ISSN: 0211-2140
El Porvenir Agrícola de Canarias (1 901):
Exponente periodístico de la actividad agropecuaria
y la vocación americana de La Laguna en los años
centrales de la Restauración
Julio Antonio YANESM ESA
Profesor de Historia de la Comunicación
Universidad de La Laguna
Hace ahora un siglo, nos referimos al 19 de enero de 190 1, en La Laguna
apareció un singular semanario, El Porvenir Agrícola de Canarias, con una línea
editorial centrada en la agricultura, sin poder disimular la atracción que por
entonces ejercía América en su entorno. Aunque el proyecto editorial no pudo
permanecer en el mercado más de seis meses y medio, en buena medida, por el
atraso socioeconómico de las islas, tan corta trayectoria no impidió a la publica-ción
legarnos un lúcido testimonio de las preocupaciones que entre los coetáne-os
suscitaban las perspectivas de futuro del sector agrario, y de la economía
canaria en su conjunto. A un siglo vista, desde la atalaya que brinda la proble-mática
inherente a la reciente urbanización de la vega lagunera, el deterioro
medioambiental y el superpoblamiento de las islas, la relectura de las páginas del
semanario deja en evidencia que desde fechas tan tempranas eran percibidas
algunas de las servidumbres inherentes a la reciente modernización del contex-to
insular. Pero más que por sus presagios fatalistas, el semanario resulta de inte-rés
por la referencia cronológica que brinda a un proceso inacabado, en el que
aún estamos inmersos, el cual demanda respuestas con mayores premuras que
antaño ante los inaplazables retos del futuro inmediato a las islas.
En los renglones que siguen, nos proponemos recrear la trayectoria de la
publicación para, a renglón seguido, someter sus páginas a un análisis de con-tenidos
prestando especial atención a las informaciones referentes a América.
Con ello, pretendemos recuperar sendas secuencias del pasado isleño verte-bradas
en torno a tres temas que están de plena actualidad, a saber, las singu-laridades
del sistema informativo insular cuando aún no se vislumbraba, ni de
lejos, la actual era de la información; la vocación agraria de la vega lagunera
cuando la agricultura todavía era el eje de la economía insular; y la imagen de
América en las islas cuando éstas, en lugar de atraer como ahora, expelían
emigrantes.
1. EL CONTEXTO DEL PERIÓDICO
1.1. UNA FORMACIÓN SOCIAL ARCAICA Y AC UC IAD~\ POR LA C RI\IS 111 L 51 ( TOI<
EXTERIOR
A inicios del siglo XX, los habitantes de la isla de Tenerifc ascendían n
138.008, de los cuales 38.149 residían en Santa Cruz y 13.074 en el tCrniino
municipal de La Laguna, cuyo casco tan sólo reunía 5.014. En coii.iiinto. se
trataba de una población muy joven y con una elevada tasa de dcpcndencia (la
mitad de sus efectivos tenía edades inferiores a los 20 años), rémoras paliadas
con una temprana incorporación al mercado laboral, tal y como ilustran los
registros oficiales, en los que aparecen coino trabajadores el 2,6 por 100 de los
niños menores de 12 años y nada menos que el 93,6 por 100 de los adoles-centes
y jóvenes comprendidos entre los 12 y los 19 años. La iiiiiiensa niay-oría
de ésta y la otra población activa isleña, nada menos que en LIII porcenta-je
del 71,9 por 100, cstaba ocupada en la agricultura, niientras que el 10.6 por
100 trabajaba en la industria o la construcción, y el 17,5 100 restantc en el sec-tor
servicios. El precario cuadro del entorno que gestó el proyecto editorial que
nos ocupa, sobrellevaba unas tasas de analfabetismo que abarcaban al 68.5 por
100 de los varones y al 75,6 por 100 de las m~ijereslE. n detinitiva, E/ Porix~trii
Agrícola de Cunurias concurrió a un mercado tan raquítico, que la potencial
clientela del periódico no alcanzaba, ni siquiera, la cota de cuatro mil posibles
lectores en su localidad.
En aquellos años inmediatos al "desastre" de 1898, la cconomia islefia csta-ba
inmersa en la necesidad de encontrar un recambio productivo al sector agrario
de exportación, el cual había entrado en una progresiva crisis descle el
hundimiento de la cochinilla cn la década de los anos setenta del siglo anterior.
Las propias páginas del semanario lagunero nos legaron un lúcido testimonio dc
la coyuntura y, a su vez, del deterioro niedioanibiental liahido en las islas desde
entonces hasta la actualidad: " ... Hoy, afanosos, pechainos por buscar la planta
más adecuada para hacer llover el oro sobre este país y, no obstante. contcni-plamos
tanto terreno, pingüe, sin cultivar, sin que jamis la punta del arado 1iay;i
surcado por vez primera su superficie..."' Mientras tanto, el otro sector de Iii
agricultura isleña, el policultivo de subsistencia, enipezaba a sufrir Iris sccuelns
de la liberalización de las importaciones de granos y harinas adoptada a inicios
Los datos demogi-áficos están toinadoi de los nrticiilm de Jo\C-l.cOn (iiircia Kodi.ípii./ "1 :i c\cilii-ción
de la población": María dcl Carincn Día/ Rodr íguc~"E structura dc la. p~bI:tcim":) F~TILIIII21I:O1r1 111
Galán y cok: "Ciudadcs y núcleos urbanos": todos en (;cogi.i~/io(/c . C;ririii.iir.\. Tiliioi-i:iI liitcriii~r~l,(i'ia-i iari;~.
Santt Cruz de Tenerifc, 1085, tomo 11, pp. 47, 115, 119. 125 y 214-217. s~iccsi\ciiiirii~c.
VCase: El Porvmir Agríc,olrr de C U I IW~2L0I-6~-.1 001 (níiin. 73) .p . 2. a~-tictiIcl inilildo 1 ~ 1 -. \ Iticdtl
J. Boligán.
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Julio Antonio Yanes Mesa El Porvenir Agrícola de Cunorias 11 901): Exponente periodístico ...
de siglo3, lo que supuso un duro golpe para las economías agrarias tradicionales
de la vega lagunera. Con la economía insular inmersa en la encrucijada que
entretejen las incertidumbres de ambos sectores, y con un titular sumamente
elocuente, El Porvenir Agricola de Canarias saltó a la palestra periodística con
el propósito de alertar a las elites ilustradas isleñas de los nubarrones que se
cernían sobre el futuro del agro insular.
1.2. UNAL EGISLACI~NT OLERANTE EN UN SISTEMA INFORMATIVO AISLADO
Y POLITIZADO
El Porvenir Agrícola de Canarias vivió su andadura en el marco de la
generosa ley de imprenta que el gobierno fusionista de Práxedes Sagasta había
promulgado el 26 de julio de 1883, la cual sólo había sido transgredida a fina-les
del siglo anterior para reprimir la prensa anarquista y nacionalista que por
entonces empezaba a pulular en ciertas zonas de la península. Al margen de
tales medidas cautelares, la ley había erradicado prácticas tan restrictivas de la
legislación anterior, salvo en el sexenio democrático, como las licencias pre-vias,
las fianzas para tratar asuntos políticos, el depósito previo a la circulación
de los ejemplares, la jurisdicción especial para los delitos de prensa, el canon
por subsidio industrial o las demoras de las autorizaciones.4 Con ello, el siste-ma
de la restauración borbónica abrió de par en par la puerta a la edición de
un sinfín de periódicos de las ideologías más dispares, incluso republicanas, a
lo largo y ancho de todo el territorio español.
La aplicación de la permisiva legislación en las zonas más deprimidas del
estado, caso de Canarias, donde el caciquismo, el analfabetismo y el subde-sarrollo
campaban a sus anchas, convirtió a los órganos políticos en el sector
puntero de la prensa del momento. En efecto, en tales contextos, los periódi-cos
no tenían otra opción que agenciarse algún mecenazgo para mantener la
edición con un mínimo de garantías, dado que carecían del mercado oportuno
para adquirir una organización empresarial autónoma. En el raquítico mundi-llo
cultural y mercantil de las Canarias de la época, las formaciones políticas
eran las organizaciones que mejor podían desempeñar tal papel porque ofre-cían
unas fieles clientelas de suscriptores y, en menor medida por el estado
embrionario de la publicidad, de anunciantes, inalcanzables con el simple
V é a s e el artículo de Antonio Macias Hemández y José Ángel Rodríguez Martín: "La economía con-temporánea,
1820- 1990", en Historia de Canarias, Cabildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas, 1995, pp.
403-408.
4 Véanse, en particular. las obras de María Cruz Seoane: Historiu del periodismo en Espuña, 2. El
siglo XIX, Alianza Editorial, Madrid, 1983, pp. 289-291; y Celso Almuiña Fernández: La Prenso
Vallisoletanu durante el siglo XIX (1808-1894), Diputación Provincial de Valladolid, Valladolid, 1977, tomo
1, pp. 252-266 y 322-343.
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reclamo de la oferta informativa. Como contrapartida, las facciones proino-toras
disponían de un medio para dar cohesión a los corrcligionarios y, en
mayor medida aún, para hacer alarde de poderío social, dado que el simple
proselitismo carecía de operatividad ante el amordazamiento de la sociedad
isleña'. Privada de tales apoyaturas, la prensa despolitizada y especializada
solía recabar adhesiones en las sociedades y los colectivos afines, tal y como
hizo El Powenir Agrícola u% Canarius con la Real Sociedad Económica dc
Amigos del País de Tenerife y las cámaras agrarias de la isla.
Al margen de politizado, el pcriodisino canario de la época desarrollaba su
labor con una fuerte desconexión del exterior. En efecto, cuando El Poriwir
Ag~ícola de Canarias salió al mercado, los cauces que traían la información
foránea a las islas se reducían a las publicaciones peninsulares cluc recalaban
por los puertos, las cartas que remitían los isleños transterrados por correo o con
la intermediación de algún pasajero, y los telegramas que cursaban los organis-mos
oficiales y los particulares de la península a travCs del cable tclegrafico
Cádiz-Tenerife. De las tres opciones, la única capaz de traer información actua-lizada
al archipiélago, el cable6, no estaba al alcance de las publicaciones espc-cializadas
por su carestía, ni solía ocuparse, salvo en la coyuntura informativa
previa al "desastre" de 1898, de la realidad americana.
