El sueño que no pudo ser.
Dos cajas de ahorros nonatas
JUAN ANTONIO MARTÍNEZ DE LA FE
Boletín Millares Carlo, núm. 29. Centro Asociado UNED. Las Palmas de Gran Canaria, 2010.
Resumen: Pese a no haber constancia de que hubiesen sido una realidad, sí existían in-dicios
suficientes para pensar que tanto el Círculo Católico de Obreros de San José y la Liga
de Propietarios y Comerciantes, ambas de Las Palmas de Gran Canaria, hubiesen podido,
al menos, esbozar el proyecto o fundar una caja de ahorros con su monte de piedad. Desde
la desaparición de la Caja de Ahorros y Socorros del Gabinete Literario, en los inicios de
la segunda mitad del siglo XIX, hasta la creación del Monte de Piedad y Caja de Ahorros
de Las Palmas en los inicios del siglo XX, algunas voces se alzaron solicitando la creación
de estas entidades en Canarias. Lamentablemente, la investigación ha confirmado que am-bos
proyectos no llegaron a materializarse.
Palabras clave: Cajas de Ahorros, Montes de Piedad, Entidades Financieras.
Abstract: Although there is no real proof, one could say that there were enough con-ditions
in Las Palmas de Gran Canaria to think that the Circulo Catolico de Obreros de San
Jose and the Liga de Propietarios y Comerciantes could have been the beginnings of a sa-vings
bank with its pawnshop.
Moreover, between the disappearance of the Caja de Ahorros y Socorros del Gabinete
Literario in the second part of the XIX century and the creation of Monte de Piedad (pawns-hop)
and Caja de Ahorros (savings bank) de Las Palmas, some people had been in favour
of formally starting these entities in The Canaries. Sadly, this investigation has confirmed
that these projects never took shape in the end.
Key words: Savings Banks, Pawnshop, Financial Institutions.
INTRODUCCIÓN
La revista Aguayro recogió, en su momento, un artículo en el que figura-ba
el esquema cronológico de la presencia de Cajas de Ahorros y/o Montes de
294 Juan Antonio Martínez de la Fe
Piedad en las islas, desde el siglo XVIII hasta el XX1. En el apartado correspon-diente
al siglo XIX y a la provincia de Las Palmas, aparecía la posible existen-cia
de una caja de ahorros que podía haber creado el Círculo Católico de Obre-ros
de San José; esta anotación venía enmarcada por el signo de interrogación,
dado que los datos que originaban la posibilidad eran aún bastante escasos y el
tema quedaba pendiente de una investigación más detallada.
Por otro lado, el periódico Las Canarias2, en Madrid, afirmaba, con ale-gría,
que se había constituido una sociedad, la Liga de Propietarios y Comer-ciantes,
que pretendía la creación de una caja de ahorros, tan necesaria en
las islas.
Las siguientes líneas pretenden aclarar que ambos proyectos no alcanza-ron
a ver la luz.
EL CÍRCULO CATÓLICO DE OBREROS DE SAN JOSÉ Y SU CAJA DE AHORROS
El primer Círculo fundado en España fue el de Alcoy, nacido a finales de
1872 y desaparecido prontamente. Sin embargo, uno de los ejemplares de su
reglamento apareció en Gran Canaria, ilusionando al prelado que pastoreaba
la diócesis en aquellos años, José María Urquinaona y Bidot3. Los tres pri-meros
artículos de aquel reglamento fueron reproducidos en el Boletín del
obispado en enero de 1873, constituyendo toda una invitación a la creación
de una entidad similar en la ciudad.
A ella respondieron dieciséis laicos, quienes remiten una carta al prela-do
expresando su intención de crear un círculo católico de obreros. El escri-to
estaba fechado el 30 de enero de 1873, día y año que pueden considerar-se
como los de su fundación4.
No es de extrañar lo ocurrido, conociendo tanto el contexto histórico en
el que surge la entidad como los puntos prioritarios de la acción pastoral del
obispo Urquinaona, entre los que figuraba la
Atención a los nuevos problemas pastorales que se plantean del hacinamiento
de masas proletarias en la ciudad, cuyos problemas hay que atender y formar sus
conciencias5.
1 Martínez de la Fe, Juan Antonio. «La Caja de Canarias, 50 años de historia», Aguayro,
núm. 187, La Caja de Canarias, Las Palmas de Gran Canaria, 1990, pp. 6 y ss.
2 Las Canarias, 20 de julio de 1902.
3 Cádiz 1813-Barcelona 1883. Fue nombrado obispo de la diócesis canariense en 1863,
cargo que tuvo que asumir por obediencia, ante sus reticencias para aceptarlo. Hombre de
profundo amor a la Iglesia, cuyas directrices defendió con vehemencia, tuvo problemas es-pecialmente
durante el sexenio revolucionario. Actitud que le llevó a imponer sanciones
canónicas a don Gregorio Chil y Naranjo, por su defensa de las ideas evolucionistas, y a
incluir las obras de Millares Torres en el índice de libros prohibidos. Junto a ello, otra de
sus grandes preocupaciones la constituyó la creciente problemática social de los obreros.
