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Cartas diferentes. Revista Canaria de Patrimonio Documental 421 EL LIBRO CANARIO EN EL MUNDO: ENTREVISTA AL ESCRITOR Y EDITOR JOSÉ LUIS CONCEPCIÓN Los guanches que sobrevivieron y su descendencia (1982), Costumbres y tradiciones canarias (1984), Remedios medicinales canarios (1984), Nom-bres propios guanches (1984), Cocina canaria típica, práctica, postres y licores (1985) o Arquitectura y diseño del hogar ideal canario (1987) son algunos de los libros redactados y publicados por José Luis Concepción Francisco. Media docena de títulos de los que se han vendido centenares de miles de ejemplares y que en su conjunto pueden valorarse como auténticos best se-llers del libro canario. José Luis Concepción está considerado así como uno de los autores canarios vivos que más libros ha vendido, a la par o incluso por encima de otros escritores insulares de alcance nacional e internacio-nal, como el conocido novelista tinerfeño Alberto Vázquez-Figueroa, del premio Planeta en 1995 Fernando G. Delgado o del incansable J. J. Armas Marcelo. Editados y comercializados por el propio Concepción Francisco, estos y otros títulos han sido traducidos al inglés, al francés y al alemán, repartidos en numerosos hogares europeos gracias a la importante industria turística canaria. Asimismo, en el archipiélago, los libros de José Luis Con-cepción han calado en el mercado local, adentrándose (debido a su formato y carácter divulgativo) en todos los rincones isleños. Autodidacta en su formación, la biografía de José Luis Concepción se remonta a unos orígenes humildes en el municipio de Breña Alta (La Pal-ma). Tras una estancia laboral de diez años en Inglaterra, que le sirvió no solo como base para el conocimiento de idiomas sino también para la ad-quisición de una amplia base cultural, se afincó en 1976 en Tenerife. En esta isla, entre 1982 y 2016, ha sido autor de una veintena de publicaciones, cuyo éxito ha quedado rubricado en la venta de más de setecientos cin-cuenta mil ejemplares distribuidos en unas trescientas cincuenta ediciones. Una labor aún más meritoria si se tiene en cuenta que ha sido desarrollada al margen de las instituciones oficiales y, en su casi totalidad, ha permane-cido ajena a cualquier clase de subvención o ayuda pública. Así pues, la trayectoria de José Luis Concepción queda esbozada como la de un profesional del mundo del libresco en todas sus vertientes: escritor, editor, impresor (entre 1988 y 2011) y, por último, distribuidor de sus pro-pios trabajos y los privativos de su sello editorial1. Licenciado en Geografía 1. Sobre José Luis Concepción Francisco, véase: Pérez García, Jaime. Fastos biográ-ficos de La Palma. Santa Cruz de La Palma. Caja General de Ahorros de Canarias, 1985- 1998, v. ii, pp. 57-58. 2ª ed. (2009), pp. 111-112. 422 Noticias e Historia por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria en 1992 y doctor en Sociología por la Universidad de La Laguna en este mismo año, dialogamos con este heterogéneo autor, un auténtico experto tanto en el mercado regional del libro como en su promoción. La presentación, el jue-ves 16 de junio de 2016 en la Real Sociedad Cosmológica de Santa Cruz de La Palma de su último trabajo, La sociedad palmera de 1950 a 2015 (2016), una monografía que sintetiza el contenido de su disertación de tercer grado, ha sido la génesis de este encuentro. * * * —Cartas Diferentes. ¿Quién es José Luis Concepción? Preséntenos su biografía y vida laboral antes de dedicarse a la labor editorial: nacimiento en Breña Alta, marcha a Inglaterra, vuelta a las islas... —José Luis Concepción. Lo que más difícil me resulta es hablar de mí mismo, pues me gusta más centrarme en mi labor como escritor y editor, lo que he hecho a lo largo de más de tres décadas, dando a conocer mis publi-caciones; y pese a que soy el autor que más libros ha vendido en Canarias con gran diferencia, la mayoría de la gente que ha leído algún ejemplar mío no me conoce. En la biografía que aparece en mis libros sólo pongo los datos básicos; no obstante, responderé a las preguntas que me formulan. Soy licenciado en Geografía e Historia y doctor en Sociología, aunque estos títulos, adquiridos desde 1992, no me han cambiado mi forma origi-nal de ser, ni me considero más importante por ello. Me defino como una persona con la resistencia de un campesino, la experiencia de un emigrante y la sensibilidad de un músico; detesto la envidia, la falsedad y las injusti-cias. Sueño con un mundo mejor partiendo de la realidad y basándome en los Derechos Humanos, que nada tiene que ver con la Utopía; me analizo a mí mismo, incluidos mis defectos para corregirlos en la medida de lo po-sible, y normalmente empleo la empatía para analizar o juzgar a los demás. Mis estudios, como autodidacta, han estado principalmente en torno a las civilizaciones y comportamiento humano. La filosofía, tanto la clásica como la moderna, ha sido siempre mi gran afición y en especial la de Kant, basada en el razonamiento. Descendiente de familias de Barlovento, nací en Breña Alta, La Palma, en 1948. Mi vida, además de a mi madre, se la debo al doctor José Francisco Soriano, de Santa Cruz de La Palma, pues aunque intervino supuestamente cuando ya no había remedio, logró salvarme gracias a su pericia. Según él, era imposible que yo pudiera nacer vivo debido al exceso de tiempo transcurri- Cartas diferentes. Revista Canaria de Patrimonio Documental 423 do. Cuando mi madre logró expulsar los cinco kilos que pesé, estaba com-pletamente morado y no respiraba; luego el doctor pidió una «lavadera» con agua fría en la que me introdujo, y aunque se sorprendió al sentirme llorar, manifestó que no sobreviviría, por lo que se apresuró a bautizarme dándome su nombre, José Francisco. Después me rebautizó el párroco de San Pedro, Luis Vandewalle Carballo, quien hizo el cambio del segundo nombre a su favor, también alegando que Francisco era mi segundo apellido2. Mi niñez la viví dentro del seno de una familia campesina que trabajaba sus propias tierras, especialmente la de mis abuelos maternos. A mi madre la atormentaba con preguntas de todo tipo, aunque en especial respecto a Dios y a la existencia de las estrellas, y si encontraba cualquier resto de papel impreso en el camino le pedía que me lo leyera desde muy pequeñito. Me gustaba analizar todo lo que me rodeaba, inclusive el comportamiento de los insectos, y desde los cuatro años era exigente para que me asignaran labores campesinas, las cuales ya tenía que realizar por obligación dos años después. A los siete años de edad me impresionó enormemente el comportamiento de una señora de mediana edad en la capital palmera, pues mientras ella chupa- 2. Una sucinta biografía de Luis Vandewalle y Carballo (1906-1987) en: Pérez Gar-cía, Jaime. Op. cit., pp. 229-230. 2ª ed. (2009), p. 396. La casa de la cultura del barrio La Dehesa de Santa Cruz de La Palma lleva el nombre de Luis Vandewalle, a cuya biblioteca el clérigo donó una relevante colección de obras canarias impresas en los siglos xix y xx. LOS GUANCHES que sobrevivieron y su descende, .ci ACIC Basándonos, primeramente, en las fucntn de la historia, oculta hasta hace poco y en ,cgundo lugar en las cstadiliricat antropo• lógicas de los últimos años, se puede llegar a Ja conclusión que la raza guanche aún predomina cnlas hla1Canaria1. 1 AUN PERVIVE LA RAZA GUANCHE EN EL ACTUAL PUEBLO CANARIO ! J~ Luh Concepción 424 Noticias ba trozos de naranja y los tiraba en el cubo de la basura en una venta, un niño hambriento, algo mayor que yo, recogía los restos y los comía; luego le pre-gunté a mi madre por qué aquella señora no le compró una naranja al niño o le dio un trocito, y pese a que lo intentó justificar, no me pudo convencer. Empecé a ir a la escuela a los ocho años, aula única en la que estudiaban los niños de todas las edades, por lo que muy pronto le escuché al maestro que el sol no giraba alrededor de la tierra, sino lo contrario. Éste fue mi primer gran descubrimiento del universo, el cual transmití rápidamente a mis abuelos y tíos, aunque un tío abuelo me lo rebatió y me recordó que era mejor creer en lo que uno veía. Desde los ocho a los trece años asistí a la escuela por las mañanas y el resto del tiempo, incluidos los domingos, tenía que trabajar en la agricultura y la ganadería casi constantemente. Pese a que empecé con dos años de retraso, a los trece obtuve el certificado de estudios primarios. Para mí fue muy triste no poder empezar a estudiar el bachillerato, pese a que el concejal de Cultura le dijo a mi padre que me conseguiría una beca. A partir de esta edad y hasta los dieciocho continué trabajando a tiempo completo, estudié música por las noches (pues desde muy pequeño manifestaba que quería ser intérprete), hice un curso de con-tabilidad y finalmente empecé el bachillerato nocturno mientras trabajaba duramente en la construcción, por lo que me sentí muy agotado. Desde los dieciséis años formé parte de la Banda de Música Nueva Esperanza (Breña Alta) y estaba aprendiendo a tocar varios instrumentos, ya que mi deseo era convertirme en director de orquesta de cámara si en el futuro lograba salir de la isla para estudiar. A los dieciocho años, en 1966, decidí emigrar a Inglaterra donde per-manecí diez años. Emigré solo y sin tener referencias de ese país, en el cual me encontré con un modo de vida totalmente distinto, con una democra-cia bastante consolidada, con organización y justicia, pero a su vez con mucho libertinaje. Era la época en la que la juventud marcaba las pautas en el mundo occidental con la enorme influencia de la música pop lidera-da principalmente por los Beatles y los Rolling Stones. Un mundo loco y divertido en el que participé, aunque había aspectos que no me gustaban. Originalmente fui con la intención de aprender el idioma para después ha-cer lo mismo en Alemania y en Francia y retornar a las islas Canarias, pero cambié de planes. Pensé que era mejor estudiar bien la gramática inglesa, lo que llevé a cabo y posteriormente fui a una academia donde aprendí a defenderme en francés; estudios que realicé a lo largo de seis años, a la vez que trabajaba. Los primeros meses fue de ayudante de enfermero, pues el intermediario no sólo me engañó asegurándome que iba a trabajar de Cartas diferentes. Revista Canaria de Patrimonio Documental 425 ayudante de camarero, sino que me estafó 4000 pesetas (el equivalente a dos meses de trabajo), por un contrato cuyo coste había sido pagado por los que me contrataron en Inglaterra. Pero el mayor engaño fue que con ese contrato sólo podía ejercer labores domésticas en hospitales y colegios. Luego busqué el empleo que más me favorecía, compatible con el horario para estudiar; al principio de ayudante de cocina en una residencia y un año y medio más tarde de jefe segundo. Una vez terminados los estudios, pasé a la hostelería, en la que llegué a ser manager de restaurante, pero cuando me faltaban seis meses para ejercer de subdirector de hotel y dos años más para director, comencé la actividad de representante de seguros de vida, pensando ya más en retornar a Canarias, pues en 1972 vine de vacaciones y por casualidad me enamoré de una palmera con la que me casé unos meses después. En 1976 regresé al archipiélago, donde trabajé como profesor de Inglés, y a continuación de guía de turismo; pero como ya traía del Reino Unido planes para editar libros y promover la cultura canaria, intentaba buscar la mejor forma para desarrollarla, por lo que en 1979 me hice empresario autónomo para obtener una pequeña infraestructura económica que me permitiera sobrevivir, como fue la dedicación a la promoción y construc-ción de viviendas durante cinco años; luego continué como editor y gerente en una imprenta que instalé unos años después: Graficolor. En 1984 fundé la Asociación Cultural de las Islas Canarias, a través de la cual se organizaron varios eventos de cultura tradicional en lugares como el teatro Leal de La Laguna y el teatro Pérez Galdós en Las Palmas de Gran Canaria. En 1985 organicé las Primeras Jornadas de Cultura Ca-naria, cuyo presidente y secretario fueron respectivamente el catedrático Sebastián de la Nuez Caballero3 y el investigador y catedrático de Esperan-to Juan Régulo Pérez4. De 1986 a 1989 presenté en Radio ecca diversas ediciones del programa cultural Canarias y su gente. En 1988, al tiempo que dirigía y gestionaba mi imprenta y comercializaba mis libros en todas la islas, ingresé en la Universidad de La Laguna para cursar estudios de Geografía e Historia, y aunque terminé la especialidad en 1991, me vi obligado a trasladarme a la de Las Palmas para aprobar tres asignaturas de 3. Rodríguez Padrón, Jorge. Primer ensayo para un diccionario de la literatura en Ca-narias. Las Palmas de Gran Canaria. Santa Cruz de Tenerife. Viceconsejería de Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias, 1992, pp. 222-223. 4. La biografía de Juan Régulo Pérez (1914-1993) en: Pérez García, Jaime. Op. cit., 193-196. 2ª ed. (2009), pp. 335-337. También su biobibliografía en los preliminares del primer volumen del homenaje libresco que le dedicó la Universidad de La Laguna: Serta gratulatoria in honorem Juan Régulo. La Laguna: Universidad de La Laguna, 1985-1990. 