Boletín Millares Carlo
2001.20: 85-93
ISSN: 021 1.2140
El latín como vehículo de expansión
de la ciencia árabe del siglo XV
José Antonio GONZÁLEMZ ARRERO
Universidad de La Laguna
Abstract
There is not much to say nowadays about the Arabic science. The analysis of this proj-ect,
therefore, pretends to focuse the study in the fact that, although been known, it has
been left aside in the transmission of the Occidental culture. We are refering to the
influence on the Medieval Arabic science by the classical languages: the Greek, used
as a primaria1 reference and the latin, as a vehicle of expansion through to the
Occidental world.
Resumen
Poco es lo que aun hoy en día se conoce de la ciencia árabe. El análisis de este traba-jo
pretende incidir en un hecho que, pese a ser conocido, se ha dejado de lado en el
estudio de la transmisión de la cultura occidental. Nos referimos a la influencia que las
lenguas clásicas ejercieron sobre la ciencia árabe medieval: una, el griego, usada como
fuente y la otra, el latín, que sirvió como vehículo de expansión hasta occidente.
La ciencia árabe nos ofrece tal cantidad de documentos que un compendio
de ella se escapa a cualquier actividad investigadora. Sin embargo, la mayor
parte se encuentra todavía en manuscritos. Conviene especificar que cuando se
habla de ciencia árabe entendemos la ciencia que ha tenido como vehículo
transmisor la lengua árabe, o, quizás más profundamente, la ciencia que se
halla más o menos ligada a cuestiones filológicas trazadas por dicha lengua.
En razón a la génesis de la ciencia árabe podemos considerar que en su for-mación
participaron no sólo el pueblo árabe sino también todos los pueblos
que los árabes conquistaron o con los que tuvieron contacto. A un primero y
José Antonio González Marrero El latín cumo ic~hiculod e exprrnsión de lu &ncm ór~rhr..
largo período de silencio sigue un movimiento de recuperación, en cuya crea-ción
el elemento más notable es sin duda la herencia obtenida de la antigua
Grecia y del pensamiento helenístico, pues los alejandrinos habían establecido
un Corpus de las ciencias que los bizantinos guardaban y comentaban'. La
estructura del pensamiento científico de los árabes es griega2 y de ahí a la tra-ducción
sólo hay un paso3.
Sin embargo, los árabes aprendieron pronto y, dado su carácter enciclo-pédico,
añadieron sus propias peculiaridades y poco a poco su saber se fue
perfeccionando según sus necesidades. Su cultura científica es consecuente-mente
una sabiduría práctica, concreta y basada en la observación y en la
experiencia.
El período de mayor flrecimiento de la ciencia árabe se sitúa entre los
siglos VI11 y XII d.C.4: en oriente los siglos de oro son el VI11 y el IX y en Al-
Andalus el siglo X.
Tras la asimilación y la adaptación, llegó el apogeo de la ciencia árabe,
pero escrita, en su mayor parte, en latín. Estamos en el siglo XII. Es la época
de las grandes traducciones al latín y la España de la Reconquista, donde bri-llan
Maimónides y Averroes, resurge como el gran centro de cultura en el que
eclesiásticos de toda Europa se sustentan de las fuentes árabes.
Esto conlleva el redescubrimiento de la ciencia griega clásica. La cien-cia
que se escribe en latín es la aplicación que los árabes habían hecho de la
ciencia y los conceptos griegos, es decir, es la cultura árabe la que transmi-ten
y allí donde no llegó la lengua árabe lo hicieron las traducciones latinas.
En eso consiste la intemacionalización de la investigación árabe, pero ade-más
de manera casi imperceptible había tenido otra función de enorme rele-vancia
para nosotros, la lengua árabe había servido de filtro entre el griego
y el latín.
Las obras árabes, traducidas al latín, desencadenarán en Occidente una
gran inquietud intelectual, que desemboca en el florecimiento científico del
siglo XIII, determinado sin duda alguna por la actividad creadora de los luga-res
que habían servido de receptores de la cultura árabe.
Con el siglo XIII termina el gran período de la historia de la ciencia árabe.
Durante el reinado de Al-Hakan 11 (913-976) se formó en el califato de Córdoba una biblioteca que
contenía más de cuatrocientos mil volúmenes dedicados a matemáticas, astronomía y cartografia funda-mentalmente.
Esta condición y el disponer desde el siglo VI1 de la b ~ j u i aco nvirtió a los árabes en autén-ticos
dueños del Mare Nostrum.
