El Prontuario de Felipe Massieu y Falcón:
cartas a Leopoldo Matos (1915)
JUAN FRANCISCO MARTÍN DEL CASTILLO
I.E.S. El Rincón (Las Palmas de Gran Canaria)
Boletín Millares Carlo, núm. 29. Centro Asociado UNED. Las Palmas de Gran Canaria, 2010.
Resumen: El presente trabajo pretende mostrar la jerarquía de principios y valores en
cuanto a la definición de una ciudad, su progreso social y urbano, oculta en el pensamiento
ideológico de Felipe Massieu y Falcón. La correspondencia mantenida entre éste, que fue-ra
alcalde de Las Palmas de Gran Canaria durante varios períodos de la etapa contemporá-nea,
y su sobrino, el también político Leopoldo Matos, es, a este efecto, interesante de todo
punto, pero especialmente en lo concerniente a la aclaración del criterio práctico emplea-do
por don Felipe en la gestión diaria al frente del municipio en unas fechas señaladas de
principios del siglo XX.
Palabras clave: Correspondencia, Política, Reformismo, Felipe Massieu y Falcón, Leo-poldo
Matos Massieu, Las Palmas de Gran Canaria, Siglo XX.
Abstract: This paper shows the order of principles and values necessaries to define a
modern city, its social improvement and urban increase, hidden in the ideology of Felipe
Massieu y Falcón. The correspondence between this one, Mayor of Las Palmas de Gran
Canaria City during several periods of contemporaine age, and his nephew, politician too,
Leopoldo Matos Massieu is very important in order to explain the pragmatic criterions of
Felipe Massieu in the government of Townhall in early Twentieh Century.
Key words: Correspondence, Politics, Reformism, Felipe Massieu y Falcón, Leopoldo
Matos Massieu, Las Palmas de Gran Canaria City, XXth Century.
0. INTRODUCCIÓN
En estas páginas se pretende mostrar, por una vía indirecta, cual es el
epistolario cruzado de tipo político, amparado, en su origen, en una relación
familiar primaria, el perfil ideológico de uno de los alcaldes más señalados de
la época contemporánea de las Islas Canarias y, en lo concreto, de la capital
278 Juan Francisco Martín del Castillo
del sector oriental. No es una silueta ideopolítica en sentido profundo y me-ditado,
fruto de una reflexión de semejante índole; tampoco un retrato de la
gestión de una labor municipal, que merecería en sí misma una obra de di-mensiones
acordes con el importante papel desempeñado por Felipe Massieu
y Falcón en el diseño y desarrollo de la moderna ciudad de Las Palmas de
Gran Canaria. Ni lo uno ni lo otro, quede claro.
En realidad, la presente investigación contempla como hecho protagonista
de la historia personal el correspondiente alegato del hombre, que, necesita-do
de explicarse y aun justificarse, utiliza de la palabra escrita en confiden-cia
una manera segura y eficaz de explicitar un ideario pragmático, aunque
no desprovisto de ilusionada proyección y esperanza. Felipe Massieu y Fal-cón
fue, durante sucesivos mandatos, el principal edil de la urbe grancana-ria1.
El primero de éstos, tuvo por concreción temporal el año de 1872, al que
habrían de seguir, con intervalos desiguales, nuevos compromisos al frente
del Consistorio, llegando al último de ellos, el más largo y fructífero sin lu-gar
a dudas, que se extendió desde 1910 hasta 1916. Nadie, conociendo los
entresijos de la historia política canaria, puede ocultar el influjo, participación
y predicamento de esta personalidad en la construcción del modelo social y
urbano del que se ha dotado, no ya la ciudad capitalina, sino hasta el propio
archipiélago en el pasado siglo.
La fuente del trabajo de recuperación de la memoria epistolar de don Fe-lipe
es la correspondencia mantenida entre éste y el que fuera su sobrino
carnal, a la par que correligionario en lo doctrinal, Leopoldo Matos Massieu
(1878-1936)2, por tantas cosas reconocido como político de impronta certera
en la contienda ideológica de la España de los años 20 y 30 del siglo XX. Asu-mió
diferentes cargos ministeriales, al frente de carteras que en principio se
antojaban extrañas por su distancia temática y organizativa (Ministerios de
Trabajo o Gobernación e, inclusive, Fomento), alcanzando, por su desempe-ño
y eficiencia, una notable aureola de exitoso gestor de la cosa pública. En-tre
el Fondo Documental de Leopoldo Matos, depositado en el Archivo His-tórico
Provincial de Las Palmas, se encuentra un legajo de sustancial
contenido, referido, en su práctica totalidad, al intercambio de misivas entre
Felipe Massieu y don Leopoldo: uno, en la ciudad natal y, el otro, en la corte
1 Las noticias publicadas con ocasión de su óbito dan fe de la relevancia de su figura
humana y política. Véase la necrológica del diario Abc, con fecha del 16 de marzo de 1927,
justamente un día después del fallecimiento: «Era el finado letrado prestigioso, orador dis-tinguido,
magistrado suplente de esta Audiencia, decano del Colegio de Abogados, ex di-putado
a Cortes. Fue Alcalde de Las Palmas tres veces, y a su labor se deben importan-tes
reformas y mejoras beneficiosas para la población. Caballero sin tacha, fue un ejemplo
constante de austeridad y virtudes cívicas y privadas, habiendo consagrado su actividad,
talento y energías a la defensa de los intereses de su país».
