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~ omancerog neral be las & las Qanarias, fumo 33a, impreso en pabrib, año 1985 pleroeiho Q ebifabo por Po publica sobre la música por en colaborariún ron el píothar ~ i e m e n sF ernánbez Qabilbo insular bel Fierro CREATEDTHROUGHTHEGENEROUSPATRONAGEOFTHE NATIONAL ENDOWMENT FOR THE HUMANITIES AND THE U. S. - SPANISH JOINT COMMITTEE FOR CULTURAL AND EDUCATIONAL COOPERATION 1985 SEMINARIO MENENDEZ PIDAL CABILDO INSULAR DE EL HIERRO MAXIMIANO TRAPERO Impreso en España - Printed in Spain Unigraf, S. A. Fuenlabrada ( Madrid) I. S. B. N.: 84- 600- 3966- 8 Depósito legal: M. 22.826- 1985 ~ NDICEG ENERAL Advertencia editorial El Romancero en El Hierro . Noticia introductona ................................... 1 . La isla y su folklore .......................................................................... 11 . Descubrimiento del romancero herreño .......................................... 1 . Primeras muestras de romances herreños .................................. 2 . Nuestra encuesta ........................................................................ 111 . Los informantes .............................................................................. IV . Características del romance herreño ............................................... 1 . Los romances recolectados ......................................................... 2 . Noticia sobre romances no recogidos ......................................... 3 . Importancia del romancero del Hierro ....................................... 4 . Algunos romances de cautivos ................................................... 5. Contaminaciones ........................................................................ V . El canto de romances en El Hierro ................................................. 1 . El canto ........................ i ............................................................. 2 . Los responderes .......................................................................... Romances .................................................................................................. Al . Romances tradicionales o tradicionalizados ................................... B2 . Canciones narrativas modernas tradicionalizadas ........................... B . Romances divulgados en pliegos de cordel ..................................... C . Romances sacros o « rezados » ......................................................... D . Romances de tema local ................................................................ Apéndice . Versiones de la isla del Hierro publicados en colecciones anteriores ........................................................................... La música de los romances en El Hierro . Por Lothar Siemens Hernández ................................................................ fndices ....................................................................................................... 1 . De temas ........................................................................................... 2 . De temas por oden alfabético ........................................................... 3 . Clave temática ................................................................................... 4 . De primeros versos ........................................................................... 5 . De localidades y recitadores .............................................................. Págs . Mapa e ilustraciones ................................................................................. A Marián, que aprendib a leer en los romances y a admirarse con ellos. Y a Manuel Hernández Quintero, herreño, que me enseñó en el grande amor a su tierra. Este ROMANCERO DE LA ISLA DEL HIERRO continúa la serie de pu-blicaciones dedicadas al Romancero de Ultramar iniciada por el Semi-nario Menéndez Pidal en 1969 con la publicación de los dos tomos de Laflor de la marañuela. Romancero general de las Islas Canarias, obra colectiva de la que fue editor Diego Catalán, con la colaboración de Ma-ría Jesús López de Vergara, Mercedes Morales, Araceli González, Ma-ría Victoria Izquierdo y Ana Valenciano. De ahí que esta serie, recien-temente « confirmada » con un nuevo nombre ((( Fuentes para el Estudio del Romancero: Serie Ultramarina))), se inicie, en apariencia, en el vo-lumen tercero, ya que los dos primeros, que constituyen Laflor de la marañuela, salieron sin nombre de serie. El Seminario Menéndez Pidal se complace en poder abrir su « Serie Ultramarina)) a nuevos impulsores de la labor de recogida y edición de romances en el Archipiélago Canario, y, en especial, a Maximiano Tra-pero, quien, desde su participación en el Primer Cursillo Intensivo Teó-rico y Práctico sobre el Romancero Oral, organizado en Segovia y Vi-llablino ( León) por el Seminario Menéndez Pidal, con apoyo del Mi-nisterio de Cultura ( junio- julio de 1980), ha formado parte de su círcu-lo de Colaboradores- correspondientes. Aparte de su continuada parti-cipación en las grandes encuestas colectivas, organizadas en los años 80- 83 por el Seminario Menéndez Pidal por tierras de León, Asturias, Lugo, La Coruña, Orense, Zamora y Segovia, Maximiano Trapero ha realizado una espléndida labor recolectora, personalmente y al frente de un equipo de jóvenes colaboradores, en las Islas Canarias. Fruto de ella es su libro Romancero de Gran Canaria, Z. Zona del Sureste, ( Las Palmas, ICEF, 1982), la obra presente y la que prepara sobre el Ro-mancero de la Gomera, cuya publicación se proyecta en esta misma serie. Laflor de la marañuela reunió, en su día, todas las colecciones de romances canarios conocidas. La aportación tinerfeña fue mucho más 12 ROMANCERO DE LA ISLA DEL HIERRO rica que la de las islas restantes, sin duda debido a la ubicación de la Universidad en La Laguna. En la segunda edición de la obra, que se proyecta, no tendría ya demasiado sentido el dar entrada ( en el segun-do volumen) a la exigua representación de romances herreños allí in-cluida; por eso se reeditan en un apéndice en el presente Romancero de la Isla del Hierro. S. M. P. EL ROMANCERO EN EL HIERRO NOTICIA INTRODUCTORIA ¡ Qué linda la meda y nueva, amor, qué linda la meda! LA ISLA Y SU FOLKLORE La isla del Hierro es la más pequeña de todas las del Archipiélago Canario; tiene una superficie de 278 km2 y está situada en la parte más suroccidental del mismo. Además, es la menos poblada: las estadísticas hablan de 6.508 habitantes en 1900, de 8.849 en 1940, de 5.503 en 1970 y de 6.408 en marzo de 1981, fecha del último censo. Este estancamien-to y aun disminución de sus pobladores en los últimos años se debe fun-damentalmente a la emigración. La isla del Hierro es una tierra de emi-grantes. Cuba, primero ( a caballo entre los dos siglos), y Venezuela, des-pués ( a partir de la década de los cuarenta), y siempre las dos islas ca-pitalinas del Archipiélago, Tenerife y Gran Canaria, han recibido ma-sivamente, a uno y otro lado del Atlántico, a los emigrantes herreños. Recorriendo hoy los pueblos y barrios de'la isla vemos con tristeza mu-chas casas cerradas por falta de moradores y aun pueblos enteros aban-donados. No hay familia que no tenga, al menos, un miembro emigran-te. Por todo ello, desde el propio Archipiélago se denomina al Hierro « la séptima isla)), es decir, la última. Hierro pertenece administrativamente a la provincia de Santa Cruz de Tenerife y sus pueblos se agrupan en dos municipios: el de Valverde, que es a la vez la capital de la isla ( « La Villa)) la llaman los herreños), y el de Frontera, que dividen a la isla en dos mitades equivalentes en extensión y población. El municipio de Valverde tenía, en marzo de 1981, 3.474 habitantes y el de Frontera, 2.934. Siglos atrás Hierro señalaba, en mapas y cartas marinas, el Me-ridiano Cero; luego Greenwich lo desplazó. Pero ni entonces ni ahora suscitó la curiosidad de extraños; la inaccesibilidad de sus costas, por una parte, y las dificultades en las comunicaciones interio-res, por otra, han provocado el apartamiento y el aislamiento de sus pobladores. La isla ha visto salir a muchedumbres; pero, a la inversa, pocos ha visto entrar. Por eso, como se ha dicho, en Hierro todo es añejo. 16 NOTICIA INTRODUCTORIA La complicada orografía de la isla, montañosa y de poca tierra cul-tivable, y otros aspectos demográficos han condicionado los recursos económicos y la actividad laboral de sus habitantes. El pastoreo de ca-bras y ovejas fue desde siempre la actividad predominante y hoy su de-cadencia se debe a la prohibición de pastar en el monte y en la Dehesa, amplia extensión de tierras altas y despobladas que era de propiedad comunal. Le siguen en importancia el cultivo de árboles frutales ( al-mendros, higueras, manzanos y durazneros) y el de la vid. Muy recien-temente se ha implantado en las tierras bajas y volcánicas de El Golfo el cultivo del plátano. Por sus costas, y sobre todo en La Restinga, la pesca artesanal es la otra actividad que ocupa a cierto número de sus gentes. Y nada más. La industria puede decirse que aún no ha entrado en la isla y que las que se denominan así no pasan de ser estrictamente familiares. La propia artesanía ( cestería, hilados y utensilios de made-ra) no ha alcanzado la fama que en otras de las Islas Canarias, y su pervivencia se debe más a su funcionalidad doméstica que al propósito de vender « souvenirs » y miniaturas para el turista. Ni siquiera el turis-mo, el sector que ha despertado bruscamente al resto de las islas del Archipiélago, ha llegado al Hierro. En fin, una economía primaria que se desenvuelve en el ámbito familiar y que se adapta a la extrema se-quedad del suelo y a la escasez de lluvias. El muy limitado nivel de desarrollo que ha alcanzado la isla se debe, aparte de a la escasez de agua, a las dificultades de comunicación, tan-to interiores como exteriores, al exiguo número de sus habitantes y a una cierta desidia administrativa de los poderes públicos por resolver los graves problemas que la isla ha tenido desde siempre. Unos pocos datos darán idea del estado de incomunicación en que han vivido los herreños hasta muy recientemente. El Puerto de la Estaca, único lugar de acceso por mar, no fue terminado hasta apenas hace 25 años y los barcos que arribaban a sus costas tenían que descargar pasajeros y mer-cancías en botes que los arrimasen a tierra. El aeropuerto de que ahora se dispone permite ver con cierto optimismo el futuro de la isla; pero su entrada en funcionamiento data de mediada la década de los setenta y sus mínimas dimensiones no permiten la arribada de aviones mayores de los del tipo « Foker » . Las comunicaciones interiores hasta hace muy pocos años no pasaban de ser pistas de tierra y caminos de herrería y aún hoy faltan carreteras que unan todos los puntos de población de la isla y las que existen han tenido que salvar enormes dificultades. En los diez o quince últimos años la inauguración del aeropuerto y el as-faltado de la mayoría de las carreteras que cruzan la isla ha hecho po-sible que la isla del Hierro se haya despertado de un varias veces cen-tenario sueño y sus tierras y sus gentes vean hoy cosas que antaño les estaban vedadas. La comunicación humana y la llegada indiscriminada LA ISLA Y SU FOLKLORE 17 de visitantes y turistas están rápidamente estandarizando la vida, hasta ahora añeja, singular y admirable, de la isla. Ese aislamiento secular en que ha vivido la isla ha permitido que conserve sus viejas tradiciones con un grado de « pureza » verdaderamen-te sin igual. Y ha sido precisamente esta particularidad íjunto con al-gunos otros aspectos de su arqueología, geología, botánica y zoología) la más destacada en los estudios dedicados a la isla. 1 Sometida y ocupada en el primer tercio del siglo xv por las tropas de Juan de Bethencourt, ya desde los primeros cronistas de la conquis-ta de Canarias se habló una y otra vez de la forma tan particular que tenían de cantar y de bailar los herreños. Así, Abreu Galindo, francis-cano de Las Palmas, que escribió en 1602 su Historia de la conquista de las siete Islas de Canaria, la obra que reúne el mayor número de da-tos sobre los habitantes prehispánicos de las Canarias, dice de los del Hierro: Era la gente de esta isla muy triste, de mediana estatura. Canta-ban de manera de endechas tristes en el tono y cortas. Bailaban en rueda y en folía, yendo los unos contra los otros para delante y tor-nando para atrás, . asidos de las manos, que parecen pegados unos con otros y muchos; y en estos bailes eran sus cantares, los cuales, ni los bailes, hasta hoy los han dejado. 2 Estos (( cantares muy lastimeros, cortos, a maneras de endechas, y muy sentidos ... que mueven a compasión a los oyentes)), que decía otro cronista, 3 son las famosas endechas canarias de las cuales Torriani nos dejó una muestra de las del Hierro en lengua aborigen: ~ imerahanázi nu zinuha Ahemen aten haran hua Zu Agarfú fenere nuza. Y su traducción al castellano: Que lleven aquí, que traigan aquí, qué importa, leche, agua y pan si Agarfa no quiere mirarme. 4 1 Por citar s610 dos de los mLs completos, cf. SebastiLn Jiménez Shnchez, « Danzas y canciones de la isla del Hierro » , en Revista de Dialectologia y Tradiciones Populares, 111 ( 1947), pp. 302- 315; y Manuel J. Lorenzo Reina, El folklore en la isla de El Hierro ( Santa Cruz de Tenerife: Ed. Interinsular Canaria, S. A., 1981). 2 Fr. Juan de Abreu Galindo, Historia de la Conquista de las siete Islas de Canaria ( Santa Cruz de Tenenfe: Goya Ediciones), 1977, p. 87. 3 Cf. Agustín Millares Carlo, « Una crónica primitiva de la conquista de Gran Cana-ria)), en El Museo Canario, V ( 1935), p. 57. Leonardo Torriani, Descripción e historia del reino de las Islas Canarias, antes Afor-tunadas, con el parecer de sus fortificaciones, Ed. de A. Cioranescu ( Santa Cruz de Te-nerife, 1959), pp. 201 y SS. 18 NOTICIA INTRODUCTORIA No estamos en condiciones de decir cuáles de aquellos modos per-manecen inalterados en el folklore actual de la isla; solo que las ende-chas han desaparecido y sus bailes y canciones son ya otra cosa de las descritas por los cronistas primitivos. Un dato importante respecto al desarrollo del folklore posterior a la conquista nos lo proporciona, en el siglo XVIII, un viajero que llegó a la isla, don José Antonio de Ur- . . . .. . . . . . - . - - -. . . . -. .. . . . . . - . . . .. tusáustegui, quien describió en sus Memorias la forma en que le obse-quiaron a su llegada a El Pinar. Me obsequiaron con una huelga de bailes a su modo, que acom-pañan con mucha agilidad, así hombres como mujeres, especialmente una especie de contradanza muy bonita que llaman « cruzar » o el « bai-le de los tres)), compuesta de un hombre, que ha de ser muy ligero y robusto, y de tres muchachas ágiles, al son de cierto « guinso » o tam-bor y flauta, cantando en este ínterin endechas o corridos con mucha gracia y expresión, aunque en tono melancó1ico. s Según comentan los editores de Laflor de la marañuela ( p. 3), este baile de los tres herreño se basaba ya, evidentemente, en el canto de ro-mances, pues no otra cosa son los corridos a que Urtusáustegui alude. De entre los bailes que en la actualidad se consideran « auténticos » herreños destacan el vivo ( la única danza pantomímica que pervive en Canarias), el tango herreño ( de posible influencia moriscab), el baile de la Virgen ( denominado así por ser el que se baila en la Bajada de la Virgen de los Reyes), el santo, elflaire y el Conde de Cabra. De entre los cantares: el arrorró, los cantares de trabajo ( arando, segando, co-giendo higos, cortando hoja y moliendo), cada uno de ellos con coplas particulares referidas a la faena correspondiente, y la meda. 7 Sobre la meda nos detendremos después, por ser la música con que se cantan los romances. Los instrumentos musicales con que acompañan todas o casi todas estas danzas y cantares son las chácaras ( especie de castañuelas gigan-tes de madera, elpito ( flauta travesera de madera rematada en sus ex-tremos con aros de hierro galvanizado o, en la actualidad, totalmente de metal) y el tambor, de gran tamaño y de forma cilíndrica, con cuero de cabra. 5 Cf. D. Darias Padrh, Noticias históricas del Hierro ( La Laguna, 1929), p. 291. 6 CP. Lothar Siemens Hernández, (( Algunos datos sobre la música de moriscos en Ca-narias)), en Homenaje a Elías Serra Rafols, IV ( La Laguna de Tenerife, Universidad de La Laguna, 1973), pp. 381- 389. 7 Cf. Lothar Siemens HernAndez, Lo música en Canarias ( Las Palmas de Gran Ca-naria: El Museo Canario, 1977), y Talio Noda Gómez, La música tradicional canaria hoy ( Las Palmas de Gran Canaria, 1978). LA ISLA Y SU FOLKLORE 19 Del folklore herreño interesan aquí, muy especialmente, por su re-percusión en el romancero de la isla, la Bajada de la Virgen y las loas. La Bajada es la fiesta mayor del Hierro. Cada cuatro años la imagen de la patrona, la Virgen de los Reyes, que tiene su ermita en el lugar más apartado y desierto de la isla, la Dehesa, es bajada en procesión hasta la capital, Valverde, distante unos 40 kilómetros, en cuyo templo parroquia1 permanece durante nueve días expuesta al culto de los isle-ños. Durante el recorrido, pasa por los límites de todos los pueblos y sus habitantes respectivos compiten en agasajos y honores a la patrona. Pero al margen del rito religioso, La Bajada es un auténtico encuentro folklórico. En ella se manifiestan las costumbres y usos más viejos y tra-dicionales: se baila ininterrumpidamente el baile de la Virgen, sustitu-yéndose los danzarines según pasa la imagen por cada término, se can-tan o se recitan romances viejos, se improvisan loas y los pastores ha-cen sus ofrendas y rituales propios; allí se saborean las comidas y los dulces típicos, allí salen a relucir los aperos y utensilios más viejos y de-susados, allí se viste a la usanza antigua, allí se cumplen votos y pro-mesas, allí se gritan ajijides; en fin, todos bailan, todos cantan, todos tocan y todos rezan. Es tradición que estas Bajadas se iniciaron a prin-cipios del siglo XVII ( inicialmente sin regularidad, y cada cuatro años a partir de la segunda mitad del siglo XVIII), como consecuencia de unas rogativas iniciadas por los pastores para implorar las lluvias que palia-sen las crueles sequías que aquejaban a la isla. Como quiera que la sa-lida de la Virgen de la ermita coincidih con abundantes lluvias se tuvo aquello por milagro y se hizo promesa de institucionalizar la romería. Las loas herreñas - o por deformación fonética lobas- son com-posiciones en verso octosílabo, con estructura estrófica de cuatro ver-sos, rimando en asonancia los pares, nacidas del ingenio de cualquier isleño con el propósito de alabar, satirizar o condenar cualquier acon-tecer de la isla. Aunque existen y se siguen haciendo loas sobre cual-quier tema y con cualquier sentido, las más extensas y las más celebra-das son las dedicadas a la Virgen de los Reyes, a quien se recitan ge-neralmente con motivo y en el día de su Bajada. Seguramente esta tra-dición poética herreña nació con ese propósito piadoso de alabanza a la Virgen y de ahí el nombre de loa. Lo cierto es que la costumbre ha arraigado de tal manera que los compositores populares de loas han pro-liferado y los mejores han alcanzado reconocimiento en toda la isla. Loas cualquiera puede hacer; pero al cabo de los años algunos, sobre todo mujeres, han llegado a un grado de (( profesionalismo)) q ue les ha dado nombre y fama. La relación de las loas con los romances es, en muchos aspectos, es-trecha: ambos son relatos en verso octosílabo y, aunque las loas se ca-racterizan por su estructura estrófica de cuatro versos, esa estructura 20 NOTICIA INTRODUCTORIA se da también en los « romances » de tipo vulgar. Sin embargo, los pro-pios recitadores tienen clara conciencia de los límites respectivos de los dos géneros y saben muy bien qué es un romance y qué es una loa. Pero no es de extrañar que cuando se da en una misma persona la con-dición de recitador de romances y de compositor de loas los fallos de memoria en aquellos sean sustituidos por modos, estilos y versos de és-tas. Este es el caso, por ejemplo, de Ana Hernández Montero, de quien hablaremos más tarde por ser una de nuestras mejores informantes, no-table poetisa popular, caso absolutamente extraordinario de memoria y de facilidad para la versificación, pues, aun siendo casi analfabeta, re-cuerda todas las loas que ella misma ha hecho a la Virgen de los Reyes desde que tenía 11 años, y eso que en cada Bajada compone y recita una. 8 Pues bien: cuando su memoria flaquea y no recuerda los versos tradicionales de un romance viejo, echa mano de su recurso improvisa-dor y cubre la laguna con nuevos versos y hasta con nuevas historias. Ejemplos de ambos casos tendremos ocasión de ver más adelante. 9 8 Sirva de ejemplo la loa compuesta por Ana Hernlndez a la Virgen de los Reyes en 1917, cuando tenía 11 años, que publicamos adelante con el núm. 136. 9 Vid., por ejemplo, los números 65, 83, 85 y 94. DESCUBRIMIENTO DEL ROMANCERO HERREÑO 1 . Primeras muestras de romances herreños No es la nuestra la primera encuesta romancística que se hace en el Hierro o con habitantes del Hierro, pero sí es la primera y única que se ha dedicado con exclusividad al romancero y que se ha hecho con sistematicidad. Por ello lo conocido hasta ahora del romancero herre-ño no pasaba de ser una muestra insuficiente, de no más de una vein-tena de romances, del gran tesoro romancístico que se guardaba en la isla y de cuya existencia hacían sospechar la antigüedad, pureza y con-servadurismo de sus tradiciones. La flor de la marañuela, subtitulado Romancero General de las Is-las Canarias, lo que reunía en sus dos tomos todo lo que en Canarias se había recogido desde finales del siglo XIX de romancero tradicional isleño, dio a conocer doce romances del Hierro. Siete habían sido re-cogidos por María Jesús López de Vergara en 1954, de labios de Petra Padrón Reboso, una herreña de Valverde, de 85 años, residente en San-ta Cruz de Tenerife ( la recolectora nunca llegó a hacer encuestas en la isla del Hierro). Otras tres versiones pertenecían al archivo romancísti-co de Menéndez Pidal: dos fueron recogidas por José Batllorí en 1904 y una por García Sotomayor y Manrique de Lara. Las otras dos habían ya sido publicadas por J. Pérez Vidal," habiendo sido recogi-das, respectivamente, por Valentín Díaz Espinosa y Alfonso Armas Ayala, sin datos de lugar, informante, fecha de recolección ni cualquier otro. Posteriormente, en 1974, se editó un disco dedicado a Valentina « la de Sabinosa)), con el título de Cantos y coplas populares de la isla del Hierro, 12 y en él esta extraordinaria mujer, desgraciadamente ya fa- 10 Ed. de Diego CatalAn ( Madrid, Seminario Menéndez Pidal y Gredos, 1969), dos tomos. I 1 En RDTP, IV ( 1948), pp. 553- 554 y RDTP, VI1 ( 1951), pp. 273- 274. 12 Ed. por Aries, Madrid, ALS- 1010. 22 NOTICIA INTRODUCTORIA llecida, canta dos nuevos romances: el de La serrana y el del Rescate del enamorado. Por último, en 1981, Manuel J. Lorenzo Perera, en su libro, ya citado, El folklore en la isla de El Hierro, publicó, entre sus abundantísimos materiales folklóricos, ocho versiones de romances tradicionales. En fin, yo mismo, en 1982, en una antología romancísti-ca titulada Canarias: Romances tradicionales13 adelanté alguna de las versiones herreñas inéditas de la colección que ahora publicamos en su conjunto. Aunque corta y exigua, esta muestra sugería ya el gran interés del romancero herreño, pues ponía de manifiesto que en la isla vivían ro-mances raros o incluso no recogidos en el resto de las islas, tales como Flores y Blancaflor y Berna1 Francés. Para completar el panorama ge-neral del romancero en la isla del Hierro hemos considerado de interés reeditar estos romances en un Apéndice. 2. Nuestra encuesta Como parte de un ambicioso plan de recuperación, recolección y es-tudio del romancero canario que completase las lagunas existentes en La flor de la marañuela, ' 4 decidimos hacer una exhaustiva y sistemá-tica recolección en el Hierro, antes que las nuevas formas de vida que ahora de pronto se van imponiendo en la isla trajesen el olvido de un tesoro poético tan estimable. Nuestras primeras encuestas nos conven-cieron en seguida de la urgencia de realizar esa labor: la despoblación de la isla es desoladora; debido a la emigración, no hay apenas jóvenes, y los pocos herreños que quedan en la isla pertenecientes a las nuevas generaciones prefieren otros hábitos a los de sus mayores. Los únicos informantes posibles resultaban así ser los más viejos. Como más ade-lante veremos, la edad media de nuestros cantores es muy alta, por lo que, de seguir así las cosas, en muy pocos años el romancero del Hierro sufrirá pérdidas irreparables, cuando los que ahora guardan los roman-ces en sus memorias mueran. A diferencia de otros lugares de la geo-grafía española en donde hemos hecho encuestas romancísticas, en el Hierro nos ha sido imposible encontrar recitadores jóvenes o de media ' 3 Maximiano Trapero, Canarias: Romances rradicionales ( Las Palmas de Gran Ca-naria, ICEF), 1982. l 4 Los primeros frutos de ese plan pueden verse en el ya citado folleto de Canarias: Romances tradicionales y en Maximiano Trapero, con la colaboracibn de Lothar Sie-mens Hernández, Romancero de Gran Canaria, 1. Zona del Sureste ( Las Palmas, ICEF, 1982), en donde, para muestra de la riqueza extraordinaria del romancero en Canarias, se recogen 504 versiones de sólo cuatro pueblos: Agüimes, Ingenio, Carrizal y Arinaga, de la isla de Gran Canaria. DESCUBRIMIENTO DEL ROMANCERO HERREÑO 23 edad que pudiesen contribuir con una información estimable; los ro-mances están depositados sólo en la memoria de los más viejos, y éstos ya ni los cantan ni los transmiten a las generaciones más jóvenes. Pero, frente a estas notas pesimistas, hay que subrayar el hecho de que los viejos herreños recuerdan con bastante precisión sus romances y tienen una conciencia muy clara de lo que uno busca cuando llega a sus puertas preguntando por romances. Gracias a ello y a la extraordi-naria afabilidad y hospitalidad de todas las gentes herreñas, nuestra ta-rea recolectora fue más que fácil, agradable. Nunca nos sentimos ex-traños y, lo que es más importante para el fruto de la encuesta roman-cística, creemos que ellos tampoco nos tomaron por extraños. Me bas-taba aducir un parentesco cualquiera con alguien de la isla, para que de inmediato fuese admitido como pariente y hasta como amigo. Ni la extensión de la isla, ni el número de sus habitantes es tan grande como para que algún herreño sea un desconocido. Por eso las encuestas pu-dieron ser tan largas como a nosotros nos pareció que debían serlo; sin impedimentos de horarios, labores u obligaciones. Nunca en nuestras encuestas anteriores habíamos recogido tan de corrido tantos romances y de tal calidad como en el Hierro. En la isla del Hierro quedan pocos buenos recitadores de romances, pero los que quedan son de tal calidad y con un repertorio tan extraordinario que difícilmente puede un reco-lector encontrarlos igual por otras partes. En nuestras encuestas preguntábamos por los romances tradiciona-les a la vista del repertorio ya conocido en el conjunto de las islas del archipiélago; pero, a la vez, dejábamos a nuestros informantes que nos dieran sus respectivos repertorios sin grandes intervenciones por nues-tra parte, ya que los informantes herreños conocen muy bien el género romancístico y, llegada la ocasión, actualizan su repertorio sin apenas necesitar la ayuda conductora del encuestador que llega hasta ellos car-gado de manuales de encuesta. La recolección la realizamos en dos momentos, en febrero y en ju-nio de 1982. l5 Durante los días que duraron las encuestas - siete en to-tal- tuvimos ocasión de hacer calas más o menos detenidas en todos los pueblos y barrios de alguna importancia de la isla. Con ello cree-mos que la búsqueda ha sido lo suficientemente extensa y, a la vez, lo suficientemente intensa como para que lo que aquí se recoge sea con-siderado muestra ejemplar y casi total del romancero del Hierro. No du-damos que nuevas encuestas realizadas con nuevos informantes ( y aun con los mismos informantes nuestros) puedan incrementar el número ( 5 Y además entrevistamos, en días sucesivos de septiembre de 1981, a las hermanas Maria, residente habitual en Las Palmas, y Consuelo Quintero Hernández, que se encon-traba de visita. 24 NOTICIA INTRODUCTORIA de versiones de cada romance; pero presumiblemente nada muy signi-ficativo añadirán al estado actual de nuestros conocimientos de la tra-dición isleña. Para su ubicacibn geográfica y administrativa detallamos por orden alfabético los lugares en que hemos realizado encuestas, así como la fe-cha de las mismas y el número de informantes en cada lugar que nos recitaron, al menos, un romance: Las Casas: Barrio de El Pinar, Ayunt. de Frontera, 26- 6- 82, 1 in-formante. Erese: Barrio de Valverde, Ayunt. de Valverde, 25- 6- 82, 1 informante. Guarazoca: Barrio de Valverde, Ayunt. de Valverde, 25- 6- 82, 3 in-formantes. Frontera: en el valle de El Golfo, Ayunt. de Frontera, los días 20- 2 y 26- 6- 82, 3 informantes. Isora: Ayunt. de Valverde, 24- 6- 82, 1 informante. Las Lapas: en el valle de El Golfo, Ayunt. de Frontera, 26- 6- 82, 2 informantes. Los Llanillos: en el valle de El Golfo, Ayunt. de Frontera, 26- 6- 82, 3 informantes. La Restinga: Barrio de El Pinar, Ayunt. de Frontera, los días 19- 2 y 24- 6- 82, 2 informantes. Sabinosa: Ayunt. de Frontera, 22- 2- 82, 6 informantes. San Andrés: Ayunt. de Valverde, 24- 6- 82, 7 informantes. Taibique: Barrio de El Pinar, Ayunt. de Frontera. Los días 19 y 20 de febrero y 26- 6- 82, 15 informantes. Tigaday: en el valle de El Golfo, Ayunt. de Frontera, 26- 6- 82, 4 informantes. Tiñor: Ayunt. de Valverde, 25- 6- 82, 1 informante. Valverde: Capital de la isla, Ayunt. de Valverde, 25 y 26- 2- 82, 2 informantes. Sin lugac 4 informantes. Ha de entenderse que el número de personas interrogadas fue mu-cho mayor que el de las calificadas como informantes. De igual forma, visitamos algunos pueblos en donde no nos fue posible encontrar in-formantes que contestasen a nuestras preguntas; estos fueron los pobla-dos de El Mocanal ( barrio de Valverde), Los Mocanes y Las Puntas ( ambos en el valle de El Golfo) y Tamaduste. No extendimos la encues-ta, por falta de tiempo y por creer que sería difícil hallar en ellos infor-mantes a los minúsculos poblados de La Caleta y Echedo ( en la costa del puerto de La Estaca), Bergara ( en el valle de El Golfo) y Tenesedra ( barrio de Valverde). LOS INFORMANTES Cuando se realiza un trabajo de investigación sociológica interesa principalmente obtener datos sobre el objeto investigado, en este caso los romances. Pero no deben quedar al margen, ignoradas, las condi-ciones de quienes han dado la información y las circunstancias en que ese romancero vive, es decir, quiénes son los que los recitan, qué eda-des tienen, si son mujeres u hombres, cómo los aprendieron, en qué mo-mentos o lugares los cantan, cuántos romances conoce cada informan-te, si se los trasmite a sus nietos, hijos o menores, etc., etc. Lo cierto es que estas consideraciones han sido frecuentemente relegadas en los es-tudios y recopilaciones del romancero tradicional moderno. Y las cosas que se dicen sobre la condición de los informantes se deben más a una impresión general que a una constatación de datos objetivos. Por ello creemos necesario que al lado de una colección de romances aparezcan siempre los datos mínimos sobre los informantes y otros que permitan acercarnos a la forma de vida de ese romancero en un lugar y en unas circunstancias concretas. 