Publicado en Hispanos en los Estados Unidos: Tercer pilar de la Hispanidad ( Actas de II Simposio Internacional
« Presencia hispánica en los Estados Unidos » ). New York: Columbia University- Teachers College, 2005,
39- 52.
LA DÉCIMA Y LA IMPROVISACIÓN POÉTICA.
PRIMEROS APUNTES DE SU PRESENCIA EN LOS ESTADOS UNIDOS
Maximiano Trapero
Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
Sinopsis
La improvisación poética en décimas es una de las manifestaciones literarias más singulares de la
América hispana y una de las manifestaciones culturales populares de mayor importancia de toda
Iberoamérica. Con la emigración masiva de pueblos hispanoamericanos a los Estados Unidos,
principalmente por parte de los cubanos ( en Miami), de los puertorriqueños ( en Nueva York) y de los
mexicanos ( en Texas, Nuevo México, Arizona y California), la décima empieza a tener presencia varia en
los Estados Unidos. En esta comunicación queremos dar cuenta de este fenómeno, que se suma a la
presencia de la décima como muestra de poesía tradicional en las comunidades hispanas de los Estados
Unidos de implantación antigua, como ocurre entre los « isleños » de Luisiana de origen canario.
Muestras de la literatura oral hispánica en los Estados Unidos
La presencia española en tierras que hoy son de los Estados Unidos de América es múltiple y
está constatada desde antiguo. Y como quiera que allá donde se estableciera un grupo de españoles, fuera
cual fuera la geografía, y se hablara el español por un tiempo, se implantaron los distintos géneros
folclóricos que constituían su patrimonio oral ( eso que por algunos se ha llamado « las voces del
pueblo » ), ahora, cuando se quiere hacer recuento de la pervivencia de aquellas costumbres, podemos
partir de la hipótesis de que algo podrá encontrarse, para dar testimonio de aquel pasado, por poco que
sea y por adversas que hayan sido las circunstancias para la conservación de la lengua y de la cultura
iniciales. Porque en los territorios en los que se ha seguido hablando el español, esa pervivencia no sólo
está garantizada sino que, además, se ha enriquecido con multitud de nuevas manifestaciones que han
continuado la tradición.
La hipótesis la formuló don Ramón Menéndez Pidal muy tempranamente, en 1909, cuando
empezaba a vislumbrarse la pervivencia del romancero oral en los tiempos modernos, y precisamente lo
hizo aquí, en Nueva York, en la Hispanic Society of America, aunque referida en exclusiva al romancero:
« La experiencia ha venido a comprobar ─ decía el maestro indiscutible de la Filología Española ─ una
convicción que desde mi primer hallazgo he formado, teniendo como principio seguro que el romance
tradicional existe dondequiera que se le sepa buscar en los vastos territorios en que se habla español,
portugués y catalán; allí donde no se tenga noticia de su existencia, una hábil indagación lo descubrirá
indudablemente » ( Menéndez Pidal 1968: II, 358). Pero, en verdad, que tal convicción podemos hacerla
extensiva a todos los géneros folclóricos orales de tradición antigua: romancero, cancionero, teatro
religioso y profano, cuentos, leyendas, proverbios, adivinanzas..., e incluso a aquellos otros géneros
folclóricos de constitución más moderna, como la décima y el corrido.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2008
Y por lo que se refiere a los Estados Unidos, la huella de la cultura oral hispánica hay que
buscarla ahora no sólo en aquellos territorios en los que se instalaron los españoles y portugueses
llegados directamente del Viejo Continente, como Texas, California o Luisiana, sino en los nuevos
territorios a los que han llegado mucho más modernamente los « novohispanos » , los procedentes de las
repúblicas de Hispanoamérica: mexicanos, cubanos, puertorriqueños, dominicanos, brasileiros, etc.
Los géneros literarios de tradición antigua
Por lo que se refiere a la presencia en tierras de los Estados Unidos del romancero ( el género de
poesía popular más característico, sin duda, de la tradición española e hispánica, en general), el destacado
investigador Aurelio M. Espinosa ha estudiado ya la importante presencia del romancero español en
áreas de los estados de California ( Espinosa 1925) y de Nuevo México ( Espinosa 1953).
