CRONICA Y SEMBLANZA WANGUEMERTIANA
DE MERCEDES PINTO: UNA FE-MINIST_A_
CANARIA EN CUBA (1935.1936)
MANUEL DE PAZ SÁNCHEZ
Universidad de La Laguna
1. INTRODUCCION
Este artículo sólo desea atraer la atención sobre un tema que, con-sideramos,
debe ser objeto de una exégesis mucho más profunda y
minuciosa que la nuestra. La historia personal de Mercedes Pinto,
su biografía, apenas tendría importancia si no la estudiáramos en un
contexto mucho más amplio del que ahora trataremos de esbozar.
Es más, digamos que nuestra meta sería la realización de un exhaus-tivo
estudio monográfico sobre el papel de la mujer canaria -anóni-ma
y popular- en América Latina. Desde Argentina a Cuba o la
L&iln2. Des& M+= 2 Chile.
Concretándonos a los límites impuestos -voluntaria e involunta-riamente-
a nuestro pequeño artículo, debemos indicar que la figura
de i"!er~edes Tilitú ser2 estu&& sub iudu a iraves de la informa-ción
que de su estancia en Cuba (1935-1936) nos facilita el conocido
periodista y político palmero Luis Felipe Gómez Wangüemert l, quien
' Sobre Luis Felipe Gómez Wangüemert puede verse: *José Esteban Guerra
Zerpa y Luis Felipe Gómez Wangüemert: dos palmeros en la revista El Guan-che
», artículo que publicamos en El Día. SIC de Tenerife. 4 de diciembre
de 1977. Este personaje también fue objeto de estudio por nuestra parte en
además se preocupa de destacar la vertiente feminista de la ilustre
hija de Tenerife '. Y he aquí, nuevamente, un campo que merece ser
objeto de investigación y crítica científica, no sólo en lo referente a
Canarias, sino en la siempre vigente dimensión de los vínculos con
ei Continente americano.
La labor literaria de Mercedes Pinto, que consideramos -modes-tamente-
de interés, sería -por último- otro terreno sobre el que
convendría arar. Profanos en la materia preferimos diferir este pro-blema
a los especialistas, utilizando sólo aquello que pueda resul-tarnos
significativo para nuestra aportación. Finalmente, sóln nos
resta consignar que, como en todo proyecto de investigación, podrán
apreciarse algunas lagunas y otras tantas dudas que confiamos serán
resueltas progresivamente.
una comunicación que presentamos en las 11 Jornadas de Estudios Canarias-
América de la Caja de Ahorros de Santa Cruz de Tenerife: «L. F. Gómez
Wangüemert y la masonería palmera y cubana de la década de 1930)) (octubre
de 1979, en prensa). Luis Felipe Gómez, debido a su participación en la
crcación del Partido Nacionalista Canario de Cuba (1924-25) y en la dirección
de la revista El Guanche, órgano de prensa del mismo, ha sido exaltado en
más de una ocasión por la pseudo-historia positivista y anacrónica, teñida
de un profundo matiz politizante, de algunos «especialistas» en la historia
contemporánea de nuestras Islas y, particularmente, del nacioi~ulismo canario.
Quede esto como protesta a la manipulación vergonzosa de la Historia.
En efecto, merecería la pena estudiar el pensamiento y, particularmente,
los escritos del palmero referentes no sólo a Mercedes Pinto, sino a las mujeres
en general, especialmente en lo que toca al papel social de las mismas. Así,
a título de ejemplo, podemos reseñar algunos de sus trabajos: «El Espíritu
Guanche. A Tomás Guillén Leal», El Tiempo, S/C de La Palma, ?O de jiinin
de 1933; «Notas de Cuba ... Acción femenina», El Tiempo, SIC de La Palrna,
3 de agosto de 1933; «Notas de Cuba», El Tiempo, SIC de La Palma, 24 de
noviembre de 1933; «Notas de Cuba. Valores femeninos», S/C de La Palma,
15 de dicieiiibre de i933; «iu'uies cit. Cuba. ivíujeres repubiicanasn, Ci Tiempo,
SIC de La Palma (en adelante, S/CP), 12 de abril de 1934; «Notas de Cuba.
El Día de la Mujer», El Tiempo, S/CP, 7 de mayo de 1934; «Notas de Cuba.
El Día de las Madres», El Tiempo, SJCP, 16 de iunio de 1934: «Notas de
Cuba ... Acción femenina*, El Tienzpo, S/CP, 8 de septiembre de 1934; «Notas
de Cuba. Cambula», El Tiempo, S/CP, 8 de julio de 1935; «Notas de Cuba.
En memoria de Ofelia Nieto), El Tiempo, S/CP, 23 de agosto de 1935;
«Notas de Cuba. Movimientos fcmcninosn, El Tiempo, S/CP, 7 de acpticiiibre
de 1935; «Notas de Cuba. Izquierda Republicana (mujeres revolucionarias)»,
El Tiempo, S/CP, 21 de enero de 1936; «Notas de Cuba. Revelación femeni-na
», El Tiempo, S/CP, 9 de marzo de 1936, y «Notas de Cuba. El Club
femenino», El Tiempo, S/CP, 11 de junio de 1936.
11. APUNTE BIOGRAFICO
María de las Mercedes Pinto Armas nace en La Laguna el 12 de
octubre de íE33. Fue ia primera de ias dos unicas hijas del matri-monio
formado por el notable prosista lagunero Francisco María
Pinto de la Rosa (La Laguna 4-VI-1854 - Santa Cruz de Tenerife
19-11-1885) y por Ana María de Armas Clós, «joven de veinte abriles
natural de Las Palmas, e hija del Presidente de la Diputación Provin-cial,
don José Armas Jiménezn 3.
