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Las Palmas de Gran Canaria a fines del siglo m: Las tendencias deunográficas de la ciudad postindustrial LA REESTRUCTURACI~ND E LAS RELACIONES SOCIO-ESPACIALES EN LA ETAPA POST-INDUSTRIAL La dicotomía rural-urbano ha perdido ya casi toda su vigencia en los países con sociedades y territorios muy urbanizados; los desplazamientos interurbanos en busca de nuevos empleos adquieren hoy una renovada di-mensión, en correspondencia con las estrategias de un capitalismo avan-zado. Los mecanismos del libre mercado se convierten en un medio esen-cial de interacción social, con una reestructuración de las relaciones socio-espaciales que originan nuevas pautas de movilidad. Por ello, junto a los interurbanos, los movimientos periurbanos o suburbanos así como los pendulares o habituales, que provocan los procesos de descentraliza-ción, adquieren una gran envergadura. Por otra parte, su significado económico y social es extraordinario así como los problemas de planificación local, regional y nacional que plan-tea este tipo de migraciones. En síntesis, a fines de nuestro siglo, a pesar de la creciente importancia de las migraciones internacionales, es mayor la intensidad que ha adquirido la movilidad interna, un elemento consus-tancial al proceso de modernización de las sociedades. En este sentido, se cumplen las previsiones de Zelinsky, que relacionó tempranamente la mo-vilidad espacial y las migraciones intra e interurbanas con las pautas de evolución propias de la transición demográfica de las poblaciones. Boletín Millares Carlo, núm. 16. Centro Asociado UNED. Las Palmas de Gran Canaria, 1998 Una forma adecuada de medir este tipo de movimientos, que resultan normalmente de la disociación de los lugares de residencia y de los Iiiga-res de trabajo, nos lo ofrece la "job ratio" o "índice de capacidad de ocu-pación". Éste nos permite advertir la existencia de distintos gnipos de rni-grantes. Una primera categoría estaría integrada por aquéllos que piefieren trasladar su residencia a zonas situadas a gran distancia de sus lugares de trabajo en función de las mejores condiciones medio-ambientales que les ofrecen esas áreas residenciales. Un segundo grupo estaría formado por los jóvenes migrantes, nor-malmente parejas de recién casados, que trasladan su residencia porque la vivienda es más barata en el extrarradio de las ciudades o en los pue-blos de la periferia. En tercer lugar, podríamos clasificar a las personas que, estando pró-ximas a la edad de jubilación, adquieren una casa en el campo o en las zo-nas de costa y se establecen definitivamente en ella, para anticiparse al momento en que van a poder disfrutarla más, cuando alcancen esa jubi-lación. En una cuarta categoría situaríamos a aquéllos que se trasladan por la falta de oportunidades laborales de su localidad de residencia. Algunos lo hacen de forma definitiva y otros sólo temporalmente. Finalmente, la modalidad que se ha denominado "contramigración" nos permitiría analizar las tendencias de un tipo de movilidad pendular que practican aquellos que residen en el centro de la ciudad y que han de desplazarse a causa de la descentralización laboral a las nuevas áreas de expansión periférica. Esto ha llevado a muchos de estos "contramigr-an-tes", con medios económicos para hacerlo, a abandonar su antigua vi-vienda, es decir, que el desplazamiento por razones de trabajo antecede al desplazamiento residencial, en este caso. Desde 1960 la mayoría de las ciudades centrales americanas ha pcrdi-do población y muchas de estas pérdidas son el resultado de la emigración de familias, principalmente blancas, con niveles de renta medios y altos. Sin embargo, los que tienen una menor posición socio-económica se han visto obligados a permanecer en los distritos urbanos del interior de la ciudad y, por ello, en Estados Unidos, las viejas ciudades, que se desa-rrollaron en el siglo XIX y en las primeras décadas del xx, alojan hoy a un mayor número de negro-americanos y de hispanos que las áreas subur-biales. En Detroit en 1980 los negro-americanos representaban el 63 por ciento de la población de la ciudad, el 55 por ciento en Baltimore, ... Por otra parte, las personas de edad avanzada, con una menor capacidad pa-ra afrontar cambios en sus hábitos y costumbres y con un mayor sentido del arraigo con respecto a aquellos lugares donde han permanecido du- Las Palmas de Gran Canaria a fines del siglo m... 159 rante muchos años, no suelen protagonizar este tipo de migración hacia las áreas suburbiales, lo que supone un proceso añadido de envejeci-miento para las ciudades. En otro orden de cosas, también se puede defender que en los países desarrollados, tanto en los europeos, como en Norteamérica, la atracción que ejercen los distritos urbanos centrales para los inmigrantes extranje-ros es extraordinaria ya que en ellos encuentran mayores posibilidades de integración, tanto por razones de carácter laboral como por la propia idio-sincrasia de la ciudad, un espacio socialmente heterogéneo. Es decir, en conjunto, los procesos mencionados han dado lugar a una segregación re-sidencial que, a su vez, implica un gran número de problemas. El traslado de residencia a las áreas periféricas por parte de la clase medio-alta de las ciudades supone una reducción de los ingresos urbanos en concepto de distinto tipo de impuestos. En consecuencia, éstas se con-vierten en espacios pobres y envejecidos que demandan un elevado nivel de equipamientos sociales que, al mismo tiempo, no pueden alcanzar, da-da la reducción en la recaudación de tributos. Además, los "contrami-grantes" siguen utilizando servicios urbanos como autopistas, museos, ga-lerías de arte, campos de golf, ... pues muchas de las actividades de ocio siguen ligadas al entorno urbano y todo ello dificulta aún más las tareas de planificación y gestión urbanas. LOS PROCESOS DE DESINDUSTRIALIZACI~N Y DE DESREGULACIÓNL ABORAL La desindustrialización de los países occidentales, que ha destruido empleo en los sectores de la minería y de la industria pesada y que ha creado una gran cantidad de trabajos en el sector terciario, produce unas nuevas tendencias en la movilidad de carácter laboral. Las situaciones de crisis económica han forzado a una profunda reestructuración en las em-presas, que han transformado tanto su manera de producir y su organi-zación, como el sistema de relaciones laborales vigente, las cadenas de vínculos interempresariales, las pautas de localización, ... En esta situa-ción, la industrialización difusa, la creciente segmentación de los proce-sos de fabricación en fases, la mejora del transporte y de las comunica-ciones, la formación de grandes ámbitos supranacionales, ... han otorgado prioridad a "las virtudes del mercado" como medio para lograr los ajustes productivos (un signo evidente del éxito del pensamiento neoliberal). Por ello, asistimos a una progresiva desregulación o flexibilización del merca-do del trabajo, que influye decididamente en nuevas pautas de movilidad, la de los desplazamientos por razones laborales, en las que también jue-gan un papel decisivo los avances de los medios de circulación. 160 Josefina Domínguez Mujica La descentralización de la residencia ha ido pareja, en estos últimos años, a una descentralización de un empleo que abandona sus antiguos establecimientos y escoge nuevos emplazamientos donde se reagrupa jun-to a las grandes arterias de comunicación, en áreas poco congestionadas, rodeadas de amplias zonas verdes. Desde los años ochenta, en el modelo territorial de los países-centro aparecen espacios innovadores en marcos naturales muy atractivos, con centros de investigación universitaria o ins-titutos de las mismas empresas, bien comunicados y con una estructura empresarial capitalista en donde el papel de las centrales sindicales es po-co importante. Un buen ejemplo de ello es el de la Route 128 de Boston, también llamada "Carretera Tecnológica", o el de la Interstate 495 a la que, por su atractivo para las industrias electrónicas, se le ha denomina-do "El penmetro de platino". En su conjunto, el ejemplo más notorio de espacio innovador es el Silicon Valley californiano. - Esta tendencia es paralela a la de ¡a pérdida de empleo en el sector ma-nufacturero, particularmente en el textil, y, fundamentalmente, en la in-dustria siderúrgica, los pilares de la industrialización. El declive de este ti-po de fábricas es proporcional a la magnitud del crecimiento de las indutrias de alta tecnología, el de la electrónica, óptica, farmacéutica, in-formática, ... actividades todas ellas de la llamada 1 + D, así como al de las llamadas industrias de servicios: educación, atención sanitaria, adminis-tración,. . . En Estados Unidos, por ejemplo, los notables incrementos demográfi-cos de los estados de California, Texas y Florida de la década de los ochen-ta, se debieron, fundamentalmente, a la expansión de la industria de alta tecnología y de la industria de servicios de las áreas metropolitanas del lla-mado "Sunbelt", que han atraído recientemente importantes contingentes de inmigración. En Inglaterra, las décadas de los setenta y de los ochenta han estado marcadas por una importante contracción de los niveles medio y alto del sistema urbano, a consecuencia de la emigración. Por oposición, más allá de las conurbaciones y de las mayores ciudades, han crecido, de forma destacada, los núcleos medios del Sur y Este del país, en lo que se ha lla-mado el "rush Southwards" (la embestida hacia el Sur). Estos procesos migratorios han sido particularmente notorios en lo que respecta a los grupos más jóvenes y a los más expertos y han dejado atrás a los más an-cianos, a los menos capacitados y a los desempleados. Estas modificaciones en la distribución de la población son una res-puesta a los cambios en la estructura económica. Las industrias de sewi-cios, la banca, los seguros y las grandes corporaciones están menos ata-das a los grandes centros urbanos. Las actividades productivas pueden distribuirse con gran flexibilidad en las ciudades de tipo medio e incluso Las Palmas de Gran Canaria a fines de2 siglo m... 161 en el medio rural, puesto que la nueva tecnología permite coordinar los procesos productivos y, por consiguiente, que éstos se diseminen en el es-pacio para luego ser montados en regiones próximas a los centros de con-sumo. Esto produce una desurbanización que explica que sólo entre 1983 y 1987 creciera el empleo industrial en la Inglaterra Oriental un 21 por ciento y el empleo en la industria de servicios un 25 por ciento, los más al-tos índices de crecimiento del empleo de toda Inglaterra. Paralelamente, en esta zona la población aumentó en la década de los setenta y de los ochenta más de un 11 por ciento, frente al declive demográfico de las áre-as urbanas consolidadas en otras zonas del país: Liverpool, Manchester y el Londres exterior. La primera perdió 90.000 habitantes entre 1971 y 198 1 (un 17 por ciento), la segunda 100.000 personas (un 16 por ciento) y la periferia londinense 22 1 .O00 individuos o, lo que es lo mismo, un 5 por ciento de su población. Por último, en este segundo punto, nos parece interesante referimos, si quiera brevemente, a las nuevas tendencias que se apuntan con la ex-pansión del teletrabajo y de los teleservicios. Es probable que este tipo de relación con la actividad laboral y con el consumo reduzca o haga variar, en un futuro próximo, muchas de las pautas de movilidad. En todo caso, se incrementará la importancia del lugar de residencia escogido y el des-plazamiento rodado competirá con la trasmisión de información de las re-des telemáticas. La formación de los hogares electrónicos puede provocar, en un futuro inmediato, un aislamiento, un repliegue familiar, lo que Cas-tells ha denominado la "bunkerización del hogar". EL FEN~MENOD E LA SUBURBANIZACIÓYN DE OTROS PROCESOS DE URBANIZACI~N La suburbanización se manifiesta como un proceso de urbanización del campo en tanto que supone una ocupación y modificación del espacio rural por funciones urbanas promovidas por los habitantes de la ciudad. Consiste normalmente en la parcelación de suelo rústico mediante un ti-po de urbanización de viviendas unifamiliares aisladas, con jardín y de ti-pología arquitectónica diversa en función de las preferencias de cada tipo de consumidor. Desde muy antiguo, los espacios periféricos de la ciudad han sido uti-lizados con fines residenciales, si bien con un alcance muy limitado (villas romanas, almunias árabes, ...) Sin embargo, a partir de la segunda mitad del siglo m, en algunas ciudades europeas y, particularmente, en las in-glesas, se crearon colonias de urbanización, organizadas por medio de viviendas provistas de jardín y zonas verdes. Este tipo de iniciativas, así 162 Josefina Domínguez Mujica como los "garden suburbs", destinados a dar alojamiento a la clase traba-jadora, de acuerdo con la formulación de la teoría de la ciudad-jardín de Howard, se presentan como una alternativa a la ciudad industrial, en la búsqueda de un mayor contacto con la naturaleza. Este modelo de asentamiento se generaliza en el periodo de entregue-rras en gran parte de las ciudades europeas y en Estados Unidos. Es la eta-pa en que la urbanización trata de atender a la demanda de la burguesía con respecto a este tipo de edificaciones. Algo semejante sucede también a partir de los años sesenta, cuando esta forma de hábitat residencial se pro-mueve de forma masiva en los alrededores de la ciudad, en un momento en el que el uso indiscriminado del transporte privado, el desarrollo de las comunicaciones y la propia estrategia de los constructores extienden una buena parte del tejido urbano con este tipo de urbanizaciones perimetra-les de baja densidad. Este proceso ha dado lugar a que, en la actualidad, en amplias áreas de los países desarrollados no haya una clara separación en-tre campo y ciudad. En muchas zonas rurales el paisaje es lo único verda-deramente rural. Por ello, se pueden estudiar estas áreas de transición en-tre el campo y la ciudad en términos de ciudad y de sus hinterlands de atracción migratoria, tal y como se ha propuesto en Estados Unidos con el