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Poesía y pintura en la escena española de los sesenta: la correspondencia Manolo Millares-Agustín Millares JOSÉ LUIS DE LA NUEZ SANTANA Universidad Carlos III de Madrid (Las Palmas de Gran Canaria) Boletín Millares Carlo, núm. 28. Centro Asociado UNED. Las Palmas de Gran Canaria, 2009. Resumen: En este artículo se estudian los contenidos de la correspondencia manteni-da entre el pintor Manolo Millares y su hermano, el poeta Agustín Millares, durante la dé-cada de los sesenta del pasado siglo. El análisis de las cartas nos revela cuestiones de gran interés de la actividad creadora de ambos, así como del contexto cultural del momento, marcado por la sombra de la dictadura. En este sentido, muchas de las opiniones aquí ex-presadas tienen que ver con la oposición cultural al franquismo. Las cartas nos permiten también aproximarnos a distintos aspectos relacionados con la historia de esta familia de intelectuales. Palabras claves: Poesía, Pintura, Realismo, Abstracción, Antifranquismo, Revistas li-terarias, Ruedo Ibérico, Agustín Millares Sall, Manolo Millares Sall, José María Millares Sall, Juan Millares Carlo, Agustín Millares Carlo, Gabriel Celaya, El Museo Canario. Abstract: This article explores the contents of the correspondence between the pain-ter Manolo Millares and his brother, the poet Agustín Millares, in the 1960s. The analysis of letters reveals very interesting matters of the creative activity of both, as well as the cultural context of the moment, marked by the shadow of dictatorship. In that sense, many of the views expressed here are concerned with the space of cultural opposition to Fran-co. The letters also allow us to approach to different aspects related to family history of these intellectuals. Key words: Poetry, Painting, Realism, Abstraction, Opposition to Franco, Literary re-views, Ruedo Ibérico, Agustín Millares Sall, Manolo Millares Sall, José María Millares Sall, Juan Millares Carlo, Agustín Millares Carlo, Gabriel Celaya, El Museo Canario. En mayo de 1961 se inicia la correspondencia entre los hermanos Agus-tín y Manolo Millares Sall, que recorre prácticamente toda la década, apor-tándonos una preciosa información sobre la actividad creadora de ambos her-manos, así como también sobre el contexto cultural en el que se 72 José Luis de la Nuez Santana desenvuelven sus trabajos respectivos. Las misivas enviadas a Manolo por su hermano desde Las Palmas (un total de 50) pueden ser examinadas en el archivo de Elvireta Escobio (Cuenca), viuda del pintor, mientras que las es-critas por Manolo desde Madrid (48 cartas) se encuentran en el archivo de la familia Millares Cantero (Las Palmas). Como es lógico pensar, en este intercambio epistolar las referencias fa-miliares están continuamente presentes, y se entremezclan frecuentemente con temas propiamente artísticos y literarios, en los que los hermanos están enfrascados. Si se considera que las relaciones entre ellos estuvieron rotas los diez años anteriores, la lectura de estas cartas desvela la consolidación de una nueva etapa, caracterizada por la colaboración sincera y un deseo de entendimiento. También se confirma la especial afinidad que ambos tenían con el padre común, Juan Millares Carlo, el tantas veces citado cariñosamente como «Don Papas», en estos años en el último tramo de su vida. La muerte del padre, recogida con toda su crudeza en estos documentos, se manifiesta como el momento de mayor intensidad dramática de todo el epistolario. A través de estos documentos, desde luego, se puede ahondar en la actividad poética de Agustín Millares, en unos años en los que, además, su producción es importante. Lo mismo sucede con la actividad pictórica de su hermano. En realidad, el contexto que se va perfilando a través de la lectura de estas cartas tiene que ver, sobre todo, con el mundo de la difusión cultural y lite-raria, condicionado por una inclinación política de naturaleza antifranquista, de la que participan los dos protagonistas de estos documentos, aunque se evite, por lo general, la expresión explícita y frecuentemente se opte por el empleo de un lenguaje indirecto en este sentido. EL REENCUENTRO DE DOS HERMANOS El distanciamiento existente entre Manolo y Agustín durante tantos años había sido causado por la seria controversia surgida en el seno del grupo que llevaba la colección poética «Planas de Poesía»1, creada por Agustín, José María y Manolo Millares Sall. Sobre las circunstancias de este enfrentamiento dio su versión llena de reproches el mismo Manolo Millares en una carta di-rigida a Eduardo Westerdahl2. La experiencia sirvió, sin embargo, para con- 1 Existe edición facsímile de estos cuadernos (Gobierno de Canarias, 1994, 2 volú-menes), dirigida por Jesús Páez. 2 «Las razones, por las que me he alejado de Planas de Poesía son tristísimas y lamen-tables Cuando un hombre defiende su independencia, no se presta al juego de ciertas obs-curas manipulaciones más o menos ideológicas, se le persigue, y se le ataca por la espalda y lo que es peor, se le echa de allí donde, por su labor, tiene más derecho que nadie a per-manecer. Tal es mi caso. Yo he sido prácticamente el creador de Planas, pero la colección ha caído poco a poco en manos fanáticas y sectarias y hoy ya nada puedo hacer por ella. Vea Poesía y pintura en la escena española de los sesenta 73 firmar las convicciones del pintor en lo concerniente a la libertad de creación artística, que se veía amenazada por planteamientos como los defendidos por su hermano Agustín, de tipo doctrinario, a favor de un arte realista y en contra de la abstracción. Como consecuencia de esta falta de sintonía, los herma-nos rompieron las relaciones entre ellos, y durante muchos años –práctica-mente una década- reinó la desconfianza. Aunque es un hecho puntual (la invitación para colaborar en un libro de poesías dedicado a Machado que prepara el editor Antonio Pérez)3el que lle-va al pintor a escribir a su hermano por primera vez desde que reside en Madrid, lo cierto es que respondía al deseo de restablecer unas relaciones y romper años de total incomunicación. En estos momentos (mayo de 1961), Manolo pasaba por una excelente situación profesional, como así lo daban a entender los contratos firmados el año anterior con los galeristas Daniel Cor-dier (París) y Pierre Matisse (Nueva York). Esto es, su carrera pictórica se había consolidado de manera clara. Además, muy pronto será padre de su primera hija, Eva. El júbilo de Agustín al recibir noticias directas de su her-mano queda muy bien reflejado en el primer párrafo de la carta con la que responde a la solicitud de su hermano: «Acabo de desplegar y de leer tu car-ta y, lleno de la alegría inmensa que es obvio que pretenda disimular, me pon-go inmediatamente a contestarte»4. La respuesta de Agustín llega hasta su hermano coincidiendo con el nacimiento de su hija. «El doble acontecimien-to —escribe Manolo— me llenó de alegría: porque a la par que me daba un hijo, esa noche me daba un hermano»5. El restablecimiento de las relaciones fraternas, por otro lado, venía a con-firmar la línea de los intereses comunes ante la literatura y especialmente la poesía, de la que mucho se habla en esta correspondencia. Precisamente, la nueva actitud de Manolo hacia su hermano tuvo su manifestación más gene-rosa en el apoyo, económico incluso, que prestó para la edición de una de las obras más importante de Agustín, Habla Viva. Manolo intentó que el libro, el primero del poeta publicado fuera de las islas (Barcelona) lo editara el crí-tico José María Castellet. A este propósito, en octubre de 1962, le escribía a su hermano: «Particularmente tu libro me ha gustado en todos los aspec-tos y la selección no puede ser mejor. Si la Colección Colliure no es un coto los resultados en la portada del último número (Poema de la creación) que es la primera que yo no dirijo. ¡Qué gran labor para un administradorcillo y un poeta llevadizo!» Manolo Millares, Carta personal dirigida a Eduardo Westerdahl (Las Palmas, 10 de junio de 1951). Reproducida en Pilar Carreño Corbella, LADAC, el sueño de los arqueros, Gobierno de Ca-narias, 1990, p. 102. 3 Cfr. Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 14 de mayo de 1961 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). 4 Cfr. Agustín Millares, Carta personal dirigida a Manolo Millares, Madrid, 18 de mayo de 1961 (Archivo familia Elvireta Escobio, Cuenca). 5 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 24 de mayo de 1961 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). 74 José Luis de la Nuez Santana cerrado, «Habla Viva» tiene que encajar naturalmente y con todos los hono-res. Le escribí a Castellet y creo no haberme mordido la lengua en cuanto a la categoría del envío. Tengamos ahora, pues, un poco de paciencia»6. Será finalmente el poeta y editor barcelonés Joaquín Horta quien publique el poe-mario en la colección «Fe de vida»7, contando, como se ha dicho, con la ayu-da económica de Manolo, así como también con la de José Schraibman y Car-los Bosch Millares. Llegado a este punto, en el que es verificable una sintonía entre los dos hermanos en el campo de la poesía, es ineludible preguntarse en qué medi-da las opiniones de Agustín sobre la pintura seguían siendo reticentes con relación a los lenguajes menos complacientes con el realismo, toda vez que fue este asunto el que provocó la agria polémica que acabó por precipitar la separación de los dos hermanos durante tantos años. No son muchas las opor-tunidades que ofrece esta correspondencia a este respecto, aunque sí se pue-den extraer las suficientes como para constatar una evolución de Agustín hacia una postura más abierta y comprensiva hacia el fenómeno del arte con-temporáneo, aunque siga mostrando su predilección por el realismo. Algunos de los nombres de los artistas aquí citados —tal es el caso de José Ortega, Ibarrola y Ricardo Zamorano— participaban en los primeros años la década de los sesenta en las actividades expositivas de «Estampa Popular», grupo de grabadores de temática social, con una clara orientación política, que pre-tendía además una alternativa a la indeterminación del informalismo triun-fante en la España de finales de la década anterior. Precisamente, en torno a la figura de José Ortega se enmarcan dos opiniones de los hermanos que de alguna forma subrayan una postura valorativa de alguna manera coincidente sobre esta alternativa plástica, desde luego, muy alejada formalmente de las aportaciones de Manolo en esos años. La de Agustín proviene de una carta del 30 de mayo de 1961, en la que le confirma a su hermano la recepción del catálogo de una exposición antológica de artistas españoles en la parisina Maison de la Pensée Française: «Recibí el catálogo de París y el cartel anun-ciador de la Exposición. Es lástima que no se pueda apreciar en reproduc-ciones fotográficas la valía de los cuadros expuestos. No obstante, muchos de ellos me han llamado poderosamente la atención. Conociendo mis prefe-rencias, no te extrañará que me haya gustado el de Ortega, titulado «Liber-tad »»8. La respuesta del hermano, en el mes siguiente, pone de relieve cuá-les eran para él los límites de un realismo auténtico, que necesariamente 6 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 10 de octubre de 1962 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). 7 Sobre la confirmación de la aceptación de dicha edición por Horta, Vid. Manolo Milla-res, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 25 de enero de 1963 (Archivo fa-milia Millares Cantero, Las Palmas). 8 Agustín Millares, Carta personal dirigida a Manolo Millares, Las Palmas, 30 de mayo de 1961 (Archivo Elvireta Escobio, Cuenca). Poesía y pintura en la escena española de los sesenta 75 debía reflejar los cambios acaecidos en los lenguajes de la pintura contem-poránea, sin que ello conllevara un esteticismo despreocupado: «Compren-do perfectamente que te gustara Ortega. Como pintor social no hay otro mejor en España. Su acierto está en que, aprovechando ciertas conquistas forma-les del arte contemporáneo, no se aleja de los problemas inmediatos; más bien todo lo contrario, se hunde hiriente en ellos arrancándoles de raíz y echán-dolos al viento de los que sepan ver y oír su lenguaje»9. Por otra parte, las opiniones de Agustín sobre la obra de su hermano fueron siempre muy elo-giosas, aunque no ahondase en la naturaleza de su lenguaje y valorase, por encima de otras consideraciones, su intención crítica. Así se puede ver en el comentario que le escribe a su hermano en marzo de 1963, tras el conoci-miento que tiene de su éxito en la individual en el Ateneo de Madrid: «Ya he leído algunas críticas y por tu última carta me entero de la afluen-cia de público, a pesar de lo reciente de tu otra exposición en Biosca. No cabe duda que tienes trincado, el éxito y la fama, por el beso. Tu arte ha hecho época —no se puede negar— después de dura batalla. (Esto nada tiene que ver con los gustos o preferencias de uno.) El resultado no puede ser más evidente. Adelante, pues, y que el pueblo acabe sintiéndote dentro de él, como sangre de su sangre, como llama de su fuego. Estoy seguro de tu destino, que nada ni nadie podrá impedir. ¡Ojalá estuviera en ésa para compartir contigo la ale-gría de ver marchar tus cosas por tan espléndido camino!»10. Afirmaciones de esta naturaleza, por su rotundidad, despejaban cualquier duda respecto al nivel de tolerancia del poeta ante la obra de su hermano y dejaba muy atrás la época en la que ambos estaban involucrados en la em-presa de «Planas» y Agustín trataba de imponer sus criterios. En sintonía parecida, encontramos el texto extraído de una carta del 14 de mayo de 1966, escrito como consecuencia del éxito de la exposición de Manolo en la gale-ría Buchholz de Munich, así como de la lectura de un artículo del crítico Moreno Galván en la significada revista Triunfo11, publicado por la mismas fechas: «El que «Triunfo», por fin, nos permita saborear el espléndido traba-jo de Moreno Galván sobre tu labor pictórica, así como tus retratos y tu obra a todo color, es un paso en grande hacia el reconocimiento de tu quehacer heroico y humanísimo, para romper barreras y permanencias estéticas que sólo pueden perjudicar al progreso. Me he alegrado muchísimo —repito— de 9 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 12 de junio de 1961 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). 10 Agustín Millares, Carta personal dirigida a Manolo Millares, Las Palmas, 9 de marzo de 1963 (Archivo Elvireta Escobio, Cuenca). 11 Cfr. J.M. Moreno Galván, «Ni con lo bello ni con lo sublime: Millares», Triunfo, nº 205, Madrid-Barcelona, 7 de mayo de 1966. Moreno Galván fue un asiduo colaborador de la re-vista Triunfo, que se editó entre 1962 y 1982 bajo la dirección de Eduardo Haro Tecglen. 76 José Luis de la Nuez Santana que tu efectiva tarea se vea recompensada con la gloria sin paliativos»12. So-lamente un malentendido pareció alterar la buena atmósfera creada entre ambos hermanos respecto a este tema, ya en el tramo final de esta corres-pondencia, como se puede ver en las cartas del 16 y 20 de mayo de 1969. A través del pintor José Luis Fajardo había llegado hasta Manolo la información según la cual su hermano Agustín había mostrado su desacuerdo con los tí-tulos de la serie «Humboldt en el Orinoco», iniciada el año anterior. Su reac-ción no se hizo esperar: «Siguiendo el sano criterio de aclarar todo aquello que pudiera prestarse a equívoco, debo decirte que tales títulos no son pre-tendidos retratos del botánico -cosa que olería a gesto gratuito y surrealis-toide- sino algo más serio»13. A continuación reproducía un texto suyo dedi-cado a esta serie, publicado por la revista alemana Humboldt14, con el fin de aclarar una posición con muestras evidentes de prevención, que su hermano se apresuró a neutralizar en la carta de respuesta, desconcertado ante lo que para él eran atribuciones sin sentido, pues cuando no se tiene un conocimien-to previo sobre una serie pictórica —como era su caso— dar «una opinión sobre ella y sobre sus títulos sería de una osadía rayana en la estupidez»15. Intentó Agustín en dos ocasiones dejar Canarias y trasladarse con su fa-milia a Madrid, cerca de sus hermanos, pues ya por esa época vivía también en la capital José María, otro de los hermanos Millares Sall. El primero de estos intentos parecía casi definitivo y fue la enfermedad del padre y su muerte la que, probablemente, desactivó un plan de vida que, a juzgar por el siguientes texto, proveniente de una carta de octubre de 1964, parecía muy resuelto: «No sé si sabrás que ya tengo decidido pasarme a tu bando madri-leño lo más pronto posible. José Mª ha quedado encargado de realizar las ges-tiones del caso para mi traslado a Trasmediterránea en esa. Manena está con-forme, en vista del porvenir poco venturoso que para los estudios superiores de los niños se nos presenta aquí. Hemos llegado a la conclusión que es la única salida para desenvolverse con bien en esta enrevesada vida. Así es que tus consejos no han sido desoídos. No sé para cuándo será, más… ALEA JACTA EST»16. La respuesta de su hermano ante semejante iniciativa fue de total comprensión y apoyo, pues Manolo entendía que este cambio, por en- 12 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 17 de mayo de 1967 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). 13 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 16 de mayo de 1969 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). 14 Vid. «Opinión sobre la serie de mis cuadros «Humboldt en el Orinoco»», Humboldt, nº 37, Munich, 1969, p. 28. 15 Agustín Millares, Carta personal dirigida a Manolo Millares, Las Palmas, 20 de mayo de 1969 (Archivo Elvireta Escobio, Cuenca). Agustín Millares, Carta personal dirigida a Manolo Millares, Las Palmas, 12 de octubre de 1964 (Archivo Elvireta Escobio, Cuenca). 16 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 10 de diciembre de 1964 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). Poesía y pintura en la escena española de los sesenta 77 cima de otras consideraciones, acabaría beneficiando a la labor poética de Agustín, lo que razonaba, en una carta de diciembre del mismo año, de la si-guiente manera: «No puedes hacer nada mejor. No sólo por lo que supone el poder educar convenientemente a los hijos, sino por las oportunidades que aquí tienes en la Transmediterránea para «subir» liberándote a un tiempo de esa servidumbre que impera en sus oficinas locales. Naturalmente, cuando hablo de oportunidades no aludo al oportunismo; simplemente quiero decir que una mejora económica del «oficinista» Agustín Millares, beneficia-rá enormemente al poeta Agustín Millares integrado al ámbito madrileño»17. Una opinión algo más matizada daría el pintor a su hermano cuando éste le plantee de nuevo, años después, la posibilidad de trasladarse a la capital es-pañola18. Es en los sesenta también cuando el matrimonio Millares-Escobio deci-dió comprarse una casa en la ciudad de Cuenca, que se estaba convirtiendo en esa década en un centro de residencia de muchos artistas plásticos, como Antonio Saura, Gustavo Torner, Gerardo Rueda y Fernando Zóbel, el princi-pal promotor del Museo de Arte Abstracto, que se inaugura en esa ciudad en julio de 1966. En la carta que Manolo le escribe a su hermano en abril de 1965 encontramos una descripción de esta vivienda, aunque el pintor tam-bién advierte que la nueva residencia castellana no podía, en todo caso, su-plir las necesidades de una persona que, como él, necesitaba entrar en con-tacto con el mar periódicamente. «Nos hemos comprado una vieja casa en Cuenca, pequeña, pero con su gran chimenea, un granero en el piso inferior y, más abajo, una cuadra que arreglaré como estudio. Esta casa, de arquitectura popular —probablemente del XVII— nos puede servir como sitio de descanso, fuera de Madrid. Desde sus ventanas dominas un paisaje hermoso y salvaje con el río Júcar debajo, metido casi por entre las rocas pardas y grises. Pero soy hombre de mar, y el interior castellano durante todo el año, me entristece y me pesa. La solu-ción sigue estando en una playa soleada»19. Asimismo, la correspondencia entre los dos hermanos está plagada de referencias a los hijos de ambos, donde los alegres comentarios a propósito de las ocurrencias infantiles se entremezclan con la preocupación por la irrup-ción de la enfermedad y la amenaza seria a la salud de alguno de ellos. No era esto algo que se viviese como muy lejano, pues en los años en los que se escriben estas cartas, en dos ocasiones, los hermanos tuvieron que lamen- 17 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 29 de mayo de 1969 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). 18 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 25 de abril de 1964 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). 19 Vid. Agustín Millares, Carta personal dirigida a Manolo Millares, Las Palmas, 25 de enero de 1963 (Archivo Elvireta Escobio, Cuenca). 