Publicado en Homenaje a Ismael Fernández de la Cuesta ( en prensa, 2008).
VOCES DE TRADICIÓN:
REFLEXIONES ANTE LA FIGURA MITIFICADA DE UN GUSLARI
Maximiano Trapero
Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
Con motivo de las Muestras de poesía oral improvisada que desde hace años vienen celebrándose en
Manacor ( Mallorca), en el mes de marzo del 2004 participó un guslari croata, Mile Krajina, como
representante de los bardos balcánicos. Esa debió ser, muy probablemente, la primera vez que un guslari
actuara en España, y desde luego la primera vez que yo pude ver y oír en vivo a uno de los personajes
más mitificados de la poesía oral de los tiempos modernos. Quiero expresar aquí las reflexiones que
aquella actuación memorable del guslari croata provocaron en mí, en homenaje a mi amigo Ismael
Fernández de la Cuesta, en testimonio de reconocimiento por lo que sus propias reflexiones sobre el
papel del juglar moderno ( cantor de romances, trovero de coplas o improvisador de décimas) han
significado en mi concepción de la transmisión oral, asunto sobre el que Ismael ha escrito brillantes
páginas.
Quizás no sea del todo innecesario decir que guslari es el nombre que reciben los cantores de
poesía épica en varios de los países de la antigua Yugoslavia, procedente del instrumento musical con
que se acompañan, el gusla, una especie de rabel muy adornado que rasguean con un arco. Todas las
tradiciones rapsódicas conocidas se acompañan de algún instrumento de cuerda: la lira griega, la gusla
serbocroata, la balalaika rusa, el kobos tártaro, el lahuta albanés, el rabel o la guitarra española, etc. El
nombre de estos bardos populares tiene en cada lugar una denominación específica, bien sea por el
instrumento que tañen, bien por el tipo de estrofa principal que usan, como los de troveros ( de trovo,
propiamente ' quintilla' en el Levante y sur de España), decimistas o decimeros ( en Canarias e
Hispanoamérica) o bertsolaris ( en el País Vasco), bien por el género musical característico de la tradición
local o regional que representan, como los galeronistas en Venezuela o los guapangueros en México, bien por
la modalidad de canto improvisado característico: repentistas se llaman en Cuba, verseadores en Canarias,
improvisatori o cantastori en la Toscana italiana, payadores en Chile, Argentina y Uruguay, glosadores en las Islas
Baleares, trovadores en Puerto Rico, cantadori en Cerdeña, pusiari en Sicilia, o en muchas partes
simplemente poetas o cantores, etc.
En un mundo predominantemente « letrado » como en el que vivimos en la actualidad, es difícil
concebir la existencia de una « literatura » que no esté escrita y que se reproduzca sin el auxilio de la
escritura. Incluso para nombrarla tenemos que recurrir a una expresión que encierra una especie de
contradicción, pues « literatura » viene de « letra » , lo que está escrito, mientras que lo « oral » se basa en la
palabra viva, en el sonido recién nacido. Así que lo primero que hay que hacer, por encima de esa
contradicción, es proclamar que la literatura « oral » aún existe, que verdaderamente existe, y no como
mero recuerdo del pasado, sino como expresión que nace viva y funcional cada día, cada vez que un
guslari croata, por ejemplo, empieza su cántico, o un repentista cubano improvisa sus versos en una
« canturía » . Sabemos que existió, eso sí, que la literatura oral fue la forma ordinaria de la expresión
artística de épocas remotas, digamos de la Edad Media, y mucho más de la Antigüedad, cuando los
pueblos europeos eran esencialmente iletrados. Pero nos cuesta creer que todavía perviva, y mucho más
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2008
que exista algún tipo de poesía oral que sea creación actual y no mera repetición de una tradición pasada.
Y no sólo la literatura. Existen innumerables manifestaciones de la cultura de los pueblos
europeos que siguen basando su vigencia en la tradición oral: los mitos, los cuentos folclóricos, las
canciones populares, las creencias, la música tradicional... Todo ello forma parte de eso que
denominamos « patrimonio oral » , que ni se ve ni se toca, pero que es tan « patrimonio de la humanidad »
como las catedrales o los cascos antiguos de las ciudades declarados por la UNESCO con ese título. De
ahí que la propia UNESCO haya decidido crear una nueva modalidad de « patrimonio inmaterial e
intangible » , con la declaración de determinadas manifestaciones orales del mundo, entre las cuales
destacan en número las que están basadas en la poesía oral de tipo tradicional.
