«LA CONSAGRACION DE LA PRIMAVERA»,
DE ALEJO CARPENTIER, CANTO
A LA REVOLUCION CUBANA *
Universidad Complutense
Madrid, 25 de abril de 1980
1. INTRODUCCION
En noviembre de 1978 salía a la luz esta obra de Alejo Carpen-tierl.
En enero de 1979 nos prometimos a nosotros mismos llegar a
ella en breve comentario. El trabajo, que ha ido creciéndosenos al
mismo tiempo que varios otros, supone, pues, lo que pretendimos: un
acercamiento a esta obra carpenteriana que vemos como el esfuerzo
final por volcar en el surco del arte la historia vivida con peso de
fuego en el corazón.
Dt: riinguna manera vemos vado de contenido el titulo elegido
por el escritor cubano; ni que sea fortuita la coincidencia que le
* Terminadn la claboración dc cstc trabajo y prcparándome para salir hacia
la Facultad de Filología donde debo asistir a una Junta de Facultad, la onda
sonora de la radio me da la triste noticia: «Carpentier ha muerto*. París, 25 de
abril de 1980.
Queremos que este trabajo sea también nuestro humilde homenaje al gran
escritor cubano.
' Tengo presente la edición de enero de 1979. Alejo CARPENTIELRa: con-sagraciótt
de la primavera. Madrid, Siglo Veinliuno Editores, 4." ed., 1979.
une a la suitte de Igor Feodorovitch Stravinski (1882-1971) estrenada
en 1913.
La obra del compositor ruso, basada o inspirada en los ritos pa-
Danos de la Ru& primitivl, está ~ e m p u ~ r tdae una intrndmció-. y Q
dos partes («culto a la tierra» y «el sacrificio»).
En la novela descubrimos en uno de los personajes, la bailarina
Vera, el empeño por el montaje escénico y ejecución de La consagra
ción de la primavera de su compatriota. Los dos bloques en que divide
Stravinski su obra (adoración/sacrificio) no los descubriremos nítida-w,.-*,.--
c..L1--:l-- 1 1-
I I I U I C ~ G D L ~ L J I C ~ L I LeAnU ~ ia iivvc.ia, peío en d a e siáli, Iaieii en C: csiii-portamiento
de los personajes.
El culto a la tierra -la patria- motiva en Enrique, que «proce-de
de la burguesía más hedionda que pueden imaginarse» ', el sacri-ficio.
Y éste alienta en Gaspar Blanco, músico de jazz, que está dis-puesto
a contribuir en el triunfo final de la primavera: «A nadie le
gusta ia guerra. Pero creo ííegado eí momento de trabajar donde hay
que trabajar» 3.
El culto -adoración- de una Idea, que pone heridas del «vivo
sin vivir en mi» de San Juan de la Cruz en el corazón, mueve al sa-crificio
a Jean-Claude, quien, enrolado en las Brigadas (Guerra Civil
española), muere en la batalla del Col1 del Cosso
Carpentier ha tomado como lema para su novela un fragmento
de la obra de Lewis Carroll, Alicia en el país de las maravillas 5. No
se quedará en la pura literalidad de la cita. Carpentier inviste a este
CARPENTIEARl,e jo: La consagración de la primavera, ob. cit., p. 31.
Ob. cit., p. 114.
' «...sino una Idea, algo impalpable, sin carne donde herir, sin imagen des-tructible:
algo pavorosamente llamado Idea. Fuerza invisible y casi abstracta
qüc me arrebata :o úiikü que IIK í-uebt. iriúispcnsaúic en ei mundo ..», ieemos
en ob. cit., p. 170. Y antes en la página 30 se nos ha dicho: «¿Y por qué
está usted aquí, entonces? ... Estoy aquí porque hay españoles que pelean por
algo que me liga a mí.. .B.
El texto que nos ofrece Alejo Carpentier de Lewis Carro1 en Alicia en
el país de las maravillas y que toma como lema para su obra dice así:
«-¿Quisiera usted decirme qué camino debo tomar para irme de aquí?
-Eso depende, en mucho, del lugar a donde quiera ir -respondió el gato.
-No me preocupa mayormente el lugar ... -dijo Alicia. -En tal caso,
poco importa el camino -declaró el gato. -.. con tal de llegar a alguna parte
-añadió Alicia, a modo de ~xpliceción.- i i h ! -dii--oJ e! grito-: p ~ e &~ c t e d
estar segura de llegar, con tal de que camine durante un tiempo bastante largo.»
texto de un sentido profundo que ilumina con la dinámica de su
obra: la lucha de unos personajes por salir del mundo enfermo que
les rodea y conquistar otro mejor. No importa el lugar, porque, por
«el misterioso determinismo que rige la prodigiosa urdimbre de los
destinos, convergentes, paralelos o encontrados)) 6, será el mundo
donde a uno le haya tocado vivir '.
Lo lograrán «con tal de que caminen un tiempo bastante laren».
Y así a Vera, «burguesa y nieta de burgueses)), que «había huído em-peñosamente
de todo lo que fuera una revolución, para acabar vivien-do
en el seno de una revolución» ', le oiremos confesar: ocurre hoy
lo que nunca creí posible: que yo hallase mi propia esfabilidad den-tro
de lo que se enunciaba en español, en francés, en inglés, con una
palabra de diez letras - sinónimo para mí, durantc tantos años, de
caldero infernal-. Tengo la impresión de que la hora presente se
me ensancha, se me aclara, ofreciéndome un Tiempo nuevo en cuyo
transcurso futuro llegaré acaso a ser -¡por fin!- la que nunca fui.
Puede usted estar segura de llegar, con tal de que camine durante un
tiempo bastante largo -dijo a Alice el gato de Lewis Carroll. Pero
- jcaray! - ¡qué accidentado y difícil me fue el camino! . . . »
El culto a la tierra (Cuba) ha llevado al sacrificio y éste ha fruc-tificado
en el triunfo. En Cuba se ha consagrado la primavera:
«...Compañeros obreros y campesinos: ésta es la Re-volución
socialista y democrática de los humildes, con los
humildes y para los humildes. Y para esta Revolución de
los humildes, por los humildes y para los humildes, esta-mos
dispuestos a dar la vidan ''.
1.3. MOTIVO Y FINALIDAD
Teniendo en cuenta que Carpentier termina su obra el 22 de mayo
de 1978 y que en ella, como diremos más adelante, está su traycctoria
vital, vinculada a los acontecimientos que conmueven a Europa y es-pecialmente
a Cuba, pensamos que la motivación hay que buscarla
CARPENTIERA, lejo: La consagración ..., ob. cit., p. 575.
' Para sustentar esta idea, Carpentier acude a una cita de Gogol y que
dice: «No huyas del mundo donde te ha tocado viviru (ob. cit., p. 575).
Ob. cit., p. 575.
Ob. cit., pp. 575-576.
'O Discurso de Fidel Castro en el sepelio de las víctimas del bornbardco
del 16 de abril y que toma Carpentier (ob. cit., p. 575).
en el propio escritor, quien, como intelectual, se cree comprometido
a dar el testimonio verdadero de lo que le rodea.
Por lo tanto, la finalidad de La consagración de la primavera es
la de revisar, enfrentando lo nuevo y lo viejo, las proclamas ideoló-gicas
del tiempo que le toca vivir. Posturas ideológicas que alcanzan
al arte, a la sociedad del lujo, la política, América en general y Cuba
en particular:
<<Por suerte, hay otra América: la que tú ignoras, como
buena europea. Forquc, dcspuCs dc pasar varios años en
Europa, me he convencido de que, para la gente de acá,
América Latina es algo que escapa a toda una escala de
cómodas nociones. Es un mundo que rurnpt: WII sus viejos
cálculos. Por ello prefiero ignorarlo» ".
