Almogaren XXXVII / 2006 Wien 2006 163 - 179
Juan Francisco Martin del Castillo*
La prostitucion en Las Palmas de Gran Canaria (1920-1921):
Conflicto jurisdiccional y problema sociosanitario
Key words: Canary Islands, Las Palmas de Gran Canaria, XX century,
hygiene, social control, prostitution
Resumen:
La prostituci6n y su control social e higienico son los protagonistas del presente. Entre
1920 y 1921, Las Palmas de Gran Canaria vivi6 una polemica sobre la "inmoralidad
publica" (Ja prostituci6n) y el mecanismo de vigi lancia municipal sobre ella. EI
Ayuntamiento quiso, en un primer momento, pasar el servicio de custodia de la mancebia
a Ja Delegaci6n de Gobierno pero, mas tarde, decidi6 aceptar las competencias
administrativas aunque pasando Ja gesti6n al Cabildo Insular de Gran Canaria. Todo ello
sucedia a las puertas de Ja divisi6n provincial de 1927.
Abstract:
The prostitution and its sanitary and social control are the protagonists of this paper.
Between 1920 and 1921, Las Palmas de Gran Canaria lived a controversy about the "public
inmorality" (prostitution) and the local disposition of vigilance upon it. The Townhall
desired, at first time, to transfer this guardianship service of prostitution to the Delegation
of Govemment but, later, decided to accept the administrative competences although
transfering the management to the Cabildo Insular(Insular Council) ofGrand Canary All
ofthese events occurred in the previous times to the provincial division (1927).
Zusammenfassung:
Die Prostitution und ihre soziale Kontrolle sind das Hauptthema dieses Aufsatzes. Zwischen
1920 und 1921 durchlebte Las Palmas de Gran Canaria eine Kontroverse über die
"öffentliche Unmoral" (Prostitution) und die behördliche Überwachung derselben. Das
Bürgermeisteramt wollte zunächst die Kontrollaufgaben der örtlichen Regierungsvertretung
übergeben, akzeptierte aber später die Zuständigkeit, wobei es die praktische
Durchführung an den Cabildo Insular von Gran Canaria transferierte. Dies alles geschah
kurz vor der Aufteilung der Kanarischen Inseln in zwei Provinzen (1927).
*I.E.S. EI Rinc6n (Las Palmas de Gran Canaria)
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0. Introduccion
Un aspecto ciertamente descuidado de la historia en general es el relativo
al control social e higienico del ejercicio de la prostituci6n1 • Tal vez debido a
la pnictica ausencia de fuentes documentales directas, provenientes de los
mecanismos de vigilancia de aquella, o, lo mas habitual, a un decidido
desinteres por la situaci6n, revestida de complejos sentimientos morales,
cuando no de prejuicios sociales declarados, hace que sobre el particular se
extienda un tupido velo de ignorancia y vergüenza. En los ultimos tiempos, y
a partir principalmente de la reciente bibliografia de genero2
, se ha recuperado,
en dignidad y protagonismo hist6rico, la presencia de estas mujeres (y
hombres), victimas de la pobreza econ6mica y de la miseria social, que, au/
asi, merecen un recuerdo mas alla de la mera estampa costumbrista. Siq
embargo, el aporte documenta! ha sido exiguo, testimonial en bastantes ca~<(s',
redoblando la necesidad de una puesta al dia en la interpelaci6n historiog;{ fica
de las fuentes. ,' ·
De ambos extremos procede el acercamiento que se propone a la
problematica canaria. Para el fen6meno de la mancebia, en la capital
grancanaria y en los albores de la decada de los 20 del siglo pasado, la fortuna
ha querido aliarse con la pesquisa investigadora, maxime al plantearse una
disputa jurisdiccional que sobrepasaba la esfera local. Ademas, en curiosa
1 En cuanto a Espafia, la historiografia debe mucho a Ja historia de Ja medicina y, en
segundo lugar, a Ja historia social. Cfr. CASTEJON BOLEA, R. (1996) De Ja higiene de
Ja prostituci6n a Ja Jucha antivenerea. Enfermedades venereas y medicina social en Espaiia
(1868-1936). Granada: Universidad (Tesis Doctoral); id. (1997), "Los medicos de Ja
higiene: Medicina y prostituci6n en Ja Espafia contemporanea (1847-1918)". Bulletin
d'Histoire Contemporaine de J'Espagne, 25, pp. 73-87. Desde el area de Ja historia de las
relaciones sociales, vease: GUERENA, Jean-Louis (2003) La prostituci6n en Ja Espafia
contemporcinea. Madrid, Marcial Pons; fd (1997) "De historia prostitutionis. La prostituci6n
en Ja Espafia contemporanea". Ayer, 25, pp. 35-72; JIMENEZ MONTESERRIN,
M. (1994) Sexo y bien comun: notas para Ja historia de Ja prostituci6n en Ja Espafia
Moderna. Cuenca, Ayuntamiento e Institute "Juan de Valdes". Para Canarias, merece ser
citado el estudio parcial de MONZON PERDOMO, M~ Eugenia (2000) "La prostituci6n
femenina en Canarias en el Antigua Regimen. Instituciones de Recogimiento", XIII
Coloquio de Historia Canario-Americana, 1998. Las Palmas de Gran Canaria, Cabildo
Insular de Gran Canaria, pp. 1305-1329 (en CD-ROM).
2 Vease, por ejemplo, RAMOS PALOMO, M. D. y VERA BALANZA, M. T. (eds.) (1996)
Ei trabajo de las mujeres. Pasado y presente. Malaga, Diputaci6n Provincial de Malaga;
MORENO MENGIBAR, Andres y V AzQUEZ GAR CIA, Francisco (2004) Historia de Ja
prostituci6n en Andalucia. Sevilla, Fundaci6n Jose Manuel Lara; Servizo Galego de
lgualdade (ed.) (2004) A prostituci6n femenina na Comunidade Aut6ma de Galicia. Xunta
de Galicia.
