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Publicado en El Romancero de La Gomera y el Romancero General a comienzos del tercer milenio ( ed. Maximiano Trapero). San Sebastián de La Gomera: Cabildo de La Gomera, 2003: 365- 380. CONCLUSIONES DEL COLOQUIO INTERNACIONAL SOBRE EL ROMANCERO DE LA GOMERA Mesa Redonda Final MAXIMIANO TRAPERO Al celebrar esta última Mesa Redonda, tenemos el propósito de que todos puedan manifestar sus impresiones sobre el romancero de La Gomera y todos los elementos que le son afines. Sé que las experiencias vividas por todos ustedes en estos días han enriquecido mucho el conocimiento que tenían sobre La Gomera y su romancero, y no sería de extrañar que en algunos casos hubieran cambiado determinados puntos de vista previos. Aparte las ponencias y las mesas redondas celebradas en este mismo salón de actos del Cabildo, ha habido dos actividades « externas » que han podido marcar el rumbo de este Coloquio: primero la convivencia que tuvimos el pasado día 22 con los romanceadores de la isla en la ermita de San Isidro en Epina, y después la experiencia extraordinaria de la fiesta y procesión de la Virgen del Carmen en el barrio de El Carmen de Vallehermoso. Cedo, pues, la palabra primero a los autores de las ponencias y después a todos los que quieran manifestar su opinión sobre el objeto que aquí nos ha reunido. MIGUEL MANZANO Esto que voy a decir es lo que pienso del romancero de La Gomera y de su baile del tambor a partir del conocimiento y de la experiencia vivida por mí en estos días aquí, que enriquece mucho lo que solo intuía o de lo que solamente había leído en libros y me tenía que figurar. Esta ya es otra visión que enriquece, y ese enriquecimiento se puede expresar no sólo en una emoción sino en unos términos que se aproximen en lo posible a lo objetivo, a lo científico o como queráis llamarlo. Lo resumo en tres o cuatro puntos. El primero es la singularidad de los elementos musicales de los que tenía noticia por el trabajo de Lothar Siemens, pero aquí me he convencido al cien por cien de ella, de esa singularidad, de un ritmo en el que se sobreponen diferentes distribuciones de un tiempo, lo que llamamos polirritmo simultáneo, tanto en la melodía, en la que hay un persistente ritmo de pulso ternario que se agrupa de diferentes maneras, una de ellas irregular en el contexto, como en los demás elementos acompañantes; es decir, el tambor, que al oído también da una doble percepción y una doble lectura: se pueden entender los toques del tambor agrupados en tres o agrupados en dos; luego el de las chácaras, en las cuales yo he percibido esa alternancia entre el ritmo tranquilo, ternario simple, de golpes de tres, que acompaña al que recita el romance y esa segunda parte en la cual las manos van para arriba y se agitan, y se hace esa especie de jaleo rítmico para acompañar el responder, el pie del romance. Eso vivido desde dentro, con la posibilidad de tomar las chácaras en la mano para intentar empezar a practicar algo, que si uno quiere lo puede hacer después, para mí ha sido definitivo, definitorio en la forma de entenderlo. Y queda el otro aspecto de la melodía, con ese tipo invariante lleno de variantes sobre el cual yo tengo que empezar a escuchar todo lo que me llevo de aquí para entenderlo mejor y poder contribuir a la aclaración de lo que es este fenómeno de un tipo melódico: un solo invento multiplicado por muchos, que lo estamos oyendo en cada uno de © Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2008 los intérpretes, en los cuales la línea melódica es muy parecida en todos, pero nunca igual. Y también experiencia nueva para mí ha sido el canto de los responderes, que tarda un ratito en unificarse, porque al principio pasa de una especie de algarabía, en el sentido bonito de la palabra de que cada uno intenta llegar a lo que le canta el romanceador, hasta que ya se queda más estabilizado para darle el cauce a que siga. Eso en cuanto al aspecto de los elementos musicales. En cuanto a la singularidad del contexto, es una celebración ritual, de las que quedan muy pocas que sean auténticas y que pervivan sin interrupción. En la Península cada vez son menos, dependiendo de los sitios. En la tierra en que yo vivo ( Castilla y León) el empobrecimiento de estas manifestaciones es grandísimo y el inconveniente que tenemos es que las que se van restaurando tienen una intervención refolclorizadora que muchas veces les quita autenticidad musical, lo mismo que del contexto, que se artificializa de alguna manera. Aquí en La Gomera no hay nada de eso, aquí no ha habido interrupciones. Yo creo que la funcionalidad de todos los elementos del baile del tambor, la intervención de todos, la participación de los asistentes, pues está viva y sin transformación, quizás con un crecimiento actual de participación, sí, porque ahora el acceso es más fácil de unos valles a otros, y si sigue extendiéndose su fama a lo mejor puede convertirse en un espectáculo, en donde la gente venga como simple espectador. Ese es el peligro que corren las manifestaciones grandes. Yo pienso en un rito de mi tierra de Zamora, la Semana Santa, que ya tiene más de espectáculo turístico, aunque no ha perdido su función y su sinceridad, pero crece de una manera artificiosa, en cuanto que en Zamora se inventan hoy procesiones del siglo XV, lo cual no deja de ser contradictorio, y luego los miles y miles de turistas que van, van a otra cosa, aunque respeten en cierto modo lo que allí se celebra. Aquí en La Gomera no hay nada de eso. Donde hemos estado ayer, en la procesión de la Virgen del Carmen, en el barranco de Vallehermoso, envueltos en aquel ambiente natural y espontáneo, para mí es algo que hay que destacar. Y por último, la singularidad de la pervivencia de este fenómeno. Yo lo veo, por este mismo hecho que digo, muy singular, muy asegurada, aunque a veces he oído cierta reticencia en cuanto a que estos jóvenes que ayer escuchábamos y veíamos podrían introducir algunos elementos nuevos, ajenos a la tradición. Yo creo que ellos toman melodías de atrás, es lo que a mí me ha parecido, aunque las cantan de una manera más simple, más elemental; de todos modos, mientras sea la voz sola yo creo que no corre mucho peligro, otra cosa sería que alguien cogiera una guitarra, porque esto no se puede guitarrear en ningún modo, pero una melodía sola y con este ámbito tan reducido me parece a mí que es la salvación del mismo hecho musical. Así que mi propósito personal es el de contribuir al conocimiento, al aclaramiento de este fenómeno, para mí y para los demás, de este fenómeno tan singular; y la invitación a que la gente reflexione sobre esto, porque nos puede aclarar mucho, muchísimo, sobre la pervivencia de la música tradicional y la forma en que se ha ido transformando en los cinco últimos siglos. MICHELLE DEBAX Sólo dos palabras para decir el gran acontecimiento para mí que fue oír y ver lo que hemos oído y visto aquí y agradecer una vez más al Cabildo de La Gomera y a Max Trapero el habernos permitido compartir esta experiencia. Sobre todo a mí, que soy extranjera, pero yo creo que ha sido para todos una ocasión muy singular y muy entrañable. De mi experiencia personal he sacado que hay cosas que debo revisar respecto a lo que sabía sobre el romancero de La Gomera y que yo misma dije en mi ponencia, y es sobre la forma de transmisión de los romances. Lo que nos ha llamado la atención es que, como ha dicho Miguel Manzano, tardamos un poco todos en identificar el pie del romance, y que es muy difícil entender la letra del romance, captar esa letra, a no ser que peguemos mucho el oído al romanceador, y a veces ni © Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2008 siquiera. Puede ser por culpa mía, pero he visto que mis compañeros que tienen más experiencia que yo tampoco lo identificaban. De modo que el problema que me planteo es cómo los romanceadores que sacan un texto lo han aprendido, cómo lo aprenden otros, de dónde, por qué canal. Yo no creo que sea en el acto mismo del baile cuando se pueda memorizar, por lo menos el texto. Otra aclaración que quiero hacer. Lo que dije el otro día era sobre la base de la edición los textos editados por Max, o sea que el análisis es más bien de textos, lo que en este caso de La Gomera, más que en otros sitios, es una cierta mutilación, porque es verdad que hay que tomar en cuenta todo el contexto, el baile, la música, la gente... Aquí mucho más importante que en otros lugares. Pero también hemos visto que puede que haya otras vías de transmisión de los romances, más acordes con lo que ocurre en la Península, por las mujeres, o recitados por los abuelos, hablan más de abuelos que de abuelas. La experiencia vivida aquí me ha planteado nuevos interrogantes, ya digo que me replanteo algunas cosas y no lo veo tan claro como lo veía antes. Es normal que lo escrito siempre fija las cosas y cuando se ven en vivo... se ven cosas nuevas, o se ven de otra forma. Pero quiero insistir en que los dos actos vividos ayer y antesdeayer, el de la procesión del Carmen y la convivencia con los romanceadores de La Gomera, fueron dos cosas muy interesantes, una experiencia extraordinaria. FLOR SALAZAR Como suele decirse, una golondrina no hace verano, lo que quiero decir es que después de haber visto ayer el acto tan maravilloso de la procesión del Carmen, pues lo que quiero es ver más y más. Ahora, si sólo hubiera visto ese acto, desde el punto de vista estrictamente del romancero tradicional, de los textos, yo no hubiera podido reconocer quizás ni siquiera que estaban cantando romances. Porque lo que ocurrió después de la procesión, que los jóvenes de aquel grupo folclórico se pusieran a cantar romances en la plaza delante de un micrófono y sobre un escenario no debe ser muy tradicional y desde luego no fue el acto principal. Tengo la cabeza llena de impresiones y todavía no he tenido tiempo suficiente para poner orden en lo que quiero decir. Respecto a los textos romancísticos y a su transmisión, que es lo que me parece a mí más importante, desde nuestro punto de vista o desde mi punto de vista personal, el acto de ayer fue muy esclarecedor, fue emocionante, y desde luego, Max, nunca te agradeceremos lo suficiente el que nos hayas permitido y hayas querido compartir con todos nosotros lo que tú habías hecho, y lo mismo al Cabildo Insular de La Gomera. Pero para mí fue muchísimo más iluminador el acto de convivencia con los romanceadores del día anterior, pues pudimos preguntarles, pudimos hablar con ellos, escuchamos los romances tal y como los hacían antes, me parece. Yo veo dos cosas. Creo que la persistencia del romancero en La Gomera está asegurada porque hay una larga tradición. Yo he interrogado a las mujeres, sobre todo me interesaba mucho saber por qué parecía como si sólo los hombres supieran romances en La Gomera, aunque ya Max había dicho que había también grandes romanceadoras mujeres, pero parecía que la línea de transmisión era más bien masculina. He podido comprobar que no, que la línea de transmisión es doble; lo que sí es extraordinario en La Gomera es el número de hombres que saben romances, pero no sólo son ellos. Incluso me llegaron a decir que antes las bisabuelas y las abuelas eran las que cantaban los romances, pero que los usaban en la intimidad, para cantarlos a los niños, en las faenas domésticas, etc. También me dijeron que el romancero se cantaba en la pesca, en la segada, etc. Por tanto, la pervivencia es obvia. Lo que sí veo es una transformación y una evolución muy