16 Para el encuestador de romances tradicio-nales el informante medio es un personaje bien conocido: un hombre o mujer viejo, sentado a la puerta de casa haciendo sus pocas tareas, ve-cino de un pequeño pueblo ( o aldea) apartado y mal comunicado, de pocas letras y de mucha sabiduría, generalmente amable y que siente una especial emoción cuando alguien extraño llega a él preguntándole por sus romances, que es tanto como decir por su vida más íntima. Pero para el lector no iniciado en la tarea de las encuestas y que conoce la materia sólo a través de la imprenta, el informante de romances es un ser absolutamente misterioso y anacrónico. ¿ Cómo es posible que en la época de la televisión, la radio y las computadoras pueda haber gente que se entretenga cantando una poesía que concibe las guerras a base de caballeros y de espadas y que habla de cortesanía en el amor? Es, l 6 Nosotros lo hemos hecho en nuestro Romancero de Gran Canaria, cf. pp. 22- 30. 25 26 ' NOTICIA INTRODUCTORIA pues, conveniente decir quién es ese {( anacrónico y misterioso)) infor-mante; porque, en verdad, no tiene nada ni de lo uno ni de lo otro: es la persona más normal del mundo, quizás no la más apreciada del pue-blo; pero sí, generalmente, la más admirable por su humanidad y saber. De los 55 informantes con que contamos en la isla del Hierro la pro-porción entre hombres y mujeres es la siguiente: Mujeres: 4 1 ( 7434 %) Hombres: 8 ( 14,54%) Sin identificar: 6 ( lO, 9O %) Lo que confirma la tónica general de que sean las mujeres las me-jores y más fieles depositarias de la tradición romancística ( en una pro-porción tan alta respecto de los hombres como va del 80 por 100 al 20 por 100 aproximadamente 17). En cuanto a la edad, los informantes herreños tienen una media muy alta. Divididos en grupos homogéneos de diez en diez años resul-tan las siguientes proporciones: Más de 100 años: 1 informante ( 1,81%) De 90 a 100 años: 3 informantes ( 5,45 %) De 80 a 90 años: 16 informantes ( 29,09 %) De 70 a 80 años: 19 informantes ( 34,54 %) De 60 a 70 años: 5 informantes ( 9,09 %) Menos de 50 años: 2 informantes ( 3,62%) Sin datos: 7 informantes ( 1 2,72 %) Por lo tanto, en la actualidad, más del 75 por 100 de los habitantes del Hierro capaces de recordar romances tienen más de 70 años; o, de otra forma: el 75 por 100 de los romances que hoy es posible recoger en la isla del Hierro están en la memoria de gentes de más de 70 años. 18 Este dato confirma lo antes apuntado que, de seguir así las cosas, en muy pocos años habrá que dar por irremediablemente perdido un te-soro poético tradicional ireemplazable. Siempre se dice que el roman-cero está en vías de extinción, pero nunca nos habíamos encontrado ' 7 Este mismo porcentaje es el que daba nuestra investigación en la zona sureste de Gran Canaria. Cf. Maximiano Trapero, Romancero de Gran Canaria, 1, pp. 26- 27. ' 8 Llegados a un cómputo concreto de las edades reales de cada informante nos da una media de 79,92 años, edad a todas luces altisima. Llama la atención, por otra parte, la extraordinaria longevidad, nada senil, de nuestros informantes, lo que no significa que, milagrosamente, vivan más los que saben romances que los que no los saben, sino sim-plemente que esa longeviaad es la tónica general de los habitantes de la isla, debida sin duda a una vida sana y a unas condiciones especiales que no podemos más que sospechar. , LOS INFORMANTES 27 con un panorama tan manifiestamente dramático para la supervivencia del género en un ámbito geográfico tan reducido. 19 Otro dato de indudable interés es el número de romances que es ca-paz de retener en la memoria cada uno de los informantes. Nunca pue-de decirse que el resultado de una encuesta con un informante es el re-fiejo total y fiel de su repertorio, porque siendo el romancero un género en permanente estado de recreación en la memoria de cada recitador, ni aun él mismo tendrá conciencia exacta de cuál es el número de ro-mances que sabe, mucho menos cuando una persona extraña y de im-proviso se presenta ante él pretendiendo que actualice en un momento lo que ha sido aprendizaje de toda una vida. A todos los recolectores nos ha pasado alguna vez que vueltos al cabo del tiempo sobre un mis-mo informante éste nos ha sabido decir nuevos temas no recordados en la primera entrevista y aun los mismos con adiciones muy notables. 20 Con todo, el cómputo de cuántos romances ha recordado cada infor-mante es un índice de la vitalidad del romancero en ese punto geográ-fico entre los mejores depositarios de la tradición. En el Hierro no es fácil encontrar a recitadores cuyo repertorio ro-mancístico sea elevado. Al margen de la importancia intrínseca que cada romance recordado tenga desde el punto de vista histórico, cuestiones que escapan siempre a la consideración del informantez1 y que preocu-pan sólo al estudioso y crítico del romancero, los informantes que sa-ben de cinco a diez pueden considerarse unos buenos recitadores22 Un solo romance: 18 ( 32,72%) De 2 a 5 romances: 17 ( 30,90%) De 5 a 10 romances: 9 ( 16,36%) Más de 10 romances: 7 ( l2,72 %) Sin especificar: 4 ( 7,27 %) l9 En la isla de Gran Canaria nuestra investigación daba el siguiente resultado: de los 132 informantes que tuvimos, el 45, s por 100 estaban comprendidos entre los 40 y los 60 años y la media aritmética de edad era de 54 años. Cf. Maximiano Trapero, Romancero de Gran Canaria, 1. pp. 27- 28. 20 Un caso ejemplar de lo que decimos es, en la misma isla del Hierro, el de Nazaria Padrón Febles quien en la segunda entrevista nos recitó como nuevos los números 4, 67, Ap. 21, Ap. 25 y además ofreció unas versiones bien distintas a las de la primera entre-vista de los números 66, 76 y 78. 2' El romancero viaja y se asienta en cada lugar indiscriminadamente, al margen de tentativas o iniciativas programadas de antemano y, en todo caso, pervive y florece o es-casea y muere por otras razones distintas a las que el estudioso quisiera. ** LOS que en su repertorio tienen veinte o más romances son casos excepcionales y casi se les conoce por sus nombres en todo el ámbito de los estudios del romancero tra-dicional. Nosotros tuvimos la fortuna de entrevistar a uno de ellos en un día del verano de 1981 en el curso de una encuesta organizada por la Chtedra Seminario Menéndez Pi- 28 NOTICIA INTRODUCTORIA De entre los buenos recitadores herreños merecen destacarse aquí los siguientes: en primer lugar Nazaria Padrón Febles, de 82 años, re-sidente en El Pinar aunque nacida en El Golfo, que nos cantó 17 ro-mances, todos ellos de un interés extraordinario, algunos rarísimos, y que ante nuestras peticiones de que los cantase y no sólo los recitase se armó de lata y palillos, en ausencia del tambor reglamentario, y cantó y tocó rítmicamente su instrumento improvisado con un sabor a viejo admirable. Nos dijo que los romances los aprendió, cuando niña, de boca de su padre y de su abuelo y que los cantaban en las tareas del campo. Su condición de analfabeta no le ha permitido aprender los ro-mances de pliego que también se vendían por la isla. Concepción Cabrera Acosta, de 93 años, de Isora, que a pesar de una cierta dificultad para la conversación por sus muchos años, nos re-citó 15 romances, rodeada de hija, nietos y vecinas, en una plácida tar-de de verano en la que el ambiente nos permitió hablar largamente de los usos y costumbres antiguos. Su repertorio es también extraordina-rio y rarísimo: a ella debemos bastantes versiones únicas, sobre todo de romances de cautivos, como es el caso de los números 98,99, 100 y 101. Teodora Padrón Pérez, de 82 años, residente en La Restinga y pro-cedente de El Pinar, que nos cantó 12 romances, entre ellos el de Vir-gilios, siendo ella la primera a quien se lo oímos. En esa primera en-trevista no supo decirnos del Virgilios más que los últimos versos; pero en una segunda entrevista, realizada a nuestro encargo por Juana Ca-sañas Quintero, recordó completa esta versión extraordinaria. Claudina García Quintero, de 70 años, de Sabinosa, que a su que-hacer romancístico une también su saber artesanal en el telar y en el bastidor y compone sus loas a la Virgen de los Reyes. La entrevista la realizamos en presencia de su marido y de su hija. Dorotea Quintero García, de 50 años, la única que ha aprendido parte del saber roman-cístico de sus padres y aún lo manifiesta. Como Claudina y su hija Do-rotea saben, además, tocar el tambor, nos cantaron los romances con ese aire y música de « la meda)) y sus continuos (( responderes)), que ha-cen a uno trasladarse a otra época y a otros mundos. Ana Hernández Montero, de quien ya hemos hablado con motivo de las loas, de 75 años, residente en Valverde y procedente de El Pinar, nos recitó doce romances y un sin fin de loas y coplas. La memoria de Ana es tan prodigiosa que parece recordarlo todo; ella supo decirnos romances que nadie más sabía en la isla y nos dio noticia de otros mu-chos rarísimos, como el de Lanzarote y el ciervo delpie blanco, que ase- - da1 en Calzada de la Valdena, un pueblecito de la provincia de León limítrofe a Zamora. Se llamaba Rafaela Crespo, de 73 años, y nos cantó y recitó 62 romances de extraordi-nario valor tradicional. LOS INFORMANTES 29 guraba haber oído alguna vez, aunque no llegó a aprenderlo. A su me-moria se une una capacidad extraña de improvisación y de versifica-ción, de tal forma que sus versiones de romances tradicionales son singularísimas. CARACTERÍSTICAS DEL ROMANCERO HERREÑO l . Los romances recolectados Nuestra colección consta de 175 versiones correspondientes a 68 te-mas romancísticos. 23 Estos los clasificamos en cuatro grupos: A. 1. Tradicionales o tradicionalizados: Del número 1 al 106. A. 2. Canciones narrativas modernas tradicionalizadas: Del número 107 al 109. B. Divulgados en pliegos de cordel: Del número 110 al 116. C. Sacros o « Rezados)): Del número 117 al 133. D. De tema local: Del número 134 al 145. Una clasificación de los romances es siempre una tarea comprome-tida y de difícil aceptación general, porque son varios los criterios que se adoptan para ello. En los Romanceros de la tradición oral moderna se insiste en una clasificación temática: romances épicos, carolingios, históricos, moriscos, bíblicos, clásicos, de cautivos y presos, de amor fiel, de adúlteras, religiosos, etc., etc. Z4 Pero esta clasificación tiene el 23 Para las estadísticas que hemos elaborado, hemos tenido en cuenta diversas com-posiciones no narrativas que no se incluyen en la edición. De los textos ajenos a nuestra encuesta ( véase Apéndice) sólo se han tenido en cuenta 14. Por último, en algún caso se han incluido como textos independientes dos recitaciones de un mismo romance propor-cionadas por un mismo informante. 24 Por ejemplo, la iniciada por Menéndez Pidal en su « Cathlogo del Romancero judío español)), incluido en Los romances de América y otros estudios ( Madrid, Col. Austral, 19727) y continuada y perfeccionada por Samuel G. Armistead en la mayoría de sus tra-bajos. Cf., por ejemplo, El romancero judeo español en el Archivo Menéndez Pidal ( Ca-tálogo Índice de romances y canciones), 3 vols. ( Madrid, Seminario Menéndez Pidal, 1978) [ En adelante Cat. h d . ] , y Romances judeo españoles de Tánger ( recogidospor Za-rifa Nahón) ( Madrid, C. S. M. P., 1978). Igualmente Michelle Débax, Romancero, Madrid, Alhambra, 1982. 32 NOTICIA INTRODUCTORIA inconveniente de ser interpretativa, de ubicar en un grupo a romances que pertenecen o pueden pertenecer a varios y de no distinguir entre los romances que son tradicionales y los que son vulgares o de pliego. Y los que optan por esta segunda clasificación25 con atender a una ti-pología tan general y a la vez tan resbaladiza como es la de los roman-ces tradicionales, vulgares, (( de ciego » o de pliego no llegan, sin embar-go, a un agrupamiento tan específico y tan homogéneo como los de la primera. Últimamente26 se ha pretendido combinar ambas clasificacio-nes pero simplificando y reduciendo las agrupaciones temáticas; por ejemplo: de referente histórico nacional, de referente histórico francés, sobre la mujer en la estructura familiar, sobre la conquista amorosa, de tipo vulgar, de pliego, etc. En realidad ninguna clasificación ha llegado a dar una respuesta convincente a la rica y compleja realidad del ro-mancero y la decisión que cada editor adopte en el momento de dar a conocer su colección responde a una postura personal. Hay incluso quien renuncia a toda clasificación y da de corrido el índice de los ro-mances recolectados, ordenados en todo caso, por otros criterios tales como el número de versiones que ha podido recolectar de cada roman-ce, de mayor a menor, y dando así un reflejo estadístico del estado del romancero en ese lugar o región. 2' La nuestra aquí es también una clasificación mixta. Y lo es a sa-biendas de que otras varias pueden hacerse y de que ésta no es mejor que las otras. En todo caso nos sirve al propósito de indicar el origen de cada romance y su forma peculiar de transmisión en la vida oral. Así, los del cuarto grupo, los de tema local son los que han nacido en la propia isla y tratan sobre algún acontecimiento local, sin que hayan logrado traspasar los límites geográficos en que nacieron. Los otros tres grupos se refieren a romances extendidos por todo el mundo hispánico que es lo mismo que decir por todos los lugares en donde el romancero vive y por tanto son patrimonio general de la literatura en lenguas hisphicas. Los del tercer grupo, los de tipo sacro, se catalogan así desde el pun-to de vista temático por tratar de algún tema de la Sagrada Familia, generalmente sobre los ciclos del Nacimiento y de la Pasión de Cristo, 25 Cf. Lajlor de la marañuela, 2 vols., ed. de Diego Catalán. 26 Cf. Voces nuevas del romancero castellano- leonés ( AIER 1 y 2), 2 vols., ed. de S. H. Petersen ( Madrid, Gredos- Seminario Mentndez Pidal, 1982). 27 Nosotros mismos en nuestro Romancero de Gran Canaria, 1, ya citado, dimos la lista corrida de los temas de que consta la colección sin otra advertencia en la introduc-ción que la pertenencia de cada uno de ellos a los grupos temhticos o de forma de trans-misión y origen de que hemos hablado. Otro ejemplo de este modelo es el Catálogo Folk- Iórico de la Provincia de Valladolid: Romances Tradicionales ( vols. 1 y 11), de Joaquín Díaz, J. Delfín y L. Díaz Viana ( Valladolid, Instituto Cultural Simancas, 1978- 79). CARACTER~ STICAS DEL ROMANCERO HERRERO 3 3 sin distinguir si son tradicionales, es decir, transmitidos oralmente des-de antiguo, o si nacieron y se difundieron a través de los pliegos de cor-del del XVIII o XIX, que de ambos casos hay. Pero interesa decir aquí que en el Hierro estos romances reciben la denominación particular de rezados, de tal forma que el informante isleño distingue claramente en-tre un romance - los de tema profano- y un rezado - los de tema re-ligioso. Y ambos, romances y rezados, se distinguen a su vez de las loas, de las que ya hemos hablado: aquellos porque vinieron de fuera y son antiguos, éstas porque nacieron en la isla y tienen un autor conocido o supuesto. En cambio, no distinguen entre romances religiosos propia-mente dichos y oraciones versificadas, a las que siguen llamando sin dis-tinción « rezados » . 28 El mayor problema llega a la hora de distinguir los romances tra-dicionales de los vulgares. Las notas diferenciadoras alcanzan a su an-tigüedad, a su origen, a la forma de transmisión que haya tenido en la vida oral, a los modos poéticos y al peculiar lenguaje que utiliza cada uno de ellos. El concepto de tradicionalidad tiene límites muy imrreci-sos, difíciles de definir « a priorin y más difíciles aún de aplicar en de-terminados casos concretos. Todos los críticos están de acuerdo en lla-mar tradicionales a aquellos romances que contenidos en los Cancio-neros del siglo xVI han pervivido hasta la actualidad transmitidos oral-mente de generación en generación. Y aún a aquellos otros cantados mo-dernamente que, sin haber sido recogidos en los Cancioneros, se tiene constancia de su existencia en aquel tiempo por otras vías tales como el teatro, las glosas, los libros de música o los pliegos góticos. Es decir, los romances « viejos » , anteriores a 1580,29 bien entendido que algunos de ellos han dejado de ser tradicionales por haber desaparecido de la vida oral. En este sentido son plenamente tradicionales la mayoría de los romances recogidos en el Hierro y catalogados como tales: Virgi-lios, El caballero burlado, Delgadina, Blancaflor y Filomena, Sildana, Las señas del marido, El conde Alarcos, Gerineldo, etc. Pero existen otros que sin ser « viejos » en los límites establecidos por Menéndez Pi-dal, son antiguos y han adquirido en su vida tradicional modos poéti-cos bastantes análogos a los de los romances puramente tradicionales. A éstos se les ha llamado (( romances de ciego popularizados » 30 o « ro-mancero vulgar: narraciones tardías popularizadas » . 31 Algunos nacie-ron a finales del XVI o en el XVII y por lo tanto han gozado ya de una 28 Estas (( oraciones versifjcadasn no narrativas ( La extremaunción, Acto de contric-ción, Arquita chiquita) no se incluyen en la presente edición. 29 Cf. R. MenCndez Pidal, Romancero Hispánico ( Hispano- Portugués. Americano y Sefardg. Teoría e Historia, 11 ( Madrid, Espasa- Calpe, 2. a ed., 196S2), pp. 60 y SS. 30 Cf. Lnji'or de la marañuela, 11, índices, p. 237. 3' Cf. Voces nuevas del romancero castellano- leonés, 11, índices, p. 363. 34 NOTICIA INTRODUCTORIA larga vida tradicional. En nuestra colección son ejemplos de este tipo: El capitán burlado, 32 El indiano burlado, Rapto, Joven liberada por su enamorado, Cautiva y liberada por su marido, La infanticida. Otras na-rraciones « vulgares » son de origen más moderno y pueden estar en me-tro no romancístico, pero se propagan actualmente al lado de los ro-mances. Es el caso de Atropellado por el tren, La pobre Adela ( o Lux aeterna), 33 etc. Y por fin hay otros romances, los denominados « de plie-go de cordel)) o (( romancero de cordeln34 que además de ser relativa-mente modernos ( por lo general, de los siglos XVIII y X~ X) siguen sien-do transmitidos y aprendidos por medio de impresiones populares. Es-tos tienen una estructura y unos modos poéticos propios, que les dife-rencian de los anteriores. 35 En nuestra colección son romances de este tipo: La Pasión ( de entre los religiosos), El hermano incestuoso, Ger-trudis, La doncella que sirve de criado a su enamorado, La hija apri-sionada por sus padres, etc. En nuestra clasificación consideramos « tradicionalizados » tanto a los « viejos » como a los no tan antiguos, pero que la transmisión oral ha dotado de un estilo característicamente derivado de su vida tradi-cional, sin atender a razones historicistas; y como vulgares a los que, siendo modernos, han tenido una vida oral más reducida y no han adop-tado aún los modos poéticos de los tradicionales. Sin embargo entre los de tema sacro no diferenciamos los que son tradicionales de los vul-gares para respetar la denominación general en la isla de « rezados » . Vale la pena exponer y comentar aunque sea brevemente las cifras resultantes de los textos recolectados. Son éstas: Temas Versiones a) Tradicionales 38 ( 55,88%) 125 ( 71,42%) b) De tipo vulgar 8 ( 11,76%) 10 ( 5,71%) c) De tipo religioso 12 ( 17,64%) 25 ( 14,28%) d) De tema local 10 ( 14,70%) 15 ( 8,57%) 12 El capitán burlado es un romance bien conocido en las islas occidentales del ar-chipiélago canario ( cf. Laflor de la marañuela, núm. 87). Fuera de la tradición canaria únicamente se ha documentado entre los sefardíes de Marruecos ( cf. R. Menéndez Pidal, Los romances de América, p. 170 y S. G. Arrnistead, Car. fnd., 11, T 4). 11 Derivado vulgar de una poesía de Juan Menéndez Pidal titulada « Lux aeternan que fue publicada en el Almanaque de la Ilustración Española e Hispanoamericana del año 1889. En Lafior de la marañuela, núm. 63, se incluyen dos versiones y en nuestro Romancero de Gran Canaria. 1, num. 68, otras cuatro. 34 Cf. La flor de la marañuela, 11, pp. 238- 239. 15 Cf. J. Caro Baroja, Ensayo sobre la literatura de cordel ( Madrid, Revista de Oc-cidente, 1969); M. C. García de Enterría, Sociedad y poesía de cordel en el barroco ( Ma- CARACTER~ STICAS DEL ROMANCERO HERRERO 35 El gráfico nos ofrece dos lecturas ya sea interpretado vertical u ho-rizontalmente. Verticalmente nos dice que la primacía del romancero tradicional en la isla del Hierro es total. La columna más indicadora de la realidad es la de la derecha, la de las versiones: nos dice que un 71,42 por 100 de los romances que pueden oírse en la isla son tradicio-nales y si a ellos sumamos los de tipo religioso que en su gran mayoría son tambitn tradicionales obtendremos una cifra aproximada al 83 por 100. Porcentaje altísimo, si tenemos en cuenta que en las encuestas no se ha primado ni discriminado a ningún tipo de romances, y que con-trasta con otras zonas de Canarias, más expuestas a la comunicación y a las novedades culturales, en donde hemos procedido por igual. En la zona del sureste de Gran Canaria, tomando como núcleo los pueblos de Agüimes, Ingenio, El Carrizal y Arinaga, el porcentaje entre roman-ces tradicionales y vulgares era el siguiente: 36 Temas Versiones a) Tradicionales 68 ( 48,22%) 265 ( 5237%) b) De tipo vulgar 73 ( 51,77%) 239 ( 47,42%) La lectura horizontal de la tabla herreña nos dice que los temas tra-dicionales ( incluyendo también a los que lo son de entre los religiosos) tienen la capacidad de reproducirse en variantes en la proporción de 3,75 versiones por tema, mientras que los de tipo vulgar y de tema local sólo alcanzan la proporción de 1,38 versiones por cada tema. Es decir, que cuando en el Hierro se pregunta por romances tiene uno la proba-bilidad de que de cada cinco textos casi cuatro sean tradicionales y sólo uno de tipo vulgar. O lo que es lo mismo, el romancero tradicional vive en variantes, lo cual es su condición natural. 37 El romancero del Hierro confirma también la extraordinaria anti-güedad y conservadurismo de las tradiciones sociales y culturales de la isla. El romancero vulgar apenas si se ha asentado en la isla, cuando en tantos otros sitios compite y aún supera con mucho la vigencia del viejo. El Hierro con sus características de aislamiento secular ha fun-cionado en este aspecto de forma paralela a como lo han hecho las co-munidades judeo- españolas de Oriente. drid, Taurus, 1973), y J. Marco, Liieraturapopular en & paño en los siglos XVIII y XIX ( Madrid, Taurus, 1977), 2 vols. 36 Cf. Maximiano Trapero, EI Romancero de Gran Canaria 1, pp. 30- 32. 37 Cf. R. Menendez Pidal, Romancero Hispánico. 1, pp. 40 y SS. 36 NOTICIA INTRODUCTORIA 2. Noticias sobre romances no recogidos Hemos procurado recoger íntegramente y clasificar cuantos roman-ces nos fueron dichos, por muy fragmentarias que nos pareciesen sus versiones. Sin embargo, cuando éstas no pasaban de dos octosilabos, o los informantes conocían la fábula del romance pero no recordaban su forma discursiva, los hemos desechado. Creemos de interés señalar la existencia caduca de estos romances, pues también puede ser dato im-portante saber lo que existió y ya no existe. Gracias a una informante, Ana Hernández Montero, sabemos, por ejemplo, que el romance de Lanzarole y el ciervo delpie blanco existió en la tradición herreña. Se trata de un tema rarísimo en la tradición mo-derna, del que conocemos tres versiones canarias, las tres de la isla de Tenerife. 38 Nuestra informante nos dijo que alguna vez, de pequeña, lo oyó a alguna persona, y, aunque no recordaba el romance, fue capaz de contarnos la historia. Varios informantes dieron muestra de conocer o, mejor, haber co-nocido el romance religioso Huida a Egipto en una versión similar a la contenida en Laflor de la marañuela, 512, procedente de La Gomera, de la que recordaban, sobre todo, el pasaje de los chochos. Otra informante, María Pérez y Pérez nos dijo haber conocido La doncella guerrera, romance muy popular en todas partes e incluso en Canarias, pero que no hemos podido encontrar en el Hierro. Y otra informante, Lucrecia Morales Quintero, nos dio noticias de otros varios romances desconocidos para nosotros pero con visos de te-ner su procedencia en pliegos de cordel. A pesar de que nos constaba su anterior existencia en el Hierro, no hemos podido recoger ninguna versión de Bernal Francés, romance poco divulgado en la tradición canaria. 39 Aunque no incluido en los pliegos sueltos y romanceros del siglo XVI, ya era famoso a finales del siglo xy40 hoy, sin ser un romance raro, no es muy común en la Pe-nínsula y en el resto del mundo hispánico. La única versión herreña co-nocida está contaminada con Albaniña. Aunque la proximidad temáti-ca de los dos romances justifica la contaminación, el cruce se realiza torpemente, pues el tema de Bernal Francés ( i) acaba en el momento en que el marido encubierto que se ha hecho pasar por el amante se da a conocer: - Si tu marido está en Francia jcómo está detrás de ti? J8 Cf. LnfTor de la moroñuela, números 68, 69 y 70. 39 En La flor de la marañuela se publican tres versiones: dos de Tenerife y una del Hierro. 40 Cf. J. B. Avalle- Arce, Temas hispánicos medievales ( Madrid, Gredos, 1974), pp. 135- 232. CARACTER~ STICAS DEL ROMANCERO HERRERO 37 y, sin embargo, seguidamente la mujer trata de ocultarle que tiene un amante ( ¿ otro?) en la cama conforme ocurre en Albaniña. Otro romance que no hemos conseguido recoger es Santa Zria, a pe-sar de que muchos de nuestros interrogados aseguraban haberlo oído. Ya en 1948 Pérez Vida1 según un informe de Díaz Espinosa hacía no-tar: « ... el romance era muy corriente y conocido hace unos sesenta años. ' Todas las viejas se dan por enteradas del romance apenas les re-cito unos cuantos pasajes, pero son incapaces de recitarlo de una tirada completamente')). 41 NO advertimos qué razón pueda haber para que este romance sea uno de los más populares en el repertorio del resto de las islas y escasease de tal forma en la del Hierro. 3. Importancia del romancero del Hierro De entrada hemos de decir que el romancero que vive en la tradi-ción oral herreña es extraordinario, tanto que difícilmente puede en-contrarse otro lugar de parecida extensión geográfica comparable en la riqueza de su repertorio. Las condiciones históricas, geográficas y so-ciales de la isla seguramente son irrepetibles y, con ellas, sus tradiciones folklóricas y literarias. Cuando se quiere valorar el romancero de una región o de un de-terminado lugar se piensa primero en los temas viejos que allí perviven y, sobre todo, en algunos temas que la tradición moderna ha ido olvi-dando y que son muy difíciles de ok42 Naturalmente no es que sean éstos los que tengan intrínsecamente un valor literario o histórico su-perior a los demás, pero son las perlas más raras del collar, las piezas más codiciadas del estudioso. Su pervivencia se debe en la mayoría de los casos a causas totalmente ajenas a nuestra valoración de ellos; pero el hecho mismo de que unos romances vivan pujantes en la tradición oral y otros languidezcan merece la atención del estudioso del roman-cero. Y al tratarse en este caso de textos difundidos por el mundo en-tero de habla hispana, de inmediato surgen los estudios comparativos. La publicación de Laflor de la marañuela en 1969 puso ya de ma-nifiesto el extraordinario interés del romancero canario en general, 43 confirmando las previsiones que respecto a su antigüedad y conserva- 4 ' J. Ptrez Vidal, « Santa Irene ( Contribucibn al estudio de un romance tradicional))), RDTP, tomo IV ( 1948), 559- 60. 42 ES fácil comprender que no tiene el mismo valor tradicional un romance que vive en un solo lugar o en un ámbito reducido que otro que está difundido y vive por todas partes. 43 Cf. Diego Catalán, Loflor de la marañuela, pp. 3- 46 y Por campos del romancero ( Madrid, Gredos, 1970), pp. 93- 9, 11 1- 1 17. 3 8 NOTICIA INTRODUCTORIA durismo habían intuido mucho tiempo antes Menéndez Pelayo44 y Me-néndez Pidal. 45 Pero al no conocerse aún bien la tradición herreña, que-daban ignorados algunos temas que, al parecer, se han olvidado en el resto del Archipiélago y cuya vida tradicional casi se ha extinguido en el resto del mundo hispánico. Este es el caso de Virgilios, un romance de tema clásico que sólo pervive fuera del Hierro entre los sefardíes de Marruecos y de Oriente y en muy raras versiones peninsulares, y que, indudablemente, es el hallazgo más inesperado de nuestras encuestas; y el de La princesa peregrina, sólo documentado hasta ahora en Por-tugal y sus islas atlánticas, en Galicia y en algunas comunidades sefar-díes del oriente mediterráneo. También son muy singulares, aunque de origen tardío, el de la Cautiva y liberada y el de Rescate del enamora-do, dos romances de los que no hemos logrado noticia alguna ni en re-colecciones recientes ni en Cancioneros antiguos. Estos y algunos otros romances de los recogidos, merecen un comentario particular. El romance de Virgilios debe ser considerado el más extraordinario de los que viven en la tradición herreña. Se trata de un romance viejo del que conocemos varias versiones que circularon impresas en pliegos sueltos de la primera mitad del siglo xv146 y que fue recogido en cuan-tos Cancioneros y Romanceros vulgarizaron la tradición antigua, desde el Cancionero de Amberes, sin año en adelante, pero que, salvo entre los sefardíes de Marruecos y de Oriente47 casi ha desaparecido de la ira-dición oral del mundo hispánico. En España sólo se conocen 4 versio-nes - una de ellas muy fragmentaria- recogidas a principios del siglo xx en el occidente peninsular: en Astudillo y Baltanás del Cerrato ( Pa-lencia), en Uña de Quintana ( Zamora) y en Viana del Bollo ( Orense). 48 Y en Portugal sólo se ha publicado una versión y tengo noticia de otra inédita fragmentaria.@ La pervivencia en el Hierro de este bello romance - al parecer de-saparecido de la tradición de las restantes islas canarias- hace pensar en la relación del romancero canario con el judeo- español. Si las co- 44 Cf. Antología de poetas liricos castellanos. IX, Santander, 2. a ed., C. S. I. C., 1944, p. 162. 45 Cf. « El romancero tradicional en las Islas Canarias)), en Anuario de estudios at-lánticos, 1 ( 1953), pp. 3- 10 y Rom. Hisp., 11, pp. 356- 358. 46 Cf. Menéndez Pidal, Rom. Hisp., 1, pp. 347- 348. 