SOBRE LA TRANSDUCCION
(MEDITACIONES SEMIOLOGICAS)
1. Transmisión y De-sustanciación
JosÉ MAR~IAZQ UIERDAOR ROYO
«Sólo soy un tejedor
que está aprendiendo el oficio;
me prestaron el telar,
y mis hilos son los libros.
...N
«"aun antes de" toda discusión o duda, he dado por
resuelto, y a ello me estoy ateniendo, que "el lenguaje"
es el medio suficiente, y mejor que cualquier otro, y hasta
perfecto, de expansión de los temas que estoy tratando.»
«En el mero hecho de hablar se ha dado ya, y se está
dando ya, por buenos la lengua y el lenguaje; es el "pre"
dc todo fundamento ... » (BACCA, 1963, pp. 50-51 y 53).
«debe afirmarse que la verdad no es una moneda acu-ñada,
que pueda entregarse y recibirse sin más, tal y co-mo
es» (HEGEL, 1973, p. 27).
« . . .han de unificarse conocimientos procedentes de
disciplinas diferentes, que van desde la filosofía hasta la
gramática.. . » (TODOROV1,9 71, p. 206).
1. LA TEORIA INFORMATICO-CIBERNETICA
COMO BASE
La teoría de la información (= "teoría de la transmisión de se-ñales",
"teoría de la comunicación") nació a mediados de siglo, con
ocasión de loa estudios sobre la i~igeiiiería de las telecomunicaciones.
Claude E. Shannon y W. Weaver publicaron en 1949 el resultado
de sus trabajos bajo el título "The mathematical theory of communi-cations'.
(SHANNON--WEAVlEY4RY,) y, tres años después, en un Con-greso
celebrado en Londres, se ocuparían de la teoría elaborada más
de trescientos investigadores. A partir de esa fecha, son legión los
estudios publicados (cfr. GRACIA1, 972, pp. 92-94).
La teoría -que se mueve en el ámbito matemático de la estadística
y teoría de probabilidades- considera los mensajes ("señales") como
entidades portadoras de "información", prescinde de su elaboración
o génesis, se centra en la eficacia de la "transmisión" de las "señales",
que se efectúa entre "emisores" y "receptores" automáticos, y pres-cinde
del «área de la subjetividad como receptora transespacial» (CUA-TRECASAS,
1973, p. 38). Los mecanismos de codificación (cifrado) y
descodificación (descifrado) se consideran referidos a un mismo "có-digo"
o alfabeto fijo y unívoco. El "modelo" reducido en que se es-quematiza
la teoría acoge como constituyentes mínimos: "emisor" (ci-frador),
"canal", "señales" (portadoras de "información"), "ruidos" y
"receptor" (descifrador) '; en esquema:
' «La transmisión de información necesita. pues, el siguiente material: un
canal de información, sistema físico, que conecte de una forma continua, en
el espacio p en el tiempo, el punto de salida con el punto de llegada; un
emisor, aparato que transforma la información dada en una "modulación" del
fenómeno físico que ~ u n s ~ i i uci~ ~ri md i. , u11 re~epiür ,d pa~iiiüq üe ~c coge!u
modulación que constituye la información y la transforma en una información
Recogida por Norbert Wiener en la primera parte de su obra-manifiesto,
"Cybernetics" (1948), la teoría matemática de la informa-ción
estaba presta para su aplicación a dominios de comunicación
ajenos a los pertinentes a las cnmiinicaciones mecánicas. La idea básica
de Wiener era la aplicabilidad "analógica" de los fenómenos mecánico-electrónicos
al estudio del comportamiento de los seres vivos (cfr. Cou-
FIGNAL, 1970, pp. 18-19). El papel de esa integración cibernética de
la teoría en su futuro desarrollo fue decisivo. Quedaba franco el
camino para "aplicar" el modelo informático-cibernético a la comu-nicación
humana.
2. LA "TRANSDUCCION" DEL MODELO
Los análisis informático-cibernéticos fueron pronto bien acogidos
por lingüistas y semiólogos, que prestaron excesiva atención a la dosis
de "identidad" de que era portadora la analogía programada en la
obra de Wiener.
Con anterioridad a estos desarrollos, Karl Bühler había llevado
sus conocimientos de Psicología al campo de la Lingüística. En su
«Sprachtheorie» (Teoría del lenguaje), aparecida en 1934, construyó
un modelo ("organon") en que, tomando al "mensaje" (Z) como nú-cleo,
lo situaba triangularmente en relación con los protagonistas hu-manos
de la comunicación y con el "objeto" o referente de ésta.
Para mediados de siglo se disponía, pues, de dos núcleos teóricos
sobre la comunicación lingüística -mecánica y humana, respectiva-mente-
que reclamaban una interacción doctrinal.
Relacionado familiarmente con la ingeniería de las comunicaciones
y doctrinalmente con las investigaciones de K. Bühler, Roman Jakob-son
(el heredero de las teorías poéticas del formalismo ruso) sería el
primero en acometer la tarea de "transducir" el modelo informático
a la comunicación humana; con especial insistencia en los aspectos
1
de la forma deseada» (COUFFIGN1A9L70, , p. 56). Cfr. HUND, 1972, p. 35; Eco,
1977, p. 73.
Una exposición intuitiva del modelo físico-cibernético en Eco, 1972,
pp. 50-56. Para más desarrollos, cfr. GRACIA19, 72.
Gegestande und Sacllvcrhalt e
poéticos. La doctrina de sus ((Ensayos de lingüística general» es ya
clásica:
e.. .los factores básicos que integran la comunicación
lingüística: todo hecho lingüístico implica un mensaje y
cuatro elementos en conexión con él: el emisor, el receptor,
el contenido del mensaje y el código empleadon (JAKOBSON,
1975, p. 17: "El lenguaje común de antropólogos y lin-güistas").
« . ..los factores que constituyen todo hecho discursivo,
cualquier acto de comunicación verbal. El DESTINADOR
manda un MENSAJE al DESTINATARIO. Para que sea
operante, el mensaje requiere un CONTEXTO de referen-cia
(un "referente", según otra terminología un tanto am-bigua),
que el destinatario puede captar, ya verbal ya sus-ceptible
de verbalización; un CODIGO del todo, o en
parte cuando menos, común a destinador y destinatario
(o, en otras palabras, al codificador y al descodificador
dei mensajej; y, por fin, un 20iúTHSI0, un canai físico
y una conexión psicológica entre el destinador y el desti-natario,
que permite tanto al uno como al otro establecer
y mantener una comunicación. Todos estos factores indi-
solublemente implicados en toda comunicación verbal, PO-drían
esquematizarse así:
CONTEXTO
DESTINADOR MENSAJE DESTINATARIO
...............................................
CONTACTO
(JAKOBSON, 1963, p. 214: 4: partc, cap. 11 .O: Lingüística
y poética; JAKOBSON19, 75, pp. 353-354).
Con relación al modelo informático y al "organon" de Bühler, este
esquema de Jakobson representa un simultáneo avance y retroceso.
Se ha introducido como constituyente al "contexto" («contexte») y
ampliado el concepto de "canal" -que ya es psicofísicc-, pero que-da
elidido el «objeto» o referente, sacrificado en aras del formalismo
poético del autor.
Tras estos pioneros, el "modelo de la comunicación" penetra deci-didamente
en los estudios lingüísticos y semiológicos 3, aplicándose
indistintamente en Crítica literaria 4, en la crítica del Arte y en la
Sirvan como muestras: «...l'énonciation place l'énoncé dans une situation
qui présente des éléments non verbaux: l'émetteur, celui qui parle ou écrit;
le récepteur, celui qui percoit; le contexte enfin dans lequel cette articulation
a lieu» (Tzvetan Todorov; en O. Ducrot et al.: «Qu'est ce que le structura-lisme?
n. I'aris, Sed, 1968, p. 108). x...Para transmitir un nzsizsaje hay una
primera fase que consiste en el "encoding", el cifrado del mensaje, que se
realiza uniendo dos continuos, el sonido y el- sentido, en unidades discontinuas,
es decir, en signos: ... Luego la expresión del signo se convierte en un con-tinuo
gracias al esfuerzo muscular que produce una onda sonora. Entonces
viene la última fase: el receptor "oye" el sentido como un discontinuo, pues
gracias a su conocimiento del código reconoce los signos, descifrando el men-snjc*
(ADRADOS1,9 74, pp. 3536). Cfr. MARTINE1T9,72 , p. 259; MALMBERC,
1970, p. 52; LEFEBVRE1,9 66, p. 100.
' «...la semiología de la significación deberá encontrar en la semiología de
la comunicación un modelo mucho más apropiado que el que le proporciona
la lingüística ...» (PRIETO,1 967; cit. MOUNIN1, 972, p. 14).
' Un modelo del proceso de decodificación de un mensaje poético lo en-contramos
en Eco, 1972, pp. 153 y 210-211.
Así, por ej., Yuri M. Lotman, en «Estructura del texto artístico» (LOT-
moderna Antropología y Etnología f Aunque desarrollado en comple-jidad
(se introducen nuevos constituyentes: la "situación", la "ideolo-gía",
la estructuración de los diversos códigos, etc.) en los actuales
estudios semiológicos, la recepción-adaptación del modelo no ha supe-rado
aún el nivel de la mera "transducción", y puede describirse su
estado con el esquema:
pl FI c6digo canal 1 Fl pl
N I I I conte\to
Y Y Y Y Y situación
hablante Lengua medio mensaje oyente
escritor oral o lector
escrito
No obstante, la "lectura" del modelo fingido se viene realizando
desde distintos presupuestos teóricos por razón de los cuales los cons-tituyentes
de esa galaxia giran en torno a distintos centros o núcleos.
Partiendo de sus respectivos modelos, K. Bühler y R. Jakvbson
señalaron tres funciones lingüísticas básicas: simbólica/representativa,
sintomática/expresiva y señaladora/apelativa. Tres funciones que,
aunque ejercidas por el "mensaje" -y en él centradas-, preconizaban
tres de los futuros "núcleos" del modelo transducido.
Los tratadistas de la Semiología ' y de la Crítica literaria vienen
insistiendo en el hecho-posibilidad de polarizar los correspondientes
MAN, 1978, PP. 17-46, y passim). «La obra de arte, colocada en una perspectiva
amplia, ha de ser considerada CUIIIU u11 r i i r i i ~ a j e específico que se halla prcscntc
en una determinada comunicación. Forman parte de la situación comunica-tiva
el creador de la obra y el círculo de espectadores (junto a una serie de
códigos o de modelos estéticos...), la obra de arte y, finalmente, el ambiente,
en el más amplio sentido* (LEKOMTSEV1,9 72, p. 82. Cfr. loc. cit., pp. 76-77).
Cfr. nota 16. Refiriéndose a los sistemas de parentesco, considerados como
especies de lenguaje, escribe C. Lévi-Strauss: «El hecho de que el mensaje
esté aquí constituido por las mujeres del grupo que circulan entre los clanes.
líneas de descendencia o familias (y no como en el lenguaje propiamente dicho,
por las palabras del grupo que circulan entre individuos) no altera en abso-
Iiitn la identidad del fenúmeno considerado en ambos casos» (LBVI-STRALJSS,
1973, 56). .