En arte se rechaza la estética de Zuloaga, Sorolla y los hermanos
Zubiaurre, porque, aunque supongan «la mejor pintura de nuestro
tiempos 12, carecen de autenticidad, atenían algo inauténtico, a pesar
del virtuosismo innegables 13, frente a un Picasso, a un Juan Gris,
a un Braque o a un Cézanne 14.
La suciedad del lujo, que está representada por la mansión de la
Calle 17, donde la tía Condesa hacía lo posible porque fuera un pa-raíso
terrenal, es rechazada, para introducirse en la de «los hombres
que abrían puertas, que despejaban caminos» '" en la de los servidores.
En política su postura es antifascista, de culto al socialisn~o, por
lo que luchará en favor del Frente Popular español del 36, y, al re-gresar
a Cuba, colabora con el proceso revolucionario castrista frente
al régimen de Batista.
" Ob. cit., p. 29.
l2 Ob. cit., p. 52.
" Ob. cit., p. 53.
l4 ((De buena gana hubiese entregado todas esas pinturas de Zuloaga, de
los hermanos Zubiaurre, tan alabadas por don José Ortega y Gasset, a los
camiones del aseo urbano que, cada mañana. recogían las basuras de gentes
ricas en las puertas traseras de sus mansiones ... » (ob. cit., p. 54).
«Y, llevado por una pasión nueva ..., renegando también de Anunciaciones,
Adoraciones de Magos, Bodas de Caná, retrato de Meninas, y hasta de Ren-diciones
de Breda ... Buscando un antídoto contra la mierda ... que se acurriu-laba
en casa de mi tía, me alimentaba ... con las manzanas de Cézanne, alguna
legumbre de Chardin, una anguila de bodegón neerIandés ... en los fruteros de
Picasso, Braque y Gris ... » (ob. cit., pp. 55-56).
l5 Ob. cit., p. 56.
La revisión de las posturas ideológicas que dominan en el tiempo
que le toca vivir nos dan claramente la finalidad de esta obra, fina-lidad
que tiene dos facetas: l) la proclamación del arte al servicio a
la sociedad como testimonio de la sociedad real, o, lo que es lo mismo,
la socialización de1 arte puro; 2) la sublimación de la revolución cu-bana,
porque ésta pone fin a la esclavitud de la baja sociedad y porque
libera al arte de los condicionamientos económicos, raciales y étnicos
a 'os que estaba sometido:
«Vivimos un momento transcendente en días de pasmo-sas
transformaciones. Un hombre que, pase lo que pase, ha
perdido el miedo al mañana» 16.
El sacrificio impuesto da su fruto en el campo de la apreciación
del hombre y del arte también. Alborozadamente dirá Enrique:
«Hacía ya muchísimos años que perseguía un ideal de
arquitectura original y jamás había llegado a plasmarla en
una obra realizada. Y era que, en mi pais, s610 había PO-dido
un arquitecto trabajar para los ricos y los ricos no
gustaban de mi arquitectura)) 17.
Y Vera, por su parte, con la misma alegría, puede dar la noticia
que supone el triunfo de su ideal:
«En noviembre ponemos La consagración de la prima-vera
en la tablilla de ensayos» ''.
2. CONTENIDO
No creemos oportuno hacer siquiera una breve reseña del argu-mento
de la obra, que gira en torno al espacio vital de dos personajes.
Enrique y Vera, envuelto en el mundo del arte y de las revoluciones
y al que se unen el de Jean Claude, Gaspar, Calixto y Mirta ...
Más importante nos parece entresacar del Corpus del contenid' !m
temas base que dan configuración al mismo: situación político-social,
familiar, nacional y temas trascendentales: la vida, el amor y la amis-tad,
el sexo, la religión, el tiempo.
l6 Ob. cit., p. 546.
l7 Ob. cit., p. 544.
la Ob. cit., p. 576.
Es palpable que en la obra del autor cubano unas determinadas
situucienrs pe!idras e&-entu&s 1 2":s1 scstenfan !a t r ama v i t a l
y novelada de los personajes cuya razón de ser se orienta hacia la
revolución con el fin de liquidar los viejos regímenes (dictaduras).
La situación política cubana, amparada y montada wbre el ~iúcleo
social de la clase privilegiada y sometida al imperialisn~o yanqui, es
la que motiva las posturas personales de Enrique y de los partidarios
de la revolución.
El protagonista Enrique, que por los años treinta parece encon-trarse
indeciso ante una postura política, es impulsado a elegir el ca-mino
de la izquierda debido al asesinato de Federico García Lorca y
al «apóstrofe de Millán Astray al rostro de Miguel Unamuno: iAba-jn
la inteligencia! !Viva !a m,iertel D.
«La inmolación de García Lorca y el grito innoble de
Millán Astray, en cambio, nos arrojaban de lleno en una
tragedia con protagonistas conocidos, de caras sin másca-ras,
cuyo horror presente, cercano, inmediato, nos crispaba
en catarsis de furor. Todos aquellos que, nacidos en Amé-rica
Latina o amamantados en ella, solían hacer mofa del
gachupín, reconociendo sin embargo -y como en broma-que
tenían un abuelo gallego o asturiano.. . se volvían
apasionados defensores de Madrid ... Para mi cubano, el
Madrid de la República -anti-Burgos, anti-Queipo-de-Lla-no-
era la España que había amado José Martí.. . Yo, que
había creído posible sustraerme por un tiempo a las con-tingencias
de la época, me veía sacado de mi retiro, de mi
marginalidad, para ser arrojado brutalmente al torbellino
del mundo» 19.
La presencia en España (guerra del 36) del chileno, venezolano,
mexicano, cubano y argentino no tiene otra explicación que una pos-tiira
r)nlítira afín.
l9 Ob. cit., pp. 97-98. Parece claro que lo que mueve a Carpentier hacia la
izquierda es que, según él, la derecha liquida a los que representan la cultura.
Estos hechos históricos le ayudan a formular la tesis que apuntamos en el
texto de este trabajo; tesis que ignora cualquier otra que pudiera ofrecerse -y
de hecho puede ofrecerse- como contrapartida en eí panorama espafioi cie ia
guerra civil, donde quien resultó de verdad violada fue ESPARA.
«¿Y por qué está usted aquí, entonces? -¡Ay, divina
inocencia! Estoy aquí porque hay españoles que pelean
por algo que me liga, a mí, habanero de dos generaciones,
más C U U Ü ~ G yúe nndic, con !os ho=brcs dc! Qüintü Regi-miento..
. un algo que me liga con los polacos y húnga-ros
del Batallón Dombrowsky, con los franceses del Com-murze
de París, con la genle del Edgar Andr6, del Garibal-di,
del Dinzitrovn
«Despues ue tenería muy oívidada -de verla en sun-tuoso
pretérito de Lepantos y campos de Montiel-, Es-paña,
la que sentíamos nuestra, la que nunca habíamos
combatido realmente en América aunque echásemos de
nuestras tierras a sus procónsules, esa España, muy tenida
a menos desde hacía más de un siglo, volvió a hacerse
carne de nuestra carne» 'l.
Los acontecimientos que ha vivido el mundo (revolución mejica-na
y rusa, guerra civil española y hasta la guerra mundial) son para
Carpentier las manos que han trabajado la revolución cubana, por-que
se camina siempre para llegar a alguna parte ... El camino anda-do,
aunque ignorado como fecha, dio en Cuba con la primavera de
la revolución triunfante.
En la Cuba precastrista la sociedad cstá vinculada a la política.
Como hemos señalado, la alta sociedad ampara un régimen cuyo cen-tro
es Europa a través de los Estados Unidos. Una sociedad y régimen
político que han olvidado el verdaderv ser cubano.
