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EL VOLCÁN DE LA PALMA DE 1585 EN EL PASTOR DE IBERIA, DE BERNARDO DE LA VEGA (1591) Antonio Heríquez Jiménez* Fecha recepción: 28 de abril de 2019 Fecha de aceptación: 2 de mayo de 2019 Resumen: Se presenta una descripción del volcán de La Palma de 1585, inserta en la novela pastoril El pastor de Iberia, de Bernardo de la Vega. Palabras claves: Volcán de Tiuya; La Palma; Novela pastoril; Bernardo de la Vega; Bartolomé Cairasco. Abstract: A description of the La Palma volcano of 1585 is presented, inserted in the pastoral novel El pastor de Iberia, by Bernardo de la Vega. Key words: Tiuya volcano; La Palma; Pastoral novel; Bernardo de la Vega; Barto-lomé Cairasco. En 1591 aparecía el nombre de «Bartholome de Cayrasco Cano-nigo de la Cathedral de Canaria» en un soneto preliminar de El pastor de Iberia compuesto por Bernardo de la Vega gentil hombre andaluz. El soneto es presentado por Hernández Suárez y Milla-res Carlo en la página 131 de Biobibliografía de escritores canarios (siglos xvi, xvii y xviii), ii b-c (1977): «Publicado en los preliminares de El Pastor de Iberia (Sevilla, 1591), de Bernardo de la Vega. / No hemos podido ver ningún Cartas diferentes. Revista canaria de patrimonio documental, n. 15 (2019), pp. 53-84. * Licenciado en Filología Hispánica. Correo electrónico: ahenriquej@gmail. com. 54 Antonio Heríquez Jiménez ejemplar de esta rarísima obra, pero sí la copia manuscrita del siglo xviii que de la misma existe en el ms. 481 de la Biblioteca Pública de Toledo (Colección Borbón-Lorenzana). De esta copia tomamos el texto del soneto, que dice así: Versos heroicos, levantado vuelo, rara invención, sucessos excelentes, discresiones, avisos eloquentes, firme constancia, lo mejor del suelo. Pensamientos que frisan con el cielo, conceptos altos, pechos diferentes, enredos, amistad, almas ardientes, competencias, amor, sospecha, y celo. Cortesano lenguaje, gala, historias verdaderas de illustres y firmezas, muertes por testimonios, y miseria. Valentías que cuentan las Memorias, corazones gallardos, y proezas canta Filardo en su Pastor de Iberia». Juan Bautista Avalle-Arce, en la segunda edición de La novela pastoril española (1974), habla de cómo encontró la novela de Bernardo de la Vega en la biblioteca de El Escorial (con la signa-tura 22-v-39); de cómo Cervantes la descalifica en el Quijote (i, vi) y en el Viaje del Parnaso (iv, vii), y cómo por 1600 se enviaban ejemplares a México. Resume la obra del siguiente modo: «El lenguaje es malo; se truecan los tiempos de los verbos, y se encuentran solecismos. La invención corresponde al lenguaje. El pastor Filardo, que hace el primer papel en la novela, es perseguido por sospechas de asesinato; le prende el alguacil de la aldea; se libra por el favor de dos padrinos que tiene en Sevilla; se embarca El volcán de La Palma de 1585 en el Pastor de Iberia, de Bernardo de la Vega 55 en Sanlúcar; vuélvenle a prender en Canarias; vuelve a librarle otro padrino. La pastora Marfisa, amante de Filardo, hace tantos o más versos que su pastor, y este los hace llenos de erudición mi-tológica e histórica, y alegando a Platón, a Nebrija y al Concilio de Trento. (...) El despiste bucólico de Bernardo de la Vega es tan grande que lleva a sus pseudopastores a las Canarias, donde el disfraz pastoril no pasa de los nombres: Ergasto, por ejemplo, es el nombre pastoril de Bartolomé Cairasco de Figueroa, a quien Filar-do, o sea, el autor, dedica unos versos esdrújulos (“en el estilo en que Ergasto era consumado”, folio 182r). Pero el lector bien puede suponer que poco, o nada, puede quedar del mito pastoril cuando abundan las alusiones a la Inquisición, a la Real Audiencia, al Justicia Mayor y Capitán General de Canarias, a un desembarco de franceses, hay disparos de artillería, y hasta aparece “el vale-roso Diego de Arguijo, alguazil mayor de la Sancta Inquisición” (folio 189v), vale decir, el hermano del mecenas y poeta sevillano don Juan de Arguijo. Hasta hay unos pésimos versos a la muerte del ricachón Juan Antonio Corzo... Al final de la novela Filardo y Marfisa se casan... y quedan dispuestos a regresar a España. Pero no antes que Ergasto (Cairasco de Figueroa) dé un soneto a Filardo (Bernardo de la Vega) para “Don Andrés Fernández de Córdoba, del Consejo del Rey nuestro Señor en su Real Audiencia de Sevilla” (folio 227r). Razón que le sobraba tenía el cura cer-vantino para hacer quemar esta novela autobiográfica, que solo al comienzo tiene un leve barniz pastoril». Libro cuarto de El pastor de Iberia. Casi al final de Libro cuarto, y último, de El pastor de Iberia, desde la página 210v a la 222r se narra en octavas reales el suceso del volcán de La Palma de 1585. Filardo, el pastor tras el que se esconde el autor de la novela, Bernardo de la Vega, está listo para embarcarse a la isla de La Palma, libre de las acusaciones que pen-dían sobre él. De La Palma había venido a Las Palmas de Gran Ca-naria con Marquino para conseguir el favor de Ergasto, nombre que 56 Antonio Heríquez Jiménez esconde al canónigo Bartolomé Cairasco de Figueroa. Filardo se encuentra con sus amigos en el jardín del pastor Petreyo, que está cercano al del pastor Ergasto. Petreyo pide a Filardo que recuerde el «discurso» que hizo del volcán de La Palma, «cuando por ella pasó yendo a las Indias». Filardo responde que lo traía en el zurrón para leérselo a Ergasto. Al final de la lectura del «discurso», todos lo ce-lebraron, dando Ergasto su opinión favorable. Como tardó tanto la lectura, «la barca» salió sin los dos pastores. Unas páginas más ade-lante, se despiden Filardo y «el palmífero» Marquino de sus amigos de Las Palmas, y embarcan en otro navío hacia la isla de La Palma. La extensa relación de Filardo del volcán de La Palma (65 octa-vas) coincide en muchos aspectos con la también extensa relación de Leonardo Torriani, ingeniero de fortificaciones de Felipe ii en misión por aquella época en las islas Canarias. Torriani habla del nuevo volcán «o monte Teguseo nacido», y no cita ningún topónimo de la tierra, salvo el nombre que le da al nuevo volcán, La Palma, El Hierro y Gomera. Bernardo de la Vega da el nombre de «Tiuya» (en el verso 4 de la octava 13), y nombra a las islas de La Palma, Gome-ra, El Hierro y Canaria. Casi todo el poema se llena con alusiones a autores y hechos que aparecen en el libro de Leo Baptista Alberti De re aedificatoria. El técnico Torriani cita también a autores que tratan de desastres naturales, sobre todo a Plinio; y para asuntos más filosóficos, como el de las transformaciones de la naturaleza, a Ovidio. Los dos autores necesitan acudir a escritos anteriores para convencer de lo inverosímil que parece lo que narran. Torriani ha-bla del 19 de mayo de 1585, cuando empieza a levantarse la tierra; Filardo habla de mediados de abril de 1585, de dos de la tarde a diez de la noche (octavas 3, 4 y 6), cuando hubo un temblor de tierra1. Los temblores no cesaron hasta el diez de mayo (octava 10), cuando se aumentan estos. Lo referido duró cuatro meses (octava 63). Torriani habla de que al octavo día el volcán comenzó a echar 1. Es posible, según el poema, que los temblores de tierra comenzaran en el mes de abril y que los levantamientos, o sea el volcán, se iniciaran en el mes de mayo. Viera y Clavijo dice mucho más tarde que «a quince días de abril, a las dos de la tarde, comenzó a reventar el primero volcán de la isla de La Palma». El volcán de La Palma de 1585 en el Pastor de Iberia, de Bernardo de la Vega 57 humo y materia movible; la elevación de la montaña «duró casi hasta fines de junio». Torriani habla varias veces de «grietas» y de dos grandísimas piedras que crecen al día siguiente. Filardo habla también de grietas en las octavas 11, 13 y 44. Torriani, como téc-nico, hace medidas «con un triángolo geométrico»: “el eje tenía 72 pa-sos geométricos», la superficie oeste-noroeste, «cien pasos de alto; la opuesta, 75... Los diámetros fueron de 150 pasos en la superficie alta, y de 200 en la de abajo; y su circuito medía 500 pasos»; y también Filardo: una loma de piedra roja crece «cincuenta brazas» (octava 16), luego aumenta «otras cien brazas» (octava 17), «quinientas», en la octava 24; su imaginación ve elementos alargados, como un «castillo torreado» (octava 22), «en un picacho un laberinto» (octava 27), «colunas» (octavas 29 y 62), un «gigante» (octava 28), «torres grandes» (octava 29); «dos riscos mayores» como ciudades (octava 29); describe cómo «la crecida tierra... de una y otra sierra» se hun-de en el centro, abriéndose una boca (octava 36). Torriani habla de dos torrentes de lava que van al mar; Filardo, de siete ríos de fuego (octavas 48 y 51). En ambos autores hay «truenos» y «estruendo» (octavas 8, 32, 33, 35). El archivero Miguel Santiago publica «Los volcanes de La Pal-ma (islas Canarias): datos histórico-descriptivos» en el segundo tomo del homenaje a Simón Benítez Padilla de la revista El Museo Canario, núms. 75-76, enero-diciembre 1960. Allí puede el lec-tor contrastar lo expresado en la narración en octavas de la novela de Bernardo de la Vega con lo que se dice en la «Relación del terremoto de Canarias en 1585: testimonio autorizado en Santa Cruz de la Isla de La Palma 1585». Se trata de la transcripción del manuscrito 11. 262-28 de la Biblioteca Nacional de Madrid, que contiene catorce folios. Uno de los testigos informantes es Benito Cortés de Estupiñán, al que Cairasco de Figueroa dedica una canción en esdrújulos en las Esdrujúleas del Palacio Real y de Cambridge2. El caballero Benito Cortés de Estupiñán, «de qua- 2. Recuerdo que el propio Leonardo Torriani presenta una canción en ita-liano en los preliminares de la Primera parte del Templo militante de Cairasco, 58 Antonio Heríquez Jiménez renta y tres años, poco más o menos», afirma que fue a «Tehuia» a «ver lo que era» con el ingeniero Leonardo Turriano. También se puede leer allí lo que dice Torriani del volcán en su informe para el rey, quitadas las «reminiscencias clásicas»3; y lo que dicen fray Alonso de Espinosa (hacia 1590-1594), Abreu Galindo (hacia 1592-1606), Gaspar Fructuoso (hacia 1598), y los autores de los siglos xvii-xx. Texto4 Al fin todo este día fue entretenido con excelentes versos. Y por ser muchos, aunque son buenos, no se refieren. Y en este proprio le dieron a Filardo todos los recados y despachos para casarse y para su libertad, y queriendo volverse, por el gusto que a todos daba su vista, le pidieron que aguardase unos pliegos que había de llevar a España. Aguardó el cortés pastor, y aquella tarde le convidó el discreto Petreyo5 a su jardín, que es el que sucede al de Ergasto. Fue, y con él todos sus amigos, adonde le en la ed. de 1603 (no aparece en la ed. de 1602, ni en la de 1613, ni en la de 1615): «Al canónico Bartolomeo Cairasco de Figueroa, Leonardo Torriani ingenie-ro de la Maestà Catholica del Re di Spagna». La canción se publicó también en los preliminares de la Cuarta parte del Templo militante (1614, 1615): «Leonar-do Turriano, Ingeniero general del Reino de Portugal por su Magestad. Canción en toscano, en loa del autor, y su obra». Cairasco le dedica una canción en esdrújulos en las Esdrujúleas del Palacio Real y de Cambridge. La estancia 4 comienza así: «Honraste las Canarias paseándolas. / Subiste sus historias escribiéndolas. / Trazaste el gran castillo en la eminencia. / Amistades fundaste enriqueciéndolas, / y en nuevas ocasiones confirmándolas; / con Cairasco y Cortés de permanencia». 3. El texto completo de Torriani puede leerse en la traducción al castellano que presenta Alejandro Cioranescu en Descripción e historia del Reino de las Islas Canarias..., de 1592, publicado en 1959, capítulo lxix, «Del nuevo volcán de La Palma, o monte Teguseo nacido», pp. 229-240. 4. Además de las octavas numeradas, presento los fragmentos de prosa que las preceden y siguen. Actualizo la ortografía y anoto algunos pormenores, so-bre todo de fuentes. 5. En el libro: «Petroyo» las dos veces que aparece aquí. En casos anteriores de la novela: «Petreyo». El volcán de La Palma de 1585 en el Pastor de Iberia, de Bernardo de la Vega 59 regocijaron y entretuvieron escogidamente. Y después de ha-berse holgado, le pidió Petreyo al ibero que si hacía memoria de un discurso que hizo de aquel prodigioso Volcán de la Isla de La Palma6, cuando por ella pasó yendo a las Indias, por señas que lo escribió a su persuasión, y a la de muchos que se lo pidieron. Respondió que con cuidado de leerle a Ergasto le trajo. Todos le pidieron que lo leyese, y el de Iberia sacó del zurrón el papel, y dándole con silencio los oídos dijo: 1 Si para grave proceder conviene que tenga el que recuenta grave estilo, si el que narra el discurso no previene la explicación, sin que se corte el hilo. Y si hasta llegar al fin, no tiene para contar bien afilado el filo, en balde intentará lo que, si intenta, es lícito que al medio se arrepienta. 2 Yo con dificultad oso y me atrevo delante del valor de estilos raros a pagar por humilde lo que debo, sin temor o recelo de enfadaros. Hace caer a mi obediencia el cebo, que me suele cebar con agradaros; mas cuando echardes a mis faltas culpa, obedeceros me será desculpa. 3 A ti, verdad, en mi discurso invoco, y mi lengua en la tuya se resuma, porque en la historia que recelo y toco, echar el resto de tu ser presuma. Y si en los fines pareciere poco, sabed que he dicho la verdad en suma, 6. En el libro: «Bolcan de la Isla de la Palma». El término «Bolcan» aparece siempre con «b», aquí y en las octavas 42 y 64. 60 Antonio Heríquez Jiménez pues oiréis, si me dais la oreja atenta, esperados milagros del de ochenta. 4 Cinco sobre este, oh cielo, se contaron, cuando mis ojos desdichados vieron los casos más extraños que miraron los que a vengarse del troyano fueron. Y más que los esperios, que volaron la fuerza inexpugnable, que tuvieron7 los que bebían del hermoso Dauro, a cuyos hechos ayudaba el mauro. 5 Los agüeros, prodigios y protestos, y los presagios que de Roma escriben, y lo que saben, por estar atentos, aquellos sabios que mejor perciben es sombra de los casos violentos, que en mi progreso la igualdad prohíben. Al fin siguió, cuando el abril demedia, a La Palma la mísera tragedia. 6 A las dos horas justas de la tarde, cuando reposa la cansada gente, y cuando Apolo con extremos arde, tembló la tierra con furor vehemente. El que pudiere se recele y guarde, con voces de dolor dice el prudente8, y hasta las diez se oyeron numerosos temblores inauditos y espantosos. 7. En el libro: «inexpugble». Los dos últimos versos de esta octava parecen referirse a la guerra de las Alpujarras, en el reinado de Felipe ii, contra los mo-riscos (1568-1571). Dauro es el río Darro de Granada. 