Boletín Millares Carlo
2002, 21: 51-61
ISSN: 021 1-2140
De la conquista militar a los viajeros
del siglo XIX: descripciones de las practicas
Jisico-corporales canarias en la literatura
Miguel Ángel BETANCOLREÓ N
Antonio S. ALMEIDAAG UIAR
Área de Teoría e Historia de la Educación
Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
Las prácticas físico-corporales forman parte de una de las facetas funda-mentales
en la vida socio-cultural del hombre. Por ello, la literatura nunca ha
dejado de lado esta temática como referente conceptual de una época. Un
pequeño recorrido por el mundo clásico sería suficiente argumento para justi-ficar
el recurso atlético en la literatura de todos los tiempos. El poeta Píndaro
brinda en sus odas la victoria de los atletas griegos en las Olimpiadas; Homero
narra en La Iliada y La Odisea los juegos funerarios con prácticas fisicas como
las carreras de carros y el juego de la pelota; un Horacio que canta a los gana-dores
atléticos, etc.
Desde esta época, en el que las Islas Canarias formaban parte del mito y
de la realidad, se han venido desarrollando una serie de prácticas corporales
que no han pasado de largo ante la mirada de poetas, historiadores, naturistas
y viajeros, que han descrito en sus textos, con mayor o menor precisión, los
juegos y costumbres festivas de los habitantes de la Fortunae Insulae.
Indudablemente, su propia realidad geográfica como conjunto de islas en
medio de un océano, ha marcado las actividades, técnicas, usos y costumbres
en la población. Es natural que las prácticas físico-corporales y los juegos tra-dicionales
no puedan substraerse a esta influencia, que en el caso canario,
viene determinada por su propia insularidad y peculiar orografía. Estas prácti-cas
deben ser interpretadas a través de los textos diacrónicamente en las suce-sivas
fases históricas, ya que las condiciones ambientales han perdurado sin
otra variación que los cambios introducidos por las nuevas vías de comunica-ción,
desarrolladas desde los tiempos de la conquista. No hay que olvidar, que
si hay algo que define al archipiélago canario es su función de puente hacia
M. Á. Betancor y A. S. Almeida De la conqui.stu militar u los viqr ro.~d el .sfgloX M
otros continentes, lo que ha supuesto continuos contactos e intercambios cul-turales
y económicos. Esto ha producido una abundante literatura interesada
en descubrir e informar sobre las peculiaridades de un territorio que para
muchos era el símbolo del Jardín de las Hespérides.
CRÓNICAS Y PRIMEROS TEXTOS (SIGLOS XV-XVII)
Con la llegada de las primeras huestes extranjeras, las islas empiezan a ser
descritas en diferentes crónicas de conquista. La primera de ellas es Le
Canarien, Crónicas francesas de la Conquista de Canarias'. Escrita por los
religiosos Pierre Bontier y Le Verrier que formaban parte de la expedición fran-cesa
al mando de los caballeros Gadifer de la Salle y Jehan de Bethencourt en "7
1404, dan buena cuenta de las formas de vida de los aborígenes. Destacan sobre E
todo las condiciones fisicas de los aborígenes: "no encontraréis en M ~ H ~ U I I U O n
parte gentes más hermosas ni mejor ji~rmadas q 14e en lus islas de es ivfa hcrndu, - m
O
hombres y mujeres", subrayando sus destrezas como grandes pescadores y EE
nadadores. No debemos olvidar que la cultura aborigen en el periodo de con- S
E
quista, corresponde a una estructura neolítica, basada en el pastoreo, el cultivo
de algunos cereales y la recolección de moluscos. A partir de estas característi- 3
cas, podemos afirmar que los ejercicios físico-corporales estaban articulados en O- función de un indudable carácter utilitario y ritual. Alvar García escribe en m
E
1420 la Crónica del Rey Juan IIde Castilla, donde cuenta que una embajada de O
hombres ilustres de estas islas van a entrevistarse con el rey, figurando como
uno de sus miembros un tal Maguer, "que era luchador". Este es el primer dato n
E
histórico, aun sin terminarse la conquista de todas las islas, en las que se hace a
referencia a un luchador canario2. n
En el siglo XVI, el ingeniero italiano Leonardo Torriani presta sus servi- n
cios al rey Felipe 11, y entre sus responsabilidades, incluyó una revisión ir? O3
situ de las fortificaciones defensivas del Archipiélago. Sin embargo, su obra
Descripción e Historia del Reino de las Islas Cunurius antes Af0rt~irzudu~cso r l
elparecer de sus fortiJicaciones, no solo recoge los proyectos de obras y refor-mas
que le habían encargado, sino que recopila detalles de las prácticas fisicas
de sus habitantes. Entre ellos, destaca la lucha del palo?
