OMPRENSION
DE JUAN ISMAEL
tica y caracterizadas por la emergencia
de la innovación para descubrirnos, después
de la reflexión, que no son más que
el espejo de nuestra evolución. La máxima
muchas veces presente en el arte
de que «la forma sigue a la función» está
dentro de la civilización occcidental,
pero Beuys considera más importante el
preguntarnos ¿por qué?
La actividad política en la que se vio
implicado este artista podría contestar a
muchos de los valores estéticos e intelectuales
de esta exposición. Los diversos
períodos por los que pasó como el
objetual, el de «performance» o sus mismas
preocupaciones ecológicas son una
respuesta transnacional y global a la sinergia
de los fenómenos culturales en el
individuo. Su valor y significación se
convierten en más creativos y eficientes
si son particularmente agresivos. No es
extraño, entonces, que nos hallemos ante
una retórica pensada para recrear imaginativamente
el sincretismo de los
diversos espacios y estereotipos; tampoco
nos debe sorprender la conversión del
cuerpo en un monumento artístico y el
cuadro en un objeto que sirva de antídoto
a la burocratización. Todo ello sería
como un preámbulo para un significado
que conjugue lo racional de la reflexión
con la inmediatez de nuestra percepción.
Jean Baudrillard ha hablado del «espacio
de la fascinación» dando énfasis a un
cierto primitivismo que descifra reacciones
y torpedea lo standard. En este sentido,
Beuys introduce un elemento
decisivo y subversivo como es la ironía,
que puede dar lugar a la sonrisa, al asombro
o a la doble lectura, pero con ella
refuerza las sucesivas y selectivas elecciones
dentro de ese microcosmos que
es la obra de arte y estimula nuevas consideraciones
acerca de su valor estético
o simple «décor». Una frase repetida en
esta exposición es «Kunst ist, wenn man
trotzdem lacht» (Arte es cuando a pesar
de todo uno se ríe), que no es sino el viaducto
alternativo de romanticismo individual
contra el carácter monopolista de
la cultura corporativista. Una especie de
salida u opción desafiante a la tipología
que nos trata de ofrecer la «véritable his-toire
» que prepara al hombre para el holocausto.
Es por ello por lo que la interacción
provocada por los ecos de estos cuadros
es post-primitivista, en el sentido de que
hay una conciencia de que lo histriónico
y la participación vienen de muy lejos
en el tiempo, pero siguen ejerciendo una
atracción innegable en todos nosotros.
Frente a la claustrofobia del espacio y de
los conceptos cerrados, Beuys presiona
para que nos enfrentemos al dilema de
cuáles son las funciones y formas apropiadas;
frente a la unicidad él levanta su
voz irónica en pws de aquellas huellas que
desconstruyan la suficiencia. Hay una intención
de que nosotros, como observadores
de imágenes e intérpretes de
conceptos, percibamos el artefacto artístico
como una empatia en la que podemos
invertir nuestro tiempo. Parece que
la desorientación es el paso previo para
la coherencia de ese puzzle en el que deberíamos
averiguar lo que es verdad y
lo que es diferenciable. La estética como
ética es un champagne sinérgico que
activa numerosas funciones.
M. M.
JUAN ISMAEL, 40 PINTURAS
(1932-1980). LA REGENTA (LAS PAL-MAS)-
CASA DE LA CULTURA (SANTA
CRUZ DE TENERIFE). FEBRERO-MARZO
DE 1991.
L a exposición «40 pinturas
(1932-1980)» de Juan Ismael
(1907-1981) celebrada
en febrero de este año
en la Casa de la Cultura de Santa Cruz
de Tenerife, y que viajó este mismo mes
a Las Palmas para mostrarse en La Regenta,
nos recuerda las tendencias pictóricas
de principios de siglo que configuraron
el lenguaje de vanguardia de
la preguerra, puesto que los cuadros de
1932 a 1935 incluidos en esta muestra se
interpretan teniendo en cuenta la influencia
de las vanguardias en los grupos de
pintores y poetas de las Islas a partir de
los años 20. Los paisajes de Tenerife de
los años 30 escogidos hacen referencia
a la formación «indigenista» de Juan Ismael
en la Escuela Lujan Pérez de Las
Palmas, donde fue compañero de Felo
Monzón, Santiago Santana, Plácido Flei-tas,
Jorge Oramas, Eduardo Gregorio y
otros, y manifiestan su contribución a la
vanguardia insular que había pasado por
Ui Rosa de los Vientos (1927-1928) y Cartones
(1930), antes de desembocar en Gaceta
de Arte (1932-1936), pues suponen
la indagación del «mito atlántico» en pro
de la universalización de la cultura de las
Islas; se advierte en seguida un air de
famille con la generación de pintores y
poetas que desde La Rosa de los Vientos
libraban la batalla por la modernidad e
intentaban desarrollar el gusto por la
imagen de acuerdo con las nuevas tendencias
en el arte que defendían su autonomía.