Años más tarde -convertida ya en poetisa y escritora- Mercedes
Pinto recordará su infancia tinerfeña en un bello poema que dedicara
a don Patricio Estévanez y Murphy, «en cuyo nombre glorioso saludo
a todos mis paisanos» ':
Era tu recuerdo. madre, quien en la tarde sombría;
como una luz encendida al fondo del alma mía,
alumbraba los menores detalles de lo que fue ...
Cfr. PADR~ANC OSTAS, ebastián: Retablo Canario del siglo X I X , edición,
notas e índices por Marcos G. Martínez, Aula de Cultura de Tenerife, 1968,
p. 127. El mat.r imonio se celebró en la parroquia matriz de Nuestra Señora , Uc la Coiic~ijci~cnii Santa Cruz, e: 17 de jüiiiü de i882. Paia la leciia de
nacimiento y otros datos de Mercedes Pinto, véase PINTO DE LA ROSA, José
María: Tinerfeños ilustres del siglo XIX. Don josé María Pinto y Vega y
Don Francisco María Pinto de la Rosa, prólogo de José Manuel Guimerá y
Gurrea, Imp. Zap. Zaragoza, 1955, 108 páginas, pp. 70 y 71. Esta obra es un
cúmulo de materiales publicados en su mayoría y sin elaboración ni interpre
tación alguna. Como es sabido (cfr. PADR~Np:p . 126-134; PINTO: pp. 24 y si-guientes,
y ARTILES, J. y QUINTANA, 1.: Historia de la Literatura canaria,
Plan cultural, Las Palmas, 1978, pp. 168 y 169), don Francisco María Pinto
de la Rosa fue uno de nuestros patricios más destacados del XIX: profesor
de Retórica y Poética en el Instituto lagunero, Licenciado en Filosofía y
Letras por Granada, catedrático numerario de Psicología, Lógica y Etica en
la Universidad de San Fernando, colaboró y dirigió la sección literaria de la
famosa Revista de Canarias que fundara y dirigiera a su vez don Elías Zerolo.
Sus artículos y producción en general fueron piihlirrrdor en vnlumen pnr e!
Gabinete Instructivo de la capital de la provincia, bajo el título de Obras de
Francisco María Pinto, con prólogo de Galdós. Como buen liberal decimo-nónico,
fue una de las principales figuras, junto al propio Zerolo, de la Logia
laguriera Nueva Eru, n." 93 (1875-1878), véase al respecto nuestro trabajo La
Francmasoneria decimonónica en Tenerife: La Logia Nueva Era, n.O 93 de
La Laguna, premio «Don Lope de la Guerra» de la Sociedad Económica de
Amigos del País de Tenerife, 1979 (en prensa).
PINTO, Mercedes: Brisas del Teide (poesías). Prólogo de Cristóbal de
Castro. Imprenta de Juan Pueyo, calle de la Luna, 29, Madrid (1924), 68 pá-ginas,
pp. 26-28, «Evocación». El ejemplar de este libro conservado en la
Eibiioteca de ia Universidad de La Laguna tenia ía mayor parte de sus páginas
sin cortar, signatura C.a 36/F-15.
Y al resonar del «Preludio», vi el salón iluminado ...
El retrato de mi abuelo con toga de magistrado ...
Los sillones de damasco en que, dormida, soñé.
No falta en el poema la alusión a la temprana muerte de su
progenitor ':
Vi el mar canario dormido entre sus olas de encaje.. .
Escuché los «capirotes» trinando desde el ramaje.. .
Te vi meciendo mi cuna al cantar del «Arrorró»,
y en tus ojos de esmeralda brillar las gotas del llanto
al imborrable recuerdo que envolvió con negro manto
tu juventud desgarrada por el amor que murió ...
La tinerfeña -«guardadora del legado de saber y de patriotismo
de su padrcn- se casó con el catedrático de la Escuela de Náutica
de Santa Cruz y capitán de marina mercante, don Juan M. Foronda
y Cubilla el 21 de enero de 1909, actuando de testigos don Patricio
Estévanez y don Joaquín Santos Ecay, gobernador civil de la pro-vincia
6. El matrimonio debió trasladarse a Madrid a finales de la
década de 1910 o principios de la de 1920, pues en 1924 la poetisa
dio a la estampa -prologado por Cristóbal de Castro y en la capital
de España- un libro de poemas: Brisas del Teide ", al que perte-necen
las dos estrofas anteriores reseñadas. Según Padrón Acosta,
algunas de las composiciones que formaban el citado libro fueron
leídas por su autora en el Ateneo de Madrid, «con elogio de los
periódicos de la Corte, que subrayaban la poesía Más alto que el
Aguila» '. No es de extrañar que este poema llamase la atención
de la prensa madrileña, por cuanto el prologuista de la obra en
cuestiíin ve en sus versos iin asigno de rebelión» que «dice la clave
de su vida, la esencia de su espíritu de mujer, cuya mano gentil está
sangrando por la garra de la fiera. Es la clave espiritual, no sólo de
ella, sino de tantas otras mujeres. El problema sentimental; el gran
problema feminista» 9. La citada poesía, dedicada a Eduardo Barrio-
= Ibidem. La autora también dedicó un poema a su padre, en que canta
su ausencia con desgarrados versos de profunda influencia romántica; véase
al respecto, PINTO DE LA ROSA, José María: Op. cit., pp. 82-83, «A mi padre».