Romancero pan- hispánico es también, al fin, el romancero portugués trasplantado a los estados
de California y de Nueva Inglaterra ( Massachusetts), y que ha sido estudiado y ofrecido en dos
magníficos trabajos por Manuel da Costa Fontes ( el de Nueva Inglaterra en Costa Fontes 1980, y el de
California en Costa Fontes 1983), aunque tanto en un caso como en otro, más que de romances
« americanos » de procedencia portuguesa, aquí se trata de romances « portugueses » recogidos en los
Estados Unidos; queremos decir que todavía no son propiamente « americanos » , pues fueron recogidos
de boca de emigrantes nacidos en tierras portuguesas que habían llegado a América en fechas más o
menos cercanas: los de California, la mayoría procedentes de los archipiélagos de Açores y de Madeira,
entre los años de 1953 y 1965; y los de Nueva Inglaterra ( Massachusetts), procedentes del norte de
Portugal ( Minho, Tras- os- Montes, Beira) y de las Açores, llegados también por esas mismas fechas o un
poco antes; aunque allí el recolector ya pudo recoger algunos romances de niños nacidos en suelo
americano.
También se ha estudiado la presencia del teatro religioso en tierras de Norteamérica, llevado en
el siglo XVIII por los misioneros franciscanos y propagado como medio catequístico de implantación de
la religión católica. Al menos, al parecer, dos muestras teatrales ( o parateatrales) quedan de aquello por el
suroeste de los Estados Unidos, y son la representación de Los pastores y de Las posadas en los días de la
Navidad en las iglesias que cuentan con numerosa población hispana ( Lucero- White 1953 y Paredes
1976).
Y lo mismo puede decirse de los géneros « menores » ( menores por su formulación, no por su
interés) de los proverbios, las adivinanzas, los trabalenguas y las canciones y letrillas infantiles ( de las que
puede verse una muestra antológica en Ramírez 1992: 133- 142), éstos siempre más íntimos y reservados
al ámbito particular de la casa y de la familia.
Modernamente, un nuevo género de poesía popular se ha sumado a los tradicionales
mencionados, y éste ya no procedente de España, sino de México, el corrido, que ha tomado una
enorme popularidad no sólo en su país sino en el resto de los países americanos, incluyendo a los
estados del sureste de los Estados Unidos de gran influencia mexicana y a ciudades industriales del norte,
como Detroit, en donde se encuentra vivo como manifestación cultural de origen hispano ( Mendoza
1954). El corrido mexicano es género épico- lírico- narrativo que se canta siempre; el aspecto narrativo lo
tomó del romance castellano, el aspecto lírico y musical lo tomó del cancionero y de la copla, y el énfasis
exagerado que pone en aspectos como el machismo y la soflama lo heredó de la jácara, género propio de
la antigua germanía española.
El ejemplo paradigmático de Luisiana
Pero un lugar hay en los Estados Unidos que puede ejemplificar mejor que ningún otro lo que
venimos diciendo sobre la pervivencia de la lengua, de la cultura y de las tradiciones literarias orales
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españolas, aun en las circunstancias más adversas, y no en un solo género, sino en todos ellos, por lo que
resulta paradigmático su caso. Este es el de la comunidad de « isleños » del estado de Luisiana, así
llamados por descender de las Islas Canarias. El primero que desde la investigación universitaria dio a
conocer la existencia de aquel « islote » de hispanismo en los Estados Unidos de América fue Raymond R.
MacCurdy ( 1950 y 1975), quien hizo su tesis doctoral sobre la supervivencia de la lengua y el folclore de
los isleños de Luisiana; otros varios estudiosos se han referido después a determinados aspectos
históricos, demográficos y antropológicos de los canarios de Luisiana ( entre ellos, Din 1988), siendo
finalmente Manuel Alvar ( 1998) quien ha hecho el estudio más completo que pueda hacerse sobre su
lengua, considerándola como un dialecto del canario. Pero el estudioso por antonomasia de « los isleños »
de Luisiana, pues se ha fijado en todas las manifestaciones de su cultura, como de un micromundo bien
formado y completo, y ha sido además quien realmente los ha dado a conocer en todo el ámbito
científico, ha sido Samuel G. Armistead. Múltiples han sido los trabajos dedicados por el Profesor
Armistead a « sus » isleños de Luisiana, en aspectos como la lengua, las canciones, los romances y
corridos, las « décimas » , las adivinanzas, los trabalenguas, los cuentos y leyendas, los nombretes ( apodos)
con que se llaman entre ellos, la toponimia, etc., pero un libro tiene en que se ofrece una muestra bien
representativa de su literatura oral tradicional: The Spanish Tradicion in Luisiana ( 1992).
