Botetín Míffares Carta
2005-2006, 24-25: 121-140
ISSN: 0211-2140
,
Higiene, Etica y Civismo
en el trato de la epidemia: La población reclusa y
el cólera morbo en Las Palmas de Gran Canaria
(1851-1852)
Juan Francisco MARTíN DEL CASTILLO
I.E.S. Siete Palmas
(Las Palmas de Gran Canaria)
RESUMEN
El verano de 1851, la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, al igual que la isla al completo,
sc vio sobresaltada por la cpidcmia de cólera morbo. La población fuc diezmada cntre cspantosas
imágencs dc fallccidos por las callcs y algunos afortunados consiguicron huir a las localidades
dcl interior. En tan dramática situación, faltaron medios y recursos para atender a las necesidades
básicas de higiene y asistencia social dc los más desfavorecidos, Por esta razón, las autoridades
recurrieron a los brazos dc los presidiarios, espcranzados por las medidas de gracia a
rccibir a cambio del humanitario compromiso, pero su conducta y servicios fueron modélicos,
dignos de encomio y ejemplo ético y civico dc solidaridad y entrcga por los demás. En cl prcsentc,
sc cstudian sus actividades, así como son dcscubiertos sus nombres para conocimiento
general de la historiografía, dándose una pcrspcctiva difercnte de la higienc y la medicina social
cn aqucllos cruelcs episodios.
Palabras clave: Cólcra, Higienc, Ética, Prcsidiarios, Las Palmas dc Gran Canaria, Siglo XIX.
ABSTRAer
In the summer of IX51 , thc town oI' Las Palmas de Gran Canaria and the island 01' Gran Canaria
were shocked by the cholera epidcmie. The population disappeared suddenly with horrcndous
images 01' dieds on the strects and someoncs got to escapc from the diseasc towards the inside
plaees. In the tragic situation, the resourees were laeking to attcnd the basic neeessities of hygienc
and wclfare, For this reason, the authorities appealed to the braces of the convicts, who were
hopcd in the favour verdicts fór their humane agreement, but the behaviour and services wcre
heroic and honourable: an authentic examplc of cthics and civism, In this paper, their activities
will be studicd as wcll as their names and eharacters to reeognition by the historical science, In
this way, thc hygicne and social medicinc will offer a differcnt perspective upon that time,
Key words: Cholera, I-Iygicne, Ethics, Convicts, Las Palmas dc Gran Canaria (Canary Islands),
XIX Century.
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JI/all rÍ"<lI7cisco Marlill del Caslillo Higielle. ¡'Iica r Civismo ell el lralo de la cpidcmia: La pobladáll...
INTRODUCCIÓN
UNA NUEVA LECTURA DEL ASALTO INFECCIOSO
Los episodios del cólera morbo (vibria cha/eme) en Las Palmas de Gran
Canaria, durante el aciago 1851, parecen estar conocidos hasta el más ínfimo
de los detalles. Legión son las obras que se han editado, desde muy temprano,
para dar a conocer y profundizar en las distintas imágenes a que dio lugar
el proceso infectocontagioso l . Por supuesto, no era el primero ni habría de ser
el último en arribar a las costas canarias2, pero, en contraste con los anteriores
y los venideros, su significado epidémico y morbífico es, a estas alturas,
indudable y merece un hito en la historia de la medicina en Gran Canaria, por
cuanto afectó a buen número de localidades interioranas, amén del notable
impacto en la capital insular3. En fin, emprender una nueva singladura, tras
los hechos causados por el mal asiático, debe reunir, al menos desde una óptica
historiográfica, singulares características que demuestren lo certero de la
vuelta a la coyuntura histórica.
En vista de esta premonitoria advertencia, el presente estudio monográfico
pretende la novedad no como fin, sino como medio para relatar la idiosincrásica
unión que se posibilitó en tan dramáticas circunstancias. En lo
particular, pasarán a protagonizar esta historia social de la medicina individuos
que, por su conducta o perversiones criminales, estarían llamados a
soportar sobre sí gruesas palabras de reprobación moral. No obstante, la
especial situación, sobrevenida por el contagio masivo, modificó de una
manera espectacular el dictamen precitado. La vergüenza y la prevención de
los más, dará paso al rcconocimiento de la generalidad, incluso el aplauso,
que culminará en la búsqueda de un premio, a todas luces justa recompensa
a la ingrata tarea realizada.
La autoridades, envueltas en febril madeja en torno a la resolución del conflicto
higiénico-sanitario, comprenderán solidariamente que la contribución de
I Sin ser exhaustivos, se pueden citar las siguientes. editadas en el mismo afio del cólera: Díaz
Aguilar, Cornelio (IR51) Sobre la epidemia de cálera sl/jiida en Las Palmas de Grall Canaria. Las Palmas,
Imprenta M. Collina; López Botas, Antonio (1 R51) Injórme sobre el Cálera. Las Palmas. s.n.; Ruiz de
Bustamante. Antonio (1 R51) Págillas II/c!llosas. (Sobre el comporlamielllo de los cil/dadallos allle la epidemia
de cálera morbo). Las Palmas. Imprenta de Mariano Collina.
2 Sobre los procesos infcctocontagiosos ha avanzado notablemente la investigación en los últimos
años. Véanse: Boseh Millares. Juan (1967) Hisloria de la Medicina ell Gran Callaria. Las Palmas de Gran
Canaria. Cabildo Insular de Gran Canaria. 2 tomos; Cola Benítez. L. (1996) SonIa Cne, balldera amarilla.
Fpidemias y mlamidades (/494-1910). Tenerife. Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife; Betaneor
GÓmez. Maria José (2002) E¡Jidemias y pleilo i"sl/IO/: La fielJl'e amarilla en Las Palmas de Grall Canaria
ell el periodo isabelillo. Madrid, CSIC y Cabildo Insular de Gran Canaria.
3 C.Ji". Bosch Millares (1967), 11. pp. 142·194; Betancor GÓmez. María José y Marset Campos. Pedro
(1994) '"La epidemia de cólera de 1R51 en Las Palmas de Gran Canaria", en J. L. Carrillo y G. Olagüe (eds.)
Aclas del XXXIII COllgreso Inlernacional de Hisloria de la Medicilla. Sevilla-Granada, SEIIM. pp. 497-511;
Betancor Gómez (2002), pp. 139-143.
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.filan Fmncisco /"iartin del Castillo fligiene. [;tica r Civismo en I!! tmlo di! la epidemia: La pohlacián" .
aquellos apartados de la sociedad no sólo fue perentoria, dada la urgencia de
la calamidad, sino harto necesaria por la ausencia de medios que, en aquel
entonces, imperaba en las ciudades y villas isleñas. Sin embargo, hubo problemas,
deserciones del bien común y regreso al crimen de unos cuantos, que
pusieron en serio aprieto el demandado auxilio y reconocimiento de la probidad
de la mayoría. Esta pretende ser una novedosa historia del cólera morbo,
un vistazo a los estragos de la enfetwedad, no menos que la comprensión, por
la vía de la realidad temporal, de que el ideal higiénico, anhelado por los sectores
médicos y asistenciales, ha de ir acompañado, como fermento y garantía,
del civismo de las conductas, esto es, del correlato ético. En aquel lejano 1851,
se hizo verdad la lección de semejante aserto de la modema sociología de la
medicina. Así, pues, higiene y moral entran a formar parte de los elementos de
reflexión dispuestos en tomo a la fenomenología causada por la epidemia del
cólera morbo.
