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Boletín Millares Carlo 30, 2014, 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 _____________________________________________________________________ Copyright: @2013 Centro Asociado de la UNED de Las Palmas de Gran Canaria. Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de la licencia Creative Commons Atribucion-NoComercial- SinDerivar (by-nc-nd) Spain 3.0. 51 APORTACIONES A LA BIOBIBLIOGRAFÍA DE AGUSTÍN MILLARES CARLO HASTA SU EXILIO EN MÉXICO. Francisco A. Chacón Gómez-Monedero Universidad Autónoma de Madrid RESUMEN Las publicaciones sobre la vida y la obra del profesor Millares Carlo son abundantes. En el presente trabajo aportamos noticias y datos que completan algunos aspectos de su trayectoria vital y profesional hasta su exilio en México, en 1939. Nos hemos basado en las instancias que durante su juventud presentó a la Junta para Ampliación de Estudios en solicitud de “pensión” para salir al extranjero y, ya catedrático en Madrid y desplazado con algunos otros profesores e intelectuales a Valencia en 1936, en una breve correspondencia con Navarro Tomás, en la que se habla de temas personales y se hacen comentarios sobre las actividades que se quieren mantener vigentes en el exilio valenciano. Aportamos en Apéndice algunos documentos que consideramos de mayor interés. Palabras clave: Millares Carlo. Navarro Tomás. Junta para Ampliación de Estudios. Casa de la Cultura de Valencia y de Barcelona. Revista Emerita. ABSTRACT There are some publications where we can read about teacher Millares Carlo´s life and work. This article shows different news that complete some aspects of his life before he was exiled to Mexico in 1939. This study is based on the official requests he presented to an institution called Junta para la ampliación de studios when he was younger. Specifically he wanted to be a scholarship who can travel abroad. In this context, after he was appointed as professor in Madrid, he was moved with other teachers and intellectuals into Valencia in 1936. Thanks to a short correspondence between Millares and Navarro Tomás we can discover their personal matters and some brief comments about the activities they wanted to keep in Valencia. We can provide very valuable information whit some documents in the appendix. Keywords: Millares Carlo / Navarro Tomás / Junta para Ampliación de Estudios / Casa de la Cultura de Valencia y Barcelona / Emerita review Aportaciones a la biobibliografía de Agustín Millares Carlo hasta su exilio en México ________________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 52 INTRODUCCIÓN Las “aportaciones” que dieron origen a estas páginas las encontré de forma casual cuando trabajaba en un artículo sobre la historia del Archivo de la Catedral de Cuenca en el pasado siglo1. Buscaba información en el Archivo de la Residencia de Estudiantes cuando apareció el nombre de Millares Carlo asociado al de Tomás Navarro, fruto de una brevísima correspondencia entre ambos: tres cartas, una de Millares a Navarro y dos de éste2 a nuestro paleógrafo, en los momentos difíciles en los que se había visto obligado a dejar su cátedra y residencia en Madrid para instalarse en Valencia, junto a otros profesores e intelectuales madrileños. La curiosidad me hizo seguir buscando algún otro testimonio de don Agustín. Entonces me encontré con las instancias que en los años de joven licenciado y de neo-catedrático había dirigido a la Junta para Ampliación de Estudios, solicitando “pensión” que le permitiera seguir su formación junto a los más reputados filólogos, paleógrafos y diplomatistas de Europa; además de ayuda económica para poder realizar el viaje a Buenos Aires, donde se le había encargado dirigir el Instituto de Filología hispánica a propuesta de Américo Castro, que había sido su primer director. Tomé nota de todo ello, más por admiración hacia el maestro que con el afán de publicarlas, pues nunca pensé que pudieran ser desconocidas de los numerosos autores que nos han dado a conocer, casi pormenorizadamente, cada uno de los momentos públicos de la vida y la obra del profesor Millares3; sin embargo, pronto constaté que, como sucede en otros muchos casos, no es así, pues una vida tan prolongada, tan rica en acontecimientos, alegres y tristes, que de todo hubo en esa viña, puede sorprendernos, aún hoy, con datos de interés que aporten color a algunas de las múltiples piezas que componen el atractivo puzzle de una vida tan intensa y fecunda como la de don Agustín Millares Carlo. 1 F. A. CHACÓN GÓMEZ-MONEDERO, “El último siglo en la azarosa historia del Archivo de la Catedral de Cuenca”, Nuovi Annali della Scuola Speciale per Archivisti e Bibliotecari, XXIV, 2010, pp. 57-87. 2 Las cartas de Tomás Navarro Tomás responden a las que había recibido de Millares Carlo; por lo tanto, falta una de nuestro paleógrafo que no hemos encontrado hasta el presente. 3 La producción bibliográfica sobre la vida y la obra del maestro Millares Carlo es muy considerable, lo que me exime de reproducirla, pues ocuparía un espacio innecesario; con todo no puedo dejar de citar las obras que han aportado la fundamental y, en algunos casos, primera información sobre nuestro personaje, aunque sean suficientemente conocidas. Sobre la etapa americana del profesor Millares, además de ser la primera biografía que salió a la luz, es básica la obra de L. VAZ ARAÚJO, Agustín Millares Carlo. Testimonio para una biografía, Maracaibo: Universidad del Zulia, 1968. En el homenaje que ya en España se le tributó en 1975, se incluye un índice cronológico de los principales acontecimientos de la vida y obra del homenajeado, cuya autora es C. PESCADOR DEL HOYO, “Agustín Millares Carlo”, en Homenaje a don Agustín Millares Carlo, I, Gran Canaria: Caja Insular de Ahorros de Gran Canaria, 1975, pp. 19-53. Me parece que en absoluto hay que omitir el “Prólogo” del profesor Tomás MARÍN a la tercera edición del Tratado de Paleografía española, Madrid: Espasa-Calpe, S. A., 1983, pp. VII-XVIII, donde ya están perfectamente descritos los hitos biográficos y, sobre todo, bibliográficos del maestro Millares. Después se publicó la más completa y exhaustiva, obra indiscutible de referencia, que recoge la tesis doctoral de J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, Agustín Millares Carlo: el hombre y el sabio, Islas Canarias: Viceconsejería de Cultura y Deporte. Gobierno de Canarias, 1989. Más reciente es la obra de M. M. RONCO LÓPEZ, Los documentalistas españoles: Nuevas contribuciones a la vida y la obra de Agustín Millares Carlo (1893-1980), Madrid: Departamento de Biblioteconomía y Documentación. Universidad Complutense, 2001. Puede verse también, C. BOLAÑOS MEJÍAS, “Bibliografía de y sobre Agustín Millares Carlo. Addenda”, Boletín Millares Carlo, 14 (1995) pp. 77-84.Francisco A. Chacón Gómez-Monedero _______________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 53 Aquellos primeros testimonios a los que hacía referencia, y los que he ido reuniendo después, ahora sí, debidos a una búsqueda premeditada, pueden aportar esas pinceladas de color a los grises del cuadro que nos permitirán conocer mejor la obra intelectual y académica que con tanta dedicación llegó a construir el profesor Millares. También creo que estas “aportaciones” no alteran el marco, desde años trazado, para contener la vida y la obra del maestro Millares, pero también creo, como ya he dicho, que pueden completar algunos aspectos de su juventud inquieta y de su madurez universitaria truncada. A llenar o colorear esos espacios, en blanco o en grisalla, van dedicadas las páginas que siguen. LOS AÑOS UNIVERSITARIOS DE AGUSTÍN MILLARES Procedente de su Canarias natal llegó el adolescente Millares a Madrid para iniciar en el curso 1909-1910 su vida universitaria4. Lo hizo con el ímpetu juvenil que le capacitaba para cursar dos carreras, Derecho y Filosofía, aunque, como es bien sabido, las leyes se fueron quedando marginadas en favor de las letras, en las que no tardó en manifestar sus naturales dotes para la investigación. A pesar de su juventud, le acompañaba el deseo e interés por incorporarse cuanto antes al mundo comprometido de los intelectuales madrileños, pues apenas llegado a la Corte pidió ser admitido en el centro de la intelectualidad capitalina, el Ateneo, en el que aparece inscrito como socio desde 1910, apenas cumplidos los 17 años, con el número 87385. Se inició, desde ese mismo momento, una estrecha relación con la docta institución, que se vería consolidada cuando en mayo de 1915 ganó por oposición la plaza de catedrático de latín que había sacado a concurso6, dando muestras ya de sus espléndidas dotes como docente7. No tardaron en reforzarse los lazos con el Ateneo, hasta llegar a formar parte de su Junta de Gobierno en la década de los años veinte, en un periodo de grandes dificultades para los ateneístas y durante el cual fue detenido en varias ocasiones al formar parte de los intelectuales que manifestaban su pública oposición a la dictadura de Primo de Rivera8. Posteriormente, y al menos durante tres años, de 1930 a 1933, estuvo encargado de la Biblioteca, la dependencia más querida para los socios del Ateneo, en la que desarrolló una admirable labor, tanto en los aspectos puramente 4 Como norma general, omitiré las referencias a los datos biográficos que repiten todos los libros y artículos, sabiendo que en cualquiera de las obras citadas en la nota anterior se puede encontrar cumplida información. 5 Según consta en una relación de socios publicada en 1914. Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid, Lista de señores socios. Marzo 1914. Madrid. Imp. de la Suc. de M. Minuesa de los Ríos, 1914, pp. 69 y 97. 6 S. MILLARES CANTERO, “Agustín Millares Carlo y el Ateneo de Madrid”, Boletín Millares Carlo, 7-8 (1985) pp. 280-281; J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, “En torno a la primera cátedra de latín del Ateneo de Madrid (con un discurso y una breve epístola latina de Millares Carlo)”, Boletín Millares Carlo, 9-10 (1987) pp. 183-186. 7 A sus clases, de griego y latín, acudían alumnos que habían acabado sus carreras universitarias, entre ellos José Antonio Primo de Rivera, como dice V. GARCÍA MARTÍ, EL Ateneo de Madrid (1835-1935), Madrid: Dossat, 1948, p. 299. 8 A. ENRÍQUEZ PEREA, “Agustín Millares Carlo”, en Ateneístas ilustres, II, Madrid: Ateneo de Madrid, 2007, p. 476Aportaciones a la biobibliografía de Agustín Millares Carlo hasta su exilio en México ________________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 54 materiales, mejorando sus instalaciones, como en lo referente a su alma, ampliando los fondos bibliográficos y las relaciones con las universidades más importantes del mundo 9. Volviendo a los jóvenes años universitarios, su biógrafo pone en 1912, en plenos años académicos, las primeras investigaciones serias de Millares, enfocadas ya hacia el proyecto de tesis doctoral sobre Gonzalo Argote de Molina, tema truncado como tesis, pero no olvidado, pues sobre Argote volvió en algunas otras ocasiones10. También apunta que durante su carrera publicó “breves estudios sobre Filología latina” en la revista de la Facultad11 que editaban los alumnos con el título de Filosofía y Letras. Una de las pinceladas de “color” a las que me he referido la podemos dar, sin duda, cuando el lienzo de su biografía está recibiendo los primeros trazos. A los trabajos de estudiante universitario podemos añadir el ensayo que durante el curso académico 1910-1911 preparó sobre “Marcial. Estudio sobre su vida y sus escritos” para ser presentado como trabajo de curso en abril de 1911. Se trata de un manuscrito de 105 folios12 y de profunda madurez para los años de un estudiante que cursa su segundo año de licenciatura. Creemos que aquí terminó su interés por el poeta de Bilbilis, pues aunque posteriormente dedicó varios estudios a clásicos latinos, no conozco ninguno que de forma monográfica tenga a Marcial como protagonista13. AGUSTÍN MILLARES Y LA JUNTA PARA AMPLIACIÓN DE ESTUDIOS Antes del doctorado En el contexto de la Institución Libre de Enseñanza14 se había creado en 190715 la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas16, con el objetivo de 9 S. MILLARES CANTERO, “Agustín Millares Carlo”, pp. 280-283; A. ENRÍQUEZ PEREA, “Agustín Millares Carlo”, p. 477. 10 J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, Agustín Millares Carlo, pp. 60-73, 363 y 394. 11 J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, Agustín Millares Carlo, pp. 60-61, 397 y 445. 12 Formato in cuarto y escrito únicamente por el recto. Se conserva en la Biblioteca Marqués de Valdecilla, con la signatura T. 5315, inventariado como su tesis doctoral. Evidentemente es un error pues es de todos sabido que su tema de doctorado fueron las bulas papiráceas pontificias en archivos catalanes. Cuando dí con él estaba inédito, aunque ya ha sido publicado, recientemente, por A. HENRÍQUEZ JIMÉNEZ, “Marcial. Manuscrito de Agustín Millares Carlo sobre el poeta bilbilitano Marco Valerio Marcial”, Boletín Millares Carlo, 29 (2010) pp. 29-63. 13 No he visto referencia a este estudio ni a ningún otro sobre Marcial en sus trabajos filológicos recogidos en J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, “Comentarios a la bibliografía filológico-literaria de Millares Carlo”, Boletín Millares Carlo, 9-10 (1987) pp. 57-92; tampoco en la propia obra de A. MILLARES CARLO, Bibliografía para la Historia de la Literatura Latina, México-Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, (Breviario 33), 1950, pp. 23-24. Lógicamente habla de Marcial en sus manuales: A. MILLARES CARLO, Manual Antológico de literatura latina, México: EDIAPSA, 1945, cap. IX; Historia de la literatura Latina, México, 1950, he utilizado la edición de 1962, pp. 126-128. 14 V. CACHO VIU, La Institución Libre de Enseñanza, Madrid: Rialp, 1962. Hay una reciente edición crítica de Octavio Ruiz-Manjón, Madrid: Fundación Albéniz. Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, 2010. 15 R. D. de 11 de enero de 1907. Publicado en la Gaceta de Madrid el 15 de enero de 1907. 16 F. J. LAPORTA, A. RUIZ, V. ZAPATERO, J. SOLANA, “Los orígenes culturales de la Junta para Ampliación de Estudios”, Labor, 493 (enero, 1987) pp. 17-87 y Labor, 499 (julio-agosto, 1987), pp. 9-Francisco A. Chacón Gómez-Monedero _______________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 55 modernizar España, acercándola a las corrientes culturales y científicas que se estaban desarrollando y extendiendo por Europa. Para ello nada mejor que propiciar mediante la concesión de una “pensión” el que los mejores estudiantes de las universidades españolas pudieran completar su formación científica junto a los profesores que destacaban en las universidades extranjeras, alemanas, inglesas, italianas, francesas17 o suizas, con el fin de introducir en nuestras aulas lo que fuera de ellas se había aprendido18. El joven Agustín desde su llegada a Madrid buscó el acercamiento a la Junta para Ampliación de Estudios, aunque no fue hasta 1914 cuando esa relación se hizo realmente efectiva, pues su ficha de inscripción así lo ratifica19. Aprovechando la oportunidad que la institución le ofrecía presentó durante algunos años instancias solicitando “pensión” para ampliar sus estudios en varias ciudades europeas, y en la mencionada ficha quedó puntual anotación de todas ellas. Estas solicitudes nos van marcando las apetencias científicas con las que Millares desea completar su formación académica: filología clásica, paleografía, diplomática, aunque como bien dice Tomás 137; J. M. SÁNCHEZ RON, “La Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas ochenta años después”, en J. M. Sánchez Ron (coord.), 1907-1987. La Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas 80 años después. I. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1988, pp. 1-61. Con anterioridad a este trabajo la Junta ya había sido objeto de algunos estudios que el autor recoge en la p. 1, nota 2, por lo que allí remitimos, toda vez que nuestro artículo no interesa en la profundización de dicha institución. Posteriormente a la publicación de las actas donde se recogen las contribuciones presentadas al Simposio Internacional que conmemora el 80 aniversario de la creación de la Junta, se han seguido publicando estudios sobre ella, que sería prolijo enumerar aquí, toda vez que, como decimos, nuestro trabajo no tiene por objeto a esta institución; sin embargo, no podemos dejar de mencionar las publicaciones que de forma monográfica conmemoraron el centenario de su fundación: Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, 63-64, diciembre, 2006; Circunstancias, año V, nº 14, 2007; y acaban de aparecer las actas, en dos volúmenes, del II Congreso Internacional celebrado los días 4, 5 y 6 de febrero de 2008, donde los variados temas tratados ponen en claro la extraordinaria importancia de transformación social que aquel proyecto supuso para la ciencia y cultura española: J. M. SÁNCHEZ RON, J. GARCÍA VELASCO (eds.), 100 JAE. La Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones en su centenario, Madrid: Círculo de Bellas Artes, 2011. 17 El país preferido por los solicitantes era Francia, según J. M. SÁNCHEZ RON, “La Junta para Ampliación de Estudios”, p. 36, aunque, desde luego, era patente la germanofilia científica de los españoles, de lo que se queja P. PARIS, “Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas”, Bulletin Hispanique, 18 (1916) pp. 114-131. Tengamos en cuenta que en 1909 se había fundado en Madrid l´École des hautes études hispaniques, creación de la Universidad de Burdeos bajo el patrocinio de l´École des Chartes parisina, donde los jóvenes hispanistas franceses preparaban sus tesis doctorales, y que Pierre Paris, profesor de aquella universidad, fue su primer director. Puede verse: D. OZANAM, “Les chartistes et l´Espagne”, en L´École nationale des Chartes. Histoire de l´École depuis 1821, Thionville : Gérad Klopp, éditeur, 1997, p. 288. Esta escuela fue el origen de la Casa de Velázquez, institución que sigue recibiendo a los investigadores franceses. Para mayor informacióne, J.-M. DELAUNAY, Des palais en Espagne. L´École des hautes études hispaniques et la Casa de Velázquez au coeur des relations franco-espagnoles du XXe siècle (1898-1979), Madrid: Casa de Velázquez, 1994. Sobre el interesante y fecundo trabajo llevado a cabo por los hispanistas franceses, A. NIÑO RODRÍGUEZ, Cultura y diplomacia: los hispanistas franceses y España de 1875 a 1931, Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas-Casa de Velázquez-Societé des Hispanistes français, 1988. 18 G. MORA, “Archivo Español de Arqueología. Notas para una historia de la revista”, Archivo Español de Arqueología, 75 (2002) pp. 5-20. Agradezco a Gloria Mora, compañera de Dpto. en la UAM, sus acertados comentarios sobre este momento de nuestra historia científica que ella conoce muy bien. 19 Archivo de la Residencia de Estudiantes. Junta para Ampliación de Estudios (ARE. JAE), 99 / 592. Aportaciones a la biobibliografía de Agustín Millares Carlo hasta su exilio en México ________________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 56 Marín en su magnífico “Prólogo” al Tratado de Paleografía 20, al terminar su carrera universitaria podría haber encarado cualquier especialidad humanística con inmejorables resultados. Los años universitarios fueron despertando en el joven Agustín la vocación hacía la Filología, siguiendo con gran aprovechamiento las clases de Enrique Soms y Castelí, pionero en la renovación de los estudios clásicos griegos21 y quien, a decir del propio Millares, fue el profesor que más influyó en su formación académica22. Tampoco podemos olvidar que los estudios filológicos estaban adquiriendo en España una gran vitalidad23 bajo la coordinación de Menéndez Pidal y Américo Castro, con los que tenía una cercana relación académica24, y bajo cuya enseñanza y consejo buscó ampliar sus estudios en Alemania, donde ya se habían formado alguno de sus maestros. La primera noticia que tenemos del acercamiento a la Junta de Ampliación de Estudios, data del día 2 de febrero de 191425, cuando el joven estudiante está próximo a licenciarse26. Con esta fecha presentó una instancia solicitando pensión para trasladarse a Berlín, donde poder asistir a los cursos que en aquella universidad impartía el eminente filólogo Wilamovitz Moellendorf27, estudioso y editor de autores clásicos griegos y una primera autoridad mundial en el campo de la Filología griega28. 20 P. VII. 21 El profesor Soms y Castelí fue uno de los renovadores de los estudios clásicos griegos en la vida universitaria. Su contribución se debe especialmente a las traducciones de obras de singular importancia, como La Gramática Griega de J. Curtius, o La Historia de la Literatura Griega Clásica de G. Murray. Véase, F. GARCÍA JURADO, “El nacimiento de la Filología Clásica en España: La Facultad de Filosofía y Letras de Madrid (1932-1936)”, Estudios Clásicos, 134 (2008) pp. 81-86; M. P. MARTÍNEZ LASSO, Los estudios helénicos en la universidad española. 1900-1936, Madrid: Universidad Complutense de Madrid, 1988, p. 100. 22 J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, Agustín Millares Carlo, p. 60, y en “Don Agustín Millares Carlo: la profesión bibliográfica (Aportaciones a la historia de la bibliografía española”, Documentación de las ciencias de la información, X. Ed. Univ. Complutense. Madrid, 1986, p. 94. 23 F. GARCÍA JURADO, “El nacimiento de la Filología Clásica”, pp. 77-104. El profesor García Jurado está desarrollando una espléndida línea de investigación sobre el despertar de los estudios clásicos en España, cuya última publicación ejemplifica bien lo que decimos: F. García Jurado, R. González Delgado, M. González González (eds.), Historia de la literatura grecolatina durante la Edad de Plata de la cultura española (1868-1936), Analecta Malacitana, Anejo LXXVIII. Málaga: Universidad de Málaga, 2010. 24 Américo Castro había actuado como secretario en el tribunal que juzgó el examen de licencia de Agustín Millares. J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, Agustín Millares Carlo, p. 61 25 ARE. JAE. 99/592-15-16. El dato ya está recogido en J. M. LÓPEZ SÁNCHEZ, Las Ciencias sociales en la Edad de Plata Española: El Centro de Estudios Históricos, 1910-1936, Madrid: Servicio de Publicaciones de la Universidad Complutense de Madrid, 2003, p. 500. 26 Se licenció en Filosofía y Letras, con sobresaliente y premio extraordinario, el día 9 de febrero de 1914. Archivo General Universidad Complutense de Madrid (AGUCM), EA 60. 27 Sobre Ulrich von Wilamowitz-Moellendorf, puede verse, A. HENTSCHKE, U. MUHLACK, Einführung in die Geschichte der klassischen Philologie, Darmstadt, 1972, pp. 97-106. 28 Aunque es autor de muchas publicaciones, podemos destacar algunas que fueron obras de gran importancia e imprescindibles para el estudio de la literatura griega, que pudo haber leído el propio Millares, teniendo en cuenta su dominio del alemán. U. v. WILAMOWITZ-MOELLENDORF, Die griechische Litteratur des Altertums, Leipzig, 1921; U. v. WILAMOWITZ-MOELLENDORF et alii, Die griechische und lateinische Literatur und Sprache, Berlin-Leipzig, 1924.Francisco A. Chacón Gómez-Monedero _______________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 57 Su interés por estudiar en Alemania estaba en consonancia con la idea extendida en nuestro país 29 de que allí se estudiaba la filología clásica como una verdadera ciencia, y Moellendorf aparecía como el abanderado de este cientifismo30. En la instancia aporta como méritos el estar “perfeccionado” sus conocimientos de latín y griego, sin olvidar mencionar sus estudios de alemán, por lo que la estancia allí le serviría, además, de perfeccionamiento del idioma. Junto a todo esto “ofrece” presentar una memoria sobre algún tema de “literatura latina” que, sin ninguna duda, entregó en su momento, pues al pie de la instancia hay una nota posterior de haberla retirado, aunque no se dice cuándo, ni tampoco el título de dicho trabajo. Estos datos los conoceremos poco tiempo después. En efecto, como al parecer no fue aceptada la solicitud, en enero de 1915 requirió oficialmente la devolución del trabajo que había presentado como mérito anexo a la instancia31; llevaba por título La leyenda de Eneas en la literatura griega, y aunque no le sirvió para el fin primero, no echó en saco roto el trabajo, pues lo aprovechó dos años después para pronunciar lo que parece que fue su primera conferencia en el Ateneo madrileño, a finales de marzo de 191732. Volvió con el mismo tema en la Asociación Hebraica de Buenos Aires el 24 de mayo de 192433, aunque en esta ocasión con unos ligeros retoques en el título, La leyenda de Eneas antes de Virgilio, cuando apenas hacía un mes de su llegada a esta ciudad para dirigir su Instituto de Filología, aspecto del que nos ocuparemos más adelante. En marzo del año siguiente se dirigió de nuevo a la Junta para que “sea reproducida íntegramente la solicitud del año anterior”34. Nada dice del lugar a dónde quiere ir, por lo que podemos colegir que sigue siendo Berlín. Quizá le hizo solicitar el mismo destino el haber sido “incluido entre los aspirantes propuestos por esa Junta el año anterior para el disfrute de pensión destinada a ampliar sus estudios de Filología clásica”, aunque si nos atenemos a lo escrito a su amigo Alonso Quesada en carta de 29 Alemania venía desarrollando una activa política cultural en España desde el final de la I Guerra Mundial. Ver, L. DELGADO GÓMEZ-ESCAMILLA, “Las relaciones culturales de España en tiempo de crisis: de la II República a la Guerra Mundial”, Espacio, Tiempo y Forma, Serie V. Historia Contemporánea, 7 (1994) p. 270. Para mayor información: W. POPPINGHAUS, “¿Intercambio cultural, protección cultural o imperialismo cultural? Aspectos de las relaciones culturales germano-españolas entre 1918 y 1932”, en W. L. Bernecker (ed.), España y Alemania en la Edad Contemporánea, Frankfurt am Main, Vervuet Verlag, 1992, pp. 89-118; P. AUBERT, “¿A la Sorbona, a Marburgo o a la Alpujarra? La Junta para la Ampliación de Estudios”, Circunstancia, año V, 14, septiembre, 2007, s/p. 30 No podemos olvidar que desde el siglo XIX en Alemania se daba una perfecta simbiosis entre la paleografía y la filología, pues en la publicación de los Monumenta Germaniae Historica los filólogos eran los encargados de la edición crítica de los textos. Aparece Millares como un adelantado en los estudios clásicos con este eminente maestro alemán, pues hasta años después no encontramos a un pensionado, Eugenio Asensio Barbarín, que hubiera asistido a las clases y seminarios de este filólogo. Ver, Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, Memoria. Correspondiente a los cursos 1928-29 y 1929-30, Madrid, 1930, p. 24. 31 ARE. JAE. 99/592/2. 32 La que parece que fue su primera conferencia en esta institución, fue pronunciada el día 29 de marzo de 1917, con el título “La leyenda de Eneas”. Como hemos dicho, con el Ateneo mantuvo una estrecha colaboración desde que en 1915 ganó por oposición la plaza de catedrático de latín que había sacado a concurso. S. MILLARES CANTERO, “Agustín Millares Carlo y el Ateneo de Madrid”, pp. 281-283. 33 J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, Agustín Millares Carlo, p. 418. 34 ARE. JAE. 99/592/3.Aportaciones a la biobibliografía de Agustín Millares Carlo hasta su exilio en México ________________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 58 noviembre de 1914 35, ya estaba barajando la posibilidad de marchar a Italia para estudiar junto al gran paleógrafo Schiaparelli. Quizá sea el interés por la filología lo que le lleve al deseo de conocer en profundidad la paleografía, pues no están tan separados los campos de ambas disciplinas y sabe perfectamente que al filólogo le es de todo punto imprescindible el conocimiento paleográfico para desarrollar con profesionalidad su cometido. Por eso ya desde los primeros momentos de su andadura científica tiene claro que ha de profundizar en esta disciplina de la mano de los grandes maestros, como sabe que lo es el profesor de la universidad de Florencia Después del doctorado En noviembre de 1916 defendió la tesis, en la que obtuvo la calificación de “Sobresaliente y Premio”, siéndole expedido el título de doctor en Filosofía y Letras, sección de Letras, en enero de 191736. Imaginamos que tenía en mente su pronta publicación, pues el resultado de su trabajo vio la luz al año siguiente37. Con el doctorado recién estrenado y sin la posibilidad de poder marchar al extranjero para ampliar estudios, pues sus solicitudes de pensión son reiteradamente rechazadas, decidió hacer oposiciones de secundaria, presentándose en octubre de 1918 a las del “Instituto Escuela de Segunda Enseñanza” que dependía, así mismo, de la Junta para Ampliación de Estudios38, según se constata en un “certificado” que expidió en marzo de 1919 José Castillejo, secretario de dicha institución39. Al parecer aprobó las oposiciones, pues de su claustro formó parte como catedrático de latín desde ese mismo año40. Meses después preparó la documentación para opositar a la cátedra de Lengua y Literatura Latina que se había convocado en la universidad de Barcelona, pero fue rechazado por “falta de justificación”41, retomando, quizá por este contratiempo, su interés por convertirse en profesor de segunda enseñanza42. 35 A. HENRÍQUEZ JIMÉNEZ, “Correspondencia Agustín Millares Carlo-Alonso Quesada”, Philologica Canariensi, 2-3 (1996-1997) pp. 445-470. “Me falta tiempo para seguir; ando ocupadísimo, y es muy posible que si quiero vaya pensionado a Italia; no digas nada, ni aun a mi padre, que no es cosa segura aún” (p. 453); y el autor especifica: “La intención de AMC, que acababa de terminar su carrera en enero de 1913, y de obtener el grado de licenciado en febrero de 1914, era de ir a trabajar con el paleógrafo italiano Luigi Schiaparelli. No pudo llevarse a cabo este anhelo” (p. 468, nota 49). 36 AGUCM, EA 60. 37 A. MILLARES CARLO, Documentos pontificios en papiro de Archivos Catalanes. Estudio paleográfico y diplomático. I. Madrid: Imprenta de Fortanet, 1918. Según dice el autor (p.272), “La segunda parte de este estudio comprenderá los facsímiles litografiados de las bulas estudiadas en este primer tomo”, aunque este segundo tomo nunca se llegó a publicar. 38 L. PALACIOS, El Instituto-Escuela. Historia de una realidad educativa, Madrid: Ministerio de Educación, 1988; E. ONTAÑÓN, “El Instituto-Escuela, experiencia educativa de la Junta para Ampliación de Estudios”, en J. M. Sánchez Ron (ed.), 1907-1987. La Junta para ampliación, II, pp. 201-238. 39 ARE. JAE. 99/592/5. 40 J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, Agustín Millares Carlo, p. 71. 41 Con fecha de 21 de octubre de 1919. C. PESCADOR DEL HOYO, “Agustín Millares Carlo”, p. 21. 