Cartas diferentes. Revista Canaria de Patrimonio Documental 451
EMILIO LUQUE MORENO: RETAZOS BIOGRÁFICOS
DE UN MÉDICO AL SERVICIO DEL PUEBLO
Y LA CULTURA
«Entonces ser médico es la divina ilusión
de que el dolor sea goce; la enfermedad, salud;
y la muerte vida».
Gregorio Marañón
El presente trabajo representa una aproximación a la vida y obra de
Emilio Luque Moreno (1913-1967), recordado médico cuya vida se desa-rrolló
prácticamente en el municipio tinerfeño de La Orotava. A lo largo
de su corta pero fructífera existencia, lograría realizar toda una serie de ac-ciones
que aún son recordadas, entregando su vida al servicio de los demás.
Su pérdida generó un hondo vacío en su familia, amigos y todos aquellos
cuantos conocieron o trataron al doctor, natural de la localidad sevillana
de Constantina. Mediante la consulta de diversas fuentes, nuestra finalidad
será recordar su testimonio y rendir un sencillo homenaje ante la conme-moración
de los cincuenta años de su muerte1.
Aproximación biográfica
Emilio Luque Moreno nació en la localidad sevillana de Constantina el
3 de abril de 1913. El 30 de junio de aquel mismo año fue bautizado en
la parroquia matriz de Santa María de la Encarnación. Emilio nació en el
seno de una familia de hondas raíces constantinenses, siendo el segundo
hijo de Arturo Emilio Luque y Vizcaíno (1887-1966), destacado topógrafo
y agrimensor, y de Pastora Moreno y Fernández Laguna (1888-1962)2, «una
mujer sensible y delicada, fina y llena de encantos, lectora incansable, que como
su nombre decía “pastoreaba” con amor toda su familia»3. De ese matrimo-nio
procedieron, además, los siguientes hijos: Antonio, fallecido a punto de
1. Mi agradecimiento a Antonio Luque Hernández por las facilidades prestadas para
la realización del presente artículo. Sus comentarios, observaciones e imágenes enrique-cen
el artículo que el lector tiene en sus manos.
2. Luque Hernández, Antonio. «Aproximación biográfica a una figura constantinen-se:
Emilio Luque Moreno». Revista Constantina (Sevilla, verano de 2004), p. 91.
3. Sánchez Parodi, José Luis. Palabras del Iltmo. Sr. D. José Luis Sánchez Parodi, magis-trado
y presidente de la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife. La Orotava, 1991.
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concluir su licenciatura en Medicina; Manuel, que murió viudo y sin hijos
de su matrimonio con Eduvigis Grillo y Fuentes, e Isabel Luque, que no
obtuvo descendencia de su enlace con Antonio García y García.
La niñez de Emilio Luque transcurrió en Constantina, en la morada
familiar, situada en la actual calle Antonio Machado. «En los alrededores de
esa vivienda, entre los juegos y las travesuras propios de la infancia, transcu-rrió
la vida de Emilio; en este entorno encontró a sus primeros amigos, palpitó
de alegría su corazón infantil y, sin duda, aprendió a soñar con los ojos bien
abiertos»4. Con tan sólo nueves años de edad, la familia se trasladaría a La
Orotava. Era el año 1922, en el Colegio de los Hermanos de la Doctrina
Cristina (con posterioridad Colegio San Isidro Labrador de Los Salesia-nos),
continúa sus estudios, obteniendo resultados destacables, al aprobar
los exámenes con once sobresalientes en doce asignaturas5, espacio en el
que con posterioridad desarrollará también su función de médico6.
La villa será el escenario de su adolescencia y juventud. En La Laguna,
ciudad universitaria por excelencia, obtuvo el título de bachiller en Cien-cias
con la máxima calificación, y, tan sólo un año después, el de Maestro
Nacional. Sus pruebas de reválida de bachillerato representan un ejemplo
de la constancia, esfuerzo y trabajo de una persona por el estudio y el amor
al conocimiento. En octubre de 1930 se produce su ingreso en la Facultad
de Medicina de Sevilla, etapa en la que continuaría el desarrollo de su bri-llante
trayectoria. El joven Emilio pasa el verano de 1930 en Constantina,
combinando largas horas de estudio con paseos por el centro urbano de su
ciudad natal. Constantina cautivó a Emilio. Se graduó el 30 de septiembre
de 1935 con la obtención de sobresaliente en su título de licenciado. Finali-zada
esa etapa de su formación, procedió a iniciar los estudios de doctorado
en la Facultad Complutense. Luque, hombre austero, humanista y liberal,
ejerció la medicina conforme el axioma de Gregorio Marañón: «Ser médico
es hacer de la ambición nobleza; del interés generosidad, del tiempo destiempo;
y de la ciencia el servicio del hombre que es el servicio de Dios». Entonces com-paginó
sus estudios de doctorado con el servicio militar, que finalizó el 17
de julio de 1936, un día antes del inicio de la guerra civil, por lo que sería
inmediatamente movilizado. De esa forma, se incorporó como capitán mé-dico
al Ejército de la República. Sus principios le obligaban a no hacer daño
4. Luque Hernández, Antonio. Op. cit., p. 91.
5. Cullen Salazar, Juan. El colegio San Isidro de La Orotava (1907-1998). La Oro-tava:
Fundación San Isidro Labrador, 1999; p. 90; Luque Hernández, Antonio. Op. cit.,
p. 91.
