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ALMOGAREN 48-49/2017-2018MM155 48-49/2017-2018 ICDIGITAL Separata 48-49/6 156MMALMOGAREN 48-49/2017-2018 ICDIGITAL Eine PDF-Serie des Institutum Canarium herausgegeben von Hans-Joachim Ulbrich Technische Hinweise für den Leser: Die vorliegende Datei ist die digitale Version eines im Jahrbuch "Almogaren" ge-druckten Aufsatzes. Aus technischen Gründen konnte – nur bei Aufsätzen vor 1990 – der originale Zeilenfall nicht beibehalten werden. Das bedeutet, dass Zeilen-nummern hier nicht unbedingt jenen im Original entsprechen. Nach wie vor un-verändert ist jedoch der Text pro Seite, so dass Zitate von Textstellen in der ge-druckten wie in der digitalen Version identisch sind, d.h. gleiche Seitenzahlen (Pa-ginierung) aufweisen. Der im Aufsatzkopf erwähnte Erscheinungsort kann vom Sitz der Gesellschaft abweichen, wenn die Publikation nicht im Selbstverlag er-schienen ist (z.B. Vereinssitz = Hallein, Verlagsort = Graz wie bei Almogaren III). Die deutsche Rechtschreibung wurde – mit Ausnahme von Literaturzitaten – den aktuellen Regeln angepasst. Englischsprachige Keywords wurden zum Teil nach-träglich ergänzt. PDF-Dokumente des IC lassen sich mit dem kostenlosen Adobe Acrobat Reader (Version 7.0 oder höher) lesen. Für den Inhalt der Aufsätze sind allein die Autoren verantwortlich. Dunkelrot gefärbter Text kennzeichnet spätere Einfügungen der Redaktion. Alle Vervielfältigungs- und Medien-Rechte dieses Beitrags liegen beim Institutum Canarium Hauslabgasse 31/6 A-1050 Wien IC-Separata werden für den privaten bzw. wissenschaftlichen Bereich kostenlos zur Verfügung gestellt. Digitale oder gedruckte Kopien von diesen PDFs herzu-stellen und gegen Gebühr zu verbreiten, ist jedoch strengstens untersagt und be-deutet eine schwerwiegende Verletzung der Urheberrechte. Weitere Informationen und Kontaktmöglichkeiten: institutum-canarium.org almogaren.org Abbildung Titelseite: Original-Umschlag des gedruckten Jahrbuches. Institutum Canarium 1969-2018 für alle seine Logos, Services und Internetinhalte ALMOGAREN 48-49/2017-2018MM157 Inhaltsverzeichnis (der kompletten Print-Version) Franz Trost Tierfabeln und Tiergeschichten der Twareg (Kel-Ahaggar und Kel-Adrar) ........................................................................ 7 Hans-Joachim Ulbrich Phalli and vulvae as apotropaic geoglyphs in a sacred plain south of Albacete (Spain) ....................................................... 39 Alain Rodrigue Note sur le gisement paléolithique de Tibasksoutine (Zagora, Maroc) ............................................................... 79 Friedrich Berger Neue Überlegungen zur geographischen Lage von Jam ............................... 87 Andoni Sáenz de Buruaga Notas y reflexiones acerca del proceso de la investigación arqueológica en el Sahara Occidental: hitos históricos, implicaciones políticas y orientaciones teóricas de futuro en la gestión patrimonial ......... 125 Enrique Gozalbes Cravioto & Helena Gozalbes García Jebabra (región de Asilah), un nuevo centro megalítico y de cazoletas (cupules) en el Norte de Marruecos ..................................... 159 Hans-Joachim Ulbrich Zum Thema Trockenstein-Technik: ein kleiner Rundbau bei Máguez (Lanzarote) ............................................. 189 Hartwig-E. Steiner, Paz Fernández Palomeque, María Luisa Morales Ayala, Marcos Sarmiento Pérez Islas Salvages de José Agustín Álvarez Rixo del legado del erudito canario universal ..................................................... 199 Paul Horley & Hartwig-E. Steiner Face petroglyphs in Easter Island caves as a possible sign of their special status ...................................................... 253 Hartwig-E. Steiner Ana Mata eine Höhle mit Make Make-Petroglyphen beim Nordkap der Osterinsel / Rapa Nui, Polynesien ................................. 303 • 158MMALMOGAREN 48-49/2017-2018 Gozalbes Cravioto, Enrique; Gozalbes García, Helena (2018): Jebabra (región de Asilah), un nuevo centro megalítico y de cazoletas (cupules) en el Norte de Marruecos.- Almogaren 48-49 / 2017-2018 (Institutum Canarium), Wien, 159-187 Zitieren Sie bitte diesen Aufsatz folgendermaßen / Please cite this article as follows: ALMOGAREN 48-49/2017-2018MM159 Almogaren 48-49 Wien 2018 159 - 187 Enrique Gozalbes Cravioto* & Helena Gozalbes García** Jebabra (región de Asilah), un nuevo centro megalítico y de cazoletas (cupules) en el Norte de Marruecos Keywords: megalithism, final prehistory, primitive rites, indigenism, rural world Resumen En el presente artículo presentamos un nuevo sitio arqueológico en la región Noroeste de Marruecos. El lugar se encuentra muy alterado en la actualidad, pero a partir de un antiguo informe de un militar español de mediados del siglo XX, y de las evidencias existentes, realizamos una interpretación acerca de un lugar en el que parece existir un santuario de cazoletas, un centro megalítico y una cantera antigua de extracción de piedras. A partir de la reconstrucción de los datos, señalamos los paralelos existentes en la región, que conside-ramos verosímilmente de la misma época que sería un momento avanzado de la prehistoria final en el Norte de Marruecos, si bien anterior a la presencia romana en el país. Abstract In this article we present a new archaeological site in the northwest region of Morocco. The site is currently heavily altered. But the report of a Spanish military man of the mid-twentieth century and the existing evidence let us interpret the place as a sanctuary with cupules, a megalithic center, and as an old quarry of stone. The reconstruction of the data allows to point out the parallels existing in the region which we consider being of the same time: an advanced moment of the final prehistory in the north of Morocco, although prior to the Roman presence in the country. Zusammenfassung Dieser Beitrag präsentiert eine neue archäologische Stätte im Nordwesten von Marokko. Der Fundplatz hat sich bis heute stark verändert. Auf der Basis eines alten Militärberichtes des mittleren 20. Jhs. und der Erkenntnisse vor Ort ergibt sich ein kultisches Areal mit Näpfchen, also ein megalithisches Zentrum, sowie ein Steinbruch. Die Rekonstruktion der Daten weist auf Parallelen in der Region, die wir derselben Epoche zuschreiben: ein fortgeschrittener Zeitpunkt der auslaufenden Prähistorie des nördlichen Marokko, jedoch noch vor der Präsenz der Römer im Land. * Universidad de Castilla-la Mancha. Facultad de Humanidades, Avda. de los Alfares 44, Cuenca 16002. Enrique.Gozalbesuclm.es ** Universidad de Granada. Departamento de Historia Antigua. Facultad de Filosofía y Letras. Campus Universitario de Cartuja, Granada 18071. helenaggugr.es 160MMALMOGAREN 48-49/2017-2018 La parte referida a documentación arqueológica antigua que utilizamos, especialmen-te del archivo del Museo Arqueológico de Tetuán, ha sido estudiada gracias a la ayuda del I+D+i HAR 2012-334033/Hist, con duración 2013-2016, titulado "Una arqueología sin fronteras: los contactos internacionales de la arqueología española en el siglo XX" y ac-tualmente (desde 2017) en el I+D+i: Arqueología e interdisciplinariedad: una investiga-ción arqueológico-histórica sobre las relaciones interdisciplinares en la Historia de la Arqueología española (siglos XIX y XX). HAR2016-80271-P. Introducción La investigación arqueológica del Marruecos antiguo se abrió paso de for-ma dificultosa en este país en el segundo tercio del siglo XIX, especialmente gracias a la acción de los diplomáticos franceses Charles Tissot y Henry de La Martinière. Estos a partir de los recorridos por el país sentaron las bases ini-ciales del conocimiento acerca de la presencia romana y de la distribución de poblaciones antiguas así como de los campamentos militares romanos. Ya en el siglo XX, en la época del Protectorado (1912-1956), tanto en la zona de administración francesa como en la española del Norte, se desarrollaron las excavaciones en diversos centros de la antigüedad tales como Volubilis, Banasa, Lixus o Tamuda. A su vez los sucesivos investigadores que estuvie-ron al frente de los servicios arqueológicos en la época, en concreto L. Chatelain, A. Ruhlmann y M. Euzennat en el caso francés, o C. L. Montalbán, P. Quintero y M. Tarradell en el caso español, sentaron las bases de un cono-cimiento más amplio a partir de las exploraciones en distintos sitios arqueoló-gicos (Gozalbes 2012). Los fundamentos establecidos por estos investigadores, así como por otros que también colaboraron en esa época así como en la década posterior a la recuperación de su independencia por parte de Marruecos, fueron de una importancia especialmente relevante. El avance en los conocimientos y en las interpretaciones se realizó mediante la aplicación a sus búsquedas y descubri-mientos de los modelos bien conocidos de las civilizaciones mediterráneas de la antigüedad clásica. De esta forma, las etapas de la prehistoria se aplicaron de forma automática, hasta detectar la existencia de matices de cierta impor-tancia. Por otra parte, los distintos centros o asentamientos, existentes a partir del final de la prehistoria, se identificaron como pertenecientes a las grandes civilizaciones conocidas. A partir de esta metodología se establecieron unos verdaderos horizontes arqueológicos que explicaban la diversidad de los materiales que se clasifi-caban de forma más o menos coherente en función de las épocas: la etapa fenicio-púnica como "de las colonizaciones", ligada sobre todo a la ciudad de Lixus y a los diversos asentamientos costeros, la época mauritana (también ALMOGAREN 48-49/2017-2018MM161 denominada púnico-mauritana) con un desarrollo urbano y su perduración hasta el final de la monarquía africana, y finalmente la etapa romana, repre-sentada por el extenso transcurrir de la provincia romana de la Mauretania Tingitana (vid. la revisión historiográfica marroquí más reciente en Kably 2011). Sin embargo, cabe indicar que la realidad del Marruecos antiguo indudable-mente se encuentra reflejada en estas evidencias materiales representadas por las civilizaciones del Mediterráneo, con su correspondiente registro diferente según cada uno de los casos, pero es igualmente cierto que paralelamente a las indicadas existieron otras realidades que escapan al modelo bien conocido y más característico de las civilizaciones clásicas. Por lo general el arqueólogo europeo se ha sentido profundamente incómodo ante unos determinados res-tos materiales más o menos imprecisos, que se caracterizan por un registro constructivo más grosero, y con vestigios materiales centrados en cerámicas toscas a mano o materiales pétreos trabajados pero con muy poca determi-nación de una relación o afinidad cultural, como ocurre con los recintos for-tificados de cronología imprecisa (de época prehistórica avanzada hasta tardo-antigua) en el Oued Beth (vid. diversos ejemplos en Souville 1973; Souville, 1984). Y en este sentido, de forma muy corriente ha preferido ignorar estos sitios arqueológicos que no proponían semejanzas con los modelos de civili-zaciones clásicas. Desde el registro material al menos debemos referir la existencia de dos grandes monumentos, no son los únicos, que son paralelos al estilo material de las civilizaciones mencionadas, pero que por sus grandes dimensiones no han podido ser desdeñados. El primero de ellos es el túmulo-cromlech de Mzora, en La Gharbia, ubicado a una quincena de kilómetros de Arcila (Asilah), al que aludiremos en diversas ocasiones en esta aportación, y que pese a su carácter megalítico y aspecto tan sólo remonta en su construcción final a unos pocos siglos antes de la era cristiana (Tarradell, 1952; Gozalbes, 2012). El segundo de ellos es el mausoleo pétreo circular de Souk el Gour, a su vez a una veintena de kms. al Este de Meknes, y cuya cronología apunta a una construcción realizada en unos momentos finales sino incluso posteriores a la dominación romana en este país (Camps, 19760; Camps, 1974). En ambos casos se trata de grandes tumbas monumentales que, sin duda, alguna deben interpretarse como pertenecientes a reyes moros de la antigüedad. Localización de un nuevo sitio arqueológico La comarca de La Gharbia se encuentra en la península Noroeste de Ma-rruecos, en su vertiente occidental, en el territorio que se encuentra vuelto 162MMALMOGAREN 48-49/2017-2018 hacia la costa del Oceáno Atlántico. Se caracteriza mayoritariamente por una serie continuada de hondonadas suaves y por unas muy características tierras rojizas, que ofrece unas comunicaciones relativamente fáciles con el resto del Marruecos septentrional. Por el contrario, hacia el Este este territorio entra en contacto con otras tierras que están caracterizadas por la existencia de monta-ñas, sobre todo del conjunto que está representado por el Jbel Hebib y más al Sur por la zona montañosa de Beni Gorfet. Desde el punto de vista de su loca-lización más exacta se trata de un auténtico pasillo de comunicación que se encuentra al Sur del Fahs o campiña de Tánger, por tanto hacia el Sur del río Tahadart, donde justamente se encuentra la principal población interior del Souk el Had del Gharbia. Y esta comarca de La Gharbia se extiende por el Sur hasta la zona más directa de confluencia con los arenales del Sahel, que son los característicos sobre todo de las zonas costeras y del ámbito del río Loukos. Se trata de un territorio particularmente rico en vestigios arqueológicos, donde son muy numerosos los sitios paleolíticos y epipaleolíticos con profu-sión de silex tallados, con numerosos talleres de fabricación de piezas, pero que en cambio en relación con los asentamientos romanos identificados mues-tra una clara diferenciación espacial a la que aludiremos más adelante. La carretera que parte de la ciudad costera de Asilah en dirección hacia el Sur, y que se dirige en primera instancia al mencionado Souk el Had del Gharbia, transcurre por el interior a lo largo de un largo pasillo de comuni-cación, por lo general con unas suaves lomas, y termina enlazando con el Souk el Tleta de Reissana, zona de muy pequeñas aldeas pobladas por comu-nidades enteramente árabes o arabizadas, pues no se utiliza la lengua beréber. La lectura de los relatos de los viajeros europeos del siglo XIX, por ejemplo el de E. D'Amicis, refleja que éste se trataba del camino normal de comunica-ción que se realizaba en aquella época, el que conectaba la ciudad y puerto de Tánger con el Marruecos central. En los bordes de ese camino todavía en la actualidad no existen unas poblaciones importantes, puesto que como señala-mos se caracteriza por las pequeñas aldeas o aduares. La realidad es que el único pueblo de cierto tamaño por cuyas proximidades pasa la vía es el Tnin de Sidi Lyamani (según la toponimia actual, Souk el Tenin de Sidi Yamani según la más tradicional). También esta carretera atraviesa más al Norte por las proximidades de la aldea de Chouahed, a la que se accede por una desvia-ción, donde se encuentra el famoso túmulo de Mzora que ya ha sido mencio-nado con anterioridad. A una decena de kms. al Norte de los restos de este imponente túmulo y círculo megalítico se encuentra un pequeño