interesantes, muy peculiares, y no tan específicas de La Gomera, porque en otros sitios está pasando algo semejante, y es que la manera de transmitirlo ahora es una folclorización de segundo grado, porque se lo transmiten por escrito para cantarlo. Yo entrevisté a una chiquilla que se sabía una Delgadina maravillosa, que la había recibido de un señor que la había recibido de sus abuelos, pero la había escrito y luego se la había aprendido; luego © Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2008 ahora hay otro paso de la oralidad a la escritura y de la escritura a la oralidad. Ello tiene el peligro de la « lexicalización » de las baladas al entrar en escena la escritura. Es posible que se fijen esos textos, y si el uso es solamente en el baile del tambor puede también haber una estratificación, pero eso es sólo una posibilidad. Vamos a ver lo que va a pasar, porque esto es una impresión, deducible de una conversación. También hablé con el famoso Jonathan y con el famoso Isidro, hablé con los dos, y de ello deduje que, efectivamente, no sé si en la música ocurre lo mismo, puede que no, pero desde luego en los textos sí que hay una especie de refolclorización. De hecho, cuando hablé con una señora, le dije « ¿ Usted me puede cantar, que me ha dicho Jonathan que usted tiene muchos romances? » , y me dijo « Espere, que ahora me toca actuar a mí y después de mi actuación yo le voy a cantar » . « Después de mi actuación » , es decir, que no cantan los romances para sí mismos, sino que se ha convertido en una manera de exponerse en público, cosa que es una nueva manera de ser, y no decimos que sea buena o mala, yo no juzgo en ese sentido, sino que me parece que es lo que está sucediendo, y entonces vamos a esperar a ver cómo evoluciona el romancero de La Gomera. Afortunadamente ya Max recogió una muestra suficiente del romancero gomero tal como ha vivido en la más natural tradición. Porque yo creo que está empezando una nueva etapa del funcionamiento del romancero de La Gomera, con la aparición de esos grupos que introducen tantas novedades. Isidro Ortiz podrá darnos su opinión a este respecto, porque él formó el grupo de Los Magos de Chipude, y ellos crearon un modo de cantar los romances, mejor dicho, cantan los romances al estilo tradicional de La Gomera, y han difundido un estilo que muchos tratan de imitar, pero otros no, con ese prurito de ser distintos, pero en el folclore las novedades hay que hacerlas con mucha inteligencia y mucho respeto a la tradición. Los Magos de Chipude y el Grupo de Hermigua han hecho una cosa muy buena, que es formarse en grupos folclóricos para celebrar su romancero, mejor para su baile del tambor, porque según lo que vi ayer pienso que, en este caso, el romancero es una adición del baile, que el romancero de La Gomera cumple una función muy especifica, y que realmente, como ha dicho Michelle, cuando extraemos los textos de los romances los estamos de alguna manera falseando, porque los textos en el baile del tambor creo que son otra cosa, son una maravilla, pero es todo el baile del tambor el que en sí mismo tiene una unidad, y cuando los cantan en ese contexto adquieren una dimensión muy distinta, aunque sea muy difícil entender el texto. Mi conclusión, para no seguir hablando tanto, es que el baile del tambor va a mantener el romancero por mucho tiempo. El otro romancero, el que vive entre la gente de manera común y corriente, como en el resto del mundo panhispánico, el romancero doméstico, el romancero que se canta para acompañar a las faenas domésticas o del campo, el que se canta en solitario o en compañía cuando se reúnen los amigos, es decir, el romancero que se canta para disfrutarlo también tiene asegurada su pervivencia. Ahora, el peligro que yo veo es esta nueva transmisión en que los jóvenes quieren tener muchos romances es que los aprenden desde versiones escritas, y eso puede « lexicalizar » la tradición. Y acabo como empecé, dando las gracias al Cabildo y a ti, Max. Muchísimas gracias. ISMAEL FERNÁNDEZ DE LA CUESTA Mi intervención en este Coloquio Internacional del Romancero se apuntaba en el Encuentro- Festival de la Décima de hace tres años en Las Palmas, cuando yo disertaba sobre la luz que proyectan hacia el pasado los decimistas ( Fernández de la Cuesta 2000), sobre la poesía y la canción antigua y sobre todo la canción medieval; una luz enorme, porque no sabemos casi nada de los aspectos esenciales de cómo se realizaban los poemas, las canciones, sólo tenemos pequeños indicios en los manuscritos, pero nos falta casi todo, nos falta la voz, falta el sonido, porque se fue al aire. Pero ahora delante del romancero de La Gomera tenemos ese aire y podemos examinar las canciones en presencia. A mí me parece que es fundamental. Yo veo aquí en este asunto tres aspectos. Uno, los aspectos extratextuales o extraliterarios, en el © Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2008 sentido de que la música se coloca justamente en los aspectos extratextuales, extraliterarios. Dos, que además del aspecto musical hay otros aspectos de representación en la danza, la importancia de lo gestual y lo sonoro. Y tres, el aspecto colectivo de la fiesta, que se da en el baile, entre los tocadores y entre el público que canta los estribillos. Yo mismo y muchos de nosotros ayer nos sumamos a la procesión cantando el estribillo de cada romance, daba igual lo que se cantase, pero es una manera extraordinaria de participar en la fiesta, que se pone por encima del aspecto literario. En el aspecto musical tengo que decir varias cosas, en la misma línea de Miguel Manzano. Y es que de una melodía sencilla, simple, de un mero recitativo puede pasarse a algo muchísimo más importante, y es que el cantor, el romanceador de La Gomera se convierte en líder, en protagonista, y se quiere distinguir de los demás. Hay quien canta para que no se le entienda mucho e intenta diferenciar su música de los demás. Eso es una constante desde la antigüedad. Es decir, cuando la música se transmite por tradición oral el maestro transmite y el discípulo lo recibe con total fidelidad, pero cuando el discípulo se convierte en maestro entonces él mismo va a afirmar su personalidad distinguiéndose de su maestro. Así se han producido grandes repertorios, al menos del canto gregoriano. Hay un efecto, que lo ha dicho muy bien Miguel Manzano, que es el efecto asimilador, que cuando dos cantan un mismo pie de romance cada uno canta naturalmente su propia melodía, una misma melodía pero hecha de variantes, y entonces se producen dos efectos: que en un principio parece un galimatías, aquello parece el arca de Noé, pero poco a poco van asimilándose hasta llegar a una forma común. Ese efecto asimilador me parece destacable. Y otro aspecto es el del aprendizaje, que no ha cambiado mucho con lo que pasaba en la antigüedad. En la antigüedad había unas escuelas de aprendizaje y después se hacían exhibiciones publicas para confirmar lo que se ha aprendido en las escuelas monásticas o catedralicias. Pues aquí ocurre algo similar, en el sentido de que cuando se canta en la exhibición pública se confirma lo que se ha aprendido. Y el aprendizaje del maestro al discípulo se aplica también en los instrumentos musicales. En la antigüedad, el maestro de órgano, el maestro de vihuela o de cualquier instrumento tenía al discípulo a su lado y le enseñaba su técnica, a veces no le enseñaba todo, no fuera que el alumno llegara a ser más que él. Hay un dato histórico muy interesante que podemos recordar aquí: cuando Hernando de Cabezón, hijo del famoso Antonio de Cabezón, recoge en un libro la obra de su padre, en la introducción dice: « Yo he recogido de mi padre las migajas que caían de la mesa » . Y eso es lo que nosotros estamos haciendo cuando transcribimos un romance, tanto en la escritura del texto literario como de la música en una partitura, que le falta lo más importante: la vida de ese romance, el sonido que hacía que existiera. Yo también quiero dar las gracias a los organizadores de este Coloquio por la oportunidad magnífica que nos han proporcionado de conocer este mundo en vivo. Muchas gracias. ISIDRO ORTIZ Quiero hacer aquí referencia a algo que han dicho Flor Salazar e Ismael. Flor Salazar sacó a relucir aquí la poca participación que ve en las mujeres en el romance de La Gomera. Detallarlo lleva tiempo y hay muchas cosas que decir. Yo tengo que decir aquí que el romance en La Gomera vivió sobre todo en la meseta de la isla, en la parte central, esto creo que lo apunté aquí el otro día. Desde los pueblos costeros se veía el romance como cosa de magos, de campesinos, como cosa de poco valor, como cosa de despreciar. En los pueblos de la costa vivía la gente fina. Las mujeres no se involucraban en el lenguaje silbado porque era una cosa de aborígenes, de atrasados. Y con el tambor pasaba exactamente lo mismo. En La Gomera, el tajaraste o baile del tambor se ha tomado en cuenta desde los pueblos costeros desde muy poco tiempo a esta parte, desde que se ha observado que esto, como © Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2008 vehículo cultural, tiene una importancia tremenda. Entonces sí que desde los pueblos de abajo, pues se ha subido a la meseta a las fiestas, a introducirse en los bailes, para luego, más tarde, como así ha sucedido, llevárselo al pueblo costero y hacerlo propio suyo, para empezar a encontrarlo. En La Gomera lo usaban no solamente las mujeres del campo, porque esto del campo era. Y otra cosa: el arrinconamiento que tuvo el romance a lo largo de unos años, producido por la emigración y la prohibición, esto también surtió gran efecto entre las mujeres. Y Maximiano Trapero ha mencionado a Dña. Esperanza Conrado, ya murió, que en paz descanse; ésta era una de las mujeres que quedaban en La Gomera, que aún viviendo en un pueblo ella procedía de la parte alta de Agulo, y aún viviendo en Agulo fue siempre la líder mientras vivió del romance, y donde quiera que se paraba lo entendía. Miren, del grupo más viejo que hay en La Gomera, así podíamos decir de Los Magos de Chipude, bueno está también los Coros y Danzas de Hermigua, pero como grupo fue posterior a Los Magos de Chipude, de la gente que empezaron con el grupo solamente quedamos dos: Ruperto Barrera y yo; toda la demás gente que ustedes vieron ayer tarde participando en la procesión del Carmen, la mayor parte de esas gentes se han formado a la sombra y al soco de Domingo Niebla, que ya en el disco que grabamos aparecen cada uno con su repertorio ( Salvador Hernández, Antonio Ortiz mi padre, Pancho Cruz, Ruperto Barrera, Cándido Dorta, etc.), esta gente ha continuado la tradición de una cosa que me alegra mucho porque veo que la siembra ha florecido y va caminando. Ahora, Flor Salazar ha apuntado aquí un asunto que también a mí me preocupa, y es la falta de esa cosa que hicimos antesdeayer en Epina, esas cosas que solemos hacer en las nieblas antes de la misa, que es reunirnos para cantar y divertirnos nosotros mismos. Esa cosa que se hizo ayer en la ermita del Carmen, después de terminar la procesión y la misa, aquella cosa que se hizo frente a los micrófonos para lucirse unos pocos, nos preocupa un poco, y eso lo estamos tomando en cuenta, porque se está apartando de la realidad, de lo verídico, nos estamos apartando bastante de lo que era una unión, un encuentro de amigos, un encuentro de compañeros, que íbamos a formar nuestro jolgorio en cualquier lugar. Eso ya está desapareciendo un poco, y la verdad a un par de personas que estamos aquí nos tiene