Boletín Millares Carlo
31, 2015, 68-77
I.S.S.N.: 0211-2140
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Derrida, Deguy y viceversa
DOMINGO FERNÁNDEZ AGIS
Universidad de La Laguna
dferagi@ull.edu.es
Resumen
La relación entre Jacques Derrida y Michel Deguy ha sido intensa y fructífera en los planos intelectual y humano. De ello nos dan buena prueba las referencias de Deguy a Derrida y los textos que dedicó a pensar con él y a partir de él. También la nutrida correspondencia entre ambos, a lo largo de cuatro décadas, conservada en el IMEC, en los archivos respectivos de ambos creadores. En este trabajo abordamos el análisis de esos materiales, prestando una atención particular a los textos que utilizó Derrida en el curso que impartió, en 1995, sobre la obra de Michel Deguy. Todo ello con el objetivo de profundizar en el conocimiento de las posiciones filosóficas de ambos autores.
Palabras clave
Derrida, Deguy, traducción, geo-poética, originario.
Abstract
The relationship between Jacques Derrida and Michel Deguy has been intense and fruitful in intellectual and human planes. It gives us good test Deguy references to Derrida and texts devoted to think with him and from him. Also, of course, the extensive correspondence between the two, over four decades, preserved at IMEC in the respective files of both creators. In this paper we address the analysis of these materials, paying particular attention to the texts used in the course Derrida gave in 1995 on the work of Michel Deguy. All with the aim of deepening the knowledge of the philosophical positions of both authors.
Keywords
Derrida, Deguy, translation, geo-poetic, original.
Introducción
La relación entre Jacques Derrida y Michel Deguy ha sido intensa y fructífera en todos los planos. De ello nos dan buena prueba las referencias de Deguy a Derrida y los textos que dedicó a pensar con él y a partir de él. También, como no, la nutrida correspondencia entre ambos, a lo largo de cuatro décadas, conservada en el IMEC, en los archivos respectivos de ambos creadores. Pero, para hablar de esa relación quiero seguir un camino algo peculiar, pues pretendo en principio rastrear, en los textos fotocopiados por Derrida para impartir, en 1995, su curso sobre la obra de Michel Deguy, aquellos pasajes en los que éste pone mayor énfasis. El dossier con todo lo que se conserva en relación a este curso se encuentra depositado en el Archivo Derrida1.
En una carta de Derrida a Deguy, fechada el 12 de abril de 1978, se refiere aquél de la sintonía que existe entre su sensibilidad, sus intereses intelectuales y la forma en que Deguy enfoca sus trabajos. Hablando en concreto de la obra de este último titulada
1 Derrida, J., “Cours sur Michel Deguy” (1995), IMEC-Archives, Fonds Derrida, DRR 162.
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Jumelages, dice vivir con él, permanecer siempre junto a él2. La sintonía intelectual, la
mención de los intereses intelectuales comunes, la alusión a los puentes que existen para
circular entre los escritos de ambos, se repite sin cesar a lo largo de la correspondencia
mantenida entre ambos. Una buena muestra de ello la encontramos en la carta de
Derrida a Deguy, del 17 de enero de 19873.
Otra misiva particularmente reveladora, en cuyo encabezamiento consta la fecha 20
de agosto, pero no el año, nos transmite una valiosa información acerca del calado de la
complicidad intelectual que existía entre los dos. Derrida dice en ella algo que resulta
muy elocuente: «todo lo que me dices resuena fielmente en mí, y tú sabes en qué
medida estaba yo preparado para escucharlo»4.
Recordemos, por otra parte que en «De la contemporaneité», habla Michel Deguy de
la penetración de la obra de Jacques Derrida en Estados Unidos y su área de influencia.