1 Ciorancscu, Alejandro (trad.): Le Cunarien: Crrinicu.~fi cinc~.rii.st k I u Conc~iiistiri lc ('irnirt.i<r.s.S anta
Cruz de Tenerife, 1986, p. 153.
2 Martin, Jose Miguel: "Síntesis histórica de la lucha canaria", en: Jiregos J t l q ~ o r ~rrcir~lti c.~ono(rf e
Canarias. I" Jornadas de Juegos y Deportes uutóctono.~,L as Palmas de Gran Canaria, 28 no\ ieinbre-2
diciembre 1988. Las Palmas de Gran Canaria, 1990, 72-78, p. 73.
3 Torriani, Leonardo: Descripci6n e Historia del Reino de 1a.s 1.slu.s ((iniiricis. Santa Cruz de Tenerik.
1978, p.110.
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M. A. Betancor y A. S. Almeida De la conquista militar a los viajeros del siglo XX: ...
Cuando dos canarios se desafiaban a duelo, iban al lugar señalado para
ello, que era una plazoleta alta, que en cada extremo tenía una piedra llana,
grande tan solo cuanto podía mantenerse encima de ella un hombre de pie.
Primeramente cada uno de ellos se ponía encima de su piedra, con tres piedras
en la mano, para tirárselas, y con otras tres más de las que servían para herir-se,
y con el bastón llamado magodo y amodeghe. Primeramente se tiraban
piedras, que hurtaban con destreza, meneando el cuerpo sin mover los pies.
Después bajaban en tierra y se enfrentaban con los magodos, esgrimiendo y
buscando cada uno su ventaja ...; y con el furor, llegando a brazo partido, se
herían con las tres piedras delgadas que llevaban entre los dedos de la mano
izquierda. Cuando uno reconocía que había sido vencido por el otro, gritaba
en voz alta Gamá, gamá, que en nuestra lengua significa Basta, basta.
La lucha forma parte de las confrontaciones ceremoniales que aparecen
en muchas culturas. De hecho, es por sí misma un ritual de estimulación de
las fuerzas genesicas y de la vida vegetativa. Esos enfrentamientos deben su
origen, posiblemente, a la concepción arcaica de que los golpes y juegos
incrementan la energía universal. Las luchas, al igual que las danzas rituales
y los baños purificadores de mar, podían responder a este tipo de finalidad
ritual y propiciatoria.
En 1594 se imprime por primera vez en Sevilla la obra de Fray Alonso de
Espinosa Historia de Nuestra Señora de la Candelaria. En ella se narra los
ejercicios en que se ocupaban los jóvenes autóctonos, como el saltar, correr,
tirar piedras, trepar, así como levantar pesos4:
Eran hombres de tanta fuerza y ligereza, que cuentan algunas cosas de
ellos casi increíbles. Una piedra guijarro está en esta isla, en el término de
Arico, maciza, mayor que una gran perulera, la cual vide yo y es común plá-tica
entre los naturales que con aquella piedra iban sus antepasados a probar
sus fuerzas, y que la levantaban con las manos y la echaban sobre la cabeza a
las espaldas con facilidad.