2. EL PORVENIR AGR~COLA DE CANARIAS (190 1 ): EXPONENTE
PERIODISTICO DE LA ACTIVIDAD AGROPECUARIA Y
LA VOCACIÓN AMERICANA DE LA LAGUNA EN LOS ANOS
CENTRALES DE LA RESTAURACI~N
El Porvenir Agrícola de Cunurius apareció en La Laguna el 19 de cncro
de 1901 con el subtítulo "Semanario de información mercantil y defensor de
los intereses de la agricultura, ganadería, industria y comercio", y un lema
colateral en el que alardeaba de estar apoyado y recomendado por la Real
Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife7 y las cámaras agrarias
Véanse detalles en la obra dc Julio Antonio Yancs Mesa: Hi.ct(n.i~cr i d P<wo~li.\ri7r~7i~r ci.f~~fi1o -.. iS-
1936 Una visión perVfi;riccr de la Hirtoritr dcl Pcwiodi.om) E\,~)u~ioCl,e ntro de la C'ultui-n Popiilnr ('aiiai-la.
Santa Cruz de Tenerife, 2003, pp. 280-288.
A través de iin escueto telegrama con las noticias más importantes dcl día que. para que cundici-aii
al máximo, los redactores de los periódicos estiraban con prácticas que, bajo la denoiiiiiinci61i "hiiicliai- cl
perro", estarían vigentes en las islas hasta los años de la República.
7 Se trataba de un apoyo exclusivamente moral, sin dotacibn cconóinica alg~ina (véasc cl libro de
actas de la Real Sociedad Econón~ica de Amigos del País de Teiierifc. scsión dcl I de junio de 1901. sin
foliar, archivo de la propia institución, La Laguna).
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Julio Antonio Yanes Mesa El Porvenir Agrícola de Canarias (1901): Exponente periodistico ...
de la isla. Estampado en la imprenta de Manuel Álvarez Vera, sita en el inmue-ble
número 55 de la calle Herradores, la singular iniciativa editorial sacó ade-lante
un total de 27 números hasta el 3 de agosto de 1901, cuando debió poner
el punto final a su andadura, tal y como evidencia la colección conservada en
la Sala Canarias de la Hemeroteca de la Universidad de La Lagunas y el dato
al respecto del catálogo de Luis Maffiotte La Rocheg. En un principio, el sema-nario
adoptó un formato diminuto, casi de libro (190 x 125 mm.), con 16 pági-nas
a 2 columnas separadas por corondeles, configuración que redobló en
tamaño desde el 25 de mayo, cuando entró en una segunda etapa tras renovar
su redacción, aunque a costa de recortar el paginado a la mitad, por lo que
siempre ofreció una superficie informativa similar. Los 18 primeros números
vieron la luz bajo la dirección de Enrique V. Madan, su propietario fundacio-nal,
con la colaboración del propio Manuel Álvarez Vera en la administración;
y los 9 restantes, bajo la propiedad del mencionado impresor que, a su vez,
confió la dirección a Manuel Déniz Caraballo ("Daniel M. Nuez", pseudóni-mo
pergeñado con la recolocación de todas las letras del nombre y primer ape-llido).
Descontando algún que otro retraso a consecuencia de los imperativos
de la época, las dos primeras y las tres últimas ediciones aparecieron los jue-ves,
mientras las intermedias lo hicieron los sábados. En los seis meses y
medio que permaneció en el mercado, el semanario lagunero costó treinta cén-timos
el ejemplar sueltolo; una peseta mensual a los suscriptores del archipié-lago
y la península; y diez pesetas trimestrales a los abonados en Argentina,
Uruguay, Cuba, Puerto Rico, Méjico, Venezuela y Colombia, países en los que
habilitó otras tantas corresponsalías.
Las dos épocas que, con diferente formato y en distintas manos, El
Porvenir Agrícola de Canarias vivió antes y después del 25 de mayo, con-cuerdan,
en líneas generales, con otras tantas etapas informativas que, más que
al talante de uno y otro director, debemos atribuir, simple y llanamente, a las
crecientes dificultades que encontraba la publicación para mantener la edición.
En efecto, en lugar de obedecer a propósitos relacionados con cambios en la
línea editorial, la sustitución de Enrique V. Madan por Manuel Déniz
Caraballo se debió a la fría acogida que la Real Sociedad Económica de
Amigos del País de Tenerife dispensó a un proyecto de libro que aquél, como
8 Al margen de este centro documental, los únicos ejemplares sobrevivientes de El Porvenir Agrícola
de Canarias están depositados en La Biblioteca Municipal de Santa Cruz de Tenerife y la Hemeroteca
Municipal de Madrid.
9 Véase la obra de Luis Maftiote La-Roche: Los periódicos de las Islas Canarias. Apuntes para un
catálogo, tercer volumen (1 898- l9O0), Biblioteca Canaria, Madrid. 1906, p. 4 1.
l o Se trataba, pues, de una publicación cara, como todas las especializadas de la época, cuya adquisi-ción
suponía más del 10 por 100 del salario de la época, puesto que éste oscilaba en la zona Santa Cruz-
Laguna entre 2,50 y 3,50 pesetas (véase la obra de Oswaldo Brito González: Historia del Movimiento
Obrero Canario, Editorial Popular, Madrid, 1980, pp. 94 y 145). Por entonces, los diarios punteros tan solo
costaban cinco céntimos al número.
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miembro de la institución, presentó a su consideración bajo el titulo "Cultivo
de la remolacha y otros cultivos en pro de La Laguna"1l. Alegando motivos de
salud, el ofendido autor cedió de inmediato la propiedad del perií~dico a
Manuel Álvarez Vera, para luego, una vcz la dirección recaycí en su amigo
Manuel Déniz Caraballo12. manifestar a sus consocios1 3 que no había motivo
alguno de preocupación porque la línea editorial iba a continuar por los cau-ces
establecidos. Aún así, la Real Sociedad Económica de Amigos de País de
Tenerife consideró oportuno retirar a los nuevos responsables del senianario su
apoyo y recomendación, en tanto en cuanto estos cursaban la solicitud oportu-na.
Una vez cumplimentado el trámite, la institución lagunera restituycí su
respaldo al proyecto editorial bajo las mismas condiciones que en su día iinpu-siera
a Enrique V. Madan, a saber, ocuparse exclusivamente de la agricultura
y los intereses económicos de la región sin abordar asunto político o pcrsonal
alguno1 14. En definitiva, ninguna de las publicaciones despolitizadas dc la
época contó con unos principios configuradores que encauzaran la línea edito-rial
por unos derroteros tan nítidamente delimitados como los esta.
Por encima de ambas etapas inforniativas, El Porvenir Ag~.icwl~d~e
Canarias dispuso en todo momento de un cquipo redaccional reducido, prác-
1 ' El nianuscrito conlprcndia 118 páginas, en las que Enriq~ieV . Medan abordaba aspectos di\ crso\ de
un sinfin de culti\os, tales como la rcniolaclia (preslando cpecial ateiicicin a industr~ali/acióii a/uc:ii-ci-,i
en Zaragoza), el millo, la papa, la \id, el aloe, el cauclio, el ti-igo, el lino y di\erw\ h t o s ti-opicnlc\;
como la ganadería (abordando su pujanfa en Uruguity) y lacras tan calainit»sn\ para los \uli.ido\ ngriciil-tores
isleños co1110 las periódicas invasiones de la langosta akicana (\éansc detalles e n ('i,)iri\~íí( le fi,iicw/<,
de Santa Cruz, 20-6-1901, num. 2.21 1, pp. 2 y 3).
'2 Manuel Déniz Caraballo había integrado hasta cntonces la rcdaccií~ii del 61-gano prolctni-io FI
Obrero de Santa C r u ~l;u ego. en 1904, colaboraría con Secuiidino De l p d o en la ediciím del prinicr poi-cn\ o/
del nacionalisnio canario gestado en el arcliipiélago, el liigar sciiinnnrio loguncro ; 111( iipci<ii-<;'. (\ca\c al
respecto la entrega documental de Manuel Antonio I k P ~ SLán cl ie~": Nue\»s d o c u n i c n t ~\o~h rc Sccund~no
Delgado", en ROA. Rci>rsttr tld Oe.,/c dc, .,t/i.iur, núm. 9. Centro de Estudio\ AíYicaiios. L;i I ngiiiin-l ;I\
Palmas, octubre de 1990, pp. 7-76). '' A la reunión asistieron, además de Eiiriq~ie V. Madan. Juan de Asc;inio Niccc\ (ilii-cctor de I:i
sociedad), Silverio Alonso Del Castillo Pércl,, Enrique Medina Saiitacrcu. I:lias (i«ii/dle~ I.q7íiiolii. Jorc
Alayón Medina, Francisco Guerra Delgado y Angel Benitcz de Lugo. Por entonces, la iiistitiicií~n contaba
con riiás de medio ceriteiiar de inicriibros, un pcqcieña Iiabiticiilo que Ic, Iiabia liicilitadu el A~iintnniiento)
un local prestado por Adollo Cabrera Pinto, director del Instit~it«d e Bacliillerato. en el qiic depositaba I,i
maquinaria agrícola en condiciones precarias por su Ii~iinedad. Los socios solían celebrar 1x5 reiini«iic~. a
las que asistía un número que se podía contar con lo\ dedos de Ins ni;irio\. en el \ a l h de actos de In I.\ciicl;i
Norinal y, cuando Cstc no estaba disponible, cii el doiiiicilio pai-ticulnr de su director o. en oc;i\iotics. e11 L,I
palacio cp~scopalP. recisaincnte, en scsión celebrada el 1 de julio dc 1901, los o\isteiitc\ (Juan de ?sc:iiiiii
Nieves, Enrique Medina Santacrcu, José Alay611 Medina, Francisco Guci-rn llelgndo y Ángcl I3cnitc/ de
Lugo) acordaron por unanimidad solicitar al Ministerio de InstrucciOii Pública que arbiti-ara las iiicdida\
oportunas para que pudieran celebrar las sesiones con reg~ilaridade n cl sal611d e actos de la I~\cuel;iN oriiinl
Estas cstrecheccs de los grandes propietarios agrarios de la localidad deben intcrpretarse conio un dbbil eco
de la dureza de la vida cotidiana isleña en la época, durc/a que alcan~abac otas aiitl:iiticamciiti. cnlaniitow\
en las clases populares,
'"Véase el libro de actas de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tcncrilc. scsitiii del
15 de junio dc 1901, sin foliar, archivo de la propia instituci6n, La Laguna.
