El proyecto de artillado
de Gran Canaria en junio de 1936
JUAN JOSÉ DÍAZ BENÍTEZ
Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
Boletín Millares Carlo, núm. 27. Centro Asociado UNED. Las Palmas de Gran Canaria, 2008.
Resumen: La indefensión de Canarias frente al riesgo de ataque por parte de las grandes
potencias ha sido constante durante las grandes coyunturas bélicas del siglo XX. Así quedó
demostrado en la crisis de 1898 y las dos guerras mundiales, en las que España careció de
las fuerzas navales y militares necesarias para garantizar la seguridad del archipiélago. El
proyecto de artillado para Gran Canaria redactado en junio de 1936 confirma esta hipóte-sis,
pues no sólo cuestionaba la eficacia de las defensas existentes en aquel momento sino
también el gran esfuerzo defensivo realizado durante la II Guerra Mundial.
Palabras clave: Canarias, historia militar, II Guerra Mundial.
Abstract: The lack of defence of the Canary Islands in the face of a possible attack by the
great powers was a constant concern during the two World Wars of the 20th century. It was
clearly drawn up in the crisis of 1898 and in the two World Wars, in which Spain lacked the
naval and military forces necessary to guarantee the security of the archipelago. The artil-lery
project for Gran Canaria written in June 1936 confirms this hypothesis, since it not only
questioned the efficiency of the existing defences at that moment, but also the great defence
effort deployed during World War II.
Key words: Canary Islands, military history, World War II.
Poco antes de que estallara la Guerra Civil fue realizado un estudio para
reforzar la defensa de las costas de Gran Canaria frente a posibles intentos
de desembarco. No era el primer trabajo de este tipo que se hacía en la isla
ni fue el último; de hecho, ni siquiera se llevó a cabo las medidas que propu-so.
Pero en sus páginas podemos apreciar una constante que se ha mante-nido
a lo largo de la historia del archipiélago: su indefensión frente a la
amenaza de ataque por parte de las grandes potencias. En consecuencia, este
192 Juan José Díaz Benítez
trabajo comienza con una aproximación al problema de la indefensión naval
de Canarias durante la última década del siglo XIX y el primer tercio del XX,
para continuar con el análisis del proyecto de artillado de Gran Canaria en
junio de 1936 y terminar con el refuerzo de la defensa de la isla durante la
Segunda Guerra Mundial, a partir del cual se puede constatar la persisten-cia
de un problema que no era nuevo y que ni siquiera fue solucionado en
aquellos años en los que pareció inminente la beligerancia de España.
LA ARTILLERÍA DE COSTA COMO RESPUESTA A LA INDEFENSIÓN NAVAL
El archipiélago había sido objeto de numerosos ataques de piratas, cor-sarios
y armadas enemigas de la Corona española hasta finales del siglo XVIII.
La suerte no fue siempre favorable a las fuerzas insulares, integradas en su
mayor parte por milicias mal preparadas y peor equipadas, pero al menos
habían conseguido evitar su pérdida a manos del enemigo. Desde principios
del siglo XIX estas agresiones fueron disminuyendo hasta desaparecer, al mis-mo
tiempo que el precario sistema defensivo apoyado en las milicias y las
fortificaciones costeras languidecía hasta hundirse en la inoperancia. Una pri-mera
señal de aviso tuvo lugar con la guerra del Pacífico (1865-1866), cuan-do
el temor a una incursión de buques chilenos y peruanos recordó la obso-lescencia
de la artillería disponible y el estado ruinoso de las fortalezas,
aunque no hubo una mejora sustancial de la defensa1.
Sin embargo, a partir de las últimas décadas del siglo XIX Canarias adquirió
un mayor valor estratégico, ya que, al estar situada en la encrucijada de las
rutas que conducían al Atlántico sur, constituía una excelente opción como
estación carbonera, especialmente en pleno desarrollo de la navegación a
vapor y de la carrera imperialista por el África subsahariana. Fruto de ello
fue la construcción del Puerto de la Luz como punto de escala en dichas ru-tas
y también la preocupación por la defensa frente a una agresión naval. Ya
en 1880 José María Romero y Salas, oficial auxiliar del Archivo Central de
Marina, indicó la necesidad de crear una estación naval en las islas para que
1 Sobre los ataques entre los siglos XVI y XVIII: Rumeu de Armas, Antonio, Canarias y
el Atlántico. Piraterías y ataques navales, Canarias, Viceconsejería de Cultura y Deportes del
Gobierno de Canarias y cabildos de Gran Canaria y Tenerife, 1991. Para la presencia de
piratas a principios del siglo XIX: Paz Sánchez, Manuel de, «Corsarios insurgentes en aguas
de Canarias, 1816-1828», VIII Coloquio de Historia Canario-Americano (1988), Las Pal-mas
de Gran Canaria, Cabildo de Gran Canaria, 1991, tomo I, pp. 679-693. En cuanto al
estado defensivo durante la guerra del Pacífico (1865-1866): Macías Martín, Francisco J.;
Suárez Acosta, José J.; Castellano Gil, José M.: «El estado defensivo de Canarias ante la
amenaza de corsarios chilenos-peruanos en 1866», IX Coloquio de Historia Canario Ame-ricano
(1990), Las Palmas de Gran Canaria, Cabildo Insular de Gran Canaria, 1992, volu-men
I, pp. 819-838.
El proyecto de artillado de Gran Canaria en junio de 1936 193
la Armada pudiera defenderlas, cuestión que fue retomada en el Certamen
Naval de Almería, celebrado en 1900, tras la derrota frente a EEUU2.
La aplicación del vapor a la guerra naval dio lugar a la aparición de nue-vas
armas, como el torpedo, y embarcaciones diseñadas para su uso, los tor-pederos
y los submarinos, estos últimos concebidos inicialmente para la de-fensa
de costas. En 1893 el vicealmirante Pasquín, ministro de Marina, intentó
infructuosamente instalar una base de torpederos en el Puerto de la Luz, idea
que fue recogida en las propuestas del citado certamen naval, aunque no siem-pre
coincidían en la ubicación, pues muchos preferían El Río, entre Lanzaro-te
y La Graciosa. En 1905 Felipe González de Mesa propuso usar submari-nos
para la defensa del archipiélago, al igual que varios proyectos navales
posteriores, como el del almirante Salvador Carvia en 1930, hasta materiali-zarse
en la Base Naval de Canarias en 1940, concebida para una flotilla de
submarinos que nunca fueron construidos3.
