/Jole/ill ,\filiare.\' Cario
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ISSN: 0211·2140
Armonía Mundí. La élíca humanísla
en la socíedad de la ínformacíón
Domingo FERNr\N1)I]. AGIS
Centro Asociado de la UNI'I)
[,as Palmas de Gran ((maria
RESUi\'lEN
Frente a cualquier forma de armonía impuesla. el grado de armonízaeión sín el cual no podemos
escapar a la aulooeslrueeíón sólo puede ser fundamentado en la ereaeíón y el fonaleeim iento de
inslilueíones que contribuyan a la e'\pansíón de una éliea human isla. Ha de entenderse ':sla. no
como mero síslema de ideas propio de una conciencia bien pensante. síno en lanto que fllente de
inspiración de formas de vída que asuman la presencia permanente de la alteridad.
"De lo que no se puede hablar. mejor es eallarse"
Ludwig Wittgenstein. Troc/{¡Ius l.tigico·l'hifos0l'hicus.l'rop. 7.
"Lo que no se dice es como si no e.'\istiera"
[,;1 Tuerta. en 1.(1 buena eslrelfa. película de Ric;lrdo I'mnco.
Dada la conmoción que le produjo el gesto de Piero Sraffa. podemos sulXlner
que las palabras de la Tuerta Ilevarian al filósofo Ludwig Wittgenstein a
profundas reflexiones. Asi. si el gesto de Sraffa le condujo a cuestionarse su
teoria del lenguaje. no sabemos en qué habrian parado sus cavilaciones ante
una frase con la enjundia de esa que pronuncia Maribel Verdú en su exeelente
interpretación del personaje de la Tuerta en La buella eso·ella. En todo caso.
como ningún oráculo atesora todas las preguntas y sus correslXlndientes
respuestas. no estará de más prestar atención a ciertos ecos mientras nos aventuramos
en las sendas de lo que tantas veces ha sido dominio del silencio.
Silencio que aparece en muchos aspectos ellllXllvado IXlr los siglos cuando
pretendemos romperlo a propósito del asunto que en estas páginas nos ocupa.
Un silencio en ocasiones tan espeso que nos lleva a preguntarnos si lo que no
se dice existe en realidad para quien calla. o si quien calla presupone que sólo
vive en su interior lo que cree estar guardando con celo.
En La em del il/dividuo. obra que puede considerarse como uno de los más
serios intentos recientes de esclarecer la historia de la subjetividad moderna.
Alain Renaut realiza una interesante contralXlsición entre las ideas de Leibniz
y las de Hume a propósito tanto de la individualidad como de las relaciones
entre individuos que son definitorias de la realidad social. A su entender. "Ia
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función dc la hipótesis de la anllonia preestablecida. en Leibniz. era evidente:
se trataba. gracias a ella. de llegar a pensar. a pesar de todo un orden. un acuerdo
o. según la expresión del Sisrema de 1695. una comul/icaciól/ entre las sustancias
concebidas como individualidades monádicas"l. Como este mismo
ensayista ser'íala acto seguido. la comunicación que Leibniz logra establecer de
ese modo es de tipo indirecto "vertical. por la mediación del plan divino. en
ausencia de toda intersubjet ividad"2
Hay que decir que esa hipótesis. además de sus repercusiones en el ámbito
metafísico. tiene evidentes consecuencias en la definición del espacio
social. Pues no se trata tan sólo. en efecto. de fündamentar la realidad en el
plano del ser. también estamos con ella deslizando tomas de posición en la
perspectiva del deber ser. corno deja claro el propio Leibniz en su DiSCl/rso de
metafísica. Para él. "cuando una regla es muy compleja. lo que es conforme a
ella pasa por irregular. Así puede decirse que. de cualquier manera que Dios
hubiese creado el mundo. siempre hubiera sido regular e incluido en cierto
orden general. Pero Dios ha elegido el que es más perfecto. es decir. el que es
al mismo tiempo más sencillo en hipótesis y más rico en fenómenos. como
podria ser una linea geométrica cuya construcción fuera fácil y sus propiedades
y efectos fueran muy admirables y de gran amplitud3.