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coincidencia, este pleito por la competencia en la guarda y control de la
"ijigiene publica" de las casas de lenocinio sirvi6 de marco a una campafia
periodistica, mas o menos informada, en favor de la denuncia social de los
sectores poblacionales inmersos en la miseria y, c6mo no, centrada en la
mendicidad y en la denominada "inmoralidad publica", en clara referencia al
mundo de la prostituci6n. Diarios, pues, de muy distinta extracci6n ideol6gica
asumiran para si el reto de reducir a la palabra escrita lo que, al parecer, era
mucho mas que una anecdota para el viajero ocasional llegado a la ciudad
portuaria. Delimitaci6n competencial, por un lado, y, por el otro, ambientaci6n
de la prensa del momento; sin duda, una buena oportunidad para que el
escalpelo historiografico hienda en lo sensible de un contexto normalmente
velado a la mirada hist6rica.
La perspectiva cientifica, en breve justificaci6n, que abraza el presente
estudio comprende dos direcciones. De modo paralelo, muestra el conflicto
social y politico que genera el control de una practica condenada por la
moralidad imperante, no obstante estar admitida por la ley y consentida por
los circulos pr6ximos al poder local. Ademas, la necesidad de proteger la
salubridad de posibles focos de infecci6n, degenerativa o epidemica, implicaba
un fuerte componente higienico o, si se prefiere, profilactico, que en absoluto
podia despreciarse. De resultas que lo politico, lo etico y lo sociosanitario han
de ir de la mano pese a su diversa querencia. En particular, la contienda politica
rebajara el perfil del problema, dibujandolo en una traza muy inferior a la que
proponen ciertos medios periodisticos de corte radical; y, en el tribunal moral,
las actitudes seran juzgadas sin ambages, dando cuenta de una situaci6n
escandalosa, pero, para concluir, tanto el politico como el moralista han de
avenirse en la urgencia de un control social, paliativo de las conciencias
burguesas y sofoco de las preocupaciones de los higienistas.
1. La prostituci6n en la prensa (1920-1921)
El tratamiento periodistico de la mancebia, de la prostituci6n libre y, por
extensi6n, de los llamados "vicios sociales" difiere en actitud y presentaci6n
conforme al ideario doctrinal del medio escrito. Por lo regular, no era bien
visto que una publicaci6n, de caracter serio e informativo, aludiera a tales
asuntos en los articulos de portada, precisamente en la grada de primera
atenci6n para el lector. Dicho esto, cabia la opci6n de una entrada en las
secciones dedicadas a los sucedidos del dia o, quiza mejor desde el punto de
vista moralista, guarecerse de acerados comentarios ofreciendo en descarga
de conciencia una columna de crimenes sociales abyectos, entre los que no
estaria de mas encontrar una noticia sobre el ejercicio del proxeneta. No
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obstante, la particular tendencia del noticiario y, sobre todo, la orientaci6n
informativa a que obedece haran que se consagre el principio de libertad de
expresi6n, tal cual hoy se entiende, o, por el contrario, se someta al arbitrio
del poder editorial la pluma del redactor.
En este capitulo, se ha hecho un esfuerzo por ambientar la postura de unos
y de otros, en el bien entendido que su propia ubicaci6n sobre el problema
resultara harto evidente del concepto de la prostituci6n, al menos en la parte
de la poblaci6n que accedia a los medios de difusi6n escrita. Anticipadamente,
se advierte que la profundidad del analisis y diagn6stico es muy mejorable, a
los ojos del presente, no asi la elocuente ironia en que se debate el sector
mayoritario de los autores de las cr6nicas. /
a)EJ Socialista (1920): la vocacion redentora ..ff
:t
El semanario Ei Socialista, voz de la agrupaci6n ideol6gica del mismo sigy,0;
emprende, un aiio antes de tomarse conocimiento publico del conflicto e tre
T
la guardia municipal y la Delegaci6n de Gobierno en la provinci~; una
sorprendente campaiia de denuncia social de los aspectos mas solapado' s de la
sociedad burguesa. Clarividente seria, en este sentido, la apuesta por clarear
las posiciones morales y aun laborales sobre la profesi6n de la prostituta.
Sorprende porque los editoriales, en primera plana, se sucederan en varios
numeros y sorprende, y de una manera incontestable, porque semejante animo
de valoraci6n publica es acometido desde los inicios de la publicaci6n, lo que
hace pensar en un proyectado criterio ideol6gico, firme en la convicci6n
expositiva y doctrinal.
El sabado, 30 de octubre de 1920, en el que hace el numero 4 de las ediciones
semanales, aparece un articulo de fondo que pone sobre el tapete la
problematica, inhibiendose de la recurrencia a las medias tintas como se
comprueba en el titulo de la cr6nica: "La prostituci6n en Las Palmas". En esta
entrega, primera de la serie, se postula un tono en la escritura que luego se
convertira en canon de los editoriales, pero lo mejor es que, desde la distancia,
no se ahorran palabras para denunciar el modelo, socialmente aceptado, del
ejercicio de la prostituci6n femenina en las calles de la ciudad.
"En verdad, hemos oido elogios acerca de Ja actual organizaci6n de Ja
prostituci6n en nuestra ciudad; pero de los propios interesados.
Segun parece antes no se podfa pasar por cieJtas calles. La chulaperia Jas
acaparaba.
(..);. con que derecho se condena y detiene a esas pobres mujeres publicas ?".
La satira del escribiente nos deja mas interrogantes que claridades con
respecto al objeto principal de sus saetas dialecticas. Con todo, el 6rgano
expresivo del socialismo doctrinal de la urbe grancanaria3 , cercano a las
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directrices de Baltasar Champsaur Sicilia (1856-1934), zahiere a la cupula
dilrigente local, precisamente por apartar de la via publica, en hip6crita
maniobra moralista, a las mujeres dedicadas al oficio y, por otra parte, apunta
a un hipotetico tribunal etico que enjuicie la conducta de los ediles municipales,
representantes, a su vez, de la mentalidad quebradiza de la sociedad
bienpensante. En lo tocante a las cifras, verdadero caballo de batalla del
historiador, nada se consigna, ni en este semanario ni en ningun otro medio
de la prensa. Habia un silencio sepulcral al respecto, pese a que las profesionales
debian portar una cartilla de reconocimiento medico que garantizase
su buen estado de salud4 • Esto, ultimamente, resume la segunda siembra de
EI Socialista sobre el particular:
11
(. • .) ya, en fin, que Ja prostituci6n existe, que al menos, se cumplan las Jeyes
que al efecto se han dictado 115
•
Ciertamente, la raz6n esta del lado del editorial, puesto que habia que
conformar n6mina e identificaci6n individual de las afectadas por el ejercicio
profesional en salvaguarda de la salubridad publica y las buenas costumbres
de la localidad, pero tambien de los escuetos derechos que las asistian de
conformidad con la normativa legal. No obstante, la tercera de las andanadas
de EI Socialista, la mas certera y critica sin genero de dudas, sefiala a un punto
concreto de la realidad politica.
