Boletín Millares Carlo
2002, 21: 295-307
ISSN: 0211-2140
Primeras bibliotecas publicas
en la Isla de la Palma (1863-1977)
Antonio LORENZTOE NA
La noción de bibliotecas públicas, ésto es, el sentimiento compartido de
multipropiedad por el que un lector podría disponer temporalmente para su
formación y esparcimiento de un conjunto de libros, no era precisamente un
sello de identidad que caracterizara a la sociedad del Antiguo Régimen.
Hasta mediado el siglo XIX los libros, paradójicamente en contra de la
función difusora que la imprenta les otorgaba, sólo eran asequibles a las élites
de la sociedad: La nobleza, el clero y la burguesía, ya fuese por su capacidad
lectora, por su necesidad profesional, o simplemente por su poder adquisitivo'.
No obstante, el concepto de uso público ya había sido esbozado de modo
incipiente en el siglo XVIII por el religioso benedictino Martín Sarmiento
(1695-1772)2, uno de los personajes de mayor peso específico en el ámbito de
la Ilustración española, cuyo poderoso y oscuro influjo auspició la culmina-ción
del trascendental Teatro Critico del padre Feijóo, de quién era amigo
personal.
Su artículo escrito en 1743 y publicado en el "Semanario Erudito" de
Antonio Valladares de Sotomayor en 1789, titulado Reflexiones literarias para
una biblioteca real y para otras bibliotecas públicas, introducía nuevas ideas
relativas a la lectura y los libros3 que comenzarían a fi-uctificar en España
Lorenzo Tena, Antonio: "Bibliotecas, libros y lectores en La Palma: La cultura de las élites en la
decadencia del Antiguo Régimen (1747-1846)", en Zoras. Revista del Centro Asociado a la Universidad
Nacional de Educación a Distancia en la Isla de La Palma, no 7 (mayo 2001). págs. 31-45.
2 Diccionario de Historia Eclesiástica de España, tomo 1V (S-Z), Madrid, Instituto Enrique Florez,
1975, págs. 2.385-2.386.
3 "...Un estudiantillo que en el aula necesitaba castigo para leer una llana de un libro ..., si a su liber-tad
le dejasen solo en una biblioteca, sería forzoso la violencia para hacerle salir; revolveria casi todos los
libros, leeríu muchos de ellos, y a pocas entradas que le permitieran se encendería en una suma afición a
los libros ... ", en "Semanario Erudito", 1789, t. XXI, pág. 162.
Antonio Lorenzo Tena Primeras bibliotecas públicas en la Isla de la Palnia (1863-1977)
mediado el siglo XIX, tras la Real Orden de 13 de junio de 1844 que regulaba
el futuro destino del patrimonio documental procedente de los Conventos des-amortizados,
ciertas disposiciones que emanaban de la Lej> de i'L.mtnm.icin
Pública de 9 de septiembre de 1857 diseñada por Claudio Moyano (titular
entonces del Ministerio de Fomento), y el posterior Decreto de 17 de julio de
1858 que la desarrollaba. Por desgracia, al contrario de las ideas de Sannicnto.
que contemplaban una concienciación colectiva de la necesidad de leer, estos
últimos episodios no respondían en realidad a un plan diseñado expr.oft..ro para
la difusión de la cultura, sino a una prioridad por conservar el patrimonio
bibliográfico.
Pocos años después, en 1869, don Manuel Ruiz Zorrilla, asimismo primer
representante del citado Ministerio, ordenaba la creación de "Bibliotecas
Populares" en las escuelas, con menor éxito del pronosticado en principio. El
apelativo "popular", durante tanto tiempo utilizado, no dejaba de resultar un
pesado lastre pues parecía revestir a la biblioteca de un carácter secundario o
vulgar, lo que no era precisamente un señuelo atractivo. El bibliotecario don
Nicolás Díaz Pérez en su obra Las bibliotecas de España en sus relacioncls con
la educación popular y la instrucción pública, editada en 1885, se mostraba
sumamente crítico y escéptico en relación al enraizamiento futuro de estos
centros lectores. No obstante, hacia 1885 se habían constituido ya 746 biblio-tecas
con un total de 17 1 .O83 volúmenes4.
Las ideas krausistas se introdujeron en España por don Francisco Giner de
los Ríos, uno de los grandes ideólogos de la pedagogía moderna, a través de la
Institución Libre de Eizseñanza fundada en 1876 que, hasta el estallido de la
contienda civil española en 1936, promovió interesantes iniciativas, entre las
que se encontraban las Misiones Pedagógicas en el periodo de la Segunda
República, de las que nos ocuparemos.
PRIMERAS BIBLIOTECAS P~BLICASIM PULSADAS
POR PARTICULARES Y SOCIEDADES INSTRUCTIVAS
La segunda mitad del siglo XIX en la Palma fue un periodo fecundo en
acontecimientos culturales. En febrero de 1863 había llegado la imprenta a la
Islas, y en julio del mismo año se publicaba el primer número del periódico "El
Time", auspiciado por la Real Sociedad Económica de Amigos del País.
En ese bendito estado febril por generar estímulos en pro de la instrucción
4 Salabemía, Ramón: "La larga marcha de Juan Vicens (Zaragoza, 1895-Pekín, 1958)", en Educacicin
y Biblioteca, no 108, Enero 2000, págs. 5-16.
