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Romancero General de Lanzarote TORCUSA Diseño de ta colección: Alberto Corazón © del texto: Maximiano Trapero © de las ilustraciones: Juan Gopar Reservados todos los derechos de esta edición para la Fundación César Manrique. Taro de Tahíche, 35509 Teguise, Lanzarote. Islas Canarias. ISBN: 84- 88550- 50- 2 Depósito legal: M- 25981- 2003 Imprime: Cromoimagen S. L, Albasanz, 14 Ks. 28037 Madrid. Infipreso en España. Papel Reciclado. Maximiano Trapero Romancero General de Lanzarote F U N D A C I Ó N CÉSAR MANRIQUE índice I. Introducción 19 1. Sobre el título de este libro 21 2. La Isla de Lanzarote 23 2.1. Su naturaleza única 23 2.2. El fenómeno turístico 25 2.3. Su división administrativa 26 2.4. Su foldore literario y musical 27 2.5. La agonía de sus tradiciones 29 3. Noticia de la historia de la recolección deromancesen Lanzarote 30 3.1. Las Calas de Sebastián Sosa Barroso 30 il. La flor de ¡ a marañuela 31 3.3. El Romoncero de jesús María Godoy 32 3.4. El Romoncero de Sebastián Sosa Barroso 39 3.5. Nuestra propia colección 43 3.6. Una pequeña colección inédita de Angelina Hernández 45 4. Los Ranchos de Pascua de Lanzarote 46 5. Clasificación de los romances de Lanzarote 49 5.1. Resumen estadístico 50 5.2. Los romances de tradición más antigua 50 5.3. Los romances religiosos 51 5.4. Los romances vulgares modernos popularizados 52 5.5. Los romances de pliego 53 5.6. Los romances de creación y temática locales 55 5.7. Un romance erudito sobre la prehistoria de Lanzarote 56 6. Noticia de la música de los romances de Lanzarote 58 7. Edición de los textos y comentarios 60 II. Romances 63 A. Romances tradicionales 65 a) La conquista amomsa 65 1. El conde Grifos Lombardo ( áo): 1 versión 65 2. Lanzarote y el ciervo del pie blanco ( ía): 1 .-. 66 3. El caballero burlado ( ía): 22 68 4. Gerineldo ( ío): 6 77 5. La serrana ( éa): 2 81 6. la doncella guerrera ( pollas.): 6 84 7. Buscando novia ( é): 1 85 b) Amor fiel 87 8. Las señas del marido ( modelo A, é): 7 87 9. Las señas del marido ( modelo B, ío + é); 14....'. 90 10. Las señas del marido ( modelo C, éa + é): 1 95 11. Lacondesita( á): 5 95 12. El conde Niño ( á): 3 .• 98 13. El quintado ( éa): 1 ,.^ 01 14. El quintado ( éa) + La aparición de la enamorada muerta ( i): 2 102 15. La vuelta del navegante ( á): 1 103 c) Amor desgraciado....: > 105 16. Delgadina( áa): 5.... 105 17. Delgadina, con el comienzo de La mala hierba ( áa): 5 107 18. La mala hierba ( áa): 5 110 19. Blancaflor y Filomena ( éa): 10 111 20. Albaniña( ó): 5 115 21. La Martina ( estr.): 1 120 22. La aparición de la enamorada muerta ( i): 1 121 23. La infanticida ( éa): 2 122 24. El pastor desesperado ( áo): 2 .• 125 25. No me entierren en sagrado ( áo): 1 126 d) Cautivos 127 26.' La hermana cautiva ( ía): 3 127 27. Las tres cautivas ( ía): 3 129 ej/ ntervenc/ ones m; 7flgfo$ os 131 28. [ harinero al agua ( áa):. 7 131 29. La romería del pescador ( ía): 1 133 30. El idólatra de María ( óa): 5 134 31. Voto incumplido ( éa); 2 137 j5 festivos 140 32. La mujer de mi hermano ( estr.): 1 140 10 33. La molinera celosa ( áa): 2 140 34. Adúltera con un sacristán ( áa): 1 142 35. La pulga y el piojo ( estr.): 2 142 36. El ratón y el gato ( éo): 1 144 g) Infantiles 146 37. Santa iria ( pollas.): 7 146 38. Santa Catalina ( áa): 5 148 39. La malcasada ( ía): 2 150 40. Dónde vas Alfonso XII ( estr.): 9 151 41. Don Gato ( áo): 7 154 42. Mambrú( á): 2 155 43. Carabí( á): 1 156 B. Romances religiosos 159 oj Nacimiento e infancia de Jesús 159 44. Los desposorios de la Virgen ( ío): 4 159 45. La anunciación ( ío): 2 164 46. Las dudas de San José ( modelo A) ( ío); 1 165 47. Las dudas de San José ( modelo B) ( éa): 1 166 48. El empadronamiento ( éa): 3 167 49. El anuncie del Ángel ( ía): 1 168 50. La epifanía ( á, estr., hexas.): 2 169 51. La circuncisión ( ó): 1 171 52. Congoja de la Virgen en Belén ( ía): 9 172 53. Los Reyes ( modelo A) ( éa): 1 175 54. Los Reyes ( modelo B) ( ía): 1 176 55. La Virgen y el ciego ( é): 15 177 56. Madre, a la puerta hay un niño ( estr.): 1 181 57. El Niño perdido y hallado en el templo ( áe): 1 182 b) Presagios de la Pasión 183 58. Soledad de la Virgen ( éa): 8 183 59. La Virgen con un librito en las manos ( ía): 5 :., 184 60. Por el camino del cielo ( éa): 1 186 61. Llanto de la Virgen ( ía): 3 186 c) Pasión y muerte de Jesús ; 188 62. El rostro divino ( áo): 6 188 63. La Virgen camino del Calvario ( éa): 2 191 64. La Virgen camino del Calvario + Las tres Marías ( áa): 2 192 65. La Virgen camino del Calvario + El discípulo amado ( áa): 3 193 66. El discípulo amado + Las tres Marías ( áa): 2 195 67. Las tres Marías, precedido de Santa Catalina ( áa): 2 196 11 68. La Magdalena ai pie de la cruz ( á), precedido de La oración del peregrino ( polias.): 5 197 69. La Virgen al pie de la cruz ( éa): 1 199 70. La Virgen al pie de la cruz ( éa) + Meditación de la Pasión ( áo): 1 199 71. Meditación de la Pasión + Otros motivos de la Pasión: 4 202 72. El monumento de Cristo ( áo): 1 204 d) Devotos 205 73. Arquitachiquita( éo): 3 205 74. Acto de contrición ( éo): 3 205 75. Oración a la Virgen ( áo): 1 207 76. Oración al acostarse ( pollas.): 2 207 77. Oración para después deJ rosario ( ío): 1 209 C. Romances vulgares modernos popularizados 211 78. La pobre Adela ( seguidillas): 1 .. 211 79. Los mandamientos de amor ( estr.): 1 212 80. Las amonestaciones ( estr.): 1 213 81. Las horas de la vida ( áo): 1 ..... filU 82. Atropellado por el tren ( estr.): 2 .-... ... 214 83. La novia enferma ( estr.): 1 216 ,84. La lechera ( estr.): 1 216 85. La Agustinita ( estr): 1 217 86. Blancaflor vengadora de su honra.( estr.): 2 217 87. La tórtola triste ( éo): 1 219 88. Carmela y Rogelio ( estr.): 1 219 89. Quinto olvidado por su novia ( éa): 1 ; 220 90. El hermano incestuoso ( decas., estr.): 1 221 91. Novia que olvida su promesa de fidelidad a un soldado que marcha al servicio ( decas., estr.): 1 222 92. Adelaida ( decas., estr.): 1 .. 223 93. Burla de mujeres ( estr.): 1 223 D. Romances de pliego 225 a) De pliegos dieciochescos 225 94. Doña Francisca la cautiva ( áa): 2 225 95. Doña Josefe Ramírez ( éa): 1 : 226 96. La peregrina doctora ( éo): 1 227 b) De pliegos modernos 236 97. Gertrudis, la hermana autiva ( ó + áa): 5 236 98. Aparición de la Virgen de las Nieves en Almagro ( estr.): 1 241 99. Madre que mata a sus hijos para casarse con un hombre joven ( estr.): 2 243 12 100. Padre que mata a sus hijos por calumnia de su madrastra ( áa): 3 245 101. Desgracias de unos niños en un horno ( éo): 2 251 102. Padre que reconoce a su hijo ante el pelotón de fusilamiento ( estn): 4 255 103. Dos jóvenes inocentes salvados de la muerte por intermisión de la Virgen del Rosario ( áa): 1 256 104. La hija de Asunción Tejada ( estr.): 1 257 105. Horroroso crimen en que un padre mata a su hijo y come sus asaduras ( estr.): 1 258 106. El secreto de María ( estr.): 1 259 107. El incestuoso pescador Pedro Marcial ( estr.): 2 261 108. Padre incestuoso vengado por su hijo ( ó): 1 262 109. Jóvenes que acaban con sus vidas por no consentir los padres en su amor ( estr.): 1 263 110. Amores estorbados que acaban trágicamente ( estr.): 1 265 111. La niña enterrada viva ( estr): 1 268 112. Hundimiento de un barco ( estr.): 1 270 113. Hundimiento del Titánic: 2 270 114. Me casé con una vieja ( é): 1 272 E. Romances locales 275 115. Duelo entre amigos ( áa): 1 275 116. Riña entre dos jóvenes ( estr.): 1 276 117. Alfonso XIII visita Canarias ( pollas.): 1 276 118. Hundimiento del Valbanera ( modelo A) ( estr.): 3 277 119. Hundimiento del Valbanera ( modelo B) ( estr.): 1 280 120. Naufragio y salvamento de un pesquero en La Alegranza ( estr.): 4 284 121. Salvamento del marinero Gregorio Álvarez Martín ( estr.): 1 287 122. Hundimiento de un barco pesquero ( estr.): 1 288 123. Muerte de un pescador en El Golfo ( estr.): 1 290 124. Hambruna en Lanzarote en los años de 1878 y 1879 ( áa): 1 293 125. La compra del voto ( estr.): 1 296 126. Hijo emigrante que olvida a sus padres ( estr.): 1 297 127. Día de San Marcial ( áo): 1 298 128. Hombre que cae de una muía y queda malherido ( áo): 1 298 129. Buscando novia en El Mojón ( ó): 1 299 130. Disturbio obrero en Las Palmas en las elecciones de 1911 ( estn): 1 300 131. Protestas de una madre contra una hija gastadora ( estn): 1 303 132. Disparates encadenados ( áo): 1 304 133. Día de santo ( éa): 1 305 13 F. Noticias de Romances de pliego documentados en Lanzarote pero no recogidos oralmente 307 a) Pliegos dieciochescos 309 134. Nueva liistoria de Carlo- l* 1agno y los doce Pares de Francia ( varias rimas) 309 135. GriseldayGualtero( áa + éo + ía) 312 136. Doña Teresa en la cueva ( éa + ía) 314 137. El autivo de Granada ( éa) 315 138. Doña Rósala cautiva ( áe) 317 b) Pliegos modernos , 318 139. Segunda explosión del vapor « Cabo Machiciíaco » ( é + áo) 318 140. En un pueblo de Galicia ( estr.) 318 141. Horroroso crimen en Cambroncino ( estr.) 318 142. El crimen de una madrastra ( ó) 319 143. Una hija abandonada a los tres días de nacer ( estr.) 319 144. La Virgen de los Desamparados protege a un soldado devoto suyo ( á) 320 145. Martirizada cruelmente por su madre ( estr.) • •# 320 146. Dos niños abandonados por sus padres en el tren ( estr.) 321 147. Romance de una niña que robaron en un valle ( estr.) 321 148. Horroroso crimen cometido por unos padres que matan a su hijo sin saber que lo era ( estr.) 321 149. Joven de 19 años y hombre de 43 sentenciados a muerte ( estr.) 322 150. Castigo de Dios por haber tirado a una Santa Cruz ( áo + áa) 322 151. Horrendo crimen cometido en Zaragoza ( estr.) 323 152. Dionisia Pérez Losada ( áa) 323 c) Pliegos locales , 325 153. Incendio en el « Costa del Caribe » ( estr.): 2 versiones 325 154. Hundimiento del « Costa de Marfil » ( estr.) 327 155. Pérdida del « Guadarrama » ( estr): 2 versiones 330 156. Suceso de « La Astelena » ( estr.): 2 versiones 332 157. Repugnante y horroroso crimen cometido por un joven de 20 años con una anciana demente ( ó + áa) 333 158. Horrible asesinato cometido en la ViHa del Paso ( áa + ó) 333 159. Robo de la Virgen de Guadalupe ( ía + áa) 334 IIL Referencias bibliográficas 337 I\^ índices 343 1. Romances por orden alfabético 345 14 2. Primeros versos 349 3. Informantes y romances ofrecidos 355 4. Informantes por localidades y municipios 365 5. Recolectores y romances recolectados 371 15 I. D E i A GRACIOSA LA BOCA I IVA 1. Sobre el título de este Ubre No es este el primer libro que se publica sobre el romancero de Lanzarote, ni siquiera el primero que lleva en el título, explícitamente, el término Romancero y la expresión de Lanzarote. Por ello requiere una aclaración. De todas las islas canarias, curiosamente, ha sido la de Lanzarote la que ha contado con mayor número de publicaciones sobre su romancero. Y, sin embargo, entendíamos nosotros que en ninguna de ellas se daba noticia suficiente y representativa del verdadero estado de la tradición romancístlca de la isla, en unas por insuficiencia de textos y en otras por falta de sistematicidad en la exposición de los textos recolectados. Para reparar la primera carencia fue que decidimos nosotros mismos hacer una nueva recolecta de romances en la tradición oral de Lanzarote, insistiendo especialmente en los lugares que antes no habían sido explorados y preguntando con más insistencia por los temas no representados en las colecciones publicadas, y para dar una visión completa y sistemática del romancero de Lanzarote es que publicamos este nuevo Romancem. El título de Rofíiancero General compromete a mucho, y debe justificarse. Primero, debe ofrecer la garantía de que en él se contienen o, al menos, se da noticia de todos los textos romancísticos recogidos en el territorio del que el Romancero trate, tanto sea de los ya publicados como de los inéditos de los que se 21 tenga noticia. Segundo, debe presuponer que en él está bien representada la verdadera tradición romancística de ese territorio, esto es, que las exploraciones de campo realizadas han sido suficientes y que en ellas se contiene « el todo » de esa tradición. No es que nunca más puedan recogerse nuevas versiones de romances en ese territorio, incluso que pueda aparecer algún nuevo tema no aparecido hasta entonces, pues bien sabemos que el filón de la tradición oral nunca llega a explotarse por completo, pero, en todo caso, esas nuevas versiones o ese nuevo tema no modificarían en nada la visión general ofrecida con anterioridad. Con esos presupuestos y con ese convencimiento publicamos ahora este Romancero General de Lanzarote. En él se reúnen bajo una única clasificación sistemática tanto las versiones de romances inéditas, procedentes de nuestra recolección y de otras varias, como las versiones de los romances ya publicadas, y éstas bajo dos fórmulas diferentes: bien con la reedición de sus textos íntegros, cuando las circunstancias lo aconsejan, bien dando su referencia completa, cuando son versiones de un romance especialmente abundante en la tradición de Lanzarote y resultan redundantes. Con ello procedemos de la misma manera a como lo hemos hecho en el resto del archipiélago canario, de tal manera que la isla de Lanzarote pueda tener su propio Ron) ancero, como ya lo tiene el resto de las islas^ y con los mismos : cHÍterios editoriales. Y es justamente la de Lanzarote la última en tenerlo, porque, por nuestra parte, al contar con las recolectas y publicaciones dichas, y ante el hecho cierto de la desaparición paulatina de la tradición, pensamos era prioritaria la dedicación a otras islas en las que nunca se habían hecho recolecciones de romances. Con ello vemos culminado un ambicioso proyecto iniciado en 1980, que hemos hecho explícito en múltiples ocasiones, y que consistía en que, dada la extraordinaria riqueza de la tradición romancística de las Islas, y la notable diversidad con que esa tradición vivía en cada una de ellas, cada isla del archipiélago canario pudiera contar con un Ron^ ancero que diera cuenta suficiente de la tradición local, y tanto de las versiones de romances recogidas en tiempos anteriores ( en algunos casos, desde principios del siglo XX), como, sobre todo, deja tradición más reciente, a partir de recolectas sistemáticas programadas con ese fin. Un proyecto que, por nuestra parte, iniciamos en la isla de Gran Canaria, con la publicación de dos volúmenes de romances, el primero dedicado monográficamente, por la abundancia de materiales, a la zona del sureste ( Trapero 1982) y el segundo al resto de la isla ( Trapero 1990); seguido de la publicación de los Romanceros de la isla de El Hierro ( Trapero 1985), de La Gomera ( Trapero 1987, y segunda edición, revisada y muy aumentada, en Trapero 2000a), de Fuerteventura ( Trapero 1991) y de La Palma ( Trapero 2000b). Pero el proyecto lo había iniciado Diego Catalán en ' Falta propiamente un fiomoncero de Tenerife, pero puede decirse que la tradición romancistíca de esa isla está bien representada en el volumen primero de La fiar de la morañuefá, dedicado por entero a Tenerife. Por nuestra parte, hemos hecho encuestas en determinadas zonas de la isla tinerfeña no exploradas anteriormente, cuyos resultados esperamos dar a conocer pronto, a fin'de que puedan completar la visión romancística de tan importante isla, la mayor del archipiélago, junto a otras colecciones recogidas con posterioridad a la publicación de lo por y que continúan inéditas o han sido dadas a conocer en publicaciones locales de diUcil accesibilidad. 22 © Del doojmento, los autores. DiglEslizadán realizada por ULPGC. BibHoieca Untversiiafia, 2Ü06 1969 con la publicación de La fior de ¡ a marañuela, concebido entonces como la « primera parte » de un « Romancero general de las Islas Canarias » . Hoy, con la publicación de este Romancero de Lanzarote, podemos decir que se completa el proyecto ideado por Diego Catalán, y que las Islas Canarias cuentan con el Romancero más nutrido no sólo de España sino de todo el Mundo Hispánico, pues bien se sabe que en el asunto del romancero debe siempre elevarse la vista para considerarlo como un fenómeno no meramente español, sino « hispánico » . 2. La isla de Lanzarote El archipiélago canario no está formado por 7 islas, como suele decirse, sino por 7 islas principales más una serie de islas menores, islotes y roques. Y es del todo pertinente hacer esta precisión aquí, puesto que, justamente, la « octava isla » , La Graciosa, con población estable y fija desde finales del siglo XIX, pertenece administrativamente a Lanzarote y en ella hemos recogido también algún romance para este Romancero. Los otros territorios marinos que pertenecen a Lanzarote son las islas de Montaña Clara y Alegranza y los Roques del Este y del Oestel En ninguno de estos últimos hay población, y por tanto tampoco romances, pero sus nombres sí aparecen en el romancero de Lanzarote como escenario en que ocurrieron determinadas historias de mar que merecieron ponerse en verso romance. Tiene la isla de Lanzarote 846 km^ ( 885 km^ contando con la superficie de los islotes próximos), está situada entre los 28° y 29° de latitud norte y los 13° y 14° de longitud oeste y tiene una población actual aproximada de 106.000 habitantes. Es la isla más nororiental del archipiélago. Su cercanía al continente africano propició el que en Lanzarote, y especialmente en su capital Arrecife, se desarrollara una importante flota pesquera ( con sus derivaciones conserveras) que faenaba en la costa sahariana. Hoy, cuando redactamos estas líneas ( enero de 2002), mermada aquella actividad pesquera, la cercanía de África se hace notar cada día en Lanzarote con la arribada a sus costas de innumerables inmigrantes « ilegales » que cruzan el océano en precarias barquillas llamadas « pateras » . 2.1. Su naturaleza única Como las demás del archipiélago, Lanzarote es de origen volcánico, pero ésta es la más volcánica de todas, la de vulcanismo más reciente y espectacular, la « isla de los volcanes » por excelencia, que esa es una de la denominaciones que recibe en los reclamos turísticos. No todos sus suelos son recientes, pero las lavas y cenizas salidas de sus dos últimos procesos eruptivos, el primero de ellos entre ' « Archipiélago Cliinijo » ha empezado a llamarse a este conjunto desde hace poco, y con tal denominación aparece ya en los libros de geografía del archipiélago. Qiinijíi es palabra común y popular en Lanzarote, usado con el significado de ' niño pequeño', de uso sólo para los niños, con valor afectivo, pero nunca se usó para denominar a los islotes del norte. Asi que lo de AídtííMto^ Ojínifo es denominación neológica y " erudita", pero no popubr de lanzarote, que siempre ios ha llamado los Islotes''. 23 1730 y 1736, en la zona de Timanfaya y de las Montañas del Fuego, y el segundo en 1824, en la zona de Tao y de Tinguatón, y que han afectado aproximadamente a un tercio de su territorio, han hecho que el paisaje de Unzarote sea considerado único en el mundo. De ahí que no sólo cuente con un « Parque Nacional » , el de Timanfaya ( declarado en 1974), sino que la isla entera haya sido declarada « Reserva de la Biosfera » ( en 1993), una distinción que la Unesco concede sólo a aquellos lugares del mundo que son modelos armónicos de convivencia del ser humano con su entorno ambiental. Mas no todo su paisaje es uniforme, ni mucho menos. Unzarote es la isla más « baja » del archipiélago, teniendo sus alturas mayores en las partes extremas de la isla, que a su vez son las de mayor edad geológica ( de unos 18 millones de años): al norte con el macizo de Famara ( Peñas de Chache, 670 m.) y al sur con el macizo de los Ajaches ( con El Castillejo, 632 m.). En la parte central se suceden unos paisajes cubiertos por el volcán, algunos de los cuales han sido ya plenamente dominados por el hombre, convirtiéndolos en terrenos fértiles para el cultivo, como la zona de Los Valles o de La Geria, mientras que otros siguen cubiertos de lavas impracticables, como todo el territorio de Timanfaya, con otros paisajes invadidos por el ¡ abíe ( arenas de origen marino), como en varios lugares de la M , pero especialmente en la vertiente noroeste de La Caleta y de Teguise. El paisaje es siempre consecuencia de un clima, y éste de unas circunstancias complejas que actúan a la vez y en cadena. La falta de alturas en la isla hace que los vientos alisios, que son los causantes principales de la lluvia y de la humedad en el archipiélago, pasen por encima de las tierras de Lanzarote sin afectarla. Y la falta de lluvia es la causante de la falta de vegetación. De manera que las tierras de Lanzarote tienen un clima semidesértico y una ausencia casi total de vegetación ( salvo el palmeral de Haría y poco más, las únicas manchas veces que pueden verse en Lanzarote son producto moderno de la replantación y del riego permanente). Y sin embargo, el campesino lanzaroteño ha desarrollado una agricultura que es admiración del ingenio y de la adaptabilidad al medio: en los terrenos cubiertos por las arenas volcánicas [ rofe lo llaman en la isla) cultivan la vid, los cereales, las cebollas y otros productos, y en los terrenos cubiertos por las arenas marinas ijabk lo llaman) cultivan batatas, sandías y melones; y donde había abundancia de chumberas introdujeron el cultivo de la cochinilla. Cierto que la mano del agricultor lanzaroteño no puede limitarse a plantar y sembrar, sino que antes ha de dedicarse a preparar el terreno, y ésta es tarea que requiere dedicación trabajosa y mimosa a la vez. Primero debe buscarse la tierra para que la planta germine, después deben cubrirse los sembrados con rofe para conservar la humedad y finalmente deben protegerse del viento permanente, bien con hoyos en que enterrar cada planta, bien con semicírculos o paredes de piedra, bien con pequeños setos de mies seca { bardos los llaman). El resultado de todo ello conforma un paisaje sorprendente, único, inédito y bellísimo. 24 © Del doojmento, los autores. DiglEslizadán realizada por ULPGC. BibHoieca Untversiiafia, 2Ü06 2.2. El fenómeno turístico Se puede hablar de un Lanzarote anterior y de otro Lanzarote posterior al fenómeno turístico que en la isla se ha implantado en el último tercio del siglo XX, tanto por lo que se refiere a la modificación de su naturaleza como por la influencia que ha tenido en sus habitantes. El aumento espectacular de población se produce a partir de los últimos años de la década de los 70 del siglo XX, pasando de 44.000 habitantes en 1975 a cerca de 90.000 en el año 2000. Es decir, que en tan solo 25 años se ha duplicado la población de la isla. Este aumento vertiginoso de población, siendo ésta, además, de procedencia tan varia, ha acabado por desfigurar la identidad de la isla, y con ella, también, su personalidad cultural tradicional. Porque a esta población estable hay que sumar los casi dos millones de turistas que visitan cada año la isla, y ellos no suelen estar quedos, sino que, invitados por los extraordinarios atractivos que Lanzarote tiene, la recorren de continuo en todas las direcciones, con lo cual, de aquella quietud y hasta soledad que la isla ofrecía al visitante, se ha pasado a una vorágine de coches y autocares, de carreteras y autopistas y de colas y multitudes que se encuentran por doquier. Un personaje verdaderamente singular tiene la historia reciente de Lanzarote a quien se debe lo que de excelente ha conservado la isla, y quien, a la vez, ha evitado su deterioro irremisible: César Manrique ( 1919- 1992). A César Manrique se debe el « descubrimiento » moderno de Lanzarote: él fue quien hizo cambiar la valoración que la isla ofrecía tanto al visitante foráneo como, sobre todo, al poblador nativo, y lo hizo con sus actuaciones geniales sobre la naturaleza de la isla ( descubriendo y ensalzando bellezas que estaban ocultas), a la vez que creando conciencias y actitudes nuevas frente al paisaje de la isla. « En Lanzarote se ha trabajado a un nivel de entrega total, en contacto íntimo con su geología, entendiendo su trama y su organismo vulcanológico, logrando el milagro del nacimiento de un nuevo concepto estético, para crear una mayor capacidad del arte e integrarlo en todas sus facetas en una simbiosis totalizadora, como he repetido: vida- hombre- arte » ( Gómez Aguilera 1995: texto 116). Estas son palabras del propio César Manrique, quien siempre estuvo guiado en sus acciones por una profunda y coherente convicción de armonía con la naturaleza: « La perfección y el equilibrio de esta naturaleza pulida por millones de años es la lección más sabia para el hombre » , también dejó dicho ( ibid:. texto 105). El Lanzarote que existía antes de César, ya lo miremos con los ojos del recuerdo o a través de un álbum de fotografías antiguas, se nos presenta « feo » , desértico, con escombreras y terrenos desordenados, sedientos, sin la más leve sombra vegetal, los pueblos sin urbanizar, las casas descuidadas en su ornamento, los caminos polvorientos, los hombres humillados en las duras tareas del campo, malvestidos y remendados, y las mujeres tapadas « hasta las cejas » ... Es el Lanzarote reflejado, por ejemplo, en la novela Moraría de Rafeel Arozarena ( 1983), 25 según la isla que el autor conoció en la década de 1940, siendo empleado de telégrafos. Claro que ese Lanzarote encerraba en esa « fealdad » esencias admirables que el propio Arozarena supo ver muy bien. Como también las supo ver dos décadas antes que él — y, literariamente, mejor que nadie— Agustín Espinosa, cuando llegó a Lanzarote como Comisario para el recién creado Instituto de Segunda Enseñanza de Arrecife, y que dejó reflejadas en su Lancelot, 28°- 7° ( 1988). Por el contrario, el Lanzarote posterior a César se nos presenta como un prodigio de armonía, dentro de su excepcional exotismo, en que tanto cuenta lo que la naturaleza ha puesto como lo que los hombres que la habitan han creado. Con el limpio negro de sus suelos contrastan las blanquísimas construcciones de su arquitectura rural tradicional; a las lavas inhóspitas de sus malpaíses suceden, entremezclándose con ellas, las tierras « enarenadas » que los campesinos han habilitado para sus cultivos; las líneas uniformes y lisas de sus suelos se rompen cuando se llega a La Geria y un mar de cavidades se extiende por laderas y llanos en prodigiosas simetrías; la vida surge de vez en cuando, en medio de los malpaíses, en forma de alguna palmera solitaria, altiva aunque escasa de flora, y el contraste, por inesperado, las hace hermosísimas; en fin, poetas y narradores ha tenido la isla de Lanzarote que han cantado ya las maravillas con que la naturaleza la^ ábtó y sus hombres las incrementaron. Afortunadamente, la voz y el ejemplo de César Manrique han sobrevivido a su muerte y hoy siguen estando presentes a través de la Fundación que lleva su nombre desde 1992, unos meses antes de su muerte. Las actuaciones de la Fundación « César Manrique » en favor de la conservación del patrimonio ambiental de la isla, y sobre todo en la creación de una conciencia colectiva insular conservacionista y de respeto a la naturaleza, le confieren una autoridad moral capaz de crear opinión y convertirse en modelo de actuación; en suma, en ser guía de dignidad. 2.3. Su división administrativa La isla de Lanzarote está dividida administrativa en 7 municipios, de norte a sur: Haría: con los núcleos poblaciones principales de Haría, de Mala, Arrieta, Máguez, Ye y Órsola. Teguise: con los núcleos principales de Teguise, Guatisa, Teseguíte, Tahíche, Nazaret, Los Valles, La Caleta, Soo, Tiagua, Tao y Mosaga. A ellos hay que añadir Caleta del Sebo, único núcleo de población estable de la isla de La Graciosa, con unos SOO habitantes. Arrecife: que contiene sólo la capital de la isla, más algunas urbanizaciones residenciales de creación moderna, y en donde vive la mitad de la población insular. Vale decir aquí que Arrecife no ha sido siempre la capital de Lanzarote, sino sólo desde la mitad del siglo XIX, en detrimento de la capitalidad histórica de Teguise, que lo fue desde la conquista, a principios del siglo XV. 26 San Bartolomé: con los núcleos poblacionales principales de San Bartolomé, Montaña Blanca y Güime. Tinajo: con los núcleos principales de Tinajo, La Santa, El Cuchillo, Tinguatón y La Vegueta. . Tías: con los núcleos principales de Masdache, Vega de Tegoyo, La Asomada, Mácher y Puerto del Carmen. Yaisa: con los núcleos principales de Yaisa, Uga, Las Breñas y Femés. Algunos de estos núcleos de población citados son de desarrollo muy reciente, al amparo del vertiginoso desarrollo turístico que la isla ha tenido, y que poco o nada han tenido que ver en el mapa del romancero lanzaroteño, por cuanto sus nuevos habitantes, venidos del mundo entero, ni siquiera han oído hablar del fenómeno « romancero » , caso de Playa Blanca, en el mun. de Yaisa, de Playa Honda, en el mun. de Arrecife, de Costa Teguise, en el mun. de Teguise, y, en gran medida, del Puerto del Carmen, en el mun. de Tías, aunque de este último lugar, cuando aún se llamaba La Tinosa, Angelina Hernández Millares alcanzó a tener dos excelentes informantes de romances de los que aquí damos cuenta. Además, ha habido un « corrimiento » del peso mayor de la población, de manera que si antes ocupaba las zonas del interior de la isla, hoy ocupa las zonas de costa, engrandeciendo hasta límites insospechados pequeños núcleos antiguos, como Puerto del Carmen, o creando urbanizaciones turísticas totalmente nuevas, como Costa Teguise, Playa Honda o La Santa Sport. Una virtud ha tenido, no obstante, este fenómeno, y es que, en cierta medida, ha respetado ( al menos hasta ahora) la identidad singularísima de los pueblos del interior ( digamos: Teguise, Yaisa, Uga, Tao o Haría). 