LA EPIDEMIA Y LOS ESTRAGOS SANITARIOS
A lo largo de la historia, se han desvelado ejemplares comportamientos en
situaciones comprometidas, tanto individuales como en el plano colectivo. La
tradición ha convenido en recordarlos como héroes sociales, acreedores de la
remembranza del común. Con ocasión del asalto infeccioso de 1851, Gran
Canaria también había de entrar en la nómina histórica de los pueblos que se
manifiestan deudores de un puñado de hombres que, por diversas razones,
afrontaron la calamidad cara a cara, sin miramientos ni prevenciones de ningún
tipo. En esto, y como queda dicho, los canarios no alcanzan la singularidad
con respecto a otras comunidades4, sin embargo aún estaba pendiente un
conocimiento histórico y científico de 10 realizado por los penados en la desastrosa
panorámica higiénica de los peores días del cólera. Modestamente, este
es nuestro cometido inmediato.
el El cólera asedió el suelo hispano a lo largo del siglo XIX. si bien el episodio más conocido es el de
1~~5, aun antes ya se hizo sentir de manera cruel sobre la población. Por ejemplo. véanse: Condc Gargol1o.
1'. (1969) "Invasiones de cólera en la Espaf\a del siglo XIX". Ase/epio, XXXI, pp. 113-120: Gómcz Diaz.
D. ( 1(93) Haio e/ signo del ('(íli!m r otros lonas solm' mortalidad. higiol<' r salllhridad de la "ida ecol1límica
alllleriense. 1348- l 9I O. DGD: Guerra Martinez. A. M. ( 19~~) "Morfologia del cólera morbo en 1~34
en Murcia", en A. Albarracin (coord.. ) ¡\4isterio r realidad t.~'llIdios sohrc la cn/i.:rlllcdad hllmana. Madrid,
CSIC: Fries Rocc\lnora, M. A. Y 13águena Cervel1era, M:' J. (1996) "La higiene pública municipal en
Valencia durante la epidemia de cólera de 1~60", en J. L. Barona y J. Mico (eds.) Salllt i lIIalollio en els
mllnieipis \'(IleneiallS. Valencia, Seminari d'Estudis sobre la Ciencia: Rodriguez Ocaf\a, Esteban (1992)
"Morbimortalidad del cólera epidémico de 1~33-35 en Andalucia". Holetin de la Asociaciríll dc Demogra/ia
fli.l/lírica, 2, pp. ~7-111: L10rente de la Fuente, A.: Alaejos, A. y Vaca,.J. M. (1991) "Epidemiologia del cólera
de 1~65 en la inclusa de Zaragoza", en F. 13ujosa i Ilomar el. al. (eds.) Actas dI!! IX Congreso Nacional
de Jlistoria de la ¡',1edieino. Zaragoza, P.U.Z.
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Juan Francisco Martin dI'! Castillo Higiene. t'tica y Civisl/1o en cl trato de la epidemia: La pohlación...
LA DESCRIPCIÓN DE UNA TRAGEDIA: EL PROBLEMA SOCIOASISTENCIAL
Los estragos habidos por la enfermedad ya eran sobradamente conocidos
y reportados por las autoridades competentes en los diferentes escalones del
gobierno público. Incluso, en la época, fueron editados folletos a modo de
recordatorio de la penurias, amén de breves hojas volanderas, que servían de
oración por el difunt06, pero también de admonición para aquellos que alegremente
se sintieran al margen de cualquier infección, ajenos a la posibilidad de
caer enfermos por el mal epidémico. No hay, en tal tesitura, extrañeza por el
reflejo, en mayor o menor volumen editorial, de lo sufrido o padecido. Pero
esta imaginería costumbrista ha de mudar cuando los hechos a rememorar no
dependen de la jaculatoria o la deuda familiar, sino de la certeza moral de que,
por algún medio, había de certificarse y encomiarse la conducta de unos individuos
señalados.
Y, así, el giro historiográfico ofrecerá una perspectiva no muy diferente en
el fondo, porque ello sería imposible, pero, desde luego, sí alternante a la descripción
popularizada en los libros históricos sobre los hechos propiciados por
el cólera morbo. Es esta una descripción tematizada, esto es, volcada en la pretensión
que tanto la ampara como fundamenta. De resultas de ella, existe una
estampa novedosa sobre los efectos de la enfermedad y ella misma. Para hacer
cabal entendimiento de la opuesta relación del tipismo histórico, por denominarlo
de alguna manera, con la nueva imagen propuesta, a la luz de los documentos
revelados, se confronta ambos pareceres de modo directo, en la virtud
de que tal proceder desenmascará por sí solo la densa trama construida en
tomo a los oscuros entresijos de la epidemia. Adviértase que la finalidad que
procura este descubrimiento es meramente descriptiva, ni mucho menos inculpatoria
acerca de la responsabilidad de la transmisión de unos supuestos
hechos históricos, por cuanto, sobre esto último, también inciden la usanza y
la conseja, extremos de una misma línea de comprensión basada en el enfoque
de lo tradicional.
Los historiadores de la medicina, Bosch Millares y Bosch Hernández, en
un opúsculo, por otra parte ya clásico y en gran medida de excelente fortuna
en la penetración de los fenómenos de la enfermedad en el grupo oriental del
archipiélag07, sienta el primer segmento de la interpretación historiográfica, la
5 Véasc nota n." l.
Ó Verbigracia. la plcgaria cn sufragio del alma dc don Juan Evangelista Doreste. impresa en el establecimiento
de M. ColI ina. y fechada el 13 de junio de 1851. Apud Martín del Castíllo, Juan Francisco
(2003) Ciencia y Técnica en las Islas Canarias. Sintesis Histórica. Las Palmas de Gran Canaria - Santa
C'n1Z de Tencrife. Ed. Benchomo, pág. 132.
7 Bosch Millares, Juan y Bosch Ilcrnández. Juan (1981) La medicina en la provincia de Las Palmas.
desde su origen hasta(ines dI'! siglo XIX. Las Palmas de Ciran Canaria. Cabildo Insular de Gran Canaria.
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.llIa/l ¡'¡'al1eiseo Marli/l del Caslillo Higiel1e. tliea .1' Civismo e/l ellralo JI! la I!piJemia: La pohlaeián...
que, precisamente, ha calado en el hondón de la estampa popular sobre el cólera
en Gran Canaria:
Tal fue la intensidad del mal, que en pocos días quedó diezmada la población
en la isla. En la ciudad hubo fechas en que las muertes pasaron de 180,
los banios de San Nicolás, San Francisco y San Lázaro tenían en su casco
2.200 habitantes y de ellos murieron más de 700. En la capital, el número de
muertes pasó del 40% y su silencio sólo era interrumpido por el ruido lúgubre
de los carros que conducían cadáveres a los que no se pudo inhumar8.
De notable inspiración literaria, surte de una completa relación de nefastos
acontecimientos para la principal aglomeración urbana del conjunto insular.
Insistimos en no tratar la inexactitud en ténninos pcriciales, en busca de presuntas
in'egularidades en la confección del modelo historiográfico al uso. La
meta es otra, diferente en la apreciación como en el motivo original de la
maniobra histórica. Esto es, mostrar a una ciudad quizá insospechada, de
mayor solidaridad humana y, por consiguiente, menos atacada por el salvaje
individualismo que generó la epidemia entre muchos habitantes de la isla.
Especialmente, la postrera afirmación consignada por los autores de La
Medicina en la provincia de Las Palmas.