5 Castro y Felipe, Eufemiano: "La Imprenta en La Palma", en El Pito, I de junio de 1866; Duarte,
Felix: "La Imprenta en La Palma", en Diario de Avisos, 20 de diciembre de 1957.
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Antonio Lorenzo Tena Primeras bibliotecas públicas en la Isla de la Palma (1863-1977)
ciudadana, varios anhelos rondaban la mente de los más cualificados próceres
de la sociedad palmera decimonónica, entre ellos, la fundación de un Colegio
de Segunda Enseñanza, inaugurado el 16 de septiembre de 1868 con el nom-bre
de "Santa Catalina"6 (uno de los grandes logros del Sexenio Democrático)
y, como no, la creación de la tan ansiada biblioteca pública en un ambiente
cada vez más favorable.
Ya desde 1863 el citado periódico local "El Time" desde sus páginas pro-ponía
la creación de un establecimiento para la lectura resaltando la conve-niencia
de su fundación y esbozando algunas características de los futuros
fondos7. La iniciativa tuvo rápida respuesta pues algunos palmeros residen-tes
en Madrid ofrecieron libros para la biblioteca, de entre los que destaca-ban
sobremanera los 100 volúmenes donados por don Valeriano Fernández
Ferraz8. También apoyaron la acertada propuesta otros intelectuales como
don Faustino Méndez Cabezola y el Sr. Marqués de la Florida, quienes no
sólo aportaron libros en diversa cuantía sino que alentaron a muchos posee-dores
de obras impresas a que las entregasen para que se constituyese un
depósito de calidad. Así, en las páginas del citado periódico se fueron inser-tando
los sucesivos donativos efectuados (Don Victoriano Rodas, don
Antonio Felipe Carmona, don Ignacio Arce Mazón, don Juan Lorenzo
Ferrer, entre otros) y en el verano de 1865 se contaba ya con la modesta pero
alentadora cifra de 323 volúmenes. De modo paralelo comienzan a venderse
algunos libros en establecimientos, como el abierto por don Blas Santos en
la calle Vandaleg.
Fue "La Unión", una de tantas instituciones nacidas en aras de una pro-funda
renovación, la cual, no sin atravesar serias dificultades y en estrecha
6 Anteriormente, el 15 de abril de 1866 se había inaugurado en la calle Pérez de Brito una escuela
superior de instrucción primaria bajo la dirección de don Benjamín J. Delgado.
7 "...En su instalación nuestra Biblioteca pública contendrá un reducido número de volúmenes; pero
con el tiempo los donativos de obras que se sucedan la irán poco a poco enriqueciendo, llegando a consti-tuir
un dia, tal vez no lejano, un precioso deprisito, una caudalosa,fiiente, a donde pueden los inteligentes
ir a beber nuevos conocimientos en las obras maestras del talento, los ignorantes a recibir nuevas luces que
esclarezcan su inteligencia, y hustu los ~ndiferentesu nos momentos de agradable solaz, cuyo entreteni-miento
lleva unida la utilidad que siempre se saca de la lectura, como el ,jugo de las hermosas ,flo-res
... /...Pues blen: Nuestra Biblioteca pública puede poseer tratados de las varias artes que se cultivan en
esta ciudad: En ellos se encontrarán explicadas las invenciones modernas que sean aplicables a nuestras
manufacturas, los adelantos que se han realizado en todas las artes, las innovaciones introducidas en sus
diversos procedimientos: En una palabra, aquellos que cultivan en La Palma las artes asi liberales como
mecánicas, los hombres de trabajo. que fijrrnan la base del edificio social, encontraran en nuestra
Biblioteca una escuela gratuita en donde perjeccionar sus conocimientos, un inmenso campo abierto a su
inteligencia, del cual puedan sacar frutos en benrficio de nuestra patria ... " ("Biblioteca Pública", en El
Time, no 21, 6 de diciembre de 1863).
Entre ellos, La Retórica de Mayans, Fábulas de Esopo, Estética de Núñez de Arenas, Gramática
Ca.~tellanaO, bras Completas de Horacio, Virgilio y Homero, varios diccionarios, y una edición ilustrada
del Quijote ("Biblioteca Pública", en El Time, 17 de abril de 1864).
El Eme, 8 de mayo de 1864.
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Antonio Lorenzo Tena Primeras bibliotecas púb1icu.s en Iu Isl(r tic Irr Pulrn(r (1863-1 Y 77)
colaboración con la Real Sociedad Económica de Amigos del País, estableció
la primera biblioteca pública en la Isla. Aquel incipiente centro lector, inaugu-rado
con toda solemnidad el 9 de mayo de 18821°, fue ubicado en una de las
salas del antedicho Colegio y se había enriquecido con títulos procedentes del
Ministerio de Fomento en virtud de las gestiones de don Miguel Castañeda y
Carmona, representante en el Congreso.
Los comienzos no fueron precisamente halagüeños ni todo lo espléndidos
que sus optimistas promotores habían imaginado en principio. Durante días y
días las puertas de la biblioteca permanecieron abiertas sin que un solo lector
acudiese a sus anaqueles en busca de solaz o información. Los motivos pare-cían
evidentes: El porcentaje de analfabetos superaba el 80%. Estaba claro
pues que el desarrollo de las bibliotecas, para que en efecto resultase útil, nece-sariamente
tendría que discurrir paralelo a la instrucción pública. Pero también
la cuestión del préstamo era un importante handicap que restringía la posibili-dad
de leer a una población mayoritariamente obrera, ya que la regulación de
este servicio a nivel institucional no habría de llegar hasta el año 1901.
