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El profesor Manuel Socowo y la enseñanza del latín en Canarias GREGORRIOO DR~GHUEERZR ERA Universidad de Las Palmas de Gran Canaria Manuel Socorro Pérez nace en Cueva Grande, Vega de San Mateo (Gran Canaria), el 16 de septiembre de 1894, en donde transcurren sus primeros años de escuela. Comienza, como párvulo, en la escuela de Cue-va Grande y, posteriormente, en Las Lagunetas donde estudia con su tía M." Jesús Pérez Navarro, con el señor Perera en su escuela privada y, fi-nalmente, en la escuela fundada por el párroco de Las Lagunetas, Miguel Díaz Sánchez, para, de ahí, pasar a la Escuela Nacional de San Mateo. En 1904, con catorce años de edad, ingresa en el Seminario. Respecto a la en-señanza del latín en el Seminario manifestará, más tarde, que se aprendía el latín a fuerza de tiempo y de constancia, pero se perdía un tiempo precio-so2. En la Universidad Pontificia de Canarias obtiene el grado de Licen-ciado y Doctor en Filosofía, y el de Licenciado en Teología. 1 Este esbozo biográfico de Manuel Socorro Pérez ha sido extraído de su autobio-grafía: M. SOCORRPÉOR EZ, Mis recuerdos, 1972, y de diferentes conversaciones con la Dra. D." M." de los Reyes Hernández Socorro, sin la que este trabajo hubiese sido imposible, puesto que puso a nuestra disposición los ejemplares de las obras de su tío, así como va-rios documentos privados del profesor Socorro, que han facilitado nuestra labor. Desde estas líneas nuestro más sincero agradecimiento a ella y a su familia. 2 Sobre el Seminario Conciliar y los estudios linguísticos que allí se impartían es im-prescindible el reciente trabajo de M." J. VERAC AZORLLOAS, estudios lingüísticos en Gran Boletín Millares Carlo, núm. 18. Centro Asociado UNED. Las Palmas de Gran Canaria, 1999 Una vez ordenado sacerdote, su primer destino fue el de capellán de la parroquia de Tamaraceite y, posteriormente, de la parroquia de La Luz, en el barrio capitalino de La Isleta. Poco después y casi simultáneamente, es nombrado coadjutor de la parroquia de San Agiastín, profesor de tercer curso de latín y humanidades en el Seminario Conciliar y redactor-jefe del diario católico El defensor de Canarias. Así pues, en este momento co-mienzan de manera continuada dos de las actividades que marcarán el de-sarrollo de su vida: la enseñanza y el periodismo3. En estos años como profesor del Seminario Conciliar y convencido de la necesidad de cambiar el método de enseñanza del latín caracterizado en aquel momento por la memorización y la repetición rutinaria de la Gramática hispuno-latina de Raimundo de Miguel, intenta introducir al-guna innovación que tiene como consecuencia que al curso siguiente se le cambie a la asignatura de literatura castellana. Hemos de suponer que aquel hecho le produjo en su momento una enorme frustración y un no menor enfado, como muestra el prólogo de su obra La enseñanza del latín. Ensayo metodológico de 1926, que comienza de la siguiente manera: Después de explicar varios años por el método tradicional los cursos de tercero y cuarto de latín en nuestro Seminario-Universidad Pontificia, después de tropezar incontables veces con las asperezas e inconvenientes en que ha venido a parar lógicamente este método, decidí ensayar el Ila-mado filológico, pero tales esfuerzos resultaron vanos en la práctica. Mis propósitos hallaron el vacío por toda respuesta. Y he tenido que continuar allí con las rancias teorías de Raimundo de Miguel ... y continuaré mien-tras los Superiores, cuya autoridad acato, no dispongan otra cosa. Advertimos, pues, en sus palabras cierto carácter inconformista y, en algunos momentos, contestatario, al tiempo que su respeto y obediencia a sus superiores. Años más tarde, en su autobiografía se referirá a este epi-sodio en un tono más franco y con la característica socarronería isleña: Intenté en mi clase de Tercero introducir alguna innovación; pero se le-vantó contra mí una atmósfera irrespirable, que tuvo por efecto al año si-guiente cambiarme a la clase de Literatura castellana. Yo había predicho a mis discípulos erigir una estatua de terracota en el patio amarillo a Rai-mundo de Miguel. Pero mi iniciativa se quedó frustrada. Raimundo de Mi-guel se quedó sin estatua, porque yo renuncié a la cátedra del Seminario. (Mis recuerdos, 32) Canaria hasta el siglo XIX Tesis doctoral inédita. Universidad de Las Palmas de Gran Ca-nana 1999, vol. 11, 326-335. 3 Aunque su faceta como periodista no es el objeto de este trabajo, conviene recor-dar aquí que, además de este puesto inicial en El defensor de Canarias, fue columnista de Falange, de Diario de Las Palmas y de La Provincia. El profesor Manuel Socorro y la enseñanza del latín en Canarias 37 1 Efectivamente durante estos años de dedicación a la parroquia y a las clases en el Seminario Conciliar, se examina del Bachillerato, hace el Pre-paratorio en la Universidad de La Laguna y, finalmente, en dos convoca-torias, con un intervalo de dos años, obtiene la Licenciatura en Letras en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada. El profesor Socorro comienza su actividad en el Instituto de Las Pal-mas como profesor ayudante de Letras, plaza que, tras quedar vacante la cátedra de Latín, le había ofrecido el director. Más tarde y ya con su títu-lo de la Facultad de Filosofía y Letras, opositó a la cátedra de Lengua y Li-teratura latina, siendo votado por unanimidad. Finalmente el 20 de junio de 193 1 tomó posesión de la cátedra de Lengua y Literatura latina del Ins-tituto de Las Palmas, por aquel entonces situado en el edificio de la calle Juan de Quesada4. Durante los años de la República abandona las clases en el Seminario Conciliar y renuncia al Beneficio de la Catedral de Las Palmas, según sus propias palabras para quedarme independiente5; y, además, es elegido por el claustro del Instituto de Las Palmas secretario de esta institución, car-go al que renuncia, posteriormente, al decretarse el traslado de este cen-tro al Colegio de los Jesuitas. En estos años de gobierno republicano ma-nifiesta su descontento, de manera pública, en diferentes artículos en Diario de Las Palmas y La Provincia, sobre los que comentará después: Tema principal de mis artículos en tiempo de la República era criti-car las ambiciones del socialismo, jamás satisfecho, comparándolo con los deseos de los niños mimosos que nunca están contentos. (Mis recuerdos, 58-59) El 30 de noviembre de 1936, tras el estallido de la guerra civil españo-la6, es nombrado por la Junta de Burgos y a propuesta del claustro Direc-tor del Instituto de Las Palmas, cargo que desempeñará hasta el momen-to de su jubilación en 1964. Al poco tiempo de su nombramiento como Director del Instituto, se ve obligado a presidir por orden de la Junta de 4 En la actualidad este edificio es la sede del Rectorado de la Universidad de Las Pal-mas de Gran Canaria. 5 Mis recuerdos, 32. 6 Sobre aquellos días, narra en sus memorias que el 18 de julio de 1936 se encon-traba en su pueblo natal acompañando a su padre gravemente enfermo y que, al no tener noticia de los acontecimientos y no presentarse ante las nuevas autoridades, es acusado de rebeldía: «Mis enemigos insisten en que era desafecto al Movimiento e incluso creyeron que debía perder el título de Catedrático. La sensatez volvió por sus fueros pero el daño ya estaba hecho)) (Mis recuerdos, 47-48). 372 Gregorio Rodríguez Herrera Burgos la Comisión Depuradora para los maestros, labor sobre la que rna-nifestará posteriormente que era penosísima7. Un aspecto importante del ámbito educativo en los años de posguer-ra es su componente ideológicog. En el caso del Profesor Socorro este rasgo hay que matizarlo. Dos son los vehículos de transmisión de las ideas edu-cativas del nuevo régimen en las obras del Profesor Socorro: los ejemplos que se insertan en los manuales y los preliminares o prólogos de las obras. En el primer caso, encontramos ejemplos o textos cuyo contenido podría afirmarse que contribuyen a la exaltación de los valores religiosos y mo-rales del nuevo régimen, pero no es menos cierto que también encontra-mos ejemplos que podrían situarse en la crítica al mismog, por lo que no creemos que éste deba ser el elemento esencial para establecer la presen-cia de la ideología dominante en sus obras. En el segundo caso, es decir, los prólogos a sus gramáticas y libros de texto, advertimos que en los pre-liminares a su Manual de Lengua Latina. Primer curso el apartado segun-do, denominado "razones para aprender latín", lo concluye con la si-guiente frase: Por eso, en este renacimiento a que asistimos del pueblo español, el latín es la base principal del Bachillerato, pues él informó también el al-ma imperial de España. Este prólogo apareció en 1940, bajo la influencia, sin duda, de la Ley Reguladora de los estudios de Bachillerato de 20 de septiembre de 1938 (BOE de 23-9-1938) en la que se establece la cultura clásica y humanística como la base insuperable y fecunda para el desarrollo de las jóvenes inteli-genciaslo. Sin embargo, diecinueve años después, en 1959, en su Gramáti- 7 Mis recuerdos, 49. 8 M. DE PUELLEBSE N~TEEZd,u cación e ideología en la España contemporánea (17 67- 1975). Barcelona, 1980. 9 Por ejemplo, en el Manual de lengua latina. Primer curso de 1940, página 163, lee-mos los siguientes ejemplos extraído de las obras de Quevedo para verterlos al latín: el ti-rano es aborrecible a todos los hombres o en la ignorancia del pueblo está seguro el dominio de los pn'ncipes. 10 Esta ley vinculó de tal manera el mundo clásico al regimen que, desgraciada-mente, aún hoy pagamos los latinistas sus consecuencias y somos para muchos "simples" el símbolo de la educación inmovilista dado que, por ejemplo, en el preambulo de la ley se manifiesta: ((Una apologética copiosísima y convincente pudiera invocarse a su favor (a favor de la cultura clásica y humanística). Bástenos enunciar entre sus decisivas ventajas: el poder formativo inigualado del estudio metódico de las lenguas clási-cas; el desarrollo lógico y conceptual extraordinario que producen su análisis y comprensión en las inteligencias juveniles dotándolas de una potencialidad fecun-dísima para todos los órdenes del saber; el procurar esta formación, camino segu- El profesor Manuel Socorro y la enseñanza del latín en Canarias 373 ca latina (para todos los cursos) reproduce nuevamente estos preliminares pero, ahora, eliminando, esta última frase. Mención aparte merece su inédito discurso de apertura del curso 1941-42, Valor educativo de las Lenguas Clásicas, pues aquí, una vez más bajo el cobijo de la Ley Reguladora de los estudios de Bachillerato, sí en-contramos algunos párrafos de mayor compromiso con el ideario educa-tivo del régimen: España, se ha dicho, es pueblo de misión. O lo que es lo mismo. Es-paña es el pueblo escogido por la Providencia para las más altas empre-sas civilizadoras. ¿Y dónde radica la base de este misionismo? Sobre dos puntales. El espíritu de catolicidad y la herencia de Roma. He aquí las dos columnas de Occidente: Catolicismo y Romanismo (...) España que en es-tos momentos se siente resurgir, ha vuelto su vista a Roma como sede del catolicismo y como símbolo de todos los valores de Occidente. Pero no se crea que esta vuelta a Roma significa carencia de espíritu propio, de es-píritu nacional. Porque España es Roma y es algo más que Roma. Cuan-do Roma degenera, España mantiene la pureza de la fe y la ética. La Ro-ma imperial se hunde en la molicie y frente a ella se yergue la España de los Sénecas que establece el eje diamantino de la Hispanidad. Sin embargo en estas afirmaciones el profesor Socorro sólo sigue la corriente que se ha generado en el país y que vincula los valores tradicio-nales de España con las humanidades clásicas, como puede apreciarse en otros discursos de la época pronunciados por diferentes personajes en dis-tintos puntos de España1 l. ro para la vuelta a la valorización del Ser auténtico de España, de la España for-mada en los estudios clásicos y humanísticos de nuestro siglo XVI, que produjo aquella pléyade de políticos y guerreros -todos de formación religiosa, clásica y humanística- de nuestra época imperial, hacia la que retorna la vocación heroica de nuestra juventud; poder formativo político corroborado todavía notablemente con el ejemplo de las grandes Naciones imperiales modernas; y bastaría, final-mente, la consideración de la necesidad de dar en las circunstancias mundiales presentes, su plena valoración a los fundamentos clásicos, greco-latinos, cristiano-romanos, de nuestra civilización europea. Consecuentemente, la formación clásica y humanista ha de ser acompañada por un contenido eminentemente católico y patriótico. El Catolicismo es la médu-la de la Historia de España. Por eso es imprescindible una sólida instrucción reli-giosa...))( A. MOLERPOIN TADHOi,s toria de la educación en España N. La educación durante la segunda República y la Guerra Civil (1931-1939). MEC. Madrid, 1991, 303-304). 