La sociedad cubana ésta, y cuya denuncia se hace himno carpen-teriano,
es mercantilista, ignorante e hipócrita:
«...y bien enterado de ello estaba mi tía, por Don José
Ortega y Gasset -de quien nada había leído ella, pero
cuyo nombre solía largar en comidas mundanas, como el
de una Autoridad Irrebatible en cualquier materia, aun-que
a menudo le atribuyera pensamientos de su propia
cosecha que, a lo mejor, procedían, a su vez, de La vida
comienza mañana, de Guido da Varona o de las viejas
Lettres a Francois Maman, de Marcel Prévost~".
2"b. cit., p. 30.
71 ril UD. cii., p. 98.
U Ob. cit., p. 52.
«...gente de dinero, como solía decirse -cuya presen-cia
activa, un tanto misteriosa, casi mágica y ensalmadora
dentro de la urbe mercantil y burguesa, cuidadosa de apa-riencias.
a la vez hipócrita y «decente».. .D 23.
Pero hay algo más importante por 10 que esta sociedad es recha-zada
por Carpentier: el racismo. El negro, el otro canto de la mo-neda
(mestizaje) cubana, es despreciado. «No te irá nadie» -le dicen
a Vera que intenta representar La consagración de la primavera, de
Stravinski, utilizando danzantes negros:
«No te irá nadie, porque será un ballet de negros, se
te hunde tu escuela, porque tus alumnas de high te harán
la cruz.. . D 24.
<<¿Tún o crees que Calixto, bien entrenado, pueda bailar
magníficamente contigo? - iOh, sí! ;Desde luego! . . .
Pero.. . es un negro, Madame! )>
¿Cómo solucionar esta situación injusta social? Para Carpentier,
de dos modos. Primero, como para el poeta Nicolás Guillén, recono-ciendo
el ser y los valores de la raza negra 26. Segundo, estableciendo
en Cuba un régimen que no sólo reconozca la igualdad de derechos
constitucionales in fieri, sino de facto. Un régimen que acabe con los
ghettos en los que se veían obligados a vivir los negros. El régimen
ideal será el socialismo. Con él habrá libertad artística e igualdad so-cial
de facto. Así se lo asegura Gaspar a Vera; él es la auténtica
panacea:
«Si Cuba fuese un país socialista, nada se opondría a
que formases un ballet de moros y cristianos» 27.
l3 Ob. cit., p. 205.
I4 Ob. cit., p. 262.
Ob. cit., p. 313.
26 «LO que veo es que hay muchos negros en todas partes, y que la música
cubana que los enorgullece a ustedes es, en mucho, obra de negros, y que el
poeta más original que tienen ustedes ahora, es negro, y que muchos, muchí-simos
negros murieron en vuestras guerras de la independencia ... » Ese es el
gran valor de la raza negra visto por Vera (ob. cit., p. 313).
'' Ob. cit., p. 314.
En La consagración de la primavera, la familia como grupo o
unidad básica de la sociedad es contemplada desde planos muy dife-rentes
y contrapuestos. Las parejas, que nacen en la proyección vital
que da curso la narración, fundamentan su relación y estable trato
en bases que sobrepasan cualquier postura mercantil. Les une el amor,
el sexo, la afinidad sicológica, etc ... Es el grupo base que parece
aceptar con cierta complacencia el narrador.
La familia de la alta burguesía cubana se cierra en clanes exclu-sivos
y excluyentes que miran y luchan en todo momento por todos
sus miembros.
Ese es el caso de la familia-clan de Enrique en torno a la Condesa
que lleva el control de todo el clan familiar. Y ese es el motivo por
el que Vera, por la que bebe los vientos el sobrino, no sea aceptada
dentro del clan a pesar de que la tía tiene conocimiento de que viven
juntos ".
La Condesa le ayudará a Vera cuando las radiopatrullas de la
policía de Batista reduzcan a llanto de muerte su escuela de baile,
puesto que en ella se esconden pensamientos revolucionarios, pero será
tan sólo porque detrjs está Enrique, su sobrino, y el buen nombre
del clan familiar '! Y de la ayuda transitoria no pasará, puesto que
en el clan que ella capitanea no cabe.
Enrique, como miembro del clan, aunque su comportamiento en
el campo político se aleje de los ideales que se mantienen en aquél,
.Y mi tía, aprovechando de que Vera hubiese ido a arreglarse, se creyó
obligada a largarme ... Fina, pero desabrida. Educada y discreta, pero le falta
pep ... Estás encoñado con la rusa esa, porque es cosa reciente. Pero el cubano
ticnc cl cscotro patriótico. Se le encoge en cuanto se a~riiiia a la carrit: criolla.
Pronto te cansarás. Y entonces te buscaremos algo de más categoría» (ob. cit.,
p. 228).
" «Sólo me qiiedaha Teresa qiic, desde mis primeras palabras, entendió
lo que ocurría: No hables más ... Ven a la Calle 17. Es lo más seguro ... Y
ahora, espérame ... Voy a hablar con mi tía ... A poco entró la Señora, pom-posa
como cardenal en concilio, majestuosa en el andar ... Y, sentándose ante
mi: Tarde o temprano tenia que haber sucedido. Esa negreria tuya, de la
Plaza Vieja, no podía parar en otra cosa sino en centro conspirativo ... Allí se
encontraron proclamas revolucionarias.. . En cuanto a ti.. . eras una comemier-da,
una bailarina fracasada. una Doña Nadie incrustada a la coñona en nues-tra
familia por el loco de mi sobrino rojillo en buena hora arrepentido, y
Fulgencio me prometió que haría lo necesario para que te dejen tranquila ...
La Señora se levantó y fue hacia la puerta: Te he sacado del lío. Pero ahora
te vas al carajo. Métete bajo la tierra y que no se vuelva a oír hablar más
de ti. No quiero verte aquí un segundo más ... (ob. cit., pp. 426-428).
nunca será excluido de él por la Condesa ". Y la fiebre que domina al
clan es la que mueve a la Condesa a localizar a su sobrino a su vuel-ta
a Cuba desde Francia con la esperanza de que Enrique vuelva al
redil:
«Hola, bolchevique -me decía la alta señora con un
buen humor que me sorprendió un poco-: ¿Qué espe-ras
para reportarte?)) E, interrumpiendo mis improvisadas
explicaciones: «Vístete y ven. .. Que hoy es un gran día» ?".
Sin embargo, la familia-clan burguesa cubana será abandonada
por Enrique. Cambia su riqueza por unos ideales sociopolíticos para
aquélla nuevos e inaceptables.
La familia burguesa rusa, que se hace presente en la obra a
trevés de Vera y q'ie vive errante7 es tamhign r~rhazíicla. Si la fami-lia
burguesa cubana es abandonada por unos ideales sociopolíticos,
ésta (la rusa) lo es por unos ideales artísticos 32. Ninguna de las dos
sociedades ofrecen valores superiores que anulen los que se imponen
en Enrique y Vera respectivamente.
De todo esto parece deducirse que hay una tesis dando color a
---+,...-- boao pmruiaa de Eíií-jqüe y Vera. Y la tesis qUe creemos süsíeiiia
Carpentier es la siguiente: por encima de cualquier compromiso está
el compromiso político-social que mira a la patria, al mundo, y está
el cornprorniso con el urte. Uno y otro parecen ser para Carpentier
como sacramentos cuyos vínculos son ineludibles e indestructibles.
Y de aquí podríamos deducir también nosotros que tanto Enrique
como Vera son personajes símbolo. Son el nuevo hombre social que
rompe con su pasado por dos únicos ideales: la justicia social y el arte.
Si olvidáramos que en La consagración de la primavera, de Alejo
Carpentier, el punto de mira y quizá la última razón es Cuba, opera-ríamos
con un desenfoque de perspectiva. Porque Cuba es el último
eslabón de la cadena y, por lo mismo, el más importante por el que
lucha Enrique, detrás del cual se esconde Carpentier.