47 Cf. Samuel G. Armistead, Cat. h d . , 1, pp. 247- 254. 48 De las cuatro sólo una está publicada. Cf. Narciso Alonso Cortés, Romances po-pulares de Costilla ( Valladolid, 1906), p. 125. 49 Cf. J. Leite de Vasconcellos, Romanceiro portugués, 2 vols. ( Coimbra, Universi-dade, 1958- 1960), núm. 293. Debo la noticia del hallazgo de una nueva versión a su co-lector Manuel da Costa Fontes que la incluirá en su próximo Romanceiro Trasmontano. Procede de Eiró ( Vinhais). CARACTER~ STICAS DEL ROMANCERO HERRERO 39 munidades sefardíes se han mostrado especialmente conservadoras de este romance en comparación a la Península y al resto del mundo his-pánico no será ocioso pensar que al Hierro pudo llegar por vía de los expatriados judíos, que o bien se establecieron en la isla o bien hicieron escala detenida camino de América o del norte de África. Esta hipóte-sis recibe apoyo en el parentesco que ofrecen las versiones del Virgilios con las del mundo sefardí, mucho mayor que con las versiones peninsulares. 50 Con todo, la tradición herreña nos presenta un modelo textual del Virgilios absolutamente original y que impone una nueva « lectura » del romance. Hasta la fecha se juzgaba al protagonista como un caballero forzador de doncellas, que por ello había sido encarcelado y que al fi-nal es perdonado por el rey ante su resignada sumisión y complaciente paciencia. 5' Sin embargo, en las versiones herreñas Virgilios es un ena-moradizo que cae en las redes seductoras de la doncella o infanta Isa-bel y que por culpa de un equívoco es condenado a prisión. « Ella es quien tuvo la culpa / de usted mandarme a prender)), dice el protago-nista al rey en el verso 16 de la versión 5; o « Voy cumpliendo mi con-dena / la que yo no cometí)) en el verso 8 de la versión 4; por lo que el rey, ante tantas evidencias, le perdona y consiente la boda entre los dos enamorados. En las versiones herreñas se destacan, como trasunto de lo que ya decían las versiones viejas, hermosos versos con que se expresa el mo-tivo de la prolongada prisión que ha arruinado la juventud del corte-sano Virgilios: - Peinando mis cabellos, mis lindas canas también, que cuando entre aquí dentro no pegaba a embarbecer y hoy para mi infortuna me acabo de encanecer. Pero no son menos bellos los versos finales en donde, ya de forma metafórica, ya de forma directa, se especifican las tentadoras (( invita-ciones)) de la seductora Isabel, a las que, un poco irónicamente, Virgi-lios, a fuer de « buen cristiano)) ( verso 14 de la versión 5) no puede negarse: Sobre todo esto y sobre la comparación textual de las versiones herreñas con el resto de las versiones de las demiis tradiciones, cf. nuestro estudio: « El romance de Vir-gilios a la luz de nuevas versiones canarias)), en 111 Coloquio Internacional sobre el Ro-mancero y otras formas poéticas tradicionales, en prensa. Cf. Menhdez Pidal, Rom. Hisp., 1, p. 346; Samuel G. Armistead, Romancero ju-deo- español de Tánger, p. 73; Manuel Alvar, « Los romances de La bella en misa y de Virgilios en Marruecos » , en Archivum, 1V ( 1954), pp. 274- 276, entre otros. NOTICIA INTRODUCTORIA - Estandome yo sentado en la calle de su Merced, se asomase a la ventana la niña doña Isabel; me abana con su pañuelo, con el mío la abané, me convidó de un membrillo fue verdad que comí de él, me convidó con sus brazos, fue verdad que la abracé, me convidó con su cama, fue verdad que me acosté. También llaman la atención algunos arcaísmos léxicos que vienen a subrayar la venerable antigüedad del romance, tales como « yantaréis » ( verso 11 de la versión l), « embarbecer » ( verso 9 de la versión 1), « en-jovenecern ( verso 9 de la versión 4), « vido)) ( verso 1 de las versiones 4 y 5), (( abanar)), ' abanicar' ( verso 12 de la versión 3), (( virar)) ( verso 3 de la versión 4), etc. El Virgilios ha sido catalogado entre los romances clásicos ( al igual que el de Paris y Helena que también se conserva en CanariasS2), por creer que el personaje protagonista es el mismo Virgilio poeta latino y autor genial de La Eneida aunque, eso sí, en circunstancias noveladas por la leyenda medieval. 53 Pero el punto de contacto entre el Virgilios poeta y este caballero enamoradizo y cortesano del romance se ha re-ducido hasta quedar sólo en el nombre. El protagonista pudo ser cual-quier caballero de cualquier corte española de la Edad Media. Otro de los hallazgos más interesantes es, según decíamos, el roman-ce de La princesa peregrina. Como en el caso de Virgilios, la tradición herreña parece ser la única dentro de Canarias que lo conserva. En el resto del mundo hispánico también es bastante raro. En España parece que está refugiado en el Noroeste, en las provincias de Lugo, Orense y en el occidente de Asturias, de donde conozco algunas versiones inédi-tas del Archivo Menéndez Pidal. Se ha documentado también en Por-tugal, las islas atlánticas portuguesas y las comunidades de portugueses isleños establecidas en Estados Unidos y Canadá54 donde es un roman-ce mucho más común; pero, al parecer, donde más abunda es en la isla de Madeira, según pone de manifiesto una encuesta reciente, en la que 52 Cf. La flor de la marañuela, numeros 1, 67 y 489. 53 Cf. A. Duran, Romancero General, BAE X, pp. 51- 52; Menéndez Pelayo, Antolo-gía de poetas líricos castellanos, VII, 2. a ed. ( Santander: CSIC, 1944), pp. 370- 371; y Me-néndez Pidal, Rom. Hisp., 1, pp. 346- 347. S4 Cf. J. Leite de Vasconcellos, Romanceiro portugués. núms. 249- 256. M. da Costa Fontes, Rornanceiro da llha de S. Jorge. « F. E. R. L- B. » 111 ( Coimbra- Madrid: Seminario Menéndez Pidal, 1983), pp. 48- 49; Romanceiro Portugues do Canadá ( Coimbra: Univer-sidade, 1979), pp. 54- 57; Romanceiro Portugues dos Estados Unidos: I. Nova Inglaterra, « F. E. R. L- B. » 1 ( Coimbra- Madrid: Seminario Menéndez Pidal, 1980), pp. 26- 27; Roman-ceiro Portugu2s do Estados Unidos: II. Cdgórnia « F. E. R. L- B. » 11 ( Coimbra- Madrid: Se-minario Menéndez Pidal, 1983), pp. 39- 41. CARACTER~ STICASD EL ROMANCERO HERRERO 41 se han recogido de él nada menos que 20 versiones. 5' También está ex-tendido por todo el ámbito de las comunidades judeoespañolas del nor-te de África y del Oriente; 56 pero sin ser en ellas uno de los romances más frecuentes. En la isla del Hierro es, como en Madeira, muy frecuente y de ello pueden dar fe las 8 versiones que publicamos ( más otras dos versiones contaminadas, una con La vuelta del marido y otra con La vuelta del navegante) y la opinión de otros muchos de nuestros informantes que lo consideraban uno de los romances más sabidos en otro tiempo. La tradición herreña es muy uniforme y apenas si hay diferencias textuales notables. Sin embargo, existe vacilación respecto a su final, pues puede acabar o no con la transformación de los amantes en aves, de forma análoga a la de los amantes de El Conde Niño, remate muy común en la tradición portuguesa. En nuestra colección, de las versio-nes completas, cuatro adoptan ese desenlace pero otras dos no. Otros romances « viejos » conservados en el Hierro son comunes a la tradición del Archipiélago Canario; pero merecen destacarse por su im-portancia para el estudio del romancero general moderno. Es el caso, por ejemplo, de El caballero burlado, La Serrana, La muerte del prín-cipe don Juan, El Conde Alarcos, 57 La vuelta del navegante, etc. 4. Algunos romances de cautivos Especial mención merecen los romances de cautivos conservados en la tradición herreña. Primero, porque son muchos en comparación al índice general de temas recogidos y, segundo, porque son raros en el romancero moderno. En efecto, son romances de cautivos los señala-dos con los números 84, Flores y Blancafloc 110, Joven liberada por su enamorado; 100, Cautiva liberada por su marido; 102, Cautiva y li-berada, y 103, Rescate del enamorado. Está muy cerca también de la temática de los cautivos el número 88, La romería del pescador. De estos romances, sólo Flores y Blancaflor y La romería del pes- 35 Cf. Pere Ferré, Rornances Tradicionais ( Ediqao da Cámara Municipal do Funchal, 1982). 56 Cf. Cat. hd., pp. 365- 366, en donde además de dar noticia de las tres versiones existentes en el Archivo Menéndez Pida1 se contiene una exhaustiva bibliografía de co-lecciones y estudios que tratan sobre este romance. 5' El Conde Alarcos, aunque muy divulgado en todos los tiempos, en pliegos sueltos ( cf. J. Marco, Literatura popular en España en los siglos XVIIIy XIX, 1, pp. 198- 208), es romance relativamente raro en la tradición oral. De Canarias sólo se conocían cuatro versiones, todas ellas de Tenerife ( La flor de la morañuela, nums. 25.1, 25.3, 25.4 y, de forma aproximada, 25.5). 42 NOTICIA INTRODUCTORIA cador eran bien conocidos antes de nuestra recolección. Flores y Blan-caflor, 58 derivado de una narración novelesca de origen medieval fran-cés, divulgada ya en España en el siglo XIV, es un romance bastante di-fundido en la Península, pero rarísimo en Canarias, donde hasta ahora sólo se conocía una versión del Hierro y otra de Gran Canaria. 59 La romería del pescador es bastante común en Canarias. 60 Aunque la versión 90 pueda parecer un romance distinto y de tema local ( en vis-ta de la invocación a la patrona de la isla, la Virgen de los Reyes) cree-mos que se trata de un fragmento de este romance. De Cautiva libera-da por su marido se habían ya recogido dos versiones, una en la isla de La Gomera61 y otra en la propia isla del Hierro; 62 pero de los otros tres no tenemos más noticia que los propios textos ahora recogidos en Hierro. Por su estructura narrativa y su lenguaje parecen romances tar-díos, posiblemente del siglo XVII, popularizados a través de pliegos suel-tos. Los motivos de que constan: la conversión de un moro por amor a una cautiva, en un caso; el rechazo de un pretendiente por parte de los padres de la muchacha y la liberación de ésta del cautiverio en que ha caído por parte del pretendiente rechazado, en otro, son motivos muy propios de las historias narradas en los romances « de ciego » . Más oscura es la intriga de Rescate del enamorado que hemos incluido en este grupo de romances en vista de que la dama acude a « el padre santo el que libra los cautivos » ( versión 103, verso 12). En el contexto de la narración « cautivo » más bien parece significar ' preso' ( y no ' en cautivi-dad en tierra de moros'); pero la liberación por dineros con interven-ción del Padre Santo resulta extraña si es que el amante está simple-mente encarcelado. Los romances de cautivos, al no figurar en los Cancioneros del X ~ I , no han merecido la atención prestada a otros más viejos; tampoco abun-dan en las ediciones modernas de romances. 63 Ciertamente, se conocen muchos romances de cautivos de pliego; pero son relativamente pocos los que han llegado a tradicionalizarse. Y sin embargo debieron can-tarse mucho. No de otra forma podía ser cuando el tema de los cauti- 5s Es el romance número 130 de la Primavera yflor de romances de F. Wolf y C. Hofmann ( reed. M. Menéndez Pelayo, Antología de poetas líricos castellanos, VIII). 59 Laflor de la marañuela, núm. 515. Versión recogida por M. J. López de Vergara en Santa Cruz de Tenerife de la informante herreña Petra Padrón Raboso, de 85 años, natural de Valverde y Maximiano Trapero, Romancero de Gran Canaria, 1, n. o 41. 60 En La flor de la marañuela ( romance núm. 91) se publican 14 versiones. 6' Laflor de la marañuela, versión núm. 504. 62 M. J. Lorenzo, El folklore en la isla de El Hierro, pp. 148- 149. 63 Agustin Durán, en el siglo xix, incluyó ocho en su Romancero General o Colec-ción de romances castellanos anteriores al siglo XVIII, 2 vols., Madrid, BAE, X y XVI, 1945, núms. 1287 y 1295. CARACTER~ STICAS DEL ROMANCERO HERRERO 43 vos fue motivo literario para tantas novelas y comedias en el XVII. El origen y fechación de los que han llegado a nosotros por tradición oral es difícil de establecer. Por su estructura y formas poéticas una mayo-ría de ellos parecen de finales del XVI o principios del XVII, como los recogidos en El Hierro; no es de extrañar, pues fue el momento histó-rico en que la piratería berberisca dominó el Mediterráneo. Son, pues, romances que tienen una base histórica, aunque, como dice J. Marco, esa historia quedó (( desfigurada y encauzada entre veredas novelescas, portentosos milagros y favores que los santos conceden a sus rendidos fieles » . b4 Al ser Canarias uno de los puntos asiduamente atacados por los piratas moros, no es de extrañar que aquí floreciesen esos tipos de romances que enlazaban muy bien con el sentimiento y experiencia de los isleños. 5. Contaminaciones Como en otras ramas de la tradición, el romancero del Hierro ofre-ce abundantes casos de ( contaminación)) de unos temas romancísticos con otros. Unas veces, el proceso se dio ya fuera del ámbito isleño y la tradición canaria no hizo sino heredar el resultado de una fusión temá-tica cumplida antes de que los romances se cantaran en el Archipiéla-go. Tal es el caso, por ejemplo de La infantina, El caballero burlado y La hermana cautiva, temas perfectamente diferenciados en sus orige-nes, pero que la tradición moderna presenta fusionados en todo el N. O. de la Península ( tanto en España como en Portugal), en Extremadura, en Canarias y en Venezuela. Lo mismo ocurre con El Quintado y La aparición de la enamorada muerta, que modernamente tiene mayor di-fusión en su forma combinada que como dos romances autónomos. También tiene difusión extra- insular el remate de El conde Grfos Lom-bardo ( o El conde preso) con el comodín romancístico « No me entie-rren en sagrado)) ( que parece tener su origen en el romance El pastor desesperado); se da igualmente en la tradición del Norte de Portugal y Galicia. Tanto en Canarias como en esa área galaico- portuguesa, el ro-mance acortado convive con otra redacción mucho más extensa en que se conserva el viejo tema de la intervención del sobrino del conde ajus-ticiado; pero en el Hierro no hemos encontrado sino el romance reducido. El nombre que en algunas versiones recibe el conde forzador, Juan Velo, pone de manifiesto que en Canarias, al igual que entre los sefar- Joaquín Marco, Literatura popular en España en los siglos XVIII y XIX. vol. 11, p. 389. 44 NOTICIA INTRODUCTORIA díes de Marruecos, se tendió a identificar los temas, en parte paralelos, de El conde Grifos Lombardo y El conde don Pedro Vélez. 65 Más interesantes que estas contaminaciones bien conocidas en el ro-mancero pan- hispánico son otras que parecen haberse generado en la propia tradición insular. Por ejemplo, en este último romance citado, dos versiones acuden al tema de El robo del sacramento ( VV. 8- 15 en la versión 20 y VV. 8- 14 en la versión 21) para intensificar la crueldad del forzador y su actitud desafiante ante la sentencia del rey. Ocasional-mente, el difundidísimo tema de El caballero burlado, precedido de La infantina y rematado con La hermana cautiva, lleva como prólogo el comienzo del romance de pliego de cordel Gertrudis; el motivo final del reconocimiento de los dos hermanos procedente de La hermana cauti-va sugirió a Carmen Benítez Lima ( o a algún transmisor anterior del romance) que esa hermana perdida podía ser la Gertrudis que perdie-ron sus padres yendo en romería a la ermita de la Esperanza de Dios. También resulta perfectamente natural, desde un punto de vista fa-bulístico, la fusión de La princesa peregrina y La vuelta del navegante que se realiza en la bellísima versión de Ana Hernández ( 87), pues tan-to en uno como en otro romance el protagonista varón se ve forzado a ausentarse y al final la pareja de antiguos enamorados se encuentra cuando uno de ellos ( sea él en La princesa peregrina, sea ella en La vuel-ta del navegante) se halla ya comprometido con otra mujer u otro hom-bre. Y no menos conseguida es la utilización de algunos versos de La princesa peregrina para reforzar la fidelidad de la esposa en La vuelta del marido ( é) que nos dijo Nazaria Padrón Febles en dos ocasiones, con cierta vacilación en la ordenación de los materiales procedentes de uno y otro romance. Un caso especialmente interesante es el de las versiones de Delgadi-na de esta misma recitadora, Nazaria Padrón Febles. El 19 de febrero nos recitó el romance precedido de 4 versos de Silvana, contaminación naturalísima por tratarse de dos romances en que el padre hace reque-rimientos incestuosos a su hija y que se produce con regularidad en bue-na parte de la tradición portuguesa. Aunque otras versiones herreñas carecen de la contaminación y Laflor de la marañuela no registra nin-gún caso, en la isla de Gran Canaria es la forma predominante ( de 10 versiones recogidas por nosotros, 8 presentan la contaminación). 66 Sin embargo, entrevistada esta misma informante el día 26 del mismo mes, por una parte, amplió el segmento tomado de Silvana ( 13 versos) em-palmando mejor las dos historias de acuerdo con otras ramas de la tra-dición; pero, a la vez, volvió a decir el romance de Delgadina precedido 65 Cf. Diego Catalán, Por campos del Romancero, pp. 121- 185. 66 Maximiano Trapero, Romancero de Gran Canaria, 1, núms. 10 y 11. CARACTER~ STICAS DEL ROMANCERO HERRERO 45 de 5 versos de Santa Catalina en sustitución de los 4 ó 13 de Silvana, contaminación también perfectamente lograda, que para nada altera lo esencial de la fábula de Delgadina. No siempre las contaminaciones dan lugar a romances narrativa-mente lógicos. La versión de Matías Hernández Quintero, de 85 años, en que la narración de La infantina + El caballero burlado + La herma-na cauriva se prolonga inesperadamente con un fragmento de Delgadi-na es un sinsentido producido por un fallo de memoria o atención por parte del anciano recitador. Tampoco resulta muy comprensible el re-lato de Ana Hernández Montero, de 75 años, constituido por la escena con que se abre el romance de La infantina, el encuentro del caballero cazador con la (( linda niña)) subida en el árbol y el desenlace de La ro-mería del pescador: La agarró por los cabellos, la subió la peña arriba. Si la peña era de plata, de oro fino se volvía. Los angelitos cantaban, los serafines decían: « Así es como se gana la corona de María.)) Dada la personalidad de la informante ( véase atrás) no sería de ex-trañar que esta versión fuera fruto de la improvisación. Acostumbrada a improvisar « loas » , su facilidad versificadora y su memoria de temas y versos tradicionales ha podido dar como resultado un modo de re-cordar el romancero muy particular. En su repertorio figuran romances de lo más comunes en el Hierro ( como La princesa peregrina, La in-fantina y El caballero burlado, Blancaflor y Filomena y Las señas del marido) y también alguno en versión única dentro de nuestro corpus pero fiel al modelo tradicional canario ( Gerineldo). En cambio su ver-sión de Delgadina parece ser el resultado de una reelaboración impro-visada en el propio momento de la entrevista. Hasta el verso 8 ( quizás hasta el 10) la recitadora sigue fielmente la tradición más común pero a partir de ese momento se inventa una historia totalmente nueva: en ella hay motivos folklóricos, como el del destierro en el monte y la len-gua de un animal como sustituto de la persona desterrada y señal apa-rente de su muerte; 67 hay también contaminación con el romance de Ge-rineldo, aunque sea sólo a nivel del nombre del criado, v. 39, y hay, por último, un retorno al tema de Delgadina en los VV. 32 y 33 con esa alusión idéntica textualmente de (( siete años que van pa ocho » que son 6' Este mismo motivo aparece en el romance de Goiferos cuando el padrastro manda matar en el monte a su hijo y los criados, compadecidos de la inocencia del niño, matan una perrilla ( o una leona), le sacan el corazón y se lo llevan como señal de la muerte del infante. 46 NOTICIA INTRODUCTORIA los que Delgadina lleva encerrada en la prisión / desterrada en el mon-te. Pero hay también mucho de improvisación y de solución mostrenca como el cambio de rima, la irregularidad métrica de algunos versos y sobre todo lo vulgar del lenguaje en muchos de ellos. La historia, desde el punto de vista de la fábula es coherente y puede perfenecer al mundo cultural folklórico de la informante. La verdad es que a lo largo de la recitación la informante no mostró vacilación alguna y los versos in-termedios y finales brotaban de sus labios con el mismo ritmo y segu-ridad que los primeros. Creo, sin embargo, que en esta versión de Del-gadina utilizó tanto su facilidad versificadora como su memoria de ro-mances e historias folklóricas. Otros temas en que también inventa por su cuenta son La infanta preñada o La mala hierba ( núm. 83), El Quin-fado ( núm. 85) y Santa Catalina ( núm. 93). EL CANTO DE ROMANCES EN EL HIERRO 1. El canto No haremos especial mención en la transcripción de los textos si cada una de las versiones ha sido cantada o simplemente recitada. Y ello porque, a pesar de nuestra continua preocupación por la música, 68 en el Hierro todos los romances son cantados o, al menos, todos pue-den cantarse. No quiere decir, por lo tanto, que no hayamos recogido versiones cantadas; al contrario, insistimos mucho en ello y logramos reunir suficientes muestras, algunas de las cuales transcribe Lothar Sie-mens al final de este libro. Si en el Hierro todos los romances se cantan o pueden cantarse es porque para ello se utiliza una misma melodía, « la meda)), con el acom-pañamiento de un tambor que marca repetitivamente el ritmo. Así que cuando nos encontremos con un informante o, mejor, un grupo de in-formantes que puedan repartirse los papeles de solista y coro, respec-tivamente, y además el solista sepa tocar el tambor, podremos oír sin dificultad un romance cantado. Cuando por el contrario nos encontre-mos con un informante a solas y éste no tenga especiales dotes para el canto, la respuesta más común a nuestra insistencia de que nos cante el romance que previamente ha recitado sera « Bueno, es lo mismo que la meda, pero yo no sé cantar. » Es decir, el canto de los romances en el Hierro exige un acto comunitario, mientras que el recitado puede re-servarse para la intimidad. La forma de interpretarse un romance cantado en el Hierro es la mis-ma que Pérez Vida1 describe para la isla de La Palma. 69 Pero hay una 68 Cf. Maximiano Trapero, « El romancero y su música)), en Revista de Folklore, núm. 15, Valladolid, 1982. 69 Cf. J. Pérez Vidal, (( Romances con estribillo y bailes romancescow, en RDTP, IV, Madrid, 1948, pp. 197- 241; reeditado con importantes ampliaciones en la revista El Mu- 48 NOTICIA INTRODUCTORIA variación importante: mientras en La Palma, según nos dice nuestro au-tor70, e1 relato del romance se divide en estrofas de cuatro versos octo-silabos, es decir, en cuartetas, a cada una de las cuales le sigue el « res-ponder)) o estribillo romancístico, en el Hierro ese responder - que tam-bién se llama así- se intercala cada verso dieciseisílabo. Por ejemplo, nuestro romance de La princesa peregrina ( núms. 7- 14) se canta de la forma siguiente: Solista: Malhaya la cinta verde causadora de mi mal. Coro: Malhaya la cinta verde causadora de mi mal. Solista: Siendo yo pequeña y niña quise a un pulido galán. Coro: Malhaya la cinta verde causadora de mi mal. Solista: Lo quise dentro del alma, lo quise y lo supe amar. Coro: Malhaya la cinta verde causadora de mi mal. Etc. Es decir, un solista - que es además quien suele tocar el tambor-va cantando el relato romancistico, mientras un coro repite el respon-der cada dos hemistiquios. El estribillo es el mismo a lo largo de todo el romance y lo único esencial para su utilización es la coincidencia en la rima. Aunque el fenómeno es el mismo - la canción narrativa interrum-pida por un estribillo- la modalidad herreña apunta, sin embargo, a un arcaísmo mayor que el palmero. En efecto, a pesar de que el adita-mento lírico del estribillo es práctica rarísima en el romancero hispáni-co de todas las épocas71 éste se adopta con mayor frecuencia en el ro-mancero nuevo que en el antiguo. Pero el romancero nuevo trae con-sigo otras innovaciones importantes en cuanto a la métrica: la división del romance en estructuras de dísticos o cuartetas octosilábicas en que sólo riman los pares: Este hecho ha confundido por largo tiempo a in-vestigadores y estudiosos, tanto nacionales como foráneos; pero lo cier-to es que, como dice Menéndez Pidal, « la cuarteta, o mejor dicho, dis-tico, no existió en la versificación de los romances viejos y populares, aunque la música con que más tarde se los solía cantar agrupase los oc-tosilabos de cuatro en cuatro » . 72 Y aquel mismo modelo versificador seo Canario, núms. 31- 32, Las Palmas, pp. 1- 58; y, finalmente, « El estribillo en el roman-cero tradicional canario)), en J. Pérez Vidal, Poesía tradicional canaria ( Las Palmas, Edi-ciones del Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria, 1968), pp. 11- 43, por la que citamos. 70 Ibíd., p. 15. 71 « El romancero antiguo - dice Menéndez Pidal- no gustaba del estribillo » ( Rom. Hisp., 1, p. 145). Los casos en los que se halla son muy raros: en el romance de la Pér-dida de Alharna: « ¡ Ay de mi Alhama!~ e, n el de la Muerte delprincipe de Portugal: ((¡ Ay, ay, ay, qué fuertes penas, / ay, ay, ay, qué fuerte mal!)), en alguna versibn de Lanzarore: « De velar viene la niña, de velar venía!)), y algún otro. 72 Menéndez Pidai, Rom. Hisp., 1, p. 123. EL CANTO DE ROMANCES EN EL HIERRO 49 de los romances viejos en tiradas bimembres de dieciseisílabos es el que pervive con absoluto predominio en el romancero tradicional moderno. La unidad métrica y sintáctica del romancero tradicional sigue siendo la del verso largo bimembre. Nos encontramos, pues, con que los romances cantados del Hierro siguen fieles a la práctica romancística más antigua, cuando los de La Palma y de otros lugares que aún conservan el estribillo adoptan fór-mulas más modernas. El caso del Hierro73 sería el Único en todo el mun-do hispánico que aún conserva el canto narrativo interrumpiendo las frases musicales según la versificación más primitiva. Porque tanto el responder de La Palma como los estribillos conocidos en los romances antiguos y modernos ( Pérdida de Alhama, Muerte del Principe de Por-tugal, la danzaprima de Asturias y algunos otros casos raros) interrum-pen el relato romancístico cada cuatro octosílabos. Lo curioso de la práctica herreña es que no sólo se sujeta a los romances tradicionales viejos, tales como La serrana, El caballero burlado o La princesa pere-grina, sino que se extiende a todo tipo de romances: a los de tipo vul-gar y de pliego, como Gertrudis o Doncella que sirve de criado a su enamorado, e incluso a los de tema religioso local, como$ u Bajada de la Virgen de los venezolanos. De todos ellos tenemos ejemplos canta-dos con sus correspondientes responderes en la forma que hemos indi-cado; pero no de los religiosos, los llamados « rezados » , que, por su na-turaleza, no son cantados. Hay que advertir que esta forma tan peculiar y primitiva de cantar los romances no es hoy común a todas las Islas Canarias. Pérez Vidal, en su artículo, con mucha prudencia, atestigua que el estribillo es prác-tica imprescindible en el romancero de La Palma, que es el único que conocía personal y directamente, y añade en nota que (( también en Te-nerife y en el Hierro se cantan los romances con acompañamiento de estribillo, repetido cada cuatro versos por el coro)). 74 Pero esas noticias son indirectas: la de Tenerife debida a Juan Bethencourt Alfonso y la del Hierro a varios estribillos que le había hecho llegar un poeta popu-lar, ciego, natural de aquella isla. « Sin embargo - añade Pérez Vidal-no sé, con seguridad, si en ambas islas los romances se cantaban con estribillo en todas las ocasiones. Ni si en las demás islas del Archipié-lago existió alguna vez esta costumbre » . 75 La prudente cautela de Pérez Vidal no ha sido tomada por igual por quienes, generalizando, y des- 73 Desconocemos aún de forma directa la fórmula que se sigue en este aspecto en la isla de La Gomera, otra de las islas en que las tradiciones culturales populares permane-cen poco menos que inalterables. Entre nuestros propósitos inmediatos esta su estudio. 74 Pérez Vidal, op. cit., p. 11, nota 1. 75 Ibíd., p. 12. 50 NOTICIA INTRODUCTORIA conocedores de la realidad geográfica y variedad romancística de las is-las, han dicho que el romance con estribillo es común a todas las Ca-narias. Y no es así. Lo es sin ninguna duda en las islas de La Palma y del Hierro; tenemos noticias indirectas de que también lo es en La Go-mera; pero no es ésa la práctica general en el resto de las islas. De nues-tra investigación por el sur y otras zonas de Gran Canaria hemos reco-gido 504 versiones, 203 de las cuales fueron cantadas, y ninguna de ellas poseía responder ni los informantes conocían tal práctica. Aquí se can-tan los romances de la misma forma que se cantan en Castilla o en otros lugares del mundo hispánico. Igual ocurre en las islas más orientales de Fuerteventura y Lanzarote de donde tenemos pequeñas muestras. Y res-pecto a Tenerife, a pesar de la noticia que nos da Bethencourt Alfonso de que « el segador que quiere llevar la voz prorrumpe de pronto en un ajijide, que es contestado por el rancho, entonando de seguido el dís-tico, que sirve de estribillo a la multitud, para corearle al final de cada cuarteto » , 76 podemos decir que no es tampoco la práctica común. En el espléndido romancero de Tenerife, que llena por completo el primer tomo de La por de la marañuela, de las 393 versiones que se recogen sólo 28 llevan su responder, pero casi todos correspondientes a una zona geográfica muy localizada: la de Los Realejos, La Cruz Santa e Icod. Las apreciaciones de Bethencourt pueden estar referidas a esa mis-ma zona y no tener validez para toda la isla. Eso, claro, contando con que del romancero de Tenerife no conocemos su música porque no se recogió, y por lo tanto nada sabemos a ciencia cierta de la forma en que se cantan allí los romances. En fin, si a la pervivencia en la isla del Hierro de temas romancís-ticos tan raros, a las versiones tan interesantes que allí se conservan y al extraordinario repertorio que allí vive unimos esta forma de cantar los romances tan peculiar y arcaica, no dudaremos en considerar el ro-mancero herreño como uno de los de mayor interés para el conocimien-to de las prácticas más antiguas en el romancero tradicional general. 