6. Cullen Salazar, Juan. Op. cit., p. 269.
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premeditado a cualquier ser humano. Por ello, su preocupación se centró en
atender de la mejor manera posible a las víctimas de la contienda. Liberó
asimismo a muchos condenados a injusta muerte, entre los que podríamos
mencionar al cirujano madrileño Tomás Besuman y al futuro doctor Ge-rardo
Jaqueti del Pozo, que sería profesor encargado de la cátedra de Der-matología
de la Universidad Complutense de Madrid. Finalizada la guerra,
pasó a ejercer durante algún tiempo en el consultorio madrileño del doctor
Besuman7. En el año 1941 regresó a La Orotava, y tan sólo un año después
contrajo matrimonio con Aída Hernández y González de Chaves, nacida en
Realejo Alto el 18 de noviembre de 1922. Un enlace del que proceden los
siguientes hijos: Antonio, Emilio, Carmen Elisa, Bernardo, Aída Candelaria,
María Aída y Carlos Enrique Luque Hernández.
En La Orotava abrió consulta de medicina general. Pronto se llenaría
de enfermos en busca de auxilio para sus enfermedades. Sus pacientes
aún hablan con entusiasmo, respeto y admiración de la humanidad, sim-patía
y precisión de sus diagnósticos. Ese mismo año, el médico director
del Hospital de la Santísima Trinidad de La Orotava, Antonio Fernández
de la Cruz, le pide que ocupe la plaza vacante de médico honorario y
gratuito. Una petición que aceptó sin dudar8. En 1948, en una convoca-toria
de oposiciones para ocupar una plaza en la Seguridad Social, Emilio
Luque Moreno obtuvo la plaza tras obtener el primer puesto entre los
facultativos que se presentaron a la prueba9. La medicina general y las
visitas domiciliarias continúan marcando esos años. Entre junio y diciem-bre
de 1956 se inicia una nueva fase en su vida, teniendo como escenario
Liberia. Una etapa que se inició a partir de su contacto con el doctor
Alejandro Lillo, ginecólogo que durante algunos años ejerció su profesión
en La Orotava. Camino de Madrid, no dudaría en contactar con el doctor
Luque Moreno y ofrecerle la oportunidad de ayudarle en la clínica que
poseía en la capital africana. De esa forma, ambos podrían alternarse en
el duro trabajo desarrollado en aquel país. Muy breve sería el periodo de
nuestro biografiado en la capital de Liberia; sin embargo, mostraría nue-vamente
una voluntad y constancia en el trabajo, que serían nuevamente
su sello personal en ese país, siendo incluso reconocida su labor con la
obtención de una medalla10.
7. Luque Hernández, Antonio. Op. cit., pp. 92-93.
8. Luque Hernández, Antonio. Op. cit., pp. 91-92.
9. Navarro González, Guillermo. Los salesianos en La Orotava (1948-1998), p. 170.
10. Luque Hernández, Antonio. Op. cit., pp. 91- 94.
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Otra vez en La Orotava, reanudó su labor profesional. Mantuvo el des-pacho
en su propio domicilio. Era pues, frecuente que se le pudiera llamar
o localizar en cualquier hora de la mañana o de la noche.
Luque se distinguió en el transcurso de su carrera insistiendo en la ne-cesidad
de mantener una estrecha colaboración entre las ciencias básicas
de la medicina y las clínicas. Solía afirmar que el avance médico dependía
del estudio científico y de la investigación experimental, siendo importante
para la curación la empatía con el enfermo y, por supuesto, el buen trato.
A diario recibía en su consulta a pacientes del seguro y de pago, dedicando
también tiempo a aquéllos que se encontraban en cama. Solía desayunar
un tazón de café con galletas y algo de fruta antes de emprender su trabajo
y atender a los pacientes. Desde primera hora era frecuente observar a pa-cientes
que entraban y salían del despacho/hogar del destacado médico y
así continuaba hasta las cuatro de la tarde, hora de su almuerzo. Durante los
años sesenta inició el proyecto de construcción (en sociedad con el presti-gioso
ginecólogo Enrique Sáenz Tapia) del sanatorio-clínica de San Miguel,
inaugurado en 1965, cuya trayectoria continúa hasta la actualidad a través
del nombre de Clínica Orotava11.