La historia de los « isleños » de Luisiana es emocionante y ejemplar como la de pocos pueblos,
por lo que tiene de fidelidad y amor a la patria de sus antepasados, y, como que soy canario, me gusta
recordarla y decírsela a cuantos puedo en cuanto se me presenta la ocasión. Cuando en la segunda mitad
del siglo XVIII, toda la Luisiana se convirtió en colonia de España, el rey Carlos III llamó a los
españoles a poblar y colonizar aquellas lejanas tierras, y como tantas veces, los canarios acudieron
solícitos a la convocatoria, llevándose consigo mujeres, hijos y los pocos enseres particulares que las
circunstancias aconsejaban. Se calcula que, en sucesivas expediciones, unos 2.100 canarios llegaron
entonces a Luisiana, procedentes de las islas de Tenerife ( un 45%), de Gran Canaria ( un 40%) y de
Lanzarote, La Palma y La Gomera ( el restante 15%). Tras una larga y penosísima travesía llegaron y se
instalaron en las tierras pantanosas de la desembocadura del Mississippi, cerca de Nueva Orleans,
fundando la parroquia de San Bernardo y dedicándose a la pesca de camarones y jaibas, a la caza de
caimanes y al trampeo de ratas de agua. Hoy, 225 años después, los apellidos predominantes de aquellas
comunidades siguen siendo los Pérez, Fernández, López, Díaz, García, Alfonso, Campo, Acosta,
Acevedo..., aunque sus nombres de pila lo sean ya en inglés: Irvan, Alfred, Joseph, Frank..., y todavía
hay unos pocos hombres que se expresan en español y siguen recordando los romances y coplas que sus
antepasados llevaron de las islas, y lo hacen con un acento y un « deje » netamente canario, pausado,
meloso, acariciador.
En 1992, con motivo de la celebración del « Primer Simposio y Festival Internacional de la
Décima » , tuvimos la oportunidad de contar en Las Palmas de Gran Canaria con dos de los más
representativos « isleños » de Luisiana, Irvan Pérez y su primo Alfred Pérez, quienes, al igual que los otros
« hispanos » allí congregados, procedentes de México, Cuba, Puerto Rico, Chile y España, cantaron desde
el escenario algunos de los romances y de las « décimas » de su repertorio ( los textos que en aquella
ocasión recitó y cantó Irvan Pérez están publicados en Trapero 1996: 243- 246), y dejaron boquiabiertos
a los espectadores canarios allí reunidos por su manera de hablar y de manifestar su cariño por Canarias.
Aquel día Irvan Pérez estaba un poco afectado de la garganta, sin embargo, subió al escenario y se
presentó con estas palabras: « Me hace mucha lástima, pero el gañote no me da, tengo tormento por el
gañote20, pero vamos a cantar una décima. Es un cantar antiguo que vino de aquí de Canarias muchos
20 Efectivamente, Irvan tenía una gran afonía que le impedía casi hablar, pero se esforzó al máximo y
pudo cantar sus " décimas". Gañote es el término dialectal que se usa también en Canarias para ' garganta'.
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años atrás. Vino con las familias nuestras más de doscientos años atrás, y se aguantó de una persona a
otra, y entodavía la cantan. Se llama « La vida de un jaibero » , que es un cantar de los pescadores, de los
jaiberos [ pescadores de jaibas, especie de cangrejos]; en otros tiempos pescaban y no podían hacer más
nada. Dice ansina... » :
Yo me arrimé a la costa
buscándome l'abriguito,
Sintí una voz que desía:
─ Y'aquí estoy yo hela'ito. ─
Era un pobre jaibero
pescando en el mes de febrero.
Di una lata a la otra,
di un pobre jaibero,
se fue a tierra a cortá paja
y le cayó un avispero.