Cuando contemplamos los
paisajes de Juan Ismael se evoca inevitablemente
el texto de Pedro García Cabrera
«El hombre en función del paisaje»
(1930), que hay que hermanar, con lo que
se prueba la cohesión generacional, con
el artículo de Gutiérrez Albelo «Kodak
superficial. Estampas del sur de Teñe-
rife» (1935), en que encontramos las playas
de soledad e idilio de Juan Ismael y
las cúbicas edificaciones de las costas
que son un capricho inteligente. La preponderancia
del paisaje en la obra de
Juan Ismael, como puede advertirse en
esta selección, parte de aquella preocupación
por la geografía en los planteamientos
estéticos de los vanguardistas
insulares, que constituyeron el bagaje que
el pintor llevó a Madrid en 1931, donde
entró directamente en contacto con los
grupos vanguardistas peninsulares. La
obra fechada hasta 1935 que se nos presenta
en esta exposición se basa en la renovación
artística que hizo posible la
experiencia de la Escuela de París, a cuya
cabeza figuraban Picasso, Miró y Juan
Gris, y que tuvo su continuación en la
Escuela de Madrid, con el apoyo de Solana
y Vázquez Díaz, con Benjamín Falencia,
Cossío y Zabaleta; es fruto, como
la obra de Dalí, Rodríguez Luna, Angeles
Santos, Maruja Mallo, Ponce de
León, Moreno Villa, García Lorca, etc.,
del debate en torno a las artes que propiciaron
LMmí'c de lesArts (1926-1929)
y La Gaceta Literaria (1927-1932), y queda
como testigo de la ebullición de la que
saldría la llamada «Generación del 27»
y que había empezado tiempo atrás con
el grupo de La Residencia, las revistas
ultraístas, los manifiestos y declaraciones
que daban entrada en España a lo último
en el arte europeo de entonces, tal
como se propuso la sociedad de Artistas
Ibéricos en su Manifiesto de 1925, firmado
por M. Abril y otros; «... De ahí
que los firmantes hayamos tratado de
unirnos en sociedad a fin de tramitar,
buscar y allanar cuanto sea necesario para
que Madrid conozca todo aquello que,
conocido y celebrado —o simplemente
discutido— en otros lugares, queda de
continuo alejado de la capital española
sin razón que lo justifique» (revista Alfar,
51, 1925).
En la Revista de Occidente F. Vela
publicó en diciembre de 1924 el primer
texto en castellano sobre el surrealismo;
a partir de entonces los textos sobre el
surrealismo se sucedieron, y en la incursión
de este movimiento, entre los diversos
«ismos», destacaron Dalí, Montanyá
y Gasch, que firmaron el Manifest an-tiartistic
cátala y supieron defender lo
maravilloso y lo irracional. Cuando en
los años 30 se reconoce la influencia del
surrealismo en la escena española, se
empieza a hablar del surrealismo de Juan
Ismael, lo cual era de esperar de quien
entró en los círculos del arte renovador
y se colocó en la órbita de ADLAN, grupo
que acogió el surrealismo y que se
fraguó, según la crítica, en 1932 como
consecuencia de las actividades del GA-TEPAC.
ADLAN organizó las exposiciones
de Arp y Man Ray, la de «El arte de
los primitivos de hoy», la de «pochoirs»
de Kandinsky, Helion y Miró, y con la
colaboración de Dalmau la de los escultores
Sans, Marinel.lo y Eudald Serra en
1935; en 1936 se inaugura el «Centro de
la Construcción», local de ADLAN Y
GATEPAC, y se intensifican las actividades
de ADLAN: exposiciones de Picasso,
Maruja Mallo, Alberto Lamolla,
Juan Ismael, Orgaz y Moreno Villa, según
ha estudiado J. Brihuega en su libro
Las vanguardias artísticas en España.