Pero mientras tanto había que paliar de algún modo la indefensión de las
islas, para lo cual se decidió apostar por la solución aplicada en ellas hasta
entonces: acumular fuerzas militares para rechazar cualquier intento de des-embarco.
No obstante, estas fuerzas ya no procederían del extinto sistema
de milicias, reemplazado en 1886 por dos batallones de cazadores, repartidos
entre Gran Canaria y Tenerife, seis batallones de reserva y un batallón de
artillería, este último creado cuatro años antes, únicas fuerzas con las que
contaba el archipiélago al estallar la guerra con EEUU en 1898. En 1899 los
batallones de cazadores fueron transformados en regimientos de infantería y
en 1904 se crearon tres batallones para guarnecer La Palma, Fuerteventura
y Lanzarote. En ese último año fueron organizadas las respectivas comandan-
2 Con respecto a la revalorización estratégica del Puerto de la Luz: Quintana Navarro,
Francisco, «El Puerto de La Luz, 1883-1983: Un prototipo de puerto de escala internacio-nal
», Boletín Millares Carlo, núm. 15, 1996, pp. 187-195. Romero y Salas, José María, La
Marina militar de España (lo que es y lo que debe ser), Madrid, Imprenta Fortanet, 1880, pp.
187-198. Vega Blasco, Antonio de la, y Ruiz Fernández de Cañete, Pilar, El resurgir de la
Armada: Certamen Naval de Almería (25 de agosto de 1900), Madrid, Ministerio de Defen-sa,
1994, pp. 31-36, 45-48, 60-62, 75-133 y 137-145.
3 Sobre el desarrollo de las nuevas armas: Lyon, David, «Underwater Warfare and the
Torpedo Boat», Lambert, Andrew (ed.), Steam, Steel and Shellfire. The Steam Warship 1815-
1905, Londres, Conway Maritime Press, 1992, pp. 134-146. También en la misma obra:
Wilson, Michael, «Early Submarines», pp. 147-157. Para el intento del vicealmirante Pas-quín:
Márquez Quevedo, Javier, Canarias y la crisis finisecular española (1890-1907): del
desastre ultramarino a la garantía de seguridad exterior, Madrid, Ministerio de Defensa, 2005,
pp. 300-304. González de Mesa, Felipe, Consideraciones acerca de la creación de un puerto
militar en Canarias, Santa Cruz de Tenerife, Tipolitografía de A. J. Benítez, 1905. En cuanto
al proyecto de Carvia: Bordejé y Morencos, Fernando de, Vicisitudes de una política naval,
Madrid, Editorial San Martín, 1978, pp. 542-552. Con respecto a la defensa naval de Cana-rias
durante la primera mitad del siglo XX y la construcción de la base naval: Díaz Benítez,
Juan José, «La indefensión naval de Canarias durante la segunda guerra mundial», Revista
de Historia Naval, núm. 85, 2004, pp. 57-71.
194 Juan José Díaz Benítez
cias de artillería que habían de hacerse cargo de las baterías de esta arma
emplazadas para la defensa de las costas. A todo ello había que añadir las
unidades de Ingenieros, cuya primera compañía de zapadores minadores data
de 19004.
Con el fin de remediar tan precaria defensa, durante las hostilidades con
EEUU se recurrió al envío de unidades expedicionarias al archipiélago. Sin
embargo, su número fue muy reducido, pues apenas pasaban de 3.000 efec-tivos,
y su equipo dejaba mucho que desear. A ellos se añadió temporalmen-te
la movilización de 6.000 soldados del Ejército Territorial de Canarias, me-nos
de un tercio del total previsto y con graves deficiencias en cuanto a su
instrucción, experiencia y equipo. La cifra total de efectivos de todas las ar-mas
que guarnecían el archipiélago frente a la hipotética amenaza norteame-ricana
no llegaba ni a la mitad de los 26.000 infantes que el general Leandro
Delgado recomendó en una memoria de 1896. El estudio del artillado de las
dos principales capitales insulares y sus respectivos puertos se dilató en el
tiempo desde finales del siglo XIX y la construcción de las baterías finalmen-te
aprobadas se demoró tanto que aún no había concluido en vísperas de la I
Guerra Mundial. Precisamente durante este conflicto tampoco hubo suficien-tes
artilleros para encargarse del manejo de las citadas baterías5.
Con la excepción de la batería de salvas, de patente Krupp, el resto de
las piezas que constituían el artillado de costa en 1904 pertenecían al siste-ma
Ordóñez y habían sido diseñadas entre 1885 y 1896. En aquellos años los
acorazados ya se construían con cascos de acero, pero su protección y velo-cidad
eran lo suficientemente limitados como para que estos cañones repre-sentaran
una seria amenaza. Incluso los obuses tenían su razón de ser, al estar
pensados para atravesar las cubiertas de unos barcos que todavía combatían
a corta distancia y, por tanto, al batir la costa debían acercarse lo suficiente
como para quedar dentro del alcance de estas piezas. Sin embargo, todo esto
cambió a partir de 1906 con la aparición del Dreadnought, un nuevo tipo de
acorazado en el que se combinaba una mayor protección con gran velocidad
4 La evolución orgánica de estas unidades puede seguirse a través de sus historiales en:
VVAA, Historia de las Fuerzas Armadas, Barcelona, Ediciones Palafox, 1984, volumen III,
pp. 130-133, 136-137, 140-142, 208 y 216-217. Sobre el final del sistema de milicias y la
organización de la defensa de Canarias al estallar la guerra entre España y EEUU, así como
la reorganización posterior a este conflicto: Márquez Quevedo, Javier, Canarias y la crisis...,
pp. 227-241 y 463-489.