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Julio Antonio Yanes Mesa El Porvenir Agrícola de Canurius (1901): Exponente periodktico ...
ticamente, a su director15 el cual se encargaba de escribir el editorial y algún
que otro artículo, conseguir las colaboraciones de los escritores isleños y
seleccionar las informaciones que, tanto de la prensa local como de las publi-caciones
foráneas recabadas, consideraba interesantes para ofrecer a los lec-tores.
Reunido y entregado en la imprenta el material, el original manuscrito a
pluma porque no había máquinas de escribir y el copiativo recortado a tijera,
Manuel Álvarez Vera trasladaba las indicaciones sobre su distribución en el
paginado a los cajistas, los cuales reproducían los textos en las planchas con
moldes de plomo, colocando letra a letra, en prolongadas jornadas laborales.
Tan ardua labor generaba, como no podía ser de otra manera, una compagi-nación
monótona, característica de la época, en la que una simple sucesión de
textos encabezados por diminutos titulares, separados por lutos y carentes de
todo apoyo gráficol6, culminaba en una sección de reseñas informativas y
notas de sociedad bajo epígrafes tan socorridos por entonces como Crónica,
Curiosidades o, simplemente, Noticias. Como el cuerpo de las letras era fijo,
el mayor problema que planteaba la confección de las planchas era ajustar al
milímetro la extensión de las informaciones a la mancha del paginado, cues-tión
que Manuel Álvarez Vera resolvía en colaboración con el director de la
revista efectuando los recortes oportunos en el tramo final de los textos.
Concluida la labor de los cajistas, las planchas eran entintadas y estampa-das
en sus correspondientes cuadernillos mediante una prensa manual accio-nada
a palancal7, a ritmos que, en el mejor de los casos, permitían sacar ade-lante
un cuarto de millar de impresos por hora. Luego, tras la confección de
los distintos ejemplares mediante el acoplamiento de los cuadernillos y la
ordenación del paginado, los operarios insertaban en las cabeceras las direc-ciones
de los suscriptores para, bien de manera individual porque eran trasla-
15 Como la inmensa mayoría de los periódicos isleños de la época, tal y como ilustra el más impor-tante
de todos, Diurio de Tenerifh, cuyo personal se reducía a Patricio Estévanez Murphy, su director, y Juan
María Ballester Remón, los cuales debían ingeniárselas, día tras día, para colmar las veinte columnas de las
planas que generaban la publicación (véanse detalles en la obra de Patricio Estévanez Murphy: Cartas u
Luis Maffiotte, edición. estudio y notas por Marcos Guimerá Peraza, Cabildo de Tenerife, Santa Cruz de
Tenerife, 1976, p. 23).
'6 En efccto, ni tan siquiera mediante el tradicional y económico procedimiento del grabado en
madera. introducido cn la península ibérica desde el 1 de julio de 1838 por Semtrnario Pintoresco de
Mesonero Romanos (véase al respecto, el trabajo de Joaquín Alcaraz Quiñonero: "Prensa gráfica murciana
en el siglo XIX", actas de las jornadas sobre "Prensa y Sociedad en la Murcia Contcmporánea", publicadas
en Anules de Historia Contemporánea, núm. 12, Universidad de Murcia, Murcia, 1995-1996, tomo 11, pp.
55 1-560); y en Canarias desde el 5 de septiembre de 1847 por la revista literaria de Santa Cruz La Aurora.
La fotografía, por su parte, aunque habia irrumpido cn la prensa tinerfeña seis años atrás, todavía era un
recurso enormemente excepcional y selectivo para el sector, panorama que cambió conforme avanzó la ter-cera
década del siglo XX, cuando la introducción del fotograbado posibilitó su generalización, incluso, en
las publicaciones modestas (véanse detalles en la obra de Julio Antonio Yanes Mesa: Historia del
Periodismo Tinerfeño ..., op. cit., p. 286).
'7 Véase la obra de Jean-Francois Botrel: Libros, Prensa y Lectura en la España del siglo XIX,
Fundación Germán Sánchez Ruipérez, Madrid, 1993, pp. 2 10-2 1 1 y 220-224.
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Julio Antonio Yanes Mesa El Porvenir Agrícolu de Canarias (1 901): Exponente periodistico.
dados a domicilios particulares, o en paquetes con la intermediación de los
organismos locales y los corresponsales de las poblaciones más cercanas, pro-ceder
a la distribución de la tirada. Los escasísimos abonados del resto del
archipiélago debían recibir juntos, en un mismo envío, los cuatro números del
mes que, como mínimo, tenían suscrito, lapso de tiempo que para los de
América debió ser trimestrallg; mientras los ejemplares que quedaban en el
taller para atender las ventas al número eran residuales. Tales demoras, por lo
demás, no iban en detrimento del interés de los contenidos de la p~iblicación.
tanto por la especialización de la línea editorial como por la realidad isleña en
los inicios del siglo XX, en la que el imperio de la noticia, el de la información
fugaz y perecedera, aún estaba por llegar.
Como todas las revistas especializadas de la época, El Por-venir Agrícola de
Cunuvias circuló, casi exclusivamente, entre los abonados que comprometió en
su localidad, dado que los arcaísmos del contexto insular frustraban todas las
expectativas de ventas al número y de captación espontánea dc suscriptores. En
efecto, al carecer del arropamiento que los correligionarios brindaban a los
órganos políticos, las publicacioncs despolitizadas no osaban concurrir a un
mercado tan desolador sin elaborar de antemano, por su cuenta y riesgo, la rela-ción
de los posibles suscriptores, a los que hacían llegar un +mplar del primer
número con el ruego de devolución a los no interesados1" .Además de insuti-cientes,
las listas incluían a menudo malos pagadores, dado que algunos de los
receptores se limitaban a dar la callada por respuesta en tanto en cuanto seguían
recibiendo los ejemplares de las sucesivas ediciones.
Las estrecheces del sector quedaron magníficamente recreadas en las
páginas de El Porvenir Agrícola de Canarias quc, en contraposición al in~itis-mo
de la mayoría de los periódicos, detalló la clientela que tcnía en La
Laguna con nombre, apellidos y direcciones, en los números comprendidos
entre el 25 de mayo y el 11 de julio. Afinando tales datos con la resta dc los
individuos reite-rados salvo los que, como el comerciante Antonio Capote,
aparecen con dos negocios diferentes, porque pudieron contratar dos s~iscrip-ciones
para poner el periódico a disposición de las respectivas clientelas.
tendríamos unas ventas máximas por edición de 135 unidades entrc los abo-nados
de la localidad. Dando una vuelta dc tuerca más a la depuración del
dato deducimos, de un lado, que los 135 suscriptores nunca lo fueron a la vcz,
18 En teoría porqne, al igual que hicieran las familias con los paquetes que en~iiibaii a \u\ iiiicinhros
emigrados, los responsables de la publicaci6n muy bien p~idicroiia pruvecliar el \ iqe dc 1',: 1 &LIII LcCIIIO O
conocido para hacer llegar los ejemplares pertinentes a los corresponsales.
l 9 Tal estrategia, puesta en práctica desde los inicios dcl desarrollo del periodisiiio cn Europa al ohle-to
de arropar a los periódicos con las mayores clientelas posibles dentro de sus localidades. Iiabia sido iritro-ducida
en la isla a principios de 1857 por el semanario demócrata de Santa Cruz Lu Fe (\Canse dctcrllcs cn:
Lu Fe, 4-1-1857, núm. 1 , p. 1). Corno los criterios de selcccih de los posibles interesados pecaban 1ni\ por
exceso que por defecto, los editores, al margen de los impagos. sullieron alguna que otra \cz las ira\ de lo\
ciudadanos contrarios a tales procedimientos (vbasc, por caso: El Rc/¿wtni.~tu-3, -9-1X OO. p. 2 ) .
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Julio Antonio Yanes Mesa El Porvenir Agrícola de canaria.^ (1 901): Exponente periodistico. ..
tal y como reflejan las sucesivas altas y bajas en las listas; y, de otro, que el
recuento obvia a los que eludieron los pagos. Pero en el sentido contrario, no
debemos olvidar las posibles omisiones, las ventas al número (por rarísimas
que fueran) y la clientela ajena a La Laguna. Sopesando unas y otras varia-bles,
concluimos que las ventas, en su conjunto, de ningún modo debieron
superar los 150 ejemplares en los momentos más boyantes de la publicación,
cifra que casi coincide con la relación bruta, contando todas las reiteraciones,
de los suscriptores laguneros.
El grueso de la tirada de El Porvenir Agricola de Canarias se quedaba en el
casco de la localidad, donde las calles Herradores (desde uno de cuyos inmue-bles
era distribuido), La Carrera y San Agustín absorbían los dos tercios, y los
aledaños el resto. La mitad de cada edición era trasladada en paquetes al
Instituto, el Seminario, el Obispado, la Escuela Normal y, desde la suscripción
de su junta directiva el 22 de junio, el comité local de la Cruz Roja, donde sus
miembros retiraban el ejemplar; mientras la clientela restante era servida de
manera individual. Dadas las estrecheces de la época, algunos centros como la
Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, la Sociedad Católica
de Obreros o la Cruz Roja recibían el periódico en los domicilios particulares de
sus respectivos directores, a saber, el abogado Juan de Ascanio Nieves, el sacer-dote
José Tarife Tejera y el historiador Manuel de Ossuna Van den-Heede. En
líneas generales, la décima parte de la tirada llegaba a centros, sociedades y orga-nismos
públicos, casi un tercio a negocios particulares, otro tanto a profesiona-les
liberales y enseñantes, y el resto a sacerdotes. El elitismo de la circulación y
las adhesiones en bloque del profesorado del Instituto, el Seminario y la Escuela
Normal nos hablan de la obligación moral que tenía la minoría intelectual y
pequeñoburguesa de la localidad de respaldar los proyectos editoriales despoli-tizados.
