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SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO: NOTAS A DOS TEXTOS DE VIAJE CARMEN DÍAZ ALAYÓN*; FRANCISCO JAVIER CASTILLO** Fecha de recepción: 10 de mayo de 2007 Resumen: J.A. Álvarez Rixo deja una amplia producción en la que desta-can las piezas de naturaleza histórica, pero también hay lugar en ella para contribuciones de carácter lingüístico, literario, antropológico, económico, co-mercial y de historia natural, todas ellas incardinadas en un mismo universo temático: Canarias. Ningún aspecto de la realidad isleña escapa a su interés: la historia, las costumbres y los usos tradicionales, las circunstancias y las contro-versias políticas del momento, los habitantes primitivos, los cultivos y el co-mercio, la cultura y la educación, la sanidad y las comunicaciones. También en la obra singular de este autor está presente el viaje, que aprovecha en todas sus posibilidades y, sobre todo, como plataforma para tratar aquellos puntos que más le preocupan. El propósito de este artículo es acercarse a estas piezas de viajes, especialmente a dos de ellas, La torre del Águila y Escala en la torre de Tostón, que se analizan y editan siguiendo los originales manuscritos. Palabras clave: Literatura de viajes, fuentes manuscritas, historia local, siglo XIX, Canarias, Álvarez Rixo. Abstract: J.A. Álvarez Rixo left us an outstanding amount of writings, many of which are of historical nature, but containing linguistic, literary, anthropological, economic, commercial, and natural history contributions as well, all of them related to his overall field of study: the Canaries. Not a single aspect related to the Isles fell out of his attention: the local history, the traditional manners and uses, the social conflicts and the political debate, the primitive dwellers and the roads, as well as the areas of trade, production, culture, education and Cartas diferentes. Revista canaria de patrimonio documental, n.o 4 (2008), pp. 105-174. * Universidad de La Laguna. ** Universidad de La Laguna. 106 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO public health. Voyages are also present in Álvarez Rixo’s work, and he uses travel representation in different ways and mainly as a platform in which he deals with those things and points he is worried about. The aim of this paper is to be an approach to these travel writings, particularly to two of them, La Torre del Águila and Escala en la Torre de Tostón, which are studied and edited according to the original sources. Key words: Travel literature, manuscripts, local history, 19th century, Canary Islands, Álvarez Rixo. 1 INTRODUCCIÓN La naturaleza manifiestamente sosegada de José Agustín Álvarez Rixo es, tal y como cabe esperar, poco propicia a la aventura y a los viajes. Como se sabe, la única vez que sale de Canarias es cuando lo hace a Madeira y, en lo que se refiere a sus despla-zamientos interinsulares, son escasos y mayoritariamente limi-tados a los años de juventud. A partir de 1816, que es cuando se instala definitivamente en el Puerto de la Cruz, sus salidas se reducen a algún viaje a Las Palmas y a Lanzarote, y a algu-nos desplazamientos a puntos de Tenerife, pero esto no quiere decir que el viaje esté del todo ausente en su obra. El viaje como ejercicio literario puede verse en las cartas que se intercambian García Garcés, un hacendado culto que reside en Tenerife, y el bachiller Sancho Sánchez, singular conocedor de los entresijos de la vida palmera1. Este breve pero interesante epistolario, publicado en El Time de Santa Cruz de La Palma entre marzo y septiembre de 1867, constituye un trabajo periodístico que destaca por la riqueza de voces, tonos y registros, a la vez que por el nuevo formato que Álvarez Rixo adopta aquí para tratar los asuntos que más le preocu-pan, desde la situación de la educación pública y la ignoran- 1. DÍAZ ALAYÓN, C.; CASTILLO, F.J. La obra periodística de José Agustín Álvarez Rixo, 2005, pp. 57-59, 279-299. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 107 cia de los responsables de los municipios, hasta el estado de los caminos y la deforestación de los montes, pasando por la ausencia de iniciativas industriales y el atraso de los artesanos, y para ello se ayuda de una galería de personajes, algunos de ellos sacados de la realidad misma y otros diseñados para la ocasión, que le permiten a nuestro autor introducir no sólo las cuestiones que desea, sino también servirse generosamente de la ironía y la crítica, que no pierden nada de su fuerza en la atmósfera de cuento o de fábula literaria que ha creado. En este caso nos interesan particularmente la segunda y la tercera cartas, porque en ellas se reproduce parte de un itinerario por el norte de Tenerife: Querido compañero: daréte cuenta de nuestro itinerario y aventuras, á fin de que comprendas que, á pesar que nues-tro pais parece hallarse bien inspeccionado, sin embargo, al viajar por él se ven, se oyen y se suceden ciertas cosas dig-nas de ser comentadas. Como la mañana estaba buena y veniamos por el camino que llaman de las Arenas, resolvi-mos internarnos hácia arriba al lugar que lleva tres nombres; mas como no sé cual sea el original, aquí lo omitiré, pero cuya vista desde lejos aparecia muy linda por su verdor, pero no es oro todo lo que reluce. Los llamados caminos que atra-viesan este valle de alto á bajo, ó digamos de Norte á Sur, aunque de los más transitados de la isla, son infernales. A mi caballo se le trabó una herradura, que rompió, arrodilló, mi persona fué al suelo, arañándose mi bella cara contra las zarzas de un bardo; y aun las manos á pesar de los guantes, no quedaron muy católicas. Acudí casa del herrero de la aldea y del talabardero ó remendon para que me arreglase algunas correas del arnez que se habian roto; pero ambos estaban trasnochados por haber estado jugando al naipe y perdido cuánto tenian. Ocurrí casa del Sr. Alcalde para ver si por su intercesion éramos más pronto servidos. Hallé á su merced de curiosa controversia con un sarjento que venia á 108 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO repartir papeletas de apremio de contribucion; quien le reconvenia, porque por haber puesto su merced el bando al revez, con el principio para abajo y la firma para arriba, no habian podido leerlo los interesados y tal vez protestarian.... Pero el Juez contestaba impertérrito que á él sólo le habian mandado fijar aquel papel inmediatamente, que así lo habia hecho por su mano para más brevedad, y nada le habian prevenido sobre si se habia de leer por los contribuyentes de arriba para abajo ó de abajo para arriba. El sarjento mi-raba para mí, y con sorna respondia: —El Sr. Alcalde da sus razones... A lo que su merced añadió: —Pues ya V. ve que no soy hombre que me chupo los dedos. Despedido el sarjento entré yo á manifestar mi cuita. El Juez hizo comparecer al nieto de Vulcano, que bien lo parecia por la amarillez del rostro, cabello aborrascado y ahumada vesti-menta, quien contestó no tenia ni un grano de carbon para la fragua hasta la mañana siguiente que esperaba á su feligres; y el remendon tampoco tenia hilo para coser, que se hilaria en la noche por servir al Sr. Alcalde y al caballero caido, á fin de despacharle segun pedia. Por lo que precisó resignarnos, lamen-tando la clase de individuos que entre nosotros continúan usurpando el nombre de artesanos. Y habiendo entrado en pacífica conversacion con el Sr. Alcalde, le observé que habiendo tan repetidas reales órdenes para que se limpien y arreglen los caminos, cómo así dicho señor no lo habia dispuesto, lo cual redundaria en pro de su buena reputacion. A lo cual me re-galó con este discreto discurso: —No quiero mandar limpiar ni arreglar las paredes y estrechuras de los caminos por no disgustar al vecindario; porque los caminos siempre han estado así, y mis gentes andan bien por ellos tanto de dia como de noche y el que da trompezones que tenga pacencia. —Pero, Sr. Alcalde, si acaso algun Sr. Gobernador civil le da ganas de viajar por aquí podra V. verse comprometido. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 109 —Calle V., caballero, que se conoce que es muy mozo y no tiene esperencia. Cuanto peores estén estos pisos menos vienen por acá esos señores; además, que como cada pocos meses nos suelen mandar uno de España, cada cual trae su manía; á uno le da por mejorar los caminos, como fué el del año 25 á 36 y el de 50; otro porque los muchachos han de aprender á leer y á escribir; otro porque se han de replantar los montes y se paguen el corte de las horquetas; otro por arreglar las alhondigas; otro porque se limpien los puertos y haya muelles para el bien del comercio; y en más de treinta años de esta gerigonza, casi todo está lo mesmo. Y si los ca-minos y serventías estuviesen limpios, los señores hacendados habian de tener ganas de menudear sus paseos hasta acá á ver si sus haciendas están bien ó mal trabajadas, y eso es contra los intereses de los vecinos medianeros y arrendatarios que me echarian plagas si yo fuese la causa de tales vecitas. Entre nosotros, para un Alcalde alcanzar esa reputacion que V. dice, el gran cuidado que ha de tener es que la fiesta del santo del lugar sea más lucida que fué el año que pasó, con más fue-gos, más entremeses, para que concurra más gente, y á los caballeros que gustan de esos festejos obsequiarlos convidán-doles á refrescar para tenerles agradecidos y favorecedores cuando algun atrevido tiene la desvergüenza de quejarse por-que no gobernamos bien, y ellos, por su nobleza y para acre-ditar su valimiento, siempre hacen porque así sea. Así se abre este itinerario de Tenerife y que, según nos dice D. García, fue escrito «por un estudiante y hallado entre las pie-dras y malezas parece que en años pasados, pues le falta fecha, documento sin duda perdido por algún portador que hubo de caer en aquel descaminado charaviscal», situación que el lector encon-trará muy cercana a la que se describe en el incidente que pre-cede a la Noticia de algunos acaecimientos en la isla de Canaria de 1841. En ambas cartas vuelve Álvarez Rixo a utilizar un recurso que ya ha empleado en otras piezas periodísticas: la disociación 110 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO entre la persona que escribe la carta y el autor de los materia-les que en ella se dan a conocer. En este caso el primero de ellos es García Garcés, y el segundo es el anónimo autor del itinera-rio por el norte de Tenerife. Detrás de ambos se encuentra, por descontado, nuestro escritor, nítidamente retratado a lo largo de todo este epistolario. La galería de personajes que aquí encon-tramos es particularmente rica, desde el alcalde analfabeto que coloca los bandos al revés, porque no sabe distinguir lo que debe ir arriba, hasta Pedro, patrón de los barcos del tráfico insular y hombre franco y jovial, del que Álvarez Rixo se vale para di-bujar la lamentable situación de los puertos canarios, que no consiguen pasar de la fase de expediente y sobre los que se suscitan numerosas rivalidades y oposiciones entre las distintas localidades. Junto al viaje como ejercicio literario, tenemos otros textos en los que nuestro autor relata algunos de los viajes reales que realiza. Tal es el caso de su excursión a la cueva de Tamaide, su desplazamiento al noroeste de Tenerife, señaladamente a la zona de Buenavista del Norte y Masca2, y su estancia en Las Palmas cuando sigue estudios en el Seminario Conciliar3, tres episodios que aprovecha para mostrarnos el valor que los viajes tienen como experiencia, como una vía segura para ampliar el conocimien-to, y que le sirven para engarzar en el relato la cultura, el pen-samiento y la vida de los canarios del siglo XIX, y para dejar constancia de sus posiciones. A este grupo pertenecen otros dos trabajos, La torre del Águila y Escala en la torre de Tostón, que tienen un especial interés y a los que nos acercamos en estas páginas. 2. ÁLVAREZ RIXO, J.A. «Tamaide»; IDEM. «Curiosidades topográficas: Masca»; DÍAZ ALAYÓN, C.; CASTILLO, F.J. Op. cit., pp. 24-25, 38-39, 166-169, 206-209. 3. ÁLVAREZ RIXO, J.A. «Noticia de algunos acaecimientos en la isla de Canaria...»; IDEM. Cuadro histórico; DÍAZ ALAYÓN, C.; CASTILLO, F.J. Op. cit., pp. 30-35, 183-199. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 111 2 DOS DÍAS DE ESTANCIA EN EL RUBICÓN El título completo del primero de los textos es La torre del Águila: recuerdo de las 48, horas de alojamiento en ella, en el mes de mayo de 1815, escrita por uno de los alojados, que ha llegado hasta nosotros en un manuscrito autógrafo de cuarenta páginas, acompañado de una ilustración de la torre. En él se cuenta cómo dos bergantines del tráfico insular, el Padre Barcos y el Monigo-te, al salir de La Bocaina, encuentran vientos contrarios que los hacen retroceder y buscar el abrigo de la costa cercana a la to-rre del Águila, también llamada de Rubicón y de las Coloradas. Los pasajeros de ambas embarcaciones bajan a tierra y se aco-modan en la fortificación, en donde permanecen dos días. El texto se abre con la relación de los hechos históricos que tienen que ver con la torre —llegada de los normandos a Lanzarote, cons-trucción del tosco baluarte inicial y de la primitiva iglesia de San Marcial— y continúa con la descripción detallada tanto de la torre actual —estructura del edificio, su construcción en tiempos de Carlos III, guarnición destacada en ella, armas para la defensa, características de la sala de armas— como de los desolados al-rededores. El tiempo que transcurre hasta que se produce el deseado cambio del viento lo dedican los viajeros a pasear por el lugar y a relatar distintos cuentos y episodios, que constitu-yen, por descontado, la parte más atractiva de esta pieza y que le permiten al lector participar del anecdotario insular del mo-mento. El primero de los relatos lo hace Manuel Valentín, patrón anciano de uno de los barcos, y al que nuestro autor conoce bien4. Este patrón es el que inspecciona el pescado que se estaba pre-parando para la cena, para que nadie comiera alguno cogido en ciertos puntos de La Bocaina y evitar, de esta forma, las moles-tias e inconvenientes que causaban el mal de rasca. Para ilus- 4. ÁLVAREZ RIXO, J.A. Historia del puerto del Arrecife, 1982, pp. 72-73, 177; IDEM. Anales del Puerto de la Cruz de La Orotova, 1994, pp. 186, 189. 112 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO trar los efectos de este mal, narra lo sucedido a don Salvador Clavijo Álvarez, que decidió desquitarse de unos amigos bromistas sirviéndoles en una comida meros de La Bocaina, lo que les causó una comezón que los molestó durante varios días. También in-terviene un tal Rabelo, del que se dice que es natural de Santa Úrsula, gran conversador y conocedor de casi todos los lugares de la isla de Tenerife, de sus vecinos y de sus anécdotas. Rabelo cuenta un episodio sucedido a don Manuel Pimienta, alcalde mayor de La Orotava y conocido por su severidad para con las parrandas, los hurtos de frutas y los amoríos nocturnos, y al que unos estudiantes traviesos le gastan una broma macabra para poder divertirse a sus anchas. Luego le tocó el turno a don Gerardo Morales, que tenía arrendadas las salinas de Lanzarote y que negociaba con todas las islas, en las que tenía encargados. Relata que, estando en Santa Cruz de La Palma en 1813, se aloja en una casa antigua en la que se decía que su última dueña se aparecía en las escaleras. Por la noche se producen diversos ruidos y movimientos que lo atemorizan y que no tienen nada que ver con cosas de brujas ni con almas aparecidas, sino con un temblor de tierra que saca al vecindario a la calle. Al día siguiente, algunos de los viajeros, entre ellos el au-tor, dan un paseo hasta el Charco del Janubio, del que se hace una detallada descripción. La narración siguiente corresponde a doña María Manuela López, de unos 30 años, casada, y a la que algunos llamaban «la señora monja». Para satisfacer la cu-riosidad de uno de los viajeros sobre el origen de este apela-tivo, doña María Manuela narra la historia de su vida. Nacida en Lanzarote, pero hija de padres que procedían de Garachico, éstos deciden enviarla a un convento de esta localidad a que se eduque y luego profese. Pero la experiencia no le agradó a la joven, que descubrió que la clausura no era precisamente un lugar de virtud, sino en el que se daban numerosos casos de soberbia e inmoralidad. Afortunadamente regresa a Lanzarote, donde se casa. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 113 114 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO Rabelo aprovecha que el episodio que se acaba de relatar trata de cosas de conventos y vuelve a intervenir para contar el epi-sodio de la monja San José Peraza, que, obligada por sus padres a profesar, decidió dejar la vida monástica y vivir libre, un he-cho que motiva que doña María Joaquina Viera componga unas décimas. Al relato de Rabelo siguió la comida y a esta el paseo de algunos de los viajeros hasta el pequeño puerto de Papaga-yo, que entonces tenía de diez a doce casuchas de pescadores y cuyos habitantes se ocupaban de vender el pescado en el inte-rior de la isla y de llevar pasajeros hasta Corralejo, que es el punto más cercano de la costa de Fuerteventura. Un viejo pescador del lugar les relata la importancia que aquel pequeño puerto tuvo durante las guerras marítimas con Inglaterra, que tuvieron tan negativos resultados no solo para el tráfico insular, sino también para la vida de las Canarias, por las estrecheces que el bloqueo imponía, y que obligaron a idear un sistema por el que los bar-cos de pesca, navegando de noche, ponían en conexión las islas. Por la noche se reúnen todos de nuevo en la torre y, al refe-rir la visita a Papagayo y la conversación con el anciano pesca-dor, esto animó al patrón Manuel Valentín a contar un suceso que había tenido lugar diez años antes en las cercanías de Rubicón, en plena guerra con los ingleses. Un bergantín británico intentó dar alcance a una balandra capitaneada por este patrón, y este se defendió con las armas que tenía a bordo, mientras intenta-ba acercarse a la torre del Águila y tener algo de protección desde tierra. Pero uno de los viajeros, D. Domingo Cueva, le suplicó de rodillas que no lo hiciera, temiendo las represalias de los ingleses. Finalmente la nave es apresada y a Manuel Valentín lo condujeron a Londres, de donde pudo regresar poco tiempo después. Al día siguiente, habiendo mudado el viento a la brisa, los viajeros se despiden del lugar y embarcan en sus respectivas naves. A lo largo del relato Álvarez Rixo no se identifica en ningún momento, un hecho que es habitual en sus escritos, ni recoge detalles sobre el objetivo de este viaje, que lo lleva de Lanzarote SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 115 a Las Palmas. La fecha que se consigna en el texto —mayo de 1815— no ayuda particularmente en este sentido, aunque se tra-ta de un desplazamiento que debe de estar relacionado, de una forma o de otra, con la muerte del padre de nuestro autor el 28 de abril anterior. A este respecto cabe recordar que don Manuel José Álvarez, al que las oscilaciones del mercado barrillero habían dejado en la ruina, intentaba rehacer la fortuna familiar con ope-raciones comerciales entre Canarias y Madeira, sin dejar de inter-venir en el mercado de la barrilla, hasta que, al regreso de uno de estos viajes, muere en Las Palmas, y también hay que tener en cuenta que, cuando se produce esta breve estancia en la torre del Águila, a Álvarez Rixo le queda poco para cumplir los 19 años. El año anterior ha regresado de Madeira, donde ha estado dos años acogido por un tío de su padre y ha aprovechado para completar su formación, especialmente en lo relativo a sus conocimientos de inglés, francés y portugués. La pérdida del padre debe de haber sido particularmente dura para nuestro autor, que siempre se re-fiere a él lleno de cariño, admiración y respeto, y también obliga a la familia a replantearse su futuro, a cerrar la etapa lanzaroteña y a regresar al Puerto de la Cruz en 1816. Así, pues, las fechas en que se produce la estancia en la torre del Águila son momentos particularmente tristes para el joven José Agustín, aunque la re-presentación que de ella hace no lo deja traslucir. 3 FUERTEVENTURA Y LANZAROTE EN EL PRIMER CUARTO DEL SIGLO XIX El segundo de los textos es Escala en la torre de Tostón, con-servado en un manuscrito de treinta páginas, y que contiene la relación de dos viajes diferentes. En primer lugar, recoge la pa-rada que el 30 de mayo de 1815 hace el bergantín La Estrella, patroneado por Antonio Melián, en este punto de la costa nor-te de Fuerteventura. Las referencias relativas al patrón y nom-bre de la nave, así como al día y el mes en que se produce la 116 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO escala no se consignan en la pieza que nos ocupa, pero sí lo hacen en el opúsculo Fuerteventura: bosquejo físico y moral de esta isla, que viene a completar en distintas direcciones la fuente manuscrita que aquí seguimos. La nave procede de Lanzarote y se dirige a Las Palmas, pero el patrón decide tocar en la costa norte de Fuerteventura por lo estéril de aquel año y las estrecheces que estaban padeciendo sus habitantes. El escaso espacio disponible en el bergantín sólo permite el embarque de algunos pasajeros y una parte del ganado, pero son muchos más los que quedan sobre la playa, muertos de desesperación. Nuestro autor omite en este caso el amargo diálogo que sostiene con un anciano ciego y sus dos hijas, que no pudieron embarcar: Estaba en aquella playa un anciano ciego, apoyado por dos hijas, para quienes no había hueco abordo, y como observasen que el joven al pasar, le sacaban el sombrero los barqueros y trataban de su merced, infirió el ciego e hijas, que seria el dueño del buque, ó de mayor potestad de los que allí estaban, y vinie-ron á suplicarle por Dios, les embarcasen, queriendo hasta arro-dillarse. Despues de procurar consolarles con la esperanza de que pasando otro barco les llevaría metió el pasagero la mano en el bolcillo y les dio unas cuantas fiscas que en el tenía. Pero decía el viejo: Señor, para que me dá Vm. estas si aquí no hay cosa alguna que comprar para alimento. Lleveme, lleveme Vm. de es-tas tierras á otra donde haya que comer y que beber! Apresurose un marinero que cortó el amargo diálogo metiendo el hombro y conduciendo al caballero á la lancha, la cual corría peligro de ser volcada por las muchas personas que con el agua a las rodi-llas no cesaban de clamar, que los embarcasen 5. Afortunadamente el bergantín consigue llegar a Las Palmas. Al igual que ocurre en La torre del Águila, Álvarez Rixo no deja 5. ÁLVAREZ RIXO, J.A. Fuerteventura: bosquejo físico y moral de esta isla, p. 447. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 117 constancia del motivo de este viaje, pero debe de estar conec-tado con los negocios de la familia, que ahora están en sus manos. Tampoco sabemos la amplitud de su estancia en Las Palmas en esta ocasión, aunque debe de haberse dilatado algo porque, tal y como el texto refleja, nuestro autor asiste en el mes de junio de 1815 a buena parte de las oposiciones a los diversos benefi-cios vacantes que había a la sazón en las islas. A continuación se narra el viaje de vuelta a Lanzarote, pa-sando por Gran Tarajal y el Puerto de Cabras, en una nave cuyo nombre no se consigna, aunque por el propio texto sabemos que se trata de un bergantín propiedad de don Cipriano Avilés. Toda esta sección la divulga Álvarez Rixo en forma de artículo pe-riodístico, bajo el título de «Fuerteventura», publicado en el núm. 249 de El Time de Santa Cruz de La Palma, con fecha 30 de septiembre de 1868. Aquí nuestro autor se hace eco de las di-ficultades por las que está pasando esta isla en aquellos momentos y que saltan a las páginas de la prensa canaria. Desde su punto de vista, estas estrecheces no pueden entenderse como una li-cencia de la naturaleza, ni un castigo del destino o de la provi-dencia, sino que son el resultado tanto de la incuria e imprevi-sión de los propios habitantes de Fuerteventura como de la carencia de una política insular que permita hacer frente a las malas cosechas y los años difíciles. Para fundamentar lo que argumenta, reproduce una parte de Escala en la torre de Tostón y se sirve de lo relatado para mostrar palpablemente que, a pesar del tiempo transcurrido, no ha habido ningún cambio en las actitudes ni en las iniciativas en poco más de medio siglo, y por eso se acuerda del principio hipocrático de cognitio morbi, initium remedii, confiando en que el diagnóstico sirva para algo. El tono marcadamente crítico de este artículo no deja espa-cio para los sucesos manifiestamente cómicos que tienen lugar a bordo en el trayecto de Gran Tarajal al Puerto de Cabras, que se narran en la sección V y que nos acercan a las condiciones en que se viajaba de una isla a otra en aquella época. El relato sigue con la descripción de la última parte del viaje, esto es, del 118 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO Puerto de Cabras a Lanzarote, con referencias a la isleta de Lobos y al estado que presentaban en aquellos momentos el puerto del Arrecife y el de Naos. Los apartados finales de este texto (VII-VIII) se dedican al viaje que, a comienzos de septiembre de 1815, hacen distintas per-sonas de Arrecife a Haría para asistir a la celebración de la fies-ta de Santa Rosa, e incluye una completa pintura de todo el camino y, en especial, de las particularidades de Haría. A todo ello nuestro autor añade un apunte sobre los recursos de agua que tiene Lanzarote y sobre su mejor aprovechamiento, y una nota sobre la isla de Lobos. Tal y como se puede ver, estos dos textos reflejan distintas circunstancias de la biografía personal de Álvarez Rixo. Una de ellas es su conocimiento de María Joaquina Viera y Clavijo. Nuestro autor llega a conocer personalmente a la hermana del celebre historiador, que es paisana suya, y también tiene nume-rosas referencias de su vida y obra, que lo llevan a redactar un opúsculo biográfico, publicado en El Time de Santa Cruz de La Palma, en los núms. 229 y 230, con fechas 30 de abril y 7 de mayo de 18686. Estas notas biográficas sobre la hermana de nuestro insigne ilustrado tienen su génesis en el número de El Fénix del 4 de marzo de 1864, que en la sección «Variedades» inserta una breve colaboración que lleva por título «Poetisas españolas» y que incluye un repertorio de cuarenta escritoras de todos los tiempos. Álvarez Rixo observa que ninguna autora canaria forma parte de este repertorio y estima que doña Ma-ría Joaquina Viera merece estar entre las señaladas. Para ello escribe estos apuntes sobre su vida y su obra, en los que vemos que habla con claro afecto y respeto de la biografiada, a la que con toda 6. Este acercamiento a la vida y la producción de doña María Joaquina será el primero de una amplia serie de trabajos en esta dirección, como los de Elías Mujica, Sebastián Padrón Acosta y Agustín Millares Carlo, junto a los más recientes de Carmen Fraga, Elica Ramos y Victoria Galván. Véase DÍAZ ALAYÓN, C.; CASTILLO, F.J. Op. cit., pp. 60-62, 306-313. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 119 120 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO seguridad conoce en Las Palmas en su época de estudios en el Seminario Conciliar y en sus estancias posteriores en esta ciu-dad, y a la que ve por última vez en marzo de 1819, unos meses antes de su fallecimiento7. De igual modo, el conocimiento de personas destacadas de su tiempo puede verse también en sus referencias del padre Miguel Cabral de Noroña. Este fraile, na-tural de Madeira, llegó al Puerto de la Cruz hacia 1789 y estu-vo de conventual en el monasterio franciscano de esta localidad, enseñó gramática y fue estimado y aplaudido por la fuerza de la ingeniosa crítica de sus composiciones poéticas, por lo cual fue perseguido por algunos miembros de su congregación. Al parecer, uno de ellos fue el padre Bartolomé Lorenzo Espanta, y Cabral se desquitó con una burla cruel8. Estos dos textos constituyen, además, una completa pintura del pensamiento de nuestro autor, que se nos muestra como un intelectual ilustrado. Uno de los puntos en este sentido es la admiración que siente hacia Carlos III y los frutos de su reina-do. Esto puede verse en distintos momentos de la producción de nuestro autor, pero particularmente en el artículo periodís-tico «Gratitud pública», publicado en El Time de Santa Cruz de La Palma, en el núm. 77, 8 de enero de 1865, donde pasa re-vista a las distintas reales cédulas que, desde febrero de 1762 hasta agosto de 1788, promulga Carlos III en relación con las Canarias, y a ellas preceden diversas disposiciones sobre políti-ca urbana, sobre la edificación de templos, fortalezas y torres de defensa y vigilancia de las costas, puertos y muelles. Por todo ello, y como agradecimiento a la generosidad y el amparo que las islas recibieron en su momento, a Álvarez Rixo le parece que las corporaciones municipales insulares deberían tomar la iniciativa de encargar retratos del monarca y de colocarlos en un lugar de honor en las respectivas casas consistoriales. 7. Descripción histórica del Puerto de la Cruz, pp. 160, 170. 8. Véanse los detalles en Descripción histórica, pp. 102-103, y Anales, pp. 123, 140-141, 187-188, 232. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 121 De igual modo, sabemos que Álvarez Rixo es un hombre de profundas creencias religiosas, pero también vemos cómo en los dos episodios relativos a la vida en los conventos canarios de la época —el de doña María Manuela López y el de la monja San José Peraza— estas creencias guardan un manifiesto equilibrio y no desoyen en ningún momento la razón y la verdad. No es-tamos, pues, ante un fanático, sino ante un hombre que reac-ciona ante la carencia de humildad y de espíritu evangélico del estamento religioso. Por ello, siempre mantendrá muy buenas relaciones con el clero, pero sólo le mostrará respeto a los reli-giosos que viven de forma humilde y sencilla, haciendo el bien continuamente y entregados a la comunidad. Podemos observar, también, que en estas dos piezas las islas y los isleños constituyen una preocupación constante y sincera, y que nuestro autor se muestra aquí como un perfecto conoce-dor de nuestras virtudes y debilidades; y, así, no deja de recor-dar los males que la ignorancia, la falta de previsión, la insolida-ridad y el desinterés, entre otras actitudes negativas, producen en el desarrollo general del archipiélago y en el progreso parti-cular de sus pueblos y habitantes. Otro de los rasgos que caracterizan a nuestro autor es su interés por el español de Canarias, y esto se puede comprobar, de modo especial, en el primero de los textos, donde vemos su firme convicción de la conveniencia de estudiar sus peculiaridades, a lo que dedicará una buena parte de su tiempo y esfuerzo. Este es el caso de «Agricultura: por qué obras conviene instruir en ella a la juventud canaria» (1866), un artículo que termina con un cuadro en el que se reúne un pequeño grupo de quince voces tradicionales de Canarias, relativas al ámbito agrícola (balayo, bica, carozo, caruncho, corza, esteo, fonil, grelo, grelar, hortelana, moriangana, mazaroca, sabugo, penera y viñátigo), acompañadas de sus equivalencias en castellano, y que se elabora para desta-car e ilustrar la notable presencia de formas de extracción oc-cidental ibérica en la terminología agraria insular. En otro artí-culo, «Vocablos isleños» (1868), volvemos a ver este interés por 122 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO el habla insular. La noticia de que la Real Academia Española trataba de hacer una nueva edición del Diccionario de la lengua despertará en Álvarez Rixo el deseo de contribuir de alguna forma en este proyecto, particularmente motivado por la ausencia de provincialismos canarios en el diccionario académico. La contri-bución de nuestro autor se materializa en este artículo, en el que inserta una breve relación de dieciséis unidades léxicas (alicán, barbusano, burgado, claca, cosco o cofe-cofe, escán, esteo, gánigo, goro, moriangana, orcaneja, perenquén, sato, tolmo y viñátigo) que con-sidera dignas de figurar en el catálogo académico por el uso generalizado que tienen en Canarias y, en algunos casos, tam-bién en el español de América. Estos términos que se divulgan en «Vocablos isleños» provienen de Voces, frases y proverbios pro-vinciales de nuestras islas Canarias con sus derivaciones, signifi-cados y aplicaciones, un valioso inventario que incluye tres cen-tenares de entradas entre voces y expresiones, sin duda la reco-pilación más amplia realizada hasta entonces y que, por este hecho, ocupa un lugar singular dentro de los estudios pioneros sobre el habla insular. A todo ello podemos añadir las referencias que a este nivel incluye en La torre del Águila sobre la influencia francesa en el léxico insular. La primera de ellas aparece en las líneas finales del apartado IV: En la propia mañana algunos individuos de la tripulación, al reflujo de la marea se entretubieron mariscando sobre los peñas-cos de la costa, lapas, clacas, que en España se llaman bellota de mar, y burgaos; vocablo que á pesar de corrompido, es uno de los pocos que nos quedan en Canarias provenidos de los aven-tureros normandos compañeros de Juan de Bethencourt, en cuyo pais se llama burgau lo que en castellano escaramujo; con cu-yos mariscos tambien nos regalamos. Y a ello hay que añadir la interesante nota que incluye al final de la pieza, en la que recoge siete términos (boga, bigazote, burgao, SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 123 124 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO callao, chafaldero, orchilla y jable) que le parece que tienen ex-tracción francesa. Con posterioridad, dentro de sus Voces, mati-zará la procedencia de estos términos. 4 SOBRE LA PRESENTE EDICIÓN Como ya se ha señalado, una parte del texto de Escala en la torre de Tostón vio la luz en la prensa insular, aunque solamente fue de forma parcial, pero no ocurre lo mismo con el de La torre del Águila, que permanecerá inédito durante mucho tiempo. Sabemos que nuestro autor lo envía a la redacción de El Time, pero no es aceptado, tal y como recoge en sus Cátalogos de los diversos manuscritos de mi pertenencia y personal trabajo. Final-mente, se publica en 2003 bajo los auspicios del Cabildo de Lanzarote y con el título de Cuentos de la torre del Águila, pero se trata, lamentablemente, de una edición poco cuidada. El oportuno cotejo revela que distintas formas de esta edi-ción no se corresponden con las originales, y así vemos cómo las voces lanadas, sarpullo, espendición, escanillos y menuda se trans-forman, respectivamente, en lanzas, aspecto, expedición, escamellos y movida. Otro tanto sucede con liviandades, casualidad, duda, acordarnos y vecino, que acaban como livianidades, causalidad, alma, darnos y venido. A ellos podemos añadir cortando, esquife, retornos y envergado, que se leen como contando, equipaje, regre-sos y embargado, produciendo el lógico desconcierto de los lec-tores atentos, que advierten sin dificultad que estas formas no corresponden al contexto en que se encuentran. En ocasiones se puede observar que el descuido no afecta únicamente a una palabra, sino que lo hace a un segmento oracional, como es el caso de hospitable guardián, tan graciosa travesura, para cuyo local, tanta confusión y nuestros apetecidos destinos, que en la edición terminan transformándose en hospitalario guardia, tal gracias a travesura, para cuyo lo cual, tanto miedo y nuestras apetecidas islas. Un ejemplo ilustrativo a este respecto lo tenemos en el sintagma SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 125 tres barquitos de pesca, que acaba como más barquitos de pesca-dores. Que la labor de trascripción no ha sido lo rigurosa que debiera se refleja de modo manifiesto en la nota de Álvarez Rixo en relación con la huella francesa en el léxico insular, donde en lugar de bigazote, bourgassote, bourgau, y orseille, figuran lecturas imposibles como bigarote, bourgarrote, bourgan, y orsella, además de la forma curiosa que adopta la voz higo. Junto a esto vemos que hay preposiciones, artículos, sustantivos y otros elementos que se añaden al texto y que no vienen en el original: ...dos bergantines del cabotaje, nominado el uno el Padre Barcos, el otro El Monigote, al salir por la Bocayna, que es el canal que separa a Lanzarote de su vecina isla de Fuerteventura, encon-traron con vientos contrarios, llamados vendavales de Mayo, y retrocedieron a fondearse en la inmediacion de la Torre del Rubicón. Entre los pasajeros iban dos señoras, y algunas mujeres comunes, quienes al considerar la lobreguez de las paredes y la bóveda, que des-pues de construidas no se habian vuelto a blanquear, tuvieron grima... Cesó el ruido; y algo repuesto, por oir también voces y gente en las calles, salté de la cama apresuradamente... Había una guerra con los ingleses... ...cuyo señor me agasajó y me dio unos billetes para que com-prase ropa... También se puede comprobar el hecho contrario, esto es, que fal-tan elementos que el original contiene y que esta edición no recoge: En aquel histórico local y sus contornos [...] no quedaba ya ni aun vestigios de haber sido habitado jamás. Y acomodados cada cual de los circunstantes... ...que por algunos instantes con toda su alma creyó en la exis-tencia de tales cosas. ...y sobre un hecho semejante acaecido en Icod de los Vinos, fue que el erudito Padre Don Miguel Cabral de Noroña escribió el chistoso poemita... 126 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO ...ponderando los invencibles obstáculos de poder ocurrir al Padre Santo, por éste estar cautivo en Francia, y Francia en guerra atroz con España a la sazón. Pero su Ilustrísima tuvo a bien depositarla en uno de los con-ventos de monjas de aquella ciudad. ...fui el único que no quisieron después desembarcar y condujeronme a Londres para trabajos míos... Además, en algún punto se puede comprobar que los datos que se reproducen están equivocados, como ocurre en el apar-tado IIII, donde para las erupciones de Lanzarote se dan las fe-chas de 1793 a 1797, esto es, sesenta años después de lo que recoge el manuscrito, 1733 a 1737, que es cuando realmente ocurrieron, y también como sucede con los versos de la Eneida, en los que en la lectura errada Ancas apenas se puede recono-cer el nombre del héroe troyano. No acaban aquí las deficien-cias que refleja esta edición y no está en nuestro ánimo hacer una relación pormenorizada a este respecto, pero sí hay que señalar que lamentablemente no se trata de un caso aislado dentro de las publicaciones insulares de los últimos años, especialmente aquellas que reproducen textos antiguos, y que muestran un interés meramente divulgativo, sin cuidar debidamente todos los niveles de la edición. Creemos que todas estas circunstancias que se han señalado sobre la publicación de los Cuentos de la torre del Águila justi-fican una nueva edición del texto, hecha a partir del manuscri-to original, que lo presente en toda su riqueza, y esto es lo que hacemos en el apéndice que sigue, donde figura acompañado de Escala en la torre de Tostón. En lo que se refiere a los criterios de edición, se respeta completamente el texto original, siguien-do en todo momento el principio de presentar el texto con las peculiaridades de carácter expresivo y morfosintáctico que con-tiene. Por estas razones, no se ha realizado ningún cambio en lo que se refiere a la forma en que Álvarez Rixo recoge algunos SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 127 términos, como es el caso de armatrostes, fechurías, y huéspede, ni tampoco en lo relativo al uso del artículo con los nombres de las naciones o continentes, ni a los casos de laísmo y leísmo, entre otras particularidades. Se mantienen las expresiones abre-viadas, no se moderniza el sistema gráfico, y se reproduce el uso que los signos de puntuación muestran en el original. Los tex-tos se acompañan de un cuerpo de notas, que aportan informa-ción complementaria de índole etnográfica, lingüística y biblio-gráfica. Un buen número de estas notas se refiere a la lengua de Álvarez Rixo, de particular interés porque puede tomarse como representativa de la de un canario culto del siglo XIX. 5 BIBLIOGRAFÍA ALMEIDA, Manuel y DÍAZ ALAYÓN, Carmen. El español de Ca-narias. Santa Cruz de Tenerife: [s.n.], 1988. ÁLVAREZ RIXO, José Agustín. La Torre del Águila: recuerdo de las 48, horas de alojamiento en ella, en el mes de Mayo de 1815, escrita por uno de los alojados. Manuscrito autógrafo. 40 pp. Puerto de la Cruz, s.a. ÁLVAREZ RIXO, José Agustín. Escala en la Torre de Tostón. Ma-nuscrito autógrafo. 30 pp. Puerto de la Cruz, s.a. ÁLVAREZ RIXO, José Agustín. «Historia de Canarias: Tamaide». El Conservador (Santa Cruz de Tenerife), núm. 78, 29 de di-ciembre de 1839. ÁLVAREZ RIXO, José Agustín. «Historia de Canarias: fundación del Puerto de Cabras en la isla de Fuerteventura según algu-nos §§ de las cartas del capitán Mirón: año de 1819». El Is-leño (Santa Cruz de Tenerife), núm. 12, 14 de enero de 1840. ÁLVAREZ RIXO, José Agustín. «Noticia de algunos acaecimientos en la isla de Canaria durante los dos primeros años de la guerra ocasionada por la prisión de Fernando 7.º en Francia». El Dague-rrotipo (Santa Cruz de Tenerife), núms. 28, 29, 37, 38, 43 y 44, 9 y 13 de abril, 11, 14 de mayo, y 1 y 4 de junio de 1841. 128 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO ÁLVAREZ RIXO, José Agustín. «Curiosidades topográficas: Mas-ca ». La Aurora (Santa Cruz de Tenerife), núm. 29, 19 de marzo de 1847. ÁLVAREZ RIXO, José Agustín. «Vamos a la pesquería de la costa de África». El Avisador de Canarias (Santa Cruz de Tenerife), núm. 11, 28 de enero de 1851. ÁLVAREZ RIXO, José Agustín. «[Primera carta al bachiller San-cho Sánchez]». El Time (Santa Cruz de La Palma), núm. 178, 15 de marzo de 1867. ÁLVAREZ RIXO, José Agustín. «[Segunda carta al bachiller San-cho Sánchez]». El Time (Santa Cruz de La Palma), núms. 191, 192 y 193, 30 de junio, y 7 y 15 de julio de 1867. ÁLVAREZ RIXO, José Agustín. «[Tercera carta al bachiller Sancho Sánchez]». El Time (Santa Cruz de La Palma), núm. 202, 30 de septiembre de 1867. ÁLVAREZ RIXO, José Agustín. «Doña María Joaquina Viera y Clavijo: opúsculo biográfico». El Time (Santa Cruz de La Palma), núms. 229 y 230, 30 de abril y 7 de mayo de 1868. ÁLVAREZ RIXO, José Agustín. «Manantial descubierto en Lanza-rote ». El Time (Santa Cruz de La Palma), núm. 245, 30 de agosto de 1868. ÁLVAREZ RIXO, José Agustín. «Fuerteventura». El Time (Santa Cruz de La Palma), núm. 249, 30 de septiembre de 1868. ÁLVAREZ RIXO, José Agustín. Catálogos de los diversos manuscritos de mi pertenencia y personal trabajo con varias estampas origi-nales análogas a cada cuaderno.- Además de muchos otros bo-rradores sobre distintos asuntos referentes a nuestro país. Ma-nuscrito autógrafo. Puerto de la Cruz, 1870. ÁLVAREZ RIXO, José Agustín. Cuadro histórico de estas islas Canarias o Noticias generales de sus estados y acontecimientos más memorables durante los cuatro años de 1808 a 1812. Pró-logo de S. Benítez Padilla. Las Palmas de Gran Canaria: El Gabinete Literario, 1955. ÁLVAREZ RIXO, José Agustín. Historia del Puerto del Arrecife. Prólogo de E. Romeu Palazuelos. [Santa Cruz de Tenerife]: Aula de Cultura del Cabildo Insular de Tenerife, 1982. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 129 ÁLVAREZ RIXO, José Agustín. Lenguaje de los antiguos isleños. Edición con estudio y notas por Carmen Díaz Alayón y A. Tejera Gaspar. [Puerto de la Cruz]: Ayuntamiento del Puer-to de la Cruz; La Laguna: Centro de la Cultura Popular Canaria, 1991. ÁLVAREZ RIXO, José Agustín. Voces, frases y proverbios provinciales de nuestras islas Canarias con sus derivaciones, significados y aplicaciones. Edición con estudio introductorio, notas e índi-ce por Carmen Díaz Alayón y Francisco Javier Castillo. La Laguna: Instituto de Estudios Canarios, 1992. ÁLVAREZ RIXO, José Agustín. Anales del Puerto de la Cruz de La Orotava 1701-1872. Introducción de M.ª T. Noreña Salto. [Santa Cruz de Tenerife]: Cabildo Insular de Tenerife; [Puerto de la Cruz]: Ayuntamiento del Puerto de la Cruz, 1994. ÁLVAREZ RIXO, José Agustín. Fuerteventura: bosquejo físico y moral de esta isla: causa de sus frecuentes escaseces y nociones para su remedio. Reproducido por A. Sebastián Hernández Gutiérrez en «Fuerteventura en un manuscrito de Álvarez Rixo». En: IV Jornadas de Estudios sobre Lanzarote y Fuerteventura. Arreci-fe: Cabildo Insular de Lanzarote y Cabildo Insular de Fuerte-ventura, tomo I, 1995, pp. 440-456. ÁLVAREZ RIXO, José Agustín. «Puerto de Cabras, en la isla de Fuerteventura, año de 1819». Reproducido por A.S. Hernández Gutiérrez en «Fuerteventura en un manuscrito de Álvarez Rixo». En: IV Jornadas de Estudios sobre Lanzarote y Fuerte-ventura. Arrecife: Cabildo Insular de Lanzarote y Cabildo Insular de Fuerteventura, tomo I, 1995, pp. 456-464. ÁLVAREZ RIXO, José Agustín. Incidente curioso de pesquería rara e imprevista ocurrida en la bahía del Puerto de Cabras en la Isla de Fuerteventura: para ser adicionado a las noticias sobre dicho Puerto, en su respectivo lugar. Reproducido por A.S. Hernández Gutiérrez en «Fuerteventura en un manuscrito de Álvarez Rixo». En: IV Jornadas de Estudios sobre Lanzarote y Fuerteventura. Arrecife: Cabildo Insular de Lanzarote y Ca-bildo Insular de Fuerteventura, tomo I, 1995, pp. 464-465. 130 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO ÁLVAREZ RIXO, José Agustín. Historia del Puerto del Arrecife. Estudio preliminar, transcripción del manuscrito original y edición de Manuel Torres Stinga. [Arrecife]: Ayuntamiento de Arrecife: Cabildo de Lanzarote, 2003. ÁLVAREZ RIXO, José Agustín. Descripción histórica del Puerto de la Cruz de La Orotava. Edición de Manuel Torres Stinga, estudio preliminar y transcripción del manuscrito original de Margarita Rodríguez Espinosa y Luis Gómez Santacreu. [Arre-cife]: Ayuntamiento de Arrecife: Cabildo de Lanzarote, 2003. ÁLVAREZ RIXO, José Agustín. Cuentos de la Torre del Águila: re-cuerdo de las 48 horas de alojamiento en ella, en el mes de Mayo de 1815, escrita por uno de los alojados. Islas Canarias: Cabil-do de Lanzarote, 2003. DÍAZ ALAYÓN, Carmen. «Los estudios del español de Canarias en el siglo XIX y la labor investigadora de José Agustín Álvarez Rixo». En: Actas del Congreso de la Sociedad Española de Lin-güística. XX Aniversario, vol. I. Madrid: Gredos, 1990, pp. 382- 392. DÍAZ ALAYÓN, Carmen. «Lengua literaria y habla insular en José Agustín Álvarez Rixo». Revista de Filología de la Universidad de La Laguna, 21 (2003), pp. 105-133. DÍAZ ALAYÓN, Carmen. «Álvarez Rixo en la Sociedad de Ami-gos del País de La Palma». Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, n. 0 (2004), pp. 329-351. DÍAZ ALAYÓN, Carmen. «Notas y materiales sobre la producción periodística tardía de Álvarez Rixo». En: DÍAZ ALAYÓN, C., y MORERA, M., (eds.). Homenaje a Francisco Navarro Artiles. [Canarias]: Academia Canaria de la Lengua; [Puerto del Rosario]: Cabildo Insular de Fuerteventura, 2004, pp. 155-200. DÍAZ ALAYÓN, Carmen. «Las páginas majoreras de la producción periodística de Álvarez Rixo». 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O. que denomi-nó Rubicón, atendiendo al color rojizo de aquel terreno y sus in-mediatas montañas, cuyo color todavía retienen. Sobre la ribera del mar edificó una tosca torre, la cual sirvió de base á su proyectado reyno; y despues un templo dedicado á S. Marcial, que poco más tarde fué erigido en Catedral. Pues bien: en el mes de Mayo de 1815, dos bergantines del cabotage9, nominado el uno el Padre Barcos, el otro el Monigote, al salir por la Bocayna, que es el canal que separa á Lanzarote de su vecina isla Fuerteventura, encontraron con vientos contrarios, llamados vendavales de Mayo, y retrocedieron á fondearse en la inmediacion de la Torre de Rubicón. Entonces, los pasageros de ambas naves, por evitar el tedio de abordo y distraerse entretanto mudaba el viento, se desembarcaron, dirigiéndose á di-cha Torre para librarse del calor del Sol, la cual les franqueó de buena gana, lo mismo que el agua de sus dos cisternas, el único guarda que allí habia haciendo verdadera vida anacorética. 9. [En lo que se refiere a las peculiaridades del sistema gráfico, son de destacar algunos hechos, como la utilización de g en vez de j: equipage, cabotage, parages, salvage, aguage, pasageros, mugeres, viage, degeme. Particularmente fre-cuentes son los casos de s por x: estremo, espediciones, estrañamente, esclamé. Igualmente se advierten casos de b por v: entretubo, tubieron, libiandades, gabetillas, y de v por b: estorvos, viscochadas, de la misma forma que se dan algunos de c por s: confucion, recidieron, imprecionado, convulciones, quicieron, ocacionados; de s por c: mension, consejal; de s por z: lobregues, clavason, disfrasarse, deslisar, rojisas; y de z por s: riezgo, briza]. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 133 Dicho redondo edificio, es moderno, construido (segun se de-muestra por los antiguos cimientos hasta entonces perceptibles) sobre el otro antiguo castillejo que hubo de ser cuadrilongo, y destruido en alguna de las i[n]vaciones efectuadas por los moros berberiscos durando los reynados de Felipe II y III. Encima del dintel de la puerta actual, está una lápida de marmol, que la titula Torre del Aguila, y la fecha de su reconstruccion, durante el reynado de nuestro in-mortal Carlos III. En su esplanada habia dos cañones de hierro, cuyas cureñas á causa del salitre del mar se estaban desbaratando, corroida su clavason y guarniciones. Bajo la bóveda se halla la sala de ar-mas, en la cual encontramos atacadores, lanadas de cañón y un andamio con algunos fusiles viejos y uno ó mas arcabuces de me-cha y horquilla, cuya arma la estubimos examinando de mano en mano, admirados, no sólo de su tosca construccion, si también, conmemorando la fortaleza de los antiguos soldados que podian emprender largas marchas y porfiados ataques con tan pesados armatrostes10. Pero, lo que son las vicisitudes humanas! En aquel histórico lo-cal y sus contornos, donde se previnieron y organizaron tantas espedi-ciones para continuar la conquista de las demas islas y cautivar y llevar á vender á Europa sus inocentes naturales por la sola razon de que no eran cristianos; que fué regado por las lágrimas que les arrancaba el dolor de verse violentamente separados de su patria para siempre... no quedaba ya ni aun vestigios de haber sido habitado jamás! En vano buscamos en aquel desierto algun rastro de la primitiva catedral; nada nos lo revelaba, salvo uno que otro diminuto pedaci-to de ladrillo, si es que no eran piedrecitas rojisas propias del terri- 10. [Álvarez Rixo se sirve de esta voz en otras piezas de su producción: «Sus mejores candeleros eran de palo pintado de azul, los ciriales lo mismo; y el altar del patrono un mediano armatroste albeado con cal a un lado de la nave»; «Cuando la Majestad para en aquel lugar, dejan ir cayendo encima dicho armatroste, cántase el himno, se vuelve a suspender y marcha enton-ces la procesión» (Historia del Puerto del Arrecife, pp. 63, 110); Cuadro histó-rico, p. 138. En las hablas canarias son frecuentes las variantes armatroste y armastrote]. 134 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO torio. Algunas escasas matas de salvage ahulaga11 prenanthes spinosa; lechetresna ó titimalo y rastrero cófe-cófe12, especie de Kali que pro-ducen nuestras costas canarias, eran los únicos vegetales que se percibian en aquel páramo! Únicamente á cosa de una milla hácia el poniente, se veia una moderna y modesta casita, cuyo dueño y familia subsistia de la pesca y de labranza el año que por alli llueve. II Dispusieron los pasageros traer las camas, cenar y dormir en la torre, y al tiempo que se preparaba el pescado recien cogido en el dia, pasó á inspeccionarlo Manuel Valentin, patron anciano de uno de los barcos, á fin de evitar que por error comiésemos algun pez de los que en ciertos puntos de la Bocayna hácia la vecina Isleta de Lobos, causan el mal de rasca, consistente, en una repentina erupcion de sarpullo13 seco en todo el cuerpo, calor en el cutis y comezon 11. [Este término es una de las entradas de las Voces, frases y proverbios provinciales, donde señala: «Voz que tengo por arábiga. Es el arbusto espinoso conocido en castellano por aliaga, o sea Ulex, nepa, según dicho Diccionario. Pero en la nomenclatura de Broussonet denomina la especie que conoció en Canarias Prenanthes spinosa. Cabeza de ahulaga, frase usada en Lanzarote y Fuerteventura, lo mismo que cabeza en el aire, o frágil y sin juicio». Es voz que vemos en otras piezas de nuestro autor: «Recogida la pequeña sementera de cebada, algún trigo y barrilla, no hay ni un arbusto a qué mirar, a excep-ción de una que otra mata de ahulaga (Prenanthes spinosa), que por la caren-cia de leña ni dejan medrar. También los capellanes del conquistador Juan de Bethencourt nos dejaron escrito al cap. 71: que el país “estaba despoblado de bosques, salvo algunos pequeños arbustos sólo útiles para el fuego”. Éstos sin duda eran dichas ahulagas y tabaibas» (Historia del Puerto del Arrecife, p. 82)]. 12. Mesembryantheum nodiflorum, (Lin.). [Álvarez Rixo anota aquí Mesembryantheum, tal y como hace en las Voces, s.v., pero es Mesembryan-themum. Cofe-cofe es uno de los dieciséis términos que nuestro autor propo-ne en «Vocablos isleños», y también viene en las Voces, s.v. Otros registros en «Puerto de Cabras», p. 460; y Lenguaje, p. 117]. 13. [En vez de sarpullido o salpullido, en las hablas insulares se ha prefe-rido tradicionalmente la forma sarpullo]. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 135 desperada que continuamente se rasca el paciente hasta hacerse sangre por muchos dias, en los cuales con refrescos va desapareciendo14. Ningun fisico nuestro que sepamos ha examinado este fenómeno; sólo por tradicion se dice, que en lo antiguo, en el canalizo que se-para á Lobos de Fuerteventura, naufragó un buque cargado de co-bre, y de ahi procedió el mal; cuando otros opinan, se origina de algunos musgos dañinos que los peces comen en determinado fon-do. Pero á esto se opone un argumento azás fuerte, cual es, que alli recidieron muchos dias varios compañeros del conquistador Juan de Bethencourt, y de su diariario no aparece noticia de semejante pa-decimiento a pesar que trata de la falta de agua y otras penurias que padecieron. Sea como fuere, despues ha existido dicha rasca, causándola especialmente la clase de peces llamados meros, cuando en los demas parages se come sin escrupulo, por ser pescado sano. Conocemos personas que hasta el año 1834, sufrieron la rasca por haber comido meros cogidos en la Bocayna15; pero algunos asegu-ran, que es mal que ha ido gradualmente desapareciendo: talvez esto consista, por el cuidado que se tiene, de no pescar ni comer con riezgo tan pernicioso pescado. Con este motivo, dicho patron Valentin nos entretubo refiriéndonos la anédocta siguiente. Habrá treinta años16, dijo; algunos chulos, amigos de D. Salvador Clavijo Alvarez, secretario de la Comandancia general de estas is- 14. [Nuestro autor define en términos muy parecidos esta forma en sus Voces, donde recoge: «Especie de sarna muy menuda, la cual causa una co-mezón intolerable casi continuada. Proviene de comer los pescados cogidos en las aguas de la isleta de Lobos en el canal de la Bocaina, entre Lanzarote y Fuerteventura, cuyos peces tienen esta malísima cualidad. Atribúyenlo a alguna yerba o musgo venenoso de que se alimentan en aquel fondo. Tam-bién he oído decir es tradición haberse perdido allí una nave cargada de cobre. Esta dolencia ya es rara, séase por el cuidado que hay de no pescar allí para evitar reconvenciones del chasqueado con rasca, séase porque el motivo oculto que la producía ha ido desapareciendo gradualmente»]. 15. Les duró casi un año, pero es mal que no se comunica ni aun teniendo roce intimo con el paciente. 16. [Aquí podemos ver un ejemplo del uso del verbo haber para indicar tiempo. Los dos textos que nos ocupan contienen otros registros: «...si se me 136 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO las, le convidaron á comer: no recuerdo bien, que clase de chasco fué el que le jugaron, el cual el Sor. Clavijo recibio de buen humor, y en su imaginacion propuso desquitarse cumplidamente. Yo era jóven, llamóme, y díjome17, que tomase mis medidas, á fin que para el dia 5 de agosto vispera de su santo llegase á Santa Cruz de Tenerife lle-vándole uno ó dos meros pescados precisamente en las aguas de la Isleta de Lobos; y guardase secreto acerca de las cualidades del re-galo que le conducia. Hizose asi. D. Salvador convidó al dia siguiente á sus amigos de marras, quienes celebraron la hermosura del pesca-do dándose prisa todos á comer de él, y todos tubieron que rascar-se desesperadamente por muchos dias, maldiciendo la hora en que habian intentado burlarse del lanzaroteño, por que el Sor. Clavijo lo era en efecto, y por eso estaba en el secreto que producia la rasca. Entre los pasageros iban dos señoras, y algunas mugeres comu-nes, quienes al considerar la lobregués de las paredes y bóveda, que despues de construidas no se habian vuelto á blanquear, tubieron grima, recondándose de algunos cuentos de moros encantados, brujas y almas aparecidas; lo que dió lugar á que los hombres quienes por el contrario estaban de buen humor, con objeto de convencerlas de que no ha habido ni hay tales apariciones, contasen algunos lances acaecidos en estas mismas islas, los cuales despues de examinados, resultaron chascos puramente naturales, que mas bien dieron que reir como nos sucedió á los oyentes. permite, referiré un ruidoso lance acaecido en el Puerto de la Orotava, ha-brá cosa de cinco años...» (TA); «Referido á mis compañeros de camara el proyecto de los marineros, se alarmaron sobremanera haciendome volver á subir para disuadirle de tal cosa á la tripulación, y “se acordasen del barco costero, propio del mismo dueño de quien es este en que vamos, que se sumergio habra 8 ó 9 años, por uno de estos brutales entusiasmos”» (ETT). Se trata de un comportamiento que aparece frecuentemente en la lengua de nuestro autor: Historia del Puerto del Arrecife, pp. 54, 187 y 217; Anales, pp. 174, 281, 300, 372, 405, 420 y 511; y Descripción histórica, pp. 119 y 167]. 17. [Tal y como podemos ver aquí y en las líneas que siguen, se da tam-bién en la lengua de Álvarez Rixo la presencia de formas verbales persona-les con posposición de pronombres átonos, comportamiento que nos mues-tra que sigue en vigor la regla de que en principio de frase o después de pausa los pronombres inacentuados habían de ir detrás del verbo]. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 137 III Antes de proceder á la narracion de las fechurias de las brujas, y aparecidas, parecenos del caso, recordar la especie de escenario en que estos cuentos se narraron, la clase y colocacion de los ora-dores, y auditorio que les prestaba atencion. Ya queda dicho el ahumado aspecto de la sala de armas de la torre, á la cual alum-braba ahora, un farol traido de abordo y una vela de sebo puesta en una negra botella, algunos atacadores, lanadas de cañon, y los ya dichos mosquetes y fusiles viejos en su andamio, con mas el tabladillo ó tarima para dormitorio de la soldadesca en el tiempo que tal hubo. Y acomodados cada cual de los circunstantes, quien sentado sobre un barril, quien sobre un saco, ó sobre los doblados colchones, mientras se preparaban las camas; se colocó muy arrellenado sobre la citada tarima un tal Rabelo, natural, decia él, de S.ta Ursula; grande18 conversador y conocedor segun fama, de casi todos los lugares de la isla de Tenerife, de sus vecinos, y anedoctas mas notables, acaecidas en ellos: y por lo tanto, fue elegido y ro-gado para primer narrador, guardando atento silencio los curiosos espectadores: por cuya singular apariencia, los que teniamos fres- 18. [El adjetivo grande antepuesto a sustantivos en singular aparece apocopado en algunos casos, pero en otros, tal y como podemos ver aquí, figura la forma plena. Este mismo texto nos ofrece otro ejemplo poco des-pués: «…ciertos estudiantes traviesos, deseosos de divertirse y guitarrear sin estorvos, tramoyaron disfrasarse de muger el de mejores pulsos, atarse al estremo de una fuerte cuerda, y al otro ataron un grande canto capaz de servir de contrapeso…» (TA). Otro tanto ocurre con el texto siguiente: «...visitamos al S.or Alcalde del Roque, quien tubo la bondad de hacernos entrar á almorzar, presentandonos una grande bandeja llena de huevos duros y roscas viscochadas, que habiendo sido amasadas para la fiesta de S. Isidro, se guardaron despues para cuando acaeciese llegar algun huespede, ó adoleciese cualesquiera indi-viduo18 de la familia, á quien no conviniese alimentarle con gofio»; «Lo mis-mo opinamos para la utilizacion de un grande charco situado al E. del pue-blecito, el cual limpio y ampliada su entrada como corresponde, seria un im-portante y seguro carenero que atraeria las naves para reponerse ó invernar en él» (ETT)]. 