poblado llamado Rfaif, todavía en este momento con sus casas diseminadas y con el suelo del mismo sin ALMOGAREN 48-49/2017-2018MM163 asfaltar. Lo nombramos por ser más conocido y por ser el que está en concreto señalizado en la carretera. Poco antes de llegar a Rfaif desde el Norte, a la derecha de la carretera y a unos 300 metros de la misma desde la que se llega por una simple vereda sin asfaltar, se encuentra una fuente que está muchas veces concurrida por los lugareños, y con un pequeño arroyo, el Ued Hammam, que separa este territorio del de la cercana Rfaif. Además el lugar se llama Jebabra según la toponimia de los lugareños (fig. 1). El lugar realmente es de una casi imposible localización por sí mismo. Este lugar no ha llamado especialmente la atención de un posible investigador, dado que la zona rocosa, que podría atraer un cierto interés se trata de un amplísimo terreno sin piedra, que no es visible desde la carretera misma, ni tampoco resulta por sí mismo de un fácil acceso. De hecho el lugar en el que se encuentra el sitio arqueológico concreto que publicamos, hoy día se en-cuentra en el interior de una propiedad particular, totamente cerrada y cerca-da a la que pudimos acceder gracias a la directa orientación de un habitante de Rfaif, así como a la amabilidad momentánea del propietario del lugar. La lo-calización del sitio concreto, en una plataforma rocosa justo por encima del Oued Hammam, tan sólo la pudimos efectuar a partir de dos hechos, puesto que ya en el año 2014 en una prospección por la misma zona intentamos in-fructuosamente su identificación. Permitió la localización, por un lado el conjunto de datos recogidos en el informe de un oficial español de ocupación en la época del Protectorado, del que luego hablaremos extensamente, que mencionaba de forma imprecisa restos de este tipo en el poblado cercano de Rfaif. En agosto del año 2015 nuestras pesquisas en el poblado de este nombre en principio no tuvieron éxi-to, si bien en el caso de uno de los habitantes, la muestra de una fotografía antigua de las cazoletas (cupules) hecha en su día por el oficial español, permi-tió aportar la pista para la localización exacta del lugar en el límite de Rfaif, pero en realidad ubicado en la zona cercana o colindante de Jebabra. Nuestro estudio tiene notables limitaciones en la medida en la que pudimos actuar de acuerdo con el permiso del propietario, el cual no incluía la limpiezas de las cupules. Un estudio más desarrollado, que consideramos imprescindible en el futuro, incluiría esa limpieza y el montar un campo arqueológico para el re-gistro y dibujo de monolitos y cupules. Descripción del sitio arqueológico Por encima del arroyo del Oued Hammam, como antes señalamos, se en-cuentra una plataforma rocosa que da lugar a una meseta de forma alargada, que tiene aproximadamente unos 25 metros de longitud (en sentido Norte- 164MMALMOGAREN 48-49/2017-2018 Sur) y unos 18 metros de anchura. La misma a grandes rasgos está hoy día de-limitada por el cercado de una propiedad particular. En su parte posterior en la actualidad existen dos casas de estilo rural de la zona, construidas con piedras y que se presentan en parte con las paredes blanqueadas. Las mismas son rela-tivamente recientes ya que en la época del informe del oficial español las casas en cuestión no existían. Por delante de las mismas, hasta el desmonte que da al camino y al torrente, se encuentra el afloramiento de esa plataforma rocosa, de suelo liso, de unos poco metros de extensión, pero en la que se encuentran tra-zadas artificialmente en el suelo una gran cantidad de cazoletas que, como ve-remos, ya fueron descritas y fotografiadas por parte del oficial español. Pero desde el momento de la información recogida por éste sin duda algu-nas de ellas se encuentran ya definitivamente deterioradas. Aparte de la difi-cultad de encontrarse enteramente cubiertas de tierra y de basura, como seña-lamos no teníamos la necesaria autorización del propietario para limpiarlas y actuar en ellas, ni nos concedió tiempo al respecto, pues obviamente el abrir-las significaba una incomodidad para su familia cuya intimidad tenía máxi-mo interés en preservar. Incluso algunas de las más grandes cazoletas fueron rellenadas con cemento en algún momento indeterminado, sin duda en bene-ficio del tránsito más seguro por el lugar (fig. 2). Esta plataforma rocosa, a pocos metros en dirección Norte y en un nivel algo más bajo, se encuentra continuada por otra plataforma igualmente rocosa aunque menos lisa, en la que se encuentran trazadas más cazoletas, si bien en este caso con un menor alineamiento, además con unas formas por lo general menos definidas, y que se encuentran ubicadas en las propias inclinaciones naturales de la roca. En esta segunda plataforma, que no aparece descrita en el informe antiguo, buena parte de los rebajes en la roca no tienen una forma circular, aunque sí lo tienen algunas muy poco profundas y continuas (fig. 3). Se trata en ambos casos de la elevación en el territorio de los estratos de piedra subterráneos pero que son perceptibles hacia el NO. En lo que respecta a las cazoletas mencionadas, que presentan una forma circular y ovalada; no podemos descartar que alguna de ellas, al estar cubierta de tierra, pudiera separarse de esa forma circular que consideramos. En cualquier caso, la for-ma circular es con mucha diferencia la predominante y la que se detecta per-fectamente a la vista. Estas oquedades o cazoletas las pudimos medir tan sólo en su borde en la parte superior, la de mayores dimensiones alcanza nada menos que 1'75 metros de diámetro, destacando obviamente sobre las restan-tes (fig. 3), habiendo otra de 1 metro de diámetro, otra de unos 90 cms., al menos dos de 80 cms. y al menos tres de unos 70 cms. La cazoleta mayor presenta un canal de comunicación con otra de las cazoletas cercanas (fig. 4). ALMOGAREN 48-49/2017-2018MM165 Otras cazoletas que están presentes son bastante menores y así la más pe-queña que pudimos anotar tenía tan sólo 10 cms., otra de ellas tiene unos 15 cms., habiendo varias de 20 y de 25 cms., no faltando tampoco las que poseen unos tamaños intermedios: 30, 35, 38, 40 y 50 cms.. Ni las medidas de cada una de las cazoletas guarda proporción alguna entre ellas, ni la tienen en rela-ción con su propia ubicación, ni tampoco influye aparentemente su propia distribución en la plataforma rocosa, lo que sí parece evidente es la forma próxima a lo circular de estos huecos abiertos artificialmente y con bastante cuidado en el suelo. Por el informe del oficial español, que veremos, tienen forma de cubeta en su interior, y además en la más grande de ellas existiría en el fondo el inicio de un rebaje que está, en efecto, documentado por una foto-grafía del informe de la época del Protectorado. Así pues, la existencia de estas estructuras, buscando una determinada finalidad, es indudable de un horizonte arqueológico hasta ahora desconocido en el Norte de Marruecos. No son estas cazoletas, hasta ahora ignoradas como elemento más o menos característico, el único componente arqueológico presente en el lugar. Sin duda también resulta sorprendente la existencia de varios monolitos en el lugar, con unos evidentes rastros de cierta talla en varios de ellos, siguiendo el estilo de muchos de los presentes en el círculo de Mzora, como son aquellos con unas formas por lo general poco definidas. Se trata de unos monolitos no demasia-do grandes, de una altura próxima al metro y que en su mayoría se encuentran tumbados en el lugar, generalmente en este caso por la parte posterior de las viviendas, en concreto hacia el Norte como vemos en alguna de las ilustra-ciones (fig. 5). Incluso al menos uno de esos monolitos aparece ocupado en los cimientos de una de las casas (fig. 5). De hecho, varios de estos monolitos, así como losas cortadas, aparecen también acumulados para formar una fuente localizada en un extremo de este mismo lugar. Y también en aquellas podemos detectar en su base la presencia de algunos sillares trabajados, cortados perfectamente de cantera, pero que son del mis-mo tipo de piedra de los monolitos. Así pues, curiosamente podemos detectar la presencia en el mismo lugar arqueológico de unos restos de megalitismo, similar al de la no muy lejana Mzora, pero también la presencia de algunos sillares trabajados más al estilo de las civilizaciones "clásicas" (fig. 6). Finalmente, otros dos aspectos merecen ser tenidos en cuenta. En primer lugar la existencia al otro lado de las dos viviendas, y del cercado de esta hacienda, de un cortado de piedra con evidentes señales (desgastadas) de la extracción antigua de piedra. Así pues, se trata indudablemente de la cantera de la que se tuvieron que obtener los monolitos que se perciben en la superfi- 166MMALMOGAREN 48-49/2017-2018 cie, y con toda probabilidad también los sillares que están presentes en este mismo sitio (fig. 8). Y en segundo lugar, la presencia en el lugar de silex tallados, que son algo más numerosos en los alrededores de la segunda plataforma más informe y con plano inclinado, en la que las cazoletas son algo más disformes y menos profundas. Estas lascas de silex no muestran realmente indicios de pertenecer a una industria particular que sea identificable con seguridad, si bien la pre-sencia de piezas de menor tamaño apunta a una evidente fase pos-paleolítica, y por tanto con probabilidad a la indeterminada "prehistoria reciente" del Norte de Marruecos. El informe del oficial español El lugar que nos interesa no aparece inventariado en la relación de los luga-res arqueológicos del Protectorado español en Marruecos establecida por M. Tarradell (1953). Tampoco aparece referencia alguna al respecto en su poste-rior síntesis sobre el Marruecos púnico, en el que sin embargo sí incluyó en el ámbito púnico-mauritano como una sepultura monumental la de Mzora (Tarradell 1960). Así pues, hay datos suficientes para concluir que el antiguo Director del Museo Arqueológico de Tetuán no estuvo ni conoció personal-mente este lugar. Tampoco en el mismo estuvo M. Ponsich, una década más tarde, en el de-sarrollo de sus prospecciones, pese a que sí exploró la zona, pues hubiera sido impensable que no hubiera tratado de estos restos que, como veremos, enca-jaban a la perfección con sus conclusiones acerca de la existencia de un pasi-llo "indígena" sin ocupación romana (Ponsich 1966). Queda en pie la posibi-lidad, que nosotros aceptamos como muy verosímil, de que muchos años an-tes, hacia 1928-1930, sí hubiera estado en este lugar el entonces jefe de las excavaciones arqueológicas en el Protectorado español, C. L. Montalbán, quien realizó una "exploración" del territorio mencionando la existencia de algunos restos arqueológicos (1). Sin embargo, existe un informe nada utilizado hasta ahora, elaborado por un oficial español que sirvió como agente de ocupación y administración del territorio, los que recibieron el nombre de "interventores". Se trataba del ga-llego Ramón Touceda Fontenla, que ejerció de interventor territorial en la zona y que en el ejército español llegó al grado de coronel. En su prolonga-dísimo destino militar y administrativo en el Marruecos español, R. Touceda mostró unas loables aficiones intelectuales innegables, de tal forma que se ocupó en múltiples ocupaciones de ensayos acerca de temas humanísticos. Probablemente la cuestión de la que más se ocupó fue de la sociología musul- ALMOGAREN 48-49/2017-2018MM167 mana en el país, pero también trató de otras diversas cuestiones, entre ellas la arqueológica que nos interesa. En concreto en el año 1959 publicó un trabajo sobre esta materia que es absolutamente desconocido en la bibliografía arqueológica del país, y en el que ubicaba diversos puntos nada conocidos de ocupación romana en torno al gran campamento militar de Souiar, en el valle del río Kharroub. En este tra-bajo indicaba que en el lugar de "Hammamat", que se encontraba a unos kms. al Norte de Mzora en línea recta, existía un círculo de 8 metros de diámetro que se encontraba limitado por unas piedras sin labrar (Touceda Fontenla 1959: 106-107). Se trata de una referencia sin duda trascendental en la medida en la que indica la existencia a pocos kms. al Norte de Mzora de un círculo megalítico que por lo demás hasta el momento actual ha pasado enteramente desapercibido. En el año 1953, en el Congreso Arqueológico del protectorado español, re-unido en Tetuán, este mismo oficial español presentó un curioso y nada utili-zado informe acerca de un lugar de superficie rocosa y de piedras que, en este caso, ubicaba en el poblado de Rfaif, indudablemente por ser el más conocido y el lugar que daba nombre al conjunto por poseer la oficina española de ad-ministración. El autor afirmaba que "de una manera sucinta, con la brevedad del profano en materias arqueológicas, atraídos por algo indescifrable e incomprendido, he aquí lo que observamos y encontramos" (Touceda Fontenla 1954). Es significativo que pese a lo señalado en el informe, que ya ofrecía bastantes indicios acerca de la importancia del sitio arqueológico, sin embar-go el citado M. Tarradell no sólo no encontrara tiempo para visitar el sitio, sino que además en las Actas del Congreso no incluyó este informe en las distintas sesiones dedicadas a la prehistoria, al periodo púnico o mauritano, o al romano, sino que por el contrario lo relegara a los "Temas Varios". No está de más también el indicar que en las mismas Actas, y en la misma sesión, aparece otro informe del mismo autor en el que se refería la hipotética exis-tencia de un foco de totemismo en la zona. Volviendo al informe anterior, lo que más llamó la atención del oficial es-pañol fue la existencia de una serie de oquedades abiertas en un suelo de roca lisa. El autor habla de la existencia de tan sólo ocho cazoletas, y seguidamente se extiende en tratar de probar que las mismas en absoluto podían deberse a la acción natural, sino que en ellas era bien perceptible la actuación humana (Touceda Fontela 1953: 463). Quizás lo que más nos choca de este informe es la mención de un número muy restringido, por lo contrario nosotros hemos localizado en el lugar como mínimo una veintena. La explicación la podría-mos encontrar en que el oficial español no se percatara o simplemente obviara 168MMALMOGAREN 48-49/2017-2018 la existencia de las cazoletas de menores dimensiones, que son un muy evi-dente acompañamiento de las de superior tamaño. La segunda plataforma rocosa, existente a un nivel inferior, con otras cazoletas más informes, fue también percibida por el autor del informe: "cerca del ángulo del NO. y a unos veinte metros se encuentran restos de otras pare-des muchísimos menos definidas que las anteriores, pero que tienen la particu-laridad de presentar igualmente forma de rectángulo, de unos diez metros por cinco de ancho aproximadamente". Esta opinión sobre la forma no es necesa-riamente compartida por nosotros, puesto que en este caso observamos una ausencia más evidente de formas, si bien en algún caso se detecta el intento de aproximación al círculo como sucede en la plataforma superior (fig. 10). En tercer lugar, el informante