Cfr. PADR~ANC OSTAS, .: Op. cit., p. 128, y PINTOD E LA ROSA,J osé María:
Op. cit., PP. 70-71.
PINTO, Mercedes: Op. cit.
' Cfr. PADR~ANC OSTAS, .: LOC. cit. El poema en cuestión ocupa las pági-nas
40-42, del citado libro de la señora Pinto.
' CASTROC, ristóbal de: Prólogo a Brisas ..., p. 7. La cursiva es mía.
bero, va encabezada por una frase sintomática de L. Tolstoy lo. He
aquí dos de sus estrofas significativas ":
Grillctcs cn los pies, venda eii los ojos,
prohibidas la acción y la palabra;
en las puertas fortísimos cerrojos
y castigo ejemplar al que las abra.. .
................................................
Todo eso puede, y mucho más, hacerte
el que sobre tu ser manda e impera.
Siempre, sobre «la mano», por más fuerte,
ha de poder «la garra» de la fiera.
Mas, no fue este pequeño libro de poemas la única obra de Mer-cedes
Pinto. En la página 4 de Brisas ... se anuncia la preparación
de un libro titulado El y se detalla, asimismo, la edición agotada
de una colección de CuentosB. Quizá pertenezca a esta colección
el que publicara el periódico palmero El Tiempo el 18 de junio de
1936, bajo el título de ¡Rosas! ¡Rosas!, y cuya acción sitúa la
autora en el Hotel Taoro de La Orotava, «a raíz de firmarse la paz
europea», obviamente al término de la Primera Guerra Mundialn.
A la última etapa -antes de su partida para la Península-de
la escritora isleña en su tierra natal, pertenece también la siguiente
escena quc, scgún propia declaración, observara Sebastián Padrón
Acosta (1900-1953) en el Instituto lagunero 14:
«Siendo yo estudiante de Bachillerato presencié el examen de
Gramática Castellana en el Instituto de 28 Enseñanza de La Lagu-na
de un niiío, que era rubio como un angelote arrancado de un
lienzo de Murillo. El tribunal estaba compuesto por don Antonio
Zerolo, don Antonio Alvarez de Linera y don Tomás Yanes.
En la puerta que daba acceso al aula destacábase, a contraluz,
la silueta gracil de una mujer que tenía los ojos verdes. Zerolo
dictó al angelote rubio una frase, que éste escrihih en la pizarra,
mientras la dama de los ojos verdes correspondía a la finura del
'O PINTO, Mercedes: Supra. La frase a que nos referimos de León Tolstoy
comienza: Si no te sientes águila, no quieras volar con el pensamiento ...,
véase Apéndices.
l1 Ibídem. Las estrofas a que nos referimos son la l? y la 3.a, Apéndices.
U Ibídem. El texto anunciador dice así: «Obras de la autora. Cuentos
(agotada). En preparación El.»
" Cfr. «¡Rosas! ¡Rosas! Un cuento por Mercedes Pinto...», El Tiempo,
S/CP, 18 de junio dc 1936, pp. 1-2, Apéndices.
l4 PADR~ANC OSTAS, .: Op. cit., p. 128.
poeta con una sonrisa y una leve inclinación de cabeza. La frase
dictada por don Antonio Zerolo era ésta: Mi padre fue un gran
marino y mi madre es una gran poetisa. La dama de los ojos
verdes era Mercedes Pinto de Foronda y el angelote rubio Juan
de Foronda y Pinto.»
Fue éste el primogénito y único varón del matrimonio Foronda-
Pinto, nacido en Santa Cruz dc Tenerife el 4 de noviembre de 1909.
Ana María Foronda, «poetisa y escritora)), nacería el 24 de noviembre
de 1910, y María de las Mercedes vino al mundo en la misma ciudad
el 16 de julio de 1914. Tras la muerte de su esposo el 30 de agosto
de 1926, Mercedes Pinto debió emigrar a Sudamérica 15.
Padrón Acosta añade a las publicaciones de la lagunera la nove-la
El que antes anotamos, «impresa en la Argentina»; afirmación
que Marcos G. Martínez completa indicando que la misma vio la luz
en Buenos Aires en 1926 y que, además, la biografiada publicó en
Montevideo una obra de teatro titulada Un señor cualquiera. En Amé-rica
también debió contraer la escritora sus segunda nupcias, al casar
con don Rubén Rojo y Martín de Nicolás, natural de Quintanar de
la Orden (Toledo), y del que tuvo dos hijos: Rubén y Gustavo Rojo
Pinto 16.
La estancia de Mercedes Pinto en Sudamérica viene a significar
la culminación de su labor intelectual y social. Establecida en Uru-guay,
país «culto y libren, funda en Montevideo la Asociación Canaria,
de la que es elegida presidenta, y contribuye a crear, asimismo, la
publicación periódica Vida Canaria, de la que fue directora 17; dando
a la estampa además otra novela: Ella, de la que desconocemos los
datos bibliográficos 18.
Hacia octubre de 1935 Mercedes Pinto llega a La Habana, tal
" PINTO DE LA ROSA, José María: Op. cit.
