LA PRENSA CANARIA Y EL VUELO DEL PLUS ULTRA
ENCARNACLI~ENM USL OPEZ
El 22 de enero de 1926 alzó el vuelo en Palos el hidroavión «Plus Ultra»;
sus tripulantes, Ramón Franco, Julio Ruiz de Alda, Juan Manuel Durán y Pablo
Rada, lograban culminar días después la primera travesía sobre el Atlántico Sur l .
La experiencia provocó una resonancia clamorosa, siendo objeto del unánime
seguimiento de los medios de comunicación de la época, porque, además de su
interés como hazaña que abría una nueva era en la historia de la aviación mun-dial,
en las circunstancias españolas de entonces quebró la línea de atonía y de
inercia por la que transcurría la vida del país, levantando la confianza en la
unidad nacional y la esperanza en la apertura de una nueva etapa en la historia
de la «Raza hispana*, ideales que la Dictadura insistía en enarbolar.
Pretendemos desarrollar precisamente esos dos componentes del sentimiento
nacional.
Por otra parte, el hecho de que recientemente la prensa de Las Palmas se haya
ocupado de publicar una reconstrucción del viaje me excusa de relatar sus porme-nores
y permite que me ciña a su sentido político y que destaque las escalas en
esta ciudad, tanto en la travesía de ida como en c1 regreso de los aviadores.
Creo que la documentación elegida para este estudio posibilita perfectamente
el objetivo trazado, porque, si acabo de establecer la transcendencia política de la
experiencia, hay que convenir en que fue, en gran medida, el tratamiento otorgado
por los medios de comunicación el que introduce sobre el acontecimiento del «raid»
del Plus Ultra todo su matiz político. Esta es una de las ocasiones en las que la
actitud informadora de la prensa escrita -porque de hecho debemos ceñirnos
1 Si bien los aviadores portugueses Gago Coutinho y Sacadura Cabra1 en 1922
habían atravesado ya el Atlántico, pero problemas de toda índole les obligaron a usar
varios aparatos. * Martín Moreno, «A los 60 años de la fiesta del Plus Ultra», La Prosincia, 19 y 26
de enero y 2 de febrero de 1986.
a este medio- resulta definitoria: las informaciones de cómo los aviadores iban
alcanzando cada etapa se transformaban en documento político cuando la prensa
las ofrecía al público comentadas en sus páginas o unidas a los discursos de las
autoridades.
No en vano el suceso transcurre durante la Dictadura de Primo de Rivera,
en una situación de expcepción para la prensa bajo el régimen de censura previa.
En esos años había quedado en suspenso la Ley de Prensa de 1883, en espera de
un Estatuto de Prensa que no prosperó. En consecuencia, la censura dependía de
los gobernadores civiles, que la ejercían de forma «un tanto irregular e incohe-rente
» 3.
Esta pertenece al tipo de noticias que, en tiempos de ausencia de libertad de
prensa, sirve para ocultar problemas políticos de base, a la vez que se hincha con
la doctrina ideológica del régimen. Este caso, además, se presta a ello adecuada-mente,
porque la categoría de la hazaña justificaba por si misma el tratamiento
de primera magnitud, sin que resultara chocante el trasfondo.
En la prensa de Las Palmas -y sucede lo mismo para la sevillana, que he
podido consultar también en la misma época- la prueba mantiene, desde su
inicio hasta el final -y aun después, con el regreso de los aviadores- el tono
de materia informativa de primer orden.
Al tema se dedican las primeras planas con titulares a varias columnas. Con
frecuencia la información se reelabora e inspira los editoriales, y en las páginas
interiores, en la sección telegráfica y de agencia, se presentan los cables llegados
desde Madrid y provincias y algunas repúhlicas americanas. Los diarios acogen
también en sus páginas artículos de colaboradores unánimemente ensalzadores de
la proeza. En definitiva, la campaña de prensa logró que la nación siguiera em-belesada
cada hora del vuelo y vibrara al unísono con el éxito de los aviadorcs
españoles.