preocupados, porque queremos que el tajaraste, el baile del tambor en La Gomera pues que siga como siempre fue, en el pueblo, para el pueblo, participación del pueblo; y cuando haya que actuar en un escenario, cada uno puede inventarse sus cosas y llevárselas y lucirlas, pero que siempre lo aclare y lo diga: « esto es creación mía y no corresponde a ninguna tradición ni a ninguna cosa » . Esto es lo que quería tratar aquí un poquito, para que ustedes vean más o menos en la forma que va esto: que no todo lo que se ve hoy es puro ancestro, hay también bastantes creaciones nuevas. Y lo de los romances o de los repertorios que pueda tener cada uno, pues miren, poco repertorio hay aquí en La Gomera, muy pocos romances quedan que no estén recogidos en el libro que Maximiano Trapero ha hecho. Yo creo que lo mejor que podíamos decir cuando queremos hablar de repertorios es « búscate el Romancero de Trapero, que ahí está todo lo que quieras saber » . Y agradezco a Ismael Fernández de la Cuesta la iniciativa para que el romancero de La Gomera y el baile del tambor sean propuestos como « Patrimonio de la Humanidad » . ÁNGEL TRUJILLO Mi intervención va a ser para hacer preguntas, porque no tengo conocimientos para hacer afirmaciones, pero sí he aprendido en estos pocos días mucho de ustedes. El otro día en la plaza de San Isidro de Epina aprendí una cosa, que la había tenido delante de mi cara y no me había dado cuenta de ella, ustedes sí, porque son estudiosos del tema, y que me llamó la atención, y es el cambio de musicalidad que se está observando entre las dos generaciones: la musicalidad que emplean digamos los veteranos, como El Villero, Ruperto, Isidro, etc., y la musicalidad que yo observé en jóvenes como Jonathan, Miguel Ángel, etc., que tienen una melodía distinta, digamos una melodía más heterogénea, © Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2008 mientras que entre los veteranos se observa una melodía más homogénea. Y lo que decía Ismael el otro día y que también yo observo, y es la una cierta forma de esconder los romances, porque no les interesa que otros los sepan, los guardan, hacen como una especie de trabalenguas que no hay forma de entenderlas. Yo no sé si esto es una constante, pues parece que no es de ahora sino de hace muchos años. Algún fin y alguna explicación tendrán que tener. El otro día le pregunté a Maximiano si creía que había cantera, si habría continuidad del tambor, y me dice sí, rotundamente, sí hay continuidad, pero puede ser que con otro estilo, con otras formas. Pero lo que sí es verdad es que se puede estar convirtiendo esto en una forma folclorista, donde uno va a la fiesta a ver el baile del tambor a ver el baile « de magos » , como el que va a la verbena. ANA VALENCIANO En primer lugar, Max, muchas gracias, y en segundo lugar me vais a permitir que yo misma reflexione y que vuelva a Menéndez Pidal. Fue Don Ramón quien dijo que el romancero vivía en variantes, y esas variantes son variantes poéticas, son las que dan vida al romancero. Estamos hablando de transmisión y en cierto modo, aunque estoy absolutamente de acuerdo con lo que ha dicho Flor, creo que estamos olvidando un poco la característica básica del género, que es la innovación poética. Empiezo por decir que lo que estoy viendo aquí no lo he asimilado del todo; yo he pensado siempre que el romancero se transmite objetivamente y que hay una censura colectiva, hay una opinión de la colectividad y que esa opinión es la que va a marcar la dirección del romance. Y esta es mi duda actual, cuál va a ser el futuro de esta innovación que estamos viendo. ISMAEL FERNÁNDEZ DE LA CUESTA Una pregunta a Ana Valenciano, ¿ qué entiendes tú por innovación? ANA VALENCIANO Yo entiendo por innovación que cuando se transmite el romance, en el momento de expresar ese romance hay una reinterpretación posible, hay una reaseveración. Si el romancero ha sobrevivido por siglos y ha perdurado en civilizaciones distintas es porque se ha transmitido readaptándose, porque ha logrado las innovaciones que los transmisores le han imprimido, porque ha estado inmerso en el folclore, porque sus usuarios han reinterpretado y actualizado sus “ mensajes”, para que esos mensajes sigan diciendo algo, tengan sentido. Esa especie de competencia que hay aquí en La Gomera entre los textos tradicionales y los pliegos, en algunos es para mí antitradicional. Yo estoy ahora preocupada por dos temas, teóricos los dos. Uno es el de la transmisión de memoria a memoria. Estoy de acuerdo con la opinión general de todos: la fiesta del tambor es impresionante, después de estar más de veinte años trabajando en el romancero, jamás había visto una manera tan espontánea de cantar los romances. La tradición de La Gomera ha estado tan viva que ha logrado variantes extraordinarias, para mí mejores que las que hizo Menéndez Pidal en su libro de La flor nueva. Pero manifestado así, el romancero se puede, no anquilosar, pero sí crear unos tipos de prestigio que pueden imponerse a las variantes comunes. Yo reconozco que no he oído nunca cantar los romances con tanta fuerza como en La Gomera, y con tal disfrute de la calidad poética, pero ¿ hasta qué punto se está dando la refuncionalización literaria? No lo sé, tengo que pensarlo más. Ahora me voy a permitir hablar de la música, desde mi condición de filóloga. Para mí, antes de llegar aquí, creía que la música, dentro de mi ignorancia, funcionaba más o menos como el texto, es decir, que el receptor del romance asimilaba el texto creyendo que era igual que el de su madre, y lo trataba de reproducir igual, y que lo mismo pasaba con la música. Aquí veo que no, algunos quieren cantar la música como algo nuevo, de manera diferente, y eso para mí es de lo más antitradicional. © Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2008 SUSI PETERSON Quiero añadir mi voz de satisfacción y de agradecimiento a todas las que se han manifestado anteriormente. Comprendo perfectamente el punto de vista de Ana Valenciano de que hay aspectos de este fenómeno moderno de los últimos veinte años que nos preocupan porque están perturbando lo que entendemos como vida tradicional de los romances. Pero, por otra parte, no es la primera vez que ocurre una comunicación entre gentes del nivel popular y del nivel culto, y entre la oralidad y la escritura, que pasaban de lo uno a lo otro, y no se ha roto la tradición, así que esta interacción puede que no resulte tan mala. Es cierto que muchas cosas han cambiado, por ejemplo ahora en algunos pueblos las instituciones apoyan la creación de grupos que ensayan y cantan unas mismas versiones, que después graban y venden y se difunden. Así es como funciona la cosa en la actualidad. Lo importante para nosotros es saber y entender lo que está pasando. Por eso es tan importante este Coloquio, para comprender todos los procedimientos que han hecho que la tradición llegue hasta aquí. JUAN CARLOS HERNÁNDEZ MARRERO Yo quisiera hacer una puntualización a lo que ha dicho Susi y felicitar a Flor porque ha dado en la clave de una serie de cuestiones que nos preocupan a todos los que estamos relacionados con el folclore de La Gomera. El proceso del romancero en La Gomera empieza con la llegada de los primeros pobladores. Yo, que soy arqueólogo, entiendo que todo empieza con la población aborigen de Canarias, así que a la llegada de los castellanos ya existía una población y una cultura en las islas. Entonces el origen del baile del tambor debemos de situarlo en aquel contexto, aún sin saber a ciencia cierta cual haya sido. Esta es una invitación que hago a los especialistas del romancero, porque desde la arqueología en muy difícil de cubrir, es muy difícil encontrar en una excavación arqueológica un tambor, por simple cuestión de conservación. Pensamos que uno de los puntos de investigación que pudiera arrojar luz será trabajar con las melodías. Por otra parte, quiero decir que hay varios grupos en La Gomera que seguimos la línea « tradicionalista » , si se puede llamar así, pero hay otros grupos que están haciendo una refolclorización de la tradición, y eso supone matar un poco la tradición. Por ejemplo, ayer en la procesión del Carmen una chica muy valiente salió a bailar rompiendo las dos líneas cerradas que se habían formado en el baile. Se supone que en una procesión, el baile es una manifestación espontánea para que puedan entrar a bailar todos los que quieran, y la muchacha dijo « Ojalá se acabe con la folclorización del baile » . También me alegra que ustedes lo hayan visto desde fuera, porque ayer desde dentro había una tensión muy grande, dentro del grupo de tocadores y bailadores. Esto responde a muchos matices, empezando por el ideológico y siguiendo por el folclórico, haciendo una coreografía para ser admirada, en donde todos hacen unos mismos pasos, todos van vestidos igual, todos los tocadores responden de la misma manera el pie de romance, etc. Nosotros creemos que, al contrario, el baile del tambor debe ser una manifestación espontánea y abierta, y ser un lugar de encuentro y no de discordia, donde todos vayamos a disfrutar y a pasarlo bien. BÁRBARA FERNÁNDEZ Estos días han sido para mí una acumulación de emociones fuertes, en donde hemos ido de sorpresa en sorpresa. Empezamos viendo los elementos mas conservadores y arcaizantes del romancero de La Gomera, pero también hemos visto algunas innovaciones desconcertantes que parecen ir en la línea de la institucionalización del folclore, y este es un momento clave para el futuro de la tradición de La Gomera. © Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2008 PERSONA NO IDENTIFICADA Yo quisiera dar mi punto de vista sobre el problema que está surgiendo ahora en La Gomera. En los tiempos antiguos la gente iba a la fiesta del tambor de la manera más espontánea, pero ahora cuando sabe que está la televisión grabando y hay ojos de gente de afuera algunos van al baile del tambor como a un espectáculo. Yo creo que en La Gomera ahora hay dos líneas, los que queremos disfrutar de la fiesta, sin tener que subir a un escenario ni preocuparnos de la vestimenta, etc., que queremos gozar intensamente de la emoción del tambor, y hay otra línea que quieren el baile del tambor de una manera exclusivista, con protagonismo personal, y eso no puede ser, porque el folclore es de todo el pueblo, no es de nadie en particular. MAXIMIANO TRAPERO Discúlpenme, pero debemos ir terminando esta Mesa Redonda. Pero antes me gustaría que tomáramos una decisión respecto a un asunto del mayor interés. Creo que es una conclusión aceptada por todos el hecho de que el romancero de La Gomera es un caso singular dentro del panorama del romancero general en muchos aspectos que se han desgranado aquí en estos días. El primero y más evidente de todos, porque salta a la vista, es la vitalidad con la que vive en la actualidad, la funcionalidad que tiene y que es la que le da esa viveza, el hecho de que sea un acto colectivo en donde a nadie se excluye, ni nadie debe sentirse excluido, ni nadie tiene el derecho de excluir a nadie. Una de las manifestaciones culturales que deben enorgullecer a un pueblo entero. Pocas manifestaciones culturales hay de tanta antigüedad y de tanta riqueza que puedan argüir de tener como partícipe a un pueblo entero, sin exclusión de ningún tipo, ni de sexo, ni de edad, ni de clases sociales, como el baile del tambor y todo lo que está a su alrededor. Además, es también evidente que el baile del tambor de La Gomera no es sino una manifestación particular de un fenómeno universal, cual es el romancero