30 Téngase presente las páginas 36, 37 y 38 de ob. cit.
" Ob. cit., p. 217.
«Me tapo los oídos, cierro los oios; no quiero leer proclamas ni pan-fletos.
He nacido para danzar, danzar y danzar. Fuera de lo que sea Arte, de lo
que pueda tenerse por Belleza, nada» (ob. cit., p. 482).
Esta es para nosotros la razón de que se dé con tanta precisión
y meticulosidad la realidad cubana (paisaje, etnografía, etnología, so-
&dad, economía.. ., etc.. .) contrastada con la de otros países en los
que hace moverse a sus personajes como son: extraños.
La herida de Cuba con la sangre caliente del que lucha por un
nuevo orden político-social se deja sentir en Enrique tras el regreso
de Europa. Una llamarada de fe se prende en su espíritu y le hace
sentirse en casa:
«Hijo pródigo, paseaba pues por mis calles (;jamás una
calle de París me había dado la impresión de ser mía! ...),
hallándome a mí mismo tras de largo extravío.. . Me de-tenía,
atónito, ante un viejo palacio colonial que me ha-blaba
por todas sus piedras ... Por aquí había transitado
un día en que, habitado por pensamientos tenidos por cul-pables,
me dejé atraer por una voz que, entre persianas,
me invitaba a que ... deteniéndome ante cuanto para mí
reavivaba un recuerdo, me rememoraba una imagen, o
me hiciera hojear, de derecha a izquierda, de índice a
prólogo, el libro inicial de mi propia historia» 33.
No creemos oportuno traer aquí las numerosas citas que podrían
entresacarse de la novela en las que Carpentier se deleita en ofrecer-nos
los usos y costumbres populares cubanos. Quede como muestra
del peso afectivo de la patria en el corazón del creador la cita de
arriba. Pero téngase presente que para Carpentier, la bandera ido-latrada
es la que porta los colores de la Cuba que sabe a sudor de
los humildes.
Enemiga de esta patria carpenteriana es la alta sociedad vacía,
que, instalada en el lujo, en el consumismo patrocinado por los Esta-dos
Unidos, entrega sus valores patrios a cambio de un bienestar ma-terial
que la victima en el pensar y en el obrar.
El ideal carpenteriano, pues, respecto a Cuba exigirá, partiendo
de la ((adoración de la tierra», nota que arranca del mensaje stravins-kiano,
el sacrificio nacido de la lucha de la que brotará la victoria y
la floración del ideal.
No hay otra solución para el escritor cubano. El pensamiento
propio queda vinculado al castrismo y a la lucha. El sacrificio se co-rona
en la consagración del triunfo, que es la primavera para su país.
Se ha caminado «durante un tiempo bastante largo» ... y «se ha
33 Ob. cit., pp. 203 y 204.
271
llegado a una parte»: a la auténtica Cuba soñada por Gaspar, Enri-que
y todos los revolucionarios, donde se ha liquidado a la clase bur-guesa
y las influencias imperialistas y se ha dado paso a los ideales
socialistas.
Creemos que no es arriesgado ni que suponga desliz alguno afirmar
que esta obra de Carpentier es un canto a la vida. La vida que dice
relación a la primavera, que no es otra cosa que primavera y que se
corona en ella.
El sacrificio, la lucha -revolución- se hace únicamente para
alcanzar la primavera, para conseguir una vida mejor, porque en la
dialéctica de Carpentier no cabe la vida de un más allá 34. Lo que mo-tiva
al hombre, según esa dialéctica es la consecución de una vida
terrena mejor.
Y porque eso es así, cuando Vera, en quien es llaga sin restañar
la Guerra Civil Española, al combatir en ella su amado Jean Claude,
afirma que «la idea de la Muerte debe estar ligada aquí a la idea de
la guerra» 35, se atrae la risa de los que la escuchan y su contrarré-plica:
«Nadie habla de muertos en una guerra» 36, «aquí nadie habla
de muerte» 37. «El hombre que va a la guerra deja sus filosofías en
el ropero del primer cuartel donde habrá de vestir el uniforme junto
con su traje de corte civil, su corbata y zapatos de moda» 38. LO tan-gible,
lo que se aferra al ser, a la pura supervivencia, desplaza a
cualquier otro pensamiento:
«Luego, en vísperas de subir al frente ... más pesa una
paella valenciana que El discurso del método, un par de
tetas - iperdón! - que toda la Suma Teológica.. . toda
angustia metafísica se te va a la mierda, toda filosofía se
sitúa al nivel de los cojones ( iperdón otra vez a la dama! ).
34 <«Lo que subsiste de seguro es un espíritu, o, si quieres, una idea en el
sentido platónico del término)) (ob. cit., p. 135). Por eso para Carpentier en
el mundo de los vivos no existe sino «un espíritu revolucionario, tremenda-mente
proliferante desde la toma de la Bastilla, que pasa de Robespierre y
Saint Just a Lenin» (ob. cit., p. 135).
35 Ob. cit., p. 134.
36 Ibídem.
" Ibídem.
'Wb. cit., p. 135.
Y cuando faltan pocos minutos para la salida al ruedo,
te meas de miedo ... Todos tienen miedo. Todos tenemos
miedo» 39.
La muerte para la dialéctica carpenteriana adquiere su pleno sig-nificado
dentro del contexto de la vida terrena. Aquella es la culmi-nación
del sacrificio para alcanzar la primavera, la vida renacida,
terrena y mejor.
El p,ensamiento del escritor cubano se trasluce en el de Vera que
&pensaba en quien se hubiera sacrificado en algún lugar de bárbaro
nombre, muy lejos de aquí ..., convencido de que la sangre era ne-cesaria
para el advenimiento fecundo de nuevas primaveras en el
mundo>, *O.
Y no otro contexto hay que buscar para el significado de las
muertes ocurridas desde los primeros brotes de la revolución en Cuba
y glorificadas en esta obra de Carpentier.
2.5. AMOR Y AMISTAD
No encontramos ninguna alusión directa que nos dé la idea que
tiene Carpentier en torno al amor; sin embargo, éste está presente
anudando la tragedia (trayectoria vital) de los personajes más signifi-cativos
de la novela e indirectamente quedará definido como entrega
o proximidad. Lo deducimos de las palabras de Enrique, al hablar
de sus relaciones con su prima Teresa:
«Conocimos el amor sin amor. El amor-juego, el amor-diversión,
el amor-combinatorio de invenciones y antojos..,
sin entrega profunda, en distanciamiento.. . » ".
El amor, que no se basa evidentemente en el sexo, se sustenta
sobre la realidad de una vida en común, que se complementa con la
entrega sexual y la afinidad ideológica, ya en el campo sociopolítico
o en el del arte. De ahí que, como el amor se basa más en el cerebro
que en el corazón, no se presentarán situaciones insalvables para el
logro y sustento del amor.
Como el amor, en esta obra, la amistad, que es un cangilón de su
noria sentimental, juega un papel importante. Parte de la camaradería:
'' Ob. cit., pp. 136-137.
" Ob. cit., p. 187.
" Ob. cit., p. 282.
pero la sobrepasa y une entrañablemente a Enrique y Gaspar y a éste
con Vera; pone cotas de sangre latente en la escuela de la Plaza
Vieja, por lo que Vera a ella se referirá con el apelativo de «mi
familia».
La amistad no mueve a los personajes de La consagración de la
primavera a la reflexión, los desborda para tender el lazo que les une
estrechamente en el camino del sentimiento hacia la revolución; y
así es proyectada y se fundamenta en las situaciones de los mismos,
sin que ellos tengan que preocuparse de ella. La amistad, podemos
decir, tiene medida y peso de fiitiirn y, por lo mismo, de una vida
temporal mejor que es a la que lleva ésta.
