Boletín Millares Carlo
2001, 20: 143-149
ISSN: 021 1-2140
Los amigos y protectores de Sor Juana: hoy
Alejandro GONZÁLEAZC OSTA*
Para Ángel Esteban, hermano
Nuestra Sor Juana Inés de la Cruz contó con el amistoso apoyo de aque-llos
virreyes de la Nueva España, Doña María Luisa Manrique de Lara y
Gonzaga, XI Condesa de Paredes de Nava, Grande de España (13 de septiem-bre
de 1693, de primera clase el 11 de marzo de 1757), Princesa del Sacro
Romano Imperio, emparentada con San Luis Gonzaga; y Don Tomás de la
Cerda, 111 Marqués de la Laguna de Camero Viejo (Grandeza de España, per-sonal,
el 3 de junio de 1689), quienes fueron sus decididos y generosos pro-tectores.
Varios estudiosos atribuyen, entre otras causas, a la ausencia de estos
mecenas, algunas circunstancias adversas de los últimos años de la monja
escritora.
El Condado de Paredes de Nava fue concedido el 10 de mayo de 1452 por
Don Juan 11 de Castilla a Don Rodrigo Manrique, Condestable de Castilla,
de la familia del gran poeta Jorge Manrique. El Marquesado de la Laguna de
Camero Viejo fue otorgado el 16 de febrero de 1599 a Don Sancho de la Cerda
y Portugal, Caballero de Alcántara, de la noble casa ducal de Medinaceli, des-cendientes
de Alfonso X "El Sabio". Hoy ambos títulos recaen en Don Juan
de Trevesedo y Colón de Carvajal, XXIV Conde de Oñate, XXII Conde de
Paredes de Nava y IX Marqués de la Laguna de Camero Viejo, quien además
tiene en disputa ante el Consejo de la Grandeza el título de XXIV Duque de
Nájera. Su hermana es Doña Carmen de Trevesedo y Colón de Carjaval, VI1
Marquesa de Sierra Bullones. El condado de Oñate es uno de los más antiguos
y nobles de Castilla: fue concedido por Enrique IV en 1469 a favor de Don
* Vicecoordinador del Seminario de Cultura Literaria Novohispana de la UNAM y Miembro de la
Sociedad Cultural "Sor Juana Inés de la Cruz".
Alejandro González Acosta Los amigvs y protectores de Sor Juana: hoy
Iñigo Vélez de Guevara (confirmado por los Reyes Católicos en 1481), con
Grandeza de España al V Conde, Don Iñigo Vélez de Guevara y Tassis, en
1640. Los Oñate no son extraños a la historia mexicana: uno de ellos fue el
conquistador en el siglo XVI de los territorios del norte que hoy corresponden
a New Mexico, Texas y California.
Estos datos pueden parecer ociosos a algunos, pero los investigadores
saben cuánta utilidad tienen para iluminar ciertas zonas de la relación de Sor
Juana con ellos y algunas alusiones insertadas en sus obras. A esta familia
Trevesedo-Colón de Carvajal pertenecen los archivos donde una búsq~iedac ui-dadosa
podría revelar algunos documentos relacionados con la moiija jerUni-ma,
quien estuvo unida a Doña María Luisa Manrique de Lara y Gonyaga por
una amistad muy estrecha y la gratitud hacia ella por ser la benefactora que
promovió en España la impresión de sus obras, como la liiuiidacicin Cu.ctcjliclrr
en 1689. La condesa fue un personaje realmente apasionante, de la cual rcquc-rimos
con urgencia una biografía donde se destaque su excepcional persona-lidad,
quien por ignorancia y descuido ha quedado reducida a ser sólo la cspo-sa
del virrey y la mecenas de Sor Juana, pero fue mucho más que eso. Al tcncr
el gusto de hablar con su descendiente, el actual Conde de Oñate, me enrique-ció
con algunos informes: ella pertenecía a la ilustre Casa de Guastala, de
Mantua. Vivió exiliada en Viena (por su apoyo al pretendiente austríaco duran-te
la Guerra de Sucesión), donde tuvo una pequeña corte de artistas y dejó una
colección de "búcaros mejicanos", que hoy se encuentra en la Casa de
América de Madrid. Don Juan de Trevesedo me recomendó buscar algunos
documentos de ella los cuales podrían estar en el Instit~itoC onde Valcncia de
Don Juan, y en ello continúo. Me ofreció, una vez termine un proceso judicial
en curso, permitirme el acceso al archivo familiar, cosa que espero con ansie-dad
suceda cuanto antes.
