Avtpces de la arquitectura del Ochocientos
en el Ayuntamiento de Santa Maná de Guia
(Gran Canana)
Dentro de las jurisdicciones municipales en que en la centuria pasada es-taba
dividida la isla de Gran Canaria destacamos el Ayuntamiento de San-ta
María de Guía, dada la importancia adquirida, entre otros motivos, por
ser cabeza del partido judicial del Norte. Esta entidad política tendrá una
relevante actividad que ha quedado fehacientemente registrada en docu-mentos
como sus libros de actas de sesiones y múltiples escritos cursados
con organismos administrativos y personas físicas, fuentes en las que hemos
basado la aportación que presentamos en estas Jornadas, cuyo tema se cen-tra
en las intenciones o debates sobre construcciones que la población nor-teña
demandó entonces y en los artífices a los que recurrió para la realiza-ción
de las mismas.
Sin embargo, vaya por adelantado que pocos proyectos llegaron a crista-lizar,
si bien las tentativas para ejecutarlos resultan reveladoras de una men-talidad
positiva, consciente y acorde con las modas seguidas en la representa-ción
imaginativa por otras localidades y con lo exigido por la legislación vi-gente
sobre aspectos sanitarios y estéticos. Tampoco debemos obviar el hecho
de que los Ayuntamientos cobrasen en el siglo m un indudable protagonis-mo
respecto a la creatividad, toda vez que diversas normativas les transfieren
responsabilidades tan dispares como fueron, por citar dos ejemplos, la de-marcación
rectilínea de las arterias y la construcción de cementerios.
Ahora bien, llevar a cabo todos los proyectos requería un personal espe-cializado
con el cual el Ayuntamiento guiense no llegó a disponer adscrito a
su nómina, circunstancia nada extraña si tenemos en cuenta que el de Las
Palmas de Gran Canaria, capital de la isla, a lo largo de la centuria tan sólo
Boletín Millares Carlo, núm. 15. Centro Asociado UNED. Las Palmas de Gran Canaria, 1996.
160 Ana Mana Quesadu Acosta
tuvo a cinco profesionales con carácter de titular de la Corporación1. Tal ca-rencia
provoca la contratación esporádica de profesionales con distinto rango
u oficio -arquitectos, maestros de obras, carpinteros, personal de obras pú-blicas-,
quedando en muchas ocasiones la elección de los mismos supeditz-da
a la posibilidad de contar con ellos de inmediato, al grado de dificilltad de
los trabajos y a la disponibilidad de las arcas de la municipalidad.
Este personaje, nacido en Burgos en 1822, fue una de las figuras más des-tacadas
de la arquitectura canaria en el Ochocientos, pues llegó a ostentar la
plaza de arquitecto provincial, lo que le llevó a extender su competencia pro-fesional
a todo el archipiélago. Estableció su residencia en Santa Cruz de Te-nerife,
ciudad en la que ejerció también como arquitecto municipal2.
Fueron tres las relaciones de esta figura con la Corporación guiense, sien-do
una de ellas estrictamente burocrática, habida cuenta que se produjo al re-mitir
Oraá un oficio al órgano concejil, mediante el cual cuestiona el total de
las cantidades que se invertían en las obras realizadas por cuenta del munici-pio,
aduciendo que debía enviarse un resumen al Ministerio de la Goberna-ción.
Este escrito data de 186 1, revelando la pertinente respuesta la inexisten-cia
de construcciones edilicias en el año predich+.
Otro contacto se produce en 1878, cuando el arquitecto se ve obligado a
redactar un proyecto de presidio atendiendo la normativa que exigía la crea-ción
de uno de ellos en cada partido judicial. La empresa se le encomienda
ese año, debiéndose ajustar el inmueble a las condiciones exigidas por el Re-glamento
de las Cárceles, para las cuales potenciaba una mejor distribución
de los espacios interiores en beneficio de la salubridad de los reos4.
