Artículos sobre
Agustín Millares Carlo
Agustín Millares Carlo
y la primera guerra mundial en dos textos
ANTONIO HENRÍQUEZ JIMÉNEZ
Seminario de Humanidades Agustín Millares Carlo
Resumen: Se presentan dos escritos de Agustín Millares Carlo, de 1917 y de 1918, que
tratan sobre su posición personal con respecto a la primera guerra mundial.
Palabras clave: Agustín Millares Carlo, Primera Guerra Mundial, Francia, Aliados, Islas
Canarias.
Abstract: Two articles, writen by Agustín Millares Carlo in 1917 and 1918, are presented.
These articles are about his personal opinion on the First World War.
Key words: Agustín Millares Carlo, First Word War, France, The Allies, Canary Islands.
Presento aquí dos testimonios escritos del joven Agustín Millares Carlo
que manifiestan sus ideas a favor de las naciones aliadas.
El primero es una carta pública dirigida al cónsul de Francia en Las Pal-mas
con motivo de la fiesta nacional de aquella nación, en julio de 1917, cuan-do
la llamada gran guerra está en su apogeo. El segundo, de un año poste-rior,
es una reflexión política sobre el estado de las Islas Canarias con motivo
de la guerra.
Ambos testimonios son muestras, a la vez que de las ideas progresistas
(en aquellos tiempos llamadas aliadófilas) del joven Agustín, de su facilísima
pluma. De ambas cosas dio testimonio hasta el final de su vida, recorriendo
tierras extrañas por mor de esos ideales y adaptándose en ellas con los tra-bajos
en que era especialista, ya como profesor o como investigador.
Unos ocho años antes, con 17 años, el joven Millares había publicado el
artículo «Problemas»1, en el que hace una defensa del socialismo como so-lución
a los problemas de la humanidad. Allí afirma que no piensa colocarse
Boletín Millares Carlo, núm. 27. Centro Asociado UNED. Las Palmas de Gran Canaria, 2008.
1 En El Tribuno (Las Palmas, 24-XII-1910), fechado en «Madrid 16-Diciembre-1910.»
12 Antonio Henríquez Jiménez
«en un prudente término medio. Mi radicalismo me lo prohíbe. A veces, cuan-do
doy vueltas a la imaginación y siento vivir en mí ese poeta que en todos
nosotros, más tarde o más temprano, ha vivido alguna vez, yo creo en el triun-fo
del socialismo con fe ciega. Pero cuando la voz de la realidad me atrae,
hablándome de miserias, de decepciones, de injusticias, de pobres gentes que
mueren en la miseria solos y abandonados, me sumerjo en los libros de Spen-cer
y toda su filosofía admirable quisiera convertirla en norma de conducta
para la solución de estos dos problemas: el mejoramiento de la clase obrera,
y el evitar la emigración.»
Ya he señalado en otra parte cómo Agustín Millares, en carta a su amigo
Rafael Romero Quesada (Alonso Quesada) se entusiasma con que la publica-ción
del libro de poemas de su amigo, El lino de los sueños, «coincidirá [...]
con la de una gran revista que será órgano de la Liga de Educación política,
que dirige, como sabes, Ortega y Gasset2; esto será dentro de unos meses;
tu libro saldrá al mismo tiempo que la Historia de la Civilización ibérica de
Oliveira Martins»3. Posteriormente militaría en el partido de Manuel Azaña,
Izquierda republicana.
Agustín Millares, con 25 años en 1918, una carrera acabada brillantemente
unos años antes, a punto de ver publicada su tesis doctoral4, sin tener toda-vía
un camino claro en la vida, ha dedicado sus primeros años de formación
a diversos objetivos: Ha escrito poemas5, ha brillado en lenguas clásicas6,
ganando en reñidísimas oposiciones con gente muy entendida y mucho ma-yor
que él una cátedra de Latín en el Ateneo de Madrid (1915), se ha entu-siasmado
con elaborar una biobibliografía de escritores canarios7, ha dado
2 La revista no será otra que el semanario Epaña. Semanario de la vida Nacional, que
apareció en enero de 1915. Tenían pensado sacarla a la luz en mayo de 1914. En ella
colaborarán todos los poetas canarios de esta generación: Alonso Quesada, Tomás Mo-rales,
Domingo Rivero, Agustín Millares Carlo, Pedro Perdomo, Miguel Benítez Inglott,
etc.