138 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO cas ideas estudiantiles, con alguna propiedad nos trajo á la memo-ria aquello de «Conticuere omnes, et intentique ora tenebam; Inde toro pater Æneas sic orsus ab alto»19. «En la Villa de la Orotava, (dijo) hubo un Alcalde mayor nombrado D. Manuel Pimienta20, muy enemigo de parrandas, hurtos de frutas y amorios noturnos21; y á los que pillaba, les hacia paladear su apellido. Para estorvar cuyas libiandades salia de ronda muchas noches acompañado de su escribano y algua-ciles: una de tantas, al acercarse al colegio que fue de los Je-suitas, vio á una muger estrañamente vestida de blanco, la cual daba algunos suspiros; y como no se acercase, por temor al parecer, hizolo el juez, q.e quiso imponerse de lo que hubiese. Pero, asi que su merced se puso á la inmediacion, la muger, bruja ó fantasma, le dio un fuertisimo abrazo por la cintura, clamando ¡ay que me lleva el diablo! y en el acto, subieron por el ayre pre-cipitadamente ambos abrazados: lo cual visto por la ronda, ésta tomó las de villa diego, sin atreverse á mirar atras, no fuese que la bruja tambien los atrapase; certificando y jurando la verdad de lo presenciado, añadido de lo mas que su espanto les inspiró. Llegado el Alc.e mor. arriba, se le presentaron otras oscuras figuras, quienes le colocaron sobre el alto andamio que en aque-lla pared del colegio á la sazon habia, donde le dejaron encanta-do toda la noche, temeroso de caerse de alli abajo, pasando agu-do frio de cumbre, y oyendo por otras calles ruido de guitarras y 19. [Así viene en el original, pero estos dos versos iniciales del segundo libro de la Eneida son «Conticuere omnes, intentique ora tenebant. Inde toro pater Aeneas sic orsus ab alto»]. 20. [Otras referencias sobre este alcalde mayor las trae Álvarez Rixo en sus Anales, pp. 82, 100]. 21. [En lo que se refiere a los grupos consonánticos, suelen prevalecer las variantes cultas, aunque hay alguna forma divergente, como ocurre aquí con noturnos y, más adelante, con reduto. También hay algún caso, como se puede ver en anedoctas, donde se crea un grupo consonántico no justificado etimológicamente]. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 139 canciones, que le hacian lamentar la mucha falta que en el mun-do estaba haciendo su cautiva persona.—Amanecio dios, y vien-do los vecinos al juez en semejante cuita y precipicio, le bajaron, no poco asombrados del atrevimiento de las brujas, no obstante, que en la Orotava recidia un señor Comisario y algunos temidos familiares del Santo Oficio—Despues se supo, que ciertos estu-diantes traviesos, deseosos de divertirse y guitarrear sin estorvos, tramoyaron disfrasarse de muger el de mejores pulsos, atarse al estremo de una fuerte cuerda, y al otro ataron un grande canto capaz de servir de contrapeso, para que, abrazado que estubiese con el Juez, y dado el grito convenido, deslisar dicho canto y su-biesen ambos con facilidad; lo cual pusieron por obra. Tal fue la causa que llenó de admiracion en su principio». Reyose22 el femenino auditorio, interpretando el lance á su fa-vor, puesto que por galantear á las damas, los picarones estudian-tes discurrieron tan graciosa travesura. Entonces, D. Gerardo Morales23 vecino de Lanzarote, ofreció relatar una anedocta que espresó ser terrible, puesto que el, quien 22. [Como se puede ver aquí, reyir figura en vez de reír. El otro texto nos proporciona otro registro de este comportamiento: «Al oir el estampido y griterias reciprocas, creyeron que era su hora llegada los mareados pasageros de camara mas luego que me vieron, reyendome de la escena presenciada arriba, se tranquilizaron…» (ETT). La obra periodística de nuestro autor nos ofrece otros ejemplos: «Otra cosa que hacian los jueces era hacer limpiar à cada propietario ó aparcero colindante al camino las piedras y escombros caidos de su propia cerca: por ser violento cobrar contribucion à varios vecinos para limpiar pisos por donde nunca han transitado ni tienen que transitar y se queden reyendo los mismos que los han inutilizado por sí, sus muchachos y sus cabras» («Caminos vecinales»); «Entonces bajaba un hombre algo ancia-no que se reyó al presenciar nuestro temor...» («Segunda carta»). Como es de esperar, el mismo comportamiento se da en sonreír: «sin embargo, se can-taba entre ellas en cualquier concurrencia, sonreyéndose de sus equívocos y aluciones...» (Cuadro histórico, p. 49); «Decía sonreyéndose, que él también había hecho milagros» (Historia del Puerto del Arrecife, p. 66)]. 23. [Álvarez Rixo también se refiere a Gerardo Morales en su Historia del Puerto del Arrecife, p. 163]. 140 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO nunca habia creido en brujas, duendes ni almas aparecidas, tubo tanta confucion y terror, que por algunos instantes con toda su alma creyó en la existencia de tales cosas. Colocose tambien en la tari-ma para mejor ser visto; y dijo: «Yo tengo arrendadas las Salinas de esta isla de Lanzarote, y para la mejor espendicion de la sal, pongo mis encargados en los demas puertos de la provincia á donde suelo pasar to-dos los años á tomar cuentas: el de 1813 me tocó ir á la cui-dad de S.ta Cruz de la Palma. Estaba el almacen de la sal en un piso bajo de una antigua casa deshabitada hacia mucho tiem-po, por decirse, que el alma de la ultima rica señora que habia muerto en ella, se aparecia ciertas noches vestida de manto y saya negro al subir de la escalera. Yo que como digo, presumia de no creer en miedos ni apariciones; a pesar de lo que me aconsejaban en contrario, quise estar mas proximo á mis in-tereses alojandome en uno de los cuartos altos de dicha casa la cual examiné a mi satisfaccion. Puesto mi catre y equipage en el cuarto donde unicamente se conservaban dos ó tres sillas y un antiguo escaparate de esos lle-nos de gabetillitas24 y escanillos: cerré bien las puertas y venta-nas, apagué la luz y dormi algunas horas. Pero ya cerca del ama-necer, me despertó un estremecimiento de mi lecho, y el ruido y tracoteo infernal de las gabetillas del viejo escaparate que parecian querer salirse de su centro. Sobrecogido, y como para escudarme de lo que pudiese suceder, eché mano por el capote de barragan que habia puesto sobre la cama para abrigo; y estaba ya tan imprecionado de confucion y terror; que me parecio; no que palpaba mi propio capote, sino que tocaba, y aun veia el manto de lana negra de la señora duende, que fue lo primero que se me acordó, en tanto estremo, que esclamé: Señora! por Dios! degeme usté en paz! yo no le quiero á usté su dinero!! 24. [Otro registro de gaveta ‘cajón corredizo de algunas piezas del mo-biliario’ puede verse en los Anales, p. 466]. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 141 Cesó el ruido; y algo repuesto, por oir tambien voces y gente en la calle, salté de la cama apresuradamente, y abri un pos-tigo— Ya amanecia, y al observar gentes de todas condiciones, asustadas, andando en desorden, me admiré, y pregunté, señores, que es lo que hay? Y los de abajo no menos maravillados de mi insensibilidad, de la cual les hube de parecer dotado; me contestaron: Ah hombre del diantres, pues donde ha estado usté que no ha percibido el temblor de tierra que acaba de pasar? Yo callé, no queriendo publicar el chasco que me habia suce-dido, pero apesar de bien desengañado que no habia habido tal alma aparecida, sino la casualidad de sentirse un fenomeno de la naturaleza, decampé, y no quise continuar en semejan-te alojamiento que me recordaba tan terrible rato». Servida que fue la cena, y preparadas las camas, para cuyo lo-cal se le concedio á las mugeres la repetida tarima ó tabladillo sobre el cual se improvisó un biombo con sabanas que parecia cosa de miercoles santo, cada progimo se fue á reposar. IIII Al dia siguiente, para entretener las horas interin se preparaba el almuerzo, fuimos paseando hácia el N. de Rubicon á ver el ce-lebre Charco del Janubio, lago maritimo formado por dos brazos de negra lava durante el memorable volcan que asoló parte consi-derable de la isla de Lanzarote desde el año de 1733 al 37, en que cesó la erupcion. El Janubio es una de tantas curiosidades natura-les de las Canarias. Fue un puerto situado á la parte oeste de Lanzarote, cuyos naturales como no tenian idea de los lagos ó grandes depositos de agua mediterraneos, desconociendo el nombre propio que le correspondia por su ultima configuracion, le aplicaron el de charco, con el cual es conocido. Su dimension es de cosa de 3,000. y pico de varas: y el espacio que le separa hoy del Océano, será desde 3, á 400. Su vista desde alguna distancia es, muy particular, 142 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO porque sus limpias aguas aunque sugetas al fluxo y reflujo de la marea que se comunica por conductos profundos, jamás se alte-ran, y le dan la apariencia de un espejo embutido en medio de una vasta guarnicion de azabache, cual se muestra la lava por las ma-ñanas en que aun está mas vivo su negror á causa del sereno de la noche precedente.—Nadan y revolotean varias aves maritimas en sus riveras; y en su arenoso fondo, es, donde unicamente se pes-can las afamadas ostritas denominadas cagetas en el pais25: maris- 25. [En las Voces, Álvarez Rixo define este marisco como «cierta especie de ostritas encontradas en la isla de Lanzarote en un puerto denominado el Janubio, el cual cerró el volcán de 1730, dejándolo a manera de lago. Es marisco delicadísimo, generalmente preferido a cuantos conocemos aquí. Su color exterior es blanqui-pardo y su labor semicircular, siendo el diámetro de las mayores cosa de dos pulgadas». Amplios detalles figuran en la Historia del Puerto del Arrecife, pp. 91-92: «...este raro marisco. Críase a 4 leguas al O del Arrecife en Janubio, que fue puerto, y el volcán de los años 1730 a 35 le rodeó de tal modo que le dejó en figura de lago, o sea charco como hoy le llaman. En él se zambullen algunos buzos campestres, que buscan y sa-can de su fondo dichas ostras, las cuales llevan a vender a los pueblos, por lo regular en vísperas de festividades. Su precio el año 1810 era dos reales plata o un tostón cada medio almud colmo. Después ha ido subiendo de valor, y minorándose su número en tal forma, que a la época presente de 1846, hemos sabido quedan muy pocas o ningunas. Esto no nos parece extraño, porque a proporción que ha aumentado la población han crecido los consu-midores, y como no se tomó providencia para prohibir su extracción del charco por algunas temporadas, se ha casi perdido una de las curiosidades naturales de la isla, pues no le hay en ningún otro punto de ella, ni de las demás Canarias. Es marisco sano y delicadísimo, en tanto grado, que quien una vez lo coma siempre lo solicita como pueda, y dichas ostras denominadas en el país cagetas, es de una a dos pulgadas de diametro, pero las tan grandes no eran muchas. Su color blancas por dentro, pardo claro por fuera, y su labor semicircular estriada. Cuando había abundancia se llenaban de ellas botijas de rico esca-beche que se enviaban de regalo a Canaria y Tenerife. Pero vivas, a pesar de la precaución de llevarlas en un saco dentro del mar colgando del barco, no era fácil llegasen buenas. Sin embargo, en enero de 1822, se logró y comí algunas en este Puerto de la Orotava, por lo fresco de la estación y pronti-tud del viaje del barquito que las tomó en Janubio mismo». Otra referencia puede verse en la p. 108: «Comí dos pescados excelentes, lenguados y salmonetes, regalándome con ciertas ostras pequeñas denominadas cagetas»]. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 143 co el mas esquisito que se conoce en nuestras islas; que aquellos aldeanos recogen zambullendo provistos de un saquito, en el cual van colocando las que quiera que van hallando. Pero ha sido tanto el indiscreto consumo de este precioso marisco para los convites y festejos, sin darles treguas suficientes para su reproduccion, que han ido minorandose: y medio almud colmo que el año 1810, apenas costaba 4, ó 5, reales vellon, en el de 1820 ya se exigia doble precio. No hay falta de buenos puertos en la isla de Lanzarote, pero si tal hubiese, cortando el espresado espacio que separa al Char-co del Januvio del Occeano, quedaria uno perfectamente seguro26. En la propia mañana algunos individuos de la tripulación, al reflujo de la marea se entretubieron mariscando sobre los peñascos de la costa, lapas, clacas27, que en España se llaman bellota de mar, y burgaos28; vocablo que á pesar de corrompido, es uno de los pocos que nos quedan en Canarias provenidos de los aventureros norman-dos compañeros de Juan de Bethencourt, en cuyo pais se llama burgau lo que en castellano escaramujo; con cuyos mariscos tambien nos regalamos. 26. Contiene una carta de Don Juan Perez en Lanzarote del 10 de Ene-ro de 1882 noticiando que el S. D. Antonio M.a Manrique persona muy patriotica é instruida acompañado de 12 amigos habia hecho un viaje al charco del Janubio distante 5 leguas del Ar[r]ecife llevando un pequeño esquife sobre un camello para poder sondar dicho lago curioso; y encontró tener 5 á 6 y ½ metro, cuyo dato hasta ahora nadie habia podido saber ni asegurar, y tal-vez seria mas hondo si se limpiase su fango [Esta nota no está escrita por Álvarez Rixo]. 27. [Este término es uno de los recogidos en «Vocablos isleños», y tam-bién es una de las entradas de Voces, s.v., donde puede observarse que Álvarez Rixo sorprendentemente no se pronuncia sobre su procedencia lusa]. 28. [Esta forma vuelve a aparecer dentro del mismo texto, como uno de los términos que nuestro autor recoge en la nota en la que se refiere a la influencia francesa en el léxico insular. En el mismo sentido refleja en sus Voces que burgado o burgao es «Voz derivada del francés burgau, una de las pocas voces francesas que nos quedan de los primeros conquistadores. Por-que en castellano es escaramujo y en portugués caramujo. Especie de cara-col. Y el haber nombrado burgado al roque y playa que hoy lo está al norte de Tenerife provino del mucho de este marisco que allí hubo y aún hay»]. 144 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO V Entre las pasageras habia una nombrado D. Maria Manuela Lopez, casada, y de algo mas de 30. años de edad, á quien algunos de la comitiva solian llamar, la Señora Monja, cuyo tratamiento no parecia desagradarla; por lo que, con la familiaridad que suele inspirarse en tales viages, uno la29 dijo: Señora, admirame, que siendo usté casada, la llaman Monja, y no alcanzo la razon que haya para ello? Es, contestó ella, porque en efecto, lo fui en mi niñez, y referiré á Vdes. para que cese su estrañeza.—Naci en esta isla de Lanzarote; pero mi padre y familia que proceden del Puerto de Garachico en 29. [El especial comportamiento que muestran los pronombres átonos es otro de los rasgos de la lengua de Álvarez Rixo. Aquí se puede observar un comportamiento laísta, y el mismo texto incluye otros: «segun parece solia manifestar á algunas personas que la merecian confianza, atribuyendo su imprudente profesion, á la ambicion de sus parientes pa aprobecharse de su herencia. Mas el presbitero D. Pedro Febles, como todos, la aconcejaban la paciencia y resignacion...»; «...pude saber entonces: que mi balandra, despues de robada, pasó otro corsario por ella, y como ya no halló que quitar, la pegó fuego». Este comportamiento laísta, como no podía ser de otra forma, también se da en otras piezas de la obra de Álvarez Rixo, pero se trata de un com-portamiento con escaso número de frecuencia y que coexiste con los casos que siguen el criterio etimológico y que son los más numerosos. Junto a esto, es particularmente amplio el número de los casos de leísmo, tanto referido a personas como a cosas: «...presentándonos una gran bandeja llena de hue-vos duros y roscas bizcochadas, que habiendo sido amasadas para la fiesta de San Isidro, se guardaron despues para cuando acaeciese llegar algún huésped, ó adoleciese cualquier individuo de la familia, á quien no conviene alimen-tarle con gofio»; «...pero ya vemos como los isleños de Fuerteventura han des-cuidado los propios módicos recursos, sin advertir que comete un grande disparate el que pasa su tiempo esperando que aquello que puede facilitarse por sí mismo se lo haga otro, que ni presencia sus cuitas, ni quizas le cono-ce [...] Lo más estraño es que los hijos de Fuerteventura poseen bastante talento natural, y los que han tenido oportunidad de instruirse, han sido personas merecedoras del justo aprecio de los sujetos de mérito que les han tratado y conocido»; «La fiesta de Sta Rosa, se redujo á una misa cantada, sin organo, por la iglesia no tenerle...» (ETT). Véase DÍAZ ALAYÓN, C.; CAS-TILLO, F. J. Op. cit., pp. 91-105; y DÍAZ ALAYÓN, C. «Sobre el comportamiento de los pronombres átonos en autores canarios de los siglos XVIII y XIX»]. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 145 Tenerife, me llevaron á dicho Puerto con objeto de educarme en un convento, y que después profesase. Pero apesar de mi poca edad, fui conociendo que en el interior de los monasterios no se lleva vida tan apacible como se esforzaban por hacermelo creer: pues observé, parcialidades, chismes, y aun celos, porque conoci una monja enamorada perdida de un fraile, para ver, á cuyo sugeto, ella subia y se pasaba horas enteras en el mirador con disgusto y alegatos de las otras; aunque es cierto, que yo no supe si su capricho era co-rrespondido por el religioso. En esto, mi padre tubo la prudencia de proponerme volver á Lanzarote antes de profesar, para despe-dirme de mi madre y hermanas. Regresé pues a Lanzarote, y á poco, me solicitó, y me casaron con un tio anciano, quien me complace en todo, p. e. en esta ocasion, en que por no haber cirujano ni botica en esta isla, paso á S.ta Cruz de Tenerife á curarme una pequeña escrecencia que me ha salido en la cabeza. Y aconsejo á cuantos tengan hijas, que no las induzcan á profesar la vida monastica an-tes que vean algo del mundo: y si posible fuese interin no cuen-ten 30 á 40 años de edad, porque se esponen a hacerlas desgra-ciadas. Que se envidia el goce de la libertad, y tambien se presentan casos de esos amorios apacionados y ridiculos, no parece quedar duda; y sobre un hecho semejante acaecido en Icod de los Vinos, fue que el erudito Padre D. Miguel Cabral de Noroña escribió el chistoso poemita que tituló la Perenqueneida 30, que talvez algunos de Vdes. habran leido. Muy ciertas son las reflexiones de la Sra. observó el Sor. Rabelo, y si se me permite, referiré un ruidoso lance acaecido en el Puerto de la Orotava, habrá cosa de cinco años, sobre cuyo particular escribio unas decimas D.a Maria Viera y yo tenia de memoria. Y como teniamos 30. [Nuestro autor posee una copia de esta sátira burlesca, al igual que otro poema del mismo autor, titulado «La visión del Manzanares», fechado en 1810. Ambas piezas las relaciona en sus Catálogos de los manuscritos de mi pertenencia y personal trabajo. La primera figura como entrada 7 del índice del legajo D; y la se-gunda como entrada 8 del índice del legajo E, dedicado a documentos políticos]. 146 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO ganas de conversacion hasta la hora de comer, le suplicamos nos refiriese la historia monjil que prometia y los versos que decia de tan celebre poetisa. «Vease si es innato el amor á la libertad dijo.— En el convento de Monjas catalinas del Puerto de la Orotava31 hubo una religiosa nombrada San José Peraza: habia nacido en la isla de la Gomera, y sus padres tan santa se propusieron criarla, que veni-dos á dicho Puerto la despecharon en este monasterio, á cargo de algunas religiosas sus amigas ó parientas. Todavia muy joven, y sin haber salido jamas de la clausura, la hicieron profesar, y continuó practicando la regla en aquel santo encierro cosa de 18 años, pero con innato deseo de ser, y vivir libre; segun parece solia manifestar á algunas personas que la merecian confianza, atribuyendo su im-prudente profesion, á la ambicion de sus parientes p.a aprobecharse de su herencia. Mas el presbitero D. Pedro Febles32, como todos, la aconcejaban la paciencia y resignacion, ponderando los invencibles obstaculos de poder ocurrir33 al Padre Santo, por éste estar cautivo en Francia, y Francia en guerra atroz con España á la sazon. No obstante, entre las doce y una de la noche 28 de sep.e de 1810, San José Peraza pudo substraer las llaves de la puerta reglar á la portera, abrió é iba á lanzarse á la plaza, pero en aquel momento, dio la casualidad, que salia de la parroquia que yace en frente, el Santisimo Viatico para algun enfermo, y gente con luces que le acompañaban: visto lo cual por la monja, se arredró, haciendo y aplicandose la 31. [Amplias referencias sobre este convento pueden verse en la Descripción histórica, pp. 94-101]. 32. [Álvarez Rixo se refiere a don Pedro Febles en los Anales, p. 217]. 33. [Ocurrir es aquí ‘pedir, solicitar, acudir’. En Escala en la Torre de Tos-tón viene otro registro: «...no se ve un arbol ni mata verde: solo si una pe-queña y solitaria ermita dedicada a N.a S.a de las Nieves, á cuya imagen ocurren los lanzaroteños a implorar lluvias, llevandola en procesion á la Villa capital de Teguise». Otros registros en Anales, pp. 3, 14, 84, 99, 114, 118, 120, 126, 140, 142, 143, 147, 184, 202, 207, 232, 296, 307, 336, 349, 366, 371, 377, 403, 413, 429, 452, 469 y 473; Historia del Puerto del Arrecife, pp. 52, 114, 137, 156, 158, 159, 161, 165 y 167; Lenguaje, p. 25; Descripción histórica, pp. 72, 77, 78 y 195; «Noticia de algunos acaecimientos en la isla de Cana-ria » §§1, 2 y 5; «Segunda carta»; y «Tercera carta»]. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 147 reflexion, según ella misma despues decia: que aquel encuentro impensado con el cuerpo de Cristo, parecia no ser casual, y que por ello el Señor le decia, retrocede á tu clausura! Detubose un poco, hasta que pasada y alejada la procesion, volvio á animarse, estimulada de la intima resolucion que la dominaba, y se lanzó fuera del conven-to á la ventura, puesto que ignoraba la direccion de las calles del pueblo, á ecepcion de uno que otro trozo que distinguia cuando iba al mirador34. Esta religiosa pasó á Gran-Canaria á presentarse al Il.mo Obispo D. Manuel Verdugo, para manifestarle la violencia con que llevaba la vida monastica, de que era causa la imprudencia ú avari-cia con la cual en temprana edad la habian seducido y casi compe-lido á profesar. Pero su Il.ma tubo á bien depositarla en uno de los conventos de monjas35 de aquella ciudad: y como ella inconforme, manifestase, que si le negaban la libertad incendiaria el monasterio, se temio su desperacion, se exclaustró sin ceremonia, y vive pobre, pero libre36. Con tal motivo, la piadosa D.a Maria Viera y Clavijo, deseando persuadir á dicha monja á que volviese á su claustro, escribio las decimas que ya diremos, cuyos versos circularon entonces con mucha aceptación: pero la independiente religiosa, ni por esos ni otros consejos se arrepintio, ni redujo á volver otra vez á perder su liber-tad: sin que por esto se crea que abusase de ella, por cuanto es de caracter apacible, y por lo regular dedicada á servir de ama de lla- 34. [Nuestro autor recoge las características de este mirador en su Des-cripción histórica, p. 100: «Lo más notable del interior de este edificio es su mirador, el techado más elevado que hay en esta población, y su vista dilatadísima a par que hermosa. Vese todo el Valle de Taoro, sus cumbres y el Teide; siete pueblos parroquiales sin incluir este: a saber, desde San Juan de la Rambla hasta el Sauzal, con otros muchos pagos; y la costa desde la Punta del Viento al este hasta la de Buenavista al oeste; también la isla de La Palma, el mar y un dilatado horizonte. Es punto muy digno de atraer la atención de cualquiera extranjero»]. 35. [En los Anales, p. 216, Álvarez Rixo especifica que se trata el con-vento de recoletas de Canaria]. 36. [Nuestro autor también se refiere a las peripecias de esta monja en sus Anales, p. 216. Como curiosidad, cabe señalar que en esta fuente la fe-cha en que escapa del convento es el 23 de septiembre]. 148 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO ves casa de37 algunas señoras ricas, quienes la han tratado con de-coro, tanto por razon del abito que habia vestido, como por que la tal monja es hija de una familia distinguida de la isla de la Gomera. He aquí las Decimas ¡Que! violaste la clausura y el instituto sagrado con que el cielo habia marcado tu felicidad futura? Te parecio cosa dura la profecion religiosa, la vocacion engañosa, y condenuedo veloz le has vuelto la espalda á Dios? ¡que accion tan ignominiosa! Supongamos que has logrado libre ya de tu convento mayor placer y contento 37. [Tal y como se puede ver aquí, el sintagma en (la) casa de aparece como casa de. Es un comportamiento que vemos en otras piezas: «Acompa-ñó el pueblo al Alcalde desde la parroquia a la sala consistorial de Santo Domingo, que ya los frailes estaban habilitando para su uso conventual y por lo tanto dejó de servir para el Ayuntamiento, que tuvo que reunirse casa del presidente a sus sesiones (Anales, p. 284); «Las andas y algunas piezas de plata que había, pertenecientes a la Virgen de Concepción, se guardaron casa de su mayordomo...» (Descripción histórica, p. 103); «traia pliegos para las Au-toridades de esta provincia y al dia siguiente comió casa del Gobernador [...] Se consignó a Navarro, persona á quien habia conocido casa de D. Manuel José Alvarez en la isla de Lanzarote» («Noticia de algunos acaecimientos en la isla de Canaria», §2). Otro tanto sucede con el sintagma a (la) casa de: «Acudí casa del herrero [...] Ocurrí casa del Sr. Alcalde para ver si por su intercesion éramos más pronto servidos» («Segunda carta»)]. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 149 de cuanto habias deseado: eleva á mas alto grado la prosperidad y anchura? Verás que todo es locura, que queda vacia el alma: de llevar tan mortal calma pasar á la sepultura! Diez y ocho años de egercicio en reglas de perfeccion, no han hecho en tu corazon un celestial edificio? Si violenta en el servicio de Jesucristo te hallabas, porque no le importunabas pidiendole su asistencia? El te enseñaria la ciencia de amar lo que despreciabas. He señora, vuelve en ti! has valido el sacrificio, reforma tu error y juicio, pues Dios te lo pide así: No sigas el frenecí de una soltura ilusoria, lease al fin en la historia que a todo un Dios preferiste y que donacion le hiciste de ti misma, por su gloria. Llega y toma sin zozobra el trono que renunciaste, la corona que arrojaste, y tus derechos recobra: Tan escelsa y santa gloria 150 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO el cielo te alabará, y el buen nombre quedará de vencedora triunfante: pues la tacha de inconstante tu velo la cubrirá. Los claustros de monjas son, no una carcel, si un sagrario; donde como en relicario Dios reserva esta porcion, y en tan dichosa mansión es descanso la obediencia, pues toda la independencia de la propia voluntad se mira por libertad contra la humana prudencia. Por la via de la fé, no por la de los sentidos caminan los escogidos para ir á Dios: bien se vé: pues dime ahora, porqué tienes vida deliciosa, si el mundo no es otra cosa que una brillante mentira, una cosa que se mira ser fugaz y venenosa? Es el religioso estado algun mueble que se arrima, y que no merece estima por que parece escusado? Quien pone mano al arado no vuelve atras; y su anhelo, sea un laborioso desvelo, SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 151 sea constante y sin mudanza para tener esperanza de hallarse digno del cielo. Sofocada entre las rejas la obediencia te oprimia, el abito te afligia, y todo de un golpe dejas: del medio de las obejas que Jesús apacentaba ¡ingrata! te has descarriado buscando senda torcida como la obeja perdida que del redil se apartaba. VI Habiendo sido elogiada la buena memoria del Sor. Rabelo; con buen apetito nos pusimos á comer, escelentes cabrillas38 guisadas, y fritas, sin acordarnos del mal de rasca, ni del tiempo contrario que alli nos detenia. Terminada la comida, los mas se recostaron para fumar y dor-mir la siesta, ecepto dos ó tres, que preferimos ocupar la tarde en ir á ver el Puertecito de Papagayo, distante un buen paseo hácia el naciente de Rubicon. Llegados alli, solo encontramos 10 ó 12 casucos de pescadores, cuyas familias se ocupan en ir á vender el pescado á los lugares del interior de la isla, de donde reportan al-gunos frutos para su alimentación. La encenada y playa que for- 38. [Otro registro de este ictiónimo viene en la Descripción histórica, p. 126: «El mar ofrece abundante pesca, del gusto más exquisito, que se en-cuentra en nuestras Islas; singularmente los abadejos, las cabrillas y los pám-panos, si bien este último es raro»]. 