NERUDA, UN AMANTE EN FUGA: «EL TANGO DEL VIUDO»
M.a DE LOS ÁNGELESM ATEOD EL PINO
Las Palmas de Gran Canaria 1989
Muchos de mis rrcueidus x Iiaii dedibujado al evocarlos,
han devenido en polvo como un cristal irremediablemente
herido.
(P. NERUDA: Confieso que he vivido)
TANGO DEL VIUDO
Oh, Maligna, ya habrás hallado la carta, ya habrás llorado de furia,
y habrás insultado el recuerdo de mi madre
llamándola perra podrida y madre de perros,
ya habrás bebido sola, solitaria, el té del atardecer
mirando mis viejos zapatos vacíos para siempre
y ya no podrás recordar mis enfermedades, mis sueños nocturnos, mis comidas,
sin maldecirme en voz alta como si estuviera allí aún
quejándome del trópico de los coolíes corringhis,
de las venenosas fiebres que me hicieron tanto daño
y de los espantosos ingleses que odio todavía.
Maligna, la verdad, qu6 iioclie tan grande, qué tierra tan sola!
He llegado otra vez a los dormitorios solitarios,
a almorzar en los restaurantes comida fría, y otra vez
tiro al suelo los pantalones y las camisas,
no hay perchas en mi habitación, ni retratos de nadie en las paredes.
Cuánta sombra de la que hay en mi alma daría por recobrarte,
y qué amenazadores me parecen los nomhres de los meses,
y la palabra invierno qué sonido de tambor lúgubre tiene.
Enterrado junto al cocotero hallarás más tarde
el cuchillo que escondí allí por temor de que me mataras,
y ahora repentinamente quisiera oler su acero de cocina
acostumbrado al peso de tu mano y al brillo de tu pie:
bajo la humedad de la tierra, entre las sordas raíces,
de dos lenguajes humanos el pobre sólo sabría tu nombre,
y la espesa tierra no comprende tu nombre
hecho de impenetrables substancias divinas.
Boletín Millares Carb n.O 11. 1990. Las Palmas de Gran Canaria.
Así como me aflige pensar en el claro día de tus piernas
recostadas como deanidas y duras aguas solares,
y la golondrina que durmiendo y volando vive en tus ojos,
y el perro de furia que asilas en el corazón,
así también veo las muertes que están entre nosotros desde ahora,
y respiro en el aire la ceniza y lo destruido,
el largo, solitario espacio que me rodea para siempre.
Daría este viento del mar gigante por tu brusca respiración
oída en largas noches sin mezcla de olvido,
uniéndose a la atmósfera como el látigo a la piel del caballo.
Y por oírte orinar, en la oscuridad, en el fondo de la casa,
como vertiendo una miel delgada, trémula, argentina, obstinada,
cuántas veces entregaría este coro de sombras que poseo,
y el ruido de espadas inútiles que se oye en mi alma,
y la paloma de sangre que está solitaria en mi frente
llamando cosas desaparecidas, seres desaparecidos,
substancias extrañamente inseparables y perdidas.
No siempre la propia contundencia de los hechos es capaz de expresar el
sentir verdadero de lo real. A veces es la imaginación, la invención poética la
que revela el corazón de la realidad, la entraña profunda de los seres, la cara
oculta de la historia. Y esto ocurre cuando queremos acercarnos a la obra de
Pablo Neruda y «desentrañar» algunos de sus poemas, como es el caso del
«Tango del viudo».
El «Tango del viudo» está enraizado en unas circunstancias vitales que,
en cierta medida, nos darán la clave de la multiplicidad de significaciones que
aparecen en el poema. Se trata, pues, de investigar la 4ntra-historia», de
establecer cuál es la relación entre el creador y su obra; cuáles son las fuentes
del poema para comprobar hasta qué plinto creatividad y realidad se aúnan
en el poema.
Como tenemos que basamos en muchas ocasiones en los propios testimonios
de Pablo Neruda sobre su vida, no podemos, en realidad, salir de ella para
estudiar objetivamente su relación con el poema. Trataremos, pues, de insertar
el «Tango del viudo» en el contexto vivencia1 del poeta, tomando como punto
referencia1 sus memorias: Confiso que he vivido1.
El «Tango del viudo» pertenece a la etapa de Residencia en la tierra I, que
recoge poemas de 1925 a 1931, publicado con posterioridad en 1933. Significa
ésta una etapa de madurez donde Neruda añade a sus poemas la nota personal
de la vivencia propia, casi romántica, y asume el verdadero amor, así como
éste es, con su «ambiguo rostro inaceptable»z.