A su jucio, tal influencia ha suscitado muchos celos en Francia, donde los intelectuales
están deseosos de superar por fin esta «prueba del extranjero», es decir, de confrontarse
a un público de más allá de las fronteras nacionales (Deguy 2007:76). Añade en esas
mismas páginas que, «escribir no es solamente tener razón, es sobre-vivir; y el tono de
la fidelidad del sobre-viviente perenne que intenta el contra-don, el re-don, es la
tristeza de la no inocencia, sobre todo perceptible en las páginas que se vuelven,
siempre sin inocencia, hacia aquellos que acaban de desaparecer» (Deguy 2007:77).
Deguy se ha referido asimismo, con total acierto, al «suplemento de inteligibilidad»,
procurado por el «double bind» y la «performatividad», como elementos que poco a
poco han ido convirtiéndose en centrales en los textos de Derrida (Deguy 2007:77). De
igual manera plantea algo que tiene una crucial importancia tanto en para la
interpretación como para la prolongación del pensamiento de Derrida, pues considera
que aún contando con los instrumentos a los que aludíamos hace un instante, la tarea de
la deconstrucción tiene increíbles dificultades, ya que «no puede trabajar con
instrumentos no deconstruidos y quizá indeconstructibles» (Deguy 1966:78).
Reflexiones a partir de los materiales de un seminario.
Como decía, tienen un gran interés las notas de trabajo de Derrida, elaboradas como
base para impartir su curso. En un pasaje de las mismas, remite a la obra de Deguy,
2 Derrida, «Correspondance avec Michel Deguy». IMEC-Archives, Fonds Deguy, DGY 26.7.
3 Ibid.
4 Ibid.
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Actes (1966:16), para enfatizar la idea de la «imposibilidad y la necesidad de la
traducción», relacionando la función del traductor con cierta «geo-poética», utilizando
así la expresión acuñada por Deguy5. Cuestiones como el nombrar, el propio nombre
del poeta, su nomadismo, su voluntad de dominar otros idiomas, su responsabilidad
como intelectual, fueron tratadas con detenimiento en las sesiones del curso. Derrida
habla de Deguy como poeta-filósofo, poeta-pensador. Se refiere a él, no sólo como un
amigo con el que mantiene estrechos lazos desde hace cerca de 40 años, sino como un
compañero de viaje en los caminos del pensamiento, un pensador poeta o un poeta
pensador que siempre ha estado a su lado6.
En «Du carnet à l’archive», texto de presentación escrito por Michel Deguy para la
obra de Hélêne Volat y Robert Harvey, Les écrits de Michel Deguy (2002), describe el
gran poeta y ensayista su método habitual de trabajo. Nos cuenta que siempre ha escrito
utilizando pequeños cuadernos, en los que va anotando todo lo que, más tarde, servirá
de base para sus escritos de envergadura, en los ámbitos de la poesía o el ensayo.
Confiesa que nunca ha escrito a máquina ni usado ordenadores, pues siempre ha
contado con la colaboración de alguien que se ha encargado de ello.
La relación entre filosofía y poesía puede enfocarse desde diferentes puntos de vista.
En primer lugar, podemos ver en una y otra forma de creación un intento diferente de
categorizar el mundo. Ortega nos habló de la relación entre metáfora y concepto, lo que
constituye una distinción pertinente a este respecto. Tendríamos así acceso al concepto a
partir de una destilación o purificación, alusiones a la esencialización de la metáfora.
Sin embargo, esto no parece del todo aplicable, en el caso de las formas de entender la
poesía y la filosofía, en Derrida y Deguy. Como ha señalado acertadamente Jean-Luc
Nancy (1996:166):
filosofía y poesía existen como un residuo la una de la otra –como residuo, suplemento,
metáfora, alegoría, heterología, heteronomía, parasito y compartido, tanto la una como la
otra. Pero esto no es el resultado de una constitución insuficiente de una y otra. Proviene de
que son, juntas y por separado, la una tanto como la otra y precisamente por éste como que
las sostiene a ambas separándolas, el modo de existencia –el necesariamente doble modo de
existencia- del ser-que-resta de la palabra.