42 De diciembre de 1919 data la “remisión” de la “Hoja de servicios del Auxiliar temporal” de la Facultad de Filosofía y Letras, para que sea incorporada al expediente de oposiciones que pretende realizar a la cátedras de Latín de distintos institutos andaluces y catalanes. Ver, F. SAGREDO, J. LÓPEZ YEPES, “Aportaciones documentales para la biografía de don Agustín Millares Carlo”, Boletín Millares Carlo, 1 (1980) p. 31. Francisco A. Chacón Gómez-Monedero _______________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 59 Junto a las oposiciones a las que nos hemos referido, no cejó en su deseo de realizar algún viaje para ampliar estudios. En esta ocasión solicitó de la Junta una pensión para estudiar en la Escuela de Roma, según nos manifiesta en la instancia que volvió a elevar en marzo de 1919 43. Ya es “doctor en Filosofía y Letras”, y alega como mérito el haber publicado dos libros sobre Paleografía44 y haber obtenido por unanimidad la cátedra de Latín del Ateneo de Madrid45. Tampoco en esta ocasión fue beneficiado con la deseada pensión para ampliar sus estudios en universidades extranjeras46. Mientras tanto no dejaba de relacionarse con los jóvenes profesores de la universidad madrileña, entrando en contacto con el grupo de intelectuales que colaboraban en la revista La Lectura47. En el número de septiembre de 1919, se hace un elogioso comentario a la versión que sobre el tratado de Cicerón, Academicae Questiones48, había realizado para la Colección Universal de la editorial Calpe49, formando así parte junto a otros “expertos”, del equipo de “excelentes traductores” con los que contaba la mencionada editorial, “que dan a los libros extranjeros puestos en castellano la impresión de ser originales”50. De 1922 datan las dos siguientes instancias en las que volvió a solicitar pensión para trasladarse más allá de nuestras fronteras. En ambas alega ser ya catedrático de la universidad de Granada51, a la vez que presenta los trabajos que avalan su dedicación a las ciencias paleográfica y diplomática; además de manifestar que conoce el idioma de ambos países a los que pretende viajar. 43 ARE. JAE. 99/592/4. La Escuela Española de Arte y Arqueología de Roma, fundada en 1910 por la Junta para Ampliación de Estudios, es la única dependencia que tuvo España en el extranjero y uno de los centros más antiguos de los que actualmente forman parte del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Para más información, M. ESPADAS BURGOS, La Escuela Española de Historia y Arqueología en Roma. Un Guadiana junto al Tíber, Madrid: Publicaciones de la Residencia de Estudiantes, 2000. 44 Hasta esta fecha, los libros publicados habían sido: Estudios paleográficos: Observaciones acerca de un documento opistógrafo del siglo XI.- Un códice notable de los libros Morales de San Gregorio Magno sobre Job, Madrid: Imp. Helénica, 1918, y el que recogía el fruto de su tesis doctoral. Citado de J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, Agustín Millares Carlo, pp. 73-74 y 445; “Millares, paleógrafo y diplomatista”, Boletín Millares Carlo, 7-8 (1985) pp. 140-141. 45 Ver nota 6. 46 No aparee en la relación de becarios que aporta M. ESPADA BURGOS, La Escuela Española, pp. 161-166. 47 Fundada en 1901 por Clemente de Velasco y que se publicó hasta 1920. Se autodefine como “Revista seria que trataba temas literarios, artísticos y políticos”, contando con colaboradores de la categoría de Ortega y Gaset, Unamuno, Machado, y otros selectos representantes de la cultura española. 48 Marco Tulio CICERÓN, Cuestiones académicas, Madrid: Calpe, 1919. Traducción de A. Millares Carlo. 49 “Una obra clásica, no traducida hasta ahora al castellano, figura también entre los recientes tomos de la “Colección Universal”, en la que ocupa dos números. Es el tratado de Cicerón conocido con el nombre de Academicae Questiones. La escasa atención que hoy se concede a las literaturas antiguas entre nosotros hace más digna de nota la versión de estas Cuestiones académicas, llevada a cabo con escrupulosa tersura por don Agustín Millares, un estudioso de espíritu claro y abierto”. La Lectura. Revista de Ciencias y de Artes. Año XIX. Septiembre-1919. Núm. 225, p. 195. 50 La Lectura. Revista de Ciencias y de Artes. Año XX. Septiembre-1920. Núm. 237, p. 264-266. 51 La Real Orden de su nombramiento lleva fecha de 6 de julio de 1921, y fue publicada en la Gaceta de Madrid del 17 de dicho mes. Aportaciones a la biobibliografía de Agustín Millares Carlo hasta su exilio en México ________________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 60 En la primera, de 16 de marzo 52, solicitó la pensión “porque desearía poder completar sus conocimientos y, sobre todo, conocer a fondo los métodos de investigación diplomática, tan descuidados entre nosotros, bien sea siguiendo los cursos que Mr. Maurice Prou explica en l´École des Chartes de París o mejor aún los del profesor de la Universidad de Florencia Luis Schiapparelli, respetado universalmente como uno de los mejores especialistas”. De nuevo fue rechazada su solicitud, sin que conozcamos las razones de esta negativa, teniendo en cuenta que Millares estaba muy involucrado ideológica y profesionalmente con la Junta desde hacía ya ocho años53. En la instancia que comentamos nos parece claro el interés de Millares por investigar sobre la escritura visigótica, sobre la que realizará espléndidos estudios de verdadero maestro. En 1918 había publicado la tesis doctoral, contando con la inestimable ayuda del profesor Prou, según el autor indica en la “Advertencia preliminar” de su obra54. En ella deja perfectamente claro que se había puesto en comunicación epistolar con el profesor francés y cómo éste le había respondido animándole a continuar con el estudio iniciado sobre las bulas papiráceas catalanas, entablándose una breve relación epistolar entre doctorando y reputado profesor55. La influencia científica del profesor francés está fuera de toda duda56, lo mismo que el agradecimiento y la admiración de Millares hacia él, y ambas cosas quedarán visiblemente expresas en la dedicatoria de la mencionada publicación57. No obstante, como hemos apuntado, su síntesis en el conocimiento de la escritura “nacional” hispana está ya en el horizonte de los estudios que quiere realizar con mayor profundidad; por eso, aunque sin desdeñar los estudios en París con el profesor Prou, manifiesta que “sería mejor” si pudiera marchar a Florencia para seguir las enseñanzas de otro de los grandes paleógrafos que, como ya era sabido, se estaba significando como uno de los mejores conocedores de la escritura visigótica. Por eso, en la instancia que comentamos, no duda en manifestar sus preferencias por estudiar 52 ARE. JAE. 99/592/6. 53 No acabo de entender a Moreiro González cuando dice que el viaje a Florencia para estudiar con Schiapparelli lo “frustró su concurrencia al Instituto de Filología Bonaerense”. Es cierto que de haberse aceptado su solicitud tendría que haber permanecido fuera un año, pero éste habría sido, con toda probabilidad, 1923, y la dirección del Instituto de Filología de Buenos Aires se llevó a cabo durante los meses de marzo a noviembre de 1924. Ver, J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, Agustín Millares Carlo, pp. 99-104 y 147. 54 A. MILLARES CARLO, Documentos pontificios en papiro, p. 6: “Puesto en comunicación epistolar con M. Maurice Prou, profesor de L´École des Chartes, de París, y animándome éste a emprender mi labor con frases que siempre recordaré con gratitud, decidí ir a Barcelona, Gerona, Vich y Seo de Urgel, con objeto de examinar detenidamente los originales”. 55 Si había existido la relación epistolar, faltaba encontrar las cartas que se cruzaron para saber en qué términos se desarrolló dicho diálogo. Después de algunas averiguaciones he localizado dos cartas escritas por Agustín Millares al profesor francés que se conservan en la Bibliothèque Municipale de Sens, ciudad de la Borgoña francesa, que vio nacer al profesor Prou. A la edición y comentario de las mencionadas cartas he dedicado un breve trabajo: “El joven Millares Carlo en busca de consejo. Correspondencia con Maurice Prou”, Anales Complutenses, 24 (2012) pp. 325-349. 56 Su biógrafo ya había señalado que Millares Carlo realizó su tesis doctoral “bajo el consejo de Maurice Prou”. J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, Agustín Millares Carlo, p. 63. 57 “A D. Cayo Ortega y Mr. Maurice Prou, insignes maestros”.Francisco A. Chacón Gómez-Monedero _______________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 61 con Schiaparelli 58, al que considera como “uno de los mejores especialistas”, y cuya metodología sigue muy de cerca en cuantos trabajos realiza en estos años59. Mientras que la instancia para estudiar en l´École des Chartes y seguir los cursos de M. Prou no es recogida en ninguna obra sobre Millares, al menos yo no lo he visto reflejado expresamente, no ocurre lo mismo con su interés por estudiar con Schiaparelli, que es comúnmente mencionado, pues es algo que venía acariciando desde tiempo atrás, según había manifestado en una de las cartas que escribió a su amigo Alonso Quesada60, y quizá también porque el profesor Marín en el “Prólogo” a la tercera edición del Tratado61, ya había dicho que desde joven quiso estudiar con uno de los pioneros en las “nuevas teorías e hipótesis sobre la escritura hispana”. Años después, cuando publique su Ensayo62, primera importante obra sobre la materia que le dará a conocer en el mundo paleográfico, recibiendo elogiosas críticas dentro y fuera de nuestras fronteras63, la bibliografía extranjera que cita es abrumadora para la época y la influencia de los dos maestros paleógrafos no está oculta. La de Maurice Prou es puesta de manifiesto en todas las obras que sobre Millares tratan de este tema64, y de forma especial en opinión del profesor Ruiz Asencio65; pero las referencias y citas a las obras de Schiaparelli son muy abundantes en la Introducción, como marco en el que se mueve la obra que está presentando, pues Millares es un ferviente admirador del sistema de trabajo seguido por el paleógrafo italiano66. Y lo mismo sucede en el desarrollo del capítulo sobre las abreviaturas, en cuyo origen está el tratado del paleógrafo italiano67, que conoce perfectamente, aunque estaba recién salido de la imprenta. Admiración reflejada en las palabras que le dedica cuando habla 58 Desde luego que el profesor de la universidad de Florencia era en ese momento la gran figura de la paleografía moderna italiana y por extensión de Europa, por lo que no es de extrañar que el joven Millares, atento a los estudios paleográficos europeos quisiera estudiar bajo su magisterio. Un breve, pero interesante estudio, sobre el gran paleógrafo italiano, compendio de su tesis doctoral, se debe a M. C. DEL CAMINO MARTÍNEZ, “Luigi Schiaparelli y los orígenes de la escritura visigótica”, Historia. Instituciones. Documentos, 19 (1992) pp. 125-132; le había dedicado ya unas breves páginas en “Las llamadas escrituras precarolinas: Terminología e historia de la paleografía”, Historia. Instituciones. Documentos, 12 (1985) 150- 154. 59 J. M. RUIZ ASENCIO, “Agustín Millares Carlo, paleógrafo”, Boletín Millares Carlo, 13 (1994) p. 161. 60 Ver nota 35. 61 P. XVI. 62 A. MILLARES CARLO, Paleografía Española. Ensayo de una historia de la escritura en España entre los siglos VIII y XVI, Barcelona-Buenos Aires: Ed. Labor, S.A., 1929, 2 vols. 63 Entre las críticas elogiosas de autores, nacionales y extranjeros, que se escribieron sobre el Ensayo, puestos de manifiesto por T. MARÍN en el “Prólogo” al Tratado (p. XIV), está la recensión que le hizo Henry Omont en Bibliothèque de l´ École des Chartes, vol. 91, n. 1, 1930, pp. 363-364, autor al que debe el despertar de su interés por las bulas pontificias, según el mismo Millares reconoce, A. MILLARES CARLO, Documentos pontificios en papiro, p. 6. Destacamos la recensión elogiosa, aunque con algunas “observaciones que no tocan al objeto principal del trabajo” referidas a la omisión de algunas obras bibliográficas, que le hace Pedro Sainz Rodríguez en Revista Crítica Hispano-Americana, V, nº 1, Madrid, 1918, pp. 25-27. 64 Como ejemplo, J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, “Millares, paleógrafo”, p. 126, nota 8. 65 J. M. RUIZ ASENCIO, “Agustín Millares Carlo, paleógrafo”, p. 165. 66 J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, Agustín Millares Carlo, p. 140, nota 25. 67 L. SCHIAPARELLI, Avviamento allo studio delle abbreviature latine nel medioevo, Firenze: Tip. Giuntina, 1926.Aportaciones a la biobibliografía de Agustín Millares Carlo hasta su exilio en México ________________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 62 de los autores extranjeros que habían tratado de la escritura visigótica 68, materia en la que sobresaldrá de forma excepcional el maestro Millares. Es evidente que la anterior solicitud le fue denegada, pues en el mes de septiembre volvió a presentar una nueva instancia en ayuda de pensión69. En esta ocasión solicita la “consideración de pensionado” para trasladarse a la universidad de Tübingen y “seguir en ella los cursos de Diplomática y Paleografía del profesor A. Rapp”70. Sigue, como es lógico, presentando como mérito su cátedra en la universidad de Granada, además de sus publicaciones sobre las materias en las que desea ampliar sus conocimientos, Paleografía y Diplomática, a las que está “dedicado” hace ya años, “según demuestran sus estudios publicados con los títulos de Documentos pontificios en papiro de Archivos Catalanes (Madrid, 1918) y Estudios paleográficos (Madrid, 1919), así como otros en preparación71 (Códices visigodos72 y Colección de documentos para la historia de la cultura medieval española73)”. Por fin fue aceptada la solicitud, ya que de septiembre de ese mismo año data la propuesta de la Junta de Ampliación de Estudios ante el ministro de Instrucción 68 P. 64: “Señalemos, por último, para poner fin a esta reseña, el análisis magistral de la escritura visigótica del códice núm. 490 de la Biblioteca capitular de Luca, hecho por L Schiaparelli en su estudio Il codice 490 della Biblioteca capitolare di Lucca e la scuola scrittoria lucchese (sc. VIII-IX). Contributi allo studio della minuscula precarolina in Italia, Roma, 1924”. 69 ARE. JAE. 99/592/ 143,1. 70 Adolf Rapp fue profesor de Historia Medieval y Moderna en la Universidad de Tübingen desde 1921 y, curiosamente, en el curso 1922-1923, en el que Millares solicita la pensión para trasladarse a esa Universidad, impartió un seminario con el título de “Introducción a la enseñanza de la escritura y el trabajo con documentos”. Agradezco la información al Dr. Wischnath, Director del Archivo de la Universidad de Tübingen, quien amablemente respondió con fecha de 16 de julio de 2010, a mi carta en la que solicitaba información sobre el profesor Rapp y la posibilidad de que se pudiese encontrar algún testimonio de la estancia de Millares entre los alumnos de esa Universidad. 71 Según dice el profesor Ruiz Asencio, desde 1918 a 1925, se carecen de publicaciones paleográficas de Millares, ya que estaba dedicado a sus oposiciones de la cátedra de Granada y, después, a la plaza de conservador del Archivo Municipal de Madrid; además de un viaje que realizó a Argentina. Inmediatamente de ganar la cátedra de Madrid (1926) había publicado dos estudios codicológicos: De paleografía visigótica. A propósito del Codex Toletanus, Madrid, 1925, y “Códice Toletano 33.2 y el Emilianense 47”, Homenaje a Don Ramón Menéndez Pidal, III, 1925. J. M. RUIZ ASENCIO, “Agustín Millares Carlo, paleógrafo”, pp. 161-162. Son muy interesantes los comentarios que hace a estos trabajos codicológicos, con perspectiva de casi cien años, el maestro M. C. DÍAZ Y DÍAZ, “El Corpus de códices visigóticos”, Boletín Millares Carlo, 13 (1994) pp. 21-37. 72 La obra que dice estar preparando no se publicó hasta algunos años después, con el título, “Contribución al Corpus de Códices Visigóticos”, Revista de la Biblioteca, Archivo y Museo, V, nº 17, Ayuntamiento de Madrid, 1928, pp. 35-59, y Contribución al Corpus de Códices Visigóticos, Madrid: Universidad de Madrid, Publicaciones de la facultad de Filosofía y Letras, 1931. J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, Agustín Millares Carlo, pp. 448-449. 73 Creemos que es a este trabajo al que se refiere J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, “Estudios e investigaciones históricas de Agustín Millares”, Boletín Millares Carlo, 11 (1990) p. 68, quien toma la información de unas “palabras pronunciadas” por Avelino Gutiérrez en el acto de presentación de la conferencia que pronunció Millares en mayo de 1924 sobre Menéndez Pelayo en el Teatro Odeón. Según Moreiro, “el acopio documental necesario para tal fin habría salido de los trabajos para cumplir la pensión que le concedió el Centro de Estudios Históricos con el objeto de investigar en los archivos de Toledo, Palencia, Segovia, Ávila y Sigüenza”, trabajo que, como algunos otros, se habría perdido “en los años de la guerra civil”. No he encontrado ninguna referencia a esta ayuda entre las instancias dirigidas por Millares a la Junta, aunque sí fue publicada una referencia a estos estudios en la Memoria de 1922-1924. Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, Memoria. Correspondiente a los cursos 1922-3 y 1923-4, Madrid, 1925, p. 157. Francisco A. Chacón Gómez-Monedero _______________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 63 Pública y Bellas Artes 74 para que se conceda a Agustín Millares Carlo la “consideración de pensionado” para residir en Alemania durante un año75, según había solicitado. Sin embargo todo nos hace suponer que no llegó a realizar este viaje76, a pesar de que en una nota marginal de la propuesta elevada por la Junta ante el ministro de Instrucción Publica y Bellas Artes se consignase la concesión en los siguientes términos: “R. O / 10, 10, 1922 / Concedido”77. Las causas que impidieron el viaje a Tubinga pueden ser varias y quizá no tenidas en cuenta por Millares cuando solicitó la pensión para trasladarse a Alemania; sin negar que una serie de circunstancias imprevistas se pudieron concatenar para impedir el deseado viaje de estudios. Tengamos en cuenta que había solicitado la “consideración de pensionado” y que eso es lo que se le concede; pero esta categoría no llevaba consigo “auxilio del Estado” y únicamente si era aprobado el trabajo que debía realizar durante el periodo de su estancia en el extranjero tendría “derecho al certificado de suficiencia”, lo que le “habilitaba para tomar parte en oposiciones a cátedra en turno de auxiliares”78, pero esto no le aportaba nada desde el punto de vista académico, toda vez que Millares ya era catedrático en la universidad de Granada desde julio del año anterior. Parece poco probable que esa circunstancia no fuera conocida del solicitante, lo mismo que la modificación introducida en los presupuestos de 1922 que prohibía a la Junta pagar pensiones en el extranjero al personal 74 ARE. JAE. 99/592/143,3. Copia mecanografiada. Sin firmar. 75 Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, Memoria correspondiente a los cursos 1922-3 y 1923-4, Madrid, 1925, pp. 103-104. “A don Agustín Millares Carlo, catedrático de la Universidad de Granada: por un año, para seguir en la Universidad de Tubinga (Alemania) los cursos de Diplomática y Paleografía del profesor A. Rapp. Real Orden de 10 de octubre de 1922”. 76 Según la información recibida del Dr. Wischnath (véase nota 70) en el Archivo de la Universidad de Tübingen no existe ningún testimonio que nos permita hablar de la estancia de Agustín Millares entre los alumnos de esa universidad. También nos informó que en el legado del profesor Rapp, que se conserva en el Archivo de esa universidad alemana, no consta testimonio de relación alguna que hubiera podido existir entre Millares y el profesor Rapp. Por otra parte, no está recogido entre los “pensionados” en el estudio de J. FORMENTÍN IBÁÑEZ y M. J. VILLEGAS SANZ, “Aportaciones de algunos pensionados y científicos de la Junta para Ampliación de Estudios”, en J. M. Sánchez Ron (coord.), 1907-1987. La Junta para ampliación, II, pp. 47-80. A este respecto, puede verse, J. M. LÓPEZ SÁNCHEZ, Las Ciencias sociales en la Edad de Plata Española, p. 500 y Heterodoxos españoles. El Centro de Estudios Históricos, 1910-1936, Madrid: Marcial Pons, ed., 2006, pp. 291-292. En ambas obras dice este autor que “desde fecha muy temprana, 1914, presentó solicitud para ir a Alemania, la Junta le concedió una en 1922, que aprovechó para publicar posteriormente algunos estudios en Madrid sobre cuestiones paleográficas, documentos pontificios, códices visigodos y medievales”. Es este un comentario que no coincide en todo con la realidad. Es cierto que la Junta le concedió “la consideración de pensionado”, pero creemos que nunca llegó a realizar el viaje a Alemania, de igual modo pensamos que el profesor Millares tampoco aprovechó esa circunstancia para “publicar” algunos de los estudios de los que habla López Sánchez, pues ya los había realizado o estaban en proceso de elaboración, puesto que son los que presenta como mérito en la instancia que estamos comentando. 77 No hemos visto esta Real Orden publicada en la Gaceta. Puestos en comunicación con el Boletín Oficial del Estado se nos informó de que no todas las reales órdenes eran publicadas. Otra nota mecanografiada hemos encontrado entre los papeles de la JAE en la que se da relación de algunas concesiones, y entre ellas a Millares Carlo: “Con posterioridad a la vigente Ley de presupuestos, se han concedido de Real Orden las siguientes consideraciones de pensionados a personal universitario, a propuesta de la Junta: ... D. Agustín Millares Carlo. Catedrático de la Universidad de Granada. R. O. 10-X-1922.- B. O. nº 85... 21-2-1923”. ARE. JAE. 156 / 182 bis. 78 Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, Memoria. Correspondiente a los cursos 1922-3 y 1923-4, Madrid, 1925.Aportaciones a la biobibliografía de Agustín Millares Carlo hasta su exilio en México ________________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 64 universitario 79, pero la realidad es que ambas leyes supondrían un grave contratiempo e inconveniente para su economía, máxime cuando ya estaba preparando su matrimonio80. Tampoco olvidemos que ya había empezado su docencia en Granada81, y aunque como es bien sabido fue corto su alejamiento de Madrid82, pues solicitó y obtuvo la excedencia de la cátedra el 31 de marzo de 192383, tras haber ganado por oposición la plaza de conservador del Archivo Municipal de Madrid84, lo que daba estabilidad a su vida madrileña, y quizá, no era el momento más oportuno como para pedir una “excedencia” que le apartaría de su recién estrenado puesto por espacio de casi un año. Todo lo cual parecen motivos más que suficientes para que renunciase a esta pensión desprovista del mérito académico y del aliciente económico, siempre tan necesarios para un joven profesor. Otro motivo se pudo sumar a la hora de impedir el viaje de estudios a Alemania. Quizá en medio de todos esos acontecimientos que se suceden tan rápidos, se le pudo haber comunicado la posibilidad de encargarle la dirección del Instituto de Filología en la universidad de Buenos Aires85, proyecto ambicioso y de mayor repercusión intelectual, que de alguna manera se podría ver afectado si se desplazaba hasta Tubinga. Es cierto que la propuesta vino de Argentina en noviembre de 192386, exactamente un año después de la concesión de pensión para trasladarse a Alemania. Se hizo efectiva el 8 febrero de 192487 y la estancia en Argentina se prologaría de marzo a noviembre de ese año, cuando ya podía haber vuelto de Alemania, que de haberse hecho realidad habría sido durante el año de 1923. 79 Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, Memoria. Correspondiente a los cursos 1922-3 y 1923-4, Madrid, 1925, p. XII. 80 Contrajo matrimonio en abril de 1923. 81 Antes de empezar el curso solicitó y se le concedió “un mes de licencia con sueldo”, por R. O. de 13 de octubre de 1922. Publicada en la Gaceta de Madrid de 15 de octubre de 1922. 82 Aunque no faltó a sus clases granadinas tampoco se despidió ni tan siquiera temporalmente de Madrid, a la que hacía constantes viajes. Es simpático el epíteto “Paleografía sin hilos” que Galindo Romero puso a este ir y venir entre Granada y Madrid, y que recoge J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, Agustín Millares Carlo, p. 78. 83 R. O. de 31 de marzo de 1923. Publicada en la Gaceta de Madrid de 6 de abril de 1923. . 84 Para más información, A. RIESCO TERRERO, “Don Agustín Millares Carlo: archivero-bibliotecario y maestro de archiveros y bibliotecarios”, Boletín Millares Carlo, 13 (1994) pp. 175-200; M. C. CAYETANO MARTÍN, “Antecedentes de los trabajos de Don Agustín Millares Carlo en el Archivo de Villa”, Boletín Millares Carlo, 13 (1994) pp. 259-270. 85 Las gestiones realizadas entre Buenos Aires y Madrid, encaminadas a la creación del Instituto, así como la labor desarrollada por su primer director, Américo Castro, y la presentación de Agustín Millares, su segundo director, puede verse en R. ROJAS, Facultad de Filosofía y Letras. Documentos del Decano (1921-1924), Buenos Aires: Imprenta de la Universidad, 1924, pp. 83-103; “Presentación de don Agustín Millares Carlo”, Boletín del Instituto de Filología, I, 1-2, (Buenos Aires, 1926) pp. 86-87. 86 Para desempeñar este cargo, que se prolongaría por espacio de casi un año, se solicitó el correspondiente permiso al Ayuntamiento de Madrid directamente por la dirección del Centro de Estudios Históricos en noviembre de 1923, pues Millares Carlo ya era funcionario municipal. El permiso le fue concedido. La documentación generada por esta solicitud de permiso fue publicada por M. M. RONCO LÓPEZ, Nuevas aportaciones biobibliográficas y documentales en torno a la figura de Millares Carlo: la imprenta en Barcelona durante el periodo renacentista (1590-1600), Universidad del País Vasco. Servicio Editorial, 2001, pp. 737-762. Ya anteriormente había sido publicada la carta de solicitud del permiso por A. RIESCO TERRERO, “Don Agustín Millares Carlo”, pp. 178-180; 87 Fue concedida la autorización para este traslado por R. O. de 8 de febrero de 1924, y publicada en la Gaceta de Madrid del día 13. Francisco A. Chacón Gómez-Monedero _______________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 65 Con relación a su estancia en Argentina, no quiero dejar de comentar un aspecto relacionado con los problemas económicos que planteaban al joven profesor y recién casado su nombramiento como director del Instituto de Filología de Buenos Aires, pero que no he visto recogido en la bibliografía consultada88. Una nueva y última instancia elevó a la Junta89. En esta ocasión busca ayuda económica, pues solicita se le “adelante la suma de 5.000 pesetas, cantidad indispensable para sufragar los gastos del viaje”, obligándose a su devolución “tan pronto le sea entregada por la universidad de Buenos Aires”. En una carta del secretario de la Junta, José Castillejo90, al decano de la Facultad bonaerense, señor Alberini, se le informa de esta petición y del acuerdo, a propuesta de Millares, de que sea la universidad argentina la que “devuelva a la Junta dicha suma, que será baja en los haberes devengados por él”. Así se hizo, pues se conservan dos “recibís” firmados por el habilitado de la Junta y girados por la universidad de Buenos Aires a cuenta del anticipo que se le había hecho para poder viajar hasta aquella universidad91. Nos extraña que se acabara descontando a Millares el anticipo solicitado, toda vez que los hermanos Gutiérrez, de origen español que ejercían la medicina en Buenos Aires, 88 Es común en los trabajos sobre el profesor Millares hablar de este viaje a Argentina para dirigir el Instituto de Filología de su capital y de la importante labor allí desarrollada; sirva como ejemplo, J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, Agustín Millares Carlo, pp. 99- 104. 89 Apéndice 1. Nos parece que la solicitud de ayuda económica es lógica, ya que el Instituto bonaerense fue creado en 1923 por el Centro de Estudios Históricos para hacer presente a la Junta en América Latina. Como parte clave de la política que el gobierno español deseaba desarrollar en aquel continente se quiso intensificar las relaciones culturales, y el CEH jugaba un importante papel con la fundación de este instituto en la Universidad de Buenos Aires, del que Millares sería su segundo director. Ver J. M. LÓPEZ SÁNCHEZ, “La Junta para Ampliación de Estudios y su proyección americanista: la Institución Cultural Española en Buenos Aires”, Revista de Indias, LXVII, nº 239 (2007) pp. 81-102. Con motivo de celebrarse el pasado 2007 el centenario de la fundación de la Junta, todo el volumen está dedicado a su relación con América Latina, bajo el título de La Junta para Ampliación de Estudios y América Latina: Memoria, política y acción cultural (1907-1939). Es imprescindible en este aspecto el libro de J. FORMENTÍN IBÁÑEZ, Mª J. VILLEGAS SANZ, Relaciones culturales entre España y América: la Junta para Ampliación de Estudios (1907-1936), Madrid: MAPFRE, 1992. 90 Apéndice 2. José Castillejo ocupó el cargo de Secretario de la Junta por recomendación de Giner de los Ríos, que había sido su maestro, aunque nadie niega que fue el hombre ideal para llevar a cabo la obra cultural de la institución, de la que fue su verdadero impulsor, quien estaba detrás de todas las iniciativas y quien verdaderamente la dirigía, aunque permaneció siempre de forma intencionada en un segundo plano. Para un acercamiento a la figura y labor de Castillejo en la Junta, puede verse: C. GAMERO MERINO, “José Castillejo y la Junta: pensiones en el extranjero”, en J. M. Sánchez Ron (coord.), 1907-1987. La Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas 80 años después. II. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1988, pp. 29- 49. La figura de Castillejo y su labor en la Junta es tratada por: F. J. LAPORTA, A. RUIZ, V. ZAPATERO, J. SOLANA, “Los orígenes culturales de la Junta”, pp. 66-80; M. ESPADA BURGOS, La Escuela Española, pp. 35-40. Sobre la importancia de José Castillejo en el mundo de la pedagogía, C. GAMERO MERINO, Un modelo europeo de renovación pedagógica: José Castillejo, Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas-Instituto de Estudios Manchegos, 1988; L. PALACIOS, “José Castillejo Duarte”, Circunstancias, año V, n. 14, septiembre, 2007, s/p. Las cartas recopiladas por su hijo, D. CASTILLEJO (ed.), Los intelectuales reformadores de España, Madrid: Castalia, 1999, 3 vols., son un claro testimonio de la labor que realizó, testimoniadas en las relaciones epistolares mantenidas con un amplísimo elenco de intelectuales. 91 Los “recibí” están fechados el 6 y 25 de junio de 1924, de 3.240,80 pesetas y 1.759,20 pesetas respectivamente. ARE.JAE. 99/11 y 12. Aportaciones a la biobibliografía de Agustín Millares Carlo hasta su exilio en México ________________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 66 eran mecenas asiduos de la Junta y estaban siempre en disposición de colaborar con los estudiantes y profesores que se trasladaban hasta Argentina 92; en concreto dos años antes habían entregado la cantidad de 5. 