GERMÁNS ANTANAH ENR~QUEZ
Colegio Universitario de Las Palmas
Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
Dentro de las cuarenta y dos fábulas que componen el Corpus Avianil es
curioso observar que el personaje humano más repetido en ellas es el rusticus.
En seis de ellas en forma masculina (5, 12, 21, 28, 30, 32); sólo en una en
forma femenina (1 rustica). El tratamiento que realiza Aviano sobre este
personaje es muy variado, dependiendo siempre del contexto en el que aparece.
Así en la fábula número cinco, «El asno revestido con la piel de león»,
aparece en la última parte del poema instaurando de nuevo el orden y corri-giendo
las ilusorias bravuconerías de un orgulloso borriquillo.
Rusticus hunc magna postquam deprendit ab aure
correptum vinclis verherihusque domat.
Et simul abstracto denudans corpora tergo,
increpat his miserum vocibus ille pecus:
«Forsitan ignotos imitato murmure fallas,
at mihi, qui quondam, semper asellus eris».
V.V. 13-18
En cambio, la situación es bien distinta en la fábula numero doce, «El
campesino y el tesoro». Aquí el rusticus se ve increpado por la diosa Fortuna,
quien le amonesta de forma severa por no haherle dedicado ofrendas:
«Nunc inventa meis non prodis munera templis
atque alios mavis participare deos;
sed cum surepto fueris tristissimus auro,
me pnmam lacrimis sollicitabis inops»
V.V. 9- 12
1 Nos remitimos a la edición de F. Gaide, Avianus Fables, París, 1980, donde se recoge la
producción poética de Aviano, además de un interesante estudio de sus fábulas.
Boletín Millares Carb n . ~11 . 1990. Las Palmas de Gran Canaria. 141
Un- tanto singular es la fábula número veintiuno, «El campesino y el
pájaro». En ella, el rusticus solicita una y otra vez la ayuda de sus vecinos
para segar las mieses de un campo donde ha establecido su nidada un pájaro.
Tras la negativa de éstos, él mismo emprende el trabajo y obliga a marcharse
a los pájaros.
Sed postquam curvam dominum comprendere falces
frugibus et veram sensit adesse manum:
«Nunc, ait, o miseri, dilecta relinquite rura,
cum spem de propiis vinbus ille petit»
V.V1. 1- 14
En la fábula número veintiocho, «El campesino y el novillo», aparece de
nuevo el msticus increpando a un animal, en este caso, un novillo terco y cruel
que se revela contratsu amo.
Tum sic informi squalentes pulvere crines
discutiens, imo pectore victus ait:
«Niiniruiii exempluin natwae dcrat iniquae,.
qua fieri posset cum ratione nomns»
V.V1. 3-16
Muy característica es la fábula numero treinta, «El hombre y el jabalí».
En ella se pueden observar las relaciones de feudalismo y vasallaje que se
prolongarán durante toda la Edad Media (debemos recordar que nos encon-tramos
en el siglo V de nuestra era, fecha aproximada de la composición de
estas fábulas). Tras infructuosas actuaciones del msticus frente a un terrible
jabalí que destruye cosechas, termina por matarlo y ofrecerlo como vianda a
su amo. Pero la falta del corazón del animal será la causa, para que- el
campesino engañe a su señor mediante vanos arg.ynento$
Sed cum consumpti dominus cor quaerexet apri,
impatiens fertur quod rapuisse cocns,
rusticus hoc iustam verbo compescuit iram,
affirmans stultum non habuisse suem:
«Nam cur membrorum demens in damna redisset
atque uno toticns possct ab hoste cnpi?,
V.V1. 1-16
Significativa es tambien la fábula número treinta y dus, «El hoiiibre y su
carro». Al igual que en la fábula número doce el campesino se ve increpado
por un dios, en este caso; por el héroe tirintio. La razón de esta amonestación
es la pereza del msticus que suplica a los dioses ayuda sin haber intentado el
mismo resolver su problema.
Cui rector summis Tirynthius infit ab astris
(nam vocata hunc supplex in sua vota deum)
«Perge laborantes stimmulis agitare iuvencos,
et inanibus pigias disce iuvare rotas.
Tunc quoque congressum maioraque viribus ausum
fas superos animis conciliare tuis.
Disce tamen pigris non flecti numinn votis,
praesentesque adhibe, cum facis ipse, deos»
V.V5. -12
El personaje en forma femenina, es decir, la mtica aparece en la fábula
número uno, «La nodriza y el niño». En ella se nos presenta a una campesina
cuya sagacidad y astucia se asemejan a la del lobo. Precisamente, élla es
motivo de la monición sentencia1 del animal, monición que hace referencia a
la desconfianza en las mujeres. Elocuentes resultan las palabras puestas en
boca del lobo:
«Ne mireris, ait, deceptum fraude maligna
vix miscrum vacua delituisse fuga.