Justamente, quiere hacer entender aquélla que los restos cadavéricos no
recibían sepultura, dando pic a una fantasmagórica imaginería, digna servidora
de los peores pensamientos sobre la categoría moral de los individuos
grancanarios de la época, presos no sólo del mal asiático sino también del
incivismo de sus conductas. A partes iguales, se destacan la insolidaridad y
la ausencia de higiene social. En palabras de los Boseh: "( ... ) sólo fueron
pocos los que se ocuparon de cuidar a los enfermos"9. Una pintura negra,
ciertamente, sobre la enfermedad en la ciudad, pero no tanto como la inhumana
respucsta que hubo de arrostrar el componente social. Sin embargo, la
descripción, aportada por las autoridades locales acerca de idénticos hechos,
diverge en puntos significativos, destilando optimismo y solidaridad por
doquier.
En el núcleo fundamental de la narración histórica no hay posibilidad al
cambio, como era de prever, hasta que se llega al escrutinio ético del trato de
la epidemia sobrevenida en las postrimerías de la primavera de 1851. El nuevo
Col. "La Guagua". pp. 46-50. (Podríamos habel' optado por el libro clásico del mayor de los Boseh. ya citado.
pero dada la diiicultad de hallarlo en las librerías. por estar agotado desde hace mucho tiempo. es nuestra
crecncia que el opúsculo compartido vienc siendo la lectura popular y tradicional de la infestación.
Ademús. éstc no haec sino extractar al anterior).
s Hosch Millares y Hosch Ilernúndcz (1981). pp. 48-49. Incluso. estc informe viene avalado por las
crónicas de la época. como. por ejemplo. la de Navarro. Domingo J. (1991) Recuerdos de /111 novel1/';I1. las
Palmas. Cabildo Insular de Gran Canaria. pp. 12:'\-129.
'J Ihiel.• púg. 4X.
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.luon fiW1Cisco Morlin del Cosli//o Higiene, tlica l' Civismo en el lralo de lo epidemio: Lo poblocián...
relator de los hechos, el Alcalde Corregidor, da perfecta cuenta de la inflexión
y, cómo no, presenta a los protagonistas de la historia:
En los días primeros en que el cólera morbo principió á hacer en esta
población los mayores estragos, se vio esta Alcaldía Corregto. en gran conflicto,
porque los puntos destinados a dar sepultura á los cadáveres víctimas
de aquel horroroso mal se hallaban aglomerados, porción de estos sin que
hubiera brazos para abrir las zanjas necesarias y porque tampoco se encontraban
personas que recogiesen y condujesen á los cementerios los finados de las
diferentes casas y hospitales donde permanecieron hasta por tres y más días.
En vano se hizo uso de la fuerza armada para reunir hombres que cumplieran
aquella obra, pues uno que otro se podía alcanzar, porque los pocos sanos que
existían ó se ocultaban ó se salían de la Ciudad para librarse de una tarea tan
penosa.
En tal angustia esta Autoridad local para prevenir el mal aun mayor que
podía sobrevenir de dejar. .. por más tiempo aquellos restos humanos excogitó,
de acuerdo con la Junta de Autoridades, el hacer venir a los presos cuyas
causas estaban pendientes y á los rematados, desde el puesto de La Luz donde
para más seguridad se les había puesto, para emplearles en aquella empresa
ya harto ditlcil, y tanto unos como otros, esperanzados de que con eso satisfacían
en cierto modo la condición pública y de que por lo mismo se tendría
presente este importante servicio al dictárseles sus sentencias para minorar el
rigor que merecieran y por lo que hacía a los demás para que se les pusiera
una rebaja en sus condenas, se prestaron á ello, trabajaron con decisión en virtud
de la oferta que hizo esta Alcaldía y con eso se llegó á conseguir lo que
era tan necesario y perentorio 10.
Tan rica descripción, motivada en una consensuada petición de gracia
hacia los presidiarios, registra una disímil estampa a la pergeñada por la historiografía
médica. Al punto se hace destacar que hubo un celoso trabajo de
inhumación de los cadáveres, sólo comparable al no menos afanoso de la retirada
de los cuerpos de los difuntos de allí donde hubieran quedado en la provisionalidad
de las circunstancias. Loable actitud, bien que mediatizada por un
interés claro y preciso, aunque no debe olvidarse el celo en la empresa. Si el
propio Alcalde Corregidor asume la necesidad del servicio, y la historia admite
la pertinencia de tal pronunciamiento, entonces habrá que revisar, en diferentes
partes, el relato transmitido hasta la actualidad. Por lo pronto, hay que
replantearse las afirmaciones vertidas por los Bosch acerca de la imposibilidad
de dar sepultura a los muertos, renegando de la solidaridad y los valores humanos
de sus paisanos del pasado. A la vista de las evidencias, aportadas por el
expediente administrativo, también son notables otros aspectos a reconsiderar.
lO AIIPLP, Al"/Il1lamielllo. Serie: Calamidades. legajo 1, expediente 19. Borrador o minuta de oficio del
Alcalde Corregidor de Las Palmas al Subgobernador de la Provincia, del IS de julio dc IS5l.
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JIIOII Frallcisco ¡'v/or/ill dc/ Cosli//o Higiclle. t'lico ,1' Civislllo 1'11 ellralO de lo epidemio: Lo poMoci""" ,
LA NECESIDAD HIGIÉNICA Y ADMINISTRATIVA
El escrito reproducido, casi en su integridad documental, es el testimonio
de una deuda contraída con un grupúsculo de individuos señalados por la
sociedad. Hasta ahora, que sepamos, no había sido puesto de manifiesto el
débito que la ciudad de Las Palmas dc Gran Canaria había suscrito en unos
momentos realmente críticos para sus habitantes históricos. La secuencia de
intercambios epistolares entre las autoridades de la época, en pos del reconocimiento
de las acciones realizadas por aquellos hombres, ofrece la prueba y
la explicación del porqué había que proceder en tal sentido. Haremos uso de
tan magnífico soporte documental para desarrollar este punto, relativo al detalle
de la perentoriedad del concurso de los presidiarios.
El expediente administrativo no escatima en transparencia y afán de claridad
en demostrar la valiosa contribución de los convictos en subvenir en auxilio
de las demandas de las autoridades civiles y sanitarias, porque de ambas
llegaba la voz de petición de ayuda, al verse en serio trance. Esa diafanidad en
la presentación de la correspondencia mantenida entre varios de los representantes
de la jefatura social, el régimen político y la magistratura produce, en un
primer instante, la sensación de recrear el ambiente de satisfacción que se
vivió en torno a la humana obra de los presos y rematados. No obstante, el
informe, específico y necesario, que documenta la acción de éstos, es lo verdaderamente
crucial, incluso al margen de las medidas de gracia que con insistencia
se reiteran en los folios del expediente. En reducida cuenta, si el Alcalde
Corregidor de la ciudad capitalina movía sus piezas con el fin de atraer una
justa recompensa para los hombres del presidio, haciendo partícipes de sus
gestiones a tantas autoridades como pudiera, ello culmina en un repaso de la
cuestión socioasistencial, abierta por la infección masiva, y, por supuesto, en
el encomio de las labores ejecutadas por los presos, motivando un mejor conocimiento
de las conductas y los quehaceres.