Tendremos que decir que cada nación, cada pueblo, tiene su propio patrimonio oral, con
características diferenciales. Pero, generalizando, podemos decir que su origen está en Grecia, de donde
nos vienen los aportes esenciales de nuestra cultura occidental. O mejor dicho: que de Grecia son los
primeros testimonios conocidos que han llegado hasta nosotros. Allí vivían unos personajes llamados
aedos ( o rapsodas o bardos) encargados de mantener viva la memoria del pasado mediante sus relatos en
verso. Bien mirado, Homero no fue sino un aedo, el más grande y más universal de todos, y sus poemas
de la Ilíada y de la Odisea, no son sino manifestaciones artísticas, bien que supremas, del tipo de relato
poético que debió existir en la antigüedad. Su papel esencial era el de conservar viva la memoria de
acontecimientos pasados de interés capital para una comunidad, como pudo ser la Guerra de Troya. Y
los aedos vagaban de pueblo en pueblo e iban de palacio en palacio para recordar a los allí reunidos lo que
importaba que siguiera vivo en el conocimiento de la colectividad.
De la misma forma, los aedos y rapsodas eran los que se encargaban de dar noticia de los
acontecimientos nuevos ocurridos en lugares lejanos, de tal manera que tenían también una función
« noticiera » : eran algo así como los « cronistas » de la época. Eso sí, siempre convirtiendo la noticia en
relato poético. Y debe tenerse en cuenta que el « relato poético » garantiza una perdurabilidad en el tiempo
de la memoria colectiva muy superior al de la pura « historia » . Ahí está el caso de Troya: se perdió la
memoria de su ubicación y se llegó a creer que lo narrado por Homero era una pura fabulación. Nada
quedó de la historia, y hasta la geografía olvidó durante siglos cualquier vestigio de un lugar que llevara el
nombre de Troya. Pero la arqueología moderna ha demostrado fehacientemente que el relato homérico
de la Ilíada tiene una base histórica verdadera.
Porque el relato poético se basa en unas estrategias narrativas que se han hecho consustanciales
con el « gusto » del pueblo. Y eso es lo esencial, lo que distingue a esta forma de poesía oral de tipo
tradicional: el « estilo oral » , que es bastante común a todas las manifestaciones locales y nacionales y que
sigue influyendo en la literatura mundial. Por poner un ejemplo: según él mismo ha confesado, Gabriel
García Márquez, para mí el más grande escritor vivo en lengua española, y el de « estilo » más personal e
inconfundible, heredó su forma de narrar de los cuentos y leyendas que de niño le contaban sus abuelos
y de los relatos en verso que oía de los poetas populares de la zona de Valledupar ( Colombia).
¿ Que qué queda de aquello? Pues mucho y poco, según cómo y dónde se mire. Queda muy
poco, casi nada, en los países del centro y del norte de Europa; queda bastante, bien que transformado
en géneros derivados, en España y Portugal, con importantísimas prolongaciones en Iberoamérica; y
queda mucho en los países balcánicos y en Turquía, por ejemplo. Claro es que todas esas tradiciones no
se comportan de la misma forma ni propiamente son de la misma naturaleza, y por eso se puede hablar
de « modalidades » de la poesía oral.
El tipo de poesía oral al que nos referimos aquí constituye lo que llamamos la épica popular, que
no es que sea la modalidad de poesía más antigua que pueda citarse, pero sí la más representativa de las
culturas antiguas. Posiblemente el género más antiguo de poesía oral sea la lírica: el hombre canta para
expresar sus sentimientos, empieza por sí mismo y desde dentro: para cantar un amor gozoso o para
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2008
lamentarse de un amor dolorido, para alegrarse ante una naturaleza hermosa o para lanzar al aire las
quejas de un desaire. Después puede sobrevenir la poesía narrativa, que se encargará de relatar hechos
externos al propio poeta: una batalla famosa, el relato de una conquista amorosa, la muerte desgraciada
de una doncella o el suceso de una catástrofe natural. Y esas dos formas constituyen los dos géneros
principales de la literatura oral: la épica y la lírica, que en su origen fueron esencialmente orales y que se
han trocado, con importantes transformaciones, en los dos géneros también más universales de la
« literatura » actual, ya sin ningún adjetivo: de la literatura que se escribe y que se lee hoy en día: la novela y
la poesía.