' «Hasta hoy, la tradición semiótica y estructuralista había centrado su
atención en el mensaje y en los códigos. El problema de la recepción quedaba
relegado como una debilidad psicológica, de la misma manera que el emisor
estudios en uno de los constituyentes del "modelo". La mirada teórica
se centra así en uno de esos constituventes, desatendiendo a los demás
o relegándolos a un estado de difuminación que resulta de la agudeza
del enfoque visual. Uno tras otro, pasan a ser, en las distintas teorías,
protagonistas exclusivos, núcleos temáticos en torno a los cuales (como
en un reducido sistema solar) giran los restantes constituyentes plane-tar
io~o satélites '.
No obstante, ni Bühler ni Jakobson daban pie a una consideración
exclusiva de los polos funcionales. Las tres funciones básicas, decían,
nunca se encontraban en estado puro: pues todo mensaje las ejercía
simultáneamente (aun cuando una de ellas fuera siempre la domi-nante).
Hablando con propiedad, la opción por un determinado "constitu-yente"
del "modelo" transducido y su posición como núcleo imprime
una determinada estructura y sistemática al "modelo" resultante. Por
lo que cada opción construye un modelo específico.
La exposición de los distintos enfoques, reales o combinatoria-se
dejaba con alivio en manos de la filología, la sociología y para las preocu-paciones
románticas sobre el proceso creativo (...). En cambio, toda nuestra
argumentación ha intentado poner de relieve la importancia del polo-destina-tario
y sus códigos, el peso de la "circunstancia comunicativa" y de la "ideo-logía"
del destinatario» (Eco, 1972, pp. 458-459).
«...en la crítica hay cuatro objetos principales que pueden atraer la aten-ción:
el escritor, el escrito, el "tema" del escrito y el lector. En general la
tendencia de la crítica moderna enfoca ... el segundo de estos objetos: el texto
permanente (...). Nuestra poética moderna, pues, es habitualmente un lengua-je
para la discusión del texto ... » (Malcolm Bradbury: «Crítica contemporánea».
Madrid, Edics. Cátedra, 1974, p. 41).
«En esta definición inicial ((de la obra literaria)) destacan varios términos
que señalan los rasgos esenciales de toda obra de arte literario: ... Cada uno
de ellos ha servido de norte a la investigación crítica a través de etapas suce-sivas.
La obra como creación ha sido analizada por una dilatada corriente
crítica que intentó poner en relación los motivos de la obra con las circuns-tancias
de la vida del autor. Es la crítica biográfica. La obra como producto,
como unidad de dependencias interna y autónoma, es objeto de la llamada
crítica estructural (...). La obra como creación social -...- ha sido analizada
por la crítica marxista, por ejemplo, que intenta explicar los valores literarios
por las mismas causas por las que se explican todos los fenómenos
sociales de un tiempo y un espacio determinados (...)» (María del Carmen
Boves Naves: «Gramática de "Cántico". Análisis semiológico». Barcelona,
Edit. Planeta, 1975, pp. 38-39). Las referencias podrían multiplicarse.
Y preciso 9 observar (permítasenos proseguir la alegoría) que dc csos
"satélites" -tal es nuestro nivel tecnológico- algunos serán "artificiales"
(perdónesenos la incipiente ironía); porque, una vez elegido el "constituyente-sol
», se hace obligatorio fingir cuantos cuerpos y fenómenos celestes se hagan
necesarios, a fin de que las órbitas sean normales y todo encaje en el sistema.
mente posibles, nos permitirá -en su dialéctica interna- sentar las
bases para una superación del "modelo" transducido.
2.3.1. Ci "mensaje" como núcleo
2.3.1 .l. El término "mensaje" ("sefial" en el modelo informático)
suele definirse como "10 portador de significado", el "qué" de la co-municación;
lo que se informa, pregunta u ordena lo. Pero algo dis-tinto
del concepto de "información" en la teoría originaria. No es ya
y únicamente lo portador de distintividad (cfr. GRACIA, 1972, p. 69;
Eco, 1972, pp. 55-58; SINGH, 1972, pp. 24-33), sino la estructura
sígnica organizada en significación y sentido; generalmente «un "texto"
cuyo contenido es un "discurso" a varios niveles) (Eco, 1977, p. 115).
Es "mensaje" para el semiólogo: un "libro", una "obra", un "texto" o
"fragmento'' (cfr. IZQUIERDO-PEDRA1Z9A7,6 , nn. 2.1.5 y 2.1.6); por
no complicar aún más los niveles del mensaje con conceptos tales
como "metatexto" 11, etc.
Desde un punto de vista lingüístico, es lo correspondiente a la
"parole" (habla oral o escrita) saussureana; en los apuntes de A. Ried-linger
y L. Gauthier:
«Por habla, se designa el acto del individuo realizando
su facultad por medio de esa convención social que es
la lengua.»/«El habla es el acto por el que el individuo
realiza la facultad del lenguaje gracias a esa convención
que es la lengua» (SAUSSURE1,9 77, p. 22).
Un producto derivado de la acción de "hablar".
Consiguientemente, "mensaje" es un término muy subestructurado
y en gran medida polísemo.
' O Según Luis J. Prieto, «el emisor de una señal, es decir, el que la pro-duce,
dando asi lugar a io que se iiama un "acto sémico", io hace para in-formar
de algo a un receptor, para interrogarlo sobre algo o para ordenarle
algo, y esta información, esta inferrogación o esta orden constituye el mensaje
qiie el emisor trata de transmitir sirviéndose de la señal" (PRIETO, 1967,
pp. 13-16).
" Por analogía con el binomio "lenguaje (-objeto)/"metalenguaje", Max
Bense entiende por «metatexto» el «sistema de textos que interpreta otro texto
previo.,El sistema de textos al cual se refiere un metatexto recibe el nombre
de texto o texto-objeto" (BENSE-WALTHE1R97, 5, p. 105). En cuanto al término
"información", otro de sus usos es el presente en los tratadistas de los medios
C!P r~ninnicxión de mrisrs !''.Mns Cnmmunirnfinn"). Aqiií se hace sinónimo de
"noticia (social)" (cfr. BENEYTO1,9 70; VAZQUEZ1, 971, pp. 38 y 39).
2.3.1.2. El mensaje -en uno de sus niveles de estructuración:
obra, texto, fragmento- constituía el núcleo-objeto (por lo general
exclusivo) de la Crítica tradicional. Desde la "lectio" medieval y el
renacer clásico, el mensaje se ha venido erigiendo como el protago-nista
histórico por antonomasia. Recientemente encontramos polariza-dos
en él varios de los movimientos crítico-literarios: el formalismo
ruso (V. Schklovski, Y. Tynyanov, R. Takobson), el "new criticism"
norteamericano (1. A. Richards, W. Empson, Yvor Winters), la "nou-velle
critique" francesa (R. Barthes, Marcel Raymond, G. Poulet, Char-les
Mauron, J. Paiilhan), la crítica fenomenológica (Roman Tngarden),
etcétera. Se trata, diríamos, del núcleo espontáneo y primitivo del
proceso de la comunicación. Lo que de inmediato llama nuestra aten-ción
es lo que se dice. Sólo tras un movimiento reflexivo aparece el
"quién", "cuándo", "dónde", "a quién", etc., se diga.
Puesto que nos veníamos refiriendo a las escuelas crítico-literarias,
sirva comu muestra representativa de este enfoque teórico la aseve-ración
de Marcelo Pagnini:
«La obra literaria puede ser estudiada como una estruc-tura
en sí, de una manera independiente, ... en su íntima
coherencia, totalidad y autonomía» (PAGNINI1, 975, pági-na
125).
La opción por este núcleo viene sometida a una clara ley de
"inercia" del pensar; y no únicamente porque tal sea la orientación
espontánea de la crítica tradicional, sino también -quizá con más
eficiencia- porque, en los albores del resurgir semiológico, tanto
Bühler como Jakobson se centraron en el mensaje.
2.3.2. El "código" como izúcleo
2.3.2.1. En la actual semiología dc la comunicación sc vicncn
utilizando indistintamente como sinónimos los términos "código" y
"repertorio" l'. Se los define como estructura sígnica y paradigmática
constituida por una léxico-morfología (signos elerrienlales), una sirilaxis
l2 No obstante John J. Gumperz (~Linguistic and Social Interaction in
Two Communitiesn, American Anthropologist, 6612, 1964, pp. 37-53) propone
sustituir el concepto de "código" por el de "repertorio", noción más restrin-gida
que abarca la totalidad de las estructuras lingüísticas utilizadas por los
sujetos en su situación concreta, semiótica-social. Algo así como el "(sistema-)
actuación" ("performance"), de A. Noam Chomsky.
(reglas de construcción, o rescritura) y una semántica (rcglas de signi-ficación
y sentido) (cfr. Eco, 1972, p. 63) 13. Con análogo valor fun-cionan
los conceptos de "sistema" l4 y "lengua" 15. Todos estos térmjnos
remiten a la estructura que, como criterio de selección y combinación,
orienta la construcción ("codificación") e interpretación ("decodifica-ción")
de un mensaje.
2.3.2.2. Sostiene Georges Mounin que el concepto de "código"
ha penetrado en la lingüística contemporánea «por la vía de las publi-caciones
americanas» y qiie «la frecirencia de su empleo se debe a la
teoría de la información y... a la traducción automática» (MOUNIN,
1972, PP. 88-89).
Sea éste u utrv el cauce de penetración -aunquc la tcsis dc Mounin
refrenda nuestra teoría de la transducción del modelo-, el concepto
de "código" y su función semiológica es ya doctrina común entre los
lingüistas y, lo que es más significativo, constituye para ellos el núcleo
del modelo. Condicionada por las teorizaciones de De Saussure, la
actual lingüística (tanto la descriptivista y/o funcional como la gene-rativa)
adopta como objeto de estudio la "langue"; e.d., lo que aca-bamos
de anotar como sinónimo de "código". En el "Cours" ("de"
Ch. Bally y A. Sechehaye) se nos afirma expresamente:
«(Introd., cap. 3.", 1) . . .in faut se placer de prime abord
sur le terrain de la langue et la prendre pour norme de
toutes les autres manifestations du langage. (. . .), la langue
seule parait &re susceptible d'une définition autonome et
fournit un point d'appui satisfaisant pour l'espritn (SAUS-SURE,
1974, p. 25).
Muy cercano -si bien no coincidente- al concepto de "lengua-código"
está el de "competencia" ("competence") desarrollado por
'\<El stock dentro del que se escogen las iinidades para construir mensa-jes
o enunciados es el "código". En realidad el código comprende también el
conjunto de reglas según las cuales está permitido combinar estas unidades
entre sí, pero en este sentido se suele hablar más bien de "sistemaM» (Momr~,
1970, p. 15). Cfr. BENSE-WALTHE1R9,7 5, pp. 29 y 132-133 ("repertorio"); MAK-TINET,
1972, p. 210; LEFEBVRE1,9 66, p. 102.
'* «Sistema, seguido de un adjetivo (sistema morfológico, fonológico, etc.)
es una ,expresión frecuente para designar el conjunto de las unidades de un
tipo determinado que componen un repertorio» (MARTINET1, 972, p. 212).
l5 «...el repertorio de posibilidades que los usuarios emplean, bien para
producir los enunciados, bien para interpretarlos; a este repertorio de posi-bilidades
se la llama "lengua" ("lengua ,") (...)» (MARTINET1, 972, p. 206).