Con objeto de resarcirse del fracaso anterior la Sociedad Recreativa cedió
a la Económica el conjunto de libros de que había hecho acopio y en 1888 se
aborda la reapertura del establecimiento.
Previamente, en 188 1, se había fundado una nueva Sociedad: "La Cosmo-lógica"
-hoy ya centenaria- y en enero de 1887 fue inaugurado el Museo de
Historia Natural y Etnográficol l.
En noviembre de 1909 se creaba la Biblioteca "Cervantes" en el seno de la
misma entidad. Ya en la prensa de 190812 se anunciaba la inminente apertura de
la biblioteca, impulsada por el alcalde don Manuel Vandewalle y Pinto. La pro-cedencia
de los fondos era sumamente diversa: Las bibliotecas de la Real
Sociedad de Amigos del País, de la sociedad "La Unión", del Colegio de scgun-da
enseñanza, y los legados particulares de don Domingo Cáceres Kábana, don
Antonio Alarcó Azuar, doña María Dolores de las Casas LópezI3; y asimismo
los del cronista don Juan B. Lorenzo Rodríguez, entre los que se encontraban sus
propios manuscritos y obras impresas. Al tiempo se instaba a cuantas socieda-des
instructivas y de recreo que custodiaran libros, se sirvieran entregarlos a la
biblioteca pública, sin perder el derecho de propiedad, con el propósito de incre-mentar
la oferta lectora. También se animaba al ciudadano para que acudiese a
la Institución a fin de que ésta se consolidase y adquiriese arraigo popular. Sc tra-l
o Lorenzo Rodriguez, Juan B., Menioria leída en la solenztle .sesión literciriu celehrtrdu por el nlrigic-terio
de la enseñanza en lu Isla de San Miguel de La Pulma el dia 7 dc n q . o (le 1905 cor? ri~otiiw del I I '
centenario de lapublicaciún del libro por excelencia don Quijote de ltr Mancha, Madrid, 1907, pág. 18.
l 1 Asero, 30 de enero de 1887.
l 2 "La biblioteca pública", en E1 Látigo, 16 de enero de 1908.
Madre de don Siro González de las Casas, abogado asesinado en 1906.
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Antonio Lorenzo Tena Primeras bibliotecas pziblicas en la Isla de la Palma (1863-1977)
taba de lograr una implicación generalizada; que se considerase la fundación y
mantenimiento de la biblioteca como algo importante que atañía a todos.
En los demás pueblos de la Isla se producían esporádicos impulsos de fun-dar
bibliotecas públicas, aunque más por iniciativas particulares -en ocasiones
no pasaban de ser meros intentos- que por convencimiento popular.
Ya desde 1866 hay constancia de que la escuela de niños de la Villa de
Mazo contaba con una modesta biblioteca de 282 volúmenesl4. La inquietud
del diputado don Pedro Poggio y Álvarez, su propia condición de parlamenta-rio,
y el interés suscitado con el funcionamiento de la imprenta "Los
Remedios" desde 1894, facilitaron que en 189715 se crease en los Llanos de
Aridane una biblioteca pública con un lote fundacional de 3 18 volúmenes y
124 cuadernos sobre diversas materias, procedente de los fondos guardados en
el Ministerio de Fomento. Del mismo modo, la intercesión del citado político
hizo posible que en la Villa de Mazo ese mismo año, en virtud de una conce-sión
de la Dirección General de Instrucción Pública, se constituyese una
pequeña biblioteca16. La iniciativa del alcalde de El Paso, don Manuel Fermín
Sosa Taño (1896-1934) durante su corto mandato, propició que en 1929 se
fundase una biblioteca pública en aquella Villa17, plenamente desarrollada
durante el periodo republicano.
El propio Colegio de Santa Catalina, antes de su desaparición, por acuer-do
de la comisión permanente del Cabildo, inaugura el 1 de abril de 1929 un
servicio de biblioteca pública para alumnos y público en general18.
BIBLIOTECAS DURANTE LA SEGUNDA REP~BLICA:
LAS MISIONES PEDAGÓGICAS
Pero, con todo, las iniciativas anteriormente citadas, la mayoría inconexas
e impulsadas por la voluntad férrea y la ilusión inquebrantable de ciertos inte-lectuales
comprometidos en el progreso de su pueblo, apenas significaban
nada si las comparasemos con las propuestas que, desde las Instituciones, cris-talizaron
durante el periodo de la Segunda República. Las libertades democrá-ticas
constituían un extraordinario caldo de cultivo que favorecía la divulga-
14 Ferraz Lorenzo, Manuel: La Palma: Sociedad, Educación y Cultura (1931-1939), Santa Cruz de
Tenerife, Centro de la Cultura Popular Canaria, 1997, pág. 235.
' 5 Según consta en el acta del pleno municipal celebrado el 3 de febrero de dicho año bajo la presi-dencia
de don Bartolomé Pérez Cáceres.
