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puesta a la venta. Por ello era nece-saria
una nueva edición. No obstan-te,
a pesar de esta manifiesta necesi-dad
y estableciendo un marco para
futuras reediciones, es preciso hacer
constar que, desde nuestro punto de
vista, se echa en falta la redacción
de un análisis previo que sitúe la
monografía en su contexto y mues-tre
las aportaciones posteriores. A
este respecto cabe subrayar que
desde su publicación han transcu-rrido
más de cuarenta años. En este
intervalo temporal el repertorio de
Vizcaya ha sido enriquecido cuanti-tativamente
a través de la mencio-nada
recensión de Régulo, de las
monografías de Hernández Suárez
y Cola Benítez y de algunos artícu-los
más específicos. Asimismo, di-versos
autores como Rojas Friend,
Luxán Meléndez, el mencionado
Cola, Fuentes Pérez y Ferraz Loren-zo
o Zurita Molina han aportado
desde distintas perspectivas nueva
información sobre la industria tipo-gráfica
en Canarias. Todo ello debía
conducir a la elaboración de un es-tudio
previo (como los llevados a
cabo por Martín Abad en la mono-grafía
citada sobre Medina del
Campo o por Hipólito Escolar en la
de Valladolid) que ubicara la reedi-ción
de la Tipografía no sólo en su
actual contexto isleño sino incluso
en el hispánico.
En cualquier caso, esta debe ser
considerada una feliz iniciativa y so-bre
todo un primer paso para su de-finitiva
reedición, que, esperamos,
llegue pronto a las librerías y ponga
en manos de los investigadores y es-pecialmente
de los bibliotecarios,
bibliógrafos y bibliófilos una obra
primordial para el estudio de uno
de los aspectos más relevantes de la
cultura como son la imprenta y su
producto. Con toda seguridad la
nueva edición disfrutará de una
acogida social tan entusiasta como
tuvo la primera —en la actualidad,
inaccesible en el mercado del libro
viejo y antiguo—, lo que nos anima
a cerrar esta reseña con una expre-sión
de aliento para culminar el tra-bajo
editorial iniciado.
MANUEL POGGIO CAPOTE
LUQUE HERNÁNDEZ, Antonio.
De Casino a Biblioteca: anales de
la vida social orotavense. La Oro-tava:
Ayuntamiento de La Orotava,
2002. 197 p. ISBN 84-922345-2-0.
Las bibliotecas públicas poseen
variadas perspectivas, tantas como
queramos. No en vano, estos centros
RESEÑAS
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se orientan o amoldan a las necesi-dades
de sus usuarios, verdaderos
sustentadores de las mismas y sin
los cuales no son concebibles. En
primer lugar, son recintos para la
lectura o cualquier otra actividad
relacionada con la documentación
que conservan y difunden; son tam-bién
templos de cultura, esparci-miento
o simplemente de ocio lla-no;
sirven, asimismo, como espacio
para la instrucción; tampoco se de-be
olvidar que en muchas ocasiones
funcionan como verdaderos centros
de información local; y, por último,
con asiduidad son depositarias del
tesoro bibliográfico.
Una de las pocas bibliotecas pú-blicas
municipales del Archipiélago
que ha sabido conjugar todos estos
aspectos es la Biblioteca Municipal
de La Orotava. Creada en 1897 e
instalada desde 1985 en el viejo edi-ficio
del «Casino de Orotava», como
veremos, ha enriquecido extraordi-nariamente
a lo largo de las últimas
décadas su fondo bibliográfico, con-virtiéndose
por méritos propios en
una de las instituciones señeras de
Canarias en cuanto a la importan-cia
del patrimonio que conserva.
En este libro de Luque Hernández,
de perspectiva más amplia, dado
que trata acerca de la evolución del
desaparecido Casino de la Villa
norteña, se recoge en el Capítulo V
(pp. 117-124) un breve estudio so-bre
esta biblioteca. Ello nos da pie
para que al menos comentemos al-gunas
iniciativas de este centro.