Neruda, Pablo: Confieso que he vivido. Círculo de Lectores. Barcelona, 1975.
2 Hernán Loyola en Prólogo, selección y notas, Pablo Neruda: Antología poética. Ed.
Alianza Ediitonal. Madrid, 1986.
Esta tentativa hacia el autorretrato, tal y como laicalifica Hernán Loyola3,
supone la afirmación del:yo, P&o:es un << yo» que*emergedesde una particular
circunstancia, situación o anécdota, comoles el caso del «Tangwdel'viude».
En 1927, Pablo Neruda es nombrado cónsul «ad honorem* en Rangoon
(Birmania) y se traslada a vivir a Oriente. Es allí donde conoce a.la.mujer que
inspirará la creación de su poema.
c.. a fin de cuentas, yo no había venido a Oriente aconvivir con colonízadores
transeúntes, sino con el antiguo espíritu de aquel mundb, can aquella.grande y
desventurada familia humana. Me adentré tanto en el alma y la vida de esa
gente, que me enamoré de una nativa. Se vestía como una inglesa y su nombre
de calle era Josie Bliss. Pern en la intimidad de sil casa, que prnntn cnmpartf,
se despojaba de tales prendas y de tal nombre para usar su deslumbrante
sarong y su recóndito nombre birrnano4.~
Pero esta relación no dura mucho y Neruda se ve obligado a dejarla. Así,
pues, el «Tango del viudo» se convierte en una especie de carta poética
dirigida como flecha certera a una amante abandonada, en fuga.
Es una concepción dramática del amor. La tristeza del poeta se transforma
en tormento expresivo, ya que manifiesta insatisfecho su propia situación
sentimental. Y este dramatismo se nos presenta ya desde el título: «Tango del
viudo».
El «Tango», concebido como música y baile, canto acompañado de guitarra
que representa el sentir más hondo del ser: la tristeza, la melancolía, y más
frecuentemente el «mal de amores». Y como baile presenta una coreografía
bastante complicada, danza que lleva en sus compases una gran carga sensual,
el placer lúdico de los cuerpos en niovimientu.
Por otro lado, el término que utiliza para acompañar a Tango» es el de
«viudo». Con ello, Neruda da por muerta a la amada, zanja de la manera más
dramática posible su relación sentimental, sin posibilidad de reanudación.
Josie Bliss pasa así a habitar el mundo de los muertos, y sólo podrá resucitar a
la vida de Neruda a través del recuerdo, de la evocación poética.
El título participa así de una doble concepción: de la carga amorosa-sensual
que le confiere el término «Tango»; y del dramatismo del amor
finalizado con el calificativo de «viudo».
El poema es la descripción de una realidad que, sin embargo, no es
incompatible con la índole poética, ya que si bien, la primera parte de1 «Tango
del viudo» está escrito con un espíritu de prosa, en la segunda parte la
emoción es más tensa y el ritmo poético asoma entre los versos, tendiendo a
la actitud lírica. Ritmo que, además, está en consonancia con las vivencias
que Neruda nos confiesa en sus memorias:
op. cit.
Confieso que he vivdo, ed. cit., pág. 96.
«Tuve dificultades en mi vida privada. La dulce Josie Bliss fue reconcentrándose
y apasionándose hasta enfermar de celos. De no ser por eso, tal vez yo hubiera
continuado indefinidamente junto a ella. Sentía ternura hacia sus pies desnudos,
hacia las blancas flores que brillaban sobre su cabellera oscura. Pero su tempe-ramento
la conducía hasta un paroxismo salvaje. Tenía celos y aversión a las
cartas que me llegaban de lejos; escondía mis telegramas sin abrirlos; miraba
con rencor el aire que yo respirabas.»
Así pues, la fecha exacta del poema debemos situarla en 1928, época en
que Pablo Neruda es nombrado cónsul en Colombo (Ceilán), abandonando
Birmania abandonaría, por consiguiente, a la birmana.
«Acabaría por matarme. Por suerte, recibí un mensaje oficial que me participaba
mi traslado a Ceilán. Preparé mi viaje en secreto, y un día, abandonando mi
ropa y mis libros, salí de la casa como de costumbre y subí al barco que me
llevaría lejos?.»
Pero tras la fuga, el poeta se siente ungido de nostalgia, por sentirla de
nuevo vivir a su lado, y así dirá en su pocma: «Maligna, la verdad, qué noche
tan grande, qué tierra tan sola!»'. Desea recobrar a la amante abandonada
para entregarle sus ensueños: «Cuánta sombra de la que hay en mi alma daría
por recobrarte, ... »p. Y una vez más encontramos referencia de esta nostalgia
en Confiso que he vivido:
«Dejaba a Josie Bliss, especie de pantera birmana, con el más grande dolor.