La abuela de la virreina, Doña Luisa Magdalena Manriquc dc Lara
(Nápoles, 1604-Ciudad Real, 1660), tiene varios puntos de contacto con Sor
Juana, porque fue poetisa (El año santo, Madrid, 1658) y terminó como monja
carmelita en el convento de Malagón. Quizá esta cercana figura familiar
inspiró a la virreina para proteger a la hermosa e inteligente religiosa novo-hispana.
Doña María Luisa fue un personaje complejo y muy activa. Cuando muere
su esposo en el viaje de regreso a España, y tras fallecer Carlos 11, tomó parti-do
decidido por el pretendiente austriaco, el Archiduque Carlos de Augsburgo.
Al perder éste, se vio obligada a salir de España y retirarse a Austria y Francia,
donde se recluyó en un convento, y es fama que escribió algunos volúmenes
de poesías. En fecha reciente, inicié búsquedas en la región gala donde se pre-sume
buscó refugio. Lamentablemente, de estos escritos al parecer nadie sabe
su paradero en este momento, y hasta podrían estar mezclados entre ellos algu-nos
de la monja jerónima. De ella y su marido no se conserva nada en el rico
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y bien organizado Archivo de la Casa Ducal de Medinaceli, en el sevillano
palacio de la Casa de Pilatos. Ante mi solicitud, su director Don Antonio
Sánchez González, amablemente me escribió:
(...) Nuestro Archivo sólo cuenta con algunas muestras documentales
como sus testamentos y codicilos (1 6 19- 1626) pero no con su documentación
patrimonial y personal, lo que resulta lógico teniendo en cuenta que el matri-monio
susodicho formó su propia rama familiar que (...) se agregó con el
tiempo a la Casa de los Condes de Oñate, sin revertir jamás a la de Medinaceli
(...) la correspondencia de Da. María Luisa (...) no ingresó nunca en el
Archivo Ducal de Medinaceli sino que debió permanecer entre los fondos
documentales que llegaron a los Condes de Oñate y que, en la actualidad,
debe poseer algún miembro de esta familia.
Me informaba también que el primer Marqués de la Laguna de Camero
Viejo, Don Sancho de la Cerda (1550-1626), hermano del V Duque de
Medinaceli, murió sin descendencia y temporalmente el título quedó en manos
de su viuda, Doña María de Villena, hasta su muerte alrededor de 1640, pasan-do
entonces a poder -por el llamado efecto de sifón entre los genealogistas-del
sobrino-nieto, VI1 Duque de Medinaceli, Don Antonio Juan Luis de la
Cerda (1607-1 67l), segundo Marqués, quien lo dejó a su hijo Don Tomás
Lorenzo de la Cerda, hermano menor del heredero del mayorazgo, el VI11
Duque de Medinaceli, Don Juan Francisco de la Cerda y Aragón. Por ello el
marquesado estuvo sólo efímeramente en la Casa Ducal de Medinaceli.
No tuve mejor fortuna en la Sección Nobleza del Archivo Histórico
Nacional de España, recientemente trasladado al Hospital Tavera en Toledo.
Su cumplido Jefe de Referencias, Don Francisco José Gallo León, me comu-nicó
que nada hay allí sobre estos virreyes, aunque se ofreció continuar la
búsqueda en los papeles de la Casa de Parcent y mandarme aviso si aparecie-ra
algo.