1 En 1868 la corporación municipal de Las Palmas de Gran Canaria clasificaba ((maestro
mayor de obras titular del municipio a Domingo de Garayzábal (Archivo municipal de Las Pal-mas
de Gran Canana [AMLPGC], Libro de actas de 1968, sesión del 9 de diciembre). Cuatro
años después contrata a José Antonio López Echegarreta en calidad de arquitecto municipal
(AMLPGC. Libro de actas de 1872, sesión de 9 de diciembre). Años después, vacante la plaza
desde el óbito de López Echegarreta, cubre la plaza Francisco de la Torre con la denominación
de ((arquitecto municipal», pese a carecer de esa titulación (AMLGPGC, Libro de actas de 1879,
sesión del 8 de enero). En septiembre de 1883 Laureano Arroyo quedaba contratado como ar-quitecto
del Consistorio (AMLPGC, Libro de actas de 1888, sesión del 14 de mayo). Poco an-tes
de finalizar el siglo se incorporó a la nómina Fernando Navarro (Archivo Histórico Provin-cial
de Las Palmas, sección Ayuntamiento, serie Personal, leg. 1, exp. 56, 1 1 año 1895).
2 Sobre su vida y trayectoria profesional consultar WAA «Manuel de Oraa», Revista Basa
núm. 3 de noviembre de 1985, Santa Cniz de Tenerife.
3 Archivo Municipal de Santa Mana de Guía (AMSMaG), Oficio remitido por Manuel de
Oraa al Ayuntamiento, 13- 1 - 1864, sin catalogar.
Hernández Gutiérrez, A. S., ((Las tipologías arquitectónicas en Manuel de Oraa», o$. cit, p. 24.
Artífices de la arquitectura del Ochocientos ... 161
Por causas que desconocemos, la idea no prosperó, decidiéndose, a cam-bio,
por reparar el inmueble que por entonces servía como sede del juzgado
y de penitenciaría. Las obras a realizar debían mejorar las condiciones higié-nicas
y de seguridad, además de adecentar el aspecto de la sala de audiencia.
El autor de la reparación fue Antonio Moreno, a quien se califica de «inteli-gente
arquitecto (. . .) vecino de Las Palmas»5, si bien suponemos que tal reco-nocimiento
es erróneo, pues su nombre y la actividad que ejerce no aparecen
señalados en otros puntos de la isla, resultando, por tanto, hasta el momen-to,
salvo la referencia citada, un personaje desconocido.
En fechas previas a las indicadas encontramos la primera vez en que que-dó
registrada la mención de Oraá en las actas municipales guienses, si bien
hemos dejado su comentario en último lugar porque no surge vinculada es-trictamente
a una construcción consistorial, sino a un particular. Se trata de
una vivienda de 1857, propiedad de Eufemiano Jurado, que había sido edifi-cada
con diseño de un proyectista del que no se menciona su nombre, el cual
hubo de corregir Oraá, ajustándolo a la estética y a los criterios arquitectóni-cos
imperantes6.
Llega a la capital grancanaria procedente de Álava, lugar donde había na-cido
en 1837. Su establecimiento en la ciudad no se produjo por una decisión
personal; vino destinado como director de Caminos del distrito. En su nueva
residencia fallece tan sólo cinco años después7, su labor resultó fecunda, tan-to
en el desempeño de su cargo como en los trabajos que desarrolló en d i -
dad de agrimensor o de proyectista, actividades para las que también se ha-llaba
autorizado, según dio a conocer a su llegada mediante un anuncio que
insertó en la prensa local8.
Recién instalado en la isla fue reclamado por el Ayuntamiento guiense a
efectos de que trazara los planos de una capilla mortuoria para velar a los di-funtosg.