Huelga decir que ese orden. fruto de la inteligencia y voluntad divinas. no
debe ser alterado por ninguna acción individual o colectiva. Para Leibniz. que
considera la Ontologia como un paso previo a la Teodicea. cualquier intento en
esa direcc ión nos llevaria a la catástrofe. El todo es resultado del equi librio perfecto
entre las partes. un equilibrio que ha quedado establecido a priori. Por eso
ser'íala que "la acción de una sustancia finita sobre otra no consiste más que en
el aumento del grado de su expresión junto con la disminución de la de la otra.
en tanto que Dios las ha fonllado de antemano de modo que se acomoden entre
si"'¡. Es preciso. por consiguiente. tener un convencim iento previo acerca de los
fundamentos últimos de la realidad para comprenderla y terminar aceptándola
tal cual es. Sólo asi pueden disiparse nuestros errores. únicamente de esa forma
podemos reconocer la perfección del orden que tenemos ante nosotros.
La visión que hoy predomina es muy diferente. En efecto. en una realidad
abierta y compleja tal como nosotros la concebimos. uno de cuyos ingredientes
históricos primordiales es el proceso de laicización de las instituciones y
formas de interpretar el mundo. la función de esa hipótesis metafisica de la
armonia preestablecida queda desdibujada o reducida a mero juego literario.
Frente a ella tenemos la obstinación de lo que aparece. que nos habla del con-
Ikll<llll, A.. La era del illl/¡nduo. I'ál'. 215.
Ikll<llll, A.. Op. Cil.Págs. 215·16.
Lcibllif_ G. \V.. DIsCllrso de JJleuifislca. Pág. 63.
Lciblli7_ G. \V.. Op. Cil. I';\l'. 75
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flicto constante antes que de la anllonia como base de lo real. En último caso.
dentro de lo que podriamos llamar el horizonte de nuestro discurso. la annonia
podria aún plantearse a modo de proyecto o de ideal regulativo. Pero
entonces no seria más que una suerte de especulación metafisica acerca del
sentido del tiempo histórico. constituiria a lo sumo la base de un ideal que es
legitimo perseguir. pero que tiene tantos visos de validez como pueda tenerlos
la hipótesis contraria y que. de ninguna manera. puede concebirse como algo
dado de antemano. Asi pues. la annonia no seria nunca preestablecida sino
más bien algo a establecer paso a paso y con extrema dificultad.
En consecuencia. no parece que el individualismo radical que hoy campa
por sus respetos sea con facilidad conciliable con ese ideal de annonia. si queremos
hacer de él algo más que un mero ideal, a saber. un presupuesto para
asumir ciertos compromisos. No es. a este respecto. la menor paradoja que
encierra para nosotros la filosofia de Leibniz la conciliación que él establece
entre unas sustancias individuales que en realidad no llegan a interactuar unas
con otras y un orden cuya estabilidad no se ve amenazada en ningún momentos.
I-lemos de reconocer. sin embargo que dados los presupuestos de los que
parte. su solución es lúcida. pese a lo lXlCo consistente que hoy pueda a nosotros
parecernos. Para él. tan sólo Dios podria imponer la artnonia y con ello
introducir orden y coherencia en el mundo.
Puesto que ha quedado bien patente que la solución ofrecida por Leibniz
exige la fe previa en la existencia de un Dios omnipotente. podriamos seguir
profundizando en la cuest ión antes avanzada de si es posible concebir la anllOnia
del mundo de otro modo. Asi. en la perspectiva de la interpretación de lo
humano. podriamos pensarla en tanto que aceptación implicita por nuestra
parte del hecho social. Interpretada de esta forma. seria el propio egoismo el
que habria de llevamos a contribuir al logro y. llegado el caso. a aceptar cierta
dosis de orden o annonia. Nos conduciria. dicho sea en pocas palabras. a no
tensar demasiado la cuerda. por temor a que ésta se rompa y vernos perjudicados.