A. Noam-Chomsky. En la versión sintaxista de la "gramática" choms-kyana
se nos dice que:
«T,a investigación sintáctica de una lengua dada tiene
como objetivo la construcción de una gramática que puede
ser considerada como una especie de ingenio ("device")
para generar las oraciones de la lengua que se trata de
analizar» (CHOMSKY1,9 74, p. 26). «Hacemos, pues, una
distinción fundamental entre COMPETENCIA (el conoci-miento
quc e1 hablante-oyente tiene de su lertgua) y AC-TUACION
(el uso real de la lengua en situaciones con-c
r e t a s )~( CHOMSKY19, 70, p. 6).
Mas no sólo la lingüística. Antropología (social) y Etnología -en-tre
otras aplicaciones disciplinales- caminan hoy por las veredas de
los métodos lingüísticos, y se centran, asimismo, en el "código" como
núcleo. Claude Lévi-Strauss -quizá uno de los pensadores contempo-ráneos
más recurridos e interdisciplinados- es un buen representante
de ese sentir teórico. En su "Antropología estructural", sostiene que
los sistemas de parentesco, económicos y mitológicos han de conce-birse
como "extensiones" (por razón de su metodización) del sistema
lingüístico del estructuralismo; e.d., como "lenguas" 16.
Sirvan como refrendo estos fr-agnie~itus:
«...resulta claro que el método que sigo se reduce a ser una extensión a
otro dominio del método de la lingüística estructural ...» (LÉvI-STRAUSS1,9 73,
p. 212). «...una condición: considerar ... los sistemas de parentesco como una
especie de lenguaje, es decir, un conjunto de operaciones destinadas a asegu-rar,
entre los individuos y los grupos, cierto tipo de comunicación» (ibíd., p. 56).
«Un sistema de parentesco ... existe solamente en la conciencia de los hombres;
CS u11 sistema arbitrario de representaciones y no el desarrollo espontáneo de
una situación de hecho» (ibíd., p. 49). «Postulemos, pues, que existe una corres-pondencia
formal entre la estructura de la lengua y la del sistema de paren-tesco
» (ibíd., p. 58). «Si cabe comprobar una correlacih entre sistemas pertene-cientes
a dominios tan alejados entre sí -al menos en apariencia- como el
parentesco y la mitología, la hipótesis de que existe también una correlación
del mismo tipo con el sistema lingüístico no tiene nada de absurda o imagina-ria
» (ibíd., p. 70). «...al esiudiu del sistema de parentesco, del sistema economico
y del sistema lingüístico ofrece ciertas analogías. Los tres dependen del mismo
método: difieren solamente por el nivel estratégico en que cada uno se co-loca,
en el seno de un universo común (...)» (ibíd.. p. 268). «Si cabe esperar que
la antropología sdcial, la ciencia económica y la lingüística se asocien un día
para fundar una disciplina común que será la ciencia de la comunicación, re-conozcamos
desde ya ((¡sic!)) que ésta consistirá sobre todo en "reglas". Estas
reglas son independientcs dc la naturaleza de los participanias (individuos o
grupos) cuyo juego comandan» (ibíd., p. 270).
2.3.3. El "emisor" como núcleo
2.3.3.1. En la teoría de la información se entiende por "emisor"
o "(en-)codificadorfl l7 el aparafo ~necánico que, partiendo de una
"fuente", codifica y/o emite las señales (cfr. BERLO, 1971, p. 24).
Transducido el término a la semiología de la comunicación, significa
la persona que imprime a las iciiales SU ((iiitentio significativa»; e.d.,
quien actualiza el "mensaje", su codificador-y-emisor (= "autor").
Codificar se define como la operación consistente en sustituir los sig-nificados
("contenido") por los signifjrantes o señales expr presión"^.
de acuerdo con las correlaciones que entre ambos subsistemas esta-blece
el "código", y concatenar o combinar las expresiones seleccio-nadas
conforrnc prescribe el sentido asimismo contenido en dicho
"código". Es, por tanto, un movimiento que procede de la cadena de
significados a la cadena de significantes 18; mientras que la operación
decvdilic;adura (propia del "receptor") procederá en sentido inverso:
de los significantes a los significados lg. Dos operaciones que fundan,
respectivamente, los conceptos de "autor" (hablante/escritor) y "re-ceptor"
(oyente/lector) del "mensaje".
2.3.3.2. La adopción del "quién-dice" como núcleo de la comu-nicación
ha sido la postura hermenéutica hiperbolizada por la crítica
romántica y "subjetivista", centrada en la función "sintomática jexpre-siva"
y creadora del lenguaje ' O . Presente también en la crítica biográ-fica
y academicista (Ch. A. Sainte-Beuve, G. Lanson) y psicologista
(Paul Bourget, Lemaitre), se consumó (y "consumió") en la crítica
psicoanalítica 'l; por derivar esta última hacia una negación del con-cepto
cartesiano de "sujeto". En cualquiera de los mencionados enfo-ques,
el "mensaje" se presenta como "apariencia" y/o "máscara"
de la persona. Más allá del "efecto" (= mensaje) se busca la "causa"
y dador-de-sentido, al responsable de la «intentio significativa». Lo-
" También rwihe las denominaciones de "agente", "promotor" y "actante".
l8 Sobre los momentos de la "codificación" del continuo extralingüístico,
cfr. MALMBERG19, 70, pp. 52-53.
l9 Cfr. MALMBERG19, 70, p. 51; MARTINET1,9 72, p. 211.
Para la crítica romántica (los Schlegel, Coleridge, De Sanctis, etc.). la
obra literaria no es ya una representación de la naturaleza, sino la expresión
del espíritu creador. Se concibe como "posición" o creación de un autor
(''enii&'), iiiás que como "mímcsis" dcl referente natural ("objeto").
Z1 Cfr. 61 estudio monográfico de Anne Clancier (CLANCIER1, 976), ((Psico-análisis,
literatura, crítica*. Entre otras, las orientaciones de Charles Baudouin,
René Lziforgue, Marie Bonaparte. Albert Thibaudet, Marcel Raymond, Jean
Starobinski, Charles Mauron, etc.
que-se-dice queda referido a lo-que-se-quiere-decir, y esto, en última
instancia, al sujeto "dicente"
2.3.4. El "receptor" como núcleo
2.3.4.1. Del mismo modo que el "emisor", el "receptor" del mo-delo
informático es un aparato mecánico que, partiendo de las "seña-les"
(mensaje), extrae su "información" por su referencia al "código".
Cii se'iii"lüg;a ,je la; cüiiiurlii;aci~rpla sa a la yersoiiii ,jecü,jifica,joi.a
del mensaje 23: oyente o lector; y su operación propia, como obser-vamos
(2.3.3. l), es la interpretación o decodificación del mensaje.
Habrá de ver, más allá de la "cifra" o "littera" -como postulaban
los medievales-, el sentido ("sensus") del mensaje recibido.
2.3.4.2. El "receptor" como núcleo fue siempre el objetivo de la
RETORICA, desde su más arcano nacimiento griego. Atendiendo a
este constituyente, definía Aristóteles ese arte-ciencia de la «persua-sión
» y la dividía en sus tres especies. Transcribimos íntegro el frag-mento;
anticipación de ese modelo contemporáneo que cuestionamos,
y no conocido o eludido por los semiólogos:
'' Como observa J. Ferrater Mora, lo-que-se-quiere-decir «se dice de algún
modo y mediante señales cuya clave se halla, o se espera que se halle, en po-sesión
del recipiente» («Indagaciones sobre el lenguaje*. Madrid, Alianza Edi-torial,
1970, p. 51).
Al receptor se le denomina también "interlocutor" o "destinatario". Pa-rece
oportuno, sin enlbargo, distinguir entre ''re~epior" y "destinatario"; pueb-to
que el receptor del mensaje (una carta, por ej.) puede no ser su destina-tario.
Pueden, por tanto, no coincidir ambos conceptos en una misma persona
real. Y esta distinción no es pueril. El emisor organiza siempre su mensaje
en-vista-de un destinatario (personal o colectivo, pero concreto), con relación
al cual presupone y elude, contando con un conocimiento de la competencia
del mismo. Ahora bien, resulta obvio que el régimen de supuestos y encata-l:
v"n:nmea hAh;la" .."..O e l Aed:..oto,.:,-. *n h"h.4 A.3 ea.. .. .:.r--- ..-..m -..-1-..:,... iiruriviiru iiuviiru yuiu ri ururiisururiu iiv iiuviu ur uri uirirvrv paica buaiyuibi
"receptor" (no previsto).
v i x ó v , ~ A I ~ E ~ K T(A! ~R~IS~ T. ~TELE«SR:e tórica», Lib. 1, ca-pílulu
3; 135Sa37-1358b8) 24.
Tal es, asimismo, el núcleo porque opta la retórica en sil versión
actual: mensajes oratorios (sacros o profanos) y publicitarios 25. Y
análoga es la atención que sobre el destinatario ponen algunos movi-micntos
críticos (cn gcncral, todas las orientaciones utilitaristas, de
corte o no marxiano; V. Belinsky). El "receptor" es quien asume el
papel prot-"agonístico" del "modelo". La función señaladorajapelativa
del mensaje se ha prupueslu delelllar su poder sobre las i-estantcs.
Pues, aunque en la elaboración de todo mensaje eficiente se cuente
con Ia índole del destinatario, en el caso del mensaje apelativo (norma-tivo
o de prescripción atenuada) no se pretende, sin más, que sea
fielmente interpretado por el destinatario, sino que éste se comporte
en función de lo en él comandado ?'.
2.3 -5. El "objeto" como núcleo
2.3.5.1. En la teoría de la información -por razon de su orien-tación
matemático-formal- el "objeto" era un componente nulo o
vacío. Presente ya en el "Organon-Mudell" de K. Rühlcr, se nos
24 «Tres son las especies de la retórica, pues ésas son precisamente las dc
los oyentes de los discursos. Porque el discurso consta de ircs cusas. el yuc
habla, aquello sobre lo que habla y aquél a quien habla; y el fin ((del discu1.-
SO)) se refiere a éste, es decir, al oyente. El oyente es necesariamente o espec-tador
o juez, y si ((es)) juez ((entonces lo es)), de cosas ya acontecidas. o
((de cosas)) futuras. Hay quien juzga sobre cosas futuras, como el miembro
de la asamblea; y hay quien juzga sobre cosas ya acontecidas, como un juez:
((finalmente)) otro, el espectador, considera la habilidad ((del discurso)). Por
lo que resulLari iiewsariaiiiriiie ties tipos de discurso cn la retórica: dclibc-rativo,
judicial, demostrativo.» El discurso retórico se caracteriza, pues, por
su llamada de atención sobre el destinatario, tratando de suscitar sus respuestas.»
" Umberto Eco (Eco, 1972, pp. 193-308) se viene ociipando del mensaje
persuasivo o retórico en su versión moderna. Puede consultarse también BOR-MANN,
1974, PP. 259-324.
26 ((Decimos: ''¿Dónde están las llaves?", " ¡Llevad la izquierda! ", " ;Amor
tnío!"! En todos estos casos, la finalidad de nuestro decir, su justificación se
halla fuera de ¿I, más allá de él. Decimos eso precisamente "para que" ciertas
cosas acontezcan, "para" abrir un armario, "para que" se circule en una sola
dirección, "para quc" la mujer amada sepa de nuestro sentimiento o que éste
goce de sí mismo en su exteriorización)) (ORTEGA1,9 59, p. 51).
aparece como el polo extralingüístico, que desencadena la función
referencial (= cognitiva, representativa) del mensaje ". El "objeto" o
"referente" atrae hacia así todas las miradas del discurso científico.
