LOS ORÍGENES DEL PERIODISMO EN
LA PALMA: EL TIME (1863-1870)
Luis León Barreto*
Fecha recepción: 14 de noviembre de 2018
Fecha de aceptación: 21 de diciembre de 2018
Resumen: El periódico El Time, publicado en Santa Cruz de La Palma entre
1863 y 1870, sirve como hilo conductor para describir la realidad política, social
e ideológica en la isla de la Palma en la segunda mitad del siglo xix. Los diferentes
sectores ideológicos de la población, las dificultades económicas provocadas por
crisis agrarias, comerciales o de producción, la emigración a Cuba y otros territo-rios
americanos, la importancia de la masonería en el desarrollo intelectual de la
burguesía o el interés por problemas medioambientales como la deforestación,
son algunos de los temas que pueden abordarse a través de las publicaciones edi-tadas
en el que fue el primer periódico impreso en la isla de La Palma.
Palabras claves: El Time; La Palma; Historia de la prensa.
Abstract: The newspaper titled El Time, that was printed in Santa Cruz de La
Palma between 1863 and 1873, is the unifying thread to describe the politic, social
and ideological realities of La Palma island in the second half of 19th Century. The
different ideological sectors of the population, the economic difficulties coming
from agricultural, commercial or productive crisis, the emigration to Cuba and
other American places, the importance of Masonry for the intellectual improve-ment
of the bourgeoisie, or the interest for environmental problems as deforesta-tion,
are some of the subjects that can be tackled through the pages of the first
newspaper to be printed in the island of la Palma.
Key words: El Time; La Palma; Press history.
Cartas diferentes. Revista canaria de patrimonio documental, n. 15 (2019), pp. 237-254.
* Escritor y periodista. Correo electrónico: leonbarreto49@gmail.com.
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El primer periódico de La Palma nace en uno de los momen-tos
más turbulentos de nuestra historia, un siglo xix lleno de
incertidumbres1. Las conspiraciones, los pronunciamientos, las
regencias, el desmesurado papel de los «favoritos», las intrigas in-ternacionales,
el poder del clero, las tensiones entre carlismo y
federalismo, la presencia de las ideas republicanas, la guerra con
Marruecos, la decadencia colonial, el absolutismo frente al cons-titucionalismo,
la pelea de liberales y conservadores y por último
la Restauración de los Borbones, explican nuestra peculiaridad, la
postración del país, el desencanto del pueblo en aquel modelo de
democracia en la que solo votaban, cuando podían votar, los que
poseyeran más rentas y bienes. Por supuesto que las mujeres no
votaban. Fernando vii, el Deseado, tuvo un reinado poco edifican-te,
al igual que su hija, Isabel ii. El retraso español es evidente, en
una sociedad cuasifeudal. La revolución de septiembre de 1868
tampoco consigue sus objetivos. En este periodo de siete años en
que vive El Time, Canarias es una sociedad rural, con abundancia
de peonaje agrícola e inexistencia de proletariado industrial, y no
existe todavía una clase media urbana. El analfabetismo es muy
alto y el incremento demográfico fuerza la emigración sobre las
Antillas. Es muy lento el proceso de transformación social, con
una incipiente sociedad burguesa y liberal, el ascenso de la bur-guesía
y las clases trabajadoras frente a la nobleza y el clero. La
agricultura de monocultivo tiene pies de barros, y así la caída de
los precios de la cochinilla por el descubrimiento de colorantes
artificiales provoca un masivo éxodo a Cuba. En su número 5 El
Time dice: «nuestra madre patria, que surca su suelo con multitud
de vías férreas; que horada los montes que se alzan a detener el paso
de las sendas de unidad, no negará su protección a su provincia del
Atlántico, digna en todos los sentidos de su cuidado y solicitud».
1. León Barreto, Luis. El Time y la prensa canaria en el siglo xix. Las Pal-mas
de Gran Canaria: Cabildo de Gran Canaria, 1990 (2ª ed., Santa Cruz de
Tenerife: Idea, 2007).
Los orígenes del periodismo en La Palma: El Time (1863-1870) 239
Pese a su pequeñez geográfica y a su distancia, a pesar del ca-ciquismo
tradicional y del poder de la Iglesia, la isla de La Palma
constituye históricamente un centro de pensamiento liberal-re-publicano.
La isla recogió una fuerte impregnación de las ideas
de la Ilustración, y gozó su apogeo portuario hasta que el vapor
desplaza al velero. Fueron trascendentales para este florecimiento
la calidad de sus astilleros y los privilegios para comerciar direc-tamente
con Flandes y América, sobre todo los azúcares y el vino.