* * *
El hidro con cinco hombres a bordo partió el 22 de enero de Palos después
de cumplir con el rito de emular los últimos pasos de Colón previos al viaje del
Descubrimiento: la víspera los protagonistas oyeron misa en Huelva ante la
Virgen Milagrosa, que había protegido a Colón; el día mismo de la partida co-menzó
con una misa en la iglesia de San Jorge de Palos. A continuación, los frailes
del convento de Loreto impusieron a la tripulación la medalla de la Virgen dc
Loreto, pairuna de la Aviación. A las siete hoias ciilcuenta y cinco niinutos sc
elevó el laidro en busca de su primer destino, Las Palmas de Gran Canaria.
Estaba previsto emplear ocho días -tres en escalas y cinco de vuelo-, pero
las dificultades técnicas obligaron a prolongar las estancias en tierra para reparar
el aparato y hubo que añadir dos nuevas paradas, en la isla de Concepción, del
archipiélago de Fernando Noronha, antes de llegar a Pernambuco, y después de
Rín de Janeiro, en Mnnteviden Fn total se recorrieron 10.270 kilómetros en cin-cuenta
y nueve horas y treinta y nueve minutos de vuelo.
3 Almuiña Fernández, Celso, ((Prensa y poder en la España Contemporánea*, lnues-tigaciones
Históricas de la Universidad de Valladolid, v. 1, p. 316.
4 La primera etapa la realizó también el fotógrafo Alonso que grabó la escena
desde el «hidro». En Las Palmas hubo de abandonar ante el exceso de peso que difi-cultaba
el vuelo.
En cada una de estas etapas, los aviadores eran acogidos por una muchedumbre
entusiasmada que encabezaban las autoridades correspondiente, a quienes se en-tregaban
los mensajes enviados por el rey, el presidente del Gobierno y los Ayun-tamientos
de muchas ciudades de España, de los que los aviadores eran portadores.
En Brasil, Uruguay y Argentina los tripulantes fueron recibidos por los presidentes
respectivos.
La llegada a Buenos Aires el 10 de febrero resultó apoteósica; en España el
día fue declarado fiesta nacional.
Una vez en Argentina, las colonias de residentes españoles en otras repúblicas
americanas y los propios presidentes de aquéllas solicitaron a Ramón Franco con
irisiblericia que wiiiiriuara el periplv vibikiriclu ulrab iiacivries; Mejiw, Cuba y Chile
cursaron esa petición, y el comandante, llevado por la ola de entusiasmo que le-vantaba
el Plus Ultra allá donde tocaba, parecía proclive a continuar. Sus dudas
fueron cortadas por el Gobierno que, temeroso de que mayores audacias echaran
a perder el éxito de la empresa, ordenó que el hidro fuera regalado a la Argentina
y los aviadores regresaran en barco.
He mencionado ya el exhaustivo seguimiento del trayecto por parte de la prensa;
quiero apuntar, ahora, una característica particular de esta densidad informativa.
La precariedad de los medios de comunicación hacía muy difícil transmitir las
noticias para la prensa de provincias con suficiente rapidez y esta carencia se
acentúa lógicamente para Las Palmas. Sin embargo, en esta ocasión la dificultad
no parece existir: los periódicos, asociados a los Gobiernos civiles, intensificaron
su esfuerzo. El hecho es que El Diario de Las Palmas, periódico vespertino, llegaba
a ofrecer telegramas de sucesos acontecidos el mismo día. Y, desde luego, La Pro-vincia
solía insertar puntualmente todas las novedades del día anterior, lo cual era
muy difícil con los medios al alcance.
Pero aún m& qut: la rapide~ y la densidad inforniativa, lo que sorprcnde es
que en esta ocasión se rompa el esquema radial de las comunicaciones que partía
de Madrid. De repente irrumpen en las páginas de la prensa local los telegramas
proccdcntcs dc otras provincias españolas con la clara finalidad de reflejar bien
la favorable acogida de las incidencias del raid en cada rincón español.
«En Bilbao se celebra una misa por los aviadores en la Basílica de la Virgen
de Begoña L...]. En Baracaldo se celebraron solemnes rogativas por el éxito [. . .]»