Queda previsto de este modo un margen para el despliegue de las motivaciones
egoistas. pero éstas. en el curso de su desarrollo. terminan por entrar
en una zona en la que se pliegan a la autolimitaciÓn. Desde esta perspectiva.
¿qué entenderialllos por sociedad armoniosa?
De sobra sabemos que no demuestra mucha sensatez quien concibe la posibilidad
de un orden social ajeno a los conflictos personales o colectivos. Esa
paz de los cementerios. a la que de fonllajocosa aludia Kant al inicio de "La
paz perpetua". no es posible ni deseable. Cualquier aproximación a ese estado
'" ... lIlIa Slls1ancia p;lnicular '''' <lCl(,a 1I1ll'ca sobre olra slIslallcia p;lnicular lIi p;ldece laIllIX'C\j por
acóólI de ella. si se cOllsidcra qlle lo qlle ,!COlllece a cada lIlIa 110 es más qlle lIlIa cOIIs<;cllellcia de su sol"
idea o 'l()ciÓlI complela. plll'Slo qlle es1a idea ellcicrra ya lodos los predicados y ,!Colllecill,;elllos y exprl'Sa
lodo c1l1l1i\'erso··. Lciblliz. G. \V.. Op. Cil.I';\g. 74.
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supuestamente idilieo sólo podria hacerse mediante la imposición de fuertes
restricciones a la posibilidad del conflicto; lo que equivaldria a restringir en
paralelo y de modo contundente las libertades. Por tanto. un orden annónico
seria aquel en el que los conflictos permanecen inscritos en procedimientos
aceptables para la mayoria. En tal sentido. la armonia tendria un perfil muy
incierto: podriamos decir cuándo se ha roto. por la afloración y magnificación
de los conflictos. por desbordar éstos los 1im ites que la sociedad considera tolerables.
pero no acertariamos a aseverar si vivíamos o no en una realidad armónica
ni qué grado de arrnonia fXldria atribuirse a nuestro orden social. Sea como
fuere. a nadie se le escapa que la respuesta a estas cuestiones marca de manera
decisiva la orientación de nuestra reflexión politica.
La tensión entre lo individual y lo social sigue estando presente. como
vemos. en toda interpretación de la idea de armonia que no descanse en la
voluntad de Dios sino en el quehacer de los seres humanos. De esa fonna. el
pensamiento liberal de nuestros dias se caracteriza por la acentuación de uno
de los polos6. mientras que los planteamientos comunitaristas buscan afianzar
el orden social mirando hacia el lado opuesto. En cualquier caso. todo parece
indicar que esa aporia no puede resolverse ateniéndonos en exclusiva al plano
teórico. Ciertamente. sin libertades civicas la arrnonia. sea cual fuere su grado
real. no vale la pena. pero sin ideales asumidos de modo colectivo y sin renuncia
expresa a llevar el individualismo hasta su extremo. la cohesión social es
imposible. Asi pues. esas libertades o esas renuncias son en última instancia
asuntos muy prácticos.
Ya apuntábamos hace un instante que. si vamos a las raices dell ibera lismo
moderno. nos encontraremos de forma ineludible con el problema de la relación
entre individuo y sociedad. Pensando sin duda en ello ser'íala Renaut que
"el empirismo. en tanto que monadologia. debia inevitablemente. reencontrar
él también este problema del acuerdo o de la comunicación de las sustancias.
Éste era ya el caso de Berkeley. bajo la fonlla del problema dell/ll/l/do"7•
Como se sabe. Berkeley plantea que la consistencia del mundo se debe a
la constancia en la percepción del mismo por parte de Dios. De esta fonlla la
realidad del mundo seria una cuestión superflua. Bastaria la imagen del mundo
en la mente de Dios para que nosotros lo percibiéramos corno una entidad subsistente.