11 En el discurso del ministro P. SAINRZO DR~GUprEonZu, nciado en Pamplona en la clausura del Primer Curso de Orientación Nacional para Maestros manifiesta: «Es preciso que eduquemos al ciudadano español con el ejemplo de Roma y el recuerdo dignificador de Cincinato, que con la misma mano con que manejaba la mancera del arado empuñaba también la espada de dictador. Recordemos que del 3-74 Gregorio Rodríguez Herrero Durante las décadas siguientes y como Director del Instituto de Las Palmas hubo de hacer frente a diferentes circunstancias que afectaron al centro, de las que queremos destacar el traslado del Colegio de los Jesui-tas a la calle Canalejas y las gestiones para construir un nuevo edificio pa-ra el instituto en Fincas Unidas. No es de extrañar, por tanto, que, en el momento de su jubilación, el Centro que tantos años presidió le rindiera un homenaje al que se sumaron el Cabildo Insular de Gran Canaria y el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria y que, en el curso 1972-73, se le erigiera un busto que se encuentra actualmente en el despacho del director del Centrolz. Mención aparte merece su opinión sobre la tutela de los exámenes pa-ra obtener el grado de Bachiller, puesto que evidencia, en cierta medida, su carácter independiente e, incluso, contestatario con las autoridades si creía que la situación era injusta. El profesor Socorro consideró siempre que los exámenes para la obtención del Grado de Bachiller debían estar tutelados y debían ser realizados por los catedráticos de Instituto y no por la Universidad. Por eso, cuando el Gobierno de la República en una de sus primeras actuaciones, decreta que los exámenes se realicen en los Institu-tos y por los catedráticos manifiesta: fue de los primeros decretos dados por la República. Las aguas volvían a su cauce. El grado de Bachiller volvía a los catedráticos de Znstituto~3S. in embargo, tras la Guerra civil volvieron a la Universidad y con la ley de educación impulsada en los 50 por el mi-nistro Ruiz Giménez14 la situación tenía visos de empeorar por lo que, en palabras del profesor Socorro: Foro al Campo de Marte no hay más que un paso y que si la vida es milicia, debe-mos de enorgullecemos de poderla cumplir en el máximo sentido del deber mili-tar » (A. MAYORDOPMÉROE ZH, istoria de la educación en España V. Nacional-Catoli-cisrno y educación en la España de posguerra 1. MEC. Madrid, 1990, 175). '2 En la actualidad este centro se denomina Instituto de Enseñanza Secundaria "Pé-rez Galdós". '3 Mis recuerdos, 39. 14 Así, durante la visita del ministro de Educación, Ruiz Jiménez, a Las Palmas de Gran Canana, se celebra una comida de agasajo al Ministro, quien preside la mesa junto al profesor Socorro y otras autoridades. Ante la injusta situación del profesorado Manuel Socorro aprovecha la ocasión para plantear públicamente al Ministro este problema, algo que no fue del agrado de las autoridades según deducimos de la reproducción del hecho que hace en sus memorias: «Y corno la sinceridad siempre ha sido mi norma, en la conversación con el Sr. Ruiz Jiménez, salió esta cuestión que, entonces, se hallaba en el ambiente. Y le hablé muy claro al Sr. Ministro. Le mencioné el malestar que había entre nosotros, la injusticia que el Estado estaba amparando contra nosotros. La tempe-ratura subió bastante, y el Sr. Ministro se molestó. -¿Por qué, Sr. Ministro, se consiente esta injusticia contra los catedráticos de Instituto? El profesor Manuel Socorro y la enseñanza del latín en Canarias 375 La alarma era grande, pues el plan vigente entonces no hacía distin-ción entre un Colegio y un Instituto ... Y esto ¿por qué? Porque los cole-gios privados de órdenes religiosas no querían que sus alumnos se some-tieran al control de los Institutos. Ellos no se someterían a exámenes sino solamente a las Universidades. Naturalmente, el profesorado de Institu-tos, nombrado por el Ministerio, después de unas oposiciones severísimas se hallaba desprestigiado y hasta calumniado. (Mis recuerdos, 41) En estos años Manuel Socorro va paulatinamente dedicándose a su producción literaria15 y critica, de la que destacamos sus trabajos sobre el Quijote16. Asimismo, comienzan a llegar los reconocimientos públicos por su labor. Recibe la Encomienda de la Orden de Alfonso X y la Gran Cruz de la Orden de África y, en el momento de su jubilación en 1964, le rinden sendos homenajes el Cabildo Insular de Gran Canaria y el Colegio de Doc-tores y Licenciados. Falleció Manuel Socorro en Vegueta, en Las Palmas de Gran Canaria, el 22 de julio de 1979. Tras su óbito, recibió muchas muestras de cariño de las que rescatamos aquí unas palabras de su ex-alumno el periodista Vicente Martínez: El profesor Socorro Pérez caló muy hondo entre el alumnado. Con-tribuyó de forma destacada a la formación de muy buenas generaciones de estudiantes. Se afanó al máximo por enseñarnos el verbo latino (con-fieso que a mí siempre se me dio muy mal) y trabajó afanosamente por enseñarnos muchas cosas de las tantas virtudes que atesoraba en su co-razón. No era un profesor de muchas palabras, sino que se limitaba a las precisas. Aparentemente duro de carácter, pero luego un bonachón en el fondo. Silencioso y más bien introvertido. Le gustaba hablar más con la pluma, quizá por aquello de que lo que se escribe tiene perma-nencia". No hubo respuesta. Pero sí hubo alusión a mi condición de sacerdote, porque iba en contra de las normas de la jerarquía eclesiástica, según él. Por toda respuesta le dije: -Señor Ministro, la Iglesia en este asunto no puede meterse. A Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del César.» (Mis recuerdos, 41-42). '5 Fruto de esta labor obtiene varios premio literarios entre los que destaca el Se-gundo premio Virgen del Carmen, en 1947, por su obra Poesía del mar. 16 En este campo sus trabajos más relevantes son El mar en la vida y las obras de Cer-vantes. Las Palmas de Gran Canaria, 1952, y Menéndez Pelayo y Cewantes. Las Palmas de Gran Canaria, 1957. 17 V. MART~NE"ZR,e cordandoa Don Manuel Socorro, mi profesor de latín", Hoja del Lunes, 30-7-1979. 2. MANUESLO CORRYO L A DID~CTICAD EL LATÍNO:B RAS Y FINALIDAD En este apartado reseñamos aquellas obras de este polígrafo canario, publicadas o inéditas, relacionadas con la enseñanza de la lengua latina, a manera de breve catálogo. Es importante destacar que el profesor So-corro fue miembro de la Société de Études Latines de Francia y que, pre-cisamente, la obra publicada en 1936, La nomenclatura gramatical, fue re-señada por J. Marouzeau, en la prestigiosa Revue de Études LatineslE, organo de difusión ciéntifica de dicha Sociedad. 2.1. Discursos MANUESLO CORRVOa,l ores educativos de las lenguas clásicas. Apertura del curso 1941-42 en el Instituto de Las Palmas (inédito). Ya hemos comentado en el apartado anterior que este discurso hay que situarlo dentro de un ambiente sociopolítico muy determinado. En cualquier caso los Valores educativos de las lenguas clásicas de Manuel So-corro, considerado conjuntamente con otros discursos de la época, nos muestran que tanto en regímenes autoritarios como democráticos, los ob-jetivos de la educación son seleccionados y dirigidos por el poder político, siendo las estructuras educativas la correa de transmisión de las mismas, como acertadamente manifiestan V. y G. de Landsheerelg. 2.2. Gramúticas y libros de texto MANUESLO CORRMOa, nual de lengua latina. Primer curso. Las Palmas de Gran Canaria. Tipografía Diario. 1940. MANUESLO CORRMOa,n ual de lengua latina. Segundo curso. Las Palmas de Gran Canaria. Tipografía Alzola. 1954. MANUESLO CORRMOa, nual de lengua latina. Primer curso. Adaptado a los nuevos cuestionarios. Las Palmas de Gran Canaria. Tipografía Alzola. 1954. MANUESLO CORRTOe,x tos latinos. Cursos tercero y cuarto. Las Palmas de Gran Canaria. Tipografía Alzola. 1954. 18 REL 14 (1936), 453. 19 V. DE LANDSHEE-R GE. DE LANDSHEEROEb, jetivos de la educación. Barcelona 1977. El profesor Manuel Socorro y la enseñanza del latín en Canarias 377 MANUESLO CORRMOé,t odo de latín. Cursos tercero y cuarto. Santa Cruz de Tenerife. Goya ediciones. 1959. MANUEL SOCORRGOra, mática latina (para todos los cursos). Santa Cruz de Tenerife. Goya ediciones. 1959. De este conjunto de obras debemos destacar la Gramática latina, dado que nos ofrece un conciso y, a la vez, riguroso recorrido por la lengua la-tina. Esta gramática, que fue empleada por el profesorado canario duran-te más de una década, supuso el final de su producción escolar y fue el re-sultado de casi cuarenta años de experiencia docente y de aplicación del método filológico-comparativo a la enseñanza del latín. En cualquier ca-so, esta obra, síntesis de una enseñanza pionera en España, se encuentra en la línea que adoptaron otros autores en sus gramáticas latinas20 y que, posteriormente, ha gozado de gran éxito en los libros de texto para el B.U.P. Sobre el resto de sus textos escolares es muy significativa la autocríti-ca del profesor Socorro: Al obtener la Cátedra obré como han obrado el noventa por ciento de los catedráticos españoles. Me publiqué mi libro de texto. Un libro de tex-to para estudiantes de Bachillerato donde vertí mis conocimientos en la materia. Dos volúmenes bastante abultados. Demasiado. Demasiado. De-masiado para alumnos de Bachillerato. Que Dios me lo perdone. Delicta iuventutis. Es decir, delitos de juventud. Pronto lo pude comprender, pe-ro el hombre es así. En sucesivas ediciones y aconsejado por la experiencia, los textos fue-ron disminuyendo de volumen y el contenido también. Lo mismo ocurrió con los textos latinos para traducir. (Mis recuerdos, 59-60) 2.3. Ensayos MANUESLO CORRLOa ,e nseñanza del Latín. Ensayo de metodología. Las Pal-mas de Gran Canaria. Tipografía Diario. 1926. MANUESLO CORRLOa ,n omenclatura gramatical. Las Palmas de Gran Cana-ria. Escuela tipográfica salesiana. 1936. La primera de sus obra, La enseñanza del Latín. Ensayo de metodolo-gía, tiene como objetivo defender y difundir las excelencias del método fi-lológico- comparativo para la enseñanza del latín frente al método tradi- 20 E. VALENFTI~O LG, ramática de la lengua latina. Barcelona, 1940; A. del Álamo, Sch. P., Gramática latina. Madrid, 1966. 378 Gregorio Rodríguez Herrera cional meniorístico y repetitivo, cuyo mayor exponente era la Gramática de Raimundo de Miguel*' y de la que el profesor Socorro manifiesta que viene a ser algo así como el 'Pontífice' de esta escuela22. Esta obra, que tie-ne el mérito de ser el primer trabajo publicado es España sobre metodo-logía de la lengua latina23, consta de dos partes bien diferenciadas: la pri-mera denominada 'parte general', en la que se tratan aspectos de pedagogía y didáctica general en la medida que afectan a la enseñanza del latín y, la segunda, 'metodología especial', en la que, a partir de la crítica del método tradicional encarnado esencialmente en la Gramática de Rai-mundo de Miguel, se exponen las características, planificación y activida-des del nuevo método filológico-comparativo, del que, según palabras del profesor Socorro, se obtienen excelentes resultados. Pero da la coincidencia de vacar en este año la cátedra de Latín en el Instituto de Las Palmas y el Sr. Director, haciendo mucho honor a mi Tí-tulo en la Facultad de Filosofía y Letras, me encomendó su desempeño. Entonces lleno del mayor y más noble entusiasmo, comencé poniendo en práctica el nuevo método, tal cual yo lo he concebido. Los primeros fru-tos fueron copiosísimos. En unas cuantas clases alternas ya mis alumnos sabían declinar y conjugar. Yo mismo me quedaba admirado de tan gran-des progresos. (Ensayo metodológico ... , 1 ) 21 R. DE MIGUEGLr, amática hispano-latina, teórico-práctica para el estudio simultáneo de las lenguas latina y castellana comparadas. Madrid, 191033. 22 Ensayo metodológico ..., 52. 23 Poco después se publica el artículo de P. GALINDROO MEO"P, edagogía y metodo-logía del latín", Revista de cultura y vida universitaria. Universidad de Zaragoza, 4 (1927), 857-878 y, desde entonces, tenemos que esperar hasta la década de los cincuenta para que aparezcan, ya con asiduidad, trabajos interesados en la didáctica de la lengua latina, esen-cialmente los artículos de V. E. HERNANDVEIZS TAen Revista de educación. Anteriormente, el lugar de expresión de las ideas pedagógicas, escasas por cierto, eran los prólogos de las gramáticas. Sirvan de ejemplo un fragmento de la de R. DE MIGUEyL d e la de F. A. COM-MELERANre spectivamente: «Dos extremos igualmente viciosos deben evitarse, a nuestro juicio, en toda obra destinada a la enseñanza de la juventud: la demasiada difusión y una consi-ción excesiva. Lo primero ahoga tal vez al alumno bajo el peso de la doctrina; lo segundo le angustia y confunde, no dejándole formar una idea exacta de las cosas. Uno y otro inconveniente hemos procurado obviar en nuestra obrita, recibida con tanta aceptación por el público ilustrado,, (R. DE MIGUEOLP, . cit.). «Por eso es y debe ser libre la acción del profesorados en la dirección intelec-tual del alumno y por eso y para eso el libro que a éste haya de servir de guía, cual-quiera que sea el plan que el autor prefiera en la exposición de la doctrina, deberá comprenderla toda entera y convenientemente ordenada en lo posible)) (F. A. COM-MELERAGNra, mática elemental de la lengua latina. Madrid, 19044). El profesor Manuel Socorro y la enseñanza del latín en Canarias 379 Este método filológico-comparativo no es otro que el estudio de la gramática latina a través de los diferentes morfemas gramáticales (núme-ro, género, persona, tiempo, modo o voz) y su combinación, así como de la utilización de los textos latinos para, a partir de ellos, explicar gramáti-ca y no del estudio del latín por medio de la repetición memorística de los paradigmas24. En esta obra, las referencias científicas, tanto filológicas, como pe-dagógicas son escasas como el mismo profesor Socorro justifica en el pró-logo al lector, debido a la lejanía de Canarias de los centro filológicos y a la escasez de bibliotecas25. Por otro lado, La nomenclatura gramatical surge como respuesta a la Orden Ministerial de 28-9-1934 que establecía que los catedráticos de es-pañol, latín y lenguas vivas se reunieran en cada instituto para establecer una nomenclatura gramatical común. En este ensayo el profesor Socorro, tras un recorrido por la problemática de la nomenclatura y las diferentes posturas tomadas por los países europeos y Norteamérica, nos presenta una propuesta de nomenclatura no tanto como respuesta definitiva al problema, sino como punto de partida para un debate serio y profundo. Esta obra, a diferencia del Ensayo metodológico, muestra claramente el conocimiento del Profesor Socorro de los foros de debate internaciona- 24 El capítulo M de la "parte general" está dedicado a refutar el método tradicional y a exponer las ventajas del método filológico-comparativo, entre las que, quizás, la más llamativa sea que el método propugnado por el profesor Socorro es el método de la razón. «La memoria ayuda mucho, pero queda rebajada a un papel muy secundario. Aquí lo es todo la razón y el discurso. Y la objección de que el niño no piensa, que se deja más llevar del oído, se puede contestar con un no rotundo. El niño no pien-sa cuando no se le enseña a pensar, sino a repetir palabras como un loro)) (Ensa-yo metodológico ... , 39). «Aprender bien [el Raimundo de Miguel] era conquistar el Meritissimus, y el nombre de latinista. ¡Qué cosa más ridícula que saberse las reglas en verso del gé-nero de los nombres o las grandes listas de pretéritos y supinos, y sin faltar a las reglas sintácticas más elementales expresarse en un latín macarrónico en las aulas de Filosofía o Teología! El latín de los clásicos era para los museos. (Mis recuer-dos, 31). 