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Artículos sobre Agustín Millares Carlo Agustín Millares Carlo - Javier Malagón-Barceló. Discursos en la recepción del Premio Fray Junípero Serra de 1969. Algunas notas ANTONIO HENRÍQUEZ JIMÉNEZ Centro Asociado UNED de Las Palmas Resumen: Se presentan los discursos pronunciados por Javier Malagón-Barceló y Agustín Millares Carlo en la recepción del Premio Fray Junípero Serra de 1969, otorgado a Milla-res; y algunas notas sobre la relación entre ambos. Palabras clave: Malagón-Barceló, Javier; Millares Carlo, Agustín, Premio Fray Junípero Serra, 1969. Abstract: We present the speeches by Javier Malagón-Barceló and Agustín Millares Car-lo at the reception of the «1969 Serra Award of the Americas»; and some notices on the relation between them. Words keys: Malagón-Barceló, Javier; Millares Carlo, Agustín, 1999 Serra Award of the Americas. Presento los discursos pronunciados por Agustín Millares Carlo y Javier Malagón-Barceló en la recepción por Millares del Premio Fray Junípero Se-rra 1969, en Washington, D.C., y algunas notas sobre la relación de Millares con su antiguo alumno de la Universidad de Madrid, ya en tierras america-nas, cuando Millares colabora en las empresas del Instituto Panamericano de Geografía e Historia, de la Unión Panamericana, cuya Comisión de Historia dirigía Javier Malagón Barceló. SUCINTA BIOGRAFÍA DE AGUSTÍN MILLARES CARLO Agustín Millares Carlo (Las Palmas de Gran Canaria, 1893-1980). Profe-só en las universidades de Granada y Madrid antes de llegar a México en 1939, donde colaboró en las actividades de La Casa de España, luego El Co-legio de México, en la Universidad Autónoma de México, y en numerosas instituciones y empresas de carácter cultural (investigación, publicaciones, Boletín Millares Carlo, núm. 26. Centro Asociado UNED. Las Palmas de Gran Canaria, 2007. 12 Antonio Henríquez Jiménez …). En 1959 pasó a la Universidad LUZ de Maracaibo (Venezuela), donde pro-fesó hasta 1975, siguiendo con sus investigaciones. En 1975 regresó defini-tivamente a su tierra, Las Palmas de Gran Canaria, donde colaboró en el Plan Cultural del Cabildo de Gran Canaria, siguiendo con sus investigaciones, hasta febrero de 1980, en que fallece. SUCINTA BIOGRAFÍA DE JAVIER MALAGÓN-BARCELÓ Gabriel Malagón-Barceló (Toledo, 1911-Washington, 1911). Estudió De-recho y parte de Filosofía y Letras en la Universidad de Madrid, donde reci-bió clases de Agustín Millares. Fue pensionado en Alemania, donde ejerció de lector de español. Profesor auxiliar de la Facultad de Derecho en la Uni-versidad de Madrid. Se exilió, primero en Santo Domingo, en cuya Univer-sidad profesó. En 1946 es miembro de El Colegio de México, donde investi-gó y profesó. También profesó en la Univeridad Nacional Autónoma de México. Es profesor visitante de varias universidades norteamerianas. Des-empeñó varios cargos en la Organización de Estados Americanos (OEA). HISTORIA DE UNA BÚSQUEDA Los discursos que forman la parte más importante de esta noticia fueron publicados en The Americas, la revista órgano de la Academy of American Franciscan History, en el vol. XXVI, April, 1970, number 4, pp. 449-454, en inglés, dentro de la sección titulada «Inter-American Notes», y bajo el título «1969 Serra Award of the Americas». Hay dos fotografías, la primera reci-biendo Millares el premio de manos de Francis F. Guest, O.F.M., y la segun-da, con Javier Malagón-Barceló. La primera vez que me interesé por conocer quién era Javier Malagón, fue el leer y tratar de anotar las cartas entre don Agustín y Pedro Grases. Este catalán-venezolano me indicó que Malagón ya había fallecido y me pro-porcionó la dirección de su mujer, doña Elena Perenya. A ella me dirigí y me informó de la amistad antigua entre don Javier y don Agustín. Además me envió una fotografía donde aparecen los dos personajes en la visita que Mi-llares hizo a Washington para recibir el premio Serra. También me indicó que la biblioteca y el archivo de don Javier habían ido llegando a la Biblioteca Pública de Toledo, su tierra natal, donde él pensó siempre dejarlos. Helena Perenya de Malagón colaboró con su marido en traducciones del FCE. Fue colaboradora de la Revista Interamericana de Bibliografía. Trabajó de traductora y redactora de actas de la Organización Mundial de la Salud, Oficina de Washington, durante más de treinta años. Transcribo lo que le decía Grases a Millares, en carta desde Caracas, de 25 de julio de 1969: Agustín Millares Carlo - Javier Malagón-Barceló 13 Ilustre joven: Recibí el envío de sus Baralt para el Presidente y para Ma-nuel Pérez Vila. […] Me contento con Ud. por su Junípero Serra, 69. Bien merecido y bien otorgado. Mis congratulaciones, de corazón. Hago mías sus alegrías y satisfacciones, así como envío muy lejos a los bellacos que no sa-ben de discreción ni de delicadezas espirituales. Este «mallorquinismo»1 ho-norario acaso le obligará o tentará a pasearse por la tierra del Doctor Ilumi-nado2, que yo he descubierto hace poco, cuando me cayó un yerno nacido en las Baleares. A pesar de la plaga de turistas, todavía tiene rincones donde la tierra, el aire y el sol, y el pan y la gente, tienen las virtudes de la Illa de la calma que cantó Rusinyol3. ¿Ha estado usted por allá? Corre el riesgo de pre-ferirla a sus Afortunadas, pero en cuestión de amores la tasa es la verdad de la emoción y dudo que supiese escoger a pesar de su estirpe. En fin; acaso algún día nos encontremos cerca de este Mediterráneo incomprensible. Fra Junípero le ha dado su espaldarazo comprometedor. De la estancia de Millares en Washington, transcribo las noticias que da a Grases (12-I-1970): Estuve cuatro días en Washington, donde me hospedé en casa de Malagón; tanto él como Elena me trataron con gran efecto. Todo se desarro-lló con arreglo a lo previsto, y no sé cómo agradecer las atenciones de los miembros de la Academia Franciscana. A su colaborador en El Museo Canario de Las Palmas de Gran Canaria, Manuel Hernández Suárez, le comunica Millares (carta desde Maracaibo, de 15 de enero 1970): Estuve en Washington entre los días 27 y 30 del pasado diciembre, y re-cibí el premio «Junípero Serra» de 1969 en una ceremonia-banquete inolvi-dable. También he recibido en estos días mi designación de miembro de la Hispanic Society de Nueva York. A esta carta le acompaña fotocopia del Diploma del Premio, que dice: «The Academy of American Fransciscan History confers the Serra Avard of the Ame-ricas for 1969 upon Agustín Millares Carlo paleographer, bibliographer, latinist, in recognition of his contributions to Spanish American History. Given at Was-hington in the District of Columbia the twenty-ninth day of December, 1969. Director [ilegible]». También le acompaña la carta de «The Hispanic Society of America, 613 West 155th street New York, N.Y. 10032. November 26th, 1969: Professor 1 Fray Junípero Serra (Miguel Serra y Ferrer). Eclesiástico y colonizador español (Petra, Mallorca, 1713- California, 1784). 2 Ramon Llull (Palma de Mallorca c. 1235- c. 1315). Llamado así por haberle sobreveni-do cierta «iluminación divina» para escribir un libro contra los errores de los paganos. 3 Santiago Rusinyol. Pintor y escritor español en lengua catalana (Barcelona 1861- Aran-juez 1931). El título de la novela es L’ Illa de la calma y se publicó en 1924. 14 Antonio Henríquez Jiménez Agustín Millares Carlo. Apartado 282 (El Diamante) Maracaibo Edo. Zulia Venezuela»: Dear Sir: I have the honor to inform you that, at a meeting of the Board of Trustees of The Hispanic Society of America held in New York on November 19th, 1969, you were elected unanimously a Member of the Society. The certificate will be forwarded to you in due course. Yours truly. A. [ilegible] Mayor President. A Toledo me dirigí, donde los funcionarios de la Biblioteca Castilla-La Mancha, sobre todo don Gonzalo Enguita, me pusieron al tanto de todo lo referente al Legado Malagón. Allí vi el hermoso y extenso Catálogo del le-gado. De él tomé nota de los dos documentos que aquí presento, de las de-dicatorias de los libros, y de mil detalles curiosos de una biblioteca escogidí-sima y amplia; y de una revistoteca (si el término existe) también interesante, sobre todo por varias revistas americanas imposibles de consultar en otras bibliotecas españolas. Los discursos de Javier Malagón y Agustín Millares se encuentran en la Entrada n.º 5201, del Catálogo de la sección Malagón de la Biblioteca Públi-ca del Estado de Toledo: Entrada n.º 5201.- Malagón Barceló, Javier.- [Discurso / de Javier Mala-gón Barceló, con motivo de la concesión del Premio Fray Junípero Serra 1969 de la academia de la Historia Franciscana de América al profesor Agustín Millares Carlo]. [Discurso de agradecimiento y contestación] / [de] Agustín Millares Carlo.- Washington: [s.n.], 1969.- [7]h.; 29 cm. // Ejemplar fotoco-piado y mecanografiado por una sola cara, con anotaciones manuscritas. ML.7212(5). DEDICATORIAS DE MILLARES A MALAGÓN De los libros de Millares existentes en la biblioteca de Javir Barceló, tomé las dedicatorias que aquí presento. Como se ve, alguna de ellas da noticia de otra de las visitas que Millares hizo a Washington, becado para investigar en la Biblioteca del Congreso, en 1959. En Contribución al «corpus» de códices visigóticos (Madrid, Facultad de Filosofía y Letras, 1931): Para Javier Malagón, como recuerdo gratulatorio de una tarde inolvidable en su casa de Washington. Agustín Millares Carlo [Rú-brica] Wash., D.C. junio 1959 En hoja de guarda de Cicerón, Marco Tulio. Cuestiones académicas. Ver-sión directa, notas e introducción de Agustín Millares Carlo, prólogo de Juan David García Bacca (México, El Colegio de México, 1944): Para mi querido amigo Malagón Barceló, en testimonio de consideración y afecto. A. Millares. [Rúbrica] / México. Febrero-1947. Agustín Millares Carlo - Javier Malagón-Barceló 15 En Repertorio bibliográfico de los archivos mexicanos y de las colecciones diplomáticas fundamentales para la historia de México, por Agustín Millares Carlo y José Ignacio Mantecón Navasal (México, UNAM, Instituto de Histo-ria, 1948): Para Malagón Barceló / con el afecto verdadero / de / Los Autores [Rúbrica. La letra es de Millares]. En Investigaciones Biobibligráficas Iberoamericanas. Época Colonial (Méxi-co, UNAM, 1950): Para mi querido amigo Javier Malagón Barceló, con un gran abrazo de / A. Millares / Carlo [Rúbrica]. Javier Malagón, en la portada: Ja-vier Malagón Barceló / México, junio de 1950. En Literatura española hasta fines del siglo XV (México, Antigua Librería Robledo, 1950): Para Javier Malagón, / con el entrañable afecto de Agustín Millares [Rúbrica] / México, dic[iembr]e 1954. Malagón escribe en la portada: Javier Malagón Barceló / México, agosto 1950. El libro Juan Pablos. Primer impresor que a esta tierra vino, por Agustín Millares Carlo y Julián Calvo (México, Librería de Manuel Porrúa, 1953), está dedicado, creo, por Julián Calvo y no por Millares Carlo: A / Elena y Javier, / con un abrazo fraternal / de antigua y verdadera amistad, [Firma con rúbrica ilegible]. Malagón escribe en la portada: Malagón / Whasington D.C ./ 18 de agosto 53. En Archivo del Registro principal de Maracaibo. Protocolos de los Antiguos Escribanos (1790-1836). Índice y extractos (Maracaibo, Venezuela, Centro His-tórico del Zulia, 1964): Para Javier Malagón / con el viejo afecto de / Agustín Millares / Carlo [Rúbrica] / Maracaibo, agosto 1964. En la separata Baralt y la República Dominicana (Maracaibo, Venezuela, Editorial Universitaria LUZ, 1964): Para Javier Malagón, con un / abrazo de / A. M. C. [Rúbrica] / Maracaibo, agosto 1964. En Prontuario de bibliografía general (Maracaibo, Venezuela, Universidad del Zulia, 1966): Para Javier Malagón, con un / gran abrazo y el invariable / afecto de / Agustín Millares / Carlo [Rúbrica] / Caracas, marzo de 1967. En Rafael María Baralt (1810-1860). Estudio biográfico, crítico y bibliográ-fico (Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1969): Para Javier Malagón, inolvidable y querido amigo, con el viejo afecto de / Agustín Millares / Carlo [Rúbrica] / Maracaibo, agosto de 1969. Hay otros muchos libros de Millares en la Biblioteca de Malagón sin de-dicatoria. Entre ellos, se encuentran: Cicerón.- De Officiis. De los deberes. (Méxici, El Colegio de México, 1945). Nepote, Cornelio.- Vida de los ilustres capitanes (México: UNAM, 1947). César, Julio.- Comentarios de la Guerra de las Galias. Traducción de José Goya Muniain. Corregida y aumentada por AMC. Prólogo de AMC. Madrid- Barcelona: Casa Calpe, Colección Universal Calpe, 1919. César, Julio.- Comentarios de la Guerra de las Galias. México: Espasa- Calpe Agentina, cop. 1939 (Austral 121). 