Por una parte, hay en la filosofía como en la poesía un intento de remontarse al
origen. Por tanto, ambas nos remiten a la ontología. El núcleo y el objetivo de ambas
5Derrida, J.,«Cours sur Michel Deguy» (1995), IMEC-Archives, Fonds Derrida, DRR 162.
6Ibid.
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sería la construcción de un saber metafísico, que sólo puede ser elaborado considerando el lenguaje asimismo desde la perspectiva de la expresión originaria, que intenta referirse a la realidad como si pudiéramos verla por primera vez, pensarla de nuevo por primera vez. La idea nos aleja de ese uso originario del lenguaje, que encontramos en el nombrar y del que la poesía nos ofrece los más valiosos ejemplos.
Derrida intenta recuperar la fuerza subyacente al proceso del nombrar, a través de una reflexión acerca de la escritura, en lugar de tomar como base la palabra hablada. En efecto, el texto que dedica a la poesía de Deguy, titulado «Comment nomer», plantea la relación interna que existe entre el enfoque heideggeriano de esta cuestión y el que caracteriza a Deguy. En ambos casos se trataría de interpretar la ausencia de Dios, el silencio de Dios, «el adiós, y el adiós a Dios o de Dios, en un lenguaje que no es, sin duda, el de Heidegger ni el de Deguy, sería aquí la oportunidad, la primera y última palabra de la salvación» (Derrida, 1996:187).
La ausencia de Dios no sería, por tanto, una carencia insufrible sino una oportunidad. Para él, el concepto heideggeriano de poesía y la misión que el pensador alemán asigna a la poesía se encuentran encarnados en la obra de Michel Deguy (Derrida, 1996:204). Este tipo de poesía produce una sublimación de lo sublime, una liberación que no es posesión de la libertad. Aunque no le exprese así en términos literales, podríamos juzgar desde esta perspectiva el sentido del texto de Derrida. La experiencia del vacío es el correlato necesario de la búsqueda de la autenticidad. Pero, ¿por qué vivir como vacío lo que es plenitud de realidad? ¿A quién creer? Sí, ¿a quién creer cuando te dicen que lo real está privado de sustancia, que la plenitud que en pocos instantes de la vida podrías llegar a experimentar es manifestación del no-ser? Liberar la mente de esa forma de dependencia morbosa al fundamento, al único fundamento, es liberar el pensamiento de la impronta que en él dejó la teología.
En todo caso, volviendo al asunto inicial, por paradójico que parezca, es a través de la escritura como podemos, cuando menos, intentar remontar la pendiente y retornar el sentido del decir originario. Por ello la figura y la obra de Hölderlin tienen para ambos pensadores una gran importancia. Ya que el poeta alemán fusiona en su poesía metáfora y concepto, nos hace comprender que la expresión poética es asimismo persecución de la idea y expresión del pensar. En este sentido, en el texto que dedica a la poesía de Deguy, titulado «Du transport», Philippe Lacoue-Labarthe, apunta a la proximidad entre Hölderlin y Deguy a propósito de la concepción de la metáfora y su relación con 71
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los mecanismos conceptuales de representación. Entendida como una suerte de recurso
de «transporte», la metáfora sería «la condición de posibilidad de la manifestación del
sentido» (Lacoue-Labarthe, 1996:161).
El primero de los textos que Derrida emplea en su curso es una entrevista, realizada a
Michel Deguy por Jean-Pierre Moussaron (Deguy, 1988). En ella, Deguy comienza
hablando de su relación con la enseñanza y, en ese contexto, de lo mucho que le gustó
ser profesor de Liceo, porque podía conocer a todos sus alumnos y realizar un buen
trabajo con ellos. En ese sentido, dice que la Universidad fue en principio una
decepción, por la imposibilidad de tener un trato más personal con los alumnos. La
solución que dice haber encontrado y que le permite seguir con entusiasmo su trabajo
como profesor, ha sido impartir seminarios a grupos de unos treinta alumnos y dar
cuenta en ellos del trabajo de investigación y escritura que va realizando en cada
momento.
