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cada negocio; y, fundamentalmente,
se da noticia de todas las empresas
que han mantenido alguna activad
en los últimos cincuenta años en Te-nerife,
la isla más importante en la
actualidad en producción editorial
dentro del archipiélago canario.
Como apuntábamos, el libro des-arrolla
también —a modo de pórti-co—
una amplia introducción don-de
se realiza un recorrido por la
evolución de la imprenta (desde la
invención de las primeras máquinas
de tipos móviles a mediados del si-glo
xv hasta la actualidad). Además,
en esta misma parte se hace men-ción
al proceso tecnológico sufrido
por otros materiales de impresión,
como el papel o las tintas. Todo ello,
unido a un prólogo de Cola Benítez,
autor que ya nos había brindado con
anterioridad publicaciones similares
centradas en su caso en la imprenta
Benítez —de cuya Casa es descen-diente
directo—, convierte este tex-to
en una valiosa herramienta para
todos los que se interesan por los as-pectos
circunscritos a este terreno.
En definitiva, nos hallamos ante
una monografía trabajada con cari-ño,
redactada con un lenguaje senci-llo
y fácil de comprender para un
tema muy concreto y técnico, y que
asimismo aporta numerosos datos
inéditos para profundizar en la evo-lución
de la industria de la impre-sión
en Tenerife. Quizá, únicamente
echemos en falta una ordenación
más diáfana en la segunda de las
partes y especialmente una mejor
distribución comercial en librerías
(un problema que no termina de
solucionarse en nuestra geografía
insular), dado que no contamos con
ninguna referencia de que el preno-tado
libro se haya puesto a la venta
fuera de contados establecimientos
librarios ubicados en Tenerife.
MANUEL POGGIO CAPOTE
CASAS PESTANA, Pedro J. de
las. La mujer palmera. Ed. facs.
[Santa Cruz de La Palma: Socie-dad
Cosmológica de Santa Cruz
de La Palma], D.L. 2005. 16 p.
Hacía tiempo que la Sociedad
Cosmológica (Santa Cruz de La
Palma, 1881) necesitaba salir de su
ya habitual clausura y mostrar al
público un proyecto divulgativo y
de difusión que continuase la labor
llevada a cabo años atrás por otras
juntas directivas, responsables y de-dicadas
por entero a la misión cul-tural.
No es posible, en estos tiem-pos,
esforzarse únicamente en
salvaguardar el Patrimonio —sea del
CARTAS DIFERENTES. REVISTA CANARIA DE PATRIMONIO DOCUMENTAL 283
signo que sea—, sino que a todas lu-ces
resulta preceptivo contribuir
también con decisión y constancia a
su conocimiento por la ciudadanía.
Es verdad que a menudo el usuario
medio no muestra el suficiente inte-rés
por determinados productos de
tipo cultural, pero lo que no es me-nos
cierto es que, en el caso de La
Cosmológica y en especial de su Bi-blioteca
Cervantes, poco significati-va
me parece la trayectoria breve e
intermitente de su impulso por sa-car
afuera los contenidos de sus
anaqueles. En esta nueva andadura
se nos presentan éste y otros pro-yectos
de edición modestos, pero
que habrán de conformar —segu-ro—
el principio de un camino de
mayores pretensiones.
El renovado y crecido servicio
de publicaciones de la Sociedad in-augura
la serie Folletos con esta edi-ción
facsímil del trabajo La mujer
palmera. Se trata de una obra del
pedagogo y escritor Pedro J. de las
Casas Pestana, premiada por la So-ciedad
Amor Sapientiae en 1897 y
publicada ese mismo año por la Ti-pografía
del «Diario de Avisos», de
la que era propietario Manuel San-tos
Rodríguez. Este último conti-nuaba
así un derrotero que daba co-mienzo
con su labor al frente de la
Imprenta de «El Time», bajo cuya
responsabilidad se imprimió el pe-riódico
El noticiero (1894-1895).
En 1896 funda la «Imprenta El Pa-ís
», domiciliada en la calle Simoni-ca
(hoy, Cabrera Pinto), que más
tarde pasaría a denominarse Im-prenta
«Diario de Avisos», en la que
se publica este ensayo de Casas
Pestana1.
Recientemente, el Cabildo Insu-lar
de La Palma y el Museo de His-toria
de la Educación «Rayas» daban
a la luz otra obra en edición facsímil
del mismo autor. Se trataba enton-ces
de La isla de San Miguel de La
Palma: su pasado, su presente y su
porvenir (bosquejo histórico), que en
1893 galardonaba la Real Sociedad
Económica de Amigos del País de
Santa Cruz de La Palma y que en
1898 estampaba en Santa Cruz de
1. Los datos profesionales de Manuel Santos Rodríguez, en: RÉGULO PÉREZ,
Juan. «Los periódicos de la isla de La Palma (1863-1948)». Revista de historia,
84/XIV/XXI (1948), pp. 362, 366-367, 371-372, 374 y 384; IDEM. «Bosquejo biográ-fico
de “Diario de avisos”, decano de la prensa de Canarias, mientras estuvo en La
Palma». En: Homenaje al profesor Telesforo Bravo. La Laguna: Universidad de La La-guna,
1990, v. II, pp. 568-570 y 572-573; VIZCAYA CÁRPENTER, Antonio. Tipografía
canaria. Santa Cruz de Tenerife: [Instituto de Estudios Canarios], 1964, pp. LXXV-LXXVI.