16 Velázquez Ramos, Cirilo: Historia General de la Villa de Mazo, Ayuntamiento de la Villa de Mazo,
C.C.P.C., 1999, págs. 421-423.
l7 "...que cuenta con un nutrido catalogo de obras de consulta, de estudio y de mero entretenimiento,
entre los que se halla una colección de los clasicos españoles, las vidas de los grandes hombres, etc .... " en
El Tiempo, 13 de febrero de 1929.
18 El Tiempo, 1 de abril de 1929.
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Antonio Lorenzo Tena Primeras bibliotecas piibliccis en lri 1 . ~ d1e~ l a Ptrlrnci (lX6.j-1977)
ción del libro en todas sus facetas, al tiempo que se estimulaba la producción
editorial, abriéndose universidades, ateneos y tertulias. La expansión cultural
alcanzaba todos los ámbitos. Como muestra baste recordar que las 72 escuelas
públicas existentes en la Palma en 1922 fueron duplicadas al comienzo del
periodo republicanolg.
No habían transcurrido dos meses del avenimiento del nuevo régimen
cuando, el 29 de mayo de 193 1 se promulga el decreto 202 por el que se esta-blece
un Patronato de Misiones pedagógica^^^, dependiente del Ministerio de
Instrucción Pública y Bellas Artes, que acaparaba competencias educativas
hasta entonces vinculadas al Ministerio de Fomento. El propósito era incenti-var
la lectura y difundir la cultura en las zonas rurales más alejadas ancestral-mente
de ella, como base donde cimentar el progreso; todo ello en un contex-to
lúdico y festivo, muy distanciado de los métodos academicistas tradiciona-les.
Dicho Patronato se constituye el 6 de agosto de 193 l bajo la presidencia
de don Manuel Bartolomé de Cossio, principal ideólogo y valedor del proyec-to.
Según sus propias palabras pronunciadas en la primera misión pedagógica
(Segovia 16-23 de diciembre de 193 1): "...Somos una escuela ambulante, que
quiere ir de pueblo en pueblo. Pero una escuela donde no hay libros de matri-cula,
donde no hay que aprender con lágrimas, donde no se necesita hacer
novillos...". Por decreto de 21 de noviembre de 1931 se crea la Junta de
Intercambio y Adquisición de libros para Bibliotecas Públicas con objeto de
mantener actualizados los catálogos. Entre 1932 y 1935 se formaron en España
4.457 bibliotecas populares fijas y circulantes. A partir de 1935, debido a los
recortes presupuestarios de los gobiernos derechistas, disminuye considera-blemente
el ritmo de creación de bibliotecas, pese a lo cual en junio de 1936
se habían creado 5.522. Estas minúsculas bibliotecas constaban de un centenar
de títulos alojados en sólidas cajas, que contenían además talonarios para el
préstamo, estadísticas, marcadores de lectura y recomendaciones de uso y
mantenimiento, con el propósito de convertirse en punto de partida para biblio-tecas
ampliables y en futuro crecimiento y renovación. Gozaban de preferen-cia
las escuelas de pueblos con menos de 5.000 habitantes.
El proyecto era sumamente ambicioso e incluía representaciones teatrales2',
recitales poéticos, conferencias, museos itinerantes, actuaciones musicales,
19 González Gonzáler, Germán: "Grupos Escolares de Santa Cruz de La Palma", cn Zoi-cis. Rei,i.\tri cid
Centro Asociado a la Universidad Nacional de Educacicin rz Distancia en Ici I.sh de Lu Pd n ~ un." 2 nono-gráfico),
junio de 1989.
20 Salaberria, Ramón: "Bibliotecas de Misiones Pedagógicas", en Educución?; Bihliotecci no 1 19, encro
2001, págs. 6-33.; Pintado Pico, Félix: "Aproximación bibliográfica al estudio del Patronato de Misiones
Pedagógicas y la Junta de Intercambio y Adquisición de libros para Bibliotecas Píiblicas en Gran Canaria
193 1-1936", en Parabiblos no 11 (1999), págs. 43-52.
21 El Teatro gozaba de una época de esplendor durante la Segunda República, habiéndose constituido
grupos como "La Barraca" o el "Teatro Escuela de Arte".
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incluso proyecciones cinematográficas22, en el convencimiento tácito de que la
cultura era un proceso de formación integral, y que éste habría de producirse de
modo indefectible de abajo hacia arriba. Se trataba de fomentar hábitos de lec-tura,
por ello más del 60% de los libros eran de carácter divulgativo o recreati-vo
(novela, teatro, poesía, biografías, viajes, costumbres, etc.) Apareció la figu-ra
del misionero, una especie de juglar ambulante con formación universitaria
que, en estrecha colaboración con el maestro, tenía la ardua tarea de incentivar
a una audiencia mayoritariamente desmotivada. Tal vez no quedaran plenamen-te
satisfechas las elevadas expectativas en principio generadas pero, en un balan-ce
global, merecen contemplarse los grandes logros y avances obtenidos.