En agosto de 1851, a muy pocas fechas de la declaración oficial de la epidemia
en la isla 11, se suceden los trámites entre los distintos corresponsales. El
reconocer la gratitud, por otra parte clamorosa, de la sociedad con aquellos
individuos no parecía tarea fácil de discernir. Se buscó, desde el inicio, que la
Audiencia admitiera una rebaja en las condenas de los desdichados, aun antes
de enjuiciarles. Sin embargo, tal solicitud tropezó con el obstáculo de la ley,
que obligaba tanto al judiciable como al juzgador. Las palabras, por ende, de
la Sala de Gobierno de la Audiencia Territorial resuenan, casi como un trueno,
II En los primeros dias del mes de junio de 1X51 (el dia 5 para ser exactos), qi-, Boseh Millares y
Bosch 1krnánde7. ( 19X 1l, pág, 47, Pronto, corrió la noticia por el resto de las islas. conforme los periódicos
iban informando de ello, Por ejemplo. el Eco de COllorios, de Santa Cruz de Tenerife, difunde la llegada de
la enfermedad el 12 de junio,
127 Bo/e/in Millare.\' CarIo
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Juan Francisco Martín del Castillo Higiene. Ética\' Civismo CI1 el trato de la epidemia: ra poh!aciál1..
en el tribunal de la historia: "(... ) muy fundado y justo el objeto a que tennina
dicha comunicación, no está el otorgarlo en las facultades de esta Audiencia,
cuyo deber se limita á juzgar con arreglo á las leyes y hacer que se ejecute lo
juzgado"12. Sin embargo, por duras o injustas que aparentaran ser, la justicia
únicamente expresaba el destino que reconoce la jurisprudencia a su cometido.
Con todo, finalizaba el Presidente de la Sala, don Gabriel de Velasco, sugiriendo
una iniciativa popular, capitaneada por el propio Alcalde Corregidor,
para que la Reina tomara cartas en el asunto.
Inasequible al desánimo, aquél siguió al pie de la letra las indicaciones de
las autoridades, especialmente la última citada, consultando al Gobernador de
la Provincia sobre el particular, que supo atinar en el procedimiento y, con ello,
no sólo principiar el reconocimiento de la meritoria voluntad de los presidiarios,
sino mostrar, con pelos y señales, el origen de la esperada recompensa
social. Así, don Francisco Gonzálcz, en septiembre de 1851 13 , aclara que:
(...) debo manifestar á V. que la exposición á S. M. puede dirigirse por V.
y demás autoridades testigos oculares de aquellos servicios, y que á ella debe
acompañar un tanto de la condena y certificado de la conducta de cada uno de
los presos que han prestado los significados servicios, con expresión del tiempo
impuesto y del ya extinguido; cuya representación será apoyada por mí al
darle oportuna dirección.
La pertinencia de la sugerencia prontamente fue comprobada. Realizados
los trámites debidos, el escollo, que se había erigido en un primer momento
como insalvable, se retrajo a posiciones más propensas al acuerdo y la búsqueda
del fin perseguido. En fin, la Audiencia Territorial dictamina, en aras de
la redacción documentada de la petición fonnal de la gracia anhelada, que se
la surta de todo tipo de información de los presos, inclusive "los penados del
presidio de Santa Cruz de Tenerife que vinieron á esta Ciudad con motivo de
la citada epidemia"14. Merced a esta orden del ramo judicial, el poder local
tuvo necesidad de apremiar el reconocimiento antedicho con una glosa de la
acción llevada a cabo por los reos de su jurisdicción en los tiempos del cólera.
Precisamente, esta es la oportunidad de verter, y para el conocimiento histórico
aquilatar, la realidad de unos servicios calificados de heroicos:
(... ) Dichos servicios consistieron en llevar enfermos á los hospitales, abrir
zanjas para depositar en ellas los cadáveres, hacer enterramientos y conducir
12 Expcdiente cit.. oficio de la Sala de Gobierno de la Audiencia Territorial al Alcalde Corregidor dc
Las Palmas. del 27 de agosto de 1851.
13 Ihíd.. carta dcl Gobernador de la Provincia a la Alcaldía Corregimiento de Las Palmas. fechada. en
Santa Cruz de Tencrife. el día 30 dc septiembre dc 1851.
14 Ihíd.. oficio de la Sala de Gobicrno dc la Audiencia Territorial de Canarias al Alcalde Corregidor de
Las Palmas. del 7 de octubre dc 1851. firmado por Gabriel de Vclasco.
Buletín Mí/lares CarIo
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Jllan Francisco ¡Harlin del Caslillo Higiene, Ética v Civismo en el lralo de la epidemia: La pohlaciól1. ..
los mismos cadáveres y ejecutar... todo cuanto estaba... y se le ordenaba en tan
cristianas circunstancias. Su conducta, pues, observada á todos y cada uno de
los referidos individuos durante la expresada época fue la mejor. Iguales servicios
han prestado los penados del presidio de Sta. Cruz y su conducta ha
sido también la más satisfactoria15.
Aunque habremos de retomar a este importante oficio, para conocer el nombre
de los individuos a los que se presenta como principales actores de la gesta
humanitaria, por ahora lo que toca es saber interpretar el valor historiográfico de
los ténninos vertidos por el susodicho Alcalde Corregidor. Comenzábamos este
breve apartado con la inseguridad de hacer entendimiento de los notables servicios
prestados a la comunidad por parte de unos desheredados de la sociedad,
marginados del curso general de la historia. Empero, el dictum de la autoridad
local disuade de cualquier atisbo de proseguir en esa senda de incertidumbre. De
veras su concurso, a juicio de los testigos, fue insustituible. Por más que enfaticemos,
incluso demos gloria, a las labores de las hennanas de San Vicente de
Paúl en tan críticas situaciones16, no deberíamos postergar la introducción en la
historiografía tradicional de la voluntad de unos cuantos, que no por lo miserable
de su condición social o individual, y del interés de sus fines humanitarios,
merecen el apartamiento de la mirada de la historia.
En definitiva, en lo higiénico y en lo administrativo se vio la urgencia de
su compromiso. Las faenas de su competencia iban más allá del condicionamiento
del primigenio contrato social suscrito con la Alcaldía Corregimiento:
comprendían servicios que aliviaron tanto a la población en sí como al aparato
de la administración de la ciudad y de la isla al completo.
LA "FALTA DE UNOS BRAZOS": EL RECURSO A LOS FORZADOS
El interrogante abierto por la llamada a los presos y rematados en algún
momento ha de recibir cumplida respuesta por parte de la historiografía. Desde
el punto de vista civil, ha quedado -o eso esperamos- claramente expuesta
la necesidad de su recurso. No obstante, desde una perspectiva menos complaciente
con la evaluación de los compromisos sociales, cabe cuestionarse la
utilización de los forzados para desempeñar tareas que requerían de un fuerte
componente humanitario y solidario. En suma, se pregunta por la razón de la
adopción de una medida que se antoja al presente cuando menos curiosa, necesitada
de una reafirmación en su extensión cívica.
15 Ihid.. minuta de oficio del Alcalde Corregidor en contestación al anterior de la Audiencia Territorial.
dcl 11 de octubre de 1851.
16 Bosch Millares y Bosch Ilernándcz (1981), pág. 48.
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.Juan Francisco Marlin del Caslillo Higiene. ¡'Iica y Civismo en el lralo de la epidemia: La poh!ación. ..
En tal tesitura, la documentación de archivo parece venir en nuestra ayuda
de comprensión del criterio elegido en aquellas duras fechas de epidemia descontrolada.
De nuevo, la Alcaldía Corregimiento promete cercioramos sobre
el fundamento de la maniobra político-humanitaria. El 27 de diciembre de
1851, en los estertores del proceso administrativo abierto con ocasión de la
petición de gracia hacia los penados, la burocracia local precisó de alcanzar
una claridad expositiva cierta con la finalidad de despertar un sentido favorable
en las autoridades estatales que habrían de revisar el caso antes de su llegada
a la audiencia real. Este testimonio representa, a tales efectos, nodal por
reflejar el estado de ánimo generalizado sobre el actuar de los individuos, pero
también logra cubrir las posibles lagunas surgidas por la extraña recurrencia a
unas manos no cualificadas para el trabajo con los enfennos o los desasistidos
y la conducción de cadáveres por las calles.
