Publicado en La Provincia ( Las Palmas de Gran Canaria) el 1 de enero de 1998.
UN CAMPEONATO DE BERTSOLARIS
Maximiano Trapero
Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
El día había amanecido claro, aunque aún está frío. Al sol, empieza a calentar un poquito, pero, en la
sombra, las zonas de césped aparecen con escarcha. Son las diez de la mañana y un suceder de gentes
cada vez más numeroso va en dirección al Velódromo de Anoeta, en grupos dispersos, pero en grupos:
dos, cuatro, diez... Son de todas las edades, pero hay una gran abundancia de jóvenes, incluso muchos
niños con sus padres, y chicos y chicas adolescentes; predominan los hombres pero van también muchas
mujeres. Van todos bien abrigados, como a un lugar que necesita del abrigo, y de entre los jóvenes no
son pocos los que llevan una pequeña mochila, como quien va de campo a pasar el día y lleva el
bocadillo para resolver la comida. Pero van todos a un campeonato de bertsolaris.
Es San Sebastián, domingo 14 de diciembre de 1997, y se celebra en el Velódromo de Anoeta,
un recinto acondicionado para la ocasión con más de 8.000 asientos. Es la final del Campeonato de
Bertsolaris de Euskal Herria, que se celebra cada cuatro años. Un verdadero acontecimiento. Los
organizadores me han dicho que se han vendido todas las entradas y la gente quiere estar en su sitio
antes de comenzar el acto para no perderse ni un verso. La gente de San Sebastián y de todo el País
Vasco sabe muy bien del Campeonato y la prensa del día lo anuncia, sin excepción, convenientemente,
desde la primera página. Algunos periódicos, incluso, le dedican al acontecimiento todas las páginas
centrales de su cuadernillo dominical con verdadero alarde de publicidad.
A medida que nos acercamos al Velódromo los grupos de gentes que antes iban dispersos están
ya en una fila amontonada esperando la entrada. Chicos y chicas reparten propaganda de variado signo.
La que más se reparte trae los nombres de los ocho bertsolaris finalistas del Campeonato con notas y un
bertso ─ una estrofa ─ de cada uno de ellos, todo escrito en euskera. Sus nombres nada dicen a quienes
nada conocen del bertsolarismo, pero se advierte que todos ellos tienen nombres y apellidos vascos:
Andoni Egaña, Unai Iturriaga, Jesus Mari Irazu, Mikel Mendizábal, Sebastian Lizaso, Aritz Lopategui,
Jon Maia y Maialen Lujambio. Sin embargo, para los aficionados y el público en general, cada uno de
ellos es una figura. Antes han tenido que ganar en las eliminatorias previas, por provincias, en una
concurridísima competición a la que se han presentado más de 200 bertsolaris. En los alrededores del
Velódromo empiezan a verse carteles con el nombre de cada uno de los contendientes con expresiones
de ¡ Aupa! y otras parecidas entre signos de admiración, que interpretamos como gritos de ánimo y de
apoyo a sus respectivos favoritos. Allí están también los camiones de la televisión y de las emisoras de
radio con un marasco de cables por todo el recinto, como ocurre en los grandes acontecimientos. Lo
que se adivina por el movimiento del exterior parece digno de ser visto.
La primera visión del interior resulta impresionante. El recinto, gigantesco; las gradas no están
aún al completo, pero sí lo suficientemente llenas como para asustar; las que sí están ya ocupadas son las
sillas de la parte baja del Velódromo. El escenario aparece iluminado y espectacular, en el centro de un
lateral, con una enorme reproducción del cartel que ha servido para anunciar el Campeonato, lleno de
micrófonos y adornado en sus extremos de grandes flores de pascua, rojas y blancas. Detrás, una
gigantesca cortina negra que lo separa de las gradas traseras; encima, un enorme tinglado de luces y
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2008
altavoces por los que sale ahora música tradicional vasca. Han instalado incluso una pantalla gigante para
poder apreciar los primeros planos de los bertsolaris en su actuación. Distribuidas por todo el recinto,
cámaras y cámaras de televisión, una fijas y otras con grandes brazos móviles: se va a retransmitir el
Campeonato en directo por el canal autonómico de ETB. En el centro de la parte baja están las emisoras
de radio y los periodistas destacados, ocupando tres largas filas de mesas, con cascos de auriculares y
grandes micrófonos. Por aquí y por allí, muchos fotógrafos con cámaras de objetivos super. La parte
más alta de las gradas está llena de grandes carteles con los nombres de los bertsolaris favoritos: « Egaña
Bigarrenai Bost Baitz » , « Irazu - Maialen Ofizio Lanean » , « Aupa Andoni » , « Aupa Beltza » , « Maialen
Txapeldun » ...