2 Sobre su biografía, véase Hernández Hernández, Carlos Gregorio (2005): Leopoldo
Matos Massieu, 1878-1936. Santa Cruz de Tenerife, Fundación Canaria Víctor Zurita.
El Prontuario de Felipe Massieu y Falcón: cartas a Leopoldo Matos (1915) 279
madrileña. La serie documental vuela de 1915 a 1921, sin solución de conti-nuidad,
promediando densas cartas del anciano alcalde al prometedor valor
de la política española.
En suma, nuestro propósito puede detallarse en esta sucinta jerarquía de
puntos de interés historiográfico: i) allanar el camino para el alumbramien-to,
en primer término, de la validez textual de la fuente epistolar, generada
por ambas figuras históricas, como herramienta útil para descifrar el desa-rrollo
de los acontecimientos pasados. Conseguido esto, acreditar, en la pa-labra
y en el argumento ideológico, la estrategia de proyección, resolución y
ejecución del modelo urbano pensado por Felipe Massieu y Falcón en 1915;
ii) tal modelo de desarrollo responde, en su vertebración y dinamismo, a una
política determinada, marca, en su tonos y fines, de un aire de época, al que
hemos convenido en denominar reformismo; iii) finalmente, esta apuesta re-formista,
en su versión positiva, es la que aflora en el torrente de la corres-pondencia
mantenida en aquel principio de siglo. Bien se ha de decir que don
Felipe, en gesto que le honra, más que servir de testigo de sombras y que-jas,
toma un rumbo opuesto, siendo partícipe de una visión optimista y ale-gre
de la función gubernativa, al tanto de la modernidad y el progreso social.
1. EL REFORMISMO PROYECTISTA
Fieles al dibujo planteado, la tarea ha de comenzar por un orden de ma-yor
a menor exposición ideológica. Es lo natural, abrir por el relato de la fi-liación
partidista de don Felipe, no menos que la de Leopoldo Matos. El Par-tido
Liberal Canario3 los tenía por distinguidos representantes, cada uno en
su registro y circunscripción. Pero, no está de más volver el semblante ha-cia
Felipe Massieu y reconocer, si cabe, un prurito intenso en la significación
política, por cuanto ostentó el rol de líder de su facción leonina durante lar-go
tiempo. Abanderado, pues, de una ideología de fuerte tendencia conser-vadora
y localista y a la que sometió, en recta lógica, buena parte de sus ac-ciones.
No obstante, la pertenencia al liberalismo doctrinal4, con ser favorecida
por la inteligencia inmediata de unas querencias y estrategias, no logra arro-jar
luz sobre el fenómeno del programa concreto de la actuación personal,
ávida de matices y proyectos. Es aquí donde viene la correspondencia epis-
3 Cfr. Millares Cantero, A. (1975): Aproximación a una fenomenología de la Restauración
en la isla de Gran Canaria. Las Palmas de Gran Canaria, Caja Insular de Ahorros, CIES;
Noreña Salto, Mª. Teresa (1977) Canarias: Política y Sociedad durante la Restauración. Las
Palmas de Gran Canaria, Cabildo Insular de Gran Canaria.
4 Cfr. Díaz del Corral, Luis (1945): El liberalismo doctrinal. Madrid, Instituto de Estu-dios
Políticos.
280 Juan Francisco Martín del Castillo
tolar a sustanciar la posible demanda al componente ideológico, es decir, a
dar cauce a la solicitud de principios materiales de un pensamiento teñido de
ilusiones y criterios apartados del segmento de lo real.
La ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, en los albores del siglo XX, asis-te,
entre perezosa y entusiasmada, a un inusitado desarrollo, tanto en lo de-mográfico
y social5, cuanto en lo urbano e industrial6. El Puerto de La Luz
rozaba cifras importantes en atraques y entradas y salidas de buques7, toda-vía
difíciles de creer, habida cuenta las escasas fechas transcurridas desde su
inauguración oficial, en el verano de 19028; las barriadas de la capital, en su
natural expansión, dejaban atrás el primitivo núcleo fundacional, adquiriendo
una imagen moderna y bulliciosa el conjunto habitado; el comercio y el sec-tor
mercantil, y la burguesía que los alimentaba y sostenía, empezaban ya a
tener conciencia de su fundamental papel en la definición de la ciudad9. Todo
hacía vaticinar un futuro prometedor. Sólo faltaba detectar los males a com-batir,
mas luego colmar el entendimiento de cuál habría de ser la urbe en-trevista
por los responsables políticos.
El reformismo municipal
Felipe Massieu cesó en la función gubernativa en 1916, a las puertas de
importantes hitos en la historia mundial. Sin embargo, el legado dejado por
el político es considerable desde cualquier punto de vista. El centro de aten-ción,
planteado al presente, nos conduce a la comprensión de esta herencia,
a la que, por supuesto, le cabe acreditarse. La anterior decisión por una me-jora
traduce un ideal pragmático, loable donde los haya, no obstante lo que
se impone es el correlato de la realidad cotidiana de la ciudad. De suerte que
regeneración y reforma forman un arco de referencias que fructifica en un
modelo urbano.
En una interesante y densa misiva de julio de 1915, a modo de declara-ción
solemne de intenciones, confiesa don Felipe que la idea no puede que-
5 Véanse Burriel de Orueta, Eugenio L. y Martín Ruiz, Juan Francisco (1980): «Estu-dio
demográfico de la ciudad de Las Palmas (1860-1975)» en III Coloquio de Historia Ca-nario-
Americana (1978). Las Palmas de Gran Canaria, Cabildo Insular de Gran Canaria,
tomo II, pp. 431-512; íd. (1980): Evolución demográfica del municipio de Las Palmas. Las
Palmas de Gran Canaria, Cabildo Insular de Gran Canaria.