La omisión en las listas de los abonados del resto del archipiélago, redu-cidos,
probablemente, a algunos de los laguneros transterrados, redunda en la
orientación eminentemente local de la publicación; al igual que los escasos
corresponsales que salieron a relucir en sus páginas, reducidos a Francisco Melo
Rodríguez de Las Palmas y José Rodríguez Buitrago de Icod de los Vinos. El
primero, además, sólo fue noticia porque a los dos meses de estar el semanario
en la calle aún no había dado señales de vida ni aclarado la suerte que habían
corrido los ejemplares enviados a su domicilio20. Por su parte, los corresponsa-les
de América, aunque todos fueron detallados con nombre y apellidos, al mar-gen
de las posibles ventas21, aportaron un caudal de información foránea que,
20 Véase detalles en: El Porvenir Agrícola de Canarias, 9-3- 1901, núm. 8, p. 16.
2' Las clientelas de América fueron especialmente importantes para los periódicos de las pequeñas
localidades de la isla, tal y como ilustran sendos testimonios de La Voz de Icod (1 896- 1897), cuando con-fesó
que tenia 22 suscriptores en Caracas; o de La hz de Junonia (1921-1924), que decía mantener la edi-ción
gracias a la ayuda económica de los gomeros emigrados en Cuba (véanse detalles en: La Voz de Icod,
13 y 27-2-1897, p. 2; y La Voz de Junonia, 1-12-1923, p. 1).
Boletín Millares Cado
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Julio Antonio Yanes Mesa El Porvenir Agrícola de Canarias (1 901): Exponente periodístico ...
aunque exiguo, contribuyó a reforzar los tradicionales lazos de la localidad con
la otra orilla del Atlántico, como ya tendremos la oportunidad de valorar.
La depuración de la relación de suscriptores y la ponderación de las otras
variables en juego para deducir el volumen real de las ventas, a la vista del
coste del ejemplar, dejan en evidencia unos ingresos que debieron rebasar lev-emente,
y sólo los momentos prósperos de la publicación, las cien pesetas
mensuales, lo que supone entre veinticinco y treinta pesetas por edición. Tales
cifras, tras tocar techo en vísperas del cambio de director, experimentaron una
inflexión sin solución de continuidad que está magníficamente recreada en la
última de las listas publicadas, la del 11 de julio de 1901, en la que apenas se
pueden contar, incluyendo a los reiterados, a unos ochenta abonados. En tal
tesitura, la incorporación desde el 22 de junio de la junta directiva en pleno del
comité local de la Cruz Roja fue un oportuno, aunque insuficiente, balón de
oxígeno, porque la caída siguió su curso enervante de manera inexorable. Más
aún cuando el otro capítulo de ingresos del semanario, la publicidad22, seguía
una evolución similar dentro de unos niveles prácticamente nulos.
Griaco 1: Cieuiadh de El Porvenir Agrida de Canarias
m La Laguna
Fuente: El Porvenir Agrícola de Canarias, 25-511 1-7- 190 1, p. 8.
Elaboración propia.
22 Las esquelas, por su parte, no generaron ingreso adicional alguno, dado que la única catalogable
como tal no debió remunerar, puesto que alude a un familiar del director, José Madan Delgado, con motivo
del segundo aniversario de su óbito, acaecido en Tabasco de México (véase: El Porvenir Agricola de
Canarias, 6-4-1901, núm. 12, p. 1). El resto de tales contenidos abarca sendas necrológicas publicadas en
los números 17 y 26 a iniciativa propia y, por tanto, sin contraprestación económica alguna, dedicadas a
Fernando del Hoyo Nieves (conde de Sietefuentes) y Fernando de Nava Grimón y del Hoyo (noveno mar-qués
de Villanueva del Prado y Acialcázar), ésta tomada del periódico local La Regien Canaria; así como
otras más breves al margen de las reseñas minúsculas que aparecen en las notas de sociedad.
Boletín Millares Carlo
2003,22: 93-1 19
Julio Antonio Yanes Mesa El Porvenir Agrícola de Ctrnuricrs (1 901): Exponente periodís/iico
En efecto, el periódico apareció con una sección de publicidad en la últi-ma
página que albergaba un anuncio de la imprenta de Manuel Álvarez Vera
sin percibir, evidentemente, cuantía alguna; y otro sobre la oferta de acciones
de una empresa azucarera domiciliada en Madrid, éste a un coste negociado
con el agente de la compañía en la isla porque no había tarifas publicadas al
respecto. El panorama mejoró algo desde el quinto número, cuando la sección
fue renovada con sendos anuncios remunerativos, uno del guano La Noguera
y otro de la casa de maquinaria agrícola Alberto Ahlers. Pero desde el 25 de
mayo, con el cambio de formato, ambos desaparecieron y, con ellos, la sección
de publicidad, en un momento en el que, para como de males, los abonados
empezaban a desertar23. Al margen de la procedencia de los ingresos, los cos-tes
de la época24 evidencian que la publicación tan sólo cubría gastos, y ello,
mientras conservó el señuelo de la novedad25 porque, luego, entró en una pau-latina
crisis que le obligó a poner el punto final a su aventura.
En definitiva, la trayectoria de El Porvenir Agrícola de Canarias corrobo-ra
el modelo que los estudiosos de la actividad industrial del periodismo, asim-ilando
la suerte que corren los periódicos26 a la de cualquier ser vivo, han dado
en llamar "ciclo de vida del producto informativo". En efecto, nuestro análisis
ha dejado en evidencia que el semanario lagunero vivió, como si de un
viviente cualquiera se tratase, una infancia, un período de crecimiento, una
madurez y, como preámbulo a su desaparición, un progresivo declive. Y ello,
con rasgos tan singulares como la ultrafugacidad del ciclo, que apenas rebasó
el medio año; la extrema endeblez de la empresa que, por carecer, hasta carecía
de un mínimo de ingresos publicitarios; y, finalmente, el mal negocio que era,
incluso, en la etapa de madurez, cuando apenas generaba los ingresos precisos
para mantener la edición. Tales rasgos resultan comprensibles a la luz de un
cúmulo de factores vigentes por entonces, unos más evidentes, derivados de
los arcaísmos del contexto insular; y otros menos evidentes, debidos al altru-ismo
no exento de una buena dosis de vanidad que, anidando en la escala de
23 La estrategia, adoptada el 25 dc mayo, de publicar en la ultima página la relación de los suscriptores
en detrimento de la sección de publicidad (cuyo beneficio económico era prácticamente nulo), con el hala-go
de hacer circular sus nombres y apellidos en letras de molde (que tanto impacto aún causaban) por toda
la ciudad, nos hace pensar en los esfucrzos del periódico por intentar frenar los primeros indicios de pérdi-das
de ventas.
?4 Véanse detalles cn el articulo de Julio Antonio Yanes Mesa: "Las finanzas de los periódicos tiner-feiios
en los años de entreguerras", en Veguetu, no 3, Universidad de Las Palmas, Las Palmas de Gran
Canaria, 1998, pp. 147- 162.
25 Tal y como le sucedían a todas las publicaciones especializadas de la época, circunstancia que dejó
testimoniada Miguel Espinosa cuando su revista médica La Salud (1883-1885) de Santa Cruz empezó a
perder suscriptores a poco de celebrar su primer aniversario, según decía, por "... cl cansancio que aquí nos
invade cuando la novedad no nos anima ..." (véase: El Ramillete Literario, editorial del 14-12-1884, núm. 1).
2"l igual que los posteriores productos informativos de las empresas de radio y televisión (véase la
obra de John Lavine y Daniel Wackman: Gestión de empresas injormutivus, Ediciones Rialp, Madrid, 1992,
pp. 287-291).
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GrZko 2: Cido de vida de E1 Poroenir Agrícola de Canarias
I f 3 1
Elaboración propia a partir de la evolución de la tirada deducida
en la investigación.
valores, embaucaba a la elite ilustrada canaria en proyectos editorialcs como cl
que nos ocupa, a pesar de las fnistrantes limitaciones de la época. Y es quc sin
la valoración de ambas circunstancias, las materiales y las inmateriales, la pren-sa
canaria especializada de inicios del siglo XX, aquélla que hace una centuria
osó salir a la calle consciente de tener sus días contados de antemano, resulta
inexplicable desde las mentalidades imperantes en los albores del tercer inilcnio.
2.2.1. La información global
Tras justificar su presencia en el mercado isleño alegando que el sector
agrario era la base de la economía de su término municipal, El Porvenir
Agrícola de Canarias concretó su programa en el impulso de " ... los adelantos
materiales de esta región, con especial atención a los que se refieran a la agri-cultura
(...) con el afán de que nuestros propietarios y labradores, dejando vie-jas
prácticas y rutinarios sistemas, emprendan el camino que les señalan los
modernos adelantos"". Como todo proyecto editorial ajeno a las luchas políti-cas
del momento, la noble propuesta informativa despertó de inmediato hondas
27 Véase: El Powenir Agrícola de canaria.^, editorial del 19- 1 - 190 1 , núm. l .
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Julio Antonio Yanes Mesa El Porvenir Agrícola de Canarias (1901): Exponente periodístico ...
simpatías en todos los sectores del periodismo insular. En efecto, los parabie-nes
que, al unísono, recibió de los órganos del sistema, caso de La Región
Canaria (1 899-1904) de La Laguna, o de La Opinión (1 879-1916) y Unión
Conser-vadora (1 899-1903) de Santa Cruz; así como de los extrasistema, caso
de Diario de Tenerfe ( 1 886-1 9 17) y El Obrero (1 900- 1905) de Santa Cruz, o
El Iriarte (1 900-1 90 1) del Puerto de la Cruz, ilustran magníficamente la enor-me
aceptación que suscitó en Tenerife28. En el resto de las islas, el semanario
también cosechó un rosario de bienvenidas entre los periódicos de las más
diversas tendencias, como el palmero Heraldo o los grancanarios La Patria,
Las Efemérides, El Telegrama, España y El Museo Canario; mientras de la
península le llegaba el apoyo moral de publicaciones afines, tales como Revista
Agrícola Castellana de Valladolid, La Voz de los Gremios de Barcelona o La
Ley de Madrid. Luego, conforme sacó las sucesivas ediciones, El Porvenir
Agrícola de Canarias permaneció fiel a las directrices de su línea editorial, sin
dar pie a las polémicas que, por razones viscerales o, en el menor de los casos,
dialécticas, enturbiaban el panorama periodístico insular29 llevando a cabo su
labor informativa con una sensatez y sosiego nada usual para la época.