En la «Logicofobista», que también organizó
en 1936, participó Juan Ismael al
lado de Carbonell, Cristofol, Ferrant, Es-teve
Francés, Lamolla, Massanet,
Gamboa-Rothwoss, Marinel.lo, Maruja
Mallo, Planells, Sans, Nadia Sokalova y
Remedios Varo; con motivo de la exposición
se publicó un catálogo con una declaración
de principios, en la que el
logicofobismo («fobia de la lógica») se
define como una tendencia metafísica,
con la significación que dio P. B. She-lley:
«La metafísica puede ser definida
J l AN IS.MAEL.
PRESENTACIÓN
DE ARLEQUÍN (1959)
como la búsqueda de las cosas que dependen
de la naturaleza interna del hombre
y que le son relativas.» Del contacto
de ADLAN con Gaceta de Arte surgió
la «Exposición de Arte Vanguardista» en
Tenerife en 1936, en la que se encuentra
Juan Ismael junto con Baumeister, Osear
Domínguez, Drerup, Max Emst, Ferrant,
Kandinsky, Klee, Miró, Nicholson, Selig-man...
Así, pues, el arranque y desarrollo
de la obra de Juan Ismael entronca
plenamente con la profunda renovación
estética del primer tercio del siglo.
La exposición continua con la obra
de Juan Ismael posterior a la guerra civil,
insistiendo en la continuación del
lenguaje vanguardista de preguerra. PIC
y LADAC significaron la continuación
de las corrientes vanguardistas en la postguerra
en Canarias, adonde había regresado
Juan Ismael. Él siempre había
defendido el arte que descubriera «la realidad
del espíritu, de nuestros sueños, de
nuestra manera de ver», y tal es la premisa
del grupo PIC, que considera como
valores máximos el lirismo, la
interioridad creativa, lo emotivo. Carlos
E. Pinto escribe que PIC representó «la
primera incursión práctica en la modernidad
de pintores encasillados por la costumbre
y la opinión popular». Con
Chevilly, Teodoro Ríos, Constantino Az-nar,
José Julio y Alfredo Reyes Darlas,
Juan Ismael formó este grupo, nacido a
raíz de la muestra en el Círculo de Bellas
Artes de Santa Cruz de Tenerife en
mayo de 1947. Siguió LADAC, como
grupo paralelo a Dau-al-set, de ascendencia
surrealista. Rene Metras, Joan
Brossa, Enrique Tomo, Amald Puig, Tapies,
Pon?, Cuixart y Tharrats fundaron
Dau-al-set para conectar con la vanguardia
internacional y proseguir los esfuerzos
vanguardistas de preguerra en España.
En 1949 Gasch publicó en la revista
de este grupo el «Elogi de la deformado
», donde dice que la pintura y la
escultura traducen, mediante imágenes
deformadas, no sólo la apariencia de las
cosas, sino su misterio. Esta actitud caracterizó
al grupo catalán, en unos años
en que existió una polémica sobre el surrealismo
del arte nuevo y cierto sector
identificó lo nuevo con locura. El magi-cismo
de Dau-al-set puede relacionarse
con el sobrerrealismo de los miembros
de LADAC, si bien ya existe la tendencia
a la abstracción: Plácido Fleitas,
puente entre Dau-al-set y LADAC, y de
quien Juan Ismael tomó la misma visión
primigenia de la naturaleza, Manolo Millares,
Felo Monzón, Alberto Manrique,
José Julio, Elvireta Escobio y el propio
Juan Ismael. En este momento Juan Ismael
concibe imágenes compulsivas que
quedan en una instantánea de concreta
irracionalidad; utiliza el trompe-l'oeil para
pintar una quimera subterránea y viscosa
que da cumplida satisfacción a
obsesiones eróticas.
Después de la experiencia de LADAC,
a Juan Ismael lo hallamos a vueltas
entre una figuración y una abstracción
que poseen una raíz surrealista. Se trata
del paso de la figuración surrealista procedente
de la ortodoxia francesa al in-formalismo
de signo surrealista que tiene
mucha relación con el catalán. Este último,
hijo del que había surgido en Europa
y América desde los años 40, da
primacía al gesto del pintor y explota las
posibilidades de la materia pictórica. En
los cuadros en que Juan Ismael mezcla
óleo y arena, el empastado no diluye la
imagen, pues se muestra un simbolismo
que hace referencia al paroxismo de obsesiones
inconscientes; se acentúa la
autonomía de la imagen partiendo de la
antigua práctica surrealista del automatismo.