La cor~sagraciórz de la primavera está dentro dcl mundo de la no-vela
realista. El sexo toma su dimensión y la importancia que se le
sueIe dar hoy en ese contexto, El punto base para valorar el sexo
en esta obra es la naturalidad. Los personajes viven el sexo en conso-nancia
con las situaciones que se les presentan. Así que precisando,
podemos afirmar que en esta obra al sexo se le valora desde dos di-mensiones:
a) desde dentro de la vida de la pareja y b) desde fuera
de ella.
En el primer caso, el sexo se vincula a la vida de la pareja y
tendrá la resonancia que pueda darle el amor que una a aquella,
pues es una forma más, entre otras, de donarse: egoísmo, pero com-partido,
jubilosa alienación, cantata a dos voces, encarnación en el
otro ... Así 10 deducimos de las palabras de Enrique recordando a su
primera amante Ada:
«Y fueron los tiempos del desorden, del insaciable cuer-po
a cuerpo, de las anarquías del abrazo de formas ma-chiembradas,
rcvucltas, volteadas en los albures del impul-so
y del deseo -hallazgo de sabores y calores, retozos,
cuchicheos en la oscuridad, gimientes alegrías, risas al
cabo del gesto, Iirigidas resiste~icias, deleitosas confusio-nes,
palpitantes afloraduras de savias profundas; tiempos
de la puerta sellada, de la llamada sin respuesta, del te-léfono
desconectado, del cartero inútil; tiempos del egofs-mo
compartido, del olvido de cuanto nos fuese extraño y
ajeno- gentes, amigos, sucesos, deberes; tiempos de la
jubilosa alienación, de la siempre superada cantata a dos
voces, del dejar de ser para encarnarme en ti, antes de
regresar, yacentes colmados, al leve y sonriente sueño de
la ternura recobrada, de las carnes devueltas a sus apla-cados
contornos» 42.
Y la entrega sexual es el hilo que ata en el amor el último mo-mento
de la pareja que ha tenido que vivir la distancia y la angustia
de la soledad como prueba de la verdad del pasado y la certeza del
presente único (Jean Claude y Vera):
« .. .sólo anhelaba un olvido de odios nocturnos padeci-dos
en incontables insomnios, la destrucción de un puente
transitado cn soledad ... la ticrra, firmc y cntcra como
antes, volviese a ser la de un camino recorrido de día en
día, a paso parejo, por un Hombre y una Mujer. Y él
me abrazaba ahora, impaciente, algo jadeante, duro, como
tanto me agradaba sentirlo.. . Y ambos nos confundimos
en cama de hospital que al punto dejó de ser cama de
hospital para hacerse cama de amantes» 4s.
En el segundo caso se le contempla como una satisfacción más que
hay que obtener de la existencia temporal y única, sin que la pareja
soporte el peso de obligación alguna futura. La entrega pasajera y
libre no deja en el hombre y la mujer más huella que el recuerdo es-crito
sobre la tela del viento 44.
Hay una única condición que se impone la pareja que vive la
entrega libre y pasajera: que el hecho quede en sus vidas, con sus
recuerdos, para evitar así dañar los sentimientos de una tercera per-sona
".
El valor moral del sexo ni se plantea siquiera por Carpentier. Se-rán
los propios personajes quienes, en base a su cultura y educación,
precisen la licitud o ilicitud del mismo. Pero sí que Carpentier nos
'' Ob. cit., p. 94.
'3 Ob. cit., PP. 131-132.
44 Para nilestras afirmaciones nns sirven de apoyo las palabras de Teresa a
Enrique: «...Si quieres dormiremos ... Tendré que pagar la compañía en mo-neda
de María Egipciaca. Pero no me asusta ... -Pues entonces no lo pienses
más. Como se juega al tenis o al ping-pong ... Sin que nos compliquemos la
vida ... Y si mafíana me ves puteando con otro, no quiero escenas de celos,
ni que te creas dueño de nada ... » (ob. cit., p. 281).
Ver ob. cit., p. 284. Allí leemos: «Todo está en que Vera no se entere
de nada. Esto no tiene la menor importancia y sería idiota que ella padeciera
por culpa nuestra.. . ».
deja entrever, por medio de una frase de Enrique, la importancia que
él asigna al sexo: el sexo es un medio de conocimiento 46; mas sin
salirnos del mundo dialéctico de Carpentier que en esta dimensión
se mide con «el sentimos, luego somos y no entendemos más razón
-afirma Enrique-, más filosofía que la razón de la sin razón de
nuestras anatomías confundidas» 47.
La religión en La consagración de la primavera toma el aire de
la dialéctica carpenteriana. Digámoslo sin rodeo: jno tiene sitio!,
porque en el antagonismo impcrialismo/socialismo marxista, plantca-do
en la obra, para los mantenedores del primero la religión será un
elemento más de consumo dentro de su sistema; y para los soñadores
del segundo (Enrique, Gaspar.. .) no hay más 6tica que la revolución,
ni otro credo que la libertad.
El tema religioso se toca, pues, de un modo tangencial; pero tiene
importancia para nosotros. En uno de los casos, la religión aparece
aliada con el dictador; y, si ya ese hecho lleva a cierto desprecio de
ella por parte de Carpentier, el contexto en que se encuadra el tema
supone cierta burla de su parte y no menor irreverencia por parte
de los imperialistas cubanos (que es sin duda lo que el autor quiere
retratar para que se vea que la alta sociedad, ante la figura del dicta-dor,
hasta la religión que profesa pospone) 48.
En otro caso, las prácticas religiosas interesadas de los rusos pro-zaristas,
quc vivcn cl dcsticrro y con los quc ticnc contacto, Ic llcvan
a Enrique a contemplar la religión como algo caduco, pasado de
moda, y que sirve sólo para amparar el ansia por el bien perdido 49,
si bien acepta, respetuoso, la actitud de Vera que busca la iglesia,
'' Ver ob. cit.. p. 95: «De repente, con el hallazgo de una Mujer. el amor
físico se me alzaba al nivel de un medio de Conocimiento...».
47 Ibídem.
48 ES la noche de San Silvestre. El Dictador ha invitado a la más selecta
clase social cubana. Pero el Dictador no llegará nunca porque ha huido a
Santo Domingo. Entre los invitados hay un cura para que celebre la misa de
Nochevieja, quien se impacienta cuando ya pasa de la hora ... «La hora de la
misa será la que diga el general* -le rcsponden ... Al fin, sobre las cuatro, las
mujeres se resuelven a mal escuchar una misa presurosa, celebrada por un
cura tan hambriento como sus acólitos, y la noche se termina en una borra-chera
lúgubre ... » (ob. cit., p. 532).
49 Léanse de ob. cit., las páginas 198 y 199.
porque, ante la amenaza alemana, siente verdadera necesidad de
orar 50.
Al ser una de las grandes preocupaciones de Carpentier, como ya
hemos señalado, el exponer el mundo cubano en toda su amplitud,
se acerca a las creencias de los negros a los que contempla revestidos
de cierta sacralidad 51, pero, al final, por boca del marxista Gaspar,
10 reducirá a pura sugestión, comedia o superstición 52.
2.8. EL TEMA DEL TIEMPO
El tiempo lo vinculamos nosotros al movimiento y éste a la exis-tencia
del ser. Sin este último no habría lugar para el movirnicnto,
ni el tiempo. Por lo cual consideramos al tiempo con el Diccionario
de la Real Academia de la Lengua Española como «la duración de
las cosas sujetas a mudanza» ". Así la vida del ser creado -cambio,
mutación- se da en el tiempo; la revolución -esencialmente movi-miento,
cambio- en el tiempo pone su lanza.