Es de lamentar que Canarias, y por ende, La Palma, como en tantas oca-siones
a lo largo de la Historia, sufriesen los efectos de la lejanía administrati-va
y sólo pudieran beneficiarse de las cajas, lo cual, por otra parte, debido a la
situación de precariedad cultural tampoco era algo desdeñable. Aprovechando
la coyuntura, varias Corporaciones, a través de la Inspección Provincial, soli-citaron
los correspondientes lotes de libros23. De este modo, incluso localida-des
rurales tan apartadas ancestralmente, por cuestiones geográficas y econó-micas,
de la cultura como Garafia, pudieron asimismo recibir un atisbo de luz
en su oscura rutina. A falta de misionero, era entonces el propio docente quien
haciendo gala de su abnegada vocación y adornado de su propio ingenio y
entusiasmo debía suplir su ausencia con la mayor garantía. El maestro habría
de tener un papel fundamental en el desarrollo de las biblioteca^^^ como res-ponsable
de la educación en las primeras edades, cuando realmente se incul-can
los hábitos lectores. El 7 de agosto de 1931 se aprobaba un decreto que
establecía la obligatoriedad de que toda escuela primaria dispusiese de una
biblioteca que habría de ser pública, con posibilidad de lectura en sala y prés-tamo
gratuito, donde se organizarían fiestas, conferencias y lecturas colectivas
bajo unas directrices ya esbozadas por el pedagogo don Lorenzo Luzuriaga en
su obra de 1927: Bibliotecas escolares.
La prensa local de 1932 se hacía eco de que el maestro don Severino
González, en Tazacorte, había recibido del Patronato de Misiones Pedagógicas
una biblioteca escolar con destino a la escuela de su cargo. Contenía el envío
108 volúmenes que fueron puestos rapidamente en circulación entre las escue-las
y público en generaP. Un mes después de su establecimiento se habían con-tabilizado
123 préstamos26, lo que daba buena muestra del interés suscitado.
22 El Cine, en pleno iránsito a la sonorización, comenzaba su definitivo despegue como espectáculo de
masas.
23 Ferraz Lorenzo, Manuel: Op Cit. p. 204.
24 Hemández Hernández, Carmen Julia: "Las Bibliotecas Públicas canarias. 1931-1936", en
Miscelánea-Homenaje a Luis García Ejarque, 1992, págs. 167-1 72.
25 Diario de Avisos, 29 de octubre de 1932.
26 Ibídem, 19 de noviembre de 1932.
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Antonio Lorenzo Tena Primeras hihlioteca.sptíhlicris en In 1,slu tlr lcr Pul~i~r(r/ S6?-1977)
Ese mismo año, según se recoge en acta de 30 de abril, el Ayuntamiento
de Los Llanos de Aridane decide realizar una petición al Ministerio para la cre-ación
de una biblioteca. Del mismo modo el Ayuntamiento de El Paso, en
sesión plenaria de 17 de enero de 1933 acordó la apertura de una "Biblioteca
Popular", que inició su andadura el 13 de febrero siguiente?'. Esta biblioteca
habría de ubicarse en su local de la Plaza de la ermita de Nuestra Señora de
Bonanza, siendo gestionada en primera instancia por don Miguel Tabares
Capote y más adelante por don Arsenio Triana Felipe, quien había promovido
la apertura de la primera librería del pueblo28.
Por su parte, la Corporación de Breña Baja, a través de su Concejal don
Félix Duarte Pérez, recién llegado de Cuba, impregnado de un vasto bagaje
cultural, dinamizó la creación de una Biblioteca Pública Municipal en 1933,
presidiendo éste la junta directiva, en la que también figuraban don José Ana
Fernández Pérez como vicepresidente, don Luis Fernández Toledo, secretario,
y los vocales, don Amado de la Cruz Fernández, don Juan Rodríguez Leal, don
Víctor Pérez Concepción, doña Felisa Pallarés Pérez, y don Juan Martín
González29.
El año 1934 significó, tanto a nivel nacional como insular, el cenit del
movimiento pedagógico-cultural aludido, en cuanto a cifras y mentalización.
El propio rodaje de su actividad había suministrado la confianza necesaria para
apuntalar su desarrollo. Se recogían así los frutos de la intensa actividad des-plegada
durante el "periodo reformador" (1931-1933). En la Villa de Mazo
comenzó a funcionar una biblioteca popular en febrero de ese mismo año. Un
acérrimo defensor de Las Misiones fue el político, natural de dicho pueblo,
don Alonso Pérez Díaz, quién, consciente del ostracismo en el que se hallaba
sumida la población rural, puso todo su empeño en resaltar sus beneficios, al
margen de cualquier sectarismo político30. En uno de sus vehementes discur-sos
proclamaba: "...Yo he vivido en pueblos rurales, y he visto en uno de ellos
como un libro, llegado de la Isla de Cuba, estuvo durante años prestado en la
casa de todos los labradores del pueblo. ¿Qué significa esto'?, que hay afin de
leer y escasez de libros ..."3'. Por su testamento otorgado en 1941 desde la pri-sión,
lega la casa familiar al Ayuntamiento de la Villa de Mazo, en la que había
de instalarse la biblioteca pública que lleva su nombre.
También en Puntallana por concenso municipal de 20 de enero de 1934 se
fundó una biblioteca; y por acuerdo plenario de 9 de febrero de 1934 fue esta-blecida
una biblioteca municipal en Fuencaliente.
'7 Ibídem, 19 de febrero de 1933.
*%onzález Femández, Edilio: "La biblioteca inunicipal de El Paso", en El Ditr, 1 X de enero de 1 C)77.
