LA CONSERVACIÓN DE COLECCIONES
FOTOGRÁFICAS EN LOS TIEMPOS DE CRISIS
ÁNGEL M.a FUENTES DE CÍA*
Fecha de recepción: 18 de octubre de 2011
Fecha de aceptación: 2 de febrero de 2012
Resumen: Cuando los recursos económicos escasean hay que establecer
prioridades a la hora de asignarlos a unas u otras actividades. En este escena-rio
hay que tener en cuenta que los artefactos fotográficos, por su propia com-posición,
están en permanente deterioro, y que cualquier desatención del pa-trimonio
histórico y cultural que conforman puede suponer una pérdida irre-parable.
Un eficaz diagnóstico de fondos facilitará un correcto establecimiento
de prioridades en los trabajos de conservación fotográfica.
Palabras claves: Patrimonio fotográfico; conservación; crisis económica; diagnóstico
de fondos.
Abstract: When economic resources are scarce, it is necessary to establish
priorities in giving them to one or another purpose. In this background, we
should bear in mind that photographic artefacts are in continuous deterioration
due to its own composition, and any inattention of this historic and cultural
heritage could involve the risk of an irreparable loss. An efficacious diagnosis
of funds will facilitate a correct establishment of priorities when working in
photographic preservation.
Keywords: Photographic heritage; preservation; economic crisis; diagnosis of funds.
Cartas diferentes. Revista canaria de patrimonio documental, n.o 7 (2011), pp. 51-63.
* Conservador de patrimonio en práctica privada. Director de CAAP (Con-servación
y Acceso a Archivos Patrimoniales).
INTRODUCCIÓN
Pertenezco a esa bendita mayoría para la que subprime, carry
trade, Lehman Brothers Holding Inc. o U.S. Home Construction Index
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eran palabras necesariamente ajenas. Soy conservador-restaura-dor
de patrimonio, y ello me excluye de tener que preocupar-me
por los altibajos de cualquier cartera de inversiones. El 9 de
agosto de 2007 los cimientos económicos del primer mundo
sacudieron los dinteles de los países y los gobiernos; desde en-tonces
la mayor crisis financiera de los últimos 80 años es una
realidad.
No es éste el espacio para el ejercicio de señalar culpables,
pero sí el de advertir que si la impericia, la negligencia o el
desconocimiento convierten al patrimonio cultural en una víc-tima
colateral de esta situación, los ciudadanos seremos empo-brecidos
por partida doble y perderemos una de las piedras
angulares de nuestra identidad nacional.
Las actuales convulsiones económicas producen un hecho
incontestable: hay menos dinero disponible y su utilización exige
de criterios por parte de quienes se arrogan la experiencia re-querida
para saber gestionar unos presupuestos claramente men-guados.
La redistribución de los recursos económicos es una
estrategia intelectual que debe unir de manera sostenible los
objetivos irrenunciables con los medios que tenemos para alcan-zarlos;
ello dista de los recortes propuestos desde muchas ad-ministraciones
que utilizan la teoría del segalari1: dejemos toda
la hierba a ras de tierra que ya volverá a crecer. Eso es dar por
hecho que el patrimonio se regenera, craso error.
CONSIDERACIONES PREVIAS
Los bienes culturales de un país no son algo remoto deposi-tado
en los archivos y los museos; forman una parte capital de
los activos de una comunidad y dan origen a un sector econó-mico
cuya contribución al producto interior bruto (PIB) es men-
1. Cortador de pasto a guadaña, uno de los deportes rurales en el País
Vasco.
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surable. Este importante y complejo tejido social sostiene todo
un mundo de campos profesionales asociados a dicho sector, donde
el producto de la creación artística y cultural cimenta el traba-jo
de colectivos tales como coleccionistas, críticos, galeristas,
editores, profesores de enseñanza media y superior, investigadores,
comisarios, compañías de seguros, transportistas especializados,
enmarcadores, guardias de seguridad, librerías, suministradores de
materiales artísticos y de conservación, imprentas, empresas de
comercialización de materiales tecnológicos, conservadores-restauradores,
archiveros, curadores, casas de subastas, técnicos
informáticos, montadores, servicios de limpieza y mantenimiento,
ministros de cultura, consejeros autonómicos, directores generales,
concejales, asesores y un largo etcétera.
