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Segunda edición revisada y muy ampliada /^ OW^ AA^-^ BIBLIOTECA UN! VERS! TAñiA LAS PALMAS DE O CAÑARÍA N. » Documento _ 3 ^ ^ ^ ' ^ - ^ axtmtattn trapero ^[ ía Citmtera Segunda edición revisada y muy ampliada Transcripción y estudio de la música LoTHAR SIEMENS HERNÁNDEZ Cabildo Insular de La Gomera 2000 CASIMIRO CUKBELO CURBELO Presidente del Cabildo Insular de La Gomera JUAN ALONSO HERRERA CASTILLA Consejero de Cultura del. Cabildo Insular de La Gomera © MAXIMIANO TRAPERO © de esta edición: CABILDO INSULAR DE LA GOMERA Ilustración de portada: Romanceadores y tocadores de tambor, extraídos del cuadro de JosÉAGUiAR, Xa Romería de San Juan. LS. B. N.: 84- 921930- 9- 3 DEPÓSITO LEGAL: M. 27677 IMPRIME: Cromoimagen, S. L - 28017 Madrid A GARA, la más pequeña de todas. PRESENTACIÓN Los españoles que, en la última mitad del siglo XV, hicieron de La Gomera una isla atractiva y de San Sebastián una villa próspera y conocida, trajeron con su equipaje, herramientas y oficios, usos y costumbres de sus regiones de origen. Aquí llegaron los campesinos que tuvieron que luchar sin descanso en la colonización de un medio natural hermoso y a la vez salvaje como el nuestro, marinos y pescadores que crearon los pueblos en las bahías y surgide-ros. Y llegaron también los viejos romances de Castillas - historias de amor, honor y fe, cuadros de la Pasión de Cristo y vidas ejemplares de las Santos de la Iglesia, juegos infantiles y juegos festivos y jocosos-, y desde aquí, y desde las otras islas delArchipiélago, saltaron - como tantas y tantas muestras de la cultura popular canaria- a los países dev^ nérica, donde el castellano se empezó a hablar también con otro acento, en todo similar al canario. La Villa de San Sebastián fue un puerto seguro y franco para las travesías atlánticas, en el momento en que el poder político y económico pasaba del Mediterráneo alAtlántico; y fue especialmente vma comunidad abierta al exterior, permeable al pensamiento, al arte y a la moda que primaban en cada tiempo. Esa circunstancia de apertura, que se reflejó y se refleja en tantos aspectos del acervo cultural gomero - con influjos de múltiple^ orígenes europeos y americanos- tiene vin espléndido ejemplo en esta obra del doctor Maximiano Trapero, que aborda, con su solvencia conocida y habitual, el amplio catálogo de romances que perviven en nuestra isla y que han transmitido, de generación en generación, un conjunto de leyendas y conocimientos, tradiciones y sentimientos del pueblo llano que los conserva celosamente. 1 0 PRESENTACIÓN Maximlano Trapero presenta de nuevo un exigente trabajo de investigación que recoge todos los romances conocidos en nuestra isla hasta el momento presente, unos ya publicados en la primera edición de su Romancero de La Gomera y otros muchos nuevos, recogidos, tras un minucioso trabajo de campo, en los pueblos más accesibles y en los lugares más recónditos de nuestra geografía. En este nuevo Romancero General de La Gomera, « revisado y muy ampliado » , aparecen los héroes de caballería, los paladines de iina épica medieval, ejemplares y moralizantes; las historias tristes de doncellas y galanes condenados a la distancia; los sucesos cruentos y la estética del destino trágico; los romances religiosos y los mñagros cotidianos. « Los romances comunes de todas las Españas » - como escribiera el venezolano Andrés Eloy Blanco-, se jvintan aquí con una amplia producción local, que da respuesta rimada a calamidades y hechos cotidianos, sucesos de honda repercusión y personajes locales perpetuados en la memoria de sus paisanos por virtudes o defectos, loas agradecidas a los santos cercanos y testimonios populares de piedad o de ingenio. La Gomera - como advierte Maximiano Trapero- une a su caudal de rornances extraordinarios, sin igual en el panorama del Romancero General moderno, una singularidad dentro del Archipiélago Canario, incluso de España y del Mxmdo Hispánico, digna de ser destacada, y es la perviven-cia del hecho musical romancesco, perfectamente estudiada por el musicólogo Lothar Siemens. El romance escribió y escribe las mejores páginas de la cultura popular gomera, porque como forma de comunicación, y también de diversión, sigue animando nuestras fiestas populares; porque la musa popular, alimentada por voces anónimas, pone versos a la vida cotidiana de los gomeros, a sus afanes, a sus alegrías y también a sus duelos. CASIMIRO CÚRSELO CURBELO Presidente del Cabildo Insular de La Gomera NOTA A LA SEGUNDA EDICIÓN Esta segunda edición del Romancero de La Gomera revisa, aumenta muy considerablemente y reordena los textos publicados en nuestro anterior Romancero de la isla de La Gomera ( 1987), libro que tuvo una excelente acogida y que se agotó muy pronto. Cambia ahora el título, por el de Romancero General de La Gomera, porque da cuenta de todos los textos romancísticos de La Gomera conocidos hasta la fecha, ya fueran publicados por nosotros o por otros autores en otras publicaciones, incluso discográficas. E incorpora, además, los nuevos textos recogidos por nosotros desde la primera edición, en entrevistas sucesivas desde 1985 hasta el año 2000. De los 139 temas romancísticos y 357 versiones que tenía la primera edición, se pasa ahora a 145 temas y 449 versiones. Nuevo es también el orden en que aquí se presentan las distintas versiones de cada romance: se enumeran los romances sucesivamente, del 1 al 145, y en cada uno de ellos se ordenan las distintas versiones correspondientes, numeradas con subíndices: 1.1, 1.2, etc. En la edición primera se hacía una única numeración, sin agrupar las distintas versiones por temas. Novedad de esta segunda edición son los comentarios particulares que siguen a cada uno de los romances del libro, que pretenden dar noticia, aunque somera, de las características de ese romance en cuestión en la tradición de La Gomera, en relación con la tradición del resto de las Islas Canarias, de la España peninsular y de la tradición pan- hispánica, en general. La clasificación de los romances en los cinco grupos en que aparecen, continúa siendo la misma que en la primera edición, salvo el reajuste de alguno de ellos, especialmente entre los inicialmente divulgados a través 12 NOTAA lA SEGUNDA EDICIÓN de pliegos de cordel, que en la tradición oral de La Gomera han logrado una indudable « tradicionaHzación » , y que pasan al primer grupo. Otra novedad; En la primera edición se daba noticia de todos los romances de pliego dieciochescos recogidos, pero sólo noticia, con la transcripción de los 4 ó 5 versos primeros. En esta segunda edición los ofrecemos íntegramente, pues aunque el interés de este tipo de romances es muy inferior al del resto, también forman parte de la tradición general, y en La Gomera con una importancia singular. El estudio introductorio continúa básicamente igual, excepto en lo que se refiere a la actualización de los nuevos datos y en una especificación mucho mayor de las características de los distintos grupos clastfi-catorios. Sí es nueva la relación bibliográfica que se añade al final del estudio introductorio, y que da fe de las novedades editoriales más actualizadas relacionadas con el romancero de La Gomera y de Canarias, en general. No se ha modificado en nada, en cambio, el estudio de la música de los romances de La Gomera, de Lothar Siemens Hernández, pues, aunque hemos recogido muchos nuevos romances cantados, éstos ni aumentan ni modifican los « tipos » musicales ya descritos en la primera edición. Por último, los distintos índices finales se han acomodado, también, a los nuevos datos aportados en esta edición, excepto el índice de pies de romances, que es enteramente nuevo. Puede, pues, decirse que éste es un Romancero nuevo. Ciertamente necesitado de ver otra vez la luz, para seguir atestiguando que el viejo romancero hispano sigue vivo en una isla atlántica llamada La Gomera, y en condiciones de plenitud poética y de funcionalidad social tan excepcionales que bien puede la isla, además del título de « Patrimonio de la Humanidad » que ya tiene por su Parque del Garajonay, recibir ahora el título de « Reserva Natural del Romancero » . M. T. ÍNDICE GENERAL I. ESTUDIO INTRODUCTORIO 1. La isla de La Gomera: geografía, división administrativa, tradiciones populares 23 2. Antecedentes romancísticos a nuestra investigación 25 3- Nuestras encuestas 30 3.1. Fechas 31 3.2. Encuestadores 32 3.3. Lugares 32 3.4. Los informantes 33 3.5. La condición de los informantes 35 3.6. La búsqueda de informantes 36 3.7. Formas de encuesta 37 4. Los romances recolectados 38 4.1. Romances tradicionales o tradicionalizados 38 4.2. Romances infantiles 42 4.3. Romances religiosos 43 4.4. Romances divulgados en pliegos de cordel 44 4.5. Romances de creación local 47 5. Resumen estadístico de los romances recolectados 47 6. Los mejores romances de La Gomera 49 7. Noticias sobre otros romances 52 8. Características particulares del romancero de La Gomera . . . . 54 9. El baüe del tambor, una danza romancesca 58 10. Las principales fiestas de La Gomera 60 11. Advertencia editorial 61 12. Referencias bibliográficas 63 1 4 ÍNDICE GENERAL n. ROMANCES A) ROMANCES TRADICIONALES O TRADICIONALIZADOS a) De la antigüedad clásica 1. París y Helena ( áo): 1 versión^ 69 2. Blancaflor y Filomena ( éa): 20 71 b) De f eferencia histórica nacional 3. El Cid pide parias al rey moro ( ía): 2 90 4. Romance de Sayavedra ( Río Verde, Río Verde) ( ía): 4 93 c) Ciclo bretón 5. Lanzarote y el ciervo del pie blanco ( ía): 21 + 4.1^ 97 d) Ciclo carolingio 6. El conde preso ( áo): 12 115 e) La conquista amorosa 7. El caballero burlado ( ía): 35 + 5.20 122 8. El capitán burlado ( áa): 10 145 9. El indiano burlado ( éa): 12 155 10. La serrana ( éa): 10 167 11. La hermana cautiva ( ía): 2 175 12. Galán preso por la ronda ( ío): 1 176 f) Amor fiel 13. La vuelta del navegante ( á): 1 177 14. Las señas del marido ( é): 2 179 15. La difunta pleiteada ( ía): 2 180 16. Diego León ( áa): 1 182 17. Doña Juana de Oíante ( éa): 1 184 g) Amor desgraciado 18. Delgadina ( áa): 18 186 19. Sñdana ( ía): 3+ 5.19 202 20. El condeAlarcos ( ía): 1 206 21. Alba Niña ( ó): 1 206 ' Se especifica, a continuación del títvilo, el número de versiones que tiene cada romance. ^ Significa, en este caso, que, además de las 21 versiones que aparecen con el n.° 5, hay otra versión « contaminando » el romance n.° 4, la versión 4.1. ÍNDICE GENERAL 15 22. La infanta preñada ( áa) + La infanta parida ( áa): 4 207 23. Los soldados forzadores ( ía): 3 + 25.1 210 24. Los presagios del labrador ( éa): 1 211 25. La fratricida por amor ( ía): 1 212 26. La infanticida ( éa): 5 213 27. El amor del viudo ( ío): 1 217 h) Rapto o liberación de la amada 28. El adelantado Pedro ( éo): 8 218 29. Joven liberada por su enamorado ( éo): 2 225 30. Los Guzmanes y los Vargas ( áa): 3 228 i) Cautivos 31. Cautiva de su galán ( áa): 5 232 32. Cautiva liberada por su marido ( áa): 2 237 33. El cautivo Marchas Toledo ( éo): 1 239 34. El cautivo Blas de León ( éo): 3 240 35. La princesa cautiva ( áa): 1 241 36. El cautivo Belardo y la mora Lucinda, mártires ( éa): 1 . . . 243 37. La cautiva del renegado ( áa): 2 244 38. El cautivo Marcos Alfaro ( áo): 1 247 39. Cautiva vendida a unos moros ricos ( éa): 1 249 j) Venganza personal o familiar 40. La afrenta heredada ( áa): 8 250 41. Doncella que venga su deshonra ( áa): 10 259 42. Isabel de Ferrara vengada por su hermano ( áa): 4 267 43. Doña Juana de la Rosa + Celos y Honra ( áa): 1 171 273 45. Sebastiana del Castillo ( ío): 2 275 46. El bravo Fulgencio Flórez de Aranda ( áa): 1 276 k) Intervenciones milagrosas o sobrenaturales 47. Marinero al agua ( áa): 2 277 48. La romería del pescador: 1 278 49. El difunto penintente ( éa): 5 279 50. El padrino del jugador y el diablo ( ée): 6 284 51. Mujer que vende su alma al diablo ( ée): 1 289 52. Don Pedro de Villaverde ( ée): 1 291 53. Mujer calumniada por el diablo ( áe): 2 293 54. Voto incumplido ( éa): 1 296 1 6 ÍNDICE GENERAL 55. El cordón del diablo ( éa): 1 297 56. Pasión incestuosa del seminarista Blas Romero ( éo): 2 . . . 299 57. El mercader de Sevilla ( áe): 1 301 58. Madre que entrega su hija al diablo ( ía): 2 302 59. La esposa de San Alejo ( óa): 8 305 60. Embarazo düatado milagrosamente ( áa): 4 313 61. Donjuán de Lara y Doña Laura de Contreras ( áa): 1 . . . . 319 62. El criado del diablo ( áa): 1 321 63. Don Alonso Aguilar ( ío): 1 322 1) Festivos 64. Romance encadenado ( éa): 2 323 65. El gato y el ratón ( éo): 8 325 66. Lapulgay elpiojo'( estr, hexas.): 3 329 67. El cura y la criada ( áa): 1 331 68. Chasco que le dio una vieja a un mancebo ( éa): 1 331 B) ROMANCES INFANTILES 69. El conde Niño ( á): 4 333 70. El quintado ( éa) + La aparición ( pollas.): 3 335 71. La doncella guerrera ( polias.): 2 337 72. Santa Iria ( pollas., hexas.): 2 339 73. Santa Catalina ( áa): 4 + 82.2 341 74. A la cinta cinta de oro ( é): 1 342 75. Atropellado por el tren ( estr.): 1 342 C) ROMANCES RELIGIOSOS a) Ciclo del Nacimiento e Infancia de Cristo 76. Las dudas de San José ( ío): 1 345 77. Congoja de la Virgen en Belén ( ía): 8 347 78. La huida a Egipto ( éo): 17 350 79. La Virgen y el ciego ( é): 4 + 78.15 366 80. El Niño Jesús peregrino ( áe): 2 368 b) Ciclo de la Pasión 81. La Virgen camino del Calvario ( éa): 2 370 82. El discípulo amado ( áa): 2 + 90.2 371 83. El discípulo amado y Las tres Marías ( áa): 3 + 90.2 372 84. El Monimiento de Cristo ( áo): 1 375 85. Meditación sobre la Pasión ( ao): 2 375 ÍNDICE GENERAL 17 86. Llanto por la Pasión ( áo): 1 376 87. Cristo sentenciado a muerte ( áa): 1 377 88. El ejemplo de la Cruz ( éo): 1 378 c) Rezados y Devotos 89- Los cinco gozos ( ío): 1 379 90. Aviso a los pecadores ( éo): 2 + 78.16 380 91. Acto de contrición ( éo) + Presagios de la Pasión ( pollas.): 1. 382 92. Oración a la Virgen ( pollas.) + Presagios de la Pasión ( pollas.): 1 383 93. El pecador y la muerte ( áe): 1 384 94. Romance de la baraja ( éa): 1 384 d) Intervenciones milagrosas 95. La Virgen elige a un pastor como mensajero ( éo): 2 . . . . 388 96. El zapato de Cristo ( éo): 1 + 95.2 390 e) De historia sagrada 97. Creación del mundo ( éa): 1 391 98. Salomón y la reina de Saba ( éo): 1 392 99. Los doce hijos de Jacob ( éa): 1 394 D) ROMANCES DIVULGADOS EN PLIEGOS DE CORDEL a) De referencia histórica antigua 100. Los doce Pares de Francia ( éo): 3 395 101. Las princesas encantadas ( ía): 3 398 102. Historia de Griselda y Gualtero ( áa): 1 401 b) Cautivos 103. Jacinto del Castiño ( ío): 2 403 104. Don Patricio de Córdoba y Agmlar ( ío): 1 410 105. El cautivo del Gerona ( ía): 3 411 106. El cautivo de Granada ( éa): 1 4l4 c) Bandidos, valientes y guapos 107. Doña Josefa Ramírez ( éo): 2 4l6 108. Don Francisco Esteban ( áo): 1 419 109. Don Francisco Romero ( éo): 1 423 110. Los bandidos de Toledo ( ée): 1 426 111. La cueva de los bandoleros ( áa): 1 427 1 8 ÍNDICE GENERAL d) Asunto amoroso 112. La Espinela ( éa): 1 429 113. La peregrina doctora ( éo): 6 430 114. Adulterio castigado: Antonio Montero y Diego de Frías ( éo): 1 435 115. Rosaura la del guante ( éo): 5 437 116. Don Diego de Peñalosa ( óa): 1 440 117. Lisardo el estudiante de Córdoba ( ía): 1 442 118. El cortante de Cádiz ( éa): 3 445 119. La venganza del león ( éa): 1 448 120. DoñaTeresaRiveray Don Manuel de Contreras ( éa): 1 . . 451 e) Asunto religioso y devoto 121. Despertador espiritual ( éo): 1 452 122. La disputa del trigo y el dinero ( éa): 3 455 123. Dionisia Pérez Losada ( áa): 1 459 f) Sucesos contemporáneos 124. Gertrudis, la niña perdida ( ó): 4 461 125. La criada Tomasa ( áa): 5 . 465 126. Hundimiento del Lusitania ( estr): 1 467 E) ROMANCES LOCALES 127. La Facunda ( éa): 1 128. Novio que visita a su novia ( áe): 2 469 129- Salió de Imada temprano ( áo): 1 471 130. El curandero deTamargada ( áa): 1 472 131. Disparates ( áo): 2 472 132. Mujer que llevan para la ViUa contra su voluntad ( ía): 1 . . 474 133. Soldado que embarca para la guerra ( éa): 1 476 134. Muerto por coger espigas ( ío): 2 477 135. Hundimiento del barco La Fama ( áa): 1 477 136. Terremoto en La Gomera ( éa): 1 479 137. Temporal del año 41 ( éo): 1 481 138. « Coplas » de La Gomera ( óe): 1 482 139- El caso de la burra que muere en el parto ( éa): 1 482 140. Romance local ( áa): 1 483 141. El caso del tambor reventado ( áo): 1 485 142. Ofrecimiento de xm queso a la Virgen ( éo): 1 486 143. Romance a La Gomera ( éo): 1 486 ÍNDICE GENERAL 19 144. Los valores de mi tierra ( éa): 1 488 145. Los tesoros de La Gomera ( éa): 1 490 m. lA MÚSICA DE LOS ROMANCES EN LA GOMERA Por LoTHAR SIEMENS HERNÁNDEZ 1. La música de los romances en La Gomera en comparación con la del resto de las Canarias 493 2. La música del « Baile del tambor » 494 3. La música de los romances infantiles 500 4. Consideraciones finales 502 IV. ÍNDICES 1. De romances por orden alfabético 507 3. De primeros versos 511 3- De pies de romances 518 4. De informantes por orden alfabético 522 5. De informantes por municipios y localidades 530 V. FOTOS I. ESTUDIO INTRODUCTORIO l^ Palma 7 La Gomera Hierro OCÉANO ATLÁNTICO Lanzarute Tenerife Fueneventunt * ^ ÍjranLaftana 4m^ ISLAS CANARIAS > / rí^' de Santal '' * Santiago Isla de La Gomera 1. LA ISLA DE LA GOMERA: GEOGRAFÍA, DIVISIÓN ADMINISTRATIVA, TRADICIONES POPULARES La Gomera, la llamada Junonia Menor por Plinio, es una de las siete islas principales del Archipiélago Canario, perteneciente a la provincia de Santa Cruz de Tenerife. Su extensión es de 370 km^, siendo, después de la de El Hierro, la más pequeña de las siete, con una población, según censo de 1991, de 15.963 habitantes. La distancia máxima de E a O es de 28 km y de N a S de 20 km., con una longitud de costas de 87 km. Su forma es casi circular y tiene una altura máxima, en el alto del Garajonay, de 1.487 m. Su orografía es la más accidentada del Archipiélago: innumerables y profundísimos barrancos desgarran su superficie, convirtiéndola en tma cascada ininterrumpida de valles y lomos, cuyas paredes, cortadas casi en vertical, caen sobre la costa formando acantilados impresionantes o pequeñas playas de arena negra en la desembocadura de los barrancos. La parte central y más alta de la isla está cubierta de un espesísimo bosque, el monte de El Cedro, de raras especies arbóreas, propias de la laurisilva macaronésica ( archipiélagos atlánticos de Azores, Madeira, Canarias y Cabo Verde), algunas de las cuales son ya exclusivas de La Gomera. Una flora compuesta de cedros, hayas, aceviños, barbuzanos, viñátigos, palo-blancos, loros, brezos y otras varias especies dan sombra impenetrable a una masa forestal por la que corre un pequeño arroyuelo, la única corriente de agua permanente de las Islas. Es tal la importancia ecológica y botánica de El Cedro que la unesco lo declaró en 1986 « Patrimonio de la Humanidad » , con el nombre de « Parque del Garajonay » . La isla de La Gomera está dividida en seis municipios, de muy desigual extensión y población. a) El mayor es el de VaUehermoso, que atraviesa la isla de norte a sur, con una extensión que representa el 30% de la superficie de la isla y una 2 4 ESTUDIO INTRODUCTORIO población de 2.876 habitantes, que se reparten entre sus principales poblaciones de VaHehermoso, Chipude, El Cercado, Alojera, Las Hayas, Igualero y otros pagos y barrios dependientes de éstos. b) Le sigue en extensión el de San Sebastián, cuya Villa es capital y puerto principal de la isla, con una población de 5.606, que se reparte entre la Vüla y sus barrios principales de Lomo Fragoso, La Laja, El Atajo, Los Chejelipes y los poblados de Vegaipala, Jerduñe y Benchijigua. c) Después, el de Valle Gran Rey situado en la parte más surocci-dental de la isla y el de más difícñ acceso, con 3.103 habitantes, la mayor parte de los cuales vive en el mismo VaUe de Gran Rey, el de mayor incremento poblacional de la isla, pues aUí se ha asentado el mayor punto del turismo insular, mientras que Arure y los otros asentamientos del municipio van a menos. d) Le siguen luego los municipios de Hermigua yAgulo que ocupan la parte más al norte de la isla y que se introducen desde el mar hasta el monte de El Cedro, repartiéndoselo en sus respectivos términos municipales. El de Hermigua tiene ima población de 2.120 habitantes, la mayor parte de los cuales viven en el propio Valle de Hermigua y los menos en los pueblos de El Cedro y tx) s Aceviños; y los 1.115 habitantes de Agulo se reparten entre Agulo pueblo y los barrios de Las Rosas, La Palmita y Meriga. e) Por último, el municipio de Alajeró, en la parte más seca e inhóspita de la isla, al este, con 1.143 habitantes, que se reparten entre Alajeró, Imada, Playa y Laguna de Santiago y Tecina. Las comunicaciones han mejorado muchísimo en los últimos años, tanto en el interior de la isla como con el exterior En los años en que hicimos las encuestas principales ( entre 1983 y 1984) las carreteras no habían llegado aún a todos los pueblos, mucho menos a los caseríos y pagos menores que proliferan y se esparcen por las laderas de los barrancos o se ocultan tras las montañas. Y las comunicaciones con el exterior no eran mucho mejores. La Gomera era la única isla canaria que aún no tenía aeropuerto ( no lo ha tenido hasta 1999), por no disponer de im espacio mínimamente llano en que operaran los aviones; y su vinculación con el exterior dependía de im único ferry, de nombre Benchijigua, que la comunicaba dos veces al día con el sur de Tenerife en una travesía cómoda y rápida. Pero aun este medio de transporte es moderno. Puede decirse que el Benchijigua es quien ha llevado la modernidad a La Gomera: por él La Gomera se ha asomado al exterior y ha permitido, a la vez, que el exterior haya llegado a la Gomera, con el consiguiente intercambio de usos que hasta entonces parecían inmutables. ESTUDIO INTRODUCTORIO 25 Precisamente la orografía accidentada de su suelo y las dificilísimas comunicaciones entre sus pueblos y pagos debieron condicionar la creación del silbo gomero, un auténtico lenguaje silbado por modulación de sonidos que se consiguen variando la posición de la lengua o de los dedos, según el estilo del silbador, y que llega a ser oído en condiciones favorables hasta tres y cuatro kilómetros de distancia. Este silbo gomero, de origen prehispánico indudable, se conserva hasta la actualidad y es usado cotidianamente por los habitantes de las zonas altas de la isla para comxinicarse las noticias más urgentes o las necesidades más imperiosas. El silbo ha hecho mundialmente famosa a La Gomera, citándose entre los poquísimos casos conocidos en el mundo de un lenguaje sñbado. Una isla y unos hombres que han sido capaces de conservar a lo largo de los siglos una costumbre de este tipo no ha de extrañar que conserven también otras tradiciones con igual celo y vitalidad. Las especiales condiciones de apartamiento y de aislamiento en que han vivido secularmente sus gentes les han permitido conservar unos usos y costumbres propias, por encima de modas o tendencias estandarizadoras. Así, puede decirse que la cultura popular en La Gomera se mueve entre unos elementos muy arcaicos y otros especialmente conservativos. Este carácter de elementos culturales poco evolucionados y fundamentalmente autóctonos es el que hace que La Gomera sea hoy vin caso de extraordinario interés para la etnología, la etnografía, la antropología, la etnolingüística y el folclore. Su peculiaridad difícilmente admite comparaciones. En La Gomera todo es auténtico, o, lo que es lo mismo, todo es distinto, por lo particular, lo viejo, lo propio. Así, entre otras muchas manifestaciones populares: el romancero tradicional y el baile del tambor, que no es sino una danza romancística. Pero así como el romancero tradicional es un fenómeno común a todos los pueblos de habla y cultura española e hispánica, en La Gomera tiene características tan marcadas y tan especiales que le hacen, quizás, caso único e incomparable en el momento actual en el panorama del romancero pan- hispánico . Y por lo que respecta al baile del tam, bor, baste decir que quizás sea la última danza romancística que pervive en todo el ámbito español e hispánico, después de que en los siglos XVI y XVII ésas fuesen — las danzas— las maneras ordinarias de reproducirse los romances por Castilla, Andalucía, Asturias, Santander y otras regiones. 2. ANTECEDENTES ROMANCÍSTICOS A NUESTRA INVESTIGACIÓN Ya hemos dicho en otros lugares que la espléndida realidad que significó la publicación de La flor de la marañuela ( 1969, a continuación Flor tnar^, como colección de colecciones de romances de las Islas Cana- 2 6 ESTUDIO INTRODUCTORIO rias, lo era considerándola en su conjunto, pero que el subtítulo de Romancero General de las Islas Canarias que se le dio, lo era sólo como propósito de unas investigaciones que debían continuar para completar las importantes lagunas que el libro dejaba. Es decir, se recogían en él todas las versiones de romances que desde fines del siglo XDÍ hasta la década de los sesenta del XX muy distintos investigadores o estudiosos habían ido recopilando por las islas. Alguna de esas colecciones o romances sueltos habían sido previamente publicados en revistas de las Islas o de Madrid; otros romances fueron depositados por sus recolectores en el Archivo Romancístico de Menéndez Pidal, ya que gracias a él se habían hecho las pesquisas; pero la mayoría de las versiones estaban inéditas y habían sido recogidas en los tiempos más recientes. La falta de un plan investigador globalizado, aparte de los distintos métodos y objetivos que cada recolector pudiera tener, hizo que los resultados generales no puedan considerarse unitarios, ni que sean mínimamente proporcionales y representativos de todas y cada una de las islas del Archipiélago. Así, Tenerife y La Palma son las dos islas que mejor estudiadas y representadas están; Lanzarote en menor medida; Gran Canaria, La Gomera y El Hierro muy mal, y Fuerteventura en absoluto. Los esfuerzos recolectores principales se centraron una y otra vez sobre un mismo territorio insular y se dejó sin apenas explorar o sin explorar en absoluto otras islas de las que con Flor mar. en la mano no sabemos nada, o apenas nada, desde el punto de vista romancístico. Un ejemplo gráfico: de los dos tomos del libro, el primero, con más de la mitad de las versiones del total, está dedicado íntegramente a la isla de Tenerife y el segundo tomo a las seis islas restantes. En cantidades concretas: de las 682 versiones recogidas ( o reseñadas) en Flor mar., 410 son de Tenerife, 101 de La Palma, 66 de Lanzarote, 6l de Gran Canaria, 26 de La Gomera, 13 de El Hierro y 3 de Fuerteventura, Conociendo la realidad complejísima del fenómeno romancero, no puede pensarse que dada la tradición de un lugar determinado ésta pueda aplicarse, sin más, a todo el territorio del que ese lugar forma parte. Si esto no es así en territorio peninsular, mucho menos cabe pensarlo para un Archipiélago en donde las tradiciones y peculiaridades culturales de cada isla tienen una personalidad muy marcada. Evidencias de lo que decimos las proporcionaron nuestras primeras exploraciones en el romancero del sureste de Gran Canaria ( vol. 1,1982) y de la isla de El Hierro ( 1985); las dieron aún más acusadamente las conclusiones sobre el romancero gomero ( 1985); y las siguieron dando las investigaciones sobre el romancero general de Gran Canaria ( vol. II, 1990), de Fuerte-ventura ( 1991), de La Palma ( en prensa) y de Lanzarote ( en prensa). ESTUDIO INTRODUCTORIO 27 Temas romancísticos nuevos desconocidos para las anteriores recolecciones, que aparecen de pronto, lecturas diversas que ofrece un mismo romance en islas distintas, desigual pervivencia de la tradición en cada isla, vitalidad y funcionalidad también desigual de los romanceros insulares, romances frecuentísimos en una isla desconocidos en otra o en otras, formas musicales bien diferenciadas por cada isla, islas en las que los romances se cantan todos con la misma música e islas en las que cada romance tiene su propia música, funcionalidad social distinta que tiene el romancero en cada isla, etc. Por lo que a la isla de La Gomera respecta, Flor mar. poco nos decía de su repertorio romancístico, pero nada de lo que el canto de los romances significa en la vida comunitaria insular, que es, a nuestro juicio, la nota más sobresaliente y verdaderamente única en el panorama del romancero canario y en el panorama del romancero general hispánico: el que los romances sean aún hoy la manifestación popular festiva más importante y casi única de los gomeros, que el canto de los romances sea un acto comunitario que congregue a sus gentes en todo tipo de fiestas y reuniones, que los romances sean cantados como soporte del baile del tambor que inevitablemente se forma en cuanto un grupo de tambores y de chácaras empieza a sonar Sobre ello nos extenderemos después. Seis fueron los recolectores de romances en La Gomera cuyos resultados recogió Flor mar, aunque, al parecer, sólo dos los recogieron « in situ » : la pareja formada por García de Sotomayor y Manrique de Lara ( no consta la fecha, pero debió ser en los primeros años del siglo XX), por una parte, e Isabel MaríaAscanio, en 1954, por otra. Y a ellos tres se debe el mayor número de versiones recopiladas: doce a los primeros y seis a la segunda. Los otros cuatro recolectores lo hicieron por encargo, a través de terceras personas ( alumnos o amigos) y de forma absolutamente esporádica: para la colección de María Jesús López de Vergara, en 1955, tres versiones; para la colección de María Victoria Izquierdo, en 1963, una versión; para la colección de Sebastián Sosa Barroso ( no figura la fecha, pero debió ser por la misma que las anteriores) tres versiones; y para la colección de Juan Bethencourt, a finales del siglo XIX, una versión. En total 26 versiones correspondientes a 21 temas romancísticos distíQtos. El carácter meramente anecdótico que representa lo que del romancero gomero se pubHca en la Flor mar se refleja, también, en los pocos lugares en los que se hicieron encuestas ( Agulo, Hermigua, Playa de San-tiago, Tamargada y Vegaipala) y los mínimos datos ( cuando los hay) de los informantes. 