En septiembre de 1962 regresaría a Constantina. Una corta jornada de
vuelta a sus orígenes tras más de treinta años de ausencia. En diciembre
de 1966 enfermó. Un tumor cerebral ocasionó la muerte de este galeno
humanista. Ocurrió en su domicilio de La Orotava el 12 de abril de 1967.
A pesar del medio siglo transcurrido desde su triste pérdida, su figura per-manece
imborrable entre familiares y amigos, hasta llegar a formar parte de
la memoria popular, pues aunque fue médico de muchas figuras de la so-ciedad
tinerfeña, por encima de todo lo fue de beneficencia —de atención
a los humildes y necesitados—. En ese sentido, el Ayuntamiento de la villa
de La Orotava, a través del acuerdo plenario del 21 de enero de 1991, acor-daría
designar de forma unánime una de las principales avenidas de la villa
con el nombre de Dr. Emilio Luque Moreno. El solemne acto de descubrir
la placa que da nombre a la avenida tuvo lugar el 16 de mayo de 1991. En
ese evento público, ante las autoridades, familiares y multitud de perso-nas
allí congregadas, habló Isaac Valencia Domínguez, por entonces alcalde
de La Orotava, elogiando la trayectoria profesional y humana del doctor
Luque, y después, en representación de la familia, intervino José Luis Sán-chez
Parodi, recordado magistrado y presidente de la Audiencia Provincial
11. Luque Hernández, Antonio. Op. cit., p. 95.
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de Santa Cruz de Tenerife y, asimismo, amigo del homenajeado, quien dijo,
entre otras muchas cosas, lo siguiente:
«Emilio Luque Moreno era un sevillano de Constantina, de la Andalucía
romana, que vino de pequeño a la villa, guiado por el trabajo de su padre
y aquí permaneció, hasta que su padre retornara a la península. Mas cuan-do
él estuvo en edad de tomar decisiones personales, superado el trauma
de la guerra civil, regresó a la villa, para quedarse aquí, hasta la eternidad.
Inteligente, estudioso, siempre estuvo a la cabeza de su promoción, en el
bachillerato, en la carrera de Magisterio o en la licenciatura de Medicina.
Culto y leal, reflexivo y pensador con unos ojos como los de Picasso, cuya
mirada te profundiza, para calar llena de afecto, hasta el fondo de tu alma.
Sacrificó su vida por su fe sostenida de médico de pueblo, aliviador de ma-les,
caminante por todos los caminos de la villa, con el desinterés constante,
como denominador de su existencia... Dicen que detrás del hombre, siem-pre
hay una mujer. Emilio tuvo dos: su madre, una mujer sensible y delica-da,
fina y llena de encantos, lectora incansable, que como su nombre decía
“pastoreaba” con amor toda su familia. La otra fue su esposa, excepcional
mujer, decidida, enérgica, tenaz y emprendedora. ¡Valerosa Aída, que siem-pre
ha mostrado gran dignidad y entereza, ante las adversidades de la vida!
Pasarán los años y cuando ninguno de nosotros estemos aquí, los villeros
del año 2000, tengo la convicción, que no les sucederá, como a algunos de
nosotros, que en la ciudad donde vivimos, nos preguntamos, a veces, quien
sería el hombre, cuyo nombre adorna la calle. Porque al aire conmovido de
la villa, brotará una frase, como un eco perpetuo: “Emilio Luque, médico,
vivió, amó y murió en La Orotava”. Y la inscripción en la calle, será como
una banderola de amor y de recuerdo, agitada para siempre, en el viento
suave del futuro»12.
De su biblioteca y preferencias culturales
Emilio Luque fue un médico humanista, pero, ante todo, fue un amante
de la cultura y del conocimiento. En esa búsqueda de conocer y admirar
nuevos territorios, encontramos a un ser que leyó de forma incansable a lo
largo de su vida. Era un hombre «de extensa cultura, que evidenciaba prolon-gados