La obra de Fray Abreu y Galindo se enmarca en este contexto. En 1602
se publica su Historia de la conquista de las siete Islas Canarias. La obra está
dividida en tres bloques, y en cada uno de ellos describe la ocupación de las
islas, además de analizar aspectos de la vida cotidiana de los isleños. En el
capítulo que trata de los ritos y costumbres de las islas de Lanzarote y
Fuerteventura, al referirse a sus habitantes indica?
Espinosa, Alonso de: Historia de Nuestra Señora de la Candelaria. Santa Cruz de Tenenfe, 1980, p.43.
5 Abreu y Galindo, Juan de: Historia de la conquista de las siete Islas Canarias. Santa Cruz de
Tenerife, 1997, p. 55.
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eran animosos y bicn dispuestos y proporcionados, mas que todoa lo\
demás de las islas, y así lo son hoy (. . .). Tenían muchos desafíos. Salianse ;iI
campo a reñir con unos garrotes de acebuche, de vara y inedia de largo, que
llamaban tezzeses (. . .) Eran grandes nadadores, y a palos mataban los peces.
Además de la lucha con garrote, la práctica fisica que mayor trascendencin y
relevancia ha tenido hasta nuestros días es la lucha canaria. La primera dcscripci6n
que se hace en la literatura de este tipo de lucha se debe al médico y poeta lagiine-ro
Antonio de Viana, en cuyas obras La Conpistu de Etwr-if¿l, publicada en Sevilla
en 1604, y Antigüedades de las ILsluLAsf or.tunucius, describe estas prácticas a tia\ 6s
de cantos. En la citada en primer lugar, lo expresa cn los siguientes tkrminos6:
Salen luego a la lucha dos mancebos
briosos, bien dispuestos y valientes,
desnudos, mal revueltos los tamarcos,
por bien de honestidad, a la cintura.
Demuestran lucios los nervudos brazos
Derechos muslos y vellosas piernas
Untadas con manteca, porque sicndo
Aislados y apretados con las manos
Resblasen, mostrando más sus fucrzas.
Eran los dos gallardos luchadores,
el uno Rucadén, otro Caluca.
Mídense a brazos, hacen firmcs presas,
Garran las uñas en la untada carne
Y exprimen con los dedos la manteca;
Los nervios hinchan de los fuertes miembros;
ármanse el uno al otro zancadillas:
danse enviones, vueltas y revueltas;
soplan casi gimiendo los anhélitos
o, por mejor decir, medio bramando.
Vierten los secos labios de sus bocas
amarga espuma de encendida cólera.
Afirma Rucaden el pie siniestro;
carga sobre el cuerpo de Caluca,
tuércele un poco; y con el diestro brazo
le arroja en tierra de una gran caída;
queda mantenedor en el terreno.
Deja Caluea al vencedor ufano,
d e s e de la cueva corrido.
"iana, Antonio de: COnqlristci de Ewrrrfi~l, . Santa Cruz de Tenerife, 1986. p. 125.
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M, A. Betancor y A. S. Almeida De la conquista militar a los viajeros del siglo XIX: ...
Así van saliendo luchadores a vengar la derrota de su compañero, hasta
que aparece Godeto, hermano del vencido Arico, y se traban ambos en lucha7:
Andan a vueltas, danse recios golpes
en los tobillos con los pies ligeros
haciendo mil concorvos con las zancas,
abárcanse los cuerpos con los brazos;
crujen huesos, y de un golpe juntos
miden la tierra con tan gran caída
que pareció hundirse en el profundo.
Llegó primero Rucadén al suelo,
aunque ambos cayeron sin ventaja.
Dice Godeto a voces que ha vencido;
alega Rucadén a favor suyo.