152 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO ma el Puerto, es de menuda arena blanca, llamada jable 39 por los naturales, que creo sea otro vocablo normando, corrompido, por decir sable, arena. Tambien habia tres barquitos de pesca, los cuales sir-ven igualmente para conducir pasageros desde Papagayo á Corralejo, que es el Puerto fronteriso mas inmediato de la vecina isla de Fuerteventura: en uno de dichos barquichuelos observamos una muger varonil, remando con un pesado remo á par de un hombre, con mucha satisfacción. Al mirar con desden tan insignificante lugarejo, nos informó un anciano pescador, que durante las guerras maritimas, aquel punto y sus barquitos tubo mas importancia, en razon, de que para evitar el riezgo de los corsarios, tanto las autoridades, como los particulares que tenian que enviar ó conducir documentos ó dinero de una á las otras islas, el itinerario regular, era, salir de Papagayo por la noche, para durante la oscuridad atravesar el mar, amaneciendo en Corralejo: de alli caminan-do por tierra á lo largo de Fuerteventura hasta su estrema punta de Jandia, donde en otro barquichuelo se viajaba por la noche, á fin de lograr amanecer en Gran-Canaria, cuya isla se atravesaba hasta Galdar, donde se tomaba otro pasage en barquito de primera tierra y se tras-ladaba el pasagero á S.ta Cruz de Tenerife, y todavía, desde esta isla á las de la Palma y la Gomera, se seguia el propio sistema para las idas y retornos; cuya diligencia solia durar talvez de uno á dos meses. Y una de tantas veces que los corsarios sospecharon nuestra manera 39. [Volvemos a ver esta voz poco después, en el cuadro con el que ilustra la influencia normanda en el léxico insular; y también en Escala de la Torre de Tostón: «pero que los habitantes de Fuerteventura insensibles á las conve-niencias de su patria, han dejado cegar de arena blanca (jable) por no dedi-carse á limpiarlo en ciertas épocas». Otras piezas nos proporcionan más re-gistros. En Historia del Puerto del Arrecife, p. 230n, recoge que en Lanzarote llaman jable «a la arena blanca, la cual se comunica desde la vecina África por el fondo del mar». Igualmente se refiere a ella en Lenguaje, pp. 118-119, dentro de las observaciones que hace a la traducción de la Ethnographie de Berthelot, donde señala que se le ha dado a jable o xable el valor de ‘mo-rro’, pero esta voz «es colectiva de toda reunión de arena blanca movediza, derivada de la francesa sable, que le hubieron de imponer los primeros con-quistadores normandos y los isleños la modularon a lo africano, pronuncián-dola guturalmente jable». También es una de las entradas de Voces, s.v.]. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 153 oculta de comunicación, vinieron unos botes ingleses á incendiar nues-tros miserables barquitos, lo cual no efectuaron, por hallarse barados algo mas arriba, y hubieron de recelar alguna celada40. VII Por la noche volvimos á reunirnos en la Torre del Aguila, y al referirse la conversación tenida con el pescador de Papagayo, á instancia de algunos del auditorio, quienes tenian idea del suceso, nos relató el Patron Valentin (como consecuencia de lo que en nuestras islas sucedia) una de sus aventuras acaecida diez años antes, precisamente á la vista é inmediación de la propia torre, cuyo amparo en vano se propuso lograr. «Habia guerra con los ingleses, dijo: veniamos de Canaria en una balandra que yo mandaba, la cual habia armado con dos pedreros [y] algunas escopetas que consideré servirnos de al-guna defensa contra los corsarios ingleses de mal aguage, que nos estaban robando y quemando impunemente nuestros bar-cos, sin haber quien les fuese á la mano. Llegados que hubimos á esta inmediación, hacia calma, y descubrimos, á sotavento un bergantín enemigo y de poca marcha; pero este echó dos bo-tes ligeros para alcanzarnos, vistos los cuales, nos preparamos para defendernos; y como les hicimos fuego, cosa que ellos no esperaban, se arredraron. Yo queria hasta socorrernos de la 40. Tambien vimos el barranco nominado del Agua por los antiguos, porque talvez entonces habria alli algun remanente que surtiese á los inmediatos conquistadores alojados en la Torre de Rubicon. Pero hoy está aquel sitio tan seco como todo lo demas. Creo que con la convulciones y trastornos geologicos ocacionados por los repetidos volcanes que fatigaron la isla de Lanzarote desde el año 1733 al 37, cesaria este util manantial, si es que no filtra por debajo de la mucha arena aluvial que cubre el lecho del expresado barranco. [Estos detalles los publica Álvarez Rixo en una breve colaboración periodística ti-tulada «Manantial descubierto en Lanzarote», que publica en El Time, núm. 245, 30 de agosto de 1868. Véase DÍAZ ALAYÓN y CASTILLO, op. cit., p. 63]. 154 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO artilleria de esta torre, que entonces, mandaba las islas el Mar-ques de Casa Cagigal, y no estaban sus fuertes en el abandono y despilfarro que hoy se hallan. Pero el diablo que lo quiso, traiamos entre los pasageros al Sor beneficiado D. Domingo Cueva y sus hermanos: y el clerigo asustado al oir los disparos, subió sobre convéz, á persuadirme é intimidarme con que la resistencia seria inútil, y si heriamos ó matabamos algun ingles, ellos nos pasarian á cuchillo. Negueme á complacerle; pusose de rodillas, é hizo un discurso tan sentido y elocuente, que con-virtió á mi gente á la cobardia, y no tube quien me ayudase, salvo D. Leandro Camacho41, q.e era oficial, cuñado del mismo Beneficiado; á contener cuyo buen animo subio su propia muger hecha una magdalena42. Y en estas contrariedades abordaron los ingleses que subieron azás desconfiados de alguna celada. Transbordaron al clerigo y familia al corsario y á mi con ellos; pero que fui el unico que no quicieron despues desembarcar, y condugeronme a Londres, para trabajos mios, y servicio de esos ladrones: pues como con el vino que habian robado en Cana-rias continuamente iban borrachos, se tupian las bombas, no habia quien se dedicase á rehabilitarlas, y yo tomé este trabajo, no fuese que al fin naufragasemos. Soltaronme en un muelle de aquella 41. [Sobre Leandro Camacho véase la Historia del Puerto del Arrecife, pp. 67, 72, 154, 177, 183, 211]. 42. [Nuestro autor también recoge este hecho en sus Anales, p. 186: «El 20 se supo que cierto bergantín corsario había apresado la balandra del tráfico de Lanzarote, su patrón Manuel Valentín López, después de haberse defen-dido un poco con dos pedreros que a prevensión montaba, añadiéndose haberla rescatado por valor de 600 pesos corrientes el venerable beneficiado don Domingo de la Cueva de aquella isla, quién iba de pasajero a su bordo. Pero parece equívoco en cuanto los ingleses se llevaron consigo a dicho patrón para autorizar la buena presa; y una goleta, segunda, de corsario que se apa-reció entretanto, incendió la presa. Lo que hubo de cierto fue: que el ex-presado señor Cueva se intimidó mucho y exhortó fervorosamente a López y demás del equipaje se rindiesen a los botes enemigos que se acercaban, no fuese que le pasasen a cuchillo. Así lo oyó contar el que escribe a ambos sujetos, a don José Navarro y otros que en el mismo bajel iban de viaje». Otro tanto hace constar en la Historia del Puerto del Arrecife, pp. 72-73]. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 155 Babilonia, con lo envergado43, sin saber el idioma, ni conocer a nadie, ni tampoco nadie me entendia palabra; hasta que topé con uno que balbuceaba un poco el portugues, quien algo me comprendio; y ocurriome pronunciar el nombre de D. Juan Cologan, isleño que yo sabia, que escudado con su origen in-gles, vivia y comerciaba en Londres, y llevaronme allá; cuyo señor me agasajó, y dio unos billetes para que comprase ropa, con lo mas que necesitase: y quedeme admirado de la virtud de aquellos papelitos cuando iba a una tienda, y despues de comprar lo que queria, me llenaban ademas el puño de dinero. Mi buen pro-tector me envió para estas islas en un barco neutral que venia para la Orotava á cargar vino, á cuyo Puerto llegué en el mes de septiembre del mismo año 5: y pude saber entonces: que mi balandra, despues de robada, pasó otro corsario por ella, y como ya no halló que quitar, la pegó fuego44. He aqui como se pasaba en Canarias durante las guerras maritimas: sin que España nos proporcionase ni una mala lancha cañonera para defensa contra estos salteadores de los mares». Pasose la noche casi como la primera; y habiendo amanecido el viento mudado á la briza45, nos apresuramos á despedirnos de la 43. [Con lo envergado tiene aquí el valor de ‘con lo puesto’. No tener más que lo envergado es tener sólo la ropa que se lleva puesta]. 44. [Álvarez Rixo completa los datos del regreso de este atribulado pa-trón en sus Anales, p. 189: «En cuyo dia 7 [de septiembre de 1805], aportó barco neutral de Inglaterra consignado a Cólogan, en 28 días de viaje, el cual condujo de regreso a Manuel Valentín Lopez, patrón de la balandra lanzaroteña, que dijimos había sido apresada el 4 de mayo último. Infinitas preguntas se le hicieron sobre noticias políticas, pero como era hombre tosco, ni entendía el inglés, sólo relataba lo peculiar de su historia, que fue bien peregrina»]. 45. [Brisa es aquí ‘alisio, viento de componente nordeste, que sopla ha-bitualmente en las Canarias’. Más registros vienen en Escala en la Torre de Tostón: «...a causa de la fuerte brisa que ventaba, se hizo primera escala en el Puerto Gran-Tarajal [...] Sosegada la brisa para poder montar la punta E. nominada la Entallada, seguimos para Puerto de Cabras...». Otros registros en Descripción histórica, p. 27; Historia del Puerto del Arrecife, p. 226; y Ana-les, pp. 417, 478, 483, 507 y 514]. 156 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO Torre del Aguila y de su hospitable46 guardian a quien se gratificó con algunos sobrantes de rancho, nos reembarcamos cada cual en su respectivo bajel, zarpando alegres para los puertos de ntros apetecidos destinos. Nota 1ª Por incidencia hemos indicado en el contesto del presente opusculo, que en las Islas Canarias se conservan aunque alterados algunos voca-blos del idioma que hablaban los normandos compañeros del conquis-tador Juan de Bethencourt: voces que usamos hoy sin detenernos á indagar su origen, aunque muy diversas de la lengua castellana y por curiosidad nos ha ocurrido recordar algunos de dichos vocablos con su correspondencia española. Termino prov. Normando Castellano Boga47 Bogue Cierto pez que abunda en las Canarias Bigazote Bourgassote Higo cotio48 Burgao Bourgau Escaramujo Callao49 Callou Guijarro, peladilla 46. [Otro registro de hospitable viene en la Descripción histórica, p. 171: «El carácter de los habitantes del Puerto de la Cruz en general es pacífico, tímido y hospitable, particularmente para con los extranjeros...»]. 47. [Mucho más amplias son las referencias que trae en las Voces, donde señala: «Del francés bogue o del portugués boga. Pescado común en nuestras Islas, cuya descripción hace el Sr. Viera, Diccionario de Historia Natural»]. 48. [La forma cotio se aplica a una clase de higo que tiene forma de pera, piel dura, de color canelo, oscuro o pardo, y pulpa roja de sabor muy dulce. En las Voces, s.v. cotios, recoge: «Especie de higos pardos o amoratados por fuera y encarnados por dentro. Algunos los denominan mulatos, otros gomeros, séase porque en La Gomera fuese donde antiguamente más se producían, o en alusión al color moreno de sus habitantes. Higo cotio o bergazote, deriva-do del francés bourgassote (Viera, Diccionario de Historia Natural, p. 243)»]. 49. [Otros registros de este término en Historia del Puerto del Arrecife, pp. 37, 38, 125, 134 y 232; Anales, pp. 148, 339 y 414; Cuadro histórico, p. 43; Descripción histórica, pp. 34, 37, 38 y 39. También es una entrada de las Voces]. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 157 Termino prov. Normando Castellano Chafaldero50 Chafaldeau El que aliña y seca el pescado Orchilla51 Orseille Liquen (marhojo) Jable Sable Arena blanquecina 50. [Chafaldero es una de las entradas de las Voces, donde señala: «Es una de las pocas voces francesas que nos quedaron de los primeros conquistadores, com-pañeros de Juan Béthencourt; en cuyo idioma se escribe chafaldeau, y significa aliñador, secador de bacallao; y como dichos conquistadores sabemos que se ejercitaron en pescar y preparar algunos de nuestros pescados y aun hicieron sus excursiones a la costa de Africa vecina, claro está que tanto por la semejanza de la modulación como por la acepción, no nos equivocamos en asegurar que nues-tros costeros moreneros derivan este vocablo del francés»]. 51. [También encontramos esta voz en otras piezas: Anales, pp. 80, 100 y 228; Historia del Puerto del Arrecife, pp. 131, 137, 144, 146, 150, 157, 158, 161 y 207; Cuadro histórico, pp. 126, 130 y 131; Lenguaje, p. 103; Descrip-ción histórica, pp. 126, 133, 139, 148, 150 y 151; «Fuerteventura. Bosquejo físico», pp. 449, 453 y 454; «Masca»; y «Vocablos isleños». Véase Voces, s.v., donde nuestro autor se refiere a la ausencia de la voz en el Diccionario de la Lengua y donde hace una hipótesis etimológica]. 158 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO ESCALA EN LA TORRE DE TOSTÓN I El patron del bergantin en que yo iba, conocedor practico de los usos y costumbres de los naturales de cada una de nuestras islas, como el año 1815, fue muy esteril, navegó costeando la de Fuerteventura, y al aproximarse al Puerto y Torre de Tostón, fijó la vista en la rivera, donde pudo discernir manadas de ganado di-rigiéndose hácia el litoral, custodiadas por hombres y mugeres que hacian señales p.a q.e desembarcasemos.—Preciso es fondear, dijo el patron, y favorecer á esta pobre gente y sus reces. En efecto, se fondeó frente á la caleta52 contigua á dicha torre de Tostón, cuya capacidad y redonda construccion es muy semejante á la ya des-crita del Aguila en Lanzarote. Pero la de Toston estaba más sucia y nauseabunda53, no obstante que la custodiaba un cabo de arti-llería, quien hacia allí [las veces54] de comandante de armas con cuatro ó cinco milicianos, cuyos humildes vestuarios consistian en camisa y calzoncillos blancos. Los dueños de los ganados se agruparon al rededor del patron, suplicandole les quiciese sacar de aquella tierra con sus animales acto continuo, porque de lo contrario, perecerian de hambre unos y otros. Y hecho el oportuno ajuste, se comenzó á embarcar el ganado con sus escualidos dueños, quienes notamos, que se lanzaban á la lancha con una afestinacion como si huyesen de un asedio. Interin se ocupaba la gente en tal faena, fuimos paseando hácia el E. de aquella costa, donde está la modesta ermita de N.a S.a del Buen-Viage, contigua á un especie de arrecife, el cual hasta los 52. [Otros registros de caleta ‘pequeña ensenada o fondeadero abrigado’ vienen en Historia del Puerto del Arrecife, pp. 89 y 131; Anales, pp. 24, 59, 145, 180, 339, 359, 383 y 487; Lenguaje, p. 122; y Descripción histórica, pp. 30, 31, 34, 35, 36, 37, 38, 39, 43, 105, 115, 121, 122, 187, 191 y 192]. 53. [«Fuerteventura. Bosquejo físico», p. 444]. 54. [Tachado en el original]. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 159 primeros años del presente siglo servia de seguro puerto y carenero á algunas naves del cabotage q.e solian aguarecerse alli de los corsarios ingleses: pero que los señores majoreros, insensibles á las conve-niencias de su patria, han dejado cegar de arena blanca (jable), por no dedicarse á limpiarlo cada cuantos años: y hoy dia, apenas sir-ve este importante puertecito para lanchas. A cosa de una milla más arriba está un pequeño lugar nombra-do el Roque, en el cual únicamente vimos una verde higuera, que nos dió motivo p.a reconvenir á sus moradores, p.r q.e no plantaban otras, p.a al menos tener fruta con que regalarse. A cuya observacion contestaron muy sosegados, que allí no era practica; y el árbol que mirábamos, pertenecia al Señor Coronel55, á quien en virtud del respeto y temor q.e se le tenia se le conservaba. II El lector recordará, la mension q.e hacen nuestras historias de Canarias referente á la torre que para someter la isla de Fuerteventura edificó Juan de Bethencourt en su costa Norte, cuyo punto deno-minó Rico-Roque, y comprenderá q.e es del mismo parage del cual le hablamos, aunque con el sentimiento de notar, q.e durante más de cuatro siglos, nada se ha fomentado tan histórico lugar, antes le han dejado inutilizar su seguro puertecito, segun decimos arriba. Con pretexto de presentar nuestras licencias ó pasaportes, que entonces [consistían] unicamente en unas cedulitas á manera de las de confecion, en que solo se decia, «Puede embarcarse Fulano de tal para Canaria en el barco N. fecha y firma», visitamos al S.or Al-calde del Roque, quien tubo la bondad de hacernos entrar á almor-zar, presentandonos una grande bandeja llena de huevos duros y roscas viscochadas, que habiendo sido amasadas para la fiesta de S. Isidro, se guardaron despues para cuando acaeciese llegar algun huespede, 55. [Se trata de Agustín Cabrera Bethencourt, coronel gobernador de la isla, mencionado más adelante]. 160 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO ó adoleciese cualesquiera individuo56 de la familia, á quien no con-viniese alimentarle con gofio57; porque allí pocas veces se ve pan fresco, á pesar de ser tierra que produce mucho trigo, y que dos años an-tes, el de 1813, habia producido la isla más de 30,000 fanegas sin contar los otros granos. Concluido el embarque del ganado que pudo caber en el bagel, y sin querer el patron admitir otros más pasageros pobres los cua-les quedaron llorando en aquella playa porque no los podian sa-car de su pais; zarpamos para Gran Canaria, á cuyo Puerto de la Luz llegamos afortunadamente al amanecer del dia siguiente; que si hubiesemos tenido calma ú otro contratiempo, al menos los animales habrían perecido de sed. Hé aquí una pintura fiel del estado del mejor puerto de la ban-da del Norte de la isla de Fuerteventura, y una de las deplorables escenas que diversas veces se presencian en aquel local, para eter-no baldon de los que por su apatia y pública desunion han descui-dado los medios de conservar y mejorar los cómodos puertecillos de su isla, como tambien, la subsistencia pública, á pesar de la fera-cidad con que muchos años Dios favorece este suelo. 56. [El uso de cualesquiera con formas singulares no es infrecuente en el habla de nuestro autor]. 57. [En sus Voces, s.v., Álvarez Rixo recoge sobre este término: «Voz in-dígena. La harina de cualesquiera cereal, el cual ha sido tostado antes de molido; pónesele algunos granos de sal en el molino o al tiempo de usarlo, que re-gularmente es con agua, amasado en consistencia de poder llevarlo a la boca en puñados apretados sin humedecerse la mano. También se come amasado con miel o revuelto con leche o caldo. El gofio era el pan de los antiguos canarios, como lo es también en el día entre las clases pobres de mar y tie-rra, saludable y nutritivo, pero algún tanto indigesto para las personas que no están habituadas a comerlo. Parece haber sido alimento usado por los troyanos y tal vez por algunas otras naciones de la más remota antigüedad. Léase su manera de prepararlo en Virgilio, Eneida, lib. 1, versos 181 a l83». Además, esta fuente también contiene registros de gofio s.v. gánigo, gasnais y tiesto. Otros registros pueden verse en Historia del Puerto del Arrecife, p. 146; Descripción histórica, p. 180; Lenguaje, pp. 30 y 48; «Fuerteventura. Bosque-jo físico», p. 445; «Segunda carta»; y «Vocablos isleños», s.v. gánigo]. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 161 III Cuando fue tiempo de regresar á Lanzarote, lo verificamos por la banda Sur de Fuerteventura, y á causa de la fuerte briza que ventaba, se hizo primera escala en el Puerto Gran Tarajal, donde solo habia uno ó dos almacenes que para guardar su barrilla habia edificado desde el año 1805 D. Agustin Cabrera Bethencourt co-ronel gobernador de la isla, con mas un modesto reduto equipado de un cañon grande de hierro, el cual al año siguiente habia sido clavado, y su cureña quemada, lo mismo que los techos de los al-macenes por los corsarios ingleses; y permanecian en el propio es-tado de abandono58. A la orilla del mar hay unos manantiales, pero muy salados para mi paladar, que antes me aumentaban la sed, pero que talvez esplotados más arriba y distantes del flujo del mar serán mucho mejor. El barranco que desagua en la playa de Gran Tarajal, estaba lleno de tarajales59, que á pesar de la sequedad del año manifestaban frondosidad; y cualesquiera gente de gusto é industria que allí hubiese 58. [En los Anales, p. 188, nuestro autor se refiere con más detalle a estos hechos: «Del 20 al 22 [de julio de 1805] el Alcalde Real don Bernardo Cólogan Fallon recibió carta de su hermano don Juan, residente en Londres, avisán-dole que allí se iba a armar un corsario con objeto de venir a robar a don Agustín de Cabrera Bethencourt, Coronel Gobernador de Fuerteventura. Fue noticia que se creyó, tanto por quien la comunicaba, como por la fama de la riqueza de este caballero y lo descampado de la isla y pueblo de La Oli-va, lugar de su residencia. Por lo que dicho señor se rodeó en su casa con algunas milicias y cañones; construyendo además un reducto con otro cañón que pidió al Comandante General para defensa de sus almacenes de barrilla en Puerto de Gran Tarajal. Vino aquel amagado corsario u otro de su ralea, quemó el almacén y la cureña, dejando el cañón clavado, según lo vio el que escribe, algunos años después. La celosa guardia fue sorprendida jugando al naipe, ocupación favorita de los señores majoreros». Más datos a este respecto vienen en «Fuerteventura. Bosquejo físico», p. 444»]. 59. [Otros registros de tarajal vienen en Anales, pp. 402 y 505; Historia del Puerto del Arrecife, p. 83; Lenguaje, pp. 100 y 111; y Cuadro histórico, p. 10. En sus Voces, s.v., nuestro autor considera este término como indígena, pero también se usa en el sur peninsular]. 162 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO fundado un pueblecito, podria proporcionarse, no solo leña para su consumo, si tambien, alguna [a]lameda apacible donde respirar de los ardores del sol, y otros árboles frutales; puesto que á poca dis-tancia mas arriba está un cortijo60 nominado Catalina Garcia, per-tenencia de dicho coronel, donde se ven frondosas higueras y otros lozanos vegetables. IV Sosegada la briza para poder montar la punta nominada la En-tallada seguimos para Puerto de Cabras, punto en el cual, tanto algunos forasteros como los del pais á su imitacion, han preferido para fijar en él sus negocios y recidencia, construyendo al efecto varias casas y almacenes61. La bahia es larga y su fondo bueno, mas el desembarcadero tiene inconvenientes los dias que hay res[a]ca, en los cuales se esponen á mojarse las personas y efectos que se embarcan y desembarcan; mal que pudiera remediarse con facilidad y poco costo, sin espe-rar á que el gobierno sea quien tome en consideracion las necesi-dades de los vecinos del Puerto de Cabras, que ni talvez sabe que exista tal lugar. Pero como urge á sus moradores, traficantes y náuticos que lo frecuentan, pudieran voluntariamente contribuir las naves que allí aportan, que no bajan de ciento al año, con solo un par 60. [Esta forma tiene el valor de ‘finca grande provista de casa’. Otros registros pueden verse en Voces, s.v. taro; Lenguaje, pp. 29, 54 y 97; «Puerto de Cabras», p. 462; y «Fuerteventura. Bosquejo físico», p. 448. Se trata de una voz propia de las Canarias orientales, distribución confirmada por las referencias que Viera y Clavijo recoge, lib. IX, 24; lib. X, 14, 17, 27, 30, 36; y lib. XI, 10, 28]. 61. [Algunos de los detalles que aquí menciona nuestro autor a este res-pecto figuran también en su artículo «Fundación del Puerto de Cabras en la isla de Fuerteventura según algunos §§ del capitán Mirón.—Año de 1819», que publica en 1840. Véase DÍAZ ALAYÓN y CASTILLO, op. cit., pp. 26-29, 175-179]. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 163 de reales vellon por viage, lo cual produciria 200. r.s; tambien 1 real vellon por cada 100. quintales, de barrilla que se exportase, cuyos ligerísimos arbitrios en el espacio de ocho á diez años podrian as-cender á 2500 r.s; la piedra y la arena está á la mano, la cal cuesta alli á fisca62 la fanega, los jornales muy baratos, y se podria cons-truir lo mas necesario, como tambien, continuandose la subvencion, proseguir la obra hasta fijar un sencillo pescante63 que al fin pu-diese servir para continuar la fábrica de la comenzada iglesia, y despues para fondos del municipio que sin duda con el tiempo alli se habrá de crear. Lo mismo opinamos para la utilizacion de un grande charco situado al E. del pueblecito, el cual limpio y ampliada su entrada como corresponde, seria un importante y seguro carenero que atraeria las naves para reponerse ó invernar en él64. 62. [Otros registros de fisca ‘moneda de 10 cuartos y medio’ vienen en Anales, pp. 169, 214, 325, 336, 340, 417, 428, 429 y 512; Historia del Puer-to del Arrecife, p. 202; Cuadro histórico, p. 115; Descripción histórica, pp. 79, 103, 171, 187 y 201; «Fuerteventura. Bosquejo físico y moral», p. 447; y «Noticia de algunos acaecimientos en la isla de Canaria»]. 63. [Pescante tiene aquí el valor de ‘grúa’. Otro registro en Descripción histórica, p. 37]. 64. Hasta aqui está publicado en El Time Nº 249, de sep.e 30 de 1868. [Pero el artículo en cuestión se alarga con tres párrafos más: Es el caso que con más estension y minuciosidad, recordamos se aconse-jaron muchas de estas propias ideas en un periódico provincial del año 1840, creyendo que algo se haria; pero ya vemos como los isleños de Fuerteventura han descuidado los propios módicos recursos, sin advertir que comete un grande disparate el que pasa su tiempo esperando que aquello que puede facilitarse por sí mismo se lo haga otro, que ni presencia sus cuitas, ni quizas le conoce. Otro tanto decimos con respecto á la construccion pública ó por medio de acciones, de maretas ó de pósitos para conservar aguas, tanto para beber con baratura y sin penuria, como para asegurar algunas cosechas: en Gran- Canaria se han hecho, en Santa Cruz de Tenerife no se perdieron de vista los luminosos consejos que sobre tan vital asunto publicó el Eco del comer-cio, núm. 547, de 16 de julio de 1857 y se ha adoptado la construccion de presas en los barrancos que son beneficiosas, además de varias esplotaciones practicadas en diversos puntos de la isla que han dado utilísimos resultados. 164 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO V Aqui mencionamos la escena comica representada abordo du-rante la noche de nuestro viage desde P.to Gran Tarajal al de Ca-bras, cuyo episodio servirá para formar juicio de la pasion que tie-ne nuestra gente de mar por las regáteas de sus barcos á fin de lucir y celebrar su mustio andar; y denigrar la pesadez y defectos de los que no les pueden igualar. El timonel, anciano á quien los demas llamaban hermano Caytano, iba entretenido cantando el romance de la Virgen de la Peña al Pero en las de Fuerteventura y Lanzarote, donde el líquido más escasea, nadie se mueve á eso. Y como en tiempos de algunos de nuestros reyes, segun re-fiere la historia y repiten las tradiciones, se les socorrió con granos y dinero en sus calamidades, acaso tambien pretenden que ahora el Gobierno discu-rra arbitrios y franquee numerario para proporcionarles lo que no se han querido proporcionar por su habitual apatia. Pero como esa época pasó, lo más fac-tible y seguro es confiar en los propios esfuerzos, union patriótica y activi-dad. Si lo que hemos indicado no basta, léase la historia escrita por el ilus-tre Sr. Arcediano titular de dicha isla de Fuerteventura D. José Viera y Clavijo, que nos convencerá de que la indiferencia y desunion allí dominante en asuntos públicos y económicos, que sin duda escede en grado á la constante de las otras islas, ha sido y es la verdadera causa de su atraso y mal estado; por lo que consideramos que si sus habitantes fuesen más sociales, activos é indus-triosos, no sólo llamaria la atencion por ser como lo es la más estensa de las Canarias, sí tambien una de las más abundantes y bellas; y atendidas estas posibles ventajas, claro está, que tanto por el Gobierno, que la habria de proveer, al menos de un juzgado propio en su centro, como por todo el mundo, pre-cisamente habria de ser considerada. Lo más estraño es que los hijos de Fuerteventura poseen bastante talen-to natural, y los que han tenido oportunidad de instruirse, han sido perso-nas merecedoras del justo aprecio de los sujetos de mérito que les han tra-tado y conocido: generalmente poseen varias cualidades morales escelentes, en particular la hospitalidad para con los forasteros, pues la practican con mucha atension y generosidad: el interior de las casas pobres es el más aseado y ordenado de todos los de su clase en la provincia; y sin embargo, prevale-ce la desunion y carencia de aplicacion social en los negocios públicos, orígen indudable de las expatriaciones contínuas á paises lejanos, mal sanos y mor-tíferos: y del abandonado estado en que todavia dicha isla yace, conforme nos parece haberlo demostrado, á fin de que, reconocido el mal, se acierte en la aplicacion del oportuno remedio»]. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 165 compas de unos toletes con que otro tal llevaba el estribillo; musica que nos tenia sumamente atormentados. De repente, gritaron de proa, ahi va! á cuya voz siguio un profundo silencio. Mas entre 1 y 2 de la noche percibimos desde la camara, muchas risas y con-versaciones á media voz sobre cubierta, que supusimos fuese para no despertar a los pasageros; y despues, un ruido y trapisonda en la bodega, como remudando carga de un lado para otro: por lo que, dos de los pasageros de edad, mareados, me suplicaron por ser muchacho y libre del mareo á la sazón, subiese á indagar que novedad ocurria. En efecto, averigüé que otro bergantin de la matricula de la Palma, al cual por su pesadez denominaban la Papa, estaba á punto de quedar á sotavento; no obstante que los nues-tros por malicia, le habian dejado zarpar de Gran Tarajal con dos ó tres horas de antelacion, y habiendole, no solo alcanzado, sino que le iban á ganar el barlovento, quicieron celebrarlo, sacando de en-tre el lastre un pedrero ó cañoncillo viejo, para en el acto de cru-zarle por la proa al palmero65, dispararle y darle una fiera grita. Referido á mis compañeros de camara el proyecto de los marine-ros, se alarmaron sobremanera, haciendome volver á subir para disuadirle de tal cosa á la tripulación, y «se acordasen, del barco costero66, propio del mismo dueño de quien es este en que vamos, que se sumergio habra 8 ó 9 años, por uno de estos brutales en-tusiasmos67: y barbaros provocativos unos, e irritados los otros, podrá 65. [En la lengua de Álvarez Rixo alternan las formas palmero y palmés. Registros de la primera vienen en Anales, pp. 94, 145, 180, 196, 303, 344 y 507; Historia del Puerto del Arrecife, pp. 102, 145 y 226; «Fuerteventura. Bosquejo físico», p. 442; y «Puerto de Cabras», p. 457. La segunda figura en Lenguaje, pp. 47, 62, 89, 90, 91, 92, 93, 94 y 97; y Anales, p. 418]. 66. [El término costero se aplicaba a los pescadores canarios que faenaban tradicionalmente en el caladero de la costa de África y a los barcos que se dedicaban a esta actividad. Registros de esta forma pueden verse en los Anales, pp. 169, 198, 199, 233-234, 244, 344 y 471; Historia del Puerto del Arrecife, pp. 143, 146, 147, 151 y 193; Cuadro histórico, pp. 46, 61 y 104; Lenguaje, p. 14; y Voces, s.v. bichoca, chafaldero y falucho]. 67. [Nuestro autor recoge este hecho en el apartado «Desgracia del bergantin canario de D.n Cipriano Aviles», con el que abre su trabajo Varios incidentes 166 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO suceder algún desastre». Pero, no fui oido: Y cargado el cañoncillo, bien atacado de estopa, para que retumbe, decian ellos; le trinca-ron fuertemente á proa por babor, y el que hacia