' Tonses dice el jaibero:
─ ¡ Maldita sea el mes de febrero!
Tenía el pelo largo
y se enre'ó los mangles,
no pudía salir
a recorrer sus palangres
' Tonses dise el jaibero:
─ ¡ Maldita sea el mes de febrero!
Se botó de cuatro patas,
parece que tenía rabia,
y el compañero que ha visto eso
le cayó atrás con la lata.
' Tonses dise el jaibero:
─ ¡ Maldita sea el mes de febrero!
Cuando se muere un jaibero
que naiden le ponga luto
porque se va a descansá
este probresito difunto.
¡ El pobre jaibero
pescando en el mes de febrero! 21
La décima
A relatos en verso como el que antecede llaman los de Luisiana « décimas » , pero a la vista está
que no son verdaderas décimas. Más cerca están, quizás, del romance, aunque tampoco lo sean,
propiamente, pues la estructura métrica predominante de esta composición es la de la estrofa, no la de la
serie característica del « romance » . Y tampoco es un « corrido » , que podría explicarse por la gran
Sin embargo, tormento con el valor de ' molestia' parece ser un anglicismo, propia del habla coloquial
sureña, más bien arcaizante.
21 Esta " décima" fue también recogida por Armistead ( 1992: n º 2.5B), aunque en esta versión de Las Palmas Irvan Pérez introduce
determinadas variantes, muy interesantes, que testifican la naturaleza oral y tradicional del relato.
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influencia que este nuevo género mexicano ha tenido en la poesía narrativa popular de todos los países
americanos de habla española. La historia del pobre jaibero está narrada en versos octosílabos, sí, propios
de toda la literatura popular hispánica, y éstos tienen rima asonante, característica también de toda la
poesía oral y tradicional, pero se organizan en estrofas ( con ciertas irregularidades métricas), y además
éstas tienen como patrón un verso final, más o menos uniforme ( « pescando en el mes de febrero » /
« ─ ¡ Maldita sea el mes de febrero! » ), que les sirve de pie. Eso en cuanto a la forma, y si nos fijamos en el
contenido advertimos que el « tono » de la composición no es propiamente la del género narrativo, sino
que está más bien entre lo narrativo y lo lírico, reafirmándose este segundo carácter en la reiteración
lamentosa del final de cada estrofa. ¿ Y por qué, entonces, los « isleños » de Luisiana los llaman « décimas » ?
No es sólo a esta composición del jaibero que le llaman « décima » ; el profesor Armistead dedica un
capítulo entero de su libro de 1992 ( cap. 2, págs. 12- 38) a este subgénero, en el que incluye 14 textos, y
concluye en que estas composiciones narran siempre acontecimientos locales. Es cierto: la vida del
jaibero, el trabajo del welfare, la pesca del camarón, los torneros..., todos ellos títulos de textos de « casos »
ocurridos en aquellas tierras y referidos a la vida ordinaria de sus gentes. Lo que significa que la poesía
popular de los isleños de Luisiana no se ha limitado a reproducir el repertorio que sus antepasados
canarios trajeron consigo hace más de doscientos años ( cosa que hacen con los otros géneros literarios
de su patrimonio oral: romances, coplas, adivinanzas, etc.), sino que ellos mismos incrementan ese
repertorio con nuevas composiciones atenientes a su vida cotidiana. Y ello lo hacen con la « técnica » ( en
la métrica) que sus antepasados también trajeron consigo, la décima, que ya por entonces, en la segunda
mitad del siglo XVIII, en Canarias tenía pleno desarrollo. La técnica de la décima se ha deturpado ─ a la
vista queda ─ en las narraciones que los « isleños » de Luisiana conservan actualmente, pero pervive su
denominación primitiva y cierta aproximación al modelo estrófico que a la décima caracteriza. Más aún:
entre las varias composiciones que Armistead recoge en este capítulo de las « décimas » , hay varias que se
inician con una copla, en función de planta, seguida por varias estrofas que glosan los versos de la planta.
Y este es el modelo típico de la glosa que en toda la literatura española, tanto en la culta como, sobre
todo, en la popular, se desarrolló especialmente en décimas22.