6 Cfr. Martín Galán, Fernando (2001): Las Palmas, Ciudad y Puerto. Cinco siglos de evo-lución.
Las Palmas de Gran Canaria, Fundación Puertos de Las Palmas.
7 Cfr. Quintana Navarro, F. (1983): «La Luz, estación carbonera y despegue portuario
(1883-1913». Aguayo, 146, pp. 10-18.
8 Según consta en las certificaciones de obra expedidas con tal motivo, cfr. AHPLP,
Ayuntamiento, Intereses Generales, legajo 5, expediente 171.
9 Véase Quintana Navarro, F. (1985): Barcos, negocios y burgueses en el Puerto de La Luz,
1883-1913. Las Palmas de Gran Canaria, CIES.
El Prontuario de Felipe Massieu y Falcón: cartas a Leopoldo Matos (1915) 281
dar desasistida de la ejecución material, el verbo del hacer. Justo en su con-tenido
se clarea el reformismo municipal al que el edil servía con sacrificada
entrega. Punto, éste, que viene en confirmación del prontuario rectamente
obedecido por la estrategia política del gobierno local. Dividida en dos apar-tados,
uno de obras pendientes y otro de las que están en vías de concreción,
aporta significativa información histórica. Sobre el primer grupo, don Felipe
transmite al interlocutor la preocupación y el interés, no obstante vencerse
la iniciativa al poder administrativo. Esto es, demuestran un esfuerzo man-tenido
en el tiempo aunque abdica en responsabilidad por dependencia de la
instancia superior:
«Reformas cuya realización o terminación se halla pendiente de una manera
más o menos directa de las mencionadas resoluciones administrativas que
están Vds. llamados a obtener:
Abastecimiento de agua
Suministro de energía
Pavimentado de la carretera del Pto. [Puerto de La Luz]
Prolongación de la calle J. Muro
Ensanche de la calle del Obispo Codina
Tranvía eléctrico a San José
Casa de Correos y Telégrafos
Cuartel y Castillo de Mata
Gran-vía de Alfonso XIII
Nuevo ensanche del Parque
Parroquia de la (testamentaría) de Castillo
Monumento dispuesto en la misma Gran-vía de la Marina de Triana
Fuente ornamental en él»10.
Despréndese, en una primera lectura, que Felipe Massieu prosigue, sin
apenas desvío reseñable, en la línea de avances de mejoras por venir. Un
perfecto idealismo, sólo que el protagonista es un alcalde de la periferia es-pañola
confiado en la labor de sus aliados políticos en la corte madrileña. Pron-to
queda desvanecida esta impresión preliminar, al determinar la pluma de
Massieu un entero capítulo de «obras en ejecución» a desarrollar un medita-do
plan de reformas en Las Palmas de Gran Canaria, expresamente depen-diente
del gobierno municipal.
«Las otras reformas intentadas y en vías de ejecución que no reclaman por
ahora ningún auxilio de Vds. son las siguientes:
Instalación de una fábrica de gas
Instituto de servicios de higiene
Mejora completa del alumbrado eléctrico
10 AHPLP, Fondo «Leopoldo Matos», legajo 5, carta de Felipe Massieu a Leopoldo
Matos del 7 de julio de 1915.
282 Juan Francisco Martín del Castillo
Construcción de un Matadero
Red completa de Alcantarillado
Reforma del Mercado público
Baldosín de asfalto en casi toda la Ciudad
Reforma de la Alameda
Gran paseo semicircular con preciosas escalinatas y balaustradas en ‘Las Can-teras’
»11.
Aquí, en consecuencia, el veredicto histórico ha de cambiar de orienta-ción
interpretativa y ajustarse a la realidad de una proyección que, por fortu-na,
rebasa el simple desglose de iniciativas a cumplir en un futuro incierto.
Es más, para que en ningún momento pudiera deducirse tal impresión, y
menos aún en el interlocutor al que se dirige la misiva, Felipe Massieu co-mienza
un frenético al tiempo que ilustrativo detalle del anterior planeamien-to.
En lo sustancial, este prontuario del máximo edil toma cuerpo y defini-ción
política, social y hasta técnica, si se nos permite. De parte a parte del
largo escrito, en la trastienda de la redacción, la claridad expositiva, el con-trol
de la situación y la promesa de continuar en la tarea son notas caracte-rísticas,
casi idiosincrasia del gestor y promotor del reformismo municipal.
Adelanta una magnífica estampa de la etapa crucial del desarrollo de la
ciudad contemporánea. Pocas veces, en un documento epistolar como éste,
se encuentra el innovador giro al que asistía Las Palmas de Gran Canaria.
Además, congratula conocer el grado de consecución de los proyectos, es
decir, el mismo hecho de cómo se construye intelectual e históricamente la
imagen de una urbe.
En tal sentido, la bondad de la pluma del munícipe informa en lo menu-do
de cada aspecto de la nómina antedicha. Inicia por la fábrica de gas12, de
la que atestigua que «se hallan ultimados todos los detalles concernientes a
la Empresa concesionaria, afanosa de comenzar las obras»13. No obstante,
confiesa el problema que arrastra el «emplazamiento» de la futura instalación,
sometido a un recurso pendiente de resolución. Concluye, esperanzado, en
que la guerra acabe para que «pueda venir el Material de Alemania»14. Este
celo por lo cotidiano del proyecto de mejoras no hace sino brillar en las su-cesivas
entregas informativas.