8. En el libro: «di el prudente». Fray Luis de Granada, Quintus tomus concio-num de tempore, «Dominica ix post Pentecosten. Concio prima»: «et cum illa a somno excitatus vigilet, temeatque semper in vita mortem, ut mortis metum evadere possit». El volcán de La Palma de 1585 en el Pastor de Iberia, de Bernardo de la Vega 61 7 Cual la ciudad que el enemigo asalta, cogiendo los vecinos descuidados, y en sintiéndolo cual del lecho salta, y cual huye temiendo a los soldados, y cual se esconde, y cuales ven que falta el padre, y la mujer, y alborotados, cuando a buscarlos por las calles entran, a más contrarios con furor encuentran. 8 El pueblo se halló en el son horrendo, pues unos huyen de un temblor, y esotros de donde suenan más se van huyendo, y adonde paran les alcanzan otros. Y otros que corren hallan más estruendo. Y todos dicen: “Tristes de nosotros, esto al fin pareciole a mi juicio señales ciertas del final juicio”. 9 Acuden las mujeres afligidas a los templos huyendo de la furia. Y al que quiso quitar una y mil vidas a su contrario le cesó la injuria. Y ya en los mercaderes hay perdidas esperanzas del trato con Liguria. Si el pensamiento cada cual revuelve, en la muerte sus fines los resuelve. 10 Desde estos días hasta diez de mayo no cesaron los ásperos temblores; y fueron los primeros un ensayo, pues los siguientes fueron muy mayores. Nunca jamás el furibundo rayo causó en los comarcanos moradores tan gran temor, cual los temblores causa aquestos que al vivir le ponen pausa. 62 Antonio Heríquez Jiménez 11 Y en medio destas penas temerosas, hacia la parte donde el sol se pone, abrió la tierra grietas espantosas9; y aquesto al pueblo más espanto pone. Y viendo estas señales prodigiosas, a muerte cada cual más se dispone; pues son tan hondas, que hasta las avernas podrán bajar las condenadas piernas. 12 Avivan las mujeres más el llanto. Y si los padres al del hijo atienden, oyen más gritos de dolor y espanto, y más que los del hijo les suspenden. Las más honradas, sin tomar el manto, salen corriendo. Y si otras les pretenden pasar delante, con el brazo a esotras las detienen, y caen unas sobre otras. 13 Otros vienen del campo alborotados, y a voces dicen quien pudiere huya, pues vieron estos ojos desdichados todo el término hundirse de Tiuya10, 9. En el libro: «crietas». Es término que se emplea en la época. Como en la octava 13 aparece «grietas», unifico la transcripción. 10. El volcán ha sido llamado «Tehuia», «Tehuya», «Tehuja», «Tahuia», «Taju-ya », «Teguseo» y «Tiuya» (este último es el nombre que se le da en El pastor de Iberia). Es posible que Torriani adaptara a la fonética italiana el nombre abori-gen, o que tuviera en la mente los términos «Reguseo», «Raguseo», derivados del topónimo «Ragusa» (hoy Dubrovnik), ciudad-república en el golfo de Venecia, en la costa de Dalmacia. Esta ciudad sufrió un terremoto en 1536 (tomo la noticia de Stefano Skurla, Ragusa: cenni storici, Zagreb, 1876: “Chiesa di s. Sal-vatore... Fù eretto per voto fatto nell terremoto del 1536, come lo attesta l’iscrizione sovraposta alla porta d’ingresso / Ad avertendam coelestem —iram in maximo terrae tremore— hanc sacram aedem Se. Rha. vovit”). Al anotar Cioranescu el término «Teguseo» del título, observa que tal nombre «es difícil de explicar..., pues dicho nombre no consta en ninguna otra parte. Creemos en un error del ingeniero italiano. Teguseo más bien que nombre del mismo volcán de La Palma, podría ser, El volcán de La Palma de 1585 en el Pastor de Iberia, de Bernardo de la Vega 63 y las grietas tragarse los ganados, y la hacienda no preguntan cúya, cúya es no preguntan, que la hacienda conferida al vivir es menos prenda. 14 En todo aquel distrito ya no balan ganados, que ellos y la tierra verde por estas quiebras el abismo calan, sin haber de sus daños quien se acuerde. Por ellas humos con furor exhalan; y fueron tantos, que el Olimpo pierde su luz, y aun tanto su poder descubren, que el de los rayos de Titán encubren. 15 Jamás se vio la noche tenebrosa con los densos nublados negra o triste, cuando a la lumbre de la cara hermosa el toldo negro al competir resiste11, como los días desta lastimosa nueva, que al alma de tristeza viste; pues por la oscuridad hija a su madre no la conoce, ni a su hijo el padre. 16 Y cuando al humo su poder afloja, otro caso diré mayor, que espanta; y es que una loma de una piedra roja en la intención del autor, un volcán cualquiera, indicado aquí por antonomasia; pero no vemos a qué se puede referir, pues nunca hubo un volcán llamado así. Por otra parte, la identificación con Tacande no le parece posible a María Rosa Alonso (“El volcán de Tacande”, en Revista de historia [canaria], xviii (1952), pág. 238- 39). L. Bourdon [el traductor francés], pág. 130, reconoce en el nombre de Teguseo una especie de “saveur guanche très prononcée”. No estamos de acuerdo con esta impresión, no solo por la razón arriba expuesta, sino también porque es poco pro-bable que en 1585 algún palmero haya pensado en bautizar con nombre indígena una altura que antes forzosamente carecía de nombre, pues no existía». 11. En el libro: los versos 3 y 4 se encuentran entre paréntesis. 64 Antonio Heríquez Jiménez cincuenta brazas crece, y se levanta. Y en la subida con extremo arroja piedras terribles de grandeza tanta, que en su tamaño cada una agravia a las de Egipto, Lepanto y Arabia12. 17 Cuando el fin este caso le parece a la gente, y confusa de él se asombra, otras cien brazas la montaña crece, haciendo al sol por cuatro leguas sombra. Ver su altura la vista desvanece, y admírase y suspende aun quien la nombra, porque su cumbre pareció del suelo más que el Adlante sustentar el cielo. 18 Y allá en la cima de su grande altura, desde la superficie subió un pino, cuya admirable y singular pintura para el alivio del llorar convino, y casi divisamos su verdura. Y al que a verla de larga vista vino le pareció, con ser cual gruesa encina, una mata de débil clavellina. 19 Atenienses no vieron en su tierra cual aqueste espectáculo, y al punto cae con rigor, y hácese una sierra con otro monte de peñasco junto. Prócida y Laglio ninguna en sí no encierra terremoto cual este, ni a Sagunto, el Afro no causó tanto tormento, cual aquestos el fúnebre portento13. 12. En el libro: «Lefanto», por «Lephanto». 13. En el libro: el verso 5 es hipermétrico; «protento», en este verso 8; el término se usa en algunos textos de la época. Leo Baptista Alberti, De re aedi- El volcán de La Palma de 1585 en el Pastor de Iberia, de Bernardo de la Vega 65 20 En aquella de Delos quién se hallara, dice la gente, y no a este vil suplicio. Mas el que al risco dio en volver la cara en un lado vio hecho un edificio, de tal manera, que la industria rara de egipcios no lo hiciera, ni artificio cual este Senodoro, y suspendiera14 también Dionisio si el que cuento viera. ficatoria, Liber i, Cap. v: «Partem eam Italiae quae ab Algido sub Roma totum Hernicorum collium tractu ad Capuam usque est, crebris terremotibus quas-satam, et prope desolatam videmus... Apud Poetas vetus fabula est, Typhonem Prochyta insula sepultum sese sub terra commovere, ex quo fiat, ut funditus insula contremiscat. Id quidem Poetae succinere, quoniam terraemotibus insu-la, et eruptionibus vexaretur, adeo Eritrienses, et Chalcidenses habitatores olim coacti sint aufugere» [presento entre corchetes y sin comillas la traducción de Francisco Lozano, 1582: Y vemos que aquella parte de Italia que hay desde la selva del Aglio en bajo de Roma por todo el gobierno de los collados de Campa-nia hasta Capua, está atormentada con continuos terremotos y casi destruida... A cerca de los poetas es vieja fábula que Thyphón sepultado en la isla Prócida se revuelve debajo de tierra y que por esto la isla tiembla por los cimientos. Y esto han ansí contado los poetas, porque con terremototos y voquerones era molestada la isla, de suerte que los Erýthicos y Calcidienses, sus habitadores antiguos, fueron forzados a huir della]. 14. Leo Baptista Alberti, De re aedificatoria, Liber i, Cap. v: «Nam sicut sunt loca quaedam quibus inest natura occultum quidpiam, quod ad felicita-tem atque infelicitatem faciat... Delon quidem numquam fuisse terraemoti-bus vexatam, sed semper eodem mansisse saxo, cum circumvicinae terraemo-tibus ceciderint, scribit Thucydides» [Y Thucýdides escribe que Delos nunca fue fatigada de terremotos, sino que siempre ha quedado sana sobre la misma piedra, cayendo las vecinas islas con terremotos]. Sinodoro: escultor antiguo. Plinio afirma en su Historia natural, al hablar de colosos y estatuas antiguas, que Senodoro había en su tiempo superado en grandeza de estatuas a todos los demás escultores, habiendo hecho en diez años, en Auvernia, la de Mer-curio, de 300 pies de alto (Guglielmo Choul, Discorso della religione antica dei romani, 1559). Leo Baptista Alberti, Liber viii, Cap. ix: «Navalia struxit Dionysius ad portum Syracusarum partita aedificiis centum sexaginta, quibus singulis binae caperentur naves» [Dionysio fabricó estancias de navíos en el puerto de Çaragoça partidas con ciento y sesenta edificios, en cada uno de los cuales cupiesen dos navíos]. 66 Antonio Heríquez Jiménez 21 Un templo hermoso pareció en la cima tan bello, que su traza Usón no hiciera15; y como el de Ravena tiene encima hecha una taza de una piedra entera. Tres mil colunas de altitud y estima cercan el templo en torno por defuera, y entre ellas vasos de grandeza había más cuatro veces que Fitón tenía. 22 Y trayendo la vista al otro lado, vimos estar un grave Coliseo con más industria y gravedad trazado, que los antiguos que de Roma leo. Cerca de él un castillo torreado hecho a medida del mayor deseo, y en otra parte vimos dos mil gradas de las que fueron por Yolao halladas16. 15. Véase Leo Baptista Alberti, De re aedificatoria, Liber vii, Cap. ii: «Apud Foenices Usonem primum simulachra igni ventoque erexisse, et templa struxisse praedicant. Alii Dionysium cum apud Indos peregrinaretur, et nullae tum pri-mum per eas regiones essent urbes, constitutis a se oppidis adiecisse templa, et certos tradidisse cultus religionum» [Dicen que en Phenicia levantó primeramen-te Usón estatuas al fuego y al viento, y les fabricó templos; otros que Dionysio cuando caminaba por la India, y que como no hubiese ningunas ciudades por aquellas regiones, añadió a los pueblos (que él había edificado) templos, y que les dio ciertos cultos de religión]. Liber i, Cap. viii: «Sed quid ea memorem, quae sub montibus sunt apud Ravennam. Sub pomeriis nobile id delubrum, cui pro tecto integrum extat lapideum vas, tametsi a mari, et longe a montibus resideat, plus tamen quarta sui parte intra solum inmersum est vi temporum» [Pero para qué haré mención de las cosas que junto a Ravenna están so los montes debajo de los muros, aquel noble templo que por techo tiene un entero vaso, aunque está junto a la mar, y lejos de los montes, pero con la fuerza de los tiempos está hundido dentro del suelo por más de su cuarta parte]. Liber vii, Cap. iv: «Phiteon agrigen-tinus trecenta vasa lapidea in sua privata domo habuit, quorum quodque caperet amphoras centum» [Phittón Agrigentino tuvo en su casa particular trecientos vasos de piedra, en cada uno de los cuales cabían cien cántaras]. 16. En el libro: «Iolao». Leo Baptista Alberti, De re aedificatoria, Liber viii, Cap. vii: «Ferunt tamen Iolaum Iphiclei filium primum instituisse gradibus ex- El volcán de La Palma de 1585 en el Pastor de Iberia, de Bernardo de la Vega 67 23 La gente alivia su tristeza y llanto, viendo estas cosas tan extraordinarias, y en extremo le admira y pone espanto la división de ser muchas y varias. Unos dicen ser hecho por encanto, y las más opiniones ordinarias que el cielo sancto aquella traza ordena, para aliviar su desusada pena. 24 Y en el punto que a todos apetece ver al arte mostrar naturaleza, quinientas brazas la montaña crece, con más rigor, extremo y aspereza. El mundo junto en su grandeza vese17, y si viera Arquimedes su grandeza, no dijera cuál supe que decía, que a mudar todo el mundo se atrevía. 25 No creció tan veloz en Terramenes aquella isla, como aquesta sube, y al hacer el lugar votos solenes18 tructas sedes in Sardinia insula, cum ab Hercule Thespiadas accepisset» [Pero dicen que Iolao hijo de Ipsicleo primeramente instituyó asientos fabricados con gradas en la isla de Cerdeña, cuando recibió de Hércules las Tespiadas]. 17. En el libro: «vese»; no hay rima completa con «apetece» y «crece»; para que exista, hay que leer «apetese» y «crese», con seseo. Leo Baptista Alberti, De re aedificatoria, Liber vi, Cap. vi: «Istis similia fortassis intuens Archimedes, et rerum earum quas recensuimus, vim altius repetens adduci visus est ut diceret: Si tantae molis daretur basis, profecto se mundum posse pervertere» [Por ventura Archímedes viendo cosas semejantes a estas, y la fuerza de aquellas cosas que hemos dicho, repitiéndolas más profundamente, parece ser movido a decir, si le diese basis de tanta grandeza que ciertamente pudiera él transformar el mundo]. 18. En el libro: «solennes», en este v. 3; va contra la rima completa con «Te-rramenes » y «ordenes». Leo Baptista Alberti, De re aedificatoria, Liber x, Cap. i: «Et contra apud Argos subito exundasse paludem Stymphalidam, apudque Teramenem repente insulam cum aquis calidis excrevisse» [y que por el con-trario junto a los Argivos súbitamente apareció la laguna Stinfálida, y que junto a Theramenes de repente creció una isla con aguas calientes]. 68 Antonio Heríquez Jiménez por verse libre, yo presente estuve. Las mujeres decían: «Dios, no ordenes (con ronca voz, que desto dolor tuve) por nuestras culpas que cayendo el monte nos sotierre y nos hunda el horizonte». 26 Y cuando, entre temor y admiraciones, la gente absorta sus recelos piensa, buscando por el medio de oraciones a su muerte y trabajos la defensa, viendo en la cumbre nuevas invenciones, dellas quedando atónita y suspensa, crece hasta Olimpo, y baja hecha cuartos, que el menor es mayor que la de Martos. 27 Caerse abajo hasta el cielo quinto pareció la montaña en la estampida, y en seis pedazos cada cual distinto a largos trechos queda dividida. Vimos en un pichacho un laberinto, y un alcázar en otro en la subida, y en otros variables artificios, y las siete maneras de edificios. 28 Que estaba en otro cuarto, os certifico, un terrible gigante en un asiento, y de ver a su lado testifico como camellos más de mil y ciento. Y en lo alto cercaban todo el pico (que de admirado estuve más atento) estatuas muchas, cuyo ser contemplo, como Filipo las dos mil del templo19. 