Con ello se pretendía atenuar la carencia de un cementerio, lo cual,
en más de una ocasión, había obligado a utilizar una ermita donde no se
practicaba culto algunolo; por tal motivo, en 1867 se solicitaba al gobernador
5 AMSMaG, Libro de actas de 1878, sesión del 6 de enero.
6 AMSMG, Libro de actas de 1857, sesión de 5 de junio.
7 Sobre este personaje véase Tarquis Rodnguez, P., ((Diccionarios de arquitectos, alarifes y
canteros que han trabajado en las islas Canarias, siglo m», Anuario de Estudios Atlánticos,
núm. 13, Madrid-Las Palmas, 1967, pp. 550-551, y Rodnguez Díaz de Quintana, M., Los ar-quitectos
del siglo XIX, Las Palmas de Gran Canaria, 1878, pp. 51-52.
" 1 País, periódico, 8-9- 1868, Las Palmas de Gran Canaria.
9 AMSMaG, Libro de actas de 1868, sesión del 19 de noviembre.
'0 AMSMG, Libro de actas de 1856, sesión del 11 de septiembre.
162 Ana Mana Quesada Acosta
de la provincia autorización para incluir en el presupuesto adicional de la
Corporación, correspondiente a ese año, la cantidad de 400 escudos, destina-da
a sufragar la construcción del ansiado recinto.
Concebido el perrnisoll, se contacta con el técnico en cuestión, quien se
extralimita de su cometido proyectando también una necrópolis. Lamenta-blemente,
los planos han desaparecido, pero al decir de Agustin de Aguilar,
a la sazón alcalde del municipio, la obra era de ((primera clase)), hecho que le
lleva a desestimarla aduciendo, entre otros motivos, la falta de recursosl~.
Otro proyecto recreado en su tablero fue el del edificio para mercado. Ke-párese
que este encargo es producto del desarrollo que alcanza esta tipología
arquitectónica en la España decimonónica, potenciándose su construcción
bajo criterios higiénicos, a más de los económicos, basados éstos en una ma-yor
fiscalización, que se lograría con impuestos con cargo a los vendedores.
Es de lamentar que los datos que se conservan de esta iniciativa sean frag-mentados
y poco esclarecedoresl3, pues sólo acusan la existencia de un dise-ño
que jamás se llevó a cabo.
Tampoco llega a concretarse un tercer proyecto elaborado por Garayzá-bal
en fecha coetánea con la de los dos anteriores, es decir, en 1868. Se trata-ba
de una casa escuela cuya necesidad se dejaba sentir en el municipio desde
hacía mucho tiempo. En las actas de sesiones han quedado registradas a lo
largo de los años múltiples denuncias acerca de las restringidas condiciones
que reunían al efecto los locales que eventualmente se utilizaban para impar-tir
docencia. A titulo de ejemplo sirvan las exposiciones siguientes, realizadas
en 1845 por la comisión local de Instrucción:
(...) manifestando el mal estado en que se halla el piso del local que sir-ve
de escuela por su insalubridad, produciendo a los niños un daño de con-sideración
la mucha umedad que contiene dho. piso, y solicita disponga este
cuerpo su composición facilitando las cantidades que para ello sean necesa-rias14.
A otra solicitud de la misma Comisión relativa a que mdte. haber mani-festado
la mtra. De niños no tener local a propósito p" dar instrucción por la
escasez de casas que hay en esta Villa solicitando dha. Comisión que se les
facilite lo que es propiedad de la escuela en la calle de las ventas, se acordó
que el depositario de dichos bienes que administra la expresada casa la faci-lita
para el objeto en el termo legal si antes no pudiera ser's.
l1 AMSMG, Libro de actas de 1867, sesión del 11 de abril
12 Vid. nota 9.
l3 AMSMaG, Libro de actas de 1872, sesión del 15 de julio.
l4 AMSMaG, Libro de actas de 1845, sesión del 6 de abril.
'"ídem.