panhispánico. En este sentido creo que las dos partes de la ecuación se complementan: La Gomera tiene el gran orgullo de ser la punta de lanza, en estos momentos casi la única punta, del panorama espléndido del romancero panhispánico, y visto desde el punto de vista del romancero general, igualmente éste, si tuviera conciencia y tuviera latidos de carne, debería proclamar con gran orgullo que después de siete siglos de existencia, metidos ya en el tercer milenio y en la era de los espacios virtuales, en un lugar del mundo, en una isla en medio del Atlántico, en La Gomera, los romances siguen teniendo una vitalidad que les permiten cumplir una función admirable, la de servir de fiesta a quienes lo practican, y además la de crear emoción, que esta es, al fin, la más alta función a la que puede aspirar una actividad humana. Sirva este preámbulo para presentar aquí y ahora la iniciativa que tuvo Ismael Fernández de la Cuesta el primer día de este Coloquio de poder formular la petición de que el romancero de La Gomera, como manifestación viva y singular de romancero general panhispánico, sea declarado « Patrimonio de la Humanidad oral e intangible » por parte de la UNESCO. Una declaración de ese tipo requiere de varios requisitos. No es que queramos que La Gomera sea excluyente, que nunca lo ha sido, en ninguna de las manifestaciones que hacen de La Gomera una isla universal, desde los primeros momentos que entra en la historia, dando cobijo y proporcionando a Colón el agua con la que se bautizó a todo un Continente, y que por ello está en la página más universal que los españoles hayan escrito nunca. No es que La Gomera, repito, pretenda ser excluyente, pero sí que La Gomera puede representar la página abierta de un libro con muchas páginas escritas, pero ya pasadas. Una institución hay en La Gomera, el Cabildo, que como gobierno que es de la isla, y por tanto de todo el pueblo, debería ser quien iniciara el expediente para esa declaración, comprometiéndose a la responsabilidad que conlleva la consecución de un título de esa dimensión y categoría. Aquí queda formulada la iniciativa. A mí me gustaría oír la opinión y la posición de ustedes, entendiendo que los aquí reunidos constituyen la conciencia más © Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2008 autorizada para opinar sobre el romancero. ISMAEL FERNÁNDEZ DE LA CUESTA Hablaré yo primero por haber sido quien formuló la iniciativa. El hecho de que sea La Gomera quien inicie el camino para el reconocimiento del romancero como « Patrimonio oral e intangible de la Humanidad » no quiere decir que no afecte a todo el romancero. En el expediente debe constar que es todo el romancero quien se hace merecedor de ese reconocimiento, pero representado en el romancero de La Gomera, como la punta de lanza actual que tiene el romancero general, y por tanto comprometerse el Cabildo Insular, y el Gobierno de Canarias, y en última instancia el Estado Español, a salvaguardar este patrimonio oral que es de todos. Yo he tenido la experiencia de haber participado en los informes para la declaración por parte de la UNESCO del Misterio de Elche como « Patrimonio de la Humanidad » en la modalidad de oral e intangible, y puedo decirles que lo que más fuerza tuvo en la declaración final fue la firmeza de las instituciones que la promovieron, porque méritos para ese título tenía bastantes el Misterio de Elche, lo mismo que lo tiene el romancero de La Gomera, vuelvo a insistir, como manifestación particular del romancero general panhispánico. SERGIO REYES PLASENCIA Yo quiero decir como ciudadano de esta isla que me uno a la iniciación del expediente y que la propuesta del romancero vaya hasta la UNESCO. JUAN CARLOS HERNÁNDEZ MARRERO ¿ No creen ustedes que el continente, en el caso de La Gomera, tiene tanta importancia como el contenido? Es decir, que el baile del tambor es tan importante como el romancero. MAXIMIANO TRAPERO Naturalmente que sí, la propuesta del romancero como « Patrimonio oral e intangible de la Humanidad » no se entendería sin las formas en las que vive, y por lo tanto el baile del tambor es parte sustancial del romancero gomero. Lo que habría que hacer es que la Comisión que se constituya para elaborar la propuesta acierte en la redacción de estas ideas que estamos desgranando. BÁRBARA FERNÁNDEZ La propuesta tiene sus inconvenientes, me parece a mí, en cuanto que desde el momento en que se le reconociera ese título podría institucionalizarse la tradición y por lo tanto anular las características de naturalidad y espontaneidad en las que siempre ha vivido el romancero de La Gomera. MIGUEL MANZANO ¿ Cómo debe entenderse la palabra « intangible » aquí en el romancero de La Gomera? En el Misterio de Elche sí se entiende que sea intangible porque hay una documentación antigua que ampara su identidad, pero en el caso del romancero de La Gomera su esencia es la de vivir en una tradición, es decir, la de ser una manifestación espontánea que vive en variantes, o sea, cambiando continuamente, y que por lo tanto debería seguir siendo así. MAXIMIANO TRAPERO Dos precisiones querría hacer. Lo que se está solicitando es un reconocimiento por parte de la UNESCO de la categoría « Patrimonio de la Humanidad » para el romancero de La Gomera, y en extensión para el romancero general panhispánico, no una intervención en el romancero de La Gomera por parte del © Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2008 Cabildo de la isla o del Gobierno de Canarias y menos de los investigadores, ni siquiera de los propios romanceadores gomeros. Un reconocimiento y no una intervención en las formas naturales y tradicionales del romancero de La Gomera. El Monte del Cedro de La Gomera ha sido declarado también « Patrimonio de la Humanidad » , y sin embargo sus árboles y toda la flora prodigiosa que allí se da han seguido creciendo de la misma manera que siempre lo han hecho; lo que ha propiciado ese título es el reconocimiento del Parque del Garajonay a nivel mundial y también la especial protección que ahora tiene para que siga en las mejores condiciones por el mayor tiempo posible. Y segunda precisión: el término « intangible » no debe entenderse aquí en el sentido de que el romancero de La Gomera no se pueda tocar, o dicho de otra forma, que los romances no puedan variar naturalmente, de que sean inamovibles, sino en el sentido de que es un patrimonio oral « no material » . Ese es el sentido del término « intangible » en los otros patrimonios culturales que como el Misterio de Elche o los cuentos orales populares de los países andinos han merecido esa distinción. Hasta ahora el catálogo de « Patrimonios de la Humanidad » de la UNESCO se había cifrado en objetos « materiales » : una catedral, un barrio histórico, un espacio natural, etc., y justamente con la declaración del Misterio de Elche se ha abierto una nueva línea de reconocimiento a patrimonios « intangibles » , es decir, no materiales, basados en la oralidad, y que por supuesto son tan « patrimonio » y tan « culturales » como los otros. ISMAEL FERNÁNDEZ DE LA CUESTA Hay que considerar también el espaldarazo de prestigio que el romancero en general recibiría en caso de que fuera aceptado y declarado como tal por la UNESCO. Pareciera que los que nos dedicamos al estudio de las manifestaciones orales, de la cultura patrimonial de los pueblos, dígase la música, las creencias, el romancero, etc., estamos estudiando los parientes pobres de la cultura en general, cosa que no es cierta, y por eso vendría muy bien un reconocimiento universal y oficial de este tipo, porque en el mundo en que nos movemos no sólo es importante ser sino estar reconocidos como tales. FLOR SALAZAR Yo tengo mis dudas respecto a la conveniencia o no de esa declaración. Desde luego a los estudiosos del romancero nos vendría muy bien porque habría una revalorización del objeto de nuestros estudios, pero ¿ le vendría bien al romancero? Eso es lo que yo me pregunto. ¿ No afectaría eso a su propia naturaleza de manifestación espontánea y popular? JUAN CARLOS HERNÁNDEZ MARRERO Yo el peligro que le veo es que un reconocimiento de este tipo podría convertir al romancero de la Gomera en algo oficial y ajeno a los propios gomeros, es decir, una atracción para los de afuera, y que los propios gomeros se vayan apartando de él, algo parecido a lo que ha ocurrido con el Parque del Garajonay: antes era el Monte del Cedro, que era usado y transitado de manera cotidiana por los hombres de la isla, pero desde que se le declaró « Parque Nacional » y después « Patrimonio de la Humanidad » , ya los gomeros se han alejado de él, no hay sino limitaciones. MAXIMIANO TRAPERO Quizás no haya sido afortunada mi comparación del romancero con el Monte del Cedro, pero es que hay una gran diferencia entre ellos. El Monte del Cedro es una obra de la naturaleza y con la declaración de la UNESCO lo que se pretende es protegerla del acoso abusivo de los humanos, pero el romancero y el tambor de La Gomera es una obra de los hombres y por lo tanto no hay necesidad de protegerla de los mismos hombres: el romancero de La Gomera seguirá siendo lo que los hombres de La Gomera quieran que sea, con declaración o sin declaración de la UNESCO. La declaración no es cosa © Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2008 nuestra, no nos corresponde a nosotros, ni siquiera iniciar el expediente. Nosotros, como observadores privilegiados de fenómeno, creemos que el romancero de La Gomera, como manifestación viva del romancero hispánico, merece un reconocimiento internacional al máximo nivel y este reconocimiento lo concede la UNESCO dentro de unos estatutos y unos procedimientos determinados. Creemos también que el romancero panhispánico es de tal categoría cultural que también merece el reconocimiento al máximo nivel. Pero, en cualquier caso, entendemos que es el pueblo de La Gomera quien debiera solicitarlo, es él y no otro el ente más interesado en que se le reconozca, y que debería iniciarlo el Cabildo Insular, como institución política verdaderamente representativa de la isla. SAM ARMISTEAD Debe tenerse en cuenta en el expediente que inicie la propuesta de reconocimiento del romancero de la Gomera como « Patrimonio de la Humanidad » que España y los pueblos hispánicos y los pueblos panhelénicos son los únicos hoy en día que conservan una tradición baladística viva. Existía también en Escandinavia hasta hace veinte años, pero ya ha desaparecido. Se pueden buscar por cualquiera otra parte de Europa manifestaciones vivas, directas, de la antigua baladística y no se encuentra nada, ni en Alemania ni en Francia, ni en ningún país. Es una gran verdad que lo que hoy tenemos en la isla de la Gomera y en otras partes del mundo hispánico es, hoy por hoy, único en el contexto europeo, y por tanto debemos buscar toda la ayuda que podamos generar para que esto se conserve y se reconozca como algo que tiene un valor que se extiende mucho mas allá de lo local e incluso de lo hispánico, mucho más allá de lo europeo, que tiene un valor verdaderamente universal. © Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2008
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Calificación | |
Título | Conclusiones del Coloquio Internacional sobre el Romancero de La Gomera |
Autor principal | Trapero, Maximiano |
Tipo de documento |
Artículo Congreso y Conferencia |
Publicación fuente | El romancero de La Gomera y el romancero general a comienzos del tercer milenio : actas del Coloquio Internacional sobre el Romancero, celebrado en la isla de La Gomera (Islas Canarias), del 20 al 24 de julio de 2001, pp. 365-380 |