La cultura no es algo prescindible o mutilable, relegada a la
fluctuación de los ciclos económicos; no constituye una forma
de ornato social apto sólo en los tiempos de bonanza.
El arte y la cultura son un derecho inalienable de los ciuda-danos
y un elemento capital en los indicadores que establecen
la identidad de un país y su nivel de bienestar social. Una par-te,
cada vez mayor, del turismo que recibe el país ha seleccio-nado
España como destino por sus recursos culturales; ello se
traduce en puestos de trabajo en sectores asociados como la
hostelería, el comercio, etc.
Los cargos electos por la voluntad popular deberán velar por
el desarrollo de cuantas actividades profesionales contribuyen al
amejoramiento del cuerpo social y a la elevación del nivel cul-tural
de las colectividades que gestionan; ello implica un ade-cuado
entendimiento de la contribución que cada parte del te-jido
social realiza en la tarea común a la hora de ordenar los
recursos económicos disponibles.
Los gestores de los recursos públicos deberán entender que
cualquier decisión que afecte a la infraestructura cultural de la
comunidad deberá estar asesorada o consensuada con los colec-tivos
del campo profesional. Ello supone la mejor garantía de
transparencia y eficacia en la gestión que les ha sido encomendada.
54 ÁNGEL M.a FUENTES DE CÍA
LA CONTENCIÓN DEL GASTO
Gestionar los recursos económicos y humanos es una prácti-ca
imprescindible y, para quienes conservamos bienes cultura-les,
una práctica habitual en nuestras obligaciones laborales. Siem-pre
hemos entendido que la contención del gasto forma parte
de nuestras herramientas de trabajo. Términos como «diagnósti-co
de fondo», «ingresos de inicio de gasto», «ingresos de final de
gasto», «tiempo de respuesta», «calidades de materiales de pro-tección
directa», etc., forman parte del léxico de un campo que
está habituado a trabajar con unos recursos económicos muy
ajustados y casi siempre insuficientes. Quien conozca cuál era
la realidad de la conservación de los bienes culturales hace menos
de veinte años, podrá compartir el asombro de constatar qué es
lo que se ha hecho y con cuánto se ha hecho. El mérito de haber
llevado la custodia patrimonial del siglo XVIII al XIX es de todo
un colectivo entusiasta que ha trabajado de manera eficiente.
Eficiencia y entusiasmo son dos conceptos que se complemen-tan
pero que distan de ser lo mismo. Según el Diccionario de la
Real Academia Española, el entusiasmo es: 1. m. «Exaltación y
fogosidad del ánimo, excitado por algo que lo admire o cautive»,
2. m. «Adhesión fervorosa que mueve a favorecer una causa o
empeño»; mientras que eficiencia es: 1. f. «Capacidad de dispo-ner
de alguien o de algo para conseguir un efecto determinado». Sin
los adecuados recursos podremos seguir siendo entusiastas (afir-mación
discutible), pero en modo alguno eficaces.
La conservación de nuestras colecciones en los tiempos de crisis
es una estrategia intelectual que requiere de un marco laboral
preciso: el conocimiento profundo de las necesidades del patri-monio
y la clara voluntad de preservarlo, no sólo de que éste
sea difundido.
Los bienes culturales están hechos de materia y, especialmente
en el caso de las colecciones fotográficas, que presentan una gran
complejidad morfológica, las atenciones que se prestan al cor-pus
patrimonial dilatan o comprimen su esperanza de vida. De
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cuantas obligaciones dimanan de nuestra responsabilidad profe-sional,
la primera no es otra que la de garantizar la preservación
de las colecciones depositadas a nuestra custodia y poder trans-mitirlas
a la próxima generación.
La conservación no es un hecho opcional, sino el eje que
vertebra y da sentido a las instituciones de la memoria y cuya
práctica compartimos archiveros, técnicos en conversión digital
y de otros medios de reproducción, bibliotecarios, conservado-res,
conservadores-restauradores, etc., que debemos trabajar co-ordinados
y contribuir a dar lo mejor desde nuestras distintas
áreas de competencia.