3 Joaquín Pedro de Oliveira Martins (Lisboa 1845-1894). Historiador y político portugués.
Agudo crítico de la realidad política de España y Portugal, países para los que propugnó un
regeneracionismo radical. La obra se publicó en Portugal, en 1879. José Albiñana Mompó
es el autor de una traducción al español de la Editorial Mundo Latino, Madrid, s.f., que se
reedita en 1926.
4 Documentos pontificios en papiro de Archivos Catalanes. Estudio Paleográfico y Diplomá-tico.
Madrid: Imp. de Fontanet, 1918.
5 Cfr. mi estudio sobre su poesía y la publicación de la misma en Boletín Millares Carlo,
n.º 13 (1994) y 14 (1995).
6 «Los Clásicos: Eurípides», y «Dido y Eneas», en Revista General (Madrid), Edit. Sa-turnino
Calleja S. A., II, n.º 4, 15-I-1918; «Los Clásicos: Esquilo», en Revista General (Ma-drid),
Edit. Saturnino Calleja S. A., II, nº. 15, 1-VII-1918.
7 «En la Biblioteca Nacional. Un amigo de Viera y Clavijo», en La Provincia (Las Pal-mas),
27-II-1913; «Biblioteca Nacional. Cartas de Zuasnabar y de Viera», en La Provincia
(Las Palmas), 1, 3 y 4-III-1913; «Un museo interesante, Villa Benítez», en Ecos (Las Pal-mas),
16-XII-1916.
Agustín Millares Carlo y la primera guerra mundial en dos textos 13
conferencias sobre temas literarios y clásicos8, con repercusión en la prensa
de la época9, ha publicado artículos sobre codicología, paleografía, diplomáti-ca10,
y literatura11. Al final, se decantará, sobre todo, por la Paleografía, pues
su ilusión de obtener la cátedra de Bibliología de la Universidad Central se
verá truncada por las intrigas del que la obtendría, Pedro Sáinz Rodríguez.
CARTA AL CÓNSUL DE FRANCIA EN LAS PALMAS12
Las Palmas 11 de Julio de 1917
Al Señor Cónsul de Francia en Las Palmas.
Muy distinguido señor: Todos los años hemos sentido una emoción dis-tinta
al conmemorar la fecha gloriosa del catorce de Julio. Desde que comenzó
esta guerra, que ha puesto frente a frente dos distintos ideales y dos opues-tas
concepciones de la realidad, la fiesta nacional francesa ha tomado un ca-rácter
simbóligo y representativo. No creo necesario insistir en ello y toda
la cita histórica paréceme, por evidente, inútil y fuera de lugar. Estos momen-tos
son de intensa emoción y es necesario abrir el espíritu con toda ampli-tud
para comprender primero, y saturarnos luego, del nuevo concepto de la
vida, bueno y generoso, que será consecuencia segura de la guerra. Vuestro
país, que acertó siempre a poner una nota de firmeza y de elegancia en to-das
las manifestaciones de su vida, triunfará una vez más por su espírtu, que
ha sabido encarnar el dolor y la indignación de una nueva raza, constituida
por la comunidad de ideales y aspiraciones.
8 «Acerca de la formación del imperfecto latino», en Filosofía y Letras (Madrid), I,
n.º 11, XI-1916; «La leyenda de Eneas» (Madrid, Ateneo, 29-III-1917); «La filosofía amo-rosa
de Tibulo» (Madrid, Ateneo, 3-V-1917).