2. Los responderes El « responder » es el estribillo que se utiliza en el canto de los ro-mances; por lo menos en las islas canarias de La Palma y Hierro. Se le llama así porque, efectivamente, es la respuesta que el coro da al relato romancístico de un solista. Pérez Vida1 estudió minuciosamente los res-ponderes de La Palma y logrb reunir un repertorio de 300, asegurando EL CANTO DE ROMANCES EN EL HIERRO 5 1 . conocer más. 77 En la isla del Hierro no nos ha sido posible recoger tan-tos; pero sí los suficientes como para poder dar una muestra de esta pe-culiarísima tradición lírica isleña. Algunos coinciden con los de La Pal-ma; pero otros, en su mayoría, son originales. El responder es inseparable del romance en su forma cantada; de tal forma que un responder sin romance no tiene función ( a no ser cuan-do, como modernamente se ha hecho, se ensartan un conjunto de ellos y se cantan como si de un romance se tratara. Así hemos tenido opor-tunidad de oírlos en nuestras encuestas). Cuando un romance se sigue cantando, se utiliza para él un mismo responder. Para La Serrana: - ¡ Qué linda la meda y nueva, ay, amor, qué linda la meda! Para La princesa peregrina: ¡ Malhaya la cinta verde causadora de mi mal! Para Rescate del enamorado: Verde no se arranca el lino, ni seco, sino amarillo. Para Cautiva y liberada: Corre el agua, corre el agua y allegando al mar se para. Etcétera. Hay algunas excepciones. Por ejemplo, para el romance Doncella que sirve de criado a su enamorado en la versión 112 se uti-liza el responder: ¡ Qué lindo manzano y sano, siempre qué lindo manzano! mientras que para la versión 115 se utiliza: En la palma de mi mano traigo un corazón pintado. 77 J. Pérez Vidal, « Responderes » , en Poesía tradicional canaria, pp. 45- 75. 52 NOTICIA INTRODUCTORIA Para el romance Aparición y Bajada de la Virgen de los Reyes al-ternan o pueden alternar: Por ver a mi Madre amada no siento la caminada. No siento, porque si siento, entonces no siento nada. Y algunos otros. Lo importante es que el segundo verso del responder tenga la misma asonancia que el romance. De esta forma pueden com-binarse o alternarse cuantos responderes se quieran. Los hay que debieron nacer como expresión lírica independiente y después se acoplaron al romance, como, por ejemplo: iAy, del rosal cogí la rosa! iAy, qué flor maravillosa! iAy, qué flor maravillosa, del rosal cogí la rosa! Si canto me tienta el sueño y si no canto me duermo. Pero otros nacieron con posterioridad al romance y precisamente para responder a ese romance en concreto, por ejemplo, para Blanca-flor y Filomena: Blancaflor y Filomena duermen en cama de seda para el de La Bajada de la Virgen de los venezolanos: La corona de María vengo a ver con alegría o para La Virgen buscando a Cristo: Bendito sea el palo donde murió el Soberano. Y los hay, incluso, que al dejarse de cantar el romance han llegado a formar parte inseparable del texto, sin que el recitador tenga ya con-ciencia clara de si se trata de un responder o del primer verso del ro-mance, como ocurre en La Princesa peregrina con iMal haya la cinta verde causadora de mi mal! EL CANTO DE ROMANCES EN EL HIERRO 53 Otros, en cambio, aún sin que el informante cante, siguen teniendo in-dependencia del texto romancístico al que pertenecen y el recitador así te lo dice cuando empieza su recitación. Por ejemplo: ¡ Qué linda, María, linda, siempre qué linda, María! en la versión 84 de Flores y Blancaflor; ¡ Qué linda María, niña, siempre qué linda María! en la versión 22 de La infantina; o Corre el agua, corre el agua y, allegando al mar, se para en la versión 102 de Cautiva y liberada. Por su temática los responderes son muy variados. Los hay que son simples exclamaciones para ponderar la belleza de una flor ( ver más ade-lante los responderes 6a y 6b), el poder cautivador de un canto ( respon-der l), la hermosura de un árbol ( responder 4), una mañana soleada ( responderes 2a y 2b), etc. Los hay que son de tipo amoroso, exclama-ciones de una mujer respecto a su enamorado o de éste respecto a su dama ( ver los responderes 11, 12, 15 y 16). Los hay que expresan una sentencia o la sabiduría que la experiencia da de las cosas, aunque siem-pre en forma poética ( 7a, 10, 13, 14, 27, 28, 30, 32 y 33). Los hay que exaltan la devoción y alaban a la patrona de la isla, la Virgen de los Reyes ( 17, 18, 19 y 20). Los hay de tema cristológico ( 21, 22, 23, 24, 25 y 26). Y los hay, en fin, que pretenden hacer gracia a la concurrencia y prueban el ingenio del creador del responder ( 27, 29, 31, 32 y 34). Muestra de que también los responderes son lírica tradicional po-demos citar las distintas variantes producidas sobre un mismo modelo, bien sea por confusión fonética, por distintas combinaciones Iéxicas so-bre una misma estructura sintáctica ( 1, 2a, 2b, 3a, 3b y 4), por inver-sión de la estructura paralelística ( 6a y 6b) o por ambos fenómenos jun-tos ( 17 y 19). Sin pretender la exhaustividad, pues no nos propusimos de expro-feso recoger los responderes, damos a continuación un repertorio de los mLis famosos en la isla. NOTICIA INTRODUCTORIA 1. ¡ Qué linda la meda y nueva, ay, amor, qué linda la meda! 2a. ¡ Qué linda mañana, dama, ay, amor, qué linda mañana! 2b. ¡ Qué linda mañana, dama, dama, qué linda mañana! 3a. ¡ Qué linda María, niña, siempre qué linda María! 3b. ¡ Qué linda María, linda, siempre qué linda María! 4. ¡ Qué lindo manzano y sano, siempre qué lindo manzano! 5. ¡ Qué cinta lleva en el pelo el don Alonso Romero! 6a. ¡ Ay, del rosal cogí la rosa! ¡ Ay, qué flor maravillosa! 6b. iAy, qué flor maravillosa, del rosal cogí la rosa! 7. Verde no se arranca el lino ni seco, sino amarillo. 8. ¡ Mal haya la cinta verde causadora de mi mal! 9. Blancaflor y Filomena duermen en cama de seda. 10. Corre el agua, corre el agua y allegando al mar se para. 11. En la palma de mi mano traigo un corazón pintado. 12. Te vi lavar, linda dama, tu linda pierna en el agua. 13. Si canto me tienta el sueño y si no canto me duermo. 14. Sobre el risco la retama fluye bien pero no grana. 15. Por la cumbre va mi amada con el santo de mudada. 16. Desde que te vi yo dije: jAy Dios, qué chica hermosa! EL CANTO DE ROMANCES EN EL HIERRO 17. Por ver a la Madre amada no siento la caminada. 18. No siento, porque si siento, entonces no siento nada. 19. Por venirte a ver, Maria, no siento perder el día. 20. La corona de Maria vengo a ver con alegría. 21. Bendito sea el palo donde murió el Soberano. 22. Murió Cristo en el madero; jmuerto y gobernando el cielo! 23. Al pie de la cruz me muero; como Cristo en el madero. 24. Al pie de la cruz me muero; ¡ qué dichosa muerte espero! 25. Si veis sangre derramada cogedla, porque es sagrada. 26. De los remedios espero escalón para ir al cielo. 27. Viene la vieja al pesquero a morir en el anzuelo. 28. Dios anace la cebada y Dios aviene a granada. 29. Ya yo me comí el carnero y me bebí el vino bueno. 30. Por debajo ' el miradero yo vi salir el lucero. 3 1. Si me dan del vino bello yo ahora cargo el camello. 32. Al bajar de la ladera me asenté en la corredera. 33. ¡ Qué serenamente nada el pez en la mar salada! 34. ¿ Quién ha visto en el Jorado un naranjero plantado? ROMANCES A. 1 . ROMANCES TRADICIONALES O TRA DICIONALIZADOS VIRGILIOS ( é) [ 0400: 11 Versión de SABINOSdAi, c ha por María Pérez y Pérez, de 77 años. Recogida por Maximiano Trapero y Elena Hernandez Casañas el 20 de febrero de 1982. Estando el rey en misa vio entrar a una mujer 2 toda vestida negro y a sus criados también. A los suyos les pregunta: - ¿ Quién es aquella mujer? 4 - La madre de Virgilio, el que usted mandó a prender. - No se acuerde Dios de mí si yo me acordaba de él; 6 cuando salgamos de misa a Virgilio iré a ver.- - ¿ Qué haces aquí, Virgilio, en esta cárcel de pie? 8 - Peinando mis cabellos, mis lindas canas también, que cuando entré aquí dentro no pegaba a embarbecer 10 y hoy para mi infortuna me acabo de encanecer. - Cuéntame tú la verdad y conmigo yantaréis. 12 - Sí señor, sí se la cuento, ni un punto le negaré: Estando yo paseando por casa de su merced 14 se ha asomado a la ventana la hermosa doña Isabel; me convidó de un membrillo, me convidó y comí de él; 16 me convidó con su amor y yo con lo mío respondé.- Aquí se celebran las bodas de Virgilio y de Isabel. VIRGILIOS ( é) [ 0400: 21 Versión de LA RESTINGdAic, ha por Teodora Padrón Pérez, de 82 años. Recogida por Maximiano Trapero, Juana Casañas y Elena Hernhndez Casañas el 19 de febrero de 1982. Estando el rey en misa vio entrar a una mujer 2 toda vestida de negro y a sus criados también. A los suyos les pregunta: - ¿ Quién es aquella mujer? 4 - Es la madre de Virgilio, el que usted mandó a prender. - No se acuerde Dios de mí si yo me acordaba de él; 60 ROMANCES INÉDITOS 6 cuando salgamos de misa a Virgilio quiero ver.- - ¿ Qué haces aquí, Virgilio, en esta cárcel de pie? 8 - Peinando mis cabellos, mis blancas canas también, que cuando entré aquí dentro no pegaba a embarbecer 10 y hoy para mi infortunio me acabo de encanecer. - Cuenta la verdad, Virgilio, que yo te libertaré. 12 - Estando yo paseando en calle de su merced se ha asomado a la ventana la reina santa Isabel; 14 comiendo estaba un membrillo y me convidó a comer, yo comí de su membrillo y de su amistad también; 16 me convidó pa su cama y en su cama me acosté. Venga la muerte y me lleve si ésta la verdad no es. 1- 10. En una entrevista anterior la informante sólo había recitado desde el verso 11 hasta elfinalpor-que no recordaba el comienzo. En la entrevista posterior al indicarle el mncipirw. recitó la ver-sión completa. VIRGILIOS ( é) [ 0400: 31 Versión de Los LLANILLOdSi, c ha por Eladia Padrón y Ramona Padrón de 91 y 68 años respectivamente. Recogida por Maxirniano Trapero y Elena Hernández Casañas el 22 de junio de 1982. Estábase el rey en misa vio entrar a una mujer 2 toda cerrada de luto y a sus criadas también. Preguntó el rey a los suyos: - ¿ Quién es aquella mujer? 4 - Es la madre de Virgilio, el que usted mandó a prender. - Dígase luego la misa, que a Virgilio voy a ver.- 6 - ¿ Qué haces ahí, Virgilio, en esa cárcel de a pie? - Peinando mis blancas canas, que cabellos solían ser. 8 - Cuenta la verdad, Virgilio, e irás conmigo a comer. - La verdad de Dios me falte si un punto le negaré: 10 Estándome yo sentado en la calle de su merced se asomase a la ventana la niña doña Isabel; 12 me abana con su pañuelo, con el mío la abané; me convidó de un membrillo, fue verdad que comí de él; 14 me convidó con sus brazos, fue verdad que la abracé; me convidó con su cama, fue verdad que me acosté. Varianres: - 86 vendrás c.; - 96 p. no contaré; - 1 la a su v ROMANCES TRADICIONALES VIRGILIOS ( é) [ 0400: 41 Versión de TAIBIQU( El Pinar), dicha por Nazaria Padrón Febles, de 82 años. Recogida por Maximiano Trapero el 26 de junio de 1982. Estando el rey en misa vido entrar una mujer 2 toda vestido de luto y sus criados también. Se vira el rey pa su gente: - ¿ Quién es aquella mujer? 4 - Es la madre de David, el que usted mandó a prender. - Que Dios no se acuerde de mí si yo me acordaba de él; 6 dígase la misa aprisa que a David quiero ir a ver.- - ¿ Qué haces ahí, David, en esa cárcel de pie? 8 - Voy cumpliendo mi condena la que yo no cometí, que cuando entré en esta cárcel empezaba a enjovenecer 10 y ahora que estoy aquí empezando a encanecer. - Cuenta la verdad, David, dirás conmigo a comer. 12 - La verdad de Dios me falte, ni un punto le negaré. 40 Al preguntar después al informanie si el personaje se llamaba Virgilio, dudó al principio, pero ji-nalmenre aseguró que si. - 8a Estoy pagando. En una segunda recitación. VIRGILIOS ( é) [ 0400: 51 Versión de ISORAd, icha por Concepción Cabrera Acosta, de 93 años. Recogida por Maximiano Trapero y Elena Hernández Casañas el 24 de junio de 1982. Estando el rey en misa vido entrar una mujer 2 toda vestida de negro y las criadas también. Entonces fue y se acercó y les preguntó a los de él: 4 - Mira que no la conozco ¿ quién será aquella mujer? - Es la madre de Verginio, el que usted mandó a prender. 6 - No se acuerde Dios de mí si yo me acordaba de él.- Cuando acabada la misa a Verginio se fue a ver. ROMANCES INÉDITOS - ¿ Qué haces aquí, Verginio, en esa cárcel de a pie? - Peinando mis blancas canas, que negro cabello fue. - Cuenta la verdad, Verginio, conmigo vas a comer. - El Señor me niegue el alma si yo le he negado a usted: yo pasé por la calle, miré para su ventana y vi a doña Isabel con un membrillo en la mano convidándome a comer y yo, como buen cristiano, fue verdad que comí de él. Ella es quien tuvo la culpa de usted mandarme a prender. VIRGILIOS ( é) [ 0400: 61 Fragmento de SAN ANDRES, dicho por Juan Morales Armas, de 87 años. Recogido por Maximiano Trapero y Elena Hernández Casañas el 24 de junio de 1982. ( Confesaba que había sido ella la que lo había provocado, que ha-bía sido invitado) - Cuenta la verdad, Virgilio .................................................. ................................. 2 - Si ésta es la verdad, Virgilio, vente conmigo a comer. LA PRINCESA PEREGRINA ( á) [ 0720: 11 Versión de TAIBIQU( EEl Pinar), dicha por María y Consuelo Quintero Hernández, de 78 y 86 años respectivamente. Recogida por Maximiano Trapero e1.27 de septiembre de 1982. Publicada por M. Trapero, Canarias: Romances Tradicionales, p. 47. iMal haya la cinta verde causadora de mi mal! Que siendo pequeña y niña quise a un polido galán; 2 lo quise dentro del alma, lo quise y lo supe amar; los parientes lo supieron y lo mandaron a retirar. ROMANCES TRADICIONALES 4 Yo me fui de tierra en tierra y de lugar en lugar. - ¿ Quién ha visto por aquí un polidito galán? 6 Lleva por nombre don Pedro y sobrenombre don Juan. - Ese galtin, mi niña, es casado en mi lugar, 8 que tiene mujer bonita y por ti no la ha de dejar. - Si tiene mujer bonita, Dios se la deje gozar, 10 si niños pequeños tiene, Dios se los deje criar.- En estas palabras y otras pasó por allí don Juan: 12 - ¿ Qué haces por aquí, mi niña, de tu tierra natural? - En busca de tus amores donde los vine a encontrar.- 14 - De esos amores, mi niña, tú ya no puedes gozar.- La niña cayó difunta en los brazos de don Juan. 16 Don Juan le hizo un entierro como de hermana camal; y sin salir de la iglesia ya doblaban por don Juan. 18 A ella la entierran en la pila y a él delante del altar; de ella salió una paloma, de él un rico gavilán; 20 la reina como envidiosa pronto los mandó retirar y allí formaron un vuelo pa la gloria celestial. Variantes: - 146 ya no p. alcanzar. LA PRINCESA PEREGRINA ( á) [ 0720: 21 Versión de ISORA, dicha por Concepción Cabrera Acosta, de 93 años. Recogida por Maximiano Trapero y Elena Hernández Casañas el 24 de junio de 1982. ¡ Mal haya la cinta verde causadora de mi mal! Siendo yo muchacha y niña quise a un pulido galán; 2 lo quise dentro del alma, lo quise y lo supe amar; los vecinos lo han sabido y lo han mandado a enviar. 4 Andaba de tierra en tierra y de lugar en lugar. - ¿ Usted ha visto por aquí un pulidito galán? 6 El es alto y muy buen puesto, de mi tierra natural. - Este joven que usted dice es casado en mi lugar; 8 tiene una mujer bonita, por usted no la ha dejar. - Si tiene mujer bonita Dios se la deje gozar, 10 si tiene niños chiquitos Dios se los deje criar.- Con estas palabras y otras cata aquí llega don Juan. ROMANCES TRADICIONALES LA PRINCESA PEREGRINA ( a) [ 0720: 41 Versión de LA RESTINGAdi, c ha por Teodora Padrón Pérez, de 82 años. Recogida por Maximiano Trapero y Elena Hernández Casañas el 18 de febrero de 1982. Siendo yo pequeña y niña quise a un pulido galán; 2 mis padres que lo han sabido me han mandado a mudar. Andando de pueblo en pueblo y de lugar en lugar 4 se presenta un caballero - ¿ Qué haces aquí, mi niña, que haces por este lugar? 6 - En busca de mis amores y no los puedo encontrar, tiene por nombre don Pedro por apellido don Juan. 8 - Esos amores, mi niña, es casado en mi lugar; tiene una mujer bonita, por usted no ha de dejar. 10 - Si tiene mujer bonita, Dios se la deje gozar, si tiene niños pequeños, Dios se los deje criar.- 12 Ellos en estas palabras por allí llega don Juan: - ¿ Qué haces por aquí, niña, que haces por este lugar? 14 - En busca de mis amores donde los vine a encontrar. - De mis amores, mi niña, ya no puedes alcanzar.- 16 La niña cayó difunta en los brazos de don Juan. Repicando por la niña y doblando por don Juan. 18 De ella nació una paloma de él un rico gavilán; alma han volado los dos a la gloria celestial. 20 Eso sirve de escarmiento para el que lo quiera mirar: los padres que tengan hijos no los estorben a casar. 11 LA PRINCESA PEREGRINA ( 4) [ 0720: 51 Versión de SABINOSAdi, c ha por Claudina Garcia Quintero, de 70 años. Recogida por Maximiano Trapero y Elena Hernández Casañas el 20 de febrero de 1982. iMalhaya la cinta verde causadora de mi mal! Siendo yo pequeña y niña quise a un pulido galán; 2 Mis parentes se enteraron y lo mandan a enviar. 66 ROMANCES INÉDITOS Yo ando de tierra en tierra y de lugar en lugar: 4 - ¿ NO me han visto por aquí un pulidito galán? Es un caballero hermoso, por nombre tiene don Juan. 6 Ese caballero, niña, es casado en mi lugar. - Si tiene mujer bonita, Dios se la deje gozar, 8 si tiene niños pequeños, Dios se los deje criar.- Con estas palabras y otras pasa por aqui don Juan. 10 - ¿ Qué haces por aquí, mi niña, qué has devenido a buscar? - En busca de tus amores y aqui los vine a encontrar. 12 - Mira, antes no quisistes, ahora no, que no hay lugar.- La niña se cayó muerta en los brazos de don Juan 14 y él le hizo un entierro como a una hermana carnal. Cuando salen del entierro, ya doblando por don Juan, 16 y los dos fueron creciendo a la gloria celestial. Madre, la que tienes hijos, no les puedes escasar. LA PRINCESA PEREGRINA ( á) [ 0720: 61 Versión de GUARAZOCdAic, h a por Asunción Padrón, de 66 años. Recogida por Maximiano Trapero y Elena Hernández Casañas el 25 de junio de 1982. iMal haya la cinta verde causadora de mi mal! Siendo yo pequeña y niña quise a un pulido galán; 2 quíselo dentro del alma y también lo supe amar; supiéronlo sus parientes mandáronmelo a estorbar. 4 Fuime de pueblo en pueblo y de lugar en lugar. - ¿ Quién ha visto por aquí a un pulidito galán? 6 El es blanco y encarnado, por nombre lleva don Juan. - Ese caballero, señora, es casado en mi lugar, 8 tiene una mujer muy buena, Dios se la deje gozar, tiene una niña pequeña, Dios se la deje criar.- 10 En estas palabras y otras viene llegando don Juan. Allí se arrojó la niña a los brazos de don Juan; 12 allí se finó la niña, allí se dejó finar. Cuando llegan del entierro, ya doblando por don Juan. 14 Por eso siempre se ha dicho: (( matrimonio no apartar)). ROMANCES TRADICIONALES LA PRINCESA PEREGRINA ( á) [ 0720: 71 Fragmento de TAIBIQU( EEl Pinar), dicho por Mana Morales Quintero, de 101 años. Recogido por Maximiano Trapero el 19 de febrero de 1982. i Malhaya la cinta verde causadora de mi mal! Siendo yo pequeña y niña quise a un polido galán; 2 quíselo dentro del alma, quíselo y supe amar; mis parientes lo supierón, pronto lo mandaron a retirar. 4 Yo me fui de tierra en tierra y de lugar en lugar. - ¿ Quién ha visto por aquí un polidito galán? 6 Lleva por nombre don Pedro, por sobrenombre don Juan. LA PRINCESA PEREGRINA ( 4) [ 0720: 81 Fragmento de TAIBIQU( EEl Pinar), dicho por Argelia. Recogido por Maximiano Trapero y Elena Hernández Casañas el 20 de febrero de 1982. iMalhaya la cinta verde causadora de mi mal! 2 Siendo pequeñita y niña quise a un pulido galAn; lo quise dentro del alma, lo supe y lo quise amar; 4 los padres que lo supieron me lo mandan a quitar. ROMANCES INÉDITOS EL CONDE GRIFOS LOMBARDOS ( 0.0) + EL PASTOR DESESPERADO ( 0.0) [ 0118: 1+ 0101: 11 Versión de Los LLANILLOdSic, ha por Eladia Padrón, de 91 años. Recogida por Maximiano Trapero y Elena Hernández Casañas el 26 de junio de 1982. Preso llevan al rey conde, preso y bien aprisionado, 2 por robar una doncella en el llano de Santiago. - O te has de casar con ella o has de morir degollado. 4 - Y si muero degollado no me entierren en sagrado; entiérrenme en ese monte en vereda de ganado, 6 onde pasa el corderito el postrero y el temprano; pónganme un brazo por fuera con un letrero en la mano.- 8 Y el letrero habla y dice de qué murió ese cristiano: « Ni murió de tabardillo ni de punta de costado, 10 que murió de mal de amores que es un mal desesperado.)) EL CONDE GRIFOS LOMBARDOS ( 0.0) + EL PASTOR DESESPERADO ( 0.0) [ O1 18: 2+ 0101: 21 Versi6n de TAIBIQU( El Pinar), dicha por Matias Hernández Quintero, de 85 años. Recogida por Maximiano Trapero y Elena Hernández Casañas el 20 de febrero de 1982. A Juan Velo llevan preso, preso y bien aprisionado, 2 por llevarse una doncella en el llano del Jorado. Si acaso lo mataran no lo maten en sagrado; 4 enterraran10 en el monte en vereda de ganado, por donde pasa el corderito el postrero y el temprano; 6 déjenle el brazo por fuera con un letrero en la mano, con un letrero que dice de qué murió ese cristiano: 8 (( No por delitos que ha hecho ni por hombres que ha matado, por llevarse una doncella en el llano del Jorado. » ROMANCES TRADICIONALES EL CONDE GRIFOS LOMBARDOS ( á. 0) + EL PASTOR DESESPERADO ( Ú. 0) [ 0118: 3+ 0101: 31 Versión de SANA NDR~ dSi, c ha por María Hernández, de 67 años. Recogida por Maximiano Trapero y Elena Hernández Casañas el 24 de junio de 1982. Preso llevan a don Juan, preso y bien aprisionado, 2 no por robos que él ha hecho ni por gente que ha matado, por robar una doncella en el llano de Santiago. 4 - O te has de casar con ella o has de morir degollado. - Ni me he de casar con ella ni he de morir degollado; 6 entiérrenme en esos montes en vereda de ganado, donde pasta el corderito el postrero y el temprano; 8 me dejan un brazo fuera con un letrero en la mano.- El letrero habla y dice de qué murió; este cristiano: 10 « No murió de tabardillo ni de punta de costado, que murió de mal de amores que es un mal desesperado.)) EL CONDE GRIFOS LOMBARDOS (&. o) + EL PASTOR DESESPERADO @. O) Versión de TAIBIQU( EE l Pinar), dicha por Nazaria Padr6n Febles, de 82 años. Recogida por Maximiano Trapero y Elena Hernández Casañas el 20 de enero de 1982. [ Otra recitación de esta misma informante publica M. J. Lorenzo Perera, El Folklore de la Isla de El Hierro, 1981, p. 149.1 Se publica juntamente con la recitación de 1981 en el « Apéndice » , num. 1. ROMANCES INÉDITOS EL CONDE GRIFOS LOMBARDOS @. o) + EL PASTOR DESESPERADO ( á. 0) [ O1 18: 5+ 0101: 51 Fragmento de LA RESTINGAdi, c ho por Teodora Padrón Pérez, de 82 años. Recogido por Maximiano Trapero y Elena Hernández Casañas el 19 de febrero de 1982. A Juanillo llevan preso, preso y bien aprisionado 2 por robar una doncella en el llano de Santiago. ..................................... ................................... - Si me llevan a enterrar no me entierren en sagrado; 4 entiérrenme en medio del monte por donde pasa el ganado, con un letrero por fuera y un letrero en la mano: 6 « No murió de tabardillo ni tampoco de costado, que murió de mal de amores que es morir desesperado.)) EL CONDE GRIFOS LOMBARDOS ( á. 0) + EL ROBO DEL SACRAMENTO ( á. 0) + EL PASTOR DESESPERADO @. O) [ 0118: 6+ 0079: 1+ 0101: 61 Versión de TAIBIQU( EEl Pinar), dicha por M. Mercedes Padrón Chaves, de 79 años. Recogida por Maxirniano Trapero y Elena Hernández Casañas el 19 de febrero de 1982. Preso llevan al rey conde, preso y bien aprisionado, 2 no por delitos que ha hecho ni por hombres que ha matado, por forzar una doncella en el camino ' Santiago. 4 La dama, como discreta, al rey se le ha presentado. - O te has de casar con ella o te has de morir ahorcado. 6 - Ni me he de casar con ella ni he de morir ahorcado. que tres delitos mayores he hecho y no me han matado. 8 Maté a mi padre y mi madre y a toditos mis hermanos, y con una hermanita mía tengo dos hijos paganos: 10 Uno lo piqué en la mesa, otro lo di de regalo, al rey moro de Turquía le está sirviendo de esclavo. 12 Fuime a confesar un día después de haber almorzado, de aquello que me dio el cura pa mi casa lo he Ilevado, ROMANCES TRADICIONALES 14 sin tener temor a Dios saqué mi puñal dorado, púselo sobre la mesa, mil puñaladas la he dado. 16 Si por acaso muriera todo dejo declarado: que me entierren en un monte, en un corral de ganado, 18 de cabecera me pongan la silla de mi caballo; déjenme un brazo por fuera con una carta en la mano.- 20 El letrero habla y dice « Aquí murió un desgraciado; no ha muerto de tabardillo, tampoco de resfriado, 22 que ha muerto de un mal de amores que es un mal descom- [ pasado » . EL CONDE GRIFOS LOMBARDOS @. o) + EL ROBO DEL SACRAMENTO @. o) + EL PASTOR DESESPERADO ( Ú. 0) [ 0118: 7+ 0079: 2+ 0101: 7] , Versión de TAIBIQU( EEl Pinar), dicha por Lucrecia Morales Quintero, de 77 años. Recogida por Maximiano Trapero y Elena Hernhndez Casañas el 20 de febrero de 1982. Preso llevan el rey conde, preso y bien aprisionado, 2 no por delitos que ha hecho ni por hombres que ha matado, por forzar una doncella en el camino de Santiago. 4 La dama como discreta al rey se le ha presentado. - O te has de casar con ella o te has de morir ahorcado. 6 - Ni me he de casar con ella ni he de morir ahorcado, otros delitos más grandes he hecho, y no me han matado: 8 maté un cura y un obispo en el altar consagrado; fuime a confesar un día antes de haber almorzado, 10 aquello que me dio el cura lo puse sobre la cama, saqué mi puñal dorado, 12 sin tener temor a Dios mil puñaladas le he dado; con una hermana que tuve tuve dos hijos paganos, 14 uno lo cené una noche, otro lo di de regalo. El día que yo me muera yo quiero ser enterrado, 16 de cabecera me pongan la silla de mi caballo, y un letrero que dice: « Aquí murió un desgraciado; 18 no ha muerto de tabardillo, tampoco de resfriado, ha muerto de un mal de amores que es un mal descompasado. » ROMANCES INÉDITOS LA INFANTINA Y EL CABALLERO BURLADO CON EL DESENLACE DE LA HERMANA CAUTIVA ( í. a) [ O164 1+ 0100: 1+ 0169: 11 Versión de SABINOSAdi, c ha por Claudina Garcia Quintero, de 70 años. Recogida por Maximiano Trapero y Elena Hernández Casañas el 20 de febrero de 1982. jQué linda María y siempre qué linda María! Don Pedro se fue a cazar como siempre él solía: 2 se le desmayan los perros, la hurona iba perdida. Se sienta al pie de un árbol a ver si aclara el día, 4 cuando levanta la vista veía una infanta niña peinándose sus cabellos que el aire todo cubría. 6 El encañó la escopeta a ver si era cosa viva: - Tata, tata, caballero, no mate lo que Dios cría; 8 ¿ si usted me quiere llevar en su amable compañía?- El se subió en su caballo, ella se montó en su silla. 10 Caminaron siete leguas, ni una palabra decía; cuando llegaron a España la niña se sonreía. 12 -- ¿ De qué se ríe la infanta, de qué se ríe la niña, ríe de mi caballo, de mi ancla o de mi silla? 14 - Ni me río de tu caballo ni de tu ancla ni de tu silla, me río por ver la casa donde mis padres vivían. 16 - Dime de qué tierra eres, en qué parte eres nacida, cómo se llaman tus padres o quién era tu familia. 18 - Mi padre llaman don Juan, mi madre doña María, un hermanito que tengo lo llaman don Pedro Díaz 20 y yo por más desgraciada me pusieron Rosalía. - Si estas palabras son ciertas tú eres hermana mía. 22 Ellos trotan su caballo con muchísima alegría hasta llegar a la casa donde sus padres vivían. 24 - Abreme, madre del alma, ábreme, madre querida, que aquí te traigo la prenda por quien lloras noche y día.- 26 Su madre se desmayó y en el suelo cae tendida por recibir la sorpresa de volver a ver su hija. 28 Y allí vivieron juntos lo que les quedó de vida. ROMANCES TRADICIONALES LA INFANTINA Y EL CABALLERO BURLADO CON EL DESENLACE DE LA HERMANA CAUTIVA ( í.~) [ 0164: 2+ 0100: 2+ 0169: 21 Versión de LA RESTINGAdi, c ha por Teodora Padrón Pérez, de 82 años. Recogida por Maximiano Trapero y Elena Hernández Casañas el 19 de febrero de 1982. Don Pedro sale a cazar como diantes que solía, 2 lleva los perros cansados y la hurona perdida; donde le cogió la noche y en el pico una montila, 4 hacia un árbol se arrimó y a ver si aclaraba el día; en el pimpollo más alto vido una infanta niña 6 peinándose sus cabellos que todo el árbol cubría. Tendió el galán su espada por ver si era cosa viva. 8 - No me mates, caballero, no mate lo que Dios cría, siete años que van par' ocho que en el monte estoy perdida 10 comiendo la hierba mora y tomando del agua fria; mi padre por esos montes él a cazar venía 12 y un hermanito que tengo lo llaman don Pedro Elvira. - Si esas palabras son ciertas es usted una hermana mía. 14 ¿ Dónde quiere ir la niña en el anca o en la silla? - En el anca, caballero, por más honra suya y mía.- 16 Allí en medio del camino la niña se sonreía. + Por qué se ríe la infanta, por que se ríe la niña 18 si se ríe del caballo o se ríe de la silla? - Ni me río del caballo ni tampoco de la silla, 20 yo me río del caballero en verle su cobardía. 11 b: Ininteligible en la grabaci6n. LA INFANTINA Y EL CABALLERO BURLADO CON EL DESENLACE DE LA HERMANA CAUTIVA ( La) [ 0164b: 3+ 0100: 3b+ 0169: 361 Versión de TAIBIQU( EE l Pinar), dicha por Nazaria Padrón Febles, de 82 años. Recogida por Maximiano Trapero y Elena Hernández Casañas el 19 de febrero de 1982. [ Otra recitación de esta misma informante publica M. J. Lorenzo Perera, El Folk- ' lore de [ a Isla de E[ Hierro, 198 1, pp. 150- 15 1 .] Se publica, juntamente con la primera recitación mls incompleta, en el (( Apéndicev, núm. 2. ROMANCES INÉDITOS 25 LA INFANTINA Y EL CABALLERO BURLADO CON EL DESENLACE DE LA HERMANA CAUTIVA ( í. a) [ 0164: 4+ 0100: 4+ 0169: 43 Versión de TAIBIQU( EEl Pinar), dicha por Consuelo Quintero Hernández, de 86 años. Recogida por Maximiano Trapero el 27 de septiembre de 1982. Se fue don Pedro a cazar como diantes que solía, 2 lleva los perros cansados y la jurona perdida; arrimóse al tronco'un hrbol a ver si aclaraba el día, 4 y en el pimpollo más alto vio a una hermosa niña peinándose sus cabellos que ricas trenzas tenía. 6 Don Pedro extendió su espada por ver si era cosa viva y la niña le responde: 8 - No me mate, caballero, no mate lo que Dios cría.- El la bajó del árbol y la puso en la silla: 10 - Y ahora me tiene que decir en quC tierra fue nacida. - Yo fui nacida en España, criada en la Berbena, 12 que me soltaron mis padres por ver quién me encontraría. Dos hermanitas que tengo 14 a una la llaman Juana y otra se llama María, y a mí por más desgraciada me pusieron Catalina, 16 y un hermanito que tengo le llaman don Pedro Elvira. - Si esas palabras son ciertas es usted hermana mía.- 18 El se montó en el caballo y ella se montó en la silla. Cuando los padres la vieron quedaron muertos sin vida. LA INFANTINA Y EL CABALLERO BURLADO CON EL DESENLACE DE LA HERMANA CAUTIVA ( í. a) [ O164 5+ 0100: 5+ 0169: 57 Versión de TAIBIQU( EEl Pinar), dicha por José Pérez Machin, de 81 años. Recogida por Maximiano Trapero y Elena Hernández Casañas el 19 de febrero de 1982. Se fue don Pedro a cazar como maña que tenia, 2 lleva los perros cansados y la hurona perdida; donde le cogió la noche fue en una oscura montiña, ROMANCES TRADICIONALES 75 4 donde cae la nieve a copos, donde mana el agua fría. Allí se arrimó a una mata a ver si aclaraba el día; 6 en el pimpollo más alto estaba una blanca niña peinándose sus cabellos, la mitad del árbol cogían. 8 Cogió el buen galán su espada por si era cosa viva. - No me m
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Calificación | |
Título | Romancero de la Isla del Hierro |
Autor principal | Trapero, Maximiano |
Autores secundarios | Hernández Casañas, Elena ; Siemens Hernández, Lothar |
Tipo de documento | Monografía |
Lugar de publicación | Madrid |
Editorial | Seminario Menéndez Pidal de la Universidad Complutense de Madrid |