Después, a impulsos de la dificultad, el palmero emigra hacia la
cuenca del Caribe sin perder el contacto con su tierra. El ansia de
progreso motiva la suscripción popular —tanto en la isla como en
Cuba— para adquirir la imprenta con la que nacería El Time en
1863. Esta primera imprenta comprada en Londres da pie a una
explosión de publicaciones. La Palma es la isla canaria con mayor
densidad periodística desde que llegó la imprenta hasta la guerra
civil, pues en la recopilación de Juan Régulo Pérez aparecen re-gistradas
ciento veintitrés publicaciones de todo tipo: liberales,
conservadoras, anarquistas, satíricas, literarias, económicas, repu-blicanas,
industriales, obreras, católicas.
El Time, periódico instructivo y literario
El Time —denominación de raíz guanche y no anglosajona, como
pudiera parecer, que significa ‘ladera’ o ‘risco’— es un periódico
instructivo y literario, que nace con la aspiración de semanario,
vinculado a la Sociedad Económica de Amigos del País y al mo-vimiento
romántico2.
2. La bibliografía específica sobre El Time es como sigue: Campos Herre-ro,
Dolores. «El Time y los inicios del periodismo palmero». Aguayro, n. 140
(marzo-abril de 1982), p. 27; Garrido Abolafia, Manuel; González Vázquez,
Salvador. «El periódico El Time (1863-1870): un proyecto ilustrado en La Pal-ma
». Boletín de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, n.
extra 1 (2010), pp. 267-286; Pulido Santana, Jorge. «Sesquicentenario de El
Time». Bienmesabe: revista digital de cultura popular canaria, n. 478 (Las Palmas
240 Luis León Barreto
Su periodicidad fue semanal y estuvo sustentado por cien
suscriptores, que fueron disminuyendo hasta que, en una se-gunda
época, pasó a estar bajo la tutela de la citada sociedad
(1866-1870). En esta segunda fase se adscribe al movimiento
renovador de la Revolución de Septiembre de 1868, definién-dose
como periódico «liberal», y tiene un tono más polémico,
progresista y anticlerical. Le son incoados cuatro expedientes
por su oposición a la tala y exportación de maderas, llegando a
denunciar la actitud de funcionarios locales que posibilitaban
tal estado de cosas.
El aluvión periodístico en una isla que en 1863 solo contaba
con treinta y un mil habitantes y un ochenta y cinco por ciento de
analfabetismo se explica en parte porque los periódicos actuaron
como órganos al servicio de las pugnas locales y de grupos con
afanes literarios y de poder político; de otra parte, estas publi-caciones
responden a las luchas políticas en que se desenvuelve
la sociedad insular, con el enfrentamiento de liberal-progresistas
y conservadores, es decir, las dos raíces de la isla: el mundo rural
interior y el mundo portuario, de apertura al exterior, así como
para dar salida a los movimientos reivindicativos de las organiza-ciones
obreras, de los movimientos católicos, de las corporaciones
agroindustriales, etc.
El Time desempeñó una tenaz defensa de los intereses loca-les,
habiendo promovido grandes campañas editoriales a fin de
de Gran Canaria, 14 de julio de 2013). Disponible en: http://www.bienmesa-be.
org (consultado el 2 de febrero de 2015). La historia de su taller tipográfi-co
en: Poggio Capote, Manuel; Regueira Benítez, Luis. «Documentos para la
historia de la imprenta en Santa Cruz de La Palma: El Time, La Asociación y
La Lealtad». Cartas diferentes: revista canaria de patrimonio documental, n. 2
(2006), pp. 167-200; Poggio Capote, Manuel. La imprenta en la isla de La pal-ma
(1835-1960). [Tesis doctoral]. Universidad Complutense de Madrid, 2017.
3 vs. Sobre la Sociedad Cosmológica, institución similar a El Museo Canario,
consúltese: Cobiela Hernández, Manuel; Poggio Capote, Manuel. «La Real
Sociedad Cosmológica de Santa Cruz de La Palma (museo, biblioteca y centro
de estudios locales)». Pecia complutense: boletín de la Biblioteca Histórica «Mar-qués
de Valdecilla», n. 26 (2017), pp. 17-41.
Los orígenes del periodismo en La Palma: El Time (1863-1870) 241
mejorar capítulos fundamentales de la vida insular: las comuni-caciones
interiores, siempre difíciles por la penosa orografía de la
isla, tan vertical y montañosa; el colegio de segunda enseñanza;
la salvaguarda de los montes; el aprovechamiento de las aguas;
la salud pública; el progreso de la agricultura y la ganadería; el
Asilo de Beneficencia y la construcción de casas. Paralelamente,
inició suscripciones con objeto de recaudar fondos para afrontar
necesidades básicas para la comunidad (material para las escuelas,
fundación de la biblioteca, arreglo de las iglesias, etc.).
