SÍNTESIS BIBLIOGRÁFICA REATIZADA
SOBRE LOS TÚMULOS TRONCOC~NICOS
DE LA ISLA DE GRAN CANARIA:
LA NECROPOLIS DE ARTEARA
ROSAS CHLUETECRA BALLERO
UNED. Las Palmas
Las fuentes de información de las que se nutre el conocimiento de la Prehistoria
Canaria, y en ella el de los enterramientos, son de una doble naturaleza :
1. Fuentes escritas (crónicas).
2. Fuentes arqueológicas (investigaciones).
Junto a estas fuentes aparecen las revisiones que, de las crónicas de la conquis-ta
del Archipiélago, se hacen una y otra vez buscando las raíces mas antiguas de
nuestra Prehistoria. Nosotros no las podíamos pasar por alto,de ahí que comence-mos
por allanar el camino del presente estudio mediante una búsqueda de todos los
datos que puedan ofrecer alguna luz a un tema tan interesante cual es el de las prác-ticas
funerarias aborígenes.
Abreu y Galindo,Sedeño y otros que directa o indirectamente intervinieron en
la conquista,bien durante su -transcurso o en un periodo inmediatamente poste-rior,
como informadores o curiosos recopiladores, y a los que movía- un afán colo-nizador
y evangelizador, recabaron de las fuen tes vivas todo un ingente material
que, trasladado al papel, refleió, en un tanto por ciento muy elevado.todo un mundo
pretérito ya desaparecido que hace que sus notas hayan sido casi siempre tomadas
como indiscutiblemente ciertas. Pero hay que tener en cuenta que a través de una
extensa información se trasluce un ideal sncial y? snhre todn, religiocn que, reflejo
de la España peninsular e impuesto durante los siglos de la conquista, deja entrever
en la interpretación de algunos fenómenos de la Prehistoria Canaria la aplicación
del pensamiento cristiano reinante en la mente de estos clé rigos e informadores.
Ello no quita para que sus crónicas constituyan un marco de referencias válido e
indispensable para conocer las raíces culturales del marco insular,así como descu-brir,
rrdrsrukrir, !a imp~rt.tuncird,e l p~tíimonioq ücv!Sgicv dc cstas islas.
Pero si para el mero lector las crónicas deben ser paso obligado para inciarse en
el conocimiento de la Prehistoria, éstas significan un aporte de incalculable valor pa
rala investigación arqueológica a la hora de interpi-etar Luda la ducumentación obte-nida,
bien en una excavación,bien en el estudio de las colecciones existentes en los
fondos de los museos. Resultan las crónicas de tal interés que sus datos siempre han
130 ROSA SCHl .I IFTFR CARAL.1 .ERO
de estar presentes, ya como confirmación de los resultados arqueológicos,como
., n***?..n.. n "a-n -- -l:-?.:A- A* l f i " -:"-,." A* nh: "..O l,." .<lt:-n" t.--l.n:nn .--,.1;
11U6UC1Vl l V UVIIIV Ul l l ~ l l U U l V 1 1U U 1Vi> Ll l l i>l l lVD) U C U l l l YUC 1VD Ul l l l l lVJ UUVUJ Vi, -LCUII-zados
se hayan visto fundamentados, aparte de en otros informes de textura y méto-dos
modernos, en estas crónicas- a las que, incluso, se les intenta buscar sus pro-pias
fuentes.
A fines del siglo xix, se inicia la investigación arqueológica de campo propia-mente
dicha. Dentro de ella hemos de hacer hincapié en aquella dirigida hacia el
estudio de los enrerramienros, concretamenie en Gran Canaria, que tiene un ampiio
desarrollo desde estas fechas aproximadamente a partir de la década de 1880- 1890,
fechas en que V. Grau Bassas y R. Verneau realizan sus excursiones o viajes de
exploración por la isla. Llama la atención como en estos primeros momentos la
Arqueología da sus iniciales pasos de manos de la Antropología Física, toda vez
que al descubrirse en nuestro suelo restos humanos pertenecientes a razas extintas
en Europa, los enterramientos prehistóricos canarios despertaron un interés inusita-do
en instituciones científicas extranjeras, provocando en parte un falso romanticis-mo
sobre muchos aspectos de la cultura aborigen.
Aun así, es importantísima la labor realizada por estos dos investigadores, ya
que aunque algunas de sus conclusiones han sido rechazadas o superadas hoy día,
constituyen una fuente inagotable de datos acerca de yacimientos destruidos o en
trance de desaparición. Interesantes son, también, los estudios de 1. Schwidetzky,
M. Fusté, etc.
Es característica común en casi todos ellos y hasta fechas muy recientes, la
ausencia de una metodología cienti fica en su desarrollo. Es por ello que no se dis-pone
de una documentación exhaustiva referida, por ejemplo, a aspectos ritualísti-cos
(posición,orientación del cadáver,etc.), que concurrieran en las prácticas fune-rarias
aborígenes, prestándose especial interés,por el contrario, a la recopilación de
aquellos restos óseos más destacados (cráneos,huesos largos,etc.), o a la descrip-ción
de las plantas de los monumentos enclavados en los yacimientos que, en la
mayoría de los casos,se confunden con lugares sagrados, de libaciones,etc., rodeán-dolos
de todo un complejo mundo de leyendas que ha -creado un confusionismo
sc ha ex~Ci i&~iíoic,!U so, a cicí;i;~,cos.
A partir de la década de 1970, con la creación del Departamento de Arqueo-logía
de la Universidad de La Laguna, surgió una línea de investigación que,herede-ia
de la iiaYecioi-ia p]aiiiea& E,. ;"taIiriei peiiicei y la Di&
no sólo seguir el camino recientemente abierto por ambos, sino también superarlo y
realizar nuevos y atrevidos planteamientos, a partir de los cuales nuestra Prehi- toria
parece ir tomando cuerpo en los últimos años.
La Historia de la investigación a la que dedicamos - e s t e artículo va a centrar-se
en el análisis bibliográfico- de aquellas sepulturas que conocemos bajo la nomi-nación
de túmulos troncocónicos,clara manifestación de una parte muy significativa
de la vida del aborigen canario, toda vez que enmarca una parcela muy interesante
de sus ritos funerarios y con ello, de su propia historia pretérita, pudiendo de esta
forma situar a la Necrópolis de Arteara en su propio -marco de actuación.
S ~ N1 b SIS IJIBLIUGKÁFILA KbALlLAUA SOBKE LOS ~ 'ÚMULOS TKONCOC6NICOS ... 13 1
Trataremos pues el tema en cuestión desde un doble punto de vista: analizare-mos
en primer lugar toda la bibliografía que nos pueda proporcionar algún dato
acerca del túmulo troncocónico en general para, en un segundo momento, centrar
nuestra atención en el yacimiento que aquí nos ocupa, quedando así reflejadas lo
más íntegramente posible todas las parcelas que confluyen en la formación de este
tipo de enterramiento.
La documentación de que se dispone para conocer las particularidades de los
túmulos troncocónicos canarios procede de fuentes de doble naturaleza: Las cróni-cas
y las Investigaciones Arqueológicas, como ya indicamos en la introducción de
este estudio.
1.A. Las Crónicas
A las posibles dudas que se nos planteaban sobre la veracidad de sus datos y que
ya quedaron reflejadas con anterioridad, hemos de aiiadir que, a la hora de exponer
en este apartado un análisis cronológico de las mismas, hemos queri_ do hacer refe-rencia
al estudio realizado por A. Cioranescu en la Historia de la conquista de las
siete islus de Curiurias de Abreu y Galindo, juslificando así el índice expositivo de
aquellas crónicas que hablan de los ritos de enterramiento.
Este investigador, tras realizar un profundo y certero estudio sobre las caracte-rísticas
definitorias de estos documentos cercanos a la conquista, considera por
ejemplo que :
L. las relaciones entre Abreu y Galindo y las cuatro crónicas de la conquista
sólo se pueden explicar si se admite que los cinco proceden de una sola fuente, o que
los cuatro proceden de Abreu Galindo.~'
Tras una serie de exhaustivas referencias aiiade.