Real o fingido, estático (discurso descriptivo) o dinámico (discurso
narrativo) ", el "objeto" es para toda semántica realista el "punto de
referencia" de cualquier discurso portador de "ideas". Despreciado
por la lingüística saussureana, cuestionado ya en Grecia, el "objeto"
renace constantemente de sus propias cenizas.
2.3.5.2. En su estudio de la función significativa del lenguaje,
los primeros estoicos vieron ya la necesidad de distinguir entre:
a) lo significante (uepaivov) b) lo significado (oypatvópevov: hexróv)
y c) el objeto (roy~avov). Esta concepción tripartita permanece, con
ligeras variantes en la E. Media. Tomás de Erfurt ("Grammatica spe-culativa"
o "De modis significandi") distingue expresamente entre:
a) "modi significandi", b) "modi intelligendi" y c) "modi essendi";
objetiva, recpertivamente, tres diriplin-c: 2) &yim6tira, h) nie-léctica
y c) Filosofía primera ("Metafísica"). Y está también presente
en la teoría lógica de la "significatio-suppositio": a) "sign(ific)ans",
b) "sign(ific)atum" y c) "obiectum" ("res").
El llamado "modelo referencial" (= triángulo serniótico), propues-to
por C. K. Ogden e l. A. Richards ", tuvo, por tanto, sus precedentes
l.:~tL*:~,."
I I I U L U I I ~ U U .
27 Max Bense define el "objeto" como «todo aquello que puede ser perci-bido,
reconocido o pensado como tal y finalmente puede ser representado por
medio de un signo, o presentado, o también designado ... El concepto abarca
tanto a los objetos reales del mundo exterior como a los objetos ideales de
la consciencia" (BENSE-WALTHE1R97, 5, p. 113). Cfr. ibíd., p. 136 ("referente").
28 El referente del mensaje será un "lenguaje (-objeto)" cuando el propio
mensaje sea dicción sobre otra dicción; e. d., sea un "metalenguaje" («suppo-sitio
materialis*).
29 U ... el carácter indirecto de las relaciones existentes entre palabras
((= símbolos)) y cosas ((= referentes)) es el aspecto que merece especial aten-ción.
Esto puede ilustrarse simplemente mediante un diagrama (...). Entre el
símbolo y el referente no existe ninguna relación adecuada fuera de la indi-recta,
que consiste en que alguien lo use para representar (("referencia")) al
referente. Es decir, que el símbolo y el referente no están vinculados en forma
directa.. .N (C) c ü ~ ~ ~ - I ? : c ~ ~1ñ96ü4s, ,p p. 28-30).
A él retornan gran parte de las orientaciones de la lingüística de-nominada
"mentalista" (pues la "semántica" conductista \ra por otros
caminos) :
(a) símbolo, (b) referencia, (c) referente (Ogden-Richards):
(a) significante, (b) significado, (c) 0 (De Saussure);
(a) expresión, (b) contenido, (c) 0 (Hjelmslev);
(b) "Sinn", (c) "Bedeutung" (Frege);
(b) "Designatum", (c) "Denotatum" (Morris); etc.
Y en torno suyo giran los modelos semánticos posteriores (trapecio
de Heger, etc.) ".
En el plano crítico-literario la elección del "objeto" como núcleo
estuvo representada (permítasenos el anacronismo) por la concepción
imitativa (mimética) de la obra poética, en sus versiones platónica y/o
aristotélica; hasta la crisis romántica.
2.3.6. El "contexto" como complemento del "mensaje(-texto)"
2.3.6.1. El "contexto", como constituyente del modelo, fue -co-mo
decíamos- una añadidura de R. Jakobson 31. Se considera que
siempre hay un más-allá (derecha) y/o un más-acá (izquierda) del
mensaje efectivamente dado en el acto semiótico, y que también es
"mensaje"; toda vez que los actos de comunicación no son únicos
ni aislados, definitivos o instantáneos. Pero el término "contexto"
puede prestarse a equívocos. Frente a la distinción "contexto: lin-güístico/
no-lingüístico" (o "extralingüístico"), tan socorrida ", André
'O Cfr. BALDINGE1R9,7 7, pp. 161-167 y 251-263, especialmente.
" He aquí dos textos paralelos: «Todo signo está constriiido por ~ignos
constituyentes y/o aparece en combinación con otros signos. Esto significa
que toda unidad lingüística sirve al mismo tiempo de contexto a unidades
más simples y/o encuentra su propio contexto en una unidad significativa más
~uiiipleja. Pur lu que resulta que todo conjunto efectivo de unidades Hngtiisti-cas
las ensambla en una unidad superior: combinación y contextura son las doS
faces de una misma operación» (JAKOBSON, 1963, p. 48). «Todo signo está com-puesto
por signos constituyentes y10 aparece en combinación con otros signos.
Esto significa que toda unidad lingüística sirve al mismo tiempo de contexto
a unidades más simples y/o encuentra su propio contexto en una unidad sig-nificativa
más compleja. De donde resulta que todo conjunto efectivo de uni-dades
Ijngüísticas las ensambla en una unidad supeiioi: corrrbirruciórr y curr-textura
son las dos caras de una misma operación)) (JAKOBSO1N9,6 3, p. 210).
«El contexto lingüístico (discursivo o verbal) es el contexto más restrin-gido,
constituido por la alineación de las palabras, por la textiira de las pa-
Martinet propone hablar de "contexto" (= "entorno lingüístico")/"si-tuación"
(= "entorno no-lingüístico") (cfr. MARTINET, 1972, p. 53).
En este sentido, lo utilizamos aquí: como aquello que, siendo "men-saje"
o parte de "mensaje" de un acto semiótico anterior o posterior
al considerado, lo precede o lo sigue en su fluir temporal (discurso
oral) o espacial (discurso escrito), teniéndolo como núcleo de refe-rencia,
comple(men)tándolo 31.
2.3.6.2. El concepto de "contexto" venía naturalmente exigido
por la opción teórica del "mensaje" como núcleo (cfr. n. 2.3.1);
concepto, a su vez, archiestructurado: desde la frase -más o menos
elíptica- hasta todo un conjunto discursivo abarcante del hablar
histórico dc un individuo o de una colcctividad.
Los lingüistas han manifestado la operatividad semiológica del
"contexto" recurriendo a la acostumbrada prueba (legada por la Fono-logía)
de la «sustitución-conmutación». «Si alteramos un elemento del
contexto lingüístico -dice Umberto Eco-, los demás elementos pier-den
su valor)) (Eco, 1972, p. 162). El recurso al "contexto" era una
consecuencia necesaria del papel preponderante que De Saussure asig-nó
al concepto de «valor» 34.
labras agrupadas juntas para determinadas relaciones gramaticales, ya se trate
de una frase o de un texto ...» (SLAMA1,9 70, p. 294).
" El "contexto" (o "entorno lingüístico") se ha denominado también "con-texto
idiomático", "verbal" o "discursivo" (cfr. nota 32); mientras que a la "si-tuación"
se la denomina también "contexto metaidiomático" o "situacional"
(cfr. SLAMA1, 970, p. 287 SS.).
Sobre las distintas acepciones del "contexto" ("entorno", "vecindad"), con-sideradas
desde un punto de vista topológico, cfr. IZQUIERDO-PEDRA1Z9A76, ,
n. 2.2.
34 El hecho de que podemos entender, en la lectura de un pasaje, palabras
O expresiones más complejas que se han omitido por error (erratas) - f e 6
meno de sustitución indeliberada por cero- arguye en favor de la operatividad
significativa del contexto.
Para De Saussure «la langue ne peut 6tre qu'un systkme de valeurs pures*
(SAUSSURE19, 74, p. 155; 2." parte, cap. IV: «La vaieur linguistique»). Consi-guientemente,
es la totalidad del sistema lingüístico ("contexto total") lo que
confiere sentido a sus partes: "c'est du tout solidaire qu'il faut partir pour
obtenir par analyse les éléments qu'il renferme~ (ibíd., p. 157). Un pensa-miento
estructural(-ista), como el aquí profesado, había de ser forzosamente
contextual(-ista). De ahí la glosa de Henri Lefebvre: "Tout énoncé (phrase)
s'insere dans un contexte, dans une situation. A c6té et avec le vis-a-vis-"signi-fiant-
signifié", il y a la détermination "laterale": ce que Saussure nomnait "va-leur"
(...). La signification semble précise et bien définie; mais elle change
avec le valeur (. . .). Le contexte devient déterminant.. ." (I,EFERVRE, 1966, pá-ginas
104-105).
c . . .no existen otras significaciones perceptibles que
((= sino)) las contextuales; toda entidad, y por tanto todo
signo, se define con carácter relativo, no absoluto, y sólo
por el lugar que ocupa en el contexto. (.. .); toda signifi-cación
del signo surge del contexto.. . » (HIELMSLE1V9,7 1,
pp. 68-70) "'.
Pero la recepción del concepto no es privativamente lingüística.
En sus «Ideas para una Historia de la Filosofía», escribía Ortega y
Gussrt, en 1942:
«No hay ningún decir que diga, sin más, lo que quiere
decir. Dice sólo una pequeña fracción de lo que intenta;
el resto, meramente lo subdice o "da por sabido". (...).
Lo que de hecho manifestamos se apoya en innumerables
cosas que siie~iciarriua. E s i ~~ü iiip:eiii~'iiíq~ü c s~ ca!!u y
que es siempre enormemente más que lo dicho en cada
frase, lo sabemos por diferentes vías. Ante todo por lo que
ha sido dicho antes y va a decirse emeguida» (OKTEGA,
1966, p. 96).
El mensaje-como-significante , está asociado con el mensaje-como-significado,
por razón de la interacción contextual que media entre
el mensaje, y el que le rodea (mensaje, y mensaje 3); referidos los
tres a un mismo "código" por las «relaciones sintagrnáticas~ o con-mutativas.
Según SkaliCka (cfr. MALMBERG, 1977, p. 120), cabría distinguir
entre lo que podemos denominar "contexto-hacia-dentro"/"contexto-hacia-
fuera"; conforme al rudimentario esquema:
Las magnitudes lingüísticas, dice E. Alarcos, «son formales y la forma
viene dada por las dependencias que adquieren esas magnitudes», por lo que
& m o g n i h d Uis!a&&l o~9 &finib!c i ; ~ ; p=libi!i&&s de rr!aci&;:
COS, 1972, p. 51).
donde: "A" es el total del discurso ("die Rede"); las minúsculas la-tinas
representan partes del discurso total (actos sémicos); "c" es el
mensaje correspondiente al acto sémico enfocado, y las grecas son
partes de ese "mensaje" 36.
La elipticidad a que está sometido el "mensaje" de un acto
sémico parece ser directamente proporcional a su grado de contextua-liznción
(cfr. COSERIU, 1969, p. 309, nota 47). Y, como réplica, la
encatalizabilidad del "mensaje" (= posibilidad de restitución de lo
en él elidido) reclama inexcusablemente su "contexto".
No es, por tanto, el "wntcxto" " un uuevo núcleo optable, sino
lo exigido -como adyacente y ciñente- tras la elección del "men-saje"
como núcleo.
