Publicado como « Presentación » al libro Desde la voz del viento. Homenaje a Francisco Pereira « Chanchito » ( ed.
Maximiano Trapero y Juan Antonio Díez) Las Palmas de Gran Canaria: Acade, 2000, págs. 11- 18.
DESDE LA VOZ DEL VIENTO
PRESENTACIÓN
Maximiano Trapero
Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
El día 14 de enero de 1999, en El Mamey de Los Palos ( municipio Nueva Paz, provincia Habana),
muere de manera inesperada ( de un infarto) y anticipadamente ( a los 51 años), Francisco Pereira Núñez,
Chanchito. La noticia de su muerte corrió como la pólvora, no sólo por Cuba, sino que llegó a todos los
lugares del mundo a donde hubiera cubanos amantes de la poesía y de la décima: Miami, Madrid,
Canarias37...
Su entierro fue una verdadera manifestación de duelo y de poesía; superando mil obstáculos,
hasta el camposanto de Los Palos llegaron, amén de más de mil quinientas personas, amigos del poeta y
amantes de la poesía en general, los más de entre los repentistas cubanos. Y frente a su féretro,
cumpliendo una tradición antigua de despedir con una décima a quien en vida fue decimista, los poetas
cubanos dedicaron cien décimas a quien unánimemente reconocieron como el mejor repentista actual de
Cuba.
Nunca antes, que se recuerde, había habido una manifestación tal en Cuba, ni nunca un acto de
despedimento mortuorio había alcanzado tal dimensión poética. La historia de la literatura aporta
testimonios abundantes de funerales famosos de fervor popular: Lope de Vega, Zorrilla, el Duque de
Rivas, Larra, Galdós...; incluso en alguno se llega a decir que “ hubo versos” en su tumba por parte de
algún poeta famoso. La singularidad del funeral de Francisco Pereira es que los versos que se le
dedicaron, además de ser muchos, además de ser, no de autores famosos, sino de sus propios
compañeros, no de poetas de la escritura, sino de repentistas, y no de cualquier clase de versos, sino sólo
décimas, además de todo eso, podemos saber qué versos fueron, porque se grabaron.
Fue en Las Tunas, con motivo del VII Encuentro- Festival Iberoamericano de la Décima y de las
Jornadas Cucalambeanas de 1999, cuando, hablando con Juan Antonio y Papillo, con Gualberto y otros
poetas asistentes al entierro, me enteré de que las décimas del funeral de Pereira se habían grabado, y allí
mismo surgió la idea de hacer un homenaje al poeta desaparecido. Décimas tantas y tan hermosas como
se le habían dedicado no podían quedar sólo en el dominio del viento; otros cientos de amigos de Pereira
y miles de amantes de la poesía debíamos tener la oportunidad de compartir los sentimientos de
solidaridad, de respeto y de admiración, también de amor, que las décimas del cementerio tenían hacia
Pereira. Y debían ser escritas y publicadas para quedar en la historia. Y fue también allí mismo que
decidimos incorporar a esa publicación una breve antología de décimas de Pereira, éstas sí que
37 Francisco Pereira, como tantos otros repentistas cubanos ( Pedro Guerra, José Marichal, José Othón, Angelito Valiente,
Patricio Lastra, Gustavo Tacoronte, Alejandro Aguilar, José Hernández, El Cuquillo, Chanito Isidrón, Raúl Herrera, Luis
Martín, el mismo Indio Naborí...), tenía ascendencia canaria. Y en Canarias estuvo, junto a José Antonio Díaz, en el verano de
1994, formando parte de una delegación de la cultura cubana en las Islas.
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inevitablemente rescatadas del viento o de alguna grabación extraviada de las miles de canturías en las
que Chanchito participó.
Para la primera parte de este Homenaje, conté con un cuadernillo ( mecanografiado, fechado en
Los Palos, Nueva Paz, 15 de enero de 1999), que me proporcionó Gualberto Valdés, y que contiene una
selección de las décimas del funeral: exactamente 25 décimas. Además, Raúl Herrera me dio una copia
en casete de la grabación efectuada en el cementerio, de donde he transcrito las décimas que en este libro
van y por el mismo orden en que se dijeron ( algunos problemas de grabación nos han impedido darlas
todas, aunque deben ser muy pocas las que faltan). Creímos, por otra parte, que debían incluirse en este
Homenaje las décimas de quienes no pudieron estar en el entierro y que, sin embargo, en la distancia,
sintieron la misma desazón del despedimento y dedicaron una décima a Pereira. Finalmente, nos pareció
oportuno incluir también la actuación que Tomasita y Raúl dedicaron a Pereira en el Programa “ Palmas
y Cañas” del día 17 de enero de 1999, la primera de las innumerables que después se han venido
dedicando al gran poeta de Nueva Paz.
