Boletín de Patrimonio Histórico. nº2 página 8
El Jardín de Antonio Padrón La Espadaña del Covento de San Francisco
Arquitectura
Restauración del jardín de la casa familiar de Antonio Padrón en Gáldar
Alejandro García Medina. Arquitecto
Antecedentes
La gran calidad y cantidad de obra de Antonio
Padrón, expuesta y almacenada en las reducidas
dimensiones de la Casa-Museo Antonio Padrón,
unido a las numerosas actividades que desarrolla,
las dificultades de acceso, y su menor imagen
hacia la vía pública; requerían desde hace años
alguna intervención que hiciera posible su nece-
sario desarrollo a partir de la casa familiar colin-
dante.
En este contexto, el Cabildo de Gran Canaria
y la Caja de Ahorros de Canarias, copropietarios
de la casa familiar y propietarios del jardín colin-
dante con el patio interior de la Casa-Museo, sus-
cribieron un Convenio para compartir el uso del
jardín de la casa familiar, manteniendo el acceso
directo desde el patio de la Casa-Museo, su posi-
bilidad de cierre y el uso individualizado de cada
propietario.
Considerando que el estudio del pintor (hoy
Casa-Museo) y su casa familiar anexa están
incoados como Bien de Interés Cultural, que la
casa familiar y jardín, de estilo racionalista, es obra
del arquitecto Miguel Martín Fernández de la Torre
y está protegida por el catálogo municipal, y que
el jardín constituye una pieza singular, a la que se
concede un gran valor arquitectónico, fue preciso
elaborar un detallado proyecto en el que los pará-
metros arquitectónicos y culturales prevalecieran
sobre otras consideraciones técnicas.
La casa y el estudio (actual Casa-Museo)
de Antonio Padrón fueron incoados Bien
de Interés Cultural con categoría de mo-
numento en 1991.
Si histórica y comúnmente los jardines for-
man parte indispensable de las viviendas,
y sin los cuales no pueden entenderse en
su totalidad los ambientes, modos de vida
y arquitectura, mucho mayor interés nos
ofrecen aquellos jardines que han sido di-
señados expresamente, y dentro de las
pautas del propio edificio.
Justificación general de la intervención
Teniendo en cuenta lo establecido en la Ley
4/1999, de 15 de marzo de Patrimonio Histórico
de Canarias el principal objetivo del proyecto de
rehabilitación ha sido minimizar en lo posible la
intervención en el jardín, respetando su carácter
cerrado , su ensimismamiento , su exhuberancia
y su trazado (parterres y muros), procurando que
alguna de las nuevas aperturas dispusiera de puer-
tas discretas con apariencia de muro.
Un proyecto desde el que se defiende la ne-
cesidad de realizar una restauración crítica, rigu-
rosa e individualizada para cada monumento, que
permita ponderar la importancia de las distintas
aportaciones anteriores y su capacidad de trans-
formación, evidenciando (discretamente) las nue-
vas intervenciones que, en todo caso, habrían de
ser fácilmente removibles al estado anterior.
Con el máximo respeto, se han evitado otras
alternativas ya elaboradas técnicamente, aunque
en principio fueran más deseables, funcionales,
vistosas o con mayores ventajas urbanas. Así,
desde la actitud de mínima intervención, pero de
forma coherente, se han podido transformar pun-
tos concretos que no afectan a los valores esen-
ciales, sino que los potencian. La principal tarea
del proyecto no ha sido la obra en sí, sino el discur-
so arquitectónico-cultural que, desde la premisa
de sus valores, ha establecido los límites y los
parámetros de la intervención, con el fin de salva-
guardar la singularidad ambiental, estética, histó-
rica, etc., así como la transmisión de estas ideas
para convencer a los distintos agentes que intervi-
nieron en la autorización del proyecto (propieta-
rios, personal técnico del Cabildo de Gran Cana-
ria, Caja de Canarias, Ayuntamiento, directivos y
personal del Servicio de Museos).
Valoración del Jardín de Antonio Padrón
El proyecto de la Casa Padrón data de 1931.