Decimos que la décima estaba ya plenamente desarrollada en Canarias en el tiempo en que se
produce la colonización de Luisiana, y de ello tenemos constancia documental abundante, tanto por lo
que se refiere a la modalidad de la glosa como a la décima improvisada. Y decimos Canarias, en
particular, y no España, en general, porque, en efecto, el fenómeno de la « tradicionalidad » de la décima
es un hecho que hay que vincularlo a Canarias. No es la primera vez que llamamos la atención sobre este
hecho, ni hemos sido nosotros los únicos que han hablado del origen canario de la décima popular en
América, a sabiendas de lo problemático que resulta demostrarlo. No es este el lugar para hacerlo, pero
una cosa podemos afirmar: que si los pobladores de Luisiana hubieran procedido de otras regiones de
España, hoy sus descendientes ni siquiera tendrían el nombre de « décima » para ponérselo a sus
canciones. Y de hecho es así: a Luisiana llegaron gentes de otras regiones y provincias españolas, pero las
« décimas » sólo están entre los « isleños » de la parroquia de San Bernardo.
Ese proceso de « tradicionalización » de la décima del que hablamos comprende dos « pasos »
sucesivos y complementarios: primero la popularización y después la oralización. El primero explica
cómo una estrofa culta, barroca, tan ajena a la métrica en que desde siempre se había manifestado la
poesía popular española, llegó a hacerse verdaderamente popular, es decir, a ser objeto y sujeto de los
gustos populares, esto es, a ser utilizada como forma de expresión de la voz popular ( anónima). El
22 Hoy sigue plenamente vigente el modelo de la glosa en décimas en la literatura popular de muchos países ( Portugal, México,
Puerto Rico, Venezuela, Chile, Argentina...), y no sólo en la tradición escrita, sino también, lo que es más sorprendente, por las
capacidades poéticas que requiere, en la poesía oral improvisada.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2008
segundo « paso » explica cómo la décima se convierte en modelo literario que interesa a generaciones
sucesivas, transmitiéndose oralmente y haciéndose poco a poco patrimonial. Esos dos procesos
culminaron en tierras de Hispanoamérica, pero pueden documentarse en sus inicios en Canarias. Desde
las décimas de Vicente Espinel, creador de la estrofa en 1591, y por quien recibe también el nombre de
espinela, hasta las décimas que pueden oírse hoy en la tradición oral de cualquier país hispanoamericano
va un abundante cúmulo de cambios que afectan tanto a su forma como, sobre todo, a su contenido y
función. De una simple estrofa de la métrica española se ha pasado a todo un género literario, al tercer
género de la poesía popular hispánica ( Trapero 2001: 61- 100).
La décima en los Estados Unidos
De la presencia de la décima en los Estados Unidos tenemos por ahora sólo noticias parciales y
muy fragmentarias. A los datos que nosotros vamos a aportar aquí deberán sumarse otros varios de
quienes conozcan otras partes de esa realidad. No será fácil dibujar el panorama que tan particular
manifestación cultural, como es la décima, tiene en territorios tan inmensos como son los Estados
Unidos de América, pero no nos cabe la menor duda de la verdad del aserto que proponíamos al
principio. Más aun, pronosticamos que esa presencia se extenderá como antes se han extendido otros
géneros folclóricos, « como mancha de aceite » , y que su voz se hará cada vez más poderosa. De la misma
forma que el romance, que era la forma poética « antigua » española, se extendió por las nuevas tierras
americanas en tiempos de la conquista y de la colonia, la décima, que es la forma poética « nueva » de la
hispanidad, se extenderá también por los territorios norteamericanos en los que la cultura hispana se va
implantando paulatinamente. Porque la décima es, seguramente, aparte la lengua, la manifestación
cultural popular de mayor alcance y de práctica más general en todo Hispanoamérica, y especialmente en
la modalidad de la décima improvisada, pues ella cumple una función social y festiva que la hace
predilecta.