«En Sevilla el Cabildo catedralicio se reunió ante la capilla de la Virgen de la
Aiitigua, primera que veiiwaroii los cristianos en Ainéiica, cn la catedral, y cantó
una salve para rogar por el feliz éxito del viaje* 6.
«El comandante Franco ha sido declarado hijo adoptivo de Huelva. El Ayun-tamiento
ha acordado poner el nombre de los héroes a las principales calles de la
población» 7.
5 «Del Raid. Información por telégrafo», La Provincin, 31 de enero de 1926, p. 6.
6 El Correo de Andalucía (Sevilla), 31 de enero de 1926, p. 1: La Provincia, 2 de
febrero de 1926, p. 7.
7 «Información Telegráfica: Huelva, día 3», La Provincia, 4 de febrero de 1926, p. 3.
Los ejemplos son continuos. Insertanlos también éste, porque explica y resume
por sí mismo:
«Valencia, día 4: El alcalde de esta capital ha recibido un despacho contes-taci6n
de su colega de Buenos Aires diciendole que, cuando las alas victoriosas
del hidroavión se proyecten sobre el cielo argentino, un sólo grito brotará de
la conciencia argentina: ¡Viva España! » 8.
Como comentario, remitimos el editorial de La Provinciu del día 6 de febrcro
- e l día 4, a las veinte horas peninsulares, había alcanzado el hiciro Río de Ja-neiro:
«[ ... ] la expedición de los aviadores es para nostros los españoles entusiastas,
por cuanto honor y bien a la patria refluye, motivo de satisfacción y legítimo
orgullo.
Si en todas partes ese sensacional acontecimiento es recogido con ruidoso
júbilo C...] más intensa debe ser nuestra acogida por ser nuestros compatriotas
los iniciadores [ . . .l.
Así se ha entendido en todas las pronvincias, que se aprestan a festejar dig-namente
la llegada del hidro a Buenos Aires [...l. Debemos unirnos con igual
ardimiento» 9.
Nos referíamos antes a que este tipo de reflexión ofrecida en los editoriales
transformaban en materia política el éxito del viaje. A nadie se oculta que en el
momento España padecía como uno de sus problemas más graves el nacionalibmo,
que hacía su aparición de una forma u otra en muchas regiones españolas. Frente
a ese sentimiento, la Dictadura intentaba reforzar la identidad nacional y el vuelo
venía a convencer de que una patria firmemente unida podría enfrentarse con éxito
a su recuperación en el plano internacional.
El general había zanjado definitivamente en 1926 el problen~a de Africa que
venia arrastrándose desde tanto tiempo atrás y estos textos dejahan inferir que, tal
como la unidad lograda por los Reyes Católicos había posibilitado el viaje de
Colón, ahora se «reconquistaba espiritualmente» América con el vuelo del «Nuevo
Colón» :
«Barcelona: se celebró una manifestación pieccdida por la banda de inúsics
municipal C...] Vitoreó a Espaiia, al Rey y a la Aviación)) 10.
En este contexto se inserta el siguiente comentario:
<El raid ha hccho naccr cntrc los españoles un nuevo sentimiento que paiecía
perdido: La solidaridad [. . .] Felicitémonos, amigos, como [ . . . ] españoles de la
nueva conquista espiritual [...] Hablo de esta otra conquista, de nuestro orgcrllo
de españoles [...] del sentimiento patriótico que nos ho unido en la esperanza
de este triunfo [...]» 11.
8 «Información Telegráfica», La Proitincia, 5 de febrero de 1926, pp. 6-7.
9 ((Homenaje a los aviadores)) (editorial), La Provincia, 6 de febrero de 1926, p. 1 .
'0 «Más del raid», La Provincia, 6 de febrero de 1926, p. 7.
11 Rial, José, «La España de todos», La Provincia, 11 de febrero de 1926, p. 3.
La conexión es inmediata: la unidad interior de la patria es la única base que
puede sustentar una política exterior ambiciosa y firme.
De todas formas, corresponde a Primo de Rivera un serio intento de estrechar
las relaciones españolas con los países hispanos; lo que en el momento se denominó
el «hispanoamericanismo práctico». En septiembre de 1926, Yanguas, ministro de
Estado, declaraba que la unidad y el estrechamiento de lazos con América eran,
después de Marruecos, el nuevo objetivo en política exterior 12.