Su jardín es excepcional por poco frecuente, por
su delicado diseño y escala, por su propio carác-
ter introvertido (huerto-tapia, jardín árabe, jardín
interior, jardín defendido, etc.) y, en especial, por
A la izquierda, el jardín antes
de la restauración. A la
derecha, fotomontaje de la
casa familiar de Antonio
Padrón, y dibujo de la
fachada del proyecto original
(1931).
En junio de 2002 pudo concretarse satisfactoriamente el deseo y necesidad de la Casa-Museo Antonio
Padrón de poder restaurar y usar el valioso jardín colindante de la casa familiar del pintor mediante la firma
de un Convenio entre el Cabildo de Gran Canaria y la Caja de Canarias, propietaria del jardín. El Museo
Antonio Padrón ocupa actualmente el pabellón y patio adyacente al jardín de la casa familiar. Mientras
que la casa, y presumiblemente el jardín, se proyectaron en 1931 con un estilo de vanguardia raciona-
lista, el pabellón y su patio se construyeron en 1947 en estilo regionalista. Esta diferencia de estilos
manifiesta una tensión cultural con paralelismo en la propia obra y vida del pintor y de la sociedad de su
tiempo. La intervención de restauración realizada pretendió ampliar las posibilidades funcionales de los
espacios libres vinculados al Museo, mostrando y uniendo (sin confundirlos) los dos mundos del pintor: la
modernidad, a través del jardín vanguardista y, la tradición, a través del patio tradicional. En denitiva, la
vivienda junto/frente al taller y la vida junto/frente al arte.
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ciertas connotaciones alegóricas que permiten
entroncarlo en la mejor tradición del jardín simbó-
lico como imagen natural, mundo exterior, natu-
raleza domesticada-dominada , jardín con manan-
tial-fuente, jardín geométrico y jardín laberinto.
A todo ello hay que sumar el decisivo papel de
su propietario y jardinero, quien coherentemente
desarrolló un proyecto vegetal (relaciones espa-
ciales y sensoriales realizadas mediante elemen-
tos vivos) a modo de microcosmos demiúrgico,
jardín huerto, jardín de ensayos, jardín frutal, jardín
tropical, jardín exuberante y variado, etc., estable-
ciendo una nueva relación-discurso con su geo-
metría arquitectónica, hasta que el artista-pin-
tor , convertido en artista-jardinero lo reelabora
como obra propia en la obra del arquitecto ; es
decir, el jardín ha sido otra materia moldeable
(como la pintura, la madera, el barro o la piedra)
en sus manos (mente) para otro tipo de obra de
arte vivo. Cabe señalar también la importante im-
bricación histórica y artística de este jardín al ser y
transformarse en el entorno de la propia creación
pictórica y escultórica de Antonio Padrón.
Justificación de la propuesta
Considerando la enorme valoración que ha-
cemos, hemos previsto y realizado unas modifica-
ciones muy puntuales, que nos han permitido en-
fatizar y desahogar la entrada directa al jardín am-
pliando la puerta de la calle Antonio Padrón; un
acceso discreto entre el jardín y el patio del Museo
mediante una puerta de celosía de igual diseño
que las existentes; poner en valor el jardín desde
la calle, ofreciéndolo a la curiosidad y disfrute del
viandante, a través de la ampliación de la puerta y
el acristalamiento en la entrada de la galería de
acceso al Museo; crear un mínimo desahogo es-
pacial y un máximo visual en la entrada al Museo,
demoliendo para ello parte del muro y acristalándolo
para permitir la visión, pero no el paso; buscar y
lograr una conexión amplia entre el jardín y el patio
del Museo, de modo que pueda realizarse una
ocupación simultánea mediante una gran apertu-
ra de 3,30 metros en el muro y una puerta corre-
dera mimetizada que devuelva el carácter cerra-
do del jardín (aunque evidenciando su novedad);
mantener todos los parterres, incluso en las nue-
vas áreas de paso, mediante rejas sobre la tierra;
realizar un acondicionamiento general del jardín:
pavimentos, bordillos, enfoscados y pinturas, fuen-
tes y riego, iluminación y vegetación; mejorar el
aspecto de la entrada al Museo, mediante demo-
lición del dintel y nueva pulcritud geométrica;
redisponer las piezas de arte en el patio del Mu-
seo, trasladando uno de los murales a un nuevo
pedestal diseñado para ello.