Era un «periódico literario, de instrucción y de intereses ma-teriales
», siguiendo la tónica de otros muchos. Llega a propug-nar
la creación de «certámenes y juegos florales, único modo de
levantar la literatura canaria». En su primera época el periódico
se articula en base a estas secciones: 1) Local, 2) Provincial, 3)
Sección de Noticias, 4) Variedades, 5) Folletón y 6) Anuncios.
La sección Local suele ir precedida del editorial, que, número
tras número, irá desgranando el eco de las cuitas domésticas. La
sección de Anuncios es todo lo pintoresca que la época requie-re.
Recoge, sobre todo, avisos de los bergantines y otros buques
que parten para Cuba, reclamos sobre libros recién publicados,
llamadas para que la población acuda a un dentista o a un pe-dicuro
recién arribado, ofertas de tejidos y toda la gama de ar-tículos
domésticos, recomendaciones sobre «milagrosas» aguas
para toda clase de males. La sección Local inserta notas breves
elaboradas desde la redacción, así como cartas de los correspon-sales
del interior de la isla. Las secciones Provincial y Noticias
suelen recoger reproducciones de periódicos del exterior, del
resto de las islas y la península, a medida que estas iban llegando
en los siempre retrasados correos que enlazaban el puerto de La
Orotava (Puerto de la Cruz) con Santa Cruz de La Palma. Son
noticias viejas, que dan fe de hechos acontecidos veinte o trein-ta
días antes, pues si lenta había sido la caminata desde Madrid
a Cádiz, nunca se sabía cuando iba a aprovechar los vientos y
las mareas el velero desde el puerto de La Orotava a la capital
palmera.
242 Luis León Barreto
Las campañas de El Time
El periodismo se parece al magisterio; en aquella época del siglo
xix ambas disciplinas procuraban un afán instructor, regeneracio-nista.
El Time siempre actuó como «la conciencia del progreso»
y hubo muchas campañas del periódico, tantas como La Palma
demandaba en aquella penuria por la escasez cíclica de lluvias y
alimentos, por la lejanía, por la incomunicación de sus distintos
pueblos, por el padecimiento de recientes epidemias de cólera y
fiebres que diezmaban la población. Las comunicaciones, el cole-gio
de segunda enseñanza (que brevemente se convirtió en insti-tuto
en el periodo de vigencia de la Revolución de Septiembre de
1868), la salvaguarda de los montes, la potenciación de las aguas
y el análisis de las que ofrecían interés medicinal, la observación
de las normas de salud pública para evitar nuevas epidemias en
aquella sociedad rudimentaria, la búsqueda de caminos para la
agricultura y la ganadería, la biblioteca municipal y el Asilo de
Beneficencia fueron —entre otros— los temas a los que El Time
ofrecía su ayuda. Así, por ejemplo, la campaña en pro del colegio,
suscrita por Méndez Cabezola —recordado hoy por una calle—
ocupó nada menos que treinta artículos. Son temas que van y
vienen, que nunca se agotan, porque solo una mínima parte de
aquellas exigencias son satisfechas. Los hombres de El Time son
de madera poco propicia al desaliento a pesar de tales desengaños,
incluyendo también la involución política que supuso el rumbo
que tomaba la vida nacional desde 1869. A estas campañas hay
que añadir la contribución de El Time en pequeñas causas locales:
faroles y pavimentos para la Alameda, campaña y ornamentos
para la parroquia de El Paso, mejoras en cementerios, que muchas
veces —ante la falta de respuesta de las autoridades— requieren
el lanzamiento de suscripciones entre el vecindario.
Desde muy pronto (aparece el tema en el número 5 del pe-riódico)
se formula la necesidad de que el vapor quede instituido
como medio de navegación entre las islas, para evitar los terri-bles
retrasos del enlace que partía de Tenerife. Los astilleros ca-
Los orígenes del periodismo en La Palma: El Time (1863-1870) 243
pitalinos promovieron etapas de florecimiento desde el siglo xvi
hasta bien entrado el xviii, pues aquella flota propició un activo
comercio con el Caribe y Cádiz, Gibraltar, Madeira y Génova,
según leemos en el número 6 del periódico. Se exportaba brea en
barriles obtenida de los frondosos bosques, cebada, aguardiente,
cal, habichuela blanca, yeso, ganado y pescado; se traía aceite,
papel, jabón, esparto, muebles, maíz, harina, etc. Pero el movi-miento
portuario se había reducido bastante en el xix. En agosto
de 1863 solo entraron unos pocos veleros de Tenerife y La Ha-bana
con pescado salado y mercaderías; embarcaron cochinilla y
frutos del país. En septiembre de aquel mismo año comenzaron
los trabajos para arrojar al mar los primeros prismas con los que
ir formando el muelle, vana tarea porque serían destrozados por
los temporales.