Dios apareceria en la misma posición en la que ahora fXldria aparecer
& I~cco'dc",os co"'o Lockc pl;lIl1ca quc '"ell loda socicdad sólo pucdc scr IIl'Cl'S<l'io aquello que lOS indis·
p<:1Is<\blc IX\'1\l\)lIs<:gui, las fíllalidadcs que se p'opuso'". Loch. 1. Ensayo sobre el go!J¡erJlQ cin/. I'ag. 99.
1\Hs addllllc ,lIlade quc ··110 puede haber lIi ¡x,du'1¡' ulla soci<;dad políliea sin IClIcr el podcr llcelos,\,io CII
sí ",i,lIla IX\'1\ la proll'CÓÓIl dc la p'opic(l;\d. y pa'1\ scHlclleiar los queb'1\lIla",iclllos l·O"'Clidos 00111'1\ la
",i,II};\ po' cualquicr ",i<;",b,o dc la CÍI<HI;I socicdad. co"'o cOlI,ccucnóa lOSlo se 1'1!ducc CII que sólo cxiS1C
soócdad polílic;\ allí. c~c1usi\'a"'clllc allí dOlldc c;!d,¡ tillO dc 'u, cO"'pollcllles ha ICIIUIIÓ;!dO a lOSC pode,
1I'\lu'a!. dcjálldok' CII l"allOS de la CL'1I11lllid;!d··. Ibid.Págs. 101·2.
7 Ikllmll, A.. 01'. Ci1.I'ág. 216.
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una máquina capaz de crear una realidad virtual. con la peculiaridad de ser una
virtualidad única y absoluta. de la que el ser humano no tendria nunca la
opción real de salir. A nuestro juicio. dos caminos igualmente engar'íosos proporcionarian.
no obstante. al ser humano la ilusión de estar fuera del horizonte
de la percepción suprema. Por un lado. la apreciación parcial de la realidad.
tomando la parte como si fuera el todo; es decir. la construcción de un mundo
propio mediante la disección o asimilación intelectiva de una fracción del
mundo en si. Restaria. por otro lado. la pura alucinación estimulada por el
medio que füere. Al seguir una de estas dos vías. el ser humano podria llegar
a sentirse a salvo de la percepción divina. pero seria una vana ilusión pues
nunca se situaria más allá de la linea de horizonte ya que esa misma linea es
una banal frontera cuando hablarnos de la capacidad perceptiva de un ser absoluto.
Cabe. sin embargo. otra posibilidad. Se trataria. en este caso. de la opción
de elegir que Dios dejaria a los humanos. atendiendo los dictados de su perfección
como ser moral. En su infinita inteligencia. él conoceria de antemano
el sentido que nuestra elecc ión va a seguir pero. al no intervenir en ella. la elección
seria libre desde nuestro punto de vista. El problema se complica. sin
embargo. cuando pensarnos que no podremos elegir jamás nada que quede
fuera del espectro de posibilidad definido por el mismo Dios.
Por citar un ejemplo de todos conocido. en la saga cinematográfica Alarrix
nos encontramos con una situación análoga. sólo que Dios es sustituido aqui
por una computadora o un conjunto sistemáticamente ordenado de ellas. En
ningún momento pueden los personajes tener la certeza plena de estar fuera de
la realidad creada por el entramado de programas infonlláticos. Eso es tal vez
lo único que queda claro al final de la algo confusa segunda entrega de la serie.
Marrix Reloaded8.
Al hilo de las reflexiones a las que esa exitosa producción cinematográfica
nos incita. cabe preguntarse si se perderian las pobres opciones -por ilusorias
que estas fuesen- de escapar a su dominio absoluto. que nos quedaban
con la hipótesis de Dios cuando lo sustituimos por una hipotética supercomputadora.
En su Discurso de metafisica. Leibniz plantea que "el poder y la
ciencia son perfecciones. y en tanto que pertenecen a Dios. carecen de limites.