5 Para el refuerzo de Canarias durante la guerra y las vicisitudes de su defensa en los
años siguientes: Márquez Quevedo, Javier, Canarias en la..., pp. 375-394 y 463-489. Sobre
la memoria del general Leandro Delgado: Tous Meliá, Juan, «La defensa de las Islas Cana-rias
ante la crisis del 98», Estudios Canarios. Anuario del Instituto de Estudios Canarios,
volumen XLIII, 1999, pp. 275-298. En cuanto a la I Guerra Mundial: Ponce Marrero, Javier,
Canarias en la Gran Guerra, 1914-1918: estrategia y diplomacia. Un estudio sobre la política
exterior de España, Las Palmas de Gran Canaria, Ediciones del Cabildo de Gran Canaria,
2006, pp. 101-108.
El proyecto de artillado de Gran Canaria en junio de 1936 195
En el historial se indica por error que las piezas de 305 mm eran cañones cuando en realidad consistían en obuses.
FUENTE: Archivo General Militar de Madrid (AGMM), Historiales de Regimientos, rollo 9, legajo 91, Regimiento
Mixto de Artillería núm. 8. Elaboración propia.
y potencia de fuego. Esta última permitía al buque combatir a grandes dis-tancias,
con la limitación que suponía una dirección de tiro que no había sido
completamente desarrollada, pero sí lo suficiente para bombardear un puer-to
o ciudad sin exponerse al fuego de contrabatería de la artillería de costa.
En consecuencia, las baterías de Canarias, las cuales no llegaban en ningún
caso a los 12 kilómetros de alcance, ya habían quedado obsoletas frente a la
nueva artillería naval que superaba con creces los 15 kilómetros6.
A pesar de esta obsolescencia ya constatada desde principios de siglo, no
hubo grandes mejoras en el artillado de costa del archipiélago durante las si-
CUADRO 1
Baterías de costa de Gran Canaria en 1904
6 Sobre el sistema Ordóñez: Mortera Pérez, Artemio e Infiesta Pérez, José Luis, La
artillería en la Guerra Civil. Material fuera de servicio incorporado a la campaña, Valladolid,
Quirón Ediciones, 2000, pp. 79-87. Para el desarrollo del acorazado a finales del siglo XIX:
Roberts, John: «Warships of Steel 1879-1889», Lambert, Andrew (ed.), Steam, Steel and
Shellfire. The Steam Warship 1815-1905, Londres, Conway Maritime Press, 1992, pp. 95-
111. Véase también en la misma obra y del mismo autor: «The Pre-Dreadnought Age 1890-
1905», pp. 112-133. Con respecto al Dreadnought: Sumrall, Robert F., «The Battleship and
the Battlecruiser», Brown, David K. (ed.), The Eclipse of the Big Gun. The Warship 1906-
1945, Londres, Conway Maritime Press, 2001, pp. 14-36.
Batería Número de piezas Tipo Catibre (mm) Patente
San Juan 4 Cañón 210 Ordóñez
Santa Isabel 4 Cañón 150 Ordóñez
San Francisco 4 Obús 305 Ordóñez
San Francisco 4 Cañón 150 Ordóñez
Arenales 4 Cañón 150 Ordóñez
Guanarteme 3 Cañón 150 Ordóñez
Guanarteme 3 Cañón 240 Ordóñez
De salvas 4 Cañón 80 Krupp
San Fernando 4 Cañón 254 Ordóñez
Vigía 4 Obús 210 Ordóñez
Roque Ceniciento 4 Cañón 210 Ordóñez
El Confital 4 Cañón 150 Ordóñez
El Faro 2 Obús 210 Ordóñez
Lomas Coloradas 2 Obús 210 Ordóñez
196 Juan José Díaz Benítez
guientes décadas. En 1919 se artilló la batería de La Esfinge con seis caño-nes
de 150 mm y tiro rápido Munaiz-Argüelles, más modernos y de mayor
alcance que los disponibles en Canarias, pero inferiores a los Vickers de 152’4
mm y prácticamente inútiles frente al armamento principal de acorazados e
incluso cruceros. Sin embargo, Canarias se quedó al margen del proyecto de
artillado de 1926, el cual mejoró notablemente el artillado de Ferrol, Carta-gena
y Mahón con artillería del sistema Vickers, cuyos cañones de 381 mm
podían defender incluso a las grandes ciudades frente a bombardeos navales.
Tenerife y Gran Canaria siguieron limitadas a las baterías Ordóñez, de modo
que en la última de ellas el artillado de 1937 no suponía un gran avance con
respecto al de 19047.
CUADRO 2
Baterías de costa de Gran Canaria en 1937
7 En cuanto a los Munaiz-Argüelles y los Vickers: Mortera Pérez, Artemio e Infiesta
Pérez, José Luis, La artillería en la Guerra Civil. Material reglamentario en 1936, Vallado-lid,
Quirón Ediciones, 1999, pp. 113-124. Para el programa de artillado de 1926: Santaella
Pascual, Federico, La artillería en la defensa de Cartagena y su base naval. Desde los oríge-nes
al plan Vickers de 1926, Cartagena, Editorial Áglaya, 2006, pp. 87-110.
FUENTE: Archivo General Militar de Madrid (AGMM), Historiales de Regimientos, rollo 9, legajo 91, Regimiento
Mixto de Artillería núm. 8. Elaboración propia.