78 José Luis de la Nuez Santana tar la muerte de dos sobrinos: un hijo de Luis (Totoyo)20 y una hija de José María21. En otro orden de cosas están, al final de esta correspondencia, los problemas que afectan al hijo primogénito de Agustín —Agustín Millares Cantero—, que fue procesado por el «Tribunal de Orden Público» como con-secuencia de las actividades políticas desarrolladas por éste en la Universi-dad de La Laguna, donde estudiaba Filosofía y Letras22. «DON PAPAS» Era así, de esta forma familiar y cariñosa, como Agustín y Manolo se re-ferían al padre, el profesor y poeta Juan Millares Carlo23, por el que ambos sintieron auténtica veneración24. Represaliado políticamente después de la Guerra Civil, Manolo vivió la humillante situación paterna con auténtico do-lor. Cuando, en 1965, dé a conocer su carpeta de serigrafías «Mutilados de paz», dedicará a su padre esta obra con un breve texto en el que lo reconoce como el «primer mutilado de paz que conocí»25. Por su parte, Agustín com-partía idéntica actitud hacia el padre, a quien dedica una de sus Siete elegías a un tiempo, publicadas en 1960. El poema26 es todo un reconocimiento a la influencia paterna en su individual recorrido por el camino de la poesía. La correspondencia entre los dos hermanos corrobora la fortaleza y na-turaleza de estos sentimientos filiales, con matices que tienen su sentido en el contexto en el que están escritas las cartas. Casi toda la información de interés que se refiere a Juan Millares Carlo precede a su muerte (abril de 1965) o tiene que ver con ésta. Como primer testimonio merece destacarse 20 Vid. doc. cit. 21 Cfr. las cartas del 15 de diciembre de 1968 y 20 de mayo de 1969 escritas por Agus-tín Millares a Manolo Millares (Archivo Elvireta Escobio, Cuenca). 22 Con independencia de su actividad como profesor (que abandonó al ser represaliado después de la Guerra Civil), Juan Millares Carlo (1895-1965) desarrolló una interesante labor poética, colaborando en diversas publicaciones especializadas y usando distintos seudóni-mos, como Santiago Bordón, Juan de la Milla o SILDT. Una antología de su obra más im-portante aparece recogida en la titulada En el silencio grave, editada por Ventura Doreste diez años después de la desaparición del poeta. El Cabildo Insular de Gran Canaria ha edi-tado recientemente (2007-2008) sus obras completas. 23 En sus Memorias de infancia y juventud (Valencia, IVAM, 1998, pp. 51-52), el pintor describe un perfil de su personalidad muy entrañable, lleno de sentida admiración: «Guar-do de mi padre el más hermoso de los recuerdos, ya que siempre le tuve en el más alto concepto. Su calidad intelectual, su inteligencia y su sensibilidad poética nos llenó siempre de claridad, alimentando nuestra propia sangre y nuestras ideas con esa parte de la que hoy me siento deudor». 24 Manuel Millares, Carpeta de serigrafías Mutilados de paz, 1965. 25 Recogido en Agustín Millares, «Elegía a la voz de mi padre», en Poesía unánime 1944- 1966, Las Palmas de G. Canaria, 1967, p. 63. 26 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 17 de diciembre de 1961 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). Poesía y pintura en la escena española de los sesenta 79 un fragmento de una carta de diciembre de 1961, escrita por Manolo como respuesta a otra de su hermano, en la que éste le ha puesto al día sobre un premio de poesía que le han concedido en Las Palmas, al que había optado también su padre, sin éxito alguno. La felicitación de Manolo se ve acompa-ñada por una reflexión sobre la injusta desatención con la que la sociedad isleña ha tratado la obra de su padre y hasta qué punto son ellos, sus hijos, los que, con sus propias realizaciones, deben resarcir esta situación: «Sentí que a Don Papas no le dieran nada. Creo -como tú dices- que se lo merece y ya va siendo hora que se le haga justicia. Pero el caso de Don Papas es muy particular; pertenece a un mal crónico que viene de muy atrás y no se paga con un galardón sino con una manifestación de desagravio. Pero Don Papas está tranquilo porque sabe que, aunque ese día no llegue, noso-tros hemos asumido la tarea de arrancarle día a día, con nuestra actividad, todas las cochinas púas que le han venido clavando en estos últimos veinti-cinco años. Y esta verdad no es una fanfarronada»27. Lo cierto es que dos propuestas, emprendidas desde el ámbito familiar, que contaron con apoyos de determinados sectores de la cultura insular, se tomaron en estos años con el fin de homenajear y reconocer los méritos de Juan Millares Carlo en su actividad como poeta. De ellas estuvo puntualmente informado Manolo por Agustín, lo que propició más de un comentario inte-resante. El primero de estos homenajes, el más modesto, fue el recital poé-tico retransmitido por la emisora Radio Atlántico y protagonizado por tres de los hermanos Millares Sall (José María, Agustín y Jane) y Pino Betancor, es-posa de José María. En una carta de enero de 1962, Agustín le explicaba a su hermano los pormenores de esta lectura, estableciendo una relación final con el contenido citado de la carta anterior de Manolo, toda vez que se asu-mía el mismo propósito: «El acto radiofónico estuvo realmente conmovedor. Te envío el poema que le dediqué a Papá y que leí como prólogo a dicha lec-tura. Comprobarás que está inspirado en una frase que me dirigiste en una de tus últimas cartas: Te estamos sacando, padre, las espinas»28. De mayor calado fue el homenaje que le rindió la ciudad de Las Palmas al poeta en sep-tiembre de 1963, en el que se vieron involucrados no solamente los hijos y miembros cercanos de la familia, sino también escritores y periodistas como Saulo Torón, Rafael O’Shanahan, Luis Doreste, Pedro Perdomo Acedo, Juan Rodríguez Doreste y otros29. En la misiva que escribe en noviembre de 1963, Manolo acusa recibo del envío de recortes de la prensa local sobre dicho acto 27 Agustín Millares, Carta personal dirigida a Manolo Millares, Las Palmas, 25 de enero de 1962 (Archivo Elvireta Escobio, Cuenca). 28 Dicha información se registra en la carta que el padre de los Millares envía a Manolo con fecha del 27 de septiembre de 1963 (Archivo Elvireta Escobio, Cuenca). 29 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 2 de noviembre de 1963 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). 80 José Luis de la Nuez Santana y le ruega a su hermano que sea él el que supervise la preparación de la an-tología de los poemas de su padre: «Tú debes hacerlo. Sabes que Don Papas es inteligente y diferencia entre lo que es hondo y superficial, entre lo hu-mano y lo sentimentaloide»30. Las cartas posteriores en las que los dos hermanos tratan la figura de su padre están señaladas por una creciente preocupación ante su enfermedad y el desenlace final de su muerte, vivida por ambos con enorme pesadumbre. En dos envíos, de noviembre de 1964 y enero del año siguiente, Agustín dibuja un panorama cada vez más preocupante sobre la salud paterna, que lleva a Manolo (15 de febrero) a una respuesta llena de desasosiego, que se ve acen-tuado por la lejanía: «Lo angustioso para mí es estar aquí y no poder hacer nada. Quiero dejar mis asuntos resueltos pero, la verdad, no sé cuándo acabaré pues tengo muchas cosas por medio y son las cosas propias de un hombre al que todos le piden más y más (...) Me encuentro cansado y deshecho. Quisie-ra ir a esa, pero no sé el momento ni el día. Tenedme, por favor, al corriente de todo»31. Fue, además, en este contexto de creciente preocupación familiar por el progreso del cáncer incurable que iba minando la vida del padre, cuan-do se produjo un incidente que marca bien a las claras la posición ideológica de Juan Millares Carlo y de sus hijos frente al hecho religioso: «He tenido que enfrentarme varias veces —escribe Agustín en una car-ta del 20 de febrero— a la bestia negra que pretende conseguir una conver-sión de Don Papas. Incluso ha venido el paje del obispo, con quien he tenido una educada, pero enérgica discusión. No han conseguido nada. Cópiote aquí lo que unos días antes, aún en casa de Yeya, declaró Don Papas en un papel que enarbolo como arma principal. Dice así: «Yo sé que me están catequizan-do; pero no conseguirán nada, porque, en definitiva, yo en nada creo, y mi con-sentimiento no sería sincero»»32. Finalmente, la carta (no conservada) en la que Agustín comunicó los por-menores del inevitable desenlace de la vida del padre a su hermano motivó una respuesta de éste (9 de abril de 1965), en la que le reconoce que su es-crito «me hirió de nuevo como una segunda muerte. La conservaré como uno de mis papeles más queridos porque —¡es curioso!— me ha parecido que era Don Papas mismo quien escribía»33. 30 Agustín Millares, Carta personal dirigida a Manolo Millares, Las Palmas, 20 de febrero de 1965 (Archivo Elvireta Escobio, Cuenca). 31 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 9 de abril de 1965 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). 32 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 29 de noviem-bre de 1965 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). 33 El máximo especialista en la obra de Agustín Millares es autor de dos libros de refe-rencia para ahondar en la vida y la obra del poeta canario: La palabra y la vida (Las Palmas, Viceconsejería de Cultura y Deportes, Gobierno de Canarias, 1989) y Agustín Millares: la obra comprometida (Las Palmas, Cabildo Insular de Gran Canaria, 1995). Poesía y pintura en la escena española de los sesenta 81 UN POETA SOCIAL Coincide el inicio de la correspondencia entre los hermanos Millares, prác-ticamente, con una reactivación de la actividad poética de Agustín en el campo de la edición, sumida desde 1951, una vez finalizada la historia de «Planas de Poesía», en unos años de mutismo, que Jesús Páez34 ha calificado de «exilio interior», lo que no implica en ningún caso que no siguiera haciendo poesía. Reconocido en la historia de la literatura canaria de posguerra como una fi-gura central de la poesía testimonial o social, Agustín Millares Sall era, ade-más, uno de los representantes más sobresalientes del llamado por Sebas-tián de la Nuez «Grupo generacional de los años 40»35, grupo al que pertenecían también los grancanarios Ventura Doreste y Pedro Lezcano, y los tinerfeños Carlos Pinto Grote, Rafael Arozarena, Manuel Castañeda y Julio Tovar. Los dos primeros citados, junto al lucense Ángel Johan y los herma-nos Agustín y José María Millares Sall, son autores de la celebrada Antolo-gía cercada (1947), obra clave de esta generación, que marca los perfiles de su preocupación social. Los hermanos Millares Sall (Agustín, José María y Manolo), por su parte, iniciarían a partir de 1949 la ya citada colección «Pla-nas de Poesía», cuya historia se vio perturbada por los desacuerdos ya seña-lados entre los hermanos y cerrada, finalmente, por decisión gubernativa. Es evidente, por tanto, que no siendo poeta, Manolo conocía muy bien este ambiente, pues no en vano había participado de esa historia común que la joven poesía isleña había fraguado en la posguerra. La connivencia que muchas veces se detecta en esta correspondencia sobre estos temas se ex-plica también porque ambos compartían gustos literarios parecidos y una pre-ocupación por la crítica social que veían necesaria en toda creación, una crí-tica de la que no estaba ausente la intención política, obviamente. Ahora bien, las alusiones políticas en estas cartas se manifiestan normalmente de forma indirecta y a veces críptica; algo que testimonia de manera elocuente hasta que punto la dictadura y la falta de una auténtica libertad de expresión con-tamina las formas más directas y elementales de comunicación interperso-nal. Hay que leer entre líneas, por ejemplo, lo que escribe Manolo sobre los incidentes provocados por la huelga de los mineros asturianos en 1962 y 1963. En una carta de octubre de 1962, le escribe a su hermano: «En estos días precisamente se han celebrado en Madrid los juegos para arreglar cuentas con algunos conocidos. Al que menos le ha tocado ocho años y de nuevo sa-len los papeles y las firmas…»36 Sobre el mismo asunto, insiste más adelan- 34 Vid. Sebastián de la Nuez, Poesía Canaria 1940-1984, Santa C. de Tenerife, Edito-rial Interinsular Canaria, 1986, pp. 12-17. 35 Doc. cit. 36 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 9 de octubre de 1963 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). 82 José Luis de la Nuez Santana te, en una misiva de octubre del año siguiente: «Por aquí están las cosas como siempre. Una hoja circuló con motivo de ciertas cosas sucedidas en el norte. Iba dirigida a Fraga y éste nos contesta -uno por uno- refutando con «prue-bas » la acusación»37. Son varias las ocasiones en las que los hermanos denuncian la poca aten-ción que se presta desde los grandes círculos literarios de la Península a la creación canaria. Este reproche a veces era de tipo más bien genérico y otras veces apuntaba al caso particular de Agustín, que pese a mantener contac-tos con poetas de relieve (Gabriel Celaya, Leopoldo de Luis, etc.) no veía un reconocimiento justo a su contribución, sobre todo en las sucesivas antolo-gías que se iban editando en la posguerra. Manolo era consciente de esta falta de reconocimiento cuando, el 24 de mayo de 1961, le escribe a su hermano, animándole a presentarse al premio Adonais, pues «si la cosa cuaja, empeza-rán a ponerse algunas realidades en su sitio, realidades que también olvida J. María Castellet en su reciente antología sobre poesía española y -en este caso- sin mala intención mas sí por mala información»38. En la respuesta de Agustín (30 de mayo), que desconocía la existencia de una reciente edición italiana de poesía social española de la que le informa también Manolo, éste dirige sus reconvenciones a Gabriel Celaya e integra a su hermano José Ma-ría en el grupo de los afectados por la desatención: «Ignoraba que se hubiese publicado esa Antología «resistente». Ahora bien, lo que no ignoraba es que Celaya en un artículo publicado en Francia sobre la poesía actual española, hizo lo mismo que el recopilador de la anto-logía «italiana», esto es: silenciar los nombres de estos dos arrinconados poe-tas de Gran Canaria. Si bien el de la Antología tiene una explicación, por mala información, no así ocurre con Celaya, que sabe perfectamente que tomó nuestro camino en aquella época heroica de la Antología Cercada y que a ello debe su popularidad actual»39. Sobre los inconvenientes que entrañaba publicar fuera de los grandes centros de edición nacionales (Madrid y Barcelona) escribe el pintor a su hermano en noviembre de 1962, cuando le plantee la posibilidad de editar Habla viva en Barcelona. Las impresiones de Manolo, que sabía muy bien, por experiencia propia, lo importante que era para la consecución del éxito profesional superar los límites de ámbito insular, se extienden también a otros campos de la creación, como era el de la pintura: «En esto del valor —relativo valor— de las generaciones destinadas a ju-gar un papel más o menos importante, depende mucho, como tú sabes, el que 37 Doc. cit. 38 Doc. cit. 39 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 18 de noviem-bre de 1962 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). Poesía y pintura en la escena española de los sesenta 83 estés en Madrid o Barcelona y no en Guadalajara, Chinchón o Alcobendas. Estúpida forma de selección pero que es una triste realidad. Los Sres. críti-cos, de acuerdo con lo que pasa por las grandes ciudades (porque lo demás no cuenta) hacen y componen las listas de los llamados a figurar en el país y en el extranjero como los «cabezas» visibles. Esto pasa en literatura, pintu-ra y -me imagino- que en los demás campos de la actividad humana. En par-te existe una razón, pero no puede olvidarse lo bueno que puede llegar de cualquier provincia o pueblo por muy apartado que éste se encuentre»40. Cierto es también que este asunto, en el que los protagonistas reivindi-can un reconocimiento justo de las aportaciones insulares en las historias y antologías de carácter nacional, tiene un cierre prometedor con la incorpora-ción de la obra de Agustín a la antología Poesía social española contemporá-nea, editada por Leopoldo de Luis en 1965 41. Debe advertirse, además, que las inclinaciones indiscutibles que Agustín mostró hacia la poesía social no le restaron capacidad crítica hacia la obra de algunos de sus más conspicuos representantes en España, como era el caso del tan citado Gabriel Celaya, sobre el que le escribe a su hermano en una carta de octubre de 1962: «Recibí «Mazorcas» de Celaya, cariñosamente dedicado. Le escribiré uno de estos días agradeciéndole el envío. En este libro, Celaya es el mismo Celaya de siempre: irregular en toda la línea. Tiene cosas muy buenas como otras, bastante malas. No me explico como este hombre se olvi-da de la autocrítica y de seleccionar sus poemas. Es una verdadera lástima»42. Todas los poemarios editados por Agustín en los sesenta aparecen, de una forma o de otra, señalados en estas cartas. En algunos casos, estas referencias son mínimas y en otros, como ocurre con la ya citada Habla viva, encontramos mucha información. Como se sabe, la reactivación editorial de la poesía de Agustín, tras los silentes años cincuenta, se inicia con Siete elegías a un tiem-po, obra publicada por El museo Canario en 1960. En una carta de enero de 1963, Manolo le agradece a su hermano el envío de esta obra, transmitiéndo-le a su vez la opinión de Celaya sobre la misma: «Gracias por la separata de El Museo Canario. Conocía las últimas elegías, pero no la primera que me pare-ció francamente buena. Ayer, nuevamente y un segundo, vi a Gabriel y Ampa-ro en una conferencia de Cela en El Ateneo. Me dijeron que habían recibido un admirable cuaderno tuyo. (No hago más que repetir sus palabras)»43. Ya se ha adelantado en el primer apartado de este trabajo cómo la edi-ción de Habla viva fue la que movilizó de manera más intensa la colabora- 40 De todo ello informaba Agustín al pintor en una misiva del 18 de abril de 1965 (doc. cit.). 41 Agustín Millares, Carta personal dirigida a Manolo Millares, Las Palmas, 22 de octu-bre de 1962 (Archivo Elvireta Escobio, Cuenca). 42 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 10 de enero de 1963 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). 43 Doc. cit. 84 José Luis de la Nuez Santana ción entre los dos hermanos, pues se interesó Manolo en que este poemario pudiera ser editado fuera de las islas, inicialmente a través de la colección que dirigía José María Castellet («Collioure») y, finalmente, desechada esa posibilidad, en la editada por Joaquín Horta, «Fe de Vida». Hay otros aspec-tos de este libro, clave en la producción millaresca, que atienden más bien a valoraciones críticas que están recogidas en estas cartas y merecen desta-carse. La mayoría se trata de breves comentarios, a través de los cuales se puede colegir que el libro tuvo buena aceptación en el exterior. El primero de esto comentarios procede del propio editor del libro, Joaquín Horta, cu-yas palabras reproduce Manolo en una carta de enero de 1963. Para Horta, el poemario «merece que se publique. Dice lo que debe decir, cosa en apa-riencia sencilla, pero por muchos olvidada»44. También se ve involucrado en los comentarios sobre este libro nada menos que Alejandro Casona, quien pasa por Canarias en la primavera de 1964. Agustín le escribe a su hermano (abril de ese año) que al dramaturgo «mis cosas le gustaron mucho, en es-pecial «Historia de un lobo», de «Habla viva». Me hizo sonrojar cuando me dijo que «era un gran poeta», y que ya tendría noticias suyas»45. También transmite el pintor a su hermano (febrero de 1965) el juicio favorable de Ca-ballero Bonald46. Más controvertida fue, sin embargo, la crítica que Habla viva suscitó en Canarias, como anota el propio Agustín en una carta de septiem-bre de 1964, donde reprocha a algunos su falta de valentía para apoyar el li-bro en los medios periodísticos: «Ha sido el libro mío más discutido. A unos les ha parecido estupendo, a otros les ha causado decepción. Naturalmente, estos últimos son de factu-ra «opusdeísta». Tan es así, que un artículo de Lázaro Santana contra el li-bro, fue solicitado para reproducir en «Punta Europa», por deseos del ener-gúmeno de Marrero. Carlo Pinto, el poeta de Tenerife, en cambio, arremete contra Lázaro (Júpiter Santana, como le dice Ventura) y defiende mi libro. Sin embargo, ha habido mucho cobarde por estas latitudes, y si bien de palabra han aplaudido mi obra, en el periódico no han dicho ni pío»47. Suceden a Habla viva los títulos Nuevas escrituras48 y La hebra49, el pri-mero publicado prácticamente a la vez que Habla viva. Poco se dice de estos dos nuevos poemarios en las misivas escritas entre los hermanos. En rela- 44 Agustín Millares, Carta personal dirigida a Manolo Millares, Las Palmas, 20 de abril de 1964 (Archivo Elvireta Escobio, Cuenca). 