Cualquiera que sea la duda alimentada por la situación, acerca de la opción
misma o sobre la pertinencia y labor de los ejecutores concretos, queda de
inmediato contestada por el próximo tenor textual:
(oo.) Para comprender la importancia de los servicios indicados basta considerar
lo terrible [y] angustioso de las circunstancias en la época en que se prestaron,
y contemplar cuales hubieran sido las consecuencias si hubieran faltado.
(oo.) Innumerables cadáveres se hallaban abandonados en las casas de esta
Ciudad y sus barrios por falta de brazos para trasladarlos a los cementerios y darles
sepultura, á pesar de haberse puesto en movimiento la fuerza annada para
conseguir dichos brazos; pues los vecinos que no se hallaban enfennos en cama,
se ocultaban para librarse de una ocupación tan repugnante. Imposible se haga
una situación más terrible y angustiosa pues si grandes eran los estragos del cólera,
los fundados temores de una peste por efecto de la hacinación de tantísimos
cadáveres insepultos, tenía consternados todos los ánimos. Pero se presentaron
los confinados y presos de esta cárcel pública, y todo varió de aspecto. Con la
mayor actividad y constancia trasladaban los cadáveres á los cementerios donde
se les daba sepultura y cuando, declinando la enfennedad, era más reducido el
número de víctimas, se ocupaban en amontonar tierra y apisonar bien los sitios
de las zanjas en que en un principio se habían hecho enterramientos con la precipitación
natural por la falta de brazos y según las circunstancias 17.
Este memorial, de minuciosa riqueza descriptiva, incluso proporciona
luces acerca de la extensión geográfica de las actividades de los penados:
"Los mismos servicios prestaron dichos confinados en otros pueblos de la
isla, pero casi exclusivamente por sí solos"IX. Estas localidades, en concreto,
fueron Guía, Arucas, Telde y Teror donde llevaron a cabo elogiosos trabajos
17 E\p. cil.. minuta de oficio de la Alcaldía Corregimiento de Las Palmas al Gobernador de la
Provincia. del 27 de diciembre de l X51.
1K ¡hiel.. cursivas nuestras.
Boletín Míllares Cario
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130
.Juan Francisco A4arlin del Caslillo Higiene, };'Iica y Civismo en el Iralo de la epidemia: La ¡Johlacián...
de auxilio en los ramos higiénico-sanitarios y en las obras públicas, dependientes,
en aquel entonces, de Fomento. Se conocía el pavoroso itinerario de
la epidemia en la comarca norte de Gran CanariaJ9 ; sin embargo, con lo detallado,
queda de manifiesto la impronta de las labores de los presidiarios en la
rápida recuperación de los estándares sociourbanos de convivencia social. De
otro lado, la reiterada y persistente ausencia de "brazos" para sobrellevar las
penosas conducciones de cadáveres a los camposantos es una de la razones,
entre otras, que están en lo más hondo de la explicación del recurso a los forzados
insulares.
EL CÓLERA Y LOS CONFINADOS
En la parte anterior de esta investigación, se asistió a un análisis histórico
de la razones que movieron al empleo de individuos manchados, por sus
conductas sociales inadecuadas, en las urgencias provocadas por la llegada
del cólera a la isla de Gran Canaria. En el que ahora se comienza, emprenderemos
un camino distinto, aunque complementario al ya practicado. Se ha
dado información, más o menos exhaustiva, en dependencia de las fuentes
documentales primarias y de sus contenidos, relativa a fenómenos tales como
motivaciones reales y profundas de la decisión de las autoridades, recogido
testimonios esclarecedores de la penuria higiénica y asistencial originada por
la cruel enfermedad y, asimismo, destacado el compromiso establecido entre
los pueblos insulares y la labor de unos cuantos penados, volcados en la realización
de sus tareas de enterramiento de los cadáveres yacientes en medio
de las calles de las localidades más pobladas. En este sentido, lo que se aproxima
es la confirmación de unas conductas individuales, el rasgo idcntificativa
de unas personas tanto en su aspecto cívico-moral como en el más amplio
de la intervención social. Definitivamente, será acometida la vertiente humana
del memorable episodio que se estudia.
LOS SERVICIOS PRESTADOS: LA ACTITUD CíV1CA
El sendero transitado en pos de la merecida recompensa social de los penados
estuvo, desde un principio, repleto de espinosos encuentros, cuando no
abruptas realidades. Recuérdese, al tanto, que eran personas de baja condición,
19 Véanse. al respecto. Díaz Hernándcz. Ramón F. (19n) "El Cólera Morbo y la mortalídad catastrólica
en Arucas entre 1R51 Y 1R64". Aguavro. 103. pp. 32-34: Diaz Ilernández. Ramón F. y Dominguez
Mujiea. Josefina (19R2) "Cólera Morbo. La mortalidad eatastróliea en la comarca norte de Gran Canaria.
entre los arios IR44 Y IR62". V Coloquio de Hisloria Canario-AlIlerimna (1981J. Las Palmas de Gran
Canaria. Cabildo Insular de Gran Canaria. t. !l. pp. 209-3RO.
131 Boletín Millares Cario
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Jllan Francisco Martin del Castillo Higiene, Ética y Civismo en el trato de la epidemia: La pohlaeiól7. ..
iletrados y sujetos al escarnio del común; tampoco ayudaba a su regeneración
en el medio colectivo el que hubieran cometido acciones contrarias a las leyes
y buenas costumbres, En su consecuencia, de haber conflictos en el seno
social, como pugnas de voluntades o crímenes de diverso tipo, la mirada del
ciudadano haría diana en ellos, como primera señal de sospecha, fuera o no
confirmada después. Los denodados esfuerzos de las autoridades, promotoras
de la iniciativa popular en reconocimiento de los épicos gestos de compromiso
humanitario, tropezaron con esta dificultad, que, en otra latitud, sirvió de
acicate para afinar en el pormenor de la descripción de los movimientos de
aquellos presidiarios.
En tal suerte, la prontitud en sofocar ojerizas o prejuicios fue vital en la
dirección plasmada. Además, el poder local reforzó sus argumentos cara a la
obtención de la ansiada gracia. Básicamente, se trata de amparar un juicio laudatorio,
en lo ético y en lo cívico, sobre el fondo de una conducta, discriminada
como selecta e "irreprensible". Álzase como clarividente de este discreto
obrar político la palabra del Alcalde Corregidor2o:
Por lo que hace á la conducta observada por los mismos confInados, ha
sido en general irreprensible por no haberse notado en ellos ni riñas ni robos,
ni embriaguez, ni ningún otro de Jos excesos que se advierten con frecuencia
en esta clase de desgraciados, ..
Pese al paternalismo, descaradamente apuntado, la autoridad no da un paso
atrás en la confirmación de una actitud cívica encomiosa, de difícil tacha por
el conjunto social. Esta nota será repetida, en ocasiones ulteriores, y cuando
haya de ser precisada, con el objetivo de apuntalar las alegaciones de mérito
en la petición de gracia en las rebajas de condena, prometidas por la Alcaldía
Corregimiento.
Otra manera de corroborar este civismo solidario, tanto en la óptica higienista
como administrativa, proviene de un particular recuento de la labor de los
penados. En 1852, a un año vista de los luctuosos hechos de la epidemia, permanece
aún la preocupación por los efectos a largo plazo de la infección.
Premeditadamente, se había dado cristiana sepultura a los fallecidos en tan trágicas
circunstancias; en algunas ocasiones, en sitios no adecuados para tal
menester, so pena de quedar expuestos a los rigores de la putrefacción o la
extensión incontrolada del mal pestilente por el entorno inmediato a los cadáveres.