Batería Número de piezas Tipo Calibre (mm) Patente
San Juan 4 Obús 210 Ordóñez
Santa Isabel 4 Cañón 210 Ordóñez
San Francisco 4 Obús 305 Ordóñez
San Francisco 4 Cañón 150 Ordóñez
Arenales 4 Cañón 150 Ordóñez
Guanarteme 3 Cañón 150 Ordóñez
Guanarteme 3 Cañón 240 Ordóñez
De salvas 4 Cañón 90 Krupp
San Fernando 4 Cañón 254 Ordóñez
La Esfinge 6 Cañón 150 Munaiz-Argüelles
Vigía 4 Obús 210 Ordóñez
Roque Ceniciento 4 Cañón 210 Ordóñez
El Faro 4 Obús 210 Ordóñez
Lomas Coloradas 2 Obús 210 Ordóñez
El proyecto de artillado de Gran Canaria en junio de 1936 197
EL PROYECTO DE ARTILLADO DE JUNIO DE 1936
A pesar de la ausencia de grandes cambios en el artillado de costa de
Canarias entre 1904 y 1937, lo cierto es que a partir de 1935 el Gobierno de
la II República renovó su interés por la defensa nacional ante el progresivo
deterioro de las relaciones internacionales. La violación alemana del Trata-
FUENTE: AIMC, Jefatura Regional de Artillería, caja 7, carpeta 21, ponencia del Grupo Mixto de Artillería núm. 3,
«Estudio de un proyecto sobre defensa artillera del frente marítimo de Gran Canaria», 19 de junio de 1936.
• La Aldea
Mapa 1. Proyecto de artillado de Gran Canaria, 1936
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Los Giles ~ Las Palmas.
de Gran Canana
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Objetivos principales:
Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria
J., Puerto de La Luz
, Aeródromo de Gando
Baterias de Artillerla:
• Primaria
Intermedia
• Secundaria
• Auxiliar
Saterlas antiguas clasificadas
como auxiliares:
1. Roque Ceniciento
2. La Esfinge
3. Guanarteme
4. Arenales
5. San Francisco
6. Santa Isabel
198 Juan José Díaz Benítez
do de Versalles, el descrédito de la Sociedad de Naciones ante el incumpli-miento
de las decisiones del Consejo por las grandes potencias y el fracaso
del desarme al que aspiraban las pequeñas potencias dieron al traste con el
sistema de seguridad colectiva y forzaron al Gobierno español a optar en 1935
por una política de neutralidad armada para salvaguardar su soberanía. Así,
el Ministerio de Marina consiguió créditos extraordinarios para la construc-ción
de cañoneros, el fortalecimiento de las bases navales y la realización del
plan de defensa de Baleares, mientras se redactaba programas para la reor-ganización
del Ejército y se hacía gestiones para la adquisición de material
bélico alemán8.
En Cartagena se hicieron nuevos estudios sobre las necesidades de la
artillería de costa y la artillería antiaérea, los cuales se materializaron en la
instalación de nuevas baterías. En Tenerife también se abordó la necesidad
de reconsiderar la defensa del frente terrestre y la defensa contra aeronaves,
pero sus conclusiones no se tradujeron en la organización de las 15 baterías
de artillería de campaña y el grupo antiaéreo móvil que se estimaban nece-sarios9.
El precario estado defensivo se interpretó desde el propio archipié-lago
como un abandono por parte del gobierno central, que en los últimos
consejos de ministros había tratado la urgencia de las obras para la defensa
nacional, especialmente en Baleares, pero no en Canarias:
...¿es que no se acuerdan del archipiélago canario? Porque en las condi-ciones
en que en estos tiempos se guerrea no cabe pensar que estas Islas
estén defendidas de un ataque en serio.
...Los canarios no se han dado muy bien cuenta del peligro que se cierne
sobre ellos y cuando se den cuenta será ya tarde, pues no tendrá remedio el
mal. Y el mal será terrible. Dejar de ser españoles, ciudadanos españoles, lo
primero. Después, lo que viniere nos produce una visión profundamente do-lorosa.
De ello es mejor no hablar, pero acaso fuera mejor anticipar algún
detalle, para que se diesen cuenta los que, inconscientemente, dicen por ahí
que les tiene sin cuidado pertenecer a otra nación. Es el colmo de la insen-satez
y de la tontería inconsciente10.
Precisamente a principios de mayo de 1936 España desplazó a las islas
el grueso de sus unidades de combate: el Jaime I, único acorazado disponi-ble,
la escuadra de cruceros, dos flotillas de destructores y una de submari-nos.
Tal despliegue, impresionante en el archipiélago, revelaba la preocupante
debilidad de las fuerzas navales españolas, las cuales no sólo eran escasas en
8 Quintana Navarro, Francisco, España en Europa, 1931-1936. Del compromiso por la paz
a la huida de la guerra, Madrid, Editorial Nerea, 1993, pp. 245-250.
9 Santaella Pascual, Federico, La artillería en..., pp. 111-113. AIMC, documentación sin
inventariar, «Legajo 9-10-A, 1935-1943», expediente «10: Tema táctico, defensa del frente
de tierra de Santa Cruz de Tenerife, defensa antiaérea», 1935.
10 La Provincia, 18 de enero de 1935, «¿Está indefenso el archipiélago canario?», Juan
Bautista Ros.
El proyecto de artillado de Gran Canaria en junio de 1936 199
número sino que incluso gran parte de su material había quedado obsoleto,
como era el caso del acorazado Jaime I y su gemelo España, pues al entrar
en servicio, tras un interminable periodo de construcción, su artillería prin-cipal
estaba formada por ocho piezas de 305 mm cuando los más recientes
de las principales potencias europeas montaban cañones de 381 mm11. Aún
aumentó más la distancia entre la Marina española y las europeas durante la
década de 1930, en la que los acorazados siguieron aumentando su potencia
de fuego hasta los 406 mm y su desplazamiento a más de 35.000 toneladas,
al tiempo que aparecían los primeros portaaviones12.
El resto de las unidades navales que formaban la Escuadra en 1936 era,
en su conjunto, más moderno, aunque se reducía a seis cruceros y diez des-tructores.
Entre ellos destacaba el crucero Canarias, construido dentro de
los parámetros que impuso el Tratado de Washington, los cuales destacaban
por la escasa protección permitida a los cruceros pesados. La experiencia de
la I Guerra Mundial se había traducido en los cruceros Príncipe Alfonso y los
destructores Churruca, a los que había que añadir otros buques de menores
prestaciones. Existía una reducida fuerza aeronaval y dos flotillas de subma-rinos,
de las cuales la serie C podía considerarse relativamente moderna. Sin
embargo, todo este conjunto no podía hacer frente a una escuadra moderna
dotada de acorazados y portaaviones, por lo que la indefensión del archipié-lago,
atenuada con respecto a 1898, seguía constituyendo un problema im-posible
de solucionar con las fuerzas navales existentes13.