9 «Literatura del Renacimiento», en Ecos (Las Palmas), 2-X-1916; en La Provincia (Las
Palmas), 4-X-1916; y en Memoria del Curso académico de 1916-1917. Inauguración del Ins-tituto
General y Técnico, Valencia, 1922. «Un capítulo de Historia literaria: El Romanticis-mo
», en La Crónica (Las Palmas), 12 de agosto de 1918; y en Renovación (Las Palmas), 12,
13 y 15 de agosto de 1918.
10 «Un documento opistógrafo del siglo XI», en Filosofía y Letras (Madrid), 1917, n.º 14-
15; «Un códice notable de los libros Morales de San Gregorio Magno sobre Job», en Filo-sofía
y Letras (Madrid), 1918, III, n.º 20, 21 y 22.
11 «Dos conceptos», en La Crónica (Las Palmas), 20-VII-1917, y en Ecos (Las Palmas),
23-VII-1917.
12 Se publicó en Las Noticias. Diario de Información General y Especialmente de la Gue-rra,
Las Palmas de Gran Canaria, Año III, n.º 606, sábado, 14-VII-1917, p. 2, bajo el título
«Carta». En este número del periódico se insertan otras cartas a favor de Francia de va-rios
escritores canarios, entre los que se encuentran Luis y Agustín Millares Cubas, Alon-so
Quesada, Francisco González Díaz, Claudio de la torre, Jordé, Julián Torón Navarro, A.
Sarmiento, y Polichinela (Saulo Torón).
14 Antonio Henríquez Jiménez
Yo, que ansío con todas las fuerzas de mi espíritu el triunfo definitivo de
las armas aliadas, experimento una inmensa satisfacción al poder manifestarlo
de una manera pública y en ocasión tan solemne como ésta. Francia, por su
historia, por su simpatía, por su generalidad13, justifica plenamente aquella
frase de uno de nuestros escritores, cuando dijo que todo hombre tiene dos
patrias, la suya propia, y la francesa.
Reciba usted, señor cónsul, el testimonio de afecto y consideración de
s.s.s.q.e.s.m.
AGUSTÍN MILLARES CARLO
LAS AFORTUNADAS14
El curioso viajero que hace cinco años llegaba a uno de los dos puer-tos
principales de Canarias —el de Las Palmas o el de Santa Cruz de Tene-rife—,
quedábase maravillado ante el extraño espectáculo: barcos de todas
las procedencias y enseñas de todas las naciones se ofrecían a sus ojos ab-sortos;
los hijos del país que, después de largos días de ausencia, empren-díamos
aquel regreso «tan sentimental, y tan neutral, y tan divino»15, ansiá-bamos
ver dibujado a lo lejos el amado contorno de la Isleta16 o las montañas
salvajes y bellas de Tenerife, cayendo a pico sobre un mar que, aun en el
misterio de la noche, parece brindarnos el eterno azul de sus ondas; allí, como
acogidos a su abrigo, estábamos seguros de encontrar los barcos extraños, a
cuyo bordo venían «marinos genoveses de morenos semblantes y ojos meri-dionales
»17; los barcos que iban en busca de nuestros productos y que llena-
13 Creo que debe decir: «generosidad».
14 Se publicó en la revista Los Aliados, Madrid, n.º 9, 7-IX-1918, p. 2. La revista la diri-gía
Carlos Micó; el Director artístico era Goyo Oviés, y el Administrador Jesús Gurich.
Colaboradores: Eulogio M.ª de Aldecoa, Gabriel Alomar, Manuel Aranaz Castellanos, Luis
Araquistáin, Manuel Hilario Ayuso, Jaime Brosa, Manuel Bueno, Julio Camba, Roberto Cas-trovido,
Mariano de Cavia, Corpus Barga, Marcelino Domingo, Fabra Ribas, Eduardo Gó-mez
Baquero, José de la Serna, Alejandro Lerroux, Antonio de Lezama, El general Mada-riaga,
Ramiro de Maeztu, Antonio Machado, Manuel Machado, Adolfo Marsillach, Ramón
Menéndez Pidal, Rafael de Mesa, Antonio Micó, José Ortega y Gasset, Luis de Oteyza,
Ramón Pérez de Ayala, Benito Pérez Galdós, Jacinto Octavio Picón, José de Rocamora,
Rafael Sánchez Ocaña, Felipe Sassone, Ángel Samblancat, Luis de Tapia, Miguel de Una-muno,
Alberto Valero Martín, Ramón del Valle Inclán y Fabián Vidal.