En el rico Archivo General de Indias, la gentil investigadora Doña María
Belén García me dijo que sólo se encuentra un documento relacionado con
Doña María Luisa: el "Expediente de información y licencia de pasajeros a
Indias del Virrey de Nueva España, Conde de Paredes, con su esposa y séqui-to"
(Contratación, 5443, No 2, R. 127, 1680.06.29).
Algo interesante es que el virrey siempre prefirió ostentar el título de la
esposa al propio. Aún al miembro de los muy nobles Medinaceli, pero segun-dón,
no escapaba que el título condal de Doña María Luisa era mucho más
antiguo que el marquesado propio, y quizá este supuesto ascendiente de ella
por su linaje pudo influir en su personalidad.
Los autores relacionan varias obras de Sor Juana al parecer extraviadas:
Diego Calleja menciona la Loa del Santísimo Sacramento y El Caracol o
Tratado de Música; al parecer, Carlos de Sigüenza y Góngora poseyó los
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borradores de El Equilibrio moral o Disertaciones prácticas morales en la
segura probabilidad de las acciones humanas. Hay indicios que el jesuita
Joseph de Porras -del Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo de
México- tuvo en su poder Las Stimzrlus o Lógica Menor. También se habla
de "Otros Discursos a las finezas de Cristo Señor Nuestro", "Otro papel sobre
el Siervo de Dios, Carlos de Santa María", "Una Glosa en Décimas a la íncli-ta
religiosa acción de nuestro Católico Monarca" (Carlos II), el final del
"Romance Gratulatorio a los cisnes de la Europa" ("¿Cuándo, númcnes di,-i-nos...?"),
"Un poema que dejó sin acabar don Agustín de Salazar" ( i , l ~
Segunda Celestina?), El oráculo de los preguntones o Libr-o de Szier-fcs o
Adivinunzas y "otros muclzos discretos papeles y curtas en poder de Jrrun de
Orúe, en Andalucía" ...
Este Juan de Oníe no es otro que el empeñoso editor del Segliiltlo i~dlinicw
de las obras poéticas de la monja novohispana, y no se había podido encontrar
sus huellas hasta la fecha, a pesar de haberse aplicado en ello con devota dedi-cación
varios ilustres investigadores, ocupados en recuperar para el dominio
público esos "muchos discretos papeles y cartas" de Sor Juana Inés de la Cruc..
los cuales seguramente quedaron en su poder como "restos" de su tarea edito-rial,
o quizá como preliminares de una continuación de la misma. Pero de Juan
de Oníe, hasta el momento, no había señas.
Octavio Paz en Las trampas de la fe mencionó al personaje, pero con el
apellido ligeramente modificado: Juan de Orve. Siguiendo su costumbre, no
incluyó nota alguna o referencia para iluminarnos su afirmación. Simplemente
la deja ahí, quizá como una intuición, la cual resulta p o r lo que se veri-admirablemente
certera. Incursionando en los archivos y bibliotecas granadi-nos
durante 1998, intenté varias combinaciones posibles para seguir las hue-llas
de este personaje y al ver que por Orúe no aparecía nada, me apliqué cn
buscar como Owe (la v era también u, antiguamente) y Orbe.
En el Archivo de la Real Chancillería de Granada encontré varios cxpe-dientes
relacionados con Orúe-Orve-Horve-Orbe. Orúe es un linaje vasco
muy antiguo' y con nobleza probada en numerosos expedientes, originario de
Sodupé (Ayuntamiento de Güeñes, Partido Judicial de Valmaseda). Tiene
ramas en Alava (Délica, Valle de Arrastria, Partido Judicial de Amurrio).