2.3.7. La "situaciórz" como conzplemento
2.3.7.1. Ya hemos aludido a la fluctuación terminológica del
concepto de "contexto" (2.3.6.1); de-finido oposicionalmente a la "si-tuación"
("contexto/situación"). Por "situación" no entendemos aquí
únicamente la posición relativa en el espacio "', sino -asumido el
término con mayor amplitud- todo aquello que, siendo de carácter
"extra-lingüístico" ", rodea eficientemente el acto de comunicación;
'' Cfr. los conceptos de «segmento acotado)) y «grafema interior)) en Iz-
QUIERDC-PEDRA1Z9A76,, n. 3 .
37 A. J. Greimas (GREIMAS1,9 71, p. 110) habla de «una jerarquía de con-textos
que se imbrican unos en otros»; con lo que se llega al concepto de
"contexto total", en el sentido definido por Tatiana Slama: «...siempre es el
contexto el que completa el sentido ... La frase de la cual la palabra es parte,
la obra entera, las costumbres de una cierta sociedad, así como el mismo autor,
todo contribuye a matizar cada palabra y a perfilar con precisión el sentido»
(SLAMA1, 970, p. 291).
" La localización espacial es una de las coordenadas de la "situación". Una
misma frase, "iun blanco!", por ej., pronunciada en dos localizaciones distin-tas
(junto a la barra de una taberna / en una rebelión de negros) será porta-dora
de sentidos bien diversos. «La ventana está abierta», pronunciada ante el
decorado de una obra teatral o un día de frío y dentro de una habitación, es
un estímulo suscitadnr de respiiestas asimismn diversas (cfr. MAIMRFRG1,9 71,
p. 149). «"Abra esta puerta": he aquí una frase transparente. Ahora bien, si
nos la dicen en campo raso, ya no la podemos entender. Pero si se hace en
sentido figurado, entonces sí puede entenderse. Estas condiciones tan varia-bles,
la mente de, un auditor las "aflade o no"; es capaz, o no, de "proporcio-narlas"
» (VALÉRY1, 977, p. 171).
" Por "extralingüístico" entendemos aquí todo aquello que es exterior al
"mensaje", a su lenguaje propio (oral, escrito, etc.). Si el "mensaje" es oral,
la mímica y los gestos son caracteres extralingüísticos (aunque constituyen
por lo que se hace sinónimo de «circunstancia» 'O. Y «circunstancia»
es: quién, a quién, cuándo, dónde, cómo, con qué medios ... 41. Tatiana
Slama-Cazacu habla de "correlatos de situación": temporales ("aho-ra"),
locales ("aqiií"), pronominales ("tú"), etc. (cfr. SLAMA, 1970,
p. 82). Son innumerables los factores pertinentes (y sus rangos) que
entran en juego, y resulta prácticamente imposible someterlos a una
sistemhtica; «escapan al control semióticos (Eco, 1972, p. 148).
2.3.7.2. Si la inclusión del "contexto" en el modelo venía exigida
por la lingüística saussureana, no podemos decir lo mismo de la "si-tuación";
dato "externo", sobre el que De Saussure hacía radical
abstracción, remitiéndolo a lo que él denominaba «lingüística externa».
Pero pronto había de reclamarse a la proscrita:
«...la circunstancia introduce bruscamente en el cuadro
de la semiótica aquel referente que habíamos expulsado
de ella» (Eco, 1972, p. 149).
un lenguaje de otro nivel, o "paralenguaje"). Sobre el concepto de "para-len-guaje"
y "contexto paralingüístico", cfr. el artículo de Fernando Poyatos. «Del
paralenguaje a la comunicación total» (Madrid, Rioduero, 1974, pp. 159-171),
con amplias referencias bibliográficas.
'O «El "contexto extraverbal" ((= "situación")) está constituido por todas
las circunstancias no lingüísticas que se perciben directamente o son conocidas
por los hablantes. Puede distinguirse en varios subtipos: "físico", "empírico".
"natural", "histórico" y "cultural"» (COSERIU, 1969, p. 315, n. 3.4.4). Junto a
la situación física, cultural c histórica, la situación prictica, e. d., la realidad
misma del "emisor" y del "receptor" (su condición, psicología, nivel social, etc.),
constituye la circunstancia inmediata del "mensaje".
'' «En el lenguaje ("en tanto que actividad"), hay que tener en cucnta
la total situación lingüística -lo que se dice, pero también quién lo dice, a
quién, cuándo, cómo y dónde-. El acto lingüístico va acompañado de, o más
propiamente se halla inserto en, situaciones que ni determinan reglas (estruc-turales)
del lenguaje ni están determinadas por éstas, pero que no son in-diferentes
a la "situación lingüísticaw» (1. Ferrater Mora: ((Indagaciones sobre
el lenguaje». Madrid, 1970, pp. 77-78). Según Umberto Eco, «la circunstancia
es el cnrnplejn de cnndicinnamientns materiales, económicos, biológicos, físicos.
en el cuadro de los cuales comunicamos» (Eco, 1972, p. 149); y, lo que re-sulta
más decisivo, prescindiendo de tales condicionamientos, el mensaje «se
presenta como "una forma vacía a la que pueden atribuirse diversos sentidos"»
( ibíd. , )~.1 50). Ue ahí que «una teoria de la relación emisor-destinatario debería
tener en cuenta el papel desempeñado por el sujeto que comunica ... como "su-jeto
concreto)), arraigado en un sistema de condicionamientos históricos, bioló-gicos,
psíquicos, tal como lo estudian, por ejemplo, el psicoanálisis y las demás
ciencias del hombre» (Eco, 1977, p. 475).
Fue precisamente Charles Rally (uno de los promotores del
"Cours") quien, saliendo en defensa programática de una ((lingüística-del-
habla» ("parole"), protagonizó la llamada de atención sobre el
carácter "vivo" del lenguaje humano y, consiguientemente, puso en
juego a la "situación":
«...la realidad extralingüística en que se sumerge el
discurso, el alrededor general o particular que suponen
las palabras pronunciadas en cada caso, la "situación", (. . .).
Esta realidad extralingüística que rodea y sostiene al dis-curso
permite sobreentender la mayor parte de lo que se
quiere hacer comprender, a tal punto que, en casos extre-mos,
la lcizgua, cn lugar dc comunicar cl pcnsamicnto,
casi se limita a llevar la atención hacia este o aquel punto
de la situación» (BALLY, 1972, p. 119). (Cotéjese con la
anterior cita de Ortega.)
«No hay limite trazado entre la situación y el lenguaje,
puesto que los datos de la situación pueden funcionar
como signos, particularmente cuando se les muestra. (...).
... el lenguaje está incluido en el conjunto de signos que
estudia la semasiología» (op. cit., pp. 121 y 122).
«...el intercambio de ideas, en la vida ordinaria, está
encuadrado en una situación que los interlocutores en-cuentran
hecha: escenario material, cosas conocidas de
los interesados, relaciones familiares o sociales, comunidad
de intereses, etc.» (op. cit., p. 164).
Toda lingüística propiamente funcional habrá de atender la "si-tuación"
(cfr. COSERIU1, 969, p. 320), porque el "mensaje" encuentra
cn clla su complemento; aunque éste no la meiicioiie (ibíd., p. 322).
Desde su conocida y ab-usada fórmula -transducida al efecto-:
«Yo soy yo y mi circunstancia» (pronunciada por el "yo" del "men-saje"),
Ortega y Gasset llam6 repetidamente la atención sobre la
situación efectiva del "decir" ":
«Se olvida demasiado que todo auténtico decir no sólo
dice algo, sino que lo dice alguien a alguien. En todo decir
" Pertenecientes a su personal teoría del "decir" (+ habla o lenguaje), los
fragmentos orteguianos que recogemos (perdónesenos su acopio), muestran la
anticipación de Ortega al tema lingüístico de nuestro tiempo: el recurso a la
*praxis» lingüística, la superación de una seináiitica abslracta y el desarrollo
de una pragmática que arranque del lenguaje concreto humano.
hay un emisor y un receptor, los cuales no son indiferente5
al significado de las palabras. Este varía cuando aquéllos
varían. "Duo si idem dicunt, non est idem." Todo vocablo
cs ocüsio;za!n (SRTEG195A8,, p. !O, mnyc de 1937).
«Todo lo que el hombre hace, lo hace en vista de la
circunstancia. Muy especialmente cuando lo que hace c5
decir. Bruta el decir sierripre de iiria siluaciórz y se refiere
a ella. Mas, por lo mismo, él no dice esta situación: la
deja tácita, la supone. Lo cual significa que todo decir es
zncompieto, es fragmento de si mismo y tiene en ia escena
vital, donde nace, la mayor porción de su propio sentido.
(...). Nuestras palabras son, en rigor, inseparables de la
situación vital en que surgen. Sin ésta carecen de sentido
preciso, esto es, de evidencia)) (ORTEGA1.9 59, pp. 54-55:
mayo de 1935).
«...La diferencia está, pues, en el lugar y la ocasióiz en
que se dice; lo supuesto lo supone la situación. La situa-ción
se encarga se decir lo que nuestra habla silencia.
Pero la situación no es el lenguaje, la situación es la
realidad misma de la vida, es la circunstancia que varía
con el instante y con el lugar. ( )» (ORTFGA1, 964, pá-gina
91) (1939).
«Todo texto se nos presenta por sí mismo coino frag-mento
dc un contexto. Pero texto y contexto, a su ve7,
suponen y hacen referencia a una situación en vista de la
cual todo aquel decir surgió. Esta situación es últimamente
indecible: d o cabe presenciarla o imaginarla. La situa-ción
real desde la que se habla o escribe es el contexto
general de toda la expresión. El lenguaje actúa siempre
referido a ella, la implica y la reclama» (OKI ~ L A19,6 6,
p. 96) (1942).
Pero es en «El hombre y la gente» donde la doctrina ortcgurana
se hace menos incidental y se organiza en sistema:
« . . .la realidad "palabra" es inseparable de quien la dice,
de a quien va dicha y de la situación en que esto acontece.
Todo lo que no sea tomar así la palabra es convertirla en
abstracción.. .» (ORTEGA1, 969, p. 242).
«. . .la significación es distinta según la situación y sus
persin-rjes\\ (op. cit., p 343)
«.. .todos los demás ingredientes de una circrrnstancicr
que no son palabras, que no son "sensu stricto", "lengua-je",
poseen una potencialidad enunciativa y que, por tanto,
el lenguaje consiste no sólo en decir lo que él por sí dice,
sino en actualizar esa potencialidad decidora, significativa
del contorno. (...). Lo que la palabra por sí dice es muy
poco, pero obra como fulminante que dispara el poder
casi verbal de todo lo demás» (ibíd., p. 245).
«.. .a todas las palabras les acontece.. . que su significa-ción
auténtica es siempre ocasional, que su sentido preciso
depende de la situación o circunstancia en que sean di-chas.
(. . .)» (ibíd., p. 246) 43.
El campo de codificación-decodificación se ha ampliado y hecho
más complejo con la reasunción de este constituyente. No es ya el
código lingüístico lo que decide; más allá de éste, es la circunstancia,
la situación "quien" tiene la última palabra 41.