También clama El Time por la defensa de los intereses agrícolas
y ganaderos. Preocupación constante del periódico fue recoger la
más completa información orientativa en cuanto a la introduc-ción
de nuevos cultivos (por ejemplo el algodón) y la salvaguarda
de los montes, que ya estaban sufriendo el embate de los incen-dios
intencionados así como las talas abusivas. Eran años de esca-sez
alimentaria, que disparaba los precios del grano y motivaba
la urgente necesidad de recuperar producciones que ya habían
tenido su ciclo de explotación (vino, caña de azúcar).
Una de las dificultades más graves que habría que solventar
eran las comunicaciones; no existía carretera alguna en el periodo
de El Time y era muy penoso el traslado desde los pueblos del
interior hasta la capital, hasta el punto de que se hacía mucho
más fácil importar artículos de primera necesidad desde Teneri-fe.
Además, si en 1852 —con Bravo Murillo como ministro— se
había instituido el régimen de Puertos Francos, en 1868, a raíz de
La Gloriosa, queda suprimido por las Juntas Revolucionarias. El
proceso de desertización era inevitable, hubo sequía, desaparecía
el pinar y se reducía la laurisilva para ganar terrenos cultivables.
La erosión era muy intensa por lo pendiente del terreno, y las
esporádicas lluvias arrastraban la capa de tierra vegetal hacia el
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mar. El pastoreo intensivo era otra de las causas del deterioro;
hambre y sed marcan el siglo xix y el régimen de vientos alisios
favorece la emigración en los veleros. Era aquella una sociedad
en crisis, y con tendencia a institucionalizar y mantener la crisis
debido a que las burguesías dirigentes fueron incapaces de rea-lizar
cambios. En cambio, pactaron de manera conservadora con
elementos del Antiguo Régimen, mantuvieron y potenciaron el
viejo caciquismo que perpetuará luego la Restauración.
El aislamiento que padecía Canarias era producto de su propia
condición geográfica y del propio aislamiento internacional que
padecía España. Poco a poco se está abriendo camino la pérdida
del imperio, y Joaquín Costa escribe sobre el deterioro de los par-tidos
políticos, «su implacable tiranía». El fin del siglo xix marcará
una España «dormida, beatífica, que se goza en ser juguete de los
sucesos», como diría Benito Pérez Galdós. «Expulsados de América,
expulsados de África, estamos amenazados de serlo también de Eu-ropa
», dijo León y Castillo en su libro de memorias, Mis tiempos.
La Palma es, además, una isla aparte. Ubicada en el extremo
noroccidental del archipiélago, padece una atrofia secular de co-municaciones.
Se piden vapores-correo que eviten los enormes
retrasos de los veleros. Tenerife, cabeza provincial de la época, re-cibe
la noticia de la revolución Gloriosa con veinte días de retra-so.
Los lamentos de la prensa contra aquel estado de cosas, contra
la lentitud de los veleros y la propia conciencia de marginalidad
frente a la península, no cesarán en las páginas de El Time.
La Palma era una isla venida a menos. Había sido adelantada
en el comercio con Flandes, y las rutas recién abiertas al Nuevo
Mundo crearon aquí un emporio de riqueza. La isla dispuso de
concesiones para este comercio tras una pugna con la Casa de
Contratación de Sevilla, y la excelencia de sus azúcares motivó
la instalación de importantes linajes europeos en los siglos xvi y
xvii: los Groenenberg o Monteverde, los Van de Walle, los Poggio,
los Van Ghermert, los Van Dalle. Las luchas religiosas de Irlanda
traen a los O’Daly, de Inglaterra llegan más tarde los Lavers y de
Francia los Massieu y los Jaubert. Claro que la ruina del azúcar
Los orígenes del periodismo en La Palma: El Time (1863-1870) 245
llegó cuando en Cuba arraigaron los plantones enviados desde
Canarias, y nuestras propias islas los habían traído desde Madeira.
Canarias tenía una fuerte limitación de agua y espacio físico y
América la desplazó como zona productora. Los ciclos de la vid
y del tabaco, que vinieron después, no otorgaron ni revalidaron
jamás el poderío económico del azúcar.
Los vínculos con la masonería
La masonería estuvo fuertemente vinculada al auge periodístico
de la isla. Las tres logias de Santa Cruz de La Palma congregaron
más de doscientos miembros que conformaron un verdadero te-jido
social. A ella estuvieron adscritos numerosos profesionales
liberales, propietarios agrícolas y hombres de la cultura que pro-siguen
la labor de los fundadores de El Time: Antonio Rodríguez
López, autor de innumerables leyendas y dinamizador cultural de
primer orden, y Faustino Méndez Cabezola, otro personaje esen-cial.
Dos redactores de El Time fueron masones, y otras diecisiete
publicaciones —entre 1866 y 1919— tuvieron directores maso-nes.