Luyando y Valle de Llodio (Ayuntamiento de Ayala). Varias líneas pasaron a
Perú y Cuba (en ésta, en Santiago de Cuba, he conocido algunos), y quizá
pasaron por México pues era la ruta acostumbrada entonces. Hay procesos
que registran a Pedro de Orúe (natural de Amorebieta, casó con Josefa de
Eula), padre de otro del mismo nombre (del mismo lugar, casado con Josefa
de Bernaola), padre de otro homónimo y de igual procedencia, que procreó a
Juan José de Orúe Mendizábal (nombrado Caballero de la Orden de Carlos 1 I I
1 Sor Juana alude a este origen vasco en común en un texto dedicado a su editor.
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en Bilbao, 1830). Esta rama colateral me llevó a la más interesante para mi
búsqueda, la de los Orúe de Alava: Juan de Orúe (Délica, casó con Antonia
de Tranco), padre de Felipe de Oníe (Délica, casado con Juana de Ames-caray),
padre de Juan de Orúe Amescaray (Gática, Caballero de Santiago el
28 de julio de 1689), quien puede ser el editor del Segundo volumen de las
obras de Sor Juana, pues coinciden en la misma época y se colige fue un señor
distinguido y poderoso. En algún momento, el apellido original Oníe se trans-formó
primero en Horve, luego en Orve y más tarde y cercanamente, en Orbe,
a medida que sus poseedores se alejaban del solar original vasco y adentra-ban
en Andalucía. Y en especial, por los expedientes del Archivo de la Real
Chancillería de Granada, parecían concentrarse alrededor de un pueblo lla-mado
Pinos del Rey, del cual nadie hoy conserva noticias, ni el en Gobierno
Provincial de Granada y ni siquiera en las Oficinas de la Hacienda (aquí me
dijo un simpático funcionario que si lo encontraba les avisara, porque no le
estaban cobrando impuestos...). Por fortuna, comentando el punto con el
anciano y bondadoso cuanto sabio Archivero de la Curia Episcopal, Padre
Francisco López-Cantora1 González-Aurioles, me brindó el dato inestimable
de que ese pueblo perdido en las memorias, era el actual Pinos del Valle, des-truído
a mediados del siglo XIX por un terrible terremoto de los que ocasio-nalmente
destrozan el sur de Andalucía, y al ser reedificado cambió su nom-bre.
En los documentos de ese pueblo encontré, entre otros, la "Ejecutoria de
Hidalguía" de Juan de Orbe Aguado (Concejo de Pinos del Rey, Valle de
Lecrín, ARChG, Sala 301, Legajo 145, Pieza 19, Mayo de 1807), donde se
incluye como prueba un documento extraordinariamente valioso para mi bús-queda,
la "Ejecutoria de Hidalguía" de su quinto abuelo, Juan de Orbe, de
1545 (Valdepeñas, Jaén), en el cual se hacen frecuentes menciones del origen
vasco del linaje y con la grafía de Orúe, y ello me demostró estar caminando
por la senda correcta. Este señor fue capitán de caballería de la guardia per-sonal
del Emperador Carlos V, con quien vino hacia Andalucía, establecién-dose
en Jaén, y más tarde sus descendientes fueron trasladándose hasta
Granada y sus alrededores, en pueblos como Jayena, Talará, Ogivares y, por
supuesto, Pinos del Rey-Pinos del Valle. Allí se conservan numerosos proce-sos
los cuales indican que los Orbe defendieron reiteradamente sus derechos
como hidalgos. Entre estos Orbes jiennenses hubo varios llamados como el
editor, pero un siglo antes: Juan Orbe Martínez de Larieta (Valdepeñas), pro-ceso
del 5 de octubre de 1545 y Juan Orbe Mondragón (San Clemente), otro
similar de 1543. Muchos documentos interesantes incluye este proceso, que
se llevó hasta la Real Chancillería de Valladolid, y se fueron a buscar testi-monios
hasta Lisa y el Valle y Junta de Arrastaria en el País Vasco (solar de
los Orúe=orve=Orbe). El quinto abuelo del demandante salió de Lisa para
Burgos y otros sitios de Castilla y fue el guardia montado de Carlos V, como
ya dije. Se mencionan los lugares de Aloria, Orduña, Delisa, Cañeda (cerca
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de Bribiesca), Mondújar y Guastango, entre otros. Se menciona la "Carta
Ejecutoria de Hidalguía", extendida por los Reyes Católicos en Valladolid el
25 de febrero de 1495, a favor de Martín de Orduña, del lugar de Cañeda,
hermano de Juan Martínez de la Rieta, abuelo de Juan de Orbe. Los dcman-dantes
ganaron el proceso y la sentencia del Juez de Granada (21 de mayo.