Es significativo que Derrida tome estas páginas como punto de partida; tan
significativo como acertado. En efecto, nos ofrecen una cálida caracterización del gusto,
compartido por ambos, por el contacto con los alumnos, así como el enfoque que daban
a la tarea de enseñar.
Hablando de la labor que realiza y los objetivos que persigue en la revista Po&sie, de
la que Deguy es fundador y director, cita una frase de Hölderlin que aparece con
frecuencia en la correspondencia que mantuvo con Derrida: «psyché entre amis»7.
Haciendo uso de estas palabras de Hölderlin pretende referirse a esa comunidad de
pensamiento y sensibilidad comunes que siempre buscó construir y de la que Derrida
siempre formó parte.
Una expresión que aparece en el siguiente pasaje de la entrevista, será retomada y
comentada por Derrida en su curso. Se trata de «geo-poétique» (Lacoue-Labarthe,
1996:122). Deguy afirma que está escribiendo en esos momentos una especie de «geo-poética
de las ciudades» (Lacoue-Labarthe, 1996:122). Con ello pretende reflejar su
gusto por los viajes y la necesidad que siente de incorporar el lugar a su escritura y
hacer hablar al lugar a través de la poesía. Deguy volverá en la citada entrevista sobre la
expresión «geo-poética», para señalar que tal intento está presente ya en su primer libro
7 “Psyche unter Freunden”. La idea de Hölderlin es: “La psyché entre amigos, el nacimiento del
pensamiento en la conversación y la correspondencia son necesarios para los artistas. Dicho de otra
forma, no tenemos un pensamiento por nosotros mismos; el pensamiento, por el contrario, pertenece a la
figura sagrada que formamos”. Friedrich Hölderlin, Lettre à Casimir Ulrich Böhlendorf (1802), en
Hölderlin, 1967:1010-1011.
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publicado, Fragments du cadastre, aunque él es consciente del carácter irrealizable de
este proyecto, ya que a nadie se le escapa que es imposible abarcar la totalidad (Lacoue-
Labarthe, 1996:122-123). No obstante, afirma que le gustaría prolongar su intento en
diferentes lugares repartidos en tres áreas geográficas, el Pacífico, África e India
(Lacoue-Labarthe, 1996:123).
Sobre su método de trabajo, afirma que, aunque toma notas durante sus viajes, la
mayor parte de estas no tienen nada que ver con la realidad que está contemplando o
viviendo, sino que constituyen evocaciones de sus experiencias pretéritas suscitadas por
la contemplación del presente. Más tarde, empiezan a emerger con mayor claridad las
conexiones que existen entre actualidad y memoria. En eso se basa su escritura (Lacoue-
Labarthe, 1996:124).
En un pasaje de la entrevista que estamos comentando, pasaje que sin duda tenía gran
relevancia para Derrida, habla Deguy de la dificultad de la traducción. El conocimiento
profundo de la otra lengua es necesario para una traducción. ¿Qué entender por tal? Se
plantea a propósito de ello la existencia de una notable dificultad. Por su parte, él
reconoce la problematicidad de la traducción y sus propias limitaciones para abordar esa
tarea, a pesar de haberse embarcado con éxito en algunos trabajos de esa naturaleza
(Lacoue-Labarthe, 1996:128).
Habla de la «opacidad» del momento actual, de la dificultad de comprender al otro y
su cultura, a pesar del aparente interés que se pone en ello (Lacoue-Labarthe, 1996:129).
«Todo es museable», subraya. Es decir, cualquier cosa se expone o puede exponerse en
un museo, en un juego que parece querer conjurar las carencias de nuestra civilización
exponiéndolas a la luz pública. Todo puede ser objeto de exposición. Hay una invitación
permanente a la visita. Pero, ¿es esto conocer o tan sólo se trata de una forma de ver sin
comprender lo que hemos visto (Lacoue-Labarthe, 1996:129). El propio formato de
algunas obras y exposiciones tiene como consecuencia la «visita medio ciega, visita de
no contemplación, de no conciliación» (Lacoue-Labarthe, 1996:130).