A falta de barcos, había que evitar al menos un desembarco enemigo, para
lo cual se redactó, apenas un mes después de la visita de la Escuadra y un
mes antes del inicio de la sublevación militar del 18 de julio, un proyecto de
defensa artillera de Gran Canaria14. En el mismo se afirmaba que ser una na-ción
pacífica no garantizaba una existencia sin guerras, lo cual era aplicable a
11 Sobre el número de buques de guerra: Archivo General de Marina Álvaro de Bazán
(AGMAB), Legajo 7.627, Proyectos y leyes fijando las fuerzas navales, escrito del almirante
jefe del Estado Mayor de la Armada al ministro de Marina, 28 de septiembre de 1933. En
cuanto a los acorazados españoles: Bordejé y Morencos, Fernando de, Vicisitudes de...,
p. 174.
12 Con respecto a los acorazados europeos: Carrero Blanco, Luis, Arte naval militar,
Madrid, Editorial Naval, 1943, pp. 97-107. Véase también: Sumrall, Robert F., «The Batt-leship
and Battlecruiser», en Brown, David K. (ed.), The Eclipse of the Big Gun..., pp. 14-
36. Para los portaaviones: MaCintyre, Donald, Portaviones el arma maestra, Madrid, Edito-rial
San Martín, 1976, pp. 20-32. Sobre el mismo tema: Friedman, Norman, «The Aircraft
Carrier», en Brown, David K. (ed.), The Eclipse of the Big Gun..., pp. 37-54.
13 Sobre los buques de guerra españoles en 1936: Alpert, Michael, La guerra civil espa-ñola
en el mar, Madrid, Siglo XXI de España Editores, 1987, pp. 3-10. Véase también: VVAA,
Historia de las Fuerzas Armadas, Zaragoza, Ediciones Palafox, 1984, volumen II, pp. 233-
245.
14 AIMC, Jefatura Regional de Artillería, Caja 7, Carpeta 21, «Estudio de un proyecto
sobre defensa artillera del frente marítimo de Gran Canaria», Ponencia del Grupo Mixto de
Artillería núm. 3, 19 de junio de 1936.
200 Juan José Díaz Benítez
Canarias, situada en las rutas francesas y británicas al África occidental y
América del sur, también interesantes para Alemania y EEUU, y que podrían
colocar a las islas en medio de un conflicto entre estas potencias. Es posible
que se sobrestimase el valor de las colonias africanas para sostener el esfuerzo
bélico de Francia y Gran Bretaña, pero aún así se consideraba imposible man-tener
la neutralidad de las islas, dada su situación estratégica. Por ello había
que ir pensando ya no sólo en una alianza que proporcionase la marina y avia-ción
necesarias para evitar un bloqueo, sino también en un estudio detallado
de la defensa de Gran Canaria y, más concretamente, de su defensa artillera.
El proyecto no indicó ninguna potencia europea como enemigo más pro-bable
en caso de guerra, aunque sí afirmó que «Francia necesita sus negros
para combatir». Aparte de sobrevalorar la importancia de las tropas colonia-les,
pues en la primavera de 1940 sólo siete de las 80 divisiones francesas
existentes procedían del África subsahariana, no está claro que el proyecto
fuese redactado considerando la posibilidad específica de un enfrentamiento
con Francia. El hipotético ataque podría referirse al deseo de Francia y Gran
Bretaña por garantizar la seguridad de sus rutas marítimas hacia el Atlánti-co
sur o al de Alemania por interceptarlas. Por otro lado, la Kriegsmarine no
tenía capacidad para desafiar a la Royal Navy con la conquista de un archi-piélago
tan distante ni tampoco a la flota francesa, más reducida, por lo que
la agresión en forma de bombardeo naval u operación anfibia sólo podía pro-ceder
de la potencia marítima hegemónica, el Reino Unido, o sus posibles
aliados, Francia y EEUU. En cualquier caso, el proyecto está enfocado al es-tudio
del terreno y los medios necesarios para defenderlo, sin entrar en con-sideraciones
sobre la procedencia y la fuerza del posible atacante. En este
sentido, no ocurre lo mismo con el anteproyecto de flota elaborado dos años
después, en plena Guerra Civil, en el que sí se explicitaba la previsión de
entrar en guerra formando parte de una alianza con Italia y el III Reich fren-te
a Gran Bretaña y Francia15.
El estudio de la costa a defender descartaba el suroeste, protegido por
los acantilados, por lo que el resto de la isla fue dividido en tres sectores:
nordeste, sureste y noroeste. Las defensas fijas se concentraban en torno a
los tres puntos estratégicos que existían en los dos primeros sectores: el
Puerto de la Luz, la ciudad de Las Palmas y el aeródromo de Gando. La arti-llería
primaria debería evitar el bombardeo de estos tres puntos estratégicos
15 Killingray, David, «“If I Fight for Them, Maybe Then I Can Go Back to the Village”:
African Soldiers in the Mediterranean and European Campaigns, 1939-45», Addison, Paul,
& Calder, Angus (ed.), Time to Kill. The Soldier’s Experience of War in the West,1939-1945,
Londres, Pimlico, 1997, pp. 93-114. Sobre el anteproyecto de flota de junio de 1938: Ros
Agudo, Manuel, La guerra secreta de Franco (1939-1945), Barcelona, Editorial Crítica, 2002,
pp. 34-41. Véase también: Díaz Benítez, Juan José, «El anteproyecto de flota de 1938 y la
no beligerancia española durante la Segunda Guerra Mundial», Ayer. Revista de Historia
Contemporánea, núm. 49, 2003, pp. 271-289.
El proyecto de artillado de Gran Canaria en junio de 1936 201
e incluso el fuego naval previo a un desembarco, el cual se estimaba que no
debía hacerse a más 15 kilómetros de la costa; de hecho, en 1915 el bom-bardeo
naval aliado a larga distancia sobre los cañones turcos que protegían
la entrada del estrecho de los Dardanelos, cuyo alcance era inferior a 15 ki-lómetros,
no sirvió para nada16. No obstante, se decidió evitar incluso el bom-bardeo
a larga distancia, por lo que, calculando el alcance máximo de la arti-llería
naval de aquel momento en 35 kilómetros, se optó por situar una batería
con alcance de 40 kilómetros en Las Palmas y otra similar en el Sureste para
la protección del aeródromo de Gando.