De donde se sigue que Dios. que posee la sabiduria suprema e infinita. obra
del modo más perfecto. no sólo en sentido metafisico. sino también moralmente
hablando"9. ¿Podria decirse algo semejante si hacernos que su lugar lo
ocupe una máquina? En principio. tal como suele desarrollarse esa tesis. parece
que la carencia de sentido moral en esta última tendria corno consecuencia
final la ausencia de margen de libertad alguno para el individuo humano. A no
s "101 aleísl1l0 oc h0Y '10 pr"",OC. Clll1l0 el oc 1900. uplicar el Ill,"d0 'sill DilJS": prC1Clldc qu<: el
lIlulld0 es ill<:~pli<:able.y el raci011alis11l0 d<: 1900 es a sus l'jlJS ulla K'0lugia sc<:ularizad,1 ". Mcrkau-I'011Iy.
M.. Éloge de la pllllosophie. Pág. 186.
9 Lciblliz. G. W. . Op. eil. Pág. 58.
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ser que la existencia de una imperfección del sistema haga posible cierto margen
de indeterrn inación y con él aparezca la 1ibertad de elegir. posibi lidad también
apuntada al final de la segunda entrega de Marrix. En cualquier caso.
vemos como. frente a un poder absoluto. las libertades individuales sólo pueden
existir en tanto que graciosa concesión del ser que ejerce ese poder o una
siempre precaria apropiación por parte de los individuos particulares de aquellos
espacios que escapen a la omnimoda voluntad de dominio de quien ejerce
el mencionado poder.
Pero. volviendo al asunto. hoy más candente que nunca. de las mices del
liberalismo. recordemos como. en Hume. ya que "la única realidad del espiritu
es la atomicidad de impresiones rigurosamente heterogéneas. desprovistas
de todo principio metaempirico de unidad" IO reaparece con fuerza el problema
de la unidad del mundo y del lugar que en él ocupa la subjetividad humana.
Ese planteamiento conlleva un gran riesgo disociativo. que Hume se apresura
a contrarrestar ser'íalando que "la naturaleza humana no puede subsistir de ningún
modo sin la asociación de individuos; y esta asociac ión nunca podria tener
lugar si no se respetaran las leyes de la equidad y la justicia. El desorden. la
confusión. la guerra de todos contra todos son las consecuencias necesarias de
tal conducta licenciosa"II.
Sin embargo. el problema subsiste a pesar de la apelación al buen sentido
del pensador británico. Quedan patentes tras esa apelación las dificultades para
construir un orden social. aceptable desde un punto de vista democrático. partiendo
de la atomización de los intereses y las voluntades propias del fortalecimiento
del individualismo. Para expresarlo en los ténninos de Renaut.
"¿cómo representarse en el marco de tal pensam iento de la diferenc ia pura. una
comunicación posible entre esos flujos de impresiones que son lo sujetos. tan
poco seguros de descubrir entre ellos una identidad susceptible de religarlos.
como de encontrar en ellos. en cada uno. el soporte de su identidad en siTl2.
De esta fonna. al llevar el empirismo hasta sus últimas consecuencias.
Hume pone de manifiesto lo problemático que resulta fundamentar lo social
desde un liberalismo consecuente con sus fundamentos. Esta doctrina hunde
sus raices en una visión del sujeto. depurada por el pensamiento empirista. que
hace del ser humano una unidad encerrada en el dominio de sus intereses egoistas
y que sólo puede abrirse a lo social entendiéndolo como proyección de
sus propios intereses. Por lo demás. el propio reconocimiento de la individualidad
queda también en el aire por ese mismo déficit.
Hay que decir. en efecto. que tal reconocimiento es posible y. como es
obvio. es siempre un reconocimiento colectivo. Al apuntar esta circunstancia.
10 Ikllmll, A.. Op. Cil.l'ág. 216.
11 1-I1111lC. D.. In\"('s/igaClón sobre los prlllClp¡os de la moral. I'ág. 73.
12 Ikllmll, A.. Op. Cil.l';\g. 216.
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podemos avanzar hacia otras implicaciones del concepto de anllonia. En efecto.
del ciberespacio al barrio. pasando por el Estado y toda la gama de instituciones
sociales intermedias. la posibi lidad de establecer la diferencia se juega
siempre en espacios marcados por el signo de la identidad colectiva. Punto de
intersección entre todos ellos y excelente terreno para la reflexión sobre las
cuestiones que venimos exponiendo. la ciudad sigue siendo el ámbito clave en
la definición de lo que somos.