19. Leo Baptista Alberti, De re aedificatoria, Liber vii, Cap. x: «Apud The-mum in Aetholia, quam Philippus vastavit, fuisse in porticibus templi arma ferunt numero ultra quindecim milia, et statuas ornamenti gratia ultra duo mi- El volcán de La Palma de 1585 en el Pastor de Iberia, de Bernardo de la Vega 69 29 Quedaron en los dos riscos mayores dos ciudades grandísimas fundadas, que en la Bretaña no las hay mayores, ni las de Grecia son tan bien trazadas20. Hay torres grandes, y otras hay menores, con ventanas en proporción cuadradas, y parecen, teniendo en piedra asiento, como aquellas de Alatro de Guerguento. 30 Aquellos setecientos arquitectos que estuvieron en Roma celebrados, que, por ser en su arte más perfectos, allí de industria fueron ayuntados, no hizieran con ella los efectos lia, quas omnes Philippus confregisse refert Polybius, praeter eas, quae nomen, aut effigiem haberent deorum, et fortassis non rerum istarum magis numerus, quam rei varietas pensanda est» [En Thermo en la Etholia, que destruyó Phi-lippo, dicen que hubo en los portales del templo armas en número más de quince mil, y estatuas por causa de ornamento más de dos mil, las cuales todas refiere Polibio que las quebró Philippo, si no fue aquellas que tenían nombre o figura de dioses, y por ventura no se ha de tener en tanto el número destas cosas cuanto la variedad de la cosa]. 20. En el libro: «tambien», en este v. 4; «Gerguento», en el verso 8 debe referirse a «Agrigento». Leo Baptista Alberti, De re aedificatoria, Liber i, Cap. vii: “Hic prospitiendum est ut id aggrediamur, quod servata dignitate moderata, et modica fiat cum impensa, atque labore. Fortassis quidem conducet partem ab sublimi exscindere, et parte acclivam exaggerare. Quam rem bene consultus quisquis fuit ille architectus apud Alatrum Hernicam, urbem in saxeo monte positam, effecit. Curavit enim ut basis, seu arcis, seu templi, quae sola nunc caeteris super aedificationibus dirutis videtur, ex rescissis a summo vertice frag-mentis, subfirmata et substrata extaret» [Ya que se ha de mirar que comence-mos aquello que teniendo cuenta con la dignidad se ha hecho con poco gasto y trabajo, y por ventura aprovechará cortar una parte de lo alto, y hacer poyo en la parte costeada, la cual cosa hizo muy bien el bien aconsejado architecto, cualquiera que él se fue, acerca de Alatro ciudad de Campania puesta en un monte de piedra, porque procuró que la basis, o del alcázar, o del templo, que ahora se vee estando derribados los demás edificios, fuese murada y fortificada por lo bajo con los pedazos cortados de lo alto]. 70 Antonio Heríquez Jiménez de edificios con suerte levantados, como naturaleza en un instante hizo en los riscos, por que al mundo espante21. 31 Esta verdad que cuento y os admira, que por serlo y saberla vos me atrevo, dirame alguno que es tan gran mentira como aquellas de Gaula y las de Febo. Mas si esto con razón tantea y mira, lo ha de creer, y no le será nuevo, si a Teofasto, Catón, Varrón, Vitrubio22 pasa, y las cosas que dejó el diluvio. 32 Al fin, cuando ha quedado más suspenso el pueblo del suceso referido, que si fuera el contarlo por extenso, apenas de él pudiera ser creído, oímos un terrible trueno inmenso. Y tras de él muchos con mortal ruido. Y fueron sus extremos y rumores cual mil bombardas y cien mil tambores. 21. En el libro: «perfetos», en el verso 3; va contra la rima completa con «Arquitectos» y «efectos»; «porque», en este verso 8. Leo Baptista Alberti, De re aedificatoria, Liber vi, Cap. iii: «Cumque incredibili ingeniorum copia qui in ea re exercerentur abundaret, septingentos invenio Romae una fuisse architec-tos, quos opera vix satis pro eorum meritis laudamus» [Y como abundase de increíble copia de ingenios que en aquel negocio se ejercitasen, hallo que hubo en Roma juntamente setecientos architectos, cuyas obras a penas loamos según sus merecimientos]. 22. En el verso 4 debe de estar refiriéndose a las novelas de caballería Amadís de Gaula y El caballero del Febo troyano. Leo Baptista Alberti, De re aedificatoria, Liber ii, Cap. iv: «Atqui nos quidem in huiusmodi rebus, quae ad opus aedifi-ciorum commoda sunt, recensendis, ea referamus, quae docti veteres tradidere, praesertim Theophrastus, Aristoteles, Cato, Varro, Plinius, Vitruviusque» [Acaba-do esto vamos a lo de más, y en contar semejantes cosas que son cómmodas a la obra de los edificios, refiramos aquellas cosas que los doctos antiguos escribieron, principalmente Theophrasto, Aristóteles, Catón, Varrón, Plinio, y Vitruvio]. El volcán de La Palma de 1585 en el Pastor de Iberia, de Bernardo de la Vega 71 33 Jamás lo apatecí, ni lo apetezco, contar sucesos que increíbles fueron. Y aquí forzado a la verdad me ofrezco, pues de ella cuatro mil testigos fueron. Y los truenos en nada no encarezco, aunque preñadas del rumor movieron, y así nos pareció cosa ordinaria decirnos que se oyeron en Canaria. 34 El estrépito arroja piedra mucha, tan grande de cuanto digna del estruendo, y el que las vee, y el estallido escucha, sabrá lo que hay en Flegetón horrendo. Una que cae con la que sube lucha, y a Elisio vuelve, y van dos mil subiendo; que su vista quitara la codicia del obelisco, Clusio y de Foenicia23. 35 Destas piedras pudiera el egipciano hacer estatuas de grandeza rara. 23. En el libro: «Ovelisco». Leo Baptista Alberti, De re aedificatoria, Liber viii, Cap. iii: «Et certe portenta illa operum, quae sibi Aegyptii astruxere, ipsis quo superis ingrata detestor, quandoquidem illorum nemo in tam fastuosissi-mis sepulchris humatus sit. Laudabunt fortassis alii nostros Hetruscos quod Aegyptiis in magnificentia operum similium non multo cesserint, atque inter caeteros Porsennam, qui quidem sub urbe Clusio sibi sepulchrum condidit la-pide quadrato, in cuius basi alta pedes quinquagenos labyrinthus fuerit penitus inextricabilis, et supra id pyramides surgebant quinque singulae singulis an-gulis, una in medio» [Y cierto aquellos monstruos de obras de los Egypcios se fabricaron los abomino por ingratos, aun a los mismos dioses, pues que nadie de ellos fue enterrado en sepulcros de tan demasiado gasto. Por ventura otros loarán a nuestros Toscanos, que no dieron a los Egypcios mucha ventaja en la magnificencia de semejantes obras, y entre los demás a Porsenna, que en bajo de la ciudad de Clusio se fabricó un sepulcro de piedra cuadrado, en cuya basa alta por cincuenta pies hubo un laberintho que no se podía de él salir en ma-nera alguna, y sobre él se levantaban cinco pyrámides, una en cada ángulo, otra en el medio]. 72 Antonio Heríquez Jiménez También el César para el Dios tirano, pues no en Tebaide aquí mayor la hallara. El tronar crece, y dice el pueblo insano: «¡Quién de aquí se saliera, aunque habitara en medio de los yelos de Alemania, o en los truenos terribles de Campania!»24. 36 Y en un instante la crecida tierra, y aquellos edificios de la roca, ya celebrados de una y otra sierra, sucintamente y con industria poca, allá en el centro húndese, y encierra. Y en todo su lugar abrió una boca tan grande y espantable, que al profundo casi por ella puede entrar el mundo. 37 Aquellas islas de Hélide y Bura25 no tan veloces desaparecieron, 24. Leo Baptista Alberti, De re aedificatoria, Liber ii, Cap. ii: «Heliogabali prodigiosam insolentiam quis non detestabitur. Cogitarat enim columnam po-nere ingentem, per quam intrinsecus ad summum conscenderetur, ut illic He-liogabalum deum, cui esset initiatus, locaret, sed non invento tam vasto saxo, conquisito usque ad Thebaidem, destitit» [¿Quién no abominará la soberbia prodigiosa de Heliogábalo?, que había determinado de poner una grandísima columna, por la cual por de dentro se subiese a lo más alto, para que allí se pu-siese el Dios Heliogábalo, al cual fuese consagrada. Pero no fue hallada piedra tan demasiadamente grande, aunque fue buscada hasta Thebayde, y ansí se dejó dello]. En el libro: «campania», en este v. 8. 25. Para esta octava 37 y las siguientes, véase Leo Baptista Alberti, De re aedificatoria, Liber x, Cap. i: «Adde casus repentinos incendiorum, adde ful-gura, terraemotus, et aquarum impetus atque inundationes, et quae multa in dies prodigiosa naturae vis possit afferre, inaudita, insperata, incredibilia, qui-bus omnis bene deducta ratio architecti vitietur arque disturbetur. Athlantem insulam Epyro non minorem evanuisse aiebat Plato. Ex historiis accepimus Buram, Helidemque alteram hiatu, alteram undis deletam fuisse, Tritonida-mque paludem e vestigio disparuisse. Et contra apud Argos subito exundasse paludem Stymphalidam, apudque Teramenem repente insulam cum aquis calidis excrevisse. Et ex pelago inter Thyresiam et Theram prorupisse flam- El volcán de La Palma de 1585 en el Pastor de Iberia, de Bernardo de la Vega 73 cual estos montes, pues con ser de altura, en pequeña distancia no los vieron. Ni aquella Talantea se apresura, como estos riscos presurados fueron. Ni cual ellos con tal presteza corre al abismo del belga aquella torre. 38 Tras esto de cenizas y de arenas llovieron pluvias, que la tierra cubren. Y tantas fueron, que el ganado apenas los pimpollos del pasto los descubren. Después quedaron las cañadas llenas, y hasta las tejas del tejado encubren, cual la escarcha blanquea y hinche el suelo; así lo ocupa de ceniza el cielo. 39 Diversos días menudea y llueve, volviendo en ellos a exhalar el humo. Y mi lengua a contarlo no se atreve, aunque más diga, de lo que presumo. Todas las calles nos parecen nieve, el cielo pez, y en esto me resumo mam, qua totum mare integros dies quattuor aestuans ardensque reddiderit, subinde insulam emersisse stadiorum duodecim, in qua Rhodii templum tu-tori Neptuno aedificarint» [Añadí los casos repentinos de los incendios, y de los rayos, terremotos y ímpetos, y avenidas de aguas, y las muchas cosas que cada día podría traer la fuerza de la natura, nunca oídas ni esperadas, y increí-bles, con las cuales toda razón bien guiada de el architecto se vicia y estorba. Platón decía que se había desaparecido la isla Athalantea, que no era menor que Epyro. De las historias hemos sabido que Bura y Helide se deshicieron, la una con abrirse la tierra, y la otra con las olas, y que la laguna Trithónida en un instante se desapareció, y que por el contrario junto a los Argivos súbitamente apareció la laguna Stinfálida, y que junto a Theramenes de repente creció una isla con aguas calientes, y que de la mar entre Tyresia y Thera salió llama, la cual por cuatro días enteros volvió la mar hirviente y ardiendo, y que ahí remaneció una isla de doce estadios, en la cual los de Rhodas edificaron un templo a Neptuno su defensor]. 74 Antonio Heríquez Jiménez en deciros que tanto se extendieron, que en la Isla del Hierro se cogieron. 40 Ya la mucha llovida tiene ciego el horizonte, y a la gente ciega, cuando arroja la boca a llamas fuego, que la más baja hasta Cintio llega26. Y tras de ellas echaba piedra luego tan alto, que la vista al mundo niega. No son tan grandes como las primeras, aunque son como casas las postreras. 41 Las llamas que a Sibarita encendieron27, y aquella grande que abrasó la Grecia, y las que en Delfos a su templo ardieron, y aquellas que encarece Flegia y Presia, una centella del que pinto fueron, pues tala el monte, abrásalo, y desprecia. Si de pórfido fuera, y serpentino, también lo ardiera cual sabina y pino. 26. «Cintio», uno de los nombres de Apolo, el sol, por el lugar de su nacimiento, el Monte Cintio de Delos. 27. En el libro: «Sivarita», en este v. 1. «Presia», en el verso 4: no rima com-pletamente con «Grecia» y «desprecia» («Precia» era una hermosa y deshonesta mujer romana que hizo lo que quiso de Cetego). «sevina», en el verso 8. Leo Baptista Alberti, De re aedificatoria, Liber i, Cap. vi: «An id absque loci illius fortuna factum est apud Delphos, ut templum a Flegia prius incensum, tertio item Sillae temporibus ardere. Quid et Capitolium, quoties arsit quoties flagra-vit. Sibaritensium urbs cum iterum atque iterum vexata, et rursus destituta, et rursus deleta extitisset, postremo etiam deserta mansit» [por ventura aquello hízose cerca de Delphos sin la fortuna del lugar, que el templo primero encen-dido por Flegia ardiese tercera vez en los tiempos de Sylla? ¡Qué diré del Capi-tolio cuántas veces ardió, y levantó llama! La ciudad de los Sibaritas cómo una vez y otra fuese fatigada, y otra vez desamparada, y otra vez tornada a destruir, finalmente vino a quedar desierta]. El volcán de La Palma de 1585 en el Pastor de Iberia, de Bernardo de la Vega 75 42 Deste volcán (al que lo vee increíble) contaros su aspereza no me atrevo, que su mucha grandeza es imposible decírosla, aunque halle estilo nuevo28. No le llega el Estrómbalo en terrible, ni Mongibel, Masaya, ni Vecevo. Si Plinio viendo el otro no muriera, por ver aqueste treinta vidas diera. 43 Extiéndense las llamas infelices, aun sin ser de los vientos compelidas. Y por ellas los ánimos felices de suspensos no curan de sus vidas, porque las grandes que metió Cambises en Egipto no fueron tan crecidas; pues en estas se vieran las del carro29 mal regido del ánimo bizarro. 44 Una quebrada hizo allí una grieta, donde un olor tan malo se recoge, que más con él que con la vil saeta de pestilencias Cloto vidas coge30. Y su tierra amarilla, verde y prieta al cuerpo hincha, y en muriendo encoge. Y los que al sitio los guió la suerte, en la casa quedaron de la muerte. 28. En el libro: «deziros la», al inicio de este verso 4. En el libro: «Estrom-balo »; es el volcán Estrómboli, situado en la isla del mismo nombre, en el mar Tirreno, al norte de Sicilia. El Mongibelo es el Etna, volcán de Sicilia. El volcán Masaya, en Nicaragua, erupcionó en 1529. «Vezevo», en el verso 6, debe refe-rirse al «Vesuvio» / «Vesubio». 29. En el libro: «Carro»; se refiere al del sol, regido por Faetón. 30. Cloto era la más joven de las Moiras. 76 Antonio Heríquez Jiménez 45 Ni la peste de Locro, o la de Pera31, ni la que en Babilonia causó el arca, no fue cual esta, pues la sed más fiera más que esotras mitiga de la Parca. No hay ave que no caiga al vuelo y muera, ni ganados de los que el sitio abarca, si Cutrón situada allí estuviera, libre de peste como fue no fuera. 46 Yo tengo por prudente al que se excusa en tomar que decir cuento a su cargo, si tiene como yo lengua confusa. Pero al fin me mandastes sin embargo; y cual si fuera singular, difusa agora la atención pido, y encargo, y oiréis lo que jamás se oyó, que admira a cuanto Timbrio en su carrera mira. 47 Aquellas seis, y esotra de Artemisa32, y lo que al chino mil millones cuesta, son todas vistas de donaire y risa, al parangón de lo que agora resta. Ningún misterio con aqueste frisa, ni cosa ha habido, ni habrá cual esta. 31. Leo Baptista Alberti, Liber i, Cap. v: «Locris et Crotonae numquam fuisse pestem referunt. In insula Cretae nullum nocuum versari animal. Apud Gallias raro visum iri monstrum annotarunt» [En Locro o en Crotón, dicen nunca haber habido peste, y que en la isla de Candia no anda ningún animal dañoso, y notaron que en Francia raras veces se ha visto nacer monstro]. 