25 «Carece de citas científicas, se encuentra desprovisto de textos de autores que ava-len este género de obras con su autoridad, apenas he podido tomar alguna frase del prólo-go de ciertas gramáticas, porque aún no ha llegado a mis manos ninguna obra que acometa de frente el tema de la metodología en las lenguas clásicas. (...) Pensé primeramente divi-dir el trabajo en dos partes: histórica y teórica. La primera versaría sobre una rapidísima ojeada histórica a la enseñanza de la gramática entre griegos y romanos; en la Edad Me-dia, Renacimiento y tiempos modernos. El relato sena por demás interesante y ameno y arrojana mucha luz sobre la segunda parte. Pero no he podido desarrollar esta preciosísi-ma materia por la escasez de bibliotecas y libros donde obtener fuentes históricas. Desde Canarias, desde Las Palmas, tan lejos de los grandes centros literarios, acometer tal em-presa es casi imposible por la insuficiencia de medios)). (Ensayo metodológico ..., 2). les sobre el tema de la riorrienclatura; de los científicos que habían dedi-cado páginas a este tema en el ámbito de la filología latina como J. Ma-rouzeau, A. Yon, H. Yvon o G. LipparinP; y también de importantes obras de lingúística general, como las de F. de Saussure y M. L. Hjelm~leva~ ~, las que recurre para fundamentar sus razonamientos. Por ello no resulta extraño, como ya señalamos antes, que el mísmisimo J. Marouzeau dedi-que a esta obra una breve reseña28. Una lectura de las ideas pedagógicas del profesor Socorro nos hacen, desde nuestra perspectiva de latinista, esbozar una sonrisa de compla-cencia y, al poco tiempo, exclamar ¡Qué hombre tan sensato! La actuali-dad de sus ideas está fuera de toda duda, puesto que plantea preguntas que cada día nos hacemos los profesores de Latín, encuentra soluciones ante las que sólo nos queda asentir y nos demuestra que, en la problemá-tica que envuelve a nuestras disciplinas, se cumple, una vez más, la cono-cida máxima latina nihil novum sub sole. Sus ideas sobre la enseñanza del latín aparecen diseminadas por sus obras. Las principales se encuentran, como es lógico, en La enseñanza del Latín, Ensayo de metodología, pero también hemos extraído varios textos significativos de La nomenclatura gramatical, de los preliminares del Ma-nual de Lengua latina. Primer curso y del discurso Valores edr~cativosd e las Lenguas Clásicas. Asimismo, hemos agrupado este comentario en torno a dos apartados: a) el papel del profesor y b) el método. 3.1. El papel del profesor Manuel Socorro considera al profesor el centro de la acción pedagó-gica, sobre él recae y depende el éxito de la acción educadora. El profesor 26 J. MAROUZELAeUxi,q ue de la teminologie linguistique. París, 1933; J. MAROUZEAU, "La nomenclature grammaticale", REL 6 (1928), 133-135; A. YON", La nomenclature gram-maticale", REL 4 (1926), 126-136; H. YVON",L a nomenclature grammaticale du latin",R EL 4 (1926), 237-254; G. LIPPARINLIa, nostra lingua. Parte prima. Roma, 1928. 27 F. SAUSSURCEo,u rs de Iinguistique générale. Pan's, 19 16; M. L. HJELMSLEPVrin, cipes de grammaire générale. Copenhage, 1928. 28 Manifiesta J. MAROUZEeAn UR EL 14 (1936), 453, que «M. Socor~oa, prks un histo-rique de la question oh il vent bien suivre les directives que j'ai proposées, demande tres sagement non pas qu'on impose tyanniquement telle ou telle nomenclaíure, mais qulon s'efforce d'atténuer par une entente entre membres du persone1 enseignant les différences les plus dommageables». El profesor Manuel Socorro y la enseñanza del latín en Canarias 38 1 debe buscar la compenetración entre educador y educando; y el profesor tiene que obtener el máximo provecho de la acción educadora a través de su conocimiento y de su entusiamo. Manuel Socorro se asemeja en sus planteamientos a lo que G. Feny denominó el modelo carismático de edu-cador, cuya función equivale a un sacerdocio29. Así lo manifiesta el profe-sor Socorro: Por propio convencimiento y sin haber saludado libro alguno de Pe-dagogía he llegado a formular este gran postulado: la enseñanza es un tra-bajo mutuo entre catedrático y alumnos. Cuanta más compenetración haya más fecunda es la labor. El catedrático sin perder su puesto de ho-nor debe conducirse en clase como si fuese el primer alumno de la mis-ma, sin que pueda admitirse el que los alumnos pierdan el respeto u otras cosas por el estilo. He podido convencerme hasta la saciedad que el res-peto más profundo tiene su fundamento en el amor, el prestigio que se crea en clase, inmediatamente que los alumnos se dan cuenta de que el catedrático domina la materia que se enseña, y está poseído de un gran entusiasmo, de una decidida vocación por la enseñanza y un deseo vehe-mente de que los alumnos aprovechen. Esta es la base de toda enseñanza fructífera. Sin ella todos los métodos y procedimientos son inútiles. Y me confirma en ello, el ver catedráticos y profesores eminentes, con ciencia sobrada, cuyos alumnos no adelantan paso. Si estudian algo es por temor al suspenso. Y hasta se da el caso bochornoso de que los mismos discí-pulos les pongan en ridículo por calles y plazas. Es la falta de compene-tración mutua, que no se toma la cátedra como colaboración sino como un ateneo donde se pronuncian disertaciones más o menos brillantes y donde el auditorio aplaude por temor o adulación. (Ensayo metodológico.. . , 25) Advertimos en esta última frase que el profesor Socorro recoge ya en este ensayo la idea de que en el proceso educativo también el profesor aprende del alumno, aunque sin que ello signifique olvidar las diferencias entre unos y otros30. Asimismo, también comprobamos, en el texto ante- 29 G.F ERRYL, a pratique du travail en groupe. Une expérience de formation d'enseig-nants. París, 1970, 187-188. 30 En este mismo sentido se manifiesta R. Nassif cuando afirma: «Todos somos, pues, y según sabemos, 'educadores', y aún como tales, sucede que todos somos simultáneamente 'educandos', no obstante lo cual también la pe-dagogía ha de evitar los sofismas y poner las cosas en un plano racional e inteligi-ble. Cualquiera que sea la concepción que del educador se tenga -y, por ende, de la educación-, y por "más liberal" que sea ella, habrá siempre una 'diferencia de funciones' entre educadores y educandos, esto es, un juego de 'personalidades di-ferentes', en 'estadios diferentes de madurez')) (R. NASSIFT,e oría de la educación. Problemática pedagógica comtemporánea. Madrid, 1980). 382 Gregorio Rodríguez Herreva rior, que el carácter vocacional de la enseñanza ocupa para él un lugar de privilegio. Por ello, en diferentes pasajes recurre nuevamente a esta idea y, así, afirma en relación con el escaso número de horas que se consignan en los planes de estudio para la enseñanza del latín que no hay que entre-garse al pesimismo. Todas las asperezas, todas las dificultades, serán orilla-das con una decidida vocación a la enseñanza, con un método bien orien-tado, y amor hasta el sacrificio al trabajo y la investigación científlca31. Así pues, comprobamos que Manuel Socorro, aunque privilegia la vocación -una vocación cercana al sacerdocio-, no olvida que el método es fun-damental en la enseñanza y, con ello, se acerca inconscientemente a pe-dagogos como R. Buyse que, por aquel entonces, consideraban que no to-do podía dejarse en manos del arte educativo (la vocación) y que había que potenciar la ciencia pedagógica en busca de una profesionalización del educado+. Pero quizás donde mejor se aprecie la actitud profesional del profesor Socorro hacia la enseñanza sea en sus opiniones sobre los li-bros de texto y la actitud del profesorado. Para él el libro de texto es im-prescindible en la enseñanza, pero ello no quiere decir que reduzca la ta-rea y la importancia del profesor; al contrario, el profesor es el que hace bueno al libro de texto y no a la inversa33. Igualmente manifiesta su re-chazo absoluto a los docentes que utilizan el libro corno pretexto para no desarrollar su labor de manera adecuada. El profesor [no] debe cruzarse de brazos y abandonar los alumnos al libro. No; este procedimiento debe pasar a la historia a pesar de las ex-traordinarias comodidades que ofrece a los maestros poltronas. El libro es un poderoso auxiliar, pero nada más que un auxiliar. El catedrático es la sal de la clase. Cuando el catedrático duerme ¿Qué se puede esperar de los alumnos? (Ensayo nzetodológico ..., 22) 31 Ensayo metodológico ..., 7. 32 Regogido por R. NASSIFT, eoría de la educación. Problemática pedagógica contem-poránea. Madrid, 1980, 178-1 79. 33 NO deja de ser llamativa su opinión, ya en esa época, sobre los apuntes tomados por los alumnos y la moda, que ya entonces comenzó, de estudiar sólo a través de estos materiales. «Como reacción contra semejantes demencias, aparecen hoy algunos cayendo en el vicio contrario. Suprimen por completo el libro y todo lo encomiendan a las explicaciones que los alumnos para poder retener se ven obligados a anotar. Así surge la multitud de inconvenientes de los funestos apuntes, tanto más funestos cuando el profesor no los corrige. Los alumnos anotan algunas veces sin entender lo que el profesor dice y a toda prisa antes de que aparezcan nuevas ideas. Alguna vez han caido en mi poder algunas de esas anotaciones que más bien parecen je-roglíficos, palabras inconexas, cosas en fin que no han pasado por la mente del profesor)) (Ensayo metodológico.. ., 3 1). El profesor Manuel Socorro y la enseñanza del latín en Canarias 383 Las explicaciones de estos anquilosados pedagogos también son muy curiosas. Toda su sapientia consiste en encasquetarse en los sesos ad pe-dem litterae, la lección del día siguiente y lanzarla con voz sonora y ade-manes expresivos por el ámplio o corto ámbito de la clase. ¡Pobres discí-pulos! Entre el texto y el catedrático debe haber mutua compenetración, sin que el texto solo domine, ni tampoco el catedrático abandone el texto, an-tes bien entiendo, que el profesor es el alma del texto, que su doctrina, sin pasar por los labios del profesor, es letra muerta y sin vida. Y por eso se ha llegado a decir, que el profesor es el texto vivo, lo cual creo tan exacto, que puedo afirmar sin temor a equivocarme, que no hay texto deficiente, ni difuso. cuando el ~rofesosra be usar de él debidamente. Todos los tex-tos son buenos, cuando el profesor domina la materia y sabe enseñarla y la enseña con entusiasmo. (Ensayo metodológico ..., 3 1) Una lectura de las obras pedagógicas del profesor Socorro nos mues-tra que éste aboga por una enseñanza inductiva, activa y, eminentemente, prá~tica3D~e. esta concepción, son un claro ejemplo sus siguientes mani-festaciones: Nada aprovecha tanto, ni se hace con más placer que aquello que uno mismo inventa y descubre, con la cooperación desde luego de una perso-na ex~erta. Es indudable; en latín como en cualquier otra asignatura la enseñan-za debe ser intuitiva, activa y no meramente pasiva como lo practicaba la escuela tradicional; racional y no mecánica o sea memorista; práctica, porque de la práctica salen reglas, leyes, definiciones y no todo lo contra-rio como se ha hecho hasta hace poco; y por último debe ser lenta y re-petida, de modo que todos los días salgan a colación las teorías que se ex-plicaron el primer día. (Ensayo metodológico.. . , 3 5-36) Asimismo y para llevar a cabo una enseñanza inductiva, es necesario una metodología que tenga en cuenta los conocimientos previos y la psi- 34 Tampoco falta en sus escritos la critica a la enseñanza deductiva: «La deducción ha sido empleada en nuestras escuelas desde época muy remo-ta, degenerando en el funesto sistema que hoy se bate en retirada con gran algara-za de los incipientes latinos. Consiste en formular una regla general y después apli-carla a los mil casos que suelen presentarse, ocurriendo con frecuencia que las excepciones complican de tal modo la regla, que se necesita un prodigio de me-moria para dominarla» (Ensayo metodológico ..., 