Por el momento, tenemos noticia ( por información oral del Profesor Armistead) de que en
California, entre la comunidad portuguesa procedente del archipiélago de las Açores, se organizan
concursos de decimistas, con la participación de otros improvisadores que vienen directamente de las
propias islas Açores. No sabemos con cuanta regularidad ni por qué acontecimientos, pero si ello es así,
es porque los decimistas açorianos de California practican la décima de continuo. No nos consta, sin
embargo, que los descendientes de los vascos en el estado de Idaho ( más de 20.000 forman la ' colonia'
de descendientes de vascos, dedicados especialmente al pastoreo de ovejas) y de Nevada conserven la
tradición del bertsolarismo, tan característico de la cultura oral vasca, aunque, eso sí, en esas tierras se
hayan podido oír los bertsos de bertsolaris llevados ex profeso por el Gobierno Vasco cuando ha organizado
programas culturales entre los vascos del exterior.
También hemos oído ( y leído) que en varios sitios de Manhathan la comunidad puertorriqueña
de Nueva York se reúne para cantar décimas al ritmo del seis, típico son musical en que se manifiesta la
décima cantada e improvisada en Puerto Rico; pero no podemos decir ni dónde, ni cómo, ni con qué
frecuencia. Y lo mismo debe ocurrir en los estados del suroeste de los Estados Unidos ( California,
Nuevo México y Texas), allí por la influencia de la emigración mexicana, que naturalmente cantarán las
décimas al estilo del huapango, modo peculiar y característico del canto decimero en el centro y norte de
México.
Pero, por lo que sabemos, la presencia mayor de la décima en los Estados Unidos es debida a la
emigración cubana. La décima es tan fuerte y está tan presente en la cultura de la Perla del Caribe que allá
donde quiera que diez cubanos estén, al menos uno de ellos es decimista y al menos otros cinco son
entendidos y apasionados amantes de la décima, tanto en su modalidad escrita como, sobre todo, en su
modalidad oral improvisada.
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Me cuenta mi amigo Francisco Henríquez, estupendo poeta y maestro indiscutible de la décima
escrita, cubano de nacimiento y emigrante a los Estados Unidos desde los primeros años de la
Revolución castrista, que, cuando llegaron en 1962 a Nueva York, todos los cubanos conocidos se
reunían en tertulias caseras en las que, al poco tiempo, inevitablemente la décima se adueñaba del centro
de la reunión, recitando, improvisando y recordando a los mejores decimistas, como símbolo mejor de la
patria común añorada. Entonces la décima aparecía en el ámbito estrictamente privado, y sólo
excepcionalmente en alguna emisora de radio neoyorquina. Sin embargo ─ me sigue contando Francisco
Henríquez ─ , en el vecino Estado de Nueva York ( Nueva Jersey), y especialmente en las ciudades de
Union City y Jersey City, el auge de los decimistas fue más floreciente, y todavía continúa en la
actualidad, lo mismo que en la ciudad de Yonkers, al norte de Nueva York, donde también se radicaron
muchos cubanos. Y en mayor medida ocurre lo mismo en la ciudad de Tampa, al norte de La Florida,
donde vive una importante colonia de cubanos, y dentro de la cual hay un buen número de decimistas
improvisadores que actúan con cierta regularidad en emisoras de radio, con programas específicos
( como el llamado « Rincón Cubano » , bajo la dirección de Germán Henríquez, hermano de Francisco), y
en improvisadas « canturías » que por cualquier motivo festivo se organizan. Aunque aquí la presencia de
la décima hay que datarla desde finales del siglo XIX, por haber sido Tampa el lugar donde muchos
cubanos residieron durante la dura y larga lucha por la independencia de Cuba.
La décima cubana en Miami
Pero la « diáspora » de los cubanos en los Estados Unidos recaló especialmente en Miami. De la
importancia cuantitativa e incluso cualitativa ( cultural, social y política) de los cubanos en Miami no
hablaré, puesto que es cuestión de todos conocida y tema de información recurrente, casi diario. Una
« pequeña Habana » dicen que han creado los cubanos dentro de Miami, donde se sigue recordando
nostálgicamente a la capital, pero en donde ya no se vive como allá. Sin embargo, en cuanto a la décima
se refiere, parece ser Miami una reproducción casi exacta, a escala menor, de lo que ocurre
cotidianamente en Cuba.