Acto seguido, confirma el proyecto de un «Instituto de servicios de hi-giene
», anhelo de largo aliento en la ciudad, sujeta al continuo vaivén de la
11 Ibíd.
12 Cfr. Florido Castro, A. (2000): Arqueología industrial en Las Palmas de Gran Canaria
durante la Restauración (1869-1931). Las Palmas de Gran Canaria, Cabildo Insular de Gran
Canaria; íd. (2008) «Cuatro chimeneas con historia en Gran Canaria» en XVII Coloquio de
Historia Canario-Americana (2006). Las Palmas de Gran Canaria, Cabildo Insular de Gran
Canaria, pp. 1369-1384.
13 Carta del 7 de julio de 1915.
14 Ibíd.
El Prontuario de Felipe Massieu y Falcón: cartas a Leopoldo Matos (1915) 283
enfermedad infectocontagiosa sobrevenida por la vía marítima, amén de no
contar con un recinto adecuado para solventar los problemas estructurales
de la asistencia sanitaria primaria en el medio urbano. Por aquellas fechas,
la Sanidad nacional estaba en un período de asentamiento y progresiva eje-cución
de la Instrucción General de 190415, llamada a protagonizar un cambio
significativo en el sector. Varios episodios epidémicos, anteriores y posterio-res,
hicieron del Instituto de Higiene más que un desideratum para conver-tirse
en una necesidad manifiesta16. Sin embargo, pese a que don Felipe lo
contempla como ha de ser, reconoce que la situación no es la mejor para ga-rantizar
un éxito político a corto plazo: «este proyecto va un poco atrasado,
pero en marcha. El actual potrero Municipal se convertirá en un gran edifi-cio
que habrá de contener todas las dependencias relacionadas con la higie-ne,
limpieza y salubridad de la población»17. Lejos estaba su ilusión de alcan-zar
la realidad histórica, puesto que el Instituto Provincial de Higiene de las
Canarias Orientales18 aguardaría hasta mediados de la década de los 20 para
hacerse con un local cedido por el Cabildo Insular de Gran Canaria, un pro-yecto
regulador de actividades y un director, don Antonio Ortiz de Landazu-ri,
su verdadera alma mater, a la par que cabeza visible de un joven y prepa-radísimo
grupo de técnicos sanitarios al servicio de la ciudad y las isla.
Conténtase, en verdad, con lo ya hecho, emanado del antiguo Laboratorio
Químico Municipal, inaugurado en los primeros días del mes de octubre de
190419: «Ya se halla casi al terminar el laboratorio bacteriológico y vamos poco
a poco con el químico…»20.
15 Véanse García Caeiro, Á. L. (1998): «La gestación de la Instrucción General de Sa-nidad
de 1904», en Castellanos Guerrero, J. et alii (coord.), La medicina en el siglo XX.
Estudios históricos sobre medicina, sociedad y estado. Málaga, SEHM; Molero Mesa, J. y
Jiménez Wana, I. (2000) «Salud y burocracia en España. Los Cuerpos de Sanidad Nacional
(1855-1951)». Revista Española de Salud Pública, 74, pp. 45-79.
16 Incluso, más adelante en el archivo de la correspondencia, se dedica al futuro com-plejo
una larga carta, en tipos mecanografiados y en cierta manera recapitulando lo ya di-cho,
fechada el 15 de septiembre de 1915 y dirigida a nuestro destinatario, don Felipe Mas-sieu,
por parte de su sobrino destacado en Madrid (AHPLP, Fondo «Leopoldo Matos»; legajo
5, epístola de Leopoldo Matos a su tío, el Alcalde-Presidente del gobierno local).
17 Fragmento de la carta de Felipe Massieu a Leopoldo Matos del 7 de julio de 1915,
arriba citada.
18 Cfr. Martín del Castillo, J. F. (2005): «Los orígenes del Instituto Provincial de Higie-ne
de las Canarias Orientales y la sanidad municipal (1926-1927): cambios estructurales y
asistenciales». Asclepio, LVII-2, pp. 129-150.
19 Cfr. Martín del Castillo, J. F. (1995): «Una noticia histórica: la inauguración del Labo-ratorio
Químico Municipal de Las Palmas (1904)». Aguayro, 212, pp. 12-15.
20 Carta del 7 de julio de 1915, ya cit. Se refiere don Felipe a las nuevas instalaciones
analíticas, derivadas del anterior laboratorio, véase Martín del Castillo, J. F. (1996) Los pri-meros
laboratorios de Las Palmas (1904-1926). Una aproximación. Las Palmas de Gran Ca-naria,
Ayuntamiento.
284 Juan Francisco Martín del Castillo
Importante resulta entender que la figura del control sanitario recaía,
como resultado de la normativa en vigor, en el Inspector Municipal de Sani-dad,
don Vicente Ruano y Urquía21, a los efectos, sobre todo, de hacer com-prensión
del tono de la escritura del edil, no menos que de su contenido. Fluc-túa
entre dos aguas: la una, de afirmación en la necesidad del instituto, y la
otra, en cambio, en la ponderación de los acontecimientos en torno a la rea-lización.
Quiere decirse, por fuera de la identidad de ideales y pensamientos,
que ambas personalidades estaban atadas por los requerimientos de sus car-gos
y las posibilidades políticas y estratégicas del momento. Esto último se
hará palpable en el apartado dedicado al Matadero Municipal, fruto de un in-forme
previo por parte del citado Vicente Ruano, que no escatima esfuerzos
en la definición de los males encontrados en las dependencias del existente,
que se remontaba a 1855, y la urgente empresa de reformarlo o, aun mejor,
como apostilla, construir uno nuevo y moderno22.