«Así pues, no dudamos de que la obra del fraile franciscamo es anterior a las
cuatro compilaciones sobre la conquista de Gran Canaria ; que estas últimas depen-den
directa o indirectamente, de Abreu Galindo, más probablemente por mediación
de una compilación -perdida, fundada por Abreu ; y que, de todos modos, éste últi-mo
autor es merecedor, en todos los casos, de muchos más créditos que los mencio-nados
compiladores.» '
' ABREUG ALINDSO., ( 1977):H istoria de la conquista de las siete islas de Canarias. Tenerife,
página XX.
Nota 1 , página XXXI.
132 ROSA SCHLUETER CABALLERO
Siguiendo el orden cronológico propuesto por A.Cioranescu, nos referimos a
las crónicas por el orden que él expone, es decir:
J. Abreu y Galindo
L. Torriani
Antonio Sedeño
Pedro Gómez Escudero
T. Marín y Cubas
El resto de las crónicas de la conquista no se mencionan ya que no nos propor-cionan
datos específicos válidos para el análisis de esta parcela de la cultura abori-gen.
Iniciando pues nuestro recorrido bibliográfico por J. Abreu y Galindo, y siem-pre
refiriéndonos a túmulos de tipo troncocónico, encontramos un apartado
dedicado en su obra a las sepulturas que estudiamos :
«Y, si no había cuevas,procuraban hacer sus sepulturas en lugares pedregosos
que llaman malpaíses y apartaban las piedras movedizas y hacían llano el suelo,tan
cumplido como el difunto, y lo tendían allí, siempre la cabeza al Norte; y le llegaban
unas grandes piedras a los lados, de suerte que no llegasen al cuerpo, y quedaba como
en bóveda. Y sobre esto hacían una como tumba redonda, de dos varas, de piedra, tan
bien obrada y prima, que admira su edificio. Y por dentro,desde encima de la bóveda
para arriba hasta emparejar con las paredes, lo henchían de piedra puesta con tanto
nivel, que da a entender el ingenio de los canarios.» '
Se trata de una reseña muy completa para la época -en que fue realizada y que
nos da a conocer la estructura tanto interna como externa de este tipo cons-tructivo,
de la que parece deducirse una alusión a construcciones cilíndricas o tron-cocónicas,
ya que no refiere ningún otro complemento arquitectónico para el edifi-cio
propiamente dicho.
Desde este momento la sencillez de estas formaciones queda bien patente, ele-mento
que será la nota dominante que caracterizará la descripción que todos aque-llos
autores han dedicado a esta faceta de la Prehistoria Canaria.
Los datos aportados por L. Torriani relacionan este tipo tumular con la clase
noble de la población aborigen, de cuya descripción puede deducirse que hace refe-rencia
también a una construcción simple igual o similar a las de Arteara:
«Los nobles también usaban otros modos de sepultura, bajo tierra,la cual se
hacía en un foso,entre las piedras volcánicas, cuidando siempre de extender el cadá-ver
cn dirccción Nortc; dcspuks llcnnbnn todo cl rcdcdor con picdras mcnudns, hnstn
que todo el túmulo quedaba cubierto.»
Hacemos notar la insistencia de ambos autores con respecto a la orientación de
los cadáveres, siempre al Norte, dato que será analizado, en otro artículo, a través de
Nota 1 ,página 162.
TORRIANLI., (1959): Descripción de las islas Canarias. Tenerife, pag. 122.
los resultados obtenidos en recientes investigaciones.Al igual, hay que reseñar el
hecho de que las dos fórmulas de inhumación aborigen, cuevas y en superficie, exis-tentes
para Gran Canaria, están descritas en términos idénticos por parte de estos
dos cronistas.
Es curioso anotar también en algunos documentos,como la ya mencionada
visión cristiana de la sociedad castellana del momento, que promueve no sólo la
conquista sino también la evangelización de los ab0rígenes.x deja sentir en A.
Sedeños, el cual observa y describe el enterramiento tumular de una manera muy
simple, añadiéndole algún elemento reflejo de su ideología católica que, probable-mente,
fue incorporado tras la conquista, la cniz latina, localizada según nuestro
autor en la parte superior de las se pul tu ras,^ así nos dice:
«Los sepulcros hacían en la tierra. A unos ponían en ataúd hecho de cuatro
tablones, i alrededor hacían un paredón alto i redondo como torreón, i por dentro lo
llenaban de piedra menuda i lo remataban en pirámide. A la jente más pobre i común
enterraban en $610 la tierra ; a estos como a los otros, ensima de el tablón ponían una
gran piedra que correspondía en el cuerpo y después ponían otras tres piedras en
forma de crus, i después alrededor de la -sepultura ponían piedras grandes.»
Por nuestra parte, este detalle no lo hemos observado nunca, no sólo en los cien-tos
de túmulos de la Necrópolis de Arteara, sino en todos aquellos observados por
nosotros en el resto de la isla de Gran Canaria.Hemos,eso sí, anotado la presencia de
túmulos simples resctangulares junto a túmulos ovoides que quizás obedezcan a
una clara adopción del modelo cuadrangular castellano de enterramiento " en los
que,insistimos,tampoco hemos hallado la cruz señalada por Antonio Sedeño.
P. Gómez Escudero sitúa la población hallada en estos túmulos de estructura
tan modesta, dentro de la clase social menos favorecida, oponiéndose así al criterio
fijado por L. Tomani :
c.. a otros hacían torrejoncillos de piedra,malpaíses,bóvedas. Añgunos se hallan
vestidos de gamuzas, tenían por gran delito enterrar en la tierra para que los gusanos
no comiesen al difunto.»
1.B. Investigaciones arqueológicas
1 .a< primeras manifestaciones en el campn de la arqueología de Gran Canaria y,
concretamente, en los monumentos sepulcrales, tienen su origen en una serie de
SEDENOA,. (1978): Breve resumen e Historia muy verdadera. .., en Canarias: Crónicas de su
conquista. F. MORALEPS ADROENl. M useo Canario. Las Palmas. pag. 376.
Comprobado en La Presa de Las Niñas.
' GÓMEZE SCUDERPO. (,1 900): Historia de la conquista de Gran Canaria. Las Palmas. pag. 61.
MAR~YN C UBAST,. (1964):H istoria de las siete Islas Canarias. Las Palmas .pag. 1 14.
134 ROSA SCHLUETER CABALLERO
estudios que, dada la epoca en que fueron realizados, la técnica empleada y la falta
de una visión global exeiita de tüdii icliiciUii ii~tc~discipliiiaxti., ieduceri e11 algunos
casos a meras descripciones de los énclaves arqueológicos, descripciones de estruc-turas
naturales o artificiales que dejan de lado todo un conjunto de elementos que
hoy estimamos fundamentales en la definición de los mismos.
Esta ausencia casi total de método a la hora de realizar las investigaciones,ha
provocado como consecuencia la obtención de abundante material que, una vez
recogido, ha -carecido de referencias como: posición del cadáver, ritos de enterra-miento,
medio ecológico que rodea al conjunto arqueológico,etc., necesarias para
reconstruir parte de este aspecto cultural de la Prehistoria Canaria. Actualmente
depositado este material, en gran parte, en los fondos de los museos insulares, no
puede aportar otra información que la de su ubicación.
La segunda etapa de la investigación arqueológica, apoyada en bases científi-cas,
comienza con los estudios realizados por M. Pellicer y P. Acosta, a partir de los
cuales se someten los yacimientos a un metódico análisis de todos sus componen-tes,
se obtienen las primeras estratigrafías así como las primeras dataciones absolu-tas
por el método del Radiocarbono que, insuficientes a todas luces, se completan,
mediante colaboración interdisciplinar, con el estudio de aspectos tan ineludibles en
un yacimiento como son los de flora, fauna, geología, geografía, etc., orientados a
levantar un patrón de asentamiento que explique los modelos de hábitat y enterra-miento
del aborigen canario.
Al igual que procedimos al referirnos a las Crónicas, el análisis de los docu-mentos
procedentes de la Investigación Arqueológica será expuesto desde un punto
de vista cronológico, destacando en cada uno aquellos aspectos relacionados con el
mundo de los túmulos.
S. Berthelot, en su extensa obra, hace especial mención a este aspecto. Así, en el
segundo tomo de su Etnografa y Anales de la Conquista de las Islas Cmaricls.
tomo dedicado a la desciipcirjii de los usüb y cus~uiiibicsm ás pcculiaies de riucsir-u\
primitivos isleños, tras hablar de algunos elementos como la nobleza insular, bailes,
trajes, etc.,hace una clara anotxión, a partir de la observación directa de algunos
yacimientos, del marco geográfico elegido por los antiguos pobladores para situar
algunos de los elementos componentes de sus ritos funerarios :
«Los habitantes de esta isla tenían la costumbre de enterrar sus muertos de un
modo particular.Escogían con este objeto los terrenos quemados,conocidos cn el día
con el nombre de Malpaís, en donde las erupciones volcánicas han amontonado
iiiu~lia~.»"