Art@ces de la arquitectura del Ochocientos. .. 163
Asimismo nos resultan desconocidos los detalles de la idea sugerida por
el facultativo alavés para solventar la falta de un inmueble adecuado a la es-colaridad.
Sí consta, sin embargo, las razones que invalidaron la tentativa,
entre las que figuraron, claro está, las económicas; al margen de las mismas
resaltan las tensiones habidas entre las dos partes implicadas: el técnico y el
Consistorio. Este, antes de emitir su consentimiento, circunstancia que no se
llegó a dar, exigió a Garayzábal distintos y sucesivos requisitos.
Así, se le pidió un estudio sobre el coste de los jornales de los distintos
operarios: luego, el valor de los materiales, más tarde, la procedencia de los
mismos, etcétera, «para todo lo cual debe el maestro Garayzábal haber reco-gido
los suficientes datos sobre la localidad y con el tino y precisión que hay
que esperar del mismo)), añadiendo, además, que debía redactar el presupues-to
aislándolo de las condiciones facultativas, para, de ese modo, evitar confu-siones
tanto la Corporación como al contratistale. Esta dura puntualización,
que constituye una muestra de las muchas que le hicieron al artífice, dieron
lugar, según parece, a que finalmente abandonara la empresa.
Garayzábal siguió manteniendo contados con el municipio de Santa Maná
de Guía hasta que se produjo su óbito, si bien esta relación se manifiesta en la
angustiosa lucha que sostiene a efedos de reclamar por el concepto de gastos
por los traslados que había realizado. A la hora de cobrar los haberes, la reticen-cia
de los concejales le lleva incluso a solicitar la mediación del subgobernador
del distrito, el cual no duda en requerir el pertinente informe al primer edil17.
El requerimiento se debate en sesión plenarialg, pero no encontramos alu-sión
alguna favorable. No resulta descabellado pensar que el final de tan de-sagradable
problema lo proporcionara el fallecimiento de Garayzábal, habi-da
cuenta que la última vez que se dilucida el mismo data de 1873, coinci-diendo,
por tanto, con el año de su muerte.
Este profesional, hijo del maestro mampostero Esteban de la Torre, ve la
luz primera en Santa Cruz de Tenerife, pero contando doce años pasa a residir
en Las Palmas de Gran Canaria, ciudad en la que desarrollará su trayectoria
artísticalg, una vez que obtiene en Madrid en titulo de maestro de obras20. Su
lWSMaG, Oficios dirigidos por el Ayuntamiento a Domingo de Garayzábal, aiio 1868,
sin catalogar.
17 AMSMaG, Libro de actas de 1872, sesión del 15 de julio.
18 AMSMaG, Libro de actas de 1873, sesión del 4 de mayo.
1Véase sobre el mismo Tarquis Rodnguez, P., o$. cit., pp.00, y Rodríguez de Quintana, P.,
op. cit., p. 37.
2" Gómez Galante, F., El ideal clásico. Arquitgctura canaria, Las Palmas de Gran Canaria,
164 Ana Maná Quesada Acosta
gran capacidad de trabajo le hace merecedor de una fama que trascendió del
ámbito capitalino grancanario, en el que llegó a desempeñar, aunque sin titu-lación
específica, el rango de ((arquitecto municipal)): de ahí que su nombre
aparezca ligado al quehacer urbano y arquitectónico de otros municipios is-leños,
tal como acontece en el de Santa María de Guía.
En efecto, en él se pensó para la autona de un proyecto de Casas Consis-toriales,
las cuales, como es sabido, logra también gran difusión en la pasada
centuria, toda vez que se utilizan como símbolo de distinción, debido a que
corresponden al inmueble representativo del poder localz1. Desde los años
cuarenta de entonces, contar con un edificio digno, donde celebrar sesiones y
cualquier otro tipo de actos oficiales, se convirtió en objeto de diversos deba-tes,
los cuales siempre resultaron infructuosos, incluido el encargado a Fran-cisco
de la Torre, quien realizó planos y presupuesto de la obra, según cons-ta
en acta municipal de una sesión verificada en noviembre de 1863. Ese mis-mo
mes se decide convocar una reunión con la asistencia de los mejores
contribuyentes del municipio, «por tratarse aquí de incluir en el presupuesto
un gasto voluntario que ha de cubrirse, a no dudarlo, con el producto dcl re-cargo
extraordinario sobre las contribuciones directasiB.