Una cosa así, con tal despliegue de medios, que ha despertado tal interés en tal masa de gentes
no puede ser un espectáculo anodino. Ni siquiera cotidiano. Porque no es un partido de fútbol, ni un
concierto de rock, ni se celebra un mitin político. Es un campeonato de bertsolaris, es decir, ¡ de poetas!,
aunque su poesía sea improvisada.
Del fenómeno del bertsolarismo tenía yo referencias indirectas, pero nunca lo había visto en
vivo, ni podía imaginar la implantación social que ahora compruebo que tiene. Como en tantos otros
lugares del mundo, y aún del mundo hispánico, también en Euskadi existe una modalidad de poesía
improvisada, como en Las Alpujarras y Murcia tienen el trovo, en Baleares la glosa, en Galicia la regueifa, en
Canarias el punto cubano, y en México, Cuba, Puerto Rico, Venezuela y en general en toda
Hispanoamérica la décima. Todo parece indicar que el fenómeno del bertsolarismo participa de unas leyes
que son universales, por más que cada una de estas manifestaciones populares sean particulares en sí
mismas. Y el bertsolarismo más, porque se fundamenta en una lengua tan distinta como es el euskera, en
una cultura también tan diferenciada como es la vasca y con unas connotaciones ideológicas particulares,
al menos en la actualidad. Toda consideración que se haga sobre el bertsolarismo, incluso desde la
perspectiva de su implantación social, debe tener estas tres premisas en cuenta, porque si no, no se
explica un espectáculo como el que nosotros estamos viendo ahora. ¿ Cuándo y en qué lugar se reúnen
más de ocho mil personas para estar oyendo versos durante más de ocho horas?
Sabemos que estamos ante un Campeonato y que éste no es la modalidad natural del
bertsolarismo, como no lo es de ninguna otra manifestación de poesía improvisada. Ésta se muestra por
lo general espontánea, o con una mínima organización, siendo siempre una actividad festiva y popular,
sin demasiadas reglas que la restrinjan. Un campeonato, por el contrario, busca un ganador y para ello
hay que establecer unos mecanismos de prueba, de competencia, unas dificultades programadas y un
complejo baremo de calificación. En otros lugares no sería concebible un campeonato de poetas
improvisadores, a lo más una controversia entre dos, pero ya sabemos la afición de los vascos por las
competiciones. El campeón se convierte en una figura muy popular y estimada, en un verdadero líder:
sus compañeros bertsolaris lo admiran y lo respetan, los niños le piden autógrafos, los ayuntamientos y
las comisiones de fiestas de los pueblos lo solicitan más que a nadie para actuar en sus programas, las
instituciones del País Vasco lo llaman de continuo para que represente a la cultura vasca dentro y fuera
de sus fronteras, etc. Un campeón de bertsolaris entra en la historia de la cultura vasca. Y esa historia ha
empezado a escribirse con mucho detalle: las listas de campeonatos y de campeones de bertsolaris del
siglo XX se la saben ya muchos niños vascos mejor que la lista de los reyes godos, seguro.