En cuanto a la forma constructiva de los túmulos troncocónicos elabora una
descripción hasta cierto punto minuciosa de los elementos que configuran una de
BERTHELOTS,. , y BARKER-WEB(B1 978): Etnografía y anales de la conquista de /u\ Islac
Canarias.Tomo 11. El Museo Canario. Las Palmas, página 212.
S ~ N ' I ~ SBIISBL IOGKÁ~-ICA KhALlLAUA SOBKE LOS I'ÚMULOS 'I'KONCOCÚNICOS ... 135
las necrópolis análogas a la de Arteara, esto es, la de La Isleta, aunque no dudamos,
por la coincidencia de los informes,del hecho de que continúa haciendo uso de
datos aportados por los cronistas, a los que añade sus propias observaciones:
<<...depositabana sus muertos en grandes fosas, que abrían hasta una profundi-dad
de seis u ocho pies y que resguardaban de los derrumbamientos guameciéndolas
con tablas de pino o bien por medio de una bóveda de piedra seca. En seguida cubrían
el todo con piedras acumuladas en forma de pirámides.
El esqueleto se halla siempre colocado en el fondo con la cabeza hacia el norte
y, por lo regular,se encuentran alrededor del cuerpo muchos frutos de una planta muy
común en las cercanías.» 'O
Es de anotar la insistencia, en ningún momento razonada, sobre la orientación
que el cadáver parece presentar en estas sepulturas, siempre al Norte, siendo uno de
los datos quc nos confirma la utilización quc dc las crónicas hizo cstc autor. Hcmos
de hacer constar que, aun presentando sus estudios las limitaciones inherentes a su
época,estos se definen como muy avanzados y completos, demostrando en ellos ser
un gran naturalista y un curioso observador de todos los aspectos etnográficos que
las poblaciones del Archipiélago le mostraban.
Punto central del desarrollo de la Antropología Física en Canarias fueron las
irivestigaciories I-ealizadas por R. Veriieau, el cual, riorriiriado en el año 1876 para
llevar a cabo estudios en el Archipiélago Canario, supo establecer un minucioso
análisis de los restos antropológicos depositados en el Museo Canario tras la funda-ción
de esta entidad en 1879. Grande era el interés levantado en Europa por el des-cubrimiento
del hombre de Cromagnon, hecho que repercutió en los restos de anti-guas
poblaciones cromagnoides asentadas en Canarias y que, como consecuencia,
atrajeron la atención de investigadores del continente europeo.
Este autor, realizador de la antigua clasificación antropológica de El Museo
Canario, dedicó un apartado de sus estudios a las prácticas funerarias en la
Prehistoria insular, describiendo el marco geológico donde se asentaban las estruc-turas
tumulares de la siguiente manera :
d.ns tiímulns se enciientran siempre en estos sitins áridos, donde nn se ve más
que un largo reguero de escorias volcánicas que hacen jirones los zapatos y pies.
Existen en La Isleta, en Agaete, en Arteara y recientemente hemos encontrado un
buen ejemplar en Jinamar. Estos túmulos se componen de una fosa rectangular, limi-tada
por un pequeño muro de piedra seca. Los bloques más grandes recubren el cadá-ver
siempre único en estos túmulos. Cuando las piedras superiores no llegan de una
pared a otra de la fosa,se colocaba a veces verticalmente una gruesa rama en forma de
horquilla, bitúrcada, y sobre la bifurcación reposan las piedras más cortas. Nosotros
hemos constatado esta disposición en La Isleta.
El montículo podría traspasar muy poco el nivel del suelo o alcanzar hasta
1,50 ni. de altura. La fomia es geiieralrrierite cúbica, yero Ripoche encontró elipticas
en Arteara.» "
" Cf. nota 9. pág. 212-213-
" VERNEAUR, . (1 887): Rapport sur une mision s c i ent~queP. arís. págs. 206-207.
136 ROSA SCHLUETCR CABALLERO
La descripción de este tipo constructivo queda encuadrado en segundo término
dentro de la clasificación general que del enterramiento canario prupont: R. Verriew:
1 : Cuevas Artificiales.
11: Fosas Recubiertas de Montículos de piedra.
111: Fosas Abiertas.
La denominación de iümulo 'íroncocónico deriva de la terminología propuesta
por nosotros, correspondiendo al propósito de utilizar unos criterios geométricos en
la definición de estas construcciones. Con ello intentamos unificar las diversas
nomenclaturas que han recibido a lo largo de las diferentes investigaciones realiza-das
sobre los mismos, siendo la base del término troncocónico un alzado constitui-do
por dicha figura geométrica.
Es evidente el trabajo de campo realizado por R. Verneau en contaco directo
con el medio, señalando datos reales observados sobre aspectos tales como la orien-tación
o conservación de los cadáveres :
c.. los cadáveres no presentaban una orientación constante, la cabeza estaba
colocada en los túmulos hacia cualquiera de los puntos cardinales».
«Los huesos encontrados en estas sepulturas estan excesivamente alterados,
muy desmenuzados, lo que se explica fácilmente por la acción de los agentes atmos-féricos.
No es necesario suponer,como lo hace Berthelot, que ellos pertenecen a una
época más remota que los que se encuentran en las cuevas.» ''
Pla~itead e Iorrna hipotética el marco de procedencia de los pobladores enterra-dos
en las estructuras tumulares, sobre todo en aquellos depositados en La Isleta :
«Yo pienso que los iriclivicluos dt: La Islrta veiiíaii del Nurtc de Africa y que puc-den
pertenecer a la raza berbere que vive en esta región al lado de Arabia.
Pero esto no es más que una pura hipótesis.» "
Es una pena que R. Verneau no se haya atrevido a razonar sus suposiciones y
que haya confundido conceptos tales como raza bereber con un grupo étnico que
conllcva todo un bagaje cultural y que se extiendc por gran paric dcl Africa noricña,
así como que haya identificado el término guanche con el de raza y no con su origi-nal
significado: hombre o habitante de Tenenfe.
Nu ubslarite, sus estudius suyuiieii un aniplio avance e11 el desarrollo de la cien-cia
arqueológica en Canarias,ya que analiza con todo detalle los constitutivos de un
complejo funerari0,intentando de una forma muy arriesgada ofrecer interpretacio-nes
culturales sobre diferentes aspectos,desgraciadamenle, sin uria base sólida.
l2 Cf. nota 10, pág. 208.
VERNEAUR,. ( 1 8 82): Sur les habitants de la Isleta. París, pág. 1 1
Hacia 1893 A. Millares Torres, historiador de Canarias, aun siguiendo las hue-
::as dejudas per !2 f i t ~ r k la t._n.~qilisdte~ Ahrm y Ga!ifi&&sde un punto de
vista sociológico encuadra a los individuos hallados en las sepulturas tumulares en :
«Los lugares llamados malpaíses, Isleta,Agaete y Tirajana, eran cementerios de
la clase humilde. Son sepulturas formadas por bóvedas de piedra volcánica en donde
aún se conservan restos, entre ellos semillas de leñabuena. La disposición del cadá-ver
es arbitraria, si bien en su mayona, la colocación de la cabeza es hacia el Norte.»I4
Es indudable que A. Millares Torres no aporta nada nuevo a lo que sus investi-gadores
precedentes habían ya expresado, por lo cual sólo hacemos mención de esta
pequeña nota referente al tema que nos ocupa.
Con posterioridad a estos trabajos y sobre la década de los años 20, Earnest A.
Hooton realiza un viaje a Canarias que le permite elaborar un muy complejo,intere-sur?
te y dncmxntx!~e s t~digse hre !a Prehistnna Canaria, utilizando para ello en
gran manera la documentación que le proporcionaron los archivos insulares, desta-cando
como principales autoridades investigadoras de nuestro pasado a Espinosa,
Galindo y Viana, considerando como modernos y renacientes estudiosos a S. Ber-thelot,
G. Chil y Naranjo y R. Verneau.
Su trabajo no se ha traducido ni se ha publicado en castellano, por lo que son
pocos los quc han podido tener acceso directo a sus datos. Como consecuencia y a
pesar de sus aportaciones, han aparecido toda una serie de trabajos que culminan
con puntos de vista a los que Hooton en el año 1925 ya había llegado en su The
Ancierzt inhabitarzts of the Canary Zslarzds.