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Título y subtítulo | Sobre la obra de José Agustín Alvarez Rixo: notas a dos textos de viaje |
Autores secundarios | Díaz Alayón, Carmen ; Javier Castillo, Francisco |
Publicación fuente | Cartas diferentes: revista canaria de patrimonio documental |
Numeración | Número 04 |
Sección | Estudios |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Breña Alta (Santa Cruz de Tenerife) |
Editorial | Cartas diferentes ediciones |
Fecha | 2008 |
Páginas | 105-174 |
Materias | Patrimonio documental ; archivos ; cultura ; Canarias |
Enlaces relacionados | Página de la revista: http://www.cartasdiferentes.com/revista.htm |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato Digital | |
Tamaño de archivo | 2329836 Bytes |
Texto | SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO: NOTAS A DOS TEXTOS DE VIAJE CARMEN DÍAZ ALAYÓN*; FRANCISCO JAVIER CASTILLO** Fecha de recepción: 10 de mayo de 2007 Resumen: J.A. Álvarez Rixo deja una amplia producción en la que desta-can las piezas de naturaleza histórica, pero también hay lugar en ella para contribuciones de carácter lingüístico, literario, antropológico, económico, co-mercial y de historia natural, todas ellas incardinadas en un mismo universo temático: Canarias. Ningún aspecto de la realidad isleña escapa a su interés: la historia, las costumbres y los usos tradicionales, las circunstancias y las contro-versias políticas del momento, los habitantes primitivos, los cultivos y el co-mercio, la cultura y la educación, la sanidad y las comunicaciones. También en la obra singular de este autor está presente el viaje, que aprovecha en todas sus posibilidades y, sobre todo, como plataforma para tratar aquellos puntos que más le preocupan. El propósito de este artículo es acercarse a estas piezas de viajes, especialmente a dos de ellas, La torre del Águila y Escala en la torre de Tostón, que se analizan y editan siguiendo los originales manuscritos. Palabras clave: Literatura de viajes, fuentes manuscritas, historia local, siglo XIX, Canarias, Álvarez Rixo. Abstract: J.A. Álvarez Rixo left us an outstanding amount of writings, many of which are of historical nature, but containing linguistic, literary, anthropological, economic, commercial, and natural history contributions as well, all of them related to his overall field of study: the Canaries. Not a single aspect related to the Isles fell out of his attention: the local history, the traditional manners and uses, the social conflicts and the political debate, the primitive dwellers and the roads, as well as the areas of trade, production, culture, education and Cartas diferentes. Revista canaria de patrimonio documental, n.o 4 (2008), pp. 105-174. * Universidad de La Laguna. ** Universidad de La Laguna. 106 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO public health. Voyages are also present in Álvarez Rixo’s work, and he uses travel representation in different ways and mainly as a platform in which he deals with those things and points he is worried about. The aim of this paper is to be an approach to these travel writings, particularly to two of them, La Torre del Águila and Escala en la Torre de Tostón, which are studied and edited according to the original sources. Key words: Travel literature, manuscripts, local history, 19th century, Canary Islands, Álvarez Rixo. 1 INTRODUCCIÓN La naturaleza manifiestamente sosegada de José Agustín Álvarez Rixo es, tal y como cabe esperar, poco propicia a la aventura y a los viajes. Como se sabe, la única vez que sale de Canarias es cuando lo hace a Madeira y, en lo que se refiere a sus despla-zamientos interinsulares, son escasos y mayoritariamente limi-tados a los años de juventud. A partir de 1816, que es cuando se instala definitivamente en el Puerto de la Cruz, sus salidas se reducen a algún viaje a Las Palmas y a Lanzarote, y a algu-nos desplazamientos a puntos de Tenerife, pero esto no quiere decir que el viaje esté del todo ausente en su obra. El viaje como ejercicio literario puede verse en las cartas que se intercambian García Garcés, un hacendado culto que reside en Tenerife, y el bachiller Sancho Sánchez, singular conocedor de los entresijos de la vida palmera1. Este breve pero interesante epistolario, publicado en El Time de Santa Cruz de La Palma entre marzo y septiembre de 1867, constituye un trabajo periodístico que destaca por la riqueza de voces, tonos y registros, a la vez que por el nuevo formato que Álvarez Rixo adopta aquí para tratar los asuntos que más le preocu-pan, desde la situación de la educación pública y la ignoran- 1. DÍAZ ALAYÓN, C.; CASTILLO, F.J. La obra periodística de José Agustín Álvarez Rixo, 2005, pp. 57-59, 279-299. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 107 cia de los responsables de los municipios, hasta el estado de los caminos y la deforestación de los montes, pasando por la ausencia de iniciativas industriales y el atraso de los artesanos, y para ello se ayuda de una galería de personajes, algunos de ellos sacados de la realidad misma y otros diseñados para la ocasión, que le permiten a nuestro autor introducir no sólo las cuestiones que desea, sino también servirse generosamente de la ironía y la crítica, que no pierden nada de su fuerza en la atmósfera de cuento o de fábula literaria que ha creado. En este caso nos interesan particularmente la segunda y la tercera cartas, porque en ellas se reproduce parte de un itinerario por el norte de Tenerife: Querido compañero: daréte cuenta de nuestro itinerario y aventuras, á fin de que comprendas que, á pesar que nues-tro pais parece hallarse bien inspeccionado, sin embargo, al viajar por él se ven, se oyen y se suceden ciertas cosas dig-nas de ser comentadas. Como la mañana estaba buena y veniamos por el camino que llaman de las Arenas, resolvi-mos internarnos hácia arriba al lugar que lleva tres nombres; mas como no sé cual sea el original, aquí lo omitiré, pero cuya vista desde lejos aparecia muy linda por su verdor, pero no es oro todo lo que reluce. Los llamados caminos que atra-viesan este valle de alto á bajo, ó digamos de Norte á Sur, aunque de los más transitados de la isla, son infernales. A mi caballo se le trabó una herradura, que rompió, arrodilló, mi persona fué al suelo, arañándose mi bella cara contra las zarzas de un bardo; y aun las manos á pesar de los guantes, no quedaron muy católicas. Acudí casa del herrero de la aldea y del talabardero ó remendon para que me arreglase algunas correas del arnez que se habian roto; pero ambos estaban trasnochados por haber estado jugando al naipe y perdido cuánto tenian. Ocurrí casa del Sr. Alcalde para ver si por su intercesion éramos más pronto servidos. Hallé á su merced de curiosa controversia con un sarjento que venia á 108 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO repartir papeletas de apremio de contribucion; quien le reconvenia, porque por haber puesto su merced el bando al revez, con el principio para abajo y la firma para arriba, no habian podido leerlo los interesados y tal vez protestarian.... Pero el Juez contestaba impertérrito que á él sólo le habian mandado fijar aquel papel inmediatamente, que así lo habia hecho por su mano para más brevedad, y nada le habian prevenido sobre si se habia de leer por los contribuyentes de arriba para abajo ó de abajo para arriba. El sarjento mi-raba para mí, y con sorna respondia: —El Sr. Alcalde da sus razones... A lo que su merced añadió: —Pues ya V. ve que no soy hombre que me chupo los dedos. Despedido el sarjento entré yo á manifestar mi cuita. El Juez hizo comparecer al nieto de Vulcano, que bien lo parecia por la amarillez del rostro, cabello aborrascado y ahumada vesti-menta, quien contestó no tenia ni un grano de carbon para la fragua hasta la mañana siguiente que esperaba á su feligres; y el remendon tampoco tenia hilo para coser, que se hilaria en la noche por servir al Sr. Alcalde y al caballero caido, á fin de despacharle segun pedia. Por lo que precisó resignarnos, lamen-tando la clase de individuos que entre nosotros continúan usurpando el nombre de artesanos. Y habiendo entrado en pacífica conversacion con el Sr. Alcalde, le observé que habiendo tan repetidas reales órdenes para que se limpien y arreglen los caminos, cómo así dicho señor no lo habia dispuesto, lo cual redundaria en pro de su buena reputacion. A lo cual me re-galó con este discreto discurso: —No quiero mandar limpiar ni arreglar las paredes y estrechuras de los caminos por no disgustar al vecindario; porque los caminos siempre han estado así, y mis gentes andan bien por ellos tanto de dia como de noche y el que da trompezones que tenga pacencia. —Pero, Sr. Alcalde, si acaso algun Sr. Gobernador civil le da ganas de viajar por aquí podra V. verse comprometido. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 109 —Calle V., caballero, que se conoce que es muy mozo y no tiene esperencia. Cuanto peores estén estos pisos menos vienen por acá esos señores; además, que como cada pocos meses nos suelen mandar uno de España, cada cual trae su manía; á uno le da por mejorar los caminos, como fué el del año 25 á 36 y el de 50; otro porque los muchachos han de aprender á leer y á escribir; otro porque se han de replantar los montes y se paguen el corte de las horquetas; otro por arreglar las alhondigas; otro porque se limpien los puertos y haya muelles para el bien del comercio; y en más de treinta años de esta gerigonza, casi todo está lo mesmo. Y si los ca-minos y serventías estuviesen limpios, los señores hacendados habian de tener ganas de menudear sus paseos hasta acá á ver si sus haciendas están bien ó mal trabajadas, y eso es contra los intereses de los vecinos medianeros y arrendatarios que me echarian plagas si yo fuese la causa de tales vecitas. Entre nosotros, para un Alcalde alcanzar esa reputacion que V. dice, el gran cuidado que ha de tener es que la fiesta del santo del lugar sea más lucida que fué el año que pasó, con más fue-gos, más entremeses, para que concurra más gente, y á los caballeros que gustan de esos festejos obsequiarlos convidán-doles á refrescar para tenerles agradecidos y favorecedores cuando algun atrevido tiene la desvergüenza de quejarse por-que no gobernamos bien, y ellos, por su nobleza y para acre-ditar su valimiento, siempre hacen porque así sea. Así se abre este itinerario de Tenerife y que, según nos dice D. García, fue escrito «por un estudiante y hallado entre las pie-dras y malezas parece que en años pasados, pues le falta fecha, documento sin duda perdido por algún portador que hubo de caer en aquel descaminado charaviscal», situación que el lector encon-trará muy cercana a la que se describe en el incidente que pre-cede a la Noticia de algunos acaecimientos en la isla de Canaria de 1841. En ambas cartas vuelve Álvarez Rixo a utilizar un recurso que ya ha empleado en otras piezas periodísticas: la disociación 110 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO entre la persona que escribe la carta y el autor de los materia-les que en ella se dan a conocer. En este caso el primero de ellos es García Garcés, y el segundo es el anónimo autor del itinera-rio por el norte de Tenerife. Detrás de ambos se encuentra, por descontado, nuestro escritor, nítidamente retratado a lo largo de todo este epistolario. La galería de personajes que aquí encon-tramos es particularmente rica, desde el alcalde analfabeto que coloca los bandos al revés, porque no sabe distinguir lo que debe ir arriba, hasta Pedro, patrón de los barcos del tráfico insular y hombre franco y jovial, del que Álvarez Rixo se vale para di-bujar la lamentable situación de los puertos canarios, que no consiguen pasar de la fase de expediente y sobre los que se suscitan numerosas rivalidades y oposiciones entre las distintas localidades. Junto al viaje como ejercicio literario, tenemos otros textos en los que nuestro autor relata algunos de los viajes reales que realiza. Tal es el caso de su excursión a la cueva de Tamaide, su desplazamiento al noroeste de Tenerife, señaladamente a la zona de Buenavista del Norte y Masca2, y su estancia en Las Palmas cuando sigue estudios en el Seminario Conciliar3, tres episodios que aprovecha para mostrarnos el valor que los viajes tienen como experiencia, como una vía segura para ampliar el conocimien-to, y que le sirven para engarzar en el relato la cultura, el pen-samiento y la vida de los canarios del siglo XIX, y para dejar constancia de sus posiciones. A este grupo pertenecen otros dos trabajos, La torre del Águila y Escala en la torre de Tostón, que tienen un especial interés y a los que nos acercamos en estas páginas. 2. ÁLVAREZ RIXO, J.A. «Tamaide»; IDEM. «Curiosidades topográficas: Masca»; DÍAZ ALAYÓN, C.; CASTILLO, F.J. Op. cit., pp. 24-25, 38-39, 166-169, 206-209. 3. ÁLVAREZ RIXO, J.A. «Noticia de algunos acaecimientos en la isla de Canaria...»; IDEM. Cuadro histórico; DÍAZ ALAYÓN, C.; CASTILLO, F.J. Op. cit., pp. 30-35, 183-199. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 111 2 DOS DÍAS DE ESTANCIA EN EL RUBICÓN El título completo del primero de los textos es La torre del Águila: recuerdo de las 48, horas de alojamiento en ella, en el mes de mayo de 1815, escrita por uno de los alojados, que ha llegado hasta nosotros en un manuscrito autógrafo de cuarenta páginas, acompañado de una ilustración de la torre. En él se cuenta cómo dos bergantines del tráfico insular, el Padre Barcos y el Monigo-te, al salir de La Bocaina, encuentran vientos contrarios que los hacen retroceder y buscar el abrigo de la costa cercana a la to-rre del Águila, también llamada de Rubicón y de las Coloradas. Los pasajeros de ambas embarcaciones bajan a tierra y se aco-modan en la fortificación, en donde permanecen dos días. El texto se abre con la relación de los hechos históricos que tienen que ver con la torre —llegada de los normandos a Lanzarote, cons-trucción del tosco baluarte inicial y de la primitiva iglesia de San Marcial— y continúa con la descripción detallada tanto de la torre actual —estructura del edificio, su construcción en tiempos de Carlos III, guarnición destacada en ella, armas para la defensa, características de la sala de armas— como de los desolados al-rededores. El tiempo que transcurre hasta que se produce el deseado cambio del viento lo dedican los viajeros a pasear por el lugar y a relatar distintos cuentos y episodios, que constitu-yen, por descontado, la parte más atractiva de esta pieza y que le permiten al lector participar del anecdotario insular del mo-mento. El primero de los relatos lo hace Manuel Valentín, patrón anciano de uno de los barcos, y al que nuestro autor conoce bien4. Este patrón es el que inspecciona el pescado que se estaba pre-parando para la cena, para que nadie comiera alguno cogido en ciertos puntos de La Bocaina y evitar, de esta forma, las moles-tias e inconvenientes que causaban el mal de rasca. Para ilus- 4. ÁLVAREZ RIXO, J.A. Historia del puerto del Arrecife, 1982, pp. 72-73, 177; IDEM. Anales del Puerto de la Cruz de La Orotova, 1994, pp. 186, 189. 112 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO trar los efectos de este mal, narra lo sucedido a don Salvador Clavijo Álvarez, que decidió desquitarse de unos amigos bromistas sirviéndoles en una comida meros de La Bocaina, lo que les causó una comezón que los molestó durante varios días. También in-terviene un tal Rabelo, del que se dice que es natural de Santa Úrsula, gran conversador y conocedor de casi todos los lugares de la isla de Tenerife, de sus vecinos y de sus anécdotas. Rabelo cuenta un episodio sucedido a don Manuel Pimienta, alcalde mayor de La Orotava y conocido por su severidad para con las parrandas, los hurtos de frutas y los amoríos nocturnos, y al que unos estudiantes traviesos le gastan una broma macabra para poder divertirse a sus anchas. Luego le tocó el turno a don Gerardo Morales, que tenía arrendadas las salinas de Lanzarote y que negociaba con todas las islas, en las que tenía encargados. Relata que, estando en Santa Cruz de La Palma en 1813, se aloja en una casa antigua en la que se decía que su última dueña se aparecía en las escaleras. Por la noche se producen diversos ruidos y movimientos que lo atemorizan y que no tienen nada que ver con cosas de brujas ni con almas aparecidas, sino con un temblor de tierra que saca al vecindario a la calle. Al día siguiente, algunos de los viajeros, entre ellos el au-tor, dan un paseo hasta el Charco del Janubio, del que se hace una detallada descripción. La narración siguiente corresponde a doña María Manuela López, de unos 30 años, casada, y a la que algunos llamaban «la señora monja». Para satisfacer la cu-riosidad de uno de los viajeros sobre el origen de este apela-tivo, doña María Manuela narra la historia de su vida. Nacida en Lanzarote, pero hija de padres que procedían de Garachico, éstos deciden enviarla a un convento de esta localidad a que se eduque y luego profese. Pero la experiencia no le agradó a la joven, que descubrió que la clausura no era precisamente un lugar de virtud, sino en el que se daban numerosos casos de soberbia e inmoralidad. Afortunadamente regresa a Lanzarote, donde se casa. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 113 114 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO Rabelo aprovecha que el episodio que se acaba de relatar trata de cosas de conventos y vuelve a intervenir para contar el epi-sodio de la monja San José Peraza, que, obligada por sus padres a profesar, decidió dejar la vida monástica y vivir libre, un he-cho que motiva que doña María Joaquina Viera componga unas décimas. Al relato de Rabelo siguió la comida y a esta el paseo de algunos de los viajeros hasta el pequeño puerto de Papaga-yo, que entonces tenía de diez a doce casuchas de pescadores y cuyos habitantes se ocupaban de vender el pescado en el inte-rior de la isla y de llevar pasajeros hasta Corralejo, que es el punto más cercano de la costa de Fuerteventura. Un viejo pescador del lugar les relata la importancia que aquel pequeño puerto tuvo durante las guerras marítimas con Inglaterra, que tuvieron tan negativos resultados no solo para el tráfico insular, sino también para la vida de las Canarias, por las estrecheces que el bloqueo imponía, y que obligaron a idear un sistema por el que los bar-cos de pesca, navegando de noche, ponían en conexión las islas. Por la noche se reúnen todos de nuevo en la torre y, al refe-rir la visita a Papagayo y la conversación con el anciano pesca-dor, esto animó al patrón Manuel Valentín a contar un suceso que había tenido lugar diez años antes en las cercanías de Rubicón, en plena guerra con los ingleses. Un bergantín británico intentó dar alcance a una balandra capitaneada por este patrón, y este se defendió con las armas que tenía a bordo, mientras intenta-ba acercarse a la torre del Águila y tener algo de protección desde tierra. Pero uno de los viajeros, D. Domingo Cueva, le suplicó de rodillas que no lo hiciera, temiendo las represalias de los ingleses. Finalmente la nave es apresada y a Manuel Valentín lo condujeron a Londres, de donde pudo regresar poco tiempo después. Al día siguiente, habiendo mudado el viento a la brisa, los viajeros se despiden del lugar y embarcan en sus respectivas naves. A lo largo del relato Álvarez Rixo no se identifica en ningún momento, un hecho que es habitual en sus escritos, ni recoge detalles sobre el objetivo de este viaje, que lo lleva de Lanzarote SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 115 a Las Palmas. La fecha que se consigna en el texto —mayo de 1815— no ayuda particularmente en este sentido, aunque se tra-ta de un desplazamiento que debe de estar relacionado, de una forma o de otra, con la muerte del padre de nuestro autor el 28 de abril anterior. A este respecto cabe recordar que don Manuel José Álvarez, al que las oscilaciones del mercado barrillero habían dejado en la ruina, intentaba rehacer la fortuna familiar con ope-raciones comerciales entre Canarias y Madeira, sin dejar de inter-venir en el mercado de la barrilla, hasta que, al regreso de uno de estos viajes, muere en Las Palmas, y también hay que tener en cuenta que, cuando se produce esta breve estancia en la torre del Águila, a Álvarez Rixo le queda poco para cumplir los 19 años. El año anterior ha regresado de Madeira, donde ha estado dos años acogido por un tío de su padre y ha aprovechado para completar su formación, especialmente en lo relativo a sus conocimientos de inglés, francés y portugués. La pérdida del padre debe de haber sido particularmente dura para nuestro autor, que siempre se re-fiere a él lleno de cariño, admiración y respeto, y también obliga a la familia a replantearse su futuro, a cerrar la etapa lanzaroteña y a regresar al Puerto de la Cruz en 1816. Así, pues, las fechas en que se produce la estancia en la torre del Águila son momentos particularmente tristes para el joven José Agustín, aunque la re-presentación que de ella hace no lo deja traslucir. 3 FUERTEVENTURA Y LANZAROTE EN EL PRIMER CUARTO DEL SIGLO XIX El segundo de los textos es Escala en la torre de Tostón, con-servado en un manuscrito de treinta páginas, y que contiene la relación de dos viajes diferentes. En primer lugar, recoge la pa-rada que el 30 de mayo de 1815 hace el bergantín La Estrella, patroneado por Antonio Melián, en este punto de la costa nor-te de Fuerteventura. Las referencias relativas al patrón y nom-bre de la nave, así como al día y el mes en que se produce la 116 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO escala no se consignan en la pieza que nos ocupa, pero sí lo hacen en el opúsculo Fuerteventura: bosquejo físico y moral de esta isla, que viene a completar en distintas direcciones la fuente manuscrita que aquí seguimos. La nave procede de Lanzarote y se dirige a Las Palmas, pero el patrón decide tocar en la costa norte de Fuerteventura por lo estéril de aquel año y las estrecheces que estaban padeciendo sus habitantes. El escaso espacio disponible en el bergantín sólo permite el embarque de algunos pasajeros y una parte del ganado, pero son muchos más los que quedan sobre la playa, muertos de desesperación. Nuestro autor omite en este caso el amargo diálogo que sostiene con un anciano ciego y sus dos hijas, que no pudieron embarcar: Estaba en aquella playa un anciano ciego, apoyado por dos hijas, para quienes no había hueco abordo, y como observasen que el joven al pasar, le sacaban el sombrero los barqueros y trataban de su merced, infirió el ciego e hijas, que seria el dueño del buque, ó de mayor potestad de los que allí estaban, y vinie-ron á suplicarle por Dios, les embarcasen, queriendo hasta arro-dillarse. Despues de procurar consolarles con la esperanza de que pasando otro barco les llevaría metió el pasagero la mano en el bolcillo y les dio unas cuantas fiscas que en el tenía. Pero decía el viejo: Señor, para que me dá Vm. estas si aquí no hay cosa alguna que comprar para alimento. Lleveme, lleveme Vm. de es-tas tierras á otra donde haya que comer y que beber! Apresurose un marinero que cortó el amargo diálogo metiendo el hombro y conduciendo al caballero á la lancha, la cual corría peligro de ser volcada por las muchas personas que con el agua a las rodi-llas no cesaban de clamar, que los embarcasen 5. Afortunadamente el bergantín consigue llegar a Las Palmas. Al igual que ocurre en La torre del Águila, Álvarez Rixo no deja 5. ÁLVAREZ RIXO, J.A. Fuerteventura: bosquejo físico y moral de esta isla, p. 447. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 117 constancia del motivo de este viaje, pero debe de estar conec-tado con los negocios de la familia, que ahora están en sus manos. Tampoco sabemos la amplitud de su estancia en Las Palmas en esta ocasión, aunque debe de haberse dilatado algo porque, tal y como el texto refleja, nuestro autor asiste en el mes de junio de 1815 a buena parte de las oposiciones a los diversos benefi-cios vacantes que había a la sazón en las islas. A continuación se narra el viaje de vuelta a Lanzarote, pa-sando por Gran Tarajal y el Puerto de Cabras, en una nave cuyo nombre no se consigna, aunque por el propio texto sabemos que se trata de un bergantín propiedad de don Cipriano Avilés. Toda esta sección la divulga Álvarez Rixo en forma de artículo pe-riodístico, bajo el título de «Fuerteventura», publicado en el núm. 249 de El Time de Santa Cruz de La Palma, con fecha 30 de septiembre de 1868. Aquí nuestro autor se hace eco de las di-ficultades por las que está pasando esta isla en aquellos momentos y que saltan a las páginas de la prensa canaria. Desde su punto de vista, estas estrecheces no pueden entenderse como una li-cencia de la naturaleza, ni un castigo del destino o de la provi-dencia, sino que son el resultado tanto de la incuria e imprevi-sión de los propios habitantes de Fuerteventura como de la carencia de una política insular que permita hacer frente a las malas cosechas y los años difíciles. Para fundamentar lo que argumenta, reproduce una parte de Escala en la torre de Tostón y se sirve de lo relatado para mostrar palpablemente que, a pesar del tiempo transcurrido, no ha habido ningún cambio en las actitudes ni en las iniciativas en poco más de medio siglo, y por eso se acuerda del principio hipocrático de cognitio morbi, initium remedii, confiando en que el diagnóstico sirva para algo. El tono marcadamente crítico de este artículo no deja espa-cio para los sucesos manifiestamente cómicos que tienen lugar a bordo en el trayecto de Gran Tarajal al Puerto de Cabras, que se narran en la sección V y que nos acercan a las condiciones en que se viajaba de una isla a otra en aquella época. El relato sigue con la descripción de la última parte del viaje, esto es, del 118 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO Puerto de Cabras a Lanzarote, con referencias a la isleta de Lobos y al estado que presentaban en aquellos momentos el puerto del Arrecife y el de Naos. Los apartados finales de este texto (VII-VIII) se dedican al viaje que, a comienzos de septiembre de 1815, hacen distintas per-sonas de Arrecife a Haría para asistir a la celebración de la fies-ta de Santa Rosa, e incluye una completa pintura de todo el camino y, en especial, de las particularidades de Haría. A todo ello nuestro autor añade un apunte sobre los recursos de agua que tiene Lanzarote y sobre su mejor aprovechamiento, y una nota sobre la isla de Lobos. Tal y como se puede ver, estos dos textos reflejan distintas circunstancias de la biografía personal de Álvarez Rixo. Una de ellas es su conocimiento de María Joaquina Viera y Clavijo. Nuestro autor llega a conocer personalmente a la hermana del celebre historiador, que es paisana suya, y también tiene nume-rosas referencias de su vida y obra, que lo llevan a redactar un opúsculo biográfico, publicado en El Time de Santa Cruz de La Palma, en los núms. 229 y 230, con fechas 30 de abril y 7 de mayo de 18686. Estas notas biográficas sobre la hermana de nuestro insigne ilustrado tienen su génesis en el número de El Fénix del 4 de marzo de 1864, que en la sección «Variedades» inserta una breve colaboración que lleva por título «Poetisas españolas» y que incluye un repertorio de cuarenta escritoras de todos los tiempos. Álvarez Rixo observa que ninguna autora canaria forma parte de este repertorio y estima que doña Ma-ría Joaquina Viera merece estar entre las señaladas. Para ello escribe estos apuntes sobre su vida y su obra, en los que vemos que habla con claro afecto y respeto de la biografiada, a la que con toda 6. Este acercamiento a la vida y la producción de doña María Joaquina será el primero de una amplia serie de trabajos en esta dirección, como los de Elías Mujica, Sebastián Padrón Acosta y Agustín Millares Carlo, junto a los más recientes de Carmen Fraga, Elica Ramos y Victoria Galván. Véase DÍAZ ALAYÓN, C.; CASTILLO, F.J. Op. cit., pp. 60-62, 306-313. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 119 120 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO seguridad conoce en Las Palmas en su época de estudios en el Seminario Conciliar y en sus estancias posteriores en esta ciu-dad, y a la que ve por última vez en marzo de 1819, unos meses antes de su fallecimiento7. De igual modo, el conocimiento de personas destacadas de su tiempo puede verse también en sus referencias del padre Miguel Cabral de Noroña. Este fraile, na-tural de Madeira, llegó al Puerto de la Cruz hacia 1789 y estu-vo de conventual en el monasterio franciscano de esta localidad, enseñó gramática y fue estimado y aplaudido por la fuerza de la ingeniosa crítica de sus composiciones poéticas, por lo cual fue perseguido por algunos miembros de su congregación. Al parecer, uno de ellos fue el padre Bartolomé Lorenzo Espanta, y Cabral se desquitó con una burla cruel8. Estos dos textos constituyen, además, una completa pintura del pensamiento de nuestro autor, que se nos muestra como un intelectual ilustrado. Uno de los puntos en este sentido es la admiración que siente hacia Carlos III y los frutos de su reina-do. Esto puede verse en distintos momentos de la producción de nuestro autor, pero particularmente en el artículo periodís-tico «Gratitud pública», publicado en El Time de Santa Cruz de La Palma, en el núm. 77, 8 de enero de 1865, donde pasa re-vista a las distintas reales cédulas que, desde febrero de 1762 hasta agosto de 1788, promulga Carlos III en relación con las Canarias, y a ellas preceden diversas disposiciones sobre políti-ca urbana, sobre la edificación de templos, fortalezas y torres de defensa y vigilancia de las costas, puertos y muelles. Por todo ello, y como agradecimiento a la generosidad y el amparo que las islas recibieron en su momento, a Álvarez Rixo le parece que las corporaciones municipales insulares deberían tomar la iniciativa de encargar retratos del monarca y de colocarlos en un lugar de honor en las respectivas casas consistoriales. 7. Descripción histórica del Puerto de la Cruz, pp. 160, 170. 8. Véanse los detalles en Descripción histórica, pp. 102-103, y Anales, pp. 123, 140-141, 187-188, 232. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 121 De igual modo, sabemos que Álvarez Rixo es un hombre de profundas creencias religiosas, pero también vemos cómo en los dos episodios relativos a la vida en los conventos canarios de la época —el de doña María Manuela López y el de la monja San José Peraza— estas creencias guardan un manifiesto equilibrio y no desoyen en ningún momento la razón y la verdad. No es-tamos, pues, ante un fanático, sino ante un hombre que reac-ciona ante la carencia de humildad y de espíritu evangélico del estamento religioso. Por ello, siempre mantendrá muy buenas relaciones con el clero, pero sólo le mostrará respeto a los reli-giosos que viven de forma humilde y sencilla, haciendo el bien continuamente y entregados a la comunidad. Podemos observar, también, que en estas dos piezas las islas y los isleños constituyen una preocupación constante y sincera, y que nuestro autor se muestra aquí como un perfecto conoce-dor de nuestras virtudes y debilidades; y, así, no deja de recor-dar los males que la ignorancia, la falta de previsión, la insolida-ridad y el desinterés, entre otras actitudes negativas, producen en el desarrollo general del archipiélago y en el progreso parti-cular de sus pueblos y habitantes. Otro de los rasgos que caracterizan a nuestro autor es su interés por el español de Canarias, y esto se puede comprobar, de modo especial, en el primero de los textos, donde vemos su firme convicción de la conveniencia de estudiar sus peculiaridades, a lo que dedicará una buena parte de su tiempo y esfuerzo. Este es el caso de «Agricultura: por qué obras conviene instruir en ella a la juventud canaria» (1866), un artículo que termina con un cuadro en el que se reúne un pequeño grupo de quince voces tradicionales de Canarias, relativas al ámbito agrícola (balayo, bica, carozo, caruncho, corza, esteo, fonil, grelo, grelar, hortelana, moriangana, mazaroca, sabugo, penera y viñátigo), acompañadas de sus equivalencias en castellano, y que se elabora para desta-car e ilustrar la notable presencia de formas de extracción oc-cidental ibérica en la terminología agraria insular. En otro artí-culo, «Vocablos isleños» (1868), volvemos a ver este interés por 122 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO el habla insular. La noticia de que la Real Academia Española trataba de hacer una nueva edición del Diccionario de la lengua despertará en Álvarez Rixo el deseo de contribuir de alguna forma en este proyecto, particularmente motivado por la ausencia de provincialismos canarios en el diccionario académico. La contri-bución de nuestro autor se materializa en este artículo, en el que inserta una breve relación de dieciséis unidades léxicas (alicán, barbusano, burgado, claca, cosco o cofe-cofe, escán, esteo, gánigo, goro, moriangana, orcaneja, perenquén, sato, tolmo y viñátigo) que con-sidera dignas de figurar en el catálogo académico por el uso generalizado que tienen en Canarias y, en algunos casos, tam-bién en el español de América. Estos términos que se divulgan en «Vocablos isleños» provienen de Voces, frases y proverbios pro-vinciales de nuestras islas Canarias con sus derivaciones, signifi-cados y aplicaciones, un valioso inventario que incluye tres cen-tenares de entradas entre voces y expresiones, sin duda la reco-pilación más amplia realizada hasta entonces y que, por este hecho, ocupa un lugar singular dentro de los estudios pioneros sobre el habla insular. A todo ello podemos añadir las referencias que a este nivel incluye en La torre del Águila sobre la influencia francesa en el léxico insular. La primera de ellas aparece en las líneas finales del apartado IV: En la propia mañana algunos individuos de la tripulación, al reflujo de la marea se entretubieron mariscando sobre los peñas-cos de la costa, lapas, clacas, que en España se llaman bellota de mar, y burgaos; vocablo que á pesar de corrompido, es uno de los pocos que nos quedan en Canarias provenidos de los aven-tureros normandos compañeros de Juan de Bethencourt, en cuyo pais se llama burgau lo que en castellano escaramujo; con cu-yos mariscos tambien nos regalamos. Y a ello hay que añadir la interesante nota que incluye al final de la pieza, en la que recoge siete términos (boga, bigazote, burgao, SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 123 124 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO callao, chafaldero, orchilla y jable) que le parece que tienen ex-tracción francesa. Con posterioridad, dentro de sus Voces, mati-zará la procedencia de estos términos. 4 SOBRE LA PRESENTE EDICIÓN Como ya se ha señalado, una parte del texto de Escala en la torre de Tostón vio la luz en la prensa insular, aunque solamente fue de forma parcial, pero no ocurre lo mismo con el de La torre del Águila, que permanecerá inédito durante mucho tiempo. Sabemos que nuestro autor lo envía a la redacción de El Time, pero no es aceptado, tal y como recoge en sus Cátalogos de los diversos manuscritos de mi pertenencia y personal trabajo. Final-mente, se publica en 2003 bajo los auspicios del Cabildo de Lanzarote y con el título de Cuentos de la torre del Águila, pero se trata, lamentablemente, de una edición poco cuidada. El oportuno cotejo revela que distintas formas de esta edi-ción no se corresponden con las originales, y así vemos cómo las voces lanadas, sarpullo, espendición, escanillos y menuda se trans-forman, respectivamente, en lanzas, aspecto, expedición, escamellos y movida. Otro tanto sucede con liviandades, casualidad, duda, acordarnos y vecino, que acaban como livianidades, causalidad, alma, darnos y venido. A ellos podemos añadir cortando, esquife, retornos y envergado, que se leen como contando, equipaje, regre-sos y embargado, produciendo el lógico desconcierto de los lec-tores atentos, que advierten sin dificultad que estas formas no corresponden al contexto en que se encuentran. En ocasiones se puede observar que el descuido no afecta únicamente a una palabra, sino que lo hace a un segmento oracional, como es el caso de hospitable guardián, tan graciosa travesura, para cuyo local, tanta confusión y nuestros apetecidos destinos, que en la edición terminan transformándose en hospitalario guardia, tal gracias a travesura, para cuyo lo cual, tanto miedo y nuestras apetecidas islas. Un ejemplo ilustrativo a este respecto lo tenemos en el sintagma SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 125 tres barquitos de pesca, que acaba como más barquitos de pesca-dores. Que la labor de trascripción no ha sido lo rigurosa que debiera se refleja de modo manifiesto en la nota de Álvarez Rixo en relación con la huella francesa en el léxico insular, donde en lugar de bigazote, bourgassote, bourgau, y orseille, figuran lecturas imposibles como bigarote, bourgarrote, bourgan, y orsella, además de la forma curiosa que adopta la voz higo. Junto a esto vemos que hay preposiciones, artículos, sustantivos y otros elementos que se añaden al texto y que no vienen en el original: ...dos bergantines del cabotaje, nominado el uno el Padre Barcos, el otro El Monigote, al salir por la Bocayna, que es el canal que separa a Lanzarote de su vecina isla de Fuerteventura, encon-traron con vientos contrarios, llamados vendavales de Mayo, y retrocedieron a fondearse en la inmediacion de la Torre del Rubicón. Entre los pasajeros iban dos señoras, y algunas mujeres comunes, quienes al considerar la lobreguez de las paredes y la bóveda, que des-pues de construidas no se habian vuelto a blanquear, tuvieron grima... Cesó el ruido; y algo repuesto, por oir también voces y gente en las calles, salté de la cama apresuradamente... Había una guerra con los ingleses... ...cuyo señor me agasajó y me dio unos billetes para que com-prase ropa... También se puede comprobar el hecho contrario, esto es, que fal-tan elementos que el original contiene y que esta edición no recoge: En aquel histórico local y sus contornos [...] no quedaba ya ni aun vestigios de haber sido habitado jamás. Y acomodados cada cual de los circunstantes... ...que por algunos instantes con toda su alma creyó en la exis-tencia de tales cosas. ...y sobre un hecho semejante acaecido en Icod de los Vinos, fue que el erudito Padre Don Miguel Cabral de Noroña escribió el chistoso poemita... 126 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO ...ponderando los invencibles obstáculos de poder ocurrir al Padre Santo, por éste estar cautivo en Francia, y Francia en guerra atroz con España a la sazón. Pero su Ilustrísima tuvo a bien depositarla en uno de los con-ventos de monjas de aquella ciudad. ...fui el único que no quisieron después desembarcar y condujeronme a Londres para trabajos míos... Además, en algún punto se puede comprobar que los datos que se reproducen están equivocados, como ocurre en el apar-tado IIII, donde para las erupciones de Lanzarote se dan las fe-chas de 1793 a 1797, esto es, sesenta años después de lo que recoge el manuscrito, 1733 a 1737, que es cuando realmente ocurrieron, y también como sucede con los versos de la Eneida, en los que en la lectura errada Ancas apenas se puede recono-cer el nombre del héroe troyano. No acaban aquí las deficien-cias que refleja esta edición y no está en nuestro ánimo hacer una relación pormenorizada a este respecto, pero sí hay que señalar que lamentablemente no se trata de un caso aislado dentro de las publicaciones insulares de los últimos años, especialmente aquellas que reproducen textos antiguos, y que muestran un interés meramente divulgativo, sin cuidar debidamente todos los niveles de la edición. Creemos que todas estas circunstancias que se han señalado sobre la publicación de los Cuentos de la torre del Águila justi-fican una nueva edición del texto, hecha a partir del manuscri-to original, que lo presente en toda su riqueza, y esto es lo que hacemos en el apéndice que sigue, donde figura acompañado de Escala en la torre de Tostón. En lo que se refiere a los criterios de edición, se respeta completamente el texto original, siguien-do en todo momento el principio de presentar el texto con las peculiaridades de carácter expresivo y morfosintáctico que con-tiene. Por estas razones, no se ha realizado ningún cambio en lo que se refiere a la forma en que Álvarez Rixo recoge algunos SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 127 términos, como es el caso de armatrostes, fechurías, y huéspede, ni tampoco en lo relativo al uso del artículo con los nombres de las naciones o continentes, ni a los casos de laísmo y leísmo, entre otras particularidades. Se mantienen las expresiones abre-viadas, no se moderniza el sistema gráfico, y se reproduce el uso que los signos de puntuación muestran en el original. Los tex-tos se acompañan de un cuerpo de notas, que aportan informa-ción complementaria de índole etnográfica, lingüística y biblio-gráfica. Un buen número de estas notas se refiere a la lengua de Álvarez Rixo, de particular interés porque puede tomarse como representativa de la de un canario culto del siglo XIX. 5 BIBLIOGRAFÍA ALMEIDA, Manuel y DÍAZ ALAYÓN, Carmen. El español de Ca-narias. Santa Cruz de Tenerife: [s.n.], 1988. ÁLVAREZ RIXO, José Agustín. La Torre del Águila: recuerdo de las 48, horas de alojamiento en ella, en el mes de Mayo de 1815, escrita por uno de los alojados. Manuscrito autógrafo. 40 pp. Puerto de la Cruz, s.a. ÁLVAREZ RIXO, José Agustín. Escala en la Torre de Tostón. Ma-nuscrito autógrafo. 30 pp. Puerto de la Cruz, s.a. ÁLVAREZ RIXO, José Agustín. «Historia de Canarias: Tamaide». 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Catálogos de los diversos manuscritos de mi pertenencia y personal trabajo con varias estampas origi-nales análogas a cada cuaderno.- Además de muchos otros bo-rradores sobre distintos asuntos referentes a nuestro país. Ma-nuscrito autógrafo. Puerto de la Cruz, 1870. ÁLVAREZ RIXO, José Agustín. Cuadro histórico de estas islas Canarias o Noticias generales de sus estados y acontecimientos más memorables durante los cuatro años de 1808 a 1812. Pró-logo de S. Benítez Padilla. Las Palmas de Gran Canaria: El Gabinete Literario, 1955. ÁLVAREZ RIXO, José Agustín. Historia del Puerto del Arrecife. Prólogo de E. Romeu Palazuelos. [Santa Cruz de Tenerife]: Aula de Cultura del Cabildo Insular de Tenerife, 1982. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 129 ÁLVAREZ RIXO, José Agustín. Lenguaje de los antiguos isleños. Edición con estudio y notas por Carmen Díaz Alayón y A. Tejera Gaspar. [Puerto de la Cruz]: Ayuntamiento del Puer-to de la Cruz; La Laguna: Centro de la Cultura Popular Canaria, 1991. ÁLVAREZ RIXO, José Agustín. Voces, frases y proverbios provinciales de nuestras islas Canarias con sus derivaciones, significados y aplicaciones. Edición con estudio introductorio, notas e índi-ce por Carmen Díaz Alayón y Francisco Javier Castillo. La Laguna: Instituto de Estudios Canarios, 1992. ÁLVAREZ RIXO, José Agustín. Anales del Puerto de la Cruz de La Orotava 1701-1872. Introducción de M.ª T. Noreña Salto. [Santa Cruz de Tenerife]: Cabildo Insular de Tenerife; [Puerto de la Cruz]: Ayuntamiento del Puerto de la Cruz, 1994. ÁLVAREZ RIXO, José Agustín. Fuerteventura: bosquejo físico y moral de esta isla: causa de sus frecuentes escaseces y nociones para su remedio. Reproducido por A. Sebastián Hernández Gutiérrez en «Fuerteventura en un manuscrito de Álvarez Rixo». En: IV Jornadas de Estudios sobre Lanzarote y Fuerteventura. 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Arrecife: Cabildo Insular de Lanzarote y Ca-bildo Insular de Fuerteventura, tomo I, 1995, pp. 464-465. 130 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO ÁLVAREZ RIXO, José Agustín. Historia del Puerto del Arrecife. Estudio preliminar, transcripción del manuscrito original y edición de Manuel Torres Stinga. [Arrecife]: Ayuntamiento de Arrecife: Cabildo de Lanzarote, 2003. ÁLVAREZ RIXO, José Agustín. Descripción histórica del Puerto de la Cruz de La Orotava. Edición de Manuel Torres Stinga, estudio preliminar y transcripción del manuscrito original de Margarita Rodríguez Espinosa y Luis Gómez Santacreu. [Arre-cife]: Ayuntamiento de Arrecife: Cabildo de Lanzarote, 2003. ÁLVAREZ RIXO, José Agustín. Cuentos de la Torre del Águila: re-cuerdo de las 48 horas de alojamiento en ella, en el mes de Mayo de 1815, escrita por uno de los alojados. Islas Canarias: Cabil-do de Lanzarote, 2003. 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O. que denomi-nó Rubicón, atendiendo al color rojizo de aquel terreno y sus in-mediatas montañas, cuyo color todavía retienen. Sobre la ribera del mar edificó una tosca torre, la cual sirvió de base á su proyectado reyno; y despues un templo dedicado á S. Marcial, que poco más tarde fué erigido en Catedral. Pues bien: en el mes de Mayo de 1815, dos bergantines del cabotage9, nominado el uno el Padre Barcos, el otro el Monigote, al salir por la Bocayna, que es el canal que separa á Lanzarote de su vecina isla Fuerteventura, encontraron con vientos contrarios, llamados vendavales de Mayo, y retrocedieron á fondearse en la inmediacion de la Torre de Rubicón. Entonces, los pasageros de ambas naves, por evitar el tedio de abordo y distraerse entretanto mudaba el viento, se desembarcaron, dirigiéndose á di-cha Torre para librarse del calor del Sol, la cual les franqueó de buena gana, lo mismo que el agua de sus dos cisternas, el único guarda que allí habia haciendo verdadera vida anacorética. 9. [En lo que se refiere a las peculiaridades del sistema gráfico, son de destacar algunos hechos, como la utilización de g en vez de j: equipage, cabotage, parages, salvage, aguage, pasageros, mugeres, viage, degeme. Particularmente fre-cuentes son los casos de s por x: estremo, espediciones, estrañamente, esclamé. Igualmente se advierten casos de b por v: entretubo, tubieron, libiandades, gabetillas, y de v por b: estorvos, viscochadas, de la misma forma que se dan algunos de c por s: confucion, recidieron, imprecionado, convulciones, quicieron, ocacionados; de s por c: mension, consejal; de s por z: lobregues, clavason, disfrasarse, deslisar, rojisas; y de z por s: riezgo, briza]. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 133 Dicho redondo edificio, es moderno, construido (segun se de-muestra por los antiguos cimientos hasta entonces perceptibles) sobre el otro antiguo castillejo que hubo de ser cuadrilongo, y destruido en alguna de las i[n]vaciones efectuadas por los moros berberiscos durando los reynados de Felipe II y III. Encima del dintel de la puerta actual, está una lápida de marmol, que la titula Torre del Aguila, y la fecha de su reconstruccion, durante el reynado de nuestro in-mortal Carlos III. En su esplanada habia dos cañones de hierro, cuyas cureñas á causa del salitre del mar se estaban desbaratando, corroida su clavason y guarniciones. Bajo la bóveda se halla la sala de ar-mas, en la cual encontramos atacadores, lanadas de cañón y un andamio con algunos fusiles viejos y uno ó mas arcabuces de me-cha y horquilla, cuya arma la estubimos examinando de mano en mano, admirados, no sólo de su tosca construccion, si también, conmemorando la fortaleza de los antiguos soldados que podian emprender largas marchas y porfiados ataques con tan pesados armatrostes10. Pero, lo que son las vicisitudes humanas! En aquel histórico lo-cal y sus contornos, donde se previnieron y organizaron tantas espedi-ciones para continuar la conquista de las demas islas y cautivar y llevar á vender á Europa sus inocentes naturales por la sola razon de que no eran cristianos; que fué regado por las lágrimas que les arrancaba el dolor de verse violentamente separados de su patria para siempre... no quedaba ya ni aun vestigios de haber sido habitado jamás! En vano buscamos en aquel desierto algun rastro de la primitiva catedral; nada nos lo revelaba, salvo uno que otro diminuto pedaci-to de ladrillo, si es que no eran piedrecitas rojisas propias del terri- 10. [Álvarez Rixo se sirve de esta voz en otras piezas de su producción: «Sus mejores candeleros eran de palo pintado de azul, los ciriales lo mismo; y el altar del patrono un mediano armatroste albeado con cal a un lado de la nave»; «Cuando la Majestad para en aquel lugar, dejan ir cayendo encima dicho armatroste, cántase el himno, se vuelve a suspender y marcha enton-ces la procesión» (Historia del Puerto del Arrecife, pp. 63, 110); Cuadro histó-rico, p. 138. En las hablas canarias son frecuentes las variantes armatroste y armastrote]. 134 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO torio. Algunas escasas matas de salvage ahulaga11 prenanthes spinosa; lechetresna ó titimalo y rastrero cófe-cófe12, especie de Kali que pro-ducen nuestras costas canarias, eran los únicos vegetales que se percibian en aquel páramo! Únicamente á cosa de una milla hácia el poniente, se veia una moderna y modesta casita, cuyo dueño y familia subsistia de la pesca y de labranza el año que por alli llueve. II Dispusieron los pasageros traer las camas, cenar y dormir en la torre, y al tiempo que se preparaba el pescado recien cogido en el dia, pasó á inspeccionarlo Manuel Valentin, patron anciano de uno de los barcos, á fin de evitar que por error comiésemos algun pez de los que en ciertos puntos de la Bocayna hácia la vecina Isleta de Lobos, causan el mal de rasca, consistente, en una repentina erupcion de sarpullo13 seco en todo el cuerpo, calor en el cutis y comezon 11. [Este término es una de las entradas de las Voces, frases y proverbios provinciales, donde señala: «Voz que tengo por arábiga. Es el arbusto espinoso conocido en castellano por aliaga, o sea Ulex, nepa, según dicho Diccionario. Pero en la nomenclatura de Broussonet denomina la especie que conoció en Canarias Prenanthes spinosa. Cabeza de ahulaga, frase usada en Lanzarote y Fuerteventura, lo mismo que cabeza en el aire, o frágil y sin juicio». Es voz que vemos en otras piezas de nuestro autor: «Recogida la pequeña sementera de cebada, algún trigo y barrilla, no hay ni un arbusto a qué mirar, a excep-ción de una que otra mata de ahulaga (Prenanthes spinosa), que por la caren-cia de leña ni dejan medrar. También los capellanes del conquistador Juan de Bethencourt nos dejaron escrito al cap. 71: que el país “estaba despoblado de bosques, salvo algunos pequeños arbustos sólo útiles para el fuego”. Éstos sin duda eran dichas ahulagas y tabaibas» (Historia del Puerto del Arrecife, p. 82)]. 12. Mesembryantheum nodiflorum, (Lin.). [Álvarez Rixo anota aquí Mesembryantheum, tal y como hace en las Voces, s.v., pero es Mesembryan-themum. Cofe-cofe es uno de los dieciséis términos que nuestro autor propo-ne en «Vocablos isleños», y también viene en las Voces, s.v. Otros registros en «Puerto de Cabras», p. 460; y Lenguaje, p. 117]. 13. [En vez de sarpullido o salpullido, en las hablas insulares se ha prefe-rido tradicionalmente la forma sarpullo]. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 135 desperada que continuamente se rasca el paciente hasta hacerse sangre por muchos dias, en los cuales con refrescos va desapareciendo14. Ningun fisico nuestro que sepamos ha examinado este fenómeno; sólo por tradicion se dice, que en lo antiguo, en el canalizo que se-para á Lobos de Fuerteventura, naufragó un buque cargado de co-bre, y de ahi procedió el mal; cuando otros opinan, se origina de algunos musgos dañinos que los peces comen en determinado fon-do. Pero á esto se opone un argumento azás fuerte, cual es, que alli recidieron muchos dias varios compañeros del conquistador Juan de Bethencourt, y de su diariario no aparece noticia de semejante pa-decimiento a pesar que trata de la falta de agua y otras penurias que padecieron. Sea como fuere, despues ha existido dicha rasca, causándola especialmente la clase de peces llamados meros, cuando en los demas parages se come sin escrupulo, por ser pescado sano. Conocemos personas que hasta el año 1834, sufrieron la rasca por haber comido meros cogidos en la Bocayna15; pero algunos asegu-ran, que es mal que ha ido gradualmente desapareciendo: talvez esto consista, por el cuidado que se tiene, de no pescar ni comer con riezgo tan pernicioso pescado. Con este motivo, dicho patron Valentin nos entretubo refiriéndonos la anédocta siguiente. Habrá treinta años16, dijo; algunos chulos, amigos de D. Salvador Clavijo Alvarez, secretario de la Comandancia general de estas is- 14. [Nuestro autor define en términos muy parecidos esta forma en sus Voces, donde recoge: «Especie de sarna muy menuda, la cual causa una co-mezón intolerable casi continuada. Proviene de comer los pescados cogidos en las aguas de la isleta de Lobos en el canal de la Bocaina, entre Lanzarote y Fuerteventura, cuyos peces tienen esta malísima cualidad. Atribúyenlo a alguna yerba o musgo venenoso de que se alimentan en aquel fondo. Tam-bién he oído decir es tradición haberse perdido allí una nave cargada de cobre. Esta dolencia ya es rara, séase por el cuidado que hay de no pescar allí para evitar reconvenciones del chasqueado con rasca, séase porque el motivo oculto que la producía ha ido desapareciendo gradualmente»]. 15. Les duró casi un año, pero es mal que no se comunica ni aun teniendo roce intimo con el paciente. 16. [Aquí podemos ver un ejemplo del uso del verbo haber para indicar tiempo. Los dos textos que nos ocupan contienen otros registros: «...si se me 136 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO las, le convidaron á comer: no recuerdo bien, que clase de chasco fué el que le jugaron, el cual el Sor. Clavijo recibio de buen humor, y en su imaginacion propuso desquitarse cumplidamente. Yo era jóven, llamóme, y díjome17, que tomase mis medidas, á fin que para el dia 5 de agosto vispera de su santo llegase á Santa Cruz de Tenerife lle-vándole uno ó dos meros pescados precisamente en las aguas de la Isleta de Lobos; y guardase secreto acerca de las cualidades del re-galo que le conducia. Hizose asi. D. Salvador convidó al dia siguiente á sus amigos de marras, quienes celebraron la hermosura del pesca-do dándose prisa todos á comer de él, y todos tubieron que rascar-se desesperadamente por muchos dias, maldiciendo la hora en que habian intentado burlarse del lanzaroteño, por que el Sor. Clavijo lo era en efecto, y por eso estaba en el secreto que producia la rasca. Entre los pasageros iban dos señoras, y algunas mugeres comu-nes, quienes al considerar la lobregués de las paredes y bóveda, que despues de construidas no se habian vuelto á blanquear, tubieron grima, recondándose de algunos cuentos de moros encantados, brujas y almas aparecidas; lo que dió lugar á que los hombres quienes por el contrario estaban de buen humor, con objeto de convencerlas de que no ha habido ni hay tales apariciones, contasen algunos lances acaecidos en estas mismas islas, los cuales despues de examinados, resultaron chascos puramente naturales, que mas bien dieron que reir como nos sucedió á los oyentes. permite, referiré un ruidoso lance acaecido en el Puerto de la Orotava, ha-brá cosa de cinco años...» (TA); «Referido á mis compañeros de camara el proyecto de los marineros, se alarmaron sobremanera haciendome volver á subir para disuadirle de tal cosa á la tripulación, y “se acordasen del barco costero, propio del mismo dueño de quien es este en que vamos, que se sumergio habra 8 ó 9 años, por uno de estos brutales entusiasmos”» (ETT). Se trata de un comportamiento que aparece frecuentemente en la lengua de nuestro autor: Historia del Puerto del Arrecife, pp. 54, 187 y 217; Anales, pp. 174, 281, 300, 372, 405, 420 y 511; y Descripción histórica, pp. 119 y 167]. 17. [Tal y como podemos ver aquí y en las líneas que siguen, se da tam-bién en la lengua de Álvarez Rixo la presencia de formas verbales persona-les con posposición de pronombres átonos, comportamiento que nos mues-tra que sigue en vigor la regla de que en principio de frase o después de pausa los pronombres inacentuados habían de ir detrás del verbo]. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 137 III Antes de proceder á la narracion de las fechurias de las brujas, y aparecidas, parecenos del caso, recordar la especie de escenario en que estos cuentos se narraron, la clase y colocacion de los ora-dores, y auditorio que les prestaba atencion. Ya queda dicho el ahumado aspecto de la sala de armas de la torre, á la cual alum-braba ahora, un farol traido de abordo y una vela de sebo puesta en una negra botella, algunos atacadores, lanadas de cañon, y los ya dichos mosquetes y fusiles viejos en su andamio, con mas el tabladillo ó tarima para dormitorio de la soldadesca en el tiempo que tal hubo. Y acomodados cada cual de los circunstantes, quien sentado sobre un barril, quien sobre un saco, ó sobre los doblados colchones, mientras se preparaban las camas; se colocó muy arrellenado sobre la citada tarima un tal Rabelo, natural, decia él, de S.ta Ursula; grande18 conversador y conocedor segun fama, de casi todos los lugares de la isla de Tenerife, de sus vecinos, y anedoctas mas notables, acaecidas en ellos: y por lo tanto, fue elegido y ro-gado para primer narrador, guardando atento silencio los curiosos espectadores: por cuya singular apariencia, los que teniamos fres- 18. [El adjetivo grande antepuesto a sustantivos en singular aparece apocopado en algunos casos, pero en otros, tal y como podemos ver aquí, figura la forma plena. Este mismo texto nos ofrece otro ejemplo poco des-pués: «…ciertos estudiantes traviesos, deseosos de divertirse y guitarrear sin estorvos, tramoyaron disfrasarse de muger el de mejores pulsos, atarse al estremo de una fuerte cuerda, y al otro ataron un grande canto capaz de servir de contrapeso…» (TA). Otro tanto ocurre con el texto siguiente: «...visitamos al S.or Alcalde del Roque, quien tubo la bondad de hacernos entrar á almorzar, presentandonos una grande bandeja llena de huevos duros y roscas viscochadas, que habiendo sido amasadas para la fiesta de S. Isidro, se guardaron despues para cuando acaeciese llegar algun huespede, ó adoleciese cualesquiera indi-viduo18 de la familia, á quien no conviniese alimentarle con gofio»; «Lo mis-mo opinamos para la utilizacion de un grande charco situado al E. del pue-blecito, el cual limpio y ampliada su entrada como corresponde, seria un im-portante y seguro carenero que atraeria las naves para reponerse ó invernar en él» (ETT)]. 