2.4. Su folclore literario y musical Posiblemente, Lanzarote sea la isla más afectada por la pérdida de los valores tradicionales de todo el archipiélago, y la poesía popular de tradición oral es, sin duda, de los más afectados. No queremos decir que no queden aún vestigios de su romancero o que no sea interesantísimo su cancionero, pero sí que es la isla en la que con mayor esfuerzo se puede aún encontrar informantes que recuerden viejos romances, en que se cante de manera espontánea ( fuera de los típicos grupos fol-clóricos, por otra parte extraordinarios, que tiene Lanzarote), en que aún sea posible oír relatos en décimas y menos aún en que pueda localizarse a un decimis-ta local. Es lo cierto que cuando en estos últimos años hemos hecho encuestas de campo en busca de la auténtica poesía popular lanzaroteña, hemos tenido la sensación de hallarnos en un territorio azotado por unos vientos de modernidad que se están llevando todo testimonio de tradición antigua. No fue nuestra intención en las encuestas de campo que hicimos en la isla recoger todos los géneros poéticos que viven en su tradición oral, sino sólo el romancero, mas no desechamos nada de lo que se nos ofrecía, y en las encuestas 27 de este tipo suele aparecer cuanto en la tradición hay: romances, cantares, coplas, décimas, adivinanzas, oraciones, conjuros, cuentos, leyendas, dichos... Admirable es la riqueza y la poeticidad del cancionero popular de Lanzarote, al estilo de la mejor tradición antigua, como muestran estas dos coplas: Pensando estoy qué decirte y el ' maginar me detiene: hablen contigo mis ojos, ya que mis labios no pueden; Eres como la veleta, la que está sobre la torre: viene un viento y otro viento y a todos les corresponde. Y sorprendente es. también la persistencia en Lanzarote de la tradición de las décimas. Éstas ocupan todas las manifestaciones que las décimas han llegado a tener en Canarias, tanto, en primer lugar, por su naturaleza improvisada o conl) poesía « memorial » , como, en segundo lugar, por su procedencia, venidas de Cuba o nacidas del ingenio de algún poeta local. Las hemos encontrado de todos los tonos y temas: humorísticas, satíricas, amorosas, novelescas y patrióticas; referidas a acontecimientos modernos, como las hechas al hundimiento del Valbanera, ocurrido en 1919, o al temporal de La Gomera del año 1941, o antiguas del siglo XVIII, y dentro de éstas, algunas en glosa. En fin, hemos hallado en Lanzarote la prueba más elocuente de la convivencia de dos géneros de historias y poéticas tan diferentes como son el romance y la décima: la solución « sincrética » , en metro de décima, del romance hispánico de La serrana y de la décima criolla cubana de La vueltabajera: En tierras del rey de España una serrana pasea más fresca que una mañana en la alegre primavera. Y le pregunté que si era nacida de la cabana. — No señor, de la montaña que a lo lejos se divisa, donde combate la brisa y la rica flor de la caña. Otra tradición queda verdaderamente admirable y singular de Lanzarote, y de un particular interés para el folclore general de Canarias, que son los ranéos de 28 pascua. A ellos dedicaremos un capítulo aparte por la importancia que en sí mismo tienen y por la relación que también tienen con el romancero. Mención especial merecen también los « cantares » ( hechos en forma de seguidillas) que compuso Víctor Fernández, poeta popular de Las Breñas ( ay. Yaisa), que vivió e hizo su obra entre la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, conocidos popularmente como las Coplas deí Salinero ( por haber sido su autor trabajador en las Salinas de Janubio). Tienen sus « cantares » un muy marcado acento de denuncia social, pero tienen también el aroma de la auténtica poesía popular, por eso algunas de sus coplas se han popularizado yviven ya en la tradición oral, además de haber sido musicados por los Sabandeños. En realidad, Víctor Fernández « el Salinero » debió ser un buen « armista » ; esto quiere decir, en Lanzárote, un buen improvisador de versos. Y de tales « armistas » debió abundar en Lanzárote, bien fuera en forma de seguidillas, como « el Salinero » , bien en forma de décimas, bien en forma de coplas o de dísticos, específicos éstos de los Ranchos de Pascua. No conocimos nosotros personalmente a ningún « armista » en el momento de hacer nuestras encuestas, pero sí que recogimos noticias de la existencia de muchos de ellos, y hasta algunos de sus versos, conservados unos por escrito y otros en la memoria popular. No hubo en Lanzárote, sin embargo, fuera de la muy específica de los Ranchos, una o unas actividades colectivas particulares en que se manifestara su foldore literario y musical, y especialmente su romancero, como sí lo tuvieron otras islas, como Fuerteventura en las « pionádas » que se formaban para arrancar el trigo y la cebada, o como La Gomera en el « baile del tambor » , o como La Palma en el baile del « sirinoque » , o como El Hierro en el canto de « la meda » . Algunos de nuestros informantes lanzaroteños nos hablaron también de los cantos que se hacían en las « pionádas » de las arrancadas de trigo y cebada, pero éstos debían pertenecer al cancionero, no al romancero, pues de lo contrario se hubiera conservado su música, cosa que, como veremos en el capítulo 6, no ha ocurrido. Otra cosa es que en Lanzárote los romances surgieran de manera más fluida en las labores artesanales de las « rosas » , pero en este caso recitados, no cantados. 2.5. La agonía de sus tradiciones Posiblemente sea Lanzárote la isla del archipiélago que más ha sufrido los cambios sustanciales que la industria del turismo ha provocado en los suelos canarios y en la mentalidad de sus hombres. La sensación que nosotros sentimos en Lanzárote, en el momento de hacer nuestras encuestas de campo romancísti-cas, de haber llegado a un territorio que había perdido- definitivamente sus raíces de tradición no la habíamos sentido en ninguna otra isla, ni siquiera en Gran Canaria, aparentemente más « castigada » por el turismo, pero en donde, al menos, quedan determinados ámbitos rurales conservadores. En Lanzárote, no; 29 la « isla de los volcanes » está toda ella totalmente « colonizada » por los nuevos tiempos y los nuevos usos sociales impuestos por la industria avasalladora del turismo, sin que quede un mínimo rincón, ni aun el más apartado de la isla ( digamos Femés, Ye o Soo), que pueda mostrar en los tiempos actuales el tipo de vida que le fuera tradicional hasta hace tan solo 35 años, digamos hasta finales de la década de los 60 del siglo XX. Y eso ha tenido repercusión también, jy de qué forma!, en el romancero, que no fue sino una de las tantas manifestaciones populares ( culturales, pero no por ello menos populares) identificadoras de los pueblos todos de Canarias, lo mismo que de España y del Mundo Hispánico. Es evidente que la sociedad lanzaroteña que hoy, a comienzos del siglo XXI, podemos ver en la isla es muy distinta de aquella que pudo transmitir el conjunto poético que aquí llamamos Romancero General de Lanzarote, y que vivió hasta la segunda mitad del siglo XX. En cualquier lugar de este nuestro Mundo Hispánico podría hablarse de la agonía del romancero, una agonía que ha venido presagiándose desde largo tiempo atrás, y que resulta ya irremediable, pero dudo que haya un lugar en donde esa agonía se haya producido de manera tan brusca como en Lanzarote. Así que ofrecer hoy a la isla un Romancero, aunque sea en forma escrita, cuando se recogió por vía oral, es como devolverle un gran tesoro, (^ e le perteneció, hoy totalmente desvanecido por el viento implacable de la modernidad y que será imposible de volver a oír. 3. Noticia de la historia de la recolección de romances en Lanzarote 3.1. Las Cafas de Sebastián Sosa Barroso Los primeros romances publicados de la isla de Lanzarote fueron los que Sebastián Sosa Barroso dio a conocer en 1966 en un librito titulado Calas en el romancero de Lanzarote. Los primeros publicados, decimos, aunque no sabemos si los primeros recogidos, pues en ningún lugar deja constancia el autor de las fechas de su recolección. Por el contrario, según consta en las referencias de La flor de la marañuela, los romances recogidos por Lylia Pérez González lo fueron en 1960 y los de María Victoria Izquierdo en 1963. Posteriormente, han venido a nuestro conocimiento, y a nuestras manos para su inclusión en este Romancero, una colección de romances lanzaroteños recogidos por Angelina Hernández Millares entre 1962 y 1963. Como quiera que los romances recogidos y publicados por Sosa Barroso fueron, a su vez, publicados en La flor de la marañuela, junto a otros, y el propio Sosa Barroso ha vuelto a reeditar su colección recientemente ( en el año 2000), aunque con importantes modificaciones, atenderemos primero a aquella. 30 3.2. La flor de la marañuela En 1969, Diego Catalán publicó La flor de ¡ a marañuela, el tomo I ( en dos volúmenes) de lo que él proyectaba como un « Romancero general de las Islas Canarias » , como confiesa en el prólogo y como incluso figura en el título. En él aparecían reunidos, por islas, todos los romances recogidos y conocidos hasta esa fecha. Los romances de Lanzarote aparecen en el segundo volumen, reunidos como « Décima Flor » , procedentes de las recolecciones hechas por Sebastián Sosa Barroso, Lylia Pérez González, Tomás Rodríguez Clavijo ( para la colección de María Jesús López de Vergara), Sara Robayna Robayna y María Victoria Izquierdo. En total, el ramillete de romances de Lanzarote estaba formado por 67 versiones correspondientes a 40 temas romancísticos, representativos de todos los tipos en que Catalán clasificó entonces los romances canarios ( a saber: « tradicionales » , « infantiles » , « religiosos tradicionales » , « religiosos tardíos » , « de ciego popularizados » y « de pliego de cordel » ) y procedentes de 11 localidades lanzaroteñas, de la siguiente manera: de Arrecife, 21 versiones, de Haría 10, de San Bartolomé 8, de Mala 7, de Tías 4, de Soo 3, de Teguise 3, de Tao 1, de La Caleta de Famara 1, y sin lugar determinado, 8. De todos ellos, la colección más importante era la de Sosa Barroso, publicada, como hemos dicho, unos años antes, en 1966, con el título de Caías en el rorr) ancero de Lar) zarote. De este librito da cuenta Diego Catalán en su prólogo a La flor de la marañuela ( I, pág. 46), aunque lamentando que su autor hubiera incluido en él cuatro textos « falsamente » considerados como tradicionales: dos romances viejos aprendidos de libro ( « Mañanita de San Juan » , pág. 30, y « El prisionero » , págs. 31- 32) y dos composiciones poéticas cultas ( « Desvelo de la Virgen bordadora » , págs. 71- 73, y « Quién fuera el jilguerillo » , pág. 74). Descontando, pues, estos cuatro textos, las versiones de la colección de Sosa Barroso fueron 28, correspondientes a 19 romances tradicionales. Las otras versiones romancísticas procedentes de Lanzarote incluidas en La flor de la marañuela se debieron a la labor recolectora de un grupo de alumnos de la Universidad de La Laguna, impulsados por Diego Catalán, recién llegado entonces a la Universidad canaria. Ellos fueron, por orden de importancia de cada una de sus respectivas colecciones: Lylia Pérez González, qué recogió 19 versiones correspondientes a 16 temas romancísticos. Sara Robayna Robayna: 7 versiones de otros tantos temas romancísticos. María Victoria Izquierdo: 6 versiones de otros tantos temas romancísticos. Tomás Rodríguez Clavijo ( para la colección de María Jesús López de Vergara), 4 versiones de otros tantos temas romancísticos. Además, Diego Qtalán incluye un nuevo texto romancístico lanzaroteño, recogido a principios del siglo XX por un tal Batllori ( sin más datos) y remitido a don F ^ ó n Menéndez Pidal en 1906 ( el n° 138 de nuestro Rmancerof. ^ íguahnente, los romances recogidos por cada uno de didios recotectaxes se Kpeciíksíi en el ímfee de recotectores, con h nunwradón correspoiHKente < píe aquí ( « damos. 31 Los únicos recolectores que consignan la fecha de las encuestas son Lylia Pérez González ( en octubre de 1960) y María Victoria Izquierdo ( en julio de 1963); pero todos ellos, incluido Sebastián Sosa Barroso, debieron hacerlas entre 1960 y 1965, y dentro del impulso y del estímulo promovidos por Diego Catalán desde su Cátedra de la Universidad de La Laguna. Llama la atención que en ninguna de esas pequeñas colecciones aparezca ni uno sólo de los romances que aquí clasificamos como « vulgares popularizados » y tan sólo dos o tres de los « de pliego » , lo que extraña mucho, pues cualquier recolector que ahonde un poco en las entrevistes se los encontrará sin remedio; aunque lo que pudo haber pasado es que, en efecto, se recogieran, pero fueran descartados por el editor de La flor. 3.3. El Romancero de Jesús María Godoy Entre 1986 y 1987, Jesús María Godoy Pérez publicó tres libros con textos poéticos ( y en menor medida también prosísticos) extraídos de la tradición de Lanzarote: en 1986 los titulados El « sabei » popular de Lanzarote ( 1986a) y Curar) dería y Cancionero de Lanzarote ( 1986b), y en 1987 el titulado Romancero Lanzarote. Quizás por el lugar y la forma de su edición, como « suplemento » del periódico local La voz de Lanzarote, no han llegado a tener una difusión^ uera de la isla, y a su conocimiento se puede llegar casi únicamente por contactos con el autor, pues no figuran en registro bibliográfico alguno ( salvo los que nosotros mismos hemos hecho) ni están en las bibliotecas públicas. Jesús María Godoy fue profesor de Literatura de un Instituto de Bachillerato de Arrecife de Lanzarote, y desde él, auxiliándose de sus alumnos de toda la isla, hizo exploraciones en el mundo de la literatura tradicional de Lanzarote, sobre todo entre los años 1966 y 1972, tiempo en que la isla estaba aún lejos del desorbitado desarrollo turístico actual que ha arrumbado su vida tradicional y tiempo en que todavía se vivía « como siempre » . Nada tenemos en contra de la práctica de apoyarse en los alumnos para realizar una encuesta sobre las tradiciones orales, también nosotros la hemos usado; al contrario, ofrece grandes ventajas tanto para el profesor como para los alumnos. Para los alumnos porque así descubren que el mundo de la « literatura » tiene también otro ámbito que no es en exclusiva el de los libros y el de las bibliotecas, que está vivo y a veces en sus propias casas, que es « texto » que también merece ser llevado al aula como tema de estudio; en definitiva descubren el valor de la literatura oral. Para el profesor, porque se ve ayudado en una tarea que resulta siempre inabarcable, y porque, de una manera natural, sus alumnos,, preguntando a los más cercanos de sus familiares y vecinos, le van a dar pistas e indicios de informantes y de temas en los que convendrá después detenerse. Siempre, pues, que el profesor dirija y controle de cerca el proceso de recolección de sus alumnos y vaya después por sí mismo a los lugares e informantes que han destacado por alguna razón, la experiencia no es sino enriquecedora y digna de ser practicada. Pero es absolutamente necesaria la condición descrita. Y 32 esta la cumplió bien Jesús María Godoy, según rezan sus « notas » sobre la procedencia de cada una de los textos recogidos. La dedicación de Godoy en el campo del romancero, primero, y después en el de la literatura oral, en general, de Lanzarote, fue impulsada por Sebastián Sosa Barroso, que fue su profesor en la Universidad de La Laguna y compañero después en el Instituto de Arrecife, según cuenta éste en el prólogo que hace al Romancero de Godoy ( 1987: 2- 4). Pero se debe también, según nos cuenta el propio Godoy ( 1986a: 3), a haber sido él testigo de las exploraciones lingüísticas que investigadores de la talla de Manuel Alvar, Dámaso Alonso, Francisco Ynduráin y otros hicieron en la isla, y darse cuenta de que en esas investigaciones quedaban fuera temas « extralin-güísticos » que merecerían también atención, como por ejemplo, el folclore. Un trabajo como el de Jesús María Godoy no sólo nos merece el respeto de toda obra hecha con dedicación y con amor ( y esta ha requerido de muchísima dedicación y de no menor amor a las tradiciones y al pueblo que las ha mantenido), sino también el reconocimiento y la alabanza por haber logrado una colección tan estimable de textos verdaderamente tradicionales, cuando tan difícil es lograrlos, por lo que significa haber salvado para la historia de la isla una parte sustancial de su cultura tradicional secular Pero el rigor intelectual exige, a la vez, poner la crítica en el lado del método y, sobre todo, en ei de la « edición » de los materiales recolectados. Es loable, por otra parte, la actitud del autor — confesada a través de su prologuista— de poner su libro « abierto a cualquier tipo de trabajos de crítica » ( Godoy 1987: 1), como debe ser, pues el conocimiento no es sustancia que pueda estar en recipiente cerrado, sino abierto a nuevas aportaciones y a nuevos puntos de vista: « sólo entre todos lograremos saberlo todo » , es adagio que revela una gran verdad, sobre una gran dosis de humildad. En esos tres libros reseñados de Jesús María Godoy, que debieron nacer de una misma planificación, no están bien delimitados, sin embargo, los límites que corresponden a cada uno de los géneros literarios orales que se quiere mostrar. Por ejemplo, si a uno de ellos se le titula Romancero, cualquier lector ( y más cualquier estudioso) esperaría que en él hubiera sólo « romances » , y no décimas, como ocurre en toda la sección cuarta de ese libro ( págs. 150- 216), por mucho que en otro lugar el autor confiese que las décimas han venido a sumarse en Canarias a la tradición del romance ( 1986a: 6), cosa en la que no estamos de acuerdo: las décimas han venido, en todo caso, en Canarias, a sustituir al romance. Cierto es que el género « romance » , más cuando se trata del romancero oral, es de límites muy imprecisos, pues en él han concurrido expresiones poéticas de lo más variopinto, pero al menos éstas deberán tener la forma estrófica de « romance » , es decir, la de ser una « serie » en verso ( o hemistiquio) octosilábico y con rima asonante en los versos ( o hemistiquios) pares. Por otra parte, deberíamos esperar que toda la colección de romances de Lanzarote estuviera en ese libro titulado Romancero; pero no ocurre así, pues romances aparecen también en los otros dos libros. En el de fl « sabe) popuhr se 33 repiten multitud de ellos, en las mismas versiones que aparecen en el Romancero, aunque muchos de ellos de forma fragmentaria; y esa es tarea que debe descubrir el lector ( el estudioso), porque el autor no lo advierte en ningún caso, con lo que el lector descuidado podrá suponer que se trata de nuevas versiones que sumar al repertorio romancístico de Lanzarote. Y en el titulado Curandería y cancionero lanza-roteños aparece también un romance — uno solo en este caso—: « Los mandamientos de amor » ( que Godoy titula « Cantar de los diez mandamientos » , págs. 97- 98), romance de tipo vulgar moderno, muy popular en la tradición oral española ( también en la canaria). Comentarios y " crítica aparte merece la organización que Godoy hace de los materiales recolectados, pues es bien sabido que en asunto que trate de colección de textos tradicionales, la organización que éstos tengan dentro del conjunto, es decir, su estructura, el que cada texto aparezca en el lugar justo en que debe estar, es cuestión básica. No hay, es cierto, un criterio uniforme y único sobre tema tan complejo como el de la clasificación de los romances, pero sí modelos que han sido seguidos por los máximos especialistas en el estudio del romancero, desde Menéndez Pidal hasta las modernas publicaciones de la Fundación que lleva su nombre, bien conocidos — o que debieran ser bien conocidos— por todos Ic^ estudiosos del género. Y en la fecha en que Godoy publicó su Romancero de Lanzarote ya existía bibliografía suficiente para tomarla como modelo, y bien cercana además. La flor de la maramela, el primer romancero general de las Islas Canarias, publicado por Diego Catalán en 1979 y que el propio Godoy debía conocer, pues en él se reproducía la colección de romances que con anterioridad había recogido Sosa Barroso en Lanzarote. Godoy no obstante, decide presentar sus textos bajo una clasificación personal, aunque ayuna de todo comentario. Asunto distinto, aunque también fundamental, es la identificación de cada uno de los textos tradicionales y, en consecuencia, la adjudicación de un título que lo haga identificable y clasificable. Los romances — es también bien sabido— generalmente no tienen un título asignado entre sus cantores y recitadores naturales, y menos esos títulos coinciden de una región a otra. Pero es lo cierto que en los Romanceros modernos se ha impuesto una terminología, iniciada por Menéndez Pidal, que más o menos se sigue y se respeta, como condición imprescindible para poder hacer estudios comparativos de los romances de las distintas ramas del gran romancero hispánico''. Se entenderá fácilmente la conveniencia de que todos los Recientemente se ha creado un nuevo sistema de identificación de ios romances, cual es el índice General del Romancero Hispánico ( IGRH) o Catálogo General del Romancero ( CGR), que no hay uniformidad en la denominación, y que consiste en aplicar un dígito de cua- _ tro cifras a cada romance. La propuesta es muy útil, sólo quenocuentaconuna formulación explícita ni con una clasificación general y sistemática, de tal manera que para poder saber el número que corresponde a cada romance debe uno buscar entre los varios Romanceros modernos que practican este método y dar por bueno lo que, según decimos, no tiene aún un catálogo explícitamente " autorizado". Más aún, como ese catálogo se va haciendo poco a poco, al ritmo de impulsos particulares, sin que haya habido una planificación general, el orden que tiene ese Índice numérico, a más de ser arbitrario, es totalmente caprichoso, sin que responda a ningún criterio, mezclando los romances viejos con los modernos, los de temática histórica con los novelescos y con los de cualquier condición, y, por supuesto, faltan muchos romances que no tienen número asignado, sobre todo los procedentes de pliegos modernos y los de temática local. 34 editores de romanceros orales utilicen unos mismos títulos si se quiere que la tradición local entronque con la tradición general y puedan identificarse las distintas versiones de un romance como variantes de un mismo « texto » . Pues tampoco en esto puso celo Jesús María Godoy, y en su Romancero los romances aparecen titulados, generalmente, por su primer verso, con la confusión que produce el hecho de que incluso en el mismo Romancero de Lanzarote — como es natural, por otra parte— versiones diferentes de un mismo romance tengan títulos diferentes por ser distintos sus versos iniciales. Confusión en la que ha caído su propio autor; y así clasifica y ordena como « romances » distintos textos que no son sino variantes de un mismo « romance » : por ejemplo, el que titula « Sagrada Virgen del Carmen » ( pág. 21- 22) y « El veintiocho de enero » ( págs. 35- 36) o « Romance de la promesa incumplida » ( págs. 88- 89) y « Una brillante paloma » ( págs. 93- 95), entre otros. Divide Jesús María Godoy su Romancero, en las siguientes seis secciones: . Romances del mar . Romances novelescos . Romances piadosos . Romances de emigrantes . Romances líricos . Romances moriscos En la sección primera, « Romances del mar » , aparecen 15 composiciones, todas ellas, en efecto, que tienen al mar como escenario de las variopintas historias narradas: el salvamento de un marinero por intervención de la Virgen, la falsa romería por mar que un renegado impone a su esposa, el hundimiento de varios barcos, el salvamento de otros, etc. Algunas de esas historias son de barcos famosos, como el « Titánic » o el « Valbanera » ; otras, por el contrario, son historias de barcos locales de nombres poco significativos, como el « Guadarrama » , el « Costa de Marfil » o el « Astelena » , El haber juntado todos los romances que en Lanzarote tratan del mar — o mejor, de desgracias ocurridas en el mar—, ofrece una perspectiva interesante, pues descubre el gran interés que en la isla, marinera al fin, despertaron siempre las noticias trágicas ocurridas en el mar, fueran locales o foráneas, e incluso la actitud pronta que tuvieron los poetas populares lanzaroteños de ponerlas en verso, cuando eran locales. Pero tiene el inconveniente, por otra parte, de mezclar romances viejos, como Marinero al a § ua ( pág. 7) y La romería del pescador ( págs. 8- 9), con romances de pliego modernos, incluso con romances locales. En la sección segunda, « Romances novelescos » , aparecen 14 romances, algunos con varias versiones, como Las señas deí esposo ( con 4 versiones, págs. 62- 69) o £/ coWero burlado ( con 3, págs. 70- 75). No es afortunada aquí la calificación de « novelescos » , por lo poco identificadora que es, pues, en realidad, todos los romances 35 modernos son, más o menos, « novelescos » . Así que, por una parte, extraña por exceso el que se junten en una misma clasificación romances como los dos señalados antes y otros como La infantíciáa ( págs. 90- 92) y un romance local sobre las elecciones de 1911 en un barrio de Las Palmas de Gran Canaria ( págs. 96- 101); y, por otra, extraña por defecto que romances como Geríneido ( págs. 253- 254), Blancaflory Filomena ( págs. 236- 245) o Delgadina ( págs. 231- 232), tan « novelescos » como cualquiera de los que aquí se incluyen, no aparezcan también en esta sección. Los de la sección tercera, « Romances piadosos » , son los que en todos los romanceros se denominan « religiosos » y que comprenden un conglomerado de textos que unos son verdaderamente romances, como los del ciclo de la Navidad y algunos del ciclo de la Pasión, y otros sólo oraciones puestas en verso romanceado, de las que tanto usaron las abuelas de toda España ( también las de Lanzarote). La única crítica que nos merece esta sección es que no se hayan organizado los textos según esta triple clasificación, por ejemplo, y que, por el contrario, aparezcan mezclados unos con otros. La sección cuarta, denominada « Romances de emigrantes » , está integrada, no por « romances » — como ya dijimos—, sino por décimas. Y eso no nos parece acertado, pues los romances y las décimas representan en Canarias « güeros » literarios diferentes. Por lo demás, las décimas antologadas por Godoy tampoco pertenecen al género narrativo ( salvo dos: las dedicadas a Manuel Bento, que Godoy titula « Señores oigan mi canto » , págs. 158- 161, y la historia de un adulterio castigado, que titula « Llovía torrencialmente » , págs. 179- 182), que sería lo que más les acercara al romance, sino que dichas composiciones en décimas son todas o casi todas o de asunto lírico o de asunto jocoso. Crítica menor merece el que las décimas no aparezcan siempre separadas tipográficamente como tales décimas, sino seguidas, sin que se advierta el comienzo y el final de cada estrofa, pues la décima, incluso cuando forma parte de un relato largo, tiene siempre su independencia métrica, como la tiene el soneto, por ejemplo. En lo que sí acierta Godoy es en calificar esta sección « de emigrantes » , pues, en efecto, todas las décimas que aparecen en su Romancero o son naturales d. e Cuba, traídas por los emigrantes lanza-roteños regresados, o fueron hechas en Lanzarote imitando los modelos cubanos y recordando las circunstancias de allí. Es curioso que ni una sola composición en décimas de las que Godoy antologa tenga a la isla de Lanzarote ( ni a ninguna otra de las canarias) como motivo ( ni siquiera la que antes citamos « Llovía torrencialmente » , pues aunque se diga que la historia del adulterio ocurrió en un lugar llamado El Mojón, y exista en Lanzarote también un pueblo llamado así, no parece que sea referido al topónimo lanzaroteño). La denominación de « romances líricos » que da Godoy a los textos de la sección quinta nos parece totalmente errada, porque, a más de que en el romancero hispánico, y más en el romancero oral moderno, no hay propiamente romances líricos, pues tel expresión encierra una antinomia tipológica ( el romance es, por deflhi- 36 ción, género épico; otra cosa es que — según definición de Menéndez Pida!— un romance sea un « poema épico- lírico » , es decir, canto narrativo con algunos elementos líricos), los textos seleccionados por Godoy no son ni siquiera « romances » , y menos romances « tradicionales » , sino composiciones modernas puestas en verso romance, es decir, en octosílabos y con rima asonante en los pares, pero carentes todos de la estructura dramática propia del romancero tradicional; sólo uno lo es, el que Godoy titula « Si acaso yo me muriera » ( pág. 223), que es la coda de fl pastor desesperado con que suelen acabar en Canarias muchas de las versiones del romance £ 1 conde preso. Además, tan pocos textos como los que allí se traen, nueve en total, y muy breves o fragmentarios, no merecían una « sección » del libro, cuando hubieran cabido, en todo caso, en alguna de las secciones restantes de su Romancero. Finalmente, en la sección sexta aparecen los « Romances moriscos » , y aquí tenemos que ser más críticos aún, pues ninguno — ni uno solo— de los romances seleccionados aquí es « morisco » . Si Godoy los ha reunido bajo esa denominación, es porque en alguno de sus versos aparece la palabra « moro » o « morería » , y a veces ni siquiera eso. Porque, ¿ qué razón hay para calificar de « moriscos » a romances como el de Deigadina ( titulado por Godoy « Tres hijas tenía un rey » , con 2 versiones, págs. 231- 234) o el de Bkncaflor y Filomena ( titulado por él « Estando doña María » , con 4 versiones, págs. 236- 245), salvo que en el primero el padre incestuoso sea rey de Granada o de Sevilla, y en el segundo el incestuoso cuñado sea de Turquía o se llame Turquín? Y en el caso del romance Lanzarote y el ciervo del pie blanco ( titulado por Godoy « El rey tenía tres hijos » , págs. 251- 252), la única circunstancia « mora » es que uno de los tres hijos maldecidos se le volvió moro, « moro de la morería » , nada más. Pero en el caso del romance de Gerineldo no hay ni palabra ni alusión ni circunstancia alguna que pueda inducir a clasificarlo como morisco. Sólo uno de los romances puestos en esta sección, el que Godoy titula « Aquella suprema rosa » ( págs. 246- 250), tiene algo que ver con el epígrafe de moriscos, pues es un romance de cautivos, procedente de un pliego dieciochesco { Donjuán de Torres Cabrera, catalogado por Aguilar Piñal 1972), pero no es propiamente morisco. Dentro del romancero general existe, sí, un grupo de romances que ha merecido el calificativo de « moriscos » , género de romances tardíos, del siglo XVII, propios del « romancero nuevo » , romances más « de autor » que tradicionales, que ponían el afecto del narrador del lado de los personajes árabes o arabi-zados, generalmente una mora enamorada o un moro perdedor, a diferencia de los viejos romances {( fronterizos » , que el afecto lo ponían en los personajes cristianos, mientras que en los árabes sólo ponían improperios y acciones viles. Así que ninguno de los cinco romances clasificados por Godoy como « moriscos » lo es. Por el contrario, si atendemos al asunto de cada uno de ellos, el de Deigadina es un romance típicamente novelesco, lo mismo que el de Gerineldo y el de ^ anca^ or y Filomena; y si quisiéramos atender a la procedencia de cada uno, el de Mancaflor y Filomena habría que clasificarlo entre los de referencia clásica ( procedente de un 37 mito griego popularizado en la Edad Media a partir de las Metamorfosis de Ovidio), el de Ger'meido entre los del ciclo carolingio ( al creer que ese tal Gerineldo es el mismo Eguinaldo que fue criado del propio Carlomagno), y el de Lanzarote y el ciervo del pie blanco entre los del ciclo bretón ( por ser el Baltasar del romance aquel caballero Lancelot que se enamoró de la reina Ginebra, esposa del rey Arturo). Y el de Don Juan de Torres Cabrera debería figurar entre los romances de cautivos, grupo del que el romancero de Lanzarote es ciertamente muy escaso. Dice Sebastián Sosa Barroso, en el prólogo que hace al libro de Godoy ( pág. 4), que el Romancero de Godoy contiene 107 romances ( más bien debería decirse, en todo caso, 107 « versiones » ), pero según nuestras cuentas, si descontamos las décimas tenidas como « romances de emigrantes » , en la sección cuarta, más los otros « romances líricos » de la sección quinta, que tampoco son romances, el repertorio romancístico recogido por Jesús María Godoy quedaría reducido a unas 69 versiones, correspondientes a 45 romances, a los que hay que sumar el romance « Los mandamientos de amor » , aparecido en su otro libro Curandería y cancionero lanzaroteños ( 1986b: 97- 98), según ya dijimos. Otra crítica merece el aspecto formal de la edición del Romancero de Jesús María Godoy, lleno de erratas tipográficas, con una disposición anómala de los versos, centrados siempre en la página, y con una encuademación tan deficiente que al poco de abrir el libro las hojas quedan sueltas. Deficientes son también las referencias a la procedencia de cada una de las versiones romancísticas. Es verdad que en cada caso se cita la fuente de la que procede, demostrando en esto « la honradez y la entereza del recopilador » que Sosa Barroso atribuye a Godoy ( pág. 4), pero no se hace esta advertencia en el lugar ni con la forma que ese asunto exige. Las fuentes de cada versión se hacen constar por Godoy en unas breves notas agrupadas al final de cada una de las secciones en que se clasifican los romances, pero generalmente con datos insuficientes; faltan, por ejemplo, la edad de los informantes, la fecha de la recolección, el nombre o nombres de los recolectores y otros datos de interés para calibrar las fuentes del romancero lanzaroteño. Se dice en muchas de estas « notas » que tal versión fue « cedida » por Fulana de Tal, pero no sabemos si esa « cesión » fue oral o escrita, es decir, si el texto en cuestión procedía de la orali-dad o si estaba escrito en una « hojilla popular » , de las que Godoy tanto cita, pues, en efecto, en Lanzarote, según hemos comprobado nosotros mismos, abundaron muchísimo los papeles, fueran libretas manuscritas o pliegos impresos, en que aparecían los romances escritos. Y falta también la cita a la más mínima bibliografía, aunque, a decir verdad, tampoco vendría al caso, pues en realidad el Romancero de Lanzarote de José María Godoy no es más que una colección de textos, sin dato crítico alguno y sin referencia ni estudio que los acompañe. No quisiéramos que nadie viera en esta crítica un juicio descalificador por nuestra parte del trabajo de Jesús María Godoy, que de ninguna manera merece; nuestro juicio es crítico en asuntos de método, que, bien es cierto, en estas cuestiones de la 38 literatura oral y tradicional, es muy importante, y en asuntos de la edición de su Romancero. Pero, al contrario, en el tema principal de la recolección de textos y aún en el de la transcripción de esos mismos textos, nuestro reconocimiento al buen hacer de Godoy es total, a la vez que expresamos nuestra deuda con su labor, que enriquece y completa este Romancero General de Lanzarote. 