15 Se refiere a los dos primeros versos del poema «Retorno» de Rubén Darío: «El re-torno
a la tierra natal ha sido tan / sentimental y tan mental, y tan divino».
16 En la revista: «isleta».
17 Está citando versos del poema de Tomás Morales «El mar es como un viejo camara-da
de infancia», estrofa cuarta: «Y amo estos barcos sucios de grasientos paveses, / de tiz-nadas
cubiertas y herrumbrosos metales, / a cuyo bordo vienen marinos genoveses / de
morenos semblantes y ojos meridionales.»
Agustín Millares Carlo y la primera guerra mundial en dos textos 15
ban nuestras ciudades de exóticos tipos de hombres curiosos y apasionados
y de mujeres a lo18 miss Harriet, con unos grandes ojos compasivos y llenos
de misterio. La fruta de nuestros campos generosos abarrotaba los muelles,
segura de encontrar la manera de emprender el rumbo; los trabajadores del
puerto, estos hermanos nuestros, manchados aún por el carbón de los días
gloriosos, esos hombres resignados que hoy llegan a los portales tendiendo
la mano con los ojos bajos, bendecían el nombre de Britania máxima, de la
Inglaterra sabia, industrial y previsora; nuestra juventud, la misma que hoy
se consume en estériles discusiones de casino, seguía dos rumbos principa-les
al encontrarse frente a frente al misterio de la existencia: o hacia Espa-ña,
o hacia Londres; o una profesión liberal, o la carrera del Comercio: todo
giraba alrededor de Inglaterra, y el problema de la vida para nuestros agri-cultores
era cosa fácil y sencilla.
Hoy, en cambio, la situación es pavorosa: dentro del puerto de refugio,
los barcos alemanes y austriacos surgen ante nuestros ojos, inmóviles, muer-tos;
el espíritu no puede desposeerse de una cierta melancolía al contemplar-los:
son víctimas, como lo es todo el pueblo alemán, de una ambición que ha
cegado sus ojos y los ha sometido sin voluntad a los caprichos de un amo.
Pueblo grande el alemán y ciencia grande la suya, ¿qué eficacia han tenido
frente al despotismo de una dinastía? Ninguna hasta ahora; mas día llegará
en que sacudan el yugo y dejen franco el paso a una democracia pujante y
vigorosa. Estos barcos soberbios son todo un símbolo: representan un esfuer-zo
enorme económico e industrial, pero un esfuerzo esclavizado, impotente,
inútil; nosotros, al salir del Puerto de La Luz, los hemos visto iluminados por
el sol violento de nuestro cielo; y un marinero de ojos azules contemplaba
desde una de las cubiertas la marcha de nuestro barco hacia otras costas: ¡ha-bía
en sus ojos un destello inolvidable de rabia impotente!
La guerra acabará tarde o temprano; acabará con el triunfo del que tuvo
siempre de su parte la razón y la justicia; día llegará en que el marinero de
ojos azules tienda sus brazos al hermano de Francia y al sublime hermano
de Bélgica.
Hablar de Canarias, de una de las regiones más ricas de España, es ta-rea
larga y difícil; otros se encargarán, debidamente documentados, de rela-tar
miserias, estampar los nombres de quienes a costa del hombre y la po-breza
se han improvisado casi millonarios, de poner de relieve atropellos y
venalidades. Yo sólo he querido evocar el recuerdo de aquella tierra, hoy mi-serable,
y tan distante de los maravillosos países afortunados vagamente pre-sentidos
por el divino Horacio.
AGUSTÍN MILLARES CARLO
A bordo del Reina Victoria, 23 julio 1918.
18 En la revista: «los».