En ella, a la hora de hablar de las tumbas grancanarias, señala sólo de forma
general que:
«...el pueblo de Gran Canaria siempre enterraba a sus muertos en simples trin-cheras
o agujeros bajo túmulo (...) Usualmente el túmulo que está hecho de escoria
volcánica no cubre más que un cuerpo.»
Analizando la descripción de Abreu Galindo y de R. Vemeau con respecto a los
túmulos de piedra seca, indica la existencia de un parentesco con las tumbas de pie-dra
del Sáhara llamadas ardjem :
«Están hechas de montones de piedras dispuestas en una forma más o menos
ordenada que se aproxima a la construcción en mampostería seca. La fosa mas sim-ple
es una pila troncocónica de piedras una sobre otras tirando a hiladas.» l6
Concretando aún más sobre las sepulturas troncocónicas que estamos definien-do,
dice:
l 4 MILLARTEOSR REAS.. ( 1 893): Historia general de las islas canarias Las Palmas, pág. 256.
l 5 HOOTOEN. ,( 1925): The ancient inhabitants of the Canary Islands.Cambridge, pág. 59.
I 6 Cf. nota 15, pág. 60.
138 ROSA SCHLUETER CABALLERO
«El tipo turriforme aparece en la región del Sáhara y también en Algeria. Son
túmulos bereberes preislámicos y la aparición de estructuras prácticamente idénticas
en Gran Canaria es otra evidencia de la relación de los antiguos habitantes de esta
región con los bereberes del Sur.» "
Hay que anotar como se va configurando la proccdcncia nortcafricana dc los
aborígenes canarios, señalando ya posibles lugares de origen, tal y como lo hace
Hooton.
En oírv aparíadu, al liacci una renrurivu de reccmstrucciiín de lu p~-c/-'llistodl-ri ~~
las Islas Canarias basándose fundamentalmente en la cultura, la lingüística y el
análisis somatológico, se refiere a este mismo aspecto,estableciendo cuatro invasio-nes
que, según él, configuraron el ente prehistórico canario.
Mientras el primer asentamiento lo sitúa durante el neolítico (caracterizado por
la domesticación de la oveja y de las cabras, desconocimiento de los cereales y de la
cerámica, y lengua protobereber), el segundo lo localiza en un momento en que la
cerámica es normal en el Norte de Africa ( introducción del cultivo de la cebada, de
la cerámica sin ornamentación,de hondas y de bolas). Una tercera arribada es la lla-mada
'l'ipo Cromagnon, siendo la cuarta la que a nosotros mas nos interesa, por
afectar principalmente a Gran Canaria, y que sitúa dentro del tipo mediterráneo que
R. Verneau identificó como semítico. Es el momemto en el que aparece el cultivo
del trigo,el uso de la pintadera y el de túmulos de piedra seca '*.
Estamos convencidos de que E. Hooton fue un gran investigador bibliogrático y
que manejó una documentación muy amplia, pero de nuevo, al igual que lo hicieron
con anterioridad R. Verneau, S. Berthelot, etc., esboza planteamientos carentes de
una base arqueológica que los apoye y documente y, por tanto, no válidos en la
actualidad más que como hipótesis.
La investigación arqueoIógica hasta el momento no ha obtenido datos que per-mitan
establecer la existencia de esos cuatro momentos evolutivos; lo único real es
una serie de fenómenos culturales de los que no podemos apreciar cuales son ante-riores
o posteriores a la conquista, no sólo por la ausencia de estratigrafías
claras,sino por lo insuficientes que resultan los datos proporcionados por el
Radiocarbono para determinar exactamente los diferentes marcos de actuación cul-tural.
Si en la actualidad existen aún grandes vacíos de documentación arqueológi-ca,
de estratigrafías y de estudios amplios que faciliten la ordenación evolutiva de
los numerosos materiales depositados desde aquellos momentos en El Museo
Canario, así como los hallazgos recientes, es evidente que Hooton posiblemente no
haya observado directa y exhaustivamente los yacimientos y, aunque manejó como
ya dijimns nn amplio material de los archivos del Museo, no contó para sus plantea-mientos
con la base arqueológica a la que nos referimos.
Traspasando la década de los 30, Sebastián Jiménez Sánchez es nombrado ins-pector
de Bellas Artes en el Musen indicado con anterioridad, realizando una inten-
" Cf. nota 15, pág. 61
I R Cf. nota 15, págs. 298-301
sa labor de campo y de amplia recogida de datos que, desgraciadamente, fueron
interpretados a través de una mente imaginativa que no presentó nunca menanismos
lógicos donde asentar las teorías que, sobre los diferentes aspectos de la cultura
aborigen, le iban proporcionando los yacimientos arqueológicos. No obstante, des-tacamos
nna amplia labor de campo que le llevó a confeccionar un amplio archivo
en el que se contienen datos de gran interés, sobre todo descriptivos, de yacimientos
que ya han desaparecido o que se conservan en avanzado estado de destrucción.
Dada la amplitud de su repertorio bibliográfico y en conseriiencia con la finali-dad
específica de este artículo, destacaremos tan sólo aquellas referencias a nuestro
tema de estudio. Así, al hablar de la faceta del enterramiento, presta atención al
hecho dc que:
c.. No todos los cadáveres embalsamados eran amortajados con pieles, sino
que, por ejemplo, en Canaria, lo hacían también sólo con envolturas de tejidos de
junco y palma.» ''>
Ello se ha confirmado en nuestra necrópolis al obtener muestras vegetales en
los depósitos funerarios que han sido analizados científicamente. Prosigue en su
artículo haciendo un análisis sobre las diversas opiniones de los investigadores res-pecto
a la orientación que ofrecen los despojos mortuorios depositados en los ente-rramiento~
tu mulares, diciendo :
«El Dr. Berthelot afirma que la cabeza estaba orientada hacia el Norte. Maffiote
que lo es al Oeste, por haberlo visto en sepulcros de La Isleta.» 'O
Al respecto y en otro lugar da su opinión particular
«No poseen una orientación fija para sepultar a sus difuntos, ni son costumbres
general no enterrar en tierra.» ''
En otro de sus informes divide el gran complejo funerario en tres elementos
definidores del mismo 2':
Cuevas.
Cistas.
Túmulos (unipersonales y múltiples).
" JIMÉNESZÁ NCHESZ., í 1940-411 : Embalsamamiento y enterramiento de los canarios-guanches,
pueblos aborígenes de las Islas Canarias. La Laguna, pág. 260.
20 Cf. nota 19.
2' JIMÉNESZÁ NCHESZ., (1963): Síntesis de la Prehistoria de Gran Canaria. Las Palmas, pág. 9.
22 JIMÉNEZSÁ NCHEZ, S. (1953): Monumentos filnerarios de los cunarios prehispánicos. La
Laguna, pág. 80.
140 ROSA SCHLUETER CABALLERO
A la vez, y atendiendo a la planta de los túmulos, sitúa dentro de los siete tipos
que él define, a los túmulos torriformes o troncocónicos, cuya descripción la expon-dremos
más detalladamente cuando nos ocupemos de la investigación específica
realizada en torno a la Necrópolis de Arteara.
Por estas mismas fechas y dentro de la investigación antropológica en el campo
de la arqueología, 1. Schwidetzky establece dos tipos diferentes de enterramiento\
que hace extensivos a una diversidad cultural,racial y sociológica. Analiza este
aspectn de la siguiente manera :
«Pueden existir dudas respecto a la limitación de los enterramientos eri túrnulos
para la nobleza,sobre todo para la de nacimiento. ¿Una necrópolis de miles dc túmu-los,
como está descrita la de Arteara (Terajara) (Verneau 1889), vcrdacicrorncntc
había contenido solamente sepulturas de nobles? Es desuponer que en un lugar.
donde las cuevas naturales son escasas y difíciles, otros grupos no precisanieriie
nobles utilizarían el mismo procedimiento funerario.