3.4. El Romancero de Sebastián Sosa Barroso Ya dijimos antes que la primera colección de romances recogidos de la tradición oral de Lanzarote fue publicada por Sebastián Sosa Barroso en 1966 en su librito Calas en el romancero de Lanzarote, que, a su vez, Diego Catalán incluyó íntegramente ( salvo cuatro textos considerados falsamente como romances tradicionales) en La jior de la marañuela. Y que los romances publicados por Sosa Barroso, descontando esos cuatro textos, eran 28 versiones, correspondientes a 19 romances, si bien el propio autor advierte en notas a pie de página que las versiones de dos de esos romances fueron más las recogidas que las publicadas: de La doncella guerrera publica 4 de las 7 recogidas ( pág. 18, nota 1), y de Las tres cautivas, publica 2 de las 8 recogidas ( pág, 22, nota 2), si bien varias de este romance parecen proceder de libros escolares. Ninguna noticia da Sosa Barroso en Calas de las circunstancias de su recolección en Lanzarote, salvo que fue hecha en el tiempo en que se desempeñaba como profesor de literatura del Instituto de Arrecife. Tampoco dice nada sobre si sus alumnos participaron en la colecta — como creemos, por lo que después diremos—, y ningún orden o intento clasificatorio se advierte en la publicación de los romances. Y respecto a las fuentes de que los tomó sólo se hace constar al pie de cada versión el nombre de cada recitador y su lugar de procedencia. Ningún propósito de estudio sobre los romances recolectados debió albergar su autor en aquel momento, pues su breve « Nota preliminar » ( págs. 9- 11) se refiere sólo al aspecto histórico de Lanzarote, de ser esta la primera isla conquistada, de convertirse su capital Teguise en la sede del Señorío que gobernaría parte de las islas del Archipiélago y de haberse instalado el romancero allí antes de que el Reino de Granada fuera conquistado. Mucha más sustancia romancística tiene la « introducción » que le hace Alfonso Armas Ayala ( págs. 5- 8), al situar la colección de Sosa Barroso en la órbita de las recolecciones hechas hasta entonces en Canarias, siguiendo el modelo marcado por Menéndez Pidal. Otro libro debemos a Sebastián Sosa Barroso sobre el romancero de Lanzarote, aparecido muy recientemente ( año 2000) con el título de O romancero de Lanzarote. La falta de rigor que se manifiesta en este libro, nos obliga a ser críticos, pues no es admisible desde el punto de vista científico un cúmulo tal de carencias como en él se dan. La ciencia — y también el conocimiento de la cultura popular es « ciencia » cuando se hace con rigor científico ( ya se sabe: la ciencia empiea en el método)— avanza necesariamente sobre pasos anteriores dados en la misna dirección, o incluso en 39 dirección contraria, como resultado del método dialéctico, pero nunca sobre el silen-ciamiento o el permanente reinicio. Y si algún reparo puede manifestar alguien porque consideremos « ciencia » al conocimiento del romancero, como un « producto » histórico de la cultura de un pueblo, sí que nadie podrá oponerse a la necesidad de poner en práctica en la investigación de ese « producto » un método que sea científico, es decir, riguroso. Es cierto que, como ya dijo Cervantes, ningún libro, por malo que sea, está exento de proporcionar algún bien a algún lector, pero eso no significa que todo libro, siendo deficiente, haya merecido ser publicado, pues a la vez que proporciona ese algo de bien puede producir también algo ( o mucho) de mal, aunque ese « mal » sea sólo de contenido informativo; dicho de otra forma: libros malos producen lectores mal informados, lo que sin duda es un mal no deseado. Si el autor de este nuevo Romancero de Lanzarote ( y la editorial que lo publica, que también tiene responsabilidad) lo que pretendía era volver a poner a disposición del público la colección de romances recogidos en su Calas — objetivo legítimo, pues el librito hacía mucho que se había agotado, lo mismo que La flor de la rríaramela que los volvía a reproducir— debería haber titulado este su libro de la misma forma que entonces, o incluso con otro título, pero advirtiendo necesariamente que era reproducción de lo ya publicado. Pues el título dado^ su nuevo libro. El romar] cero de Lanzarote, le comprometía a dar noticia de todos los romances publicados hasta la fecha de la publicación, fueran por él o por otros autores, puesto que el título elegido para el libro — lo eligió él, nadie se lo impuso— es genérico y abarcador. Cuando un lector vea en los anaqueles de una librería o advierta en las listas de una biblioteca un libro con ese título podrá esperar, y con razón, que en él se contengan todos los textos romancísticos que en Lanzarote se hubieran recogido, o al menos se hubieran publicado hasta el año 2000. Y si no fuera así, cualquier restricción debería especificarse en el mismo título. Pero no, Sosa Barroso nunca advierte de ello, ni en el título del libro ni en las brevísimas — e insuficientes— líneas del Prólogo^ Se cambia el título, sí, pero se reproducen tal cual la introducción que Alfonso Armas Ayala hizo para Calas en 1966 y la nota preliminar que el propio Sosa Barroso puso entonces, sin que en ninguno de los dos casos se advierta de su reproducción, como si las palabras escritas una vez para un corpus de romances determinado pudieran servir para siempre, incluso cuando ese corpus se ha cambiado sustancialmente. Y adviértase que ya Jesús María Godoy había publicado un libro con el título de Romancero de Lanzarote, cosa que no invalida otros posibles libros con el mismo o similar título, pero que sí obliga a superar los contenidos y los planteamientos del anterior de igual título ( por considerarlo insuficiente). ^ Todo en estñ iibro parece convenir a ia confusión, pues a io que es verdaderamente prólogo de Alfonso Armas Ayala se le llama « Introducción » ; / ai breve estudio introductorio del autor, que le sigue, se le llama, sucesivamente, « Nota preliminar » y « Prólogo » , sin- que haya razón para iiacer dos apartados distintos, firmado, además el primero por el autor, pero no el segundo, que también es de Sosa Barroso. 40 Lo que tiene de nuevo el Romancero de Sosa Barroso es, como hemos dicho, el título ( complementado en la. portada interior con el subtítulo « Tradición oral y transmisión escrita » ), una dedicatoria « in memoriam » a Alfonso Armas Ayala, una página de agradecimientos y un prólogo. Advierte Sosa Barroso en éste de una cosa cierta: en Lanzarote el romancero ha vivido tanto en la pura tradición oral como apoyado en la escritura de pliegos impresos y hojas y cuadernos manuscritos. Esto, a decir verdad, no es característica exclusiva de Lanzarote, pero nuestra propia experiencia nos confirma que en Lanzarote la presencia de la escritura ha jugado un papel muy importante en la transmisión del romancero, mayor que en el resto de las Islas Canarias. Entre las varias personas citadas en la página de agradecimientos, algunos nombres han aparecido ya en esta introducción nuestra, vinculados al romancero de Lanzarote, tales como los de María Jesús López de Vergara, Cecilia Armendáriz, Sara Robayna, María Victoria Izquierdo, Lylia Pérez y Jesús María Godoy, « por su ayuda en la recolección de romances » — dice textualmente Sosa Barroso—, de donde deducimos que ellos fueron sus colaboradores en la recolecta, de la misma manera que Agustín Acosta — también citado en los agradecimientos— fue el mecanógrafo que puso en letra de molde los versos de los romances recogidos. En otro lugar parece confirmarse que aquella recolección fue obra colectiva, al decir que se hizo en la década de los 60, siguiendo los criterios del Rowanceriüo canario ( especie de « manual de encuesta » hecho, desde la Universidad de La Laguna, por María Jesús López de Vergara y Mercedes Morales, bajo la dirección de Diego Catalán), y bajo « la honradez y formación del equipo que constituía entonces el Seminario de Lengua y Literatura en el Instituto de Arrecife » ( pág. 23). La falta de rigor de este Ron!] añcero se manifiesta en varios aspectos. El primero ya lo hemos dicho: en la falta de correspondencia entre el título y el contenido del libro. El segundo es mayor: la falta de una nota explicativa que advierta al lector de la reedición que supone este libro respecto a publicaciones anteriores. En este Romancero, Sosa Barroso elude toda información de fuentes, tanto las referidas a los informantes de los romances como a las de los recolectores. Y necesitaba dar esa información perentoriamente, pues unos textos proceden de su colección anterior de Calas, otros de La flor de la marañueía ( no recogidos en Calas) y otros del Romancero de Godoy Pérez, con lo que, en estos segundos casos, en cierta medida, se hurta una « propiedad intelectual » . De tal forma que sólo después de una minuciosa comprobación de los textos de las tres colecciones anteriores citadas se llega a saber la procedencia de cada uno de los romances que componen su Romancero de Lanzarote. La comprobación se hace muy dificultosa, pues no existe un sistema numérico de identificación de los romances y de sus respectivas versiones, como es lo habitual en los Romanceros modernos. Y si al menos se incluyeran todos los romances de La for y del Romancero de Godoy, se justificaría ef título del libro de Sosa Barroso, pero no es así, pues toma de cada uno de ellos los romances que quiere, sin criterio y sin justificación algunos. 41 Hemos hecho nosotros esa comprobación y lo que resulta es de puro capricho. Por ejemplo, del romance ñlancaflor y Filomena ( él lo titula « Blanca Flor y Filumena » , según la pronunciación local) Sosa Barroso publica ahora 6 versiones; una procedente de Calas ( versión A), otra procedente de La flor ( versión F) y las 4 que había publicado Godoy en su Romancero ( versiones B, C, D y E), mientras que del romance £/ cabo/ lera burlado ( él lo titula « La infantina » ) Sosa Barroso publica ahora 7 versiones: 5 publicadas antes en La flor ( las versiones A, D, E, F y G, de las cuales sólo una había aparecido en Calas) y sólo 2 de las 3 publicadas por Godoy ( las versiones B y C). Por ejemplo, del romance Delgad'ma publica ahora Sosa Barroso las dos versiones aparecidas antes en La flor ( y una de ellas también en Calas), pero ninguna de las otras dos publicadas por Godoy, mientras que del romance La infanticida, sí, publica las dos versiones conocidas de Lanzarote, pero como si de dos romances distintos se trataran y no como dos versiones de un mismo romance: la versión 642 de La flor ( ésta sí con el título de « La infanticida » ) y la versión que publicó Godoy con el título de « Romance de la Malmaridada » . Etcétera. Es decir, que nunca podemos estar seguros de encontrar en el Romancero de Sosa Barroso todo lo que con anterioridad se había publicado. En fin. Sosa Barroso publica ahora igualmente la única versión de'uinzarote y el ciervo [ del pie blanco], dada a conocer antes por Godoy, pero — lo repetimos-no sólo sin decir absolutamente nada respecto a su procedencia, sino, en este caso, además, sin advertir que se trata de la versión de una informante oriunda de La Gomera, lo que explica la extrañísima aparición de este romance en la isla de Lanzarote. Igual ausencia de información tiene el nuevo libro de Sosa Barroso respecto a la procedencia de cada una de las versiones romancísticas: ni una sola cita aparece en todo el libro y resulta, por lo tanto, imposible determinar la representatividad que tiene el repertorio romancístico que se publica respecto a la isla entera. Por eso son más anacrónicas las notas a pie de página que aparecen después de algunos de los romances, referidas al número de versiones de ese romance conocidas en Canarias. Esas notas son exactamente las mismas que aparecían en Calas y que estaban referidas al número de versiones dadas a conocer en el Romoncer/ 7/ o canario de 1955. Esas notas sí podrían justificarse en Calas, pero de ninguna forma en £/ romancero de ahora, pues desde entonces el conocimiento del romancero canario se ha multiplicado por mil, empezando por La flor de la marañuela y terminando por los distintos Romanceros que nosotros mismos hemos dedicado a cada una de las islas. Y en cuanto a la bibliografía que cita al final del libro ( limitada al Romancerillo canario de María Jesús López de Vergara y Mercedes Morales, a sus propias Calas, a La flor de la marañuela de Diego Catalán y al Romancero de Godoy), bien está si la intención del autor fue reseñar sólo las colecciones en que aparecían romances de Lanzarote, aunque hay una ausencia muy notable, nuestro Romancero tradicional canario ( de 1989), al ser esta la única antología abarcadora de todo el archipiélago que se ha publicado hasta 42 ahora, y porque en ella se da cuenta, además, de la presencia de cada romance en cada una de las islas, también de Lanzarote. Otra falta de rigor: No leyó Sosa Barroso la advertencia que le hizo Diego Catalán en el estudio introductorio de La flor de la marañuela, al lamentar que hubiera incluido en las Calas cuatro textos « falsamente considerados como tradicionales » ( I, pág. 46), o si la leyó no la tuvo en cuenta, pues los vuelve a antologar ahora ( págs. 41,42,105 y 111- 112, respectivamente), justificándolos en el prólogo por ser — dice— « romances donde hace mella la acción popular aunque tengan su fuente culta » ( págs. 21- 22). Nada puede objetarse respecto a la decisión del autor de editar los romances en versos octosílabos, aunque los Romanceros más autorizados prefieren el verso dieciseisílabo, que es el propio de la métrica y de la sintaxis del romance tradicional; pero lo que resulta inexplicable es el diferente criterio de transcribir unas versiones en serie corrida, que es lo correcto, y otras ( las menos, es la verdad) formando como estrofas, con blancos caprichosos entre los versos: por ejemplo la versión A de £/ conde Niño ( pág. 39), la versión A de La condesita ( págs. 43- 44), la versión A de £/ caballero burlado ( págs. 47- 48) y otras. Algo positivo tiene, sin embargo, este Romancero de Sosa Barroso que se echaba en falta tanto en las Calas como en el Romancero de Godoy, y es la clasificación de los romances conforme a los criterios de La for de la marañuela, adaptados aquí en cuatro grupos: « tradicionales » , « infentiles » , « religiosos » y « de ciego » . Aparte, claro, del respeto en la transcripción de los textos a la oralidad de que proceden. En fin, que por mucho que haya un libro recientemente publicado con el título de £ 1 romancero de Lanzarote, el verdadero romancero de Lanzarote, es decir, el conjunto de romances que componen la tradición conocida y publicada de Lanzarote no está representada en él. Y por tanto es tarea que quedaba por hacer. 3.5. Nuestra propia colección Con los antecedentes dichos y conocidos por nosotros, nos propusimos completar en lo posible el romancero de Lanzarote, haciendo encuestas en los municipios y pueblos que habían quedado inéditos en las recolectas anteriores e insistiendo, a ser posible, sobre los informantes que antes lo habían sido de nuestros precursores. El propósito y el método que llevábamos a Lanzarote eran iguales a los que nos habían guiado en la recolección y estudio del romancero en el resto de las Islas: conocer lo más exhaustivamente posible la tradición romancística de Canarias a finales del siglo XX, con una tarea de recolección y estudio por cada una de las islas, convencidos de que, ante los cambios sociológicos ocurridos en el archipiélago, estábamos, con toda seguridad, en la última oportunidad de hacerlo. Nuestras encuestas de campo tuvieron lugar, principalmente, en dos periodos de los meses de octubre y de diciembre de 1989 ( acompañado en ellas por mi mujer Helena Hernández Casañas), y fueron continuadas esporádicamente en 43 años posteriores, hasta el año 2000, en que coincidiendo con otros estudios que hacíamos entonces en Lanzarote, centrados ahora sobre sus Ranchos de Pascua o sobre su toponimia, volvimos a entrevistar a algunos de nuestros antiguos informantes o descubrimos otros nuevos. A ellas debe añadirse una entrevista roman-cística que hicimos en la isla de La Graciosa en 1981 y cuyos resultados incorpora-, mos a este Romancero General de Lanzarote. Lo mismo que las encuestas que hicimos a otras personas oriundas de Lanzarote que vivían en Gran Canaria, como la lanzaroteña de San Bartolomé Isabelita Corujo, residente ahora en El Carrizal de Ingenio, a quien entrevistamos en 1991, y que resultó ser informante fundamental del Rancho de San Bartolomé de Lanzarote y del romancero general de la isla. En las primeras encuestas de 1989, llevábamos anotados los nombres de los informantes que figuraban en el Romancero de Jesús María Godoy, pues pensábamos que de haber sido entrevistados éstos por los alumnos de Godoy, y presumiblemente de manera superficial, podríamos profundizar en los repertorios de cada uno de ellos. Mas esto resultó totalmente fallido: muchos de aquellos nombres anotados les eran desconocidos a los vecinos a quienes ahora preguntábamos; otros habían muerto, y otros se habían trasladado a la capital Arrecife; sólo una informante antigua logramos localizar, María Rosado Díaz, de Guatisa ( ay. Teguise), pero resultó que de los cuatro textos a ella atribuidos por Godoy, sólo dos habían sido de ella, el de La pasión ( versión 71.4) y el de la Oración para después del rosario ( versión 77.1), habiendo sido los otros dos comunicados por una hermana suya. Así que nuestra búsqueda de informantes tuvo que empezar de cero. Una nueva encuesta resulta ser casi siempre una experiencia única, en la que el recolector se enfrenta ante un mundo por descubrir; de poco sirve que haya antecedentes buenos; los informantes que tenemos ante nosotros pueden desconocer absolutamente los romances recogidos por otros encuestadores en tiempos pasados en ese mismo lugar, y, por el contrario, pueden ofrecer versiones nuevas de romances nunca antes recogidos en ese mismo lugar o región. La tradición romancística ni es común en todas partes, ni mucho menos la conocen por igual todos los habitantes de un lugar; por el contrario, en los tiempos actuales, en los que no puede hablarse ya sino de « los últimos estertores del romancero oral » , la tarea de recogida de romances es en algo comparable a la arqueología, en la que hay que ir reuniéndolós pieza a pieza, en algunos casos verso a verso, para poder conformar un cuerpo que pueda ser representativo de la tradición que vivió en plenitud en otros tiempos. La sensación que en muchos momentos tuvimos en Lanzarote es la de estar en un territorio en donde el ventarrón de la modernidad se hubiera llevado todo aquello que pudiera recordar a lo que fue tradicional. Y valga decir que a ese viento metafórico que sopla con tanta fuerza en la isla le suele acompañar también un viento físico real con más fuerza de la necesaria para ser considerado agradable. Y que ese viento nos fue molesto y hasta perjudicial cuando hacíamos las entrevistas al aire libre, pues se nos metía por el micrófono de la grabadora con más fuerza 44 que las voces de nuestros informantes, haciendo ininteligibles algunos versos o palabras. No sin razón, a la vez que « isla de los volcanes » , a Lanzarote podría llamársele también ta « isla del viento » ; y bien que lo entendió César Manrique, que en los últimos años de su vida desarrolló por todos los puntos de la isla una serie de artísticos artefactos cuyo movimiento, como las veletas, queda a merced del viento, y con razón los llamó « juguetes de! viento » . En fin, la colección de romances que logramos reunir personalmente en Lanzarote es, a la postre, la más numerosa de todas las realizadas en la isla, la de repertorio más nutrido, la de mayor número de versiones y la de geografía más amplia, pues se hizo en todos los municipios y, dentro de ellos, en todos los núcleos de población más representativos. Según los índices correspondientes, más de 65 fueron los informantes de los que obtuvimos alguna respuesta positiva para este Romancero, 226 fueron las versiones recogidas y 115 los temas romancísticos a los que las versiones pertenecen, lo que representa el 60% del repertorio total de este Romancero General de Lanzarote. 3.6. Una pequeña colección inédita de Angelina Hernández Al igual que en nuestro Romancero de Grari Canaria ( 1990: II, 20), hemos podido contar para este Romancero General de Lanzarote con una pequeña colección de romances de Angelina Hernández Millares ( madre de nuestro amigo y colega Lothar Siemens), recogidos por ella entre 1962 y 1963 de labios de dos mujeres lanzaroteñas, oriundas las dos de Puerto del Carmen ( ay Tías), que trabajaron como sirvientas domésticas en su casa de Las Palmas. La identificación de estas dos mujeres queda reducida a la indicación de « Madre de Peregrina » , la una ( siendo Peregrina la chica de servicio), y de Babi ( diminutivo de su nombre propio), la otra. De entre las dos informantes logró reunir Angelina Hernández un ramillete de 17 versiones correspondientes a 15 romances, algunos de ellos de los más populares del repertorio lanzaroteño, pero la mayor parte se constituyen en versiones únicas, y de ahí su valor añadido. El repertorio recogido por Angelina Hernández Millares resultó ser el siguiente: . Las señas del marido ( 2 versiones) . La doncella guerrera . La mala hierba + Delgadina . La hermana cautiva . La Virgen y el ciego ; La lechera . La Agustinita . El secreto de María . Blancaflor vengadora de su honra ( 2 versiones) . El hermano incestuoso 45 . Las amonestaciones . El incestuoso pescador Pedro Marcial . Alfonso XIII visita Canarias . Riña entre dos jóvenes + No me entierren en sagrado . Duelo entre amigos 4. Los Ranchos de Pascua de Lanzarote Los denominados « Ranchos de Pascua » se constituyen en una de las manifestaciones folclóricas más interesantes del archipiélago canario, ahora exclusiva de Lanzarote, y que tienen una relación directa con el romancero. Estudio particular y más detenido merece este tema de los Ranchos de Lanzarote, aun sin hacer, pero aquí sólo daremos la noticia más escueta para conectarlos con los romances religiosos que en ellos se cantan. Decimos que los Ranchos « de Pascua » son exclusivos de Lanzarote, pero no la tradición más general de los « Ranchos de Animas » que aún pervive en las islas de Gran Canaria y de Fuerteventura y que, por noticias históricas fidedignas, debió ser común en el pasado a todo el. archipiélago, tradición de la que, con seguridad, los de Pascua de Lanzarote no son sino una derivación. El origen de los Ranchos de Pascua hay que buscarlo, con toda verosimilitud, en el culto a las ánimas introducido en las islas por los franciscanos en el siglo XVI, si bien los textos y las músicas con que esos textos se cantan tomaron en Canarias una personalidad propia, hasta el punto de que en la actualidad no hay nada en la Península, musicalmente hablando, con que puedan compararse. El ciclo funcional de los Ranchos de Ánimas empezaba el día 1 de noviembre, fiesta de Todos los Santos, y acababa el 2 de febrero, día de la Candelaria. Su objetivo era recaudar dinero y otros dones con que aplicarlos al culto de las ánimas de los familiares y conocidos de las localidades o pagos donde el Rancho cantaba. Y como el ciclo abarcaba también la Navidad, llegado este tiempo, los cantos de los « rancheros » se fueron centrando en la conmemoración del Nacimiento, de donde algunos se « especializaron » y quedaron limitados al ciclo de Pascua. Y de ahí el nombre de Roncho de Pascua de los de Lanzarote, con textos específicos sobre la temática de la Navidad, pero con músicas, instrumentación y ritos idénticos a los más comunes de Ánimas de Gran Canaria y Fuerteventura. Prueba de esa génesis de los Ranchos de Lanzarote es que aún quedan noticias de la diversidad temática y funcional de los Ranchos en los varios pueblos de la isla. Por ejemplo, se sabe que en Teguise, hasta principios del siglo XX, el director « limosnero » o « ranchero mayor » llevaba colgado del pecho o en la mano la tabla pintada" con el patrón del pueblo, además de una tabla con las Ánimas del Purgatorio, y que el dinero recolectado lo ofrecían en sufragio de las ánimas de los recientemente fallecidos en la localidad. Y se recuerda que en Tao ( ay. Teguise), 46 cuando había un difunto, el Rancho lo velaba cantando « coplas » a propósito, improvisadas. Y todavía queda muy vivo el recuerdo de que los Ranchos, ahora ya en tiempo de Navidad pero no necesariamente con textos navideños, cantaran en las casas particulares y por las calles del pueblo pidiendo el aguinaldo, de tal forma que en la iglesia sólo se cantaba en los días de Nochebuena, Año Nuevo y Reyes, allí, sí, sólo con letras alusivas a la Navidad. Fenómeno digno de destacarse es el hecho de que los Ranchos de Pascua son comunes ( o lo han sido hasta tiempos cercanos) a todos los pueblos de Lanzarote. Y asombra que siendo Lanzarote una isla tan pequeña y estando sus pueblos tan cercanos, la tradición de los Ranchos se haya diversificado tanto. El más famoso — más bien el único famoso— de entre los que perviven en la actualidad, es el de Teguise, pero con tanta historia y con tanto merecimiento deberían serlo también los de Tías, Tinajo, Haría y San Bartolomé. Otros han desaparecido, pero hasta localidades tan pequeñas como Tao, Muñique y Femés ( allí con el nombre de « Posadas » ) tuvieron su propio Rancho. Incluso hubo pueblos que tenían dos ( léase dos agrupaciones para cantar el Rancho): « el de los viejos » , que era el más prestigioso y el que actuaba en los días principales, y « el de los jóvenes » , que buscaba la continuidad de la tradición. Por lo que se refiere a los textos que se cantan en los Ranchos de Pascua de Lanzarote, puede decirse que hay dos tipos: los que se constituyen en repertorio fijo y cerrado, tal como ocurre en Teguise y San Bartolomé, y los que lo tienen abierto al canto improvisado o a la incorporación de algún villancico popular, como ocurre en Tías, Tinajo y Haría. La fijación del repertorio de Teguise parece deberse a la labor del « ranchero » Juan Crisóstomo García, por los años 20 del siglo XX, mientras que la del Rancho de San Bartolomé debe atribuirse a la familia Corujo, en los últimos años del siglo XIX. En general, y tanto por lo que se refiere a los textos literarios como a la música, los Ranchos de Lanzarote son « un complejo folclórico » de una extraordinaria diversidad y complejidad. Cada uno de ellos tiene sus propias denominaciones de cantos o « toques » , siendo algunas tales como « coplas » , « corrido » « pascuas » , « el divino » , « endechas » o « deshechas » , « santodomingo » , « el salto » , « la pandereta » , « el besapié » , etc. Por lo que respecta a los textos, los que suponemos de tradición más antigua ( por corresponder en la métrica con los repertorios de los Ranchos de Ánimas), tienen como unidad versicular el dodecasílabo, con cesura intermedia bien marcada, de tal manera que los versos bien pueden transcribirse también como hexasílabos; y en cuanto a la estrofa, la unidad tipo es él dístico o el trístico, y en este segundo caso formado por un dístico con rima cambiante y un tercer verso con rima uniforme en toda la composición, rimando con el pie. Y en todos los casos, siendo un canto alternante entre un solista y un coro, el coro canta un estribillo o píe a modo responsorial a cada dístico o trístico del solista. Pero como decimos, los textos son de una gran diversidad y por tanto también su 47 métrica, abundando los que tienen por unidad métrica la cuarteta octosiiábica. Y los hay, finalmente, que son simples y plenos romances, naturalmente todos ellos pertenecientes al ciclo de la Navidad. En todos los repertorios locales hay algún romance, pero el Rancho más « romancesco » de todo Lanzarote es, sin duda, el de San Bartolomé, hasta el punto de que puede decirse que todo su repertorio ( al menos el que se canta en la actualidad) está formado por romances populares de muy diversa procedencia. Algunos hay que son comunes a la tradición general romancística del archipiélago ( y de España), mientras que otros son propios y exclusivos del Rancho de San Bartolomé. Y otros varios hay que merecen especial comentario, puesto que han resultado de la fragmentación de un romance de pliego del siglo XVIII ( con un proceso similar al nacimiento que los primitivos romances tuvieron de los cantares de gesta). El romance en cuestión es el que lleva por título « Romance espiritual en que se declara el mysterio de los Desposorios del Señor San Joseph y María Santísima, y la Encarnación del Divino Verbo y los zelos del Señor San Joseph » , compuesto por José de Arcas, vecino de Marchena y hermano tercero de la Orden del Hábito de San Francisco de Asís ( catalogado en Aguilar 1972: nn. 1396 a 1399; el texto completo del original puede leerse, entre otros lugares, en RDTP, xuii, 1988: 354- 357). Como romance típico de la literatura de pliego dieciochesca, el romance de José de Arcas es excesivamente largo ( tiene 312 octosílabos), en comparación a la dimensión « media » de los romances tradicionales, y como, además, la ejecución en el Rancho siempre es cantada, con una cadencia y ritmo extraordinariamente lentos, lo que hicieron eri San Bartolomé fue fragmentarlo en tres partes, poniendo los límites en los tres temas principales que en el título se anuncian: los desposorios de la Virgen, la encarnación del Verbo Divino en el vientre de María y las dudas de San José. Mas la acomodación que el Rancho de San Bartolomé ha hecho del texto de José de Arcas no ha consistido sólo en la fragmentación; hecha ésta, la transmisión oral se ha encargado de operar en la configuración de los textos de Lanzarote conforme a su proceder habitual, suprimiendo versos y aun secuencias enteras, recreando el texto y acomodándolo a la dialectología local, dándole una nueva intriga y poniéndolo a disposición de cuantos lo han hecho tradicional, con las consiguientes variantes de todo texto verdaderamente tradicional. La temática del romance de José de Arcas no es propiamente de Navidad, sino más bien de sus antecedentes, de donde el Rancho de San Bartolomé lo hizo propio de las celebraciones que en el pueblo había en tiempos de « adviento » , y estas eran las « misas de la luz » ( no exclusivas de San Bartolomé de Lanzarote, sino de toda Canarias), que se celebraban a partir del día de Santa Lucía y hasta el día de Nochebuena, es decir, entre el 16 y el 24 de diciembre. De la identidad y procedencia de cada uno de los romances cantados en los Ranchos de Pascua de Lanzarote se da noticia en el comentario que sigue a cada 48 uno de ellos, todos dentro del ciclo del Nacimiento e infancia de Jesús del grupo de los Romances Religiosos. Lo que cabe decir aquí es que la información sobre los Ranchos y los textos concretos que catalogamos en este Romancero los hemos allegado, fundamentalmente, de nuestra propia investigación en la isla con todos y cada uno de los Ranchos existentes ( presenciando sus actuaciones y entrevistando a sus respectivos directores), complementados con la edición discográfica del Rancho de Teguise ( 1981) y del Rancho de San Bartolomé ( 1992) y con las noticias y textos contenidos en los respectivos archivos del Rvdo. Pablo Artiles y de Sebastián Jiménez Sánchez, ambos depositados en El Museo Canario de Us Palmas de Gran Canaria. 