Fecha | 1895 |
Páginas | 214 p. |
Datos serie | Romancero general de las Islas Canarias, 3 ; Fuentes para el estudio del romancero. Ultramarina, 3 |
Materias |
Romanceros Literatura oral |
Tamaño de archivo | 12 Mb |
Digitalizador | ULPGC. Biblioteca Universitaria |
Formato Digital | |
Texto | ~ omancerog neral be las & las Qanarias, fumo 33a, impreso en pabrib, año 1985 pleroeiho Q ebifabo por Po publica sobre la música por en colaborariún ron el píothar ~ i e m e n sF ernánbez Qabilbo insular bel Fierro CREATEDTHROUGHTHEGENEROUSPATRONAGEOFTHE NATIONAL ENDOWMENT FOR THE HUMANITIES AND THE U. S. - SPANISH JOINT COMMITTEE FOR CULTURAL AND EDUCATIONAL COOPERATION 1985 SEMINARIO MENENDEZ PIDAL CABILDO INSULAR DE EL HIERRO MAXIMIANO TRAPERO Impreso en España - Printed in Spain Unigraf, S. A. Fuenlabrada ( Madrid) I. S. B. N.: 84- 600- 3966- 8 Depósito legal: M. 22.826- 1985 ~ NDICEG ENERAL Advertencia editorial El Romancero en El Hierro . Noticia introductona ................................... 1 . La isla y su folklore .......................................................................... 11 . Descubrimiento del romancero herreño .......................................... 1 . Primeras muestras de romances herreños .................................. 2 . Nuestra encuesta ........................................................................ 111 . Los informantes .............................................................................. IV . Características del romance herreño ............................................... 1 . Los romances recolectados ......................................................... 2 . Noticia sobre romances no recogidos ......................................... 3 . Importancia del romancero del Hierro ....................................... 4 . Algunos romances de cautivos ................................................... 5. Contaminaciones ........................................................................ V . El canto de romances en El Hierro ................................................. 1 . El canto ........................ i ............................................................. 2 . Los responderes .......................................................................... Romances .................................................................................................. Al . Romances tradicionales o tradicionalizados ................................... B2 . Canciones narrativas modernas tradicionalizadas ........................... B . Romances divulgados en pliegos de cordel ..................................... C . Romances sacros o « rezados » ......................................................... D . Romances de tema local ................................................................ Apéndice . Versiones de la isla del Hierro publicados en colecciones anteriores ........................................................................... La música de los romances en El Hierro . Por Lothar Siemens Hernández ................................................................ fndices ....................................................................................................... 1 . De temas ........................................................................................... 2 . De temas por oden alfabético ........................................................... 3 . Clave temática ................................................................................... 4 . De primeros versos ........................................................................... 5 . De localidades y recitadores .............................................................. Págs . Mapa e ilustraciones ................................................................................. A Marián, que aprendib a leer en los romances y a admirarse con ellos. Y a Manuel Hernández Quintero, herreño, que me enseñó en el grande amor a su tierra. Este ROMANCERO DE LA ISLA DEL HIERRO continúa la serie de pu-blicaciones dedicadas al Romancero de Ultramar iniciada por el Semi-nario Menéndez Pidal en 1969 con la publicación de los dos tomos de Laflor de la marañuela. Romancero general de las Islas Canarias, obra colectiva de la que fue editor Diego Catalán, con la colaboración de Ma-ría Jesús López de Vergara, Mercedes Morales, Araceli González, Ma-ría Victoria Izquierdo y Ana Valenciano. De ahí que esta serie, recien-temente « confirmada » con un nuevo nombre ((( Fuentes para el Estudio del Romancero: Serie Ultramarina))), se inicie, en apariencia, en el vo-lumen tercero, ya que los dos primeros, que constituyen Laflor de la marañuela, salieron sin nombre de serie. El Seminario Menéndez Pidal se complace en poder abrir su « Serie Ultramarina)) a nuevos impulsores de la labor de recogida y edición de romances en el Archipiélago Canario, y, en especial, a Maximiano Tra-pero, quien, desde su participación en el Primer Cursillo Intensivo Teó-rico y Práctico sobre el Romancero Oral, organizado en Segovia y Vi-llablino ( León) por el Seminario Menéndez Pidal, con apoyo del Mi-nisterio de Cultura ( junio- julio de 1980), ha formado parte de su círcu-lo de Colaboradores- correspondientes. Aparte de su continuada parti-cipación en las grandes encuestas colectivas, organizadas en los años 80- 83 por el Seminario Menéndez Pidal por tierras de León, Asturias, Lugo, La Coruña, Orense, Zamora y Segovia, Maximiano Trapero ha realizado una espléndida labor recolectora, personalmente y al frente de un equipo de jóvenes colaboradores, en las Islas Canarias. Fruto de ella es su libro Romancero de Gran Canaria, Z. Zona del Sureste, ( Las Palmas, ICEF, 1982), la obra presente y la que prepara sobre el Ro-mancero de la Gomera, cuya publicación se proyecta en esta misma serie. Laflor de la marañuela reunió, en su día, todas las colecciones de romances canarios conocidas. La aportación tinerfeña fue mucho más 12 ROMANCERO DE LA ISLA DEL HIERRO rica que la de las islas restantes, sin duda debido a la ubicación de la Universidad en La Laguna. En la segunda edición de la obra, que se proyecta, no tendría ya demasiado sentido el dar entrada ( en el segun-do volumen) a la exigua representación de romances herreños allí in-cluida; por eso se reeditan en un apéndice en el presente Romancero de la Isla del Hierro. S. M. P. EL ROMANCERO EN EL HIERRO NOTICIA INTRODUCTORIA ¡ Qué linda la meda y nueva, amor, qué linda la meda! LA ISLA Y SU FOLKLORE La isla del Hierro es la más pequeña de todas las del Archipiélago Canario; tiene una superficie de 278 km2 y está situada en la parte más suroccidental del mismo. Además, es la menos poblada: las estadísticas hablan de 6.508 habitantes en 1900, de 8.849 en 1940, de 5.503 en 1970 y de 6.408 en marzo de 1981, fecha del último censo. Este estancamien-to y aun disminución de sus pobladores en los últimos años se debe fun-damentalmente a la emigración. La isla del Hierro es una tierra de emi-grantes. Cuba, primero ( a caballo entre los dos siglos), y Venezuela, des-pués ( a partir de la década de los cuarenta), y siempre las dos islas ca-pitalinas del Archipiélago, Tenerife y Gran Canaria, han recibido ma-sivamente, a uno y otro lado del Atlántico, a los emigrantes herreños. Recorriendo hoy los pueblos y barrios de'la isla vemos con tristeza mu-chas casas cerradas por falta de moradores y aun pueblos enteros aban-donados. No hay familia que no tenga, al menos, un miembro emigran-te. Por todo ello, desde el propio Archipiélago se denomina al Hierro « la séptima isla)), es decir, la última. Hierro pertenece administrativamente a la provincia de Santa Cruz de Tenerife y sus pueblos se agrupan en dos municipios: el de Valverde, que es a la vez la capital de la isla ( « La Villa)) la llaman los herreños), y el de Frontera, que dividen a la isla en dos mitades equivalentes en extensión y población. El municipio de Valverde tenía, en marzo de 1981, 3.474 habitantes y el de Frontera, 2.934. Siglos atrás Hierro señalaba, en mapas y cartas marinas, el Me-ridiano Cero; luego Greenwich lo desplazó. Pero ni entonces ni ahora suscitó la curiosidad de extraños; la inaccesibilidad de sus costas, por una parte, y las dificultades en las comunicaciones interio-res, por otra, han provocado el apartamiento y el aislamiento de sus pobladores. La isla ha visto salir a muchedumbres; pero, a la inversa, pocos ha visto entrar. Por eso, como se ha dicho, en Hierro todo es añejo. 16 NOTICIA INTRODUCTORIA La complicada orografía de la isla, montañosa y de poca tierra cul-tivable, y otros aspectos demográficos han condicionado los recursos económicos y la actividad laboral de sus habitantes. El pastoreo de ca-bras y ovejas fue desde siempre la actividad predominante y hoy su de-cadencia se debe a la prohibición de pastar en el monte y en la Dehesa, amplia extensión de tierras altas y despobladas que era de propiedad comunal. Le siguen en importancia el cultivo de árboles frutales ( al-mendros, higueras, manzanos y durazneros) y el de la vid. Muy recien-temente se ha implantado en las tierras bajas y volcánicas de El Golfo el cultivo del plátano. Por sus costas, y sobre todo en La Restinga, la pesca artesanal es la otra actividad que ocupa a cierto número de sus gentes. Y nada más. La industria puede decirse que aún no ha entrado en la isla y que las que se denominan así no pasan de ser estrictamente familiares. La propia artesanía ( cestería, hilados y utensilios de made-ra) no ha alcanzado la fama que en otras de las Islas Canarias, y su pervivencia se debe más a su funcionalidad doméstica que al propósito de vender « souvenirs » y miniaturas para el turista. Ni siquiera el turis-mo, el sector que ha despertado bruscamente al resto de las islas del Archipiélago, ha llegado al Hierro. En fin, una economía primaria que se desenvuelve en el ámbito familiar y que se adapta a la extrema se-quedad del suelo y a la escasez de lluvias. El muy limitado nivel de desarrollo que ha alcanzado la isla se debe, aparte de a la escasez de agua, a las dificultades de comunicación, tan-to interiores como exteriores, al exiguo número de sus habitantes y a una cierta desidia administrativa de los poderes públicos por resolver los graves problemas que la isla ha tenido desde siempre. Unos pocos datos darán idea del estado de incomunicación en que han vivido los herreños hasta muy recientemente. El Puerto de la Estaca, único lugar de acceso por mar, no fue terminado hasta apenas hace 25 años y los barcos que arribaban a sus costas tenían que descargar pasajeros y mer-cancías en botes que los arrimasen a tierra. El aeropuerto de que ahora se dispone permite ver con cierto optimismo el futuro de la isla; pero su entrada en funcionamiento data de mediada la década de los setenta y sus mínimas dimensiones no permiten la arribada de aviones mayores de los del tipo « Foker » . Las comunicaciones interiores hasta hace muy pocos años no pasaban de ser pistas de tierra y caminos de herrería y aún hoy faltan carreteras que unan todos los puntos de población de la isla y las que existen han tenido que salvar enormes dificultades. En los diez o quince últimos años la inauguración del aeropuerto y el as-faltado de la mayoría de las carreteras que cruzan la isla ha hecho po-sible que la isla del Hierro se haya despertado de un varias veces cen-tenario sueño y sus tierras y sus gentes vean hoy cosas que antaño les estaban vedadas. La comunicación humana y la llegada indiscriminada LA ISLA Y SU FOLKLORE 17 de visitantes y turistas están rápidamente estandarizando la vida, hasta ahora añeja, singular y admirable, de la isla. Ese aislamiento secular en que ha vivido la isla ha permitido que conserve sus viejas tradiciones con un grado de « pureza » verdaderamen-te sin igual. Y ha sido precisamente esta particularidad íjunto con al-gunos otros aspectos de su arqueología, geología, botánica y zoología) la más destacada en los estudios dedicados a la isla. 1 Sometida y ocupada en el primer tercio del siglo xv por las tropas de Juan de Bethencourt, ya desde los primeros cronistas de la conquis-ta de Canarias se habló una y otra vez de la forma tan particular que tenían de cantar y de bailar los herreños. Así, Abreu Galindo, francis-cano de Las Palmas, que escribió en 1602 su Historia de la conquista de las siete Islas de Canaria, la obra que reúne el mayor número de da-tos sobre los habitantes prehispánicos de las Canarias, dice de los del Hierro: Era la gente de esta isla muy triste, de mediana estatura. Canta-ban de manera de endechas tristes en el tono y cortas. Bailaban en rueda y en folía, yendo los unos contra los otros para delante y tor-nando para atrás, . asidos de las manos, que parecen pegados unos con otros y muchos; y en estos bailes eran sus cantares, los cuales, ni los bailes, hasta hoy los han dejado. 2 Estos (( cantares muy lastimeros, cortos, a maneras de endechas, y muy sentidos ... que mueven a compasión a los oyentes)), que decía otro cronista, 3 son las famosas endechas canarias de las cuales Torriani nos dejó una muestra de las del Hierro en lengua aborigen: ~ imerahanázi nu zinuha Ahemen aten haran hua Zu Agarfú fenere nuza. Y su traducción al castellano: Que lleven aquí, que traigan aquí, qué importa, leche, agua y pan si Agarfa no quiere mirarme. 4 1 Por citar s610 dos de los mLs completos, cf. SebastiLn Jiménez Shnchez, « Danzas y canciones de la isla del Hierro » , en Revista de Dialectologia y Tradiciones Populares, 111 ( 1947), pp. 302- 315; y Manuel J. Lorenzo Reina, El folklore en la isla de El Hierro ( Santa Cruz de Tenerife: Ed. Interinsular Canaria, S. A., 1981). 2 Fr. Juan de Abreu Galindo, Historia de la Conquista de las siete Islas de Canaria ( Santa Cruz de Tenenfe: Goya Ediciones), 1977, p. 87. 3 Cf. Agustín Millares Carlo, « Una crónica primitiva de la conquista de Gran Cana-ria)), en El Museo Canario, V ( 1935), p. 57. Leonardo Torriani, Descripción e historia del reino de las Islas Canarias, antes Afor-tunadas, con el parecer de sus fortificaciones, Ed. de A. Cioranescu ( Santa Cruz de Te-nerife, 1959), pp. 201 y SS. 18 NOTICIA INTRODUCTORIA No estamos en condiciones de decir cuáles de aquellos modos per-manecen inalterados en el folklore actual de la isla; solo que las ende-chas han desaparecido y sus bailes y canciones son ya otra cosa de las descritas por los cronistas primitivos. Un dato importante respecto al desarrollo del folklore posterior a la conquista nos lo proporciona, en el siglo XVIII, un viajero que llegó a la isla, don José Antonio de Ur- . . . .. . . . . . - . - - -. . . . -. .. . . . . . - . . . .. tusáustegui, quien describió en sus Memorias la forma en que le obse-quiaron a su llegada a El Pinar. Me obsequiaron con una huelga de bailes a su modo, que acom-pañan con mucha agilidad, así hombres como mujeres, especialmente una especie de contradanza muy bonita que llaman « cruzar » o el « bai-le de los tres)), compuesta de un hombre, que ha de ser muy ligero y robusto, y de tres muchachas ágiles, al son de cierto « guinso » o tam-bor y flauta, cantando en este ínterin endechas o corridos con mucha gracia y expresión, aunque en tono melancó1ico. s Según comentan los editores de Laflor de la marañuela ( p. 3), este baile de los tres herreño se basaba ya, evidentemente, en el canto de ro-mances, pues no otra cosa son los corridos a que Urtusáustegui alude. De entre los bailes que en la actualidad se consideran « auténticos » herreños destacan el vivo ( la única danza pantomímica que pervive en Canarias), el tango herreño ( de posible influencia moriscab), el baile de la Virgen ( denominado así por ser el que se baila en la Bajada de la Virgen de los Reyes), el santo, elflaire y el Conde de Cabra. De entre los cantares: el arrorró, los cantares de trabajo ( arando, segando, co-giendo higos, cortando hoja y moliendo), cada uno de ellos con coplas particulares referidas a la faena correspondiente, y la meda. 7 Sobre la meda nos detendremos después, por ser la música con que se cantan los romances. Los instrumentos musicales con que acompañan todas o casi todas estas danzas y cantares son las chácaras ( especie de castañuelas gigan-tes de madera, elpito ( flauta travesera de madera rematada en sus ex-tremos con aros de hierro galvanizado o, en la actualidad, totalmente de metal) y el tambor, de gran tamaño y de forma cilíndrica, con cuero de cabra. 5 Cf. D. Darias Padrh, Noticias históricas del Hierro ( La Laguna, 1929), p. 291. 6 CP. Lothar Siemens Hernández, (( Algunos datos sobre la música de moriscos en Ca-narias)), en Homenaje a Elías Serra Rafols, IV ( La Laguna de Tenerife, Universidad de La Laguna, 1973), pp. 381- 389. 7 Cf. Lothar Siemens HernAndez, Lo música en Canarias ( Las Palmas de Gran Ca-naria: El Museo Canario, 1977), y Talio Noda Gómez, La música tradicional canaria hoy ( Las Palmas de Gran Canaria, 1978). LA ISLA Y SU FOLKLORE 19 Del folklore herreño interesan aquí, muy especialmente, por su re-percusión en el romancero de la isla, la Bajada de la Virgen y las loas. La Bajada es la fiesta mayor del Hierro. Cada cuatro años la imagen de la patrona, la Virgen de los Reyes, que tiene su ermita en el lugar más apartado y desierto de la isla, la Dehesa, es bajada en procesión hasta la capital, Valverde, distante unos 40 kilómetros, en cuyo templo parroquia1 permanece durante nueve días expuesta al culto de los isle-ños. Durante el recorrido, pasa por los límites de todos los pueblos y sus habitantes respectivos compiten en agasajos y honores a la patrona. Pero al margen del rito religioso, La Bajada es un auténtico encuentro folklórico. En ella se manifiestan las costumbres y usos más viejos y tra-dicionales: se baila ininterrumpidamente el baile de la Virgen, sustitu-yéndose los danzarines según pasa la imagen por cada término, se can-tan o se recitan romances viejos, se improvisan loas y los pastores ha-cen sus ofrendas y rituales propios; allí se saborean las comidas y los dulces típicos, allí salen a relucir los aperos y utensilios más viejos y de-susados, allí se viste a la usanza antigua, allí se cumplen votos y pro-mesas, allí se gritan ajijides; en fin, todos bailan, todos cantan, todos tocan y todos rezan. Es tradición que estas Bajadas se iniciaron a prin-cipios del siglo XVII ( inicialmente sin regularidad, y cada cuatro años a partir de la segunda mitad del siglo XVIII), como consecuencia de unas rogativas iniciadas por los pastores para implorar las lluvias que palia-sen las crueles sequías que aquejaban a la isla. Como quiera que la sa-lida de la Virgen de la ermita coincidih con abundantes lluvias se tuvo aquello por milagro y se hizo promesa de institucionalizar la romería. Las loas herreñas - o por deformación fonética lobas- son com-posiciones en verso octosílabo, con estructura estrófica de cuatro ver-sos, rimando en asonancia los pares, nacidas del ingenio de cualquier isleño con el propósito de alabar, satirizar o condenar cualquier acon-tecer de la isla. Aunque existen y se siguen haciendo loas sobre cual-quier tema y con cualquier sentido, las más extensas y las más celebra-das son las dedicadas a la Virgen de los Reyes, a quien se recitan ge-neralmente con motivo y en el día de su Bajada. Seguramente esta tra-dición poética herreña nació con ese propósito piadoso de alabanza a la Virgen y de ahí el nombre de loa. Lo cierto es que la costumbre ha arraigado de tal manera que los compositores populares de loas han pro-liferado y los mejores han alcanzado reconocimiento en toda la isla. Loas cualquiera puede hacer; pero al cabo de los años algunos, sobre todo mujeres, han llegado a un grado de (( profesionalismo)) q ue les ha dado nombre y fama. La relación de las loas con los romances es, en muchos aspectos, es-trecha: ambos son relatos en verso octosílabo y, aunque las loas se ca-racterizan por su estructura estrófica de cuatro versos, esa estructura 20 NOTICIA INTRODUCTORIA se da también en los « romances » de tipo vulgar. Sin embargo, los pro-pios recitadores tienen clara conciencia de los límites respectivos de los dos géneros y saben muy bien qué es un romance y qué es una loa. Pero no es de extrañar que cuando se da en una misma persona la con-dición de recitador de romances y de compositor de loas los fallos de memoria en aquellos sean sustituidos por modos, estilos y versos de és-tas. Este es el caso, por ejemplo, de Ana Hernández Montero, de quien hablaremos más tarde por ser una de nuestras mejores informantes, no-table poetisa popular, caso absolutamente extraordinario de memoria y de facilidad para la versificación, pues, aun siendo casi analfabeta, re-cuerda todas las loas que ella misma ha hecho a la Virgen de los Reyes desde que tenía 11 años, y eso que en cada Bajada compone y recita una. 8 Pues bien: cuando su memoria flaquea y no recuerda los versos tradicionales de un romance viejo, echa mano de su recurso improvisa-dor y cubre la laguna con nuevos versos y hasta con nuevas historias. Ejemplos de ambos casos tendremos ocasión de ver más adelante. 9 8 Sirva de ejemplo la loa compuesta por Ana Hernlndez a la Virgen de los Reyes en 1917, cuando tenía 11 años, que publicamos adelante con el núm. 136. 9 Vid., por ejemplo, los números 65, 83, 85 y 94. DESCUBRIMIENTO DEL ROMANCERO HERREÑO 1 . Primeras muestras de romances herreños No es la nuestra la primera encuesta romancística que se hace en el Hierro o con habitantes del Hierro, pero sí es la primera y única que se ha dedicado con exclusividad al romancero y que se ha hecho con sistematicidad. Por ello lo conocido hasta ahora del romancero herre-ño no pasaba de ser una muestra insuficiente, de no más de una vein-tena de romances, del gran tesoro romancístico que se guardaba en la isla y de cuya existencia hacían sospechar la antigüedad, pureza y con-servadurismo de sus tradiciones. La flor de la marañuela, subtitulado Romancero General de las Is-las Canarias, lo que reunía en sus dos tomos todo lo que en Canarias se había recogido desde finales del siglo XIX de romancero tradicional isleño, dio a conocer doce romances del Hierro. Siete habían sido re-cogidos por María Jesús López de Vergara en 1954, de labios de Petra Padrón Reboso, una herreña de Valverde, de 85 años, residente en San-ta Cruz de Tenerife ( la recolectora nunca llegó a hacer encuestas en la isla del Hierro). Otras tres versiones pertenecían al archivo romancísti-co de Menéndez Pidal: dos fueron recogidas por José Batllorí en 1904 y una por García Sotomayor y Manrique de Lara. Las otras dos habían ya sido publicadas por J. Pérez Vidal," habiendo sido recogi-das, respectivamente, por Valentín Díaz Espinosa y Alfonso Armas Ayala, sin datos de lugar, informante, fecha de recolección ni cualquier otro. Posteriormente, en 1974, se editó un disco dedicado a Valentina « la de Sabinosa)), con el título de Cantos y coplas populares de la isla del Hierro, 12 y en él esta extraordinaria mujer, desgraciadamente ya fa- 10 Ed. de Diego CatalAn ( Madrid, Seminario Menéndez Pidal y Gredos, 1969), dos tomos. I 1 En RDTP, IV ( 1948), pp. 553- 554 y RDTP, VI1 ( 1951), pp. 273- 274. 12 Ed. por Aries, Madrid, ALS- 1010. 22 NOTICIA INTRODUCTORIA llecida, canta dos nuevos romances: el de La serrana y el del Rescate del enamorado. Por último, en 1981, Manuel J. Lorenzo Perera, en su libro, ya citado, El folklore en la isla de El Hierro, publicó, entre sus abundantísimos materiales folklóricos, ocho versiones de romances tradicionales. En fin, yo mismo, en 1982, en una antología romancísti-ca titulada Canarias: Romances tradicionales13 adelanté alguna de las versiones herreñas inéditas de la colección que ahora publicamos en su conjunto. Aunque corta y exigua, esta muestra sugería ya el gran interés del romancero herreño, pues ponía de manifiesto que en la isla vivían ro-mances raros o incluso no recogidos en el resto de las islas, tales como Flores y Blancaflor y Berna1 Francés. Para completar el panorama ge-neral del romancero en la isla del Hierro hemos considerado de interés reeditar estos romances en un Apéndice. 2. Nuestra encuesta Como parte de un ambicioso plan de recuperación, recolección y es-tudio del romancero canario que completase las lagunas existentes en La flor de la marañuela, ' 4 decidimos hacer una exhaustiva y sistemá-tica recolección en el Hierro, antes que las nuevas formas de vida que ahora de pronto se van imponiendo en la isla trajesen el olvido de un tesoro poético tan estimable. Nuestras primeras encuestas nos conven-cieron en seguida de la urgencia de realizar esa labor: la despoblación de la isla es desoladora; debido a la emigración, no hay apenas jóvenes, y los pocos herreños que quedan en la isla pertenecientes a las nuevas generaciones prefieren otros hábitos a los de sus mayores. Los únicos informantes posibles resultaban así ser los más viejos. Como más ade-lante veremos, la edad media de nuestros cantores es muy alta, por lo que, de seguir así las cosas, en muy pocos años el romancero del Hierro sufrirá pérdidas irreparables, cuando los que ahora guardan los roman-ces en sus memorias mueran. A diferencia de otros lugares de la geo-grafía española en donde hemos hecho encuestas romancísticas, en el Hierro nos ha sido imposible encontrar recitadores jóvenes o de media ' 3 Maximiano Trapero, Canarias: Romances rradicionales ( Las Palmas de Gran Ca-naria, ICEF), 1982. l 4 Los primeros frutos de ese plan pueden verse en el ya citado folleto de Canarias: Romances tradicionales y en Maximiano Trapero, con la colaboracibn de Lothar Sie-mens Hernández, Romancero de Gran Canaria, 1. Zona del Sureste ( Las Palmas, ICEF, 1982), en donde, para muestra de la riqueza extraordinaria del romancero en Canarias, se recogen 504 versiones de sólo cuatro pueblos: Agüimes, Ingenio, Carrizal y Arinaga, de la isla de Gran Canaria. DESCUBRIMIENTO DEL ROMANCERO HERREÑO 23 edad que pudiesen contribuir con una información estimable; los ro-mances están depositados sólo en la memoria de los más viejos, y éstos ya ni los cantan ni los transmiten a las generaciones más jóvenes. Pero, frente a estas notas pesimistas, hay que subrayar el hecho de que los viejos herreños recuerdan con bastante precisión sus romances y tienen una conciencia muy clara de lo que uno busca cuando llega a sus puertas preguntando por romances. Gracias a ello y a la extraordi-naria afabilidad y hospitalidad de todas las gentes herreñas, nuestra ta-rea recolectora fue más que fácil, agradable. Nunca nos sentimos ex-traños y, lo que es más importante para el fruto de la encuesta roman-cística, creemos que ellos tampoco nos tomaron por extraños. Me bas-taba aducir un parentesco cualquiera con alguien de la isla, para que de inmediato fuese admitido como pariente y hasta como amigo. Ni la extensión de la isla, ni el número de sus habitantes es tan grande como para que algún herreño sea un desconocido. Por eso las encuestas pu-dieron ser tan largas como a nosotros nos pareció que debían serlo; sin impedimentos de horarios, labores u obligaciones. Nunca en nuestras encuestas anteriores habíamos recogido tan de corrido tantos romances y de tal calidad como en el Hierro. En la isla del Hierro quedan pocos buenos recitadores de romances, pero los que quedan son de tal calidad y con un repertorio tan extraordinario que difícilmente puede un reco-lector encontrarlos igual por otras partes. En nuestras encuestas preguntábamos por los romances tradiciona-les a la vista del repertorio ya conocido en el conjunto de las islas del archipiélago; pero, a la vez, dejábamos a nuestros informantes que nos dieran sus respectivos repertorios sin grandes intervenciones por nues-tra parte, ya que los informantes herreños conocen muy bien el género romancístico y, llegada la ocasión, actualizan su repertorio sin apenas necesitar la ayuda conductora del encuestador que llega hasta ellos car-gado de manuales de encuesta. La recolección la realizamos en dos momentos, en febrero y en ju-nio de 1982. l5 Durante los días que duraron las encuestas - siete en to-tal- tuvimos ocasión de hacer calas más o menos detenidas en todos los pueblos y barrios de alguna importancia de la isla. Con ello cree-mos que la búsqueda ha sido lo suficientemente extensa y, a la vez, lo suficientemente intensa como para que lo que aquí se recoge sea con-siderado muestra ejemplar y casi total del romancero del Hierro. No du-damos que nuevas encuestas realizadas con nuevos informantes ( y aun con los mismos informantes nuestros) puedan incrementar el número ( 5 Y además entrevistamos, en días sucesivos de septiembre de 1981, a las hermanas Maria, residente habitual en Las Palmas, y Consuelo Quintero Hernández, que se encon-traba de visita. 24 NOTICIA INTRODUCTORIA de versiones de cada romance; pero presumiblemente nada muy signi-ficativo añadirán al estado actual de nuestros conocimientos de la tra-dición isleña. Para su ubicacibn geográfica y administrativa detallamos por orden alfabético los lugares en que hemos realizado encuestas, así como la fe-cha de las mismas y el número de informantes en cada lugar que nos recitaron, al menos, un romance: Las Casas: Barrio de El Pinar, Ayunt. de Frontera, 26- 6- 82, 1 in-formante. Erese: Barrio de Valverde, Ayunt. de Valverde, 25- 6- 82, 1 informante. Guarazoca: Barrio de Valverde, Ayunt. de Valverde, 25- 6- 82, 3 in-formantes. Frontera: en el valle de El Golfo, Ayunt. de Frontera, los días 20- 2 y 26- 6- 82, 3 informantes. Isora: Ayunt. de Valverde, 24- 6- 82, 1 informante. Las Lapas: en el valle de El Golfo, Ayunt. de Frontera, 26- 6- 82, 2 informantes. Los Llanillos: en el valle de El Golfo, Ayunt. de Frontera, 26- 6- 82, 3 informantes. La Restinga: Barrio de El Pinar, Ayunt. de Frontera, los días 19- 2 y 24- 6- 82, 2 informantes. Sabinosa: Ayunt. de Frontera, 22- 2- 82, 6 informantes. San Andrés: Ayunt. de Valverde, 24- 6- 82, 7 informantes. Taibique: Barrio de El Pinar, Ayunt. de Frontera. Los días 19 y 20 de febrero y 26- 6- 82, 15 informantes. Tigaday: en el valle de El Golfo, Ayunt. de Frontera, 26- 6- 82, 4 informantes. Tiñor: Ayunt. de Valverde, 25- 6- 82, 1 informante. Valverde: Capital de la isla, Ayunt. de Valverde, 25 y 26- 2- 82, 2 informantes. Sin lugac 4 informantes. Ha de entenderse que el número de personas interrogadas fue mu-cho mayor que el de las calificadas como informantes. De igual forma, visitamos algunos pueblos en donde no nos fue posible encontrar in-formantes que contestasen a nuestras preguntas; estos fueron los pobla-dos de El Mocanal ( barrio de Valverde), Los Mocanes y Las Puntas ( ambos en el valle de El Golfo) y Tamaduste. No extendimos la encues-ta, por falta de tiempo y por creer que sería difícil hallar en ellos infor-mantes a los minúsculos poblados de La Caleta y Echedo ( en la costa del puerto de La Estaca), Bergara ( en el valle de El Golfo) y Tenesedra ( barrio de Valverde). LOS INFORMANTES Cuando se realiza un trabajo de investigación sociológica interesa principalmente obtener datos sobre el objeto investigado, en este caso los romances. Pero no deben quedar al margen, ignoradas, las condi-ciones de quienes han dado la información y las circunstancias en que ese romancero vive, es decir, quiénes son los que los recitan, qué eda-des tienen, si son mujeres u hombres, cómo los aprendieron, en qué mo-mentos o lugares los cantan, cuántos romances conoce cada informan-te, si se los trasmite a sus nietos, hijos o menores, etc., etc. Lo cierto es que estas consideraciones han sido frecuentemente relegadas en los es-tudios y recopilaciones del romancero tradicional moderno. Y las cosas que se dicen sobre la condición de los informantes se deben más a una impresión general que a una constatación de datos objetivos. Por ello creemos necesario que al lado de una colección de romances aparezcan siempre los datos mínimos sobre los informantes y otros que permitan acercarnos a la forma de vida de ese romancero en un lugar y en unas circunstancias concretas. 