Tareas pendientes
Basándonos en la alta valoración que se con-
cede al jardín, consideramos imprescindible (y ur-
gente) realizar un proyecto rigurosísimo de jardi-
nería histórica que atienda a los siguientes crite-
rios: a) conocimiento y mantenimiento de las es-
pecies relevantes del jardín actual, b) conocimiento
y análisis de otros jardines modernos y del arqui-
tecto, c) búsqueda de documentación escrita y
fotográfica de este jardín, d) identificación de es-
pecies cultivadas por el pintor, e) análisis crítico de
la documentación manejada, f) propuestas de in-
tervención, alternativas, flexibles y reversibles,
g) memoria de argumentación, planos, perspecti-
vas, fotomontajes, etc. y h) evaluación de las pro-
puestas por expertos en la materia.
El racionalismo y el movimiento moderno.
El racionalismo fue la corriente de vanguardia que
nació en Europa a comienzos del siglo XX a través
de la Bauhaus; escuela de arquitectura que pro-
pugnaba la funcionalidad, el uso de nuevos mate-
riales como el hormigón, el acero, etc., y las nue-
vas tecnologías. Estos aspectos se vieron refleja-
dos no sólo en la arquitectura, sino también en el
urbanismo y en el diseño, siendo el planteamiento
conceptual predominante en la arquitectura con-
temporánea. No obstante, la influencia en la jardi-
nería ha sido menor, probablemente debido a su
propio discurso constructivo. La incorporación del
racionalismo en las pautas constructivas insulares
se produce gracias a arquitectos como Miguel Mar-
tín Fernández de la Torre, en Gran Canaria, y a
Marrero Regalado, en Tenerife, sin menospreciar
la difusión que hace la revista Gaceta de Arte diri-
gida por el crítico de arte Eduardo Westerdahl. Un
ejemplo de arquitectura racionalista es el edificio
del Cabildo de Gran Canaria.
El jardín después de la restauración.
Esquemas de análisis del trazado del jardín. Esquema del proyecto definitivo.
Plano del Jardín.
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Antonio Padrón (1920-1968)
Antonio Padrón Rodríguez nació, vivió y murió en Gáldar. Pintor, escultor, ceramista,
escritor..., su existencia transcurrió en una íntima simbiosis con su tierra y con su gente.
Tierra y gente que no sólo llevó a sus cuadros y dieron la razón de ser a su arte, sino que
constituyeron también el mundo vital del artista. Su aspiración a un arte genuino, alejado
de toda influencia, y su carácter solitario dan a su obra una singularidad especial dentro de
la plástica canaria del siglo XX.
La pintura de Antonio Padrón se inserta dentro de la concepción indigenista iniciada
en 1917 por artistas de la Escuela Luján Pérez, en la que pintores y escultores como Felo
Monzón, Jesús Arencibia, Jorge Oramas, Plácido Fleitas y Santiago Santana, propugnan
la revalorización de los elementos del arte autóctono y de las exigencias expresivas del
propio paisaje, aportando con ello los primeros y sorprendentes acercamientos al universo
pictórico insular.
Padrón no se detenía a examinar los posibles influjos que delataba su pintura. A lo largo
de su carrera se valió de elementos procedentes de diversas corrientes, que atenuó y
transformó en adaptación a la idea final del cuadro: la exposición de un mundo primitivo,
cargado de pureza, expresada en el empleo del dibujo y el color. En sus obras iniciales se
nota la huella academicista, especialmente de Vázquez Díaz. Posteriormente, su acerca-
miento al arte primitivo canario ha de verse como consecuencia del conocimiento de
ciertos movimientos de vanguardia que se interesaron por las esculturas africanas y
oceánicas. Es evidente la influencia de Picasso y del Cubismo, pero también el
Expresionismo y el Fauvismo dejan huellas en sus obras.