5. Clasificación de los romances de Lanzarote Cuestión básica es esta de clasificar el corpus de una colección romancística según unos criterios sistemáticos y abarcadores, a fin de poder ver con nitidez la raturaleza y características del repertorio que se ofrece, de poder advertir la estructura del conjunto y el lugar que cada uno de los romances ocupa dentro del conjunto. No obstante, no existe un criterio uniforme y único sobre tema tan complejo como es la clasificación de los romances, pero sí modelos que han sido seguidos por los máximos especialistas en el estudio del romancero, desde Menéndez Pidal hasta las modernas publicaciones del propio Seminario que lleva su nombre y de otros especialistas reconocidos. Por lo que aquí respecta, nosotros seguimos los mismos criterios adoptados en nuestros anteriores Romanceros de Canarias. En primer lugar, los distintos grupos principales de romances « tradicionales » , « religiosos » , « vulgares » , « de pliego » y « locales » resultan de un criterio histórico- literario, que distingue los distintos momentos históricos de que se ha nutrido la tradición romancística que vive hoy día, además de la naturaleza y de la forma de transmisión de los textos. En segundo lugar, dentro de cada uno de los grupos anteriores, cada romance se clasifica según un criterio eminentemente temático o de funcionalidad, como es el caso de los de repertorio infentil. De lo que resulta la siguiente clasificación del romancero lanzaroteño: A. Romances tradicionales a) La conquista amorosa b) Amor fiel c) Amor desgraciado d) Cautivos e) Intervenciones milagrosas , f) Festivos g) Infantiles 49 B. Romances religiosos a) Nacimiento e Infancia de Jesús b) Presagios de la Pasión c) Pasión y muerte de Jesús d) Devotos C. Romances vulgares modernos popularizados D. Romances de pliego a) De pliegos dieciochescos b) De pliegos modernos E. Romances locales F. Romances de pliego no documentados en la tradición oral a) Pliegos dieciochescos b) Pliegos modernos c) Pliegos locales Algunas modificaciones introducimos aquí respecto a la clasificación de los otros repertorios insulares canarios, motivados por las características propias del romancero lanzaroteño y que explicaremos en cada lugar. 5.1. Resumen estadístico Clasificación A. Tradicionales B. Religiosos C. Vulgares modernos popularizados D. De pliego E. Locales F. Pliegos no oralizados Temas 43 ( 27%) 34 ( 21%) 16 ( 10%) 21 ( 13%) 19 ( 12%) 26 ( 16%) Versiones 171 ( 45%), 99 ( 26%) 18 ( 5%) 35 ( 9%) • 24 ( 6%) 29 ( 8%) Variación 3' 9 2' 9 1' 1 1' 6 1' 2 1' 1 Totales 1S9 376 La proporcionalidad de cada uno de los grupos es la que refleja la personalidad del romancero de cada lugar, y la que nos permite hablar, en primer lugar, de las diferencias y semejanzas que existen en el romancero de las distintas islas de Canarias, por ejemplo, aparte la presencia o ausencia de determinados romances. De ello hablaremos particularmente en los apartados siguientes, comparando los datos de Lanzarote con los de las otras islas del archipiélago. 5.2. Los romances de tradición más antigua Simplificando, se puede decir que los romances íradicionafes son los de procedencia más antigua, los denominados « romances viejos » ( anteriores al siglo XVII) y los que a imitación de éstos nacieron a lo largo del siglo XVII ( alguno, incluso, en 50 siglos posteriores) y adquirieron ese estilo oral y formulaico que les caracteriza. Ellos son los de más alto valor literario e histórico y los que, por su larga vida en la transmisión oral, se configuran con un repertorio que está difundido por todos los territorios hispánicos. Es en este sentido que también consideramos « tradicionales » a los del repertorio infantil ya los religiosos. Naturalmente, dentro de los tradicionales los hay que son muy populares, y de los que es posible recoger múltiples versiones, como es el caso en Lanzarote de El caballero burlado, Las señas del marido, Delgad'ma, ñlancaflor y Filomena o La Virgen y el ciego ( los únicos de los que se han recogido 10 versiones o más), y los hay muy raros, de los que su pervivencia en la tradición de Lanzarote se constata por una única o por muy pocas versiones, como es el caso de £ í conde Grifos Lombardo, Lanzarote y el ciervo del pie blanco. La vuelta del navegante o La infanticida. En su conjunto, los romances tradicionales representan sólo el 27% del repertorio romancístico de Lanzarote, es decir, aproximadamente, un poco más de la tercera parte; sin embargo, si consideramos el número de versiones recogidas, gestas representan el 45%, casi la mitad. Una lectura complementaria puede ( y ' hasta debe) hacerse de los datos referidos a los romances de tradición más antigua, pues a los clasificados como propiamente « tradicionales » pueden sumarse los romances « religiosos » , ya que muchos de éstos tienen una tradición tan antigua como aquellos. En este caso, el número de temas se elevaría a 77, lo que supone un 48% del total, y a 270 versiones, que suponen el 71% del romancero de Lanzarote. Es decir, que, en la práctica, de cada cuatro romances que pueden oírse en Lanzarote, casi tres pertenecen a la tradición más antigua y más general del romancero pan- hispánico. Y otro dato numérico destacable: la tradicionalidad de un romance se manifiesta, entre otras cosas, en la capacidad que tiene de reproducirse en versiones varias; pues en Lanzarote, los de tradición más antigua, sumados los propiamente « tradicionales » y los « religiosos » , se manifiestan a través de una media de 3' 4 versiones, lo que significa una variabilidad muy inferior a lo que ocurre en islas como La Gomera, La Palma y Gran Canaria, pero de valores parecidos a lo que ocurre en Fuerteventura y en El Hierro. S. 3. Los romances religiosos Lo que tiene de destacable el apartado de los romances religiosos en Lanzarote es la gran cantidad de temas que tiene, 34 temas, lo que supone el 21% del repertorio total; ello es debido a la tradición de los Ranchos de Pascua, de los que hemos hablado en un apartado anterior, y de la presencia en ellos del romancero del ciclo de la Navidad. No podemos hablar, sin embargo, en los romances de los Ranchos de gran variabilidad, puesto que casi todos, al interpretarse en forma ritual, están ya fijados en un texto invariable. SI Fuera de ellos, dos son los romances religiosos más populares en Unzarote dentro del ciclo del nacimiento e infancia de Jesús: La Virgen y el ciego y Lo congoja de ¡ a Virgen en Belén, al igual que ocurre en el resto del archipiélago. Menor riqueza de versiones tienen los del ciclo de la Pasión, de entre los cuales, no obstante, cabe destacar Soledad de la Virgen y £ í rostro dh/ ino. Y al igual que ocurre en el resto del archipiélago, en los romances del ciclo de la Pasión de Lanzarote es constante el fenómeno de la « contaminación » de motivos, nada sistemáticos, por otra parte, pues resultan de la particular recitación de cada informante, de tal manera que más que de « romances » autónomos, propiamente dichos, habría que hablar de combinación de « motivos » , , considerados éstos como « microsecuencias » narrativas. Se trata, por tanto de una tradición muy fluctuante, nada fija. Es también muy frecuente en los romances de la Pasión la « coda » Quien esta oración dijere..., que convierte el romance en oración. A los romances religiosos de tradición antigua hay que sumar los « rezados » y fórmulas « devocionarias » ( oraciones, conjuros, etc.), que en Lanzarote ( como en La Palma) son especialmente abundantes; de ellos damos aquí una mínima muestra en el grupo de « Devotos » , y sólo de los que tienen una estructura más cercana al romance. 5.4. Los romances vulgares modernos popularizados Los que llamamos vulgares popularizados son romances de creación moderna, a partir del siglo XIX, y por tanto su rodaje en la tradición oral es limitado, de ahí las escasas variantes textuales con que se manifiestan, pero su transmisión es esencialmente oral. Desde este punto de vista, y también por su lenguaje poético, representan un grado más cercano al estilo de los tradicionales que los romances de pliego. Los vulgares popularizados se asemejan a los de pliego modernos en el lenguaje: su estructura métrica predominante es la cuarteta, con rima cambiante, pero son más breves que aquellos y tienen mayor presencia del diálogo, a imitación de los tradicionales. Hay dentro de los « vulgares » un pequeño grupo caracterizado por el verso decasílabo y por el tema de amores estorbados o desgraciados; estos son, en Lanzarote; El hermano incestuoso, Novio que olvida su promesa de fidelidad y Adelaida, pero el repertorio se amplía en otras islas del archipiélago. Los romances vulgares modernos popularizados están a medio camino entre el romance y la canción; de hecho, algunos de ellos fueron difundidos por la radio. Y en la conciencia de algún informante está el que no son « romances » , sino « canciones » . Es sintomático que de los pocos romances que en Lanzarote han sido recogidos cantados lo son de este tipo. Por lo que respecta a la presencia de este tipo de romances en Lanzarote, cabe decir que es escasa, siendo la menos representativa de su romancero, tanto sea por el número de temas como, sobre todo, por el número de versiones, que representa sólo el 5%, muy por debajo de los valores de Gran Canaria y de La Palma, por ejemplo, pero similares a los de Fuerteventura y El Hierro. 52 5.5. Los romances de pliego ( del XVIII y modernos) Una particularidad notable presentan los romances de este grupo en Lanzarote, en comparación a lo que ocurre en el resto del archipiélago: y es que tienen el valor más alto respecto al número de temas del romancero lanzaroteño: 47 temas, que representan el 29% del total, más incluso que los romances tradicionales. Hay que advertir, no obstante, que, a los efectos estadísticos, sumamos en este grupo tanto los romances de pliego dieciochescos como los de pliego moderno, y tanto los que fueron recogidos de la tradición oral como los que sólo estaban en sus pliegos originales o en copias manuscritas ( según el apartado F de este Romancero, de los que damos noticia resumida). En todas las islas del archipiélago hay una abundante representación de los romances de este tipo, pero en ninguna como en Lanzarote son tantos. Aunque hay que añadir a continuación, que los que dan esos valores tan altos a la estadística del romancero lanzaroteño son los textos procedentes de pliegos modernos, y no los de pliego dieciochescos, que, al contrario de lo que ocurre en el resto de las islas, son los menos. En efecto, romances procedentes de pliegos del XVIII que hayan , ^ ido recogidos en Lanzarote oralmente sólo hay 3 temas: Dono Francisca ¡ a cautiva, Doña Josefa Ramírez y La peregrina doctora, y que hayan sido documentados por escrito, bien desde sus pliegos impresos originales o a través de copias manuscritas, sólo 5 temas: Carlomagno y ¡ os doce Pares de Francia, Griselda y Gualtero, Doña Teresa en ia cueva. Donjuán de Jorres Cabrera y Dono Rosa ¡ a cautiva, frente a 39 romances de pliego modernos ( 18 de ellos recogidos de la tradición oral y 21 por escrito). De entre los rasgos estilísticos que hacen de estos romances de pliego dieciochescos un género tan alejado de los romances tradicionales, y en general de la « literatura » tradicional, está la ruptura continua de la prosodia « natural » del romancero, que se acomoda siempre a la métrica del dieciseisílabo. Estas continuas rupturas son las que hacen « artificial » esta literatura, aparte un lenguaje tan retórico, con un léxico tan rebuscado ( ni siquiera culto, sino prosopopéyico). Justamente el proceso de « tradicionalización » que algunos de estos romances han tenido en la vida oral ( por ejemplo de La Gomera) consiste en olvidar y alejarse de este estilo y acercarse al de los romances tradicionales. Desde luego en Lanzarote no se ha iniciado este proceso de « tradicionalización » de estos romances, o al menos no lo hemos registrado nosotros, y de ahí la constancia de la abundancia de pliegos y de papeles que todos los recolectores hemos podido registrar. Godoy Pérez, por ejemplo, hace permanentemente esta advertencia: recogido « de un papelito popular » — dice—, o expresiones por el estilo. Mas cabe también hacer diferencias entre los de pliego del siglo XVIII y los modernos de finales del siglo XIX y principios del XX. Los dieciochescos son romances eruditos que nacieron de la mano de multitud de poetas, siguiendo una misma norma y estilo, y que se divulgaron a través de pliegos de cordel, generalmente cantados por ciegos, algunos de los cuales tuvieron una amplísima difusión, 53 llegando a popularizarse y a adquirir ciertos rasgos propios de la tradición oral. Todos tienen rima uniforme y versificación octosílaba regular, como los tradicionales, pero una métrica que descansa más en la cuarteta que en el dístico, un lenguaje artificioso lleno de ribetes románticos y un estilo más narrativo que dialogado. Aparte la extensión desmedida de versos de la mayoría de ellos, por lo que se recurre a dividirlos en partes. Por su parte, los romances de pliego modernos tienen de común con los « vulgares » el ser principalmente estróficos, con rima cambiante, el poseer un lenguaje vulgar y prosaico, al margen de toda intención artística. Y tienen de común con los de pliego dieciochescos es ser textos largos ( aunque no tanto como aquellos), eminentemente narrativos y prolijos, además de su medio de difusión a través de papeles sueltos y pliegos. La temática los identifica muy bien. Son todos ellos relatos de « casos » : catástrofes naturales, sucesos desafortunados, amores desgraciados, etc. Predominan los de casos horrorosos, donde se pone de manifiesto la depravación humana: incestos, asesinatos, parricidios, infanticidios, ensañamientos inhumanos... Los « casos » de los romances de pliego modernos difundidos en Lanzarote, aparte los de temática propiamente insular, proceden de los lugares más dispares, desde luego muy distantes de Lanzarote y totalmente desconocidos de los informantes que van a recitar esos versos, pero sus recitadores los aceptan como si las desgracias hubieran sido cercanas; el impacto y la atención que se prestan al romance no dependen de la cercanía del lugar, sino de la magnitud de la desgracia. Justamente la localización ( nombre del pueblo y provincia) de la acción, especificada en los primeros versos del romance, es una de las características de los de este tipo. Los que más se difundieron en Lanzarote narraban « casos » ocurridos en tierras peninsulares de Asturias ( Gertrudis, n° 97), de Ciudad Real [ Aparicm de la Virgen de las Hieves en Almagro, n° 98), de Gerona [ Madre que moto a sus hijos para casarse con ur) hombre joven, n° 99), de Zamora [ Padre que mata a sus hijos por calumnia de su madrastra, n° 100), de Andalucía ( Desgracios de unos niños en un horno, n° 101), de Madrid [ La hija de Asunción Tejada, n° 104), etc., pero también sucesos internacionales notorios, tal como fue el Hundimiento del Titánic [ n° 113). Especial interés y mayor presencia tuvieron en Lanzarote los romances de pliego que trataban de desgracias marineras, como tendremos ocasión de ver en el epígrafe siguiente. Pero alguno hay también de esta temática que no son de casos locales sino foráneos, como el citado Hundimiento del Titánic, el Hundimiento del Valbanera ( nn. 118 y 119) y el de la Explosión del Cabo Alachic/ iaco ( n° 139). La presencia masiva de esta clase de romances en Lanzarote se debe a un « comercio » muy vivo que hubo de los pliegos por toda la isla. Muchos de nuestros informantes nos mostraron ejemplares que ellos mismos habían comprado a los « cieguitos » que los vendían por las calles a cambio de unas monedas ( « a real » dicen que los vendían). Mas no sólo los ciegos, también los vendían cantores ambulantes 54 « andaluces » , mientras que otros impresos . llegaron a la isla traídos desde la Península por los soldados conejeros que regresaban del servicio militar o de la guerra civil. Tantos fueron los pliegos y tantos los romances contenidos en ellos que la palabra romance llegó a designar cualquier papel impreso que tuviera versos. Por ejemplo, cuando preguntábamos a nuestros informantes: — ¿ Cómo aprendió usted eso?, la respuesta era unánime: — En romance; se compraban los « romances » ... 5.6. Los romances de creación y temática locales Los romances de los grupos anteriores constituyen un repertorio universal, pan- hispánico, en el sentido de que se hallan repartidos por todos los territorios hispánicos. Sin embargo, los que clasificamos como « locales » son de creación y temática estrictamente insular lanzaroteña o, en todo caso, canaria, cuestión que se pone de manifiesto tanto por los continuos topónimos que se citan en los respectivos textos como por los. hechos que en ellos se relatan. De ellos son canarios generales, es decir, han sido recogidos en varias islas del archipiélago: Duelo entre amigos ( n° 115), Alfonso Xlll visita Canarias { n° 117), los . ^ o s modelos del Hundimiento del Valbípera ( nn. 118 y 119) y Disparates encadenados { n° 132); del resto sólo tenemos noticia por las versiones lanzaroteñas, a pesar de que los sucesos narrados hayan tenido lugar en otras islas, como ocurre con el Disturbio obrero en Las Palmas en las elecciones de 191 í ( n° 130), el Repugnante y horroroso crimen... ( n° 157), ocurrido en Tenerife, y el Horrible asesinóte cometido en la Villa del Paso ( n° 158), en la isla de La Palma. Mención especial merecen, por el grupo tan numeroso que constituyen en el . romancero de Lanzarote, los que tratan de hundimientos o incendios de barcos, naufragios de pescadores y todo tipo de desgracias marineras. Dos hechos complementarios lo explican: los muchos casos realmente ocurridos y la sensibilidad que los lanzaroteños tenían hacia cualquier noticia venida del mar y de sus costas, puesto que de la mar vivían muchos de sus hombres. Aparte los que ya hemos citados de temática marinera pero de sucesos foráneos ( los nn. 113,118,119 y 139), son propios de Lanzarote los nn. 120,121, Í22,123,153,154,155 y 156. Todos ellos tienen características comunes, hasta el punto de que varios de ellos debieron salir de una misma mano, de alguien que fue poeta popular especializado en desgracias marineras, un casi « profesional » a quien encargaban ( o él mismo se lo imponía) el relato en verso de cada suceso ocurrido. Cuando se ha podido hallar el pliego impreso ( mejor « hojilla » o « plana » , en este caso), se constata que un tal Ramón Mosegue figura como autor de cuatro de ellos, los nn. 120, 121,153 y 154. Otro nombre de autor figura en la cabecera del n° 155, el de Manuel Caraballo, pero esta autoría nos resulta sospechosa ( pudiera tratarse, quizás, de un seudónimo), pues hay en este romance ciertas fórmulas proverbiales y expresiones que se repiten en los textos anteriores de Ramón Mosegue; por ejemplo, la expresión « que en el monte hay más madera » , con el sentido de ' pri- 55 mero salvar la vida, que lo demás tendrá arreglo', que aparece en los romances nn. 154 ( v. 30) y 155 ( v. 42); o el verso « mirar hacia bajo, el mar, / mirar hacia arriba, el cielo » , que aparece en los nn. 121 ( v. 24) y 155 ( v. 26). De los tres romances restantes de tema marinero ( nn. 122,123 y 156) no consta la autoría. En cualquier caso, los autores de estos romances debieron ser todos ellos insulares, por el conocimiento minucioso que tienen de la toponimia local y de los escenarios de las desgracias, incluso que alguno debió de ser él mismo de profesión marinero, según se desprende de los últimos versos del n° 153. Y de ahí también las continuas advocaciones a la Virgen del Carmen, patrona de los marineros. Por momentos parece que todos estos romances tienen por finalidad difundir la devoción a la Virgen del Carmen entre las gentes del mar, pues es tanta o más la atención que ponen en ello como en relatar « los casos » de los que la Virgen es mediadora. En general, la presencia de romances locales en el romancero general de Lanzarote es similar a la de las otras islas, rondando el 12% de los temas y el 6% de las versiones. 5.7. Un romance erudito sobre la prehistoria de Lanzarote Ha sorprendido a todos los estudiosos del romancero canario la ausencia de textos tradicionales relacionados con la conquista de las islas y con el mundo aborigen, cuando tanta materia poética había para este tipo de relatos. Esa ausencia, como ocurrirá también después en América, no puede explicarse si no es atendiendo a la fase « aédica » que el romancero vivía en ese momento; de ahí que el repertorio que se asentó en Canarias fuera el mismo que existía ya en las zonas peninsulares de donde procedían sus conquistadores y colonos. Y de ahí, también, el fracaso recolector de hombres como Juan Bethencourt Alfonso y, en cierta medida, también de Agustín Espinosa, cuando salieron en busca de romances « de asunto guanchinesco » . Son reveladoras de la frustración que le produjo al primero de ellos la comprobación de esa ausencia de testimonios guanches las palabras que escribió como resumen de su tarea recolectora de romances populares en las zonas del sur de Tenerife, en su tierras natales de Chasna, siguiendo la incitación pública que había hecho Menéndez Pidal a los intelectuales de Tenerife. Dice Bethencourt Alfonso, al respecto: « Del voluminoso fárrago de poesía popular que hemos recolectado, que en parte conoce el ilustre Sr. Menéndez Pidal, ninguna composición utilizable trata sobre la materia [ guan-che] » ( 1940: 26). Sin embargo, en el librito que sobre el Romancero canario publicó la Librería Hespérides de Santa Cruz de Tenerife, dentro de la colección « Biblioteca Canaria » [ 1940], se recogen dos —^ así se dice— « antiguos romances populares del sur de Tenerife, recogidos en los pueblos chasneros por Juan Bethencourt Alfonso » ( pág. 23), el segundo de los cuales trata de un asunto guanche de Lanzarote. Es el siguiente: 56 Don Juan Betancur y el rey Guardafía 2 van para Zonzamas con mucha alegría. Y sus ayudantes fieles les seguían. 4 Llegan a palacio y estaba tendida en aquellos llanos la ganadería. 6 Ninguna mujer allí se veía, sólo los zagales eran quien servían 8 leche con cebada, carne y papa- cría, gofio y queso fresco abundante había. 10 Los maxos cantaban mientras se comía; relinchos y silbos es io que se oía. Ni que decir tiene que dicho texto no lo hemos encontrado en la tradición oral de Lanzarote, ni nosotros ni ninguno de los que han hecho encuestas roman-císticas en la isla, sencillamente porque no pertenece a la tradición oral. Pero sí hemos hallado una copia escrita en el archivo de Sebastián Jiménez Sánchez de El Museo Canario de Las Palmas, en una carpeta dedicada a Lanzarote ( caja 99, carp. 9, doc. 2), copiada por el propio Jiménez Sánchez, con el título de « Romance histórico popular » , pero sin allegar noticia alguna sobre sus fuentes. Mas no parece ser una simple copia del texto publicado en el Romancero canario, pues tiene el de Jiménez Sánchez algunas variantes que manifiestan una leve reelaboración, aunque sea sólo en una primera memorización. Estas son las variantes: 1a: Juan Betancor; 7b: era quien servían; 8b: carne y papa fría; 9a: col y queso fresco; 10a: majos; 11a: un relincho de silbos. Tiene este texto algo de romance popular, no cabe duda: la rima asonante y uniforme en ía, la cesura de los versos ( aunque una cesura tan marcada es más propia de los textos de los « Ranchos de Pascua » que de los romances tradicionales), y un ritmo de versos hexasilábicos, que, aunque no sea el prototipo del romancero, tampoco le es ajeno. La escena que en él se narra es una recreación muy libre del momento de la conquista de Lanzarote, una especie de « comida de hermandad » entre el último rey guanche, Guardafía, y el conquistador normando Jean de Bethencourt, en un ambiente bucólico lleno de paz; lo hacen en el « palacio » de Zonzamas, lugar de residencia del rey guanche; son servidos por los más distinguidos de los « zagales » ( sin presencia alguna de mujeres); lo que comen son los productos del país: leche con cebada, carne, papas, queso y « gofio » ; afuera, los « majos » entretienen la comida con cantos, silbos y « relinchos » , mientras pastorean sus ganados. Bonita estampa, pero no romance « tradicional » , ni siquiera romance « popular » . El romancero de Canarias — necesario es decirio ante tanto errado « guan-chista » — no es más que una rama del gran romancero pan- hispánico; una rama, eso sí, bien definida por el carácter de « lo canario » , pero no por lo guanche. Lanzarote fue la primera isla conquistada, y puesto que aquella acción de con- 57 quista estuvo al mando de normandos, justo es que su huella haya pervivido hasta la actualidad, bien sea en sus actuaciones materiales ( los pozos de El Rubicón, ya que del castillo no queda el menor rastro), bien de su cultura oral, como ocurre en el campo de la antroponimia ( apellidos como Betbencourt, con todas sus variantes, Perdomo, Benkl, Dkpa, Melián, Umpiénez I Dumpiénez, Maciot y otros), de la toponimia { Betancuria en Fuerteventura y Maciot en el mismo Lanzarote) y del léxico común ( jabk I sable, guanche y posiblemente también mareta y malpaís). Pero ninguna repercusión tuvo en el campo del romancero tradicional de la isla, ni en cuanto a la pervivencia de textos que trataran de su historia particular ni en la configuración de un repertorio con características diferenciales más allá de lo que resulta común con las otras islas. 6. Noticia de la música de los romances de Lanzarote Sabido es que los romances son un género literario que, por lo general, se cantan, y eso ocurre en toda la geografía del romancero pan- hispánico, sea en las zonas más conservadoras del noroeste peninsular ( o aún más entre los judeo- sefardíes), sea en la, s zonas más innovadoras de América. Otra cosa es que en cada región la música de los romances tenga características particulares, tantas o más como las tienen los propios textos, pudiéndose hablar, de manera paralela a como se hace en éstos, de variantes y de invariantes musicales. Por lo qué respecta a Canarias, en múltiples ocasiones y lugares hemos disertado sobre la enorme personalidad y variedad que la música de los romances adopta en las islas ( cf., por ejemplo, desde una visión panorámica. Trapero 1988- 1991, más, desde la perspectiva de cada una de las islas,
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Calificación | |
Título | Romancero general de Lanzarote |
Autor principal | Trapero, Maximiano |
Autores secundarios | Gopar, Juan ; Fundación César Manrique |
Tipo de documento | Monografía |
Lugar de publicación | Teguise (Lanzarote) |