estudios y escogidas lecturas»13. En los libros, especialmente en los libros
de viaje, se recreaba en otros mundos, soñaba que viajaba a otros lugares y
12. Sánchez Parodi, José Luis. Op. cit.
13. Luque Hernández, Antonio. «Los León canarios». Hidalguía (2010), p. 247.
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territorios sin salir de su acogedor despacho. Su casa, construida con gran es-fuerzo
en los años cincuenta del siglo xx, representa una joya arquitectónica
decorada con sumo cuidado por sus propietarios14. En tal espacio encon-tramos
una rica y selecta biblioteca, verdadero templo de sus inquietudes
profesionales y culturales; reflejo de la personalidad de un hombre estudioso
e ilustrado. En un rápido examen de ella apreciamos la amplia sección dedi-cada
a libros de medicina. Pero, además, disfrutaba con el ensayo, las biogra-fías
y el teatro, leía con placer a Alberto Moravia, Luigi Pirandello, Thomas
Mann, Stefan Zweig, Marcel Proust, André Maurois y un largo etcétera,
además de muchos otros importantes autores contemporáneos. Asimismo,
leía a los enciclopedistas, Jean-Jacques Rousseau y Voltaire, y a españoles
como Jovellanos, Mayáns y Viera. En cuanto a la poesía, admiraba a Federico
García Lorca, junto con otros escritores de la Generación del 27. Le apasio-naba
la literatura de viajes; si no era posible viajar físicamente, se hacía con
la imaginación. Su biblioteca respondía al hecho de que, «como no disponía
de tiempo para sí, atesoraba libros de historia, literatura, biografías y ensayos,
que descansaban en una biblioteca de altos anaqueles»15. A sus amigos, les
aseguraba «la dicha sin fin que tendría cuando llegara a la vejez y pudiera dedi-carse
a llenar su espíritu con aventuras ignoradas, mundos presentidos, sucesos,
acontecimientos y hombres que dejaran sus huellas en el pasado y que estaban
allí, aguardándole, con paciencia infinita»16. Lo cierto es que lecturas selectas
fueron transformando su visión, y en su biblioteca no faltaban volúmenes en
francés e inglés. El teatro fue otra de sus grandes pasiones; un ámbito en el
que destacaba, entre otros, a Shaw, Pirandello, Muñoz Seca, Enrique Jardiel
Poncela y Álvaro de la Iglesia. En pintura admiraba a Velázquez, Murillo,
Rubens, Rembrandt, los realistas del siglo xix, Sorolla y Pablo Picasso. Sentía
un gran orgullo por Suecia, considerando que se trataba de un país ejemplar.
Otro pasatiempo suyo fueron los juegos de naipes, especialmente el bridge,
la canasta y el tute, así como el billar17.
* * *
Emilio Luque Moreno fue una persona que contribuyó de forma mo-délica
al ejercicio de la medicina por espacio superior a las tres décadas.
14. Morales, Alejandro. «Espacios que atesoran acento». C 7: la revista Canaria
(agosto de 2006), p. 66.
15. Sánchez Parodi, José Luis. «Recuerdos de un juez: don Imilio, el médico». Diario
de avisos (Santa Cruz de Tenerife), p. 2.
16. Ibidem
17. Entrevista a Antonio Luque Hernández (octubre y noviembre de 2016).
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Tras cincuenta años de su muerte, el recuerdo de su vida y obra permanece
imborrable y muy presente entre todos aquéllos que conocieron y admira-ron
a un ser con un profundo amor por la medicina y un gran interés por
la cultura en sus múltiples manifestaciones. Una trayectoria que hemos ido
trazando a lo largo de las páginas anteriores, mostrando, tan sólo, breves
pinceladas.
Referencias bibliográficas
Campos Gil, Enrique. «Constantinenses que fueron: Emilio Luque Moreno».
Revista Constantina (Sevilla, verano de 1992), pp. 71-72.
Cullen Salazar, Juan. El colegio San Isidro de La Orotava (1907-1998). La
Orotava: Fundación San Isidro Labrador, 1999.
Lima Estévez, Javier. «Emilio Luque Moreno: una vida al servicio de los de-más
». La opinión de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife, 2014).
Luque Hernández, Antonio. La Orotava, corazón de Tenerife. La Orotava:
Ayuntamiento de La Orotava, 1996.
Luque Hernández, Antonio. «Aproximación biográfica a una figura constan-tinense:
Emilio Luque Moreno». Revista Constantina (Sevilla, verano de
2004), pp. 91-95.
Luque Hernández, Antonio. «Los León canarios». Hidalguía, n. 345 (2010),
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Martínez Sánchez, Juan J. La Orotava, sus calles, su historia. La Orotava,
1991. [n. 10 Avda. José Antonio / Avda. Dr. Luque].
Morales, Alejandro. «Espacios que atesoran acento». C 7: la revista Canaria
(agosto de 2006), pp. 64-70.
Navarro González, Guillermo. Los salesianos en La Orotava (1948-1998).
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Rodríguez Jiménez, Víctor. Los Altos de La Orotava (notas para un informe).
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Sánchez Parodi, José Luis. Palabras del Iltmo. Sr. D. José Luis Sánchez Parodi,
magistrado y presidente de la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife.
La Orotava, 1991. Archivo Antonio Luque Hernández.
Sánchez Parodi, José Luis. «Recuerdos de un juez: don Imilio, el médico».
Diario de avisos (Santa Cruz de Tenerife) p. 2.
Javier Lima Estévez
(Graduado en Historia por la Universidad de La Laguna.
Especialista Universitario en Archivística)