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THE AESTHETIC EXPERÍENCE OF THE SEPTEMBER IITH
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LA EXPERIENCIA ESTÉTICA
DEL 11 DE SEPTIEMBRE
MAX RYYVANEN
Cuando los ahora dos famosos aviones se estrellaron contra las
Torres Gemelas de Manhattan, encarnando así la descripción que
ofrece Jean Boudrillard en Las estrategias fatales acerca de las catástrofes
imaginarias evocadas por la geología que subyace a los
ciudades y cómo se construyen éstas -Los Angeles es la falla horizontal,
California se quiebra y se desliza hacia el Pacífico, y
Nuevo York "es King Kong, o el apagón, o el bombardeo vertical:
Tov/ering Inferno" (Boudrillard 1990: 20-21)-, quedé impactado
por la belleza de la tragedia.
Como suele ocurrir con la verdadero experiencia estética, la
prolongada velada televisiva del 11 de septiembre (todo ocurrió
a última hora de la tarde en Helsinki) concentró mi fragmentado
vida emocional; los ideas y los pensamientos dispersos provocaron
diferentes respuestas somáticas, desde tensión y distensión
muscular hasta escalofríos en la espina dorsal, e hicieron aflorar
a la superficie torrentes ocultos de experiencia vivida, en una fértil
evocación de conocimientos y recuerdos, mezclada con momentos
de doloroso empatio hacia las víctimas. Mientras el World
Trade Center experimentaba su metamorfosis y dejaba de ser uno
de los símbolos más poderosos del capitalismo feroz paro convertirse
en milagro arquitectónico, en edificio ausente admirado
tanto por su arquitectura como por su destrucción (Baudrillord
2002), Manhattan experimentó por primera vez el sabor de los
condiciones de vida en el Tercer Mundo, ése al que lo política estadounidense
lleva tantos años explotando en innumerables países,
como es el caso de Palestino. Y mientras todo esto ocurría, yo,
como tantos otros intelectuales, me vi catapultado o un intenso
viaje mental de contenido estético, político y ético que me mantuvo
despierto hasta que el sol derramó su luz roja sobre la carcasa
negro de mi recalentado televisor, donde lo BBC reciclobo en
un bucle sin fin la aterradora delicadeza de la masacre humana
y arquitectónica.
Tal vez necesitaba las distancias sublimatorias de los kilómetros
que nos separaban, y lo distancia psicológica que proporciona
la certeza de que entre las víctimas no había familiares
ni amigos míos. Muchos estadounidenses disfrutan hoy con esta
mismo estética, menos delicado en lo visual, de lo venganza que
representa lo guerra contra Irak, con lo seguridad psicológica de
lo distancia que les separa de las víctimas de la guerra. Sin esta
As the two now so famous planes struck the Twin Towers of
Manhattan, thus embodying [ean Baudrillard's Fatal Strategies
description of the imaginary cotastrophes evoked by the geology
underlying cities and the ways they are built - 'Los Angeles is the
horizontal fault, California breaking off and sliding into the
Pacific', New York, as we now know from experience, 'is King
Kong, or the blackout, or vertical bombardment: Towering
Inferno' (Baudrillard 1990: 20-21) - I was struck by the beauty of
tragedy.
Like genuine aesthetic experience often does, the extended
TV dinner on September l l th (it all happened in late afternoon
in Helsinki) collected my fragmented emotional life, wandering
thoughts and ideas, produced a variety of somatic responses from
muscular tensions and relief to chills in my spine, and brought to
the surface hidden streams of lived experience, a productive
recollection of tactual knowledge and memories, as well as
moments of painful empathy for the victims. As the WTC went
through a metamorphosis from being one of the most powerful
symbols of ruthless capitalism to an architectural miracle, an
absent building admired aesthetically both as architecture and
the way it was annihilated, (Baudrillard 2002) Manhattan got a
taste of the third world conditions its politics had for some time
been exploiting in countless countries, e.g. Palestine, and I, like
many other intellectuals, was launched on a heavy aesthetic,
politicol and ethical mind trip, which kept me awake until the
sun rose, shedding its red light on the black cover of my
overheated televisión, where BBC loops recycled the frightening
delicacy of architectural and human massacre.