La justificación teórica del papel serniótico desempeñado por la
"situación" es análoga a la del "contexto": la prueba de sustitución-conmutación,
ya aludida (2.3.6.2). A estos argumentos se añade el del
aprendizaje el de la predicibilidad en la recepción '9 el de la com-prensibilidad
de mensajes codificados en lenguas sólo rudimentaria-mente
conocidas ".
'' El pensan~iento, escribe Julián Marias, «sólo tiene raíces cuando cstá
condicionado por la situación precisa en que se encuentra su creador y aque-llos
que tienen que vivir de él» («El intelectual y su mundo*, 111, 11. Madrid,
1968, p. 53).
Junto al "código" lingüístico en toda su complejidad, la circunstancia
aparece como el criterio último de la decodificación. Cfr. Eco, 1972, p. 149.
45 «Aprendemos prácticamente los significados de todas nuestras palahras.. .
en su asociación a situaciones reales de la vida, por lo cual nos habituamos a
relacionarlas con determinadas situaciones (. . .): aprendemos por contextos»
(HAYAKAW1A96, 7, p. 55).
'"'La predecibilidad de un elemento lingüístico es un factor muy iinpor-tante
en la identificación del habla. La inteligibilidad puede ser considerable
hasta en ausencia de elementos importantes. El contexto en que se produce
la enunciación -tanto la situación externa como todo lo que se haya dicho
antes- limita las auténticas posibilidades de elección en un muy alto grado»
(MALMBERG19, 71, p. 218). Diremos, hiperbolizando, que sólo entendemos lo
que "esperamos", y que es precisamente la "situación" (especialmente la idea
que nos forjamos, de nuestro interlocutor) lo que decide sobre el modo de ser
de nuestra "espera".
47 «Si oímos hablar en una lengua que ignoramos totalmente, necesitamos
incluir la situación total del hablante y las subsiguientes acciones del oyente
al hacer nuestra primera suposición respecto del significado)) (BLOOMFIELD,
2.3.7.3. "Situación" o "circunstancia" ("circum stantia") son tér-minos
que connotan inmediatamente una relación de ad-yacencia y
sub-ordinación. Tienen como relato dominante -en el presente con-texto-
ai "mensaje". Aquí, como en ei caso dei "wriiexiu", riu bt:
ejerce tampoco la opción teórica por un nuevo núcleo para el "mo-delo".
El prot-"agonisn~o" lo sigue detentando el "mensaje" (rodeado
o no por "su" contexto).
No obstante, resulta difícil distinguir entre las teorías críticas y/o
semiológicas que asignan a la "situación" un papel secundario, y aque-llas
que la elevan a una posición dominante. Algunos de los fragmen-tos
de Bally y Ortega, arriba citados, parecen resistirse a su ubicación
de subsidiariedad. Y el problema de una clara demarcación se agrava
cuando la "situación" queda adjetivada por la "Sociedad", cuando
entran en amplio juego los distintos niveles de las relaciones sociales.
La iiamacia cririca socioíógica, en sus más hererogéneas orienracio-nes:
a) positivista (Posnet, Guyeau), b) cultural (Max Weber, Levin
L. Schücking), c) marxiana (M. Ickowicz, G. Luckacs, A. Gramsci,
G. della Volpe), d) "comprometida" (J.-Paul Sartre), etc., viene sub-rayando
la operatividad de la situación humana.
2.3.8. El "canal" como núcleo
2.3.8.1. La teoría de la información define el "canal" como me-dio
físico -generalmente múltiple 4q- que opera como conductor de
las "señales" (mensaje) 19. También denominado "medio" (o "me-
1973, p. 46). Desde su estereotipado "esquema S-R", el lingüista americano
llama aquí la atención sobre el papel de la conducta no-lingüística de los
interlocutores en la decodificación de un "mensaje".
48 En el caso de la comunicación telefónica. si consideranios que el "emi-sor"
es el micrófono (prescindiendo de las ondas sonoras que a él llegan por
el canal aéreo) y que el "receptor" es el auricular, entonces el canal es único:
el hilo metálico continuo. Pero no podemos decir lo mismo de las comunica-ciones
por r a & ~ ,T Y o TSii (radioreiegráficaaj; en que se dan ira "canaies"
de distinta naturaleza (cfr. GRACIA, 1972, p 70): acústicos, eléctricos, hert-zianos
... Veremos que en ningún tipo de comunicación, ni siquiera en la dada
"in praesentia" de los interlocutores, existe propiamente el "canal único".
49 Según Jagjit Singh, «un canal es un medio físico, como el alambre, el
cable, el contacto por radio o televisión o la cinta magnética, a través del cual
podemos bien transmitir información, o bien almacenarla en un dispositivo de
memoria como una cintas (SINGH1, 972, p. 54). Voiveremos sobre esa doble
función del "canal", como "conductor" y/o como "memoria".
diiim") 50, el concepto aparece como calco en la semiología de la
comunicación ".
2.3.8.2. ~ ~ ! con~ c! "~ i ~ ~ ~ d ~ ---- 1" 1- ----&:A- A---!- -':--A-baiiai
, la ibpi-iua i-bulia ~LLGLLUG
operativamente a lo que denomina "ruido" o "rumor", definido como
«perturbación que se introduce en el canal y puede alterar la estruc-tura
física de la señal» (ECO, 1972, p. 52) Pero se trata siempre
de un "ruido físico": el de las interferencias producidas por señales
parásitas.
Trasladado el concepto a la comunicación semántica, crece en
comprensión. Se denominará "ruido" al color demasiado grisáceo del
papel de periódico (R ICHAUDFAU, 1976, p. 210) o cualquier deterioro
del medio portador ("canal"), la rapidez anómala del discurso hablado
o su excesiva lentitud, la ilegibilidad de la letra cursiva, el salto de
!ii,e~ en !=S csractercs de imprenta.. .; pero taiiibiéíi ("midu seda-tico"):
la llamada de atención del significante (función poética de
Jakobson) -que distrae sobre su significado cotidiano-, la tendencia
anticipatvria del receptor y (en el caso de una comunicacion inter-mediada)
la «interpretación» de un mediador en el discurso oral
(tradición oral) " o las transformaciones voluntarias y/o involuntarias
de un copista, etc.
" <«La teoría de la comunicación ofrece, por lo menos, tres significaciones
sobre la palabra "canal". Por el momento, basta con decir que un canal es un
medio, un portador de mensajes, o sea, un conducto* (BERLO, 1971, p. 24).
'' Max Bense define el "canal" como «el enlace material o ideal entre emi-sor
(fuente, expeditor) y receptor (perceptor), que sirve para transmitir las
señales o bien los signos» (BENSE-WALTHE1R9,7 5, p. 25). Análoga es la defi-nición
de Bertil Malmberg (cfr. MALMBERG19, 69, p. 41).
En teoría de la información se considera "ruido" a cualquier señal que,
ausente en la entrada del "canal", aparece en su salida (cfr. GRACIA1,9 72, p. 73).
'' David Riesman señala que «un mensaje o rumor no tiene más que pasar
por dos o tres personas para hacerse irreconocible» (RIESMAN1, 968. D. 79).
Nuestro Romancero castellano, legado en su mayor parte por tradición oral,
constituye un buen arsenal de ejemplos que lo refrendan; como el del cono-cido
verso: «Mira Nero de Tarpeya», transformado en «Marinero de Tarpeya~.
Me:Q:csis, cn cfccto, pcro rjcmíjkii-.
Por "ruido" habremos de tomar también la ambigüedad de un "código"
y/o la no correspondencia biunívoca entre el "código" del "emisor" y el del
"receptor": e. d., sus "idiolectos". Yuri M. T.otman considera que atodas las
formas de destrucción: el ensordecimiento de la voz a causa de las interfe-rencia~
acústicas, la pérdida de libros debido al deterioro mecánico, la defor-mación
de la estructura del texto del autor como resultado de la introducción
ciei censor, todo eiio represenra ruiao en ei canai de comunicacion» (LOTMAN,
1978, p. 101).
2.3.8.3. Canales auditivos y cardes visuales.-Se habla en Ciber-nética
de canales "persistentes" y canales "transitorios" o temporales
(cfr. COUFIGNAL1,9 70, p. 45); por razón de su duración prolongada
e inde !~d e e y a n ~ ~ ~E!~ ~~i -~i t ~j ta-Ui !.zjin&l p t - 2 esta di.iiiri& atien-de
al aspecto de "soporte" (portador) o mnésico que, por definición,
tiene todo canal.
También los lingüistas hacen suya esta clasificación '' y sostienen
comúnmente que: «Hay que distinguir entre la comunicación escrita
y la hablada» (GLEASON1,9 70, p. 565) "" por efectuarse éstas sobre
medios "permanentes" y "transitorios", respectivamente.
2.3.8.3.1. "PALABRA"C ONTRA "ESCRITURADC.R ITERIODSE OPO-src~
Ó~.-La oposición entre la "Palabra" (canal oral-auditivo) y "Es-critura
» (canal gráfico-visual) se viene centrando en las siguientes ca-racterísticas
o "rasgos distintivos" condicionados por sris respectivos
canales:
La Escritura
la) Es un producto ("factum") perdurable, depositado en la
memoria física del papel, y prácticamente "acrói~ico" '';
«un procedimiento del qve nos servimos para inmovilizar,
j5 Charles F. Hockett considera «útil distinguir entre sisterms "izo icgis:i.ii
dores", cuyas señales deben recibirse en el momento exacto en que se emiten
o de lo contrario se pierden, y sistemas "rcgistradores". cuyas señales pueden
recibirse después, a conveniencia del receptor y, en algunos casos, repetida-mente,
pues la información transmitida queda en alguna manera "almacenada"»
(HOCKETT1,9 71, p. 555).
'-11 los apuntes del "Cours" de L. Gauthicr lecmos: «La lcngua y la
escritura. Pareciera que una y otra fueran solidarias, sin embargo es necesario
distinguir radicalmente entre ellas. Sólo la palabra hablado es objeto de la
lingüística)) (SAUSSURE, 1977, p. 24). Extremo en que coincidían los dc
Ch. Bally y A. Sechehaye: «Langue et écriture sont deux systemes de signes
distincts: l'unique raison d'etre du second est de représenter le premier . . . »
(SAUSSURE1,9 74, p. 45). Palabra y escritura, dice Robert H. Robins, «agotan
.,.:,",&.,..,,1,,,,,,,',, ...,, ,,-,A,. , , An,:, ,,,L., e! c u q x YI !a ceri.~r.icaciór?- ( u ~ o r m , !97!,
p. 156) y es la primera de ellas, sin grandes luchas, "quien" se erige en obje-tivo,
desde De Saussure, de la lingüística. El lenguaje oral y el medio acústico
de la fonética delimitan, hasta cierto punto, el objeto lingüístico del literario
(la "litt,era").
((Exagerando un poco, se podría decir que la lengua escrita es "acró-nica":
lejos de dar una idea del estado contemporáneo de un idioma, combi-na,
en una ai~iai~a~ruiiai p ü ~ üli eieitdiia, los diveisüs rsiados por !os yüc ho
pasado el idioma» (BALLY, 1972, p. 106).
fijar el lenguaje articulado, fugitivo en su esencia» (MAR-TINET,
1972, p. 167) 58. SU proceso de dispersión ("fáding")
es lento.