español habla de la existencia de restos de lo que denomina un "edificio". R. Touceda Fontenla señalaba lo siguiente al respecto: "la roca donde están las oquedades viene a ser así como el piso de un edificio. En efecto, restos de unas paredes ciclópeas definen un rectángu-lo perfectamente claro y sin que pueda dudarse en él la mano del hombre" (Touceda Fontenla 1953: 464). Este hecho nos parece particularmente rele-vante, y a nuestro juicio queda bastante claro con la observación siguiente: "estas paredes, que sólo tienen sobre la superficie una piedra, forman un ángulo correspondiente en las esquinas. Las oquedades no están en el centro, están hacia el lado norte del rectángulo, por donde parece adivinarse quizá la entrada del edificio que las insinuantes paredes quieren representar" (fig. 11). En este caso se trata, sin duda, de una información muy relevante. La alte-ración del lugar desde entonces hace que no queden rastros precisamente de esa ubicación de las piedras, que servirían de límite al "edificio". Sin embar-go, las dos fotografías que el oficial español recoge en su informe no deja lugar a las dudas de que se trata de sillares cortados. Así pues, indudablemen-te se trata de los sillares que aparecen desperdigados en el lugar, y sobre todo en concreto en la base de la fachada de las viviendas (fig. 11). Pero la propia descripción hace ver que obviamente no se trataba de un edificio sino con mucha más probabilidad de un recinto, que era el que daba lugar al cerramien-to de esta estructura (interpretada por el oficial como un baño). Un recinto que en su entrada difícilmente podía estar en la parte Norte, como se señalaba en el informe, debido a que la estructura del lugar apunta por el contrario a la parte opuesta, sin que con los datos de los que disponemos podamos hacer mayores aproximaciones. Otra cuestión importante es que R. Touceda Fontenla también se percató de la existencia en este lugar de los monolitos similares a los de Mzora. En ALMOGAREN 48-49/2017-2018MM169 primer lugar, los ubicados en el lugar mismo del recinto que nos ocupa y en las inmediaciones del mismo: "en una zona de cerca de un kilómetro cuadra-do se encuentra gran cantidad de piedras perfectamente rematadas como de sillería ciclopea". Y más adelante lo expresa con una mayor claridad: "respec-to a las piedras de arquitectura ciclópea que abundan por las inmediaciones, cabe señalar que llaman igualmente la atención pues en alguna de ellas pare-ce que hay muestra indudables de haber sido ligeramente trabajadas. La ma-yor parte de ellas son rectangulares y algunas presentan parecidas caracterís-ticas que muchas del túmulo de Mesora" (Touceda Fontenla 1954: 467). Sin embargo, el oficial español no recogió sino una fotografía de piedras escasamente características de las inmediaciones. A nuestro juicio es muy probable que fuera después cuando creyó percibir en el lugar, de ahí la seme-janza toponímica, ese círculo de megalitos antes aludido. En caso contrario, encontraríamos reflejo de la existencia de dos monumentos megalíticos dife-rentes, éste que hemos podido confirmar y el otro cercano aún por (re)descubrir. Interpretación y paralelos Es indudable que el informe del oficial español resulta vital para conocer el lugar, en la medida en la que el mismo ha sufrido una transformación en los más de 60 años transcurridos desde entonces. Por otra parte parece evidente que se ha producido una apropiación particular de un espacio que aparen-temente era público o sin ocupación en aquella época. La propia construcción de las dos viviendas rurales ha sido, sin duda, la que ha ocasionado la mayor modificación. No es el hecho de que las cazoletas estén naturalmente rellena-das, sino que incluso algunas de ellas con posterioridad, en algún momento, se han cementado. Por este deterioro consideramos importante reflejar el informe del oficial español, más allá naturalmente de las fotografías, pues pudo vaciar las cazoletas para tomar observaciones sobre ellas. El tenor del informe nos de-muestra la validez de su descripción; Touceda 1954: 464: "ya hemos dicho que estaban tapadas casi por completo; una vez limpias las hemos medido, apreciando así mejor sus características y forma. La mayor de todas es perfec-tamente circular: su diámetro mide 1'80 metros, tiene la forma de una taza que se profundiza en la roca 0'70 metros, estrechándose con una simetría que llama la atención. Hacia el fondo y hacia el lado sur, tiene otra oquedad de más de 30 cms.. y más profunda que el fondo de la primera, y en forma alar-gada. Hacia el este se encuentra el canal de desagüe que comunica con otra oquedad más pequeña. Las demás tienen una profundidad de unos 40 cms. Dos de ellas presentan una forma ovalada y sus diámetros se acercan a los 75 170MMALMOGAREN 48-49/2017-2018 por 55 cms. Hay una que presenta diferente característica a las demás. La oquedad mayor está unida a otra más pequeña: parece adivinarse la forma del cuerpo de un niño, el sitio de la cabeza queda más alto. Por fin, la última oquedad diferente a las demás, es una forma de taza de 20 cms. de diámetro y otro tanto de profundidad". El oficial español no reconoció aparentemente la existencia de las cazoletas más pequeñas. Por otra parte, el recinto de sillares que mencionaba en su momento ha sido enteramente desmantelado, y los posibles monolitos del monumento en el lu-gar han terminado de ser afectados. En consecuencia, nuestro rápido estudio no puede menos que aunar nuestra propia percepción del lugar en su estado actual, confrontándolo con el estado (ya alterado) en el que se hallaba en la época del Protectorado cuando sí hubiera sido posible un mejor estudio. Sin duda posteriores y más detenidos estudios, incluida una intervención arqueo-lógica, permitirán ampliar los datos ahora recogidos. En todo caso, la parte sin duda más característica es la que se refiere al suelo rocoso con la presencia del trazado de las cazoletas. Y en este caso con-creto el notable interés que presenta el hecho de que la superficie hubiera es-tado delimitada no por un edificio, como creía el oficial español, sino por un recinto formado por sillares y probablemente monolitos más informes. Los primeros garantizan indudablemente el que el uso del mismo no tiene que remontarse a la lejana prehistoria, al Neolítico, sino que corresponden con mucha mayor verosimilitud a la protohistoria, sin posibilidades de documen-tar este hecho con una mayor precisión. No podemos deducir si este lugar continuó utilizándose en época romana, pues en el mismo no hay material cerámico antiguo, por supuesto no hallamos Terra Sigillata, aunque las piezas o lascas en silex apuntan imprecisamente a un momento más primitivo. La tipología de las propias cazoletas, en lo que se refiere a su funcionalidad, parece apuntar a un lugar para efectuar ritos, a un santuario con casi total seguridad en relación con un rito de protagonismo del agua o líquidos. De hecho, entre dos de las cazoletas, en la fotografía recogida por el informante español, se observa un pequeño canal de comunicación, y nosotros mismos hemos podido detectar la existencia en al menos uno de ellos, de unos 60 cms. de diámetro, de un canal de entrada o salida de líquido. El oficial español, que sí pudo limpiar las cazoletas, observaba (quizás con cierta exageración) que "casi todas ellas tienen su pequeño canal de desagüe" (Touceda Fontenla 1954: 463), extendiéndose en imaginativas consideraciones sobre unos posibles sa-crificios humanos. En realidad ese canal aparece presente en las cazoletas de mayores dimensiones. Pero también al menos en dos ocasiones (fig. 13 y 14) las cazoletas presentaban otra estructura rebajada en su interior. ALMOGAREN 48-49/2017-2018MM171 El fenómeno arqueológico del trazado de las cazoletas se encuentra exten-dido en Francia y en España, en un marco cronológico relativamente extenso, que va desde el Neolítico a la Protohistoria. Aunque resulta difícil el obtener al respecto de las mismas unas conclusiones seguras, la mayor parte de los investigadores han señalado su relación con ritos en relación a los líquidos, en especial al agua como el elemento más sencillo y disponible. En este sentido, en Jebabra, sin duda, nos debemos encontrar ante la existencia de un santua-rio relacionado con el agua. Desgraciadamente conocemos muy poco de la religión del medio rural de los moros (mauri) de la época de presencia púnica, de la monarquía mauritana y de la provincia romana, de tal forma que casi todo lo que se ha escrito al respecto es puramente especulativo. Significativo al respecto es el estudio de Bénabou (1976: 268 y ss.) que habla de la encarna-ción de lo sagrado a través de las montañas, las grutas y las piedras. En cual-quier caso, este mismo autor trata de forma muy genérica de que el agua se ubicó en el centro de las preocupaciones religiosas de los africanos (Bénabou, 1976: 272-273), si bien los datos al respecto son mínimos: "les pratiques magiques berbères destinées à obtener la pluie, dont certaines ont subsisté jusqu'à l'époque moderne, ont été souvent étudiées, mais dans une perspective plus ethonologique qu'historique". El geógrafo griego Strabon, en la época del cambio de Era, hace una des-cripción acerca de los mismos, de cómo eran muy aficionados a la vida aven-turera y a los movimientos, incluso de su adorno y hasta coquetería física, del papel importante de los que poseían y combatían a caballo, pero en su excurso nada dice acerca de la religión (Strabon III, 1, 7). Sin embargo, pocos años más tarde Pomponio Mela sí recoge un mito o creen-cia del territorio que puede fácilmente ponerse en relación con este tipo de lu-gares. Su relato, como la propia descripción de Strabon, se refiere al país con anterioridad a su incorporación al imperio romano como provincia. Indicaba Mela que la tradición local señalaba que el mítico Anteo había reinado sobre el país, y como prueba de esta creencia mostraban la existencia de una colina de muy escasa altura y que asemejaba la existencia allí de un hombre tumbado y que los lugareños consideraban que era su tumba. Pero lo más interesante es que señalaba que si se hacía algún agujero en algún lugar de la zona, las lluvias entonces caían hasta que estos agujeros se encontraran plenamente rellenos por el agua: unde ubi aliqua pars eruta est, solent imbres spargi, et donec effosa repleantur, eveniunt (Mela III, 10) Resultaría, al menos a nuestro juicio, una excesiva casualidad, con escasa verosimilitud, el que Mela mencione estas creen-cias y esta práctica, justamente cuando estaba hablando de lo que, sin lugar a las dudas, se trata de una descripción del túmulo del monumento de Mzora. 172MMALMOGAREN 48-49/2017-2018 Así pues, probablemente se trata de un rito particular del medio moro en la época anterior a la conquista romana, con el que sin duda debe relacionarse este destrozado recinto megalítico y estas cazoletas de la plataforma rocosa de Jebabra. A grandes rasgos podría tratarse de un rito propiciatorio de la lluvia. Tampoco consideramos de más aludir al episodio de la "lluvia milagrosa" acontecida en el año 42 en la guerra romana de conquista del país. Este hecho es documentado por Dion Cassio LX, 9, 1-5: según su relato los moros some-tidos en principio a Roma se levantaron posteriormente, de tal forma que el gobernador Gnaeus Hosidius Geta logró vencer en dos ocasiones sobre su dirigente llamado Salabos. Pero espoleado por los triunfos, Hosidius Geta hizo penetrar el ejército en su persecución en zonas áridas, de tal forma que el ejército llegó al punto de encontrarse en una situación muy difícil, atacado por los tormentos de la sed. Sin poder ni avanzar ni retroceder, un moro aliado convenció al general romano para recurrir e la magia, indicando que en oca-siones estos ritos habían proporcionado una gran cantidad de agua. Así lo hicieron y la "lluvia milagrosa" proporcionó una cantidad enorme de agua. Asustados por este hecho, y considerando que los romanos gozaban de la pro-tección divina, los moros se decidieron de forma espontánea a pedir la paz. Respecto a la existencia de paralelos en el Norte de Marruecos, hasta ahora los mismos han pasado desapercibidos, por esa falta absoluta de atención a los registros arqueológicos menos asimilables a lo conocido, sin embargo en nues-tros estudios los venimos aportando en los últimos años. La duda razonable que puede presentarse es si todos los fenómenos corresponden en realidad o no a un mismo horizonte arqueológico. En cualquier caso, apuntaremos algu-nos datos que nos permiten el ponerlos en relación, más allá de que las cazoletas no siempre tengan el mismo significado. 1.- El primer paralelo a este respecto, y bien conocido desde antiguo, se encuentra en el famoso monumento megalítico de Mzora, como hemos indi-cado ubicado a pocos kms. hacia el Sur en dirección recta. En varios monolitos del círculo de Mzora aparecen trazadas cazoletas, que son especialmente nu-merosas en uno de ellos tumbado y que se haya situado a unos 200 metros del monumento (fuera hoy día del vallado construido para el mismo). La existen-cia de estas cazoletas en algunos de esos monolitos ha sido siempre destacada, y sobre todo en su día lo hizo H. Koehler, así como más tarde M. Tarradell, G. Souville, así como nosotros mismos, que hemos destacado su carácter de tra-zado antiguo, junto a otro tipo de grabados (Gozalbes y Gozalbes, 2016); en algún caso se ha mencionado su hipotética relación con algún mito referido al diluvio universal, o a su llenada por la lluvia. La asociación cazoletas-monolitos por tanto de momento es común en Mezora y en Jbabra. ALMOGAREN 48-49/2017-2018MM173 2.- Otro paralelo común con el anterior lo encontramos en el reciente estu-dio efectuado por parte de N. Bakkali en la cantera de la que se extrajeron los monolitos de Mzora, ubicada a casi un kilómetro de distancia. En su trabajo este autor ha demostrado que en algunos casos las cazoletas ya estaban traza-das en el lugar mismo de extracción del bloque (Bakkali, 2013). Debe de te-nerse en cuenta que este fenómeno megalítico extraordinario, el círculo de Mzora, no parece coincidir en cronología con el de la Europa atlántica, aun-que este hecho sea reiteradamente defendido por parte de un sector de la in-vestigación, en especial por parte del equipo franco-marroquí de estudios: en realidad un número importante de los monolitos son cortados de cantera, el túmulo del interior presenta un muro de contención con sillares de tipo helenístico, con paramento muy similar al de la Lixus púnica, de tal forma que su cronología más verosímil se encuentra en torno al siglo IV a. C. En este caso debemos considerar también la coincidencia de un aspecto que se rela-ciona con Jebabra: el hecho de que aquí también se trata de una cantera de extracción de monolitos. 3.