Por lo que atañe a la décima escrita, existe una Academia Poética de Miami, creada por Darío
Espina, que, entre otras actividades relacionadas con la décima, convoca un Concurso de décimas para
toda Hispanoamérica, ayudando a su práctica y difusión por todo el continente. Se publica regularmente
una « Carta Lírica » , dirigida por Francisco Henríquez, dedicada exclusivamente a la décima, y que se
distribuye gratuitamente entre aficionados a la espinela, en particular, y a la poesía, en general. Una
extraordinaria labor de difusión de la décima está haciendo también, tan generosamente, el Frente de
Afirmación Hispanista de México, publicando la obra de multitud de poetas y distribuyéndola por todo
el mundo hispánico. Aparte, deben contarse las publicaciones de decimistas particulares, que son
innumerables. En fin, que en La Florida recalaron muy destacados poetas cubanos, algunos de ellos
practicantes de la décima, que han seguido haciendo su obra desde el exilio de Miami, tales como Egenio
Florit, Luis Mario, Darío Espina, Francisco Henríquez, Guillermo Sosa Curbelo y Efraín Riverón ( los
dos últimos también excelentes improvisadores). Otros muchos poetas cubanos que escriben en décimas
hay en Miami, aunque tengan menos nombre que los citados, pero también excelentes, según el criterio
de Francisco Henríquez, quien nos da cuenta de 58 decimistas de la orilla americana en su obra Décimas
cubanas de las dos orillas ( 1998).
Muestra excelente de la alta poesía que se escribe en décimas entre los cubanos del exilio de
Miami es esta décima que Sosa Curbelo dedicó a « La abeja » ( Henríquez 1992: 66):
Esa obrera, que consume
la eximia ofrenda del gajo,
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2008
la que va y viene al trabajo
en un coche de perfume,
la humilde que no presume
de la mejor vestidura,
farmacéutica que cura
sin cobrar las medicinas,
trabaja entre las espinas
y duerme entre la dulzura.
En cuanto a la décima oral improvisada, cabe decir que, donde esté, lo ocupa casi todo, tanto
sea en el ámbito privado como público. Y en Miami está en toda su plenitud. Porque hay que decir que
en el exilio de Miami viven también algunos de los mejores « repentistas » de Cuba, que ya eran famosos
antes de salir de su país y a quienes se les sigue recordando desde allí con admiración. Éstos pertenecen,
al menos, a dos generaciones. Representantes de la generación de mayor edad ( por encima de los 80
años) y « decanos » de los poetas cubanos en Estados Unidos son Pablo León y Guillermo Sosa Curbelo,
considerados por todos ( también desde Cuba) como verdaderas « glorias » del punto cubano ( denominación
que recibe una de las modalidades del canto de la décima en Cuba, la más practicada). Representantes de
la generación intermedia ( entre los 40 y los 55 años) son los excelentes « repentistas » José Antonio Tejeda
« Tejedita » , Asael Díaz « Candelita » , Manuel Soriano y Efraín Riverón; otros varios habrá también
excelentes, pero éstos son los más nombrados. Y una nueva generación de improvisadores empieza a
destacar ( de entre 20 y 30 años, algunos nacidos ya en territorio americano), de los que se nombra a
Roberto García como el más prometedor.
La constancia, pues, de la décima oral improvisada se encuentra en Miami por todas partes.
Pablo León mantiene desde hace varios años un programa de radio semanal llamado « El Parnaso » en
que se comenta en verso la actualidad y se complace en décimas improvisadas las peticiones de los miles
de aficionados que la décima tiene allí. Ni que decir tiene que el tema de muchas de esas peticiones va
dirigido al recuerdo nostálgico de la patria abandonada. Y sirva para ilustrar este punto, la décima que el
propio Pablo León dedicó a su esposa en el momento en que él partía en avión para el exilio de Miami y
su esposa lo despedía desde la terraza del aeropuerto José Martí de La Habana:
La mañana que me fui
del aeropuerto cubano
quedó el adiós de tu mano
flotando dentro de mí.
Cuando me iba te vi
en la terraza parada
y ya en la nave asignada
para volar de mi Antilla
me astilló en la ventanilla
la punta de tu mirada.