Es relegible y, en su decodificación, permite el retroceso;
consiguientemente, «permite el forcejeo intelectual, permite
la reflexión, la discrepancia, la relectura» (VÁzau~z, 1971,
p. 156); por lo que
su promotor no necesita recurrir a las repeticiones, pleonas-mos
o íírcdundnncias".
Es retroaljmentable y reversible en gran proporción. Su pro-motor
puede volver atrás, corregir, tachar. "reconducir"
("feed-back"); y tanto éste como el receptor pueden super-poner
y glosar.
Se realiza dentro de un amplio período de producción, prác-ticamente
sin más fronteras temporales que las circunstan-ciales
Es abreviadora. No sólo porque eluda las repeticiones, sino
porque naturalmente tiende a las elipsis (por razón de la
perseverancia del "contexto") y -lo que es más caracte-rístico-
desecha la "situación" (carece de entorno para-lingüístico
y extralingüístico) 60.
Esa fijación es ya una memorización física: «la escritura funciona a ma-nera
de "memoria externa", que complementa lo que una persona es capaz
de recordar (HOCKETT1,9 71, p. 526) y trarís-subjetiva: aEl libro, al objetivar la
memoria, materializándola, la hace, en principio, ilimitada y pone los decires
de los siglos a disposición de todo el mundo» (ORTEGA1,9 59, p. 54).
59 «Desde el instante de coger la pliima, se pone el tiempo en jiiegn; se
puede, a placer, reflexionar, elegir, combinar. En fin, lo que se escribe está des-tinado
a la lectura; y por consiguiente, se puede descontar el tiempo de que
el lector dispondrá para comprender y, en caso de necesidad, para releer»
(BALLY, 1972, p. 106). Hasta tal punto es la obra escrita pancrdnica que, de
suyo, no está nunca acabada. «Es siempre un accidente el que lo termina, es
decir, el que lo da al público. Son la laxitud, la solicitud del editor, el surgir
de otro poema í...). estimo que el mismo tema y casi las mismas palabras
podnan ser indefinidamente revisadas y ocupar toda una vida (...)N (VALÉRY,
1977, p. 164).
60 «El que escribe se ve privado de todos los medios de explicación que el
lenguaje vivo le ~proporciona: la entonación expresiva y la mímica, que son
para el que habla un comentario perpetuo de sus palabras. En la conversa-ción,
la situación está casi siempre dada; las cosas de que se habla están a la
vista o pueden fácilmente evocarse. Por el contrario, al escrihir, tiene uno que
crearse esa situación, armarla enteramente por medio de la ordenación particu-
No admite de suyo el intercambio entre promotor y receptor
(escritor y lector). Se inscribe dentro de una "comunica-ción"
de tipo unidireccional: "emisor + receptor». Elide y
elude el diálogo, la pregunta respondida. Consiguientemente,
en ella se agota su promotor, y tanto éste como el receptor
quedan despersonalizados ("receptor" # "destinatario") ".
La escritura fonética -en que nos movemos aquí y aho-ra-'"~
unidimensional y lineal "", recursiva-a-la-derecha G'.
lar de las ideas» (BALLY, 1972, p. 106). «...la escritura, al fijar un decir, sólo
puede conservar las palabras, pero no las intuiciones vivientes que integran
su sentido. La situación vital donde brotaron se volatiliza inexorablemente ...
El libro, pues, al conservar sólo las palabras, conserva sólo la ceniza del efec-tivo
pensamiento* (ORTEGA1,9 59, p. 55).
El único entorno paralingüístico presente en la escritura es, quizá, el alu-dido
por su portador o canal: papel rico/pobre, papiro o pergamino; encua-dernación
rústica/preciosa, etc.; pulcritud o abandono de la letra manuscrita;
por no mencionar los indicios grafológicos.
" «Para la escritura no hay persona que habla ni persona a quien se habla,
ni tampoco tercera persona que señalaría al que está ausente. Así, las oposicio-nes
que sirven para caracterizar las funciones de las tres personas en el acto
del discurso hablado caen por su propio peso (...) ... la escritura sólo hace
referencia a los otros textos cuando usa las personas, referencia a escritos
según tal o cual forma personal y acompañados de tal o cual efecto» (BAUDRY,
1971, p. 173). Cfr. nota 23.
" «Se pueden distinguir tres grandes tipos de escrituras, según que los
signos sirvan para representar: 1.0) frases o enunciados completos (escritura
sintética o "Ideenschrift"); 2.0) unidades significativas o monemas (escritura
analítica o "Wortschrift"); 3.O) unidades distintivas o grupos de unidades
distintivas (escrituras fonéticas: alfabetos, silabarios)~( MARTINET1,9 72, p. 167).
Y habría que añadir lo que podemos denominar escritura "nrfificinl" o "simbó-lica",
cuyos grafemas sustituyen segmentos translingüisticos de distintos nive-les:
párrafos, períodos, fragmentos, textos, "mitemas", etc.
" <«La escritura alfabética dará lunar, pues, a la concepción del libro como
LINEA más que como volumen: de ahí la linearidad estructural de todo lo
que va a escribirse en la civilización del libro» (KRISTEVA1,9 74, p. 202).
Cfr. IZQUIERDO-PEDRA1Z97A6,, n. 3.4.1.
La escritura diagramática (figuras del presente trabajo) es bidimensional y
multidireccional. Realiza, por tanto, la síntesis de varios "sentidos" espaciales
(vectores).
" cLg frase totalmente lineal se llama recursiva a la dsreclza. En cstc tipo
de frases ... todos los elementos se encadenan conforme a las reglas de la
lógica lineal.. .» (RICHAUDEA1U9,7 6, p. 110). "Recursiva-a-la-derecha" significa
aquí no más que acumulable sólo por la derecha (escribimos de izquierda a
derecha).
loa) Cuando se vierte en letra de molde ejerce una especie de
hipnosis dogmática sobre el lector acrítico 'j5.
La Palabra
Es una producción ("fieri") fluyente, momentánea y eva-nescente
("Verba volant, scripta manent"), sólo relativa-mente
retenida en la memoria psíquica6! Su proceso de
dispersión ("fáding") es casi instantáneo: sus «señales son
evanescentes, y a menos de ser captadas en el momento
justo se pierden de forma irrecuperable» (HOCKETT1, 971,
pp. 554-5551.
No es re-audible y, en su decodificación, se superponen
la línea de la percepción y la de la interpretación; atender
interpretativamente a uno de sus segmentos es desatender
(= dejar pasar) los contiguos y, consiguientemente, hacerse
un puro lío. No permite, pues, la re-flexión ni la discre-pancia.
Su promotor, por razón del "fáding" rápido, se ve obligado
a servirse de la técnica reiterativa ("redundancia"): lucha
contra el olvido (cfr. HOCKETT1, 971, p. 555) .
Es parcialmente retroalimentable, pero irreversible 'j8; ni
admite superposiciones o glosas. La línea acústica única,
suma e identifica el "texto" con la "glosa".
65 «Lo dice el libro» se hace sinónimo del «magister dixita. El lector pri-mitivo
o acrítico se deja llevar por la "auctoritas" de la letra impresa; bajo el
argumento implícito de que "puesto que se da en letra de molde, es acepta-ble".
«La letra de molde induce a una especie de fetichismo, pues inspira una
confianza engañosa, y se acaba por creer que tal expresión es francesa o es
española porque se la encuentra impresa» (BALLY1, 972, pp. 107-108).
% La retención en la memoria humana (individual) es, como veremos, un
proceso de re-conversión transductora al estado originario (el del "espacio
mental", inextenso y puntual) de la línea acústica dada en la sucesión temporal
de la palabra.
«Cuando oímos, no hay modo de re-oír. (Cabe hacerlo utilizando cintas
magnetofónicas, pero esto ya no rcsultaría congruentc con cl proceso mismo.)
De ahí que lo auditivo y lo visiial tengan sus reglas propias» (BENEYTO,
1970, p. 98). z
Puesto que el emisor «oye todo lo que dice en el momento de decirlo)),
puede «controlar su acto fonatorio del mismo modo que el control de una
estación de radio escucha la señal y hace ajustes predictivos en ella a medida
Su período de producción (pronunciación) es instantáneo;
su ritmo, rápido. La "palabra dictada" se hace irrecono-cible
".
Es ampiificadora. llene a la (en-)catalisis -por razón de
la constante huida del "contexto"-; y se realiza en una
"situación" compleja, acompañada de varios niveles para-lingüísticos
(gestos, señales deícticas, etc.).
Se inscribe, normalmente, en un "circuito" en que el "emi-sor"
y ei "receptor" se sustituyen recíproca y sucesiva-mente
"; por lo que se inscribe dentro de una "comunica-ción"
de tipo bidireccional. Se da naturalmente en el diá-logo
'l. Consiguientemente,
recibe su "sentido" del hablante y oyente (que la sostienen)
y son tan "dicenres" como (si no más que) ei "mensaje"
de que ella es portadora ("receptor" = "destinatario").
La palabra hablada (valga cl pleonasmo) es también uni-dimensional
y lineal, en sí misma considerada 72; pero, con
oue sale al aire» (HOCKETT1,9 71, pp. 556 y 1ZÜ). Pero d a paíabra es irrever-sible;
no puede "cogerse de nuevo" una palabra, a menos que se diga preci-samente
que se la coge de nuevo. Aquí, tachar es añadir ... » (ibíd., p. 83).
69 Roland Bnrthcs scíínla que «sólo podemos hacernos comprender (bien
o mal) si, al hablar, sostenemos una cierta velocidad de enunciación. Somos
como un ciclista o un film condenados a rodar, a dar vueltas, si no quieren
caer o detenerse: el silencio o la fluctuación de la palabra me están igualmen-te
prohibidos: la rapidez articulatoria esclaviza cada punto de la frase a lo
que la precede o la sigue inmediatamente...)) (BARTHES, 1974 d, p. 84).
70 De ahí que el mensaje se haga desenfrañable e inteligible merced a las
preguntas (expresas o tácitas: gestos de sorpresa, etc.) que el receptor -asu-miendo
el papel de 'emisor"- formula a su interlocutor (cfr. HOCKETT1, 971,
p. 555).
'l En !a rharls? n conferencia el pqnd de! %reyitnr3' es re1~ti"zimente p-sivo
hacia el mensaje-producto. Pero no es éste el nivel natural de la palabra,
sino la comunicación-diálogo, en que el receptor interactúa con el emisor y
ambos son coautores del "mensaje".
72 A. Riedlinger anotaba este mensaje oral saussureano: «...aquí tenemos
un carácter capital de la materia fónica que no ha sido puesto en relieve lo
suficiente: el hecho de que se nos presenta como una .c adena acústica, lo que s q c q e! , c d c t e r tempr\r?i! de terier &!o %.ir U i ~ r n r r o P~e.V rir decirse Ym-,-* n
es un carácter lineal: la cadena del habla se nos presenta necesariamente como
una línea (...); todo forma una línea, como en la música (...). La materia
acústica va siempre en el mismo sentido y no admite la simultaneidad de dos
signos» (SAUSSUR1E97, 7, p. 45).
relación al "receptor", es de tipo radial 13. Frente al lector
único, el oyente es, o puede ser, múltiple.
10b) Añadamos que (frente al espacio visual, que es limitado)
el espacio acústico es inagotable: nunca lleno 74. Por otra
parte, y como réplica de la característica loa), la palabra
rítmica desempeña también, por sus cadencias, una cierta
función de ensueño: la llamada del significante ''
Nu suri, obviamente, s61o estas las oposiciones propuestas o posi-bles.
