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DOSSIER: ISLRS
Utopía del espejo roto
• • •
ANTONIO ZAYA
"£/ viaje del Melampus duró tres años. Tocaron Tahití, pasaron dos meses en Samoa
y uno en el gnjpo de las Marquesas. Después de Perth, las islas parecían el Edén...
Pero un Edén, por desgracia, que no sólo desconocía el calvinismo, el capitalismo y
los barios bajos industriales, sino también a Shakespeare y Mozart los conocimientos
científicos y el pensamiento lógico. Era el paraíso, pero no servía, no servía para
nada. Siguieron viajando. Visitamn Fidji, las Carolinas y las Salomón. Trazaron el mapa
de la costa septentrional de Nueva Guinea, y en Borneo un grupo bajó a tierra,
capturó a una orangutana preñada y trepó a la cima del monte Kinabalu. Luego hubo
una semana en Pannoy, dos semanas en el archipiélago Mergui. Después de lo
cual pusieron proa al oeste, hacia las Andamán..."
Aldous Huxiey. La Isla. Editorial Sudamericana (Edhasa). Barcelona, 1971.
"La última ficción que conocemos es la Isla del Sol de Yambulo, que puede
considerarse como el punto culminante de las utopías poéticas griegas, y en la que
se muestra una feliz estirpe de hombres que desconocen la miseria moral, física y
social que padece el resto de la humanidad.
Esta fantástica isla es de fonria circular, tiene una superficie de cinco mil estadios,
y pertenece a un grupo de siete islas, todas ellas análogas. Se encuentra situada
en la línea ecuatorial, por lo que el día y la noche tenían la misma duración,
y a mediodía ningún objeto proyectaba sombra. El sol, siempre en el cénit, prodigaba
a este país de fábula la abundancia de sus beneficiosas fuerzas.
Adoraban al sol, el cielo y a todas las luces celestes. El númem siete de sus
islas y su forma circular fueron concebidos en íntima conexión con los movimientos
celestes."
Luis Cervera Vera. Sobre Las Ciudades Ideales de Platón.
[Discurso leído con motivo de su recepción el 4 del abril de 1976. Real
Academia de Bellas Artes de San Femando. Madrid. 1976.]
Orlando Britto, connisario de esta exposición, conservador del
CAAM y hoy subdirector del mismo, se estrena intemacionalmente
con esta ambiciosa comparecencia viajera. La nave en que embarca Orlando
Britto -parafraseando a Marie-José Lemarchand en su célebre
prólogo al viaje de San Brandan [ I ] - j u n t o con 28 artistas - e l doble de
los monjes que acompañan a San Brandan- recuerda a la de Eneas. Pero
como dijera Stevenson [2], "es muy difícil que hoy quepa inventar
una aventura capaz de interesar a nuestra sensibilidad superior". Acaso,
esa aventura, esa invención "es prácticamente imposible". PenD ¿el
placer de las aventuras es inexistente o pueril? Si algo nos muestra esta
exposición es que -parafraseando a Borges [ 3 ] - nada es hoy imposible
frente al rigor de lo informe, lo que equivale al desorden pleno. La
mayon'a de las exposiciones actuales prefieren que olvidemos su carácter
de artificio estético o cultural y hacen de toda vana precisión un
nuevo toque verosímil. Oriando Britto despliega una Odisea que no
parece admitir otra clave que la interrogación que contesta mediante
un postulado infrecuente de imaginación razonada por la propia exhibición,
no por la difusión de sus infiernos remotos, sino domésticos, cotidianos,
reflejados en este espejismo de insolación que se fragmenta o,
también, esta reflexión solar que nos ciega y se multiplica en su espejo
roto que arde.
(ENTIO «WNTICO M AJUt MOOÍINO
Bárbara Ess. Sin título, 1996. Fotogratía color. 120 x 153,6 cm.
Curt Marcus Gallery, Nueva York.
En el seminario paralelo a la exposición [4] -al que pertenecen
las conferencias del cubano Antonio Benítez Rojo y el canario Eugenio
Padorno, incluidas en este mismo número de ATLÁNTICA- Iván de la
Nuez comentaba su perplejidad al recibir la invitación para participar
en ISLAS, un proyecto que si para él y en principio carecía de sentido,
luego comprobó in situ que no carecía de sentimientos. Como los sentimientos,
ISLAS es muy posible que carezca de razones continentales,
coloniales, pero no de sentido, al menos para los isleños, que siempre
han perseguido la utopía de la liberación. Así termina el poema dejack
Beng-Thi recogido en el catálogo (tomo I): "Hay también islas sin nombre
que repiten desde su nacimiento la palabra libertad".