11
(...);, D6nqe estci Ja disposici6n que autorice a los guardias municipales para
intervenir en Ja prostituci6n?;, En concepto de quese ha confiado ese servicio?
;, Que relaci6n existe entre su misi6n como guardias del Ayuntamiento, y nada
mcis que del Ayuntamiento, y ese servicio puramente gubernativo 116
•
La sospecha de connivencia con practicas delictivas, o, peor aun, la implicita
relaci6n de un cuerpo de seguridad urbano, civil y publico, con el mundo de la
prostituci6n y el hampa organizada son el eje del discurso de EI Socialista. Si,
con anterioridad, las insinuaciones, el lenguaje criptico o la ironia velada eran
3 Cfr. MATEOS CALVO, Pilar (1995) Ei Partido Socialista en Las Palmas (1920-1936).
Las Palmas de Gran Canaria, ULPGC (Memoria de Licenciatura).
4 Merece la pena advertir la normativa que regia la practica, el funcionamiento, la
salubridad y los tipos de prostituci6n en la Espafia de aquellos afios. En esencia, eran <los
disposiciones: a) la Circular del Ministerio de la Gobernaci6n de 1 de marzo de 1903 y b)
la Real Orden de 13 de septiembre de 1910. En ambas, se detallan las inspecciones
sanitarias obligatorias, cuyo resultado se anotaba en la cartillas, las contribuciones o tasas
a satisfacer por el ejercicio profesional, en el caso de las mancebas, y, por supuesto, la
divisi6n gubernativa entre prostitutas, libres o pupilas, al cargo de una casa de lenocinio.
Por ultimo, tambien se define el estatus juridico y econ6mico de los prostibulos.
5 EI Socialista, sabado, 6 de noviembre de 1920 (n? 5): "La prostituci6n en Las Palmas".
6 EI Socialista, sabado, 20 de noviembre de 1920 (n? 7): "Nuestras campafias. La
prostituci6n en Las Palmas".
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la urdimbre del articulo, en esta ocasi6n queda al descubierto la sincera
pretensi6n del 6rgano de la prensa: participar al lector de una situaci6n, en
apariencia simple aunque tefiida de reprobables sensaciones, y que, en lo hondo
de su miseria, esconde incluso peores males. Atisba, pues, el redactor de Ei
Socialista una corruptela en los entresijos del funcionamiento de la guardia
municipal. Por supuesto, daba en el centro de la diana, a la vista de los
acontecimientos habidos en los meses de marzo y abril de 1921, pero la
vocaci6n de los socialistas estaba en otra latitud, pese a que la denuncia de la
corrupci6n politica seguira siendo una de sus prioridades.
Sabedores de su minima impronta social y, especialmente, politica volveran
la fuerza de sus argumentos hacia la cruda presencia de lo real. En este caso, ,
recuperan la vertiente redentora de sus inicios doctrinales, volcandose en lä :t
enunciaci6n de los principios morales basicos de la humanidad y los derec]?1s
inalienables de las personas mas desfavorecidas, aquellas que lejos de dis , · "tar
t'. del arsenal de la ley, desconocen la sola posibilidad de ejercitarla. Mas
adelante, la totalidad de la prensa fortalecera la relaci6n de la mend' icidad
infantil y el surgimiento de la prostituci6n, pero, por ahora, el primer
aldabonazo es el de EI Socialista: "muchas menores de edad CON CARTILLA"
7
, informa en el ultimo de los numeros en que finaliza la campafia de
denuncia social.
Asi, le cupo en suerte a EI Socialista abrir el camino, a los diarios de mayor
tirada, hacia una problematica no por ignorada menos preocupante que, en la
oscuridad de sus practicas, ocultaba secretas corrupciones que apuntaban a lo
mas alto del poder local.
b) EI Defensor de Canarias (1921): la moral catolica
De los medios de informaci6n, publicados en 1921, el primero en dar una
visi6n de la realidad social referida al mundo de la prostituci6n fue EI Defensor
de Canarias. Distinguido por una orientaci6n religiosa, como credencial
para sus lectores y aun para sus enemigos ideol6gicos, representa la voz
cualificada del catolicismo rampante de la ciudad. La expresi6n y el discurso
modelan una perspectiva diferente a EI Socialista, sin embargo, y como hecho
curioso, ambos extremos de la opini6n social coinciden en la necesidad de
enfatizar un remedio para la miseria de los desprotegidos de la sociedad. Ya,
en enero de aquel afio, bajo el pseud6nimo de Plinius, se rubrica una acida
cr6nica de las relaciones humanas, enmarcada en el conjunto archipielagico,
pero bien sabemos que tal descripci6n toma por modelo a la urbe grancanaria.
7 EI Socialista, sabado, 11 de diciembre de 1920 (n? 10): "Nuestras campafias. La
prostituci6n en Las Palmas".
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"(...) Triste cosa es, pero existe. Casi, casi no hay pueblo ya en Canarias, cuyo
semblante no aparezca manchado con Jas salpicaduras bochornosas de ese
mar de cieno en que anda revuelta Ja humanidad. .. La corrupci6n es hoy el
pan cotidiano de los individuos .. . Increible parece que Ja sociedad actual pueda
contemplarlo indiferente. Y mas increible aiin debieran parecer esas suicidas
tolerancias, estando en vigor Jeyes que abonan y autorizan Ja represi6n y
persecuci6n de estos tremendos males sociales, vergüenza de Ja sociedad
degenerada que los tolera, bald6n e ignominia para Jas autoridades que con
su pasividad los consienten ... Debiera constituirse aquf en Las Palmas una
Junta de Defensa contra Ja pornograffa y Ja inmoralidad"8 .