Pero, una vez más, el dinero para hacer realidad la empresa se convirtió
en un escollo que a la larga resultó insuperable. A finales de los años sesenta,
la Corporación, viéndose imposibilitada económicamente para levantar la fA-brica,
opta por otra solución más viable, consistente en adquirir unas casas,
propiedad del vecino Juan Bautista Jaques, y verificar en ellas una serie de re-formas
que corrieron por cuenta del contratista Pedro Cárdene~~~.
Otra figura importante de la actividad arquitectónica del siglo pasado fue
Juan León y Castillo, el cual, pese a su titulo de ingeniero, en distintas ocasio-nes
se vio obligado a trazar edificios. Ilustrados al respecto son sus proyectos de
un lazareto y un presidio, ambos concebidos según el esquema panópt i~oe~s ~,
El desarrollo de esta tipología arquitectónica en España ha sido estudiado por Rincón
García, W., Ayuntamientos de España, Madrid, 1988.
22 AMSM.lG, Libro de actas de 1863, sesión del 12 de noviembre.
23 AMSMG, Libro de actas de 1869, sesión del 8 de julio.
AMSMaG, Libro de actas de 1870, sesión del 29 de septiembre.
AMSMaG, Libro de actas de 187 1, sesión del 26 de noviembre.
AMSMG, Libro de actas de 1872, sesión del 23 de junio.
21 Sobre este personaje consúltese preferentemente Hernández Gutiérrez, S., El Puer-to de
La Luz en la obra de Juan León y CastZZo, Las Palmas de Gran Canaria, 1992. y Juun León y
Castillo. ~M~ B IW~cYrOie,L @o y humiíista, Las Palmas de Gran Canaria, 1995. De los edificios ci
tados se ocupó el mismo autor en «El panóptico y Juan León y Castillo)),H omenaje al Prcf~so/-
Hemández Perera, Madrid, 1992, pp. 61 -68.
Avti.&es de la arquitectura del Ochocientos ... 165
decir, con la visión de todas sus partes desde un solo punto. Pero en el Ayun-tamiento
que tratamos su nombre aparece relacionando con un par de obras
de diferente índole, las dos inherentes a su competencia profesional: un puen-te
y un embarcadero.
La necesidad de construir la primera de las obras citadas sobre el barran-co
de las Garzas, a fin de facilitar el empalme con el camino que conducía a
Arucas, Las Palmas de Gran Canaria y otros lugares de la costa norte de la
isla, se plantea por primera vez en sesión que el órgano concejil celebra el 2
de septiembre de 1857. No existían fondos para realizar la empresa, de modo
que se sugiere recurrir a la socorrida fórmula de la suscripción pública, evi-tándose
con ello una repartición vecinal, la cual se suponía onerosa para las
clases menos acomodadas. Por ello se acordó designar una comisión, integra-da
por los individuos Jacinto Bravo de Laguna, Francisco Bernardo Guerra,
Guzmán Mugica y Nicolás de Aguilar, para organizar la recaudación de me-dios25.
Tal propósito no prosperó entonces, permaneciendo incluso aletargado
hasta el año siguiente. Concretamente, en el mes de junio se abordaba nueva-mente
el tema, reincidiéndose asimismo en la necesidad de recaudar fondos
voluntarios de la población o tomándolos de la misma como anticipo de
prestaciones para años sucesivos, entendiéndose que al mudar de vecindad se
perdería el derecho a devolución))26.