2 El sabio árabe, que es historiador, poeta, filósofo, pero también matemático, astrónomo, químico,
médico, etc ... es el patrón que ya había representado Galeno o Eratóstenes en Grecia.
3 Tradujeron a Euclides, Ptolomeo, Galeno, etc ...
Al tiempo que se difundía el gusto por la ciencia, realizando traducciones, aparecía una escuela teo-lógico-
jurídica, el hanbalismo, fundada por Ahmad b. Hambal(780-855). Sus doctores no admitían más que
una ciencia, la del Corán y la sunna.
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El relevo lo había tomado la lengua latina. Después de ese tiempo el Occidente
cristiano, acostumbrado ya y enriquecido por las numerosas traducciones
latinas de los libros árabes encamina el pensamiento científico hacia los des-cubrimientos
del Renacimiento. A pesar de que los países cristianos tomaron
la iniciativa quedaban aún rescoldos de grandes científicos entre el mundo
musulmán. En la España reconquistada seguiría viva durante más de un siglo
una ciencia bastante ilustre y a través de ella, primeramente, y de Sicilia, en
segundo lugar, la ciencia árabe se propagó por toda Europa.
Estos dos lugares que sirven como puente a la cultura musulmana con
Europa son los que van a ofrecer un mayor número de traductores:
Por un lado, en España, destaca como punto capital la estancia del monje
Gerberto, que abrazó el papado con el nombre de Silvestre 11 en el año 999.
Este religioso tiene en su haber el hecho de vulgarizar por Europa las cifras
árabes y el astrolabio5, al margen de numerosas obras.
Por otro lado, en el sur de Italia la ciudad de Sicilia se convertirá en el
lugar de paso de la cultura árabe. A través de los musulmanes de Sicilia los
estrechos lazos creados con el Islam van a dar lugar a la Escuela de Salerno.
La tradición atribuye la fundación de la Escuela a cuatro maestros, cada uno
de los cuales adoctrinaba en su propia lengua: Salernus en latín, Pontos en
griego, Helinus en hebreo y Adela en árabe6.
EL TRATADO DEL SEXAGENARIUM
Según el astrónomo del siglo IX al-Battani7, la astronomía era para el
mundo musulmán la ciencia más noble, la más alta y hermosa, pues estaba
relacionada con algunas exigencias del culto, tales como la determinación de
las horas de la oración, de la orientación a la Meca, etc ...
Los estrechos vínculos existentes entre la religión y ciertas prácticas astro-
El astrolabio es un instrumento de cálculo tomado por los musulmanes de los griegos. Surgió a par-tir
de una proyección estereográfica, desarrollada por Hiparco de Rodas hacia el año 150 a. C. El astrolabio
estándar está compuesto por dos partes principales: una celeste y otra terrestre. La proyección de esta últi-ma
representa el horizonte y las líneas de latitud propias del lugar para el que ha sido construido (de esta
forma se obtienen dos discos, el tímpano y la araña, móvil y desmontable) que están superpuestos alrede-dor
de un eje común que representa el eje del mundo. El dorso de este instrumento suele estar dividido en
cuatro cuartos de círculo en los que pueden aparecer uno o dos cuadrantes de sombras o un cuadrante de
senos. El astrolabio se transmitió a Europa a través de al-Andalus y se convirtió en el instrumento europeo
más popular de la Edad Media y del Renacimiento. Su uso, además de ser un modelo del universo abarca-ble
con una sola mano, era el cómputo del tiempo.
6 En siglos posteriores evoluciona su carácter hacia una organización universitaria en la que la ana-tomia
tiene especial importancia.
7 Al-Battani, Al-Battani siue Albatenii, Opus astronomicum, trad. y ed. C.A. Nallino, 3 vols., Milano,
1899-1907. Reimpresión 3 vols. en un tomo, Hildesheim-New York, 1977. vol.1, pp. LVII-LVIII.
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José Antonio González Marrero El latin c,omo vehiculo de e.~pun.sióno le la <,ien<,tiiarc ihe
nómicas explican el sinnúmero de tratados dedicados a la fabricación y uso de
instrumentos de observación, como el astrolabio o el cuadrante de senos8.
De esa producción tan voluminosa queremos entresacar un único ejemplo,
el tratado del sexagenarium, que nos servirá como eje conductor de los avata-res
en que se vio envuelta la ciencia árabe antes de la dispersión de sus culti-vadores.