Hoy. a un buen número de ciudades les sucede algo semejante a lo que les
ocurre a otros sistemas complejos. como la selva virgen. por ejemplo. En realidad
no parece que puedan permanecer en pie y funcionando durante mucho
más; la lectura de ciertos parámetros nos indica que hace tiempo deberian
haber quedado destruidos. Sin embargo. funcionan. se mantienen. debido en
último término a que la velocidad a la que se producen los intercambios entre
sus componentes aleja a estos sistemas del punto a partir del cual su proceso
de autodestrucción seria irreversible. Asi. cada ciudadano contribuye sin
saberlo a que la ciudad se aproxime peligrosamente al colapso l3 y también
contribuye. igualmente sin saberlo. a que la ciudad se aleje del colapso. El
flujo de información que pasa de continuo de unos ciudadanos a otros es. en
último ténnino. lo que mantiene en pie la ciudad. ¿Cómo se transmite la información
que resulta vital para evitar la autodestrucción del sistema? Quizá no
la transmitan. en el caso de la ciudad. sólo los medios de comunicación u otros
sistemas mediados por la técnica. Es posible que la infünnación más vital.
aquella en la que nos va la vida. se transmita al margen de cualquier control
racional que pretenda ejercerse sobre la misma. de una fonna análoga a la empleada
por otros animales sociales. En tal sentido. cabe preguntarse por la
naturaleza de nuestras el/cimas sociales.
Como es obvio. el equivalente de las sustancias quimicas en las que se
basa la cohesión y la comunicación en los animales sociales lo encontramos.
si nos referimos a los humanos. en el lenguaje; no sólo en lo que llamamos lenguaje
natural. sino también en otras muchas formas de lenguaje. desde el gestual
al icÓnico. Nuestras encimas son. pues. actos de comunicación y fragmentos
de discurso que circulan de manera espontánea en el contacto directo
entre los individuos.
IJ "UH rl'Sullado gcn<:Tal del cSlUdio n"IICH,,\lico de la cSlabilidad dc los siS1cl1~lS consiSlC cn quc és1a
dccrCl'C al aumcnl;lr cl n(nllcro dc inlcnKcionó cnlre los Ct>llsliluycnll'S. Scg(ln CSlc resullado. IOdl\ siSlcn",
complcjo dcbcría dl'Sap;¡rel'Cr. y la CXiSICHCi;¡ dc mcdios ccológicos complejos como la jungla virgcn. la
uis1cHcia de biosis1cmas. (Xlllicularlllcnlc las socic(bdl'S hum"nas oc'Sarrolladas. (Xlrecc incomprensiblc"
,\1 inicio del Ic.Xlo quc acab;ullos dc cilar, l'rigoginc sc cSlá refiricndo a la Clllropía.1\'l;\s mrdc ,u)ade: ",\hol<l
l'T1lcndClllOS por qué la afírmaeión dc que l'Slos sislclllas son inl'Slabll'S y sigucn e.xiSlicndo no cs COlllradic·
loria. l3as1<l quc CH dios los illlcrcambios cnlre 10das las (Xlnl'S scan lo b;1S1;UIIC ,,'Ipidos COIllO (X'''' quc la
dimcnsión erílica a panir dc la cual la flUellHlción pucde amplifical$c y dCSllllir d siSlcn", sca cH,mllc"
l'rigogine, 1, t 7i/ll sólo //1/11 ¡I//Slón') I'ágs. 96·7.
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Por otro lado. no es menos evidente que la omnipresencia de la técnica establece
de por si una obvia distancia entre las sociedades animales y las humanas.
A pesar de ello. si no estuvieran presentes en las ciudades meean isrnos análogos
a los que preservan a aquellos sistemas complejos. serian aún más frecuentes los
procesos de declive autodestruetivo. Asi. por poner un ejemplo. puesto que el
contacto social directo transmite infonllación vital. los actos sociales revisten
una importancia mucho mayor de la que a veces estamos dispuestos a concederles.