Tampoco en este segundo empeño llega a cristalizar la tentativa, sumién-dose
en el olvido hasta mayo de 1861. Presidía entonces la alcaldía Salvador
Martín Bento, quien retoma la iniciativa aludiendo motivos estéticos. En su
opinión, atravesar el punto del barranco en el que se pretendía la construc-ción
del puente, justo a la entrada de la villa, daba una imagen negativa al
transeúnte, especialmente en invierno, estación en la cual las lluvias se estan-caban,
constituyendo un foco de infección.
La idea de promover una suscripción pública seguía en la mente de todos,
de ahí que no se descartase tampoco esta vez, llegándose a disculpar a la po-blación
con la excusa de que a pesar «de que ésta siempre había dado prue-bas
de exaltado patriotismo, jamás se había podido llevar a efecto obra tan
necesaria y urgente a causa de las penurias del vecindario y cargas pecunia-rias
que sobre su reconocida postura gravitan)). Estas palabras de justificación
sirvieron al primer edil en su intención de ampliar la suscripción pública a
otro lugar geográfico, nada menos que a la isla de Cuba, donde residía una
importante colonia de guienses.
La Corporación asumió de buen grado las propuestas, recogiendo en acta
unas palabras que, por su contenido, incitaba a aquel colectivo de emigran-tes:
«( ...) el amor patrio de los canarios que hoy se hallan en la América no se
------ " AMSMG, Libro de actas de 1857, sesión del 24 de septiembre.
26 AMSMG, Libro de actas de 1858, sesión del 6 de junio.
166 Ana Munú Quesuda Acosta
verán defraudados sus esperanzas, eco fiel de la de todo el muriicipio y t u -
rosos deseos del pueblo general)). Es más, mediante carta, en aquella isla se
constituye una comisión a la cual se responsabiliza haciéndola partícipe del
acuerdo. Por decisión concejil se configuraría con las siguientes personas:
Miguel Gordillo, Francisco Rodríguez, Juan Cruz, Rlas Falcón y 1,orcrizo
Bento27.
Tal como habían pensado los munícipes, los emigrantes se muestran pres-tos
a atender la petición de ayuda. Y en justa correspondencia se decide que,
una vez finalizada la obra, se coloque en la misma una lápida con los nom-bres
de las personas que la habían financiadox. En enero de 1863, una carta
desde Cuba hace saber al Ayuntamiento que la suma recolectada asciende a
700 pesos, cantidad que había sido remitida a través de la Compañía Barha
Cumella, establecida en Las Palmas de Gran Canaria; no obstante, la Corpo-ración
no recibiría esa cifra hasta que la obra estuviera a la mitad de su cons-trucción,
condición impuesta por los donantes, que pretendían asegurar la in-versión
en el proyecto señalado, so pena de que, en caso contrario, les fuese
devuelto el donativo2" Dado lo acontecido, la municipalidad guiense se sien-te
en deuda con aquel colectivo, lo que justifica que promoviera la publica-ción
en El Omnibus de la lista de suscriptores, por lo que abonó a su editor,
Mariano Colina, 60 reales de vellón3O.
Asegurada parte de los fondos, mediante Germán Mugica el alcalde re-quiere
el diseño de León y Castillo y «ha concebido la esperanza de que así lo
verifique)). El mismo año estaba ejecutado el plano y redactado el presupues-to,
además del pliego de condiciones facultativas, lo que determina un edicto
anunciando la subasta de la empresa. El acto queda desierto, de modo que la
municipalidad acomete la obra por administración, acuerdo que sostiene
pese a que, poco después, un maestro del albañilería, Florencio Pérez, natu-ral
de Arucas, se ofrece a contratar los trabajos. La ratificación de la postu-ra
municipal se justifica con razones meramente económicas: «( ...) y por
cuyo medio deben hacerse grandes economías a causa de auxilio voluntario
que pueden prestar los vecinos, lo que no podría suceder si se contrata con
un particular»31.