Hubo masones entre los comerciantes, entre los médicos, en-tre
algunos propietarios agrícolas, entre los militares. Sin olvidar
que en muchos casos los masones prefirieron ocultar su filiación,
pues no dejaron de estar perseguidos por la iglesia y por el poder
político tradicional. El inicio de la guerra civil supone la desarti-culación
de este movimiento social y la requisa de la imprenta
donde se elaboraba El Time, que había sido el sustento de este
apogeo periodístico. La imprenta fue convertida en chatarra y la
documentación masónica quemada, hubo persecución y escarnio,
y unos cuantos fusilamientos en pinares, viñedos y cunetas.
En La Palma hay dos grupos sociales que se oponen abierta-mente:
1) el estamento conservador, agrario, inmovilista, y 2) la
burguesía comercial y de profesionales liberales junto a la peque-ña
burguesía de empleados. Son las dos raíces de la isla: el mundo
rural interior y el mundo portuario, de apertura hacia el exterior.
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La francmasonería se instituye en Santa Cruz de La Palma en
1875, por tanto después de la vida de El Time. Hasta después de
la Revolución de 1868 no llega, pues, el momento en que libera-les
y republicanos recojan la tradición del primer cuarto de siglo
y sienten las bases de un desarrollo sistemático y continuado de
la Orden del Gran Arquitecto del Universo, en una primera fase
que llega hasta finales del xix y, posteriormente, en otra durante
el primer tercio del siglo xx, según nos cuenta el especialista Ma-nuel
de Paz Sánchez.
Rastreando los registros de las tres logias de la capital descubri-mos
la adscripción de dos redactores como miembros activos de
las mismas. Otros dos personajes muy cualificados, hermanos del
segundo director del periódico y de otro de los redactores, apare-cen
asimismo integrados. La organización masónica dispuso de ór-ganos
de expresión propios en las ciudades más importantes, como
sucede en tres publicaciones de las ciudades de Las Palmas y Santa
Cruz de Tenerife. Son La Afortunada, Tinerfe número 141 y Luz. En
La Palma la masonería se asienta a partir de 1874. Dos redactores
de la segunda época de El Time fueron masones, inscritos en la logia
Abora 91, y sus nombres fueron Blas Carrillo Batista, comercian-te
que utiliza el nombre ritual de Espartero, y Francisco Morales
Duque, procurador de los tribunales, con su nombre Nelson. Este
último sería director de periódicos literarios y de intereses mate-riales:
El pito, competidor directo de El Time, y Amor sapientiae,
posterior. En el grupo de discípulos de Antonio Rodríguez López
detectamos también la presencia masónica. Por ejemplo, en Luis
Felipe Gómez Wangüemert, residente en La Habana. El mismo
caso se registra con Siro González de las Casas, director de Luz,
que se integró en Idafe 124; Juan B. Lorenzo Rodríguez, también
colaborador de El Time, que perteneció a la logia Abora 91, donde
figuraba con el nombre ritual de Guanarteme. Es también el caso
de Antonino Pestana Rodríguez, empleado, con nombre masónico
Todoque, quien llegó a director de El iris. Otros personajes impor-tantes
del progresismo palmero fueron el abogado de Mazo Alonso
Pérez Díaz, quien se encuadró en la última de las tres logias de
Los orígenes del periodismo en La Palma: El Time (1863-1870) 247
Santa Cruz de La Palma, Abora 331, y Domingo Pestana Lorenzo,
con nombre ritual Laplace, de profesión tenedor de libros y que fue
director de ¡Verdún!, periódico que participaba de la línea ideológi-ca
de los aliados en la Primera Guerra Mundial.
Catorce masones dirigieron diecinueve periódicos
Decíamos que si bien solo dos redactores de El Time se integra-ron
formalmente en la masonería, son frecuentes los vínculos fa-miliares
entre otros redactores y destacados componentes de las
logias. Es el caso de José García Carrillo, hermano del director de
la segunda época de El Time, del mismo modo que Félix Poggio y
Lugo, hermano del también redactor Joaquín Poggio, que perte-neció
a la misma logia.
Hemos comprobado que al menos catorce masones dirigieron
diecinueve de las publicaciones periódicas de esta isla. Ellos son
Francisco Morales Duque, Servando Pereyra García, Pedro Poggio
y Álvarez, Pedro J. de las Casas Pestana, Siro González de las Ca-sas,
José E. Guerra Zerpa, Luis Vandewalle y Quintana, Vicente
García Camacho, Andrés Rodríguez Méndez, Luis F. Gómez Wan-güemert,
Alonso Pérez Díaz, Domingo Pestana Lorenzo y Andrés
Rodríguez Méndez. Incluso el Diario de avisos, que continúa sien-do
el decano de la prensa canaria, tuvo un director masón, José
E. Guerra Zerpa, entre 1890 y 1894. Los periódicos que tuvieron
directores masones fueron El pito, El ariete, La unión, El eco, La luz,
El fomento, El convenio, El artesano, Diario de avisos, Amor Sapien-tiae,
El noticiero, Liberal de La Palma, Germinal, El tabaco, Diario
de La Palma y ¡Verdún! De esta lista conviene destacar vivamente
¡Verdún!, cuyos dos directores fueron masones destacados de Abo-ra
331. Hemos podido comprobar también que, en varios casos, un
mismo periodista dirige distintos periódicos: es el caso de Pedro J.
de las Casas, José E. Guerra Zerpa, etcétera.