4 v. 426 Noticias cursos anteriores que me suspendían sistemáticamente, pese a tener inclu-so notables comprobados, pues, según pude enterarme, algún profesor no me perdonaba que publicara el libro Los guanches que sobrevivieron y su descendencia y, menos todavía, el éxito que ya había tenido. De nuevo en La Laguna, de 1993 a 1995, llevé a cabo los cursos de dos doctorados, en Historia y Sociología, pese a la negativa de la comisión, que alegó que no podía matricularme en dos programas simultáneamente, pero recurrí al se-cretario general, quien falló a mi favor, por lo que me tuvieron que admitir. La presidenta, muy contrariada y con cierto desprecio, me manifestó que era el primero en realizar dos doctorados a la vez, a lo que yo le contesté: —«Pues el próximo será el segundo». —cd. ¿Cómo nace y se forma José Luis Concepción como editor? ¿Qué le motivó a dedicarse a la edición? —jlc. Más bien como escritor, pues editor puede ser cualquiera si se lo plantea como un negocio o afición en un momento determinado. Ya men-cioné antes que desde que regresé de Inglaterra, traía planes para editar libros, pero esas ideas no surgen por un deseo espontáneo; tuve motivos para ello. Inquietudes que comenzaron a pocos meses de llegar a Inglaterra, con sólo dieciocho años de edad, aunque parezca sorprendente o increíble, pues al tener que trabajar y no poder dedicarme exclusivamente a estudiar, busqué una profesora de inglés de refuerzo. Esa profesora, que se ve que tenía bastantes conocimientos sobre las islas Canarias (como ha sido nor-mal en muchos británicos por los vínculos comerciales), me hizo una serie de preguntas que me dejaron en evidencia. Me preguntó qué cantidad de habitantes tenían las islas, a lo que no pude responderle y tampoco acerca de los barcos que pasaban por Canarias. Por su expresión facial noté que se compadeció de mí, pero a continuación me preguntó por la población indígena de Canarias y me sentí aliviado porque al fin me pareció que sabía la respuesta. Le manifesté brevemente que la de los guanches era una raza de gran estatura y muy guerrera y que cuando llegaron los conquistadores, combatieron hasta la muerte y los que quedaron con vida se dejaron morir de hambre o se lanzaron al vacío, por lo que desaparecieron, pues eso era lo que decían. La cara de sorpresa que puso la profesora me dejó perplejo, pero cuando me aseguró que los indígenas canarios no desaparecieron, ni eran como yo se los describí, la vergüenza me invadió, a la vez que sentí una gran satisfacción. Me añadió que muchos indígenas se mezclaron con los conquistadores y que estos les dieron apellidos españoles, igual que hi- Cartas diferentes. Revista Canaria de Patrimonio Documental 427 cieron en América, pese a las matanzas; y como prueba de ello me hizo referencia a los apellidos de los actuales indígenas en países como México. Y concluyó: —«El problema de ustedes es que las islas Canarias son una posesión de España», con lo que me dejó más confuso todavía. Esta conmovedora información fue el germen de mis futuras inquie-tudes con respecto a Canarias. Yo ya estaba pensando en la posibilidad de hacerme súbdito británico cuando transcurriera el plazo reglamentario de cinco años de estancia en el país, y aunque me concentré en los estudios, no podía olvidarme de lo que esa profesora me había dicho. Fueron pasando los años al tiempo que iba reforzando la idea de regresar, formarme mejor y escribir una serie de libros que contribuyeran a aumentar el conocimiento de la gran mayoría de los canarios; por lo que desde que retorné en 1976, además de continuar estudiando por mi cuenta Filosofía, Geografía e His-toria y un curso que hice en la u.n.e.d. con temas de introducción a las Humanidades y al Lenguaje, comencé a leer libros de historia de Canarias y en 1982 ya me vi con suficientes conocimientos para escribir. —cd. ¿Encontró muchas dificultades en un principio? ¿Cómo fueron los comienzos de la editorial? ¿Resultó duro en una región como Canarias dedicarse a publicar libros de manera profesional? —jlc. Más que dificultades encontré una sorprendente oposición en un centro de cultura de La Laguna en el que yo colaboraba desde 1979. Fue una experiencia terrible y dolorosa por el desprecio que sentí, pues como no era licenciado en Historia me decían que no podía publicar un libro que abordara esa disciplina, lo que era una clara contradicción; más bien se tra-taba de elitismo, ya que a un abogado sí le habían editado una monografía sobre los guanches. Sucedió que en marzo de 1982 les comunique en una asamblea que me iba a centrar en la redacción de un libro que podría tener mucho éxito y que las ganancias las donaría para contribuir a la compra de un solar para dicha asociación. Las miradas de sorpresa y expresión de compasión hacia mí de varios de los miembros asistentes fueron evidentes. —«El libro tiene que ser con todo el rigor científico», manifestó uno, y tras deliberar acerca de la cantidad que se podría editar, el presidente opinó que 2000 ejemplares sí se podían vender. Rápidamente le contesté: —«Mul-tiplícalo por cinco», a lo que respondió: —«Si lo que quieres es hacerte famoso, no te preocupes, que una vez que se construya la sede del centro, tendrás una placa en la que se deje constancia de que el solar fue comprado con dinero de la venta de libros de José Luis Concepción». Al día siguiente, 428 Noticias una persona que me apreciaba me recriminó por haberme atrevido a decir que se venderían 10000 ejemplares de ese libro. Le respondí: —«Multiplí-calo por cinco otra vez», y la respuesta que obtuve fue una expresión de asombro en su rostro. Seis meses después entregué el libro, al que le tenía reservado el título Los guanches que sobrevivieron y su descendencia. Sólo presenté el contenido de la investigación con el número de las notas, pero sin las correspondientes referencias de los autores y obras leídas, para averiguar si el evaluador que lo iba a ponderar conocía el tema. Uno de los asesores, un profesor de la Universidad de La Laguna, escribió: «El presente estudio, pues, podría pasar por un digno trabajo de un curso universitario donde se ve que el autor ha leído bastante sobre el tema». No obstante, añadió que no bastaba, que era como escribir en el agua, ya que no tenía las notas de referencia de la investigación, pero al confirmarle que se le añadirían, mostró su disposi-ción a hacer un prólogo a la obra. Otro docente que también había leído el contenido dio un informe favorable, aunque al final fue presionado para que dijera que él no lo publicaría; lo que me pareció poco serio. Y pese a que el primer profesor mencionado confirmó que en un plazo de quince días tendría el prólogo, me negué a aceptarlo porque ya había tomado la decisión de editarlo por mí mismo, con una introducción propia a la obra. Pese a que me auguraban un rotundo fracaso al no estar avalado por un especialista con su prólogo, el presidente de ese centro me recordó que lo más difícil no era publicarlo, sino promocionarlo, para lo que yo no estaba capacitado porque ni siquiera había visto una emisora por dentro, recalcó. Lo primero que hice a continuación, en 1982, fue legalizar una edito-rial a mi nombre (José Luis Concepción). Una vez impreso el libro, había que comercializarlo. Después de esperar impaciente unos quince días por cierto retraso de la imprenta, el 22 de octubre me lo entregaron. La incer-tidumbre fue superior a la euforia, pues comenzaron a hacer críticas de todo tipo, como que estaba loco al editar dos mil ejemplares en vez de mil y que era un atrevido. —«Agricultor en La Palma, camarero en Inglaterra y constructor en Tenerife; y ahora cree que es historiador», fue lo más co-mentado. Pese a todo le regalé un ejemplar al responsable de ese centro de cultura, quien me manifestó: «Es un buen libro, Concepción, te saliste con la tuya», y le confié la comercialización parcial, pero observé demasiada lentitud, por lo que en menos de dos semanas yo ya tenía las principales librerías servidas con una media de diez ejemplares. Mi gran sorpresa fue ver la frecuencia con que me hacían nuevos pedidos porque se agotaban en cuestión de pocos días. Calculé que la edición se podría acabar a finales Cartas diferentes. Revista Canaria de Patrimonio Documental 429 de noviembre, y encargué una segunda tirada de otros dos mil ejemplares, la cual se estrenó el 2 de diciembre con una presentación en Las Palmas de Gran Canaria, en el Club Prensa Canaria. Para esta primera presentación de Los guanches que sobrevivieron y su descendencia se había comprometido el conservador de El Museo Canario, pero desde que su nombre salió publicado anunciando dicha intervención, se pusieron en contacto con él y lo convencieron para que no me presentara el libro, pese a que ya me había comunicado que la obra estaba bien docu-mentada. Lo llamé por teléfono y después de una corta conversación en la que hice referencia al elitismo y la hipocresía, me pidió disculpas y mostró nuevamente su disposición a presentarme el libro, pero le contesté que si fue capaz de arrepentirse una vez, ya no podría confiar en él. Me insistió, pero le contesté que no, que siguiera encerrado en su búnker, y de inmedia-to llamé al periódico para que no continuaran anunciando el nombre del presentador. Al final lo presenté yo mismo, aunque conseguí que se sentara a mi lado Juan Luis Calero, el humorista, quien abrió el acto. Todo el mun-do me decía que había cometido el error de presentar el libro a la misma hora que comparecía por primera vez en televisión el nuevo presidente del gobierno, Felipe González. El miedo al fracaso ya estaba servido, pero para mi sorpresa, asistieron unas sesenta personas. Luego lo presenté en Tenerife, donde estuve acompañado por el profesor Antonio Pérez Voituriez, y en Fuerteventura por el investigador Francisco Navarro Artiles. Desde el principio de las presentaciones comencé a visitar los distintos medios de comunicación, los cuales me atendieron muy bien, incluso Radio Televisión Española en Canarias. Hubo emisoras de las más importantes en las que me hicieron hasta seis entrevistas el primer año, a lo largo del cual llevé a cabo media docena de ediciones del mismo libro, doce mil ejempla-res. A principios de 1984 edité Nombres propios guanches. Parece que no gustó, según manifestó el mismo que me hizo la guerra desde el principio, quien dijo: — «Hay que parar a Concepción como sea». Convocó una gran rueda de prensa en la que utilizó a uno de los profesores mencionados para que diera fe de que publiqué el libro Los guanches que sobrevivieron pese a tener un informe negativo. El mundo se me vino encima al ver las noticias en los principales medios de comunicación; pensé que me habían hundido, pero lo que más me dolió fue ver la falsedad del informe en cuestión, y más aún ver cómo un profesor se prestaba a comparecer públicamente a intentar desprestigiarme sin razones para ello. A los pocos días, cuando recuperé el ánimo, elaboré una nota de pren-sa y fui por bastantes medios de comunicación a defenderme. Preparé mi 430 Noticias defensa y pude demostrar que lo que decían de mi libro era falso, y que el irresponsable de ese centro de cultura parecía tener un gran negocio en marcha, por lo que no quería rivales. Respecto al profesor, le sugerí que le-yera un poquito acerca de la historia de la cultura para que viera la cantidad de autodidactas que habían contribuido a grandes obras universales, incluso algunos de ellos con solo estudios primarios, como el poeta Miguel Her-nández; o, sin salir de Canarias, como Domingo Pérez Minik: sin tener más formación oficial que el bachillerato, sus obras literarias eran de obligada lectura en varias universidades europeas. Así me gané el respeto de la gran mayoría de la gente; al poco tiempo me fui encontrando con intelectuales importantes, y lejos de desanimarme, empecé muy pronto a planificar la fundación de la Asociación Cultural de las Islas Canarias (acic), pero mi enemigo volvió a la carga y boicoteó los actos, especialmente el del teatro Pérez Galdós en Las Palmas. Hubo pruebas de ello, como un escrito fir-mado por el director de un grupo folclórico que aseguraba que lo habían llamado por teléfono para que su agrupación no actuara. Lo único que hice fue convocar una rueda de prensa y denunciar estas persecuciones. La referida Asociación Cultural de las Islas Canarias se constituyó con el objetivo de contribuir al desarrollo de nuestra cultura en todo el archipié-lago, principalmente la tradicional. Entre 1984 y 1986 organizamos actos en los que participaron grupos de La Palma, con representaciones poco conocidas en otras islas, como el grupo Sirinoque de Las Tricias; Amoríos del Molino, de Puntagorda; Los Verseadores de Tijarafe; y Las Viejas Solte-ronas, de Fuencaliente. La acic, asociación sin ánimo de lucro, estaba cons-tituida por miembros de distintos estamentos, sin tener en cuenta afinida-des políticas. El último acto que organicé para la acic fueron las Primeras Jornadas de Cultura Canaria, en las que se leyeron cincuenta ponencias y comunicados, pese a los contactos del guerrero para que no asistieran. Para evitar que supiera