Importa resaltar, no tanto la autoria o la dependencia ideol6gica de la fuente
· doctrinal, como la paroxistica expresi6n articulada y el ejemplo admonitorio
de la escritura. A la fuerza se ve que la moral ultramontana, de la que hace
gala el texto, no es sino un marbete de algo mas profundo, de mayor calado
sociopolitico. La narraci6n describe, en sus apocalipticos vocablos, un "mar
de cieno" o el destemple de los "males sociales" acechantes de las buenas
costumbres. Por si fuera poco, la epoca no disfraza, antes al contrario, su
tendencia por las libertades civiles o, por mejor decir, la vibrante querencia
por el goce de vivir. Son los locos arios 20, pero, en la realidad, el autor dirige
su diatriba a aspectos mas cotidianos, quiza a algo palpable o, en todo caso,
susceptible de ser reprobado publicamente. Seria lo cierto que aludiera al
relajamiento de, los usos sociales, heredados de antaiio, sino estuvieramos en
la conveniencia de advertir que la estrategia de El Defensor de Canarias
senderea por otras vias. En lo oculto de las alusiones y cripticas imagenes,
detalla la impudicia ambiental en las calles de Las Palmas, sobre todo la
generada por la presencia de las casas de lenocinio y el tropel de indigentes en
minoria de edad. Lo uno y lo otro terminan por definirse en las cr6nicas
posteriores del diario, en una forma menos elaborada expresivamente pero no
exenta del dramatismo social inherente a la situaci6n. El sabado, 30 de abril
de 1921, en el editorial titulado "El gran problema local. Protecci6n de Ja
niiiez", se funden los comentarios predichos y se reclama la pronta resoluci6n
de este verdadero mal de la sociedad del tiempo. En identica actitud que EI
Socialista, arremete contra la desidia generalizada y hace relaci6n de
causalidad entre mendicidad infantil y apoyo al sosten de las casas de citas.
En fin, unanimidad en el diagn6stico de partida, confirmado, por si falta
hiciera, en la entrega de mayo de 19219 , encabezada por el r6tulo de "Cosas
del dia - La inmoralidad ambiente. El Puerto de La Luz. Sr. Alcalde: ", donde
8 EI Defensor de Canarias, lunes, 17 de enero de 1921 (n? 364): "La inmoralidad publica.
Se impone una acci6n decisiva".
9 EI Defensor de Canarias, viernes, 20 de mayo de 1921.
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se redoblan los argumentos ya defendidos y se aprieta el nudo sobre los responsables
de ejercer la acci6n moral y administrativa precisa.
c) EI eco de la prensa: mendicidad infantil y prostituci6n
El resto de los voceros publicos tuvo una desigual acogida para el fen6meno
de la prostituci6n. Alguno hubo, como Ei Tribuno, que omiti6 la mas minima
informaci6n al respecto, desdeiiando a ojos vista un problema bastante
evolucionado en el medio social. En cambio, la mayoria de los diarios practic6
una senda de conveniencia, es decir, responder a la necesidad informativa del
comun al punto de satisfacer la natural preocupaci6n, o tal vez curiosidad, por
la tematica, aunque, eso si, fomentando el ahorro de los juicios de valor en
asunto tan delicado. No obstante, tambien ha de ser destacado, pese a la soledad
de su aventura editorial, el articulo de fondo de La Jornada (Diario LiberaJf.
Democrcitico). Este, de fecha del 15 de abril de 1921 10 -extendida ya la notic·
sobre el conflicto de jurisdicciones-, intenta forjar opini6n al res ,/ to,
demostrando seriedad y buen juicio en el tratamiento: #
''Hablase constantemente de Ja escasez de guardias municipales para atender
a los servicios propios y peculiares de] Ayuntamiento. A pesar de esto que ha
sido reconocido por todos, nuestra guardia municipal sigue atareada y en gran
numero vigilando las casas de Jenocinio, no obstante Jas disposiciones
dictadas para que ese servicio de higiene pase a los Gobiernos civi/es, aquf a
Ja Delegaci6n de Gobierno.
La Junta Provincial de Sanidad de Las Palmas acord6 redactar un reglamento
en el cua/ se insistfa entregar a los guardias municipales el servicio de higiene
a que nos hemos venido refiriendo. Y es claro; como se pedfa esto que es
contrario a las disposiciones vigentes, ese reglamento no ha sido ni puede ser
aprobado.
(..) Y es conve11ie11te que nuestro Ayuntamiento se penetre de lo beneficioso
que Je es apartar Ja guardia municipal de ese servicio de higiene, entregdndolo
a Ja DeJegaci611, que es a quien Je corresponde y salvando aJ Municipio de esa
clase de responsabiJidades ".
Definitivamente, suma anteriores sospechas y somete al tribunal de la raz6n
el conflicto, en un analisis desapasionado, libre de cualquier atisbo de intereses
espurios en la gesti6n publica. A fin de cuentas, es verdad que todo remite a
un compromiso higienista; otra cosa, por supuesto, seria la representaci6n
sociopolitica, e incluso moralista, del empeiio sanitario. La Jornada distribuye
por igual, en un loable acierto critico, palabras de admonici6n y gestos de
prevenci6n en la salida al conflicto. No se discute, por ejemplo, la existencia
de los prostibulos, ni menos aun el origen de las personas dedicadas a ello,
10 La Jornada, viernes, 15 de abril de 1921 (n? 361): "La Guardia Municipal y las casas de
lenocinio".
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como tampoco la manera de redimirlas, sino que recapitula en lo estrictamente
a<liministrativo y funcional. Por otra parte, admite estar en buen conocimiento
de los avatares en que se vio envuelta la corporaci6n municipal y, de modo
especial, Ja cupula de Sanidad para sobrellevar la situaci6n, modificando el
status qua de los miembros de la seguridad urbana. La resultante es que la
mejor opci6n vendria dada por la aceptaci6n de las leyes en uso y trasladar
tales servicios a la autoridad superior.