000 pesetas, que después de algunos cambios en la finalidad fueron empleadas en becas a estudiantes de química93. Quizá para compensar los gastos sufridos por el profesor que tan excelente trabajo había desarrollado en beneficio de los estudiantes bonaerenses, unos meses después de su vuelta a España, en marzo de 1925, los doctores Gutiérrez entregaron a la Junta 1.102 pesetas para becar algún otro estudio o destino de Millares Carlo, aunque, al parecer, no las aceptó94; no obstante los hermanos volvieron a reiterar el donativo al año siguiente95. Tampoco vemos clara la vuelta a España a finales de 1924, pues estaba previsto que permaneciera en Argentina durante todo el año 1925. A tal fin el Centro de Estudios Históricos solicitó anticipadamente ante el ayuntamiento madrileño la prórroga de la excedencia que ya disfrutaba, y que se concedió sin dificultad en octubre de 192496. No encontramos otra justificación que no sea la falta de información que al respecto pudiera tener el propio Millares, quien al enterarse pudo declinar la invitación para continuar en Argentina, pues debemos tener en cuenta que en la carta escrita al decano de Madrid, con fecha de mediados de septiembre de 1924, ya le comunicó su propósito de regresar a España a principios del próximo diciembre, como en realidad sucedió. Como hemos adelantado, a los seis meses de su estancia en Buenos Aires escribió al decano de su facultad en Madrid, Adolfo Bonilla y San Martín97, haciéndole partícipe de sus actividades en aquella universidad, sin duda con la intención de enterar al claustro de profesores de la gran labor que estaba realizando y del eco que su actividad despertaba en los medios de comunicación bonaerenses. Le habla expresamente de las conferencias pronunciadas en distintas instituciones culturales y de los medios donde se han reproducido, recortes de algunos de los cuales parece que viajaron unidos a la misma carta98. Sus trabajos de investigación, sus clases y conferencias en la universidad y en el mundo cultural argentino están perfectamente documentadas por su biógrafo99, por lo que no creemos conveniente extendernos más en este aspecto; sin embargo, hay en esta carta una noticia que no está recogida en el relato pormenorizado que Moreiro hace de su estancia en Argentina. Me refiero al viaje que anuncia tener previsto para finales del mes de octubre a La Asunción, capital del Paraguay, por cuya Universidad Nacional había sido invitado para dictar algunas conferencias, que no 92 J. FORMENTÍN IBÁÑEZ, M. J. VILLEGAS SANZ, Relaciones culturales, pp. 96-100. 93 J. FORMENTÍN IBÁÑEZ, M. J. VILLEGAS SANZ, Relaciones culturales, p. 175. 94 J. FORMENTÍN IBÁÑEZ, M. J. VILLEGAS SANZ, Relaciones culturales, p. 175. 95 El donativo está reflejado en la ficha personal de Agustín Millares Carlo en la Junta para Ampliación de Estudios. ARE. JAE. 99/592. 96 La documentación al respecto está recogida en M. M. RONCO LÓPEZ, Nuevas aportaciones, pp. 756-762. 97 Apéndice 3. 98 No hemos podido localizar ninguno de estos recortes de periódicos ni “suplementos”, pues no se conservan en el expediente académico del profesor Millares. 99 De algunas de las cuestiones mencionadas en esta carta habla J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, Agustín Millares Carlo, pp. 99-113; aunque la fuente no parece ser la carta personal que publicamos, sí comenta el especial interés que Millares puso en que sus actividades bonaerenses fueran conocidas por sus colegas madrileños y, especialmente, por el decano Bonilla San Martín. Francisco A. Chacón Gómez-Monedero _______________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 67 sabemos si se llegaron a realizar, ya que nos falta encontrar el testimonio académico o administrativo que complete la escueta mención hecha en la carta 100. La realidad fue que, cumplido el tiempo previsto, el profesor Millares regresó a Madrid, dejando un más que grato recuerdo entre las autoridades académicas argentinas de todas cuantas actividades desarrolló durante los meses que estuvo en aquel país101, tal como no dejó de manifestar el decano de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de La Plata en la carta que dirigió a su colega español, el doctor Bonilla y San Martín102, alabando los trabajos científicos y colaboraciones en la revista Humanidades103 de dicha universidad. Una vez ya establecido en Madrid, en junio de 1926 realizó los ejercicios de oposición a la cátedra de Paleografía de su Universidad, ganándola sin dificultad y de la que tomó posesión a primeros de julio104. El día 18 de junio, incluso antes de que se reuniese el tribunal que le eligió catedrático el día 19, ya la Junta de Facultad “acordó por unanimidad nombrar a V. I. el día que sea nombrado Catedrático numerario de la misma, Director del Laboratorio fotográfico”, lo que le comunicó el Decano con fecha de 21 de junio105, ya oficialmente catedrático, pero antes de su toma de posesión, que fue el 2 de julio. Sin duda un cometido que le apetecería, teniendo en cuenta la importancia que la fotografía estaba tomando en los estudios paleográficos y que él mismo ya utilizó en el estudio de algunos documentos para su tesis doctoral. Podemos completar alguna información sobre los cargos que se le encomendaron durante el desempeño de su cátedra madrileña y que no he visto entre la documentación publicada por Sagredo y López-Yepes106: por ejemplo, con fecha de 5 de junio de 1928107 fue nombrado Vocal perteneciente a la Comisión encargada de calificar los libros de texto de latín para los Institutos nacionales de segunda enseñanza, cargo al que renunció el 23 de enero de 1936108. En octubre de 1936, el Decano de la facultad de Filosofía y Letras, Julián Besteiro, comunicó al Rector, José 100 He recabado información al respecto de la Universidad Nacional de La Asunción por si hubiera quedado algún testimonio escrito de las conferencias pronunciadas por el profesor Millares, o registro administrativo en la Universidad, sin que hayan podido darme noticia alguna relativa a la estancia del profesor Millares en La Asunción. Agradezco al profesor Lic. Alejandro Santiago Peña, Director del Archivo Central, la amabilidad en sus gestiones y la rapidez con que ha contestado a las varias consultas hechas al respecto, la última por e-mail de 23 de mayo de 2011. 101 El sorprendente trabajo desarrollado durante su estancia en Buenos Aires es comentado con todo lujo de detalle en “Conferencias y trabajos del profesor Millares Carlo (1924)”, Institución Cultural Española. Anales. Tomo segundo, 1921- 1925, Segunda parte, Buenos Aires, 1948, pp. 33-107. 102 Apéndice 4. 103 Sin duda se refiere al estudio de los nueve incunables que conservaba la Biblioteca de la Universidad de La Plata y que publicó Millares con el título “Los incunables de la Biblioteca Universitaria de La Plata”, Humanidades. Universidad de La Plata, IX (1924), pp. 9-24, 2 fax. También J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, Agustín Millares Carlo, p. 363, habla de este trabajo. 104 El expediente administrativo de Agustín Millares Carlo fue publicado por F. SAGREDO, J. LÓPEZ-YEPES, “Aportaciones documentales”, pp. 15-105, por lo que no creemos necesario incidir sobre los nombramientos y sucesivas responsabilidades que se le encomendaron durante su vida universitaria. 105 AGUCM. 104 / 09. 106 Ver nota 104. 107 Gaceta de Madrid de 12 de junio de 1928. 108 Gaceta de Madrid de 26 de enero de 1936.Aportaciones a la biobibliografía de Agustín Millares Carlo hasta su exilio en México ________________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 68 Gaos, el nombramiento de Millares como “Secretario accidental” de la facultad 109, considerando en otro oficio de noviembre que “en las circunstancias actuales es imprescindible que se halle al frente de la mencionada Secretaría”, para, junto al Decano, atender a “toda eventualidad que pudiera surgir, y, por ello, requiere su constante presencia en su cargo”110. CORRESPONDENCIA CON TOMÁS NAVARRO TOMÁS Las cartas que vamos a comentar son las que dieron origen al presente trabajo. Como dijimos en su momento, se trata de una breve correspondencia entre el profesor Millares y Tomás Navarro que nos parece de gran interés. De nuevo hemos de reconocer que el contexto histórico y cultural plasmado en las cartas es ya conocido, pero quizá no tanto, o nada en absoluto, algunos de los temas o la información que se intercambian; además de producirse en un momento muy convulso de la trayectoria vital de Millares, cuando ha tenido que dejar su cátedra madrileña, marchando a Valencia junto a otros profesores, quizá ya con la mente puesta en la universidad de Barcelona, pues aún no se había complicado tanto la situación como para pensar en marcharse fuera de España, ya que los asuntos y proyectos que trata con Tomás Navarro parece que así lo confirman. El otro protagonista de esta correspondencia es Tomás Navarro Tomás111. En ella aparece, y actúa, como miembro destacado de la Junta de Ampliación de Estudios de la que había sido nombrado secretario el 28 de agosto de 1936112, y dos meses después, el 23 de octubre, Director de la Biblioteca Nacional113. Fue un cualificado activo de la cultura republicana que junto a otros profesores e intelectuales se trasladó a Valencia con el gobierno de la República, desarrollando desde esa ciudad un importante papel en la protección del tesoro y patrimonio cultural, esforzándose por mantener vivo en Madrid el Centro de Estudios Históricos114, al que tan unido estaba desde su 109 AGUCM. P. 611; F. SAGREDO, J. LÓPEZ-YEPES, “Aportaciones documentales”, p. 101; J. M. MOREIRO GONZÁLEZ, Agustín Millares Carlo, p. 155. 110 AGUCM. 104 / 09. 111 Los estudios y trabajos sobre la biobibliografía de Tomás Navarro son muy amplios, y creemos que perfectamente asequibles al lector interesado; no obstante, para un acercamiento a su persona y obra puede verse: A. RUIZ CABRIDA, Cuerpo facultativo de archiveros, bibliotecarios y arqueólogos. 1858-1958, Madrid: Junta Técnica de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1958, pp. 694-701; A. ZAMORA VICENTE, “Tomás Navarro Tomás (1884-1979”, Boletín de la Real Academia Española, 59, cuaderno 218 (1979) pp. 413-432; F. FUSTER RUIZ, “In memoriam: Tomás Navarro Tomás”, Al-Basit. Revista de estudios albacetenses, 7 (1980) pp. 5-36; “Tomás Navarro Tomás”, en J. A. Díaz (coord.), Castellanos sin mancha: exiliados castellano-manchegos tras la Guerra Civil, 1999, pp. 77-86; M. PEDRAZUELA FUENTES, “El Tajo sin retroceso: la vida académica bajo las bombas”, en La facultad de Filosofía y Letras de Madrid en la segunda República. Arquitectura y Universidad durante los años 30, Madrid: Universidad Complutense de Madrid, 2009, pp. 620-624. 112 Gaceta de Madrid, 30 de agosto de 1936. 113 Gaceta de Madrid, 24 de octubre de 1936. 114 El Centro de Estudios Históricos se había creado por R. D. de 18 de marzo de 1910, y publicado en la Gaceta de Madrid 19 de marzo del mismo año. Su fin era promover las investigaciones científicas sobre la Historia de España en todos los aspectos de la cultura, desde la Filología hasta el Arte, el Derecho y la propia Historia, con unas pautas claras que desde sus orígenes están presentes y definen la organización del Centro: su carácter de ensayo o experimento y su escasa burocratización. Una de las secciones en las que se dividió fue la de Filología, que estaba presidida por Menéndez Pidal, quien era, a su vez, director Francisco A. Chacón Gómez-Monedero _______________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 69 fundación115. En Valencia, la nueva capital de la República, se constituyó la Casa de la Cultura116 como sede de la Junta y del Centro, creándose, a propuesta de Tomás Navarro, una comisión provincial que le ayudase en la continuación de esta labor, que estaba presidida por el Dr. Manuel Marqués y actuando como secretario Luis Álvarez Santullano, otro de los personajes mencionado en la correspondencia. En abril de 1938 se trasladó a Barcelona, junto con otros funcionarios, desempeñando los mismos cargos, aunque cada vez con más limitaciones, hasta que en enero de 1939, junto a otros altos funcionarios del gobierno republicano, saldrá de España hacia Francia y desde aquí partirá definitivamente hacia los Estados Unidos, donde ocupará la cátedra de Filología Hispánica en la universidad de Columbia hasta su jubilación. En el momento de escribirse nuestras cartas, Millares ya se encontraba en Valencia con los demás profesores e intelectuales que fueron evacuados de Madrid al comienzo de la guerra, sin que sepamos el momento exacto, pues su nombre no aparece en ninguna de las dos expediciones que se organizaron para llevar a cabo dicha evacuación encomendadas al 5º Regimiento117. Según indica Ascensión Hernández, el viaje se del Centro. La bibliografía sobre el CEH es muy abundante, por eso reseñamos la que nos parece más adecuada para el fin de nuestro trabajo: F. ABAD, “El Centro de Estudios Históricos de la Junta para Ampliación de Estudios (1907-1938)”, CAUCE. Revista Internacional de Filología y su Didáctica, 30 (2007) pp. 7-39; L. LÓPEZ-OCÓN CABRERA, “El Centro de Estudios Históricos: un lugar de la memoria”, BILE, 34-35 (1999) pp. 27-48; “El cultivo de las Ciencias Humanas en el Centro de Estudios Históricos de la JAE”, Revista Complutense de Educación, 18, 1 (2007), pp. 59-76; J. M. LÓPEZ SÁNCHEZ, “El Centro de Estudios Históricos: primer ensayo de la Junta para Ampliación de Estudios en trabajos de investigación”, en O. Ruiz Manjón, A. Langa, Los significados del 98. La sociedad española en la génesis del siglo XX, Madrid: Universidad Complutense-Biblioteca Nueva, 1999, pp. 669-681; Las ciencias sociales en la Edad de Plata Española: el Centro de Estudios Históricos, 1910-1936, Madrid: Servicio de Publicaciones de la Universidad Complutense, 2003; “Reinterpretar la cultura española: el Centro de Estudios Históricos”, Cuadernos de Historia Contemporánea, 24 (2004) pp. 143-160; “Ciencia y cultura en el Centro de Estudios Históricos de Madrid, 1910-1936”, Circunstancia, año V, nº 14, septiembre, 2007, s/p; “El Centro de Estudios Históricos y los orígenes de un moderno sistema científico español”, en Tiempos de investigación. JAE-CSIC cien años de ciencia en España, Madrid: CSIC, 2007, pp. 121-128. Las circunstancias vividas por el Centro en los momentos en que se escriben las cartas que nos ocupan, puede verse en P. GARCÍA ISASTI, “El Centro de Estudios Históricos durante la guerra civil española (1936-1939)”, Hispania, LVI/3, nº 194 (1996) pp. 1071-1096. 115 Ya en 1912 y 1913 había disfrutado de una pensión para realizar estudios de fonética en Francia y Alemania, y desde 1914 se encontraba totalmente involucrado en la actividad cultural y administrativa del Centro, pues a comienzos de aquel año había sido nombrado su secretario, teniendo a Menéndez Pidal como presidente. Ver, Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, Memoria. Correspondiente a los años 1912 y 1913, Madrid, 1914, pp. 115-116, y Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, Memoria. Correspondiente a los años 1914 y 1915, Madrid, 1916, p. 161; también L. LÓPEZ-OCÓN CABRERA, “El cultivo de las ciencias humanas”, p. 71. 116 Sobre la Casa de la Cultura hay una excelente bibliografía: M. AZNAR SOLER, “L´aliança d´intel-lectuals per a defensa de la cultura de València i la creació de la Casa de la Cultura”, en València, capital cultural de la república (19136-1937). Antologia de textos i documents, Valencia: Conselleria de Cultura, Educació i Ciència de la Generalitat Valenciana, 1986, pp. 107-108, 267-286 (las últimas pp. son textos sobre la disolución e inauguración de una nueva etapa de la Casa de la cultura); “La Casa de la Cultura de València”, en M. Aznar Soler (ed.), València, capital cultural de la República (1936-1937), I. València: Consell Valencia de Cultura, 2007, pp. 131-154; Madrid: Cuadernos de la Casa de la Cultura, pp. 7-10. La salida de los intelectuales de Madrid y su estancia en esta casa valenciana es recordada de forma literaria por J. MORENO VILLA, Vida en claro, autobiografía, Madrid: Fondo de Cultura Económica, 1976, pp. 207-236. 117 La primera, integrada por 10 intelectuales, se llevó a cabo el día 25 de noviembre de 1936 y la segunda, formada por 13 miembros, una semana después, el día primero de diciembre. Ambas Aportaciones a la biobibliografía de Agustín Millares Carlo hasta su exilio en México ________________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 70 realizó una noche de noviembre en un coche del Ministerio de Educación, que ocupaban Millares, Wenceslao Roces y Juan Comás, que es a quien se lo escuchó narrar directamente la autora118. Desde luego que el traslado era esperado desde hacía tiempo, pues el 27 de octubre el profesor Millares, al igual que otros colegas, había recibido un oficio del vicerrector comunicándoles la orden del delegado del ministerio de Instrucción Pública para que ratificasen su domicilio y el número de familiares que les acompañarían en un más que previsible viaje a Valencia119. Sin duda ya se estaba haciendo imposible seguir con la “pretendida normalidad académica”, que se quería mantener con la continuidad de las clases y los otros actos de la vida universitaria, como deseaba el decano Julián Besteiro cuando unos días antes, el 21 de octubre, convocó a los profesores a una Junta Extraordinaria donde se tomaron una serie de acuerdos para mantener “la normalidad académica, que imponía a pesar de las bombas la celebración regular de las clases”120. La estancia de Millares en la ciudad del Turia sufrió muchas intermitencias, pues desde diciembre de 1936, hasta octubre del siguiente año fueron largas las temporadas que pasó en Francia, autorizado por el ministerio de Instrucción Publica, para dedicarse a sus investigaciones particulares, además de colaborar en las tareas docentes de L´École des Chartes121. Regresó de París para incorporarse a la universidad de Valencia, en octubre de 1937 cuando fue propuesto por el decano de la facultad de Filosofía y Letras de esa universidad para desempeñar las cátedras de Lengua y Literatura latinas y de Estudios sobre Historia de América; sin embargo, no fue muy duradera su estancia en la universidad valenciana, al menos no aparece en la relación de profesores de febrero de 1938122. Carta de Millares Carlo a Navarro Tomás Desde Valencia escribió Millares sus cartas a Tomás Navarro, que se encontraba en Barcelona de vuelta de uno de sus viajes, en esta ocasión creemos que de Rusia a donde había acudido al frente de una delegación cultural española123. La primera está expediciones están reproducidas en Madrid: Cuadernos de la Casa de la Cultura. Números 1-3. Valencia/Barcelona, febrero 1937-mayo 1938. Introducción de Robert Marrast, Verlag Detlev Auvermann KG, Glashütten im Taunus, Kraus Reprimer, Nendeln-Liechtenstein, 1974, pp. 7-8. 118 A. HERNÁNDEZ DE LEÓN-PORTILLA, “Agustín Millares Carlo: su trabajo en la Casa de España y el Colegio de México (1938-1959)”, en J. Valender y G. Rojo (eds.), Los refugiados españoles y la cultura mexicana. Actas de las jornadas celebradas en España y México para conmemorar el septuagésimo aniversario de La Casa de España en México (1938-2008), México, DF.:El Colegio de México, 2010, p. 198; lo vuelve a repetir en “Agustín Millares Carlo. Su trabajo en La Casa de España y El Colegio de México”, Boletín Millares Carlo, 29 (2010) p. 12. 119 AGUCM. P-219. 120 M. PEDREZUELA FUENTES, “El Tajo sin retroceso”, p. 615. 121 C. PESCADOR DEL HOYO, “Agustín Millares Carlo”, p. 25. 122 M. F. MANCEBO, “La universidad de Valencia y la Federación universitaria escolar”, en M. Aznar Soler (ed.), Valencia capital cultural de la República (1936-1937), I, Valencia: Consell Valencia de Cultura, 2007, pp. 377-378 y 386-387. 123 F. FUSTER RUIZ, “In memoriam.”, p. 18. En ese año había realizado varios viajes a congresos internacionales en Bruselas, Gante o La Haya; sin embargo, en una carta, de fecha semejante a la que comentamos, Moisés Sánchez Barrado, colaborador del CEH, escribe a Luis. A. Santullano para darle las gracias por haber acogido favorablemente la pretensión que les había hecho por mediación de Millares para que se le reconociese la gratificación mensual de 350 pts. que ya percibía el resto de Francisco A. Chacón Gómez-Monedero _______________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 71 fechada el día de Navidad de 1937124. Tomás Navarro Tomás, como secretario de la Comisión Delegada de la Junta de Ampliación de Estudios, constituida el día 22 de diciembre de 1936 en Valencia, era su auténtico motor y alma mater125. En esta carta Millares parece actuar como coordinador de los trabajos realizados por los profesores residentes en la Casa de la Cultura valenciana, pues desde el día primero de diciembre se había incorporado a la sección que el Centro de Estudios Históricos había organizado en esta ciudad126 con la intención de hacer frente a las dificultades creadas por la nueva situación de los intelectuales evacuados desde Madrid, de la que se había elegido presidente a Dámaso Alonso127. Le comunica que había estado últimamente en Barcelona128 donde entregó a Luis Álvarez Santullano129, como secretario del Patronato de la Casa de la Cultura en Valencia130, relación de los trabajos que habían realizado los compañeros de la Sección de Filología Clásica del Centro131; además de entregarle los correspondientes presupuestos para la edición del tomo II de las Cartas de Plinio, preparada por Vicente Blanco132. Con la carta le adjunta otro presupuesto para la traducción realizada por “el colaboradores del Centro, y le dice que no escribe a Tomás Navarro porque no sabe si había regresado ya de Rusia. ARE. JAE/169/12/4. 124 Apéndice 5. 125 P. GARCÍA ISASTI, “El Centro de Estudios”, p. 1092. 126 Luis Álvarez Santullano (Barcelona, 29 de noviembre de 1937) comunica al Subsecretario del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes que la Comisión Delegada de la Junta, en sesión de 27 de noviembre, acordó elevar al Ministerio la propuesta de incorporar, desde el primero de diciembre próximo, al Centro de Estudios Históricos, sección de Valencia a D. Agustín Millares, D. Urbano González de la Calle, D. Juan María Aguilar y al colaborador D. Vicente Blanco, con la remuneración de 350 pesetas desde la fecha de su incorporación. ARE.JAE, 166/9/18. 127 A partir de noviembre de 1937, coincidiendo con un nuevo curso en la Universidad de Valencia, se puso en marcha este nuevo Centro, aunque tres o cuatro meses después era evidente su fracaso casi absoluto. Aún en medio de estas dificultades seguían publicándose algunas revistas y libros, pero desde enero de 1938 la falta de papel imposibilitó el poder seguir con esta labor editorial. Véase P. GARCÍA ISASTI, “El Centro de Estudios Históricos”, pp. 1092-1093; L. LÓPEZ-OCÓN CABRERA, “El cultivo de las Ciencias Humanas”, p. 71. 128 El viaje tuvo lugar en los primeros días de diciembre, pues Rodríguez Moñino (Valencia, 14 de diciembre de 1937) escribe a Luis Álvarez Santullano, que se encuentra en Barcelona, sobre un asunto que incumbe a Vicente Blanco del que dice que habrá podido hablar con Millares en su reciente viaje a esa ciudad. ARE. JAR, 169/3/5. Quizá se trate de la concesión de una beca en el Centro para la que le había propuesto Millares en septiembre. ARE.JAE, 166/25/4. 129 Luis Álvarez Santullano era un eminente pedagogo. Su obra ha sido estudiada por C. SERVÉN DÍEZ, La obra narrativa de Luis A. Santullano, Oviedo: Real Instituto de Estudios Asturianos, 2006. 130 El Presidente del Patronato era Antonio Machado, además del oculista Manuel Márquez, Victorio Macho, José Moreno Villa y Tomás Navarro. Madrid: Cuadernos, p. 9. 131 Una de las secciones en las que se dividió el Centro de Estudios Históricos fue la de Filología, que estaba presidida por Menéndez Pidal, quien era, a su vez, director del Centro (véase nota 115). No he logrado encontrar ninguna otra información sobre estos “trabajos”, que estarían destinados a su publicación en la Revista de Filología Española o, quizá, en Emerita. 132 Fue éste el único libro que se consiguió publicar en 1938 por el Centro de Estudios Históricos. Ver P. GARCÍA ISASTI, “El Centro de Estudios”, p. 1087. Vicente Blanco García, sacerdote, catedrático de Lengua latina en Oviedo y Zaragoza, había sido discípulo de Millares y después su auxiliar de Latín Medieval en la universidad madrileña. Guardó siempre hacia él una gran amistad, prueba de ello es que en los momentos complicados para su futuro, no deja de preocuparse de la carrera académica de este amigo-discípulo, alentando la publicación de uno de sus trabajos. Apenas llegado a Méjico, escribió una crítica del Epistolario de Plinio el Joven, con palabras llenas de amistad y cariño hacia el autor de la edición, quien le había hecho llegar uno de los ejemplares publicado en Madrid, en mayo de 1938. La Aportaciones a la biobibliografía de Agustín Millares Carlo hasta su exilio en México ________________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 72 maestro” Urbano González de la Calle de la Literatura Latina de Leo133, que tendrán que ser estudiados y elegir los más convenientes en cada caso. Le comunica, así mismo, que entregará, “mañana”, a Dámaso Alonso “nota detallada de lo que cada cual prepara”134. Éste, viejo conocido del Centro de Estudios Históricos de Madrid, era en ese momento catedrático de la universidad de Valencia y se había incorporado a la reseña fue publicada en Hoy (México, DF) 25 de febrero de 1939, p. 43, con el título “Plinio el Joven, libro ejemplar”, y ha sido reproducida en: A. MILLARES CARLO, “Plinio el Joven, libro ejemplar”. Comentarios y notas de J. A. Moreiro González, Boletín Millares Carlo, 20 (2001) pp. 11-16. Volverá de nuevo Millares a referirse a esta obra de forma elogiosa en su Historia de la Literatura latina, México-Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 1950, p. 139: “La colección epistolar de Plinio es de un interés apasionante. En ella recogemos cosecha de noticias sobre costumbres, lecturas, vida literaria y existencia íntima de su autor, que fue un espíritu selecto y cultivado. “El mérito de las Cartas de Plinio -escribe acertadamente Blanco García (Plinio el Joven. Cartas. Libro primero. Texto y comentario. Madrid, 1938, pp. 10-11. Junta para Ampliación de Estudios. Centro de Estudios Históricos)- no ha de buscarse en su lenguaje selecto y a veces rebuscado, ni en sus signos sintácticos y recursos de estilo, en los que ya se acusa la decadencia artística de la época argéntea”. El segundo volumen, del que se habla en la carta que comentamos, se publicó en 1941, PLINIO EL JOVEN. Cartas. Libro Segundo. Texto y comentario por Vicente Blanco García, Madrid: CSIC. Instituto “Antonio Nebrija”. Clásicos Emerita, 1941. Desde Valencia, (30 de julio de 1937), Navarro Tomás solicita al subsecretario del ministerio la conveniencia de que el colaborador del CEH, don Vicente Blanco, pudiera ser trasladado a esta ciudad para ultimar su trabajo sobre Plinio. ARE. JAE. 166/ 25/1. No cabe ninguna duda de que se autorizó su traslado a la ciudad del Turia, pues en carta fechada en Valencia el 29 de septiembre de 1937, era Blanco quien pedía a Luis A. Santullano, que estaba en Barcelona, que intercediera ante la Junta para que consiguiera el papel necesario para su publicación, pues en la imprenta no se disponía de este material. ARE. JAE, 166/25/4. 133 Sin duda se trata de Friedrich LEO, Die römische Literatur des Altertums, 1907, de la que se hizo una reimpresión en 1912. La traducción a la que alude Millares no se publicó hasta 1950. Federico LEO, Literatura romana. Traducción castellana directa del alemán, anotada y provista de adiciones por P. U. González de la Calle, Bogotá: Publicaciones del Instituto Caro y Cuervo, 1950. En ninguna parte de la obra se encuentra la menor alusión a las gestiones que años antes había hecho, y en una situación poco favorable, Millares en favor de su publicación; únicamente en la p. 257 hay una “Adición final” en la que corresponde, parece que de forma obligada, a la amistad que aún le sigue demostrando el profesor Millares al dedicarle una de sus obras: “Adenda Final. Cuando estaba en la Imprenta el original de esta Bibliografía llegó a mis manos -por generosa donación con inmerecida dedicatoria- la muy interesante obra titulada Historia de la literatura latina (Breviarios del Fondo de Cultura Económica, México-Buenos Aires, Nº 33) de la que es autor mi docto amigo y antiguo compañero D. Agustín Millares Carlo. Como anexo de dicha producción ha publicado también mi mencionado ilustre un folleto de 37 págs. con el siguiente rótulo: Bibliografía para la historia de la literatura latina (Breviario 33). Lamento no haber podido utilizar en mi versión anotada de la Literatura romana de F. Leo las producciones últimamente citadas, pero pretendo que mis lectores sean más venturosos que yo. Por otra parte y prescindiendo, como cabe prescindir, de mi humilde labor personal, la muy autorizada de Leo puede coadyuvar a la difusión de la muy valiosa de Millares Carlo y combinarse con ella en fecunda síntesis”. La dedicatoria a la que alude González de la Calle, dice así: “A don Pedro Urbano González de la Calle, dedica su Historia de la literatura latina”. Un completo trabajo dedicado a estudiar las circunstancias y características de la traducción que nos ocupa, precedido de unos breves apuntes biográficos sobre el traductor es el de F. GARCÍA JURADO, “Cuando el tiempo se detiene. Los avatares de una historia de la literatura latina publicada en Colombia: Pedro Urbano González de la Calle”, Literatura: teoría, historia , crítica, 11 (2009) pp. 303-332; de forma más sucinta en “El nacimiento de la Filología Clásica”, pp. 91-95. 134 Sería de gran interés saber quiénes son y qué es lo que “cada uno prepara”, de lo que quizá quedaría algún testimonio en el archivo personal de Dámaso Alonso que se custodia en la Real Academia Española. En varias ocasiones he pedido permiso para consultar dicho fondo y siempre se me ha denegado, alegando tener que “comprobar cuál es la situación legal de la documentación y en qué condiciones se puede poner o no a disposición de los investigadores. Estas condiciones varían de un autor a otro en función de si está vivo o no, del año de su muerte, de si el contenido de la documentación afecta a derechos de imagen, etc”, según el último e-mail recibido de la bibliotecaria de la Real Academia Española, el 15 de febrero de 2011. Francisco A. Chacón Gómez-Monedero _______________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 73 Casa de la Cultura en agosto de 1937, siendo nombrado director accidental de la sede del Centro en Valencia el 15 de octubre 135, aunque no parece que le hiciera mucha ilusión el nombramiento, pues apenas dos meses después escribió a Luis A. Santullano con la pretensión de ser sustituido en la dirección temporal de “esto”, suponemos que del Centro, alegando que le lleva mucho tiempo y empieza a ocasionarle serios disgustos, pues ya hay muchos colaboradores y ningún personal subalterno136. Santullano le contestó inmediatamente137, comunicándole que tendría que buscar la ayuda que necesitase, pues no se le podía quitar de la dirección del Centro. . Hay, después, unas interesantes referencias a la revista Emerita138. Todo sugiere que por las especiales circunstancias que se vivían, Millares desempeñaba tareas de coordinación de las diferentes publicaciones. Aunque desde los primeros momentos de su creación formaba parte del grupo de intelectuales que colaboraban en la Sección de Filología139, origen de la revista, no había formado parte del equipo redactor ni tampoco había publicado ningún trabajo en ella. Por lo tanto, parece que esta nueva obligación se debería a que Millares desempeñaba desde finales de septiembre de 1937 la dirección de la sección de Estudios Clásicos establecida en Valencia140, antes, incluso, de que se hubiera incorporado legalmente al valenciano Centro de Estudios Históricos, lo que tuvo que ocurrir durante el mes de noviembre, pues en una carta de Dámaso Alonso a Santullano, hablando de la falta de mobiliario dice que carecen de mesa y silla algunos colaboradores, entre ellos Millares, cuya agregación al Centro “me anuncia él mismo”141. 135 P. GARCÍA ISASTI, “El Centro de Estudios”, p. 1088. 136 Valencia, 8 de diciembre de 1937. ARE. JAE. 166/6/19. 137 Barcelona, 11 de diciembre de 1937. ARE.JAE. 166/7/20. 