El acto va a comenzar. Un presentador experto en el tema llama a los bertsolaris, que suben al
escenario entre los aplausos cerrados y unánimes del público. Son ocho, todos ellos jóvenes, algunos
muy jóvenes, y hay una chica, la primera mujer que llega a una final en un Campeonato de bertsolaris; de
los ocho, siete son universitarios, cuatro de ellos ya licenciados. Todo ello marca una nueva sociología
del bertsolarismo. La lengua con la que el presentador habla y con la que los bertsolaris van a cantar es el
euskera, ni una palabra en castellano, así que la organización del evento ha dispuesto un sistema de
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2008
traducción simultánea para quienes no hablamos esa lengua y hemos sido invitados.
El presentador lee las reglas de la competición: habrá dos sesiones, una de mañana y otra de
tarde; en cada una de ellas cada bertsolari tendrá que someterse a distintas pruebas, unas individuales y
otras en controversia con sus compañeros; el orden de actuación y la confrontación entre ellos los decide
un sorteo; los temas que en cada prueba deberá cantar cada bertsolari salen al azar de entre una bandeja
de sobres cerrados que los contienen, elaborados previamente por una comisión de expertos y
aficionados; un jurado igualmente de expertos y aficionados calificará cada bertso, cada estrofa cantada; se
tendrán en cuenta la métrica, la dificultad de rimas, el lenguaje, la música, el ingenio, la rapidez en la
respuesta, la originalidad del pensamiento, la poesía. Al final, quien mayor puntuación alcance será
proclamado Campeón y recibirá por premio mayor una txapela, la « Bertsolari Txapelketa 1997 » , el
galardón más preciado para cualquier bertsolari.
Empiezan los bertsolaris, uno a uno, con un bertso, una estrofa de presentación. Se sitúan frente
al micrófono, hieráticos, las manos atrás o en los bolsillos, y cantan. No hay instrumentación ninguna,
sólo la voz del bertsolari, el ritmo muy lento, las palabras bien marcadas, casi silabeando, la melodía muy
bella, la voz de todos ellos es potente, clara, bien timbrada, hermosa. Cada bertsolari elige la música que
quiere para acomodarla a la métrica del bertso que va a cantar, y puesto que las estrofas pueden tener una
gran variedad, las melodías pueden ser innumerables. Existe un fondo tradicional de melodías utilizadas
para los bertsos, pero cada bertsolari las recrea y acomoda a su gusto. Con todo, la música de los
bertsolaris suena a música tradicional vasca. Y el público, que ha seguido embelesado cada uno de los
versos cantados por el bertsolari, llegado el final de la estrofa, repite el último verso junto al bertsolari,
coreándolo y aplaudiendo al mismo tiempo. Esta es la única manifestación externa del público: repetir y
corear junto al bertsolari los últimos versos de cada bertso, de cada estrofa, y aplaudir con mayor o menor
fuerza según el gusto que le haya causado. En el resto, el público permanece en silencio absoluto,
absorto en la actuación del bertsolari. ¡ Qué diferencia de comportamiento entre éste y el público que
asiste a otras manifestaciones de poesía improvisada, el cubano, por ejemplo, en una canturía, que habla,
ríe, jalea al poeta, discute y grita! Aquello parece una fiesta, esto tiene ceremonia de liturgia; la décima se
produce en un ambiente folclórico, sin reglas, el bertso en un ambiente de ceremonia. Apenas si veo
comentar nada entre el público, entre los que han venido juntos, marido y mujer, padres y niños, jóvenes
en grupo, si acaso una sonrisa de aprobación y una frase corta de valoración. Por lo demás, la
comunicación existe al máximo nivel, pero sólo entre el bertsolari que canta y cada uno de los asistentes,
no entre el público. ¡ Qué curioso comportamiento de seriedad en un acto que es también folclórico, en
el mejor de los sentidos!
El público que veo en Anoeta ha venido motivado y se muestra muy entendido. Me asombran la
atención máxima y el respeto con que el público escucha la actuación de cada bertsolari; y me llama
mucho la atención la repetición coreada que el público hace del último verso, como si lo hubiera
adivinado, mejor aún, como si el poeta no pudiera acabar su estrofa sino con el verso que la acaba. Y en
ese único momento se produce la descarga de toda la emoción contenida.
