So/crin Mi//ares Car/o
2005-2006,24-25: X7-119
ISSN: 0211-2140
Origen y evolución del cementerio municipal
de La Matanza de Acentejo (Tenerife)
Francisco Javier LEÓN ÁLVAREZ
Bibliotcca Municipal dc La Orotava (Tenerife)
RESLJME~
La construcción dcl cementcrio municipal dc La Matanza dc Acentcjo sc produjo como consccucncia
dc una epidcmia dc virucla que afcctó a Tencrifc a finalcs dc l X27 y cstuvo ubicado
junto a la iglesia parroquial dc El Salvador. A comienzos del siglo XX se construyó uno nuevo
en la zona alta dcl municipio, bcndecido por el párroco Domingo Pércz Cácercs, derribándose
cl anterior para la ampliación dc la plaza de dicha iglcsia.
Palabras clave: Rcales Órdencs, ccmentcrio, eadávcr, viruela.
ABSTRACT
Building thc local public ccmcntery of La Matanza dc Accntejo was thc conscquencc 01' a samllpox
cpidcmic that atrectcd TencritC at thc cnd of l X27 and was locatcd next to the El Salvador
Parish Church. In the 1920s a ncw onc was built at thc top arca 01' the villagc and was blesscd
by thc priest Domingo Pérez Cácercs, The old onc was knocked down to cnlarge the square of
that church.
ENTRE LA IGLESIA Y EL CEMENTERIO: EL MARCO LEGAL DE
LOS ENTERRAMIENTOS
Los cristianos primitivos utilizaron inicialmcnte las catacumbas como
lugares de cnterramiento, calificadas como la primera iglcsia y el primer
ccmenterio de los cristianos, puesto que allí habían sido conducidos los restos
de los mártircs y se rcunían para orar sobre las santas reliquias. Esta costumbrc
se perpctuó y de las catacumbas se pasó a los verdaderos cemcnterios,
tanto que Valeriano los confiscó, incluyéndolos entre los lugares destinados al
culto, y Galicno, su succsor, se los devolvió, Aunque en su origen todas las
inhumaciones debían practicarse en los cementerios, se atribuye el uso de
hacerlo dentro de las iglesias a la Novela 53, de 820, del Emperador de
Orientc, León V el Armenio; pero lo que debió haccr éstc fuc sancionar lo establecido
por el deseo de los ficles dc descansar lo más cerca posible dc los már-
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Francisco 1. León /Íll'are:: Origen y el'olución del cementerio municipal de La Matanza de Acentejo
tires, porque los primeros cánones limitaban ese privilegio a personas de
extraordinaria santidad, extendiéndose luego a emperadores, obispos, eclesiásticos
y a toda clase de personas, al extremo que el Papa Urbano VI prohibió
esos enterramientos en San Pedro de Roma para que no se confundiesen
los impíos con las personas piadosas, los criminales con los santos l. Esta
"extensión" a todos los fieles se hizo en virtud de dogma por el que se conceptuaba
a la Iglesia como comunidad de vivos y muertos integrados en un
cuerpo místico, lo que dio origen a la inhumación de los fieles en el sagrado
recinto del templo. Así, presente en el sacrificio de la misa, recibían, junto con
las correspondientes gracias, la oraciones de sus deudos y de su comunidad2 .
En la segunda mitad del siglo XVl1I se inicia en la España de los Barbones
una acción administrativa encaminada a velar por la salud pública, con una política
sanitaria que tiene como fin la lucha contra la enfennedad. Surge un reformismo
urbano que conlleva la creación en la Corte de una red de alcantarillado
y empedrado, iluminación de las calles, reordenación de los accesos a la ciudad,
construcción de nuevos paseos y monumentos, y se impone por primera vez con
efectos positivos una nonnativa sobre higiene humana, destacando la obligación
por una disposición de 1781 al riego de calles y plazas para evitar epidemias y
que se acumulasen inmundicias en los "lugares comunes", prohibiéndose la costumbre
de arrojarlas a la calle; y las Ordenanzas de 1796, reguladoras de la actividad
del Real Colegio de Medicina de Madrid, declaraban como competencia
de éste su intervención en asuntos sanitarios, tales como controlar los alimentos
y bebidas y dictaminar los proyectos arquitectónicos de edificios públicos como
hospitales, cárceles o teatros. En este marco se prohibió igualmente la tradición
de enterrar a los muertos dentro de las iglesias y se obligaba, por Real Orden de
3 de abril de 1787, reiterándose en las Reales Ordenanzas sobre la Policía dc
Salud Pública de 1796, a establecer los cementerios alejados de los núcleos urbanos3.
El Consejo de Castilla diseñó un modelo mixto de cementerio con jurisdicción
compartida entre los ayuntamientos y los párrocos, si bien esto suponía
un choque de intereses pues las cargas de construcción recaían fundamentalmente
sobre los últimos. La Real Orden de 3 de abril dc 1787 establecía que sc
I Enciclopedia Jurídica Elpaijola. Tomos cuarto y quinto rcfundidos. Francisco Scix. Barcelona.
[19~-], p. 1000. .
2 Béthencourt Massieu. Antonio de: '"Secularización y mcntalidades: el cemcnterio de San Cristóbal de
La Laguna (1807-1816)". en Anuario de Estudios Atlánticos, n." 4 l. Casa de Colón. Madrid, 1995. p. 462.
3Historia de Espaiia Menendez Pidal. TrJlno XXXI: La epoca de la !/ustración. Volumen 1: El Estado
y la cultura (/759-1808). Espasa Calpe. Madrid, 1996. pp. 288-291.
Entre las razones que justificaban la Real Orden de 1787 estaban las mejoras higiénicas. ya que la salud
pública de los ciudadanos estaba comprometida por los hedores procedentes de las fosas de los alrededores
de las iglesias, asi como el pudor social, puesto que en los últimos siglos, en espccial durante la
Contrarreforma, la Iglesia habia estimulado el dcsprecio y abandono de los restos del difunto. (Galante
Gómez, Francisco José: '"Los cemcnterios: otra lectura de la ciudad burguesa", en VII Coloquio de Historia
Canario-Americana (/986). Tomo 11. Cabildo Insular de Gran Canaria. Las Palmas de Gran Canaria. 1990.
p.603).
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Francisco.J. Lcón Alvorcz Origcnl' cvoloción dcl ccmenü".io municipol de Lo Molonzo de Accnlejo
exceptuaba de sepultarse fuera de las nuevas instituciones aquellos que hubieran
llevado una reconocida vida virtuosa, además de marcar la urgencia para comenzar
a levantarlos en aquellas localidades más susceptibles de sufrir epidemias, así
como las ciudades y villas más populosas, además de no fijarse precepto arquitectónico
alguno, y que en su administración y funcionamiento participarían los
municipios junto con el clero parroquia14.
4 Béthcncourt Massieu. Antonio de: op. cit., pp. 464, 469.
Las Leyes de la Novisima Recopilación, en su Libro primero, Titulo 1111, Ley primera, reeogia la Real
Orden de 3 de abril de I ]x7, en la que se restablecia la doctrina de la Iglesia en el uso y construcción de
cementerios, estableciendo, entrc otras cosas, lo siguicnte:
[... ] con lo prevención de que los personos de virlud o sanlidod, CUI'OS cadál'eres podrán enlerrarse en
las ¡g/e"'iias segIÍn la misma ley, hayan de ser aquel/as por cuya muerte dehan 10,'- ordinario.'·; eclesiásticos
./imnor pl"Ocesos de virludes l' milogros o depositar sus cadáveres confó,.,ne o los decisiones eclesiósticas;
,\' los !.fue podrón sepultorse por hober escogido sepulturas, hoyan de ser únicomente los que ,\'0 los lengon
pl"Opias olliempo de expedirse esla cédula.
Pora 'lile lodo se ejecute con lo prudeneia y buen orden que deseo en beneficio de la solud público dc
mis súhdilos, decol"O de los lemplos l' consuelo de lasfámilias CUl'OS individuos se hOl'on de enlerrar en los
cementerios, Se pondrón de acuerdo con los prelados eclesiáslicos los corregidores, como dclegados míos
l' del Consejo en lodo el distrilo de sus partidos, pl"Ocurando llevar por parles esto importonte materia,
C01J1elCOI1C!o por lo,)' IlIgare,,,' en que h{~·va () huhiere hahido epidemias () estllvic,\'cn mós expuestos a ellas,
siguiendo por los mós populosos y por los porroquios de ma}'ores./cligresíos en que sean mósji'ecuentes los
enlie'TO:"; y continuando de.\pu(;,,' por los demás.
Se horón los cemenlerios ./úera de los pob/ociones, siempre que no Il/Ibiere dificullod invencihle o
grandes OJ1chIl!'u..... denlro de ella....', el1 si/io,\' ven filados e inmediato.\' a las parrO(fllias y distante,l; de la....' ca.\'(1s
de lo,,,,' vecinos; y se aprovecharán para capillas de los mismos cemcnterios las ermitas que existan/llera dc
los puehlos, como se ha empezado a practicar en algunos con buen suceso.
La consll'llccián de los cementerios se ejecutará a la menor cosla posib/e, hojo el plan o dise¡Jo que
haránjiJl'll1arlos curas de acuerdo con el corregidor del portido, que cuidará de estimularlos, F expondrá al
prl!lado Sll dictamen e17 los casos en que hqva variedad o contradiccián para que rl!suelv(1 lo conveniente.
Con lo que resolt'iese o resu!la,\'e se procederá a las ohms necesarios, costeándose de los coudales de
fúhrica de los iglesios .vi lo hubiere; y lo (fllc.fáltarc se prorrutcaró entre los participantes en die=l1]os, inclusas
mis reales tercias, excusado yfimdo pío de pohres, ayudando lamhién los caudales !Jlihlicos con mitad
o tercero lwr!e del gOS!O, según su estado, .v con los terrenos en que se haya de cOl1s!ruir el cerne17terio, si
fúesen concejiles o de propios [... ]. (Leyes de la Novisima Recopilación. Libro primcro, Titulo 111, Ley primera:
Restablece la doctrina de la Iglesia en el uso y constlUcción de cementerios. Citado en: Enciclopedia
Jurídica Espa¡Jola. Op. cit., p. 1(08).
Posteriormentc, las circulares del Conscjo de Castilla de 26 de abril y 28 de junio de 1804, conocidas
por la Real Orden dc 1804, fijaba, entre otras cosas, los criterios sobre localización, diseño, tramitación de
expedientes, acotaciones por tumbas sacerdotales o privadas, etc. Tratando dc economizar sc busca aprovechar
las ermitas, pcro recomienda con un cspeeial cuidado sobre la calidad del suelo para evitar filtraciones
contaminantes de aguas potables. Elcgido el lugar, encargarian planos y prcsupuesto al más caractcrizado
arquitecto, aparejador, macstro de obras o ineluso alarife de la localidad. Los muros serían dc altura proporcionada
en evitación de posibles profanaciones, Ion opuesto al honor con !.fue dehen ser tratados los
cadáveres. Se calculará la capacidad en función de la mcdida de óbitos del último quinquenio, teniendo en
cuenta la cahida de dos por sepultura y que a los tres aiios los restos, las mondas, scrían exhumadas para
verterlas en el osario. Deberian contar con capilla, osario y habitaciones para el capellán y sepulturcro, si
bien reconociendo la abundancia de lugares carentes de recursos económicos, se podian obviar las tres
obras, reducicndo el camposanto a un ccrcado murado con una cruz en el centro. El proyecto y el presupuesto
serían elevados para su aprobación al delegado territorial, quc podria scñalar modificaciones. Este
delgado con el obispo planificaría el númcro y localización de cementcrios para el tcrritorio designado.
(Leyes de la Novisima Recopilación. Ley Primera, Titulo 111, Libro Primcro: Rcglas para la construcción dc
cemcnterios. Citado en: Ibidem, p. 1009; Bethencourt Massicu, Antonio de: op. cit., p. 472).
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Francisco.J. León iÍlvorez Origen.'- evolución del cememerio municipol de La Matanza de Acentejo
La Real Orden de 24 de septiembre de 1813, refrendada por otra de las
Cortes de I de noviembre de ese mismo año, establecía la prohibición de efectuar
los enterramientos en las poblaciones5. Los conflictos de jurisdicción
entre párrocos y ayuntamientos por el cementerio acabaron en 1833 cuando
Fernando VII, por Reglamento de 8 de abril, determinó que los cementerios
fuesen construidos con fondos municipales, aunque la custodia seguiría
correspondiendo a las autoridades eclesiásticas6.
Como en el resto de lugares Tenerife, antes de la creación del cementerio
municipal de La Matanza en 1828, los vecinos eran enterrados en la iglesia
parroquial de El Salvador, caso por ejemplo de Juan Yanes Abad, que mandaba
fundar en 1645 una capellanía que tenía su asiento en la misma, donde estaban
enterrados sus padres, estableciendo que las misas con que estaba pensionada
la fundación de la misma deberían decirse cada una con responso sobre
dicha sepultura de sus padres y que se dijesen por pitansería [sic.] o por el
capellán que las quisiese decir; y entre ellas, desde su fallecimiento, una cantada
anualmente en el día de finado o su octava, y porque todas las veces que
se diga la misa cantada de todos los santos ponga sohre la sepultura de mis
padre dos cirios7. Igualmente dejaba impuesto que todos los domingos de fiesta
de cada año se le dijese una misa rezada por su ánima y se pusiese un hechero
o el que allí tengo en la dicha sepultura. con dos cirios o hachas que ardan
cuando se dijeran las misas de todo elañoR•
Del mismo modo, en un espacio santo tan acotado no podía faltar lo que
se ha denominado como "avaricia de salvación", por la cual las personas más
pudientes del lugar, queriendo convertir en perenne su linaje y el del abolengo
de su apellido manifestado en sus capillas, dando lustre a su memoria, para
dar sufragios perpetuos a su alma, contribuyendo a la redención de penas y
sufrimiento en el purgatorio, serían enterradas en los lugares más cercanos al
altar mayor, mientras el resto de matanceros se disputarían el resto del suelo
con el consuelo de quedar al menos cobijados en el interior de una iglesia y
enterrados bajo tierra sagrada9 . Pero con la institución de los enterramientos
en el cementerio teóricamente las personas pudientes del municipio veían
perder sus rasgos distintivos de honor y poder de que hacían gala en la iglesia.
Por último, en otro lugar quedarían los indigentes que acabarían en una
5 Hernández Rodríguez. María Candelaría: Los moestros de ohros en los Conorios occidentoles
(I7R5-19411). Aula de Cultura de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife. 1992. p.91.