El auge del periodismo en La Palma va ligado, tal como debió
de suceder en el resto del archipiélago y del Estado, al periodo
248 Luis León Barreto
más activo de la francmasonería, especialmente desde 1874 hasta
1923. En cuanto a El Time, el único contenido relacionado con
la causa masónica que pudimos cotejar figura en el número 305,
del 17 de diciembre de 1869, donde reproduce de «La libertad de
pensamiento», un artículo divulgativo sobre lo que es la francma-sonería,
objetivos y estatutos. Las logias de La Palma tuvieron una
frecuente relación con las americanas, sobre todo con las de Puerto
Rico, Cuba y Venezuela.
En 1890 se publican en la capital palmera siete periódicos si-multáneos;
en 1902 suben a once; en 1903 son diez; en 1904 si-guen
siendo diez; en 1908 nueve; y al año siguiente asistimos a una
cifra casi increíble teniendo en cuenta la dimensión de la isla: doce
publicaciones. En 1934 todavía hay siete publicaciones. El Time es
una de las cumbres del periodismo palmero, junto con Acción so-cial,
conservador, y Espartaco, periódico obrero. Señaló Elías Zerolo
que El Time era «un periódico perfectamente escrito y de excelentes
condiciones tipográficas». Es notable la tradición literaria y educado-ra
de la prensa palmera, pues el periodismo ha contribuido a dar a
la isla un tono de agilidad espiritual y de cierto progresismo ideo-lógico,
que aún subsiste aunque sea a contracorriente, y aunque la
isla se presenta ahora con un estancamiento social, es importante
destacar el nivel informativo de periódicos digitales como El Apu-rón,
que fue el pionero, y La Palma ahora, puntos de encuentro del
pensamiento y del análisis. Volviendo a El Time, hay que indicar
que las capas de intelectuales de la burguesía que nutren el perio-dismo
del xix tienen la aspiración de mejorar el nivel de instruc-ción
pública, y así se explica que al introducirse la primera prensa
de mano, en 1841, ya se imprimieran cartillas para aprender a leer.
La Palma y Cuba
En la época de El Time, Cuba es el lugar de destino prioritario
de nuestra emigración, aunque algunas expediciones recalan por
la República Dominicana, Puerto Rico, Guatemala, Venezuela,
Los orígenes del periodismo en La Palma: El Time (1863-1870) 249
Uruguay, etc. La emigración era la manera «natural» en que la so-ciedad
insular descargaba su enorme presión demográfica, la difi-cultad
de su agricultura, la inexistencia de una industria y la nula
inversión de capitales. Aquel tráfico humano se desarrollaba en
unas condiciones lamentables, casi de explotación esclavista. Los
emigrantes han de aceptar unas contratas que les atarán durante
varios años, único modo que tiene aquella masa asalariada para
abonar el importe del pasaje; así, el historiador Julio Hernández
García habla de la «esclavitud blanca» en los ingenios de azúcar y
las plantaciones tabaqueras de allá.
Tiene gran importancia para El Time la existencia de tan nutri-da
colonia palmera en Cuba, por cuanto buena parte de los sus-criptores
residen allá, sobre todo en Pinar del Río y alrededores de
La Habana, los lectores sostienen una frecuente correspondencia
con la redacción y desde Cuba son secundadas las ideas que El
Time lanza para remediar las más urgentes necesidades públicas
de la isla. Todavía hoy viven allá numerosas familias descendien-tes
de isleños, en la mayoría de los casos en la parte occidental.
La emigración fue la respuesta al hundimiento del campo, la dura
presión fiscal que Canarias padeció para sustentar las guerras en
Marruecos, las epidemias de fiebre amarilla, la del cólera en 1851
y la de «hambre canina» entre 1846 y 1848. El sistema de propie-dad
inmovilista originaba salarios muy bajos.
Con respecto a lo que sucedía en Canarias, sabemos que el
origen de la prensa en las islas es todo lo ambiguo que cabía espe-rar,
pues a mediados del xviii empiezan a circular manuscritos de
forma periódica, de redacción anónima y sin periodo fijo. Están
ligados a las tertulias literarias de Tenerife, particularmente de La
Laguna. Aparece, así, el Papel hebdomadario, redactado por el clé-rigo
José Viera y Clavijo. El primer periódico impreso llegará en
1785, el Semanario misceláneo, fechado en La Laguna. La forma
manuscrita regresa en distintos momentos, debido al cierre de
distintas imprentas establecidas en Santa Cruz de Tenerife y Las
Palmas de Gran Canaria. Ello ocurrirá en periodos de gobierno
reaccionario.
