NOTAS PARA EL ECLECTICISMO EN CANARIAS:
LAUREANO ARROYO Y LA CANDELARIA
DE INGENIO
Juan Sebastián LÓPEZ GARC~A
Profesor de Arte
Escuela Superior de Arquitectura de Las Palmas
1. EL ECLECTICISMO Y CANARIAS.
IDEAS INTRODUCTORIAS
El fenómeno ecléctico, en sus distintas acepciones, que van des-de
el neoegipcio al neohindú, por citar dos de las tantas que nos da
Luciano Patetta, está hoy en pleno debate. En los últimos años se ha
seguido con enorme interés esta parcela de la historia de la arqui-tectura,
publicándose numerosos trabajos sobre el mismo, principal-mente
dentro de su contexto decimonónico.
El siglo XIX para las islas es el momento de arranque de las prin-cipalcs
ciudadcs canarias. Al amparo de las profesiones liberales sur-girán
nuevos gustos en la burguesía, que se irá alejando de los as-pectos
más conservadores de las aristocracias tradicionales. Se dará
el iiiipulsü ecü~iúiiiicü y se moverán los resortes para la creación de
una infraestuctura que posibilitara un mayor desarrollo. Santa Cruz
de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria serán las principales pro-tagonistas.
Si bien Las Palmas gozaba de la capitalidad de su isla,
desde la conquista; Santa Cruz la lograba por primera vez, en de-trimento
de San Cristóbal de La Laguna. El aperturismo hacia el
exterior, tras la emancipación casi total de las colonias americanas,
viene motivada por el colonialismo en el continente aficano, siendo
las islas lugar de recalada de las metrópolis europeas (Gran Bretaña,
Francia, Bélgica) hacia sus posesiones.
En el archipiélago canario este período de la historia del arte
tiene una enorme importancia, a la par del resto del Estado; si bien,
tal como anota Pedro Navascués Palacio, el foco de mayor impor-tancia
irradiaba desde la Escuela de Arquitectura de Madrid, se-guida
por Barcelona.
En Gran Canaria el neoclásico será el lenguaje que imponga de-finiiivr;
mcnte c! reEGindor e: nryuifer*ru y p 2 s ~2!
eclecticismo. Según Ignasi de Solá-Morales Rubió: «el eclecticismo,
en realidad, será una creencia inicial que significa tanto como dejar
de creer en la eficacia directa del estilo y comenzar a pensar en la
justificación de éste por otros motivos: por su racionalidad, por su
economía o por su eficacia funcional. La arquitectura de la nueva
metropoii será entonces eciectica. En un senricio iniciai, desde la
disponibilidad de cualquier repertorio. En un sentido más profundo,
desde la libertad de elección de cualquier solución y de su posible
combinatoria. En último término, desde la utilización expresiva de
10s repertorios figurativos inventados a partir de aquella cultura na-tural
que son, en realidad, los repertorios históricos».
El neoclasicismo había supuesto un cambio sustancial en el pa-norama
de la arquitectura de Gran Canaria. Hasta finales del si-glo
XVIII, la totalidad de los templos de la isla respondían a solu-ciones
de tipo mudéjar, a excepción de la catedral o la iglesia de
los Jesuitas (San Francisco de Borja), ambas en Las Palmas. La línea
renovadora de la arquitectura religiosa grancanaria, con el neocla-sicismo,
pone en crisis el lenguaje arquitectónico mudéjar. Las obras
del templo de Santiago de los Caballeros de Gáldar (1778-1826) con-sagran
un nuevo concepto espacial, con interiores abovedados, cú-pula,
en el exterior un enorme protagonismo de la fachada. En de-finiti.
v a, triunfan unos valores que se apartan del mudéjar, pero que scgiira,n rigentcs en e! ec!ecticism~. Eeup~Bsd e! t rmp !~ ga!drr,st
destacarían el nuevo imafronte de la catedral de Las Palmas y San
Sebastián de Agüimes.
Pedro iUavascués nos señaia ia ciificuirad cie diferenciación enire
el neomedievalismo y la arquitectura ecléctica, ya que en la primera
se origina la segunda y los mismos arquitectos comparten ambas op-ciones,
además de solaparse, concluyendo en el modernismo, que
considera manifestación final del eclecticismo.
Para Canarias distinguimos dos períodos. Domingo Martínez de
la Peña marca el inicio del «clasicismo ecléctico» derivado del neo-
clásico, hacia la séptica década del siglo XIX, derivará en el eclec-ticismo
estricto. En 1874 es cuando se construye la Sociedad de So-corros
Mutuos y Enseñanza Gratuita en Santa Cruz de Tenerife;
su autor, Manuel Oráa y Arcocha (1822-1889), será el primer arqui-tecto
titulado que trabajará en las islas, llegó como arquitecto pro-vincial.