Lo que sí se puede decir es que, en el campo de la literatura oral, la épica, que era el género
antiguo por excelencia, ha ido paulatinamente decreciendo en intensidad « épica » y en dimensiones
narrativas, mientras que, al revés, la lírica ha ido creciendo y ocupando espacios hasta convertirse en el
género poético predominante de la oralidad actual. Hoy es posible citar muchos países en los que la
épica antigua ha desaparecido por completo, mientras que sería imposible citar un solo país en el que no
exista una nutrida tradición poética de carácter lírico: los pueblos siguen cantando colectivamente a las
cosas que siempre ocuparon los ámbitos de su vida, tanto material como, sobre todo, espiritual y
afectiva. Y a esas dos modalidades poéticas principales, que son esencialmente « tradicionales » , es decir,
« memoriales » , basadas en la « recreación » de unas mismas fábulas o motivos poéticos que se reactualizan
cada vez que un cantor recita o canta sus versos, hay que añadir una tercera modalidad de poesía oral,
que es la poesía improvisada, ésta más desconocida aún y menos estudiada que las dos anteriores.
En general, hay que decir que la literatura oral constituye « la cenicienta » , la hermana pobre de los
estudios humanísticos, y más concretamente de los estudios literarios y filológicos. Son contadísimas las
Universidades en las que existe una Cátedra de literatura oral, y las investigaciones que hay sobre ella las
han hecho generalmente personas ajenas a la Universidad, o en todo caso profesores e investigadores
universitarios pero en horas ajenas a su dedicación universitaria. De ahí que, al menos en el ámbito de los
países hispánicos, y creo que también en el de otros muchos ámbitos geográficos, un Licenciado en
Literatura o en Filología acabe su carrera sin haber oído hablar nunca de la literatura oral de su propio
país. Por lo tanto, en mi caso, cuando hablo de ello a mis alumnos o en conferencias divulgativas, he de
empezar no por explicar sus características, sino por proclamar el hecho mismo de su existencia. ¿ Pero
de verdad existe todavía la poesía oral? ¿ Se practica todavía la improvisación? ¿ Pero es que todavía
existen poetas que improvisan en verso?
Obviamente no conozco el panorama general de lo que ocurre en este sentido en todo el
mundo, ni siquiera en nuestro mundo occidental. Pero lo que sí puedo decir es que cada vez que asisto a
un Congreso o Festival de este tipo de poesía oral, sea en Europa o en América, hemos de empezar
todos confesando nuestra ignorancia, diciendo el desconocimiento que teníamos hasta ese mismo
momento de la tradiciones poéticas orales del lugar en que se celebra ese Congreso o Festival. Pero una
buena nueva hay en todo esto: y es que, al menos, han empezado a celebrarse Congresos y Festivales. Y
este es un hecho recientísimo, de apenas 10 ó 15 años. Yo organicé un Congreso Internacional sobre
Poesía Improvisada en 1992, en mi Universidad de Las Palmas de Gran Canaria ( en las Islas Canarias),
con presencia de varias manifestaciones españolas e hispanoamericanas; de él se hicieron las Actas
correspondientes, y esas actas se tienen como las primeras que existen, al menos en el ámbito de la
cultura iberoamericana, que muestren un panorama mínimamente representativo de todo ese mundo.
Pero también debo decir que en estos 10 ó 15 últimos años las convocatorias de encuentros científicos
de estudiosos de la oralidad y de festivales de poetas improvisadores se han hecho cada vez más
numerosas, acá y allá, en Europa y en América, y existe ya una especie de « movimiento » internacional en
favor de la poesía oral, y más concretamente de la poesía oral improvisada.
Como antes apunté, los estudiosos de este tipo de poesía son pocos y actúan muy aisladamente,
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2008
de tal forma que nos conocemos sobre todo a través de las reseñas bibliográficas, más que del
conocimiento directo a través de Congresos o Reuniones científicas. De ahí que las investigaciones que
se han llevado a cabo hasta ahora lo son fundamentalmente de alcance local o nacional. Quiero decir que
hasta ahora las tradiciones poéticas se han estudiado dentro de sus propios y estrictos límites: en España
se ha estudiado mucho el caso del romancero, en Hispanoamérica el caso de la décima, me imagino que en
los países balcánicos el caso de la poesía de los guslaris, etc., pero sabemos muy poco los unos de los
otros y apenas sabemos nada de las poesías « nacionales » de tipo tradicional ajenas a las nuestras propias.