Apenas comenzó el barco a sacudirse en las olas del golfo de Bengala, me
puse a escribir el poema "Tango del viudo", trágico trozo de mi poesía destinado
a la mujer que perdí, porque en su sangre crepitaba sin descanso el volcán de
la cólera. Qué noche tan grande, qué tierra tan sola%
Dentro de esa tentativa de «aulorrepreseritacióii», Neruda concede especial
importancia al nombre. El nombre es, pues, la substancia de lo nombrado,
pero puede ser también, no la cosa misma o su esencia, sino la representación
emocionada de la cosa ausente, su espera o su recuerdo, como el mismo
«Tango», donde nombre y palabra, expresan también una perspectiva de
futuro:
«y qué amenazadores me parecen los nombres de los meses,
y la palabra invierno qué sonido de tambor lúgubre tiene lo.»
5 op. cit., pág. 96.
6 op. cit.. pág. 96.
7 vid. «Tango del viudo», v. 1 l.
8 vid. «Tango del viudo», v. 16.
9 op. cit., págs. 96-97.
'0 vid. "Tango del viudo", v. 17- 18.
«(el cuchillo) (...) sólo sabría tu nombre,
y la espesa tierra no comprende tu nombre
hecho de impenetrables substancias divinasil.~
El «Tango del viudo» se convierte en un espejo que refleja algunos de los
episodios que le aconteció a Neruda en su vida marital con Josie Bliss. Y si
bien, alguna imagen del poema, como la referencia al cuchilloi2, pudiera estar
más acorde con el clima surrealista que imperaba cuando Neruda escribe
Resihnrin pn ln t i~wnI, comprobamos por boca del poeta que gravita en el
corazón de la realidad.
«A veces me despertó una luz, un fantasma que se movía detrás del mosquitero.
Era ella, vestida de blanco, blandiendo su largo y afilado cuchillo indígena.
Era ella paseando horas enteras alrededor de mi cama sin decidirse a matarme.
"Cuando te mueras se acabarán mis temores", me decía. Al día siguiente
celebraba misteriosos ritos en resguardo a mi fidelidad'3.»
Las manifestaciones corporales de la amada, la totalidad de su cuerpo se
expresa en el poema con la pareja pie-mano:
(el cuchillo) «acostumbrado al peso de tu mano y al brillo de tu pie»
(v. 22).
Manifestación que, por otro lado, representa una imagen visual de extremado
logro, ya que si Josie Bliss empuñaba un cuchillo indígena de larga y resplan-deciente
hoja, es natural que éste reflejara en su filo el pie de la birmana.
El decible corporal aparece acompañado dc toda una gama de sentidos
que van desde el olfato, tacto, vista y oído:
«y ahora, repentinamente, quisiera oler su acero de cocina,
acostumbrado al peso de tu mano y al brillo de tu pie:
bajo la humedad de la tierra, entre las sordas raíces,
de los lenguajes humanos el pobre sólo sabría tu nombrc,
y la espesa tierra no comprende tu nombrei4.»
Las piernas, los ojos y el corazón de la amante son cvocados cn cl poema,
pero para ello Neruda utiliza una serie de animales que reflejan el carácter de
Josie Bliss. Y así dirá: <<yla golondrina que durmiendo y volando vive en tus
ojos». La golondrina (v. 29), como símbolo de la vida, ave riiigratoria en
constante movimiento, ojos en constante acecho. Y en contrapartida la furia
op. cit. v. 24, 25 y 26.
12 Conjkso ... ed. cit., pág. 96.
13 Conjieso ... ed. cit., pág. 96.
'4 vid. ''Tango del viudo", v. 21 al 25.
del perro: «y el perro de furia que asilas en el corazón», el paroxismo salvaje,
la agresividad,
Pero a veces, como refiere Yurkievichls, aparece la crudeza somática
como ampliación descarada del decible corporal, como franqueza física y
sobre todo sexual. Se ofrece así el vasto repertorio de la carne y el vientre. Lo
genital, .ln seminal, lo fecal, aparecen desnudamente mencionados:
«y POF. oirte orinar, en la oscuridad, en el fondo de la casa,
como vertiendo una miel delgada, trémula, argentina, obstinada»
(V. 37-38).
El «Tango del viudo» pone de manifiesto la radical soledad del hombre.