En líneas generales, los contenidos del semanario admiten una doble cla-sificación
atendiendo a su procedencia y originalidad, a saber, las informacio-nes
exclusivas, debidas a su director, los corresponsales y los colaboradores
ocasionales, las cuales, en conjunto, no suponen ni una cuarta parte del total;
y las informaciones tomadas, las menos, de la prensa local y, las más, de las
revistas foráneas recabadas a través del intercambio de ejemplares. En el pri-mer
capítulo, al margen de los sucesivos directores, los autores más prolíficos
fueron Juan Blardony López, que en los cuatro primeros números emuló la
cabecera para, bajo el título "El verdadero porvenir agrícola de Canarias",
publicar otros tantos artículos en reivindicación de una escuela de agricultura
para la isla; y Mateo Alonso del Castillo Pérez ("Tamoe", pseudónimo urdido
con el trastrueque de las letras del nombre de pila), en un principio, desde La
Laguna y, luego, tras su reincorporación docente a la Escuela de Comercio de
Sevilla, desde la ciudad hispalense. Con menor frecuencia que ambos, a las
páginas del semanario accedieron Manuel de Ossuna Van den-Heede, Leoncio
Rodríguez González ("Luis Roger9')30, Aurelio Pérez Zamora y Leoncio de
Buergo Fernández de la Hoz. En esta vertiente de la información, particular
2R Véanse detalles de la trayectoria de todos los periódicos citados en la obra de Julio Antonio Yanes
Mesa: Historia del Periodismo Tinerfeño ..., op. cit., pp. 288-338.
2' Incluso en géneros tan despolitizados como el pedagógico, tal y como ilustran las duras polémicas
que libraron La Región Canaria de La Laguna (1909- 191 1 ) y Escuela Canaria de Santa Cmz (1910-1916)
en el curso académico 1910-1 91 1, a cuenta del destino de unos fondos aportados por algunos maestros para
erigir una caja de ahorros corporativa (véase: Escuela Canaria, 20-9- 19 10 y 10-4- 19 1 1, en particular).
30 Véase la obra de Julio Antonio Yanes Mesa: Leoncio Rodriguez y "La Prensa ": una página del
periodismo canario, Cabildo de Tenerife, Cajacanarias y Editorial Leoncio Rodriguez, Santa Cruz de
Tenerife, 1995, pp. 49-93.
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Julio Antonio Yanes Mesa El Porvenir Agrícolo de Cuwriu (1 YO/): C~~1o1li,17/c~1)ei.iodi~ric.o.
interés despertaron dos artículos del catedrático del Instituto de Canarias
Valentín Morán Gutiérrez, los cuales fueron reproducidos por las rebistas
Industriu y Comercio de Vigo y La Liga de Contribllyc~ntesd e Salamanca.
El otro cauce, mucho más caudaloso y diverso, que dio contenido a las pigi-nas
del semanario lagunero estuvo alimentado por las publicaciones homólogas
allende las islas y los periódicos isleños. El mero repaso de algunos tít~ilosy pro-cedencias
deja en evidencia la pluralidad informativa que, tanto desde perspec-tivas
temáticas como geográficas, supo amalgamar el semanario lagunero. a
saber, La España Industrial, El Progreso Agricola j l Prcwvio, El Cort~ru'ot.L, LI
Agricultura Moderna, La Molineria Nucional, La Ley, Uniún Iher.o-~rrl~e~.i(.(~ti~~,
Boletin de las Cámaras de Come~cioJ,n dzrstria y Nuvegucicin" (sic), todas ellas
de Madrid; La Voz de los G/*emios, El Fomenfo Agricola y El Eco de ILI
Industria, las tres de Barcelona; Revista u'r la Cumarcr Agrícoltr Bule~n-,d e
Palma de Mallorca; Industriaj1 Comercio, de Sevilla; La Agr ic~i l t~i rCuO~I~Y /O~LI .
de Córdoba; Boletín Agricola, de Huelva; La Unicin Obrera, de Jercz de la
Frontera; El Popular, de Cartagena; Revistu Agrico1~1C aLsteIIan~de~ ,V alladolid;
La Voz de España, de Guadalajara; Indwtria y Corizercio, de Vigo; ~ Á ~ r i ctiuirel
Nouvelle y Cosmos, ambas de París; Revista Agraria, de Nápoles; El ML I ~ Ld/eO ,
La Habana; La Semana Mercantil, de México; La Corr-esl?ondenc,i~d~c,
Cienfuegos; y Moniteur Scientifique, de Chicago.
Aunque lo habitual era que las informaciones especificaran la publicación
de procedencia, muchas veces, al calor de la precaria regulación y el escaso
control de los derechos de autor", el periódico copiaba trabajos indicando
exclusivamente, al igual que otros en la época, la autoria. Tal estrategia hace
explicable que en sus páginas luzcan como propias las finnas de escritores tan
acreditados en la península como el enólogo catalán Federico Benessat Folch.
del que recogen una serie de artículos sobre la vinicultura cn los primeros vein-tiún
números; o del periodista y político maño Leopoldo Romco ("Juan de
Aragón"), del que hacen lo propio, aunque sólo entre el segundo y el sexto
números, para informar de la evolución de la industria azucarera aragonesa.
Otros autores de renombre cuyas presencias en el periódico resultan explicablcs
por las mismas argucias fueron cl afamado antropólogo italiano Cesar
Lombroso (1835-1909) y el notable poeta malagueño Salvador Rueda Santos
(1857-1933), ambos reproducidos en una sola ocasión. A veces, las transcrip-ciones
pudieron incurrir en el plagio, tal y como deja entrever la serie de arti-culos
sobre la poda de árboles que, no sólo obvia la publicación de origen, sino
también la autoría, dando la impresión de tratarse de un trabajo anónimo de la
redacción. En definitiva, el director de la publicación se las arreglaba como
3' Véase al respecto el artículo de Javier Diar Noci: "Periodismo y derechos de autor: e\»liiciOii
histórica de la protección jurídica sobre la obra inforinatiw", en Z ~ IR:L T ~ S IdIeI c~.~/iidiLolvs (01?7iiiri(.i<[í1l~i.
núm. 7, Universidad del Pais Vasco, Bilbao, diciembre de 1999, pp. 193-2 18.
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Julio Antonio Yanes Mesa El Porvenir Agrícola de Canarias (1 901): Exponente periodktico ...
podía para, con las enormes limitaciones de la época, dar contenido a los núme-ros
que semana a semana tenía que hacer llegar a los suscriptores.
Por encima de la procedencia de las informaciones, el semanario lagunero
dedicó a los distintos sectores económicos una atención que, en líneas gen-erales,
guarda coherencia con la significación de su cabecera y la realidad
insular de la época, a saber, el 60 por 100 al sector primario, el 6 por 100 al
secundario y el 13 por 100 al terciario. El 20 por 100 restante alude a partes
iguales, de un lado, a la materia legislativa y las noticias que generaban las
instituciones agrarias locales y, de otro, a temas colaterales a la materia, puesto
que los análisis económicos intersectoriales son realmente testimoniales. La
representatividad de tales porcentajes es tan alta que, derivando de la mera
cuantificación de las informaciones en bruto, casi reproducen la superficie
informativa cubierta globalmente por cada sector económico. Las secciones
Crónica, Noticias, Curiosidades y Correspondencia que, de manera coinci-dente
o alternativa, aparecen en las páginas finales con una información pul-verizada
en flases muy heterogéneos, desde las típicas notas de sociedad a las
reseñas noticiosas de interés, no se han tenido en cuenta en la clasificación. En
estos apartados marginales, cabe destacar el seguimiento, número a número,
de los primeros pasos de la exportación del sector frutero a Europa y, en par-ticular,
a 1nglater1-a32.
Dentro del campo específicamente agrario, el tema que más ríos de tinta
consumió, hasta el punto de absorber un tercio del total, fue la problemática
global del sector y, en particular, la formación y el reciclaje del elemento
humano, apareciendo tan noble inquietud concretada en la realidad canaria
sólo en la cuarta parte de la información, en buena medida, por la alta pre-sencia
de artículos transcritos de publicaciones foráneas. Por renglones pro-ductivos,
la palma se la lleva la vinicultura al acaparar casi un cuarto de los
contenidos dedicados al sector, aunque, por las razones comentadas, con un
tratamiento informativo excesivamente teórico, frío y distante del quehacer
cotidiano de los vinicultores canarios. El tercer capítulo que destaca por su
volumen entre los contenidos agrarios, puesto que representa casi un quinto
del total, aborda las propiedades alimenticias y las técnicas de la siembra,
labranza y cosecha de cultivos tan diversos como el trigo, el millo, la caña de
azúcar, el algodón, el tabaco, las plantas forrajeras, las judías, las zanahorias,
la pita mejicana, el olivo, el ricino africano, el sorgo sudanés, la remolacha
azucarera, el limón, el fresa1 o las flores. El plátano, al margen de las peque-ñas
noticias que generaban su cotización y primeros envíos a Londres, mere-
32 Al igual que algunos testimonios sobre iniciativas empresariales, tales como la inauguración de una
hospedería en Güimar al calor del incipiente desarrollo que el turismo terapéutico experimentó en Canarias
entre mediados de la década de los ochenta del siglo XIX y el estallido de la 1 Guerra Mundial; la insta-lación
de un trapiche azucarero en La Orotava; o el proyecto de establecimiento fabril que, a iniciativa
extranjera, estaba en estudio en Los Cristianos para extraer alcoholes de los higos de leche y las tuneras. La
sección, por lo demás, también se hizo eco de lacras tan reiterativas y devastadoras para el agro insular como
la sequía y la langosta africana.