2 8 ESTUDIO INTRODUCTORIO Por otra parte, la poca variabilidad de versiones respecto al número de temas parece indicar o que los colectores seleccionaron los materiales recogidos, dando a la imprenta una sola versión por cada tema, o que la exploración que realizaron fue del todo casual. En resumen, si descartamos los romances recolectados por García de Sotomayor y Manrique de Lara, que son los que nunca especifican ni lugar de encuesta ni nombre del informante, podemos suponer que los demás recolectores, o más propiamente sus intermediarlos, procedieron a que cada persona les dijera un romance: una especie de recuerdo de la tierra, como quien compra una postal de cada lugar por donde pasa para su recuerdo turístico. Y si comparamos estos resultados con los obtenidos en nuestras encuestas, lo recogido en Flor mar. representa sólo un 6,71%. Pero es importante, sin duda. Como muestra de la inestabilidad de la tradición romancística y de cómo los tiempos modernos actúan irremisiblemente sobre el romancero, incluso en La Gomera, en donde parece que nada cambia, tenemos que decir que de los 21 temas recogidos por nuestros antecesores, 7 de ellos lo fueron en versiones únicas que no aparecieron en nuestras encuestas. Las siguientes: • Alba Niña ( Flor mar., n.° 494) • La romería del pescador ( n.° 502) • Voto incumplido ( n.° 507) • Las dudas de San José ( n.° 511) • Celos y honra ( n.° 509) • La calumnia del diablo ( n." 510) • Dionisia Pérez Losada ( n.° 671) El resto de los temas volvieron a aparecer en nuestras encuestas, con varias versiones por alguno de ellos. Estos son los temas: París y Líelena: 1 versión ( n." 489) El caballero burlado: 4 versiones ( n.° 490 a 493) Blas de León: 2 versiones ( n.° 505 y 506) Cautiva liberada por su marido: 1 versión ( n.° 504) Cautiva de su galán: 1 versión ( n.° 503) La hermana cautiva: 1 versión ( n.° 498) Blancaflory Filomena: 1 versión ( n.° 497) El capitán burlado: 1 versión ( n.° 500) El indiano burlado: 1 versión ( n.° 501) Delgadina: 2 versiones ( n.° 495 y 496) El robo del Sacramento: 1 versión ( n.° 508) Congoja de la Virgen en Belén: 1 versión Cn.° 499) Huida a Egipto: 1 versión ( n.° 512) ESTUDIO INTRODUCTORIO 29 Poco era para lo que La Gomera guardaba, pero servía para atisbar la •• importancia de su tradición; no sólo porque en tan corto muestreo apareciesen romances tan raros como París y Helena ( verdadera joya del romancero tradicional moderno), sino porque la lectura de sus textos presentaba una fuerza y una personalidad poética muy grandes. En fechas anteriores y posteriores a nuestra primera recolección, hubo en La Gomera otras dos breves encuestas recolectoras: la que varios alumnos de la Escuela de Magisterio de La Laguna hicieron por encargo de su profesor Benigno León Felipe, en los años 1982 y 1983, y la que Diego Catalán y Flor Salazar, acompañados de otras antiguas alumnas de Diego en la Universidad de La Laguna, hicieron en 1985. Los materiales de ambas encuestas están depositados en el Archivo Menéndez Pidal de Madrid. Aquí contemplamos los que han sido publicados en el Romancero vulgar y nuevo ( 1999), exactamente seis: • El amor del viudo ( Rom. vulgar, n.° 35) • Sebastiana del Castillo ( n.° 82) • La afrenta heredada ( n.° 100) • El bravo Fulgencio Flórez deAranda ( n.° 109) • El cautivo Marcos Alfaro ( n.° 198) • Madre que entrega su hija al diablo ( n.° 207). De esos seis romances, tres resultaron inéditos en nuestras encuestas. El amor del viudo, El bravo Fulgencio Flórez de Aranda y El cautivo Marcos Alfaro; los otros tres también fueron recogidos por nosotros, y a veces del mismo informante. Finalmente, y dentro de la propia isla de La Gomera, los dos grupos folclóricos más representativos del folclore insular, cuales son « Los Magos de Chipude » y « Coros y Danzas de Hermigua y Agulo » , han grabado sendos discos y casetes conteniendo varios romances del repertorio roman-cístico gomero, cantados con la instrumentación típica de tambores y chácaras, si bien, dadas las características del canto de los romances gomeros, que se alargan extraordinariamente, todas las versiones grabadas son fragmentarias. El primero de ellos, « Los Magos de Chipude » , dirigido por Isidro Ortiz, grabó en 1985 una cinta cásete con el título de Tambores y Chácaras ( Santa Cruz de Tenerife: Centro de la Cultura Popular Canaria; reeditado posteriormente, s. f., en formato CD), cuyo contenido está dedicado íntegramente a los romances. Son los siguientes: • Romance de La baraja, cantado por Antonio Ortlz ( allí se le da el título de El soldado Ricanté). • El indiano burlado, cantado por Antonio Ortiz ( con el títtilo de Doña Lucrecia). 3 0 ESTUDIO INTRODUCTORIO • La disputa del trigo y el dinero, cantado por Francisco Cruz Correa ( con el título de El trigo y él dinero). • La criada Tomasa, cantado por Ruperto Barrera ( con el título áe. Antonio Quesadd). • Doña Josefa Ramírez, cantado por Domingo Niebla García ( en la hoja que acompaña al disco con la transcripción de los textos se pone, sin embargo, el romance de Historia de Gualberto y Griseldd). • El caballero burlado, cantado por Salvador Hernández ( con el título de A cazar salió don Jorge). • Delgadina, cantado por Antonio Ortiz ( con el título de Doña Blanca). • El cortante de Cádiz, cantado por Francisco Cruz Correa ( con el título de El mercader y el cortante). • El Cid pide parias al rey moro, cantado por Ruperto Barrera ( con el título de El Cid). El Grupo « Coros y Danzas de Hermigua y Agulo » , dirigido por lidia Ascanio, grabó un CD en 1998 ( Santa Cruz de Tenerife: Centro de la Cultura Popular Canaria), con un contenido más variado: romances, años nuevos, conversaciones silbadas y otras manifestaciones folclóricas insulares. Los romances son los siguientes: • Romance de la pasión y muerte de Cristo, cantado por Domingo Hernández Conrado. • Doncella que venga su deshonra, cantado por Ramón Hernández Martín ( Ueva el título de Romance de la Sagrada Virgen del Carmen). • La huida a Egipto, cantado por Jonatan Santos Morales. • Los tesoros de La Gomera, cantado por Ramón Correa Magdaleno, de cuyo texto es autor Y sin estar propiamente editado, la directora del Grupo de Hermigua yAgulo, Lidia Ascanio, me proporcionó otra grabación en cinta cásete que contenía algunos de los romances cantados por el grupo en los ensayos, cuyos textos también hemos utilizado aquí: El adelantado Pedro, Blan-caflor y Filomena y Doncella que venga su deshonra, los tres cantados por Ángel Cruz Clemente. 3. NUESTRAS ENCUESTAS Nuestra exploración romancística en la isla de La Gomera se enmarca dentro del proyecto general que estamos llevando a cabo de recoger lo inédito, de recopilar lo ya recogido y de publicar lo que deberá ser el Romancero General de las Islas Canarias, cubriendo así las lagimas que dejaba Flor mar., de las que antes hablábamos. Resumiendo, podemos decir que han sido cuatro las series de encuestas realizadas por nosotros en la isla de La Gomera, aunque de duración y de intensidad bien diferentes cada una de ellas. Las primeras tuvieron lugar en un período más o menos continuado entre los años 1983 y 1984, ESTUDIO INTRODUCTORIO 31 cuyos materiales fueron los que se publicaron en la primera edición del Romancero de La Gomera ( i 987). Después de su publicación, aparte contactos esporádicos con algún informante gomero, incluso fuera de la isla, volvimos a hacer exploraciones detenidas, bien para confirmar algún dato, bien para reafirmar algún texto, bien para ampliar la muestra, en otras tres ocasiones, en los años de 1992,1998 y 2000. 3.1. Fechas Las primeras y principales encuestas tuvieron lugar entre los meses de junio y julio de 1983 y febrero de 1984. Concretamente entre los días 23 a 27 de junio y del 18 al 23 de julio de 1983, y del 23 al 26 de febrero de 1984. Las dos primeras semanas estuvieron dedicadas a explorar los distintos pueblos de la isla, la tercera sólo a completar algunos de los textos que en entrevistas anteriores habíamos recogido incompletos y que considerábamos fundamentales después de ima transcripción y estudio somero de los materiales recopilados. Posteriormente, y en ocasiones diversas, bien personalmente, bien por encargo y a través de terceros, bien por teléfono, completamos algunos textos sobre informantes ya conocidos. Las encuestas de 1992 las realizamos con motivo de un Encuentro de Escritores Canarios ( organizado por la Viceconsejería de Cultura del Gobierno de Canarias), celebrado en La Gomera, y tuvieron lugar entre los días 5 a 10 de noviembre de 1992. En ellas insistimos en la exploración de los lugares menos conocidos en las encuestas anteriores. Las encuestas de 1998 las realizamos con motivo de mi desplazamiento a la isla de La Gomera para impartir un Curso de Verano ( organizado por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, el Cabildo Insular de La Gomera y el Ayuntamiento de San Sebastián), precisamente, sobre el Romancero de La Gomera. Como « clases prácticas » con mis alumnos, hicimos diversas encuestas a informantes previamente conocidos, y compartimos con los del lugar, íntegra, la fiesta de la Candelaria de Chipude, el día 15 de agosto, en la que se reunieron algunos de los mejores roman-ceadores de la isla. Finalmente, la encuesta del año 2000, en los días 18 y 19 de febrero, se centró en una « parranda » privada en tomo a varios de los componentes de « Los Magos de Chipude » , que cantaron y bañaron para nosotros algimos de los romances más representativos de su repertorio. Tuvo de particular esta encuesta la posibilidad de grabar, tanto en audio como en vídeo, en las mejores condiciones de calidad y conforme a las maneras auténticamente tradicionales del romancero gomero, es decir, romanceando y respondiendo el pie de romance, con tambor y chácaras y con baile. 3 2 ESTUDIO INTRODUCTORIO 3.2. Encuestadores En las primeras encuestas de 1983 y 1984 el equipo encuestador fijo estuvo formado por mi mujer, Helena Hernández Casañas, y por mí. A nosotros se sumó durante los días 20 y 21 de julio de 1983 Lothar Siemens Hernández, con el propósito especial de presenciar y estudiar en vivo la música de los romances, aprovechando una fiesta popular, la de Las Rosas, en la que estuvo presente de continuo el baile del tambor. La mtisica es también elemento fundamental en nuestras preocupaciones y estudios sobre el romancero. Las segundas, terceras y cuarta encuestas de 1992, de 1998 y del año 2000 las hice solo. 3- 3. Lugares Puedo decir que hemos estado y hemos explorado de forma sistemática, y con mayor o menor intensidad, en todos los núcleos de población de la isla que merezcan el nombre de pueblo, barrio, pago o caserío. Una isla como la de La Gomera, en donde la geografía terrible de sus barrancos y la orografía dificilísima de su relieve ha escondido y repartido pequeños poblados en lugares casi del todo inaccesibles, impone dificultades que exigen de mucho tiempo para llegar a ellos. Hemos bajado barrancos, subido laderas empinadas, a veces por carretera, a veces por pistas de tierra, y no pocas veces atravesando a pie lo que ni carreteras ni pistas habían hecho aún. Encuestamos en la capital y en los pueblos principales, pero también en los barrios y pagos de cada uno de ellos, entre pescadores y entre pastores, pero más entre « la gente del campo » , como los propios gomeros dicen para referirse a los que viven en el interior de la isla. Preguntamos a viejos y a jóvenes, a mujeres y a hombres, dentro de la casa o en el campo abierto, a la sombra de una parra o contemplando la luna en la noche del verano. Lo hicimos preguntando a individuo por individuo, aisladamente, pero también en grupo; en la intimidad del recitado o en el tumulto de una fiesta popular; a veces interrumpiendo la faena de nuestros informantes y a veces incorporándonos a ella. Llegamos a rincones ignorados por cualquier ruta turística y buscamos con insistencia y por todas partes lo que la tradición hubiera podido conservar hasta hoy. En índice final relacionamos todos los puntos de encuesta en los que hemos estado. Hemos contabilizado 44 pxmtos de encuesta, correspondientes a otros tantos lugares diferentes de la isla. En algunos de ellos ( como Epina, El Carmen, Los Loros, Antoncojo y Meriga) no encontramos ESTUDIO INTRODUCTORIO 33 informante alguno que pudiera darnos respuesta provechosa. En otros ( Degollada de Peraza, El Atajo, Las Toscas o Vegaipala) no recogimos romances, pero sí pies de romances y noticias y referencias valiosas sobre el romancero de la isla. En los demás, que son la gran mayoría, la riqueza extraordinaria de su tradición se abría a nuestras pesquisas en resultados espléndidos. Con el mapa en la mano y teniendo en cuenta las características poblacionales de la isla se comprobará hasta qué punto hemos « rastreado » su territorio. 3.4. Los informantes Revisando el índice de informantes y sus edades, quien no conozca la realidad sociológica del romancero tradicional podría llegar a pensar que el canto de los romances es un género exclusivo de viejos, o que, en el peor de los casos, los recolectores modernos preguntan sólo a los de más edad. Pero no es cierto ni lo uno ni lo otro: el recolector pregunta a todo el mundo; situaciones hay a lo largo de una encuesta en que alrededor de la grabadora están todos los que pueden estar, viejos y jóvenes, mujeres y hombres de todas las edades, todos con la curiosidad por ver qué buscan « esos señores de afuera » y todos dispuestos a decir y a contestar; pero al final y casi invariablemente los únicos que dan respuesta a las preguntas son los más viejos de la reunión y del pueblo. Casos hay incluso en que éstos se consideran demasiado « nuevos » para estas cosas: « ¡ Uy, si ustedes hubieran venido cuando vivía la abuela tal! ¡ Esa sí que sabía romances! ¡ Empezaba por la mañana y terminaba por la tarde! ¡ Pero qué va, eso es muy antiguo y nosotros somos ya muy modernos! » . Eso dicen a veces hombres y mujeres de 80 ó de 90 años. Y el fenómeno es igual por todas partes, en Canarias y en cualquier parte de la Península, en Portugal o en7Vmérica, y más acentuado si cabe entre las comunidades sefardíes del norte de África, de Israel o de los Balcanes. En la isla de El Hierro, por ejemplo, la media de edad de nuestros informantes era de 80 años, caso extremo debido a la fuerte emigración que ha sufrido la isla en los últimos años y a la extraordinaria longevidad de sus habitantes. Como pxinto opuesto, la media de edad de nuestros informantes en el sureste de Gran Canaria era de alrededor de 60 años. Pues entre estas dos cifras debe girar la edad media del informante pro-totípico del romancero popular; bastaría hojear cualquier Romancero moderno que contenga este tipo de datos para comprobarlo. Siempre tirando hacia arriba más que hacia abajo. 34 ESTUDIO INTRODUCTORIO Eso es lo que ocurre también en La Gomera. La media de edad del informante gomero de romances es exactamente la de 72 años^, edad ciertamente muy alta, que hay que explicar con razones parecidas a las de la isla de El Hierro. Estos son los resultados estadísticos: Edades Más de 90 años Más de 80 años Más de 70 años Más de 60 años Más de 50 años Menos de 50 años N.° de informantes 5 24 28 21 U 3 % del total 5,26 25,26 29,47 22,10 14,13 3,15 Traducidos estos datos' a una pirámide de edad, tomando como eje horizontal la edad en grupos homogéneos de 10 en 10 años, y como eje vertical el ntimero de informantes de cada grupo, resulta el siguiente gráfico: N." deformantes 25 t Edades ' Las cifras y estadísticas que presentábamos en la primera edición de este Romancero de La Gomera referidas a la edad de los informantes eran en todo precisas, por cuento las encuestas fueron hechas en un mismo tiempo. Al juntar ahora los resultados de las varias encuestas realizadas en un arco temporal que va desde 1983 al año 2000, y al reincidir en varias de estas ocasiones sobre los mismos informantes, los datos referidos a su edad no pueden ser homogéneos. Por eso, aquí, repetimos sólo los datos obtenidos en las primeras encuestas. Y advertimos que la información que se da de la edad de cada informante en cada una de las versiones de romances, se refiere a la que tenía en el momento de la primera entrevista, en caso de haber sido entrevistado en varias ocaciones. ESTUDIO INTRODUCTORIO 35 3.5. La condición de los informantes Mayor interés, por lo novedoso, tiene en La Gomera conocer la condición de los depositarios de la tradición romancística, por razón del sexo. En efecto, cualquier persona que haya hecho encuestas de campo o simplemente haya estudiado el romancero oral moderno sabe que los mejores depositarios de la tradición son las mujeres, hasta tal punto que en alguna ocasión puede llegar a pensarse que el canto o el recitado de los romances es cosa exclusiva de mujeres. No quiere decir esto, naturalmente, que no haya hombres que sepan romances, pues hasta podría decirse que cualitativamente los mejores cantadores de la recolección moderna han sido varones^, pero a nivel general y cuantitativamente el romancero vive mejor en la memoria y en los labios de las mujeres. Y este fenómeno se ha hecho conciencia colectiva entre los propios informantes masculinos, quienes con frecuencia dicen: « No, esas cosas son más de mujeres, ellas tienen más tiempo y más arte pa acordarse de eso, los hombres tenemos que estar pensando en otras cosas » . Como si las tareas domésticas ligaran mejor con la canción épico- lírica. Esto es lo que ocurre en todas partes, también en Canarias. En nuestros estudios sobre el romancero en el sureste de Gran Canaria y en la isla de El Hierro llegamos a tener un promedio de un 80% de mujeres y sólo un 20% de varones. Y sobre estas cifras debe andar la generalidad del romancero en todas partes. Lo inaudito es que en La Gomera no sólo se rompe esta proporción sino que casi se invierte: aquí son los hombres los que superan con mucho a las mujeres en el canto de los romances. Atendiendo a nuestras encuestas, éstos son los resultados: N.° de informantes Hombres Mujeres 95 60 ( 63,15%) 35 G6,84%)~ Para colmo, entre las 35 informantes mujeres que hemos registrado en el índice, 8 de ellas no supieron decirnos romances y sí sólo pies de romances u otras referencias sobre el canto, el baile o similares. Lo que quiere decir que casi las tres cuartas partes de los transmisores del roman- ^ Es ya famosísimo entre los estudiosos del romancero moderno el nombre de Juan José Niño, un gitano andaluz de principios de siglo que tenía un extensísimo repertorio de romances fundamentalmente épicos. Lo será también, cuando se publique su repertorio de más de 40 romances de una extraordinaria calidad, Pedro Lourenzo, « el ciego » de Estrada, en la parroquia de Cervantes ( Lugo), descubierto en las encuestas que el Seminario Menéndez Kdal realizó por los años 80 en el noroeste de España. En Canarias hay otro nombre: Eulalio Marrero, de T\ iineje ( Fuerteventuia), la memoria de poesía poptilar más prodigiosa que mmca he conocido. 3 6 ESTUDIO INTRODUCTORIO cero en La Gomera son hombres y sólo un poco más de la cuarta parte, mujeres. Este hecho, que sin duda es único en el panorama del romancero general, tiene, sin embargo, una explicación que le viene dado por las características propias con que vive el romancero en la isla. Es el hecho del canto; la condición de que los romances se canten siempre en las fiestas, que el cantor haya de tener mucha y buena voz para resistir cantando a todo pulmón durante quince minutos o más que dura el romance más breve de los del repertorio gomero — con los descansos intermitentes que proporciona al solista la intervención del coro en los pies—, que además el solista deba tocar el tambor mientras canta, y que, en fín, la sociología de la fiesta sea más propia de los hombres que de las mujeres. Por ello, si éste es el modo natural de transmisión de los romances en La Gomera, es lógico que sean los hombres los verdaderos depositarios de la tradición. Las mujeres también han aprendido romances, claro está, de sus abuelas, de cualquier vecina, de oírlos también en las fiestas; pero al no poder transmitirlos habitualmente y en público han tenido que reservarlos para la intimidad. 3.6. La búsqueda de informantes Este hecho es digno de destacarse. Resulta que en La Gomera el romancero sigue siendo ftincional y que se manifiesta siempre públicamente. Esta es su principal característica. Pero por ello resulta también que el romancero vive en La Gomera menos oculto que en cualquier otro sitio. Aquí los romances se « airean » constantemente y eUo permite conocer a quienes son los mejores « romanceadores » y los más habituales transmisores de la tradición. Hasta tal punto que preguntar en La Gomera por informantes que sepan romances — tarea que en los demás lugares es de lo más dificultosa y casi siempre inútil— es la cosa más fácil del mundo; cualquiera que frecuente las fiestas de cada pueblo o que simplemente esté atento a lo que pasa en ellas podrá decir de la forma más natural del mundo: Los mejores cantadores de romances de La Gomera son Prudencio el de El Cedro, Luciano Conrado el de La Palmita, Francisco el de Las Hayas, Pancho Cruz el de Valle Gran Rey, Antonio Ortiz el de Chlpude, AngeliUo el de Hermigua, el Bernal de Santiago, y así unos cuantos más, hasta completar la lista. Eso sí, todos ellos hombres. Esos son los más famosos, los que han ganado la fama por su voz y por su presencia a lo largo de muchos años en las fiestas populares de la isla. Puede que esa fama se deba más a su voz que a la riqueza y variedad de ESTUDIO INTRODUCTORIO 37 SU repertorio romancístico, aunque ambas cosas suelen ir juntas. Pero hay muchos más. Están los que cantaron en otros tiempos y ya la voz y la edad no les permite demostraciones públicas, como Alejandro Martín Barrera, de Las Rosas, y que sin embargo siguen conservando en su memoria verdaderas joyas para el recolector de romances; y están también los hombres y mujeres anónimos que nadie cita ni nombra y que sólo la paciencia y la pericia del recolector deben localizar. De éstos hay muchos y buenos en La Gomera: Eliseo Correa en La Palmita, Luis Martín Barrera en Las Rosas, Dolores Plasencia en El Cedro, José Medina y Cesáreo Hernández en Los Aceviños, Alonso Medina en Benchijigua, Ruperto Barrera en El Cercado, Isidro Ortiz en Chipude, Antonio Darías en La Laja, Manuel Plasencia en Las Rosas... Y están también unas pocas mujeres: Esperanza Conrado en Agulo, Angelina Niebla en San Sebastián, Petra Rodríguez en Tamargada, Carmen Morales enVallehermoso... 3.7. Formas de encuesta Nuestras encuestas fueron, en su mayoría, individualizadas y se desarrollaron cómodamente y sin prisas dentro de las casas o en lugares del todo idóneos para la entrevista y la grabación de los textos y conversaciones. Pero no fueron pocas las veces en que, buscando y teniendo un informante principal, se sumaban después otras personas interesadas que formaban pareja o grupo. En estos casos — como suele ocurrir por todas partes— a la versión dicha por uno de ellos seguía después la del otro, que se apresuraba a comentar: « Yo lo sé de otra forma » o « Después del verso tal se decía de otra forma » , y era posible así sumar varias versiones de un mismo romance en un mismo lugar y en una misma entrevista. Pero, además, tuvimos oporttmidad de asistir a varias de esas fiestas públicas y populares en donde se manifiesta el romancero de la forma más natural y espontánea, también de la forma más plena. Fue en la fiesta local de Las Rosas ( ay. Agulo) durante los días 20 y 21 de julio de 1983, en la fiesta de la Candelaria de Chipude ( VaHehermoso), el 15 de agosto de 1998, y en una « parranda » privada con los componentes del grupo fol-clórico « Los Magos de Chipude » , en el recinto festivo de la ermita de Las Nieves, el 18 de enero de 2000. El conocer en vivo y en directo el baile del tambor — que así es como se denomina en La Gomera el conjtmto de canto de los romances, el toque de tambor y de chácaras y la danza que se forma a su ritmo— fue fundamental para una comprensión cabal de las formas y modos de reproducción del romancero en La Gomera. Allí pudimos oír cuantos 3 8 ESTUDIO INTRODUCTOEIO romances quisimos y logramos captar las circunstancias tan especiales que rodean el acto de « romanciar » . En todos los casos, las entrevistas — también en el baile del tambor— las grabamos en cintas casetes que después transcribimos ( según los criterios que se especifican más atrás, apart. 11 de esta Introducción). 4. LOS ROMANCES RECOLECTADOS En la isla de La Gomera existe una conciencia colectiva que diferencia muy bien las distintas clases de romances que viven en la memoria colectiva de su pueblo, aunque todos ellos formen parte de una misma tradición oral y popular Y si bien es cierto que esta conciencia no tiene limites muy precisos, pues s. eguramente mngún informante podría sistematizarlos con características diferenciadoras, se manifiesta muy bien cada vez que el investigador quiere distinguir ima clase de romances respecto de otra. Por ello clasificamos nuestra colección según se hace de manera intuitiva en La Gomera, mucho más cuando ninguna de las clasificaciones al uso en los estudios y ediciones del romancero general resulta de validez universal, y que la que se elige en cada caso no es sino una de las muchas que la complejidad extraordinaria del romancero permite. Nosotros mismos hemos adoptado criterios variantes según fueran el lugar y el repertorio. Estos son los cinco grupos en que clasificamos los romances de La Gomera: 1. Romances tradicionales o tradicionalizados 2. Romances infantiles 3. Romances religiosos 4. Romances divulgados en pliegos de cordel 5. Romances de creación local Explicaremos cada uno de ellos según la conciencia isleña y daremos cuenta del repertorio y características de los temas que se clasifican en cada grupo. Ya dentro de cada capítulo haremos una subdivisión temática que puede servir para la identificación particular de cada uno de ellos y de guía en el índice. 4.1. Romances tradicionales o tradicionalizados De éstos dicen los gomeros que son « los que vienen de atrás » , « los antiguos » , « los de nuestros antepasados » . Simplificando mucho, agrupamos bajo esta denominación tanto a los romances auténticamente « tradicionales » , es decir, los denominados « vie- ESTUDIO INTRODUCTORIO 39 jos » — anteriores al siglo XVII ( anteriores a 1580, según Menéndez Pidal 1968: II, cap. XIII)—, como a los que se « tradicionalizaron » posteriormente, a imitación de los viejos, es decir, los romances « nuevos » que nacieron en el siglo XVII ( alguno incluso en el siglo XVIII) y se popularizaron, adquirieron el mismo estño oral y formulaico que los viejos y tuvieron desde entonces una vida tradicional. Así que en este grupo aparecen romances tales como París y Helena, El caballero burlado o Lanzarote y el ciervo del pie blanco, que son « viejos » , como El capitán burlado. La difunta pleiteada o Cautiva de su galán, que son « nuevos » . Para nuestros informantes gomeros todos ellos son antiguos y todos sin excepción vienen de atrás, « de nuestros antepasados » , dicen con toda razón. En efecto, nadie podría decir, por ejemplo, que textos como los de La serrana o los de El indiano burlado de nuestra colección se distinguen por su lenguaje o por el modelo narratológico en que están codificados, a pesar de que hayan tenido un origen y un tiempo histórico diferenciados; pero sí podría, en cambio, hacerse diferencias — y muchas— entre éstos y otros romances de pliego de cordel nacidos en el siglo XVIII, tales como los de Rosaura la del guante o La peregrina doctora, pot ejemplo. Hasta el presente, muchos especialistas han pretendido establecer ima distinción tajante entre unos y otros, dedicando a los segundos una atención muy inferior, acompañada muchas veces de una valoración menguada, cuando no descaUficadora; valoración que queda manifiesta en la calificación que se hace de eUos de « vulgares » o de « subliteratura » ( o « infraliteratura » o « paraliteratura » ). Hasta muy recientemente no se había abordado el estudio en profundidad de ese cúmulo de romances « nuevos » que en cierta manera perturbaba la clasificación de cualquier romancero que quisiera estar guiado por unos criterios historicistas y estéticos . Y ese estudio ha empezado por donde debía: por hacer un « catálogo » que diera cuenta de los que son, que pusiera orden y rigor en donde no había sino cúmulo y apreciaciones subjetivas: ese es El romancero vulgar y nuevo, editado por Diego Catalán y Flor Salazar ( 1999), que tanta luz va a aportar a las nuevas colecciones de romances recogidos de la tradición oral y a los futuros estudios sobre el romancero general. No todo queda resuelto satisfactoriamente, pues no ha sido posible identificar el origen de pliego de todos y cada uno de los romances que se catalogan, pero de la misma manera que no es posible decir el origen de todos y cada tmo de los romances que constituyen el fondo más viejo del romancero español. El fondo más importante de ese Romancero « vulgar » y « nuevo » está constituido por romances de pliego de cordel del siglo XVII: « vulgar » se llama porque — en palabras de Catalán— « los ' ingenios' que componen 4 o ESTUDIO INTRODUCTORIO estos poemas son peores ingenios que los que triunfan en el teatro o en la novela; no porque el vocabulario, la sintaxis o la retórica empleada se ajusten a la vena lingüística o poética del pueblo » ( Catalán- Salazar 1999: xxx); y « nuevo » , para diferenciarlo del fondo más viejo e importante que constituye el romancero patrimonial. Este romancero « nuevo » y « vulgar » tiene en su origen características muy notables. En primer lugar, el tema de que tratan: romances de sucesos, lances e historias « admirables » ; hay que poner énfasis en ese carácter de « ejemplaridad » con que estos romances nacieron, « para admirar y edificar al vulgo » , dice Diego Catalán ( ibid.; Ixi). En segundo lugar, el lenguaje y los modos narrativos que les fueron característicos: un lenguaje literario plebeyo, hecho a imitación de la lengua y del estilo de los poetas de mayor cultura, pero que se quedó sólo en el barniz exterior, en unas formas retóricas repetidas hasta la saciedad, en una sintaxis y en un vocabulario muy ajenos a la lengua, al gusto y a la ideología que contiene el romancero recreado en la tradición oral. Y en tercer lugar, la forma en que se han venido transmitiendo, generalmente a través de pliegos impresos ( « cartapazos » los llamaban en La Gomera), pues aunque en una última o en unas últimas transmisiones se haya prescindido del papel y se hayan almacenado en la memoria de los hombres ( en este caso, más que de las mujeres), se repiten después sin perder las características propias de su origen. Deben seguir distinguiéndose, pues, los romances cuyo origen fue « de ciego » o « de pliego de cordel » y siguen apegados al texto del pliego escrito de los que, teniendo aquel origen, « han cumplido su acomodación al lenguaje fígurativo- formulaico propio de los romances patrimoniales » , dice con toda razón Flor Salazar ( Catalán- Salazar 1999: 6l6), pero, a continuación, « no hay porqué diferenciar [ estos últimos] de los pertenecientes al fondo ancestral » ( ibídem). Porque, en efecto, frente a los romances de pliego de cordel típicos del XVIII, « con un vocabulario florido, una sintaxis compleja, una visión estrictamente narrativa de los sucesivos detalles del caso admirable de que se informa, faltos de variación creativa, hallamos en la tradición oral moderna algunos romances basados en antiguas narraciones « de ciego » en que el proceso de adaptación del texto al lenguaje de la poesía popular tradicional es ya patente: la apertura textual » , como dice Diego Catalán ( ibid.: xxxiii). Pero es verdad — y esto hay que tenerlo muy en cuenta— que en el aspecto de su acomodación al proceso de tradicionalización, el comportamiento de los romances de pliego no es homogéneo ni en cuanto al subgénero — considerado globalmente—, ni siquiera por cada uno de los romances: el grado de acomodación a la tradición hay que verlo desde el nivel de las versiones particulares: y así, en La Gomera podemos encon- ESTUDIO INTRODUCTORIO 4l trar un romance de pliego del XVn, cual La afrenta heredada, que vive ya plenamente tradicionalizado, y todas las versiones que de él pueden oírse están abiertas a la variación; pero, a la vez, podemos encontrar otro también « nuevo » y « vulgar » , como el del Embarazo dilatado milagrosamente, con versiones unas ya muy popularizadas y otras muy apegadas aún a los modos poéticos del pliego originario. Incluso hay romances del XVIII que en La Gomera se han integrado ya al fondo patrimonial y se transmiten siguiendo los modos de los tradicionales, como es el caso de alguna versión particular de Rosaura la del guante o de Sebastiana del Castillo. Naturalmente quedan en ellos signos que aún permiten a los especialistas hacer distinciones claras de su naturaleza y origen ( por ejemplo, la extensión desmesurada de su relato), pero no a los usuarios del romancero, al pueblo que los canta. El caso de los romances « tradicionalizados » en La Gomera es muy singular por la riqueza de su repertorio y por la popularidad que han alcanzado: casi con toda seguridad, no hay un territorio en todo el ámbito del hispanismo que pueda comparársele. El fenómeno es interesantísimo porque es particular de La Gomera y porque afecta a un gran número de romances. Si esto ocurre en La Gomera es, evidentemente, por la fuerte vitalidad que tiene el romancero allí: la continua transmisión, la permanente manifestación, la intensísima presencia que tienen los romances en la vida social y comunitaria de los gomeros han hecho que los modelos poéticos del romancero más viejo se impongan a los más modernos, y que éstos, al entrar en la vida oral, vayan abandonando las formas típicas y « literarias » de los pliegos de cordel y vayan acercándose, a la vez, a las formas del romancero propiamente oral. El fenómeno afecta incluso, como veremos, a los romances de tipo local que, con sus ingenuidades y simplismos, representan tin ejemplo muy notable de la creación literaria popular. Otros subgéneros de romances en donde esto se ve muy especialmente es en el « de cautivos » y entre los de « intervenciones milagrosas o sobrenaturales » , con la presencia del diablo en historias repetidísimas de devotos de la Virgen. En definitiva, se trata de un pueblo, el gomero, que posee colectivamente un alma poética capaz de imprimir su sello en todo cuanto recibe y más aún en todo cuanto crea, de tal forma que el romancero tradicional, que es por esencia recreación permanente, se presenta en La Gomera con vma fuerza poética inigualable. Y de ello da muestra el Rom. ancero vulgar y nuevo: de los 250 romances catalogados allí, 21 están ejemplificados con versiones de La Gomera, por ser, sin duda, « ejemplares » y por ser, además, en muchos casos versiones únicas en todo el ámbito de la tradición pan- hispánica. 