Lugar de publicación | San Sebastián de La Gomera |
Editorial | Cabildo Insular |
Fecha | 2003 |
Páginas | 12 p. |
Materias |
Música popular (Canciones, etc.) Danza folklórica Canarias El Hierro |
Tamaño de archivo | 434.164 KB |
Digitalizador | ULPGC. Biblioteca Universitaria |
Formato Digital | |
Texto | Publicado en El Romancero de La Gomera y el Romancero General a comienzos del tercer milenio ( ed. Maximiano Trapero). San Sebastián de La Gomera: Cabildo de La Gomera, 2003: 365- 380. CONCLUSIONES DEL COLOQUIO INTERNACIONAL SOBRE EL ROMANCERO DE LA GOMERA Mesa Redonda Final MAXIMIANO TRAPERO Al celebrar esta última Mesa Redonda, tenemos el propósito de que todos puedan manifestar sus impresiones sobre el romancero de La Gomera y todos los elementos que le son afines. Sé que las experiencias vividas por todos ustedes en estos días han enriquecido mucho el conocimiento que tenían sobre La Gomera y su romancero, y no sería de extrañar que en algunos casos hubieran cambiado determinados puntos de vista previos. Aparte las ponencias y las mesas redondas celebradas en este mismo salón de actos del Cabildo, ha habido dos actividades « externas » que han podido marcar el rumbo de este Coloquio: primero la convivencia que tuvimos el pasado día 22 con los romanceadores de la isla en la ermita de San Isidro en Epina, y después la experiencia extraordinaria de la fiesta y procesión de la Virgen del Carmen en el barrio de El Carmen de Vallehermoso. Cedo, pues, la palabra primero a los autores de las ponencias y después a todos los que quieran manifestar su opinión sobre el objeto que aquí nos ha reunido. MIGUEL MANZANO Esto que voy a decir es lo que pienso del romancero de La Gomera y de su baile del tambor a partir del conocimiento y de la experiencia vivida por mí en estos días aquí, que enriquece mucho lo que solo intuía o de lo que solamente había leído en libros y me tenía que figurar. Esta ya es otra visión que enriquece, y ese enriquecimiento se puede expresar no sólo en una emoción sino en unos términos que se aproximen en lo posible a lo objetivo, a lo científico o como queráis llamarlo. Lo resumo en tres o cuatro puntos. El primero es la singularidad de los elementos musicales de los que tenía noticia por el trabajo de Lothar Siemens, pero aquí me he convencido al cien por cien de ella, de esa singularidad, de un ritmo en el que se sobreponen diferentes distribuciones de un tiempo, lo que llamamos polirritmo simultáneo, tanto en la melodía, en la que hay un persistente ritmo de pulso ternario que se agrupa de diferentes maneras, una de ellas irregular en el contexto, como en los demás elementos acompañantes; es decir, el tambor, que al oído también da una doble percepción y una doble lectura: se pueden entender los toques del tambor agrupados en tres o agrupados en dos; luego el de las chácaras, en las cuales yo he percibido esa alternancia entre el ritmo tranquilo, ternario simple, de golpes de tres, que acompaña al que recita el romance y esa segunda parte en la cual las manos van para arriba y se agitan, y se hace esa especie de jaleo rítmico para acompañar el responder, el pie del romance. Eso vivido desde dentro, con la posibilidad de tomar las chácaras en la mano para intentar empezar a practicar algo, que si uno quiere lo puede hacer después, para mí ha sido definitivo, definitorio en la forma de entenderlo. Y queda el otro aspecto de la melodía, con ese tipo invariante lleno de variantes sobre el cual yo tengo que empezar a escuchar todo lo que me llevo de aquí para entenderlo mejor y poder contribuir a la aclaración de lo que es este fenómeno de un tipo melódico: un solo invento multiplicado por muchos, que lo estamos oyendo en cada uno de © Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2008 los intérpretes, en los cuales la línea melódica es muy parecida en todos, pero nunca igual. Y también experiencia nueva para mí ha sido el canto de los responderes, que tarda un ratito en unificarse, porque al principio pasa de una especie de algarabía, en el sentido bonito de la palabra de que cada uno intenta llegar a lo que le canta el romanceador, hasta que ya se queda más estabilizado para darle el cauce a que siga. Eso en cuanto al aspecto de los elementos musicales. En cuanto a la singularidad del contexto, es una celebración ritual, de las que quedan muy pocas que sean auténticas y que pervivan sin interrupción. En la Península cada vez son menos, dependiendo de los sitios. En la tierra en que yo vivo ( Castilla y León) el empobrecimiento de estas manifestaciones es grandísimo y el inconveniente que tenemos es que las que se van restaurando tienen una intervención refolclorizadora que muchas veces les quita autenticidad musical, lo mismo que del contexto, que se artificializa de alguna manera. Aquí en La Gomera no hay nada de eso, aquí no ha habido interrupciones. Yo creo que la funcionalidad de todos los elementos del baile del tambor, la intervención de todos, la participación de los asistentes, pues está viva y sin transformación, quizás con un crecimiento actual de participación, sí, porque ahora el acceso es más fácil de unos valles a otros, y si sigue extendiéndose su fama a lo mejor puede convertirse en un espectáculo, en donde la gente venga como simple espectador. Ese es el peligro que corren las manifestaciones grandes. Yo pienso en un rito de mi tierra de Zamora, la Semana Santa, que ya tiene más de espectáculo turístico, aunque no ha perdido su función y su sinceridad, pero crece de una manera artificiosa, en cuanto que en Zamora se inventan hoy procesiones del siglo XV, lo cual no deja de ser contradictorio, y luego los miles y miles de turistas que van, van a otra cosa, aunque respeten en cierto modo lo que allí se celebra. Aquí en La Gomera no hay nada de eso. Donde hemos estado ayer, en la procesión de la Virgen del Carmen, en el barranco de Vallehermoso, envueltos en aquel ambiente natural y espontáneo, para mí es algo que hay que destacar. Y por último, la singularidad de la pervivencia de este fenómeno. Yo lo veo, por este mismo hecho que digo, muy singular, muy asegurada, aunque a veces he oído cierta reticencia en cuanto a que estos jóvenes que ayer escuchábamos y veíamos podrían introducir algunos elementos nuevos, ajenos a la tradición. Yo creo que ellos toman melodías de atrás, es lo que a mí me ha parecido, aunque las cantan de una manera más simple, más elemental; de todos modos, mientras sea la voz sola yo creo que no corre mucho peligro, otra cosa sería que alguien cogiera una guitarra, porque esto no se puede guitarrear en ningún modo, pero una melodía sola y con este ámbito tan reducido me parece a mí que es la salvación del mismo hecho musical. Así que mi propósito personal es el de contribuir al conocimiento, al aclaramiento de este fenómeno, para mí y para los demás, de este fenómeno tan singular; y la invitación a que la gente reflexione sobre esto, porque nos puede aclarar mucho, muchísimo, sobre la pervivencia de la música tradicional y la forma en que se ha ido transformando en los cinco últimos siglos. MICHELLE DEBAX Sólo dos palabras para decir el gran acontecimiento para mí que fue oír y ver lo que hemos oído y visto aquí y agradecer una vez más al Cabildo de La Gomera y a Max Trapero el habernos permitido compartir esta experiencia. Sobre todo a mí, que soy extranjera, pero yo creo que ha sido para todos una ocasión muy singular y muy entrañable. De mi experiencia personal he sacado que hay cosas que debo revisar respecto a lo que sabía sobre el romancero de La Gomera y que yo misma dije en mi ponencia, y es sobre la forma de transmisión de los romances. Lo que nos ha llamado la atención es que, como ha dicho Miguel Manzano, tardamos un poco todos en identificar el pie del romance, y que es muy difícil entender la letra del romance, captar esa letra, a no ser que peguemos mucho el oído al romanceador, y a veces ni © Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2008 siquiera. Puede ser por culpa mía, pero he visto que mis compañeros que tienen más experiencia que yo tampoco lo identificaban. De modo que el problema que me planteo es cómo los romanceadores que sacan un texto lo han aprendido, cómo lo aprenden otros, de dónde, por qué canal. Yo no creo que sea en el acto mismo del baile cuando se pueda memorizar, por lo menos el texto. Otra aclaración que quiero hacer. Lo que dije el otro día era sobre la base de la edición los textos editados por Max, o sea que el análisis es más bien de textos, lo que en este caso de La Gomera, más que en otros sitios, es una cierta mutilación, porque es verdad que hay que tomar en cuenta todo el contexto, el baile, la música, la gente... Aquí mucho más importante que en otros lugares. Pero también hemos visto que puede que haya otras vías de transmisión de los romances, más acordes con lo que ocurre en la Península, por las mujeres, o recitados por los abuelos, hablan más de abuelos que de abuelas. La experiencia vivida aquí me ha planteado nuevos interrogantes, ya digo que me replanteo algunas cosas y no lo veo tan claro como lo veía antes. Es normal que lo escrito siempre fija las cosas y cuando se ven en vivo... se ven cosas nuevas, o se ven de otra forma. Pero quiero insistir en que los dos actos vividos ayer y antesdeayer, el de la procesión del Carmen y la convivencia con los romanceadores de La Gomera, fueron dos cosas muy interesantes, una experiencia extraordinaria. FLOR SALAZAR Como suele decirse, una golondrina no hace verano, lo que quiero decir es que después de haber visto ayer el acto tan maravilloso de la procesión del Carmen, pues lo que quiero es ver más y más. Ahora, si sólo hubiera visto ese acto, desde el punto de vista estrictamente del romancero tradicional, de los textos, yo no hubiera podido reconocer quizás ni siquiera que estaban cantando romances. Porque lo que ocurrió después de la procesión, que los jóvenes de aquel grupo folclórico se pusieran a cantar romances en la plaza delante de un micrófono y sobre un escenario no debe ser muy tradicional y desde luego no fue el acto principal. Tengo la cabeza llena de impresiones y todavía no he tenido tiempo suficiente para poner orden en lo que quiero decir. Respecto a los textos romancísticos y a su transmisión, que es lo que me parece a mí más importante, desde nuestro punto de vista o desde mi punto de vista personal, el acto de ayer fue muy esclarecedor, fue emocionante, y desde luego, Max, nunca te agradeceremos lo suficiente el que nos hayas permitido y hayas querido compartir con todos nosotros lo que tú habías hecho, y lo mismo al Cabildo Insular de La Gomera. Pero para mí fue muchísimo más iluminador el acto de convivencia con los romanceadores del día anterior, pues pudimos preguntarles, pudimos hablar con ellos, escuchamos los romances tal y como los hacían antes, me parece. Yo veo dos cosas. Creo que la persistencia del romancero en La Gomera está asegurada porque hay una larga tradición. Yo he interrogado a las mujeres, sobre todo me interesaba mucho saber por qué parecía como si sólo los hombres supieran romances en La Gomera, aunque ya Max había dicho que había también grandes romanceadoras mujeres, pero parecía que la línea de transmisión era más bien masculina. He podido comprobar que no, que la línea de transmisión es doble; lo que sí es extraordinario en La Gomera es el número de hombres que saben romances, pero no sólo son ellos. Incluso me llegaron a decir que