19). cología del alumno, así como las facultades docentes del profesor para motivar adecuadamente al alumno y, a partir de ahí, alcanzar los objeti-vos educativos, según extraemos de sus palabras: Sin un buen método el latín se hace imposible. Con un método ade-cuado gusta y deleita como las ciencias más objetivas y prácticas. Para es-to es imprescindible aquel principio fundamental de toda pedagogía: en-señar es excitar las fuerzas internas del alumno. El alumno no se ~ u e d eto mar como una máauina. como un mero L . autómata que repite reglas y definiciones. Hay que despertar sus faculta-des, aplicándolas a sus respectivos objetos y excitándoles continuamente hasta que consigan su pleno desarrollo. Pero no debe el profesor ser en es-te continuado ejercicio un instrumento externo, como si dijéramos, del de-sarrollo intelectual de su discípulo, sino que debe compenetrarse con él, mediante un íntimo conocimiento de su psicología, y seguir paulatina-mente de lo conocido a lo desconocido hasta hacerle pensar por cuenta propia. Por eso cuantas más fuerzas latentes se pongan en ejercicio se ten-drá una educación más perfecta y completa. (Ensayo metodológico ..., 15-1 6) Por ello, el objetivo de la enseñanza no es otro que el de crear hombres activos y críticos, lo que se consigue descubriendo sus potencialidades y desarrollándolas adecuadamente durante el proceso educativo. Así pues, el profesor Socorro prima, en cierta medida, los objetivos afectivos de la educación, frente a los cognoscitivos3~q ue dominaban, entonces, en el proceso educativo36. Hagamos de los niños hombres activos, conscientes, trabajadores. Inspirémoles confianza en sus propias fuerzas, y no les infundamos el de-saliento, diciéndoles que todo está hecho ya. La buena didáctica consiste en despertar esas fuerzas ocultas que se hayan en la naturaleza humana, revelarlas al mismo individuo que las posee, pero que las desconoce, pro-ponerle el asunto donde proceda ejercitarlas y estimularle a obrar, a des-hacer lo que encuentra hecho para que lo recomponga. Realmente el pa-pel del pedagogo moderno es el de verdadero creador. (Ensayo metodológico.. ., 24) Como hemos podido comprobar, en todos estos textos aparece el pro-fesor como el encargado de asegurar el cumplimiento del método y de los 35 V. DE ~ANDSHEERE- G. DE LANDSHEEopR. Eci,t ., 41-73 y, especialniente, 139-144. 36 A este respecto manifiesta: «Antes se aprendía a fuerza de machaqueo, que degeneraba en rutina y ator-mentaba cruelmente al alumno. Hoy la habilidad del profesor, al par que cultiva todas las facultades de1 aIumno, facilita enormemente su trabajo, dejándole redu-cido al mínimum de esfuerzo. (Ensayo metodológico. .. , 17). El profesor Manuel Socorro y la enseñanza del latín en Canarias 385 objetivos, pues como ya hemos explicado, es para él el centro de la acción educadora. Ahora bien, ello no significa que el profesor Socorro no sea consciente de los riesgos de esta preponderancia del educador y, por esto, advierte de algunos vicios, especialmente, de la erudición innecesaria y del exceso de verbalismo. [Los procedimientos didácticos] serán ineficaces si el profesor no sa-be excitar las actividad del alumno, limitándose a explicar con mucha prosopopeya desde su sitial, sin descender a lo que piden las tiernas inte-ligencias, o sea ayuda y cooperación en la compresión de los asuntos que se tratan. (Ensayo metodológico ..., 27) Pero si la palabra es necesaria el verbalismo es un vicio detestable. Na-da engendra tanta confusión en el espíritu del alumno como esa locuaci-dad inagotable que se suele emplear en cátedra, aun para las cosas más sencillas. Los discursos en cátedra, puede que sean muy didácticos en au-las universitarias donde los oyentes son mayores de edad, y están capa-citados para separar con buen discernimiento la paja del trigo; pero en Institutos, al menos en las clases de los primeros años, los discursos cientí-ficos no sólo no son pedagógicos sino perjudiciales (...) Hay, pues, que huir de los dos extremos, de hablar mucho y de no decir ni pío. En el me-dio me parece que está la virtud. (Ensayo metodológico. .., 22) Por último, resulta muy actual la opinión expresada por Manuel So-corro sobre la necesidad de coordinar los diferentes ciclos de enseñanza, sobre todo la enseñanza media y la universitaria, un hecho que en nuetros días cobra especial actualidad y al que las autoridades académicas han de-dicado muchos esfuerzos en los últimos años. Así, a propósito del proble-ma concreto de la unificación de la terminología gramatical encontramos la siguiente declaración de principios: La ciencia es la misma en la universidad, en el instituto y en la escuela elemental. Hay diferencias de grado, de cantidad; pero los hechos son los mismos. {Por qué han de variar entonces los nombres de estos mismos hechos científicos? Hay que reaccionar contra este ambiente de indisciplina en la no-menclatura. {Qué se diría del catedrático universitario que adaptase una nomenclatura química distinta de la aprendida por los alumnos en el ins-tituto o la escuela? Pues esto ocurre a diario en la enseñanza de la gramá-tica de un instituto a otro, con evidente perjuicio de los alumnos que jamás adquieren ideas claras y precisas. (Nomenclatura gramatical, 42-43) 386 Gregorio Rodríguez Hewera En este apartado nos vamos a centrar en determinadas opiniones del profesor Socorro que se refieren no sólo a la didáctica del latín sino, más bien, a la actitud ante el latín. Estas manifestaciones cobran especial ac-tualidad dada la recesión que sufren los estudios clásicos en España y en Canarias víctima de los prejuicios y de las políticas educativas. El primer primer lugar, hemos de reseñar que, hoy día, el latín y la cul-tura clásica han sido declarados culpables, entre otros, del atraso tecno-lógico del país, dado que, según parece, se ha convertido en el paradigma de lo que no sirve. Efectivamente la supuesta inutilidad del latín ha arrai-gado tanto en los ámbitos educativos, que de poco sirve que el profesora-do canario de Bachillerato y Enseñanza Secundaria esté en la vanguardia del reciclaje y la adaptabilidad de sus materias a la nueva realidad educa-tiva, y de que sus materiales didácticos sean difundidos y empleados ac-tualmente tanto en Canarias como en el resto del país37. Pues bien, esta misma circunstancia ya se presentó en la década de los veinte, según de-ducimos de las palabras del profesor Socorro38: En los años que llevamos dedicados a esta enseñanza hemos com-probado el horror al latín. Así, horror. Nuestra sociedad se halla asfixiada por una atmósfera utilitaria, y ha creído ver en el latín un obstáculo que se opone al goce pleno de ese ambiente. Ha llegado a ser un aforismo la inutilidad del latín. Y el catedrático tiene que multiplicar sus energías pa-ra convencer a sus alumnos y padres de familia de la gran conveniencia de la cultura clásica, de su valor educativo. Hemos tropezado con niños desaplicados, que por extrema razón de su actitud nos dicen que sus pa-dres les han dicho que el latín no sirve para nada y que por lo mismo estu-diarán lo estrictamente necesario para aprobar. Y en vano el profesor se esforzará por suavizar las reglas gramatica-les, matizándolas con explicaciones que hablan a la imaginación, en vano 37 M. ÁLVAREZÁ LVAREZ- J. A. APARICIOB URGO- PS. BARROGSOU TIÉRRE- Z1. SUAREMZA N-RIQUE DE LARA- J. A. MERINCOA STRILCLaOn:a rias y el Mundo clásico. Materiales curriculares innova. Santa Cruz de Tenerife, 1995; T. ARCOSP EREIR- AM ." D. GARCD~E AP ASOC ARRASCO, "Valores romanos y ejes transversales",E clas 11 5 (1 999), 1 13-13 9; M." T. BAUTIST- AC . CA-SADO - P. MONTESDEDOOCCAV, MENTA. Aprendiendo latín. Libro del alumno - Libro del pro-fesor. Madrid, 1995; M. MART~N-E BZ. LASARUTZEQ UIAN-O T . ARCOS PEREIRGAu,í a de recur-sos. Cultura clásica. ESO. Santa Cruz de Tenerife, 1996; M. MART~N"ETZex, tos de ayer, temas de hoy: la cultura clásica en el periodismo español contemporáneo", E$as 115 (1999), 75-109; G. RODR~GHUEERZR ER- MA. a T. PERAFLE RNAND- ET.Z M .a PERDOMALOVA REZ-J. C. PAREDVESE L~ZQUEjEerZc,ic ios prácticos para una introducción a la Mitología clásicu. Las Palmas de Gran Canaria, 1993. 38 Tampoco se resistió Manuel Socorro a incluir en sus obras una justificación del estudio de la lengua latina y la cultura clásica: El profesor Manuel Socorro y la enseñanza del latín en Canarias 387 acudirá a todos los resortes de la pedagogía moderna ... El horror al latin seguirá siendo un obstáculo con que se tropezará siempre en clase. Las prevenciones arraigadas no se disipan tan fácilmente. (Ensayo metodológico. .., 6-7) Entonces, como ahora, uno de los problemas de la enseñanza del latín era y es el escaso número de horas que contemplan los planes de estudio, por lo que es necesario aumentar el número de horas de esta materia si se pretende que, de alguna manera, los alumnos puedan conocer el mundo clásico en plenitud. Y así también lo expresaba el profesor Socorro: La reforma se impone en la clase de latín. Es necesario que las auto-ridades de Instrucción Pública extiendan el latín a cuatro cursos y enton-ces todo variará, hasta irá desapareciendo el horror al latín, porque los fmtos obtenidos por los alumnos serán más copiosos y no a medias como hoy sucede. La cultura clásica producirá sus efectos y entonces el latin servirá para algo más que para ser el blanco de una sociedad que no lo comprende. (Ensayo metodológico.. . , 7) Aun así, Manuel Socorro, imbuido de su concepción del magisterio como un sacerdocio, convencido del carácter vocacional de esta profe-sión, advierte que, el hecho que haya tan solo dos aiios de latín, no es óbi-ce para que el profesor tire la toalla, pues son muchos los frutos que, a pe-sar de todo, se pueden obtener. Ciñéndonos a los dos cursos que hoy se explican en Institutos, enten-demos que aunque no se pueda hacer mucho, sin embargo no por eso de-bemos desalentamos. La falta de tiempo la puede suplir con ventaja un método bien ordenado y un regular deseo de hacer la clase provechosa y animada. El profesor es el todo en la clase. Los alumnos serán lo que sea «Son muchas las ventajas que ofrece el estudio del latín. El latín es la clave pa-ra el exacto conocimiento de las lenguas europeas, especialmente las neolatinas o romances, nacidas del mismo. Entre éstas está el español, nuestra lengua patria, que no es otra que el latín vulgar, hablado por el pueblo romano-español. No po-drá conocer a fondo el español quien no aprenda latín. En latín se escribió el derecho romano, fuente de las legislaciones de todos los pueblos civilizados antiguos y modernos. Es el latín el vehículo de la civilización greco-romana que informa el Mundo Occidental y cristiano. El latín nos pone en contacto con la literatura romana, que es también nuestra primitiva literatura es-pañola, cuya influencia es decisiva en nuestros mejores siglos literarios. El latín es el idioma oficial de la Iglesia Católica. El latín, por último, posee un gran valor edu-cativo, al poner en continua tensión de observación y análisis la inteligencia hu-mana. De ahí que todos los planes de estudio de las naciones modernas concedan al latín un papel decisivo en la formación de las juventudes)) (Manual de lengua la-tina. Primer curso, 1). 388 Gregorio Rodvtguez Herrera el profesor. Aprovecharán si el profesor desea que aprovechen. Y en los dos cursos de latín, si no salen cicerones, al menos conocerán el carácter de la lengua, traducirán un pasaje con más o menos lentitud, y sobre to-do saldrán aptos para continuar los estudios clásicos en las Facultades de Letras o aun particularmente, cumpliéndose así la misión de la segunda enseñanza. (Ensayo metodo2ógico ..., 34) Lo que no podía imaginar el profesor Socorro es que en este final de siglo también a la Universidad ha llegado ya la 'inutilidad' del latín y así filósofos, historiadores o filólogos -¿quién lo diría?- han olvidado lo que sus disciplinas deben a la lengua y la cultura clásica y, lo que es peor, sus alumnos ni siquiera sabrán qué es eso de la deuda clásica de la cultu-ra occidental. En las páginas precedentes hemos querido glosar la figura de profesor Manuel Socorro desde la perspectiva de su preocupación por la enseñan-za. Hemos comprobado que su interés abarcó diferentes aspectos de la re-alidad educativa: la infraestructura docente, la problemática del profeso-rado y, especialmente, la didáctica de la lengua latina. Precisamente, a partir de su preocupación por la enseñanza de latín surgen sus ideas pe-dagógicas, aspecto sobre el que hemos centrado gran parte de nuestro tra-bajo, insistiendo en la actualidad de sus planteamientos. Así pues, en este nuevo momento de zozobra para la lengua latina y la cultura clásica, queremos que sean las reivindicativas palabras del ca-tedrático de lengua y literatura latina Manuel Socorro Pérez, quienes cie-rren este trabajo sobre la enseñanza del latín en Canarias: Causa pena que hayamos descendido a tal grado de ignorancia sobre este particular. Mientras que países de razas anglosajonas colocan el latín y el griego en primer rango de sus estudios, nosotros, país latino, apenas destinamos unas horas a su aprendizaje y aún nos parece mucho. Espa-ña, que por su espíritu, por su historia, por todo su ser es esencialmente latina, no puede, sin renunciar a sí misma, desconocer esta lengua. Toda nuestra literatura arranca de la literatura latina. Latina es nuestra lengua, latina nuestra sangre, latino nuestro derecho, latino nuestro arte39. 39 Valores educativos de las lenguas clásicas.