"Las utopías surgen -dice Luis Cei^era [ 5 ] - en épocas de desequilibrio
y perturbación, consecuencia estas últimas de la aparición de
nuevos problemas de orden social y político; son como un refugio de
paz, e incluso de segundad, cuando los hombres están agitados por toda
clase de trastornos". Me parece imprescindible señalar que Criando
Brillo se ocupa primero y fundamentalmente de la sociedad en que
vive, siendo su principal objetivo la consecución de un archipiélago estético
actual o una utopía cultural sin precedentes. Nadie en su sano
juicio puede hurtarie a Britto que esto lo ha conseguido y esto es lo
que significa esencialmente su formulación y el posterior encuentro entre
artistas nacidos en dos decenas de islas de los cinco continentes. Este
monumental y babélico archipiélago queda organizado conceptual-mente
(arbitrariamente) mediante una ilusión geográfica establecida sin
discusión, a la que las obras están sometidas, cumpliendo la misión que
cada una tiene asignada en la exposición. En última instancia, siempre
las utopías tienen su origen en una premisa irreal (la insularidad global)
[6] y aunque sus contenidos propugnan un concepto ideal al que aspiran
(la diferencia), con frecuencia previenen sobre lo que no deben ser
(la identidad),
Pero siguiendo estnctamente la travesía de la exposición, esta
tiene su inicio en su final: Nueva York, la Gran Manzana. "Una extraña
sensación de irrealidad", según el propio Britto, nos envuelve ante los
paisajes crepusculares de la neoyorkina Barbara Ess y ante su constelación
archipelágica de rostros opuestos, que nos revelan la sensación de
perpetuo aislamiento anónimo que producen frecuentemente tanto las
calles de la Gran Manzana insular como el descampado que obsei^a el
mirón solitario. Desde el pnncipio estamos solos en un mar de rostros
irreconocidos u olvidados y estamos solos ante el paisaje. Esta ausencia
del otro no se ve compensada por la visión multitudinana, simultánea
y apócrifa del chipriota Nikos Charalambidis, en la que reconocemos
algunos rostros que interrogan a la historia, a la geografía y sus híbridos,
pero que, como en Ess, provocan el mismo vértigo, mediante
apropiaciones colágicas y ensoñaciones turísticas notables, que suspenden,
cuestionan y sorprenden su mismo mestizaje cultural y que, más
que unin divide en su realidad insular los elementos de un sentido no
continental por constituirse en la exclusión que supone la integración.
Estos sótanos iniciales de la muestra se completan con toda una
exhibición fotográfica del iriandés Willie Doherty, que frecuenta los residuos
o grado cero de su Factory fundacional, ilustrando acaso el
Willie Doherty. Factor/ (Reconstrucción), 1995. Foto cibachrome / aluminio.
Imagen de vídeo. Cortesía Kerlin Gallery, Dublín.
Nari Ward. Imn heavens, 1994-5. Col, de! artista, Nueva York.
"laboratorio" de Eduardo Westerdahl o el "hermoso taller" de Manolo
Padorno, abusando de la interpretación que hace de estos el propio
comisario. Este carácter iniciático, de destrucción previa a toda constitución,
lo veremos más adelante también con la presencia del fuego, en
las obras de Ward, Nadal y Marcheschi,
En la primera planta, los escombros fundacionales de la Factory
de Doherty se han convertido en una casa que a su vez contiene otra
casa en su interior, como las muñecas rusas. Es la otra Factory del martinico
Marc Latamie. Se trata de una construcción, en madera y zinc y
su réplica menor, que provoca un desplazamiento vertiginoso entre el
obseíA/ador y las casas, al asomarse al intenor/exterior de las mismas y
al presentar las distintas dimensiones de ambas dislocadas a un tiempo
por el continente y el contenido, en un juego espiral donde el espectador
ignora su verdadera ubicación y sus dimensiones reales.
Seguidamente, el barbado Ashley Bickerton, residente en Bali,
presenta dos ejemplos de arqueología submarina: uno, de los restos
que arroja el mar a la orilla, dispuestos al modo en que lo hacen los museos
navales y, otro, homenaje a Jacques Cousteau; pero también
Bickerton nos muestra un "mal matrimonio" entre personajes quiméricos
del mar y la tierna. El haitiano Hervé Télémaque, en sus singulares
constnjcciones alegóricas del Caribe hace uso del collage para subrayar
la multiplicidad cultural a la que pertenece. Madera y arpillera son los
Hei^é Télémaque. Caraibe 11, 1993. 100 x 190 x 28 cm.