138 La revista Emerita se había fundado en 1933, aunque su primer número no salió hasta el año siguiente. Su creación se enmarca en la sección de Estudios Clásicos, del Centro de Estudios Históricos, bajo la dirección de Menéndez Pidal y de Américo Castro, con la pretensión de que fuera el vehículo de las nuevas corrientes lingüísticas que se propagaban por Europa. El fin de la nueva revista quedó expuesto en la (presentación) de su director, R. MENÉNDEZ PIDAL, “Al lector”, Emerita, I (1933) pp. III-VI. Últimamente se han publicado dos artículos referidos expresamente a la creación de esta revista: M. J. BARRIOS CASTRO, “Los orígenes de la revista Emerita y el Centro de Estudios Históricos”, en Perfiles Grecia y Roma III. Actas del XII Congreso Español de Estudios Clásicos. Grecia y Roma en el Renacimiento y siglos posteriores, III. Madrid: Sociedad Española de Estudios Clásicos, 2011, pp. 351-361; “La primera revista de Filología Clásica en España”, en F. García Jurado, R. González Delgado, M. González González (Eds.), La Historia de la Literatura Grecolatina durante la Edad de Plata de la cultura española (1868-1936), Málaga: Universidad de Málaga, 2010, pp. 295-310. Con anterioridad hay muchas referencias al origen y fin de Emerita, por ejemplo, R. LAPESA, “Menéndez Pidal, creador de escuela: El Centro de Estudios Históricos”, en ¡Alza la voz, pregonero! Homenaje a Don Ramón Menéndez Pidal, Madrid: Cátedra-Seminario Menéndez Pidal, Universidad de Madrid, 1979, p. 73; M. P. MARTÍNEZ LASSO, Los estudios helénicos en la universidad española. 1900-1936, Madrid: Universidad Complutense de Madrid, 1988, pp. 691-702. 139 M. P. MARTÍNEZ LASSO, Los estudios helénicos, p. 702. 140 En carta fechada el 29 de septiembre de 1937 en Barcelona, Tomás Navarro comunica a Dámaso Alonso que la Comisión acordó designar a Millares, mientras esté en Valencia, para dirigir la sección de Estudios Clásicos. ARE. JAE, 166/6/3. En la misma carta se autoriza a Dámaso Alonso a adquirir el material y mobiliario necesario para el Centro. 141 Carta de Dámaso Alonso, comisión delegada de la Junta de Ampliación de Estudios, Valencia, 23 de noviembre de 1937, dirigida a Luis Álvarez Santullano, Barcelona. Además de este asunto, se habla de la beca de Vicente Blanco y, tema muy repetitivo para Alonso, de la pérdida de sus libros y de la falta de papel para impresión. ARE.JAE. 166/6/5. Aportaciones a la biobibliografía de Agustín Millares Carlo hasta su exilio en México ________________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 74 Cumpliendo con esta tarea comunica a Navarro “que reúne materiales para un nuevo número de Emerita”142, que podría estar en la calle apenas “se despache el que ahora está listo”, que sería el correspondiente al segundo semestre de 1937, que no llegó a ver la luz. Al parecer se había pensado que ese número fuera un homenaje a Julián Bonfante, como reconocimiento agradecido en esos difíciles días por los que atravesaba este eminente filólogo italiano que había sido desde su fundación el alma de la revista143. Creemos que se intentan suavizar las relaciones entre los miembros del grupo, pues, al parecer el italiano había tomado decisiones con respecto al lugar de la publicación de este número que no habían gustado demasiado144, aunque eran conocidas y contaban con la aprobación de Tomás Navarro145. Quizá por este enfrentamiento es por lo que dice a Tomás Navarro que las pruebas del número han de ser enviadas a Bonfante, tal como él desea, y como el propio Millares había escrito a Madrid al becario Estefanía146. Pero hay otro problema, pues, al parecer, el filólogo italiano era muy quisquilloso y lento a la hora de corregir las pruebas147, por lo que 142 Que sería el del primer semestre de 1938, que no llegó a ver la luz. 143 Para todo lo relacionado con la venida de Bonfante a España y su actuación en el Centro de Estudios Históricos, puede verse M. P. MARTÍNEZ LASSO, Los estudios helénicos, pp. 691-702. La obra de este italiano, a excepción del artículo publicado en el primer semestre de Emerita de 1937, está recogida en: Biografie e bibliografie degli Accademici Lincei, Giuliano Bonfante, Roma, 1976, pp. 751-759; R. GENDRE (a cura di), Bibliografia degli Scritti di Giuliano Bonfante (1925-1983), Alessandria: Ed. dell´Orso, 1984, pp. III-XXIV. 144 Véase, por ejemplo, M. J. BARRIOS CASTRO, “La primera revista”, p. 305. 145 En una carta de Tomás Navarro (Valencia, 27 de agosto de 1937), dirigida a Santullano, deja a salvo la actuación de Bonfante, pues le dice a Santullano que aunque se había pensado tirar la revista en Madrid, la falta de seguridad que daba la imprenta para poder realizar el trabajo “nos hizo decidirnos a dar en Valencia esos trabajos que ya estaban compuestos en Madrid, pues no convenía retrasar la aparición del número”. ARE.JAE. 167/44/59. 146 José Jesús Estefanía era becario de la sección de Estudios Clásicos y permanecía en Madrid haciendo de intermediario entre los colaboradores de Valencia y la imprenta en Madrid. Según escribe Lapesa a Tomás Navarro (Madrid, 13 de abril de 1937), era constante su asistencia al Centro, a pesar de que recibía únicamente cien pesetas mensuales, “insuficientes a todas luces”. ARE. JAE. 167/44/19. En otra de las cartas, ahora a Luis Álvarez Santullano (Madrid, 9 de noviembre de 1937), le dice que Estefanía desempeñaba un trabajo técnico imprescindible en la publicación de la revista, pues “aun cuando Emerita se siguiera imprimiendo en adelante fuera de Madrid, sería necesaria aquí la presencia de un técnico para evacuar las consultas que hicieran los colaboradores, pues en Madrid están los libros y las colecciones”. ARE. JAE. 167/44/75. En el mismo sentido se manifiesta Lapesa (Madrid, 4 de diciembre de 1937) al considerar necesaria la colaboración de Estefanía para la publicación del número pendiente de Emerita, sin duda el del segundo semestre de ese año, que no llegó a ver la luz. ARE. JAE. 167/44/81. Lo que parece que se tuvo en cuenta, pues en otra carta a Santullano (Madrid, 9 de diciembre de 1937) le comunica la aceptación de Estefanía como colaborador del Centro en Madrid, “único que queda en la sección de Estudios Clásicos, necesario para la publicación de Emerita” . ARE.JAE. 167/44/83. Esto hizo, sin duda, que se tuviera en cuenta la importancia de su trabajo, pues en la nómina de los becarios del Instituto de Lenguas Clásicas del Centro de Madrid que envió Rafael Lapesa al secretario de la JAE en Barcelona (Madrid, 31 de diciembre de 1937), aparece Estefanía con un sueldo de 150 pesetas, aunque no era, ni mucho menos, quien más cobraba, pues José Creciente Vega recibía 250 pesetas. ARE. JAE. 167/44/90. 147 Hay más de una queja a este respecto, que necesitó un cruce de cartas para tratar de calmar los ánimos. Por ejemplo, en carta de Lapesa a Tomás Navarro (Madrid, 16 de agosto de 1937), al hablar de los problemas surgidos con la edición del primer número de Emerita del año 1937, le dice que “en terceras y cuartas pruebas vienen infinidad de correcciones y añadiduras, que tenga Bonfante más cuidado”. ARE. JAE. 167/44/55. A lo que contesta Navarro (Valencia, 27 de agosto de 1937), que “es un mal que viene de antiguo en la relación de Bonfante con la imprenta”. ARE. JAE. 167/44/59; y en otra carta con la misma fecha, pero dirigida a Estefanía dice que ha hablado con Bonfante al respecto, quien le asegura “que no son más extensas ni de mayor importancia de las normales”, aunque “han Francisco A. Chacón Gómez-Monedero _______________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 75 Millares sugiere a Navarro que le apremie a “no retrasar las pruebas y las devuelva dentro de quince días”, pues “de lo contrario procederemos a tirar el número que, como Vd. sabe, sólo está pendiente del papel”. A todos nos es conocida la amenaza que en esa situación, más que nunca, no deja de ser pura literatura, pues hay otro enemigo mayor y menos controlable, la falta de papel para la imprenta148 que se viene sufriendo desde hacía ya meses en Madrid149 y que será la causa principal de supresión de Emerita, a pesar de que su publicación, junto al de otras revistas, era considerada como un “arma de propaganda” por el ministerio150, que quería demostrar, incluso más allá de nuestras fronteras151, la importancia que seguía dando a la cultura en esos momentos conflictivos de la guerra. convenido” que le enviará a él las pruebas de imprenta para “que pueda ver efectivamente qué clase de correcciones lleva”. ARE. JAE. 168/16/35. 148 La falta de papel para la imprenta es un problema conocido que se intentó solucionar desde los organismos competentes, dictando normas sobre el expurgo de documentos de los archivos de todo tipo con destino a la fabricación de papel. Son muy esclarecedores los trabajos de L. GÓMEZ LOECHES, “El expurgo en los archivos judiciales”, en La administración de justicia en la historia de España. Actas de las III Jornadas de Castilla-La Mancha sobre investigación de archivos. Guadalajara 11-14 de noviembre de 1997, Guadalajara, 1999, pp. 829-859; D. MARTÍNEZ VELLISCA, “Al precio único de 300 pesetas los 1. 000 kilos: libros y papeles del archivo-biblioteca de la iglesia parroquial de Horche”, en M. I. Manclús Cuñat (ed.), Arxius: República y Guerra Civil, IV Jornadas de l´Associació d´Arxivers Valencians, València, 23-24 de novembre, 2006 (CD). En estos últimos meses del año 1937 son constantes las referencias de la falta de papel para las diferentes publicaciones que dependían del Centro de Estudios Históricos en Madrid: Luis A. Santullano (Barcelona, 20 de noviembre de 1937) comunica a Dámaso Alonso, que se encuentra en Valencia, que hasta pasados unos días no podrá ser enviado a Madrid el papel para la revista, pues lo habían desviado a Barcelona. ARE. JAE. 166/6/13. Dámaso Alonso (Valencia, 23 de noviembre de 1937) insiste a Luis A. Santullano sobre el envío de papel. ARE. JAE. 166/6/15. Luis A. Santullano (Barcelona, 6 de diciembre de 1937) a Dámaso Alonso, le comunica que pronto será enviado el papel que se necesita para la Revista de Filología y Emerita, además de incluir una muestra de papel para que la vea Vicente Blanco y, si le parece adecuado, diga cuántas resmas necesita para tirar sus Cartas de Plinio. ARE. JAE. 166/6/18. Unos días después, 10 de diciembre, Santullano, en carta a Rodríguez-Moñino, le pide que comunique a Blanco que sigue a la espera de saber si “sirve la muestra que le envié para el libro de Plinio”. ARE. JAE. 169/3/4. Dámaso Alonso (Valencia, 8 de diciembre de 1937), transmite a Luis A. Santullano la insistencia que desde Madrid le hacen Lapesa y Estefanía del envío de papel para las revistas, que es mejor que sea enviado desde Barcelona. ARE. JAE. 166/6/19. Rafael Lapesa (Madrid, 27 de diciembre) comunica a Tomás Navarro, que se encuentra en Barcelona, que por fin había llegado a la imprenta el papel para las revistas, aunque mucho menos del que se necesita, pues se había pedido veinte resmas, siete para la Revista de Filología Española y trece para Emerita, y únicamente se habían recibido “veinte paquetes de cuarto de resma, o sea 125”, con lo que no alcanza ni para la tirada normal de la Revista de Filología. ARE. JAE. 167/44/89. 149 Ya en una carta de Rafael Lapesa a Tomás Navarro (Madrid, 16 de agosto de 1937), le habla de la visita que había realizado a la Papelera, donde había adquirido únicamente una resma de papel para cubiertas, con lo que tendrían para dos números de la revista, pues el papel corriente era “malísimo y muy caro”, además de tener unas dimensiones que “le hacían inútil para la revista”. Le sigue informando de que en Madrid no se fabrica papel nada más que para los diarios, por lo que será necesario adquirirlo en Barcelona. ARE. JAE. 167/44/55. 150 En carta de Rafael Lapesa a Luis A. Santullano (Madrid, 9 de noviembre de 1937), le manifiesta que en el Centro de Estudios Históricos de Madrid se han publicado un número de la Revista de Filología Española, otro de Emerita (que sería el del primer semestre de 1937) y otros dos del Archivo de Arte y Arqueología, “por cuya prosecución se había interesado el Ministerio”. ARE. JAE. 167/44/75. 151 En esta línea propagandística, en la que se quiere dar a conocer en Europa las publicaciones del CEH, Bonfante escribe a Tomás Navarro (Valencia, 21 de septiembre de 1937) comunicándole que en “la mesa de su despacho le ha dejado una copia del artículo del periódico rumano Adeverul que trata de Emerita”, y que está buscando un rumano para que lo traduzca. ARE. JAE. 166/27/3. La breve reseña, Aportaciones a la biobibliografía de Agustín Millares Carlo hasta su exilio en México ________________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 76 El Centro de Estudios Históricos sufrió un deterioro progresivo con la sucesiva salida de Madrid de los intelectuales que formaban sus cuadros, a la par que Emerita perdió sus redactores, apareciendo en el número del primer semestre de 1937, el último que vio la luz en esa época, únicamente Bonfante y Moisés Sánchez Barrado. La situación del italiano no tardó mucho en hacerse insostenible en España, precipitándose desde finales de octubre cuando la Junta, según el interesado sin previo aviso, rescindió su contrato firmado en 1935, hasta tal punto que a mediados de noviembre de 1937 ya se encontraba en Ginebra152. Sánchez Barrado153, siguió en activo, pero parece que su papel de redactor había quedado muy disminuido, cuando no anulado, pasando toda la carga de la revista a Millares, que siguió trabajando para que viera la luz el número del segundo semestre de 1937 y completar el del primero de 1938. Nos basamos para lo que decimos en los siguientes testimonios. Firmado en Valencia, a 25 de diciembre de 1937, se conserva un informe de Moisés Sánchez Barrado154, en el que a petición de Millares, y por requerimiento de Tomás Navarro, hace relación de los trabajos que está “realizando en el Centro de Estudios Históricos, Sección de Filología Clásica”. En lo que referente a nuestra revista dice: “A pesar de todo, no ha dejado de contribuir a Emerita con algunas recensiones de libros. Por ejemplo una sobre el tomo II de Linguistique historique et linguistique generale (16 cuartillas) de Meillet155, y otra muy detallada sobre el vol. VI de la Indo-germanische Grammatik, de H. Hirt156, cuya 1ª parte (unas 40 ó 43 cuartillas) debe estar ya compuesta (así como la reseña sobre Meillet) para el próximo número de Emerita, pero aún no he visto ni corregido pruebas”157. En mi cajón tengo a disposición la 2ª parte de la reseña sobre Hirt ( 32 cuartillas)158. Menciono también la Métrica latina de Crusius, traducida por mí del alemán y pendiente de impresión, que figura también en el Anuario indicado”159. más que artículo, se publicó en el diario rumano el jueves, 9 de septiembre de 1937, en la sección “Caleidoscop”, donde se recogían noticias de “Litere, Arta, Stünta” (Literatura, Arte, Ciencia). Agradezco a Adriana Elena Boruna, del Departamento de Investigación y Desarrollo de la Biblioteca Nacional de Rumanía, su amabilidad al enviarme la página del diario Adeverul donde se inserta la mencionada reseña. 152 Ver, por ejemplo, M. J., BARRIOS CASTRO, “La primera revista”, pp. 307-309. 153 Moisés Sánchez Barrado entró en contacto con la Junta para Ampliación de Estudios en 1920. A primeros de marzo de 1922, siendo ya catedrático de latín en el instituto de Segovia, escribió a José Castillejo para que le asesorase en sus estudios e informándose sobre la posibilidad de obtener una pensión para estudiar en el extranjero. Poco después, a finales de ese mes, solicitó pensión para marchar a Londres, que no le fue concedida. Ante el fracaso de viajar a Londres, permutó su plaza segoviana con idéntico destino en el Instituto-Escuela de Burgos. De nuevo volvió a solicitar pensión en marzo de 1926, aunque ahora para trasladarse a París, pero no nos consta que consiguiera su propósito. ARE. JAE. 132/ 150. 154 ARE. JAE. 169/12/5. 155 A. MEILLET, Linguistique historique et linguistique gènèrale. Tome II, París, Klinchsieck, 1936. La recensión, efectivamente, se publicó en Emerita , V, 1º Semestre, Madrid, 1937, pp. 180-187. 156 H. HIRT, Hindogermanische Grammatik, vol. VI, Heidelberg: Carl Winter, 1934. 157 En Emerita, tomo IV, Semestre 1º y 2º, Madrid - Valencia de 1936, pp. 377-382, en el apartado Necrología, se publicó la reseña de la muerte de Antonio Meillet. 1866-1936, firmada por G. B., que, sin duda, corresponden a las iniciales de Guliano Bonfante. Parece que Sánchez Barrado tenía preparada otra “reseña” sobre Meillet para ser publicada en el segundo semestre de 1937, o en el primero de 1938, pero, como sabemos, ninguno de ellos se llegó a publicar. 158 Quizá para ser publicada en el número del segundo semestre de 1937. 159 Suponemos que se refiere al Anuario de los trabajos de la Junta para Ampliación de Estudios Históricos, Valencia, 1937. También se anuncia su publicación en los “Cuadernos en preparación”, en el Francisco A. Chacón Gómez-Monedero _______________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 77 Aunque ya hemos hablado de la falta de papel, que dificultaba la publicación de los trabajos de los miembros del Centro, hay una carta de Tomás Navarro, desde Barcelona, a Rafael Lapesa, que se encontraba en Madrid, y datada el día primero de 1938160, que traemos ahora a colación, pues se habla “de las revistas”, entre las que se encontraba Emerita. Se hace referencia a un problema que ya vimos en su momento, acerca del equívoco que hubo con el envío de papel, que se llevó a Barcelona en lugar de a Madrid, lo que sin duda retrasó la salida de dichas revistas, pero nos hace pensar que el número del segundo semestre de 1937 estaba ya completo y listo para la imprenta. No se hizo esperar la contestación de Lapesa a la anterior carta161. Le transmite la situación en que se encontraban las revistas que, a pesar de las circunstancias tan adversas, aun se trabajaba en ellas: “Mañana entregaré a Sanabria162 la tirada de la Revista de Filología Española163. Dentro de poco tendremos también el otro número del Archivo164 y el de Emerita165. Espero asimismo sus noticias sobre lo que se haya resuelto acerca del lugar de impresión de las revistas en lo sucesivo. No olvide que Sanabria tiene compuestos unos cinco pliegos para el próximo número de Emerita166, según hice saber a Millares”. Comenta después los trabajos personales en los que anda ocupado: “una edición anotada del De lege Manilia de Cicerón”, que creemos que nunca llegó a ver la luz 167, tomo V, Semestre 1º, Madrid, 1937, dentro de los Manuales Emerita de Lingüística y Filología Clásica. F. CRUSIUS, Métrica latina, traducida y adaptada por M. Sánchez Barrado. 160 ARE. JAE. 167/44/91. 161 Madrid, 25 de enero de 1938. ARE. JAE. 167/44/95. 162 Parece referirse a una imprenta, pues, a renglón seguido, dice que tiene ya compuestos algunos pliegos para Emerita, pero no he logrado encontrar ninguna con este nombre en Madrid. Según A. DEL RIVERO, Historia de la imprenta en Madrid, Madrid: Artes Gráficas Municipales, 1935, pp. 105-107, “en 1934 llegan a funcionar en Madrid cerca de cuatrocientos talleres gráficos”; hace una relación de los talleres principales, pero no cita a ninguno con el nombre de Sanabria. También se podría tratar de un subalterno o colaborador eventual del Centro que, precisamente, por esa condición, no le hemos encontrado entre los becarios, colaboradores oficiales o investigadores del Centro. 163 Sin duda se trata del cuaderno del segundo semestre de 1937, que no llegó a ver la luz, pues el del primer semestre salió impreso en Madrid, en la imprenta de Librería y Casa Editorial Hernando, en agosto de 1937. 164 Se trata de Archivo Español de Arte y Arqueología, de tirada cuatrimestral. Sin duda se está refiriendo al n. 38, del segundo cuatrimestre, que no llegó a salir, pues el último número fue el 37, enero-abril de 1937. 165 Se trata del número del segundo semestre de 1937, que parece estar completo y preparado para la imprenta, pero que no llegó a salir. El del primer semestre fue impreso en Madrid, en la imprenta de Librería y Casa Editorial Hernando, en agosto de 1937. 166 En este caso creemos que puede referirse al número del primer semestre de 1938, del cual ya estaba encargado Millares, de ahí la referencia explícita de Lapesa, y del que sabemos que ya había algún material reunido, aunque creemos que nunca se completó. 167 No he encontrado ningún testimonio de que llegase a publicar este trabajo. No incluye nada al respecto en la bibliografía sobre Cicerón del folleto que completa su Historia de la literatura Latina, México, 1950, pp. 201-204; ni en su Bibliografía para la Historia, pp. 12-14. Tampoco se recoge en J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, “Comentarios a la bibliografía”, ni se hace la menor referencia en los últimos artículos que se han publicado sobre dicho discurso ciceroniano, por ejemplo J. L. CONDE Aportaciones a la biobibliografía de Agustín Millares Carlo hasta su exilio en México ________________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 78 y dice que para poder concluirla necesita una imprescindible bibliografía de la obra ciceroniana, “la edición de Hachette168 y de las publicadas por la casa Albrighi-Segati (Roma), editores Rossi y Marra, respectivamente”169, por eso ha pedido a Ots170 y a Santullano, que le sean adquiridas, pues con “estos elementos y los que pronto se traerán de Madrid”171 piensa que tendrá suficiente para documentar su estudio. También le dice que entregó a Ots la edición de Feijoo172, “para los Clásicos173 de la CALVO, “Oratoria política y comunicación: en torno al discurso `Pro Lege Manilia´”, Cuadernos de Filología Clásica. Estudios Latinos, 28, 2 (2008) pp. 5-32. 168 Se podría referir a: Ciceron, Marcus Tullius, Oratio pro lege Manilia, París: Hachette, 1904. En Hachette se publicaron sucesivas ediciones y estudios sobre ésta y otras varias obras ciceronianas. 169 La casa Albrghi-Segati publicó practicamente la obra completa de Cicerón en varias y sucesivas ediciones antes de la fecha de la carta que nos ocupa, preparadas, entre otros, por los especialistas que interesan a Millares, por lo que se podría referir a cualquiera de ellas. 170 José María Ots Capdequí, era uno de los investigadores del Instituto de Estudios Medievales que dirigía Claudio Sánchez Albornoz. Durante la guerra fue decano de Derecho en la Universidad de Valencia y director general de universidades, presidente de la Alianza de Intelectuales Antifascistas de Valencia y vocal de la Comisión Delegada, que era la encargada desde Valencia de las conexiones con el Centro de Estudios Históricos, en la que llevaba las labores de inspección y coordinación. Ver, P. GARCÍA ISASTI, “El Centro de Estudios”, pp. 1081, nota 21, 1086 y 1092; F. MANCEBO, “La universidad de Valencia”, p. 325. Sobre la Alianza de intelectuales lo último publicado, al menos que sepamos, es el excelente artículo de M. AZNAR SOLER, “L´Aliança d´Intel-lectuals per a Defensa de la Cultura de València(AIDCV)”, en M. Aznar Soler (ed.), Valencia capital cultural de la República (1936-1937), I, Valencia: Consell Valencia de Cultura, 2007, p. 21- 67. 171 Sin duda se refiere al viaje que tenían previsto realizar Rodríguez-Moñino y Dámaso Alonso a Madrid a finales de diciembre para proveerse de libros, debido a las continuas quejas de los residentes en Valencia sobre las carencias en las que debían trabajar en el Centro valenciano, que queda patente en lo que dice Millares en esta carta. Es el mismo motivo de la carta escrita por Rodríguez-Moñino a Santullano (Valencia, 2 de diciembre de 1937), diciendo lo necesario que es realizar un viaje a Madrid “para seleccionar un centenar de libros fundamentales para ultimar todo lo comenzado”. ARE.JAE. 169/3/3. Inmediatamente tuvo contestación de Luis A. Santullano (Barcelona, 10 de diciembre de 1937), comunicándole que los vocales de la Comisión no pondrán ninguna dificultad al viaje que pretende hacer con Dámaso Alonso a Madrid para buscar los libros que necesitan en Valencia. ARE. JAE. 169/3/4. Sin embargo, y aunque el viaje se llegase a realizar, parece que estos libros nunca llegaron a Valencia, pues en carta de Lorenzo Rodríguez-Castellanos, otro de los colaboradores del Centro desde 1931 (Ver A. RUIZ CABRIDA, Cuerpo facultativo de archiveros, bibliotecarios y arqueólogos. 1858-1958, Madrid: Junta Técnica de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1958, pp. 695-696, 839 ) a Navarro Tomás (Valencia, 7 de febrero de 1938), le comunica que los libros se encuentran reunidos en el Centro de Madrid, pero hay muchas dificultades para que puedan salir hacia Valencia. ARE. JAR. 169/2/8. La falta de bibliografía preocupaba de manera especial a los profesores que se habían trasladado a Valencia. Con fecha de 9 de noviembre de 1937, ya el vicesecretario de la Comisión Delegada, había autorizado a Dámaso Alonso para que pudiese “retirar” del CEH de Madrid los libros que estimase necesarios en Valencia. ARE.JAE. 166/6/7. Lo mismo dice Luis Álvarez Santullano, en la misma fecha, además de autorizar el traslado de “alguna máquina de escribir”, tan necesaria para poder trabajar. ARE.JAE. 166/6/8. De lo necesario que son estos libros en el centro valenciano habla, someramente, P. GARCÍA ISASTI, “El Centro de Estudios”, pp. 1088-1089. 172 La obra de que se habla puede ser el “Epistolario del P. Feijoo, que ya estaba compuesto” y se perdió durante la Guerra Civil, según indica Moreiro. J. M. MOREIRO GONZÁLEZ, Agustín Millares Carlo, pp. 121 y 157. Millares fue uno de los mejores conocedores de la obra de Feijoo, según J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, “Comentarios a la bibliografía filológico-literaria de Millares Carlo”, Boletín Millares Carlo, 9-10 (1987) pp. 75-78; Agustín Millares Carlo, pp. 118-121. Donde hace un sucinto recorrido por las principales aportaciones de Millares sobre la obra del monje gallego. 173 La Biblioteca de Clásicos españoles fue creada por la Casa de la Cultura de Valencia, con la que “aspiraba a difundir lo mejor de nuestra literatura entre una muchedumbre ávida de instruirse y de perfeccionarse espiritualmente”. Son palabras del profesor Millares en la “crítica” que apenas llegado a Méjico hizo al libro Epistolario de Plinio el Joven y que publicó en Hoy (México, DF) 25 de febrero de 1939, p. 43; tomado de A. MILLARES CARLO, “Plinio el Joven, libro ejemplar”. Comentarios y notas J. A. Moreiro González, Boletín Millares Carlo, 20 (2001) pp. 11-12. En la segunda etapa de la Casa de Francisco A. Chacón Gómez-Monedero _______________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 79 Casa de la Cultura”174, que tenía que recibir el visto bueno de Navarro para que le fuese abonada, rogándole que no se retrasase mucho en ello, pues sin duda se hará cargo de la situación económica por la que atravesaba, además de ofrecerse para cuidar de las ediciones de los Clásicos, en el caso de que se siguiesen publicando en Barcelona y su “concurso” fuera de utilidad. Pasa después a comentarle su “deseo” de trasladarse a Barcelona175, donde cree que podrá ser de mayor utilidad al contar con más medios176; además alega que el “Consejo no tardaré en irse”, pero, sobre todo, antepone motivos familiares, pues de inmediato desea llevar a sus hijos, que en ese momento se encontraban en Hendaya177, hasta un pueblo de Cataluña. la Cultura se pretendía dar un nuevo impulso a la Biblioteca, así como llevar a cabo toda una serie de publicaciones y ediciones populares de los clásicos castellanos que diesen a conocer la labor cultural realizada por el Gobierno de la República, que comprenderían desde el Poema del Cid hasta Valle-Inclán. Se anunciaron unas cuantas ediciones, entre las que no se encuentra la preparada por Millares Carlo. Véase, E. GÓMEZ NADAL, “LA CASA DE LA CULTURA” en Labor cultural de la República Española, Valencia, Tierra Firme, 1937, pp. 601-603; M. AZNAR SOLER, “Literatura española y antifascismo (1927.1939)”, II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura (Valencia-Madrid-Barcelona-París, 1937), II. Valencia: Conselleria de Cultura Educació y Ciència de la Generalitat Valenciana, 1987, p. 100, nota 156; “La Casa de la Cultura”, pp. 148-149. 174 En palabras del propio Millares (“Plinio el Joven”, p. 11), la Casas de la Cultura fue fundada por el Gobierno de la República “convencido de que el asedio de Madrid iba imposibilitando el trabajo de investigadores y estudiosos, preparó para ellos en Valencia la llamada Casa de la Cultura, y los trasladó a la misma con sus familiares y útiles de trabajo, convirtiéndola más tarde en un verdadero centro de investigación científica”. 175 Desde sus años de estudiante universitario, influenciado por su profesor Soms y Castelí, se había sentido muy a traído por los estudios sobre temas catalanes, y posteriormente recorrió algunas de sus ciudades visitando los archivos catedralicios para sus tesis doctoral, sobre las bulas papiráceas, que publicó en 1918; un año después se presentó a una cátedra de Latín en la universidad de Barcelona, y esta ciudad le nombró, en abril de 1924, correspondiente de su Academia de Buenas Letras de Barcelona. Desde que se hizo cargo de la cátedra madrileña inició el estudio sobre la historia tipográfica de la Ciudad Condal, presentando sus resultados en 1935, pero detenida su publicación por los dolorosos acontecimientos que sufrió España, hasta que en 1982, debidamente revisado por el autor, pudo ser publicado. Este excelente trabajo se publicó en dos partes separadas en el tiempo y en distintas editoriales a principio de la década de los ochenta del pasado siglo. Las referencias las encontramos en J. A . MOREIRO GONZÁLEZ, “Don Agustín Millares Carlo: La profesión”, pp. 94-95 y 144. Para mayor información sobre lo concerniente a este estudio y sus problemas de publicación, puede verse J. MATEU IBARS, “Agustín Millares Carlo y las bibliotecas de Cataluña. Su estudio referente a obras impresas en Barcelona durante el siglo XVI”, Boletín Millares Carlo, 13 (1994) pp. 201-258. Tampoco olvidemos la cercanía con Francia, donde viajaba con asiduidad para sus trabajos sobre los códices visigóticos, antes y durante su exilio en Valencia, colaborando, incluso, en las tareas docentes de l´École des Chartes. 176 No se involucró en la vida cultural valenciana, pues nunca aparece entre los que acuden y participan en todos los actos que se realizaban en Valencia y en los que tenían un gran protagonismo los intelectuales evacuados desde Madrid, según vemos en M. AZNAR SOLER, “L´aliança d´intelectuals”, pp. 101-316. Tampoco vivió en la Casa de la Cultura, pues sus cartas están datadas en la calle Conde de Altea, 13, entresuelo; aunque no es el único, ya que otros intelectuales lo hicieron en pueblos cercanos a la ciudad, como su presidente, Antonio Machado, que vivió en Rocafort. M. AZNAR SOLER, “La Casa de la Cultura”, pp. 131, 140. 177 Desde finales de 1936 los hijos de Don Agustín se encontraban en Hendaya, mientras que él y su esposa vivían entre esta ciudad, París, Madrid, Barcelona y Valencia. J. A. MORERO GONZÁLEZ, Agustín Millares Carlo, p. 155.Aportaciones a la biobibliografía de Agustín Millares Carlo hasta su
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Calificación | |
Título y subtítulo | Aportaciones a la biobibliografía de Agustín Millares Carlo |
Autor principal | Chacón Gómez-Monedero, Francisco A. |
Publicación fuente | Boletín Millares Carlo |
Numeración | Número 30 |
Sección | Artículos sobre Agustín Millares Carlo |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Las Palmas de Gran Canaria |