16 Antonio Henríquez Jiménez ALGUNAS REFERENCIAS A LOS TRABAJOS DE MALAGÓN POR MILLARES Hay que decir que Millares prologó el libro de Malagón, titulado La lite-ratura jurídica española del Siglo de Oro en la Nueva España. Notas para su estudio (México, Biblioteca Nacional de México, 1959). Hay traducción al portugués, por Pedro Paulo Montenegro (Brasil, Fortaleza, Imprensa Univer-sitária do Ceará, 1967). Este «Prólogo» abarca las páginas 9-10. En él, Millares Carlo recuerda los méritos del autor como historiador del Derecho, su participación en la Re-vista de Historia de América y su dirección de la Revista Interamericana de Bibliografía. Luego pasa a poner de relieve el empeño del autor en la inves-tigación de los libros de Derecho que se leían en la Nueva España, utilizan-do los inventarios del Archivo General de la Nación, lo que le ha llevado a presentar, además, un catálogo biográfico de los autores juristas. Millares dedicó públicamente, con un sencillo «A Javier Malagón», el tra-bajo titulado «Don José Mariano Beristáin de Souza y su Biblioteca Hispano-americana Septentrional», en la Revista Interamericana de Bibliografía (Was-hington, USA, vol. XVI, n.º 1, enero-marzo de 1966, pp. 20-57)4. En la la Revista de Historia de América, publicación en la que ambos tra-bajan como colaboradores5, no dejan de aparecer, en la sección de Bibliogra-fía, las cortas notas que Millares dedicaba a las publicaciones de Javier Ma-lagón. Recuerdo la ingente labor de Millares, por muchos años, en esta sección de la Revista. Era proverbial la nota que siempre aparecía al comien-zo de la misma: «Las notas que no llevan iniciales son de Agustín Millares Carlo, México, encargado de esta sección». Millares da cuenta allí de varias obras de Malagón, como La Constitución y las reformas constitucionales de la República Dominicana, en su primer período como nación independiente (Pa-namá, 1945); Informe de la Comisión de Historia del Instituto Panamericano de Geografía e Historia (México, 1948); Cuadernos de Historia de España (Cua-dernos Americanos, VII, vol. 2, pp. 195-198), donde Malagón «señala la im-portancia de la labor de Sánchez Albornoz como historiador de la Edad Me-dia Española, y destaca el trabajo que está éste realizando al frente de la 4 La dedicatoria no aparece cuando se publica el ensayo, aumentado, en Don José Mariano Beristáin de Souza (1756-1817). Noticia biográfica. La Biblioteca Hispanoameri-cana. Bibliografía de su autor. Testimonios. Madrid: CSIC, Instituto Enrique Flórez, 1973 (Monumenta Hispaniae Sacra, Subsidia, Vol. III); ni cuando se publica dentro del libro Cuatro estudios bibliográficos mexicanos. Francisco Cervantes de Salazar. Fray Agustín Dávila Padilla. Juan José de Eguiara y Eguren. José Mariano Beristáin de Souza (Méxi-co, FCE, 1986), edición que Millares no pudo ya supervisar. El libro viene dedicado a Rubén Bonifaz Nuño. 5 Junto a Silvio Zavala, Ernesto de la Torre Villar, María del Carmen Velázquez, Roberto Heredia Correa, J. Ignacio Rubio Mañé y Susana U. de Fernández de Córdoba. Agustín Millares Carlo - Javier Malagón-Barceló 17 Sección española del Instituto de Investigaciones Históricas de la Argenti-na »; Economía colonial venezolana (Cuadernos Americanos, VI, vol. 3, pp. 191- 196); Segunda Reunión de Consulta de la Comisión de Historia (Instituto Pa-namericano de Geografía e Historia, México, D. F., 1951. p. 16); Informe de la Comisión de Historia del I. P. G. H. 1950-1951 (Instituto Panamericano de Geografía e Historia. Comisión de Historia. México, 1952); Notas para la His-toria del Procedimiento Criminal (RDCP, 1951, XV-1, 89-106); la participación de Malagón en el Homenaje al Maestro Rafael Altamira (México, 1952). En el tomo de la Revista de Historia de América de diciembre de 1949 (n.º 28, pp. 500-503), Millares firma la reseña de Relaciones diplomáticas hispa-no- mexicanas. (1859-1898). Serie I. Despachos generales. Vol. I, 1839-1841. Selección, notas y estudio preliminar por Javier Malagón-Barceló, Enriqueta Lópezlira y J. M. Miquel i Vergés. Prólogo de Luis Nicolau D’Olwer. Méxi-co. El Colegio de México, 1949. Entre otras cosas, dice: «La tarea de selec-ción, anotación y ordenación de los textos ha sido confiada a los becarios de El Colegio de México, Dr. Javier Malagón-Barceló, Sra. Enriqueta Lópezlira de Díaz-Thomé y Dr. J. M. Miquel i Vergés, quienes la han llevado a término con sujeción al método más exigente.» ALGUNAS REFERENCIAS A LOS TRABAJOS DE MILLARES POR MALAGÓN Javier Malagón escribe la «Advertencia preliminar» en la edición facsímil del EPÍTOME DE LA BIBLIOTECA Oriental i Occidental, Náutica i Geográ-fica del Licenciado Antonio de León Pinelo: El EPÍTOME de Pinelo, primera bibliografía del nuevo mundo (Washington, DC, Unión Panamericana, 1958. Después de la «Advertencia» (pp. V-VI), aparece el estudio preliminar de Mi-llares Carlo, titulado «Don Antonio de León Pinelo y su Epítome» (pp. VII-XLII). Dice Malagón: Señalar su importancia sería repetir lo que dice el estudio preliminar de Agustín Millares Carlo, uno de los más grandes bibliógrafos actuales de lengua española, antiguo catedrático de la Universidad de Madrid, miembro de la Aca-demia de la Historia de España, correspondiente de gran número de ellas en uno y otro lado del Atlántico, hoy catedrático de la Universidad Nacional de México, quien sin duda es una de las personas que mayor labor ha realizado en el campo de la bibliografía americana y mexicana en particular; hombre cuya compañía habría honrado a Pinelo en sus aventuras bibliográficas. Acaba la Advertencia agradeciendo la cooperación de la Fundación His-pánica de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos y de su director, Howard F. Cline; la colaboración de Agustín Millares Carlo y la revisión de los originales de Adolfo Solórzano Díaz. 18 Antonio Henríquez Jiménez En la necrología que hace Malagón de Manuel Gutiérrez Fernández («In memoriam Manuel Gutiérrez Fernández», Américas, vol. 26, n.º 1, pp. 77-86, julio de 1969), dice: He has collaborated with Lewis Hanke, the United States’ historian, as well as the professor of the University of Madrid now of Maracaibo, Agustín Millares, that great paleographer and editor of numerous works on American history, various items on Las Casas among them. En «Don Claudio y la Universidad de mi época», el recuerdo que hace Malagón de Claudio Sánchez Albornoz6, hace referencia al «ejemplo de libe-ralismo y tolerancia, común en cierto sentido a la mayoría de los catedráti-cos tanto derechistas como izquierdistas de la Universidad en la que por for-tuna me tocó estudiar». Millares aparece en la lista con estas palabras: «don Agustín Millares, de Izquierda Republicana, profesor de Paleografía y Latín Medieval». Malagón le dedicó varias reseñas a los libros de Millares: Índice y extractos de los Protocolos del Archivo de Notarías de México, D.F., volumen II (México, el Colegio de México, 1946), en Revista de Historia de América (1948, n.º 25, junio, pp. 228-232). En «El historiador español exilia-do en México» (Historia Mexicana, México, julio-septiembre de 1972, vol. XXII, n.º 1, pp. 79-111), Javier Malagón dedica estas palabras al trabajo de Millares y Mantecón (p. 103, nota 15): «Colaboró con Millares Carlo J. I. Mantecón, y prepararon un total de unos 8 volúmenes más que no se han publicado.» Fray Bartolomé de las Casas.- Historia de las Indias. Edición del original e índice analítico de Agustín Millares Carlo. Prólogo de Lewis Hanke (México, FCE, 1951, tres volúmenes). La reseña de Malagón apareció en la Revista Chilena de Historia y Geografía (Santiago de Chile, 1952, n.º 119, pp. 301-304; y en Cuadernos Americanos, 1952, n.º 1, pp. 198-202. En el tomo de junio de 1952 de la Revista de Historia de América, Mala-gón le dedica la entrada 12036: Millares Carlo, A.- Eguiara y Ruiz de Alar-cón. Historia Mexicana, 1952, vol. I, núm. 4, 617-620: Publica, con notas acla-ratorias, la biografía del dramaturgo mexicano contenida en la parte inédita de la Bibliotheca Mexicana de Eguiara y Eguren. En «El historiador español exiliado en México» (Historia Mexicana, ju-lio- septiembre de 1972, vol. XXII, n.º 1, pp. 79-111), le dedica estas palabras al trabajo de Millares (p. 103, nota 10): Se puede decir que es la primera edición completa y exacta. Millares, con paciencia benedictina, se pasó innumerables horas frente al proyector de 6 Claudio Sánchez Albornoz. Tres testimonios (Madrid, Fundación Claudio Sánchez Albornoz, 1991). Agustín Millares Carlo - Javier Malagón-Barceló 19 microfilm, confrontando el texto con la película del manuscrito. Se puede afir-mar que no hay página de las ediciones anteriores de Las Casas a las que no se hayan corregido errores de transcripciones paleográficas. Juan Pablos, primer impresor que a esta tierra vino, por Agustín Millares Carlo y Julián Calvo (México, Librería de Manuel Porrúa, 1953). No he lo-grado saber dónde se publicó esta reseña. En el Catálogo de la Sección Ma-lagón de la Biblioteca Castilla-La Mancha, aparece esta reseña: entrada n.º 5262, III, 1953, 2 hojas, Original mecanografiado. García Icazbalceta, Joaquín.- Bibliografía mexicana del siglo XVI. Catálo-go razonado de libros impresos en México de 1539 a 1600. Con biografías de autores y otras ilustraciones, precedido de una noticia acerca de la introducción de la imprenta en México. Nueva edición por Agustín Millares Carlo (Méxi-co, FCE, 1954). La reseña apareció en The Americas (A Quarterly Review of Interamerican Cultural History. Academy of American Franciscan History. Washington. USA), 1956, vol. 12, n.º 4, pp. 416-417, abril de 1956: The Fondo de Cultura Económica of Mexico, wishing to republish this great work as a part of its series «Biblioteca Americana», entrusted this new edition to Don Agustín Millares, who worked on it almost ten years. He did more than just re-issue the work of the old master. Merely to list the work of Sr. Millares in adding items of te sixteen century, completing information, finding new documents concerning the history of printing, would make this review much so long, since we are speaking of a well-known work whose original system and presentation has been respected in the new edition. […] Sr. Millares is to be congratulated for the marvelous work realized; so also is the Fondo de Cultura Económica, who published this work to celebrate the twentieth year of its foundation. The same good wishes should be extended to Julián Calvo who directed and took care of the edition. EL PREMIO FRAY JUNÍPERO SERRA 1969 Agustín Millares Carlo recibió el premio «Fray Junípero Serra-1969» –concedido por la Academia Americana de Historia Franciscana en Washing-ton, coincidiendo con la reunión anual de la American Historical Association a finales de diciembre de 1969– en reconocimiento a sus méritos como hu-manista e historiador. Antes que él, lo habían recibido Marcel Bataillon, Sil-vio Zavala y Javier Malagón (1962), entre otros. También, por la misma épo-ca, ingresó Millares como miembro de la Hispanic Society of America. Los textos de los discursos se encuentran mecanografiados, con anota-ciones manuscritas de sus respectivos autores, que indicaré en nota. Doy luego la transcipción al inglés de los discursos para que se puedan apreciar las sutiles diferencias que presentan. 20 Antonio Henríquez Jiménez [DISCURSO DE JAVIER MALAGÓN] Para los alumnos y compañeros del Profesor Millares Carlo7, el nombre de Don Agustín es el del maestro por antonomasia, el hombre dispuesto siem-pre a perder el tiempo que se le pida para cualquier trabajo, para obtener una información o una orientación metodológica, un dato que se precise, en po-cas palabras, siempre dispuesto a enseñar, pero con tal modestia y manse-dumbre que hace sentirnos como si le despojáramos de algo, al mismo tiempo que nos da confianza para seguir aprendiendo con sus enseñanzas. Todos hemos tenido maestros sabios, maestros eruditos, maestros bondadosos, que disimulaban nuestra ignorancia; Don Agustín Millares es el compendio de todos ellos. Hace muchos años le conocí en la Universidad Matritense, heredera y continuadora de la fundada por el franciscano y arzobispo de Toledo8, Carde-nal Cisneros, en Alcalá de Henares. Ya por aquellos años, más de 35, era uno de los buenos profesores que hicieron posible la «era de plata» de la cultura española y que contribuyeron, con Américo Castro, Ortega y Gasset, José Gaos, Claudio Sánchez Albornoz, Miguel Asín Palacios y Hugo Obermaier, a poner al día los estudios de la Facultad de Filosofía y Letras y, concretamen-te, los de historia. Por circunstancias de todos conocidas –la llamada Guerra Civil Españo-la, preludio de la Segunda Guerra Mundial– Don Agustín, como tantos otros profesores universitarios españoles, hubo de salir de su tierra natal y, junto con un gran número de sus compañeros y discípulos, se acogió a la hospita-lidad que México le ofreció. En ese país rehizo su vida, en El Colegio de México trabajando, además, en la Universidad y en la Editorial Uteha, en la que dirigió la parte de Hu-manidades de la Enciclopedia publicada por esa Editorial (Se decía que la Enciclopedia había sido preparada, vendida y comprada por refugíberos). La obra de Don Agustín sobre el Medioevo español se volcó en América y sin olvidar sus ediciones y traducciones de clásicos latinos, ni sus estudios sobre literatura española o trabajos paleográficos, van saliendo de su pluma tomo tras tomo sobre Las Casas, Francisco Cervantes de Salazar, Agustín Dávila Padilla, Juan Ruiz9 de Alarcón, etc., y sobre numerosos aspectos de la bibliografía mexicana, al mismo tiempo que publica documentos relativos a[l] Nuevo Mundo. En Venezuela, concretamente en Maracaibo, a cuya Universidad perte-nece actualmente, realiza una labor semejante. Así, acaba de publicar el me- 7 «del Profesor Millares Carlo» aparece manuscrito, encima del renglón, con una se-ñal de inserción en su lugar. 