Sin duda, el raid había sido una sugerente declaración simbólica de este estre-chamiento,
como también fue un valioso acto publicitario de otro acontecimiento
que ya se preparaba cuidadosamente: la Exposición Iberoamericana de Sevilla.
Esta ciudad había nombrado al comandante Franco y a sus acompaflantes sus le-gados,
para que exhortaran la comparecencia americana al citado Certamen.
Era propósito de Primo de Rivera que aquel encuentro no fuera un simple
acto protocolario, sino cl gran rccncucntro dc los paíscs dcl mismo bloque cultural;
durante los años de la Dictadura se desarrolló una intensa actividad en la reno-vación
diplomática de España en América y en la negociación de tratados comer-ciales
13.
Los esfuerzos de esta política se revistieron, sin embargo, de un carácter pu-blicitario
por una dictadura que se manifestaba así muy a tono con lo que, por
entonces. acontecía en la «Europa de los dictadores»:
«El raid [...] representa el suceso más importante que en la vida de nuestra
Raza ha ocurrido durante mucho tiempo.
La Providencia ha querido que tal suceso ocurra en el momento de mayor
desorientación de los pueblos pe&nsulares [. . .] Decimos desorientación, [porq;e]
el momento actual no es el .u rouicio, uero la vitalidad de la Raza se mantiene A
intacta [...]N 14.
Raza, providencia.. . son palabras que frecuentemente aparecen en estos artícu-los.
Expresan una infantil creencia en que a España le estaba aguardando el
destino de ser capitana de un «imperio espiritual» hispano. El viaje era un hito
en medio de la total ausencia del país en el marco de una política superior desde
1898. Como bien escribía José Rial:
«Nuestros manantiales espirituales estaban secos, aprendimos en la historia que
habíamos sido tan grandes que, por comparación, nos sentíamos demasiado pe-qucños.
C...] y el valor de un pueblo depende de sus hombres, la hazaña es individual,
pero responde a un esfuerzo colectivo, y es una índice de la potencia nacional)) 15.
12 ~Yanguas hace interesantes declaraciones acerca de la actividad que debe desarrollar
España para intensificar nuestras relaciones económicas y comerciales con América*,
El Liberal (Sevilla), 23 de septiembre de 1926, p. 1.
'3 Véase Lemus López, Encarnación, La Exposición Iberoamericana rr traiGs de la
prensa (1923-1929), Sevilla, 1987, pp. 232-235.
'4 «Mientras vuela el Plus Ultra. Portugueses y Españoles, la cultura ibérica*, Lo
Unión (Sevilla), 9 de febrero de 1926, p. 2.
15 Rial, José, «El culto a los semidioses», La Provincia, 1 de abril de 1926, p. 1.
He dejado para el final estc brusco viraje entrc el plano de la ideología por
el que hasta ahora deambulábamos y el de los intereses materiales concretos que
se desarrollan en este punto.
En el caso de la ciudad de Las Palmas habia un motivo especial para que el
triunfo del proyecto sostuviera en vilo a la ciudadanía: se trataba de reivindicar
su vocación de puente en la conexión marítima o aérea entre Europa y América,
y la prensa tuvo buen cuidado en destacarlo a lo largo de todo el trayzcto.
A las catorce horas cuarenta v cinco minutos locales del 22 de enero auareció
el hidro por el istmo de Guanarteme, diez minutos después amerizó y quedó fon-deado
en la dársena interior del Club Náutico. Aunque las órdenes del Ministerio
de Estado habían informado días antes ai gobernador civii que ei hiáro proseguiría
su ruta el día 23 y que, por tanto, las horas de estancia en la ciudad de los tripu-lantes
se dedicarían- al descanso, no sucedió así, porque el estado del aparato
aconsejaba una revisión más detcnida. El raid sc rctomó el día 26 a las sietc horas
de la mañana. En aquellos días los protagonistas recibieron la aclamación sin tregua
de las autoridades y del pueblo de Las Palmas.