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Calificación | |
Título y subtítulo | El profesor Manuel Socorro y la enseñanza del latín en Canarias |
Autor principal | Rodríguez Herrera, Gregorio |
Entidad | Universidad Nacional de Educación a Distancia (España). Centro Asociado de Las Palmas (Las Palmas de Gran Canaria) |
Publicación fuente | Boletín Millares Carlo |
Numeración | Número 18 |
Sección | Comunicaciones |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Las Palmas de Gran Canaria |
Editorial | Centro Regional Uned |
Fecha | 1999 |
Páginas | p. 369-388 |
Materias | Socorro, Manuel (1894-19??) ; Biografía ; Latín (Lengua) ; Estudio y enseñanza |
Enlaces relacionados | Enlace al editor: http://www.boletinmillarescarlo.es/index.php/BMC/index |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 935009 Bytes |
Texto | El profesor Manuel Socowo y la enseñanza del latín en Canarias GREGORRIOO DR~GHUEERZR ERA Universidad de Las Palmas de Gran Canaria Manuel Socorro Pérez nace en Cueva Grande, Vega de San Mateo (Gran Canaria), el 16 de septiembre de 1894, en donde transcurren sus primeros años de escuela. Comienza, como párvulo, en la escuela de Cue-va Grande y, posteriormente, en Las Lagunetas donde estudia con su tía M." Jesús Pérez Navarro, con el señor Perera en su escuela privada y, fi-nalmente, en la escuela fundada por el párroco de Las Lagunetas, Miguel Díaz Sánchez, para, de ahí, pasar a la Escuela Nacional de San Mateo. En 1904, con catorce años de edad, ingresa en el Seminario. Respecto a la en-señanza del latín en el Seminario manifestará, más tarde, que se aprendía el latín a fuerza de tiempo y de constancia, pero se perdía un tiempo precio-so2. En la Universidad Pontificia de Canarias obtiene el grado de Licen-ciado y Doctor en Filosofía, y el de Licenciado en Teología. 1 Este esbozo biográfico de Manuel Socorro Pérez ha sido extraído de su autobio-grafía: M. SOCORRPÉOR EZ, Mis recuerdos, 1972, y de diferentes conversaciones con la Dra. D." M." de los Reyes Hernández Socorro, sin la que este trabajo hubiese sido imposible, puesto que puso a nuestra disposición los ejemplares de las obras de su tío, así como va-rios documentos privados del profesor Socorro, que han facilitado nuestra labor. Desde estas líneas nuestro más sincero agradecimiento a ella y a su familia. 2 Sobre el Seminario Conciliar y los estudios linguísticos que allí se impartían es im-prescindible el reciente trabajo de M." J. VERAC AZORLLOAS, estudios lingüísticos en Gran Boletín Millares Carlo, núm. 18. Centro Asociado UNED. Las Palmas de Gran Canaria, 1999 Una vez ordenado sacerdote, su primer destino fue el de capellán de la parroquia de Tamaraceite y, posteriormente, de la parroquia de La Luz, en el barrio capitalino de La Isleta. Poco después y casi simultáneamente, es nombrado coadjutor de la parroquia de San Agiastín, profesor de tercer curso de latín y humanidades en el Seminario Conciliar y redactor-jefe del diario católico El defensor de Canarias. Así pues, en este momento co-mienzan de manera continuada dos de las actividades que marcarán el de-sarrollo de su vida: la enseñanza y el periodismo3. En estos años como profesor del Seminario Conciliar y convencido de la necesidad de cambiar el método de enseñanza del latín caracterizado en aquel momento por la memorización y la repetición rutinaria de la Gramática hispuno-latina de Raimundo de Miguel, intenta introducir al-guna innovación que tiene como consecuencia que al curso siguiente se le cambie a la asignatura de literatura castellana. Hemos de suponer que aquel hecho le produjo en su momento una enorme frustración y un no menor enfado, como muestra el prólogo de su obra La enseñanza del latín. Ensayo metodológico de 1926, que comienza de la siguiente manera: Después de explicar varios años por el método tradicional los cursos de tercero y cuarto de latín en nuestro Seminario-Universidad Pontificia, después de tropezar incontables veces con las asperezas e inconvenientes en que ha venido a parar lógicamente este método, decidí ensayar el Ila-mado filológico, pero tales esfuerzos resultaron vanos en la práctica. Mis propósitos hallaron el vacío por toda respuesta. Y he tenido que continuar allí con las rancias teorías de Raimundo de Miguel ... y continuaré mien-tras los Superiores, cuya autoridad acato, no dispongan otra cosa. Advertimos, pues, en sus palabras cierto carácter inconformista y, en algunos momentos, contestatario, al tiempo que su respeto y obediencia a sus superiores. Años más tarde, en su autobiografía se referirá a este epi-sodio en un tono más franco y con la característica socarronería isleña: Intenté en mi clase de Tercero introducir alguna innovación; pero se le-vantó contra mí una atmósfera irrespirable, que tuvo por efecto al año si-guiente cambiarme a la clase de Literatura castellana. Yo había predicho a mis discípulos erigir una estatua de terracota en el patio amarillo a Rai-mundo de Miguel. Pero mi iniciativa se quedó frustrada. Raimundo de Mi-guel se quedó sin estatua, porque yo renuncié a la cátedra del Seminario. (Mis recuerdos, 32) Canaria hasta el siglo XIX Tesis doctoral inédita. Universidad de Las Palmas de Gran Ca-nana 1999, vol. 11, 326-335. 3 Aunque su faceta como periodista no es el objeto de este trabajo, conviene recor-dar aquí que, además de este puesto inicial en El defensor de Canarias, fue columnista de Falange, de Diario de Las Palmas y de La Provincia. El profesor Manuel Socorro y la enseñanza del latín en Canarias 37 1 Efectivamente durante estos años de dedicación a la parroquia y a las clases en el Seminario Conciliar, se examina del Bachillerato, hace el Pre-paratorio en la Universidad de La Laguna y, finalmente, en dos convoca-torias, con un intervalo de dos años, obtiene la Licenciatura en Letras en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada. El profesor Socorro comienza su actividad en el Instituto de Las Pal-mas como profesor ayudante de Letras, plaza que, tras quedar vacante la cátedra de Latín, le había ofrecido el director. Más tarde y ya con su títu-lo de la Facultad de Filosofía y Letras, opositó a la cátedra de Lengua y Li-teratura latina, siendo votado por unanimidad. Finalmente el 20 de junio de 193 1 tomó posesión de la cátedra de Lengua y Literatura latina del Ins-tituto de Las Palmas, por aquel entonces situado en el edificio de la calle Juan de Quesada4. Durante los años de la República abandona las clases en el Seminario Conciliar y renuncia al Beneficio de la Catedral de Las Palmas, según sus propias palabras para quedarme independiente5; y, además, es elegido por el claustro del Instituto de Las Palmas secretario de esta institución, car-go al que renuncia, posteriormente, al decretarse el traslado de este cen-tro al Colegio de los Jesuitas. En estos años de gobierno republicano ma-nifiesta su descontento, de manera pública, en diferentes artículos en Diario de Las Palmas y La Provincia, sobre los que comentará después: Tema principal de mis artículos en tiempo de la República era criti-car las ambiciones del socialismo, jamás satisfecho, comparándolo con los deseos de los niños mimosos que nunca están contentos. (Mis recuerdos, 58-59) El 30 de noviembre de 1936, tras el estallido de la guerra civil españo-la6, es nombrado por la Junta de Burgos y a propuesta del claustro Direc-tor del Instituto de Las Palmas, cargo que desempeñará hasta el momen-to de su jubilación en 1964. Al poco tiempo de su nombramiento como Director del Instituto, se ve obligado a presidir por orden de la Junta de 4 En la actualidad este edificio es la sede del Rectorado de la Universidad de Las Pal-mas de Gran Canaria. 5 Mis recuerdos, 32. 6 Sobre aquellos días, narra en sus memorias que el 18 de julio de 1936 se encon-traba en su pueblo natal acompañando a su padre gravemente enfermo y que, al no tener noticia de los acontecimientos y no presentarse ante las nuevas autoridades, es acusado de rebeldía: «Mis enemigos insisten en que era desafecto al Movimiento e incluso creyeron que debía perder el título de Catedrático. La sensatez volvió por sus fueros pero el daño ya estaba hecho)) (Mis recuerdos, 47-48). 372 Gregorio Rodríguez Herrera Burgos la Comisión Depuradora para los maestros, labor sobre la que rna-nifestará posteriormente que era penosísima7. Un aspecto importante del ámbito educativo en los años de posguer-ra es su componente ideológicog. En el caso del Profesor Socorro este rasgo hay que matizarlo. Dos son los vehículos de transmisión de las ideas edu-cativas del nuevo régimen en las obras del Profesor Socorro: los ejemplos que se insertan en los manuales y los preliminares o prólogos de las obras. En el primer caso, encontramos ejemplos o textos cuyo contenido podría afirmarse que contribuyen a la exaltación de los valores religiosos y mo-rales del nuevo régimen, pero no es menos cierto que también encontra-mos ejemplos que podrían situarse en la crítica al mismog, por lo que no creemos que éste deba ser el elemento esencial para establecer la presen-cia de la ideología dominante en sus obras. En el segundo caso, es decir, los prólogos a sus gramáticas y libros de texto, advertimos que en los pre-liminares a su Manual de Lengua Latina. Primer curso el apartado segun-do, denominado "razones para aprender latín", lo concluye con la si-guiente frase: Por eso, en este renacimiento a que asistimos del pueblo español, el latín es la base principal del Bachillerato, pues él informó también el al-ma imperial de España. Este prólogo apareció en 1940, bajo la influencia, sin duda, de la Ley Reguladora de los estudios de Bachillerato de 20 de septiembre de 1938 (BOE de 23-9-1938) en la que se establece la cultura clásica y humanística como la base insuperable y fecunda para el desarrollo de las jóvenes inteli-genciaslo. Sin embargo, diecinueve años después, en 1959, en su Gramáti- 7 Mis recuerdos, 49. 8 M. DE PUELLEBSE N~TEEZd,u cación e ideología en la España contemporánea (17 67- 1975). Barcelona, 1980. 9 Por ejemplo, en el Manual de lengua latina. Primer curso de 1940, página 163, lee-mos los siguientes ejemplos extraído de las obras de Quevedo para verterlos al latín: el ti-rano es aborrecible a todos los hombres o en la ignorancia del pueblo está seguro el dominio de los pn'ncipes. 10 Esta ley vinculó de tal manera el mundo clásico al regimen que, desgraciada-mente, aún hoy pagamos los latinistas sus consecuencias y somos para muchos "simples" el símbolo de la educación inmovilista dado que, por ejemplo, en el preambulo de la ley se manifiesta: ((Una apologética copiosísima y convincente pudiera invocarse a su favor (a favor de la cultura clásica y humanística). Bástenos enunciar entre sus decisivas ventajas: el poder formativo inigualado del estudio metódico de las lenguas clási-cas; el desarrollo lógico y conceptual extraordinario que producen su análisis y comprensión en las inteligencias juveniles dotándolas de una potencialidad fecun-dísima para todos los órdenes del saber; el procurar esta formación, camino segu- El profesor Manuel Socorro y la enseñanza del latín en Canarias 373 ca latina (para todos los cursos) reproduce nuevamente estos preliminares pero, ahora, eliminando, esta última frase. Mención aparte merece su inédito discurso de apertura del curso 1941-42, Valor educativo de las Lenguas Clásicas, pues aquí, una vez más bajo el cobijo de la Ley Reguladora de los estudios de Bachillerato, sí en-contramos algunos párrafos de mayor compromiso con el ideario educa-tivo del régimen: España, se ha dicho, es pueblo de misión. O lo que es lo mismo. Es-paña es el pueblo escogido por la Providencia para las más altas empre-sas civilizadoras. ¿Y dónde radica la base de este misionismo? Sobre dos puntales. El espíritu de catolicidad y la herencia de Roma. He aquí las dos columnas de Occidente: Catolicismo y Romanismo (...) España que en es-tos momentos se siente resurgir, ha vuelto su vista a Roma como sede del catolicismo y como símbolo de todos los valores de Occidente. Pero no se crea que esta vuelta a Roma significa carencia de espíritu propio, de es-píritu nacional. Porque España es Roma y es algo más que Roma. Cuan-do Roma degenera, España mantiene la pureza de la fe y la ética. La Ro-ma imperial se hunde en la molicie y frente a ella se yergue la España de los Sénecas que establece el eje diamantino de la Hispanidad. Sin embargo en estas afirmaciones el profesor Socorro sólo sigue la corriente que se ha generado en el país y que vincula los valores tradicio-nales de España con las humanidades clásicas, como puede apreciarse en otros discursos de la época pronunciados por diferentes personajes en dis-tintos puntos de España1 l. ro para la vuelta a la valorización del Ser auténtico de España, de la España for-mada en los estudios clásicos y humanísticos de nuestro siglo XVI, que produjo aquella pléyade de políticos y guerreros -todos de formación religiosa, clásica y humanística- de nuestra época imperial, hacia la que retorna la vocación heroica de nuestra juventud; poder formativo político corroborado todavía notablemente con el ejemplo de las grandes Naciones imperiales modernas; y bastaría, final-mente, la consideración de la necesidad de dar en las circunstancias mundiales presentes, su plena valoración a los fundamentos clásicos, greco-latinos, cristiano-romanos, de nuestra civilización europea. Consecuentemente, la formación clásica y humanista ha de ser acompañada por un contenido eminentemente católico y patriótico. El Catolicismo es la médu-la de la Historia de España. Por eso es imprescindible una sólida instrucción reli-giosa...))( A. MOLERPOIN TADHOi,s toria de la educación en España N. La educación durante la segunda República y la Guerra Civil (1931-1939). MEC. Madrid, 1991, 303-304). 