16 Para el encuestador de romances tradicio-nales el informante medio es un personaje bien conocido: un hombre o mujer viejo, sentado a la puerta de casa haciendo sus pocas tareas, ve-cino de un pequeño pueblo ( o aldea) apartado y mal comunicado, de pocas letras y de mucha sabiduría, generalmente amable y que siente una especial emoción cuando alguien extraño llega a él preguntándole por sus romances, que es tanto como decir por su vida más íntima. Pero para el lector no iniciado en la tarea de las encuestas y que conoce la materia sólo a través de la imprenta, el informante de romances es un ser absolutamente misterioso y anacrónico. ¿ Cómo es posible que en la época de la televisión, la radio y las computadoras pueda haber gente que se entretenga cantando una poesía que concibe las guerras a base de caballeros y de espadas y que habla de cortesanía en el amor? Es, l 6 Nosotros lo hemos hecho en nuestro Romancero de Gran Canaria, cf. pp. 22- 30. 25 26 ' NOTICIA INTRODUCTORIA pues, conveniente decir quién es ese {( anacrónico y misterioso)) infor-mante; porque, en verdad, no tiene nada ni de lo uno ni de lo otro: es la persona más normal del mundo, quizás no la más apreciada del pue-blo; pero sí, generalmente, la más admirable por su humanidad y saber. De los 55 informantes con que contamos en la isla del Hierro la pro-porción entre hombres y mujeres es la siguiente: Mujeres: 4 1 ( 7434 %) Hombres: 8 ( 14,54%) Sin identificar: 6 ( lO, 9O %) Lo que confirma la tónica general de que sean las mujeres las me-jores y más fieles depositarias de la tradición romancística ( en una pro-porción tan alta respecto de los hombres como va del 80 por 100 al 20 por 100 aproximadamente 17). En cuanto a la edad, los informantes herreños tienen una media muy alta. Divididos en grupos homogéneos de diez en diez años resul-tan las siguientes proporciones: Más de 100 años: 1 informante ( 1,81%) De 90 a 100 años: 3 informantes ( 5,45 %) De 80 a 90 años: 16 informantes ( 29,09 %) De 70 a 80 años: 19 informantes ( 34,54 %) De 60 a 70 años: 5 informantes ( 9,09 %) Menos de 50 años: 2 informantes ( 3,62%) Sin datos: 7 informantes ( 1 2,72 %) Por lo tanto, en la actualidad, más del 75 por 100 de los habitantes del Hierro capaces de recordar romances tienen más de 70 años; o, de otra forma: el 75 por 100 de los romances que hoy es posible recoger en la isla del Hierro están en la memoria de gentes de más de 70 años. 18 Este dato confirma lo antes apuntado que, de seguir así las cosas, en muy pocos años habrá que dar por irremediablemente perdido un te-soro poético tradicional ireemplazable. Siempre se dice que el roman-cero está en vías de extinción, pero nunca nos habíamos encontrado ' 7 Este mismo porcentaje es el que daba nuestra investigación en la zona sureste de Gran Canaria. Cf. Maximiano Trapero, Romancero de Gran Canaria, 1, pp. 26- 27. ' 8 Llegados a un cómputo concreto de las edades reales de cada informante nos da una media de 79,92 años, edad a todas luces altisima. Llama la atención, por otra parte, la extraordinaria longevidad, nada senil, de nuestros informantes, lo que no significa que, milagrosamente, vivan más los que saben romances que los que no los saben, sino sim-plemente que esa longeviaad es la tónica general de los habitantes de la isla, debida sin duda a una vida sana y a unas condiciones especiales que no podemos más que sospechar. , LOS INFORMANTES 27 con un panorama tan manifiestamente dramático para la supervivencia del género en un ámbito geográfico tan reducido. 19 Otro dato de indudable interés es el número de romances que es ca-paz de retener en la memoria cada uno de los informantes. Nunca pue-de decirse que el resultado de una encuesta con un informante es el re-fiejo total y fiel de su repertorio, porque siendo el romancero un género en permanente estado de recreación en la memoria de cada recitador, ni aun él mismo tendrá conciencia exacta de cuál es el número de ro-mances que sabe, mucho menos cuando una persona extraña y de im-proviso se presenta ante él pretendiendo que actualice en un momento lo que ha sido aprendizaje de toda una vida. A todos los recolectores nos ha pasado alguna vez que vueltos al cabo del tiempo sobre un mis-mo informante éste nos ha sabido decir nuevos temas no recordados en la primera entrevista y aun los mismos con adiciones muy notables. 20 Con todo, el cómputo de cuántos romances ha recordado cada infor-mante es un índice de la vitalidad del romancero en ese punto geográ-fico entre los mejores depositarios de la tradición. En el Hierro no es fácil encontrar a recitadores cuyo repertorio ro-mancístico sea elevado. Al margen de la importancia intrínseca que cada romance recordado tenga desde el punto de vista histórico, cuestiones que escapan siempre a la consideración del informantez1 y que preocu-pan sólo al estudioso y crítico del romancero, los informantes que sa-ben de cinco a diez pueden considerarse unos buenos recitadores22 Un solo romance: 18 ( 32,72%) De 2 a 5 romances: 17 ( 30,90%) De 5 a 10 romances: 9 ( 16,36%) Más de 10 romances: 7 ( l2,72 %) Sin especificar: 4 ( 7,27 %) l9 En la isla de Gran Canaria nuestra investigación daba el siguiente resultado: de los 132 informantes que tuvimos, el 45, s por 100 estaban comprendidos entre los 40 y los 60 años y la media aritmética de edad era de 54 años. Cf. Maximiano Trapero, Romancero de Gran Canaria, 1. pp. 27- 28. 20 Un caso ejemplar de lo que decimos es, en la misma isla del Hierro, el de Nazaria Padrón Febles quien en la segunda entrevista nos recitó como nuevos los números 4, 67, Ap. 21, Ap. 25 y además ofreció unas versiones bien distintas a las de la primera entre-vista de los números 66, 76 y 78. 2' El romancero viaja y se asienta en cada lugar indiscriminadamente, al margen de tentativas o iniciativas programadas de antemano y, en todo caso, pervive y florece o es-casea y muere por otras razones distintas a las que el estudioso quisiera. ** LOS que en su repertorio tienen veinte o más romances son casos excepcionales y casi se les conoce por sus nombres en todo el ámbito de los estudios del romancero tra-dicional. Nosotros tuvimos la fortuna de entrevistar a uno de ellos en un día del verano de 1981 en el curso de una encuesta organizada por la Chtedra Seminario Menéndez Pi- 28 NOTICIA INTRODUCTORIA De entre los buenos recitadores herreños merecen destacarse aquí los siguientes: en primer lugar Nazaria Padrón Febles, de 82 años, re-sidente en El Pinar aunque nacida en El Golfo, que nos cantó 17 ro-mances, todos ellos de un interés extraordinario, algunos rarísimos, y que ante nuestras peticiones de que los cantase y no sólo los recitase se armó de lata y palillos, en ausencia del tambor reglamentario, y cantó y tocó rítmicamente su instrumento improvisado con un sabor a viejo admirable. Nos dijo que los romances los aprendió, cuando niña, de boca de su padre y de su abuelo y que los cantaban en las tareas del campo. Su condición de analfabeta no le ha permitido aprender los ro-mances de pliego que también se vendían por la isla. Concepción Cabrera Acosta, de 93 años, de Isora, que a pesar de una cierta dificultad para la conversación por sus muchos años, nos re-citó 15 romances, rodeada de hija, nietos y vecinas, en una plácida tar-de de verano en la que el ambiente nos permitió hablar largamente de los usos y costumbres antiguos. Su repertorio es también extraordina-rio y rarísimo: a ella debemos bastantes versiones únicas, sobre todo de romances de cautivos, como es el caso de los números 98,99, 100 y 101. Teodora Padrón Pérez, de 82 años, residente en La Restinga y pro-cedente de El Pinar, que nos cantó 12 romances, entre ellos el de Vir-gilios, siendo ella la primera a quien se lo oímos. En esa primera en-trevista no supo decirnos del Virgilios más que los últimos versos; pero en una segunda entrevista, realizada a nuestro encargo por Juana Ca-sañas Quintero, recordó completa esta versión extraordinaria. Claudina García Quintero, de 70 años, de Sabinosa, que a su que-hacer romancístico une también su saber artesanal en el telar y en el bastidor y compone sus loas a la Virgen de los Reyes. La entrevista la realizamos en presencia de su marido y de su hija. Dorotea Quintero García, de 50 años, la única que ha aprendido parte del saber roman-cístico de sus padres y aún lo manifiesta. Como Claudina y su hija Do-rotea saben, además, tocar el tambor, nos cantaron los romances con ese aire y música de « la meda)) y sus continuos (( responderes)), que ha-cen a uno trasladarse a otra época y a otros mundos. Ana Hernández Montero, de quien ya hemos hablado con motivo de las loas, de 75 años, residente en Valverde y procedente de El Pinar, nos recitó doce romances y un sin fin de loas y coplas. La memoria de Ana es tan prodigiosa que parece recordarlo todo; ella supo decirnos romances que nadie más sabía en la isla y nos dio noticia de otros mu-chos rarísimos, como el de Lanzarote y el ciervo delpie blanco, que ase- - da1 en Calzada de la Valdena, un pueblecito de la provincia de León limítrofe a Zamora. Se llamaba Rafaela Crespo, de 73 años, y nos cantó y recitó 62 romances de extraordi-nario valor tradicional. LOS INFORMANTES 29 guraba haber oído alguna vez, aunque no llegó a aprenderlo. A su me-moria se une una capacidad extraña de improvisación y de versifica-ción, de tal forma que sus versiones de romances tradicionales son singularísimas. CARACTERÍSTICAS DEL ROMANCERO HERREÑO l . Los romances recolectados Nuestra colección consta de 175 versiones correspondientes a 68 te-mas romancísticos. 23 Estos los clasificamos en cuatro grupos: A. 1. Tradicionales o tradicionalizados: Del número 1 al 106. A. 2. Canciones narrativas modernas tradicionalizadas: Del número 107 al 109. B. Divulgados en pliegos de cordel: Del número 110 al 116. C. Sacros o « Rezados)): Del número 117 al 133. D. De tema local: Del número 134 al 145. Una clasificación de los romances es siempre una tarea comprome-tida y de difícil aceptación general, porque son varios los criterios que se adoptan para ello. En los Romanceros de la tradición oral moderna se insiste en una clasificación temática: romances épicos, carolingios, históricos, moriscos, bíblicos, clásicos, de cautivos y presos, de amor fiel, de adúlteras, religiosos, etc., etc. Z4 Pero esta clasificación tiene el 23 Para las estadísticas que hemos elaborado, hemos tenido en cuenta diversas com-posiciones no narrativas que no se incluyen en la edición. De los textos ajenos a nuestra encuesta ( véase Apéndice) sólo se han tenido en cuenta 14. Por último, en algún caso se han incluido como textos independientes dos recitaciones de un mismo romance propor-cionadas por un mismo informante. 24 Por ejemplo, la iniciada por Menéndez Pidal en su « Cathlogo del Romancero judío español)), incluido en Los romances de América y otros estudios ( Madrid, Col. Austral, 19727) y continuada y perfeccionada por Samuel G. Armistead en la mayoría de sus tra-bajos. Cf., por ejemplo, El romancero judeo español en el Archivo Menéndez Pidal ( Ca-tálogo Índice de romances y canciones), 3 vols. ( Madrid, Seminario Menéndez Pidal, 1978) [ En adelante Cat. h d . ] , y Romances judeo españoles de Tánger ( recogidospor Za-rifa Nahón) ( Madrid, C. S. M. P., 1978). Igualmente Michelle Débax, Romancero, Madrid, Alhambra, 1982. 32 NOTICIA INTRODUCTORIA inconveniente de ser interpretativa, de ubicar en un grupo a romances que pertenecen o pueden pertenecer a varios y de no distinguir entre los romances que son tradicionales y los que son vulgares o de pliego. Y los que optan por esta segunda clasificación25 con atender a una ti-pología tan general y a la vez tan resbaladiza como es la de los roman-ces tradicionales, vulgares, (( de ciego » o de pliego no llegan, sin embar-go, a un agrupamiento tan específico y tan homogéneo como los de la primera. Últimamente26 se ha pretendido combinar ambas clasificacio-nes pero simplificando y reduciendo las agrupaciones temáticas; por ejemplo: de referente histórico nacional, de referente histórico francés, sobre la mujer en la estructura familiar, sobre la conquista amorosa, de tipo vulgar, de pliego, etc. En realidad ninguna clasificación ha llegado a dar una respuesta convincente a la rica y compleja realidad del ro-mancero y la decisión que cada editor adopte en el momento de dar a conocer su colección responde a una postura personal. Hay incluso quien renuncia a toda clasificación y da de corrido el índice de los ro-mances recolectados, ordenados en todo caso, por otros criterios tales como el número de versiones que ha podido recolectar de cada roman-ce, de mayor a menor, y dando así un reflejo estadístico del estado del romancero en ese lugar o región. 2' La nuestra aquí es también una clasificación mixta. Y lo es a sa-biendas de que otras varias pueden hacerse y de que ésta no es mejor que las otras. En todo caso nos sirve al propósito de indicar el origen de cada romance y su forma peculiar de transmisión en la vida oral. Así, los del cuarto grupo, los de tema local son los que han nacido en la propia isla y tratan sobre algún acontecimiento local, sin que hayan logrado traspasar los límites geográficos en que nacieron. Los otros tres grupos se refieren a romances extendidos por todo el mundo hispánico que es lo mismo que decir por todos los lugares en donde el romancero vive y por tanto son patrimonio general de la literatura en lenguas hisphicas. Los del tercer grupo, los de tipo sacro, se catalogan así desde el pun-to de vista temático por tratar de algún tema de la Sagrada Familia, generalmente sobre los ciclos del Nacimiento y de la Pasión de Cristo, 25 Cf. Lajlor de la marañuela, 2 vols., ed. de Diego Catalán. 26 Cf. Voces nuevas del romancero castellano- leonés ( AIER 1 y 2), 2 vols., ed. de S. H. Petersen ( Madrid, Gredos- Seminario Mentndez Pidal, 1982). 27 Nosotros mismos en nuestro Romancero de Gran Canaria, 1, ya citado, dimos la lista corrida de los temas de que consta la colección sin otra advertencia en la introduc-ción que la pertenencia de cada uno de ellos a los grupos temhticos o de forma de trans-misión y origen de que hemos hablado. Otro ejemplo de este modelo es el Catálogo Folk- Iórico de la Provincia de Valladolid: Romances Tradicionales ( vols. 1 y 11), de Joaquín Díaz, J. Delfín y L. Díaz Viana ( Valladolid, Instituto Cultural Simancas, 1978- 79). CARACTER~ STICAS DEL ROMANCERO HERRERO 3 3 sin distinguir si son tradicionales, es decir, transmitidos oralmente des-de antiguo, o si nacieron y se difundieron a través de los pliegos de cor-del del XVIII o XIX, que de ambos casos hay. Pero interesa decir aquí que en el Hierro estos romances reciben la denominación particular de rezados, de tal forma que el informante isleño distingue claramente en-tre un romance - los de tema profano- y un rezado - los de tema re-ligioso. Y ambos, romances y rezados, se distinguen a su vez de las loas, de las que ya hemos hablado: aquellos porque vinieron de fuera y son antiguos, éstas porque nacieron en la isla y tienen un autor conocido o supuesto. En cambio, no distinguen entre romances religiosos propia-mente dichos y oraciones versificadas, a las que siguen llamando sin dis-tinción « rezados » . 28 El mayor problema llega a la hora de distinguir los romances tra-dicionales de los vulgares. Las notas diferenciadoras alcanzan a su an-tigüedad, a su origen, a la forma de transmisión que haya tenido en la vida oral, a los modos poéticos y al peculiar lenguaje que utiliza cada uno de ellos. El concepto de tradicionalidad tiene límites muy imrreci-sos, difíciles de definir « a priorin y más difíciles aún de aplicar en de-terminados casos concretos. Todos los críticos están de acuerdo en lla-mar tradicionales a aquellos romances que contenidos en los Cancio-neros del siglo xVI han pervivido hasta la actualidad transmitidos oral-mente de generación en generación. Y aún a aquellos otros cantados mo-dernamente que, sin haber sido recogidos en los Cancioneros, se tiene constancia de su existencia en aquel tiempo por otras vías tales como el teatro, las glosas, los libros de música o los pliegos góticos. Es decir, los romances « viejos » , anteriores a 1580,29 bien entendido que algunos de ellos han dejado de ser tradicionales por haber desaparecido de la vida oral. En este sentido son plenamente tradicionales la mayoría de los romances recogidos en el Hierro y catalogados como tales: Virgi-lios, El caballero burlado, Delgadina, Blancaflor y Filomena, Sildana, Las señas del marido, El conde Alarcos, Gerineldo, etc. Pero existen otros que sin ser « viejos » en los límites establecidos por Menéndez Pi-dal, son antiguos y han adquirido en su vida tradicional modos poéti-cos bastantes análogos a los de los romances puramente tradicionales. A éstos se les ha llamado (( romances de ciego popularizados » 30 o « ro-mancero vulgar: narraciones tardías popularizadas » . 31 Algunos nacie-ron a finales del XVI o en el XVII y por lo tanto han gozado ya de una 28 Estas (( oraciones versifjcadasn no narrativas ( La extremaunción, Acto de contric-ción, Arquita chiquita) no se incluyen en la presente edición. 29 Cf. R. MenCndez Pidal, Romancero Hispánico ( Hispano- Portugués. Americano y Sefardg. Teoría e Historia, 11 ( Madrid, Espasa- Calpe, 2. a ed., 196S2), pp. 60 y SS. 30 Cf. Lnji'or de la marañuela, 11, índices, p. 237. 3' Cf. Voces nuevas del romancero castellano- leonés, 11, índices, p. 363. 34 NOTICIA INTRODUCTORIA larga vida tradicional. En nuestra colección son ejemplos de este tipo: El capitán burlado, 32 El indiano burlado, Rapto, Joven liberada por su enamorado, Cautiva y liberada por su marido, La infanticida. Otras na-rraciones « vulgares » son de origen más moderno y pueden estar en me-tro no romancístico, pero se propagan actualmente al lado de los ro-mances. Es el caso de Atropellado por el tren, La pobre Adela ( o Lux aeterna), 33 etc. Y por fin hay otros romances, los denominados « de plie-go de cordel)) o (( romancero de cordeln34 que además de ser relativa-mente modernos ( por lo general, de los siglos XVIII y X~ X) siguen sien-do transmitidos y aprendidos por medio de impresiones populares. Es-tos tienen una estructura y unos modos poéticos propios, que les dife-rencian de los anteriores. 35 En nuestra colección son romances de este tipo: La Pasión ( de entre los religiosos), El hermano incestuoso, Ger-trudis, La doncella que sirve de criado a su enamorado, La hija apri-sionada por sus padres, etc. En nuestra clasificación consideramos « tradicionalizados » tanto a los « viejos » como a los no tan antiguos, pero que la transmisión oral ha dotado de un estilo característicamente derivado de su vida tradi-cional, sin atender a razones historicistas; y como vulgares a los que, siendo modernos, han tenido una vida oral más reducida y no han adop-tado aún los modos poéticos de los tradicionales. Sin embargo entre los de tema sacro no diferenciamos los que son tradicionales de los vul-gares para respetar la denominación general en la isla de « rezados » . Vale la pena exponer y comentar aunque sea brevemente las cifras resultantes de los textos recolectados. Son éstas: Temas Versiones a) Tradicionales 38 ( 55,88%) 125 ( 71,42%) b) De tipo vulgar 8 ( 11,76%) 10 ( 5,71%) c) De tipo religioso 12 ( 17,64%) 25 ( 14,28%) d) De tema local 10 ( 14,70%) 15 ( 8,57%) 12 El capitán burlado es un romance bien conocido en las islas occidentales del ar-chipiélago canario ( cf. Laflor de la marañuela, núm. 87). Fuera de la tradición canaria únicamente se ha documentado entre los sefardíes de Marruecos ( cf. R. Menéndez Pidal, Los romances de América, p. 170 y S. G. Arrnistead, Car. fnd., 11, T 4). 11 Derivado vulgar de una poesía de Juan Menéndez Pidal titulada « Lux aeternan que fue publicada en el Almanaque de la Ilustración Española e Hispanoamericana del año 1889. En Lafior de la marañuela, núm. 63, se incluyen dos versiones y en nuestro Romancero de Gran Canaria. 1, num. 68, otras cuatro. 34 Cf. La flor de la marañuela, 11, pp. 238- 239. 15 Cf. J. Caro Baroja, Ensayo sobre la literatura de cordel ( Madrid, Revista de Oc-cidente, 1969); M. C. García de Enterría, Sociedad y poesía de cordel en el barroco ( Ma- CARACTER~ STICAS DEL ROMANCERO HERRERO 35 El gráfico nos ofrece dos lecturas ya sea interpretado vertical u ho-rizontalmente. Verticalmente nos dice que la primacía del romancero tradicional en la isla del Hierro es total. La columna más indicadora de la realidad es la de la derecha, la de las versiones: nos dice que un 71,42 por 100 de los romances que pueden oírse en la isla son tradicio-nales y si a ellos sumamos los de tipo religioso que en su gran mayoría son tambitn tradicionales obtendremos una cifra aproximada al 83 por 100. Porcentaje altísimo, si tenemos en cuenta que en las encuestas no se ha primado ni discriminado a ningún tipo de romances, y que con-trasta con otras zonas de Canarias, más expuestas a la comunicación y a las novedades culturales, en donde hemos procedido por igual. En la zona del sureste de Gran Canaria, tomando como núcleo los pueblos de Agüimes, Ingenio, El Carrizal y Arinaga, el porcentaje entre roman-ces tradicionales y vulgares era el siguiente: 36 Temas Versiones a) Tradicionales 68 ( 48,22%) 265 ( 5237%) b) De tipo vulgar 73 ( 51,77%) 239 ( 47,42%) La lectura horizontal de la tabla herreña nos dice que los temas tra-dicionales ( incluyendo también a los que lo son de entre los religiosos) tienen la capacidad de reproducirse en variantes en la proporción de 3,75 versiones por tema, mientras que los de tipo vulgar y de tema local sólo alcanzan la proporción de 1,38 versiones por cada tema. Es decir, que cuando en el Hierro se pregunta por romances tiene uno la proba-bilidad de que de cada cinco textos casi cuatro sean tradicionales y sólo uno de tipo vulgar. O lo que es lo mismo, el romancero tradicional vive en variantes, lo cual es su condición natural. 37 El romancero del Hierro confirma también la extraordinaria anti-güedad y conservadurismo de las tradiciones sociales y culturales de la isla. El romancero vulgar apenas si se ha asentado en la isla, cuando en tantos otros sitios compite y aún supera con mucho la vigencia del viejo. El Hierro con sus características de aislamiento secular ha fun-cionado en este aspecto de forma paralela a como lo han hecho las co-munidades judeo- españolas de Oriente. drid, Taurus, 1973), y J. Marco, Liieraturapopular en & paño en los siglos XVIII y XIX ( Madrid, Taurus, 1977), 2 vols. 36 Cf. Maximiano Trapero, EI Romancero de Gran Canaria 1, pp. 30- 32. 37 Cf. R. Menendez Pidal, Romancero Hispánico. 1, pp. 40 y SS. 36 NOTICIA INTRODUCTORIA 2. Noticias sobre romances no recogidos Hemos procurado recoger íntegramente y clasificar cuantos roman-ces nos fueron dichos, por muy fragmentarias que nos pareciesen sus versiones. Sin embargo, cuando éstas no pasaban de dos octosilabos, o los informantes conocían la fábula del romance pero no recordaban su forma discursiva, los hemos desechado. Creemos de interés señalar la existencia caduca de estos romances, pues también puede ser dato im-portante saber lo que existió y ya no existe. Gracias a una informante, Ana Hernández Montero, sabemos, por ejemplo, que el romance de Lanzarole y el ciervo delpie blanco existió en la tradición herreña. Se trata de un tema rarísimo en la tradición mo-derna, del que conocemos tres versiones canarias, las tres de la isla de Tenerife. 38 Nuestra informante nos dijo que alguna vez, de pequeña, lo oyó a alguna persona, y, aunque no recordaba el romance, fue capaz de contarnos la historia. Varios informantes dieron muestra de conocer o, mejor, haber co-nocido el romance religioso Huida a Egipto en una versión similar a la contenida en Laflor de la marañuela, 512, procedente de La Gomera, de la que recordaban, sobre todo, el pasaje de los chochos. Otra informante, María Pérez y Pérez nos dijo haber conocido La doncella guerrera, romance muy popular en todas partes e incluso en Canarias, pero que no hemos podido encontrar en el Hierro. Y otra informante, Lucrecia Morales Quintero, nos dio noticias de otros varios romances desconocidos para nosotros pero con visos de te-ner su procedencia en pliegos de cordel. A pesar de que nos constaba su anterior existencia en el Hierro, no hemos podido recoger ninguna versión de Bernal Francés, romance poco divulgado en la tradición canaria. 39 Aunque no incluido en los pliegos sueltos y romanceros del siglo XVI, ya era famoso a finales del siglo xy40 hoy, sin ser un romance raro, no es muy común en la Pe-nínsula y en el resto del mundo hispánico. La única versión herreña co-nocida está contaminada con Albaniña. Aunque la proximidad temáti-ca de los dos romances justifica la contaminación, el cruce se realiza torpemente, pues el tema de Bernal Francés ( i) acaba en el momento en que el marido encubierto que se ha hecho pasar por el amante se da a conocer: - Si tu marido está en Francia jcómo está detrás de ti? J8 Cf. LnfTor de la moroñuela, números 68, 69 y 70. 39 En La flor de la marañuela se publican tres versiones: dos de Tenerife y una del Hierro. 40 Cf. J. B. Avalle- Arce, Temas hispánicos medievales ( Madrid, Gredos, 1974), pp. 135- 232. CARACTER~ STICAS DEL ROMANCERO HERRERO 37 y, sin embargo, seguidamente la mujer trata de ocultarle que tiene un amante ( ¿ otro?) en la cama conforme ocurre en Albaniña. Otro romance que no hemos conseguido recoger es Santa Zria, a pe-sar de que muchos de nuestros interrogados aseguraban haberlo oído. Ya en 1948 Pérez Vida1 según un informe de Díaz Espinosa hacía no-tar: « ... el romance era muy corriente y conocido hace unos sesenta años. ' Todas las viejas se dan por enteradas del romance apenas les re-cito unos cuantos pasajes, pero son incapaces de recitarlo de una tirada completamente')). 41 NO advertimos qué razón pueda haber para que este romance sea uno de los más populares en el repertorio del resto de las islas y escasease de tal forma en la del Hierro. 3. Importancia del romancero del Hierro De entrada hemos de decir que el romancero que vive en la tradi-ción oral herreña es extraordinario, tanto que difícilmente puede en-contrarse otro lugar de parecida extensión geográfica comparable en la riqueza de su repertorio. Las condiciones históricas, geográficas y so-ciales de la isla seguramente son irrepetibles y, con ellas, sus tradiciones folklóricas y literarias. Cuando se quiere valorar el romancero de una región o de un de-terminado lugar se piensa primero en los temas viejos que allí perviven y, sobre todo, en algunos temas que la tradición moderna ha ido olvi-dando y que son muy difíciles de ok42 Naturalmente no es que sean éstos los que tengan intrínsecamente un valor literario o histórico su-perior a los demás, pero son las perlas más raras del collar, las piezas más codiciadas del estudioso. Su pervivencia se debe en la mayoría de los casos a causas totalmente ajenas a nuestra valoración de ellos; pero el hecho mismo de que unos romances vivan pujantes en la tradición oral y otros languidezcan merece la atención del estudioso del roman-cero. Y al tratarse en este caso de textos difundidos por el mundo en-tero de habla hispana, de inmediato surgen los estudios comparativos. La publicación de Laflor de la marañuela en 1969 puso ya de ma-nifiesto el extraordinario interés del romancero canario en general, 43 confirmando las previsiones que respecto a su antigüedad y conserva- 4 ' J. Ptrez Vidal, « Santa Irene ( Contribucibn al estudio de un romance tradicional))), RDTP, tomo IV ( 1948), 559- 60. 42 ES fácil comprender que no tiene el mismo valor tradicional un romance que vive en un solo lugar o en un ámbito reducido que otro que está difundido y vive por todas partes. 43 Cf. Diego Catalán, Loflor de la marañuela, pp. 3- 46 y Por campos del romancero ( Madrid, Gredos, 1970), pp. 93- 9, 11 1- 1 17. 3 8 NOTICIA INTRODUCTORIA durismo habían intuido mucho tiempo antes Menéndez Pelayo44 y Me-néndez Pidal. 45 Pero al no conocerse aún bien la tradición herreña, que-daban ignorados algunos temas que, al parecer, se han olvidado en el resto del Archipiélago y cuya vida tradicional casi se ha extinguido en el resto del mundo hispánico. Este es el caso de Virgilios, un romance de tema clásico que sólo pervive fuera del Hierro entre los sefardíes de Marruecos y de Oriente y en muy raras versiones peninsulares, y que, indudablemente, es el hallazgo más inesperado de nuestras encuestas; y el de La princesa peregrina, sólo documentado hasta ahora en Por-tugal y sus islas atlánticas, en Galicia y en algunas comunidades sefar-díes del oriente mediterráneo. También son muy singulares, aunque de origen tardío, el de la Cautiva y liberada y el de Rescate del enamora-do, dos romances de los que no hemos logrado noticia alguna ni en re-colecciones recientes ni en Cancioneros antiguos. Estos y algunos otros romances de los recogidos, merecen un comentario particular. El romance de Virgilios debe ser considerado el más extraordinario de los que viven en la tradición herreña. Se trata de un romance viejo del que conocemos varias versiones que circularon impresas en pliegos sueltos de la primera mitad del siglo xv146 y que fue recogido en cuan-tos Cancioneros y Romanceros vulgarizaron la tradición antigua, desde el Cancionero de Amberes, sin año en adelante, pero que, salvo entre los sefardíes de Marruecos y de Oriente47 casi ha desaparecido de la ira-dición oral del mundo hispánico. En España sólo se conocen 4 versio-nes - una de ellas muy fragmentaria- recogidas a principios del siglo xx en el occidente peninsular: en Astudillo y Baltanás del Cerrato ( Pa-lencia), en Uña de Quintana ( Zamora) y en Viana del Bollo ( Orense). 48 Y en Portugal sólo se ha publicado una versión y tengo noticia de otra inédita fragmentaria.@ La pervivencia en el Hierro de este bello romance - al parecer de-saparecido de la tradición de las restantes islas canarias- hace pensar en la relación del romancero canario con el judeo- español. Si las co- 44 Cf. Antología de poetas liricos castellanos. IX, Santander, 2. a ed., C. S. I. C., 1944, p. 162. 