8 «y arzobispo de Toledo» se encuentra manuscrito, encima del renglón, con una señal de inserción en su lugar. 9 En el texto mecanografiado aparece «Luis». Agustín Millares Carlo - Javier Malagón-Barceló 21 jor estudio que ha aparecido sobre Rafael María Baralt y tantos otros sobre temas venezolanos o hispanoamericanos, aunque sin olvidar sus estudios pre-dilectos, his[pano-]visigóticos10. Enumerar la obra de Don Agustín sería larga tarea, ya que se acerca a los 300 títulos, pero permitidme que recuerde entre ellos los Testimonios auténticos acerca de los protomártires del Japón, estudio que fue calificado por el fallecido Padre Benjamín Gento de esta Academia como «El ensayo biblio-gráfico y catálogo documental más completo que se puede presentar de te-mas relacionados con los mártires franciscanos del Japón en 1597». [DISCURSO DE AGUSTÍN MILLARES] En bellísima carta, cuya lectura me conmovió profundamente, el reveren-do padre fray Matías C. Kiemen, director a la sazón de la Academia Francis-cana de la Historia de Washington, tras de referirse a mi persona con con-ceptos tan elogiosos cuanto inmerecidos, me invitaba a concurrir a un acto en el que la prestigiosa Corporación que presidía iba a hacerme entrega del permio Fray Junípero Serra correspondiente al presente año de 1969. Sin falsa modestia, no he dejado de preguntarme desde entonces cuáles hayan podido ser los motivos determinantes de la elección de mi persona para recibir un galardón tan preciado; y luego de mucho pensarlo, he fundado las razones de esta designación en que tal vez con ella se ha querido reconocer la única cualidad con la que yo mismo me atrevo a decorarme, a saber: el apasionado11 entusiasmo por una profesión, en la que a vuelta de algunos sin-sabores, me ha sido dado cosechar satisfacciones inapreciables, y una de ellas, y de las más halagadoras, la de verme en el día de hoy ocupando este hon-roso lugar. Debo en primer término, señores, hacer constar que los estudios en los que ustedes son maestros, me atrajeron desde los días harto lejanos ya de la juventud, en los cuales troqué el panorama de mis islas nativas por el de la gran ciudad, primero con los recelos del provinciano bisoño, y luego pro-fundamente conquistado por su ambiente incomparable. Fueron los días in-olvidables del viejo caserón de la calle Ancha de San Bernardo y del Ateneo de Madrid, a cuya biblioteca asistí asiduamente durante años, y en la cual preparé mis primeros trabajos. Suerte no pequeña fue para mí haberme tropezado en las aulas universi-tarias con maestros que alentaron mi vocación y comunicaron conmigo los tesoros de su saber; pues me cupo la dicha de haber sido discípulo de hom-bres de la talla de Enrique Soms y Castelín, helenista, latinista y paleógrafo; 10 «predilectos, his» se encuentra encima del renglón, manuscrito. 11 La «i» aparece manuscrita sobre la palabra, donde aparece en su lugar una «e» tachada. 22 Antonio Henríquez Jiménez de Cayo Ortega Mayor, meritísimo12 bibliógrafo; de Adolfo Bonilla San Mar-tín, historiador de la filosofía hispana, y de Ramón Menéndez Pidal, el gran filólogo, por sólo citar a los de mayor relieve. Luego, largos años de estudio, las responsabilidades de la docencia, el apasionado quehacer de la investigación y el afán, cada día renovado, de perfeccionar los conocimientos adquiridos y de ahondar en ellos. Como se ve, la vida de uno13 de tantos hombres, que carentes de biografía, son tan sólo números –nos numeri sumus– para decirlo con palabras del venusino. En qué medida se logra convertir en realidades los proyectos, y hasta qué punto podemos graduar de eficaz14 la tarea cumplida, sean los demás quie-nes se encarguen de juzgarlo. Lo cierto es que, aun acotándonos, para15 cul-tivarla16, una pequeña parcela dentro del dilatado campo de las actividades humanas, habremos de resignarnos, al término de la jornada, a no ver reali-zados sino en exigua parte los propósitos que un día ambiciosamente acari-ciamos. Este es precisamente el caso de quien ahora se atreve a molestaros con estas mal hilvanadas razones; porque habiendo pasado por obra de circuns-tancias bien notorias a estas generosas tierras del Nuevo Mundo, si bien tuvo que dejar de lado durante largos años los temas de estudio de su predilec-ción, puso sus miras, no por el hipo de conquistar laureles, sino por enten-der, como igualmente lo entendieron otros muchos en análogo trance, que era obligación ineludible la de contribuir cada cual en la medida de sus fuerzas a la cultura del país que les abría perspectivas de paz y de trabajo. Y, así, pri-mero en México, y en Venezuela más tarde, me contraje al estudio del pe-riodo de su historia que más conexión ofrecía con las disciplinas que hasta entonces había cultivado, a saber: además de la filología clásica, de tanta tra-dición17 en Hispanoamérica, las paleográficas y bibliográficas, procurando asentar las bases de estas últimas en los datos proporcionados por la inves-tigación en los archivos,18 a fin de seguir,19 dentro de mis modestas posibili-dades, 20 el camino recorrido por eruditos tan ilustres como Gallardo, Pérez Pastor, José Toribio Medina, Serrano Morales y tantos otros. 12 «ísimo» se encuentra sobre el final de la palabra «meritorio», cuyas cuatro últimas letras aparecen tachadas. 13 La palabra aparecía acabada en «S», que se encuentra tachada. 14 La palabra acaba en «s», que aparece tachada; encima se encuentra manuscrita la «z». 15 La palabra aparece bien escrita, a mano, encima de la tachada «pas». 16 La «a» aparece sobre el enclítico, estando tachada la «o» mecanografiada. 17 La «a» aparece manuscrita encima de la palabra. Hay una raya en el texto mecanogra-fiado, donde no aparece dicha «a», indicando su inserción en el lugar que le corresponde. 18 Sigue, tachado con un trazo manuscrito, el monosílabo «por»; encima, aparece, ma-nuscrito, indicando su inserción en el lugar que le corresponde: «a fin de». 19 Sigue palabra, ilegible, seguida de coma, tachada con 8 x mecanográficas. 20 La coma aparece manuscrita. Agustín Millares Carlo - Javier Malagón-Barceló 23 Javier Malagón-Barceló y Agustín Millares Carlo. 24 Antonio Henríquez Jiménez Fruto principal de estos afanes fueron unos Estudios paleográficos y el Álbum de paleografía hispanoamericana, que en colaboración con José Igna-cio Mantecón, publiqué en México en 1952, bajo el patrocinio de la Comisión de Historia del Instituto Panamericano de21 Geografía e Historia, cuando orientaba sus actividades Javier Malagón Barceló, hombre sapientísimo, pa-radigma de nobleza espiritual y espejo de amigos generosos. Y si a lo anterior se añade la reimpresión de algún texto raro, la compi-lación de diversos22 catálogos y bibliografías,23 y la traducción anotada de va-rios clásicos latinos, la edición de fuentes documentales, que acaso en su día servirán –hoc est in votis– como base para reconstrucciones históricas de in-terés, y la publicación de estudios consagrados al gran comediógrafo novo-hispano don Juan Ruiz de Alarcón, a los también mexicanos e ilustres biblió-grafos don Juan José de Eguiara y Eguren, don José Mariano24 Beristáin de Souza, al humanista toledano Francisco Cervantes de Salazar y a los vene-zolanos Rafael María Baralt y José Domingo Rus, diputado por Maracaibo a las Cortes de Cádiz de 1812, tendremos un resumen de las actividades de-sarrolladas por quien les habla a lo largo de muchos años. Pero, en fin de cuentas, ¿cuál es la significación real y verdadera de todo esto? Sencillamente, una labor de acarrero, que no tiene por cierto más mé-ritos que el de la tesonera constancia puesta en su realización y el de haber-la llevado a cabo con entusiasmo y desinterés. Amigos queridos y respetados: a este punto llegaba yo en la escritura de las presentes líneas, cuando de seguro por intercesión de fray Junípero Se-rra, la Divina Providencia se ha servido devolverme, como por milagro, cierto extraviado envoltorio que contiene libros por mí últimamente publicados. Y así, cuando ya desesperaba de hacerlo, puedo, como era mi deseo presentar-los en este acto, valgan lo que valieren, que desde luego sé que es bien poco. Al viejo académico Silvestre Bonnard, inolvidable creación de Anatole France, que en el recatado ambiente de «la ciudad de los libros» meditaba en la elaboración de su Vergilius nauticus, le aconteció una asombrosa aven-tura. Había descubierto, en la grata lectura de un catálogo, la existencia de cierto precioso manuscrito de la Leyenda áurea de Jacobo de Vorágine, que sus escasos recursos no le permitieron adquirir en la subasta anunciada. Mas, ¡oh prodigio! He aquí que en una memorable noche invernal, precisamente la25 del nuevo año, manos agradecidas dejaron en su puerta26 el precioso có-dice, tesoro para él de más quilates que el oro. Fortunate senex! Como él, bien 21 El monosílabo «de» aparece manuscrito encima del tachado «ge». 22 «diversos» se encuantra manuscrito encima de la palabra «varios», tachada. 23 Lo que sigue, hasta la coma, aparece manuscrito en el margen izquierdo del folio. Hay una señal manuscrita en el texto para indicar dónde debe insertarse lo que está al margen. 24 Sigue, tachado mecanográficamente: «de». 25 Aparece un trazo que tacha la «s» mecanografiada del monosílabo «las». 26 Las dos «s» de estas dos palabras, mecanografiadas, aparecen tachadas por un trazo. Agustín Millares Carlo - Javier Malagón-Barceló 25 ajeno27 me hallaba yo de que otras manos desinteresadas, porque nada tie-nen que recompensarme28, vendrían sorpresivamente a ofrecerme29 el testi-monio benévolo de su afecto, y a darme30 ocasión de vivir momentos como31 éstos, que, os lo fío32, llevaré33 de por vida grabados en lo más recóndito de mi34 alma. Agustín Millares Carlo. Washington, 29 de diciembre de 1969. [NOTAS AL DISCURSO DE MILLARES] Por carta de Millares a Pedro Grases (17-XII-1969), desde Maracaibo, nos enteramos de los libros que pensaba llevar a Whasington: «El Boletín de la Biblioteca [El Boletín de la Biblioteca General de la Universidad del Zulia (nú-meros 15-16) corresponde a las fechas de julio 1969-julio 1970. No podría, pues, viajar con Millares a Washington. En él don Agustín publicó «Don An-drés Bello: Ensayo bibliográfico». El número 13-14, se está terminando a fi-nales de enero de 1970. El último número publicado antes de su viaje a Wha-sington es el 11-12, correspondiente a 1966-68] se está concluyendo, y pienso llevar a Washington un ejemplar, junto con 4 libros míos recientes. No creo que para esa fecha lo haya de los Materiales35, pero sería magnífico poder pre-sentarlo en el acto que se organiza.» 27 Sigue una palabra tachada mecanográficamente con cinco x y «bien ajeno», con un trazo manuscrito. 28 El enclítico «me» aparece, mecanografiado, sobre el «le» mecanografiado, tachado con un trazo manuscrito. 29 La palabra aparece manuscrita sobre la mecanografiada y tachada con un trazo manus-crito «brindarle». 30 El enclítico «me», manuscrito, aparece encima del mecanografiado y tachado «le». 31 Dos signos de unión manuscritos unen la «o» final de la palabra a la «m» anterior, que aparecen separadas en la transcripción mecanográfica. 32 La «o» aparece manuscrita encima de la «a» mecanográfica tachada; también aparece la tilde de la «í» manuscrita. 33 La «é» manuscrita aparece sobre la «á» mecanográfica tachada. 34 «mi» aparece manuscrito sobre el «su» mecanográfico y tachado. 