quiénes iban a participar, en cada jornada salía publica-do el nombre de las personas que intervendrían en ese mismo día. Decía: —«Ahí tiene que haber dinero sucio de la derecha» porque lo que perseguía era que su centro celebrara un congreso para el que había solicitado al go-bierno canario diez millones de pesetas para cien ponencias. En el de la acic sólo se gastaron cien mil pesetas, las cuales puse yo de mi bolsillo. Estos tormentosos inicios propiciaron que me quedara muy endeudado; debía casi un millón de pesetas. Al final tuve que vender mi vivienda en el segundo edificio que construí en el centro de La Laguna, en la plaza Juan Régulo Pérez. Tuve que dejar de organizar actos culturales porque las sub-venciones eran para el que me hacía la guerra. En 1988, cuando ingresé en Cartas diferentes. Revista Canaria de Patrimonio Documental 431 la universidad para licenciarme en Historia y avalar mis propios libros, me sorprendió gratamente el ya mencionado profesor de la Universidad de La Laguna, quien me pidió perdón por haberse prestado a intentar difamarme y además me aseguró que hubo un complot para, con la ayuda de algunas otras personas, primero evitar que se publicara el libro Los guanches que sobrevivieron y, después, para emitir un comunicado; pero no se atrevieron. Añadió que sabían que el libro iba a tener mucho éxito, pero no interesaba que se publicara y me preguntó cómo había tenido yo la valentía de seguir adelante, e hizo referencia a mi mejor acierto: el título. Poco después, en un artículo que publicó en un periódico, puso en su sitio al mercader que lo utilizó, mencionó a los que ya se habían desvinculado debido a las malas prácticas que observaban, anunció su salida de dicho centro y reconoció públicamente su error respecto a mí. A partir de finales de 1984, que edité conjuntamente los libros Cos-tumbres y tradiciones canarias y Remedios medicinales canarios, fue cuando empecé a publicar de manera profesional. Respecto a la dureza para editar y distribuir libros en un territorio dividido como el canario, es evidente, principalmente por el sobrecoste de los viajes y el transporte. Al principio, como tenía pocos títulos, sólo cubría gastos, pero cinco años más tarde, a partir de 1987, con seis títulos y dos de ellos traducidos a idiomas, todo mejoró sustancialmente, con una media de 2500 a 3000 libros mensuales, pues a finales de los ochenta y los años noventa, cada tres meses enviaba varias cajas de libros por paquetería, tomaba el avión por la mañana, llegaba a Lanzarote, alquilaba un coche y distribuía. Por la tarde tomaba el barco para Fuerteventura donde hacía lo mismo al día siguiente. Todo era a contra reloj, de norte a sur, pero retornaba con una gran cantidad de dinero, en tor-no al medio millón de pesetas en los bolsillos. A Gran Canaria iba todos los meses y a La Palma trimestralmente. Desde principios del nuevo milenio las ventas empezaron a decaer progresivamente. —cd. De muchos de los libros de José Luis Concepción se han vendido decenas de miles de ejemplares (varios idiomas, multitud de ediciones...). ¿Qué balance hace después de más de veinte años de trayectoria editorial? ¿Cuántos libros ha publicado y sobre qué temáticas? ¿Cuáles han sido los títulos más exitosos? —jlc. No son más de veinte años, son más de treinta, pues empecé a editar en 1982 y la Asociación Cultural de las Islas Canarias se fundó en 1984, como ya he dicho. El balance creo que no puede ser más positivo 432 Noticias desde el punto de vista editorial: con más de trescientas cincuenta edicio-nes y setecientos cincuenta mil ejemplares vendidos de obras propias; pero a la vez ha sido una labor muy dura, con grandes dificultades económicas; un sacrificio que me ha producido un gran placer, aunque mi familia ha pagado las consecuencias. Desde 1982 he escrito y he publicado una veintena de libros. Los guan-ches que sobrevivieron y su descendencia (cuarenta y cinco ediciones y vein-tisiete en alemán, veintiuna en inglés y cuatro en francés), Nombres propios guanches (veinticuatro ediciones), Costumbres y tradiciones canarias (vein-ticuatro ediciones), Remedios medicinales canarios (veintitrés ediciones), Cocina canaria típica (cuarenta y dos ediciones y veintiocho en alemán y dieciséis en inglés), Arquitectura y diseño del hogar ideal canario (quince ediciones), este último en 1987. Ello significa que los seis primeros títulos han sido los de mayor éxito. En los años noventa edité Diccionario enciclopé-dico de Canarias pueblo a pueblo (cinco ediciones), Naturaleza e historia de Canarias (dos ediciones y cinco en alemán), Trajes típicos: guía de vestimen-ta folclórica de Canarias (coautor, nueve ediciones), Senderos rurales de Te-nerife (trece ediciones y dos en alemán), Senderos rurales de Gran Canaria (siete ediciones), Guía del visitante y senderos rurales de La Palma (tres edi-ciones y dos en alemán), Refranero tradicional canario (cuatro ediciones), además de los mapas Rutas rurales de Tenerife (cinco ediciones y cuatro en alemán y cuatro en inglés) y Rutas rurales de La Palma (cuatro ediciones y tres en alemán). Y ya en el nuevo milenio, desde 2003, Diccionario cana-rio de la lengua (dos ediciones), Renovación social: reflexiones para un cam-bio (análisis a nivel mundial), Diccionario español-canario (dos ediciones), Diccionario canario de geo-historia, Nuestra economía: realidad y soluciones (2014), Mojos y cocina canaria (en seis idiomas) y La sociedad palmera de 1950 a 2015, que recoge el contenido principal de mi tesis doctoral en Sociología, defendida en enero de 2016. A lo largo de los años ochenta y noventa publiqué a otros autores los siguientes libros: El trágico incendio de La Gomera (cinco ediciones), Bre-viario dibujado de elementos arquitectónicos (dos ediciones), Arte contempo-ráneo: Clasicismo, Romanticismo, Realismo, Impresionismo (dos ediciones), Arte contemporáneo: el siglo xx, La estética masónica: arte e historia de los más afamados protagonistas de la masonería internacional, La religión de los guanches (cuatro ediciones) y Cuentos líricos de gente rara (tres ediciones). —cd ¿Y el título o títulos de los que se siente más complacido, indepen-dientemente de su éxito comercial? Cartas diferentes. Revista Canaria de Patrimonio Documental 433 —jlc. Pese a que ha sido un libro que me ha marcado muchísimo, Los guanches que sobrevivieron y su descendencia. Otro es el de Arquitectura y diseño del hogar ideal canario, con prólogo del artista César Manrique; una obra que ha servido de guía para la recuperación de nuestra arquitectura tradicional. El de mayor satisfacción ha sido, quizás, el Diccionario enciclopé-dico de Canarias pueblo a pueblo, y el de mayor utilidad Nuestra economía: realidad y soluciones, aunque es un libro que no pude promocionar al estar inmerso en la investigación de mi tesis doctoral y del que la gran mayoría de los medios de comunicación no hicieron mención debido a su conte-nido, ya que deja a los gobernantes muy mal parados. No obstante, el más científico ha sido el de mi tesis doctoral, La sociedad palmera de 1950 a 2015, obra que mereció el sobresaliente cum laude. —cd. Es indudable que debe sentir una gran satisfacción como editor y autor de muchos de ellos… —jlc. Sí, aunque, como ya dije antes, también ha sido una labor muy dura, muy sacrificada, ya que del Gobierno de Canarias sólo obtuve una subvención de nueve mil euros para el Diccionario canario de geo-historia. Ese tipo de obras es muy costoso y comparativamente se vende poco. —cd. En gran parte, el trabajo intelectual se ha centrado en obras di-vulgativas, dirigidas al gran público. De igual manera, la distribución de las ediciones de José Luis Concepción ha conseguido llegar a todos los rinco-nes del archipiélago. Conseguir ambas metas no es tarea fácil. ¿Cómo ha sido posible lograrlas? —jlc. El principal éxito de un libro no está solo en el interés de su contenido, sino en su comercialización y, a su vez, en la eficacia con que se hace. Siempre le estaré agradecido a la periodista y profesora de teatro Pilar Rey por haberme aconsejado que distribuyera mis libros yo mismo, pues al principio le confié parte de la distribución a quienes presumían de ser los mejores, y además buscaba otra distribuidora5. Pero en la presentación de 5. Pilar Rey Brito (Santa Cruz de Tenerife, 1944), actriz, promotora cultural, editora e investigadora en el ámbito de la historia del teatro en La Palma, fue durante treinta años codirectora de la Escuela Municipal de Teatro de Santa Cruz de La Palma, acredita-da con su nombre artístico, «Pilar Rey», desde 2011. Al margen de su trayectoria actoral —que cuenta con galardones como el primer premio como mejor actriz en el Concurso Nacional de Teatro (Murcia, 1966) por su papel de Isabel de Los árboles mueren de pie de Alejandro Casona, interpretado con el grupo palmero Magister—, interesa destacar aquí 434 Noticias mi primer libro, el de Los guanches que sobrevivieron y su descendencia en Santa Cruz de La Palma, Pilar Rey me dijo: «si quieres tener éxito con tus libros, coge un bolso y llévalos tú mismo a las librerías». Y eso fue lo que empecé a hacer; por eso ha sido posible llevar a cabo ambas metas planifi-cando el contenido de cada libro y distribuyéndolo con eficacia, indepen-dientemente del coste por desplazamientos. —cd. ¿Qué reflexión podría hacer sobre sus últimos libros, de mayor elaboración pero, en cambio, de menor venta? Se trata casi de una ley que afecta a todo libro de corte más académico. —jlc. Sí, esa es la realidad. Con frecuencia vemos libros muy bien ela-borados y documentados que sólo tienen interés en un reducido sector de lectores, en especial si son voluminosos, y aunque influye el precio, no siempre es así, porque los libros con relatos de fantasías se siguen vendien-do bien aunque sean caros. También es verdad que desde hace unos años ha habido cambios significativos respecto a la lectura, pues en los centros urbanos cada vez vemos menos librerías y más bares con mesas al aire libre en los que mucha gente disfruta con ese tipo de ocio. —cd. ¿Cómo se organizan unas firmas como la Editorial José Luis Con-cepción Francisco y la Imprenta Graficolor? Empleados, instalaciones, tra-bajo técnico de maquetación, corrección, impresión… —jlc. Como cualquier empresa o asociación, pero dependiendo del vo-lumen de la editorial y de la época, y principalmente de los medios mecá-nicos disponibles. En los años ochenta una editorial podía tener sistemas de pre-impresión propios o simplemente contratar la fotocomposición a una empresa ajena, partiendo del escrito original mecanografiado, y darles las pruebas a los autores para que las corrigieran. Una editorial también podía contar con alguien especializado en corrección de textos, por lo que el autor sólo tenía que dar el visto bueno al final, antes de llevarlo a una imprenta. Los principales problemas surgían con libros de poesía, ya que con frecuencia los autores hacían cambios de última hora. Para mí fue una su labor como publicista a través de la editorial Pilar Rey, creadora, junto con Antonio Abdo, Alberto Omar, Agustín de León de la colección «Taiga», en la que han visto la luz desde finales de la década de los ’70 obras de María Dolores Andreo, Fernand Arnold, Elfidio Alonso Quintero, María Belén Castro Morales, Cecilia Domínguez Luis, Miguel Fernández Perdigón, María Nieves Samblás, Manuel González Plata, Inmaculada Ortega o Anelio Rodríguez Concepción. Cartas diferentes. Revista Canaria de Patrimonio Documental 435 experiencia muy gratificante durante la etapa de 1988 a 2011, en que tuve la Imprenta Graficolor —la cual se denominaría Ediciones Graficolor desde 1998—, pues me relacioné con muchos autores; esta imprenta estaba espe-cializada en la elaboración de libros6. Para llevar a cabo esta labor disponía tres operarios, uno en fotografía y montaje, un maquinista y otro en el ma-nipulado. A menudo colaboré en la edición de obras poco comerciales pero de gran interés cultural, como las de la Asociación Poetas Uni-Verso, por ejemplo. Y cuando pedían presupuesto para reeditar un libro de cierto vo-lumen, como Cosas viejas de la mar de Armando Yanes Carrillo, proponía la mejor fórmula posible, incluso quedándome yo con una pequeña parte de ejemplares para venderlos en Tenerife7. A partir de mediados de los años ochenta, cuando llegaron los ordena-dores, todo empezó a cambiar, pues la composición del texto y el maqueta-do del libro se elaboraba directamente; luego se fotografiaba, se revelaba y se hacía el correspondiente montaje con varias páginas en un plástico sobre una mesa con cristal iluminado con barras de electricidad desde el interior. A continuación se insolaba en una plancha, una lámina muy fina, se reve-laba con líquidos especiales y ya estaba todo listo para la impresión. Para el montaje del libro, se cortaban las hojas en una guillotina y se intercalaba a mano para encuadernarlo de manera semiautomática en una máquina con cola caliente. Después llegaron las intercaladoras y plegadoras automáticas y finalmente el montaje con el texto directo a la plancha para su impresión. —cd. Vayamos a la impresión de libros en Canarias. Normalmente un libro producido en el archipiélago cuesta el doble que uno elaborado en la península. ¿Hay alguna solución a esta cuestión que obliga con frecuencia a los editores canarios a imprimir sus libros fuera de las islas? 