término de "daily urban system". En Inglaterra y Gales, por el contrario, han preferido el término de megalópolis para designar una amplia región de ciudades y de sus hinterlads de atracción que se alarga desde la Ingla-terra del Sureste a través de los Middlands hasta los núcleos industriales de Lancashire y de Yorkshire occidental. Tal región, es una región urbana en sentido funcional, pues muchas de las zonas que, a primera vista, pare-cen rurales actúan como barrios residenciales de la población urbana. Por otra parte, la suburbanización ha ido pareja al crecimiento de una serie de ciudades medias y pequeñas que quedan dentro de la órbita de in-fluencia de la expansión urbana, hasta tal extremo que una de las carac-terísticas más relevantes de la urbanización de los países desarrollados, en estos últimos años, es la del equilibrio de la red de asentamientos. Nos re-ferimos a la maduración del proceso de urbanización, es decir, a unos ni-veles de urbanización homogéneos y generalizados. Así, por ejemplo, en el Reino Unido y en Alemania Federal, entre 1960 y 1980, la mayor parte de las áreas metropolitanas perdió población y, simultáneamente, au-mentó el número de personas en las ciudades de menos de 50.000 habi-tantes. En la década de los setenta, en las grandes ciudades de Estados Unidos, por cada 100 inmigrantes se podían calcular 13 1 emigrantes. Es-tas cifras reflejan la profunda diferencia que se establece entre las pautas de las migraciones internas en este tipo de países y las que caracterizan a los procesos de concentración urbana de los países en desarrollo. Además, en los países desarrollados en las últimas décadas de nuestro siglo, no só- Las Palmas de Gran Canaria a fines del siglo m... 163 lo se registran movimientos migratorios desde las ciudades al área subur-bial sino también desde esta última hacia pueblos y pequeñas ciudades que quedan más allá del continuum urbano. En general, se asiste a una descentralización de la población, también llamada contraurbanización, que, a largo plazo, también favorece la descentralización del empleo. Los procesos descritos se ven reforzados, con frecuencia, por otro ti-po de procesos migratorios en los que son protagonistas las personas que se desplazan atraídas por la búsqueda del ocio y del recreo. Este es el fe-nómeno que explica la importancia que ha adquirido la urbanización de áreas climáticamente privilegiadas, particularmente, en zonas próximas a la costa. Ya, por último, hemos de resaltar la íntima relación que se establece entre las tendencias migratorias y las perspectivas de los procesos de ur-banización. En la década de los ochenta y en los primeros noventa, algu-nos analistas han percibido una modificación en las pautas que hemos ve-nido describiendo. Consideran que el declive demográfico de las grandes ciudades ha tocado fondo y que muchas de las actuaciones urbanas que se han puesto en marcha para revitalizar el centro urbano o para promo-cionar la rehabilitación de edificios esconden un nuevo mensaje, el de las oportunidades sociales, culturales y de empleo que encierra la ciudad de los noventa. La imagen del joven ejecutivo urbano que vive en un aparta-mento- almacén readaptado resume el atractivo que encierra esta nueva actitud, cuya repercusión en las pautas migratorias es aún difícil de eva-luar. En este mismo sentido, recordamos que la propaganda de una em-presa inmobiliaria que vendía oficinas en uno de los edificios de la recu-perada área de los Docklands (el frente fluvial rehabilitado de una de las zonas más degradas del Támesis) consistía en ofrecer la posibilidad de practicar "surfing" en el no a aquellos "juppies" que trabajaran en dichas oficinas. A este proceso se le ha denominado "gentrificación". LAS MIGRACIONES INTERIORES EN EL MARCO DE LA PLANIFICACIÓN Y DE LAS POLÍTICAS URBANAS Durante mucho tiempo, la modificación de las pautas migratorias in-teriores ha estado relacionada con el control del crecimiento urbano de las grandes ciudades. Las recomendaciones de expertos como Demko y Fuchs (1981) acerca de los programas de redistribución de la población insisten en la necesidad de una mayor integración entre las políticas de planificación espacial de la población y de la economía; una valoración más meditada de los efectos espaciales de las políticas macroeconómicas y sectoriales; y un mejor conocimiento de las actitudes y del comporta- 164 Josefina Domínguez Mujica miento de los emigrantes para poder valorar de manera adecuada sus de-seos y aspiraciones. Por tanto, no podemos olvidar la responsabilidad de las políticas urba-nas en las nuevas tendencias de las migraciones interiores de los países de-sarrollados. A partir de los años sesenta, en aquéllos con procesos de urba-nización más avanzados, las programas territoriales han dirigido sus objetivos a los asentamientos de tamaño medio, en los que se buscan las po-sibilidades de reequilibrio espacial, al considerarlos como polos de atrac-ción capaces de ayudar a la desconcentración de las aglomeraciones exce-sivamente grandes. Además, se ve en ellos un modelo de ciudad mucho más humanizado y, por tanto, con una oferta de modo de vida de mayor calidad. También hay que valorar, en este apartado, la estrategia de las grandes empresas, de los promotores urbanos y de los propios rectores de las ciu-dades cuando planifican los nuevos usos de suelo y la dotación de equi-pamientos e infraestructuras, así como las políticas que, emprendidas por gobiernos de distinta orientación, han tratado de lograr una armoniza-ción en el crecimiento económico y demográfico de los grandes conjuntos de organización regional. La diversidad de actuaciones que, en materia de planificación urbana, han adoptado los países occidentales, así como la creciente importancia que adquiere la estrategia de las empresas en la organización espacial de la etapa postfordista, nos obliga a presentar algunos de estos ejemplos de planificación, con repercusiones definitivas en la movilidad interior. El Reino Unido es uno de los países de Europa Occidental donde se pu-so en práctica más tempranamente el planeamiento urbano y es, por ello, por lo que alcanzó un gran desarrollo. Fueron particularmente importantes las actuaciones emprendidas tras la Segunda Guerra Mundial, cuando se adoptaron medidas para evitar el crecimiento de las grandes ciudades con la creación de "nuevas ciudades", como consecuencia del informe Reith de 1945 y de la New Towns Act de 1946. Siguiendo esta política, entre esta úl-tima fecha y 1975, se construyeron más de veinte núcleos de este tipo en las inmediaciones de las grandes urbes congestionadas para que albergaran a una población comprendida entre los 20.000 y los 60.000 habitantes. Con la creación de estas nuevas áreas se emprendió también una po-lítica de descentralización en materia de planeamiento. Tras la puesta en funcionamiento del Ministerio para asuntos de Planeamiento Urbano y Rural, se intentó que este nuevo Organismo asumiera las complejas com-petencias que intervienen en la ordenación del territorio (vivienda, indus-tria, transporte, ...) y que, anteriormente, habían constituido la responsa-bilidad de los Ministerios de Salud, de Industria, de Medio-Ambiente, etc., así como el que se le confiriera un nuevo papel a las distintas institucio-nes locales, cuya participación en la planificación se estimó definitiva. Las Palmas de Gran Canaria a fines del siglo m... 165 Sin embargo, en estos últimos años se ha relajado la intervención de estas administraciones y de otros estamentos políticos en la ordenación del territorio, pues se han dejado muchas de estas funciones en manos de los intereses del sector privado, al mismo tiempo que se ha puesto en marcha un proceso de centralización que frena las bases democráticas del modélico sistema británico de planeamiento. Tras la Segunda Guerra Mundial, en Estados Unidos, jugó también un gran papel la política del Estado invirtiendo masivamente en carreteras y concediendo grandes créditos para edificar vivienda suburbial a escala industrial. Asimismo el enriquecimiento general de la población en ese país hizo posible la difusión del automóvil, de la misma manera que las facilidades de crédito para adquirir viviendas y el precio barato de la ga-solina contribuyeron a que los norteamericanos abandonasen las grandes ciudades y se trasladaran a vivir a los suburbios (suburban retirement-vi-llage). Fue tal la importancia del proceso de suburbanización que tuvo lu-gar desde aquella fecha, que se transformó profundamente el sistema ur-bano y cambió el paisaje, la función y el espacio social de estas áreas suburbiales, pues a la descentralización residencial se sumó la descentra-lización de la industria y el desarrollo del comercio en este tipo de urba-nizaciones, de forma que si, inicialmente, los residentes en el suburbio re-alizaban desplazamientos diarios para trasladarse al C.B.D., en la actualidad, un 80 por ciento de estos trabajadores se desplazan dentro de la propia área suburbana. LAS MIGRACIONES INTERIORES Y LA CIUDAD POSTINDUSTRIAL EN ESPAÑA En el panorama de las migraciones interiores en España, en estos ú1- timos años, se advierten muchos de los comportamientos ya descritos pues, desde fines de la década de los setenta, en plena crisis económica, se insinúan algunos de los cambios de signo operados en las corrientes migratorias interiores, alternándose las tendencias mantenidas hasta en-tonces, las del éxodo campo-ciudad o, lo que es lo mismo, las que tienen lugar entre las áreas de especialización agraria y los grandes focos de in-dustrialización o de especialización terciaria, con movimientos de menor envergadura y con cambios importantes en las direcciones. Ya en la década de los ochenta se afirma que asistimos a una "recon-versión territorial", nacida de la crisis económica; crisis, que contribuye a corregir, aunque sea de forma tímida, los fuertes desequilibrios anterio-res. Es decir, que se produce una minoración en las corrientes tradiciona-les y un incremento de los movimientos de retorno. 166 Josefina Dornínguez Mujica En la década de los noventa, una evaluación superficial nos permite afirmar que las corrientes de retorno no han sido tan importantes, si bien es cierto que han contribuido a hacer más complejo el panorama de la movilidad interior, de forma que en los últimos años se advierte un mayor reparto de los valores positivos, es decir, de los focos de atracción inmi-gratoria. Paralelamente a estos cambios de orientación, se presta una mayor atención en los Censos de Población a las migraciones interiores, particu-larmente en el de 1991, en el que se informa además de los datos del lu-gar de nacimiento/lugar de residencia, de la residencia diez años atrás, cinco años atrás, un año atrás y de la estructura sociodemográfica de es-tos migrantes interiores. Con los datos que nos brindan, si se considera el criterio del recuento de población que en un año determinado vive en una provincia distinta a la de su lugar de nacimiento, resultan claramente definidas las áreas de atracción histórica y reciente: las provincias litorales, la Comunidad de Madrid, el espacio que se extiende por la diagonal que cruza el valle del Ebro y la Andalucía Occidental, de manera que Cataluña, Madrid, la Co-munidad Valenciana y el País Vasco seguían liderando, a principios de los noventa, la clasificación de las áreas con mayor volumen de inmigrantes extrarregionales. Sin embargo, a estas Comunidades habría que sumar los saldos migratorios positivos que registran a fines de los ochenta, también, Canarias, Baleares, Murcia, Navarra y la Rioja, mientras que en el caso del País Vasco hay que hacer notar la importancia creciente que adquieren los saldos negativos. Junto a esta valoración de conjunto de las grandes áreas, es conve-niente destacar que las corrientes migratorias interprovinciales, propias de nuestro pasado inmediato, han dejado paso a los movimientos intra-regionales e intraprovinciales, sobre todo, en las Comunidades y provin-cias con mayor nivel de urbanización y de desarrollo económico, de for-ma que en ellas los movimientos internos representan una elevadísima proporción de la movilidad total. Tales son los casos de Madrid y Barce-lona o de aquellas otras provincias con redes urbanas de una cierta com-plejidad, en las que se da una relativa diversificación espacial de las ofer-tas de empleo y de servicios. En este mismo sentido, conviene considerar los movimientos que se producen entre algunas Comunidades vecinas, por ejemplo, entre Cataluña, Aragón y la Comunidad Valenciana o entre País Vasco, Navarra y La Rioja. La interpretación que nos merecen estos datos está directamente rela-cionada con un incremento de la movilidad a causa de motivaciones de carácter económico propias de una sociedad postindustrial y de otras mo-tivaciones que tienen que ver con cambios en la residencia, ya se deban Las Palmas de Gran Canaria a fines del siglo m... 167 éstos a razones de carácter medioambiental o a las vinculadas a los pro-cesos de periurbanización. Simultáneamente a la intensificación de estas migraciones de corta distancia, han variado las características de las per-sonas desplazadas. Además de emigrar las personas más jóvenes y solte-ras, adquieren un peso creciente los adultos-jóvenes, los casados y, por ac-tividades, ganan abrumadoramente los trabajadores del sector terciario. Cuanto mayor es el tamaño de los núcleos urbanos y más alto el nivel de vida, más intensa es la movilidad. Por ello, afectaron a más de la mitad de la población en Vizcaya, Barcelona, Gerona, Álava y Madrid, en el perío-do de 1975-1986. Por oposición, la menor movilidad intermunicipal se suele corresponder con las provincias más ruralizadas, las de menor ren-ta y las fuertemente emigratorias. Como no nos ha sido posible disponer de estudios concretos acerca de la estrecha relación que existe entre las nuevas pautas de la movilidad y las características del espacio postindustrial, presentamos, a conti-nuación, algunos de los cambios más notables en la estructura producti-va española que, desde nuestra perspectiva, pueden justificar la nueva orientación de los flujos migratorios internos, circunstancia que queda por demostrar. a) La descentralización industrial. Las áreas rurales y los espacios metropolitanos La crisis de la economía española de fines de los setenta y primeros ochenta llevó a muchos geógrafos a percibir un cambio de tendencia en la atonía y el abandono que caracterizaron las áreas rurales españolas de las décadas precedentes. Algunos advirtieron una cierta recuperación de su pulso demográfico e incluso la expansión de actividades no agrarias que interpretaron como resultado del agotamiento sufrido por el modelo de sociedad industrial que, hasta ese momento, había sumido al campo en una aguda y prolongada crisis. Reflexiones posteriores han llevado a advertir que la descentralización productiva que ha afectado a las áreas rurales ha sido limitada, a pesar de algunas excepciones notables como la de la Comunidad Valenciana. Los espacios rurales presentan una estructura productiva bastante homogé-nea, con el predominio de pequeñas unidades poco capitalizadas, con for-mas de contratación muchas veces precarias, con escasa división interna del trabajo y baja cualificación de los empleados; por ello, una buena par-te de la industrialización rural no rompe los vínculos de dependencia con el mundo urbano, sino que los reviste de nuevas formas. 