Id Ibidem. Cfr. también PADR~ANC OSTAS, .: Supra. Los datos que hemos
tomado de Marcos G. Martínez pueden confrontarse en la p. 134-nota 7, de
su edición de la obra de Padrón que hemos venido utilizando. Es posible,
por otro lado. que a su segundo esposo lo conociera en Madrid Mercedes Pinto,
pues, en su librito de poemas aparece un ¡Un hijo ... ! (pp. 38-39) con la
siguiente dedicatoria: «A doña Rosa M. de Nicolás, Viuda de Rojo, con
todo respeto.»
" GÓMEZW ANGUEMERLT. , F. (Juan del Time): «Mercedes Pinto», Habana,
23 de octubre, El Tiempo, S/CP, 1 de noviembre de 1935, p. 1.
" GÓMEZ WANGUEMERLT., F. (Juan del Time): «Notas de Cuba. En la
cárcel de mujeres*, Habana, 18 dc dicicmbrc, El Tiempo, S/CP, 5 de febrero
de 1936, p. 1.
vez sólo de paso para Canarias o para la Peníns~la'~N. o obstante,
este hecho tendrá una merecida importancia en el entorno de su vida.
111. MEKLELIES PINTO: FEMINISMO Y CANARIEDAD
El 23 de octubre de 1935 Wangüemert realizaba su primera
crónica sobre la acogida que le había sido tributada, a su llegada
a La Habana, a la ilustre hija de Tenerife. Según dicha crónica,
Mercedes Pinto había sido recibida con los «honores de su rango»
por representantes diplomáticos de varias naciones de América, de
la Universidad, Casino Español, Círculos Republicano y Socialista
-ambos españoles- y, además, por comisiones de centros o socie-dades
como la Asociación Canaria, el Ateneo Canario de Cuba y,
por último, numerosos representantes de la Colonia Canaria haba-nera2".
Pero ¿quién era Mercedes Pinto de Rojo? Al decir del
cronista, la escritora canaria se había convertido en
«la mujer que en nuestra América es la legítima representante
de la cultura femenina española: socióloga, periodista, conferen-cista,
poeta, oradora, pensadora eminente, precursora, adivinadora
en pasados años de estos tiempos en que están cristalizando sus
ideas haciendo efectiva la intervención de su sexo, de la mitad
del linaje humano en los problemas de todo lo que ha sido
monopolio exclusivo de la otra mitad, la masculina, responsable
del desprestigio de sus sistemas, ya en innegable decadencia:
... Mercedes Pinto, ..., mujer de robusta mentalidad, tan sólida
como diáfana, contribuyente, ..., al exacto conocimiento de la
acción política y social de los opositores a sus pensamientos,
y a la seguridad de la existencia de numerosos núcleos, a lo
largo del mundo, identificados con sus aspiraciones y su credo» 'l.
La estancia de nuestra biografiada en la Gran Antilla -al menos
para el período objeto de nuestro estudio- se desdobla, a partir del
momento de su llegada a la Isla, en dos tipos de actividades: cele-bración
de conferencias y asistencia a los homenajes realizados en
su honor. Teñidas ambas de una sólida labor proselitista y concien-ciadora.
Así, el 14 de diciembre es la Gran Logia de la Isla de Cuba,
l9 Cfr., por ejemplo, GÓMEZ WANGUEMERLT. , F. (Juan del Time): «Notas
de Cuba. Homenaje a una canaria», Habana, 25 de enero, El Tiempo, S/CP,
12 de marzo de 1936, p. 2.
* Nota 17, supra. Mercedes Pinto llega a La Habana en compañía de su
esposo Rubén Rojo y de su hija Pituca Foronda.
21 Ibídem.
máxima organización de la francmasonería cubana, la que le brinda
su templo en una tenida blanca. «La eminente socióloga ... ocupa
su asiento en Oriente, entre el Gran Maestro y el Gran Secretario,
teniendo cn los extremos al Ministro -embajador- del Uruguay
y otras personalidades» ". Su hija «Pituca» -posiblemente Ana María
Foronda Pinto, poetisa y escritora como su madre, nacida en Santa
Cruz de Tenerife el 24 de noviembre de 1910, de su primer matri-monio-
recita algunos de los poemas de su madre; el Gran Secre-tario,
Dr. Castellanos, presenta a la conferenciante y elogia a las
Islas Canarias y a sus hijos en Cuba, «consignando cuánto les debe
este país en las esferas del trabajo, de la moral pública y de la inte-ligencia
». Por fin Mercedes Pinto habla durante largo rato, refirién-dose
en primer lugar a la Masonería, «cómo ella la entiende, y cómo
es: una antigua asociación universal que persigue la felicidad humana,
que practica el bien sin alardes, que se esfuerza en la difusión de la
vdtUrz ... ::, pide u !üs rnUjercu qUe reun en !i; Lrancmns~ne:.iu unn
guía, y añade que «las presentes están demostrando su anticlericalismo
haciendo acto de presencia entre personas y colectividades que tienen
la odiosidad de los fanáticos» 23. Narra también ejemplos de sus
experiencias por tierras del Continente. Evoca su solar tinerfeño y
11 ~~rPnprl~!P y nmlda fig-rz & den Nicc!& &t&rlfi~~,
el cívico, el capitán que, en protesta del fusilamiento de los estu-diantes
en 1871, rompe su espada en la Acera del Louvre. Deriva
hacia la intransigencia monárquica y católica productora de tal
crimen y añade que Ciencia y Catolicismo no podrán entenderse,
comprenderse, porque éste, falsificación del cristianismo, pretende
que el saber esté supeditado a la fe, amparadora y creadora de
absurdos»
El acto finalizó con unas palabras del Gran Maestre; y la canaria
acudió -poco después- al Círculo Republicano español «a partici-par
en la glorificación a Galán y García Hernández, con motivo del
cuarto aniversario del crimen que les dejó sin vida».