El sexagenarium debe encuadrarse en un contexto mudejat-9, no plena-mente
islámico. La presencia islamica en la transmisión y comunicación
científicas durante la segunda mitad del siglo XV tiene su más vivo retlejo
entre los alfaquíes valencianos. Esta selecta clase, que obviamente constituían
los mudéjares, mantenía la actividad científica y la comunicación con cl
mundo islámico oriental, prestando especial interés a los astrónomos y médi-cos
de la atrayente ciencia que se hacía en países como Egiptolo.
Uno de estos alfaquíes, proveniente de Paterna -en aquellos momentos
un pequeño pueblo de la huerta valenciana- introdujo en 1450 en Valencia un
instrumento astronómico procedente de El Cairo que era conocido con el
nombre latino de sexagenarium". Esta narración aparece en varios estudios,
que van acercándose a nosotros cronológicamente, pero en cada uno de ellos
figuran los mismos datos, como si en ninguno de los casos se hubieran acer-cado
a los textos manuscritos.
El sexagenarium está vinculado a la familia de los ecuatorios, aunque su
uso resulta muy complejol2. Es un objeto plano en forma de cuarto de círcu-lo
que presenta en cada una de sus dos caras un trazado diferente. Ambos
trazados se utilizaban en combinación uno con el otro. Hoy en día sólo se
conserva en el Museo de Historia de la Ciencia de Oxford un ejemplar de
8 Estaban especializados en los movimientos solares y lunares, pero también en los aspcctos que sedu-jeron
a la Edad Media Latina: la interpretación astrológica y la formación de horóscopos. La astrologia csta-ba
muy relacionada con la astronomía, pues la búsqueda de vínculos y oposiciones de los astros ha sido
objeto de observaciones precisas y de soluciones trigonométricas exactas.
Los mudéjares son aquellos musulmanes peninsulares originarios del Al-Andalus árabe que podían
practicar su religión en la sociedad cristiana medieval antes de las conversiones forzosas del siglo XVI. Vid.
M. de Epalza, Los mariscos antes y después de la expulsión, Madrid, 1992.
'0 CJ: L. García Ballester, Historia social de la medicina en la España de los siglos XIII al AW,
Madrid, 1976, p.72.
'1 Existen dos estudios fundamentales, a saber: E. Poulle, "Théoric des planetes et trigonométrie au
XV siecle, d'apres un équatoire inédit, le sexagenarium", Journal des Savunts 3, ( 1 966), pp. 129-161; L.
Thomdike, "Sexagenarium", Isis 42 (195 l), pp. 130- 133. De manera complementaria citaremos también
otros: L. García Ballester, op. cit., p.72; C. Barceló Torres, Minorías islámicas en el Puk Valenciano.
Historia y dialecto, Valencia, 1984 ; J. Vemet et al., Instrumentos astroncímicos en la Espaila Medieval. Su
influencia en Europa, Santa Cruz de la Palma, 1985, pp.108-109; J. Vernet y J. Samsó (ed.), El legado cien-tíjico
andalusí, Madrid, 1992, pp.216-217.; J. Samsó, Las ciencias de los antiguos en Al-Andalus, p.389.
l 2 Incluso sometido a fuertes presiones este alfaquí valenciano no permitió a nadie conocer el conte-nido
del tratado hasta su muerte, probablemente porque el instrumento debía ayudarlo a resolver cuestiones
relacionadas con el ritual islámico, un secreto que le convenia guardar bien en la comunidad musulmana de
mediados del siglo XV que residía en Valencia. Sus dudas y desconfianza descubren, al mismo tiempo, la
crisis de convivencia entre la minoría mudéjar y la cristiana en esta ciudad.
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latón, legado en el siglo XVIII por el coleccionista John Pointer al St-John
College de Oxfordl3 que procede del gabinete de objetos curiosos.
Una de las caras, ocupada por una especie de ecuatorio, constituye la deno-minada
"cara planetaria" del instrumento. Su característica principal es que
lleva un disco con quince círculos concéntricos y sobre él una regleta móvil.
La otra cara del sexagenarium lleva inscrito un cuadrante de senos.
Del ecuatorio podemos decir que apareció por vez primera en Al-Andalus
y de él se conserva un reducido número de ejemplares. No ocurre así con
respecto a los tratados que describen cómo se fabrica y cómo se utiliza. El
ecuatorio es un instrumento plano construido para reproducir gráficamente el
movimiento de los planetas. Mediante su uso se evitaba tener que efectuar
cálculos largos y complicados. Es pues un modelo planetario a escala que per-mite
resolver un problema concreto, como el cálculo de la ecuación de un
planeta. Los tratados sobre el ecuatorio más antiguos que se conservan son del
siglo XI y X I I l 4 .