En su otra obra, Viana describe los actos lúdicos que se celebraban en los
días festivos en las cortes de los Reyes, destacando los ejercicios de fuerza,
levantando pesos, luchas, carreras, saltos, bailes, "con destreza y valentía,
mostrando su valor en competencias". Tenemos que recordar que las islas han
sufrido un proceso de conquista y colonización hasta convertirlas en una sóli-da
plataforma en el camino hacia las Indias. La colonización trajo consigo con-secuencias
negativas para la subsistencia cultural autóctona. Los habitantes
indígenas fueron esclavizados, deportados o ejecutados. Los que sobrevivieron
fueron convertidos con rapidez. Paralelamente se prohíben aquellas prácticas
que pudiesen alentar levantamientos y revueltas populares, como la del palo,
y se introducen algunos juegos arraigados en Europa, como el jeu de paume,
adaptándose a Canarias y evolucionando posiblemente hasta la tipología del
juego de pelota característico en la isla de Lanzarote: la pelota a mano8.
Este proceso de introducción de práctica físicas ajenas al archipiélago, los
recoge el poeta tinerfeño en el Canto VI, cuando narra los juegos que realizan
los españoles cuando el rey de Güimar va a hablar con ellos9:
... hacen después de esto grandes fiestas
bailes, carreras, pruebas, luchas, saltos
con placer, regocijos y alegrías;
suben luego a caballo los jinetes,
escaramuzan, pasan la carrera,
juegan a las cañas, corren las sortijas.. .
7 Viana: Conquista, p. 126.
X Navarro, Vicente: "El mantenimiento de un juego: la pelota a mano de Lanzarote", en: 1 Stadion
XV (1989).
9 Viana, Antonio de: Antigüedades de las Islas Afortunadas. Madrid, 1991, p.239.
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M. A. Betancor y A. S. Almeida De la conquista militar a los viajeros del siglo XIX:
Pérez del Cristo menciona igualmente las luchas y las danzas en el tratado
quinto de su libro Excelencias y Antigüedades de las Siete islas Canarias,
publicado en 1679. En el capítulo primero, en sus descripciones poéticas se
refiere a las prácticas, narrando que "unos se ejercitan los miembros luchando
en las yerbas, contienden con el ejercicio de lucha y los otros hacen danzas y
dicen versos"~0. Quince años después de esta publicación, se edita la obra del
médico e historiador teldense Tomás Marín y Cubas con el título Hi,stor.iu de
la Siete Islas de Canarias (1694). En la línea de obras anteriores, describe
características socio-culturales de la población. En el capítulo dieciocho hace
referencia a la naturaleza, costumbres y ejercicios de los canarios:
... en forma de los atletas (. . .) dabanse buenas trabadas y mandaba
Guadartheme apartarlos (...) También había puestos en dos bandos, uno5 "7
defendiendo un torreoncillo y otros le pugnaban y a veces los juncos se E
volvían lanzas. Otros luchaban desnudos de medio para arriba untados con O
n manteca, forcejeando para derribarse (. . .) Dícense muchas hazañas de algu- =m
nos esforzados apuestos de Telde y Galdar.. . O
E
E
2
Continua su referencia a la lucha, dejándonos un relato clarificador y nove- E
doso, ya que indica que los luchadores se untaban el cuerpo con grasa de cin-tura
para arriba": 3
-
0m
Antes de entrar en este ejercicio se untaban el cuerpo con manteca y se E
desnudaban de la cintura arriba. Cada cual de los campeones se ataba una O
cuerda al muslo derecho que agarraba al contrario con la mano izquierda apo- n
yando uno contra otro el hombro derecho. En esta posición consistía toda la E
a
habilidad de los contendientes, haciendo uso de los brazos y las piernas por
medio de esfuerzos diestramente combinados en derribar el uno al otro, suce- n
diendo a veces que los dos caían unos sobre otro, en cuyo caso el vencido era
reputado siempre el que caía debajo." 3
O
Tras la conquista, la cultura renacentista irá recalando con cierta lentitud,
en los puertos insulares. Los libros de tratadistas médico-higiénicos del
Humanismo se hacen hueco en las incipientes bibliotecas canarias. Así, la obra
de Jerónimo Mercuriales Arte Gimnástica, será leída por los ilustrados cana-rios,
que siguiendo el ejemplo de los humanistas, recomendarán una reforma
pedagógica que contemple la excelencia y cuidado del cuerpo a través de los
juegos atléticos y ejercicios físicosl2.
l o Pércz del Cristo, Cristóbal: E.reelcnrins y Antigüedurfes de 1u.s Siete I~lu\ ('aticit?nr. Saritn C'I-u7 de
Tenerife 1996, p.94.