El sueño que no pudo ser. Dos cajas de ahorros nonatas 295
Inicialmente, tuvo el Círculo su primera sede junto a la parroquia de Santo
Domingo, donde posteriormente estuvo el internado de San Antonio. Lue-go,
doña Dolores de la Rocha le cedió un solar en la calle que hoy lleva su
nombre, en Las Palmas de Gran Canaria, donde con las contribuciones de
socios y simpatizantes se levantó el edificio que, desde entonces, es su sede
social.
Fue su primer presidente don Antonio Lara Barraquero. Pese a algún
período de crisis, el Círculo Católico de Obreros de San José ha sabido man-tener
su vigencia a lo largo de los años. Siendo el segundo en constituirse
dentro del territorio nacional, llegó, incluso, a ser el único existente, tras la
desaparición del de Alcoy.
Tanto en sus aspectos generales, como en el caso concreto de este Cír-culo
de Las Palmas de Gran Canaria, este tipo de instituciones ha sido estu-diado
en profundidad, produciendo una considerable bibliografía6.
¿Tuvo el Círculo Católico de Obreros de San José una caja de ahorros? La
cuestión merecía una reflexión. De un lado, tenemos la existencia de una im-portante
Caja de Ahorros en el territorio nacional, nacida de un círculo: una
de las dos de la capital burgalesa; de otro, una constante que se venía repitien-do
en nuestra historia insular, cual es la necesaria creación de montes de pie-dad
y cajas de ahorros7; a esto se añade la entrevista a don Bartolomé Her-
4 Barreto Romano, José Miguel. El movimiento católico en la diócesis de Canarias. 1868-
1936. Anroart Ediciones, Colección Textos Universitarios. Las Palmas de Gran Canaria,
2006, pp. 63 y ss.
5 AA.VV. Historia de las diócesis españolas. 24. Iglesias de Canarias y Tenerife. Bibliote-ca
de Autores Cristianos, Madrid, 2007, p. 223.
6 Con carácter indicativo, no exhaustivo, señalamos la siguiente: Gallego, José Andrés,
«La primera organización del movimiento socialcristiano en España, 1887-1896», UNED,
Anuario, Centro Asociado de Las Palmas, núm. 3, 1977, Las Palmas de Gran Canaria, pp.
13-75; id, «Los comienzos del asociacionismo obrero en Gran Canaria», Anuario de Estu-dios
Atlánticos, núm. 27, 1981, Las Palmas de Gran Canaria, pp.261-307; Pensamiento y ac-ción
social de la Iglesia en España, Espasa Calpe, Madrid, 1984; id, http://
joseandresgallego.com/docs/PensamAccSocIglEsp04.pdf; Barreto Romano, José Miguel, «El
nacimiento del asociacionismo obrero cristiano en Las Palmas: 1873-1877», Almogarén, núm.
10, 1992, Las Palmas de Gran Canaria, pp. 127-133; id, El movimiento católico en la dióce-sis
de Canarias. 1868-1936, Anroart Ediciones, Colección Textos Universitarios, Las Pal-mas
de Gran Canaria, 2006; Brito González, Oswaldo, Historia del movimiento obrero cana-rio,
Edit. Popular, Madrid, 1980; Suárez Bosa, Miguel, «Las sociedades de socorros mutuos
en las Canarias Orientales entre el final del siglo XIX y principios del XX», X Coloquio de
Historia Canario-Americana, Cabildo Insular de Gran Canaria, 1992, Las Palmas de Gran
Canaria, T. II, pp. 725-747.
7 Citemos, por ejemplo, el monte de piedad creado por el canónigo Jerónimo José de Roo
y Fonte (Martínez de la Fe, Juan Antonio, «¿Un monte de piedad en Las Palmas en el si-glo
XVIII?», Aguayro, núm. 31, 1972, Caja Insular de Ahorros de Canarias, Las Palmas de
Gran Canaria, p.22) y la caja de ahorros y socorros del Gabinete Literario de Las Palmas
de Gran Canaria (López Yepes, José y Martínez de la Fe, Juan Antonio, «Las Cajas de Aho-rros
y Socorros de la Sociedad del Gabinete Literario de Las Palmas, 1846-1857», Boletín
296 Juan Antonio Martínez de la Fe
nández Santana, secretario del Círculo, por el diario La Provincia, el 29 de
mayo de 1983, en la que, refiriéndose a estas instituciones, se apuntaba que
Surgieron como una organización asistencial, destinada a ejercer la caridad
cristiana en el ámbito obrero, a través de ayudas mediante una caja de aho-rros
(…).
Queda dicho que el Círculo de Las Palmas de Gran Canaria surgió a imi-tación
del creado poco antes en Alcoy. El artículo primero del reglamento de
la entidad peninsular, recogía:
El objeto del Círculo es conservar, arraigar, fomentar y propagar las creen-cias
católicas apostólicas romanas; las buenas costumbres; los conocimientos
religioso-morales, científicos, literarios y artísticos; crear una caja de ahorros
para socorrerse mutuamente los obreros en caso de enfermedad o inhabilitación
no culpables; y proporcionar a los mismos algunos ratos de honesta expansión,
en especial los domingos y días festivos.