4 2 ESTUDIO INTRODUCTORIO Éstos son los n."^ 35, 53, 55, 57,65, 77,82,97,98,99,100,109,186,198, 199,200,207,209,212,221 y 247. En fin, la posibilidad de realización en múltiples variantes, propia del romancero tradicional, se cumple también en este tipo de romances en la isla de La Gomera, entre los cuales los más populares, con más de 10 versiones recogidas por cada uno de eüos, son los siguientes: • El caballero burlado, el más popular de todos, con 36 versiones; • Lanzarote y el ciervo del pie blanco, extrañamente frecuente, por lo que después diremos, con 22 versiones; • Blancaflory Filomena, con 20 versiones; • Delgadina, con 18 versiones; • La huida a Egipto, el romance religioso más popular de La Gomera, 17 versiones; • El conde preso y El indiano burlado con 12 cada imo de ellos; y • La serrana. El capitán burlado j LM doncella que venga su deshonra, con 10 versiones respectivas. 4.2. Romances infantiles Los denominamos así porque son los que constituyen las canciones propias del folclore infantil insular. Los cantores viejos de La Gomera los llamaban — un poco despectivamente— « cosillas » , « cosas de juego » o « cantares de muchachillos » , cosa aparte de su saber y de su canto tradicionales. Tienen además marcas distintivas tan netas que ningún conocedor de la tradición oral gomera los confundiría con romances de otras clases. Pero como en la actualidad ya no se practican, o ya no son de uso ordinario entre los niños, nuestros informantes hablaban de ellos como de cosa lejana, como de un recuerdo. De ahí que el número de romances que nos fue posible recoger de este repertorio sea más bien breve y, eso sí, después de mucho esfuerzo por reavivar las memorias. Eso explica, además, las muy pocas versiones recolectadas, cuando en el resto del Archipiélago son de los más populares y de los que mayor número de versiones proporcionan; tal es el caso de Santa Iría, Santa Catalina o La doncella guerrera. Los romances infantiles eran más propios de niñas, de ahí también que nuestras principales informantes fueran en este caso mujeres que los habían cantado en su infancia. De entre los hombres que recordaban alguno ( más bien fragmentos o versos sueltos) todos decían que « los oían cantar » a las niñas; y hasta sentían un cierto rubor cuando les pedíamos que los cantasen para nosotros. En cuanto a las marcas diferenciadoras hay que decir que los infantiles no llevan nunca jí>/ e de romance y a nadie se le ocurriría cantar- ESTUDIO INTRODUCTORIO 43 los en el baile del tambor, precisamente porque cada uno tiene su propia música y no se adaptan al modelo común de los que se cantan en La Gomera con el tambor y las chácaras. Las músicas de estos romances infantiles siguen la norma general del romancero en todas partes, y sus melodías, con las lógicas variantes, son las mismas que pueden encontrarse en otras islas o en cualquier lugar del territorio español: textos y música viajaron juntos en versiones más o menos « vulgatas » y así se han conservado en La Gomera; nada tienen por lo tanto de particular. Así puede comprobarse en las versiones cantadas n.°^ 70.1, 71.1, 72.1,67.1, que se transcriben al final, en el estudio particular de la música. El repertorio de este grupo está compuesto principalmente por romances tradicionales, la mayoría « viejos » , y sólo uno, el de Atropellado por el tren, de creación moderna. La correspondencia con el global de los recolectados es de un 9,35% de los temas y de un 8,70% de las versiones totales. 4.3. Romances religiosos Distinguimos aquí los romances propiamente religiosos de aquellos otros que, clasificados entre los tradicionales o entre los de pliego de cordel, tienen solo algún motivo particular dentro de su relato que pueda acercarle a tal consideración, como puede ser una « intervención milagrosa o sobrenatural » , pero éstos no son propiamente religiosos, pues en ellos sobresale la condición primera de lo profano que los define. Los que nosotros denominamos religiosos son los que los gomeros llaman « rezados » , y son por ello más propios para la recitación que para el canto. Su temática gira en torno a la vida de Cristo, especialmente a los ciclos del Nacimiento y de la Pasión, a milagros por intercesión de la Virgen o de Cristo, a relatos de Historia Sagrada y a narraciones de tipo devoto. Su contenido, además, es plenamente religioso, no episódico, como ocurre, en todo caso, en los profanos. De entre todos los religiosos, los más populares son los de los dos primeros grupos, es decir, los que relatan episodios del Nacimiento y de la Pasión de Cristo. Los de la Pasión son, por otra parte, los que mayor grado de « contaminación » alcanzan en el romancero de La Gomera ( como de común ocurre en todas partes, y especialmente en Canarias): muy distintos romances se agrupan y « contaminan » caprichosamente en tm mismo texto sin que existan fórmulas fijas de agrupamiento para todos los informantes de un mismo lugar, incluso entre hermanos que dicen haber aprendido esos mismos textos de su mismo padre o madre. á^ é: ESTUDIO INTRODUCTORIO Así, y por ello, es por lo que, en el cómputo estadístico general, la proporción de temas es mayor que la de las versiones, caso insóüto en el romancero de otras partes, y muy especialmente de las Islas Canarias: los romances religiosos en La Gomera representan un 15% de los temas de su repertorio y un 14% de las versiones del total. 4.4. Romances divulgados en pMegos de cordel Clasificamos en este grupo los romances que tuvieron un origen escrito a partir del siglo XVIII y que circularon a través de los pliegos de cordel hasta fechas muy recientes. En su transmisión, aunque no necesariamente se haya tomado siempre como fuente inmediata de aprendizaje el pliego escrito, por el sencillo hecho de que sus transmisores son en ima gran mayoría analfabetos totales, el apego « a lo escrito » y el prestigio que lo escrito tuvo y sigue teniendo entre las capas populares, ha impedido que la oralidad modifique la vigencia de las formas peculiares de este tipo de romances. En La Gomera debieron circular con profusión estos pliegos hasta por lo menos el primer tercio de este siglo. Nuestros informantes nos hablaban de « cartapazos » que se vendían en las fiestas y en las ferias de los pueblos y del contenido de sus historias que, como en todas partes, predominaban las de valientes, guapos, bandidos, cautivos y de asunto amoroso. Alguno lo confesaba abiertamente: « Este romance lo aprendí de un cartapazo que había antes » . Otros decían: « Lo aprendí de oírselo a Fulano que tenía un cartapazo donde venía » . Y otros: « Este me lo enseñó Fulano que lo tenía escrito » . En general, todos los informantes tienen conciencia de su origen escrito, aunque la mayoría no pertenezca ya a la primera generación transmisora. Y hasta podría hablarse de informantes « especializados » en este tipo de romances, queremos decir de informantes que los estimaban más que a los tradicionales y que alardeaban de poder repetirlos en recitaciones larguísimas, siempre fieles al texto que leyeron u oyeron del pliego escrito. Entre ellos cabe citar a los hermanos Aquilino y Ramón Bernal Ventura ( de Alajeró), a los también hermanos Darío y Jacinto Clemente Aguiar ( de El Estanquillo, Hermigua), a León Darías Mendoza ( de La Laja, San Sebastián) y a Carmen Morales Cabrera ( de Vallehermoso). Lo que sí es común entre todos los conocedores de este tipo de romances es la gran estima que sienten por ellos y que los destinen al canto y al baile como si de las mejores piezas de la tradición se trataran. Una característica común tienen muchas de las versiones de estos romances en La Gomera, sobre todo cuando se recogen cantados en el ESTUDIO INTRODUCTORIO 45 baile del tambor: la de ser fragmentarlas. Ello tiene una explicación lógica: el « romancear » tiene en La Gomera un proceso tan dilatado, a causa de la alternancia entre el solista y el coro que canta el pie de romance, que cualquier texto se hace muy largo; solución tajante: los romances de pliego, de por sí larguísimos, se cortan de repente a la mitad o por donde se considera conveniente ( generalmente no más de 60 versos largos). Y estas « versiones » cantadas fragmentarias son las que circulan generalmente por la tradición insular, de tal manera que muchos buenos cantores de romances gomeros, como puede citarse a Manuel Plasencia Martín ( de Las Rosas, Agulo), a Ángel Cruz Clemente ( de Her-migua), a Luciano Conrado Cordobés ( de La Palmita, Agulo), cuando cantan ( o recitan para un investigador) romances de este tipo los dicen siempre fragmentarios; ellos mismos reconocen que son fragmentarios, que la historia sigue, pero que ellos no saben sino hasta ahí. Ejemplos de lo que decimos aparecen en todas las grabaciones de romances gomeros que ofrece la discografía insular ( « Los Magos de Chipude » , « Coros y Danzas de Hermigua » , etc.). En la primera edición de este Romancero de La Gomera dimos sólo noticia de la existencia de las distintas versiones de los romances de pliego dieciochescos recogidas, transcribiendo sólo los primeros versos de cada versión y remitiendo a otros Romanceros o Catálogos en donde se contenía mayor noticia o el texto completo del romance en cuestión. Ahora completamos aquellos textos y damos enteros los recogidos posteriormente, pues será de gran interés conocer con exactitud el grado de variación que los textos de La Gomera presentan respecto a los pliegos de que proceden, y si en futuras recolecciones pueden aún recogerse más en un grado de mayor evolución. El conocimiento completo del romancero que vive en La Gomera así lo aconseja. No existe un Romancero que contenga, ni siquiera de manera aproximada, el cúmulo incontable de los romances de pliego que tuvieron su origen en el siglo XVIII, con la transcripción de sus textos correspondientes. La naturaleza de « pliego suelto » con que nacieron y se difundieron, parece ir en contra de todo intento de agrupamiento. La colección más completa de romances de püego dieciochescos es, justamente, la primera que se hizo, la que Agustín Duran realizó en la primera parte del siglo XIX y que apareció en el segundo volumen de su Romancero General ( 1945: BAE, XVI, 227- 414). Duran los agrupa bajo el título de « Romancero de romances vulgares que cantan los ciegos » , siendo además el primer autor que intentó una clasificación de los mismos, clasificación que, en gran medida, es la que sigue usándose en la actualidad: 46 ESTUDIO INTRODUCTORIO a) caballerescos, b) novelescos, c) sobre cautivos y renegados, d) históricos, e) tomados de leyendas devotas, í) de valientes y guapos, g) de casos naturales, maravillosos, verdaderos o fabulosos, h) sobre asimtos imaginarios, i) de controversia y agudeza, j) satíricos, jocosos y burlescos, y k) de cuentos. Otras colecciones modernas de romances de pliego dieciochescos son la que publicó Julio Caro Baroja con el título de Romances de ciego ( I966), conteniendo 40 romances; la que Manuel Alvar dio a conocer en 1974 con el título Romances en pliego de cordel, procedente de una colección del Archivo Municipal de Málaga, con un total de 70 romances ( de los 263 textos que, según Alvar, contiene la colección malagueña), reproducidos facsimilarmente; la que publicó Joaquín Díaz con el título de Coplas de ciegos ( 1992), de contenido muy heterogéneo y con una docena de romances dieciochescos; y la recientemente publicada por Luis Estepa ( 1995- 1998), procedente de la colección madrileña de Don Luis Usoz y Río, todos impresos en Madrid por el catalán José María Mares entre 1845 y 1850: clasifica 117 textos, con múltiples variantes y con varias « partes » muchos de ellos, aunque no todos son romances, pues se incluyen también « seguidillas » , « coplas » , « décimas » y otras composiciones en metros varios; 28 romances dieciochescos contabilizamos nosotros en la colección de Usoz y Río, editados también facsimilarmente los textos. No hay colección completa de los romances de pliego dieciochescos, decimos, pero sí im « catálogo » muy completo de ellos, debido a Aguilar Piñal ( 1972), que da cuenta de 2.104, agrupados bajo los epígrafes de « históricos » , « novelescos » , « festivos » , « religiosos » y « teatrales » . No son propiamente 2.104 « romances » , pues muchos de ellos, como se sabe — pues era una de sus características—, estaban divididos en varias partes: en el catálogo de Aguilar se da entrada a cada comienzo de romance, con su título correspondiente y una breve sinopsis que aparecía en la portada del pliego. Aparte, contamos con estudios muy autorizados sobre los romances de pliego de cordel, éstos no limitados ya a los del siglo XVIII, como los de Julio Caro Baroja ( 1969), María Cruz García de Enterría 1973 y Joaquín Marco ( 1977), que dan ima visión muy exacta de su naturaleza y de la vida y difusión que han tenido en la sociedad española hasta la actualidad. ESTUDIO INTRODUCTORIO 47 4.5. Romances de creación local En La Gomera llaman siempre a estos romances « coplas » y los informantes dan siempre noticias fidedignas de que tal romance lo hizo Fulano, o que él lo aprendió de Fulano, que a su vez lo había aprendido de un tercero, que era el autor. « Copleros » y compositores de este tipo de romances hay muchos en la isla de La Gomera, que pueden dedicar sus versos a cualquier desgracia familiar, a la despedida de una mujer que ha de abandonar su pueblo para irse a vivir a la Villa, el tambor prestado que se revienta, la oración a la Virgen pidiendo la vuelta del hijo embarcado o el canto patriótico a la isla natal. Pero si aquí se llaman « coplas » a este tipo de composiciones no es porque tengan propiamente la estructura métrica de la copla; muy al contrario, tienen todos la misma estructura métrica de cualquier romance: un relato de versos octosílabos con rima asonantada en los hemistiquios pares, hasta con diálogos incluidos, y dispuestos para recibir elpie « que le pegue » y cantarlos en la primera reunión de « roman-ciadores » . Naturalmente que en La Gomera hay poetas ( o « verseado-res » ) populares buenos y menos buenos, como en todas partes, pero las muestras recogidas aquí de este tipo de romances proclaman una maestría nada desdeñable en el oficio: la mayoría de ellos son también buenos conocedores del romancero tradicional, y como poseedores de ese lenguaje poético aplican las fórmulas y modos del romancero más viejo a sus propios versos. No fue nuestro propósito recoger sistemáticamente los romances de tema y creación local, por ello los que aquí figuran no pueden ser considerados más que como una muestra representativa. Del conjunto total de nuestra colección representan el 10,79% de temas y sólo el 4,49% de las versiones, prueba de que su difusión está prácticamente limitada a la propia persona que los creó o a sus allegados. 5. RESUMEN ESTADÍSTICO DE LOS ROMANCES RECOLECTADOS Temas 1. Tradicionales 2. Infantiles 3. Religiosos 4. De pliego 5. Locales . . . . No autónomos TOTALES Versiones 68 ( 42,7%) 7 ( 4,4%) 24 ( 15%) 27 ( 17%) 19 ( 12%) 14 ( 8,8%) 159 291 ( 64,7%) 18 ( 4%) 64 ( 14%) 55 ( 12%) 21 ( 4,7%) 449 Variación 4,25 2,25 2,6 2,03 1,1 2,8 4 8 ESTUDIO INTRODUCTORIO Muchas lecturas admite — y exige— esta estadística, aunque, naturalmente, esté condicionada al tipo de muestra que se anaHza, en este caso unas encuestas romancísticas que, por más que hayan querido ser exhaustivas, no dejan de ser una mera « aproximación » al verdadero estado del romancero en la isla de La Gomera. En primer lugar las cantidades globales: el que un territorio tan pequeño como es el de la isla de La Gomera, y con xma población tan limitada, cuente con un repertorio romancístico de 159 temas es de una riqueza extraordiaaria; y si consideramos que ese repertorio ha podido producir — en el tiempo limitado y « artificial » de unas encuestas— un total de 449 versiones, es decir, 449 textos poéticos diferentes, entonces debemos hablar de una riqueza poética excepcional, más teniendo en cuenta la importancia y rareza de sus textos. La media de variación es también muy alta: quiere decir que por cada tema romancístico ha sido posible recoger casi tres versiones, aunque la cifra 2,8 poco diga considerada en su globalidad, pues debe contemplarse por cada grupo de romances. En esa tabla de la variación observamos algo evidente: que « la vida en variantes » del romancero, con que tantas veces se explica su naturaleza, se manifiesta especialmente entre los romances propiamente tradicionales y, en el caso de La Gomera, también en los « tradicionalizados » : 4,25 es el índice de variación de cada tema, es decir, más de cuatro versiones por cada romance tradicional, como media. También los romances infantiles y religiosos del repertorio gomero — como en todas partes— merecen el caHfícativo de « tradicionales » , pero en la tabla de variación se advierte que en La Gomera los infantiles y religiosos bajan dos puntos respecto a los tradicionales, lo cual es muchísimo, y eso debe explicarse desde las características de sus respectivas manifestaciones: los romances infantiles y religiosos nunca se cantan en el baile del tambor, la forma ordinaria y general de hacerse público el romancero en La Gomera, y, por tanto, quedan reservados a una transmisión individual o, en el caso de los infantiles, a una transmisión de grupo mínimo. Los porcentajes de cada uno de los grupos de romances, tanto sea en la consideración de los temas como de las versiones, nos dan tma visión muy ajustada del tipo de romances que vive en la actualidad en la isla de La Gomera. Los más numerosos y los más importantes, los tradicionales: suponen el 42,7% de su repertorio temático y el 64,7% de las versiones recogidas. Y si a ellos sumamos los infantiles y los religiosos, que, como hemos dicho, son también tradicionales, podemos decir que el 62% del repertorio romancístico de La Gomera es de procedencia antigua, anterior al siglo XVIII, y que, por tanto, considerando el número de versiones, ESTUDIO INTRODUtTOSIO 49 por cada 10 textos romancísticos que puedan oírse en La Gomera, al menos 8 son de esa naturaleza. No son desdeñables, sin embargo, las cifras que ofrecen los romances procedentes de pliegos dieciochescos, que siguen viviendo con modos poéticos idénticos o muy cercanos a los de sus originales: 27 temas, que representan el 17% del repertorio temático total, con 55 versiones, que representan el 12% de los textos poéticos recogidos. Incluso el índice de variación, 2 versiones de media por cada tema, es alto respecto a las otras islas de Canarias y al territorio español, en general. Quiero esto decir que también en La Gomera llegaron en tiempos más modernos los pliegos de cordel dieciochescos — los « cartapazos » que decían nuestros informantes— y que éstos tuvieron mucha aceptación entre los insulares, hasta el punto de que ima buena parte de ellos ( algunos de los que hemos catalogado como « tradicionalizados » ) han sido asimilados a la tradición más vieja y auténtica y viven ya con los modos poéticos propios del romancero verdaderamente tradicional. Y especificamos lo de romances de pliego dieciochescos, porque en La Gomera no existen los romances de sucesos y acontecimientos surgidos en el siglo XEK y principios del XX, caracterizados ellos por su estructura estrófica de cuarteta, con rima cambiante por cada estrofa^, pues impiden el canto y el « responder » en el baile del tambor. Finalmente, tampoco son desdeñables las cifras que ofrecen los romances de creación y temática locales: 19 temas, que representan el 8,8% del repertorio total, y 21 versiones, que representan sólo el 4,7%. Y de ellos hay que decir que manifiestan una intensa creatividad poética, con un ingenio y unas cualidades poéticas nada desdeñables, muy superiores, desde luego, a la mayoría de los romances locales que pueden encontrarse en las otras islas del Archipiélago y, en general, en España. Como fruto de esa creatividad local hay que considerar también los pies de romances, repertorio que, en su conjunto, representa una excepcional muestra de poesía popular, que, en sí misma considerada, es de naturaleza lírica y no narrativa, aunque haya nacido y se manifieste siempre alrededor del romancero. 6. LOS M^ ORES ROMANCES DE LA GOMERA Importancia singular tienen algunos de los romances recolectados, bien por su rareza en el panorama de la tradición oral moderna, bien por la extraordinaria vitalidad que tienen en la tradición gomera, bien por las especiales cualidades de sus respectivos textos poéticos. • En rigor, sí hay alguno, pero sólo los que tienen uniformidad de rima a lo largo de todo el romance, como Gertrudis y La criada Tomasa. 5 0 ESTUDIO INTRODUCTORIO Ejemplo de esto último es el romance de Sildana, en la versión de Angelina Niebla Darlas ( versión 19.1), una de las mejores que se hayan oído nunca. Con textos como éste es cuando puede afirmarse que la oralidad y la tradicionalidad no siempre deterioran la calidad de un texto poético, bien con el olvido, con el fragmentarismo o con la transformación de motivos, sitio que muchas veces, como en este caso, la mejoran considerablemente. Desde luego, la Sildana de Angelina Niebla posee todos y cada uno de los motivos que hacen de esta fábula el precioso romance que siempre fue, pero difícilmente pudieron concurrir, ni aún en las versiones más antiguas, tal cantidad de elementos de tal eficacia poética. Un texto como éste, sí que puede ser tomado como ejemplo paradigmático de las extraordinarias virtudes de la literatura tradicional. Mención especial merece también el romance El caballero burlado, sobre todo en varias de las versiones recolectadas, en las que se conserva uno de los motivos de los textos antiguos y que generalmente se ha olvidado en la tradición oral moderna. El motivo pertenece al texto primitivo de La infantina encantada, que en la tradición gomera ( y canaria en general) se contamina siempre con El caballero burlado: el pasaje del encantamiento que sufre la Infantina, por culpa de su hada madrina, convertida en rama de árbol: Y en el pimpollo más alto estaba una infanta niña peinando rubios cabellos que todo el roble cogían. Apuntóla el cazador por ver si era cosa viva: — No me mate, cazador, no me mate, por su vida, porque el que a mi me matare en cárcel pierde la vida; siete años que va pa ocho llevo en el árbol metida por culpa de una madrastra que malas mañas tenía. Este romance, con ser el más popular de La Gomera, donde se conoce como « el de Don Jorge » , por ser así como se llama siempre al caballero, posee ima extraordinaria perfección, generalizada en todas las versiones recolectadas. Nuevamente podemos decir, a la vista del presente, que cuando existe una tradición viva y extendida a todo un pueblo la calidad del texto poético se da por añadidura. Importancia también grande tiene el de París y Helena, un romance sobre la cristianización de la leyenda homérica que nació en la Edad Media europea. En este caso porque se trata de uno de los romances prácticamente extinguidos en la tradición oral moderna de todas partes. Su pervivencia en La Gomera, aunque sólo sea en versiones fragmentarias, permite presuponer el extraordinario repertorio que debió tener en otros tiempos la isla. ESTUDIO INTRODUCTORIO 51 Pero si Paris y Helena es un romance en vías de extinción, otro no menos importante por su origen y por lo que significó la influencia de la novelística extranjera medieval en España, en este caso los ciclos novelísticos de la epopeya artúrica, el de Lanzarote y el ciervo del pie blanco, sirve para demostrar cómo un texto puede seguir viviendo en la memoria colectiva de un pueblo, durante siglos, sin el apoyo de la escritura, con una fidelidad increíble al modelo del que deriva. Eso por una parte, y por otra cómo la tradición romancística se asienta y vive caprichosamente en un determinado lugar mientras se seca y muere en otros, sin razón alguna que lo explique. Del romance de Lanzarote, basado en un episodio de la novela Lanzarote del Lago, se habían recogido tan solo cuatro versiones en toda la historia de la recolección moderna: 3 de ellas en Tenerife — una muy fragmentaria ( Flor mar. n.° 68 a 70)— y la otra en Almería. Esa extrema pobreza recolectora contando con una tan vasta geografía en donde potenciataiente sería posible su pervivencia, le ha hecho ser una de las piezas más apetecidas por el recolector de romances, aparte de sus otras virtudes poéticas, históricas, folclóricas o de literatura comparada. ¡ Pues quién podría haber adivinado que en La Gomera el romance de Lanzarote era uno de los más populares y de los que están más a flor de piel en la memoria colectiva de sus habitantes! Nuestras encuestas en La Gomera han logrado quintuplicar las versiones existentes hasta ahora, con lo que ello significa para el estudio cabal de una poesía que vive en variantes, para poder reconstruir la historia de una evolución textual y la pervivencia de una poética medieval. La mayor sorpresa y el máximo interés de la recolección nos lo ofrece otro texto: el Romance de Sayavedra o Río Verde, Río Verde, como también se le llama en algunos catálogos romancísticos. Se trata de un romance de tipo fronterizo en el que se narra vm episodio de las luchas frecuentes entre moros y cristianos, en el último período de la Reconquista en el reino de Granada. Lo recogió por vez primera Martín Nució en su Cancionero de Romances ( Amberes, h. 1547) y posteriormente Ginés Pérez de Hita en sus Guerras Civiles de Granada ( 1595). Estas eran las tres tínicas versiones textuales por las que conocía el Romance de Sayavedra. Pues después de más de cinco siglos de ocurridos los hechos, a más de dos mil kñómetros del lugar del acontecimiento, en un lugar que por su historia desconocía absolutamente la guerra y atin la convivencia entre moros y cristianos, en la isla de La Gomera, en 1983, el romance de Sayavedra aún tenía interés para el cantor tradicional. La historia de este « descubrimiento » la hemos contado con detalle en otro lugar, por lo que tiene de interés y de prototipo de cómo vive el romancero oral en la actualidad ( Trapero 1986c: 59- 86). 