- Otro paralelo que ha pasado hasta el momento desapercibido, pero que a nuestro juicio se encuentra en evidente relación, es el que se refiere a la plataforma rocosa en la que se ubicó la famosa necrópolis púnico-mauritana del Marshan en Tánger. En las exploraciones efectuadas a mediados del siglo XX por parte de la Société d'Histoire et d'Archéologie de Tanger, muy cerca de la famosa necrópolis, se encontró un curioso espacio de plataforma rocosa, que es indudable que simplemente prolonga el lugar del propio espacio de enterramiento. Los descubridores, principalmente el ya mencionado C. L. Montalbán entonces al frente de la arqueología en la administración interna-cional de Tánger, no supieron bien interpretar de qué era de lo que se trataba, en una disquisición entre considerarlo un recinto prehistórico, un espacio ele-vado para la práctica de unos cultos de tipo semita, o una antigua cantera (Laredo 1953; Laredo 1954). Resulta absolutamente indudable que este lugar, a la vista de las fotografías que se insertan en los trabajos, se trataba en realidad de una cantera para la extracción y corte de piedras, con casi total seguridad de donde se obtuvieron las losas que se utilizaron en la cercana necrópolis. En cualquier caso, en la referencia que entonces se hizo al lugar se indicaba que "aparecieron unas cazoletas profundas con ciertas disposiciones y en distintos sitios, tanto en los escalones como en el suelo de la explanada ... . Al extremo de la explanada fue encontrada una pila cuadrada tallada en la roca. También se halló en el lugar un broche de factura fenicia". Por desgracia, desde hace ya medio siglo se trata éste de un espacio perdido para las investigaciones debido a las construcciones 174MMALMOGAREN 48-49/2017-2018 urbanas allí efectuadas. Pero la relación cantera-cazoletas-necrópolis-"broche de factura fenicia" vuelve en este preciso caso a indicar con seguridad una cronología de los siglos inmediatamente anteriores al cambio de Era. 4. El último e importante paralelo es el monte hoy conocido como Al- Macabar az-Ziaten ("cementerio de Ziaten"), tradicionalmente conocido en la época del Protectorado con el nombre de monte de Les Oliviers, y por los españoles como Los Olivos. Este sitio arqueológico se encuentra en la vertien-te meridional del Jbel Kbir, al S.O. de Tánger, el monte que da lugar al cabo Spartel. Se trata de un lugar muy importante pero que ha sido profundamente arrasado, con la desgraciada pérdida de la numerosa información que conte-nía. A comienzos del siglo XX G. Buchet, en las labores efectuadas por parte de la Mission Scientifique au Maroc, descubrió una importantísima necrópo-lis del tipo de la Edad del Bronce regional, con decenas de tumbas trapezoi-dales, compuestas en sus paredes por grandes losas de piedra, y cubiertas mediante otras más planas. En la parte superior el mencionado investigador detectó la existencia de "una casa bereber de época romana" cuyo plano reco-gió y fue reutilizado en una publicación (Biarnay y Péretié 1912). Las tumbas permanecieron visibles durante mucho tiempo, en un proceso de deterioro tal y como señalaba años después otro escritor: "el examen que he podido hacer de los pocos vestigios que quedan demuestra que se trata de hoyos de forma rectangular revestidos de gruesas piedras desbastadas por la mano del hombre. En la actualidad no se encuentra una sóla tumba completa, en las pocas todavía visibles, las losas superiores han desaparecidoŽ. Parecen pues de dimensiones algo inferiores a las de los dólmenes de El-Mries. En algunas de dichas tumbas, según noticias dadas por el propietario de la finca en que están incluidas, se han encontrado restos de esqueletos y trozos de cerámica" (Ghirelli 1932: 55-56). Nuestro estudio del lugar ha permitido detectar ya la desaparición absoluta de todas las tumbas de la Edad del Bronce y Protohistoria, el desconocimiento sobre las mismas por parte de los habitantes, si bien el recuerdo de su existen-cia queda fosilizado en el nombre de "cementerio" de Ziaten. Los restos de la considerada una vivienda mora de la antigüedad han desaparecido, pero sin embargo sí hemos podido detectar la presencia de tres estructuras que no se habían constatado en esos informes antiguos. .- En primer lugar una zona de roca que aparece cortada artificialmente y por tanto nos encontramos de nuevo ante una cantera, en este caso indudable-mente usada para las losas de las tumbas. .- En segundo lugar, la existencia de una pila cuadrada perfectamente tra-zada en la roca, en lo alto de la misma, y que exigía su llenado exclusivamente ALMOGAREN 48-49/2017-2018MM175 bien por el agua de la lluvia, bien por agua allí vertida. La pila tiene eviden-cias muy claras de desagüe. .- Finalmente, sin duda también en relación con la misma, la existencia en una amplísima plataforma de suelo de roca de toda una serie de cazoletas, en este caso en su mayor parte con alineamientos rectilíneos (Gozalbes y Gozalbes 2015). Otra diferencia evidente es que estas cazoletas de Ziaten no llegan a tener las grandes dimensiones de las de Yebabra, aunque hay alguna con diá-metro de 60 cms. Como en este caso las cazoletas son de unas dimensiones diferentes, y oscilan entre los 20 y los 30 cms. (fig. 15). También existen otras estructuras grabadas, tales como un cruciforme o la forma de un hacha. Conclusiones La puesta en común de los datos percibidos en Jebabra y los procedentes de otros sitios arqueológicos, nos permiten alcanzar algunas conclusiones preli-minares a las necesarias intervenciones arqueológicas futuras. A nuestro jui-cio esta puesta en común indica que todos estos datos apuntan con bastante certeza a la existencia de un horizonte arqueológico que, hasta el momento, o había sido totalmente desconocido por parte de la comunidad científica, o bien no había sido puesto en relación con el fenómeno que nos ocupa. Y también en lo que se refiere a la interpretación histórico-arqueológica, a nuestro juicio esta constatación permite fijar mejor en su contexto el importante monumen-to de Mzora, que sin duda constituye la tumba monumental de uno de los reyes moros de la antigüedad, creemos que alguno previo al primero de ellos conocido como fue ese Baga que se menciona en una época avanzada de la Segunda Guerra Púnica (2). El hecho de que esta tumba fuera atribuida al mítico Anteo, como un rey del pasado en el territorio, y que como tal fuera mandada abrir para su exploración por parte del general romano Sertorio en el año 81 a. C. (3), obliga a remontar en varios siglos a ese momento, probable-mente hasta el IV a. C., su construcción. Pero a partir de los restos de Jebabra vemos indudablemente la existencia de una serie de rasgos comunes que permiten detectar un fenómeno peculiar en el Norte de Marruecos, con la presencia común del megalitismo más tar-dío, en diversas facetas del mismo, con una relación sepulcral también muy evidente, así como la presencia de cazoletas generalmente circulares, aunque en algunos casos (Marshan, Ziaten) aparece una gran pila de forma cuadrada, que en el caso de Yebabra está sustituida por una gran cazoleta de 1'75 metros de diámetro en su parte superior. Dos aspectos se relacionan también clara-mente con estas estructuras, como son su relación con el trabajo en una vincu-lación con algún rito que estaba referido al agua. 176MMALMOGAREN 48-49/2017-2018 En lo que respecta a la cronología de estas manifestaciones hasta ahora ignoradas, dentro de la dificultad de poder tratar de la misma con una cierta precisión, parece claro que nos hallamos en un lapso de tiempo entre la Pre-historia Reciente y la época romana. Así pues, un momento que encaja perfec-tamente con la propia construcción del monumento de Mzora, en la que se utilizaron instrumentos metálicos, como perteneciente con toda probabilidad a uno de los más antiguos reyes moros, después asimilado a Anteo. No existen aquí evidencias de cerámica pintada, o de cerámica de tipo Kouass, ni mucho menos de sigillata romana. Ello no descarta un paralelismo cronológico, por cuanto en realidad aquí nos hallamos ante un mundo cultural paralelo al helenístico y romano, que vivía en parte al margen del mismo. Corresponde indudablemente a los moros de la antigüedad. Volviendo al testimonio del ya citado Pomponio Mela, éste afirmaba que de los habitantes de este país unos vivían en pequeñas ciudades, pero otros lo hacían dispersos por los campos o bosques, aunque con un carácter menos nómada que el de los gétulos: hominum pars silvas frequentant, minus Quam quos modo diximus, vagi; pars in urbibus agunt (Mela III, 10). Y esas formas de vida beduinas, ligadas sobre todo a las actividades de pastoreo, aunque sin duda también con presencia de una incipiente agricultura, también permane-cieron en la época romana: en el siglo III una descripción de las características de las provincias romanas afirmaba que en las Mauretanias las gentes que habitaban, pese a estar sometidos a los romanos, poseían un tipo de vida y unas costumbres característicos de los bárbaros (Exp. Tot. Mund., 60). Precisamente la investigación arqueológica del espacio próximo a Jebabra y a Mzora prueba precisamente el establecimiento en la zona de este tipo de po-blación no urbana, así como su evidente pervivencia en época romana. Por el Norte naturalmente se encontraba la ciudad de Iulia Constantia Zilil, colonia de fundación de Augusto. Por el NE. El territorio se cerraba, antes de dar paso a las alturas del Jbel Habib, por el conjunto de los campamentos romanos de Souiar en el curso del río Kharroub. Por el Oeste del territorio, a mitad de distancia entre Zilil y Tleta de Raissana, se encontraba otro de los grandes campamentos romanos, el de Tabernae. En su prospección de todo este territorio, M. Ponsich detectó la existencia de una importante ruta que, a grandes rasgos coincide con la carretera actual, que pasaba por la zona de Yebabra, Mzora, Souk el Tnin de Sidi Yamani y enlazaba con Tlata de Raissana dejando el campamento militar de Tabernae algunos kms. al Oeste: "un grand choix de stations de surface, souvent au milieu de vestiges d'ñepoque historique, alignées dans les vallées, sans doute le long des voies de transhumance. Les sites au Nord de M'Zora, en particulier, jalonnent une hypothètique voie préhistorique" (Ponsich 1966: 382). ALMOGAREN 48-49/2017-2018MM177 En un trabajo reciente, nosotros mismos hemos realizado una breve síntesis en relación con la ocupación del territorio en la antigüedad. En la misma he-mos destacado aquello que, con menos datos, ya M. Ponsich había comenzado a señalar: la existencia de zonas con una fuerte densidad de ocupación urbana y campesina, con ciudades y granjas/villas, pero también la existencia de al-gunos territorios con un vacío de ocupación pese a la existencia de restos pre y protohistóricos. Uno de ellos que señalamos de forma expresa fue precisa-mente éste (Gozalbes y Gozalbes 2014: 452-453). Con ello creemos poder al-canzar el definir una mínima constatación arqueológica en relación a las po-blaciones moras de carácter no urbano en el Norte de Marruecos en la anti-güedad (4). Sugerimos en el futuro que al menos una parte de las investigacio-nes se dirija a intentar documentar esta realidad de la vida indígena en la antigüedad. Notas: (1) No lo recoge en su "mapa arqueológico" del año 1933 conservado en la Biblioteca Nacional de Madrid; Montalbán 1932 (inédito). En 1928 realizó la exploración de lo que denominó cabilas de Sumata y de Beni Gorfet; Montalbán 1932 (inédito en los fondos del Museo Arqueológico de Tetuán). En ella el explorador mencionaba la existencia de construcciones megalíticas en diversos lugares con bastante imprecisión, comparando incluso alguno de ellos en Beni Gorfet similares a la construcción megalítica de Menga (Antequera, España). En nuestro estudio creemos haber localizado este lugar en Fuente Daura en Beni Gorfet, pero se trata de curiosas roquedades con apariencia natural y simples acumulaciones de grandes peñascos. Los datos sobre la zona que nos ocupa con "el campo sagrado del poblado de Suahel con sus ringleras, cromlech y tumba, la cantera de donde se sacaron los menhires de Suahel", son resumidos en Quintero 1941: 38. Es muy probable que en efecto Montalbán visitara el lugar pues al oficial español que hizo el informe se le indicó que le refirieron que hacía "ya bastantes años unos cristianos estuvieron allí viéndolas y midiéndolas y haciéndole fotografías". (2) Livio XXIX, 30, 1. El hecho de que un siglo más tarde el rey de la Mauretania se llamara Bochus refleja sin duda su posible pertenencia a una misma familia; Salustio, Bell. Iug. XIX, 7 indicaba que Numidae usque ad flumen Muluccham sub Iugurthay erant; Mauris omnibus rex Bocchus imperitabat. (3) Este hecho es mencionado por el historiador latino Gabinio transmitido por Strabon XII, 3, 8 y por Juba II, transmitido por Plutarco, Sert., 9. (4) Para la época romana, en el siglo II es Ptolomeo IV, 1, 5 quien ofrece un 178MMALMOGAREN 48-49/2017-2018 listado de las tribus moras de la Tingitana, fijando sus respectivas posiciones en relación con las otras. Indicaba que las costas del Estrecho estaban ocupadas por Metagónitas y las del Mediterráneo por los Socossii; debajo de los metagonitas se hallaban los Macizes y después los Verbicaes (que hacia el Este se prolongarían en el nombre común de los Verbes, sin duda en la zona meri-dional del Rif). A nuestro juicio la zona que estudiamos sería de poblamiento bien de los Macizes, bien de los Verbes, sin embargo son posibles otras interpretaciones. Bibliografía: Antoine, M. (1952): Les grandes lignes de la préhistoire marocaine, Casa-blanca. Bakkali, N. (2013): Mise en valeur du site megalithique de Mzora. Projet pilote de développement humain a travers la mise en marche du tourisme respon-sable, en Rodríguez García, L. y Roldán, A. R., Córdoba, 179-189. Bénabou, M. (1976): La résistance africaine à la romanisation, Paris. Biarnay, S. y Perétié, A. (1912): Recherches archéologiques au Maroc, Archi-ves Marocaines 18, 373-400. Brouquier-Redde, V. A. y Lenoir, E. 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Monolitos tumbados en Yebabra, situados cercanos a las cazoletas. Fig. 6. Monolito tumbado en la base de una de las viviendas. ALMOGAREN 48-49/2017-2018MM183 Fig. 7. Monolito y sillares reutilizados en la base de una vivienda. Fig. 8. Cantera con las señales del corte de la piedra para obtener monolitos. 184MMALMOGAREN 48-49/2017-2018 Fig. 9. Fotografía de las cazoletas por parte del oficial español. Fig. 10. Cazoletas circulares en la foto-grafía de los años cincuenta del oficial español. ALMOGAREN 48-49/2017-2018MM185 Fig. 11. Sillares marcando un recinto en las fotografías de los años cincuenta. Fig. 12. Grandes sillares empleados en la base de la vivienda. Estado actual. 186MMALMOGAREN 48-49/2017-2018 Fig. 13. Uno de los monolitos tumbados cerca de las cazoletas. Fig. 14. Cazoleta con rebaje en su interior. Fotografía de los años cincuenta. ALMOGAREN 48-49/2017-2018MM187 Fig. 15. Cazoleta compuesta, con dos alturas. Fig. 16. Cazoleta circular de Yebabra. 188MMALMOGAREN 48-49/2017-2018
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Calificación | |
Colección | Almogaren |
Título y subtítulo | Jebabra (región de Asilah), un nuevo centro megalítico y de cazoletas (cupules) en el Norte de Marruecos |
Autor principal | Gozalbes Cravioto, Enrique |
Autores secundarios | Gozalbes García, Helena |
Entidad | Institutum Canarium |