138 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO cas ideas estudiantiles, con alguna propiedad nos trajo á la memo-ria aquello de «Conticuere omnes, et intentique ora tenebam; Inde toro pater Æneas sic orsus ab alto»19. «En la Villa de la Orotava, (dijo) hubo un Alcalde mayor nombrado D. Manuel Pimienta20, muy enemigo de parrandas, hurtos de frutas y amorios noturnos21; y á los que pillaba, les hacia paladear su apellido. Para estorvar cuyas libiandades salia de ronda muchas noches acompañado de su escribano y algua-ciles: una de tantas, al acercarse al colegio que fue de los Je-suitas, vio á una muger estrañamente vestida de blanco, la cual daba algunos suspiros; y como no se acercase, por temor al parecer, hizolo el juez, q.e quiso imponerse de lo que hubiese. Pero, asi que su merced se puso á la inmediacion, la muger, bruja ó fantasma, le dio un fuertisimo abrazo por la cintura, clamando ¡ay que me lleva el diablo! y en el acto, subieron por el ayre pre-cipitadamente ambos abrazados: lo cual visto por la ronda, ésta tomó las de villa diego, sin atreverse á mirar atras, no fuese que la bruja tambien los atrapase; certificando y jurando la verdad de lo presenciado, añadido de lo mas que su espanto les inspiró. Llegado el Alc.e mor. arriba, se le presentaron otras oscuras figuras, quienes le colocaron sobre el alto andamio que en aque-lla pared del colegio á la sazon habia, donde le dejaron encanta-do toda la noche, temeroso de caerse de alli abajo, pasando agu-do frio de cumbre, y oyendo por otras calles ruido de guitarras y 19. [Así viene en el original, pero estos dos versos iniciales del segundo libro de la Eneida son «Conticuere omnes, intentique ora tenebant. Inde toro pater Aeneas sic orsus ab alto»]. 20. [Otras referencias sobre este alcalde mayor las trae Álvarez Rixo en sus Anales, pp. 82, 100]. 21. [En lo que se refiere a los grupos consonánticos, suelen prevalecer las variantes cultas, aunque hay alguna forma divergente, como ocurre aquí con noturnos y, más adelante, con reduto. También hay algún caso, como se puede ver en anedoctas, donde se crea un grupo consonántico no justificado etimológicamente]. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 139 canciones, que le hacian lamentar la mucha falta que en el mun-do estaba haciendo su cautiva persona.—Amanecio dios, y vien-do los vecinos al juez en semejante cuita y precipicio, le bajaron, no poco asombrados del atrevimiento de las brujas, no obstante, que en la Orotava recidia un señor Comisario y algunos temidos familiares del Santo Oficio—Despues se supo, que ciertos estu-diantes traviesos, deseosos de divertirse y guitarrear sin estorvos, tramoyaron disfrasarse de muger el de mejores pulsos, atarse al estremo de una fuerte cuerda, y al otro ataron un grande canto capaz de servir de contrapeso, para que, abrazado que estubiese con el Juez, y dado el grito convenido, deslisar dicho canto y su-biesen ambos con facilidad; lo cual pusieron por obra. Tal fue la causa que llenó de admiracion en su principio». Reyose22 el femenino auditorio, interpretando el lance á su fa-vor, puesto que por galantear á las damas, los picarones estudian-tes discurrieron tan graciosa travesura. Entonces, D. Gerardo Morales23 vecino de Lanzarote, ofreció relatar una anedocta que espresó ser terrible, puesto que el, quien 22. [Como se puede ver aquí, reyir figura en vez de reír. El otro texto nos proporciona otro registro de este comportamiento: «Al oir el estampido y griterias reciprocas, creyeron que era su hora llegada los mareados pasageros de camara mas luego que me vieron, reyendome de la escena presenciada arriba, se tranquilizaron…» (ETT). La obra periodística de nuestro autor nos ofrece otros ejemplos: «Otra cosa que hacian los jueces era hacer limpiar à cada propietario ó aparcero colindante al camino las piedras y escombros caidos de su propia cerca: por ser violento cobrar contribucion à varios vecinos para limpiar pisos por donde nunca han transitado ni tienen que transitar y se queden reyendo los mismos que los han inutilizado por sí, sus muchachos y sus cabras» («Caminos vecinales»); «Entonces bajaba un hombre algo ancia-no que se reyó al presenciar nuestro temor...» («Segunda carta»). Como es de esperar, el mismo comportamiento se da en sonreír: «sin embargo, se can-taba entre ellas en cualquier concurrencia, sonreyéndose de sus equívocos y aluciones...» (Cuadro histórico, p. 49); «Decía sonreyéndose, que él también había hecho milagros» (Historia del Puerto del Arrecife, p. 66)]. 23. [Álvarez Rixo también se refiere a Gerardo Morales en su Historia del Puerto del Arrecife, p. 163]. 140 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO nunca habia creido en brujas, duendes ni almas aparecidas, tubo tanta confucion y terror, que por algunos instantes con toda su alma creyó en la existencia de tales cosas. Colocose tambien en la tari-ma para mejor ser visto; y dijo: «Yo tengo arrendadas las Salinas de esta isla de Lanzarote, y para la mejor espendicion de la sal, pongo mis encargados en los demas puertos de la provincia á donde suelo pasar to-dos los años á tomar cuentas: el de 1813 me tocó ir á la cui-dad de S.ta Cruz de la Palma. Estaba el almacen de la sal en un piso bajo de una antigua casa deshabitada hacia mucho tiem-po, por decirse, que el alma de la ultima rica señora que habia muerto en ella, se aparecia ciertas noches vestida de manto y saya negro al subir de la escalera. Yo que como digo, presumia de no creer en miedos ni apariciones; a pesar de lo que me aconsejaban en contrario, quise estar mas proximo á mis in-tereses alojandome en uno de los cuartos altos de dicha casa la cual examiné a mi satisfaccion. Puesto mi catre y equipage en el cuarto donde unicamente se conservaban dos ó tres sillas y un antiguo escaparate de esos lle-nos de gabetillitas24 y escanillos: cerré bien las puertas y venta-nas, apagué la luz y dormi algunas horas. Pero ya cerca del ama-necer, me despertó un estremecimiento de mi lecho, y el ruido y tracoteo infernal de las gabetillas del viejo escaparate que parecian querer salirse de su centro. Sobrecogido, y como para escudarme de lo que pudiese suceder, eché mano por el capote de barragan que habia puesto sobre la cama para abrigo; y estaba ya tan imprecionado de confucion y terror; que me parecio; no que palpaba mi propio capote, sino que tocaba, y aun veia el manto de lana negra de la señora duende, que fue lo primero que se me acordó, en tanto estremo, que esclamé: Señora! por Dios! degeme usté en paz! yo no le quiero á usté su dinero!! 24. [Otro registro de gaveta ‘cajón corredizo de algunas piezas del mo-biliario’ puede verse en los Anales, p. 466]. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 141 Cesó el ruido; y algo repuesto, por oir tambien voces y gente en la calle, salté de la cama apresuradamente, y abri un pos-tigo— Ya amanecia, y al observar gentes de todas condiciones, asustadas, andando en desorden, me admiré, y pregunté, señores, que es lo que hay? Y los de abajo no menos maravillados de mi insensibilidad, de la cual les hube de parecer dotado; me contestaron: Ah hombre del diantres, pues donde ha estado usté que no ha percibido el temblor de tierra que acaba de pasar? Yo callé, no queriendo publicar el chasco que me habia suce-dido, pero apesar de bien desengañado que no habia habido tal alma aparecida, sino la casualidad de sentirse un fenomeno de la naturaleza, decampé, y no quise continuar en semejan-te alojamiento que me recordaba tan terrible rato». Servida que fue la cena, y preparadas las camas, para cuyo lo-cal se le concedio á las mugeres la repetida tarima ó tabladillo sobre el cual se improvisó un biombo con sabanas que parecia cosa de miercoles santo, cada progimo se fue á reposar. IIII Al dia siguiente, para entretener las horas interin se preparaba el almuerzo, fuimos paseando hácia el N. de Rubicon á ver el ce-lebre Charco del Janubio, lago maritimo formado por dos brazos de negra lava durante el memorable volcan que asoló parte consi-derable de la isla de Lanzarote desde el año de 1733 al 37, en que cesó la erupcion. El Janubio es una de tantas curiosidades natura-les de las Canarias. Fue un puerto situado á la parte oeste de Lanzarote, cuyos naturales como no tenian idea de los lagos ó grandes depositos de agua mediterraneos, desconociendo el nombre propio que le correspondia por su ultima configuracion, le aplicaron el de charco, con el cual es conocido. Su dimension es de cosa de 3,000. y pico de varas: y el espacio que le separa hoy del Océano, será desde 3, á 400. Su vista desde alguna distancia es, muy particular, 142 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO porque sus limpias aguas aunque sugetas al fluxo y reflujo de la marea que se comunica por conductos profundos, jamás se alte-ran, y le dan la apariencia de un espejo embutido en medio de una vasta guarnicion de azabache, cual se muestra la lava por las ma-ñanas en que aun está mas vivo su negror á causa del sereno de la noche precedente.—Nadan y revolotean varias aves maritimas en sus riveras; y en su arenoso fondo, es, donde unicamente se pes-can las afamadas ostritas denominadas cagetas en el pais25: maris- 25. [En las Voces, Álvarez Rixo define este marisco como «cierta especie de ostritas encontradas en la isla de Lanzarote en un puerto denominado el Janubio, el cual cerró el volcán de 1730, dejándolo a manera de lago. Es marisco delicadísimo, generalmente preferido a cuantos conocemos aquí. Su color exterior es blanqui-pardo y su labor semicircular, siendo el diámetro de las mayores cosa de dos pulgadas». Amplios detalles figuran en la Historia del Puerto del Arrecife, pp. 91-92: «...este raro marisco. Críase a 4 leguas al O del Arrecife en Janubio, que fue puerto, y el volcán de los años 1730 a 35 le rodeó de tal modo que le dejó en figura de lago, o sea charco como hoy le llaman. En él se zambullen algunos buzos campestres, que buscan y sa-can de su fondo dichas ostras, las cuales llevan a vender a los pueblos, por lo regular en vísperas de festividades. Su precio el año 1810 era dos reales plata o un tostón cada medio almud colmo. Después ha ido subiendo de valor, y minorándose su número en tal forma, que a la época presente de 1846, hemos sabido quedan muy pocas o ningunas. Esto no nos parece extraño, porque a proporción que ha aumentado la población han crecido los consu-midores, y como no se tomó providencia para prohibir su extracción del charco por algunas temporadas, se ha casi perdido una de las curiosidades naturales de la isla, pues no le hay en ningún otro punto de ella, ni de las demás Canarias. Es marisco sano y delicadísimo, en tanto grado, que quien una vez lo coma siempre lo solicita como pueda, y dichas ostras denominadas en el país cagetas, es de una a dos pulgadas de diametro, pero las tan grandes no eran muchas. Su color blancas por dentro, pardo claro por fuera, y su labor semicircular estriada. Cuando había abundancia se llenaban de ellas botijas de rico esca-beche que se enviaban de regalo a Canaria y Tenerife. Pero vivas, a pesar de la precaución de llevarlas en un saco dentro del mar colgando del barco, no era fácil llegasen buenas. Sin embargo, en enero de 1822, se logró y comí algunas en este Puerto de la Orotava, por lo fresco de la estación y pronti-tud del viaje del barquito que las tomó en Janubio mismo». Otra referencia puede verse en la p. 108: «Comí dos pescados excelentes, lenguados y salmonetes, regalándome con ciertas ostras pequeñas denominadas cagetas»]. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 143 co el mas esquisito que se conoce en nuestras islas; que aquellos aldeanos recogen zambullendo provistos de un saquito, en el cual van colocando las que quiera que van hallando. Pero ha sido tanto el indiscreto consumo de este precioso marisco para los convites y festejos, sin darles treguas suficientes para su reproduccion, que han ido minorandose: y medio almud colmo que el año 1810, apenas costaba 4, ó 5, reales vellon, en el de 1820 ya se exigia doble precio. No hay falta de buenos puertos en la isla de Lanzarote, pero si tal hubiese, cortando el espresado espacio que separa al Char-co del Januvio del Occeano, quedaria uno perfectamente seguro26. En la propia mañana algunos individuos de la tripulación, al reflujo de la marea se entretubieron mariscando sobre los peñascos de la costa, lapas, clacas27, que en España se llaman bellota de mar, y burgaos28; vocablo que á pesar de corrompido, es uno de los pocos que nos quedan en Canarias provenidos de los aventureros norman-dos compañeros de Juan de Bethencourt, en cuyo pais se llama burgau lo que en castellano escaramujo; con cuyos mariscos tambien nos regalamos. 26. Contiene una carta de Don Juan Perez en Lanzarote del 10 de Ene-ro de 1882 noticiando que el S. D. Antonio M.a Manrique persona muy patriotica é instruida acompañado de 12 amigos habia hecho un viaje al charco del Janubio distante 5 leguas del Ar[r]ecife llevando un pequeño esquife sobre un camello para poder sondar dicho lago curioso; y encontró tener 5 á 6 y ½ metro, cuyo dato hasta ahora nadie habia podido saber ni asegurar, y tal-vez seria mas hondo si se limpiase su fango [Esta nota no está escrita por Álvarez Rixo]. 27. [Este término es uno de los recogidos en «Vocablos isleños», y tam-bién es una de las entradas de Voces, s.v., donde puede observarse que Álvarez Rixo sorprendentemente no se pronuncia sobre su procedencia lusa]. 28. [Esta forma vuelve a aparecer dentro del mismo texto, como uno de los términos que nuestro autor recoge en la nota en la que se refiere a la influencia francesa en el léxico insular. En el mismo sentido refleja en sus Voces que burgado o burgao es «Voz derivada del francés burgau, una de las pocas voces francesas que nos quedan de los primeros conquistadores. Por-que en castellano es escaramujo y en portugués caramujo. Especie de cara-col. Y el haber nombrado burgado al roque y playa que hoy lo está al norte de Tenerife provino del mucho de este marisco que allí hubo y aún hay»]. 144 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO V Entre las pasageras habia una nombrado D. Maria Manuela Lopez, casada, y de algo mas de 30. años de edad, á quien algunos de la comitiva solian llamar, la Señora Monja, cuyo tratamiento no parecia desagradarla; por lo que, con la familiaridad que suele inspirarse en tales viages, uno la29 dijo: Señora, admirame, que siendo usté casada, la llaman Monja, y no alcanzo la razon que haya para ello? Es, contestó ella, porque en efecto, lo fui en mi niñez, y referiré á Vdes. para que cese su estrañeza.—Naci en esta isla de Lanzarote; pero mi padre y familia que proceden del Puerto de Garachico en 29. [El especial comportamiento que muestran los pronombres átonos es otro de los rasgos de la lengua de Álvarez Rixo. Aquí se puede observar un comportamiento laísta, y el mismo texto incluye otros: «segun parece solia manifestar á algunas personas que la merecian confianza, atribuyendo su imprudente profesion, á la ambicion de sus parientes pa aprobecharse de su herencia. Mas el presbitero D. Pedro Febles, como todos, la aconcejaban la paciencia y resignacion...»; «...pude saber entonces: que mi balandra, despues de robada, pasó otro corsario por ella, y como ya no halló que quitar, la pegó fuego». Este comportamiento laísta, como no podía ser de otra forma, también se da en otras piezas de la obra de Álvarez Rixo, pero se trata de un com-portamiento con escaso número de frecuencia y que coexiste con los casos que siguen el criterio etimológico y que son los más numerosos. Junto a esto, es particularmente amplio el número de los casos de leísmo, tanto referido a personas como a cosas: «...presentándonos una gran bandeja llena de hue-vos duros y roscas bizcochadas, que habiendo sido amasadas para la fiesta de San Isidro, se guardaron despues para cuando acaeciese llegar algún huésped, ó adoleciese cualquier individuo de la familia, á quien no conviene alimen-tarle con gofio»; «...pero ya vemos como los isleños de Fuerteventura han des-cuidado los propios módicos recursos, sin advertir que comete un grande disparate el que pasa su tiempo esperando que aquello que puede facilitarse por sí mismo se lo haga otro, que ni presencia sus cuitas, ni quizas le cono-ce [...] Lo más estraño es que los hijos de Fuerteventura poseen bastante talento natural, y los que han tenido oportunidad de instruirse, han sido personas merecedoras del justo aprecio de los sujetos de mérito que les han tratado y conocido»; «La fiesta de Sta Rosa, se redujo á una misa cantada, sin organo, por la iglesia no tenerle...» (ETT). Véase DÍAZ ALAYÓN, C.; CAS-TILLO, F. J. Op. cit., pp. 91-105; y DÍAZ ALAYÓN, C. «Sobre el comportamiento de los pronombres átonos en autores canarios de los siglos XVIII y XIX»]. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 145 Tenerife, me llevaron á dicho Puerto con objeto de educarme en un convento, y que después profesase. Pero apesar de mi poca edad, fui conociendo que en el interior de los monasterios no se lleva vida tan apacible como se esforzaban por hacermelo creer: pues observé, parcialidades, chismes, y aun celos, porque conoci una monja enamorada perdida de un fraile, para ver, á cuyo sugeto, ella subia y se pasaba horas enteras en el mirador con disgusto y alegatos de las otras; aunque es cierto, que yo no supe si su capricho era co-rrespondido por el religioso. En esto, mi padre tubo la prudencia de proponerme volver á Lanzarote antes de profesar, para despe-dirme de mi madre y hermanas. Regresé pues a Lanzarote, y á poco, me solicitó, y me casaron con un tio anciano, quien me complace en todo, p. e. en esta ocasion, en que por no haber cirujano ni botica en esta isla, paso á S.ta Cruz de Tenerife á curarme una pequeña escrecencia que me ha salido en la cabeza. Y aconsejo á cuantos tengan hijas, que no las induzcan á profesar la vida monastica an-tes que vean algo del mundo: y si posible fuese interin no cuen-ten 30 á 40 años de edad, porque se esponen a hacerlas desgra-ciadas. Que se envidia el goce de la libertad, y tambien se presentan casos de esos amorios apacionados y ridiculos, no parece quedar duda; y sobre un hecho semejante acaecido en Icod de los Vinos, fue que el erudito Padre D. Miguel Cabral de Noroña escribió el chistoso poemita que tituló la Perenqueneida 30, que talvez algunos de Vdes. habran leido. Muy ciertas son las reflexiones de la Sra. observó el Sor. Rabelo, y si se me permite, referiré un ruidoso lance acaecido en el Puerto de la Orotava, habrá cosa de cinco años, sobre cuyo particular escribio unas decimas D.a Maria Viera y yo tenia de memoria. Y como teniamos 30. [Nuestro autor posee una copia de esta sátira burlesca, al igual que otro poema del mismo autor, titulado «La visión del Manzanares», fechado en 1810. Ambas piezas las relaciona en sus Catálogos de los manuscritos de mi pertenencia y personal trabajo. La primera figura como entrada 7 del índice del legajo D; y la se-gunda como entrada 8 del índice del legajo E, dedicado a documentos políticos]. 146 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO ganas de conversacion hasta la hora de comer, le suplicamos nos refiriese la historia monjil que prometia y los versos que decia de tan celebre poetisa. «Vease si es innato el amor á la libertad dijo.— En el convento de Monjas catalinas del Puerto de la Orotava31 hubo una religiosa nombrada San José Peraza: habia nacido en la isla de la Gomera, y sus padres tan santa se propusieron criarla, que veni-dos á dicho Puerto la despecharon en este monasterio, á cargo de algunas religiosas sus amigas ó parientas. Todavia muy joven, y sin haber salido jamas de la clausura, la hicieron profesar, y continuó practicando la regla en aquel santo encierro cosa de 18 años, pero con innato deseo de ser, y vivir libre; segun parece solia manifestar á algunas personas que la merecian confianza, atribuyendo su im-prudente profesion, á la ambicion de sus parientes p.a aprobecharse de su herencia. Mas el presbitero D. Pedro Febles32, como todos, la aconcejaban la paciencia y resignacion, ponderando los invencibles obstaculos de poder ocurrir33 al Padre Santo, por éste estar cautivo en Francia, y Francia en guerra atroz con España á la sazon. No obstante, entre las doce y una de la noche 28 de sep.e de 1810, San José Peraza pudo substraer las llaves de la puerta reglar á la portera, abrió é iba á lanzarse á la plaza, pero en aquel momento, dio la casualidad, que salia de la parroquia que yace en frente, el Santisimo Viatico para algun enfermo, y gente con luces que le acompañaban: visto lo cual por la monja, se arredró, haciendo y aplicandose la 31. [Amplias referencias sobre este convento pueden verse en la Descripción histórica, pp. 94-101]. 32. [Álvarez Rixo se refiere a don Pedro Febles en los Anales, p. 217]. 33. [Ocurrir es aquí ‘pedir, solicitar, acudir’. En Escala en la Torre de Tos-tón viene otro registro: «...no se ve un arbol ni mata verde: solo si una pe-queña y solitaria ermita dedicada a N.a S.a de las Nieves, á cuya imagen ocurren los lanzaroteños a implorar lluvias, llevandola en procesion á la Villa capital de Teguise». Otros registros en Anales, pp. 3, 14, 84, 99, 114, 118, 120, 126, 140, 142, 143, 147, 184, 202, 207, 232, 296, 307, 336, 349, 366, 371, 377, 403, 413, 429, 452, 469 y 473; Historia del Puerto del Arrecife, pp. 52, 114, 137, 156, 158, 159, 161, 165 y 167; Lenguaje, p. 25; Descripción histórica, pp. 72, 77, 78 y 195; «Noticia de algunos acaecimientos en la isla de Cana-ria » §§1, 2 y 5; «Segunda carta»; y «Tercera carta»]. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 147 reflexion, según ella misma despues decia: que aquel encuentro impensado con el cuerpo de Cristo, parecia no ser casual, y que por ello el Señor le decia, retrocede á tu clausura! Detubose un poco, hasta que pasada y alejada la procesion, volvio á animarse, estimulada de la intima resolucion que la dominaba, y se lanzó fuera del conven-to á la ventura, puesto que ignoraba la direccion de las calles del pueblo, á ecepcion de uno que otro trozo que distinguia cuando iba al mirador34. Esta religiosa pasó á Gran-Canaria á presentarse al Il.mo Obispo D. Manuel Verdugo, para manifestarle la violencia con que llevaba la vida monastica, de que era causa la imprudencia ú avari-cia con la cual en temprana edad la habian seducido y casi compe-lido á profesar. Pero su Il.ma tubo á bien depositarla en uno de los conventos de monjas35 de aquella ciudad: y como ella inconforme, manifestase, que si le negaban la libertad incendiaria el monasterio, se temio su desperacion, se exclaustró sin ceremonia, y vive pobre, pero libre36. Con tal motivo, la piadosa D.a Maria Viera y Clavijo, deseando persuadir á dicha monja á que volviese á su claustro, escribio las decimas que ya diremos, cuyos versos circularon entonces con mucha aceptación: pero la independiente religiosa, ni por esos ni otros consejos se arrepintio, ni redujo á volver otra vez á perder su liber-tad: sin que por esto se crea que abusase de ella, por cuanto es de caracter apacible, y por lo regular dedicada á servir de ama de lla- 34. [Nuestro autor recoge las características de este mirador en su Des-cripción histórica, p. 100: «Lo más notable del interior de este edificio es su mirador, el techado más elevado que hay en esta población, y su vista dilatadísima a par que hermosa. Vese todo el Valle de Taoro, sus cumbres y el Teide; siete pueblos parroquiales sin incluir este: a saber, desde San Juan de la Rambla hasta el Sauzal, con otros muchos pagos; y la costa desde la Punta del Viento al este hasta la de Buenavista al oeste; también la isla de La Palma, el mar y un dilatado horizonte. Es punto muy digno de atraer la atención de cualquiera extranjero»]. 35. [En los Anales, p. 216, Álvarez Rixo especifica que se trata el con-vento de recoletas de Canaria]. 36. [Nuestro autor también se refiere a las peripecias de esta monja en sus Anales, p. 216. Como curiosidad, cabe señalar que en esta fuente la fe-cha en que escapa del convento es el 23 de septiembre]. 148 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO ves casa de37 algunas señoras ricas, quienes la han tratado con de-coro, tanto por razon del abito que habia vestido, como por que la tal monja es hija de una familia distinguida de la isla de la Gomera. He aquí las Decimas ¡Que! violaste la clausura y el instituto sagrado con que el cielo habia marcado tu felicidad futura? Te parecio cosa dura la profecion religiosa, la vocacion engañosa, y condenuedo veloz le has vuelto la espalda á Dios? ¡que accion tan ignominiosa! Supongamos que has logrado libre ya de tu convento mayor placer y contento 37. [Tal y como se puede ver aquí, el sintagma en (la) casa de aparece como casa de. Es un comportamiento que vemos en otras piezas: «Acompa-ñó el pueblo al Alcalde desde la parroquia a la sala consistorial de Santo Domingo, que ya los frailes estaban habilitando para su uso conventual y por lo tanto dejó de servir para el Ayuntamiento, que tuvo que reunirse casa del presidente a sus sesiones (Anales, p. 284); «Las andas y algunas piezas de plata que había, pertenecientes a la Virgen de Concepción, se guardaron casa de su mayordomo...» (Descripción histórica, p. 103); «traia pliegos para las Au-toridades de esta provincia y al dia siguiente comió casa del Gobernador [...] Se consignó a Navarro, persona á quien habia conocido casa de D. Manuel José Alvarez en la isla de Lanzarote» («Noticia de algunos acaecimientos en la isla de Canaria», §2). Otro tanto sucede con el sintagma a (la) casa de: «Acudí casa del herrero [...] Ocurrí casa del Sr. Alcalde para ver si por su intercesion éramos más pronto servidos» («Segunda carta»)]. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 149 de cuanto habias deseado: eleva á mas alto grado la prosperidad y anchura? Verás que todo es locura, que queda vacia el alma: de llevar tan mortal calma pasar á la sepultura! Diez y ocho años de egercicio en reglas de perfeccion, no han hecho en tu corazon un celestial edificio? Si violenta en el servicio de Jesucristo te hallabas, porque no le importunabas pidiendole su asistencia? El te enseñaria la ciencia de amar lo que despreciabas. He señora, vuelve en ti! has valido el sacrificio, reforma tu error y juicio, pues Dios te lo pide así: No sigas el frenecí de una soltura ilusoria, lease al fin en la historia que a todo un Dios preferiste y que donacion le hiciste de ti misma, por su gloria. Llega y toma sin zozobra el trono que renunciaste, la corona que arrojaste, y tus derechos recobra: Tan escelsa y santa gloria 150 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO el cielo te alabará, y el buen nombre quedará de vencedora triunfante: pues la tacha de inconstante tu velo la cubrirá. Los claustros de monjas son, no una carcel, si un sagrario; donde como en relicario Dios reserva esta porcion, y en tan dichosa mansión es descanso la obediencia, pues toda la independencia de la propia voluntad se mira por libertad contra la humana prudencia. Por la via de la fé, no por la de los sentidos caminan los escogidos para ir á Dios: bien se vé: pues dime ahora, porqué tienes vida deliciosa, si el mundo no es otra cosa que una brillante mentira, una cosa que se mira ser fugaz y venenosa? Es el religioso estado algun mueble que se arrima, y que no merece estima por que parece escusado? Quien pone mano al arado no vuelve atras; y su anhelo, sea un laborioso desvelo, SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 151 sea constante y sin mudanza para tener esperanza de hallarse digno del cielo. Sofocada entre las rejas la obediencia te oprimia, el abito te afligia, y todo de un golpe dejas: del medio de las obejas que Jesús apacentaba ¡ingrata! te has descarriado buscando senda torcida como la obeja perdida que del redil se apartaba. VI Habiendo sido elogiada la buena memoria del Sor. Rabelo; con buen apetito nos pusimos á comer, escelentes cabrillas38 guisadas, y fritas, sin acordarnos del mal de rasca, ni del tiempo contrario que alli nos detenia. Terminada la comida, los mas se recostaron para fumar y dor-mir la siesta, ecepto dos ó tres, que preferimos ocupar la tarde en ir á ver el Puertecito de Papagayo, distante un buen paseo hácia el naciente de Rubicon. Llegados alli, solo encontramos 10 ó 12 casucos de pescadores, cuyas familias se ocupan en ir á vender el pescado á los lugares del interior de la isla, de donde reportan al-gunos frutos para su alimentación. La encenada y playa que for- 38. [Otro registro de este ictiónimo viene en la Descripción histórica, p. 126: «El mar ofrece abundante pesca, del gusto más exquisito, que se en-cuentra en nuestras Islas; singularmente los abadejos, las cabrillas y los pám-panos, si bien este último es raro»]. 152 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO ma el Puerto, es de menuda arena blanca, llamada jable 39 por los naturales, que creo sea otro vocablo normando, corrompido, por decir sable, arena. Tambien habia tres barquitos de pesca, los cuales sir-ven igualmente para conducir pasageros desde Papagayo á Corralejo, que es el Puerto fronteriso mas inmediato de la vecina isla de Fuerteventura: en uno de dichos barquichuelos observamos una muger varonil, remando con un pesado remo á par de un hombre, con mucha satisfacción. Al mirar con desden tan insignificante lugarejo, nos informó un anciano pescador, que durante las guerras maritimas, aquel punto y sus barquitos tubo mas importancia, en razon, de que para evitar el riezgo de los corsarios, tanto las autoridades, como los particulares que tenian que enviar ó conducir documentos ó dinero de una á las otras islas, el itinerario regular, era, salir de Papagayo por la noche, para durante la oscuridad atravesar el mar, amaneciendo en Corralejo: de alli caminan-do por tierra á lo largo de Fuerteventura hasta su estrema punta de Jandia, donde en otro barquichuelo se viajaba por la noche, á fin de lograr amanecer en Gran-Canaria, cuya isla se atravesaba hasta Galdar, donde se tomaba otro pasage en barquito de primera tierra y se tras-ladaba el pasagero á S.ta Cruz de Tenerife, y todavía, desde esta isla á las de la Palma y la Gomera, se seguia el propio sistema para las idas y retornos; cuya diligencia solia durar talvez de uno á dos meses. Y una de tantas veces que los corsarios sospecharon nuestra manera 39. [Volvemos a ver esta voz poco después, en el cuadro con el que ilustra la influencia normanda en el léxico insular; y también en Escala de la Torre de Tostón: «pero que los habitantes de Fuerteventura insensibles á las conve-niencias de su patria, han dejado cegar de arena blanca (jable) por no dedi-carse á limpiarlo en ciertas épocas». Otras piezas nos proporcionan más re-gistros. En Historia del Puerto del Arrecife, p. 230n, recoge que en Lanzarote llaman jable «a la arena blanca, la cual se comunica desde la vecina África por el fondo del mar». Igualmente se refiere a ella en Lenguaje, pp. 118-119, dentro de las observaciones que hace a la traducción de la Ethnographie de Berthelot, donde señala que se le ha dado a jable o xable el valor de ‘mo-rro’, pero esta voz «es colectiva de toda reunión de arena blanca movediza, derivada de la francesa sable, que le hubieron de imponer los primeros con-quistadores normandos y los isleños la modularon a lo africano, pronuncián-dola guturalmente jable». También es una de las entradas de Voces, s.v.]. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 153 oculta de comunicación, vinieron unos botes ingleses á incendiar nues-tros miserables barquitos, lo cual no efectuaron, por hallarse barados algo mas arriba, y hubieron de recelar alguna celada40. VII Por la noche volvimos á reunirnos en la Torre del Aguila, y al referirse la conversación tenida con el pescador de Papagayo, á instancia de algunos del auditorio, quienes tenian idea del suceso, nos relató el Patron Valentin (como consecuencia de lo que en nuestras islas sucedia) una de sus aventuras acaecida diez años antes, precisamente á la vista é inmediación de la propia torre, cuyo amparo en vano se propuso lograr. «Habia guerra con los ingleses, dijo: veniamos de Canaria en una balandra que yo mandaba, la cual habia armado con dos pedreros [y] algunas escopetas que consideré servirnos de al-guna defensa contra los corsarios ingleses de mal aguage, que nos estaban robando y quemando impunemente nuestros bar-cos, sin haber quien les fuese á la mano. Llegados que hubimos á esta inmediación, hacia calma, y descubrimos, á sotavento un bergantín enemigo y de poca marcha; pero este echó dos bo-tes ligeros para alcanzarnos, vistos los cuales, nos preparamos para defendernos; y como les hicimos fuego, cosa que ellos no esperaban, se arredraron. Yo queria hasta socorrernos de la 40. Tambien vimos el barranco nominado del Agua por los antiguos, porque talvez entonces habria alli algun remanente que surtiese á los inmediatos conquistadores alojados en la Torre de Rubicon. Pero hoy está aquel sitio tan seco como todo lo demas. Creo que con la convulciones y trastornos geologicos ocacionados por los repetidos volcanes que fatigaron la isla de Lanzarote desde el año 1733 al 37, cesaria este util manantial, si es que no filtra por debajo de la mucha arena aluvial que cubre el lecho del expresado barranco. [Estos detalles los publica Álvarez Rixo en una breve colaboración periodística ti-tulada «Manantial descubierto en Lanzarote», que publica en El Time, núm. 245, 30 de agosto de 1868. Véase DÍAZ ALAYÓN y CASTILLO, op. cit., p. 63]. 154 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO artilleria de esta torre, que entonces, mandaba las islas el Mar-ques de Casa Cagigal, y no estaban sus fuertes en el abandono y despilfarro que hoy se hallan. Pero el diablo que lo quiso, traiamos entre los pasageros al Sor beneficiado D. Domingo Cueva y sus hermanos: y el clerigo asustado al oir los disparos, subió sobre convéz, á persuadirme é intimidarme con que la resistencia seria inútil, y si heriamos ó matabamos algun ingles, ellos nos pasarian á cuchillo. Negueme á complacerle; pusose de rodillas, é hizo un discurso tan sentido y elocuente, que con-virtió á mi gente á la cobardia, y no tube quien me ayudase, salvo D. Leandro Camacho41, q.e era oficial, cuñado del mismo Beneficiado; á contener cuyo buen animo subio su propia muger hecha una magdalena42. Y en estas contrariedades abordaron los ingleses que subieron azás desconfiados de alguna celada. Transbordaron al clerigo y familia al corsario y á mi con ellos; pero que fui el unico que no quicieron despues desembarcar, y condugeronme a Londres, para trabajos mios, y servicio de esos ladrones: pues como con el vino que habian robado en Cana-rias continuamente iban borrachos, se tupian las bombas, no habia quien se dedicase á rehabilitarlas, y yo tomé este trabajo, no fuese que al fin naufragasemos. Soltaronme en un muelle de aquella 41. [Sobre Leandro Camacho véase la Historia del Puerto del Arrecife, pp. 67, 72, 154, 177, 183, 211]. 42. [Nuestro autor también recoge este hecho en sus Anales, p. 186: «El 20 se supo que cierto bergantín corsario había apresado la balandra del tráfico de Lanzarote, su patrón Manuel Valentín López, después de haberse defen-dido un poco con dos pedreros que a prevensión montaba, añadiéndose haberla rescatado por valor de 600 pesos corrientes el venerable beneficiado don Domingo de la Cueva de aquella isla, quién iba de pasajero a su bordo. Pero parece equívoco en cuanto los ingleses se llevaron consigo a dicho patrón para autorizar la buena presa; y una goleta, segunda, de corsario que se apa-reció entretanto, incendió la presa. Lo que hubo de cierto fue: que el ex-presado señor Cueva se intimidó mucho y exhortó fervorosamente a López y demás del equipaje se rindiesen a los botes enemigos que se acercaban, no fuese que le pasasen a cuchillo. Así lo oyó contar el que escribe a ambos sujetos, a don José Navarro y otros que en el mismo bajel iban de viaje». Otro tanto hace constar en la Historia del Puerto del Arrecife, pp. 72-73]. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 155 Babilonia, con lo envergado43, sin saber el idioma, ni conocer a nadie, ni tampoco nadie me entendia palabra; hasta que topé con uno que balbuceaba un poco el portugues, quien algo me comprendio; y ocurriome pronunciar el nombre de D. Juan Cologan, isleño que yo sabia, que escudado con su origen in-gles, vivia y comerciaba en Londres, y llevaronme allá; cuyo señor me agasajó, y dio unos billetes para que comprase ropa, con lo mas que necesitase: y quedeme admirado de la virtud de aquellos papelitos cuando iba a una tienda, y despues de comprar lo que queria, me llenaban ademas el puño de dinero. Mi buen pro-tector me envió para estas islas en un barco neutral que venia para la Orotava á cargar vino, á cuyo Puerto llegué en el mes de septiembre del mismo año 5: y pude saber entonces: que mi balandra, despues de robada, pasó otro corsario por ella, y como ya no halló que quitar, la pegó fuego44. He aqui como se pasaba en Canarias durante las guerras maritimas: sin que España nos proporcionase ni una mala lancha cañonera para defensa contra estos salteadores de los mares». Pasose la noche casi como la primera; y habiendo amanecido el viento mudado á la briza45, nos apresuramos á despedirnos de la 43. [Con lo envergado tiene aquí el valor de ‘con lo puesto’. No tener más que lo envergado es tener sólo la ropa que se lleva puesta]. 44. [Álvarez Rixo completa los datos del regreso de este atribulado pa-trón en sus Anales, p. 189: «En cuyo dia 7 [de septiembre de 1805], aportó barco neutral de Inglaterra consignado a Cólogan, en 28 días de viaje, el cual condujo de regreso a Manuel Valentín Lopez, patrón de la balandra lanzaroteña, que dijimos había sido apresada el 4 de mayo último. Infinitas preguntas se le hicieron sobre noticias políticas, pero como era hombre tosco, ni entendía el inglés, sólo relataba lo peculiar de su historia, que fue bien peregrina»]. 45. [Brisa es aquí ‘alisio, viento de componente nordeste, que sopla ha-bitualmente en las Canarias’. Más registros vienen en Escala en la Torre de Tostón: «...a causa de la fuerte brisa que ventaba, se hizo primera escala en el Puerto Gran-Tarajal [...] Sosegada la brisa para poder montar la punta E. nominada la Entallada, seguimos para Puerto de Cabras...». Otros registros en Descripción histórica, p. 27; Historia del Puerto del Arrecife, p. 226; y Ana-les, pp. 417, 478, 483, 507 y 514]. 156 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO Torre del Aguila y de su hospitable46 guardian a quien se gratificó con algunos sobrantes de rancho, nos reembarcamos cada cual en su respectivo bajel, zarpando alegres para los puertos de ntros apetecidos destinos. Nota 1ª Por incidencia hemos indicado en el contesto del presente opusculo, que en las Islas Canarias se conservan aunque alterados algunos voca-blos del idioma que hablaban los normandos compañeros del conquis-tador Juan de Bethencourt: voces que usamos hoy sin detenernos á indagar su origen, aunque muy diversas de la lengua castellana y por curiosidad nos ha ocurrido recordar algunos de dichos vocablos con su correspondencia española. Termino prov. Normando Castellano Boga47 Bogue Cierto pez que abunda en las Canarias Bigazote Bourgassote Higo cotio48 Burgao Bourgau Escaramujo Callao49 Callou Guijarro, peladilla 46. [Otro registro de hospitable viene en la Descripción histórica, p. 171: «El carácter de los habitantes del Puerto de la Cruz en general es pacífico, tímido y hospitable, particularmente para con los extranjeros...»]. 47. [Mucho más amplias son las referencias que trae en las Voces, donde señala: «Del francés bogue o del portugués boga. Pescado común en nuestras Islas, cuya descripción hace el Sr. Viera, Diccionario de Historia Natural»]. 48. [La forma cotio se aplica a una clase de higo que tiene forma de pera, piel dura, de color canelo, oscuro o pardo, y pulpa roja de sabor muy dulce. En las Voces, s.v. cotios, recoge: «Especie de higos pardos o amoratados por fuera y encarnados por dentro. Algunos los denominan mulatos, otros gomeros, séase porque en La Gomera fuese donde antiguamente más se producían, o en alusión al color moreno de sus habitantes. Higo cotio o bergazote, deriva-do del francés bourgassote (Viera, Diccionario de Historia Natural, p. 243)»]. 49. [Otros registros de este término en Historia del Puerto del Arrecife, pp. 37, 38, 125, 134 y 232; Anales, pp. 148, 339 y 414; Cuadro histórico, p. 43; Descripción histórica, pp. 34, 37, 38 y 39. También es una entrada de las Voces]. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 157 Termino prov. Normando Castellano Chafaldero50 Chafaldeau El que aliña y seca el pescado Orchilla51 Orseille Liquen (marhojo) Jable Sable Arena blanquecina 50. [Chafaldero es una de las entradas de las Voces, donde señala: «Es una de las pocas voces francesas que nos quedaron de los primeros conquistadores, com-pañeros de Juan Béthencourt; en cuyo idioma se escribe chafaldeau, y significa aliñador, secador de bacallao; y como dichos conquistadores sabemos que se ejercitaron en pescar y preparar algunos de nuestros pescados y aun hicieron sus excursiones a la costa de Africa vecina, claro está que tanto por la semejanza de la modulación como por la acepción, no nos equivocamos en asegurar que nues-tros costeros moreneros derivan este vocablo del francés»]. 51. [También encontramos esta voz en otras piezas: Anales, pp. 80, 100 y 228; Historia del Puerto del Arrecife, pp. 131, 137, 144, 146, 150, 157, 158, 161 y 207; Cuadro histórico, pp. 126, 130 y 131; Lenguaje, p. 103; Descrip-ción histórica, pp. 126, 133, 139, 148, 150 y 151; «Fuerteventura. Bosquejo físico», pp. 449, 453 y 454; «Masca»; y «Vocablos isleños». Véase Voces, s.v., donde nuestro autor se refiere a la ausencia de la voz en el Diccionario de la Lengua y donde hace una hipótesis etimológica]. 158 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO ESCALA EN LA TORRE DE TOSTÓN I El patron del bergantin en que yo iba, conocedor practico de los usos y costumbres de los naturales de cada una de nuestras islas, como el año 1815, fue muy esteril, navegó costeando la de Fuerteventura, y al aproximarse al Puerto y Torre de Tostón, fijó la vista en la rivera, donde pudo discernir manadas de ganado di-rigiéndose hácia el litoral, custodiadas por hombres y mugeres que hacian señales p.a q.e desembarcasemos.—Preciso es fondear, dijo el patron, y favorecer á esta pobre gente y sus reces. En efecto, se fondeó frente á la caleta52 contigua á dicha torre de Tostón, cuya capacidad y redonda construccion es muy semejante á la ya des-crita del Aguila en Lanzarote. Pero la de Toston estaba más sucia y nauseabunda53, no obstante que la custodiaba un cabo de arti-llería, quien hacia allí [las veces54] de comandante de armas con cuatro ó cinco milicianos, cuyos humildes vestuarios consistian en camisa y calzoncillos blancos. Los dueños de los ganados se agruparon al rededor del patron, suplicandole les quiciese sacar de aquella tierra con sus animales acto continuo, porque de lo contrario, perecerian de hambre unos y otros. Y hecho el oportuno ajuste, se comenzó á embarcar el ganado con sus escualidos dueños, quienes notamos, que se lanzaban á la lancha con una afestinacion como si huyesen de un asedio. Interin se ocupaba la gente en tal faena, fuimos paseando hácia el E. de aquella costa, donde está la modesta ermita de N.a S.a del Buen-Viage, contigua á un especie de arrecife, el cual hasta los 52. [Otros registros de caleta ‘pequeña ensenada o fondeadero abrigado’ vienen en Historia del Puerto del Arrecife, pp. 89 y 131; Anales, pp. 24, 59, 145, 180, 339, 359, 383 y 487; Lenguaje, p. 122; y Descripción histórica, pp. 30, 31, 34, 35, 36, 37, 38, 39, 43, 105, 115, 121, 122, 187, 191 y 192]. 53. [«Fuerteventura. Bosquejo físico», p. 444]. 54. [Tachado en el original]. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 159 primeros años del presente siglo servia de seguro puerto y carenero á algunas naves del cabotage q.e solian aguarecerse alli de los corsarios ingleses: pero que los señores majoreros, insensibles á las conve-niencias de su patria, han dejado cegar de arena blanca (jable), por no dedicarse á limpiarlo cada cuantos años: y hoy dia, apenas sir-ve este importante puertecito para lanchas. A cosa de una milla más arriba está un pequeño lugar nombra-do el Roque, en el cual únicamente vimos una verde higuera, que nos dió motivo p.a reconvenir á sus moradores, p.r q.e no plantaban otras, p.a al menos tener fruta con que regalarse. A cuya observacion contestaron muy sosegados, que allí no era practica; y el árbol que mirábamos, pertenecia al Señor Coronel55, á quien en virtud del respeto y temor q.e se le tenia se le conservaba. II El lector recordará, la mension q.e hacen nuestras historias de Canarias referente á la torre que para someter la isla de Fuerteventura edificó Juan de Bethencourt en su costa Norte, cuyo punto deno-minó Rico-Roque, y comprenderá q.e es del mismo parage del cual le hablamos, aunque con el sentimiento de notar, q.e durante más de cuatro siglos, nada se ha fomentado tan histórico lugar, antes le han dejado inutilizar su seguro puertecito, segun decimos arriba. Con pretexto de presentar nuestras licencias ó pasaportes, que entonces [consistían] unicamente en unas cedulitas á manera de las de confecion, en que solo se decia, «Puede embarcarse Fulano de tal para Canaria en el barco N. fecha y firma», visitamos al S.or Al-calde del Roque, quien tubo la bondad de hacernos entrar á almor-zar, presentandonos una grande bandeja llena de huevos duros y roscas viscochadas, que habiendo sido amasadas para la fiesta de S. Isidro, se guardaron despues para cuando acaeciese llegar algun huespede, 55. [Se trata de Agustín Cabrera Bethencourt, coronel gobernador de la isla, mencionado más adelante]. 160 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO ó adoleciese cualesquiera individuo56 de la familia, á quien no con-viniese alimentarle con gofio57; porque allí pocas veces se ve pan fresco, á pesar de ser tierra que produce mucho trigo, y que dos años an-tes, el de 1813, habia producido la isla más de 30,000 fanegas sin contar los otros granos. Concluido el embarque del ganado que pudo caber en el bagel, y sin querer el patron admitir otros más pasageros pobres los cua-les quedaron llorando en aquella playa porque no los podian sa-car de su pais; zarpamos para Gran Canaria, á cuyo Puerto de la Luz llegamos afortunadamente al amanecer del dia siguiente; que si hubiesemos tenido calma ú otro contratiempo, al menos los animales habrían perecido de sed. Hé aquí una pintura fiel del estado del mejor puerto de la ban-da del Norte de la isla de Fuerteventura, y una de las deplorables escenas que diversas veces se presencian en aquel local, para eter-no baldon de los que por su apatia y pública desunion han descui-dado los medios de conservar y mejorar los cómodos puertecillos de su isla, como tambien, la subsistencia pública, á pesar de la fera-cidad con que muchos años Dios favorece este suelo. 56. [El uso de cualesquiera con formas singulares no es infrecuente en el habla de nuestro autor]. 57. [En sus Voces, s.v., Álvarez Rixo recoge sobre este término: «Voz in-dígena. La harina de cualesquiera cereal, el cual ha sido tostado antes de molido; pónesele algunos granos de sal en el molino o al tiempo de usarlo, que re-gularmente es con agua, amasado en consistencia de poder llevarlo a la boca en puñados apretados sin humedecerse la mano. También se come amasado con miel o revuelto con leche o caldo. El gofio era el pan de los antiguos canarios, como lo es también en el día entre las clases pobres de mar y tie-rra, saludable y nutritivo, pero algún tanto indigesto para las personas que no están habituadas a comerlo. Parece haber sido alimento usado por los troyanos y tal vez por algunas otras naciones de la más remota antigüedad. Léase su manera de prepararlo en Virgilio, Eneida, lib. 1, versos 181 a l83». Además, esta fuente también contiene registros de gofio s.v. gánigo, gasnais y tiesto. Otros registros pueden verse en Historia del Puerto del Arrecife, p. 146; Descripción histórica, p. 180; Lenguaje, pp. 30 y 48; «Fuerteventura. Bosque-jo físico», p. 445; «Segunda carta»; y «Vocablos isleños», s.v. gánigo]. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 161 III Cuando fue tiempo de regresar á Lanzarote, lo verificamos por la banda Sur de Fuerteventura, y á causa de la fuerte briza que ventaba, se hizo primera escala en el Puerto Gran Tarajal, donde solo habia uno ó dos almacenes que para guardar su barrilla habia edificado desde el año 1805 D. Agustin Cabrera Bethencourt co-ronel gobernador de la isla, con mas un modesto reduto equipado de un cañon grande de hierro, el cual al año siguiente habia sido clavado, y su cureña quemada, lo mismo que los techos de los al-macenes por los corsarios ingleses; y permanecian en el propio es-tado de abandono58. A la orilla del mar hay unos manantiales, pero muy salados para mi paladar, que antes me aumentaban la sed, pero que talvez esplotados más arriba y distantes del flujo del mar serán mucho mejor. El barranco que desagua en la playa de Gran Tarajal, estaba lleno de tarajales59, que á pesar de la sequedad del año manifestaban frondosidad; y cualesquiera gente de gusto é industria que allí hubiese 58. [En los Anales, p. 188, nuestro autor se refiere con más detalle a estos hechos: «Del 20 al 22 [de julio de 1805] el Alcalde Real don Bernardo Cólogan Fallon recibió carta de su hermano don Juan, residente en Londres, avisán-dole que allí se iba a armar un corsario con objeto de venir a robar a don Agustín de Cabrera Bethencourt, Coronel Gobernador de Fuerteventura. Fue noticia que se creyó, tanto por quien la comunicaba, como por la fama de la riqueza de este caballero y lo descampado de la isla y pueblo de La Oli-va, lugar de su residencia. Por lo que dicho señor se rodeó en su casa con algunas milicias y cañones; construyendo además un reducto con otro cañón que pidió al Comandante General para defensa de sus almacenes de barrilla en Puerto de Gran Tarajal. Vino aquel amagado corsario u otro de su ralea, quemó el almacén y la cureña, dejando el cañón clavado, según lo vio el que escribe, algunos años después. La celosa guardia fue sorprendida jugando al naipe, ocupación favorita de los señores majoreros». Más datos a este respecto vienen en «Fuerteventura. Bosquejo físico», p. 444»]. 59. [Otros registros de tarajal vienen en Anales, pp. 402 y 505; Historia del Puerto del Arrecife, p. 83; Lenguaje, pp. 100 y 111; y Cuadro histórico, p. 10. En sus Voces, s.v., nuestro autor considera este término como indígena, pero también se usa en el sur peninsular]. 162 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO fundado un pueblecito, podria proporcionarse, no solo leña para su consumo, si tambien, alguna [a]lameda apacible donde respirar de los ardores del sol, y otros árboles frutales; puesto que á poca dis-tancia mas arriba está un cortijo60 nominado Catalina Garcia, per-tenencia de dicho coronel, donde se ven frondosas higueras y otros lozanos vegetables. IV Sosegada la briza para poder montar la punta nominada la En-tallada seguimos para Puerto de Cabras, punto en el cual, tanto algunos forasteros como los del pais á su imitacion, han preferido para fijar en él sus negocios y recidencia, construyendo al efecto varias casas y almacenes61. La bahia es larga y su fondo bueno, mas el desembarcadero tiene inconvenientes los dias que hay res[a]ca, en los cuales se esponen á mojarse las personas y efectos que se embarcan y desembarcan; mal que pudiera remediarse con facilidad y poco costo, sin espe-rar á que el gobierno sea quien tome en consideracion las necesi-dades de los vecinos del Puerto de Cabras, que ni talvez sabe que exista tal lugar. Pero como urge á sus moradores, traficantes y náuticos que lo frecuentan, pudieran voluntariamente contribuir las naves que allí aportan, que no bajan de ciento al año, con solo un par 60. [Esta forma tiene el valor de ‘finca grande provista de casa’. Otros registros pueden verse en Voces, s.v. taro; Lenguaje, pp. 29, 54 y 97; «Puerto de Cabras», p. 462; y «Fuerteventura. Bosquejo físico», p. 448. Se trata de una voz propia de las Canarias orientales, distribución confirmada por las referencias que Viera y Clavijo recoge, lib. IX, 24; lib. X, 14, 17, 27, 30, 36; y lib. XI, 10, 28]. 61. [Algunos de los detalles que aquí menciona nuestro autor a este res-pecto figuran también en su artículo «Fundación del Puerto de Cabras en la isla de Fuerteventura según algunos §§ del capitán Mirón.—Año de 1819», que publica en 1840. Véase DÍAZ ALAYÓN y CASTILLO, op. cit., pp. 26-29, 175-179]. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 163 de reales vellon por viage, lo cual produciria 200. r.s; tambien 1 real vellon por cada 100. quintales, de barrilla que se exportase, cuyos ligerísimos arbitrios en el espacio de ocho á diez años podrian as-cender á 2500 r.s; la piedra y la arena está á la mano, la cal cuesta alli á fisca62 la fanega, los jornales muy baratos, y se podria cons-truir lo mas necesario, como tambien, continuandose la subvencion, proseguir la obra hasta fijar un sencillo pescante63 que al fin pu-diese servir para continuar la fábrica de la comenzada iglesia, y despues para fondos del municipio que sin duda con el tiempo alli se habrá de crear. Lo mismo opinamos para la utilizacion de un grande charco situado al E. del pueblecito, el cual limpio y ampliada su entrada como corresponde, seria un importante y seguro carenero que atraeria las naves para reponerse ó invernar en él64. 62. [Otros registros de fisca ‘moneda de 10 cuartos y medio’ vienen en Anales, pp. 169, 214, 325, 336, 340, 417, 428, 429 y 512; Historia del Puer-to del Arrecife, p. 202; Cuadro histórico, p. 115; Descripción histórica, pp. 79, 103, 171, 187 y 201; «Fuerteventura. Bosquejo físico y moral», p. 447; y «Noticia de algunos acaecimientos en la isla de Canaria»]. 63. [Pescante tiene aquí el valor de ‘grúa’. Otro registro en Descripción histórica, p. 37]. 64. Hasta aqui está publicado en El Time Nº 249, de sep.e 30 de 1868. [Pero el artículo en cuestión se alarga con tres párrafos más: Es el caso que con más estension y minuciosidad, recordamos se aconse-jaron muchas de estas propias ideas en un periódico provincial del año 1840, creyendo que algo se haria; pero ya vemos como los isleños de Fuerteventura han descuidado los propios módicos recursos, sin advertir que comete un grande disparate el que pasa su tiempo esperando que aquello que puede facilitarse por sí mismo se lo haga otro, que ni presencia sus cuitas, ni quizas le conoce. Otro tanto decimos con respecto á la construccion pública ó por medio de acciones, de maretas ó de pósitos para conservar aguas, tanto para beber con baratura y sin penuria, como para asegurar algunas cosechas: en Gran- Canaria se han hecho, en Santa Cruz de Tenerife no se perdieron de vista los luminosos consejos que sobre tan vital asunto publicó el Eco del comer-cio, núm. 547, de 16 de julio de 1857 y se ha adoptado la construccion de presas en los barrancos que son beneficiosas, además de varias esplotaciones practicadas en diversos puntos de la isla que han dado utilísimos resultados. 164 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO V Aqui mencionamos la escena comica representada abordo du-rante la noche de nuestro viage desde P.to Gran Tarajal al de Ca-bras, cuyo episodio servirá para formar juicio de la pasion que tie-ne nuestra gente de mar por las regáteas de sus barcos á fin de lucir y celebrar su mustio andar; y denigrar la pesadez y defectos de los que no les pueden igualar. El timonel, anciano á quien los demas llamaban hermano Caytano, iba entretenido cantando el romance de la Virgen de la Peña al Pero en las de Fuerteventura y Lanzarote, donde el líquido más escasea, nadie se mueve á eso. Y como en tiempos de algunos de nuestros reyes, segun re-fiere la historia y repiten las tradiciones, se les socorrió con granos y dinero en sus calamidades, acaso tambien pretenden que ahora el Gobierno discu-rra arbitrios y franquee numerario para proporcionarles lo que no se han querido proporcionar por su habitual apatia. Pero como esa época pasó, lo más fac-tible y seguro es confiar en los propios esfuerzos, union patriótica y activi-dad. Si lo que hemos indicado no basta, léase la historia escrita por el ilus-tre Sr. Arcediano titular de dicha isla de Fuerteventura D. José Viera y Clavijo, que nos convencerá de que la indiferencia y desunion allí dominante en asuntos públicos y económicos, que sin duda escede en grado á la constante de las otras islas, ha sido y es la verdadera causa de su atraso y mal estado; por lo que consideramos que si sus habitantes fuesen más sociales, activos é indus-triosos, no sólo llamaria la atencion por ser como lo es la más estensa de las Canarias, sí tambien una de las más abundantes y bellas; y atendidas estas posibles ventajas, claro está, que tanto por el Gobierno, que la habria de proveer, al menos de un juzgado propio en su centro, como por todo el mundo, pre-cisamente habria de ser considerada. Lo más estraño es que los hijos de Fuerteventura poseen bastante talen-to natural, y los que han tenido oportunidad de instruirse, han sido perso-nas merecedoras del justo aprecio de los sujetos de mérito que les han tra-tado y conocido: generalmente poseen varias cualidades morales escelentes, en particular la hospitalidad para con los forasteros, pues la practican con mucha atension y generosidad: el interior de las casas pobres es el más aseado y ordenado de todos los de su clase en la provincia; y sin embargo, prevale-ce la desunion y carencia de aplicacion social en los negocios públicos, orígen indudable de las expatriaciones contínuas á paises lejanos, mal sanos y mor-tíferos: y del abandonado estado en que todavia dicha isla yace, conforme nos parece haberlo demostrado, á fin de que, reconocido el mal, se acierte en la aplicacion del oportuno remedio»]. SOBRE LA OBRA DE JOSÉ AGUSTÍN ÁLVAREZ RIXO ... 165 compas de unos toletes con que otro tal llevaba el estribillo; musica que nos tenia sumamente atormentados. De repente, gritaron de proa, ahi va! á cuya voz siguio un profundo silencio. Mas entre 1 y 2 de la noche percibimos desde la camara, muchas risas y con-versaciones á media voz sobre cubierta, que supusimos fuese para no despertar a los pasageros; y despues, un ruido y trapisonda en la bodega, como remudando carga de un lado para otro: por lo que, dos de los pasageros de edad, mareados, me suplicaron por ser muchacho y libre del mareo á la sazón, subiese á indagar que novedad ocurria. En efecto, averigüé que otro bergantin de la matricula de la Palma, al cual por su pesadez denominaban la Papa, estaba á punto de quedar á sotavento; no obstante que los nues-tros por malicia, le habian dejado zarpar de Gran Tarajal con dos ó tres horas de antelacion, y habiendole, no solo alcanzado, sino que le iban á ganar el barlovento, quicieron celebrarlo, sacando de en-tre el lastre un pedrero ó cañoncillo viejo, para en el acto de cru-zarle por la proa al palmero65, dispararle y darle una fiera grita. Referido á mis compañeros de camara el proyecto de los marine-ros, se alarmaron sobremanera, haciendome volver á subir para disuadirle de tal cosa á la tripulación, y «se acordasen, del barco costero66, propio del mismo dueño de quien es este en que vamos, que se sumergio habra 8 ó 9 años, por uno de estos brutales en-tusiasmos67: y barbaros provocativos unos, e irritados los otros, podrá 65. [En la lengua de Álvarez Rixo alternan las formas palmero y palmés. Registros de la primera vienen en Anales, pp. 94, 145, 180, 196, 303, 344 y 507; Historia del Puerto del Arrecife, pp. 102, 145 y 226; «Fuerteventura. Bosquejo físico», p. 442; y «Puerto de Cabras», p. 457. La segunda figura en Lenguaje, pp. 47, 62, 89, 90, 91, 92, 93, 94 y 97; y Anales, p. 418]. 66. [El término costero se aplicaba a los pescadores canarios que faenaban tradicionalmente en el caladero de la costa de África y a los barcos que se dedicaban a esta actividad. Registros de esta forma pueden verse en los Anales, pp. 169, 198, 199, 233-234, 244, 344 y 471; Historia del Puerto del Arrecife, pp. 143, 146, 147, 151 y 193; Cuadro histórico, pp. 46, 61 y 104; Lenguaje, p. 14; y Voces, s.v. bichoca, chafaldero y falucho]. 67. [Nuestro autor recoge este hecho en el apartado «Desgracia del bergantin canario de D.n Cipriano Aviles», con el que abre su trabajo Varios incidentes 166 CARMEN DÍAZ ALAYÓN; FRANCISCO JAVIER CASTILLO suceder algún desastre». Pero, no fui oido: Y cargado el cañoncillo, bien atacado de estopa, para que retumbe, decian ellos; le trinca-ron fuertemente á proa por babor, y el que hacia |
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