45 Cfr. doc. cit. 46 Agustín Millares, Carta personal dirigida a Manolo Millares, Las Palmas, 9 de septiem-bre de 1964 (Archivo Elvireta Escobio, Cuenca). 47 Este poemario de Agustín Millares Cantero será editado, en 1964, en la colección Tagoro (Las Palmas de G. Canaria). 48 Con este título, Agustín Millares edita un poemario en 1965 (Las Palmas de G. Ca-naria). 49 Doc. cit. Poesía y pintura en la escena española de los sesenta 85 ción con el primero, Agustín le reconoce a Manolo (abril de 1964) que, a la vez que se ha enterado de la inminente publicación de Habla viva, él ya ha «corregido así mismo las pruebas de «Nuevas escrituras». Ambas obras, por tanto, saldrán al unísono. No me puedo quejar»50. Por lo que se refiere a La hebra, libro que editó al año siguiente y además dedicó a su hermano, Agus-tín envió tres poemas del mismo a Antonio Pérez (enero de 1963) con el fin de que fueran integrados en la antología que preparaba Robert Marrast, lue-go editada con el título de La poésie ibérique de combat: anthologie (1966)51. Más resonancia tiene en esta correspondencia Poesía unánime52, la pri-mera de sus antologías, para la que le reitera a su hermano (12 de septiem-bre de1966) que haga el diseño de la portada53. Prologó esta obra el poeta y crítico Isidro Miranda Millares, colaborador de la revista Millares, al que los hermanos tenían en gran estima. Fue el propio Isidro Miranda quien le trans-mitió a Agustín la buena impresión de su hermano por esta obra, como se deduce del siguiente texto, escrito en una carta de marzo de 1967, donde Agustín además se extiende en pormenores sobre la edición: «A través de la carta que le dirigiste a Isidro, conozco tu satisfacción por mi libro «Poesía Unánime». Trabajo costó, y a mí sé que más de la mitad de las vacaciones, pues estuve durantes veinte días, mañana y tarde, metido en la Imprenta Lezcano. Luego fui a Tenerife, a presentar el libro por medio de recitales. Realmente estoy contento del resultado del viaje. Aún en Las Palmas no he hecho la presentación, pero sé que se han vendido muchos ejemplares. Lo importante es cubrir el costo de la edición, alrededor de las 50.000 ptas. (Se hicieron 1.000 ejemplares)»54. Como había sucedido en Habla viva, encontra-mos también sobre este libro algunos comentarios que tiene que ver con la recepción crítica, aunque a juzgar por lo que escribe el autor, éste parece lla-mar más la atención en la prensa y revistas especializadas de la Península que en su propia tierra: «¿Leíste lo que dijo Serrano Plaja, en ABC, sobre mi li-bro? Es lo primero que sale, ya que José Luis Cano me ha prometido una reseña amplia en el próximo INSULA, así como Altares en Cuadernos para el diálogo. José Domingo y Leopoldo de Luis espero que también digan algo. Aquí, en Las Palmas, no han dicho hasta el momento ni pío»55. 50 Cfr. Agustín Millares, Carta personal dirigida a Manolo Millares, Las Palmas, 29 de enero de 1963 (Archivo Elvireta Escobio, Cuenca). 51 Poesía unánime, antología poética de Agustín Millares Cantero, fue publicada, en 1967, en la colección «Hoy por hoy» (Las Palmas de G. Canaria). La obra fue editada por Manuel García Barrera. 52 Cfr. doc. cit. 53 Cfr. Agustín Millares, Carta personal dirigida a Manolo Millares, Las Palmas, 15 de enero de 1968 (Archivo Elvireta Escobio, Cuenca). 54 Cfr. carta 91. 55 Los anteriores se habían celebrado nada menos que en 1911 y habían tenido un ga-nador ilustre: Tomás Morales. 86 José Luis de la Nuez Santana La carrera poética de Agustín en lo sesenta se veía refrendada no sola-mente por su obra, también por algunos premios obtenidos, aunque lo inten-tase también en otras ocasiones, sin reconocimiento alguno. Precisamente, al inicio de la correspondencia con su hermano tenemos noticias de un éxito de Agustín en el ámbito de su carrera literaria, pues, en mayo de 1961, ha-bía conseguido la «Flor Natural» en los Segundos Juegos Florales que se ce-lebraron en su isla56. Sobre este premio escribe en su primera carta a su her-mano: «he salido con la Flor natural (¡qué cursi suena esto!) entre 72 poetas de todo el archipiélago, seguido de Padorno que obtuvo el 2º premio»57. En la misma, Agustín también le informa que quiere presentarse al premio Ado-nais con su Habla viva, animado por los apoyos que ha encontrado en Aleixan-dre y José Hierro58. Manolo le consiguió las bases del Adonais, pero al en-viárselas (junio de 1961), le hizo ver sus reticencias ante un premio poco generoso en su dotación económica y que, además, pese a su prestigio, es-taba controlado por sectores de la cultura española muy conservadores: «Te mando hoy las bases para el Premio Adonais que, tras el prolongado silencio del que prometió procurármelas, he ido a recoger yo mismo. En el terreno económico muy poco representa. Pensé que era más importante. En el del prestigio, podrá estar mejor, pero lo que yo no sabía era que editaba Rialp, conocido portavoz del Opus que dirige Pérez Embid y en donde publican Marrero y otros»59. A la vez, Manolo ofrecía, tanto a Agustín como a José María la opción —cosa que al final no hicieron— de que se presentasen al Premio Antonio Machado, mucho mejor dotado económicamente y ligado a sectores de la resistencia cultural antifranquista60. A finales del mismo año consiguió también Agustín el segundo premio Tomás Morales, premio de re-percusión nacional concedido por la Casa de Colón de Las Palmas. Los co-mentarios que el poeta le escribe a su hermano sobre este premio son muy jugosos porque nos informan de los procedimientos seguidos en concursos de estas características y el comportamiento del jurado, no exento de actua-ciones discutibles: «Paso ahora a darte una buena noticia: Me han concedido el 2º premio de la Casa Colón, esto es, hablando en pesetas, 9.000 del ala. El primero se lo dieron al premio Adonais, Salvador Pérez Valiente y el tercero es un gallego llamado José Díaz Jácome. Sobre el fallo del Jurado debo decirte que estuve empatado hasta el final con Pérez Valiente, y que la abstención de Néstor Álamo (neutro tenía que ser), le dio pie al Presidente, José María Varela (Ca-tedrático de La Laguna) a que pudiera decidir por el que él ya había votado. 56 Doc. cit. 57 Cfr. Ibíd. 58 Doc. cit. 59 Cfr. Ibíd. 60 Agustín Millares, Carta personal dirigida a Manolo Millares, Las Palmas, 6 de diciem-bre de 1961 (Archivo Elvireta Escobio, Cuenca). Poesía y pintura en la escena española de los sesenta 87 Según me dijo luego Alfonso Armas, Varela es íntimo de Pérez Valiente. La decisión, algo arbitraria, no ha empañado en nada mi alegría, pues, no en balde, es el primer certamen de carácter nacional en el que participo. Y, además, las 9.000 ptas. me han venido lloviditas del cielo»61. EL PINTOR EN LOS SESENTA A diferencia de lo que ocurre con su hermano Agustín, esta correspon-dencia no permite reconstruir el desarrollo de la carrera creativa de Manolo durante los sesenta de manera completa; ni siquiera aproximada. Ello no quie-re decir que estas cartas no esclarezcan determinados aspectos de interés sobre ella, como se verá a continuación. Cuando Manolo comenzó el intercambio epistolar con su hermano, José Ayllón ya preparaba la que será una importante monografía sobre su obra62, que se editará al año siguiente. La aparición de la monografía de Ayllón, ade-más, se insertaba en un momento de su evolución pictórica en la que, reafir-mando una tendencia que se inicia con sus primeros homúnculos a finales de lo cincuenta, el volumen de la arpillera, la sugerencia orgánica cargada de hondura dramática, ha adquirido una mayor presencia si cabe y domina por completo el panorama de las conformaciones blanquinegras de sus desgarra-dos cuadros. En «El homúnculo en la pintura actual», el propio pintor había advertido que «el monstruo hace su aparición con la querencia hacia lo orgá-nico »63, y Ayllón precisará que «en la isla, en ese pequeño mundo del que ha pretendido huir, yacen esas momias canarias, y en sus mortajas burdamente cosidas encuentra la respuesta, el medio plástico para disciplinar su hasta entonces más temida forma de la realidad»64. He aquí, por tanto, cómo el crí-tico establece el vínculo entre propuestas plástica y referencia histórica. Huel-ga decir que estas afirmaciones de Ayllón se basaban en vivencias del pin-tor, que siempre recordó sus visitas al Museo Canario como una de sus experiencias juveniles más impactantes. En este contexto se sitúa la solici-tud que le hace el pintor a su hermano en una carta de noviembre de 1961: «El libro sobre arqueología e historia de Canarias me lo mandas cuando bue-namente puedas. (Tengo especial interés en algo donde salgan reproducidas las momias guanches). Pero no dejes correr demasiado el tiempo. Creo que Ayllón ha empezado a escribir el texto. Esta monografía se hará despacio, 61José Ayllón, Millares, París/Nueva York/Madrid, Galería Daniel Cordier/Pierre Matisse Gallery/Galería Biosca, 1962. 62 Manuel Millares, «El homúnculo en la pintura actual», Papeles de Son Armadans, nº 13, Palma de Mallorca, abril de 1959, p. 81. 63 José Ayllón, op. cit., s/p. 64 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 14 de noviem-bre de 1961 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). 88 José Luis de la Nuez Santana pues va a tener un carácter definitivo, al menos como documentación preci-sa y en lo que respecta a reproducciones tanto en color como en blanco y negro»65. En cartas posteriores, Manolo insistió en el libro de historia de Canarias y en las fotos de las momias guanches por separado. Su hermano le mandó, por iniciativa propia, el libro de Joaquín Blanco Montesdeoca, Breve noticia histórica de las Islas Canarias (1957), mientras que del envío de las fotos, encargadas al mantenedor del Museo Canario, José Naranjo66, no exis-te constatación de que finalmente se hiciera. A finales de la década de los cincuenta, Manolo se interesó por una obra dibujística singular, de tipo satírico, basada en imágenes de curas, que conti-nuó en años siguientes67. Como el mismo pintor le comenta a su hermano (noviembre de 1961), a propósito de un dibujo de Antonio Saura publicado por la revista italiana Il Contemporáneo, existía gran parecido entre estos dibujos y los realizados por el pintor aragonés, algo que se explicaba por la influen-cia millaresca: «Siento defraudarte con lo del dibujo de «Il Contemporáneo». Bueno, en realidad sólo te has equivocado a medias. Me explicaré; Hace cerca de cua-tro años, Saura, Elvireta y yo íbamos a editar en París un libro sobre estos tipos. Saura quedó fuertemente impresionado entonces por mis dibujos y la influencia —hoy— sigue patente, sin que tenga nada que ver esto con la gran personalidad de sus cuadros. Pero a lo que íbamos; existe un gran parecido entre mis dibujos y los de Saura y hay que estar familiarizado con ellos para distinguirlos. Queda dicho, pues, que el reproducido en la revista es el de Antonio, y además -las verdades por delante- es estupendo. Pero los cincuenta y tantos que guardo ahora aquí te harían reiterar tu entusiasmo»68. En una carta siguiente (diciembre del mismo año), Manolo le confirma-ría a su hermano que, con independencia de su obra mayor, «también sigue creciendo el número de «animales domésticos» de los que ya te hablé en mi anterior carta»69. También de los primeros sesenta son algunas actividades realizadas por el artista canario que superan los límites conocidos de su obra pictórica o de los conocidos como «artefactos». Son intervenciones de carácter extraor-dinario, por las condiciones espaciales en las que éstas se llevan a cabo, como 65 José Naranjo Suárez fue mantenedor del Museo Canario de Las Palmas de G. Ca-naria hasta 1981. A él se debe una magnífica colección de fotografías, pertenecientes a la fototeca de esta institución grancanaria. 66 Una serie de estos dibujos sobre curas realizados por Millares aparecen en el libro de José Antonio Bravo, Olla de curas, Barcelona, Ediciones Barataria, 2001. 67 Doc. cit. 68 Doc. cit. 69 Las experiencias de Millares en un escaparate de los almacenes madrileños «El Cor-te Inglés» aparecen registradas en el nº 1056 del noticiero NO-DO, del 1 de abril de 1963 («Seis pintores y un escultor escaparatistas. Impacto publicitario en la diana»). Poesía y pintura en la escena española de los sesenta 89 así ocurre con la decoración de un escaparate de unos grandes almacenes70 o la realización de una escenografía para una obra de teatro. Sobre ellas ha-bla el pintor en una carta que envía a su hermano en marzo de 1963: «He tenido unos días, dentro del terreno profesional, verdaderamente singulares y hasta divertidos. Divertido -e interesante como experiencia- el escaparate que he realizado con entera libertad en uno de los comercios más importantes de Madrid, a dos pasos de la Puerta del Sol, y que ha resultado muy bien dentro de mi modo de hacer (que es —naturalmente— no hacer concesiones de ningún tipo). Pero ya verás tú algo en la prensa o en NODO, que de todo hubo. Colaboraron en otros escaparates, conocidos artistas. La segunda experiencia es mi decorado de la obra de teatro «El Porte-ro », del inglés Harold Pinter y que se estrenará pronto en el María Guerre-ro. La maqueta quedó muy ambientada y «oliendo a Millares»71. Además, el pintor añadía a este comentario otro dedicado a un homenaje al escritor Ramón Gómez de la Serna, en el que se había visto implicado, aunque lamentarse la deriva ideológica del escritor de las vanguardias en los últimos años de su vida: «La tercera cosa, en fin, es mi participación a un homenaje de músicos y pintores al fallecido Gómez de la Serna (a quien me cuesta perdonarle sus estúpidos últimos años) y en el que participaron en-tre otros Cristóbal Halfter, Luis de Pablo, Ramón Barce, José Vento, Farre-ras, Manuel Rivera. Se trataba de un cuadro que «ilustrara» la obra de cada compositor. A mí me tocó a Luis de Pablo, pero como no fui aún no sé cómo estuvo la cosa»72. En otro orden de cosas, en este epistolario se mencionan algunos aspec-tos de la obra gráfica hecha por el artista canario en este periodo, concreta-mente sobre la serie «Auto de fe», grabados a punta seca que se habían vis-to precedidos por otros dos para un libro dedicado a Miguel Hernández, que no se editará hasta 1969. Para su realización, Millares contó con el taller del artista griego Dimitri Papageorgiou, aunque la edición fue dirigida por Elvi-reta Escobio. A su hermano Agustín le precisaba algunos datos en una carta del 3 de diciembre de 1966: «Estoy preparando ahora una carpeta con cua-tro grabados a punta seca. Título: «Auto de fe»; tema: autos de la Inquisición basados en textos del Santo Oficio de Canarias de 1520. Edición limitada de 20 ejemplares. Carpeta con mucha miga. Ya la verás»73. 70 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 22 de marzo de 1963 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). 71 Ibíd. 72 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 11 de diciembre de 1968 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). 73 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 31 de enero de 1964 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). 90 José Luis de la Nuez Santana Muy dispersas son las anotaciones que se entresacan de esta correspon-dencia sobre la actividad expositiva del pintor, y tienen que ver, sobre todo, con algunas muestras de trascendencia internacional, como ya se adelantó. Así, a su hermano le comenta (enero de 1964), con bastante entusiasmo, la buena recepción crítica que su individual en la galería romana Odyssia ha te-nido en los medios italianos, citando a críticos del fuste de Enrico Crispolti o Giulio Carlo Argan74. Menos conocida es su participación en una colectiva de arte contemporáneo organizada para celebrar la independencia de Arge-lia, integrada por artistas que simpatizaron con la lucha por la liberación del país norteafricano. En una carta de abril de ese mismo año, Manolo le expli-caba a su hermano pormenores de esta exposición de la siguiente manera: «El día 30 tengo que estar en París. Allí pintaré un cuadro destinado a la exposición internacional de arte moderno que se celebrará en Argelia. He recibido la invitación a través de la embajada de Argelia en París. Esta «mostra» se hace con motivo del aniversario de la independencia del país y han sido invitados todos los artistas que simpatizaron a su tiempo con la causa. Van a crear un museo y yo regalaré mi cuadro como contribución a la cultu-ra popular (casi todos los participantes creo que harán lo mismo)»75. En el otoño de 1964, el matrimonio Millares viajó a los Estados Unidos por primera vez (en el caso de Manolo, sería también la única), con oportu-nidad de la celebración de la Pisttsburgh International76. Manolo le escribe a su hermano en noviembre sobre esta experiencia, mezclando la noticia con otra que tenía que ver con el premio concedido por la crítica de la 3rd. In-ternational Young Artists Exhibition, Europe-Japan, celebrada en Tokio, aun-que tiene interés en subrayar también el especial buen momento del arte español en el ámbito internacional: «Aún tengo en el estómago, sin digerir del todo, la experiencia america-na. Prefiero, pues, para no caer en las puras anécdotas que ya le cuento a Don Papas, esperar unos días hasta poder dar una impresión a lo «hondo» de aquel país tan diferente a Europa. El viaje ha sido tan agotador (no paramos ni un solo instante de invitaciones, de beberíos y de caminar viéndolo todo) que al llegar a Madrid he permanecido en casa y tumbado en cama una semana en-tera. Regresé con los nervios totalmente destrozados. Tal ha sido la tensión… Unos días después de regresar, recibo una buena noticia, pero de más lejos, de Japón; se me comunicaba que en la Bienal Internacional de Arte de Tokyo se me había concedido el «Premio de la Crítica» de pintura, premio, 74 Doc. cit. 75 El Carnegie Institute de Pittsburgh (Pennsilvania, Estados Unidos) organizaba expo-siciones bianuales de carácter internacional en las que participó el pintor canario en varias ocasiones. 76 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 25 de noviem-bre de 1964 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). Poesía y pintura en la escena española de los sesenta 91 al parecer importante, aunque no sé exactamente en qué consiste y en la cuantía. Parece ser que el arte español sigue «pitando» —y también pintan-do— pues en la Bienal de Pittsburgh, razón de nuestro viaje a USA, la apor-tación española fue la mejor si hemos de creer a público y prensa y nuestros artistas se llevaron tres premios»77. Puesto que de exposiciones se trata en este apartado, llama la atención lo que se dice en estas cartas de una que nunca llegó a celebrarse, pese a las expectativas que el artista llegó a generar sobre ella. Nos referimos a una proyectada muestra a inaugurar en Cuba, de la que ya el pintor aporta algu-na noticia en las correspondencias que mantiene con Eduardo Westerdahl78 y Felo Monzón79. Será con su hermano, sin embargo, cuando sea más explí-cito. En la primera de las cartas dirigidas a Agustín que trata el tema, escri-ta en diciembre de 1966, adelanta una fecha aproximada e implica al poeta cubano Nicolás Guillén en un proyecto editorial: «Por fin nos vamos a Cuba el próximo otoño. Es muy posible que publique un libro de grabados con Ni-colás Guillén»80. Casi un año después el pintor rectificará la fecha aproximada, pero dará una información mucho más ajustada, que hace pensar en la abso-luta seguridad con la que se prepara ya en esos momentos dicha exposición: «Acabo de dar los últimos toques a las obras de mi exposición en Cuba. Será —supongo— para la primavera del próximo año. Va un cuadro bastante grande homenaje al «Che» y la exposición, en general, estará dedicada a los guerri-lleros de todo el mundo. En el catálogo, un prólogo del compañero Moreno Galván»81. Lo cierto es que al final pudo más la incertidumbre que el viaje generaba en el artista y éste nunca se llevó a cabo. ARTE Y POLÍTICA Todas las cartas escritas entre los hermanos Millares se insertan en un periodo señalado en España por el impulso del desarrollismo económico y grandes transformaciones sociales que éste conlleva. Sucede todo ello en el marco político de una dictadura, cuya política cultural se ve contestada den-tro y fuera del país por alternativas que pugnan por la defensa de un ideario democrático y la superación del régimen político imperante. No es fácil, en 77 Fondo Westerdahl-Gobierno de Canarias (Santa Cruz de Tenerife). 78 Archivo Monzón-Geara (Las Palmas). 79 Doc. cit. 80 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 29 de mayo de 1968 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). 81 Remitimos al lector a la magnífica síntesis escrita por Mónica Núñez Laiseca, Arte y política en la España del desarrollismo (1962-1968), Madrid, Consejo Superior de Investiga-ciones Científicas, 2006. 