Existen también determinados restaurantes que ofrecen actuaciones de repentistas de una
manera regular y programada. Cada domingo por la tarde se organiza una « canturía » pública que dura
hasta el anochecer y en que la décima improvisada y en controversia tiene el protagonismo absoluto. Es
muy frecuente que los repentistas sean los invitados especiales en las celebraciones en que se quiere
recordar la patria y las raíces familiares. En fin, el contacto entre los repentistas cubanos de Miami y los
de la isla, en contra de lo que pudiera parecer, sigue siendo muy fluido y en todo momento cordial. Yo
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2008
mismo he presenciado « controversias » entre repentistas de una y otra orilla, naturalmente fuera de Cuba
( en Canarias, que está sirviendo de punto de encuentro neutral), y aunque la controversia en este caso no
fuera asunto meramente literario, sino cierta y real, la cordialidad y el aprecio que se profesan se
sobreponen a las diferencias ideológicas que hay entre ellos. Y es lo cierto que la distancia física entre isla
y continente es cada vez menos obstáculo, y el teléfono y la red hacen milagros. Sirva un ejemplo para
ilustrar este punto: Cuando en enero de 1999 ocurrió la súbita muerte de Francisco Pereira « Chanchito » ,
posiblemente el repentista « en activo » mejor considerado de Cuba, la noticia corrió con igual rapidez en
Cuba que en Miami, y el teléfono hizo posible que la voz de los poetas de Miami pudiera sumarse al día
siguiente a las voces del resto de los poetas de Cuba que se oyeron en el memorable « despedimiento »
que se le hizo en el cementerio de Palos ( Trapero y Díaz 2000). Y me cuentan que la emisora de radio de
Miami « Martí » , que se oye cada vez más en Cuba, ha servido en varias ocasiones de « encuentro virtual »
entre poetas de las dos orillas, organizándose entre ellos pequeñas controversias. Tiene mucha fama en
Cuba, pues se grabó y ahora circula en casetes, la mantenida entre el propio Pablo León, desde Miami, y
Juan Antonio Díaz, desde La Habana, los dos de Pinar del Río, y representantes ambos de las dos
generaciones extremas en edad de repentistas afamados. Y antes, en 1998, se celebró otra controversia
entre dos poetas de la misma generación, Francisco Pereira « Chanchito » , desde Cuba, y Asael Díaz
« Candelita » , desde Miami, que fueron muy amigos antes y que ahora tienen que vivir separados por
causa de las diferencias políticas. Esas diferencias son las que se manifiestan en las décimas que
improvisaron23, de manera muy sutil y poética, eso sí, y que sirven para cerrar esta Comunicación:
Candelita
Pereira, para beber
en el río de tu afecto,
quiero este largo trayecto
con décimas recorrer.
Vuelvo al río de mi ayer
donde el recuerdo se escancia,
y pienso ante la abundancia,
el bullicio y el color,
que no hay refugio mejor
que los ríos de la infancia.
Chanchito
Candela, oyendo lejanos
los acordes del laúd,
pienso que la juventud
se nos fugó entre las manos.
Pese a que en nuestros veranos
ya los soles son difuntos,
somos por ambos asuntos,
que refractan sus espejos,
dos ríos que estando lejos
corren por los mismos puntos.
Candelita
El río por donde anduvo
mi niñez de pescador,
en la poceta interior
23 Tomadas del libro de Asael Díaz 2000: 100- 102.
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del recuerdo se detuvo.
Fue un río que nunca tuvo
un poderoso caudal,
pero fue en hora fatal
de amarguras y de tedio
playa de agua dulce, en medio
de un espejismo rural.
Chanchito
Somos dos ríos iguales,
porque siendo diferentes
usamos los mismos puentes
y los mismos manantiales.
Agua de nubes sociales
nos divide la llanura,
pero cuando la amargura
deje un día de llover
nos volveremos a ver
en la desembocadura.
Candelita
Hace poco recibí
de tu río un agua extraña
y a llorar a la cabaña
de los recuerdos me fui.
La repartieron aquí
los que amasan el desdén,
pues no sé si sabes bien,
tú que no acunas la insidia,
que aquí el río de la envidia
carga basura también.
Chanchito
Ya cuando siento el rumor
del río en ambas orillas,
noto que se ha vuelto astillas
mi vara de pescador.
Hasta el más claro color
se me ha tornado sombrío,
y entre el junco y el macío
amontonan las biajacas
un sueño de calandracas
que se me pudrió en el río.
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