32. Leo Baptista Alberti, Liber ii, Cap. ii: «At regina Cariae Artemisiam contra non vitupero, quae amantissimo et dignissimo viro sepulchrum condidit magnificentissimum, quamvis quoque in his modestiam probem» [Y por el contrario no vitupero a Artemysia, reyna de Caria, porque edificó un magnifi-centísimo sepulcro a su muy amado y digno marido, aunque también en estas cosas apruebo la modestia] (se habla de varios ejemplos de edificaciones muy costosas entre los romanos). El volcán de La Palma de 1585 en el Pastor de Iberia, de Bernardo de la Vega 77 Y así, por verla, aquel marqués hispano se dio la muerte con su propria mano. 48 Y es esta. De la boca revertieron piedras ardiendo en fuegos espantosos. Y en tanta multitud salen, que hicieron de fuego siete ríos caudalosos. Poco a poco, de allí a la mar corrieron, aunque los dos con furia presurosos. Mas, antes que corriesen, ocuparon tres leguas, cuando luego rebosaron. 49 Ni la creciente del Callao de Lima, ni aquella antigua de la antigua Lorca, ni la soberbia, que llorando intima el isleño infelice de Mallorca, no como aquesta aflige, ni lastima; pues digo al del Fayal, y al de Menorca33, 33. La islas Azores forman tres grupos separados: el primero comprende las islas de Santa María, San Miguel y las Hormigas; el segundo, las de Terceira, Graciosa, San Jorge, Pico y Fayal; el tercero, las de Corvo y Flores. En la obra del jesuita Atanasio Kircher, Mundus subterraneus (1665), se lee: «In Azoribus Insulis, Mons spectatur, paris cum Pico Canariarum altitudinis, ab incolis Pico de Fayal de S. Georgio nuncupatus; habet is Insulas circumsitas, quarum quae Terzera dicitur, et S. Michaëlis, olim in pluribus locis et rupibus ignem eructas-se feruntur, frequentibusque terraemotibus concutiuntur, qui ante vicennium circiter, universam Insulam ita concusserunt, ut pene tota in abyssum ierit» (sigue una relación de los jesuitas de los terremotos del 26 de junio de 1638 en la isla de San Miguel). En las págs. 274-275 del tomo ii de la Historia natu-ral, general y particular, escrita en francés por el Conde de Buffon... y traducida por D. Joseph Clavijo y Fajardo... (Madrid, 1786; este texto se encuentra en el tomo I de la ed. francesa, de 1761), se lee: «Otro terremoto hubo en el año de 1591, que principió el día 26 de Julio, y duró en la isla de San Miguel hasta el 12 de Agosto siguiente: Tercera y Fayal fueron agitadas a la mañana siguiente con tanta violencia que parecía daban vueltas; pero estas horribles conmociones solo se repitieron allí cuatro veces, en lugar de que no cesaron un instante en más de 15 días en San Miguel, cuyos habitantes, habiendo abandonado sus casas, que veían caer, pasaron todo aquel tiempo expuestos a las injurias del aire» (el texto está 78 Antonio Heríquez Jiménez que lo más que las aguas allí hicieron acá en lo menos de las llamas vieron. 50 Tendrán de longitud tres leguas largas, porque tanto del mar la boca dista; de latitud, pues la verdad me encargas, uno cien pies medido por la vista. Ni aquellas brasas a la gente amargas, ni a su curso no hay breña que resista, pues si le llega, hace cualquier monte más mudanzas que el mar de Negroponte34. 51 Estos ríos que manan del Averno, de las aguas que beben los dañados, parece industria del profundo infierno, pues fueron siete, y siete los pecados; y que en ellos está el quebranto eterno, y en la hondura, y ser proporcionados; que en los fosos de Nero y de Artajerjes metió aquel fuego de los templos Jerjes. tomado de la pág. 325 del tomo i de la Histoire générale des Voyages... de l’Abbé Prevost, La Haya, 1747, libro ii, Voyages des anglois aux Indes Orientales, cap. xv): «Plusieurs Vaisseaux de ses Flottes, qui n’avoient pas cessé de croiser aux environs des Isles Açores, se ressentirent de l’effroiable orage qui menaça toutes ces Isles de leur ruine. Il commença le 26 du mois de Juillet par un tremble-ment de terre, qui dura dans l’Isle de Saint-Michel jusqu’au douze du mois suivant. Tercère et Fyal [sic] furent agitées le lendemain avec tant de violence, qu’elles paroissoient tourner. Mais ces affreuses secousses n’y recommencèrent que quatres fois, au lieu qu’à Saint-Michel, elles ne cessèrent point un moment pendant plus de quinze jours. Les Insulaires ayant abandonné leurs maisons, qui tomboient d’elles-mêmes à leurs yeux, passèrent tout ce tem[p]s exposés aux injures de l’air». Según esta noticia, El pastor de Iberia se pudo terminar de escribir por los meses de julio-agosto de 1591, a pesar de la fecha de la licencia y privilegio, 17 de marzo de 1591, firmada por Pedro de Padilla. 34. Leo Baptista Alberti, Liber x, Cap. x: «Calchidicum mare singulos per dies sexies alternat fluctus» [El mar de Negroponte varía sus mareas seis veces al día]. El volcán de La Palma de 1585 en el Pastor de Iberia, de Bernardo de la Vega 79 52 De la mar media legua se juntaron, y todos juntos otro mar hicieron. Y con ella la tierra la abrasaron, y los riscos en brasas convirtieron. Sierras bien grandes al profundo echaron, y fueron tantas, que la balsa hincheron, con haber por allí sesenta brazas, y aun cuatro más, por ser medida a brazas. 53 A distancia bien larga el mar sagrado se calienta, se abrasa, quema y arde. Y cual junto al de Tera está inflamado35 por la mañana, por la noche y tarde. Cocido a bandas vimos el pescado en orden puesto cual regido alarde, cuyas grandes cabezas sobreaguadas parecían limpísimas celadas. 54 Al fin el tiempo (que por todo rompe) la muchedumbre de los peces daña, y el mucho fuego el agua no corrompe, pero abrasa y consume cuanto baña. Nadie pece no coge, ni interrompe las bandas, con poder, sin red, ni caña, de manera que a todos parecieron los que en Siria y su estanque prohibieron. 55 Y a inquirir los curiosos el extremo se embarcaron en una hermosa barca. Mas presto dice cada cual: «Yo temo el rigor de los filos de la Parca». Vuélvense a tierra asiendo diez de un remo; cual mojado, cual muerto desembarca, 35. En el libro: «Thera». 80 Antonio Heríquez Jiménez antes que el agua su vivir limite, pues el barco lo abrasa y lo derrite. 56 Otras sesenta sobre la mar crece un ribazo de piedras y fajina, cuya vista extremada le apatece al alma, que a gozarlo se avecina. Por una parte hasta Anfriso crece una labrada y bien lustrosa esquina, cuyas piedras parecen, y labores, de la iris tomadas las colores36. 57 Por donde corren, por allí crecieron el peñasco, las piedras bien diversas, y con el fuego todas se volvieron de colores purísimas y tersas. El mar estas lindezas impidieron de la suerte que al Tíguiris los persas37, por cuya causa ya la gente olvida los muertos y peligros de la vida. 58 Después aquellas piedras que volaron, la gente a voces altas apregona que eran de Mina, porque las hallaron38 36. En el libro: «Yris». 37. En el libro: «percas» (va contra la rima completa con «diversas» y «ter-sas »). Leone Baptista Alberti, De re aedificatoria, Liber x, Cap. 1: «Persae, iactis cataractis, fluvium impedierant Tygrim, ne qua posset navis hostiliter ascen-dere. Eas Alexander, quod esse animi opus diceret ignavi, diruit» [Los Persas habían impedido el río Tygris con ciertos impedimentos que echaron para que ningún navío enemigo pudiese subir por alguna parte, los cuales deshizo Ale-jandro, diciendo que era de ánimo flojo]. 38. Leone Baptista Alberti, De re aedificatoria, Liber iv, Cap. 6: «Mina rex, cum ad Memphim pontem facere instituisset, Nilum deduxit alio per montes, absolutoque opere suum in alveum restituit» [El rey Mina como determinase de hacer puente junto a Memphis, guio el Nilo a otra parte por los montes, y acabada la obra restituyole en su madre]. Liber ii, Cap. xi: «Quid illud? Ex El volcán de La Palma de 1585 en el Pastor de Iberia, de Bernardo de la Vega 81 pintadas como aquellas de Verona. Todos la pena en gloria conmutaron, y cada cual la voz de gozo entona, porque tras del pesar es argumento dar más gusto cualquier contentamiento. 59 Unas grandes quedaron inflamadas cien pasos de la boca, y relucían, porque se vieron como el sol doradas, y aun ellas con sus rayos competían. Y las gentes de verlas admiradas dicen ser oro, y aun también decían que pudiera hacer de aquel tesoro Osíredes aquellos templos de oro39. 60 Que no las tomen sobre graves penas mandaron las justicias con pregones. Empero algunos de las horas buenas gozaron como aquellas de pasiones, agro Veronensi in dies colliguntur saxa coelo strata signo quinquefolio, certis et comparibus lineis aptissime perscripta, atque bellisime imbricata naturae arte admirabili, et perfinita, ut imitari subtilitatem operis possit prorsus mortalium nemo. Et quo magis mirere nullum huiusmodi invenies lapidem, nisi inversum, impressamque signi formam obtengentem, quo facile putes naturam non admi-rationi hominum, sed sibi effinxisse tantas delitias artifitii sui» [¿Qué es aquello que en el campo de Verona se cogen cada día piedras tendidas por el suelo muy claramente escriptas, y exactamente terminadas con la figura del cinco en rama, con líneas ciertas y iguales por arte admirable de naturaleza, de tal suerte, que ningún hombre de todo punto podrá imitar la subtileza de su obra, y de lo que más te maravillarás es que ninguna piedra de estas hallarás que no esté trastornada y que no cubra la figura impresa de la imagen, para que fácilmente entiendas la naturaleza no para la admiración de los hombres, sino para sí haber pintado tantas delicadezas de su artificio?]. 39. Leone Baptista Alberti, De re aedificatoria, Liber vi, Cap. 5: «Quod si forte dabitur facultas ut possis veterem illum Osyrim imitari, quem duo condi-disse templa ferunt aurea, unum coelesti, alterum regio Iovi» [y si por ventura se te da facultad que puedas imitar aquel antiguo Osírides, el cual dicen haber fabricado dos templos de oro, uno a Júpiter Celeste, y otro a Júpiter real]. 82 Antonio Heríquez Jiménez salen a excusas con las manos llenas de los muchos guijarros y terrones. Mas largo tiempo el gozo no lo sufre del desengaño de la piedra azufre40. 61 Y por que más de regocijo abunden de codicia los ánimos movidos, muchas de aquellas en el fuego funden con tantos gustos mal encarecidos. Mas por que luego en desplacer abunden, dando a las piedras muchos estrallidos41, cuando a la fuerza de la llama abrieron, en azufre y escoria se volvieron- 62 Al fin, sobre la boca un templo grave está con terriblísimas colunas, que en media milla se midió la nave para señal de míseras fortunas. El fuego es imposible que se acabe (que brota de ella), porque sale a lunas, y un cañón, que parece chimenea, con extremo grandísimo humea. 63 Cuatro meses duró lo referido, ecepto el humo, que aún agora dura. Y si lengua el deseo hubiera sido, entiendo que asombrara la pintura. Mas sospecho que fuera mal creído, a saberlo explicar, o fue ventura, que si aquello que vi decir supiera, de espanto alguno y de pavor muriera42. 40. En el libro: «Piedra çufre». 41. En el libro: «porque», en los versos 1 y 7; separo sus elementos por ir con subjuntivo con valor final. El término «estrallido», de este verso 6, se lee en Mateo Alemán (Primera parte de Guzmán de Alfarache, 1599); «Açufre», en el verso 8. 42. En el libro: «despanto», al inicio de este verso 8. El volcán de La Palma de 1585 en el Pastor de Iberia, de Bernardo de la Vega 83 64 El que a Tulio no sigue, o no le imita, yo no puedo entender por qué se atreve a contar cosas graves, que limita con estilo grosero, torpe y leve. Y aunque mi estilo las grandezas quita de lo contado, entiendo que se debe43 por el volcán (si su terror penetras) la gloria a Fénix de hallar las letras. 65 Esto es en cifra lo que habéis mandado, que un pastor como yo cuente a pastores44, y pasar no podré del bosquejado, porque no tengo finas las colores. Pero cualquiera de saber dotado, que las suyas tuviere por mejores, bien puede echar, pues solamente apunto sobre este canto llano el contrapunto. Celebraron así los versos, como el abundante ejemplificar, y los demás preceptos que los eruditos guardan. Y Ergasto (que es ajeno de lo mucho que sabe encarecer), con extremo agradado de él de su erudición, con la suya (que es la mejor del mundo), dijo que en él no se había escripto discurso más elegante, y que en él no hay un verso ni flojo, ni áspero, ni pesado, ni agudo. El de Iberia le respondió que, habiendo él tenido papeles suyos, y habiendo sido quien a España dio el orden de hacer los Heroicos, que forzado había de saber su entera razón. 43. En el libro: «porque», en el verso 2: «deve», en este verso 6 (se conserva la rima completa con «atreve» y «leve»); «Fenis», en el verso 8. 44. En el libro: «cuente Pastores». 84 Antonio Heríquez Jiménez Referencias bibliográficas Avalle-Arce, Juan Bautista. La novela pastoril española. 2.ª ed. corr. y aum. Madrid: Ediciones Istmo, 1974. Alberti, Leo Baptista. De re aedificatoria libri decem. Argentorati: excu-debat M. Jacobus Cammerlander Moguntinus, 1541. Alberto, León Baptista. Los diez libros de architectura de León Baptista Alberto. Traducidos de latín en romance, por Francisco Lozano. [Ma-drid]: En casa de Alonso Gómez, 1582. Buffon, Conde de. Historia natural, general y particular, escrita en francés por el Conde de Buffon...Traducida por D. Joseph Clavijo y Fajardo... Madrid: Viuda de Ibarra, Hijos y Compañía, 1786. Granada, Luis de. Quintus tomus concionum de tempore. Valentiae: in officina viduae Josephi de Orga, 1777. Millares Carlo, Agustín; Hernández Suárez, Manuel. Biobibliografía de escritores canarios (siglos xvi, xvii y xviii). Las Palmas de Gran Ca-naria: El Museo Canario; Mancomunidad de Cabildos de Las Palmas, Pan Cultural, v. ii, pp. 23-184. («Cairasco de Figueroa, Bartolomé»). Santiago, Miguel. «Los volcanes de La Palma (islas Canarias): datos histórico-descriptivos». El Museo Canario, n.º 75-76 (Las Palmas de Gran Canaria, 1960), ii, pp. 281-346. Skurla, Stefano. Ragusa: cenni storici. Zagabria: a spese dell’autore, 1876. Torriani, Leonardo. Descripción e historia del reino de las Islas Canarias antes Afortunadas, con el parecer de sus fortificaciones. Traducción del italiano, con introducción y notas, por Alejandro Cioranescu. Santa Cruz de Tenerife: Goya, 1959. Vega, Bernardo de la. El Pastor de Iberia compuesto por Bernardo de la Vega gentilhombre Andaluz. Dirigido a Don Juan Téllez Girón, Duque y Conde de Ureña, Camarero mayor del Rey nuestro Señor, y su Nota-rio mayor de los Reynos de Castilla. Sevilla: en casa de Juan de León, 1591.