La,angustiosa inmtidumbre del hombre ante su mera existencia, y se siente
solo, solitario )en el mundb y rodeado de una corteza de exterioridad, ajena a
él, fucra de él, pero en la cual se siente el eje, en el centro: «el largo, solitario
espacio qe.me. rodea Rara siempre.» (v. 33).
YI surgen las contradicciones en el poeta, en el hombre: por un lado, los
vagos fantasmu, las incertidumbres, los ensueíiosr «cuántas veces entregaría
este coro de sombras que poseo». Por otro ladb; llis luchas interiores represen-tadas
por la espada como impulso aventurero, de tono heroico, pero a la vez
afán inútil: <*y d ruido ~da.espadasin útiles que se oye en misalma». Y como
síntesis de ambas la «paloma», que ejemplifica la vida, el amor: «y la paloma
de sangre q\ie está solitaria en mi frente» (v. 41).
El poema termina con una alusión a lo pasado;a lo perdido, pero recuperado
una vez que el amor y la amada es convertida en poesía:
«llamando cosas desaparecidas, seres desaparecidos,
substancias extrañamente inseparables y perdidas.»
(v; 4Z43).6
Si bien, el «Tango del viudo» finaliza una vez que Ner~da~conviertaei
losie Rliss en creación poética, la verdadera historia va más allá. y será86m
Colombo (Ceilán), donde Neruda abra de nuevo la habitación $escondida del
tiempo:
«Algo vino a turbar aquellos días consumidos por el sol. Inesperadamente, mi
amor birmano, la torrencial Josie Bldss, se estableció frente a mi casa. Había
viajado allí desde su lejano país. Como pensaba que no existía arro7 sinn en
Rangoon, llegó con un saco de arroz a cuestas, con nuestros discos favoritos de.
Paul Robeson y con una larga alfombra enrollada. Desde la puerta de enfrente
se dedicó a observar y luego a insultar y a agredir a cuanta gente me visitaba.
Josie Bliss, consumida por sus celos devoradores, al mismo tiempo que amena-l
5 Yurkievich, Saúl: A través de la trama, ed. Muchnik, Barcelona, 1984.
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zaba con incendiar mi casa. Recuerdo que atacó con un largo cuchillo a una
dulce muchacha eurasiática que vino a visitarme.
La policía colonial consideró que su presencia incontrolada era un foco de
desorden en la tranquila calle. Me dijeron que la expulsarian del país si yo no
la recogía. Yo sufrí varios días, oscilando entre la ternura que me inspiraba su
desdichado amor y el terror que le tenía. No podía dejarla poner un pie en mi
casa. Era una Lerrorisla amorosa, capaz de todo.
Por fin un día se decidió a partir. Me rogó que la acompañara hasta el
barco. Cuando éste estaba por salir y yo debía abandonarlo, se desprendió de
sus acompañantes, y besándome en un arrebato de dolor y amor mc llcnó la
cara de lágrimas. Como en un rito me besaba los brazos, el traje y, de pronto,
bajó hasta mis zapatos, sin que yo pudiera evitarlo. Cuando se alzó de nuevo,
sil rostro estaha enharinado con la tiza de mis zapatos blancos. No podía
pedirle que desistiera del viaje, que abandonara conmigo el barco que se la
llevaba para siempre. La razón me lo impedía, pero mi corazón adquirió allí
una cicatriz que no se ha borrado. Aquel dolor turbulento, aquellas lágrimas
terribles rodando dobre el rostro enharinado, continúan en mi memorial6.»
Esta fue la última vez que Pablo Neruda vio a Josie Bliss. sin embargo,
aprovechando que en abril de 1957, fue invitado a un congreso de la paz que
se reunía en Colombo, en la isla de Ceilán, se trasladó a Rangoon, Birmania;
justamente cuando se cumplía treinta años de su Residencia en la tierra:
«Ni sombra de Josie Bliss, mi perseguidora, mi heroína del "Tango del viudo".
Nadie me supo dar idea de su vida o de su muerte. Ya ni siquiera existía el
barrio donde vivimos juntos 17.»
En Residencia en la tierra II, que recoge poemas de 193 1 a 1935, publicado
este último año, es donde Neruda nombra el Amor en el Recuerdo, titulando
uno de sus poemas «Joise Bliss». Paso importante dentro de esta etapa de
renovación del yo lírico, vinculada externamente a la experiencia que el poeta
como hombre vivió.
'6 Confiso ... ed. cit., pág. 105.
l7 Conjkso ... cd. cit., pág. 252.