1807), termina con unas frases muy curiosas, advirtiendo "silencio perpctuo
al dicho Fiscal de Valdepeñas para que en adelante no inquietaran, pcrturba-ran
ni molestaran al nominado Juan de Orbe sobre razón de la dicha su hidal-guía",
apoyados en la prueba de 1545. Los Orbe son -coino puede kerse
hidalgos de antigua solera, desde el siglo XV. En el Archivo Parroquial de
Pinos del Valle aparecen en numerosas ocasiones en sus libros de Bautismos
(1575-1968), Matrimonios (1612-1968), Defunciones (1 607- 1968) y
Confirmaciones (1883-1962). Un personaje relevante de esa familia es el
Cardenal Juan José Bonel y Orbe, Arzobispo Primado de España de 1838 a
1847, quien construyó a sus expensas una iglesia en Pinos del Valle, cercana
a la casa principal de la familia, propiedad actual de la amable señora Doña
Augusta de Orbe Márquez.
El investigador contemporáneo empeñado en semejantes empresas, ade-más
de los polvosos pergaminos de letras rabiosamente inescrutables, cuenta
por fortuna con otras fuentes: para indagar el paradero de los Orbes actuales
acudí al moderno Directorio TeleJonico, y encontré varios de ese apellido,
algunos residentes en Pinos del Valle, con los cuales me puse en contacto para
visitarlos. No fue posible, por varias razones, entre ellas el acceso difícil a ese
pueblo en la sierra, pero la principal mi regreso a México, ya impostergable.
Pero la amistad suple las demandas de los hombres y de la academia: acudí al
generoso amigo Don Ángel Esteban Porras del Campo, catedrático distingui-do
de la Universidad de Granada, para hacer mancuerna investigativa en estos
empeños y continuar esta pesquisa; hace poco, me avisó con presumible albo-rozo
haber encontrado papeles con letra antigua en casa de Doña Augusta,
entre ellos cartas de una "Sor Juana de la Cruz"2. Aprovechando la gentil
invitación que él y Álvaro Salvador, apasionados hispanoamerica~~istas
ambos, me hicieron para dictar conferencias en los Cursos de Verano de la
Universidad Internacional de Andalucía en La Rábida, el amigo Ángel y yo
visitamos -después de varias peripecias que ahorro al lector- la casa de las
Orbe en Pinos del Valle y examinamos los documentos para, segun suele
suceder las más de las veces en estos avatares pesquisitorios, comprobar que
no eran de nuestra Sor Juana Inés estas cartas sino de la otra monja Juana,
En la misma época de nuestra Sor Juana Inés, existió en España una monja casi hoinónima, bastan-te
renombrada entonces. El franciscano Diego Camuño publicó su Mystico candelero de oro, yue re.sp/on-deze
en el tabernáculo de Dios: Kda de /a Madre Sor Juana de /a Cruz (Orihuela, Jayme Mesnier, Impresor.
1704). No debe confundirse una con otra. Un ejemplar de esta obra se conserva en Convento de Descal~as
Reales de Madrid.
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española; mas, siempre que una puerta se cierra se puede abrir alguna otra: las
hermanas Orbe nos dijeron que un primo en Madrid conserva el archivo de la
familia, empeñado en escribir su genealogía, así que el próximo paso, cuan-do
las condiciones lo permitan, será lograr el acceso con este señor y exami-nar
lo que allí pueda haber. Si algo se hallara, es nuestro propósito convocar
a varios estudiosos de nuestra monja jerónima, antes de afirmar que estemos
ante un descubrimiento, del cual estas líneas no son anuncio sino frustrado
cuanto esperanzado anticipo. Que como dijo Santo Tomás, ver para creer.
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