El siguiente texto que Derrida utiliza en su Seminario está extraído de la obra,
Figurations. Se trata, en concreto de las páginas 83, 84 y 85. En ellas se habla de la
Historia. La idea central tiene que ver con el nietzscheano eterno retorno pues, para
Deguy, «la Historia se ha convertido en redonda como la Tierra» (Deguy, 1969:84).
Así pues, tal y como Derrida señaló de forma incisiva en algunos de sus textos, existe
una dificultad inherente al acontecimiento, es decir, a la aparición de la novedad. El
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mundo se habría vuelto, a juicio de ambos, intensamente reiterativo y reacio, por tanto, a la producción de nada original en ninguno de los campos que pudiéramos tomar en consideración.
Los siguientes documentos utilizados son unas fotocopias de las páginas 232 a 255, de la obra de Deguy, Actes. En ellas Deguy opone la visión del mundo que proviene de la ciencia moderna, con su carácter mecánico, a la visión poética del mundo, que nos incita a ver que «las cosas se asemejan y ensamblan»8 (Deguy, 1966:232). Hay que aprender a ver el mundo con ojos de ese poeta que quiere ser Michel Deguy, un poeta que es también un pensador. «El poeta entiende las cosas en la lengua. El espíritu es la voz» (Deguy, 1966:244).
Derrida subraya el párrafo que reproduzco a continuación en las fotocopias que hizo del texto de Deguy:
Se trataría para la poesía de ‘comprometerse’ … en sí misma: impulso poético, entonces, esperado por nuestra época como una nueva lógica, que llevaría a la claridad, en el lenguaje de la poesía, esta poesía que es en sí misma la lengua; que aproxima íntimamente en la exposición el poema y su arte poético; que muestra la capacidad ontológica de esta lengua tomada sobre el ser que llamamos poesía (Deguy, 1966:254).
También subraya Derrida este fragmento del escrito de Deguy, que esclarece como pocos pasajes el trasfondo del texto, pero que también pone en evidencia las razones de su propia aproximación a la obra de este poeta-filósofo: «Moderno sería el movimento de redescender despiertos a esta fuente: allí donde no hay ya ‘vanguardia’, sino Dante o Hopkins, Mallarmé o Petrarca…; allí donde la prosa no es aún diferente de la poesía, ni la poesía del pensamiento, ni la palabra dicha de la palabra escrita…» (Deguy, 1966:255).
En efecto, no podría ser más significativo que Derrida haya subrayado ese pasaje, pues todos los asuntos que le han ocupado o más bien obsesionado durante muchos años, están de alguna manera recogidos en esas palabras de Michel Deguy. Si profundizamos en su significado, vemos aparecer a cada paso la propia voz de Derrida, entrecruzada con el decir poético de Deguy. Es la labor de una vida, en uno y otro caso, lo que tenemos aquí recogida en un apretado resumen. No en vano, en una carta que escribe a Derrida, fechada el 3 de agosto de 1965, Deguy afirma que De la
8 El texto original dice: “…les choses se ressemblent et s’assemblent”. La belleza de la fórmula se pierde en la traducción.
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grammatologie, «ha contribuido a enseñarme que el signo (no) es signo de nada»9. La
obra de Derrida habría provocado, por tanto, un auténtico despertar liberador en Deguy.
Derrida selecciona también para impartir su seminario cuatro páginas de Mímesis, de
la 202 a la 205. De ellas subraya algunos pasajes, cómo éste: «lengua autóctona. Es
necesario remontar hacia el origen; como si asistiéramos a la aparición; fábula sobre
el mundo como algo expícito o no» (Deguy, 1966:202).
De análoga forma subraya Derrida, en esa misma página, este fragmento: «El
hombre es trasplantado aquí, de forma extraña lenguajeado. Al principio está Babel, al
principio está la traducción. La poesía es lo contrario del esperanto» (Deguy,
1966:202).