Publicación fuente | Almogaren |
Numeración | Número 48-49 |
Tipo de documento | Separata |
Lugar de publicación | Wien |
Editorial | Institutum Canarium |
Fecha | 2017-2018 |
Páginas | pp. 159-188 |
Materias | Prehistoria ; Islas Canarias ; Marruecos ; Arqueología |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 5404672 Bytes |
Texto | ALMOGAREN 48-49/2017-2018MM155 48-49/2017-2018 ICDIGITAL Separata 48-49/6 156MMALMOGAREN 48-49/2017-2018 ICDIGITAL Eine PDF-Serie des Institutum Canarium herausgegeben von Hans-Joachim Ulbrich Technische Hinweise für den Leser: Die vorliegende Datei ist die digitale Version eines im Jahrbuch "Almogaren" ge-druckten Aufsatzes. Aus technischen Gründen konnte – nur bei Aufsätzen vor 1990 – der originale Zeilenfall nicht beibehalten werden. Das bedeutet, dass Zeilen-nummern hier nicht unbedingt jenen im Original entsprechen. Nach wie vor un-verändert ist jedoch der Text pro Seite, so dass Zitate von Textstellen in der ge-druckten wie in der digitalen Version identisch sind, d.h. gleiche Seitenzahlen (Pa-ginierung) aufweisen. Der im Aufsatzkopf erwähnte Erscheinungsort kann vom Sitz der Gesellschaft abweichen, wenn die Publikation nicht im Selbstverlag er-schienen ist (z.B. Vereinssitz = Hallein, Verlagsort = Graz wie bei Almogaren III). Die deutsche Rechtschreibung wurde – mit Ausnahme von Literaturzitaten – den aktuellen Regeln angepasst. Englischsprachige Keywords wurden zum Teil nach-träglich ergänzt. PDF-Dokumente des IC lassen sich mit dem kostenlosen Adobe Acrobat Reader (Version 7.0 oder höher) lesen. Für den Inhalt der Aufsätze sind allein die Autoren verantwortlich. Dunkelrot gefärbter Text kennzeichnet spätere Einfügungen der Redaktion. Alle Vervielfältigungs- und Medien-Rechte dieses Beitrags liegen beim Institutum Canarium Hauslabgasse 31/6 A-1050 Wien IC-Separata werden für den privaten bzw. wissenschaftlichen Bereich kostenlos zur Verfügung gestellt. Digitale oder gedruckte Kopien von diesen PDFs herzu-stellen und gegen Gebühr zu verbreiten, ist jedoch strengstens untersagt und be-deutet eine schwerwiegende Verletzung der Urheberrechte. Weitere Informationen und Kontaktmöglichkeiten: institutum-canarium.org almogaren.org Abbildung Titelseite: Original-Umschlag des gedruckten Jahrbuches. Institutum Canarium 1969-2018 für alle seine Logos, Services und Internetinhalte ALMOGAREN 48-49/2017-2018MM157 Inhaltsverzeichnis (der kompletten Print-Version) Franz Trost Tierfabeln und Tiergeschichten der Twareg (Kel-Ahaggar und Kel-Adrar) ........................................................................ 7 Hans-Joachim Ulbrich Phalli and vulvae as apotropaic geoglyphs in a sacred plain south of Albacete (Spain) ....................................................... 39 Alain Rodrigue Note sur le gisement paléolithique de Tibasksoutine (Zagora, Maroc) ............................................................... 79 Friedrich Berger Neue Überlegungen zur geographischen Lage von Jam ............................... 87 Andoni Sáenz de Buruaga Notas y reflexiones acerca del proceso de la investigación arqueológica en el Sahara Occidental: hitos históricos, implicaciones políticas y orientaciones teóricas de futuro en la gestión patrimonial ......... 125 Enrique Gozalbes Cravioto & Helena Gozalbes García Jebabra (región de Asilah), un nuevo centro megalítico y de cazoletas (cupules) en el Norte de Marruecos ..................................... 159 Hans-Joachim Ulbrich Zum Thema Trockenstein-Technik: ein kleiner Rundbau bei Máguez (Lanzarote) ............................................. 189 Hartwig-E. Steiner, Paz Fernández Palomeque, María Luisa Morales Ayala, Marcos Sarmiento Pérez Islas Salvages de José Agustín Álvarez Rixo del legado del erudito canario universal ..................................................... 199 Paul Horley & Hartwig-E. Steiner Face petroglyphs in Easter Island caves as a possible sign of their special status ...................................................... 253 Hartwig-E. Steiner Ana Mata eine Höhle mit Make Make-Petroglyphen beim Nordkap der Osterinsel / Rapa Nui, Polynesien ................................. 303 • 158MMALMOGAREN 48-49/2017-2018 Gozalbes Cravioto, Enrique; Gozalbes García, Helena (2018): Jebabra (región de Asilah), un nuevo centro megalítico y de cazoletas (cupules) en el Norte de Marruecos.- Almogaren 48-49 / 2017-2018 (Institutum Canarium), Wien, 159-187 Zitieren Sie bitte diesen Aufsatz folgendermaßen / Please cite this article as follows: ALMOGAREN 48-49/2017-2018MM159 Almogaren 48-49 Wien 2018 159 - 187 Enrique Gozalbes Cravioto* & Helena Gozalbes García** Jebabra (región de Asilah), un nuevo centro megalítico y de cazoletas (cupules) en el Norte de Marruecos Keywords: megalithism, final prehistory, primitive rites, indigenism, rural world Resumen En el presente artículo presentamos un nuevo sitio arqueológico en la región Noroeste de Marruecos. El lugar se encuentra muy alterado en la actualidad, pero a partir de un antiguo informe de un militar español de mediados del siglo XX, y de las evidencias existentes, realizamos una interpretación acerca de un lugar en el que parece existir un santuario de cazoletas, un centro megalítico y una cantera antigua de extracción de piedras. A partir de la reconstrucción de los datos, señalamos los paralelos existentes en la región, que conside-ramos verosímilmente de la misma época que sería un momento avanzado de la prehistoria final en el Norte de Marruecos, si bien anterior a la presencia romana en el país. Abstract In this article we present a new archaeological site in the northwest region of Morocco. The site is currently heavily altered. But the report of a Spanish military man of the mid-twentieth century and the existing evidence let us interpret the place as a sanctuary with cupules, a megalithic center, and as an old quarry of stone. The reconstruction of the data allows to point out the parallels existing in the region which we consider being of the same time: an advanced moment of the final prehistory in the north of Morocco, although prior to the Roman presence in the country. Zusammenfassung Dieser Beitrag präsentiert eine neue archäologische Stätte im Nordwesten von Marokko. Der Fundplatz hat sich bis heute stark verändert. Auf der Basis eines alten Militärberichtes des mittleren 20. Jhs. und der Erkenntnisse vor Ort ergibt sich ein kultisches Areal mit Näpfchen, also ein megalithisches Zentrum, sowie ein Steinbruch. Die Rekonstruktion der Daten weist auf Parallelen in der Region, die wir derselben Epoche zuschreiben: ein fortgeschrittener Zeitpunkt der auslaufenden Prähistorie des nördlichen Marokko, jedoch noch vor der Präsenz der Römer im Land. * Universidad de Castilla-la Mancha. Facultad de Humanidades, Avda. de los Alfares 44, Cuenca 16002. Enrique.Gozalbesuclm.es ** Universidad de Granada. Departamento de Historia Antigua. Facultad de Filosofía y Letras. Campus Universitario de Cartuja, Granada 18071. helenaggugr.es 160MMALMOGAREN 48-49/2017-2018 La parte referida a documentación arqueológica antigua que utilizamos, especialmen-te del archivo del Museo Arqueológico de Tetuán, ha sido estudiada gracias a la ayuda del I+D+i HAR 2012-334033/Hist, con duración 2013-2016, titulado "Una arqueología sin fronteras: los contactos internacionales de la arqueología española en el siglo XX" y ac-tualmente (desde 2017) en el I+D+i: Arqueología e interdisciplinariedad: una investiga-ción arqueológico-histórica sobre las relaciones interdisciplinares en la Historia de la Arqueología española (siglos XIX y XX). HAR2016-80271-P. Introducción La investigación arqueológica del Marruecos antiguo se abrió paso de for-ma dificultosa en este país en el segundo tercio del siglo XIX, especialmente gracias a la acción de los diplomáticos franceses Charles Tissot y Henry de La Martinière. Estos a partir de los recorridos por el país sentaron las bases ini-ciales del conocimiento acerca de la presencia romana y de la distribución de poblaciones antiguas así como de los campamentos militares romanos. Ya en el siglo XX, en la época del Protectorado (1912-1956), tanto en la zona de administración francesa como en la española del Norte, se desarrollaron las excavaciones en diversos centros de la antigüedad tales como Volubilis, Banasa, Lixus o Tamuda. A su vez los sucesivos investigadores que estuvie-ron al frente de los servicios arqueológicos en la época, en concreto L. Chatelain, A. Ruhlmann y M. Euzennat en el caso francés, o C. L. Montalbán, P. Quintero y M. Tarradell en el caso español, sentaron las bases de un cono-cimiento más amplio a partir de las exploraciones en distintos sitios arqueoló-gicos (Gozalbes 2012). Los fundamentos establecidos por estos investigadores, así como por otros que también colaboraron en esa época así como en la década posterior a la recuperación de su independencia por parte de Marruecos, fueron de una importancia especialmente relevante. El avance en los conocimientos y en las interpretaciones se realizó mediante la aplicación a sus búsquedas y descubri-mientos de los modelos bien conocidos de las civilizaciones mediterráneas de la antigüedad clásica. De esta forma, las etapas de la prehistoria se aplicaron de forma automática, hasta detectar la existencia de matices de cierta impor-tancia. Por otra parte, los distintos centros o asentamientos, existentes a partir del final de la prehistoria, se identificaron como pertenecientes a las grandes civilizaciones conocidas. A partir de esta metodología se establecieron unos verdaderos horizontes arqueológicos que explicaban la diversidad de los materiales que se clasifi-caban de forma más o menos coherente en función de las épocas: la etapa fenicio-púnica como "de las colonizaciones", ligada sobre todo a la ciudad de Lixus y a los diversos asentamientos costeros, la época mauritana (también ALMOGAREN 48-49/2017-2018MM161 denominada púnico-mauritana) con un desarrollo urbano y su perduración hasta el final de la monarquía africana, y finalmente la etapa romana, repre-sentada por el extenso transcurrir de la provincia romana de la Mauretania Tingitana (vid. la revisión historiográfica marroquí más reciente en Kably 2011). Sin embargo, cabe indicar que la realidad del Marruecos antiguo indudable-mente se encuentra reflejada en estas evidencias materiales representadas por las civilizaciones del Mediterráneo, con su correspondiente registro diferente según cada uno de los casos, pero es igualmente cierto que paralelamente a las indicadas existieron otras realidades que escapan al modelo bien conocido y más característico de las civilizaciones clásicas. Por lo general el arqueólogo europeo se ha sentido profundamente incómodo ante unos determinados res-tos materiales más o menos imprecisos, que se caracterizan por un registro constructivo más grosero, y con vestigios materiales centrados en cerámicas toscas a mano o materiales pétreos trabajados pero con muy poca determi-nación de una relación o afinidad cultural, como ocurre con los recintos for-tificados de cronología imprecisa (de época prehistórica avanzada hasta tardo-antigua) en el Oued Beth (vid. diversos ejemplos en Souville 1973; Souville, 1984). Y en este sentido, de forma muy corriente ha preferido ignorar estos sitios arqueológicos que no proponían semejanzas con los modelos de civili-zaciones clásicas. Desde el registro material al menos debemos referir la existencia de dos grandes monumentos, no son los únicos, que son paralelos al estilo material de las civilizaciones mencionadas, pero que por sus grandes dimensiones no han podido ser desdeñados. El primero de ellos es el túmulo-cromlech de Mzora, en La Gharbia, ubicado a una quincena de kilómetros de Arcila (Asilah), al que aludiremos en diversas ocasiones en esta aportación, y que pese a su carácter megalítico y aspecto tan sólo remonta en su construcción final a unos pocos siglos antes de la era cristiana (Tarradell, 1952; Gozalbes, 2012). El segundo de ellos es el mausoleo pétreo circular de Souk el Gour, a su vez a una veintena de kms. al Este de Meknes, y cuya cronología apunta a una construcción realizada en unos momentos finales sino incluso posteriores a la dominación romana en este país (Camps, 19760; Camps, 1974). En ambos casos se trata de grandes tumbas monumentales que, sin duda, alguna deben interpretarse como pertenecientes a reyes moros de la antigüedad. Localización de un nuevo sitio arqueológico La comarca de La Gharbia se encuentra en la península Noroeste de Ma-rruecos, en su vertiente occidental, en el territorio que se encuentra vuelto 162MMALMOGAREN 48-49/2017-2018 hacia la costa del Oceáno Atlántico. Se caracteriza mayoritariamente por una serie continuada de hondonadas suaves y por unas muy características tierras rojizas, que ofrece unas comunicaciones relativamente fáciles con el resto del Marruecos septentrional. Por el contrario, hacia el Este este territorio entra en contacto con otras tierras que están caracterizadas por la existencia de monta-ñas, sobre todo del conjunto que está representado por el Jbel Hebib y más al Sur por la zona montañosa de Beni Gorfet. Desde el punto de vista de su loca-lización más exacta se trata de un auténtico pasillo de comunicación que se encuentra al Sur del Fahs o campiña de Tánger, por tanto hacia el Sur del río Tahadart, donde justamente se encuentra la principal población interior del Souk el Had del Gharbia. Y esta comarca de La Gharbia se extiende por el Sur hasta la zona más directa de confluencia con los arenales del Sahel, que son los característicos sobre todo de las zonas costeras y del ámbito del río Loukos. Se trata de un territorio particularmente rico en vestigios arqueológicos, donde son muy numerosos los sitios paleolíticos y epipaleolíticos con profu-sión de silex tallados, con numerosos talleres de fabricación de piezas, pero que en cambio en relación con los asentamientos romanos identificados mues-tra una clara diferenciación espacial a la que aludiremos más adelante. La carretera que parte de la ciudad costera de Asilah en dirección hacia el Sur, y que se dirige en primera instancia al mencionado Souk el Had del Gharbia, transcurre por el interior a lo largo de un largo pasillo de comuni-cación, por lo general con unas suaves lomas, y termina enlazando con el Souk el Tleta de Reissana, zona de muy pequeñas aldeas pobladas por comu-nidades enteramente árabes o arabizadas, pues no se utiliza la lengua beréber. La lectura de los relatos de los viajeros europeos del siglo XIX, por ejemplo el de E. D'Amicis, refleja que éste se trataba del camino normal de comunica-ción que se realizaba en aquella época, el que conectaba la ciudad y puerto de Tánger con el Marruecos central. En los bordes de ese camino todavía en la actualidad no existen unas poblaciones importantes, puesto que como señala-mos se caracteriza por las pequeñas aldeas o aduares. La realidad es que el único pueblo de cierto tamaño por cuyas proximidades pasa la vía es el Tnin de Sidi Lyamani (según la toponimia actual, Souk el Tenin de Sidi Yamani según la más tradicional). También esta carretera atraviesa más al Norte