Avanza el prontuario con la semblanza del alumbrado en la capital. En sus
palabras:
«Hay que convenir en que hoy no puede ser peor y esperamos que, gra-cias
a las nuevas lámparas, sin aumento sensible de precio, se obtenga casi
doble cantidad de luz de un resultado completamente satisfactorio. Esto está
ya ultimado y se pondrá en práctica inmediatamente».23
Era verdad palmaria, a veces consignada en los textos literarios de la épo-ca
(por ejemplo, en los Recuerdos de un noventón de Domingo J. Navarro de
189524), que la iluminación urbana dejaba mucho que desear, siendo, en sin-fín
de oportunidades, más que ayuda al transeúnte auténtico problema para
la seguridad de los viandantes y repetida ocasión para que los cronistas, como
el citado, hicieran sus galas en favor de la traída de luminarias acordes con
el nivel de modernidad alcanzado por la ciudad. Alonso Quesada25, y segui-mos
con el capítulo de voces críticas, en varios de sus artículos muestra el
mal de las calles capitalinas, expuestas al tenue brillar de las lámparas de gas,
con la particular fauna nocturna a su alrededor.
21 Cfr. Martín del Castillo, J. F. (2009): La Voluntad de Hipócrates. Principales episodios
de la Junta Municipal de Sanidad y la salud pública en Las Palmas de Gran Canaria, 1875-
1915. Santa Cruz de Tenerife, Ediciones Idea y Sociedad Canaria de Historia de la Medi-cina,
pág. 195.
22 Véase Martín del Castillo, J. F. (2007): «Una cala histórica en la Medicina Veterina-ria
de Las Palmas de Gran Canaria (1904-1915)». El Museo Canario, LXII, pp. 275-305.
23 Fragmento de la carta de Felipe Massieu a Leopoldo Matos del 7 de julio de 1915, ya
citada.
24 Navarro, Domingo J. (1991): Recuerdos de un noventón. Las Palmas de Gran Canaria,
Cabildo Insular de Gan Canaria, pág. 132.
25 Quesada, Alonso (1919): Crónicas de la ciudad y de la noche. Las Palmas de Gran Ca-naria,
Tip. del Diario.
El Prontuario de Felipe Massieu y Falcón: cartas a Leopoldo Matos (1915) 285
Felipe Massieu, al tanto de la realidad, no duda ni por un instante en ata-jar
tal desajuste, de fácil arreglo y grande resultado en su ejecución. Las pa-labras
de optimismo al respecto transmiten un seguro caminar del munici-pio
en cuanto al desarrollo del alumbrado. No está de más traer al recuerdo
que, en esta misma década de adelantos, el Puerto de La Luz planea y aco-mete
un paquete de medidas ciertamente ejemplares en el recambio y ex-tensión
de la iluminación eléctrica en sus instalaciones26. No obstante, el su-ministro
del fluido energético estaba en lo hondo de la consecución, tanto en
la empresa urbana como portuaria, y para ello era imprescindible contar con
unos centros que pudieran surtir, en tiempo y potencia, a entrambos servi-cios.
De manera que el progreso en el sector eléctrico será una de las apuesta
de don Felipe.
Respecto a las instalaciones sanitarias o de abasto público, si bien sepa-radas
en el orden del documento, el hecho cotidiano establecía una íntima
relación, habida cuenta la proximidad del Matadero y la Plaza de Abasto. Vi-cente
Ruano, en un detallado informe elevado a la Presidencia del Ayunta-miento,
ya aludido en estas páginas27, recogía bien a las claras el desencuen-tro
del recinto de matazón con las normas elementales de higiene en el
tratamiento de animales y su despiece. Es más, incluye en su descripción
lamentables imágenes del profesor veterinario, afanado en los menesteres
propios de la labor de revisión, sin apenas material y recursos de aseo y lim-pieza
para preservar las carnes de consumo, amén de mostrar la infame jor-nada
de los peones de arrastre descalzos entre charcos de sangre que ter-minan
por formar un reguero que sale al exterior del recinto, desembocando
en el mar cercano. El Inspector de Sanidad no duda en sus calificativos como
tampoco en el dictamen final: la inevitable reforma o, por mejor decir, la cons-trucción
de novedosas y amplias estancias que no riñan con los preceptos del
control de la higiene y la salubridad y la dignidad de los profesionales que han
de trabajar en ellas.
Seguramente, conocedor del informe y de la situación del obsoleto Ma-tadero
Municipal, el alcalde afronta esta necesidad sin recelos o quiebra en
el ánimo. Sin embargo, aun resignado a la mejora a introducir y su carta de
gastos, el apartado que le dedica, en la misiva a Leopoldo Matos, rezuma, a
partes iguales, ilusión por el proyecto como esperanza por no procurar de-mora
en él:
«Construcción de un Matadero. Era esta una de las necesidades más sen-tidas
de la población y me dicen que el proyectado se ejecutará conforme a
26 Cfr. Martín del Castillo, J. F. (2001): «Estudio sociohistórico de los primeros proyectos
de iluminación y alumbrado del Puerto de La Luz y Las Palmas (1907-1930)». Llull, 50, pp.
423-448.
27 Martín del Castillo (2007): «Una cala…», cit.
286 Juan Francisco Martín del Castillo
los adelantos modernos, teniendo hasta frigoríficos y otros detalles por el es-tilo.