Mas adelante, se compro~ara Ja lectura de los municipes en semejante
dilema, si bien La Jornada, como hito periodistico, osa promediar en el tramo
competencial. Realmente, a tanto no hubo de llegar el grueso de Ja prensa,
aquella parte que acogia el indice mayor de tirada, porque sus editoriales
rehuian la densidad moral del problema. Sin embargo, habia un subterfugio
por el que alcanzar el meollo de la cuesti6n, quedando exonerado de los
contratiempos de Ja sutileza etica. El ardid graciosamente dispuesto era la
alusi6n a los chicos harapientos de la ciudad, al parecer misera caterva de
menores que pululaba por los alrededores del nucleo viejo de la poblaci6n.
Probada ya, y con exito, por publicaciones minoritarias, en este momento de
crisis politica en ciernes suponia un alivio seguro, amen de encauzar a la
opini6n en una direcci6n propicia al evento noticiable: la prostituci6n.
EI Diario de Las Palmas ejemplifica a las mil maravillas el sesgo de la
prensa. El 9 de mayo de 1921, publica, en las primeras planas, "La mendicidad
infantilen Las Palmas", parecido en las formas a las entregas previas de EI
Socialista o EI Defensor de Canarias, pero con ulteriores intenciones,
desposeidas del radicalismo de ambos medios.
"La, conciencia social debe sentir remordimientos frente a tales espectdculos
que desdicen de nuestra cultura a Ja par que pregonan una reprobable
indiferencia por Ja educaci6n de Ja infancia. i Que serd maiiana de esos nifios
de ambos sexos criados en las calles, mendigando? Serdn, a no dudarlo -
mujeres y hombres- miembros podridos de Ja sociedad, carne enferma de
mancebfa y de hospital y de taberna y de presidio. Urge pues una campaiia de
saneamiento en el sentido indicado. Hay que combatir Ja mendicidad callejera,
limpiando las calles de golfos abandonados de sus padres y de Ja sociedad".
La lecci6n del editorial es que se impone una medida de control social
("campaiia de saneamiento") para atajar la irrefrenable carrera de! vicio
callejero. En la ideologia imperante en Ja epoca, poco o nada importaban los
derechos y vidas de los desharrapados y humillados del tejido social, antes
bien la lucha estribaba en el coto a su extensi6n incontrolada. En suma, el
Diario de Las Palmas reflexiona sobre Ja perentoriedad de mecanismos de
higiene sociosanitaria, y de pasada alude a Ja prostituci6n como bot6n de
muestra de las postreras consecuencias de Ja proliferaci6n de la "carne
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
enferma". Este degeneracionismo social 11 hara presa fäcilmente en los restantes
medios de informaci6n y opini6n, que lanzan campafias de alarma o
denuncia de la podredumbre humana en sus respectivas cabeceras.
2. EI conflicto jurisdiccional (1921): EI ayuntamiento local y la Delegaci6n
de Gobierno
Tras este vaiven de cr6nicas y editoriales, uno alcanza a pensar que la
maduraci6n politica para someter a inflexi6n una situaci6n, heredada y a la
vez inc6moda, que llevaba largo tiempo incubandose en la red social, habia
culminado. Y asi parecia ser, como lo refleja el diario mas aceptado, La
Provincia:
"(..) Se acuerda que Ja AlcaJdfa se ponga a/ hab Ja con eJ DeJegado deJ lfJ-Gobierno
para exponerJe eJ deseo de/ Ayuntamiento de que Jas casas de 'f
Jenocinio sean custodiadas por Ja guardia de Seguridad, incJuyendose este ,/;(
asunto en e/ orden de/ dia de /a pr6xima sesi6n para tomar acuerdos "12 • / •
Lo que toca, en su consecuencia, es afrontar las iniciativas muni ipales
desde los interiores de su propio discurso politico, claro esta que equilibrado
con el conocimiento de la evoluci6n periodistica sobre la problematica.
a) Las competencias de la guardia municipal
A todas estas, el cuerpo de seguridad urbano poseia un reglamento al que
cefiirse, unas directrices harto claras acerca de su funcionamiento y el ambito
de sus competencias directas. El tenor de la Real Orden de 13 de marzo de
1918, que era la normativa afecta al caso, delimita con escrupulosidad los
margenes de actuaci6n de los guardias. De el, se desprende que la actividad
higienico-sanitaria, tradicionalmente encomendada a sus componentes, pasaba
a depender del criterio gubernativo, exonerando a la municipalidad de bregar
en tales menesteres. Por supuesto, habia reglamentos y disposiciones
anteriores a la entrada en vigor de la R. 0 ., a los que ech6 mano en ocasi6n
propia la Junta Insular de Sanidad, no obstante su ciclo de aplicaci6n habia
terminado. Los municipes reconocian que la sola posibilidad de ejercitar el
derecho a la lectura e interpretaci6n de esos textos legales culminaba en el
mismo acto de finalizaci6n de los debates.
Era una batalla perdida consolidar situaciones de fuerza, o sobrevenidas,
por cuanto la superioridad quebrantaria de inmediato las iniciativas emprendidas
para mantener el status quo. El problema de la prostituci6n y, en general,
11 Cfr. CAMPOS MARIN, Ricardo (1997) AJcohoJismo, Medicina y Sociedad en Espaiia
(1876-1923). Madrid, CSIC; id. (1998) "La teoria de la degeneraci6n y la medicina social
en Espafia en el cambio de siglo" . Llu/J, 41, pp. 335-356.
12 La Provincia, sabado, 26 de marzo de 1921 (n~ 4412): "Ayuntamiento".
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el del control social aparecia entonces enmarafiado con tematicas aledafias,
tat vez menos atractivas para la practica politica pero, de todos modos,
necesitadas de una soluci6n. Al efecto, la guardia municipal estaba inserta,
como el resto de servicios publicos13 , en una reorganizaci6n administrativa de
amplio espectro, que de suyo habia de originar mas de un quebradero de cabeza
a Ja corporaci6n. En tanto fuera capaz esta de cuadrar las solicitudes de
aumento salarial y otras relacionadas con los fondos presupuestarios, no se
presentaria complejidad alguna por solventar. Sin embargo, en un principio no
fue asi.