Sin embargo, el tiempo tiene otras acepciones. Entre éstas la de
época durante la cual vive alguna persona o sucede alguna cosa» 54.
El autor cubano usará de las dos acepciones en el juego artístico
y encadena a los personajes de La consagración de la primavera al
cambio -movimiento, tiempo- que opera la revolución y al devenir
histórico humano.
Consecuente con su dialéctica, sus creaturas serán arrastradas
hacia la materia irremediablemente, sin que en ellas quepa la más
mínima posibilidad de detener el cambio.
El tiempo -época- es una realidad tal que el ignorarla, refu-giándose
en el pasado como única solución, lleva a salirse del engra-naje
del saber y a presentar como bandera única el desfase.
El pensamiento carpenteriano queremos descubrirlo en las pala-bras
de Vera, que trata de desvincularse del devenir humano y vivir
«¿Y si cancelan el viaje? ¿Qué hacer, Dios mío? ¿Qué hacer? Y quiso
ir a la iglesia rusa.. . para orar.. . Y, por no quedarme solo con un desasosiego
semejante al que ahora la impulsaba a rezar, la acompañé a la Catedral ... »
(ob. cit., p. 198).
Ver ob. cit., pp. 258-259.
Ver ob. cit., pp. 261 y 262.
53 Real Academia: Diccionario de la Lengua Española, Madrid, 19.8 ed.,
1970, p. 1.263.
Ibídem.
en la eternidad del arte (la danza) y que, al fin, tiene que reconocer
la realidad:
«Me rindo. Estoy cansada de huir, de huir siempre. He
querido igiiurar que vivía en un siglo de cambios pro-fundos
y, por no admitir esa verdad, estoy desnuda, des-amparada,
inerme, ante una Historia que es la de mi épo-ca
-época que quise ignorar. Y percibo ahora, como en
breve fulgor de iluminación, que no se puede vivir contra
la época, ni volver siempre una añorante mirada hacia un
pasado que se arde y se derrumba, so pena de ser trans-formado
en estatua de sal ... Pero se terminaron, para mí,
los tiempos de la ignorancia. Esta vez no vivo en un es-cenario,
sino dentro del público» 55.
Ata Carpentier el viento del tiempo al carro de la acción. El acon-tecer
es la brisa que nos queda del cambio, del movimiento, del tiem-po.
La acción, o mejor el acontecer, que de ella se deriva, tiene para
nosotros su punto final en la perfección. Para Carpentier parece que
también y así toma como lema para la penúltima parte (VIII) de su
novela una frase de Heman Melville en Carta a Nathaniel Hawthor-ne
y que dice: «¿Cuándo acabaremos de acontecer? Mientras nos
quede algo por hacer nada hemos hecho» 56.
Debido a esta manera de pensar, veremos que los personajes de
La consagración de la primavera (no pcrdamos dc vista quc la pri-mavera
para Carpentier pinta su camino desde la revolución, que es
la revolución), se atornillan en la acción, y por ello en el movimiento,
en el tiempo. Unos, para conseguir el cambio, la primavera en la quc
todo se moviliza hacia la renovación y que destruye el pasado viejo
y caduco. Son los revolucionarios. Otros, cuyo símbolo puede ser la
Condesa tía de Enrique, para detener la «rueda de la Fortuna» y
establecer fuera del tiempo la edad dorada que parece acariciarles.
Y es precisamente el tiempo que se impone sobre unos y otros el
que convierte su acción en una lucha cíclica y hasta titánica (tiranía/
revolución), sin que ésta tampoco logre imponer la ley del retorno
en los reinos del tiempo.
El tiempo es irrepetible 57. Pártase de aquí y se comprenderá por
CARPENTIEAR,l ejo: La consagración. .., ob. cit., p. 509.
56 Ver ob. cit., p. 511.
En ob. cit., p. 17, leeremos: «Detrás: La mer, la mer, toujours recoin-mencée
» que alude al cambio constante y por lo mismo al tiempo irrepetible.
Pero mucho más claro en la página 139: «Pero aquí dejamos de pensar en lo
que acabamos de vivir, porque es historia pasada.. .D.
qué los pcrsonajcs dc Carpcntier dcbcn luchar sin desmayo. La opor-tunidad
perdida supone la helada segura sobre las flores de la prima-vera
y, por lo mismo, la pérdida del fruto (el nuevo sistema). Nos
lo dice ei riiismu Carperiiier ~ u r pi a labras de Güeilic que toma wmü
lema de la última parte (IX) de su obra: «Sólo merece la libertad
y la vida / aquél que cada día debe conquistarlas» 58.
Hay que ser -pensamiento carpenteriano- compañero (que
acompaña) inseparable del tiempo. Al final, después de caminar -mo-vimiento,
tiempo- «un tiempo bastante largo» se llegará con segu-ridad
a la primavera que puede estar (está) en el obrar infinito («cada
día»). La esperanza de alcanzar la primavera, aunque de hecho no
se logre, ya abre la senda de la felicidad en el hombre 59. Es la sutil
idea que la dialéctica, que hoy viste a no pocos, prende en los idealis-tas
y que ofrece cuando el tiempo, realidad de verdad irreversible, ha
demostrado ya que el paraíso aquí en la tierra se perdió hace tiempo.
Hemos dicho que La consagración de la primavera es un canto
a la vida. Por eso mismo hemos de decir que es un canto a la revo-iución
cubana -operamos bajo ia iuz carpenteriana-, que, dentro
de la gran revolución, busca la vida, y un canto también de la vida
de los que hacen posible la revolución. En este contexto florece la
vida del creador embellecida por la luz del personaje símbolo (En-rique)
detrás del cual se esconde.
Como proyección de nudos históricos, en La consagración de la
primavera, y en lo que se refiere a los personales, quedará floreciendo
una vasta manifestación cultural que alcanza a la música, la literatu-ra,
la pintura, la filosofía ..., etc ... 'jo.
Es un medio carpenteriano para su obra; y, como ésta -ya lo
hemos dicho- es un canto a la revolución cubana, el medio sirve
58 Ver ob. cit., p. 557.
«Entonces, nada había servido para nadan -dije-. Todo sirve para algo
en una guerra revolucionaria -dijo Jean-Claude: Incluso perder una batalla.
-No es la primera vez que oigo decir eso -dije, con maligna inteiicióri, re-cordando
ciertas reuniones tenidas en mi casa en que mucho - ¡demasiado!-
se había discutido de política* (ob. cit., p. 139).
Y Gaspar, de corazón aireado en el marxismo, dirá: «En la guerra revo-lucionaria,
que es una sola en el mundo, lo importante está en ganar batallas
en alguna parten (ob. cit., p. 569). El subrayado es nuestro.
Sería interesante -creemos- entresacar las referencias a filósofos, músi-cos,
iiteratos, pintores ..., eic ... que Sarpeniier incorpora ai reiaio. Eiias nos
darían la medida de la profunda formación cultural del autor cubano.
para c!cvar u &:a a Un don& I;pil!a la =!hra (pUra carpen-tier
la revolución está hecha de modo especial por intelectuales) fren-te
al saber baladí, hueco, aparente, de la clase burguesa 'l.
Si iiiirüi.taiicia i.e so "l"i.a la culiiii.u, íiUe
por la recreación artística se convierte en esmeralda literaria, así mis-mo
importancia tienen el mito y el símbolo, que se ofrecen como
ciaves por medio de ias cuaies ei creador se mueve con comodidad,
ya que ponen a su disposición todo un mundo para transmitir, trans-mutado,
el mensaje propuesto.