(, Bétheneourt Massíeu. Antonío de: op. cit, p. 470.
7 Archívo Hístórico Díocesano de San Crístóbal de La Laguna (AHDSCLL). Fondo Diocesano. Autos
seguidos por Pedro José de Aeosta, presbítero, sobre capellanía tLlIldada por Juan Yanes Abad en El Salvador
de La Matanza. Legajo ¡ R7, documento R. fs. 3 vto.-5 rto.
s Ibídem, f. 7 110.
') lIernández Gónzález, Manuel: Lo muerte en Conarias en el siglo XVIII (un estudio de la historio
de las humanidades). Centro de la Cultura Popular Canaria. La Laguna, 1990, p. 141; BÜIII,NCOlJRT
MASSII,U, Antonío de: op. cít., pp. 462-463.
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Frallcisco.J. IA'1Í1I AI\'(/r('~ Orig(,II.1' (,I'OlllcilÍlI Jcl c('m(,lI/aio mllllicipal ,1<' La Ma/all~a J(' AC(,II/('jo
fosa común junto a la misma. No olvidemos tampoco que los restos de los
enterrados no lo estaban en una tumba perpetua, pues cuando se estimaba que
se habían consumido se desenterraban, arrojándose las mondas a la fosa
común o en el osario lO .
ORIGEN DEL CEMENTERIO MUNICIPAL DE LA MATANZA DE
ACENTEJO: LA EPIDEMIA DE VIRUELA DE 1827
En las Islas Canarias los cementerios o camposantos se fueron abriendo
desde el comienzo del siglo XIX: Agaete, 1809; Santa Cruz de Tenerife, 1810;
Puerto de la Cruz, 1811; Las Palmas, 1812; La Laguna, 1813; y Santa Cruz de
La Palma, 1821 11 . El origen del cementerio municipal de La Matanza de
Acentejo se debió a las consecuencias de una epidemia de viruela que sufrió
el municipio a principios de 1828. En este afio el párroco Antonio de Luna
expuso tanto al alcalde como al obispo la necesidad de construir un cementerio
porque ya no quedaban fosas libres en la iglesia parroquial para a enterrar
a los vecinos, pues dicha epidemia había hecho estragos en la población
matancera. Esta circunstancia no era novedosa en la isla, pues a raíz de la epidemia
de fiebre amarilla de 1810 se construyó el cementerio católico de San
Rafael y San Roque en Santa Cruz de Tenerife, cerca del barrio del Cabo l2 .
Los efectos de esta epidemia se dejaron sentir negativamente en el crecimiento
de la población matancera a lo largo de todo el siglo XIX, gracias también
a la Real Orden de 16 de septiembre de 1853 por la que se permitía la
libertad de emigrar a los isleJ1os, a la que habría que aJ1adir la Ley de Puertos
Francos en 1852, eon el aumento de buques y de las posibilidades de emigrar,
lo que provocó un incremento de la emigración en la década de 1850, acrecentado
por el alza paulatina del precio del trigo. La Matanza pasó así de 1062
habitantes según del Censo de Floridablanca de 1787 13 a tan sólo 1423 habitantes
en 186014.
1(1 8étheneourt Massieu. Antonio de: op. eit.. pp. 462-463.
1[ Dutos ofrecidos por Pascual Madoz (Diccionurio gcogr(Uico, c.\'loJíslico, hisf(Jrico de J:.'....poPw y sus
pos<!Sioll<!S d(' 11 I/ram(/}: Edición I¡¡csímil de la de Madrid. 1R45-1 R50. Ámbito. Madrid. 19R6 l. que los toma
a su vez de A.M. Quesada Acosta ('"Vicisitudes del cementerio de Las Palmas de Gran Canaria en el siglo
XIX: sus condiciones higiénico-sanitarias y su ensanche". en Ulla a}"(llIi1<'c/llra para la mll('r/('.' aclas. 1
1:'111'11('11/1'0 11I1('l'/7aciollal sohr(' los ('('m(,lIlaios ('oJ1('mporúlI('os (S(,l'illa, 4/7 dejllllio 1991). Consejeria de
Obras Públicas y Transportes. Sevilla. 1993. Citado en: Ibidem. p. 477.
le 8usto y Hlanco. F. del: Topografia 1I,,:Jiea Je las Islas ('allarias. Impr(,lIl" J(' L" AIIJ"llIcia. Sevilla.
l R64. p. 425: Diaz Pérez. Ana Maria: Fuente I'erdomo. Juan Gabriel de la: ES/IIJio J(' las grallJ('s epiJemi"
s ('11 J('ll<'ri«' (siglos XV- XIX). Cabildo de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife. 1990. p. R4.
1) ('('liSO J(' 1787 "FloriJ"h"IICi1". S"II/a Cne J(' Tell('ri(i!. Instituto Nacional de btadistica. Madrid.
19Ró. p. 554.
1.\ Aunque el número de emigrantes matanceros en IRóO fue de 43. lo que represcntaba el 3'1.1 de la
población. trcnte a porccntajcs relativamentc parecidos a los del resto de monicipios de la comarca
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Francisco J León Alvarc Origen J' evolución del cemenlerio municipal de La Malanza de Aeel1lejo
A lo largo del siglo XVlII la isla de Tenerife sufrió toda una serie de desgracias
en forma de hambres, plagas y epidemias, entre las que se mostró muy
activa la viruela, a la que los médicos catalogaron como una "calentura inflamatoria
eruptiva"15. Esta enfermedad dejó sentir sus efectos de forma casi continuada
y hay constancia de su presencia en los años 1709, 1720, 1731, 1744,
1759,1780,1788 Y 179816 . El 9 de diciembre de 1803 entró en el puerto de
San Cruz de Tenerife la corbeta "María Rita", que transportaba la expedición
oficial de la vacuna antivariólica, bajo la dirección del cirujano-médico de
Cámara del Rey, Francisco Javier de Balmis. La expedición, en la que viajaban
veintidós niños, tenía por objeto propagar y fomentar el uso de la vacuna
en tierras americanas y Filipinas. El barco fue recibido con honores militares
y el Comandante General, Marqués de Casa-Cagigal, se volcó en atenciones
con los jóvenes expedicionarios durante su estancia en la isla 17. También
publicó un bando recomendando la vacunación infantil, que no produjo demasiado
efecto a pesar de la publicidad que trató de dársele; la población no estaba
preparada y desconfiaba de estas novedades científicas, por lo que sólo
consta que se vacunaran una docena de niñosl 8. La vacuna se conservó por
algunos años al cuidado de los médicos, pero con el paso del tiempo, y mien-
Accntejo, hay quc tener siempre presente la población de cada uno, de ahí quc por ejemplo Tacoronte, con
108 emigrados, tuviesc un porcentajc igual quc La Matanza, cuando su población ascendía a 3152 personas.
(Alvargonzález Rodríguez, R.; Morales Matos, Guillermo: "Los canarios cn el Cuba de 1860", en X
Colo{juio de Historia Canario·Americana (1992). Tomo \. Cabildo Insular de Gran Canaria. Las Palmas de
Gran Canaria, 1994, p. 754).
15 Este término por el que los médicos conocían la enfermedad derivaba de los síntomas que apre·
ciaban en los afectados, entre los que estaban: la piel muy caliente y roja; aparecían tcmblorcs y dolor de
cabeza con vómitos: desde sus inicios prcsentaban la formación dc unas vesículas de diferentes tamaño,
las cuales se esparcían por todo el cuerpo. pero con más vigor en la cabeza, cara y parte interna de los mus·
los; y los afectados despedian un hedor penetrante e insoportable, motivado al salir un humor espeso de
las vesículas. (Díaz Pérez. Ana Maria; Fuente Perdomo. Juan Gabriel de la: op. cit., p. 78).
1(, El siglo XVIII fÍJe próspero en lo que a la propagación de enfermedades se rcfiere. En 1720 se decla·
ró la pcste cn Marsella por las eausas comunes a todos los puertos: deficicnte control de un barco en cua·
rentena. cuya carga era ansiosamente esperada por importantes comerciantes de la ciudad; la tolerancia en
las visitas de familiares al lazareto: cl contrabando: y. en general. las relacioncs más o menos toleradas con
el cxterior dcl recinto. Estos motivos fueron los que igualmente favorecieron la entrada de muchas epide·
mias en Tenerife a través del puerto de Santa Cruz. (COLA 8cnítez. Luis: SonIa Cruz. hondero amarilla: epi·
demias F calamidades (1494-1910). Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife. 1996.
p. 107; Peset. M. y J.L.: Muerle en España (Polilica y sociedad enlre la pesle y el ('()Iera). Seminario y
Ediciones. Madrid. 1972. p. 26).
No debcmos tampoco olvidar que los puertos eran la llave del comercio y de la exportación vinícola, y
los gobernantes se rcsistían a confirmar y haccrse cargo de los nllTIOreS acerca de la epidemias. tratando de
no darles imp0l1ancia. porque una paralización de la actividad comercial tendría graves pcrjuicios económi·
coso A cllo hay que sumar que el desconocimiento de los mecanismos de difusión de la epidemias abocaron
a que la mortalidad hiciera estragos entre la desconfianza popular y el miedo a los alcances desconocidos de
aquéllas. (Hernández GÓnzález. Manuel: op. cit., pp. 28-29).
17 Guerra del Hoyo. J.P. de la: Diario. Tomo 1: IIiOO·IIiIO. Aula de Cultura de Tenerife. Santa Cruz de
Tenerife. 1976. p. 219.
1X Cioranescu. Alejandro: Hisloria de SonIa Cruz de Tenerife. Tomol\. Caja General de Ahorros dc
Santa Cruz dc Tenerife. Santa Cruz de Tenerife. 1977, pp. 234; 503, nota 54.
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Frallcisco J rclÍl1 Alvarc Origcl1.!' c\'OllIcilÍn Jel ccmel11erio 1111111/('11)(11 Je La Matal1za J(' Acentejo
tras no hubo nuevas epidemias, inexplicablemente fue cayendo en desuso,
aunque volvería a rescatarse y propagarse su empleo en 1828 con motivo de
otro contagio de la enfermedad, de trágicas consecuencias para la población,
para de nuevo caer en el olvido al poco tiempol9, Por muchos años sólo se conscrvó
en las dos poblaciones más importantcs, Santa Cruz de Tenerife y Las
Palmas de Gran Canaria, careciéndose de ella en los demás pueblos dc la provincia2o,
Esta última utilización reseñada de la mencionada vacuna tiene su
origen en la erupción pustulosa de finales de 1827, traída a Santa Cruz por los
franceses desde Tolón (Francia), que en mcnos de 365 días aniquiló a más de
250 personas21 ,
En lo que respecta a La Matanza de Acentejo, el problema fundamental
es averiguar cómo sus vecinos se contagiaron con esta epidemia de viruela
quc apareció a finales de 1827, Hay que tener bien presente que todas las
epidemias que llegaron a Tenerife afectaron a la zona norte de la isla, ya que
los grandes puertos se localizaban en esta franja geográfica, a diferencia de
la zona sur de la misma, que tenía pequeños embarcaderos22 . Para esta epidemia
en particular, como para el resto, existía una serie de medidas que,
como en tantas otras ocasiones, seguramente se aplicaron cuando ya no
había solución, traspasando los cordones sanitarios que trataban de frenar la
expansión de la enfermedad desde Santa Cruz al resto de la isla, principalmente
a la zona norte, Para entender el contagio de los matanceros podemos
barajar una hipótesis basada en el caso de la epidcmia de fiebre amarilla que
sufrió la isla en 1810: una de las razones de que apareciese esta epidemia en
1811 en el Puerto de la Cruz se debió a que, cntre las medidas adoptadas para
acabar con esta enfcrmedad, figuraba que los individuos sanos se desperdigasen
por los distintos puntos de la isla, atribuyéndose su llegada al Puerto
de la Cruz, después de haber traspasado a escondidas la línea dc vigilancia,
1'! León, F. M. de: Historia J(' las Islas Canarias (1776-/ N6N). Aula de Cultura de Tenerifc. Santa Cruz
dc Tcneri te. 1966. p. 61.
20 Cola Uenitez. Luis: op. cit.. p. 136.
21 El siglo XIX fue igualmente pródigo en lo que se refierc a epidemias: 1807. gripe: 1810 Y 1811. fiebre
amarilla: 1827. 1845 Y 1846. viruelas: 1846 y 1862-1863. fiebre amarilla: 1873. algunos casos de viruela:
1892. numerosos casos de diftcria y sarampión; 1893, cólera-morbo; 1897, fiebres tifoideas y viruelas: y
1899, fiebres palúdicas. (Diaz Pérez, Ana Maria: Fuente Perdomo, Juan Gabriel de la: op. cit., pp. 87-89).
22 Ibidem, p. 165.
La enfermedad dc la viruela suele aparecer también con la denominación "variola", del latin
"varius", que signillca "salpicado" o "manchado", nombre quc se cree es debido a los cstudios realizados
por el Obispo Marius d'Avenehes en el afio 570 sobre un mal esículo-pustuloso-variado. Se transmite por
simple contacto con el cnfermo, por via respiratoria o puede ser trasplantada por objetos diversos, especialmente
manufacturas de lana. Actualmente, al estar erradicada, se indica como modelo de enfermedad, lo que
ha permitido conocerla en profundidad, definiéndola como transmisible, muy contagiosa y epidémica, causada
por un virus del grupo concreto de los i'oxvirus, que va a desencadenar una secuencia dermatológica
tipiea que va a dejar cicatrices indelebles en el sujeto. (lbidem, p. 77).
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FálJ7Cisco.J. León Alvarez Origen y evolucián del cementerio municipal de La Ma/an:a de Acentejo
de uno de sus vecinos desde Santa Cruz, el cual padecía las calenturas amarílicas
que, no habiendo sido detectadas por los médicos que lo reconocieron,
acabaron con su vida23 . La importancia de una enfermedad del tipo de
la viruela, independientemente de que ya se conociese la inoculación en
Tenerife, junto con las medidas de control sanitario "deficientes" que se
tomaban para evitar su propagación, nos permiten hablar de un contacto de
la población matancera con algún contagiado, máxime si se entiende que en
esos momentos la única vía de comunicación que atravesaba la zona norte de
Tenerife pasaba ineludiblemente por dicho pueblo y era el denominado
"camino de la Villa", vía de comunicación entre La Laguna y La Orotava, así
como un ramal del mismo denominado "camino de Tacoronte", que lo hacía
por tierras más bajas y se unía al primero a la altura de La Matanza.