Las inculpaciones de ciertos concejales, atribuyendo dejaci6n de poderes
al Presidente-Alcalde (Emilio Valle y Gracia), en los proleg6menos de la toma
de acuerdos, ya definitivamente resolutiva, hablan bien a las claras del
malestar creciente de Ja clase politica. Si la prensa fue calentando el ambiente,
sondeando y forjando a una misma vez la opini6n del respetable, en llegando
a la contienda politica se aprecia un breve enquistamiento de la problematica.
En las actas municipales asoma el asunto de "La guardia municipal y la
Higiene de la prostituci6n" el dia 23 de marzo de 1921. Luego de la intensa
campafia conjunta, aunque a su manera, de la prensa en pos de una reflexi6n
social y politica al respecto, le tocaba en suerte a la politica decidir. A preguntas
de los concejales, puesto que no figuraba en el orden de la jomada, tuvo que
intervenir la niaxima figura del Ayuntamiento para ofrecer respuestas
convincentes sobre el particular. Deteniendose en la historia fraguada con el
transcurrir del tiempo, desvia la atenci6n con un efecto dilatorio en el afän de
hallar consenso entre las partes: "antes de tomar acuerdos que pudieran ser
ratificados o suspendidos por la autoridad civil importa grandemente marchar
sobre terreno firme, para que las resoluciones del Ayuntamiento sean
efectivas" 14 •
Surti6 el deseado consecuente y abri6se un debate en torno a la realidad
administrativa y sociosanitaria por espacio de "una hora", poniendose blanco
sobre negro en todos los extremos de "este complejo problema social" 15
• Es
decir, la clase politica reconocia, sin genero de dudas, que el capitulo de la
13 La Provincia, domingo, 30 de enero de 1921 (n? 4371): "De Beneficencia Insular.
Provechoso debate.- Aislamiento de Ja leproseria.- Urgencia de un asilo de alienados.Un
conflicto.-Adecuada soluci6n"; ibid. , jueves, 3 de febrero de 1921 (n? 4374): "Magna
Obra insular. Una sesi6n de! Cabildo.- Reorganizaci6n de servicios benefico-insulares.Acuerdos
de tramite.- En camino.- Ventajas de regimen insular".
14 AHPLP, Secci6n: Ayuntamiento, Actas Municipales, sesi6n ordinaria de] 23 de marzo
de 1921 , ff 34r-v.
15 Ibid.
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prostitucion en Las Palmas entraba a formar parte seriamente del orden de
prioridades a resolver. Por ejemplo, el concejal Tomas Quevedo, en un habil y
sincero desplazamiento tematico, recuerda que, en comision parcial, se habia
insistido en la reorganizacion de la guardia municipal, amen de "tratarse del
aumento de los haberes" 16 de sus miembros. Recogia, pues, uno de los puntales
a discutir, cual era la financiacion presupuestaria de las medidas a proponer y
el encaje administrativo de todo ello en la normativa en vigor.
La resultante de este primer cruce de opiniones y argumentos juridicos no
es otra que la promesa de la Alcaldia de renovar los esfuerzos cerca de la
Delegacion de Gobiemo al objeto de someter a su veredicto lo razonado en
las sesion ordinaria del Ayuntamiento, modificando o no el criterio de
sobrellevar Ja carga de la vigilancia de las casas de prostitucion. A la postre, Ia
decision ultima sobre las competencias y delimitacion de acciones de lp f
guardias iba a estar en la mano gubemativa, lo que no acababa de gustar:'\ a
"- UDOS ni a otros.
b) Necesidad del cambio: las complicaciones de un problema social
En Ja siguiente reunion de los ediles, fechada el 13 de abril de 1921, el asunto
crece en analisis y perspectiva. Acicateados por la prensa y, en cierta forma,
compromisarios de un bienestar social, los concejales incrementaran su nivel
de atencion politica. Habia un consenso, primeramente timido y luego
mayoritario, por penetrar en la definicion de la problematica. Tal estado
prospero en la gestion municipal, encabezada por Valle y Gracia. En esta
tesitura, recogio para si el reto y formalizo un empefio personal para defender
las iniciativas de sus compafieros de gobiemo. Llevado por esta energia
confiesa su solicitud:
"( . .) Aiiade el S1: Alcalde que el Reglamento que Ja Junta insular de Sanidad
redact6 en virtud de Ja Realorden de 13 de marzo de mil novecientos diez y
ocho, e11comie11da el servicio de Ja higiene publica a Ja guardia municipal y
no a Ja de Seguridad, siendo elevado a Ja Superioridad para su aprobaci6n,
que dicho Reglamento no ha sido ratificado quizd por Ja excepci6n que en eJ
se pide, y que tenia soJicitado de Ja mencionada Junta eJ envfo del expediente
para que Ja Corporaci611 mu11icipal Jo estudiara y discutiera "17 •
He aqui expuesto, sencilla y brillantemente, el gran escollo para llegar a
buen puerto en las gestiones locales. Se proponia una excepcionalidad a la
norma de obligado cumplimiento, no prevista ni amparada por esta. Pero,
entonces lPOr que surgio la idea de modificar el status qua? ;_, Que habia
sucedido para que se sintiese como inminente la necesidad del cambio de
funciones en la municipalidad? Empezando por lo segundo, el ambiente
16 Ibid.
17 Actas municipaJes, sesi6n ordinaria del 13 de abril de 1921 , s.f.
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enrarecido por el aumento del ejercicio de la prostituci6n callejera (o libre), la
c~ngesti6n en determinadas vias seiialadas por la mancha social y la
confluencia de la mendicidad infantil repercutieron innegablemente en las
conciencias de los ediles y, si a ello, aiiadimos la sospecha generalizada, en
algunos medios de opini6n escrita, de connivencia con la corruptela politica
en estos sectores, obtendremos un mosaico de motivos que bien pudieron
actuar de acicate en la trama resolutiva.
Sobre el primer interrogante seria mas complicado establecer correlaciones
de indole social, pero no asi con las indicaciones politicas y administrativas.