11 En el discurso del ministro P. SAINRZO DR~GUprEonZu, nciado en Pamplona en la clausura del Primer Curso de Orientación Nacional para Maestros manifiesta: «Es preciso que eduquemos al ciudadano español con el ejemplo de Roma y el recuerdo dignificador de Cincinato, que con la misma mano con que manejaba la mancera del arado empuñaba también la espada de dictador. Recordemos que del 3-74 Gregorio Rodríguez Herrero Durante las décadas siguientes y como Director del Instituto de Las Palmas hubo de hacer frente a diferentes circunstancias que afectaron al centro, de las que queremos destacar el traslado del Colegio de los Jesui-tas a la calle Canalejas y las gestiones para construir un nuevo edificio pa-ra el instituto en Fincas Unidas. No es de extrañar, por tanto, que, en el momento de su jubilación, el Centro que tantos años presidió le rindiera un homenaje al que se sumaron el Cabildo Insular de Gran Canaria y el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria y que, en el curso 1972-73, se le erigiera un busto que se encuentra actualmente en el despacho del director del Centrolz. Mención aparte merece su opinión sobre la tutela de los exámenes pa-ra obtener el grado de Bachiller, puesto que evidencia, en cierta medida, su carácter independiente e, incluso, contestatario con las autoridades si creía que la situación era injusta. El profesor Socorro consideró siempre que los exámenes para la obtención del Grado de Bachiller debían estar tutelados y debían ser realizados por los catedráticos de Instituto y no por la Universidad. Por eso, cuando el Gobierno de la República en una de sus primeras actuaciones, decreta que los exámenes se realicen en los Institu-tos y por los catedráticos manifiesta: fue de los primeros decretos dados por la República. Las aguas volvían a su cauce. El grado de Bachiller volvía a los catedráticos de Znstituto~3S. in embargo, tras la Guerra civil volvieron a la Universidad y con la ley de educación impulsada en los 50 por el mi-nistro Ruiz Giménez14 la situación tenía visos de empeorar por lo que, en palabras del profesor Socorro: Foro al Campo de Marte no hay más que un paso y que si la vida es milicia, debe-mos de enorgullecemos de poderla cumplir en el máximo sentido del deber mili-tar » (A. MAYORDOPMÉROE ZH, istoria de la educación en España V. Nacional-Catoli-cisrno y educación en la España de posguerra 1. MEC. Madrid, 1990, 175). '2 En la actualidad este centro se denomina Instituto de Enseñanza Secundaria "Pé-rez Galdós". '3 Mis recuerdos, 39. 14 Así, durante la visita del ministro de Educación, Ruiz Jiménez, a Las Palmas de Gran Canana, se celebra una comida de agasajo al Ministro, quien preside la mesa junto al profesor Socorro y otras autoridades. Ante la injusta situación del profesorado Manuel Socorro aprovecha la ocasión para plantear públicamente al Ministro este problema, algo que no fue del agrado de las autoridades según deducimos de la reproducción del hecho que hace en sus memorias: «Y corno la sinceridad siempre ha sido mi norma, en la conversación con el Sr. Ruiz Jiménez, salió esta cuestión que, entonces, se hallaba en el ambiente. Y le hablé muy claro al Sr. Ministro. Le mencioné el malestar que había entre nosotros, la injusticia que el Estado estaba amparando contra nosotros. La tempe-ratura subió bastante, y el Sr. Ministro se molestó. -¿Por qué, Sr. Ministro, se consiente esta injusticia contra los catedráticos de Instituto? El profesor Manuel Socorro y la enseñanza del latín en Canarias 375 La alarma era grande, pues el plan vigente entonces no hacía distin-ción entre un Colegio y un Instituto ... Y esto ¿por qué? Porque los cole-gios privados de órdenes religiosas no querían que sus alumnos se some-tieran al control de los Institutos. Ellos no se someterían a exámenes sino solamente a las Universidades. Naturalmente, el profesorado de Institu-tos, nombrado por el Ministerio, después de unas oposiciones severísimas se hallaba desprestigiado y hasta calumniado. (Mis recuerdos, 41) En estos años Manuel Socorro va paulatinamente dedicándose a su producción literaria15 y critica, de la que destacamos sus trabajos sobre el Quijote16. Asimismo, comienzan a llegar los reconocimientos públicos por su labor. Recibe la Encomienda de la Orden de Alfonso X y la Gran Cruz de la Orden de África y, en el momento de su jubilación en 1964, le rinden sendos homenajes el Cabildo Insular de Gran Canaria y el Colegio de Doc-tores y Licenciados. Falleció Manuel Socorro en Vegueta, en Las Palmas de Gran Canaria, el 22 de julio de 1979. Tras su óbito, recibió muchas muestras de cariño de las que rescatamos aquí unas palabras de su ex-alumno el periodista Vicente Martínez: El profesor Socorro Pérez caló muy hondo entre el alumnado. Con-tribuyó de forma destacada a la formación de muy buenas generaciones de estudiantes. Se afanó al máximo por enseñarnos el verbo latino (con-fieso que a mí siempre se me dio muy mal) y trabajó afanosamente por enseñarnos muchas cosas de las tantas virtudes que atesoraba en su co-razón. No era un profesor de muchas palabras, sino que se limitaba a las precisas. Aparentemente duro de carácter, pero luego un bonachón en el fondo. Silencioso y más bien introvertido. Le gustaba hablar más con la pluma, quizá por aquello de que lo que se escribe tiene perma-nencia". No hubo respuesta. Pero sí hubo alusión a mi condición de sacerdote, porque iba en contra de las normas de la jerarquía eclesiástica, según él. Por toda respuesta le dije: -Señor Ministro, la Iglesia en este asunto no puede meterse. A Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del César.» (Mis recuerdos, 41-42). '5 Fruto de esta labor obtiene varios premio literarios entre los que destaca el Se-gundo premio Virgen del Carmen, en 1947, por su obra Poesía del mar. 16 En este campo sus trabajos más relevantes son El mar en la vida y las obras de Cer-vantes. Las Palmas de Gran Canaria, 1952, y Menéndez Pelayo y Cewantes. Las Palmas de Gran Canaria, 1957. 17 V. MART~NE"ZR,e cordandoa Don Manuel Socorro, mi profesor de latín", Hoja del Lunes, 30-7-1979. 2. MANUESLO CORRYO L A DID~CTICAD EL LATÍNO:B RAS Y FINALIDAD En este apartado reseñamos aquellas obras de este polígrafo canario, publicadas o inéditas, relacionadas con la enseñanza de la lengua latina, a manera de breve catálogo. Es importante destacar que el profesor So-corro fue miembro de la Société de Études Latines de Francia y que, pre-cisamente, la obra publicada en 1936, La nomenclatura gramatical, fue re-señada por J. Marouzeau, en la prestigiosa Revue de Études LatineslE, organo de difusión ciéntifica de dicha Sociedad. 2.1. Discursos MANUESLO CORRVOa,l ores educativos de las lenguas clásicas. Apertura del curso 1941-42 en el Instituto de Las Palmas (inédito). Ya hemos comentado en el apartado anterior que este discurso hay que situarlo dentro de un ambiente sociopolítico muy determinado. En cualquier caso los Valores educativos de las lenguas clásicas de Manuel So-corro, considerado conjuntamente con otros discursos de la época, nos muestran que tanto en regímenes autoritarios como democráticos, los ob-jetivos de la educación son seleccionados y dirigidos por el poder político, siendo las estructuras educativas la correa de transmisión de las mismas, como acertadamente manifiestan V. y G. de Landsheerelg. 2.2. Gramúticas y libros de texto MANUESLO CORRMOa, nual de lengua latina. Primer curso. Las Palmas de Gran Canaria. Tipografía Diario. 1940. MANUESLO CORRMOa,n ual de lengua latina. Segundo curso. Las Palmas de Gran Canaria. Tipografía Alzola. 1954. MANUESLO CORRMOa, nual de lengua latina. Primer curso. Adaptado a los nuevos cuestionarios. Las Palmas de Gran Canaria. Tipografía Alzola. 1954. MANUESLO CORRTOe,x tos latinos. Cursos tercero y cuarto. Las Palmas de Gran Canaria. Tipografía Alzola. 1954. 18 REL 14 (1936), 453. 19 V. DE LANDSHEE-R GE. DE LANDSHEEROEb, jetivos de la educación. Barcelona 1977. El profesor Manuel Socorro y la enseñanza del latín en Canarias 377 MANUESLO CORRMOé,t odo de latín. Cursos tercero y cuarto. Santa Cruz de Tenerife. Goya ediciones. 1959. MANUEL SOCORRGOra, mática latina (para todos los cursos). Santa Cruz de Tenerife. Goya ediciones. 1959. De este conjunto de obras debemos destacar la Gramática latina, dado que nos ofrece un conciso y, a la vez, riguroso recorrido por la lengua la-tina. Esta gramática, que fue empleada por el profesorado canario duran-te más de una década, supuso el final de su producción escolar y fue el re-sultado de casi cuarenta años de experiencia docente y de aplicación del método filológico-comparativo a la enseñanza del latín. En cualquier ca-so, esta obra, síntesis de una enseñanza pionera en España, se encuentra en la línea que adoptaron otros autores en sus gramáticas latinas20 y que, posteriormente, ha gozado de gran éxito en los libros de texto para el B.U.P. Sobre el resto de sus textos escolares es muy significativa la autocríti-ca del profesor Socorro: Al obtener la Cátedra obré como han obrado el noventa por ciento de los catedráticos españoles. Me publiqué mi libro de texto. Un libro de tex-to para estudiantes de Bachillerato donde vertí mis conocimientos en la materia. Dos volúmenes bastante abultados. Demasiado. Demasiado. De-masiado para alumnos de Bachillerato. Que Dios me lo perdone. Delicta iuventutis. Es decir, delitos de juventud. Pronto lo pude comprender, pe-ro el hombre es así. En sucesivas ediciones y aconsejado por la experiencia, los textos fue-ron disminuyendo de volumen y el contenido también. Lo mismo ocurrió con los textos latinos para traducir. (Mis recuerdos, 59-60) 2.3. Ensayos MANUESLO CORRLOa ,e nseñanza del Latín. Ensayo de metodología. Las Pal-mas de Gran Canaria. Tipografía Diario. 1926. MANUESLO CORRLOa ,n omenclatura gramatical. Las Palmas de Gran Cana-ria. Escuela tipográfica salesiana. 1936. La primera de sus obra, La enseñanza del Latín. Ensayo de metodolo-gía, tiene como objetivo defender y difundir las excelencias del método fi-lológico- comparativo para la enseñanza del latín frente al método tradi- 20 E. VALENFTI~O LG, ramática de la lengua latina. Barcelona, 1940; A. del Álamo, Sch. P., Gramática latina. Madrid, 1966. 378 Gregorio Rodríguez Herrera cional meniorístico y repetitivo, cuyo mayor exponente era la Gramática de Raimundo de Miguel*' y de la que el profesor Socorro manifiesta que viene a ser algo así como el 'Pontífice' de esta escuela22. Esta obra, que tie-ne el mérito de ser el primer trabajo publicado es España sobre metodo-logía de la lengua latina23, consta de dos partes bien diferenciadas: la pri-mera denominada 'parte general', en la que se tratan aspectos de pedagogía y didáctica general en la medida que afectan a la enseñanza del latín y, la segunda, 'metodología especial', en la que, a partir de la crítica del método tradicional encarnado esencialmente en la Gramática de Rai-mundo de Miguel, se exponen las características, planificación y activida-des del nuevo método filológico-comparativo, del que, según palabras del profesor Socorro, se obtienen excelentes resultados. Pero da la coincidencia de vacar en este año la cátedra de Latín en el Instituto de Las Palmas y el Sr. Director, haciendo mucho honor a mi Tí-tulo en la Facultad de Filosofía y Letras, me encomendó su desempeño. Entonces lleno del mayor y más noble entusiasmo, comencé poniendo en práctica el nuevo método, tal cual yo lo he concebido. Los primeros fru-tos fueron copiosísimos. En unas cuantas clases alternas ya mis alumnos sabían declinar y conjugar. Yo mismo me quedaba admirado de tan gran-des progresos. (Ensayo metodológico ... , 1 ) 21 R. DE MIGUEGLr, amática hispano-latina, teórico-práctica para el estudio simultáneo de las lenguas latina y castellana comparadas. Madrid, 191033. 22 Ensayo metodológico ..., 52. 