Esto se halla completamente ultimado y mandado sacar a subasta…».28
La aparente ingenuidad de don Felipe, sorprendido de la novedad de la
introducción de los instrumentos generadores de la actual cadena de frío,
conviene circunstanciarla en la penosa estampa descrita por la Inspección
sanitaria. En el haber del munícipe, por otro lado, está la resolución de un
punto clave de la cotidianeidad de la población, como bien recoge en su es-crito.
Otrosí ocurre con la reforma del Mercado de Abasto, intrínsecamente
conectado con lo anterior. El pasar de los años, la desidia política y la inercia
municipal habían malogrado un recinto que, en su momento, fue ejemplo de
funcionalidad y hasta con cierto gusto estético, al decir de los expertos en la
materia. Al extremo que imperioso se hacía su adecentamiento y la revisión
de las estancias en acuerdo con las líneas modernas de construcción y dis-posición
de un mercado público de principios de siglo. Tampoco era necesa-ria
una remodelación completa, menos todavía un edificio de nueva planta,
pero sí conformar lo hecho con el creciente desarrollo urbano y demográfi-co.
Y no sólo esto último, las costumbres y maneras del isleño recomenda-ban
una distribución diferente de los servicios, mejor acomodados a la men-talidad
del hombre aquellos años.
El Alcalde se sincera, en este punto, con su sobrino y, en idéntica medi-da
que con el Matadero, no huye de la denuncia y la realidad constatable;
antes bien, reconduce la severidad de la crítica hacia unos parámetros de acep-tación
pública. Lo sombrío y vulgar del establecimiento le sirven, por el con-trario,
para poner en valor la sencillez, bondad y beneficio en todos los sen-tidos
de las reformas a materializar. Nunca, como ahora, se testimonia el
perspicaz y positivo actuar político del munícipe capitalino.
«Reforma de la Plaza de Abasto. Esto, relativamente, es cosa de poca
monta, pero dará un resultado de gran efecto y que determinará un notable
progreso. En la actualidad, esta dependencia Municipal constituye por su as-pecto,
estrechez y malas condiciones una verdadera vergüenza, máxime jun-to
a las pescaderías, con las que forma un desagradable contraste. Las modi-ficaciones
intentadas harán que aquel edificio pueda ser visitado, sin temores
de ningún género, por cuantos forasteros quieran intentarlo. Se está hacien-do
con los recursos ordinarios»29.
Este esfuerzo de progreso, de reformas en los servicios y establecimien-tos
de régimen público, ya aquilatado en el pensamiento proyectista de don
Felipe, culmina en la intensidad enfática por conseguir los niveles europeos
28 Carta del 7 de julio de 1915.
29 Ibíd.
El Prontuario de Felipe Massieu y Falcón: cartas a Leopoldo Matos (1915) 287
de cualquier ciudad moderna que se precie, sobre todo en lo tocante a lo to-davía
no ejecutado o concebido. En esta postrera ideación municipal, la pala-bra
del Alcalde roza el entusiasmo del hijo abrazado a su madre, del hombre
entregado de veras a la conquista de unos elementos compartidos con el resto
de sus conciudadanos. En somera expresión, describe la utopía urbana que
entretiene sus días.
Son tres los pivotes sobre los que gira la imaginación del edil: el alcanta-rillado,
el asfalto y la estética del tránsito por la ciudad (la Alameda y el Pa-seo
de Las Canteras). De su terminación a tiempo, comprende don Felipe que
Las Palmas de Gran Canaria habría de generar encanto y admiración entre
unos y otros. Sería, en suma, la nueva ciudad de progreso y prosperidad.
Detrás de estas empresas, en principio insustanciales en cuanto a rédito po-lítico
a obtener so pena de invertir energía y empeño a puñados, se esconde
la forja de una urbe diferente, radicalmente diferente a la contemplada por el
Alcalde cuando accedió al cargo por primera vez en 1872. Lo que se tiene
por meta es, en justicia, hacer de la capital grancanaria un lugar de aspecto
renovado, mucho más cercano a los ideales del siglo XX, por aquel entonces
recién estrenado.
Conforme a este perfil utópico, logra Felipe Massieu hilvanar los hilos
estructurales de la ciudad soñada, aquellos que, por invisibles o por todo lo
expuesto, marcan la imagen de proyección del entorno urbanístico. Por ejem-plo,
el alcantarillado, un bien siempre deseable de saneamiento e higiene de
los núcleos de población de densidad respetable, no tiene objeción en la cuen-ta
del edil. Muy al contrario, resalta la exacta conciencia del recurso a prio-rizar,
esto es, de su necesidad y alcance en la mejora de lo urbano:
«Red completa de Alcantarillado. No se te esconderá la excepcional tras-cendencia
de esta mejora. Pues también puede decirse que es un hecho»30.
No obstante, en tal optimismo late la prevención de un obstáculo cierto,
la imprescindible como problemática relación Puerto-Ciudad:
«Saldrá de un día a otro el concurso para la presentación del proyecto que
mejor venza las dificultades que, sobre todo en el puerto, ofrece la realización
de este servicio en una población tan al nivel del mar como la nuestra…»31.