Más bien se reservaron para las clases superiores las imponentes construcciones
de los grandes túmulos.» 23
En este mismo sentido baraja datos con otros de índole cultural y, así, al coin-plejo
de las cuevas lo relaciona con la raza cromagnoide, mientras que al de los
túmulos lo hace con la mediterranoide, siendo ésta de cronología más reciente que
aquella, con lo cual los túmulos objeto de nuestro estudio quedarían, desde su punto
de vista, encuadrados dentro de este último comple.jo racial.
En la década de los años 70 tiene lugar la creación del Departamento de
Prehistoria de la Universidad de La Laguna. que, desde sus inicios, se ha preocupa-do
por realizar una recopilación de la documentación arqueológica conocida hasta
el momento, realizando paralelamente la carta arqueológica del Archipiélago, junto
a investigaciones de temas monográficos sobre las diferentes manifestaciones cul-turales
de la pnhlacibn ahnrigen. nentrn de esta línea de trahajn se sitiía el estiidin
de los enterramientos prehistóricos de las islas, realizado por M" del Carmen del
Arco Aguilar, la cual, heredera de los planteamientos de M. Pellicer y de P. Acosta,
estudió y publicó la primera obra de síntesis sobre este tema bajo el título de El ente-rramiento
canario prehispánico.
En ella, después de presentar un inventario de sepulturas tumulares conocidas
hasta el momento, así como de estudiar el ritual funerario contrastando los datos
arqueológicos con las crónicas, establece una clasificación en la que distingue cua-tro
tipos de monumentos tumulares:
A: Túmulo Simple.
B: Cistas Pétreas cubiertas por lajas.
C: Túmulos con gradas y torreón central.
D: Túmulos circulares, con gradas y departamentos interiores.
23 SCHWIDETZKY1., (1963):L upoblacio'n prehispánica de las islas canarias. Tenenfe, pág. 184.
SÍNTESIS BIBLIOGRÁFICA REALIZADA SOBRE LOS TÚMULOS TRONCOCÓNICOS ... 141
El enterramiento troncocónico queda encuadrado en el primer apartado de su
tipología, describiendo este túmulo simple de la siguiente manera:
«Amontonamiento de piedras, generalmente de forma troncocónica, pero que
puede presentar la base circular u oval. La infraestructura está integrada por una
cista.
(...) Generalmente este tipo de túmulos aparece formando necrópolis con un
número variado de enterramientos y en un alto porcentaje circundado todo el conjun-to
por una muralla, dc la que suelen conservarse pocos restos.» 24
Estos estudios se han visto revisados y sintetizados en una publicación que
rcduce la división del entcrramicnto tumulnr n trcs apartados:
1: Túmulo Simple.
11: Túmulo con piedras y torreón central.
111: Túmulo con tendencia circular y carácter múltiple.
También en el primer apartado de esta nueva clasificación incluye el enterra-miento
troncocónico, añadiendo algunos datos resultantes de investigaciones tales
como la llevada a cabo por nosotros en Arteara 25.
Esta clasificación es aceptada por A. Tejera y R. Gonzálu Aritóri en su libro
Los aborígenes canarios 26.
Hemos, pues, llevado a cabo una revisión de todas aquellas referencias que en
mayor o menor grado ofrecen datos indispensables a la hora de analizar el enterra-miento
tumular troncocónico, aspecto a todas luces fundamental dentro de la
Prehistoria insular.
Paso lógico en la metodología utilizada en la realización del presente trabajo
nos ha llevado a considerar, como datos previos al conocimiento exacto de la
Necrópolis de Arteara y su entorno, una interesante bibliografía correspondiente a
aquellos escritores que han interpretado este complejo arqueológico como un área
de gran interés, y cuyos yacimientos aportan interesantes datos para el conocimien-to
de la Prehistoria Canaria.
24 ARCOA GUILACR., (1976):E l enterramiento canario prehispánico Madrid-Las Palmas. pági-nas
318-319.
25 ARCOA GUILACR., (1 983):N uevas aportaciones al estudio del enterramiento en Gran Canaria.
La Laguna.págs. 14- 15.
26 TEIERAA, ,, y GONZÁLEZA NTÓNR, . (1981): Los aborigenes canarios. La Laguna.
142 ROSA SCHLUETER CABALLERO
Nos proponemos, pues, hacer una breve historia de la investigación ]le\ ada a
cabo hasta el momento sobre el lugar, investigación bibliográfica que podría quedar
dividida en dos apartados temáticos :
2.1. Bibliografía Histórica.
2.2. Bibliografía Arqucológica.
2.1. Bibliografa Histórica
Como tal entendemos aquella que hace referencia al desarrollo de lo\ acontcci-mientos
acaecidos en la isla en los últimos momentos de la conqui\ta de Gran Canaria.
Viera y Clavijo" es el primer autor que cuenta como, tras el ataque realirado por
los castellanos a Amodar, marcharon sobre Fataga:
«De Amodar marcharon los nuestros a Fataga,otro lugar fuerte, situado en una
sierra áspera, que allanaron del mismo modo. Esta campana, a la verdad. tenia riiá.;
visos de una batida contra fieras, refugiadas en las male~asd e los bosque.;, quc de
una guerra contra criaturas racionales.»
Más interesante aún nos parece la cita que hace de este apartado histórico A
Millares Torres'" por cuanto existe en ella una clara relación con la zona en cstudio.
describiendo con bastante más exactitud la entrada de los castellanos sobre Fataga
ya que, tras la suerte de Mujica, Vera decidió prrsrguir sin descmso (11
eneinigo,poniendo cerco a sus roques y montañas:
«Para asegurar mejor la marcha, el general (Vera) envió por mar sus ví~crcsy
bagajes a las órdenes de su hijo Rodrigo, con orden dc que los desetnbarcase por el
distrito de Mogán mientras éI,con sus tropas y auxiliares canarios y gomeros. se diri-gía
a la parte exterior del circo de Tirajana atravesando la cumbre y de.jando a 511
derecha el cantón de Tejeda, libre ya de presencia de isleños.»
Una vez rodeado el peñón de Ansite, se apoderó Vera por sorpresa de
N,.. dos alturas llamadas Titana y Fataga,que contenían un buen núineio dc í'aiiii-lias
isleñas y cuya vigilancia \e había descuidado con la noticia de que el grueso del
ejército estaba en Ansite.~
Así pues, una vez tomada Titana, trasladó sus numeros a Fataga
K.. fuerte posición defendida por otra partida de insurrectos a las órdenc del
guayre Tazarte, y sorprendidos del mismo modo se rindieron todos sin oposición
bajo la promesa de que se les perdonara la vida. Indignado el jele con este acto de
cobardía y viéndose aislado y a merced del vencedor, antes de caer en sus inanos \c
lanzó desde la altura, estrellándose en el fondo del barranco.» ''
?' VIERAY CLAVIJOJ., (1976):H istoria de Canarias.Tenerife pag. 53 1.
2 % TOR~ REAS., (1~ 977): C~f. nota 14~ .pag.1 90~ . ~ ~
2y GRAUBA SSASY MAS,V . (1980): Viajes de exploracirírz a diversos sitios y localidades de la
Gran Canaria. El Museo Canario.Las Pa1,as. pág. 1 1 - 12.
S~NTESISB IBLIOGRÁFICA REALIZADA SOBRE LOS TÚMULOS TRONCOCÓNICOS. .. 143
2.2. Bibliografia Arqueológica
El primer documento que nos habla especificamente de Arteara es el manuscri-to
depositado en la Biblioteca de El Museo Canario de Las Palmas referente a las
expediciones hechas en Gran Canaria por V. Grau Bassas 'O.
Empieza su cita por nominar al lugar a que nos referimns C ~ m ~ n t ~&r i n
Arteara o Arteaga, localizándolo en el centro de un gran volcán. Nos lo describe
como formado por túmulos que, en número, alcanzaba a muchos miles. Divide el
amplio cementerio en tres partes:
A: Cementerio propiamente dicho.
B: Los túmulos.
C: LosGoros.
«El cementerio tiene dos kilómetros de largo por uno de ancho. Se halla estable-cido
en una inmensa pradera natural de cantos basálticos con agudas aristas y circui-do
todo de una pared de un metro aproximadamente de altura.))
Observó como los túmulos habían sido levantados con las mismas piedras
basálticas del suelo, siendo todo de construcción ordinaria :
«...si bien en todos ellos existe caja para colocar el cadáver, hecho con lajas por
los costados y cubierta.»