Editorial | Centro Regional Uned |
Fecha | 2014 |
Páginas | p. 051-090 |
Materias | Cultura ; Literatura ; Filosofía ; Historia ; Canarias |
Enlaces relacionados | Enlace al editor: http://www.boletinmillarescarlo.es/index.php/BMC/index |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 389391 Bytes |
Texto | Boletín Millares Carlo 30, 2014, 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 _____________________________________________________________________ Copyright: @2013 Centro Asociado de la UNED de Las Palmas de Gran Canaria. Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de la licencia Creative Commons Atribucion-NoComercial- SinDerivar (by-nc-nd) Spain 3.0. 51 APORTACIONES A LA BIOBIBLIOGRAFÍA DE AGUSTÍN MILLARES CARLO HASTA SU EXILIO EN MÉXICO. Francisco A. Chacón Gómez-Monedero Universidad Autónoma de Madrid RESUMEN Las publicaciones sobre la vida y la obra del profesor Millares Carlo son abundantes. En el presente trabajo aportamos noticias y datos que completan algunos aspectos de su trayectoria vital y profesional hasta su exilio en México, en 1939. Nos hemos basado en las instancias que durante su juventud presentó a la Junta para Ampliación de Estudios en solicitud de “pensión” para salir al extranjero y, ya catedrático en Madrid y desplazado con algunos otros profesores e intelectuales a Valencia en 1936, en una breve correspondencia con Navarro Tomás, en la que se habla de temas personales y se hacen comentarios sobre las actividades que se quieren mantener vigentes en el exilio valenciano. Aportamos en Apéndice algunos documentos que consideramos de mayor interés. Palabras clave: Millares Carlo. Navarro Tomás. Junta para Ampliación de Estudios. Casa de la Cultura de Valencia y de Barcelona. Revista Emerita. ABSTRACT There are some publications where we can read about teacher Millares Carlo´s life and work. This article shows different news that complete some aspects of his life before he was exiled to Mexico in 1939. This study is based on the official requests he presented to an institution called Junta para la ampliación de studios when he was younger. Specifically he wanted to be a scholarship who can travel abroad. In this context, after he was appointed as professor in Madrid, he was moved with other teachers and intellectuals into Valencia in 1936. Thanks to a short correspondence between Millares and Navarro Tomás we can discover their personal matters and some brief comments about the activities they wanted to keep in Valencia. We can provide very valuable information whit some documents in the appendix. Keywords: Millares Carlo / Navarro Tomás / Junta para Ampliación de Estudios / Casa de la Cultura de Valencia y Barcelona / Emerita review Aportaciones a la biobibliografía de Agustín Millares Carlo hasta su exilio en México ________________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 52 INTRODUCCIÓN Las “aportaciones” que dieron origen a estas páginas las encontré de forma casual cuando trabajaba en un artículo sobre la historia del Archivo de la Catedral de Cuenca en el pasado siglo1. Buscaba información en el Archivo de la Residencia de Estudiantes cuando apareció el nombre de Millares Carlo asociado al de Tomás Navarro, fruto de una brevísima correspondencia entre ambos: tres cartas, una de Millares a Navarro y dos de éste2 a nuestro paleógrafo, en los momentos difíciles en los que se había visto obligado a dejar su cátedra y residencia en Madrid para instalarse en Valencia, junto a otros profesores e intelectuales madrileños. La curiosidad me hizo seguir buscando algún otro testimonio de don Agustín. Entonces me encontré con las instancias que en los años de joven licenciado y de neo-catedrático había dirigido a la Junta para Ampliación de Estudios, solicitando “pensión” que le permitiera seguir su formación junto a los más reputados filólogos, paleógrafos y diplomatistas de Europa; además de ayuda económica para poder realizar el viaje a Buenos Aires, donde se le había encargado dirigir el Instituto de Filología hispánica a propuesta de Américo Castro, que había sido su primer director. Tomé nota de todo ello, más por admiración hacia el maestro que con el afán de publicarlas, pues nunca pensé que pudieran ser desconocidas de los numerosos autores que nos han dado a conocer, casi pormenorizadamente, cada uno de los momentos públicos de la vida y la obra del profesor Millares3; sin embargo, pronto constaté que, como sucede en otros muchos casos, no es así, pues una vida tan prolongada, tan rica en acontecimientos, alegres y tristes, que de todo hubo en esa viña, puede sorprendernos, aún hoy, con datos de interés que aporten color a algunas de las múltiples piezas que componen el atractivo puzzle de una vida tan intensa y fecunda como la de don Agustín Millares Carlo. 1 F. A. CHACÓN GÓMEZ-MONEDERO, “El último siglo en la azarosa historia del Archivo de la Catedral de Cuenca”, Nuovi Annali della Scuola Speciale per Archivisti e Bibliotecari, XXIV, 2010, pp. 57-87. 2 Las cartas de Tomás Navarro Tomás responden a las que había recibido de Millares Carlo; por lo tanto, falta una de nuestro paleógrafo que no hemos encontrado hasta el presente. 3 La producción bibliográfica sobre la vida y la obra del maestro Millares Carlo es muy considerable, lo que me exime de reproducirla, pues ocuparía un espacio innecesario; con todo no puedo dejar de citar las obras que han aportado la fundamental y, en algunos casos, primera información sobre nuestro personaje, aunque sean suficientemente conocidas. Sobre la etapa americana del profesor Millares, además de ser la primera biografía que salió a la luz, es básica la obra de L. VAZ ARAÚJO, Agustín Millares Carlo. Testimonio para una biografía, Maracaibo: Universidad del Zulia, 1968. En el homenaje que ya en España se le tributó en 1975, se incluye un índice cronológico de los principales acontecimientos de la vida y obra del homenajeado, cuya autora es C. PESCADOR DEL HOYO, “Agustín Millares Carlo”, en Homenaje a don Agustín Millares Carlo, I, Gran Canaria: Caja Insular de Ahorros de Gran Canaria, 1975, pp. 19-53. Me parece que en absoluto hay que omitir el “Prólogo” del profesor Tomás MARÍN a la tercera edición del Tratado de Paleografía española, Madrid: Espasa-Calpe, S. A., 1983, pp. VII-XVIII, donde ya están perfectamente descritos los hitos biográficos y, sobre todo, bibliográficos del maestro Millares. Después se publicó la más completa y exhaustiva, obra indiscutible de referencia, que recoge la tesis doctoral de J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, Agustín Millares Carlo: el hombre y el sabio, Islas Canarias: Viceconsejería de Cultura y Deporte. Gobierno de Canarias, 1989. Más reciente es la obra de M. M. RONCO LÓPEZ, Los documentalistas españoles: Nuevas contribuciones a la vida y la obra de Agustín Millares Carlo (1893-1980), Madrid: Departamento de Biblioteconomía y Documentación. Universidad Complutense, 2001. Puede verse también, C. BOLAÑOS MEJÍAS, “Bibliografía de y sobre Agustín Millares Carlo. Addenda”, Boletín Millares Carlo, 14 (1995) pp. 77-84.Francisco A. Chacón Gómez-Monedero _______________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 53 Aquellos primeros testimonios a los que hacía referencia, y los que he ido reuniendo después, ahora sí, debidos a una búsqueda premeditada, pueden aportar esas pinceladas de color a los grises del cuadro que nos permitirán conocer mejor la obra intelectual y académica que con tanta dedicación llegó a construir el profesor Millares. También creo que estas “aportaciones” no alteran el marco, desde años trazado, para contener la vida y la obra del maestro Millares, pero también creo, como ya he dicho, que pueden completar algunos aspectos de su juventud inquieta y de su madurez universitaria truncada. A llenar o colorear esos espacios, en blanco o en grisalla, van dedicadas las páginas que siguen. LOS AÑOS UNIVERSITARIOS DE AGUSTÍN MILLARES Procedente de su Canarias natal llegó el adolescente Millares a Madrid para iniciar en el curso 1909-1910 su vida universitaria4. Lo hizo con el ímpetu juvenil que le capacitaba para cursar dos carreras, Derecho y Filosofía, aunque, como es bien sabido, las leyes se fueron quedando marginadas en favor de las letras, en las que no tardó en manifestar sus naturales dotes para la investigación. A pesar de su juventud, le acompañaba el deseo e interés por incorporarse cuanto antes al mundo comprometido de los intelectuales madrileños, pues apenas llegado a la Corte pidió ser admitido en el centro de la intelectualidad capitalina, el Ateneo, en el que aparece inscrito como socio desde 1910, apenas cumplidos los 17 años, con el número 87385. Se inició, desde ese mismo momento, una estrecha relación con la docta institución, que se vería consolidada cuando en mayo de 1915 ganó por oposición la plaza de catedrático de latín que había sacado a concurso6, dando muestras ya de sus espléndidas dotes como docente7. No tardaron en reforzarse los lazos con el Ateneo, hasta llegar a formar parte de su Junta de Gobierno en la década de los años veinte, en un periodo de grandes dificultades para los ateneístas y durante el cual fue detenido en varias ocasiones al formar parte de los intelectuales que manifestaban su pública oposición a la dictadura de Primo de Rivera8. Posteriormente, y al menos durante tres años, de 1930 a 1933, estuvo encargado de la Biblioteca, la dependencia más querida para los socios del Ateneo, en la que desarrolló una admirable labor, tanto en los aspectos puramente 4 Como norma general, omitiré las referencias a los datos biográficos que repiten todos los libros y artículos, sabiendo que en cualquiera de las obras citadas en la nota anterior se puede encontrar cumplida información. 5 Según consta en una relación de socios publicada en 1914. Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid, Lista de señores socios. Marzo 1914. Madrid. Imp. de la Suc. de M. Minuesa de los Ríos, 1914, pp. 69 y 97. 6 S. MILLARES CANTERO, “Agustín Millares Carlo y el Ateneo de Madrid”, Boletín Millares Carlo, 7-8 (1985) pp. 280-281; J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, “En torno a la primera cátedra de latín del Ateneo de Madrid (con un discurso y una breve epístola latina de Millares Carlo)”, Boletín Millares Carlo, 9-10 (1987) pp. 183-186. 7 A sus clases, de griego y latín, acudían alumnos que habían acabado sus carreras universitarias, entre ellos José Antonio Primo de Rivera, como dice V. GARCÍA MARTÍ, EL Ateneo de Madrid (1835-1935), Madrid: Dossat, 1948, p. 299. 8 A. ENRÍQUEZ PEREA, “Agustín Millares Carlo”, en Ateneístas ilustres, II, Madrid: Ateneo de Madrid, 2007, p. 476Aportaciones a la biobibliografía de Agustín Millares Carlo hasta su exilio en México ________________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 54 materiales, mejorando sus instalaciones, como en lo referente a su alma, ampliando los fondos bibliográficos y las relaciones con las universidades más importantes del mundo 9. Volviendo a los jóvenes años universitarios, su biógrafo pone en 1912, en plenos años académicos, las primeras investigaciones serias de Millares, enfocadas ya hacia el proyecto de tesis doctoral sobre Gonzalo Argote de Molina, tema truncado como tesis, pero no olvidado, pues sobre Argote volvió en algunas otras ocasiones10. También apunta que durante su carrera publicó “breves estudios sobre Filología latina” en la revista de la Facultad11 que editaban los alumnos con el título de Filosofía y Letras. Una de las pinceladas de “color” a las que me he referido la podemos dar, sin duda, cuando el lienzo de su biografía está recibiendo los primeros trazos. A los trabajos de estudiante universitario podemos añadir el ensayo que durante el curso académico 1910-1911 preparó sobre “Marcial. Estudio sobre su vida y sus escritos” para ser presentado como trabajo de curso en abril de 1911. Se trata de un manuscrito de 105 folios12 y de profunda madurez para los años de un estudiante que cursa su segundo año de licenciatura. Creemos que aquí terminó su interés por el poeta de Bilbilis, pues aunque posteriormente dedicó varios estudios a clásicos latinos, no conozco ninguno que de forma monográfica tenga a Marcial como protagonista13. AGUSTÍN MILLARES Y LA JUNTA PARA AMPLIACIÓN DE ESTUDIOS Antes del doctorado En el contexto de la Institución Libre de Enseñanza14 se había creado en 190715 la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas16, con el objetivo de 9 S. MILLARES CANTERO, “Agustín Millares Carlo”, pp. 280-283; A. ENRÍQUEZ PEREA, “Agustín Millares Carlo”, p. 477. 10 J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, Agustín Millares Carlo, pp. 60-73, 363 y 394. 11 J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, Agustín Millares Carlo, pp. 60-61, 397 y 445. 12 Formato in cuarto y escrito únicamente por el recto. Se conserva en la Biblioteca Marqués de Valdecilla, con la signatura T. 5315, inventariado como su tesis doctoral. Evidentemente es un error pues es de todos sabido que su tema de doctorado fueron las bulas papiráceas pontificias en archivos catalanes. Cuando dí con él estaba inédito, aunque ya ha sido publicado, recientemente, por A. HENRÍQUEZ JIMÉNEZ, “Marcial. Manuscrito de Agustín Millares Carlo sobre el poeta bilbilitano Marco Valerio Marcial”, Boletín Millares Carlo, 29 (2010) pp. 29-63. 13 No he visto referencia a este estudio ni a ningún otro sobre Marcial en sus trabajos filológicos recogidos en J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, “Comentarios a la bibliografía filológico-literaria de Millares Carlo”, Boletín Millares Carlo, 9-10 (1987) pp. 57-92; tampoco en la propia obra de A. MILLARES CARLO, Bibliografía para la Historia de la Literatura Latina, México-Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, (Breviario 33), 1950, pp. 23-24. Lógicamente habla de Marcial en sus manuales: A. MILLARES CARLO, Manual Antológico de literatura latina, México: EDIAPSA, 1945, cap. IX; Historia de la literatura Latina, México, 1950, he utilizado la edición de 1962, pp. 126-128. 14 V. CACHO VIU, La Institución Libre de Enseñanza, Madrid: Rialp, 1962. Hay una reciente edición crítica de Octavio Ruiz-Manjón, Madrid: Fundación Albéniz. Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, 2010. 15 R. D. de 11 de enero de 1907. Publicado en la Gaceta de Madrid el 15 de enero de 1907. 16 F. J. LAPORTA, A. RUIZ, V. ZAPATERO, J. SOLANA, “Los orígenes culturales de la Junta para Ampliación de Estudios”, Labor, 493 (enero, 1987) pp. 17-87 y Labor, 499 (julio-agosto, 1987), pp. 9-Francisco A. Chacón Gómez-Monedero _______________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 55 modernizar España, acercándola a las corrientes culturales y científicas que se estaban desarrollando y extendiendo por Europa. Para ello nada mejor que propiciar mediante la concesión de una “pensión” el que los mejores estudiantes de las universidades españolas pudieran completar su formación científica junto a los profesores que destacaban en las universidades extranjeras, alemanas, inglesas, italianas, francesas17 o suizas, con el fin de introducir en nuestras aulas lo que fuera de ellas se había aprendido18. El joven Agustín desde su llegada a Madrid buscó el acercamiento a la Junta para Ampliación de Estudios, aunque no fue hasta 1914 cuando esa relación se hizo realmente efectiva, pues su ficha de inscripción así lo ratifica19. Aprovechando la oportunidad que la institución le ofrecía presentó durante algunos años instancias solicitando “pensión” para ampliar sus estudios en varias ciudades europeas, y en la mencionada ficha quedó puntual anotación de todas ellas. Estas solicitudes nos van marcando las apetencias científicas con las que Millares desea completar su formación académica: filología clásica, paleografía, diplomática, aunque como bien dice Tomás 137; J. M. SÁNCHEZ RON, “La Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas ochenta años después”, en J. M. Sánchez Ron (coord.), 1907-1987. La Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas 80 años después. I. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1988, pp. 1-61. Con anterioridad a este trabajo la Junta ya había sido objeto de algunos estudios que el autor recoge en la p. 1, nota 2, por lo que allí remitimos, toda vez que nuestro artículo no interesa en la profundización de dicha institución. Posteriormente a la publicación de las actas donde se recogen las contribuciones presentadas al Simposio Internacional que conmemora el 80 aniversario de la creación de la Junta, se han seguido publicando estudios sobre ella, que sería prolijo enumerar aquí, toda vez que, como decimos, nuestro trabajo no tiene por objeto a esta institución; sin embargo, no podemos dejar de mencionar las publicaciones que de forma monográfica conmemoraron el centenario de su fundación: Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, 63-64, diciembre, 2006; Circunstancias, año V, nº 14, 2007; y acaban de aparecer las actas, en dos volúmenes, del II Congreso Internacional celebrado los días 4, 5 y 6 de febrero de 2008, donde los variados temas tratados ponen en claro la extraordinaria importancia de transformación social que aquel proyecto supuso para la ciencia y cultura española: J. M. SÁNCHEZ RON, J. GARCÍA VELASCO (eds.), 100 JAE. La Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones en su centenario, Madrid: Círculo de Bellas Artes, 2011. 17 El país preferido por los solicitantes era Francia, según J. M. SÁNCHEZ RON, “La Junta para Ampliación de Estudios”, p. 36, aunque, desde luego, era patente la germanofilia científica de los españoles, de lo que se queja P. PARIS, “Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas”, Bulletin Hispanique, 18 (1916) pp. 114-131. Tengamos en cuenta que en 1909 se había fundado en Madrid l´École des hautes études hispaniques, creación de la Universidad de Burdeos bajo el patrocinio de l´École des Chartes parisina, donde los jóvenes hispanistas franceses preparaban sus tesis doctorales, y que Pierre Paris, profesor de aquella universidad, fue su primer director. Puede verse: D. OZANAM, “Les chartistes et l´Espagne”, en L´École nationale des Chartes. Histoire de l´École depuis 1821, Thionville : Gérad Klopp, éditeur, 1997, p. 288. Esta escuela fue el origen de la Casa de Velázquez, institución que sigue recibiendo a los investigadores franceses. Para mayor informacióne, J.-M. DELAUNAY, Des palais en Espagne. L´École des hautes études hispaniques et la Casa de Velázquez au coeur des relations franco-espagnoles du XXe siècle (1898-1979), Madrid: Casa de Velázquez, 1994. Sobre el interesante y fecundo trabajo llevado a cabo por los hispanistas franceses, A. NIÑO RODRÍGUEZ, Cultura y diplomacia: los hispanistas franceses y España de 1875 a 1931, Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas-Casa de Velázquez-Societé des Hispanistes français, 1988. 18 G. MORA, “Archivo Español de Arqueología. Notas para una historia de la revista”, Archivo Español de Arqueología, 75 (2002) pp. 5-20. Agradezco a Gloria Mora, compañera de Dpto. en la UAM, sus acertados comentarios sobre este momento de nuestra historia científica que ella conoce muy bien. 19 Archivo de la Residencia de Estudiantes. Junta para Ampliación de Estudios (ARE. JAE), 99 / 592. Aportaciones a la biobibliografía de Agustín Millares Carlo hasta su exilio en México ________________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 56 Marín en su magnífico “Prólogo” al Tratado de Paleografía 20, al terminar su carrera universitaria podría haber encarado cualquier especialidad humanística con inmejorables resultados. Los años universitarios fueron despertando en el joven Agustín la vocación hacía la Filología, siguiendo con gran aprovechamiento las clases de Enrique Soms y Castelí, pionero en la renovación de los estudios clásicos griegos21 y quien, a decir del propio Millares, fue el profesor que más influyó en su formación académica22. Tampoco podemos olvidar que los estudios filológicos estaban adquiriendo en España una gran vitalidad23 bajo la coordinación de Menéndez Pidal y Américo Castro, con los que tenía una cercana relación académica24, y bajo cuya enseñanza y consejo buscó ampliar sus estudios en Alemania, donde ya se habían formado alguno de sus maestros. La primera noticia que tenemos del acercamiento a la Junta de Ampliación de Estudios, data del día 2 de febrero de 191425, cuando el joven estudiante está próximo a licenciarse26. Con esta fecha presentó una instancia solicitando pensión para trasladarse a Berlín, donde poder asistir a los cursos que en aquella universidad impartía el eminente filólogo Wilamovitz Moellendorf27, estudioso y editor de autores clásicos griegos y una primera autoridad mundial en el campo de la Filología griega28. 20 P. VII. 21 El profesor Soms y Castelí fue uno de los renovadores de los estudios clásicos griegos en la vida universitaria. Su contribución se debe especialmente a las traducciones de obras de singular importancia, como La Gramática Griega de J. Curtius, o La Historia de la Literatura Griega Clásica de G. Murray. Véase, F. GARCÍA JURADO, “El nacimiento de la Filología Clásica en España: La Facultad de Filosofía y Letras de Madrid (1932-1936)”, Estudios Clásicos, 134 (2008) pp. 81-86; M. P. MARTÍNEZ LASSO, Los estudios helénicos en la universidad española. 1900-1936, Madrid: Universidad Complutense de Madrid, 1988, p. 100. 22 J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, Agustín Millares Carlo, p. 60, y en “Don Agustín Millares Carlo: la profesión bibliográfica (Aportaciones a la historia de la bibliografía española”, Documentación de las ciencias de la información, X. Ed. Univ. Complutense. Madrid, 1986, p. 94. 23 F. GARCÍA JURADO, “El nacimiento de la Filología Clásica”, pp. 77-104. El profesor García Jurado está desarrollando una espléndida línea de investigación sobre el despertar de los estudios clásicos en España, cuya última publicación ejemplifica bien lo que decimos: F. García Jurado, R. González Delgado, M. González González (eds.), Historia de la literatura grecolatina durante la Edad de Plata de la cultura española (1868-1936), Analecta Malacitana, Anejo LXXVIII. Málaga: Universidad de Málaga, 2010. 24 Américo Castro había actuado como secretario en el tribunal que juzgó el examen de licencia de Agustín Millares. J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, Agustín Millares Carlo, p. 61 25 ARE. JAE. 99/592-15-16. El dato ya está recogido en J. M. LÓPEZ SÁNCHEZ, Las Ciencias sociales en la Edad de Plata Española: El Centro de Estudios Históricos, 1910-1936, Madrid: Servicio de Publicaciones de la Universidad Complutense de Madrid, 2003, p. 500. 26 Se licenció en Filosofía y Letras, con sobresaliente y premio extraordinario, el día 9 de febrero de 1914. Archivo General Universidad Complutense de Madrid (AGUCM), EA 60. 27 Sobre Ulrich von Wilamowitz-Moellendorf, puede verse, A. HENTSCHKE, U. MUHLACK, Einführung in die Geschichte der klassischen Philologie, Darmstadt, 1972, pp. 97-106. 28 Aunque es autor de muchas publicaciones, podemos destacar algunas que fueron obras de gran importancia e imprescindibles para el estudio de la literatura griega, que pudo haber leído el propio Millares, teniendo en cuenta su dominio del alemán. U. v. WILAMOWITZ-MOELLENDORF, Die griechische Litteratur des Altertums, Leipzig, 1921; U. v. WILAMOWITZ-MOELLENDORF et alii, Die griechische und lateinische Literatur und Sprache, Berlin-Leipzig, 1924.Francisco A. Chacón Gómez-Monedero _______________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 57 Su interés por estudiar en Alemania estaba en consonancia con la idea extendida en nuestro país 29 de que allí se estudiaba la filología clásica como una verdadera ciencia, y Moellendorf aparecía como el abanderado de este cientifismo30. En la instancia aporta como méritos el estar “perfeccionado” sus conocimientos de latín y griego, sin olvidar mencionar sus estudios de alemán, por lo que la estancia allí le serviría, además, de perfeccionamiento del idioma. Junto a todo esto “ofrece” presentar una memoria sobre algún tema de “literatura latina” que, sin ninguna duda, entregó en su momento, pues al pie de la instancia hay una nota posterior de haberla retirado, aunque no se dice cuándo, ni tampoco el título de dicho trabajo. Estos datos los conoceremos poco tiempo después. En efecto, como al parecer no fue aceptada la solicitud, en enero de 1915 requirió oficialmente la devolución del trabajo que había presentado como mérito anexo a la instancia31; llevaba por título La leyenda de Eneas en la literatura griega, y aunque no le sirvió para el fin primero, no echó en saco roto el trabajo, pues lo aprovechó dos años después para pronunciar lo que parece que fue su primera conferencia en el Ateneo madrileño, a finales de marzo de 191732. Volvió con el mismo tema en la Asociación Hebraica de Buenos Aires el 24 de mayo de 192433, aunque en esta ocasión con unos ligeros retoques en el título, La leyenda de Eneas antes de Virgilio, cuando apenas hacía un mes de su llegada a esta ciudad para dirigir su Instituto de Filología, aspecto del que nos ocuparemos más adelante. En marzo del año siguiente se dirigió de nuevo a la Junta para que “sea reproducida íntegramente la solicitud del año anterior”34. Nada dice del lugar a dónde quiere ir, por lo que podemos colegir que sigue siendo Berlín. Quizá le hizo solicitar el mismo destino el haber sido “incluido entre los aspirantes propuestos por esa Junta el año anterior para el disfrute de pensión destinada a ampliar sus estudios de Filología clásica”, aunque si nos atenemos a lo escrito a su amigo Alonso Quesada en carta de 29 Alemania venía desarrollando una activa política cultural en España desde el final de la I Guerra Mundial. Ver, L. DELGADO GÓMEZ-ESCAMILLA, “Las relaciones culturales de España en tiempo de crisis: de la II República a la Guerra Mundial”, Espacio, Tiempo y Forma, Serie V. Historia Contemporánea, 7 (1994) p. 270. Para mayor información: W. POPPINGHAUS, “¿Intercambio cultural, protección cultural o imperialismo cultural? Aspectos de las relaciones culturales germano-españolas entre 1918 y 1932”, en W. L. Bernecker (ed.), España y Alemania en la Edad Contemporánea, Frankfurt am Main, Vervuet Verlag, 1992, pp. 89-118; P. AUBERT, “¿A la Sorbona, a Marburgo o a la Alpujarra? La Junta para la Ampliación de Estudios”, Circunstancia, año V, 14, septiembre, 2007, s/p. 30 No podemos olvidar que desde el siglo XIX en Alemania se daba una perfecta simbiosis entre la paleografía y la filología, pues en la publicación de los Monumenta Germaniae Historica los filólogos eran los encargados de la edición crítica de los textos. Aparece Millares como un adelantado en los estudios clásicos con este eminente maestro alemán, pues hasta años después no encontramos a un pensionado, Eugenio Asensio Barbarín, que hubiera asistido a las clases y seminarios de este filólogo. Ver, Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, Memoria. Correspondiente a los cursos 1928-29 y 1929-30, Madrid, 1930, p. 24. 31 ARE. JAE. 99/592/2. 32 La que parece que fue su primera conferencia en esta institución, fue pronunciada el día 29 de marzo de 1917, con el título “La leyenda de Eneas”. Como hemos dicho, con el Ateneo mantuvo una estrecha colaboración desde que en 1915 ganó por oposición la plaza de catedrático de latín que había sacado a concurso. S. MILLARES CANTERO, “Agustín Millares Carlo y el Ateneo de Madrid”, pp. 281-283. 33 J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, Agustín Millares Carlo, p. 418. 34 ARE. JAE. 99/592/3.Aportaciones a la biobibliografía de Agustín Millares Carlo hasta su exilio en México ________________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 58 noviembre de 1914 35, ya estaba barajando la posibilidad de marchar a Italia para estudiar junto al gran paleógrafo Schiaparelli. Quizá sea el interés por la filología lo que le lleve al deseo de conocer en profundidad la paleografía, pues no están tan separados los campos de ambas disciplinas y sabe perfectamente que al filólogo le es de todo punto imprescindible el conocimiento paleográfico para desarrollar con profesionalidad su cometido. Por eso ya desde los primeros momentos de su andadura científica tiene claro que ha de profundizar en esta disciplina de la mano de los grandes maestros, como sabe que lo es el profesor de la universidad de Florencia Después del doctorado En noviembre de 1916 defendió la tesis, en la que obtuvo la calificación de “Sobresaliente y Premio”, siéndole expedido el título de doctor en Filosofía y Letras, sección de Letras, en enero de 191736. Imaginamos que tenía en mente su pronta publicación, pues el resultado de su trabajo vio la luz al año siguiente37. Con el doctorado recién estrenado y sin la posibilidad de poder marchar al extranjero para ampliar estudios, pues sus solicitudes de pensión son reiteradamente rechazadas, decidió hacer oposiciones de secundaria, presentándose en octubre de 1918 a las del “Instituto Escuela de Segunda Enseñanza” que dependía, así mismo, de la Junta para Ampliación de Estudios38, según se constata en un “certificado” que expidió en marzo de 1919 José Castillejo, secretario de dicha institución39. Al parecer aprobó las oposiciones, pues de su claustro formó parte como catedrático de latín desde ese mismo año40. Meses después preparó la documentación para opositar a la cátedra de Lengua y Literatura Latina que se había convocado en la universidad de Barcelona, pero fue rechazado por “falta de justificación”41, retomando, quizá por este contratiempo, su interés por convertirse en profesor de segunda enseñanza42. 35 A. HENRÍQUEZ JIMÉNEZ, “Correspondencia Agustín Millares Carlo-Alonso Quesada”, Philologica Canariensi, 2-3 (1996-1997) pp. 445-470. “Me falta tiempo para seguir; ando ocupadísimo, y es muy posible que si quiero vaya pensionado a Italia; no digas nada, ni aun a mi padre, que no es cosa segura aún” (p. 453); y el autor especifica: “La intención de AMC, que acababa de terminar su carrera en enero de 1913, y de obtener el grado de licenciado en febrero de 1914, era de ir a trabajar con el paleógrafo italiano Luigi Schiaparelli. No pudo llevarse a cabo este anhelo” (p. 468, nota 49). 36 AGUCM, EA 60. 37 A. MILLARES CARLO, Documentos pontificios en papiro de Archivos Catalanes. Estudio paleográfico y diplomático. I. Madrid: Imprenta de Fortanet, 1918. Según dice el autor (p.272), “La segunda parte de este estudio comprenderá los facsímiles litografiados de las bulas estudiadas en este primer tomo”, aunque este segundo tomo nunca se llegó a publicar. 38 L. PALACIOS, El Instituto-Escuela. Historia de una realidad educativa, Madrid: Ministerio de Educación, 1988; E. ONTAÑÓN, “El Instituto-Escuela, experiencia educativa de la Junta para Ampliación de Estudios”, en J. M. Sánchez Ron (ed.), 1907-1987. La Junta para ampliación, II, pp. 201-238. 39 ARE. JAE. 99/592/5. 40 J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, Agustín Millares Carlo, p. 71. 41 Con fecha de 21 de octubre de 1919. C. PESCADOR DEL HOYO, “Agustín Millares Carlo”, p. 21. 