168 Joseflna Domínguez Mujica Por oposición, la desindustrialización urbano-metropolitana, que fue considerada un fenómeno inexorable en los ochenta, hoy aparece seria-mente cuestionada y son muchos los geógrafos que hablan de una revita-lización industrial de las grandes urbes. En un plano meramente cuanti-tativo, a fines de los ochenta, se invirtió la tendencia a la pérdida de empleos industriales en las áreas metropolitanas, si bien, se advirtió una tendencia a la difusión de actividades que excede los límites de los espa-cios urbanos. Por otra parte, desde un punto de vista cualitativo, adverti-mos que en las ciudades tienden a concentrarse las actividades y las em-presas más innovadoras, no sólo por el tipo de productos que ofrecen, sino también por el grado de racionalización y por la eficacia productiva que muestran. En la gran ciudad y en su entorno inmediato se refuerza hoy la presencia de aquellas actividades y tareas intensivas en capital y co-nocimientos que generan mayor valor añadido, que tienen mercados en expansión y que se asocian con empleos más cualificados y mejor remu-nerados, en un claro proceso de terciarización de la industria. b) Los sewicios en el territorio En estos últimos años se ha producido un fuerte avance del sector ter-ciario. Sin embargo, esta tendencia es mucho más destacada en aquellas Comunidades especializadas en la recepción del turismo o en algunas de las regiones que conforman los centros rectores del país. Por lo que respecta a las primeras, se produce un notable crecimiento intercensal de los municipios afectados, gracias a intensos procesos de in-migración. Desde esta perspectiva, la de la incidencia demográfica que origina el desarrollo turístico, conviene destacar la coexistencia de dos im-portantes flujos. Por una parte, el de la población menos cualificada, pro-cedente de regiones más atrasadas, que acude atraída por motivos de ca-rácter laboral y que se emplea en el sector servicios y en la construcción y, por otra, el de los que acuden por motivos de ocio, terapéuticos e in-cluso empresariales, entre los que tienen una importante participación los extranjeros y que constituyen, predominantemente, una población de adultos-ancianos. Finalmente, conviene considerar que el desarrollo económico de los municipios afectados por la especialización turística desborda sus límites, es decir, genera un proceso de difusión territorial, de forma que el merca-do del trabajo se extiende cada vez más hacia el interior, articulando un sistema de espacios complementarios respecto al litoral, en los que proli-fera un tipo de actividades anexas a las de la especialización turística y en los que los inmigrados fijan con frecuencia su residencia. Las Palmas de Gran Canaria a fines del siglo m... c) La ciudad postindustrial La ciudad española actual se muestra como un espacio particular-mente complejo y heterogéneo. En ningún otro lugar, el legado histórico y la dinámica actual se funden con tanta intensidad y ello se refleja en un paisaje urbano donde la movilidad de personas, bienes, información y ca-pital alcanza su más alto grado. En la segunda mitad de los años setenta se hizo patente la crisis del modelo productivo vigente en décadas anteriores. Esta crisis urbana rom-pió las pautas del crecimiento ininterrumpido que había caracterizado a las grandes ciudades y a las aglomeraciones metropolitanas hasta ese mo-mento y le otorgó un mayor protagonismo a las ciudades medias, peque-ñas e incluso a ciertas áreas rurales. Por otro lado, la creciente conciencia de un "malestar urbano" derivado de la acumulación de problemas here-dados (congestión, déficit de viviendas, segregación interna, inseguridad, etc.) con otros nuevos (desempleo, inmigración ilegal, etc.) hizo también disminuir el valor otorgado a la imagen de la gran urbe en la percepción colectiva, revitalizando las propuestas desurbanizadoras entre amplias ca-pas de la población. A partir de 1985, en cambio, la recuperación del pulso económico en la mayona de las ciudades supuso un cambio drástico, que se manifestó en los problemas asociados a la producción del espacio urbano y en la propia transformación de la morfología urbana. Desde esta última pers-pectiva destacan las operaciones de reforma interior acometidas para re-habilitar y revalorizar determinados espacios afectados por graves pro-blemas de obsolescencia y abandono, en particular áreas industriales, ferroviarias o portuarias. De entre estas actuaciones tienen un carácter emblemático las de la Villa Icaria en el área industrial del Poble Nou, con la recuperación del frente litoral de Barcelona, las actuaciones realizadas en la margen del Guadalquivir en Sevilla, el proyecto Ría 2000 de Bilbao ... Como contrapunto, el deseo de un número creciente de familias con ingresos medios o altos de buscar espacios residenciales de baja densidad y mayor contacto con la naturaleza, junto a la necesidad de quienes no pueden acceder a una vivienda en el interior de la ciudad por su alto pre-cio, han contribuido a acelerar los movimientos centrífugos en dirección a los espacios suburbanos y periurbanos. En el primer caso, el hecho más llamativo es, sin duda, la importancia adquirida por la vivienda unifami-liar, aislada, adosada o pareada, como forma de promoción dominante, acompañada con frecuencia por la instalación de grandes superficies co-merciales y de equipamientos suburbanos. En el segundo, la pervivencia de grandes promociones inmobiliarias de baja calidad, tanto en las peri-ferias urbanas como, cada vez más, en algunos núcleos rurales del entor- 170 Josefina Domínguez Mujica no. En ambos casos, se producen grandes repercusiones en la movilidad de la población, fundamentalmente, en las migraciones diarias residen-cia- trabajo, lo que a su vez supone un aumento del transporte público y privado con la consecuente congestión de tráfico y la necesidad de rutas alternativas de desplazamiento. Finalmente, también conviene considerar que la movilidad interior que supone fijar la residencia en estas nuevas zonas de expansión lleva aparejado un proceso de difusión de la urbanización que hace cada vez más difícil diferenciar, en determinadas áreas, el tránsito entre los espa-cios rurales y los espacios urbanos. LAS MIGRACIONES INTERIORES Y LA CIUDAD DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA En la reciente evolución urbana de Las Palmas de Gran Canaria po-dernos distinguir dos grandes períodos, uno de ellos, el comprendido en-tre 1960 y 1975, en el que se incrementa la atracción inmigratoria de la urbe más dinámica del Archipiélago y el que se desarrolla a partir de esta fecha,que identificamos como el de "la ciudad de la crisis". Evolución de la población de derecho de Las Palmas de Gran Canaria Las Palmas de Gran Canaria a fines del siglo m... 171 Es prematuro afirmar que a partir de la década de los noventa puedan apreciarse otros signos de evolución; sin embargo, no descartamos que se realice un análisis de este tipo más adelante, con una mayor perspectiva temporal. a) La ciudad del "desarrollismo" En el primer período se refuerzan algunas de las tendencias históricas que caracterizaban ya a la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Por ejemplo, hacia 1945 se concentraba en ella el 45 por ciento de la pobla-ción insular, aproximadamente unos 140.000 habitantes, número tan con-siderable gracias a los procesos de inmigración intrainsular e interinsular que habían venido afectándola desde fines del siglo pasado, en el mo-mento en que el desarrollo del Puerto de la Luz y las inversiones extran-jeras comienzan a jugar el mismo papel que la incipiente industrializa-ción en otras ciudades españolas. Simultáneamente, desde el punto de vista del tejido urbano, a fines de la década de los años cuarenta se desarrollan las iniciativas urbanizado-ras de los barrios de Schamman y Escaleritas en la Ciudad Alta, barrios que suponen el punto de partida de la expansión «en mancha de aceiten hacia el interior insular. Valor porcentual de la población de Las Palmas de Gran Canaria sobre el total provincial 172 Josefina Domínguez Mujica La ciudad de los sesenta se constituye como un nuevo organismo a partir de un crecimiento poblacional sin precedentes, que desborda todas las previsiones, (entre 1950 y 1975 la población de Las Palmas de Gran Canaria se multiplica por 2,28) y gracias a la invasión de nuevos espacios que adquieren un fuerte valor de cambio en el mercado. Ha comenzado una etapa constructiva que genera grandes beneficios inmobiliarios. De forma paralela, se consolida una gran gama de actividades económicas: el desarrollo turístico de la playa de Las Canteras y del barrio de Santa Ca-talina, la actividad portuaria, comercial, pesquera e industrial del Puerto de La Luz, servicios de exportación o de aprovisionamiento y distribución de productos, el mercado de la vivienda y, por tanto, de la construcción ... En sólo 30 años (1945-1975) la ciudad adquiere un ritmo de incremento en la urbanización de casi 50 Has./año, un incremento anual de población de 7.01 1 personaslaño y una fuerte densidad de edificación. Tasas de incremento intercensal de la población de Las Palmas de Gran Canaria Las Palmas de Gran Canaria a fines del siglo m... 173 Todo esto se explica porque desde 1960 Las Palmas de Gran Canaria venía recibiendo una auténtica oleada inmigratoria. A esta avalancha con-tribuyeron dos situaciones contrapuestas: por una parte, la crisis del cam-po, con el abandono de las tierras de cultivo y, por otra, el aumento de la atracción de la ciudad a consecuencia del crecimiento turístico, del desa-rrollo portuario y de la creciente concentración de funciones en la capital. El resultado es que en 1975 uno de cada tres habitantes de Las Palmas de Gran Canaria no había nacido en el municipio. Los episodios constructivos más destacados de esta etapa en la propia ciudad baja son los de edificación de solares de la Avenida de Mesa y Ló-pez y el inicio de las obras de la Avenida Marítima del Norte y aledaños. De esta forma, y a excepción de algunos sectores, en dicha zona baja se consolidan las funciones de las áreas de negocios y, en general, las de una ciudad residencial de clases pudientes, y las de una ciudad administrati-va, cultural ..., en un claro proceso de centralización urbana. En la periferia, las iniciativas pública y privada promueven, a través de entidades oficiales y de organismos financieros, polígonos de viviendas baratas: Rehoyas, Arapiles, Chumberas, La Paterna, Miller, Parque Atlán-tico, Cruz de Piedra ... en la zona alta; Casablanca, Tres Palmas, Zárate, Hoya de la Plata, Pedro Hidalgo, El Lasso, en el llamado «Cono Sur», etc. Además, en los espacios limítrofes, cambia el uso del terreno que de tener una funcionalidad eminentemente agrícola se convierte en un área dis-continua y plurifuncional, puesto que pasa a ser el suelo disponible para el crecimiento demográfico y para el proceso urbanístico relacionado con él. Por ello, surgen en la periferia barrios marginales de autoconstrucción como Los Giles, Las Coloradas, Almatriche.. . , zonas industriales como Miller industrial, Las Torres, El Cebadal ... y se promueven urbanizaciones residenciales para clases pudientes: Marzagán, Los Hoyos, ... En suma, se desarrolla una periurbanización carente de organización, infradotada desde el punto de vista de las vías de comunicación y de otra serie de ser-vicios, que discrimina socialmente a la población de acuerdo con los dife-renciados usos residenciales del suelo y que contribuye a degradar las condiciones del frágil equilibrio ecológico de las áreas limítrofes y del pro-pio ecosistema urbano. La huella de aquella etapa de expansión desmesurada pervive, aún hoy, en el deterioro medio-ambiental que caracteriza a la ciudad y en la escasa vertebración de su estructura social. 