5 2 ESTUDIO INTRODUCTORIO Pero las sorpresas no acabaron con el Romance de Sayavedra. Una aún mayor, si cabe, saltaría cuando ya nosotros habíamos abandonado la isla dando por terminadas las primeras encuestas. El « descubrimiento » lo hizo Marta EUen Davis, una antropóloga americana que hacía estudios sobre las fiestas populares en la isla. Y como la fiesta principal en La Gomera es el baile del tambor y ése no se entiende sin romances, un grupo de hombres de Chipude ( ay. de Vallehermoso) cantó romances para la americana. Entre ellos, un cantor, no de Chipude, sino de un pueblo cercano, de El Cercado, Ruperto Barrera Chinea, cantó un romance del Cid ignorado en la tradición oral moderna: El Cid pide parias al rey moro, el que en la tradición antigua empezaba « Por el Val de las Estacas / pasó el Cid a mediodía » . Y Ruperto Barrera lo cantó en versión tan perfecta que se sentiría envidiada por las recogidas en los Romanceros del XVI. Prueba evidente de que el romancero aflora en los momentos más insospechados, de que la tradición puede aparentar muerta durante cuatro siglos para aparecer de pronto y desmentirlo, de que nunca el recolector debe creer que ha agotado el caudal de un repertorio, de que un romance puede seguir viviendo escondido en la memoria de un solo cantor tradicional a la sombra de las miradas de todo un pueblo. Porque en nuestras encuestas de 1983 nadie lo mencionó nunca, ni « asomó » indicio alguno de su existencia. Y Ruperto Barrera había sido antes informante nuestro. Como lo había sido también Antonio Ortiz Herrera, éste de Chipude, quien tres años después, en mayo de 1986, nos recitó una nueva versión del romance del Cid. Si bien las versiones de Ruperto y de Antonio Ortiz son muy parecidas, a cada uno de ellos llegó de fuentes distintas — sus respectivos padres— y nunca ninguno de los dos ( según ellos mismos nos confesaron) lo habían cantado en público. El Cid pide parias al rey m, oro, es, pues, un romance « residual » en la tradición gomera, pero un romance que, pese a su marginalidad, ha venido a mostrarse a finales del siglo XX como testimonio extraordinario de una vida latente de cuatro siglos y en un estado admirable de plenitud poética ( Trapero 1989d: 669- 691). 7. NOTICIAS DE OTROS ROMANCES No sólo es importante para el conocimiento de la tradición de un determinado lugar la relación de los temas que componen su repertorio, sino también lo que no se ha podido recoger; es decir, dar cuenta de lo que hay y de lo que no hay. ESTUDIO INTRODUCTORIO 53 Por exclusión, puede darse por no existente lo que no figura en el índice de romances; pero muchas veces, a pesar de la ausencia de los textos, los informantes dan noticias de otros romances que oyeron y que en un tiempo no muy lejano debieron formar parte también de su patrimonio romancístico. Eso en el caso hipotético — casi irreal— de que la exploración haya sido lo suficientemente sistemática y profunda como para decir que lo llevado por el recolector en sus encuestas es exactamente lo que hay en la realidad, ni más ni menos, pues lo más sensato es pensar que, pese a la sistematicidad de las encuestas, siempre quedan rincones de la memoria colectiva sin explorar. Lo que sorprende es que, siendo La Gomera territorio romancístico tan excepcional, se desconozcan aUí romances popularísimos en otras islas del Archipiélago, bien de los tradicionales, bien de los vulgares y hasta de los de pliego. Romances como los de Tatnar, Gertneldo, La con-desita, Dónde vas Alfonso XII, La malcasada, Mambrú, Los dos hermanos perdidos y otros muchos, que son de los que más versiones se pueden recoger en otras islas, en La Gomera nuestros informantes ni siquiera podían dar cuenta de su mención: les eran absolutamente desconocidos. Sólo una excepción con el romance de Tamar, del que una mujer nos dijo que « el chico que se llamaba Turquío, que malito cayó en la cama, y que quería que subiese su hermana para abusar de eña » . Esa informante, al menos, había oído la historia verdadera del romance. Otro caso diferente es el de los romances no autónomos, es decir, los que aparecen en una determinada versión « contaminando » a otros romances, hecho tan frecuente, por lo demás, en el romancero tradicional moderno. En el caso de La Gomera, son los que se relacionan a continuación, especificando los textos y las versiones en que aparecen: • Pastor desesperado, El ( áo): n.° 1 y 6. • Infantinaencantada, La( ía): n.° 7. • Infanta parida, La ( áa): n.° 22. • Aparición de la enamorada muerta, La ( pollas.): n.° 70. • Robo del Sacramento, El ( áo): n.° 1 y 6. • Dote del matrimonio ( ía): n.° 20. • Presagios de la Pasión ( pollas.): n.° 90 y 91. • Confesión de la Virgen, La ( ío): n.° 134. • Soledad de la Virgen ( éa): n.° 81. • Cómo no cantáis la bella ( éa): versiones 2.18 y 9.9- • Despedida de Cristo ( éo): versión 78.14. • Celos y honra ( áa): versión 43.1. • Pecador y la muerte, El ( áe): versión 57.1. • Viudita del conde Laurel, La ( é): versión 74.1. 5 4 ESTUDIO INTRODUCTORIO 8, CARACTERÍSTICAS PARTICULARES DEL ROMANCERO EN LA GOMERA Al comparar la forma en la que vive en la actualidad el romancero en la isla de La Gomera con el resto de las demás islas del archipiélago cana-río, y en general con el romancero español e hispánico, señalaremos las características que nos parecen particulares y que le confieren ima personalidad propia y singularísima. En este sentido, la isla de La Gomera puede ser considerada como una verdadera « reserva natural » — valga el símil— de lo que en otros tiempos pasados debió ser el romancero en la mayoría de las regiones españolas y en las que ha evolucionado hacia formas muy alejadas de su primitiva naturaleza. Como algunas de estas características ya las hemos señalado por separado en lo que antecede, no haremos aquí más que resumirlas. a) Preguntar por romances en La Gomera no es preguntar por « historias viejas » , « canciones antiguas » , « historias de condes y princesas » , « poesías que cuentan historias » o circunloquios por el estño que hay que utilizar en la generalidad de las regiones españolas para iniciar una encuesta romancística. En La Gomera basta preguntar por « romances » para que todos sepan exactamente lo que el recolector va buscando: hay una conciencia colectiva muy clara y atinada que distiague los romances de los otros géneros literarios populares y orales. b) Los romances de La Gomera conservan dos de las características fundamentales que definen el género: la rima asonante única a lo largo de todo el poema y la versificación octosñábica. Los que no poseen estas dos notas o han sido desterrados de la tradición isleña o se les ha arrinconado en la parcela menos estimada del folclore infantil. « Esos son cosas de chiquillos » , dicen cuando se pregunta por alguno de esos romances a los buenos romanceadores gomeros: « Acertijos » , « adivinanzas » , « chistes » , « coplas » o « cosas de juego » es como llaman los viejos romanceadores a los que no tienen una misma rima o a los que no son de verso octosilábico. Y eso es lo que ocurre en los romances que catalogamos como « iníantües » : o bien son hep-tasilábicos ( como el de Santa Iría o La viudita del Conde Laurel), o bien cambian de rima ( como El quintado, La doncella guerrera o Atropellado por el tren), o bien ambas cosas, o bien porque, aiín conservando la asonancia única y siendo octosilábicos, su temática y su uso se reservó desde siempre para el folclore infantil ( como El Conde Niño o Santa Catalina). c) Lo primero que llama la atención al estudiar los textos romancís-ticos de La Gomera es el extraordinario conservadurismo de sus versiones; conservadurismo entendido en dos sentidos: la fideüdad de los textos a una tradición muy arcaica y la inusual perfección de sus versiones. Cuando ESTUDIO INTRODUCTORIO 55 la marginaüdad y el fragmentarismo son dos de las notas que caracterizan en términos generales al romancero contemporáneo y que pueden observarse en cualquier colección o Romancero de nuestros días, asombra la extraña integridad de los textos gomeros. Una de las causas es, sin duda, la recreación y manifestación constante a que se ve sometido su repertorio entre las gentes de la isla: en La Gomera el romancero existe para ser cantado no para que se guarde en la memoria. Es por ello por lo que debe ser considerado un género vivo, con plena vigencia y ftmcionalidad. d) La nota anterior tiene como contrapunto la reserva que muestran los informantes gomeros a transmitir \ m romance que no sepan en su inte-gridad. Ya no es que sepan de él sólo algunos versos, es que si les falta algún verso ya no quieren decirlo. Se excusan con razones como « Yo de ése sí lo sé, pero me faltan palabras y lo sé todo enrebujao y así no vale la pena » . A pesar de ello, si el recolector insiste, puede obtener una versión que en otros lugares puede pasar por modélica. Al final resulta que todas las versiones, por muchas que sean las que se recojan de un mismo romance, tienen interés y algo de particvilar, cada una vale como si fiíera única. e) Otra de las características esenciales del romancero gomero es su firme estructuración en dísticos; y esa estructura se manifiesta tanto cantando como recitando, aunque su fijación se debe al canto: todos los romances, incluso los de pliego, se acomodan a esta estructura, que no sólo se manifiesta en la exposición versicular, sino en la sintaxis y en la semántica del texto. De ahí el carácter arcaico que tiene. f) Otro rasgo del arcaísmo del romancero gomero, también debido al hecho del canto, se manifiesta en la abundancia de versos paralelísti-cos, y no sólo en los de más rancio abolengo, sino incluso en romances « nuevos » que se han acomodados al estilo de los viejos. Muestras muy claras — y hermosas— de este recurso poético podemos hallar en infinidad de textos aquí transcritos, por ejemplo en las versiones 2.4 ( w. 22- 23), 9.9 ( w. 7- 8 y 27- 28), 18.1 ( w. 6- 7) y 41.6 ( w. 34- 35,40- 41 y 48- 49). g) Si exceptuamos los romances infantiles y los que de entre los religiosos reciben el nombre de « rezados » , todos los romances de La Gomera se cantan, o se pueden cantar, y siempre con la misma música. A esta tonada única se le llama « el tambor » o más propiamente « el baile del tambor » , identificando con ello una parte con el todo, es decir, sin hacer distinción entre la música y el conjunto de lo que compone el llamado baile del tambor. h) Como ocurre también en las islas de El Hierro, La Palma y Fuer-teventura, en La Gomera el canto de los romances va acompañado siem-pfe de im estribillo, tipo responder, que en La Gomera se denomina « pie 5 6 ESTUDIO INTRODUCTORIO de romance » , y que canta im grupo en función de coro a cada dieciseisí-labo del solista, que es quien canta de forma progresiva el texto del romance ( Trapero 1988- 91: 431- 455). i) Ese pie es im dístico octosilábico cuya rima debe coincidir siempre con la rima del romance. De ahí que un pie pueda dar origen al canto de un romance por el hecho de haberse constituido en su « incipit » o, a la inversa, que un romance concreto requiera de un nuevo pie acomodado a su temática, que el cantor debe improvisar sobre la marcha. j) El pie es parte sustancial del romance, de forma que no se concibe el canto de un romance sin su correspondiente pie. De hecho, incluso cuando un informante quiere recitar, y no cantar, se resiste a empezar si no es con el pie correspondiente, y titubea ostensiblemente a lo largo del relato si antes no ha encontrado el pie que le sirva de apoyo. Es por eso que, como dicen humorísticamente algunos, « sin pie no se puede caminar » . En el índice final 3, ponemos todos los pies de romances recogidos, con especificación del romance correspondiente al que acompañó en el momento del canto o del recitado. k) El romanceador puede elegir impie patrimonial, es decir, de los ya existentes en la tradición, o puede inventarlo en ese momento. Lo que importa es que, además de rimar con el romance, haga algxma referencia a su temática o a alguno de sus personajes, sea una síntesis de su fábula o refiera una anécdota particular, mencione el lugar o la ocasión porque se canta ( el funcionamiento de los pies de romances de La Gomera lo hemos estudiado específicamente en otro lugar: Trapero 1992: 127- 145). 1) El canto de los romances está acompañado siempre de tambores y de chácaras^. No hay nunca número establecido ni de cantadores ni de tocadores, pero los primeros deben superar a los segundos para no ver ahogadas sus voces por los instrumentos. Los cantadores ( « romanceado-res » ) son también, por lo general, los tocadores del tambor, pero no los de las chácaras que, en todo caso, lo que hacen, además, es bailar. m) Los romances cantados sirven de texto y de motivo para el baile más típico y tradicional de La Gomera: el baile del tambor. De la misma forma que no se concibe ( o no es lo deseable) el canto de los romances sin tambores y chácaras, éste no es posible ( o no lo es ordinariamente) sin el baile. Es por eso — y en toda su extensión— que el bañe del tambor es una danza romancesca ( Trapero 1986a: 205- 250). n) De la misma forma que todos los romances pueden ser cantados, todos los romances pueden servir también para la danza. No hay limita- ^ Las chácaras son una especie de castañuelas gigantes, de construcción local, que tienen un sonido seco y potentísimo. En El Hierro también a las castañuelas se les llama chácaras, pero son de dimensiones mucho más pequeñas, aunque más grandes aún que las castañuelas normales. ESTUDIO INTRODUCTORIO 57 ción alguna que impida ese hecho, ni por el asunto de los romances, ni porque sean viejos o de pliego de cordel, ni porque sean de propia invención. De la misma forma que el baile y el canto es una manifestación espontánea y popular que no requiere de profesionalismo alguno y que admite a cuantos quieran sumarse a ella. Con todo, es verdad que son más lo que bailan que los que tocan y aun más que los que cantan. El roman-ceador requiere no sólo saber el texto del romance sino tener una buena voz que pueda sobresalir por encima de los instrumentos y del coro. o) Quizás por lo anterior y porque el canto de los romances se hace siempre en público y en reuniones festivas, la transmisión de los romances en La Gomera se debe fundamentalmente a los hombres y no a las mujeres, cuando éstas son las principales transmisoras romancescas por todas partes. Sólo en los romances infantiles y en los religiosos son las mujeres más y mejores informantes que los hombres. p) El romancero cumple una función festiva en La Gomera, principalmente; no suele ser canto de trabajo, o no es esa su forma ordinaria, y mucho menos es género reservado a la intimidad, aunque naturalmente los romances puedan cantarse, y mejor recitarse, en una tarea laboral o en la intimidad de la casa. q) Como consecuencia de su funcionalidad y de su manifestación pública, el repertorio de romances en La Gomera está bastante asentado y tiene unos límites bastante bien conocidos por todos los cantores de la isla. No es que todos los cantores sepan todos los romances que se cantan en la isla, pero sí que cada uno tiene su propio repertorio y conoce el repertorio de los demás. Cuando en el curso de una encuesta se pregunta a un cantor gomero por un romance concreto, éste pude decir con mucha facilidad: « Yo ése no lo sé, pero quien lo sabe es Fulano, de tal pueblo » . Y suele ser cierto. Naturalmente, además de esos cantores « famosos » , existen otros muchos romanceadores anónimos que hay que buscar como en todas partes, arañando sombras, y que poseen un repertorio tan bueno o mejor que los primeros. r) Es curiosa la conciencia que tienen muchos de los cantores gomeros de que varios romances no son sino « partes » de un todo unitario . Y esto ocurre, como podría pensarse en un principio, no sólo con los romances de pliego de cordel en donde las distintas partes de su relato es algo consustancial con el subgénero, sino también con los romances más propiamente tradicionales, como ocurre aquí con algunas versiones de Lanza-rote, El caballero burlado o 5 ¿ tó « wa. Así, im informante puede recitar esos tres romances de forma seguida y sin interrupción alguna y confirmar, después de preguntarle el investigador si son tres romances distintos: « No, no, esos son partes, y luego seguían más, hasta cuatro o cinco partes, lo que 5 8 ESTUDIO INTRODUCTOEIO pasa es que yo ya no me acuerdo, pero si yo empezaba a cantar por la mañana no acababa hasta por la tarde, y siempre con el mismo romance » . Esto puede deberse a la costumbre de unir varios romances en un mismo canto, bien por boca de un mismo romanceador o de varios sucesivos, eso sí, siempre que esos romances tuvieran una misma rima, y para los que vin mismo estribiño podía servir de pie de romance. s) Finalmente, el peso de la tradición es tan fuerte en el romancero gomero, y es tan pública, que se manifiesta no sólo en el repertorio, sino que llega a la forma de decir o de cantar los romances: cabe poco la « interpretación » personal frente al peso de la tradición. En La Gomera es más poderosa la fuerza de la repetición que la de la recreación personal. 9. EL BAILE DEL TAMBOR, UNA DANZA ROMANCESCA Ya hemos apuntado en apartados anteriores una de las características más singulares del romancero gomero, esto es, que todos los romances se canten, o se puedan cantar, y que a la vez todos puedan ser acompañados de baile, o mejor, que todos los romances puedan servir para el baile. El baile que se monta en tqrno al canto de los romances se llama el baile del tambor y tiene tal importancia folclórica en la isla que se puede decir, no ya que es imo de sus bailes típicos, sino el más típico y hasta el único que se ha practicado hasta la actualidad sin interrupción. El baile del tambor es una manifestación auténticamente folclórica, en el sentido más primigenio del término: una manifestación auténticamente popular que se practica por cualquiera, sin ensayos previos ni grupos organizados y que sigue siendo la auténtica diversión festiva popular de La Gomera. La descripción del baile, así como las circunstancias en que se desarrolla y sobre los posibles orígenes e influencias, las hemos tratado de forma particular y por extenso en otro lugar ( Trapero 1986a: 205- 250), por lo que aquí no haremos sino un resumen de las ideas principales, sobre todo, en torno al carácter romancesco del baile en comparación al de otros bailes romancescos conocidos en las Islas Canarias y en la Península. Aunque no muchas, han llegado hasta nosotros noticias de que en la antigüedad, en los siglos XVI y XVII, el canto de los romances servía como acompañamiento para que los jóvenes de algún lugar hiciesen sus danzas. Pero estas noticias, por encima de escasas, son demasiado escuetas. Tal cual se describen están faltas de los suficientes detalles como para que hoy podamos hacernos una idea exacta de cómo eran. Se habla de unos areítos que los indios de la Isla Española hacían aUá por 1535; y un poco ESTUDIO INTRODUCTORIO 59 más tarde de unas danzas parecidas a las americanas que existían en León, Asturias y algunos pueblos de Castilla. Hay también una miniatura del XVI que puede interpretarse como retrato de una danza romancesca y hay, ya en el XVII, citas y referencias sobre bailes que también se hacían cantando romances, así en La Gitanilla de Cervantes, en El caballero de Olmedo de Lope y de « jácaras » o « jacarandinas » — degeneradas en danzas burlescas y rufianescas— en Quevedo. Parece que en todas ellas los instrumentos que se usaban como propios eran los panderos con sonajas y las castañuelas o « castañetas » . Mas las referencias y las descripciones son, como decimos, del todo insuficientes para poder siquiera imaginar que los romances de entonces se bailasen siempre o que ésta fuera la forma preferida. Muy al contrario, debemos considerar más bien que la danza romancística era una cosa rara y muy localizada por las fechas en las que el romancero alcanzó su máximo esplendor: no se concebiría de otra forma tanto sñencio en torno a ello. Pero tampoco debemos pensar que la danza no fuese un aditamento extraño al fenómeno de la canción narrativa. Cierto que desde la Edad Media, y casi invariablemente en los tiempos modernos y en todas partes, la canción que se canta en los bailes es la canción lírica, pero el nombre de balada (' lo que se baüa'), que desde antiguo tomó la canción narrativa, es determinante para imaginar también los bailes romancísticos. Por lo que se refiere a la época moderna, la primera referencia que conocemos sobre los bailes romancescos es la que nos da Jovellanos sobre la danza prima asturiana, a fines del siglo XVIII, Ú^ LÍITSL que Menén-dez Pidal ha llegado a calificar de verdadero himno regional asturiano: ¡ Ay!, un galán de esta villa, ¡ ay!, un galán de esta casa, ¡ ay!, de lejos que venía, ¡ ay!, de lejos que llegaba. —¡ Ay!, diga lo que él quería, ¡ ay!, diga lo que él buscaba. —¡ Ay!, busco a la blanca niña, ¡ ay!, busco a la niña blanca. Es el propio don Ramón quien, interesado por estas rarezas, descubre que, además de la danza prima, siguen existiendo algunos otros bailes romancescos en el siglo XX: el baile de tres en Las Navas del Marqués ( Avila), elpericote en Uanes ( Asturias), el baile a lo llano en Ruiloba ( Santander) y el baile de las jilanderas o dei jila- Jila en la isla de La Palma ( Canarias), noticia ésta que le había proporcionado el investigador canario Pérez Vidal ( 1948: 197- 241). Pero todos estos bañes, a excepción del de La Palma, fueron descubiertos en el primer tercio del siglo XX y descritos como reliquias en extinción, lo que parece que Uegó a consumarse, porque ya en las recolecciones romancísticas de los últimos años ningún investigador ha vuelto a dar noticia de aquellas danzas. Nosotros mismos fuimos 6 o ESTUDIO INTRODUCTOKIO a las Navas del Marqués en 1995 para comprobarlo: el baile de tres ha sido recuperado modernamente por un grupo folclórico de la localidad, pero hacía mucho que había dejado de practicarse espontáneamente. La costumbre del romance bailado üegó, pues, hasta el siglo XX, aunque no haya llegado hasta nuestros días; pero debió ser siempre costumbre rarísima que ni se generalizó en toda la geografía ni en todo el romancero. Se quedó recluida en alguno de los rincones más apartados de la geografía española, al amparo de las altas montañas y de los profimdos valles ( Asturias, Santander, La Palma, La Gomera), cuando en la antigüedad parece que se practicaba por toda Castilla la Vieja y Extremadura y hasta por Andalucía. Y sólo alcanzó a algún romance en concreto, es decir, sólo unos pocos textos se tomaban como motivo del baile: el de Gerineldo, el del Conde Atareos, La Condestta, el asturiano/^ j/ un galán de esta villa!, algunos religiosos, algunos de pliegos dieciochescos, como los de Rosaura la del guante y el de La Espinela, y pocos más. La generalización no Uegó — en esto menos— ni siquiera al tipo de danza: en cada lugar se hacía de una forma, eran bien distintos sus pasos, muy variable el número y sexo de los bailarines, distintos los atuendos con que se vestían y distintos también los instrumentos con que se acompañaba el canto y se marcaba el ritmo. También en las Islas Canarias han desaparecido los bailes romancescos que hubo, excepto en La Gomera. En la isla de El Hierro, la de menor población del Archipiélago y junto con La Gomera la más apartada y aislada de todas, ya no hay ni vestigios de la danza romancesca que sin duda existió en tiempos pasados y de la cual dejaron noticias algunos de los primeros cronistas de la Conquista y otros viajeros del siglo XVIII ( Trapero 1985: 47- 55). En la de La Palma existió un baile de las jilanderas, que ñie muy popular y muy usado hasta la primera mitad del siglo XIX, pero que ha dejado ya de practicarse ( Trapero 1999: 145- 156). En el resto del Archipiélago no sabemos que se bailaran los romances en algún tiempo pasado. Ante un panorama, pues, como éste, llegar a la isla de La Gomera y comprobar que el baile del tambor sigue siendo una costumbre cotidiana es hallarse no ya ante una reliquia venerable, que sin duda lo es, sino en un túnel del tiempo en el que hay que retroceder varios siglos para encontrar algo parecido en algún otro lugar de España. 10. LAS PRINCIPALES FIESTAS DE LA GOMERA Gracias al baile del tambor se ha conservado en La Gomera el mejor repertorio romancístico que hallar se pueda hoy en ninguna parte de España y del mundo hispánico. Porque gracias a que se baila y se canta el ESTUDIO INTRODUCTORIO 61 romancero se actualiza y vive en permanente tradicionalidad. A lo largo del año todos los pueblos de La Gomera rivalizan por ver quién consigue mejor fiesta, y mejor fiesta significa sobre todo mejor baile del tambor. K él acuden espontáneamente jóvenes y viejos, mujeres y hombres, nativos y forasteros y todos participan por igual de la fiesta popular Pero sobre todo acuden los buenos « romanciadores » de la isla, los que mejor cantan y los que más y mejores romances saben. De esta forma la tradición no sólo se mantiene sino que se extiende por toda la geografía de la isla. Esta es la mejor forma de transmisión. Las fiestas populares de La Gomera son toda tma experiencia antropológica, además de una manifestación folclórica interesantísima y la exaltación mayor que pueda imaginarse del romancero^. Estas son las fiestas más famosas de la isla de La Gomera en donde inevitablemente se organizan bailes para cantar y baüar los romances: Fecha Lugar Conmemoración 1 de enero 6 de enero ( Reyes) 2 de febrero 15 de mayo 13 de junio 24 de junio 16 de julio Último domingo de juMo 15 de agosto 16 de agosto 24 de agosto Ultimo domingo de agosto 8 de septiembre 15 de septiembre Primer domingo de octubre Primer domingo de octubre^ Hermigua- Agulo Valle Gran Rey Chipude La Palmita Valle Gran Rey La Meseta- Hermigua Playa de Santiago El Cercado Chipude Arure Alojera Las Rosas Chipude Alajeró Valle Alto- Hermigua Pimtallana- S. Sebastián Año Nuevo Virgen de los Reyes Virgen de la Candelaria San Isidro San Antonio Virgen de la Candelaria Virgen del Carmen Virgen del Pino Virgen de la Candelaria San Salvador San Bartolomé Sta. Rosa de Lima Virgen de la Candelaria Virgen del Paso • Virgen del Rosario Virgen de Guadalupe H. ADVERTENCLX^ EDITORIAL Todos los textos de este Romancero proceden de la tradición oral y fueron grabados en su totalidad en cintas cáseles. En la transcripción de los textos procuramos respetar escrupulosamente lo dicho por los informantes, tanto a nivel léxico como a nivel fonemático. No obstante, y puesto que el objetivo de este libro no es el de presentar un conjunto de La descripción — con tintes intencionadamente impresionistas— de una de ellas, la de Santa Rosa de Lima, celebrada en el pueblo de Las Rosas ( Agulo) en el año 1995, puede leerse en Trapero, 1989: 139- 157. Fiesta « lustral » y patronal de la isla que se celebra cada cinco años. 6 2 ESTUDIO INTRODUCTORIO textos « dialectales » , sino literarios, obviamos los fenómenos del seseo y del yeísmo por ser comunes en el habla de La Gomera ( aunque se dan algunos casos claros de distinción en el segundo de los fenómenos), transcribiendo siempre según la norma del español estándar. Dejamos constancia, sin embargo, de otros fenómenos frecuentes en el habla de La Gomera, como son los siguientes: • Aspiración de la / h/, común sobre todo al comienzo de palabra ( jaser, jinojo, jablar). • Vacñación de la — d— intervocálica, que va desde su conservación ( vida, perdida) hasta su desaparición total, sobre todo al final de palabra ( ji) ta, perdía, pasao, píe, boa), pasando por una conservación debilitada ( mata( d) o'). • Pérdida de la vibrante simple en contacto con la líquida ( dala ' darla', habíale ' hablarle', decile ' decirle'). • Frecuente epéntesis de una consonante entre dos vocales ( vido, leda, mida, sonredíd). • Sistemática realización de ha por ' he', como primera persona del singular del presente de indicativo del auxiliar haber ( yo ha hecho). • Vacilación entre las vocales agudas en posición átona ( dispensa, Felumena, ringlóh, trebunal). • Cambios acentuales, atraídos por el canto o la recitación ( hermosa, pimpollo, traído, casaras, vestir, jalar, caballero). Sohte ellos dejamos constancia prosódica poniendo acento ortográfico, aunque no lo Heve en la ortografía normativa. Detectamos en el habla actual de La Gomera, y con especial relación al dictado de los romances, dos « tipos » de hablantes: a) los más viejos ( digamos Prudencio Sánchez Conrado, Alejandro Martín, José Medina...), todos ellos varones, con xm habla muy « dialectal » , « comiéndose » vocales y consonantes, con infinitas metátesis, prótesis, epéntesis, etc., palabras trastrocadas por la fonética o por la interpretación personal, difícñ de entender; y b) los más jóvenes ( digamos Isidro Ortiz, Luciano Conrado, Alonso Medina, Manuel Plasencia...), varones, y sobre todo las mujeres ( Esperanza Conrado, Dolores Medina, Rosa Conrado...), que hablan « bien » , claro e inteligible, axmque conservando palabras « lexicalizadas » incomprensibles, heredadas « de la tradición » . Siempre que un romance se inicia con un pie de romance determinado lo hacemos constar escribiéndolo en cursiva, aunque no se contabiliza como verso del romance. ESTUDIO INTRODUCTORIO 63 Igualmente transcribimos en cursiva los versos que aparecen al final de algunos romances, cuando esos versos son añadidos — miiletillas, finales tópicos— ajenos al romance en cuestión. Los puntos suspensivos entre versos o al final de un texto significan que hay un vacío de memoria en el informante, y que éste fiíe consciente de ello. El signo de interrogación entre paréntesis (?) significa que en ese punto falta algo en el texto o que es ininteligible en la grabación. 12. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS AGUILAR PIÑAL, Francisco: 1972. Romancero popular del siglo XVIII. Madrid: CSIC. ALVAR, Manuel: 1974. Romances enpliegos de cordel ( sí^ toXW//). Málaga: Delegación de Cultura y Ayuntamiento de Málaga. ARMISTEAD, Samuel G. y J. H. 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Calificación | |
Título | Romancero general de La Gomera |
Autor principal | Trapero, Maximiano |
Autores secundarios | Siemens Hernández, Lothar |
Tipo de documento | Monografía |
Lugar de publicación | La Gomera |
Editorial | Cabildo Insular de La Gomera |
Fecha | 2000 |
Páginas | 532 p. |
Materias |
Romances Canarias La Gomera |
Tamaño de archivo | 31184.985 KB |
Digitalizador | ULPGC. Biblioteca Universitaria |
Formato Digital | |