42 De diciembre de 1919 data la “remisión” de la “Hoja de servicios del Auxiliar temporal” de la Facultad de Filosofía y Letras, para que sea incorporada al expediente de oposiciones que pretende realizar a la cátedras de Latín de distintos institutos andaluces y catalanes. Ver, F. SAGREDO, J. LÓPEZ YEPES, “Aportaciones documentales para la biografía de don Agustín Millares Carlo”, Boletín Millares Carlo, 1 (1980) p. 31. Francisco A. Chacón Gómez-Monedero _______________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 59 Junto a las oposiciones a las que nos hemos referido, no cejó en su deseo de realizar algún viaje para ampliar estudios. En esta ocasión solicitó de la Junta una pensión para estudiar en la Escuela de Roma, según nos manifiesta en la instancia que volvió a elevar en marzo de 1919 43. Ya es “doctor en Filosofía y Letras”, y alega como mérito el haber publicado dos libros sobre Paleografía44 y haber obtenido por unanimidad la cátedra de Latín del Ateneo de Madrid45. Tampoco en esta ocasión fue beneficiado con la deseada pensión para ampliar sus estudios en universidades extranjeras46. Mientras tanto no dejaba de relacionarse con los jóvenes profesores de la universidad madrileña, entrando en contacto con el grupo de intelectuales que colaboraban en la revista La Lectura47. En el número de septiembre de 1919, se hace un elogioso comentario a la versión que sobre el tratado de Cicerón, Academicae Questiones48, había realizado para la Colección Universal de la editorial Calpe49, formando así parte junto a otros “expertos”, del equipo de “excelentes traductores” con los que contaba la mencionada editorial, “que dan a los libros extranjeros puestos en castellano la impresión de ser originales”50. De 1922 datan las dos siguientes instancias en las que volvió a solicitar pensión para trasladarse más allá de nuestras fronteras. En ambas alega ser ya catedrático de la universidad de Granada51, a la vez que presenta los trabajos que avalan su dedicación a las ciencias paleográfica y diplomática; además de manifestar que conoce el idioma de ambos países a los que pretende viajar. 43 ARE. JAE. 99/592/4. La Escuela Española de Arte y Arqueología de Roma, fundada en 1910 por la Junta para Ampliación de Estudios, es la única dependencia que tuvo España en el extranjero y uno de los centros más antiguos de los que actualmente forman parte del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Para más información, M. ESPADAS BURGOS, La Escuela Española de Historia y Arqueología en Roma. Un Guadiana junto al Tíber, Madrid: Publicaciones de la Residencia de Estudiantes, 2000. 44 Hasta esta fecha, los libros publicados habían sido: Estudios paleográficos: Observaciones acerca de un documento opistógrafo del siglo XI.- Un códice notable de los libros Morales de San Gregorio Magno sobre Job, Madrid: Imp. Helénica, 1918, y el que recogía el fruto de su tesis doctoral. Citado de J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, Agustín Millares Carlo, pp. 73-74 y 445; “Millares, paleógrafo y diplomatista”, Boletín Millares Carlo, 7-8 (1985) pp. 140-141. 45 Ver nota 6. 46 No aparee en la relación de becarios que aporta M. ESPADA BURGOS, La Escuela Española, pp. 161-166. 47 Fundada en 1901 por Clemente de Velasco y que se publicó hasta 1920. Se autodefine como “Revista seria que trataba temas literarios, artísticos y políticos”, contando con colaboradores de la categoría de Ortega y Gaset, Unamuno, Machado, y otros selectos representantes de la cultura española. 48 Marco Tulio CICERÓN, Cuestiones académicas, Madrid: Calpe, 1919. Traducción de A. Millares Carlo. 49 “Una obra clásica, no traducida hasta ahora al castellano, figura también entre los recientes tomos de la “Colección Universal”, en la que ocupa dos números. Es el tratado de Cicerón conocido con el nombre de Academicae Questiones. La escasa atención que hoy se concede a las literaturas antiguas entre nosotros hace más digna de nota la versión de estas Cuestiones académicas, llevada a cabo con escrupulosa tersura por don Agustín Millares, un estudioso de espíritu claro y abierto”. La Lectura. Revista de Ciencias y de Artes. Año XIX. Septiembre-1919. Núm. 225, p. 195. 50 La Lectura. Revista de Ciencias y de Artes. Año XX. Septiembre-1920. Núm. 237, p. 264-266. 51 La Real Orden de su nombramiento lleva fecha de 6 de julio de 1921, y fue publicada en la Gaceta de Madrid del 17 de dicho mes. Aportaciones a la biobibliografía de Agustín Millares Carlo hasta su exilio en México ________________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 60 En la primera, de 16 de marzo 52, solicitó la pensión “porque desearía poder completar sus conocimientos y, sobre todo, conocer a fondo los métodos de investigación diplomática, tan descuidados entre nosotros, bien sea siguiendo los cursos que Mr. Maurice Prou explica en l´École des Chartes de París o mejor aún los del profesor de la Universidad de Florencia Luis Schiapparelli, respetado universalmente como uno de los mejores especialistas”. De nuevo fue rechazada su solicitud, sin que conozcamos las razones de esta negativa, teniendo en cuenta que Millares estaba muy involucrado ideológica y profesionalmente con la Junta desde hacía ya ocho años53. En la instancia que comentamos nos parece claro el interés de Millares por investigar sobre la escritura visigótica, sobre la que realizará espléndidos estudios de verdadero maestro. En 1918 había publicado la tesis doctoral, contando con la inestimable ayuda del profesor Prou, según el autor indica en la “Advertencia preliminar” de su obra54. En ella deja perfectamente claro que se había puesto en comunicación epistolar con el profesor francés y cómo éste le había respondido animándole a continuar con el estudio iniciado sobre las bulas papiráceas catalanas, entablándose una breve relación epistolar entre doctorando y reputado profesor55. La influencia científica del profesor francés está fuera de toda duda56, lo mismo que el agradecimiento y la admiración de Millares hacia él, y ambas cosas quedarán visiblemente expresas en la dedicatoria de la mencionada publicación57. No obstante, como hemos apuntado, su síntesis en el conocimiento de la escritura “nacional” hispana está ya en el horizonte de los estudios que quiere realizar con mayor profundidad; por eso, aunque sin desdeñar los estudios en París con el profesor Prou, manifiesta que “sería mejor” si pudiera marchar a Florencia para seguir las enseñanzas de otro de los grandes paleógrafos que, como ya era sabido, se estaba significando como uno de los mejores conocedores de la escritura visigótica. Por eso, en la instancia que comentamos, no duda en manifestar sus preferencias por estudiar 52 ARE. JAE. 99/592/6. 53 No acabo de entender a Moreiro González cuando dice que el viaje a Florencia para estudiar con Schiapparelli lo “frustró su concurrencia al Instituto de Filología Bonaerense”. Es cierto que de haberse aceptado su solicitud tendría que haber permanecido fuera un año, pero éste habría sido, con toda probabilidad, 1923, y la dirección del Instituto de Filología de Buenos Aires se llevó a cabo durante los meses de marzo a noviembre de 1924. Ver, J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, Agustín Millares Carlo, pp. 99-104 y 147. 54 A. MILLARES CARLO, Documentos pontificios en papiro, p. 6: “Puesto en comunicación epistolar con M. Maurice Prou, profesor de L´École des Chartes, de París, y animándome éste a emprender mi labor con frases que siempre recordaré con gratitud, decidí ir a Barcelona, Gerona, Vich y Seo de Urgel, con objeto de examinar detenidamente los originales”. 55 Si había existido la relación epistolar, faltaba encontrar las cartas que se cruzaron para saber en qué términos se desarrolló dicho diálogo. Después de algunas averiguaciones he localizado dos cartas escritas por Agustín Millares al profesor francés que se conservan en la Bibliothèque Municipale de Sens, ciudad de la Borgoña francesa, que vio nacer al profesor Prou. A la edición y comentario de las mencionadas cartas he dedicado un breve trabajo: “El joven Millares Carlo en busca de consejo. Correspondencia con Maurice Prou”, Anales Complutenses, 24 (2012) pp. 325-349. 56 Su biógrafo ya había señalado que Millares Carlo realizó su tesis doctoral “bajo el consejo de Maurice Prou”. J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, Agustín Millares Carlo, p. 63. 57 “A D. Cayo Ortega y Mr. Maurice Prou, insignes maestros”.Francisco A. Chacón Gómez-Monedero _______________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 61 con Schiaparelli 58, al que considera como “uno de los mejores especialistas”, y cuya metodología sigue muy de cerca en cuantos trabajos realiza en estos años59. Mientras que la instancia para estudiar en l´École des Chartes y seguir los cursos de M. Prou no es recogida en ninguna obra sobre Millares, al menos yo no lo he visto reflejado expresamente, no ocurre lo mismo con su interés por estudiar con Schiaparelli, que es comúnmente mencionado, pues es algo que venía acariciando desde tiempo atrás, según había manifestado en una de las cartas que escribió a su amigo Alonso Quesada60, y quizá también porque el profesor Marín en el “Prólogo” a la tercera edición del Tratado61, ya había dicho que desde joven quiso estudiar con uno de los pioneros en las “nuevas teorías e hipótesis sobre la escritura hispana”. Años después, cuando publique su Ensayo62, primera importante obra sobre la materia que le dará a conocer en el mundo paleográfico, recibiendo elogiosas críticas dentro y fuera de nuestras fronteras63, la bibliografía extranjera que cita es abrumadora para la época y la influencia de los dos maestros paleógrafos no está oculta. La de Maurice Prou es puesta de manifiesto en todas las obras que sobre Millares tratan de este tema64, y de forma especial en opinión del profesor Ruiz Asencio65; pero las referencias y citas a las obras de Schiaparelli son muy abundantes en la Introducción, como marco en el que se mueve la obra que está presentando, pues Millares es un ferviente admirador del sistema de trabajo seguido por el paleógrafo italiano66. Y lo mismo sucede en el desarrollo del capítulo sobre las abreviaturas, en cuyo origen está el tratado del paleógrafo italiano67, que conoce perfectamente, aunque estaba recién salido de la imprenta. Admiración reflejada en las palabras que le dedica cuando habla 58 Desde luego que el profesor de la universidad de Florencia era en ese momento la gran figura de la paleografía moderna italiana y por extensión de Europa, por lo que no es de extrañar que el joven Millares, atento a los estudios paleográficos europeos quisiera estudiar bajo su magisterio. Un breve, pero interesante estudio, sobre el gran paleógrafo italiano, compendio de su tesis doctoral, se debe a M. C. DEL CAMINO MARTÍNEZ, “Luigi Schiaparelli y los orígenes de la escritura visigótica”, Historia. Instituciones. Documentos, 19 (1992) pp. 125-132; le había dedicado ya unas breves páginas en “Las llamadas escrituras precarolinas: Terminología e historia de la paleografía”, Historia. Instituciones. Documentos, 12 (1985) 150- 154. 59 J. M. RUIZ ASENCIO, “Agustín Millares Carlo, paleógrafo”, Boletín Millares Carlo, 13 (1994) p. 161. 60 Ver nota 35. 61 P. XVI. 62 A. MILLARES CARLO, Paleografía Española. Ensayo de una historia de la escritura en España entre los siglos VIII y XVI, Barcelona-Buenos Aires: Ed. Labor, S.A., 1929, 2 vols. 63 Entre las críticas elogiosas de autores, nacionales y extranjeros, que se escribieron sobre el Ensayo, puestos de manifiesto por T. MARÍN en el “Prólogo” al Tratado (p. XIV), está la recensión que le hizo Henry Omont en Bibliothèque de l´ École des Chartes, vol. 91, n. 1, 1930, pp. 363-364, autor al que debe el despertar de su interés por las bulas pontificias, según el mismo Millares reconoce, A. MILLARES CARLO, Documentos pontificios en papiro, p. 6. Destacamos la recensión elogiosa, aunque con algunas “observaciones que no tocan al objeto principal del trabajo” referidas a la omisión de algunas obras bibliográficas, que le hace Pedro Sainz Rodríguez en Revista Crítica Hispano-Americana, V, nº 1, Madrid, 1918, pp. 25-27. 64 Como ejemplo, J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, “Millares, paleógrafo”, p. 126, nota 8. 65 J. M. RUIZ ASENCIO, “Agustín Millares Carlo, paleógrafo”, p. 165. 66 J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, Agustín Millares Carlo, p. 140, nota 25. 67 L. SCHIAPARELLI, Avviamento allo studio delle abbreviature latine nel medioevo, Firenze: Tip. Giuntina, 1926.Aportaciones a la biobibliografía de Agustín Millares Carlo hasta su exilio en México ________________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 62 de los autores extranjeros que habían tratado de la escritura visigótica 68, materia en la que sobresaldrá de forma excepcional el maestro Millares. Es evidente que la anterior solicitud le fue denegada, pues en el mes de septiembre volvió a presentar una nueva instancia en ayuda de pensión69. En esta ocasión solicita la “consideración de pensionado” para trasladarse a la universidad de Tübingen y “seguir en ella los cursos de Diplomática y Paleografía del profesor A. Rapp”70. Sigue, como es lógico, presentando como mérito su cátedra en la universidad de Granada, además de sus publicaciones sobre las materias en las que desea ampliar sus conocimientos, Paleografía y Diplomática, a las que está “dedicado” hace ya años, “según demuestran sus estudios publicados con los títulos de Documentos pontificios en papiro de Archivos Catalanes (Madrid, 1918) y Estudios paleográficos (Madrid, 1919), así como otros en preparación71 (Códices visigodos72 y Colección de documentos para la historia de la cultura medieval española73)”. Por fin fue aceptada la solicitud, ya que de septiembre de ese mismo año data la propuesta de la Junta de Ampliación de Estudios ante el ministro de Instrucción 68 P. 64: “Señalemos, por último, para poner fin a esta reseña, el análisis magistral de la escritura visigótica del códice núm. 490 de la Biblioteca capitular de Luca, hecho por L Schiaparelli en su estudio Il codice 490 della Biblioteca capitolare di Lucca e la scuola scrittoria lucchese (sc. VIII-IX). Contributi allo studio della minuscula precarolina in Italia, Roma, 1924”. 69 ARE. JAE. 99/592/ 143,1. 70 Adolf Rapp fue profesor de Historia Medieval y Moderna en la Universidad de Tübingen desde 1921 y, curiosamente, en el curso 1922-1923, en el que Millares solicita la pensión para trasladarse a esa Universidad, impartió un seminario con el título de “Introducción a la enseñanza de la escritura y el trabajo con documentos”. Agradezco la información al Dr. Wischnath, Director del Archivo de la Universidad de Tübingen, quien amablemente respondió con fecha de 16 de julio de 2010, a mi carta en la que solicitaba información sobre el profesor Rapp y la posibilidad de que se pudiese encontrar algún testimonio de la estancia de Millares entre los alumnos de esa Universidad. 71 Según dice el profesor Ruiz Asencio, desde 1918 a 1925, se carecen de publicaciones paleográficas de Millares, ya que estaba dedicado a sus oposiciones de la cátedra de Granada y, después, a la plaza de conservador del Archivo Municipal de Madrid; además de un viaje que realizó a Argentina. Inmediatamente de ganar la cátedra de Madrid (1926) había publicado dos estudios codicológicos: De paleografía visigótica. A propósito del Codex Toletanus, Madrid, 1925, y “Códice Toletano 33.2 y el Emilianense 47”, Homenaje a Don Ramón Menéndez Pidal, III, 1925. J. M. RUIZ ASENCIO, “Agustín Millares Carlo, paleógrafo”, pp. 161-162. Son muy interesantes los comentarios que hace a estos trabajos codicológicos, con perspectiva de casi cien años, el maestro M. C. DÍAZ Y DÍAZ, “El Corpus de códices visigóticos”, Boletín Millares Carlo, 13 (1994) pp. 21-37. 72 La obra que dice estar preparando no se publicó hasta algunos años después, con el título, “Contribución al Corpus de Códices Visigóticos”, Revista de la Biblioteca, Archivo y Museo, V, nº 17, Ayuntamiento de Madrid, 1928, pp. 35-59, y Contribución al Corpus de Códices Visigóticos, Madrid: Universidad de Madrid, Publicaciones de la facultad de Filosofía y Letras, 1931. J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, Agustín Millares Carlo, pp. 448-449. 73 Creemos que es a este trabajo al que se refiere J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, “Estudios e investigaciones históricas de Agustín Millares”, Boletín Millares Carlo, 11 (1990) p. 68, quien toma la información de unas “palabras pronunciadas” por Avelino Gutiérrez en el acto de presentación de la conferencia que pronunció Millares en mayo de 1924 sobre Menéndez Pelayo en el Teatro Odeón. Según Moreiro, “el acopio documental necesario para tal fin habría salido de los trabajos para cumplir la pensión que le concedió el Centro de Estudios Históricos con el objeto de investigar en los archivos de Toledo, Palencia, Segovia, Ávila y Sigüenza”, trabajo que, como algunos otros, se habría perdido “en los años de la guerra civil”. No he encontrado ninguna referencia a esta ayuda entre las instancias dirigidas por Millares a la Junta, aunque sí fue publicada una referencia a estos estudios en la Memoria de 1922-1924. Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, Memoria. Correspondiente a los cursos 1922-3 y 1923-4, Madrid, 1925, p. 157. Francisco A. Chacón Gómez-Monedero _______________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 63 Pública y Bellas Artes 74 para que se conceda a Agustín Millares Carlo la “consideración de pensionado” para residir en Alemania durante un año75, según había solicitado. Sin embargo todo nos hace suponer que no llegó a realizar este viaje76, a pesar de que en una nota marginal de la propuesta elevada por la Junta ante el ministro de Instrucción Publica y Bellas Artes se consignase la concesión en los siguientes términos: “R. O / 10, 10, 1922 / Concedido”77. Las causas que impidieron el viaje a Tubinga pueden ser varias y quizá no tenidas en cuenta por Millares cuando solicitó la pensión para trasladarse a Alemania; sin negar que una serie de circunstancias imprevistas se pudieron concatenar para impedir el deseado viaje de estudios. Tengamos en cuenta que había solicitado la “consideración de pensionado” y que eso es lo que se le concede; pero esta categoría no llevaba consigo “auxilio del Estado” y únicamente si era aprobado el trabajo que debía realizar durante el periodo de su estancia en el extranjero tendría “derecho al certificado de suficiencia”, lo que le “habilitaba para tomar parte en oposiciones a cátedra en turno de auxiliares”78, pero esto no le aportaba nada desde el punto de vista académico, toda vez que Millares ya era catedrático en la universidad de Granada desde julio del año anterior. Parece poco probable que esa circunstancia no fuera conocida del solicitante, lo mismo que la modificación introducida en los presupuestos de 1922 que prohibía a la Junta pagar pensiones en el extranjero al personal 74 ARE. JAE. 99/592/143,3. Copia mecanografiada. Sin firmar. 75 Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, Memoria correspondiente a los cursos 1922-3 y 1923-4, Madrid, 1925, pp. 103-104. “A don Agustín Millares Carlo, catedrático de la Universidad de Granada: por un año, para seguir en la Universidad de Tubinga (Alemania) los cursos de Diplomática y Paleografía del profesor A. Rapp. Real Orden de 10 de octubre de 1922”. 76 Según la información recibida del Dr. Wischnath (véase nota 70) en el Archivo de la Universidad de Tübingen no existe ningún testimonio que nos permita hablar de la estancia de Agustín Millares entre los alumnos de esa universidad. También nos informó que en el legado del profesor Rapp, que se conserva en el Archivo de esa universidad alemana, no consta testimonio de relación alguna que hubiera podido existir entre Millares y el profesor Rapp. Por otra parte, no está recogido entre los “pensionados” en el estudio de J. FORMENTÍN IBÁÑEZ y M. J. VILLEGAS SANZ, “Aportaciones de algunos pensionados y científicos de la Junta para Ampliación de Estudios”, en J. M. Sánchez Ron (coord.), 1907-1987. La Junta para ampliación, II, pp. 47-80. A este respecto, puede verse, J. M. LÓPEZ SÁNCHEZ, Las Ciencias sociales en la Edad de Plata Española, p. 500 y Heterodoxos españoles. El Centro de Estudios Históricos, 1910-1936, Madrid: Marcial Pons, ed., 2006, pp. 291-292. En ambas obras dice este autor que “desde fecha muy temprana, 1914, presentó solicitud para ir a Alemania, la Junta le concedió una en 1922, que aprovechó para publicar posteriormente algunos estudios en Madrid sobre cuestiones paleográficas, documentos pontificios, códices visigodos y medievales”. Es este un comentario que no coincide en todo con la realidad. Es cierto que la Junta le concedió “la consideración de pensionado”, pero creemos que nunca llegó a realizar el viaje a Alemania, de igual modo pensamos que el profesor Millares tampoco aprovechó esa circunstancia para “publicar” algunos de los estudios de los que habla López Sánchez, pues ya los había realizado o estaban en proceso de elaboración, puesto que son los que presenta como mérito en la instancia que estamos comentando. 77 No hemos visto esta Real Orden publicada en la Gaceta. Puestos en comunicación con el Boletín Oficial del Estado se nos informó de que no todas las reales órdenes eran publicadas. Otra nota mecanografiada hemos encontrado entre los papeles de la JAE en la que se da relación de algunas concesiones, y entre ellas a Millares Carlo: “Con posterioridad a la vigente Ley de presupuestos, se han concedido de Real Orden las siguientes consideraciones de pensionados a personal universitario, a propuesta de la Junta: ... D. Agustín Millares Carlo. Catedrático de la Universidad de Granada. R. O. 10-X-1922.- B. O. nº 85... 21-2-1923”. ARE. JAE. 156 / 182 bis. 78 Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, Memoria. Correspondiente a los cursos 1922-3 y 1923-4, Madrid, 1925.Aportaciones a la biobibliografía de Agustín Millares Carlo hasta su exilio en México ________________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 64 universitario 79, pero la realidad es que ambas leyes supondrían un grave contratiempo e inconveniente para su economía, máxime cuando ya estaba preparando su matrimonio80. Tampoco olvidemos que ya había empezado su docencia en Granada81, y aunque como es bien sabido fue corto su alejamiento de Madrid82, pues solicitó y obtuvo la excedencia de la cátedra el 31 de marzo de 192383, tras haber ganado por oposición la plaza de conservador del Archivo Municipal de Madrid84, lo que daba estabilidad a su vida madrileña, y quizá, no era el momento más oportuno como para pedir una “excedencia” que le apartaría de su recién estrenado puesto por espacio de casi un año. Todo lo cual parecen motivos más que suficientes para que renunciase a esta pensión desprovista del mérito académico y del aliciente económico, siempre tan necesarios para un joven profesor. Otro motivo se pudo sumar a la hora de impedir el viaje de estudios a Alemania. Quizá en medio de todos esos acontecimientos que se suceden tan rápidos, se le pudo haber comunicado la posibilidad de encargarle la dirección del Instituto de Filología en la universidad de Buenos Aires85, proyecto ambicioso y de mayor repercusión intelectual, que de alguna manera se podría ver afectado si se desplazaba hasta Tubinga. Es cierto que la propuesta vino de Argentina en noviembre de 192386, exactamente un año después de la concesión de pensión para trasladarse a Alemania. Se hizo efectiva el 8 febrero de 192487 y la estancia en Argentina se prologaría de marzo a noviembre de ese año, cuando ya podía haber vuelto de Alemania, que de haberse hecho realidad habría sido durante el año de 1923. 79 Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, Memoria. Correspondiente a los cursos 1922-3 y 1923-4, Madrid, 1925, p. XII. 80 Contrajo matrimonio en abril de 1923. 81 Antes de empezar el curso solicitó y se le concedió “un mes de licencia con sueldo”, por R. O. de 13 de octubre de 1922. Publicada en la Gaceta de Madrid de 15 de octubre de 1922. 82 Aunque no faltó a sus clases granadinas tampoco se despidió ni tan siquiera temporalmente de Madrid, a la que hacía constantes viajes. Es simpático el epíteto “Paleografía sin hilos” que Galindo Romero puso a este ir y venir entre Granada y Madrid, y que recoge J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, Agustín Millares Carlo, p. 78. 83 R. O. de 31 de marzo de 1923. Publicada en la Gaceta de Madrid de 6 de abril de 1923. . 84 Para más información, A. RIESCO TERRERO, “Don Agustín Millares Carlo: archivero-bibliotecario y maestro de archiveros y bibliotecarios”, Boletín Millares Carlo, 13 (1994) pp. 175-200; M. C. CAYETANO MARTÍN, “Antecedentes de los trabajos de Don Agustín Millares Carlo en el Archivo de Villa”, Boletín Millares Carlo, 13 (1994) pp. 259-270. 85 Las gestiones realizadas entre Buenos Aires y Madrid, encaminadas a la creación del Instituto, así como la labor desarrollada por su primer director, Américo Castro, y la presentación de Agustín Millares, su segundo director, puede verse en R. ROJAS, Facultad de Filosofía y Letras. Documentos del Decano (1921-1924), Buenos Aires: Imprenta de la Universidad, 1924, pp. 83-103; “Presentación de don Agustín Millares Carlo”, Boletín del Instituto de Filología, I, 1-2, (Buenos Aires, 1926) pp. 86-87. 86 Para desempeñar este cargo, que se prolongaría por espacio de casi un año, se solicitó el correspondiente permiso al Ayuntamiento de Madrid directamente por la dirección del Centro de Estudios Históricos en noviembre de 1923, pues Millares Carlo ya era funcionario municipal. El permiso le fue concedido. La documentación generada por esta solicitud de permiso fue publicada por M. M. RONCO LÓPEZ, Nuevas aportaciones biobibliográficas y documentales en torno a la figura de Millares Carlo: la imprenta en Barcelona durante el periodo renacentista (1590-1600), Universidad del País Vasco. Servicio Editorial, 2001, pp. 737-762. Ya anteriormente había sido publicada la carta de solicitud del permiso por A. RIESCO TERRERO, “Don Agustín Millares Carlo”, pp. 178-180; 87 Fue concedida la autorización para este traslado por R. O. de 8 de febrero de 1924, y publicada en la Gaceta de Madrid del día 13. Francisco A. Chacón Gómez-Monedero _______________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 65 Con relación a su estancia en Argentina, no quiero dejar de comentar un aspecto relacionado con los problemas económicos que planteaban al joven profesor y recién casado su nombramiento como director del Instituto de Filología de Buenos Aires, pero que no he visto recogido en la bibliografía consultada88. Una nueva y última instancia elevó a la Junta89. En esta ocasión busca ayuda económica, pues solicita se le “adelante la suma de 5.000 pesetas, cantidad indispensable para sufragar los gastos del viaje”, obligándose a su devolución “tan pronto le sea entregada por la universidad de Buenos Aires”. En una carta del secretario de la Junta, José Castillejo90, al decano de la Facultad bonaerense, señor Alberini, se le informa de esta petición y del acuerdo, a propuesta de Millares, de que sea la universidad argentina la que “devuelva a la Junta dicha suma, que será baja en los haberes devengados por él”. Así se hizo, pues se conservan dos “recibís” firmados por el habilitado de la Junta y girados por la universidad de Buenos Aires a cuenta del anticipo que se le había hecho para poder viajar hasta aquella universidad91. Nos extraña que se acabara descontando a Millares el anticipo solicitado, toda vez que los hermanos Gutiérrez, de origen español que ejercían la medicina en Buenos Aires, 88 Es común en los trabajos sobre el profesor Millares hablar de este viaje a Argentina para dirigir el Instituto de Filología de su capital y de la importante labor allí desarrollada; sirva como ejemplo, J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, Agustín Millares Carlo, pp. 99- 104. 89 Apéndice 1. Nos parece que la solicitud de ayuda económica es lógica, ya que el Instituto bonaerense fue creado en 1923 por el Centro de Estudios Históricos para hacer presente a la Junta en América Latina. Como parte clave de la política que el gobierno español deseaba desarrollar en aquel continente se quiso intensificar las relaciones culturales, y el CEH jugaba un importante papel con la fundación de este instituto en la Universidad de Buenos Aires, del que Millares sería su segundo director. Ver J. M. LÓPEZ SÁNCHEZ, “La Junta para Ampliación de Estudios y su proyección americanista: la Institución Cultural Española en Buenos Aires”, Revista de Indias, LXVII, nº 239 (2007) pp. 81-102. Con motivo de celebrarse el pasado 2007 el centenario de la fundación de la Junta, todo el volumen está dedicado a su relación con América Latina, bajo el título de La Junta para Ampliación de Estudios y América Latina: Memoria, política y acción cultural (1907-1939). Es imprescindible en este aspecto el libro de J. FORMENTÍN IBÁÑEZ, Mª J. VILLEGAS SANZ, Relaciones culturales entre España y América: la Junta para Ampliación de Estudios (1907-1936), Madrid: MAPFRE, 1992. 90 Apéndice 2. José Castillejo ocupó el cargo de Secretario de la Junta por recomendación de Giner de los Ríos, que había sido su maestro, aunque nadie niega que fue el hombre ideal para llevar a cabo la obra cultural de la institución, de la que fue su verdadero impulsor, quien estaba detrás de todas las iniciativas y quien verdaderamente la dirigía, aunque permaneció siempre de forma intencionada en un segundo plano. Para un acercamiento a la figura y labor de Castillejo en la Junta, puede verse: C. GAMERO MERINO, “José Castillejo y la Junta: pensiones en el extranjero”, en J. M. Sánchez Ron (coord.), 1907-1987. La Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas 80 años después. II. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1988, pp. 29- 49. La figura de Castillejo y su labor en la Junta es tratada por: F. J. LAPORTA, A. RUIZ, V. ZAPATERO, J. SOLANA, “Los orígenes culturales de la Junta”, pp. 66-80; M. ESPADA BURGOS, La Escuela Española, pp. 35-40. Sobre la importancia de José Castillejo en el mundo de la pedagogía, C. GAMERO MERINO, Un modelo europeo de renovación pedagógica: José Castillejo, Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas-Instituto de Estudios Manchegos, 1988; L. PALACIOS, “José Castillejo Duarte”, Circunstancias, año V, n. 14, septiembre, 2007, s/p. Las cartas recopiladas por su hijo, D. CASTILLEJO (ed.), Los intelectuales reformadores de España, Madrid: Castalia, 1999, 3 vols., son un claro testimonio de la labor que realizó, testimoniadas en las relaciones epistolares mantenidas con un amplísimo elenco de intelectuales. 91 Los “recibí” están fechados el 6 y 25 de junio de 1924, de 3.240,80 pesetas y 1.759,20 pesetas respectivamente. ARE.JAE. 99/11 y 12. Aportaciones a la biobibliografía de Agustín Millares Carlo hasta su exilio en México ________________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 66 eran mecenas asiduos de la Junta y estaban siempre en disposición de colaborar con los estudiantes y profesores que se trasladaban hasta Argentina 92; en concreto dos años antes habían entregado la cantidad de 5. 