Este estudio sobre el artillado de Gran Canaria fue redactado cuando ya
se contaba con trabajos sobre la campaña de los Dardanelos durante la Gran
Guerra, de gran importancia para comprender no sólo el desarrollo de la gue-rra
anfibia durante el periodo de entreguerras sino también la defensa de
costas, tal y como se puede apreciar en este proyecto. Dicha campaña fue
planteada como una incursión naval que, tras forzar el paso de los estrechos,
debería bombardear Constantinopla y destruir la flota turca, de lo cual espe-raba
obtener grandes dividendos estratégicos, evitando de paso el punto
muerto al que habían conducido las desmoralizantes matanzas del frente oc-cidental17.
Los cañones que impedían la entrada a los Dardanelos fueron des-truidos
en febrero de 1915, pero aún quedaba lo más difícil, atravesar el es-trecho,
donde la artillería naval se encargaría de neutralizar a la artillería de
costa y las baterías de obuses que protegían los campos de minas.
El ataque se llevó a cabo infructuosamente el 18 de marzo: las defensas
turcas sólo padecieron daños mínimos, mientras que tres acorazados aliados
fueron hundidos y otros tres puestos fuera de combate. La artillería naval no
pudo localizar y destruir los obuses que protegían los campos de minas y, por
tanto, los arrastreros sufrieron grandes bajas al intentar limpiarlos, no sólo
en ese ataque sino también durante los intentos previos. Los daños ocasio-nados
a las fortificaciones costeras no fueron considerables, pues el tiro na-val
era impreciso y tampoco fue capaz de golpear las partes más vulnerables
a causa de su trayectoria tensa, aunque también es destacable que los caño-nes
turcos no hundieron ni un solo acorazado ni ocasionaron más de 12 de
las casi 700 bajas aliadas, siendo las minas las principales responsables de sus
pérdidas. A pesar de todo, los turcos habían gastado casi toda la munición de
sus cañones de largo alcance, ignorando durante cuánto tiempo más podrían
resistir otro ataque aliado que, finalmente, no llegó a producirse18.
16 Pulleston, W. D., Estudio condensado de la expedición a los Dardanelos, Madrid, Edi-torial
Naval, 1935, pp. 26-36.
17 Para un comentario de la operación desde el punto de vista estratégico, véase: Hal-pern,
Paul G., A Naval History of World War I, Londres, University College of London, 1995,
pp. 109-124.
18 Sobre el resultado del ataque aliado: Thompson, Julian, The Royal Marines. From Sea
Soldiers to a Special Force, Londres, Macmillan Publishers, 2001, pp. 77-90. Con respecto
202 Juan José Díaz Benítez
Completando la acción del armamento primario se encontraba el interme-dio,
del cual había dos baterías situadas en Los Giles y la Montaña de los
Vélez. Quizá tomando como ejemplo la campaña de Gallípoli se adoptó la idea
de disponer el armamento secundario en baterías móviles, destacadas en La
Aldea, Guía, Jinámar y Juan Grande, para desplazarse a cualquier punto del
litoral amenazado por un desembarco. También habría un grupo de obuses,
tan útiles al defender los campos de minas de los Dardanelos, en Jinámar. De
las baterías auxiliares cuatro eran antitorpederas, distribuyéndose entre Gan-do
y el Puerto de la Luz para evitar el desembarco de fuerzas enemigas como
en la incursión británica de Zeebrugge en 1918. El objetivo de esta opera-ción
fue el bloqueo de dicho puerto mediante el hundimiento de varios bar-cos.
Su preparación fue minuciosa, aunque no carente de errores, de modo
que cuando la fuerza de asalto llegó a su destino se perdió la sorpresa y los
marines fueron diezmados antes de desembarcar por los cañones de costa que
intentaban tomar para que el resto de la expedición pudiera hundir los bu-ques
destinados a bloquear el puerto. Y aunque los buques fueron hundidos,
el puerto no quedó bloqueado19.
CUADRO 3
Proyecto de artillado de Gran Canaria, 1936
Fuente: AIMC, Jefatura Regional de Artillería, Caja 7, Carpeta 21, «Estudio de un proyecto sobre defensa artillera
del frente marítimo de Gran Canaria», Ponencia del Grupo Mixto de Artillería núm. 3, 19 de junio de 1936.
Elaboración propia.
al agotamiento de la munición de los cañones otomanos: Rhodes James, Robert, Gallipoli,
Londres, Pimlico, 1999, pp. 60-70.
19 Thompson, Julian, The Royal Marines..., pp. 164-179.
Las otras cuatro baterías auxiliares eran antiaéreas y estarían completa-das
por cuatro secciones de ametralladoras y una escuadrilla de caza. Sin em-bargo,
tanto estas baterías como la artillería intermedia no existían en la isla
y, según el proyecto, la secundaria estaba tan anticuada que no merecía tal
nombre, salvo las piezas Munaiz Argüelles. Aún así, se consideraba que se-ría
posible aprovechar seis de las existentes en Las Palmas. Con las bate-
Sectores Baterías de artillería
Primaria Intermedia Secundaria Auxiliar Total
Nordeste 1 1 1 4 7
Sureste 1 1 1 4 7
Noroeste --- --- 2 --- 2
Oeste --- --- --- --- ---
Total 2 2 4 8 16
El proyecto de artillado de Gran Canaria en junio de 1936 203
CUADRO 4
Piezas de artillería propuestas en el proyecto, 1936
Fuente: AIMC, Jefatura Regional de Artillería, Caja 7, Carpeta 21, «Estudio de un proyecto sobre Defensa artille-ra
del frente marítimo de Gran Canaria», Ponencia del Grupo Mixto de Artillería núm. 3, 19 de junio de
1936. Elaboración propia.
rías de El Roque, La Esfinge y Guanarteme se crearía el Grupo 3º, mientras
que las de Santa Isabel, San Francisco y Arenales formarían el Grupo 2º y el
primero quedaría compuesto por el armamento primario, intermedio y auxiliar.