Cortesía Galería Louis Carré & Cié. París.
Manuel Mendive. Mujer. 1995. Óleo sobre madera. 191 x 51 x 61 cm.
Cortesía Galería Femando Quintana, Bogotá.
elementos pavera que utiliza en esta ocasión como frágiles metáforas de
la flotación y deriva del sentido, en perpetuo tránsito. Las obras de José
Bedia, como la de Santiago Rodríguez Olazábal y las de Manuel Mendive,
los tres cubanos y presentes en otras exposiciones producidas por
el CAAM, suponen la adopción de metadiscursos estéticos de ascendente
religioso y africano y por tanto de transculturación, sincretismo,
hibridación y mestizaje, generalizados en las realidades insulares. Estos
fenómenos contrastables son acaso la concepción vinculante, teórica y
Yumiko Sugano. Hot System, 1995.
240 cm de diámetro.
Col. del artista, Chiba.
Toland Grinnell. A/last, 1996^7.
90 X I04x360cm.
Cortesía Frank Kolodny,
Nueva Jersey.
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literana de ISLAS y su verdadero nexo. Quiero decir que, como Orian-do
Bntto atribuye también a Japón y como explica Hideo Namba, acaso
las islas han sido y son "espacios de asimilación y reprocesamiento
continuo de influencias culturales extenores" [7]. Las obras de la japonesa
Yumiko Sugano abordan asimismo, junto al hecho geográfico, la
ensoñación natural de una fauna insular temible, gobernada por las tempestades,
los tiburones, el círculo prisionero y el acoso de sus
orillas/fronteras. Ensoñación también la del islandés Sigurdur Oriygsson,
donde máquina y paisaje, naturaleza y artificio se conjugan en una marina
sobrecogedora. Pero OHando Bntto se enfrenta a esta temitonali-dad
fantástica, fluida, desde presupuestos literarios y míticos, fabulacio-nes
poéticas y utópicas, imposibles de asumir todavía más allá del arte,
a pesar de Auschwitz. Pero este mismo pluricultunalismo, como dijera
Bntto, lo advertimos también en la instalación azucarera de Jack Beng-
Thi, de la Isla de Reunión, en el índico, y que nos trae a la memoria la
obra de Latamie. Y lo volvemos a advertir en la obra de Moustapha Di-mé,
de la legendaria isla de Goreé (Senegal), en el Atlántico, además de
hacerse obvio el carácter pavera que comparten con los cubanos.
En la segunda planta, el cuerpo, que ya había sido expresado por
los cubanos (Olazábal, Mendive y Bedia) religiosamente, y por Bicker-ton,
fantásticamente, con su "mal matnmonio", vuelve al primer plano
con Bemardí Roig (Islas Baleares) y el neozelandés Richard Reddaway,
donde las amputaciones solemnes y sadomasoquistas del primero contrastan
con las fragmentaciones clónicas del segundo. Estas imposibles
identidades, minusválidas, calidoscópicas, se perpetúan en su elipsis en
el minimalismo higiénico/místico del canano Francis Naranjo y el ob-seíA/
atorio intimista y fílmico del británico Mark Waller Por otra parte,
dos de las instalaciones que, con el aislamiento, la levitación y la insolación,
subrayan el carácter insular de sus construcciones impolutas, replicantes
que sobresalen por su rigor expresivo.
En la sala central de la segunda planta hay varias obras que destacan
también por su concepción como por su instalación. La obra del
jamaicano Nari Ward compuesta por 365 bates de béisbol quemados
y chamuscados que descansan sobre una constelación de resistencias
de hornos de cocina es, como dice Oriando Britto, "una alusión directa
a una realidad que se experimenta todos los días del año", en el
ghetto: Hariem aislado de Manhattan (como la casa dentro de la casa
de Latamie). Igualmente, "Mast", del amencano Toland Grinnell estam-
Arriba: Mousrtapha Dimé y S.R. Olazábal.
Abajo: Anna Eyjólfsdóttr y J.P. Marcheschi.
Arriba: Richard Reddaway.