Fuera de la pared anteriormente citada y en sitio elevado, encontró los goros, cons-trucciones
que, según él, hallaba siempre allá donde quiera que habían enterramientos.
Los de Arreara los asemejó, en igualdad de construcción, a los de Mogán,
situándolos pues, fuera del recinto del cementerio e insistiendo en que:
«...fueron sitios destinados a operaciones con los los cadáveres antes de darle
sepultura.»
A semejanza de lo que ocurre en casi todos los enterramientos tumulares de la
isla, no encontró ningún tipo de ajuar.
Es lamentable anotar que en un corto espacio de tiempo, la Necrópolis ha sido
sometida a la desenfrenada curiosidad de cuantos la visitan, buscando entre sus pie-dras
algo que poder llevarse a sus casas. Una vez sufrida la consecuente desilusión
de no hallar «tesoro» alguno, abandonan el lugar dejando reducidas las posibilida-des
a los investigadores de poder hallar el auténtico atesoro arqueológico»: ritual,
sistema constructivo,análisis antropológico, etc.
La perfección con que V. Grau Bassas describió y dibujó los túmulos de Arreara
nos ha impulsado a ofrecer una muestra lo más fidedigna posible de su trabajo.
Hemos podido localizar, en uno de sus dibujos, al impresionante Risco de Amurga y
lo hemos comparado, a su vez, con una de las fotografías tomadas en las prospec-ciones
desde el mismo Cementerio. La exactitud de su dibujo hace que sea una de
los investigadores de nuestra Prehistoria más digno de crédito, y que ofrece en sus
"' Cf. nota 1 l. pág. 206-207.
144 ROSA SCHLUETER CABALLERO
investigaciones teóricas unas aportaciones visuales de carácter ecológico de gran
interés, tanto por la ambientación que los yacimientos que describe tenían en esas
fechas, como por proporcionar datos de un paisaje que, en la mayoría de los casos se
encuentra en la actualidad muy alterado.
Al final del manuscrito aparecen unas anotaciones que tienen su interés centra-do
en la descripción que dan de los túmulos y su construcción. En ellas indica como
su estructura exterior tenía figura cuadrilonga, estando construidos con lajas y
cubiertos con piedras colocadas con arte, formando estas un cono rntncrido de uno o
dos metros de alto por dos o tres de base. Incluye, asimismo, que en estas sepulturas
existen algunos vestigios de pieles y tejidos de junco que pueden indicar el haberse
hecho de estas materias las mortajas. Señala que los huesos no se encuentran en
buen estado, lo que puede atribuirse bien a la acción destructora del tiempo o a las
condiciones climatológicas del lugar.
Aspecto interesante es la nrientacicin que los eicritores y nhservatlores del terreno
han querido dar a estos enterrarnientos. A este respecto señala en este manuscrito que:
«La afirmación de muchos autores respecto a la posición determinada que ocu-pan
los túmulos,es una puerilidad; pues los cadáveres y túmulos no ocupan posicicín
fija según puede observarse en el Cementerio de Arteara.»
Más tarde, R Verneaii 5eííala la importancia dc Ar t ~ n r o" Divide In\ entcn-a-mientos
en:
1. Cuevas Artificiales.
11. Fosas recubiertas de montículos de piedra.
111. Fosas abiertas.
Incluye, como es lógico, a los túmulos de Artcara dentro del segundo grupo,
situándolos en un lugar áridopopio de zonas donde no se ve más que un reguero de
escorias volcánicas. En su descripción nos dice que estaban compuestos por una
fosa rectangular, limitada por un pequeño muro en piedra seca, recubriendo el cadá-ver
los bloques más grandes, el cual siempre es único en estos túmulos.
En otra de sus obras, R. Verneau " añade algunos datos más en torno a la locali-
~aciúrdie l Ceiiieiitei.iu y a la iiiedida de lus túiiiulus:
«Se halla asentado dicho cementerio en la vertiente septentrional de una monta-ña,
a la que recorre en una longitud de 2 Km. y un ancho de 1 Km..»
Las medidas que nos da de la fosa rectangular son las siguientes :
c..d us I IKL ~USd e lxgu pur 0'60 dc aiicliu. El iiiuri~ículus uperiur cúbicu u pira-midal,
tenía generalmente 1'50 a 2 m. de altura, de 3 a 4 de longitud y alrededor de
VERNEAUR, . (1 889):
París, pág. 40-41.
32 Cf. nota 19, pág. 206.
Habitaciones,sepulturas y lugares sagrados de los antiguos canarios.
Es interesante la observación que nos hace sobre la constante de no encontrar
bajo ninguno de estos montículos, sea cual sea su grandeza, más que una sola fosa,
no conteniendo ésta más que un único cadáver. Al igual que V. Grau Bassas, afirma
que estos túmulos no tienen orientación constante. Tampoco ha encontrado nada
jam& en su interior que le pudiera hacer pensar en un ajuar funerario.
Ya en el presente siglo, S. Jiménez Sánchez 33 en una publicación efectuada en
el año 1940, hace una breve mención sobre el lugar de Arteara, en cuanto era allí
dondc, según sus observaciones, mnyorcs dimcnsioncs ofrecían las momias y restos
humanos de los aborígenes canarios.
Sin embargo, dos años más tarde,dedicó a la zona un artículo completo 34, en el
que añade una denominación más para el lugar Arteduru, aparte de las club ya curio-cidas,
esto es, Arteara y Arteaga. No sabemos en que se apoyó para darle tal nove-dad
toponímica, aunque sí nos hemos encontrado en nuestras prospecciones con el
hecho de que iiiuclios vecinos del bar I anco lt: dan la1 nominación, sin saber éstos a
qué obedece.
Localiza el Cementerio a 6 Km. del pueblo de Fataga, asentado sobre la margen
derecha del barranco,margen que considera ser una abertura del desaparecido gran
volcán de Arteara. Observó la existencia de cientos de túmulos unipersonales en
forma de troncos de cono separados unos de otros apenas por dos metros y forman-do
una construcción ciclópea en su conjunto. Sus dimensiones era : 1'60 m. de altu-ra
y 1'25 m. de ancho. En la parte central y superior del tronco de cono halló
muchas piedras desmenuzadas que actuaban de relleno. Apuntó también la existen-cia
de una serie de pequeñas construcciones que llamó, de la misma forma que lo
hiciera V. Grau Bassas, goros que :
«Todo el conjunto estuvo rodeado de una gran muralla o pred de piedra
seca,quedando aún restos de unos paredones, llegando a tener algunos de ellos una
altura de 1 metro.»
La estructura interna del túmulo, en lo que a caja funeraria se refiere, estaba for-mada
a base de grandes y medianos bloques basálticos superpuestos, formando una
pared que estaba cubierta por grandes jalones en plano horizontal. En la cabecera
del sarcófago se encontró,formando la caja, una laja vertical a manera de cuña. Por
otra parte, el lecho de la caja funeraria lo describe como :
e... formado por pequeñas lajas bien dispuestas sobre un cascajo. Las dimensio-nes
de esta caja pétrea son : largo 1 '97, alto 0'35 y ancho 0'40 m.»
Tampoco él encontró ajuar de ningún tipo, sólo gran cantidad de cenizas óseas
a lo largo de la caja sarcófago. En contra de la opinión de R. Verneau, S. Jimhez
" JIMÉNEZS ÁNCHEZS, . (1942): La Necrópolis de Arteara Revista de Historia.Tomo VIII.Año
XV.1.a l.agiina,pág. 144149 " SAENZM ART~NB,. (1948): Los trabajos del Seminario de Historia primitiva en Canarias en
1.948. Cuadernos de Historia Primitiva 111. no 2 Madrid, pág. 125- 127.
146 ROSA SCHLUETER CABALLERO
Sánchez afirma que los túmulos estaban orientadob hacia el Norte. A la vez indica.
sin que aporte datos procedentes de análisis antropológicos, como la raza a la que
pertenecen los restos óseos es protonórdica y europea, de ojos azules. pelo rubio y
de considerable altura.
Avanzando en el tiempo,y ya en el año 1948, el Seminario de Hi\rorirr-Pri-mitiva
de la Universidad de Madrid realizó, bajo la dirección de J.M. Santa-Olalla,
unos trabajos de investigación arqueológica que se centraron en la mitad S.W. de
Gran Canana y más concretamente, en la Necrópolis de Artearu. En ellos \e anali-zaron
las casas y poblados de sus cercanías, así como el cementerio propiamente
dicho.