Editorial | Fundación César Manrique |
Fecha | 2003 |
Páginas | 372 p. |
Datos serie | Torcursa ; 9 |
Materias |
Canarias Tradición oral Lanzarote |
Tamaño de archivo | 19 Mb |
Digitalizador | ULPGC. Biblioteca Universitaria |
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Texto | Romancero General de Lanzarote TORCUSA Diseño de ta colección: Alberto Corazón © del texto: Maximiano Trapero © de las ilustraciones: Juan Gopar Reservados todos los derechos de esta edición para la Fundación César Manrique. Taro de Tahíche, 35509 Teguise, Lanzarote. Islas Canarias. ISBN: 84- 88550- 50- 2 Depósito legal: M- 25981- 2003 Imprime: Cromoimagen S. L, Albasanz, 14 Ks. 28037 Madrid. Infipreso en España. Papel Reciclado. Maximiano Trapero Romancero General de Lanzarote F U N D A C I Ó N CÉSAR MANRIQUE índice I. Introducción 19 1. Sobre el título de este libro 21 2. La Isla de Lanzarote 23 2.1. Su naturaleza única 23 2.2. El fenómeno turístico 25 2.3. Su división administrativa 26 2.4. Su foldore literario y musical 27 2.5. La agonía de sus tradiciones 29 3. Noticia de la historia de la recolección deromancesen Lanzarote 30 3.1. Las Calas de Sebastián Sosa Barroso 30 il. La flor de ¡ a marañuela 31 3.3. El Romoncero de jesús María Godoy 32 3.4. El Romoncero de Sebastián Sosa Barroso 39 3.5. Nuestra propia colección 43 3.6. Una pequeña colección inédita de Angelina Hernández 45 4. Los Ranchos de Pascua de Lanzarote 46 5. Clasificación de los romances de Lanzarote 49 5.1. Resumen estadístico 50 5.2. Los romances de tradición más antigua 50 5.3. Los romances religiosos 51 5.4. Los romances vulgares modernos popularizados 52 5.5. Los romances de pliego 53 5.6. Los romances de creación y temática locales 55 5.7. Un romance erudito sobre la prehistoria de Lanzarote 56 6. Noticia de la música de los romances de Lanzarote 58 7. Edición de los textos y comentarios 60 II. Romances 63 A. Romances tradicionales 65 a) La conquista amomsa 65 1. El conde Grifos Lombardo ( áo): 1 versión 65 2. Lanzarote y el ciervo del pie blanco ( ía): 1 .-. 66 3. El caballero burlado ( ía): 22 68 4. Gerineldo ( ío): 6 77 5. La serrana ( éa): 2 81 6. la doncella guerrera ( pollas.): 6 84 7. Buscando novia ( é): 1 85 b) Amor fiel 87 8. Las señas del marido ( modelo A, é): 7 87 9. Las señas del marido ( modelo B, ío + é); 14....'. 90 10. Las señas del marido ( modelo C, éa + é): 1 95 11. Lacondesita( á): 5 95 12. El conde Niño ( á): 3 .• 98 13. El quintado ( éa): 1 ,.^ 01 14. El quintado ( éa) + La aparición de la enamorada muerta ( i): 2 102 15. La vuelta del navegante ( á): 1 103 c) Amor desgraciado....: > 105 16. Delgadina( áa): 5.... 105 17. Delgadina, con el comienzo de La mala hierba ( áa): 5 107 18. La mala hierba ( áa): 5 110 19. Blancaflor y Filomena ( éa): 10 111 20. Albaniña( ó): 5 115 21. La Martina ( estr.): 1 120 22. La aparición de la enamorada muerta ( i): 1 121 23. La infanticida ( éa): 2 122 24. El pastor desesperado ( áo): 2 .• 125 25. No me entierren en sagrado ( áo): 1 126 d) Cautivos 127 26.' La hermana cautiva ( ía): 3 127 27. Las tres cautivas ( ía): 3 129 ej/ ntervenc/ ones m; 7flgfo$ os 131 28. [ harinero al agua ( áa):. 7 131 29. La romería del pescador ( ía): 1 133 30. El idólatra de María ( óa): 5 134 31. Voto incumplido ( éa); 2 137 j5 festivos 140 32. La mujer de mi hermano ( estr.): 1 140 10 33. La molinera celosa ( áa): 2 140 34. Adúltera con un sacristán ( áa): 1 142 35. La pulga y el piojo ( estr.): 2 142 36. El ratón y el gato ( éo): 1 144 g) Infantiles 146 37. Santa iria ( pollas.): 7 146 38. Santa Catalina ( áa): 5 148 39. La malcasada ( ía): 2 150 40. Dónde vas Alfonso XII ( estr.): 9 151 41. Don Gato ( áo): 7 154 42. Mambrú( á): 2 155 43. Carabí( á): 1 156 B. Romances religiosos 159 oj Nacimiento e infancia de Jesús 159 44. Los desposorios de la Virgen ( ío): 4 159 45. La anunciación ( ío): 2 164 46. Las dudas de San José ( modelo A) ( ío); 1 165 47. Las dudas de San José ( modelo B) ( éa): 1 166 48. El empadronamiento ( éa): 3 167 49. El anuncie del Ángel ( ía): 1 168 50. La epifanía ( á, estr., hexas.): 2 169 51. La circuncisión ( ó): 1 171 52. Congoja de la Virgen en Belén ( ía): 9 172 53. Los Reyes ( modelo A) ( éa): 1 175 54. Los Reyes ( modelo B) ( ía): 1 176 55. La Virgen y el ciego ( é): 15 177 56. Madre, a la puerta hay un niño ( estr.): 1 181 57. El Niño perdido y hallado en el templo ( áe): 1 182 b) Presagios de la Pasión 183 58. Soledad de la Virgen ( éa): 8 183 59. La Virgen con un librito en las manos ( ía): 5 :., 184 60. Por el camino del cielo ( éa): 1 186 61. Llanto de la Virgen ( ía): 3 186 c) Pasión y muerte de Jesús ; 188 62. El rostro divino ( áo): 6 188 63. La Virgen camino del Calvario ( éa): 2 191 64. La Virgen camino del Calvario + Las tres Marías ( áa): 2 192 65. La Virgen camino del Calvario + El discípulo amado ( áa): 3 193 66. El discípulo amado + Las tres Marías ( áa): 2 195 67. Las tres Marías, precedido de Santa Catalina ( áa): 2 196 11 68. La Magdalena ai pie de la cruz ( á), precedido de La oración del peregrino ( polias.): 5 197 69. La Virgen al pie de la cruz ( éa): 1 199 70. La Virgen al pie de la cruz ( éa) + Meditación de la Pasión ( áo): 1 199 71. Meditación de la Pasión + Otros motivos de la Pasión: 4 202 72. El monumento de Cristo ( áo): 1 204 d) Devotos 205 73. Arquitachiquita( éo): 3 205 74. Acto de contrición ( éo): 3 205 75. Oración a la Virgen ( áo): 1 207 76. Oración al acostarse ( pollas.): 2 207 77. Oración para después deJ rosario ( ío): 1 209 C. Romances vulgares modernos popularizados 211 78. La pobre Adela ( seguidillas): 1 .. 211 79. Los mandamientos de amor ( estr.): 1 212 80. Las amonestaciones ( estr.): 1 213 81. Las horas de la vida ( áo): 1 ..... filU 82. Atropellado por el tren ( estr.): 2 .-... ... 214 83. La novia enferma ( estr.): 1 216 ,84. La lechera ( estr.): 1 216 85. La Agustinita ( estr): 1 217 86. Blancaflor vengadora de su honra.( estr.): 2 217 87. La tórtola triste ( éo): 1 219 88. Carmela y Rogelio ( estr.): 1 219 89. Quinto olvidado por su novia ( éa): 1 ; 220 90. El hermano incestuoso ( decas., estr.): 1 221 91. Novia que olvida su promesa de fidelidad a un soldado que marcha al servicio ( decas., estr.): 1 222 92. Adelaida ( decas., estr.): 1 .. 223 93. Burla de mujeres ( estr.): 1 223 D. Romances de pliego 225 a) De pliegos dieciochescos 225 94. Doña Francisca la cautiva ( áa): 2 225 95. Doña Josefe Ramírez ( éa): 1 : 226 96. La peregrina doctora ( éo): 1 227 b) De pliegos modernos 236 97. Gertrudis, la hermana autiva ( ó + áa): 5 236 98. Aparición de la Virgen de las Nieves en Almagro ( estr.): 1 241 99. Madre que mata a sus hijos para casarse con un hombre joven ( estr.): 2 243 12 100. Padre que mata a sus hijos por calumnia de su madrastra ( áa): 3 245 101. Desgracias de unos niños en un horno ( éo): 2 251 102. Padre que reconoce a su hijo ante el pelotón de fusilamiento ( estn): 4 255 103. Dos jóvenes inocentes salvados de la muerte por intermisión de la Virgen del Rosario ( áa): 1 256 104. La hija de Asunción Tejada ( estr.): 1 257 105. Horroroso crimen en que un padre mata a su hijo y come sus asaduras ( estr.): 1 258 106. El secreto de María ( estr.): 1 259 107. El incestuoso pescador Pedro Marcial ( estr.): 2 261 108. Padre incestuoso vengado por su hijo ( ó): 1 262 109. Jóvenes que acaban con sus vidas por no consentir los padres en su amor ( estr.): 1 263 110. Amores estorbados que acaban trágicamente ( estr.): 1 265 111. La niña enterrada viva ( estr): 1 268 112. Hundimiento de un barco ( estr.): 1 270 113. Hundimiento del Titánic: 2 270 114. Me casé con una vieja ( é): 1 272 E. Romances locales 275 115. Duelo entre amigos ( áa): 1 275 116. Riña entre dos jóvenes ( estr.): 1 276 117. Alfonso XIII visita Canarias ( pollas.): 1 276 118. Hundimiento del Valbanera ( modelo A) ( estr.): 3 277 119. Hundimiento del Valbanera ( modelo B) ( estr.): 1 280 120. Naufragio y salvamento de un pesquero en La Alegranza ( estr.): 4 284 121. Salvamento del marinero Gregorio Álvarez Martín ( estr.): 1 287 122. Hundimiento de un barco pesquero ( estr.): 1 288 123. Muerte de un pescador en El Golfo ( estr.): 1 290 124. Hambruna en Lanzarote en los años de 1878 y 1879 ( áa): 1 293 125. La compra del voto ( estr.): 1 296 126. Hijo emigrante que olvida a sus padres ( estr.): 1 297 127. Día de San Marcial ( áo): 1 298 128. Hombre que cae de una muía y queda malherido ( áo): 1 298 129. Buscando novia en El Mojón ( ó): 1 299 130. Disturbio obrero en Las Palmas en las elecciones de 1911 ( estn): 1 300 131. Protestas de una madre contra una hija gastadora ( estn): 1 303 132. Disparates encadenados ( áo): 1 304 133. Día de santo ( éa): 1 305 13 F. Noticias de Romances de pliego documentados en Lanzarote pero no recogidos oralmente 307 a) Pliegos dieciochescos 309 134. Nueva liistoria de Carlo- l* 1agno y los doce Pares de Francia ( varias rimas) 309 135. GriseldayGualtero( áa + éo + ía) 312 136. Doña Teresa en la cueva ( éa + ía) 314 137. El autivo de Granada ( éa) 315 138. Doña Rósala cautiva ( áe) 317 b) Pliegos modernos , 318 139. Segunda explosión del vapor « Cabo Machiciíaco » ( é + áo) 318 140. En un pueblo de Galicia ( estr.) 318 141. Horroroso crimen en Cambroncino ( estr.) 318 142. El crimen de una madrastra ( ó) 319 143. Una hija abandonada a los tres días de nacer ( estr.) 319 144. La Virgen de los Desamparados protege a un soldado devoto suyo ( á) 320 145. Martirizada cruelmente por su madre ( estr.) • •# 320 146. Dos niños abandonados por sus padres en el tren ( estr.) 321 147. Romance de una niña que robaron en un valle ( estr.) 321 148. Horroroso crimen cometido por unos padres que matan a su hijo sin saber que lo era ( estr.) 321 149. Joven de 19 años y hombre de 43 sentenciados a muerte ( estr.) 322 150. Castigo de Dios por haber tirado a una Santa Cruz ( áo + áa) 322 151. Horrendo crimen cometido en Zaragoza ( estr.) 323 152. Dionisia Pérez Losada ( áa) 323 c) Pliegos locales , 325 153. Incendio en el « Costa del Caribe » ( estr.): 2 versiones 325 154. Hundimiento del « Costa de Marfil » ( estr.) 327 155. Pérdida del « Guadarrama » ( estr): 2 versiones 330 156. Suceso de « La Astelena » ( estr.): 2 versiones 332 157. Repugnante y horroroso crimen cometido por un joven de 20 años con una anciana demente ( ó + áa) 333 158. Horrible asesinato cometido en la ViHa del Paso ( áa + ó) 333 159. Robo de la Virgen de Guadalupe ( ía + áa) 334 IIL Referencias bibliográficas 337 I\^ índices 343 1. Romances por orden alfabético 345 14 2. Primeros versos 349 3. Informantes y romances ofrecidos 355 4. Informantes por localidades y municipios 365 5. Recolectores y romances recolectados 371 15 I. D E i A GRACIOSA LA BOCA I IVA 1. Sobre el título de este Ubre No es este el primer libro que se publica sobre el romancero de Lanzarote, ni siquiera el primero que lleva en el título, explícitamente, el término Romancero y la expresión de Lanzarote. Por ello requiere una aclaración. De todas las islas canarias, curiosamente, ha sido la de Lanzarote la que ha contado con mayor número de publicaciones sobre su romancero. Y, sin embargo, entendíamos nosotros que en ninguna de ellas se daba noticia suficiente y representativa del verdadero estado de la tradición romancístlca de la isla, en unas por insuficiencia de textos y en otras por falta de sistematicidad en la exposición de los textos recolectados. Para reparar la primera carencia fue que decidimos nosotros mismos hacer una nueva recolecta de romances en la tradición oral de Lanzarote, insistiendo especialmente en los lugares que antes no habían sido explorados y preguntando con más insistencia por los temas no representados en las colecciones publicadas, y para dar una visión completa y sistemática del romancero de Lanzarote es que publicamos este nuevo Romancem. El título de Rofíiancero General compromete a mucho, y debe justificarse. Primero, debe ofrecer la garantía de que en él se contienen o, al menos, se da noticia de todos los textos romancísticos recogidos en el territorio del que el Romancero trate, tanto sea de los ya publicados como de los inéditos de los que se 21 tenga noticia. Segundo, debe presuponer que en él está bien representada la verdadera tradición romancística de ese territorio, esto es, que las exploraciones de campo realizadas han sido suficientes y que en ellas se contiene « el todo » de esa tradición. No es que nunca más puedan recogerse nuevas versiones de romances en ese territorio, incluso que pueda aparecer algún nuevo tema no aparecido hasta entonces, pues bien sabemos que el filón de la tradición oral nunca llega a explotarse por completo, pero, en todo caso, esas nuevas versiones o ese nuevo tema no modificarían en nada la visión general ofrecida con anterioridad. Con esos presupuestos y con ese convencimiento publicamos ahora este Romancero General de Lanzarote. En él se reúnen bajo una única clasificación sistemática tanto las versiones de romances inéditas, procedentes de nuestra recolección y de otras varias, como las versiones de los romances ya publicadas, y éstas bajo dos fórmulas diferentes: bien con la reedición de sus textos íntegros, cuando las circunstancias lo aconsejan, bien dando su referencia completa, cuando son versiones de un romance especialmente abundante en la tradición de Lanzarote y resultan redundantes. Con ello procedemos de la misma manera a como lo hemos hecho en el resto del archipiélago canario, de tal manera que la isla de Lanzarote pueda tener su propio Ron) ancero, como ya lo tiene el resto de las islas^ y con los mismos : cHÍterios editoriales. Y es justamente la de Lanzarote la última en tenerlo, porque, por nuestra parte, al contar con las recolectas y publicaciones dichas, y ante el hecho cierto de la desaparición paulatina de la tradición, pensamos era prioritaria la dedicación a otras islas en las que nunca se habían hecho recolecciones de romances. Con ello vemos culminado un ambicioso proyecto iniciado en 1980, que hemos hecho explícito en múltiples ocasiones, y que consistía en que, dada la extraordinaria riqueza de la tradición romancística de las Islas, y la notable diversidad con que esa tradición vivía en cada una de ellas, cada isla del archipiélago canario pudiera contar con un Ron^ ancero que diera cuenta suficiente de la tradición local, y tanto de las versiones de romances recogidas en tiempos anteriores ( en algunos casos, desde principios del siglo XX), como, sobre todo, deja tradición más reciente, a partir de recolectas sistemáticas programadas con ese fin. Un proyecto que, por nuestra parte, iniciamos en la isla de Gran Canaria, con la publicación de dos volúmenes de romances, el primero dedicado monográficamente, por la abundancia de materiales, a la zona del sureste ( Trapero 1982) y el segundo al resto de la isla ( Trapero 1990); seguido de la publicación de los Romanceros de la isla de El Hierro ( Trapero 1985), de La Gomera ( Trapero 1987, y segunda edición, revisada y muy aumentada, en Trapero 2000a), de Fuerteventura ( Trapero 1991) y de La Palma ( Trapero 2000b). Pero el proyecto lo había iniciado Diego Catalán en ' Falta propiamente un fiomoncero de Tenerife, pero puede decirse que la tradición romancistíca de esa isla está bien representada en el volumen primero de La fiar de la morañuefá, dedicado por entero a Tenerife. Por nuestra parte, hemos hecho encuestas en determinadas zonas de la isla tinerfeña no exploradas anteriormente, cuyos resultados esperamos dar a conocer pronto, a fin'de que puedan completar la visión romancística de tan importante isla, la mayor del archipiélago, junto a otras colecciones recogidas con posterioridad a la publicación de lo por y que continúan inéditas o han sido dadas a conocer en publicaciones locales de diUcil accesibilidad. 22 © Del doojmento, los autores. DiglEslizadán realizada por ULPGC. BibHoieca Untversiiafia, 2Ü06 1969 con la publicación de La fior de ¡ a marañuela, concebido entonces como la « primera parte » de un « Romancero general de las Islas Canarias » . Hoy, con la publicación de este Romancero de Lanzarote, podemos decir que se completa el proyecto ideado por Diego Catalán, y que las Islas Canarias cuentan con el Romancero más nutrido no sólo de España sino de todo el Mundo Hispánico, pues bien se sabe que en el asunto del romancero debe siempre elevarse la vista para considerarlo como un fenómeno no meramente español, sino « hispánico » . 2. La isla de Lanzarote El archipiélago canario no está formado por 7 islas, como suele decirse, sino por 7 islas principales más una serie de islas menores, islotes y roques. Y es del todo pertinente hacer esta precisión aquí, puesto que, justamente, la « octava isla » , La Graciosa, con población estable y fija desde finales del siglo XIX, pertenece administrativamente a Lanzarote y en ella hemos recogido también algún romance para este Romancero. Los otros territorios marinos que pertenecen a Lanzarote son las islas de Montaña Clara y Alegranza y los Roques del Este y del Oestel En ninguno de estos últimos hay población, y por tanto tampoco romances, pero sus nombres sí aparecen en el romancero de Lanzarote como escenario en que ocurrieron determinadas historias de mar que merecieron ponerse en verso romance. Tiene la isla de Lanzarote 846 km^ ( 885 km^ contando con la superficie de los islotes próximos), está situada entre los 28° y 29° de latitud norte y los 13° y 14° de longitud oeste y tiene una población actual aproximada de 106.000 habitantes. Es la isla más nororiental del archipiélago. Su cercanía al continente africano propició el que en Lanzarote, y especialmente en su capital Arrecife, se desarrollara una importante flota pesquera ( con sus derivaciones conserveras) que faenaba en la costa sahariana. Hoy, cuando redactamos estas líneas ( enero de 2002), mermada aquella actividad pesquera, la cercanía de África se hace notar cada día en Lanzarote con la arribada a sus costas de innumerables inmigrantes « ilegales » que cruzan el océano en precarias barquillas llamadas « pateras » . 2.1. Su naturaleza única Como las demás del archipiélago, Lanzarote es de origen volcánico, pero ésta es la más volcánica de todas, la de vulcanismo más reciente y espectacular, la « isla de los volcanes » por excelencia, que esa es una de la denominaciones que recibe en los reclamos turísticos. No todos sus suelos son recientes, pero las lavas y cenizas salidas de sus dos últimos procesos eruptivos, el primero de ellos entre ' « Archipiélago Cliinijo » ha empezado a llamarse a este conjunto desde hace poco, y con tal denominación aparece ya en los libros de geografía del archipiélago. Qiinijíi es palabra común y popular en Lanzarote, usado con el significado de ' niño pequeño', de uso sólo para los niños, con valor afectivo, pero nunca se usó para denominar a los islotes del norte. Asi que lo de AídtííMto^ Ojínifo es denominación neológica y " erudita", pero no popubr de lanzarote, que siempre ios ha llamado los Islotes''. 23 1730 y 1736, en la zona de Timanfaya y de las Montañas del Fuego, y el segundo en 1824, en la zona de Tao y de Tinguatón, y que han afectado aproximadamente a un tercio de su territorio, han hecho que el paisaje de Unzarote sea considerado único en el mundo. De ahí que no sólo cuente con un « Parque Nacional » , el de Timanfaya ( declarado en 1974), sino que la isla entera haya sido declarada « Reserva de la Biosfera » ( en 1993), una distinción que la Unesco concede sólo a aquellos lugares del mundo que son modelos armónicos de convivencia del ser humano con su entorno ambiental. Mas no todo su paisaje es uniforme, ni mucho menos. Unzarote es la isla más « baja » del archipiélago, teniendo sus alturas mayores en las partes extremas de la isla, que a su vez son las de mayor edad geológica ( de unos 18 millones de años): al norte con el macizo de Famara ( Peñas de Chache, 670 m.) y al sur con el macizo de los Ajaches ( con El Castillejo, 632 m.). En la parte central se suceden unos paisajes cubiertos por el volcán, algunos de los cuales han sido ya plenamente dominados por el hombre, convirtiéndolos en terrenos fértiles para el cultivo, como la zona de Los Valles o de La Geria, mientras que otros siguen cubiertos de lavas impracticables, como todo el territorio de Timanfaya, con otros paisajes invadidos por el ¡ abíe ( arenas de origen marino), como en varios lugares de la M , pero especialmente en la vertiente noroeste de La Caleta y de Teguise. El paisaje es siempre consecuencia de un clima, y éste de unas circunstancias complejas que actúan a la vez y en cadena. La falta de alturas en la isla hace que los vientos alisios, que son los causantes principales de la lluvia y de la humedad en el archipiélago, pasen por encima de las tierras de Lanzarote sin afectarla. Y la falta de lluvia es la causante de la falta de vegetación. De manera que las tierras de Lanzarote tienen un clima semidesértico y una ausencia casi total de vegetación ( salvo el palmeral de Haría y poco más, las únicas manchas veces que pueden verse en Lanzarote son producto moderno de la replantación y del riego permanente). Y sin embargo, el campesino lanzaroteño ha desarrollado una agricultura que es admiración del ingenio y de la adaptabilidad al medio: en los terrenos cubiertos por las arenas volcánicas [ rofe lo llaman en la isla) cultivan la vid, los cereales, las cebollas y otros productos, y en los terrenos cubiertos por las arenas marinas ijabk lo llaman) cultivan batatas, sandías y melones; y donde había abundancia de chumberas introdujeron el cultivo de la cochinilla. Cierto que la mano del agricultor lanzaroteño no puede limitarse a plantar y sembrar, sino que antes ha de dedicarse a preparar el terreno, y ésta es tarea que requiere dedicación trabajosa y mimosa a la vez. Primero debe buscarse la tierra para que la planta germine, después deben cubrirse los sembrados con rofe para conservar la humedad y finalmente deben protegerse del viento permanente, bien con hoyos en que enterrar cada planta, bien con semicírculos o paredes de piedra, bien con pequeños setos de mies seca { bardos los llaman). El resultado de todo ello conforma un paisaje sorprendente, único, inédito y bellísimo. 24 © Del doojmento, los autores. DiglEslizadán realizada por ULPGC. BibHoieca Untversiiafia, 2Ü06 2.2. El fenómeno turístico Se puede hablar de un Lanzarote anterior y de otro Lanzarote posterior al fenómeno turístico que en la isla se ha implantado en el último tercio del siglo XX, tanto por lo que se refiere a la modificación de su naturaleza como por la influencia que ha tenido en sus habitantes. El aumento espectacular de población se produce a partir de los últimos años de la década de los 70 del siglo XX, pasando de 44.000 habitantes en 1975 a cerca de 90.000 en el año 2000. Es decir, que en tan solo 25 años se ha duplicado la población de la isla. Este aumento vertiginoso de población, siendo ésta, además, de procedencia tan varia, ha acabado por desfigurar la identidad de la isla, y con ella, también, su personalidad cultural tradicional. Porque a esta población estable hay que sumar los casi dos millones de turistas que visitan cada año la isla, y ellos no suelen estar quedos, sino que, invitados por los extraordinarios atractivos que Lanzarote tiene, la recorren de continuo en todas las direcciones, con lo cual, de aquella quietud y hasta soledad que la isla ofrecía al visitante, se ha pasado a una vorágine de coches y autocares, de carreteras y autopistas y de colas y multitudes que se encuentran por doquier. Un personaje verdaderamente singular tiene la historia reciente de Lanzarote a quien se debe lo que de excelente ha conservado la isla, y quien, a la vez, ha evitado su deterioro irremisible: César Manrique ( 1919- 1992). A César Manrique se debe el « descubrimiento » moderno de Lanzarote: él fue quien hizo cambiar la valoración que la isla ofrecía tanto al visitante foráneo como, sobre todo, al poblador nativo, y lo hizo con sus actuaciones geniales sobre la naturaleza de la isla ( descubriendo y ensalzando bellezas que estaban ocultas), a la vez que creando conciencias y actitudes nuevas frente al paisaje de la isla. « En Lanzarote se ha trabajado a un nivel de entrega total, en contacto íntimo con su geología, entendiendo su trama y su organismo vulcanológico, logrando el milagro del nacimiento de un nuevo concepto estético, para crear una mayor capacidad del arte e integrarlo en todas sus facetas en una simbiosis totalizadora, como he repetido: vida- hombre- arte » ( Gómez Aguilera 1995: texto 116). Estas son palabras del propio César Manrique, quien siempre estuvo guiado en sus acciones por una profunda y coherente convicción de armonía con la naturaleza: « La perfección y el equilibrio de esta naturaleza pulida por millones de años es la lección más sabia para el hombre » , también dejó dicho ( ibid:. texto 105). El Lanzarote que existía antes de César, ya lo miremos con los ojos del recuerdo o a través de un álbum de fotografías antiguas, se nos presenta « feo » , desértico, con escombreras y terrenos desordenados, sedientos, sin la más leve sombra vegetal, los pueblos sin urbanizar, las casas descuidadas en su ornamento, los caminos polvorientos, los hombres humillados en las duras tareas del campo, malvestidos y remendados, y las mujeres tapadas « hasta las cejas » ... Es el Lanzarote reflejado, por ejemplo, en la novela Moraría de Rafeel Arozarena ( 1983), 25 según la isla que el autor conoció en la década de 1940, siendo empleado de telégrafos. Claro que ese Lanzarote encerraba en esa « fealdad » esencias admirables que el propio Arozarena supo ver muy bien. Como también las supo ver dos décadas antes que él — y, literariamente, mejor que nadie— Agustín Espinosa, cuando llegó a Lanzarote como Comisario para el recién creado Instituto de Segunda Enseñanza de Arrecife, y que dejó reflejadas en su Lancelot, 28°- 7° ( 1988). Por el contrario, el Lanzarote posterior a César se nos presenta como un prodigio de armonía, dentro de su excepcional exotismo, en que tanto cuenta lo que la naturaleza ha puesto como lo que los hombres que la habitan han creado. Con el limpio negro de sus suelos contrastan las blanquísimas construcciones de su arquitectura rural tradicional; a las lavas inhóspitas de sus malpaíses suceden, entremezclándose con ellas, las tierras « enarenadas » que los campesinos han habilitado para sus cultivos; las líneas uniformes y lisas de sus suelos se rompen cuando se llega a La Geria y un mar de cavidades se extiende por laderas y llanos en prodigiosas simetrías; la vida surge de vez en cuando, en medio de los malpaíses, en forma de alguna palmera solitaria, altiva aunque escasa de flora, y el contraste, por inesperado, las hace hermosísimas; en fin, poetas y narradores ha tenido la isla de Lanzarote que han cantado ya las maravillas con que la naturaleza la^ ábtó y sus hombres las incrementaron. Afortunadamente, la voz y el ejemplo de César Manrique han sobrevivido a su muerte y hoy siguen estando presentes a través de la Fundación que lleva su nombre desde 1992, unos meses antes de su muerte. Las actuaciones de la Fundación « César Manrique » en favor de la conservación del patrimonio ambiental de la isla, y sobre todo en la creación de una conciencia colectiva insular conservacionista y de respeto a la naturaleza, le confieren una autoridad moral capaz de crear opinión y convertirse en modelo de actuación; en suma, en ser guía de dignidad. 2.3. Su división administrativa La isla de Lanzarote está dividida administrativa en 7 municipios, de norte a sur: Haría: con los núcleos poblaciones principales de Haría, de Mala, Arrieta, Máguez, Ye y Órsola. Teguise: con los núcleos principales de Teguise, Guatisa, Teseguíte, Tahíche, Nazaret, Los Valles, La Caleta, Soo, Tiagua, Tao y Mosaga. A ellos hay que añadir Caleta del Sebo, único núcleo de población estable de la isla de La Graciosa, con unos SOO habitantes. Arrecife: que contiene sólo la capital de la isla, más algunas urbanizaciones residenciales de creación moderna, y en donde vive la mitad de la población insular. Vale decir aquí que Arrecife no ha sido siempre la capital de Lanzarote, sino sólo desde la mitad del siglo XIX, en detrimento de la capitalidad histórica de Teguise, que lo fue desde la conquista, a principios del siglo XV. 26 San Bartolomé: con los núcleos poblacionales principales de San Bartolomé, Montaña Blanca y Güime. Tinajo: con los núcleos principales de Tinajo, La Santa, El Cuchillo, Tinguatón y La Vegueta. . Tías: con los núcleos principales de Masdache, Vega de Tegoyo, La Asomada, Mácher y Puerto del Carmen. Yaisa: con los núcleos principales de Yaisa, Uga, Las Breñas y Femés. Algunos de estos núcleos de población citados son de desarrollo muy reciente, al amparo del vertiginoso desarrollo turístico que la isla ha tenido, y que poco o nada han tenido que ver en el mapa del romancero lanzaroteño, por cuanto sus nuevos habitantes, venidos del mundo entero, ni siquiera han oído hablar del fenómeno « romancero » , caso de Playa Blanca, en el mun. de Yaisa, de Playa Honda, en el mun. de Arrecife, de Costa Teguise, en el mun. de Teguise, y, en gran medida, del Puerto del Carmen, en el mun. de Tías, aunque de este último lugar, cuando aún se llamaba La Tinosa, Angelina Hernández Millares alcanzó a tener dos excelentes informantes de romances de los que aquí damos cuenta. Además, ha habido un « corrimiento » del peso mayor de la población, de manera que si antes ocupaba las zonas del interior de la isla, hoy ocupa las zonas de costa, engrandeciendo hasta límites insospechados pequeños núcleos antiguos, como Puerto del Carmen, o creando urbanizaciones turísticas totalmente nuevas, como Costa Teguise, Playa Honda o La Santa Sport. Una virtud ha tenido, no obstante, este fenómeno, y es que, en cierta medida, ha respetado ( al menos hasta ahora) la identidad singularísima de los pueblos del interior ( digamos: Teguise, Yaisa, Uga, Tao o Haría). 