6. Sobre el panorama de la imprenta contemporánea en Tenerife, consúltese: Zurita Molina, Rafael. Tenerife con olor a tinta: rudimentos de las artes gráficas, de la tipografía al offset. Santa Cruz de Tenerife. [s. n.], 2003. 7. La obra vio la luz en 1954; esta segunda edición fue publicada en 1989 por la librería Cervantes de Santa Cruz de La Palma, propiedad de los herederos de Arman-do Yanes Carrillo (1884-1962), que hace unos años cerró definitivamente sus puertas. Estaba domiciliada en la bajos (hacia el sur) de la casa Fierro Sotomayor (calle Pérez de Brito, n. 4), que poseía la familia trasmitida por su ascendente Antonio Carballo Fernández. Véase: Pérez García, Jaime. Casas y familias de una ciudad histórica: la calle Real de Santa Cruz de La Palma. [Santa Cruz de La Palma]: [Cabildo Insular de La Pal-ma; Colegio de Arquitectos de Canarias (Demarcación de La Palma)], d. l., 1995, pp. 224-228. Y sobre Armando Yanes Carrillo: Pérez García, Jaime. Op. cit., p. 186. 2ª ed. (2009), pp. 405-406. 436 Noticias —jlc. No siempre es así, especialmente para tiradas de mil y dos mil ejemplares de libros con encuadernación normal, en rústica. Y la principal diferencia no está relacionada siempre con el precio de impresión, sino con el modo; es decir, desde principios del nuevo milenio se ha impuesto la impresión digital, muy económica hasta trescientos ejemplares, sólo unos cuantos cientos de euros, con lo que algunos editores han hecho un buen negocio con libros subvencionados. A nadie se le puede obligar a que imprima en Canarias, pero si un li-bro se edita con ayudas oficiales, sí se debería imponer la condición de ser impreso aquí; sin embargo, existen instituciones públicas que contratan la impresión de libros fuera de Canarias. —cd. ¿Cómo encuentra la distribución del libro canario y qué proble-mas ve en ella? El archipiélago canario es un territorio fragmentado en el que la distribución siempre ha sido costosa y difícil. ¿Qué soluciones po-drían plantearse para una mejor planificación de esta distribución? —jlc. El principal problema está en el desequilibrio existente por las generosas subvenciones que alguna editorial recibe anunciándose falsa-mente como entidad cultural altruista, cuando en realidad se había con-vertido en sociedad anónima. Cuando ese centro de cultura había recibido cientos de millones de pesetas, su presidente y entorno se apropiaron del ARQUITECTURA Y DISENO DEL HOGAR IDEAL CANARIO JOSÍ. LIJISCO;,;cEPCIÓS AClC==llil ARQUITECTURA TRADICIONAL DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO COe CANARIAS «PUEBLO A PUEBLO» GEOGRAF(A FLORA FAUNA HISTORIA ECONOM(A ARTE Y LITERATURA VOCABULARIO FOLKLORE 1c1c==llil Cartas diferentes. Revista Canaria de Patrimonio Documental 437 ochenta y cinco por ciento de todo el patrimonio. Asunto que denuncié judicialmente, pero no procedieron a averiguar los hechos, por lo que recu-rrí al Tribunal Constitucional, desde donde me contestaron que daban por buena la decisión del juzgado de no investigarle. Ante este panorama, un amigo que yo tenía en Madrid, experto en registro de marcas y patentes, me aconsejó que registrara el nombre de ese centro como marca comercial, ya que no la habían registrado, pese a que la utilizaban como marca en la actividad mercantil, y así yo podría paralizar esa explotación lucrativa con la finalidad única de hacer justicia, de que devolvieran al centro altruista lo que se habían apropiado; pero llevaron a cabo un amplio despliegue bu-rocrático consiguiendo paralizar mi solicitud y registrarla a su nombre. No obstante, aprovecharon para demostrar supuestas malas intenciones mías. Esta apropiación de gran cantidad de dinero procedente de fondos públicos originalmente con fines altruistas todavía sigue sin resolverse; tiene vigencia porque son hechos continuados. Debe hacerse justicia. Jamás pensé que en el ámbito cultural pudiera haber tanta rivalidad con fines lucrativos y políticos; por eso me han combatido, pues hay mucha historia oculta. Las ayudas deben ir destinadas a las pequeñas editoriales. De cualquier manera, existen distintas distribuidoras a través de las cuales se puede hacer llegar los libros a cualquier isla. La dificultad está más rela-cionada con la venta de un libro determinado, pues si se vende muy poco, no le es rentable a una empresa distribuidora. Por este motivo, como hay libros de muy buena calidad pero con poco interés, el gobierno canario debería tener en cuenta estas circunstancias en favor de las distribuidoras y de los propios autores. Lo más difícil es comercializar un libro fuera de Canarias, no sólo por el coste, sino porque son muy pocos los libros escritos por canarios que tienen éxito. Libros académicos o de temática internacional que le publi-qué a otros autores, no pude promocionarlos fuera. Tampoco tuve éxito con uno mío, el titulado Renovación social: reflexiones para un cambio. Me desplacé a Barcelona y no me hicieron caso; sin embargo, pude comprobar que cualquier libro de estas características, con un contenido mucho menos interesante, suele tener buena acogida si se trata de autores ya conocidos; es decir, si uno no tiene un apellido alemán o francés, o al menos catalán, lo tiene muy difícil. —cd. ¿Está la sociedad insular interesada en los libros de temática ca-naria? ¿Cuáles son las preferencias de los canarios por los libros locales o regionales? 438 Noticias —jlc. Nuestra sociedad, desde finales de los años setenta, estuvo muy interesada en libros relacionados con la cultura canaria en general, pero este interés ha decaído considerablemente en los últimos años. En los años ochenta, especialmente, hubo gran interés por la poesía y la narrativa insu-lar; en la actualidad ese interés se limita a un reducido número de personas, principalmente a los de más de sesenta años de edad. Los libros de temática canaria que más se siguen vendiendo, aunque muchísimo menos que antes, son los relacionados con la gastronomía, remedios medicinales, mal de ojo y la cultura indígena, los guanches. —cd. ¿Y las ferias del libro? ¿Cree que cumplen su función? —jlc. Las ferias del libro tuvieron su auge hasta mediados de los años noventa. De cualquier manera, en los años precedentes cada evento con-sistía en un nuevo experimento con pésimas promociones por parte del gobierno canario; lo cual se fue convirtiendo en un simple «cumplimiento», equivalente a cumplo y miento, permitiendo que algún interesado repre-sentante de la Asociación de Libreros otorgara la organización de dichas ferias a un «centro de cultura» con librería propia, para así también poder excluir a otras editoriales para que no les hiciera la competencia; incluso intentaron esta discriminación alegando que fueron decisiones adoptadas legalmente en las asambleas de esa asociación. El caso llegó incluso a los tribunales de justicia, donde no hubo condena. Mi editorial, en colaboración con la Asociación Cultural de las Islas Ca-narias, dejó de participar desde mediados de los noventa debido a las medi-das mercantiles anteriormente mencionadas. Al final, cuando todo empezó a decaer, volvieron a permitir la participación de editoriales, pero la acic no ha estado presente. Terrible fue especialmente el año 1994, pues aunque mi editorial pudo participar, el «viento se encargó» de desplazar el techo de la caseta. Lo único que se pudo determinar es que no aseguraron los en-ganches correspondientes. Pura casualidad. Ese incidente estuvo a punto de costarle la vida a la persona que se encontraba en el interior vendiendo los libros, pues cayó dentro; luego, los interesados organizadores no repusieron dicho techo al día siguiente, por lo que estuvo inoperativa todo el fin de semana. La responsable de la feria por parte del gobierno canario nos llamó por teléfono para lamentar lo sucedido y afirmarnos que nos compensarían económicamente. Al final, el Consejo Consultivo de Canarias determinó erróneamente que por dos horas de interrupción no había derecho de in-demnización, cuando en realidad fueron más de dos días. Cartas diferentes. Revista Canaria de Patrimonio Documental 439 —cd. ¿Cuál cree que debería ser la misión del Gobierno de Canarias en relación al mundo del libro y la edición? ¿La edición pública es necesaria o sólo se debería ofrecer el apoyo de las editoriales? Si cree que se debería apoyar a las editoriales, ¿cómo podría plantearse este apoyo? —jlc. La principal misión del Gobierno de Canarias debería ser la pro-moción de cada uno de los libros que cualquier editorial publique a través de la Radio Televisión Canaria. De esta manera, todos podríamos llamarla «la nuestra», en vez de estar principalmente al servicio de los políticos que se reparten el poder. Sin embargo, cuando se edita un libro, aunque sea de interés general, sólo le dedican unos minutos en la radio en el mejor de los casos, especialmente si es contrario a las políticas de los gobernantes. Ningu-na entidad pública debería hacerle la competencia a una empresa privada. El apoyo ha de estar determinado por el interés de cada obra y no por quién es el autor o el editor. En este sentido debería establecerse una serie de criterios a tener en cuenta para evitar el favoritismo. Lo que tampoco puede hacer un gobierno es subvencionar obras para hacer la competencia a otras de contenido similar ya editadas con dinero propio. Este fue un atro-pello más en mi contra, pues al ya mencionado centro le facilitaron dinero incluso para la traducción a idiomas de un libro de cocina cuando yo tenía ya en el mercado en varias lenguas Cocina canaria típica. —cd. Desde su amplia experiencia, ¿cómo contempla el panorama ac-tual del libro canario? —jlc. Creo que es decepcionante, pues cada vez se observa menos in-terés por la temática canaria; y es que el gobierno de estas islas, en vez de fomentar los conocimientos de nuestra cultura, en general no se preocupa. —cd. ¿Y la del libro en general? ¿Cree que los medios electrónicos son un obstáculo o una herramienta para el formato en papel? —jlc. Los libros del futuro estarán casi todos en medios electrónicos, algo que debe considerarse positivo por motivos medioambientales y eco-nómicos, pero el formato en papel todavía tiene bastante interés; muchos lectores, especialmente los de mayor edad, siguen demandando el libro im-preso en papel. —cd. ¿Y el futuro de la Editorial José Luis Concepción Francisco y de la Asociación Cultural de las Islas Canarias? 440 Noticias —jlc. No lo sé. El futuro de la Asociación Cultural de las Islas Canarias respecto a organización de eventos está condicionado a las políticas del gobierno canario y otras instituciones públicas que siguen procediendo sin imparcialidad; no obstante, en lo que a la editorial se refiere, se seguirán reeditando los libros ya publicados y alguna posible nueva edición. Y como se puede analizar en varias de las respuestas anteriores, el propio gobierno canario me ha perjudicado económicamente. Desde el punto de vista cultural, estamos retrocediendo con relación a los años ochenta del siglo xx. Me siento frustrado al observar que el es-fuerzo realizado por todas las personas que hemos aportado algo, poco ha servido. Además, antes había menos preparación cultural pero mucha más educación. Personalmente me he sentido muy bien tratado por los medios de comunicación hasta 2003, en que comenzaron a marginarme, y hasta el presente esa marginación ha venido en aumento, salvo en los medios de Las Palmas. El motivo creo que es el trabajo que he realizado, y más concreta-mente el contenido de algunos de mis libros, como el de Nuestra economía: realidad y soluciones, en el que los interesados gobernantes no quedan bien parados. Echo de menos la organización y la cultura de países socialmente avan-zados, en los que se ayuda a las personas que progresan o aportan algo a la sociedad; aquí se les combate si no se está al servicio de algún partido gobernante. En esas naciones, la cultura y la educación, la enseñanza en general, está muy bien planificada y alcanza éxito porque también tienen políticos bien preparados. Con frecuencia recuerdo al artista e intelectual César Manrique, quien a finales de los años ochenta criticaba al gobierno canario porque no estaba aprovechando el buen momento económico para mejorar la preparación cultural de los canarios, y lo comparaba con lo que había sucedido en un país rico como Venezuela. Decía que los canarios nos convertiríamos en los sirvientes de los europeos. Consecuentemente, si queremos un futuro mejor para todos, tendremos que dar un giro impor-tante. Santa Cruz de La Palma y La Laguna, septiembre de 2016. Manuel Pogio Capote
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Calificación | |
Título y subtítulo | El libro canario en el mundo : entrevista al escritor y editor José Luis Concepción |
Autor principal | Poggio Capote, Manuel |
Publicación fuente | Cartas diferentes: revista canaria de patrimonio documental |
Numeración | Número 12 |
Sección | Artículos |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Breña Alta. La Palma (Santa Cruz de Tenerife) |