Texto | Segunda edición revisada y muy ampliada /^ OW^ AA^-^ BIBLIOTECA UN! VERS! TAñiA LAS PALMAS DE O CAÑARÍA N. » Documento _ 3 ^ ^ ^ ' ^ - ^ axtmtattn trapero ^[ ía Citmtera Segunda edición revisada y muy ampliada Transcripción y estudio de la música LoTHAR SIEMENS HERNÁNDEZ Cabildo Insular de La Gomera 2000 CASIMIRO CUKBELO CURBELO Presidente del Cabildo Insular de La Gomera JUAN ALONSO HERRERA CASTILLA Consejero de Cultura del. Cabildo Insular de La Gomera © MAXIMIANO TRAPERO © de esta edición: CABILDO INSULAR DE LA GOMERA Ilustración de portada: Romanceadores y tocadores de tambor, extraídos del cuadro de JosÉAGUiAR, Xa Romería de San Juan. LS. B. N.: 84- 921930- 9- 3 DEPÓSITO LEGAL: M. 27677 IMPRIME: Cromoimagen, S. L - 28017 Madrid A GARA, la más pequeña de todas. PRESENTACIÓN Los españoles que, en la última mitad del siglo XV, hicieron de La Gomera una isla atractiva y de San Sebastián una villa próspera y conocida, trajeron con su equipaje, herramientas y oficios, usos y costumbres de sus regiones de origen. Aquí llegaron los campesinos que tuvieron que luchar sin descanso en la colonización de un medio natural hermoso y a la vez salvaje como el nuestro, marinos y pescadores que crearon los pueblos en las bahías y surgide-ros. Y llegaron también los viejos romances de Castillas - historias de amor, honor y fe, cuadros de la Pasión de Cristo y vidas ejemplares de las Santos de la Iglesia, juegos infantiles y juegos festivos y jocosos-, y desde aquí, y desde las otras islas delArchipiélago, saltaron - como tantas y tantas muestras de la cultura popular canaria- a los países dev^ nérica, donde el castellano se empezó a hablar también con otro acento, en todo similar al canario. La Villa de San Sebastián fue un puerto seguro y franco para las travesías atlánticas, en el momento en que el poder político y económico pasaba del Mediterráneo alAtlántico; y fue especialmente vma comunidad abierta al exterior, permeable al pensamiento, al arte y a la moda que primaban en cada tiempo. Esa circunstancia de apertura, que se reflejó y se refleja en tantos aspectos del acervo cultural gomero - con influjos de múltiple^ orígenes europeos y americanos- tiene vin espléndido ejemplo en esta obra del doctor Maximiano Trapero, que aborda, con su solvencia conocida y habitual, el amplio catálogo de romances que perviven en nuestra isla y que han transmitido, de generación en generación, un conjunto de leyendas y conocimientos, tradiciones y sentimientos del pueblo llano que los conserva celosamente. 1 0 PRESENTACIÓN Maximlano Trapero presenta de nuevo un exigente trabajo de investigación que recoge todos los romances conocidos en nuestra isla hasta el momento presente, unos ya publicados en la primera edición de su Romancero de La Gomera y otros muchos nuevos, recogidos, tras un minucioso trabajo de campo, en los pueblos más accesibles y en los lugares más recónditos de nuestra geografía. En este nuevo Romancero General de La Gomera, « revisado y muy ampliado » , aparecen los héroes de caballería, los paladines de iina épica medieval, ejemplares y moralizantes; las historias tristes de doncellas y galanes condenados a la distancia; los sucesos cruentos y la estética del destino trágico; los romances religiosos y los mñagros cotidianos. « Los romances comunes de todas las Españas » - como escribiera el venezolano Andrés Eloy Blanco-, se jvintan aquí con una amplia producción local, que da respuesta rimada a calamidades y hechos cotidianos, sucesos de honda repercusión y personajes locales perpetuados en la memoria de sus paisanos por virtudes o defectos, loas agradecidas a los santos cercanos y testimonios populares de piedad o de ingenio. La Gomera - como advierte Maximiano Trapero- une a su caudal de rornances extraordinarios, sin igual en el panorama del Romancero General moderno, una singularidad dentro del Archipiélago Canario, incluso de España y del Mxmdo Hispánico, digna de ser destacada, y es la perviven-cia del hecho musical romancesco, perfectamente estudiada por el musicólogo Lothar Siemens. El romance escribió y escribe las mejores páginas de la cultura popular gomera, porque como forma de comunicación, y también de diversión, sigue animando nuestras fiestas populares; porque la musa popular, alimentada por voces anónimas, pone versos a la vida cotidiana de los gomeros, a sus afanes, a sus alegrías y también a sus duelos. CASIMIRO CÚRSELO CURBELO Presidente del Cabildo Insular de La Gomera NOTA A LA SEGUNDA EDICIÓN Esta segunda edición del Romancero de La Gomera revisa, aumenta muy considerablemente y reordena los textos publicados en nuestro anterior Romancero de la isla de La Gomera ( 1987), libro que tuvo una excelente acogida y que se agotó muy pronto. Cambia ahora el título, por el de Romancero General de La Gomera, porque da cuenta de todos los textos romancísticos de La Gomera conocidos hasta la fecha, ya fueran publicados por nosotros o por otros autores en otras publicaciones, incluso discográficas. E incorpora, además, los nuevos textos recogidos por nosotros desde la primera edición, en entrevistas sucesivas desde 1985 hasta el año 2000. De los 139 temas romancísticos y 357 versiones que tenía la primera edición, se pasa ahora a 145 temas y 449 versiones. Nuevo es también el orden en que aquí se presentan las distintas versiones de cada romance: se enumeran los romances sucesivamente, del 1 al 145, y en cada uno de ellos se ordenan las distintas versiones correspondientes, numeradas con subíndices: 1.1, 1.2, etc. En la edición primera se hacía una única numeración, sin agrupar las distintas versiones por temas. Novedad de esta segunda edición son los comentarios particulares que siguen a cada uno de los romances del libro, que pretenden dar noticia, aunque somera, de las características de ese romance en cuestión en la tradición de La Gomera, en relación con la tradición del resto de las Islas Canarias, de la España peninsular y de la tradición pan- hispánica, en general. La clasificación de los romances en los cinco grupos en que aparecen, continúa siendo la misma que en la primera edición, salvo el reajuste de alguno de ellos, especialmente entre los inicialmente divulgados a través 12 NOTAA lA SEGUNDA EDICIÓN de pliegos de cordel, que en la tradición oral de La Gomera han logrado una indudable « tradicionaHzación » , y que pasan al primer grupo. Otra novedad; En la primera edición se daba noticia de todos los romances de pliego dieciochescos recogidos, pero sólo noticia, con la transcripción de los 4 ó 5 versos primeros. En esta segunda edición los ofrecemos íntegramente, pues aunque el interés de este tipo de romances es muy inferior al del resto, también forman parte de la tradición general, y en La Gomera con una importancia singular. El estudio introductorio continúa básicamente igual, excepto en lo que se refiere a la actualización de los nuevos datos y en una especificación mucho mayor de las características de los distintos grupos clastfi-catorios. Sí es nueva la relación bibliográfica que se añade al final del estudio introductorio, y que da fe de las novedades editoriales más actualizadas relacionadas con el romancero de La Gomera y de Canarias, en general. No se ha modificado en nada, en cambio, el estudio de la música de los romances de La Gomera, de Lothar Siemens Hernández, pues, aunque hemos recogido muchos nuevos romances cantados, éstos ni aumentan ni modifican los « tipos » musicales ya descritos en la primera edición. Por último, los distintos índices finales se han acomodado, también, a los nuevos datos aportados en esta edición, excepto el índice de pies de romances, que es enteramente nuevo. Puede, pues, decirse que éste es un Romancero nuevo. Ciertamente necesitado de ver otra vez la luz, para seguir atestiguando que el viejo romancero hispano sigue vivo en una isla atlántica llamada La Gomera, y en condiciones de plenitud poética y de funcionalidad social tan excepcionales que bien puede la isla, además del título de « Patrimonio de la Humanidad » que ya tiene por su Parque del Garajonay, recibir ahora el título de « Reserva Natural del Romancero » . M. T. ÍNDICE GENERAL I. ESTUDIO INTRODUCTORIO 1. La isla de La Gomera: geografía, división administrativa, tradiciones populares 23 2. Antecedentes romancísticos a nuestra investigación 25 3- Nuestras encuestas 30 3.1. Fechas 31 3.2. Encuestadores 32 3.3. Lugares 32 3.4. Los informantes 33 3.5. La condición de los informantes 35 3.6. La búsqueda de informantes 36 3.7. Formas de encuesta 37 4. Los romances recolectados 38 4.1. Romances tradicionales o tradicionalizados 38 4.2. Romances infantiles 42 4.3. Romances religiosos 43 4.4. Romances divulgados en pliegos de cordel 44 4.5. Romances de creación local 47 5. Resumen estadístico de los romances recolectados 47 6. Los mejores romances de La Gomera 49 7. Noticias sobre otros romances 52 8. Características particulares del romancero de La Gomera . . . . 54 9. El baüe del tambor, una danza romancesca 58 10. Las principales fiestas de La Gomera 60 11. Advertencia editorial 61 12. Referencias bibliográficas 63 1 4 ÍNDICE GENERAL n. ROMANCES A) ROMANCES TRADICIONALES O TRADICIONALIZADOS a) De la antigüedad clásica 1. París y Helena ( áo): 1 versión^ 69 2. Blancaflor y Filomena ( éa): 20 71 b) De f eferencia histórica nacional 3. El Cid pide parias al rey moro ( ía): 2 90 4. Romance de Sayavedra ( Río Verde, Río Verde) ( ía): 4 93 c) Ciclo bretón 5. Lanzarote y el ciervo del pie blanco ( ía): 21 + 4.1^ 97 d) Ciclo carolingio 6. El conde preso ( áo): 12 115 e) La conquista amorosa 7. El caballero burlado ( ía): 35 + 5.20 122 8. El capitán burlado ( áa): 10 145 9. El indiano burlado ( éa): 12 155 10. La serrana ( éa): 10 167 11. La hermana cautiva ( ía): 2 175 12. Galán preso por la ronda ( ío): 1 176 f) Amor fiel 13. La vuelta del navegante ( á): 1 177 14. Las señas del marido ( é): 2 179 15. La difunta pleiteada ( ía): 2 180 16. Diego León ( áa): 1 182 17. Doña Juana de Oíante ( éa): 1 184 g) Amor desgraciado 18. Delgadina ( áa): 18 186 19. Sñdana ( ía): 3+ 5.19 202 20. El condeAlarcos ( ía): 1 206 21. Alba Niña ( ó): 1 206 ' Se especifica, a continuación del títvilo, el número de versiones que tiene cada romance. ^ Significa, en este caso, que, además de las 21 versiones que aparecen con el n.° 5, hay otra versión « contaminando » el romance n.° 4, la versión 4.1. ÍNDICE GENERAL 15 22. La infanta preñada ( áa) + La infanta parida ( áa): 4 207 23. Los soldados forzadores ( ía): 3 + 25.1 210 24. Los presagios del labrador ( éa): 1 211 25. La fratricida por amor ( ía): 1 212 26. La infanticida ( éa): 5 213 27. El amor del viudo ( ío): 1 217 h) Rapto o liberación de la amada 28. El adelantado Pedro ( éo): 8 218 29. Joven liberada por su enamorado ( éo): 2 225 30. Los Guzmanes y los Vargas ( áa): 3 228 i) Cautivos 31. Cautiva de su galán ( áa): 5 232 32. Cautiva liberada por su marido ( áa): 2 237 33. El cautivo Marchas Toledo ( éo): 1 239 34. El cautivo Blas de León ( éo): 3 240 35. La princesa cautiva ( áa): 1 241 36. El cautivo Belardo y la mora Lucinda, mártires ( éa): 1 . . . 243 37. La cautiva del renegado ( áa): 2 244 38. El cautivo Marcos Alfaro ( áo): 1 247 39. Cautiva vendida a unos moros ricos ( éa): 1 249 j) Venganza personal o familiar 40. La afrenta heredada ( áa): 8 250 41. Doncella que venga su deshonra ( áa): 10 259 42. Isabel de Ferrara vengada por su hermano ( áa): 4 267 43. Doña Juana de la Rosa + Celos y Honra ( áa): 1 171 273 45. Sebastiana del Castillo ( ío): 2 275 46. El bravo Fulgencio Flórez de Aranda ( áa): 1 276 k) Intervenciones milagrosas o sobrenaturales 47. Marinero al agua ( áa): 2 277 48. La romería del pescador: 1 278 49. El difunto penintente ( éa): 5 279 50. El padrino del jugador y el diablo ( ée): 6 284 51. Mujer que vende su alma al diablo ( ée): 1 289 52. Don Pedro de Villaverde ( ée): 1 291 53. Mujer calumniada por el diablo ( áe): 2 293 54. Voto incumplido ( éa): 1 296 1 6 ÍNDICE GENERAL 55. El cordón del diablo ( éa): 1 297 56. Pasión incestuosa del seminarista Blas Romero ( éo): 2 . . . 299 57. El mercader de Sevilla ( áe): 1 301 58. Madre que entrega su hija al diablo ( ía): 2 302 59. La esposa de San Alejo ( óa): 8 305 60. Embarazo düatado milagrosamente ( áa): 4 313 61. Donjuán de Lara y Doña Laura de Contreras ( áa): 1 . . . . 319 62. El criado del diablo ( áa): 1 321 63. Don Alonso Aguilar ( ío): 1 322 1) Festivos 64. Romance encadenado ( éa): 2 323 65. El gato y el ratón ( éo): 8 325 66. Lapulgay elpiojo'( estr, hexas.): 3 329 67. El cura y la criada ( áa): 1 331 68. Chasco que le dio una vieja a un mancebo ( éa): 1 331 B) ROMANCES INFANTILES 69. El conde Niño ( á): 4 333 70. El quintado ( éa) + La aparición ( pollas.): 3 335 71. La doncella guerrera ( polias.): 2 337 72. Santa Iria ( pollas., hexas.): 2 339 73. Santa Catalina ( áa): 4 + 82.2 341 74. A la cinta cinta de oro ( é): 1 342 75. Atropellado por el tren ( estr.): 1 342 C) ROMANCES RELIGIOSOS a) Ciclo del Nacimiento e Infancia de Cristo 76. Las dudas de San José ( ío): 1 345 77. Congoja de la Virgen en Belén ( ía): 8 347 78. La huida a Egipto ( éo): 17 350 79. La Virgen y el ciego ( é): 4 + 78.15 366 80. El Niño Jesús peregrino ( áe): 2 368 b) Ciclo de la Pasión 81. La Virgen camino del Calvario ( éa): 2 370 82. El discípulo amado ( áa): 2 + 90.2 371 83. El discípulo amado y Las tres Marías ( áa): 3 + 90.2 372 84. El Monimiento de Cristo ( áo): 1 375 85. Meditación sobre la Pasión ( ao): 2 375 ÍNDICE GENERAL 17 86. Llanto por la Pasión ( áo): 1 376 87. Cristo sentenciado a muerte ( áa): 1 377 88. El ejemplo de la Cruz ( éo): 1 378 c) Rezados y Devotos 89- Los cinco gozos ( ío): 1 379 90. Aviso a los pecadores ( éo): 2 + 78.16 380 91. Acto de contrición ( éo) + Presagios de la Pasión ( pollas.): 1. 382 92. Oración a la Virgen ( pollas.) + Presagios de la Pasión ( pollas.): 1 383 93. El pecador y la muerte ( áe): 1 384 94. Romance de la baraja ( éa): 1 384 d) Intervenciones milagrosas 95. La Virgen elige a un pastor como mensajero ( éo): 2 . . . . 388 96. El zapato de Cristo ( éo): 1 + 95.2 390 e) De historia sagrada 97. Creación del mundo ( éa): 1 391 98. Salomón y la reina de Saba ( éo): 1 392 99. Los doce hijos de Jacob ( éa): 1 394 D) ROMANCES DIVULGADOS EN PLIEGOS DE CORDEL a) De referencia histórica antigua 100. Los doce Pares de Francia ( éo): 3 395 101. Las princesas encantadas ( ía): 3 398 102. Historia de Griselda y Gualtero ( áa): 1 401 b) Cautivos 103. Jacinto del Castiño ( ío): 2 403 104. Don Patricio de Córdoba y Agmlar ( ío): 1 410 105. El cautivo del Gerona ( ía): 3 411 106. El cautivo de Granada ( éa): 1 4l4 c) Bandidos, valientes y guapos 107. Doña Josefa Ramírez ( éo): 2 4l6 108. Don Francisco Esteban ( áo): 1 419 109. Don Francisco Romero ( éo): 1 423 110. Los bandidos de Toledo ( ée): 1 426 111. La cueva de los bandoleros ( áa): 1 427 1 8 ÍNDICE GENERAL d) Asunto amoroso 112. La Espinela ( éa): 1 429 113. La peregrina doctora ( éo): 6 430 114. Adulterio castigado: Antonio Montero y Diego de Frías ( éo): 1 435 115. Rosaura la del guante ( éo): 5 437 116. Don Diego de Peñalosa ( óa): 1 440 117. Lisardo el estudiante de Córdoba ( ía): 1 442 118. El cortante de Cádiz ( éa): 3 445 119. La venganza del león ( éa): 1 448 120. DoñaTeresaRiveray Don Manuel de Contreras ( éa): 1 . . 451 e) Asunto religioso y devoto 121. Despertador espiritual ( éo): 1 452 122. La disputa del trigo y el dinero ( éa): 3 455 123. Dionisia Pérez Losada ( áa): 1 459 f) Sucesos contemporáneos 124. Gertrudis, la niña perdida ( ó): 4 461 125. La criada Tomasa ( áa): 5 . 465 126. Hundimiento del Lusitania ( estr): 1 467 E) ROMANCES LOCALES 127. La Facunda ( éa): 1 128. Novio que visita a su novia ( áe): 2 469 129- Salió de Imada temprano ( áo): 1 471 130. El curandero deTamargada ( áa): 1 472 131. Disparates ( áo): 2 472 132. Mujer que llevan para la ViUa contra su voluntad ( ía): 1 . . 474 133. Soldado que embarca para la guerra ( éa): 1 476 134. Muerto por coger espigas ( ío): 2 477 135. Hundimiento del barco La Fama ( áa): 1 477 136. Terremoto en La Gomera ( éa): 1 479 137. Temporal del año 41 ( éo): 1 481 138. « Coplas » de La Gomera ( óe): 1 482 139- El caso de la burra que muere en el parto ( éa): 1 482 140. Romance local ( áa): 1 483 141. El caso del tambor reventado ( áo): 1 485 142. Ofrecimiento de xm queso a la Virgen ( éo): 1 486 143. Romance a La Gomera ( éo): 1 486 ÍNDICE GENERAL 19 144. Los valores de mi tierra ( éa): 1 488 145. Los tesoros de La Gomera ( éa): 1 490 m. lA MÚSICA DE LOS ROMANCES EN LA GOMERA Por LoTHAR SIEMENS HERNÁNDEZ 1. La música de los romances en La Gomera en comparación con la del resto de las Canarias 493 2. La música del « Baile del tambor » 494 3. La música de los romances infantiles 500 4. Consideraciones finales 502 IV. ÍNDICES 1. De romances por orden alfabético 507 3. De primeros versos 511 3- De pies de romances 518 4. De informantes por orden alfabético 522 5. De informantes por municipios y localidades 530 V. FOTOS I. ESTUDIO INTRODUCTORIO l^ Palma 7 La Gomera Hierro OCÉANO ATLÁNTICO Lanzarute Tenerife Fueneventunt * ^ ÍjranLaftana 4m^ ISLAS CANARIAS > / rí^' de Santal '' * Santiago Isla de La Gomera 1. LA ISLA DE LA GOMERA: GEOGRAFÍA, DIVISIÓN ADMINISTRATIVA, TRADICIONES POPULARES La Gomera, la llamada Junonia Menor por Plinio, es una de las siete islas principales del Archipiélago Canario, perteneciente a la provincia de Santa Cruz de Tenerife. Su extensión es de 370 km^, siendo, después de la de El Hierro, la más pequeña de las siete, con una población, según censo de 1991, de 15.963 habitantes. La distancia máxima de E a O es de 28 km y de N a S de 20 km., con una longitud de costas de 87 km. Su forma es casi circular y tiene una altura máxima, en el alto del Garajonay, de 1.487 m. Su orografía es la más accidentada del Archipiélago: innumerables y profundísimos barrancos desgarran su superficie, convirtiéndola en tma cascada ininterrumpida de valles y lomos, cuyas paredes, cortadas casi en vertical, caen sobre la costa formando acantilados impresionantes o pequeñas playas de arena negra en la desembocadura de los barrancos. La parte central y más alta de la isla está cubierta de un espesísimo bosque, el monte de El Cedro, de raras especies arbóreas, propias de la laurisilva macaronésica ( archipiélagos atlánticos de Azores, Madeira, Canarias y Cabo Verde), algunas de las cuales son ya exclusivas de La Gomera. Una flora compuesta de cedros, hayas, aceviños, barbuzanos, viñátigos, palo-blancos, loros, brezos y otras varias especies dan sombra impenetrable a una masa forestal por la que corre un pequeño arroyuelo, la única corriente de agua permanente de las Islas. Es tal la importancia ecológica y botánica de El Cedro que la unesco lo declaró en 1986 « Patrimonio de la Humanidad » , con el nombre de « Parque del Garajonay » . La isla de La Gomera está dividida en seis municipios, de muy desigual extensión y población. a) El mayor es el de VaUehermoso, que atraviesa la isla de norte a sur, con una extensión que representa el 30% de la superficie de la isla y una 2 4 ESTUDIO INTRODUCTORIO población de 2.876 habitantes, que se reparten entre sus principales poblaciones de VaHehermoso, Chipude, El Cercado, Alojera, Las Hayas, Igualero y otros pagos y barrios dependientes de éstos. b) Le sigue en extensión el de San Sebastián, cuya Villa es capital y puerto principal de la isla, con una población de 5.606, que se reparte entre la Vüla y sus barrios principales de Lomo Fragoso, La Laja, El Atajo, Los Chejelipes y los poblados de Vegaipala, Jerduñe y Benchijigua. c) Después, el de Valle Gran Rey situado en la parte más surocci-dental de la isla y el de más difícñ acceso, con 3.103 habitantes, la mayor parte de los cuales vive en el mismo VaUe de Gran Rey, el de mayor incremento poblacional de la isla, pues aUí se ha asentado el mayor punto del turismo insular, mientras que Arure y los otros asentamientos del municipio van a menos. d) Le siguen luego los municipios de Hermigua yAgulo que ocupan la parte más al norte de la isla y que se introducen desde el mar hasta el monte de El Cedro, repartiéndoselo en sus respectivos términos municipales. El de Hermigua tiene ima población de 2.120 habitantes, la mayor parte de los cuales viven en el propio Valle de Hermigua y los menos en los pueblos de El Cedro y tx) s Aceviños; y los 1.115 habitantes de Agulo se reparten entre Agulo pueblo y los barrios de Las Rosas, La Palmita y Meriga. e) Por último, el municipio de Alajeró, en la parte más seca e inhóspita de la isla, al este, con 1.143 habitantes, que se reparten entre Alajeró, Imada, Playa y Laguna de Santiago y Tecina. Las comunicaciones han mejorado muchísimo en los últimos años, tanto en el interior de la isla como con el exterior En los años en que hicimos las encuestas principales ( entre 1983 y 1984) las carreteras no habían llegado aún a todos los pueblos, mucho menos a los caseríos y pagos menores que proliferan y se esparcen por las laderas de los barrancos o se ocultan tras las montañas. Y las comunicaciones con el exterior no eran mucho mejores. La Gomera era la única isla canaria que aún no tenía aeropuerto ( no lo ha tenido hasta 1999), por no disponer de im espacio mínimamente llano en que operaran los aviones; y su vinculación con el exterior dependía de im único ferry, de nombre Benchijigua, que la comunicaba dos veces al día con el sur de Tenerife en una travesía cómoda y rápida. Pero aun este medio de transporte es moderno. Puede decirse que el Benchijigua es quien ha llevado la modernidad a La Gomera: por él La Gomera se ha asomado al exterior y ha permitido, a la vez, que el exterior haya llegado a la Gomera, con el consiguiente intercambio de usos que hasta entonces parecían inmutables. ESTUDIO INTRODUCTORIO 25 Precisamente la orografía accidentada de su suelo y las dificilísimas comunicaciones entre sus pueblos y pagos debieron condicionar la creación del silbo gomero, un auténtico lenguaje silbado por modulación de sonidos que se consiguen variando la posición de la lengua o de los dedos, según el estilo del silbador, y que llega a ser oído en condiciones favorables hasta tres y cuatro kilómetros de distancia. Este silbo gomero, de origen prehispánico indudable, se conserva hasta la actualidad y es usado cotidianamente por los habitantes de las zonas altas de la isla para comxinicarse las noticias más urgentes o las necesidades más imperiosas. El silbo ha hecho mundialmente famosa a La Gomera, citándose entre los poquísimos casos conocidos en el mundo de un lenguaje sñbado. Una isla y unos hombres que han sido capaces de conservar a lo largo de los siglos una costumbre de este tipo no ha de extrañar que conserven también otras tradiciones con igual celo y vitalidad. Las especiales condiciones de apartamiento y de aislamiento en que han vivido secularmente sus gentes les han permitido conservar unos usos y costumbres propias, por encima de modas o tendencias estandarizadoras. Así, puede decirse que la cultura popular en La Gomera se mueve entre unos elementos muy arcaicos y otros especialmente conservativos. Este carácter de elementos culturales poco evolucionados y fundamentalmente autóctonos es el que hace que La Gomera sea hoy vin caso de extraordinario interés para la etnología, la etnografía, la antropología, la etnolingüística y el folclore. Su peculiaridad difícilmente admite comparaciones. En La Gomera todo es auténtico, o, lo que es lo mismo, todo es distinto, por lo particular, lo viejo, lo propio. Así, entre otras muchas manifestaciones populares: el romancero tradicional y el baile del tambor, que no es sino una danza romancística. Pero así como el romancero tradicional es un fenómeno común a todos los pueblos de habla y cultura española e hispánica, en La Gomera tiene características tan marcadas y tan especiales que le hacen, quizás, caso único e incomparable en el momento actual en el panorama del romancero pan- hispánico . Y por lo que respecta al baile del tam, bor, baste decir que quizás sea la última danza romancística que pervive en todo el ámbito español e hispánico, después de que en los siglos XVI y XVII ésas fuesen — las danzas— las maneras ordinarias de reproducirse los romances por Castilla, Andalucía, Asturias, Santander y otras regiones. 2. ANTECEDENTES ROMANCÍSTICOS A NUESTRA INVESTIGACIÓN Ya hemos dicho en otros lugares que la espléndida realidad que significó la publicación de La flor de la marañuela ( 1969, a continuación Flor tnar^, como colección de colecciones de romances de las Islas Cana- 2 6 ESTUDIO INTRODUCTORIO rias, lo era considerándola en su conjunto, pero que el subtítulo de Romancero General de las Islas Canarias que se le dio, lo era sólo como propósito de unas investigaciones que debían continuar para completar las importantes lagunas que el libro dejaba. Es decir, se recogían en él todas las versiones de romances que desde fines del siglo XDÍ hasta la década de los sesenta del XX muy distintos investigadores o estudiosos habían ido recopilando por las islas. Alguna de esas colecciones o romances sueltos habían sido previamente publicados en revistas de las Islas o de Madrid; otros romances fueron depositados por sus recolectores en el Archivo Romancístico de Menéndez Pidal, ya que gracias a él se habían hecho las pesquisas; pero la mayoría de las versiones estaban inéditas y habían sido recogidas en los tiempos más recientes. La falta de un plan investigador globalizado, aparte de los distintos métodos y objetivos que cada recolector pudiera tener, hizo que los resultados generales no puedan considerarse unitarios, ni que sean mínimamente proporcionales y representativos de todas y cada una de las islas del Archipiélago. Así, Tenerife y La Palma son las dos islas que mejor estudiadas y representadas están; Lanzarote en menor medida; Gran Canaria, La Gomera y El Hierro muy mal, y Fuerteventura en absoluto. Los esfuerzos recolectores principales se centraron una y otra vez sobre un mismo territorio insular y se dejó sin apenas explorar o sin explorar en absoluto otras islas de las que con Flor mar. en la mano no sabemos nada, o apenas nada, desde el punto de vista romancístico. Un ejemplo gráfico: de los dos tomos del libro, el primero, con más de la mitad de las versiones del total, está dedicado íntegramente a la isla de Tenerife y el segundo tomo a las seis islas restantes. En cantidades concretas: de las 682 versiones recogidas ( o reseñadas) en Flor mar., 410 son de Tenerife, 101 de La Palma, 66 de Lanzarote, 6l de Gran Canaria, 26 de La Gomera, 13 de El Hierro y 3 de Fuerteventura, Conociendo la realidad complejísima del fenómeno romancero, no puede pensarse que dada la tradición de un lugar determinado ésta pueda aplicarse, sin más, a todo el territorio del que ese lugar forma parte. Si esto no es así en territorio peninsular, mucho menos cabe pensarlo para un Archipiélago en donde las tradiciones y peculiaridades culturales de cada isla tienen una personalidad muy marcada. Evidencias de lo que decimos las proporcionaron nuestras primeras exploraciones en el romancero del sureste de Gran Canaria ( vol. 1,1982) y de la isla de El Hierro ( 1985); las dieron aún más acusadamente las conclusiones sobre el romancero gomero ( 1985); y las siguieron dando las investigaciones sobre el romancero general de Gran Canaria ( vol. II, 1990), de Fuerte-ventura ( 1991), de La Palma ( en prensa) y de Lanzarote ( en prensa). ESTUDIO INTRODUCTORIO 27 Temas romancísticos nuevos desconocidos para las anteriores recolecciones, que aparecen de pronto, lecturas diversas que ofrece un mismo romance en islas distintas, desigual pervivencia de la tradición en cada isla, vitalidad y funcionalidad también desigual de los romanceros insulares, romances frecuentísimos en una isla desconocidos en otra o en otras, formas musicales bien diferenciadas por cada isla, islas en las que los romances se cantan todos con la misma música e islas en las que cada romance tiene su propia música, funcionalidad social distinta que tiene el romancero en cada isla, etc. Por lo que a la isla de La Gomera respecta, Flor mar. poco nos decía de su repertorio romancístico, pero nada de lo que el canto de los romances significa en la vida comunitaria insular, que es, a nuestro juicio, la nota más sobresaliente y verdaderamente única en el panorama del romancero canario y en el panorama del romancero general hispánico: el que los romances sean aún hoy la manifestación popular festiva más importante y casi única de los gomeros, que el canto de los romances sea un acto comunitario que congregue a sus gentes en todo tipo de fiestas y reuniones, que los romances sean cantados como soporte del baile del tambor que inevitablemente se forma en cuanto un grupo de tambores y de chácaras empieza a sonar Sobre ello nos extenderemos después. Seis fueron los recolectores de romances en La Gomera cuyos resultados recogió Flor mar, aunque, al parecer, sólo dos los recogieron « in situ » : la pareja formada por García de Sotomayor y Manrique de Lara ( no consta la fecha, pero debió ser en los primeros años del siglo XX), por una parte, e Isabel MaríaAscanio, en 1954, por otra. Y a ellos tres se debe el mayor número de versiones recopiladas: doce a los primeros y seis a la segunda. Los otros cuatro recolectores lo hicieron por encargo, a través de terceras personas ( alumnos o amigos) y de forma absolutamente esporádica: para la colección de María Jesús López de Vergara, en 1955, tres versiones; para la colección de María Victoria Izquierdo, en 1963, una versión; para la colección de Sebastián Sosa Barroso ( no figura la fecha, pero debió ser por la misma que las anteriores) tres versiones; y para la colección de Juan Bethencourt, a finales del siglo XIX, una versión. En total 26 versiones correspondientes a 21 temas romancísticos distíQtos. El carácter meramente anecdótico que representa lo que del romancero gomero se pubHca en la Flor mar se refleja, también, en los pocos lugares en los que se hicieron encuestas ( Agulo, Hermigua, Playa de San-tiago, Tamargada y Vegaipala) y los mínimos datos ( cuando los hay) de los informantes. 2 8 ESTUDIO INTRODUCTORIO Por otra parte, la poca variabilidad de versiones respecto al número de temas parece indicar o que los colectores seleccionaron los materiales recogidos, dando a la imprenta una sola versión por cada tema, o que la exploración que realizaron fue del todo casual. En resumen, si descartamos los romances recolectados por García de Sotomayor y Manrique de Lara, que son los que nunca especifican ni lugar de encuesta ni nombre del informante, podemos suponer que los demás recolectores, o más propiamente sus intermediarlos, procedieron a que cada persona les dijera un romance: una especie de recuerdo de la tierra, como quien compra una postal de cada lugar por donde pasa para su recuerdo turístico. Y si comparamos estos resultados con los obtenidos en nuestras encuestas, lo recogido en Flor mar. representa sólo un 6,71%. Pero es importante, sin duda. Como muestra de la inestabilidad de la tradición romancística y de cómo los tiempos modernos actúan irremisiblemente sobre el romancero, incluso en La Gomera, en donde parece que nada cambia, tenemos que decir que de los 21 temas recogidos por nuestros antecesores, 7 de ellos lo fueron en versiones únicas que no aparecieron en nuestras encuestas. Las siguientes: • Alba Niña ( Flor mar., n.