Por su parte, el artículo primero del reglamento del de Las Palmas, dice:
Art. 1º. El objeto de la sociedad es conservar y fomentar las creencias cató-licas,
apostólicas, romanas; las buenas costumbres y los conocimientos religio-so-
morales, literarios y artísticos. Crear una caja de ahorros para socorrerse
mutuamente los obreros en caso de enfermedad o inhabilitación no culpable.
Y en una reforma posterior de este documento, en «una suerte de preám-bulo
», según palabras de José Andrés-Gallego, se dice que
El objeto de esta Sociedad es reunir a todos los trabajadores de Las Palmas
para socorrerse mutuamente en sus enfermedades, protegerse en salud e instruir-se;
y por este medio llegar al desarrollo de la misma.
Para ello, los medios serían la creación de dos cajas; una llamada de so-corro
y otra de ahorro: la primera para socorrer a sus socios en enfermeda-des,
y la segunda para la protección de la salud.
Continúa Gallego:
La segunda se formaría con las dos quintas partes de las cuotas de los so-cios;
la primera, con el resto de las mensualidades, con todas las cuotas de en-trada,
con el producto de los enseres fúnebres y todas las demás entradas que
pueda tener la Sociedad8.
de Documentación del Fondo para la Investigación Económica y Social, Vol. VII, Fascículo 1º,
enero-marzo 1975, Confederación Española de Cajas de Ahorros, Madrid).
8 Gallego, José Andrés, «Los comienzos del asociacionismo …», Op. cit., p. 304.
El sueño que no pudo ser. Dos cajas de ahorros nonatas 297
Este mismo autor apunta a que los primeros círculos de obreros fueron
poco más que meras sociedades de socorros mutuos, aunque, con posterio-ridad,
la creación de montes de piedad y cajas de ahorros en un sentido más
extenso, pasó a considerarse como una posibilidad. Así, en 1885, nuestro Cír-culo
proyectaba crear un «monte pío» o dar algún giro al dinero existente. Teo-ría
a la que viene a sumarse el jesuita Vicent, cuando, a finales de la década
de los ochenta del siglo XIX, redacta el Reglamento-Tipo, cuyo artículo 32 re-coge
lo siguiente:
Para que el Círculo cumpla con su fin económico, deberá establecer desde luego
una Caja de Socorros Mutuos para los socios enfermos. Paulatinamente, y según
las circunstancias de la población y del Círculo, previo acuerdo de la Junta
General, podrá establecer una Caja de Ahorros y Monte de Piedad (…)9.
La conjunción de todos estos elementos podría dar lugar a la sospecha de
que nuestro Círculo hubiese podido crear una caja de ahorros y/o un monte de
piedad. Es evidente que la ambigüedad del término caja de ahorros en aquellos
momentos nos lleve a la conclusión de que no se correspondía al concepto
actual de tales entidades, por lo que merecía la pena analizar este extremo a
la vista de la documentación conservada en el archivo de la institución10.
Examinada esta documentación, no encontramos ningún dato que nos
permitiera afirmar la creación de una caja de ahorros en los términos en que
conocemos a estas entidades, es decir, como un intermediario financiero, ni
siquiera en forma rudimentaria, con lo que, en el cuadro resumen de la pre-sencia
de estas entidades que apuntamos en la revista Aguayro, habrá que
eliminar la posible existencia de una caja de ahorros creada por el Círculo
Católico de Obreros de San José, representada en aquellos momentos por un
interrogante abierto a cualquier posibilidad.
LA LIGA DE PROPIETARIOS Y COMERCIANTES Y SU CAJA DE AHORROS
Desde la desaparición de la Caja de Ahorros y Socorros Mutuos del Ga-binete
Literario11, era un clamor intermitente la necesidad de crear una ins-
9 Gallego, José Andrés, http://joseandresgallego.com... Op. cit., pp. 172-174.
10 En 2009, tuvimos la oportunidad de consultar el archivo documental del Círculo Ca-tólico
de Obreros de San José, en su sede de la calle Dolores de la Rocha, 16, en Las Pal-mas
de Gran Canaria, tras solicitar la pertinente autorización de su presidente, don José
Ferrera Limiñana. Don Hilario Suárez Rodríguez nos facilitó cuanta documentación le fue
solicitada, sin el menor reparo o reserva. Por lo que deseamos dejar pública muestra de
nuestro agradecimiento, a la par que de admiración por su obra escultórica, entre la que
sobresale el Cristo de la Tea, conservado en la sede social de la institución.
11 Navarro Quintana, Francisco. Informes consulares británicos sobre Canarias (1856-
1914). La Caja de Canarias. Centro de Investigación Económica y Social. Las Palmas de Gran
Canaria, 1992, pp 1.003-1.004. Dos volúmenes.