La conservación de nuestras colecciones descansa en dos pilares
fundamentales: la logística adecuada para garantizar tan alta función
y el diagnóstico de los fondos como tales o de uno o varios ori-ginales.
Sin las instalaciones requeridas para la descripción, el acceso,
el manejo y almacenamiento de los originales, o sin las condiciones
medioambientales y de seguridad necesarias, sin la planificación
de los posibles desastres y la recuperación de siniestros, cualquier
otra acción será incompleta. Los protocolos para garantizar la
permanencia de los bienes culturales no son un ornamento, pues
están desarrollados desde la ciencia y su necesidad y su eficacia
han sido comprobadas desde hace décadas.
El diagnóstico de fondos es una técnica de examen que iden-tifica
la estructura morfológica de los originales y establece su
estabilidad ante los parámetros de deterioro producidos por causas
biológicas, químicas y físicas. Es una acción previa a cualquiera
otra de cuantas establezca la rutina de trabajo de la institución
en que se lleva a cabo la custodia. M.L. Ritzenthaler afirmaba
que «Se precisa un entendimiento perfecto de la naturaleza mate-rial
de un artefacto antes de poder adoptar cualquier decisión que
afecte a su conservación preventiva. En efecto, a menos que se co-nozca
la composición física y química de un objeto, éste no puede
ser almacenado o incluso manejado adecuadamente»2. El conoci-
2. RITZENTHALER, M.L. Archives and manuscripts: conservation: a manual
on physical care and management. Chicago: Society of American Archivists, 1983.
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miento de la identidad de un proceso y el establecimiento de
su estabilidad afecta de manera directa a cómo deberá ser ma-nipulado,
digitalizado, intervenido o consolidado, cuáles serán sus
necesidades de protección directa, si podrá ser sometido a ex-plotación
cultural o cuáles deberán ser los parámetros
medioambientales de custodia.
El diagnóstico de fondos es una herramienta científica que
permite establecer cuál es el tiempo de respuesta3 de un origi-nal
o de una secuencia patrimonial, establecer su perfil y
jerarquizar los protocolos de intervención en función de la ur-gencia,
de los recursos humanos y de los recursos económicos.
Permítaseme poner algunos ejemplos:
El diagnóstico de fondos combinado con las técnicas de in-greso
permitirá evaluar los nuevos repertorios propuestos a los
archivos para su custodia y crecimiento mediante compras,
donaciones, depósitos, etc., y definir:
– Si nuestra preparación y nuestra capacidad logística nos per-miten
ser competentes ante el ingreso. El principio de com-petencia
debe ser considerado siempre en primer lugar a la
hora de tomar decisiones que afecten al patrimonio. La ma-yoría
de los bienes culturales que se destruyen se pierden más
por impericia que por voluntad expresa, excepción hecha de
los conflictos bélicos, las catástrofes medioambientales u otras
motivaciones de índole política o económica.
– Si el ingreso completa los objetivos propuestos por la po-lítica
de colección y si se ajusta a la misión, mandato, metas
y objetivos del archivo o institución receptora.
– Si el ingreso se ajusta al gasto ordinario4 requerido para su
limpieza y consolidación, tratamiento documental, acceso
3. Tiempo estimado que tiene el custodio del original, originales o fon-do,
para intervenirlos sin que se produzca deterioro o éste prospere a tenor
de su estabilidad biológica, química o física y de los parámetros logísticos
en que se establece la custodia.
4. Llamado coloquialmente en el campo profesional «ingreso de final de
gasto».
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y recuperación, protección directa y custodia, o precisa de
actuaciones especiales que producen un gasto extraordinario5
al precisar de intervenciones especiales, como afrontar la
habilitación de depósitos especiales, labores de restauración,
tratamientos ante infecciones de origen biológico, la reali-zación
artesana de materiales de protección directa para
originales fuera de formato, etc., que pueden requerir de
la contratación de recursos humanos externos, compra de
materiales técnicos, etc.