174 Josefina Domínguez Mujica b) La ciudad de la crisis La evolución hipertrófica de Las Palmas de Gran Canaria degenera en una profunda crisis a partir de 1975. Esta crisis coincide en el tiempo, de forma paradójica, con la organización democrática de los Ayuntamientos, tras el fin de la Dictadura. La crisis se aprecia en muy diversos aspectos. En primer lugar, el mu-nicipio no incrementa su número de habitantes desde esa fecha. A ello contribuyó la política de construcción del polígono de Jinámar en los pri-meros años 70, para concentrar a la población que accedía a una vivien-da social lejos de la ciudad; también lo hicieron los menores costes del suelo urbanizable para la promoción de nuevas viviendas en los munici-pios limítrofes y la expansión de la urbanización residencial de alta cali-dad en los aledaños del Monte Lentiscal y Bandama, áreas menos densi-ficadas y con una mayor proporción de zonas verdes. En segundo lugar, el municipio continúa funcionando con el Plan Ge-neral de Ordenación Urbana de 1962, sin que se apruebe un nuevo plan de este rango hasta 1989 y después de no pocos avatares. Ello origina una falta de calificación de terrenos urbanizables, lo que lleva aparejado, co-mo consecuencia, un proceso especulativo, sin precedentes. La actividad de la población en 1991 1 Primario Secundario Terciario O L.P.G.C. O Gran Canaria U Canarias Las Palmas de Gran Canaria a fines de2 siglo m... 175 La crisis también coincide con la pérdida del tradicional atractivo tu-rístico de la ciudad, es decir, con el declive de Las Canteras y Puerto en aras del desarrollo de las zonas costeras de los municipios de San Barto-lomé de Tirajana y Mogán. No obstante, ganan en intensidad otras activi-dades terciarias y la ciudad se convierte en el centro de negocios de un amplio hinterland (Isla, Archipiélago, Norte de África); son años en que se incrementa el volumen de transacciones, se establecen empresas comer-ciales nacionales y multinacionales, aumenta el número de entidades ban-carias, de seguros, publicidad ..., lo que no puede hacernos olvidar la evo-lución de los índices de paro y de los niveles de pobreza en un amplio sector de la población. A fines de la década de los ochenta se produce una breve etapa de prosperidad, sin embargo, se mantiene el declive de las tasas de empleo y el incremento de la marginación, de la delincuencia ... Paralelamente a este fenómeno, se extiende en amplias zonas de la ciudad el chabolismo, en El Confital, Pedro Hidalgo, La Punta de La Isle-ta, El Risco de San Nicolás, Altavista, El Rincón, Guanarteme, San Cris-tóbal, Martín Freire ... En los barracones de bloques, madera, uralita, plás-ticos y otros elementos se hacina un considerable número de familias que demandan el acceso a una vivienda social. Al mismo tiempo, surgen im-portantes reivindicaciones ciudadanas, canalizadas a través de asociacio-nes, coordinadoras ..., para reclamar una mejora en la dotación de infra-estructuras en los barrios y una atención de los poderes públicos por una mayor calidad de vida de los ciudadanos. Desde el punto de vista de la red viaria, esta etapa se caracteriza por el colapso del sistema de circulación y por la búsqueda de alternativas. El volumen que adquiere el parque de vehículos, la dificultosa conexión en-tre los fragmentos de la ciudad, el tránsito de vehículos de paso por el en-tramado urbano, la antiguedad de la propia red y la insuficiencia del transporte público obligan a los gestores municipales a encargar y apro-bar una serie de proyectos de los que el más señero es el de los tramos VI y VI1 de la Avenida Marítima del Norte, hoy, Avenida Juan Rodríguez Do-reste. Con una mayor amplitud de miras se diseña la red de circunvala-ción y de penetración en la ciudad, objetivo prioritario del Plan General de Ordenación Urbana unos años más tarde. En la actualidad, se acometen las obras que permitirán que entre en funcionamiento esta red de circunvalación y penetración rodada. Variará, de esta fonna, el recorrido de los vehículos en sus desplazamientos desde unos a otros puntos de la Ciudad y de la Isla puesto que ya no será nece-sario transitar a través de la red viaria urbana. Desde el punto de vista de las infraestructuras, además de las actua-ciones en la red de carreteras, se han desarrollado otros proyectos como 176 Josefina Dornínguez Mujica los de emisarios submarinos, canalización de aguas pluviales, depuración de aguas ...; también se han afrontado iniciativas para remodelación inte-rior, fundamentalmente en los frentes litorales, (el ámbito del Parque San-ta Catalina y Puerto de la Luz, Paseo de Las Canteras, área de la Puntilla, Paseo de la Avenida Mantima en el tramo de San Cristóbal, Playa de La Laja, reconstrucción del barrio de El Polvonn); se ha calificado suelo pa-ra grandes superficies comerciales (grandes áreas comerciales e hiper-mercados), para equipamiento sanitario o para el desarrollo de progra-mas de vivienda ... y se ha puesto en marcha la propia revisión del Plan General de Ordenación Urbana. La complejidad de todas estas intervenciones plantea grandes proble-mas a la gestión municipal. Los necesarios proyectos de regeneración de la vida urbana tropiezan con no pocos y graves inconvenientes, entre los que destaca la insuficiencia crónica de los recursos municipales. Por otra parte, en Canarias, los mecanismos correctores de los desequi-librio~ h an propiciado situaciones inverosímiles. Es decir, algunos de los es-pacios más dinámicos desde el punto de vista de la generación de riqueza son los que han sido privados de las dotaciones necesarias y son los que, en consecuencia, acusan las más graves situaciones de desempleo, renta, con-flictos sociales, déficit en infraestructuras, ... con una mayor exacerbación de estos problemas en los últimos años. Creemos que ello se debe a que se ha producido un desajuste en las inversiones públicas, de forma que en aras del equilibrio interinsular no se ha atendido a las demandas reales que jus-tifican las intervenciones en los espacios más necesitados. En el marco de los noventa, la ciudad de las Palmas de Gran Canaria presenta algunos síntomas propios del nuevo modelo económico de la so-ciedad postindustrial junto a pervivencias criticas, aún muy marcadas, de su pasado inmediato. Se trata de la ciudad más poblada del Archipiélago, la que cuenta con el mayor número de viviendas y de familias y con la po-blación joven-adulta más numerosa. La proporción de población econó-micamente activa es elevadísima en el caso de este municipio, de más de 10 puntos por encima de la media insular y de la media del Archipiélago (63,2 por ciento frente a 52,l por ciento y 52,2 por ciento, respectivamen-te, en 1991), siendo el nivel de ocupación también muy alto (46,8 por cien-to frente a 37,O por ciento y 38,l por ciento) y los niveles de paro ligera-mente superiores a los del resto de la isla así como un poco más elevados que la media del Archipiélago. Es decir, en la estructura socio-profesional de la población de la Ciudad se aprecia un elevado valor de la población productiva, lo que puede reflejar la potencialidad económica del espacio urbano, así como las dificultades que supone la elevada proporción de de-sempleado~ p ara su equilibrio social, un factor que refleja, de manera evi-dente, las situaciones de dualidad propias de las grandes ciudades. Las Palmas de Gran Canaria a fines del siglo m... 177 La proporción de analfabetos, de personas sin estudios o de las que só-lo han cursado los primarios es menor que en el resto de la Isla y del Ar-chipiélago y, por oposición, las cifras de los máximos niveles de instruc-ción (estudios de postgrado, superiores,. . .) son mayores. De cada 100 personas de más de diez años unas ocho tienen estudios del grado de Di-plomatura o Licenciatura mientras que en el conjunto del Archipiélago esa proporción se reduce a seis. En cuanto a las ocupaciones de la población, el peso del sector tercia-rio es evidente. En relación al secundario, se produce un cierto diferencial con respecto a la media insular y regional, que es más destacado en el sub-sector de la construcción, por lo que nos es posible reflexionar acerca de la hegemonía de las actividades propias de la Administración Pública, Educación y Sanidad, lo que confiere un rango director a la Ciudad en la toma de decisiones de carácter político y en la prestación de servicios pú-blicos y, finalmente, acerca de la importancia de ciertas actividades en el ámbito de lo privado: el comercio y las instituciones financieras e inmo-biliarias. La primera en clara expansión y la segunda como referente in-discutible de la generación de riqueza. Saldo migratorio de Las Palmas de Gran Canaria (1% 1-1991) 178 Josefina Domínguez Mujica Por último, para aproximarnos a las tendencias de la movilidad en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, vamos a combinar otras infor-maciones de carácter demográfico, por ejemplo, la de que se mantiene es-tabilizada la población municipal, a pesar de que el ritmo de decreci-miento parece haber remitido después de 1991. Ello nos da una idea clara de los valores negativos de sus saldos migratorios, aunque, en la pérdida demográfica también influye la menor vitalidad de la población urbana. Las tasas de natalidad, de mortalidad, los índices de masculinidad y la composición por edades de la población apuntan, en todos los casos, a un proceso de envejecimiento, que es muy destacado si lo comparamos con la extrema juventud de otros espacios insulares, mucho más dinámicos desde el punto de vista del crecimiento natural. m D Los grandes grupos de edad de la población de Las Palmas de Gran Canaria en 1960, 1975 y 1991 Las Palmas de Gran Canaria a fines del sigb xx. .. 179 Evolución de las tasas brutas de natalidad de la población de L.P.G.C., Canarias y España (en miles) - Nat. L.P.G.C. - - -- - - Nat. Canarias -- Nat. España Evolución de las tasas brutas de mortalidad de la población de L.P.G.C., Canarias y España (en miles) - Mort. L.P.G.C. - - -- - - Mort. Canarias -- Mort. España 180 Josefina Domínguez Mujica Todo ello no quiere decir que no se haya incrementado la movilidad. La ausencia de crecimiento no es signo de parálisis, muy al contrario. La crisis urbana ha coincidido con un incremento enorme de los desplaza-mientos diarios y con grandes modificaciones en las pautas tradicionales de la movilidad interior. Aún hoy, la proporción de población originaria del propio municipio de Las Palmas de Gran Canaria es muy alta (del 70 por ciento en 1991), aunque también lo es el que los valores de inmigración son superiores al promedio de la Isla y del Archipiélago, siendo el porcentaje de población procedente de otros municipios del Archipiélago de 16,4, el de otras Co-munidades Autónomas de casi un 10 y el de población extranjera de 3,5 en 1991. Particularmente, la ciudad es atractiva para una cierta inmigra-ción peninsular y, sobre todo, para los inmigrantes extranjeros que no acuden a trabajar directamente a las áreas turísticas. Además, la ciudad sigue recibiendo inmigración desde el resto de la isla, como puede apre-ciarse en el gráfico del balance migratorio de la década de los ochenta, so-bre todo, de los municipios más próximos, así como de otras islas del Ar-chipiélago. Ahora bien, al mismo tiempo, la ciudad expulsa importantes volúme-nes de población. Por ello, su saldo migratorio fue de -14.738 personas en el periodo comprendido entre 198 1 y 199 1, con una cifra de inmigra-ción de 11.255 personas y una de 25.993 emigrantes. Además, en esos años, se registró un importante desplazamiento de sus habitantes desde los barrios consolidados hacia la periferia residencial. Una buena prueba de ello nos lo dan los importantes incrementos de población de los distri-tos municipales de carácter suburbano. En Tafira (distrito IX), por ejemplo, el incremento demográfico, para-lelo al crecimiento de la urbanización que originan los procesos de cons-trucción de viviendas para las clases acomodadas, ha revitalizado enor-memente este barrio residencial con la llegada de familias jóvenes. También la periferia suburbial de menores valores paisajísticos y con una mayor conflictividad social, la del distrito de Tamaraceite (distrito VIII) v la de algunas zonas del distrito de Escaleritas (VII), con la autoconstruc-ción en solares más baratos y con la promoción pública de viviendas so-ciales, se ha visto afectada por este proceso. Por oposición, algunos ba-rrios obreros tradicionales, en los que el proceso de deterioro no sólo ha afectado a las viviendas, sino también a las propias relaciones sociales (delincuencia, tráfico de drogas, prostitución, inmigración extranjera ile-gal...), se produce un cierto vaciamiento (Isleta, distrito V), un fenómeno semejante al que afecta a las zonas antiguas de otras grandes ciudades, si bien, en el caso de Las Palmas de Gran Canaria, no ha tenido lugar en el propio casco histórico. Las Palmas de Gran Canaria a fines del siglo xx... 18 1 Lugar de nacimiento de la población de Las Palmas de Gran Canaria 1 0 Extraniero O Otras CC.AA. I Otro m. de C. El Mismo munic. 1 Población de hecho de los distritos municipales de Las Palmas de Gran Canaria en 1981 y 1991 IX (Tarifa) Vlll (Tamaraceite) - VI1 (Escaleritas) VI (Schamann) IV (Sta. Catalina) t I (Vegueta) v 1 M Pob. h. 1981 O Pob. h. 1991 1 182 Josefina Dornínguez Mujica Como conclusión acerca de la reciente importancia de los desplaza-mientos residenciales de la población urbana, queremos señalar que la en-vergadura de los procesos de periurbanización desborda ampliamente los límites municipales, hasta tal extremo que hablar hoy de la ciudad de Las Palmas de Gran Canana nos obliga a realizar un difícil ejercicio de per-cepción. Lugar de ocupación de los residentes en los municipios de influencia laboral o de expansión urbana de Las Palmas de Gran Canaria Arucas Firgas Moya Sta. Bríg. Tejeda Teror Valles. (0 0c. en L.P.G.C. Oc. en propio m. ( La difusión de la urbanización ha sido tan importante que en Gran Ca-naria se vuelve prácticamente imposible fijar un límite a la ciudad. De ello puede ser un buen testimonio el gráfico que, a modo de conclusión, pre-sentamos, con la información referente a la población de los municipios seleccionados que trabajaba en 1991 en ese propio municipio de residen-cia o en el de Las Palmas de Gran Canaria. En él se reflejan la influencia laboral de la Ciudad así como la nueva adopción del rol residencial por parte de un buen número de espacios insulares, no sólo de los periféricos, sino incluso de aquellos que, mucho más allá de la inmediata periferia, dan lugar a migraciones pendulares de más de dos horas de recorrido en Las Palmas de Gran Canaria a fines del siglo m... 183 coche, en un solo sentido, en una isla de tan solo 1.532 kilómetros cua-drados de superficie. Creemos que, en conjunto, todo ello refrenda las consideraciones ini-ciales de las que partíamos para caracterizar las nuevas pautas de la mo-vilidad interior de las sociedades de los países desarrollados a fines de es-te siglo. BRADFORMD.,, y KENT, A. 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R(D, ir.): Geografia Universal, pp. 576-577. Barcelona, Ed. Océano.