Don Felipe anticipa, pese a la alegría por la consecución de bien higiéni-co-
sanitario y civil, el asunto de la conurbación y el correspondiente capítulo
del entendimiento institucional. Pertinente, perentorio y necesario presen-tábase
a la inteligencia de todos que el acuerdo de ambas direcciones, la lo-cal
y la portuaria, habría de proveer de nutridos frutos al conjunto social y al
30 Ibíd.
31 Ibíd.
288 Juan Francisco Martín del Castillo
tejido económico, sin embargo, en el plano de las realidades cotidianas, a ve-ces,
distaba demasiado de ser admitido y, menos aún, de ser puesto en prác-tica.
Y el Alcalde, en esta ocasión, da ejemplo palmario para valorar tanto un
extremo como su contrario.
El asfalto era otro deseo creciente entre los residentes, ávidos de ufanarse
de una ciudad moderna y transitable, sin los espejismos del pasado y los ri-gores
de antaño. Durante aquel principio de centuria, e inclusive antes, la
necesidad de un pavimento uniforme y acorde con el estatus adquirido por
la urbe iba de la mano de un sentimiento general de mejora y autoestima
social. Algunas voces, además, conectaron esta problemática con el refuerzo
de la vertiente sanitaria e higiénica, por cuanto lo introducido en el capítulo
del asfaltado habría de corregir ciertas conductas inapropiadas en el manejo
de la limpieza viaria o, todavía mejor, fomentar la salubridad entre los veci-nos
y sus peculiares costumbres con respecto a los desechos en las inme-diaciones
de las calles, sobre todo en las concurridas barriadas del extrarra-dio.
Quien hubo de soportar tal alegato, el doctor Andrés Navarro Torrens,
abanderado de la corriente higienista entre la capa médica32, fue firme parti-dario
de la sensatez y buena gestión de los servicios básicos que, inevitable-mente,
fortalecían el sector sanitario con su implementación. Dicho queda que
esto era así en la infraestructura civil, pero otro tanto sucede con el embe-llecimiento
de las alamedas, bulevares y parques de la ciudad, como ya ve-remos
más adelante.
Sobre el asfaltado, don Felipe hace la siguiente confidencia, harto elocuen-te
por otra parte:
«Baldosín de asfalto= (…) Pues bien; las bases generales del contrato
parecen aceptadas. Estamos esperando en estos días al representante de la
Empresa y, si son ciertos sus propósitos, creo que podemos llegar a un acuer-do
por el cual podamos ver en pocos años pavimentada con dicho baldosín casi
toda la Ciudad…»33.
Importa destacar que el Alcalde no las tiene todas con él, al depender del
concurso ajeno en el desarrollo material de la obra, no obstante se sabe par-tícipe
de la notable mejoría urbana a ejecutar. Sospechosamente, por el tono
de la expresión, el proyecto parece destinado a la demora burocrática y pre-supuestaria.
Al pronto, cáese en la cuenta que el prontuario de don Felipe no
experimenta riña con el pragmatismo de los juicios, más bien todo lo opues-to.
El hueco, dejado por este apartado, sólo será cubierto con la tremenda
carga de ilusión depositada en el último segmento de la lista de reformas.
La estética de la ciudad, en aumento como su índice poblacional, también
exigía un mínimo de atención por parte del Consistorio en orden a hacer
32 Martín del Castillo (2009): La Voluntad de Hipócrates, cit., pág. 154 y ss.
33 Carta del 7 de julio de 1915.
El Prontuario de Felipe Massieu y Falcón: cartas a Leopoldo Matos (1915) 289
atractiva Las Palmas de Gran Canaria a sus moradores, mas también como
reclamo de los foráneos y, por supuesto, solaz de los mayores nacidos en ella.
Por aquellas fechas, el turismo de salud34 no suponía rareza, sino aliento de
una incipiente industria del sector, llamado a ganarse un decisivo componente
económico en la isla al completo. Semejantes consideraciones, y aun otras,
son las que mueven la voluntad capitalina en una dirección reformista al co-bijo
de la bondad de las proyecciones. La Alameda, como punto de encuen-tro
y enclave de señalada estampa, ofrécese agradecida al empeño de la Al-caldía,
segura protectora del emblema urbano. Don Felipe se congratula, en
este sentido, de la poca monta de la inversión, no obstante el impacto con-seguido:
«Reforma de la Alameda. Esta es otra cosa también de poquísima impor-tancia
relativa, pero que igualmente será de grandísimo efecto para el embe-llecimiento
de la población»35.
La espontaneidad de la declaración al sobrino, en comparación analítica
con otros apartados, recoge para sí la firmeza y convicción del planteamien-to.
Es más, el Alcalde sabe, a ciencia cierta, que la urbe asiente ante lo pla-nificado,
no tanto por el escaso volumen de gasto, cuanto por el esfuerzo de
dinamismo que se aprecia en el proyecto. El ejercicio de dotarse de espacios
públicos de ocio y recreo, al margen de una necesidad social, es, en lo hon-do,
una prueba más de la entrada de la modernidad en la capital isleña. Por-que,
en verdad, la extensión y cuidado de las zonas verdes, en las ciudades
de finales del siglo XIX y comienzos del XX, al decir de los expertos en estas
cuestiones, son ejemplos del nuevo pensamiento arquitectónico, y hasta fi-losófico,
sobre el conjunto urbano. La ideología liberal, a la que se adscribe
sin género de dudas el político, también promedia en este tipo de reflexio-nes,
más atentas a la libertad individual y su disfrute en el entorno natural o
social. En indisoluble lazo con el ajardinamiento de la ciudad está la Playa de
Las Canteras, contrapunto y complemento de lo anterior.