Y esta es una carencia muy grande, pues es del todo cierto que todas ellas forman un tronco común con
características en todo semejantes. Y en esto es también cierto lo que se dice de tantas otras cosas de la
vida: « conócete mejor a ti mismo conociendo a los demás » .
Ese conocimiento general de la poesía popular de los pueblos pondría un punto de « relatividad »
muy necesario en nuestras investigaciones. Cuando estudiamos una tradición poética local o analizamos
una canción particular creemos estar ante ejemplares únicos, y elevamos el tono de nuestra
consideración por encima de lo que es razonable, poniendo muchas veces el acento en esa « rareza » y
« unicidad » . Los valores de la poesía tradicional son muchos y muy variados, por supuesto, y entre ellos
están los de su antigüedad, los de su tradicionalidad, los de pertenecer a toda una colectividad y no a un
solo autor o cantor, pero no tanto los de ser ejemplares « únicos » . Lo cierto es que cada vez que
conocemos más y más tradiciones ajenas nos damos cuenta de que todas ellas forman parte de una muy
similar tradición universal. Cuando yo asistí en 1999 a un Festival de Poesía Improvisada en Sicilia, y por
vez primera vi las formas de improvisación de lugares como Cerdeña, Sicilia, Toscana, Malta o Líbano,
comprendí que todas ellas participaban de más elementos comunes que diferenciales. Y lo mismo me
ocurrió en épocas anteriores, cuando empecé a conocer las diversas formas de improvisación poética de
Iberoamérica, y antes de las de España, etc. Así que yo creo que las investigaciones actuales y futuras
sobre la poesía oral y tradicional deberían empezar a poner su interés en los aspectos generales de esa
clase de poesía, con puntos de vista comparativos. Ello daría nueva luz a los estudios de poesía oral.
En España y, por extensión, en Hispanoamérica, y podría decirse que en todo el mundo
Iberoamericano, pues en esto España y Portugal forman una misma unidad, existe un género de poesía
popular de tipo tradicional muy característica que llamamos Romancero y que tiene sus raíces en los
Cantares de Gesta medievales. Es el género paralelo a la balada europea. Sólo que el Romancero sigue vivo,
mientras que las muestras auténticas y tradicionales de la balada son ya escasísimas en toda Europa. Los
romances españoles son auténtica poesía épica, solo que de dimensiones breves, poemas cortos, de entre
60 y 100 versos, pero en los que se contiene verdadera poesía narrativa. Y son cientos y cientos los
romances, que se transmiten en miles y miles de versiones diferentes. Y ese « patrimonio oral » , bien que
con muchos matices que habría que hacer, sigue vivo en toda España y Portugal y en toda Iberoamérica,
y en las dos lenguas español y portugués. Más aún, también en las otras lenguas de España: en catalán, en
gallego y en vasco. Se trata, por tanto, de un patrimonio « panhispánico » o « panibérico » . Yo mismo he
podido recoger y publicar los repertorios romancísticos de lugares tan distantes entre sí como Castilla, las
Islas Canarias, Cuba y la isla de Chiloé, en el sur de Chile, ya en la zona austral. Lugares que pueden
representar los territorios más extremos del inmenso « continente » en que se habla el español. Y todos
esos romances han sido recogidos de la tradición oral más reciente, en las dos últimas décadas del siglo
XX. Y ese repertorio romancístico representa un auténtico « ideario » mítico y legendario, pero también
histórico y moral, y también religioso, de los pueblos de lengua y de cultura española y portuguesa.