35 EDICIONES de la Presidencia de la República. El título exacto es Materiales para la historia de la Imprenta y el Periodismo en el Estado Zulia. Compilación de Agustín Millares Carlo y Carlos Sánchez Díaz. Caracas, 1970. (Homenaje a la Ciudad de Maracaibo en el Cua-tricentenario de su Fundación). La publicación la coordina Pedro Grases, que aporta además tres trabajos («Rafael María Baralt, periodista en Maracaibo, en 1829», «El taller de Rode-rick en Angostura» y «Un singular impreso de Roderick en Maracaibo»). En total, son treinta y tres testimonios de la investigación sobre el tema. Millares presenta el título «La Gaceta Municipal de Maracaibo y dos proyectados periódicos oficiales (1862)», ya publicado en el Boletín de la Biblioteca General, 1963, III, n.º 5, pp. 49-57. Sánchez aporta «Andrés Roderick». 26 Antonio Henríquez Jiménez Por carta de Millares a Grases (Maracaibo, 12-I-1970), nos enteramos de que los Materiales no pudieron viajar con él, pues no había aún ejemplares. La cita de Anatole France la emplea Millares en otras ocasiones. Está tomada de Le crime de Sylvestre Bonnard, publicada en 1891. Fue traducida al castellano en 1907, con el título de El Crimen de un académico, por Luis Ruiz Contrera (Madrid, Imprenta de Antonio Marzo). En la Biblioteca de El Museo Canario se encuentra esta traducción que posiblemente perteneciera a la Biblioteca del abuelo y del padre de Millares. [DISCURSO DE JAVIER MALAGÓN EN INGLÉS] Among the students and companions of Professor Millares Carlo, the name of don Agustín was honored in a very special way. He was known, by antonomasia, as el maestro, the teacher. For us, he was the teacher par ex-cellence; a man ever ready to give his time to his students –whatever the request, whatever the task at hand, whether it was some point in methodol-ogy, a more precise date, or any other question that might have arisen in the course he was giving. In a word, he was always ready to teach. And yet he taught with such modesty and mildness as to make us feel that when we learned from him, we were despoiling him. And, at the same time, he gave us the confidence to go on learning for ourselves –by means of his teaching! We have all had teachers who were wise, learned, kind, and good, who were patient with our deficiencies and camouflaged our ignorance. All these we find personified in don Agustín. I knew don Agustín many years ago at the University of Madrid, the school which inherited and continued the tradition of learning begun at Al-calá de Henares by the Franciscan Archbishop of Toldedo, Cardinal Cisneros. Already at that time, more than thirty-five years ago, he was one of the great professors who made possible the «Silver Age» of Spanish culture, and who, with Américo Castro, Ortega y Gasset, José Gaos, Claudio Sánchez Albor-noz, and Hugo Obermeier, modernized studies in the faculty of philosophy and letters, especially in the field of history. Because of circunstances known to all –the Spanish Civil War, a prelude to the Second Word War– don Agustín, like so many other professors in Span-ish universities, was compelled to leave his native land. Together with a large number of his companions and students, he availed himself of the hospitali-ty offered by Mexico. In this country he remade his life, working for the Colegio de México, the university, and the Uteha Publishing Company. For Uteha he edited the section on the humanities in the encyclopedia they published. (Indeed, it is said that the encyclopedia was prepared, sold and bought by refugees.) The work don Agustín begun in Madrid on medieval Spain he continued Agustín Millares Carlo - Javier Malagón-Barceló 27 in America. Editions and translations of Latin classics, studies on Spanish li-terature, books on palaeography poured from his pen. And besides all this he wrote on the Americas as well. Volume after volume they came –studies on Las Casas, on Francisco Cervantes de Salazar, on Agustín Dávila Padilla, on Juan Ruiz de Alarcón, on Mexican bibliography. And, in addition to all this, he published numerous documents that dealt with the New World. In Venezuela, specifically in Maracaibo, where he is teaching at the Uni-versity of Zulia, his achievement has been of like proportions. There he has just published the best study yet to appear on Rafael María Baralt. He has written many others on Venezuelan and Hispano-American themes. And he has accomplished all this without having forgotten the work he began so many years ago on Visigothic Spain. To enumerate the works of don Agustín would be a formidable task. There are almost 300 titles in all. Allow me, if I may, however, to comment on one of them, viz., Testimonios auténticos acerca de los protomártires del Japón. This is a study described by the late Father Benjamín Gento of this Academy as «the most complete bibliographical essay and calendar of docu-ments that can be made on the themes related to the Franciscan martyrs of Japan in 1597.» The person chosen to speak as this time on Professor Millares Carlo is one of the last students he had in Spain, one who wandered through his classes like a fugitive, as it were, trying to unify and correlate the studies of history and law. This is a circunstance that begs for forgiveness. The enor-mous advantage I have had over others, however, is that I have been able to go on learning from Professor Millares Carlo over a period of thirty years, specially in our Revista de Historia de América. Don Agustín has been the life and soul, as it were, of the bibliographical section of this journal. Gentlemen, the personality of Dr. Millares Carlo is known to you all be-cause you have had recourse, at one time or another, to the books he has writen. And hence you all agree with the Academy of American Franciscan History that the Serra Award for 1969 could be conferred on no more deserv-ing person than don Agustín Millares Carlo for the volume and value of his work, for his professional and personal integrity, for his gifts as a teacher, and for his enthusiasm, dedication, and capacity as a historian. [DISCURSO DE AGUSTÍN MILLARES CARLO EN INGLÉS] In a very nice letter, which moved me deeply, Reverend Father Mathias C. Kiemen, then Director of the Academy of American Franciscan History, addressed me in terms as laudatory as they were unmerited and invited me to come to Washington, D.C., as recipient of the Serra Award for 1969. Without false modesty, I have never ceased to wonder, since that time, 28 Antonio Henríquez Jiménez what could have been the reasons which led the Academy to determine upon me as the recipient of an honor so highly prized. After much reflections, I think I have probably found the answer to this question in their desire to recognize in me the only merit I dare ascribe to myself, viz., an impassioned enthusiasm for a profession in following which, at the cost of no small measu-re of pain, I have reaped enormous gratification, one of the most satisfying and flattering experiences being my presence here tonight. In the first place, gentlemen, I must assure you that the studies of which you are masters attracted me from the earliest days of my youth. In those days I exchanged the scene of my native islands for that of the great city, first with the misgivings of a raw provincial, and then completely conquered by its incomparable environment. Those were unforgettable days in the big old house on the wide street of San Bernardo and in the Athenaeum of Madrid where, in the library, I worked industiously for years and prepared my first books for publication. It was no small stroke of luck for me to encounter, in the halls of the university, professors who encouraged me in my vocation and ahared with me the treasures of their knowledge. It was my good fortune to have as my professors men of the calibre of Enrique Soms y Castelín, a master of Greek and Latin and a paleographer; Cayo Ortega Mayor, an admirable bibliographer; Adolfo Bonilla San Martín, a historian of Spanish philosophy; and Ramón Menéndez Pidal, the great philologist, to mention only the more outstand-ing. Then came many years of study, the responsabilities of teaching, the im-passioned occupation of research, and the anxious task, renewed each day, of perfecting the knowledge acquired and of delving into it more deeply. As is evident, my life has been a quiet one, the life of a man without a biogra-pher. Like so many other scholars, I have been but a number. Nos numeri sumus, as Horace once said. We are only numbers. In what measure have we managed to convert our projects into reality? To what point of perfection have we been able to carry our completed task? Let those answer these questions whose prerogative it is to judge. What is certain in that, confining ourselves to the cultivation of but a small plot of ground in the limited field of human activity, we must resign ourselves, at the end of our journey, to see realized only a small part of the plans we had once so ambitiously embraced. This is precisely the case with him who now makes bold to molest you with these hurried reflections. For having come to these generous lands of the New World under rather notorious circumstances, I had to leave to one side, for many years, the themes of my predilection and seek a new objec-tive. My intention was not to win laurels but to understand the obligation in-cumbent upon me of contributing, in accordance the measure of my strength, to the culture of the lands which opened to me such prospects of peace and Agustín Millares Carlo - Javier Malagón-Barceló 29 achievement. And thus, first in Mexico ad later in Venezuela, I devoted my-self to the study of the period of history most closely related to the disci-plines which up to them I had studied, namely, classical philology, which en-joyed such a great tradition in Hispanic America, and, further, paleography and bibliography, endeavoring to study these last in the data acquired in the archives and to follow within the range of my modest ability, the path trod by such learned and illustrious men as Gallardo, Pérez Pastor, José Toribio Medina, Serrano Morales, and many others. The principal results of these labors were Estudios paleográficos and Ál-bum de paleografía hispanoamericana, which, in collaboration with José Ignacio Mantecón, I published in Mexico in 1952 under the auspices of the Comisión de Historia del Instituto Panamericano de Geografía e Historia. It was at this time that Javier Malagón Barceló, a very wise man, an example of noble char-acter and generous friendship, was beginning his work. There followed, in due course, the reprinting of one or the other rare text, the compilation of various catalogs and bibliographies, the annotated trans-lation of various Latin classics, and the editing of some documentary sour-ces. It is my hope that this fundamental spadework may be of some assis-tance to others in furthering the cause of historical rescarch. Then, too, I published studies on the great writer of comedies, don Juan Ruiz de Alarcón, on the illustrious Mexican bibliographers don Juan José de Eguiara y Eguren and don José Mariano Beristáin de Sousa, on the humanist of Toledo, Fran-cisco Cervantes de Salazar, and on the Venezuelans, Rafael María Baralt and José Domingo Rus, send as deputy by Maracaibo to the Cortes of 1812. But, to sum up, what is the true significance of all this? Described in plain and simple terms, it was a laborious task that had no merit other than the tireless perseverance and the disinterested enthusiasm that brought it to completion. Respected and dear friends: I arrived at this point in the writing of these lines when, certainly through the intercession of Fray Junípero Serra, Divine Providence has vouchsafed to return to me, as by a miracle, a suitcase which, misdirected by the airlines, contains some of my recently published books. So now, though for a time I despaired of doing so, I can present these books to my host as a gift –whatever their value, little indeed though I know it is. The old scholar Sylvester Bonnard, unforgettable creation of Anatole France, lived in the city of books, and contemplated the elaboration of his Vergilius nauticus. One day he had a marvelous experience. While reading a catalog, he discovered that there existed a certain precious manuscript of The Golden Legend by James of Voragine which his scant funds would not allow him to acquire in an auction that had been announced. But marvel of mar-vels! On a memorable winter’s night, the first of the new year, grateful hands left the precious manuscript at his door! Like him, I too have been reward-ed. Unaware of what was coming, expecting nothing for the work I had done, 30 Antonio Henríquez Jiménez I was taken completely by surprise when, as with Sylvester Bonnard, the hands of generous and disinterested people offered me a gracious testimo-nial of their appreciation, and gave me the occasion to experience moments like these which, I assure you, I shall carry forever engraved in the deepest recesses of my heart.