92 José Luis de la Nuez Santana todo caso, resumir las líneas maestras de un periodo que ofrece tal variedad de perspectivas como ocurre con este decenio82; pero lo cierto es que los hermanos Millares participaron de una u otra manera en el sector de la con-testación política, sin ninguna ambigüedad. En este sentido debe entenderse lo que en esta documentación se recoge sobre un proyecto editorial tan orien-tado políticamente como fue el de «Ruedo Ibérico»83. Además, el pintor ca-nario participó en dos homenajes a Antonio Machado en espacios muy dis-tintos y se significó por ser uno de los artistas firmantes del manifiesto dirigido al ministro Manuel Fraga Iribarne, a raíz de la represión de la huel-ga minera asturiana de 1962. En la primera de las cartas que el pintor le dirige a su hermano, introdu-ce inmediatamente a éste en el tema de «Ruedo Ibérico», que aparece aquí asociado al nombre del editor y escritor Antonio Pérez, que dirigía los premios de poesía y novela creados por la flamante editorial, uno de los símbolos más reconocidos de la oposición cultural española al franquismo desde el exterior. Son varias las ocasiones en las que se menciona aquí a «Ruedo Ibérico», lo que es entendible si se tiene en cuenta la participación del artista canario en va-rios de los libros que llevan este sello. Conviene recordar que Manolo Milla-res participó con un dibujo en el libro de poesías España canta a Cuba (1962) y fue el autor de la portada de la antología Versos para Antonio Machado (1962). En una carta de mayo de 1961, Manolo intentó movilizar a sus her-manos Agustín y José María para que participaran en la citada antología84, pero como ocurrirá más adelante con el «Premio Machado»85, dicha colaboración no se hizo efectiva. Sí consiguió, por el contrario, que se publicara un poema de Agustín («Aguafuerte») en España hoy (1963), libro colectivo dirigido por Ig-nacio Fernández de Castro y José Martínez que trataba las huelgas asturianas como tema central, incorporando mucha información documental, así como grabados y reproducciones de obras de artista de distintas direcciones plásti-cas, entre ellas una del artista canario86. No todo lo que salió de Ruedo Ibéri-co, sin embargo, contó con la adhesión incondicional del pintor. De esta for-ma crítica juzgaba la publicación de La guerra civil española, libro del británico 82 Editorial creada en París, en 1961, por un grupo de españoles exiliados, entre los que estaban José Martínez Guerricabeitia y Nicolás Sánchez-Albornoz. En poco tiempo se convirtió en una de las plataformas intelectuales más importantes del antifranquismo. En 1965, la editorial comenzó a publicar la revista Cuadernos de Ruedo Ibérico, en la que participaron activamente Fernando Claudín y Jorge Semprúm, exmiembros del Partido Comunista Español. La editorial desapareció en 1982. 83 Cfr. doc. cit. 84 La primera mención a este premio corresponde a una carta del 12 de junio de 1961 (doc. cit.). 85 Sobra la edición de este libro, Manolo le escribe a su hermano en una carta del 25 de septiembre de 1964. 86 Vid. Hugh Thomas, La guerra civil española, París, Ruedo Ibérico, 1961. Poesía y pintura en la escena española de los sesenta 93 Hugh Thomas87: «No sé si te habrá llegado el libro que te anunciaba desde París. Se trata de un estudio de nuestra guerra que, aunque con bastante in-terés por la cantidad de documentos que aporta, no me convence en muchas de sus observaciones. Es indudable que se «huele» la mano británica. El libro tiene también algunos errores importantes en las fechas de los acontecimien-tos. (Estos por culpa de Ruedo Ibérico)»88. Si las ediciones de «Ruedo Ibérico» son toda una muestra de la crecien-te fortaleza de la cultura antifranquista en los sesenta, los homenajes dedi-cados estos años al poeta Antonio Machado en Collioure también represen-tan un gesto cargado de significación con el que se identifican sectores de la cultura contestataria, tanto del exterior como del interior del país. En febre-ro de 1959 se había celebrado el primer homenaje a Machado en la citada lo-calidad francesa, cuando se cumplían veinte años de la muerte del poeta. Por su parte, Manolo Millares acudió al homenaje que organizó «Ruedo Ibérico» en febrero de 1962 en el mismo lugar, un acto en el que el pintor se vio acom-pañado por el crítico José María Moreno Galván y en el que se encontró con escritores e intelectuales españoles, como Vicente Girbau, José Ángel Valen-te, Eugenio de Nora, José Martínez, Manuel Tuñón de Lara, Manuel Lama-na, Carlos Barral, José María Castellet y José Agustín Goytisolo. Enterado Agustín del viaje de su hermano a Collioure, emocionado, le escribe a éste: «Las noticias que me das del homenaje a nuestro gran Machado me llenan de satisfacción; tu presencia allí, de justísimo orgullo. ¡Cuánto me hubiera gustado acompañarles en esta salida al ya famoso Collioure! Leí como pude los recortes de periódicos que me enviaste, y los di a leer a Don Papas. Te los devuelvo adjunto, conforme querías. Sería importante que no se te ex-traviaran, pues para el futuro dan fe de un acto histórico»89. Estuvo también el pintor en el homenaje que se organizó al poeta en la ciudad de Baeza en febrero de 1966. A diferencia de los tranquilos actos de Collioure, el home-naje proyectado en la ciudad jienense, que contaba con la colocación de una cabeza de Machado hecha por Pablo Serrano sobre otra escultura mutilada, fue interrumpido por la policía de manera violenta. En una carta que le es-cribe a su hermano Agustín ese mismo mes, Manolo describe sus impresio-nes sobre este homenaje abortado de la siguiente manera: «Por la tarjeta sabrás que asistí a los actos de Baeza. ¡Pobre don Anto-nio! ¿Qué diablos podía ocurrir en un sitio tan hermoso y tranquilo, lleno todo, desde los cerros lejanos hasta la línea del Guadalquivir, de palabras y versos del gran poeta? 87 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 28 de enero de 1962 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). 88 Agustín Millares, Carta personal dirigida a Manolo Millares, Las Palmas, 9 de marzo de 1962 (Archivo Elvireta Escobio, Cuenca). 89 Doc. cit. 94 José Luis de la Nuez Santana La bestia sigue en pie, alerta en sus uniformes, que hacía un extraño con-traste sobre la lluvia suave de un cielo gris transparente y una hierba verde y húmeda. La carga fue impresionante y yo llegué a Madrid por casualidad. (las barbas parecían ser los buscados preferidos (Sastre, Moreno Galván, Se-rrano…) ¡Recuerdos del primer encuentro —creo de Lorca-Machado! (en la plaza de Úbeda, el bronce del general Saro tiene agujeros de fusilado por los milicianos del 36)»90. En septiembre de 1963 se dio a conocer el «Documento dirigido por 102 intelectuales españoles a Fraga Iribarne», originado como consecuencia de la dura represión con la que se quiso sofocar la huelga minera asturiana iniciada el año anterior. Al enterarse del gesto de su hermano, que había sido uno de los firmantes de dicho documento, Agustín, en octubre de ese año, le escribe: «Tu nombre, entre otros, fue dado al aire como firmante del magnífico documento acusador. Ha causado gran sensación e indignación en la patria chica que, por fin, parece que despierta. Te felicito por tu valiente decisión, así como a todos los amigos de esa, entre ellos Moreno, Celaya, Zamorano»91. En cartas poste-riores, Manolo volvió a tocar el tema, pues el asunto de las firmas se saldó con represalias, algunas más previsibles (el pintor fue procesado, como todos los firmantes) que otras. Ya en enero del año siguiente, le escribía a Agustín: «Después de todas las historias de aquí que ya conoces, parece que hay una consigna solapada de venganza. Por lo pronto, el texto que le escribí a la mujer de Westerdahl para su exposición en el Ateneo, prohibieron su publica-ción por el solo hecho de haberlo escrito yo. Ahora me entero que el mural de la Casa del Marino, en Las Palmas, que me habían encargado, ya no puedo hacerlo. El Sr. Pérez de la Barrera o no sé cuántos, jefecillo provincial en el puerto, le ha dicho a César que la medida la han tomado por lo de las firmas»92. Por lo general, los ambientes culturales descritos por el pintor cana-rio en las cartas dirigidas a su hermano Agustín están frecuentados por mu-chos escritores, con los que comparte frecuentemente una inquietud social y política Valga como botón de muestra el siguiente comentario entresacado de una carta de enero de 1964, sobre un homenaje al poeta Carlos Álvarez: «El otro día asistimos a una cena-homenaje a Carlos Álvarez, ya sabes, el poeta que anda de veraneo (o invierno). Fue un acto muy cariñoso y simpá-tico. Te envío la tarjeta para que sepas el porqué de la cena. He tenido allí una agradable charla con Antonio Ferres. Allí, también, nos enteramos de una triste e irreparable noticia: la muerte, por accidente automovilístico, del jo-ven novelista Martín Santos, el autor de «Tiempo de Silencio»»93. 90 Doc. cit. 91 Doc. cit. 92 Doc. cit. 93 Doc. cit. Poesía y pintura en la escena española de los sesenta 95 A medida que avanza la década, parece que ese ambiente de inquietudes compartidas se agita cada vez más y aumenta el nivel de incidencia de la con-testación social y política en el marco de la dictadura. Que esto es así lo sa-bemos ahora porque es una realidad histórica incontestable; pero bien lo de-bieron percibir también los hermanos Millares a juzgar por lo que escriben en algunas cartas. Hay incluso espacio para una visión esperanzadora, como la que transmite Manolo a su hermano en una misiva de mayo 1966, cuando comunica la aparición de la antológica Mourir d´Espagne: El domingo salí de excursión a Burgos (provincia) con Moreno Galván y Daniel Zarza. También he visto a otros amigos poetas y recibido a ciertas comisiones de ayuda. El ambiente está cargado y la juventud —cuantitativa-mente— se despierta. ¡¡Bien!! La gran colección poética francesa «Grand Ecart» ha publicado «Mourir d´Espagne» con la colaboración de 15 poetas españoles contemporáneos, Rafael Alberti y dibujos de Zamorano, Saura, Iba-rrola, Ortega, Millares… y el gran maestro Picasso»94. REVISTAS: UN PROYECTO FALLIDO Y UN LOGRO También esta correspondencia nos aproxima al mundo de las revistas cul-turales, sobre todo locales, aunque es de señalar los comentarios elogiosos que el pintor dirige a Il Contemporáneo, una admirable publicación cultural italiana de este periodo95. Por lo que se refiere a las revistas locales, dos nombres resaltan en estas cartas: Tamaragua y Millares. El primero es el de una revista que nunca existió, pero sobre cuya preparación avanzó muchos datos Agustín a su hermano. La idea para crear dicha revista literaria en Las Palmas partió de Pedro Gómez Cantolla, que había dirigido la prestigiosa re-vista santanderina Proel y a la sazón era Delegado de la Vivienda en Las Pal-mas. Pese a su procedencia falangista (Manolo muestra su recelo a este res-pecto), Agustín lo califica de «magnífica persona, y hombre escarmentado de muchas cosas y lanzado a una actitud progresista»96, cuando le escribe por primera vez a su hermano (30 de mayo de 1961) sobre los preparativos para la edición de la publicación. El proyecto –en el que estaban implicados tam-bién Ventura Doreste y Pedro Lezcano- es ambicioso y se plantea con miras nacionales. Para el año siguiente están tan adelantados los preparativos, que en la carta del 9 de marzo Agustín adelanta a su hermano los que serán las colaboraciones del primer número: 94 Cfr. Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 30 de septiembre de 1961 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). 95 Doc. cit. 96 Doc. cit. 96 José Luis de la Nuez Santana «Ensayos - Castellet, Ventura Doreste y Lain. Poesía - Aleixandre, Perico Lezcano y yo. Crónicas - Nora, Guillermo de Torre, Avendaño, Hierro, etc. Notas sobre libros - Ilustraciones - Tú y Antonio Padrón. Textos antológicos de Galdós. (...) La revista constará de unas 100 págs. y su tamaño será como el del tomo de las Rosas de Hércules últimamente publicado por Lezcano»97. Lo cierto es que, a pesar de todas estas previsiones, finalmente, la pu-blicación no vio la luz y quedo, muy probablemente, como una de las inicia-tivas literarias más frustrantes de todas en las que se vio involucrado Agus-tín Millares. Una historia distinta corresponde a la revista Millares98. La primera noti-cia al respecto surge de una carta que escribe Agustín a su hermano a princi-pios de 1964, donde explica el alcance del protagonismo familiar en esta nueva propuesta editorial: «Estamos metidos ahora en una gran empresa familiar. Se trata de una revista, en la que sólo podrán colaborar los pertenecientes al tron-co Millares. La comisión está compuesta por Pepé, Carlos Bosch, Agustín Bosch, Periquito (el hijo de Nene), José M.ª y yo. Es una comisión provisio-nal, en la que se dará entrada a los que lo deseen. Tú, por ejemplo, aunque lejos podrás prestarnos primordial y decisiva ayuda. ¿Podrías hacernos una portada? ¿Podrías también enviarnos colaboración pictórica y literaria?»99. El pintor colaboró, efectivamente, en el diseño de la portada, y también en la inserción de un grabado suyo en el cuarto número de esta publicación; pero su contribución de mayor interés estuvo en su texto «Cuadro sin nú-mero », que aparecerá en el segundo número. El pintor le explica a su her-mano sobre este texto que «no se trata de un poema —en el sentido estric-to de la palabra— y menos aun de unos versos. Lo que te mando es una continuación de mi propia pintura hecha palabra, donde el carácter de «obje-to plástico» se impone a través de un alegato de protesta»100; una protesta —añadimos— que, aunque no de forma directa, está dirigida a la España ofi- 97 Se publicaron doce números de esta revista, con periodicidad trimestral, siendo el primer número el de julio-septiembre de 1964 y el último el de abril-julio de 1967. Fue su director el tinerfeño Alfonso García Ramos. Aunque, como apunta Agustín Millares en esta carta, lo que se perseguía con esta publicación era dar a conocer los trabajos de miembros de la familia Millares en toda su extensión, lo cierto es que colaboraron, so-bre todo en los últimos números, autores ajenos a ella. Tal es el caso de Lázaro Santana, Manuel González Barrera, Alfonso O’Shanahan y Juan Rodríguez Doreste. 98 Agustín Millares, Carta personal dirigida a Manolo Millares, Las Palmas, 29 de enero de 1964 (Archivo Elvireta Escobio, Cuenca). 99 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, [Madrid}, octubre de 1964 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). 100 Agustín Millares, Carta personal dirigida a Manolo Millares, Las Palmas, 1 de noviem-bre de 1964 (Archivo Elvireta Escobio, Cuenca). Poesía y pintura en la escena española de los sesenta 97 cial de la época, representada por un régimen político empeñado en normali-zar la vida cotidiana de sus habitantes desde una conformidad exigida. «Con-formidad » es, efectivamente, el término clave en este escrito del pintor, el que da un sentido unitario a su visión crítica de un mundo social falsamente tranquilo y apacible, veinticinco años después de acabada la Guerra Civil. «Cuadro sin número» fue muy bien valorado por Agustín, a juzgar por lo que le escribe a su hermano en noviembre de 1964, una vez ha tenido conoci-miento del texto: «Tu Cuadro sin número es estupendo. Esto no lo digo por pura fórmula, procedimiento que —tú que me conoces bien— sabes que no empleo ni me gusta emplear. Tanto me ha gustado tu «pintura hecha pala-bra » que la he dado a conocer con verdadero placer a los amigos y he resuelto -espero que des tu conformidad- que salga en el 2.º número de la revista MILLARES»101. No fue muy condescendiente el pintor, sin embargo con esta aventura intelectual de la familia, y si bien supo reconocer los logros, fue también im-placable en sus comentarios con algunas de las colaboraciones, al menos las de los dos primeros números, que son los que en esta correspondencia apa-recen destacados. En los siguientes términos le escribía a su hermano (25 de septiembre de 1964) sus impresiones sobre el primer número de la re-vista: «Recibí la flamante revista de la familia. La verdad, esperaba que saliera peor, aunque tiene defectos que se pudieron haber corregido. Me refiero a la burda colaboración de Eduardo, y a su acompañante literario. Ambos desen-tonan dentro de cualquier revista que tenga cierto rigor. (Al menos, desen-tonan con una colaboración como esa). En cuanto al resto, me parece que ha sido la parte poética la que tiene más categoría junto al ensayo de los herma-nos Millares sobre Galdós y al estudio del Lothar II (el hijo de Angelina), quien se desenvuelve con seriedad en el tema que desarrolla (muy poca cosa el tema, hay que decirlo) y con un castellano adecuado y correcto, cosa que no le pasa al ilustre Dr. Juan Bosch Millares, que cada vez escribe peor, que ya es decir. Lo de Isidro me pareció flojo y propio para la prensa local. Esas elucubraciones quedan un tanto infantiles y pasadas. El cuento de nuestro Millares Torres queda perfectamente encajado en su tiempo, lo que significa que siempre tendrá validez y especial interés»102. Sin abandonar en ningún caso su análisis crítico, Manolo Millares supo ver, sin embargo, una mejora notoria en el segundo número de la revista, mejora que resumía a Agustín al comienzo de una carta de enero de 1965: «Este número, efectivamente, ha quedado mucho mejor que el anterior. Se sale del marco familiar o, si quieres, «provinciano», para meterse en proble- 101 Doc. cit. 102 Agustín Millares, Carta personal dirigida a Manolo Millares, Las Palmas, 11 de ene-ro de 1965 (Archivo Elvireta Escobio, Cuenca). 98 José Luis de la Nuez Santana máticas de más envergadura científica y literaria que nada tienen que ver con los tímidos y sentimentales individualismos de un clan»103. UN FAMILIAR ILUSTRE Miembro renombrado de ese clan al que se refería Manolo Millares era el documentalista y profesor Agustín Millares Carlo. Durante estos años re-partía sus actividades entre España y Venezuela, donde daba clases (Univer-sidad de Zulia, Maracaibo). Esa era su situación profesional, cuando saltó la noticia —transmitida por Manolo en abril de 1962— de que había sido nom-brado Director técnico de la Casa de Colón, lo que provocó un comentario de Agustín en una carta del 28 del mismo mes en la que expresaba sus es-peranzas con este nombramiento: «Espero que el tío Agustinito lo convierta en un lugar de estudio y de inquietudes espirituales. Por lo pronto, en el Ins-tituto Bibliográfico que en él se va a crear, figuramos, con Agustín como Di-rector, Ventura Doreste, Manolo Hernández y yo como jefes técnicos. Vere-mos a ver lo que se puede hacer»104. Sin embargo, este proyecto ilusionante resultó inviable debido a intereses contrarios de los familiares del reconoci-do intelectual, que renunció al cargo, como confiesa de manera un tanto ve-lada el propio sobrino en la carta que le envía a Manolo en diciembre del mis-mo año. A su vez, Agustín añadía una valoración de la situación de la institución grancanaria en estos momentos que revelaba hasta que punto se sentía ajeno a las directrices de sus responsables: «Por un lado me he ale-grado, pues la Casa de Colón está ahora más que nunca en manos de los in-condicionales. Algo así como la revista ADONAIS. Acaban de darle el premio de Teatro (30.000.- ptas.) a Sebastián Sosa Álamo. El jurado estaba compuesto por Joaquín Artiles, Prudencio Guzmán, Pedro Lezcano, etc. El único algo enterado es Perico, pero los demás…»105. 103 Agustín Millares, Carta personal dirigida a Manolo Millares, Las Palmas, 28 de abril de 1962 (Archivo Elvireta Escobio, Cuenca). 104 Agustín Millares, Carta personal dirigida a Manolo Millares, Las Palmas, 4 de diciem-bre de 1962 (Archivo Elvireta Escobio, Cuenca). Poesía y pintura en la escena española de los sesenta 99 Carta de Manolo Millares (14 de mayo de 1961). QUl'140 ••UII: .11_'01110 l"l'n,a1l"oo\Ol' 4. la ~01'. 0.1'..... il:l.lt,or:1&J. RIlec10 lbfrlo.(coll ..... ,_ I'orh) ••tl p...1ldo .1101 dI•• ,. Ibdrld."t. l'&rO.-qllO liD OtrlOO pr.ol ••••Il\. l..!.. OU'&lltor!aUo•• 4. aqv.ol O\N.a1llhtro do '0Upo :u. ,Jl1 ha 0.01 IIU'1.alldo poreoaaJo oh DOII 1'.pa.~. 1111 JOT.JI pOJot...dll1laleo. 11l:raU15abl••_, .allSo d. Oto.re l' 4. eoala••• 011 nJI,q\lO 1& .a"_ por dotldo YO_ loo' Uru. n •••• l'&r1o J l. lo "'••• }la(Ir14IJ o.olldo O~ o!l-oolll; r&l'U< .11 Ro.... ' ...oribe 0.0840 II1gll 1l ~.bl. "t~. h .. bi •••••'. h_br. \1". 011. pr07'O\O \111 Ubn 4t410 1I&0h&40 0011 1-. ooJl'l;rl'blld611 do la ptIo.r. Jo'ull ••paliQlA do allUIlUoo 1 '1 oltsll1t1ooo1f1l.. Ho_. hablAdo el. U 7 40 Jo.' M&r1 ... CollOOo OONlI _ ..~ q•• h. ldd. cJl o••• 1,••bt'· 011 101 l1two. ,s. 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Calificación | |
Título y subtítulo | Poesía y pintura en la escena española de los sesenta: la correspondencia Manolo Millares-Agustín Millares |
Autor principal | Nuez Santana, José Luis de la |
Entidad | Universidad Nacional de Educación a Distancia (España). Centro Asociado de Las Palmas (Las Palmas de Gran Canaria) |
Publicación fuente | Boletín Millares Carlo |