La higiene social y el control de las actitudes publicas, en un punto como este,
teiiido de cuestiones morales, no explican por si solas la recurrencia al cambio
politico. Aunque su concurso no se puede echar en olvido, seria demasiado
apoyar todo el peso de una decisi6n corporativa en tales argumentos. Eso otro
que falta es la conveniencia politica de la medida y los reditos, presentes o
futuros, a deducir de aquella. En un lenguaje diafano, el problema social seria
complejo pero no por la indole de la atenci6n a los desfavorecidos sino por las
barreras legales y administrativas que salen a su paso.
c) EI control higienico: la postura de la Junta Insular de Sanidad y Ja
resolucion del conflicto
Por aquel tiempo, el responsable de la oficina de Sanidad era el doctor
Vicente Ruano y Urquia (1852-1924) 18 , cargado de aiios y sobre todo de experiencia
acumulada. Veterano en las lides de aviso, prevenci6n y sofoco de
las epidemias19 , su posicionamiento frente al control higienico -la "higiene
publica" de los municipes- estaba dentro de las coordenadas de la medicina
social, muy activa por entonces20 . Esa inspiraci6n filopreventiva, en todo
cuanto ataiiese a Ja salubridad publica, fundamenta la redacci6n de! Reglamento
sanitario, infructuosamente alzado a Ja superioridad, y de! que nos
informaba el Alcalde.
Conocedor, por contacto directo con Ja situaci6n, de que la mayor parte de
los procesos infectocontagiosos, susceptibles de declaraci6n epidemica,
18 Cfr. BOSCH MILLARES, Juan (1967) Historia de Ja Medicina en Gran Canaria. Gran
Canaria, Cabildo Insular, II, pp. 232-235.
19 Vease: MARTIN DEL CASTILLO, Juan Francisco (2003) "Higienismo antiepidemico
en Las Palmas de Gran Canaria (1920-1921): divulgaci6n y terapeutica". Boletfn Miliares
Carlo, 22, pp. 131-145; id. (2003) "Sanidad, secretismo y pleito insular: el brate de peste
bub6nica en Las Palmas de Gran Canaria (1923)". Alwario de Estudios Atkinticos, 49, pp.
537-578.
2° Cfr. BABINI, Jose (1980) Historia de Ja Medicina. Barcelona, Gedisa, pp. 141-142;
LOPEZ PINERO, Jose Maria (2000) Breve historia de Ja medicina. Madrid, Alianza Ed.,
pp. 189-204.
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entraban por via maritima a traves de las embarcaciones atracadas en el Puerto
de La Luz -y que luego, por lo regular, habian de emplear como vector de
extensi6n las casas de lenocinio y los arrabales portuarios-, de manera natural
concluia que el control al respecto debia estar en la mano de una instancia
cercana a la localidad. Confiaba, pues, en la guardia municipal y su
profesionalidad, no tanto por su inherente probidad en el ejercicio de las
funciones coercitivas, sino porque de su desempefio pendia la vida de sus
conciudadanos y, por supuesto, lade su propia familia. lQuien mejor para
cuidar de Ja salud de todos que alguien que forma parte, fisica y administrativamente,
de ese mismo colectivo? El sentido comun resplandece en Ja
trabaz6n del argumento al completo. /
No obstante, definida Ja postura sanitaria, resta por aclarar los componente§.
sociales y politicos. A finales de abril de 1921, la soluci6n aparecia e ~ 1
horizonte y las discusiones cedieron en fuerza e intensidad, colmand -~ el
Jf.
animo municipal de un consenso creciente.
La intervenci6n de! edil Manrique de Lara ejemplifica el acuerdo21 :
"(..) el Sr. Manrique apoya su proposici611 [Ja del Alca/de-Preside11te} sobre
serviäos de higiene publica e i11terve11ci611 en los mismos de Ja guardia
municipal. Dice que e11 realidad Ja proposici611110 es suya, pero Ja acept6 y Ja
defiende por e11te11der que los agentes municipales mds que urbanos, Jo so11
gubernativos, y que si dejaran tales funciones extraiias a su reglamento,
podrian amortizarse muchas plazas e ir acumulando sus haberes e11 favor de
los que quedaran constituyendo Ja definitiva plantilla de Ja guardia, Jogrando
los aumentos que solicita11, si11 alterar por ello, las cifras de los Presupuestos;
que bien informado comprende que 110 obstante Ja Real orde11 de 13 de Marzo
de mil novecientos diez y ocho, no puede 11egarse actualmente Ja colaboraci611
de los agentes municipales en el servicio de Ja higiene de Ja prostituci611 11
•
EI que, hasta ese instante, habia sido el principal opositor a la linea politica
seguida por la Alcaldia, cambia inesperadamente de opini6n sobre el asunto,
apartando de si el lenguaje beligerante de antafio. Lo reconoce el propio Valle
y Gracia22 , pero lo significativo es que la contienda sociopolitica serpentea
por problematicas ulteriores, aunque afines a lo planteado: la descentralizaci6n
de ciertos servicios gubernativos y Ja reorganizaci6n de la administraci6n local
a resultas de ello. Por entonces, la Sanidad Exterior se habia deslindado de la
egida del Delegado del Gobierno y adquirido competencias directas sobre sus
quehaceres, lo que redundaba en la eficacia de la gesti6n, no menos que en la
comprensi6n insular de sus funciones. Algo parecido se deseaba para la
21 Actas Municipales, sesion ordinaria de! 20 de abril de 1921, ff. 57v-58r.
22 Ibid.: "cuando el Sr. Manrique hacia increpaciones a la Presidencia, por no adoptar
resoluciones extremas".
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vigilancia y control de la "higiene publica" en la capital grancanaria, pero con
u))a salvedad notoria. EI anhelo de la Corporaci6n, al final consignado en las
actas consistoriales, es que la incipiente Junta Provincial de Sanidad -mas
adelante el Instituto Provincial de Higiene de las Canarias Orientales23 - se
hiciera cargo de las tareas fijadas, con gran alivio para el Ayuntamiento por
supuesto.