En cuanto al cuadrante de senos hay que señalar que se conoce en latín
como quadrans canonis, traducción literal de la expresión árabe rubC al-dastür,
o quadrans uetustissimus, para distinguirlo del quadrans uetus --o
cuadrante horario- y del quadrans nouus -o cuadrante astrolabio-. Se trata
de un instrumento plano de carácter universal, entendiéndose por instrumento
universal aquél que puede utilizarse en cualquier lugar y no en una latitud con-creta.
La función principal del cuadrante de senos es la de medir ángulos pero su
carácter principal reside en ofrecer la posibilidad de solucionar gráficamente
problemas de trigonometría plana y esférica, estos últimos por aproximación.
Sirve además para efectuar operaciones aritméticas sencillas como la multipli-cación
y la división. El cuadrante de senos tuvo su creación en Bagdad en el
siglo IX y originariamente fue inventado para resolver un problema concreto,
la determinación del tiempo en función de la altura del sol y su altura meri-diana
mediante una fórmula aproximada. Con el paso del tiempo fue transfor-mándose
en una especie de regla de cálculo para los astrónomos medievales.
El texto árabe más antiguo relativo al uso del cuadrante de senos fue com-puesto
en el siglo IX por Abü qacfar Muhammad b. Müsa al-Jwürizmi 16.
l3 CJ E. Poulle, art.cit. (Théorie des planetes ...), p.133 y "Sexagenarium", en Les instruments de la
théorie des planetes selon Ptolémée: Equatoires et horlogérie planétaire du XIII au XVI siecle, Geneve-
Paris, 1980, p. 419.
l4 La última monografía aparecida dedicada a los ecuatorios andalusies es M. Comes, Ecuatorios anda-lusíes.
Ibn al-Samh, al-Zarqülluh y Abü-1-Salt (Anuari de Filologia, Vol. XIII, Any 1990, Seccio B, Número
l), Barcelona, 1991.
l5 Vid. un reciente resumen de los diferentes tipos de instrumentos de uso en astronomía en D.A. King,
"Some remarks on islamic astronomical instruments", Scientiarum Historia 18 (1992), pp.5-23.
l 6 El estudio más reciente realizado sobre el cuadrante de senos fue defendido como tesis doctoral por
Maravillas Aguiar Aguilar con el titulo que figura en la bibliografia de la página 93.
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Sin embargo, el interés que nos proporciona el sexagenarium es el hecho
de que se trata de un instrumento utilizado por astrónomos de El Cairo. Esto
demuestra la relación existente, todavía en el siglo XV, entre la ciencia practi-cada
en España y el centro islámico situado en Egipto. El caudal científico que
se compartía y traducía debía de ser enorme, aunque los vestigios sean en la
actualidad muy escasos.
El tratado que describe el sexagenarium aparece recogido en dos manus-critos
conservados en la Biblioteca Nacional de París:
El primero de ellos es el manuscrito 7416 A. Es el testimonio que nos pro-porciona
el mayor número de datos tanto de la obra en sí misma como del
autorl7. Se trata de un misceláneo de sesenta folios que podemos dividir de la
siguiente forma:
Primeramente un texto traducido del árabe al valenciano por Johannes
Bonie en 145618 que tiene una veintena de capítulos. De acuerdo con esta ver-sión
el manuscrito originario debía tener tres partes de veinte, cien y sesenta
capítulos.
En segundo lugar, un texto latino que el propio Johannes Bonie terminó de
traducir el doce de marzo de 1464.
Y finalmente, un texto que constituye la traducción parcial del texto valen-ciano
al latín.
Queremos hacer una breve mención de Bonie como primer traductor de
la obra árabe. De él poco es lo que se sabe y, dada la difícil situación que vivía
Valencia hacia mediados de este siglo (quizás 1465 o incluso antes), pode-mos
suponer que este hombre de ciencia -con total seguridad judío- se
traslada a la zona sur de Francia19. Allí el rey René asegura para los judios
una vida más o menos estable, con lo que a su llegada se convierte en médi-co
de este rey. Constituye sólo un dato aproximativo el hecho de que en 1454
René confirma y aumenta los beneficios de los que gozaban los judíos en
Provenza20 (la Escuela de Medicina de Montpellier era un reducto en el que
se daban a conocer y estudiaban los judíos). A partir de aquí las tinieblas que
l 7 Este manuscrito perteneció años después de copiarlo a Oroncio Finé, que vivió entre 1494 y 1555.
y tras su muerte lo heredó Antonio Mizaldo, cuya relación con el texto aparece dos veces en el manuscrito.