De aquel programa de “ Palmas y Cañas” procede, asimismo, el conmovedor poema de Naborí
que abre este libro, leído allí por su presentador Fernando Guardado.
El conjunto de esta poesía elegíaca ( y endechástica) trasciende el interés del momento para el que
nació, aunque en él sólo se justifique y consuma, puesto que es reflejo del pueblo y del “ estado de la
cuestión” que lo produjo. Y justamente como conjunto ha de verse. Errará quien fije su atención en el
mero texto, y más aún quien se dedique a comparar las décimas, individualmente consideradas. Al
conjunto hay que mirar, como una muestra — ejemplar muestra, sin duda— de la tradición decimista del
pueblo cubano. Aquí no hay “ poetas” oficiales, ni “ de libro”, es el pueblo espontáneo, quien quiso
despedir in aeternum a un poeta; sin protocolo alguno y sin recorte de participación; un solo recorte hubo,
por puro motivo de tiempo: una sola décima por cada poeta ( de las infinitas que entre todos hubieran
querido decir).
“ Cantar ante la tumba de Pereira es hacer permanecer su voz — dijo el presentador del acto,
Fernando Guardado, y dijo bien—. ¡ Que canten los poetas!”.
Ojalá la historia de la literatura nos hubiera dejado los versos que dice se dijeron en los entierros
de Lope, Zorrilla y demás; se vería entonces si allí hubo “ mejor” poesía que la que aquí hay. Y una
circunstancia más hay que añadir, la de la improvisación. Todos los que quisieron endechar a Pereira son,
en mayor o menor medida, repentistas, y de acuerdo a las leyes de la improvisación nacieron sus
décimas, pues aunque algunas no fueran improvisadas en el momento mismo del duelo, sino antes,
camino de él, no importa al caso; lo fueron — improvisadas y memorizadas, sin pasar al papel y sin
rectificado posible alguno— en el momento de ser creadas.
Se repiten en ellas, como es lógico, puesto que todas nacen de una misma circunstancia y de un
mismo sentimiento, muchos motivos: las virtudes del poeta, su bonhomía, su bohemia, la calidad
incomparable de su poesía; su muerte repentina y prematura, que hace más dramática la muerte y más
justa la protesta; el llanto compartido y el dolor agigantado; la familia desamparada y los jimaguas
huérfanos; la circunstancia de que enero sea el mes fatal de los poetas: tres días antes, Pijeira, ahora,
Pereira, otro enero también se llevó a Riberón...
De la segunda parte del libro, de la antología de las mejores décimas de Pereira, la selección se
debe a Juan Antonio Díaz, el poeta que mejor conocía al Pereira de los últimos años, por haber sido su
pareja en cientos de canturías, y por ser, a mi entender, el “ heredero” más destacado de la poética de
Pereira entre las nuevas generaciones de repentistas cubanos. De Juan Antonio es también el prólogo de
este libro, que tiene la intención de decir, aunque sea mínimamente, el lugar y la valoración que la poesía
de Chanchito Pereira tiene y merece en el contexto del repentismo cubano del siglo XX.
De la clasificación en que aparecen las décimas de Pereira, la responsabilidad es mía, pues, a
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pesar de la provisionalidad que pueda tener, creí mejor agruparlas por temas que darlas todas seguidas,
sin ningún orden.
Esta clasificación manifiesta dos hechos fundamentales de la poética ( de poética hablamos, puesto
que, en efecto, la hay) de Pereira: Primera, que a pesar de que la selección no pretendía una antología
siquiera mínimamente representativa de la temática preferida por Pereira, aquí está prácticamente todo
su mundo; tal cual suele presentarse en la obra de cualquier repentista cubano, aquí aparece convocada la
vida entera: la naturaleza, con todos sus elementos, la vida propia y familiar, la visión política y los
sentimientos patrios, la décima y los personajes legendarios de la décima cubana, el saber tradicional y,
cómo no, el amor.