Conforme a esta directriz de actuaci6n, se acord6 lo siguiente24 :
"1°. Oficiar al Sr. Delegado del Gobiemo, como presidente de Ja Junta insular
de Sanidad, interescindoJe para que Ja reglamentaci6n de Ja profiJaxis publica
de las enfermedades venereo-sifiliticas se haga conforme a Jo que dispone Ja
Realorden de 13 de Marzo de 1. 918, y por Jo tanto se anule lo que contra Jas
disposiciones legales se ha propuesto a Ja Superioridad, a objeto de que Ja
guardia municipaJ cese en Jas funciones de Ja policfa afecta a dicho servicio.
2:'. Llevar como propuesta a Ja AsambJea de Cabildos, Ayuntamientos y
Corporaciones que se celebrarci el domingo pr6ximo, 24 de] corriente, el desglose
de los servicios de higiene y sanidad inferior, dando a Ja Junta de
Sanidad de Las Palmas en atenci6n al buen regimen e independencia de Ja
misma, Jas atribuciones que corresponden a Jas Juntas provinciaJes ".
En un clima predivisionista, los parametros politicos de los acuerdos
municipales son perfectamente aprehensibles. A un primer momento, el
Ayuntamiento capitalino se desdice de anteriores acuerdos, solicitando una
gracia del Delegado del Gobierno. Pero, en un segundo, propone una
redefinici6n de los servicios sanitarios, que alcanza incluso a postular una
reconversi6n de la Junta Insular de Sanidad en una instituci6n de caracter
provincial, sin existir esta aun. Y, todo ello, motivado por la patata caliente de
la prostituci6n en Las Palmas. Curiosa maniobra politica que auna habilidad y
osadia. Habil por cuanto traslada -o al menos lo intenta- un servicio
sociosanitario, propio por ley, a una entidad insular, corriendo a su cargo gastos
y gesti6n. Y osada, desde luego, por la pretensi6n de sustraer del dominio
gubernativo Jas decisiones acerca de la profilaxis en Ja higiene publica interior.
3. Conclusion
EI que ahora concluye, modestamente, ha querido presentar y estudiar una
pagina de la historia del control social y la higiene publica en Las Palmas de
Gran Canaria en un tiempo de euforia y alegria de vivir, tras una severa
conflagraci6n mundial que, a su manera, tambien se hizo sentir en las costas
isleiias. Lo que se inici6 con una timida campaiia periodistica, en sueJtos mas
23 Cfr. RAMIREZ MUNOZ, Manuel (1995) Historia de] Cabildo Insular de Gran Canaria
(1913-1936). Las Palmas de Gran Canaria, Cabildo Insular de Gran Canaria, pp. 441-443.
24 Actas MunicipaJes, sesion ordinaria de! miercoles, 20 de abril de 1921, ff. 58v-59r.
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o menos acertados, gener6 una encendida polemica municipal, alcanzando a
la representaci6n gubernativa en la provincia canaria. Si, lo que en 1920, fue
un entrante politico, en el siguiente ejercicio culmin6 en la disputa administrativa
y sanitaria.
La prostituci6n merece muy poca atenci6n a los historiadores generalistas
por considerarla un cuarto oscuro dentro de la gran casa por historiar. Sin
embargo, tal actitud denota un craso error y un prejuicio absurdo sobre las
personas envueltas en este submundo de la marginaci6n. Por fortuna, los
estudios recientes han recapacitado acerca del valor hist6rico de estos
acontecimientos y sus particulares servicios a la sociedad. Al margen de la
nota moral, propia del autor y su conciencia, crece en interes la valia
historiognifica del analisis de estos fen6menos del arrabal hist6rico. En
sustancia, el Ayuntamiento de Las Palmas, escarmentado por la labor de la
prensa, puso rumbo a Ja resoluci6n de un inesperado conflicto jurisdiccional
para gestionar la denominada "higiene publica" de las casas de lenocinio.
Incluso se lleg6 a poner en duda la custodia y vigilancia, por parte de la guardia
municipal, al considerarse que atendia a intereses extraiios a sus funciones.
Esta sospecha oblig6 a redibujar la asistencia social a Ja peculiaridad de un
servicio no bien visto y peor remunerado. En suma, la Alcaldia centr6 su
esfuerzo politico en derivar la competencia hacia el Cabildo Insular de Gran
Canaria, regido por Francisco Quintana y Le6n, no obstante determinar la
normativa Ja ausencia de responsabilidad local en tales menesteres.
La epoca que vivia el archipielago, con un clima decididamente divisionista
en defensa de Ja partici6n de la provincia, movia a desafiar actitudes y
autoridades. Se quiso practicar Ja politica de los hechos consumados con la
Delegaci6n del Gobierno, promoviendo un Reglamento sanitario novedoso
pero ilegal de todo punto, que pretendia traspasar funciones gubernativas a la
municipalidad, pero fue imposible, no solamente por Ja ilicitud de los
principios juridicos en que se sustentaba, sino por la practica inexistencia de
una Guardia de Seguridad que asumiera el empeiio. Convencidos al fin los
ediles, la salida que se dispuso fue la de arbitrar un equilibrio normativo y
administrativo que sorprende al mas pintado: aceptar el dictum de la ley pero,
eso si, desplazando las funciones a las competencias cabildicias, previamente
presentando a la corporaci6n insular una carta de gastos.
Fuera lo que fuese, tuvieran acierto o no las gestiones municipales, lo que
si es cierto es que la prostituci6n jamas fue comprendida como un fen6meno
social en si mismo; antes al contrario, los seivicios sociales prestados por las
mancebas lejos de ser evaluados de manera neutral, al margen de! criterio
etico, como le cabe a cualquier instituci6n publica que se precie, fueron
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encontrados inmorales, sombreados por la indignidad y el deshonor. Por esta
raz6n, el Ayuntamiento nunca estuvo en posesi6n de un control social efectivo,
ni siquiera sanitario o profilactico, debido a la incapacidad que ocasionaba el
prejuicio anterior. Fue pasando, como una patata caliente, de mano en mano
hasta que se top6 con los problemas presupuestarios y funcionales que
originaba a la guardia urbana y, por extensi6n, a la administraci6n local. La
virtud de este breve investigaci6n, si alguna posee, ha sido mostrar la
inconfundible mancha de la prostituci6n en los medios sociales y politicos.
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