29 Diario de Avisos, 25 de febrero de 1933.
30 Velázquez Ramos, Cirilo: Alonso Pérez Díuz: Un lihevul pcrrrr Ir1 Sqirndu K~puhlicrr (lX76-l9Jl~.
Ayuntamiento de la Villa de Mazo, 1993, págs. 72-75.
3' El Tiempo, 25 de julio de 1934.
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Garafia contó con una biblioteca procedente de las "Misiones" desde 1935,
instalada en las escuelas de Santo Domingo.
DE LA POSTGUERRA AL FIN DE LA DICTADURA (1939-1977)
La Guerra Civil frenó el brillante desarrollo apenas iniciado, aunque en la
zona republicana continuara funcionando el Consejo Central de Archivos,
Bibliotecas y Tesoro Artístico del que dependían las bibliotecas fundadas. La
postguerra, al margen de la prolongada estela de pesimismo originada por las
cuantiosas tragedias personales que la contienda causó, tuvo incidencia en el
desarrollo de las bibliotecas, fundamentalmente por dos motivos: La represión
ideológica y la depauperada economía. Esto significaba que no todas las lectu-ras
contaban con el beneplácito de los censores y, en consecuencia, no se con-sideraba
que todos los libros fuesen aptos para figurar en los anaqueles de las
bibliotecas; y por otra parte toneladas de libros y documentos de archivo fue-ron
sacrificados en España para reciclaje de papel, debido a su extrema escasez.
A pesar de que la censura no afectase demasiado a las bibliotecas públicas
puesto que éstas se surtían directamente de las librerías, donde los libros ya habían
pasado el control, algunos bibliotecarios hicieron propio el espíritu del Régimen y
por su cuenta actuaron a la vez como censores en su entorno de trabajo.
A nivel institucional, la Junta de Intercambio y Adquisición de libros, fue
sustituida por la Dirección General de Archivos y Bibliotecas, según orden
ministerial de 25 de agosto de 1939.
En 1947 se publica el Decreto para la ordenación de Archivos y Bibliotecas,
y en 1952 para la creación del Servicio Nacional de Lectura, entidad que se
encargaría de enviar lotes fundacionales de 1.500 volúmenes donde los Ayun-tamientos
abriesen una biblioteca, ocupándose los Centros Coordinadores
provinciales del mantenimiento.
Bien es cierto que las Corporaciones no se caracterizaban precisamente
por promover iniciativas en pro de la fundación de bibliotecas, salvo excep-ciones
que, en el mejor de los casos, no pasaban de simples buenas intencio-nes.
Los fondos reunidos más por compromiso que por convencimiento táci-to
eran, por lo general, relegados a salas marginales de los Ayuntamientos con
utilización prácticamente nula. El 23 de abril de 1950 es constituida la biblio-teca
municipal de Breña Alta, siendo su primer bibliotecario don Manuel
Álvarez Batista, pero era éste un acto más simbólico que práctico ya que su
verdadero desarrollo no tendría lugar hasta varios años más tardeJ2. Las ini-ciativas
particulares seguían teniendo especial protagonismo. Así, en 1950,
32 Pérez Hernandez, José Eduardo: "Cien años de la Villa de Breña Alta: Noticias históricas (1900-
2000)", en Zoras, revista del Centro Asociado a la UNED de la Palma, no 8, septiembre de 2002, págs. 3-14.
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Antonio Lorenzo Tena Primeros hibliotecus públicos r~r/i r lsltr dc lo P(iln~(1i 11363-1977)
don José Luis Albendea y Gómez de Aranda, en un ambiente cultural enri-quecido
por el grupo Areópago, funda en el municipio norteño de San Andrés
y Sauces una pequeña biblioteca que sería gestionada por el mismo, y habría
de ubicarse en primera instancia en su propio domicilio de la calle General
Franco (hoy Príncipe Felipe), para pasar años más tarde a las dependencias
municipales, y en la actualidad en las magníficas instalaciones de la Casa de
Cultura. Ya en 1945 varias personas con inquietudes progresistas en los
Llanos de Aridane, entre las que se encontraban don Antonio Gómez Felipe
y don Pedro Hernández Hernández, pensaron en la posibilidad de poner en
marcha la biblioteca, idea que trasladaron al entonces concejal don Victor
Pulido Acosta quien, a principios de 1946 la propuso al pleno municipal, ini-ciándose
así el expediente. Su marco legal había sido establecido por Orden
de 14 de abril de 1948 del Ministerio de Educación Nacional tras la constitu- m -
ción de la primera junta en 1947 presidida por el alcalde don Rafael Arroyo E
Felipe, en la que fue nombrado primer bibliotecario el mentado don Pedro O
Hernández Hernández, futuro cronista oficial de Los Llanos. Finalmente, el n-- m
dia principal de las fiestas de la Patrona, 2 de julio de 1949, tuvo lugar el acto O
E
de la inauguración oficial, tomando el cargo de bibliotecaria doña María E
2
Nieves Pérez Acosta, que desempeñaría una importante labor en las décadas -E
siguientes. Los fondos, como los de tantas bibliotecas, experimentaron un 3
notable incremento durante los años 6033. - -
En Santa Cruz de La Palma la Biblioteca "Cervantes" de la Sociedad 0
m
E
Cosmológica permaneció cerrada desde el Alzamiento Nacional hasta el año O
1956 en que la junta directiva presidida por don Armando Yanes Carrillo abor-dó
su reorganización y aperturas4. n
-E
Los años 60, pese a las restricciones de la dictadura, impregnaron de un a
espíritu de cambio a todos los sectores de la sociedad, que también habría de 2
n
afectar al mundo de las bibliotecas. La ley de prensa e imprenta propuesta por n
el Ministro don Manuel Fraga Iribarne y pron~ulgada en marzo de 1966 había O3
suprimido la censura previa obligatoria, lo que suponía una cierta apertura en
la estricta política del RégimenS5, pero sin duda quedaba mucho camino por
recorrer. A principios de esa década la situación en infraestructuras era real-mente
precaria. Sólo 777 de los 9.212 municipios españoles contaban enton-ces
con biblioteca pública, todo ello sin tomar en consideración la poca fun-cionalidad
de los servicios, el escaso número de libros y la siempre discutible
calidad de los mismos, pero, en contrapartida, y como consecuencia del cam-
33 "Bajo la dirección del Centro Coordinador de Tenerifc, se Iian reali~ado obras en la Hiblioieca
Municipal de los Llanos de Aridane", cn Diario de Avisos, 10 de diciembre dc 1968.