La Biblioteca Pública Municipal
de La Orotava —como ya hemos
mencionado— custodia una de las
colecciones bibliográficas más im-portantes
de Tenerife y, por exten-sión,
de las Islas. De esta manera,
cuenta con los importantísimos le-gados
de los marqueses de la Villa
de San Andrés y condes del Valle de
Salazar (compuesto por más de die-cinueve
mil volúmenes) y de Anto-nio
Lugo y Massieu (formado por
ocho mil libros). A estos dos fondos
se han agregado, en fechas más re-cientes,
la colección del propio «Ca-sino
de Orotava» y otras donaciones
de menor cuantía.Todo esto ha sido
posible gracias al interés de distintas
personas e instituciones que han
querido y sabido acrecentar a lo lar-go
del tiempo los anaqueles de «su
biblioteca». Quizá pueda aducirse
que ello ha sido lo más fácil, puesto
que en algunos de los casos lo han
propiciado desinteresadas donacio-nes.
No obstante, siempre deben es-tar
tendidos para que estos frágiles
bienes puedan atravesar la frontera
que divide lo particular de lo gene-ral,
lo privado de lo público, lo per-
CARTAS DIFERENTES. REVISTA CANARIA DE PATRIMONIO DOCUMENTAL
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sonal de lo común. De esta manera
la Biblioteca Municipal de La Oro-tova
se ha revelado como un magní-fico
ejemplo en la conservación de
nuestro acervo documental.
MANUEL POGGIO CAPOTE
GUTIÉRREZ QUINTERO, Marcelo.
Apuntes sobre el cinematógrafo en
El Hierro. [Prólogo, Fernando Ga-briel
Martín]. [Valverde]: Cabildo
de El Hierro, D. L. 2003. 380 p. ISBN
84-9321-79-6-4.
Aún cuando no han transcurrido
muchos años desde que se estrena-ron
las primeras películas o desde
que los primigenios gabinetes de
proyección iniciaron su andadura, la
historia del cine en el archipiélago
canario presenta algunas dificulta-des
para su estudio. Una de las mis-mas
se refiere a los rodajes, es decir,
al análisis de la creación cinemato-gráfica
y sus protagonistas. Otra tie-ne
que ver con el estudio de las sa-las,
de casas distribuidoras y
explotadoras y de diversos profesio-nales
relacionados con este ámbito.
Finalmente, tampoco resulta senci-llo
establecer y cuantificar la difu-sión,
impacto y aceptación de cada
uno de los filmes exhibidos ante los
espectadores. Con frecuencia, los
investigadores insulares han debido
recurrir para perfilar sus pesquisas a
fuentes indirectas como periódicos,
archivos de las administraciones pú-blicas
o incluso fuentes orales.
Incidiendo en esta última cues-tión,
es necesario subrayar que el
hecho de que tanto los productores
isleños como los propietarios de los
cines hayan constituido empresas
de naturaleza particular ha condu-cido
a que, una vez que sus titulares
cesan en las actividades relaciona-das
con la cinematografía, sus archi-vos
se pierdan. Incluso, aunque los
fondos archivísticos se conserven,
su acceso es —con frecuencia— di-fícil.
Por este motivo, la publicación
de una monografía sobre el aconte-cer
cinematográfico en una isla con-creta
debe ser bienvenida y celebra-da.
De otra manera, en especial los
testimonios personales, se habrían
perdido sin remedio para siempre.Y
en otro tiempo, necesariamente esta
historia cultural herreña hubiese te-nido
que ser contada de una mane-ra
muy distinta a la que ahora se nos
ofrece. En esencia, el libro recoge
las vicisitudes más significativas por
las que ha transcurrido el cinemató-grafo
en esta isla. Así, se proporcio-na
un acercamiento a los pioneros,
se detallan los numerosos y variados
RESEÑAS