Páginas arriba, habíase mencionado la intrínseca relación entre lo sanita-rio
o higiénico y el resto de los servicios municipales. Salta a la vista que la
atención a los puntos más transitados de la ciudad, por su atractivo estacio-nal
o de recreo, no sólo debe estar cimentada en el obsequio de un embelle-cimiento
inmediato, sino que ha de ser correspondida por un margen de ma-yor
logro social, es decir, por la consecución de un éxito combinado en los
factores a desplegar. Felipe Massieu, constantemente fustigado por la pren-sa
local en lo relativo a la limpieza, cuidado y desinfección del litoral coste-ro,
entroniza en su prontuario de acciones el valor del paseo de la playa y,
34 Cfr. González Lemus, N. (2007): Clima y medicina: los orígenes del turismo en Cana-rias.
Santa Cruz de Tenerife, Ediciones Idea (Col. «Thesaurus»).
35 Carta del 7 de julio de 1915, ya cit.
290 Juan Francisco Martín del Castillo
de este modo, encima una proyección de múltiples resultados, desde los es-téticos
hasta los higiénico-sanitarios, pasando por los morales o psicológicos
de una población satisfecha con la puesta en alza de lo suyo:
«Gran paseo de ‘Las Canteras’. Y no temo llamarlo grande porque lo será
indudablemente y de un aspecto que no dudo en calificar de soberbio, preci-samente
por su grandiosidad y su disposición en forma de concha con una
playa para bañarse sin igual. El proyecto está hecho y aprobado por el Ayun-tamiento,
pudiendo adelantarse que es precioso y atrayente por la gran ex-tensión
y dimensiones de sus balaustradas y escalinatas»36.
Al punto cabe hacer recordación de lo que, de manera habitual, concebíase
de la playa, hoy inigualable emblema internacional de la ciudad. Durante
mucho tiempo, el lugar era tenido como improvisado mingitorio de los tran-seúntes
tanto capitalinos como forasteros, aparte de vertedero de enseres y
desechos. La propuesta de Massieu venía, en fin, a concluir con tal imagen
de incuria e incomprensión. Por esta razón, el entusiasmo del edil muéstra-se
convencido del plan, así como de los resultados a largo plazo (sobre todo,
los relacionados con el saneamiento urbano y la corrección de las costumbres
de los ciudadanos con respecto a su marina). La ciudad casi había vivido
de espaldas al frente marítimo, en lo tocante a la concepción del esparcimien-to
de ocio y el embellecimiento local, y la muestra estaba servida con la
Playa de Las Canteras; lo dispuesto por el Consistorio principiaba un cami-no
diverso.
2. CONCLUSIÓN
La trabazón del presente estudio ha estado centrada en la explicitud del
ideario pragmático de un político liberal-conservador en su labor de respon-sabilidad
municipal al menos para 1915. Esto no siempre es fácil de encon-trar
y, menos todavía, formular en la manera que, modestamente, se ha con-cretado
en las páginas dejadas atrás. Felipe Massieu y Falcón, personaje de
importante trascendencia en la evolución de Las Palmas de Gran Canaria
desde una ciudad decimonónica a urbe moderna y abierta al mundo, preten-de,
y así lo hemos visto, compendiar el desarrollo del núcleo de población a
través de una serie de puntos cardinales en la concepción de un proyecto
regeneracionista documentado en varias reformas. No estaba solo en la ini-ciativa,
no obstante supo imprimirle un peculiar empuje, una idiosincrasia
auténtica en el progreso social.
Este prontuario de acciones, como hemos dado en llamarle, presente en
las cartas al sobrino Leopoldo Matos —y por esta razón en peligro de ser
36 Ibíd.
El Prontuario de Felipe Massieu y Falcón: cartas a Leopoldo Matos (1915) 291
ignorado—, debe ser tenido en cuenta en el requerimiento historiográfico de
hacer exégesis del germen ideológico de una tarea de gobierno en la esfe-ra
local. La naturaleza epistolar, casi confidencial, de las palabras del edil es,
en la justa medida, el principal haber de la documentación original: el polí-tico
aprovecha la oportunidad de explicarse a sus anchas, hasta incluso para
desahogarse, en los términos propios de un dirigente insular del tiempo. La
confidencia, bien entendida, da paso a la iluminación de las ideas fundamen-tales
acerca del pensamiento de cómo debe ser la ciudad futura y de su ca-mino
a la modernidad. Este atractivo documental, pues, esconde tras de sí
el norte ideopolítico del hombre, mas también transmite la ilusión de una
generación al unísono, a la que aquél intenta servir con humildad y entusias-mo
compartido.
En un segundo orden, atento al contenido del discurso de don Felipe,
destaca la primacía de lo relacionado con las infraestructuras básicas de una
urbe. Sean las comunicaciones, la energía, el alumbrado, o las edificaciones
públicas más necesarias, la perspectiva de futuro está en torno a la consecu-ción
o reforma de cada uno de estos capítulos. Lo mismo ocurre con el asfal-tado
o pavimentado de la ciudad que, además de vital para la «nueva capital»,
aproxima a La Luz al ideal de la deseable coordinación entre el Puerto y la
Ciudad. Por otra parte, en este prontuario se echa de menos un mayor peso
de las políticas sociales, una preocupación seria e intensa por las debilidades
de los desfavorecidos y, al fin, parece desoírse las voces reclamadoras de ins-tituciones
o servicios motivados en la asistencia a la población (el Instituto
de Higiene no deja de ser una curiosidad). En todo, pero más en este punto,
el cuño de la ideología liberal muéstrase descarnado, con sus aciertos y au-sencias
deliberadas, bondades y zonas de sombra.