Volviendo a las consecuencias de la epidemia en el pueblo, en relación con
la queja ya indicada al alcalde, el párroco Antonio de Luna le indicaba en 22
de febrero de 1828 que el pueblo se hallaba en un situación lamentable a raíz
de la referida epidemia, por lo que era necesario establecer sin demora un
cementerio, al menos provisional, en donde depositar los cadáveres, que no
caben ya dentro de la parroquia24, resaltando, a pesar de todo, el celo y las
medidas que el propio alcalde había tomado para que el municipio tuviese un
cementerio, lo que indica que previo a la epidemia de viruela hubo al menos
un intento para su construcción:
(oo.) como impuesto de las medidas tomadas al intento, y diligencias que
se practicaron por V. 1. siempre que el gobierno ha mandado poner en prác-
2.1 Ibidem, pp. 85-87.
En el caso de las epidemias de viruela. la más grave, acaecida en el siglo XVIII en Tenerife. fue
la de 1780. que fue traída por un correo procedente de la Península, a través del contacto que hubo con
los pasajeros que en él viajaban. Durante tres meses, sólo en La Laguna muríeron 300 personas y en Santa
Cruz 240. siendo en otros pueblos casi en similar proporción. En Las Palmas fue más benigna pues sólo
ocasionó 53 defunciones, de ellas 33 de infantiles. Duró tres meses y afectó con mayor intensidad a las
medianias y cumbres por el calor reinante. Sus estragos se sintieron también en La Palma. (Ilernández
GÓnzález. Manuel: op. eít .. p. 46; Hernández Gónzález, Manuel: Enfermedadv muerle en Canarias en
el siglo XVIIl. Tr}/no 1: La enfermedad, la violencia r las calás/rofes. Idea. Santa Cruz de Tenerife. 2004.
p.104).
Tampoco podemos pasar por alto que. en la "lucha" contra la viruela, la primera inoculación practicada
en Canarias fue en 1759 en el Puerto de la Cruz. siendo también de gran ayuda en la de 1780, aunque su
utilización para el tratamiento de esta enfermedad causaba incluso reparos morales entre los ilustrados, si
bien tuvo una acogida extraordinaria entrc la clite social. En la de 1780 la Real Sociedad Económica habilitó
en La Laguna una casa para el tratamicnto dc los cnfermos pobrcs virulentos. La falta dc este tipo dc
tratamientos en lugarcs alejados dc la capital como el dc La Matanza, donde no habia médico, y dondc su
"sanidad" se basaba en "curas milagrosas", en forma de rezados, antiguados y prácticas curanderas, herencia
de la tradición popular campesina, favoreció la cxpansión del contagio. (IIFRNA"DFz G()r\Z,\LcZ,
Manuel: Enfermedad)' muer/e en Canarias en el siglo XVI/!. TrJlno 1: La enfermedad. la violencia lo las
ea/áslro/i!s. Idca. Santa Cruz de Tcnerife. 2004, pp. 104-1(5).
24 Archivo Municipal de La Laguna (AMLL). Scccíón 11: Cuentas del pósito de La Matanza de
Acentcjo. A-X. 3.
Boletín Millares CarIo
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94
Fruncisco J Lc{jn AiI,(trc Origen.l' evoluci¡jn del ccmentcrio municipal de La Matanza de Acentejo
tica este establecimicnto, que no ha tenido efecto, ya por la falta de fondos
y arbitrios, y ya por la oposición del propietario del campo, que se demarcó;
pero es llegado el caso de vencer toda dificultad y apurar hasta el ultimo
recurs025 ,
La situación era bastante preocupante pues no se encontraba remedio a la
epidemia, hasta el punto que \legó un momento en que la iglesia parroquial
quedó totalmente inutilizada para realizar enterramientos en su interior, lo que
habla bien a las claras que en nada se estaba cumpliendo las leyes que prohibían
ya desde finales del siglo XVIII los enterramientos en el interior de las
iglesias:
(... ) La salud publica debe ser el objeto de nuestras primeras atenciones.
El contagio se propaga más y más cada día. El templo, que cuenta 213 años
de antigüedad, sólo tiene 150 sepulcros útiles, ocupados, no digamos ya de
tierra, sino de podredumbre; cuando se abre uno de ellos, se inutilizan los cuatro
contiguos: en el espacio de los dos meses últimos se han enterrado ya en
él 27 cadáveres. Las dos ermitas que hay en la jurisdicción no sirven para
enterramientos porque la de San Diego está edificada sobre una peña, que se
descubre por todas partes, y la de San Antonio Abad, distante un cuarto de
legua, sobre una tierra cascajosa, y tan frecuentadas ambas de los fieles que
oyen misa en ellas los días de fiesta como la iglesia misma26 .
No debemos pasar por alto que el hecho de practicarse los enterramientos
en el interior de las iglesias era una práctica perniciosa y antihigiénica, pues
muchas veees los asistentes al templo se veían obligados a abandonarlo huyendo
de las miasmas y del olor procedentes de las sepulturas recientemente ocupadas,
motivo por el cual se habían aprobado las leyes ya vistas que aún así
eran infringidas.
El párroco alentaba al alcalde a que buscase los recursos necesarios para
poder \levar a cabo la construcción, fundándose el cementerio de manera contigua
a la iglesia donde había un trozo de terreno de propiedad particular que
podía destinarse a dicho fin. De igual modo tenía muy en cuenta además los
posiblcs problemas de salud públíca que podían originarse entre la población
próxima a la iglesia si allí mismo se edificaba un cementerio; pero se defendía
afirmando que la población matancera estaba confonnada por grupos dispersos
y donde el casco del municipio no estaba cercano a aquélla:
20 Ibidcm.
26 Ibidcm.
Inicialmcntc La Matanza dc Acentejo pertenecia al Bcneficio dc El Sauzal. hasta quc en 1615 logró
indepcndizarse dclmismo al crearse cl suyo.
95 Boletín Mil/ares CarIo
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Francisco J. León Alvarez Origen y evoll/cirill del cementerio municipal de La Matallza de Acenteio
(...) sin que por esto pueda decirse que queda dentro de población, pues
ésta de La Matanza no forma lo que se llama casco de pueblo; se halla dispersa
en el distrito de una legua cuadrada, y en las inmediaciones de la
parroquia es casualmente donde hay uno despoblado, como está a la vista,
y ninguna casa hacia aquel lado del poniente donde se halla el terreno indicado,
a sotavento respecto de los aires que comúnmente reinan27.
Era de máxima urgencia adoptar una medida ante esta situación inestable,
ya que se había llegado a tal nivel de penalidades que la iglesia apenas
podía permitir el entierro de dos o tres cadáveres más. Por lo que la corporación,
reunida bajo el alcalde Salvador Hernández Perero, junto a los
regidores José Hernández García y Agustín Hernández Ortega, así como del
procurador síndico Ramón Pérez BIas, en vista de esta lamentable situación
de salud e higiénica y ante la falta de los suficientes recursos económicos
propios que le permitiesen afrontar este tipo de obra, recurrió ineludiblemente
a los fondos del pósito para poder ejecutarla:
(... ) en atención a que en las actuales lamentables circunstancias que
contristan amargamente a este vecindario después de haber sufrido ha casi
dos meses [sic] y están sufriendo aún una cruel epidemia de viruela que,
además de haberlo privado de muchos brazos útiles e importantes a la agricultura,
lo ha reducido a la más extremada e indecible miseria, no se puede
arbitrar medio alguno para el costo del prenombrado cementerio, se extraigan
para el mencionado costo seiscientos sesenta y seis reales y ocho maravedíes
que existen en metálico y además ciento cuarenta fanegadas de trigo,
todo del fondo de estc pósito, pues constando el de esta especie de trescientos
noventa y tres fanegas nueve celemines y diez cuartos, queda lo suficiente
y aún sobrado para auxiliar a los labradores en tiempo de siembra y
otros cultivos2R .
Aprobada la cantidad, se remitió copia del acuerdo al corregidor para la
aprobación a su vez de esta saca de trigo por exigirlo osi imperiosamente la
salud publica y no haber absolutamente otro recurso a donde acudir en tan
apretado lance; cuando no de otra manera en calidad de reintegro de los fondos
que al objeto deban destinarse y caso necesario por medio de reparto
vecinal29. Pero esta intención no encontró su fruto, pues en 1833 ya se hacía
alusión a que, a pesar de que el ayuntamiento había intentado construir el
cementerio en 1828 con los fondos del pósito, fue desatendida absolutamente
su propuesta por el señor corregidor que era entonces, sin embargo de que
27 Ibidem.
2X Ibidem.
29lbidem.
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96
Francisco J Lo!n Alvare:: Origenl' evolución del cementerio municipal de La Matan::a de Acentejo
uno de losfines primeros de este establecimiento es el subvenir a las urgencias
de la parroquia30.
Paralelamente a la queja al alcalde, el párroco se dirigió con idénticos
motivos al obisp031 y, como todo edificio eclesiástico, su construcción debía
ir acompañada de la correspondiente bendición de éste, pues el terreno en
cuestión no era sagrado ni estaba dentro de la iglesia, sino fuera de los muros
de la misma, por lo que el párroco le solicitó que se pasase personalmente por
la parroquia para tal efecto o con la opción de que le autorizase para bendecirio
en su nombre antes y después de finalizada la construcción32 . Recibida la
solicitud del párroco de La Matanza, el obispo le autorizó en 27 de febrero a
bendecir el terreno en cl que se ejecutarían las obras33, como así lo hizo en 2
de marzo en el lugar que,
de acuerdo con la justicia y ayuntamiento de ese pueblo, se destinó para
cementerio de él, preparado correspondientemente a su fin, Precedió a la bendición
la reunión con los fieles en la iglesia parroquial de mi cargo con motivo
de la misa conventual, que, como domingo segundo de cuaresma, celebré
con igual solemnidad; y en ella, a la explicación del Evangelio, exhorté a mis
feligreses sobre el objeto con que los reyes nuestros señores tienen mandado
el establecimiento de semejantes lugares, haciéndoles ver que no son una
invención de los últimos tiempos, sino que desde los primeros y más floridos
de la Iglesia se hallaban establecidas varias disposiciones pontificias y conciliares:
que el decoro de los templos y la salud de los fieles mismos así lo exigen
y. sobre todo que el lugar donde deban yacer los cuerpos de los cristianos,
con tal de que sea siempre de una decencia correspondiente, no ha de serlo
que los lleve al goce de la bienaventuranza eterna, sino las obras y las virtudes
que siendo vivos practicasen, Concluida la misa sali procesionalmente
con mi clero y con asistencia de las hermandades religíosas de la referida igle-lO
IIMLL Sección 11: Informes de cementerios. C-X. 9,
11 (",) Que la epidemia de viruela que se padece en el mencionado ¡)[IeNo, y de la cual ha muerto va
lIIl numero tal de personas que han ocupado todos los sepulcros háhiles de la parroquia, ha hecho pensar
rm~\' serif..rmente a Q(jllel alcalde y ayuntamiento e..)en e...,.tahlecer un cementerio en de...,pohlado, almeno,,,,'
provisionall' hasta tanto que, reuniendo fimdos su/icientes, pueda acaharlo con la decencia vasco posiNes,
(AflDSCLL, Fondo Diocesano, Documentación ordenada por pueblos: pueblos 27, Expediente para
construir un cementerio en La Matanza de IIccntejo. 1H2H),
32 ( ... ) Pero como los enterramiento....' en dicho IlIgar no pueden verificarse sin almeno,,,,' .\'e hendiga por
Vs.!. (",) se sirl'{J de con/i.!rirme una comisián para hendecir el terreno que por dicho ayuntamiento se
5:ePulle }Jora cementerio, sin perjuicio de repetir la hcndición solemne clIando .\'(! haya acahodo y concluido
del todo en los términos que piensa dicha municipalidad (Ibidcm),
11 ( oo.) l' designado el lugar a propósito para cementerio amurado [sic] o cercado seglÍn Reales
Reglamentos, le hcndigo solemnemente con arreglo (J sagrados ritos yen él se sepulten los cadáveres, sin
pojuicio de los seJ1ore" parroquiales v de su júhrica, dee/arando como dee/aramos al predicho lugar asi
hendecido inmune.1' participe de las mismas gracias e indulgencias que a otro cualquier lugar santo y dedicado
al culto dcl Seiior donde acostulllhraha la sepelion [sic] de losfieles di/úntos, (Ibidem),
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Francisco 1. Leán Alvarez Origen)' evolucián del ccmenterio municipal de La Matanza de Acentejo
sia y el pueblo que devotamente concurrió: y llegados al lugar destinado, hice
la indicada bendición solemne conforme al ritual romano34.
La construcción de este cementerio junto a la Iglesia de El Salvador fue
uno de los tantos ejemplos que se dieron Tenerife en ese siglo al convertirse en
una costumbre que, una vez que dejó de estar situado en el interior de la iglesia
parroquial, lo estuviese lo más cerca de los muros de ésta, realizándose por
tanto en el interior de las poblaciones. Era una muestra de la inmutabilidad de
las mentalidades dominantes en los núcleos campesinos y una muestra de la
escasa efectividad jurídica y formal de la Real Orden de 1787 por la que Carlos
III establecía la realización de cementerios fuera de las ciudades, prohibiendo
los enterramientos en los interiores y cercanías de las iglesias35 .
Es en este momento cuando se inician los problemas de índole económica
que frenaron paulatinamente su construcción. El párroco, en una nueva
carta dirigida al obispo, en la que reiteraba que las circunstancias extraordinarias
en que se halla el vecindario de mi parroquia. obligan a establecer[lo]
de pronto y de cualquier manera que sea, porque el casco de la iglesia no
admite ya más enterramientos en ella, y porque la epidemia de viruela contimía
todavía haciendo los mismos estragos36, le exponía la preocupante situación
en la ejecución de las obras hasta el punto que la falta de recursos económicos
no permitían llevarlas a cabo totalmente; si bien la licencia concedida
por el obispo para bendecir el terreno quedaba condicionada a que estuviese
murado o cercado, le solicitaba que, atendiendo a las circunstancias
especiales así como a los evidentes problemas económicos, aceptase que lo
estuviese por una cerca provisional e incluso autorizar tal bendición aunque
aquélla no se hallase terminada del todo, sin perjuicio de que posteriormente
se construyese formalmente37.
34 Ibidem.
En muchos casos de producía cntre los vecinos de muchos lugares del Reino un rechazo hacia la
creación de los cementcrios, para los que llevaba aparejado esa disociación de un recinto en cl que se impartia
misa y en el que se estaba en contacto directo con los símbolos de la iconogratla cristiana. iQué de exclamaciones)'
llantos cuando se inauguraba un cementerio'. No sólo lafGmilia. sino toda la vecindad. tomaha
parte en la manifestación y se necesitaba la presencia de un alcalde enérgico para la ejecución de las
órdenes riguro,\'os del Gohierno, y que el cadáver .túera, como ,·;e decía. "llevado a un huerto ".