Estos tres grupos quedarían en el sector nordeste, mientras que en el su-reste
sólo habría uno constituido con las nuevas baterías. No era un mal plan
o al menos no lo pareció varios años después, cuando aún se consideraba
apropiado para la defensa de la isla, aunque lamentablemente nunca se con-virtió
en realidad.
UN PROYECTO DURADERO PARA UN PROBLEMA CRÓNICO
No sólo no se realizó el proyecto sino que muchas de las baterías exis-tentes
estaban inoperativas poco antes de que estallara la Guerra Civil. La
batería de San Juan y la de obuses de 305 mm en San Francisco ya habían
sido dadas de baja, mientras que la batería de San Fernando se encontraba
en ruinas y se había desartillado las de El Vigía, El Faro y Lomas Coloradas.
En total, seis baterías menos, aunque no por mucho tiempo, pues tras la su-blevación
del 18 de julio volvieron a entrar en servicio. Sin embargo, poco
era lo que podían hacer entonces contra los buques modernos, incluso tra-tándose
del crucero Méndez Núñez, el cual se mantenía leal a la República.
Este buque se encontraba en el golfo de Guinea cuando tuvo lugar el golpe
de Estado y se temía que a su regreso a la Península pudiera bombardear las
dos capitales provinciales canarias, en aquel momento bajo el control de los
sublevados. En tal caso, ni siquiera los cañones Munaiz Argüelles habrían
servido para enfrentarse con los Vickers de 152’4 mm que montaba el cruce-ro,
el cual, finalmente, volvió a Málaga sin detenerse en el archipiélago20.
20 Para la baja de varias de las baterías y su vuelta al servicio: Gómez Vizcaíno, Juan
Lorenzo, «La defensa de costa de las Islas Canarias», Revista Española de Historia Militar,
Tipo Características
Patente Calibre (mm) Alcance (km) Techo (km)
Primario Bofors 305 40 ---
Intermedio Bofors 210 30 ---
Secundario Schneider 150 27 ---
Antitorpedero Vickers 101'6 11 ---
Antiaéreo Bofors 105 15 9
204 Juan José Díaz Benítez
Durante la contienda fueron organizadas varias unidades expedicionarias
con material de campaña, aunque para impulsar de nuevo la cuestión del ar-tillado
de costa hubo que esperar al término del conflicto. A mediados de 1939
se ordenó estudiar la instalación de una batería de dos piezas de 305 mm y
otra de cuatro de 150 mm en cada una de las dos islas principales. A pesar
de la similitud de calibres con los propuestos en el proyecto de 1936, el ma-terial
indicado era muy inferior al pensado entonces. Los cañones de 305 mm
apenas llegaban a la mitad del alcance de los Bofors del mismo calibre, posi-blemente
porque se trataba de los instalados en el acorazado Jaime I, perte-necientes
al sistema Vickers y de un modelo ya obsoleto. En cuanto a los de
150 mm, en Gran Canaria serían de la casa Krupp, con un alcance era de 16
kilómetros frente a los 27 de los Schneider propuestos tres años antes. Era
un proyecto más modesto que el de 1936, aunque al menos parecía realiza-ble
con el material existente, pero tampoco se llevó a cabo21.
Las sucesivas reorganizaciones que sufrieron las unidades de artillería
desplegadas en Gran Canaria durante la II Guerra Mundial también queda-ron
bastante lejos de los medios disponibles. La primera tuvo lugar en sep-tiembre
de 1939, cuando fueron elaboradas unas plantillas en pie de paz que
reducían notablemente el tamaño del Ejército. En el caso de Canarias, los
grupos mixtos de artillería núm. 2 y 3 fueron transformados en los regimien-tos
mixtos de artillería núm. 7 y 8, desplegados en Tenerife y Gran Canaria,
respectivamente. Cada uno de ellos debería contar con un grupo antiaéreo,
otro de campaña y uno de costa. Este último estaría formado por una batería
de 305 mm, «de la Marina», y dos de 150 mm, de las cuales una pertenecía
a la patente Krupp y otra a Munaiz Argüelles. Posiblemente los dos cañones
de la batería de 305 mm pertenecían al acorazado Jaime I, aunque finalmen-te
fueron emplazados en la costa gaditana. En cambio, se mantuvo en servi-cio
la vetusta colección de piezas del sistema Ordóñez y los Munaiz Argüe-lles
ante la carencia de material moderno22.
núm. 24, junio de 2002, pp. 271-281. En cuanto al riesgo de bombardeo por el Méndez
Núñez: Centre des Archives Diplomatiques de Nantes (CADN), Consulado en Las Palmas,
Serie B, despacho núm. 424 del agente consular en Santa Cruz de Tenerife al vicecónsul
de Francia en Las Palmas, 28 de julio de 1936. Con respecto al regreso del crucero sin
pasar por Canarias: Alpert, Michael, La guerra civil..., pp. 54-55.
21 AGMA, Cuartel General del Generalísimo, 4ª Sección de EM, rollo 176, armario 2,
legajo 193, carpeta 52, documento 1, nota para el Estado Mayor del Generalísimo, 21 de julio
de 1939. Mortera Pérez, Artemio, e Infiesta, José Luis, La artillería en la guerra civil. Ma-terial
de origen alemán importado por el bando nacional, Valladolid, Quirón Ediciones, 1996,
pp. 62-63.