250 Luis León Barreto
En nuestro trabajo de búsqueda bibliográfica, a través de la he-meroteca
de la Sociedad Cosmológica, la de El Museo Canario y
la Biblioteca Municipal de Santa Cruz de Tenerife, hemos descu-bierto
periódicos particularmente importantes, como ocurre con
El ómnibus de Las Palmas, donde hizo sus primeras colaboracio-nes
el gran novelista Benito Pérez Galdós.
Los distintos formatos ideológicos
La tipología de los periódicos palmeros es muy variopinta, y po-demos
apreciar estos distintos formatos ideológicos3:
1) Independientes. Se trata de una formulación genérica, entre
ellos El leñazo, Diario de avisos, Rebeldía, etcétera.
2) Liberales: grupo más nutrido y eficaz. Son partidarios de
los aliados en el transcurso de la Primera Guerra Mundial.
Entre ellos El criterio, El fomento, El eco, ¡Verdún!
3) Conservadores: Acción social, uno de los más prestigiosos de
la región. También El eco, La defensa, etc.
4) Satíricos: aquí vemos un muy nutrido grupo. Entre ellos La
trompeta, El escobón satírico, El pancista, El zurriago, La linter-na,
El chinchorro (este último cultivó el chantaje y la extor-sión,
y su director padeció agresiones físicas y expedientes).
5) Literarios: herencia, en buena parte, de El Time. Son Bena-hoare,
Amor sapientiae, Hojas de La Palma, Luz y vida.
6) Económicos: al servicio de la industria y el comercio, la agri-cultura.
Citemos El tabaco, Meditación económica.
7) Progresistas con tendencias republicanas. Se trata de un grupo
de periódicos muy cualificado y brillante. Entre ellos Germi-nal,
Aseró, El porvenir, El adalid, El grito del pueblo, El popular,
Oriente y Claridad (órgano del Partido Republicano Federal).
8) Obreros: adscritos a las agrupaciones sindicales. Espartaco
es un modelo de «semanario de avance». Vivió hasta el 18
3. Régulo Pérez, Juan. «Los periódicos de la isla de La Palma (1863-1948)».
Revista de historia [canaria], n. 84 (1948), pp. 337-413.
Los orígenes del periodismo en La Palma: El Time (1863-1870) 251
de julio de 1936, en que quedó clausurado y fueron perse-guidos
sus redactores. En este grupo figuran, asimismo, La
voz del obrero, La antorcha del obrero, etc.
9) Católicos: Juventud católica, Más, etc.
Más de un tercio de los periódicos publicados en Canarias
desde el siglo xviii hasta 1948 se originan en La Palma. De este
modo, La Palma se convierte en la isla que tiene una mayor den-sidad
periodística en el archipiélago.
Para Juan Régulo Pérez, la existencia de numerosas banderas
políticas es el fenómeno que explica la proliferación de publica-ciones.
En realidad, se puede afirmar que no existía a mediados del
siglo xix en La Palma la presencia de verdaderos ideales políticos,
sociales y religiosos de tipo general y en conexión con movimien-tos
similares de amplitud nacional. Los periódicos fueron, más
bien, «el organillo de las fanfarrias de los caciques o jefes políticos lo-cales
de turno, o de algún grupillo con pujos literarios o patrioteros».
La profusión es causa de la inconsistencia de estos periódicos y las
tiradas son muy cortas.
Veamos aquí unas cifras relativas a 1904, con los cuatro perió-dicos
más importantes del momento:
Diario de avisos, independiente, ochenta ejemplares.
El grito del pueblo, republicano, ciento treinta ejemplares.
Germinal, republicano, doscientos cincuenta ejemplares.
Fénix palmense, conservador, trescientos ejemplares.
Antonio Rodríguez López, el «Zorrilla palmero»
Como conclusión, podríamos establecer que El Time fue el resulta-do
de una burguesía ilustrada, con tratos comerciales hacia Europa,
liberal y abierta al exterior en lo posible. Sus impulsores, Méndez
Cabezola y Rodríguez López, venían contagiados del espíritu del
Sturm und Drang (en español Tormenta e Ímpetu), movimiento
literario alemán que se desarrolló en la música y las artes visuales
252 Luis León Barreto
hacia finales del siglo xviii y que es un precedente del movimien-to
romántico. Precisamente Antonio Rodríguez López, autor de
innumerables leyendas, es considerado el Zorrilla palmero. Este
movimiento clama por la libertad de expresión, la subjetividad in-dividual,
la emoción, frente al racionalismo de la Ilustración.