I may have needed the sublimating distances produced by
the miles separating us, and by the psychological distance secured
by the fact that no family members, relatives, or friends were
victims of the act. Many Americans now enjoy the same, visually
less delicate, aesthetics of revenge embodied in the war on Iraq,
secured psychologically by some distance concerning the victims
of warfare. Without this distance we would not be able to even
distancia, ni siquiera podríamos ver las noticias de televisión sin
sentir un profundo dolor ante las imágenes de tantas guerras como
se nos ofrecen cada día en formato documental.
Pero la diferencia entre el 11 de septiembre y la guerra contra
Irak, al igual que la Guerra del Golfo en la década de 1990,
reside en el intenso atractivo de la fuerza estética del primer suceso,
ajeno a cualquier decisión de apreciar su naturaleza estética.
Sólo una contra-interpretación en verdad poderosa y nada fiel
a cómo funciona el mundo o cómo funcionamos los seres humanos
puede ocultar este hecho.
Y esto nos lleva al asp>ecto ético de la experiencia, el que
nos hace avergonzarnos por sentir goce estético. E l i 1 de septiembre
es un objeto estético que se inscribe en un plano completamente
distinto de lo habitual en el mundo político, con independencia
de que nos resulte hermoso, sublime o sencillamente atroz.
La polaridad de la compleja experiencia ética, en oposición a y
como parte de la estético del 11 de septiembre, ayudó a concentrar
las tensiones necesarias paro una experiencia pleno y delimitada
por el torrente incesante de la experiencia cotidiano, uno experiencia
pora el recuerdo.
Me sentí como un vagabundo en el sentido existenciol de la
palabra, en transición hacia mis territorios interiores y el nuevo
orden mundial que se reflejaba en mí tonto como en cualquier
otro ser humano. El objeto estético en el sentido más holístico, político,
onti kantiano y onti modernista del término, despejó el camino
paro mi yo racional en su busca de alguno de esos múltiples
"otros" que hoy dentro de mí, como el que disfrutaba con lo catástrofe
visual que nos ocupo; eso mismo parte de mí que se dejo
seducir por el simbolismo y los desfiles nazis, pese al odio que me
inspira el nazismo, y me conduce hasta los eriales de lo humanidad
para afrontar la intrincada naturaleza del ser humano desde
el punto de vista ético y estético.
El 11 de septiembre se ha convertido en uno de las experiencias
seminales de nuestro tiempo.
Las tendencias actuales de la ideología estética popular parecen
haberse decantado por lo postura de que lo ética es inseparable
de lo estética. Tal como he mostrado en mi anterior descripción,
ambas parecen estar profundamente relacionados, con
frecuencia de un modo problemático, aunque gracias a lo modernidad
seguimos siendo capaces de separarlos, incluso estamos
acostumbrados o hacerlo. Merced o nuestras interpretaciones y
modos de apreciar podemos poner el acento en lo ético o en lo
estético, pero es evidente que hoy cosos que nos inducen a adoptar
una u otro postura, según se trate de lo belleza de Venecio o
del efecto de parálisis total que producen los documentales de los
campos de concentración nazi. Lo destrucción del World Trode
Cenfer nos invitaba o subrayar ambas maneras de ver.
Aunque todo fenómeno cobra significado o partir de su
contexto, de su relación con otros fenómenos, de sus diversas polarizaciones
y diferencias, de sus "otros", de sus márgenes y de
sus marcos, lo ético y lo estética son terrenos y modos de experiencia
de valor diferente. Sin embargo, lo experiencia estética,
por su naturaleza más vital, se aleja más claramente de lo experiencia
ordinaria. (Si consideramos que uno experiencia estética
formo porte de una experiencia ético, la experiencia en cuestión
no es tan intensa). Poro ser fieles a nosotros mismos, ético y esté-look
at everyday TV news wittiout deep, serious empattiic pains
evoked by all ttie warfare we meet daily in documentary form.
Ttie difference, thougti, between September l l th and the
Iraqi war, as well as the 1990s Gulf War, Is ttie powerfuUy
appealing aesttietic nature of the former, which makes it not a
question of decisión, whether we see its aesthetic nature. Only
powerful counter-interpretation, not faithful to how the world or
how we as human beings function, may disguise this fact.