El huerto de Miguel Martín
El día seis de mayo de 1933, Doña Dolores Rodríguez Ruiz presentó en el Ayuntamien-
to de Gáldar una solicitud para la construcción de una casa de dos plantas en la Calle
Capitán Quesada. El proyecto, de marcado carácter funcionalista, viene firmado por el
arquitecto Miguel Martín Fernández de la Torre el día treinta y uno de septiembre de 1931.
La propuesta es compleja y no se descarta la participación de su habitual colaborador
Richard Van Oppen, ya que el estudio también participará en el asesoramiento decorativo
y la dotación del mobiliario de la casa familiar. Al funcionalismo estilístico de su imagen
exterior se une la eficaz distribución espacial interna: una planta superior de destino do-
méstico y una planta baja para fines diversos. En la parte trasera incorpora un jardín, una
propuesta no muy habitual dentro de las concepciones racionalistas que animaban el
proyecto.
Este espacio asumió inicialmente una función más utilitarista que el rincón de expre-
sión estética e innovación botánica que posteriormente fue. Está circundado por un siste-
ma de regadío que permite la inundación por parcelas. Este riego se nutría de una corriente
de agua que tomaba de una acequia exterior. Estaría más encaminado a ser el huerto que
proveía a la casa familiar de frutas, hortalizas y plantas medicinales, además de otras
especies ornamentales como rosas, esterlicias y azucenas.
El Jardín de Antonio Padrón
Expresión de lazos estrechos entre la civilización y la naturaleza, lugar de deleite,
propicio a la meditación o al ensueño, el jardín adquiere el sentido cósmico de una imagen
idealizada del mundo, un paraíso en el sentido etimológico del término, pero que da
testimonio de una cultura, de un estilo, de una época y, en ocasiones, de la originalidad de
un creador artístico. (Art.5 Jardines Históricos Carta de Florencia ).
Un atavismo ancestral parece unirnos a los jardines como un presentimiento que nos
evoca el paraíso perdido. Un huerto que el Creador plantó y cultivó con los árboles más
productivos y hermosos donde también había un río que se ramificaba en cuatro direccio-
nes , y donde se dispuso a ubicar la mejor de sus creaciones: el hombre. La naturaleza
como un espacio feliz y organizado, pero cercado con un adentro y un afuera para
oponerlo a otras extensiones donde se ubica el dolor y el caos, todavía forma parte de
nuestro legado cultural, siendo responsables en cierta forma, de actitudes y sentimientos
que en el presente experimenta el hombre hacia los jardines y las plantas.
Patrimonio vegetal
César Ubierna. Director de la Casa-Museo Antonio Padrón
Pinturas de Antonio Padrón. En la fotografía superior, Bodegón azul, 1967.
Óleo sobre lienzo, 72,8 x 89,7 cm. Abajo, Sterlitzia, 1966. Óleo sobre lienzo,
73 x 59,5 cm.
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El Jardín de Antonio Padrón
Antonio Padrón es uno de esos artistas que, como proponía Ghoete, fueron capaces
de penetrar en los fenómenos de la naturaleza para representarla desde adentro; su
interés por la naturaleza va más allá del papel del pintor que observa y medita sobre ella;
es un modo de vida que tiene su mejor reflejo en su obra. Es el discurso complejo del
espíritu integrador de un hombre que de su usufructo obtiene la subsistencia que le
permite, al mismo tiempo, la libertad de creación que siempre profesó. Desde esta privile-
giada visión que da el contacto diario con el campo, Antonio Padrón se dotó de una
independencia que le permite elaborar una cosmogonía propia, un rico patrimonio ico-
nográfico de la tierra, los animales y las plantas , y aportar una de las visiones más
personales que conocemos de la naturaleza canaria. Terminar la jornada de trabajo, no
equivalía a romper el vínculo que le unía con el medio; continuaba en el estudio-jardín que
el artista atesoraba en la parte posterior de su casa.