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Calificación | |
Título y subtítulo | Las Palmas de Gran Canaria a fines del siglo XX : las tendencias demográficas de la ciudad postindustrial |
Autor principal | Domínguez Mujica, Josefina |
Entidad | Universidad Nacional de Educación a Distancia (España). Centro Asociado de Las Palmas (Las Palmas de Gran Canaria) |
Publicación fuente | Boletín Millares Carlo |
Numeración | Número 16 |
Sección | Artículos de tema histórico |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Las Palmas de Gran Canaria |
Editorial | Centro Regional Uned |
Fecha | 1997 |
Páginas | p. 157-184 |
Materias | Demografía ; Urbanización (Demografía) ; Sociología urbana ; Desarrollo económico ; Historia ; Gran Canaria |
Enlaces relacionados | Enlace al editor: http://www.boletinmillarescarlo.es/index.php/BMC/index |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 1177882 Bytes |
Texto | Las Palmas de Gran Canaria a fines del siglo m: Las tendencias deunográficas de la ciudad postindustrial LA REESTRUCTURACI~ND E LAS RELACIONES SOCIO-ESPACIALES EN LA ETAPA POST-INDUSTRIAL La dicotomía rural-urbano ha perdido ya casi toda su vigencia en los países con sociedades y territorios muy urbanizados; los desplazamientos interurbanos en busca de nuevos empleos adquieren hoy una renovada di-mensión, en correspondencia con las estrategias de un capitalismo avan-zado. Los mecanismos del libre mercado se convierten en un medio esen-cial de interacción social, con una reestructuración de las relaciones socio-espaciales que originan nuevas pautas de movilidad. Por ello, junto a los interurbanos, los movimientos periurbanos o suburbanos así como los pendulares o habituales, que provocan los procesos de descentraliza-ción, adquieren una gran envergadura. Por otra parte, su significado económico y social es extraordinario así como los problemas de planificación local, regional y nacional que plan-tea este tipo de migraciones. En síntesis, a fines de nuestro siglo, a pesar de la creciente importancia de las migraciones internacionales, es mayor la intensidad que ha adquirido la movilidad interna, un elemento consus-tancial al proceso de modernización de las sociedades. En este sentido, se cumplen las previsiones de Zelinsky, que relacionó tempranamente la mo-vilidad espacial y las migraciones intra e interurbanas con las pautas de evolución propias de la transición demográfica de las poblaciones. Boletín Millares Carlo, núm. 16. Centro Asociado UNED. Las Palmas de Gran Canaria, 1998 Una forma adecuada de medir este tipo de movimientos, que resultan normalmente de la disociación de los lugares de residencia y de los Iiiga-res de trabajo, nos lo ofrece la "job ratio" o "índice de capacidad de ocu-pación". Éste nos permite advertir la existencia de distintos gnipos de rni-grantes. Una primera categoría estaría integrada por aquéllos que piefieren trasladar su residencia a zonas situadas a gran distancia de sus lugares de trabajo en función de las mejores condiciones medio-ambientales que les ofrecen esas áreas residenciales. Un segundo grupo estaría formado por los jóvenes migrantes, nor-malmente parejas de recién casados, que trasladan su residencia porque la vivienda es más barata en el extrarradio de las ciudades o en los pue-blos de la periferia. En tercer lugar, podríamos clasificar a las personas que, estando pró-ximas a la edad de jubilación, adquieren una casa en el campo o en las zo-nas de costa y se establecen definitivamente en ella, para anticiparse al momento en que van a poder disfrutarla más, cuando alcancen esa jubi-lación. En una cuarta categoría situaríamos a aquéllos que se trasladan por la falta de oportunidades laborales de su localidad de residencia. Algunos lo hacen de forma definitiva y otros sólo temporalmente. Finalmente, la modalidad que se ha denominado "contramigración" nos permitiría analizar las tendencias de un tipo de movilidad pendular que practican aquellos que residen en el centro de la ciudad y que han de desplazarse a causa de la descentralización laboral a las nuevas áreas de expansión periférica. Esto ha llevado a muchos de estos "contramigr-an-tes", con medios económicos para hacerlo, a abandonar su antigua vi-vienda, es decir, que el desplazamiento por razones de trabajo antecede al desplazamiento residencial, en este caso. Desde 1960 la mayoría de las ciudades centrales americanas ha pcrdi-do población y muchas de estas pérdidas son el resultado de la emigración de familias, principalmente blancas, con niveles de renta medios y altos. Sin embargo, los que tienen una menor posición socio-económica se han visto obligados a permanecer en los distritos urbanos del interior de la ciudad y, por ello, en Estados Unidos, las viejas ciudades, que se desa-rrollaron en el siglo XIX y en las primeras décadas del xx, alojan hoy a un mayor número de negro-americanos y de hispanos que las áreas subur-biales. En Detroit en 1980 los negro-americanos representaban el 63 por ciento de la población de la ciudad, el 55 por ciento en Baltimore, ... Por otra parte, las personas de edad avanzada, con una menor capacidad pa-ra afrontar cambios en sus hábitos y costumbres y con un mayor sentido del arraigo con respecto a aquellos lugares donde han permanecido du- Las Palmas de Gran Canaria a fines del siglo m... 159 rante muchos años, no suelen protagonizar este tipo de migración hacia las áreas suburbiales, lo que supone un proceso añadido de envejeci-miento para las ciudades. En otro orden de cosas, también se puede defender que en los países desarrollados, tanto en los europeos, como en Norteamérica, la atracción que ejercen los distritos urbanos centrales para los inmigrantes extranje-ros es extraordinaria ya que en ellos encuentran mayores posibilidades de integración, tanto por razones de carácter laboral como por la propia idio-sincrasia de la ciudad, un espacio socialmente heterogéneo. Es decir, en conjunto, los procesos mencionados han dado lugar a una segregación re-sidencial que, a su vez, implica un gran número de problemas. El traslado de residencia a las áreas periféricas por parte de la clase medio-alta de las ciudades supone una reducción de los ingresos urbanos en concepto de distinto tipo de impuestos. En consecuencia, éstas se con-vierten en espacios pobres y envejecidos que demandan un elevado nivel de equipamientos sociales que, al mismo tiempo, no pueden alcanzar, da-da la reducción en la recaudación de tributos. Además, los "contrami-grantes" siguen utilizando servicios urbanos como autopistas, museos, ga-lerías de arte, campos de golf, ... pues muchas de las actividades de ocio siguen ligadas al entorno urbano y todo ello dificulta aún más las tareas de planificación y gestión urbanas. LOS PROCESOS DE DESINDUSTRIALIZACI~N Y DE DESREGULACIÓNL ABORAL La desindustrialización de los países occidentales, que ha destruido empleo en los sectores de la minería y de la industria pesada y que ha creado una gran cantidad de trabajos en el sector terciario, produce unas nuevas tendencias en la movilidad de carácter laboral. Las situaciones de crisis económica han forzado a una profunda reestructuración en las em-presas, que han transformado tanto su manera de producir y su organi-zación, como el sistema de relaciones laborales vigente, las cadenas de vínculos interempresariales, las pautas de localización, ... En esta situa-ción, la industrialización difusa, la creciente segmentación de los proce-sos de fabricación en fases, la mejora del transporte y de las comunica-ciones, la formación de grandes ámbitos supranacionales, ... han otorgado prioridad a "las virtudes del mercado" como medio para lograr los ajustes productivos (un signo evidente del éxito del pensamiento neoliberal). Por ello, asistimos a una progresiva desregulación o flexibilización del merca-do del trabajo, que influye decididamente en nuevas pautas de movilidad, la de los desplazamientos por razones laborales, en las que también jue-gan un papel decisivo los avances de los medios de circulación. 160 Josefina Domínguez Mujica La descentralización de la residencia ha ido pareja, en estos últimos años, a una descentralización de un empleo que abandona sus antiguos establecimientos y escoge nuevos emplazamientos donde se reagrupa jun-to a las grandes arterias de comunicación, en áreas poco congestionadas, rodeadas de amplias zonas verdes. Desde los años ochenta, en el modelo territorial de los países-centro aparecen espacios innovadores en marcos naturales muy atractivos, con centros de investigación universitaria o ins-titutos de las mismas empresas, bien comunicados y con una estructura empresarial capitalista en donde el papel de las centrales sindicales es po-co importante. Un buen ejemplo de ello es el de la Route 128 de Boston, también llamada "Carretera Tecnológica", o el de la Interstate 495 a la que, por su atractivo para las industrias electrónicas, se le ha denomina-do "El penmetro de platino". En su conjunto, el ejemplo más notorio de espacio innovador es el Silicon Valley californiano. - Esta tendencia es paralela a la de ¡a pérdida de empleo en el sector ma-nufacturero, particularmente en el textil, y, fundamentalmente, en la in-dustria siderúrgica, los pilares de la industrialización. El declive de este ti-po de fábricas es proporcional a la magnitud del crecimiento de las indutrias de alta tecnología, el de la electrónica, óptica, farmacéutica, in-formática, ... actividades todas ellas de la llamada 1 + D, así como al de las llamadas industrias de servicios: educación, atención sanitaria, adminis-tración,. . . En Estados Unidos, por ejemplo, los notables incrementos demográfi-cos de los estados de California, Texas y Florida de la década de los ochen-ta, se debieron, fundamentalmente, a la expansión de la industria de alta tecnología y de la industria de servicios de las áreas metropolitanas del lla-mado "Sunbelt", que han atraído recientemente importantes contingentes de inmigración. En Inglaterra, las décadas de los setenta y de los ochenta han estado marcadas por una importante contracción de los niveles medio y alto del sistema urbano, a consecuencia de la emigración. Por oposición, más allá de las conurbaciones y de las mayores ciudades, han crecido, de forma destacada, los núcleos medios del Sur y Este del país, en lo que se ha lla-mado el "rush Southwards" (la embestida hacia el Sur). Estos procesos migratorios han sido particularmente notorios en lo que respecta a los grupos más jóvenes y a los más expertos y han dejado atrás a los más an-cianos, a los menos capacitados y a los desempleados. Estas modificaciones en la distribución de la población son una res-puesta a los cambios en la estructura económica. Las industrias de sewi-cios, la banca, los seguros y las grandes corporaciones están menos ata-das a los grandes centros urbanos. Las actividades productivas pueden distribuirse con gran flexibilidad en las ciudades de tipo medio e incluso Las Palmas de Gran Canaria a fines de2 siglo m... 161 en el medio rural, puesto que la nueva tecnología permite coordinar los procesos productivos y, por consiguiente, que éstos se diseminen en el es-pacio para luego ser montados en regiones próximas a los centros de con-sumo. Esto produce una desurbanización que explica que sólo entre 1983 y 1987 creciera el empleo industrial en la Inglaterra Oriental un 21 por ciento y el empleo en la industria de servicios un 25 por ciento, los más al-tos índices de crecimiento del empleo de toda Inglaterra. Paralelamente, en esta zona la población aumentó en la década de los setenta y de los ochenta más de un 11 por ciento, frente al declive demográfico de las áre-as urbanas consolidadas en otras zonas del país: Liverpool, Manchester y el Londres exterior. La primera perdió 90.000 habitantes entre 1971 y 198 1 (un 17 por ciento), la segunda 100.000 personas (un 16 por ciento) y la periferia londinense 22 1 .O00 individuos o, lo que es lo mismo, un 5 por ciento de su población. Por último, en este segundo punto, nos parece interesante referimos, si quiera brevemente, a las nuevas tendencias que se apuntan con la ex-pansión del teletrabajo y de los teleservicios. Es probable que este tipo de relación con la actividad laboral y con el consumo reduzca o haga variar, en un futuro próximo, muchas de las pautas de movilidad. En todo caso, se incrementará la importancia del lugar de residencia escogido y el des-plazamiento rodado competirá con la trasmisión de información de las re-des telemáticas. La formación de los hogares electrónicos puede provocar, en un futuro inmediato, un aislamiento, un repliegue familiar, lo que Cas-tells ha denominado la "bunkerización del hogar". EL FEN~MENOD E LA SUBURBANIZACIÓYN DE OTROS PROCESOS DE URBANIZACI~N La suburbanización se manifiesta como un proceso de urbanización del campo en tanto que supone una ocupación y modificación del espacio rural por funciones urbanas promovidas por los habitantes de la ciudad. Consiste normalmente en la parcelación de suelo rústico mediante un ti-po de urbanización de viviendas unifamiliares aisladas, con jardín y de ti-pología arquitectónica diversa en función de las preferencias de cada tipo de consumidor. Desde muy antiguo, los espacios periféricos de la ciudad han sido uti-lizados con fines residenciales, si bien con un alcance muy limitado (villas romanas, almunias árabes, ...) Sin embargo, a partir de la segunda mitad del siglo m, en algunas ciudades europeas y, particularmente, en las in-glesas, se crearon colonias de urbanización, organizadas por medio de viviendas provistas de jardín y zonas verdes. Este tipo de iniciativas, así 162 Josefina Domínguez Mujica como los "garden suburbs", destinados a dar alojamiento a la clase traba-jadora, de acuerdo con la formulación de la teoría de la ciudad-jardín de Howard, se presentan como una alternativa a la ciudad industrial, en la búsqueda de un mayor contacto con la naturaleza. Este modelo de asentamiento se generaliza en el periodo de entregue-rras en gran parte de las ciudades europeas y en Estados Unidos. Es la eta-pa en que la urbanización trata de atender a la demanda de la burguesía con respecto a este tipo de edificaciones. Algo semejante sucede también a partir de los años sesenta, cuando esta forma de hábitat residencial se pro-mueve de forma masiva en los alrededores de la ciudad, en