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Tenerife la Imprenta de A.J. Bení-tez.
Así pues, la obra se reimprimía
en 2004 a partir del ejemplar con-servado
en la Biblioteca de la Uni-versidad
de La Laguna, con intro-ducción
a cargo de Germán
González González, inspector de
Educación y director del citado
Museo2.
Este ejemplar de La mujer pal-mera
—obra que el autor dedica a
su hija Marieta— perteneció a José
María Pinto, amigo de Casas Pesta-na3.
El texto no es ni original en sus
contenidos, ni novedoso en sus
puntos de vista. En la primera par-te
de las dos en que se estructura el
librito, el autor plantea en primer
término una distinción en las fun-ciones
sociales y aspectos de la na-turaleza
del hombre y la mujer. Así,
al hombre pertenecen la capacidad
de «reflexión», la «virilidad», un «ma-yor
desarrollo físico» y sorprenden-temente
una «libertad de acción»,
que no presupone en el caso de la
mujer, a la que presenta cargada de
un abigarrado elenco de tópicos
vinculados a las estaciones de la
edad: «alegría del hogar», «hermosa
rosa que perfuma sus habitaciones»,
«iris que calma las horribles tempes-tades
que se forman allá en el inte-rior
psicológico de la naturaleza hu-mana
» y «respetable matrona que
nos infunde cariño y veneración» (to-das
las citas en p. 1).
Pese a esta inicial declaración,
Casas Pestana admite más adelante
una igualdad de derechos y natura-leza
entre los sexos, idea que sus-tenta
a través de un breve repaso
por la historia de las civilizaciones
hasta llegar al Cristianismo: con la
misión de María como madre y
mujer sacrificada, entra la humani-dad
en una nueva etapa en la que la
mujer pasa a ser desde entonces
«igual al hombre» (p. 3). El autor
entra entonces en el punto más po-lémico
—y central— de su discur-so:
el estado en que se hallaba la
mujer, alejada del hogar (recuérde-se
de fondo esa misión doméstica
«encomendada» por el Supremo Ha-cedor
a la mujer, según los términos
de los que parte el autor) y entrete-nida
en la vida social de la calle e
2. Puede verse una reseña mía en: Estudios canarios: anuario del Instituto de Es-tudios
Canarios, XLVIII [2003] (2005), pp. 397-401.
3.Ya Vizcaya Cárpenter describió en su Tipografía (n. 1844, p. 657) el ejemplar
conservado en la Biblioteca Municipal de Santa Cruz de Tenerife.
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incluso en el mundo de la política.
Como solución a este conflicto so-ciológico,
Casas Pestana propone,
como no podía ser de otra manera,
un modelo de «mujer ilustrada»
que convenga a desbaratar el des-equilibrio
latente: «La mujer debe
ser hija, esposa y madre antes que to-do
y por sobre todo. Estos son los pri-meros
deberes que la Naturaleza la
ha enseñado, los que Dios le ha im-puesto
en la Creación» (p. 4).
La segunda parte la dedica Ca-sas
Pestana más propiamente a la
mujer palmera, siguiendo el título
dado al impreso. El autor trata de
forjar una teoría acerca de la heren-cia
de la mujer palmera de la época
partiendo de una relación de carac-terísticas
físicas o de actitudes basa-das
en los modelos femeninos que
el autor atribuye a la población co-lonizadora
de la isla: «Asi [sic] la ve-mos
que tiene en sus hermosos ojos el
fuego de la mujer árabe, en su cuerpo
la gentileza de la flamenca, en su an-dar
magestuoso [sic] y digno la arro-gante
magestad [sic] de la matrona
castellana» (p. 6). Todo este reper-torio
se une a lo que parece un pa-negírico
de la mujer palmera, a la
que Casas Pestana viste de una se-rie
de virtudes sociales y morales
que definen su peculiar prototipo
de mujer o el prototipo que el au-tor
quiere ver en la mujer que tie-ne
por ‘palmera’: doméstica, labo-riosa,
virtuosa, aficionada a las
artes… Casas Pestana recurre a to-do
tipo de recursos en su amplia
definición, que contrapone con un
pequeño pero «molesto» sector de
la población femenina insular, en
extremo opuesto a ese otro modelo
aventajado y que, según sus apre-ciaciones,
debe reencauzarse. Para
ello insiste una vez más en un pro-yecto
más comprometido con su
instrucción que fortifique la insufi-ciente
oferta existente entonces en
las aulas. Lejos de lo que pudiera
creerse, el discurso de Casas Pesta-na
viene avalado por una ideología
tradicional en la que se reconoce la
capacidad intelectual de la mujer,
pero en la que también late de con-tinuo
una evidente proposición, se-gún
la cual, la mujer estaba sujeta a
embellecerse físicamente, al des-arrollo
de sus facultades en el mun-do
doméstico y a una práctica espi-ritual
asentada en las bases de la
religión cristiana.
Textos como éste vienen a am-pliar
el marco literario dedicado a
la mujer en Canarias. Con la edi-ción
de ensayos y otras obras de si-milares
características, el achipiéla-
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go va contando con una bibliografía
cada vez más rica que permite si-tuar
nuevos contextos y autores
que se sumaron a la carrera de la
mujer como tema y problema de la
sociedad decimonónica; bibliogra-fía,
por lo demás, aún incompleta
en lo referente tanto a edición de
fuentes como a estudios críticos.
VÍCTOR J. HERNÁNDEZ CORREA