Cien metros cuadrados de superficie, cercados por altos muros rematados por celo-
sías, lo convierten en un jardín interior, casi monástico. El artista, para organizarlo acude a
un trazado bastante clásico en la historia del arte: un enlozado de aspecto cruciforme nos
permite transitarlo. Unos parterres, situados en los hombros, provocan un efecto amplifi-
cador y laberíntico de un espacio que invita al paseo meditabundo y reflexivo. En el centro
una fuente toda revestida de mosaicos azules es el corazón que anima el espíritu sosega-
do que lo envuelve. Su base, en forma de rectángulo, acoge el agua que asciende por un
prisma central, y vuelve a derramarse, desde un colector superior, a través de cuatro
surtidores orientados a los puntos cardinales. La sonoridad parece inducida para incitar al
aislamiento y el silencio.
Su interés por la botánica no se limita al cultivo y mantenimiento de un importante
inventario de árboles y plantas exóticas procedentes de todo el mundo, (palmeras, tulípero
de Gabón, chirimoya, helechos, nisperero de Japón, aguacate, bambúes, jazmín de la
India,...), también aspira a corregir y embellecer sus productos. Dicen, quienes lo cono-
cieron, que experimentaba nuevos cultivos con el mismo rigor con que investigaba distin-
tas posibilidades para su pintura. Mostraba orgulloso la variedad de injertos experimenta-
dos con las plantas tropicales, que con tanta facilidad se adaptaban en Canarias, y las
alucinantes formas que podían alcanzar los cactus cuando el artista los sometía a capri-
chosas cuñas e incrustaciones. También, de su pasión compartida con su hermano
Rafael por el cultivo de las orquídeas, tenemos, junto con precisas instrucciones sobre su
cultivo y elaboradas notas conservacionistas, una interesante muestra de dibujos. Las
sorprendentes variedades obtenidas fueron elogiadas por importantes especialistas en
materia de vida simbiótica. Las plantas autóctonas, principalmente las xerófilas, tenían
acogida en el patio y en las jardineras de la fachada del estudio, que acentuaban el
aspecto canario de la edificación.
Los jardines acuáticos, concebidos como paisajes submarinos, son otra de las mani-
festaciones que absorbieron su interés. Éstos aportan tranquilidad al entorno, pero tam-
bién el reflejo del cielo en el agua contribuye a que los percibamos de otra forma más
enriquecedora: actúan como un espejo que nos devuelve visiones novedosas del espacio
en movimiento. A medio camino entre el estudio y el jardín, se encontraba un pequeño
estanque cultivado con plantas flotantes (lechugas de agua, nenúfares,...) y enraizadas
(juncos, papiros,...); un paisaje submarino proyectado para carpas y peces afines a esas
condiciones. Todo ello el complemento de su entusiasmo por la acuariofilia que también
experimenta en interiores. Abundante documentación sobre la construcción y manteni-
miento de los acuarios, y correspondencia con tiendas especializadas para la adquisición
de peces y materiales, nos permite afirmar que tenía un interés por la ictiología por encima
del mero entretenimiento. Al paraíso terrenal ideado por el creador también se acogieron
pájaros, guacamayos, tórtolas, ardillas y gacelas africanas.
La jardinería nos ha demostrado, a lo largo de la historia, que el hombre ha manipula-
do la naturaleza con la intención de comprender el mundo que le rodea. Pero también nos
habla de las inquietudes espirituales del hombre que lo creó: todo aquel que cultiva un
jardín proyecta en él una visión idealizada y simbólica de su propio mundo interior. Desde
este punto de vista, el jardín de la Casa-Museo es el espacio más íntimo y emocionalmente
asociado a la vida del pintor. Un lugar de encuentro simbiótico del arte y la naturaleza. Un
ámbito concebido para el placer sensorial y disfrute de los cinco sentidos; un microcosmos
fruto del espíritu integrador de un artista que, por encima de todo, amaba sus soledades.
Antonio Padrón con Felo Monzón y Manolo Millares en el jardín.
Servando Morales y Antonio Padrón.
Antonio Padrón, con gacelas en el jardín.