Notas sobre D. Agustín Millares Carlo
GERMÁNL UZARDGOU TIERREZ
Tuve la inmensa suerte de conocer a D. Agustín con motivo del Homenaje
que organizó en 1975 la Caja Insular de Ahorros de Gran Canaria (ahora
Insular de Canarias) en el que, dado el cargo que ocupaba en dicha Entidad,
me correspondió una gran parte de su organización y coordinación.
A raíz de aquel evento tuve con D. Agustín frecuentes contactos, algunos
unidos por un mismo motivo y otros por motivos diversos.
Lo que nos unía, periódicamente y sin fecha fija, era degustar un caldo de
pescado con un pequeño grupo que integrábamos : Juan Antonio Martínez de
la Fe, Lothar Siemens Hernández, Juan Marrero Portugués, Alfredo Herrera
Piqué y Carlos Sánchez Díaz, canario y Profesor Universitario en Venezuela
que, en alguna ocasión, coincidió en su año sabático.
Estos almuerzos se celebraban en el Club de Empleados de la Caja Insular
de Ahorros y en las Cuevas de Artiles. En aquellos almuerzos, en que tanto
disfrutaba D. Agustín, había momentos en que, de repente, D. Agustín diri-giéndose
a Juan Antonio le soltaba un programa de iniciativas, estudios, tra-bajos
e investigaciones que deberían acometerse y que nos dejaban sorprendi-dos.
De todo esto siempre lamenté que no hubiese quedado constancia.
De estos agradables y distendidos almuerzos, nos quedó grabado para
siempre el día en que D. Agustín, entusiasmado con el que él consideró que
era el mejor que había comido, nos dijo con gran solemnidad: "Desde este
momento, la historia se divide en dos partes : antes y después de este caldo de
pescado".
9 8 Germán Luzardo Gutiérrez
Su sencillez y humildad se reflejan igualmente en los dos siguiente episodios :
En cierta ocasión, estando D. Agustin dentro del Seat 127, aparcado fren-te
a los buzones de Correos mientras su chófer depositaba unas cartas, sali6
rápido del vehículo, con las dificultades propias de la edad y en especial de
las dimensiones del 127, para saludarme niuy efusivarncntc con jcórno csth
Sr. Luzardo!: pero resultó que no era yo, con la natural sorpresa para CI y el
confundido.
Cuando decidió adquirir una casa en el Ma4roñal me contó lo preocupado
que estaba de no disponer de teléfono, ante lo cual me ofrecí a realizarle las
gestiones correspondientes en la Cía. Telefónica, donde tenía contactos per-manentes
a través de la Caja Insular de Ahorros. Ello, unido a la personalidad
de quien se trataba, supuso una solución rápida por la Cía. Telefónica. La con- ",
D
secuencia fue la carta manuscrita de gratitud que refleja la grandeza en todos E
los órdenes de D. Agustín. O n
TEXTOD E LA CARTAD E DON AGUST~N
Sr. Don G e d n Luzardo
n
-E
a Las Palnias. 7 de julio 1079
n
Mi querido amigo: Por Juan Antonio sé el interés (que Ic agrade~cov iva- =O
mente) que está V. poniendo para se me instale teléfono en la "rústica parvnquc
domus" que acabo de adquirir en Las Casas, 2 1, El Madroñal, y que pongo gus-tosamente
a su disposición.
No me atrevería a molestarle si la posesión de ese "suspirado" aparato no
fuera para mí poco menos que vital.
Para facilitar las cosas, tanto el representante o agentc de la empresa vciidc-dora,
don Armando Peñatc, como yo, estamos dispuestos a llevar en cochc (y no
a caballo, por supuesto) al técnico de teléfonos y a proporcionarle el hilo dc
Ariadna que lo conduzca hasta mis dominios, nada fáciles de local17ar.
Gracias de nuevo y mil veces por sus bondades y inandc a su inarnoviblc a
y s.s. (amigo y seguro servidor)
Agustin Millares Carlo