antes las bisabuelas y las abuelas eran las que cantaban los romances, pero que los usaban en la intimidad, para cantarlos a los niños, en las faenas domésticas, etc. También me dijeron que el romancero se cantaba en la pesca, en la segada, etc. Por tanto, la pervivencia es obvia. Lo que sí veo es una transformación y una evolución muy interesantes, muy peculiares, y no tan específicas de La Gomera, porque en otros sitios está pasando algo semejante, y es que la manera de transmitirlo ahora es una folclorización de segundo grado, porque se lo transmiten por escrito para cantarlo. Yo entrevisté a una chiquilla que se sabía una Delgadina maravillosa, que la había recibido de un señor que la había recibido de sus abuelos, pero la había escrito y luego se la había aprendido; luego © Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2008 ahora hay otro paso de la oralidad a la escritura y de la escritura a la oralidad. Ello tiene el peligro de la « lexicalización » de las baladas al entrar en escena la escritura. Es posible que se fijen esos textos, y si el uso es solamente en el baile del tambor puede también haber una estratificación, pero eso es sólo una posibilidad. Vamos a ver lo que va a pasar, porque esto es una impresión, deducible de una conversación. También hablé con el famoso Jonathan y con el famoso Isidro, hablé con los dos, y de ello deduje que, efectivamente, no sé si en la música ocurre lo mismo, puede que no, pero desde luego en los textos sí que hay una especie de refolclorización. De hecho, cuando hablé con una señora, le dije « ¿ Usted me puede cantar, que me ha dicho Jonathan que usted tiene muchos romances? » , y me dijo « Espere, que ahora me toca actuar a mí y después de mi actuación yo le voy a cantar » . « Después de mi actuación » , es decir, que no cantan los romances para sí mismos, sino que se ha convertido en una manera de exponerse en público, cosa que es una nueva manera de ser, y no decimos que sea buena o mala, yo no juzgo en ese sentido, sino que me parece que es lo que está sucediendo, y entonces vamos a esperar a ver cómo evoluciona el romancero de La Gomera. Afortunadamente ya Max recogió una muestra suficiente del romancero gomero tal como ha vivido en la más natural tradición. Porque yo creo que está empezando una nueva etapa del funcionamiento del romancero de La Gomera, con la aparición de esos grupos que introducen tantas novedades. Isidro Ortiz podrá darnos su opinión a este respecto, porque él formó el grupo de Los Magos de Chipude, y ellos crearon un modo de cantar los romances, mejor dicho, cantan los romances al estilo tradicional de La Gomera, y han difundido un estilo que muchos tratan de imitar, pero otros no, con ese prurito de ser distintos, pero en el folclore las novedades hay que hacerlas con mucha inteligencia y mucho respeto a la tradición. Los Magos de Chipude y el Grupo de Hermigua han hecho una cosa muy buena, que es formarse en grupos folclóricos para celebrar su romancero, mejor para su baile del tambor, porque según lo que vi ayer pienso que, en este caso, el romancero es una adición del baile, que el romancero de La Gomera cumple una función muy especifica, y que realmente, como ha dicho Michelle, cuando extraemos los textos de los romances los estamos de alguna manera falseando, porque los textos en el baile del tambor creo que son otra cosa, son una maravilla, pero es todo el baile del tambor el que en sí mismo tiene una unidad, y cuando los cantan en ese contexto adquieren una dimensión muy distinta, aunque sea muy difícil entender el texto. Mi conclusión, para no seguir hablando tanto, es que el baile del tambor va a mantener el romancero por mucho tiempo. El otro romancero, el que vive entre la gente de manera común y corriente, como en el resto del mundo panhispánico, el romancero doméstico, el romancero que se canta para acompañar a las faenas domésticas o del campo, el que se canta en solitario o en compañía cuando se reúnen los amigos, es decir, el romancero que se canta para disfrutarlo también tiene asegurada su pervivencia. Ahora, el peligro que yo veo es esta nueva transmisión en que los jóvenes quieren tener muchos romances es que los aprenden desde versiones escritas, y eso puede « lexicalizar » la tradición. Y acabo como empecé, dando las gracias al Cabildo y a ti, Max. Muchísimas gracias. ISMAEL FERNÁNDEZ DE LA CUESTA Mi intervención en este Coloquio Internacional del Romancero se apuntaba en el Encuentro- Festival de la Décima de hace tres años en Las Palmas, cuando yo disertaba sobre la luz que proyectan hacia el pasado los decimistas ( Fernández de la Cuesta 2000), sobre la poesía y la canción antigua y sobre todo la canción medieval; una luz enorme, porque no sabemos casi nada de los aspectos esenciales de cómo se realizaban los poemas, las canciones, sólo tenemos pequeños indicios en los manuscritos, pero nos falta casi todo, nos falta la voz, falta el sonido, porque se fue al aire. Pero ahora delante del romancero de La Gomera tenemos ese aire y podemos examinar las canciones en presencia. A mí me parece que es fundamental. Yo veo aquí en este asunto tres aspectos. Uno, los aspectos extratextuales o extraliterarios, en el © Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2008 sentido de que la música se coloca justamente en los aspectos extratextuales, extraliterarios. Dos, que además del aspecto musical hay otros aspectos de representación en la danza, la importancia de lo gestual y lo sonoro. Y tres, el aspecto colectivo de la fiesta, que se da en el baile, entre los tocadores y entre el público que canta los estribillos. Yo mismo y muchos de nosotros ayer nos sumamos a la procesión cantando el estribillo de cada romance, daba igual lo que se cantase, pero es una manera extraordinaria de participar en la fiesta, que se pone por encima del aspecto literario. En el aspecto musical tengo que decir varias cosas, en la misma línea de Miguel Manzano. Y es que de una melodía sencilla, simple, de un mero recitativo puede pasarse a algo muchísimo más importante, y es que el cantor, el romanceador de La Gomera se convierte en líder, en protagonista, y se quiere distinguir de los demás. Hay quien canta para que no se le entienda mucho e intenta diferenciar su música de los demás. Eso es una constante desde la antigüedad. Es decir, cuando la música se transmite por tradición oral el maestro transmite y el discípulo lo recibe con total fidelidad, pero cuando el discípulo se convierte en maestro entonces él mismo va a afirmar su personalidad distinguiéndose de su maestro. Así se han producido grandes repertorios, al menos del canto gregoriano. Hay un efecto, que lo ha dicho muy bien Miguel Manzano, que es el efecto asimilador, que cuando dos cantan un mismo pie de romance cada uno canta naturalmente su propia melodía, una misma melodía pero hecha de variantes, y entonces se producen dos efectos: que en un principio parece un galimatías, aquello parece el arca de Noé, pero poco a poco van asimilándose hasta llegar a una forma común. Ese efecto asimilador me parece destacable. Y otro aspecto es el del aprendizaje, que no ha cambiado mucho con lo que pasaba en la antigüedad. En la antigüedad había unas escuelas de aprendizaje y después se hacían exhibiciones publicas para confirmar lo que se ha aprendido en las escuelas monásticas o catedralicias. Pues aquí ocurre algo similar, en el sentido de que cuando se canta en la exhibición pública se confirma lo que se ha aprendido. Y el aprendizaje del maestro al discípulo se aplica también en los instrumentos musicales. En la antigüedad, el maestro de órgano, el maestro de vihuela o de cualquier instrumento tenía al discípulo a su lado y le enseñaba su técnica, a veces no le enseñaba todo, no fuera que el alumno llegara a ser más que él. Hay un dato histórico muy interesante que podemos recordar aquí: cuando Hernando de Cabezón, hijo del famoso Antonio de Cabezón, recoge en un libro la obra de su padre, en la introducción dice: « Yo he recogido de mi padre las migajas que caían de la mesa » . Y eso es lo que nosotros estamos haciendo cuando transcribimos un romance, tanto en la escritura del texto literario como de la música en una partitura, que le falta lo más importante: la vida de ese romance, el sonido que hacía que existiera. Yo también quiero dar las gracias a los organizadores de este Coloquio por la oportunidad magnífica que nos han proporcionado de conocer este mundo en vivo. Muchas gracias. ISIDRO ORTIZ Quiero hacer aquí referencia a algo que han dicho Flor Salazar e Ismael. Flor Salazar sacó a relucir aquí la poca participación que ve en las mujeres en el romance de La Gomera. Detallarlo lleva tiempo y hay muchas cosas que decir. Yo tengo que decir aquí que el romance en La Gomera vivió sobre todo en la meseta de la isla, en la parte central, esto creo que lo apunté aquí el otro día. Desde los pueblos costeros se veía el romance como cosa de magos, de campesinos, como cosa de poco valor, como cosa de despreciar. En los pueblos de la costa vivía la gente fina. Las mujeres no se involucraban en el lenguaje silbado porque era una cosa de aborígenes, de atrasados. Y con el tambor pasaba exactamente lo mismo. En La Gomera, el tajaraste o baile del tambor se ha tomado en cuenta desde los pueblos costeros desde muy poco tiempo a esta parte, desde que se ha observado que esto, como © Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2008 vehículo cultural, tiene una importancia tremenda. Entonces sí que desde los pueblos de abajo, pues se ha subido a la meseta a las fiestas, a introducirse en los bailes, para luego, más tarde, como así ha sucedido, llevárselo al pueblo costero y hacerlo propio suyo, para empezar a encontrarlo. En La Gomera lo usaban no solamente las mujeres del campo, porque esto del campo era. Y otra cosa: el arrinconamiento que tuvo el romance a lo largo de unos años, producido por la emigración y la prohibición, esto también surtió gran efecto entre las mujeres. Y Maximiano Trapero ha mencionado a Dña. Esperanza Conrado, ya murió, que en paz descanse; ésta era una de las mujeres que quedaban en La Gomera, que aún viviendo en un pueblo ella procedía de la parte alta de Agulo, y aún viviendo en Agulo fue siempre la líder mientras vivió del romance, y donde quiera que se paraba lo entendía. Miren, del grupo más viejo que hay en La Gomera, así podíamos decir de Los Magos de Chipude, bueno está también los Coros y Danzas de Hermigua, pero como grupo fue posterior a Los Magos de Chipude, de la gente que empezaron con el grupo solamente quedamos dos: Ruperto Barrera y yo; toda la demás gente que ustedes vieron ayer tarde participando en la procesión del Carmen, la mayor parte de esas gentes se han formado a la sombra y al soco de Domingo Niebla, que ya en el disco que grabamos aparecen cada uno con su repertorio ( Salvador Hernández, Antonio Ortiz mi padre, Pancho Cruz, Ruperto Barrera, Cándido Dorta, etc.), esta gente ha continuado la tradición de una cosa que me alegra mucho porque veo que la siembra ha florecido y va caminando. Ahora, Flor Salazar ha apuntado aquí un asunto que también a mí me preocupa, y es la falta de esa cosa que hicimos antesdeayer en Epina, esas cosas que solemos hacer en las nieblas antes de la misa, que es reunirnos para cantar y divertirnos nosotros mismos. Esa cosa que se hizo ayer en la ermita del Carmen, después de terminar la procesión y la misa, aquella cosa que se hizo frente a los micrófonos para lucirse unos pocos, nos preocupa un poco, y eso lo estamos tomando