Numeración | Número 28 |
Sección | Arte |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Las Palmas de Gran Canaria |
Editorial | Centro Regional Uned |
Fecha | 2009 |
Páginas | p. 071-102 |
Materias | Cultura ; Literatura ; Filosofía ; Historia ; Canarias |
Enlaces relacionados | Enlace al editor: http://www.boletinmillarescarlo.es/index.php/BMC/index |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 229259 Bytes |
Texto | Poesía y pintura en la escena española de los sesenta: la correspondencia Manolo Millares-Agustín Millares JOSÉ LUIS DE LA NUEZ SANTANA Universidad Carlos III de Madrid (Las Palmas de Gran Canaria) Boletín Millares Carlo, núm. 28. Centro Asociado UNED. Las Palmas de Gran Canaria, 2009. Resumen: En este artículo se estudian los contenidos de la correspondencia manteni-da entre el pintor Manolo Millares y su hermano, el poeta Agustín Millares, durante la dé-cada de los sesenta del pasado siglo. El análisis de las cartas nos revela cuestiones de gran interés de la actividad creadora de ambos, así como del contexto cultural del momento, marcado por la sombra de la dictadura. En este sentido, muchas de las opiniones aquí ex-presadas tienen que ver con la oposición cultural al franquismo. Las cartas nos permiten también aproximarnos a distintos aspectos relacionados con la historia de esta familia de intelectuales. Palabras claves: Poesía, Pintura, Realismo, Abstracción, Antifranquismo, Revistas li-terarias, Ruedo Ibérico, Agustín Millares Sall, Manolo Millares Sall, José María Millares Sall, Juan Millares Carlo, Agustín Millares Carlo, Gabriel Celaya, El Museo Canario. Abstract: This article explores the contents of the correspondence between the pain-ter Manolo Millares and his brother, the poet Agustín Millares, in the 1960s. The analysis of letters reveals very interesting matters of the creative activity of both, as well as the cultural context of the moment, marked by the shadow of dictatorship. In that sense, many of the views expressed here are concerned with the space of cultural opposition to Fran-co. The letters also allow us to approach to different aspects related to family history of these intellectuals. Key words: Poetry, Painting, Realism, Abstraction, Opposition to Franco, Literary re-views, Ruedo Ibérico, Agustín Millares Sall, Manolo Millares Sall, José María Millares Sall, Juan Millares Carlo, Agustín Millares Carlo, Gabriel Celaya, El Museo Canario. En mayo de 1961 se inicia la correspondencia entre los hermanos Agus-tín y Manolo Millares Sall, que recorre prácticamente toda la década, apor-tándonos una preciosa información sobre la actividad creadora de ambos her-manos, así como también sobre el contexto cultural en el que se 72 José Luis de la Nuez Santana desenvuelven sus trabajos respectivos. Las misivas enviadas a Manolo por su hermano desde Las Palmas (un total de 50) pueden ser examinadas en el archivo de Elvireta Escobio (Cuenca), viuda del pintor, mientras que las es-critas por Manolo desde Madrid (48 cartas) se encuentran en el archivo de la familia Millares Cantero (Las Palmas). Como es lógico pensar, en este intercambio epistolar las referencias fa-miliares están continuamente presentes, y se entremezclan frecuentemente con temas propiamente artísticos y literarios, en los que los hermanos están enfrascados. Si se considera que las relaciones entre ellos estuvieron rotas los diez años anteriores, la lectura de estas cartas desvela la consolidación de una nueva etapa, caracterizada por la colaboración sincera y un deseo de entendimiento. También se confirma la especial afinidad que ambos tenían con el padre común, Juan Millares Carlo, el tantas veces citado cariñosamente como «Don Papas», en estos años en el último tramo de su vida. La muerte del padre, recogida con toda su crudeza en estos documentos, se manifiesta como el momento de mayor intensidad dramática de todo el epistolario. A través de estos documentos, desde luego, se puede ahondar en la actividad poética de Agustín Millares, en unos años en los que, además, su producción es importante. Lo mismo sucede con la actividad pictórica de su hermano. En realidad, el contexto que se va perfilando a través de la lectura de estas cartas tiene que ver, sobre todo, con el mundo de la difusión cultural y lite-raria, condicionado por una inclinación política de naturaleza antifranquista, de la que participan los dos protagonistas de estos documentos, aunque se evite, por lo general, la expresión explícita y frecuentemente se opte por el empleo de un lenguaje indirecto en este sentido. EL REENCUENTRO DE DOS HERMANOS El distanciamiento existente entre Manolo y Agustín durante tantos años había sido causado por la seria controversia surgida en el seno del grupo que llevaba la colección poética «Planas de Poesía»1, creada por Agustín, José María y Manolo Millares Sall. Sobre las circunstancias de este enfrentamiento dio su versión llena de reproches el mismo Manolo Millares en una carta di-rigida a Eduardo Westerdahl2. La experiencia sirvió, sin embargo, para con- 1 Existe edición facsímile de estos cuadernos (Gobierno de Canarias, 1994, 2 volú-menes), dirigida por Jesús Páez. 2 «Las razones, por las que me he alejado de Planas de Poesía son tristísimas y lamen-tables Cuando un hombre defiende su independencia, no se presta al juego de ciertas obs-curas manipulaciones más o menos ideológicas, se le persigue, y se le ataca por la espalda y lo que es peor, se le echa de allí donde, por su labor, tiene más derecho que nadie a per-manecer. Tal es mi caso. Yo he sido prácticamente el creador de Planas, pero la colección ha caído poco a poco en manos fanáticas y sectarias y hoy ya nada puedo hacer por ella. Vea Poesía y pintura en la escena española de los sesenta 73 firmar las convicciones del pintor en lo concerniente a la libertad de creación artística, que se veía amenazada por planteamientos como los defendidos por su hermano Agustín, de tipo doctrinario, a favor de un arte realista y en contra de la abstracción. Como consecuencia de esta falta de sintonía, los herma-nos rompieron las relaciones entre ellos, y durante muchos años –práctica-mente una década- reinó la desconfianza. Aunque es un hecho puntual (la invitación para colaborar en un libro de poesías dedicado a Machado que prepara el editor Antonio Pérez)3el que lle-va al pintor a escribir a su hermano por primera vez desde que reside en Madrid, lo cierto es que respondía al deseo de restablecer unas relaciones y romper años de total incomunicación. En estos momentos (mayo de 1961), Manolo pasaba por una excelente situación profesional, como así lo daban a entender los contratos firmados el año anterior con los galeristas Daniel Cor-dier (París) y Pierre Matisse (Nueva York). Esto es, su carrera pictórica se había consolidado de manera clara. Además, muy pronto será padre de su primera hija, Eva. El júbilo de Agustín al recibir noticias directas de su her-mano queda muy bien reflejado en el primer párrafo de la carta con la que responde a la solicitud de su hermano: «Acabo de desplegar y de leer tu car-ta y, lleno de la alegría inmensa que es obvio que pretenda disimular, me pon-go inmediatamente a contestarte»4. La respuesta de Agustín llega hasta su hermano coincidiendo con el nacimiento de su hija. «El doble acontecimien-to —escribe Manolo— me llenó de alegría: porque a la par que me daba un hijo, esa noche me daba un hermano»5. El restablecimiento de las relaciones fraternas, por otro lado, venía a con-firmar la línea de los intereses comunes ante la literatura y especialmente la poesía, de la que mucho se habla en esta correspondencia. Precisamente, la nueva actitud de Manolo hacia su hermano tuvo su manifestación más gene-rosa en el apoyo, económico incluso, que prestó para la edición de una de las obras más importante de Agustín, Habla Viva. Manolo intentó que el libro, el primero del poeta publicado fuera de las islas (Barcelona) lo editara el crí-tico José María Castellet. A este propósito, en octubre de 1962, le escribía a su hermano: «Particularmente tu libro me ha gustado en todos los aspec-tos y la selección no puede ser mejor. Si la Colección Colliure no es un coto los resultados en la portada del último número (Poema de la creación) que es la primera que yo no dirijo. ¡Qué gran labor para un administradorcillo y un poeta llevadizo!» Manolo Millares, Carta personal dirigida a Eduardo Westerdahl (Las Palmas, 10 de junio de 1951). Reproducida en Pilar Carreño Corbella, LADAC, el sueño de los arqueros, Gobierno de Ca-narias, 1990, p. 102. 3 Cfr. Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 14 de mayo de 1961 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). 4 Cfr. Agustín Millares, Carta personal dirigida a Manolo Millares, Madrid, 18 de mayo de 1961 (Archivo familia Elvireta Escobio, Cuenca). 5 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 24 de mayo de 1961 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). 74 José Luis de la Nuez Santana cerrado, «Habla Viva» tiene que encajar naturalmente y con todos los hono-res. Le escribí a Castellet y creo no haberme mordido la lengua en cuanto a la categoría del envío. Tengamos ahora, pues, un poco de paciencia»6. Será finalmente el poeta y editor barcelonés Joaquín Horta quien publique el poe-mario en la colección «Fe de vida»7, contando, como se ha dicho, con la ayu-da económica de Manolo, así como también con la de José Schraibman y Car-los Bosch Millares. Llegado a este punto, en el que es verificable una sintonía entre los dos hermanos en el campo de la poesía, es ineludible preguntarse en qué medi-da las opiniones de Agustín sobre la pintura seguían siendo reticentes con relación a los lenguajes menos complacientes con el realismo, toda vez que fue este asunto el que provocó la agria polémica que acabó por precipitar la separación de los dos hermanos durante tantos años. No son muchas las opor-tunidades que ofrece esta correspondencia a este respecto, aunque sí se pue-den extraer las suficientes como para constatar una evolución de Agustín hacia una postura más abierta y comprensiva hacia el fenómeno del arte con-temporáneo, aunque siga mostrando su predilección por el realismo. Algunos de los nombres de los artistas aquí citados —tal es el caso de José Ortega, Ibarrola y Ricardo Zamorano— participaban en los primeros años la década de los sesenta en las actividades expositivas de «Estampa Popular», grupo de grabadores de temática social, con una clara orientación política, que pre-tendía además una alternativa a la indeterminación del informalismo triun-fante en la España de finales de la década anterior. Precisamente, en torno a la figura de José Ortega se enmarcan dos opiniones de los hermanos que de alguna forma subrayan una postura valorativa de alguna manera coincidente sobre esta alternativa plástica, desde luego, muy alejada formalmente de las aportaciones de Manolo en esos años. La de Agustín proviene de una carta del 30 de mayo de 1961, en la que le confirma a su hermano la recepción del catálogo de una exposición antológica de artistas españoles en la parisina Maison de la Pensée Française: «Recibí el catálogo de París y el cartel anun-ciador de la Exposición. Es lástima que no se pueda apreciar en reproduc-ciones fotográficas la valía de los cuadros expuestos. No obstante, muchos de ellos me han llamado poderosamente la atención. Conociendo mis prefe-rencias, no te extrañará que me haya gustado el de Ortega, titulado «Liber-tad »»8. La respuesta del hermano, en el mes siguiente, pone de relieve cuá-les eran para él los límites de un realismo auténtico, que necesariamente 6 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 10 de octubre de 1962 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). 7 Sobre la confirmación de la aceptación de dicha edición por Horta, Vid. Manolo Milla-res, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 25 de enero de 1963 (Archivo fa-milia Millares Cantero, Las Palmas). 8 Agustín Millares, Carta personal dirigida a Manolo Millares, Las Palmas, 30 de mayo de 1961 (Archivo Elvireta Escobio, Cuenca). Poesía y pintura en la escena española de los sesenta 75 debía reflejar los cambios acaecidos en los lenguajes de la pintura contem-poránea, sin que ello conllevara un esteticismo despreocupado: «Compren-do perfectamente que te gustara Ortega. Como pintor social no hay otro mejor en España. Su acierto está en que, aprovechando ciertas conquistas forma-les del arte contemporáneo, no se aleja de los problemas inmediatos; más bien todo lo contrario, se hunde hiriente en ellos arrancándoles de raíz y echán-dolos al viento de los que sepan ver y oír su lenguaje»9. Por otra parte, las opiniones de Agustín sobre la obra de su hermano fueron siempre muy elo-giosas, aunque no ahondase en la naturaleza de su lenguaje y valorase, por encima de otras consideraciones, su intención crítica. Así se puede ver en el comentario que le escribe a su hermano en marzo de 1963, tras el conoci-miento que tiene de su éxito en la individual en el Ateneo de Madrid: «Ya he leído algunas críticas y por tu última carta me entero de la afluen-cia de público, a pesar de lo reciente de tu otra exposición en Biosca. No cabe duda que tienes trincado, el éxito y la fama, por el beso. Tu arte ha hecho época —no se puede negar— después de dura batalla. (Esto nada tiene que ver con los gustos o preferencias de uno.) El resultado no puede ser más evidente. Adelante, pues, y que el pueblo acabe sintiéndote dentro de él, como sangre de su sangre, como llama de su fuego. Estoy seguro de tu destino, que nada ni nadie podrá impedir. ¡Ojalá estuviera en ésa para compartir contigo la ale-gría de ver marchar tus cosas por tan espléndido camino!»10. Afirmaciones de esta naturaleza, por su rotundidad, despejaban cualquier duda respecto al nivel de tolerancia del poeta ante la obra de su hermano y dejaba muy atrás la época en la que ambos estaban involucrados en la em-presa de «Planas» y Agustín trataba de imponer sus criterios. En sintonía parecida, encontramos el texto extraído de una carta del 14 de mayo de 1966, escrito como consecuencia del éxito de la exposición de Manolo en la gale-ría Buchholz de Munich, así como de la lectura de un artículo del crítico Moreno Galván en la significada revista Triunfo11, publicado por la mismas fechas: «El que «Triunfo», por fin, nos permita saborear el espléndido traba-jo de Moreno Galván sobre tu labor pictórica, así como tus retratos y tu obra a todo color, es un paso en grande hacia el reconocimiento de tu quehacer heroico y humanísimo, para romper barreras y permanencias estéticas que sólo pueden perjudicar al progreso. Me he alegrado muchísimo —repito— de 9 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 12 de junio de 1961 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). 10 Agustín Millares, Carta personal dirigida a Manolo Millares, Las Palmas, 9 de marzo de 1963 (Archivo Elvireta Escobio, Cuenca). 11 Cfr. J.M. Moreno Galván, «Ni con lo bello ni con lo sublime: Millares», Triunfo, nº 205, Madrid-Barcelona, 7 de mayo de 1966. Moreno Galván fue un asiduo colaborador de la re-vista Triunfo, que se editó entre 1962 y 1982 bajo la dirección de Eduardo Haro Tecglen. 76 José Luis de la Nuez Santana que tu efectiva tarea se vea recompensada con la gloria sin paliativos»12. So-lamente un malentendido pareció alterar la buena atmósfera creada entre ambos hermanos respecto a este tema, ya en el tramo final de esta corres-pondencia, como se puede ver en las cartas del 16 y 20 de mayo de 1969. A través del pintor José Luis Fajardo había llegado hasta Manolo la información según la cual su hermano Agustín había mostrado su desacuerdo con los tí-tulos de la serie «Humboldt en el Orinoco», iniciada el año anterior. Su reac-ción no se hizo esperar: «Siguiendo el sano criterio de aclarar todo aquello que pudiera prestarse a equívoco, debo decirte que tales títulos no son pre-tendidos retratos del botánico -cosa que olería a gesto gratuito y surrealis-toide- sino algo más serio»13. A continuación reproducía un texto suyo dedi-cado a esta serie, publicado por la revista alemana Humboldt14, con el fin de aclarar una posición con muestras evidentes de prevención, que su hermano se apresuró a neutralizar en la carta de respuesta, desconcertado ante lo que para él eran atribuciones sin sentido, pues cuando no se tiene un conocimien-to previo sobre una serie pictórica —como era su caso— dar «una opinión sobre ella y sobre sus títulos sería de una osadía rayana en la estupidez»15. Intentó Agustín en dos ocasiones dejar Canarias y trasladarse con su fa-milia a Madrid, cerca de sus hermanos, pues ya por esa época vivía también en la capital José María, otro de los hermanos Millares Sall. El primero de estos intentos parecía casi definitivo y fue la enfermedad del padre y su muerte la que, probablemente, desactivó un plan de vida que, a juzgar por el siguientes texto, proveniente de una carta de octubre de 1964, parecía muy resuelto: «No sé si sabrás que ya tengo decidido pasarme a tu bando madri-leño lo más pronto posible. José Mª ha quedado encargado de realizar las ges-tiones del caso para mi traslado a Trasmediterránea en esa. Manena está con-forme, en vista del porvenir poco venturoso que para los estudios superiores de los niños se nos presenta aquí. Hemos llegado a la conclusión que es la única salida para desenvolverse con bien en esta enrevesada vida. Así es que tus consejos no han sido desoídos. No sé para cuándo será, más… ALEA JACTA EST»16. La respuesta de su hermano ante semejante iniciativa fue de total comprensión y apoyo, pues Manolo entendía que este cambio, por en- 12 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 17 de mayo de 1967 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). 13 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 16 de mayo de 1969 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). 14 Vid. «Opinión sobre la serie de mis cuadros «Humboldt en el Orinoco»», Humboldt, nº 37, Munich, 1969, p. 28. 15 Agustín Millares, Carta personal dirigida a Manolo Millares, Las Palmas, 20 de mayo de 1969 (Archivo Elvireta Escobio, Cuenca). Agustín Millares, Carta personal dirigida a Manolo Millares, Las Palmas, 12 de octubre de 1964 (Archivo Elvireta Escobio, Cuenca). 16 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 10 de diciembre de 1964 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). Poesía y pintura en la escena española de los sesenta 77 cima de otras consideraciones, acabaría beneficiando a la labor poética de Agustín, lo que razonaba, en una carta de diciembre del mismo año, de la si-guiente manera: «No puedes hacer nada mejor. No sólo por lo que supone el poder educar convenientemente a los hijos, sino por las oportunidades que aquí tienes en la Transmediterránea para «subir» liberándote a un tiempo de esa servidumbre que impera en sus oficinas locales. Naturalmente, cuando hablo de oportunidades no aludo al oportunismo; simplemente quiero decir que una mejora económica del «oficinista» Agustín Millares, beneficia-rá enormemente al poeta Agustín Millares integrado al ámbito madrileño»17. Una opinión algo más matizada daría el pintor a su hermano cuando éste le plantee de nuevo, años después, la posibilidad de trasladarse a la capital es-pañola18. Es en los sesenta también cuando el matrimonio Millares-Escobio deci-dió comprarse una casa en la ciudad de Cuenca, que se estaba convirtiendo en esa década en un centro de residencia de muchos artistas plásticos, como Antonio Saura, Gustavo Torner, Gerardo Rueda y Fernando Zóbel, el princi-pal promotor del Museo de Arte Abstracto, que se inaugura en esa ciudad en julio de 1966. En la carta que Manolo le escribe a su hermano en abril de 1965 encontramos una descripción de esta vivienda, aunque el pintor tam-bién advierte que la nueva residencia castellana no podía, en todo caso, su-plir las necesidades de una persona que, como él, necesitaba entrar en con-tacto con el mar periódicamente. «Nos hemos comprado una vieja casa en Cuenca, pequeña, pero con su gran chimenea, un granero en el piso inferior y, más abajo, una cuadra que arreglaré como estudio. Esta casa, de arquitectura popular —probablemente del XVII— nos puede servir como sitio de descanso, fuera de Madrid. Desde sus ventanas dominas un paisaje hermoso y salvaje con el río Júcar debajo, metido casi por entre las rocas pardas y grises. Pero soy hombre de mar, y el interior castellano durante todo el año, me entristece y me pesa. La solu-ción sigue estando en una playa soleada»19. Asimismo, la correspondencia entre los dos hermanos está plagada de referencias a los hijos de ambos, donde los alegres comentarios a propósito de las ocurrencias infantiles se entremezclan con la preocupación por la irrup-ción de la enfermedad y la amenaza seria a la salud de alguno de ellos. No era esto algo que se viviese como muy lejano, pues en los años en los que se escriben estas cartas, en dos ocasiones, los hermanos tuvieron que lamen- 17 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 29 de mayo de 1969 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). 