22 AGMA, Subsecretaría del Ministerio del Ejército, caja 23.009, «Plantillas provisiona-les
para los Cuerpos y Unidades del Ejército», septiembre de 1939. En cuanto a los caño-nes
de 305 mm: García Díaz, Miguel, «La defensa de la costa gaditana (1939-1945). Artilla-do
y fortificaciones. Sector comprendido entre Cabo Roche y Punta Umbría», Revista Española
El proyecto de artillado de Gran Canaria en junio de 1936 205
En abril fueron aprobadas otras plantillas que reorganizaban de nuevo al
Ejército, dándole unas dimensiones más acordes con la política de no beli-gerancia
que comenzaba a abrirse paso en la primavera de 1940. Las nuevas
plantillas se aplicaron en Canarias en junio de ese mismo año y en ellas el
Regimiento Mixto de Artillería núm. 8 seguía contando con tres grupos: costa,
campaña y antiaéreo. No obstante, su organización real era muy diferente de
la descrita en las plantillas: del grupo antiaéreo no existía más que una bate-ría,
mientras que los grupos de costa y campaña disponían de un número de
baterías muy superior a las tres que constaban sobre el papel. La moviliza-ción
de julio de 1940 no se tradujo en un desdoblamiento de las unidades de
artillería, aunque sí en las de infantería y, sobre todo, la incorporación de un
mayor número de efectivos. Hubo una nueva reorganización en octubre de
1941 y más modificaciones en las plantillas circunstanciales aprobadas por el
ministro del Ejército en mayo de 1942. En este último caso sólo se conser-van
las de las agrupaciones de campaña de ambos regimientos mixtos que,
en el caso del núm. 8, consistía en 14 baterías de campaña y una antiaérea23.
El número de baterías de costa aumentó y el artillado mejoró con la in-corporación
de nuevas baterías. En el caso de Gran Canaria fueron recibidas
dos alemanas de la casa Krupp en 1941, de 150 y 170 mm, no tan eficaces
como las dos Vickers de 152’4 mm instaladas el año anterior y que consti-tuían
lo mejor del artillado de costa. Con posterioridad a 1942 no hubo gran-des
cambios en el artillado de la isla, pero su estado dejaba mucho que de-sear.
Por eso no es de extrañar que el «Estudio de un proyecto sobre Defensa
Artillera del frente Marítimo de Gran Canaria.- Al máximo de elementos que
en todos los órdenes se estiman necesarios», elaborado en julio de 1943, co-piara
literalmente el proyecto de artillado de junio de 1936, con la única sal-vedad
de las condiciones político-militares, excluidas en el de 1943. Una vez
más tampoco se llevó a cabo pues, aunque la necesidad era más apremiante,
la posibilidad de adquirir los medios solicitados era mucho más reducida en
medio del contexto bélico internacional y las propias dificultades económi-cas
del régimen franquista y sus políticas autárquicas24.
de Historia Militar, núm. 13/14, julio-agosto de 2001, pp. 11-44. Véase también en la mis-ma
revista: Manrique García, José María y Molina Franco, Lucas, «Las llaves del Estrecho»,
pp. 45-70.
23 Toda la documentación citada a continuación procede de la Subsecretaría del Minis-terio
del Ejército en el AGMA. Caja 23.009, «Organización del Ejército. Plantillas-1940».
Caja 21.216, nota del jefe de la 7ª Sección de Estado Mayor del Ejército para el general
subsecretario del Ministerio del Ejército, 12 de julio de 1940. Caja 23.016, nota de la 1ª
Sección de Estado Mayor del Ejército al general subsecretario, 5 de junio de 1942. En cuanto
a la reorganización de octubre de 1941: AIMC, caja 204, escrito del jefe de Estado Mayor
del Ejército al capitán general de Canarias, 4 de octubre de 1941.
24 Para la artillería de costa en Canarias durante la II Guerra Mundial: Gómez Vizcaíno,
Juan Lorenzo, «La defensa de...», pp. 276-279. Con respecto al proyecto de julio de 1943:
AIMC, Jefatura Regional de Artillería, caja 27, carpeta 61, «Estudio de un proyecto sobre
206 Juan José Díaz Benítez
CONCLUSIONES
El proyecto de artillado de junio de 1936 no respondía a una situación de
emergencia excepcional en el archipiélago, sino a un problema de carácter
crónico que nunca había sido resuelto de forma satisfactoria. Así había ocu-rrido
a finales del siglo XIX, cuando se temía un posible ataque norteameri-cano,
y también en 1936, en medio de una nueva carrera de armamentos y
una creciente tensión internacional. Sin embargo, la soluciones propuestas a
partir de las lecciones extraídas de operaciones como las de Gallípoli y Zee-brugge
nunca se llevaron a cabo. De hecho, el gran esfuerzo defensivo reali-zado
durante la II Guerra Mundial nunca contó con el material señalado en
el citado proyecto, de modo que en julio de 1943, cuando se planteó la nece-sidad
de hacer un estudio del artillado de costa ideal para la isla, la respues-ta
fue copiar el proyecto redactado siete años antes. De este modo quedaba
de manifiesto una vez más la indefensión en la que se encontró el archipié-lago
durante las grandes coyunturas bélicas internacionales del siglo XX.
CUADRO 5
Baterías de costa en Gran Canaria en 1942
FUENTE: AIMC, Jefatura Regional de Artillería, caja 30, carpeta 75, relación de unidades del Regimiento Mixto de
Artillería núm. 8, 3 de febrero de 1942. Elaboración propia.
Defensa Artillera del frente Marítimo de Gran Canaria. Al máximo de elementos que en
todos los órdenes se estiman necesarios», julio de 1943.
Batería Número de piezas Tipo Calibre (mm) Patente
San Juan 4 Obús 210 Ordóñez
Santa Isabel 4 Cañón 150 Ordóñez
San Francisco 4 Obús 305 Ordóñez
San Francisco 4 Cañón 150 Ordóñez
Arenales 4 Cañón 150 Ordóñez
Guanarteme 2 Cañón 102 Ansaldo
Punta Camello 2 Cañón 240 Ordóñez
San Fernando 4 Cañón 254 Ordóñez
La Esfinge 3 Cañón 150 Munaiz-Argüelles
Vigía 4 Cañón 152 Vickers
Roque Ceniciento 4 Cañón 210 Ordóñez
Mesas de San Juan 3 Cañón 150 Krupp
Gando 2 Cañón 152 Vickers
Arinaga 3 Cañón 150 Munaiz Argüelles
Melenara 3 Cañón 170 Krupp