298 Juan Antonio Martínez de la Fe
titución de estas características en el archipiélago. En el Informe sobre las con-diciones
económicas, sociales y laborales de las islas Canarias (1892), el cón-sul
británico Mr. Harford, expresaba lo siguiente:
Hacen falta cajas de ahorros. El Banco de España da interés sobre el
dinero depositado, pero sólo por encima de una determinada cantidad.
En Madrid existe un establecimiento conocido como el «Monte de Piedad y
Caja de Ahorros» que es un cruce entre una caja postal de ahorros y una casa
de empeño parecida a la institución ya existente en Francia que se conoce como
«Mont de Pieté». Ha habido rumores sobre la posibilidad de abrir aquí un esta-blecimiento
parecido, y se ha publicado un anuncio solicitando a los filántropos
que suscriban el capital necesario, que se fija en unas 600 libras esterlinas, lo
cual nos parece un presupuesto bastante corto.
Se extiende a continuación sobre las sociedades de beneficios o socorros
mutuos, concluyendo que:
El hecho de que se haya propuesto últimamente en los periódicos un «Mon-te
de Piedad» sin relación ninguna con estas sociedades, parece indicar que las
instituciones fundadas por las sociedades de beneficios mutuos no cumplen las
necesidades de las clases más pobres12.
Como apuntábamos más arriba, el periódico Las Canarias anunciaba en-tusiásticamente
la creación de una sociedad que se planteaba constituir una
caja de ahorros13. Previamente, sus páginas habían acogido un artículo, bajo
el título «Caja de Ahorros en Canarias», sin firma, aunque, posteriormente,
se dice que su redactor fue Antonio María Manrique, en el que el autor
comentaba las ventajas que entrañaría el contar con una institución de esta
índole.
En Las Palmas quedó constituida la Liga de Propietarios y Comerciantes,
en una reunión que al efecto se celebró. Esta Sociedad establecerá una Caja de
Ahorros en donde las imposiciones en dinero devengarán interés a favor de la
persona que deposite su dinero en dicha Caja de Ahorros. Además, se ocupará
la Sociedad de operaciones bancarias, descuento de letras, facturas, etc., arren-damiento
de impuestos y edificaciones.
12 Véase nota número 2.
13 Las Canarias, 16 de mayo de 1902. Este mismo artículo se reproduce en el tomo XIII,
correspondiente al 30 de diciembre del mismo año, de la revista El Museo Canario (pp. 276-
277), aunque sin las separaciones en apartados que figuran en el periódico y sin incluir la
nota a pie de página en aquél: «No se olvidará la prensa hacer ver al público que la mu-chedumbre
de asociados en ciertas empresas, ha producido capitales considerables. Hay
transatlánticos de gran porte, pertenecientes a sociedades en que figuran con sus ahorros
o economías hasta las criadas de casa.» Como se ve, pese a los buenos propósitos del mes
de julio, en diciembre aún no se había dado paso alguno en materializar el proyecto de una
caja de ahorros. Véase documento 1 del Apéndice documental.
El sueño que no pudo ser. Dos cajas de ahorros nonatas 299
La sociedad recién nacida, como bien recoge la noticia, era la Liga de Pro-pietarios
y Comerciantes, creada en Las Palmas de Gran Canaria, ante el
notario Agustín Millares Cubas el 24 de junio de 190214.
Figuraban como sus fundadores, Rafael Ramírez Doreste15, Ignacio
Cantero Afonso16, Jerónimo del Río Falcón17, Rafael Almeida Mateos18, Jacin-to
Bravo de Laguna y Manrique de Lara19, Manuel Guerra Rodríguez20, José
Castro Caubín21, Sebastián de la Nuez Aguilar22 y Domingo Doreste Rodrí-guez23,
24.
Dado que los registros mercantiles, según el Código de Comercio de 1885,
se encontraban en las capitales de provincia, la nueva sociedad se inscribió
14 Archivo Histórico Provincial de Las Palmas «Joaquín Blanco». Protocolos de Agustín
Millares Cubas.
15 Rafael Ramírez Doreste (1868-1927). Abogado (cursó Derecho en Barcelona y Madrid)
y periodista. Fundador, con Fray Lesco y otros, del periódico La Mañana, en 1904. Opuesto
a Fernando León y Castillo, no aceptó cargos públicos de carácter político, a fin de mante-nerse
independiente. Las Palmas de Gran Canaria lo distinguió con el título de Hijo Predi-lecto.
16 Ignacio Cantero Afonso. (Las Palmas, 1869-1939). Comerciante, agente de Asegura-dora
Española, Jefe de la Sección de Vías y Obras del Cabildo Insular de Gran Canaria, di-rector
de Fomento del Nuevo Liceo. Políticamente republicano, fue presidente del comité
insular del Partido Republicano Democrático Federal de Gran Canaria.