A la luz de un axiomatismo, diríamos que el sistema ni es satu-rado
ni económico.
2.3.8.3.2. Pero las oposiciones presentadas no son tan rígidas y
autoexcluyentes. Las dos características fiindamentantes (de que de-rivan
las restantes): "perdurabilidad/momentaneidad" se reducen a
equilibrio merced al contrapeso de la "ausencia/presencia", respec-tivamente,
de la "situación" y del entorno total. Como observa Roland
Barthes, «paradójicamente, la palabra, efímera, es indeleble; no así
la escritura, que es monumental» (BARTHES, 1974, p. 83); y sólo los
"monumcntos" son demolibles y "reparables".
Preciso es no perder de vista que estamos escribiendo sobre
(= contra) la palabra, sobre lo oral; reduciendo, por tanto, la Palabra
a Escritura. Lo oral no existe aquí y ahora, en pureza, para nos-otros.
De Saussure lo señaló ya en su día:
73 «En cualquier sistema de comunicación que use una vía sonora la trans-misión
será, por tanto, básicamente de tipo radiado: todo órgano o aparato
receptor que se encuentre a distancia apropiada detectará la señal» (HOCKETT,
1971, p. 554).
74 El "fáding" rápido «impide que los mensajes ya transmitidos cubran
desordenadamente el canal de comunicación e imposibiliten la transmisión de
otros nuevos (como ocurre algunas veces cuando se dispone de un pizarrón
pero no de un borrador)» (HOCKETT1, 971, p. 555). Frente a la línea espacial
en que se mueve la escritura, la palahra transciirre en la Zín~a temporal: lo
que significa que su "espacio", que conlleva las propiedades del tiempo, es
ilimitado.
7' blE Tal es el caso de la palabra poética; aunque no el único. Una respe-table
señora, embelesada en la sonora palabra de un mediocre orador nos dijo:
"iqué bien habla este señor!". Interrogada sobre el contenido del discurso
-"metafísico" en este caso-, he aquí su respuesta: "No le he entendido del
todo, pero ;qué bien habla!". Y es que la retórica florida e hiprrotizanle hace
maravillas.
«...la lengua escrita y la escritura repercuten sobre la
lengua hablada» (L. Gauthier, en SAUSSURE1, 977, pá-gina
24) 7 5 .
Jacques Derrida, por otros conductos, viene insistiendo en el sub-yacente
carácter gramatológico de toda nuestra cultura 7 G ; seguido de
cerca por todo un grupo de críticos 17.
2.3.8.4. La tesis macluhaninna:
«El hecho de que la página que ustedes leen está im-presa
es muchísimo más importante que cualquier mensaje
que ((en ella)) pueda trarisniitirse.~
Así iniciaba Paul Riesman su trabajo sobre el hombre "tipográfico/
electrrínirn" (RIFSMAN, 1972, p. 45).
La tesis de Marshall McLuhan, bajo el lema «el medio es el men-saje
», coloca el "canal" en el centro del modelo de la comunicación.
El "medio" se hipostasía y absorbe los restantes constituyentes del
l5 A. Riedlinger clarifica más ese pensamiento saussureano: «La clasifica-ción
de la lengua en el tiempo sólo es posible porque la lengua se escribe.
No se puede entonces rechazar la importancia de la escritura* (SAUSSUR1E9,7 7,
p. 24). «Nunca es totalmente posible deshacerse de la palabra escrita" (ibíd.,
página 25).
'5«Antes de ser su objeto, la escritura es lo condición de lu "episferne",
... la historicidad misma está ligada a la posibilidad de la escritura.. .» (DERRI-DA,
1971, p. 37). «Ese factum de la escritura fonética es masivo, es verdadero,
dirige toda nuestra cultura y nuestra ciencia y no es, por cierto, un simple
hecho entre otros» (ibíd., p. 41). «Pensemos ... que la lengua oral pertenece ya
a esta escritura (...) querríamos sugerir que la pretendida derivación de la
escritura, por real y masiva que sea, no ha sido posible sino con una condición:
que el lenguaje "original", "natural", etc., no haya existido nunca, que nunca
haya sido intacto, intocado por la escritura, que él mismo haya sido siempre
una escritura. Archi-escritura cuya necesidad queremos indicar aquí y esbozar
el nuevo concepto; y que sólo continuamos llamando escritura porque comuni-ca
esencialmente con el concepto vulgar de escritura» (ibíd., pp. 72-73).
'' «La actividad teórica es lectura de una escritura, pero también escritura
de una lectura; relaciona una lectura con toda escritura, y una escritura con
toda lectura» (BAUDRY, 1971, p. 156). «Lccr aparcccrá, pues, como un acto de
escritura y paralelamente escribir se revelará como un acto de lectura, puesto
que tanto escribir como leer no son más que los momentos sin~ulidneos de
una misma producción» (ibíd., p. 157). «Me pregunto si, en última instancia,
no podría identificarse teoría y escritura. La escritura, en el sentido actual que
puede concederse a la palabra, es una teoría. Tiene una dimensión teórica, y
rehusar la escritura, ninguna teoría debe moverse únicamente . desde una
pers,n~&"a puramente inrtr-m~nta! respecto de! !~n~;=aqj efi e fiti!i71\\ ( B A . ~ T E ~ ~ ,
en VH, 101, 1971, pp. 9-10).
"modelo", configurándolos, subordinándolos, difuminándolos, borrán-dolos.
El "medio" o "canal" pasa a ser el gran prot-"agonista" 18.
Análoga es la posición de Edmund Carpenter:
«Este tipo de diferencias en los medios de comunicación
((algunas de las seiíaladas en 2.3.8.3.1)) significa que no se
trata simplemente de comunicar una idea única de diversas
formas, sino de que una idea pertenece primariamente,
aunque no exclusivamente, a un medio, y puede obtenerse
o comunicarse en mejores condiciones a través de ese
medio)) (CARPENTER1,9 68, p. 218).
d a d a medio de comunicación selecciona sus ideas»
(op. cit., p. 219).
«Cada canal de comunicación codifica la realidad de
modo diferente e influye en grado sorprendente en el
contenido dcl mcnsajc comunicado. Un mcdio no cs sim-plemente
un sobre que contiene una carta; es en sí mismo
una importantísima parte de ese mensaje» (ibíd., p. 230).
Sin duda que tras la hipérbole de esta teoría (y toda teoría se
nos muestra como hiperbolizante) late una gran dosis de verdad ";
más allá de los ataques de que -quizá por otros capítulos- el maclu-hanismo
se ha hecho acreedor. Nuestra escritura, la presente, retornará
sobre este propósito.
En la Cibernética de Wiener se define el "modelo" como «meca-nismo
artificial que tiene ciertas analogías con el mecanismo dado
«"El medio es el mensaje" significa, para McLuhan, que en cualquier
forma de comunicación o expresión artística carece de importancia lo que
se "dice" consciente e intencionalmente. Importante es tan sólo el medio a
ti-avés dcl cual se Jicen (FINKELSTEI1N9,7 5, p. 55).
«Este aforismo -"el mensaje es el mediumW- ... Se le puede formular en
estos términos: la comunicación está fundamentalmente determinada por el
canal que utiliza. Lo que implica que desde ese momento no sea considerada
como un proceso único, simple y uniformemente repetido y que se admita el
carácter determinante de su sustrato material (...): cada canal engendra un
tipo particular de comunicación que necesita un método de análisis es-pccíficon
(Bou~orpí, 1973, pp. 29 y 30).
79 «El modo de transmisión se "interpone" más o menos, con mayor o menor
fuerza, entre lo que se dice, o aspira a decir, y el modo como resulta haber
sido dicho, y en algunos casos el último parece importar más que el primero»
(J. Ferrater Mora: «Indagaciones sobre el lenguaje*. Madrid, 1970, p. 31).
y cuya misión es hacer resaltar nuevas analogías» (COUFFIGNA1L9,7 0,
p. 62). Así, por ej., el "modelo informático" trata de captar analógi-camente
el proceso de la telecomunicación (mecánica).
A: aí j~kaie : "ii~üdelü i11fü~1116íi~ua" id C U L I ~ U I ~ ~ L ~ L~~ ÚI IUI I I I ~ I I ~ ,
se ha procedido -más o menos conscientemente- conforme a la idea
nuclear de Wiener: estudiar los procesos humanos a la luz de "mode-lob"
U L'bim~ladore~'' mecánicos. Pero quizá se ha olvidado o no
tenido muy en cuenta que:
«En esta comparación de la máquina con el hombre es
preciso hacer resaltar que "una máquina eficaz no se com-porta
de la misma manera que el hombre en las acciones
en que lo reemplazav» (COUFIGNAL1,9 70, p. 105).
El proceso de comunicación mecánica y el humano parecen com-portar
relaciones de analogía, mas no de identidad. De ahí que una
identificación acrítica de ambos procesos conduzca a resultados im-previstos.
Recurriendo a una analogía, diremos que tal identificación
guarda correspondencia con la inserción indebida de un cuerpo extra-ño
en el organismo humano. El fenómeno de "rechazo" no tardará
en dejarse sentir 'l.
La adopción de un modelo analógico -cual es el presentado
en 2.1- supone, como requisito metodológico, someterlo a prueba en
las fases dcl llamado "razonamiento analógico"; que, en su versión
cibernética, son:
1 ." Construcción del modelo (o "simulador").
2." Puesta en funcionamiento del mecanismo, y observación de
los resultados.
3." Reificación de las nuevas propiedades descubiertas en el mo-delo.
Pues bien, este razonarnicnto lo vicnc realizando la historia. Como
correspondiente a la primera fase, hemos presentado el modelo semio-
80 C - 3 ----- I-. -:.. ... 7 - J - .
LIC. UGIIVIIIIIILI « J ~ ~ ~ L U L UdUeV ~ui~ia~ iPuiici6ii ai ~iiiecariimiu rnuiariui cuya
única analogía con el original consiste en perseguir el mismo fin» (COUFFIGNAL,
1970, p. 63).
'' El presente ensayo señala algnas de sus consecuencias; en ,íltima ini-tancia,
la «muerte» de la "comunicación" manejada en el lenguaje ordinario.
lógico de la comunicación humana (2.1 y 2.2), en sus distintas ver-siones
centralistas (2.3). La adopción del modelo mecanicista es un
hecho, y parte de su puesta en funciomiento (segunda fase) también;
,y...ou0 ru roll -iiriv.AuerlLnv v-L-i:t-;:i.i.i-a .l .l v:- sc ha v i ~ :in~c rcmiitadu por iiücvos COX-tituyentes:
"objeto", "contexto" y "situación". Resta ahora llevar el
razonamiento hasta sus últimas consecuencias @.
El tránsito lógico de la 3.a fase a la 4." constituye el problema nuclear
que nos ocupa. En una 5." fase, co~zsurnatoria, habremos de llegar a la depo-sición
del modelo construido en la 1.a Si el modelo originario (modificado o
no) es aceptable (= "P"), entonces explicará satisfactoriamente la comunica-ción
(o "incomunicación") humana (= "Q); mas no cabe llegar a tal expli-cación
satisfactoria (= "-0"); por lo que el modelo originario no es acep-
.. tabie (= --Y''). El modelo cibernético no funciona como lo modelizado (la
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