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Título y subtítulo | Agustín Millares Carlo - Javier Malagón Calderón. Discursos en la recepción del Premio Fray Junípero Serra de 1969. Algunas notas. |
Autor principal | Hernández Jiménez, Antonio |
Entidad | Universidad Nacional de Educación a Distancia (España). Centro Asociado de Las Palmas (Las Palmas de Gran Canaria) |
Publicación fuente | Boletín Millares Carlo |
Numeración | Número 26 |
Sección | Artículos sobre Agustín Millares Carlo |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Las Palmas de Gran Canaria |
Editorial | Centro Regional Uned |
Fecha | 2007 |
Páginas | p. 011-032 |
Materias | Cultura ; Literatura ; Filosofía ; Historia ; Canarias |
Enlaces relacionados | Enlace al editor: http://www.boletinmillarescarlo.es/index.php/BMC/index |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 433566 Bytes |
Texto | Artículos sobre Agustín Millares Carlo Agustín Millares Carlo - Javier Malagón-Barceló. Discursos en la recepción del Premio Fray Junípero Serra de 1969. Algunas notas ANTONIO HENRÍQUEZ JIMÉNEZ Centro Asociado UNED de Las Palmas Resumen: Se presentan los discursos pronunciados por Javier Malagón-Barceló y Agustín Millares Carlo en la recepción del Premio Fray Junípero Serra de 1969, otorgado a Milla-res; y algunas notas sobre la relación entre ambos. Palabras clave: Malagón-Barceló, Javier; Millares Carlo, Agustín, Premio Fray Junípero Serra, 1969. Abstract: We present the speeches by Javier Malagón-Barceló and Agustín Millares Car-lo at the reception of the «1969 Serra Award of the Americas»; and some notices on the relation between them. Words keys: Malagón-Barceló, Javier; Millares Carlo, Agustín, 1999 Serra Award of the Americas. Presento los discursos pronunciados por Agustín Millares Carlo y Javier Malagón-Barceló en la recepción por Millares del Premio Fray Junípero Se-rra 1969, en Washington, D.C., y algunas notas sobre la relación de Millares con su antiguo alumno de la Universidad de Madrid, ya en tierras america-nas, cuando Millares colabora en las empresas del Instituto Panamericano de Geografía e Historia, de la Unión Panamericana, cuya Comisión de Historia dirigía Javier Malagón Barceló. SUCINTA BIOGRAFÍA DE AGUSTÍN MILLARES CARLO Agustín Millares Carlo (Las Palmas de Gran Canaria, 1893-1980). Profe-só en las universidades de Granada y Madrid antes de llegar a México en 1939, donde colaboró en las actividades de La Casa de España, luego El Co-legio de México, en la Universidad Autónoma de México, y en numerosas instituciones y empresas de carácter cultural (investigación, publicaciones, Boletín Millares Carlo, núm. 26. Centro Asociado UNED. Las Palmas de Gran Canaria, 2007. 12 Antonio Henríquez Jiménez …). En 1959 pasó a la Universidad LUZ de Maracaibo (Venezuela), donde pro-fesó hasta 1975, siguiendo con sus investigaciones. En 1975 regresó defini-tivamente a su tierra, Las Palmas de Gran Canaria, donde colaboró en el Plan Cultural del Cabildo de Gran Canaria, siguiendo con sus investigaciones, hasta febrero de 1980, en que fallece. SUCINTA BIOGRAFÍA DE JAVIER MALAGÓN-BARCELÓ Gabriel Malagón-Barceló (Toledo, 1911-Washington, 1911). Estudió De-recho y parte de Filosofía y Letras en la Universidad de Madrid, donde reci-bió clases de Agustín Millares. Fue pensionado en Alemania, donde ejerció de lector de español. Profesor auxiliar de la Facultad de Derecho en la Uni-versidad de Madrid. Se exilió, primero en Santo Domingo, en cuya Univer-sidad profesó. En 1946 es miembro de El Colegio de México, donde investi-gó y profesó. También profesó en la Univeridad Nacional Autónoma de México. Es profesor visitante de varias universidades norteamerianas. Des-empeñó varios cargos en la Organización de Estados Americanos (OEA). HISTORIA DE UNA BÚSQUEDA Los discursos que forman la parte más importante de esta noticia fueron publicados en The Americas, la revista órgano de la Academy of American Franciscan History, en el vol. XXVI, April, 1970, number 4, pp. 449-454, en inglés, dentro de la sección titulada «Inter-American Notes», y bajo el título «1969 Serra Award of the Americas». Hay dos fotografías, la primera reci-biendo Millares el premio de manos de Francis F. Guest, O.F.M., y la segun-da, con Javier Malagón-Barceló. La primera vez que me interesé por conocer quién era Javier Malagón, fue el leer y tratar de anotar las cartas entre don Agustín y Pedro Grases. Este catalán-venezolano me indicó que Malagón ya había fallecido y me pro-porcionó la dirección de su mujer, doña Elena Perenya. A ella me dirigí y me informó de la amistad antigua entre don Javier y don Agustín. Además me envió una fotografía donde aparecen los dos personajes en la visita que Mi-llares hizo a Washington para recibir el premio Serra. También me indicó que la biblioteca y el archivo de don Javier habían ido llegando a la Biblioteca Pública de Toledo, su tierra natal, donde él pensó siempre dejarlos. Helena Perenya de Malagón colaboró con su marido en traducciones del FCE. Fue colaboradora de la Revista Interamericana de Bibliografía. Trabajó de traductora y redactora de actas de la Organización Mundial de la Salud, Oficina de Washington, durante más de treinta años. Transcribo lo que le decía Grases a Millares, en carta desde Caracas, de 25 de julio de 1969: Agustín Millares Carlo - Javier Malagón-Barceló 13 Ilustre joven: Recibí el envío de sus Baralt para el Presidente y para Ma-nuel Pérez Vila. […] Me contento con Ud. por su Junípero Serra, 69. Bien merecido y bien otorgado. Mis congratulaciones, de corazón. Hago mías sus alegrías y satisfacciones, así como envío muy lejos a los bellacos que no sa-ben de discreción ni de delicadezas espirituales. Este «mallorquinismo»1 ho-norario acaso le obligará o tentará a pasearse por la tierra del Doctor Ilumi-nado2, que yo he descubierto hace poco, cuando me cayó un yerno nacido en las Baleares. A pesar de la plaga de turistas, todavía tiene rincones donde la tierra, el aire y el sol, y el pan y la gente, tienen las virtudes de la Illa de la calma que cantó Rusinyol3. ¿Ha estado usted por allá? Corre el riesgo de pre-ferirla a sus Afortunadas, pero en cuestión de amores la tasa es la verdad de la emoción y dudo que supiese escoger a pesar de su estirpe. En fin; acaso algún día nos encontremos cerca de este Mediterráneo incomprensible. Fra Junípero le ha dado su espaldarazo comprometedor. De la estancia de Millares en Washington, transcribo las noticias que da a Grases (12-I-1970): Estuve cuatro días en Washington, donde me hospedé en casa de Malagón; tanto él como Elena me trataron con gran efecto. Todo se desarro-lló con arreglo a lo previsto, y no sé cómo agradecer las atenciones de los miembros de la Academia Franciscana. A su colaborador en El Museo Canario de Las Palmas de Gran Canaria, Manuel Hernández Suárez, le comunica Millares (carta desde Maracaibo, de 15 de enero 1970): Estuve en Washington entre los días 27 y 30 del pasado diciembre, y re-cibí el premio «Junípero Serra» de 1969 en una ceremonia-banquete inolvi-dable. También he recibido en estos días mi designación de miembro de la Hispanic Society de Nueva York. A esta carta le acompaña fotocopia del Diploma del Premio, que dice: «The Academy of American Fransciscan History confers the Serra Avard of the Ame-ricas for 1969 upon Agustín Millares Carlo paleographer, bibliographer, latinist, in recognition of his contributions to Spanish American History. Given at Was-hington in the District of Columbia the twenty-ninth day of December, 1969. Director [ilegible]». También le acompaña la carta de «The Hispanic Society of America, 613 West 155th street New York, N.Y. 10032. November 26th, 1969: Professor 1 Fray Junípero Serra (Miguel Serra y Ferrer). Eclesiástico y colonizador español (Petra, Mallorca, 1713- California, 1784). 2 Ramon Llull (Palma de Mallorca c. 1235- c. 1315). Llamado así por haberle sobreveni-do cierta «iluminación divina» para escribir un libro contra los errores de los paganos. 3 Santiago Rusinyol. Pintor y escritor español en lengua catalana (Barcelona 1861- Aran-juez 1931). El título de la novela es L’ Illa de la calma y se publicó en 1924. 14 Antonio Henríquez Jiménez Agustín Millares Carlo. Apartado 282 (El Diamante) Maracaibo Edo. Zulia Venezuela»: Dear Sir: I have the honor to inform you that, at a meeting of the Board of Trustees of The Hispanic Society of America held in New York on November 19th, 1969, you were elected unanimously a Member of the Society. The certificate will be forwarded to you in due course. Yours truly. A. [ilegible] Mayor President. A Toledo me dirigí, donde los funcionarios de la Biblioteca Castilla-La Mancha, sobre todo don Gonzalo Enguita, me pusieron al tanto de todo lo referente al Legado Malagón. Allí vi el hermoso y extenso Catálogo del le-gado. De él tomé nota de los dos documentos que aquí presento, de las de-dicatorias de los libros, y de mil detalles curiosos de una biblioteca escogidí-sima y amplia; y de una revistoteca (si el término existe) también interesante, sobre todo por varias revistas americanas imposibles de consultar en otras bibliotecas españolas. Los discursos de Javier Malagón y Agustín Millares se encuentran en la Entrada n.º 5201, del Catálogo de la sección Malagón de la Biblioteca Públi-ca del Estado de Toledo: Entrada n.º 5201.- Malagón Barceló, Javier.- [Discurso / de Javier Mala-gón Barceló, con motivo de la concesión del Premio Fray Junípero Serra 1969 de la academia de la Historia Franciscana de América al profesor Agustín Millares Carlo]. [Discurso de agradecimiento y contestación] / [de] Agustín Millares Carlo.- Washington: [s.n.], 1969.- [7]h.; 29 cm. // Ejemplar fotoco-piado y mecanografiado por una sola cara, con anotaciones manuscritas. ML.7212(5). DEDICATORIAS DE MILLARES A MALAGÓN De los libros de Millares existentes en la biblioteca de Javir Barceló, tomé las dedicatorias que aquí presento. Como se ve, alguna de ellas da noticia de otra de las visitas que Millares hizo a Washington, becado para investigar en la Biblioteca del Congreso, en 1959. En Contribución al «corpus» de códices visigóticos (Madrid, Facultad de Filosofía y Letras, 1931): Para Javier Malagón, como recuerdo gratulatorio de una tarde inolvidable en su casa de Washington. Agustín Millares Carlo [Rú-brica] Wash., D.C. junio 1959 En hoja de guarda de Cicerón, Marco Tulio. Cuestiones académicas. Ver-sión directa, notas e introducción de Agustín Millares Carlo, prólogo de Juan David García Bacca (México, El Colegio de México, 1944): Para mi querido amigo Malagón Barceló, en testimonio de consideración y afecto. A. Millares. [Rúbrica] / México. Febrero-1947. Agustín Millares Carlo - Javier Malagón-Barceló 15 En Repertorio bibliográfico de los archivos mexicanos y de las colecciones diplomáticas fundamentales para la historia de México, por Agustín Millares Carlo y José Ignacio Mantecón Navasal (México, UNAM, Instituto de Histo-ria, 1948): Para Malagón Barceló / con el afecto verdadero / de / Los Autores [Rúbrica. La letra es de Millares]. En Investigaciones Biobibligráficas Iberoamericanas. Época Colonial (Méxi-co, UNAM, 1950): Para mi querido amigo Javier Malagón Barceló, con un gran abrazo de / A. Millares / Carlo [Rúbrica]. Javier Malagón, en la portada: Ja-vier Malagón Barceló / México, junio de 1950. En Literatura española hasta fines del siglo XV (México, Antigua Librería Robledo, 1950): Para Javier Malagón, / con el entrañable afecto de Agustín Millares [Rúbrica] / México, dic[iembr]e 1954. Malagón escribe en la portada: Javier Malagón Barceló / México, agosto 1950. El libro Juan Pablos. Primer impresor que a esta tierra vino, por Agustín Millares Carlo y Julián Calvo (México, Librería de Manuel Porrúa, 1953), está dedicado, creo, por Julián Calvo y no por Millares Carlo: A / Elena y Javier, / con un abrazo fraternal / de antigua y verdadera amistad, [Firma con rúbrica ilegible]. Malagón escribe en la portada: Malagón / Whasington D.C ./ 18 de agosto 53. En Archivo del Registro principal de Maracaibo. Protocolos de los Antiguos Escribanos (1790-1836). Índice y extractos (Maracaibo, Venezuela, Centro His-tórico del Zulia, 1964): Para Javier Malagón / con el viejo afecto de / Agustín Millares / Carlo [Rúbrica] / Maracaibo, agosto 1964. En la separata Baralt y la República Dominicana (Maracaibo, Venezuela, Editorial Universitaria LUZ, 1964): Para Javier Malagón, con un / abrazo de / A. M. C. [Rúbrica] / Maracaibo, agosto 1964. En Prontuario de bibliografía general (Maracaibo, Venezuela, Universidad del Zulia, 1966): Para Javier Malagón, con un / gran abrazo y el invariable / afecto de / Agustín Millares / Carlo [Rúbrica] / Caracas, marzo de 1967. En Rafael María Baralt (1810-1860). Estudio biográfico, crítico y bibliográ-fico (Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1969): Para Javier Malagón, inolvidable y querido amigo, con el viejo afecto de / Agustín Millares / Carlo [Rúbrica] / Maracaibo, agosto de 1969. Hay otros muchos libros de Millares en la Biblioteca de Malagón sin de-dicatoria. Entre ellos, se encuentran: Cicerón.