'1 Marín de Cubas, Tomás: Historiu de lus Siete Is1u.s de Canarias. La Laguna 1993. p.2 13.
l 2 Infantes, J.A.: Un seminario de su siglo: cntw lu Inqui.sición J lm Luce,. Las Palmas de Gran
Canaria, 1977, p.136.
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M, A. Betancor y A. S. Almeida De la conquista militar a los viajeros del siglo XIX: ...
LIBROS DE VIAJEROS E HISTORIADORES (SIGLOS XVIII-XIX)
Canarias había quedado incorporada al circuito de la modernidad políti-ca
y cultural. Será a partir de la Ilustración, y en especial durante el siglo
xIX, cuando la institucionalización de las actividades físico-deportivas se
canalizarán a través de diversas vías. Los primeros historiadores ilustrados
del Archipiélago, cuya figura más representativa es José de Viera y Clavijo,
con lo visto hasta ahora: "nuestros antiguos isleños, por genio opor
eran extremadamente inclinados a los juegos y a los regocijos
públicos"13. Los juegos más célebres eran los del Beñesmen, celebrándose en
el tiempo de la recolección de cosechas. Se solemnizaban las fiestas con
desafíos, luchas y otros ejercicios corporales en las que cada contrincante
mostraba su fuerza y destreza. Los isleños, señala el historiador tinerfeño,
eran grandes atletas, luchadores consumados y grandes tiradores de piedras.
Los atletas, antes de saltar al combate, obtenían el permiso de los guaires o
consejeros de guerra.
Capítulo especial en el estudio que estamos realizando son los documen-tos
que nos han dejado los numerosos viajeros extranjeros que por motivos
científicos, en la mayoría de los casos, han sucumbido a la belleza natural del
archipiélago. Muchos de ellos eran ingleses, cuya presencia en estas islas data
del siglo XVI, si bien en esta época el interés era puramente comercial. Sin
duda, los nuevos aires de la Ilustración trae a Canarias a otro tipo de viajeros,
como el inglés George Glass, que en 1764 publica en Londres su obra
Descripción de las Islas Canarias, donde da buena cuenta de las costumbres y
paisajes que visitó. En el texto, no sólo destaca las prácticas propias del pue-blo
canario, sino que describe otras prácticas físico-lúdicas de la Península que
poco a poco fueron adaptándose al universo lúdico de la población. Así, en el
capítulo XVI referido a las diversiones de los habitantes de las Islas Canarias,
nos cuenta que además de los muchos tipos de bailes existentes, como la folía,
el fandango o el canario, las diversiones entre la gente del pueblo consistían en
luchar, jugar a las cartas, jugar al tejo y en lanzar una pelota a través de un ani-llo
colocado a gran distancia. Refiriéndose a los campesinos de la Gomera,
señala que tienen el arte de saltar de roca en roca cuando viajan. Mientras
tanto, "las gentes distinguidas toman ,aire montando a caballo"l4.
Estos relatos de viajes son una constante en el devenir de la humanidad.
Desde Herodoto hasta Marco Polo, muchos viajeros nos han relatado sus aven-turas
en países exóticos. Pero quizá sea desde el punto de vista histórico donde
mayor trascendencia alcanza, al dejarnos en los textos, como señala Todorov,
66 la localización de las experiencias contadas por los relatos en el tiempo y en
l3 Viera y Clavijo, José: Historia de Canarias, 1. Santa Cruz de Tenerife, 1967, p.156.
l4 Glass, George: Descripción de las Islas Canarias. La Laguna, 1976, p. 127.