45 Cf. « El romancero tradicional en las Islas Canarias)), en Anuario de estudios at-lánticos, 1 ( 1953), pp. 3- 10 y Rom. Hisp., 11, pp. 356- 358. 46 Cf. Menéndez Pidal, Rom. Hisp., 1, pp. 347- 348. 47 Cf. Samuel G. Armistead, Cat. h d . , 1, pp. 247- 254. 48 De las cuatro sólo una está publicada. Cf. Narciso Alonso Cortés, Romances po-pulares de Costilla ( Valladolid, 1906), p. 125. 49 Cf. J. Leite de Vasconcellos, Romanceiro portugués, 2 vols. ( Coimbra, Universi-dade, 1958- 1960), núm. 293. Debo la noticia del hallazgo de una nueva versión a su co-lector Manuel da Costa Fontes que la incluirá en su próximo Romanceiro Trasmontano. Procede de Eiró ( Vinhais). CARACTER~ STICAS DEL ROMANCERO HERRERO 39 munidades sefardíes se han mostrado especialmente conservadoras de este romance en comparación a la Península y al resto del mundo his-pánico no será ocioso pensar que al Hierro pudo llegar por vía de los expatriados judíos, que o bien se establecieron en la isla o bien hicieron escala detenida camino de América o del norte de África. Esta hipóte-sis recibe apoyo en el parentesco que ofrecen las versiones del Virgilios con las del mundo sefardí, mucho mayor que con las versiones peninsulares. 50 Con todo, la tradición herreña nos presenta un modelo textual del Virgilios absolutamente original y que impone una nueva « lectura » del romance. Hasta la fecha se juzgaba al protagonista como un caballero forzador de doncellas, que por ello había sido encarcelado y que al fi-nal es perdonado por el rey ante su resignada sumisión y complaciente paciencia. 5' Sin embargo, en las versiones herreñas Virgilios es un ena-moradizo que cae en las redes seductoras de la doncella o infanta Isa-bel y que por culpa de un equívoco es condenado a prisión. « Ella es quien tuvo la culpa / de usted mandarme a prender)), dice el protago-nista al rey en el verso 16 de la versión 5; o « Voy cumpliendo mi con-dena / la que yo no cometí)) en el verso 8 de la versión 4; por lo que el rey, ante tantas evidencias, le perdona y consiente la boda entre los dos enamorados. En las versiones herreñas se destacan, como trasunto de lo que ya decían las versiones viejas, hermosos versos con que se expresa el mo-tivo de la prolongada prisión que ha arruinado la juventud del corte-sano Virgilios: - Peinando mis cabellos, mis lindas canas también, que cuando entre aquí dentro no pegaba a embarbecer y hoy para mi infortuna me acabo de encanecer. Pero no son menos bellos los versos finales en donde, ya de forma metafórica, ya de forma directa, se especifican las tentadoras (( invita-ciones)) de la seductora Isabel, a las que, un poco irónicamente, Virgi-lios, a fuer de « buen cristiano)) ( verso 14 de la versión 5) no puede negarse: Sobre todo esto y sobre la comparación textual de las versiones herreñas con el resto de las versiones de las demiis tradiciones, cf. nuestro estudio: « El romance de Vir-gilios a la luz de nuevas versiones canarias)), en 111 Coloquio Internacional sobre el Ro-mancero y otras formas poéticas tradicionales, en prensa. Cf. Menhdez Pidal, Rom. Hisp., 1, p. 346; Samuel G. Armistead, Romancero ju-deo- español de Tánger, p. 73; Manuel Alvar, « Los romances de La bella en misa y de Virgilios en Marruecos » , en Archivum, 1V ( 1954), pp. 274- 276, entre otros. NOTICIA INTRODUCTORIA - Estandome yo sentado en la calle de su Merced, se asomase a la ventana la niña doña Isabel; me abana con su pañuelo, con el mío la abané, me convidó de un membrillo fue verdad que comí de él, me convidó con sus brazos, fue verdad que la abracé, me convidó con su cama, fue verdad que me acosté. También llaman la atención algunos arcaísmos léxicos que vienen a subrayar la venerable antigüedad del romance, tales como « yantaréis » ( verso 11 de la versión l), « embarbecer » ( verso 9 de la versión 1), « en-jovenecern ( verso 9 de la versión 4), « vido)) ( verso 1 de las versiones 4 y 5), (( abanar)), ' abanicar' ( verso 12 de la versión 3), (( virar)) ( verso 3 de la versión 4), etc. El Virgilios ha sido catalogado entre los romances clásicos ( al igual que el de Paris y Helena que también se conserva en CanariasS2), por creer que el personaje protagonista es el mismo Virgilio poeta latino y autor genial de La Eneida aunque, eso sí, en circunstancias noveladas por la leyenda medieval. 53 Pero el punto de contacto entre el Virgilios poeta y este caballero enamoradizo y cortesano del romance se ha re-ducido hasta quedar sólo en el nombre. El protagonista pudo ser cual-quier caballero de cualquier corte española de la Edad Media. Otro de los hallazgos más interesantes es, según decíamos, el roman-ce de La princesa peregrina. Como en el caso de Virgilios, la tradición herreña parece ser la única dentro de Canarias que lo conserva. En el resto del mundo hispánico también es bastante raro. En España parece que está refugiado en el Noroeste, en las provincias de Lugo, Orense y en el occidente de Asturias, de donde conozco algunas versiones inédi-tas del Archivo Menéndez Pidal. Se ha documentado también en Por-tugal, las islas atlánticas portuguesas y las comunidades de portugueses isleños establecidas en Estados Unidos y Canadá54 donde es un roman-ce mucho más común; pero, al parecer, donde más abunda es en la isla de Madeira, según pone de manifiesto una encuesta reciente, en la que 52 Cf. La flor de la marañuela, numeros 1, 67 y 489. 53 Cf. A. Duran, Romancero General, BAE X, pp. 51- 52; Menéndez Pelayo, Antolo-gía de poetas líricos castellanos, VII, 2. a ed. ( Santander: CSIC, 1944), pp. 370- 371; y Me-néndez Pidal, Rom. Hisp., 1, pp. 346- 347. S4 Cf. J. Leite de Vasconcellos, Romanceiro portugués. núms. 249- 256. M. da Costa Fontes, Rornanceiro da llha de S. Jorge. « F. E. R. L- B. » 111 ( Coimbra- Madrid: Seminario Menéndez Pidal, 1983), pp. 48- 49; Romanceiro Portugues do Canadá ( Coimbra: Univer-sidade, 1979), pp. 54- 57; Romanceiro Portugues dos Estados Unidos: I. Nova Inglaterra, « F. E. R. L- B. » 1 ( Coimbra- Madrid: Seminario Menéndez Pidal, 1980), pp. 26- 27; Roman-ceiro Portugu2s do Estados Unidos: II. Cdgórnia « F. E. R. L- B. » 11 ( Coimbra- Madrid: Se-minario Menéndez Pidal, 1983), pp. 39- 41. CARACTER~ STICASD EL ROMANCERO HERRERO 41 se han recogido de él nada menos que 20 versiones. 5' También está ex-tendido por todo el ámbito de las comunidades judeoespañolas del nor-te de África y del Oriente; 56 pero sin ser en ellas uno de los romances más frecuentes. En la isla del Hierro es, como en Madeira, muy frecuente y de ello pueden dar fe las 8 versiones que publicamos ( más otras dos versiones contaminadas, una con La vuelta del marido y otra con La vuelta del navegante) y la opinión de otros muchos de nuestros informantes que lo consideraban uno de los romances más sabidos en otro tiempo. La tradición herreña es muy uniforme y apenas si hay diferencias textuales notables. Sin embargo, existe vacilación respecto a su final, pues puede acabar o no con la transformación de los amantes en aves, de forma análoga a la de los amantes de El Conde Niño, remate muy común en la tradición portuguesa. En nuestra colección, de las versio-nes completas, cuatro adoptan ese desenlace pero otras dos no. Otros romances « viejos » conservados en el Hierro son comunes a la tradición del Archipiélago Canario; pero merecen destacarse por su im-portancia para el estudio del romancero general moderno. Es el caso, por ejemplo, de El caballero burlado, La Serrana, La muerte del prín-cipe don Juan, El Conde Alarcos, 57 La vuelta del navegante, etc. 4. Algunos romances de cautivos Especial mención merecen los romances de cautivos conservados en la tradición herreña. Primero, porque son muchos en comparación al índice general de temas recogidos y, segundo, porque son raros en el romancero moderno. En efecto, son romances de cautivos los señala-dos con los números 84, Flores y Blancafloc 110, Joven liberada por su enamorado; 100, Cautiva liberada por su marido; 102, Cautiva y li-berada, y 103, Rescate del enamorado. Está muy cerca también de la temática de los cautivos el número 88, La romería del pescador. De estos romances, sólo Flores y Blancaflor y La romería del pes- 35 Cf. Pere Ferré, Rornances Tradicionais ( Ediqao da Cámara Municipal do Funchal, 1982). 56 Cf. Cat. hd., pp. 365- 366, en donde además de dar noticia de las tres versiones existentes en el Archivo Menéndez Pida1 se contiene una exhaustiva bibliografía de co-lecciones y estudios que tratan sobre este romance. 5' El Conde Alarcos, aunque muy divulgado en todos los tiempos, en pliegos sueltos ( cf. J. Marco, Literatura popular en España en los siglos XVIIIy XIX, 1, pp. 198- 208), es romance relativamente raro en la tradición oral. De Canarias sólo se conocían cuatro versiones, todas ellas de Tenerife ( La flor de la morañuela, nums. 25.1, 25.3, 25.4 y, de forma aproximada, 25.5). 42 NOTICIA INTRODUCTORIA cador eran bien conocidos antes de nuestra recolección. Flores y Blan-caflor, 58 derivado de una narración novelesca de origen medieval fran-cés, divulgada ya en España en el siglo XIV, es un romance bastante di-fundido en la Península, pero rarísimo en Canarias, donde hasta ahora sólo se conocía una versión del Hierro y otra de Gran Canaria. 59 La romería del pescador es bastante común en Canarias. 60 Aunque la versión 90 pueda parecer un romance distinto y de tema local ( en vis-ta de la invocación a la patrona de la isla, la Virgen de los Reyes) cree-mos que se trata de un fragmento de este romance. De Cautiva libera-da por su marido se habían ya recogido dos versiones, una en la isla de La Gomera61 y otra en la propia isla del Hierro; 62 pero de los otros tres no tenemos más noticia que los propios textos ahora recogidos en Hierro. Por su estructura narrativa y su lenguaje parecen romances tar-díos, posiblemente del siglo XVII, popularizados a través de pliegos suel-tos. Los motivos de que constan: la conversión de un moro por amor a una cautiva, en un caso; el rechazo de un pretendiente por parte de los padres de la muchacha y la liberación de ésta del cautiverio en que ha caído por parte del pretendiente rechazado, en otro, son motivos muy propios de las historias narradas en los romances « de ciego » . Más oscura es la intriga de Rescate del enamorado que hemos incluido en este grupo de romances en vista de que la dama acude a « el padre santo el que libra los cautivos » ( versión 103, verso 12). En el contexto de la narración « cautivo » más bien parece significar ' preso' ( y no ' en cautivi-dad en tierra de moros'); pero la liberación por dineros con interven-ción del Padre Santo resulta extraña si es que el amante está simple-mente encarcelado. Los romances de cautivos, al no figurar en los Cancioneros del X ~ I , no han merecido la atención prestada a otros más viejos; tampoco abun-dan en las ediciones modernas de romances. 63 Ciertamente, se conocen muchos romances de cautivos de pliego; pero son relativamente pocos los que han llegado a tradicionalizarse. Y sin embargo debieron can-tarse mucho. No de otra forma podía ser cuando el tema de los cauti- 5s Es el romance número 130 de la Primavera yflor de romances de F. Wolf y C. Hofmann ( reed. M. Menéndez Pelayo, Antología de poetas líricos castellanos, VIII). 59 Laflor de la marañuela, núm. 515. Versión recogida por M. J. López de Vergara en Santa Cruz de Tenerife de la informante herreña Petra Padrón Raboso, de 85 años, natural de Valverde y Maximiano Trapero, Romancero de Gran Canaria, 1, n. o 41. 60 En La flor de la marañuela ( romance núm. 91) se publican 14 versiones. 6' Laflor de la marañuela, versión núm. 504. 62 M. J. Lorenzo, El folklore en la isla de El Hierro, pp. 148- 149. 63 Agustin Durán, en el siglo xix, incluyó ocho en su Romancero General o Colec-ción de romances castellanos anteriores al siglo XVIII, 2 vols., Madrid, BAE, X y XVI, 1945, núms. 1287 y 1295. CARACTER~ STICAS DEL ROMANCERO HERRERO 43 vos fue motivo literario para tantas novelas y comedias en el XVII. El origen y fechación de los que han llegado a nosotros por tradición oral es difícil de establecer. Por su estructura y formas poéticas una mayo-ría de ellos parecen de finales del XVI o principios del XVII, como los recogidos en El Hierro; no es de extrañar, pues fue el momento histó-rico en que la piratería berberisca dominó el Mediterráneo. Son, pues, romances que tienen una base histórica, aunque, como dice J. Marco, esa historia quedó (( desfigurada y encauzada entre veredas novelescas, portentosos milagros y favores que los santos conceden a sus rendidos fieles » . b4 Al ser Canarias uno de los puntos asiduamente atacados por los piratas moros, no es de extrañar que aquí floreciesen esos tipos de romances que enlazaban muy bien con el sentimiento y experiencia de los isleños. 5. Contaminaciones Como en otras ramas de la tradición, el romancero del Hierro ofre-ce abundantes casos de ( contaminación)) de unos temas romancísticos con otros. Unas veces, el proceso se dio ya fuera del ámbito isleño y la tradición canaria no hizo sino heredar el resultado de una fusión temá-tica cumplida antes de que los romances se cantaran en el Archipiéla-go. Tal es el caso, por ejemplo de La infantina, El caballero burlado y La hermana cautiva, temas perfectamente diferenciados en sus orige-nes, pero que la tradición moderna presenta fusionados en todo el N. O. de la Península ( tanto en España como en Portugal), en Extremadura, en Canarias y en Venezuela. Lo mismo ocurre con El Quintado y La aparición de la enamorada muerta, que modernamente tiene mayor di-fusión en su forma combinada que como dos romances autónomos. También tiene difusión extra- insular el remate de El conde Grfos Lom-bardo ( o El conde preso) con el comodín romancístico « No me entie-rren en sagrado)) ( que parece tener su origen en el romance El pastor desesperado); se da igualmente en la tradición del Norte de Portugal y Galicia. Tanto en Canarias como en esa área galaico- portuguesa, el ro-mance acortado convive con otra redacción mucho más extensa en que se conserva el viejo tema de la intervención del sobrino del conde ajus-ticiado; pero en el Hierro no hemos encontrado sino el romance reducido. El nombre que en algunas versiones recibe el conde forzador, Juan Velo, pone de manifiesto que en Canarias, al igual que entre los sefar- Joaquín Marco, Literatura popular en España en los siglos XVIII y XIX. vol. 11, p. 389. 44 NOTICIA INTRODUCTORIA díes de Marruecos, se tendió a identificar los temas, en parte paralelos, de El conde Grifos Lombardo y El conde don Pedro Vélez. 65 Más interesantes que estas contaminaciones bien conocidas en el ro-mancero pan- hispánico son otras que parecen haberse generado en la propia tradición insular. Por ejemplo, en este último romance citado, dos versiones acuden al tema de El robo del sacramento ( VV. 8- 15 en la versión 20 y VV. 8- 14 en la versión 21) para intensificar la crueldad del forzador y su actitud desafiante ante la sentencia del rey. Ocasional-mente, el difundidísimo tema de El caballero burlado, precedido de La infantina y rematado con La hermana cautiva, lleva como prólogo el comienzo del romance de pliego de cordel Gertrudis; el motivo final del reconocimiento de los dos hermanos procedente de La hermana cauti-va sugirió a Carmen Benítez Lima ( o a algún transmisor anterior del romance) que esa hermana perdida podía ser la Gertrudis que perdie-ron sus padres yendo en romería a la ermita de la Esperanza de Dios. También resulta perfectamente natural, desde un punto de vista fa-bulístico, la fusión de La princesa peregrina y La vuelta del navegante que se realiza en la bellísima versión de Ana Hernández ( 87), pues tan-to en uno como en otro romance el protagonista varón se ve forzado a ausentarse y al final la pareja de antiguos enamorados se encuentra cuando uno de ellos ( sea él en La princesa peregrina, sea ella en La vuel-ta del navegante) se halla ya comprometido con otra mujer u otro hom-bre. Y no menos conseguida es la utilización de algunos versos de La princesa peregrina para reforzar la fidelidad de la esposa en La vuelta del marido ( é) que nos dijo Nazaria Padrón Febles en dos ocasiones, con cierta vacilación en la ordenación de los materiales procedentes de uno y otro romance. Un caso especialmente interesante es el de las versiones de Delgadi-na de esta misma recitadora, Nazaria Padrón Febles. El 19 de febrero nos recitó el romance precedido de 4 versos de Silvana, contaminación naturalísima por tratarse de dos romances en que el padre hace reque-rimientos incestuosos a su hija y que se produce con regularidad en bue-na parte de la tradición portuguesa. Aunque otras versiones herreñas carecen de la contaminación y Laflor de la marañuela no registra nin-gún caso, en la isla de Gran Canaria es la forma predominante ( de 10 versiones recogidas por nosotros, 8 presentan la contaminación). 66 Sin embargo, entrevistada esta misma informante el día 26 del mismo mes, por una parte, amplió el segmento tomado de Silvana ( 13 versos) em-palmando mejor las dos historias de acuerdo con otras ramas de la tra-dición; pero, a la vez, volvió a decir el romance de Delgadina precedido 65 Cf. Diego Catalán, Por campos del Romancero, pp. 121- 185. 66 Maximiano Trapero, Romancero de Gran Canaria, 1, núms. 10 y 11. CARACTER~ STICAS DEL ROMANCERO HERRERO 45 de 5 versos de Santa Catalina en sustitución de los 4 ó 13 de Silvana, contaminación también perfectamente lograda, que para nada altera lo esencial de la fábula de Delgadina. No siempre las contaminaciones dan lugar a romances narrativa-mente lógicos. La versión de Matías Hernández Quintero, de 85 años, en que la narración de La infantina + El caballero burlado + La herma-na cauriva se prolonga inesperadamente con un fragmento de Delgadi-na es un sinsentido producido por un fallo de memoria o atención por parte del anciano recitador. Tampoco resulta muy comprensible el re-lato de Ana Hernández Montero, de 75 años, constituido por la escena con que se abre el romance de La infantina, el encuentro del caballero cazador con la (( linda niña)) subida en el árbol y el desenlace de La ro-mería del pescador: La agarró por los cabellos, la subió la peña arriba. Si la peña era de plata, de oro fino se volvía. Los angelitos cantaban, los serafines decían: « Así es como se gana la corona de María.)) Dada la personalidad de la informante ( véase atrás) no sería de ex-trañar que esta versión fuera fruto de la improvisación. Acostumbrada a improvisar « loas » , su facilidad versificadora y su memoria de temas y versos tradicionales ha podido dar como resultado un modo de re-cordar el romancero muy particular. En su repertorio figuran romances de lo más comunes en el Hierro ( como La princesa peregrina, La in-fantina y El caballero burlado, Blancaflor y Filomena y Las señas del marido) y también alguno en versión única dentro de nuestro corpus pero fiel al modelo tradicional canario ( Gerineldo). En cambio su ver-sión de Delgadina parece ser el resultado de una reelaboración impro-visada en el propio momento de la entrevista. Hasta el verso 8 ( quizás hasta el 10) la recitadora sigue fielmente la tradición más común pero a partir de ese momento se inventa una historia totalmente nueva: en ella hay motivos folklóricos, como el del destierro en el monte y la len-gua de un animal como sustituto de la persona desterrada y señal apa-rente de su muerte; 67 hay también contaminación con el romance de Ge-rineldo, aunque sea sólo a nivel del nombre del criado, v. 39, y hay, por último, un retorno al tema de Delgadina en los VV. 32 y 33 con esa alusión idéntica textualmente de (( siete años que van pa ocho » que son 6' Este mismo motivo aparece en el romance de Goiferos cuando el padrastro manda matar en el monte a su hijo y los criados, compadecidos de la inocencia del niño, matan una perrilla ( o una leona), le sacan el corazón y se lo llevan como señal de la muerte del infante. 46 NOTICIA INTRODUCTORIA los que Delgadina lleva encerrada en la prisión / desterrada en el mon-te. Pero hay también mucho de improvisación y de solución mostrenca como el cambio de rima, la irregularidad métrica de algunos versos y sobre todo lo vulgar del lenguaje en muchos de ellos. La historia, desde el punto de vista de la fábula es coherente y puede perfenecer al mundo cultural folklórico de la informante. La verdad es que a lo largo de la recitación la informante no mostró vacilación alguna y los versos in-termedios y finales brotaban de sus labios con el mismo ritmo y segu-ridad que los primeros. Creo, sin embargo, que en esta versión de Del-gadina utilizó tanto su facilidad versificadora como su memoria de ro-mances e historias folklóricas. Otros temas en que también inventa por su cuenta son La infanta preñada o La mala hierba ( núm. 83), El Quin-fado ( núm. 85) y Santa Catalina ( núm. 93). EL CANTO DE ROMANCES EN EL HIERRO 1. El canto No haremos especial mención en la transcripción de los textos si cada una de las versiones ha sido cantada o simplemente recitada. Y ello porque, a pesar de nuestra continua preocupación por la música, 68 en el Hierro todos los romances son cantados o, al menos, todos pue-den cantarse. No quiere decir, por lo tanto, que no hayamos recogido versiones cantadas; al contrario, insistimos mucho en ello y logramos reunir suficientes muestras, algunas de las cuales transcribe Lothar Sie-mens al final de este libro. Si en el Hierro todos los romances se cantan o pueden cantarse es porque para ello se utiliza una misma melodía, « la meda)), con el acom-pañamiento de un tambor que marca repetitivamente el ritmo. Así que cuando nos encontremos con un informante o, mejor, un grupo de in-formantes que puedan repartirse los papeles de solista y coro, respec-tivamente, y además el solista sepa tocar el tambor, podremos oír sin dificultad un romance cantado. Cuando por el contrario nos encontre-mos con un informante a solas y éste no tenga especiales dotes para el canto, la respuesta más común a nuestra insistencia de que nos cante el romance que previamente ha recitado sera « Bueno, es lo mismo que la meda, pero yo no sé cantar. » Es decir, el canto de los romances en el Hierro exige un acto comunitario, mientras que el recitado puede re-servarse para la intimidad. La forma de interpretarse un romance cantado en el Hierro es la mis-ma que Pérez Vida1 describe para la isla de La Palma. 69 Pero hay una 68 Cf. Maximiano Trapero, « El romancero y su música)), en Revista de Folklore, núm. 15, Valladolid, 1982. 69 Cf. J. Pérez Vidal, (( Romances con estribillo y bailes romancescow, en RDTP, IV, Madrid, 1948, pp. 197- 241; reeditado con importantes ampliaciones en la revista El Mu- 48 NOTICIA INTRODUCTORIA variación importante: mientras en La Palma, según nos dice nuestro au-tor70, e1 relato del romance se divide en estrofas de cuatro versos octo-silabos, es decir, en cuartetas, a cada una de las cuales le sigue el « res-ponder)) o estribillo romancístico, en el Hierro ese responder - que tam-bién se llama así- se intercala cada verso dieciseisílabo. Por ejemplo, nuestro romance de La princesa peregrina ( núms. 7- 14) se canta de la forma siguiente: Solista: Malhaya la cinta verde causadora de mi mal. Coro: Malhaya la cinta verde causadora de mi mal. Solista: Siendo yo pequeña y niña quise a un pulido galán. Coro: Malhaya la cinta verde causadora de mi mal. Solista: Lo quise dentro del alma, lo quise y lo supe amar. Coro: Malhaya la cinta verde causadora de mi mal. Etc. Es decir, un solista - que es además quien suele tocar el tambor-va cantando el relato romancistico, mientras un coro repite el respon-der cada dos hemistiquios. El estribillo es el mismo a lo largo de todo el romance y lo único esencial para su utilización es la coincidencia en la rima. Aunque el fenómeno es el mismo - la canción narrativa interrum-pida por un estribillo- la modalidad herreña apunta, sin embargo, a un arcaísmo mayor que el palmero. En efecto, a pesar de que el adita-mento lírico del estribillo es práctica rarísima en el romancero hispáni-co de todas las épocas71 éste se adopta con mayor frecuencia en el ro-mancero nuevo que en el antiguo. Pero el romancero nuevo trae con-sigo otras innovaciones importantes en cuanto a la métrica: la división del romance en estructuras de dísticos o cuartetas octosilábicas en que sólo riman los pares: Este hecho ha confundido por largo tiempo a in-vestigadores y estudiosos, tanto nacionales como foráneos; pero lo cier-to es que, como dice Menéndez Pidal, « la cuarteta, o mejor dicho, dis-tico, no existió en la versificación de los romances viejos y populares, aunque la música con que más tarde se los solía cantar agrupase los oc-tosilabos de cuatro en cuatro » . 72 Y aquel mismo modelo versificador seo Canario, núms. 31- 32, Las Palmas, pp. 1- 58; y, finalmente, « El estribillo en el roman-cero tradicional canario)), en J. Pérez Vidal, Poesía tradicional canaria ( Las Palmas, Edi-ciones del Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria, 1968), pp. 11- 43, por la que citamos. 70 Ibíd., p. 15. 71 « El romancero antiguo - dice Menéndez Pidal- no gustaba del estribillo » ( Rom. Hisp., 1, p. 145). Los casos en los que se halla son muy raros: en el romance de la Pér-dida de Alharna: « ¡ Ay de mi Alhama!~ e, n el de la Muerte delprincipe de Portugal: ((¡ Ay, ay, ay, qué fuertes penas, / ay, ay, ay, qué fuerte mal!)), en alguna versibn de Lanzarore: « De velar viene la niña, de velar venía!)), y algún otro. 72 Menéndez Pidai, Rom. Hisp., 1, p. 123. EL CANTO DE ROMANCES EN EL HIERRO 49 de los romances viejos en tiradas bimembres de dieciseisílabos es el que pervive con absoluto predominio en el romancero tradicional moderno. La unidad métrica y sintáctica del romancero tradicional sigue siendo la del verso largo bimembre. Nos encontramos, pues, con que los romances cantados del Hierro siguen fieles a la práctica romancística más antigua, cuando los de La Palma y de otros lugares que aún conservan el estribillo adoptan fór-mulas más modernas. El caso del Hierro73 sería el Único en todo el mun-do hispánico que aún conserva el canto narrativo interrumpiendo las frases musicales según la versificación más primitiva. Porque tanto el responder de La Palma como los estribillos conocidos en los romances antiguos y modernos ( Pérdida de Alhama, Muerte del Principe de Por-tugal, la danzaprima de Asturias y algunos otros casos raros) interrum-pen el relato romancístico cada cuatro octosílabos. Lo curioso de la práctica herreña es que no sólo se sujeta a los romances tradicionales viejos, tales como La serrana, El caballero burlado o La princesa pere-grina, sino que se extiende a todo tipo de romances: a los de tipo vul-gar y de pliego, como Gertrudis o Doncella que sirve de criado a su enamorado, e incluso a los de tema religioso local, como$ u Bajada de la Virgen de los venezolanos. De todos ellos tenemos ejemplos canta-dos con sus correspondientes responderes en la forma que hemos indi-cado; pero no de los religiosos, los llamados « rezados » , que, por su na-turaleza, no son cantados. Hay que advertir que esta forma tan peculiar y primitiva de cantar los romances no es hoy común a todas las Islas Canarias. Pérez Vidal, en su artículo, con mucha prudencia, atestigua que el estribillo es prác-tica imprescindible en el romancero de La Palma, que es el único que conocía personal y directamente, y añade en nota que (( también en Te-nerife y en el Hierro se cantan los romances con acompañamiento de estribillo, repetido cada cuatro versos por el coro)). 74 Pero esas noticias son indirectas: la de Tenerife debida a Juan Bethencourt Alfonso y la del Hierro a varios estribillos que le había hecho llegar un poeta popu-lar, ciego, natural de aquella isla. « Sin embargo - añade Pérez Vidal-no sé, con seguridad, si en ambas islas los romances se cantaban con estribillo en todas las ocasiones. Ni si en las demás islas del Archipié-lago existió alguna vez esta costumbre » . 75 La prudente cautela de Pérez Vidal no ha sido tomada por igual por quienes, generalizando, y des- 73 Desconocemos aún de forma directa la fórmula que se sigue en este aspecto en la isla de La Gomera, otra de las islas en que las tradiciones culturales populares permane-cen poco menos que inalterables. Entre nuestros propósitos inmediatos esta su estudio. 74 Pérez Vidal, op. cit., p. 11, nota 1. 75 Ibíd., p. 12. 50 NOTICIA INTRODUCTORIA conocedores de la realidad geográfica y variedad romancística de las is-las, han dicho que el romance con estribillo es común a todas las Ca-narias. Y no es así. Lo es sin ninguna duda en las islas de La Palma y del Hierro; tenemos noticias indirectas de que también lo es en La Go-mera; pero no es ésa la práctica general en el resto de las islas. De nues-tra investigación por el sur y otras zonas de Gran Canaria hemos reco-gido 504 versiones, 203 de las cuales fueron cantadas, y ninguna de ellas poseía responder ni los informantes conocían tal práctica. Aquí se can-tan los romances de la misma forma que se cantan en Castilla o en otros lugares del mundo hispánico. Igual ocurre en las islas más orientales de Fuerteventura y Lanzarote de donde tenemos pequeñas muestras. Y res-pecto a Tenerife, a pesar de la noticia que nos da Bethencourt Alfonso de que « el segador que quiere llevar la voz prorrumpe de pronto en un ajijide, que es contestado por el rancho, entonando de seguido el dís-tico, que sirve de estribillo a la multitud, para corearle al final de cada cuarteto » , 76 podemos decir que no es tampoco la práctica común. En el espléndido romancero de Tenerife, que llena por completo el primer tomo de La por de la marañuela, de las 393 versiones que se recogen sólo 28 llevan su responder, pero casi todos correspondientes a una zona geográfica muy localizada: la de Los Realejos, La Cruz Santa e Icod. Las apreciaciones de Bethencourt pueden estar referidas a esa mis-ma zona y no tener validez para toda la isla. Eso, claro, contando con que del romancero de Tenerife no conocemos su música porque no se recogió, y por lo tanto nada sabemos a ciencia cierta de la forma en que se cantan allí los romances. En fin, si a la pervivencia en la isla del Hierro de temas romancís-ticos tan raros, a las versiones tan interesantes que allí se conservan y al extraordinario repertorio que allí vive unimos esta forma de cantar los romances tan peculiar y arcaica, no dudaremos en considerar el ro-mancero herreño como uno de los de mayor interés para el conocimien-to de las prácticas más antiguas en el romancero tradicional general. 