- De Officiis. De los deberes. (Méxici, El Colegio de México, 1945). Nepote, Cornelio.- Vida de los ilustres capitanes (México: UNAM, 1947). César, Julio.- Comentarios de la Guerra de las Galias. Traducción de José Goya Muniain. Corregida y aumentada por AMC. Prólogo de AMC. Madrid- Barcelona: Casa Calpe, Colección Universal Calpe, 1919. César, Julio.- Comentarios de la Guerra de las Galias. México: Espasa- Calpe Agentina, cop. 1939 (Austral 121). 16 Antonio Henríquez Jiménez ALGUNAS REFERENCIAS A LOS TRABAJOS DE MALAGÓN POR MILLARES Hay que decir que Millares prologó el libro de Malagón, titulado La lite-ratura jurídica española del Siglo de Oro en la Nueva España. Notas para su estudio (México, Biblioteca Nacional de México, 1959). Hay traducción al portugués, por Pedro Paulo Montenegro (Brasil, Fortaleza, Imprensa Univer-sitária do Ceará, 1967). Este «Prólogo» abarca las páginas 9-10. En él, Millares Carlo recuerda los méritos del autor como historiador del Derecho, su participación en la Re-vista de Historia de América y su dirección de la Revista Interamericana de Bibliografía. Luego pasa a poner de relieve el empeño del autor en la inves-tigación de los libros de Derecho que se leían en la Nueva España, utilizan-do los inventarios del Archivo General de la Nación, lo que le ha llevado a presentar, además, un catálogo biográfico de los autores juristas. Millares dedicó públicamente, con un sencillo «A Javier Malagón», el tra-bajo titulado «Don José Mariano Beristáin de Souza y su Biblioteca Hispano-americana Septentrional», en la Revista Interamericana de Bibliografía (Was-hington, USA, vol. XVI, n.º 1, enero-marzo de 1966, pp. 20-57)4. En la la Revista de Historia de América, publicación en la que ambos tra-bajan como colaboradores5, no dejan de aparecer, en la sección de Bibliogra-fía, las cortas notas que Millares dedicaba a las publicaciones de Javier Ma-lagón. Recuerdo la ingente labor de Millares, por muchos años, en esta sección de la Revista. Era proverbial la nota que siempre aparecía al comien-zo de la misma: «Las notas que no llevan iniciales son de Agustín Millares Carlo, México, encargado de esta sección». Millares da cuenta allí de varias obras de Malagón, como La Constitución y las reformas constitucionales de la República Dominicana, en su primer período como nación independiente (Pa-namá, 1945); Informe de la Comisión de Historia del Instituto Panamericano de Geografía e Historia (México, 1948); Cuadernos de Historia de España (Cua-dernos Americanos, VII, vol. 2, pp. 195-198), donde Malagón «señala la im-portancia de la labor de Sánchez Albornoz como historiador de la Edad Me-dia Española, y destaca el trabajo que está éste realizando al frente de la 4 La dedicatoria no aparece cuando se publica el ensayo, aumentado, en Don José Mariano Beristáin de Souza (1756-1817). Noticia biográfica. La Biblioteca Hispanoameri-cana. Bibliografía de su autor. Testimonios. Madrid: CSIC, Instituto Enrique Flórez, 1973 (Monumenta Hispaniae Sacra, Subsidia, Vol. III); ni cuando se publica dentro del libro Cuatro estudios bibliográficos mexicanos. Francisco Cervantes de Salazar. Fray Agustín Dávila Padilla. Juan José de Eguiara y Eguren. José Mariano Beristáin de Souza (Méxi-co, FCE, 1986), edición que Millares no pudo ya supervisar. El libro viene dedicado a Rubén Bonifaz Nuño. 5 Junto a Silvio Zavala, Ernesto de la Torre Villar, María del Carmen Velázquez, Roberto Heredia Correa, J. Ignacio Rubio Mañé y Susana U. de Fernández de Córdoba. Agustín Millares Carlo - Javier Malagón-Barceló 17 Sección española del Instituto de Investigaciones Históricas de la Argenti-na »; Economía colonial venezolana (Cuadernos Americanos, VI, vol. 3, pp. 191- 196); Segunda Reunión de Consulta de la Comisión de Historia (Instituto Pa-namericano de Geografía e Historia, México, D. F., 1951. p. 16); Informe de la Comisión de Historia del I. P. G. H. 1950-1951 (Instituto Panamericano de Geografía e Historia. Comisión de Historia. México, 1952); Notas para la His-toria del Procedimiento Criminal (RDCP, 1951, XV-1, 89-106); la participación de Malagón en el Homenaje al Maestro Rafael Altamira (México, 1952). En el tomo de la Revista de Historia de América de diciembre de 1949 (n.º 28, pp. 500-503), Millares firma la reseña de Relaciones diplomáticas hispa-no- mexicanas. (1859-1898). Serie I. Despachos generales. Vol. I, 1839-1841. Selección, notas y estudio preliminar por Javier Malagón-Barceló, Enriqueta Lópezlira y J. M. Miquel i Vergés. Prólogo de Luis Nicolau D’Olwer. Méxi-co. El Colegio de México, 1949. Entre otras cosas, dice: «La tarea de selec-ción, anotación y ordenación de los textos ha sido confiada a los becarios de El Colegio de México, Dr. Javier Malagón-Barceló, Sra. Enriqueta Lópezlira de Díaz-Thomé y Dr. J. M. Miquel i Vergés, quienes la han llevado a término con sujeción al método más exigente.» ALGUNAS REFERENCIAS A LOS TRABAJOS DE MILLARES POR MALAGÓN Javier Malagón escribe la «Advertencia preliminar» en la edición facsímil del EPÍTOME DE LA BIBLIOTECA Oriental i Occidental, Náutica i Geográ-fica del Licenciado Antonio de León Pinelo: El EPÍTOME de Pinelo, primera bibliografía del nuevo mundo (Washington, DC, Unión Panamericana, 1958. Después de la «Advertencia» (pp. V-VI), aparece el estudio preliminar de Mi-llares Carlo, titulado «Don Antonio de León Pinelo y su Epítome» (pp. VII-XLII). Dice Malagón: Señalar su importancia sería repetir lo que dice el estudio preliminar de Agustín Millares Carlo, uno de los más grandes bibliógrafos actuales de lengua española, antiguo catedrático de la Universidad de Madrid, miembro de la Aca-demia de la Historia de España, correspondiente de gran número de ellas en uno y otro lado del Atlántico, hoy catedrático de la Universidad Nacional de México, quien sin duda es una de las personas que mayor labor ha realizado en el campo de la bibliografía americana y mexicana en particular; hombre cuya compañía habría honrado a Pinelo en sus aventuras bibliográficas. Acaba la Advertencia agradeciendo la cooperación de la Fundación His-pánica de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos y de su director, Howard F. Cline; la colaboración de Agustín Millares Carlo y la revisión de los originales de Adolfo Solórzano Díaz. 18 Antonio Henríquez Jiménez En la necrología que hace Malagón de Manuel Gutiérrez Fernández («In memoriam Manuel Gutiérrez Fernández», Américas, vol. 26, n.º 1, pp. 77-86, julio de 1969), dice: He has collaborated with Lewis Hanke, the United States’ historian, as well as the professor of the University of Madrid now of Maracaibo, Agustín Millares, that great paleographer and editor of numerous works on American history, various items on Las Casas among them. En «Don Claudio y la Universidad de mi época», el recuerdo que hace Malagón de Claudio Sánchez Albornoz6, hace referencia al «ejemplo de libe-ralismo y tolerancia, común en cierto sentido a la mayoría de los catedráti-cos tanto derechistas como izquierdistas de la Universidad en la que por for-tuna me tocó estudiar». Millares aparece en la lista con estas palabras: «don Agustín Millares, de Izquierda Republicana, profesor de Paleografía y Latín Medieval». Malagón le dedicó varias reseñas a los libros de Millares: Índice y extractos de los Protocolos del Archivo de Notarías de México, D.F., volumen II (México, el Colegio de México, 1946), en Revista de Historia de América (1948, n.º 25, junio, pp. 228-232). En «El historiador español exilia-do en México» (Historia Mexicana, México, julio-septiembre de 1972, vol. XXII, n.º 1, pp. 79-111), Javier Malagón dedica estas palabras al trabajo de Millares y Mantecón (p. 103, nota 15): «Colaboró con Millares Carlo J. I. Mantecón, y prepararon un total de unos 8 volúmenes más que no se han publicado.» Fray Bartolomé de las Casas.- Historia de las Indias. Edición del original e índice analítico de Agustín Millares Carlo. Prólogo de Lewis Hanke (México, FCE, 1951, tres volúmenes). La reseña de Malagón apareció en la Revista Chilena de Historia y Geografía (Santiago de Chile, 1952, n.º 119, pp. 301-304; y en Cuadernos Americanos, 1952, n.º 1, pp. 198-202. En el tomo de junio de 1952 de la Revista de Historia de América, Mala-gón le dedica la entrada 12036: Millares Carlo, A.- Eguiara y Ruiz de Alar-cón. Historia Mexicana, 1952, vol. I, núm. 4, 617-620: Publica, con notas acla-ratorias, la biografía del dramaturgo mexicano contenida en la parte inédita de la Bibliotheca Mexicana de Eguiara y Eguren. En «El historiador español exiliado en México» (Historia Mexicana, ju-lio- septiembre de 1972, vol. XXII, n.º 1, pp. 79-111), le dedica estas palabras al trabajo de Millares (p. 103, nota 10): Se puede decir que es la primera edición completa y exacta. Millares, con paciencia benedictina, se pasó innumerables horas frente al proyector de 6 Claudio Sánchez Albornoz. Tres testimonios (Madrid, Fundación Claudio Sánchez Albornoz, 1991). Agustín Millares Carlo - Javier Malagón-Barceló 19 microfilm, confrontando el texto con la película del manuscrito. Se puede afir-mar que no hay página de las ediciones anteriores de Las Casas a las que no se hayan corregido errores de transcripciones paleográficas. Juan Pablos, primer impresor que a esta tierra vino, por Agustín Millares Carlo y Julián Calvo (México, Librería de Manuel Porrúa, 1953). No he lo-grado saber dónde se publicó esta reseña. En el Catálogo de la Sección Ma-lagón de la Biblioteca Castilla-La Mancha, aparece esta reseña: entrada n.º 5262, III, 1953, 2 hojas, Original mecanografiado. García Icazbalceta, Joaquín.- Bibliografía mexicana del siglo XVI. Catálo-go razonado de libros impresos en México de 1539 a 1600. Con biografías de autores y otras ilustraciones, precedido de una noticia acerca de la introducción de la imprenta en México. Nueva edición por Agustín Millares Carlo (Méxi-co, FCE, 1954). La reseña apareció en The Americas (A Quarterly Review of Interamerican Cultural History. Academy of American Franciscan History. Washington. USA), 1956, vol. 12, n.º 4, pp. 416-417, abril de 1956: The Fondo de Cultura Económica of Mexico, wishing to republish this great work as a part of its series «Biblioteca Americana», entrusted this new edition to Don Agustín Millares, who worked on it almost ten years. He did more than just re-issue the work of the old master. Merely to list the work of Sr. Millares in adding items of te sixteen century, completing information, finding new documents concerning the history of printing, would make this review much so long, since we are speaking of a well-known work whose original system and presentation has been respected in the new edition. […] Sr. Millares is to be congratulated for the marvelous work realized; so also is the Fondo de Cultura Económica, who published this work to celebrate the twentieth year of its foundation. The same good wishes should be extended to Julián Calvo who directed and took care of the edition. EL PREMIO FRAY JUNÍPERO SERRA 1969 Agustín Millares Carlo recibió el premio «Fray Junípero Serra-1969» –concedido por la Academia Americana de Historia Franciscana en Washing-ton, coincidiendo con la reunión anual de la American Historical Association a finales de diciembre de 1969– en reconocimiento a sus méritos como hu-manista e historiador. Antes que él, lo habían recibido Marcel Bataillon, Sil-vio Zavala y Javier Malagón (1962), entre otros. También, por la misma épo-ca, ingresó Millares como miembro de la Hispanic Society of America. Los textos de los discursos se encuentran mecanografiados, con anota-ciones manuscritas de sus respectivos autores, que indicaré en nota. Doy luego la transcipción al inglés de los discursos para que se puedan apreciar las sutiles diferencias que presentan. 