Nam quae praeda, rogas, quae spes contingere posset,
iurgia nutricis cum mihi verba darent?~
Haec sibi dicta putet seque hac sciat arte notari
femineam quisquis credidit esse fidem.
V.V. 11-16
Tras el análisis pormenorizado de cada una de las fábulas en las que
aparece la figura del rusticus, y con vistas a una posible tipificación de tal
personaje, pretendemos destacar a continuación su carácter y coniportarniento
en las mismas. De las seis fábulas en que aparece la fórmula masculina, en
dos de ellas el rusticus increpa a un animal: en la fábula cinco, a un orgulloso
y soberbio borriquillo; en la fábula veintiocho a un novillo cruel y de bajos
instintos. En estas fábulas el campesino pone orden a unas conductas mal
encaminadas.
En otras dos fábulas, sin embargo, es el rusticus el que se ve increpado.
Coincidentemente, en ambas, por dioses; en la fábula doce, la Fortuna se
molesta ante un desagradecido campesino; en la fábula treinta y dos, el héroe
tirintio pone de manifiesto la pereza del protagonista. Se nos revelan caracte-rísticas
de su ser: la ingratitud y la pereza.
En la fábula veintiuna se nos muestra, pese a las adversidades y la insola-ridad
de los que le rodean, decidido; mientras que en la fábula treinta, lo que
destaca es su astucia y taimada elocuencia. En estas dos últimas fábulas, los
animales que intervienen, por un lado, el pájaro, y por otro, el jabalí, son
meros objetos que sirven a la acción y que destacan las cualidades humanas
del campesino.
Mención aparte para la fábula uno donde la forma femenina se impone.
Se trata de una rustica que con sus palabras engaña a un lobo. Los elementos
de sagacidad y astucia se suporponen; se enfrentan dos seres, en teoría, cargados
de tales cualidades: la miijer y el lobo. Y es precisamente aquí donde se
acentúan, en la victoria de la campesina frente al desconsolado lobo.
- Si atendemos al resultado de nuestras pesquisas observamos claramente la
configuración que Aviano ha hecho de este singular personaje:
1.0 Es «decidido», «astuto» y «sabio», cuando la acción tiene que ver con
animales (fábulas 5, 2 1, 28).
2.^ t ..narn-r\cin.. nilnnrln ~ n ~ r o c o n rarn P C P P ~ I Tlinco~1 , h b r n ~ c i<!ll&QLVlI I Y \\ybI b L i V U V r r , Q U U I A U V U ~ U I V I I ~ ~ V~A. VUILLI -.~UUIY
(fábulas 12 y 32).
3.0 Tremendamente «calculador» y « oportunista», cuando la situación se
encuentra en un callejón sin salida (30).
4.0 En forma femenina, la rustica en su actuar resulta «astuta» y «sagaz»
sob-re manera (1). I oaas esras cuaiiciacies y Udecios se Úeiirriiiari, coriiu Íiemüs visto, a veces,
según el contexto, a veces, según los personajes y elementos que intervengan
en tal o cual fábula. Lo que si es notable es la sistematicidad de comporta-mientos
a tenor de si se trata de un dios, una persona, un animal o una cosa.
RUSTICUS ANIMALES
RÚSTIC A DIOSES Y PERSONAS
La Fortuna
El Héroe Tirintio
Quizá p~dikirriosi j ~ ~ g ü l i k i ~eil i ~poj r ípé be estu elecriór: de! PYCS.~~'CLJS
como personaje humano principal en las fábulas de Aviano. Atendiendo a la
naturaleza misma de la fábula2 se podría decir que la fábula nace en niveles
popuiares coiiiu coriirapaitida dei ~iiitü y mino expoimiie dc !a sabidüi%i
popular.
Hemos pretendido poner de relieve el tratamiento que hace Aviano de la
figura del rusticus, personaje humano de más alto índice de frecuencia en sus
fábulas.
2 Interesantes resultan las diversas teorías sobre el origen de la fábula. Remitimos a la obra
de Walter Wienert, Die Typen der fnechkch-romischen Fabei, vol. XVII, 2. F.F.C., Helsinki,
1925, pp. 5-34, donde Wundt afirma que la fábula nació de los mitos de la Naturaleza, a los
que llama «cuentos mitol6gicos».