(Enciclopedia Juridica E.\paiiola. Op. cit., p. 1002).
.15 El motivo de que csta Real Orden no se llevase a efecto hunde sus raíccs en la polémíca sostenida
entre la Iglesia y el Estado. pues hasta mediados del siglo XVIII aquélla mantuvo el monopolio de la muerte
y observó con preocupación la secularización de los cementcrios a pesar de la prudencia con que eran llevados
a cabo los trámites por la legislación civil. (GALANTE GÓMEZ, Francisco José: op. cit.. pp. 603-607).
36 AHDSCLL. Fondo Diocesano. Documentación ordenada por pueblos: pueblos 27. Expedicnte para
construir un cementerio en La Matanza dc Acentejo, 1828.
37 ( ... ) Y como lajusticia y ayuntamiento del enunciado pueblo pueden entender para estos expresiones
una cerca o nlllro/iJrmal. y el que deberá tener dicho establecimiento cuando quede del todo concluido.
)' no una cerca provisional de aquellas que pueden quedar acabadas dentro de tres o cuatro días. porque
tal es la premura de las circunstancias. (lbidem).
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Francisco.J. LelÍn A!varez Origen l' evo!ucilÍn de! cementerio municipal de Lo Matanza de Acentejo
La nueva opción que se barajó como la más aceptable fue la de utilizar el
fondo de fábrica de la propia Iglesia de El Salvador, pero, ante la escasez del
mismo, se optó finalmente por los fondos de las cofradías, ya que estaban sin
utilizarse y ahora encontraban una justificación al emplearse en esta nueva
obra, pues la construcción del cementerio pasaba a considerarse como un bien
que utilizarían todos sus vecinos llegado el momento. Así se lo hacía saber el
párroco al obispo:
(... ) como los arbitrios que ha adoptado el ayuntamiento para costear el establccimiento
del cementcrio en los términos en que deba quedar para siempre,
podrá suceder que no se realicen con la prontitud y eficacia que el negocio exige;
porque al fin el ayuntamiento no ha contado síno con los fondos del pósito, y las
formalidades para disponer de esos intereses son por su naturaleza tardías y dilatadas:
y como por otra parte uno de tantos medios señalados para la construcción
de los cementerios son los fondos de las fábricas parroquiales, donde los haya, y
que la de mi iglesia, sino los tiene propios, puede tal vez reunir algunos que tengan
las cofradías citas en la misma iglesia, y las cuales se pueden reputar muy
bien por fondos de fábrica, porque así lo han decretado expresamente los señores
dioccsanos, con especialidad en la parte que dichas cofradías tengan de
sobrante después de cumplidas las primeras atenciones de su instituto, decretos
que han tcnido su cumplido efecto en la parroquia de mi carg03X.
Esta solicitud del párroco se centraba en que los mayordomos de cada una
de las cofradías entregasen dichas cantidades al mayordomo de fábrica de la
iglesia parroquial, cualesquierafondos () caudales sobrantes que tengan en su
poder y que el mayordomo mismo defábrica tenga a mi dL'>jJosición las sumas
que por este respecto ingrese, con e/fin de aplicarlas o ayudar con ellas a la
construcción del cementerio39 .
La nueva respuesta del obispado aclara las dos cuestiones planteadas por
el párroco: en lo que respecta al cercamiento con un muro de la construcción,
atendía a la urgencia de llevarlo a cabo ante las especiales circunstancias que
sufría el lugar y aclaraba que, por lo referido en el primer escrito que firmó
señalando la construcción de un muro, debía entenderse cercándose provisionalmente
con zanja o como mejor se pueda e/ sitio destinado para cementerio4o;
en cuanto a la utilización de los fondos sobrantes de las cofradías, careciendo
de los mismos el ayuntamiento, se aceptaba el utiliza los fondos de las
cofradías, siendo posteriormente reintegrados, considerando su destino como
socorro subsidiario en defecto de arbitrios de aquél41 .
,x Ibidem.
y¡ Ibidem.
40 Ibidem.
41 Ibidem.
Tal y como ya hemos indicado en una nota a pie de página a comienzo de este articulo. el punto
cuarto de la Circular de 2X de junio de 1X04 establecía en su apartado cuarto lo siguiente: (... ) pero ni dehe-
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Francisco J. Lerin Alvarez Origen y evolucirin del cementerio municipal de La Ma/anza de Acen/ejo
De todas las cofradías de la parroquia sólo la del Rosario fue la que inicialmente
contribuyó con alguna cantidad de dinero y
con ello y algunos otros arbitrios que apuró el ayuntamiento pudo establecerse el
cementerio, en términos que se muró de piedra y barro para las dos faces que vuelve
hacia la plaza de dicho lugar, en una de las cuales se fabricó un portal, con la posible
decencia; y se sorribó la mayor parte del área del cementerio mismo, en la que desde
el día dos de marzo en que se bendijo solemnemente el lugar (... ) se han hecho todos
los enterramientos que hasta la fecha han ocurrido en la parroquia; y se harán los que
en adelante ocurran, para que no hay ya razón para que dejen de tener lugar en el pueblo
de La Matanza las Reales Disposiciones (... )42.
La intención del párroco era claramente que la nueva construcción no
tuviese únicamente una zanja que delimitase su perímetro, tal y como le había
indicado el obispo ante las especiales circunstancias y ateniéndose al marco
legal sobre este tema, sino que trataba de erigir un muro que no sólo permitiese
acotar físicamente y en las mejores condiciones el perímetro dcl terreno,
sino que sirviese desde el principio para imponer la idea de un lugar santo y
cerrado sobre el cual la Iglesia ejercía su autoridad. A pesar de que continuó la
ejecución de la obra con los fondos aportados por la Cofradía del Rosario, las
cantidades fueron insuficientes para terminarla a causa una vez más de su
escasez, y la conclusión como también se deja ver, es urgentísima y absolutamente
necesaria43 ; el motivo estribaba en que, si bien la mencionada cofradía
aún contaba con fondos suficientes para ello, su mayordomo, el Teniente
Coronel del Regimiento Provincial de Milicias de Güímar Antonio Femández
del Castillo, se negaba a entregarlos44 .
Ante esta situación que parecía prolongarse excesivamente en el tiempo,
el obispo solicitó en 20 de junio al mayordomo de la Cofradía del Rosario el
estado de cuentas de la misma con el fin de establecer definitivamente si
rán ('ol1.'·;idcrarsc de necesidad estas ohras, ni relardar.\'c con ocasión de el/as la cOJ1slruccián de cementerios;
pues en los pueh/os cortos donde no seafiíci/ proporcionarjondos para capilla, osario y dichas hahi/
aciones, o donde no se tenga por opor/uno es/ahleeerlas, has/ará por ahora que, eercándose has/a la al/uro
conveniente los cementerios, se coloque una cruz en medio de e/los. (Leycs de la Novísima Recopilación.
Libro primcro. titulo IIJ. Lcy primcra: Rcglas para la construcción de ccmentcríos. Citado en: Enciclopedia
Jurídica Espaiiola. Op. cit.. p. 1009).
42 AHDSCLL. Fondo Dioccsano. Documentación ordcnada por pueblos: pucblos 27. Expediente para
construir un cementerio en La Matanza de Accntejo. 182X.
4) Ibidcm.
44 ( ... ) El ayuntamiento ha apurado ya lodos los recursos: lajiíhriea sohre cuyas rentas ha querido e/
rev nuestro seiior que pese principalmen/e aquella c(JIga /ampoeo las tiene propias, pero la indicada
Cojí'adía del Rosario líene aún sobran/es que SIl mayordomo no se atreve a en/regar para dicho ohje/o sin
un manda/o especial de Vs.1., en cuva vir/udv para que una ohra de /an/o interés v /anjávoreeida Fa por
Vs.1. a quien se puede llamar elfúndador del cementerio no se quede a la mitad o sin /oear e/ /érmino de
decencia correspondiente a semejan/es lugares. (Ibidcm).
Buletín Millares Cario
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100
Franci.\'('o.J. Leán /Ílvar(!z Origen F evolución del cementerio municipal de La Matanza de Acentejo
debería contribuir con más fondos a la obra. Al respecto, el mayordomo
declaraba
que existen en mi poder doscientos veinte pesos corrientes como sobrantes
de los fondos de la cofradía de mi cargo, cuya cantidad puede aplicarse a
la fábrica (... ) por ser una obra tan interesante y que exige la más pronta continuación,
y porque ninguna falta hace para cubrir las atenciones precisas de
la misma cofradía, cuyos fondos consisten, además de las limosnas que voluntariamente
dan los fieles, en fincas que producen lo suficiente para cubrir
dichas atenciones, razón porque los ilustrísimos señores diocesanos han mandado
siempre destínar tales sobrantes, como se ha hecho, a las necesidades de
la fábrica parroquial. Siendo de advertir que la Hermandad del Rosario no
tiene intención ninguna en los fondos de la Cofradía de que hablo, independiente
en un todo de aquella corporación45 .
El cementerio estaba aún a medio terminar y, mientras se solucionaba este
tira y afloja, el párroco contribuyó a acentuar la necesidad de dinero elaborando
en octubre una relación de los trabajos que aún faltaban por hacer así como
el costo de cada uno: había que construir
como 120 tapias que a 12 reales de plata cada una importarán 180 pesos
corrientes; que se necesitan también 250 esquinas para los muros y para las
gradas, que exige la inclinación del terreno mismo, que a real y medio de plata
importarán 46 pesos y 7 reales de plata; que la capilla, el poyo que debe recibir
la cruz y la cruz misma importarán, con todos los ahorros posibles, sobre
50 pesos; que el encalado de todo el cementerio llegará a 80 pesos; y, por fin,
que la indemnización que será necesaria hacer al dueño del terreno vecino,
Coronel de los Reales Ejércitos don Antonio Moreno, por las brazas que ha
cedido, según la carta que presentó para la conclusión de aquella obra, importará
cosa de diez pesos, por manera que el todo de la obra que resta por hacer
vendrá importando trescientos sesenta y seis pesos y unos reales46 .
Continúa el párroco haciendo alarde de la necesidad de más dinero:
(... ) y aunque las existencias en poder del mayordomo de la Cofradía del
Rosario y de que puede disponerse, sin perjuicio de la misma y de sus atenciones,
según informa el propio mayordomo, no llegan a cubrir la cantidad de
este presupuesto, sin embargo yo me prometo el completarla [sic] con las
limosnas y contribuciones complementarias que espero de mis feligreses, por
el interés que todos han manifestado y tienen en la realización y conclusión
de aquella importante obra: si bien es cierto que el estado actual de las cosas
45 Ibídem.
4(, En el mismo expediente. en un oficio de 26 de agosto de 1828. Antonio Moreno le cedia algunas
hrazas de terreno pertenecientes al que posee mi e.lj)()sa. (Ibídem).
101 Boletín Millares CarIo
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Francisco 1. León AIvarez Origen y evolución del cementerio municipal de La Matanza de Acentejo
no les permite mayores sacrificios, especialmente habiendo cada uno hecho
ya lo que ha podido así con su persona como con el poco caudal que tienen;
porque a esta clase deben referirse los recursos que ya apuró y puede todavía
apurar el ayuntamiento47.
Finalmente el obispado autorizó al párroco para que utilizase tanto los fondos
sobrantes de la Cofradía del Rosario como lo que él pudiese recaudar en
forma de las limosnas voluntarias de los fieles, estableciendo que la cantidad
que se tomase debía ser reintegrada igualmente a la misma cofradía.
Pero derivado de todos estos conflictos entre el párroco y el mayordomo
de la cofradía, los trabajos para finalizar la construcción del cementerio
aún no habían finalizado varios años después, hasta el punto que asistimos
tanto a la publicación del Rcglamento de 8 de abril como de la Real Orden
de 2 de junio de 1833, en la que el rey ordenaba que se lleven a puro y debido
electo las repetidas Reales Órdenes expedidas en diFerentes épocas que
prohiben dar sepultura a los cadáveres en los templos4R. La preocupación
máxima, además de hacer cumplir las leyes promulgadas al respecto que en
muchos lugares no se cumplían, era que en ellos se construyese e hiciese un
uso correcto de los cementerios, dejando de utilizar las iglesias como lugares
de enterramiento con el fin de evitar problemas de salubridad49. La Real
Orden establecía que en el plazo de quince días el corregidor debía enviar
al Ministerio del Fomento General una relación completa de todos los pue-
47 Ibidem.
4" AMLL. Sección 11: Informes de cementerios. e-x. 9.
La Real Orden de 2 de junio de IR33. sobre Reencargo de construcción de ccmenterios con fondos
de las fábricas de las iglesias. establecía:
Los intendentes de las provincia.",', valiéndose de 10:-; corregidores, alcaldes mayores y ayulltamientos,
di,\jJol1drán que en todas las poh/aciones en quc .\'(! hallen con.\'fruido,\' cementerios ,""(, procedo dc·;de luego
al enterramiento de !o!'.. cadáveres en el/os', ."in ('onde.\'ccndencia no di.\'imu/o,
Los mismos intendentes l' las autoridades municipales por conducto de a'fuéllos darán cuenta en el
término de un mes al A4inister¡o de mi (,(ligo de los jJueh/os en que ¡1{~t'o cementerio,"; cOJls/ruidos.1' de Stl
estado.
Respecto a los puehlos donde no los haya, los mismos intendentes, ohl"l1l7do de acuerdo con los prelados
eclesiástico.I', cuidarán dc que se de principio desde luego a su construcción a costa de los /imdos de
lasfáhricas de las iglesias, que son los primeros ohligados a el/os.
Donde se haya alegado o se alegue no existirfiJl1dos suficientes para el/o en las fábricas, se deberá
acreditar la falta o insuficiencia en dchida fórma, no hastando la mera enunciativa dc ella.
En defecto de/imdos defáhricas sc e'chará mano de 10.1' propios en a'fuellos puchlos que ajuicio de
la dirección del ramo puedan soportar este gravamen; l' sifilcse preciso cn algunos puehlos destinar algún
terreno concejil o de propios para el local del cementerio, podrá hacerse, previa la aprohación dc S.M., a
propuesta de la dirección de propios.