18 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 25 de abril de 1964 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). 19 Vid. Agustín Millares, Carta personal dirigida a Manolo Millares, Las Palmas, 25 de enero de 1963 (Archivo Elvireta Escobio, Cuenca). 78 José Luis de la Nuez Santana tar la muerte de dos sobrinos: un hijo de Luis (Totoyo)20 y una hija de José María21. En otro orden de cosas están, al final de esta correspondencia, los problemas que afectan al hijo primogénito de Agustín —Agustín Millares Cantero—, que fue procesado por el «Tribunal de Orden Público» como con-secuencia de las actividades políticas desarrolladas por éste en la Universi-dad de La Laguna, donde estudiaba Filosofía y Letras22. «DON PAPAS» Era así, de esta forma familiar y cariñosa, como Agustín y Manolo se re-ferían al padre, el profesor y poeta Juan Millares Carlo23, por el que ambos sintieron auténtica veneración24. Represaliado políticamente después de la Guerra Civil, Manolo vivió la humillante situación paterna con auténtico do-lor. Cuando, en 1965, dé a conocer su carpeta de serigrafías «Mutilados de paz», dedicará a su padre esta obra con un breve texto en el que lo reconoce como el «primer mutilado de paz que conocí»25. Por su parte, Agustín com-partía idéntica actitud hacia el padre, a quien dedica una de sus Siete elegías a un tiempo, publicadas en 1960. El poema26 es todo un reconocimiento a la influencia paterna en su individual recorrido por el camino de la poesía. La correspondencia entre los dos hermanos corrobora la fortaleza y na-turaleza de estos sentimientos filiales, con matices que tienen su sentido en el contexto en el que están escritas las cartas. Casi toda la información de interés que se refiere a Juan Millares Carlo precede a su muerte (abril de 1965) o tiene que ver con ésta. Como primer testimonio merece destacarse 20 Vid. doc. cit. 21 Cfr. las cartas del 15 de diciembre de 1968 y 20 de mayo de 1969 escritas por Agus-tín Millares a Manolo Millares (Archivo Elvireta Escobio, Cuenca). 22 Con independencia de su actividad como profesor (que abandonó al ser represaliado después de la Guerra Civil), Juan Millares Carlo (1895-1965) desarrolló una interesante labor poética, colaborando en diversas publicaciones especializadas y usando distintos seudóni-mos, como Santiago Bordón, Juan de la Milla o SILDT. Una antología de su obra más im-portante aparece recogida en la titulada En el silencio grave, editada por Ventura Doreste diez años después de la desaparición del poeta. El Cabildo Insular de Gran Canaria ha edi-tado recientemente (2007-2008) sus obras completas. 23 En sus Memorias de infancia y juventud (Valencia, IVAM, 1998, pp. 51-52), el pintor describe un perfil de su personalidad muy entrañable, lleno de sentida admiración: «Guar-do de mi padre el más hermoso de los recuerdos, ya que siempre le tuve en el más alto concepto. Su calidad intelectual, su inteligencia y su sensibilidad poética nos llenó siempre de claridad, alimentando nuestra propia sangre y nuestras ideas con esa parte de la que hoy me siento deudor». 24 Manuel Millares, Carpeta de serigrafías Mutilados de paz, 1965. 25 Recogido en Agustín Millares, «Elegía a la voz de mi padre», en Poesía unánime 1944- 1966, Las Palmas de G. Canaria, 1967, p. 63. 26 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 17 de diciembre de 1961 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). Poesía y pintura en la escena española de los sesenta 79 un fragmento de una carta de diciembre de 1961, escrita por Manolo como respuesta a otra de su hermano, en la que éste le ha puesto al día sobre un premio de poesía que le han concedido en Las Palmas, al que había optado también su padre, sin éxito alguno. La felicitación de Manolo se ve acompa-ñada por una reflexión sobre la injusta desatención con la que la sociedad isleña ha tratado la obra de su padre y hasta qué punto son ellos, sus hijos, los que, con sus propias realizaciones, deben resarcir esta situación: «Sentí que a Don Papas no le dieran nada. Creo -como tú dices- que se lo merece y ya va siendo hora que se le haga justicia. Pero el caso de Don Papas es muy particular; pertenece a un mal crónico que viene de muy atrás y no se paga con un galardón sino con una manifestación de desagravio. Pero Don Papas está tranquilo porque sabe que, aunque ese día no llegue, noso-tros hemos asumido la tarea de arrancarle día a día, con nuestra actividad, todas las cochinas púas que le han venido clavando en estos últimos veinti-cinco años. Y esta verdad no es una fanfarronada»27. Lo cierto es que dos propuestas, emprendidas desde el ámbito familiar, que contaron con apoyos de determinados sectores de la cultura insular, se tomaron en estos años con el fin de homenajear y reconocer los méritos de Juan Millares Carlo en su actividad como poeta. De ellas estuvo puntualmente informado Manolo por Agustín, lo que propició más de un comentario inte-resante. El primero de estos homenajes, el más modesto, fue el recital poé-tico retransmitido por la emisora Radio Atlántico y protagonizado por tres de los hermanos Millares Sall (José María, Agustín y Jane) y Pino Betancor, es-posa de José María. En una carta de enero de 1962, Agustín le explicaba a su hermano los pormenores de esta lectura, estableciendo una relación final con el contenido citado de la carta anterior de Manolo, toda vez que se asu-mía el mismo propósito: «El acto radiofónico estuvo realmente conmovedor. Te envío el poema que le dediqué a Papá y que leí como prólogo a dicha lec-tura. Comprobarás que está inspirado en una frase que me dirigiste en una de tus últimas cartas: Te estamos sacando, padre, las espinas»28. De mayor calado fue el homenaje que le rindió la ciudad de Las Palmas al poeta en sep-tiembre de 1963, en el que se vieron involucrados no solamente los hijos y miembros cercanos de la familia, sino también escritores y periodistas como Saulo Torón, Rafael O’Shanahan, Luis Doreste, Pedro Perdomo Acedo, Juan Rodríguez Doreste y otros29. En la misiva que escribe en noviembre de 1963, Manolo acusa recibo del envío de recortes de la prensa local sobre dicho acto 27 Agustín Millares, Carta personal dirigida a Manolo Millares, Las Palmas, 25 de enero de 1962 (Archivo Elvireta Escobio, Cuenca). 28 Dicha información se registra en la carta que el padre de los Millares envía a Manolo con fecha del 27 de septiembre de 1963 (Archivo Elvireta Escobio, Cuenca). 29 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 2 de noviembre de 1963 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). 80 José Luis de la Nuez Santana y le ruega a su hermano que sea él el que supervise la preparación de la an-tología de los poemas de su padre: «Tú debes hacerlo. Sabes que Don Papas es inteligente y diferencia entre lo que es hondo y superficial, entre lo hu-mano y lo sentimentaloide»30. Las cartas posteriores en las que los dos hermanos tratan la figura de su padre están señaladas por una creciente preocupación ante su enfermedad y el desenlace final de su muerte, vivida por ambos con enorme pesadumbre. En dos envíos, de noviembre de 1964 y enero del año siguiente, Agustín dibuja un panorama cada vez más preocupante sobre la salud paterna, que lleva a Manolo (15 de febrero) a una respuesta llena de desasosiego, que se ve acen-tuado por la lejanía: «Lo angustioso para mí es estar aquí y no poder hacer nada. Quiero dejar mis asuntos resueltos pero, la verdad, no sé cuándo acabaré pues tengo muchas cosas por medio y son las cosas propias de un hombre al que todos le piden más y más (...) Me encuentro cansado y deshecho. Quisie-ra ir a esa, pero no sé el momento ni el día. Tenedme, por favor, al corriente de todo»31. Fue, además, en este contexto de creciente preocupación familiar por el progreso del cáncer incurable que iba minando la vida del padre, cuan-do se produjo un incidente que marca bien a las claras la posición ideológica de Juan Millares Carlo y de sus hijos frente al hecho religioso: «He tenido que enfrentarme varias veces —escribe Agustín en una car-ta del 20 de febrero— a la bestia negra que pretende conseguir una conver-sión de Don Papas. Incluso ha venido el paje del obispo, con quien he tenido una educada, pero enérgica discusión. No han conseguido nada. Cópiote aquí lo que unos días antes, aún en casa de Yeya, declaró Don Papas en un papel que enarbolo como arma principal. Dice así: «Yo sé que me están catequizan-do; pero no conseguirán nada, porque, en definitiva, yo en nada creo, y mi con-sentimiento no sería sincero»»32. Finalmente, la carta (no conservada) en la que Agustín comunicó los por-menores del inevitable desenlace de la vida del padre a su hermano motivó una respuesta de éste (9 de abril de 1965), en la que le reconoce que su es-crito «me hirió de nuevo como una segunda muerte. La conservaré como uno de mis papeles más queridos porque —¡es curioso!— me ha parecido que era Don Papas mismo quien escribía»33. 30 Agustín Millares, Carta personal dirigida a Manolo Millares, Las Palmas, 20 de febrero de 1965 (Archivo Elvireta Escobio, Cuenca). 31 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 9 de abril de 1965 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). 32 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 29 de noviem-bre de 1965 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). 33 El máximo especialista en la obra de Agustín Millares es autor de dos libros de refe-rencia para ahondar en la vida y la obra del poeta canario: La palabra y la vida (Las Palmas, Viceconsejería de Cultura y Deportes, Gobierno de Canarias, 1989) y Agustín Millares: la obra comprometida (Las Palmas, Cabildo Insular de Gran Canaria, 1995). Poesía y pintura en la escena española de los sesenta 81 UN POETA SOCIAL Coincide el inicio de la correspondencia entre los hermanos Millares, prác-ticamente, con una reactivación de la actividad poética de Agustín en el campo de la edición, sumida desde 1951, una vez finalizada la historia de «Planas de Poesía», en unos años de mutismo, que Jesús Páez34 ha calificado de «exilio interior», lo que no implica en ningún caso que no siguiera haciendo poesía. Reconocido en la historia de la literatura canaria de posguerra como una fi-gura central de la poesía testimonial o social, Agustín Millares Sall era, ade-más, uno de los representantes más sobresalientes del llamado por Sebas-tián de la Nuez «Grupo generacional de los años 40»35, grupo al que pertenecían también los grancanarios Ventura Doreste y Pedro Lezcano, y los tinerfeños Carlos Pinto Grote, Rafael Arozarena, Manuel Castañeda y Julio Tovar. Los dos primeros citados, junto al lucense Ángel Johan y los herma-nos Agustín y José María Millares Sall, son autores de la celebrada Antolo-gía cercada (1947), obra clave de esta generación, que marca los perfiles de su preocupación social. Los hermanos Millares Sall (Agustín, José María y Manolo), por su parte, iniciarían a partir de 1949 la ya citada colección «Pla-nas de Poesía», cuya historia se vio perturbada por los desacuerdos ya seña-lados entre los hermanos y cerrada, finalmente, por decisión gubernativa. Es evidente, por tanto, que no siendo poeta, Manolo conocía muy bien este ambiente, pues no en vano había participado de esa historia común que la joven poesía isleña había fraguado en la posguerra. La connivencia que muchas veces se detecta en esta correspondencia sobre estos temas se ex-plica también porque ambos compartían gustos literarios parecidos y una pre-ocupación por la crítica social que veían necesaria en toda creación, una crí-tica de la que no estaba ausente la intención política, obviamente. Ahora bien, las alusiones políticas en estas cartas se manifiestan normalmente de forma indirecta y a veces críptica; algo que testimonia de manera elocuente hasta que punto la dictadura y la falta de una auténtica libertad de expresión con-tamina las formas más directas y elementales de comunicación interperso-nal. Hay que leer entre líneas, por ejemplo, lo que escribe Manolo sobre los incidentes provocados por la huelga de los mineros asturianos en 1962 y 1963. En una carta de octubre de 1962, le escribe a su hermano: «En estos días precisamente se han celebrado en Madrid los juegos para arreglar cuentas con algunos conocidos. Al que menos le ha tocado ocho años y de nuevo sa-len los papeles y las firmas…»36 Sobre el mismo asunto, insiste más adelan- 34 Vid. Sebastián de la Nuez, Poesía Canaria 1940-1984, Santa C. de Tenerife, Edito-rial Interinsular Canaria, 1986, pp. 12-17. 35 Doc. cit. 36 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 9 de octubre de 1963 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). 82 José Luis de la Nuez Santana te, en una misiva de octubre del año siguiente: «Por aquí están las cosas como siempre. Una hoja circuló con motivo de ciertas cosas sucedidas en el norte. Iba dirigida a Fraga y éste nos contesta -uno por uno- refutando con «prue-bas » la acusación»37. Son varias las ocasiones en las que los hermanos denuncian la poca aten-ción que se presta desde los grandes círculos literarios de la Península a la creación canaria. Este reproche a veces era de tipo más bien genérico y otras veces apuntaba al caso particular de Agustín, que pese a mantener contac-tos con poetas de relieve (Gabriel Celaya, Leopoldo de Luis, etc.) no veía un reconocimiento justo a su contribución, sobre todo en las sucesivas antolo-gías que se iban editando en la posguerra. Manolo era consciente de esta falta de reconocimiento cuando, el 24 de mayo de 1961, le escribe a su hermano, animándole a presentarse al premio Adonais, pues «si la cosa cuaja, empeza-rán a ponerse algunas realidades en su sitio, realidades que también olvida J. María Castellet en su reciente antología sobre poesía española y -en este caso- sin mala intención mas sí por mala información»38. En la respuesta de Agustín (30 de mayo), que desconocía la existencia de una reciente edición italiana de poesía social española de la que le informa también Manolo, éste dirige sus reconvenciones a Gabriel Celaya e integra a su hermano José Ma-ría en el grupo de los afectados por la desatención: «Ignoraba que se hubiese publicado esa Antología «resistente». Ahora bien, lo que no ignoraba es que Celaya en un artículo publicado en Francia sobre la poesía actual española, hizo lo mismo que el recopilador de la anto-logía «italiana», esto es: silenciar los nombres de estos dos arrinconados poe-tas de Gran Canaria. Si bien el de la Antología tiene una explicación, por mala información, no así ocurre con Celaya, que sabe perfectamente que tomó nuestro camino en aquella época heroica de la Antología Cercada y que a ello debe su popularidad actual»39. Sobre los inconvenientes que entrañaba publicar fuera de los grandes centros de edición nacionales (Madrid y Barcelona) escribe el pintor a su hermano en noviembre de 1962, cuando le plantee la posibilidad de editar Habla viva en Barcelona. Las impresiones de Manolo, que sabía muy bien, por experiencia propia, lo importante que era para la consecución del éxito profesional superar los límites de ámbito insular, se extienden también a otros campos de la creación, como era el de la pintura: «En esto del valor —relativo valor— de las generaciones destinadas a ju-gar un papel más o menos importante, depende mucho, como tú sabes, el que 37 Doc. cit. 38 Doc. cit. 39 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 18 de noviem-bre de 1962 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). Poesía y pintura en la escena española de los sesenta 83 estés en Madrid o Barcelona y no en Guadalajara, Chinchón o Alcobendas. Estúpida forma de selección pero que es una triste realidad. Los Sres. críti-cos, de acuerdo con lo que pasa por las grandes ciudades (porque lo demás no cuenta) hacen y componen las listas de los llamados a figurar en el país y en el extranjero como los «cabezas» visibles. Esto pasa en literatura, pintu-ra y -me imagino- que en los demás campos de la actividad humana. En par-te existe una razón, pero no puede olvidarse lo bueno que puede llegar de cualquier provincia o pueblo por muy apartado que éste se encuentre»40. Cierto es también que este asunto, en el que los protagonistas reivindi-can un reconocimiento justo de las aportaciones insulares en las historias y antologías de carácter nacional, tiene un cierre prometedor con la incorpora-ción de la obra de Agustín a la antología Poesía social española contemporá-nea, editada por Leopoldo de Luis en 1965 41. Debe advertirse, además, que las inclinaciones indiscutibles que Agustín mostró hacia la poesía social no le restaron capacidad crítica hacia la obra de algunos de sus más conspicuos representantes en España, como era el caso del tan citado Gabriel Celaya, sobre el que le escribe a su hermano en una carta de octubre de 1962: «Recibí «Mazorcas» de Celaya, cariñosamente dedicado. Le escribiré uno de estos días agradeciéndole el envío. En este libro, Celaya es el mismo Celaya de siempre: irregular en toda la línea. Tiene cosas muy buenas como otras, bastante malas. No me explico como este hombre se olvi-da de la autocrítica y de seleccionar sus poemas. Es una verdadera lástima»42. Todas los poemarios editados por Agustín en los sesenta aparecen, de una forma o de otra, señalados en estas cartas. En algunos casos, estas referencias son mínimas y en otros, como ocurre con la ya citada Habla viva, encontramos mucha información. Como se sabe, la reactivación editorial de la poesía de Agustín, tras los silentes años cincuenta, se inicia con Siete elegías a un tiem-po, obra publicada por El museo Canario en 1960. En una carta de enero de 1963, Manolo le agradece a su hermano el envío de esta obra, transmitiéndo-le a su vez la opinión de Celaya sobre la misma: «Gracias por la separata de El Museo Canario. Conocía las últimas elegías, pero no la primera que me pare-ció francamente buena. Ayer, nuevamente y un segundo, vi a Gabriel y Ampa-ro en una conferencia de Cela en El Ateneo. Me dijeron que habían recibido un admirable cuaderno tuyo. (No hago más que repetir sus palabras)»43. Ya se ha adelantado en el primer apartado de este trabajo cómo la edi-ción de Habla viva fue la que movilizó de manera más intensa la colabora- 40 De todo ello informaba Agustín al pintor en una misiva del 18 de abril de 1965 (doc. cit.). 41 Agustín Millares, Carta personal dirigida a Manolo Millares, Las Palmas, 22 de octu-bre de 1962 (Archivo Elvireta Escobio, Cuenca). 42 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 10 de enero de 1963 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). 43 Doc. cit. 84 José Luis de la Nuez Santana ción entre los dos hermanos, pues se interesó Manolo en que este poemario pudiera ser editado fuera de las islas, inicialmente a través de la colección que dirigía José María Castellet («Collioure») y, finalmente, desechada esa posibilidad, en la editada por Joaquín Horta, «Fe de Vida». Hay otros aspec-tos de este libro, clave en la producción millaresca, que atienden más bien a valoraciones críticas que están recogidas en estas cartas y merecen desta-carse. La mayoría se trata de breves comentarios, a través de los cuales se puede colegir que el libro tuvo buena aceptación en el exterior. El primero de esto comentarios procede del propio editor del libro, Joaquín Horta, cu-yas palabras reproduce Manolo en una carta de enero de 1963. Para Horta, el poemario «merece que se publique. Dice lo que debe decir, cosa en apa-riencia sencilla, pero por muchos olvidada»44. También se ve involucrado en los comentarios sobre este libro nada menos que Alejandro Casona, quien pasa por Canarias en la primavera de 1964. Agustín le escribe a su hermano (abril de ese año) que al dramaturgo «mis cosas le gustaron mucho, en es-pecial «Historia de un lobo», de «Habla viva». Me hizo sonrojar cuando me dijo que «era un gran poeta», y que ya tendría noticias suyas»45. También transmite el pintor a su hermano (febrero de 1965) el juicio favorable de Ca-ballero Bonald46. Más controvertida fue, sin embargo, la crítica que Habla viva suscitó en Canarias, como anota el propio Agustín en una carta de septiem-bre de 1964, donde reprocha a algunos su falta de valentía para apoyar el li-bro en los medios periodísticos: «Ha sido el libro mío más discutido. A unos les ha parecido estupendo, a otros les ha causado decepción. Naturalmente, estos últimos son de factu-ra «opusdeísta». Tan es así, que un artículo de Lázaro Santana contra el li-bro, fue solicitado para reproducir en «Punta Europa», por deseos del ener-gúmeno de Marrero. Carlo Pinto, el poeta de Tenerife, en cambio, arremete contra Lázaro (Júpiter Santana, como le dice Ventura) y defiende mi libro. Sin embargo, ha habido mucho cobarde por estas latitudes, y si bien de palabra han aplaudido mi obra, en el periódico no han dicho ni pío»47. Suceden a Habla viva los títulos Nuevas escrituras48 y La hebra49, el pri-mero publicado prácticamente a la vez que Habla viva. Poco se dice de estos dos nuevos poemarios en las misivas escritas entre los hermanos. En rela- 44 Agustín Millares, Carta personal dirigida a Manolo Millares, Las Palmas, 20 de abril de 1964 (Archivo Elvireta Escobio, Cuenca). 