en cuenta, porque se está apartando de la realidad, de lo verídico, nos estamos apartando bastante de lo que era una unión, un encuentro de amigos, un encuentro de compañeros, que íbamos a formar nuestro jolgorio en cualquier lugar. Eso ya está desapareciendo un poco, y la verdad a un par de personas que estamos aquí nos tiene preocupados, porque queremos que el tajaraste, el baile del tambor en La Gomera pues que siga como siempre fue, en el pueblo, para el pueblo, participación del pueblo; y cuando haya que actuar en un escenario, cada uno puede inventarse sus cosas y llevárselas y lucirlas, pero que siempre lo aclare y lo diga: « esto es creación mía y no corresponde a ninguna tradición ni a ninguna cosa » . Esto es lo que quería tratar aquí un poquito, para que ustedes vean más o menos en la forma que va esto: que no todo lo que se ve hoy es puro ancestro, hay también bastantes creaciones nuevas. Y lo de los romances o de los repertorios que pueda tener cada uno, pues miren, poco repertorio hay aquí en La Gomera, muy pocos romances quedan que no estén recogidos en el libro que Maximiano Trapero ha hecho. Yo creo que lo mejor que podíamos decir cuando queremos hablar de repertorios es « búscate el Romancero de Trapero, que ahí está todo lo que quieras saber » . Y agradezco a Ismael Fernández de la Cuesta la iniciativa para que el romancero de La Gomera y el baile del tambor sean propuestos como « Patrimonio de la Humanidad » . ÁNGEL TRUJILLO Mi intervención va a ser para hacer preguntas, porque no tengo conocimientos para hacer afirmaciones, pero sí he aprendido en estos pocos días mucho de ustedes. El otro día en la plaza de San Isidro de Epina aprendí una cosa, que la había tenido delante de mi cara y no me había dado cuenta de ella, ustedes sí, porque son estudiosos del tema, y que me llamó la atención, y es el cambio de musicalidad que se está observando entre las dos generaciones: la musicalidad que emplean digamos los veteranos, como El Villero, Ruperto, Isidro, etc., y la musicalidad que yo observé en jóvenes como Jonathan, Miguel Ángel, etc., que tienen una melodía distinta, digamos una melodía más heterogénea, © Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2008 mientras que entre los veteranos se observa una melodía más homogénea. Y lo que decía Ismael el otro día y que también yo observo, y es la una cierta forma de esconder los romances, porque no les interesa que otros los sepan, los guardan, hacen como una especie de trabalenguas que no hay forma de entenderlas. Yo no sé si esto es una constante, pues parece que no es de ahora sino de hace muchos años. Algún fin y alguna explicación tendrán que tener. El otro día le pregunté a Maximiano si creía que había cantera, si habría continuidad del tambor, y me dice sí, rotundamente, sí hay continuidad, pero puede ser que con otro estilo, con otras formas. Pero lo que sí es verdad es que se puede estar convirtiendo esto en una forma folclorista, donde uno va a la fiesta a ver el baile del tambor a ver el baile « de magos » , como el que va a la verbena. ANA VALENCIANO En primer lugar, Max, muchas gracias, y en segundo lugar me vais a permitir que yo misma reflexione y que vuelva a Menéndez Pidal. Fue Don Ramón quien dijo que el romancero vivía en variantes, y esas variantes son variantes poéticas, son las que dan vida al romancero. Estamos hablando de transmisión y en cierto modo, aunque estoy absolutamente de acuerdo con lo que ha dicho Flor, creo que estamos olvidando un poco la característica básica del género, que es la innovación poética. Empiezo por decir que lo que estoy viendo aquí no lo he asimilado del todo; yo he pensado siempre que el romancero se transmite objetivamente y que hay una censura colectiva, hay una opinión de la colectividad y que esa opinión es la que va a marcar la dirección del romance. Y esta es mi duda actual, cuál va a ser el futuro de esta innovación que estamos viendo. ISMAEL FERNÁNDEZ DE LA CUESTA Una pregunta a Ana Valenciano, ¿ qué entiendes tú por innovación? ANA VALENCIANO Yo entiendo por innovación que cuando se transmite el romance, en el momento de expresar ese romance hay una reinterpretación posible, hay una reaseveración. Si el romancero ha sobrevivido por siglos y ha perdurado en civilizaciones distintas es porque se ha transmitido readaptándose, porque ha logrado las innovaciones que los transmisores le han imprimido, porque ha estado inmerso en el folclore, porque sus usuarios han reinterpretado y actualizado sus “ mensajes”, para que esos mensajes sigan diciendo algo, tengan sentido. Esa especie de competencia que hay aquí en La Gomera entre los textos tradicionales y los pliegos, en algunos es para mí antitradicional. Yo estoy ahora preocupada por dos temas, teóricos los dos. Uno es el de la transmisión de memoria a memoria. Estoy de acuerdo con la opinión general de todos: la fiesta del tambor es impresionante, después de estar más de veinte años trabajando en el romancero, jamás había visto una manera tan espontánea de cantar los romances. La tradición de La Gomera ha estado tan viva que ha logrado variantes extraordinarias, para mí mejores que las que hizo Menéndez Pidal en su libro de La flor nueva. Pero manifestado así, el romancero se puede, no anquilosar, pero sí crear unos tipos de prestigio que pueden imponerse a las variantes comunes. Yo reconozco que no he oído nunca cantar los romances con tanta fuerza como en La Gomera, y con tal disfrute de la calidad poética, pero ¿ hasta qué punto se está dando la refuncionalización literaria? No lo sé, tengo que pensarlo más. Ahora me voy a permitir hablar de la música, desde mi condición de filóloga. Para mí, antes de llegar aquí, creía que la música, dentro de mi ignorancia, funcionaba más o menos como el texto, es decir, que el receptor del romance asimilaba el texto creyendo que era igual que el de su madre, y lo trataba de reproducir igual, y que lo mismo pasaba con la música. Aquí veo que no, algunos quieren cantar la música como algo nuevo, de manera diferente, y eso para mí es de lo más antitradicional. © Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2008 SUSI PETERSON Quiero añadir mi voz de satisfacción y de agradecimiento a todas las que se han manifestado anteriormente. Comprendo perfectamente el punto de vista de Ana Valenciano de que hay aspectos de este fenómeno moderno de los últimos veinte años que nos preocupan porque están perturbando lo que entendemos como vida tradicional de los romances. Pero, por otra parte, no es la primera vez que ocurre una comunicación entre gentes del nivel popular y del nivel culto, y entre la oralidad y la escritura, que pasaban de lo uno a lo otro, y no se ha roto la tradición, así que esta interacción puede que no resulte tan mala. Es cierto que muchas cosas han cambiado, por ejemplo ahora en algunos pueblos las instituciones apoyan la creación de grupos que ensayan y cantan unas mismas versiones, que después graban y venden y se difunden. Así es como funciona la cosa en la actualidad. Lo importante para nosotros es saber y entender lo que está pasando. Por eso es tan importante este Coloquio, para comprender todos los procedimientos que han hecho que la tradición llegue hasta aquí. JUAN CARLOS HERNÁNDEZ MARRERO Yo quisiera hacer una puntualización a lo que ha dicho Susi y felicitar a Flor porque ha dado en la clave de una serie de cuestiones que nos preocupan a todos los que estamos relacionados con el folclore de La Gomera. El proceso del romancero en La Gomera empieza con la llegada de los primeros pobladores. Yo, que soy arqueólogo, entiendo que todo empieza con la población aborigen de Canarias, así que a la llegada de los castellanos ya existía una población y una cultura en las islas. Entonces el origen del baile del tambor debemos de situarlo en aquel contexto, aún sin saber a ciencia cierta cual haya sido. Esta es una invitación que hago a los especialistas del romancero, porque desde la arqueología en muy difícil de cubrir, es muy difícil encontrar en una excavación arqueológica un tambor, por simple cuestión de conservación. Pensamos que uno de los puntos de investigación que pudiera arrojar luz será trabajar con las melodías. Por otra parte, quiero decir que hay varios grupos en La Gomera que seguimos la línea « tradicionalista » , si se puede llamar así, pero hay otros grupos que están haciendo una refolclorización de la tradición, y eso supone matar un poco la tradición. Por ejemplo, ayer en la procesión del Carmen una chica muy valiente salió a bailar rompiendo las dos líneas cerradas que se habían formado en el baile. Se supone que en una procesión, el baile es una manifestación espontánea para que puedan entrar a bailar todos los que quieran, y la muchacha dijo « Ojalá se acabe con la folclorización del baile » . También me alegra que ustedes lo hayan visto desde fuera, porque ayer desde dentro había una tensión muy grande, dentro del grupo de tocadores y bailadores. Esto responde a muchos matices, empezando por el ideológico y siguiendo por el folclórico, haciendo una coreografía para ser admirada, en donde todos hacen unos mismos pasos, todos van vestidos igual, todos los tocadores responden de la misma manera el pie de romance, etc. Nosotros creemos que, al contrario, el baile del tambor debe ser una manifestación espontánea y abierta, y ser un lugar de encuentro y no de discordia, donde todos vayamos a disfrutar y a pasarlo bien. BÁRBARA FERNÁNDEZ Estos días han sido para mí una acumulación de emociones fuertes, en donde hemos ido de sorpresa en sorpresa. Empezamos viendo los elementos mas conservadores y arcaizantes del romancero de La Gomera, pero también hemos visto algunas innovaciones desconcertantes que parecen ir en la línea de la institucionalización del folclore, y este es un momento clave para el futuro de la tradición de La Gomera. © Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2008 PERSONA NO IDENTIFICADA Yo quisiera dar mi punto de vista sobre el problema que está surgiendo ahora en La Gomera. En los tiempos antiguos la gente iba a la fiesta del tambor de la manera más espontánea, pero ahora cuando sabe que está la televisión grabando y hay ojos de gente de afuera algunos van al baile del tambor como a un espectáculo. Yo creo que en La Gomera ahora hay dos líneas, los que queremos disfrutar de la fiesta, sin tener que subir a un escenario ni preocuparnos de la vestimenta, etc., que queremos gozar intensamente de la emoción del tambor, y hay otra línea que quieren el baile del tambor de una manera exclusivista, con protagonismo personal, y eso no puede ser, porque el folclore es de todo el pueblo, no es de nadie en particular. MAXIMIANO TRAPERO Discúlpenme, pero debemos ir terminando esta Mesa Redonda. Pero antes me gustaría que tomáramos una decisión respecto a un asunto del mayor interés. Creo que es una conclusión aceptada por todos el hecho de que el romancero de La Gomera es un caso singular dentro del panorama del romancero general en muchos aspectos que se han desgranado aquí en estos días. El primero y más evidente de todos, porque salta a la vista, es la vitalidad con la que vive en la actualidad, la funcionalidad que tiene y que es la que le da esa viveza, el hecho de que sea un acto colectivo en donde a nadie se excluye, ni nadie debe sentirse excluido, ni nadie tiene el derecho de excluir a nadie. Una de las manifestaciones culturales que deben enorgullecer a un pueblo entero. Pocas manifestaciones culturales hay de tanta antigüedad y de tanta riqueza que puedan