Editorial | Cartas diferentes ediciones |
Fecha | 2016 |
Páginas | pp. 0421-0440 |
Materias | Patrimonio documental ; Archivos ; Cultura ; Canarias ; Literatura ; Entrevista ; Concepción, José Luis |
Enlaces relacionados | Enlace a la revista: http://www.cartasdiferentes.com/revista.htm |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato Digital | |
Tamaño de archivo | 1265664 Bytes |
Texto | Cartas diferentes. Revista Canaria de Patrimonio Documental 421 EL LIBRO CANARIO EN EL MUNDO: ENTREVISTA AL ESCRITOR Y EDITOR JOSÉ LUIS CONCEPCIÓN Los guanches que sobrevivieron y su descendencia (1982), Costumbres y tradiciones canarias (1984), Remedios medicinales canarios (1984), Nom-bres propios guanches (1984), Cocina canaria típica, práctica, postres y licores (1985) o Arquitectura y diseño del hogar ideal canario (1987) son algunos de los libros redactados y publicados por José Luis Concepción Francisco. Media docena de títulos de los que se han vendido centenares de miles de ejemplares y que en su conjunto pueden valorarse como auténticos best se-llers del libro canario. José Luis Concepción está considerado así como uno de los autores canarios vivos que más libros ha vendido, a la par o incluso por encima de otros escritores insulares de alcance nacional e internacio-nal, como el conocido novelista tinerfeño Alberto Vázquez-Figueroa, del premio Planeta en 1995 Fernando G. Delgado o del incansable J. J. Armas Marcelo. Editados y comercializados por el propio Concepción Francisco, estos y otros títulos han sido traducidos al inglés, al francés y al alemán, repartidos en numerosos hogares europeos gracias a la importante industria turística canaria. Asimismo, en el archipiélago, los libros de José Luis Con-cepción han calado en el mercado local, adentrándose (debido a su formato y carácter divulgativo) en todos los rincones isleños. Autodidacta en su formación, la biografía de José Luis Concepción se remonta a unos orígenes humildes en el municipio de Breña Alta (La Pal-ma). Tras una estancia laboral de diez años en Inglaterra, que le sirvió no solo como base para el conocimiento de idiomas sino también para la ad-quisición de una amplia base cultural, se afincó en 1976 en Tenerife. En esta isla, entre 1982 y 2016, ha sido autor de una veintena de publicaciones, cuyo éxito ha quedado rubricado en la venta de más de setecientos cin-cuenta mil ejemplares distribuidos en unas trescientas cincuenta ediciones. Una labor aún más meritoria si se tiene en cuenta que ha sido desarrollada al margen de las instituciones oficiales y, en su casi totalidad, ha permane-cido ajena a cualquier clase de subvención o ayuda pública. Así pues, la trayectoria de José Luis Concepción queda esbozada como la de un profesional del mundo del libresco en todas sus vertientes: escritor, editor, impresor (entre 1988 y 2011) y, por último, distribuidor de sus pro-pios trabajos y los privativos de su sello editorial1. Licenciado en Geografía 1. Sobre José Luis Concepción Francisco, véase: Pérez García, Jaime. Fastos biográ-ficos de La Palma. Santa Cruz de La Palma. Caja General de Ahorros de Canarias, 1985- 1998, v. ii, pp. 57-58. 2ª ed. (2009), pp. 111-112. 422 Noticias e Historia por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria en 1992 y doctor en Sociología por la Universidad de La Laguna en este mismo año, dialogamos con este heterogéneo autor, un auténtico experto tanto en el mercado regional del libro como en su promoción. La presentación, el jue-ves 16 de junio de 2016 en la Real Sociedad Cosmológica de Santa Cruz de La Palma de su último trabajo, La sociedad palmera de 1950 a 2015 (2016), una monografía que sintetiza el contenido de su disertación de tercer grado, ha sido la génesis de este encuentro. * * * —Cartas Diferentes. ¿Quién es José Luis Concepción? Preséntenos su biografía y vida laboral antes de dedicarse a la labor editorial: nacimiento en Breña Alta, marcha a Inglaterra, vuelta a las islas... —José Luis Concepción. Lo que más difícil me resulta es hablar de mí mismo, pues me gusta más centrarme en mi labor como escritor y editor, lo que he hecho a lo largo de más de tres décadas, dando a conocer mis publi-caciones; y pese a que soy el autor que más libros ha vendido en Canarias con gran diferencia, la mayoría de la gente que ha leído algún ejemplar mío no me conoce. En la biografía que aparece en mis libros sólo pongo los datos básicos; no obstante, responderé a las preguntas que me formulan. Soy licenciado en Geografía e Historia y doctor en Sociología, aunque estos títulos, adquiridos desde 1992, no me han cambiado mi forma origi-nal de ser, ni me considero más importante por ello. Me defino como una persona con la resistencia de un campesino, la experiencia de un emigrante y la sensibilidad de un músico; detesto la envidia, la falsedad y las injusti-cias. Sueño con un mundo mejor partiendo de la realidad y basándome en los Derechos Humanos, que nada tiene que ver con la Utopía; me analizo a mí mismo, incluidos mis defectos para corregirlos en la medida de lo po-sible, y normalmente empleo la empatía para analizar o juzgar a los demás. Mis estudios, como autodidacta, han estado principalmente en torno a las civilizaciones y comportamiento humano. La filosofía, tanto la clásica como la moderna, ha sido siempre mi gran afición y en especial la de Kant, basada en el razonamiento. Descendiente de familias de Barlovento, nací en Breña Alta, La Palma, en 1948. Mi vida, además de a mi madre, se la debo al doctor José Francisco Soriano, de Santa Cruz de La Palma, pues aunque intervino supuestamente cuando ya no había remedio, logró salvarme gracias a su pericia. Según él, era imposible que yo pudiera nacer vivo debido al exceso de tiempo transcurri- Cartas diferentes. Revista Canaria de Patrimonio Documental 423 do. Cuando mi madre logró expulsar los cinco kilos que pesé, estaba com-pletamente morado y no respiraba; luego el doctor pidió una «lavadera» con agua fría en la que me introdujo, y aunque se sorprendió al sentirme llorar, manifestó que no sobreviviría, por lo que se apresuró a bautizarme dándome su nombre, José Francisco. Después me rebautizó el párroco de San Pedro, Luis Vandewalle Carballo, quien hizo el cambio del segundo nombre a su favor, también alegando que Francisco era mi segundo apellido2. Mi niñez la viví dentro del seno de una familia campesina que trabajaba sus propias tierras, especialmente la de mis abuelos maternos. A mi madre la atormentaba con preguntas de todo tipo, aunque en especial respecto a Dios y a la existencia de las estrellas, y si encontraba cualquier resto de papel impreso en el camino le pedía que me lo leyera desde muy pequeñito. Me gustaba analizar todo lo que me rodeaba, inclusive el comportamiento de los insectos, y desde los cuatro años era exigente para que me asignaran labores campesinas, las cuales ya tenía que realizar por obligación dos años después. A los siete años de edad me impresionó enormemente el comportamiento de una señora de mediana edad en la capital palmera, pues mientras ella chupa- 2. Una sucinta biografía de Luis Vandewalle y Carballo (1906-1987) en: Pérez Gar-cía, Jaime. Op. cit., pp. 229-230. 2ª ed. (2009), p. 396. La casa de la cultura del barrio La Dehesa de Santa Cruz de La Palma lleva el nombre de Luis Vandewalle, a cuya biblioteca el clérigo donó una relevante colección de obras canarias impresas en los siglos xix y xx. LOS GUANCHES que sobrevivieron y su descende, .ci ACIC Basándonos, primeramente, en las fucntn de la historia, oculta hasta hace poco y en ,cgundo lugar en las cstadiliricat antropo• lógicas de los últimos años, se puede llegar a Ja conclusión que la raza guanche aún predomina cnlas hla1Canaria1. 1 AUN PERVIVE LA RAZA GUANCHE EN EL ACTUAL PUEBLO CANARIO ! J~ Luh Concepción 424 Noticias ba trozos de naranja y los tiraba en el cubo de la basura en una venta, un niño hambriento, algo mayor que yo, recogía los restos y los comía; luego le pre-gunté a mi madre por qué aquella señora no le compró una naranja al niño o le dio un trocito, y pese a que lo intentó justificar, no me pudo convencer. Empecé a ir a la escuela a los ocho años, aula única en la que estudiaban los niños de todas las edades, por lo que muy pronto le escuché al maestro que el sol no giraba alrededor de la tierra, sino lo contrario. Éste fue mi primer gran descubrimiento del universo, el cual transmití rápidamente a mis abuelos y tíos, aunque un tío abuelo me lo rebatió y me recordó que era mejor creer en lo que uno veía. Desde los ocho a los trece años asistí a la escuela por las mañanas y el resto del tiempo, incluidos los domingos, tenía que trabajar en la agricultura y la ganadería casi constantemente. Pese a que empecé con dos años de retraso, a los trece obtuve el certificado de estudios primarios. Para mí fue muy triste no poder empezar a estudiar el bachillerato, pese a que el concejal de Cultura le dijo a mi padre que me conseguiría una beca. A partir de esta edad y hasta los dieciocho continué trabajando a tiempo completo, estudié música por las noches (pues desde muy pequeño manifestaba que quería ser intérprete), hice un curso de con-tabilidad y finalmente empecé el bachillerato nocturno mientras trabajaba duramente en la construcción, por lo que me sentí muy agotado. Desde los dieciséis años formé parte de la Banda de Música Nueva Esperanza (Breña Alta) y estaba aprendiendo a tocar varios instrumentos, ya que mi deseo era convertirme en director de orquesta de cámara si en el futuro lograba salir de la isla para estudiar. A los dieciocho años, en 1966, decidí emigrar a Inglaterra donde per-manecí diez años. Emigré solo y sin tener referencias de ese país, en el cual me encontré con un modo de vida totalmente distinto, con una democra-cia bastante consolidada, con organización y justicia, pero a su vez con mucho libertinaje. Era la época en la que la juventud marcaba las pautas en el mundo occidental con la enorme influencia de la música pop lidera-da principalmente por los Beatles y los Rolling Stones. Un mundo loco y divertido en el que participé, aunque había aspectos que no me gustaban. Originalmente fui con la intención de aprender el idioma para después ha-cer lo mismo en Alemania y en Francia y retornar a las islas Canarias, pero cambié de planes. Pensé que era mejor estudiar bien la gramática inglesa, lo que llevé a cabo y posteriormente fui a una academia donde aprendí a defenderme en francés; estudios que realicé a lo largo de seis años, a la vez que trabajaba. Los primeros meses fue de ayudante de enfermero, pues el intermediario no sólo me engañó asegurándome que iba a trabajar de Cartas diferentes. Revista Canaria de Patrimonio Documental 425 ayudante de camarero, sino que me estafó 4000 pesetas (el equivalente a dos meses de trabajo), por un contrato cuyo coste había sido pagado por los que me contrataron en Inglaterra. Pero el mayor engaño fue que con ese contrato sólo podía ejercer labores domésticas en hospitales y colegios. Luego busqué el empleo que más me favorecía, compatible con el horario para estudiar; al principio de ayudante de cocina en una residencia y un año y medio más tarde de jefe segundo. Una vez terminados los estudios, pasé a la hostelería, en la que llegué a ser manager de restaurante, pero cuando me faltaban seis meses para ejercer de subdirector de hotel y dos años más para director, comencé la actividad de representante de seguros de vida, pensando ya más en retornar a Canarias, pues en 1972 vine de vacaciones y por casualidad me enamoré de una palmera con la que me casé unos meses después. En 1976 regresé al archipiélago, donde trabajé como profesor de Inglés, y a continuación de guía de turismo; pero como ya traía del Reino Unido planes para editar libros y promover la cultura canaria, intentaba buscar la mejor forma para desarrollarla, por lo que en 1979 me hice empresario autónomo para obtener una pequeña infraestructura económica que me permitiera sobrevivir, como fue la dedicación a la promoción y construc-ción de viviendas durante cinco años; luego continué como editor y gerente en una imprenta que instalé unos años después: Graficolor. En 1984 fundé la Asociación Cultural de las Islas Canarias, a través de la cual se organizaron varios eventos de cultura tradicional en lugares como el teatro Leal de La Laguna y el teatro Pérez Galdós en Las Palmas de Gran Canaria. En 1985 organicé las Primeras Jornadas de Cultura Ca-naria, cuyo presidente y secretario fueron respectivamente el catedrático Sebastián de la Nuez Caballero3 y el investigador y catedrático de Esperan-to Juan Régulo Pérez4. De 1986 a 1989 presenté en Radio ecca diversas ediciones del programa cultural Canarias y su gente. En 1988, al tiempo que dirigía y gestionaba mi imprenta y comercializaba mis libros en todas la islas, ingresé en la Universidad de La Laguna para cursar estudios de Geografía e Historia, y aunque terminé la especialidad en 1991, me vi obligado a trasladarme a la de Las Palmas para aprobar tres asignaturas de 3. Rodríguez Padrón, Jorge. Primer ensayo para un diccionario de la literatura en Ca-narias. Las Palmas de Gran Canaria. Santa Cruz de Tenerife. Viceconsejería de Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias, 1992, pp. 222-223. 