45 Cfr. doc. cit. 46 Agustín Millares, Carta personal dirigida a Manolo Millares, Las Palmas, 9 de septiem-bre de 1964 (Archivo Elvireta Escobio, Cuenca). 47 Este poemario de Agustín Millares Cantero será editado, en 1964, en la colección Tagoro (Las Palmas de G. Canaria). 48 Con este título, Agustín Millares edita un poemario en 1965 (Las Palmas de G. Ca-naria). 49 Doc. cit. Poesía y pintura en la escena española de los sesenta 85 ción con el primero, Agustín le reconoce a Manolo (abril de 1964) que, a la vez que se ha enterado de la inminente publicación de Habla viva, él ya ha «corregido así mismo las pruebas de «Nuevas escrituras». Ambas obras, por tanto, saldrán al unísono. No me puedo quejar»50. Por lo que se refiere a La hebra, libro que editó al año siguiente y además dedicó a su hermano, Agus-tín envió tres poemas del mismo a Antonio Pérez (enero de 1963) con el fin de que fueran integrados en la antología que preparaba Robert Marrast, lue-go editada con el título de La poésie ibérique de combat: anthologie (1966)51. Más resonancia tiene en esta correspondencia Poesía unánime52, la pri-mera de sus antologías, para la que le reitera a su hermano (12 de septiem-bre de1966) que haga el diseño de la portada53. Prologó esta obra el poeta y crítico Isidro Miranda Millares, colaborador de la revista Millares, al que los hermanos tenían en gran estima. Fue el propio Isidro Miranda quien le trans-mitió a Agustín la buena impresión de su hermano por esta obra, como se deduce del siguiente texto, escrito en una carta de marzo de 1967, donde Agustín además se extiende en pormenores sobre la edición: «A través de la carta que le dirigiste a Isidro, conozco tu satisfacción por mi libro «Poesía Unánime». Trabajo costó, y a mí sé que más de la mitad de las vacaciones, pues estuve durantes veinte días, mañana y tarde, metido en la Imprenta Lezcano. Luego fui a Tenerife, a presentar el libro por medio de recitales. Realmente estoy contento del resultado del viaje. Aún en Las Palmas no he hecho la presentación, pero sé que se han vendido muchos ejemplares. Lo importante es cubrir el costo de la edición, alrededor de las 50.000 ptas. (Se hicieron 1.000 ejemplares)»54. Como había sucedido en Habla viva, encontra-mos también sobre este libro algunos comentarios que tiene que ver con la recepción crítica, aunque a juzgar por lo que escribe el autor, éste parece lla-mar más la atención en la prensa y revistas especializadas de la Península que en su propia tierra: «¿Leíste lo que dijo Serrano Plaja, en ABC, sobre mi li-bro? Es lo primero que sale, ya que José Luis Cano me ha prometido una reseña amplia en el próximo INSULA, así como Altares en Cuadernos para el diálogo. José Domingo y Leopoldo de Luis espero que también digan algo. Aquí, en Las Palmas, no han dicho hasta el momento ni pío»55. 50 Cfr. Agustín Millares, Carta personal dirigida a Manolo Millares, Las Palmas, 29 de enero de 1963 (Archivo Elvireta Escobio, Cuenca). 51 Poesía unánime, antología poética de Agustín Millares Cantero, fue publicada, en 1967, en la colección «Hoy por hoy» (Las Palmas de G. Canaria). La obra fue editada por Manuel García Barrera. 52 Cfr. doc. cit. 53 Cfr. Agustín Millares, Carta personal dirigida a Manolo Millares, Las Palmas, 15 de enero de 1968 (Archivo Elvireta Escobio, Cuenca). 54 Cfr. carta 91. 55 Los anteriores se habían celebrado nada menos que en 1911 y habían tenido un ga-nador ilustre: Tomás Morales. 86 José Luis de la Nuez Santana La carrera poética de Agustín en lo sesenta se veía refrendada no sola-mente por su obra, también por algunos premios obtenidos, aunque lo inten-tase también en otras ocasiones, sin reconocimiento alguno. Precisamente, al inicio de la correspondencia con su hermano tenemos noticias de un éxito de Agustín en el ámbito de su carrera literaria, pues, en mayo de 1961, ha-bía conseguido la «Flor Natural» en los Segundos Juegos Florales que se ce-lebraron en su isla56. Sobre este premio escribe en su primera carta a su her-mano: «he salido con la Flor natural (¡qué cursi suena esto!) entre 72 poetas de todo el archipiélago, seguido de Padorno que obtuvo el 2º premio»57. En la misma, Agustín también le informa que quiere presentarse al premio Ado-nais con su Habla viva, animado por los apoyos que ha encontrado en Aleixan-dre y José Hierro58. Manolo le consiguió las bases del Adonais, pero al en-viárselas (junio de 1961), le hizo ver sus reticencias ante un premio poco generoso en su dotación económica y que, además, pese a su prestigio, es-taba controlado por sectores de la cultura española muy conservadores: «Te mando hoy las bases para el Premio Adonais que, tras el prolongado silencio del que prometió procurármelas, he ido a recoger yo mismo. En el terreno económico muy poco representa. Pensé que era más importante. En el del prestigio, podrá estar mejor, pero lo que yo no sabía era que editaba Rialp, conocido portavoz del Opus que dirige Pérez Embid y en donde publican Marrero y otros»59. A la vez, Manolo ofrecía, tanto a Agustín como a José María la opción —cosa que al final no hicieron— de que se presentasen al Premio Antonio Machado, mucho mejor dotado económicamente y ligado a sectores de la resistencia cultural antifranquista60. A finales del mismo año consiguió también Agustín el segundo premio Tomás Morales, premio de re-percusión nacional concedido por la Casa de Colón de Las Palmas. Los co-mentarios que el poeta le escribe a su hermano sobre este premio son muy jugosos porque nos informan de los procedimientos seguidos en concursos de estas características y el comportamiento del jurado, no exento de actua-ciones discutibles: «Paso ahora a darte una buena noticia: Me han concedido el 2º premio de la Casa Colón, esto es, hablando en pesetas, 9.000 del ala. El primero se lo dieron al premio Adonais, Salvador Pérez Valiente y el tercero es un gallego llamado José Díaz Jácome. Sobre el fallo del Jurado debo decirte que estuve empatado hasta el final con Pérez Valiente, y que la abstención de Néstor Álamo (neutro tenía que ser), le dio pie al Presidente, José María Varela (Ca-tedrático de La Laguna) a que pudiera decidir por el que él ya había votado. 56 Doc. cit. 57 Cfr. Ibíd. 58 Doc. cit. 59 Cfr. Ibíd. 60 Agustín Millares, Carta personal dirigida a Manolo Millares, Las Palmas, 6 de diciem-bre de 1961 (Archivo Elvireta Escobio, Cuenca). Poesía y pintura en la escena española de los sesenta 87 Según me dijo luego Alfonso Armas, Varela es íntimo de Pérez Valiente. La decisión, algo arbitraria, no ha empañado en nada mi alegría, pues, no en balde, es el primer certamen de carácter nacional en el que participo. Y, además, las 9.000 ptas. me han venido lloviditas del cielo»61. EL PINTOR EN LOS SESENTA A diferencia de lo que ocurre con su hermano Agustín, esta correspon-dencia no permite reconstruir el desarrollo de la carrera creativa de Manolo durante los sesenta de manera completa; ni siquiera aproximada. Ello no quie-re decir que estas cartas no esclarezcan determinados aspectos de interés sobre ella, como se verá a continuación. Cuando Manolo comenzó el intercambio epistolar con su hermano, José Ayllón ya preparaba la que será una importante monografía sobre su obra62, que se editará al año siguiente. La aparición de la monografía de Ayllón, ade-más, se insertaba en un momento de su evolución pictórica en la que, reafir-mando una tendencia que se inicia con sus primeros homúnculos a finales de lo cincuenta, el volumen de la arpillera, la sugerencia orgánica cargada de hondura dramática, ha adquirido una mayor presencia si cabe y domina por completo el panorama de las conformaciones blanquinegras de sus desgarra-dos cuadros. En «El homúnculo en la pintura actual», el propio pintor había advertido que «el monstruo hace su aparición con la querencia hacia lo orgá-nico »63, y Ayllón precisará que «en la isla, en ese pequeño mundo del que ha pretendido huir, yacen esas momias canarias, y en sus mortajas burdamente cosidas encuentra la respuesta, el medio plástico para disciplinar su hasta entonces más temida forma de la realidad»64. He aquí, por tanto, cómo el crí-tico establece el vínculo entre propuestas plástica y referencia histórica. Huel-ga decir que estas afirmaciones de Ayllón se basaban en vivencias del pin-tor, que siempre recordó sus visitas al Museo Canario como una de sus experiencias juveniles más impactantes. En este contexto se sitúa la solici-tud que le hace el pintor a su hermano en una carta de noviembre de 1961: «El libro sobre arqueología e historia de Canarias me lo mandas cuando bue-namente puedas. (Tengo especial interés en algo donde salgan reproducidas las momias guanches). Pero no dejes correr demasiado el tiempo. Creo que Ayllón ha empezado a escribir el texto. Esta monografía se hará despacio, 61José Ayllón, Millares, París/Nueva York/Madrid, Galería Daniel Cordier/Pierre Matisse Gallery/Galería Biosca, 1962. 62 Manuel Millares, «El homúnculo en la pintura actual», Papeles de Son Armadans, nº 13, Palma de Mallorca, abril de 1959, p. 81. 63 José Ayllón, op. cit., s/p. 64 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 14 de noviem-bre de 1961 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). 88 José Luis de la Nuez Santana pues va a tener un carácter definitivo, al menos como documentación preci-sa y en lo que respecta a reproducciones tanto en color como en blanco y negro»65. En cartas posteriores, Manolo insistió en el libro de historia de Canarias y en las fotos de las momias guanches por separado. Su hermano le mandó, por iniciativa propia, el libro de Joaquín Blanco Montesdeoca, Breve noticia histórica de las Islas Canarias (1957), mientras que del envío de las fotos, encargadas al mantenedor del Museo Canario, José Naranjo66, no exis-te constatación de que finalmente se hiciera. A finales de la década de los cincuenta, Manolo se interesó por una obra dibujística singular, de tipo satírico, basada en imágenes de curas, que conti-nuó en años siguientes67. Como el mismo pintor le comenta a su hermano (noviembre de 1961), a propósito de un dibujo de Antonio Saura publicado por la revista italiana Il Contemporáneo, existía gran parecido entre estos dibujos y los realizados por el pintor aragonés, algo que se explicaba por la influen-cia millaresca: «Siento defraudarte con lo del dibujo de «Il Contemporáneo». Bueno, en realidad sólo te has equivocado a medias. Me explicaré; Hace cerca de cua-tro años, Saura, Elvireta y yo íbamos a editar en París un libro sobre estos tipos. Saura quedó fuertemente impresionado entonces por mis dibujos y la influencia —hoy— sigue patente, sin que tenga nada que ver esto con la gran personalidad de sus cuadros. Pero a lo que íbamos; existe un gran parecido entre mis dibujos y los de Saura y hay que estar familiarizado con ellos para distinguirlos. Queda dicho, pues, que el reproducido en la revista es el de Antonio, y además -las verdades por delante- es estupendo. Pero los cincuenta y tantos que guardo ahora aquí te harían reiterar tu entusiasmo»68. En una carta siguiente (diciembre del mismo año), Manolo le confirma-ría a su hermano que, con independencia de su obra mayor, «también sigue creciendo el número de «animales domésticos» de los que ya te hablé en mi anterior carta»69. También de los primeros sesenta son algunas actividades realizadas por el artista canario que superan los límites conocidos de su obra pictórica o de los conocidos como «artefactos». Son intervenciones de carácter extraor-dinario, por las condiciones espaciales en las que éstas se llevan a cabo, como 65 José Naranjo Suárez fue mantenedor del Museo Canario de Las Palmas de G. Ca-naria hasta 1981. A él se debe una magnífica colección de fotografías, pertenecientes a la fototeca de esta institución grancanaria. 66 Una serie de estos dibujos sobre curas realizados por Millares aparecen en el libro de José Antonio Bravo, Olla de curas, Barcelona, Ediciones Barataria, 2001. 67 Doc. cit. 68 Doc. cit. 69 Las experiencias de Millares en un escaparate de los almacenes madrileños «El Cor-te Inglés» aparecen registradas en el nº 1056 del noticiero NO-DO, del 1 de abril de 1963 («Seis pintores y un escultor escaparatistas. Impacto publicitario en la diana»). Poesía y pintura en la escena española de los sesenta 89 así ocurre con la decoración de un escaparate de unos grandes almacenes70 o la realización de una escenografía para una obra de teatro. Sobre ellas ha-bla el pintor en una carta que envía a su hermano en marzo de 1963: «He tenido unos días, dentro del terreno profesional, verdaderamente singulares y hasta divertidos. Divertido -e interesante como experiencia- el escaparate que he realizado con entera libertad en uno de los comercios más importantes de Madrid, a dos pasos de la Puerta del Sol, y que ha resultado muy bien dentro de mi modo de hacer (que es —naturalmente— no hacer concesiones de ningún tipo). Pero ya verás tú algo en la prensa o en NODO, que de todo hubo. Colaboraron en otros escaparates, conocidos artistas. La segunda experiencia es mi decorado de la obra de teatro «El Porte-ro », del inglés Harold Pinter y que se estrenará pronto en el María Guerre-ro. La maqueta quedó muy ambientada y «oliendo a Millares»71. Además, el pintor añadía a este comentario otro dedicado a un homenaje al escritor Ramón Gómez de la Serna, en el que se había visto implicado, aunque lamentarse la deriva ideológica del escritor de las vanguardias en los últimos años de su vida: «La tercera cosa, en fin, es mi participación a un homenaje de músicos y pintores al fallecido Gómez de la Serna (a quien me cuesta perdonarle sus estúpidos últimos años) y en el que participaron en-tre otros Cristóbal Halfter, Luis de Pablo, Ramón Barce, José Vento, Farre-ras, Manuel Rivera. Se trataba de un cuadro que «ilustrara» la obra de cada compositor. A mí me tocó a Luis de Pablo, pero como no fui aún no sé cómo estuvo la cosa»72. En otro orden de cosas, en este epistolario se mencionan algunos aspec-tos de la obra gráfica hecha por el artista canario en este periodo, concreta-mente sobre la serie «Auto de fe», grabados a punta seca que se habían vis-to precedidos por otros dos para un libro dedicado a Miguel Hernández, que no se editará hasta 1969. Para su realización, Millares contó con el taller del artista griego Dimitri Papageorgiou, aunque la edición fue dirigida por Elvi-reta Escobio. A su hermano Agustín le precisaba algunos datos en una carta del 3 de diciembre de 1966: «Estoy preparando ahora una carpeta con cua-tro grabados a punta seca. Título: «Auto de fe»; tema: autos de la Inquisición basados en textos del Santo Oficio de Canarias de 1520. Edición limitada de 20 ejemplares. Carpeta con mucha miga. Ya la verás»73. 70 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 22 de marzo de 1963 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). 71 Ibíd. 72 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 11 de diciembre de 1968 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). 73 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 31 de enero de 1964 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). 90 José Luis de la Nuez Santana Muy dispersas son las anotaciones que se entresacan de esta correspon-dencia sobre la actividad expositiva del pintor, y tienen que ver, sobre todo, con algunas muestras de trascendencia internacional, como ya se adelantó. Así, a su hermano le comenta (enero de 1964), con bastante entusiasmo, la buena recepción crítica que su individual en la galería romana Odyssia ha te-nido en los medios italianos, citando a críticos del fuste de Enrico Crispolti o Giulio Carlo Argan74. Menos conocida es su participación en una colectiva de arte contemporáneo organizada para celebrar la independencia de Arge-lia, integrada por artistas que simpatizaron con la lucha por la liberación del país norteafricano. En una carta de abril de ese mismo año, Manolo le expli-caba a su hermano pormenores de esta exposición de la siguiente manera: «El día 30 tengo que estar en París. Allí pintaré un cuadro destinado a la exposición internacional de arte moderno que se celebrará en Argelia. He recibido la invitación a través de la embajada de Argelia en París. Esta «mostra» se hace con motivo del aniversario de la independencia del país y han sido invitados todos los artistas que simpatizaron a su tiempo con la causa. Van a crear un museo y yo regalaré mi cuadro como contribución a la cultu-ra popular (casi todos los participantes creo que harán lo mismo)»75. En el otoño de 1964, el matrimonio Millares viajó a los Estados Unidos por primera vez (en el caso de Manolo, sería también la única), con oportu-nidad de la celebración de la Pisttsburgh International76. Manolo le escribe a su hermano en noviembre sobre esta experiencia, mezclando la noticia con otra que tenía que ver con el premio concedido por la crítica de la 3rd. In-ternational Young Artists Exhibition, Europe-Japan, celebrada en Tokio, aun-que tiene interés en subrayar también el especial buen momento del arte español en el ámbito internacional: «Aún tengo en el estómago, sin digerir del todo, la experiencia america-na. Prefiero, pues, para no caer en las puras anécdotas que ya le cuento a Don Papas, esperar unos días hasta poder dar una impresión a lo «hondo» de aquel país tan diferente a Europa. El viaje ha sido tan agotador (no paramos ni un solo instante de invitaciones, de beberíos y de caminar viéndolo todo) que al llegar a Madrid he permanecido en casa y tumbado en cama una semana en-tera. Regresé con los nervios totalmente destrozados. Tal ha sido la tensión… Unos días después de regresar, recibo una buena noticia, pero de más lejos, de Japón; se me comunicaba que en la Bienal Internacional de Arte de Tokyo se me había concedido el «Premio de la Crítica» de pintura, premio, 74 Doc. cit. 75 El Carnegie Institute de Pittsburgh (Pennsilvania, Estados Unidos) organizaba expo-siciones bianuales de carácter internacional en las que participó el pintor canario en varias ocasiones. 76 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 25 de noviem-bre de 1964 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). Poesía y pintura en la escena española de los sesenta 91 al parecer importante, aunque no sé exactamente en qué consiste y en la cuantía. Parece ser que el arte español sigue «pitando» —y también pintan-do— pues en la Bienal de Pittsburgh, razón de nuestro viaje a USA, la apor-tación española fue la mejor si hemos de creer a público y prensa y nuestros artistas se llevaron tres premios»77. Puesto que de exposiciones se trata en este apartado, llama la atención lo que se dice en estas cartas de una que nunca llegó a celebrarse, pese a las expectativas que el artista llegó a generar sobre ella. Nos referimos a una proyectada muestra a inaugurar en Cuba, de la que ya el pintor aporta algu-na noticia en las correspondencias que mantiene con Eduardo Westerdahl78 y Felo Monzón79. Será con su hermano, sin embargo, cuando sea más explí-cito. En la primera de las cartas dirigidas a Agustín que trata el tema, escri-ta en diciembre de 1966, adelanta una fecha aproximada e implica al poeta cubano Nicolás Guillén en un proyecto editorial: «Por fin nos vamos a Cuba el próximo otoño. Es muy posible que publique un libro de grabados con Ni-colás Guillén»80. Casi un año después el pintor rectificará la fecha aproximada, pero dará una información mucho más ajustada, que hace pensar en la abso-luta seguridad con la que se prepara ya en esos momentos dicha exposición: «Acabo de dar los últimos toques a las obras de mi exposición en Cuba. Será —supongo— para la primavera del próximo año. Va un cuadro bastante grande homenaje al «Che» y la exposición, en general, estará dedicada a los guerri-lleros de todo el mundo. En el catálogo, un prólogo del compañero Moreno Galván»81. Lo cierto es que al final pudo más la incertidumbre que el viaje generaba en el artista y éste nunca se llevó a cabo. ARTE Y POLÍTICA Todas las cartas escritas entre los hermanos Millares se insertan en un periodo señalado en España por el impulso del desarrollismo económico y grandes transformaciones sociales que éste conlleva. Sucede todo ello en el marco político de una dictadura, cuya política cultural se ve contestada den-tro y fuera del país por alternativas que pugnan por la defensa de un ideario democrático y la superación del régimen político imperante. No es fácil, en 77 Fondo Westerdahl-Gobierno de Canarias (Santa Cruz de Tenerife). 78 Archivo Monzón-Geara (Las Palmas). 79 Doc. cit. 80 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 29 de mayo de 1968 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). 