° 494) • La romería del pescador ( n.° 502) • Voto incumplido ( n.° 507) • Las dudas de San José ( n.° 511) • Celos y honra ( n.° 509) • La calumnia del diablo ( n." 510) • Dionisia Pérez Losada ( n.° 671) El resto de los temas volvieron a aparecer en nuestras encuestas, con varias versiones por alguno de ellos. Estos son los temas: París y Líelena: 1 versión ( n." 489) El caballero burlado: 4 versiones ( n.° 490 a 493) Blas de León: 2 versiones ( n.° 505 y 506) Cautiva liberada por su marido: 1 versión ( n.° 504) Cautiva de su galán: 1 versión ( n.° 503) La hermana cautiva: 1 versión ( n.° 498) Blancaflory Filomena: 1 versión ( n.° 497) El capitán burlado: 1 versión ( n.° 500) El indiano burlado: 1 versión ( n.° 501) Delgadina: 2 versiones ( n.° 495 y 496) El robo del Sacramento: 1 versión ( n.° 508) Congoja de la Virgen en Belén: 1 versión Cn.° 499) Huida a Egipto: 1 versión ( n.° 512) ESTUDIO INTRODUCTORIO 29 Poco era para lo que La Gomera guardaba, pero servía para atisbar la •• importancia de su tradición; no sólo porque en tan corto muestreo apareciesen romances tan raros como París y Helena ( verdadera joya del romancero tradicional moderno), sino porque la lectura de sus textos presentaba una fuerza y una personalidad poética muy grandes. En fechas anteriores y posteriores a nuestra primera recolección, hubo en La Gomera otras dos breves encuestas recolectoras: la que varios alumnos de la Escuela de Magisterio de La Laguna hicieron por encargo de su profesor Benigno León Felipe, en los años 1982 y 1983, y la que Diego Catalán y Flor Salazar, acompañados de otras antiguas alumnas de Diego en la Universidad de La Laguna, hicieron en 1985. Los materiales de ambas encuestas están depositados en el Archivo Menéndez Pidal de Madrid. Aquí contemplamos los que han sido publicados en el Romancero vulgar y nuevo ( 1999), exactamente seis: • El amor del viudo ( Rom. vulgar, n.° 35) • Sebastiana del Castillo ( n.° 82) • La afrenta heredada ( n.° 100) • El bravo Fulgencio Flórez deAranda ( n.° 109) • El cautivo Marcos Alfaro ( n.° 198) • Madre que entrega su hija al diablo ( n.° 207). De esos seis romances, tres resultaron inéditos en nuestras encuestas. El amor del viudo, El bravo Fulgencio Flórez de Aranda y El cautivo Marcos Alfaro; los otros tres también fueron recogidos por nosotros, y a veces del mismo informante. Finalmente, y dentro de la propia isla de La Gomera, los dos grupos folclóricos más representativos del folclore insular, cuales son « Los Magos de Chipude » y « Coros y Danzas de Hermigua y Agulo » , han grabado sendos discos y casetes conteniendo varios romances del repertorio roman-cístico gomero, cantados con la instrumentación típica de tambores y chácaras, si bien, dadas las características del canto de los romances gomeros, que se alargan extraordinariamente, todas las versiones grabadas son fragmentarias. El primero de ellos, « Los Magos de Chipude » , dirigido por Isidro Ortiz, grabó en 1985 una cinta cásete con el título de Tambores y Chácaras ( Santa Cruz de Tenerife: Centro de la Cultura Popular Canaria; reeditado posteriormente, s. f., en formato CD), cuyo contenido está dedicado íntegramente a los romances. Son los siguientes: • Romance de La baraja, cantado por Antonio Ortlz ( allí se le da el título de El soldado Ricanté). • El indiano burlado, cantado por Antonio Ortiz ( con el títtilo de Doña Lucrecia). 3 0 ESTUDIO INTRODUCTORIO • La disputa del trigo y el dinero, cantado por Francisco Cruz Correa ( con el título de El trigo y él dinero). • La criada Tomasa, cantado por Ruperto Barrera ( con el título áe. Antonio Quesadd). • Doña Josefa Ramírez, cantado por Domingo Niebla García ( en la hoja que acompaña al disco con la transcripción de los textos se pone, sin embargo, el romance de Historia de Gualberto y Griseldd). • El caballero burlado, cantado por Salvador Hernández ( con el título de A cazar salió don Jorge). • Delgadina, cantado por Antonio Ortiz ( con el título de Doña Blanca). • El cortante de Cádiz, cantado por Francisco Cruz Correa ( con el título de El mercader y el cortante). • El Cid pide parias al rey moro, cantado por Ruperto Barrera ( con el título de El Cid). El Grupo « Coros y Danzas de Hermigua y Agulo » , dirigido por lidia Ascanio, grabó un CD en 1998 ( Santa Cruz de Tenerife: Centro de la Cultura Popular Canaria), con un contenido más variado: romances, años nuevos, conversaciones silbadas y otras manifestaciones folclóricas insulares. Los romances son los siguientes: • Romance de la pasión y muerte de Cristo, cantado por Domingo Hernández Conrado. • Doncella que venga su deshonra, cantado por Ramón Hernández Martín ( Ueva el título de Romance de la Sagrada Virgen del Carmen). • La huida a Egipto, cantado por Jonatan Santos Morales. • Los tesoros de La Gomera, cantado por Ramón Correa Magdaleno, de cuyo texto es autor Y sin estar propiamente editado, la directora del Grupo de Hermigua yAgulo, Lidia Ascanio, me proporcionó otra grabación en cinta cásete que contenía algunos de los romances cantados por el grupo en los ensayos, cuyos textos también hemos utilizado aquí: El adelantado Pedro, Blan-caflor y Filomena y Doncella que venga su deshonra, los tres cantados por Ángel Cruz Clemente. 3. NUESTRAS ENCUESTAS Nuestra exploración romancística en la isla de La Gomera se enmarca dentro del proyecto general que estamos llevando a cabo de recoger lo inédito, de recopilar lo ya recogido y de publicar lo que deberá ser el Romancero General de las Islas Canarias, cubriendo así las lagimas que dejaba Flor mar., de las que antes hablábamos. Resumiendo, podemos decir que han sido cuatro las series de encuestas realizadas por nosotros en la isla de La Gomera, aunque de duración y de intensidad bien diferentes cada una de ellas. Las primeras tuvieron lugar en un período más o menos continuado entre los años 1983 y 1984, ESTUDIO INTRODUCTORIO 31 cuyos materiales fueron los que se publicaron en la primera edición del Romancero de La Gomera ( i 987). Después de su publicación, aparte contactos esporádicos con algún informante gomero, incluso fuera de la isla, volvimos a hacer exploraciones detenidas, bien para confirmar algún dato, bien para reafirmar algún texto, bien para ampliar la muestra, en otras tres ocasiones, en los años de 1992,1998 y 2000. 3.1. Fechas Las primeras y principales encuestas tuvieron lugar entre los meses de junio y julio de 1983 y febrero de 1984. Concretamente entre los días 23 a 27 de junio y del 18 al 23 de julio de 1983, y del 23 al 26 de febrero de 1984. Las dos primeras semanas estuvieron dedicadas a explorar los distintos pueblos de la isla, la tercera sólo a completar algunos de los textos que en entrevistas anteriores habíamos recogido incompletos y que considerábamos fundamentales después de ima transcripción y estudio somero de los materiales recopilados. Posteriormente, y en ocasiones diversas, bien personalmente, bien por encargo y a través de terceros, bien por teléfono, completamos algunos textos sobre informantes ya conocidos. Las encuestas de 1992 las realizamos con motivo de un Encuentro de Escritores Canarios ( organizado por la Viceconsejería de Cultura del Gobierno de Canarias), celebrado en La Gomera, y tuvieron lugar entre los días 5 a 10 de noviembre de 1992. En ellas insistimos en la exploración de los lugares menos conocidos en las encuestas anteriores. Las encuestas de 1998 las realizamos con motivo de mi desplazamiento a la isla de La Gomera para impartir un Curso de Verano ( organizado por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, el Cabildo Insular de La Gomera y el Ayuntamiento de San Sebastián), precisamente, sobre el Romancero de La Gomera. Como « clases prácticas » con mis alumnos, hicimos diversas encuestas a informantes previamente conocidos, y compartimos con los del lugar, íntegra, la fiesta de la Candelaria de Chipude, el día 15 de agosto, en la que se reunieron algunos de los mejores roman-ceadores de la isla. Finalmente, la encuesta del año 2000, en los días 18 y 19 de febrero, se centró en una « parranda » privada en tomo a varios de los componentes de « Los Magos de Chipude » , que cantaron y bañaron para nosotros algimos de los romances más representativos de su repertorio. Tuvo de particular esta encuesta la posibilidad de grabar, tanto en audio como en vídeo, en las mejores condiciones de calidad y conforme a las maneras auténticamente tradicionales del romancero gomero, es decir, romanceando y respondiendo el pie de romance, con tambor y chácaras y con baile. 3 2 ESTUDIO INTRODUCTORIO 3.2. Encuestadores En las primeras encuestas de 1983 y 1984 el equipo encuestador fijo estuvo formado por mi mujer, Helena Hernández Casañas, y por mí. A nosotros se sumó durante los días 20 y 21 de julio de 1983 Lothar Siemens Hernández, con el propósito especial de presenciar y estudiar en vivo la música de los romances, aprovechando una fiesta popular, la de Las Rosas, en la que estuvo presente de continuo el baile del tambor. La mtisica es también elemento fundamental en nuestras preocupaciones y estudios sobre el romancero. Las segundas, terceras y cuarta encuestas de 1992, de 1998 y del año 2000 las hice solo. 3- 3. Lugares Puedo decir que hemos estado y hemos explorado de forma sistemática, y con mayor o menor intensidad, en todos los núcleos de población de la isla que merezcan el nombre de pueblo, barrio, pago o caserío. Una isla como la de La Gomera, en donde la geografía terrible de sus barrancos y la orografía dificilísima de su relieve ha escondido y repartido pequeños poblados en lugares casi del todo inaccesibles, impone dificultades que exigen de mucho tiempo para llegar a ellos. Hemos bajado barrancos, subido laderas empinadas, a veces por carretera, a veces por pistas de tierra, y no pocas veces atravesando a pie lo que ni carreteras ni pistas habían hecho aún. Encuestamos en la capital y en los pueblos principales, pero también en los barrios y pagos de cada uno de ellos, entre pescadores y entre pastores, pero más entre « la gente del campo » , como los propios gomeros dicen para referirse a los que viven en el interior de la isla. Preguntamos a viejos y a jóvenes, a mujeres y a hombres, dentro de la casa o en el campo abierto, a la sombra de una parra o contemplando la luna en la noche del verano. Lo hicimos preguntando a individuo por individuo, aisladamente, pero también en grupo; en la intimidad del recitado o en el tumulto de una fiesta popular; a veces interrumpiendo la faena de nuestros informantes y a veces incorporándonos a ella. Llegamos a rincones ignorados por cualquier ruta turística y buscamos con insistencia y por todas partes lo que la tradición hubiera podido conservar hasta hoy. En índice final relacionamos todos los puntos de encuesta en los que hemos estado. Hemos contabilizado 44 pxmtos de encuesta, correspondientes a otros tantos lugares diferentes de la isla. En algunos de ellos ( como Epina, El Carmen, Los Loros, Antoncojo y Meriga) no encontramos ESTUDIO INTRODUCTORIO 33 informante alguno que pudiera darnos respuesta provechosa. En otros ( Degollada de Peraza, El Atajo, Las Toscas o Vegaipala) no recogimos romances, pero sí pies de romances y noticias y referencias valiosas sobre el romancero de la isla. En los demás, que son la gran mayoría, la riqueza extraordinaria de su tradición se abría a nuestras pesquisas en resultados espléndidos. Con el mapa en la mano y teniendo en cuenta las características poblacionales de la isla se comprobará hasta qué punto hemos « rastreado » su territorio. 3.4. Los informantes Revisando el índice de informantes y sus edades, quien no conozca la realidad sociológica del romancero tradicional podría llegar a pensar que el canto de los romances es un género exclusivo de viejos, o que, en el peor de los casos, los recolectores modernos preguntan sólo a los de más edad. Pero no es cierto ni lo uno ni lo otro: el recolector pregunta a todo el mundo; situaciones hay a lo largo de una encuesta en que alrededor de la grabadora están todos los que pueden estar, viejos y jóvenes, mujeres y hombres de todas las edades, todos con la curiosidad por ver qué buscan « esos señores de afuera » y todos dispuestos a decir y a contestar; pero al final y casi invariablemente los únicos que dan respuesta a las preguntas son los más viejos de la reunión y del pueblo. Casos hay incluso en que éstos se consideran demasiado « nuevos » para estas cosas: « ¡ Uy, si ustedes hubieran venido cuando vivía la abuela tal! ¡ Esa sí que sabía romances! ¡ Empezaba por la mañana y terminaba por la tarde! ¡ Pero qué va, eso es muy antiguo y nosotros somos ya muy modernos! » . Eso dicen a veces hombres y mujeres de 80 ó de 90 años. Y el fenómeno es igual por todas partes, en Canarias y en cualquier parte de la Península, en Portugal o en7Vmérica, y más acentuado si cabe entre las comunidades sefardíes del norte de África, de Israel o de los Balcanes. En la isla de El Hierro, por ejemplo, la media de edad de nuestros informantes era de 80 años, caso extremo debido a la fuerte emigración que ha sufrido la isla en los últimos años y a la extraordinaria longevidad de sus habitantes. Como pxinto opuesto, la media de edad de nuestros informantes en el sureste de Gran Canaria era de alrededor de 60 años. Pues entre estas dos cifras debe girar la edad media del informante pro-totípico del romancero popular; bastaría hojear cualquier Romancero moderno que contenga este tipo de datos para comprobarlo. Siempre tirando hacia arriba más que hacia abajo. 34 ESTUDIO INTRODUCTORIO Eso es lo que ocurre también en La Gomera. La media de edad del informante gomero de romances es exactamente la de 72 años^, edad ciertamente muy alta, que hay que explicar con razones parecidas a las de la isla de El Hierro. Estos son los resultados estadísticos: Edades Más de 90 años Más de 80 años Más de 70 años Más de 60 años Más de 50 años Menos de 50 años N.° de informantes 5 24 28 21 U 3 % del total 5,26 25,26 29,47 22,10 14,13 3,15 Traducidos estos datos' a una pirámide de edad, tomando como eje horizontal la edad en grupos homogéneos de 10 en 10 años, y como eje vertical el ntimero de informantes de cada grupo, resulta el siguiente gráfico: N." deformantes 25 t Edades ' Las cifras y estadísticas que presentábamos en la primera edición de este Romancero de La Gomera referidas a la edad de los informantes eran en todo precisas, por cuento las encuestas fueron hechas en un mismo tiempo. Al juntar ahora los resultados de las varias encuestas realizadas en un arco temporal que va desde 1983 al año 2000, y al reincidir en varias de estas ocasiones sobre los mismos informantes, los datos referidos a su edad no pueden ser homogéneos. Por eso, aquí, repetimos sólo los datos obtenidos en las primeras encuestas. Y advertimos que la información que se da de la edad de cada informante en cada una de las versiones de romances, se refiere a la que tenía en el momento de la primera entrevista, en caso de haber sido entrevistado en varias ocaciones. ESTUDIO INTRODUCTORIO 35 3.5. La condición de los informantes Mayor interés, por lo novedoso, tiene en La Gomera conocer la condición de los depositarios de la tradición romancística, por razón del sexo. En efecto, cualquier persona que haya hecho encuestas de campo o simplemente haya estudiado el romancero oral moderno sabe que los mejores depositarios de la tradición son las mujeres, hasta tal punto que en alguna ocasión puede llegar a pensarse que el canto o el recitado de los romances es cosa exclusiva de mujeres. No quiere decir esto, naturalmente, que no haya hombres que sepan romances, pues hasta podría decirse que cualitativamente los mejores cantadores de la recolección moderna han sido varones^, pero a nivel general y cuantitativamente el romancero vive mejor en la memoria y en los labios de las mujeres. Y este fenómeno se ha hecho conciencia colectiva entre los propios informantes masculinos, quienes con frecuencia dicen: « No, esas cosas son más de mujeres, ellas tienen más tiempo y más arte pa acordarse de eso, los hombres tenemos que estar pensando en otras cosas » . Como si las tareas domésticas ligaran mejor con la canción épico- lírica. Esto es lo que ocurre en todas partes, también en Canarias. En nuestros estudios sobre el romancero en el sureste de Gran Canaria y en la isla de El Hierro llegamos a tener un promedio de un 80% de mujeres y sólo un 20% de varones. Y sobre estas cifras debe andar la generalidad del romancero en todas partes. Lo inaudito es que en La Gomera no sólo se rompe esta proporción sino que casi se invierte: aquí son los hombres los que superan con mucho a las mujeres en el canto de los romances. Atendiendo a nuestras encuestas, éstos son los resultados: N.° de informantes Hombres Mujeres 95 60 ( 63,15%) 35 G6,84%)~ Para colmo, entre las 35 informantes mujeres que hemos registrado en el índice, 8 de ellas no supieron decirnos romances y sí sólo pies de romances u otras referencias sobre el canto, el baile o similares. Lo que quiere decir que casi las tres cuartas partes de los transmisores del roman- ^ Es ya famosísimo entre los estudiosos del romancero moderno el nombre de Juan José Niño, un gitano andaluz de principios de siglo que tenía un extensísimo repertorio de romances fundamentalmente épicos. Lo será también, cuando se publique su repertorio de más de 40 romances de una extraordinaria calidad, Pedro Lourenzo, « el ciego » de Estrada, en la parroquia de Cervantes ( Lugo), descubierto en las encuestas que el Seminario Menéndez Kdal realizó por los años 80 en el noroeste de España. En Canarias hay otro nombre: Eulalio Marrero, de T\ iineje ( Fuerteventuia), la memoria de poesía poptilar más prodigiosa que mmca he conocido. 3 6 ESTUDIO INTRODUCTORIO cero en La Gomera son hombres y sólo un poco más de la cuarta parte, mujeres. Este hecho, que sin duda es único en el panorama del romancero general, tiene, sin embargo, una explicación que le viene dado por las características propias con que vive el romancero en la isla. Es el hecho del canto; la condición de que los romances se canten siempre en las fiestas, que el cantor haya de tener mucha y buena voz para resistir cantando a todo pulmón durante quince minutos o más que dura el romance más breve de los del repertorio gomero — con los descansos intermitentes que proporciona al solista la intervención del coro en los pies—, que además el solista deba tocar el tambor mientras canta, y que, en fín, la sociología de la fiesta sea más propia de los hombres que de las mujeres. Por ello, si éste es el modo natural de transmisión de los romances en La Gomera, es lógico que sean los hombres los verdaderos depositarios de la tradición. Las mujeres también han aprendido romances, claro está, de sus abuelas, de cualquier vecina, de oírlos también en las fiestas; pero al no poder transmitirlos habitualmente y en público han tenido que reservarlos para la intimidad. 3.6. La búsqueda de informantes Este hecho es digno de destacarse. Resulta que en La Gomera el romancero sigue siendo ftincional y que se manifiesta siempre públicamente. Esta es su principal característica. Pero por ello resulta también que el romancero vive en La Gomera menos oculto que en cualquier otro sitio. Aquí los romances se « airean » constantemente y eUo permite conocer a quienes son los mejores « romanceadores » y los más habituales transmisores de la tradición. Hasta tal punto que preguntar en La Gomera por informantes que sepan romances — tarea que en los demás lugares es de lo más dificultosa y casi siempre inútil— es la cosa más fácil del mundo; cualquiera que frecuente las fiestas de cada pueblo o que simplemente esté atento a lo que pasa en ellas podrá decir de la forma más natural del mundo: Los mejores cantadores de romances de La Gomera son Prudencio el de El Cedro, Luciano Conrado el de La Palmita, Francisco el de Las Hayas, Pancho Cruz el de Valle Gran Rey, Antonio Ortiz el de Chlpude, AngeliUo el de Hermigua, el Bernal de Santiago, y así unos cuantos más, hasta completar la lista. Eso sí, todos ellos hombres. Esos son los más famosos, los que han ganado la fama por su voz y por su presencia a lo largo de muchos años en las fiestas populares de la isla. Puede que esa fama se deba más a su voz que a la riqueza y variedad de ESTUDIO INTRODUCTORIO 37 SU repertorio romancístico, aunque ambas cosas suelen ir juntas. Pero hay muchos más. Están los que cantaron en otros tiempos y ya la voz y la edad no les permite demostraciones públicas, como Alejandro Martín Barrera, de Las Rosas, y que sin embargo siguen conservando en su memoria verdaderas joyas para el recolector de romances; y están también los hombres y mujeres anónimos que nadie cita ni nombra y que sólo la paciencia y la pericia del recolector deben localizar. De éstos hay muchos y buenos en La Gomera: Eliseo Correa en La Palmita, Luis Martín Barrera en Las Rosas, Dolores Plasencia en El Cedro, José Medina y Cesáreo Hernández en Los Aceviños, Alonso Medina en Benchijigua, Ruperto Barrera en El Cercado, Isidro Ortiz en Chipude, Antonio Darías en La Laja, Manuel Plasencia en Las Rosas... Y están también unas pocas mujeres: Esperanza Conrado en Agulo, Angelina Niebla en San Sebastián, Petra Rodríguez en Tamargada, Carmen Morales enVallehermoso... 3.7. Formas de encuesta Nuestras encuestas fueron, en su mayoría, individualizadas y se desarrollaron cómodamente y sin prisas dentro de las casas o en lugares del todo idóneos para la entrevista y la grabación de los textos y conversaciones. Pero no fueron pocas las veces en que, buscando y teniendo un informante principal, se sumaban después otras personas interesadas que formaban pareja o grupo. En estos casos — como suele ocurrir por todas partes— a la versión dicha por uno de ellos seguía después la del otro, que se apresuraba a comentar: « Yo lo sé de otra forma » o « Después del verso tal se decía de otra forma » , y era posible así sumar varias versiones de un mismo romance en un mismo lugar y en una misma entrevista. Pero, además, tuvimos oporttmidad de asistir a varias de esas fiestas públicas y populares en donde se manifiesta el romancero de la forma más natural y espontánea, también de la forma más plena. Fue en la fiesta local de Las Rosas ( ay. Agulo) durante los días 20 y 21 de julio de 1983, en la fiesta de la Candelaria de Chipude ( VaHehermoso), el 15 de agosto de 1998, y en una « parranda » privada con los componentes del grupo fol-clórico « Los Magos de Chipude » , en el recinto festivo de la ermita de Las Nieves, el 18 de enero de 2000. El conocer en vivo y en directo el baile del tambor — que así es como se denomina en La Gomera el conjtmto de canto de los romances, el toque de tambor y de chácaras y la danza que se forma a su ritmo— fue fundamental para una comprensión cabal de las formas y modos de reproducción del romancero en La Gomera. Allí pudimos oír cuantos 3 8 ESTUDIO INTRODUCTOEIO romances quisimos y logramos captar las circunstancias tan especiales que rodean el acto de « romanciar » . En todos los casos, las entrevistas — también en el baile del tambor— las grabamos en cintas casetes que después transcribimos ( según los criterios que se especifican más atrás, apart. 11 de esta Introducción). 4. LOS ROMANCES RECOLECTADOS En la isla de La Gomera existe una conciencia colectiva que diferencia muy bien las distintas clases de romances que viven en la memoria colectiva de su pueblo, aunque todos ellos formen parte de una misma tradición oral y popular Y si bien es cierto que esta conciencia no tiene limites muy precisos, pues s. eguramente mngún informante podría sistematizarlos con características diferenciadoras, se manifiesta muy bien cada vez que el investigador quiere distinguir ima clase de romances respecto de otra. Por ello clasificamos nuestra colección según se hace de manera intuitiva en La Gomera, mucho más cuando ninguna de las clasificaciones al uso en los estudios y ediciones del romancero general resulta de validez universal, y que la que se elige en cada caso no es sino una de las muchas que la complejidad extraordinaria del romancero permite. Nosotros mismos hemos adoptado criterios variantes según fueran el lugar y el repertorio. Estos son los cinco grupos en que clasificamos los romances de La Gomera: 1. Romances tradicionales o tradicionalizados 2. Romances infantiles 3. Romances religiosos 4. Romances divulgados en pliegos de cordel 5. Romances de creación local Explicaremos cada uno de ellos según la conciencia isleña y daremos cuenta del repertorio y características de los temas que se clasifican en cada grupo. Ya dentro de cada capítulo haremos una subdivisión temática que puede servir para la identificación particular de cada uno de ellos y de guía en el índice. 4.1. Romances tradicionales o tradicionalizados De éstos dicen los gomeros que son « los que vienen de atrás » , « los antiguos » , « los de nuestros antepasados » . Simplificando mucho, agrupamos bajo esta denominación tanto a los romances auténticamente « tradicionales » , es decir, los denominados « vie- ESTUDIO INTRODUCTORIO 39 jos » — anteriores al siglo XVII ( anteriores a 1580, según Menéndez Pidal 1968: II, cap. XIII)—, como a los que se « tradicionalizaron » posteriormente, a imitación de los viejos, es decir, los romances « nuevos » que nacieron en el siglo XVII ( alguno incluso en el siglo XVIII) y se popularizaron, adquirieron el mismo estño oral y formulaico que los viejos y tuvieron desde entonces una vida tradicional. Así que en este grupo aparecen romances tales como París y Helena, El caballero burlado o Lanzarote y el ciervo del pie blanco, que son « viejos » , como El capitán burlado. La difunta pleiteada o Cautiva de su galán, que son « nuevos » . Para nuestros informantes gomeros todos ellos son antiguos y todos sin excepción vienen de atrás, « de nuestros antepasados » , dicen con toda razón. En efecto, nadie podría decir, por ejemplo, que textos como los de La serrana o los de El indiano burlado de nuestra colección se distinguen por su lenguaje o por el modelo narratológico en que están codificados, a pesar de que hayan tenido un origen y un tiempo histórico diferenciados; pero sí podría, en cambio, hacerse diferencias — y muchas— entre éstos y otros romances de pliego de cordel nacidos en el siglo XVIII, tales como los de Rosaura la del guante o La peregrina doctora, pot ejemplo. Hasta el presente, muchos especialistas han pretendido establecer ima distinción tajante entre unos y otros, dedicando a los segundos una atención muy inferior, acompañada muchas veces de una valoración menguada, cuando no descaUficadora; valoración que queda manifiesta en la calificación que se hace de eUos de « vulgares » o de « subliteratura » ( o « infraliteratura » o « paraliteratura » ). Hasta muy recientemente no se había abordado el estudio en profundidad de ese cúmulo de romances « nuevos » que en cierta manera perturbaba la clasificación de cualquier romancero que quisiera estar guiado por unos criterios historicistas y estéticos . Y ese estudio ha empezado por donde debía: por hacer un « catálogo » que diera cuenta de los que son, que pusiera orden y rigor en donde no había sino cúmulo y apreciaciones subjetivas: ese es El romancero vulgar y nuevo, editado por Diego Catalán y Flor Salazar ( 1999), que tanta luz va a aportar a las nuevas colecciones de romances recogidos de la tradición oral y a los futuros estudios sobre el romancero general. No todo queda resuelto satisfactoriamente, pues no ha sido posible identificar el origen de pliego de todos y cada uno de los romances que se catalogan, pero de la misma manera que no es posible decir el origen de todos y cada tmo de los romances que constituyen el fondo más viejo del romancero español. El fondo más importante de ese Romancero « vulgar » y « nuevo » está constituido por romances de pliego de cordel del siglo XVII: « vulgar » se llama porque — en palabras de Catalán— « los ' ingenios' que componen 4 o ESTUDIO INTRODUCTORIO estos poemas son peores ingenios que los que triunfan en el teatro o en la novela; no porque el vocabulario, la sintaxis o la retórica empleada se ajusten a la vena lingüística o poética del pueblo » ( Catalán- Salazar 1999: xxx); y « nuevo » , para diferenciarlo del fondo más viejo e importante que constituye el romancero patrimonial. Este romancero « nuevo » y « vulgar » tiene en su origen características muy notables. En primer lugar, el tema de que tratan: romances de sucesos, lances e historias « admirables » ; hay que poner énfasis en ese carácter de « ejemplaridad » con que estos romances nacieron, « para admirar y edificar al vulgo » , dice Diego Catalán ( ibid.; Ixi). En segundo lugar, el lenguaje y los modos narrativos que les fueron característicos: un lenguaje literario plebeyo, hecho a imitación de la lengua y del estilo de los poetas de mayor cultura, pero que se quedó sólo en el barniz exterior, en unas formas retóricas repetidas hasta la saciedad, en una sintaxis y en un vocabulario muy ajenos a la lengua, al gusto y a la ideología que contiene el romancero recreado en la tradición oral. Y en tercer lugar, la forma en que se han venido transmitiendo, generalmente a través de pliegos impresos ( « cartapazos » los llamaban en La Gomera), pues aunque en una última o en unas últimas transmisiones se haya prescindido del papel y se hayan almacenado en la memoria de los hombres ( en este caso, más que de las mujeres), se repiten después sin perder las características propias de su origen. Deben seguir distinguiéndose, pues, los romances cuyo origen fue « de ciego » o « de pliego de cordel » y siguen apegados al texto del pliego escrito de los que, teniendo aquel origen, « han cumplido su acomodación al lenguaje fígurativo- formulaico propio de los romances patrimoniales » , dice con toda razón Flor Salazar ( Catalán- Salazar 1999: 6l6), pero, a continuación, « no hay porqué diferenciar [ estos últimos] de los pertenecientes al fondo ancestral » ( ibídem). Porque, en efecto, frente a los romances de pliego de cordel típicos del XVIII, « con un vocabulario florido, una sintaxis compleja, una visión estrictamente narrativa de los sucesivos detalles del caso admirable de que se informa, faltos de variación creativa, hallamos en la tradición oral moderna algunos romances basados en antiguas narraciones « de ciego » en que el proceso de adaptación del texto al lenguaje de la poesía popular tradicional es ya patente: la apertura textual » , como dice Diego Catalán ( ibid.: xxxiii). Pero es verdad — y esto hay que tenerlo muy en cuenta— que en el aspecto de su acomodación al proceso de tradicionalización, el comportamiento de los romances de pliego no es homogéneo ni en cuanto al subgénero — considerado globalmente—, ni siquiera por cada uno de los romances: el grado de acomodación a la tradición hay que verlo desde el nivel de las versiones particulares: y así, en La Gomera podemos encon- ESTUDIO INTRODUCTORIO 4l trar un romance de pliego del XVn, cual La afrenta heredada, que vive ya plenamente tradicionalizado, y todas las versiones que de él pueden oírse están abiertas a la variación; pero, a la vez, podemos encontrar otro también « nuevo » y « vulgar » , como el del Embarazo dilatado milagrosamente, con versiones unas ya muy popularizadas y otras muy apegadas aún a los modos poéticos del pliego originario. Incluso hay romances del XVIII que en La Gomera se han integrado ya al fondo patrimonial y se transmiten siguiendo los modos de los tradicionales, como es el caso de alguna versión particular de Rosaura la del guante o de Sebastiana del Castillo. Naturalmente quedan en ellos signos que aún permiten a los especialistas hacer distinciones claras de su naturaleza y origen ( por ejemplo, la extensión desmesurada de su relato), pero no a los usuarios del romancero, al pueblo que los canta. El caso de los romances « tradicionalizados » en La Gomera es muy singular por la riqueza de su repertorio y por la popularidad que han alcanzado: casi con toda seguridad, no hay un territorio en todo el ámbito del hispanismo que pueda comparársele. El fenómeno es interesantísimo porque es particular de La Gomera y porque afecta a un gran número de romances. Si esto ocurre en La Gomera es, evidentemente, por la fuerte vitalidad que tiene el romancero allí: la continua transmisión, la permanente manifestación, la intensísima presencia que tienen los romances en la vida social y comunitaria de los gomeros han hecho que los modelos poéticos del romancero más viejo se impongan a los más modernos, y que éstos, al entrar en la vida oral, vayan abandonando las formas típicas y « literarias » de los pliegos de cordel y vayan acercándose, a la vez, a las formas del romancero propiamente oral. El fenómeno afecta incluso, como veremos, a los romances de tipo local que, con sus ingenuidades y simplismos, representan tin ejemplo muy notable de la creación literaria popular. Otros subgéneros de romances en donde esto se ve muy especialmente es en el « de cautivos » y entre los de « intervenciones milagrosas o sobrenaturales » , con la presencia del diablo en historias repetidísimas de devotos de la Virgen. En definitiva, se trata de un pueblo, el gomero, que posee colectivamente un alma poética capaz de imprimir su sello en todo cuanto recibe y más aún en todo cuanto crea, de tal forma que el romancero tradicional, que es por esencia recreación permanente, se presenta en La Gomera con vma fuerza poética inigualable. Y de ello da muestra el Rom. ancero vulgar y nuevo: de los 250 romances catalogados allí, 21 están ejemplificados con versiones de La Gomera, por ser, sin duda, « ejemplares » y por ser, además, en muchos casos versiones únicas en todo el ámbito de la tradición pan- hispánica. 