This takes us to the ethical part of the experience, the one
producing shame of aesthetic enjoyment. September l l th is an
aesthetic object on a totally different level from what we are used
to in world politics, whether we want see it as beoutiful, sublime
or 'just' horrifjáng. The polarity of problematic ethical experience
opposed to and as a part of the aesthetics of the September llth,
helped to concéntrate the tensions needed for a fulfllling
experience, demarcated from the endless stream of everyday
experience, an experience to remember.
There I was, homeless, in the existential sense of the word,
in transition to territories of my self and the new world order,
reflected in me as well as in everybody else. The aesthetic object
in the most holistically appealing, political, anti-Kantian and
anti-modernist sense of the word, cleared the way for my rational
self, which had to meet some of the countless "others" in me, like
the one enjoying the visual catastrophe in question, the same
part of me which becomes seduced by Nazi symbolism and
parades at the same time as 1 hate Nazi politics, and led me to
the wastelands of humanity, to face the aesthetically and
ethically problematic nature of being human.
September l l th became one of the seminal experiences of
our times.
Current trends in popular aesthetic ideology seem to have
settled for the fact, that it is not possible to sepárate ethics and
aesthetics. As my description showed, they seem to be deeply
connected, often in a problematic way, though, we are still,
thanks to modernity, also able and used to superating them. We
can wlth our own interpretations and ways of appreciation stress
the aesthetic or the ethical, but of course, there are also objects
seducing us to take these stances, as we know from the beauty of
Ventee, or the totally paralyzing effect of the documents
portraying Nazi concentration camps. The end of the WTC
invited to us to stress both ways of seeing.
Whether every phenomenon gets its meaning from its
context, its connection to other phenomena, a variety of
polarizations, differences, "others", margins, and ways of
framing, ethics and aesthetics are also differing valué flelds and
ways of experiencing. Still, aesthetic experience, because of its
more vital nature, demarcates itself more clearly from ordinary
experience. (If we feel that an aesthetic experience is a part of an
ethical experience, the experience in question is not that
powerful.) To be truthful to ourselves, ethics and aesthetics work
tica han de actuar conjuntamente, aun cuando pueda parecemos
que se contradicen, en cuyo caso la contradicción puede intensificar
la experiencia estética.
No hago esto reflexión como invitación a más terror, más
violencia o más guerra. Como artista que retrata la violencia, al
igual que Goyo en sus grabados, mi invitación va dirigida a los
que se esfuerzan para ver y entender el mundo del modo más pleno
posible, sin reducirlo a dogmas, ya sean pacifistas, izquierdistas,
feministas o anticolonialistas en cualquiera de sus variantes.
Tal vez deseemos emanciparnos, o ser políticamente correctos, pero
lo cierto es que en nuestro interior hay ya un mundo demasiado
complejo para la corrección política, y todos los intentos por
percibirlo como algo que refuerza nuestras posturas morales no
son más que distintos modos de mentirnos a nosotros mismos o
(acaso más importante) distintos modos de autocontrol. Dicho en
términos inequívocamente modernos, este texto no es una invitación
para las masas, término que en este caso alude a la gente
que no ha iniciado ese viaje personal, consciente y responsable
para comprender el mundo artística y filosóficamente, cosa que sí
espero de los lectores de esta publicación.
Al menos los intelectuales deben comprender que algunos
de los poderes políticos que operan en nuestro mundo son por su
propia naturaleza poderes estéticos. Desde el nazismo y las Guerras
del Golfo embellecidas por la CNN, hasta los representaciones
de Osamo Bin Laden, que alcanzan la cumbre del terror, no
hay sólo contenido político en oposición a su formo o su estética,
no es la ética lo único que gobierna nuestro sentido estético.