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el espacio"l5. El verdadero relato de viaje, desde el punto de vista de cluieries
recibimos dichos documentos, refiere el descubrimiento de los otros, en exte
caso de los habitantes de unas islas atlánticas.
El naturista Alexander Von Humboldt, considerado el padre de la inoder-na
ciencia geográfica, viaja a Canarias en 1799. Realiza varias excursiones
para reconocer la geomorfología del Archipiélago, sobre todo en cl Valle dc La
Orotava y en el Teide. Su obra se publica en París en 18 16 con el título I ?ti;(,
a las Islas Canarias. Aunque no hace un estudio profundo de las actividades
lúdicas de la población, describe algunas fiestas como la de los pastores en In
Noche de San Juan, o pone en evidencia la teoría roinintica del "b~icn salvn-je",
al decir que "en toda la isla no existe hoq' indígena crlgw~od o ,I,IIIYI 1 ~ 1 1 t r ;
y algunos viujeros, (...) se han engul2ado cnyendo huher t c ~ n i d od r g r i r r . g~c >iitcJ
de esos guanches de porte esbelto y veloces en la cair-errl"l6. "7
D
A otros viajeros, como el francés René Verneau, un viaje no le fue suti- E
ciente para poder absorber todos los nuevos conocimientos que las islas le O n
proporcionaban. El doctor francés viaja a las islas unas seis veces, desdc 1876 -- m
O
hasta 1935, participando activamente en la clasificación de materiales en I:I EE
Museo Canario, en la ciudad de Las Pal~nasd e Gran Canaria. Su obra C ' i n r , o S
E años de estancia en las Islas Cuna,-ias se publica en 189 1. En su primeni 17ai.t~. -
realiza un estudio histórico de los antiguos habitantes '7: 3
-
0
Los canarios tcnian presente, ante todo, desarrollar en sus hijos I;i tiici./a m
E
y la agilidad. Desdc la más temprana edad, los nifios sc cntrcgabm :i j~icso\ O
de dcstreza quc debían prepararlos para ser guerrcros tcmiblcs. 1.0s :iil~ilto~ n
eran muy aficionados a los cjercicios dcl cuerpo, y sobre todo. n la luclia. E
a
En el capítulo VIII, referido a Gran Canaria, describe algunas piiíctica\ n
que se seguían desarrollando a finales del siglo XIX, entrc ellas el salto del n
pastor. Su origen se remonta a las necesidades que los pastores tenían de des- =O
plazarse en el abrupto terreno de las islas. Para ello se valían de un palo que
les facilitaba las subidas y bajadas de cuestas y laderas. Referidas al pueblo de
Mogán, en el sur de la isla de Gran Canaria, el científico francés señalal8:
El pastor de Mogán va siempre con la lanza en la mano, un gran palo de
pino de cuatro metros de largo. Con este instrumento el pastor salta precipi-cios
de una anchura increíble y desciende al fondo de los mismos precipicios
con una rapidez vertiginosa.
Todorov, Tzvetan: Las morales de la historia. Barcelona, 1993, p. 99.
l6 Humboldt, Alejandro: Viaje a las Islas Canarias. La Laguna, 1995, p. 168.
l 7 Vemeau, René: Cinco años de estancia en las Islas Canarias. La Orotava, 1996, p. 173.
l 8 Ibidem.
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M. Á, Betancoi y A. S. Almeida De la conquista militar a los viajeros del siglo XIX: ...
Además de las luchas, otra de las actividades lúdicas que más nos han des-los
viajeros son las peleas de gallo. Verneau nos narra que en ciertas épo-cas,
la ciudad ofrecía una animación excepcional en los días de peleas de
gallos y de las luchas, "que estaban tan de modas como lo estaban antes de la
El alemán Herman Christ, en su obra de 1886 Un viaje a Canarias
en primavera, cuenta que en su estancia en la isla de La Palma habían cons-tmido
"el nuevo circo para las peleas de gallos, el deporte de los palmerosm19.