23 Poco después se publica el artículo de P. GALINDROO MEO"P, edagogía y metodo-logía del latín", Revista de cultura y vida universitaria. Universidad de Zaragoza, 4 (1927), 857-878 y, desde entonces, tenemos que esperar hasta la década de los cincuenta para que aparezcan, ya con asiduidad, trabajos interesados en la didáctica de la lengua latina, esen-cialmente los artículos de V. E. HERNANDVEIZS TAen Revista de educación. Anteriormente, el lugar de expresión de las ideas pedagógicas, escasas por cierto, eran los prólogos de las gramáticas. Sirvan de ejemplo un fragmento de la de R. DE MIGUEyL d e la de F. A. COM-MELERANre spectivamente: «Dos extremos igualmente viciosos deben evitarse, a nuestro juicio, en toda obra destinada a la enseñanza de la juventud: la demasiada difusión y una consi-ción excesiva. Lo primero ahoga tal vez al alumno bajo el peso de la doctrina; lo segundo le angustia y confunde, no dejándole formar una idea exacta de las cosas. Uno y otro inconveniente hemos procurado obviar en nuestra obrita, recibida con tanta aceptación por el público ilustrado,, (R. DE MIGUEOLP, . cit.). «Por eso es y debe ser libre la acción del profesorados en la dirección intelec-tual del alumno y por eso y para eso el libro que a éste haya de servir de guía, cual-quiera que sea el plan que el autor prefiera en la exposición de la doctrina, deberá comprenderla toda entera y convenientemente ordenada en lo posible)) (F. A. COM-MELERAGNra, mática elemental de la lengua latina. Madrid, 19044). El profesor Manuel Socorro y la enseñanza del latín en Canarias 379 Este método filológico-comparativo no es otro que el estudio de la gramática latina a través de los diferentes morfemas gramáticales (núme-ro, género, persona, tiempo, modo o voz) y su combinación, así como de la utilización de los textos latinos para, a partir de ellos, explicar gramáti-ca y no del estudio del latín por medio de la repetición memorística de los paradigmas24. En esta obra, las referencias científicas, tanto filológicas, como pe-dagógicas son escasas como el mismo profesor Socorro justifica en el pró-logo al lector, debido a la lejanía de Canarias de los centro filológicos y a la escasez de bibliotecas25. Por otro lado, La nomenclatura gramatical surge como respuesta a la Orden Ministerial de 28-9-1934 que establecía que los catedráticos de es-pañol, latín y lenguas vivas se reunieran en cada instituto para establecer una nomenclatura gramatical común. En este ensayo el profesor Socorro, tras un recorrido por la problemática de la nomenclatura y las diferentes posturas tomadas por los países europeos y Norteamérica, nos presenta una propuesta de nomenclatura no tanto como respuesta definitiva al problema, sino como punto de partida para un debate serio y profundo. Esta obra, a diferencia del Ensayo metodológico, muestra claramente el conocimiento del Profesor Socorro de los foros de debate internaciona- 24 El capítulo M de la "parte general" está dedicado a refutar el método tradicional y a exponer las ventajas del método filológico-comparativo, entre las que, quizás, la más llamativa sea que el método propugnado por el profesor Socorro es el método de la razón. «La memoria ayuda mucho, pero queda rebajada a un papel muy secundario. Aquí lo es todo la razón y el discurso. Y la objección de que el niño no piensa, que se deja más llevar del oído, se puede contestar con un no rotundo. El niño no pien-sa cuando no se le enseña a pensar, sino a repetir palabras como un loro)) (Ensa-yo metodológico ... , 39). «Aprender bien [el Raimundo de Miguel] era conquistar el Meritissimus, y el nombre de latinista. ¡Qué cosa más ridícula que saberse las reglas en verso del gé-nero de los nombres o las grandes listas de pretéritos y supinos, y sin faltar a las reglas sintácticas más elementales expresarse en un latín macarrónico en las aulas de Filosofía o Teología! El latín de los clásicos era para los museos. (Mis recuer-dos, 31). 25 «Carece de citas científicas, se encuentra desprovisto de textos de autores que ava-len este género de obras con su autoridad, apenas he podido tomar alguna frase del prólo-go de ciertas gramáticas, porque aún no ha llegado a mis manos ninguna obra que acometa de frente el tema de la metodología en las lenguas clásicas. (...) Pensé primeramente divi-dir el trabajo en dos partes: histórica y teórica. La primera versaría sobre una rapidísima ojeada histórica a la enseñanza de la gramática entre griegos y romanos; en la Edad Me-dia, Renacimiento y tiempos modernos. El relato sena por demás interesante y ameno y arrojana mucha luz sobre la segunda parte. Pero no he podido desarrollar esta preciosísi-ma materia por la escasez de bibliotecas y libros donde obtener fuentes históricas. Desde Canarias, desde Las Palmas, tan lejos de los grandes centros literarios, acometer tal em-presa es casi imposible por la insuficiencia de medios)). (Ensayo metodológico ..., 2). les sobre el tema de la riorrienclatura; de los científicos que habían dedi-cado páginas a este tema en el ámbito de la filología latina como J. Ma-rouzeau, A. Yon, H. Yvon o G. LipparinP; y también de importantes obras de lingúística general, como las de F. de Saussure y M. L. Hjelm~leva~ ~, las que recurre para fundamentar sus razonamientos. Por ello no resulta extraño, como ya señalamos antes, que el mísmisimo J. Marouzeau dedi-que a esta obra una breve reseña28. Una lectura de las ideas pedagógicas del profesor Socorro nos hacen, desde nuestra perspectiva de latinista, esbozar una sonrisa de compla-cencia y, al poco tiempo, exclamar ¡Qué hombre tan sensato! La actuali-dad de sus ideas está fuera de toda duda, puesto que plantea preguntas que cada día nos hacemos los profesores de Latín, encuentra soluciones ante las que sólo nos queda asentir y nos demuestra que, en la problemá-tica que envuelve a nuestras disciplinas, se cumple, una vez más, la cono-cida máxima latina nihil novum sub sole. Sus ideas sobre la enseñanza del latín aparecen diseminadas por sus obras. Las principales se encuentran, como es lógico, en La enseñanza del Latín, Ensayo de metodología, pero también hemos extraído varios textos significativos de La nomenclatura gramatical, de los preliminares del Ma-nual de Lengua latina. Primer curso y del discurso Valores edr~cativosd e las Lenguas Clásicas. Asimismo, hemos agrupado este comentario en torno a dos apartados: a) el papel del profesor y b) el método. 3.1. El papel del profesor Manuel Socorro considera al profesor el centro de la acción pedagó-gica, sobre él recae y depende el éxito de la acción educadora. El profesor 26 J. MAROUZELAeUxi,q ue de la teminologie linguistique. París, 1933; J. MAROUZEAU, "La nomenclature grammaticale", REL 6 (1928), 133-135; A. YON", La nomenclature gram-maticale", REL 4 (1926), 126-136; H. YVON",L a nomenclature grammaticale du latin",R EL 4 (1926), 237-254; G. LIPPARINLIa, nostra lingua. Parte prima. Roma, 1928. 27 F. SAUSSURCEo,u rs de Iinguistique générale. Pan's, 19 16; M. L. HJELMSLEPVrin, cipes de grammaire générale. Copenhage, 1928. 28 Manifiesta J. MAROUZEeAn UR EL 14 (1936), 453, que «M. Socor~oa, prks un histo-rique de la question oh il vent bien suivre les directives que j'ai proposées, demande tres sagement non pas qu'on impose tyanniquement telle ou telle nomenclaíure, mais qulon s'efforce d'atténuer par une entente entre membres du persone1 enseignant les différences les plus dommageables». El profesor Manuel Socorro y la enseñanza del latín en Canarias 38 1 debe buscar la compenetración entre educador y educando; y el profesor tiene que obtener el máximo provecho de la acción educadora a través de su conocimiento y de su entusiamo. Manuel Socorro se asemeja en sus planteamientos a lo que G. Feny denominó el modelo carismático de edu-cador, cuya función equivale a un sacerdocio29. Así lo manifiesta el profe-sor Socorro: Por propio convencimiento y sin haber saludado libro alguno de Pe-dagogía he llegado a formular este gran postulado: la enseñanza es un tra-bajo mutuo entre catedrático y alumnos. Cuanta más compenetración haya más fecunda es la labor. El catedrático sin perder su puesto de ho-nor debe conducirse en clase como si fuese el primer alumno de la mis-ma, sin que pueda admitirse el que los alumnos pierdan el respeto u otras cosas por el estilo. He podido convencerme hasta la saciedad que el res-peto más profundo tiene su fundamento en el amor, el prestigio que se crea en clase, inmediatamente que los alumnos se dan cuenta de que el catedrático domina la materia que se enseña, y está poseído de un gran entusiasmo, de una decidida vocación por la enseñanza y un deseo vehe-mente de que los alumnos aprovechen. Esta es la base de toda enseñanza fructífera. Sin ella todos los métodos y procedimientos son inútiles. Y me confirma en ello, el ver catedráticos y profesores eminentes, con ciencia sobrada, cuyos alumnos no adelantan paso. Si estudian algo es por temor al suspenso. Y hasta se da el caso bochornoso de que los mismos discí-pulos les pongan en ridículo por calles y plazas. Es la falta de compene-tración mutua, que no se toma la cátedra como colaboración sino como un ateneo donde se pronuncian disertaciones más o menos brillantes y donde el auditorio aplaude por temor o adulación. (Ensayo metodológico.. . , 25) Advertimos en esta última frase que el profesor Socorro recoge ya en este ensayo la idea de que en el proceso educativo también el profesor aprende del alumno, aunque sin que ello signifique olvidar las diferencias entre unos y otros30. Asimismo, también comprobamos, en el texto ante- 29 G.F ERRYL, a pratique du travail en groupe. Une expérience de formation d'enseig-nants. París, 1970, 187-188. 30 En este mismo sentido se manifiesta R. Nassif cuando afirma: «Todos somos, pues, y según sabemos, 'educadores', y aún como tales, sucede que todos somos simultáneamente 'educandos', no obstante lo cual también la pe-dagogía ha de evitar los sofismas y poner las cosas en un plano racional e inteligi-ble. Cualquiera que sea la concepción que del educador se tenga -y, por ende, de la educación-, y por "más liberal" que sea ella, habrá siempre una 'diferencia de funciones' entre educadores y educandos, esto es, un juego de 'personalidades di-ferentes', en 'estadios diferentes de madurez')) (R. NASSIFT,e oría de la educación. Problemática pedagógica comtemporánea. Madrid, 1980). 382 Gregorio Rodríguez Herreva rior, que el carácter vocacional de la enseñanza ocupa para él un lugar de privilegio. Por ello, en diferentes pasajes recurre nuevamente a esta idea y, así, afirma en relación con el escaso número de horas que se consignan en los planes de estudio para la enseñanza del latín que no hay que entre-garse al pesimismo. Todas las asperezas, todas las dificultades, serán orilla-das con una decidida vocación a la enseñanza, con un método bien orien-tado, y amor hasta el sacrificio al trabajo y la investigación científlca31. Así pues, comprobamos que Manuel Socorro, aunque privilegia la vocación -una vocación cercana al sacerdocio-, no olvida que el método es fun-damental en la enseñanza y, con ello, se acerca inconscientemente a pe-dagogos como R. Buyse que, por aquel entonces, consideraban que no to-do podía dejarse en manos del arte educativo (la vocación) y que había que potenciar la ciencia pedagógica en busca de una profesionalización del educado+. Pero quizás donde mejor se aprecie la actitud profesional del profesor Socorro hacia la enseñanza sea en sus opiniones sobre los li-bros de texto y la actitud del profesorado. Para él el libro de texto es im-prescindible en la enseñanza, pero ello no quiere decir que reduzca la ta-rea y la importancia del profesor; al contrario, el profesor es el que hace bueno al libro de texto y no a la inversa33. Igualmente manifiesta su re-chazo absoluto a los docentes que utilizan el libro corno pretexto para no desarrollar su labor de manera adecuada. El profesor [no] debe cruzarse de brazos y abandonar los alumnos al libro. No; este procedimiento debe pasar a la historia a pesar de las ex-traordinarias comodidades que ofrece a los maestros poltronas. El libro es un poderoso auxiliar, pero nada más que un auxiliar. El catedrático es la sal de la clase. Cuando el catedrático duerme ¿Qué se puede esperar de los alumnos? (Ensayo nzetodológico ..., 22) 31 Ensayo metodológico ..., 7. 32 Regogido por R. NASSIFT, eoría de la educación. Problemática pedagógica contem-poránea. Madrid, 1980, 178-1 79. 33 NO deja de ser llamativa su opinión, ya en esa época, sobre los apuntes tomados por los alumnos y la moda, que ya entonces comenzó, de estudiar sólo a través de estos materiales. «Como reacción contra semejantes demencias, aparecen hoy algunos cayendo en el vicio contrario. Suprimen por completo el libro y todo lo encomiendan a las explicaciones que los alumnos para poder retener se ven obligados a anotar. Así surge la multitud de inconvenientes de los funestos apuntes, tanto más funestos cuando el profesor no los corrige. Los alumnos anotan algunas veces sin entender lo que el profesor dice y a toda prisa antes de que aparezcan nuevas ideas. Alguna vez han caido en mi poder algunas de esas anotaciones que más bien parecen je-roglíficos, palabras inconexas, cosas en fin que no han pasado por la mente del profesor)) (Ensayo metodológico.. ., 3 1). El profesor Manuel Socorro y la enseñanza del latín en Canarias 383 Las explicaciones de estos anquilosados pedagogos también son muy curiosas. Toda su sapientia consiste en encasquetarse en los sesos ad pe-dem litterae, la lección del día siguiente y lanzarla con voz sonora y ade-manes expresivos por el ámplio o corto ámbito de la clase. ¡Pobres discí-pulos! Entre el texto y el catedrático debe haber mutua compenetración, sin que el texto solo domine, ni tampoco el catedrático abandone el texto, an-tes bien entiendo, que el profesor es el alma del texto, que su doctrina, sin pasar por los labios del profesor, es letra muerta y sin vida. Y por eso se ha llegado a decir, que el profesor es el texto vivo, lo cual creo tan exacto, que puedo afirmar sin temor a equivocarme, que no hay texto deficiente, ni difuso. cuando el ~rofesosra be usar de él debidamente. Todos los tex-tos son buenos, cuando el profesor domina la materia y sabe enseñarla y la enseña con entusiasmo. (Ensayo metodológico ..., 3 1) Una lectura de las obras pedagógicas del profesor Socorro nos mues-tra que éste aboga por una enseñanza inductiva, activa y, eminentemente, prá~tica3D~e. esta concepción, son un claro ejemplo sus siguientes mani-festaciones: Nada aprovecha tanto, ni se hace con más placer que aquello que uno mismo inventa y descubre, con la cooperación desde luego de una perso-na ex~erta. Es indudable; en latín como en cualquier otra asignatura la enseñan-za debe ser intuitiva, activa y no meramente pasiva como lo practicaba la escuela tradicional; racional y no mecánica o sea memorista; práctica, porque de la práctica salen reglas, leyes, definiciones y no todo lo contra-rio como se ha hecho hasta hace poco; y por último debe ser lenta y re-petida, de modo que todos los días salgan a colación las teorías que se ex-plicaron el primer día. (Ensayo metodológico.. . , 3 5-36) Asimismo y para llevar a cabo una enseñanza inductiva, es necesario una metodología que tenga en cuenta los conocimientos previos y la psi- 34 Tampoco falta en sus escritos la critica a la enseñanza deductiva: «La deducción ha sido empleada en nuestras escuelas desde época muy remo-ta, degenerando en el funesto sistema que hoy se bate en retirada con gran algara-za de los incipientes latinos. Consiste en formular una regla general y después apli-carla a los mil casos que suelen presentarse, ocurriendo