34 Pablos Aabril, Juan: "La Sociedad Cosmológica", en Dicwio c/c Ai~i.\o.c, 22 de agosto de 1973. " Escolar, Hipólito: Historia de 1ci.s Bibliotecas, Madrid, Fuiidación Gerináii Sánchez Ruipcrcr. 19'10.
pág. 526.
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Antonio Lorenzo Tena Primeras bibliotecas públicas en la Isla de la Palma (1863-1977)
bio de mentalidad, comenzaba a palparse la necesidad de transformar el con-cepto
de biblioteca-museo por el de biblioteca-centro de trabajo36.
Poco a poco se fue tomando conciencia de que no sólo eran necesarios
libros en las bibliotecas, sino que éstas tendrían que contar con personal que
cumpliese el doble requisito de conocimiento y vocación, con lo que se revi-talizó
el papel del bibliotecario37, cuya estereotipada imagen estaba asociada
durante décadas a una persona erudita, rodeada de libros antiguos que nadie
leía, en un ambiente lúgubre de silencio y recogimiento, y que, en no pocas
ocasiones, desempeñaba una actividad multifuncional similar a la de conserje.
Algunos Ayuntamientos pensaron en la posibilidad de ubicar nuevamente
aquellos depósitos de libros y de documentos de archivo semi-olvidados38,
para darle un carácter más independiente y funcional a las bibliotecas, lo que
al tiempo proporcionaría más superficie a las tareas municipales.
El posible traslado de la biblioteca de Los Llanos comenzó a ser debatido
en la sesión municipal presidida por don Manuel Pereyra-García y Felipe en
agosto de 1963, en la que se adelantó la conveniencia de ubicarla en un nuevo
edificio a construir ex profeso en unos solares inmediatos a las casas consisto-riales,
donde también se acomodaría el proyectado museo histórico-etnográfi-co,
y asimismo podría dedicarse a otras actividades culturales39. Poco después,
como solución transitoria, se trasladó el fondo a una casa antigua junto al pro-pio
edificio municipal, y después en 1969, de modo provisional se instala en
un local arrendado a doña Carmen Hernández Díaz, en el que se mantuvo hasta
198 1, para ser entonces traspasada la biblioteca a su localización actual en la
"Casa de Cultura"40.
En sesión de 9 de junio de 1964 presidida por don José Antonio Soler, el
Ayuntamiento de la Villa de Mazo, toma el acuerdo por el que en el futuro se
denominará la biblioteca: "Alonso Pérez Diaz", en recuerdo a su benefactor.
La progresiva recuperación económica posibilitó el funcionamiento real
de algunas bibliotecas, como las de Breña Baja y la citada de la Villa de Mazo
en 1967. La primera, ubicada en los bajos del Ayuntamiento4', recibió ese año
1 S57 volúmenes valorados en 27 1.lO7'5O pts. añadidos a los 1 .O00 que ya
poseía. La segunda, inaugurada el 28 de mayo de 1967 con un fondo inicial de
1 S00 volúmenes valorados en unas 300.000 pts., fue instalada en la casa que
36 "El libro como factor de desarrollo", en Diario de Avisos, 8 de abril de 1964.
37 "Bibliotecas sí, pero con bibliotecarios", en Diario de Avisos, 7 de octubre de 1961.
38 También los Archivos sufrian una situación de abandono, cuyas lamentables condiciones son des-critas
en el editorial ("Los Archivos de La Palma", en Diario de Avisos, 22 de mayo de 1967).
39 Diario de Avisos, 26 de agosto de 1963.
40 Santiago, Miguel A. : "Biblioteca Pública Municipal de Los Llanos de Aridane: 100 años al servi-cio
del pueblo", en Tagusaste. Revista de /os Centros del Profesorado de /a Isla de La Palma, n" 8 (1997),
págs. 7-8.
4' "Libros para la biblioteca pública de Breña Baja", en Diario de Avisos. 15 de mayo de 1967.