4. La biografía de Juan Régulo Pérez (1914-1993) en: Pérez García, Jaime. Op. cit., 193-196. 2ª ed. (2009), pp. 335-337. También su biobibliografía en los preliminares del primer volumen del homenaje libresco que le dedicó la Universidad de La Laguna: Serta gratulatoria in honorem Juan Régulo. La Laguna: Universidad de La Laguna, 1985-1990. 4 v. 426 Noticias cursos anteriores que me suspendían sistemáticamente, pese a tener inclu-so notables comprobados, pues, según pude enterarme, algún profesor no me perdonaba que publicara el libro Los guanches que sobrevivieron y su descendencia y, menos todavía, el éxito que ya había tenido. De nuevo en La Laguna, de 1993 a 1995, llevé a cabo los cursos de dos doctorados, en Historia y Sociología, pese a la negativa de la comisión, que alegó que no podía matricularme en dos programas simultáneamente, pero recurrí al se-cretario general, quien falló a mi favor, por lo que me tuvieron que admitir. La presidenta, muy contrariada y con cierto desprecio, me manifestó que era el primero en realizar dos doctorados a la vez, a lo que yo le contesté: —«Pues el próximo será el segundo». —cd. ¿Cómo nace y se forma José Luis Concepción como editor? ¿Qué le motivó a dedicarse a la edición? —jlc. Más bien como escritor, pues editor puede ser cualquiera si se lo plantea como un negocio o afición en un momento determinado. Ya men-cioné antes que desde que regresé de Inglaterra, traía planes para editar libros, pero esas ideas no surgen por un deseo espontáneo; tuve motivos para ello. Inquietudes que comenzaron a pocos meses de llegar a Inglaterra, con sólo dieciocho años de edad, aunque parezca sorprendente o increíble, pues al tener que trabajar y no poder dedicarme exclusivamente a estudiar, busqué una profesora de inglés de refuerzo. Esa profesora, que se ve que tenía bastantes conocimientos sobre las islas Canarias (como ha sido nor-mal en muchos británicos por los vínculos comerciales), me hizo una serie de preguntas que me dejaron en evidencia. Me preguntó qué cantidad de habitantes tenían las islas, a lo que no pude responderle y tampoco acerca de los barcos que pasaban por Canarias. Por su expresión facial noté que se compadeció de mí, pero a continuación me preguntó por la población indígena de Canarias y me sentí aliviado porque al fin me pareció que sabía la respuesta. Le manifesté brevemente que la de los guanches era una raza de gran estatura y muy guerrera y que cuando llegaron los conquistadores, combatieron hasta la muerte y los que quedaron con vida se dejaron morir de hambre o se lanzaron al vacío, por lo que desaparecieron, pues eso era lo que decían. La cara de sorpresa que puso la profesora me dejó perplejo, pero cuando me aseguró que los indígenas canarios no desaparecieron, ni eran como yo se los describí, la vergüenza me invadió, a la vez que sentí una gran satisfacción. Me añadió que muchos indígenas se mezclaron con los conquistadores y que estos les dieron apellidos españoles, igual que hi- Cartas diferentes. Revista Canaria de Patrimonio Documental 427 cieron en América, pese a las matanzas; y como prueba de ello me hizo referencia a los apellidos de los actuales indígenas en países como México. Y concluyó: —«El problema de ustedes es que las islas Canarias son una posesión de España», con lo que me dejó más confuso todavía. Esta conmovedora información fue el germen de mis futuras inquie-tudes con respecto a Canarias. Yo ya estaba pensando en la posibilidad de hacerme súbdito británico cuando transcurriera el plazo reglamentario de cinco años de estancia en el país, y aunque me concentré en los estudios, no podía olvidarme de lo que esa profesora me había dicho. Fueron pasando los años al tiempo que iba reforzando la idea de regresar, formarme mejor y escribir una serie de libros que contribuyeran a aumentar el conocimiento de la gran mayoría de los canarios; por lo que desde que retorné en 1976, además de continuar estudiando por mi cuenta Filosofía, Geografía e His-toria y un curso que hice en la u.n.e.d. con temas de introducción a las Humanidades y al Lenguaje, comencé a leer libros de historia de Canarias y en 1982 ya me vi con suficientes conocimientos para escribir. —cd. ¿Encontró muchas dificultades en un principio? ¿Cómo fueron los comienzos de la editorial? ¿Resultó duro en una región como Canarias dedicarse a publicar libros de manera profesional? —jlc. Más que dificultades encontré una sorprendente oposición en un centro de cultura de La Laguna en el que yo colaboraba desde 1979. Fue una experiencia terrible y dolorosa por el desprecio que sentí, pues como no era licenciado en Historia me decían que no podía publicar un libro que abordara esa disciplina, lo que era una clara contradicción; más bien se tra-taba de elitismo, ya que a un abogado sí le habían editado una monografía sobre los guanches. Sucedió que en marzo de 1982 les comunique en una asamblea que me iba a centrar en la redacción de un libro que podría tener mucho éxito y que las ganancias las donaría para contribuir a la compra de un solar para dicha asociación. Las miradas de sorpresa y expresión de compasión hacia mí de varios de los miembros asistentes fueron evidentes. —«El libro tiene que ser con todo el rigor científico», manifestó uno, y tras deliberar acerca de la cantidad que se podría editar, el presidente opinó que 2000 ejemplares sí se podían vender. Rápidamente le contesté: —«Mul-tiplícalo por cinco», a lo que respondió: —«Si lo que quieres es hacerte famoso, no te preocupes, que una vez que se construya la sede del centro, tendrás una placa en la que se deje constancia de que el solar fue comprado con dinero de la venta de libros de José Luis Concepción». Al día siguiente, 428 Noticias una persona que me apreciaba me recriminó por haberme atrevido a decir que se venderían 10000 ejemplares de ese libro. Le respondí: —«Multiplí-calo por cinco otra vez», y la respuesta que obtuve fue una expresión de asombro en su rostro. Seis meses después entregué el libro, al que le tenía reservado el título Los guanches que sobrevivieron y su descendencia. Sólo presenté el contenido de la investigación con el número de las notas, pero sin las correspondientes referencias de los autores y obras leídas, para averiguar si el evaluador que lo iba a ponderar conocía el tema. Uno de los asesores, un profesor de la Universidad de La Laguna, escribió: «El presente estudio, pues, podría pasar por un digno trabajo de un curso universitario donde se ve que el autor ha leído bastante sobre el tema». No obstante, añadió que no bastaba, que era como escribir en el agua, ya que no tenía las notas de referencia de la investigación, pero al confirmarle que se le añadirían, mostró su disposi-ción a hacer un prólogo a la obra. Otro docente que también había leído el contenido dio un informe favorable, aunque al final fue presionado para que dijera que él no lo publicaría; lo que me pareció poco serio. Y pese a que el primer profesor mencionado confirmó que en un plazo de quince días tendría el prólogo, me negué a aceptarlo porque ya había tomado la decisión de editarlo por mí mismo, con una introducción propia a la obra. Pese a que me auguraban un rotundo fracaso al no estar avalado por un especialista con su prólogo, el presidente de ese centro me recordó que lo más difícil no era publicarlo, sino promocionarlo, para lo que yo no estaba capacitado porque ni siquiera había visto una emisora por dentro, recalcó. Lo primero que hice a continuación, en 1982, fue legalizar una edito-rial a mi nombre (José Luis Concepción). Una vez impreso el libro, había que comercializarlo. Después de esperar impaciente unos quince días por cierto retraso de la imprenta, el 22 de octubre me lo entregaron. La incer-tidumbre fue superior a la euforia, pues comenzaron a hacer críticas de todo tipo, como que estaba loco al editar dos mil ejemplares en vez de mil y que era un atrevido. —«Agricultor en La Palma, camarero en Inglaterra y constructor en Tenerife; y ahora cree que es historiador», fue lo más co-mentado. Pese a todo le regalé un ejemplar al responsable de ese centro de cultura, quien me manifestó: «Es un buen libro, Concepción, te saliste con la tuya», y le confié la comercialización parcial, pero observé demasiada lentitud, por lo que en menos de dos semanas yo ya tenía las principales librerías servidas con una media de diez ejemplares. Mi gran sorpresa fue ver la frecuencia con que me hacían nuevos pedidos porque se agotaban en cuestión de pocos días. Calculé que la edición se podría acabar a finales Cartas diferentes. Revista Canaria de Patrimonio Documental 429 de noviembre, y encargué una segunda tirada de otros dos mil ejemplares, la cual se estrenó el 2 de diciembre con una presentación en Las Palmas de Gran Canaria, en el Club Prensa Canaria. Para esta primera presentación de Los guanches que sobrevivieron y su descendencia se había comprometido el conservador de El Museo Canario, pero desde que su nombre salió publicado anunciando dicha intervención, se pusieron en contacto con él y lo convencieron para que no me presentara el libro, pese a que ya me había comunicado que la obra estaba bien docu-mentada. Lo llamé por teléfono y después de una corta conversación en la que hice referencia al elitismo y la hipocresía, me pidió disculpas y mostró nuevamente su disposición a presentarme el libro, pero le contesté que si fue capaz de arrepentirse una vez, ya no podría confiar en él. Me insistió, pero le contesté que no, que siguiera encerrado en su búnker, y de inmedia-to llamé al periódico para que no continuaran anunciando el nombre del presentador. Al final lo presenté yo mismo, aunque conseguí que se sentara a mi lado Juan Luis Calero, el humorista, quien abrió el acto. Todo el mun-do me decía que había cometido el error de presentar el libro a la misma hora que comparecía por primera vez en televisión el nuevo presidente del gobierno, Felipe González. El miedo al fracaso ya estaba servido, pero para mi sorpresa, asistieron unas sesenta personas. Luego lo presenté en Tenerife, donde estuve acompañado por el profesor Antonio Pérez Voituriez, y en Fuerteventura por el investigador Francisco Navarro Artiles. Desde el principio de las presentaciones comencé a visitar los distintos medios de comunicación, los cuales me atendieron muy bien, incluso Radio Televisión Española en Canarias. Hubo emisoras de las más importantes en las que me hicieron hasta seis entrevistas el primer año, a lo largo del cual llevé a cabo media docena de ediciones del mismo libro, doce mil ejempla-res. A principios de 1984 edité Nombres propios guanches. Parece que no gustó, según manifestó el mismo que me hizo la guerra desde el principio, quien dijo: — «Hay que parar a Concepción como sea». Convocó una gran rueda de prensa en la que utilizó a uno de los profesores mencionados para que diera fe de que publiqué el libro Los guanches que sobrevivieron pese a tener un informe negativo. El mundo se me vino encima al ver las noticias en los principales medios de comunicación; pensé que me habían hundido, pero lo que más me dolió fue ver la falsedad del informe en cuestión, y más aún ver cómo un profesor se prestaba a comparecer públicamente a intentar desprestigiarme sin razones para ello. A los pocos días, cuando recuperé el ánimo, elaboré una nota de pren-sa y fui por bastantes medios de comunicación a defenderme. Preparé mi 430 Noticias defensa y pude demostrar que lo que decían de mi libro era falso, y que el irresponsable de ese centro de cultura parecía tener un gran negocio en marcha, por lo que no quería rivales. Respecto al profesor, le sugerí que le-yera un poquito acerca de la historia de la cultura para que viera la cantidad de autodidactas que habían contribuido a grandes obras universales, incluso algunos de ellos con solo estudios primarios, como el poeta Miguel Her-nández; o, sin salir de Canarias, como Domingo Pérez Minik: sin tener más formación oficial que el bachillerato, sus obras literarias eran de obligada lectura en varias universidades europeas. Así me gané el respeto de la gran mayoría de la gente; al poco tiempo me fui encontrando con intelectuales importantes, y lejos de desanimarme, empecé muy pronto a planificar la fundación de la Asociación Cultural de las Islas Canarias (acic), pero mi enemigo volvió a la carga y boicoteó los actos, especialmente el del teatro Pérez Galdós en Las Palmas. Hubo pruebas de ello, como un escrito fir-mado por el director de un grupo folclórico que aseguraba que lo habían llamado por teléfono para que su agrupación no actuara. Lo único que hice fue convocar una rueda de prensa y denunciar estas persecuciones. La referida Asociación Cultural de las Islas Canarias se constituyó con el objetivo de contribuir al desarrollo de nuestra cultura en todo el archipié-lago, principalmente la tradicional. Entre 1984 y 1986 organizamos actos en los que participaron grupos de La Palma, con representaciones poco conocidas en otras islas, como el grupo Sirinoque de Las Tricias; Amoríos del Molino, de Puntagorda; Los Verseadores de Tijarafe; y Las Viejas Solte-ronas, de Fuencaliente. La