Oráa tiene un fuerte influjo neoclásico en sus obras. Ese
mismo clasicismo, respondiendo al uso oficial que tendr5 el edificio,
aparecerá en el Palacio de la Capitanía General de Canarias (1879-
1881), en la capital tinerfeña, proyectado por el comandante del Cuer-po
de Ingeiiieros del Ejército, Toinás Clavijo y Castillo-Olivaies y
construido bajo la dirección de Domingo Sicilia González (1817-
1890). El siglo XIX en Tenerife concluirá con la edificación ecléctica
de las casas consistoriales de Santa Cruz. Su autor, Antonio Pintor y
Ocete llegó en 1899 como arquitecto municipal de la ciudad. In-tervino
en importantes obras de urbanismo de la capital tinerfeña.
En Gran Canaria no podemos olvidar el caso peculiar de la ciu-dad
de Arucas, con un enorme auge constructivo a finales de siglo.
Antonio López Echegarreta (1847-1878) es el autor de las casas con-sistoriales,
que será una de las edificaciones más importantes del con-junto
urbano ecléctico de Arucas. Sin embargo, en la isla, el eclec-ticismo
viene marcado por el arquitecto Laureano Arroyo y Velas-co
(1848-1910), catalán, llega a Gran Canaria en 1888, siendo nom-brado
arquitecto municipal de Las Palmas y diocesano. Es más ecléc-tic0
que los anteriores casos tinerfeños, influyéndole su origen barce-lonés,
ciudad donde había trabajado en la Exposición Internacio-nal.
Conocería la obra de sus coetáneos catalanes, principalmente de
Lluis Domenech i Montaner (1850-1923), con el que coincide en
algunos detalles de sus obras. Arroyo tiene un concepto de eclecti-cismo
donde están presentes elementos clásicos y medievales.
Laureano Arroyo será un arquitecto de gran fecundidad. Mi-guel
Rodríguez Díaz de Quitana llegó a contar más de quinientos
planos suyos en el Archivo Histórico Provincial de Las Palmas. Si
bien se vuelve clasicista al proyectar edificios de tipo oficial, como
la Comandancia de Marina de Las Palmas, es un ecléctico. Aparte
de las numerosas viviendas que realizó -recuérdese su alto número
de proyectos- por su condición de arquitecto diocesano tiene un
importante capítulo de arquitectura religiosa. La obra de mayor en-vergadura
con que se enfrentó fue la culminación de la fachada de
la catedral de Las Palmas, aportando soluciones eclécticas. De ten-dencia
medievalista son sus iglesias: Ntra. Sra. de la Luz (con un
primer proyecto neogótico, desechado), Sagrado Cora7ón de María
y Ntra. Sra. de los Desamparados (siguiendo líneas bizantinas) en
Las Palmas de Gran Canaria. Para el sur de Gran Canaria proyec-tará
las parroquiales de Santa Lucía de Tirajana y Nuestra Señora
de la Candelaria, en Ingenio.
11. INGENIO. ANTECEDENTES HISTORICOS
Ingenio nace tras la Conquista, relacionándose con el primer
ciclo económico que se desarrolla en las islas: la caña de azúcar.
Su toponimo, emparentado con otros isieños -Ei Trapiche, Trapi-chillo,
Ingenio Blanco- responde a la denominación de la máquina
para moler la caña.
Este topónimo canario nos habla de una fundación después de
la Conquista, frente a un Agüimes aborigen, cabecera de la comar-ca
primigenia en cuyo seno nació el pago del Ingenio. En 1570
existía su ermita de Nuestra Señora de la Candelaria, no obteniendo
hasta el 30 de noviembre de 1815 la declaración parroquial, hijuela
de la Matriz de San Sebastián de la Villa de Agüimes. El canónigo
Vicente Ramírez Espino, hijo del pueblo, fue quien gestionó satis-factoriamente
esta creación.
El primer rasgo de identidad propio de Ingenio con respecto a
Agüimes, lo logra por medio de la jurisdicción religiosa, en un pro-ceso
iniciado en el siglo XVI, con la fundación de la ermita, pero
que se consolida hasta el siglo XIX con la erccción de la parroquia.