2. Los responderes El « responder » es el estribillo que se utiliza en el canto de los ro-mances; por lo menos en las islas canarias de La Palma y Hierro. Se le llama así porque, efectivamente, es la respuesta que el coro da al relato romancístico de un solista. Pérez Vida1 estudió minuciosamente los res-ponderes de La Palma y logrb reunir un repertorio de 300, asegurando EL CANTO DE ROMANCES EN EL HIERRO 5 1 . conocer más. 77 En la isla del Hierro no nos ha sido posible recoger tan-tos; pero sí los suficientes como para poder dar una muestra de esta pe-culiarísima tradición lírica isleña. Algunos coinciden con los de La Pal-ma; pero otros, en su mayoría, son originales. El responder es inseparable del romance en su forma cantada; de tal forma que un responder sin romance no tiene función ( a no ser cuan-do, como modernamente se ha hecho, se ensartan un conjunto de ellos y se cantan como si de un romance se tratara. Así hemos tenido opor-tunidad de oírlos en nuestras encuestas). Cuando un romance se sigue cantando, se utiliza para él un mismo responder. Para La Serrana: - ¡ Qué linda la meda y nueva, ay, amor, qué linda la meda! Para La princesa peregrina: ¡ Malhaya la cinta verde causadora de mi mal! Para Rescate del enamorado: Verde no se arranca el lino, ni seco, sino amarillo. Para Cautiva y liberada: Corre el agua, corre el agua y allegando al mar se para. Etcétera. Hay algunas excepciones. Por ejemplo, para el romance Doncella que sirve de criado a su enamorado en la versión 112 se uti-liza el responder: ¡ Qué lindo manzano y sano, siempre qué lindo manzano! mientras que para la versión 115 se utiliza: En la palma de mi mano traigo un corazón pintado. 77 J. Pérez Vidal, « Responderes » , en Poesía tradicional canaria, pp. 45- 75. 52 NOTICIA INTRODUCTORIA Para el romance Aparición y Bajada de la Virgen de los Reyes al-ternan o pueden alternar: Por ver a mi Madre amada no siento la caminada. No siento, porque si siento, entonces no siento nada. Y algunos otros. Lo importante es que el segundo verso del responder tenga la misma asonancia que el romance. De esta forma pueden com-binarse o alternarse cuantos responderes se quieran. Los hay que debieron nacer como expresión lírica independiente y después se acoplaron al romance, como, por ejemplo: iAy, del rosal cogí la rosa! iAy, qué flor maravillosa! iAy, qué flor maravillosa, del rosal cogí la rosa! Si canto me tienta el sueño y si no canto me duermo. Pero otros nacieron con posterioridad al romance y precisamente para responder a ese romance en concreto, por ejemplo, para Blanca-flor y Filomena: Blancaflor y Filomena duermen en cama de seda para el de La Bajada de la Virgen de los venezolanos: La corona de María vengo a ver con alegría o para La Virgen buscando a Cristo: Bendito sea el palo donde murió el Soberano. Y los hay, incluso, que al dejarse de cantar el romance han llegado a formar parte inseparable del texto, sin que el recitador tenga ya con-ciencia clara de si se trata de un responder o del primer verso del ro-mance, como ocurre en La Princesa peregrina con iMal haya la cinta verde causadora de mi mal! EL CANTO DE ROMANCES EN EL HIERRO 53 Otros, en cambio, aún sin que el informante cante, siguen teniendo in-dependencia del texto romancístico al que pertenecen y el recitador así te lo dice cuando empieza su recitación. Por ejemplo: ¡ Qué linda, María, linda, siempre qué linda, María! en la versión 84 de Flores y Blancaflor; ¡ Qué linda María, niña, siempre qué linda María! en la versión 22 de La infantina; o Corre el agua, corre el agua y, allegando al mar, se para en la versión 102 de Cautiva y liberada. Por su temática los responderes son muy variados. Los hay que son simples exclamaciones para ponderar la belleza de una flor ( ver más ade-lante los responderes 6a y 6b), el poder cautivador de un canto ( respon-der l), la hermosura de un árbol ( responder 4), una mañana soleada ( responderes 2a y 2b), etc. Los hay que son de tipo amoroso, exclama-ciones de una mujer respecto a su enamorado o de éste respecto a su dama ( ver los responderes 11, 12, 15 y 16). Los hay que expresan una sentencia o la sabiduría que la experiencia da de las cosas, aunque siem-pre en forma poética ( 7a, 10, 13, 14, 27, 28, 30, 32 y 33). Los hay que exaltan la devoción y alaban a la patrona de la isla, la Virgen de los Reyes ( 17, 18, 19 y 20). Los hay de tema cristológico ( 21, 22, 23, 24, 25 y 26). Y los hay, en fin, que pretenden hacer gracia a la concurrencia y prueban el ingenio del creador del responder ( 27, 29, 31, 32 y 34). Muestra de que también los responderes son lírica tradicional po-demos citar las distintas variantes producidas sobre un mismo modelo, bien sea por confusión fonética, por distintas combinaciones Iéxicas so-bre una misma estructura sintáctica ( 1, 2a, 2b, 3a, 3b y 4), por inver-sión de la estructura paralelística ( 6a y 6b) o por ambos fenómenos jun-tos ( 17 y 19). Sin pretender la exhaustividad, pues no nos propusimos de expro-feso recoger los responderes, damos a continuación un repertorio de los mLis famosos en la isla. NOTICIA INTRODUCTORIA 1. ¡ Qué linda la meda y nueva, ay, amor, qué linda la meda! 2a. ¡ Qué linda mañana, dama, ay, amor, qué linda mañana! 2b. ¡ Qué linda mañana, dama, dama, qué linda mañana! 3a. ¡ Qué linda María, niña, siempre qué linda María! 3b. ¡ Qué linda María, linda, siempre qué linda María! 4. ¡ Qué lindo manzano y sano, siempre qué lindo manzano! 5. ¡ Qué cinta lleva en el pelo el don Alonso Romero! 6a. ¡ Ay, del rosal cogí la rosa! ¡ Ay, qué flor maravillosa! 6b. iAy, qué flor maravillosa, del rosal cogí la rosa! 7. Verde no se arranca el lino ni seco, sino amarillo. 8. ¡ Mal haya la cinta verde causadora de mi mal! 9. Blancaflor y Filomena duermen en cama de seda. 10. Corre el agua, corre el agua y allegando al mar se para. 11. En la palma de mi mano traigo un corazón pintado. 12. Te vi lavar, linda dama, tu linda pierna en el agua. 13. Si canto me tienta el sueño y si no canto me duermo. 14. Sobre el risco la retama fluye bien pero no grana. 15. Por la cumbre va mi amada con el santo de mudada. 16. Desde que te vi yo dije: jAy Dios, qué chica hermosa! EL CANTO DE ROMANCES EN EL HIERRO 17. Por ver a la Madre amada no siento la caminada. 18. No siento, porque si siento, entonces no siento nada. 19. Por venirte a ver, Maria, no siento perder el día. 20. La corona de Maria vengo a ver con alegría. 21. Bendito sea el palo donde murió el Soberano. 22. Murió Cristo en el madero; jmuerto y gobernando el cielo! 23. Al pie de la cruz me muero; como Cristo en el madero. 24. Al pie de la cruz me muero; ¡ qué dichosa muerte espero! 25. Si veis sangre derramada cogedla, porque es sagrada. 26. De los remedios espero escalón para ir al cielo. 27. Viene la vieja al pesquero a morir en el anzuelo. 28. Dios anace la cebada y Dios aviene a granada. 29. Ya yo me comí el carnero y me bebí el vino bueno. 30. Por debajo ' el miradero yo vi salir el lucero. 3 1. Si me dan del vino bello yo ahora cargo el camello. 32. Al bajar de la ladera me asenté en la corredera. 33. ¡ Qué serenamente nada el pez en la mar salada! 34. ¿ Quién ha visto en el Jorado un naranjero plantado? ROMANCES A. 1 . ROMANCES TRADICIONALES O TRA DICIONALIZADOS VIRGILIOS ( é) [ 0400: 11 Versión de SABINOSdAi, c ha por María Pérez y Pérez, de 77 años. Recogida por Maximiano Trapero y Elena Hernandez Casañas el 20 de febrero de 1982. Estando el rey en misa vio entrar a una mujer 2 toda vestida negro y a sus criados también. A los suyos les pregunta: - ¿ Quién es aquella mujer? 4 - La madre de Virgilio, el que usted mandó a prender. - No se acuerde Dios de mí si yo me acordaba de él; 6 cuando salgamos de misa a Virgilio iré a ver.- - ¿ Qué haces aquí, Virgilio, en esta cárcel de pie? 8 - Peinando mis cabellos, mis lindas canas también, que cuando entré aquí dentro no pegaba a embarbecer 10 y hoy para mi infortuna me acabo de encanecer. - Cuéntame tú la verdad y conmigo yantaréis. 12 - Sí señor, sí se la cuento, ni un punto le negaré: Estando yo paseando por casa de su merced 14 se ha asomado a la ventana la hermosa doña Isabel; me convidó de un membrillo, me convidó y comí de él; 16 me convidó con su amor y yo con lo mío respondé.- Aquí se celebran las bodas de Virgilio y de Isabel. VIRGILIOS ( é) [ 0400: 21 Versión de LA RESTINGdAic, ha por Teodora Padrón Pérez, de 82 años. Recogida por Maximiano Trapero, Juana Casañas y Elena Hernhndez Casañas el 19 de febrero de 1982. Estando el rey en misa vio entrar a una mujer 2 toda vestida de negro y a sus criados también. A los suyos les pregunta: - ¿ Quién es aquella mujer? 4 - Es la madre de Virgilio, el que usted mandó a prender. - No se acuerde Dios de mí si yo me acordaba de él; 60 ROMANCES INÉDITOS 6 cuando salgamos de misa a Virgilio quiero ver.- - ¿ Qué haces aquí, Virgilio, en esta cárcel de pie? 8 - Peinando mis cabellos, mis blancas canas también, que cuando entré aquí dentro no pegaba a embarbecer 10 y hoy para mi infortunio me acabo de encanecer. - Cuenta la verdad, Virgilio, que yo te libertaré. 12 - Estando yo paseando en calle de su merced se ha asomado a la ventana la reina santa Isabel; 14 comiendo estaba un membrillo y me convidó a comer, yo comí de su membrillo y de su amistad también; 16 me convidó pa su cama y en su cama me acosté. Venga la muerte y me lleve si ésta la verdad no es. 1- 10. En una entrevista anterior la informante sólo había recitado desde el verso 11 hasta elfinalpor-que no recordaba el comienzo. En la entrevista posterior al indicarle el mncipirw. recitó la ver-sión completa. VIRGILIOS ( é) [ 0400: 31 Versión de Los LLANILLOdSi, c ha por Eladia Padrón y Ramona Padrón de 91 y 68 años respectivamente. Recogida por Maxirniano Trapero y Elena Hernández Casañas el 22 de junio de 1982. Estábase el rey en misa vio entrar a una mujer 2 toda cerrada de luto y a sus criadas también. Preguntó el rey a los suyos: - ¿ Quién es aquella mujer? 4 - Es la madre de Virgilio, el que usted mandó a prender. - Dígase luego la misa, que a Virgilio voy a ver.- 6 - ¿ Qué haces ahí, Virgilio, en esa cárcel de a pie? - Peinando mis blancas canas, que cabellos solían ser. 8 - Cuenta la verdad, Virgilio, e irás conmigo a comer. - La verdad de Dios me falte si un punto le negaré: 10 Estándome yo sentado en la calle de su merced se asomase a la ventana la niña doña Isabel; 12 me abana con su pañuelo, con el mío la abané; me convidó de un membrillo, fue verdad que comí de él; 14 me convidó con sus brazos, fue verdad que la abracé; me convidó con su cama, fue verdad que me acosté. Varianres: - 86 vendrás c.; - 96 p. no contaré; - 1 la a su v ROMANCES TRADICIONALES VIRGILIOS ( é) [ 0400: 41 Versión de TAIBIQU( El Pinar), dicha por Nazaria Padrón Febles, de 82 años. Recogida por Maximiano Trapero el 26 de junio de 1982. Estando el rey en misa vido entrar una mujer 2 toda vestido de luto y sus criados también. Se vira el rey pa su gente: - ¿ Quién es aquella mujer? 4 - Es la madre de David, el que usted mandó a prender. - Que Dios no se acuerde de mí si yo me acordaba de él; 6 dígase la misa aprisa que a David quiero ir a ver.- - ¿ Qué haces ahí, David, en esa cárcel de pie? 8 - Voy cumpliendo mi condena la que yo no cometí, que cuando entré en esta cárcel empezaba a enjovenecer 10 y ahora que estoy aquí empezando a encanecer. - Cuenta la verdad, David, dirás conmigo a comer. 12 - La verdad de Dios me falte, ni un punto le negaré. 40 Al preguntar después al informanie si el personaje se llamaba Virgilio, dudó al principio, pero ji-nalmenre aseguró que si. - 8a Estoy pagando. En una segunda recitación. VIRGILIOS ( é) [ 0400: 51 Versión de ISORAd, icha por Concepción Cabrera Acosta, de 93 años. Recogida por Maximiano Trapero y Elena Hernández Casañas el 24 de junio de 1982. Estando el rey en misa vido entrar una mujer 2 toda vestida de negro y las criadas también. Entonces fue y se acercó y les preguntó a los de él: 4 - Mira que no la conozco ¿ quién será aquella mujer? - Es la madre de Verginio, el que usted mandó a prender. 6 - No se acuerde Dios de mí si yo me acordaba de él.- Cuando acabada la misa a Verginio se fue a ver. ROMANCES INÉDITOS - ¿ Qué haces aquí, Verginio, en esa cárcel de a pie? - Peinando mis blancas canas, que negro cabello fue. - Cuenta la verdad, Verginio, conmigo vas a comer. - El Señor me niegue el alma si yo le he negado a usted: yo pasé por la calle, miré para su ventana y vi a doña Isabel con un membrillo en la mano convidándome a comer y yo, como buen cristiano, fue verdad que comí de él. Ella es quien tuvo la culpa de usted mandarme a prender. VIRGILIOS ( é) [ 0400: 61 Fragmento de SAN ANDRES, dicho por Juan Morales Armas, de 87 años. Recogido por Maximiano Trapero y Elena Hernández Casañas el 24 de junio de 1982. ( Confesaba que había sido ella la que lo había provocado, que ha-bía sido invitado) - Cuenta la verdad, Virgilio .................................................. ................................. 2 - Si ésta es la verdad, Virgilio, vente conmigo a comer. LA PRINCESA PEREGRINA ( á) [ 0720: 11 Versión de TAIBIQU( EEl Pinar), dicha por María y Consuelo Quintero Hernández, de 78 y 86 años respectivamente. Recogida por Maximiano Trapero e1.27 de septiembre de 1982. Publicada por M. Trapero, Canarias: Romances Tradicionales, p. 47. iMal haya la cinta verde causadora de mi mal! Que siendo pequeña y niña quise a un polido galán; 2 lo quise dentro del alma, lo quise y lo supe amar; los parientes lo supieron y lo mandaron a retirar. ROMANCES TRADICIONALES 4 Yo me fui de tierra en tierra y de lugar en lugar. - ¿ Quién ha visto por aquí un polidito galán? 6 Lleva por nombre don Pedro y sobrenombre don Juan. - Ese galtin, mi niña, es casado en mi lugar, 8 que tiene mujer bonita y por ti no la ha de dejar. - Si tiene mujer bonita, Dios se la deje gozar, 10 si niños pequeños tiene, Dios se los deje criar.- En estas palabras y otras pasó por allí don Juan: 12 - ¿ Qué haces por aquí, mi niña, de tu tierra natural? - En busca de tus amores donde los vine a encontrar.- 14 - De esos amores, mi niña, tú ya no puedes gozar.- La niña cayó difunta en los brazos de don Juan. 16 Don Juan le hizo un entierro como de hermana camal; y sin salir de la iglesia ya doblaban por don Juan. 18 A ella la entierran en la pila y a él delante del altar; de ella salió una paloma, de él un rico gavilán; 20 la reina como envidiosa pronto los mandó retirar y allí formaron un vuelo pa la gloria celestial. Variantes: - 146 ya no p. alcanzar. LA PRINCESA PEREGRINA ( á) [ 0720: 21 Versión de ISORA, dicha por Concepción Cabrera Acosta, de 93 años. Recogida por Maximiano Trapero y Elena Hernández Casañas el 24 de junio de 1982. ¡ Mal haya la cinta verde causadora de mi mal! Siendo yo muchacha y niña quise a un pulido galán; 2 lo quise dentro del alma, lo quise y lo supe amar; los vecinos lo han sabido y lo han mandado a enviar. 4 Andaba de tierra en tierra y de lugar en lugar. - ¿ Usted ha visto por aquí un pulidito galán? 6 El es alto y muy buen puesto, de mi tierra natural. - Este joven que usted dice es casado en mi lugar; 8 tiene una mujer bonita, por usted no la ha dejar. - Si tiene mujer bonita Dios se la deje gozar, 10 si tiene niños chiquitos Dios se los deje criar.- Con estas palabras y otras cata aquí llega don Juan. ROMANCES TRADICIONALES LA PRINCESA PEREGRINA ( a) [ 0720: 41 Versión de LA RESTINGAdi, c ha por Teodora Padrón Pérez, de 82 años. Recogida por Maximiano Trapero y Elena Hernández Casañas el 18 de febrero de 1982. Siendo yo pequeña y niña quise a un pulido galán; 2 mis padres que lo han sabido me han mandado a mudar. Andando de pueblo en pueblo y de lugar en lugar 4 se presenta un caballero - ¿ Qué haces aquí, mi niña, que haces por este lugar? 6 - En busca de mis amores y no los puedo encontrar, tiene por nombre don Pedro por apellido don Juan. 8 - Esos amores, mi niña, es casado en mi lugar; tiene una mujer bonita, por usted no ha de dejar. 10 - Si tiene mujer bonita, Dios se la deje gozar, si tiene niños pequeños, Dios se los deje criar.- 12 Ellos en estas palabras por allí llega don Juan: - ¿ Qué haces por aquí, niña, que haces por este lugar? 14 - En busca de mis amores donde los vine a encontrar. - De mis amores, mi niña, ya no puedes alcanzar.- 16 La niña cayó difunta en los brazos de don Juan. Repicando por la niña y doblando por don Juan. 18 De ella nació una paloma de él un rico gavilán; alma han volado los dos a la gloria celestial. 20 Eso sirve de escarmiento para el que lo quiera mirar: los padres que tengan hijos no los estorben a casar. 11 LA PRINCESA PEREGRINA ( 4) [ 0720: 51 Versión de SABINOSAdi, c ha por Claudina Garcia Quintero, de 70 años. Recogida por Maximiano Trapero y Elena Hernández Casañas el 20 de febrero de 1982. iMalhaya la cinta verde causadora de mi mal! Siendo yo pequeña y niña quise a un pulido galán; 2 Mis parentes se enteraron y lo mandan a enviar. 66 ROMANCES INÉDITOS Yo ando de tierra en tierra y de lugar en lugar: 4 - ¿ NO me han visto por aquí un pulidito galán? Es un caballero hermoso, por nombre tiene don Juan. 6 Ese caballero, niña, es casado en mi lugar. - Si tiene mujer bonita, Dios se la deje gozar, 8 si tiene niños pequeños, Dios se los deje criar.- Con estas palabras y otras pasa por aqui don Juan. 10 - ¿ Qué haces por aquí, mi niña, qué has devenido a buscar? - En busca de tus amores y aqui los vine a encontrar. 12 - Mira, antes no quisistes, ahora no, que no hay lugar.- La niña se cayó muerta en los brazos de don Juan 14 y él le hizo un entierro como a una hermana carnal. Cuando salen del entierro, ya doblando por don Juan, 16 y los dos fueron creciendo a la gloria celestial. Madre, la que tienes hijos, no les puedes escasar. LA PRINCESA PEREGRINA ( á) [ 0720: 61 Versión de GUARAZOCdAic, h a por Asunción Padrón, de 66 años. Recogida por Maximiano Trapero y Elena Hernández Casañas el 25 de junio de 1982. iMal haya la cinta verde causadora de mi mal! Siendo yo pequeña y niña quise a un pulido galán; 2 quíselo dentro del alma y también lo supe amar; supiéronlo sus parientes mandáronmelo a estorbar. 4 Fuime de pueblo en pueblo y de lugar en lugar. - ¿ Quién ha visto por aquí a un pulidito galán? 6 El es blanco y encarnado, por nombre lleva don Juan. - Ese caballero, señora, es casado en mi lugar, 8 tiene una mujer muy buena, Dios se la deje gozar, tiene una niña pequeña, Dios se la deje criar.- 10 En estas palabras y otras viene llegando don Juan. Allí se arrojó la niña a los brazos de don Juan; 12 allí se finó la niña, allí se dejó finar. Cuando llegan del entierro, ya doblando por don Juan. 14 Por eso siempre se ha dicho: (( matrimonio no apartar)). ROMANCES TRADICIONALES LA PRINCESA PEREGRINA ( á) [ 0720: 71 Fragmento de TAIBIQU( EEl Pinar), dicho por Mana Morales Quintero, de 101 años. Recogido por Maximiano Trapero el 19 de febrero de 1982. i Malhaya la cinta verde causadora de mi mal! Siendo yo pequeña y niña quise a un polido galán; 2 quíselo dentro del alma, quíselo y supe amar; mis parientes lo supierón, pronto lo mandaron a retirar. 4 Yo me fui de tierra en tierra y de lugar en lugar. - ¿ Quién ha visto por aquí un polidito galán? 6 Lleva por nombre don Pedro, por sobrenombre don Juan. LA PRINCESA PEREGRINA ( 4) [ 0720: 81 Fragmento de TAIBIQU( EEl Pinar), dicho por Argelia. Recogido por Maximiano Trapero y Elena Hernández Casañas el 20 de febrero de 1982. iMalhaya la cinta verde causadora de mi mal! 2 Siendo pequeñita y niña quise a un pulido galAn; lo quise dentro del alma, lo supe y lo quise amar; 4 los padres que lo supieron me lo mandan a quitar. ROMANCES INÉDITOS EL CONDE GRIFOS LOMBARDOS ( 0.0) + EL PASTOR DESESPERADO ( 0.0) [ 0118: 1+ 0101: 11 Versión de Los LLANILLOdSic, ha por Eladia Padrón, de 91 años. Recogida por Maximiano Trapero y Elena Hernández Casañas el 26 de junio de 1982. Preso llevan al rey conde, preso y bien aprisionado, 2 por robar una doncella en el llano de Santiago. - O te has de casar con ella o has de morir degollado. 4 - Y si muero degollado no me entierren en sagrado; entiérrenme en ese monte en vereda de ganado, 6 onde pasa el corderito el postrero y el temprano; pónganme un brazo por fuera con un letrero en la mano.- 8 Y el letrero habla y dice de qué murió ese cristiano: « Ni murió de tabardillo ni de punta de costado, 10 que murió de mal de amores que es un mal desesperado.)) EL CONDE GRIFOS LOMBARDOS ( 0.0) + EL PASTOR DESESPERADO ( 0.0) [ O1 18: 2+ 0101: 21 Versi6n de TAIBIQU( El Pinar), dicha por Matias Hernández Quintero, de 85 años. Recogida por Maximiano Trapero y Elena Hernández Casañas el 20 de febrero de 1982. A Juan Velo llevan preso, preso y bien aprisionado, 2 por llevarse una doncella en el llano del Jorado. Si acaso lo mataran no lo maten en sagrado; 4 enterraran10 en el monte en vereda de ganado, por donde pasa el corderito el postrero y el temprano; 6 déjenle el brazo por fuera con un letrero en la mano, con un letrero que dice de qué murió ese cristiano: 8 (( No por delitos que ha hecho ni por hombres que ha matado, por llevarse una doncella en el llano del Jorado. » ROMANCES TRADICIONALES EL CONDE GRIFOS LOMBARDOS ( á. 0) + EL PASTOR DESESPERADO ( Ú. 0) [ 0118: 3+ 0101: 31 Versión de SANA NDR~ dSi, c ha por María Hernández, de 67 años. Recogida por Maximiano Trapero y Elena Hernández Casañas el 24 de junio de 1982. Preso llevan a don Juan, preso y bien aprisionado, 2 no por robos que él ha hecho ni por gente que ha matado, por robar una doncella en el llano de Santiago. 4 - O te has de casar con ella o has de morir degollado. - Ni me he de casar con ella ni he de morir degollado; 6 entiérrenme en esos montes en vereda de ganado, donde pasta el corderito el postrero y el temprano; 8 me dejan un brazo fuera con un letrero en la mano.- El letrero habla y dice de qué murió; este cristiano: 10 « No murió de tabardillo ni de punta de costado, que murió de mal de amores que es un mal desesperado.)) EL CONDE GRIFOS LOMBARDOS (&. o) + EL PASTOR DESESPERADO @. O) Versión de TAIBIQU( EE l Pinar), dicha por Nazaria Padr6n Febles, de 82 años. Recogida por Maximiano Trapero y Elena Hernández Casañas el 20 de enero de 1982. [ Otra recitación de esta misma informante publica M. J. Lorenzo Perera, El Folklore de la Isla de El Hierro, 1981, p. 149.1 Se publica juntamente con la recitación de 1981 en el « Apéndice » , num. 1. ROMANCES INÉDITOS EL CONDE GRIFOS LOMBARDOS @. o) + EL PASTOR DESESPERADO ( á. 0) [ O1 18: 5+ 0101: 51 Fragmento de LA RESTINGAdi, c ho por Teodora Padrón Pérez, de 82 años. Recogido por Maximiano Trapero y Elena Hernández Casañas el 19 de febrero de 1982. A Juanillo llevan preso, preso y bien aprisionado 2 por robar una doncella en el llano de Santiago. ..................................... ................................... - Si me llevan a enterrar no me entierren en sagrado; 4 entiérrenme en medio del monte por donde pasa el ganado, con un letrero por fuera y un letrero en la mano: 6 « No murió de tabardillo ni tampoco de costado, que murió de mal de amores que es morir desesperado.)) EL CONDE GRIFOS LOMBARDOS ( á. 0) + EL ROBO DEL SACRAMENTO ( á. 0) + EL PASTOR DESESPERADO @. O) [ 0118: 6+ 0079: 1+ 0101: 61 Versión de TAIBIQU( EEl Pinar), dicha por M. Mercedes Padrón Chaves, de 79 años. Recogida por Maxirniano Trapero y Elena Hernández Casañas el 19 de febrero de 1982. Preso llevan al rey conde, preso y bien aprisionado, 2 no por delitos que ha hecho ni por hombres que ha matado, por forzar una doncella en el camino ' Santiago. 4 La dama, como discreta, al rey se le ha presentado. - O te has de casar con ella o te has de morir ahorcado. 6 - Ni me he de casar con ella ni he de morir ahorcado. que tres delitos mayores he hecho y no me han matado. 8 Maté a mi padre y mi madre y a toditos mis hermanos, y con una hermanita mía tengo dos hijos paganos: 10 Uno lo piqué en la mesa, otro lo di de regalo, al rey moro de Turquía le está sirviendo de esclavo. 12 Fuime a confesar un día después de haber almorzado, de aquello que me dio el cura pa mi casa lo he Ilevado, ROMANCES TRADICIONALES 14 sin tener temor a Dios saqué mi puñal dorado, púselo sobre la mesa, mil puñaladas la he dado. 16 Si por acaso muriera todo dejo declarado: que me entierren en un monte, en un corral de ganado, 18 de cabecera me pongan la silla de mi caballo; déjenme un brazo por fuera con una carta en la mano.- 20 El letrero habla y dice « Aquí murió un desgraciado; no ha muerto de tabardillo, tampoco de resfriado, 22 que ha muerto de un mal de amores que es un mal descom- [ pasado » . EL CONDE GRIFOS LOMBARDOS @. o) + EL ROBO DEL SACRAMENTO @. o) + EL PASTOR DESESPERADO ( Ú. 0) [ 0118: 7+ 0079: 2+ 0101: 7] , Versión de TAIBIQU( EEl Pinar), dicha por Lucrecia Morales Quintero, de 77 años. Recogida por Maximiano Trapero y Elena Hernhndez Casañas el 20 de febrero de 1982. Preso llevan el rey conde, preso y bien aprisionado, 2 no por delitos que ha hecho ni por hombres que ha matado, por forzar una doncella en el camino de Santiago. 4 La dama como discreta al rey se le ha presentado. - O te has de casar con ella o te has de morir ahorcado. 6 - Ni me he de casar con ella ni he de morir ahorcado, otros delitos más grandes he hecho, y no me han matado: 8 maté un cura y un obispo en el altar consagrado; fuime a confesar un día antes de haber almorzado, 10 aquello que me dio el cura lo puse sobre la cama, saqué mi puñal dorado, 12 sin tener temor a Dios mil puñaladas le he dado; con una hermana que tuve tuve dos hijos paganos, 14 uno lo cené una noche, otro lo di de regalo. El día que yo me muera yo quiero ser enterrado, 16 de cabecera me pongan la silla de mi caballo, y un letrero que dice: « Aquí murió un desgraciado; 18 no ha muerto de tabardillo, tampoco de resfriado, ha muerto de un mal de amores que es un mal descompasado. » ROMANCES INÉDITOS LA INFANTINA Y EL CABALLERO BURLADO CON EL DESENLACE DE LA HERMANA CAUTIVA ( í. a) [ O164 1+ 0100: 1+ 0169: 11 Versión de SABINOSAdi, c ha por Claudina Garcia Quintero, de 70 años. Recogida por Maximiano Trapero y Elena Hernández Casañas el 20 de febrero de 1982. jQué linda María y siempre qué linda María! Don Pedro se fue a cazar como siempre él solía: 2 se le desmayan los perros, la hurona iba perdida. Se sienta al pie de un árbol a ver si aclara el día, 4 cuando levanta la vista veía una infanta niña peinándose sus cabellos que el aire todo cubría. 6 El encañó la escopeta a ver si era cosa viva: - Tata, tata, caballero, no mate lo que Dios cría; 8 ¿ si usted me quiere llevar en su amable compañía?- El se subió en su caballo, ella se montó en su silla. 10 Caminaron siete leguas, ni una palabra decía; cuando llegaron a España la niña se sonreía. 12 -- ¿ De qué se ríe la infanta, de qué se ríe la niña, ríe de mi caballo, de mi ancla o de mi silla? 14 - Ni me río de tu caballo ni de tu ancla ni de tu silla, me río por ver la casa donde mis padres vivían. 16 - Dime de qué tierra eres, en qué parte eres nacida, cómo se llaman tus padres o quién era tu familia. 18 - Mi padre llaman don Juan, mi madre doña María, un hermanito que tengo lo llaman don Pedro Díaz 20 y yo por más desgraciada me pusieron Rosalía. - Si estas palabras son ciertas tú eres hermana mía. 22 Ellos trotan su caballo con muchísima alegría hasta llegar a la casa donde sus padres vivían. 24 - Abreme, madre del alma, ábreme, madre querida, que aquí te traigo la prenda por quien lloras noche y día.- 26 Su madre se desmayó y en el suelo cae tendida por recibir la sorpresa de volver a ver su hija. 28 Y allí vivieron juntos lo que les quedó de vida. ROMANCES TRADICIONALES LA INFANTINA Y EL CABALLERO BURLADO CON EL DESENLACE DE LA HERMANA CAUTIVA ( í.~) [ 0164: 2+ 0100: 2+ 0169: 21 Versión de LA RESTINGAdi, c ha por Teodora Padrón Pérez, de 82 años. Recogida por Maximiano Trapero y Elena Hernández Casañas el 19 de febrero de 1982. Don Pedro sale a cazar como diantes que solía, 2 lleva los perros cansados y la hurona perdida; donde le cogió la noche y en el pico una montila, 4 hacia un árbol se arrimó y a ver si aclaraba el día; en el pimpollo más alto vido una infanta niña 6 peinándose sus cabellos que todo el árbol cubría. Tendió el galán su espada por ver si era cosa viva. 8 - No me mates, caballero, no mate lo que Dios cría, siete años que van par' ocho que en el monte estoy perdida 10 comiendo la hierba mora y tomando del agua fria; mi padre por esos montes él a cazar venía 12 y un hermanito que tengo lo llaman don Pedro Elvira. - Si esas palabras son ciertas es usted una hermana mía. 14 ¿ Dónde quiere ir la niña en el anca o en la silla? - En el anca, caballero, por más honra suya y mía.- 16 Allí en medio del camino la niña se sonreía. + Por qué se ríe la infanta, por que se ríe la niña 18 si se ríe del caballo o se ríe de la silla? - Ni me río del caballo ni tampoco de la silla, 20 yo me río del caballero en verle su cobardía. 11 b: Ininteligible en la grabaci6n. LA INFANTINA Y EL CABALLERO BURLADO CON EL DESENLACE DE LA HERMANA CAUTIVA ( La) [ 0164b: 3+ 0100: 3b+ 0169: 361 Versión de TAIBIQU( EE l Pinar), dicha por Nazaria Padrón Febles, de 82 años. Recogida por Maximiano Trapero y Elena Hernández Casañas el 19 de febrero de 1982. [ Otra recitación de esta misma informante publica M. J. Lorenzo Perera, El Folk- ' lore de [ a Isla de E[ Hierro, 198 1, pp. 150- 15 1 .] Se publica, juntamente con la primera recitación mls incompleta, en el (( Apéndicev, núm. 2. ROMANCES INÉDITOS 25 LA INFANTINA Y EL CABALLERO BURLADO CON EL DESENLACE DE LA HERMANA CAUTIVA ( í. a) [ 0164: 4+ 0100: 4+ 0169: 43 Versión de TAIBIQU( EEl Pinar), dicha por Consuelo Quintero Hernández, de 86 años. Recogida por Maximiano Trapero el 27 de septiembre de 1982. Se fue don Pedro a cazar como diantes que solía, 2 lleva los perros cansados y la jurona perdida; arrimóse al tronco'un hrbol a ver si aclaraba el día, 4 y en el pimpollo más alto vio a una hermosa niña peinándose sus cabellos que ricas trenzas tenía. 6 Don Pedro extendió su espada por ver si era cosa viva y la niña le responde: 8 - No me mate, caballero, no mate lo que Dios cría.- El la bajó del árbol y la puso en la silla: 10 - Y ahora me tiene que decir en quC tierra fue nacida. - Yo fui nacida en España, criada en la Berbena, 12 que me soltaron mis padres por ver quién me encontraría. Dos hermanitas que tengo 14 a una la llaman Juana y otra se llama María, y a mí por más desgraciada me pusieron Catalina, 16 y un hermanito que tengo le llaman don Pedro Elvira. - Si esas palabras son ciertas es usted hermana mía.- 18 El se montó en el caballo y ella se montó en la silla. Cuando los padres la vieron quedaron muertos sin vida. LA INFANTINA Y EL CABALLERO BURLADO CON EL DESENLACE DE LA HERMANA CAUTIVA ( í. a) [ O164 5+ 0100: 5+ 0169: 57 Versión de TAIBIQU( EEl Pinar), dicha por José Pérez Machin, de 81 años. Recogida por Maximiano Trapero y Elena Hernández Casañas el 19 de febrero de 1982. Se fue don Pedro a cazar como maña que tenia, 2 lleva los perros cansados y la hurona perdida; donde le cogió la noche fue en una oscura montiña, ROMANCES TRADICIONALES 75 4 donde cae la nieve a copos, donde mana el agua fría. Allí se arrimó a una mata a ver si aclaraba el día; 6 en el pimpollo más alto estaba una blanca niña peinándose sus cabellos, la mitad del árbol cogían. 8 Cogió el buen galán su espada por si era cosa viva. - No me m |
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