Abajo: S.R. Olazábal, Mendive, Sugano y Jack Beng Thi.
bien una alegoría del aislamiento necrológico, "el relicario de su antigua
isla "Booty: The Island", dice Britto -y que presentamos en ATLÁNTICA
con anterioridad- "un intento de presen/ar su antigua isla plum<a-ke,
que ha quedado irremisiblemente condenada al espacio de la memoria",
sentencia Britto respecto del mástil de Grinnell. Junto a Grin-nell
se encuentra la obra del siciliano Emilio Isgró, Los tablas de la ley,
escultura en vidrio que aparte de advertir sobre la transparencia de los
mandamientos nos señala también la fragilidad de una identidad principal
en la que reconocemos. Los mapas incendiados del mallorquín Gui-llem
Nadal y los puzzles insulares del corso Jean Paul Marcheschi son
queimadas rituales, repetitivas, fragmentarias, de limpieza y despojo territorial
ante el nuevo ciclo de redención. Por otra parte, la obra de la
islandesa Anna Eyjolfsdottir, un tótem elaborado con centenares de
perchas de acero y la instalación de la maorí (Nueva Zelanda) Jacque-line
Fraser -de la que ofrecemos una entrevista con nuestro colaborador
Jonathan Alien en este mismo número- coinciden en el uso de mecanismos
culturales ancestrales donde sobrevive el universo iconográfico
de sus tradiciones culturales. Entre ellas hay semejanzas formales
considerables a pesar de las distancias entre ambas. La obra de Guillermo
Paneque (Sevilla -Isla de la Cartuja-) constituye una isla singular
entre otras tantas. No por el carácter multimedia de su propuesta, que
comparte con Charalambidis, Mendive, Latamie y Mark Waller. Tampoco
por su incomunicación, generalizada. Sino por su fe en la paciencia
del que espera solo o sólo espera.
Esa esperanza en que el mar no sea la tumba penetra también la
espectacular obra del dominicano Marcos Lora Read y su imprescindible
tabla de surf, capaz de superar el muro de agua. Ola que nos devuelve
a Canarias, de la mano de los intnncados laberintos vegetales de
Sema Castro que contrastan con las luminosas construcciones mínimas
de Luis Palmero.
En primer plano instalación de Mark Waller, al fondo Richard Reddaway.
Después de este verdadero archipiélago estético, en tránsito
permanente, y habiendo hecho escala en Manhattan, Chipre, Irlanda,
Martinica, Barbados, Haití, Cuba, Japón, Islandia, Isla de Reunión, Isla de
Coreé (Senegal), Mallorca, Nueva Zelanda, Gran Canaria, Gran Bretaña,
Jamaica, Sicilia, Córcega, Isla de la Cartuja (Sevilla), República Dominicana
y Tenerife, es probable que tengamos la misma sensación que
nos dejan las aventuras, que estemos sin aliento y llenos de interrogantes
o en parecidas condiciones que al final de este recorrido utópico
general que me he atrevido a realizar para ustedes por estas ISLAS.
El perfil de las islas es verdaderamente complejo, en palabras de Britto:
"una extraña suerte de problema irresoluble, en forma de espiral, que
nos lleva una y otra vez a volver sobre las mismas cuestiones. Cuanto
más te acercas más te alejas". Con la dificultad añadida que supone, en
la metáfora de Latamie, reunir 28 islas que a su vez pertenecen a otras
tantas islas. Esta misma sensación de desamparo se presenta una y otra
vez frente a este espejo roto de esta constelación que es nuestra identidad
imposible frente a nuestras diferencias no esenciales pero irrem-plazables.
En cualquier caso, como escribía en su "Archipiélago Gulag", Ale-xandr
Soljenitsin, transcribiendo la carta de una ex-reclusa: "Sólo podrán
comprendernos quienes hayan comido junto con nosotros del
mismo plato".
[ I ] Benedeit. £/ viaje de San Brandan. Ediciones Siruela. Trad. Marie-josé Lemar-chand.
Madnd. 1976.
[2] Op. cit Prólogo jorge Luis Borges. La Invención del More/. Adolfo Bioy Casares.
Alianza/Emecé. Número 393, p. 9.
[3] Prólogo Jorge Luis Borges. La Invención del Morel. Adolfo Bioy Casares. Alian-za/
Emecé. Número 393.
[4] Luis Cervera Vera. Sobre las ciudades ideales de Platón. Real Academia de Bellas
Artes de San Femando. Madrid. 1976.
[6] El árbol tímido de las colectividades ha sido significado y vencido -según Fou-cault
[7] Criando Britto. La Provincia. Entrevista con M. de Santa Ana, 18.9.1997.