Cualquier acto que tenga una dimensión social sirve de ocasión para
transmitir las infon11aciones que lo mantienen todo en pie.
Frente a esto podelllos pensar que los medios de COlllun ieac ión crean la ilusión
de una comunidad que. en realidad. recluye con frecuencia al individuo
sobre si mismo y lo encierra no pocas veces en un entramado de problemas que
no siempre son los suyos y que. desde luego. no son en la mayor parte de las
ocasiones los de su sociedad. si hablamos de la sociedad real. aquella que en
efecto habita. Las instituciones. antes que otra cosa. constituyen núcleos de
difusión de información. Bajo el ruido de fondo de su funcionamiento cotidiano.
se distribuyen en ellas las consignas vitales. En forma de ideas. pero también
en la somera estructuración de impresiones simples. de emociones o de
huellas que en la memoria deja el movimiento de los cuerpos y todo lo que ese
movimiento transmite. Pensar y re procesar. difundir esa infonllación de la
misma fon11a. con las mismas pautas a través de las cuales nos ha llegado. es
la más importante de nuestras tareas sociales. Sin embargo. no somos conscientes
de nuestra función. No percibimos que muchas veces la articulación de
un discurso es en si misma una función secundaria. que lo vital es crear las
condiciones para que la articulación del discurso sea una actividad casi superflua.
que tan sólo nos sirva para reconocer la veracidad de una información que
ha sido transmitida por el contexto que valida el discurso a los ojos del hablante.
De este modo. en primer término. la libertad aparece corno espontaneidad
del sujeto frente a lo socialmente dado. Asi. podemos considerar la libertad
como una propiedad emergente. que surge o puede surgir a partir de la adición
de elementos simples. cuando la suma de éstos hacen posible el nacimiento de
un sistema complejo.
Como continúa diciendo Alain Renaut en la obra que citábamos al principio
de estas páginas. el problema clave en Hume sigue siendo. en último término.
el mismo al que se habia enfrentado Leibniz por más que la salida que
ofrece frente al mismo sea muy diferente. Se trata. en suma. de "no confrontar
la razón con el pensamiento de un puro desorden. de un caos desprovisto de
toda regla"I".
En efecto. elevado el sujeto humano a la posición primordial dentro de
la soc iedad. pero privado al mismo tiempo de la capacidad de establecer cer-
14 Ikllmll, A.. Op. Cil.l'ág. 216.
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tezas absolutas fuem del ámbito lógico-matemático. la posibilidad. la amenaza
diriamos mejor. del caos resurge a cada instante. Tanto Hume como los
pensadores posteriores se enfrentarán a esa amenaza de una u otra forma. El
punto de inflexión decisivo en esa larga serie de cláusulas de salvaguarda
frente al caos se encuentra en Nietzsche l5 . Por decirlo de forma más explicita.
este pensador SUIXltle en la historia de la Filosofia la ruptura con el
orden que. a partir de Kant. pretende establecer un equilibrio entre las tendencias
surgidas del racionalismo y el empirismo lG. El compromiso. entre
una forma de arrnonia social no impuesta por Dios y una subjetividad que no
conlleve el conflicto permanente de todos contra todos. se rompe con
Nietzsche y su sagaz denuncia del "agotamiento del principio de subjetividad
y de los valores de autonomia'·17. La debilidad de los fundamentos del
sujeto moderno queda en evidencia a partir de los resultados del método
genealógico que él pone a punto y aplica con profusión en ámbitos que van
de la critica de la ciencia hasta la critica politica. pasando por el análisis
genealógico de la moral. Submya con ello el filósofo alemán "el profundo
desplazamiento sobrevenido en el comzón de la modernidad'·18. Una subjetividad
surgida del equilibrio entre lo personal y lo colectivo no parece que
pueda seguir siendo el pivote en que descansa el orden social.