¿a ejempiificacidn es un recurso aí que no pocos escritores han
acudido con propósitos firmes. Es un recurso que en la literatura
viene de lejos @C. arpentier se aprovechará de él para que los lectores
conozcamos cómo es la alta sociedad cubana encarnada en la tía de
Enrique, la señora Condesa, o a los «buchiplumas» -oportunistas-cuyo
prototipo para Gaspar es José Antonio 63.
Y suma importancia como recurso en esta novela adquiere el
dato documental histórico sobre el que Carpentier monta su ficción
Y por lo que, en el deleite que de ésta brota, estamos los lectores
contemplando el plano, transcendido por la pluma carpenteriana, de
un trozo de historia del siglo xx.
La sectiencia cronológica crece apoyada en los hechos históricos
que envuelven a los personajes engranados, como si fueran cangilones
dolientes, en la noria de la vida.
Como lo han hecho otros autores cuyos nombres se escriben con
letras de oro en la Literatura Hispanoamericana, usa Carpentier, para
ofrecernos la época recreada, de datos que nacieron de la radio y la
prensa. Y cstos datos vivos Ic sirvcn para elcvar al punto mis álgido
el drama en que se mueven los protagonistas 64.
3.1. VALOR Y SÍMBOLO DE LOS PROTAGONISTAS
No cabe despreciar ningún personaje de la novcla, pues por él
se nos iría el mundo de La consagración de la primavera lo mismo
que por un punto suelto se nos iría todo un jersey.
" Ver ob. cit., p. 353.
Para no salir de la Literatura hispanoamericana, recordemos que la pri-mera
novela (y las siguientes del mismo autor) Periquillo Sarniento (1816) so-bre
la ejemplificación se monta con fines pedagógicos.
63 Ver ob. cit., p. 546.
M Así, con motivo del levantamiento contra Batista, los partes de guerra
del Gobierno Revolucionario (ob. cit., pp. 558, 568-569) y parte del discurso
de Castro (ob. cit., p. 575).
Historia real, elevada a obra de arte con el sello de novela, sus
personajes tienen dimensión de realidad; están tomados del mundo
real y novelado y sin restarles el aire de su carácter.
Sin embargo, creemos que a 10s personajes de La consagración de
la primavera, además de esa dimensión intrasferible que les vincula
a la realidad en la que se mueven, se les reviste de un valor simbólico
en el que se implica a toda una colectividad; y así cada uno de ellos
representa a un grupo.
Símbolo de una sociedad en la que sólo cuenta el eco de wualquie-ra
tiempo pasado fue mejor», y que por eso inisino se aferra a sus
instituciones, convenciones y lujo, es la señora Condesa, tía de
Enrique.
Vemos en Teresa a esa parte de la sociedad en la que no ha cre-cido
ideal alguno y su única dicha se cifra en el placer, en ese men-timos,
luego somos», que en ella es el alfa y omega.
En Juan Antonio, Olga, Laurent.. . queda simbolizado el grupo
de oportunistas que viven en todos los pueblos y en todas las épocas
y que su moral es lo que sirve para vivir.
Son símbolo de las clases más bajas de la sociedad cubana y en
las que, por el hecho de ser oprimidas, en ellas se apoyará la revolu-ción
castrista para triunfar, Mirta, Calixto y el grupo.
Jean Claude y Gaspar y otros ... simbolizan al grupo de los inte-lectuales
vinculados al socialismo marxista e identificados con la re-volución.
Enrique, en el que se esconde el creador, es símbolo de aquellos
que han nacido y se sirven de la sociedad burguesa cubana, pero que,
descubriendo que en el lujo dc csa sociedad clasista no está la feli-cidad
de la nación, pasan su apoyo al proceso revolucionario.
Y Vera (en la que vemos hay un claro paralelismo con la Virgen
Electa de Stravinski, ya que Csta, ofrecida por la sociedad, sucumbe
en la «Dance sacrale» y aquella, a pesar de haberla huido, en la re-volución
que supone sufrimiento, sacrificio en bien de la sociedad)
simboliza la lucha por un ideal extra político (la danza). Si al final
también ella cae dentro del movimiento político (la revolución) es
porque Carpentier intenta probar que fuera del socialismo no hay au-téntica
libertad.
Al descubrir revestidos a los numerosos protagonistas de La con-sagración
de la primavera del símbolo que acabamos de señalar, pen-samos
que, si el mantener unos personajes arropados de su realidad
crea una atmósfera que favorece al mensaje por ofrecerlo dentro de
un contexto histórico, el elevarlos a categoría de símbolo supone aupar
la obra a un mensaje testamentario y a hacer de ella como un canto
épico en torno a lo que se toma como centro y meta: la revolución
cubana.
La comagraciórt de la primavera, como narración, gira en torno a
unos acontecimientos históricos, donde las acciones se van entrelazan-do
según van siendo relatadas por los dos narradores (Enrique y Vera).
Se estira ia narración sobre un eje principai que, en ei tiempo,
va desde el viaje de Vera a España (Valencia) a encontrarse con Jean
Claude y donde conoce a Enrique (inicio de la obra), hasta los suce-sos
que se siguen a la batalla de Playa Girón en Cuba (final de la
novela).
A ese eje principal se unen los acontecimientos que tanto Vera
como Enrique van a tener a bien contarnos recordando su pasado.
El eje principal pertenece al tiempo real de los protagonistas. Lo
recordado por Vera y Enrique está fuera de ese tiempo real, por lo
que uno y otro relato guardarán sus cauces sin que se opere confusión.
El relato perteneciente al tiempo real se vincula al presente. El
otro relato se proyecta en el pasado, aunque como en el caso de Vera
su relato nos venga dado por el creador en el presente, que para que
no lo confundamos con el primero (relato del tiempo real), lo pone
en cursiva.
La narración de Vera y Enrique, por otra parte, no siempre se dan
en línea continua. Sucede que, a veces, se les hace coincidir para así
mostrarnos las dos acciones distintas que en ese momento están su
cediendo o para descubrirnos dos perspectivas de una misma acción.
Nno ha !!amadn !a atención en este sentidn esta obra de A!+
Carpentier. No es que vayamos a decir que la novela es totalmente
autobiográfica; pero sí que, siendo un canto a la vida (al hecho de
vivir, la existencia del creador y de Cuba), no son pocos los rasgos
autobiográficos que en ella nos ha dejado el creador auroreados por
la imaginación para velarlos en el personaje símbolo. Y efectivamente,
e! iieííipo de de la acción Iio\-e:a& co;Iic;de coii
el de Carpentier que nació en La Habana en 1904.
Enrique, como lo fuera Carpentier, es un estudiante de arquitec-rura
que, abandonando ésta, se dedica al periodismo y a ia iirerarura
y participa en un manifiesto contra el presidente Machado.
Como Carpentier (que huye de Cuba en 1932) Enrique debe huir
de la Isla y refugiarse en París. Como aquél, Enrique participa en la
guerra civil española; y a su vuelta a Cuba, en los momentos que
la revolución castrista está en marcha, a ella se une.
Además, detrás de las evocaciones que leemos del paisaje haba-nero
y que nos da Enrique, descubrimos a Carpentier; y de Carpentier
ser& 12s mismas experiencias francesas de Enriqije
El mismo juego que Carpentier establece entre su obra y la de
Stravinski, no habla sino del sentimiento y predilección del cubano
1" -.<":,." ,.,.*A -7-
la iriuuirci vuiiiu Ju !e ha püesto de mnnifiesto e:: otrns obras
suyas ' j 5 .
Hay que confesar, pues, que en el líquen de la novela subyace la
vicia de su ~reacior Con sus más o menvs ivnos en iotaiidad y en
exactitud 'j6.
Para precisar el tiempo espacial de la narración tenemos dos hechos
importantes: la batalla de ~r u n e t e(g uerra civil española), del 5 al 24
de julio de 1937, ya que de poco después arranca la acción. y el des-embarco
de los castristas con la derrota de las tropas mercenarias en
la Bahía de Cochinos, 17 de abril de 1961.