con frecuencia que las excepciones complican de tal modo la regla, que se necesita un prodigio de me-moria para dominarla» (Ensayo metodológico ..., 19). cología del alumno, así como las facultades docentes del profesor para motivar adecuadamente al alumno y, a partir de ahí, alcanzar los objeti-vos educativos, según extraemos de sus palabras: Sin un buen método el latín se hace imposible. Con un método ade-cuado gusta y deleita como las ciencias más objetivas y prácticas. Para es-to es imprescindible aquel principio fundamental de toda pedagogía: en-señar es excitar las fuerzas internas del alumno. El alumno no se ~ u e d eto mar como una máauina. como un mero L . autómata que repite reglas y definiciones. Hay que despertar sus faculta-des, aplicándolas a sus respectivos objetos y excitándoles continuamente hasta que consigan su pleno desarrollo. Pero no debe el profesor ser en es-te continuado ejercicio un instrumento externo, como si dijéramos, del de-sarrollo intelectual de su discípulo, sino que debe compenetrarse con él, mediante un íntimo conocimiento de su psicología, y seguir paulatina-mente de lo conocido a lo desconocido hasta hacerle pensar por cuenta propia. Por eso cuantas más fuerzas latentes se pongan en ejercicio se ten-drá una educación más perfecta y completa. (Ensayo metodológico ..., 15-1 6) Por ello, el objetivo de la enseñanza no es otro que el de crear hombres activos y críticos, lo que se consigue descubriendo sus potencialidades y desarrollándolas adecuadamente durante el proceso educativo. Así pues, el profesor Socorro prima, en cierta medida, los objetivos afectivos de la educación, frente a los cognoscitivos3~q ue dominaban, entonces, en el proceso educativo36. Hagamos de los niños hombres activos, conscientes, trabajadores. Inspirémoles confianza en sus propias fuerzas, y no les infundamos el de-saliento, diciéndoles que todo está hecho ya. La buena didáctica consiste en despertar esas fuerzas ocultas que se hayan en la naturaleza humana, revelarlas al mismo individuo que las posee, pero que las desconoce, pro-ponerle el asunto donde proceda ejercitarlas y estimularle a obrar, a des-hacer lo que encuentra hecho para que lo recomponga. Realmente el pa-pel del pedagogo moderno es el de verdadero creador. (Ensayo metodológico.. ., 24) Como hemos podido comprobar, en todos estos textos aparece el pro-fesor como el encargado de asegurar el cumplimiento del método y de los 35 V. DE ~ANDSHEERE- G. DE LANDSHEEopR. Eci,t ., 41-73 y, especialniente, 139-144. 36 A este respecto manifiesta: «Antes se aprendía a fuerza de machaqueo, que degeneraba en rutina y ator-mentaba cruelmente al alumno. Hoy la habilidad del profesor, al par que cultiva todas las facultades de1 aIumno, facilita enormemente su trabajo, dejándole redu-cido al mínimum de esfuerzo. (Ensayo metodológico. .. , 17). El profesor Manuel Socorro y la enseñanza del latín en Canarias 385 objetivos, pues como ya hemos explicado, es para él el centro de la acción educadora. Ahora bien, ello no significa que el profesor Socorro no sea consciente de los riesgos de esta preponderancia del educador y, por esto, advierte de algunos vicios, especialmente, de la erudición innecesaria y del exceso de verbalismo. [Los procedimientos didácticos] serán ineficaces si el profesor no sa-be excitar las actividad del alumno, limitándose a explicar con mucha prosopopeya desde su sitial, sin descender a lo que piden las tiernas inte-ligencias, o sea ayuda y cooperación en la compresión de los asuntos que se tratan. (Ensayo metodológico ..., 27) Pero si la palabra es necesaria el verbalismo es un vicio detestable. Na-da engendra tanta confusión en el espíritu del alumno como esa locuaci-dad inagotable que se suele emplear en cátedra, aun para las cosas más sencillas. Los discursos en cátedra, puede que sean muy didácticos en au-las universitarias donde los oyentes son mayores de edad, y están capa-citados para separar con buen discernimiento la paja del trigo; pero en Institutos, al menos en las clases de los primeros años, los discursos cientí-ficos no sólo no son pedagógicos sino perjudiciales (...) Hay, pues, que huir de los dos extremos, de hablar mucho y de no decir ni pío. En el me-dio me parece que está la virtud. (Ensayo metodológico. .., 22) Por último, resulta muy actual la opinión expresada por Manuel So-corro sobre la necesidad de coordinar los diferentes ciclos de enseñanza, sobre todo la enseñanza media y la universitaria, un hecho que en nuetros días cobra especial actualidad y al que las autoridades académicas han de-dicado muchos esfuerzos en los últimos años. Así, a propósito del proble-ma concreto de la unificación de la terminología gramatical encontramos la siguiente declaración de principios: La ciencia es la misma en la universidad, en el instituto y en la escuela elemental. Hay diferencias de grado, de cantidad; pero los hechos son los mismos. {Por qué han de variar entonces los nombres de estos mismos hechos científicos? Hay que reaccionar contra este ambiente de indisciplina en la no-menclatura. {Qué se diría del catedrático universitario que adaptase una nomenclatura química distinta de la aprendida por los alumnos en el ins-tituto o la escuela? Pues esto ocurre a diario en la enseñanza de la gramá-tica de un instituto a otro, con evidente perjuicio de los alumnos que jamás adquieren ideas claras y precisas. (Nomenclatura gramatical, 42-43) 386 Gregorio Rodríguez Hewera En este apartado nos vamos a centrar en determinadas opiniones del profesor Socorro que se refieren no sólo a la didáctica del latín sino, más bien, a la actitud ante el latín. Estas manifestaciones cobran especial ac-tualidad dada la recesión que sufren los estudios clásicos en España y en Canarias víctima de los prejuicios y de las políticas educativas. El primer primer lugar, hemos de reseñar que, hoy día, el latín y la cul-tura clásica han sido declarados culpables, entre otros, del atraso tecno-lógico del país, dado que, según parece, se ha convertido en el paradigma de lo que no sirve. Efectivamente la supuesta inutilidad del latín ha arrai-gado tanto en los ámbitos educativos, que de poco sirve que el profesora-do canario de Bachillerato y Enseñanza Secundaria esté en la vanguardia del reciclaje y la adaptabilidad de sus materias a la nueva realidad educa-tiva, y de que sus materiales didácticos sean difundidos y empleados ac-tualmente tanto en Canarias como en el resto del país37. Pues bien, esta misma circunstancia ya se presentó en la década de los veinte, según de-ducimos de las palabras del profesor Socorro38: En los años que llevamos dedicados a esta enseñanza hemos com-probado el horror al latín. Así, horror. Nuestra sociedad se halla asfixiada por una atmósfera utilitaria, y ha creído ver en el latín un obstáculo que se opone al goce pleno de ese ambiente. Ha llegado a ser un aforismo la inutilidad del latín. Y el catedrático tiene que multiplicar sus energías pa-ra convencer a sus alumnos y padres de familia de la gran conveniencia de la cultura clásica, de su valor educativo. Hemos tropezado con niños desaplicados, que por extrema razón de su actitud nos dicen que sus pa-dres les han dicho que el latín no sirve para nada y que por lo mismo estu-diarán lo estrictamente necesario para aprobar. Y en vano el profesor se esforzará por suavizar las reglas gramatica-les, matizándolas con explicaciones que hablan a la imaginación, en vano 37 M. ÁLVAREZÁ LVAREZ- J. A. APARICIOB URGO- PS. BARROGSOU TIÉRRE- Z1. SUAREMZA N-RIQUE DE LARA- J. A. MERINCOA STRILCLaOn:a rias y el Mundo clásico. Materiales curriculares innova. Santa Cruz de Tenerife, 1995; T. ARCOSP EREIR- AM ." D. GARCD~E AP ASOC ARRASCO, "Valores romanos y ejes transversales",E clas 11 5 (1 999), 1 13-13 9; M." T. BAUTIST- AC . CA-SADO - P. MONTESDEDOOCCAV, MENTA. Aprendiendo latín. Libro del alumno - Libro del pro-fesor. Madrid, 1995; M. MART~N-E BZ. LASARUTZEQ UIAN-O T . ARCOS PEREIRGAu,í a de recur-sos. Cultura clásica. ESO. Santa Cruz de Tenerife, 1996; M. MART~N"ETZex, tos de ayer, temas de hoy: la cultura clásica en el periodismo español contemporáneo", E$as 115 (1999), 75-109; G. RODR~GHUEERZR ER- MA. a T. PERAFLE RNAND- ET.Z M .a PERDOMALOVA REZ-J. C. PAREDVESE L~ZQUEjEerZc,ic ios prácticos para una introducción a la Mitología clásicu. Las Palmas de Gran Canaria, 1993. 38 Tampoco se resistió Manuel Socorro a incluir en sus obras una justificación del estudio de la lengua latina y la cultura clásica: El profesor Manuel Socorro y la enseñanza del latín en Canarias 387 acudirá a todos los resortes de la pedagogía moderna ... El horror al latin seguirá siendo un obstáculo con que se tropezará siempre en clase. Las prevenciones arraigadas no se disipan tan fácilmente. (Ensayo metodológico. .., 6-7) Entonces, como ahora, uno de los problemas de la enseñanza del latín era y es el escaso número de horas que contemplan los planes de estudio, por lo que es necesario aumentar el número de horas de esta materia si se pretende que, de alguna manera, los alumnos puedan conocer el mundo clásico en plenitud. Y así también lo expresaba el profesor Socorro: La reforma se impone en la clase de latín. Es necesario que las auto-ridades de Instrucción Pública extiendan el latín a cuatro cursos y enton-ces todo variará, hasta irá desapareciendo el horror al latín, porque los fmtos obtenidos por los alumnos serán más copiosos y no a medias como hoy sucede. La cultura clásica producirá sus efectos y entonces el latin servirá para algo más que para ser el blanco de una sociedad que no lo comprende. (Ensayo metodológico.. . , 7) Aun así, Manuel Socorro, imbuido de su concepción del magisterio como un sacerdocio, convencido del carácter vocacional de esta profe-sión, advierte que, el hecho que haya tan solo dos aiios de latín, no es óbi-ce para que el profesor tire la toalla, pues son muchos los frutos que, a pe-sar de todo, se pueden obtener. Ciñéndonos a los dos cursos que hoy se explican en Institutos, enten-demos que aunque no se pueda hacer mucho, sin embargo no por eso de-bemos desalentamos. La falta de tiempo la puede suplir con ventaja un método bien ordenado y un regular deseo de hacer la clase provechosa y animada. El profesor es el todo en la clase. Los alumnos serán lo que sea «Son muchas las ventajas que ofrece el estudio del latín. El latín es la clave pa-ra el exacto conocimiento de las lenguas europeas, especialmente las neolatinas o romances, nacidas del mismo. Entre éstas está el español, nuestra lengua patria, que no es otra que el latín vulgar, hablado por el pueblo romano-español. No po-drá conocer a fondo el español quien no aprenda latín. En latín se escribió el derecho romano, fuente de las legislaciones de todos los pueblos civilizados antiguos y modernos. Es el latín el vehículo de la civilización greco-romana que informa el Mundo Occidental y cristiano. El latín nos pone en contacto con la literatura romana, que es también nuestra primitiva literatura es-pañola, cuya influencia es decisiva en nuestros mejores siglos literarios. El latín es el idioma oficial de la Iglesia Católica. El latín, por último, posee un gran valor edu-cativo, al poner en continua tensión de observación y análisis la inteligencia hu-mana. De ahí que todos los planes de estudio de las naciones modernas concedan al latín un papel decisivo en la formación de las juventudes)) (Manual de lengua la-tina. Primer curso, 1). 388 Gregorio Rodvtguez Herrera el profesor. Aprovecharán si el profesor desea que aprovechen. Y en los dos cursos de latín, si no salen cicerones, al menos conocerán el carácter de la lengua, traducirán un pasaje con más o menos lentitud, y sobre to-do saldrán aptos para continuar los estudios clásicos en las Facultades de Letras o aun particularmente, cumpliéndose así la misión de la segunda enseñanza. (Ensayo metodo2ógico ..., 34) Lo que no podía imaginar el profesor Socorro es que en este final de siglo también a la Universidad ha llegado ya la 'inutilidad' del latín y así filósofos, historiadores o filólogos -¿quién lo diría?- han olvidado lo que sus disciplinas deben a la lengua y la cultura clásica y, lo que es peor, sus alumnos ni siquiera sabrán qué es eso de la deuda clásica de la cultu-ra occidental. En las páginas precedentes hemos querido glosar la figura de profesor Manuel Socorro desde la perspectiva de su preocupación por la enseñan-za. Hemos comprobado que su interés abarcó diferentes aspectos de la re-alidad educativa: la infraestructura docente, la problemática del profeso-rado y, especialmente, la didáctica de la lengua latina. Precisamente, a partir de su preocupación por la enseñanza de latín surgen sus ideas pe-dagógicas, aspecto sobre el que hemos centrado gran parte de nuestro tra-bajo, insistiendo en la actualidad de sus planteamientos. Así pues, en este nuevo momento de zozobra para la lengua latina y la cultura clásica, queremos que sean las reivindicativas palabras del ca-tedrático de lengua y literatura latina Manuel Socorro Pérez, quienes cie-rren este trabajo sobre la enseñanza del latín en Canarias: Causa pena que hayamos descendido a tal grado de ignorancia sobre este particular. Mientras que países de razas anglosajonas colocan el latín y el griego en primer rango de sus estudios, nosotros, país latino, apenas destinamos unas horas a su aprendizaje y aún nos parece mucho. Espa-ña, que por su espíritu, por su historia, por todo su ser es esencialmente latina, no puede, sin renunciar a sí misma, desconocer esta lengua. Toda nuestra literatura arranca de la literatura latina. Latina es nuestra lengua, latina nuestra sangre, latino nuestro derecho, latino nuestro arte39. 39 Valores educativos de las lenguas clásicas. |
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