Eso en cuanto al Romancero, que es un género de poesía « memorial » , bien estudiado y conocido,
pues contamos con una larga tradición de investigaciones en ese campo, y además por personalidades
muy relevantes dentro de la filología española, europea y americana, estando a la cabeza de todos don
Ramón Menéndez Pidal, el verdadero creador de la moderna filología española. Pero luego está el otro
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2008
género de la poesía oral improvisada y de éste ya son pocos los estudios que se han hecho. Y no porque su
interés sea menor. Se conoce la existencia de algunas tradiciones de improvisación poética que han
trascendido las esferas meramente locales, como la que existe en Argentina, con los famosos payadores
( que tienen un libro representativo, el Martín Fierro), o la que hay en el País Vasco, con los no menos
famosos bertsolaris, que improvisan en su lengua autóctona, el vasco. Pero se desconoce casi
generalmente lo que ocurre en toda Iberoamérica, en países como Chile, Brasil, Venezuela, Puerto Rico,
Cuba o México. Y lo que allí está ocurriendo en este campo de la poesía oral improvisada es de
verdadero asombro. Un fenómeno social y cultural y poético de importancia extraordinaria. Dudo que
exista hoy en el mundo una manifestación cultural de tipo popular de las dimensiones de la
improvisación poética que se practica en la actualidad en Iberoamérica. Ya a finales del siglo XIX, el gran
poeta y patriota cubano José Martí dejó dicho esto: « ¡ A qué leer hoy en griego a Homero si cientos de
Homeros andan sueltos, con la guitarra al hombro, por todos los campos de Hispanoamérica! » . Y eso es
verdad.
El conocimiento que yo tenía sobre las tradiciones poéticas populares de los pueblos balcánicos
lo era sólo de tipo bibliográfico. Nadie que se dedique al estudio de la poesía oral puede ignorar la
existencia de la tradición balcánica, pues se ha convertido en punto de referencia inexcusable, en la más
comentada en los libros, lo que no quiere decir necesariamente la mejor « conocida » . Yo, por ejemplo, no
había tenido ocasión de ver a un auténtico guslari ni de oír sus cantos, ni siquiera en grabaciones, hasta el
mes de marzo del 2004, con motivo del Encuentro de este tipo celebrado en Manacor ( Mallorca). Y sin
embargo, los guslaris servios y croatas, o más propiamente « sudbalcánicos » , se habían convertido para mí
en los personajes más legendarios de la poesía oral que se practica hoy en el mundo. Y ello porque sus
cantos épicos fueron puestos como modelo de pervivencia de la poesía homérica; mejor dicho, como
ejemplo de los mecanismos creativos caracterizadores de la poesía homérica.
Los estudios que los norteamericanos Milman Parry y Albert B. Lord iniciaron en la primera
mitad del siglo XX sobre la poesía de los guslaris servios y croatas sirvieron para demostrar que la Ilíada es
también un canto « tradicional » , con contenidos y formas poéticas que transcienden con mucho a un
autor individual. Es posible que Homero fuera el « autor » de la versión de la Ilíada que conocemos, pero
ésa « su » Ilíada ni es « toda » ella de Homero ni « es » toda la Ilíada. Es decir, Homero, como los modernos
guslaris croatas o como los modernos cantores de romances españoles, por ejemplo, no fue sino un
« recreador » de una « fábula » que existía con anterioridad ( la Guerra de Troya, ocurrida al menos cuatro
siglos antes de que Homero viviera), que « vivía » en la tradición oral, y que él le dio la « forma » que tiene
en la versión que conocemos. La Ilíada de Homero no es, pues, más que una « versión » de la verdadera e
hipotética Ilíada anterior. Ni siquiera él le dio el título por el que ahora la conocemos. Solamente por este
hecho, los guslaris y la poesía popular de carácter épico de los Balcanes merecería la máxima atención.
Pero más cuando constatamos que este tipo de poesía rapsódica, con sus enormes dimensiones y
características ejemplares, puede ser considerado como el último testimonio vivo del modelo más arcaico
de poesía que conocemos en Europa.
Así que cuando supe de la participación de un guslari croata en la Mostra de poesía improvisada
de Manacor del año 2004, no quise perdérmela. Nunca había tenido una oportunidad tan « cercana » ( a
más de 3.000 kms., desde Canarias a Mallorca). Al guslar croata Mile Krajina le acompañaba una
representación de mucho nivel: el Embajador de Croacia en España, Sr. Filip Vucak, la Secretaria de la
Embajada, Sra. Martina Goldoni, y la Consejera del Ministerio de Asuntos Exteriores de Croacia, Tuga
Tarle, que fue realmente quien primero contactó con el guslari y quien lo presentó, a la vez que fue la
encargada de traducir al español los cantos de Mile Krajina en sus varias actuaciones en Manacor. Es
decir, que incluso desde el punto de vista « oficial » , estuvo muy bien arropada la presencia de la poesía
rapsódica de Croacia en la Muestra de Mallorca.