El 18 de diciembre fue nhjeto Mercedes Pinto de una invitacicín
por parte del Dr. Pérez Cubillas y su esposa, regentes de una sociedad
filantrópica denominada Bando de Piedad, para celebrar ante las
mujeres de la cárcel nacional de Guanabacoa «una especie de misa
laica, con sermón, de socióloga, de poetisa, de mujer que ha sufrido
" Cfr. GÓMEZ WANGUEMERLT., F. (Juan del Time): «Notas de Cuba.
Una mujer en la Gran Logia», Habana, 17 de diciembre, El Tiempo, S/CP,
3 de febrero de 1936, pp. 1-2.
23 Ibídem.
'' Ibídem.
y que lucha por la redención de sus hermanas en sexo. Mercedes
dejará oír su voz elocuente, su dulce palabra en la prisión femenina
para que la escuchen las delincuentes comunes, entre ellas las que
~ h r l r i nde sesperadas, cansadas de $&l?i!rtrg je & hombre. Y tamhien
para que llegue, consolando, a las conscientes, a las de los delitos
políticos, a las cultas, a las rebeldes, a las que abrazaron una causa
quc cstiman bucna y llaman mala los gobernantes* 25.
En enero de 1936 el comité de damas del Centro Asturiano de
La Habana rindió un sentido homenaje a la señora Pinto. Estuvieron
presentes en ei acto, entre otras personaiiciaáes, el embajador de
España y el cónsul general, el presidente del Centro, etc. La presidenta
del comité femenino, Victoria Martínez, hizo la presentación, y a
continuación habló el periodista asturiano Francisco Redriñana, quien
exaltó la figura de la feminista canaria ".
La serie de actividades públicas en las que se vio envuelta Mer-cedes
Pinto llamaron la atención de la prensa cubana. Así, por las
mismas fechas, relata Wangüemert cómo los periódicos iban colmando
a la tinerfeña «de merecidos elogios, que hace(n) justicia a su obra
de liberación y de redención» 27. Destaca al respecto un artículo de
Rafael Marquina
«Suave, tierna, comprensiva para las debilidades y las flaquezas;
voluntariosa para la ayuda y el consejo, Mercedes Pinto es com-bativa,
hiriente y agresiva frente a las injusticias y las desigual-dades.
Su aspiración arquctípicn dc un mundo mejor no se detiene
y remansa narcisista en la contemplación reiterada de sus sueños:
fluye activa, viviente, férvida, (...) en la condición de su femi-nidad,
ni mistificada ni rehuida -artista y madre, titán y mujer
al mismo tiempo- ha visto, para la apasionada avidez de sus
alegatos, la primera eficacia utilizable. Y al proyectar sobre la
vida y sobre la humanidad las generosidades de su alma y las
intenciones de su obra, a las mujeres se ha dirigido especialmente
para que la entendieran los hombres y para que el mundo que
mueven las manos varoniles alcance a tener siempre, en viva y
sensible presencia, una conciencia femenina.
Acaso en este postulado (...) se encierran las iineas carainaies
de la profusa, varia y meritoria labor realizada por Mercedes
Pinto en el continente americano, donde ha propugnado, con
hrío y cnn belleza, no sólo por una mayor justicia socials sino
Nota 18, supra, pp. 1-2.
26 Nota 19, supra, pp. 1-2.
" GÓMEZ WANGWEMERLT. , F. (Juan del Time): «Notas de Cuba. Esta
Prensa y Mercedes Pinto», Habana, 27 de enero, El Tiempo, S/CP, 17 de
zsrzn de 1036.
Ibídem.
más ahincadamente y con más hondo acierto básico, por una más
cnccndida, sincera y cordial solidaridad entre todos los hombres
de buena voluntad.»
El 27 de febrero nuestra biografiada participó en los actos
celebrados en La Habana, preliminares a El Día del Masón "; de
manera improvisada resumió -en el salón de actos del Centro Ga-llego
y a petici6n del Gran Maesire de la Gran Logia, Gabriel García
Galán- las actividades festivo-culturales que habían tenido lugar
durante toda la jornada, y
«habló Mercedes Pinto como ella sabe hablar, y fueron continuas
las ovaciones a esta mujer predicadora de un feminismo justo,
sin estridencias, con las debidas liberaciones igualitarias, inter-pretando
admirnblcmcntc cl idcario martianox -'O.
La última de las crónicas enviadas por Gómez Wangüemert a la
redaccicín de El Tiempo, en Santa Cruz de La Palma, sobre su ilustre
paísana data del l." de abril. En la misma reseña la labor desplegada
por Mercedes Pinto en diferentes puntos de la geografía antillana.
Esta labor, circunscrita de manera particular a la actividad confcrcn-cista,
alcanza notable relieve en Cabaiguán, donde fue agasajada por
la delegación de la Asociación Canaria, Colonia Española, Sociedad
El Progreso, Club Deportivo y Logia Luz y Verdad 31. A este lugar
siguió Zaza del Medio, con similares características; Sancti Spiritus,
donde el alcalde, Lahera, recibió a la «distinguida visitante, decla-rándola
huésped de honor de la ciudad»; Ciego de Avila y Morón,
en la provincia de Camagüey, etc. El contenido de su oratoria iba
dirigido, especialmente, a las mujeres 33:
«Bien, muy bien elegidos los momentos para sus sermones
instructivos, educadores, morales, revolucionarios de conciencias,
..., encaminados, sobre todo, a emancipar el sexo femenino de
absurdas creencias, mostrándole que la vereda católica, la faná-tica,
no conduce hacia un futuro progresivo. Adecuada es la
Cuaresma para tratar de abrir los ojos del espíritu ...N
Veamos, finalmente, algunos nuevos datos sobre la famosa ti-nerfeña.