000 pesetas, que después de algunos cambios en la finalidad fueron empleadas en becas a estudiantes de química93. Quizá para compensar los gastos sufridos por el profesor que tan excelente trabajo había desarrollado en beneficio de los estudiantes bonaerenses, unos meses después de su vuelta a España, en marzo de 1925, los doctores Gutiérrez entregaron a la Junta 1.102 pesetas para becar algún otro estudio o destino de Millares Carlo, aunque, al parecer, no las aceptó94; no obstante los hermanos volvieron a reiterar el donativo al año siguiente95. Tampoco vemos clara la vuelta a España a finales de 1924, pues estaba previsto que permaneciera en Argentina durante todo el año 1925. A tal fin el Centro de Estudios Históricos solicitó anticipadamente ante el ayuntamiento madrileño la prórroga de la excedencia que ya disfrutaba, y que se concedió sin dificultad en octubre de 192496. No encontramos otra justificación que no sea la falta de información que al respecto pudiera tener el propio Millares, quien al enterarse pudo declinar la invitación para continuar en Argentina, pues debemos tener en cuenta que en la carta escrita al decano de Madrid, con fecha de mediados de septiembre de 1924, ya le comunicó su propósito de regresar a España a principios del próximo diciembre, como en realidad sucedió. Como hemos adelantado, a los seis meses de su estancia en Buenos Aires escribió al decano de su facultad en Madrid, Adolfo Bonilla y San Martín97, haciéndole partícipe de sus actividades en aquella universidad, sin duda con la intención de enterar al claustro de profesores de la gran labor que estaba realizando y del eco que su actividad despertaba en los medios de comunicación bonaerenses. Le habla expresamente de las conferencias pronunciadas en distintas instituciones culturales y de los medios donde se han reproducido, recortes de algunos de los cuales parece que viajaron unidos a la misma carta98. Sus trabajos de investigación, sus clases y conferencias en la universidad y en el mundo cultural argentino están perfectamente documentadas por su biógrafo99, por lo que no creemos conveniente extendernos más en este aspecto; sin embargo, hay en esta carta una noticia que no está recogida en el relato pormenorizado que Moreiro hace de su estancia en Argentina. Me refiero al viaje que anuncia tener previsto para finales del mes de octubre a La Asunción, capital del Paraguay, por cuya Universidad Nacional había sido invitado para dictar algunas conferencias, que no 92 J. FORMENTÍN IBÁÑEZ, M. J. VILLEGAS SANZ, Relaciones culturales, pp. 96-100. 93 J. FORMENTÍN IBÁÑEZ, M. J. VILLEGAS SANZ, Relaciones culturales, p. 175. 94 J. FORMENTÍN IBÁÑEZ, M. J. VILLEGAS SANZ, Relaciones culturales, p. 175. 95 El donativo está reflejado en la ficha personal de Agustín Millares Carlo en la Junta para Ampliación de Estudios. ARE. JAE. 99/592. 96 La documentación al respecto está recogida en M. M. RONCO LÓPEZ, Nuevas aportaciones, pp. 756-762. 97 Apéndice 3. 98 No hemos podido localizar ninguno de estos recortes de periódicos ni “suplementos”, pues no se conservan en el expediente académico del profesor Millares. 99 De algunas de las cuestiones mencionadas en esta carta habla J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, Agustín Millares Carlo, pp. 99-113; aunque la fuente no parece ser la carta personal que publicamos, sí comenta el especial interés que Millares puso en que sus actividades bonaerenses fueran conocidas por sus colegas madrileños y, especialmente, por el decano Bonilla San Martín. Francisco A. Chacón Gómez-Monedero _______________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 67 sabemos si se llegaron a realizar, ya que nos falta encontrar el testimonio académico o administrativo que complete la escueta mención hecha en la carta 100. La realidad fue que, cumplido el tiempo previsto, el profesor Millares regresó a Madrid, dejando un más que grato recuerdo entre las autoridades académicas argentinas de todas cuantas actividades desarrolló durante los meses que estuvo en aquel país101, tal como no dejó de manifestar el decano de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de La Plata en la carta que dirigió a su colega español, el doctor Bonilla y San Martín102, alabando los trabajos científicos y colaboraciones en la revista Humanidades103 de dicha universidad. Una vez ya establecido en Madrid, en junio de 1926 realizó los ejercicios de oposición a la cátedra de Paleografía de su Universidad, ganándola sin dificultad y de la que tomó posesión a primeros de julio104. El día 18 de junio, incluso antes de que se reuniese el tribunal que le eligió catedrático el día 19, ya la Junta de Facultad “acordó por unanimidad nombrar a V. I. el día que sea nombrado Catedrático numerario de la misma, Director del Laboratorio fotográfico”, lo que le comunicó el Decano con fecha de 21 de junio105, ya oficialmente catedrático, pero antes de su toma de posesión, que fue el 2 de julio. Sin duda un cometido que le apetecería, teniendo en cuenta la importancia que la fotografía estaba tomando en los estudios paleográficos y que él mismo ya utilizó en el estudio de algunos documentos para su tesis doctoral. Podemos completar alguna información sobre los cargos que se le encomendaron durante el desempeño de su cátedra madrileña y que no he visto entre la documentación publicada por Sagredo y López-Yepes106: por ejemplo, con fecha de 5 de junio de 1928107 fue nombrado Vocal perteneciente a la Comisión encargada de calificar los libros de texto de latín para los Institutos nacionales de segunda enseñanza, cargo al que renunció el 23 de enero de 1936108. En octubre de 1936, el Decano de la facultad de Filosofía y Letras, Julián Besteiro, comunicó al Rector, José 100 He recabado información al respecto de la Universidad Nacional de La Asunción por si hubiera quedado algún testimonio escrito de las conferencias pronunciadas por el profesor Millares, o registro administrativo en la Universidad, sin que hayan podido darme noticia alguna relativa a la estancia del profesor Millares en La Asunción. Agradezco al profesor Lic. Alejandro Santiago Peña, Director del Archivo Central, la amabilidad en sus gestiones y la rapidez con que ha contestado a las varias consultas hechas al respecto, la última por e-mail de 23 de mayo de 2011. 101 El sorprendente trabajo desarrollado durante su estancia en Buenos Aires es comentado con todo lujo de detalle en “Conferencias y trabajos del profesor Millares Carlo (1924)”, Institución Cultural Española. Anales. Tomo segundo, 1921- 1925, Segunda parte, Buenos Aires, 1948, pp. 33-107. 102 Apéndice 4. 103 Sin duda se refiere al estudio de los nueve incunables que conservaba la Biblioteca de la Universidad de La Plata y que publicó Millares con el título “Los incunables de la Biblioteca Universitaria de La Plata”, Humanidades. Universidad de La Plata, IX (1924), pp. 9-24, 2 fax. También J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, Agustín Millares Carlo, p. 363, habla de este trabajo. 104 El expediente administrativo de Agustín Millares Carlo fue publicado por F. SAGREDO, J. LÓPEZ-YEPES, “Aportaciones documentales”, pp. 15-105, por lo que no creemos necesario incidir sobre los nombramientos y sucesivas responsabilidades que se le encomendaron durante su vida universitaria. 105 AGUCM. 104 / 09. 106 Ver nota 104. 107 Gaceta de Madrid de 12 de junio de 1928. 108 Gaceta de Madrid de 26 de enero de 1936.Aportaciones a la biobibliografía de Agustín Millares Carlo hasta su exilio en México ________________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 68 Gaos, el nombramiento de Millares como “Secretario accidental” de la facultad 109, considerando en otro oficio de noviembre que “en las circunstancias actuales es imprescindible que se halle al frente de la mencionada Secretaría”, para, junto al Decano, atender a “toda eventualidad que pudiera surgir, y, por ello, requiere su constante presencia en su cargo”110. CORRESPONDENCIA CON TOMÁS NAVARRO TOMÁS Las cartas que vamos a comentar son las que dieron origen al presente trabajo. Como dijimos en su momento, se trata de una breve correspondencia entre el profesor Millares y Tomás Navarro que nos parece de gran interés. De nuevo hemos de reconocer que el contexto histórico y cultural plasmado en las cartas es ya conocido, pero quizá no tanto, o nada en absoluto, algunos de los temas o la información que se intercambian; además de producirse en un momento muy convulso de la trayectoria vital de Millares, cuando ha tenido que dejar su cátedra madrileña, marchando a Valencia junto a otros profesores, quizá ya con la mente puesta en la universidad de Barcelona, pues aún no se había complicado tanto la situación como para pensar en marcharse fuera de España, ya que los asuntos y proyectos que trata con Tomás Navarro parece que así lo confirman. El otro protagonista de esta correspondencia es Tomás Navarro Tomás111. En ella aparece, y actúa, como miembro destacado de la Junta de Ampliación de Estudios de la que había sido nombrado secretario el 28 de agosto de 1936112, y dos meses después, el 23 de octubre, Director de la Biblioteca Nacional113. Fue un cualificado activo de la cultura republicana que junto a otros profesores e intelectuales se trasladó a Valencia con el gobierno de la República, desarrollando desde esa ciudad un importante papel en la protección del tesoro y patrimonio cultural, esforzándose por mantener vivo en Madrid el Centro de Estudios Históricos114, al que tan unido estaba desde su 109 AGUCM. P. 611; F. SAGREDO, J. LÓPEZ-YEPES, “Aportaciones documentales”, p. 101; J. M. MOREIRO GONZÁLEZ, Agustín Millares Carlo, p. 155. 110 AGUCM. 104 / 09. 111 Los estudios y trabajos sobre la biobibliografía de Tomás Navarro son muy amplios, y creemos que perfectamente asequibles al lector interesado; no obstante, para un acercamiento a su persona y obra puede verse: A. RUIZ CABRIDA, Cuerpo facultativo de archiveros, bibliotecarios y arqueólogos. 1858-1958, Madrid: Junta Técnica de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1958, pp. 694-701; A. ZAMORA VICENTE, “Tomás Navarro Tomás (1884-1979”, Boletín de la Real Academia Española, 59, cuaderno 218 (1979) pp. 413-432; F. FUSTER RUIZ, “In memoriam: Tomás Navarro Tomás”, Al-Basit. Revista de estudios albacetenses, 7 (1980) pp. 5-36; “Tomás Navarro Tomás”, en J. A. Díaz (coord.), Castellanos sin mancha: exiliados castellano-manchegos tras la Guerra Civil, 1999, pp. 77-86; M. PEDRAZUELA FUENTES, “El Tajo sin retroceso: la vida académica bajo las bombas”, en La facultad de Filosofía y Letras de Madrid en la segunda República. Arquitectura y Universidad durante los años 30, Madrid: Universidad Complutense de Madrid, 2009, pp. 620-624. 112 Gaceta de Madrid, 30 de agosto de 1936. 113 Gaceta de Madrid, 24 de octubre de 1936. 114 El Centro de Estudios Históricos se había creado por R. D. de 18 de marzo de 1910, y publicado en la Gaceta de Madrid 19 de marzo del mismo año. Su fin era promover las investigaciones científicas sobre la Historia de España en todos los aspectos de la cultura, desde la Filología hasta el Arte, el Derecho y la propia Historia, con unas pautas claras que desde sus orígenes están presentes y definen la organización del Centro: su carácter de ensayo o experimento y su escasa burocratización. Una de las secciones en las que se dividió fue la de Filología, que estaba presidida por Menéndez Pidal, quien era, a su vez, director Francisco A. Chacón Gómez-Monedero _______________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 69 fundación115. En Valencia, la nueva capital de la República, se constituyó la Casa de la Cultura116 como sede de la Junta y del Centro, creándose, a propuesta de Tomás Navarro, una comisión provincial que le ayudase en la continuación de esta labor, que estaba presidida por el Dr. Manuel Marqués y actuando como secretario Luis Álvarez Santullano, otro de los personajes mencionado en la correspondencia. En abril de 1938 se trasladó a Barcelona, junto con otros funcionarios, desempeñando los mismos cargos, aunque cada vez con más limitaciones, hasta que en enero de 1939, junto a otros altos funcionarios del gobierno republicano, saldrá de España hacia Francia y desde aquí partirá definitivamente hacia los Estados Unidos, donde ocupará la cátedra de Filología Hispánica en la universidad de Columbia hasta su jubilación. En el momento de escribirse nuestras cartas, Millares ya se encontraba en Valencia con los demás profesores e intelectuales que fueron evacuados de Madrid al comienzo de la guerra, sin que sepamos el momento exacto, pues su nombre no aparece en ninguna de las dos expediciones que se organizaron para llevar a cabo dicha evacuación encomendadas al 5º Regimiento117. Según indica Ascensión Hernández, el viaje se del Centro. La bibliografía sobre el CEH es muy abundante, por eso reseñamos la que nos parece más adecuada para el fin de nuestro trabajo: F. ABAD, “El Centro de Estudios Históricos de la Junta para Ampliación de Estudios (1907-1938)”, CAUCE. Revista Internacional de Filología y su Didáctica, 30 (2007) pp. 7-39; L. LÓPEZ-OCÓN CABRERA, “El Centro de Estudios Históricos: un lugar de la memoria”, BILE, 34-35 (1999) pp. 27-48; “El cultivo de las Ciencias Humanas en el Centro de Estudios Históricos de la JAE”, Revista Complutense de Educación, 18, 1 (2007), pp. 59-76; J. M. LÓPEZ SÁNCHEZ, “El Centro de Estudios Históricos: primer ensayo de la Junta para Ampliación de Estudios en trabajos de investigación”, en O. Ruiz Manjón, A. Langa, Los significados del 98. La sociedad española en la génesis del siglo XX, Madrid: Universidad Complutense-Biblioteca Nueva, 1999, pp. 669-681; Las ciencias sociales en la Edad de Plata Española: el Centro de Estudios Históricos, 1910-1936, Madrid: Servicio de Publicaciones de la Universidad Complutense, 2003; “Reinterpretar la cultura española: el Centro de Estudios Históricos”, Cuadernos de Historia Contemporánea, 24 (2004) pp. 143-160; “Ciencia y cultura en el Centro de Estudios Históricos de Madrid, 1910-1936”, Circunstancia, año V, nº 14, septiembre, 2007, s/p; “El Centro de Estudios Históricos y los orígenes de un moderno sistema científico español”, en Tiempos de investigación. JAE-CSIC cien años de ciencia en España, Madrid: CSIC, 2007, pp. 121-128. Las circunstancias vividas por el Centro en los momentos en que se escriben las cartas que nos ocupan, puede verse en P. GARCÍA ISASTI, “El Centro de Estudios Históricos durante la guerra civil española (1936-1939)”, Hispania, LVI/3, nº 194 (1996) pp. 1071-1096. 115 Ya en 1912 y 1913 había disfrutado de una pensión para realizar estudios de fonética en Francia y Alemania, y desde 1914 se encontraba totalmente involucrado en la actividad cultural y administrativa del Centro, pues a comienzos de aquel año había sido nombrado su secretario, teniendo a Menéndez Pidal como presidente. Ver, Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, Memoria. Correspondiente a los años 1912 y 1913, Madrid, 1914, pp. 115-116, y Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, Memoria. Correspondiente a los años 1914 y 1915, Madrid, 1916, p. 161; también L. LÓPEZ-OCÓN CABRERA, “El cultivo de las ciencias humanas”, p. 71. 116 Sobre la Casa de la Cultura hay una excelente bibliografía: M. AZNAR SOLER, “L´aliança d´intel-lectuals per a defensa de la cultura de València i la creació de la Casa de la Cultura”, en València, capital cultural de la república (19136-1937). Antologia de textos i documents, Valencia: Conselleria de Cultura, Educació i Ciència de la Generalitat Valenciana, 1986, pp. 107-108, 267-286 (las últimas pp. son textos sobre la disolución e inauguración de una nueva etapa de la Casa de la cultura); “La Casa de la Cultura de València”, en M. Aznar Soler (ed.), València, capital cultural de la República (1936-1937), I. València: Consell Valencia de Cultura, 2007, pp. 131-154; Madrid: Cuadernos de la Casa de la Cultura, pp. 7-10. La salida de los intelectuales de Madrid y su estancia en esta casa valenciana es recordada de forma literaria por J. MORENO VILLA, Vida en claro, autobiografía, Madrid: Fondo de Cultura Económica, 1976, pp. 207-236. 117 La primera, integrada por 10 intelectuales, se llevó a cabo el día 25 de noviembre de 1936 y la segunda, formada por 13 miembros, una semana después, el día primero de diciembre. Ambas Aportaciones a la biobibliografía de Agustín Millares Carlo hasta su exilio en México ________________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 70 realizó una noche de noviembre en un coche del Ministerio de Educación, que ocupaban Millares, Wenceslao Roces y Juan Comás, que es a quien se lo escuchó narrar directamente la autora118. Desde luego que el traslado era esperado desde hacía tiempo, pues el 27 de octubre el profesor Millares, al igual que otros colegas, había recibido un oficio del vicerrector comunicándoles la orden del delegado del ministerio de Instrucción Pública para que ratificasen su domicilio y el número de familiares que les acompañarían en un más que previsible viaje a Valencia119. Sin duda ya se estaba haciendo imposible seguir con la “pretendida normalidad académica”, que se quería mantener con la continuidad de las clases y los otros actos de la vida universitaria, como deseaba el decano Julián Besteiro cuando unos días antes, el 21 de octubre, convocó a los profesores a una Junta Extraordinaria donde se tomaron una serie de acuerdos para mantener “la normalidad académica, que imponía a pesar de las bombas la celebración regular de las clases”120. La estancia de Millares en la ciudad del Turia sufrió muchas intermitencias, pues desde diciembre de 1936, hasta octubre del siguiente año fueron largas las temporadas que pasó en Francia, autorizado por el ministerio de Instrucción Publica, para dedicarse a sus investigaciones particulares, además de colaborar en las tareas docentes de L´École des Chartes121. Regresó de París para incorporarse a la universidad de Valencia, en octubre de 1937 cuando fue propuesto por el decano de la facultad de Filosofía y Letras de esa universidad para desempeñar las cátedras de Lengua y Literatura latinas y de Estudios sobre Historia de América; sin embargo, no fue muy duradera su estancia en la universidad valenciana, al menos no aparece en la relación de profesores de febrero de 1938122. Carta de Millares Carlo a Navarro Tomás Desde Valencia escribió Millares sus cartas a Tomás Navarro, que se encontraba en Barcelona de vuelta de uno de sus viajes, en esta ocasión creemos que de Rusia a donde había acudido al frente de una delegación cultural española123. La primera está expediciones están reproducidas en Madrid: Cuadernos de la Casa de la Cultura. Números 1-3. Valencia/Barcelona, febrero 1937-mayo 1938. Introducción de Robert Marrast, Verlag Detlev Auvermann KG, Glashütten im Taunus, Kraus Reprimer, Nendeln-Liechtenstein, 1974, pp. 7-8. 118 A. HERNÁNDEZ DE LEÓN-PORTILLA, “Agustín Millares Carlo: su trabajo en la Casa de España y el Colegio de México (1938-1959)”, en J. Valender y G. Rojo (eds.), Los refugiados españoles y la cultura mexicana. Actas de las jornadas celebradas en España y México para conmemorar el septuagésimo aniversario de La Casa de España en México (1938-2008), México, DF.:El Colegio de México, 2010, p. 198; lo vuelve a repetir en “Agustín Millares Carlo. Su trabajo en La Casa de España y El Colegio de México”, Boletín Millares Carlo, 29 (2010) p. 12. 119 AGUCM. P-219. 120 M. PEDREZUELA FUENTES, “El Tajo sin retroceso”, p. 615. 121 C. PESCADOR DEL HOYO, “Agustín Millares Carlo”, p. 25. 122 M. F. MANCEBO, “La universidad de Valencia y la Federación universitaria escolar”, en M. Aznar Soler (ed.), Valencia capital cultural de la República (1936-1937), I, Valencia: Consell Valencia de Cultura, 2007, pp. 377-378 y 386-387. 123 F. FUSTER RUIZ, “In memoriam.”, p. 18. En ese año había realizado varios viajes a congresos internacionales en Bruselas, Gante o La Haya; sin embargo, en una carta, de fecha semejante a la que comentamos, Moisés Sánchez Barrado, colaborador del CEH, escribe a Luis. A. Santullano para darle las gracias por haber acogido favorablemente la pretensión que les había hecho por mediación de Millares para que se le reconociese la gratificación mensual de 350 pts. que ya percibía el resto de Francisco A. Chacón Gómez-Monedero _______________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 71 fechada el día de Navidad de 1937124. Tomás Navarro Tomás, como secretario de la Comisión Delegada de la Junta de Ampliación de Estudios, constituida el día 22 de diciembre de 1936 en Valencia, era su auténtico motor y alma mater125. En esta carta Millares parece actuar como coordinador de los trabajos realizados por los profesores residentes en la Casa de la Cultura valenciana, pues desde el día primero de diciembre se había incorporado a la sección que el Centro de Estudios Históricos había organizado en esta ciudad126 con la intención de hacer frente a las dificultades creadas por la nueva situación de los intelectuales evacuados desde Madrid, de la que se había elegido presidente a Dámaso Alonso127. Le comunica que había estado últimamente en Barcelona128 donde entregó a Luis Álvarez Santullano129, como secretario del Patronato de la Casa de la Cultura en Valencia130, relación de los trabajos que habían realizado los compañeros de la Sección de Filología Clásica del Centro131; además de entregarle los correspondientes presupuestos para la edición del tomo II de las Cartas de Plinio, preparada por Vicente Blanco132. Con la carta le adjunta otro presupuesto para la traducción realizada por “el colaboradores del Centro, y le dice que no escribe a Tomás Navarro porque no sabe si había regresado ya de Rusia. ARE. JAE/169/12/4. 124 Apéndice 5. 125 P. GARCÍA ISASTI, “El Centro de Estudios”, p. 1092. 126 Luis Álvarez Santullano (Barcelona, 29 de noviembre de 1937) comunica al Subsecretario del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes que la Comisión Delegada de la Junta, en sesión de 27 de noviembre, acordó elevar al Ministerio la propuesta de incorporar, desde el primero de diciembre próximo, al Centro de Estudios Históricos, sección de Valencia a D. Agustín Millares, D. Urbano González de la Calle, D. Juan María Aguilar y al colaborador D. Vicente Blanco, con la remuneración de 350 pesetas desde la fecha de su incorporación. ARE.JAE, 166/9/18. 127 A partir de noviembre de 1937, coincidiendo con un nuevo curso en la Universidad de Valencia, se puso en marcha este nuevo Centro, aunque tres o cuatro meses después era evidente su fracaso casi absoluto. Aún en medio de estas dificultades seguían publicándose algunas revistas y libros, pero desde enero de 1938 la falta de papel imposibilitó el poder seguir con esta labor editorial. Véase P. GARCÍA ISASTI, “El Centro de Estudios Históricos”, pp. 1092-1093; L. LÓPEZ-OCÓN CABRERA, “El cultivo de las Ciencias Humanas”, p. 71. 128 El viaje tuvo lugar en los primeros días de diciembre, pues Rodríguez Moñino (Valencia, 14 de diciembre de 1937) escribe a Luis Álvarez Santullano, que se encuentra en Barcelona, sobre un asunto que incumbe a Vicente Blanco del que dice que habrá podido hablar con Millares en su reciente viaje a esa ciudad. ARE. JAR, 169/3/5. Quizá se trate de la concesión de una beca en el Centro para la que le había propuesto Millares en septiembre. ARE.JAE, 166/25/4. 129 Luis Álvarez Santullano era un eminente pedagogo. Su obra ha sido estudiada por C. SERVÉN DÍEZ, La obra narrativa de Luis A. Santullano, Oviedo: Real Instituto de Estudios Asturianos, 2006. 130 El Presidente del Patronato era Antonio Machado, además del oculista Manuel Márquez, Victorio Macho, José Moreno Villa y Tomás Navarro. Madrid: Cuadernos, p. 9. 131 Una de las secciones en las que se dividió el Centro de Estudios Históricos fue la de Filología, que estaba presidida por Menéndez Pidal, quien era, a su vez, director del Centro (véase nota 115). No he logrado encontrar ninguna otra información sobre estos “trabajos”, que estarían destinados a su publicación en la Revista de Filología Española o, quizá, en Emerita. 132 Fue éste el único libro que se consiguió publicar en 1938 por el Centro de Estudios Históricos. Ver P. GARCÍA ISASTI, “El Centro de Estudios”, p. 1087. Vicente Blanco García, sacerdote, catedrático de Lengua latina en Oviedo y Zaragoza, había sido discípulo de Millares y después su auxiliar de Latín Medieval en la universidad madrileña. Guardó siempre hacia él una gran amistad, prueba de ello es que en los momentos complicados para su futuro, no deja de preocuparse de la carrera académica de este amigo-discípulo, alentando la publicación de uno de sus trabajos. Apenas llegado a Méjico, escribió una crítica del Epistolario de Plinio el Joven, con palabras llenas de amistad y cariño hacia el autor de la edición, quien le había hecho llegar uno de los ejemplares publicado en Madrid, en mayo de 1938. La Aportaciones a la biobibliografía de Agustín Millares Carlo hasta su exilio en México ________________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 72 maestro” Urbano González de la Calle de la Literatura Latina de Leo133, que tendrán que ser estudiados y elegir los más convenientes en cada caso. Le comunica, así mismo, que entregará, “mañana”, a Dámaso Alonso “nota detallada de lo que cada cual prepara”134. Éste, viejo conocido del Centro de Estudios Históricos de Madrid, era en ese momento catedrático de la universidad de Valencia y se había incorporado a la reseña fue publicada en Hoy (México, DF) 25 de febrero de 1939, p. 43, con el título “Plinio el Joven, libro ejemplar”, y ha sido reproducida en: A. MILLARES CARLO, “Plinio el Joven, libro ejemplar”. Comentarios y notas de J. A. Moreiro González, Boletín Millares Carlo, 20 (2001) pp. 11-16. Volverá de nuevo Millares a referirse a esta obra de forma elogiosa en su Historia de la Literatura latina, México-Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 1950, p. 139: “La colección epistolar de Plinio es de un interés apasionante. En ella recogemos cosecha de noticias sobre costumbres, lecturas, vida literaria y existencia íntima de su autor, que fue un espíritu selecto y cultivado. “El mérito de las Cartas de Plinio -escribe acertadamente Blanco García (Plinio el Joven. Cartas. Libro primero. Texto y comentario. Madrid, 1938, pp. 10-11. Junta para Ampliación de Estudios. Centro de Estudios Históricos)- no ha de buscarse en su lenguaje selecto y a veces rebuscado, ni en sus signos sintácticos y recursos de estilo, en los que ya se acusa la decadencia artística de la época argéntea”. El segundo volumen, del que se habla en la carta que comentamos, se publicó en 1941, PLINIO EL JOVEN. Cartas. Libro Segundo. Texto y comentario por Vicente Blanco García, Madrid: CSIC. Instituto “Antonio Nebrija”. Clásicos Emerita, 1941. Desde Valencia, (30 de julio de 1937), Navarro Tomás solicita al subsecretario del ministerio la conveniencia de que el colaborador del CEH, don Vicente Blanco, pudiera ser trasladado a esta ciudad para ultimar su trabajo sobre Plinio. ARE. JAE. 166/ 25/1. No cabe ninguna duda de que se autorizó su traslado a la ciudad del Turia, pues en carta fechada en Valencia el 29 de septiembre de 1937, era Blanco quien pedía a Luis A. Santullano, que estaba en Barcelona, que intercediera ante la Junta para que consiguiera el papel necesario para su publicación, pues en la imprenta no se disponía de este material. ARE. JAE, 166/25/4. 133 Sin duda se trata de Friedrich LEO, Die römische Literatur des Altertums, 1907, de la que se hizo una reimpresión en 1912. La traducción a la que alude Millares no se publicó hasta 1950. Federico LEO, Literatura romana. Traducción castellana directa del alemán, anotada y provista de adiciones por P. U. González de la Calle, Bogotá: Publicaciones del Instituto Caro y Cuervo, 1950. En ninguna parte de la obra se encuentra la menor alusión a las gestiones que años antes había hecho, y en una situación poco favorable, Millares en favor de su publicación; únicamente en la p. 257 hay una “Adición final” en la que corresponde, parece que de forma obligada, a la amistad que aún le sigue demostrando el profesor Millares al dedicarle una de sus obras: “Adenda Final. Cuando estaba en la Imprenta el original de esta Bibliografía llegó a mis manos -por generosa donación con inmerecida dedicatoria- la muy interesante obra titulada Historia de la literatura latina (Breviarios del Fondo de Cultura Económica, México-Buenos Aires, Nº 33) de la que es autor mi docto amigo y antiguo compañero D. Agustín Millares Carlo. Como anexo de dicha producción ha publicado también mi mencionado ilustre un folleto de 37 págs. con el siguiente rótulo: Bibliografía para la historia de la literatura latina (Breviario 33). Lamento no haber podido utilizar en mi versión anotada de la Literatura romana de F. Leo las producciones últimamente citadas, pero pretendo que mis lectores sean más venturosos que yo. Por otra parte y prescindiendo, como cabe prescindir, de mi humilde labor personal, la muy autorizada de Leo puede coadyuvar a la difusión de la muy valiosa de Millares Carlo y combinarse con ella en fecunda síntesis”. La dedicatoria a la que alude González de la Calle, dice así: “A don Pedro Urbano González de la Calle, dedica su Historia de la literatura latina”. Un completo trabajo dedicado a estudiar las circunstancias y características de la traducción que nos ocupa, precedido de unos breves apuntes biográficos sobre el traductor es el de F. GARCÍA JURADO, “Cuando el tiempo se detiene. Los avatares de una historia de la literatura latina publicada en Colombia: Pedro Urbano González de la Calle”, Literatura: teoría, historia , crítica, 11 (2009) pp. 303-332; de forma más sucinta en “El nacimiento de la Filología Clásica”, pp. 91-95. 134 Sería de gran interés saber quiénes son y qué es lo que “cada uno prepara”, de lo que quizá quedaría algún testimonio en el archivo personal de Dámaso Alonso que se custodia en la Real Academia Española. En varias ocasiones he pedido permiso para consultar dicho fondo y siempre se me ha denegado, alegando tener que “comprobar cuál es la situación legal de la documentación y en qué condiciones se puede poner o no a disposición de los investigadores. Estas condiciones varían de un autor a otro en función de si está vivo o no, del año de su muerte, de si el contenido de la documentación afecta a derechos de imagen, etc”, según el último e-mail recibido de la bibliotecaria de la Real Academia Española, el 15 de febrero de 2011. Francisco A. Chacón Gómez-Monedero _______________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 73 Casa de la Cultura en agosto de 1937, siendo nombrado director accidental de la sede del Centro en Valencia el 15 de octubre 135, aunque no parece que le hiciera mucha ilusión el nombramiento, pues apenas dos meses después escribió a Luis A. Santullano con la pretensión de ser sustituido en la dirección temporal de “esto”, suponemos que del Centro, alegando que le lleva mucho tiempo y empieza a ocasionarle serios disgustos, pues ya hay muchos colaboradores y ningún personal subalterno136. Santullano le contestó inmediatamente137, comunicándole que tendría que buscar la ayuda que necesitase, pues no se le podía quitar de la dirección del Centro. . Hay, después, unas interesantes referencias a la revista Emerita138. Todo sugiere que por las especiales circunstancias que se vivían, Millares desempeñaba tareas de coordinación de las diferentes publicaciones. Aunque desde los primeros momentos de su creación formaba parte del grupo de intelectuales que colaboraban en la Sección de Filología139, origen de la revista, no había formado parte del equipo redactor ni tampoco había publicado ningún trabajo en ella. Por lo tanto, parece que esta nueva obligación se debería a que Millares desempeñaba desde finales de septiembre de 1937 la dirección de la sección de Estudios Clásicos establecida en Valencia140, antes, incluso, de que se hubiera incorporado legalmente al valenciano Centro de Estudios Históricos, lo que tuvo que ocurrir durante el mes de noviembre, pues en una carta de Dámaso Alonso a Santullano, hablando de la falta de mobiliario dice que carecen de mesa y silla algunos colaboradores, entre ellos Millares, cuya agregación al Centro “me anuncia él mismo”141. 