20 Antonio Henríquez Jiménez [DISCURSO DE JAVIER MALAGÓN] Para los alumnos y compañeros del Profesor Millares Carlo7, el nombre de Don Agustín es el del maestro por antonomasia, el hombre dispuesto siem-pre a perder el tiempo que se le pida para cualquier trabajo, para obtener una información o una orientación metodológica, un dato que se precise, en po-cas palabras, siempre dispuesto a enseñar, pero con tal modestia y manse-dumbre que hace sentirnos como si le despojáramos de algo, al mismo tiempo que nos da confianza para seguir aprendiendo con sus enseñanzas. Todos hemos tenido maestros sabios, maestros eruditos, maestros bondadosos, que disimulaban nuestra ignorancia; Don Agustín Millares es el compendio de todos ellos. Hace muchos años le conocí en la Universidad Matritense, heredera y continuadora de la fundada por el franciscano y arzobispo de Toledo8, Carde-nal Cisneros, en Alcalá de Henares. Ya por aquellos años, más de 35, era uno de los buenos profesores que hicieron posible la «era de plata» de la cultura española y que contribuyeron, con Américo Castro, Ortega y Gasset, José Gaos, Claudio Sánchez Albornoz, Miguel Asín Palacios y Hugo Obermaier, a poner al día los estudios de la Facultad de Filosofía y Letras y, concretamen-te, los de historia. Por circunstancias de todos conocidas –la llamada Guerra Civil Españo-la, preludio de la Segunda Guerra Mundial– Don Agustín, como tantos otros profesores universitarios españoles, hubo de salir de su tierra natal y, junto con un gran número de sus compañeros y discípulos, se acogió a la hospita-lidad que México le ofreció. En ese país rehizo su vida, en El Colegio de México trabajando, además, en la Universidad y en la Editorial Uteha, en la que dirigió la parte de Hu-manidades de la Enciclopedia publicada por esa Editorial (Se decía que la Enciclopedia había sido preparada, vendida y comprada por refugíberos). La obra de Don Agustín sobre el Medioevo español se volcó en América y sin olvidar sus ediciones y traducciones de clásicos latinos, ni sus estudios sobre literatura española o trabajos paleográficos, van saliendo de su pluma tomo tras tomo sobre Las Casas, Francisco Cervantes de Salazar, Agustín Dávila Padilla, Juan Ruiz9 de Alarcón, etc., y sobre numerosos aspectos de la bibliografía mexicana, al mismo tiempo que publica documentos relativos a[l] Nuevo Mundo. En Venezuela, concretamente en Maracaibo, a cuya Universidad perte-nece actualmente, realiza una labor semejante. Así, acaba de publicar el me- 7 «del Profesor Millares Carlo» aparece manuscrito, encima del renglón, con una se-ñal de inserción en su lugar. 8 «y arzobispo de Toledo» se encuentra manuscrito, encima del renglón, con una señal de inserción en su lugar. 9 En el texto mecanografiado aparece «Luis». Agustín Millares Carlo - Javier Malagón-Barceló 21 jor estudio que ha aparecido sobre Rafael María Baralt y tantos otros sobre temas venezolanos o hispanoamericanos, aunque sin olvidar sus estudios pre-dilectos, his[pano-]visigóticos10. Enumerar la obra de Don Agustín sería larga tarea, ya que se acerca a los 300 títulos, pero permitidme que recuerde entre ellos los Testimonios auténticos acerca de los protomártires del Japón, estudio que fue calificado por el fallecido Padre Benjamín Gento de esta Academia como «El ensayo biblio-gráfico y catálogo documental más completo que se puede presentar de te-mas relacionados con los mártires franciscanos del Japón en 1597». [DISCURSO DE AGUSTÍN MILLARES] En bellísima carta, cuya lectura me conmovió profundamente, el reveren-do padre fray Matías C. Kiemen, director a la sazón de la Academia Francis-cana de la Historia de Washington, tras de referirse a mi persona con con-ceptos tan elogiosos cuanto inmerecidos, me invitaba a concurrir a un acto en el que la prestigiosa Corporación que presidía iba a hacerme entrega del permio Fray Junípero Serra correspondiente al presente año de 1969. Sin falsa modestia, no he dejado de preguntarme desde entonces cuáles hayan podido ser los motivos determinantes de la elección de mi persona para recibir un galardón tan preciado; y luego de mucho pensarlo, he fundado las razones de esta designación en que tal vez con ella se ha querido reconocer la única cualidad con la que yo mismo me atrevo a decorarme, a saber: el apasionado11 entusiasmo por una profesión, en la que a vuelta de algunos sin-sabores, me ha sido dado cosechar satisfacciones inapreciables, y una de ellas, y de las más halagadoras, la de verme en el día de hoy ocupando este hon-roso lugar. Debo en primer término, señores, hacer constar que los estudios en los que ustedes son maestros, me atrajeron desde los días harto lejanos ya de la juventud, en los cuales troqué el panorama de mis islas nativas por el de la gran ciudad, primero con los recelos del provinciano bisoño, y luego pro-fundamente conquistado por su ambiente incomparable. Fueron los días in-olvidables del viejo caserón de la calle Ancha de San Bernardo y del Ateneo de Madrid, a cuya biblioteca asistí asiduamente durante años, y en la cual preparé mis primeros trabajos. Suerte no pequeña fue para mí haberme tropezado en las aulas universi-tarias con maestros que alentaron mi vocación y comunicaron conmigo los tesoros de su saber; pues me cupo la dicha de haber sido discípulo de hom-bres de la talla de Enrique Soms y Castelín, helenista, latinista y paleógrafo; 10 «predilectos, his» se encuentra encima del renglón, manuscrito. 11 La «i» aparece manuscrita sobre la palabra, donde aparece en su lugar una «e» tachada. 22 Antonio Henríquez Jiménez de Cayo Ortega Mayor, meritísimo12 bibliógrafo; de Adolfo Bonilla San Mar-tín, historiador de la filosofía hispana, y de Ramón Menéndez Pidal, el gran filólogo, por sólo citar a los de mayor relieve. Luego, largos años de estudio, las responsabilidades de la docencia, el apasionado quehacer de la investigación y el afán, cada día renovado, de perfeccionar los conocimientos adquiridos y de ahondar en ellos. Como se ve, la vida de uno13 de tantos hombres, que carentes de biografía, son tan sólo números –nos numeri sumus– para decirlo con palabras del venusino. En qué medida se logra convertir en realidades los proyectos, y hasta qué punto podemos graduar de eficaz14 la tarea cumplida, sean los demás quie-nes se encarguen de juzgarlo. Lo cierto es que, aun acotándonos, para15 cul-tivarla16, una pequeña parcela dentro del dilatado campo de las actividades humanas, habremos de resignarnos, al término de la jornada, a no ver reali-zados sino en exigua parte los propósitos que un día ambiciosamente acari-ciamos. Este es precisamente el caso de quien ahora se atreve a molestaros con estas mal hilvanadas razones; porque habiendo pasado por obra de circuns-tancias bien notorias a estas generosas tierras del Nuevo Mundo, si bien tuvo que dejar de lado durante largos años los temas de estudio de su predilec-ción, puso sus miras, no por el hipo de conquistar laureles, sino por enten-der, como igualmente lo entendieron otros muchos en análogo trance, que era obligación ineludible la de contribuir cada cual en la medida de sus fuerzas a la cultura del país que les abría perspectivas de paz y de trabajo. Y, así, pri-mero en México, y en Venezuela más tarde, me contraje al estudio del pe-riodo de su historia que más conexión ofrecía con las disciplinas que hasta entonces había cultivado, a saber: además de la filología clásica, de tanta tra-dición17 en Hispanoamérica, las paleográficas y bibliográficas, procurando asentar las bases de estas últimas en los datos proporcionados por la inves-tigación en los archivos,18 a fin de seguir,19 dentro de mis modestas posibili-dades, 20 el camino recorrido por eruditos tan ilustres como Gallardo, Pérez Pastor, José Toribio Medina, Serrano Morales y tantos otros. 12 «ísimo» se encuentra sobre el final de la palabra «meritorio», cuyas cuatro últimas letras aparecen tachadas. 13 La palabra aparecía acabada en «S», que se encuentra tachada. 14 La palabra acaba en «s», que aparece tachada; encima se encuentra manuscrita la «z». 15 La palabra aparece bien escrita, a mano, encima de la tachada «pas». 16 La «a» aparece sobre el enclítico, estando tachada la «o» mecanografiada. 17 La «a» aparece manuscrita encima de la palabra. Hay una raya en el texto mecanogra-fiado, donde no aparece dicha «a», indicando su inserción en el lugar que le corresponde. 18 Sigue, tachado con un trazo manuscrito, el monosílabo «por»; encima, aparece, ma-nuscrito, indicando su inserción en el lugar que le corresponde: «a fin de». 19 Sigue palabra, ilegible, seguida de coma, tachada con 8 x mecanográficas. 20 La coma aparece manuscrita. Agustín Millares Carlo - Javier Malagón-Barceló 23 Javier Malagón-Barceló y Agustín Millares Carlo. 24 Antonio Henríquez Jiménez Fruto principal de estos afanes fueron unos Estudios paleográficos y el Álbum de paleografía hispanoamericana, que en colaboración con José Igna-cio Mantecón, publiqué en México en 1952, bajo el patrocinio de la Comisión de Historia del Instituto Panamericano de21 Geografía e Historia, cuando orientaba sus actividades Javier Malagón Barceló, hombre sapientísimo, pa-radigma de nobleza espiritual y espejo de amigos generosos. Y si a lo anterior se añade la reimpresión de algún texto raro, la compi-lación de diversos22 catálogos y bibliografías,23 y la traducción anotada de va-rios clásicos latinos, la edición de fuentes documentales, que acaso en su día servirán –hoc est in votis– como base para reconstrucciones históricas de in-terés, y la publicación de estudios consagrados al gran comediógrafo novo-hispano don Juan Ruiz de Alarcón, a los también mexicanos e ilustres biblió-grafos don Juan José de Eguiara y Eguren, don José Mariano24 Beristáin de Souza, al humanista toledano Francisco Cervantes de Salazar y a los vene-zolanos Rafael María Baralt y José Domingo Rus, diputado por Maracaibo a las Cortes de Cádiz de 1812, tendremos un resumen de las actividades de-sarrolladas por quien les habla a lo largo de muchos años. Pero, en fin de cuentas, ¿cuál es la significación real y verdadera de todo esto? Sencillamente, una labor de acarrero, que no tiene por cierto más mé-ritos que el de la tesonera constancia puesta en su realización y el de haber-la llevado a cabo con entusiasmo y desinterés. Amigos queridos y respetados: a este punto llegaba yo en la escritura de las presentes líneas, cuando de seguro por intercesión de fray Junípero Se-rra, la Divina Providencia se ha servido devolverme, como por milagro, cierto extraviado envoltorio que contiene libros por mí últimamente publicados. Y así, cuando ya desesperaba de hacerlo, puedo, como era mi deseo presentar-los en este acto, valgan lo que valieren, que desde luego sé que es bien poco. Al viejo académico Silvestre Bonnard, inolvidable creación de Anatole France, que en el recatado ambiente de «la ciudad de los libros» meditaba en la elaboración de su Vergilius nauticus, le aconteció una asombrosa aven-tura. Había descubierto, en la grata lectura de un catálogo, la existencia de cierto precioso manuscrito de la Leyenda áurea de Jacobo de Vorágine, que sus escasos recursos no le permitieron adquirir en la subasta anunciada. Mas, ¡oh prodigio! He aquí que en una memorable noche invernal, precisamente la25 del nuevo año, manos agradecidas dejaron en su puerta26 el precioso có-dice, tesoro para él de más quilates que el oro. Fortunate senex! Como él, bien 21 El monosílabo «de» aparece manuscrito encima del tachado «ge». 22 «diversos» se encuantra manuscrito encima de la palabra «varios», tachada. 23 Lo que sigue, hasta la coma, aparece manuscrito en el margen izquierdo del folio. Hay una señal manuscrita en el texto para indicar dónde debe insertarse lo que está al margen. 24 Sigue, tachado mecanográficamente: «de». 25 Aparece un trazo que tacha la «s» mecanografiada del monosílabo «las». 26 Las dos «s» de estas dos palabras, mecanografiadas, aparecen tachadas por un trazo. Agustín Millares Carlo - Javier Malagón-Barceló 25 ajeno27 me hallaba yo de que otras manos desinteresadas, porque nada tie-nen que recompensarme28, vendrían sorpresivamente a ofrecerme29 el testi-monio benévolo de su afecto, y a darme30 ocasión de vivir momentos como31 éstos, que, os lo fío32, llevaré33 de por vida grabados en lo más recóndito de mi34 alma. Agustín Millares Carlo. Washington, 29 de diciembre de 1969. [NOTAS AL DISCURSO DE MILLARES] Por carta de Millares a Pedro Grases (17-XII-1969), desde Maracaibo, nos enteramos de los libros que pensaba llevar a Whasington: «El Boletín de la Biblioteca [El Boletín de la Biblioteca General de la Universidad del Zulia (nú-meros 15-16) corresponde a las fechas de julio 1969-julio 1970. No podría, pues, viajar con Millares a Washington. En él don Agustín publicó «Don An-drés Bello: Ensayo bibliográfico». El número 13-14, se está terminando a fi-nales de enero de 1970. El último número publicado antes de su viaje a Wha-sington es el 11-12, correspondiente a 1966-68] se está concluyendo, y pienso llevar a Washington un ejemplar, junto con 4 libros míos recientes. No creo que para esa fecha lo haya de los Materiales35, pero sería magnífico poder pre-sentarlo en el acto que se organiza.» 27 Sigue una palabra tachada mecanográficamente con cinco x y «bien ajeno», con un trazo manuscrito. 28 El enclítico «me» aparece, mecanografiado, sobre el «le» mecanografiado, tachado con un trazo manuscrito. 29 La palabra aparece manuscrita sobre la mecanografiada y tachada con un trazo manus-crito «brindarle». 30 El enclítico «me», manuscrito, aparece encima del mecanografiado y tachado «le». 31 Dos signos de unión manuscritos unen la «o» final de la palabra a la «m» anterior, que aparecen separadas en la transcripción mecanográfica. 32 La «o» aparece manuscrita encima de la «a» mecanográfica tachada; también aparece la tilde de la «í» manuscrita. 33 La «é» manuscrita aparece sobre la «á» mecanográfica tachada. 34 «mi» aparece manuscrito sobre el «su» mecanográfico y tachado. 