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Julio Antonio Yanes Mesa El Porvenir Agrícola de Canarias (1901): Exponente periodístico ...
ció tan sólo un artículo sobre sus cualidades; aunque luego, tras el traslado de
José Curbelo33 a Madrid para gestionar la apertura del mercado peninsular en
representación de las instituciones agrarias isleñas, aunque infructuosamente,
por el régimen de franquicias imperante34, cobró un mayor protagonismo
informativo. Los otros dos renglones productivos llamados a formar con el
plátano la tripleta de cultivos que habría de renovar el sector exterior de la
agricultura isleña en las próximas décadas, el tomate y la papa temprana,
merecieron una atención informativa aún más escasa, hasta el extremo de que
el primero pasó prácticamente desapercibido. El resto de la información agra-ria
aborda en proporciones decrecientes y, como siempre, alternando la reali-dad
isleña con la extraisleña, la problemática del arbolado, la conservación de
los montes, los aperos de labranza y la maquinaria agrícola, el abono de las
tierras y, de manera residual, las aguas de riego.
Como es fácil de suponer, la restante información económica del semana-rio
lagunero responde a los mismos condicionantes que la específicamente
agraria, esto es, reprime la vocación canaria que anuncia la cabecera alejando
Elaboración propia a partir de los resultados de la investigación.
33 Véase: El Porvenir Agrícola de Canarias, 29-6-1901, núm. 24, p. 1, y posteriores; así como el libro
de actas de las sesiones de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife en las mismas
fechas, archivo de la propia institución, La Laguna.
34 De los propios inicios del sector frutero, pues, datan las primeras iniciativas de la burguesía canaria
para conseguir el acceso al mercado peninsular con precios remuneradores mediante el rebaje de impuestos.
Las islas habrían de pagar muy caro el fracaso de las negociaciones en la década siguiente por el cierre de los
mercados europeos y el tráfico portuario a consecuencia de la 1 Guerra Mundial (véase la obra de Julio
Antonio Yanes Mesa: Crisis economica y emigracibn en Canarias. El puerto de Santa Cruz de Tenerife
durante la guerra europea, 1914-1918, Centro de la Cultura Popular Canarias, Santa Cruz de Tenenfe, 1997).
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Julio Antonio Yanes Mesa El Porvenir Agrícola de Canarias (1901): Exponente periodistico ...
buena parte de sus contenidos de la realidad insular, por la fuerte presencia de
los artículos transcritos de las publicaciones foráneas. Con tales bases, la gana-dería
ofrece un caudal informativo que, al margen de su menor volumen, está
escindido en proporciones casi similares entre la problemática global del sec-tor
y la específica de subsectores tales como la avicultura, la apicultura e,
incluso, la cría de caracoles. El caso de la pesca, con una presencia puramen-te
testimonial, resulta explicable por su ausencia, tanto en lo que a capturas
como en lo que a manufacturas se refiere, del entramado económico de La
Laguna35. Por su parte, el sector secundario centra el grueso de sus escasas
informaciones en la industria azucarera y, luego, en los procesos de obtención
y elaboración de productos tan diversos como el pan, la cerveza, el aceite de
oliva, el vinagre, la sidra, las pieles o el carbón; mientras la problemática inhe-rente
a su desarrollo global merece, en contraposición al ganadero, tan sólo
una atención marginal. Finalmente, los medios de transporte que absorbieron
la atención del semanario lagunero fueron el automóvil y el tranvía, ambos al
calor de la curiosidad que suscitaban sus inicios en la isla; mientras la infor-mación
comercial, por las razones comentadas, aborda en mayor medida el
ámbito internacional que el específicamente canario y, dentro de éste, el exte-rior
más que el interior.
2.2.2. La información sobre América
Si algún rasgo informativo llama la atención del proyecto editorial que dio
vida a El Porvenir Agrícola de Canarias, es el afán de sus promotores por
acercar al archipiélago la realidad de los países americanos a los que acudían
tantos paisanos suyos a ganarse el pan. A tal fin, el periódico reclutó uno de
los planteles de corresponsales en América más extenso de la época, a saber,
Juan Cambreleng36 en Buenos Aires, Gregorio Borges en Montevideo,
Roberto Madan y Enrique Renshaw en La Habana, Pablo Díaz Oramas en
Tales razones hacen explicables, asimismo, la escasa atención que, en contraposición a las revistas
del género editadas en Santa Cruz, el semanario lagunero prestó al movimiento portuario de la isla, sin
reparar en su trascendencia económica, al que brindó un tratamiento informativo ocasional y, además, rele-gado
a las reseñas noticiosas de las secciones finales. En efecto, sólo en una ocasión apareció una sección
específica titulada "Buques que se esperan en el puerto de Santa Cruz de Tenerife", en concreto, en la edi-ción
que amplió el formato, la cual desapareció desde el número siguiente. Sintomáticamente, la otra sec-ción
que introdujo con tal motivo en la misma página, titulada "Mercado en La Laguna de Tenerife", en la
que recogía los precios corrientes de los artículos básicos en la localidad, permaneció hasta el número 25,
editado el 1 1 de julio de 1901.
36 Este, por lo menos, no tuvo tiempo para remitir información alguna desde América, porque el pro-pio
semanario se hizo eco de su regreso a La Laguna a las tres semanas de estar en la calle (véanse detalles
en: El Porvenir Agrícola de Canarias, 2-2-1901, núm. 3. p. 16), lo que no significa que dejara de cumplir
su labor porque muy bien pudo traer personalmente a Enrique V. Madan varias publicaciones argentinas.
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Julio Antonio Yanes Mesa El Porvenir Agrícolu de canaria.^ (1 901): Exponen/ep<~riodí,sti.c..o
Tabasco de México, Benigno Gil en Caracas y Tomás Mackcy en Colombia.
En teoría, dos eran la: funciones que debían desempeñar todos cllos dcsde sus
respectivas localidades de residencia, de un lado, remitir inforinacioncs origi-nales
o tomadas de la prensa lugareña; de otro, atender y gestionar los cobros
de las suscripciones de los isleños afincados en las proximidades. El correo
ordinario o, en mayor medida, la opción que brindaba el continuo trajín de
migrantes entre ambas orillas del Atlántico, eran los canalcs dc comunicación
que permitían llevar a cabo uno y otro cometidos. A la vista de los contenidos
de la publicación, los corresponsales no fueron excesivamente diligentes por-que,
salvo una colaboración original escrita en formato de carta37, de resto se
limitaron a enviar recortes de prensa y revistas del género; inicntras en la face-ta
comercial reunían una nómina de suscriptorcs tan exigua que, al margcn de
no salir a relucir en las páginas del periódico, jamás generó noticia alguna.
En base al material reunido, EI Porvenir Agrícda de Cunurius publicó unas
cuarenta informaciones autónomas sobre América, las cuales suponcn una déci-ma
parte de la información que ofreció a lo largo y ancho de sus 27 números.
Desde el punto de vista geográfico, mientras el 12,s por 100 de tales conteni-dos
alude de manera global al continente, el resto se circunscribe en proporcio-nes
desiguales a diversos países, a saber, el 30 por 100 a Estados Unidos, el 17,s
por 100 a Cuba, el 15 por 100 a Argentina, el 5 por 100 a Venczucla, cl S por
100 a Brasil, y el 15 por 100 restante a Uruguay, Méjico, Chile, Perú, Paraguay
y Guatemala. Tales porcentajes derivan de unos intereses informativos quc
guardan coherencia, de un lado, con el vertiginoso desarrollo del país que, tras
humillar a España en el "desastre" de 1898, iba camino de convcrtirse en la
primera potencia mundial; de otro, con la desigual afluencia de la emigración
isleña a las distintas repúblicas centro y sudamericanas. Desde el punto de vista
temático, los contenidos admiten una clasificación en basc a cinco capítulos, a
saber, investigación, innovaciones y grandes proyectos econóinicos; realidades
estructurales y coyunturales de las economías nacionales; cuestioncs políticas y
militares; informaciones relacionadas con la emigración; y, finalinentc, anCc-dotas
y curiosidades.
37 La publicación de las cartas tal y como cran rccibidas. con la infonnación intcrpucsta cntrc cl hal~i-do
y la despedida que el corresponsal dirigía al amigo que tenía en la rcdaccibn. permitía a los periiidicos
más tnodestos ofrecer noticias originales de los lugares más lejanos con un cierto atractivo por cl tono con-fidencial,
aunque con enormes demoras por las precarias comunicaciones de la cpoca. Autc In ani~stode x¡\-
tente entre los interlocutorcs, algunos autores han detectado un cierto paralclisino entre tal proceditnicnto y
el género literario dieciochesco de la retórica epistolar (véasc al respecto el trabajo de Leonardo Roincru
Tobar: "Prensa periódica y discurso literario cn la España del XIX", en Lrr Prmw Espcri,oki tli~rcril~ecl siglo
XIX, Instituto de Estudios Almcricnsea, Almeria, 1987, pp. 93-103). En cl caso quc nos ocupa. se trata de
una carta escrita en La Habana dos meses largos atrás por Enriquc Rcnshau, en la que tanto habla de la efcr-vescencia
política que suscitaba en la isla antillana las acsionea de la cámara constituyeutc, coino dc los
buenos augurios que hacían presagiar los sectores azucarero y tabaquero, o los grandes estragos que entre
la población residente había causado la fiebre amarilla el año anterior por la falta de control de la higiene
en los alimentos.
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Julio Antonio Yanes Mesa El Porvenir Agrícola de Canarias (1901): Exponente periodístico ...
Elaboración propia a partir de los resultados de la investigación.