por las proximidades de la aldea de Chouahed, a la que se accede por una desvia-ción, donde se encuentra el famoso túmulo de Mzora que ya ha sido mencio-nado con anterioridad. A una decena de kms. al Norte de los restos de este imponente túmulo y círculo megalítico se encuentra un pequeño poblado llamado Rfaif, todavía en este momento con sus casas diseminadas y con el suelo del mismo sin ALMOGAREN 48-49/2017-2018MM163 asfaltar. Lo nombramos por ser más conocido y por ser el que está en concreto señalizado en la carretera. Poco antes de llegar a Rfaif desde el Norte, a la derecha de la carretera y a unos 300 metros de la misma desde la que se llega por una simple vereda sin asfaltar, se encuentra una fuente que está muchas veces concurrida por los lugareños, y con un pequeño arroyo, el Ued Hammam, que separa este territorio del de la cercana Rfaif. Además el lugar se llama Jebabra según la toponimia de los lugareños (fig. 1). El lugar realmente es de una casi imposible localización por sí mismo. Este lugar no ha llamado especialmente la atención de un posible investigador, dado que la zona rocosa, que podría atraer un cierto interés se trata de un amplísimo terreno sin piedra, que no es visible desde la carretera misma, ni tampoco resulta por sí mismo de un fácil acceso. De hecho el lugar en el que se encuentra el sitio arqueológico concreto que publicamos, hoy día se en-cuentra en el interior de una propiedad particular, totamente cerrada y cerca-da a la que pudimos acceder gracias a la directa orientación de un habitante de Rfaif, así como a la amabilidad momentánea del propietario del lugar. La lo-calización del sitio concreto, en una plataforma rocosa justo por encima del Oued Hammam, tan sólo la pudimos efectuar a partir de dos hechos, puesto que ya en el año 2014 en una prospección por la misma zona intentamos in-fructuosamente su identificación. Permitió la localización, por un lado el conjunto de datos recogidos en el informe de un oficial español de ocupación en la época del Protectorado, del que luego hablaremos extensamente, que mencionaba de forma imprecisa restos de este tipo en el poblado cercano de Rfaif. En agosto del año 2015 nuestras pesquisas en el poblado de este nombre en principio no tuvieron éxi-to, si bien en el caso de uno de los habitantes, la muestra de una fotografía antigua de las cazoletas (cupules) hecha en su día por el oficial español, permi-tió aportar la pista para la localización exacta del lugar en el límite de Rfaif, pero en realidad ubicado en la zona cercana o colindante de Jebabra. Nuestro estudio tiene notables limitaciones en la medida en la que pudimos actuar de acuerdo con el permiso del propietario, el cual no incluía la limpiezas de las cupules. Un estudio más desarrollado, que consideramos imprescindible en el futuro, incluiría esa limpieza y el montar un campo arqueológico para el re-gistro y dibujo de monolitos y cupules. Descripción del sitio arqueológico Por encima del arroyo del Oued Hammam, como antes señalamos, se en-cuentra una plataforma rocosa que da lugar a una meseta de forma alargada, que tiene aproximadamente unos 25 metros de longitud (en sentido Norte- 164MMALMOGAREN 48-49/2017-2018 Sur) y unos 18 metros de anchura. La misma a grandes rasgos está hoy día de-limitada por el cercado de una propiedad particular. En su parte posterior en la actualidad existen dos casas de estilo rural de la zona, construidas con piedras y que se presentan en parte con las paredes blanqueadas. Las mismas son rela-tivamente recientes ya que en la época del informe del oficial español las casas en cuestión no existían. Por delante de las mismas, hasta el desmonte que da al camino y al torrente, se encuentra el afloramiento de esa plataforma rocosa, de suelo liso, de unos poco metros de extensión, pero en la que se encuentran tra-zadas artificialmente en el suelo una gran cantidad de cazoletas que, como ve-remos, ya fueron descritas y fotografiadas por parte del oficial español. Pero desde el momento de la información recogida por éste sin duda algu-nas de ellas se encuentran ya definitivamente deterioradas. Aparte de la difi-cultad de encontrarse enteramente cubiertas de tierra y de basura, como seña-lamos no teníamos la necesaria autorización del propietario para limpiarlas y actuar en ellas, ni nos concedió tiempo al respecto, pues obviamente el abrir-las significaba una incomodidad para su familia cuya intimidad tenía máxi-mo interés en preservar. Incluso algunas de las más grandes cazoletas fueron rellenadas con cemento en algún momento indeterminado, sin duda en bene-ficio del tránsito más seguro por el lugar (fig. 2). Esta plataforma rocosa, a pocos metros en dirección Norte y en un nivel algo más bajo, se encuentra continuada por otra plataforma igualmente rocosa aunque menos lisa, en la que se encuentran trazadas más cazoletas, si bien en este caso con un menor alineamiento, además con unas formas por lo general menos definidas, y que se encuentran ubicadas en las propias inclinaciones naturales de la roca. En esta segunda plataforma, que no aparece descrita en el informe antiguo, buena parte de los rebajes en la roca no tienen una forma circular, aunque sí lo tienen algunas muy poco profundas y continuas (fig. 3). Se trata en ambos casos de la elevación en el territorio de los estratos de piedra subterráneos pero que son perceptibles hacia el NO. En lo que respecta a las cazoletas mencionadas, que presentan una forma circular y ovalada; no podemos descartar que alguna de ellas, al estar cubierta de tierra, pudiera separarse de esa forma circular que consideramos. En cualquier caso, la for-ma circular es con mucha diferencia la predominante y la que se detecta per-fectamente a la vista. Estas oquedades o cazoletas las pudimos medir tan sólo en su borde en la parte superior, la de mayores dimensiones alcanza nada menos que 1'75 metros de diámetro, destacando obviamente sobre las restan-tes (fig. 3), habiendo otra de 1 metro de diámetro, otra de unos 90 cms., al menos dos de 80 cms. y al menos tres de unos 70 cms. La cazoleta mayor presenta un canal de comunicación con otra de las cazoletas cercanas (fig. 4). ALMOGAREN 48-49/2017-2018MM165 Otras cazoletas que están presentes son bastante menores y así la más pe-queña que pudimos anotar tenía tan sólo 10 cms., otra de ellas tiene unos 15 cms., habiendo varias de 20 y de 25 cms., no faltando tampoco las que poseen unos tamaños intermedios: 30, 35, 38, 40 y 50 cms.. Ni las medidas de cada una de las cazoletas guarda proporción alguna entre ellas, ni la tienen en rela-ción con su propia ubicación, ni tampoco influye aparentemente su propia distribución en la plataforma rocosa, lo que sí parece evidente es la forma próxima a lo circular de estos huecos abiertos artificialmente y con bastante cuidado en el suelo. Por el informe del oficial español, que veremos, tienen forma de cubeta en su interior, y además en la más grande de ellas existiría en el fondo el inicio de un rebaje que está, en efecto, documentado por una foto-grafía del informe de la época del Protectorado. Así pues, la existencia de estas estructuras, buscando una determinada finalidad, es indudable de un horizonte arqueológico hasta ahora desconocido en el Norte de Marruecos. No son estas cazoletas, hasta ahora ignoradas como elemento más o menos característico, el único componente arqueológico presente en el lugar. Sin duda también resulta sorprendente la existencia de varios monolitos en el lugar, con unos evidentes rastros de cierta talla en varios de ellos, siguiendo el estilo de muchos de los presentes en el círculo de Mzora, como son aquellos con unas formas por lo general poco definidas. Se trata de unos monolitos no demasia-do grandes, de una altura próxima al metro y que en su mayoría se encuentran tumbados en el lugar, generalmente en este caso por la parte posterior de las viviendas, en concreto hacia el Norte como vemos en alguna de las ilustra-ciones (fig. 5). Incluso al menos uno de esos monolitos aparece ocupado en los cimientos de una de las casas (fig. 5). De hecho, varios de estos monolitos, así como losas cortadas, aparecen también acumulados para formar una fuente localizada en un extremo de este mismo lugar. Y también en aquellas podemos detectar en su base la presencia de algunos sillares trabajados, cortados perfectamente de cantera, pero que son del mis-mo tipo de piedra de los monolitos. Así pues, curiosamente podemos detectar la presencia en el mismo lugar arqueológico de unos restos de megalitismo, similar al de la no muy lejana Mzora, pero también la presencia de algunos sillares trabajados más al estilo de las civilizaciones "clásicas" (fig. 6). Finalmente, otros dos aspectos merecen ser tenidos en cuenta. En primer lugar la existencia al otro lado de las dos viviendas, y del cercado de esta hacienda, de un cortado de piedra con evidentes señales (desgastadas) de la extracción antigua de piedra. Así pues, se trata indudablemente de la cantera de la que se tuvieron que obtener los monolitos que se perciben en la superfi- 166MMALMOGAREN 48-49/2017-2018 cie, y con toda probabilidad también los sillares que están presentes en este mismo sitio (fig. 8). Y en segundo lugar, la presencia en el lugar de silex tallados, que son algo más numerosos en los alrededores de la segunda plataforma más informe y con plano inclinado, en la que las cazoletas son algo más disformes y menos profundas. Estas lascas de silex no muestran realmente indicios de pertenecer a una industria particular que sea identificable con seguridad, si bien la pre-sencia de piezas de menor tamaño apunta a una evidente fase pos-paleolítica, y por tanto con probabilidad a la indeterminada "prehistoria reciente" del Norte de Marruecos. El informe del oficial español El lugar que nos interesa no aparece inventariado en la relación de los luga-res arqueológicos del Protectorado español en Marruecos establecida por M. Tarradell (1953). Tampoco aparece referencia alguna al respecto en su poste-rior síntesis sobre el Marruecos púnico, en el que sin embargo sí incluyó en el ámbito púnico-mauritano como una sepultura monumental la de Mzora (Tarradell 1960). Así pues, hay datos suficientes para concluir que el antiguo Director del Museo Arqueológico de Tetuán no estuvo ni conoció personal-mente este lugar. Tampoco en el mismo estuvo M. Ponsich, una década más tarde, en el de-sarrollo de sus prospecciones, pese a que sí exploró la zona, pues hubiera sido impensable que no hubiera tratado de estos restos que, como veremos, enca-jaban a la perfección con sus conclusiones acerca de la existencia de un pasi-llo "indígena" sin ocupación romana (Ponsich 1966). Queda en pie la posibi-lidad, que nosotros aceptamos como muy verosímil, de que muchos años an-tes, hacia 1928-1930, sí hubiera estado en este lugar el entonces jefe de las excavaciones arqueológicas en el Protectorado español, C. L. Montalbán, quien realizó una "exploración" del territorio mencionando la existencia de algunos restos arqueológicos (1). Sin embargo, existe un informe nada utilizado hasta ahora, elaborado por un oficial español que sirvió como agente de ocupación y administración del territorio, los que recibieron el nombre de "interventores". Se trataba del ga-llego Ramón Touceda Fontenla, que ejerció de interventor territorial en la zona y que en el ejército español llegó al grado de coronel. En su prolonga-dísimo destino militar y administrativo en el Marruecos español, R. Touceda mostró unas loables aficiones intelectuales innegables, de tal forma que se ocupó en múltiples ocupaciones de ensayos acerca de temas humanísticos. Probablemente la cuestión de la que más se ocupó fue de la sociología musul- ALMOGAREN 48-49/2017-2018MM167 mana en el país, pero también trató de otras diversas cuestiones, entre ellas la arqueológica que nos interesa. En concreto en el año 1959 publicó un trabajo sobre esta materia que es absolutamente desconocido en la bibliografía arqueológica del país, y en el que ubicaba diversos puntos nada conocidos de ocupación romana en torno al gran campamento militar de Souiar, en el valle del río Kharroub. En este tra-bajo indicaba que en el lugar de "Hammamat", que se encontraba a unos kms. al Norte de Mzora en línea recta, existía un círculo de 8 metros de diámetro que se encontraba limitado por unas piedras sin labrar (Touceda Fontenla 1959: 106-107). Se trata de una referencia sin duda trascendental en la medida en la que indica la existencia a pocos kms. al Norte de Mzora de un círculo megalítico que por lo demás hasta el momento actual ha pasado enteramente desapercibido. En el año 1953, en el Congreso Arqueológico del protectorado español, re-unido en Tetuán, este mismo oficial español presentó un curioso y nada utili-zado informe acerca de un lugar de superficie rocosa y de piedras que, en este caso, ubicaba en el poblado de Rfaif, indudablemente por ser el más conocido y el lugar que daba nombre al conjunto por poseer la oficina española de ad-ministración. El autor afirmaba que "de una manera sucinta, con la brevedad del profano en materias arqueológicas, atraídos por algo indescifrable e incomprendido, he aquí lo que observamos y encontramos" (Touceda Fontenla 1954). Es significativo que pese a lo señalado en el informe, que ya ofrecía bastantes indicios acerca de la importancia del sitio arqueológico, sin embar-go el citado M. Tarradell no sólo no encontrara tiempo para visitar el sitio, sino que además en las Actas del Congreso no incluyó este informe en las distintas sesiones dedicadas a la prehistoria, al periodo púnico o mauritano, o al romano, sino que por el contrario lo relegara a los "Temas Varios". No está de más también el indicar que en las mismas Actas, y en la misma sesión, aparece otro informe del mismo autor en el que se refería la hipotética exis-tencia de un foco de totemismo en la zona. Volviendo al informe anterior, lo que más llamó la atención del oficial es-pañol fue la existencia de una serie de oquedades abiertas en un suelo de roca lisa. El autor habla de la existencia de tan sólo ocho cazoletas, y seguidamente se extiende en tratar de probar que las mismas en absoluto podían deberse a la acción natural, sino que en ellas era bien perceptible la actuación humana (Touceda Fontela 1953: 463). Quizás lo que más nos choca de este informe es la mención de un número muy restringido, por lo contrario nosotros hemos localizado en el lugar como mínimo una veintena. La explicación la podría-mos encontrar en que el oficial español no se percatara o simplemente obviara 168MMALMOGAREN 48-49/2017-2018 la existencia de las cazoletas de menores dimensiones, que son un muy evi-dente acompañamiento de las de superior tamaño. La segunda plataforma rocosa, existente a un nivel inferior, con otras cazoletas más informes, fue también percibida por el autor del informe: "cerca del ángulo del NO. y a unos veinte metros se encuentran restos de otras pare-des muchísimos menos definidas que las anteriores, pero que tienen la particu-laridad de presentar igualmente forma de rectángulo, de unos diez metros por cinco de ancho aproximadamente". Esta