En un principio fueron entretenimientos de la aristocracia, pero en el siglo XIX
ya estaban popularizados.
Debemos constatar que en el siglo XIX se produce en Canarias cambios
significativos que repercutirán directamente en la diversificación de las prác-ticas
físico-deportivas. La presencia de una destacada colonia extranjera, el
relanzamiento económico del Archipiélago a través de una incipiente burgue-sía
de raíz ilustrada, el desarrollo y fomento de la escolarización con la implan-tación
de institutos de enseñanza secundaria dotados de establecimientos gim-násticos,
etc., incidirá en la institucionalización del deporte y de las activida-des
físicas en la cultura canaria contemporánea.
Además de las actividades físicas que los viajeros narraban en sus visitas
a los pueblos de las islas y que eran practicadas al aire libre, sobre todo en las
festividades religiosas, aparecen a mediados del siglo pasado instituciones
donde igualmente se dan espacios para los juegos: casinos, centros recreativos,
clubes, etc. Eran los lugares de ocio de las élites sociales y políticas. En 1888
se publica Excursiones y estudios de las Islas Canarias, del inglés Charles
Edwards. Este típico británico ilustrado se centra en estudiar los núcleos de
población más importantes (La Laguna, La Orotava), aislando las zonas rura-les,
aunque también fueron visitadas por el autor. En el capítulo XII, hace la
descripción de un club recreativo20:
Hoy este palacio es un local social. Dimos un paseo por sus amplias cáma-ras
de altos techos, convertidas en biblioteca, teatro, sala de billar, etc.
Pudimos contemplar a los trabajadores de La Laguna jugando al ajedrez, prac-ticando
el violín o leyendo el periódico.
También los intelectuales canarios del siglo XIX quisieron dejar constancia
de los juegos tradicionales. El doctor Chil y Naranjo señala algunas modifica-ciones
en torno a la lucha canaria en su obra Estudios históricos, climatológi-cos
ypatológicos de las Islas Canarias (1 876). Indica que la lucha en esos días
constituía una de las diversiones más favoritas de los habitantes de todas las
l 9 Christ, Herman: Un viaje a Canarias en primavera. Tenerife, 1998, p.67.
20 Charles, Edwards: Excur.siones y estudios de las Islas Canarias. Las Palmas de Gran Canaria, 1998,
página 193.
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M. Á. Betancor y A. S. Almeida De la conquistu militar ri lo^ i>irrjo-os del siglo XiX...
islas en todos los regocijos públicos, conservándose en la de Gran Canaria los
dos partidos de Gáldar y de Telde, como sucedía entre los guanches. Sus estu-dios
sobre higiene, le llevan a categorizar fisiológicamente a los luchadores.
Aquellos que provenían de medios palustres, según indicaba Chil y Naranjo,
jamás presentaban en la arena del terrero a uno de esos robustos atletas cuyos
músculos demuestran vigor y energía. Por eso, los luchadores de Telde, Tcnoya
y otras localidades ofrecían una perfecta distribución anatómica, cosa que no
sucedía con los rivales sometidos a la influencia iniasmática de las aguas estan-cadas
próximas a sus pueblos.
Para analizar algunas de las modificaciones entre la lucha prehispanica y la
de finales de la centuria decimonónica, el libro de Rafael Ramírez Doreste titula-do
Donde nací, nos describe un día de fiesta centrado en una tarde de luchadas'l:
Aquel año prometían mucho las luchas. La pila de Tclde había depuesto
sus antagonismos con los Llanos y se unían en estrecho consorcio, rivales de
toda la vida, para vencer a la pila de Agüimes (. . .). Semanas anteriores a las
luchadas, nuestros héroes se dedicaban por las nochcs, dcspués del trabajo, a
blandearse en los estercoleros. Allí adquirían nuevamente la agilidad perdida;
sus miembros, medio entumecidos por la vida tranquila y pacífica del campo,
recuperaban la necesaria elasticidad y en respetuosa competcncia, los discí-pulos
aventajados hacían trabajar a los maestros, que alcanzaban, al menor
descuido, un leñazo de cuenta.