– Si, según el tiempo de respuesta evaluado, podemos per-mitirnos
diferir el afrontar el gasto extraordinario o se im-ponen
intervenciones inmediatas. Los deterioros de origen
físico y algunos de origen químico, aquéllos en que la ac-tividad
química ha perdido su capacidad de seguir produ-ciendo
modificaciones en los originales, presentan tiempos
de respuesta más largos, ello permite relegar en el tiempo
su intervención y nos faculta a utilizar técnicas de protec-ción
directa intermedias como empaquetar volúmenes ra-zonables
en materiales comprados en bobinas, del tipo de
papeles de pH neutro Silversafe® o pHoton®, o con reser-va
alcalina como los MicroChamber®, o utilizar, cuando sea
requerido, plásticos de bajo coste como el polietileno (PE).
Los deterioros de carácter biológico y los de origen químico
que mantienen su actividad comprimen el tiempo de res-puesta
y obligan a arbitrar soluciones inmediatas o a muy
corto plazo.
El diagnóstico de fondos debe ser realizado antes de aplicar
los protocolos de descripción documental y conversión digital,
ya que puede producir cambios en la secuencia habitual de trabajo:
– En igualdad de estado de conservación, debemos primar los
negativos frente a las copias. Las matrices negativas presentan
5. Llamado coloquialmente en el campo profesional «ingreso de inicio de
gasto».
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especificidades propias; son el verdadero registro del trabajo
del autor; pueden contener valiosa información para el en-tendimiento
de las copias, como por ejemplo máscaras, guías
de reencuadre, aplicaciones realizadas para corregir el con-traste,
anotaciones manuscritas, retoques...
– Debemos organizar nuestro trabajo de descripción documen-tal
y de conversión digital en función del riesgo, de las pautas
y patrones de deterioro y del tiempo de respuesta de los
originales bajo nuestra custodia. Hay que primar el color
cromógeno frente a la fotografía argéntea; las matrices
negativas en soporte de plástico frente a las realizadas so-bre
vidrio; el material que se ajusta a nuestra política de
colección frente a lotes residuales. Sólo aquellos archivos
que cuenten con las adecuadas medidas medioambientales
y sus colecciones presenten una clara estabilidad, pueden
modificar los criterios en la jerarquización de su línea de
trabajo.
– Los originales muy fragilizados, como los negativos sobre
soporte plástico que presenten deterioro por hidrólisis ácida6,
vidrios con un avanzado estado de lixiviación7, artefactos
6. Todos los plásticos absorben agua en mayor o menor medida y la des-composición
de cualquier plástico formulado en celulosa produce ácidos.
Cuando el nivel de ácido libre presente en el soporte alcanza determinados
valores, la reacción pasa a ser autocatalítica (el agua se consume en la reac-ción
y deja mayores valores de ácido remanente). En todos los plásticos for-mulados
sobre cadenas de celulosa, el deterioro es producido por la misma
reacción; la diferencia la establece el tipo de ácido que se genera. En el caso
de la hidrólisis ácida del acetato, el ácido producido es el acético CH3-COOH
(C2H4O2), que tiene un bajo poder oxidante y compromete poco las imáge-nes
finales argénteas. En el caso de los soportes primarios de nitrato, el áci-do
producido es ácido nítrico HNO3, cuya capacidad de deterioro compro-mete
no sólo la estructura completa del registro sino también las formas de
protección directa, muebles, archivadores, y, muy especialmente, el resto de
piezas que compongan la colección.
7. Esta forma de deterioro viene determinada por la relación entre el agua
presente en la atmósfera y el intercambio iónico producido en la superficie
del vidrio. El agua intercambia uno de sus iones de hidrógeno (H) por uno
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que presenten la pérdida de adherencia del aglutinante al
soporte, etc., tienen muy limitada su manipulación, por lo
que las labores para su descripción documental o su con-versión
digital deberán ser postergadas a después de su
restauración.
– Casi todos los artefactos requieren de cierto nivel de lim-pieza
o consolidación; esas labores deberán preceder a la
conversión digital para evitar que la suciedad que puede
ser eliminada sea trasladada a los ficheros digitales.
– Los originales que presenten deterioro biológico por infección
de hongos deberán ser tratados con anterioridad para evi-tar
la propagación de la infección por contaminación de
escáneres, etc. Si no se dispone de los recursos humanos
requeridos, deberá procederse a su conversión digital des-de
cámara y serán segregados hasta su intervención.