17 Jerónimo del Río Faldón (Las Palmas, 1869-Madrid, 1931). Licenciado en Derecho,
agente de Aseguradora Española, de la que fue secretario gerente, establecida en el número
15 de la calle Pérez Galdós. También ocupó los cargos de administrador principal de Co-rreos,
recaudador de contribuciones y vicepresidente del Real Club Náutico.
18 Rafael Almeida Mateos (Guía, siglos XIX-XX). Fue alcalde de su ciudad natal en 1890
y, también, gerente de la Liga de Propietarios y Comerciantes en 1909. La prensa lo califi-caba
de republicano de toda la vida, por tener su despacho adornado con las fotografías de
todos los presidente de Estados Unidos. En 1928 fue cónsul honorario de El Salvador.
19 Jacinto Bravo de Laguna y Manrique de Lara (Las Palmas, 18?-1932). Político liberal,
fue electo diputado provincial y diputado a Cortes por la isla de Fuerteventura.
20 Manuel Guerra Rodríguez (Las Palmas, 18?-1932). Presidente de la Asociación Nue-va
Constructiva, en 1894. Concejal electo del ayuntamiento de Las Palmas, en 1901. Fun-cionario
municipal, jubilado en 1929, de quien se destacó que era un «modelo de ciudada-no.
» Era tío carnal del que fuera ministro Rafael Guerra del Río.
21 José Castro Caubín (Las Palmas, 1873-1923). Abogado, fiscal de la Audiencia en 1898,
relator en 1806. Desempeñó el cargo de bibliotecario de Real Club Náutico.
22 Sebastián de la Nuez Aguilar. Profesor de la Escuela de Comercio, de la que era di-rector
su hermano Pablo. Dentista de profesión, fue propietario de una conocida ferretería
en la calle Viera y Clavijo, esquina a Domingo J. Navarro, en la capital grancanaria.
23 Domingo Doreste Rodríguez (1868-1940). Conocido por su pseudónimo de Fray Les-co,
fue doctor en Derecho por la universidad de Salamanca. Cofundador del periódico La
Mañana y de la Escuela Luján Pérez. Perteneció al cuerpo de Secretarios y Relatores de
los Tribunales y ostentó la delegación de Bellas Artes y miembro de la Junta de Semana
Santa.
24 Los datos biográficos de los fundadores, fueron facilitados por don José Miguel Alzo-la
González y don Miguel Rodríguez y Díaz de Quintana, a quienes agradezco su desinte-resada
información.
300 Juan Antonio Martínez de la Fe
en Santa Cruz de Tenerife; sus anotaciones sólo pasaron a Las Palmas de
Gran Canaria en febrero de 1923, dos años después de que se creara norma-tivamente
una excepción que permitía a esta ciudad contar con su propio
Registro Mercantil25.
La Liga de Propietarios y Comerciantes se constituyó con una duración
inicial de 30 años y un capital social de dos millones de pesetas, dividido en
veinte mil acciones agrupadas en dos series de diez mil acciones cada una,
con valor de cien pesetas la unidad.
El capítulo segundo de sus Estatutos se dedica a su objeto y fin social:
Artículo catorce. Las operaciones a que la sociedad puede dedicarse son las
siguientes;
Primera. La sociedad admitirá imposiciones en dinero. Las cantidades de-positadas
devengarán un interés que el Consejo determinará.
Segunda. Con objeto de facilitar sus operaciones al comercio y que la Socie-dad
reciba al mismo tiempo beneficio para sus intereses, serán motivo preferen-te
de sus actuaciones:
A. Las consignaciones de productos del país para su venta o exportación,
pudiendo hacer anticipos sobre dichos productos, siempre que no haya
visible riesgo.
B. Prestar sobre mercaderías o sus resguardos, en caso de estar deposita-dos,
hacer anticipos sobre conocimientos de carga, descontar facturas,
letras o pagarés, con las condiciones y garantías que se establezcan y
estimen convenientes, y abrir cuenta corriente con interés recíproco a las
personas que lo soliciten.
C. Dedicar sus fondos a cualquier empresa lucrativa que pueda beneficiar
a la Sociedad.
D. Arrendar y recaudar arbitrios o impuestos, de cualquier clase, directos
o indirectos por cuenta de particulares, Estado, Provincia o Municipio.
E. Efectuar la cobranza de créditos pertenecientes a particulares o socie-dades
mercantiles, a cuyo efecto tendrá las facultades necesarias para
comparecer en juicio o celebrar los contratos que se necesiten.
F. La adquisición de concesiones de cualquier naturaleza ya procedan de
Estado, provincias o municipios o de particulares.
Tercera. La Sociedad se hace cargo de construir edificios y realizar toda clase
de obras o reparaciones por cuenta propia o de corporaciones y particulares. En
su virtud, podrá contratar con el Estado, Provincia o Municipio todo lo conve-niente
al cumplimiento de este fin social.
Cuarta. La Sociedad tendrá abierta al público una oficina, en donde pue-dan
evacuarse las consultas que se soliciten, referentes a derechos anejos a la
propiedad rústica o urbana o asuntos comerciales.