Sintomáticamente, las informaciones generadas por la investigación y las
innovaciones tecnológicas proceden, casi exclusivamente, de los Estados
Unidos. Se trata de un variopinto capítulo de contenidos en el que se pueden
leer noticias y reportajes sobre temas tan diversos como la historia de la
segadora mecánica de Cyrus-Hall Mac-Cormick (1809-1884), con sus
primeras aplicaciones en la península ibérica; la aclimatación en Luisiana de
una variedad de caña de azúcar muy productiva, originaria de la isla Trinidad;
el ingreso complementario que generaban los tallos de millo deshojados a los
agricultores norteamericanos, que para los isleños eran material de desecho,
por su utilización en fábricas como materia prima para la extracción de celu-losa
y pienso para las aves de corral; la modernización de las granjas avícolas;
los ensayos en Califomia para la obtención de azúcar de sandía; los esfuerzos
de la industria química norteamericana por encontrar un sucedáneo económi-co
al caucho; y el éxito alcanzado en la invención de nuevos explosivos. En
estas informaciones económicas de vanguardia, el protagonismo de las
repúblicas centro y sudamericanas se reduce a ciertos ensayos de elaboración
con la platanera y el plátano en Venezuela y Brasil para la obtención de hari-nas,
aguardiente y fibras textiles; y al proyecto de instalación de un ferrocarril
panamericano, en un principio, desde Nueva York hasta Buenos Aires, luego,
hasta el extremo meridional del continente, pero con capital norteamericano.
El resto de la información económica procedente de América aborda
aspectos diversos, bien estructurales o coyunturales, de los distintos países,
dejando en evidencia, como no podía ser de otra manera, la expansión que
experimentaban los Estados Unidos y las dificultades que atravesaban los
países centro y sudamericanos. Tal es el caso de los reportajes que abordan el
espectacular crecimiento del sector ganadero y, más aún, de la estructura ban-
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caria norteamericana a lo largo del siglo XIX; frente a la magnitud de la deuda
exterior de Argentina, agravada por intereses onerosos y tipos de cambio des-favorables,
o las negras perspectivas de la producción azucarera jamaicana
ante las fuertes inversiones norteamericanas en el sector, tanto en el continente
como en Cuba. En el mismo sentido apunta otra información que pormenoriza
por países y sectores económicos la expansión del capital alcmán en América
latina ilustrando, desde otras perspectivas, la enorme dependencia cxtcrior de
las economías de estas sufridas repúblicas. De Cuba, principal destino de la
emigración isleña, salieron a relucir las bondades que algunos coetáneos
atribuían al tabaco, que " ... hace más llevaderas al jornalero sus horas de tra-bajo
(... y...) el hombre de ciencia refresca su imaginación para coordinar las
ideas en sus meditaciones ..."38; así como las gestiones del director de la revista
El Tabaco de La Habana en Madrid para exportar, con el visto bueno de la
compañía arrendataria del monopolio, tabaco en bruto a España.
Mientras las informaciones económicas reflejan con claridad el incesante
desarrollo de los Estados Unidos frente al estancamiento de las repúblicas lati-noamericanas,
las políticas, aunque mucho más escasas, no pueden menos que
contraponer la solidez institucional del primer país frente a la inestabilidad de
los segundos. En efecto, aquella dicotomía de los contenidos materiales tam-bién
evidencian los sociopolíticos con los reportajes sobrc la creación dc un
tribunal permanente tras un congreso celebrado en Montevideo para resolver
los litigios fronterizos entre las repúblicas del centro y sur del continente, el
rearme de Venezuela ante el temor que suscitaba la posible ocupación de la isla
Margarita por Alemania, la inútil oposición a la enmienda Platt en Cuba y las
manifestaciones estudiantiles en Argentina contra el Gobierno de Julio Roca.
Otro muy distinto fue el carácter de las informaciones relacionadas con la
emigración, todas circunscritas, como no podía ser de otra manera, a los paí-ses
que absorbían los excedentes demográficos de las islas. Desde la perspec-tiva
del flujo poblacional, el rasgo más distintivo de tales contenidos fue el cli-tismo,
esto es, la propagación de las venturas y desventuras de los emigrantes
más afortunados, bien con motivo de algún fallecimiento, caso de un isleño
acomodado en Guatemala y dos en Argentina; o de algún viaje, como oc~irrió
al palmero Luis Felipe Gómez Wangüerne~-t-e'n~ uno de sus desplazamientos
a Cuba, o al empresario establecido en Buenos Aires, José Valido, con motivo
de su regreso a Las Palmas. Por debajo de esta minoritaria elite que, en con-junto,
representa un porcentaje ínfimo en el seno del contingente migrante, la
gran masa de campesinos analfabetos y sin cualificar que nunca consiguió
'"éanse detalles en: El Porvenir Agrícolu de Cunarius, 20-4-1001, núm. 14. pp. 8 y 9.
39 Véase la obra de Manuel Antonio De P ~ SLán chez: nírngiiett~erJ/. Cr~had, oa tomos, Centro dc la
Cultura Popular Canaria, colección: "Taller de Ilistoria", nún~s6. y 7, Santa Cruz de Tenerife. 1001 y 1992.
respectivamente.
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Julio Antonio Yanes Mesa El Porvenir Agrícola de Canarias (1 901): Exponente periodístico ...
librarse de sus trabajos y penurias pasó totalmente inadvertida para el sema-nario
lagunero. Las otras informaciones que generaron los tradicionales vín-culos
de Canarias con América airearon las cien pesetas que remitió el centro
español de Cienfuegos para paliar la sequía de Lanzarote y Fuerteventura; y,
como exponente del trasiego comercial que, en sentido antagónico al humano,
circulaba entre las dos orillas del Atlántico, la descarga en Santa Cruz de
varias partidas de millo, trigo, afrecho, harina y algunos fardos de pasto y tasa-jo
(carne seca y salada). Al margen de suministrar informaciones, el semana-rio
lagunero tuvo la oportunidad de asumir sus responsabilidades sociales para
alertar a la juventud que tenía sus ojos puestos en América de la precaria situa-ción
que, por entonces, atravesaban las repúblicas continentales y, en particu-lar,
Argentina.
Finalmente, entre los contenidos que El Powenir Agrícola de Canarias
ofreció de la realidad americana, figura un cúmulo de informaciones que debió
llamar mucho la atención de los lectores por sus rarezas, a saber, las excentri-cidades
de dos millonarios americanos, las medidas legislativas para favorecer
el matrimonio en Pensilvania, el ataque de un cóndor a un alemán en los Andes
que intentaba coger sus polluelos del nido, las proezas de un perro en un pue-blo
de Indiana, el insólito alumbramiento de un potrico por una mula en
Cienfuegos, las enormes dimensiones de algunas secuoyas gigantestas, la ins-talación
de un museo etnográfico en la localidad mejicana de Querétaro, las
contradicciones entre los días festivos existentes en varios países sudamerica-nos
y los millares de víctimas que un ciclón había dejado en la ciudad nortea-mericana
de Galveston cuatro meses atrás. En definitiva, se trata de historias
que, junto a los relatos de las vivencias de los emigrantes retornados, las car-tas
que recibían los familiares de los ausentes y las informaciones de los res-tantes
periódicos de la época, alimentaron la atracción que un mundo tan vasto
y plural suscitaba en los jóvenes canarios que no se resignaban a la suerte que
les tenía reservado el empobrecido entorno insular.
3. INCIDENCIA DE LA INFORMACI~ND EL PERI~DICO
EN EL MUNICIPIO
El Powenir Agrícola de Canarius era leído individualmente por los sus-criptores
y, al igual que los otros periódicos de la época, de manera colectiva en
las ventas y barberías, adonde acudían los analfabetos formando corrillos alre-dedor
de los lectores. Luego, tanto unos como otros hacían circular la percep-ción
de las informaciones entre sus allegados, desencadenando procesos que,
sin contradecir la desvirtuación de los contenidos por el boca en boca, incidían
en las diversas corrientes de opinión que pululaban por los mentideros de la
localidad. En el caso que nos ocupa, la contribución del semanario lagunero
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tuvo una doble dimensión: una de carácter popular, espoleada por la imagen
exótica y fascinante que difundió de América, la cual debió reforzar la pro-pensión
isleña a emigrar por las oportunidades que parecía brindar la otra ori-lla
del Atlántico; y otra más restringida, ésta ceñida a los grandes propietarios
y a la burguesía comercial de la localidad, que debió acentuar las inq~iietudcs
de la elite ilustrada en favor de la defensa y la renovación de agricultura. Pcro
el proceso no quedó ahí porque tales corrientes dc opinión descendieron luego
de la abstracción en la que se movían para traducirse, superando las rutinas de
las mentalidades agrarias iinperantes en la época, en actuaciones concretas. Así,
mientras la vertiente americana era visible en el flujo migratorio; la agraria cris-talizaba
en la convocatoria de un concurso en los juegos florales de La Orotava
para premiar, apartando por momentos al lirismo que reinaba en tales ocasio-nes,
un proyecto de granja de experimentación aneja al jardín botánico. La pro-puesta
ganadora, detallada con la justificación científica, los objetivos, los
medios, las instalaciones, el personal y el presupuesto oportunos40, ilustra mag-níficamente
el poder que la información iba adquiriendo en la sociedad canaria
a remolque del desarrollo socioeconómico, en un contexto agrario en el que aún
era imperceptible la llamada era de la información.
40Véanse detalles en: El Porvenir Agrícola de Cunuriu.~2,0 -7- 1901, núm. 26, pp. 3-5; y 3-8-1 901.
núm. 27, pp. 5-7.
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Julio Antonio Yanes Mesa El Porvenir Agrícolu de Cunurius (1 901). Exponente periodístico ...
ANEXO
Relación de los suscriptores domiciliados en La Laguna
1. Organismos públicos
Ayuntamiento, Cl. del Consistorio, esquina La Carrera.
Juzgado de Primera Instancia, Cl. La Carrera, núm. 3.
Juzgado Municipal, Cl. La Carrera, núm. 3.
Cuartel de la Guardia Civil, Cl. La Carrera, núm. 5.
Administración de Correos y Telégrafos, CI. La Carrera, núm. 41.
Administración de Consumos, CI. Herradores, núm. 30.
Registro de la propiedad (Damián Díaz Cuetos), Cl. Herradores.
2. Comisión de la Cmz Roja de La Laguna
Manuel de Ossuna Van den-Heede, presidente.
Fernando de Torres, vicepresidente primero.