Todos estas ideas despertaron en mí con la destrucción de
las Torres Gemelas, y ojalá que como experiencia aún en evolución
que va adquiriendo un carácter cada vez más histórico, este
suceso sirva paro abrir nuevos caminos hacia un modo de pensar
más responsable y consciente de la globolidod, y aunque las recientes
guerras no parecen apuntar en este sentido, podemos esforzarnos
en caminar en la dirección antes mencionada. Todas estas
cuestiones ya estaban ocultas en la última edición de Documenta,
de manera intencionada o no, en la belleza de lo documental,
mayoritariamente izquierdista, feminista pro-democrático
y anti imperialista, algo que o los intelectuales occidentales les resulta
fácil de apreciar y que, en consecuencia, ha sido absorbido
por lo esfera del orle. Tal vez no nos agrade exhibir lo belleza de
los actos nazis, de la destrucción del World Trade Center o de
cualesquiera otras escenas apocalípticas, implícitas o explícitas,
que representan valores que rechazamos, pero en un plano filosófico,
la combinación de osomabinladenismo y Documenta XI, en
involuntaria colaboración, nos ha mostrado que, como intelectuales,
tenemos la responsabilidad de iniciar un viaje para comprender
la política de un modo mós serio, haciendo uso de la experimentación
y siendo fieles a nuestra propia experiencia. Tristemente,
es mucho lo que aún queda por recorrer de ese camino
iluminado por filósofos como Walter Benjamín o John Dev/ey, un
verdadero reto para todos nosotros.
TEXTOS DE REFERENCIA:
together, and may do so even when we feel that they contradict
eoch ottier, and when they do, their contradiction may reinforce
the povver of the aesthetic experience.
I am not offering this as an invitation to further terror,
violence, and warfare. As artists portraying violence, like Goya in
his graphics, my invitation is for those who want to work to see
and discuss the world at its fullest, without reducing it to dogmas,
whether peaceful, leftist, feminist, or against colonialism in its all
forms. We may want to emancipóte ourselves, or to be politically
correct, but there is a world already inside us which is too
complex for political correctness, where all attempts to see it as
reinforcing our moral stances, are just ways of lying to ourselves,
or (maybe important) ways of self-control. To put it into
disctinctively modem terms, this writing is not an invitation for
the masses, the masses here, though, referring just to people who
haven't started a personal, conscious and responsible trip of
artistic and philosophical understanding of the world, which I
expect the readers of this joumal have.
At least intellectuals have to understand that some of the
political powers operating in our world are by nature also
aesthetic powers. From Nazism and the CNN aestheticized Gulf
Wars to Osama Bin Ladens's terrorist peak performances, there is
not just a content of politics as opposed to its form or aesthetics,
ñor just ethics ruling our sense of aesthetics.
These are all thoughts raised by the destruction of the
WTC, which, hopefuUy, could still, as an evolving experience
which is becoming more and more historical, inaugúrate some
paths in a more globally consciotis and responsible way of
thinking. Even if the recent wars do not seem to hint at this, we
may work to proceed into the aforementioned direction. These
questions were also hidden in the latest Documenta, whether
intentionally or not, as the beauty of documentary, mostly leftist,
feminist, pro-democracy seeking and anti-imperialist, and, as a
consequence, easy for Western intellectuals to appreciate, was
absorbed into the sphere of art. We may not want to exhibit the
beauty of Nazi atrocities, the end of the WTC, or other impUcit or
explicit apocalyptic scenes embodying valúes we dislike, but on a
philosophical level, osamabinladenism together with the
Documenta XI, working unintentionally together, have showed
US, that we, as intellectuals have a responsibility to make a step
towards understanding politics, mediated or not, more seriously
by experiencing and being truthful to our experience. Sadly, there
is a long way to go on the path as different philosophers such as
Walter Benjamín and John Dewey have shed light on, a real
challenge awaits us.
TEXTS ON THE SUBIECT:
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BAUDRIUARD, Jean, 1990 [1983], Las estrategias fatales.
BAUDRIUARD, Jean, 2002, El espíritu del terrorismo y réquiem por las Torres
Gemelas.
ViRiUO, Paul, 2002, Zona Cero.
BAUDRILLARD, lean, 1990 [1983], Fatal Strategies.
BAUDRILLARD, lean, 2002, The Spirit of Terrorism and Réquiem for ttie Twin
Towers.
ViRiLio, Paul, 2002, Ground Zero.