Al parecer Mizaldo vivió entre los años 15 10 y 1578 y fue especialista en previsiones meteorológicas.
l 8 En el ms.7416A, f f . 3 ~y 58 v. dice que el texto se tradujo del árabe al valenciano en esta fecha.
l 9 Es ésta la ruta más habitual que hacen los judíos. Los moros, por el contrario, huian por el sur de
España hacia África.
20 En hebreo Provenza es una unidad aparte.
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existen sobre su vida se vuelven más oscuras. Sin embargo, en la contribución
científica de los judíos hispánicos no pueden omitirse los nombres de quienes
desarrollaron la plenitud de su actividad fuera de la península ibérica, es
decir, los emigrados, los que prefieren llamarse 'sefardies'. Los más desta-cados
eran oriundos de al-Andalus lo que, dicho en otras palabras, significa
que estaban inmersos y conocían bien la cultura árabe. Éstos escribieron en
árabe o tradujeron del árabe21.
El segundo testimonio es el manuscrito latino 1026322. Ocupa una sección
que coincide con el contenido de los veinte capítulos que se conservan en el
texto escrito en lengua valenciana, pero no supone la traducción de este últi-mo.
Junto a él aparece una fecha, 1475, que puede ser de la redacción del texto
o de la finalización de la copia que poseemos. Al ser un manuscrito tan corto
también resulta parco a la hora de explicar los usos y las posibilidades del
sexagenarium: se ocupa sólo del movimiento del sol y las estrellas y deja de
lado el problema de la posición de los planetas.
Un tal Christianus de Prolianus, desconocido hasta este momento para nos-otros,
debió ser su autor, puesto que este texto se encuentra en el manuscrito
1 O263 a continuación de una explicación debida a él de cómo combinar los tra-zados
del cuadrante nuevo, del sexagenarium y de los trazados que aparecen
generalmente en el dorso del astrolabio.
Sabemos, además, que se hizo en torno al mismo documento un pequeño
comentario impreso a principios del siglo XVI en St.-Pons de Thomieres. El
autor de la obra es un reconocido médico, Bartolomeo de Solliolis23 y el
impresor Jean de Guerlins.
Este tercer testimonio contiene ciento cincuenta capítulos que podemos
distribuir de la siguiente manera: primeramente, los que pertenecen al movi-miento
del sol y las estrellas. Éstos coinciden con los apartados comprendidos
en la parte escrita en la lengua valenciana del manuscrito 7416 A y en el
manuscrito 10263; en segundo lugar los concernientes al movimiento planeta-rio
ocupan la segunda y tercera parte y un último apartado está dedicado a los
problemas de geometría práctica.
2' D. Romano, La ciencia hispanojudia, Madrid, 1992, p.187.
22 Ocupa los folios 137r-147r. La descripción de este manuscrito se encuentra en E. Poulle, art. cit.
(Théorie des planktes ...), pp. 129-130.
23 Una nota autógrafa de Oroncio Finé que presenta el manuscrito 7416 A en el f.lov. hace mención a
que Bartolomeo de Solliolis realizo su obra en 1500: "...curauit impressos Bartholomeus de Solliolis
Viuariensis medicus usque ad numerum 150 in ciuitate Diui Pontii Thomerarum anno Christi 1500 ...".
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Hoy en día resulta paradójico pensar que la ruta que tuvo que hacer la
ciencia griega antigua a través del mar Mediterráneo para ser conocida en cl
occidente latino fue realizada a través del Islam. Sin embargo, prueba de ello
son estas dos traducciones del tratado árabe que explicaba los usos del sexo-genarium,
tanto la hecha al valenciano como la realizada al latín, puesto que
conforman uno de los últimos casos conocidos de transmisión científica en la
que la España medieval sirvió como vehículo. Son los Últimos coletazos que
da ciencia árabe, pues con la expulsión definitiva y la toma de Granada que-dará
totalmente reducida y aniquilada.
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M. AGUIAAR GUILAREd, ición, traducción y estudio de la Risüla küfiyat al-sayb
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