La vida de El Time fue muy precaria; la Sociedad Económica
de Amigos del País tuvo que tutelar el periódico. Ambas institu-ciones
actuaron conjuntamente para conseguir el colegio, luego
convertido en instituto, y crearon el Asilo de Mendicidad, promo-vieron
la Exposición de Bellas Artes, Agricultura e Industria de
1876. Al final la Sociedad Económica fue ahogada por el inmovi-lismo
de finales del xix y los recelos eclesiásticos.
Al cumplir el primer año de vida ya se apreciaba el desencanto:
«Nosotros hemos procurado siempre el bien; hemos propuesto
reformas en todos los sentidos, lo mismo en lo moral que en lo ma-terial,
hemos estudiado el fin de la civilización y los medios para
llegar a tal fin, así los hemos pulsado todos, y pedimos hoy un mue-lle
y mañana un cementerio, hoy el engrandecimiento territorial,
mañana una biblioteca pública: el progreso en sus dos manifesta-ciones,
en lo material y en lo moral; estableciendo así un equilibrio
necesario para que la civilización, por falta de ese fiel, no se tuerza
y se desmorone hasta caer en el abismo de la materia, desde el cual
se vería entonces la sociedad condenada a subir constantemente y
sin futuro la montaña de Sísifo».
Estas palabras de Antonio Rodríguez López son premonitorias.
El ecologismo de El Time fue muy mal recibido
No podemos ignorar el papel de difusión de contenidos literarios.
Vacaguaré fue el primer título de Antonio Rodríguez López que se
publicó en El Time. Este deseo de asimilar al guanche con la idea
de Rousseau del buen salvaje impulsa el relato de Tanausú, y en
Los orígenes del periodismo en La Palma: El Time (1863-1870) 253
estas historias desfilan menceyes guanches, princesas y guerreros
castellanos. El autor finaliza estas andanzas épicas con un pequeño
apéndice de voces prehispánicas y su respectiva traducción.
El halo romántico de los héroes y colaboradores —Tanausú,
Acerina, Mayantigo, Dácil, Francisca de Gazmira— y la recrea-ción
de las batallas libradas en la conquista de La Palma se van
desgranando en los ocho primeros números del semanario. Tam-bién
se publica El salto del enamorado, leyenda local, junto con
otras muchas que han sido reelaboradas posteriormente.
Se publican con frecuencia colaboraciones poéticas, leyendas,
e incluso una zarzuela.
La Sociedad Económica (fundada en 1776) dejó huella en las
islas por la calidad humana de sus integrantes: Viera y Clavijo,
los hermanos Iriarte, etc. La Inquisición vigila y frena el pensa-miento,
pero llegan algunas obras filosóficas, científicas y literarias
que configuran el nuevo pensamiento. En esta segunda época de
El Time, el periódico se circunscribe a los «intereses generales» o
«materiales»; se suspende el folletón y en cambio se potencia a los
corresponsales. García Carrillo fue el nuevo director, la sección
de Noticias se hace más extensa, así como la de Variedades. Pero
se acrecienta el miedo, se impone la autocensura.
A El Time acabó por arruinarlo el desaliento, la pequeñez geo-gráfica
y mental, el torcido rumbo de la política nacional luego
del pseudoaldabonazo liberador de septiembre de 1868, tras el
cual las cosas volvieron a peor, con el rey Amadeo i que no llegó
a cumplir los dos años de reinado. El asesinato de Prim cortó la
posibilidad de una monarquía parlamentaria y liberal. Era una
batalla perdida, pero valió la pena haber sembrado su semilla, por
cuanto marcó una impronta de exigencia y rigor. Tanto Rodríguez
López como Méndez Cabezola se desvivieron por el periódico,
entregaron su salud por él y —a cambio— recibían anónimos y
amenazas. Ambos bregaron en defensa de la isla, para conseguir la
renovación de las ideas y el desarrollo material de la agricultura,
de la sanidad, de las comunicaciones, de la política y, sobre todo,
de las conciencias. Fueron siete años intensos. Atrás quedaron sus
254 Luis León Barreto
dificultades con la censura, los absurdos procesos por la batalla en
favor de la conservación de los montes, contra la tala indiscrimi-nada
de los pinares y el embarque de las maderas aprovechando
la complicidad de ciertas autoridades; también hubo expedien-tes
por criticar los incendios forestales que eran provocados con
frecuencia. Aquel ecologismo anticipado de El Time no era bien
recibido por una sociedad pacata e hipócrita. Murió El Time, pero
en sus siete años de vida dejó ejemplo de periódico serio, res-ponsable,
patriótico y puesto al servicio del bien de una pequeña
comunidad, la isla de La Palma.
Referencias bibliográficas
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org (consultado el 2 de febrero de 2015).
Régulo Pérez, Juan. «Los periódicos de la isla de La Palma (1863-
1948)». Revista de historia [canaria], n. 84 (1948), pp. 337-413.