Los descubrimientos, llevados a cabo por B. Sáenz Martín en representación
del Seminario, se refieren a:
A: Casas canarias prehispánicas.
B: Cuevas funerarias.
C: Cuevas de habitación.
D: Túmulos.
En cuanto a casas canarias efectuaron el descubrimiento de un hábitat muy bien
conservado y que estaba localizado en el sector viejo de Fataga. Posteriorinentc,
revisaron varios poblados, en algunos de los cuales existía, como único tipo de
vivienda, cuevas naturales y artificiales, mientras que en otros sólo aparecían gran-des
casas de exterior circular u oval, a veces de dimensiones gigantescas e incluso
con varias puertas, que les daban cierto aspecto de casas fuertes. En algunas de estas
grandcs casas hallaron bascs de piedra que sostenían las tecl-iurribres incidiante pies
derechos de tea.
El material arqueológico recogido se refiere a una serie de r~iicro1ito.sd e obsi-diana,
a la vez que a ceiániica y útiles cle piccli-a puliiiieii~acla.
En el Caserío Alto de Artearu encontraron igualmente una casa pretiispánica
conservada y utilizada todavía:
«... que incluso conserva relativamente intacta su cubricióir dc vigas y astillas dc
tea, con fuerte lecho de pisado y lajas de revestimiento.»
En el barranco, esta expedición halló torrejoncillos funerarios :
K... alguno con doble iiiliuiiidciúri cii sciicla4 fuwa paialcLas.»
No sabemos en que zona localizaron esta doble inhumación, toda ve7 que en
ningún lugar se irienciuna su 21-ca dc ubicación.
Completa este inventario de hallazgos un nutrido conjunto de cuevas. no sdo
las correspondientes a los poblados, sino también otras alejadas de aquellos, y que
proporcionaron momias canarias vestidas con tamarcos de junco.
Hay que resaltar la presencia, a raíz de la lectura de los resultados de estas
investigaciones, de yacimientos de desigual tipología en el barranco, siendo un dato
muy importante que ha sido ampliamente constatado en nuestras prospecciones de
campo.
Otras referencias sobre Artearu están relacionadas con pequeños artículos
publicados en la prensa local que merecen, por su interés, scr rcscñados. Pcrtcncccn
a autores que no sólo escribieron sobre Artearu, sino que además se preocuparon
por estudiar algunos de los yacimientos localizados en los mismos márgenes del
Barranco de Fataga, dándonos así una amplia visión sobre la importancia e interks
que el conjunto de dicho barranco ha venido mostrando desde el inicio de nuestras
investigaciones.
Hacicndo rcfcrencia a los ya aludidos trabajos que la Cuiiiidii del Serriiriariu
de Historia Primitiva realizó en el año 1948, S. Jiménez Sánchez " publicó un
pequeño artículo en el «Diario de Las Palmas» que dice :
«En la pintoresca aldea de Arteara, término municipal de San Bartolomé de
Tirajana, han dado comienzo días pasados interesantes trabajos de exploraciones y
excavaciones arqueológicas bajo la direc ción de Julio Martínez Santa-Olalla.
Los trabajos se circunscriben a «Cueva Canaria» cueva funenaria tapiada, ubica-da
en lo alto de un tajo basático de las cresterías que colindan al Sureste con el
Talayón de Ansite, dando la espalda al Caserío conocido por El Sitio, Los
Serraderos, Caserones y Ladera del Charco en las demarcaciones de los pasos de La
Jitagana y Arteara. Igualmente a Cueva del Rey y a la imponente Necrópolis de
Arteara. Todas estas localidades están emplazadas en los tajos y vertientes que for-man
el abrupto Barranco de Fataga.~
Es de destacar que, exceptuando La Necrópolis de Arteara, ninguno de los
yacimientos aquí citados fueron mencionados por B. Shenz Benítez en su informe,
con lo cual podemos afirmar que en realidad las investigaciones de esta Comisión
debieron ser mucho más importantes de lo que la publicación de estos trabajos
muestra. Por nuestra parte, hemos intcntrido localizar matcnal y documentación
resultantes de tales trabajos, pero en el momento en que este material fue deposita-do
en el Museo Arqueológico Nacional en Madrid, se mezcló en un cajón de sastre,
de cuyo dcsordcn hoy cs imposible obtener conclusiones,ya que la falta de signütu-ras
u otro tipo de aclaraciones lo hacen irrealizable.
El siguiente artículo a que hacemos referencia está realizado por S. Sarmiento
Domínguez en 1976 Ih. Nos parece iiiteiesaiik pul cuarilu es el resultado de una
serie de encuestas realizadas entre la población del lugar,con la que confirma los
destrozos y violaciones a que los yacimientos del barranco se ven sometidos . El
artículu está divididu eri lres partes en las que se mezclan los datos obtenidos por la
información oral,de la observación directa del autor, y por las hipótesis que de ellas
se deduce.
JIMÉNEZ S Á N CHE ~S,. (1948):E .rccr~~ncioneasr q~~eoldgicDusia rio de Las Palmas, pág. 2.
SARMIENTDOO M~NCIJSE.Z (,1 976): Saqueo .si.sternático de la Necrópolis de Arteara Diario de
Las Palmas, pág. 5.
ROSA SCH1.UETF.R CARAI.L.ERO
En la primera parte indica que:
c.. todo el que llega escarba y se lleva cuanto encuentra ; en ocasiones esquele-tos
completos. La cifra total de las tumbas saqueadas parece asceder a más de un cen-tenar.
»
Según dicha encuesta, el terreno es propiedad de familia Vera-Vera, lo cual ha
sido contrastado por nosotros 37. Para el autor, el hecho de estar emplazado el
Cementerio en la margen izquierda del barranco, cerca de un pequeño oasis rodeado
de palmerales y abundante vegetación, es indicativo de la existencia de un iinpor-tante
número de población indígena. Los vecinos afirman que por los alrcdcdores :
e... existen huellas de casas y construcciones antiquísimas, con 13 posibiliduil di.
que el Cenobio de Arteara fuese un lugar sagrado. Las pequeñas rnurallas casi clcrrui-das
y aún existentes dan pie a esa creencia. El aspecto que ofrece el cerncnterio es
hoy desolador.»
En el apartado dedicado al lugar propiamente de enterramiento, cbto e\. :I los
túmulos, añade :
«Según pudimos comprobar y con las explicaciones que nos fueron Janclo. Iii
necrópolis ofrece diversas formas de enterramiento. Sc han detectado cnterromiento\
individuales y colectivos.Las formas más corrientes son el circular y el rectnngulai..
destacando el acampanado para los colectivos. bl cadáver era inhuniado dirtct;inii.n-te
en el suelo, dentro de unas grandes piedras. Al parcccr, algunas tumbas p~icdeii
hablarnos de inhumaciones en postura sedente, siendo la coniún, de cúbiio supino. ,,
No nos parece extraño que el autor del artículo cite la presencia de tllrnulo\
colectivos para Artearu por cuanto, a medida que realizábamos el levantatnicrito
topográfico y el consiguiente recuento de túmulos y posterior clasiticación e in\ es-tigación
arqueológica, hallamos también algunos que llegaron a incluir hasta trccc
individuos en un mismo depósito.
Finaliza su trabajo haciendo referencia a la situacicín geográfica en qiic t.\tlín
localizadas una serie de construcciones que él denomina «casas»:
«...en una pequeña loma muy cercana a unas casas abandorixiai podrían dciec-tarse
ocho o nueve casas de planta circular con muros muy deteriorados por el paso
del tiempo. El diámetro de algunas puede alcanzar hasta los 6 m.»
K.. es improbable que en ellas puedan enconirarse algún vestigio conio 11iatc1-ial
Iítico, óseo o de otro tipo.»
Publicado en la Revista Aguayro en el año 1.979 y firmado por la que fue
Comisión cie Arqueologia de El Museo Canario, hay un artlculo que describe yaci-
37 Expresamos muy especialmente nuestro agradecimiento a los dueños de la necrópolis de
Arteara,por cuanto han sido siempre auténticos colaboradores.