2.4. Su folclore literario y musical Posiblemente, Lanzarote sea la isla más afectada por la pérdida de los valores tradicionales de todo el archipiélago, y la poesía popular de tradición oral es, sin duda, de los más afectados. No queremos decir que no queden aún vestigios de su romancero o que no sea interesantísimo su cancionero, pero sí que es la isla en la que con mayor esfuerzo se puede aún encontrar informantes que recuerden viejos romances, en que se cante de manera espontánea ( fuera de los típicos grupos fol-clóricos, por otra parte extraordinarios, que tiene Lanzarote), en que aún sea posible oír relatos en décimas y menos aún en que pueda localizarse a un decimis-ta local. Es lo cierto que cuando en estos últimos años hemos hecho encuestas de campo en busca de la auténtica poesía popular lanzaroteña, hemos tenido la sensación de hallarnos en un territorio azotado por unos vientos de modernidad que se están llevando todo testimonio de tradición antigua. No fue nuestra intención en las encuestas de campo que hicimos en la isla recoger todos los géneros poéticos que viven en su tradición oral, sino sólo el romancero, mas no desechamos nada de lo que se nos ofrecía, y en las encuestas 27 de este tipo suele aparecer cuanto en la tradición hay: romances, cantares, coplas, décimas, adivinanzas, oraciones, conjuros, cuentos, leyendas, dichos... Admirable es la riqueza y la poeticidad del cancionero popular de Lanzarote, al estilo de la mejor tradición antigua, como muestran estas dos coplas: Pensando estoy qué decirte y el ' maginar me detiene: hablen contigo mis ojos, ya que mis labios no pueden; Eres como la veleta, la que está sobre la torre: viene un viento y otro viento y a todos les corresponde. Y sorprendente es. también la persistencia en Lanzarote de la tradición de las décimas. Éstas ocupan todas las manifestaciones que las décimas han llegado a tener en Canarias, tanto, en primer lugar, por su naturaleza improvisada o conl) poesía « memorial » , como, en segundo lugar, por su procedencia, venidas de Cuba o nacidas del ingenio de algún poeta local. Las hemos encontrado de todos los tonos y temas: humorísticas, satíricas, amorosas, novelescas y patrióticas; referidas a acontecimientos modernos, como las hechas al hundimiento del Valbanera, ocurrido en 1919, o al temporal de La Gomera del año 1941, o antiguas del siglo XVIII, y dentro de éstas, algunas en glosa. En fin, hemos hallado en Lanzarote la prueba más elocuente de la convivencia de dos géneros de historias y poéticas tan diferentes como son el romance y la décima: la solución « sincrética » , en metro de décima, del romance hispánico de La serrana y de la décima criolla cubana de La vueltabajera: En tierras del rey de España una serrana pasea más fresca que una mañana en la alegre primavera. Y le pregunté que si era nacida de la cabana. — No señor, de la montaña que a lo lejos se divisa, donde combate la brisa y la rica flor de la caña. Otra tradición queda verdaderamente admirable y singular de Lanzarote, y de un particular interés para el folclore general de Canarias, que son los ranéos de 28 pascua. A ellos dedicaremos un capítulo aparte por la importancia que en sí mismo tienen y por la relación que también tienen con el romancero. Mención especial merecen también los « cantares » ( hechos en forma de seguidillas) que compuso Víctor Fernández, poeta popular de Las Breñas ( ay. Yaisa), que vivió e hizo su obra entre la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, conocidos popularmente como las Coplas deí Salinero ( por haber sido su autor trabajador en las Salinas de Janubio). Tienen sus « cantares » un muy marcado acento de denuncia social, pero tienen también el aroma de la auténtica poesía popular, por eso algunas de sus coplas se han popularizado yviven ya en la tradición oral, además de haber sido musicados por los Sabandeños. En realidad, Víctor Fernández « el Salinero » debió ser un buen « armista » ; esto quiere decir, en Lanzárote, un buen improvisador de versos. Y de tales « armistas » debió abundar en Lanzárote, bien fuera en forma de seguidillas, como « el Salinero » , bien en forma de décimas, bien en forma de coplas o de dísticos, específicos éstos de los Ranchos de Pascua. No conocimos nosotros personalmente a ningún « armista » en el momento de hacer nuestras encuestas, pero sí que recogimos noticias de la existencia de muchos de ellos, y hasta algunos de sus versos, conservados unos por escrito y otros en la memoria popular. No hubo en Lanzárote, sin embargo, fuera de la muy específica de los Ranchos, una o unas actividades colectivas particulares en que se manifestara su foldore literario y musical, y especialmente su romancero, como sí lo tuvieron otras islas, como Fuerteventura en las « pionádas » que se formaban para arrancar el trigo y la cebada, o como La Gomera en el « baile del tambor » , o como La Palma en el baile del « sirinoque » , o como El Hierro en el canto de « la meda » . Algunos de nuestros informantes lanzaroteños nos hablaron también de los cantos que se hacían en las « pionádas » de las arrancadas de trigo y cebada, pero éstos debían pertenecer al cancionero, no al romancero, pues de lo contrario se hubiera conservado su música, cosa que, como veremos en el capítulo 6, no ha ocurrido. Otra cosa es que en Lanzárote los romances surgieran de manera más fluida en las labores artesanales de las « rosas » , pero en este caso recitados, no cantados. 2.5. La agonía de sus tradiciones Posiblemente sea Lanzárote la isla del archipiélago que más ha sufrido los cambios sustanciales que la industria del turismo ha provocado en los suelos canarios y en la mentalidad de sus hombres. La sensación que nosotros sentimos en Lanzárote, en el momento de hacer nuestras encuestas de campo romancísti-cas, de haber llegado a un territorio que había perdido- definitivamente sus raíces de tradición no la habíamos sentido en ninguna otra isla, ni siquiera en Gran Canaria, aparentemente más « castigada » por el turismo, pero en donde, al menos, quedan determinados ámbitos rurales conservadores. En Lanzárote, no; 29 la « isla de los volcanes » está toda ella totalmente « colonizada » por los nuevos tiempos y los nuevos usos sociales impuestos por la industria avasalladora del turismo, sin que quede un mínimo rincón, ni aun el más apartado de la isla ( digamos Femés, Ye o Soo), que pueda mostrar en los tiempos actuales el tipo de vida que le fuera tradicional hasta hace tan solo 35 años, digamos hasta finales de la década de los 60 del siglo XX. Y eso ha tenido repercusión también, jy de qué forma!, en el romancero, que no fue sino una de las tantas manifestaciones populares ( culturales, pero no por ello menos populares) identificadoras de los pueblos todos de Canarias, lo mismo que de España y del Mundo Hispánico. Es evidente que la sociedad lanzaroteña que hoy, a comienzos del siglo XXI, podemos ver en la isla es muy distinta de aquella que pudo transmitir el conjunto poético que aquí llamamos Romancero General de Lanzarote, y que vivió hasta la segunda mitad del siglo XX. En cualquier lugar de este nuestro Mundo Hispánico podría hablarse de la agonía del romancero, una agonía que ha venido presagiándose desde largo tiempo atrás, y que resulta ya irremediable, pero dudo que haya un lugar en donde esa agonía se haya producido de manera tan brusca como en Lanzarote. Así que ofrecer hoy a la isla un Romancero, aunque sea en forma escrita, cuando se recogió por vía oral, es como devolverle un gran tesoro, (^ e le perteneció, hoy totalmente desvanecido por el viento implacable de la modernidad y que será imposible de volver a oír. 3. Noticia de la historia de la recolección de romances en Lanzarote 3.1. Las Cafas de Sebastián Sosa Barroso Los primeros romances publicados de la isla de Lanzarote fueron los que Sebastián Sosa Barroso dio a conocer en 1966 en un librito titulado Calas en el romancero de Lanzarote. Los primeros publicados, decimos, aunque no sabemos si los primeros recogidos, pues en ningún lugar deja constancia el autor de las fechas de su recolección. Por el contrario, según consta en las referencias de La flor de la marañuela, los romances recogidos por Lylia Pérez González lo fueron en 1960 y los de María Victoria Izquierdo en 1963. Posteriormente, han venido a nuestro conocimiento, y a nuestras manos para su inclusión en este Romancero, una colección de romances lanzaroteños recogidos por Angelina Hernández Millares entre 1962 y 1963. Como quiera que los romances recogidos y publicados por Sosa Barroso fueron, a su vez, publicados en La flor de la marañuela, junto a otros, y el propio Sosa Barroso ha vuelto a reeditar su colección recientemente ( en el año 2000), aunque con importantes modificaciones, atenderemos primero a aquella. 30 3.2. La flor de la marañuela En 1969, Diego Catalán publicó La flor de ¡ a marañuela, el tomo I ( en dos volúmenes) de lo que él proyectaba como un « Romancero general de las Islas Canarias » , como confiesa en el prólogo y como incluso figura en el título. En él aparecían reunidos, por islas, todos los romances recogidos y conocidos hasta esa fecha. Los romances de Lanzarote aparecen en el segundo volumen, reunidos como « Décima Flor » , procedentes de las recolecciones hechas por Sebastián Sosa Barroso, Lylia Pérez González, Tomás Rodríguez Clavijo ( para la colección de María Jesús López de Vergara), Sara Robayna Robayna y María Victoria Izquierdo. En total, el ramillete de romances de Lanzarote estaba formado por 67 versiones correspondientes a 40 temas romancísticos, representativos de todos los tipos en que Catalán clasificó entonces los romances canarios ( a saber: « tradicionales » , « infantiles » , « religiosos tradicionales » , « religiosos tardíos » , « de ciego popularizados » y « de pliego de cordel » ) y procedentes de 11 localidades lanzaroteñas, de la siguiente manera: de Arrecife, 21 versiones, de Haría 10, de San Bartolomé 8, de Mala 7, de Tías 4, de Soo 3, de Teguise 3, de Tao 1, de La Caleta de Famara 1, y sin lugar determinado, 8. De todos ellos, la colección más importante era la de Sosa Barroso, publicada, como hemos dicho, unos años antes, en 1966, con el título de Caías en el rorr) ancero de Lar) zarote. De este librito da cuenta Diego Catalán en su prólogo a La flor de la marañuela ( I, pág. 46), aunque lamentando que su autor hubiera incluido en él cuatro textos « falsamente » considerados como tradicionales: dos romances viejos aprendidos de libro ( « Mañanita de San Juan » , pág. 30, y « El prisionero » , págs. 31- 32) y dos composiciones poéticas cultas ( « Desvelo de la Virgen bordadora » , págs. 71- 73, y « Quién fuera el jilguerillo » , pág. 74). Descontando, pues, estos cuatro textos, las versiones de la colección de Sosa Barroso fueron 28, correspondientes a 19 romances tradicionales. Las otras versiones romancísticas procedentes de Lanzarote incluidas en La flor de la marañuela se debieron a la labor recolectora de un grupo de alumnos de la Universidad de La Laguna, impulsados por Diego Catalán, recién llegado entonces a la Universidad canaria. Ellos fueron, por orden de importancia de cada una de sus respectivas colecciones: Lylia Pérez González, qué recogió 19 versiones correspondientes a 16 temas romancísticos. Sara Robayna Robayna: 7 versiones de otros tantos temas romancísticos. María Victoria Izquierdo: 6 versiones de otros tantos temas romancísticos. Tomás Rodríguez Clavijo ( para la colección de María Jesús López de Vergara), 4 versiones de otros tantos temas romancísticos. Además, Diego Qtalán incluye un nuevo texto romancístico lanzaroteño, recogido a principios del siglo XX por un tal Batllori ( sin más datos) y remitido a don F ^ ó n Menéndez Pidal en 1906 ( el n° 138 de nuestro Rmancerof. ^ íguahnente, los romances recogidos por cada uno de didios recotectaxes se Kpeciíksíi en el ímfee de recotectores, con h nunwradón correspoiHKente < píe aquí ( « damos. 31 Los únicos recolectores que consignan la fecha de las encuestas son Lylia Pérez González ( en octubre de 1960) y María Victoria Izquierdo ( en julio de 1963); pero todos ellos, incluido Sebastián Sosa Barroso, debieron hacerlas entre 1960 y 1965, y dentro del impulso y del estímulo promovidos por Diego Catalán desde su Cátedra de la Universidad de La Laguna. Llama la atención que en ninguna de esas pequeñas colecciones aparezca ni uno sólo de los romances que aquí clasificamos como « vulgares popularizados » y tan sólo dos o tres de los « de pliego » , lo que extraña mucho, pues cualquier recolector que ahonde un poco en las entrevistes se los encontrará sin remedio; aunque lo que pudo haber pasado es que, en efecto, se recogieran, pero fueran descartados por el editor de La flor. 3.3. El Romancero de Jesús María Godoy Entre 1986 y 1987, Jesús María Godoy Pérez publicó tres libros con textos poéticos ( y en menor medida también prosísticos) extraídos de la tradición de Lanzarote: en 1986 los titulados El « sabei » popular de Lanzarote ( 1986a) y Curar) dería y Cancionero de Lanzarote ( 1986b), y en 1987 el titulado Romancero Lanzarote. Quizás por el lugar y la forma de su edición, como « suplemento » del periódico local La voz de Lanzarote, no han llegado a tener una difusión^ uera de la isla, y a su conocimiento se puede llegar casi únicamente por contactos con el autor, pues no figuran en registro bibliográfico alguno ( salvo los que nosotros mismos hemos hecho) ni están en las bibliotecas públicas. Jesús María Godoy fue profesor de Literatura de un Instituto de Bachillerato de Arrecife de Lanzarote, y desde él, auxiliándose de sus alumnos de toda la isla, hizo exploraciones en el mundo de la literatura tradicional de Lanzarote, sobre todo entre los años 1966 y 1972, tiempo en que la isla estaba aún lejos del desorbitado desarrollo turístico actual que ha arrumbado su vida tradicional y tiempo en que todavía se vivía « como siempre » . Nada tenemos en contra de la práctica de apoyarse en los alumnos para realizar una encuesta sobre las tradiciones orales, también nosotros la hemos usado; al contrario, ofrece grandes ventajas tanto para el profesor como para los alumnos. Para los alumnos porque así descubren que el mundo de la « literatura » tiene también otro ámbito que no es en exclusiva el de los libros y el de las bibliotecas, que está vivo y a veces en sus propias casas, que es « texto » que también merece ser llevado al aula como tema de estudio; en definitiva descubren el valor de la literatura oral. Para el profesor, porque se ve ayudado en una tarea que resulta siempre inabarcable, y porque, de una manera natural, sus alumnos,, preguntando a los más cercanos de sus familiares y vecinos, le van a dar pistas e indicios de informantes y de temas en los que convendrá después detenerse. Siempre, pues, que el profesor dirija y controle de cerca el proceso de recolección de sus alumnos y vaya después por sí mismo a los lugares e informantes que han destacado por alguna razón, la experiencia no es sino enriquecedora y digna de ser practicada. Pero es absolutamente necesaria la condición descrita. Y 32 esta la cumplió bien Jesús María Godoy, según rezan sus « notas » sobre la procedencia de cada una de los textos recogidos. La dedicación de Godoy en el campo del romancero, primero, y después en el de la literatura oral, en general, de Lanzarote, fue impulsada por Sebastián Sosa Barroso, que fue su profesor en la Universidad de La Laguna y compañero después en el Instituto de Arrecife, según cuenta éste en el prólogo que hace al Romancero de Godoy ( 1987: 2- 4). Pero se debe también, según nos cuenta el propio Godoy ( 1986a: 3), a haber sido él testigo de las exploraciones lingüísticas que investigadores de la talla de Manuel Alvar, Dámaso Alonso, Francisco Ynduráin y otros hicieron en la isla, y darse cuenta de que en esas investigaciones quedaban fuera temas « extralin-güísticos » que merecerían también atención, como por ejemplo, el folclore. Un trabajo como el de Jesús María Godoy no sólo nos merece el respeto de toda obra hecha con dedicación y con amor ( y esta ha requerido de muchísima dedicación y de no menor amor a las tradiciones y al pueblo que las ha mantenido), sino también el reconocimiento y la alabanza por haber logrado una colección tan estimable de textos verdaderamente tradicionales, cuando tan difícil es lograrlos, por lo que significa haber salvado para la historia de la isla una parte sustancial de su cultura tradicional secular Pero el rigor intelectual exige, a la vez, poner la crítica en el lado del método y, sobre todo, en ei de la « edición » de los materiales recolectados. Es loable, por otra parte, la actitud del autor — confesada a través de su prologuista— de poner su libro « abierto a cualquier tipo de trabajos de crítica » ( Godoy 1987: 1), como debe ser, pues el conocimiento no es sustancia que pueda estar en recipiente cerrado, sino abierto a nuevas aportaciones y a nuevos puntos de vista: « sólo entre todos lograremos saberlo todo » , es adagio que revela una gran verdad, sobre una gran dosis de humildad. En esos tres libros reseñados de Jesús María Godoy, que debieron nacer de una misma planificación, no están bien delimitados, sin embargo, los límites que corresponden a cada uno de los géneros literarios orales que se quiere mostrar. Por ejemplo, si a uno de ellos se le titula Romancero, cualquier lector ( y más cualquier estudioso) esperaría que en él hubiera sólo « romances » , y no décimas, como ocurre en toda la sección cuarta de ese libro ( págs. 150- 216), por mucho que en otro lugar el autor confiese que las décimas han venido a sumarse en Canarias a la tradición del romance ( 1986a: 6), cosa en la que no estamos de acuerdo: las décimas han venido, en todo caso, en Canarias, a sustituir al romance. Cierto es que el género « romance » , más cuando se trata del romancero oral, es de límites muy imprecisos, pues en él han concurrido expresiones poéticas de lo más variopinto, pero al menos éstas deberán tener la forma estrófica de « romance » , es decir, la de ser una « serie » en verso ( o hemistiquio) octosilábico y con rima asonante en los versos ( o hemistiquios) pares. Por otra parte, deberíamos esperar que toda la colección de romances de Lanzarote estuviera en ese libro titulado Romancero; pero no ocurre así, pues romances aparecen también en los otros dos libros. En el de fl « sabe) popuhr se 33 repiten multitud de ellos, en las mismas versiones que aparecen en el Romancero, aunque muchos de ellos de forma fragmentaria; y esa es tarea que debe descubrir el lector ( el estudioso), porque el autor no lo advierte en ningún caso, con lo que el lector descuidado podrá suponer que se trata de nuevas versiones que sumar al repertorio romancístico de Lanzarote. Y en el titulado Curandería y cancionero lanza-roteños aparece también un romance — uno solo en este caso—: « Los mandamientos de amor » ( que Godoy titula « Cantar de los diez mandamientos » , págs. 97- 98), romance de tipo vulgar moderno, muy popular en la tradición oral española ( también en la canaria). Comentarios y " crítica aparte merece la organización que Godoy hace de los materiales recolectados, pues es bien sabido que en asunto que trate de colección de textos tradicionales, la organización que éstos tengan dentro del conjunto, es decir, su estructura, el que cada texto aparezca en el lugar justo en que debe estar, es cuestión básica. No hay, es cierto, un criterio uniforme y único sobre tema tan complejo como el de la clasificación de los romances, pero sí modelos que han sido seguidos por los máximos especialistas en el estudio del romancero, desde Menéndez Pidal hasta las modernas publicaciones de la Fundación que lleva su nombre, bien conocidos — o que debieran ser bien conocidos— por todos Ic^ estudiosos del género. Y en la fecha en que Godoy publicó su Romancero de Lanzarote ya existía bibliografía suficiente para tomarla como modelo, y bien cercana además. La flor de la maramela, el primer romancero general de las Islas Canarias, publicado por Diego Catalán en 1979 y que el propio Godoy debía conocer, pues en él se reproducía la colección de romances que con anterioridad había recogido Sosa Barroso en Lanzarote. Godoy no obstante, decide presentar sus textos bajo una clasificación personal, aunque ayuna de todo comentario. Asunto distinto, aunque también fundamental, es la identificación de cada uno de los textos tradicionales y, en consecuencia, la adjudicación de un título que lo haga identificable y clasificable. Los romances — es también bien sabido— generalmente no tienen un título asignado entre sus cantores y recitadores naturales, y menos esos títulos coinciden de una región a otra. Pero es lo cierto que en los Romanceros modernos se ha impuesto una terminología, iniciada por Menéndez Pidal, que más o menos se sigue y se respeta, como condición imprescindible para poder hacer estudios comparativos de los romances de las distintas ramas del gran romancero hispánico''. Se entenderá fácilmente la conveniencia de que todos los Recientemente se ha creado un nuevo sistema de identificación de ios romances, cual es el índice General del Romancero Hispánico ( IGRH) o Catálogo General del Romancero ( CGR), que no hay uniformidad en la denominación, y que consiste en aplicar un dígito de cua- _ tro cifras a cada romance. La propuesta es muy útil, sólo quenocuentaconuna formulación explícita ni con una clasificación general y sistemática, de tal manera que para poder saber el número que corresponde a cada romance debe uno buscar entre los varios Romanceros modernos que practican este método y dar por bueno lo que, según decimos, no tiene aún un catálogo explícitamente " autorizado". Más aún, como ese catálogo se va haciendo poco a poco, al ritmo de impulsos particulares, sin que haya habido una planificación general, el orden que tiene ese Índice numérico, a más de ser arbitrario, es totalmente caprichoso, sin que responda a ningún criterio, mezclando los romances viejos con los modernos, los de temática histórica con los novelescos y con los de cualquier condición, y, por supuesto, faltan muchos romances que no tienen número asignado, sobre todo los procedentes de pliegos modernos y los de temática local. 34 editores de romanceros orales utilicen unos mismos títulos si se quiere que la tradición local entronque con la tradición general y puedan identificarse las distintas versiones de un romance como variantes de un mismo « texto » . Pues tampoco en esto puso celo Jesús María Godoy, y en su Romancero los romances aparecen titulados, generalmente, por su primer verso, con la confusión que produce el hecho de que incluso en el mismo Romancero de Lanzarote — como es natural, por otra parte— versiones diferentes de un mismo romance tengan títulos diferentes por ser distintos sus versos iniciales. Confusión en la que ha caído su propio autor; y así clasifica y ordena como « romances » distintos textos que no son sino variantes de un mismo « romance » : por ejemplo, el que titula « Sagrada Virgen del Carmen » ( pág. 21- 22) y « El veintiocho de enero » ( págs. 35- 36) o « Romance de la promesa incumplida » ( págs. 88- 89) y « Una brillante paloma » ( págs. 93- 95), entre otros. Divide Jesús María Godoy su Romancero, en las siguientes seis secciones: . Romances del mar . Romances novelescos . Romances piadosos . Romances de emigrantes . Romances líricos . Romances moriscos En la sección primera, « Romances del mar » , aparecen 15 composiciones, todas ellas, en efecto, que tienen al mar como escenario de las variopintas historias narradas: el salvamento de un marinero por intervención de la Virgen, la falsa romería por mar que un renegado impone a su esposa, el hundimiento de varios barcos, el salvamento de otros, etc. Algunas de esas historias son de barcos famosos, como el « Titánic » o el « Valbanera » ; otras, por el contrario, son historias de barcos locales de nombres poco significativos, como el « Guadarrama » , el « Costa de Marfil » o el « Astelena » , El haber juntado todos los romances que en Lanzarote tratan del mar — o mejor, de desgracias ocurridas en el mar—, ofrece una perspectiva interesante, pues descubre el gran interés que en la isla, marinera al fin, despertaron siempre las noticias trágicas ocurridas en el mar, fueran locales o foráneas, e incluso la actitud pronta que tuvieron los poetas populares lanzaroteños de ponerlas en verso, cuando eran locales. Pero tiene el inconveniente, por otra parte, de mezclar romances viejos, como Marinero al a § ua ( pág. 7) y La romería del pescador ( págs. 8- 9), con romances de pliego modernos, incluso con romances locales. En la sección segunda, « Romances novelescos » , aparecen 14 romances, algunos con varias versiones, como Las señas deí esposo ( con 4 versiones, págs. 62- 69) o £/ coWero burlado ( con 3, págs. 70- 75). No es afortunada aquí la calificación de « novelescos » , por lo poco identificadora que es, pues, en realidad, todos los romances 35 modernos son, más o menos, « novelescos » . Así que, por una parte, extraña por exceso el que se junten en una misma clasificación romances como los dos señalados antes y otros como La infantíciáa ( págs. 90- 92) y un romance local sobre las elecciones de 1911 en un barrio de Las Palmas de Gran Canaria ( págs. 96- 101); y, por otra, extraña por defecto que romances como Geríneido ( págs. 253- 254), Blancaflory Filomena ( págs. 236- 245) o Delgadina ( págs. 231- 232), tan « novelescos » como cualquiera de los que aquí se incluyen, no aparezcan también en esta sección. Los de la sección tercera, « Romances piadosos » , son los que en todos los romanceros se denominan « religiosos » y que comprenden un conglomerado de textos que unos son verdaderamente romances, como los del ciclo de la Navidad y algunos del ciclo de la Pasión, y otros sólo oraciones puestas en verso romanceado, de las que tanto usaron las abuelas de toda España ( también las de Lanzarote). La única crítica que nos merece esta sección es que no se hayan organizado los textos según esta triple clasificación, por ejemplo, y que, por el contrario, aparezcan mezclados unos con otros. La sección cuarta, denominada « Romances de emigrantes » , está integrada, no por « romances » — como ya dijimos—, sino por décimas. Y eso no nos parece acertado, pues los romances y las décimas representan en Canarias « güeros » literarios diferentes. Por lo demás, las décimas antologadas por Godoy tampoco pertenecen al género narrativo ( salvo dos: las dedicadas a Manuel Bento, que Godoy titula « Señores oigan mi canto » , págs. 158- 161, y la historia de un adulterio castigado, que titula « Llovía torrencialmente » , págs. 179- 182), que sería lo que más les acercara al romance, sino que dichas composiciones en décimas son todas o casi todas o de asunto lírico o de asunto jocoso. Crítica menor merece el que las décimas no aparezcan siempre separadas tipográficamente como tales décimas, sino seguidas, sin que se advierta el comienzo y el final de cada estrofa, pues la décima, incluso cuando forma parte de un relato largo, tiene siempre su independencia métrica, como la tiene el soneto, por ejemplo. En lo que sí acierta Godoy es en calificar esta sección « de emigrantes » , pues, en efecto, todas las décimas que aparecen en su Romancero o son naturales d. e Cuba, traídas por los emigrantes lanza-roteños regresados, o fueron hechas en Lanzarote imitando los modelos cubanos y recordando las circunstancias de allí. Es curioso que ni una sola composición en décimas de las que Godoy antologa tenga a la isla de Lanzarote ( ni a ninguna otra de las canarias) como motivo ( ni siquiera la que antes citamos « Llovía torrencialmente » , pues aunque se diga que la historia del adulterio ocurrió en un lugar llamado El Mojón, y exista en Lanzarote también un pueblo llamado así, no parece que sea referido al topónimo lanzaroteño). La denominación de « romances líricos » que da Godoy a los textos de la sección quinta nos parece totalmente errada, porque, a más de que en el romancero hispánico, y más en el romancero oral moderno, no hay propiamente romances líricos, pues tel expresión encierra una antinomia tipológica ( el romance es, por deflhi- 36 ción, género épico; otra cosa es que — según definición de Menéndez Pida!