Duras medidas que, sin embargo, se avenían con las razones médicas e
higiénicas más básicas y elementales. Pero, con el paso del tiempo, ese hueco
moral, derivado de la caótica política de enterramientos, pretendió ser llenado
con la exhumación de los restos de los difuntos con la finalidad de revestir a
20 Exp. eit.. minuta de oficio del Alcalde Corregidor de Las Palmas al Gobemador de la Provincia. de
fecha 27 de diciembre de 1S51.
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132
Jllan Francisco Marlin del Casli//o Higicnc, t'lica V Civismo cn c/ Iralo dc /a cpidcmia: La poh!ación...
la nueva ceremonia funeraria de los pertinentes símbolos de las prácticas religiosas
de la tradición, amén de gozar del recuerdo de los deudos, hechos,
ambos, imposibles de llevar a ténnino en las fechas críticas del contagio masivo.
En esta novedosa y peligrosa situación, en cambio, también se hizo sentir
la racionalidad y pertinencia de los métodos ejecutivos verificados por los presidiarios.
Una curiosa e incipiente muestra del discurso encomiástico acerca de
su actitud colectiva e higiénicamente gobernada.
El ramo de Sanidad del Subgobierno del Distrito Administrativo de GranCanaria,
en el ringorrango dc la institución pública, comprendió la negativa
suerte que correría la población isleña si prosperaban las iniciativas particularcs
para determinar los levantamientos de cadáveres. En suma, dirigió
resueltamente oficio a la Alcaldía Constitucional en el intento de poner coto
a semejantes yerros, desprovistos del suficiente orden sanitario. La lectura de
la comunicación permite entender, desde la distancia histórica, cuán relevante
fue el proceder de los penados y, por supuesto, la significación sociomédica
de la ejecución de la política de inhumaciones sobrevenidas. En origen, la
advertencia oficial emanaba de la Subdelegación de Medicina y Cirugía, lo
que no empece para hacer comprensión del crucial empeño higiénico que se
deseaba implantar:
Teniendo fundados motivos para temer que, en distintos pueblos de esta
isla en que se padeció el año pasado el cólera morbo asiático, puedan removerse
los sepulcros que encierran cadáveres de aquella epidemia antes del
tiempo en que debe efectuarse tal operación, sin perjuicio de la salud pública,
he creído de mi deber llamar la atención de V. S. sobre este importante asunto,
con el objeto de que V. S., si lo considera oportuno, se sirva prevenir á los
Alcaldes, que por ningún pretexto ni motivo permitan que los expresados
sepulcros se remuevan antes de transcurridos cinco años completos, y que en
aquellos pueblos en que á causa del gran número de muertos se hacinaron los
cadáveres en zanjas más o menos profundas, se prohíba absolutamente la
remoción del terreno, sin previa autorización de V. S., previniendo al mismo
tiempo á los Alcaldes, para mayor seguridad, que las expresadas zanjas se
señalen escrupulosamente, y se rodeen de un muro que impida el acceso á
ellas21 .
La información recabada redunda, en último extremo, en la conseguida
higienización de los cadáveres habidos por el fatal contagio. Este éxito de la
prevención médica y la responsabilidad social debe buena parte de su consecución
al compromiso de un puñado de hombres, aquel que hemos señalado
con la denominación solidaria de presidiarios al servicio del bien común. La
21 AlIPLP, AVllnlamicnlo, Serie: Corrección Pública, legajo l. expediente 30. Oficio del Subgobierno
del Distrito Administrativo de Gran-Canaria al Alcalde de Las Palmas. comunicando orden recibida de la
Subdelegación de Mcdicina. Firma Rafael Muro, con fecha del 2 de septiembre de 1852.
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Juan Francisco Martín del Castillo Higiene. ¡'.)ica y Civismo en el trato de la epidemia: La pohlaciál1. ..
provisionalidad, radicalmente forzada, de los enterramientos de su autoría
resulta, con el nuevo dictamen de la autoridad médica insular, positivamente
sancionada. Es más, se procura que lo antaño improvisado, al albur de las circunstancias,
quede definido incluso legalmente, al amparo de la tutela preventiva,
y en detrimento de la "ignorancia"22 de los particulares, que, asistidos de
natural sensibilidad y buenas intenciones, fomentasen, muy al contrario, la
disipación del estándar higiénico alcanzado.
LAS PERSONAS Y EL EJEMPLO ÉTICO
La ejemplaridad cívica, mostrada por los confinados, si bien tardará en recibir
la recompensa a que se había hecho acreedora, ello no entraña preterición de
la nómina de los individuos. En la maraña histórica, a veces, caen en olvido las
realizaciones de la voluntad individual, por mucho que deséese lo contrario. En
este particular episodio, el elemento añadido de conformar convictos o presidiarios
en ciemes el grupúsculo de agentes humanitarios no ayudaba precisamente
al recuerdo de su compromiso personal en las crueldades de la enfermedad epidémica.
Inclusive, hubo disputa, en 1852, acerca de la dilatada estancia de los
penados en las calles de los pueblos isleños y, de manera señalada, en la capital
grancanaria, originada en una creciente oleada de pequeños crímenes urbanos.
Las sospechas recayeron en la cadena de presos, desvaneciéndose al instante
cualquier asomo de buenos sentimientos hacia aquéllos, y en no poca cantidad
de gente. Sin embargo, y dejando este oscuro asunto para más tarde, se impone
la relación nominal de los protagonistas de la breve página de la historia insular
ribeteada de ascendientes éticos y procuras higiénicas y asistenciales.
Debido a la insistente demanda informativa de las autoridades gubemativas,
a fin de obtener un razonado alegato en pro de las medidas de gracia, se
posee en la actualidad de un exhaustivo expediente de cada uno de los individuos,
así como de la conducta colectiva. Detalles referentes a las sentencias
dictadas en su contra, las penas a cumplir, la procedencia geográfica y la
vecindad son habituales entre los papeles de la documentación, pero, y obviedad
es consignarlo, el más sobresaliente es el nombre del preso o rematado.
Echando mano de un oficio ya citad0 23, haremos recuento de todos ellos:
Los presos de esta Cárcel que han prestado servicios durante la epidemia
del cólera morbo son Manuel Matías, Juan Gómez Miral1es, Juan González,
José Sardina, Isidro Sáez, Matías Melián, Pedro Florido Rodríguez, Nolasco (o
22 lhíd.
23 AHPLP. Avuntamiento. Serie: Calamidades. legajo l. expediente 19. Oticio de contestación del
Alcalde Corregidor de Las Palmas a la Sala de Gobierno de la Audiencia Territorial de Canarias. del 11 de
octubre de 1R51.
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Jllun FrollcisclI ¡lv!urlin del Caslillll Higiene. ¡é;ticu .1' Civismll en ellrotll de la epidemiu: Lu !,lIhlac¡'jn...
José Rafael NavalTo), José Antonio Robaina, Domingo Mayor, Agustín
Curbelo, Domingo Torres, Francisco GuelTa, Francisco Monzón, Juan Afonso,
Francisco Santa Ana y Domingo Batista: de éstos, los siete primeros se hallaban
rematados en aquella telTible época y los demás con causa pendiente,
Y, por supuesto, los desembarcados de Santa Cruz de Tenerife, de conducta
de similar probidad:
José Rabanet, cabo primero, Francisco Gabriel, cabo segundo, Antonio
Mendoza, Andrés Santos, Anselmo Ferrer, José... [ilegible], Félix Cabrera,
Joaquin Santa Catalina, ... [ilegible] BalTio, Julián Díaz, Eduardo Díaz, Tomas
Perella, José Sánchez, Eduardo Márquez, Eugenio Ayala, Remigio Sosa,
Salvador Asensio y José Llorca24.