29 Nota 1, supra: «L. F. Gómez Wangüemert y la masonería...»; cfr. GÓMEZ
WANGUEMERLT. , F. (!uan del Time): «Notas de Cuba. El Día del Masón*,
Habana, 29 de enero, El Tiempo, S/CP, 20 de marzo de 1936.
'O Ibídem.
3' GÓMEZW ANGUEMERLT. ,F . (Juan del Time): «Notas de Cuba. Misionera»,
Habana, 1 de abril, El Tiempo, S/CP, 19 de mayo de 1936.
-''Ib ídem.
IV. EPILOGO
Sabemos también que, en 1948, Mercedes Pinto se encontraba
viuda por segunda vez en algún lugar de América, quizás en la
propia Cuba, dado que el desencadenamiento de la Guerra Civil
española debió frustrar sus esperanzas y deseos de regresar a la
patria 33.
Sin embargo, próximo ya el 18 de julio, el periódico santacrucero
La Prensa publicaba, en su número extraordinario dedicado a los
canarios en América Latina, la fotografía de la lagiinera junto con
un breve artículo de la misma34. En la gacetilla pueden adivinarse
algunas de las motivaciones íntimas que hicieron de Mercedes Pinto
una ciudadana del mundo:
«Nosotros, los inmigrantes canarios, no hemos venido a tierra
de América echados por las guerras ni por las revoluciones;
por la miseria ni por la maldad, sino por ansia de aventuras,
por anhelo de su engrandecer y de mejorar que está en nosotros
desde que nacimos, porque por eso vimos la luz primera, con
la frente hacia los cuatro puntos cardinales, cara al viento y al
mar. Nosotros, que no hemos llegado a estos países, arrastrados
como otras inmigraciones, por la corriente espantosa de la tragedia,
sino que hemos llegado dulce y mansamente navegando en Ia
barquilla de nuestro propio ensueño, ..., estamos obligados a
recordar continuamente y todos los instantes a un país que
nunca fue para nosotros madrastra cruel, sino madre complaciente
y generosa.. . »
Estas afirmaciones que, evidentemente, no responden a la realidad
de la emigración canario-americana, por cuanto -como es sabido-fueron
Ias frecuentes crisis y el hambre las principaIes fuerzas motoras
de nuestros trasvases demográficos a los países americanos; sí que
nos ilustran sobre las rnotivacioncs personales de la escritora, pues,
según ella, las Islas nos dan
«hasta la libertad de sus playas para hogar fuera de ellas, el día
que la ilusión de nuestra particular Quimera nos habló en el oído,
de volar, de volar más lejos que el límite de sus costas, con un
deseo que aprendimos desde el nacer, de la inquietud del mar,
del vaivén de las olas, del ir y venir de los barcos, del vuelo
continuado de las gaviotas.. . ».
U PINTO DE LA ROSA, José María: Op. cit.
* PINTO, Mercedes: «El recuerdo de los ausentes». La Prensa, Santa Cruz
de Tenerife, 28 de junio de 1936, p. 7.
APENDICES
¡Rosas! ¡Rosas! (. . . Un cuento por Mercedes Pinto.. . , publicado
en El Tiempo, Santa Cruz de La Palma, 18 de junio de 1936,
PP. 1 Y 2).
Fue a raíz de firmarse la paz europea, en el ((Hotel Taoro» del
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Teide gigantesco, rival del Himalaya, coronado de nieves perpetuas
y llenas de fuego las entrañas, como esos ancianos que conservan
el alma con el calor del tiempo juvenil.
Era una inglesa blanca y fina, rubia y transparente como la
Ofelia de Shakespeare; sobre sus trajes de seda blandos y claros,
rodaban insumisas en ocasiones las sedosas guedejas de sus cabellos,
y en sus labios, más finos que una raya de sangre sobre la nieve,
una sonrisa tenue, como la eterna que nos dirigen, tras las vidrieras,
las imágenes santas, iluminaba sus facciones con la suave ternura
del primer clarear de la mañana. No la veía nunca en los jardines
a las horas del sol, cuando los otros extranjeros bajaban anhelantes
de calentar la sangre que llevaban en sus venas, coagulada por los
fríos norteños, y sólo en las últimas horas del crepúsculo, cuando
la brisa del Atlántico envolvía el valle incomparable, bajaba a los
jardines, y la veía paseando despacito entre las rosas hasta entrada
la noche.
La acompañaba siempre su marido, un joven alto y fuerte, en
cuyo uniforme del ejército inglés, llevaba varias cruces de la campaña.