opinión sobre la forma no es necesa-riamente compartida por nosotros, puesto que en este caso observamos una ausencia más evidente de formas, si bien en algún caso se detecta el intento de aproximación al círculo como sucede en la plataforma superior (fig. 10). En tercer lugar, el informante español habla de la existencia de restos de lo que denomina un "edificio". R. Touceda Fontenla señalaba lo siguiente al respecto: "la roca donde están las oquedades viene a ser así como el piso de un edificio. En efecto, restos de unas paredes ciclópeas definen un rectángu-lo perfectamente claro y sin que pueda dudarse en él la mano del hombre" (Touceda Fontenla 1953: 464). Este hecho nos parece particularmente rele-vante, y a nuestro juicio queda bastante claro con la observación siguiente: "estas paredes, que sólo tienen sobre la superficie una piedra, forman un ángulo correspondiente en las esquinas. Las oquedades no están en el centro, están hacia el lado norte del rectángulo, por donde parece adivinarse quizá la entrada del edificio que las insinuantes paredes quieren representar" (fig. 11). En este caso se trata, sin duda, de una información muy relevante. La alte-ración del lugar desde entonces hace que no queden rastros precisamente de esa ubicación de las piedras, que servirían de límite al "edificio". Sin embar-go, las dos fotografías que el oficial español recoge en su informe no deja lugar a las dudas de que se trata de sillares cortados. Así pues, indudablemen-te se trata de los sillares que aparecen desperdigados en el lugar, y sobre todo en concreto en la base de la fachada de las viviendas (fig. 11). Pero la propia descripción hace ver que obviamente no se trataba de un edificio sino con mucha más probabilidad de un recinto, que era el que daba lugar al cerramien-to de esta estructura (interpretada por el oficial como un baño). Un recinto que en su entrada difícilmente podía estar en la parte Norte, como se señalaba en el informe, debido a que la estructura del lugar apunta por el contrario a la parte opuesta, sin que con los datos de los que disponemos podamos hacer mayores aproximaciones. Otra cuestión importante es que R. Touceda Fontenla también se percató de la existencia en este lugar de los monolitos similares a los de Mzora. En ALMOGAREN 48-49/2017-2018MM169 primer lugar, los ubicados en el lugar mismo del recinto que nos ocupa y en las inmediaciones del mismo: "en una zona de cerca de un kilómetro cuadra-do se encuentra gran cantidad de piedras perfectamente rematadas como de sillería ciclopea". Y más adelante lo expresa con una mayor claridad: "respec-to a las piedras de arquitectura ciclópea que abundan por las inmediaciones, cabe señalar que llaman igualmente la atención pues en alguna de ellas pare-ce que hay muestra indudables de haber sido ligeramente trabajadas. La ma-yor parte de ellas son rectangulares y algunas presentan parecidas caracterís-ticas que muchas del túmulo de Mesora" (Touceda Fontenla 1954: 467). Sin embargo, el oficial español no recogió sino una fotografía de piedras escasamente características de las inmediaciones. A nuestro juicio es muy probable que fuera después cuando creyó percibir en el lugar, de ahí la seme-janza toponímica, ese círculo de megalitos antes aludido. En caso contrario, encontraríamos reflejo de la existencia de dos monumentos megalíticos dife-rentes, éste que hemos podido confirmar y el otro cercano aún por (re)descubrir. Interpretación y paralelos Es indudable que el informe del oficial español resulta vital para conocer el lugar, en la medida en la que el mismo ha sufrido una transformación en los más de 60 años transcurridos desde entonces. Por otra parte parece evidente que se ha producido una apropiación particular de un espacio que aparen-temente era público o sin ocupación en aquella época. La propia construcción de las dos viviendas rurales ha sido, sin duda, la que ha ocasionado la mayor modificación. No es el hecho de que las cazoletas estén naturalmente rellena-das, sino que incluso algunas de ellas con posterioridad, en algún momento, se han cementado. Por este deterioro consideramos importante reflejar el informe del oficial español, más allá naturalmente de las fotografías, pues pudo vaciar las cazoletas para tomar observaciones sobre ellas. El tenor del informe nos de-muestra la validez de su descripción; Touceda 1954: 464: "ya hemos dicho que estaban tapadas casi por completo; una vez limpias las hemos medido, apreciando así mejor sus características y forma. La mayor de todas es perfec-tamente circular: su diámetro mide 1'80 metros, tiene la forma de una taza que se profundiza en la roca 0'70 metros, estrechándose con una simetría que llama la atención. Hacia el fondo y hacia el lado sur, tiene otra oquedad de más de 30 cms.. y más profunda que el fondo de la primera, y en forma alar-gada. Hacia el este se encuentra el canal de desagüe que comunica con otra oquedad más pequeña. Las demás tienen una profundidad de unos 40 cms. Dos de ellas presentan una forma ovalada y sus diámetros se acercan a los 75 170MMALMOGAREN 48-49/2017-2018 por 55 cms. Hay una que presenta diferente característica a las demás. La oquedad mayor está unida a otra más pequeña: parece adivinarse la forma del cuerpo de un niño, el sitio de la cabeza queda más alto. Por fin, la última oquedad diferente a las demás, es una forma de taza de 20 cms. de diámetro y otro tanto de profundidad". El oficial español no reconoció aparentemente la existencia de las cazoletas más pequeñas. Por otra parte, el recinto de sillares que mencionaba en su momento ha sido enteramente desmantelado, y los posibles monolitos del monumento en el lu-gar han terminado de ser afectados. En consecuencia, nuestro rápido estudio no puede menos que aunar nuestra propia percepción del lugar en su estado actual, confrontándolo con el estado (ya alterado) en el que se hallaba en la época del Protectorado cuando sí hubiera sido posible un mejor estudio. Sin duda posteriores y más detenidos estudios, incluida una intervención arqueo-lógica, permitirán ampliar los datos ahora recogidos. En todo caso, la parte sin duda más característica es la que se refiere al suelo rocoso con la presencia del trazado de las cazoletas. Y en este caso con-creto el notable interés que presenta el hecho de que la superficie hubiera es-tado delimitada no por un edificio, como creía el oficial español, sino por un recinto formado por sillares y probablemente monolitos más informes. Los primeros garantizan indudablemente el que el uso del mismo no tiene que remontarse a la lejana prehistoria, al Neolítico, sino que corresponden con mucha mayor verosimilitud a la protohistoria, sin posibilidades de documen-tar este hecho con una mayor precisión. No podemos deducir si este lugar continuó utilizándose en época romana, pues en el mismo no hay material cerámico antiguo, por supuesto no hallamos Terra Sigillata, aunque las piezas o lascas en silex apuntan imprecisamente a un momento más primitivo. La tipología de las propias cazoletas, en lo que se refiere a su funcionalidad, parece apuntar a un lugar para efectuar ritos, a un santuario con casi total seguridad en relación con un rito de protagonismo del agua o líquidos. De hecho, entre dos de las cazoletas, en la fotografía recogida por el informante español, se observa un pequeño canal de comunicación, y nosotros mismos hemos podido detectar la existencia en al menos uno de ellos, de unos 60 cms. de diámetro, de un canal de entrada o salida de líquido. El oficial español, que sí pudo limpiar las cazoletas, observaba (quizás con cierta exageración) que "casi todas ellas tienen su pequeño canal de desagüe" (Touceda Fontenla 1954: 463), extendiéndose en imaginativas consideraciones sobre unos posibles sa-crificios humanos. En realidad ese canal aparece presente en las cazoletas de mayores dimensiones. Pero también al menos en dos ocasiones (fig. 13 y 14) las cazoletas presentaban otra estructura rebajada en su interior. ALMOGAREN 48-49/2017-2018MM171 El fenómeno arqueológico del trazado de las cazoletas se encuentra exten-dido en Francia y en España, en un marco cronológico relativamente extenso, que va desde el Neolítico a la Protohistoria. Aunque resulta difícil el obtener al respecto de las mismas unas conclusiones seguras, la mayor parte de los investigadores han señalado su relación con ritos en relación a los líquidos, en especial al agua como el elemento más sencillo y disponible. En este sentido, en Jebabra, sin duda, nos debemos encontrar ante la existencia de un santua-rio relacionado con el agua. Desgraciadamente conocemos muy poco de la religión del medio rural de los moros (mauri) de la época de presencia púnica, de la monarquía mauritana y de la provincia romana, de tal forma que casi todo lo que se ha escrito al respecto es puramente especulativo. Significativo al respecto es el estudio de Bénabou (1976: 268 y ss.) que habla de la encarna-ción de lo sagrado a través de las montañas, las grutas y las piedras. En cual-quier caso, este mismo autor trata de forma muy genérica de que el agua se ubicó en el centro de las preocupaciones religiosas de los africanos (Bénabou, 1976: 272-273), si bien los datos al respecto son mínimos: "les pratiques magiques berbères destinées à obtener la pluie, dont certaines ont subsisté jusqu'à l'époque moderne, ont été souvent étudiées, mais dans une perspective plus ethonologique qu'historique". El geógrafo griego Strabon, en la época del cambio de Era, hace una des-cripción acerca de los mismos, de cómo eran muy aficionados a la vida aven-turera y a los movimientos, incluso de su adorno y hasta coquetería física, del papel importante de los que poseían y combatían a caballo, pero en su excurso nada dice acerca de la religión (Strabon III, 1, 7). Sin embargo, pocos años más tarde Pomponio Mela sí recoge un mito o creen-cia del territorio que puede fácilmente ponerse en relación con este tipo de lu-gares. Su relato, como la propia descripción de Strabon, se refiere al país con anterioridad a su incorporación al imperio romano como provincia. Indicaba Mela que la tradición local señalaba que el mítico Anteo había reinado sobre el país, y como prueba de esta creencia mostraban la existencia de una colina de muy escasa altura y que asemejaba la existencia allí de un hombre tumbado y que los lugareños consideraban que era su tumba. Pero lo más interesante es que señalaba que si se hacía algún agujero en algún lugar de la zona, las lluvias entonces caían hasta que estos agujeros se encontraran plenamente rellenos por el agua: unde ubi aliqua pars eruta est, solent imbres spargi, et donec effosa repleantur, eveniunt (Mela III, 10) Resultaría, al menos a nuestro juicio, una excesiva casualidad, con escasa verosimilitud, el que Mela mencione estas creen-cias y esta práctica, justamente cuando estaba hablando de lo que, sin lugar a las dudas, se trata de una descripción del túmulo del monumento de Mzora. 172MMALMOGAREN 48-49/2017-2018 Así pues, probablemente se trata de un rito particular del medio moro en la época anterior a la conquista romana, con el que sin duda debe relacionarse este destrozado recinto megalítico y estas cazoletas de la plataforma rocosa de Jebabra. A grandes rasgos podría tratarse de un rito propiciatorio de la lluvia. Tampoco consideramos de más aludir al episodio de la "lluvia milagrosa" acontecida en el año 42 en la guerra romana de conquista del país. Este hecho es documentado por Dion Cassio LX, 9, 1-5: según su relato los moros some-tidos en principio a Roma se levantaron posteriormente, de tal forma que el gobernador Gnaeus Hosidius Geta logró vencer en dos ocasiones sobre su dirigente llamado Salabos. Pero espoleado por los triunfos, Hosidius Geta hizo penetrar el ejército en su persecución en zonas áridas, de tal forma que el ejército llegó al punto de encontrarse en una situación muy difícil, atacado por los tormentos de la sed. Sin poder ni avanzar ni retroceder, un moro aliado convenció al general romano para recurrir e la magia, indicando que en oca-siones estos ritos habían proporcionado una gran cantidad de agua. Así lo hicieron y la "lluvia milagrosa" proporcionó una cantidad enorme de agua. Asustados por este hecho, y considerando que los romanos gozaban de la pro-tección divina, los moros se decidieron de forma espontánea a pedir la paz. Respecto a la existencia de paralelos en el Norte de Marruecos, hasta ahora los mismos han pasado desapercibidos, por esa falta absoluta de atención a los registros arqueológicos menos asimilables a lo conocido, sin embargo en nues-tros estudios los venimos aportando en los últimos años. La duda razonable que puede presentarse es si todos los fenómenos corresponden en realidad o no a un mismo horizonte arqueológico. En cualquier caso, apuntaremos algu-nos datos que nos permiten el ponerlos en relación, más allá de que las cazoletas no siempre tengan el mismo significado. 1.- El primer paralelo a este respecto, y bien conocido desde antiguo, se encuentra en el famoso monumento megalítico de Mzora, como hemos indi-cado ubicado a pocos kms. hacia el Sur en dirección recta. En varios monolitos del círculo de Mzora aparecen trazadas cazoletas, que son especialmente nu-merosas en uno de ellos tumbado y que se haya situado a unos 200 metros del monumento (fuera hoy día del vallado construido para el mismo). La existen-cia de estas cazoletas en algunos de esos monolitos ha sido siempre destacada, y sobre todo en su día lo hizo H. Koehler, así como más tarde M. Tarradell, G. Souville, así como nosotros mismos, que hemos destacado su carácter de tra-zado antiguo, junto a otro tipo de grabados (Gozalbes y Gozalbes, 2016); en algún caso se ha mencionado su hipotética relación con algún mito referido al diluvio universal, o a su llenada por la lluvia. La asociación cazoletas-monolitos por tanto de momento es común en Mezora y en Jbabra. ALMOGAREN 48-49/2017-2018MM173 2.- Otro paralelo común con el anterior lo encontramos en el reciente estu-dio efectuado por parte de N. Bakkali en la cantera de la que se extrajeron los monolitos de Mzora, ubicada a casi un kilómetro de distancia. En su trabajo este autor ha demostrado que en algunos casos las cazoletas ya estaban traza-das en el lugar mismo de extracción del bloque (Bakkali, 2013). Debe de te-nerse en cuenta que este fenómeno megalítico extraordinario, el círculo de Mzora, no parece coincidir en cronología con el de la Europa atlántica, aun-que este hecho sea reiteradamente defendido por parte de un sector de la in-vestigación, en especial por parte del equipo franco-marroquí de estudios: en realidad un número importante de los monolitos son cortados de cantera, el túmulo del interior presenta un muro de contención con sillares de tipo helenístico, con paramento muy similar al de la Lixus púnica, de tal forma que su cronología más verosímil se encuentra en torno al siglo IV a. C. En este caso debemos considerar también la coincidencia de un aspecto que se rela-ciona con Jebabra: el hecho de que aquí también se trata de una cantera de extracción de monolitos. 3.