4 2 ESTUDIO INTRODUCTORIO Éstos son los n."^ 35, 53, 55, 57,65, 77,82,97,98,99,100,109,186,198, 199,200,207,209,212,221 y 247. En fin, la posibilidad de realización en múltiples variantes, propia del romancero tradicional, se cumple también en este tipo de romances en la isla de La Gomera, entre los cuales los más populares, con más de 10 versiones recogidas por cada uno de eüos, son los siguientes: • El caballero burlado, el más popular de todos, con 36 versiones; • Lanzarote y el ciervo del pie blanco, extrañamente frecuente, por lo que después diremos, con 22 versiones; • Blancaflory Filomena, con 20 versiones; • Delgadina, con 18 versiones; • La huida a Egipto, el romance religioso más popular de La Gomera, 17 versiones; • El conde preso y El indiano burlado con 12 cada imo de ellos; y • La serrana. El capitán burlado j LM doncella que venga su deshonra, con 10 versiones respectivas. 4.2. Romances infantiles Los denominamos así porque son los que constituyen las canciones propias del folclore infantil insular. Los cantores viejos de La Gomera los llamaban — un poco despectivamente— « cosillas » , « cosas de juego » o « cantares de muchachillos » , cosa aparte de su saber y de su canto tradicionales. Tienen además marcas distintivas tan netas que ningún conocedor de la tradición oral gomera los confundiría con romances de otras clases. Pero como en la actualidad ya no se practican, o ya no son de uso ordinario entre los niños, nuestros informantes hablaban de ellos como de cosa lejana, como de un recuerdo. De ahí que el número de romances que nos fue posible recoger de este repertorio sea más bien breve y, eso sí, después de mucho esfuerzo por reavivar las memorias. Eso explica, además, las muy pocas versiones recolectadas, cuando en el resto del Archipiélago son de los más populares y de los que mayor número de versiones proporcionan; tal es el caso de Santa Iría, Santa Catalina o La doncella guerrera. Los romances infantiles eran más propios de niñas, de ahí también que nuestras principales informantes fueran en este caso mujeres que los habían cantado en su infancia. De entre los hombres que recordaban alguno ( más bien fragmentos o versos sueltos) todos decían que « los oían cantar » a las niñas; y hasta sentían un cierto rubor cuando les pedíamos que los cantasen para nosotros. En cuanto a las marcas diferenciadoras hay que decir que los infantiles no llevan nunca jí>/ e de romance y a nadie se le ocurriría cantar- ESTUDIO INTRODUCTORIO 43 los en el baile del tambor, precisamente porque cada uno tiene su propia música y no se adaptan al modelo común de los que se cantan en La Gomera con el tambor y las chácaras. Las músicas de estos romances infantiles siguen la norma general del romancero en todas partes, y sus melodías, con las lógicas variantes, son las mismas que pueden encontrarse en otras islas o en cualquier lugar del territorio español: textos y música viajaron juntos en versiones más o menos « vulgatas » y así se han conservado en La Gomera; nada tienen por lo tanto de particular. Así puede comprobarse en las versiones cantadas n.°^ 70.1, 71.1, 72.1,67.1, que se transcriben al final, en el estudio particular de la música. El repertorio de este grupo está compuesto principalmente por romances tradicionales, la mayoría « viejos » , y sólo uno, el de Atropellado por el tren, de creación moderna. La correspondencia con el global de los recolectados es de un 9,35% de los temas y de un 8,70% de las versiones totales. 4.3. Romances religiosos Distinguimos aquí los romances propiamente religiosos de aquellos otros que, clasificados entre los tradicionales o entre los de pliego de cordel, tienen solo algún motivo particular dentro de su relato que pueda acercarle a tal consideración, como puede ser una « intervención milagrosa o sobrenatural » , pero éstos no son propiamente religiosos, pues en ellos sobresale la condición primera de lo profano que los define. Los que nosotros denominamos religiosos son los que los gomeros llaman « rezados » , y son por ello más propios para la recitación que para el canto. Su temática gira en torno a la vida de Cristo, especialmente a los ciclos del Nacimiento y de la Pasión, a milagros por intercesión de la Virgen o de Cristo, a relatos de Historia Sagrada y a narraciones de tipo devoto. Su contenido, además, es plenamente religioso, no episódico, como ocurre, en todo caso, en los profanos. De entre todos los religiosos, los más populares son los de los dos primeros grupos, es decir, los que relatan episodios del Nacimiento y de la Pasión de Cristo. Los de la Pasión son, por otra parte, los que mayor grado de « contaminación » alcanzan en el romancero de La Gomera ( como de común ocurre en todas partes, y especialmente en Canarias): muy distintos romances se agrupan y « contaminan » caprichosamente en tm mismo texto sin que existan fórmulas fijas de agrupamiento para todos los informantes de un mismo lugar, incluso entre hermanos que dicen haber aprendido esos mismos textos de su mismo padre o madre. á^ é: ESTUDIO INTRODUCTORIO Así, y por ello, es por lo que, en el cómputo estadístico general, la proporción de temas es mayor que la de las versiones, caso insóüto en el romancero de otras partes, y muy especialmente de las Islas Canarias: los romances religiosos en La Gomera representan un 15% de los temas de su repertorio y un 14% de las versiones del total. 4.4. Romances divulgados en pMegos de cordel Clasificamos en este grupo los romances que tuvieron un origen escrito a partir del siglo XVIII y que circularon a través de los pliegos de cordel hasta fechas muy recientes. En su transmisión, aunque no necesariamente se haya tomado siempre como fuente inmediata de aprendizaje el pliego escrito, por el sencillo hecho de que sus transmisores son en ima gran mayoría analfabetos totales, el apego « a lo escrito » y el prestigio que lo escrito tuvo y sigue teniendo entre las capas populares, ha impedido que la oralidad modifique la vigencia de las formas peculiares de este tipo de romances. En La Gomera debieron circular con profusión estos pliegos hasta por lo menos el primer tercio de este siglo. Nuestros informantes nos hablaban de « cartapazos » que se vendían en las fiestas y en las ferias de los pueblos y del contenido de sus historias que, como en todas partes, predominaban las de valientes, guapos, bandidos, cautivos y de asunto amoroso. Alguno lo confesaba abiertamente: « Este romance lo aprendí de un cartapazo que había antes » . Otros decían: « Lo aprendí de oírselo a Fulano que tenía un cartapazo donde venía » . Y otros: « Este me lo enseñó Fulano que lo tenía escrito » . En general, todos los informantes tienen conciencia de su origen escrito, aunque la mayoría no pertenezca ya a la primera generación transmisora. Y hasta podría hablarse de informantes « especializados » en este tipo de romances, queremos decir de informantes que los estimaban más que a los tradicionales y que alardeaban de poder repetirlos en recitaciones larguísimas, siempre fieles al texto que leyeron u oyeron del pliego escrito. Entre ellos cabe citar a los hermanos Aquilino y Ramón Bernal Ventura ( de Alajeró), a los también hermanos Darío y Jacinto Clemente Aguiar ( de El Estanquillo, Hermigua), a León Darías Mendoza ( de La Laja, San Sebastián) y a Carmen Morales Cabrera ( de Vallehermoso). Lo que sí es común entre todos los conocedores de este tipo de romances es la gran estima que sienten por ellos y que los destinen al canto y al baile como si de las mejores piezas de la tradición se trataran. Una característica común tienen muchas de las versiones de estos romances en La Gomera, sobre todo cuando se recogen cantados en el ESTUDIO INTRODUCTORIO 45 baile del tambor: la de ser fragmentarlas. Ello tiene una explicación lógica: el « romancear » tiene en La Gomera un proceso tan dilatado, a causa de la alternancia entre el solista y el coro que canta el pie de romance, que cualquier texto se hace muy largo; solución tajante: los romances de pliego, de por sí larguísimos, se cortan de repente a la mitad o por donde se considera conveniente ( generalmente no más de 60 versos largos). Y estas « versiones » cantadas fragmentarias son las que circulan generalmente por la tradición insular, de tal manera que muchos buenos cantores de romances gomeros, como puede citarse a Manuel Plasencia Martín ( de Las Rosas, Agulo), a Ángel Cruz Clemente ( de Her-migua), a Luciano Conrado Cordobés ( de La Palmita, Agulo), cuando cantan ( o recitan para un investigador) romances de este tipo los dicen siempre fragmentarios; ellos mismos reconocen que son fragmentarios, que la historia sigue, pero que ellos no saben sino hasta ahí. Ejemplos de lo que decimos aparecen en todas las grabaciones de romances gomeros que ofrece la discografía insular ( « Los Magos de Chipude » , « Coros y Danzas de Hermigua » , etc.). En la primera edición de este Romancero de La Gomera dimos sólo noticia de la existencia de las distintas versiones de los romances de pliego dieciochescos recogidas, transcribiendo sólo los primeros versos de cada versión y remitiendo a otros Romanceros o Catálogos en donde se contenía mayor noticia o el texto completo del romance en cuestión. Ahora completamos aquellos textos y damos enteros los recogidos posteriormente, pues será de gran interés conocer con exactitud el grado de variación que los textos de La Gomera presentan respecto a los pliegos de que proceden, y si en futuras recolecciones pueden aún recogerse más en un grado de mayor evolución. El conocimiento completo del romancero que vive en La Gomera así lo aconseja. No existe un Romancero que contenga, ni siquiera de manera aproximada, el cúmulo incontable de los romances de pliego que tuvieron su origen en el siglo XVIII, con la transcripción de sus textos correspondientes. La naturaleza de « pliego suelto » con que nacieron y se difundieron, parece ir en contra de todo intento de agrupamiento. La colección más completa de romances de püego dieciochescos es, justamente, la primera que se hizo, la que Agustín Duran realizó en la primera parte del siglo XIX y que apareció en el segundo volumen de su Romancero General ( 1945: BAE, XVI, 227- 414). Duran los agrupa bajo el título de « Romancero de romances vulgares que cantan los ciegos » , siendo además el primer autor que intentó una clasificación de los mismos, clasificación que, en gran medida, es la que sigue usándose en la actualidad: 46 ESTUDIO INTRODUCTORIO a) caballerescos, b) novelescos, c) sobre cautivos y renegados, d) históricos, e) tomados de leyendas devotas, í) de valientes y guapos, g) de casos naturales, maravillosos, verdaderos o fabulosos, h) sobre asimtos imaginarios, i) de controversia y agudeza, j) satíricos, jocosos y burlescos, y k) de cuentos. Otras colecciones modernas de romances de pliego dieciochescos son la que publicó Julio Caro Baroja con el título de Romances de ciego ( I966), conteniendo 40 romances; la que Manuel Alvar dio a conocer en 1974 con el título Romances en pliego de cordel, procedente de una colección del Archivo Municipal de Málaga, con un total de 70 romances ( de los 263 textos que, según Alvar, contiene la colección malagueña), reproducidos facsimilarmente; la que publicó Joaquín Díaz con el título de Coplas de ciegos ( 1992), de contenido muy heterogéneo y con una docena de romances dieciochescos; y la recientemente publicada por Luis Estepa ( 1995- 1998), procedente de la colección madrileña de Don Luis Usoz y Río, todos impresos en Madrid por el catalán José María Mares entre 1845 y 1850: clasifica 117 textos, con múltiples variantes y con varias « partes » muchos de ellos, aunque no todos son romances, pues se incluyen también « seguidillas » , « coplas » , « décimas » y otras composiciones en metros varios; 28 romances dieciochescos contabilizamos nosotros en la colección de Usoz y Río, editados también facsimilarmente los textos. No hay colección completa de los romances de pliego dieciochescos, decimos, pero sí im « catálogo » muy completo de ellos, debido a Aguilar Piñal ( 1972), que da cuenta de 2.104, agrupados bajo los epígrafes de « históricos » , « novelescos » , « festivos » , « religiosos » y « teatrales » . No son propiamente 2.104 « romances » , pues muchos de ellos, como se sabe — pues era una de sus características—, estaban divididos en varias partes: en el catálogo de Aguilar se da entrada a cada comienzo de romance, con su título correspondiente y una breve sinopsis que aparecía en la portada del pliego. Aparte, contamos con estudios muy autorizados sobre los romances de pliego de cordel, éstos no limitados ya a los del siglo XVIII, como los de Julio Caro Baroja ( 1969), María Cruz García de Enterría 1973 y Joaquín Marco ( 1977), que dan ima visión muy exacta de su naturaleza y de la vida y difusión que han tenido en la sociedad española hasta la actualidad. ESTUDIO INTRODUCTORIO 47 4.5. Romances de creación local En La Gomera llaman siempre a estos romances « coplas » y los informantes dan siempre noticias fidedignas de que tal romance lo hizo Fulano, o que él lo aprendió de Fulano, que a su vez lo había aprendido de un tercero, que era el autor. « Copleros » y compositores de este tipo de romances hay muchos en la isla de La Gomera, que pueden dedicar sus versos a cualquier desgracia familiar, a la despedida de una mujer que ha de abandonar su pueblo para irse a vivir a la Villa, el tambor prestado que se revienta, la oración a la Virgen pidiendo la vuelta del hijo embarcado o el canto patriótico a la isla natal. Pero si aquí se llaman « coplas » a este tipo de composiciones no es porque tengan propiamente la estructura métrica de la copla; muy al contrario, tienen todos la misma estructura métrica de cualquier romance: un relato de versos octosílabos con rima asonantada en los hemistiquios pares, hasta con diálogos incluidos, y dispuestos para recibir elpie « que le pegue » y cantarlos en la primera reunión de « roman-ciadores » . Naturalmente que en La Gomera hay poetas ( o « verseado-res » ) populares buenos y menos buenos, como en todas partes, pero las muestras recogidas aquí de este tipo de romances proclaman una maestría nada desdeñable en el oficio: la mayoría de ellos son también buenos conocedores del romancero tradicional, y como poseedores de ese lenguaje poético aplican las fórmulas y modos del romancero más viejo a sus propios versos. No fue nuestro propósito recoger sistemáticamente los romances de tema y creación local, por ello los que aquí figuran no pueden ser considerados más que como una muestra representativa. Del conjunto total de nuestra colección representan el 10,79% de temas y sólo el 4,49% de las versiones, prueba de que su difusión está prácticamente limitada a la propia persona que los creó o a sus allegados. 5. RESUMEN ESTADÍSTICO DE LOS ROMANCES RECOLECTADOS Temas 1. Tradicionales 2. Infantiles 3. Religiosos 4. De pliego 5. Locales . . . . No autónomos TOTALES Versiones 68 ( 42,7%) 7 ( 4,4%) 24 ( 15%) 27 ( 17%) 19 ( 12%) 14 ( 8,8%) 159 291 ( 64,7%) 18 ( 4%) 64 ( 14%) 55 ( 12%) 21 ( 4,7%) 449 Variación 4,25 2,25 2,6 2,03 1,1 2,8 4 8 ESTUDIO INTRODUCTORIO Muchas lecturas admite — y exige— esta estadística, aunque, naturalmente, esté condicionada al tipo de muestra que se anaHza, en este caso unas encuestas romancísticas que, por más que hayan querido ser exhaustivas, no dejan de ser una mera « aproximación » al verdadero estado del romancero en la isla de La Gomera. En primer lugar las cantidades globales: el que un territorio tan pequeño como es el de la isla de La Gomera, y con xma población tan limitada, cuente con un repertorio romancístico de 159 temas es de una riqueza extraordiaaria; y si consideramos que ese repertorio ha podido producir — en el tiempo limitado y « artificial » de unas encuestas— un total de 449 versiones, es decir, 449 textos poéticos diferentes, entonces debemos hablar de una riqueza poética excepcional, más teniendo en cuenta la importancia y rareza de sus textos. La media de variación es también muy alta: quiere decir que por cada tema romancístico ha sido posible recoger casi tres versiones, aunque la cifra 2,8 poco diga considerada en su globalidad, pues debe contemplarse por cada grupo de romances. En esa tabla de la variación observamos algo evidente: que « la vida en variantes » del romancero, con que tantas veces se explica su naturaleza, se manifiesta especialmente entre los romances propiamente tradicionales y, en el caso de La Gomera, también en los « tradicionalizados » : 4,25 es el índice de variación de cada tema, es decir, más de cuatro versiones por cada romance tradicional, como media. También los romances infantiles y religiosos del repertorio gomero — como en todas partes— merecen el caHfícativo de « tradicionales » , pero en la tabla de variación se advierte que en La Gomera los infantiles y religiosos bajan dos puntos respecto a los tradicionales, lo cual es muchísimo, y eso debe explicarse desde las características de sus respectivas manifestaciones: los romances infantiles y religiosos nunca se cantan en el baile del tambor, la forma ordinaria y general de hacerse público el romancero en La Gomera, y, por tanto, quedan reservados a una transmisión individual o, en el caso de los infantiles, a una transmisión de grupo mínimo. Los porcentajes de cada uno de los grupos de romances, tanto sea en la consideración de los temas como de las versiones, nos dan tma visión muy ajustada del tipo de romances que vive en la actualidad en la isla de La Gomera. Los más numerosos y los más importantes, los tradicionales: suponen el 42,7% de su repertorio temático y el 64,7% de las versiones recogidas. Y si a ellos sumamos los infantiles y los religiosos, que, como hemos dicho, son también tradicionales, podemos decir que el 62% del repertorio romancístico de La Gomera es de procedencia antigua, anterior al siglo XVIII, y que, por tanto, considerando el número de versiones, ESTUDIO INTRODUtTOSIO 49 por cada 10 textos romancísticos que puedan oírse en La Gomera, al menos 8 son de esa naturaleza. No son desdeñables, sin embargo, las cifras que ofrecen los romances procedentes de pliegos dieciochescos, que siguen viviendo con modos poéticos idénticos o muy cercanos a los de sus originales: 27 temas, que representan el 17% del repertorio temático total, con 55 versiones, que representan el 12% de los textos poéticos recogidos. Incluso el índice de variación, 2 versiones de media por cada tema, es alto respecto a las otras islas de Canarias y al territorio español, en general. Quiero esto decir que también en La Gomera llegaron en tiempos más modernos los pliegos de cordel dieciochescos — los « cartapazos » que decían nuestros informantes— y que éstos tuvieron mucha aceptación entre los insulares, hasta el punto de que ima buena parte de ellos ( algunos de los que hemos catalogado como « tradicionalizados » ) han sido asimilados a la tradición más vieja y auténtica y viven ya con los modos poéticos propios del romancero verdaderamente tradicional. Y especificamos lo de romances de pliego dieciochescos, porque en La Gomera no existen los romances de sucesos y acontecimientos surgidos en el siglo XEK y principios del XX, caracterizados ellos por su estructura estrófica de cuarteta, con rima cambiante por cada estrofa^, pues impiden el canto y el « responder » en el baile del tambor. Finalmente, tampoco son desdeñables las cifras que ofrecen los romances de creación y temática locales: 19 temas, que representan el 8,8% del repertorio total, y 21 versiones, que representan sólo el 4,7%. Y de ellos hay que decir que manifiestan una intensa creatividad poética, con un ingenio y unas cualidades poéticas nada desdeñables, muy superiores, desde luego, a la mayoría de los romances locales que pueden encontrarse en las otras islas del Archipiélago y, en general, en España. Como fruto de esa creatividad local hay que considerar también los pies de romances, repertorio que, en su conjunto, representa una excepcional muestra de poesía popular, que, en sí misma considerada, es de naturaleza lírica y no narrativa, aunque haya nacido y se manifieste siempre alrededor del romancero. 6. LOS M^ ORES ROMANCES DE LA GOMERA Importancia singular tienen algunos de los romances recolectados, bien por su rareza en el panorama de la tradición oral moderna, bien por la extraordinaria vitalidad que tienen en la tradición gomera, bien por las especiales cualidades de sus respectivos textos poéticos. • En rigor, sí hay alguno, pero sólo los que tienen uniformidad de rima a lo largo de todo el romance, como Gertrudis y La criada Tomasa. 5 0 ESTUDIO INTRODUCTORIO Ejemplo de esto último es el romance de Sildana, en la versión de Angelina Niebla Darlas ( versión 19.1), una de las mejores que se hayan oído nunca. Con textos como éste es cuando puede afirmarse que la oralidad y la tradicionalidad no siempre deterioran la calidad de un texto poético, bien con el olvido, con el fragmentarismo o con la transformación de motivos, sitio que muchas veces, como en este caso, la mejoran considerablemente. Desde luego, la Sildana de Angelina Niebla posee todos y cada uno de los motivos que hacen de esta fábula el precioso romance que siempre fue, pero difícilmente pudieron concurrir, ni aún en las versiones más antiguas, tal cantidad de elementos de tal eficacia poética. Un texto como éste, sí que puede ser tomado como ejemplo paradigmático de las extraordinarias virtudes de la literatura tradicional. Mención especial merece también el romance El caballero burlado, sobre todo en varias de las versiones recolectadas, en las que se conserva uno de los motivos de los textos antiguos y que generalmente se ha olvidado en la tradición oral moderna. El motivo pertenece al texto primitivo de La infantina encantada, que en la tradición gomera ( y canaria en general) se contamina siempre con El caballero burlado: el pasaje del encantamiento que sufre la Infantina, por culpa de su hada madrina, convertida en rama de árbol: Y en el pimpollo más alto estaba una infanta niña peinando rubios cabellos que todo el roble cogían. Apuntóla el cazador por ver si era cosa viva: — No me mate, cazador, no me mate, por su vida, porque el que a mi me matare en cárcel pierde la vida; siete años que va pa ocho llevo en el árbol metida por culpa de una madrastra que malas mañas tenía. Este romance, con ser el más popular de La Gomera, donde se conoce como « el de Don Jorge » , por ser así como se llama siempre al caballero, posee ima extraordinaria perfección, generalizada en todas las versiones recolectadas. Nuevamente podemos decir, a la vista del presente, que cuando existe una tradición viva y extendida a todo un pueblo la calidad del texto poético se da por añadidura. Importancia también grande tiene el de París y Helena, un romance sobre la cristianización de la leyenda homérica que nació en la Edad Media europea. En este caso porque se trata de uno de los romances prácticamente extinguidos en la tradición oral moderna de todas partes. Su pervivencia en La Gomera, aunque sólo sea en versiones fragmentarias, permite presuponer el extraordinario repertorio que debió tener en otros tiempos la isla. ESTUDIO INTRODUCTORIO 51 Pero si Paris y Helena es un romance en vías de extinción, otro no menos importante por su origen y por lo que significó la influencia de la novelística extranjera medieval en España, en este caso los ciclos novelísticos de la epopeya artúrica, el de Lanzarote y el ciervo del pie blanco, sirve para demostrar cómo un texto puede seguir viviendo en la memoria colectiva de un pueblo, durante siglos, sin el apoyo de la escritura, con una fidelidad increíble al modelo del que deriva. Eso por una parte, y por otra cómo la tradición romancística se asienta y vive caprichosamente en un determinado lugar mientras se seca y muere en otros, sin razón alguna que lo explique. Del romance de Lanzarote, basado en un episodio de la novela Lanzarote del Lago, se habían recogido tan solo cuatro versiones en toda la historia de la recolección moderna: 3 de ellas en Tenerife — una muy fragmentaria ( Flor mar. n.° 68 a 70)— y la otra en Almería. Esa extrema pobreza recolectora contando con una tan vasta geografía en donde potenciataiente sería posible su pervivencia, le ha hecho ser una de las piezas más apetecidas por el recolector de romances, aparte de sus otras virtudes poéticas, históricas, folclóricas o de literatura comparada. ¡ Pues quién podría haber adivinado que en La Gomera el romance de Lanzarote era uno de los más populares y de los que están más a flor de piel en la memoria colectiva de sus habitantes! Nuestras encuestas en La Gomera han logrado quintuplicar las versiones existentes hasta ahora, con lo que ello significa para el estudio cabal de una poesía que vive en variantes, para poder reconstruir la historia de una evolución textual y la pervivencia de una poética medieval. La mayor sorpresa y el máximo interés de la recolección nos lo ofrece otro texto: el Romance de Sayavedra o Río Verde, Río Verde, como también se le llama en algunos catálogos romancísticos. Se trata de un romance de tipo fronterizo en el que se narra vm episodio de las luchas frecuentes entre moros y cristianos, en el último período de la Reconquista en el reino de Granada. Lo recogió por vez primera Martín Nució en su Cancionero de Romances ( Amberes, h. 1547) y posteriormente Ginés Pérez de Hita en sus Guerras Civiles de Granada ( 1595). Estas eran las tres tínicas versiones textuales por las que conocía el Romance de Sayavedra. Pues después de más de cinco siglos de ocurridos los hechos, a más de dos mil kñómetros del lugar del acontecimiento, en un lugar que por su historia desconocía absolutamente la guerra y atin la convivencia entre moros y cristianos, en la isla de La Gomera, en 1983, el romance de Sayavedra aún tenía interés para el cantor tradicional. La historia de este « descubrimiento » la hemos contado con detalle en otro lugar, por lo que tiene de interés y de prototipo de cómo vive el romancero oral en la actualidad ( Trapero 1986c: 59- 86). 