Donde no hayo fhndo.\' dé' fáhrica /lO de propio,", con que concurrir a eslc gasto, las olflor¡dade.\,
locales, por conducto de las de sus re,lpectivas provincias, propondrán 10.1' medios 'fue conceptúen más mlemados
para atender a tan importante ohjeto. (Enciclopedia Juridica E.lpai/ola. Op. cit.. pp. 10 I0-1 O11).
49 ( ... ) que en todas las pohlaciones de su distrito en que se hallen construidos cementerios, se pmceda
desde lucgo al enterramiento de los cadáveres en ellos. sin condescendencia ni disimulo. (AMLL.
Sección 11: Informes de cementerios. e-x. 9).
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Francisco.J. rcfÍn Ah'urc~ Origen.l' e\'()lncifÍn del cementerio mnnicipul de Lu Matan::a de Acentejo
bIas de la isla que tuviesen cementerio construido, su estado, así como
aquellos que no lo tuviesenso.
Interesado el corregidor por la situación a este respecto en La Matanza,
Agustín José Delgado contestaba en 13 de julio de 1833 dando a conocer que
las obras aún no habían acabado: si bien la construcción databa de 1828 a raíz
de la epidemia de viruela, en la que había intercedido notablemente el párroco,
que bendijo el 2 de marzo de dicho año el campo cercado provisionalmente
para utilizarlo como cementerio, y desde cuyo momento se venían haciendo
los enterramientos de los cadáveres de los vecinos fallecidos, en 1833 se
podía decir que su construcción estaba casi finalizada más bien desde el punto
de vista formal que real:
(... ) Dicho cementerio se halla casi concluido por lo que mira al aspecto
público, pero sus muros en lo interior están aún sin encalar y expuestos a
arruinarse por este defecto; también le falta capilla o lugar decente en que
colocar la santa cruz, a lo que se añade que el expresado campo no es suficiente
ni proporcionado al número del vecindario, por lo que se hace preciso
darle más extensión, de que es muy susceptible por haberse dispuesto la obra
con ese mismo objeto desde su principioSI .
De igual modo, teniendo presente lo visto anteriormente referente a que los
problemas económicos existentes para realizar la obra estuvieron siempre presentes,
y que si bien se autorizaba al párroco para utilizar los fondos de la
Cofradía del Rosario para la construcción, que aún así eran más que insuficientes,
aunque necesarios para dar los primeros pasos, en el infonne que elaboró
Agustín José Delgado señalaba que la fábrica se costeó con una limosna
que recibió de América la Cofi'adia de Nuestra Sei10ra del Rosarios2; además
la construcción contó también con unas pequeñas contribuciones voluntarias
de algunos vecinos así como con el trabajo personal de otros, pues ni lafábrica
parroquial tienefóndos ni rentas algunas, como es notorio, ni en este pueblo
hav propios ni arbitrios con que atender a este objetos3 .
Dejando a un lado todo el conjunto de problemas económicos que se presentaron
para construir el cementerio, lo cierto es que a partir 1828 la utilización
del mismo fue un hecho real, si bien más impuesta que voluntaria. Las familias
pertenecientes a la nobleza local tenían un espacio "reservado" para ellos, en el
jll ¡\del11ús de indicar los lugares que earcciesen de bienes de propios con que construir el cementerio.
en caso dc no haber fóndos dc fábrica de las iglesias. debía también atender a que conmeditacifÍn val'U viendo
los medios ,/ue se han de adoptar para la pronta ejecucifÍn de más ohras en que se interesu la salud
puhlica, el respeto l' decoro de los templos .1' la ohser\'(Jnciu de los leres l' fÍrdenes expedidus sohre la muteria.
(Ibídem).
'1 Ibídcm.
'2 Ibidem.
'1 Ibídcm.
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Francisco J. León Alvarez Origen y evolución del cementerio municipal de La Matanza de Acentejo
que serían enterradas las distintas generaciones y con lo cual perpetuaban no
sólo su memoria sino su estatus social -a diferencia del resto de vecinos, que
eran sepultados en fosas normales sin sentido jerárquico-, comprando su sepultura
a un elevado precio pagado a la fábrica parroquial y por las perpetuas pensiones
anuales tanto mayores cuanto más cerca estaban del altar mayor, en un
afán por no desvincularse de ese marco religioso jerarquizado del que habían
hecho ostentación y por la vinculación religiosa directa con la propia edificación.
El cumplimiento progresivo en el siglo XIX de la legislación sobre cementerios
cambió obligatoriamente esta concepción de los enterramientos y trasladó al
mismo esa concepción jerárquica de la muerte. Así, por ejemplo, en 1882 fallecía
Juan Martín Calzadilla, natural de Santa Úrsula y vecino de La Matanza, hijo
legítimo de Diego Martín González y de María Calzadilla Grimaldi, naturales de
La Victoria y vecinos de Santa Úrsula, y cuyo cadáver habrá de dársele sepultura
en el cementerio de este pueblo en el sepulcro que está destinado para la
familia54 . El caso más ilustrativo es del mayordomo de la Cofradía del Rosario,
Antonio Femández del Castillo, uno de los más destacados benefactores de la
iglesia parroquial. Este vecino había recibido del Obispo Manuel Verdugo la prerrogativa
para ser enterrado junto a su esposa en un sepulcro en aquélla en atención
a los servicios y gastos hechos de su propio caudal en la misma, por cuanto
entonces no tenía legítima sucesión55 . Pero al casarse de nuevo y tener descendencia,
unido a la creación del cementerio, solicitó en 1829 la preceptiva
licencia para trasladar el sepulcro que se le había concedido a él y a su primera
mujer en la iglesia parroquial al nuevo camposanto56. El obispado le concedió la
autorización, sobre todo atendiendo a los gatos económicos que había hecho en
la iglesia, siendo esta prerrogativa extensiva para sus sucesores legítimos, los
que, muerto el suplicante, ofrendarán en la iglesia lo quefitese de costumbre de
trigo y un barril de vino57 .
54 Juzgado de Paz de La Matanza de Acentejo. Libro de inscripción de dcfunciones, tomo VII, f.
15 vto.
55 AHDSCLL. Fondo Diocesano. Documentación ordenada por pueblos: pueblos 27. Expedientc de
traslado de sepulcro de Antonio Fernández del Castillo dc la Iglesia de El Salvador (La Matanza dc
Acentejo) al ccmenterio municipal, 1829, sin foliar.
56 ( ... ) Pero habiendo pasado a segundas nupcias y teniendo ya tres hijos de mi último matrimonio. y
habiendo continuado además mis servicios y gastos a la repetida iglesia a la que doné la pila bautismal de
mármol blanco que me tuvo de costo nueve mil treinta reales de vellón con otras contribuciones que, unidas
a los costos que motivaron la gracia de que hago mención y demuestro. ascienden a mil ciento y cincuenta
pesos de a quince reales de vellón, [solicitaba trasladar su sepulcro al] cementerio que se halla va
establecido con el lugar que Vs.I. tenga a bien señalar. (Ibidem).
57 La autorización le sería comunicada correspondientemente al párroco matanccro para que, como
bien enterado de las circunstancias personales que hacen tan acreedor al suplicante a nuestras gracias, le
señale el punto donde le parezca más conveniente, dándosele posesión de ello según la práctica observada
en estos casos, pudiendo ser trasladados los restos de su ditÍ/nta mujel: si yace en el primitivo sepulcro propio,
al concedido de presente. (lbidcm).
En cuanto a la ofrenda, posiblemente se refiera a un donativo quc se conoce como misa de pitanza.
Por pitanza entendemos el precio que se da por una determinada cosa, así como la ración de comida que
Boletín Míllares Carla
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Francisco J León iÍlvarez Origen v evolución del cementerio municipal de La Matanza de Acentejo
Por otro lado, el cementerio de La Matanza reuniría en el siglo XIX las
mismas condiciones que los del resto de la isla, tal y como mencionaba F.
del Busto y Blanco, carentes de cuarto de autopsias -algo lógico si entendemos
que casi no había asistencia sanitaria para los vecinos y donde la presencia
de un médico era un hecho excepcional- que a la vez sirviese para
depósito de cadáveres, ni tampoco habitaciones destinadas al capellán y
sepulturero. En cuanto a las medidas, es un hecho fundamental la descripción
que da cste escritor, pues, como otros muchos, en el matancero no se
establecieron las medidas y proporciones adecuadas, pues en el primer tercio
del siglo XX ya se plantearía la nccesidad de buscar otro terreno para
su nucva construcción:
(... ) En lo general son todos demasiado pequeños al respecto de su población,
porque al construirlos no se ha tenido en cuenta que cada cadáver necesita
un local de dos metros cuadrados, y que es indispensable transcurran por
lo menos cuatro años para la exhumación de los restos mortales: es decir, que
la capacidad de los cementerios debe ser por lo menos triple de lo que se necesita
para las inhumaciones de cada año; con estas condiciones se podrán satisfacer
plenamente todas las indicaciones de salubridad que se necesitan en los
cementerios58 .
Durantc el siglo XX se producirán una serie de transfonnaciones en la
forma de concebir el esta edificación y en las propias creencias religiosas: uno
de los cambios más perceptibles es que los muertos eran enterrados inicialmente
en cl suelo dcl cementerio, es dccir, cubiertos de tierra y en contacto
directo con ésta, no sólo de manera simbólica expresando el origen del hombre,
sino porque así se había hecho tradicionalmente en las iglesias, los antiguos
ccmenterios; pero, ante el aumento paulatino de las defunciones y la
imposibilidad de poder seguir practicando enterramientos por el poco espacio
del cementerio, dio lugar a que los cuerpos recibiesen sepultura en forma de
nichos levantados a lo largo de todo el perímetro del cemcnterio original y
como fórmula ineludible de ahorrar espacio y reutilizar los nichos una vez
transcurrida cierta cantidad de años desde que se practicó en el la sepultura. De
ello tenemos buenos ejcmplos en las ampliaciones que se practicaron del
se distribuye a los que viven en comunidad o a los pobres. En muchos testamentos se dejaba como estipulaciones
el encargo de misas en nombre del difunto. por cada una de las cuales se pagaba la pitanza.
es decir. el estipendio correspondiente a cada una. También es licito pensar que esos alimentos perecederos
pudiesen ser luego distribuidos entre los pobres a camhio de rezar por el alma del difunto que los
!labia dado con el fin de perpetuar su mcmoria. Por todo ello. los sucesores de Antonio Fcrnúndcz del
Castillo debian o¡¡-endar a la iglesia con un pago en especie por la aceptación del traslado del sepulcro
al cementerio y que suponia uno de los beneficios de los que se alimentaba la economía de la iglesia
parroquia!.
5S Busto y Blanco. F. del: op. cit.. p. 192.
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Francisco.J. León Alvare Origen y evolución del cementerio municipal de La Matanza de Acentejo
cementerio en las últimas décadas del siglo XX y principios del XXI, tal y
como señalaremos posterionnentes9.
LA CONSTRUCCIÓN DE UN NUEVO CEMENTERIO MUNICIPAL
EN EL SIGLO XX
En el siglo XX, además de llevarse a cabo un traslado dc la ubicación
original dcl cementerio hacia otro lugar del municipio que reuniese mejorcs
condiciones de espacio y salubridad, también se produjo un constante enfrentamiento
entre cl poder civil y el eclesiástico, representados por el alcalde y el
párroco, en cuanto a la jurisdicción del cementerio. Un ejemplo elocuente de
este enfrentamiento sucedió en 1900 cuando el párroco Fructuoso Malat
Pascual, queriendo aprovechar la madera de un ciprés derribado por el viento
en el cementerio para llevar a cabo ciertas reparaciones indispensables en la
torre de la iglcsia, afinnó que sólo él podía ejerccr jurisdicción en dicho cementerio
por ser un lugar sagrado pertencciente a la Iglesia, quejándose al obispado
porque la alcaldía se oponía a que el mencionado ciprés fuesc extraído de
aquel sitio y aprovechada la madera según deseaba6o. Pcro lo cicrto es que el
argumento del alcalde se basaba en considerar que el ccmenterio municipal
había sido construido por cl pueblo y por lo tanto, en cl uso de cualquiera dc los
bienes que albergarsc en su interior, quicn mandaba cra la autoridad civil, no
eclesiástica; la iglesia sólo conservaba la autoridad moral y espiritual en defensa
del alma de los difuntos61 . Entendía que el alegato del alcalde se basaba en
que el dcrecho civil y el canónico estaban confonncs en que los cementerios
fuesen parte integrante de las iglesias parroquiales, tal y como lo detenninaba
la Real Orden de 18 de marzo de 1861, sobrc posesión de las llaves de los
cementerios -utilizada por el párroco y el alcalde como base para sus argumentos-
y que los templos, objetos, lugares y por consiguiente los cementerios
espiritualizados por la solemne consagración de la Iglesia, se hallan/itera
del comercio de los hombres, expresando con toda claridad la citada Real
Orden que no debe ser obstáculo para ello el que un cementerio haya sido
construido con fóndos municipales porque no por eso se habrá cambiado la
)') Las catacumbas utilizadas por los cristianos primitivos han sido consideradas como vías subterrúneas
pobladas de sepulcros colocados a uno y otro lado de forma análoga a la de los níchos modernos.
(Enciclopedia .furidica E,lpaliola. Op.cit, p. 1(00).
hO Archivo Municipal de La Matanza de Acentejo (AMLMA). Libro de actas de sesiones plenarias del
Ayuntamiento. Sesión de 14 dc cnero de 1900. f. 2í\ rto.
61 ( ... ) ha manifes/ado el selior alcalde que por el hecho de haher sido construido por el ¡",eh/o, él es
quien gohierno el cemcJlterio, cuya l/ave tolero CjW! la clf."l/odie el .'lCIcri.\'lán en dejce/o de otro persona;
teniendo nos en euenlO que la referida Ilal'e ha estado siempre el1 poder de sus púrrocos de ese pueh/o (... ).
(AIIDSCLL. Libro n"13: Libro copiador de la secretaría de cámara y gobierno de este obispado. [Iniciado
en S dc diciembrc de Ií\9S]. Asiento en 10 de cncro de 1900.
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fúmcisco.J. /,e(Jn AI\'(/re:: Origcn.\' cl'olucirin del ccmcntcrio lI1unicipal dc La Matanza de Acemejo
esencia del lugar62 , pues desde su creación, todo lo que hubiese sido consagrado
pertenecía a los bienes de la Iglesia, siendo inalienables. Muchas iglesias
habían sido construidas con fondos de los pueblos, pero a ninguno se les había
ocurrido la pretensión de tener en su poder las llaves, que correspondían al
párroco. Pero no por esto se privaba a la administración de la intervención que
debía tener en los cementerios en todo lo que se refiriese a su policía y régimen
en cuanto tenía que ver con la salud, hasta el punto que las autoridades administrativas
podían y debían examinarlos para ver si se cumplía con las prescripciones
legales acerca de las sepulturas, celar cuidadosamente para que se
construyesen donde no las hubiese, ejerciendo una policía severa, no sólo en
que para su construcción se guardasen las reglas al efecto establecidas, sino
también en los depósitos de cadáveres, entierros y exhumaciones63 .