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Antonio Lorenzo Tena Primeras hib1iotecu.s príh1ica.s en la I.sla dr la Perlnxi (1863-1977)
a tal efecto había donado el mencionado don Alonso Pérez Diaz42, y que,
desde entonces habría de llevar su nombre.
Tras el acuerdo tomado en 1965, el 29 de junio de 1968 fue inaugurada la
Biblioteca Pública Municipal de Tazacorte con un fondo de 1.762 volúmenes
(un tercio correspondiente a libros infantiles) valorados en 350.000 pts. El
magnífico local había sido construido con fondos municipales y el mobiliario
fue cedido por el Centro Provincial Coordinadol-43 Un año después, la biblio-teca
contaba con 270 socios, según recogía la prensa de la época, el doblc dc
cualquier otra en la Provincia44.
El 26 de abril de 1970 fue inaugurada la nueva Biblioteca Municipal de El
Paso, en los bajos de Las Casas Consistoriales, sumándose a los fondos exis-tentes
del Centro que ya funcionaba desde 1929 (con un lapsus durante los
años 6045), tres mil nuevos volúmenes procedentes del Servicio Nacional de
Lectura, que además aportó tocadiscos con cursos de inglés, francés y alemán,
así como una nutrida colección de diapositivas de varias pinacotecas46.
CONCLUSIONES
Como hemos tenido ocasión de comprobar, los primeros intentos de fun-dación
de bibliotecas no encontraron siempre la respuesta apetecida entre la
población mayoritariamente obrera, de escasos recursos económicos y bajo
nivel de alfabetización.
La creación de centros lectores obedeció con bastante frecuencia a inquie-tudes
particulares de intelectuales o de unos pocos políticos comprometidos
realmente con el progreso presente y futuro de su pueblo. Si bien, las caracte-rísticas
del medio insular no eran, ni mucho menos, las idóneas, y las herra-mientas
e n se ntido biblioteconómico rudimentarias, es preciso valorar en
42 . . .Ayer fie inaugurada en Mazo la Bihliotcca "Alonso P&ez Diuz ", d~.pmdic~r~(ltec1~ C 'mtro
Provincial de Archivos y Bib1iotecu.s. Lu inaugurac~ióiJi ue hecha por la direi,torrr del Cei~troP ,oi.i~ii~ierl.
doctora María Luisa Fubrellas, con asistencia de las uutoriciade.~1o ccilr.s. I: u .su cuhc,zu, el Alculdc~S r- Solt;.
que ha sido mentor entusiusta de este nuevo rstcrh1ec~imic.1L1u~ . hihli«trc.cr c~«mto( Ir LUI ido i/ri(~iu(lI <,
1.500 voliímenes de rnoclernci conjrcciótr, suhitrmente scdcc~c~iu~iudeoirs orietrtucxj~it rl ,t~ihlic~tolc c l r tleiti-no,
y que incluye una sección infantil, que es una niuravilltr prchgjgica. cx el .setitido ir~leligcv~Jt.e r rfc,c,ti-vo
que, al fin, va teniendo la palahrtr. El vulor de estefoirdo iniciril de 1ihro.s <r\ [le uilu.~3 /11)O, 00 pe.wicis
El ucondicionumiento del loca1,fue hecho por el Ayuntamiento, y el n~ohiliurioh, ueiio J. tlr hurn grr.cto. firc
donado por la Dirección General de Archivos y Bihliotrcus. El loccil en que se ha r.stcrhlecido Irr hihliotrc,~
ha sido un legado que u su pueblo y u la cultura hizo don z410nso PI.rez Dicii ... ("Inauguración en Mazo de
la biblioteca Alonso Pérez Diaz", en Diario de Avisos, 29 de mayo de 1967).
43 "Tazacorte estrena Biblioteca Pública Municipal", en Diurio de Avisos, I I de julio de 1968.
44 Diario de Avisos, 16 de abril de 1969.
35 ''¿Que pasa con la Biblioteca de El Paso?" en Diario de Avisos, 19 de agosto de 1968.
46 Diario de Avisos, 29 de abril de 1970.
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Antonio Lorenzo Tena Primeras bibliotecas públicas en la Isla de la Palma (1863-1977)
su justa medida la ilusión, la iniciativa y el tesón; elementos que, a modo de
eslabones, facilitaron el posterior desarrollo.
Tras la dictadura franquista, la libertad de expresión amparada en el ámbi-to
constitucional, y las nuevas leyes promulgadas posibilitaron un desarrollo
más acelerado de las bibliotecas, ahora sí, en un ambiente mucho más propi-cio
por el nivel cultural, los medios de comunicación y la tecnología.
La irrupción de intemet y la aparición de nuevos soportes documentales
han influido en la concepción tradicional de las bibliotecas. La anterior estruc-tura
deslabazada de centros ha derivado progresivamente en una red estatal
cuyos fondos, en mayor o menor medida, han sido informatizados y vertidos
en la world wide web, que funciona como una gigantesca biblioteca con per-manente
posibilidad de consulta on h e .
Pero el vertiginoso desarrollo del último cuarto del siglo XX, por su com-plejidad,
necesita una revisión más exhaustiva. Sirva este artículo a modo de
aproximación a los primeros pasos en la fundación y desarrollo de las biblio-tecas
en la Isla de la Palma.
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