– Los originales que requieran ser restaurados deberán
ser intervenidos antes de proceder a su conversión digital;
a tenor de las pautas de deterioro presente, unos origina-les
podrán ser procesados en los protocolos de descripción
documental y otros postergados hasta después de su res-tauración.
de los iones del potasio (K) o del sodio (Na) presente en el vidrio. Este tipo
de deterioro tiene dos consecuencias diferentes. Por un lado, el vidrio pier-de
parte de su capacidad estructural ya que los iones de hidrógeno son mucho
más pequeños que cualquiera de los iones a los que puede reemplazar en el
vidrio. Ante un exceso de humedad relativa, las moléculas de agua rellenan
las cavernas dejadas por los iones de potasio o de sodio, manteniendo en parte
su dureza. En climas de aridez, las microfracturas o cavernas dejadas por los
iones de sodio o potasio quedan vacías, tornándose las placas de vidrio mu-cho
más quebradizas. Por otro lado, el vidrio forma depósitos de sales alcalinas,
que reaccionan con los gases ácidos para formar sales alcalinas muy poco
solubles. Esta alcalinidad de los depósitos puede atacar la estructura del vi-drio
y hacer que éste se disuelva. Estas sales son, además, higroscópicas, por
lo que pueden causar la aparición de diminutas gotitas de humedad (solu-ciones
salinas de alta concentración) en la superficie del vidrio (frecuente-mente
este fenómeno es referido como «vidrio sudado»).
60 ÁNGEL M.a FUENTES DE CÍA
Son innumerables los ejemplos que cualifican el diagnóstico
de fondos como herramienta fundamental en la gestión de las
colecciones, y tratar de señalarlos todos es innecesario para los
profesionales del sector que cuentan con una adecuada forma-ción.
Aquellos archivos y colecciones que conocen qué custo-dian
y cuál es el estado de conservación de aquello que custo-dian,
tendrán un claro perfil de los fondos a su cargo y la ade-cuada
cartografía para organizar el gasto.
Cabe preguntarse por el modelo económico que nuestros
gestores establecerán ante el corpus patrimonial que está bajo
su competencia. Si la reducción del gasto se lleva a cabo al margen
de las necesidades de las colecciones, la pérdida de una ingente
cantidad de bienes culturales será inevitable. La reducción del
gasto debe llegar desde los archivos a la administración y no ser
impuesta por la administración a los archivos. Una de las pie-dras
angulares de la conservación del patrimonio es la impres-cindible
garantía de que las acciones requeridas para su preser-vación
serán sostenidas por los presupuestos de la administra-ción.
Luis Pavão, conservador-restaurador de patrimonio fotográfico
en la vecina república de Portugal, en su intervención en la
Conferencia Internacional 30 Años de Ciencia en la Conserva-ción
de la Fotografía8 mostró catastróficos ejemplos de cómo
afectan a los materiales fotográficos los cambios que produce la
drástica reducción de los recursos que requiere la custodia. Es-paña
se incorporó a la fotografía el 10 de noviembre de 1839,
fecha en que Ramón Alabern y Casas (1810-1868) realizó el
primer daguerrotipo en la ciudad de Barcelona. Desde enton-ces
el corpus fotográfico realizado en nuestro país constituye un
legado cultural de una capital importancia. La fotografía es una
fuente documental extraordinariamente densa y frecuentemen-te
mal entendida. Abundan quienes confunden el patrimonio con
la información que el patrimonio conlleva y quienes consideran
que una vez que dicha información ha sido trasladada a otros
8. Logroño, 20-23 de junio de 2011.
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soportes, es legítimo desatender los originales. Ello equivaldría
a proponer la conversión digital de las colecciones del Prado y
luego relegar los originales a su suerte.
Los bienes culturales son muy sensibles a cuanto implica su
custodia, que debe ser ejercida desde la ciencia, ya que en ella
se contienen las secuencias que requiere su preservación. El
patrimonio cultural sobre soporte fotográfico ha sido realizado
desde numerosas técnicas cuyas estructuras morfológicas hacen
que su adecuada preservación sea compleja. La experiencia de
Portugal, llevada a cabo desde una contención del gasto que tiende
a ignorar la identidad morfológica de las colecciones, revela la
facilidad con la que se desintegra aquella parte de las coleccio-nes
con un tiempo crítico de respuesta. Ello resulta especialmente
sangrante cuando la destrucción de los bienes culturales ocurre
bajo la custodia institucional.