35 EDICIONES de la Presidencia de la República. El título exacto es Materiales para la historia de la Imprenta y el Periodismo en el Estado Zulia. Compilación de Agustín Millares Carlo y Carlos Sánchez Díaz. Caracas, 1970. (Homenaje a la Ciudad de Maracaibo en el Cua-tricentenario de su Fundación). La publicación la coordina Pedro Grases, que aporta además tres trabajos («Rafael María Baralt, periodista en Maracaibo, en 1829», «El taller de Rode-rick en Angostura» y «Un singular impreso de Roderick en Maracaibo»). En total, son treinta y tres testimonios de la investigación sobre el tema. Millares presenta el título «La Gaceta Municipal de Maracaibo y dos proyectados periódicos oficiales (1862)», ya publicado en el Boletín de la Biblioteca General, 1963, III, n.º 5, pp. 49-57. Sánchez aporta «Andrés Roderick». 26 Antonio Henríquez Jiménez Por carta de Millares a Grases (Maracaibo, 12-I-1970), nos enteramos de que los Materiales no pudieron viajar con él, pues no había aún ejemplares. La cita de Anatole France la emplea Millares en otras ocasiones. Está tomada de Le crime de Sylvestre Bonnard, publicada en 1891. Fue traducida al castellano en 1907, con el título de El Crimen de un académico, por Luis Ruiz Contrera (Madrid, Imprenta de Antonio Marzo). En la Biblioteca de El Museo Canario se encuentra esta traducción que posiblemente perteneciera a la Biblioteca del abuelo y del padre de Millares. [DISCURSO DE JAVIER MALAGÓN EN INGLÉS] Among the students and companions of Professor Millares Carlo, the name of don Agustín was honored in a very special way. He was known, by antonomasia, as el maestro, the teacher. For us, he was the teacher par ex-cellence; a man ever ready to give his time to his students –whatever the request, whatever the task at hand, whether it was some point in methodol-ogy, a more precise date, or any other question that might have arisen in the course he was giving. In a word, he was always ready to teach. And yet he taught with such modesty and mildness as to make us feel that when we learned from him, we were despoiling him. And, at the same time, he gave us the confidence to go on learning for ourselves –by means of his teaching! We have all had teachers who were wise, learned, kind, and good, who were patient with our deficiencies and camouflaged our ignorance. All these we find personified in don Agustín. I knew don Agustín many years ago at the University of Madrid, the school which inherited and continued the tradition of learning begun at Al-calá de Henares by the Franciscan Archbishop of Toldedo, Cardinal Cisneros. Already at that time, more than thirty-five years ago, he was one of the great professors who made possible the «Silver Age» of Spanish culture, and who, with Américo Castro, Ortega y Gasset, José Gaos, Claudio Sánchez Albor-noz, and Hugo Obermeier, modernized studies in the faculty of philosophy and letters, especially in the field of history. Because of circunstances known to all –the Spanish Civil War, a prelude to the Second Word War– don Agustín, like so many other professors in Span-ish universities, was compelled to leave his native land. Together with a large number of his companions and students, he availed himself of the hospitali-ty offered by Mexico. In this country he remade his life, working for the Colegio de México, the university, and the Uteha Publishing Company. For Uteha he edited the section on the humanities in the encyclopedia they published. (Indeed, it is said that the encyclopedia was prepared, sold and bought by refugees.) The work don Agustín begun in Madrid on medieval Spain he continued Agustín Millares Carlo - Javier Malagón-Barceló 27 in America. Editions and translations of Latin classics, studies on Spanish li-terature, books on palaeography poured from his pen. And besides all this he wrote on the Americas as well. Volume after volume they came –studies on Las Casas, on Francisco Cervantes de Salazar, on Agustín Dávila Padilla, on Juan Ruiz de Alarcón, on Mexican bibliography. And, in addition to all this, he published numerous documents that dealt with the New World. In Venezuela, specifically in Maracaibo, where he is teaching at the Uni-versity of Zulia, his achievement has been of like proportions. There he has just published the best study yet to appear on Rafael María Baralt. He has written many others on Venezuelan and Hispano-American themes. And he has accomplished all this without having forgotten the work he began so many years ago on Visigothic Spain. To enumerate the works of don Agustín would be a formidable task. There are almost 300 titles in all. Allow me, if I may, however, to comment on one of them, viz., Testimonios auténticos acerca de los protomártires del Japón. This is a study described by the late Father Benjamín Gento of this Academy as «the most complete bibliographical essay and calendar of docu-ments that can be made on the themes related to the Franciscan martyrs of Japan in 1597.» The person chosen to speak as this time on Professor Millares Carlo is one of the last students he had in Spain, one who wandered through his classes like a fugitive, as it were, trying to unify and correlate the studies of history and law. This is a circunstance that begs for forgiveness. The enor-mous advantage I have had over others, however, is that I have been able to go on learning from Professor Millares Carlo over a period of thirty years, specially in our Revista de Historia de América. Don Agustín has been the life and soul, as it were, of the bibliographical section of this journal. Gentlemen, the personality of Dr. Millares Carlo is known to you all be-cause you have had recourse, at one time or another, to the books he has writen. And hence you all agree with the Academy of American Franciscan History that the Serra Award for 1969 could be conferred on no more deserv-ing person than don Agustín Millares Carlo for the volume and value of his work, for his professional and personal integrity, for his gifts as a teacher, and for his enthusiasm, dedication, and capacity as a historian. [DISCURSO DE AGUSTÍN MILLARES CARLO EN INGLÉS] In a very nice letter, which moved me deeply, Reverend Father Mathias C. Kiemen, then Director of the Academy of American Franciscan History, addressed me in terms as laudatory as they were unmerited and invited me to come to Washington, D.C., as recipient of the Serra Award for 1969. Without false modesty, I have never ceased to wonder, since that time, 28 Antonio Henríquez Jiménez what could have been the reasons which led the Academy to determine upon me as the recipient of an honor so highly prized. After much reflections, I think I have probably found the answer to this question in their desire to recognize in me the only merit I dare ascribe to myself, viz., an impassioned enthusiasm for a profession in following which, at the cost of no small measu-re of pain, I have reaped enormous gratification, one of the most satisfying and flattering experiences being my presence here tonight. In the first place, gentlemen, I must assure you that the studies of which you are masters attracted me from the earliest days of my youth. In those days I exchanged the scene of my native islands for that of the great city, first with the misgivings of a raw provincial, and then completely conquered by its incomparable environment. Those were unforgettable days in the big old house on the wide street of San Bernardo and in the Athenaeum of Madrid where, in the library, I worked industiously for years and prepared my first books for publication. It was no small stroke of luck for me to encounter, in the halls of the university, professors who encouraged me in my vocation and ahared with me the treasures of their knowledge. It was my good fortune to have as my professors men of the calibre of Enrique Soms y Castelín, a master of Greek and Latin and a paleographer; Cayo Ortega Mayor, an admirable bibliographer; Adolfo Bonilla San Martín, a historian of Spanish philosophy; and Ramón Menéndez Pidal, the great philologist, to mention only the more outstand-ing. Then came many years of study, the responsabilities of teaching, the im-passioned occupation of research, and the anxious task, renewed each day, of perfecting the knowledge acquired and of delving into it more deeply. As is evident, my life has been a quiet one, the life of a man without a biogra-pher. Like so many other scholars, I have been but a number. Nos numeri sumus, as Horace once said. We are only numbers. In what measure have we managed to convert our projects into reality? To what point of perfection have we been able to carry our completed task? Let those answer these questions whose prerogative it is to judge. What is certain in that, confining ourselves to the cultivation of but a small plot of ground in the limited field of human activity, we must resign ourselves, at the end of our journey, to see realized only a small part of the plans we had once so ambitiously embraced. This is precisely the case with him who now makes bold to molest you with these hurried reflections. For having come to these generous lands of the New World under rather notorious circumstances, I had to leave to one side, for many years, the themes of my predilection and seek a new objec-tive. My intention was not to win laurels but to understand the obligation in-cumbent upon me of contributing, in accordance the measure of my strength, to the culture of the lands which opened to me such prospects of peace and Agustín Millares Carlo - Javier Malagón-Barceló 29 achievement. And thus, first in Mexico ad later in Venezuela, I devoted my-self to the study of the period of history most closely related to the disci-plines which up to them I had studied, namely, classical philology, which en-joyed such a great tradition in Hispanic America, and, further, paleography and bibliography, endeavoring to study these last in the data acquired in the archives and to follow within the range of my modest ability, the path trod by such learned and illustrious men as Gallardo, Pérez Pastor, José Toribio Medina, Serrano Morales, and many others. The principal results of these labors were Estudios paleográficos and Ál-bum de paleografía hispanoamericana, which, in collaboration with José Ignacio Mantecón, I published in Mexico in 1952 under the auspices of the Comisión de Historia del Instituto Panamericano de Geografía e Historia. It was at this time that Javier Malagón Barceló, a very wise man, an example of noble char-acter and generous friendship, was beginning his work. There followed, in due course, the reprinting of one or the other rare text, the compilation of various catalogs and bibliographies, the annotated trans-lation of various Latin classics, and the editing of some documentary sour-ces. It is my hope that this fundamental spadework may be of some assis-tance to others in furthering the cause of historical rescarch. Then, too, I published studies on the great writer of comedies, don Juan Ruiz de Alarcón, on the illustrious Mexican bibliographers don Juan José de Eguiara y Eguren and don José Mariano Beristáin de Sousa, on the humanist of Toledo, Fran-cisco Cervantes de Salazar, and on the Venezuelans, Rafael María Baralt and José Domingo Rus, send as deputy by Maracaibo to the Cortes of 1812. But, to sum up, what is the true significance of all this? Described in plain and simple terms, it was a laborious task that had no merit other than the tireless perseverance and the disinterested enthusiasm that brought it to completion. Respected and dear friends: I arrived at this point in the writing of these lines when, certainly through the intercession of Fray Junípero Serra, Divine Providence has vouchsafed to return to me, as by a miracle, a suitcase which, misdirected by the airlines, contains some of my recently published books. So now, though for a time I despaired of doing so, I can present these books to my host as a gift –whatever their value, little indeed though I know it is. The old scholar Sylvester Bonnard, unforgettable creation of Anatole France, lived in the city of books, and contemplated the elaboration of his Vergilius nauticus. One day he had a marvelous experience. While reading a catalog, he discovered that there existed a certain precious manuscript of The Golden Legend by James of Voragine which his scant funds would not allow him to acquire in an auction that had been announced. But marvel of mar-vels! On a memorable winter’s night, the first of the new year, grateful hands left the precious manuscript at his door! Like him, I too have been reward-ed. Unaware of what was coming, expecting nothing for the work I had done, 30 Antonio Henríquez Jiménez I was taken completely by surprise when, as with Sylvester Bonnard, the hands of generous and disinterested people offered me a gracious testimo-nial of their appreciation, and gave me the occasion to experience moments like these which, I assure you, I shall carry forever engraved in the deepest recesses of my heart. |
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