La interpretación de este conflicto, patente en dicha Real Orden, que siguió
latente durante muchos años en La Matanza y en otros cementerios del país,
establccía por un lado que desde los primeros tiempos del cristianismo los
cementerios habían sido considerados como lugares sagrados y por lo tanto
habían tenido los privilegios y prerrogativas como tales. Eran consagrados por
los obispos con las ceremonias que para el efecto establecía el Ritual Romano,
del mismo modo que se hacía para consagrar las iglesias. Y se estableció la
necesidad de bendecirlos por si acaso eran profanados. De aquí procedían los
privilegios de que habían estado en posesión los cementerios de servir de lugares
de "asilos de muerte", de estar exentos del comercio humano e incapacitados
para ser objeto de lucro y negociación, de no poderse juzgar en ellos
pleitos de seglares y otras prerrogativas semejantes. Y no podía suceder otra
cosa, porque los .fieles, mientras viven, pertenecen a la sociedad civil; desde
que mueren, sus restos pertenecen a la Iglesia que les recibe y conduce al
cementerio con las plegarias y oraciones de los dijúntos, y les da sepultura
bendecida como parte de la comunión de la Iglesia en que vivieron. De aquí ha
procedido la parte tan principal que la autoridad eclesiástica ha tenido siempre
en todo cuando se ha reFerido a los cementerios, que se han considerado
como una parte integrante de las iglesias parroquiales. Ambos derechos, el
canónico y el civil, están conjórmes con esto64 .
Como solución a este conflicto, el obispo estableció que el párroco siguiese
teniendo en su poder la llave del cementeri065 , añadiendo que debía mediar
la cordura entre él y el alcalde, autorizándole para que, poniéndose de acuer-
1,' Ibidcm: Eilciclopcdia .JI/ridica ESPOlIO la. Op. cil, pp. 10 14-1o15.
61 Enciclopcdia Juridica /:·spaíjola. Op. cit.. p. 1015.
(14 Y jJaro que resulle 111lís si cube el carácter de lllgar ,\'agrado que lo,'" cementerios tienen. c()/1.\,itk~rcnse
con sus cmces.\' signos dc la rcligión repartidos por todas partcs, con la conclII'l'cncia dc(íclcs '1uc
(J el/os asiste. con el recogimiento que el/ligar i/1.\'pira, con el,\;enfimicn!o religioso que por todas partes se
difunde. ClJiI las oraciones '/1/1' por el etcmo descanso dc los lI1uertos se cscuchan. (Ibidcm, p. 10 14¡.
lo' AMLMA. Libro dc actas dc sesiones plenarias del Ayuntamicnto. Scsión de 14 de enero de 1900, f.
2X rto.
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Francisco 1. León AIvarcz Origen y evolución del cementerio municipal de La Matanza de Acentejo
do con éste y tratando de buscar entre ambos el bien de la Iglesia, obtuviese de
dicha autoridad, a cambio del ciprés referido, la cantidad que debía invertirse
en las reparaciones de la torre66. Pero la Corporación no quedó conforme y
decidió consultar al Gobernador Civil de la Provincia, como única autoridad
llamada a resolver la cuestión, en función de la cual se manifestaría la misma,
si bien carecemos de la documentación que nos indique como acabó este
enfrentamient067 .
En cuanto a la creación de un nuevo cementerio, Carmen Hernández
Perero, maestra de instrucción primaria, hacía escritura de donación en 18 de
noviembre de 1920 a favor de la parroquia de El Salvador, representada por el
párroco Domingo Pérez Cáceres, de un terreno de tres almudes y medio de
extensión con destino a la construcción de uno nuevo, pues estando llenas
todas las sepulturas del cementerio de este pueblo y queriendo dar una prueba
del cariño que al mismo profesa, su tierra natal y donde siempre ha habitado,
dona y traspasa para el citadofin a la parroquia de El Salvador de esta
dicha [La] Matanza (...) el trozo de terreno (...) quien podrá desde hoy, sin otro
acto que este otorgamiento y con el predicho carácter, entrar en posesión de
aquél y dar comienzo a las obras que juzgue necesarias para así evitar el
lamentable espectáculo que todos presencian6x. En lo que se refiere a dicha
cesión, el obispado había autorizado previamente al párroco para que la aceptase
para construir un nuevo cementerio cediendo al propietario que lo ceda
o venda el producto de las sepulturas que se vendan durante la vida de dicho
propietario y después de su muerte todos los años se le cantará un oficio aniversario[
sic]69. Con ello, el párroco, alabando el carácter humanitario que
había mostrado la donante, dejó constancia en la escritura que cada año se
celebraría en la parroquia un solemne funeral en sufragio de su alma y al visitar
la parroquia con cruz alzada el día de la conmemoración de los fieles
difimtos la sagrada necrópolis, se cantará ante el sepulcro donde descansen
sus restos, solemne responso, haciendo lo mismo ante los de sus finados
padres7o .
66 !\IIDSCLL: Libro n." 13: op. cit.
67 AMLMA. Libro de actas de sesiones plenarias del Ayuntamiento. Sesión de 14 de enero de 1900, f.
2R 110.
6X Carmen lIernández Perero vivia en la calle Real, n." 55, mientras Domingo Pérez Cáeeres lo hacía
en el Callejón del Naranjo, sin número. La escritura fue otorgada ante Aurelio Gobea Rodríguez, notario dc
La Laguna. En cuanto a los linderos de la propiedad, limitaba al norte con servidumbre de paso a los terrenos
de su hermana Juana ¡ lernández Perero; poniente, con serventia; norte, con terreno de Domingo Miguel
Hernández y de Úrsula Afonso; y sur, con propiedad de la propia Carmen Ilernández Perero. Esta propiedad
la habia obtenido por herencia de su padre, Salvador Hernández Perero, y le fue adjudicada en partición
amistosa celebrada con sus hermanas Juana y Francisca Teodora. (AMLMA. Escritura de donación otorgada
por Carmen Hcrnández Perero a favor de la parroquia de El Salvador (La Matanza de !\centejo) para
construcción de un cementerio municipal, 1920).
69lbidcm.
70 Ibidem.
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lOS
Froncisco J. Lerin ¡{¡\'(Ire: Origen v evolucúin del cementerio municipal de La Matanza de Acentejo
A pesar de csta donación hubo que esperar hasta abril de 1921 para que
el alcalde Isaias Martín Hcrnández propusiese ante el pleno del ayuntamicnto
la necesidad de construir uno nuevo, ya que el que existía no reunía
las condiciones dc higiene y salubridad necesarias por su mala construcción,
emplazamiento y orientación, sin olvidar su deplorable estado de conservación,
y más que nada, porque siendo del todo insujiciente, obliga a
remover las sepulturas antes de transcurridos los cinco años de enterrados
los cadáveres, lo que constituye una verdadera projcmación y un atentado
a la saluhridad púhlica71 . La Corporación secundó su propuesta, añadiendo
adcmás que las condiciones de insalubridad se acentuaban por la propia
situación del ccmenterio, ya que las filtraciones que cn él se producían contribuían
a contaminar las aguas de las fuentes públicas y cursos dc agua de
la localidad. El proyecto de construcción fue encargado al arquitecto Juan
Perdomo Marrero y se lc comunicó al párroco el acuerdo adoptado para
sabcr si podía atender a la ejecución de las obras con los fondos de fábrica
de la iglesia o, en su lugar, manifcstasc la cantidad que podía destinar a
e11072 .
Pero en mayo de cse mismo año Carmen Hernández Perero remitía al obispo
una carta cn la que le exponía bien a las claras las dificultades por las que
había pasando cl párroco y el retraso en la construcción de aquél:
(oo.) En este [pueblo] el cementerio en proyecto y Ilámolo [sic] así porque hasta la
fecha de -en proyecto- [sic] no ha pasado (oo.)
[El pueblo] Lo manda y dirige un pequeño grupo de liberales que tienen por jefe
al señor Pérez Armas a quien obedecen. Ya vuecencia conoce esta gente porque fue la
que la emprendiera con el benemérito cura propio de aquí don Esteban Martín. Pues
bien: a estos sef\ores les ha caído tan mal mi donación a la parroquia del solar para un
cementerio que descaradamente se han propuesto a que no construya el señor cura tan
indispensable recinto y tan apremiante, por cierto, pues hoy, al abrirse en el que tenemos
la más antigua de las fosas, se produciría, señor, el espectáculo más horripilante
y nauseabundo: ya no queda ni una tanto la medianamente tolerable que removerse
deba y, sin embargo, vea las bajezas y rastrerías que emplean73.
En primeras anduvieron uno por uno soliviantando a los vecinos más próximos al
terreno donado y, como ninguno se prestó a hacerles el ceo, accedieron, no sé en qué
forma, al inspector de sanidad que, alarmado, apareció días atrás a inspeccionarlo, cuyo
resultado fue de declarar que había sido señalado por el mismo dedo de la Providencia
porque inmejorable era y es a todas luces y por tanto (asombrado de la queja) le dijo al
71 AMLMA. Libro de actas de sesiones plenarias del Ayuntamiento. Sesión de 17 de abril de 1921, fs.
15 rto.-vto.
7c Ibidem.
AflDSCLL. Fondo Diocesano. Comunicación de Carmen Hernúndez Perero sobre el cementerio de
l.a Matanza de Accntcjo. Legaio 12X6, documcnto X7.
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Francisco 1. León AIvarez Origen y evolución del cementerio municipal de La Matanza de Acentejo
señor cura que inmediatamente empezase la obra y que a la vez podría ir confeccionado
el expediente que en estos casos impone la ley.
y sigue lo más importante. Al abrir un cementerio, primero y único, me despojan
de una faja de tierra que expresamente me reservé en la escritura de donación porque
ella constituia la entrada o pase a la porción de terreno que, a continuación de la
donada, allí me queda, y no sólo al mío, sino al terreno de una hermana que tiene a
la pasada el mismo derecho que yo, y además se hace indispensable; y al mismo tiempo
se marchan en grupo a aconsejarle al lindante con esa faja que me negase aquella
entrada, con la cristiana intención de paralizar las obras -poniéndome de frente una
cuestión judicial-o Advertida de esto convoqué al cura y allí desenredé la madeja
señalando mi entrada y por consiguiente inutilizando aquel trabajo consistente en un
profundo zanjón en la misma faja reservada74.
La situación era tan intensa e inestable que el propio párroco, Domingo
Pérez Cáceres, tuvo que marcharse ocasionalmente y por voluntad propia a
Güímar:
y no sigo, porque me haría interminable; y a todas estas fechorías, el cura,
que por su carácter y poca edad no es capaz de imponérseles, sufre lo indecible
el buen señor, ellos se bañan en agua de rosas y el cementerio no se levanta.
Aburrido y huyendo de estas basuras se estuvo en Güímar la semana pasada
y antepasada y el domingo nos dijo una misa rezada y a GÜÍmar volvió a
marchar donde por toda esta permanecerá; de manera que estuvimos sin
cementerio y sin cura. Todas estas lindezas debe saberlas vuecencia para que
vea el medio de remediarlas; de no intervenir con su autoridad de una manera
enérgica y absoluta no tendrá La Matanza necrópolis parroquial ni municipal
porque esta gente deshace, pero no hace75.
Lo único que le pedía Carmen Hemández al obispo era que enviase una
persona de su confianza al municipio para que comprobase directamente las
condiciones del terreno donde se iba a levantar el cementerio, frenando esta
intención de quitarle una franja de terreno que no estaba en la escritura de
No sabemos de quién se trataba el vecino de apellidos "Pérez Armas". En el padrón del impuesto de
cédulas personales de 1906 figuraba al n." 527 Antonio Pérez Annas, domiciliado en Toscas de Guia, de 70
años de edad y propietario, como única persona con dichos apellidos. (AMLMA. Padrón del impuesto de
cédulas personales dc La Matanza de Aeentejo, 1906). Igualmente en la rectificación del censo electoral de
1915 constaba un Antonio Pérez Armas, domiciliado en la Carretera General, de 64 años de edad y jornalero.
(Boletin O/icial Ertraordinario de la Provincia de 30 de agosto de 1(15). En cuanto a los miembros de
la Corporación, no figuraba ninguno con esos apellidos en años atrás. Por lo tanto, no podemos afirmar que
uno u otro fuese el referido por Carmen lIernández Perero, ni saber los motivos rcales que determinaban
estc contlicto.
74 AHDSCLL. Fondo Dioecsano. Comunicación dc Carmcn lIernández Perno sobre el cementerio de
La Matanza de Acentejo. Legajo 1286, documento 87.
75 Ibidem.
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110
Frallcisco.J. LciÍlI AI\'({rc Origen y evo/lIci()11 del cementerio municipal de La l\¡fatan~a de Accnt~io
cesión, porque aún hay más intentonas de la misma índole al tratar descuadrarlo
76. Refuerza su argumento con el siguiente argumento:
¿Convendría la amenaza de clausurar nuestro cementerio? En estos
momentos me dicen que ayer murió un pobre anciano y que el sacristán se
niega a señalar puesto para la fosa; no sé en qué parará y si el cura estuviese
en el pueblo hiciera asimismo el bulton .
Tras finalizar la carta aparece otro fragmento que posiblemente escribió
como añadido a la ya redactada y antes de enviarla, en la que refrendaba aún
más su solicitud. En ella se señala que para hacer la obra de la construcción del
cementerio no hacía falta en esos momentos dinero, pues tenía acumuladas
algo más de 3.500 pesetas recaudadas por donativos voluntarios de los vecinos.
Igualmente menciona que el enterramiento del anciano al que se hacía
alusión anteriormente se había ya realizado y que el alcalde hizo la "vista
gorda" cuando tuvo por primera vez que ir a señalar dónde debía abrirse la
sepultura y le tocó señalar --¿será casualidad?- por riguroso orden la de su
propio padre, que dudo que haya dos años quefalleció. Rectificó con noticia
más curta [sic.]. Por orden riguroso correspondía la de su padre, pero tuvo a
hien dejarla atrás J' designó la de otro que no tiene de sepultura dos años7'¡/,.