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2008
Obviamente, al no saber la lengua croata, yo no puedo valorar en sus justos términos el arte de
Mile Krajina, ni siquiera puedo decir si el guslari Mile Krajina es el fiel representante de los guslaris croatas
y balcánicos. Lo que sí puedo decir es que su figura y su manera de cantar me impresionaron. La figura
de Mile Krajina es realmente impresionante: alto, fuerte, cabeza alta y cuerpo erguido, de porte
distinguido, con una mirada inteligente que demuestra clarividencia; vestido a la usanza de los guslaris
antiguos, con un traje tan llamativo y tan hermoso, con casaca roja, cargada de una botonadura de plata.
Todo en él desprendía autoridad y dignidad, con sus 82 años. Pero no sólo me impresionó su figura:
ante el arte de Mile Krajina yo me sentí ante un « patrimonio de la humanidad » viviente. Viendo a Mile
Krajina actuar en el Teatro Municipal de Manacor y oyéndole cantar sus versos, aun sin entenderlos, con
el rasgueo monótono de su guslar, comprendí el sentido de la verdadera « tradición » . Porque mi
admiración por el arte de Mile Krajina no se quedaba sólo en la voz y en el estilo particulares de este
hombre singular, sino que se generalizaba en un arte « colectivo » , de toda una especie de poetas llamados
rapsodas o juglares o guslaris; en un tipo de poesía que no nace del exclusivo genio individual de cada
uno de esos poetas, sino de una « tradición » compartida y « hecha » por una legión de voces sucecidas en
un tiempo secular y milenario: una poesía que es también « herencia » .
A través de los versos de Mile Krajina oía también las voces de los anónimos juglares medievales
españoles que cantaron por las mismas tierras en que yo nací las hazañas de un héroe llamado El Cid
Campeador que luchó por la reconquista de las tierras de España de la invasión de los musulmanes; y me
figuraba estar « reoyendo » las voces de las cientos de personas, hombres y mujeres, que con anterioridad
me habían cantado a mí sus romances, algunas incluso acompañadas de un instrumento musical en todo
parecido al guslar que tocaba Mile Krajina, llamado rabel, de origen árabe; y me pareció que los versos
« divinos » atribuidos a Homero, escritos ahora como están, hubieran tenido una dimensión más humana
de habérselos oído en vivo. Así de distintos percibimos los registros escritos de los orales. Oyendo y
viendo a Mile Krajina comprendí que el aedo Homero, el juglar anónimo del Cid, mis romanceadores
españoles añorados y el guslari Mile Krajina no eran sino eslabones de una larga cadena llamada « cultura
oral » , sucedida en un tiempo muy largo y extendida por una geografía con menos fronteras que las que
existen ahora. No entendí lo que decían los versos de Mile Krajina, pero los comprendí por entero. Y
recordé lo que una vez oí de un payador argentino: « Cuando un juglar canta, un pueblo entero habla por
su boca » .
Pero los cambios sociales y culturales tan radicales de los tiempos modernos que han hecho
desaparecer tradiciones venerables y seculares, amenazan también la tradición de la poesía épica de
Croacia y de los Balcanes. Y la poesía de los guslaris está en estos momentos en peligro cierto de
desaparición: deben ser contadísimos los rapsodas vivos y « en ejercicio » . Por tanto, yo rogaría a las
autoridades croatas que hicieran el máximo esfuerzo por mantener esa tradición. Deberían alentar un
proyecto de investigación que pudiera recuperar el repertorio poético completo de Mile Krajina y de los
otros guslaris que como él existan en Croacia. Que ese repertorio se grabara en todas las formas posibles
de conservación, y que sirviera de fuente a los estudios que deberían hacerse desde una perspectiva
multidisciplinar. Ese proyecto haría un gran servicio no sólo a Croacia, sino a toda Europa y a todo el
mundo. El arte de Mile Krajina, como el de los otros guslaris, no interesa solo a Croacia, sino a toda
Europa, porque propiamente no es solo de Croacia sino herencia y testimonio de una cultura
paneuropea. El arte de Mile Krajina es, sin más, un « patrimonio de la humanidad » .
© Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2008