Por un sencillo incidente ocurrido en el comedor, cambié un día
con ellos la palabra y me invitaron a bajar al jardín. Mc fije cn el
modo de tomar ella del brazo a su marido, con un movimiento de
refugio como un niño que busca amparo, y en las atenciones y cui-dados
de que éi ia rodeaba, y los acompañé con el hieres cun que
en mi alma encuentra siempre un eco el verdadero amor. Ya en
los jardines, dirigieron sus pasos a donde los rosales componen
extensiones tan grandes, que se cansa la vista sobre aquel oleaje
sonrosado, y el olfato contagiado por el perfume intenso lo conserva
después días y días, como si penetrado hubiese para siempre, que-dándose
empapada en el fondo del pecho. Dijo ella entonces diri-giéndose
a su marido: -Ya estamos en las rosas-, y él, en voz
grave, semibaja y con acento risueño de dulzura, le decía:
-Rosas blancas como de nieve, transparentes como hechas de
cristal; mar de rosas cándidas como espumas, como encajes, con
la plateada claridad de las nubes cuando se agrupan después de la
lluvia; rosas como de luna, como agua congelada, rosas de mármol ...
Aquí a la izquierda, ya empiezan a mezclarse con las rojas, y éstas
resaltan como golas de 5a1igre 5olire un campo escaicl-iado; rubíes
desgranados sobre un manto de perlas; y luego se concentran, y la
sangre de sus pétalos rojos se condensa en un lago de fuego ... Las
hay amarillas como rayos de sol; como estrellas de los cielos de
Oriente; como cuentas de oro de un collar imperial.. .
Calló el oficial, y un silencio prolongado siguió a sus palabras.
Al cabo de un momento, al ver un bancal de rosas donde los gusanos
habían entrado, exclamé:
-¡Qué lástima! ¡Cuántas rosas mordidas y marchitas! Y con
sorpresa vi a la inglesita extender hacia mí sus manos, más blancas
que los pétalos de las rosas que, como un mar, de ensueños, se
mecía a nuestras espaldas, y decirme angustiada:
- iOh, no, no me lo digáis! No quiero saber que están mordidas
ni marchitas, ni que tienen ajadas sus hojitas de nácar. Yo soy ciega,
señora; mis ojos no tienen ya m& luz que la que emana del alma
de mi marido que es un poeta y que me ama ... Yo quiero verlo todo
bello a través de sus bellas palabras, música de mi alma ... Callad,
por favor, y dejadme pensar que es intachable esta espuma de plata
que semeja este mar de las rosas canarias.
Después supe su historia: aquella niña, cuya alma poética encon-tró
su pareja en un hombre que supo darle el pan espiritual que
a muchas mujeres les es negado, lo vio ir a la guerra con los ojos
encharcados de llanto y este llanto hecho lava candente, le quemó
las pupilas y se llevó su luz ... y dentro de sus ojos quedó como
plasmado el eterno esperar de una carta escrita en las trincheras
a la luz vacilante de las estrellas, y que ahora, desde que la de sus
ojos habíase apagado, tenía que esperar a que se la leyeran ... Y
entonces volvió él, y con él volvió el amor, y con el amor espiritual
inqiiehrantahle y eterno que los unía, volvió a ella una segunda etapa
vidente, en la que por transmisión ideal, veníale la luz de los ojos
del amado, y por sus ojos y por su palabra, veía ella mejor que
antes había visto, porque ahora él no le enseñaba más que las cosas
bellas, y le apartaba las feas y deslucidas, y su verbo de poeta y de
amante, sonoro y cálido, entrábale por los oídos y le iba derecho al
corazón. . .
Esta historia tan dulce y tan tierna, se me quedó grabada para
siempre, y yo, que tengo el alma vibrante como un arpa, he buscado
con ansia indescriptible, con anhelo de sediento, campos donde flore-
ciesen los rosales de la filantropía, de la caridad, del amor del hombre
fuerte y poderoso al hombre que padece hambre y sed de justicia;
y ha habido una voz amiga que me ha gritado:
-Míralas; esas flores están mordidas por los gusanos; las llenan
las larvas de las malas pasiones, y están roídas ya. Ese hombre que
se hace llamar el «padre de los pobres», es un farsante que sólo
anhela figurar, o manejar ajenos intereses; esa dama que dice
«caritativa» es toda ella una mentira; sólo quiere presidir juntas y
tómbolas y Kermeses. Esa joven que figura en el «campo de la cari-dad
», sólo desea codearse con las que considera por encima de ella.. .
¡Todo mentira! Las larvas están ahí, horadan tus flores, las ensucian
y las marchitan; ¡sólo esto es la verdad!
Y yo, que tengo mis ojos de romántica, ciegos a la realidad
infecta de la vida, me llevo las manos a los ojos como la inglesita
rubia que conoc.í e,. n el Valle sin par de Tenerife, y grito dolorida: i>Jo me dIgais rcr&dcs tan smargasl '("I21 ~--Am----~"-!l u v p m .I.Ln Z-I-II-U:CJI~- !
¡Amor! decidme que existís.. . rosas.. . más rosas.. .
Prólogo de Cristóbal de Castro a Brisas del Teide (poesías) de Mer-cedes
Pinto. Mercedes Pinto y «e2 dulce mal», pp. 5-8.
El presente libro, lectoras, no es una exhibición pueril, ni una
tentación de la Fama, ni siquiera una fácil coquetería lírica. Es,
simplemente, un imperativo categórico, una misión.
Mercedes Pinto no escribe; suspira. Postrada por «el dulce mal»
de Petrarca y de Garcilaso, tiene el perfil fino y romántico de todas
las enfermas de amor. . . & nr ior l e r l o p ; v ~ o dije zGrri!ldue Y----
Canta porque cantar es su destino
y e! Cestillo íii& lueí.tc. la '"lida..,
La vida, harto cruel para esta dama tinerfeña, pudo mil veces
traspasar su corazón, pero nunca rendir su ánimo. «Que la porción
alta y divina)) yérguese en ella dura y firme como roca entre el
oleaje.