Como se puede apreciar, no aparece, en el amplio objetivo de la nueva
sociedad, la creación de una caja de ahorros y monte de piedad. Sí se obser-
25 Hoja número 93, folio 42 vto., tomo III, Libro de Sociedades, Registro Mercantil de
Las Palmas.
El sueño que no pudo ser. Dos cajas de ahorros nonatas 301
va que pretende realizar determinadas operaciones financieras, en la línea de
los comerciantes banqueros locales que analiza José Ramón García López (26).
Y su volumen de actividad no debió de ser importante, ya que, de tratarse
de cantidades destacadas, tendría que haberse matriculado en el Registro de
Contribución Industrial correspondiente. Por otro lado, no se han localizado
pistas que indiquen que deviniera esta sociedad en una sucursal de un ban-co
nacional o extranjero.
Poco tiempo después de su constitución, el 21 de julio del mismo año
1902, se otorga nueva escritura, modificando varios artículos de los Estatu-tos,
sin que se cambiara el objetivo social. Como ocurre en marzo de 1906,
cuando se acuerda reducir la duración de la empresa a seis años27. Finalmente,
tampoco se menciona nada sobre este particular en la escritura de liquida-ción
parcial de febrero de 1909 y de disolución y liquidación en 192728.
La Liga de Comerciantes y Propietarios centró su actividad, fundamen-talmente,
en la explotación de aguas subterráneas, especialmente en Quin-tanilla,
una actividad no siempre exenta de polémica29.
A mayor abundamiento, el periódico El Tiempo, de Santa Cruz de Tene-rife,
capital de la provincia única en 1903, insiste en la necesidad de crear una
Caja de Ahorros y Monte de Piedad, al no existir institución de esta índole
en el territorio provincial, de lo que se deduce que tampoco por la Liga de
Propietarios y Comerciantes, ni por otra entidad, se llegó a la creación de una
entidad de esta índole:
No hay población de alguna importancia en Europa que no tenga su Caja
de Ahorros y Monte de Piedad; sólo en nuestro provincia carecemos de esta be-néfica
institución; sólo aquí, entre nosotros, hemos dejado de asociarnos para un
fin tan laudable.
Y continúa más adelante:
Hoy más que nunca debe ser este asunto de preferente atención; hoy más que
nunca debemos ponerlo sobre el tapete y estudiarlo sin levantar mano hasta lo-grar
una solución favorable; nunca como ahora, en que tanto nos preocupan los
26 García López, José Ramón. «El sistema bancario español del siglo XIX: ¿Una estruc-tura
dual? Nuevos planteamientos y nuevas propuestas, en Revista de Historia Económica,
vol. VII. I, núm. 1. 1989, pp. 111-132. Véase también Valido Rosales, María del Pino. «Los
comerciantes banqueros en Canarias a finales del siglo XIX y comienzos del XX: Problemas
para su estudio. El ejemplo de D. Blas Rosales Batista (1888-1935)», en XIII Coloquio de
Historia Canario-Americana. VIII Congreso Internacional de Historia de América (1998).
Cabildo Insular de Gran Canaria. Las Palmas de Gran Canaria, 2000.
27 Véase la nota registral correspondiente en el Registro Mercantil de Tenerife.
28 Véase la nota 14.
29 Véase Diario de Las Palmas, 28 y 29 de enero de 1909, página 2 de ambos ejem-plares.
302 Juan Antonio Martínez de la Fe
problemas sociales, ha sido ésta una necesidad tan sentida, y aquí sobre todo,
donde no existe ninguna de estas instituciones30.
La situación no había variado en 1907. Hay un artículo aparecido en Dia-rio
de Las Palmas, dedicado al turismo, en el que se sugiere la celebración
de una fiesta, con motivo de la festividad de San Pedro Mártir, de la que ob-tener
fondos para crear una Caja de Ahorros y Monte de Piedad:
A la vez, y con tal motivo y ocasión pudiera, sí, proyectarse una artística
Kermesse con visos de internacionalidad en el parque de San Telmo, repetida en
la Alameda y reproducida o correspondida en los jardines de los principales ho-teles.
Este proyecto, bien dirigido y explotado hábilmente, divertiría mucho du-rante
varias semanas, resultaría una fiesta culta y elegante y produciría una
suma más que suficiente para la creación de un monte de piedad y caja de aho-rros,
tan necesaria aquí donde la usura clandestina subrepticia abraza
impíamente a los desgraciados31.
Así, pues, parece evidente que tampoco la noticia de Las Canarias sobre
la creación de una caja de ahorros y monte de piedad por parte de la Liga de
Propietarios y Comerciantes llegó a materializarse.
Habría que esperar hasta 1914 para que, en una modesta accesoria de la
calle Perdomo en la capital grancanaria, abriera sus puertas el Monte de Pie-dad
y Caja de Ahorros de Las Palmas.
CONCLUSIÓN
1. En cuanto a los círculos católicos de obreros, es evidente que podían
crear cajas de ahorros como entidad financiera; es más: su reglamento su-giere
la conveniencia de hacerlo. Sin embargo, el Círculo Católico de Obre-ros
de San José no llegó a plantearse esta posibilidad.