En septiembre del año en cuestión la empresa había llegado a la mitad de
su andadura y es momento en se recaba el dinero remitido desde Cuba; pero
hasta tres años después no estuvo concluida.
Así lo deducimos de una petición, firmada por Martín Bento en 1873, re-clamando
el cobro de 2.872'10 pesetas que, en calidad de préstamo, había
27 Ah4SMaG, Libro de actas de 1861, sesión del 25 de mayo. " RSMaG, Libro de actas de 186 1, sesión del 15 de septiembre.
AMSMG, Libro de actas de 1863, sesión del 2 de enero.
"QMSMG, Libro de actas de 1863, sesión del 29 de enero. " Ah4SMaG, Libro de actas de 1863, sesión del 22 de y del 26 de junio.
Arttfices de la arquitectura del Ochocientos ... 167
entregado siete años antes al objeto de que se construyera el puente, el cual
quedó estructurado con un solo ojo32.
La segunda obra que encomienda este municipio a Juan León y Castillo,
es, como ya ha quedado dicho, la habilitación de un embarcadero en el deno-minado
Puerto del Río, a efectos de facilitar las transacciones mercantiles en-tre
la entonces villa «y los demás pueblos litorales de la provincia)). Como era
usual, se procedió a constituir una comisión que evaluara esa posibilidad, re-quiriendo
a tal fin informes de personas competentes que no sólo analizaran
las condiciones físicas favorables del lugar de emplazamiento, sino también
los medios de corrección de los efectos que surgiera@.
Se dio las circunstancias de que, poco después, Juan León y Castillo diri-gía
un oficio al Ayuntamiento participándole que de nuevo, tras la mejora de
una afección de salud que había sufrido, había sido dado de alta en el Cuer-po
de Ingenieros, Caminos, Canales y Puertos, al cual pertenecía. Esta even-tualidad
se aprovecha para requerir sus servicios respecto a esta otra tentati-va,
encomendándosele la inspección y que diese su criterio acerca de si era
posible poner en uso el puerto, tras la realización de algunas obras34.
El proyecto se demora, y en 1874 los concejales determinan que antes de
llevar a cabo la idea se debía solventar en el obstáculo que radicaba en repa-rar
adecuadamente el camino que al mismo conducía, aduciendo que «sin te-ner
el predicho camino las buenas condiciones que requiere para servirse por
él, resultarían estériles cuantos sacrificios pudieran hacerse con objeto tan de-seado)).
Se estimó entonces que tal inconveniente no podía solucionarse por el
momento, acordándose elevar una exposición del problema al presidente del
poder ejecutivo de la República para que se dignara interceder ante el Go-bierno,
a fin de que el camino en cuestión se incluyera en el plan de carrete-ras
de tercer orden, como ramal de la que, considerada de segundo orden, se
comunicaba con la capital de la isla35.
Este profesional, nacido en Tenerife, ocupó una plaza de Obras Públicas
en la isla de Gran Canaria36. En correspondencia a dicho cargo, en la última
década del Ochocientos se el encomienda un estudio sobre la canalización de
las aguas del municipio. En sesión plenaria de 8 de diciembre de 1892 el en-
" AMSMG, Libro de actas de 1863, sesión del 6 de abril, del 26 de mayo y del 20 del
mayo. " AMSMaG, Libro de actas de 1869, sesión del 15 de enero.
3.' AMSMaG, Libro de actas de 1869, sesión del 13 de febrero.
5 AMSMaG, Libro de actas de 1874, sesión del 1 de marzo.
Sobre el mismo véase Rodnguez-Díaz de Quintana, M.: o$, cit., p. 87.