5 2 ESTUDIO INTRODUCTORIO Pero las sorpresas no acabaron con el Romance de Sayavedra. Una aún mayor, si cabe, saltaría cuando ya nosotros habíamos abandonado la isla dando por terminadas las primeras encuestas. El « descubrimiento » lo hizo Marta EUen Davis, una antropóloga americana que hacía estudios sobre las fiestas populares en la isla. Y como la fiesta principal en La Gomera es el baile del tambor y ése no se entiende sin romances, un grupo de hombres de Chipude ( ay. de Vallehermoso) cantó romances para la americana. Entre ellos, un cantor, no de Chipude, sino de un pueblo cercano, de El Cercado, Ruperto Barrera Chinea, cantó un romance del Cid ignorado en la tradición oral moderna: El Cid pide parias al rey moro, el que en la tradición antigua empezaba « Por el Val de las Estacas / pasó el Cid a mediodía » . Y Ruperto Barrera lo cantó en versión tan perfecta que se sentiría envidiada por las recogidas en los Romanceros del XVI. Prueba evidente de que el romancero aflora en los momentos más insospechados, de que la tradición puede aparentar muerta durante cuatro siglos para aparecer de pronto y desmentirlo, de que nunca el recolector debe creer que ha agotado el caudal de un repertorio, de que un romance puede seguir viviendo escondido en la memoria de un solo cantor tradicional a la sombra de las miradas de todo un pueblo. Porque en nuestras encuestas de 1983 nadie lo mencionó nunca, ni « asomó » indicio alguno de su existencia. Y Ruperto Barrera había sido antes informante nuestro. Como lo había sido también Antonio Ortiz Herrera, éste de Chipude, quien tres años después, en mayo de 1986, nos recitó una nueva versión del romance del Cid. Si bien las versiones de Ruperto y de Antonio Ortiz son muy parecidas, a cada uno de ellos llegó de fuentes distintas — sus respectivos padres— y nunca ninguno de los dos ( según ellos mismos nos confesaron) lo habían cantado en público. El Cid pide parias al rey m, oro, es, pues, un romance « residual » en la tradición gomera, pero un romance que, pese a su marginalidad, ha venido a mostrarse a finales del siglo XX como testimonio extraordinario de una vida latente de cuatro siglos y en un estado admirable de plenitud poética ( Trapero 1989d: 669- 691). 7. NOTICIAS DE OTROS ROMANCES No sólo es importante para el conocimiento de la tradición de un determinado lugar la relación de los temas que componen su repertorio, sino también lo que no se ha podido recoger; es decir, dar cuenta de lo que hay y de lo que no hay. ESTUDIO INTRODUCTORIO 53 Por exclusión, puede darse por no existente lo que no figura en el índice de romances; pero muchas veces, a pesar de la ausencia de los textos, los informantes dan noticias de otros romances que oyeron y que en un tiempo no muy lejano debieron formar parte también de su patrimonio romancístico. Eso en el caso hipotético — casi irreal— de que la exploración haya sido lo suficientemente sistemática y profunda como para decir que lo llevado por el recolector en sus encuestas es exactamente lo que hay en la realidad, ni más ni menos, pues lo más sensato es pensar que, pese a la sistematicidad de las encuestas, siempre quedan rincones de la memoria colectiva sin explorar. Lo que sorprende es que, siendo La Gomera territorio romancístico tan excepcional, se desconozcan aUí romances popularísimos en otras islas del Archipiélago, bien de los tradicionales, bien de los vulgares y hasta de los de pliego. Romances como los de Tatnar, Gertneldo, La con-desita, Dónde vas Alfonso XII, La malcasada, Mambrú, Los dos hermanos perdidos y otros muchos, que son de los que más versiones se pueden recoger en otras islas, en La Gomera nuestros informantes ni siquiera podían dar cuenta de su mención: les eran absolutamente desconocidos. Sólo una excepción con el romance de Tamar, del que una mujer nos dijo que « el chico que se llamaba Turquío, que malito cayó en la cama, y que quería que subiese su hermana para abusar de eña » . Esa informante, al menos, había oído la historia verdadera del romance. Otro caso diferente es el de los romances no autónomos, es decir, los que aparecen en una determinada versión « contaminando » a otros romances, hecho tan frecuente, por lo demás, en el romancero tradicional moderno. En el caso de La Gomera, son los que se relacionan a continuación, especificando los textos y las versiones en que aparecen: • Pastor desesperado, El ( áo): n.° 1 y 6. • Infantinaencantada, La( ía): n.° 7. • Infanta parida, La ( áa): n.° 22. • Aparición de la enamorada muerta, La ( pollas.): n.° 70. • Robo del Sacramento, El ( áo): n.° 1 y 6. • Dote del matrimonio ( ía): n.° 20. • Presagios de la Pasión ( pollas.): n.° 90 y 91. • Confesión de la Virgen, La ( ío): n.° 134. • Soledad de la Virgen ( éa): n.° 81. • Cómo no cantáis la bella ( éa): versiones 2.18 y 9.9- • Despedida de Cristo ( éo): versión 78.14. • Celos y honra ( áa): versión 43.1. • Pecador y la muerte, El ( áe): versión 57.1. • Viudita del conde Laurel, La ( é): versión 74.1. 5 4 ESTUDIO INTRODUCTORIO 8, CARACTERÍSTICAS PARTICULARES DEL ROMANCERO EN LA GOMERA Al comparar la forma en la que vive en la actualidad el romancero en la isla de La Gomera con el resto de las demás islas del archipiélago cana-río, y en general con el romancero español e hispánico, señalaremos las características que nos parecen particulares y que le confieren ima personalidad propia y singularísima. En este sentido, la isla de La Gomera puede ser considerada como una verdadera « reserva natural » — valga el símil— de lo que en otros tiempos pasados debió ser el romancero en la mayoría de las regiones españolas y en las que ha evolucionado hacia formas muy alejadas de su primitiva naturaleza. Como algunas de estas características ya las hemos señalado por separado en lo que antecede, no haremos aquí más que resumirlas. a) Preguntar por romances en La Gomera no es preguntar por « historias viejas » , « canciones antiguas » , « historias de condes y princesas » , « poesías que cuentan historias » o circunloquios por el estño que hay que utilizar en la generalidad de las regiones españolas para iniciar una encuesta romancística. En La Gomera basta preguntar por « romances » para que todos sepan exactamente lo que el recolector va buscando: hay una conciencia colectiva muy clara y atinada que distiague los romances de los otros géneros literarios populares y orales. b) Los romances de La Gomera conservan dos de las características fundamentales que definen el género: la rima asonante única a lo largo de todo el poema y la versificación octosñábica. Los que no poseen estas dos notas o han sido desterrados de la tradición isleña o se les ha arrinconado en la parcela menos estimada del folclore infantil. « Esos son cosas de chiquillos » , dicen cuando se pregunta por alguno de esos romances a los buenos romanceadores gomeros: « Acertijos » , « adivinanzas » , « chistes » , « coplas » o « cosas de juego » es como llaman los viejos romanceadores a los que no tienen una misma rima o a los que no son de verso octosilábico. Y eso es lo que ocurre en los romances que catalogamos como « iníantües » : o bien son hep-tasilábicos ( como el de Santa Iría o La viudita del Conde Laurel), o bien cambian de rima ( como El quintado, La doncella guerrera o Atropellado por el tren), o bien ambas cosas, o bien porque, aiín conservando la asonancia única y siendo octosilábicos, su temática y su uso se reservó desde siempre para el folclore infantil ( como El Conde Niño o Santa Catalina). c) Lo primero que llama la atención al estudiar los textos romancís-ticos de La Gomera es el extraordinario conservadurismo de sus versiones; conservadurismo entendido en dos sentidos: la fideüdad de los textos a una tradición muy arcaica y la inusual perfección de sus versiones. Cuando ESTUDIO INTRODUCTORIO 55 la marginaüdad y el fragmentarismo son dos de las notas que caracterizan en términos generales al romancero contemporáneo y que pueden observarse en cualquier colección o Romancero de nuestros días, asombra la extraña integridad de los textos gomeros. Una de las causas es, sin duda, la recreación y manifestación constante a que se ve sometido su repertorio entre las gentes de la isla: en La Gomera el romancero existe para ser cantado no para que se guarde en la memoria. Es por ello por lo que debe ser considerado un género vivo, con plena vigencia y ftmcionalidad. d) La nota anterior tiene como contrapunto la reserva que muestran los informantes gomeros a transmitir \ m romance que no sepan en su inte-gridad. Ya no es que sepan de él sólo algunos versos, es que si les falta algún verso ya no quieren decirlo. Se excusan con razones como « Yo de ése sí lo sé, pero me faltan palabras y lo sé todo enrebujao y así no vale la pena » . A pesar de ello, si el recolector insiste, puede obtener una versión que en otros lugares puede pasar por modélica. Al final resulta que todas las versiones, por muchas que sean las que se recojan de un mismo romance, tienen interés y algo de particvilar, cada una vale como si fiíera única. e) Otra de las características esenciales del romancero gomero es su firme estructuración en dísticos; y esa estructura se manifiesta tanto cantando como recitando, aunque su fijación se debe al canto: todos los romances, incluso los de pliego, se acomodan a esta estructura, que no sólo se manifiesta en la exposición versicular, sino en la sintaxis y en la semántica del texto. De ahí el carácter arcaico que tiene. f) Otro rasgo del arcaísmo del romancero gomero, también debido al hecho del canto, se manifiesta en la abundancia de versos paralelísti-cos, y no sólo en los de más rancio abolengo, sino incluso en romances « nuevos » que se han acomodados al estilo de los viejos. Muestras muy claras — y hermosas— de este recurso poético podemos hallar en infinidad de textos aquí transcritos, por ejemplo en las versiones 2.4 ( w. 22- 23), 9.9 ( w. 7- 8 y 27- 28), 18.1 ( w. 6- 7) y 41.6 ( w. 34- 35,40- 41 y 48- 49). g) Si exceptuamos los romances infantiles y los que de entre los religiosos reciben el nombre de « rezados » , todos los romances de La Gomera se cantan, o se pueden cantar, y siempre con la misma música. A esta tonada única se le llama « el tambor » o más propiamente « el baile del tambor » , identificando con ello una parte con el todo, es decir, sin hacer distinción entre la música y el conjunto de lo que compone el llamado baile del tambor. h) Como ocurre también en las islas de El Hierro, La Palma y Fuer-teventura, en La Gomera el canto de los romances va acompañado siem-pfe de im estribillo, tipo responder, que en La Gomera se denomina « pie 5 6 ESTUDIO INTRODUCTORIO de romance » , y que canta im grupo en función de coro a cada dieciseisí-labo del solista, que es quien canta de forma progresiva el texto del romance ( Trapero 1988- 91: 431- 455). i) Ese pie es im dístico octosilábico cuya rima debe coincidir siempre con la rima del romance. De ahí que un pie pueda dar origen al canto de un romance por el hecho de haberse constituido en su « incipit » o, a la inversa, que un romance concreto requiera de un nuevo pie acomodado a su temática, que el cantor debe improvisar sobre la marcha. j) El pie es parte sustancial del romance, de forma que no se concibe el canto de un romance sin su correspondiente pie. De hecho, incluso cuando un informante quiere recitar, y no cantar, se resiste a empezar si no es con el pie correspondiente, y titubea ostensiblemente a lo largo del relato si antes no ha encontrado el pie que le sirva de apoyo. Es por eso que, como dicen humorísticamente algunos, « sin pie no se puede caminar » . En el índice final 3, ponemos todos los pies de romances recogidos, con especificación del romance correspondiente al que acompañó en el momento del canto o del recitado. k) El romanceador puede elegir impie patrimonial, es decir, de los ya existentes en la tradición, o puede inventarlo en ese momento. Lo que importa es que, además de rimar con el romance, haga algxma referencia a su temática o a alguno de sus personajes, sea una síntesis de su fábula o refiera una anécdota particular, mencione el lugar o la ocasión porque se canta ( el funcionamiento de los pies de romances de La Gomera lo hemos estudiado específicamente en otro lugar: Trapero 1992: 127- 145). 1) El canto de los romances está acompañado siempre de tambores y de chácaras^. No hay nunca número establecido ni de cantadores ni de tocadores, pero los primeros deben superar a los segundos para no ver ahogadas sus voces por los instrumentos. Los cantadores ( « romanceado-res » ) son también, por lo general, los tocadores del tambor, pero no los de las chácaras que, en todo caso, lo que hacen, además, es bailar. m) Los romances cantados sirven de texto y de motivo para el baile más típico y tradicional de La Gomera: el baile del tambor. De la misma forma que no se concibe ( o no es lo deseable) el canto de los romances sin tambores y chácaras, éste no es posible ( o no lo es ordinariamente) sin el baile. Es por eso — y en toda su extensión— que el bañe del tambor es una danza romancesca ( Trapero 1986a: 205- 250). n) De la misma forma que todos los romances pueden ser cantados, todos los romances pueden servir también para la danza. No hay limita- ^ Las chácaras son una especie de castañuelas gigantes, de construcción local, que tienen un sonido seco y potentísimo. En El Hierro también a las castañuelas se les llama chácaras, pero son de dimensiones mucho más pequeñas, aunque más grandes aún que las castañuelas normales. ESTUDIO INTRODUCTORIO 57 ción alguna que impida ese hecho, ni por el asunto de los romances, ni porque sean viejos o de pliego de cordel, ni porque sean de propia invención. De la misma forma que el baile y el canto es una manifestación espontánea y popular que no requiere de profesionalismo alguno y que admite a cuantos quieran sumarse a ella. Con todo, es verdad que son más lo que bailan que los que tocan y aun más que los que cantan. El roman-ceador requiere no sólo saber el texto del romance sino tener una buena voz que pueda sobresalir por encima de los instrumentos y del coro. o) Quizás por lo anterior y porque el canto de los romances se hace siempre en público y en reuniones festivas, la transmisión de los romances en La Gomera se debe fundamentalmente a los hombres y no a las mujeres, cuando éstas son las principales transmisoras romancescas por todas partes. Sólo en los romances infantiles y en los religiosos son las mujeres más y mejores informantes que los hombres. p) El romancero cumple una función festiva en La Gomera, principalmente; no suele ser canto de trabajo, o no es esa su forma ordinaria, y mucho menos es género reservado a la intimidad, aunque naturalmente los romances puedan cantarse, y mejor recitarse, en una tarea laboral o en la intimidad de la casa. q) Como consecuencia de su funcionalidad y de su manifestación pública, el repertorio de romances en La Gomera está bastante asentado y tiene unos límites bastante bien conocidos por todos los cantores de la isla. No es que todos los cantores sepan todos los romances que se cantan en la isla, pero sí que cada uno tiene su propio repertorio y conoce el repertorio de los demás. Cuando en el curso de una encuesta se pregunta a un cantor gomero por un romance concreto, éste pude decir con mucha facilidad: « Yo ése no lo sé, pero quien lo sabe es Fulano, de tal pueblo » . Y suele ser cierto. Naturalmente, además de esos cantores « famosos » , existen otros muchos romanceadores anónimos que hay que buscar como en todas partes, arañando sombras, y que poseen un repertorio tan bueno o mejor que los primeros. r) Es curiosa la conciencia que tienen muchos de los cantores gomeros de que varios romances no son sino « partes » de un todo unitario . Y esto ocurre, como podría pensarse en un principio, no sólo con los romances de pliego de cordel en donde las distintas partes de su relato es algo consustancial con el subgénero, sino también con los romances más propiamente tradicionales, como ocurre aquí con algunas versiones de Lanza-rote, El caballero burlado o 5 ¿ tó « wa. Así, im informante puede recitar esos tres romances de forma seguida y sin interrupción alguna y confirmar, después de preguntarle el investigador si son tres romances distintos: « No, no, esos son partes, y luego seguían más, hasta cuatro o cinco partes, lo que 5 8 ESTUDIO INTRODUCTOEIO pasa es que yo ya no me acuerdo, pero si yo empezaba a cantar por la mañana no acababa hasta por la tarde, y siempre con el mismo romance » . Esto puede deberse a la costumbre de unir varios romances en un mismo canto, bien por boca de un mismo romanceador o de varios sucesivos, eso sí, siempre que esos romances tuvieran una misma rima, y para los que vin mismo estribiño podía servir de pie de romance. s) Finalmente, el peso de la tradición es tan fuerte en el romancero gomero, y es tan pública, que se manifiesta no sólo en el repertorio, sino que llega a la forma de decir o de cantar los romances: cabe poco la « interpretación » personal frente al peso de la tradición. En La Gomera es más poderosa la fuerza de la repetición que la de la recreación personal. 9. EL BAILE DEL TAMBOR, UNA DANZA ROMANCESCA Ya hemos apuntado en apartados anteriores una de las características más singulares del romancero gomero, esto es, que todos los romances se canten, o se puedan cantar, y que a la vez todos puedan ser acompañados de baile, o mejor, que todos los romances puedan servir para el baile. El baile que se monta en tqrno al canto de los romances se llama el baile del tambor y tiene tal importancia folclórica en la isla que se puede decir, no ya que es imo de sus bailes típicos, sino el más típico y hasta el único que se ha practicado hasta la actualidad sin interrupción. El baile del tambor es una manifestación auténticamente folclórica, en el sentido más primigenio del término: una manifestación auténticamente popular que se practica por cualquiera, sin ensayos previos ni grupos organizados y que sigue siendo la auténtica diversión festiva popular de La Gomera. La descripción del baile, así como las circunstancias en que se desarrolla y sobre los posibles orígenes e influencias, las hemos tratado de forma particular y por extenso en otro lugar ( Trapero 1986a: 205- 250), por lo que aquí no haremos sino un resumen de las ideas principales, sobre todo, en torno al carácter romancesco del baile en comparación al de otros bailes romancescos conocidos en las Islas Canarias y en la Península. Aunque no muchas, han llegado hasta nosotros noticias de que en la antigüedad, en los siglos XVI y XVII, el canto de los romances servía como acompañamiento para que los jóvenes de algún lugar hiciesen sus danzas. Pero estas noticias, por encima de escasas, son demasiado escuetas. Tal cual se describen están faltas de los suficientes detalles como para que hoy podamos hacernos una idea exacta de cómo eran. Se habla de unos areítos que los indios de la Isla Española hacían aUá por 1535; y un poco ESTUDIO INTRODUCTORIO 59 más tarde de unas danzas parecidas a las americanas que existían en León, Asturias y algunos pueblos de Castilla. Hay también una miniatura del XVI que puede interpretarse como retrato de una danza romancesca y hay, ya en el XVII, citas y referencias sobre bailes que también se hacían cantando romances, así en La Gitanilla de Cervantes, en El caballero de Olmedo de Lope y de « jácaras » o « jacarandinas » — degeneradas en danzas burlescas y rufianescas— en Quevedo. Parece que en todas ellas los instrumentos que se usaban como propios eran los panderos con sonajas y las castañuelas o « castañetas » . Mas las referencias y las descripciones son, como decimos, del todo insuficientes para poder siquiera imaginar que los romances de entonces se bailasen siempre o que ésta fuera la forma preferida. Muy al contrario, debemos considerar más bien que la danza romancística era una cosa rara y muy localizada por las fechas en las que el romancero alcanzó su máximo esplendor: no se concebiría de otra forma tanto sñencio en torno a ello. Pero tampoco debemos pensar que la danza no fuese un aditamento extraño al fenómeno de la canción narrativa. Cierto que desde la Edad Media, y casi invariablemente en los tiempos modernos y en todas partes, la canción que se canta en los bailes es la canción lírica, pero el nombre de balada (' lo que se baüa'), que desde antiguo tomó la canción narrativa, es determinante para imaginar también los bailes romancísticos. Por lo que se refiere a la época moderna, la primera referencia que conocemos sobre los bailes romancescos es la que nos da Jovellanos sobre la danza prima asturiana, a fines del siglo XVIII, Ú^ LÍITSL que Menén-dez Pidal ha llegado a calificar de verdadero himno regional asturiano: ¡ Ay!, un galán de esta villa, ¡ ay!, un galán de esta casa, ¡ ay!, de lejos que venía, ¡ ay!, de lejos que llegaba. —¡ Ay!, diga lo que él quería, ¡ ay!, diga lo que él buscaba. —¡ Ay!, busco a la blanca niña, ¡ ay!, busco a la niña blanca. Es el propio don Ramón quien, interesado por estas rarezas, descubre que, además de la danza prima, siguen existiendo algunos otros bailes romancescos en el siglo XX: el baile de tres en Las Navas del Marqués ( Avila), elpericote en Uanes ( Asturias), el baile a lo llano en Ruiloba ( Santander) y el baile de las jilanderas o dei jila- Jila en la isla de La Palma ( Canarias), noticia ésta que le había proporcionado el investigador canario Pérez Vidal ( 1948: 197- 241). Pero todos estos bañes, a excepción del de La Palma, fueron descubiertos en el primer tercio del siglo XX y descritos como reliquias en extinción, lo que parece que Uegó a consumarse, porque ya en las recolecciones romancísticas de los últimos años ningún investigador ha vuelto a dar noticia de aquellas danzas. Nosotros mismos fuimos 6 o ESTUDIO INTRODUCTOKIO a las Navas del Marqués en 1995 para comprobarlo: el baile de tres ha sido recuperado modernamente por un grupo folclórico de la localidad, pero hacía mucho que había dejado de practicarse espontáneamente. La costumbre del romance bailado üegó, pues, hasta el siglo XX, aunque no haya llegado hasta nuestros días; pero debió ser siempre costumbre rarísima que ni se generalizó en toda la geografía ni en todo el romancero. Se quedó recluida en alguno de los rincones más apartados de la geografía española, al amparo de las altas montañas y de los profimdos valles ( Asturias, Santander, La Palma, La Gomera), cuando en la antigüedad parece que se practicaba por toda Castilla la Vieja y Extremadura y hasta por Andalucía. Y sólo alcanzó a algún romance en concreto, es decir, sólo unos pocos textos se tomaban como motivo del baile: el de Gerineldo, el del Conde Atareos, La Condestta, el asturiano/^ j/ un galán de esta villa!, algunos religiosos, algunos de pliegos dieciochescos, como los de Rosaura la del guante y el de La Espinela, y pocos más. La generalización no Uegó — en esto menos— ni siquiera al tipo de danza: en cada lugar se hacía de una forma, eran bien distintos sus pasos, muy variable el número y sexo de los bailarines, distintos los atuendos con que se vestían y distintos también los instrumentos con que se acompañaba el canto y se marcaba el ritmo. También en las Islas Canarias han desaparecido los bailes romancescos que hubo, excepto en La Gomera. En la isla de El Hierro, la de menor población del Archipiélago y junto con La Gomera la más apartada y aislada de todas, ya no hay ni vestigios de la danza romancesca que sin duda existió en tiempos pasados y de la cual dejaron noticias algunos de los primeros cronistas de la Conquista y otros viajeros del siglo XVIII ( Trapero 1985: 47- 55). En la de La Palma existió un baile de las jilanderas, que ñie muy popular y muy usado hasta la primera mitad del siglo XIX, pero que ha dejado ya de practicarse ( Trapero 1999: 145- 156). En el resto del Archipiélago no sabemos que se bailaran los romances en algún tiempo pasado. Ante un panorama, pues, como éste, llegar a la isla de La Gomera y comprobar que el baile del tambor sigue siendo una costumbre cotidiana es hallarse no ya ante una reliquia venerable, que sin duda lo es, sino en un túnel del tiempo en el que hay que retroceder varios siglos para encontrar algo parecido en algún otro lugar de España. 10. LAS PRINCIPALES FIESTAS DE LA GOMERA Gracias al baile del tambor se ha conservado en La Gomera el mejor repertorio romancístico que hallar se pueda hoy en ninguna parte de España y del mundo hispánico. Porque gracias a que se baila y se canta el ESTUDIO INTRODUCTORIO 61 romancero se actualiza y vive en permanente tradicionalidad. A lo largo del año todos los pueblos de La Gomera rivalizan por ver quién consigue mejor fiesta, y mejor fiesta significa sobre todo mejor baile del tambor. K él acuden espontáneamente jóvenes y viejos, mujeres y hombres, nativos y forasteros y todos participan por igual de la fiesta popular Pero sobre todo acuden los buenos « romanciadores » de la isla, los que mejor cantan y los que más y mejores romances saben. De esta forma la tradición no sólo se mantiene sino que se extiende por toda la geografía de la isla. Esta es la mejor forma de transmisión. Las fiestas populares de La Gomera son toda tma experiencia antropológica, además de una manifestación folclórica interesantísima y la exaltación mayor que pueda imaginarse del romancero^. Estas son las fiestas más famosas de la isla de La Gomera en donde inevitablemente se organizan bailes para cantar y baüar los romances: Fecha Lugar Conmemoración 1 de enero 6 de enero ( Reyes) 2 de febrero 15 de mayo 13 de junio 24 de junio 16 de julio Último domingo de juMo 15 de agosto 16 de agosto 24 de agosto Ultimo domingo de agosto 8 de septiembre 15 de septiembre Primer domingo de octubre Primer domingo de octubre^ Hermigua- Agulo Valle Gran Rey Chipude La Palmita Valle Gran Rey La Meseta- Hermigua Playa de Santiago El Cercado Chipude Arure Alojera Las Rosas Chipude Alajeró Valle Alto- Hermigua Pimtallana- S. Sebastián Año Nuevo Virgen de los Reyes Virgen de la Candelaria San Isidro San Antonio Virgen de la Candelaria Virgen del Carmen Virgen del Pino Virgen de la Candelaria San Salvador San Bartolomé Sta. Rosa de Lima Virgen de la Candelaria Virgen del Paso • Virgen del Rosario Virgen de Guadalupe H. ADVERTENCLX^ EDITORIAL Todos los textos de este Romancero proceden de la tradición oral y fueron grabados en su totalidad en cintas cáseles. En la transcripción de los textos procuramos respetar escrupulosamente lo dicho por los informantes, tanto a nivel léxico como a nivel fonemático. No obstante, y puesto que el objetivo de este libro no es el de presentar un conjunto de La descripción — con tintes intencionadamente impresionistas— de una de ellas, la de Santa Rosa de Lima, celebrada en el pueblo de Las Rosas ( Agulo) en el año 1995, puede leerse en Trapero, 1989: 139- 157. Fiesta « lustral » y patronal de la isla que se celebra cada cinco años. 6 2 ESTUDIO INTRODUCTORIO textos « dialectales » , sino literarios, obviamos los fenómenos del seseo y del yeísmo por ser comunes en el habla de La Gomera ( aunque se dan algunos casos claros de distinción en el segundo de los fenómenos), transcribiendo siempre según la norma del español estándar. Dejamos constancia, sin embargo, de otros fenómenos frecuentes en el habla de La Gomera, como son los siguientes: • Aspiración de la / h/, común sobre todo al comienzo de palabra ( jaser, jinojo, jablar). • Vacñación de la — d— intervocálica, que va desde su conservación ( vida, perdida) hasta su desaparición total, sobre todo al final de palabra ( ji) ta, perdía, pasao, píe, boa), pasando por una conservación debilitada ( mata( d) o'). • Pérdida de la vibrante simple en contacto con la líquida ( dala ' darla', habíale ' hablarle', decile ' decirle'). • Frecuente epéntesis de una consonante entre dos vocales ( vido, leda, mida, sonredíd). • Sistemática realización de ha por ' he', como primera persona del singular del presente de indicativo del auxiliar haber ( yo ha hecho). • Vacilación entre las vocales agudas en posición átona ( dispensa, Felumena, ringlóh, trebunal). • Cambios acentuales, atraídos por el canto o la recitación ( hermosa, pimpollo, traído, casaras, vestir, jalar, caballero). Sohte ellos dejamos constancia prosódica poniendo acento ortográfico, aunque no lo Heve en la ortografía normativa. Detectamos en el habla actual de La Gomera, y con especial relación al dictado de los romances, dos « tipos » de hablantes: a) los más viejos ( digamos Prudencio Sánchez Conrado, Alejandro Martín, José Medina...), todos ellos varones, con xm habla muy « dialectal » , « comiéndose » vocales y consonantes, con infinitas metátesis, prótesis, epéntesis, etc., palabras trastrocadas por la fonética o por la interpretación personal, difícñ de entender; y b) los más jóvenes ( digamos Isidro Ortiz, Luciano Conrado, Alonso Medina, Manuel Plasencia...), varones, y sobre todo las mujeres ( Esperanza Conrado, Dolores Medina, Rosa Conrado...), que hablan « bien » , claro e inteligible, axmque conservando palabras « lexicalizadas » incomprensibles, heredadas « de la tradición » . Siempre que un romance se inicia con un pie de romance determinado lo hacemos constar escribiéndolo en cursiva, aunque no se contabiliza como verso del romance. ESTUDIO INTRODUCTORIO 63 Igualmente transcribimos en cursiva los versos que aparecen al final de algunos romances, cuando esos versos son añadidos — miiletillas, finales tópicos— ajenos al romance en cuestión. Los puntos suspensivos entre versos o al final de un texto significan que hay un vacío de memoria en el informante, y que éste fiíe consciente de ello. El signo de interrogación entre paréntesis (?) significa que en ese punto falta algo en el texto o que es ininteligible en la grabación. 12. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS AGUILAR PIÑAL, Francisco: 1972. Romancero popular del siglo XVIII. Madrid: CSIC. ALVAR, Manuel: 1974. Romances enpliegos de cordel ( sí^ toXW//). Málaga: Delegación de Cultura y Ayuntamiento de Málaga. ARMISTEAD, Samuel G. y J. H. SILVERMAN: 1971. « Sobre el romance En una villa pequeñas, Sef., XXXI, 184- 186). ARMISTEAD, Samuel G.: 1978. El romancero judeo- español en el Archivo Menéndez Pidal ( Catálogo- índice de romances y canciones). Madrid: Cátedra- Seminario Menéndez Pidal ( 3 vols.). CALVO, Raquel: 1995. Romancero General de Segovia. Madrid- Segovia: Seminario Menéndez Pidal y Diputación Provincial de Segovia. CARO BAROJA, Julio: 1966. Romances de « e^ o. Madrid: Taurus. CARO BAROJA, Julio: 1969. Ensayo sobre la literatura de cordel. Madrid: Taurus. CATALÁN, Diego ( ed.): 1969. La flor de la marañuela. Ma. dñd: Seminario Menéndez Pidal, Cabildo de Tenerife y Gredos ( 2 vols.). CATALÁN, Diego y Flor SAIA2AR: 1999. Romancero vulgar y nuevo. Madrid: Fundación Ramón Menéndez Pidal. CATALÁN, Diego y Mariano DE LA CAMPA ( ed.): 1991. Romancero General de León. Madrid- León: Seminario Menéndez Pidal y Diputación Provincial de León ( 2 vols.). CATALÁN, Diego: 1969. Siete siglos del romancero ( Historia y poesía). Madrid: Gredos. CATALÁN, Diego: 1970. Por campos del romancero ( Estudios sobre la tradición oral moderna). Madrid: Gredos. COSTA FONTE, Manuel de: 1997. O Roman |
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