Cada partido tenía sus comisionados, que solían ser las personas de más
representación en el pueblo; ellos iban a la cabeza de su bando, arreglaban las
diferencias, con dinero las hazañas, alentaban a los nuevos y durante la lucha,
atentos a los movimicntos, decidían en sentencia inapelable de quién era la
caída. A la una de la tardc ya no sc podía respirar dentro del Potrero. Cerrado
por un toldo y cuatro paredes que no le permitían entrar una burbuja de aire,
y con mas de mil personas, cuando apenas cabría la mitad, el modesto circo
era un horno caldeado, cuya atmósfera, densa y llena de polvo, podía cortar-se
con un cuchillo (. . .).
Doblaron las cinturas: puso cada uno la mano dcrecha sobre la espalda del
contrario: empezaron a avanzar y retroceder imitando un baile, y en uno de
aquellos movimientos, el de Telde levantó a su contrario más de una cuarta
del suelo, lo cuadró en la cintura, y, tan largo como era, se dejo ir encima de
él, cayendo ambos a tierra en medio de una gran polvareda.. .
Nuevamente, las peleas de gallo como aspecto lúdico, las destaca Do-mingo
J. Navarro en Recuerdos de un noventónZ2:
21 Ramirez, Rafael: Donde naci. Barcelona, 1899, p. 137- 148.
22 Navarro, Domingo: Recuerdos de irn noventón. Las Palmas dc Gran Canaria. 1971. p. 132
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M. A. Betancor y A. S. Almeida De la conquista militar a los viajeros del siglo XIX: ...
Estos y otros señoritos vagabundos cuando se cansaban de peleas de gallo
y de luchas concertadas, promovían fuertes parrandas e intervenían en los bai-les
de candil del menesteroso pueblo. En medio de tanto bullicio era su prin-cipal
objeto cazar en vedado.
La caza como actividad físico-deportiva, ha sido destacada en distintos
textos. Uno de ellos es el del escritor lanzaroteño Angel Guerra, que a finales
del siglo XIX escribe La lapa, donde describe una cacería de pardelas con
hurones en el islote de Alegranza23:
Además, había por entonces, hasta media docena de cazadores de parde-las.
Triscaban por los riscos, se aventuraban en los cantiles sin temor al ries-go,
azuzando los hurones, disparando las escopetas sobre aquellas aves extra-ñas,
grasientas y hediondas, que colgaban sus nidos en lo más abrupto, cara al
mar, amantes de la soledad y el abismo (. . .). La caza iba para largo y aque-llos
avechuchos parecen no extinguirse, multiplicándose en sus guaridas de
los peñascales trágicos, en cantil, donde las aguas baten con ímpetu, escu-piendo
sus espumas salobres inútilmente a los cielos.
A estas alturas, sobra ya un discurso reivindicativo de la relación entre los
juegos tradicionales y la literatura como fenómeno social. Las prácticas físico-corporales
que hemos analizado a través de estos fragmentos, son un mero
ejemplo del universo Iúdico de los habitantes de estas islas. Desde los propios
orígenes de la conquista, donde las prácticas que más han destacado los distin-tos
autores (lucha canaria, juego del palo, salto del pastor, etc.) tenían un claro
sentido económico, guerrero y religioso, hasta hoy, donde estas mismas activi-dades
han trascendido en el tiempo y se han incorporado al difícil entramado
del deporte federado. Junto a ellas, y desde finales del siglo XIX, se han intro-ducido
los deportes modernos al amparo del desarrollo de los Puertos insulares,
que han sido la puerta de acceso a la llegada de la modernidad. Tradición y van-guardia
se han consolidado en la actualidad como manifestaciones sociales de
identidad que han ocupado un lugar destacado en la literatura actual.
23 Guerra, Ángel: La lapa. Madrid, 1986, p.108.
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2002,21: 51-61