168 Ana María Quesada Acosta
tonces alcalde, Pedro Bautista Hernández, plantea los problemas que afecta-ban
al abastecimiento de agua a la población. Esta se surtía fundamentalmen-te
de las provenientes de las llamadas de «La Quarta)), que nacían en el ba-rranquillo
de Cardoso y discurrían por el del Conde, afluyendo más adelante
en las que pertenecían al heredamiento de la Vega Mayor de Gálda~?~.
En su exposición, éstas aguas, nacidas en las cumbres de la isla, seguían
su curso al descubierto, arrastrando légamos y otros materiales que dañaban
sus condiciones de potabilidad, efecto que se agravaba por permanecer «cal-deadas
en verano y turbias en el invierno, empeorándose además con los con-tinuos
lavados de ropa que en ellas se hacen; y en las grandes crecidas de los
barrancos). La inexistencia de fuentes públicas obligaba al vecindario a sur-tirse
de esas aguas, hecho que se pretendía evitar conduciéndose a través de
canales cubiertos las de «La Quarta)), las cuales, a su vez, se anhelaba ver in-dependizadas
de las de la Vega Mayor de Gáldar".
A tal objeto se encargan previamente a distintos profesionales de la medi-cina
y a analistas estudios sobre la salubridad del elemento en cuestión y la
justificación de la decisión del Consistorio. Tales informes corroboran el em-peño
municipal3" de modo que Cirilo Moreno es elegido para trazar los pla-nos,
formular la memoria facultativa y, además, los presupuestos del proyec-to.
En marzo de 1894 es presentado el encargo; el Consistorio acuerda incluir
los honorarios del técnico en el presupuesto adicional, y se encomienda los
trabajos a una persona40, pero, finalmente, el proyecto de Cirilo Moreno que-da
relegado al olvido, al menos en la centuria pasada.
Además de los citados, que al fin y al cabo suponen una parte importante
de la nómina de arüfices que trabajaron en el pasado siglo para el Ayuntunien-to
de Guía, es conveniente citar a otras personas que compartieron su labor con
ellos, las cuales, dado el desconocimiento que se les tiene por la historiografía,
nos hace suponer que se trata de profesionales de trayectoria local.
Uno de ellos, José Martín de Armas, se ocupó en 1863 de remodelar un
inmueble que sirvió de cárcel. Estas fueron las obras que se le encargaron:
En primer lugar se necesita comunicar absolutamente la cárcel con las
Casas Consistoriales que la están unidas, por medio del correspondiente
muro de mampostería; segundo, construir una habitación pa el alcalde; ter-
" AMSWG, Libro de actas de 1892, sesión del 8 de diciembre.
38 Ibídem.
Ah4SMaG, Libro de actas de 1893, sesión del 16 de febrero.
40 AMSMaG, Libro de actas de 1894, sesión del 1 de marzo.
Arti3ces de la avquitectura del Ochocientos ... 169
cero, un departamento que rema a las circunstancias necesarias para el alo-jamiento
de las mujeres, ya que al fabricarlo hay pocos años pa los hombres
se halla en buen estado; y cuarto, una sala para los actos judiciales del Juz-gado
con referencia a la parte criminal con cuyas mejoras se lograría tener
una cárcel adecuada a la extensión y vecindad del Juzgado como tiene o
piensa poner en conocimiento del Señor Gobernador de la Provinciaa.
Otro nombre a resaltar es el de Francisco Moreno, el cual, entre otras
obras, llevó a cabo en 1887 la reparación del mata de^-042.
A manera de conclusión añadimos que el Ayuntamiento de Santa María
de Guía intentó crear una infraestructura adecuada, recurriendo, como se ha
dicho, a distintos profesionales de renombre constado, si bien las limitaciones
económicas condicionaron su efectividad, por lo que muchos proyectos fue-ron
derivados hacia la habilitación de viejos edificios para los fines específi-cos
propuestos.
M MSMG, Libro de actas de 1863, sesión del 24 de septiembre.
Q AMSMI;, Libro de actas de 1887, sesión del 3 de noviembre.