2. Por lo que respecta a la Liga de Propietarios y Comerciantes, pese a
las noticias aparecidas en la prensa, hemos de concluir que no figuraba en-tre
sus proyectos crear una caja de ahorros y/o un monte de piedad. De sus
objetivos, reflejados en los estatutos, parece deducirse que sí se pensó rea-lizar
una actividad de intermediario financiero, en la línea de comerciantes
banqueros.
3. Lo que sí resulta claro es que la sociedad canaria reclamó periódica-mente
la creación de una caja de ahorros y monte de piedad, con la idea de
beneficiar a las clases más modestas de la población.
30 El Tiempo. Diario de asuntos generales e información, defensor de los intereses del país.
Santa Cruz de Tenerife, 22 de octubre de 1903, p. 1. Figura en el apéndice documental.
31 Méquiz. «Aspectos del tourismo», en Diario de Las Palmas, 22 de noviembre de 1907,
primera página.
El sueño que no pudo ser. Dos cajas de ahorros nonatas 303
NOTA
En los últimos meses, las Cajas de Ahorros han sufrido un acelerado pro-ceso
de cambio, de fusiones, de creación de bancos, ... un proceso aún no
culminado. Tal circunstancia habrá de tenerse en cuenta en la lectura del tex-to,
pues, en el momento de su redacción, la situación de estas centenarias
entidades era, en muchos casos, diferente a la actual.
APÉNDICE DOCUMENTAL
CAJA DE AHORROS EN CANARIAS
La caja de ahorros viene a ser una institución destinada a custodiar y bonificar
las economías del trabajador, teniéndolas a su disposición constantemente y aumen-tándolas
con la acumulación de los intereses atribuidos al dinero.
Esta clase de establecimientos «reciben las cantidades más insignificantes, dando
a los depositantes todas las seguridades apetecibles y, arrojando a la producción todas
estas sumas que recaudan, las hacen aumentar, consiguiendo un rédito a favor de los
deponentes a quienes se devuelven principal e intereses cuando los pidan.»
Conocido su objeto y en qué consiste, visto está que esta sociedad viene a fa-vorecer
el ahorro popular por medio de la «potencia de los grandes números», alle-gando
a los obreros y sus familias un medio de vivir en la adversidad y en las crisis
económicas, poniéndose al abrigo y amparo de esta benéfica institución y haciéndo-se
cada vez menos posible el hambre y la miseria.
II
Pues bien: en ninguna parte puede surtir mejor efecto esta institución que en
la provincia de Canarias, en que algunas islas se ven expuestas con harta frecuencia
a los riesgos de la miseria. Por esto, en Canarias será de gran conveniencia la for-mación
de una caja de ahorros en que tengan participación, no tan solamente los
trabajadores, sino además los que deseen ir depositando en ella sus economías.
De esta suerte, aun cuando no constituyesen la sociedad sino la mitad de los
habitantes de Canarias, tendríamos cosa de 100.000 personas agrupadas, cuyos aho-rros
vendrían a constituir un capital respetable, que, dirigido convenientemente y
dedicado a la producción, tenga aumento como aquellos de donde el trabajador saca
su salario o su utilidad.
III
Creo, pues, no ser necesario demostrar que las más mezquinas sumas de dine-ro
pueden llegar a formar respetables cantidades. Si los hombres pensasen en que,
304 Juan Antonio Martínez de la Fe
por medio de unos cuantos céntimos de ahorro semanal o mensual, pueden llegar a
contar con seguros recursos para el día que los necesitan, desde luego se apresura-rían
a asociarse. El que más, el que menos, debe tener una numerosa familia; debe
acordarse de que todos estamos expuestos a las enfermedades, de esa avanzada edad
en que se van extinguiendo las fuerzas para el trabajo; de que con frecuencia puede
inutilizarse el hombre para ganarse la vida; y por último, debe también acordarse de
que, cuando muera, quedará sin amparo su familia.
IV
Todo esto le hará pensar seguramente en que se hace preciso procurarse un
fondo de reserva que le sostenga en sus achaques, en su vejez, juntamente con su
familia; y para conseguirlo no hay ni se conoce otro medio que la prudente econo-mía.
Yo agradecería mucho a toda la ilustrada prensa canaria que, fijándose en estas
líneas, penetrada de la utilidad que puede llegar a reportar a todo nuestro pobre y
abandonado país la formación de esa útil sociedad, se dignara patrocinar mi buen
deseo, coadyuvando a la realización del pensamiento, no sin ver y discutir la mejor
manera de llevar a efecto la misma y de administrar esa Caja de ahorros, que debe
tener sucursales en cada una de las islas del archipiélago (1).
(1) No se olvidará la prensa hacer ver al público que la muchedumbre de asociados en
ciertas empresas ha producido capitales considerables. Hay trasatlánticos de gran porte,
pertenecientes a sociedades en que figuran con sus ahorros o economías hasta las criadas
de casas.