acic, asociación sin ánimo de lucro, estaba cons-tituida por miembros de distintos estamentos, sin tener en cuenta afinida-des políticas. El último acto que organicé para la acic fueron las Primeras Jornadas de Cultura Canaria, en las que se leyeron cincuenta ponencias y comunicados, pese a los contactos del guerrero para que no asistieran. Para evitar que supiera quiénes iban a participar, en cada jornada salía publica-do el nombre de las personas que intervendrían en ese mismo día. Decía: —«Ahí tiene que haber dinero sucio de la derecha» porque lo que perseguía era que su centro celebrara un congreso para el que había solicitado al go-bierno canario diez millones de pesetas para cien ponencias. En el de la acic sólo se gastaron cien mil pesetas, las cuales puse yo de mi bolsillo. Estos tormentosos inicios propiciaron que me quedara muy endeudado; debía casi un millón de pesetas. Al final tuve que vender mi vivienda en el segundo edificio que construí en el centro de La Laguna, en la plaza Juan Régulo Pérez. Tuve que dejar de organizar actos culturales porque las sub-venciones eran para el que me hacía la guerra. En 1988, cuando ingresé en Cartas diferentes. Revista Canaria de Patrimonio Documental 431 la universidad para licenciarme en Historia y avalar mis propios libros, me sorprendió gratamente el ya mencionado profesor de la Universidad de La Laguna, quien me pidió perdón por haberse prestado a intentar difamarme y además me aseguró que hubo un complot para, con la ayuda de algunas otras personas, primero evitar que se publicara el libro Los guanches que sobrevivieron y, después, para emitir un comunicado; pero no se atrevieron. Añadió que sabían que el libro iba a tener mucho éxito, pero no interesaba que se publicara y me preguntó cómo había tenido yo la valentía de seguir adelante, e hizo referencia a mi mejor acierto: el título. Poco después, en un artículo que publicó en un periódico, puso en su sitio al mercader que lo utilizó, mencionó a los que ya se habían desvinculado debido a las malas prácticas que observaban, anunció su salida de dicho centro y reconoció públicamente su error respecto a mí. A partir de finales de 1984, que edité conjuntamente los libros Cos-tumbres y tradiciones canarias y Remedios medicinales canarios, fue cuando empecé a publicar de manera profesional. Respecto a la dureza para editar y distribuir libros en un territorio dividido como el canario, es evidente, principalmente por el sobrecoste de los viajes y el transporte. Al principio, como tenía pocos títulos, sólo cubría gastos, pero cinco años más tarde, a partir de 1987, con seis títulos y dos de ellos traducidos a idiomas, todo mejoró sustancialmente, con una media de 2500 a 3000 libros mensuales, pues a finales de los ochenta y los años noventa, cada tres meses enviaba varias cajas de libros por paquetería, tomaba el avión por la mañana, llegaba a Lanzarote, alquilaba un coche y distribuía. Por la tarde tomaba el barco para Fuerteventura donde hacía lo mismo al día siguiente. Todo era a contra reloj, de norte a sur, pero retornaba con una gran cantidad de dinero, en tor-no al medio millón de pesetas en los bolsillos. A Gran Canaria iba todos los meses y a La Palma trimestralmente. Desde principios del nuevo milenio las ventas empezaron a decaer progresivamente. —cd. De muchos de los libros de José Luis Concepción se han vendido decenas de miles de ejemplares (varios idiomas, multitud de ediciones...). ¿Qué balance hace después de más de veinte años de trayectoria editorial? ¿Cuántos libros ha publicado y sobre qué temáticas? ¿Cuáles han sido los títulos más exitosos? —jlc. No son más de veinte años, son más de treinta, pues empecé a editar en 1982 y la Asociación Cultural de las Islas Canarias se fundó en 1984, como ya he dicho. El balance creo que no puede ser más positivo 432 Noticias desde el punto de vista editorial: con más de trescientas cincuenta edicio-nes y setecientos cincuenta mil ejemplares vendidos de obras propias; pero a la vez ha sido una labor muy dura, con grandes dificultades económicas; un sacrificio que me ha producido un gran placer, aunque mi familia ha pagado las consecuencias. Desde 1982 he escrito y he publicado una veintena de libros. Los guan-ches que sobrevivieron y su descendencia (cuarenta y cinco ediciones y vein-tisiete en alemán, veintiuna en inglés y cuatro en francés), Nombres propios guanches (veinticuatro ediciones), Costumbres y tradiciones canarias (vein-ticuatro ediciones), Remedios medicinales canarios (veintitrés ediciones), Cocina canaria típica (cuarenta y dos ediciones y veintiocho en alemán y dieciséis en inglés), Arquitectura y diseño del hogar ideal canario (quince ediciones), este último en 1987. Ello significa que los seis primeros títulos han sido los de mayor éxito. En los años noventa edité Diccionario enciclopé-dico de Canarias pueblo a pueblo (cinco ediciones), Naturaleza e historia de Canarias (dos ediciones y cinco en alemán), Trajes típicos: guía de vestimen-ta folclórica de Canarias (coautor, nueve ediciones), Senderos rurales de Te-nerife (trece ediciones y dos en alemán), Senderos rurales de Gran Canaria (siete ediciones), Guía del visitante y senderos rurales de La Palma (tres edi-ciones y dos en alemán), Refranero tradicional canario (cuatro ediciones), además de los mapas Rutas rurales de Tenerife (cinco ediciones y cuatro en alemán y cuatro en inglés) y Rutas rurales de La Palma (cuatro ediciones y tres en alemán). Y ya en el nuevo milenio, desde 2003, Diccionario cana-rio de la lengua (dos ediciones), Renovación social: reflexiones para un cam-bio (análisis a nivel mundial), Diccionario español-canario (dos ediciones), Diccionario canario de geo-historia, Nuestra economía: realidad y soluciones (2014), Mojos y cocina canaria (en seis idiomas) y La sociedad palmera de 1950 a 2015, que recoge el contenido principal de mi tesis doctoral en Sociología, defendida en enero de 2016. A lo largo de los años ochenta y noventa publiqué a otros autores los siguientes libros: El trágico incendio de La Gomera (cinco ediciones), Bre-viario dibujado de elementos arquitectónicos (dos ediciones), Arte contempo-ráneo: Clasicismo, Romanticismo, Realismo, Impresionismo (dos ediciones), Arte contemporáneo: el siglo xx, La estética masónica: arte e historia de los más afamados protagonistas de la masonería internacional, La religión de los guanches (cuatro ediciones) y Cuentos líricos de gente rara (tres ediciones). —cd ¿Y el título o títulos de los que se siente más complacido, indepen-dientemente de su éxito comercial? Cartas diferentes. Revista Canaria de Patrimonio Documental 433 —jlc. Pese a que ha sido un libro que me ha marcado muchísimo, Los guanches que sobrevivieron y su descendencia. Otro es el de Arquitectura y diseño del hogar ideal canario, con prólogo del artista César Manrique; una obra que ha servido de guía para la recuperación de nuestra arquitectura tradicional. El de mayor satisfacción ha sido, quizás, el Diccionario enciclopé-dico de Canarias pueblo a pueblo, y el de mayor utilidad Nuestra economía: realidad y soluciones, aunque es un libro que no pude promocionar al estar inmerso en la investigación de mi tesis doctoral y del que la gran mayoría de los medios de comunicación no hicieron mención debido a su conte-nido, ya que deja a los gobernantes muy mal parados. No obstante, el más científico ha sido el de mi tesis doctoral, La sociedad palmera de 1950 a 2015, obra que mereció el sobresaliente cum laude. —cd. Es indudable que debe sentir una gran satisfacción como editor y autor de muchos de ellos… —jlc. Sí, aunque, como ya dije antes, también ha sido una labor muy dura, muy sacrificada, ya que del Gobierno de Canarias sólo obtuve una subvención de nueve mil euros para el Diccionario canario de geo-historia. Ese tipo de obras es muy costoso y comparativamente se vende poco. —cd. En gran parte, el trabajo intelectual se ha centrado en obras di-vulgativas, dirigidas al gran público. De igual manera, la distribución de las ediciones de José Luis Concepción ha conseguido llegar a todos los rinco-nes del archipiélago. Conseguir ambas metas no es tarea fácil. ¿Cómo ha sido posible lograrlas? —jlc. El principal éxito de un libro no está solo en el interés de su contenido, sino en su comercialización y, a su vez, en la eficacia con que se hace. Siempre le estaré agradecido a la periodista y profesora de teatro Pilar Rey por haberme aconsejado que distribuyera mis libros yo mismo, pues al principio le confié parte de la distribución a quienes presumían de ser los mejores, y además buscaba otra distribuidora5. Pero en la presentación de 5. Pilar Rey Brito (Santa Cruz de Tenerife, 1944), actriz, promotora cultural, editora e investigadora en el ámbito de la historia del teatro en La Palma, fue durante treinta años codirectora de la Escuela Municipal de Teatro de Santa Cruz de La Palma, acredita-da con su nombre artístico, «Pilar Rey», desde 2011. Al margen de su trayectoria actoral —que cuenta con galardones como el primer premio como mejor actriz en el Concurso Nacional de Teatro (Murcia, 1966) por su papel de Isabel de Los árboles mueren de pie de Alejandro Casona, interpretado con el grupo palmero Magister—, interesa destacar aquí 434 Noticias mi primer libro, el de Los guanches que sobrevivieron y su descendencia en Santa Cruz de La Palma, Pilar Rey me dijo: «si quieres tener éxito con tus libros, coge un bolso y llévalos tú mismo a las librerías». Y eso fue lo que empecé a hacer; por eso ha sido posible llevar a cabo ambas metas planifi-cando el contenido de cada libro y distribuyéndolo con eficacia, indepen-dientemente del coste por desplazamientos. —cd. ¿Qué reflexión podría hacer sobre sus últimos libros, de mayor elaboración pero, en cambio, de menor venta? Se trata casi de una ley que afecta a todo libro de corte más académico. —jlc. Sí, esa es la realidad. Con frecuencia vemos libros muy bien ela-borados y documentados que sólo tienen interés en un reducido sector de lectores, en especial si son voluminosos, y aunque influye el precio, no siempre es así, porque los libros con relatos de fantasías se siguen vendien-do bien aunque sean caros. También es verdad que desde hace unos años ha habido cambios significativos respecto a la lectura, pues en los centros urbanos cada vez vemos menos librerías y más bares con mesas al aire libre en los que mucha gente disfruta con ese tipo de ocio. —cd. ¿Cómo se organizan unas firmas como la Editorial José Luis Con-cepción Francisco y la Imprenta Graficolor? Empleados, instalaciones, tra-bajo técnico de maquetación, corrección, impresión… —jlc. Como cualquier empresa o asociación, pero dependiendo del vo-lumen de la editorial y de la época, y principalmente de los medios mecá-nicos disponibles. En los años ochenta una editorial podía tener sistemas de pre-impresión propios o simplemente contratar la fotocomposición a una empresa ajena, partiendo del escrito original mecanografiado, y darles las pruebas a los autores para que las corrigieran. Una editorial también podía contar con alguien especializado en corrección de textos, por lo que el autor sólo tenía que dar el visto bueno al final, antes de llevarlo a una imprenta. Los principales problemas surgían con libros de poesía, ya que con frecuencia los autores hacían cambios de última hora. Para mí fue una su labor como publicista a través de la editorial Pilar Rey, creadora, junto con Antonio Abdo, Alberto Omar, Agustín de León de la colección «Taiga», en la que han visto la luz desde finales de la década de los ’70 obras de María Dolores Andreo, Fernand Arnold, Elfidio Alonso Quintero, María Belén Castro Morales, Cecilia Domínguez Luis, Miguel Fernández Perdigón, María Nieves Samblás, Manuel González Plata, Inmaculada Ortega o Anelio Rodríguez Concepción. Cartas diferentes. Revista Canaria de Patrimonio Documental 435 experiencia muy gratificante durante la etapa de 1988 a 2011, en que tuve la Imprenta Graficolor —la cual se denominaría Ediciones Graficolor desde 1998—, pues me relacioné con muchos autores; esta imprenta estaba espe-cializada en la elaboración de libros6. Para llevar a cabo esta labor disponía tres operarios, uno en fotografía y montaje, un maquinista y otro en el ma-nipulado. A menudo colaboré en la edición de obras poco comerciales pero de gran interés cultural, como las de la Asociación Poetas Uni-Verso, por ejemplo. Y cuando pedían presupuesto para reeditar un libro de cierto vo-lumen, como Cosas viejas de la mar de Armando Yanes Carrillo, proponía la mejor fórmula posible, incluso quedándome yo con una pequeña parte de ejemplares para venderlos en Tenerife7. A partir de mediados de los años ochenta, cuando llegaron los ordena-dores, todo empezó a cambiar, pues la composición del texto y el maqueta-do del libro se elaboraba directamente; luego se fotografiaba, se revelaba y se hacía el correspondiente montaje con varias páginas en un plástico sobre una mesa con cristal iluminado con barras de electricidad desde el interior. A continuación se insolaba en una plancha, una lámina muy fina, se reve-laba con líquidos especiales y ya estaba todo listo para la impresión. Para el montaje del libro, se cortaban las hojas en una guillotina y se intercalaba a mano para encuadernarlo de manera semiautomática en una máquina con cola caliente. Después llegaron las intercaladoras y plegadoras automáticas y finalmente el montaje con el texto directo a la plancha para su impresión. —cd. Vayamos a la impresión de libros en Canarias. Normalmente un libro producido en el archipiélago cuesta el doble que uno elaborado en la península. ¿Hay alguna solución a esta cuestión que obliga con frecuencia a los editores canarios a imprimir sus libros fuera de las islas? 