SINTESIS BIBLIOGRAFICA REALIZADA SOBRE LOS TUMULOS TRONCOCÓNICOS.. . 149
mientos arqueológicos situados en la margen derecha del barranco,esto es, en el
Risco de Amurga. Señalan la existencia de casas (Los Pasos), cabañas (de la
Degollada), cuevas de habitación (Cueva de Ana) y túmulos funerarios (sepultura
del Gigante) 38
Los aspectos más significativos aportados por la documentación bibliográfica
son aquellos que se refieren a estructuras tumulares de igual configuración a las reali-zadas
en la Necrópolis de Arteara. Su estudio nos ha permitido analizar con detalle
las diferentes aportaciones y conclusiones a que fueron llegando aquellos investiga-dores
que dedicaron especial atención al enterramiento aborigen, sobre tndn a las
manifestaciones de base tumular cuya característica principal era la presencia de un
montículo de piedra que, a manera de superestructura y de forma un tanto irregular,
cubría la cista o infraestructura donde iba depositado el cadáver del aborigen canario.
Este tipo tan sencillo de inhumación, sin socavar el área geográfica en el que se
halla enclavado, sin simplemente edificado sobre el mismo terreno pedregoso o de
malpaís, fue definido sin aplicarle en la mayoría de los casos un concepto exacto
que englobase en sí mismo las características representativas de su construcción.
La bibliografía analizada en esta primera parte tiene su origen en fuentes de
desigual configuración:
1 : Documentación cercana a la conquista : Crónicas.
2: Documentación moderna y contemporánea: investigación Arqueológica.
l. Los cronistas denominan a estos enterramientos torrejoncillos, realizados
en piedra seca y formados de una cista cubierta por un montículo de piedras. Se ubi-can
en ~oriads e rrialpaís guardando una orientación hacia el Norte.
Mientras unos insisten en que en estos lugares era inhumada la clase noble
canaria, otros prefieren situar quizás por la sencillez constructiva de estos edificios,
a ia gente menos favoreciaa.
2. La documentación aportada por los cronistas sigue siendo utilizada, sin que
se le añadan datos novedosos, por la Investigación propiamente arqueológica, efec-tuada
a partir de ias uitimas décadas de¡ siglo xlx.
Los conocimientos relativos al tema se reducen en la mayoría de los casos a la
descripción de las partes constitutivas de los túmulos más simples del munso cultu-ral
aborigen: una cista de lajas hincadas verticalmente delimitando un área de inhu-mación
y un amontonamiento de piedras coronando la superestructura de estos
túmulos, localizada en zonas pedregosas o de malpaís.
Para S. Berthelot presentan una orientación al Norte, mientras que R. Verneau
opina que no tienen una orientación fija. Agustín Millares Torres, sintetizando
38 COMISIÓND E ARQUEOLOG(1~.A9 79): El conjunto arqueológi code Amurga. Las Palmas. pág. 9- 1 1.
150 ROSA SCHLUETER CABALLERO
cómodamente lo expuesto por los diferentes investigadores,considera arbitraria la
orientación de estas sepulturas, aunque mayoritariamente parecen tomar una direc-ción
Norte.
El misino autor considera que estos túrnulos estaban dedicados a In clase hiiinil-de,
opinión que en el presente siglo fue contrarrestada por llse Schwidetrky, qiic
piensa eran lugares donde se albergaba tanto a una clase coino a otra : opini6n qiic
nos parece extraordinaria en esta antropóloga por cuanto de todos es conocida su
clasificacih mediante patrones ciiltiirales específicos que :iiín:in los csonc~ilpiot \l t b
bagaje cultural con grupo racial poblador del Archipiélago.
El estado de conservación de los restos óseos depositados en las áreas tiirniila-res
a que nos referimos fue analizado por R. Verneau, que obser] u la presenci~i cle
huesos muy alterados para este tipo de construcción.
Este mismo investigador destacó la presencia de semillas de leiiabuena cn su
interior, presencia que parece estar en conexión con una determinada pi-eparuci6n
del cadáver que impidiese su consecuente putrefacción.
A raíz de la creación del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la
Universidad de La Laguna, la Investigación Arqueológica encaniiiió sus p;iw\
hacia la aplicación de nuevos sistemas de investigación, propuestos por los conoci-mientos
del Dr. Manuel Pellicer y la Dra. Pilar Acosta, llegando a abrir camino+
insospechados pard los estudios de la Prehistoria del Archipiélago.
Aun así, las observaciones realizadas sobre este aspecto tan particular de la ciil-tura
aborigen no han sido muy abundantes. Carmen del Arco Aguilar, en sil anlíli\i\
de conjunto de estos enterrarnientos, define dentro de sus tablas tipoltigicas las scpu-turas
que nos ocupan, encuadrándolas en áreas de malpaís forrtiando grandes nccrcí-polis
delimitadas por una pared de piedra seca que rodea la zona de eritei-rnniicnio
propiamente dicha, sin aportar datos relativos a su interpretación social o cult~iral.
Son escasos los estudios específicos dedicados a la Nrcrcípolis LIYA I .~(YI ISTi I .
exceptuamos los realizados por V. Grau Bassas y S. Jiminez Sáncher, los dciiirís se
reducen a citas de referencia al tratar aspectos más amplios de la cultura aborigen.
Ambos investigadores, al describir la estructura de los tumulos, establecen uiiu
pequeña diferencia : mientras para V. grau Bassas la infraestructura de estos cntc-rramientos
se realizó a través de la disposición de lajas por los costados y cubieria.
formando una cista común, para S. Jiménez Sánchez esta caja pétrea estaba consli-tuida
por grandes y rnediunos bloques sujwrpuesto.s .fi)n?irirlrlo ~i11í1p r11~jdy CII! o
lecho consistía en lajas bien dispuestas sobre el cascrljo.
Ambos autores establecen tipos diferentcs de cistas para los túmulcis objeto de
estudio, estriicturas ciiya existencia hrmns romprnh;rdn ;i In I;irgo (Ir I;i\ pro\pt'c.-
ciones llevadas a cabo en este yacimiento.
Tras la descripción de la zona interna de los túmulos, detallan a t o \ autores 105
elementos que forman el montículo o superestructura de los cntci-i-aniicnios.
Mientras uno lo define como de figura cuudrilongcl de 1 6 2 ni. de alto por 3 cí 3 m.
de ancho, el otro especifica que están elaborados mediante la elevacih de ~ i tnro nco
de cono relleno de piedra menuda, de 1'60 m. de largo por 1'25 m. de alto.
Sobre los restos depositados en los túmulos de Arteara hacen referencia a su
S~NTESIS BIBLIOGRÁFICA REALIZADA SOBRE LOS TÚMULOS TRONCOCÓNICOS ... 15 1
elevado grado de alteración, aunque S. Jiménez Sánchez afirma que es donde mayo-ics
dimerisioiies a:canzaii los restüs óseüs püi- éi übseivadüs. Cstüb, p ü ~ aY . Grau
Bassas, no guardan una orientación fija, mientras que para S. Jiménez Sánchez lo
hacen hacia el Norte.
Coinciden en serialar la inexistencia de ajuar funerariu, co~istatandul a presen-cia
de pieles y tejidos de junco como envoltorio de los cadáveres.
Por su parte, V. Grau Bassas contempla esta Necrópolis bajo una doble perspec-tiva,
en ia que Uisiingue :
El Cementerio en sí, de grandes dimensiones, rodeado por una muralla de pie-dra
seca de l m. de alto y ubicado en lo que fue el gran volcán de Arteara.
Los Goros, construcciones así denominadas por este investigador, a las que les
da una intepretación muy particular relacionada con la preparación del cadáver
antes de su definitiva sepultura. -
En síntesis, hemos de decir que del análisis de la documentación aportada por
estas investigaciones se infiere que :
Los túmulos de Arteara están formados por una infraestructura o cista, de lajas
hincadas verticalmente en el suelo con cubrición de losas de mayor grosor que estas
piedras laterales que configuran la caja pétrea, y una superestructura o montículode
piedras que adquiere, por lo general, la forma de un tronco de cono. Todo ello reali-zado
con el mismo material que configura la Necrópolis, yacimiento que alberga
vanos cientos de túmulos enmarcados en una zona de malpaís circundada por una
pared de piedra seca de 1 m. aproximadamente de alto.
Finalmente, señalamos que no existe acuerdo respecto a la orientación tanto de
los túmulos como de los cadáveres, así como en la definición que cada uno de ellos
aporta a la cista o infraestructura tumular.