-1 -S entrarla LIS !'dmlS A! CZWQ I I Z ~ ~ ~ QE-P hizo 3 !as q'iinr~ hnrns
treinta minutos del día 23 con una comitiva que atravesó las calles Triana, Malteses,
Muro, Obispo Codina, Primo de Rivera, Doctor Chil, Gradas y Herrería, hasta la
iglesia de san Antonio Abad, en donde se entonó un Te Derlnz en honor de gracias.
La primera salida del hidro, proyectada para el domingo 24 en el Puerto de
la Luz, hubo de ser aplazada, porque la excesiva carga del aparato y la marejada
impidieron que pudiera elevarse. El despegue definitivo aconteció el 26 en la
bahía de Gando, cuyas condiciones eran muy favorables para la seguridad de
estos aviones.
A partir de entonces, el Puerto de la Luz y el proyecto de aeropuerto cn Gando
acompañaron al Plus Ultra. Como comentaba El Diario de Las Pcrlnzrrs:
«Durante muchos días, pero especialmente los cinco en que el célebre hidro-avión
de Franco estuvo en Gran Canaria, el nombrc dc Las Palmas y dc su
puerto ha sido pronunciado, traído y llevado por los cables subn~arinos y los
hilos de telégrafo millones de veces por Europa y América)) 16.
Los gobernantes de Gran Canaria y la prensa emplearon la presencia de la
ciudad en la aventura para solicitar del Gobierno el apoyo al puerto y al aeropuerto.
Podemos datar en este vuelo uno de los primeros pasos del actual aeropuerto de
Gando:
«[ ...] es hora de pensar en el porvenir de la ensenada de Gando como puerco
ae aviación en ei oceano para eniamr fuiopa, ACr i~ay A I I I ~ ~!?.~ L ~ B
Tales peticiones y el éxito de la expedición coinciden con la Real Orden publi-cada
en La Gaceta de Madrid en los primeros días de febrero, por la que se
autorizaba a la Compañía Aérea Española que estableciera una línea aérea entre
Irún y Río del Oro 18, con escalas en los siguientes puntos: Ean Sebastián - Bilbao -
Vitoria - Burgos - Valladolid - Segovia - Madrid - Ciudad Real - Córdoba - Sevilla -
Cádiz - Tánger - Casablanca - Mogador - Agadir - Cabo Juby - Las Palmas - Teneri-fe:
una navegación aérea de «cabotaje». La línea quedaba autorizada para trans-porte
de correspondencia, mercancías y también pasajeros. La medida no conside-raba
todavía la construcción de un aeropuerto en Gando, sino que abría al tráfico
aéreo oficial ya1 particular de hidroaviones el Puerto de la Luz.
Por último, refiero suscintamente el regreso de los protagonistas a bordo del
crucero argentino «Buenos Aires», que arribó a Las Palmas el 2 de abril a la una
de la madrugada. La escala del crucero ostentaba el mérito especial de ser el
primer puerto de territorio nacional que tocaban los aviadores tras la victoria.
Días antes, la prensa había insertado el calendario de los actos festivos y bandos
de la alcaldía que alentaban a la población a participar en los festejos y en el
adorno de las íacliadas y balcoiies de las calles que alravesaría el curleju.
Los momentos culminantes fueron el homenaje al mecánico Pablo Rada con el
descubrimiento de la lápida que daba su nombre a una calle en el puerto y el
obsequio de una medalla de oro de que fue objeto por parte del gremio de chóferes
y las federaciones obreras de Las Palmas y el nombramiento de Ramón Franco
como hijo adoptivo en el Salón Dorado del Ayuntamiento capitalino.
Con el título recibió un significativo encargo del alcalde: que intercediera ante
los poderes públicos para que se aprobara de una vez el ensanche del Puerto de
la Luz 19.
La misma tarde, a las dieciocho horas, el «Buenos Aires» dejó la isla camino
de Palos, donde el rey Don Alfonso XIII y Primo de Rivera habían de recibir a
los héroes. En recuerdo de esta hazaña se creó la medalla del «Plus Ultra».
18 «En la Gaceta», Diario de Las Palmas, 10 de febrero de 1926, p. 2.
19 «El 'Buenos Aires' en Las Palmas*, La Provincia, 4 de abril de 1926, p. 1.