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Título y subtítulo | El volcán de La Palma de 1585 en El pastor de Iberia, de Bernardo de La Vega (1591) |
Autor principal | Heríquez Jiménez, Antonio |
Publicación fuente | Cartas diferentes: revista canaria de patrimonio documental |
Numeración | Número 15 |
Sección | Artículos |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Breña Alta. La Palma (Santa Cruz de Tenerife) |
Editorial | Cartas diferentes ediciones |
Fecha | 2019 |
Páginas | pp. 0053-0084 |
Materias | Patrimonio documental ; Archivística ; Documentación ; Cultura ; Canarias ; Volcán de Tiuya ; La Palma ; Bartolomé de La Vega |
Enlaces relacionados | Página de la revista: http://www.cartasdiferentes.com/revista.php |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato Digital | |
Tamaño de archivo | 524.288 Bytes |
Texto | EL VOLCÁN DE LA PALMA DE 1585 EN EL PASTOR DE IBERIA, DE BERNARDO DE LA VEGA (1591) Antonio Heríquez Jiménez* Fecha recepción: 28 de abril de 2019 Fecha de aceptación: 2 de mayo de 2019 Resumen: Se presenta una descripción del volcán de La Palma de 1585, inserta en la novela pastoril El pastor de Iberia, de Bernardo de la Vega. Palabras claves: Volcán de Tiuya; La Palma; Novela pastoril; Bernardo de la Vega; Bartolomé Cairasco. Abstract: A description of the La Palma volcano of 1585 is presented, inserted in the pastoral novel El pastor de Iberia, by Bernardo de la Vega. Key words: Tiuya volcano; La Palma; Pastoral novel; Bernardo de la Vega; Barto-lomé Cairasco. En 1591 aparecía el nombre de «Bartholome de Cayrasco Cano-nigo de la Cathedral de Canaria» en un soneto preliminar de El pastor de Iberia compuesto por Bernardo de la Vega gentil hombre andaluz. El soneto es presentado por Hernández Suárez y Milla-res Carlo en la página 131 de Biobibliografía de escritores canarios (siglos xvi, xvii y xviii), ii b-c (1977): «Publicado en los preliminares de El Pastor de Iberia (Sevilla, 1591), de Bernardo de la Vega. / No hemos podido ver ningún Cartas diferentes. Revista canaria de patrimonio documental, n. 15 (2019), pp. 53-84. * Licenciado en Filología Hispánica. Correo electrónico: ahenriquej@gmail. com. 54 Antonio Heríquez Jiménez ejemplar de esta rarísima obra, pero sí la copia manuscrita del siglo xviii que de la misma existe en el ms. 481 de la Biblioteca Pública de Toledo (Colección Borbón-Lorenzana). De esta copia tomamos el texto del soneto, que dice así: Versos heroicos, levantado vuelo, rara invención, sucessos excelentes, discresiones, avisos eloquentes, firme constancia, lo mejor del suelo. Pensamientos que frisan con el cielo, conceptos altos, pechos diferentes, enredos, amistad, almas ardientes, competencias, amor, sospecha, y celo. Cortesano lenguaje, gala, historias verdaderas de illustres y firmezas, muertes por testimonios, y miseria. Valentías que cuentan las Memorias, corazones gallardos, y proezas canta Filardo en su Pastor de Iberia». Juan Bautista Avalle-Arce, en la segunda edición de La novela pastoril española (1974), habla de cómo encontró la novela de Bernardo de la Vega en la biblioteca de El Escorial (con la signa-tura 22-v-39); de cómo Cervantes la descalifica en el Quijote (i, vi) y en el Viaje del Parnaso (iv, vii), y cómo por 1600 se enviaban ejemplares a México. Resume la obra del siguiente modo: «El lenguaje es malo; se truecan los tiempos de los verbos, y se encuentran solecismos. La invención corresponde al lenguaje. El pastor Filardo, que hace el primer papel en la novela, es perseguido por sospechas de asesinato; le prende el alguacil de la aldea; se libra por el favor de dos padrinos que tiene en Sevilla; se embarca El volcán de La Palma de 1585 en el Pastor de Iberia, de Bernardo de la Vega 55 en Sanlúcar; vuélvenle a prender en Canarias; vuelve a librarle otro padrino. La pastora Marfisa, amante de Filardo, hace tantos o más versos que su pastor, y este los hace llenos de erudición mi-tológica e histórica, y alegando a Platón, a Nebrija y al Concilio de Trento. (...) El despiste bucólico de Bernardo de la Vega es tan grande que lleva a sus pseudopastores a las Canarias, donde el disfraz pastoril no pasa de los nombres: Ergasto, por ejemplo, es el nombre pastoril de Bartolomé Cairasco de Figueroa, a quien Filar-do, o sea, el autor, dedica unos versos esdrújulos (“en el estilo en que Ergasto era consumado”, folio 182r). Pero el lector bien puede suponer que poco, o nada, puede quedar del mito pastoril cuando abundan las alusiones a la Inquisición, a la Real Audiencia, al Justicia Mayor y Capitán General de Canarias, a un desembarco de franceses, hay disparos de artillería, y hasta aparece “el vale-roso Diego de Arguijo, alguazil mayor de la Sancta Inquisición” (folio 189v), vale decir, el hermano del mecenas y poeta sevillano don Juan de Arguijo. Hasta hay unos pésimos versos a la muerte del ricachón Juan Antonio Corzo... Al final de la novela Filardo y Marfisa se casan... y quedan dispuestos a regresar a España. Pero no antes que Ergasto (Cairasco de Figueroa) dé un soneto a Filardo (Bernardo de la Vega) para “Don Andrés Fernández de Córdoba, del Consejo del Rey nuestro Señor en su Real Audiencia de Sevilla” (folio 227r). Razón que le sobraba tenía el cura cer-vantino para hacer quemar esta novela autobiográfica, que solo al comienzo tiene un leve barniz pastoril». Libro cuarto de El pastor de Iberia. Casi al final de Libro cuarto, y último, de El pastor de Iberia, desde la página 210v a la 222r se narra en octavas reales el suceso del volcán de La Palma de 1585. Filardo, el pastor tras el que se esconde el autor de la novela, Bernardo de la Vega, está listo para embarcarse a la isla de La Palma, libre de las acusaciones que pen-dían sobre él. De La Palma había venido a Las Palmas de Gran Ca-naria con Marquino para conseguir el favor de Ergasto, nombre que 56 Antonio Heríquez Jiménez esconde al canónigo Bartolomé Cairasco de Figueroa. Filardo se encuentra con sus amigos en el jardín del pastor Petreyo, que está cercano al del pastor Ergasto. Petreyo pide a Filardo que recuerde el «discurso» que hizo del volcán de La Palma, «cuando por ella pasó yendo a las Indias». Filardo responde que lo traía en el zurrón para leérselo a Ergasto. Al final de la lectura del «discurso», todos lo ce-lebraron, dando Ergasto su opinión favorable. Como tardó tanto la lectura, «la barca» salió sin los dos pastores. Unas páginas más ade-lante, se despiden Filardo y «el palmífero» Marquino de sus amigos de Las Palmas, y embarcan en otro navío hacia la isla de La Palma. La extensa relación de Filardo del volcán de La Palma (65 octa-vas) coincide en muchos aspectos con la también extensa relación de Leonardo Torriani, ingeniero de fortificaciones de Felipe ii en misión por aquella época en las islas Canarias. Torriani habla del nuevo volcán «o monte Teguseo nacido», y no cita ningún topónimo de la tierra, salvo el nombre que le da al nuevo volcán, La Palma, El Hierro y Gomera. Bernardo de la Vega da el nombre de «Tiuya» (en el verso 4 de la octava 13), y nombra a las islas de La Palma, Gome-ra, El Hierro y Canaria. Casi todo el poema se llena con alusiones a autores y hechos que aparecen en el libro de Leo Baptista Alberti De re aedificatoria. El técnico Torriani cita también a autores que tratan de desastres naturales, sobre todo a Plinio; y para asuntos más filosóficos, como el de las transformaciones de la naturaleza, a Ovidio. Los dos autores necesitan acudir a escritos anteriores para convencer de lo inverosímil que parece lo que narran. Torriani ha-bla del 19 de mayo de 1585, cuando empieza a levantarse la tierra; Filardo habla de mediados de abril de 1585, de dos de la tarde a diez de la noche (octavas 3, 4 y 6), cuando hubo un temblor de tierra1. Los temblores no cesaron hasta el diez de mayo (octava 10), cuando se aumentan estos. Lo referido duró cuatro meses (octava 63). Torriani habla de que al octavo día el volcán comenzó a echar 1. Es posible, según el poema, que los temblores de tierra comenzaran en el mes de abril y que los levantamientos, o sea el volcán, se iniciaran en el mes de mayo. Viera y Clavijo dice mucho más tarde que «a quince días de abril, a las dos de la tarde, comenzó a reventar el primero volcán de la isla de La Palma». El volcán de La Palma de 1585 en el Pastor de Iberia, de Bernardo de la Vega 57 humo y materia movible; la elevación de la montaña «duró casi hasta fines de junio». Torriani habla varias veces de «grietas» y de dos grandísimas piedras que crecen al día siguiente. Filardo habla también de grietas en las octavas 11, 13 y 44. Torriani, como téc-nico, hace medidas «con un triángolo geométrico»: “el eje tenía 72 pa-sos geométricos», la superficie oeste-noroeste, «cien pasos de alto; la opuesta, 75... Los diámetros fueron de 150 pasos en la superficie alta, y de 200 en la de abajo; y su circuito medía 500 pasos»; y también Filardo: una loma de piedra roja crece «cincuenta brazas» (octava 16), luego aumenta «otras cien brazas» (octava 17), «quinientas», en la octava 24; su imaginación ve elementos alargados, como un «castillo torreado» (octava 22), «en un picacho un laberinto» (octava 27), «colunas» (octavas 29 y 62), un «gigante» (octava 28), «torres grandes» (octava 29); «dos riscos mayores» como ciudades (octava 29); describe cómo «la crecida tierra... de una y otra sierra» se hun-de en el centro, abriéndose una boca (octava 36). Torriani habla de dos torrentes de lava que van al mar; Filardo, de siete ríos de fuego (octavas 48 y 51). En ambos autores hay «truenos» y «estruendo» (octavas 8, 32, 33, 35). El archivero Miguel Santiago publica «Los volcanes de La Pal-ma (islas Canarias): datos histórico-descriptivos» en el segundo tomo del homenaje a Simón Benítez Padilla de la revista El Museo Canario, núms. 75-76, enero-diciembre 1960. Allí puede el lec-tor contrastar lo expresado en la narración en octavas de la novela de Bernardo de la Vega con lo que se dice en la «Relación del terremoto de Canarias en 1585: testimonio autorizado en Santa Cruz de la Isla de La Palma 1585». Se trata de la transcripción del manuscrito 11. 262-28 de la Biblioteca Nacional de Madrid, que contiene catorce folios. Uno de los testigos informantes es Benito Cortés de Estupiñán, al que Cairasco de Figueroa dedica una canción en esdrújulos en las Esdrujúleas del Palacio Real y de Cambridge2. El caballero Benito Cortés de Estupiñán, «de qua- 2. Recuerdo que el propio Leonardo Torriani presenta una canción en ita-liano en los preliminares de la Primera parte del Templo militante de Cairasco, 58 Antonio Heríquez Jiménez renta y tres años, poco más o menos», afirma que fue a «Tehuia» a «ver lo que era» con el ingeniero Leonardo Turriano. También se puede leer allí lo que dice Torriani del volcán en su informe para el rey, quitadas las «reminiscencias clásicas»3; y lo que dicen fray Alonso de Espinosa (hacia 1590-1594), Abreu Galindo (hacia 1592-1606), Gaspar Fructuoso (hacia 1598), y los autores de los siglos xvii-xx. Texto4 Al fin todo este día fue entretenido con excelentes versos. Y por ser muchos, aunque son buenos, no se refieren. Y en este proprio le dieron a Filardo todos los recados y despachos para casarse y para su libertad, y queriendo volverse, por el gusto que a todos daba su vista, le pidieron que aguardase unos pliegos que había de llevar a España. Aguardó el cortés pastor, y aquella tarde le convidó el discreto Petreyo5 a su jardín, que es el que sucede al de Ergasto. Fue, y con él todos sus amigos, adonde le en la ed. de 1603 (no aparece en la ed. de 1602, ni en la de 1613, ni en la de 1615): «Al canónico Bartolomeo Cairasco de Figueroa, Leonardo Torriani ingenie-ro de la Maestà Catholica del Re di Spagna». La canción se publicó también en los preliminares de la Cuarta parte del Templo militante (1614, 1615): «Leonar-do Turriano, Ingeniero general del Reino de Portugal por su Magestad. Canción en toscano, en loa del autor, y su obra». Cairasco le dedica una canción en esdrújulos en las Esdrujúleas del Palacio Real y de Cambridge. La estancia 4 comienza así: «Honraste las Canarias paseándolas. / Subiste sus historias escribiéndolas. / Trazaste el gran castillo en la eminencia. / Amistades fundaste enriqueciéndolas, / y en nuevas ocasiones confirmándolas; / con Cairasco y Cortés de permanencia». 3. El texto completo de Torriani puede leerse en la traducción al castellano que presenta Alejandro Cioranescu en Descripción e historia del Reino de las Islas Canarias..., de 1592, publicado en 1959, capítulo lxix, «Del nuevo volcán de La Palma, o monte Teguseo nacido», pp. 229-240. 4. Además de las octavas numeradas, presento los fragmentos de prosa que las preceden y siguen. Actualizo la ortografía y anoto algunos pormenores, so-bre todo de fuentes. 5. En el libro: «Petroyo» las dos veces que aparece aquí. En casos anteriores de la novela: «Petreyo». El volcán de La Palma de 1585 en el Pastor de Iberia, de Bernardo de la Vega 59 regocijaron y entretuvieron escogidamente. Y después de ha-berse holgado, le pidió Petreyo al ibero que si hacía memoria de un discurso que hizo de aquel prodigioso Volcán de la Isla de La Palma6, cuando por ella pasó yendo a las Indias, por señas que lo escribió a su persuasión, y a la de muchos que se lo pidieron. Respondió que con cuidado de leerle a Ergasto le trajo. Todos le pidieron que lo leyese, y el de Iberia sacó del zurrón el papel, y dándole con silencio los oídos dijo: 1 Si para grave proceder conviene que tenga el que recuenta grave estilo, si el que narra el discurso no previene la explicación, sin que se corte el hilo. Y si hasta llegar al fin, no tiene para contar bien afilado el filo, en balde intentará lo que, si intenta, es lícito que al medio se arrepienta. 2 Yo con dificultad oso y me atrevo delante del valor de estilos raros a pagar por humilde lo que debo, sin temor o recelo de enfadaros. Hace caer a mi obediencia el cebo, que me suele cebar con agradaros; mas cuando echardes a mis faltas culpa, obedeceros me será desculpa. 3 A ti, verdad, en mi discurso invoco, y mi lengua en la tuya se resuma, porque en la historia que recelo y toco, echar el resto de tu ser presuma. Y si en los fines pareciere poco, sabed que he dicho la verdad en suma, 6. En el libro: «Bolcan de la Isla de la Palma». El término «Bolcan» aparece siempre con «b», aquí y en las octavas 42 y 64. 60 Antonio Heríquez Jiménez pues oiréis, si me dais la oreja atenta, esperados milagros del de ochenta. 4 Cinco sobre este, oh cielo, se contaron, cuando mis ojos desdichados vieron los casos más extraños que miraron los que a vengarse del troyano fueron. Y más que los esperios, que volaron la fuerza inexpugnable, que tuvieron7 los que bebían del hermoso Dauro, a cuyos hechos ayudaba el mauro. 5 Los agüeros, prodigios y protestos, y los presagios que de Roma escriben, y lo que saben, por estar atentos, aquellos sabios que mejor perciben es sombra de los casos violentos, que en mi progreso la igualdad prohíben. Al fin siguió, cuando el abril demedia, a La Palma la mísera tragedia. 