Algunas de las herramientas de la conservación de las foto-grafías
son extraordinariamente activas. Una, la de compartir
experiencias, ayuda a evitar fatales errores ya cometidos en el
campo y que, a igualdad de parámetros, producirán similares
resultados; otra, la que descansa en la ejecución de pruebas
mediante el envejecimiento acelerado, permite prever de manera
científica la evolución de nuestras colecciones ante un extenso
abanico de variables que pueden alterar la esperanza de vida de
los originales.
Es un hecho constatable que el patrimonio cultural sobre
soporte fotográfico presenta una clara tendencia natural hacia
su degradación parcial o completa. Las acciones llevadas a cabo
desde el campo profesional permiten, en expresión de James
Reilly9, «comprar tiempo» para poder establecer la estrategia que
requiere la organización de las líneas de defensa. La cinética
química10 demuestra que un negativo sobre soporte flexible de
9. Director del Image Permanence Institute, sito en el Rochester Institute
of Technology (IPI/RIT).
10. Rama de las ciencias físico-químicas que estudia la rapidez de reac-ción
ante parámetros variables.
62 ÁNGEL M.a FUENTES DE CÍA
acetato de celulosa en buenas condiciones, que a 4 ºC y una
humedad relativa del 40 % necesitaría de más de 400 años para
desarrollar el síndrome del vinagre11, se degrada en 17 años a
24 ºC y 70 % de humedad relativa. La actual situación econó-mica
obliga a aceptar necesarios recortes, pero entre el mante-nimiento
de los parámetros óptimos y la eliminación de la re-frigeración
—como ocurriera en algunos depósitos de Portugal—
existen los pasos intermedios; a 21 ºC y un 50 % de humedad
relativa «compramos» 50 años, o lo que comúnmente se deno-mina
dos generaciones.
Dado que una parte importante del patrimonio fotográfico
exhibe algún tipo de deterioro, si mantenemos el ejemplo de un
artefacto sobre base de acetato de celulosa pero que presente
síntomas de un síndrome de vinagre en curso, los datos obteni-dos
son de todo punto preocupantes: custodiado a 4 ºC y 40
% de humedad relativa requeriría 70 años para su degradación,
pero a 20’4 ºC y 62 % de humedad relativa —temperatura y
humedad relativa media anual de la ciudad de Zaragoza12—, el
plazo se acorta a cuatro años. De ello podemos colegir que una
legislatura que se inhibiera de la requerida custodia sería catas-trófica
para el corpus de matrices negativas más numeroso en
los archivos españoles; lo que se puede cortar, pesar o medir no
admite error.
Los profesionales de la custodia patrimonial podemos hacer
una contribución impagable ante la actual crisis si, y sólo si, se
nos deja jerarquizar las actuaciones y gestionar los recursos que
señalen los plazos. Podemos ser el puente que ayude a conte-ner
el gasto sin que se comprometa o se pierda un patrimonio
que es de todos. Conocemos el estado de nuestros fondos y sus
necesidades, y ello nos permite definir cuál es la mínima apor-
11. Durante el inicio del deterioro por hidrólisis ácida de los soportes
de acetato de celulosa se libera ácido acético que genera un característico
olor a vinagre.
12. Datos del observatorio del aeropuerto de Zaragoza, periodo 1971-2000.
LA CONSERVACIÓN DE COLECCIONES FOTOGRÁFICAS EN LOS TIEMPOS DE CRISIS 63
tación económica con la que podemos llevar a cabo nuestro
trabajo. Si, por el contrario, la contención del gasto es estable-cida
a espaldas de las necesidades del patrimonio en riesgo,
mediante la cirugía de despacho, la degradación y la pérdida de
importantes volúmenes de esta herencia común serán una ver-gonzante
realidad; un fracaso profesional incontestable y una
negligencia política inasumible.