un momento en el que el uso indiscriminado del transporte privado, el desarrollo de las comunicaciones y la propia estrategia de los constructores extienden una buena parte del tejido urbano con este tipo de urbanizaciones perimetra-les de baja densidad. Este proceso ha dado lugar a que, en la actualidad, en amplias áreas de los países desarrollados no haya una clara separación en-tre campo y ciudad. En muchas zonas rurales el paisaje es lo único verda-deramente rural. Por ello, se pueden estudiar estas áreas de transición en-tre el campo y la ciudad en términos de ciudad y de sus hinterlands de atracción migratoria, tal y como se ha propuesto en Estados Unidos con el término de "daily urban system". En Inglaterra y Gales, por el contrario, han preferido el término de megalópolis para designar una amplia región de ciudades y de sus hinterlads de atracción que se alarga desde la Ingla-terra del Sureste a través de los Middlands hasta los núcleos industriales de Lancashire y de Yorkshire occidental. Tal región, es una región urbana en sentido funcional, pues muchas de las zonas que, a primera vista, pare-cen rurales actúan como barrios residenciales de la población urbana. Por otra parte, la suburbanización ha ido pareja al crecimiento de una serie de ciudades medias y pequeñas que quedan dentro de la órbita de in-fluencia de la expansión urbana, hasta tal extremo que una de las carac-terísticas más relevantes de la urbanización de los países desarrollados, en estos últimos años, es la del equilibrio de la red de asentamientos. Nos re-ferimos a la maduración del proceso de urbanización, es decir, a unos ni-veles de urbanización homogéneos y generalizados. Así, por ejemplo, en el Reino Unido y en Alemania Federal, entre 1960 y 1980, la mayor parte de las áreas metropolitanas perdió población y, simultáneamente, au-mentó el número de personas en las ciudades de menos de 50.000 habi-tantes. En la década de los setenta, en las grandes ciudades de Estados Unidos, por cada 100 inmigrantes se podían calcular 13 1 emigrantes. Es-tas cifras reflejan la profunda diferencia que se establece entre las pautas de las migraciones internas en este tipo de países y las que caracterizan a los procesos de concentración urbana de los países en desarrollo. Además, en los países desarrollados en las últimas décadas de nuestro siglo, no só- Las Palmas de Gran Canaria a fines del siglo m... 163 lo se registran movimientos migratorios desde las ciudades al área subur-bial sino también desde esta última hacia pueblos y pequeñas ciudades que quedan más allá del continuum urbano. En general, se asiste a una descentralización de la población, también llamada contraurbanización, que, a largo plazo, también favorece la descentralización del empleo. Los procesos descritos se ven reforzados, con frecuencia, por otro ti-po de procesos migratorios en los que son protagonistas las personas que se desplazan atraídas por la búsqueda del ocio y del recreo. Este es el fe-nómeno que explica la importancia que ha adquirido la urbanización de áreas climáticamente privilegiadas, particularmente, en zonas próximas a la costa. Ya, por último, hemos de resaltar la íntima relación que se establece entre las tendencias migratorias y las perspectivas de los procesos de ur-banización. En la década de los ochenta y en los primeros noventa, algu-nos analistas han percibido una modificación en las pautas que hemos ve-nido describiendo. Consideran que el declive demográfico de las grandes ciudades ha tocado fondo y que muchas de las actuaciones urbanas que se han puesto en marcha para revitalizar el centro urbano o para promo-cionar la rehabilitación de edificios esconden un nuevo mensaje, el de las oportunidades sociales, culturales y de empleo que encierra la ciudad de los noventa. La imagen del joven ejecutivo urbano que vive en un aparta-mento- almacén readaptado resume el atractivo que encierra esta nueva actitud, cuya repercusión en las pautas migratorias es aún difícil de eva-luar. En este mismo sentido, recordamos que la propaganda de una em-presa inmobiliaria que vendía oficinas en uno de los edificios de la recu-perada área de los Docklands (el frente fluvial rehabilitado de una de las zonas más degradas del Támesis) consistía en ofrecer la posibilidad de practicar "surfing" en el no a aquellos "juppies" que trabajaran en dichas oficinas. A este proceso se le ha denominado "gentrificación". LAS MIGRACIONES INTERIORES EN EL MARCO DE LA PLANIFICACIÓN Y DE LAS POLÍTICAS URBANAS Durante mucho tiempo, la modificación de las pautas migratorias in-teriores ha estado relacionada con el control del crecimiento urbano de las grandes ciudades. Las recomendaciones de expertos como Demko y Fuchs (1981) acerca de los programas de redistribución de la población insisten en la necesidad de una mayor integración entre las políticas de planificación espacial de la población y de la economía; una valoración más meditada de los efectos espaciales de las políticas macroeconómicas y sectoriales; y un mejor conocimiento de las actitudes y del comporta- 164 Josefina Domínguez Mujica miento de los emigrantes para poder valorar de manera adecuada sus de-seos y aspiraciones. Por tanto, no podemos olvidar la responsabilidad de las políticas urba-nas en las nuevas tendencias de las migraciones interiores de los países de-sarrollados. A partir de los años sesenta, en aquéllos con procesos de urba-nización más avanzados, las programas territoriales han dirigido sus objetivos a los asentamientos de tamaño medio, en los que se buscan las po-sibilidades de reequilibrio espacial, al considerarlos como polos de atrac-ción capaces de ayudar a la desconcentración de las aglomeraciones exce-sivamente grandes. Además, se ve en ellos un modelo de ciudad mucho más humanizado y, por tanto, con una oferta de modo de vida de mayor calidad. También hay que valorar, en este apartado, la estrategia de las grandes empresas, de los promotores urbanos y de los propios rectores de las ciu-dades cuando planifican los nuevos usos de suelo y la dotación de equi-pamientos e infraestructuras, así como las políticas que, emprendidas por gobiernos de distinta orientación, han tratado de lograr una armoniza-ción en el crecimiento económico y demográfico de los grandes conjuntos de organización regional. La diversidad de actuaciones que, en materia de planificación urbana, han adoptado los países occidentales, así como la creciente importancia que adquiere la estrategia de las empresas en la organización espacial de la etapa postfordista, nos obliga a presentar algunos de estos ejemplos de planificación, con repercusiones definitivas en la movilidad interior. El Reino Unido es uno de los países de Europa Occidental donde se pu-so en práctica más tempranamente el planeamiento urbano y es, por ello, por lo que alcanzó un gran desarrollo. Fueron particularmente importantes las actuaciones emprendidas tras la Segunda Guerra Mundial, cuando se adoptaron medidas para evitar el crecimiento de las grandes ciudades con la creación de "nuevas ciudades", como consecuencia del informe Reith de 1945 y de la New Towns Act de 1946. Siguiendo esta política, entre esta úl-tima fecha y 1975, se construyeron más de veinte núcleos de este tipo en las inmediaciones de las grandes urbes congestionadas para que albergaran a una población comprendida entre los 20.000 y los 60.000 habitantes. Con la creación de estas nuevas áreas se emprendió también una po-lítica de descentralización en materia de planeamiento. Tras la puesta en funcionamiento del Ministerio para asuntos de Planeamiento Urbano y Rural, se intentó que este nuevo Organismo asumiera las complejas com-petencias que intervienen en la ordenación del territorio (vivienda, indus-tria, transporte, ...) y que, anteriormente, habían constituido la responsa-bilidad de los Ministerios de Salud, de Industria, de Medio-Ambiente, etc., así como el que se le confiriera un nuevo papel a las distintas institucio-nes locales, cuya participación en la planificación se estimó definitiva. Las Palmas de Gran Canaria a fines del siglo m... 165 Sin embargo, en estos últimos años se ha relajado la intervención de estas administraciones y de otros estamentos políticos en la ordenación del territorio, pues se han dejado muchas de estas funciones en manos de los intereses del sector privado, al mismo tiempo que se ha puesto en marcha un proceso de centralización que frena las bases democráticas del modélico sistema británico de planeamiento. Tras la Segunda Guerra Mundial, en Estados Unidos, jugó también un gran papel la política del Estado invirtiendo masivamente en carreteras y concediendo grandes créditos para edificar vivienda suburbial a escala industrial. Asimismo el enriquecimiento general de la población en ese país hizo posible la difusión del automóvil, de la misma manera que las facilidades de crédito para adquirir viviendas y el precio barato de la ga-solina contribuyeron a que los norteamericanos abandonasen las grandes ciudades y se trasladaran a vivir a los suburbios (suburban retirement-vi-llage). Fue tal la importancia del proceso de suburbanización que tuvo lu-gar desde aquella fecha, que se transformó profundamente el sistema ur-bano y cambió el paisaje, la función y el espacio social de estas áreas suburbiales, pues a la descentralización residencial se sumó la descentra-lización de la industria y el desarrollo del comercio en este tipo de urba-nizaciones, de forma que si, inicialmente, los residentes en el suburbio re-alizaban desplazamientos diarios para trasladarse al C.B.D., en la actualidad, un 80 por ciento de estos trabajadores se desplazan dentro de la propia área suburbana. LAS MIGRACIONES INTERIORES Y LA CIUDAD POSTINDUSTRIAL EN ESPAÑA En el panorama de las migraciones interiores en España, en estos ú1- timos años, se advierten muchos de los comportamientos ya descritos pues, desde fines de la década de los setenta, en plena crisis económica, se insinúan algunos de los cambios de signo operados en las corrientes migratorias interiores, alternándose las tendencias mantenidas hasta en-tonces, las del éxodo campo-ciudad o, lo que es lo mismo, las que tienen lugar entre las áreas de especialización agraria y los grandes focos de in-dustrialización o de especialización terciaria, con movimientos de menor envergadura y con cambios importantes en las direcciones. Ya en la década de los ochenta se afirma que asistimos a una "recon-versión territorial", nacida de la crisis económica; crisis, que contribuye a corregir, aunque sea de forma tímida, los fuertes desequilibrios anterio-res. Es decir, que se produce una minoración en las corrientes tradiciona-les y un incremento de los movimientos de retorno. 166 Josefina Dornínguez Mujica En la década de los noventa, una evaluación superficial nos permite afirmar que las corrientes de retorno no han sido tan importantes, si bien es cierto que han contribuido a hacer más complejo el panorama de la movilidad interior, de forma que en los últimos años se advierte un mayor reparto de los valores positivos, es decir, de los focos de atracción inmi-gratoria. Paralelamente a estos cambios de orientación, se presta una mayor atención en los Censos de Población a las migraciones interiores, particu-larmente en el de 1991, en el que se informa además de los datos del lu-gar de nacimiento/lugar de residencia, de la residencia diez años atrás, cinco años atrás, un año atrás y de la estructura sociodemográfica de es-tos migrantes interiores. Con los datos que nos brindan, si se considera el criterio del recuento de población que en un año determinado vive en una provincia distinta a la de su lugar de nacimiento, resultan claramente definidas las áreas de atracción histórica y reciente: las provincias litorales, la Comunidad de Madrid, el espacio que se extiende por la diagonal que cruza el valle del Ebro y la Andalucía Occidental, de manera que Cataluña, Madrid, la Co-munidad Valenciana y el País Vasco seguían liderando, a principios de los noventa, la clasificación de las áreas con mayor volumen de inmigrantes extrarregionales. Sin embargo, a estas Comunidades habría que sumar los saldos migratorios positivos que registran a fines de los ochenta, también, Canarias, Baleares, Murcia, Navarra y la Rioja, mientras que en el caso del País Vasco hay que hacer notar la importancia creciente que adquieren los saldos negativos. Junto a esta valoración de conjunto de las grandes áreas, es conve-niente destacar que las corrientes migratorias interprovinciales, propias de nuestro pasado inmediato, han dejado paso a los movimientos intra-regionales e intraprovinciales, sobre todo, en las Comunidades y provin-cias con mayor nivel de urbanización y de desarrollo económico, de for-ma que en ellas los movimientos internos representan una elevadísima proporción de la movilidad total. Tales son los casos de Madrid y Barce-lona o de aquellas otras provincias con redes urbanas de una cierta com-plejidad, en las que se da una relativa diversificación espacial de las ofer-tas de empleo y de servicios. En este mismo sentido, conviene considerar los movimientos que se producen entre algunas Comunidades vecinas, por ejemplo, entre Cataluña, Aragón y la Comunidad Valenciana o entre País Vasco, Navarra y La Rioja. La interpretación que nos merecen estos datos está directamente rela-cionada con un incremento de la movilidad a causa de motivaciones de carácter económico propias de una sociedad postindustrial y de otras mo-tivaciones que tienen que ver con cambios en la residencia, ya se deban Las Palmas de Gran Canaria a fines del siglo m... 167 éstos a razones de carácter medioambiental o a las vinculadas a los pro-cesos de periurbanización. Simultáneamente a la intensificación de estas migraciones de corta distancia, han variado las características de las per-sonas desplazadas. Además de emigrar las personas más jóvenes y solte-ras, adquieren un peso creciente los adultos-jóvenes, los casados y, por ac-tividades, ganan abrumadoramente los trabajadores del sector terciario. Cuanto mayor es el tamaño de los núcleos urbanos y más alto el nivel de vida, más intensa es la movilidad. Por ello, afectaron a más de la mitad de la población en Vizcaya, Barcelona, Gerona, Álava y Madrid, en el perío-do de 1975-1986. Por oposición, la menor movilidad intermunicipal se suele corresponder con las provincias más ruralizadas, las de menor ren-ta y las fuertemente emigratorias. Como no nos ha sido posible disponer de estudios concretos acerca de la estrecha relación que existe entre las nuevas pautas de la movilidad y las características del espacio postindustrial, presentamos, a conti-nuación, algunos de los cambios más notables en la estructura producti-va española que, desde nuestra perspectiva, pueden justificar la nueva orientación de los flujos migratorios internos, circunstancia que queda por demostrar. a) La descentralización industrial. Las áreas rurales y los espacios metropolitanos La crisis de la economía española de fines de los setenta y primeros ochenta llevó a muchos geógrafos a percibir un cambio de tendencia en la atonía y el abandono que caracterizaron las áreas rurales españolas de las décadas precedentes. Algunos advirtieron una cierta recuperación de su pulso demográfico e incluso la expansión de actividades no agrarias que interpretaron como resultado del agotamiento sufrido por el modelo de sociedad industrial que, hasta ese momento, había sumido al campo en una aguda y prolongada crisis. Reflexiones posteriores han llevado a advertir que la descentralización productiva que ha afectado a las áreas rurales ha sido limitada, a pesar de algunas excepciones notables como la de la Comunidad Valenciana. Los espacios rurales presentan una estructura productiva bastante homogé-nea, con el predominio de pequeñas unidades poco capitalizadas, con for-mas de contratación muchas veces precarias, con escasa división interna del trabajo y baja cualificación de los empleados; por ello, una buena par-te de la industrialización rural no rompe los vínculos de dependencia con el mundo urbano, sino que los reviste de nuevas formas. 