Ramón Ascanio León Huerta, vicepresidente segundo.
Luis Pozuelo, contador.
Francisco Padilla, vicecontador.
Ángel Benítez de Lugo, tesorero.
José Tarife Tejera, secretario.
Francisco Salcedo Baños, vicesecretario.
Manuel Olivera, guarda de almacén.
José Tabares Bartlett, vocal.
Luis Díaz Luis, vocal.
Santiago Beyro, vocal.
Isaac Cabrera Díaz, vocal.
3. Sociedades
Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, C/. San Agustín núm. 17.
Cámara Agraria, Cl. del Agua.
Casino El Porvenir, Ci. La Carrera, núm. 27.
Casino de La Laguna, CI. La Carrera, esquina Plaza de la Catedral.
Circulo Mercantil, CI. San Agustin, núm. 10.
Sociedad Católica de Obreros, CI. La Caza, núm. 26.
Sociedad Filarmónica La Fe, Plaza de la Catedral, núm. 3.
4. Instituto de Bachilleruto de Cunurius
Adolfo Cabrera Pinto, director, catedrático de geografía e historia.
Quintin Benito Benito, catedrático de matemáticas.
Francisco Ruiz Macías, catedrático de psicología, lógica y ética.
Valentin Morán Gutiérrez, catedrático de física y química.
Camilo Femández Grandizo, catedrático de agricultura.
Antonio Zerolo Herrera, secretario, profesor de retórica y poética.
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Antonio Ponte Cólogan, auxiliar supernumerario de la sccción dc ciencias
José Calvo Calvo, auxiliar numerario dc la sección dc ciencias.
Florentino Montañez Blasco, profesor de religión.
Guillermo Cubillo Aguilar, profesor de dibujo.
lsaac Cabrera Diaz, ayudante de lenguas vivas.
Eduardo Molina Martín, profesor de gimnasia.
Manuel Carbalho Rojas, oficial primero administrativo.
Ruperto Bello Rodriguez, auxiliar administrativo.
Valentin José Juan Delgado Gil, conserje.
Ramón Ascanio León, jefe de la biblioteca.
Alonso Castro Salazar, ayudante del bibliotecario.
S. Escuela Normal
Próspero Martín Almenara, director, CI. San Agustin, niun. 23.
Gennán Moneo Ruiz, profesor numerario de ciencias, CÍ. La Carrera, núm. X.
José Tarife Tejera, profesor auxiliar de religión, Cl. La Caza. núm. 26.
Francisco Salcedo Baños, regente de la escuela práctica, CI. San Ag~istín,n iun. 39
Gabriel Suárez Feo, auxiliar de la escuela práctica, Cl. La Caza, iiinn. 12.
6. Escuelas Públicas
Gregorio Rodriguez, maestro dc la escuela dc niños, CÍ. La Carrera, núin. 3
Teresa Nóbrega, maestra de la escuela de niñas, CÍ. f-lerradorcs, núin. 76.
7. Academia de Dibujo
Juan Gaviño, Cl. Bencomo, núm. 16.
8. Notarios
Lázaro Sánchez Rivero, Cl. Herradores, núm. 78
9. Procuradores
José Darmanín Delgado, Cl. La Carrera, núm. 3 1 .
Carlos Nóbrega González, C/. Herradores, núm. 8 1
Juan Oliva Hernandez, Cl. La Carrera, núm. 40
10. Abogados
Juan de Ascanio Nieves, Cl. San Agustin, núm. 17.
Blas Cabrera Topham.
Antonio Delgado Castillo.
José Tabares García, Cl. Herradores, núm. 43.
Fernando Suárez Gonzalez-Corvo, Cl. La Carrera, núm. 40.
Jorge Foronda Cubillo.
11. Médicos
Manuel Olivera Natera, Cl. Herradores, núm. 95
Eduardo Tacoronte, Cl. San Agustín, núm. 29.
Boktín Millares Carlo
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Julio Antonio Yanes Mesa El Porvenir Agrícola de Cunuria.~( 19 01): Exponente periodistico
Anatael Cabrera Díaz, CI. Tabares de Cala, núm. 5 .
José María Almenar, Ci. Juan de Vera.
12. Practicantes
Ramón Pérez, Cl. Herradores, núm. 5 1 (barbería).
13. Seminario Conciliar
Andrés de Frías Jiménez, rector, arcipreste de la Catedral.
Roque Berzal García, vicerrector, profesor de fisica y química e historia natural.
Gabino López, director espiritual.
Juan Evangelista Pérez, administrador, profesor de liturgia.
José Crispín de Paz Morales, prefecto, subdiácono.
Leoncio Jordán González, profesor de teología.
Alejandro De la Peña Ruiz Bustillo, profesor de hermenéutica y oratoria sagrada.
Enrique González Medina, profesor de teología.
Manuel Martínez Rodríguez, profesor de teología moral.
José Miguel Belamendía, profesor de matemáticas.
Jerónimo Padilla Morales, profesor de ética e historia de la filosofía.
Doroteo Gómez, profesor de filosofía.
Agapito Alcalde, profesor de latín, retórica y poética e historia.
Carlos Gardeazábal, profesor de latín y geografía.
Martín Chacobo, profesor de latín e historia natural.
14. Obispado y dignidades eclesiásticas
Obispado, CI. San Agustín, núm. 28.
Enrique Medina Santana, Cl. Anchieta, núm. 38.
Andrés de Frias Jiménez, seminario.
Eugenio Ávila Ruiz.
Ramón Martinez de Ocampo, CI. Bencomo, núm. 26.
Leoncio Jordán, Cl. San Agustín, núm. 8.
Silverio Alonso del Castillo Pérez, CI. Herradores, núm. 59.
José Francisco Padilla Padrón, CI. Bencomo, núm. 23.
Florentino Montañez Blasco, Cl. Briones, núm. 4.
José Miguel Belamendía, Cl. Bencomo, núm. 33.
Alejandro de la Peña Ruiz Bustillo, Cl. San Agustín, núm. 3 1.
Luis Palahí Hidalgo de Quintana, CI. Bencomo, núm. 16.
Enrique González Medina, Cl. Anchieta, núm. 38.
Juan González Conde, CI. Juan de Vera, núm. 6.
Francisco de Asís Soler Sanz, Cl. Anchieta, núm. 16.
José Rodríguez Moure, Cl. Remojo, núm. 17.
Baltasar González García, CI. Palma, núm. 2.
José Tarife Tejera, Cl. La Caza, núm.26.
Tomás Hernández Espinosa, Cl. San Agustín, núm. 50.
Juan Evangelista Pérez, seminario.
Alberto Rey González, CI. San Agustín, núm. 28.
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Jerónimo Padilla Morales, Plaza de la Catedral, núm. 4
Luis Alemán Pérez.
15. Hoteles
Aguere, Ci. La Carrera, núm. 57.
Tenerife, Ci. Núñez de la Peña, núm. 18
16. Fondas
Juan Parrilla, Ci. La Carrera, núm. 8.
Juan Díaz Fariña, Cl. Núñez dc la Peña.
17. Boticas
Scbastián Álvarez Escobar, Ci. Herradores, núm. 6 1.
Antonio Ponte, Ci. Tabares de Cala, núm. 18.
18. Tabaquerías
Manuel Gon~ález(e xpendcduría de sellos), C/. Juan de Vera, csquina Bencoino
José Baute, Cl. Herradores, núm. 39.
"El Sol", Cl. Juan de Vera, esquina Bencomo.
19. Establecimientos de tejidos
Antonio Capote, Ci. San Juan, núm. 7.
Concepción Barreto y hermanas, Plaza de la Catedral, núm. 2
Francisco Riquelme, Ci. Herradores, núm. 64.
Antonio Hemández, Ci. Herradores, núm. 60.
Joaquín Cifaló, C/. Herradores, núm. 63.
Domingo Amador, CI. Herradores, núm. 73.
20. Establecimientos de comestibles (ventas)
Luis Pozuelo, CI. La Carrera, núm. 25.
Antonio Capote, C/. San Juan, csquina Herradores.
Nicolás Hemández, C/. Herradores, esquina San Juan.
Ignacio Sansón, C/. La Carrera, núm. 8.
Ángel Gonzáler Yumar, CI. San Agustín, esquina Juan de Vera
Sebastián González Yuinar, C/. El Pino, esquina Bencomo.
Elías Marrero, Ci. Herradores, núm. 58.
Manuel Ramos, Ci. Los Álamos, núm. 33.
Claudio Gonzáler, C/. Los Álamos, núm. 67.
Domingo Marrero, Ci. Herradores, esquina Trinidad.
Nicolás Amador, C/. San Agustín, esquina Los Álamos.
José Barrios, Ci. El Pino, núm. 22.
Daniel Cabrera, Ci. Bencomo, esquina Núñez de la Peña.
2 1. Barberías
Ramón Pérez, CI. Herradores, núm. 5 1.
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Julio Antonio Yanes Mesa El Porvenir Agrícolu de Cunuriu.s 11901): Exponente periodístico.
Santiago Guerra, C!. San Agustín, núm. 39.
Juan Rojas, Ci. La Carrera, núm. 55.
Francisco Rojas, Plaza de la Catedral, núm. 2.
22. Zapaterías
Ramón Núñez, Plaza de San Francisco.
Cristóbal González Pérez, C!. Los Álamos, núm. 69.
José Suárez, Plaza de la Catedral, núm. 6.
Domingo Rodríguez, C!. Juan de Vera, esquina San Agustín.
Juan Rodríguez, C/. Juan de Vera, núm. 16.
Julián Martín Mirabal, Plaza de la Concepción, núm. l .
Juan Sabina, Ci. Herradores, núm. 69.
23. Sombrerías
José Pérez, C!. Herradores, esquina San Juan.
24. Ferreterías
Francisco García, Ci. San Juan, núm 4.
Tomás Guillermo Morales, C/. Los Alamos, núm. 3.
25. Herrerías
Manuel Arbelo, Ci. Herradores, núm. 32.
26. Alfarerías
Sixto Martín Mirabal, C!. Chávez.
27. Cererías (trabajo de la cera)
Antonio Tarife Romano, CI. La Caza, núm. 26.
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