(Las Canarias, Madrid, viernes, 16 de mayo de 1902, nº 58, págs. 1 y 2.)
CAJA DE AHORROS Y MONTE DE PIEDAD
No hay población de alguna importancia en Europa que no tenga su Caja de
Ahorros y Monte de Piedad; solo en nuestra provincia carecemos de esta benéfica
institución; solo aquí, entre nosotros, hemos dejado de asociarnos para un fin tan
laudable.
Estos establecimientos, fundados con arreglo a las leyes y protegidos por los
poderes públicos bajo la suprema inspección del Gobierno, están dirigidos y admi-nistrados
por un Consejo de Administración, una Junta de Gobierno y un Director
Gerente, cargos, a excepción de este último, honorarios y gratuitos, renovándose
anualmente los Consejeros por terceras partes en turno de antigüedad, y por mitad
los individuos de la Junta de Gobierno, que la forman seis vocales del Consejo; sus
operaciones son todas aquellas conducentes a difundir las ideas y costumbres de
economía y previsión, acumular las sumas abonadas por las clases más modestas;
asociarlas a otros capitales que se aporten a la Caja de Ahorros y hacer productivos
todos esos fondos, proporcionando a los imponentes, en cuanto quepa, las ventajas
que encuentran en otras instituciones las personas pudientes; el límite mínimo de
la imposición es de una peseta para que esté al alcance de la gente pobre, y el in-teresado
recibe como resguardo una libreta que puede ser lo mismo nominativa e
El sueño que no pudo ser. Dos cajas de ahorros nonatas 305
intransferible que transferible o al portador; los intereses se capitalizan en 31 de
Diciembre de cada año, entrando a formar parte del capital, y por lo tanto a deven-gar
también interés desde 1º de Enero siguiente.
La organización especial y desinteresada que dichos establecimientos tienen y
operaciones beneficiosas que desarrollan, inspiran al público tal confianza, que a ellos
acuden todas las clases sociales a depositar sus intereses, y en particular las menos
acomodadas, las jornaleras, a quienes proporciona la ventaja que nadie la ofrece, de
poder imponer semanalmente, ganando un interés hasta la más pequeña suma, pro-ducto
de sus economías.
La prensa, algunas sociedades y respetables personalidades de esta localidad,
reconociendo la importancia de esta institución, se han ocupado del asunto y en
proyectado en más de una ocasión constituirla, demostrando en ello el mayor inte-rés,
por considerar esta clase de establecimientos de gran utilidad, sumamente be-neficiosos,
y es indiscutible que lo son, principalmente para las familias más modes-tas,
para las más pobres, para los desheredados de la fortuna, y sin embargo, nada
se ha hecho, nada ha podido plantearse para que el pensamiento prospere; sigue
siendo siempre proyecto, olvidado como otros muchos, y sin dar señales de vida se
le tiene postergado, triunfando una torpe indiferencia, que es la que por desgracia
mata casi al nacer nuestras mejores empresas.
Hoy más que nunca debe ser este asunto de preferente atención; hoy más que
nunca debemos ponerlo sobre el tapete y estudiarlo sin levantar mano hasta lograr
una solución favorable; nunca como ahora en que tanto nos preocupan los proble-mas
sociales, ha sido ésta una necesidad tan sentida, y aquí sobre todo, donde no
existe ninguna de estas instituciones; su objeto viene a mejorar la situación de las
clases necesitadas, socorriéndolas en la desgracia; para estas fueron fundadas hace
muchos años en Madrid, Barcelona y Valencia las Cajas de Ahorros y Monte de
Piedad, y ellas son el amparo de los más infelices, facilitándoles la formación y capi-talización
de sus pequeños ahorros, haciéndolos productivos y auxiliándolos además
en sus necesidades por medio de préstamos sobre toda clase de valores sin más
garantía que un insignificante interés, y con ventajosas condiciones para la devolu-ción
de los objetos o del capital, evitándoles de este modo que sean víctimas de la
usura; sí, ahora más que nunca, como hemos dicho y lo repetimos, este benéfico
establecimiento entre nosotros vendría a satisfacer una apremiante necesidad, parti-cularmente
en las clases pobres; aquí donde la vida cada día es más cara, escaso el
trabajo y mezquino el jornal.
Tarea tan fecunda como grata es para nosotros la que nos ocupa y que gusto-sos
nos imponemos con el deseo de contribuir al bienestar de esas mismas clases
modestas y laboriosas. Dios quiera que nos ayuden en ella los hombres de buena
voluntad, los que piensan y sienten del mismo modo; su gestión vigorosa nos alla-naría
el camino, haciendo renacer en él, halagüeñas esperanzas que nos llevarían al
fin de nuestras aspiraciones, realizando el ideal que perseguimos: la fundación de la
Caja de Ahorros y Monte de Piedad en esta capital.
J. APARICIO
(El Tiempo. Diario de asuntos generales e información, defensor del interés del país.
Santa Cruz de Tenerife, jueves, 22 de octubre de 1903)