Pam nosotros. la repercusión más notable de ese desplazamiento quedará
marcada "en la clausura sobre si de un individuo contemporáneo que sacrifica
el cuidado de lo social en la afirmación de su independencia"19.
Independencia ficticia. en el fondo. pues se tmta de un "individualismo sin
sujeto. que ya no se acomoda a ningún principio de limitación impuesto a la
afirmación del yo" 20.
Más emot iva que rac ional. más vi nculada a la autoafirrnac ión hedon ista que
a la elabomción de un proyecto coherente de construcción de la subjetividad.
esa afirmación del yo resulta de por si acritica y supone la perversión de la
defensa de los valores individuales. tal como fue concebida desde los origenes
del pensamiento modemo. buscando un equilibrio armonioso entre lo individual
y lo social. En resumen. tras asumir lo que hay de verdad en la critica
nietzscheana. nuestro gran problema sigue siendo hacer compatible la afirmación
de la subjetividad con la legitimación del orden social. Aceptando pues que
el principio de autonomia descansaba en un fundamento ilusorio. no podemos
15 Ni~17.;sdJe, F., ,I/ás allá del/mm)' del mal. I'{lgs. 171 Y ss.
1& La COII,Ülllcióll rcpllbli~alla proplll'Sla por Kalll li~lIc los siglli~lIll'S flllldam~lIlos: "1°, prillcipio d~ la
/¡/xrwd de los micmbros dc IIl1a :>ocicdad -como hombrl'S-: 2°, prillcipio dc dependenCia ~II qllc lodos
se hallall (1<; IIl1a (lIIica IcgislaciólI l'\.'I1l('"-l'\.'Il0 sMxlilos-: 3°, prillcipio dc la Igualdad de I()(los ----(.\)1Il0
cilld'ld'IIIOS-". Killll, l., "La ¡xv. pcr¡X;llIa". ['ág. 102.
17 [{Cllalll, 1\., Op. Cil. ['ág. 257.
18 [bid.
19 [bid.
:ro [bid.
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OoiJ/lIIgo Femimde: Ag¡s Arll/(mí(, ¡l/lImli. La é/lca h/fiJllmis/1I en la sOCiedad de la IIIforiJ/aClón
de ningún modo permanecer por más tiempo en ese terreno evanescente.
I-Iemos de determinar qué modelo de subjetividad y de orden social nos sirven
en una época como la nuestra. en la que las fronteras se desvanecen y unos se
entusiasman mientras otros tiemblan con el imparable proceso de mundial izaciÓn.
La receta de Alain Renaut no es nada explícita en este sentido; se limita a
plantear la "reapropiación de la subjetividad y de los valores humanistas"21
como via de salida a las aporias que hasta aqui hemos ido comentando. Se trata.
pues. de meras indicaciones genéricas que poco pueden hacer frente a la sensación
de vértigo que produce la aceleración del tiempo histórico en este nuevo
siglo. En él. por vez primera. cuando hablamos de arrnonia tenemos que referimos
a la armol/ía milI/di. con plena conciencia de lo que esta expresión significa.
Si no parece que ni Dios ni el Supercomputador puedan ser garantes de
esa anllon ia. ¿en qué trataremos de fundamentarla? Buscando inspi rac ión en las
palabras de Renaut podriamos decir que tan sólo es posible que. ya que no una
armonización impuesta y por ello estéril. el grado de arrnonia sin el cual tal vez
no podamos escapar a la autodestrucción sólo quepa fündamentarlo en la creación
y el fortalecimiento de instituciones que contribuyan a la expansión del
humanismo. no como mero sistema de ideas propio de una conciencia bienpensante
sino en tanto que fuente de inspiración de fünnas de vida que presupongan
una dialéctica permanente de confrontación y asimilación con respecto
a la alteridad. Frente a él. las más serias amenazas a nuestra supervivencia provienen
de los totalitarismos. de raigambre religiosa o tecnocrática. en los que
los espiritus sectarios ven la única posibilidad de instaurar su particular y opresiva
visión de un mundo armónico.
:1 Ikllmll. A.. Op. Cil.l';\g. 354.
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