6 A las dos horas justas de la tarde, cuando reposa la cansada gente, y cuando Apolo con extremos arde, tembló la tierra con furor vehemente. El que pudiere se recele y guarde, con voces de dolor dice el prudente8, y hasta las diez se oyeron numerosos temblores inauditos y espantosos. 7. En el libro: «inexpugble». Los dos últimos versos de esta octava parecen referirse a la guerra de las Alpujarras, en el reinado de Felipe ii, contra los mo-riscos (1568-1571). Dauro es el río Darro de Granada. 8. En el libro: «di el prudente». Fray Luis de Granada, Quintus tomus concio-num de tempore, «Dominica ix post Pentecosten. Concio prima»: «et cum illa a somno excitatus vigilet, temeatque semper in vita mortem, ut mortis metum evadere possit». El volcán de La Palma de 1585 en el Pastor de Iberia, de Bernardo de la Vega 61 7 Cual la ciudad que el enemigo asalta, cogiendo los vecinos descuidados, y en sintiéndolo cual del lecho salta, y cual huye temiendo a los soldados, y cual se esconde, y cuales ven que falta el padre, y la mujer, y alborotados, cuando a buscarlos por las calles entran, a más contrarios con furor encuentran. 8 El pueblo se halló en el son horrendo, pues unos huyen de un temblor, y esotros de donde suenan más se van huyendo, y adonde paran les alcanzan otros. Y otros que corren hallan más estruendo. Y todos dicen: “Tristes de nosotros, esto al fin pareciole a mi juicio señales ciertas del final juicio”. 9 Acuden las mujeres afligidas a los templos huyendo de la furia. Y al que quiso quitar una y mil vidas a su contrario le cesó la injuria. Y ya en los mercaderes hay perdidas esperanzas del trato con Liguria. Si el pensamiento cada cual revuelve, en la muerte sus fines los resuelve. 10 Desde estos días hasta diez de mayo no cesaron los ásperos temblores; y fueron los primeros un ensayo, pues los siguientes fueron muy mayores. Nunca jamás el furibundo rayo causó en los comarcanos moradores tan gran temor, cual los temblores causa aquestos que al vivir le ponen pausa. 62 Antonio Heríquez Jiménez 11 Y en medio destas penas temerosas, hacia la parte donde el sol se pone, abrió la tierra grietas espantosas9; y aquesto al pueblo más espanto pone. Y viendo estas señales prodigiosas, a muerte cada cual más se dispone; pues son tan hondas, que hasta las avernas podrán bajar las condenadas piernas. 12 Avivan las mujeres más el llanto. Y si los padres al del hijo atienden, oyen más gritos de dolor y espanto, y más que los del hijo les suspenden. Las más honradas, sin tomar el manto, salen corriendo. Y si otras les pretenden pasar delante, con el brazo a esotras las detienen, y caen unas sobre otras. 13 Otros vienen del campo alborotados, y a voces dicen quien pudiere huya, pues vieron estos ojos desdichados todo el término hundirse de Tiuya10, 9. En el libro: «crietas». Es término que se emplea en la época. Como en la octava 13 aparece «grietas», unifico la transcripción. 10. El volcán ha sido llamado «Tehuia», «Tehuya», «Tehuja», «Tahuia», «Taju-ya », «Teguseo» y «Tiuya» (este último es el nombre que se le da en El pastor de Iberia). Es posible que Torriani adaptara a la fonética italiana el nombre abori-gen, o que tuviera en la mente los términos «Reguseo», «Raguseo», derivados del topónimo «Ragusa» (hoy Dubrovnik), ciudad-república en el golfo de Venecia, en la costa de Dalmacia. Esta ciudad sufrió un terremoto en 1536 (tomo la noticia de Stefano Skurla, Ragusa: cenni storici, Zagreb, 1876: “Chiesa di s. Sal-vatore... Fù eretto per voto fatto nell terremoto del 1536, come lo attesta l’iscrizione sovraposta alla porta d’ingresso / Ad avertendam coelestem —iram in maximo terrae tremore— hanc sacram aedem Se. Rha. vovit”). Al anotar Cioranescu el término «Teguseo» del título, observa que tal nombre «es difícil de explicar..., pues dicho nombre no consta en ninguna otra parte. Creemos en un error del ingeniero italiano. Teguseo más bien que nombre del mismo volcán de La Palma, podría ser, El volcán de La Palma de 1585 en el Pastor de Iberia, de Bernardo de la Vega 63 y las grietas tragarse los ganados, y la hacienda no preguntan cúya, cúya es no preguntan, que la hacienda conferida al vivir es menos prenda. 14 En todo aquel distrito ya no balan ganados, que ellos y la tierra verde por estas quiebras el abismo calan, sin haber de sus daños quien se acuerde. Por ellas humos con furor exhalan; y fueron tantos, que el Olimpo pierde su luz, y aun tanto su poder descubren, que el de los rayos de Titán encubren. 15 Jamás se vio la noche tenebrosa con los densos nublados negra o triste, cuando a la lumbre de la cara hermosa el toldo negro al competir resiste11, como los días desta lastimosa nueva, que al alma de tristeza viste; pues por la oscuridad hija a su madre no la conoce, ni a su hijo el padre. 16 Y cuando al humo su poder afloja, otro caso diré mayor, que espanta; y es que una loma de una piedra roja en la intención del autor, un volcán cualquiera, indicado aquí por antonomasia; pero no vemos a qué se puede referir, pues nunca hubo un volcán llamado así. Por otra parte, la identificación con Tacande no le parece posible a María Rosa Alonso (“El volcán de Tacande”, en Revista de historia [canaria], xviii (1952), pág. 238- 39). L. Bourdon [el traductor francés], pág. 130, reconoce en el nombre de Teguseo una especie de “saveur guanche très prononcée”. No estamos de acuerdo con esta impresión, no solo por la razón arriba expuesta, sino también porque es poco pro-bable que en 1585 algún palmero haya pensado en bautizar con nombre indígena una altura que antes forzosamente carecía de nombre, pues no existía». 11. En el libro: los versos 3 y 4 se encuentran entre paréntesis. 64 Antonio Heríquez Jiménez cincuenta brazas crece, y se levanta. Y en la subida con extremo arroja piedras terribles de grandeza tanta, que en su tamaño cada una agravia a las de Egipto, Lepanto y Arabia12. 17 Cuando el fin este caso le parece a la gente, y confusa de él se asombra, otras cien brazas la montaña crece, haciendo al sol por cuatro leguas sombra. Ver su altura la vista desvanece, y admírase y suspende aun quien la nombra, porque su cumbre pareció del suelo más que el Adlante sustentar el cielo. 18 Y allá en la cima de su grande altura, desde la superficie subió un pino, cuya admirable y singular pintura para el alivio del llorar convino, y casi divisamos su verdura. Y al que a verla de larga vista vino le pareció, con ser cual gruesa encina, una mata de débil clavellina. 19 Atenienses no vieron en su tierra cual aqueste espectáculo, y al punto cae con rigor, y hácese una sierra con otro monte de peñasco junto. Prócida y Laglio ninguna en sí no encierra terremoto cual este, ni a Sagunto, el Afro no causó tanto tormento, cual aquestos el fúnebre portento13. 12. En el libro: «Lefanto», por «Lephanto». 13. En el libro: el verso 5 es hipermétrico; «protento», en este verso 8; el término se usa en algunos textos de la época. Leo Baptista Alberti, De re aedi- El volcán de La Palma de 1585 en el Pastor de Iberia, de Bernardo de la Vega 65 20 En aquella de Delos quién se hallara, dice la gente, y no a este vil suplicio. Mas el que al risco dio en volver la cara en un lado vio hecho un edificio, de tal manera, que la industria rara de egipcios no lo hiciera, ni artificio cual este Senodoro, y suspendiera14 también Dionisio si el que cuento viera. ficatoria, Liber i, Cap. v: «Partem eam Italiae quae ab Algido sub Roma totum Hernicorum collium tractu ad Capuam usque est, crebris terremotibus quas-satam, et prope desolatam videmus... Apud Poetas vetus fabula est, Typhonem Prochyta insula sepultum sese sub terra commovere, ex quo fiat, ut funditus insula contremiscat. Id quidem Poetae succinere, quoniam terraemotibus insu-la, et eruptionibus vexaretur, adeo Eritrienses, et Chalcidenses habitatores olim coacti sint aufugere» [presento entre corchetes y sin comillas la traducción de Francisco Lozano, 1582: Y vemos que aquella parte de Italia que hay desde la selva del Aglio en bajo de Roma por todo el gobierno de los collados de Campa-nia hasta Capua, está atormentada con continuos terremotos y casi destruida... A cerca de los poetas es vieja fábula que Thyphón sepultado en la isla Prócida se revuelve debajo de tierra y que por esto la isla tiembla por los cimientos. Y esto han ansí contado los poetas, porque con terremototos y voquerones era molestada la isla, de suerte que los Erýthicos y Calcidienses, sus habitadores antiguos, fueron forzados a huir della]. 14. Leo Baptista Alberti, De re aedificatoria, Liber i, Cap. v: «Nam sicut sunt loca quaedam quibus inest natura occultum quidpiam, quod ad felicita-tem atque infelicitatem faciat... Delon quidem numquam fuisse terraemoti-bus vexatam, sed semper eodem mansisse saxo, cum circumvicinae terraemo-tibus ceciderint, scribit Thucydides» [Y Thucýdides escribe que Delos nunca fue fatigada de terremotos, sino que siempre ha quedado sana sobre la misma piedra, cayendo las vecinas islas con terremotos]. Sinodoro: escultor antiguo. Plinio afirma en su Historia natural, al hablar de colosos y estatuas antiguas, que Senodoro había en su tiempo superado en grandeza de estatuas a todos los demás escultores, habiendo hecho en diez años, en Auvernia, la de Mer-curio, de 300 pies de alto (Guglielmo Choul, Discorso della religione antica dei romani, 1559). Leo Baptista Alberti, Liber viii, Cap. ix: «Navalia struxit Dionysius ad portum Syracusarum partita aedificiis centum sexaginta, quibus singulis binae caperentur naves» [Dionysio fabricó estancias de navíos en el puerto de Çaragoça partidas con ciento y sesenta edificios, en cada uno de los cuales cupiesen dos navíos]. 66 Antonio Heríquez Jiménez 21 Un templo hermoso pareció en la cima tan bello, que su traza Usón no hiciera15; y como el de Ravena tiene encima hecha una taza de una piedra entera. Tres mil colunas de altitud y estima cercan el templo en torno por defuera, y entre ellas vasos de grandeza había más cuatro veces que Fitón tenía. 22 Y trayendo la vista al otro lado, vimos estar un grave Coliseo con más industria y gravedad trazado, que los antiguos que de Roma leo. Cerca de él un castillo torreado hecho a medida del mayor deseo, y en otra parte vimos dos mil gradas de las que fueron por Yolao halladas16. 15. Véase Leo Baptista Alberti, De re aedificatoria, Liber vii, Cap. ii: «Apud Foenices Usonem primum simulachra igni ventoque erexisse, et templa struxisse praedicant. Alii Dionysium cum apud Indos peregrinaretur, et nullae tum pri-mum per eas regiones essent urbes, constitutis a se oppidis adiecisse templa, et certos tradidisse cultus religionum» [Dicen que en Phenicia levantó primeramen-te Usón estatuas al fuego y al viento, y les fabricó templos; otros que Dionysio cuando caminaba por la India, y que como no hubiese ningunas ciudades por aquellas regiones, añadió a los pueblos (que él había edificado) templos, y que les dio ciertos cultos de religión]. Liber i, Cap. viii: «Sed quid ea memorem, quae sub montibus sunt apud Ravennam. Sub pomeriis nobile id delubrum, cui pro tecto integrum extat lapideum vas, tametsi a mari, et longe a montibus resideat, plus tamen quarta sui parte intra solum inmersum est vi temporum» [Pero para qué haré mención de las cosas que junto a Ravenna están so los montes debajo de los muros, aquel noble templo que por techo tiene un entero vaso, aunque está junto a la mar, y lejos de los montes, pero con la fuerza de los tiempos está hundido dentro del suelo por más de su cuarta parte]. Liber vii, Cap. iv: «Phiteon agrigen-tinus trecenta vasa lapidea in sua privata domo habuit, quorum quodque caperet amphoras centum» [Phittón Agrigentino tuvo en su casa particular trecientos vasos de piedra, en cada uno de los cuales cabían cien cántaras]. 16. En el libro: «Iolao». Leo Baptista Alberti, De re aedificatoria, Liber viii, Cap. vii: «Ferunt tamen Iolaum Iphiclei filium primum instituisse gradibus ex- El volcán de La Palma de 1585 en el Pastor de Iberia, de Bernardo de la Vega 67 23 La gente alivia su tristeza y llanto, viendo estas cosas tan extraordinarias, y en extremo le admira y pone espanto la división de ser muchas y varias. Unos dicen ser hecho por encanto, y las más opiniones ordinarias que el cielo sancto aquella traza ordena, para aliviar su desusada pena. 24 Y en el punto que a todos apetece ver al arte mostrar naturaleza, quinientas brazas la montaña crece, con más rigor, extremo y aspereza. El mundo junto en su grandeza vese17, y si viera Arquimedes su grandeza, no dijera cuál supe que decía, que a mudar todo el mundo se atrevía. 25 No creció tan veloz en Terramenes aquella isla, como aquesta sube, y al hacer el lugar votos solenes18 tructas sedes in Sardinia insula, cum ab Hercule Thespiadas accepisset» [Pero dicen que Iolao hijo de Ipsicleo primeramente instituyó asientos fabricados con gradas en la isla de Cerdeña, cuando recibió de Hércules las Tespiadas]. 17. En el libro: «vese»; no hay rima completa con «apetece» y «crece»; para que exista, hay que leer «apetese» y «crese», con seseo. Leo Baptista Alberti, De re aedificatoria, Liber vi, Cap. vi: «Istis similia fortassis intuens Archimedes, et rerum earum quas recensuimus, vim altius repetens adduci visus est ut diceret: Si tantae molis daretur basis, profecto se mundum posse pervertere» [Por ventura Archímedes viendo cosas semejantes a estas, y la fuerza de aquellas cosas que hemos dicho, repitiéndolas más profundamente, parece ser movido a decir, si le diese basis de tanta grandeza que ciertamente pudiera él transformar el mundo]. 18. En el libro: «solennes», en este v. 3; va contra la rima completa con «Te-rramenes » y «ordenes». Leo Baptista Alberti, De re aedificatoria, Liber x, Cap. i: «Et contra apud Argos subito exundasse paludem Stymphalidam, apudque Teramenem repente insulam cum aquis calidis excrevisse» [y que por el con-trario junto a los Argivos súbitamente apareció la laguna Stinfálida, y que junto a Theramenes de repente creció una isla con aguas calientes]. 68 Antonio Heríquez Jiménez por verse libre, yo presente estuve. Las mujeres decían: «Dios, no ordenes (con ronca voz, que desto dolor tuve) por nuestras culpas que cayendo el monte nos sotierre y nos hunda el horizonte». 26 Y cuando, entre temor y admiraciones, la gente absorta sus recelos piensa, buscando por el medio de oraciones a su muerte y trabajos la defensa, viendo en la cumbre nuevas invenciones, dellas quedando atónita y suspensa, crece hasta Olimpo, y baja hecha cuartos, que el menor es mayor que la de Martos. 27 Caerse abajo hasta el cielo quinto pareció la montaña en la estampida, y en seis pedazos cada cual distinto a largos trechos queda dividida. Vimos en un pichacho un laberinto, y un alcázar en otro en la subida, y en otros variables artificios, y las siete maneras de edificios. 