argüir de tener como partícipe a un pueblo entero, sin exclusión de ningún tipo, ni de sexo, ni de edad, ni de clases sociales, como el baile del tambor y todo lo que está a su alrededor. Además, es también evidente que el baile del tambor de La Gomera no es sino una manifestación particular de un fenómeno universal, cual es el romancero panhispánico. En este sentido creo que las dos partes de la ecuación se complementan: La Gomera tiene el gran orgullo de ser la punta de lanza, en estos momentos casi la única punta, del panorama espléndido del romancero panhispánico, y visto desde el punto de vista del romancero general, igualmente éste, si tuviera conciencia y tuviera latidos de carne, debería proclamar con gran orgullo que después de siete siglos de existencia, metidos ya en el tercer milenio y en la era de los espacios virtuales, en un lugar del mundo, en una isla en medio del Atlántico, en La Gomera, los romances siguen teniendo una vitalidad que les permiten cumplir una función admirable, la de servir de fiesta a quienes lo practican, y además la de crear emoción, que esta es, al fin, la más alta función a la que puede aspirar una actividad humana. Sirva este preámbulo para presentar aquí y ahora la iniciativa que tuvo Ismael Fernández de la Cuesta el primer día de este Coloquio de poder formular la petición de que el romancero de La Gomera, como manifestación viva y singular de romancero general panhispánico, sea declarado « Patrimonio de la Humanidad oral e intangible » por parte de la UNESCO. Una declaración de ese tipo requiere de varios requisitos. No es que queramos que La Gomera sea excluyente, que nunca lo ha sido, en ninguna de las manifestaciones que hacen de La Gomera una isla universal, desde los primeros momentos que entra en la historia, dando cobijo y proporcionando a Colón el agua con la que se bautizó a todo un Continente, y que por ello está en la página más universal que los españoles hayan escrito nunca. No es que La Gomera, repito, pretenda ser excluyente, pero sí que La Gomera puede representar la página abierta de un libro con muchas páginas escritas, pero ya pasadas. Una institución hay en La Gomera, el Cabildo, que como gobierno que es de la isla, y por tanto de todo el pueblo, debería ser quien iniciara el expediente para esa declaración, comprometiéndose a la responsabilidad que conlleva la consecución de un título de esa dimensión y categoría. Aquí queda formulada la iniciativa. A mí me gustaría oír la opinión y la posición de ustedes, entendiendo que los aquí reunidos constituyen la conciencia más © Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2008 autorizada para opinar sobre el romancero. ISMAEL FERNÁNDEZ DE LA CUESTA Hablaré yo primero por haber sido quien formuló la iniciativa. El hecho de que sea La Gomera quien inicie el camino para el reconocimiento del romancero como « Patrimonio oral e intangible de la Humanidad » no quiere decir que no afecte a todo el romancero. En el expediente debe constar que es todo el romancero quien se hace merecedor de ese reconocimiento, pero representado en el romancero de La Gomera, como la punta de lanza actual que tiene el romancero general, y por tanto comprometerse el Cabildo Insular, y el Gobierno de Canarias, y en última instancia el Estado Español, a salvaguardar este patrimonio oral que es de todos. Yo he tenido la experiencia de haber participado en los informes para la declaración por parte de la UNESCO del Misterio de Elche como « Patrimonio de la Humanidad » en la modalidad de oral e intangible, y puedo decirles que lo que más fuerza tuvo en la declaración final fue la firmeza de las instituciones que la promovieron, porque méritos para ese título tenía bastantes el Misterio de Elche, lo mismo que lo tiene el romancero de La Gomera, vuelvo a insistir, como manifestación particular del romancero general panhispánico. SERGIO REYES PLASENCIA Yo quiero decir como ciudadano de esta isla que me uno a la iniciación del expediente y que la propuesta del romancero vaya hasta la UNESCO. JUAN CARLOS HERNÁNDEZ MARRERO ¿ No creen ustedes que el continente, en el caso de La Gomera, tiene tanta importancia como el contenido? Es decir, que el baile del tambor es tan importante como el romancero. MAXIMIANO TRAPERO Naturalmente que sí, la propuesta del romancero como « Patrimonio oral e intangible de la Humanidad » no se entendería sin las formas en las que vive, y por lo tanto el baile del tambor es parte sustancial del romancero gomero. Lo que habría que hacer es que la Comisión que se constituya para elaborar la propuesta acierte en la redacción de estas ideas que estamos desgranando. BÁRBARA FERNÁNDEZ La propuesta tiene sus inconvenientes, me parece a mí, en cuanto que desde el momento en que se le reconociera ese título podría institucionalizarse la tradición y por lo tanto anular las características de naturalidad y espontaneidad en las que siempre ha vivido el romancero de La Gomera. MIGUEL MANZANO ¿ Cómo debe entenderse la palabra « intangible » aquí en el romancero de La Gomera? En el Misterio de Elche sí se entiende que sea intangible porque hay una documentación antigua que ampara su identidad, pero en el caso del romancero de La Gomera su esencia es la de vivir en una tradición, es decir, la de ser una manifestación espontánea que vive en variantes, o sea, cambiando continuamente, y que por lo tanto debería seguir siendo así. MAXIMIANO TRAPERO Dos precisiones querría hacer. Lo que se está solicitando es un reconocimiento por parte de la UNESCO de la categoría « Patrimonio de la Humanidad » para el romancero de La Gomera, y en extensión para el romancero general panhispánico, no una intervención en el romancero de La Gomera por parte del © Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2008 Cabildo de la isla o del Gobierno de Canarias y menos de los investigadores, ni siquiera de los propios romanceadores gomeros. Un reconocimiento y no una intervención en las formas naturales y tradicionales del romancero de La Gomera. El Monte del Cedro de La Gomera ha sido declarado también « Patrimonio de la Humanidad » , y sin embargo sus árboles y toda la flora prodigiosa que allí se da han seguido creciendo de la misma manera que siempre lo han hecho; lo que ha propiciado ese título es el reconocimiento del Parque del Garajonay a nivel mundial y también la especial protección que ahora tiene para que siga en las mejores condiciones por el mayor tiempo posible. Y segunda precisión: el término « intangible » no debe entenderse aquí en el sentido de que el romancero de La Gomera no se pueda tocar, o dicho de otra forma, que los romances no puedan variar naturalmente, de que sean inamovibles, sino en el sentido de que es un patrimonio oral « no material » . Ese es el sentido del término « intangible » en los otros patrimonios culturales que como el Misterio de Elche o los cuentos orales populares de los países andinos han merecido esa distinción. Hasta ahora el catálogo de « Patrimonios de la Humanidad » de la UNESCO se había cifrado en objetos « materiales » : una catedral, un barrio histórico, un espacio natural, etc., y justamente con la declaración del Misterio de Elche se ha abierto una nueva línea de reconocimiento a patrimonios « intangibles » , es decir, no materiales, basados en la oralidad, y que por supuesto son tan « patrimonio » y tan « culturales » como los otros. ISMAEL FERNÁNDEZ DE LA CUESTA Hay que considerar también el espaldarazo de prestigio que el romancero en general recibiría en caso de que fuera aceptado y declarado como tal por la UNESCO. Pareciera que los que nos dedicamos al estudio de las manifestaciones orales, de la cultura patrimonial de los pueblos, dígase la música, las creencias, el romancero, etc., estamos estudiando los parientes pobres de la cultura en general, cosa que no es cierta, y por eso vendría muy bien un reconocimiento universal y oficial de este tipo, porque en el mundo en que nos movemos no sólo es importante ser sino estar reconocidos como tales. FLOR SALAZAR Yo tengo mis dudas respecto a la conveniencia o no de esa declaración. Desde luego a los estudiosos del romancero nos vendría muy bien porque habría una revalorización del objeto de nuestros estudios, pero ¿ le vendría bien al romancero? Eso es lo que yo me pregunto. ¿ No afectaría eso a su propia naturaleza de manifestación espontánea y popular? JUAN CARLOS HERNÁNDEZ MARRERO Yo el peligro que le veo es que un reconocimiento de este tipo podría convertir al romancero de la Gomera en algo oficial y ajeno a los propios gomeros, es decir, una atracción para los de afuera, y que los propios gomeros se vayan apartando de él, algo parecido a lo que ha ocurrido con el Parque del Garajonay: antes era el Monte del Cedro, que era usado y transitado de manera cotidiana por los hombres de la isla, pero desde que se le declaró « Parque Nacional » y después « Patrimonio de la Humanidad » , ya los gomeros se han alejado de él, no hay sino limitaciones. MAXIMIANO TRAPERO Quizás no haya sido afortunada mi comparación del romancero con el Monte del Cedro, pero es que hay una gran diferencia entre ellos. El Monte del Cedro es una obra de la naturaleza y con la declaración de la UNESCO lo que se pretende es protegerla del acoso abusivo de los humanos, pero el romancero y el tambor de La Gomera es una obra de los hombres y por lo tanto no hay necesidad de protegerla de los mismos hombres: el romancero de La Gomera seguirá siendo lo que los hombres de La Gomera quieran que sea, con declaración o sin declaración de la UNESCO. La declaración no es cosa © Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2008 nuestra, no nos corresponde a nosotros, ni siquiera iniciar el expediente. Nosotros, como observadores privilegiados de fenómeno, creemos que el romancero de La Gomera, como manifestación viva del romancero hispánico, merece un reconocimiento internacional al máximo nivel y este reconocimiento lo concede la UNESCO dentro de unos estatutos y unos procedimientos determinados. Creemos también que el romancero panhispánico es de tal categoría cultural que también merece el reconocimiento al máximo nivel. Pero, en cualquier caso, entendemos que es el pueblo de La Gomera quien debiera solicitarlo, es él y no otro el ente más interesado en que se le reconozca, y que debería iniciarlo el Cabildo Insular, como institución política verdaderamente representativa de la isla. SAM ARMISTEAD Debe tenerse en cuenta en el expediente que inicie la propuesta de reconocimiento del romancero de la Gomera como « Patrimonio de la Humanidad » que España y los pueblos hispánicos y los pueblos panhelénicos son los únicos hoy en día que conservan una tradición baladística viva. Existía también en Escandinavia hasta hace veinte años, pero ya ha desaparecido. Se pueden buscar por cualquiera otra parte de Europa manifestaciones vivas, directas, de la antigua baladística y no se encuentra nada, ni en Alemania ni en Francia, ni en ningún país. Es una gran verdad que lo que hoy tenemos en la isla de la Gomera y en otras partes del mundo hispánico es, hoy por hoy, único en el contexto europeo, y por tanto debemos buscar toda la ayuda que podamos generar para que esto se conserve y se reconozca como algo que tiene un valor que se extiende mucho mas allá de lo local e incluso de lo hispánico, mucho más allá de lo europeo, que tiene un valor verdaderamente universal. © Del documento, de los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2008 |
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