Especial importancia tienen en la temática de Pereira las décimas referidas a su propia poesía.
Pereira tiene conciencia plena de su poética, y la manifiesta y la defiende cuando llega la ocasión: su
décima pretende ser artística siempre; quiere hacer, con la oralidad y la improvisación, literatura; en esto
es hijo y heredero de la revolución naboriana. Su lenguaje es culto, producto, sin duda, de un afán
personal de estudio y de pulimiento. Y contrasta con su cercanía a la vida campesina y con su visión
bucólica de la naturaleza; la entiende como quien nació campesino y vive en el campo, pero la expresa
como quien la ve con ojos y léxico de letrado.
El segundo presupuesto de esta antología es que el criterio selectivo fue sólo el de elegir “ las
mejores” de entre las que se disponía. En este punto, podría discutirse que todas sean excelsas, incluso
que alguna alcance el calificativo del criterio selectivo; pero nadie podrá negar que el conjunto es
extraordinario. A la décima improvisada hay que juzgarla dentro del contexto en que se produce, en la
canturía, rodeada de la circunstancia que la explica; ahí — en ese lugar— y entonces — sólo en el
momento justo en que nace— tiene la décima su plenitud poética. Ponerla después por escrito y ayuna
de todo contexto es desnaturalizarla, bien lo sabemos, pero Cuba entera y el mundo tienen también
derecho a conmoverse con la poesía de un poeta tan hondo y tan vital como Pereira. Con todo, creo que
de ningún otro repentista cubano actual podrían “ salvarse” tantas décimas aisladas como de Pereira.
Nadie juzgue, pues, por favor, esta antología como imperfecta, sí, en todo caso, como
perfeccionable: fue hecha con premura, pero con amor.
Característica tercera de esta antología de Pereira es que todas las décimas fueron en su
momento improvisadas, algunas sueltas, con motivo de ciento y un motivos diferentes, las más en
canturías y en controversia con otros poetas ( de ahí que muchas tengan el carácter dialogal que tienen), y
que, por tanto, para traerlas aquí haya sido necesario rescatarlas de la oralidad: unas, de grabaciones
efectuadas en sus canturías, otras, de la memoria colectiva de muchas gentes, las más, gracias a la
memoria de Juan Antonio Díaz, que es facultad que Juan Antonio tiene en proporciones asombrosas.
Así que, con razón puede decirse que estas décimas han llegado a este libro desde la tradición oral, Desde
la voz del viento.
En el dominio del aire — y no sólo dicho metafóricamente— está ya una buena parte de la
producción poética de Pereira, y a buen seguro que, conociendo los mecanismos de transmisión de la
poesía popular en Cuba y la gran pasión que siente el pueblo cubano por la décima, este libro ayudará a
alimentarlo, pues, en rigor, el proceso de tradicionalización de la poesía de Pereira ya está iniciado: al fin,
la fuente de la que se han recogido estas décimas ha sido ya la de los transmisores, no la de su autor.
Finalmente, Alexis Díaz- Pimienta, una de las voces cubanas ( e hispanoamericanas) más
autorizada para hablar de la poesía oral improvisada, y amigo y seguidor de Pereira, como él mismo se
confiesa, pone el epílogo a este libro desde el amor a Chanchito, desde la admiración al poeta y desde la
responsabilidad en defensa de la décima
Con este libro queremos reparar en algo la tremenda injusticia que la muerte — siempre
injusta— cometió con Pereira. Nos agarramos al dicho cierto — repetido cien veces en las décimas que
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aquí se incluyen— de que un poeta nunca muere, de que sigue hablando y viviendo en sus versos. Cierto
es, sí, si los versos existen; y para lograr que los versos de Pereira se salven de la fragilidad de la memoria
y sigan viviendo para siempre, hemos querido escribirlos. Pero somos conscientes también de que no se
cumple por entero con este libro la justicia que la obra poética de Pereira merece en cuanto a su difusión
y comentario: tan grande, tan compleja y tan importante es que merecerá esfuerzos más grandes por
reunirla ( fue autor de controversias antológicas), por estudiarla y por publicarla. A ello invitamos a tantos
amigos del poeta y a tantos amantes de la poesía oral improvisada, cubanos y no cubanos. La patria de la
poesía no puede tener otras fronteras que las del entendimiento y el amor.
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