Los años del ochocientos supondrán la afirmación definitiva de la
identidad de muchos pueblos de la isla frente a sus matrices, Firgas
con respecto a Arucas; Vallesecu, Teror; Santa Lucía, San Barto-lomé;
Valsequillo, Telde y El Ingenio frente a la villa de Agüimes.
El 12 de agosto de 1843 se le declara ayuntamiento. A partir de
este momento, Ingenio gozará en lo religioso y civil de unidad ad-ministrativa
independiente.
El anterior edificio de la iglesia parroquial de Ingenio, dedicado
a la Virgen María, bajo la advocación patronal del Archipiélago (La
Candelaria), era de líneas sencillas, respondiendo al modo de cons-truir
mudéjar que tomó carta de identidad en las islas. La nave
única tenía por fachada una puerta adintelada con marcos en can-tería,
así como los sillares de las esquinas. La torre se elevaba en
el ángulo del evangelio, a los pies del templo, adosada a su fachada
y con planta cuadrada. Quedaba estructurada en tres cuerpos; el
primero con un pequeño acceso arquitrabado y ventanas; el segundo,
r l : ~ i s , ~ l t nn n y AAC nnnqroñao x rontonnc ni ip rlnn n g c n Ccprnn & ~ gm-
U ' U U V ' L " y" U"" yvyu-....u u ...... I.a.- Y-- --*- Y-"- r-panas,
con vano de medio punto y balconada. El remate superior es
de media naranja. La planta del edificio tomaba forma de cruz la-tina,
con capillas laterales, que resultaba un tanto irregular por
otras del lado de la epístola.
111. EL PROYECTO DE LAUREANO ARROYO
Y LA ORRA REALIZADA
Logradas sus reivindicaciones de jurisdicción religiosa y política,
faltaba a Ingenio el siguiente paso confirmador. La arquitectura tiene
un claro signo de poder, de representar la importancia de las pobla-ciones.
La iglesia, en nuestras ciudades, siempre constituyó el edi-ficio
dc mayor importancia y cl más definidor, en el que se refleja
las aspiraciones y mimetismos de unas localidades hacia otras. En
este sentido, Ingenio había quedado enormemente desfasado con
respectu a Agüimes. Desde finales del siglo XVIII, el viejo templo
matriz de San Sebastián de Agüimes, comenzaba a ser sustituido por
la magnífica fábrica neoclásica actual, que finalizará a fines del si-glo
XIX, sus torres gemelas, en cantería y la airosa cúpula, era todo un
signo de su supremacía arciprestal en el sudeste de Gran Canaria.
A finales de siglo se encarga el proyecto del nuevo templo de
Nuestra Señora de la Candelaria de Ingenio. Lo realizará el arqui-tecto
diocesano Laureano Arroyo y Velasco, del que ya hemos tra-tado
en el primer apartado de este trabajo. Conocemos el proyecto
original, que va firmado en la ciudad de Las Palmas en noviembre
de 1900. Las obras fueron realizadas por el pueblo, como claro
ejemplo de empresa común. Al respecto tenemos la siguiente nota,
facilitada por Miguel Rodríguez Díaz de Quintana: «. .. y no puede
tampoco silenciarse aquí lo que constituye un mérito colectivo de
primera magnitud, tal es el haberse el pueblo en masa distinguido
siempre en las empresas de tipo benéfico, como la construcción de
su actual templo parroquial, realizado en 1907, por rigurosísima
prestación personal, trabajando todos los habitantes del lugar y te-niendo
entre sí como una afrenta o baldón el haber de pagar a otra
persona para que por ellos trabajara, los que por su edad o enfer-medad
no eslalia~i eri condicióii de hacerlo personalmente...». El
texto procede de una Memoria realizada en 1956 para solicitar un
escudo y título de «leal y laboriosa Villa» para Ingenio.
La obra de Arroyo, tal como las otras que realizó para la Iglesia,
es ecléctica. El eclecticismo, por sus fuertes referencias históricas, y
más concretamente medievalistas, no entra en contradicción con la
tradición religiosa, ya que precisamente la refuerza. Por otro lado,
sus líneas de monumentalidad, respondían a los claros intereses de
los ingenienses, en ese mensaje que debía lanzar la nueva obra.