168 Joseflna Domínguez Mujica Por oposición, la desindustrialización urbano-metropolitana, que fue considerada un fenómeno inexorable en los ochenta, hoy aparece seria-mente cuestionada y son muchos los geógrafos que hablan de una revita-lización industrial de las grandes urbes. En un plano meramente cuanti-tativo, a fines de los ochenta, se invirtió la tendencia a la pérdida de empleos industriales en las áreas metropolitanas, si bien, se advirtió una tendencia a la difusión de actividades que excede los límites de los espa-cios urbanos. Por otra parte, desde un punto de vista cualitativo, adverti-mos que en las ciudades tienden a concentrarse las actividades y las em-presas más innovadoras, no sólo por el tipo de productos que ofrecen, sino también por el grado de racionalización y por la eficacia productiva que muestran. En la gran ciudad y en su entorno inmediato se refuerza hoy la presencia de aquellas actividades y tareas intensivas en capital y co-nocimientos que generan mayor valor añadido, que tienen mercados en expansión y que se asocian con empleos más cualificados y mejor remu-nerados, en un claro proceso de terciarización de la industria. b) Los sewicios en el territorio En estos últimos años se ha producido un fuerte avance del sector ter-ciario. Sin embargo, esta tendencia es mucho más destacada en aquellas Comunidades especializadas en la recepción del turismo o en algunas de las regiones que conforman los centros rectores del país. Por lo que respecta a las primeras, se produce un notable crecimiento intercensal de los municipios afectados, gracias a intensos procesos de in-migración. Desde esta perspectiva, la de la incidencia demográfica que origina el desarrollo turístico, conviene destacar la coexistencia de dos im-portantes flujos. Por una parte, el de la población menos cualificada, pro-cedente de regiones más atrasadas, que acude atraída por motivos de ca-rácter laboral y que se emplea en el sector servicios y en la construcción y, por otra, el de los que acuden por motivos de ocio, terapéuticos e in-cluso empresariales, entre los que tienen una importante participación los extranjeros y que constituyen, predominantemente, una población de adultos-ancianos. Finalmente, conviene considerar que el desarrollo económico de los municipios afectados por la especialización turística desborda sus límites, es decir, genera un proceso de difusión territorial, de forma que el merca-do del trabajo se extiende cada vez más hacia el interior, articulando un sistema de espacios complementarios respecto al litoral, en los que proli-fera un tipo de actividades anexas a las de la especialización turística y en los que los inmigrados fijan con frecuencia su residencia. Las Palmas de Gran Canaria a fines del siglo m... c) La ciudad postindustrial La ciudad española actual se muestra como un espacio particular-mente complejo y heterogéneo. En ningún otro lugar, el legado histórico y la dinámica actual se funden con tanta intensidad y ello se refleja en un paisaje urbano donde la movilidad de personas, bienes, información y ca-pital alcanza su más alto grado. En la segunda mitad de los años setenta se hizo patente la crisis del modelo productivo vigente en décadas anteriores. Esta crisis urbana rom-pió las pautas del crecimiento ininterrumpido que había caracterizado a las grandes ciudades y a las aglomeraciones metropolitanas hasta ese mo-mento y le otorgó un mayor protagonismo a las ciudades medias, peque-ñas e incluso a ciertas áreas rurales. Por otro lado, la creciente conciencia de un "malestar urbano" derivado de la acumulación de problemas here-dados (congestión, déficit de viviendas, segregación interna, inseguridad, etc.) con otros nuevos (desempleo, inmigración ilegal, etc.) hizo también disminuir el valor otorgado a la imagen de la gran urbe en la percepción colectiva, revitalizando las propuestas desurbanizadoras entre amplias ca-pas de la población. A partir de 1985, en cambio, la recuperación del pulso económico en la mayona de las ciudades supuso un cambio drástico, que se manifestó en los problemas asociados a la producción del espacio urbano y en la propia transformación de la morfología urbana. Desde esta última pers-pectiva destacan las operaciones de reforma interior acometidas para re-habilitar y revalorizar determinados espacios afectados por graves pro-blemas de obsolescencia y abandono, en particular áreas industriales, ferroviarias o portuarias. De entre estas actuaciones tienen un carácter emblemático las de la Villa Icaria en el área industrial del Poble Nou, con la recuperación del frente litoral de Barcelona, las actuaciones realizadas en la margen del Guadalquivir en Sevilla, el proyecto Ría 2000 de Bilbao ... Como contrapunto, el deseo de un número creciente de familias con ingresos medios o altos de buscar espacios residenciales de baja densidad y mayor contacto con la naturaleza, junto a la necesidad de quienes no pueden acceder a una vivienda en el interior de la ciudad por su alto pre-cio, han contribuido a acelerar los movimientos centrífugos en dirección a los espacios suburbanos y periurbanos. En el primer caso, el hecho más llamativo es, sin duda, la importancia adquirida por la vivienda unifami-liar, aislada, adosada o pareada, como forma de promoción dominante, acompañada con frecuencia por la instalación de grandes superficies co-merciales y de equipamientos suburbanos. En el segundo, la pervivencia de grandes promociones inmobiliarias de baja calidad, tanto en las peri-ferias urbanas como, cada vez más, en algunos núcleos rurales del entor- 170 Josefina Domínguez Mujica no. En ambos casos, se producen grandes repercusiones en la movilidad de la población, fundamentalmente, en las migraciones diarias residen-cia- trabajo, lo que a su vez supone un aumento del transporte público y privado con la consecuente congestión de tráfico y la necesidad de rutas alternativas de desplazamiento. Finalmente, también conviene considerar que la movilidad interior que supone fijar la residencia en estas nuevas zonas de expansión lleva aparejado un proceso de difusión de la urbanización que hace cada vez más difícil diferenciar, en determinadas áreas, el tránsito entre los espa-cios rurales y los espacios urbanos. LAS MIGRACIONES INTERIORES Y LA CIUDAD DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA En la reciente evolución urbana de Las Palmas de Gran Canaria po-dernos distinguir dos grandes períodos, uno de ellos, el comprendido en-tre 1960 y 1975, en el que se incrementa la atracción inmigratoria de la urbe más dinámica del Archipiélago y el que se desarrolla a partir de esta fecha,que identificamos como el de "la ciudad de la crisis". Evolución de la población de derecho de Las Palmas de Gran Canaria Las Palmas de Gran Canaria a fines del siglo m... 171 Es prematuro afirmar que a partir de la década de los noventa puedan apreciarse otros signos de evolución; sin embargo, no descartamos que se realice un análisis de este tipo más adelante, con una mayor perspectiva temporal. a) La ciudad del "desarrollismo" En el primer período se refuerzan algunas de las tendencias históricas que caracterizaban ya a la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Por ejemplo, hacia 1945 se concentraba en ella el 45 por ciento de la pobla-ción insular, aproximadamente unos 140.000 habitantes, número tan con-siderable gracias a los procesos de inmigración intrainsular e interinsular que habían venido afectándola desde fines del siglo pasado, en el mo-mento en que el desarrollo del Puerto de la Luz y las inversiones extran-jeras comienzan a jugar el mismo papel que la incipiente industrializa-ción en otras ciudades españolas. Simultáneamente, desde el punto de vista del tejido urbano, a fines de la década de los años cuarenta se desarrollan las iniciativas urbanizado-ras de los barrios de Schamman y Escaleritas en la Ciudad Alta, barrios que suponen el punto de partida de la expansión «en mancha de aceiten hacia el interior insular. Valor porcentual de la población de Las Palmas de Gran Canaria sobre el total provincial 172 Josefina Domínguez Mujica La ciudad de los sesenta se constituye como un nuevo organismo a partir de un crecimiento poblacional sin precedentes, que desborda todas las previsiones, (entre 1950 y 1975 la población de Las Palmas de Gran Canaria se multiplica por 2,28) y gracias a la invasión de nuevos espacios que adquieren un fuerte valor de cambio en el mercado. Ha comenzado una etapa constructiva que genera grandes beneficios inmobiliarios. De forma paralela, se consolida una gran gama de actividades económicas: el desarrollo turístico de la playa de Las Canteras y del barrio de Santa Ca-talina, la actividad portuaria, comercial, pesquera e industrial del Puerto de La Luz, servicios de exportación o de aprovisionamiento y distribución de productos, el mercado de la vivienda y, por tanto, de la construcción ... En sólo 30 años (1945-1975) la ciudad adquiere un ritmo de incremento en la urbanización de casi 50 Has./año, un incremento anual de población de 7.01 1 personaslaño y una fuerte densidad de edificación. Tasas de incremento intercensal de la población de Las Palmas de Gran Canaria Las Palmas de Gran Canaria a fines del siglo m... 173 Todo esto se explica porque desde 1960 Las Palmas de Gran Canaria venía recibiendo una auténtica oleada inmigratoria. A esta avalancha con-tribuyeron dos situaciones contrapuestas: por una parte, la crisis del cam-po, con el abandono de las tierras de cultivo y, por otra, el aumento de la atracción de la ciudad a consecuencia del crecimiento turístico, del desa-rrollo portuario y de la creciente concentración de funciones en la capital. El resultado es que en 1975 uno de cada tres habitantes de Las Palmas de Gran Canaria no había nacido en el municipio. Los episodios constructivos más destacados de esta etapa en la propia ciudad baja son los de edificación de solares de la Avenida de Mesa y Ló-pez y el inicio de las obras de la Avenida Marítima del Norte y aledaños. De esta forma, y a excepción de algunos sectores, en dicha zona baja se consolidan las funciones de las áreas de negocios y, en general, las de una ciudad residencial de clases pudientes, y las de una ciudad administrati-va, cultural ..., en un claro proceso de centralización urbana. En la periferia, las iniciativas pública y privada promueven, a través de entidades oficiales y de organismos financieros, polígonos de viviendas baratas: Rehoyas, Arapiles, Chumberas, La Paterna, Miller, Parque Atlán-tico, Cruz de Piedra ... en la zona alta; Casablanca, Tres Palmas, Zárate, Hoya de la Plata, Pedro Hidalgo, El Lasso, en el llamado «Cono Sur», etc. Además, en los espacios limítrofes, cambia el uso del terreno que de tener una funcionalidad eminentemente agrícola se convierte en un área dis-continua y plurifuncional, puesto que pasa a ser el suelo disponible para el crecimiento demográfico y para el proceso urbanístico relacionado con él. Por ello, surgen en la periferia barrios marginales de autoconstrucción como Los Giles, Las Coloradas, Almatriche.. . , zonas industriales como Miller industrial, Las Torres, El Cebadal ... y se promueven urbanizaciones residenciales para clases pudientes: Marzagán, Los Hoyos, ... En suma, se desarrolla una periurbanización carente de organización, infradotada desde el punto de vista de las vías de comunicación y de otra serie de ser-vicios, que discrimina socialmente a la población de acuerdo con los dife-renciados usos residenciales del suelo y que contribuye a degradar las condiciones del frágil equilibrio ecológico de las áreas limítrofes y del pro-pio ecosistema urbano. La huella de aquella etapa de expansión desmesurada pervive, aún hoy, en el deterioro medio-ambiental que caracteriza a la ciudad y en la escasa vertebración de su estructura social. 