135 P. GARCÍA ISASTI, “El Centro de Estudios”, p. 1088. 136 Valencia, 8 de diciembre de 1937. ARE. JAE. 166/6/19. 137 Barcelona, 11 de diciembre de 1937. ARE.JAE. 166/7/20. 138 La revista Emerita se había fundado en 1933, aunque su primer número no salió hasta el año siguiente. Su creación se enmarca en la sección de Estudios Clásicos, del Centro de Estudios Históricos, bajo la dirección de Menéndez Pidal y de Américo Castro, con la pretensión de que fuera el vehículo de las nuevas corrientes lingüísticas que se propagaban por Europa. El fin de la nueva revista quedó expuesto en la (presentación) de su director, R. MENÉNDEZ PIDAL, “Al lector”, Emerita, I (1933) pp. III-VI. Últimamente se han publicado dos artículos referidos expresamente a la creación de esta revista: M. J. BARRIOS CASTRO, “Los orígenes de la revista Emerita y el Centro de Estudios Históricos”, en Perfiles Grecia y Roma III. Actas del XII Congreso Español de Estudios Clásicos. Grecia y Roma en el Renacimiento y siglos posteriores, III. Madrid: Sociedad Española de Estudios Clásicos, 2011, pp. 351-361; “La primera revista de Filología Clásica en España”, en F. García Jurado, R. González Delgado, M. González González (Eds.), La Historia de la Literatura Grecolatina durante la Edad de Plata de la cultura española (1868-1936), Málaga: Universidad de Málaga, 2010, pp. 295-310. Con anterioridad hay muchas referencias al origen y fin de Emerita, por ejemplo, R. LAPESA, “Menéndez Pidal, creador de escuela: El Centro de Estudios Históricos”, en ¡Alza la voz, pregonero! Homenaje a Don Ramón Menéndez Pidal, Madrid: Cátedra-Seminario Menéndez Pidal, Universidad de Madrid, 1979, p. 73; M. P. MARTÍNEZ LASSO, Los estudios helénicos en la universidad española. 1900-1936, Madrid: Universidad Complutense de Madrid, 1988, pp. 691-702. 139 M. P. MARTÍNEZ LASSO, Los estudios helénicos, p. 702. 140 En carta fechada el 29 de septiembre de 1937 en Barcelona, Tomás Navarro comunica a Dámaso Alonso que la Comisión acordó designar a Millares, mientras esté en Valencia, para dirigir la sección de Estudios Clásicos. ARE. JAE, 166/6/3. En la misma carta se autoriza a Dámaso Alonso a adquirir el material y mobiliario necesario para el Centro. 141 Carta de Dámaso Alonso, comisión delegada de la Junta de Ampliación de Estudios, Valencia, 23 de noviembre de 1937, dirigida a Luis Álvarez Santullano, Barcelona. Además de este asunto, se habla de la beca de Vicente Blanco y, tema muy repetitivo para Alonso, de la pérdida de sus libros y de la falta de papel para impresión. ARE.JAE. 166/6/5. Aportaciones a la biobibliografía de Agustín Millares Carlo hasta su exilio en México ________________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 74 Cumpliendo con esta tarea comunica a Navarro “que reúne materiales para un nuevo número de Emerita”142, que podría estar en la calle apenas “se despache el que ahora está listo”, que sería el correspondiente al segundo semestre de 1937, que no llegó a ver la luz. Al parecer se había pensado que ese número fuera un homenaje a Julián Bonfante, como reconocimiento agradecido en esos difíciles días por los que atravesaba este eminente filólogo italiano que había sido desde su fundación el alma de la revista143. Creemos que se intentan suavizar las relaciones entre los miembros del grupo, pues, al parecer el italiano había tomado decisiones con respecto al lugar de la publicación de este número que no habían gustado demasiado144, aunque eran conocidas y contaban con la aprobación de Tomás Navarro145. Quizá por este enfrentamiento es por lo que dice a Tomás Navarro que las pruebas del número han de ser enviadas a Bonfante, tal como él desea, y como el propio Millares había escrito a Madrid al becario Estefanía146. Pero hay otro problema, pues, al parecer, el filólogo italiano era muy quisquilloso y lento a la hora de corregir las pruebas147, por lo que 142 Que sería el del primer semestre de 1938, que no llegó a ver la luz. 143 Para todo lo relacionado con la venida de Bonfante a España y su actuación en el Centro de Estudios Históricos, puede verse M. P. MARTÍNEZ LASSO, Los estudios helénicos, pp. 691-702. La obra de este italiano, a excepción del artículo publicado en el primer semestre de Emerita de 1937, está recogida en: Biografie e bibliografie degli Accademici Lincei, Giuliano Bonfante, Roma, 1976, pp. 751-759; R. GENDRE (a cura di), Bibliografia degli Scritti di Giuliano Bonfante (1925-1983), Alessandria: Ed. dell´Orso, 1984, pp. III-XXIV. 144 Véase, por ejemplo, M. J. BARRIOS CASTRO, “La primera revista”, p. 305. 145 En una carta de Tomás Navarro (Valencia, 27 de agosto de 1937), dirigida a Santullano, deja a salvo la actuación de Bonfante, pues le dice a Santullano que aunque se había pensado tirar la revista en Madrid, la falta de seguridad que daba la imprenta para poder realizar el trabajo “nos hizo decidirnos a dar en Valencia esos trabajos que ya estaban compuestos en Madrid, pues no convenía retrasar la aparición del número”. ARE.JAE. 167/44/59. 146 José Jesús Estefanía era becario de la sección de Estudios Clásicos y permanecía en Madrid haciendo de intermediario entre los colaboradores de Valencia y la imprenta en Madrid. Según escribe Lapesa a Tomás Navarro (Madrid, 13 de abril de 1937), era constante su asistencia al Centro, a pesar de que recibía únicamente cien pesetas mensuales, “insuficientes a todas luces”. ARE. JAE. 167/44/19. En otra de las cartas, ahora a Luis Álvarez Santullano (Madrid, 9 de noviembre de 1937), le dice que Estefanía desempeñaba un trabajo técnico imprescindible en la publicación de la revista, pues “aun cuando Emerita se siguiera imprimiendo en adelante fuera de Madrid, sería necesaria aquí la presencia de un técnico para evacuar las consultas que hicieran los colaboradores, pues en Madrid están los libros y las colecciones”. ARE. JAE. 167/44/75. En el mismo sentido se manifiesta Lapesa (Madrid, 4 de diciembre de 1937) al considerar necesaria la colaboración de Estefanía para la publicación del número pendiente de Emerita, sin duda el del segundo semestre de ese año, que no llegó a ver la luz. ARE. JAE. 167/44/81. Lo que parece que se tuvo en cuenta, pues en otra carta a Santullano (Madrid, 9 de diciembre de 1937) le comunica la aceptación de Estefanía como colaborador del Centro en Madrid, “único que queda en la sección de Estudios Clásicos, necesario para la publicación de Emerita” . ARE.JAE. 167/44/83. Esto hizo, sin duda, que se tuviera en cuenta la importancia de su trabajo, pues en la nómina de los becarios del Instituto de Lenguas Clásicas del Centro de Madrid que envió Rafael Lapesa al secretario de la JAE en Barcelona (Madrid, 31 de diciembre de 1937), aparece Estefanía con un sueldo de 150 pesetas, aunque no era, ni mucho menos, quien más cobraba, pues José Creciente Vega recibía 250 pesetas. ARE. JAE. 167/44/90. 147 Hay más de una queja a este respecto, que necesitó un cruce de cartas para tratar de calmar los ánimos. Por ejemplo, en carta de Lapesa a Tomás Navarro (Madrid, 16 de agosto de 1937), al hablar de los problemas surgidos con la edición del primer número de Emerita del año 1937, le dice que “en terceras y cuartas pruebas vienen infinidad de correcciones y añadiduras, que tenga Bonfante más cuidado”. ARE. JAE. 167/44/55. A lo que contesta Navarro (Valencia, 27 de agosto de 1937), que “es un mal que viene de antiguo en la relación de Bonfante con la imprenta”. ARE. JAE. 167/44/59; y en otra carta con la misma fecha, pero dirigida a Estefanía dice que ha hablado con Bonfante al respecto, quien le asegura “que no son más extensas ni de mayor importancia de las normales”, aunque “han Francisco A. Chacón Gómez-Monedero _______________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 75 Millares sugiere a Navarro que le apremie a “no retrasar las pruebas y las devuelva dentro de quince días”, pues “de lo contrario procederemos a tirar el número que, como Vd. sabe, sólo está pendiente del papel”. A todos nos es conocida la amenaza que en esa situación, más que nunca, no deja de ser pura literatura, pues hay otro enemigo mayor y menos controlable, la falta de papel para la imprenta148 que se viene sufriendo desde hacía ya meses en Madrid149 y que será la causa principal de supresión de Emerita, a pesar de que su publicación, junto al de otras revistas, era considerada como un “arma de propaganda” por el ministerio150, que quería demostrar, incluso más allá de nuestras fronteras151, la importancia que seguía dando a la cultura en esos momentos conflictivos de la guerra. convenido” que le enviará a él las pruebas de imprenta para “que pueda ver efectivamente qué clase de correcciones lleva”. ARE. JAE. 168/16/35. 148 La falta de papel para la imprenta es un problema conocido que se intentó solucionar desde los organismos competentes, dictando normas sobre el expurgo de documentos de los archivos de todo tipo con destino a la fabricación de papel. Son muy esclarecedores los trabajos de L. GÓMEZ LOECHES, “El expurgo en los archivos judiciales”, en La administración de justicia en la historia de España. Actas de las III Jornadas de Castilla-La Mancha sobre investigación de archivos. Guadalajara 11-14 de noviembre de 1997, Guadalajara, 1999, pp. 829-859; D. MARTÍNEZ VELLISCA, “Al precio único de 300 pesetas los 1. 000 kilos: libros y papeles del archivo-biblioteca de la iglesia parroquial de Horche”, en M. I. Manclús Cuñat (ed.), Arxius: República y Guerra Civil, IV Jornadas de l´Associació d´Arxivers Valencians, València, 23-24 de novembre, 2006 (CD). En estos últimos meses del año 1937 son constantes las referencias de la falta de papel para las diferentes publicaciones que dependían del Centro de Estudios Históricos en Madrid: Luis A. Santullano (Barcelona, 20 de noviembre de 1937) comunica a Dámaso Alonso, que se encuentra en Valencia, que hasta pasados unos días no podrá ser enviado a Madrid el papel para la revista, pues lo habían desviado a Barcelona. ARE. JAE. 166/6/13. Dámaso Alonso (Valencia, 23 de noviembre de 1937) insiste a Luis A. Santullano sobre el envío de papel. ARE. JAE. 166/6/15. Luis A. Santullano (Barcelona, 6 de diciembre de 1937) a Dámaso Alonso, le comunica que pronto será enviado el papel que se necesita para la Revista de Filología y Emerita, además de incluir una muestra de papel para que la vea Vicente Blanco y, si le parece adecuado, diga cuántas resmas necesita para tirar sus Cartas de Plinio. ARE. JAE. 166/6/18. Unos días después, 10 de diciembre, Santullano, en carta a Rodríguez-Moñino, le pide que comunique a Blanco que sigue a la espera de saber si “sirve la muestra que le envié para el libro de Plinio”. ARE. JAE. 169/3/4. Dámaso Alonso (Valencia, 8 de diciembre de 1937), transmite a Luis A. Santullano la insistencia que desde Madrid le hacen Lapesa y Estefanía del envío de papel para las revistas, que es mejor que sea enviado desde Barcelona. ARE. JAE. 166/6/19. Rafael Lapesa (Madrid, 27 de diciembre) comunica a Tomás Navarro, que se encuentra en Barcelona, que por fin había llegado a la imprenta el papel para las revistas, aunque mucho menos del que se necesita, pues se había pedido veinte resmas, siete para la Revista de Filología Española y trece para Emerita, y únicamente se habían recibido “veinte paquetes de cuarto de resma, o sea 125”, con lo que no alcanza ni para la tirada normal de la Revista de Filología. ARE. JAE. 167/44/89. 149 Ya en una carta de Rafael Lapesa a Tomás Navarro (Madrid, 16 de agosto de 1937), le habla de la visita que había realizado a la Papelera, donde había adquirido únicamente una resma de papel para cubiertas, con lo que tendrían para dos números de la revista, pues el papel corriente era “malísimo y muy caro”, además de tener unas dimensiones que “le hacían inútil para la revista”. Le sigue informando de que en Madrid no se fabrica papel nada más que para los diarios, por lo que será necesario adquirirlo en Barcelona. ARE. JAE. 167/44/55. 150 En carta de Rafael Lapesa a Luis A. Santullano (Madrid, 9 de noviembre de 1937), le manifiesta que en el Centro de Estudios Históricos de Madrid se han publicado un número de la Revista de Filología Española, otro de Emerita (que sería el del primer semestre de 1937) y otros dos del Archivo de Arte y Arqueología, “por cuya prosecución se había interesado el Ministerio”. ARE. JAE. 167/44/75. 151 En esta línea propagandística, en la que se quiere dar a conocer en Europa las publicaciones del CEH, Bonfante escribe a Tomás Navarro (Valencia, 21 de septiembre de 1937) comunicándole que en “la mesa de su despacho le ha dejado una copia del artículo del periódico rumano Adeverul que trata de Emerita”, y que está buscando un rumano para que lo traduzca. ARE. JAE. 166/27/3. La breve reseña, Aportaciones a la biobibliografía de Agustín Millares Carlo hasta su exilio en México ________________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 76 El Centro de Estudios Históricos sufrió un deterioro progresivo con la sucesiva salida de Madrid de los intelectuales que formaban sus cuadros, a la par que Emerita perdió sus redactores, apareciendo en el número del primer semestre de 1937, el último que vio la luz en esa época, únicamente Bonfante y Moisés Sánchez Barrado. La situación del italiano no tardó mucho en hacerse insostenible en España, precipitándose desde finales de octubre cuando la Junta, según el interesado sin previo aviso, rescindió su contrato firmado en 1935, hasta tal punto que a mediados de noviembre de 1937 ya se encontraba en Ginebra152. Sánchez Barrado153, siguió en activo, pero parece que su papel de redactor había quedado muy disminuido, cuando no anulado, pasando toda la carga de la revista a Millares, que siguió trabajando para que viera la luz el número del segundo semestre de 1937 y completar el del primero de 1938. Nos basamos para lo que decimos en los siguientes testimonios. Firmado en Valencia, a 25 de diciembre de 1937, se conserva un informe de Moisés Sánchez Barrado154, en el que a petición de Millares, y por requerimiento de Tomás Navarro, hace relación de los trabajos que está “realizando en el Centro de Estudios Históricos, Sección de Filología Clásica”. En lo que referente a nuestra revista dice: “A pesar de todo, no ha dejado de contribuir a Emerita con algunas recensiones de libros. Por ejemplo una sobre el tomo II de Linguistique historique et linguistique generale (16 cuartillas) de Meillet155, y otra muy detallada sobre el vol. VI de la Indo-germanische Grammatik, de H. Hirt156, cuya 1ª parte (unas 40 ó 43 cuartillas) debe estar ya compuesta (así como la reseña sobre Meillet) para el próximo número de Emerita, pero aún no he visto ni corregido pruebas”157. En mi cajón tengo a disposición la 2ª parte de la reseña sobre Hirt ( 32 cuartillas)158. Menciono también la Métrica latina de Crusius, traducida por mí del alemán y pendiente de impresión, que figura también en el Anuario indicado”159. más que artículo, se publicó en el diario rumano el jueves, 9 de septiembre de 1937, en la sección “Caleidoscop”, donde se recogían noticias de “Litere, Arta, Stünta” (Literatura, Arte, Ciencia). Agradezco a Adriana Elena Boruna, del Departamento de Investigación y Desarrollo de la Biblioteca Nacional de Rumanía, su amabilidad al enviarme la página del diario Adeverul donde se inserta la mencionada reseña. 152 Ver, por ejemplo, M. J., BARRIOS CASTRO, “La primera revista”, pp. 307-309. 153 Moisés Sánchez Barrado entró en contacto con la Junta para Ampliación de Estudios en 1920. A primeros de marzo de 1922, siendo ya catedrático de latín en el instituto de Segovia, escribió a José Castillejo para que le asesorase en sus estudios e informándose sobre la posibilidad de obtener una pensión para estudiar en el extranjero. Poco después, a finales de ese mes, solicitó pensión para marchar a Londres, que no le fue concedida. Ante el fracaso de viajar a Londres, permutó su plaza segoviana con idéntico destino en el Instituto-Escuela de Burgos. De nuevo volvió a solicitar pensión en marzo de 1926, aunque ahora para trasladarse a París, pero no nos consta que consiguiera su propósito. ARE. JAE. 132/ 150. 154 ARE. JAE. 169/12/5. 155 A. MEILLET, Linguistique historique et linguistique gènèrale. Tome II, París, Klinchsieck, 1936. La recensión, efectivamente, se publicó en Emerita , V, 1º Semestre, Madrid, 1937, pp. 180-187. 156 H. HIRT, Hindogermanische Grammatik, vol. VI, Heidelberg: Carl Winter, 1934. 157 En Emerita, tomo IV, Semestre 1º y 2º, Madrid - Valencia de 1936, pp. 377-382, en el apartado Necrología, se publicó la reseña de la muerte de Antonio Meillet. 1866-1936, firmada por G. B., que, sin duda, corresponden a las iniciales de Guliano Bonfante. Parece que Sánchez Barrado tenía preparada otra “reseña” sobre Meillet para ser publicada en el segundo semestre de 1937, o en el primero de 1938, pero, como sabemos, ninguno de ellos se llegó a publicar. 158 Quizá para ser publicada en el número del segundo semestre de 1937. 159 Suponemos que se refiere al Anuario de los trabajos de la Junta para Ampliación de Estudios Históricos, Valencia, 1937. También se anuncia su publicación en los “Cuadernos en preparación”, en el Francisco A. Chacón Gómez-Monedero _______________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 77 Aunque ya hemos hablado de la falta de papel, que dificultaba la publicación de los trabajos de los miembros del Centro, hay una carta de Tomás Navarro, desde Barcelona, a Rafael Lapesa, que se encontraba en Madrid, y datada el día primero de 1938160, que traemos ahora a colación, pues se habla “de las revistas”, entre las que se encontraba Emerita. Se hace referencia a un problema que ya vimos en su momento, acerca del equívoco que hubo con el envío de papel, que se llevó a Barcelona en lugar de a Madrid, lo que sin duda retrasó la salida de dichas revistas, pero nos hace pensar que el número del segundo semestre de 1937 estaba ya completo y listo para la imprenta. No se hizo esperar la contestación de Lapesa a la anterior carta161. Le transmite la situación en que se encontraban las revistas que, a pesar de las circunstancias tan adversas, aun se trabajaba en ellas: “Mañana entregaré a Sanabria162 la tirada de la Revista de Filología Española163. Dentro de poco tendremos también el otro número del Archivo164 y el de Emerita165. Espero asimismo sus noticias sobre lo que se haya resuelto acerca del lugar de impresión de las revistas en lo sucesivo. No olvide que Sanabria tiene compuestos unos cinco pliegos para el próximo número de Emerita166, según hice saber a Millares”. Comenta después los trabajos personales en los que anda ocupado: “una edición anotada del De lege Manilia de Cicerón”, que creemos que nunca llegó a ver la luz 167, tomo V, Semestre 1º, Madrid, 1937, dentro de los Manuales Emerita de Lingüística y Filología Clásica. F. CRUSIUS, Métrica latina, traducida y adaptada por M. Sánchez Barrado. 160 ARE. JAE. 167/44/91. 161 Madrid, 25 de enero de 1938. ARE. JAE. 167/44/95. 162 Parece referirse a una imprenta, pues, a renglón seguido, dice que tiene ya compuestos algunos pliegos para Emerita, pero no he logrado encontrar ninguna con este nombre en Madrid. Según A. DEL RIVERO, Historia de la imprenta en Madrid, Madrid: Artes Gráficas Municipales, 1935, pp. 105-107, “en 1934 llegan a funcionar en Madrid cerca de cuatrocientos talleres gráficos”; hace una relación de los talleres principales, pero no cita a ninguno con el nombre de Sanabria. También se podría tratar de un subalterno o colaborador eventual del Centro que, precisamente, por esa condición, no le hemos encontrado entre los becarios, colaboradores oficiales o investigadores del Centro. 163 Sin duda se trata del cuaderno del segundo semestre de 1937, que no llegó a ver la luz, pues el del primer semestre salió impreso en Madrid, en la imprenta de Librería y Casa Editorial Hernando, en agosto de 1937. 164 Se trata de Archivo Español de Arte y Arqueología, de tirada cuatrimestral. Sin duda se está refiriendo al n. 38, del segundo cuatrimestre, que no llegó a salir, pues el último número fue el 37, enero-abril de 1937. 165 Se trata del número del segundo semestre de 1937, que parece estar completo y preparado para la imprenta, pero que no llegó a salir. El del primer semestre fue impreso en Madrid, en la imprenta de Librería y Casa Editorial Hernando, en agosto de 1937. 166 En este caso creemos que puede referirse al número del primer semestre de 1938, del cual ya estaba encargado Millares, de ahí la referencia explícita de Lapesa, y del que sabemos que ya había algún material reunido, aunque creemos que nunca se completó. 167 No he encontrado ningún testimonio de que llegase a publicar este trabajo. No incluye nada al respecto en la bibliografía sobre Cicerón del folleto que completa su Historia de la literatura Latina, México, 1950, pp. 201-204; ni en su Bibliografía para la Historia, pp. 12-14. Tampoco se recoge en J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, “Comentarios a la bibliografía”, ni se hace la menor referencia en los últimos artículos que se han publicado sobre dicho discurso ciceroniano, por ejemplo J. L. CONDE Aportaciones a la biobibliografía de Agustín Millares Carlo hasta su exilio en México ________________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 78 y dice que para poder concluirla necesita una imprescindible bibliografía de la obra ciceroniana, “la edición de Hachette168 y de las publicadas por la casa Albrighi-Segati (Roma), editores Rossi y Marra, respectivamente”169, por eso ha pedido a Ots170 y a Santullano, que le sean adquiridas, pues con “estos elementos y los que pronto se traerán de Madrid”171 piensa que tendrá suficiente para documentar su estudio. También le dice que entregó a Ots la edición de Feijoo172, “para los Clásicos173 de la CALVO, “Oratoria política y comunicación: en torno al discurso `Pro Lege Manilia´”, Cuadernos de Filología Clásica. Estudios Latinos, 28, 2 (2008) pp. 5-32. 168 Se podría referir a: Ciceron, Marcus Tullius, Oratio pro lege Manilia, París: Hachette, 1904. En Hachette se publicaron sucesivas ediciones y estudios sobre ésta y otras varias obras ciceronianas. 169 La casa Albrghi-Segati publicó practicamente la obra completa de Cicerón en varias y sucesivas ediciones antes de la fecha de la carta que nos ocupa, preparadas, entre otros, por los especialistas que interesan a Millares, por lo que se podría referir a cualquiera de ellas. 170 José María Ots Capdequí, era uno de los investigadores del Instituto de Estudios Medievales que dirigía Claudio Sánchez Albornoz. Durante la guerra fue decano de Derecho en la Universidad de Valencia y director general de universidades, presidente de la Alianza de Intelectuales Antifascistas de Valencia y vocal de la Comisión Delegada, que era la encargada desde Valencia de las conexiones con el Centro de Estudios Históricos, en la que llevaba las labores de inspección y coordinación. Ver, P. GARCÍA ISASTI, “El Centro de Estudios”, pp. 1081, nota 21, 1086 y 1092; F. MANCEBO, “La universidad de Valencia”, p. 325. Sobre la Alianza de intelectuales lo último publicado, al menos que sepamos, es el excelente artículo de M. AZNAR SOLER, “L´Aliança d´Intel-lectuals per a Defensa de la Cultura de València(AIDCV)”, en M. Aznar Soler (ed.), Valencia capital cultural de la República (1936-1937), I, Valencia: Consell Valencia de Cultura, 2007, p. 21- 67. 171 Sin duda se refiere al viaje que tenían previsto realizar Rodríguez-Moñino y Dámaso Alonso a Madrid a finales de diciembre para proveerse de libros, debido a las continuas quejas de los residentes en Valencia sobre las carencias en las que debían trabajar en el Centro valenciano, que queda patente en lo que dice Millares en esta carta. Es el mismo motivo de la carta escrita por Rodríguez-Moñino a Santullano (Valencia, 2 de diciembre de 1937), diciendo lo necesario que es realizar un viaje a Madrid “para seleccionar un centenar de libros fundamentales para ultimar todo lo comenzado”. ARE.JAE. 169/3/3. Inmediatamente tuvo contestación de Luis A. Santullano (Barcelona, 10 de diciembre de 1937), comunicándole que los vocales de la Comisión no pondrán ninguna dificultad al viaje que pretende hacer con Dámaso Alonso a Madrid para buscar los libros que necesitan en Valencia. ARE. JAE. 169/3/4. Sin embargo, y aunque el viaje se llegase a realizar, parece que estos libros nunca llegaron a Valencia, pues en carta de Lorenzo Rodríguez-Castellanos, otro de los colaboradores del Centro desde 1931 (Ver A. RUIZ CABRIDA, Cuerpo facultativo de archiveros, bibliotecarios y arqueólogos. 1858-1958, Madrid: Junta Técnica de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1958, pp. 695-696, 839 ) a Navarro Tomás (Valencia, 7 de febrero de 1938), le comunica que los libros se encuentran reunidos en el Centro de Madrid, pero hay muchas dificultades para que puedan salir hacia Valencia. ARE. JAR. 169/2/8. La falta de bibliografía preocupaba de manera especial a los profesores que se habían trasladado a Valencia. Con fecha de 9 de noviembre de 1937, ya el vicesecretario de la Comisión Delegada, había autorizado a Dámaso Alonso para que pudiese “retirar” del CEH de Madrid los libros que estimase necesarios en Valencia. ARE.JAE. 166/6/7. Lo mismo dice Luis Álvarez Santullano, en la misma fecha, además de autorizar el traslado de “alguna máquina de escribir”, tan necesaria para poder trabajar. ARE.JAE. 166/6/8. De lo necesario que son estos libros en el centro valenciano habla, someramente, P. GARCÍA ISASTI, “El Centro de Estudios”, pp. 1088-1089. 172 La obra de que se habla puede ser el “Epistolario del P. Feijoo, que ya estaba compuesto” y se perdió durante la Guerra Civil, según indica Moreiro. J. M. MOREIRO GONZÁLEZ, Agustín Millares Carlo, pp. 121 y 157. Millares fue uno de los mejores conocedores de la obra de Feijoo, según J. A. MOREIRO GONZÁLEZ, “Comentarios a la bibliografía filológico-literaria de Millares Carlo”, Boletín Millares Carlo, 9-10 (1987) pp. 75-78; Agustín Millares Carlo, pp. 118-121. Donde hace un sucinto recorrido por las principales aportaciones de Millares sobre la obra del monje gallego. 173 La Biblioteca de Clásicos españoles fue creada por la Casa de la Cultura de Valencia, con la que “aspiraba a difundir lo mejor de nuestra literatura entre una muchedumbre ávida de instruirse y de perfeccionarse espiritualmente”. Son palabras del profesor Millares en la “crítica” que apenas llegado a Méjico hizo al libro Epistolario de Plinio el Joven y que publicó en Hoy (México, DF) 25 de febrero de 1939, p. 43; tomado de A. MILLARES CARLO, “Plinio el Joven, libro ejemplar”. Comentarios y notas J. A. Moreiro González, Boletín Millares Carlo, 20 (2001) pp. 11-12. En la segunda etapa de la Casa de Francisco A. Chacón Gómez-Monedero _______________________________________________________________________________ Boletín Millares Carlo, 30(2014), 51-90 I.S.S.N.: 0211-2140 79 Casa de la Cultura”174, que tenía que recibir el visto bueno de Navarro para que le fuese abonada, rogándole que no se retrasase mucho en ello, pues sin duda se hará cargo de la situación económica por la que atravesaba, además de ofrecerse para cuidar de las ediciones de los Clásicos, en el caso de que se siguiesen publicando en Barcelona y su “concurso” fuera de utilidad. Pasa después a comentarle su “deseo” de trasladarse a Barcelona175, donde cree que podrá ser de mayor utilidad al contar con más medios176; además alega que el “Consejo no tardaré en irse”, pero, sobre todo, antepone motivos familiares, pues de inmediato desea llevar a sus hijos, que en ese momento se encontraban en Hendaya177, hasta un pueblo de Cataluña. la Cultura se pretendía dar un nuevo impulso a la Biblioteca, así como llevar a cabo toda una serie de publicaciones y ediciones populares de los clásicos castellanos que diesen a conocer la labor cultural realizada por el Gobierno de la República, que comprenderían desde el Poema del Cid hasta Valle-Inclán. Se anunciaron unas cuantas ediciones, entre las que no se encuentra la preparada por Millares Carlo. Véase, E. GÓMEZ NADAL, “LA CASA DE LA CULTURA” en Labor cultural de la República Española, Valencia, Tierra Firme, 1937, pp. 601-603; M. AZNAR SOLER, “Literatura española y antifascismo (1927.1939)”, II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura (Valencia-Madrid-Barcelona-París, 1937), II. Valencia: Conselleria de Cultura Educació y Ciència de la Generalitat Valenciana, 1987, p. 100, nota 156; “La Casa de la Cultura”, pp. 148-149. 174 En palabras del propio Millares (“Plinio el Joven”, p. 11), la Casas de la Cultura fue fundada por el Gobierno de la República “convencido de que el asedio de Madrid iba imposibilitando el trabajo de investigadores y estudiosos, preparó para ellos en Valencia la llamada Casa de la Cultura, y los trasladó a la misma con sus familiares y útiles de trabajo, convirtiéndola más tarde en un verdadero centro de investigación científica”. 175 Desde sus años de estudiante universitario, influenciado por su profesor Soms y Castelí, se había sentido muy a traído por los estudios sobre temas catalanes, y posteriormente recorrió algunas de sus ciudades visitando los archivos catedralicios para sus tesis doctoral, sobre las bulas papiráceas, que publicó en 1918; un año después se presentó a una cátedra de Latín en la universidad de Barcelona, y esta ciudad le nombró, en abril de 1924, correspondiente de su Academia de Buenas Letras de Barcelona. Desde que se hizo cargo de la cátedra madrileña inició el estudio sobre la historia tipográfica de la Ciudad Condal, presentando sus resultados en 1935, pero detenida su publicación por los dolorosos acontecimientos que sufrió España, hasta que en 1982, debidamente revisado por el autor, pudo ser publicado. Este excelente trabajo se publicó en dos partes separadas en el tiempo y en distintas editoriales a principio de la década de los ochenta del pasado siglo. Las referencias las encontramos en J. A . MOREIRO GONZÁLEZ, “Don Agustín Millares Carlo: La profesión”, pp. 94-95 y 144. Para mayor información sobre lo concerniente a este estudio y sus problemas de publicación, puede verse J. MATEU IBARS, “Agustín Millares Carlo y las bibliotecas de Cataluña. Su estudio referente a obras impresas en Barcelona durante el siglo XVI”, Boletín Millares Carlo, 13 (1994) pp. 201-258. Tampoco olvidemos la cercanía con Francia, donde viajaba con asiduidad para sus trabajos sobre los códices visigóticos, antes y durante su exilio en Valencia, colaborando, incluso, en las tareas docentes de l´École des Chartes. 176 No se involucró en la vida cultural valenciana, pues nunca aparece entre los que acuden y participan en todos los actos que se realizaban en Valencia y en los que tenían un gran protagonismo los intelectuales evacuados desde Madrid, según vemos en M. AZNAR SOLER, “L´aliança d´intelectuals”, pp. 101-316. Tampoco vivió en la Casa de la Cultura, pues sus cartas están datadas en la calle Conde de Altea, 13, entresuelo; aunque no es el único, ya que otros intelectuales lo hicieron en pueblos cercanos a la ciudad, como su presidente, Antonio Machado, que vivió en Rocafort. M. AZNAR SOLER, “La Casa de la Cultura”, pp. 131, 140. 177 Desde finales de 1936 los hijos de Don Agustín se encontraban en Hendaya, mientras que él y su esposa vivían entre esta ciudad, París, Madrid, Barcelona y Valencia. J. A. MORERO GONZÁLEZ, Agustín Millares Carlo, p. 155.Aportaciones a la biobibliografía de Agustín Millares Carlo hasta su |
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