Una noticia sobremanera importante es el cotejo de los delitos probados y
las penas impuestas. Algo nos dice que el cuerpo de presidiarios con ocupaciones
humanitarias fue, en cierta forma, elegido entre la población reclusa,
porque, ni los crímenes ni las condenas de aquéllos, son exagerados, como
cabría espcrar en los penados por la comisión de actos contra la vida, o teñidos
de sangrienta apariencia. En el común, los hurtos o pequeñas distracciones
de lo ajeno menudean entre los convictos, cuando no la condición, en aquel
tiempo de naturaleza delictiva, de vago y sin empleo definido. Esto bien se
compadece con la idea de que estos individuos, por lo demás desheredados de
la sociedad, habían hecho del infortunio y la atropellada suerte la medida de
sus vidas, al margen de una peculiar usanza que se mostraba respetuosa con
ciertos valores primarios de la convivencia.
No aparece, por ningún lado, dato quc confinne esta presunción, pero evidente
se hace cuando comprobamos que la identidad moral de los individuos hubiera sido
muy distante de la demostrada durante el azote del cólera, si su carácter, conducta y
hábitos hubieran estado gobernados por una jerarquía alternante a la razonada. En
suma, somos de la opinión de que presos y rematados fueron objeto de la elección
de sus responsables, tras haber ofertado el precitado compromiso gubernativo con el
grueso de ellos. Esta oportunidad, al menos para los descritos, supuso un paso adelante
en su recuperación social a los ojos de las instancias que, por desempei'ío o ejecución,
tenían competencias sobre los infortunados.
Aparte de la desinformación, quizás la imprudencia, o por qué no la ignorancia
del peligro, el conjunto de los penados nominados realizó actividades
que, desde una óptica u otra, son dignas de la encomiástica pública. Su concurso,
necesario a todas luces, y la naturaleza de las ocupaciones higiénicas
ejecutadas, movilizan al reconocimiento social en un sentido unánime. Desde
la simple fumigación de las casas, o el barrido de las calles adyacentes, hasta
'-1 Ihid.
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Juan Francisco Martin del Castillo Higiene. Ética y Civismo en el trato de la epidemia: La población. ..
el enterramiento de los fallecidos en trágicas circunstancias, todo resulta impagable
en tiempos de epidemia declarada, donde las voluntades flaquean y las
manos escasean para los más elementales servicios. Además, ello fue realizado
por buena parte de las localidades insulares, especialmente la comarca norte
y la capital, sin olvidar el alejado pago de Marzagán y la villa de Telde, donde
no dudaron en ejercer sus loables labores.
Singular ejemplo ético, pues, a expensas de una merecida medida de gracia.
El interesado compromiso del inicio de las actividades no puede, en absoluto,
oscurecer la importante funcionalidad higienista y asistencia!.
La recompensa y la discordia
En tal relato, hubo serios problemas que ensombrecieron el camino hacia
el ansiado premio. La condición criminal de los penados, así como las sospechas
que levantaban a su alrededor, hicieron difícil la transición del procedimiento
por los vericuetos de la administración burocrática. En principal
contratiempo, sin embargo, lo supuso la denuncia vecinal, amparada y representada
por el Promotor Fiscal, don Mariano Márquez y Bustamante, sobre
la conducta y, al parecer, hechos comprobados a los presidiarios en relación
con la comisión de hurtos y pequeños robos a la ciudadanía, ocasionando el
natural escándalo entre los residentes. De todo ello, por supuesto, quedó
informada la Alcaldía Corregimiento:
El Promotor Fiscal ha llegado á comprehender que los presidiarios que
vinieron á esta Ciudad en el tiempo del cólera, no sólo no se hallan bajo la
competente vigilancia, sino que por el contrario andan vagando con la mayor
libertad hasta deshoras de la noche por las calles de esta Población. Dando
esto á los repetidos robos que se han verificado en estos últimos meses y las
tentativas de otros, sin haberse podido descubrir los delincuentes, a pesar de
las exquisitas diligencias que para ello se han practicado, ha producido cierta
alarma en los vecinos; los cuales suponen con bastante fundamento que los
referidos presidiarios son los autores de tales desmanes y excesos.
Corroborando lo expuesto con las indagaciones que se han hecho por este
ministerio y con los informes que he creído oportuno tomar particularmente
no puedo prescindir de ponerlo en conocimiento del Juzgado, á fin de que se
sirva adoptar las medidas... para calmar esa alarma y sobresalto en que está el
vecindario y para que no se vean tan escandalosamente menospreciadas las
leyes y los Rs. Decretos relativos al régimen de los presidios y vigilancia con
que deben conservarse los penados25 .
25 AHPLP, Ayuntamiento, Serie: Corrección Pública, legajo 1, expediente 30. Copia del escrito del
Promotor Fiscal, enviada por el Juzgado de l." Instancia de Las Palmas a la Alcaldía Corregimiento de la
misma, fechada el 15 de diciembre de 1851.
Boletín Míllares Carla
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136
.fuan Francisco Martin del Castillo Higiene, Ética y Civismo en el trato de la epidemia: La población. ..
La seriedad del ambiente descrito por la oficina fiscal no hace sino agravarse
según avanza el informe, hasta culminar en criminosas observaciones
sobre el deterioro de las responsabilidades directas en la tutela de los penados
o rematados. Aun se llega a insinuar, con notable ironía, un desdén en el ejercicio
de las facultades previstas por el ordenamiento jurídico al respecto, lo
que, de modo natural, tropieza con el encendido encomio de las actividades
realizadas por los reos. Así las cosas, habrían de disiparse con prontitud las
dudas o, de lo contrario, la imagen que se proyectaría no iba a ser otra que la
de un enorme engaño a la capital grancanaria, en el que las autoridades, y preferentemente
la Alcaldía, actuarían como inadvertidos cómplices. En las palabras
del Promotor Fiscal: "los trabajos públicos en que se les emplea [a los
presidiarios], más bien se habrán de considerar como un entretenimiento que
como una verdadera pena"26. Esta situación fue un duro revés para la encomiástica
aventura emprendida por la autoridad presidial, viéndose en la
urgente necesidad de contestar los incipientes informes o pronunciamientos,
tanto de los medios judiciales como de la propia vecindad. Lo peor, desde
luego, es que la humanitaria labor, que había dignificado en algo la infame
condición de los presos, quedaba diluida, casi olvidada, con la nueva revelación.
Amén de esto, el Juez, don Jacinto Bravo de Laguna, a la sazón transcriptor
de la denuncia representada por la fiscalía, exhorta a que se conozcan
y expliquen "los motivos porque se encuentran los presidiarios en el estado
en que se observa, sufriendo esta Población las consecuencias"27.
En definitiva, cuanto más entendimiento se tenía de la cuestión, más lejos
parecía estar la consecución de la anhelada gracia. No obstante, la celeridad
del Alcalde Corregidor, en desvirtuar la común semblanza de sospecha y desafecto
por el orden, en tan delicados momentos, produjo un efecto de inmediata
repercusión social, o así se creyó en la época. Consérvase el borrador o
minuta que dirigió al Juzgado de La Instancia, detallando los extremos que se
le habían solicitado encarecidamente. La pulcritud del tono informativo es la
promesa de someterse al escrutinio del poder judicial, inhibiéndose de ulteriores
valoraciones acerca de los sucesos relatados por el Promotor Fiscal. En este
sentido, la Alcaldía Corregimiento se exonera a sí misma de cualesquiera responsabilidades
que no sean la organización del servicio y la elección de las
personas adecuadas para desempeñarlo. Todo lo más, comprende la excitación
del vecindario pero compendia sus funciones en la siguiente relación:
Los presidiarios que vinieron á esta Ciudad en tiempo del cólera para auxiliar
los trabajos que ofrecía aquella calamidad, y que en la actualidad están
asignados á las obras públicas, todos los días concurren de sol á sol á otros
21> Ibid.