En efecto, la poesía nos pone en contacto con lo intraducible por excelencia. Ha de
ser leída por sí misma, ha de ser conocida por sí misma. Es imposible traducirla a un
idioma común. De ahí el ejemplo del esperanto, que tan oportuno e ingenioso resulta.
Esas ideas planean sobre el siguiente texto que selecciona, referido éste a la figura
del poeta:
Poeta es aquí la palabra tradicional, y cada vez más precaria, cada vez más difícil de
pronunciar, que designa a aquel que se esfuerza en entender, haciendose entender
originalmente. Funciona aquí como un nombre propio, si bien es verdad que mejor habría
sido sustituir siempre el nombre propio –lo que no es apenas posible. (Deguy, 1966:16).
El contenido de este pasaje tiene una relación muy estrecha con la disertación inicial
de Derrida en su curso, en la que habla del nombre y de la relación entre nombre y
poesía, entre biografía y poesía. Abunda en ello en la siguiente página, donde Deguy
habla de la imposibilidad de hacer poesía como si el suelo, el nombre, la escritura, la
palabra, fuesen ya una adquisición, algo sobre lo que tenemos una posesión segura
(Deguy, 1966:17).
Los siguientes fragmentos que Derrida selecciona están también extraídos de Actes.
En el primero de ellos, que abarca de la página 30 a la 33 de la obra de Deguy, Derrida
destaca el pasaje recogido a continuación, subrayando en él las expresiones que paso a
destacar en letra cursiva:
Asigno al arte poético el propósito de dar testimonio de cómo resuenan y consuenan cierto
número de pensamientos en un dibujo del que el notario explícitamente contemporáneo de
9 IMEC-Archives, Fonds Derrida, DRR 32.7.
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su gesto de escribir, tal como la voz en off en la intriga, facilitará el desarrollo para su propia
edificación y la del lector10.
En otro pasaje de Actes que Derrida selecciona, Deguy comenta Vita nova de Dante.
En ese contexto, retoma la cuestión del nombrar como tarea poética. El poema es el
lugar de un nombrar característico. Un intercambio particular es testimoniado por la
palabra poética, intercambio que se produce entre lo nombrado y el nombrar11.
En el último de los fragmentos que selecciona para su seminario, escogido asimismo
de entre las páginas de Actes, concretamente la 66 y la 67, Deguy habla del poema como
una creación dotada de un ritmo y sintaxis peculiares. El límite de la convencionalidad
es sometido en el poema a fuertes tensiones. También se revela en el poema un decir
originario12. Esta vendría a ser la conclusión y en ella se recogerían ideas que Derrida
compartió y sobre las que discutió con Deguy durante años, como testimonia la
correspondencia mantenida entre ambos.
La poesía y el decir originario.
¿Es alguna vez el nombrar un acto individual? Es ésta una cuestión tan vieja como la
reflexión sobre el lenguaje. El Crátilo de Platón da cuenta de lo que, ya entonces, era
una vieja tradición. Podríamos responder sin dudar que es impensable el retorno al
hipotético nominador. El poeta y el filósofo comparten una peculiar relación con el
nombrar originario, pero es ridículo pensar en ellos como individuos que llegan a tener
algún tipo de conexión o contacto con el decir originario. Derrida nos dice que es
imposible el retorno al origen y sospechoso todo intento de remontarse hasta él. Sin
embargo, hay en su obra como en la de Deguy una permanente exploración de los
límites del pensamiento y del lenguaje, en la poesía y la filosofía. Esto nos lleva a ver,
tanto la filosofía como la poesía como afectadas por una hybris del origen, enfermedad
de la que jamás podrán sanar del todo. Pero, como Derrida y Deguy nos enseñan, hay
que asomarse al abismo sin caer en él.
10 Ibid., p. 31.
11 Ibid., p. 247.
12 Ibid., pp. 66-7.
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