Un año dcspués el cementerio seguía aún sin construirse, pero finalmente
Domingo Pérez Cáceres decidió tomar cartas en el asunto hasta el punto que
en 10 de mayo de 1922 ponía en conocimiento del nuevo alcaldc, Venancio
Gutiérrcz Ravclo, que, dadas las pésimas condiciones en que se encontraba el
ccmenterio por su situación céntrica y hallarse casi agotada su fosa común,
tenía la intención de que se construyese uno nuevo, para lo cual ya contaba con
cl terreno que había donado Carmen Hernández Perera y el donativo vecinal
de 3.500 pesetas. Lo cierto es que el párroco casi obligó a la nueva corporación
-la antcrior se había mostrado pasiva ante este enorme problema dc
insalubridad- - a que, sin perjuicio dc presentar el oportuno proyecto de la
obra, incoase cl expediente con sujeción a los trámites determinados en la Real
Orden de 16 dc julio de 1888, con el fin de ganar tiempo, dada la urgencia que
existía de clausurar el existente en esos momentos79. Ante esta situación el
7(,lbidcm.
77 Ibidcm.
7' Ibidem.
7" AMLMA. L.ibro de actas de sesiones plenarias del Ayuntamiento. Sesión de 23 dejulio de 1922. Is.
121'10.-14 rlo.
L.a Real Orden de 16 dc julio dc I X'¡/,X. que establecía las reglas a que había de sujetarse la aprobación
de los expcdicntcs de nueva construcción de cementerios. señalaba:
U njJn/iclI/c se ills/mini Iwr los rcs/icetil'Os (/]'lIIl/0I11iell/os, o.\'elldo o la JUII/a ;\4uuicil)(l1 de
Sanidady clIra púrrr)('o.
Se harán (,O}],",/Ol' en e/mismo I)()!' ¡nedio del ojJortuno plano Ulf(ori::.udo pOI' un anjllitec!o, ingeniero
o IIll/cs/m dc ohm". 1" .wfwrficie del celllcl1/crio el1 pm\'cc/o. dis/I/llcia medi" dc la IJOh!ocirill, oriell
111 Bo/elÍn Millare.\' Cario
2005-2006.24-25: 87-119
Francisco J. León Alvarez Origen y evolución del cemenlerio municipal de La A1alallza de Acelllejo
alcalde inició al día siguiente los trámites para que se incoara el expediente
según dictaminaba la referida Real Orden, comenzando porque el juez municipal
remitiese certificado expresivo del número de defunciones oculTidas en
el término en el último decenio, deduciendo de él el de cadáveres que COlTespondían
a ese año de 1922, que fueron 24 adultos y 15 menores. Independientemente
de las gestiones administrativas que tenía que hacer el alcalde, el
pálTOCO trató de acelerar y justificar su actuación aportando al expediente
documentos del año anterior consistentes en el proyecto elaborado por Juan
Perdomo MalTero así como el infonne de dos médicos respecto a las condiciones
higiénicas del sitio elegido para construirlo. En cuanto al emplazamiento
sería en el terreno donado por Carmen Hemández Perero y se ubicaría
en el ténnino llamado El Barro. cuya superficie es de tres almudes y medio. o
sea, quince áreas treinta centiáreas; que en distancia media del núcleo principal
del pueblo es de ochocientos metros; que está además equidistante de los
caserios, apartado de toda vivienda y en situación contraria a los vientos reinantes
en la localidad; que son aceptables las condiciones geológicas del
terreno elegido, por estar compuesto de tierra barrosa muy compacta, a propósito
para sepulturas, no existiendo en sus proximidades manantiales o
nacientes ni tampoco algibes, presas, atarjeas o conductos de aguas que puedan
ser infectados o contaminados por el cementerioxo. A ello había que unir
que en el proyecto de las obras están comprendidas las del recinto indispensable
para dar decorosa sepultura a los que fallezcan júera del gremio de la
lación COlltraria a los vicntos quc má\' ('o/nLÍnmenle reineJl en la !ocalidad, ./iiación de rumbo.r.,' COI1
gran precisión, cS¡Jecf/lcondo condiciones geo/r'JgÍf'o5; del terreno.
A C\'{OS datos deherá arreglar,I,'(' el ú?fórme de dos médicos, en que se hagan con.í,'/ar las condicione.\'
h(rsiénicas de! lluevo cementerio, SIl proximidad a los río,\' inmediatos, acueductos, IJzanul1fia/es,
lagunas, etcétera, y clIando sea cOIlFcnienle para poder apreciar las hUCJ10S () ma/ll51 condiciones del
silio elegido para eslah/ecerlo.
Se unirá al expediente cert{ficado c\jJresivo del nLÍmero de defúncionc\' ocurridas en el último
decenio, deduciéndose de él el de cadúveres que ('orre.\J)()lldan al ailo común.
InfiJi'lne razonado del Ol'unlamiel1lo refáido a los (IIJOS que podrá ulilizorse el nuevo cemelllerio.
dado el número de cadáveres que havan de inhumar.l·e cada (liJo.
La capacidad del cemenlerio deherá ser haslallle para que puedo ulilizarse. cuando mellOs por el
e.\jJacio de veinte ai1os, sin necesidad de remover los re.\'tos 111or!ules. (... ).
No se dará ('urso por la autoridad superior de la provincia a ninglÍn proyecto de construcción de
cemenlerios si el lugar propueslo para emplazarlo /JO disla cuolldo me/Jos :! kilámelros de la
úllima casa de lo pohlación, en el caso de que ésla seo o excedo de :!OOOO hohilallles. Elllas de mellOs
vecilldario podrán cOllslmirse o 1000 melros de dislo/Jcia si el cellso /JO es menor de 500()
hahilonles, y si lofirere. 0500 melros. (... ).
A difercneia dc los expcdientes promovidos cuyas obras importasen 15.000 pesctas o más, que debian
pasar por el Rcal Consejo de Sanidad del Reino para infonnar del mismo y, oido su dictamcn, consultar con
el rey su aprobación o no, los que no llegasen a dicho importe se aprobarían por los gobernadorcs de las provincias,
oyendo a la Comisión Permanente de la Diputación Provincial. (E/Jciclopedio .Jurídica Esp(llJolo.
Op.cit., pp. ¡02X-1 029).
X() AMLMA. Libro de actas de sesiones plcnarias del Ayuntamicnto. Sesión dc 23 de julio de 1922, fs.
12 rto.-14 rto.
Boletín Míllares CarIo
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1I2
rámcisco.!. Ll'iÍl7 IÍll'1Irl':: Origl'l7 l' 1'\'Olud,," JeI cl'ml'l7/l'rio mUl1icipal JI' La Malal1::a JI' ACI'II/I'jo
religión católica, la capilla y el depósito de cadáveres, con más un local para
la guarda y custodia de materiales y herramientas81 • El proyecto ascendía a
14.237'85 pesetas, mucho más de las 3.500 pesetas reseñadas, y se contemplaba
que podría ser utilizado por más de 30 años, sin necesidad de remover
restos mortales, puesto que su superficie sería de 3425 m.2, ocupando cada
sepultura --siguiendo las directrices de la Real Orden de 15 de octubre de
1898-- 1'70 metros y un espacio de medio metro se separación entre fosa y
fosa. Además, el apoyo de la corporación a dicha obra se fundamentaba sobre
todo en que ésta, aunque carácter público, no estaría sufragada con tondos
municipales y sí por particulares, puesto que el nuevo cementerio católico se
construirá con donativos del vecindario, obtenidos merced a gestiones del
párroco, y habrá de ser propiedad de la iglesia de El Salvador82.
El terreno fue finalmente bendecido el 6 de agosto de 1922, iniciándose
con ello las obras; el antiguo fue derribado en la década de 1940 cuando se realizaron
las obras de reforma, ampliación y pavimentación de la plaza de la
iglesia de El Salvador, aprovechándose para ello el escombro proveniente de
dicho derribo tanto para levantar los muros de contención como para rellenar
el suelo, y que se prolongaron aún en la de 195083 .
La necesidad del cambio en la jurisdicción del cementerio volvió a atlorar
cuando en 1952 el alcalde Paulina Izquierdo Hemández planteó que era público
el mal estado en que se encontraba el mismo, motivado según él porque,
XI De la Real Ordcn dc 16 dc julio dc 1888 no sc pudo cumplir el infórmc que dcbia cmitir la Junta
Municipal de Sanidad -teniendo en cuenta además el informc médico aportado por Domingo Pércz Cáccrespues
era un organismo quc no cstaba constituido cn el municipio por no residir en él médico o veterinario
alguno. pcro el ayuntamiento consideró que podia ser sustituido por el dcl Inspector Provincial dc Sanidad.
(Ibidcm).
Por otro lado. como succdia con el resto de servicios del ayuntamiento. era necesario adquirir el material
nccesario para podcr atender al bucn funcionamiento dcl cemcnterio. En este caso. el material era bastantc
básico. limitándose a comprar en marzo 1930 una azada. una pala y un pico con los cualcs poder rcmovcr
la ticrra para cntcrrar a los difuntos. (AMLMA. Libro dc actas de la comisión permanente. Sesión de 29
dc marzo dc 1930. r. 36 rto).
sc AMLMi\. Libro de actas de scsioncs plenarias del Ayuntamiento. Scsión de 23 dejulio de 1922. fs.
12 rto.-14 rto.
La Rcal Ordcn de 15 de octubrc de 1898 dictaba las disposicioncs sobre los proccdimicntos que debian
emplearse para las inhumaciones y las formalidadcs legales para la exhumación; condiciones que debían
dc obscrvasc para la apcrtura de fosas y construcción dc nichos; cntcrramientos en criptas o bóvedas subterráneas;
prohibición de los féretros metálicos; reglas sobrc exhumación de cadávcres; y responsabilidades
dc los cncargados de los cemcnterios. En ella sc autorizaban los scpelios en fósas y nichos. En relación a
los primcras. su profundidad sería de dos metros. con un cspacio dc mcdio mctro de separación cntrc unas
y otras; cn cuanto a los nichos. sólo se pcrmitiria la construcción dc cinco lilas de ellos y su construcción
cargaria sobre un zócalo dc 0'35 metros. a contar desdc el pavimcnto. (i:'l1cicl0pl'dia JuríJica i:'spw10/a.
Op.cit.. pp. 1032-1(33).
s.\ AMLMA. Proyccto de ampliación de la Plaza de la Iglesia de El Salvador (La Matanza de
Accntcio l. 1944.
La construcción en muchas ciudadcs de nuevos ecmcnterios en las afucras dc las mismas tuvo importantes
rcpcrcusioncs urbanísticas puesto quc aqucllos espacios donde se practicaban cntcrramicntos fueron
rcconvcrtidos cn plazas o en zonas de esparcimiento público. (Galante Ciómez. Francisco José: op. cit.. p. 6(4).
113 Bo/etín Mí/lares CarIo
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fi'ancisco J. Ll'ón AI\'(/rl'~ Origl'l1l' I'volución dI'! cl'ml'ntaio municipal dI' La Matan::a de Acel7tl'jo
siendo aún de propiedad de la iglesia parroquial, ésta no tenia medios económicos
suficientes para atender a su cuidado y conservación, circunstancia que
cambiaría si fuese de propiedad municipal, por lo que la corporación inició las
oportunas gestiones con las autoridades eclesiásticas a fin de lograr la correspondiente
cesiónx4 . En 1968 ésta estaba ya convenida con el obispado, si bien
se hallaba aún pendiente de formalizarla por encontrarse enfermo el párroco y
entre las primeras medidas a tomar estaría la construcción urgente de nichosx5.
La escritura de cesión a favor del ayuntamiento se practicó en 2 de octubre de
1968x6 .
Precisamente el problema del estado de conservación del cementerio en
todos los sentidos del término ha sido motivo de constantes enfrentamientos
en las últimas décadas del siglo XX y los primeros años del XXI, tanto hacia
la persona encargada de su mantenimiento como de índole política hacia la
figura del concejal a cuyo cargo estaba esta construcción. En 3 de junio de
1974, dentro de las quejas contra Saturnino Delgado que tenía a su cargo el
servicio cuidado y limpieza de la calle General Franco, jardines de la plaza de
la iglesia y cementerio, se indicaba al respecto
que la plaza de la iglesia y sus escaleras no se han visto limpias ni siquiera
un domingo o día festivo en mucho tiempo. que los jardines de la plaza,
además del descuido de su ornato. ni siquiera se han regado. En cuanto al
cementerio. no también varias las ocasiones que (... ) hemos tenido que sufrir
el bochorno de comentarios de censura por el abandono total en que tiene el
contratista citado el servicio a su cuidado. El propio señor alealde y todos los
componentes del ayuntamiento, con ocasión de sepelios de familiares o amigos.
han tenido que asistir hasta el cementerio y lo han podido comprobar
como hace meses y meses que no se ha limpiado ni recogido hierbas secas o
basurasX7 .
Ya recientemente esta situación alcanzó tintes claramente políticos entre el
grupo de gobierno, perteneciente al Partido Socialista Obrero Español, y el
partido de la oposición, Coalición Canaria, pues en abril de 2004 el Comité
Local de este último solicitó la dimisión del Concejal de Cementerio y
Se~vicios Funerarios, el socialista Isidro Felipe Expósito, por la situación
deplorable y tercermundista del camposanto municipalxx , a raíz de unas foto-
X4 AMLMA. Libro de actas de sesiones plenarias del Ayuntamiento. Sesión dc 22 de noviembre de
1952. f. 32 vto.
So AMLMA. I'stado de nccesidades del municipio dc La Matanza dc Aeentejo. 196X.
,% AM LMA. Escritura de cesión del eementcrio municipal de La Matanza de Accntejo otorgada por el
párroco al ayuntamiento. 196X.
S7 AM LMA. Expediente instruido para rescisión del contrato de prcstación dc servicios municipales
suscrito por Saturnino Delgado como contratista. 1974.
ss El Día. miércoles 7 de abril de 2004.
Boletín Míl/ares CarIo
2005-2006.24-25: X7-1 ¡9
114
Fra/1ci,\'('(}.J. Leán Ah'alt'~ Origen.l' el'olllciún del cementerio municipal de La j'ylalan::a de Acenlejo
grafías publicadas en ese momento en un programa de debate en un canal de
televisión de Tenerife, advirtiendo igualmente que, además del estado lamentable
del recinto, se hacía un uso habitual de prácticas irregularesRe¡.