— un romance sea un « poema épico- lírico » , es decir, canto narrativo con algunos elementos líricos), los textos seleccionados por Godoy no son ni siquiera « romances » , y menos romances « tradicionales » , sino composiciones modernas puestas en verso romance, es decir, en octosílabos y con rima asonante en los pares, pero carentes todos de la estructura dramática propia del romancero tradicional; sólo uno lo es, el que Godoy titula « Si acaso yo me muriera » ( pág. 223), que es la coda de fl pastor desesperado con que suelen acabar en Canarias muchas de las versiones del romance £ 1 conde preso. Además, tan pocos textos como los que allí se traen, nueve en total, y muy breves o fragmentarios, no merecían una « sección » del libro, cuando hubieran cabido, en todo caso, en alguna de las secciones restantes de su Romancero. Finalmente, en la sección sexta aparecen los « Romances moriscos » , y aquí tenemos que ser más críticos aún, pues ninguno — ni uno solo— de los romances seleccionados aquí es « morisco » . Si Godoy los ha reunido bajo esa denominación, es porque en alguno de sus versos aparece la palabra « moro » o « morería » , y a veces ni siquiera eso. Porque, ¿ qué razón hay para calificar de « moriscos » a romances como el de Deigadina ( titulado por Godoy « Tres hijas tenía un rey » , con 2 versiones, págs. 231- 234) o el de Bkncaflor y Filomena ( titulado por él « Estando doña María » , con 4 versiones, págs. 236- 245), salvo que en el primero el padre incestuoso sea rey de Granada o de Sevilla, y en el segundo el incestuoso cuñado sea de Turquía o se llame Turquín? Y en el caso del romance Lanzarote y el ciervo del pie blanco ( titulado por Godoy « El rey tenía tres hijos » , págs. 251- 252), la única circunstancia « mora » es que uno de los tres hijos maldecidos se le volvió moro, « moro de la morería » , nada más. Pero en el caso del romance de Gerineldo no hay ni palabra ni alusión ni circunstancia alguna que pueda inducir a clasificarlo como morisco. Sólo uno de los romances puestos en esta sección, el que Godoy titula « Aquella suprema rosa » ( págs. 246- 250), tiene algo que ver con el epígrafe de moriscos, pues es un romance de cautivos, procedente de un pliego dieciochesco { Donjuán de Torres Cabrera, catalogado por Aguilar Piñal 1972), pero no es propiamente morisco. Dentro del romancero general existe, sí, un grupo de romances que ha merecido el calificativo de « moriscos » , género de romances tardíos, del siglo XVII, propios del « romancero nuevo » , romances más « de autor » que tradicionales, que ponían el afecto del narrador del lado de los personajes árabes o arabi-zados, generalmente una mora enamorada o un moro perdedor, a diferencia de los viejos romances {( fronterizos » , que el afecto lo ponían en los personajes cristianos, mientras que en los árabes sólo ponían improperios y acciones viles. Así que ninguno de los cinco romances clasificados por Godoy como « moriscos » lo es. Por el contrario, si atendemos al asunto de cada uno de ellos, el de Deigadina es un romance típicamente novelesco, lo mismo que el de Gerineldo y el de ^ anca^ or y Filomena; y si quisiéramos atender a la procedencia de cada uno, el de Mancaflor y Filomena habría que clasificarlo entre los de referencia clásica ( procedente de un 37 mito griego popularizado en la Edad Media a partir de las Metamorfosis de Ovidio), el de Ger'meido entre los del ciclo carolingio ( al creer que ese tal Gerineldo es el mismo Eguinaldo que fue criado del propio Carlomagno), y el de Lanzarote y el ciervo del pie blanco entre los del ciclo bretón ( por ser el Baltasar del romance aquel caballero Lancelot que se enamoró de la reina Ginebra, esposa del rey Arturo). Y el de Don Juan de Torres Cabrera debería figurar entre los romances de cautivos, grupo del que el romancero de Lanzarote es ciertamente muy escaso. Dice Sebastián Sosa Barroso, en el prólogo que hace al libro de Godoy ( pág. 4), que el Romancero de Godoy contiene 107 romances ( más bien debería decirse, en todo caso, 107 « versiones » ), pero según nuestras cuentas, si descontamos las décimas tenidas como « romances de emigrantes » , en la sección cuarta, más los otros « romances líricos » de la sección quinta, que tampoco son romances, el repertorio romancístico recogido por Jesús María Godoy quedaría reducido a unas 69 versiones, correspondientes a 45 romances, a los que hay que sumar el romance « Los mandamientos de amor » , aparecido en su otro libro Curandería y cancionero lanzaroteños ( 1986b: 97- 98), según ya dijimos. Otra crítica merece el aspecto formal de la edición del Romancero de Jesús María Godoy, lleno de erratas tipográficas, con una disposición anómala de los versos, centrados siempre en la página, y con una encuademación tan deficiente que al poco de abrir el libro las hojas quedan sueltas. Deficientes son también las referencias a la procedencia de cada una de las versiones romancísticas. Es verdad que en cada caso se cita la fuente de la que procede, demostrando en esto « la honradez y la entereza del recopilador » que Sosa Barroso atribuye a Godoy ( pág. 4), pero no se hace esta advertencia en el lugar ni con la forma que ese asunto exige. Las fuentes de cada versión se hacen constar por Godoy en unas breves notas agrupadas al final de cada una de las secciones en que se clasifican los romances, pero generalmente con datos insuficientes; faltan, por ejemplo, la edad de los informantes, la fecha de la recolección, el nombre o nombres de los recolectores y otros datos de interés para calibrar las fuentes del romancero lanzaroteño. Se dice en muchas de estas « notas » que tal versión fue « cedida » por Fulana de Tal, pero no sabemos si esa « cesión » fue oral o escrita, es decir, si el texto en cuestión procedía de la orali-dad o si estaba escrito en una « hojilla popular » , de las que Godoy tanto cita, pues, en efecto, en Lanzarote, según hemos comprobado nosotros mismos, abundaron muchísimo los papeles, fueran libretas manuscritas o pliegos impresos, en que aparecían los romances escritos. Y falta también la cita a la más mínima bibliografía, aunque, a decir verdad, tampoco vendría al caso, pues en realidad el Romancero de Lanzarote de José María Godoy no es más que una colección de textos, sin dato crítico alguno y sin referencia ni estudio que los acompañe. No quisiéramos que nadie viera en esta crítica un juicio descalificador por nuestra parte del trabajo de Jesús María Godoy, que de ninguna manera merece; nuestro juicio es crítico en asuntos de método, que, bien es cierto, en estas cuestiones de la 38 literatura oral y tradicional, es muy importante, y en asuntos de la edición de su Romancero. Pero, al contrario, en el tema principal de la recolección de textos y aún en el de la transcripción de esos mismos textos, nuestro reconocimiento al buen hacer de Godoy es total, a la vez que expresamos nuestra deuda con su labor, que enriquece y completa este Romancero General de Lanzarote. 3.4. El Romancero de Sebastián Sosa Barroso Ya dijimos antes que la primera colección de romances recogidos de la tradición oral de Lanzarote fue publicada por Sebastián Sosa Barroso en 1966 en su librito Calas en el romancero de Lanzarote, que, a su vez, Diego Catalán incluyó íntegramente ( salvo cuatro textos considerados falsamente como romances tradicionales) en La jior de la marañuela. Y que los romances publicados por Sosa Barroso, descontando esos cuatro textos, eran 28 versiones, correspondientes a 19 romances, si bien el propio autor advierte en notas a pie de página que las versiones de dos de esos romances fueron más las recogidas que las publicadas: de La doncella guerrera publica 4 de las 7 recogidas ( pág. 18, nota 1), y de Las tres cautivas, publica 2 de las 8 recogidas ( pág, 22, nota 2), si bien varias de este romance parecen proceder de libros escolares. Ninguna noticia da Sosa Barroso en Calas de las circunstancias de su recolección en Lanzarote, salvo que fue hecha en el tiempo en que se desempeñaba como profesor de literatura del Instituto de Arrecife. Tampoco dice nada sobre si sus alumnos participaron en la colecta — como creemos, por lo que después diremos—, y ningún orden o intento clasificatorio se advierte en la publicación de los romances. Y respecto a las fuentes de que los tomó sólo se hace constar al pie de cada versión el nombre de cada recitador y su lugar de procedencia. Ningún propósito de estudio sobre los romances recolectados debió albergar su autor en aquel momento, pues su breve « Nota preliminar » ( págs. 9- 11) se refiere sólo al aspecto histórico de Lanzarote, de ser esta la primera isla conquistada, de convertirse su capital Teguise en la sede del Señorío que gobernaría parte de las islas del Archipiélago y de haberse instalado el romancero allí antes de que el Reino de Granada fuera conquistado. Mucha más sustancia romancística tiene la « introducción » que le hace Alfonso Armas Ayala ( págs. 5- 8), al situar la colección de Sosa Barroso en la órbita de las recolecciones hechas hasta entonces en Canarias, siguiendo el modelo marcado por Menéndez Pidal. Otro libro debemos a Sebastián Sosa Barroso sobre el romancero de Lanzarote, aparecido muy recientemente ( año 2000) con el título de O romancero de Lanzarote. La falta de rigor que se manifiesta en este libro, nos obliga a ser críticos, pues no es admisible desde el punto de vista científico un cúmulo tal de carencias como en él se dan. La ciencia — y también el conocimiento de la cultura popular es « ciencia » cuando se hace con rigor científico ( ya se sabe: la ciencia empiea en el método)— avanza necesariamente sobre pasos anteriores dados en la misna dirección, o incluso en 39 dirección contraria, como resultado del método dialéctico, pero nunca sobre el silen-ciamiento o el permanente reinicio. Y si algún reparo puede manifestar alguien porque consideremos « ciencia » al conocimiento del romancero, como un « producto » histórico de la cultura de un pueblo, sí que nadie podrá oponerse a la necesidad de poner en práctica en la investigación de ese « producto » un método que sea científico, es decir, riguroso. Es cierto que, como ya dijo Cervantes, ningún libro, por malo que sea, está exento de proporcionar algún bien a algún lector, pero eso no significa que todo libro, siendo deficiente, haya merecido ser publicado, pues a la vez que proporciona ese algo de bien puede producir también algo ( o mucho) de mal, aunque ese « mal » sea sólo de contenido informativo; dicho de otra forma: libros malos producen lectores mal informados, lo que sin duda es un mal no deseado. Si el autor de este nuevo Romancero de Lanzarote ( y la editorial que lo publica, que también tiene responsabilidad) lo que pretendía era volver a poner a disposición del público la colección de romances recogidos en su Calas — objetivo legítimo, pues el librito hacía mucho que se había agotado, lo mismo que La flor de la rríaramela que los volvía a reproducir— debería haber titulado este su libro de la misma forma que entonces, o incluso con otro título, pero advirtiendo necesariamente que era reproducción de lo ya publicado. Pues el título dado^ su nuevo libro. El romar] cero de Lanzarote, le comprometía a dar noticia de todos los romances publicados hasta la fecha de la publicación, fueran por él o por otros autores, puesto que el título elegido para el libro — lo eligió él, nadie se lo impuso— es genérico y abarcador. Cuando un lector vea en los anaqueles de una librería o advierta en las listas de una biblioteca un libro con ese título podrá esperar, y con razón, que en él se contengan todos los textos romancísticos que en Lanzarote se hubieran recogido, o al menos se hubieran publicado hasta el año 2000. Y si no fuera así, cualquier restricción debería especificarse en el mismo título. Pero no, Sosa Barroso nunca advierte de ello, ni en el título del libro ni en las brevísimas — e insuficientes— líneas del Prólogo^ Se cambia el título, sí, pero se reproducen tal cual la introducción que Alfonso Armas Ayala hizo para Calas en 1966 y la nota preliminar que el propio Sosa Barroso puso entonces, sin que en ninguno de los dos casos se advierta de su reproducción, como si las palabras escritas una vez para un corpus de romances determinado pudieran servir para siempre, incluso cuando ese corpus se ha cambiado sustancialmente. Y adviértase que ya Jesús María Godoy había publicado un libro con el título de Romancero de Lanzarote, cosa que no invalida otros posibles libros con el mismo o similar título, pero que sí obliga a superar los contenidos y los planteamientos del anterior de igual título ( por considerarlo insuficiente). ^ Todo en estñ iibro parece convenir a ia confusión, pues a io que es verdaderamente prólogo de Alfonso Armas Ayala se le llama « Introducción » ; / ai breve estudio introductorio del autor, que le sigue, se le llama, sucesivamente, « Nota preliminar » y « Prólogo » , sin- que haya razón para iiacer dos apartados distintos, firmado, además el primero por el autor, pero no el segundo, que también es de Sosa Barroso. 40 Lo que tiene de nuevo el Romancero de Sosa Barroso es, como hemos dicho, el título ( complementado en la. portada interior con el subtítulo « Tradición oral y transmisión escrita » ), una dedicatoria « in memoriam » a Alfonso Armas Ayala, una página de agradecimientos y un prólogo. Advierte Sosa Barroso en éste de una cosa cierta: en Lanzarote el romancero ha vivido tanto en la pura tradición oral como apoyado en la escritura de pliegos impresos y hojas y cuadernos manuscritos. Esto, a decir verdad, no es característica exclusiva de Lanzarote, pero nuestra propia experiencia nos confirma que en Lanzarote la presencia de la escritura ha jugado un papel muy importante en la transmisión del romancero, mayor que en el resto de las Islas Canarias. Entre las varias personas citadas en la página de agradecimientos, algunos nombres han aparecido ya en esta introducción nuestra, vinculados al romancero de Lanzarote, tales como los de María Jesús López de Vergara, Cecilia Armendáriz, Sara Robayna, María Victoria Izquierdo, Lylia Pérez y Jesús María Godoy, « por su ayuda en la recolección de romances » — dice textualmente Sosa Barroso—, de donde deducimos que ellos fueron sus colaboradores en la recolecta, de la misma manera que Agustín Acosta — también citado en los agradecimientos— fue el mecanógrafo que puso en letra de molde los versos de los romances recogidos. En otro lugar parece confirmarse que aquella recolección fue obra colectiva, al decir que se hizo en la década de los 60, siguiendo los criterios del Rowanceriüo canario ( especie de « manual de encuesta » hecho, desde la Universidad de La Laguna, por María Jesús López de Vergara y Mercedes Morales, bajo la dirección de Diego Catalán), y bajo « la honradez y formación del equipo que constituía entonces el Seminario de Lengua y Literatura en el Instituto de Arrecife » ( pág. 23). La falta de rigor de este Ron!] añcero se manifiesta en varios aspectos. El primero ya lo hemos dicho: en la falta de correspondencia entre el título y el contenido del libro. El segundo es mayor: la falta de una nota explicativa que advierta al lector de la reedición que supone este libro respecto a publicaciones anteriores. En este Romancero, Sosa Barroso elude toda información de fuentes, tanto las referidas a los informantes de los romances como a las de los recolectores. Y necesitaba dar esa información perentoriamente, pues unos textos proceden de su colección anterior de Calas, otros de La flor de la marañueía ( no recogidos en Calas) y otros del Romancero de Godoy Pérez, con lo que, en estos segundos casos, en cierta medida, se hurta una « propiedad intelectual » . De tal forma que sólo después de una minuciosa comprobación de los textos de las tres colecciones anteriores citadas se llega a saber la procedencia de cada uno de los romances que componen su Romancero de Lanzarote. La comprobación se hace muy dificultosa, pues no existe un sistema numérico de identificación de los romances y de sus respectivas versiones, como es lo habitual en los Romanceros modernos. Y si al menos se incluyeran todos los romances de La for y del Romancero de Godoy, se justificaría ef título del libro de Sosa Barroso, pero no es así, pues toma de cada uno de ellos los romances que quiere, sin criterio y sin justificación algunos. 41 Hemos hecho nosotros esa comprobación y lo que resulta es de puro capricho. Por ejemplo, del romance ñlancaflor y Filomena ( él lo titula « Blanca Flor y Filumena » , según la pronunciación local) Sosa Barroso publica ahora 6 versiones; una procedente de Calas ( versión A), otra procedente de La flor ( versión F) y las 4 que había publicado Godoy en su Romancero ( versiones B, C, D y E), mientras que del romance £/ cabo/ lera burlado ( él lo titula « La infantina » ) Sosa Barroso publica ahora 7 versiones: 5 publicadas antes en La flor ( las versiones A, D, E, F y G, de las cuales sólo una había aparecido en Calas) y sólo 2 de las 3 publicadas por Godoy ( las versiones B y C). Por ejemplo, del romance Delgad'ma publica ahora Sosa Barroso las dos versiones aparecidas antes en La flor ( y una de ellas también en Calas), pero ninguna de las otras dos publicadas por Godoy, mientras que del romance La infanticida, sí, publica las dos versiones conocidas de Lanzarote, pero como si de dos romances distintos se trataran y no como dos versiones de un mismo romance: la versión 642 de La flor ( ésta sí con el título de « La infanticida » ) y la versión que publicó Godoy con el título de « Romance de la Malmaridada » . Etcétera. Es decir, que nunca podemos estar seguros de encontrar en el Romancero de Sosa Barroso todo lo que con anterioridad se había publicado. En fin. Sosa Barroso publica ahora igualmente la única versión de'uinzarote y el ciervo [ del pie blanco], dada a conocer antes por Godoy, pero — lo repetimos-no sólo sin decir absolutamente nada respecto a su procedencia, sino, en este caso, además, sin advertir que se trata de la versión de una informante oriunda de La Gomera, lo que explica la extrañísima aparición de este romance en la isla de Lanzarote. Igual ausencia de información tiene el nuevo libro de Sosa Barroso respecto a la procedencia de cada una de las versiones romancísticas: ni una sola cita aparece en todo el libro y resulta, por lo tanto, imposible determinar la representatividad que tiene el repertorio romancístico que se publica respecto a la isla entera. Por eso son más anacrónicas las notas a pie de página que aparecen después de algunos de los romances, referidas al número de versiones de ese romance conocidas en Canarias. Esas notas son exactamente las mismas que aparecían en Calas y que estaban referidas al número de versiones dadas a conocer en el Romoncer/ 7/ o canario de 1955. Esas notas sí podrían justificarse en Calas, pero de ninguna forma en £/ romancero de ahora, pues desde entonces el conocimiento del romancero canario se ha multiplicado por mil, empezando por La flor de la marañuela y terminando por los distintos Romanceros que nosotros mismos hemos dedicado a cada una de las islas. Y en cuanto a la bibliografía que cita al final del libro ( limitada al Romancerillo canario de María Jesús López de Vergara y Mercedes Morales, a sus propias Calas, a La flor de la marañuela de Diego Catalán y al Romancero de Godoy), bien está si la intención del autor fue reseñar sólo las colecciones en que aparecían romances de Lanzarote, aunque hay una ausencia muy notable, nuestro Romancero tradicional canario ( de 1989), al ser esta la única antología abarcadora de todo el archipiélago que se ha publicado hasta 42 ahora, y porque en ella se da cuenta, además, de la presencia de cada romance en cada una de las islas, también de Lanzarote. Otra falta de rigor: No leyó Sosa Barroso la advertencia que le hizo Diego Catalán en el estudio introductorio de La flor de la marañuela, al lamentar que hubiera incluido en las Calas cuatro textos « falsamente considerados como tradicionales » ( I, pág. 46), o si la leyó no la tuvo en cuenta, pues los vuelve a antologar ahora ( págs. 41,42,105 y 111- 112, respectivamente), justificándolos en el prólogo por ser — dice— « romances donde hace mella la acción popular aunque tengan su fuente culta » ( págs. 21- 22). Nada puede objetarse respecto a la decisión del autor de editar los romances en versos octosílabos, aunque los Romanceros más autorizados prefieren el verso dieciseisílabo, que es el propio de la métrica y de la sintaxis del romance tradicional; pero lo que resulta inexplicable es el diferente criterio de transcribir unas versiones en serie corrida, que es lo correcto, y otras ( las menos, es la verdad) formando como estrofas, con blancos caprichosos entre los versos: por ejemplo la versión A de £/ conde Niño ( pág. 39), la versión A de La condesita ( págs. 43- 44), la versión A de £/ caballero burlado ( págs. 47- 48) y otras. Algo positivo tiene, sin embargo, este Romancero de Sosa Barroso que se echaba en falta tanto en las Calas como en el Romancero de Godoy, y es la clasificación de los romances conforme a los criterios de La for de la marañuela, adaptados aquí en cuatro grupos: « tradicionales » , « infentiles » , « religiosos » y « de ciego » . Aparte, claro, del respeto en la transcripción de los textos a la oralidad de que proceden. En fin, que por mucho que haya un libro recientemente publicado con el título de £ 1 romancero de Lanzarote, el verdadero romancero de Lanzarote, es decir, el conjunto de romances que componen la tradición conocida y publicada de Lanzarote no está representada en él. Y por tanto es tarea que quedaba por hacer. 3.5. Nuestra propia colección Con los antecedentes dichos y conocidos por nosotros, nos propusimos completar en lo posible el romancero de Lanzarote, haciendo encuestas en los municipios y pueblos que habían quedado inéditos en las recolectas anteriores e insistiendo, a ser posible, sobre los informantes que antes lo habían sido de nuestros precursores. El propósito y el método que llevábamos a Lanzarote eran iguales a los que nos habían guiado en la recolección y estudio del romancero en el resto de las Islas: conocer lo más exhaustivamente posible la tradición romancística de Canarias a finales del siglo XX, con una tarea de recolección y estudio por cada una de las islas, convencidos de que, ante los cambios sociológicos ocurridos en el archipiélago, estábamos, con toda seguridad, en la última oportunidad de hacerlo. Nuestras encuestas de campo tuvieron lugar, principalmente, en dos periodos de los meses de octubre y de diciembre de 1989 ( acompañado en ellas por mi mujer Helena Hernández Casañas), y fueron continuadas esporádicamente en 43 años posteriores, hasta el año 2000, en que coincidiendo con otros estudios que hacíamos entonces en Lanzarote, centrados ahora sobre sus Ranchos de Pascua o sobre su toponimia, volvimos a entrevistar a algunos de nuestros antiguos informantes o descubrimos otros nuevos. A ellas debe añadirse una entrevista roman-cística que hicimos en la isla de La Graciosa en 1981 y cuyos resultados incorpora-, mos a este Romancero General de Lanzarote. Lo mismo que las encuestas que hicimos a otras personas oriundas de Lanzarote que vivían en Gran Canaria, como la lanzaroteña de San Bartolomé Isabelita Corujo, residente ahora en El Carrizal de Ingenio, a quien entrevistamos en 1991, y que resultó ser informante fundamental del Rancho de San Bartolomé de Lanzarote y del romancero general de la isla. En las primeras encuestas de 1989, llevábamos anotados los nombres de los informantes que figuraban en el Romancero de Jesús María Godoy, pues pensábamos que de haber sido entrevistados éstos por los alumnos de Godoy, y presumiblemente de manera superficial, podríamos profundizar en los repertorios de cada uno de ellos. Mas esto resultó totalmente fallido: muchos de aquellos nombres anotados les eran desconocidos a los vecinos a quienes ahora preguntábamos; otros habían muerto, y otros se habían trasladado a la capital Arrecife; sólo una informante antigua logramos localizar, María Rosado Díaz, de Guatisa ( ay. Teguise), pero resultó que de los cuatro textos a ella atribuidos por Godoy, sólo dos habían sido de ella, el de La pasión ( versión 71.4) y el de la Oración para después del rosario ( versión 77.1), habiendo sido los otros dos comunicados por una hermana suya. Así que nuestra búsqueda de informantes tuvo que empezar de cero. Una nueva encuesta resulta ser casi siempre una experiencia única, en la que el recolector se enfrenta ante un mundo por descubrir; de poco sirve que haya antecedentes buenos; los informantes que tenemos ante nosotros pueden desconocer absolutamente los romances recogidos por otros encuestadores en tiempos pasados en ese mismo lugar, y, por el contrario, pueden ofrecer versiones nuevas de romances nunca antes recogidos en ese mismo lugar o región. La tradición romancística ni es común en todas partes, ni mucho menos la conocen por igual todos los habitantes de un lugar; por el contrario, en los tiempos actuales, en los que no puede hablarse ya sino de « los últimos estertores del romancero oral » , la tarea de recogida de romances es en algo comparable a la arqueología, en la que hay que ir reuniéndolós pieza a pieza, en algunos casos verso a verso, para poder conformar un cuerpo que pueda ser representativo de la tradición que vivió en plenitud en otros tiempos. La sensación que en muchos momentos tuvimos en Lanzarote es la de estar en un territorio en donde el ventarrón de la modernidad se hubiera llevado todo aquello que pudiera recordar a lo que fue tradicional. Y valga decir que a ese viento metafórico que sopla con tanta fuerza en la isla le suele acompañar también un viento físico real con más fuerza de la necesaria para ser considerado agradable. Y que ese viento nos fue molesto y hasta perjudicial cuando hacíamos las entrevistas al aire libre, pues se nos metía por el micrófono de la grabadora con más fuerza 44 que las voces de nuestros informantes, haciendo ininteligibles algunos versos o palabras. No sin razón, a la vez que « isla de los volcanes » , a Lanzarote podría llamársele también ta « isla del viento » ; y bien que lo entendió César Manrique, que en los últimos años de su vida desarrolló por todos los puntos de la isla una serie de artísticos artefactos cuyo movimiento, como las veletas, queda a merced del viento, y con razón los llamó « juguetes de! viento » . En fin, la colección de romances que logramos reunir personalmente en Lanzarote es, a la postre, la más numerosa de todas las realizadas en la isla, la de repertorio más nutrido, la de mayor número de versiones y la de geografía más amplia, pues se hizo en todos los municipios y, dentro de ellos, en todos los núcleos de población más representativos. Según los índices correspondientes, más de 65 fueron los informantes de los que obtuvimos alguna respuesta positiva para este Romancero, 226 fueron las versiones recogidas y 115 los temas romancísticos a los que las versiones pertenecen, lo que representa el 60% del repertorio total de este Romancero General de Lanzarote. 3.6. Una pequeña colección inédita de Angelina Hernández Al igual que en nuestro Romancero de Grari Canaria ( 1990: II, 20), hemos podido contar para este Romancero General de Lanzarote con una pequeña colección de romances de Angelina Hernández Millares ( madre de nuestro amigo y colega Lothar Siemens), recogidos por ella entre 1962 y 1963 de labios de dos mujeres lanzaroteñas, oriundas las dos de Puerto del Carmen ( ay Tías), que trabajaron como sirvientas domésticas en su casa de Las Palmas. La identificación de estas dos mujeres queda reducida a la indicación de « Madre de Peregrina » , la una ( siendo Peregrina la chica de servicio), y de Babi ( diminutivo de su nombre propio), la otra. De entre las dos informantes logró reunir Angelina Hernández un ramillete de 17 versiones correspondientes a 15 romances, algunos de ellos de los más populares del repertorio lanzaroteño, pero la mayor parte se constituyen en versiones únicas, y de ahí su valor añadido. El repertorio recogido por Angelina Hernández Millares resultó ser el siguiente: . Las señas del marido ( 2 versiones) . La doncella guerrera . La mala hierba + Delgadina . La hermana cautiva . La Virgen y el ciego ; La lechera . La Agustinita . El secreto de María . Blancaflor vengadora de su honra ( 2 versiones) . El hermano incestuoso 45 . Las amonestaciones . El incestuoso pescador Pedro Marcial . Alfonso XIII visita Canarias . Riña entre dos jóvenes + No me entierren en sagrado . Duelo entre amigos 4. Los Ranchos de Pascua de Lanzarote Los denominados « Ranchos de Pascua » se constituyen en una de las manifestaciones folclóricas más interesantes del archipiélago canario, ahora exclusiva de Lanzarote, y que tienen una relación directa con el romancero. Estudio particular y más detenido merece este tema de los Ranchos de Lanzarote, aun sin hacer, pero aquí sólo daremos la noticia más escueta para conectarlos con los romances religiosos que en ellos se cantan. Decimos que los Ranchos « de Pascua » son exclusivos de Lanzarote, pero no la tradición más general de los « Ranchos de Animas » que aún pervive en las islas de Gran Canaria y de Fuerteventura y que, por noticias históricas fidedignas, debió ser común en el pasado a todo el. archipiélago, tradición de la que, con seguridad, los de Pascua de Lanzarote no son sino una derivación. El origen de los Ranchos de Pascua hay que buscarlo, con toda verosimilitud, en el culto a las ánimas introducido en las islas por los franciscanos en el siglo XVI, si bien los textos y las músicas con que esos textos se cantan tomaron en Canarias una personalidad propia, hasta el punto de que en la actualidad no hay nada en la Península, musicalmente hablando, con que puedan compararse. El ciclo funcional de los Ranchos de Ánimas empezaba el día 1 de noviembre, fiesta de Todos los Santos, y acababa el 2 de febrero, día de la Candelaria. Su objetivo era recaudar dinero y otros dones con que aplicarlos al culto de las ánimas de los familiares y conocidos de las localidades o pagos donde el Rancho cantaba. Y como el ciclo abarcaba también la Navidad, llegado este tiempo, los cantos de los « rancheros » se fueron centrando en la conmemoración del Nacimiento, de donde algunos se « especializaron » y quedaron limitados al ciclo de Pascua. Y de ahí el nombre de Roncho de Pascua de los de Lanzarote, con textos específicos sobre la temática de la Navidad, pero con músicas, instrumentación y ritos idénticos a los más comunes de Ánimas de Gran Canaria y Fuerteventura. Prueba de esa génesis de los Ranchos de Lanzarote es que aún quedan noticias de la diversidad temática y funcional de los Ranchos en los varios pueblos de la isla. Por ejemplo, se sabe que en Teguise, hasta principios del siglo XX, el director « limosnero » o « ranchero mayor » llevaba colgado del pecho o en la mano la tabla pintada" con el patrón del pueblo, además de una tabla con las Ánimas del Purgatorio, y que el dinero recolectado lo ofrecían en sufragio de las ánimas de los recientemente fallecidos en la localidad. Y se recuerda que en Tao ( ay. Teguise), 46 cuando había un difunto, el Rancho lo velaba cantando « coplas » a propósito, improvisadas. Y todavía queda muy vivo el recuerdo de que los Ranchos, ahora ya en tiempo de Navidad pero no necesariamente con textos navideños, cantaran en las casas particulares y por las calles del pueblo pidiendo el aguinaldo, de tal forma que en la iglesia sólo se cantaba en los días de Nochebuena, Año Nuevo y Reyes, allí, sí, sólo con letras alusivas a la Navidad. Fenómeno digno de destacarse es el hecho de que los Ranchos de Pascua son comunes ( o lo han sido hasta tiempos cercanos) a todos los pueblos de Lanzarote. Y asombra que siendo Lanzarote una isla tan pequeña y estando sus pueblos tan cercanos, la tradición de los Ranchos se haya diversificado tanto. El más famoso — más bien el único famoso— de entre los que perviven en la actualidad, es el de Teguise, pero con tanta historia y con tanto merecimiento deberían serlo también los de Tías, Tinajo, Haría y San Bartolomé. Otros han desaparecido, pero hasta localidades tan pequeñas como Tao, Muñique y Femés ( allí con el nombre de « Posadas » ) tuvieron su propio Rancho. Incluso hubo pueblos que tenían dos ( léase dos agrupaciones para cantar el Rancho): « el de los viejos » , que era el más prestigioso y el que actuaba en los días principales, y « el de los jóvenes » , que buscaba la continuidad de la tradición. Por lo que se refiere a los textos que se cantan en los Ranchos de Pascua de Lanzarote, puede decirse que hay dos tipos: los que se constituyen en repertorio fijo y cerrado, tal como ocurre en Teguise y San Bartolomé, y los que lo tienen abierto al canto improvisado o a la incorporación de algún villancico popular, como ocurre en Tías, Tinajo y Haría. La fijación del repertorio de Teguise parece deberse a la labor del « ranchero » Juan Crisóstomo García, por los años 20 del siglo XX, mientras que la del Rancho de San Bartolomé debe atribuirse a la familia Corujo, en los últimos años del siglo XIX. En general, y tanto por lo que se refiere a los textos literarios como a la música, los Ranchos de Lanzarote son « un complejo folclórico » de una extraordinaria diversidad y complejidad. Cada uno de ellos tiene sus propias denominaciones de cantos o « toques » , siendo algunas tales como « coplas » , « corrido » « pascuas » , « el divino » , « endechas » o « deshechas » , « santodomingo » , « el salto » , « la pandereta » , « el besapié » , etc. Por lo que respecta a los textos, los que suponemos de tradición más antigua ( por corresponder en la métrica con los repertorios de los Ranchos de Ánimas), tienen como unidad versicular el dodecasílabo, con cesura intermedia bien marcada, de tal manera que los versos bien pueden transcribirse también como hexasílabos; y en cuanto a la estrofa, la unidad tipo es él dístico o el trístico, y en este segundo caso formado por un dístico con rima cambiante y un tercer verso con rima uniforme en toda la composición, rimando con el pie. Y en todos los casos, siendo un canto alternante entre un solista y un coro, el coro canta un estribillo o píe a modo responsorial a cada dístico o trístico del solista. Pero como decimos, los textos son de una gran diversidad y por tanto también su 47 métrica, abundando los que tienen por unidad métrica la cuarteta octosiiábica. Y los hay, finalmente, que son simples y plenos romances, naturalmente todos ellos pertenecientes al ciclo de la Navidad. En todos los repertorios locales hay algún romance, pero el Rancho más « romancesco » de todo Lanzarote es, sin duda, el de San Bartolomé, hasta el punto de que puede decirse que todo su repertorio ( al menos el que se canta en la actualidad) está formado por romances populares de muy diversa procedencia. Algunos hay que son comunes a la tradición general romancística del archipiélago ( y de España), mientras que otros son propios y exclusivos del Rancho de San Bartolomé. Y otros varios hay que merecen especial comentario, puesto que han resultado de la fragmentación de un romance de pliego del siglo XVIII ( con un proceso similar al nacimiento que los primitivos romances tuvieron de los cantares de gesta). El romance en cuestión es el que lleva por título « Romance espiritual en que se declara el mysterio de los Desposorios del Señor San Joseph y María Santísima, y la Encarnación del Divino Verbo y los zelos del Señor San Joseph » , compuesto por José de Arcas, vecino de Marchena y hermano tercero de la Orden del Hábito de San Francisco de Asís ( catalogado en Aguilar 1972: nn. 1396 a 1399; el texto completo del original puede leerse, entre otros lugares, en RDTP, xuii, 1988: 354- 357). Como romance típico de la literatura de pliego dieciochesca, el romance de José de Arcas es excesivamente largo ( tiene 312 octosílabos), en comparación a la dimensión « media » de los romances tradicionales, y como, además, la ejecución en el Rancho siempre es cantada, con una cadencia y ritmo extraordinariamente lentos, lo que hicieron eri San Bartolomé fue fragmentarlo en tres partes, poniendo los límites en los tres temas principales que en el título se anuncian: los desposorios de la Virgen, la encarnación del Verbo Divino en el vientre de María y las dudas de San José. Mas la acomodación que el Rancho de San Bartolomé ha hecho del texto de José de Arcas no ha consistido sólo en la fragmentación; hecha ésta, la transmisión oral se ha encargado de operar en la configuración de los textos de Lanzarote conforme a su proceder habitual, suprimiendo versos y aun secuencias enteras, recreando el texto y acomodándolo a la dialectología local, dándole una nueva intriga y poniéndolo a disposición de cuantos lo han hecho tradicional, con las consiguientes variantes de todo texto verdaderamente tradicional. La temática del romance de José de Arcas no es propiamente de Navidad, sino más bien de sus antecedentes, de donde el Rancho de San Bartolomé lo hizo propio de las celebraciones que en el pueblo había en tiempos de « adviento » , y estas eran las « misas de la luz » ( no exclusivas de San Bartolomé de Lanzarote, sino de toda Canarias), que se celebraban a partir del día de Santa Lucía y hasta el día de Nochebuena, es decir, entre el 16 y el 24 de diciembre. De la identidad y procedencia de cada uno de los romances cantados en los Ranchos de Pascua de Lanzarote se da noticia en el comentario que sigue a cada 48 uno de ellos, todos dentro del ciclo del Nacimiento e infancia de Jesús del grupo de los Romances Religiosos. Lo que cabe decir aquí es que la información sobre los Ranchos y los textos concretos que catalogamos en este Romancero los hemos allegado, fundamentalmente, de nuestra propia investigación en la isla con todos y cada uno de los Ranchos existentes ( presenciando sus actuaciones y entrevistando a sus respectivos directores), complementados con la edición discográfica del Rancho de Teguise ( 1981) y del Rancho de San Bartolomé ( 1992) y con las noticias y textos contenidos en los respectivos archivos del Rvdo. Pablo Artiles y de Sebastián Jiménez Sánchez, ambos depositados en El Museo Canario de Us Palmas de Gran Canaria. 