Según esto el eje de la narración ocupa un espacio temporal de
casi veintiséis años; pero los relatos que se nos ofrecen por medio
de Enrique y Vera retrotraen la acción por medio del recuerdo a
fcbrcro de 1917, quc es cuando abdica Nicolás 11 y que Vera -nos
dice ella- estaba en Petrogrado, para pasar por los años 1918 (3 de
marzo) en que se firma la paz de Brest-Litovsk, a la caída de Macha-do
en 1933, cuando Enrique está en París, al incendio de Reichstag
el 27 de febrero de 1933, al levantamiento del General Franco en
España el 17 de abril de 1936, etc ...
La narración de La consagración de la primavera está tallada sobre
El más claro ejemplo es su Concierto barroco, México, Siglo Veintiuno
Editores, 1974. Téngase presente el trabajo de Marina Gálvez Acero: «Estruc-tura
musical presente del Concierto barroco de Carpentier*, en Actas del
XVII Congreso del Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana, 1,
Madrid, Ediciones Cultura Hispinica, 1980, pp. 539-553.
Por ejemplo, ¿podría sentirse a Vera como una nota autobiográfica? ¿Pro-yecta
en este personaje Carpentier la figura de su madre, como la protagonista
de su novela, también rusa? No nos atrevemos a asegurarlo por falta de base
en este momento; pero la relación ahí está.
la piedra del tiempo (la Historia). Esta (la Historia) marca sus pági-nas
con huellas del creador,
¿Cuándo comenzó a componerse esta novela? El texto no nos
ofrece ninguna referencia en la que podamos basarnos para precisar
el punto de arranque. El punto final nos lo da la editorial: Siglo
Veintiuno Editores publicó la primera edición en noviembre de 1978.
Y hay una referencia a una etapa intermedia y que no es otra que
la fecha en la que, al parecer, el autor dio por terminada su obra:
22 de mayo de 1978.
Pero no nos extrañaría que la elaboración de la obra viniera, al
menos «in mente creatoris», del año 1959 con el propósito de ofrecer
una especie de canto épico en torno a la revolución cubana, que es
-piensa- la coronación de las revoluciones anteriores.
Ya queda casi adelantado el contenido de este apartado: pero.
precisando, diremos que, al ser dos los principales personajes (Enrique
y Vera) los que nos ofrecen el relato y estar uno y otro vinculados
al hoy y al ayer que nos hacen vivir y nos recuerdan, prestigitarán con
el presente y el pasado G7.
Atendiendo a los puntos de vista del narrador, lo primero que
descubrimos en esta novela es que el creador se ha distanciado y el
relato se da desde dos grandes perspectivas: la de Enrique y la de
Vcra quc sabrán únicamcntc lo quc han vivido y vivcn y lo quc han
visto u oído (no son omniscientes). En estas dos perspectivas, y al-ternadamente,
se nos da la historia novelada.
Estos dos narradores son protugonistus de la accih, lu que pu~ie
luz de vivencia en el relato; testigos de ciertos hechos sobre los que
dan testimonio; contrastan su parecer con el de los demás protago-nistas
y comentan el proceso de los hechos o el valor de las ideas que
aparecen en el diálogo.
Véanse de ob. cit., las páginas 34 y 94, por ejemplo.
284
4. CONCLUSIONES
Recopilando lo que nos da nuestro acercamiento a esta obra 61-
tima de Alejo Carpentier, sacamos las siguientes conclusiones:
1. La consagración de la primavera es una novela realista en
cuanto que su mensaje se apoya en una realidad externa, histórica
que se proyecta en dos sentidos: la del creador y la de sus circuns-tancias
68.
No hay que olvidar que la novela imita una parte de la realidad.
Carpentier, en esta, proyecta sobre su contenido una parte grande e
importante de la realidad propia y de sus circunstancias. En ella se
refleja la sociedad cubana tal cual es o como cree Carpentier que es 69.
2. Que esa realidad gira en torno a la vida del propio creador
y en torno a la revolución cubana castrista dentro del contexto de la
lucha por la gran revolución del siglo xx promocionada por el socia-lismo
marxista.
3. Que el contenido total se nos da sobre un eje que se proyecta
en el ahora y aquí.. . desarrollado en el tiempo irreversible y sobre
unos saltos al pasado que sirven para completar la realidad propia
(el yo y sus circunstancias) de los dos protagonistas que, si, por el
hecho de ser narradores, lo queremos, son los más importantes.
4. Este contenido se nos ofrece por medio de dos narradores
que son testigos de los hechos, comentaristas de actitudes que contem-plan
y protagonistas de muchos de sus hechos.
5. Que estos protagonistas lo son en el hoy o en el ayer y de
ahí que o nos presenten unos hechos llenos de vida, porque a ellos
asisten y en ellos intervienen o los evoquen por medio del pasado.
6. Que los recursos de que se vale el autor cubano son: cultura
propia, autobiografismo, mito, símbolo, ejemplificación y dato histó-rico
... Con ellos la realidad queda sublimada y encendida en los al-tares
del arte.
M Léase «Novela y realidad» en Leo Hickey: Realidad y experiencia en la
novela, Madrid, Cupsa Editorial, 1978, pp. 46-55. Ver también de este mismo
autor «Ideas sobre la realidad novelísticau en Rei~ista de Occidente, núm. 109,
abril, 1972, pp. 26-43.
«La novela -dice Juan Goytisolo- puede reflejar la sociedad tal cual
es o tal cual cree que es» (Juan GOYTISOLOP:r oblemas de la novela, Barcelo-na,
Seix Barral, 1959, p. 91).
7. Que la narración toma una realidad que fue cantata entre los
años 1917 (Revolución rusa) y 1961 (triunfo total de la Revolución
cubana castrista).
8. Que la finalidad de la novela es: a) la revisión por parte de
su autor de las ideas que motivan al hombre en el siglo que le toca
vivir; b) la proclamación del arte como servicio social; y c) la subli-mación
de la revolución cubana 70.
9. Quo Carpo~iiiorp aroLo sosieiier uiia tesis qüe se podi-ia f o rm-lar
así: Por encima de cualquier otro compromiso está el compromiso
político de servicio a la sociedad y el compromiso con e1 arte.
10. Por todo lo cual se pueden cerrar todas estas conclusiones
con la siguiente: La consagración de la primavera es como un canfo
épico a la Revolución coronada en Cuba y uno de sus protagonistas
fue el propio Carpentier 'l.
Porque sólo en la revolución, en la consagración de la primavera, se en-cuentra
la libertad para todo, hasta para el arte. Así Vera, que busca el arte
independiente frente a la revolución (ver ob. cit., p. 346 y p. 5 7 3 , al final
ve que es la revolución (cubana) la que hace posible la representación de
La consagración de la primavera de Stravinski (ob. cit., pp. 348-330 y 375-376).
Si tenemos en cuenta la definición horaciana de épica («res gestae regum-que
et tristia bella») vemos que sus condiciones se dan o hace que se den
su autor: en La coizsagracidrz de la primavera, la guerra cubana contra Batista,
dentro de la guerra revolucionaria, «que es una sola en el mundo», segun
Gaspar, cumple con «res et tristia bella». Los héroes, al haber cambiado en
la Filosofía el sujeto del poder, son los pueblos del mundo (Rusia, España ..
Cuba). El pueblo (Cuba) aquí está representado (símbolos) por los numerosos
protagonistas que aparecen en escena. Y hay un rapsoda que ha sido testigo
de excepción de esos hechos, porque en ellos ha tomado parte directamente.
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la primavera, de Alejo Carpentier, como un canto épico a la revolución cubana.