Por otro lado, en 1963 el ayuntamiento elaboró un informe en el que se
evaluaba el estado del municipio a nivel de infraestructuras y que respondía
a la solicitud por la Mancomunidad Provincial Interinsular en 1963 con el fin
de remitirla a la Presidencia del Gobierno; en él la importancia de mejorar el
cementerio ocupaba el cuarto lugar, por detrás de la construcción de la casa
consistorial, la electrificación y la redacción de un plan general de ordenación
urbana, y el costo de las obras ascendía a 1.000.000 de pesetas90. Dos
años más tarde un nuevo informe remitido a la Comisión Provincial de
Servicios Técnicos, actualizando el estado de necesidades del término municipal,
ponía el lugar preferente la ejecución de las obras en el cementerio,
con un presupuesto de 1.840.000 pesetas, del cual el ayuntamiento aportaría
la mitad91.
Una vez construido el nuevo cementerio, en los últimos treinta años del
siglo pasado el problema fundamental fue la necesidad de ir construyendo nuevos
nichos ante el índice vegetativo de envejecimiento del municipio hasta llegar
a un punto en que ha sido necesario ampliarlo físicamente respecto a sus
límites originales. Estas ampliaciones se justifican porque entre 1981 y 200 I
se produjeron un total de 799 defunciones, a una media de 38 defunciones
anuales, en una población de derecho que pasó de 4.918 personas en 1975 a
7.224 en 200 l. Si se tiene en cuenta además que si bien en ese mismo período
se produjeron 3.982 nacimientos, el crecimiento vegetativo descendió paulatinamente,
pasando de 89, 91 y 92 personas en los años 1981, 1982 Y 1983, a
25,28 Y 18 personas en 1999,2000 y 2001, respectivamente, derivando en un
envejecimiento paulatino de la población, donde el indicador de defunciones
X') Los miembros de Coalición Canaria acusaban al gobierno local de ser incapu:: de gestionar dejimna
minin",menle efíca:: los servicios 1J11micipales y le pidieron al alcalde qne convocase nn pleno urgente para
aclarar la situación del cementerio. A su juicio el alcalde debería explicar flor qllé ignoraha sitllaciones tan
I0lJ1cl110hlc\' como c:1 hecho de (fue los trahajadores de los servicios fúl1e}'urios que111ara11 mortajas y 1110((:'rial
cn 11/1 IlIgar il/apropiado dehido a lu.falta dc IIn incinerador de propiedad mllnicipal. El gobierno local
se defendió manifestando que no habría pleno urgente ni dimisiones. subrayando que los materialcs ti)togratiados
-algunas lápidas que se habian ido retirando del cementerio por cumplirse los plazos y restos vegetales-
se ubicaban durante un tiempo en unas pequeñas dependencias anexas al cementerio y sin techar. en
las que el sepulturero las destruia. Su defensa finalizaba afirmando que en esta ocasión se retrasó más de lo
normal lo qucfllt' aprrJl'cc!u/{/o por alguien para sacar lasjátos, si hicl! todo se ('orrigiá en lInas pocas
horas. (Ibidem).
911 En el informe se indicaba que el municipio carecía de cementerio municipal. lo cual es totalmente
¡¡¡Iso: posiblemcnte de lo quc se trataba era de conseguir el aporte económico necesario para proceder a su
ampliación. (AMLMA. Expediente de solicitud de la Comisión Provincial de Desarrollo Local al
Ayuntamiento de La Matan7a de Aeentejo sobre las principales obras de interés público a realizar en el
municipio. 1963 j.
"1 AMLMA. Estado de necesidades de La Matanza de Aeentejo. )965.
115 Boletín Millares CarIo
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Francisco J. León AIvorc:: Origen y evolución del cementerio municipal de Lo }v!ata//::a de Acenteio
está próximo a igualar al de nacimientos, lo que provocará que el relevo generacional
no esté asegurado92.
En este sentido, en sesión plenaria de I de junio de 1979 se trató el tema
de las necesidades más urgentes del municipio y la cifra de 26.000.000 de
pesetas como anticipo reintegrable que se solicitaría al Cabildo Insular para
resolverlas; desglosada esa cantidad, se preveía que haría falta 3.136.969 pesetas
para poder construir 325 nichos en el cementerio donde estamos corriendo
el riego de carecer de lugares de enterramiento93 . En 1980 era necesaria una
nueva ampliación pues estaban disponibles sólo 67 nichos, por lo que a la
corporación le parecía prudente la posibilidad de empezar a construir nuevas
unidades, modificando además las ordenanzas y tarifas que se debieran aplicar
para la adjudicación de los mismos94 ; ello llevó aparejado una modificación de
la Ordenanza de Derechos y Tasas por prestación de servicios en el cementerio
municipal, cuyo importe sería fijado según el importe de las tasas de estos
servicios en los ayuntamientos colindantes95 . Pero en mayo de ese año el alcalde
ponía de manifesto que, aunque se consideraba urgente su construcción, su
necesidad no era inmediata, pues las obras supondrían perjuicios en las cosechas
de los vecinos colindantes, proponiéndose su aplazamicnto hasta que se
terminasen los trabajos de recolección de la uva, comunicándosele a varios
vecinos para que, una vez efectuada la recolección, permitiesen pasar los
materiales de construcción por sus propiedades para ejecutar la obra96. Tan
sólo un año más tarde, en febrcro de 1981, a propuesta del alcalde, sc dcclaró
de urgencia la ampliación del cementerio, cuyo proyecto fue desglosado en
dos fases debido a su elevado coste total97, y su inauguración se fijó el día I
dc noviembre de ese año, día dc todos los santos o día de difuntos9~.
En novicmbre de 2003 sc hacía público en los medios de comunicación
que el servicio técnico de Planes Insulares del Cabildo había constatado la
existencia de un alto grado de saturación en los cementerios de la Tcnerife, una
circunstancia quc estaba provocando problemas a los municipios, quc demandaban
soluciones más o mcnos inmcdiatas. Esta nccesidad urgentc de actuar
en los camposantos cra objetiva y procedía de la información que se había ido
92 Datos estadistico consultados cn la página web oflcíal dcl Instituto de Estadísticas dc Canarías:
www.gobiernodccanarias.org/istadestadisticas.html.
'n AMLMA. Ccrtificado del acta de sesión plenaria celebrada el día I de junio dc 1979. 1979.
94 AMLMA. Líbro dc actas de sesiones plenarias dcl Ayuntamiento. Scsión de I~ de abril de 191\0.
f 6l ItO.
Se aeordó quc inicialmentc los nichos a construir fuescn aquellos qucjimnase// parte de los muros o
paredes que nazcan co//motivo de la ampliación del cemei1lerio. al ocupar la totalidad de la saperficie qae
al mismo corresponde. (lbidem. Sesión dc 9 dc mayo dc 191\0, f 73 vto.).
'Js Ibidem. Sesión de 11\ de abril de 191\0. f. 67 Ita.
96 Ibídem. Sesión dc 16 de mayo dc 191\0, f 77 rto.
97 Ibidem. Scsión de 20 dc l'cbrero de 1981, f. 105 rto.
'JK Ibidcm. Sesión de 16 dc octubrc de 1981, f 137 vto.
Boletín Millares Carto
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116
Orige'11 .1' e'vu/lIcirjl1 de'/ ce'lI1e'nlaiu nlll/licipa/ de' La /vfalal1::a de' ACUIIe'¡O
recogiendo a través de la Encuesta de Infraestructura y Equipamiento Local
del año 2000, además de los datos actualizados que hacían referencia al envejecimiento
de la población de aquéllos ya su relación con la esperanza de vida
de los habitantes de la isla. El Cabildo Insular tenía previsto ofrecer una solución
integral al problema, pero con unas perspectiva a largo plazo, mediante la
redacción de un plan de cementerios que debería abordar las deficiencias de
estos equipamientos, pero no sólo en el aspecto referido al número de plazas
disponibles, sino incidiendo en la urgente adecuación de la red de cementerios
existentes en la isla a la nonnativa de policía mortuaria y a las exigencias
actuales en materia de salubridad pública. Dicha normativa que regulaba este
tipo de actividad en la Comunidad Autónoma de Canarias fue promulgada en
26 de julio de 1994 y llevaba el título de Ordenación Sanitaria de Canarias. En
su artículo 46 señalaba que a los cabildos les competía la ejecución de campai'ías
dc saneamiento, mientras quc en cl artículo 47 especificaba que sería
competencia de los ayuntamientos el control sanitario de los cementerios y la
policía mortuoria99 . Pero lo cierto es que las partidas que los municipios han
destinado en los últimos ai'íos a este capítulo son mínimas o prácticamente
nulas y buena parte de los presupuestos con destino a los cementerios se refieren
a actuaciones complementarias, tales como ajardinamientos, reparación de
capillas y su entorno, mejora de patios y accesos, embellecimiento y ornato,
etc. En 2002 el Cabildo recibió diversas solicitudes de ayuda por parte de los
ayuntamientos de Tenerife que requerían financiación para cubrir determinadas
mejoras que necesitaban los servicios municipales de cementerio. Por eso
en sesión plenaria de 29 dc julio de 2002 aprobó la concesión de una línea de
subvenciones destinada a solventar las deficiencias en aquellos municipios
de Tenerife con una población menor a los 10.000 habitantes de dcrecho. El
propósito de esta iniciativa estaba dirigida a apoyar actuaciones inmediatas
que estuvieran directamente relacionadas con la adecuación de las condiciones
higiénico-sanitarias y de capacidad en las que se desarrollaba el servicio,
dando prioridad a las necesidades más graves. El crédito aprobado por el
Cabildo fue de 300.004 euros, de Jos cuales 41.694 correspondieron a La
Matanza de Acentejoloo.
9') Además dcl control de los cementerios y policía sanitaria. los ayuntamientos también tcnían competencias
cn otras matcrias dc salud pública como el control sanitario delmcdio ambiente. contaminación
atmosférica y abastecimiento de aguas; control sanitario de industrias. transportes y ruidos; y el control
sanitario de edilicios y lugares dc vivicnda y convivencia humana. (Ley 11/1994. de 2ó dc julio. de
Ordenación Sanitaria dc Canarias. Publicada en: /Jo/Clil/ O/ieio! de COI/lirios n° 96. de 5 de agosto
de 1994).
11111 Los otros municipios bcncticiados fucron: San Juan de la Rambla, con 35.062 euros; Santiago del
Teide. con 57.244 euros; El Sauzal, con 42.21R curos; El Tanque. con .12.6.12 euros; Tegucste. 47.717; y La
Victoria de Acentcjo. eon 4.1.437 euros. Caso especial fue la solicitud de La Guancha. municipio en el quc
se observó una cxtrcma gravedad. adoptando dicha sesión plenaria una ayuda por importe de IRO.301·ó J
~lIros.
117 Boletín Millares CarIo
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Fruncisco J. León Alvare Origen V evolución del cementerio municipal de La Matanza de Acentejo
En los primeros años del siglo XXI el cementerio sufrió nuevas ampliaciones:
en mayo de 2002 finalizaban las obras correspondientes a la segunda
fase del programa de ampliación iniciado en 1997, en la que también se construyeron
153 nuevos nichos, distribuidos en varias estructuras y en terraza, y
se venían a sumar a esos otros 153 ya construidos en esta área del cementerio,
que también quedó conectada al antiguo camposanto por un acceso interior del
que hasta esos momentos carecía, y en l de noviembre se procedía a bendecirlas
Iol. Por último, comenzadas en enero de 2004 las nuevas obras de
ampliación, enjulio de 2004 finalizaban las correspondientes a la primera fase
de mejora y ampliación del mismo con los trabajos de cimentación y estructura,
siendo los próximos a ejecutar los relacionados con tabiquería. El conjunto
de la obra implicaba el acondicionamiento de 520 m.2 útiles. El cementerio
incluiría dos velatorios de 80 m.2 cada uno e igualmente, con el objetivo de dar
mayor comodidad a sus usuarios y minimizar las inclemencias del tiempo, se
concebía en el proyecto la construcción de una galería cubierta anexa a los
velatorios, que serviría de apoyo a estas estancias. La infraestructura, que también
dispondría de un garaje y una sala especial para tratamientos postmortem,
se vería culminada con una gran plaza de más de 500 m.2, planteándose así
mismo la posibilidad de incorporar posterionnente una capilla al conjunto.
Además, se llevaría a cabo la construcción de un amplio aparcamiento en el
exterior y de la urbanización del entorno, así como una zona ajardinada l02 .
Si bien el Cabildo concedió la ayuda de 300.004 euros, el total de inversiones para las que se solicitó
subvención ascendió a 2.2999.230' 14 euros.
Esta situación de saturación que padecían los cemcnterios obligó a distintos ayuntamientos a tirar dc
sus arcas municipales. Como cjemplos dc esta situación están la ampliación del ccmenterio católico de San
Carlos, cn el Pucrto de la Cruz, con una inversión de 216.365 euros; una paJ1ida del consistorio de Icod de
Los Vinos. por valor de 1RO.OnO euros; 60.000 euros destinados desde el año 20nO en La Orotava para la
construcción de 360 nucvos nichos; la adquisición por parte del consistorio de El Rosario de una parcela de
100 m2 para el camposanto por 47.033 euros; el proyecto e ampliacíón del cementerio dc Tegueste, con un
presupuesto de 239.122 euros; o las obras para construír un nuevo cemcnterio en Tejina, prcvistas en 2004.
(El Dia, domingo 16 de noviembre de 2(03).
101 La inversión municipal en esta mejora fue de 120.202 euros y en el acto de bendición que precedió
a la tradicional misa de difuntos, durantc el cual se descubrió una placa conmemorativa. estuvo presente
el párroco, Domingo Ponte; el alcalde, Ignacio Rodriguez; y varios miembros de la corporación. (lJiario
de Al'isos. jueves 7 de noviembrc de 2002; Matanceros. Boletin Municipal de In!árfllación, n." 12. agosto
de 2002. p. 13).
10.:' Diario de Al'i.ms. viernes 17 de septiembre de 2004; Matanceros. Boletín ,/¡'flmicipal de
In!iml1ación. n." 16. abril de 2004, p. 24; n." 17, septiembre de 2004, p. 26.
Boletín Míllares Cario
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118
Francisco J. León Alvarez Origen y evolución del cementerio municipal de La Matanza de Acentejo
Anexo fotográfico
Antiguafachada de acceso al cementerio
construido en 1922.
(Autor de la fotografía: Francisco Javier
León Álvarez)
Sepulcro familiar de Antonio Fernández
del Castillo. En él se lee: "Sepulcro Familiar /
Del Teniente Coronel/De Provincias De
Güímar / D. Antonio Fernández / Del Castillo
Que Nació / El Día 2 De Agosto De 1759/ Y
Falleció / El 28 De Noviembre De 1830".
(Autor de la fotografía: Francisco Javier
León Álvarez).
119 Boletín Millares Carla
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