5. Clasificación de los romances de Lanzarote Cuestión básica es esta de clasificar el corpus de una colección romancística según unos criterios sistemáticos y abarcadores, a fin de poder ver con nitidez la raturaleza y características del repertorio que se ofrece, de poder advertir la estructura del conjunto y el lugar que cada uno de los romances ocupa dentro del conjunto. No obstante, no existe un criterio uniforme y único sobre tema tan complejo como es la clasificación de los romances, pero sí modelos que han sido seguidos por los máximos especialistas en el estudio del romancero, desde Menéndez Pidal hasta las modernas publicaciones del propio Seminario que lleva su nombre y de otros especialistas reconocidos. Por lo que aquí respecta, nosotros seguimos los mismos criterios adoptados en nuestros anteriores Romanceros de Canarias. En primer lugar, los distintos grupos principales de romances « tradicionales » , « religiosos » , « vulgares » , « de pliego » y « locales » resultan de un criterio histórico- literario, que distingue los distintos momentos históricos de que se ha nutrido la tradición romancística que vive hoy día, además de la naturaleza y de la forma de transmisión de los textos. En segundo lugar, dentro de cada uno de los grupos anteriores, cada romance se clasifica según un criterio eminentemente temático o de funcionalidad, como es el caso de los de repertorio infentil. De lo que resulta la siguiente clasificación del romancero lanzaroteño: A. Romances tradicionales a) La conquista amorosa b) Amor fiel c) Amor desgraciado d) Cautivos e) Intervenciones milagrosas , f) Festivos g) Infantiles 49 B. Romances religiosos a) Nacimiento e Infancia de Jesús b) Presagios de la Pasión c) Pasión y muerte de Jesús d) Devotos C. Romances vulgares modernos popularizados D. Romances de pliego a) De pliegos dieciochescos b) De pliegos modernos E. Romances locales F. Romances de pliego no documentados en la tradición oral a) Pliegos dieciochescos b) Pliegos modernos c) Pliegos locales Algunas modificaciones introducimos aquí respecto a la clasificación de los otros repertorios insulares canarios, motivados por las características propias del romancero lanzaroteño y que explicaremos en cada lugar. 5.1. Resumen estadístico Clasificación A. Tradicionales B. Religiosos C. Vulgares modernos popularizados D. De pliego E. Locales F. Pliegos no oralizados Temas 43 ( 27%) 34 ( 21%) 16 ( 10%) 21 ( 13%) 19 ( 12%) 26 ( 16%) Versiones 171 ( 45%), 99 ( 26%) 18 ( 5%) 35 ( 9%) • 24 ( 6%) 29 ( 8%) Variación 3' 9 2' 9 1' 1 1' 6 1' 2 1' 1 Totales 1S9 376 La proporcionalidad de cada uno de los grupos es la que refleja la personalidad del romancero de cada lugar, y la que nos permite hablar, en primer lugar, de las diferencias y semejanzas que existen en el romancero de las distintas islas de Canarias, por ejemplo, aparte la presencia o ausencia de determinados romances. De ello hablaremos particularmente en los apartados siguientes, comparando los datos de Lanzarote con los de las otras islas del archipiélago. 5.2. Los romances de tradición más antigua Simplificando, se puede decir que los romances íradicionafes son los de procedencia más antigua, los denominados « romances viejos » ( anteriores al siglo XVII) y los que a imitación de éstos nacieron a lo largo del siglo XVII ( alguno, incluso, en 50 siglos posteriores) y adquirieron ese estilo oral y formulaico que les caracteriza. Ellos son los de más alto valor literario e histórico y los que, por su larga vida en la transmisión oral, se configuran con un repertorio que está difundido por todos los territorios hispánicos. Es en este sentido que también consideramos « tradicionales » a los del repertorio infantil ya los religiosos. Naturalmente, dentro de los tradicionales los hay que son muy populares, y de los que es posible recoger múltiples versiones, como es el caso en Lanzarote de El caballero burlado, Las señas del marido, Delgad'ma, ñlancaflor y Filomena o La Virgen y el ciego ( los únicos de los que se han recogido 10 versiones o más), y los hay muy raros, de los que su pervivencia en la tradición de Lanzarote se constata por una única o por muy pocas versiones, como es el caso de £ í conde Grifos Lombardo, Lanzarote y el ciervo del pie blanco. La vuelta del navegante o La infanticida. En su conjunto, los romances tradicionales representan sólo el 27% del repertorio romancístico de Lanzarote, es decir, aproximadamente, un poco más de la tercera parte; sin embargo, si consideramos el número de versiones recogidas, gestas representan el 45%, casi la mitad. Una lectura complementaria puede ( y ' hasta debe) hacerse de los datos referidos a los romances de tradición más antigua, pues a los clasificados como propiamente « tradicionales » pueden sumarse los romances « religiosos » , ya que muchos de éstos tienen una tradición tan antigua como aquellos. En este caso, el número de temas se elevaría a 77, lo que supone un 48% del total, y a 270 versiones, que suponen el 71% del romancero de Lanzarote. Es decir, que, en la práctica, de cada cuatro romances que pueden oírse en Lanzarote, casi tres pertenecen a la tradición más antigua y más general del romancero pan- hispánico. Y otro dato numérico destacable: la tradicionalidad de un romance se manifiesta, entre otras cosas, en la capacidad que tiene de reproducirse en versiones varias; pues en Lanzarote, los de tradición más antigua, sumados los propiamente « tradicionales » y los « religiosos » , se manifiestan a través de una media de 3' 4 versiones, lo que significa una variabilidad muy inferior a lo que ocurre en islas como La Gomera, La Palma y Gran Canaria, pero de valores parecidos a lo que ocurre en Fuerteventura y en El Hierro. S. 3. Los romances religiosos Lo que tiene de destacable el apartado de los romances religiosos en Lanzarote es la gran cantidad de temas que tiene, 34 temas, lo que supone el 21% del repertorio total; ello es debido a la tradición de los Ranchos de Pascua, de los que hemos hablado en un apartado anterior, y de la presencia en ellos del romancero del ciclo de la Navidad. No podemos hablar, sin embargo, en los romances de los Ranchos de gran variabilidad, puesto que casi todos, al interpretarse en forma ritual, están ya fijados en un texto invariable. SI Fuera de ellos, dos son los romances religiosos más populares en Unzarote dentro del ciclo del nacimiento e infancia de Jesús: La Virgen y el ciego y Lo congoja de ¡ a Virgen en Belén, al igual que ocurre en el resto del archipiélago. Menor riqueza de versiones tienen los del ciclo de la Pasión, de entre los cuales, no obstante, cabe destacar Soledad de la Virgen y £ í rostro dh/ ino. Y al igual que ocurre en el resto del archipiélago, en los romances del ciclo de la Pasión de Lanzarote es constante el fenómeno de la « contaminación » de motivos, nada sistemáticos, por otra parte, pues resultan de la particular recitación de cada informante, de tal manera que más que de « romances » autónomos, propiamente dichos, habría que hablar de combinación de « motivos » , , considerados éstos como « microsecuencias » narrativas. Se trata, por tanto de una tradición muy fluctuante, nada fija. Es también muy frecuente en los romances de la Pasión la « coda » Quien esta oración dijere..., que convierte el romance en oración. A los romances religiosos de tradición antigua hay que sumar los « rezados » y fórmulas « devocionarias » ( oraciones, conjuros, etc.), que en Lanzarote ( como en La Palma) son especialmente abundantes; de ellos damos aquí una mínima muestra en el grupo de « Devotos » , y sólo de los que tienen una estructura más cercana al romance. 5.4. Los romances vulgares modernos popularizados Los que llamamos vulgares popularizados son romances de creación moderna, a partir del siglo XIX, y por tanto su rodaje en la tradición oral es limitado, de ahí las escasas variantes textuales con que se manifiestan, pero su transmisión es esencialmente oral. Desde este punto de vista, y también por su lenguaje poético, representan un grado más cercano al estilo de los tradicionales que los romances de pliego. Los vulgares popularizados se asemejan a los de pliego modernos en el lenguaje: su estructura métrica predominante es la cuarteta, con rima cambiante, pero son más breves que aquellos y tienen mayor presencia del diálogo, a imitación de los tradicionales. Hay dentro de los « vulgares » un pequeño grupo caracterizado por el verso decasílabo y por el tema de amores estorbados o desgraciados; estos son, en Lanzarote; El hermano incestuoso, Novio que olvida su promesa de fidelidad y Adelaida, pero el repertorio se amplía en otras islas del archipiélago. Los romances vulgares modernos popularizados están a medio camino entre el romance y la canción; de hecho, algunos de ellos fueron difundidos por la radio. Y en la conciencia de algún informante está el que no son « romances » , sino « canciones » . Es sintomático que de los pocos romances que en Lanzarote han sido recogidos cantados lo son de este tipo. Por lo que respecta a la presencia de este tipo de romances en Lanzarote, cabe decir que es escasa, siendo la menos representativa de su romancero, tanto sea por el número de temas como, sobre todo, por el número de versiones, que representa sólo el 5%, muy por debajo de los valores de Gran Canaria y de La Palma, por ejemplo, pero similares a los de Fuerteventura y El Hierro. 52 5.5. Los romances de pliego ( del XVIII y modernos) Una particularidad notable presentan los romances de este grupo en Lanzarote, en comparación a lo que ocurre en el resto del archipiélago: y es que tienen el valor más alto respecto al número de temas del romancero lanzaroteño: 47 temas, que representan el 29% del total, más incluso que los romances tradicionales. Hay que advertir, no obstante, que, a los efectos estadísticos, sumamos en este grupo tanto los romances de pliego dieciochescos como los de pliego moderno, y tanto los que fueron recogidos de la tradición oral como los que sólo estaban en sus pliegos originales o en copias manuscritas ( según el apartado F de este Romancero, de los que damos noticia resumida). En todas las islas del archipiélago hay una abundante representación de los romances de este tipo, pero en ninguna como en Lanzarote son tantos. Aunque hay que añadir a continuación, que los que dan esos valores tan altos a la estadística del romancero lanzaroteño son los textos procedentes de pliegos modernos, y no los de pliego dieciochescos, que, al contrario de lo que ocurre en el resto de las islas, son los menos. En efecto, romances procedentes de pliegos del XVIII que hayan , ^ ido recogidos en Lanzarote oralmente sólo hay 3 temas: Dono Francisca ¡ a cautiva, Doña Josefa Ramírez y La peregrina doctora, y que hayan sido documentados por escrito, bien desde sus pliegos impresos originales o a través de copias manuscritas, sólo 5 temas: Carlomagno y ¡ os doce Pares de Francia, Griselda y Gualtero, Doña Teresa en ia cueva. Donjuán de Jorres Cabrera y Dono Rosa ¡ a cautiva, frente a 39 romances de pliego modernos ( 18 de ellos recogidos de la tradición oral y 21 por escrito). De entre los rasgos estilísticos que hacen de estos romances de pliego dieciochescos un género tan alejado de los romances tradicionales, y en general de la « literatura » tradicional, está la ruptura continua de la prosodia « natural » del romancero, que se acomoda siempre a la métrica del dieciseisílabo. Estas continuas rupturas son las que hacen « artificial » esta literatura, aparte un lenguaje tan retórico, con un léxico tan rebuscado ( ni siquiera culto, sino prosopopéyico). Justamente el proceso de « tradicionalización » que algunos de estos romances han tenido en la vida oral ( por ejemplo de La Gomera) consiste en olvidar y alejarse de este estilo y acercarse al de los romances tradicionales. Desde luego en Lanzarote no se ha iniciado este proceso de « tradicionalización » de estos romances, o al menos no lo hemos registrado nosotros, y de ahí la constancia de la abundancia de pliegos y de papeles que todos los recolectores hemos podido registrar. Godoy Pérez, por ejemplo, hace permanentemente esta advertencia: recogido « de un papelito popular » — dice—, o expresiones por el estilo. Mas cabe también hacer diferencias entre los de pliego del siglo XVIII y los modernos de finales del siglo XIX y principios del XX. Los dieciochescos son romances eruditos que nacieron de la mano de multitud de poetas, siguiendo una misma norma y estilo, y que se divulgaron a través de pliegos de cordel, generalmente cantados por ciegos, algunos de los cuales tuvieron una amplísima difusión, 53 llegando a popularizarse y a adquirir ciertos rasgos propios de la tradición oral. Todos tienen rima uniforme y versificación octosílaba regular, como los tradicionales, pero una métrica que descansa más en la cuarteta que en el dístico, un lenguaje artificioso lleno de ribetes románticos y un estilo más narrativo que dialogado. Aparte la extensión desmedida de versos de la mayoría de ellos, por lo que se recurre a dividirlos en partes. Por su parte, los romances de pliego modernos tienen de común con los « vulgares » el ser principalmente estróficos, con rima cambiante, el poseer un lenguaje vulgar y prosaico, al margen de toda intención artística. Y tienen de común con los de pliego dieciochescos es ser textos largos ( aunque no tanto como aquellos), eminentemente narrativos y prolijos, además de su medio de difusión a través de papeles sueltos y pliegos. La temática los identifica muy bien. Son todos ellos relatos de « casos » : catástrofes naturales, sucesos desafortunados, amores desgraciados, etc. Predominan los de casos horrorosos, donde se pone de manifiesto la depravación humana: incestos, asesinatos, parricidios, infanticidios, ensañamientos inhumanos... Los « casos » de los romances de pliego modernos difundidos en Lanzarote, aparte los de temática propiamente insular, proceden de los lugares más dispares, desde luego muy distantes de Lanzarote y totalmente desconocidos de los informantes que van a recitar esos versos, pero sus recitadores los aceptan como si las desgracias hubieran sido cercanas; el impacto y la atención que se prestan al romance no dependen de la cercanía del lugar, sino de la magnitud de la desgracia. Justamente la localización ( nombre del pueblo y provincia) de la acción, especificada en los primeros versos del romance, es una de las características de los de este tipo. Los que más se difundieron en Lanzarote narraban « casos » ocurridos en tierras peninsulares de Asturias ( Gertrudis, n° 97), de Ciudad Real [ Aparicm de la Virgen de las Hieves en Almagro, n° 98), de Gerona [ Madre que moto a sus hijos para casarse con ur) hombre joven, n° 99), de Zamora [ Padre que mata a sus hijos por calumnia de su madrastra, n° 100), de Andalucía ( Desgracios de unos niños en un horno, n° 101), de Madrid [ La hija de Asunción Tejada, n° 104), etc., pero también sucesos internacionales notorios, tal como fue el Hundimiento del Titánic [ n° 113). Especial interés y mayor presencia tuvieron en Lanzarote los romances de pliego que trataban de desgracias marineras, como tendremos ocasión de ver en el epígrafe siguiente. Pero alguno hay también de esta temática que no son de casos locales sino foráneos, como el citado Hundimiento del Titánic, el Hundimiento del Valbanera ( nn. 118 y 119) y el de la Explosión del Cabo Alachic/ iaco ( n° 139). La presencia masiva de esta clase de romances en Lanzarote se debe a un « comercio » muy vivo que hubo de los pliegos por toda la isla. Muchos de nuestros informantes nos mostraron ejemplares que ellos mismos habían comprado a los « cieguitos » que los vendían por las calles a cambio de unas monedas ( « a real » dicen que los vendían). Mas no sólo los ciegos, también los vendían cantores ambulantes 54 « andaluces » , mientras que otros impresos . llegaron a la isla traídos desde la Península por los soldados conejeros que regresaban del servicio militar o de la guerra civil. Tantos fueron los pliegos y tantos los romances contenidos en ellos que la palabra romance llegó a designar cualquier papel impreso que tuviera versos. Por ejemplo, cuando preguntábamos a nuestros informantes: — ¿ Cómo aprendió usted eso?, la respuesta era unánime: — En romance; se compraban los « romances » ... 5.6. Los romances de creación y temática locales Los romances de los grupos anteriores constituyen un repertorio universal, pan- hispánico, en el sentido de que se hallan repartidos por todos los territorios hispánicos. Sin embargo, los que clasificamos como « locales » son de creación y temática estrictamente insular lanzaroteña o, en todo caso, canaria, cuestión que se pone de manifiesto tanto por los continuos topónimos que se citan en los respectivos textos como por los. hechos que en ellos se relatan. De ellos son canarios generales, es decir, han sido recogidos en varias islas del archipiélago: Duelo entre amigos ( n° 115), Alfonso Xlll visita Canarias { n° 117), los . ^ o s modelos del Hundimiento del Valbípera ( nn. 118 y 119) y Disparates encadenados { n° 132); del resto sólo tenemos noticia por las versiones lanzaroteñas, a pesar de que los sucesos narrados hayan tenido lugar en otras islas, como ocurre con el Disturbio obrero en Las Palmas en las elecciones de 191 í ( n° 130), el Repugnante y horroroso crimen... ( n° 157), ocurrido en Tenerife, y el Horrible asesinóte cometido en la Villa del Paso ( n° 158), en la isla de La Palma. Mención especial merecen, por el grupo tan numeroso que constituyen en el . romancero de Lanzarote, los que tratan de hundimientos o incendios de barcos, naufragios de pescadores y todo tipo de desgracias marineras. Dos hechos complementarios lo explican: los muchos casos realmente ocurridos y la sensibilidad que los lanzaroteños tenían hacia cualquier noticia venida del mar y de sus costas, puesto que de la mar vivían muchos de sus hombres. Aparte los que ya hemos citados de temática marinera pero de sucesos foráneos ( los nn. 113,118,119 y 139), son propios de Lanzarote los nn. 120,121, Í22,123,153,154,155 y 156. Todos ellos tienen características comunes, hasta el punto de que varios de ellos debieron salir de una misma mano, de alguien que fue poeta popular especializado en desgracias marineras, un casi « profesional » a quien encargaban ( o él mismo se lo imponía) el relato en verso de cada suceso ocurrido. Cuando se ha podido hallar el pliego impreso ( mejor « hojilla » o « plana » , en este caso), se constata que un tal Ramón Mosegue figura como autor de cuatro de ellos, los nn. 120, 121,153 y 154. Otro nombre de autor figura en la cabecera del n° 155, el de Manuel Caraballo, pero esta autoría nos resulta sospechosa ( pudiera tratarse, quizás, de un seudónimo), pues hay en este romance ciertas fórmulas proverbiales y expresiones que se repiten en los textos anteriores de Ramón Mosegue; por ejemplo, la expresión « que en el monte hay más madera » , con el sentido de ' pri- 55 mero salvar la vida, que lo demás tendrá arreglo', que aparece en los romances nn. 154 ( v. 30) y 155 ( v. 42); o el verso « mirar hacia bajo, el mar, / mirar hacia arriba, el cielo » , que aparece en los nn. 121 ( v. 24) y 155 ( v. 26). De los tres romances restantes de tema marinero ( nn. 122,123 y 156) no consta la autoría. En cualquier caso, los autores de estos romances debieron ser todos ellos insulares, por el conocimiento minucioso que tienen de la toponimia local y de los escenarios de las desgracias, incluso que alguno debió de ser él mismo de profesión marinero, según se desprende de los últimos versos del n° 153. Y de ahí también las continuas advocaciones a la Virgen del Carmen, patrona de los marineros. Por momentos parece que todos estos romances tienen por finalidad difundir la devoción a la Virgen del Carmen entre las gentes del mar, pues es tanta o más la atención que ponen en ello como en relatar « los casos » de los que la Virgen es mediadora. En general, la presencia de romances locales en el romancero general de Lanzarote es similar a la de las otras islas, rondando el 12% de los temas y el 6% de las versiones. 5.7. Un romance erudito sobre la prehistoria de Lanzarote Ha sorprendido a todos los estudiosos del romancero canario la ausencia de textos tradicionales relacionados con la conquista de las islas y con el mundo aborigen, cuando tanta materia poética había para este tipo de relatos. Esa ausencia, como ocurrirá también después en América, no puede explicarse si no es atendiendo a la fase « aédica » que el romancero vivía en ese momento; de ahí que el repertorio que se asentó en Canarias fuera el mismo que existía ya en las zonas peninsulares de donde procedían sus conquistadores y colonos. Y de ahí, también, el fracaso recolector de hombres como Juan Bethencourt Alfonso y, en cierta medida, también de Agustín Espinosa, cuando salieron en busca de romances « de asunto guanchinesco » . Son reveladoras de la frustración que le produjo al primero de ellos la comprobación de esa ausencia de testimonios guanches las palabras que escribió como resumen de su tarea recolectora de romances populares en las zonas del sur de Tenerife, en su tierras natales de Chasna, siguiendo la incitación pública que había hecho Menéndez Pidal a los intelectuales de Tenerife. Dice Bethencourt Alfonso, al respecto: « Del voluminoso fárrago de poesía popular que hemos recolectado, que en parte conoce el ilustre Sr. Menéndez Pidal, ninguna composición utilizable trata sobre la materia [ guan-che] » ( 1940: 26). Sin embargo, en el librito que sobre el Romancero canario publicó la Librería Hespérides de Santa Cruz de Tenerife, dentro de la colección « Biblioteca Canaria » [ 1940], se recogen dos —^ así se dice— « antiguos romances populares del sur de Tenerife, recogidos en los pueblos chasneros por Juan Bethencourt Alfonso » ( pág. 23), el segundo de los cuales trata de un asunto guanche de Lanzarote. Es el siguiente: 56 Don Juan Betancur y el rey Guardafía 2 van para Zonzamas con mucha alegría. Y sus ayudantes fieles les seguían. 4 Llegan a palacio y estaba tendida en aquellos llanos la ganadería. 6 Ninguna mujer allí se veía, sólo los zagales eran quien servían 8 leche con cebada, carne y papa- cría, gofio y queso fresco abundante había. 10 Los maxos cantaban mientras se comía; relinchos y silbos es io que se oía. Ni que decir tiene que dicho texto no lo hemos encontrado en la tradición oral de Lanzarote, ni nosotros ni ninguno de los que han hecho encuestas roman-císticas en la isla, sencillamente porque no pertenece a la tradición oral. Pero sí hemos hallado una copia escrita en el archivo de Sebastián Jiménez Sánchez de El Museo Canario de Las Palmas, en una carpeta dedicada a Lanzarote ( caja 99, carp. 9, doc. 2), copiada por el propio Jiménez Sánchez, con el título de « Romance histórico popular » , pero sin allegar noticia alguna sobre sus fuentes. Mas no parece ser una simple copia del texto publicado en el Romancero canario, pues tiene el de Jiménez Sánchez algunas variantes que manifiestan una leve reelaboración, aunque sea sólo en una primera memorización. Estas son las variantes: 1a: Juan Betancor; 7b: era quien servían; 8b: carne y papa fría; 9a: col y queso fresco; 10a: majos; 11a: un relincho de silbos. Tiene este texto algo de romance popular, no cabe duda: la rima asonante y uniforme en ía, la cesura de los versos ( aunque una cesura tan marcada es más propia de los textos de los « Ranchos de Pascua » que de los romances tradicionales), y un ritmo de versos hexasilábicos, que, aunque no sea el prototipo del romancero, tampoco le es ajeno. La escena que en él se narra es una recreación muy libre del momento de la conquista de Lanzarote, una especie de « comida de hermandad » entre el último rey guanche, Guardafía, y el conquistador normando Jean de Bethencourt, en un ambiente bucólico lleno de paz; lo hacen en el « palacio » de Zonzamas, lugar de residencia del rey guanche; son servidos por los más distinguidos de los « zagales » ( sin presencia alguna de mujeres); lo que comen son los productos del país: leche con cebada, carne, papas, queso y « gofio » ; afuera, los « majos » entretienen la comida con cantos, silbos y « relinchos » , mientras pastorean sus ganados. Bonita estampa, pero no romance « tradicional » , ni siquiera romance « popular » . El romancero de Canarias — necesario es decirio ante tanto errado « guan-chista » — no es más que una rama del gran romancero pan- hispánico; una rama, eso sí, bien definida por el carácter de « lo canario » , pero no por lo guanche. Lanzarote fue la primera isla conquistada, y puesto que aquella acción de con- 57 quista estuvo al mando de normandos, justo es que su huella haya pervivido hasta la actualidad, bien sea en sus actuaciones materiales ( los pozos de El Rubicón, ya que del castillo no queda el menor rastro), bien de su cultura oral, como ocurre en el campo de la antroponimia ( apellidos como Betbencourt, con todas sus variantes, Perdomo, Benkl, Dkpa, Melián, Umpiénez I Dumpiénez, Maciot y otros), de la toponimia { Betancuria en Fuerteventura y Maciot en el mismo Lanzarote) y del léxico común ( jabk I sable, guanche y posiblemente también mareta y malpaís). Pero ninguna repercusión tuvo en el campo del romancero tradicional de la isla, ni en cuanto a la pervivencia de textos que trataran de su historia particular ni en la configuración de un repertorio con características diferenciales más allá de lo que resulta común con las otras islas. 6. Noticia de la música de los romances de Lanzarote Sabido es que los romances son un género literario que, por lo general, se cantan, y eso ocurre en toda la geografía del romancero pan- hispánico, sea en las zonas más conservadoras del noroeste peninsular ( o aún más entre los judeo- sefardíes), sea en la, s zonas más innovadoras de América. Otra cosa es que en cada región la música de los romances tenga características particulares, tantas o más como las tienen los propios textos, pudiéndose hablar, de manera paralela a como se hace en éstos, de variantes y de invariantes musicales. Por lo qué respecta a Canarias, en múltiples ocasiones y lugares hemos disertado sobre la enorme personalidad y variedad que la música de los romances adopta en las islas ( cf., por ejemplo, desde una visión panorámica. Trapero 1988- 1991, más, desde la perspectiva de cada una de las islas, |
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