Como en tantas otras ocasiones, la obra realizada no responde
estrictamente a la proyectada. Dejaremos para otra ocasión los con-dicionantes
que motivaron estos cambios. El diseño original fue
enormemente simplificado y alterado. Algunos de los elementos des-aparecidos
en Ingenio los vemos materializados en otras obras de
Arroyo; la fachada proyectada de Ntra. Sra. de la Candelaria de
Ingenio coincide en muchos detalles con la de Santa Lucía de Tira-jana,
evidencitíndosc la idéntica autoría dc ambas obras. Los orí-genes
inspiradores del templo ingeniense los tenemos en los estilos
medievales; se aprecian elementos neobizantinos, nunca «ortodoxa-mente
bizaiitinos~,C U I I~ N ~ap unta Pedru Navabcues para la iglesia
madrileña de San Manuel y San Benito, obra del arquitecto Fer-nando
Arbós y Tremanti (1840-1916); así como notas de los estilos
medievales italianos. No dudamos de que Laureano Arroyo bebió de
las mismas fuentes que sus colegas españoles contemporáneos. La
fachada quedaba estructurada en cinco calles, con dos cuerpos las
tres centrales y torre en la del ángulo de la epístola. Sus vanos eran
tres accesos de medio punto, con ventana tripartita y óculos en el
segundo cuerpo, todos con marcos de cantería. Los remates, a dos
aguas, a semejanza de simplificados gabletes. La torre única se re-mataba
con cuerpo de campanas, cubierta con bóveda y linterna,
siguiendo a escala reducida la cúpula del crucero. El interior, con
planta rectangular, se estructuraba en tres naves, separadas por pi-lares
y con arcos que iban conformando cuadrículas, donde se in-sertaban
bóvedas baídas, jerarquizándose la cúpula del crucero. Se
destacaba la capilla mayor, más profunda y testero plano y las dos
colaterales, en el transepto. A nivel de planta, en la naos del templo
se seguía sin variación uno de los tipos utilizados en Canarias desde
el siglo xvr. Puntualizamos que es sólo esa coincidencia, porque el
sentido espacial es totalmente diferente a la arquitectura anterior
al neocliisico.
El proyecto de Laureano Arroyo no es que fuera utópico, pero
posiblemente tenía una serie de detalles que se alejaban de las as-piraciones
y gustos tradicionales del pueblo de Ingenio. Fue en la
fachada donde más cambios se operaron. Las cinco calles en que
estaba estructurada se redujeron a tres, manteniéndose los accesos
correspondientes a cada nave; el perfil del remate persistió, sin los
elementos decorativos, perdiendo la ventana de la calle principal su
división tripartita. Los demás cambios los podemos considerar una
operación matemática: la torre se multiplica por dos, ocupando los
pies de las naves laterales; se realiza la adición de sus elementos
con los del espacio invadido, así a sus ventanas pequeñas hay que
sumarle el óculo. El cuerpo de campanas sigue el esquema original,
menos esbelto. El resultado no deja de ser interesante, dándole
un aspecto más macizo con torres gemelas que no quedaron todo
lo airosas que estaban en el proyecto original. La cúpula, al contra-rin,
sufrió una estilización en la media naranja
El interior mantiene sus tres naves, pero las mismas son de ca-ñón
corrido, siendo algo más bajas las laterales; en el crucero, la
cúpula. Recurderrius que desaparece11 las bóvedas baídas. Los so-portes
son pilares cuadrados, con las aristas muertas, convertidos en
octogonales en el arco toral, en cantería. La planta no sufrió va-riación
y los elementos formales, así como su concepto espacial coin-ciden
mucho con el templo de Santa Lucía de Tirajana o el de Nues-tra
Señora de la Concepción de Agaete (obra de Francisco de la
Torre, anterior al ejemplar ingeniense).
Desconocemos el color en el proyecto original. En él no vemos
reflejado ningún detalle de sillares, lo que nos lleva a pensar en un
enfoscado general. La tradición cantera de Gran Canaria triunfó,
unido a la idea acertada de la nobleza de ese material. La vemos en
marcos de puertas, ventanas, pilares, pilastras, etc., alternando con
los paños blanqueados, lo que no deja de darle un aspecto tradicio-nal
y oscurezca su eclecticismo. En algunas partes del edificio, como
en la cúpula, se le ha dado apaiiencia de cantería a zonas que debe-rían
ir enjalbegadas.
En definitiva podemos concluir este trabajo afirmando que efec-tivamente,
el templo de Nuestra Señora de la Candelaria en la Villa
de Ingenio es obra arquitectónica ecléctica, según proyecto de Lau-reano
Arroyo y Velasco. Sin embargo, aparte de la voluntad del artis-ta,
existieron otros condicionantes que modificaron la idea original,
simplificando elementos, principalmente en el programa decorativo y
adiciones, como el aumentar a dos las torres. En el mismo edificio
se continúan con unos valores que en Gran Canaria arrancan del
neoclasicismo, oponiéndose a lo mudéjar.
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