- Otro paralelo que ha pasado hasta el momento desapercibido, pero que a nuestro juicio se encuentra en evidente relación, es el que se refiere a la plataforma rocosa en la que se ubicó la famosa necrópolis púnico-mauritana del Marshan en Tánger. En las exploraciones efectuadas a mediados del siglo XX por parte de la Société d'Histoire et d'Archéologie de Tanger, muy cerca de la famosa necrópolis, se encontró un curioso espacio de plataforma rocosa, que es indudable que simplemente prolonga el lugar del propio espacio de enterramiento. Los descubridores, principalmente el ya mencionado C. L. Montalbán entonces al frente de la arqueología en la administración interna-cional de Tánger, no supieron bien interpretar de qué era de lo que se trataba, en una disquisición entre considerarlo un recinto prehistórico, un espacio ele-vado para la práctica de unos cultos de tipo semita, o una antigua cantera (Laredo 1953; Laredo 1954). Resulta absolutamente indudable que este lugar, a la vista de las fotografías que se insertan en los trabajos, se trataba en realidad de una cantera para la extracción y corte de piedras, con casi total seguridad de donde se obtuvieron las losas que se utilizaron en la cercana necrópolis. En cualquier caso, en la referencia que entonces se hizo al lugar se indicaba que "aparecieron unas cazoletas profundas con ciertas disposiciones y en distintos sitios, tanto en los escalones como en el suelo de la explanada ... . Al extremo de la explanada fue encontrada una pila cuadrada tallada en la roca. También se halló en el lugar un broche de factura fenicia". Por desgracia, desde hace ya medio siglo se trata éste de un espacio perdido para las investigaciones debido a las construcciones 174MMALMOGAREN 48-49/2017-2018 urbanas allí efectuadas. Pero la relación cantera-cazoletas-necrópolis-"broche de factura fenicia" vuelve en este preciso caso a indicar con seguridad una cronología de los siglos inmediatamente anteriores al cambio de Era. 4. El último e importante paralelo es el monte hoy conocido como Al- Macabar az-Ziaten ("cementerio de Ziaten"), tradicionalmente conocido en la época del Protectorado con el nombre de monte de Les Oliviers, y por los españoles como Los Olivos. Este sitio arqueológico se encuentra en la vertien-te meridional del Jbel Kbir, al S.O. de Tánger, el monte que da lugar al cabo Spartel. Se trata de un lugar muy importante pero que ha sido profundamente arrasado, con la desgraciada pérdida de la numerosa información que conte-nía. A comienzos del siglo XX G. Buchet, en las labores efectuadas por parte de la Mission Scientifique au Maroc, descubrió una importantísima necrópo-lis del tipo de la Edad del Bronce regional, con decenas de tumbas trapezoi-dales, compuestas en sus paredes por grandes losas de piedra, y cubiertas mediante otras más planas. En la parte superior el mencionado investigador detectó la existencia de "una casa bereber de época romana" cuyo plano reco-gió y fue reutilizado en una publicación (Biarnay y Péretié 1912). Las tumbas permanecieron visibles durante mucho tiempo, en un proceso de deterioro tal y como señalaba años después otro escritor: "el examen que he podido hacer de los pocos vestigios que quedan demuestra que se trata de hoyos de forma rectangular revestidos de gruesas piedras desbastadas por la mano del hombre. En la actualidad no se encuentra una sóla tumba completa, en las pocas todavía visibles, las losas superiores han desaparecidoŽ. Parecen pues de dimensiones algo inferiores a las de los dólmenes de El-Mries. En algunas de dichas tumbas, según noticias dadas por el propietario de la finca en que están incluidas, se han encontrado restos de esqueletos y trozos de cerámica" (Ghirelli 1932: 55-56). Nuestro estudio del lugar ha permitido detectar ya la desaparición absoluta de todas las tumbas de la Edad del Bronce y Protohistoria, el desconocimiento sobre las mismas por parte de los habitantes, si bien el recuerdo de su existen-cia queda fosilizado en el nombre de "cementerio" de Ziaten. Los restos de la considerada una vivienda mora de la antigüedad han desaparecido, pero sin embargo sí hemos podido detectar la presencia de tres estructuras que no se habían constatado en esos informes antiguos. .- En primer lugar una zona de roca que aparece cortada artificialmente y por tanto nos encontramos de nuevo ante una cantera, en este caso indudable-mente usada para las losas de las tumbas. .- En segundo lugar, la existencia de una pila cuadrada perfectamente tra-zada en la roca, en lo alto de la misma, y que exigía su llenado exclusivamente ALMOGAREN 48-49/2017-2018MM175 bien por el agua de la lluvia, bien por agua allí vertida. La pila tiene eviden-cias muy claras de desagüe. .- Finalmente, sin duda también en relación con la misma, la existencia en una amplísima plataforma de suelo de roca de toda una serie de cazoletas, en este caso en su mayor parte con alineamientos rectilíneos (Gozalbes y Gozalbes 2015). Otra diferencia evidente es que estas cazoletas de Ziaten no llegan a tener las grandes dimensiones de las de Yebabra, aunque hay alguna con diá-metro de 60 cms. Como en este caso las cazoletas son de unas dimensiones diferentes, y oscilan entre los 20 y los 30 cms. (fig. 15). También existen otras estructuras grabadas, tales como un cruciforme o la forma de un hacha. Conclusiones La puesta en común de los datos percibidos en Jebabra y los procedentes de otros sitios arqueológicos, nos permiten alcanzar algunas conclusiones preli-minares a las necesarias intervenciones arqueológicas futuras. A nuestro jui-cio esta puesta en común indica que todos estos datos apuntan con bastante certeza a la existencia de un horizonte arqueológico que, hasta el momento, o había sido totalmente desconocido por parte de la comunidad científica, o bien no había sido puesto en relación con el fenómeno que nos ocupa. Y también en lo que se refiere a la interpretación histórico-arqueológica, a nuestro juicio esta constatación permite fijar mejor en su contexto el importante monumen-to de Mzora, que sin duda constituye la tumba monumental de uno de los reyes moros de la antigüedad, creemos que alguno previo al primero de ellos conocido como fue ese Baga que se menciona en una época avanzada de la Segunda Guerra Púnica (2). El hecho de que esta tumba fuera atribuida al mítico Anteo, como un rey del pasado en el territorio, y que como tal fuera mandada abrir para su exploración por parte del general romano Sertorio en el año 81 a. C. (3), obliga a remontar en varios siglos a ese momento, probable-mente hasta el IV a. C., su construcción. Pero a partir de los restos de Jebabra vemos indudablemente la existencia de una serie de rasgos comunes que permiten detectar un fenómeno peculiar en el Norte de Marruecos, con la presencia común del megalitismo más tar-dío, en diversas facetas del mismo, con una relación sepulcral también muy evidente, así como la presencia de cazoletas generalmente circulares, aunque en algunos casos (Marshan, Ziaten) aparece una gran pila de forma cuadrada, que en el caso de Yebabra está sustituida por una gran cazoleta de 1'75 metros de diámetro en su parte superior. Dos aspectos se relacionan también clara-mente con estas estructuras, como son su relación con el trabajo en una vincu-lación con algún rito que estaba referido al agua. 176MMALMOGAREN 48-49/2017-2018 En lo que respecta a la cronología de estas manifestaciones hasta ahora ignoradas, dentro de la dificultad de poder tratar de la misma con una cierta precisión, parece claro que nos hallamos en un lapso de tiempo entre la Pre-historia Reciente y la época romana. Así pues, un momento que encaja perfec-tamente con la propia construcción del monumento de Mzora, en la que se utilizaron instrumentos metálicos, como perteneciente con toda probabilidad a uno de los más antiguos reyes moros, después asimilado a Anteo. No existen aquí evidencias de cerámica pintada, o de cerámica de tipo Kouass, ni mucho menos de sigillata romana. Ello no descarta un paralelismo cronológico, por cuanto en realidad aquí nos hallamos ante un mundo cultural paralelo al helenístico y romano, que vivía en parte al margen del mismo. Corresponde indudablemente a los moros de la antigüedad. Volviendo al testimonio del ya citado Pomponio Mela, éste afirmaba que de los habitantes de este país unos vivían en pequeñas ciudades, pero otros lo hacían dispersos por los campos o bosques, aunque con un carácter menos nómada que el de los gétulos: hominum pars silvas frequentant, minus Quam quos modo diximus, vagi; pars in urbibus agunt (Mela III, 10). Y esas formas de vida beduinas, ligadas sobre todo a las actividades de pastoreo, aunque sin duda también con presencia de una incipiente agricultura, también permane-cieron en la época romana: en el siglo III una descripción de las características de las provincias romanas afirmaba que en las Mauretanias las gentes que habitaban, pese a estar sometidos a los romanos, poseían un tipo de vida y unas costumbres característicos de los bárbaros (Exp. Tot. Mund., 60). Precisamente la investigación arqueológica del espacio próximo a Jebabra y a Mzora prueba precisamente el establecimiento en la zona de este tipo de po-blación no urbana, así como su evidente pervivencia en época romana. Por el Norte naturalmente se encontraba la ciudad de Iulia Constantia Zilil, colonia de fundación de Augusto. Por el NE. El territorio se cerraba, antes de dar paso a las alturas del Jbel Habib, por el conjunto de los campamentos romanos de Souiar en el curso del río Kharroub. Por el Oeste del territorio, a mitad de distancia entre Zilil y Tleta de Raissana, se encontraba otro de los grandes campamentos romanos, el de Tabernae. En su prospección de todo este territorio, M. Ponsich detectó la existencia de una importante ruta que, a grandes rasgos coincide con la carretera actual, que pasaba por la zona de Yebabra, Mzora, Souk el Tnin de Sidi Yamani y enlazaba con Tlata de Raissana dejando el campamento militar de Tabernae algunos kms. al Oeste: "un grand choix de stations de surface, souvent au milieu de vestiges d'ñepoque historique, alignées dans les vallées, sans doute le long des voies de transhumance. Les sites au Nord de M'Zora, en particulier, jalonnent une hypothètique voie préhistorique" (Ponsich 1966: 382). ALMOGAREN 48-49/2017-2018MM177 En un trabajo reciente, nosotros mismos hemos realizado una breve síntesis en relación con la ocupación del territorio en la antigüedad. En la misma he-mos destacado aquello que, con menos datos, ya M. Ponsich había comenzado a señalar: la existencia de zonas con una fuerte densidad de ocupación urbana y campesina, con ciudades y granjas/villas, pero también la existencia de al-gunos territorios con un vacío de ocupación pese a la existencia de restos pre y protohistóricos. Uno de ellos que señalamos de forma expresa fue precisa-mente éste (Gozalbes y Gozalbes 2014: 452-453). Con ello creemos poder al-canzar el definir una mínima constatación arqueológica en relación a las po-blaciones moras de carácter no urbano en el Norte de Marruecos en la anti-güedad (4). Sugerimos en el futuro que al menos una parte de las investigacio-nes se dirija a intentar documentar esta realidad de la vida indígena en la antigüedad. Notas: (1) No lo recoge en su "mapa arqueológico" del año 1933 conservado en la Biblioteca Nacional de Madrid; Montalbán 1932 (inédito). En 1928 realizó la exploración de lo que denominó cabilas de Sumata y de Beni Gorfet; Montalbán 1932 (inédito en los fondos del Museo Arqueológico de Tetuán). En ella el explorador mencionaba la existencia de construcciones megalíticas en diversos lugares con bastante imprecisión, comparando incluso alguno de ellos en Beni Gorfet similares a la construcción megalítica de Menga (Antequera, España). En nuestro estudio creemos haber localizado este lugar en Fuente Daura en Beni Gorfet, pero se trata de curiosas roquedades con apariencia natural y simples acumulaciones de grandes peñascos. Los datos sobre la zona que nos ocupa con "el campo sagrado del poblado de Suahel con sus ringleras, cromlech y tumba, la cantera de donde se sacaron los menhires de Suahel", son resumidos en Quintero 1941: 38. Es muy probable que en efecto Montalbán visitara el lugar pues al oficial español que hizo el informe se le indicó que le refirieron que hacía "ya bastantes años unos cristianos estuvieron allí viéndolas y midiéndolas y haciéndole fotografías". (2) Livio XXIX, 30, 1. El hecho de que un siglo más tarde el rey de la Mauretania se llamara Bochus refleja sin duda su posible pertenencia a una misma familia; Salustio, Bell. Iug. XIX, 7 indicaba que Numidae usque ad flumen Muluccham sub Iugurthay erant; Mauris omnibus rex Bocchus imperitabat. (3) Este hecho es mencionado por el historiador latino Gabinio transmitido por Strabon XII, 3, 8 y por Juba II, transmitido por Plutarco, Sert., 9. (4) Para la época romana, en el siglo II es Ptolomeo IV, 1, 5 quien ofrece un 178MMALMOGAREN 48-49/2017-2018 listado de las tribus moras de la Tingitana, fijando sus respectivas posiciones en relación con las otras. Indicaba que las costas del Estrecho estaban ocupadas por Metagónitas y las del Mediterráneo por los Socossii; debajo de los metagonitas se hallaban los Macizes y después los Verbicaes (que hacia el Este se prolongarían en el nombre común de los Verbes, sin duda en la zona meri-dional del Rif). A nuestro juicio la zona que estudiamos sería de poblamiento bien de los Macizes, bien de los Verbes, sin embargo son posibles otras interpretaciones. Bibliografía: Antoine, M. (1952): Les grandes lignes de la préhistoire marocaine, Casa-blanca. Bakkali, N. (2013): Mise en valeur du site megalithique de Mzora. Projet pilote de développement humain a travers la mise en marche du tourisme respon-sable, en Rodríguez García, L. y Roldán, A. R., Córdoba, 179-189. Bénabou, M. (1976): La résistance africaine à la romanisation, Paris. Biarnay, S. y Perétié, A. (1912): Recherches archéologiques au Maroc, Archi-ves Marocaines 18, 373-400. Brouquier-Redde, V. A. y Lenoir, E. 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Monolitos tumbados en Yebabra, situados cercanos a las cazoletas. Fig. 6. Monolito tumbado en la base de una de las viviendas. ALMOGAREN 48-49/2017-2018MM183 Fig. 7. Monolito y sillares reutilizados en la base de una vivienda. Fig. 8. Cantera con las señales del corte de la piedra para obtener monolitos. 184MMALMOGAREN 48-49/2017-2018 Fig. 9. Fotografía de las cazoletas por parte del oficial español. Fig. 10. Cazoletas circulares en la foto-grafía de los años cincuenta del oficial español. ALMOGAREN 48-49/2017-2018MM185 Fig. 11. Sillares marcando un recinto en las fotografías de los años cincuenta. Fig. 12. Grandes sillares empleados en la base de la vivienda. Estado actual. 186MMALMOGAREN 48-49/2017-2018 Fig. 13. Uno de los monolitos tumbados cerca de las cazoletas. Fig. 14. Cazoleta con rebaje en su interior. Fotografía de los años cincuenta. ALMOGAREN 48-49/2017-2018MM187 Fig. 15. Cazoleta compuesta, con dos alturas. Fig. 16. Cazoleta circular de Yebabra. 188MMALMOGAREN 48-49/2017-2018 |
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