28 Que estaba en otro cuarto, os certifico, un terrible gigante en un asiento, y de ver a su lado testifico como camellos más de mil y ciento. Y en lo alto cercaban todo el pico (que de admirado estuve más atento) estatuas muchas, cuyo ser contemplo, como Filipo las dos mil del templo19. 19. Leo Baptista Alberti, De re aedificatoria, Liber vii, Cap. x: «Apud The-mum in Aetholia, quam Philippus vastavit, fuisse in porticibus templi arma ferunt numero ultra quindecim milia, et statuas ornamenti gratia ultra duo mi- El volcán de La Palma de 1585 en el Pastor de Iberia, de Bernardo de la Vega 69 29 Quedaron en los dos riscos mayores dos ciudades grandísimas fundadas, que en la Bretaña no las hay mayores, ni las de Grecia son tan bien trazadas20. Hay torres grandes, y otras hay menores, con ventanas en proporción cuadradas, y parecen, teniendo en piedra asiento, como aquellas de Alatro de Guerguento. 30 Aquellos setecientos arquitectos que estuvieron en Roma celebrados, que, por ser en su arte más perfectos, allí de industria fueron ayuntados, no hizieran con ella los efectos lia, quas omnes Philippus confregisse refert Polybius, praeter eas, quae nomen, aut effigiem haberent deorum, et fortassis non rerum istarum magis numerus, quam rei varietas pensanda est» [En Thermo en la Etholia, que destruyó Phi-lippo, dicen que hubo en los portales del templo armas en número más de quince mil, y estatuas por causa de ornamento más de dos mil, las cuales todas refiere Polibio que las quebró Philippo, si no fue aquellas que tenían nombre o figura de dioses, y por ventura no se ha de tener en tanto el número destas cosas cuanto la variedad de la cosa]. 20. En el libro: «tambien», en este v. 4; «Gerguento», en el verso 8 debe referirse a «Agrigento». Leo Baptista Alberti, De re aedificatoria, Liber i, Cap. vii: “Hic prospitiendum est ut id aggrediamur, quod servata dignitate moderata, et modica fiat cum impensa, atque labore. Fortassis quidem conducet partem ab sublimi exscindere, et parte acclivam exaggerare. Quam rem bene consultus quisquis fuit ille architectus apud Alatrum Hernicam, urbem in saxeo monte positam, effecit. Curavit enim ut basis, seu arcis, seu templi, quae sola nunc caeteris super aedificationibus dirutis videtur, ex rescissis a summo vertice frag-mentis, subfirmata et substrata extaret» [Ya que se ha de mirar que comence-mos aquello que teniendo cuenta con la dignidad se ha hecho con poco gasto y trabajo, y por ventura aprovechará cortar una parte de lo alto, y hacer poyo en la parte costeada, la cual cosa hizo muy bien el bien aconsejado architecto, cualquiera que él se fue, acerca de Alatro ciudad de Campania puesta en un monte de piedra, porque procuró que la basis, o del alcázar, o del templo, que ahora se vee estando derribados los demás edificios, fuese murada y fortificada por lo bajo con los pedazos cortados de lo alto]. 70 Antonio Heríquez Jiménez de edificios con suerte levantados, como naturaleza en un instante hizo en los riscos, por que al mundo espante21. 31 Esta verdad que cuento y os admira, que por serlo y saberla vos me atrevo, dirame alguno que es tan gran mentira como aquellas de Gaula y las de Febo. Mas si esto con razón tantea y mira, lo ha de creer, y no le será nuevo, si a Teofasto, Catón, Varrón, Vitrubio22 pasa, y las cosas que dejó el diluvio. 32 Al fin, cuando ha quedado más suspenso el pueblo del suceso referido, que si fuera el contarlo por extenso, apenas de él pudiera ser creído, oímos un terrible trueno inmenso. Y tras de él muchos con mortal ruido. Y fueron sus extremos y rumores cual mil bombardas y cien mil tambores. 21. En el libro: «perfetos», en el verso 3; va contra la rima completa con «Arquitectos» y «efectos»; «porque», en este verso 8. Leo Baptista Alberti, De re aedificatoria, Liber vi, Cap. iii: «Cumque incredibili ingeniorum copia qui in ea re exercerentur abundaret, septingentos invenio Romae una fuisse architec-tos, quos opera vix satis pro eorum meritis laudamus» [Y como abundase de increíble copia de ingenios que en aquel negocio se ejercitasen, hallo que hubo en Roma juntamente setecientos architectos, cuyas obras a penas loamos según sus merecimientos]. 22. En el verso 4 debe de estar refiriéndose a las novelas de caballería Amadís de Gaula y El caballero del Febo troyano. Leo Baptista Alberti, De re aedificatoria, Liber ii, Cap. iv: «Atqui nos quidem in huiusmodi rebus, quae ad opus aedifi-ciorum commoda sunt, recensendis, ea referamus, quae docti veteres tradidere, praesertim Theophrastus, Aristoteles, Cato, Varro, Plinius, Vitruviusque» [Acaba-do esto vamos a lo de más, y en contar semejantes cosas que son cómmodas a la obra de los edificios, refiramos aquellas cosas que los doctos antiguos escribieron, principalmente Theophrasto, Aristóteles, Catón, Varrón, Plinio, y Vitruvio]. El volcán de La Palma de 1585 en el Pastor de Iberia, de Bernardo de la Vega 71 33 Jamás lo apatecí, ni lo apetezco, contar sucesos que increíbles fueron. Y aquí forzado a la verdad me ofrezco, pues de ella cuatro mil testigos fueron. Y los truenos en nada no encarezco, aunque preñadas del rumor movieron, y así nos pareció cosa ordinaria decirnos que se oyeron en Canaria. 34 El estrépito arroja piedra mucha, tan grande de cuanto digna del estruendo, y el que las vee, y el estallido escucha, sabrá lo que hay en Flegetón horrendo. Una que cae con la que sube lucha, y a Elisio vuelve, y van dos mil subiendo; que su vista quitara la codicia del obelisco, Clusio y de Foenicia23. 35 Destas piedras pudiera el egipciano hacer estatuas de grandeza rara. 23. En el libro: «Ovelisco». Leo Baptista Alberti, De re aedificatoria, Liber viii, Cap. iii: «Et certe portenta illa operum, quae sibi Aegyptii astruxere, ipsis quo superis ingrata detestor, quandoquidem illorum nemo in tam fastuosissi-mis sepulchris humatus sit. Laudabunt fortassis alii nostros Hetruscos quod Aegyptiis in magnificentia operum similium non multo cesserint, atque inter caeteros Porsennam, qui quidem sub urbe Clusio sibi sepulchrum condidit la-pide quadrato, in cuius basi alta pedes quinquagenos labyrinthus fuerit penitus inextricabilis, et supra id pyramides surgebant quinque singulae singulis an-gulis, una in medio» [Y cierto aquellos monstruos de obras de los Egypcios se fabricaron los abomino por ingratos, aun a los mismos dioses, pues que nadie de ellos fue enterrado en sepulcros de tan demasiado gasto. Por ventura otros loarán a nuestros Toscanos, que no dieron a los Egypcios mucha ventaja en la magnificencia de semejantes obras, y entre los demás a Porsenna, que en bajo de la ciudad de Clusio se fabricó un sepulcro de piedra cuadrado, en cuya basa alta por cincuenta pies hubo un laberintho que no se podía de él salir en ma-nera alguna, y sobre él se levantaban cinco pyrámides, una en cada ángulo, otra en el medio]. 72 Antonio Heríquez Jiménez También el César para el Dios tirano, pues no en Tebaide aquí mayor la hallara. El tronar crece, y dice el pueblo insano: «¡Quién de aquí se saliera, aunque habitara en medio de los yelos de Alemania, o en los truenos terribles de Campania!»24. 36 Y en un instante la crecida tierra, y aquellos edificios de la roca, ya celebrados de una y otra sierra, sucintamente y con industria poca, allá en el centro húndese, y encierra. Y en todo su lugar abrió una boca tan grande y espantable, que al profundo casi por ella puede entrar el mundo. 37 Aquellas islas de Hélide y Bura25 no tan veloces desaparecieron, 24. Leo Baptista Alberti, De re aedificatoria, Liber ii, Cap. ii: «Heliogabali prodigiosam insolentiam quis non detestabitur. Cogitarat enim columnam po-nere ingentem, per quam intrinsecus ad summum conscenderetur, ut illic He-liogabalum deum, cui esset initiatus, locaret, sed non invento tam vasto saxo, conquisito usque ad Thebaidem, destitit» [¿Quién no abominará la soberbia prodigiosa de Heliogábalo?, que había determinado de poner una grandísima columna, por la cual por de dentro se subiese a lo más alto, para que allí se pu-siese el Dios Heliogábalo, al cual fuese consagrada. Pero no fue hallada piedra tan demasiadamente grande, aunque fue buscada hasta Thebayde, y ansí se dejó dello]. En el libro: «campania», en este v. 8. 25. Para esta octava 37 y las siguientes, véase Leo Baptista Alberti, De re aedificatoria, Liber x, Cap. i: «Adde casus repentinos incendiorum, adde ful-gura, terraemotus, et aquarum impetus atque inundationes, et quae multa in dies prodigiosa naturae vis possit afferre, inaudita, insperata, incredibilia, qui-bus omnis bene deducta ratio architecti vitietur arque disturbetur. Athlantem insulam Epyro non minorem evanuisse aiebat Plato. Ex historiis accepimus Buram, Helidemque alteram hiatu, alteram undis deletam fuisse, Tritonida-mque paludem e vestigio disparuisse. Et contra apud Argos subito exundasse paludem Stymphalidam, apudque Teramenem repente insulam cum aquis calidis excrevisse. Et ex pelago inter Thyresiam et Theram prorupisse flam- El volcán de La Palma de 1585 en el Pastor de Iberia, de Bernardo de la Vega 73 cual estos montes, pues con ser de altura, en pequeña distancia no los vieron. Ni aquella Talantea se apresura, como estos riscos presurados fueron. Ni cual ellos con tal presteza corre al abismo del belga aquella torre. 38 Tras esto de cenizas y de arenas llovieron pluvias, que la tierra cubren. Y tantas fueron, que el ganado apenas los pimpollos del pasto los descubren. Después quedaron las cañadas llenas, y hasta las tejas del tejado encubren, cual la escarcha blanquea y hinche el suelo; así lo ocupa de ceniza el cielo. 39 Diversos días menudea y llueve, volviendo en ellos a exhalar el humo. Y mi lengua a contarlo no se atreve, aunque más diga, de lo que presumo. Todas las calles nos parecen nieve, el cielo pez, y en esto me resumo mam, qua totum mare integros dies quattuor aestuans ardensque reddiderit, subinde insulam emersisse stadiorum duodecim, in qua Rhodii templum tu-tori Neptuno aedificarint» [Añadí los casos repentinos de los incendios, y de los rayos, terremotos y ímpetos, y avenidas de aguas, y las muchas cosas que cada día podría traer la fuerza de la natura, nunca oídas ni esperadas, y increí-bles, con las cuales toda razón bien guiada de el architecto se vicia y estorba. Platón decía que se había desaparecido la isla Athalantea, que no era menor que Epyro. De las historias hemos sabido que Bura y Helide se deshicieron, la una con abrirse la tierra, y la otra con las olas, y que la laguna Trithónida en un instante se desapareció, y que por el contrario junto a los Argivos súbitamente apareció la laguna Stinfálida, y que junto a Theramenes de repente creció una isla con aguas calientes, y que de la mar entre Tyresia y Thera salió llama, la cual por cuatro días enteros volvió la mar hirviente y ardiendo, y que ahí remaneció una isla de doce estadios, en la cual los de Rhodas edificaron un templo a Neptuno su defensor]. 74 Antonio Heríquez Jiménez en deciros que tanto se extendieron, que en la Isla del Hierro se cogieron. 40 Ya la mucha llovida tiene ciego el horizonte, y a la gente ciega, cuando arroja la boca a llamas fuego, que la más baja hasta Cintio llega26. Y tras de ellas echaba piedra luego tan alto, que la vista al mundo niega. No son tan grandes como las primeras, aunque son como casas las postreras. 41 Las llamas que a Sibarita encendieron27, y aquella grande que abrasó la Grecia, y las que en Delfos a su templo ardieron, y aquellas que encarece Flegia y Presia, una centella del que pinto fueron, pues tala el monte, abrásalo, y desprecia. Si de pórfido fuera, y serpentino, también lo ardiera cual sabina y pino. 26. «Cintio», uno de los nombres de Apolo, el sol, por el lugar de su nacimiento, el Monte Cintio de Delos. 27. En el libro: «Sivarita», en este v. 1. «Presia», en el verso 4: no rima com-pletamente con «Grecia» y «desprecia» («Precia» era una hermosa y deshonesta mujer romana que hizo lo que quiso de Cetego). «sevina», en el verso 8. Leo Baptista Alberti, De re aedificatoria, Liber i, Cap. vi: «An id absque loci illius fortuna factum est apud Delphos, ut templum a Flegia prius incensum, tertio item Sillae temporibus ardere. Quid et Capitolium, quoties arsit quoties flagra-vit. Sibaritensium urbs cum iterum atque iterum vexata, et rursus destituta, et rursus deleta extitisset, postremo etiam deserta mansit» [por ventura aquello hízose cerca de Delphos sin la fortuna del lugar, que el templo primero encen-dido por Flegia ardiese tercera vez en los tiempos de Sylla? ¡Qué diré del Capi-tolio cuántas veces ardió, y levantó llama! La ciudad de los Sibaritas cómo una vez y otra fuese fatigada, y otra vez desamparada, y otra vez tornada a destruir, finalmente vino a quedar desierta]. El volcán de La Palma de 1585 en el Pastor de Iberia, de Bernardo de la Vega 75 42 Deste volcán (al que lo vee increíble) contaros su aspereza no me atrevo, que su mucha grandeza es imposible decírosla, aunque halle estilo nuevo28. No le llega el Estrómbalo en terrible, ni Mongibel, Masaya, ni Vecevo. Si Plinio viendo el otro no muriera, por ver aqueste treinta vidas diera. 43 Extiéndense las llamas infelices, aun sin ser de los vientos compelidas. Y por ellas los ánimos felices de suspensos no curan de sus vidas, porque las grandes que metió Cambises en Egipto no fueron tan crecidas; pues en estas se vieran las del carro29 mal regido del ánimo bizarro. 44 Una quebrada hizo allí una grieta, donde un olor tan malo se recoge, que más con él que con la vil saeta de pestilencias Cloto vidas coge30. Y su tierra amarilla, verde y prieta al cuerpo hincha, y en muriendo encoge. Y los que al sitio los guió la suerte, en la casa quedaron de la muerte. 28. En el libro: «deziros la», al inicio de este verso 4. En el libro: «Estrom-balo »; es el volcán Estrómboli, situado en la isla del mismo nombre, en el mar Tirreno, al norte de Sicilia. El Mongibelo es el Etna, volcán de Sicilia. El volcán Masaya, en Nicaragua, erupcionó en 1529. «Vezevo», en el verso 6, debe refe-rirse al «Vesuvio» / «Vesubio». 29. En el libro: «Carro»; se refiere al del sol, regido por Faetón. 30. Cloto era la más joven de las Moiras. 76 Antonio Heríquez Jiménez 45 Ni la peste de Locro, o la de Pera31, ni la que en Babilonia causó el arca, no fue cual esta, pues la sed más fiera más que esotras mitiga de la Parca. No hay ave que no caiga al vuelo y muera, ni ganados de los que el sitio abarca, si Cutrón situada allí estuviera, libre de peste como fue no fuera. 46 Yo tengo por prudente al que se excusa en tomar que decir cuento a su cargo, si tiene como yo lengua confusa. Pero al fin me mandastes sin embargo; y cual si fuera singular, difusa agora la atención pido, y encargo, y oiréis lo que jamás se oyó, que admira a cuanto Timbrio en su carrera mira. 47 Aquellas seis, y esotra de Artemisa32, y lo que al chino mil millones cuesta, son todas vistas de donaire y risa, al parangón de lo que agora resta. Ningún misterio con aqueste frisa, ni cosa ha habido, ni habrá cual esta. 31. Leo Baptista Alberti, Liber i, Cap. v: «Locris et Crotonae numquam fuisse pestem referunt. In insula Cretae nullum nocuum versari animal. Apud Gallias raro visum iri monstrum annotarunt» [En Locro o en Crotón, dicen nunca haber habido peste, y que en la isla de Candia no anda ningún animal dañoso, y notaron que en Francia raras veces se ha visto nacer monstro]. 