174 Josefina Domínguez Mujica b) La ciudad de la crisis La evolución hipertrófica de Las Palmas de Gran Canaria degenera en una profunda crisis a partir de 1975. Esta crisis coincide en el tiempo, de forma paradójica, con la organización democrática de los Ayuntamientos, tras el fin de la Dictadura. La crisis se aprecia en muy diversos aspectos. En primer lugar, el mu-nicipio no incrementa su número de habitantes desde esa fecha. A ello contribuyó la política de construcción del polígono de Jinámar en los pri-meros años 70, para concentrar a la población que accedía a una vivien-da social lejos de la ciudad; también lo hicieron los menores costes del suelo urbanizable para la promoción de nuevas viviendas en los munici-pios limítrofes y la expansión de la urbanización residencial de alta cali-dad en los aledaños del Monte Lentiscal y Bandama, áreas menos densi-ficadas y con una mayor proporción de zonas verdes. En segundo lugar, el municipio continúa funcionando con el Plan Ge-neral de Ordenación Urbana de 1962, sin que se apruebe un nuevo plan de este rango hasta 1989 y después de no pocos avatares. Ello origina una falta de calificación de terrenos urbanizables, lo que lleva aparejado, co-mo consecuencia, un proceso especulativo, sin precedentes. La actividad de la población en 1991 1 Primario Secundario Terciario O L.P.G.C. O Gran Canaria U Canarias Las Palmas de Gran Canaria a fines de2 siglo m... 175 La crisis también coincide con la pérdida del tradicional atractivo tu-rístico de la ciudad, es decir, con el declive de Las Canteras y Puerto en aras del desarrollo de las zonas costeras de los municipios de San Barto-lomé de Tirajana y Mogán. No obstante, ganan en intensidad otras activi-dades terciarias y la ciudad se convierte en el centro de negocios de un amplio hinterland (Isla, Archipiélago, Norte de África); son años en que se incrementa el volumen de transacciones, se establecen empresas comer-ciales nacionales y multinacionales, aumenta el número de entidades ban-carias, de seguros, publicidad ..., lo que no puede hacernos olvidar la evo-lución de los índices de paro y de los niveles de pobreza en un amplio sector de la población. A fines de la década de los ochenta se produce una breve etapa de prosperidad, sin embargo, se mantiene el declive de las tasas de empleo y el incremento de la marginación, de la delincuencia ... Paralelamente a este fenómeno, se extiende en amplias zonas de la ciudad el chabolismo, en El Confital, Pedro Hidalgo, La Punta de La Isle-ta, El Risco de San Nicolás, Altavista, El Rincón, Guanarteme, San Cris-tóbal, Martín Freire ... En los barracones de bloques, madera, uralita, plás-ticos y otros elementos se hacina un considerable número de familias que demandan el acceso a una vivienda social. Al mismo tiempo, surgen im-portantes reivindicaciones ciudadanas, canalizadas a través de asociacio-nes, coordinadoras ..., para reclamar una mejora en la dotación de infra-estructuras en los barrios y una atención de los poderes públicos por una mayor calidad de vida de los ciudadanos. Desde el punto de vista de la red viaria, esta etapa se caracteriza por el colapso del sistema de circulación y por la búsqueda de alternativas. El volumen que adquiere el parque de vehículos, la dificultosa conexión en-tre los fragmentos de la ciudad, el tránsito de vehículos de paso por el en-tramado urbano, la antiguedad de la propia red y la insuficiencia del transporte público obligan a los gestores municipales a encargar y apro-bar una serie de proyectos de los que el más señero es el de los tramos VI y VI1 de la Avenida Marítima del Norte, hoy, Avenida Juan Rodríguez Do-reste. Con una mayor amplitud de miras se diseña la red de circunvala-ción y de penetración en la ciudad, objetivo prioritario del Plan General de Ordenación Urbana unos años más tarde. En la actualidad, se acometen las obras que permitirán que entre en funcionamiento esta red de circunvalación y penetración rodada. Variará, de esta fonna, el recorrido de los vehículos en sus desplazamientos desde unos a otros puntos de la Ciudad y de la Isla puesto que ya no será nece-sario transitar a través de la red viaria urbana. Desde el punto de vista de las infraestructuras, además de las actua-ciones en la red de carreteras, se han desarrollado otros proyectos como 176 Josefina Dornínguez Mujica los de emisarios submarinos, canalización de aguas pluviales, depuración de aguas ...; también se han afrontado iniciativas para remodelación inte-rior, fundamentalmente en los frentes litorales, (el ámbito del Parque San-ta Catalina y Puerto de la Luz, Paseo de Las Canteras, área de la Puntilla, Paseo de la Avenida Mantima en el tramo de San Cristóbal, Playa de La Laja, reconstrucción del barrio de El Polvonn); se ha calificado suelo pa-ra grandes superficies comerciales (grandes áreas comerciales e hiper-mercados), para equipamiento sanitario o para el desarrollo de progra-mas de vivienda ... y se ha puesto en marcha la propia revisión del Plan General de Ordenación Urbana. La complejidad de todas estas intervenciones plantea grandes proble-mas a la gestión municipal. Los necesarios proyectos de regeneración de la vida urbana tropiezan con no pocos y graves inconvenientes, entre los que destaca la insuficiencia crónica de los recursos municipales. Por otra parte, en Canarias, los mecanismos correctores de los desequi-librio~ h an propiciado situaciones inverosímiles. Es decir, algunos de los es-pacios más dinámicos desde el punto de vista de la generación de riqueza son los que han sido privados de las dotaciones necesarias y son los que, en consecuencia, acusan las más graves situaciones de desempleo, renta, con-flictos sociales, déficit en infraestructuras, ... con una mayor exacerbación de estos problemas en los últimos años. Creemos que ello se debe a que se ha producido un desajuste en las inversiones públicas, de forma que en aras del equilibrio interinsular no se ha atendido a las demandas reales que jus-tifican las intervenciones en los espacios más necesitados. En el marco de los noventa, la ciudad de las Palmas de Gran Canaria presenta algunos síntomas propios del nuevo modelo económico de la so-ciedad postindustrial junto a pervivencias criticas, aún muy marcadas, de su pasado inmediato. Se trata de la ciudad más poblada del Archipiélago, la que cuenta con el mayor número de viviendas y de familias y con la po-blación joven-adulta más numerosa. La proporción de población econó-micamente activa es elevadísima en el caso de este municipio, de más de 10 puntos por encima de la media insular y de la media del Archipiélago (63,2 por ciento frente a 52,l por ciento y 52,2 por ciento, respectivamen-te, en 1991), siendo el nivel de ocupación también muy alto (46,8 por cien-to frente a 37,O por ciento y 38,l por ciento) y los niveles de paro ligera-mente superiores a los del resto de la isla así como un poco más elevados que la media del Archipiélago. Es decir, en la estructura socio-profesional de la población de la Ciudad se aprecia un elevado valor de la población productiva, lo que puede reflejar la potencialidad económica del espacio urbano, así como las dificultades que supone la elevada proporción de de-sempleado~ p ara su equilibrio social, un factor que refleja, de manera evi-dente, las situaciones de dualidad propias de las grandes ciudades. Las Palmas de Gran Canaria a fines del siglo m... 177 La proporción de analfabetos, de personas sin estudios o de las que só-lo han cursado los primarios es menor que en el resto de la Isla y del Ar-chipiélago y, por oposición, las cifras de los máximos niveles de instruc-ción (estudios de postgrado, superiores,. . .) son mayores. De cada 100 personas de más de diez años unas ocho tienen estudios del grado de Di-plomatura o Licenciatura mientras que en el conjunto del Archipiélago esa proporción se reduce a seis. En cuanto a las ocupaciones de la población, el peso del sector tercia-rio es evidente. En relación al secundario, se produce un cierto diferencial con respecto a la media insular y regional, que es más destacado en el sub-sector de la construcción, por lo que nos es posible reflexionar acerca de la hegemonía de las actividades propias de la Administración Pública, Educación y Sanidad, lo que confiere un rango director a la Ciudad en la toma de decisiones de carácter político y en la prestación de servicios pú-blicos y, finalmente, acerca de la importancia de ciertas actividades en el ámbito de lo privado: el comercio y las instituciones financieras e inmo-biliarias. La primera en clara expansión y la segunda como referente in-discutible de la generación de riqueza. Saldo migratorio de Las Palmas de Gran Canaria (1% 1-1991) 178 Josefina Domínguez Mujica Por último, para aproximarnos a las tendencias de la movilidad en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, vamos a combinar otras infor-maciones de carácter demográfico, por ejemplo, la de que se mantiene es-tabilizada la población municipal, a pesar de que el ritmo de decreci-miento parece haber remitido después de 1991. Ello nos da una idea clara de los valores negativos de sus saldos migratorios, aunque, en la pérdida demográfica también influye la menor vitalidad de la población urbana. Las tasas de natalidad, de mortalidad, los índices de masculinidad y la composición por edades de la población apuntan, en todos los casos, a un proceso de envejecimiento, que es muy destacado si lo comparamos con la extrema juventud de otros espacios insulares, mucho más dinámicos desde el punto de vista del crecimiento natural. m D Los grandes grupos de edad de la población de Las Palmas de Gran Canaria en 1960, 1975 y 1991 Las Palmas de Gran Canaria a fines del sigb xx. .. 179 Evolución de las tasas brutas de natalidad de la población de L.P.G.C., Canarias y España (en miles) - Nat. L.P.G.C. - - -- - - Nat. Canarias -- Nat. España Evolución de las tasas brutas de mortalidad de la población de L.P.G.C., Canarias y España (en miles) - Mort. L.P.G.C. - - -- - - Mort. Canarias -- Mort. España 180 Josefina Domínguez Mujica Todo ello no quiere decir que no se haya incrementado la movilidad. La ausencia de crecimiento no es signo de parálisis, muy al contrario. La crisis urbana ha coincidido con un incremento enorme de los desplaza-mientos diarios y con grandes modificaciones en las pautas tradicionales de la movilidad interior. Aún hoy, la proporción de población originaria del propio municipio de Las Palmas de Gran Canaria es muy alta (del 70 por ciento en 1991), aunque también lo es el que los valores de inmigración son superiores al promedio de la Isla y del Archipiélago, siendo el porcentaje de población procedente de otros municipios del Archipiélago de 16,4, el de otras Co-munidades Autónomas de casi un 10 y el de población extranjera de 3,5 en 1991. Particularmente, la ciudad es atractiva para una cierta inmigra-ción peninsular y, sobre todo, para los inmigrantes extranjeros que no acuden a trabajar directamente a las áreas turísticas. Además, la ciudad sigue recibiendo inmigración desde el resto de la isla, como puede apre-ciarse en el gráfico del balance migratorio de la década de los ochenta, so-bre todo, de los municipios más próximos, así como de otras islas del Ar-chipiélago. Ahora bien, al mismo tiempo, la ciudad expulsa importantes volúme-nes de población. Por ello, su saldo migratorio fue de -14.738 personas en el periodo comprendido entre 198 1 y 199 1, con una cifra de inmigra-ción de 11.255 personas y una de 25.993 emigrantes. Además, en esos años, se registró un importante desplazamiento de sus habitantes desde los barrios consolidados hacia la periferia residencial. Una buena prueba de ello nos lo dan los importantes incrementos de población de los distri-tos municipales de carácter suburbano. En Tafira (distrito IX), por ejemplo, el incremento demográfico, para-lelo al crecimiento de la urbanización que originan los procesos de cons-trucción de viviendas para las clases acomodadas, ha revitalizado enor-memente este barrio residencial con la llegada de familias jóvenes. También la periferia suburbial de menores valores paisajísticos y con una mayor conflictividad social, la del distrito de Tamaraceite (distrito VIII) v la de algunas zonas del distrito de Escaleritas (VII), con la autoconstruc-ción en solares más baratos y con la promoción pública de viviendas so-ciales, se ha visto afectada por este proceso. Por oposición, algunos ba-rrios obreros tradicionales, en los que el proceso de deterioro no sólo ha afectado a las viviendas, sino también a las propias relaciones sociales (delincuencia, tráfico de drogas, prostitución, inmigración extranjera ile-gal...), se produce un cierto vaciamiento (Isleta, distrito V), un fenómeno semejante al que afecta a las zonas antiguas de otras grandes ciudades, si bien, en el caso de Las Palmas de Gran Canaria, no ha tenido lugar en el propio casco histórico. Las Palmas de Gran Canaria a fines del siglo xx... 18 1 Lugar de nacimiento de la población de Las Palmas de Gran Canaria 1 0 Extraniero O Otras CC.AA. I Otro m. de C. El Mismo munic. 1 Población de hecho de los distritos municipales de Las Palmas de Gran Canaria en 1981 y 1991 IX (Tarifa) Vlll (Tamaraceite) - VI1 (Escaleritas) VI (Schamann) IV (Sta. Catalina) t I (Vegueta) v 1 M Pob. h. 1981 O Pob. h. 1991 1 182 Josefina Dornínguez Mujica Como conclusión acerca de la reciente importancia de los desplaza-mientos residenciales de la población urbana, queremos señalar que la en-vergadura de los procesos de periurbanización desborda ampliamente los límites municipales, hasta tal extremo que hablar hoy de la ciudad de Las Palmas de Gran Canana nos obliga a realizar un difícil ejercicio de per-cepción. Lugar de ocupación de los residentes en los municipios de influencia laboral o de expansión urbana de Las Palmas de Gran Canaria Arucas Firgas Moya Sta. Bríg. Tejeda Teror Valles. (0 0c. en L.P.G.C. Oc. en propio m. ( La difusión de la urbanización ha sido tan importante que en Gran Ca-naria se vuelve prácticamente imposible fijar un límite a la ciudad. De ello puede ser un buen testimonio el gráfico que, a modo de conclusión, pre-sentamos, con la información referente a la población de los municipios seleccionados que trabajaba en 1991 en ese propio municipio de residen-cia o en el de Las Palmas de Gran Canaria. En él se reflejan la influencia laboral de la Ciudad así como la nueva adopción del rol residencial por parte de un buen número de espacios insulares, no sólo de los periféricos, sino incluso de aquellos que, mucho más allá de la inmediata periferia, dan lugar a migraciones pendulares de más de dos horas de recorrido en Las Palmas de Gran Canaria a fines del siglo m... 183 coche, en un solo sentido, en una isla de tan solo 1.532 kilómetros cua-drados de superficie. Creemos que, en conjunto, todo ello refrenda las consideraciones ini-ciales de las que partíamos para caracterizar las nuevas pautas de la mo-vilidad interior de las sociedades de los países desarrollados a fines de es-te siglo. BRADFORMD.,, y KENT, A. 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