81 Remitimos al lector a la magnífica síntesis escrita por Mónica Núñez Laiseca, Arte y política en la España del desarrollismo (1962-1968), Madrid, Consejo Superior de Investiga-ciones Científicas, 2006. 92 José Luis de la Nuez Santana todo caso, resumir las líneas maestras de un periodo que ofrece tal variedad de perspectivas como ocurre con este decenio82; pero lo cierto es que los hermanos Millares participaron de una u otra manera en el sector de la con-testación política, sin ninguna ambigüedad. En este sentido debe entenderse lo que en esta documentación se recoge sobre un proyecto editorial tan orien-tado políticamente como fue el de «Ruedo Ibérico»83. Además, el pintor ca-nario participó en dos homenajes a Antonio Machado en espacios muy dis-tintos y se significó por ser uno de los artistas firmantes del manifiesto dirigido al ministro Manuel Fraga Iribarne, a raíz de la represión de la huel-ga minera asturiana de 1962. En la primera de las cartas que el pintor le dirige a su hermano, introdu-ce inmediatamente a éste en el tema de «Ruedo Ibérico», que aparece aquí asociado al nombre del editor y escritor Antonio Pérez, que dirigía los premios de poesía y novela creados por la flamante editorial, uno de los símbolos más reconocidos de la oposición cultural española al franquismo desde el exterior. Son varias las ocasiones en las que se menciona aquí a «Ruedo Ibérico», lo que es entendible si se tiene en cuenta la participación del artista canario en va-rios de los libros que llevan este sello. Conviene recordar que Manolo Milla-res participó con un dibujo en el libro de poesías España canta a Cuba (1962) y fue el autor de la portada de la antología Versos para Antonio Machado (1962). En una carta de mayo de 1961, Manolo intentó movilizar a sus her-manos Agustín y José María para que participaran en la citada antología84, pero como ocurrirá más adelante con el «Premio Machado»85, dicha colaboración no se hizo efectiva. Sí consiguió, por el contrario, que se publicara un poema de Agustín («Aguafuerte») en España hoy (1963), libro colectivo dirigido por Ig-nacio Fernández de Castro y José Martínez que trataba las huelgas asturianas como tema central, incorporando mucha información documental, así como grabados y reproducciones de obras de artista de distintas direcciones plásti-cas, entre ellas una del artista canario86. No todo lo que salió de Ruedo Ibéri-co, sin embargo, contó con la adhesión incondicional del pintor. De esta for-ma crítica juzgaba la publicación de La guerra civil española, libro del británico 82 Editorial creada en París, en 1961, por un grupo de españoles exiliados, entre los que estaban José Martínez Guerricabeitia y Nicolás Sánchez-Albornoz. En poco tiempo se convirtió en una de las plataformas intelectuales más importantes del antifranquismo. En 1965, la editorial comenzó a publicar la revista Cuadernos de Ruedo Ibérico, en la que participaron activamente Fernando Claudín y Jorge Semprúm, exmiembros del Partido Comunista Español. La editorial desapareció en 1982. 83 Cfr. doc. cit. 84 La primera mención a este premio corresponde a una carta del 12 de junio de 1961 (doc. cit.). 85 Sobra la edición de este libro, Manolo le escribe a su hermano en una carta del 25 de septiembre de 1964. 86 Vid. Hugh Thomas, La guerra civil española, París, Ruedo Ibérico, 1961. Poesía y pintura en la escena española de los sesenta 93 Hugh Thomas87: «No sé si te habrá llegado el libro que te anunciaba desde París. Se trata de un estudio de nuestra guerra que, aunque con bastante in-terés por la cantidad de documentos que aporta, no me convence en muchas de sus observaciones. Es indudable que se «huele» la mano británica. El libro tiene también algunos errores importantes en las fechas de los acontecimien-tos. (Estos por culpa de Ruedo Ibérico)»88. Si las ediciones de «Ruedo Ibérico» son toda una muestra de la crecien-te fortaleza de la cultura antifranquista en los sesenta, los homenajes dedi-cados estos años al poeta Antonio Machado en Collioure también represen-tan un gesto cargado de significación con el que se identifican sectores de la cultura contestataria, tanto del exterior como del interior del país. En febre-ro de 1959 se había celebrado el primer homenaje a Machado en la citada lo-calidad francesa, cuando se cumplían veinte años de la muerte del poeta. Por su parte, Manolo Millares acudió al homenaje que organizó «Ruedo Ibérico» en febrero de 1962 en el mismo lugar, un acto en el que el pintor se vio acom-pañado por el crítico José María Moreno Galván y en el que se encontró con escritores e intelectuales españoles, como Vicente Girbau, José Ángel Valen-te, Eugenio de Nora, José Martínez, Manuel Tuñón de Lara, Manuel Lama-na, Carlos Barral, José María Castellet y José Agustín Goytisolo. Enterado Agustín del viaje de su hermano a Collioure, emocionado, le escribe a éste: «Las noticias que me das del homenaje a nuestro gran Machado me llenan de satisfacción; tu presencia allí, de justísimo orgullo. ¡Cuánto me hubiera gustado acompañarles en esta salida al ya famoso Collioure! Leí como pude los recortes de periódicos que me enviaste, y los di a leer a Don Papas. Te los devuelvo adjunto, conforme querías. Sería importante que no se te ex-traviaran, pues para el futuro dan fe de un acto histórico»89. Estuvo también el pintor en el homenaje que se organizó al poeta en la ciudad de Baeza en febrero de 1966. A diferencia de los tranquilos actos de Collioure, el home-naje proyectado en la ciudad jienense, que contaba con la colocación de una cabeza de Machado hecha por Pablo Serrano sobre otra escultura mutilada, fue interrumpido por la policía de manera violenta. En una carta que le es-cribe a su hermano Agustín ese mismo mes, Manolo describe sus impresio-nes sobre este homenaje abortado de la siguiente manera: «Por la tarjeta sabrás que asistí a los actos de Baeza. ¡Pobre don Anto-nio! ¿Qué diablos podía ocurrir en un sitio tan hermoso y tranquilo, lleno todo, desde los cerros lejanos hasta la línea del Guadalquivir, de palabras y versos del gran poeta? 87 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 28 de enero de 1962 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). 88 Agustín Millares, Carta personal dirigida a Manolo Millares, Las Palmas, 9 de marzo de 1962 (Archivo Elvireta Escobio, Cuenca). 89 Doc. cit. 94 José Luis de la Nuez Santana La bestia sigue en pie, alerta en sus uniformes, que hacía un extraño con-traste sobre la lluvia suave de un cielo gris transparente y una hierba verde y húmeda. La carga fue impresionante y yo llegué a Madrid por casualidad. (las barbas parecían ser los buscados preferidos (Sastre, Moreno Galván, Se-rrano…) ¡Recuerdos del primer encuentro —creo de Lorca-Machado! (en la plaza de Úbeda, el bronce del general Saro tiene agujeros de fusilado por los milicianos del 36)»90. En septiembre de 1963 se dio a conocer el «Documento dirigido por 102 intelectuales españoles a Fraga Iribarne», originado como consecuencia de la dura represión con la que se quiso sofocar la huelga minera asturiana iniciada el año anterior. Al enterarse del gesto de su hermano, que había sido uno de los firmantes de dicho documento, Agustín, en octubre de ese año, le escribe: «Tu nombre, entre otros, fue dado al aire como firmante del magnífico documento acusador. Ha causado gran sensación e indignación en la patria chica que, por fin, parece que despierta. Te felicito por tu valiente decisión, así como a todos los amigos de esa, entre ellos Moreno, Celaya, Zamorano»91. En cartas poste-riores, Manolo volvió a tocar el tema, pues el asunto de las firmas se saldó con represalias, algunas más previsibles (el pintor fue procesado, como todos los firmantes) que otras. Ya en enero del año siguiente, le escribía a Agustín: «Después de todas las historias de aquí que ya conoces, parece que hay una consigna solapada de venganza. Por lo pronto, el texto que le escribí a la mujer de Westerdahl para su exposición en el Ateneo, prohibieron su publica-ción por el solo hecho de haberlo escrito yo. Ahora me entero que el mural de la Casa del Marino, en Las Palmas, que me habían encargado, ya no puedo hacerlo. El Sr. Pérez de la Barrera o no sé cuántos, jefecillo provincial en el puerto, le ha dicho a César que la medida la han tomado por lo de las firmas»92. Por lo general, los ambientes culturales descritos por el pintor cana-rio en las cartas dirigidas a su hermano Agustín están frecuentados por mu-chos escritores, con los que comparte frecuentemente una inquietud social y política Valga como botón de muestra el siguiente comentario entresacado de una carta de enero de 1964, sobre un homenaje al poeta Carlos Álvarez: «El otro día asistimos a una cena-homenaje a Carlos Álvarez, ya sabes, el poeta que anda de veraneo (o invierno). Fue un acto muy cariñoso y simpá-tico. Te envío la tarjeta para que sepas el porqué de la cena. He tenido allí una agradable charla con Antonio Ferres. Allí, también, nos enteramos de una triste e irreparable noticia: la muerte, por accidente automovilístico, del jo-ven novelista Martín Santos, el autor de «Tiempo de Silencio»»93. 90 Doc. cit. 91 Doc. cit. 92 Doc. cit. 93 Doc. cit. Poesía y pintura en la escena española de los sesenta 95 A medida que avanza la década, parece que ese ambiente de inquietudes compartidas se agita cada vez más y aumenta el nivel de incidencia de la con-testación social y política en el marco de la dictadura. Que esto es así lo sa-bemos ahora porque es una realidad histórica incontestable; pero bien lo de-bieron percibir también los hermanos Millares a juzgar por lo que escriben en algunas cartas. Hay incluso espacio para una visión esperanzadora, como la que transmite Manolo a su hermano en una misiva de mayo 1966, cuando comunica la aparición de la antológica Mourir d´Espagne: El domingo salí de excursión a Burgos (provincia) con Moreno Galván y Daniel Zarza. También he visto a otros amigos poetas y recibido a ciertas comisiones de ayuda. El ambiente está cargado y la juventud —cuantitativa-mente— se despierta. ¡¡Bien!! La gran colección poética francesa «Grand Ecart» ha publicado «Mourir d´Espagne» con la colaboración de 15 poetas españoles contemporáneos, Rafael Alberti y dibujos de Zamorano, Saura, Iba-rrola, Ortega, Millares… y el gran maestro Picasso»94. REVISTAS: UN PROYECTO FALLIDO Y UN LOGRO También esta correspondencia nos aproxima al mundo de las revistas cul-turales, sobre todo locales, aunque es de señalar los comentarios elogiosos que el pintor dirige a Il Contemporáneo, una admirable publicación cultural italiana de este periodo95. Por lo que se refiere a las revistas locales, dos nombres resaltan en estas cartas: Tamaragua y Millares. El primero es el de una revista que nunca existió, pero sobre cuya preparación avanzó muchos datos Agustín a su hermano. La idea para crear dicha revista literaria en Las Palmas partió de Pedro Gómez Cantolla, que había dirigido la prestigiosa re-vista santanderina Proel y a la sazón era Delegado de la Vivienda en Las Pal-mas. Pese a su procedencia falangista (Manolo muestra su recelo a este res-pecto), Agustín lo califica de «magnífica persona, y hombre escarmentado de muchas cosas y lanzado a una actitud progresista»96, cuando le escribe por primera vez a su hermano (30 de mayo de 1961) sobre los preparativos para la edición de la publicación. El proyecto –en el que estaban implicados tam-bién Ventura Doreste y Pedro Lezcano- es ambicioso y se plantea con miras nacionales. Para el año siguiente están tan adelantados los preparativos, que en la carta del 9 de marzo Agustín adelanta a su hermano los que serán las colaboraciones del primer número: 94 Cfr. Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, Madrid, 30 de septiembre de 1961 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). 95 Doc. cit. 96 Doc. cit. 96 José Luis de la Nuez Santana «Ensayos - Castellet, Ventura Doreste y Lain. Poesía - Aleixandre, Perico Lezcano y yo. Crónicas - Nora, Guillermo de Torre, Avendaño, Hierro, etc. Notas sobre libros - Ilustraciones - Tú y Antonio Padrón. Textos antológicos de Galdós. (...) La revista constará de unas 100 págs. y su tamaño será como el del tomo de las Rosas de Hércules últimamente publicado por Lezcano»97. Lo cierto es que, a pesar de todas estas previsiones, finalmente, la pu-blicación no vio la luz y quedo, muy probablemente, como una de las inicia-tivas literarias más frustrantes de todas en las que se vio involucrado Agus-tín Millares. Una historia distinta corresponde a la revista Millares98. La primera noti-cia al respecto surge de una carta que escribe Agustín a su hermano a princi-pios de 1964, donde explica el alcance del protagonismo familiar en esta nueva propuesta editorial: «Estamos metidos ahora en una gran empresa familiar. Se trata de una revista, en la que sólo podrán colaborar los pertenecientes al tron-co Millares. La comisión está compuesta por Pepé, Carlos Bosch, Agustín Bosch, Periquito (el hijo de Nene), José M.ª y yo. Es una comisión provisio-nal, en la que se dará entrada a los que lo deseen. Tú, por ejemplo, aunque lejos podrás prestarnos primordial y decisiva ayuda. ¿Podrías hacernos una portada? ¿Podrías también enviarnos colaboración pictórica y literaria?»99. El pintor colaboró, efectivamente, en el diseño de la portada, y también en la inserción de un grabado suyo en el cuarto número de esta publicación; pero su contribución de mayor interés estuvo en su texto «Cuadro sin nú-mero », que aparecerá en el segundo número. El pintor le explica a su her-mano sobre este texto que «no se trata de un poema —en el sentido estric-to de la palabra— y menos aun de unos versos. Lo que te mando es una continuación de mi propia pintura hecha palabra, donde el carácter de «obje-to plástico» se impone a través de un alegato de protesta»100; una protesta —añadimos— que, aunque no de forma directa, está dirigida a la España ofi- 97 Se publicaron doce números de esta revista, con periodicidad trimestral, siendo el primer número el de julio-septiembre de 1964 y el último el de abril-julio de 1967. Fue su director el tinerfeño Alfonso García Ramos. Aunque, como apunta Agustín Millares en esta carta, lo que se perseguía con esta publicación era dar a conocer los trabajos de miembros de la familia Millares en toda su extensión, lo cierto es que colaboraron, so-bre todo en los últimos números, autores ajenos a ella. Tal es el caso de Lázaro Santana, Manuel González Barrera, Alfonso O’Shanahan y Juan Rodríguez Doreste. 98 Agustín Millares, Carta personal dirigida a Manolo Millares, Las Palmas, 29 de enero de 1964 (Archivo Elvireta Escobio, Cuenca). 99 Manolo Millares, Carta personal dirigida a Agustín Millares, [Madrid}, octubre de 1964 (Archivo familia Millares Cantero, Las Palmas). 100 Agustín Millares, Carta personal dirigida a Manolo Millares, Las Palmas, 1 de noviem-bre de 1964 (Archivo Elvireta Escobio, Cuenca). Poesía y pintura en la escena española de los sesenta 97 cial de la época, representada por un régimen político empeñado en normali-zar la vida cotidiana de sus habitantes desde una conformidad exigida. «Con-formidad » es, efectivamente, el término clave en este escrito del pintor, el que da un sentido unitario a su visión crítica de un mundo social falsamente tranquilo y apacible, veinticinco años después de acabada la Guerra Civil. «Cuadro sin número» fue muy bien valorado por Agustín, a juzgar por lo que le escribe a su hermano en noviembre de 1964, una vez ha tenido conoci-miento del texto: «Tu Cuadro sin número es estupendo. Esto no lo digo por pura fórmula, procedimiento que —tú que me conoces bien— sabes que no empleo ni me gusta emplear. Tanto me ha gustado tu «pintura hecha pala-bra » que la he dado a conocer con verdadero placer a los amigos y he resuelto -espero que des tu conformidad- que salga en el 2.º número de la revista MILLARES»101. No fue muy condescendiente el pintor, sin embargo con esta aventura intelectual de la familia, y si bien supo reconocer los logros, fue también im-placable en sus comentarios con algunas de las colaboraciones, al menos las de los dos primeros números, que son los que en esta correspondencia apa-recen destacados. En los siguientes términos le escribía a su hermano (25 de septiembre de 1964) sus impresiones sobre el primer número de la re-vista: «Recibí la flamante revista de la familia. La verdad, esperaba que saliera peor, aunque tiene defectos que se pudieron haber corregido. Me refiero a la burda colaboración de Eduardo, y a su acompañante literario. Ambos desen-tonan dentro de cualquier revista que tenga cierto rigor. (Al menos, desen-tonan con una colaboración como esa). En cuanto al resto, me parece que ha sido la parte poética la que tiene más categoría junto al ensayo de los herma-nos Millares sobre Galdós y al estudio del Lothar II (el hijo de Angelina), quien se desenvuelve con seriedad en el tema que desarrolla (muy poca cosa el tema, hay que decirlo) y con un castellano adecuado y correcto, cosa que no le pasa al ilustre Dr. Juan Bosch Millares, que cada vez escribe peor, que ya es decir. Lo de Isidro me pareció flojo y propio para la prensa local. Esas elucubraciones quedan un tanto infantiles y pasadas. El cuento de nuestro Millares Torres queda perfectamente encajado en su tiempo, lo que significa que siempre tendrá validez y especial interés»102. Sin abandonar en ningún caso su análisis crítico, Manolo Millares supo ver, sin embargo, una mejora notoria en el segundo número de la revista, mejora que resumía a Agustín al comienzo de una carta de enero de 1965: «Este número, efectivamente, ha quedado mucho mejor que el anterior. Se sale del marco familiar o, si quieres, «provinciano», para meterse en proble- 101 Doc. cit. 102 Agustín Millares, Carta personal dirigida a Manolo Millares, Las Palmas, 11 de ene-ro de 1965 (Archivo Elvireta Escobio, Cuenca). 98 José Luis de la Nuez Santana máticas de más envergadura científica y literaria que nada tienen que ver con los tímidos y sentimentales individualismos de un clan»103. UN FAMILIAR ILUSTRE Miembro renombrado de ese clan al que se refería Manolo Millares era el documentalista y profesor Agustín Millares Carlo. Durante estos años re-partía sus actividades entre España y Venezuela, donde daba clases (Univer-sidad de Zulia, Maracaibo). Esa era su situación profesional, cuando saltó la noticia —transmitida por Manolo en abril de 1962— de que había sido nom-brado Director técnico de la Casa de Colón, lo que provocó un comentario de Agustín en una carta del 28 del mismo mes en la que expresaba sus es-peranzas con este nombramiento: «Espero que el tío Agustinito lo convierta en un lugar de estudio y de inquietudes espirituales. Por lo pronto, en el Ins-tituto Bibliográfico que en él se va a crear, figuramos, con Agustín como Di-rector, Ventura Doreste, Manolo Hernández y yo como jefes técnicos. Vere-mos a ver lo que se puede hacer»104. Sin embargo, este proyecto ilusionante resultó inviable debido a intereses contrarios de los familiares del reconoci-do intelectual, que renunció al cargo, como confiesa de manera un tanto ve-lada el propio sobrino en la carta que le envía a Manolo en diciembre del mis-mo año. A su vez, Agustín añadía una valoración de la situación de la institución grancanaria en estos momentos que revelaba hasta que punto se sentía ajeno a las directrices de sus responsables: «Por un lado me he ale-grado, pues la Casa de Colón está ahora más que nunca en manos de los in-condicionales. Algo así como la revista ADONAIS. Acaban de darle el premio de Teatro (30.000.- ptas.) a Sebastián Sosa Álamo. El jurado estaba compuesto por Joaquín Artiles, Prudencio Guzmán, Pedro Lezcano, etc. El único algo enterado es Perico, pero los demás…»105. 103 Agustín Millares, Carta personal dirigida a Manolo Millares, Las Palmas, 28 de abril de 1962 (Archivo Elvireta Escobio, Cuenca). 104 Agustín Millares, Carta personal dirigida a Manolo Millares, Las Palmas, 4 de diciem-bre de 1962 (Archivo Elvireta Escobio, Cuenca). Poesía y pintura en la escena española de los sesenta 99 Carta de Manolo Millares (14 de mayo de 1961). QUl'140 ••UII: .11_'01110 l"l'n,a1l"oo\Ol' 4. la ~01'. 0.1'..... il:l.lt,or:1&J. RIlec10 lbfrlo.(coll ..... ,_ I'orh) ••tl p...1ldo .1101 dI•• ,. Ibdrld."t. l'&rO.-qllO liD OtrlOO pr.ol ••••Il\. l..!.. OU'&lltor!aUo•• 4. aqv.ol O\N.a1llhtro do '0Upo :u. ,Jl1 ha 0.01 IIU'1.alldo poreoaaJo oh DOII 1'.pa.~. 1111 JOT.JI pOJot...dll1laleo. 11l:raU15abl••_, .allSo d. Oto.re l' 4. eoala••• 011 nJI,q\lO 1& .a"_ por dotldo YO_ loo' Uru. n •••• l'&r1o J l. lo "'••• }la(Ir14IJ o.olldo O~ o!l-oolll; r&l'U< .11 Ro.... ' ...oribe 0.0840 II1gll 1l ~.bl. "t~. h .. bi •••••'. h_br. \1". 011. pr07'O\O \111 Ubn 4t410 1I&0h&40 0011 1-. ooJl'l;rl'blld611 do la ptIo.r. Jo'ull ••paliQlA do allUIlUoo 1 '1 oltsll1t1ooo1f1l.. Ho_. hablAdo el. U 7 40 Jo.' M&r1 ... CollOOo OONlI _ ..~ q•• h. ldd. cJl o••• 1,••bt'· 011 101 l1two. ,s. 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