Fue durante su estancia en Venezuela,
desde 1956, cuando se interesó especialmente
por el materismo, aunque a
su regreso a Las Palmas en 1966 conti-
JUAN ISMAEL.
/•;, PEINE (1939)
E FETICHES,
NEO-EROTISMOS
Y MISTERIOS
núa investigando en este camino. De todas
formas, no abandonará la imaginería
surrealista (relacionada con Tanguy,
particularmente) por el abstraccionismo,
en la culminación de la corriente que pasa
primero por el magicismo el arte primitivo,
se carga de significación esotérica,
tiene como antecedentes a los «malditos
» y llega al surrealismo, ganando
«las fuerzas de la ebriedad para la revolución
», como escribió Benjamín.
Decía Gasch que para la comprensión
del arte moderno no basta una inteligencia
discernidora, no es suficiente
saber descubrir el mecanismo de la estructura
interna de un cuadro, sino que
se precisa una fuerte intuición. Para contemplar
la obra de Juan Ismael y los pintores
que se aglutinaron en torno a las
vanguardias históricas o se posee «una
poderosa intuición para discernir la buena
y la mala calidad» o se da «el triste
y frecuente espectáculo de un hermetismo
espeso, de una siniestra inepcia, de
una sórdida incomprensión». Esta exposición
que se nos ofrece significa un breve
pero elocuente repaso de una trayectoria
pictórica que en sus idas y venidas,
en sus avances y en sus estancamientos,
nunca renunció a su aprendizaje surrealista.
Juan Ismael aguarda aún, sin duda,
un exhaustivo análisis y una amplia
muestra —que deberá incluir un detenido
examen de las diversas fases de su
evolución—, capaces de revelar no sólo
su singularidad (como lo hizo el CAAM
en la exposición El Surrealismo entre
Viejo y Nuevo Mundo al mostrar el bellísimo
Los habitantes del jardín [1935]
en su contexto), sino también la manera
ismaeliana de incorporarse desde las Islas
a un proceso creador esencial en la
historia artística de este siglo, A
MARGARITA GÓMEZ SIERRA
[FOTOS: CORTliSÍA GOBIERNO DE CANARIASl
REGRESO AL FUTURO. CASA DE LA
CULTURA (SANTA CRUZ DE TENERIFE)
Y LA REGENTA (LAS PALMAS DE GRAN
CANARIA). DEL 20 DE DICIEMBRE DE
1990 AL 15 DE FEBRERO DE 1991.
C uando viejos amigos nos
visitan, casi siempre despiertan
en nosotros aquellos
recuerdos que nos
hacen fabulosamente ricos, no en términos
materiales sino en un nivel más abstracto
y espiritual, como es el encontrarnos
otra vez con aquellas huellas y
sueños que nos han convertido en lo que
somos actualmente. Es una riqueza íntima
adobada de imágenes y seducciones
espectrales, capaces de confirmar acciones,
palabras y visiones. Este ars memo-riae
parece que se ha convertido en una
obsesión para Ángel Luis de la Cruz, el
comisario de la líltima muestra internacional
exhibida en las Islas y que lleva
por título Regreso al futuro. Quiero decir
que el problema del tiempo, su recuperación
o su olvido, ha estado presente
en las últimas exposiciones de este tipo
celebradas en las Islas, tal como podemos
apreciar en los títulos utilizados anteriormente:
Una hora antes o Una novia
vuelve (a tiempo). Con ello se pone de
manifiesto que el escenario cultural humano
está poblado de héroes e historias
que juegan dialécticamente entre la concepción
del presente y sus referencias anteriores,
una especie de conciencia de
que el pintor actual no es sino el demiurgo
instintivo que re-crea lo aparentemente
ausente, aquellos iconos y formas que
creíamos olvidados, pero que la nueva
paleta reconsidera. En este sentido, los
pintores incluidos en Regreso al futuro
(Robert Greene, Antonin Stryzek, Ali-ce
Stepanek & Steve Maslin, Roberto Ca-bot,
Peter Klashorst, Joan Nelson, David
Deutsch y Jiri G. Dokoupil) hacen un repaso
a los clásicos y nos hablan de un
concepto muy actual: la observación por
AI.K;K STKHANKK Í4
STEVEN MASLIN,
.SÍ^• TÍTULO (199»)
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