27/bid.
137 Boletín Millares Cario
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Jllan Francisco Mar/in dcl Cas/i!!o Higil'nl', l/ica.l' Civislllo I'n d /ra/o dI' la I'pidl'lI1ia: La poh!aciún...
trabajos custodiados por los cabos encargados de la cuadrilla, y por la noche
quedan acuartelados en el local destinado al efecto, encerrados bajo llave, en
poder de don Luis Antúnez, comisionado para ello, que igualmente lo está
para vigilar su conducta2R .
Acto seguido, tal vez aguijoneado por un inevitable sentimiento de culpa,
explica el porqué no pudo valerse de una "fortaleza o local que se aproximase
á los que se construyen con dicho objeto"29, refiriendo la imposibilidad legal
y gubernativa de hacer compartir misma dependencia a la tropa y a los penados,
como tampoco fuera pennitido en los castillos o en la propia cárcel, habida
cuenta que no existía "localidad" para tales menesteres. El resultado de la
carlanca de carencias es el ya pormenorizado; sin embargo, en vista de la alarma
suscitada entre los residentes, ultima un cambio con la esperanza de acallar
las voces del vecindario:
(oo.) y desde esta noche lo harán en Santo Domingo, que ha quedado desocupado
en la parte necesaria por haber sido trasladados al Hospicio los
pobres que allí se hallaban albergados30.
Las posteriores alusiones a los hechos, prevenidas por el texto del ministerio
fiscal, y a los infonnes de los comisionados son harto contradictorias e
invalidantes del criterio seguido por la Alcaldía Corregimiento. Por un lado,
los delegados manifiestan que no consideran que los "penados sean los verdaderos
autores de los robos que se denuncian"31, mas, por el otro, la repetida
autoridad confiesa que "nada más ha podido hacerse para la seguridad y vigilancia
de dichos penados"32. Aparte del natural deseo de autoexcluirse del
capítulo de responsabilidades, ello adquiere grados de grotesca apariencia, por
cuanto la pregunta histórica deviene por sí misma: ¿cómo el proponente de la
gracia ante Su Majestad, que debe reunir y asegurar todo documento que ese
fin persiga, desconoce el estado real de los individuos a que aquella medida
pretende recompensar? Los comisionados Gregario Gutiérrez, Luis Antúnez y
Simón Doreste certifican el buen comportamiento de los presos y rematados,
pero la incertidumbre se cierne sobre el dictamen al completo, Tampoco, por
desgracia, auxilia a salir del embarazoso asunto el que se atribuya la comisión
de los robos a "personas destituidas del socorro para su subsistencia"33, sin
otro particular que aclare la dirección de las pesquisas.
2X Ihiel.. minuta de oficio de la Alcaldía Corregimiento al Juzgado de 1". Instancia de este Partido. del
16 de díciembre de IX51.
29 Ihil!.
111 Ihil!. Ref,éresc a la pernoetación de los presos.
31//Jíel.
32 l/Jíel.
13 Ihid.
Bo{('{ín Mi1Iares Cario
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138
Juan Fmncisco Morliu del Casli!!o Higieue, t'lico r Civismo eu e!lmlo de !o epidemia: Lo poh!ocilÍn.. ,
El prurito de los medios judiciales, en rigor de las declaraciones de la
autoridad presidial, no cejó un ápice, puesto que, en enero de 1852, lanzadas
ya las acciones en solicitud de la gracia real, retoma la cuestión en un abierto
afán de garantizar las básicas seguridades en torno a los presidiarios de
vuelta del Correccional de Santa Cruz de Tenerife34. Por supuesto, no se trata
de los penados envueltos en las circunstancias del cólera, pero el ambiente de
alarma social y el consiguiente escándalo, a raíz de las anteriores denuncias,
habían deteriorado la mutua confianza entre las instituciones públicas. Por lo
demás, la pronta garantía del orden en las calles y el impedimento de robos y
fugas de los presos regresados redoblarían el sentimiento de gratitud hacia
aquellos otros individuos, inesperadamente soliviantado por la queja vecinal
ante la fiscalía.
Finalmente, la discordia cesó y se impuso la cordura en la valoración de
los hechos humanitarios y asistenciales. Imperó el civismo y la solidaridad en
los terrenos en que antes se debatía la duda y la sospecha. El 2 l de diciembre
de 1851 un Real Decreto recogía el indulto para aquellos que, con distinción y
scfí.alamiento, habían actuado en los tiempos del cólera morbo. Con posterioridad
a tan esperada noticia, se inició el proceso de licencias a los beneficiados
por la gracia regia.
CONCLUSIÓN
Se dice que las voluntades se hombrean en el crisol de las acciones y que
no hay mejor tribunal que el dispuesto por el propio devenir de los tiempos.
Determinadas circunstancias del pasado, al presente olvidadas o ignoradas,
suponen la certeza de que ambos asertos son válidos en su integridad. Únicamente
falta a este veredicto el cotejo de la historiografía. Eso es lo que ha
vcnido succdiendo con la particular gesta protagonizada por un selecto grupo
de presidiarios, que, en un principio, obedecían a un interesado fin; pero
luego, su obrar y determinación confieren un afí.adido valor a las conductas
desarrolladas en una época en que el cólera asiático infectó la isla de Gran
Canaria.
Durantc el verano de 1851, la epidemia diezmó literalmente la población,
viéndose imágenes de intenso dolor, que hacían flaquear el ánimo de los más
fuertes. Se necesitaban manos para las tareas de enterramiento y auxilio a los
desfallecidos de las calles: muy pronto se comprendió que la naturaleza humana,
en tales vicisitudes, responde de manera desigual, no siempre como sería
de esperar. El trabajo de los penados ultimó y fortaleció la presencia de la debi-
11 !hiel. Oficio ,lcl Juzgado de 1," Instancia de Las Palmas al Alcalde Corregidor. linnado por don
Jacinto Bravo de Laguna. el 31 de enero de 11'52,
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Jllan Francisco Marlin del Caslillo Higiene, ¡'Iica y Civismo en ellralo de la epidemia: La pohlacióll. ..
da higiene en el medio urbano, y supuso el contrapunto a la profilaxis médica,
especialmente cuando se requería de la fumigación o desinfección de las
viviendas de los particulares. La urgencia de su compromiso solamente es
equiparable al cómputo de sus servicios. Bien se ganaron la rebaja de sus condenas
o la revisión de las causas pendientes. A principios de 1852, se supo de
la gracia concedida, y parece que el asunto volvió a hundirse en las negruras
del olvido. La historia oficial, tanto de la medicina como la insular o local,
copiaron el renglón de la deuda contraída con las personalidades médicas y
gubernativas, de la que no se duda en absoluto, haciendo un absurdo vacío
sobre la meritoria realización de los penados y rematados.
En el presente, se ha aproximado un mayor conocimiento sobre los hechos
y las personas. Además, la perspectiva ética y cívica se corrobora con los informes
de las actuaciones higiénicas y socioasistenciales. Es menester de la historia
propiciar el entendimiento de las acciones, colectivas o individuales, que
han contribuido a la minoración de la enfennedad epidémica, de una parte, y
al engrandecimiento del balance moral de una comunidad al completo, aunque,
como en este caso, los protagonistas eventuales son miembros de la miseria
de la sociedad, a la que, por otra parte, han sabido servir, incluso cuando
ella no lo espcraba, pcro sí lo demandaba.
Boletín Millares CarIo
2005-2006, 24-25: 121-140
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