6. Sobre el panorama de la imprenta contemporánea en Tenerife, consúltese: Zurita Molina, Rafael. Tenerife con olor a tinta: rudimentos de las artes gráficas, de la tipografía al offset. Santa Cruz de Tenerife. [s. n.], 2003. 7. La obra vio la luz en 1954; esta segunda edición fue publicada en 1989 por la librería Cervantes de Santa Cruz de La Palma, propiedad de los herederos de Arman-do Yanes Carrillo (1884-1962), que hace unos años cerró definitivamente sus puertas. Estaba domiciliada en la bajos (hacia el sur) de la casa Fierro Sotomayor (calle Pérez de Brito, n. 4), que poseía la familia trasmitida por su ascendente Antonio Carballo Fernández. Véase: Pérez García, Jaime. Casas y familias de una ciudad histórica: la calle Real de Santa Cruz de La Palma. [Santa Cruz de La Palma]: [Cabildo Insular de La Pal-ma; Colegio de Arquitectos de Canarias (Demarcación de La Palma)], d. l., 1995, pp. 224-228. Y sobre Armando Yanes Carrillo: Pérez García, Jaime. Op. cit., p. 186. 2ª ed. (2009), pp. 405-406. 436 Noticias —jlc. No siempre es así, especialmente para tiradas de mil y dos mil ejemplares de libros con encuadernación normal, en rústica. Y la principal diferencia no está relacionada siempre con el precio de impresión, sino con el modo; es decir, desde principios del nuevo milenio se ha impuesto la impresión digital, muy económica hasta trescientos ejemplares, sólo unos cuantos cientos de euros, con lo que algunos editores han hecho un buen negocio con libros subvencionados. A nadie se le puede obligar a que imprima en Canarias, pero si un li-bro se edita con ayudas oficiales, sí se debería imponer la condición de ser impreso aquí; sin embargo, existen instituciones públicas que contratan la impresión de libros fuera de Canarias. —cd. ¿Cómo encuentra la distribución del libro canario y qué proble-mas ve en ella? El archipiélago canario es un territorio fragmentado en el que la distribución siempre ha sido costosa y difícil. ¿Qué soluciones po-drían plantearse para una mejor planificación de esta distribución? —jlc. El principal problema está en el desequilibrio existente por las generosas subvenciones que alguna editorial recibe anunciándose falsa-mente como entidad cultural altruista, cuando en realidad se había con-vertido en sociedad anónima. Cuando ese centro de cultura había recibido cientos de millones de pesetas, su presidente y entorno se apropiaron del ARQUITECTURA Y DISENO DEL HOGAR IDEAL CANARIO JOSÍ. LIJISCO;,;cEPCIÓS AClC==llil ARQUITECTURA TRADICIONAL DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO COe CANARIAS «PUEBLO A PUEBLO» GEOGRAF(A FLORA FAUNA HISTORIA ECONOM(A ARTE Y LITERATURA VOCABULARIO FOLKLORE 1c1c==llil Cartas diferentes. Revista Canaria de Patrimonio Documental 437 ochenta y cinco por ciento de todo el patrimonio. Asunto que denuncié judicialmente, pero no procedieron a averiguar los hechos, por lo que recu-rrí al Tribunal Constitucional, desde donde me contestaron que daban por buena la decisión del juzgado de no investigarle. Ante este panorama, un amigo que yo tenía en Madrid, experto en registro de marcas y patentes, me aconsejó que registrara el nombre de ese centro como marca comercial, ya que no la habían registrado, pese a que la utilizaban como marca en la actividad mercantil, y así yo podría paralizar esa explotación lucrativa con la finalidad única de hacer justicia, de que devolvieran al centro altruista lo que se habían apropiado; pero llevaron a cabo un amplio despliegue bu-rocrático consiguiendo paralizar mi solicitud y registrarla a su nombre. No obstante, aprovecharon para demostrar supuestas malas intenciones mías. Esta apropiación de gran cantidad de dinero procedente de fondos públicos originalmente con fines altruistas todavía sigue sin resolverse; tiene vigencia porque son hechos continuados. Debe hacerse justicia. Jamás pensé que en el ámbito cultural pudiera haber tanta rivalidad con fines lucrativos y políticos; por eso me han combatido, pues hay mucha historia oculta. Las ayudas deben ir destinadas a las pequeñas editoriales. De cualquier manera, existen distintas distribuidoras a través de las cuales se puede hacer llegar los libros a cualquier isla. La dificultad está más rela-cionada con la venta de un libro determinado, pues si se vende muy poco, no le es rentable a una empresa distribuidora. Por este motivo, como hay libros de muy buena calidad pero con poco interés, el gobierno canario debería tener en cuenta estas circunstancias en favor de las distribuidoras y de los propios autores. Lo más difícil es comercializar un libro fuera de Canarias, no sólo por el coste, sino porque son muy pocos los libros escritos por canarios que tienen éxito. Libros académicos o de temática internacional que le publi-qué a otros autores, no pude promocionarlos fuera. Tampoco tuve éxito con uno mío, el titulado Renovación social: reflexiones para un cambio. Me desplacé a Barcelona y no me hicieron caso; sin embargo, pude comprobar que cualquier libro de estas características, con un contenido mucho menos interesante, suele tener buena acogida si se trata de autores ya conocidos; es decir, si uno no tiene un apellido alemán o francés, o al menos catalán, lo tiene muy difícil. —cd. ¿Está la sociedad insular interesada en los libros de temática ca-naria? ¿Cuáles son las preferencias de los canarios por los libros locales o regionales? 438 Noticias —jlc. Nuestra sociedad, desde finales de los años setenta, estuvo muy interesada en libros relacionados con la cultura canaria en general, pero este interés ha decaído considerablemente en los últimos años. En los años ochenta, especialmente, hubo gran interés por la poesía y la narrativa insu-lar; en la actualidad ese interés se limita a un reducido número de personas, principalmente a los de más de sesenta años de edad. Los libros de temática canaria que más se siguen vendiendo, aunque muchísimo menos que antes, son los relacionados con la gastronomía, remedios medicinales, mal de ojo y la cultura indígena, los guanches. —cd. ¿Y las ferias del libro? ¿Cree que cumplen su función? —jlc. Las ferias del libro tuvieron su auge hasta mediados de los años noventa. De cualquier manera, en los años precedentes cada evento con-sistía en un nuevo experimento con pésimas promociones por parte del gobierno canario; lo cual se fue convirtiendo en un simple «cumplimiento», equivalente a cumplo y miento, permitiendo que algún interesado repre-sentante de la Asociación de Libreros otorgara la organización de dichas ferias a un «centro de cultura» con librería propia, para así también poder excluir a otras editoriales para que no les hiciera la competencia; incluso intentaron esta discriminación alegando que fueron decisiones adoptadas legalmente en las asambleas de esa asociación. El caso llegó incluso a los tribunales de justicia, donde no hubo condena. Mi editorial, en colaboración con la Asociación Cultural de las Islas Ca-narias, dejó de participar desde mediados de los noventa debido a las medi-das mercantiles anteriormente mencionadas. Al final, cuando todo empezó a decaer, volvieron a permitir la participación de editoriales, pero la acic no ha estado presente. Terrible fue especialmente el año 1994, pues aunque mi editorial pudo participar, el «viento se encargó» de desplazar el techo de la caseta. Lo único que se pudo determinar es que no aseguraron los en-ganches correspondientes. Pura casualidad. Ese incidente estuvo a punto de costarle la vida a la persona que se encontraba en el interior vendiendo los libros, pues cayó dentro; luego, los interesados organizadores no repusieron dicho techo al día siguiente, por lo que estuvo inoperativa todo el fin de semana. La responsable de la feria por parte del gobierno canario nos llamó por teléfono para lamentar lo sucedido y afirmarnos que nos compensarían económicamente. Al final, el Consejo Consultivo de Canarias determinó erróneamente que por dos horas de interrupción no había derecho de in-demnización, cuando en realidad fueron más de dos días. Cartas diferentes. Revista Canaria de Patrimonio Documental 439 —cd. ¿Cuál cree que debería ser la misión del Gobierno de Canarias en relación al mundo del libro y la edición? ¿La edición pública es necesaria o sólo se debería ofrecer el apoyo de las editoriales? Si cree que se debería apoyar a las editoriales, ¿cómo podría plantearse este apoyo? —jlc. La principal misión del Gobierno de Canarias debería ser la pro-moción de cada uno de los libros que cualquier editorial publique a través de la Radio Televisión Canaria. De esta manera, todos podríamos llamarla «la nuestra», en vez de estar principalmente al servicio de los políticos que se reparten el poder. Sin embargo, cuando se edita un libro, aunque sea de interés general, sólo le dedican unos minutos en la radio en el mejor de los casos, especialmente si es contrario a las políticas de los gobernantes. Ningu-na entidad pública debería hacerle la competencia a una empresa privada. El apoyo ha de estar determinado por el interés de cada obra y no por quién es el autor o el editor. En este sentido debería establecerse una serie de criterios a tener en cuenta para evitar el favoritismo. Lo que tampoco puede hacer un gobierno es subvencionar obras para hacer la competencia a otras de contenido similar ya editadas con dinero propio. Este fue un atro-pello más en mi contra, pues al ya mencionado centro le facilitaron dinero incluso para la traducción a idiomas de un libro de cocina cuando yo tenía ya en el mercado en varias lenguas Cocina canaria típica. —cd. Desde su amplia experiencia, ¿cómo contempla el panorama ac-tual del libro canario? —jlc. Creo que es decepcionante, pues cada vez se observa menos in-terés por la temática canaria; y es que el gobierno de estas islas, en vez de fomentar los conocimientos de nuestra cultura, en general no se preocupa. —cd. ¿Y la del libro en general? ¿Cree que los medios electrónicos son un obstáculo o una herramienta para el formato en papel? —jlc. Los libros del futuro estarán casi todos en medios electrónicos, algo que debe considerarse positivo por motivos medioambientales y eco-nómicos, pero el formato en papel todavía tiene bastante interés; muchos lectores, especialmente los de mayor edad, siguen demandando el libro im-preso en papel. —cd. ¿Y el futuro de la Editorial José Luis Concepción Francisco y de la Asociación Cultural de las Islas Canarias? 440 Noticias —jlc. No lo sé. El futuro de la Asociación Cultural de las Islas Canarias respecto a organización de eventos está condicionado a las políticas del gobierno canario y otras instituciones públicas que siguen procediendo sin imparcialidad; no obstante, en lo que a la editorial se refiere, se seguirán reeditando los libros ya publicados y alguna posible nueva edición. Y como se puede analizar en varias de las respuestas anteriores, el propio gobierno canario me ha perjudicado económicamente. Desde el punto de vista cultural, estamos retrocediendo con relación a los años ochenta del siglo xx. Me siento frustrado al observar que el es-fuerzo realizado por todas las personas que hemos aportado algo, poco ha servido. Además, antes había menos preparación cultural pero mucha más educación. Personalmente me he sentido muy bien tratado por los medios de comunicación hasta 2003, en que comenzaron a marginarme, y hasta el presente esa marginación ha venido en aumento, salvo en los medios de Las Palmas. El motivo creo que es el trabajo que he realizado, y más concreta-mente el contenido de algunos de mis libros, como el de Nuestra economía: realidad y soluciones, en el que los interesados gobernantes no quedan bien parados. Echo de menos la organización y la cultura de países socialmente avan-zados, en los que se ayuda a las personas que progresan o aportan algo a la sociedad; aquí se les combate si no se está al servicio de algún partido gobernante. En esas naciones, la cultura y la educación, la enseñanza en general, está muy bien planificada y alcanza éxito porque también tienen políticos bien preparados. Con frecuencia recuerdo al artista e intelectual César Manrique, quien a finales de los años ochenta criticaba al gobierno canario porque no estaba aprovechando el buen momento económico para mejorar la preparación cultural de los canarios, y lo comparaba con lo que había sucedido en un país rico como Venezuela. Decía que los canarios nos convertiríamos en los sirvientes de los europeos. Consecuentemente, si queremos un futuro mejor para todos, tendremos que dar un giro impor-tante. Santa Cruz de La Palma y La Laguna, septiembre de 2016. Manuel Pogio Capote |
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