32. Leo Baptista Alberti, Liber ii, Cap. ii: «At regina Cariae Artemisiam contra non vitupero, quae amantissimo et dignissimo viro sepulchrum condidit magnificentissimum, quamvis quoque in his modestiam probem» [Y por el contrario no vitupero a Artemysia, reyna de Caria, porque edificó un magnifi-centísimo sepulcro a su muy amado y digno marido, aunque también en estas cosas apruebo la modestia] (se habla de varios ejemplos de edificaciones muy costosas entre los romanos). El volcán de La Palma de 1585 en el Pastor de Iberia, de Bernardo de la Vega 77 Y así, por verla, aquel marqués hispano se dio la muerte con su propria mano. 48 Y es esta. De la boca revertieron piedras ardiendo en fuegos espantosos. Y en tanta multitud salen, que hicieron de fuego siete ríos caudalosos. Poco a poco, de allí a la mar corrieron, aunque los dos con furia presurosos. Mas, antes que corriesen, ocuparon tres leguas, cuando luego rebosaron. 49 Ni la creciente del Callao de Lima, ni aquella antigua de la antigua Lorca, ni la soberbia, que llorando intima el isleño infelice de Mallorca, no como aquesta aflige, ni lastima; pues digo al del Fayal, y al de Menorca33, 33. La islas Azores forman tres grupos separados: el primero comprende las islas de Santa María, San Miguel y las Hormigas; el segundo, las de Terceira, Graciosa, San Jorge, Pico y Fayal; el tercero, las de Corvo y Flores. En la obra del jesuita Atanasio Kircher, Mundus subterraneus (1665), se lee: «In Azoribus Insulis, Mons spectatur, paris cum Pico Canariarum altitudinis, ab incolis Pico de Fayal de S. Georgio nuncupatus; habet is Insulas circumsitas, quarum quae Terzera dicitur, et S. Michaëlis, olim in pluribus locis et rupibus ignem eructas-se feruntur, frequentibusque terraemotibus concutiuntur, qui ante vicennium circiter, universam Insulam ita concusserunt, ut pene tota in abyssum ierit» (sigue una relación de los jesuitas de los terremotos del 26 de junio de 1638 en la isla de San Miguel). En las págs. 274-275 del tomo ii de la Historia natu-ral, general y particular, escrita en francés por el Conde de Buffon... y traducida por D. Joseph Clavijo y Fajardo... (Madrid, 1786; este texto se encuentra en el tomo I de la ed. francesa, de 1761), se lee: «Otro terremoto hubo en el año de 1591, que principió el día 26 de Julio, y duró en la isla de San Miguel hasta el 12 de Agosto siguiente: Tercera y Fayal fueron agitadas a la mañana siguiente con tanta violencia que parecía daban vueltas; pero estas horribles conmociones solo se repitieron allí cuatro veces, en lugar de que no cesaron un instante en más de 15 días en San Miguel, cuyos habitantes, habiendo abandonado sus casas, que veían caer, pasaron todo aquel tiempo expuestos a las injurias del aire» (el texto está 78 Antonio Heríquez Jiménez que lo más que las aguas allí hicieron acá en lo menos de las llamas vieron. 50 Tendrán de longitud tres leguas largas, porque tanto del mar la boca dista; de latitud, pues la verdad me encargas, uno cien pies medido por la vista. Ni aquellas brasas a la gente amargas, ni a su curso no hay breña que resista, pues si le llega, hace cualquier monte más mudanzas que el mar de Negroponte34. 51 Estos ríos que manan del Averno, de las aguas que beben los dañados, parece industria del profundo infierno, pues fueron siete, y siete los pecados; y que en ellos está el quebranto eterno, y en la hondura, y ser proporcionados; que en los fosos de Nero y de Artajerjes metió aquel fuego de los templos Jerjes. tomado de la pág. 325 del tomo i de la Histoire générale des Voyages... de l’Abbé Prevost, La Haya, 1747, libro ii, Voyages des anglois aux Indes Orientales, cap. xv): «Plusieurs Vaisseaux de ses Flottes, qui n’avoient pas cessé de croiser aux environs des Isles Açores, se ressentirent de l’effroiable orage qui menaça toutes ces Isles de leur ruine. Il commença le 26 du mois de Juillet par un tremble-ment de terre, qui dura dans l’Isle de Saint-Michel jusqu’au douze du mois suivant. Tercère et Fyal [sic] furent agitées le lendemain avec tant de violence, qu’elles paroissoient tourner. Mais ces affreuses secousses n’y recommencèrent que quatres fois, au lieu qu’à Saint-Michel, elles ne cessèrent point un moment pendant plus de quinze jours. Les Insulaires ayant abandonné leurs maisons, qui tomboient d’elles-mêmes à leurs yeux, passèrent tout ce tem[p]s exposés aux injures de l’air». Según esta noticia, El pastor de Iberia se pudo terminar de escribir por los meses de julio-agosto de 1591, a pesar de la fecha de la licencia y privilegio, 17 de marzo de 1591, firmada por Pedro de Padilla. 34. Leo Baptista Alberti, Liber x, Cap. x: «Calchidicum mare singulos per dies sexies alternat fluctus» [El mar de Negroponte varía sus mareas seis veces al día]. El volcán de La Palma de 1585 en el Pastor de Iberia, de Bernardo de la Vega 79 52 De la mar media legua se juntaron, y todos juntos otro mar hicieron. Y con ella la tierra la abrasaron, y los riscos en brasas convirtieron. Sierras bien grandes al profundo echaron, y fueron tantas, que la balsa hincheron, con haber por allí sesenta brazas, y aun cuatro más, por ser medida a brazas. 53 A distancia bien larga el mar sagrado se calienta, se abrasa, quema y arde. Y cual junto al de Tera está inflamado35 por la mañana, por la noche y tarde. Cocido a bandas vimos el pescado en orden puesto cual regido alarde, cuyas grandes cabezas sobreaguadas parecían limpísimas celadas. 54 Al fin el tiempo (que por todo rompe) la muchedumbre de los peces daña, y el mucho fuego el agua no corrompe, pero abrasa y consume cuanto baña. Nadie pece no coge, ni interrompe las bandas, con poder, sin red, ni caña, de manera que a todos parecieron los que en Siria y su estanque prohibieron. 55 Y a inquirir los curiosos el extremo se embarcaron en una hermosa barca. Mas presto dice cada cual: «Yo temo el rigor de los filos de la Parca». Vuélvense a tierra asiendo diez de un remo; cual mojado, cual muerto desembarca, 35. En el libro: «Thera». 80 Antonio Heríquez Jiménez antes que el agua su vivir limite, pues el barco lo abrasa y lo derrite. 56 Otras sesenta sobre la mar crece un ribazo de piedras y fajina, cuya vista extremada le apatece al alma, que a gozarlo se avecina. Por una parte hasta Anfriso crece una labrada y bien lustrosa esquina, cuyas piedras parecen, y labores, de la iris tomadas las colores36. 57 Por donde corren, por allí crecieron el peñasco, las piedras bien diversas, y con el fuego todas se volvieron de colores purísimas y tersas. El mar estas lindezas impidieron de la suerte que al Tíguiris los persas37, por cuya causa ya la gente olvida los muertos y peligros de la vida. 58 Después aquellas piedras que volaron, la gente a voces altas apregona que eran de Mina, porque las hallaron38 36. En el libro: «Yris». 37. En el libro: «percas» (va contra la rima completa con «diversas» y «ter-sas »). Leone Baptista Alberti, De re aedificatoria, Liber x, Cap. 1: «Persae, iactis cataractis, fluvium impedierant Tygrim, ne qua posset navis hostiliter ascen-dere. Eas Alexander, quod esse animi opus diceret ignavi, diruit» [Los Persas habían impedido el río Tygris con ciertos impedimentos que echaron para que ningún navío enemigo pudiese subir por alguna parte, los cuales deshizo Ale-jandro, diciendo que era de ánimo flojo]. 38. Leone Baptista Alberti, De re aedificatoria, Liber iv, Cap. 6: «Mina rex, cum ad Memphim pontem facere instituisset, Nilum deduxit alio per montes, absolutoque opere suum in alveum restituit» [El rey Mina como determinase de hacer puente junto a Memphis, guio el Nilo a otra parte por los montes, y acabada la obra restituyole en su madre]. Liber ii, Cap. xi: «Quid illud? Ex El volcán de La Palma de 1585 en el Pastor de Iberia, de Bernardo de la Vega 81 pintadas como aquellas de Verona. Todos la pena en gloria conmutaron, y cada cual la voz de gozo entona, porque tras del pesar es argumento dar más gusto cualquier contentamiento. 59 Unas grandes quedaron inflamadas cien pasos de la boca, y relucían, porque se vieron como el sol doradas, y aun ellas con sus rayos competían. Y las gentes de verlas admiradas dicen ser oro, y aun también decían que pudiera hacer de aquel tesoro Osíredes aquellos templos de oro39. 60 Que no las tomen sobre graves penas mandaron las justicias con pregones. Empero algunos de las horas buenas gozaron como aquellas de pasiones, agro Veronensi in dies colliguntur saxa coelo strata signo quinquefolio, certis et comparibus lineis aptissime perscripta, atque bellisime imbricata naturae arte admirabili, et perfinita, ut imitari subtilitatem operis possit prorsus mortalium nemo. Et quo magis mirere nullum huiusmodi invenies lapidem, nisi inversum, impressamque signi formam obtengentem, quo facile putes naturam non admi-rationi hominum, sed sibi effinxisse tantas delitias artifitii sui» [¿Qué es aquello que en el campo de Verona se cogen cada día piedras tendidas por el suelo muy claramente escriptas, y exactamente terminadas con la figura del cinco en rama, con líneas ciertas y iguales por arte admirable de naturaleza, de tal suerte, que ningún hombre de todo punto podrá imitar la subtileza de su obra, y de lo que más te maravillarás es que ninguna piedra de estas hallarás que no esté trastornada y que no cubra la figura impresa de la imagen, para que fácilmente entiendas la naturaleza no para la admiración de los hombres, sino para sí haber pintado tantas delicadezas de su artificio?]. 39. Leone Baptista Alberti, De re aedificatoria, Liber vi, Cap. 5: «Quod si forte dabitur facultas ut possis veterem illum Osyrim imitari, quem duo condi-disse templa ferunt aurea, unum coelesti, alterum regio Iovi» [y si por ventura se te da facultad que puedas imitar aquel antiguo Osírides, el cual dicen haber fabricado dos templos de oro, uno a Júpiter Celeste, y otro a Júpiter real]. 82 Antonio Heríquez Jiménez salen a excusas con las manos llenas de los muchos guijarros y terrones. Mas largo tiempo el gozo no lo sufre del desengaño de la piedra azufre40. 61 Y por que más de regocijo abunden de codicia los ánimos movidos, muchas de aquellas en el fuego funden con tantos gustos mal encarecidos. Mas por que luego en desplacer abunden, dando a las piedras muchos estrallidos41, cuando a la fuerza de la llama abrieron, en azufre y escoria se volvieron- 62 Al fin, sobre la boca un templo grave está con terriblísimas colunas, que en media milla se midió la nave para señal de míseras fortunas. El fuego es imposible que se acabe (que brota de ella), porque sale a lunas, y un cañón, que parece chimenea, con extremo grandísimo humea. 63 Cuatro meses duró lo referido, ecepto el humo, que aún agora dura. Y si lengua el deseo hubiera sido, entiendo que asombrara la pintura. Mas sospecho que fuera mal creído, a saberlo explicar, o fue ventura, que si aquello que vi decir supiera, de espanto alguno y de pavor muriera42. 40. En el libro: «Piedra çufre». 41. En el libro: «porque», en los versos 1 y 7; separo sus elementos por ir con subjuntivo con valor final. El término «estrallido», de este verso 6, se lee en Mateo Alemán (Primera parte de Guzmán de Alfarache, 1599); «Açufre», en el verso 8. 42. En el libro: «despanto», al inicio de este verso 8. El volcán de La Palma de 1585 en el Pastor de Iberia, de Bernardo de la Vega 83 64 El que a Tulio no sigue, o no le imita, yo no puedo entender por qué se atreve a contar cosas graves, que limita con estilo grosero, torpe y leve. Y aunque mi estilo las grandezas quita de lo contado, entiendo que se debe43 por el volcán (si su terror penetras) la gloria a Fénix de hallar las letras. 65 Esto es en cifra lo que habéis mandado, que un pastor como yo cuente a pastores44, y pasar no podré del bosquejado, porque no tengo finas las colores. Pero cualquiera de saber dotado, que las suyas tuviere por mejores, bien puede echar, pues solamente apunto sobre este canto llano el contrapunto. Celebraron así los versos, como el abundante ejemplificar, y los demás preceptos que los eruditos guardan. Y Ergasto (que es ajeno de lo mucho que sabe encarecer), con extremo agradado de él de su erudición, con la suya (que es la mejor del mundo), dijo que en él no se había escripto discurso más elegante, y que en él no hay un verso ni flojo, ni áspero, ni pesado, ni agudo. El de Iberia le respondió que, habiendo él tenido papeles suyos, y habiendo sido quien a España dio el orden de hacer los Heroicos, que forzado había de saber su entera razón. 43. En el libro: «porque», en el verso 2: «deve», en este verso 6 (se conserva la rima completa con «atreve» y «leve»); «Fenis», en el verso 8. 44. En el libro: «cuente Pastores». 84 Antonio Heríquez Jiménez Referencias bibliográficas Avalle-Arce, Juan Bautista. La novela pastoril española. 2.ª ed. corr. y aum. Madrid: Ediciones Istmo, 1974. Alberti, Leo Baptista. De re aedificatoria libri decem. Argentorati: excu-debat M. Jacobus Cammerlander Moguntinus, 1541. Alberto, León Baptista. Los diez libros de architectura de León Baptista Alberto. Traducidos de latín en romance, por Francisco Lozano. [Ma-drid]: En casa de Alonso Gómez, 1582. Buffon, Conde de. Historia natural, general y particular, escrita en francés por el Conde de Buffon...Traducida por D. Joseph Clavijo y Fajardo... Madrid: Viuda de Ibarra, Hijos y Compañía, 1786. Granada, Luis de. Quintus tomus concionum de tempore. Valentiae: in officina viduae Josephi de Orga, 1777. Millares Carlo, Agustín; Hernández Suárez, Manuel. Biobibliografía de escritores canarios (siglos xvi, xvii y xviii). Las Palmas de Gran Ca-naria: El Museo Canario; Mancomunidad de Cabildos de Las Palmas, Pan Cultural, v. ii, pp. 23-184. («Cairasco de Figueroa, Bartolomé»). Santiago, Miguel. «Los volcanes de La Palma (islas Canarias): datos histórico-descriptivos». El Museo Canario, n.º 75-76 (Las Palmas de Gran Canaria, 1960), ii, pp. 281-346. Skurla, Stefano. Ragusa: cenni storici. Zagabria: a spese dell’autore, 1876. Torriani, Leonardo. Descripción e historia del reino de las Islas Canarias antes Afortunadas, con el parecer de sus fortificaciones. Traducción del italiano, con introducción y notas, por Alejandro Cioranescu. Santa Cruz de Tenerife: Goya, 1959. Vega, Bernardo de la. El Pastor de Iberia compuesto por Bernardo de la Vega gentilhombre Andaluz. Dirigido a Don Juan Téllez Girón, Duque y Conde de Ureña, Camarero mayor del Rey nuestro Señor, y su Nota-rio mayor de los Reynos de Castilla. Sevilla: en casa de Juan de León, 1591. |
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