* * *
Como en los cuentos de Perrault, todas las Hadas, al nacer Mer-cedes
Pinto, se agruparon junto a su cuna. Y todos los augurios de
la Naturaleza y de los Hombres se vistieron de fiesta.
Y he aquí que este libro de evocación y «reverie» nos muestra
aquella infancia del hogar burgués y dichoso, donde las hermanitas,
al piano, sienten la desazón divina de Beethoven, y aquella infancia
de las calles tinerfeñas, bajo cuyas solanas ardientes, se apedrean los
granujillas y cruzan, lentos, los camellos.
Y he aquí también, en este suspirar melancolías, la bella y con-fiada
juventud, con sus mañanas en la playa. sus tardes en el «flirt»
del paseo, y sus noches, claras y cálidas, mecidas por las «folías» y
el «arrorró». . .
¿Qué es todo eso -desde el bienestar económico al clima esplén-dido,
desde la infancia, mimada y risueña, a la juventud galanteada
y soñadora-, qué es todo eso sino implantar en un espíritu el im-perio
de la Quimera?
Y he aquí que, desde entonces, desde que la Quimera reina en
Mercedes Pinto tan plena y románticamente como en las heroínas
de Walter Scott y Lamartiiie, la dama tinerfeíía logra su triste y
dulce bienaventuranza: padecer persecución por soñar.
La Vida, arrinconada subalternamente, se venga. Un huracán de
adversidades arrecia contra el delicado espíritu. Yangüeses y beocios
la acosan como a una cierva la jauría. Sobre la frente femenil brilla
la aureola del Ensueño como un lucero en noche tempestuosa.
Sola frente a la Vida, como Dante frente a la Loba, clama a
Dios y a los hombres en estas estrofas desoladas:
Grilletes en los pies, venda en los ojos ...
Todo eso puede, y mucho más, hacerte ...
Este signo de rebelih dice la clave de su vida, la esencia de su
espíritu de mujer, cuya mano gentil está sangrando por la garra de
la fiera. Es la clave espiritual, no sólo de ella, sino de tantas otras
mujeres. El problema sentimental; el gran problema feminista.
Pero, pese a la garra y a la sangre, la romántica mano sigue
bordando gentilmente vendas para Cupido y estandartes de Ilusión.
Rendimiento, desinterés, sacrificio, todas las virtudes románticas, vue-lan,
como bandadas de aves, en torno a esta fortaleza espiritual.
Y la enferma del «dulce mal», delirante de ensueños, apostrofa a
Juan Gabriel Borkman, Anticristo de los apasionados:
i Juan Gabriel, deja libre mi camino!
¡Paso! -grita mi alma con pasión-.
Que yo llevo en mi escudo un Sol divino
y, en la mano, sangrando, un corazón. ..
Es el corazón inmortal de Rosmunda y Grisélida, de Inés y Elvira,
que, como la antorcha del poema indio, se transmite de signo en
signo y de mano en mano, cetro de Ensueños, Santo Grial de la
Ilusión.. .
* * *
Este libro, tejido de quimeras de amor, de juramentos y de sonatas
de Beethoven, debió ser prologado por Chateaubriand y leído por
René, pálido y pensativo, bajo un sauce. O prologado por Espronceda
y leído, al claro de luna, entre los claustros de Fiteró, por el triste
Gustavo Adolfo.
¡Más alto que el águila.. .! (Del libro de Mercedes Pinto, Brisas del
Teide).
Para Eduardo Barriobero.
Si no te sientes águila,
no quieras volar con el pensamiento
por encima de los abismos.
Grilletes en los pies, venda en los ojos;
prohibidas la accicín y la palabra;
en las puertas fortísimos cerrojos
y castigo ejemplar al que las abra.. .
No poder expresar con el acento
lo inmenso de un amor avasallante;
envejecer el cuerpo macilento
sin realizar tu anhelo un solo instante ...
Todo eso puede, y mucho más, hacerte
el que sobre tu ser manda e impera;
isiempre sobre la «mano», por más fuerte,
ha de poder la «garra» de la fiera.. .!
Porque el cuerpo es esclavo; la materia
dócil se dobla al brazo del tirano;
por eso podredumbres y lacería
hacen su nido sobre el ciierp hiimano
Mas en esa materia hay un sagrario,
foco de luz espléndido y divino,
jrayo de luz que cruza temerario
rasgando las tinieblas del camino.. . !
Se llama ese sagrario «el pensamiento»,
que quiere y que aborrece, el «alma», en suma,
ilibre como los pájaros y el viento!
¡cual se remonta el Sol sobre la bruma!
Podrán tu cuerpo aprisionar feroces,
tu boca amordazar como a las fieras,
ipero no te podrán quitar los goces
de pensar y adorar lo que tú quieras!
¡Bendito sea el pensamiento humano!
¡por los siglos sin fin, bendito sea!
¡que por cima del déspota inhumano
el espíritu, libre, vuela y crea! . . .
Y venciendo crueles opresores,
inmaculado siempre y siempre fuerte,
porque le dan más savia los dolores
y triunfa del martirio y de la muerte,
mientras la «garra» la materia oprime
y el cerebro con rabia pulveriza,
para matar la idea que redime
-vencida la materia en esta liza-,
el pensamiento escapa victorioso
y de espacios más grandes vuela en pos;
en un valiente impulso luminoso,
va más alto que el águila ... ihasta Dios!