Por lo que vamos intuyendo, por la traducción que nos hacen de cada estrofa, por las
circunstancias que en ella concurren y por las reacciones del público, el arte de los bertsolaris descansa
más en la argumentación que en la floritura de cada verso, de ahí que haya que esperar el final de cada
estrofa para percibir en plenitud los logros poéticos de la improvisación. Los temas que se les proponen
exigen una sensibilidad de poeta, pero no menos de razonamiento lógico, argumentativo, más valiosos
en cuanto más original y sorprendente sea. La respuesta que dio Jon Maia al tema que le tocó en suerte,
la reacción de un padre que encuentra una carta de amor a su hija de 12 años, fue, sin duda, bella,
emotiva y original: « Sigue, hija, inténtalo, el amor es lo más hermoso del mundo » , y por eso se llevó la
ovación más cerrada del Campeonato. Pero no menos interesante fue la respuesta que Andoni Egaña
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2008
ofreció al tema que le tocó a él, por muy prosaico y verdulero que parezca en su formulación: « Has ido al
mercado a comprar una docena de puerros, has regateado 10 pesetas en la compra y en casa compruebas
que son unos hermosos puerros » . ¿ Qué de poético se puede decir, así, de manera improvisada y en
verso, y además cantando, por mucha sensibilidad poética que uno tenga? Y sin embargo, Andoni, por
lo gran bertsolari que es, le sacó todo el jugo poético que una docena de puerros pueda tener, aunque ese
jugo tuviera que resultar necesariamente irónico.
Ocho horas y media duró el Campeonato, con un descanso intermedio de dos horas para comer.
¡ Ocho horas oyendo versos! Cierto que el formato de un campeonato mantiene el interés hasta el final
por saber el resultado de la competición, pero yo no advertí en ningún momento rostros de cansancio, ni
manifestación de desgana, ni expresiones de hartura; al contrario, lo que vi fue un entusiasmo
permanente, una atención contagiosa, el ensimismamiento colectivo que sólo producen los ritos de las
religiones en las que se cree.
El ganador, por segundo campeonato consecutivo: Andoni Egaña, de 36 años, de Zarautz
( Guipúzcoa), licenciado en Filología Vasca, hombre, pues, culto, de una fina ironía, dominador como
pocos de los complejos recursos de la métrica del bertsolarismo. En él está bien representado el cambio
sustancial que se ha producido en la poética del bertsolarismo en los últimos tiempos.
Una cosa me llamó poderosamente la atención y me ha hecho pensar. Tres días antes, el 11 de
diciembre, ETA había asesinado a un Concejal del PP en Rentería. Y el día anterior, el 13, una
impresionante multitud de más de cien mil personas se había manifestado por las calles de San Sebastián
en contra del terrorismo. Pues hoy, día 14, en ocho horas de poesía improvisada, no oí ni un solo verso
que se refiriera expresamente a esos dos acontecimientos, ni siquiera en alusión.
Yo aprendí mucho en el Campeonato de Bertsolaris de San Sebastián; supe más, mucho más, de
la técnica del bertsolarismo, de sus formas de manifestarse, de la poética en la que se asienta, de las
grandes diferencias que existen con otros tipos de poesía improvisada, etc.; pero supe además del apoyo
que el pueblo vasco brinda al bertsolarismo, de la importancia que este fenómeno tiene en la vida social
del País Vasco, de lo que tiene de esencia de una cultura autóctona, incluso de la ideología que se expresa
a través de la voz de los bertsolaris. Y supe de la impresionante estructura organizativa que lo sustenta,
con una Asociación de Bertsolaris, la Euskal Herriko Bertsozale Elkartea, que está desarrollando una
labor verdaderamente encomiable, sin comparación posible con ninguna otra de los lugares y países en
los que se practica el maravilloso arte de la poesía improvisada. Y pensé, de nuevo, con Yehudi
Menuhin, que la civilización no es sólo coches y rascacielos, que la civilización, la verdadera civilización
está allí donde un pueblo se reúne para cantar versos en su propia lengua.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2008